Llego a Mérida, suelto el trapo y me dan ganas de decir madre a la par que escancio los versos del comenzar de la Eneida. Arma virumque cano. Roma es un cantar viril, pecho esforzado, una diosa y un anfiteatro donde retumban los monólogos de Plauto. Reminiscencias sincretistas, un paisano va a rezar al edículo de Santa Olalla y lleva una vela. Es un parado. No se puede entender a Cristo sin Roma. Bebamos buen vino de la comarca de los Barros, ofrendemos a la diosa Eulalia y roguemos protección. Extremadura, España entera, sólo pide pan y trabajo
2023-06-19
2023-06-18
NOCHE DE SAN JUAN DE TAL PALO TAL ASTILLA ESTUDIO CRITICO DE LA OBRA DE JOSE MARÍA PEREDA UNO DE LOS MEJORES ARTÍCULOS QUE HE ESCRITO
DE TAL PALO TAL ASTILLA
Oiréis que se dijo: “pueblo chico, infierno grande”. En parte toda la novelística de José María de Pereda se centra sobre tal ocurrencia sin encontrar otra solución que una huida hacia la naturaleza como remedio a las pequeñeces de la mente y el humano sentir. Hay una colisión irreparable entre el pensar grande y el párvulo vivir de nuestras existencias cotidianas destinadas al fuego del fracaso o la pira del olvido.
Y es que en medio de un paisaje arcádico, donde se percibe a cada hora de sol o en las mismas vigilias nocturnas con un pueblo acurrucado entre montañas bajo la luz de la luna, y vigilado por cimas ciclópeas que se alzan como dioses encaramados, hitos telúricos, deidades oscuras emanadas de lo más profundo de la tierra, se desarrolla la acción de “De tal palo tal astilla”, un estudio cabal de la hipocresía y una de las novelas de ambiente rural cargadas de mensajería, invitando a la reflexión no sólo sobre el latido de las pasiones del hombre decimonónico, sino también de la condición humana de todas las épocas, de suyo ruin. Pereda, en esta entrega, y de una tacada, realiza una radiografía exhaustiva de la avaricia (don Sotero el usurero), el amor mojigato y con intereses de Águeda, bella muchacha pero cargada de prejuicios, fruto de la mala educación religiosa de la época. En la configuración de esta mentalidad torcida tienen que ver mucho los curas, monjas y frailes.
En cambio, uno de los personajes más limpios y generosos que cruzan las páginas es Fernando, el hijo de un médico volteriano al que apodan “Pateta” (referencia al pata de cabra o sátiro con que la imaginación popular antigua representaba al diablo) y que se enamora de la rica heredera, Águeda.
Sin embargo, su pasión, en un ambiente de comidillas, murmuraciones y habladurías de Valdecines, “habitado por gentes cristianas pero maliciosas y suspicaces” de que el mozo aspira a la mano de la rica legitimaria no tanto por amor como los dineros de la hacienda.
¿Por qué me quieres, Andrés? Por el interés. El autor nos mete de a hecho en medio de un ambiente cargado de maledicencia, de segundas intenciones, que llega a resultar opresivo. Lo que son los pueblos. Bastián, hijo fornecino de don Sotero, y que el hipócrita pretende casar con Águeda, para quedarse él con la hijuela, vendría a representar, la fuerza bruta. La escena del intento de violación por parte de Bastián abortada in medias res por Macabeo que entra en la habitación donde la protagonista intenta zafarse de la lascivia del bestia de Bastián implorando la ayuda de la Virgen y rezando el rosario, trepando por un breval es una de las mejor conseguidas, por la intensidad y trepidante descripción del relato, en toda la novelística española.
Cuadro duro y con suspense que hace pensar en películas antiguas de Alfredo Hitchcock o en novelas de Edgar Alan Poe. Todos conocemos las ideas del escritor montañés. Unos crían la fama y otros cardan la lana. Y los juicios que dispersa en este libro escéptico y bañado de tristezas perturban el clisé de derechismo ultramontano de él preconcebido. Tiene que ser precisamente él, un ultramontano, quien denuncie los abusos de las mentes retrógradas. A trancas y barrancas se esfuerza por salvar la virtud de la heroína pero tiene que condenar al suicidio al bueno de Fernando que había cometido el “atrevimiento de poner en tela de juicio las verdades fundamentales y las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia”.
Sub límine, late una el desencanto de Pereda con aquel género de vida rancio y cargado de prejuicios. Levanta la tapadera de la olla ferviente al tiempo que nos presenta un drama de pasiones rurales que se desarrolla en el último de los paraísos perdidos.
Potente, seguro de sí mismo, y con pluma certera y elegante, traba un cuadro narrativo que es hoja de filiación del Santander y de las Asturias en general de la segunda mitad del Decimonono. La novela, todo un manual de psicología agraria y balance sociológico objetivo y realista de las cosas como son y no como debieran ser, se publica sólo un lustro antes de La Regenta. El argumento, salvados algunos matices, es parecido y la intención poco más o menos. El estilo también, brillante.
En ambos casos sendos escritores hacen acopio de la manera de decir montañesa. Asturias, como se sabe, se divide en dos categorías hablantes: una, los que, cuando van a la hierba, llaman a la zoqueta para afilar el dalle colodra y, otra, los que la dicen zapico. Dos bandos , dos terminologías para un mismo concepto. Pereda pertenece al primer grupo. Clarín al segundo. Sin embargo, la hierba que amontan en el almiar es la misma. O parecida.
Tanto el uno como el otro aman profundamente la naturaleza asturiana y la santanderina pero critican un poco la intolerancia de sus villorrios y aldeas poblados por cristianos viejos de mentes algo retorcidas. Pueblo chico infierno grande y la Iglesia parece que se regodea de la ignorancia de sus feligresías. Este analfabetismo es buen caldo de cultivo para su medro. Para los curas chirles el santo temor de Dios no es el principio de la sabiduría. Más bien, lo contrario.
El conocimiento allega dolor y crítica contra los valores establecidos. Vénganos el tu reino pero que no sea ahora mismo. Por el momento, la fe del carbonero. ¿A qué meterse en camisa de once varas? El cura de Valdecines es un santo varón de Dios pero corto de luces y carece de respuesta a las dudas contra la fe que le presenta el hijo de Pateta. Traza un plan para su conversión.
Es un método gradual y paso a paso que le va a servir de poco porque su postulante, desesperado por las habladurías, opta por arrojarse desde una roca tajada.
Al escribir De Tal Palo don José María derrocha fuerza y hace un alarde de dominio omnisciente, tan importante en novelística. Que los hechos que narras no se te sobrepongan . Que tu lleves siempre la rienda. Y no se te desmanden los jacos de la cuadriga. Tú, autor, siempre controlas, galga en ristre, desde lo alto de la berlina. La novela es el arte de atar cabos. La perfecta y congruente sindéresis.
Una verdadera delicia es, en su caso, la lexicografía. Esa forma de hablar castiza y precisa en castellano rotundo y eufónico llamando a las cosas por su nombre. En la descripción topográfica del escenario grandioso de las quebradas que lo vieron nacer pocos le ponen un pie delante. Pereda es un Argos de la hipotiposis literaria. Resulta, por contera, que el escritor santanderino es más liberal de lo que creyéramos y menos carca -velay los prejuicios- de lo que se supone, aunque su vieja fe cristiana es recia. En los retratos que nos quedan de él, de señor chapado a la antigua, con balandrán de catorceno y monóculo, tiene cara adusta de un rebeco siempre a punto de triscar de risco en risco por los sacrosantos fueros de la tradición. Debía de haberle dado Dios un genio vivo y cascarrabias. De mil demonios debía encontrar su ama al viejo solterón de la casona de Tudanca las mañanas que se levantaba con el pie izquierdo. Pero sus rabietas se acababan pronto. Debía de ser, como todos los Contreras, algo contradictorio. Agraz por fuera. Dulce por dentro.
