2015-06-15

TRISTEZA DE VERANO


 

 

 

 

El verano del 66 no fue un verano como los demás. Marcelino había marcado el gol a Yashin el arquero de la selección rusa, veintitrés meses antes. Tanto que fue histórico. Marcó aquel gol y empezó un tiempo dorado. Yo sólo tenía veinte años. Inglaterra ganó la copa Jules Rimet que, todo el estadio de Wembley vibrando al son del himno dios salve a la reina, alzó jubiloso aquel medio volante desdentado del United (se le cayó la dentadura postiza en un encontronazo), Nobby Stiles; las “palomitas” de Bank que perdió un ojo en una estirada, la  crencha alborotada de Bobby Charlton, que le escondía la calva, chuts desde medio campo, la tangana de aquel extremo argentino por nombre Mas (“entré un poco fuerte no más”), las torres platenses en que despuntaba como una barbacana el central Ratin, las internadas de aquel interior izquierdo del arsenal Hearst ▬el futbol era por entonces deporte de caballeros deporte rey sin moros ni mafiosos en la costa▬ y asistíamos emocionados al espectáculo de la TV en blanco y negro en cualquier tupi de la calle Ávila o de la glorieta de Cuatro Caminos, mientras nos minchábamos un bocata de calamares regado con una clara… ¡a ver que va a ser, los señoooores! La Reina de Inglaterra más joven y con un abrigo de entretiempo entregó la copa a los vencedores del equipo inglés.

Un tiempo fascinante una Inglaterra fascinante. Había que saber inglés para llegar a ser algo en la vida. Remigio Bermejo se compró un diccionario de bolsillo e iba aprendiendo palabras en el metro. Tarareábamos canciones de los Beatles y de los Rolling y se organizaban guateques en los pisos. La risa espectral iba por barrios entre comerciales de la Inter y las codas de la copla mañanera resonando en los patios de luces. Olía a pimientos fritos y a verano t a sudor de axilas no depiladas al agarrarse a la barra del autobús, los sobones aprovechaban el traqueteo para arrimar material al culo de una monja o al solomillo de una oronda ama de casa, oiga usted no se pase tío cerdo. Nos enervaban las caderas de las muchachas. La Puerta del Sol amanecía vigilada por el anuncio del Tío Pepe plagada de isidros, llegados al albur del kilómetro cero, de vino y de sol. Muchas ganas teníamos de vivir.

Eran un poco tristes sin embargo las tardes de verano sin amor a ritmo de tonadas del Dúo Dinámico cuando regresábamos a casa después del baile derrengados tras la consumición y los deseos de amar nunca colmados.

▬ ¿Qué tal se te dio?

▬No me he comido una rosca, chaval.

▬Otra vez será. Hay más días de longaniza Terminé la carrera de Periodismo y entré en prácticas a trabajar en RN. La plaza la obtuve sin recomendaciones de ningún tipo. No tuve que tocar muchos palillos. Fui donde me mandaron. Todo estaba más cerca, más asequible, la vida que nos salía al encuentro nos sonreía y todo era más fácil

▬Tú vete para allá. Y ya está. Te presentas y dices que vas de mi parte.

 

En tiempos de Franco todo era más fácil. Los españoles teníamos futuro. No existía castuza y mandaba la regla del trabajo bien hecho, la esperanza, la alegría y la igualdad de oportunidades, lo que quiere decirse que el hijo de un obrero podía escalar los primeros puestos de la administración a diferencia de 2015 cuando todas las vías están taponadas y los cupos están sin excedente, no hay salidas, se obturaron las cañerías, sólo unos pocos, los elegidos que pasen. Coto cerrado. Numerus claussus. Sólo los hijos de los mandamases como los funcionarios del Tribunal de Cuentas en los que se reparten las vacantes de padres a hijos. Es una tradición esta que arranca del tiempo de la Oprobiosa que cundió, acrecentada, en tiempos de Adolfo Suarez cuando todos parecían agarrados al enchufe. Aquel verano fue el verano de los grandes sueños y los suspiros de libertad. Fernando Onega, aquel gallego rubio con acento de Puente Deume joven promesa de aquellos tiempos que escribía editoriales en Arriba metió a la hija en el gabinete de Prensa después de convertirse en el gran valido de don Adolfo y doña Sonsoles que paz descanse. Paco Bartolomé el de Efe enchufó a Macarena su primogénita con ZP. Joaquín Prats dejó a su hijo bien colocado en Telepuñetas y la campos que solo era una mediocre locutora de la cadena Azul nombró a su hija Terelu adjunta al cargo de reina de las mañanas. Momios, dinastías, enchufes, nepotismo, el que venga atrás que arree, y así sucesivamente.

