Mañana soleada de septiembre vinieron las lluvias y yo me acerco al monumento puro ónice que mira para la sierra se ven las torres del Escorial. Allí el 13 de enero de 1937 fueron fusilados por las fuerzas invisibles que ahora están tiñendo de sangre Ucrania dos jovenes estudiantes rumanos que vinieron a luchar contra la barbarie. Mota y Marin. Fueron fusilados por el comisario judío que mandaba el batallón Lincoln. Una verdadera aberración asesina de la cual se ríe sacrílegamente Hemingway en una de sus crónicas desde el frente de Madrid. Fueron con el aviador alemán Rudi Eppert los primeros caídos
en la batalla de Brunete. Murieron por Dios y por España. De la misma forma que los soldados de Putin mueren por la Santa Rusia en Ucrania. Moloch ha regresado a Europa sediento de sangre y exhibiendo los colmillos asesinos de Biden y los ojos de ónice de Zelensky. Viva Cristo Rey
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