Más ruido que nueces. Perro ladrador poco mordedor. Hay traza de genialidad en la forma como nos presenta a don Sotero el meapilas fariseo y avariento a quien remata en los últimos trancos del libro con una angina de pecho. Una corazonada tal vez. A veces lo que uno escribe se cumple. El autor de La Puchera moriría de lo mismo. El arte de la literatura tiene aspectos misteriosamente oníricos que nos ligan a los humanos con la antigua profecía y la quiromancia. Casi todos los buenos libros son premonitorios. Pero la grandeza de esta novela no para ahí. Hay un estilo maravilloso. Inimitable. Él siembra pautas. Traza caminos que nos llevan a conocer los giros y las peculiaridades de una región. Hay dos bables, insistimos: el de las Asturias de Oviedo, desde Parres a Ría de Eo, de los que llaman zapico a uno de los aperos más utilizados por el Norte y los de las de la Montaña que lo designan colodra, desde san Vicente de la Barquera hasta Potes. Pero juntos denominan a ciertos pájaros de la misma manera: la negra miruella o miruello de pico largo y hondo como una laya que escarba el futuro, o el pomposo tordipollo o la picara aguzanieves que abreva junto a los cilancos. Los asturianos conocen como pala a secas al trente o tridente, lo que en ciertos recodos de la España citerior, allí donde adentra sus manantiales del idioma Castilla la Vieja apelan gario, voz vascuence, lo más probable, igual que murio y murias (montón de piedras), carro, corral, etc. El primero es renuente a la jota que dicen trajeron a España los moros: xatu y xata, mientras los de Santillana del Mar ofrecen una prosodia más evolucionada, porque acaso estuvieran más en contacto con la Meseta que sus vecinos al otro lado del puerto del Escudo. Así, pronuncian: jato y jata por novillos y novillas uncideras. Un poco más abajo llamarán a este torito que aun no ha cumplido dos años choto. Se encuentran múltiples variantes en el bable occidental y en el oriental pero hay términos aldeanos que no varían en una y otra de las modalidades de las dos orillas de la ría: quima, narvaso, asubiar (poner a cubierto el ganado). Algunos hablistas exaltados de ahora mismo debieran hacer cura de humildad leyendo a Pereda. Pero los de una y otra zona encumbran el carro y echan mano de la sarzuela para que no se entorne. Luego “empayan” toda la balumba a través del boquerón del pósito. Si hurgas en el fondo de cualquier español te encontrarás con el alma de un pajar, donde duerme el pobre y donde fuimos engendrados muchos de nosotros. Que era en ese lugar donde las parejas se escondían para hacer el amor. ¡Ah la “vita bona” que ahora echamos en falta, el sabor de la tierruca, la aldea perdida y encaramada en los recuerdos, retaguardia de toda una estirpe que ha visto como han quedado francos de servicio a impulsos de la tecnología aquellas antiguas palabras que decían tanto!
Hoy, caídas en desuso y tan añoradas a medida que el idioma se empobrece.
El espíritu indomable de los ultramontanos ariscos vuelve por donde solía. Se pretende crear un idioma vivo y en continua evolución donde sólo hubo una lengua muerta y hoy fenecida al pasar a mejor vida toda una civilización de matiz campesino, sin asiento literario apenas. ¿es atavismo o es inducción foránea? Quieren entronizar a un dialecto, uno de los más hermosos del, plus minusve, eso sí, de buenas a primeras y ad nutum, en conformidad escueta con su libre albedrío, conforme les da Dios a entender a los nuevos filologos de aluvión, pontífices de la tan cacareada cosmocracia que no es más que un embuste, y untados por una mano extranjera, como lingua franca.
Una tarea para la cual hace falta no sólo mucha cara sino también bastante imaginación. Con las lenguas no valen malabarismos de prodigiador. No son un conejo que el osado circense se saca debajo de la chistera. En nuestro patrio solar gozaron de categorías de lenguas junto al castellano el vascuence, el gallego, el valenciano, el catalán y el mallorquín. Pero al paso que vamos, se van a sacar diccionarios hasta del castúo.
Debe de ser por un atavismo recio. Existen en nuestra historia pulsiones suicidas y de tarde en tarde asoman la oreja. Es tributo de nuestro estirpe con estos bueyes hemos de arrejacar la linde aspérrima. Este es el país de la real gana.
En De Tal Palo Tal Astilla se hace una crítica de la sociedad que conoció su autor. Emperejilada por los poderes fácticos de los que traza un análisis objetivo y sin emblema de facción.
En su punto de mira está la Iglesia con su “legión de curas ignorantes que socavan voluntades y conocen quien es quien a través del agujero del confesionario (toda información es poder), se enriquecen a costa de diezmos y relaciones fabulosas sobre el Purgatorio”.
La barca de Pedro, en boca de don Fernando, consiste en toda una nube de frailes comilones y lascivos que saquean los hogares sin conciencia, perturban las almas y quitan la paz en los hogares a veces mancillando la honra de las familias. Una gusanera de monjas rebelándose contra las leyes de la naturaleza cantando con voz gangosa salmos en latín contrahecho. Una lista de papas disolutos y crueles como Alejandro VI, la Papisa Juana, Julio II. Un tropel de beatas arrepentidas que con sus pecados de juventud repoblaron la inclusa.
La Iglesia ha sido mazmorra del entendimiento durante los últimos tres siglos, concluye. La cita es demoledora, pero - relata refiero- no le falta su miga de razón. Es pertinentísima al hilo de lo que está sucediendo en la actualidad, cuando vemos a un babeante pontífice aferrado a su silla gestatoria, que se resiste a condenar, por lo que pueda pasar, los crímenes de los sionistas nazis y los atropellos de ese general israelí con cara de sacamantecas. Los blindados bombardean y cercan con tropas de asalto la iglesia de la Natividad de Belén.
En la mente sólo una idea fija: salvar los muebles en medio de las terribles cosas del acontecer diario. El cielo parece empedrado de amenazas, pero los que tienen la responsabilidad de dirigir y auspiciar, referente y faro de la grey, miran para otra parte. Mientras, recogemos los escajos de la gran zarabanda libertaria del pasado. Todo en nuestro redondel parece que pincha: los rostros, las palabras, los titulares de los periódicos, los discursos en el parlamento. Es la hora del vértigo y de los remordimientos de conciencia.
Pereda, que tanto abominaba de la política encarnada por el rostro de Espartero, el héroe de Luchana, huía de ese mundo ficticio de los salones y de las largas parrafadas de los periódicos. El cuerpo le pedía Montaña. Pese a ello, la carne pecadora no hurta el cuerpo al cinismo in ánima vili. Mas, disgresiones aparte, Pereda es el primero en dar la voz de alerta y este mensaje de dolor y cordura vendría avalado por mosén Cinto Verdaguer. El poeta catalán, contemporáneo del autor del Sabor de la Tierruca también barruntó que se avecinaba guerra civil.
Ésta tuvo un primitivo contexto religioso. Pereda dejar caer la profecía en boca de sus personajes, lo mismo que el poeta catalán quien también sufriría persecuciones de su obispo, Murgades, salidos del magín de un señor tan poco sospechoso de herejía, de derechas de toda la vida, carlista al igual que el poeta de la Canción del Canigó. Ambos no lanzan una diatriba contra el dogma y la tradición sino que hacen una reflexión en voz alta sobre la moral de algunos clérigos y su falta de ética.
Y acerca de adónde nos puede llevar el apoltronado clericalismo trasnochado de la sociedad española finisecular.
Clarín, que como digo era un místico, se une igualmente al coro. La cuestión religiosa es el eje sobre el cual gira el argumento de la novela que nos ocupa. Que es de las denominadas de tesis en la forma de narración costumbrista. Abordada desde el punto de vista de un español profundamente religioso que se escandaliza de las puerilidades y gazmoñerías de los sectores papistas exaltados cuya piedad finca en el despropósito y su conducta de doble pauta poco recomendable.
Sus mañas traen a la memoria la infausta imagen de la monja inglesa que pontificó bajo el nombre de Juan VIII. De hecho, el cura de Valdecines, que “es un santo”, nada se parece al magistral ovetense, Fermín de Pas, emblema de la altanaría, el lujo y la riqueza.
El cura de aldea vive en la pobreza y la humildad una vida ejemplar, no se mete con nadie, pero tiene un ama que lo trae por la calle de la amargura con su chismorrería noticiera y destripacuentos. No olvidemos que estamos en el país de Celestina y esta dueña, que escucha de detrás de las paredes y espía por el hueco de la cerradura, anticipa a las comadres de la prensa del colorín.