Sin un momio sin un poco de recomendación no vamos a ninguna parte. De lo que se trata es de obtener una granjería, una canonjía, una mayordomía, un beneficio que sea sinecura de por vida. Esto con Franco no sucedía, lamento decíroslo a vosotros, patres conscripti. Tampoco hubo saqueo de las cajas públicas y de ello puedo dar testimonio porque yo vi, trabajando en Archivos con mis propios ojos la última nómina del Caudillo: 275.355 pesetas con 33 céntimos, aunque tampoco faltaran gatuperios como los de Matesa o los enjuagues del Opus. Los socialistas y los peperos, instalados en la pomada o encaramados en la caja tonta, no sólo hicieron mangas y capirotes de ese norma sagrada de la función pública basada en la nitidez y transparencia de los libros de apeos, sino que nos han vendido la patria a trozos.

Ahí tenemos al millonario Felipe, al creso Bono con su trasplante capilar y  su cara de queso manchego hizo un pan como unas tortas, al honorable Pujol con maletas repletas de billetes rumbo a Berna o a Andorra, al multimillonario Alfonso Guerra y todo su clan. Ay, hermanos queridísimos, os subisteis al carro, vuestro padre era un maestro ajustador de la Maestranza y soldado de Franco que hizo la guerra de cabo primera. Aquí todo se queda en casa. Que venga el hermanísimo.

Creo que los que vienen los de Podemos otros lobos con diferentes collares con ansias de poder y pisar alfombra de planta noble en ministerio seguirán el mismo rumbo.

Esa es la fija porque aquí la política nunca se consideró un servicio al bien común sino granjería del lucro y la codicia. La redacción estaba emplazada en el segundo piso de aquel imponente edificio de estilo herreriano que construido por el ministro Arias Salgado en la calle Capitán Haya. Otro que se llamaba Albeniz y yo entramos en prácticas. Nos fogueábamos redactando el Parte de las dos para Radio Gaceta de los deportes cuyo director era un granadino Joaquín Ramos y, su segundo un tal Galende un señor que había sido árbitro, hombre muy bondadoso que liaba densos cigarros de caldo de gallina (en las redacciones de aquel entonces se fumaba sin parar y hasta las mecanógrafas echaban humo) lo hicimos bastante bien. A mí me cupo el honor de entrevistar a Bahamontes la primera y casi única entrevista que hice por radio. Nos ofrecieron entrar en la empresa fijos pero tanto Albeniz como yo acariciábamos otros planes. Se nos metió en la cabeza la idea de que para llegar a ser algo en la profesión había que dominar a la perfección el idioma de Shakespeare, no sabíamos, pobres de nos, que el diablo sacando su larga lengua nos engañaba con semejante traza y un largo calvario nos aguardaba. En mala hora.

Albeniz llegó a ocupar la delegación de Efe en Naciones Unidas pero el pobre, a causa de un problema personal tuvo una depresión y se suicidó tirándose desde el balcón de un sexto piso. No había cumplido treinta años. Era el más joven de nuestra promoción.

 

 

 

 

2015-06-13

estos son los pajaritos de san Antonio, en inefable versión de JOAQUIN DIAZ, el genial poeta vallisoletano


Escuela española antigua. San Antonio de Padua


SAN ANTONIO DE DENIA

Canté mis 69 pajaritos y tomé el pan de los pobres en una iglesia franciscana de Denia. Paz y bien. El lema ha calado en mi existencia desde que fui parido por la Juana seis días más tarde del desembarco de Lombardía

Divino glorioso Antonio suplícale a dios inmenso que con tu gracia divina alumbre mi entendimiento para que mi lengua refiera el  milagro que en el huerto obraste  a la edad de ocho años. Desde niño fue nacido con mucho temor de dios. De sus padres es estimado y del mundo admiración. Fue caritativo y perseguidor de todo enemigo con mucho rigor. Su padre era un caballero cristiano honrado y prudente que ganaba el sustento con el sudor de su frente y tenía un huerto donde recogía cosechas y frutos que el tiempo traía. una mañana un domingo, como siempre acostumbraba se marcha su padre a misa cosa que nunca olvidaba y le dice a Antonio ven acá hijo amado escucha que tengo que darte un recado... mientras que yo esté en misa gran cuidado has de tener mira que los pajarcitos lo echan todo a perder... entran en el huerto pican el sembrado... por eso te encargo que tengas cuidado... cuando se alejó su padre y a la iglesia se marchó Antonio quedó cuidando y a los pájaros llamó... venid pajaritos dejad el sembrado que mi padre ha dicho que tenga cuidado para que yo mejor pueda cumplir con mi obligación voy a cerraros a todos dentro de esta habitación... ya los pajaritos entran en la nava y ellos muy humildes en el cuarto estaban... por aquellas CERCANÍAS NINGÚN PAJARO QUEDÓ PORQUE TODOS ACUDIERON donde Antonio los llamó...lleno de alegría san Antonio estaba y los pajaritos alegres cantaban... ya vio venir a su padre san Antonio les mandó callar... llegó su padre a la puerta y le empezó a preguntar qué tal hijo amado que tal Antoñito ¿cuidaste bien de los pajaritos? Antonio le contestó padre no tenga cuidado que para que no hagan nada todos los hube encerrado... el padre que vio milagro tan grande al señor obispo fue a avisarle... acudió el señor obispo con grande acompañamiento quedando todos confusos ante tan grande portento... abrieron ventanas, puertas a la par por ver si las aves querían marchar... Antonio les dijo a todos señores nadie se alarme los pájaros no se marchan mientras yo no se lo mande, se puso a la puerta y les dice así salid pajarcitos ya podéis partir... abran cigüeñas con órdenes tórtolas grullas y garzas gavilanes avutardas grullas mochuelos y garzas abran las urracas tórtolas perdices palomas gorriones y las codornices... salga el cuco y el milano burlapastor y andarríos canarios y ruiseñores tordos cárabos y mirlos... salgan verderones y las bobadillas y las cogujadas y las golondrinas... al instante se salieron todos juntitos se ponen mirando para san Antonio a ver lo que dispone Antonio les dijo no entréis en sembrado iros por los montes y por los ricos prados y al tiempo de alzar el vuelo cantan con dulce alegría despidiéndose de Antonio y de toda la compañía... el señor obispo al ver tal milagro por todas las partes manda publicarlo... árbol de grandiosidades, fuente de la caridad, deposito de bondades, padre de inmensa piedad, Antonio divino por tu intercesión merezcamos todos un día gozar de la eterna mansión

