¿El sepelio de la globalización?
El populismo que amenaza a la democracia liberal en Estados Unidos y Europa es, en gran medida, producto de las inmensas sacudidas sociales producidas por la externalización masiva de empleos a las economías de mano de obra barata
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La globalización económica es producto de la imposición de la ideología neoliberal. El proceso globalizador cobró forma a mediados de los años noventa y se identifica con el firme respaldo brindado al mismo por líderes como Bill Clinton y Tony Blair. Sus expresiones más emblemáticas serían la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1995, el ingreso de China a la misma en 2001 y el Consenso de Washington, resultante de la convergencia entre el Departamento del Tesoro estadounidense y los organismos financieros internacionales con sede en esa capital. Lo primero implicaba la homogenización global de las reglas de juego en materias tan diversas como manufactura, agricultura, servicios, estándares laborales o propiedad intelectual, así como el abandono de las políticas industriales y el proteccionismo. Lo segundo entrañaba la inserción al mercado laboral global de más de mil millones seres humanos, la presencia dentro de este de una mano de obra cotizada a una fracción de la de los países desarrollados y la convivencia con un sistema político antitético a la democracia liberal. Ello sería aceptado y aún promovido por Estados Unidos bajo la convicción de que una China abierta al mundo terminaría finalmente por abrirse a los valores de la democracia liberal. Lo tercero se traduciría en un recetario llamado a poner en marcha la liberalización y apertura de las economías en vías de desarrollo.
La importancia de la ideología neoliberal resultó el factor determinante. De hecho, por largo tiempo Estados Unidos se caracterizó por sus políticas industriales, por el proteccionismo y por la integración vertical de sus corporaciones. Las primeras hicieron del gobierno federal un catalizador del desarrollo económico, bien fuese a través de sus inversiones y esfuerzos directos en investigación y desarrollo o por vía de sus estímulos al sector privado para orientarlo en una dirección determinada. Los innumerables productos o servicios incorporados al acervo tecnológico estadounidense, resultantes los esfuerzos de investigación y desarrollo de la NASA, son ejemplo de ello. Lo segundo cobró forma a través de barreras arancelarias llamadas a proteger a su producción doméstica. Lo tercero se expresó por vía del control de sus empresas sobre sus canales de producción y distribución. Es decir, por la gestión directa de las diversas fases involucradas en la manufactura y venta de sus productos.
Por años la globalización constituyó un paradigma incontestado. Al amparo de la misma, China alcanzó la antesala de la supremacía económica mundial, numerosas economías de mano de obra barata emergieron con fuerza y las grandes corporaciones, apoyándose en las revoluciones de la informática, las comunicaciones y el transporte, externalizaron y disgregaron por el mundo sus procesos productivos. Desde hace algún tiempo, sin embargo, la globalización y su basamento neoliberal se encuentran bajo serio cuestionamiento. Entre las razones de ello aparecerían el emerger del populismo en Estados Unidos y Europa, las distorsiones al comercio a grandes distancias creadas por el cambio climático, así como el impacto sobre este último resultante de dicho comercio y el nacionalismo económico y geopolítico chino.
El populismo que amenaza a la democracia liberal en Estados Unidos y Europa es, en gran medida, producto de las inmensas sacudidas sociales producidas por la externalización masiva de empleos a las economías de mano de obra barata. En el 2000, Clinton predijo que la globalización permitiría exportar productos sin exportar empleos. Exactamente lo contrario ocurrió. El cambio climático, con sus huracanes, inundaciones y demás incidencias, ha entrañado un riesgo creciente a las cadenas globales de suministro. Según McKinsey&Company, el mismo puede generar pérdidas en ingresos anuales para las compañías de hasta un 35 por ciento (“Could climate become the weak link in your supply chain?”, August 6, 2020). A la inversa, la movilización masiva de súper tanqueros por el mundo genera, según Clyde Prestowitz, un 14 por ciento del total de los gases de efecto invernadero (“Is the US Moving Out from Free Trade?” , Clyde’s Newsletter, December 12, 2022). También, a diferencia de lo que los propulsores estadounidenses de la globalización planteaban, lejos de acercarse cada vez más a los modelos y valores occidentales, China se ha vuelto crecientemente nacionalista, pugnaz y autoritaria.