Es por esta sirvienta que cunde la novedad del noviazgo entre el joven médico hijo de Pateta, “que pedía iglesia”, dispuesto a renunciar a su convicciones ateas en aras del amor que siente hacia la mayorazga, por toda la aldea. Las malas lenguas se encienden y ocasionan que el pretendiente despechado, al oír que busca dineros y no amor en la doncella, opte por despeñarse por un barranco.
La rectoral es una isla de paz en medio del arbolado océano de codicias, malos quereres, y de lujuria que embarga Valdecines. Bastián representa a todos estos pecados capitales. Pero la bondad del preste no basta para contener la furia del huracán de intrigas y su escasa ciencia teológica colma la medida y la curiosidad de un ateo convencido, un hombre de mundo, como es el hijo de Pateta.
Las respuestas que da al neófito son desvaídas. Fraseología sin contenido. Explicaciones insípidas. Evasivas y lugares comunes como contestación a los grandes interrogantes de la existencia. Aun no había nacido Teihard de Chardin.
La Iglesia siempre suele llegar con veinte minutos de retraso.
Cuando no son siglos. La rivalidad ciencia y razón sigue su ruta. Cada una por senderos diferentes. Bastián, el labrantín embrutecido, a instancias de don Sotero que lo convence, se decide a forzar a la muchacha. Precisamente en la maravillosa noche de San Juan cuando media España danza al borde de la hoguera, transida de canciones y añoranzas. Es la fiesta del amor y la renovación por el fuego de la vida que no cesa.
El valle ardía como un ascua bajo la luna. Se colocaban las enramadas. Por doquier se escuchaban los cantos de ronda y los conjuros mágicos. Toda esta belleza se contrapone a las maquinaciones diabólicas del hijo espúreo del usurero que acude a la cita que le había diseñado éste ahíto de vino. He aquí una dualidad infierno paraíso. La existencia es una pugna sin fin de ambas fuerzas opuestas. La encerrona que había urdido el avaro no surte efecto.
La ausencia del baile de Bastián había suscitado sospechas en Macabeo que se cuela saltando la tapia desde las ramas de una higuera a la alcoba donde el intruso se proponía consumar su propósito. Gana el bueno pero se detecta cierta artificio en el pergeño de la aventura.
Pereda es mejor descriptor que narrador. Sus argumentos, aunque algo pretenciosos, dejan al descubierto flancos menos sólidos. Hay ocasiones en que corta por lo sano y se nota su tendencia a utilizar el “deus ex machina” y comodines fáciles del convencionalismo de folletón.
Sin embargo, sus acuarelas del paisaje montañés no tienen rival. Por ejemplo, la rapidez y brillantez como nos describe la rectoral por una de cuyas ventanas asomaba sus ramas un manzano y detrás del árbol se mostraba el paisaje de un valle de ensueño. Sus libros son perfectos marcos edénicos. Hasta se escucha el tintineo de los cencerros de las reses que pacen en el ejido.
Allá en el fondo de la artesa policroma y festoneada de prados que recuerdan a un tapiz verde enmarcados en rodetes de avellanos y zarzales presentan sus quimas al sol, como la guarnición de un regimiento que rinde honores, los bosques de las riberas.
Se hace un claro y aparece el río, un hilo de plata que llena el aire de reverberos y de fulgores. Siempre hay vida crepitando en el fondo del desfiladero. Planean los azores y una banda de verderones huyen a toda velocidad de los pájaros de presa.
Se escucha el relincho de un caballo confundido con el tañido de una campana que toca a vísperas en la atardecida estival. “Tiene que haber un Dios, esto no ha empezado porque sí, tuvo que existir premeditación proteica, ayudame, Señor a encontrarte. Tu creaste a Águeda y eso me basta” razona don Fernando en sus cavilaciones.
Pero lo que hay son dioses que aguantan la mirada de la vieja Hécate de blancos pechos, calva y la cara manchada que esparce sobre la tierra un brillo lento que da ditas de oscuridad y de noche a los amantes y enronquece sus gargantas sanjuaneras en el desvarío del vino y los cantos de bacantes. Selene reina en la fiesta del fuego. Ya es casualidad. Mientras se esparcen por el valle el eco de los coros de mozos que salen de ronda.
El dios de los judíos es un Zeus oscuro y de malos modales y de un puritanismo estricto que se compadece poco con la paganía practicada por la humanidad durante miles de años. En el Norte no se deja de creer en él porque así SIR lo ordena, pero la cabra siempre tira al monte y en la noche augusta de San Juan de creencias trasfundidas el pueblo vuelve a poner en sus pies y en sus labios la agitada danza de Pan.
Son deidades más amables que al menos se ríen, tienen líos con los mortales y hasta con las hetairas del Hades, o empinan el codo para aplacar su ira o el despecho. Jehová no lo hace nunca. Desde lo alto de los riscos Ojanco asoma su rostro de cíclope. Pagano y señorial, se sube al pavés de los gollizos escarpados de la cima de los montes.
Mueve de un lado para otro como un periscopio que busque la colimación precisa para catalogar de lo alto las aldeas donde tuvo adoradores antaño, hasta que llegaron los misioneros irlandeses y los monjes ingleses de la primera regla de san Basilio y san Columbano y le quitaron el puesto.
Cesaron los sacrificios y las laureadas en su templo. Él quedaría sólo y compuesto con el único ojo que le quedaba. Y cuentan los advertidos que lloró. Es el Polifemo de los celtas. Sus movimientos torpes y su lengua estropajosa advierten que se ha dado a los excesos del vino. Al tuerto de los montes cántabros no se le escapa una.
Cataloga al instante y con una sola pupila alcanza a ver, como por un catalejo, tanto como si tuviera dos. El disco de Hécate le hace añorar los alegres días del Olimpo cuando era mozo. Por más que inmortal, siente los muchos años entre las piernas. Por eso está borracho. Porque hay cosas que se escapan a su control.
En cierto modo le dan pena los mortales “chismosos, cizañeros, baldragas” y vierte desde el lagrimal del ojo bueno su llanto macroscópico sobre Valdecines. Al asubiarse el sol, Ojanco se ha asomado al valle de la mano de la luna. Resucitaron con él los viejos gigantes.
Uno de ellos, san Cristobalón que como Prometeo carga sobre sus espaldas los pecados y dolores del mundo o como Miguelón el Arcángel que sustituyendo en sus funciones a Esculapio tras el trasvase de poderes del paganismo al cristianismo afina los cachivaches de su romana al objeto de pesar las almas, las cuales esperan afuera de la Laguna Estigia, el limbo o el purgatorio, para su catalogación y ensilaje.
El ojo del Polifemo celta aparece esculpido en las estelas circulares del Valle del Buelna que recuerdan por su trazado a una cruz enmarcada en el espacio redondo. Es la esvástica. La rueda mágica, la cuadratura del círculo. El movimiento continuo de la vida. Símbolo de la reencarnación en el que creían los pueblos indoeuropeos como recuerdan los cipos funerarios a la cabecera de la tumbas irlandesas.
En Fuentesoto de Fuentidueña a cincuenta leguas de esa localidad cántabra presiden la tapia de un cementerio misterioso donde parece que la soledad es tan elocuente que a través de ella los muertos quieren decir algo al viandante que se encarama hasta el cerro. El viento de las parameras aúlla un mensaje sin confines: “Yo al tiempo me lo domino”, creemos oír.
Y es que el Ojáncano habla, como ve, al derecho por su ojo torcido. He aquí una única pupila que todo lo abarca. La cruz es un pozo sin fondo. Antes de la tarde del Gólgota en multitud de grafías y murales ya parecía regir los designios del orbe. Representa lo que gira. La tierra es abrazada entre sus aspas. El cura de Valdecines gime bajo el peso de la carga que le encargó el obispo. Pies quietos. A la chita callando has de sustituir a Jesucristo por los fantasmas mitológicos, pero la querencia de los ídolos vuelve en días tan significados como la del veinticuatro de junio.