loores a san antonio








HOY ES SAN ANTONIO BENDITO. EL QUE NOS ENCUENTRA LOS OBJETOS PERDIDOS Y NOS VUELVE AL BUEN CAMINO

SAN ANTONIO DE LISBOA o de Padua - prefiero el primero de los calificativos porque Portugal ese país escondido en la antigua Hispania Ulterior es el país del amor, del señorío y en cierto modo de la inocencia que los españoles perdimos, siempre me fascinó la hidalguía de Portugal- creo que es uno de los mayores taumaturgos de la Iglesia latina. De la misma forma que Teresa de Jesús ponía toda su confianza en San José, el inocente esposo de María y el padre putativo de N.S, algunos más pecadores nos encomendamos a San Antonio al que la iconografía sacra nos lo pinta barbilampiño, con un Niño Jesús en brazos (simbolo de la castidad) y siempre acude en nuestros socorro. Nos encuentra aquello que perdimos. Agarrados a su cíngulo franciscano como un borriquillo que va del ramal nos devuleve al buen camino. Por eso cantemos hoy día de su triunfo sus alabanzas. Sabemos poco de su vida: que era un canónigo de los agustinos recoletos en la ciudad de Coimbra, vinieron a predicar unos frailes francisco italianos y, abandonando la muceta, el roquete y el solio doctoral donde cantaba el oficio allá en la bella Coimbra, se encaminó a Italia y, anhelando una mayor perfección, se hizo discipulo del Pobrecillo de la Porciuncula. Agraciado con el don de hacer milagro, leía las conciencias y era un predicador elocuentísimo. hablaba en portugués y los suecos y los alemanes y los legados enviados por el zar moscovita le entendían, resucitó a los muertos y de un natural tan tierno que al verle se le arrimaban los pajaritos. El milagro es parte de la vida cristiana. Es la potencia del misticismo. Los que no creen en el milagro y se confiesan ateos me dan mucha pena. Yo acabo de ser acreedor de los favores de san Antonio bendito. Una hija, perdida, la hemos encontrado en Londres. Mediante la intercensión de San antonio de Padua o de Lisboa. Gracias Dios mío. Hoy es una gran fiesta en muchos lugares de España donde se reparte el pan de los pobres y hasta las modistillas de Madrid bajaban a su ermita a la Florida a pedirle al santo que les encontrara un buen partido. Regresaban de la verbena con un novio del bracero. ¡No cabe santo más dulce y más tierno y más humano! Sus 33 años de vida en que iluminó al mundo con su fórmula de santificación espiritual: la infancia mística le dieron para mucho. San Antonio continua viviendo en nuestro corazones y que viva por muchos años.

2015-06-05

Calas del pensil trinitario

Estas flores reflejan la belleza, la puresa de la vida y el amor del mundo. Son una invitación a la esperanza, arquetipicas flroes del dogma trinitario

2015-05-26

IMITACION DE CRISTO Y MENOS PRECIO DEL MUNDO


IMITACION DE CRISTO KEMPIS



EL KEMPIS

 

Fue compuesta esta obra por el hermano Tomás de Kempis en el monasterio de santa Inés de Zwole el año 1441”, la frase epilogal del pendolista anónimo que lo transcribió nos hace pensar en el Nombre de la rosa que no nos dice nada de la vida del autor. La imitación de Cristo ha sido uno de los libros más difundidos y traducidos después de la Historia Sagrada. En el grito de rebeldía contra los cánones y la aridez de la Escolástica se atisba el advenimiento del libre examen, y de la mentalidad que llevó a Lutero, aunque parezca paradoja este monje flamenco fue el predecesor de Lutero. El autor era todo recogimiento y debía de andar a mal con la vida de su monasterio por lo que se recoge en su celda y entre los libritos y por los rinconcitos busca el anonimato para esta a solas con Jesucristo. Es el “solo Dios basta" Que preconizaría teresa un siglo más tarde. Algunos lo denominaron el quinto evangelio y al igual que los sinópticos no hay demasiada claridad sobre la pluma que los redactara. Se atribuyó la autoría de la Imitación de Cristo a un inglés John Gerson que era agustino lo mismo que el copista. A un alemán Johannes Busch. Y al cisterciense británico Julián de Norwich. Por último se baraja el apellido de otro alemán: el maestro Eckhart.