Sin embargo, aunque el entredicho en el que se encontraba la globalización se hacía cada vez mayor, los elementos desencadenantes que terminasen por inclinar la balanza claramente en su contra aún faltaban. Covid y la invasión a Ucrania se encargaron de hacerlo. No en balde, Estados Unidos se retrotrae al tipo de políticas y prácticas que antecedieron a la globalización. Es decir, a las políticas industriales, al proteccionismo y a la integración vertical de sus corporaciones.
La globalización tiene sus días contados.
altohar@hotmail.com
La importancia de la ideología neoliberal resultó el factor determinante. De hecho, por largo tiempo Estados Unidos se caracterizó por sus políticas industriales, por el proteccionismo y por la integración vertical de sus corporaciones. Las primeras hicieron del gobierno federal un catalizador del desarrollo económico, bien fuese a través de sus inversiones y esfuerzos directos en investigación y desarrollo o por vía de sus estímulos al sector privado para orientarlo en una dirección determinada. Los innumerables productos o servicios incorporados al acervo tecnológico estadounidense, resultantes los esfuerzos de investigación y desarrollo de la NASA, son ejemplo de ello. Lo segundo cobró forma a través de barreras arancelarias llamadas a proteger a su producción doméstica. Lo tercero se expresó por vía del control de sus empresas sobre sus canales de producción y distribución. Es decir, por la gestión directa de las diversas fases involucradas en la manufactura y venta de sus productos.
Por años la globalización constituyó un paradigma incontestado. Al amparo de la misma, China alcanzó la antesala de la supremacía económica mundial, numerosas economías de mano de obra barata emergieron con fuerza y las grandes corporaciones, apoyándose en las revoluciones de la informática, las comunicaciones y el transporte, externalizaron y disgregaron por el mundo sus procesos productivos. Desde hace algún tiempo, sin embargo, la globalización y su basamento neoliberal se encuentran bajo serio cuestionamiento. Entre las razones de ello aparecerían el emerger del populismo en Estados Unidos y Europa, las distorsiones al comercio a grandes distancias creadas por el cambio climático, así como el impacto sobre este último resultante de dicho comercio y el nacionalismo económico y geopolítico chino.
El populismo que amenaza a la democracia liberal en Estados Unidos y Europa es, en gran medida, producto de las inmensas sacudidas sociales producidas por la externalización masiva de empleos a las economías de mano de obra barata. En el 2000, Clinton predijo que la globalización permitiría exportar productos sin exportar empleos. Exactamente lo contrario ocurrió. El cambio climático, con sus huracanes, inundaciones y demás incidencias, ha entrañado un riesgo creciente a las cadenas globales de suministro. Según McKinsey&Company, el mismo puede generar pérdidas en ingresos anuales para las compañías de hasta un 35 por ciento (“Could climate become the weak link in your supply chain?”, August 6, 2020). A la inversa, la movilización masiva de súper tanqueros por el mundo genera, según Clyde Prestowitz, un 14 por ciento del total de los gases de efecto invernadero (“Is the US Moving Out from Free Trade?” , Clyde’s Newsletter, December 12, 2022). También, a diferencia de lo que los propulsores estadounidenses de la globalización planteaban, lejos de acercarse cada vez más a los modelos y valores occidentales, China se ha vuelto crecientemente nacionalista, pugnaz y autoritaria.
Sin embargo, aunque el entredicho en el que se encontraba la globalización se hacía cada vez mayor, los elementos desencadenantes que terminasen por inclinar la balanza claramente en su contra aún faltaban. Covid y la invasión a Ucrania se encargaron de hacerlo. No en balde, Estados Unidos se retrotrae al tipo de políticas y prácticas que antecedieron a la globalización. Es decir, a las políticas industriales, al proteccionismo y a la integración vertical de sus corporaciones.
La globalización tiene sus días contados.
altohar@hotmail.com
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