Judíos moros y cristianos por una vez se ponen de acuerdo y rinden culto al esenio. La voz que clamaba en el desierto vestido de áspera marlota y convertía a las multitudes en el Jordán. Es una personalidad gnóstica del que dicen poco las escrituras pero que tanta importancia ejerció a la hora de modular los sentimientos de las antiguas supersticiones que se bautizaban bajo su concha. Los viejos dioses desconocidos son desplazados por el Degollado que hizo el primer gran milagro de que las fuerzas oscuras se transformasen en santos. Uno para cada necesidad y par cada día del año. Allanaba los caminos del que habría de llegar.
El precursor bautizaba en agua pero su primo bautizaría en el Espíritu. En vino y en pan ¿Habrá que creer estas cosas sólo por el mero hecho de que son increíbles como diría Tertuliano? Credo quia absurdum est
He vencido al tiempo. Los años, la generaciones, los siglos, las eras los tengo subyugados. Al buen párroco se le había asignado un cometido de Argos poner a Zeus la túnica de nazareno, amarrarle fuerte para que no se fuese de picos pardos con las diosas del Olimpo, traerlo al redil, conseguir que formula el voto de continencia. Si no puedes lograrlo, sé cauto al menos. Ten tus barraganas pero con disimulo. Que no se entere nadie. Algún escriba malintencionado le robó el fuego a los dioses, cuando mandó predicar amor a los enemigos.
Le dio la vuelta al argumento. Los barbaros del norte cambiaron de chaqueta y se bautizaron en masa con todo su pueblo. Los antiguos templos paganos se convirtieron en iglesias juraderas. Y los pretores en arzobispos, conservando el palio de su antigua investidura pagana dentro de la nueva fe. Para Clodoveo. Para Alfredo. Para Ludovico que acudieron a recibir las aguas crismales con todos sus súbditos. Panagia pasa a ser la Theotokos ante las protestas de Nestorio que se hacía una pregunta asaz congruente en Efeso.
¿Pero puede Dios tener madre siendo eterno y careciendo de principio ni fin? A lo cual encolerizado responde Atanasio que únicamente según la encarnación Jesús nació de María virgen. Misterio incomprensible.
Entre los Siete Varones Apostólicos y Leovigildo hay un espacio blanco que los cronistas mas avisados de la historia de la SIR no han podido llenar. Es como recomponer el rompecabezas de un mosaico bizantino. Entramos aquí en el laberinto.
De tarde en tarde los paisanos de la braña quieren volver a ser como las deidades en las que dejaron de creer. Potan la crátera llena hasta los bordes de nepente, la bebida del olvido. Ojanco por entre las sediciosas nubes asoma su aterrador jeme. En su vagar inconsistente se deshace el nudo gordiano. Los ermitaños entre las cuevas bajan del despoblado a que les laven la muda y algunos aprovechan para echar una canita al aire. De la cayada pendía la carcajada de Simón el Estilita.
No se puede abrazar la vida contemplativa del yermo sin un poco de cinismo. San Pacomio no se lavó una sola vez en su vida por mor de no caer en la tentación. Satanás indefectiblemente tenía por costumbre aparecerse en la forma de una garrida hembra de buenas partes. Él la hacía salir de la cueva blandiendo una antorcha encendida y murmurando un latinajo “de bonis mulieribus non est notio”( nunca se oyó que hubiese una mujer buena, caramba).
Y he aquí a un cura de pueblo que tenía ya, como sus latines, los tratados de teología empolvados, siendo interrogado por un agnóstico de buena fe pero que trata de volver al redil de la Iglesia por amor a su Águeda. El rústico abate suda, resopla, se palpa los treinta y tres botones de la sotana de cachemira. A causa del uso esta prenda por los hombros se estaba volviendo de un color pardo. Ya era vieja. Como el que la llevaba.
El visitante con sus dudas le coloca en un aprieto, pero él le propone una método a seguir en su camino de regreso a la fe. Mientras, las fuerzas oscuras seguían trabajando. Allí estaban las cohortes de la desconfianza, las testudes de la murmuración, las centurias del egoísmo, que tiraban para abajo. Las manos sacerdotales pretenden sacar al pobre náufrago del pozo de la desesperación. A veces la gracia no puede contrarrestar la primera de las leyes naturales, la fuerza de la gravitación universal, y se reconoce impotente y vencida.
Los cuerpos son para la tierra, tiran hacia abajo, mientras las almas quieren volar. El vulgo resentido, la grey de cristianos viejos, invoca antiguos prejuicios y privilegios, para calificar de hereje a un agnóstico que intenta creer. Por misterios de la condición humana la bondad y la nobleza sin puestas fuera de combate por las huestes de Satanás. El Pateta se muestra de súpito y cuando nadie lo espera. En plena noche de san Juan, cuando el tiempo se detiene ante el ara sacrosanta del solsticio estival. Cuando las gentes se afanan en buscar la flor del agua y piden amparo al culiebre y a las ondinas o saltan sobre las hogueras de retama que iluminan la sombras con el fuego de la purificación.
La Montaña rinde culto a los viejos ídolos en un intento por regresar al sincretismo telúrico. Se escuchan las voces ancestrales del suelo y de la sangre y las gentes intentan ser paganas. Palas pone música de fondo a esta algarabía extendiendo su manto protector de pastores y de ganaderos que amaban la juerga, el pandero y las noches sin dormir. Los gaiteros vienen tras ella. Música de chirimías y el ronco sonar del paloteo que acompaña a los brincos de la danza prima. Las fuerzas oscuras no son otra cosa que un inventario de las casualidades y misterios de la biología.
La lechuza vuelva de rama en rama ocultando su lúgubre grito que tiene algo de hilarante y burlón entre las hojas de los copudos robles. Es el pájaro de Minerva. Cuanta más sabiduría acumulas menos sabes. Y cuanto más sabes, más sufres. El baile es una plegaria que se hace con los pies en honor de la divinidad oculta. Besos estallan en la oscuridad.
El amor pagano triunfa entre risas y gemidos. Los pecados arrastran su peplo por le camino. El cura no sabe qué hacerse. Se siente desbordado por otras presencias. Su religión enseña la abnegación, el dominio frente a las inclinaciones de la naturaleza pero tales instrucciones no constituyen sino retórica. No otra cosa es la doctrina eclesial almacenada en unos cuantos librotes insulsos. Palas Atenea, ven a reinar.
Baco y Afrodita te hagan escolta. Bastián no puede consumar su violación. ¡Todo es tan nuevo y tan viejo a la vez!
Mientras, resuenan por la hondonada los ecos de los cantos de ronda que van a perderse a los pies de las estrellas impávidas. Son las resonancias magnéticas de un mundo entregado a su liturgia órfica de venerables y antiguas cadencias y para las que el corazón de la vieja España siempre tiene puesto un altavoz. He aquí a la vida que se renueva. Brota y renace la savia. Las parejas se aparean. La llamada de la sangre. Celo estacional en los animales y en el hombre y en la mujer sin cesura. Y en esto Macabeo, apercibido de los siniestros planes de Bastián al que el usurero emborracha antes de ir a cometer la vileza, trepa por un breval contiguo a la tapia del domicilio y coge al violador y a su víctima in medias res.
Águeda lo considera un enviado del Cielo. Era la Virgen María que había escuchado sus plegarias impidiendo la consumación del ultraje. Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar estilo donde se dan cita la potencia imaginativa con la exactitud estudiosa del lenguaje. Es el suyo un castellano en adobo de cachaza y buen humor con resabios de sorna aldeana. Relata, no predica.
En esta obra se hace el retrato de una España rural hacia 1879 que es cuando está datada la entrega. Coloca sus potentes anteojos en la atalaya de mando. Realiza una colimación muy audaz del universo que brilla dentro. Nos describe un planeta psicológico con variedad de tipos.
A través de su pluma conocemos cómo respiran y qué piensan los contemporáneos del novelista. De qué pie cojean. A qué aspiran. Su golpe de vista es certero. La vista de Pereda parece la lente de un poderosísimo telescopio con buena escala, o microscopio, según se quiera, capaz de ver las cosas como son. Al natural.
Enfoca para Valdecines y nos da a entender que pese a su ubicación ideal inter montes no es la meliflua Arcadia sino más bien un aparatoso infierno donde reina la mezquindad. El hombre sigue siendo lobo para el hombre. No hay mejora.