Otras suposiciones: el verdadero autor aunque vivió en Holanda dentro de un convento agustino era hijo de un herrero que vivía en Kempen en el arrabal de Colonia y se educó en Deventer, Paises Bajos. En España el librito fue traducido al castellano por el jesuita padre Mayor de Villagarcía (debió de ser colega del padre Isla con el que parte al exilio el año 1762.

Partidario de una nueva relación personal con el altísimo o “nova devotio” predica el empequeñecimiento anonadado ante la grandeza de la divinidad. Es la piedra basal del quietismo pietista. Por los rinconcitos y en los libritos es la escuela del misticismo de Windescheim. Fray Tomas tenía un maestro de novicios que se llamaba Fulgentius y firmo otros tratados espirituales con el pseudónimo de “Hemmerchen” (martillito) tal vez para pegar un aldabonazo en las conciencias y es la rubrica que figura en Tratado del Sacramento, Los claustrales y “Huertecillo de rosas”, “De vita monachale et de solitudine. Su prosa es sencilla y rítmica. Se titula así De imitatione Christi porque era la norma de los primeros autores cristianos – titular por los párrafos de encabezamiento- que se conserva ya solamente en las encíclicas papales. A lo largo de los capítulos imparte muchas normas y consejos. Sus aforismos se refieren a la fugacidad de las cosas terrenas y a la volubilidad de la fortuna. Hoy, cuando se quiere vivir mucho, los consejos del Kempis no tendrían quórum cuando dice:

—Vanidad es desear larga vida, sin cuidar que sea buena.

Lo toma del Eclesiastés así como del Libro de los Proverbios. Utiliza recursos retóricos como la aliteración y el apostrofe. En esta sencillez algunos historiadores observan una refutación del sofismo de las escuelas catedralicias. Predica la abstinencia de la carne, la abstinencia de la lengua, el fan de saber y conocer cosas nuevas, el afán de conseguir riquezas y el aniquilamiento del Yo. Cosas de la moral práctica; verbigracia: Refrena tu gula y el vino y dominarás la lujuria… es mucho más sabio tener contrición que saber definirla. Este oscurantismo abriría brecha iconoclasta. Lutero que era agustino parece ser que se inspiró en las fórmulas de su hermano de hábito para clavar las 99 tesis en la catedral de Wittemberg. El progreso del Peregrino de Bunyam y el Leviatán de Hobbes se inspiran en la Imitación de Cristo.

Imaginémoslo al hijo del herrero de Hemmer inclinado sobre su manuscrito redactando con monacal parsimonia su opúsculo plasmando con letra de pendolista y esmero las letras capitulares de su tratado místico. El mismo iluminaba los códices por lo cual en su habitáculo no faltarían ni el cinabrio ni el minio ni el lapislázuli dándose un homenaje en cada sentada de caligrafía gótica. Mal iluminada el escritorio y muertos de frío en la crujía corrida del escritorio donde se aplicaban a la tarea los transcriptores – todo como en el Nombre de la rosa- calentarían sus pies fríos con mantas de melote. De tarde en tarde alzarían la cabeza para cobrar aliento o inspiración y se soplarían los dedos entumecidos y con sabañones. No sabían aquellos frailes que a aquel género de vida le quedaba poco cuando el elector de Sajonia, los hugonotes, los calvinistas y los puritanos de Cromwell arrasarían aquellos conventos reduciéndolos a cenizas.

En mis años jóvenes yo me desayunaba con la lectura de un capitulo de la Imitación que nos leía un lector desde el púlpito refectorial. Sus primeras palabras De la imitación de Cristo y menoscabo del mundo me trae el aroma del café con leches con tostadas un bollo y a veces un huevo frito. Todo pasa. 

2015-05-24

MARIA AUXILIADORA CUYA FIESTA CELEBRAMOS LOS 24 DE MAYO



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A María Auxiliatriz de los cristianos

 

Un día morirán también las viejas palabras

Entregadas al humo de la pira, incienso de la nada

Pero Tú, madre, los 24 de mayo

Sobre los hijos de don Bosco

Derramas la mirada

Cayeron en desuso los usos y las costumbres

Fueron fuego en algunos labios
Las palabras

Hielo luego dentro del corazón petrificado

Ardientes cariños que se esfumaron

Lirios se trocaron amenazas

Corrieron por el cañón del sonido

De estampida

Mis sueños y anhelos se desparran

Brotaron raudas

O prolongadas

Las estrofas  de la Salve

Que te llaman nuestra abogada

En ademan de salmo

Eran  incitación a la esperanza

Oh tu Madre auxiliadora
Olvida mis pecados
perdona mis faltas

2015-05-22

EL ESPIRITU DE TOLEDO CIUDAD IMPERIAL INMERSO EN UN CUADRO DEL GRECO: "TAL GALARDÓN RECIBE QUIEN A DIOS Y SUS SANTOS HONRA"







MEDITACIÓN ANTE EL ENTIERRO DEL CONDE ORGAZ.
“Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”. Esta frase murmurada entre dientes por los prestes que oficiaban las exequias (san Agustín revestido de capa pluvial y mitra episcopal, y san Esteban con la dalmática diaconal,  se ofrece para poner música de fondo a la escena que da marco al entierro del conde Orgaz, lienzo donde se estampa con auténtica veracidad una de las páginas más realistas de la historia de España.
Más que un cuadro, es un mundo y un teatro de costumbres.
El Greco, lo mismo que Velázquez, o Goya es pintor poco decorativo. Todos se dirigen a lo esencial. Van buscando el alma de las cosas y su arte es el arte de la síntesis. Con tales mimbres que servirán de materia prima de lo sublime [una leyenda local, consistente en las mandas que dejara a una iglesia de la ciudad, la de santo Tomé: unas cántaras de vino, varias cargas de leña, tres hogazas de pan. Diez bodigos para los pobres, y algunas monedas para misas gregorianas] se enhebra el enternecedor milagro. El Greco pinta la muerte de una forma cotidiana y sin dramatismo. Los pinceles reflejan la serenidad de un entierro  cristiano. No se muere totalmente para los que creen en el Más Allá.
Existe, de más de eso, una gran familiaridad con la muerte, de acuerdo con la mentalidad de la propia época, y la necrofilia de una monarquía como la de Carlos V quien en los últimos años de su vida en Yuste gustaba de asistir a la celebración de sus propias exequias, sin que el gesto tuviera nada de macabro; antes bien, se veía como lo más natural del mundo.
Allí estuvo, nada más y nada menos que fr. Bartolomé Carranza, dominico, que luego sería primado de Toledo durante un año hasta que le echasen mano en Torrelaguna los corchetes del Santo Oficio, incriminado por herejía a causa de un cierto catecismo que había dado a la estampa en Flandes y por sus conexiones - una pura calumnia- con Carlos de Seso, el fautor del luteranismo en España, un italiano que estaba en posesión de la vara de la autoridad, como corregidor en Toro, y los conventículos reformistas de Sevilla y Valladolid.


Eran los tiempos recios a los que alude santa Teresa en sus escritos elípticos, y los difficilia habemus témpora de Luis Vives. Toda esa reciedumbre, esa tortura de una época cuando temas como la existencia del purgatorio y la teología de la justificación por la fe eran de tanto monto, pues hasta las verduleras en Covent Garden y en Zocodover, duchas e teología, debatían con tanto ahínco esos temas como ahora lo hacen nuestros contertulios de la radio sobre la guerra en el Golfo Pérsico, el sexo con garantías o la violencia de género, sujeto muy del agrado de los articulistas en sus coloquios tribunicios.
Al socaire de estas cuestiones sobre la vida futura, el fin del hombre, sus relaciones con la divinidad, plasmadas en las fimbrias de esas casullas que, con exquisito gusto, dibuja el Greco. Era una apasionado de la liturgia coral como buen griego. Había aprendido  el trabajo de los pintores de iconos.
En su obra los cuerpos pierden peso para  alzarse hacia arriba, la mirada transfigurada, los espíritus. Son en él recios los trazos, espectaculares las caras iluminadas por una luz que emana de adentro.
Parece extraño que en tiempo tan iconoclasta como el nuestro pueda ser entendida y admirada la iconodulía del Cretense, que, a contrapelo de sus delicadezas y exquisiteces formales del pudibundo recato en que va a caer la sociedad de su tiempo, sabe interpretar en sus briosos desnudos las donosuras del cuerpo. Esos fornidos legionarios romanos de la Legión Tebana o del martirio de San Mauricio
El candiota vive este tiempo 1541- 1614 a caballo de los reinados de Carlos V y de Felipe II. Es contemporáneo del concilio de Trento. Ahora se trata de relacionar su pintura con el modernismo. Incluso, con motivo de su exposición en la National Gallery, se ha propalado la nueva de que su “Visión del Apocalipsis” inspirara a las “Señoritas de Aviñón”. Ya es mucho pedir pero todo lo que sube el Greco de cotización va en desdoro y menoscabo de la de Velázquez. Y eso, tampoco. Vaya lo uno por lo otro pero esta prelación del chipriota con respecto al sevillano quizá tenga que ver con los tiempos que corren, más relacionados con las angustias y torturas, la luz fantasmal y los desnudos deformes y hasta homo, que con la placidez de don Diego que no se busca complicaciones  mentales, escaso dramatismo, en su pintura.