El discurso, un tanto tolstoyano y fatalista, en su tono patético, trae a mientes reminiscencias del modo literario ruso, pero Pereda es un español chapado a la antigua de talante libérrimo, sólo embridado por sus creencias y carencias religiosas, que comprende y ama a su país, aunque le duelan sus defectos.
Entiende el drama de las dos Españas. El eco de los cantos se pierde camino de las impávidas estrellas. Son resonancias magnéticas de un mundo feliz. La vida que se abre paso. El tallo que brota. Los pájaros hacen boda mientras el rebeco en su berra llama a la hembra.
Todo lo que vuela y todo lo que corre se entrega a una cópula ininterrumpida de sol a sol. Es lo único que diferencia a las bestias de los hombres. Ellas se aparean en el celo estacional mientras en el ser humano la libido es constante.
A todo esto, Macabeo apercibido de los siniestros planes de Bastián al que el avaro previamente emborracha trepa por un breval contiguo a la tapia del dormitorio donde la muchacha es retenida de rehén y coge al violador in medias res. La victima lo considera un enviado del Cielo. Por fin la Virgen a la cual ella invocó aterrorizada ha escuchado sus súplicas impidiendo la consumación del ultraje. Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar etilo donde se dan cita la potencia imaginativa con la exactitud del lenguaje adobado de cachaza, un sentido del humor metido en agua de sorna aldeana. Cuenta cosas. No predica.
En esta entrega que data de 1879 hace el retrato de la España rural durante la Restauración. Coloca sus potentes anteojos en la atalaya observatorio de su bravía casona y a través de una colimación minuciosa coloca al lector ante un universo que brilla dentro. Nos describe un orbe psicológico. A través de la pluma perediana conocemos cómo respiran, qué piensan sus contemporáneos. Y de qué pie cojean. Cuáles son sus aspiraciones. Su golpe de vista macroscópico tiene el poderío del del agua caudal. Enfoca para Valdecines y nos da a entender que pese a su ubicación ideal inter montes no es la meliflua Arcadia soñada sino un averno de pasiones donde reina la mezquindad, la maledicencia y la malquerencia de unos con otros. El hombre sigue siendo un lobo que por una inclinación atávica o por idiopatía ingénita se dedica a fagocitar a sus semejantes.
Le gusta simplemente hacer daño. No hay mejora. Entretanto, y sin perder ripio, cabalgan Quijote y Sancho. Ante tanta contradicción como le envuelve al autor de Peñas Arriba de los labios del escritor parte un suspiro de resignación o tal vez de rebeldía. Pereda es un especialista en estos tacos de resignación admirativa que plagan sus libros donde no hay palabrotas: cáspritis, aticuenta, carafles, bodoques, trastajo, pantoques y carpanchos. Por vida del chápiro verde, voto a bríosbaco y otras expresiones de furor. Juramentos a la antigua que carecen del matiz coprólogico y vulgar en el que hoy se adentran nuestras conversaciones.
Son rancios vocablos que maciza en su prosa y sirven de cebo del donaire. Pereda es un escritor de mar y de montaña a la vez de pluma nerviosa y lábil que parece que se dispara al rodar por la pendiente de gargantas y desfiladeros de la comarca de Potes. Sus párrafos retumbantes y llenos de colorido recuerdan a las aguas bravas del Río Ebro al nacer en Reinosa por cascadas que brincan sonoras de peña en peña. Si la prosopopeya valiera para algo, su retrato ¿qué nos diría?
Ha aquí un caballero de rostro alargado, magro de carnes, gesto severo, mirada de lince bajo las dioptrías de su monóculo, tagarote venido a menos, persona algo crédula y entusiasta, de talante bonachón mas algo colérico, también un poco coqueto, aunque solterón, gastaba tupé como don Práxedes Sagasta.
Bajo su sombrero de ala ancha y embutido en su anguarina pasada de moda se esconde un soñador marcado por los desengaños y vacilante en las viejas convicciones. Le ha tocado defender un mundo que se derrumba y en el que sólo cree a trancas y barrancas.
ha cansado de fustigar a los comilitones del sensacionalismo y las corrupciones y bobadas de los señores diputados de la Carrera de San Jerónimo. Ha asumido el oficio de profeta y no se cansa de repetir que España se va a la hoyo.
Su estilo es sesquipedal pero aunque con algunos repámpanos no cae en la elación ni el hinchamiento de los decimonónicos. Es un señor de campo que lo mismo baja a Santander para buscar un remedio a sus vacas que padecen jaldía que entra en los figones de Puerto Chico a comer marmita con los pescadores. No casa con nadie. No es un baldragas ni un melifluo. Le gusta llamar a las cosas por su nombre. Tiene por costumbre echar mano de paremiologías, pues su decir es sentencioso, como aquel que dice: “Todas las gentes me dicen cómo no te casas, Juan. Las que me dan no las quiero y las que quiero no me dan”. Como buen cuentista es algo chismosón. Lo que le coloca a un tris de la socarronería. Ama la vida y en cuanto a ideas defiende la tradición por más que para eso tenga que hacer encaje de bolillos con vista a atar cabos. Por lo que sus novelas de tesis son una iniciación al arte de la esgrima psicológica. Su mirada es limpia y aguileña. Debió de ser poco tolerante con las flaquezas de los que le rodeaba.
Se había vuelto misántropo al fin de sus días. Sin embargo, no le duraban mucho sus prontos. El asco que le inspiraba el caciquismo lo remediaba con su entusiasmo por el paisaje privilegiado de los Picos de Europa.
Galdós podrá tener un arte de narrar más certero pero es más aburrido que él. El canario va a lo seguro mientras el montañés se encarama muy pronto a sus riscos. Al que más se parece, cada uno en su orilla, es a Clarín. Sus obras ciñen bien el viento. Orzan la nave de la misma manera. Pero mientras el uno idealiza la aldea en sus cuentos morales el otro la detesta. Ambos se sienten muy a gusto contemplando y describiendo el paisaje. Pueblo chico, infierno grande. Pereda era pesimista sobre la condición humana. Era también católico, feo y sentimental lo mismo que Valle Inclán. Es también carlista y se siente abroquelado en una forma de vida del pasado al cual no puede renunciar y que únicamente le depara disgustos.
A su entender la Iglesia viene a ser el comodín de la costumbre. Rara vez Pereda pone al dogma en tela de juicio y se aferra a la fe del carbonero mientras Alas, como buen místico, intenta encontrar otros caminos y fustiga la moral de situación del clero trabucaire y salaz. A diferencia de su vecino de provincia, don Leopoldo era un liberal de cuerpo entero. Pero, como los hombres han de estar por encima del bardal de las ideas, unos y otros se llevaban bien y hasta llegaron a entablar un flujo de correspondencia interesante.
9 de abril de 2002
LA MUERTE DEL HERMANO DE VIRGINA WOLF EN BRUNETE
LA CUESTA DEL PARDILLO . BUSCO EL AMPARO DE LOS DIOSES
Nos había cazado de la manera más tonta, pero en la guerra estas cosas pasan. Se instala en nosotros la irreflexión alemana. No hay hedonismos que valgan único, piensa en sobrevivir, en sobrenadar, en seguir vivo, mata y muere, paIsa,seguir vivo solo para seguir vivo. Gana la animalidad donde está el alma ustedes me dirán pero las cosas sucedieron de una manera rápida y nosotros no teníamos perspectiva de la batalla sólo el humo que partía al subir de algunas casamatas cuando en reata de forzados mirábamos para atrás qué cansados estamos cansados coño cuantos habían dejado de fumar allí de ellos y de nosotros nada y pasaban blindados a toda la velocidad la furia de las ruedas se llevó a más de un hombre uno de los del retén de vigilancia estaba contando historias o más bien paridas intrascendentes porque aquella quincena del caliente mes de julio uno de los más ardorosos y no solo climatológicamente de los anales, pues contaba como a un inglés que acababa de llegar de Londres y por el miedo la furia de las armas o el estar inmerso en un país que no era el suyo tan poco real estuvo toda la noche en una chabola donde se bebía anís del Mono a esgalla pagaba la comunidad música canciones y cantineras cante jondo y el lamento dolorido de las cajas de las guitarras oye tú y que pasó a aquel guitarrero de la calle de la Ballesta no era guitarrista si no guitarrero esto es componedor de guitarras, pues que lo machacaron en un bombardeo en igual medida y sin la misma gracia que a este de las brigadas internacionales recién llegado a la guerra de España un idealista, pues al salir de la taberna de campaña se le cruzó una ambulancia a toda marcha que circulaba a toda la velocidad con los primeros relentes de la madrugada y no lo vio o no lo quiso ver el hombre y la rueda lo partió en dos mecachis, era muy rubio, ojos azules y estudiante de matemáticas en Cambridge. Wolf se apellidaba talmente como Virginia Wolf la escritora que era su hermana se fue a dormir la mona a la eternidad esto no tiene lógica vivimos en un sin vivir todo manga por hombro no tienen ilación las cosas humanas por lo que el absurdo arrasa no tuvo el tal Wolf pobre chico muerte gloriosa pero a lo mejor van y le dan una medalla que digo una medalla tres y a sus compas los veía yo en las manifestaciones del año 72 que tuvieran lugar en la plaza de Trafalgar organizadas por los sindicatos y allí hablaba un orador que fue combatiente el micrófono un papel gafas de abuelo y llevaba una gabardina blanca Comrades Brother tenía una voz poderosa de fresador y el pelo en recesivo como mi padre y se parecía un poco al Silvino la verdad. No sabíamos por qué ni para que habían venido todo aquel cupo de camaradas del grupo Oxford y Bloomsbury y las brigadas internacionales y que acabarían más tarde capitulando a rindinendose al general Varela.