 Al fin y al cabo era pintor de corte, una aspiración que Domenico no alcanzara nunca porque sus desgarradas visiones no encontraron plácida acogida en la retina del monarca, y mira que Felipe II era un experto en el Arte de Apeles. Pero el rey no llegó a entender al griego, que se adelantó a su tiempo. 
Y no es reivindicado hasta los románticos del siglo XIX. Es sólo a principios de 1900 cuando empieza a ser conocido y hablar los críticos de su peculiar macropía que le hacen ver, por defecto de visión, caras alargadas a través de un mundo irreal.  
 Que dos bienaventurados ausentándose por unos instantes del paraíso bajasen a Toledo, la capital del imperio([1]), para dar sepultura a un difunto, entra dentro de esa cotidianidad ante la presencia de la muerte según la mentalidad de entonces. Tratábase de un noble y cristiano caballero, hidalgo toledano: el conde Orgaz. 
Y  se concibe como un hecho corriente y moliente esta intervención celestial: que bajasen los ángeles y los santos a recibirle en la eterna morada.
En el Greco hay algo de órfico;  la pintura se hace música y es imposible entenderla sin el acompañamiento de esa gran polifonía, como reverberando en el fondo, que engozna sus composiciones. No hay que perder de vista este carácter que tienen sus cuadros de troparios o himnos litúrgicos de la melodía bizantina.
El pintor en este cuadro, que supone el triunfo de la misericordia y del amor, esenciales al cristianismo, pinta dos cuadros; el superior y el inferior. Los cielos y la tierra se dan cita en el acontecimiento. Ambos planos son estancos y, para bien, o para mal no llegarán nunca a juntarse.
Paradójicamente el plano terrenal gana la batalla al celestial. El Greco pinta las cosas como son o debían ser según los cánones del ideal platónico pero se cohíbe ante los tremendismos y las ficciones de lo ultraterreno. En eso se parece a Velázquez, quien tampoco sabe pintar a los dioses. Y hasta supo reírse dellos como demuestran su fragua de Vulcano y el Baco figurativo. Uno y otro, empero, saben dislocar el dibujo para transmitir el movimiento de las cosas, dando espíritu al leño y vida al lino, que diría Góngora.


En el Entierro lo que está arriba es inferior en calidad a lo que está abajo. Es mucho más desdibujado e imperfecto. Pues para él lo que acontece de tejas abajo es mucho más importante.  Sin embargo, la moderna crítica  (me refiero a un artículo de John Updike) dice que es al revés. Todas una galería de rostros comparece haciendo corro ante los dos insignes fosores quienes sujetan por los sobacos y las piernas al difunto amortajado con toda la regalía. ¡Cómo brillan los aceros de su armadura!
A la vista está que por una vez el espacio tridimensional gana la batalla al tiempo continuo. Los ojos posan ante todos y cada uno de los asistentes al duelo. Afloran una serie de personajes que, tristes y enlutados, hacen rueda de respeto. Muy engolados, y melancólicos pero serenos.
El blanco de sus gorgueras rizadas contrasta con el negro de sus tiesos jubones. En la capa llevan algunos bordados la cruz de la Orden de Santiago. Admirable es la técnica de paños mojados, que acentúa la trasparencia, con la que está bordado el sobrepelliz de uno de los oficiantes, mientras un franciscano y un dominico rezan los responsos, y un monaguillo, el hijo del propio Doménicos Theotocopoulos, Jorge Manuel, mira “para la cámara”. Hay un cierto exacerbamiento de la silueta a lo que se une el proverbial estrabismo estético de este autor. La vida no es más que un perenne destello.
Hace de preste oficiante don Diego de Covarrubias. En la pechera de la pañosa de los circunstantes se borda la cruz colorada de los maestres de Santiago. Ni que decir tiene que estamos entre caballeros.


¿Podrá haber en el mundo algo más melancólico que un entierro?  Los dos frailes explican a la posterioridad el augusto suceso sin parar mientes en lo que acontece sobre sus cabezas, puesto que, ya va dicho, el Greco, pese a ser un pintor virgíneo, lo es más de la tierra que de los cielos.
Toda su vida fue una ascensión incandescente hacia ese plano superior, fue un regusto por la quimera. Plasma el maestro con mayor acierto el cielo en la tierra que al revés, pues su realismo no le permite transubstanciar lo que sus ojos, poros del alma, no visualizan.
De esta manera el ángel de la guarda llevando al cielo el alma del conde Orgaz, representada en la forma de un niño, es mucho menos creíble que las caras de los caballeros que asisten impertérritos al desarrollo del milagro. No cabe cosa tan extraordinaria en medio de un hecho paranormal.
Tanta familiaridad ante lo que es poco consuetudinario resulta francamente portentosa como si los circunstantes estuvieran habituados a vivir con el prodigio. Ninguno de ellos muestra ni sorpresa ante la presencia de los dos santos bajados del cielo para hacer las veces de enterradores. Estos son dos aparecidos y, sin embargo, su aspecto no puede ser más real. Acaban de irrumpir en escena un anciano obispo y un joven misacantano. Sosegaos.
Aquí el artista está trasladando al lienzo la España de Felipe II en plena apoteosis de una ciudad: Toledo. El pintor, que borda primorosamente las fimbrias de sus ornamentos, pues ni la capa pluvial de san Agustín ni la dalmática del primer diácono dan pasmos, tampoco se sobresalta al narrar los acontecimientos. La piedad melancólica es el hilo conductor del suceso narrado con toda la majestad pero sin drama. El Greco es el pintor del catolicismo universal al que aspiró España en su siglo de oro, en el que cupieran bajo la vara de Cristo sin exclusiones nacionalistas o chovinismos todos los pueblos. No puede haber entonces pintor más insigne de la ortodoxia. Que dos santos bajen del cielo para dar sepultura a un caballero que era legatario de esos ideales de universalidad nada tiene de extraño.
La sociedad española a la sazón estaba acostumbrada a vivir con el milagro. El Entierro es la faz emblemática de todo aquel pensamiento. Ni ante la vida ni ante la muerte un hidalgo español ha de perder la compostura. Dicen que el enlosado de Santo Tomé, al recibir la visita de los dos santos, se llenó de fragancias celestiales pese a lo cual todos los que asistían a la ceremonia permanecieron impertérritos.
Entre los figurantes estaban don Juan de Austria, Góngora, los hermanos Covarruvias, el hijo del artista y el propio Greco que deja su firma estampada en griego en los vuelos del pañuelo de uno de los personajes, cabe la hopalanda.


No es un cuadro lo que pinta, sino una idea, un estado de ánimo. Estos caballeros, que se apiñan circunspectos con sus rostros ligeramente buidos por la tristeza colmada de serenidad asisten ensimismados al portento. Héticos, silentes, con una punta de desequilibrio en el mirar. ¿Para dónde miran esos ojos que parece que están viendo lo que acontece más allá?
Los personajes que retrata este mural bien pudieran ser alguno de aquellos hidalgos que vagaban por la Imperial Ciudad arriba y abajo de Zocodover y que, para disimular el hambre, publicando que habían comido, salpicaban la barba de unas migajas de pan. Almas ardientes embutidas en estómagos vacíos vivían una segunda vida interior de absoluta indiferencia frente a las cosas de este mundo. El autor se desentiende de su obra y el Greco tiene poco que ver con esta austeridad.
Sus biógrafos afirman que, gracias a sus cuadros, nadó en la abundancia y se condujo munificente como  Creso en una Toledo empobrecida y demacrada pese a ser la corte imperial.
 Es el pintor de cámara de la “dives toledana[i] llevando una existencia regalada en aquel palacio de alquiler, que contaba con veinticuatro estancias, propiedad del quiromántico marqués de Villena, del que decían las crónicas que ni palabra mala ni obra buena. El tren de vida y la fastuosidad del candiota, que ganó muchos ducados con el arte de Apeles, casan poco con la  frugalidad de los personajes a los que traslada al lienzo. Todo arte emboza ya de por sí una contradicción.
Aunque el Greco se asimiló plenamente a las costumbres y al espíritu de Toledo, identificándose con él, vivía como un veneciano. Incluso, contrataba músicos para que le amenizasen las comidas. Insistimos: la música es muy importante en la pintura solemne y celeste de este genio del cristianismo.
No hay según eso una identidad plena entre retratista y retratados. Su forma de pintar es una manera diferente de entender el mundo, a través de esos semblantes con traza de llama, dotados de un singular dramatismo escénico.


El estrabismo estético del autor les confirma una alargadera que algunos atribuyen a determinado defecto óptico del propio Theotocopoulos quien, según referencias, en los últimos años de su vida cayó en la locura. Pero tal extremo no ha podido ser  probado y contiende con la envergadura de este griego trasterrado y trastornado por Castilla, que pintó Toledo como un verdadero sueño lunar bajo una luz lívida de ocres. Parece ser que la tesis sobre la enajenación mental del Greco se sustenta por el hecho de haber pasado por la casa de locos del hospital del Nuncio, de donde extrae los modelos para perfilar sus doce cuadros sobre el apostolado, cuadros conservados todos ello en el monasterio de las Pelayas de Oviedo.
El Greco es un pintor de las almas y en todo alma hay un eco del infinito que se plasma en un cierto grado de enajenación.
Tuvo infinidad de detractores. El más insigne fue el propio Felipe II, todo un conocedor, y, en lides pictóricas, peritísimo, pero que nunca llegó a entender su manejo de los colores. Tuvo un pleito con el cabildo de Toledo porque en el Expolio, inicio de la pintura de la edad moderna, se resiste a pintar a las tres marías a longe, como nos relata el Evangelio.  De hecho, el propio monarca, que entendía de pintura, pero de gustos absolutamente convencionales, que no le permitía entender ni su estrabismo ni su tendencia a descoyuntar las figuras, como tampoco el áspero colorido con que formula las escenas de sus personajes atormentados - el Greco es una sabia combinación de lo ponderado y de lo desmedido-, mandó que fuese colgado en la sacristía del Escorial el famoso  martirio de san Mauricio y la Legión Tebana encargando otro lienzo sobre el mismo tema y del que ahora apenas se habla a un tal Cincinatti.
Este fracaso yuguló las aspiraciones del candiota a convertirse en pintor de cámara.
Pero él, pintor de eternidades, nunca podría ser un pintor de cámara al uso. No han comprendido sus detractores que era un pintor de eternidades. Su obra permaneció minusvalorada sin un reconocimiento categórico hasta bien entrado el siglo XX.