Yo no sé nada, sabes para que enteres, yo he subido la cuesta desde el Pardillo a Colmenarejo he padecido depresiones, he sufrido persecución por todos vosotros
2023-06-15
TOMAS DE KEMPIS LA IMITACIÓN DE CRISTO UNA FABRICA DE SANTOS
EL KEMPIS
15 DE JUNIO 2023
"En loa rinconcitos y en los
libritos... todas las cosas pasan y tú también con ellas, libérate dellas y no
perezcas"
Vuelvo al Kempis al cabo de muchos lustros.
Contemptus mundi desprecio del mundo, despego de lo terrenal. Tu morada
está en las estrellas". Lo leía el lector de semana desde el púlpito
instalado en el refectorio a la hora del desayuno, un panecillo, leche en polvo y
una tajada de queso norteamericano. Claro que es muy arduo entrar en unas
enseñanzas tan trascendentes cuando se tienen trece años, las hormonas se
sublevan y se ve lejana la muerte. Empero cayó la semilla del amor a Xto. Es un
árbol permanente. Tú tienes madera de santo, me decía el rector.
¿Qué
es la santidad, Padre?
Entonces
no comprendía, sólo intuía ahora sí al cabo de tantos años. Este opúsculo marcó
mis días y a él acudo en la tribulación. Sus breves capítulos, frases rítmicas,
estilo gnómico de sentencias latinas que esculpe como dardos, forman a ratos un
soliloquio con el Altísimo.
Otras veces, son admoniciones ascéticas
para alcanzar la perfección. Fue para mí un incentivo a ser un monje laico y
entregarme a los coloquios divinos en la redacción cuando viajaba, cuando bebía,
cuando padecía persecución. Propone un viaje interior pero no soy un alumbrado
ni un deixado por más que en ocasiones en su afán de prescindir de lo
terrenal roce los bordes de la herejía, propugnando el desencanto y el amor a la
vida que nos dio Dios.
Se trata de un opúsculo reformador de los
monasterios y de la vida consagrada antes de que Lutero y Calvino asomasen la
oreja en pleno siglo XV toda vez que el mundo medieval teocéntrico está a punto
de dejar paso a una sociedad antropocéntrica, la del Renacimiento.
¿Quien era en verdad Tomás de Kempis? Para la
mayoría de los historiadores es anónimo, es atribuido a Gerson y a varios
monjes ingleses del monasterio de Rielvaux en el Yorhshire. Los místicos de
Oxford.
Sin embargo, el profesor Diez Blanco de la universidad de Valladolid, el Venerable Tomás de Kempis 1380-1471 era un converso alemán, ingresó en los Hermanos y Hermanas de la Vida Común un monasterio mixto que profesaba la regla de san Agustín. Se llamaba Tomás Hemerkén nacido en la ciudad alemana de Hempèn.
En 1413
se ordenó e diácono y ya no abandonó el convento de Santa Inés en el Monte hasta su muerte el 25 de julio de 1471 a los 92 años. "Vanidad es desear larga vida sin
procurar que sea santa" declara en una de sus máximas.
Bueno, pues, él acabó la suya, nonagenario. Todo el tiempo antes de la invención de la imprenta,
la iconografía católica lo representa inclinado sobre los pergaminos como
copista amanuense de la Escritura.
No fue
canonizado. La iglesia lo designa tan sólo de Venerable por dos razones.
Al abrir
su tumba para incoar el proceso de canonización, encontraron que en los últimos
instantes fue presa del terror de la desesperación.
Había sido enterrado vivo, lo que constituye
la más cruel de las muertes
Además, algunas sentencias suyas
"Verdadera miseria es vivir en esta tierra" y su misoneísmo "¿Qué
te aprovecha saber altas cosas de la Trinidad si careces de humildad, con lo
cual desagradas a la Trinidad". Instalado en la nube del no saber, del no
desear, de abdicar de sí mismo, buscaba la perfección.
"De imitatione Christi et Contemptus
mundi" a lo largo de
la historia ha sido el horno ascético donde se inflamó la llama de la caridad. Este
librito fue a pesar de sus defectos que repugnan al mundo actual, donde lo
importante es gozar de larga vida, buena salud, honores, riquezas, belleza, fue
una fábrica de innumerables santos que nunca conoceremos ni subirán a los
altares. Un verdadero troquel ascético que marca el camino de acceso a la
puerta estrecha.
Ahora mismo estoy pensando en ese plumilla áulico
especialista en monarquías que alcanzado la provecta edad de 90 años, el secreto
para vivir tan largo consiste en fornicar a diario. Bueno, ya se lo dirán de
misas.
El Kempis manejó otra fórmula diferente: la
abstinencia, la renuncia, el desprendimiento de sí mismo y así alcanzó la edad provecta.
2023-06-14
YOM KIPUR WLADIMIR KOROLENKO UN PROFETA DE ESTOS TIEMPOS
Yom kipur Vladimir Korolenko El día de Cuentas
Impresionante novela corta que compré hace unos años en el tendejón de Riudavets. Volví a leerla noche de junio. Yom Kipur según la leyenda, el diablo baja a la tierra, entra en la sinagoga y echa mano a aquel israelita que no cumplió, entreaño los mandatos de la Torá.
Esta vez le tocó a Yankel el tabernero de una aldea de la Ucrania profunda. Lo toma entre sus barros y vuela con él rumbo al infierno. Desaparece en el horizonte transformado primero como un alción, luego como un albatros para transformarse, pequeñito, en un gorrión. Es el diablo judío: Japún el demonio de los israelitas que sólo habla en yidish y no tiene nada que ver con el diablo de los cristianos, el que tentó a Xto y los subió al pináculo del templo... Haz que estas piedras se conviertan en panes... Tírate desde lo alto que los ángeles estarán abajo y recogerán entre sus alas y saldrás incólume... Apártate de mí Satanás. A sólo tu Dios adorará, etc.
Toda la comunidad hebrea de Novokomenka estaban reunidos en la sinagoga, gritando, llenos de miedo, desgarrándose las vestiduras, algunos cubriéndose la cabeza de ceniza, vestidos de saco. Japun no haciendo caso de los lloros, agarró al tabernero YANKEL por la cabellera y los transportó a los cielos como si fuera un helicóptero.
¿Por qué? Echaba agua al vodka, prestaba con usura del cuarenta por ciento y los pobres “cristianini” (campesinos) regresaban a casa con los bolsillos vacíos, parlando con las farolas, zurraban a la mujer y se morían de hambre los hijos. Japún no podía realizar su rapto. Había un conjuro.
Si un cristiano lo veía volar en dirección de Kiev podía pronunciar estas palabras mágicas:
Déjalo que es mío
Escuchado el conjuro, Japun atemorizado por el signo de la cruz, soltaba la presa y ésta caía desde la altura despanzurrado sobre la tierra, contra la copa de un pino, o a las aguas del río Dnieper. Muerte segura.
Aquel día de Yom Kipur nadie había por los caminos y el tabernero Yankel volaría a la gehena sin remisión.
No obstante, había en la aldea un molinero que hacía lo mismo que Yankel.
Adulteraba las maquilas y tenía una novia, Galia, que era muy hermosa, y no se quería casar con ella por ser pobre.
La noche de Iom Kipur cantó las vísperas como el mejor precentor de las iglesias de Moscú, con voz bien timbrada y profunda, el pope le invitó a su casa a tomar una copita al acabar los oficios.
Tras el ágape regresaba a su molino, las piernas no le obedecían cuando la derecha tiraba a un lado, la izquierda tomaba el rumbo contrario y era difícil mantener el equilibrio.
Era una bella noche de octubre, el molinero hablaba con las estrellas, vio un bulto en el cielo (el diablo se llevaba al tabernero primero parecía un buitre, después una paloma y por último un gorrión) Bah un judío menos.
Que se vaya al diablo... Chorti.
Total; el molinero, que era el más rico del pueblo, consigue hacerse con la taberna.
La magistral historia se enhebra en una serie de hábiles lances en los que ocurren cosas muy extrañas contadas con la magia del idioma ruso. Al otro Día de la Expiación el diablo vuelve y trae a Yankel que había sido perdonado y absuelto de la gehena porque dijeron los diaños
¿Qué tabernero judío no agua el vino? Eso no es nada, hombre y trata de llevarse al molinero, pero la hermosa Galia lo salva pronunciando las palabras del conjuro y el cuento acaba bien.
Los judíos vuelven a sus tenderetes a prestar dinero, a vender buenos paños y buen vodka, aguándolo por mayor ganancia. Nos venden siempre la mula mal capada. Y los cristianos a labrar la tierra, a beber más de la cuenta y a zurrar a la parienta. Los seres humanos no cambian.
Esta novelita es un alegato contra el antisemitismo, contra el alcoholismo, la usura, y la violencia de género.
El arte de Korolenko que escribe en ruso habiendo nacido en Kiev posee una irremediable actualidad: la importancia de los guetos ucranianos y su preponderancia bancaria durante el imperio de los zares. Ucrania es rusa.
¿Se llevará el próximo Yom Kipur el “chorti” (diablo ruso) o Japun entre sus garras al hijo del zapatero de Lvod, Valdemar Zelenski, que ha entregado a su pais al odio y la venganza rusofoba?
En occidente desconocemos la historia rusa. Es el pueblo que porta con sus sufrimientos la cruz de Xto. Los comentaristas dominados por la propaganda norteamericana hablan por boca de ganso echando leña a esta hoguera capaz de sumir al mundo en un mar de llamas.
Un juego peligroso plagado de mentiras e infamias. Quieren crucificar al pueblo ucraniano y al pueblo ruso dos naciones hermanas o si se quiere una única nación.
Korolenko (1853-1922) es uno de los grandes escritores rusos, fue el padre espiritual de Gorki. Su prosa rezuma perdón y melancolía. Por sus ideas anti zaristas pasó cinco años deportados a Siberia. Conviene volver a sus libros para saber lo que está pasando en esta guerra fratricida, tan sangrienta y en la cual sufren los de abajo. Al releerlo creo que estamos viviendo otro Yom Kipur.
Adonay nos pedirá cuentas.
EL PUEBLO RUSO ORA POR LA VICTORIA CONTRA LAS FUERZAS DE SATÁN
l Señor dijo: “A todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos, y al que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. Ciegos, entonces no tendrían ningún pecado sobre ellos; pero como dices que ves, el pecado permanece en ti. He aquí Mi Siervo, a quien he escogido, Mi Amado, en quien Mi alma se deleita. Pondré mi espíritu sobre él, y proclamará juicio a las naciones; no reprenderá, no clamará, y nadie oirá su voz en las calles; No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo que humea, hasta que haga triunfar el juicio; y en Su nombre esperarán las naciones... Y el juicio es que la Luz ha venido al mundo; pero la gente amaba más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas; porque todo el que hace el mal odia la Luz y no va a la Luz, para que sus obras no sean convictas, porque son malas, pero el que hace lo recto va a la Luz, para que sus obras sean manifiestas, porque se hacen en Dios. MIENTRAS LA LUZ ESTÉ CON VOSOTROS, CREED EN LA LUZ, SERÉIS HIJOS DE LA LUZ, y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque tenéis un Padre que está en los cielos; y no os hagáis llamar instructores, porque tenéis un solo instructor, Cristo. Que el mayor de vosotros sea vuestro servidor: porque el que se enaltece será humillado, pero el que se humilla será enaltecido. Pero sea vuestra palabra: sí, sí; no no; y lo que es más que esto, es del maligno.
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tenía 19 horas
SEÑOR JESUCRISTO - EL HIJO DE DIOS DE LA PAZ YO ME COMPLACE CON TODO MI CORAZÓN Y CUERPO POR TODOS LOS CRISTIANOS ORTODOXOS DE NUESTRO GRAN MUNDO. BENDICE AL SEÑOR MI ALMA EN LA TIERRA Y CORAZON CON TU ALMA Y GRACIA AHORA Y SIEMPRE Y SIEMPRE AMÉN MADRE DE DIOS Santísima Virgen María SALVA A TODOS LOS NIÑOS, MADRES, SOLDADOS-PROTECTORES CON TU MADRE GUARDIA DE LOS CRISTIANOS ORTODOXOS DE NUESTRO SEÑOR JESÚS CRISTO DE RUSIA Y TODO EL GRAN CRISTIANISMO ORTODOXO NUESTRA CUBRE A TODOS LOS CRISTIANOS ORTODOXOS CON TU BUENA COBERTURA Y SALVA A TODOS LOS CRISTIANOS ORTODOXOS DE NUESTRO SEÑOR DE LAS AVENTURAS DE LA FUERZA ENEMIGA Y LA MALDAD DE LOS EXTRANJEROS E INVASORES, APÓSTATAS QUE ATENTARON SOBRE LA VIDA PACÍFICA DE ESTOS Y TODOS LOS DE NUESTRO GRAN MUNDO SEÑOR JESUCRISTO HIJO DE DIOS - TRINIDAD INSEPARADA - SALVA BIEN Y SALVA AL METROPOLITA HILARION ALFEEV VIVA Y SANA DIOS SANTO, FUERTE SANTO, SANTO INMORTAL, SALVA, SALVA Y TEN MISERICORDIA DE TODOS CRISTIANOS ORTODOXOS DE RUSIA Y DEL MUNDO ENTERO. AMEN AMEN AMEN!!!!!
2023-06-13
APOCATÁSTASIS SOLOVIEV
este blog defiende la unidad de España y a su cultura
Vladimir SOLOVIEV profeta de los tiempos modernos
Noviembre mes de difuntos. Se han muerto dos amigos. La relectura de Vladimir Soloviev me ayuda a olvidarme de mis tristezas terrenales y a mirar a lo alto en la esperanza de la resurrección. Como buen ruso este autor místico, filosofo, poeta y gran teólogo, muy contradictorio pero lleno de ideas originales propias de un genio es un entusiasta de la resurrección y hace a sus lectores a mirar para arriba no hacia abajo ni a los lados ni para el suelo sino que eleva sus ojos hacia Dios, el dios cristiano y anunció algo que está pasando o ha pasado en la actualidad.
Mirada de águila ojos proféticos. Cuando escribió su gran obra Rusia y la iglesia universal un libro denso que tuvo que publicar en Croacia ya que en su propia patria fue muy perseguido e incomprendido poco antes del asesinato del zar muchos consideraron que sus adivinanzas fueron fallidas pues lo que vino no fue la santa Rusia sino la revolución bolchevique, el cataclismo de la segunda guerra mundial en la cual perecieron 27 millones de hombres. Habla del surgimiento de una tercera Roma en Moscú.
A mi juicio ese movimiento se inicia en 1989 con la caída de la URSS y la restauración del cristianismo, un hecho que se produce pese a que a algunos les pueda sonar paradójica con Yeltsin y después con Putin y con Mevdevev. No hay más que darse una vuelta navegando por internet y comprobar los muchos programas religiosos y emisiones que se han originado en Petrogrado y en otras muchas partes de aquel gran pais.
Una idea con la que juega el sabio Soloviev es el carácter mesiánico que sienten los rusos y su preocupación por la humanidad. Ese espíritu mesiánico lo tuvo un día Israel por delegación divina. Sin embargo, con la restauración de la globalidad atea y descreída esa tarea descansa sobre el pueblo eslavo.
Otra profecía que anuncia en sus libros es el resurgimiento del Islam como religión fuerte, fanática y que se impone por la espada y donde la religión y la política van íntimamente unidas. Mahoma predicó la fuerza del número – léase democracia- y la poca importancia que tiene el individuo frente a la totalidad del estado.
Esta es una derivada de las herejías cristianas que dieron pábulo al Coram que está basado en los monotelitas egipcios que no creen en la independencia de la voluntad del hombre y consideran que todo acto humano está regido por el fatalismo de los árabes.
Makfutt todo está escrito y la iconoclastia o la destrucción de las imágenes con la negación de la fenomenalidad divina en la naturaleza. El ser humano y la deidad están en dos planos superpuestos que nunca llegarán a juntarse a diferencia del cristianismo que predica la divinización del hombre. En tan sólo cinco años de yihad o predicación de la guerra santa cayeron los patriarcados más antiguos de la cristiandad: Antioquia, Damasco y Alejandría. En el evangelio dios se abaja para subir hasta dios y en el Corán el creyente está completamente
INACCESIBLE y ha de estar sometido en alma y cuerpo a la voluntad divina. Profundamente ortodoxo en su concepción del mundo sin embargo defiende la primacía del papado y formula algo muy contendible para cualquier creyente ortodoxo que vieron en Roma la gran ramera de Lutero. Fue por esto por lo que fue atacado en San Petersburgo. El Vaticano versus la Sublime Puerta fue el eje sobre gira el contexto de su gran obra tan discutida y discutible.
Vladimir Soloviev que contaba entre su círculo de amigos a Dostoyevsky quien vio en él a uno de sus personajes de los Hermanos Karamazov el padre Aliocha, el iluminado que interroga al Cristo y a pesar de que influyó en otros escritores como Berdiaev tuvo que marcharse al extranjero.
Publicó muchas de sus obras en francés. Su destino fue la persecución, el odio, la burla de los otros, algo que conocen los grandes escritores de raza. Murió en la pobreza a los 48 años. Fue un yurodivi un loco de Cristo un peregrino de la verdad y gran lingüista.
Manejaba el hebreo y el griego, así como el alemán y el francés pero Soloviev al estudiar el mundo bizantino y las confusas y truculentas relaciones entre Roma y la ortodoxia resulta confuso y parece moverse en un laberinto.
Acusa a los griegos de ser partidarios de la letra muerta y de un cesaropapismo vacío obviando el hecho de que el catolicismo latino fue una institución merovingia que vincula trono y altar como fuente de todo poder, un poder que viene de Dios, y que sus peleas con Constantinopla no llevaron sino a truculencias escandalosas y herejías cristológicas que acabaron en la decadencia que desemboca en los cismas de Focio 860 y de Miguel Cerulario 1054. Todo acabaría con la irrupción otomano en Santa Sofía . En 1452.
Otra vez nos encontramos con los pecados de la iglesia, la soberbia y el afán de dominio por no querer reconocer unos la primacía de la potestas clavium y la infabilidad pontificia, un asunto muy difícil de digerir para los hombres de buena voluntad y mejor fe para los tiempos que circulan.
Sin embargo predica la unión de la iglesia y el estado una formula instituida por Constantino y que copia la sede apostólica cuando corona el papa san León emperador a Carlomagno la noche de navidad. Haciendo caso omiso de que el cisma se produce en la edad de hierro del papado cuando la papisa Juana y los papas eran asesinados, depuestos y coronados ad libitum por el colegio cardenalicio siguiendo las directrices del populacho y se prolonga hasta las Cruzadas un tiempo en que los cristianos de Occidente no dieron muy buen ejemplo y de ahí su fracaso en la reconquista de los Santos Lugares Lutero y el protestantismo acabó con ese augusto concepto.
Soloviev por su parte ignora que fue España la que se batió en Europa por esta idea y trató de implantar el reino de Dios bajo un solo altar y un solo trono en Hispanoamérica. Atisba que esa nueva teocracia surgirá en el siglo XXI al emerger la Tercera Roma que suplante al papado católico y al patriarcado constantinopolitano
. Esa teocracia parece muy cuestionable a pesar de lo acontecido el año 89 pues ningún ruso desistiría de la separación de poderes. El estado tiene que estar en armonía con EL Santo Sínodo pero de ahí a una hipóstasis de ambas instituciones sería caminar demasiado lejos y un poco de espaldas a la historia.
Pese a todo el autor ruso define a Roma como el catolicismo que ora y labora frente al monaquismo y misticismo griego que sólo reza por miedo a contaminarse con las cuestiones seculares. Ese es la gran diferencia y una de las razones que alega Soloviev en su defensa del papado pese a sus pecados históricos y los malos ejemplos de algunos de sus pontífices.
de sus contradicciones y paradojas proféticas es la creencia de que Rusia tiene una misión sublime en el mundo es su pasión por los Viejos Creyentes una secta perseguida y suprimida por Pedro el Grande que en su reforma trató de crear una iglesia estatal con clero greco-bizantino y una organización a la alemana en 1667 que era una institución de inclinaciones democráticas y sin embargo ensalza el pontificado romano de índole totalmente teocrática, cesaropapista, jerárquica precisamente él que atacó sin compasión el cesaropapismo fanairota y su filesteismo, aunque no hace ninguna alusión al dominio turco que sometió a su égida a los sucesores de san Juan Crisóstomo .
Era a la vez un vostochni y un kostiol o papista consumado y en sus ataques al zar y al Santo Sínodo cayó bajo la vigilancia de la Ojrana u organización secreta zarista.
Sus conocimientos de la iglesia primitiva y del intrincado mundo de Bizancio a través de la patrística y de los estudios bíblicos causan admiración. El primer patriarcado fue instituido en Jerusalén bajo el báculo de Santiago.
se produjo la retirada de las tropas de Vespasiano, éste se instauró en Cesárea de Capadocia en Tracia y, ya mucho después, en Constantinopla cuando el imperio romano se divide en dos, y proclama por patrón a san Andrés Protokleto . No hace ninguna referencia al espiritu demócrata de las heptarquías orientales. Las iglesias autocéfalas proclamaban a sus obispos a sus sacerdotes canonizaban a sus mártires y esta urdimbre les ha permitido conservar la tradición y el rito lo consiguieron mantener integro dentro del espiritu del monaquismo, al no existir entre ellos ordenes religiosas.
San Pedro no debe estar nunca en contradicción con san Andrés su hermano, deben de complementarse y los tiempos modernos después de los concilios vaticanos han demostrado que el poderío eclesial en manos de una persona sólo ha servido para introducir innovaciones que son motivo de escándalo y de estupor en la propia iglesia romana, cada día lo más parecida a una ONG sometida a las veleidades de un poder oculto. Es donde patina el gran aparato crítico de este singular raskolniki quien demuestra sus grandes conocimientos teológicos y teosóficos en todos sus escritos.
Escribió y publicó doce libros muy abundantes en controversia religiosa algunos de ellos ya muy añejos y superados pero que en todo caso merecen leerse. Su sino al igual que el de los padres orientales (san Dionisio, san Irineo, san Atanasio, san Crisóstomo, Flaviano, Teodoreto el Bienaventurado, san Máximo y san Teodoro Estudita) fue la persecución, el arrinconamiento, la incomprensión, el martirio. Es la paga que aguarda a los grandes seguidores deL Crucificado.
No importa: Vladimir Soloviev siguió escribiendo. Su descubrimiento genial dentro de los errores que caben en todo pensamiento humano fue hablar de la apocatástasis (integración universal y la unión de todas las iglesias, dicho de otra manera y a la rusa: el ecumenismo cristiano tan opuesto a esa globalización que a todos nos aflige bajo la tiranía de los bancos y las instituciones financieras que propalarán por la tierra la misma especie que la torre de Babel prometiendo a los humanos un paraíso material en la tierra. Seréis como dioses. Ja ja ja