Domínicos Theotocopoulos ( lit. El muy hijo de la madre de Dios) nacido en Candía en 1541 hace honor al título de su apellido. Rompe con los moldes clásicos y ya en Castilla abjura de su romanismo y de su helenismo para erguirse en portavoz del tétrico y a la vez sereno misticismo hispano. En su obra se presenta una antinomia entre lo real y lo ideal. Y pinta a base de crueles borrones impresionistas, muy poco convencionales pero que son de un gran efecto sobre todo en los paisajes de Toledo bajo la luna, cuando la luz circunfleja y espectral se derrama hasta derrumbarse sobre lo gollizos y cuchillares del Tajo.
El Greco es poesía marial, el triunfo del bien sobre las fuerzas oscuras. Manuel B. Cossío, su indiscutible biógrafo, señala que en el Expolio nace la pintura moderna. Hay en él un exacerbamiento de la silueta, por lo que resulta uno de los tres grandes retratistas de todos los tiempos junto a Leonardo y Velázquez.


Exegeta de los paraísos perdidos viene de la filocalía de los bizantinos. Es su obra de un platonismo excéntrico y de un cristianismo melancólico. El Greco en España  se desentiende de sus maestros venecianos y queda transfijo ante los iconos fanariotas que lo vieron nacer. El resultado de esta mezcla de sangres es algo profundamente español: sus cuadros se entienden mejor mientras se escucha en lontananza a los coros del monte Athos. Carece por ejemplo de la desesperación y pathos del arte protestante. De Rembrandt pongamos por caso. Desconoce, asimismo, las estridencias de los bufones. Es un arte enteramente aristócrata, pero de un exotismo criollo, por lo de mezcla de credos, cuasi abrasador. Hasta en los locos del Apostolado se deja traslucir un poso de cordura. Supo pintar a los locos de Cristo.

El Caballero de la Mano en el Pecho y el busto de san Juan de Ávila refrendan ese supuesto. Arte incorrecto que rezuma corrección. Pinta las esencias, va al grano. Por eso se denomina pintor de pintores. De la vida del greco-chipriota poco es lo que se sabe. Que provenía de una familia de recia estirpe cristiana que huyó de Constantinopla el año de la invasión de los turcos, 1453. Que antes de afincarse en Toledo, donde se casó y tuvo un hijo, Jorge Manuel, anduvo por Italia aprendiendo dibujo del Tizziano y de Rafael. Que supo transmitir al lienzo toda la carga de grandeza del alma de Castilla. Que tuvo muchos pleitos con el cabildo de la catedral,  o con la dirección del Hospital de Illescas por cuestiones que no hacen al caso y que murió en Toledo en 1616.

 

 

 

 
 



[1] hasta que Felipe II en 1561 decide trasladar la capitalidad a Madrid



[i].Dives toletana, sancta ovetensis, pulcra leonina, fortis salamantina, ebúrnea burgalensis. Un adagio que se atribuía en la España medieval a a las antiguas catedrales.

2015-05-12

ESPAÑA SE QUEDA SIN LIBRERIAS

Córdoba ciudad bravía/más de cien tabernas y una sola librería, se quejaba Góngora. Y eso que en el siglo XVII el pueblo andaluz era uno de los más cultos de Europa... ay, entre los sueltos caballos y las yeguas que preñaba el aire... Ahora volvemos a la ignorancia más absoluta de analfabetos y ceporros que se pasaban la tarde delante del televisor viendo las gracetas de Juan Imedio y sus vejetes que quieren encontrar novia o la basura de ese señor que en una tele con gafas de concha negra que parece un seminarista picarón y luce chaquetas de lamé que no le alcanzan su pestorejo (por lo menos don Juan Imedio que es más largo que una cuaresma tiene cierta chispa y una elegancia gienense que divierte pero ese otro mostagán...)
Bueno pues se queda sin librerías Andalucía y en Madrid acaba de cerrar la de Moncloa antes "Paraninfo". los libreros al paro. Ya nadie compra libros. El poder los quiere ágrafos. Puede que sea un delito publicar libros. Iba a sacar yo un tratado sobre mística y alumbrados del Siglo de Oro y me he vuelto atrás porque no vendo un saci y los ejemplares se amontonan en pasillos y altillos de mi humilde morada. Soy escritor me rindo. Mi mujer la pobre protesta y con razón de que la tengo colmada de libracos nuestra humilde vivienda.
Es el sino del escritor español ahora: devorar a sus propios hijos. Igual que Saturno, me los como y encima  se me colma de insultos en LNE un tipo que se llama Ivan y dice ser periodista. Un ataque a mi línea de flotación profesional. Gobierno este barco desde el año 62 en que cpomenzó y ahora un mindundi me dice que nunca fui corresponsal con carné en Londres y en Nueva York. Pura envidia. Entre mis últimos scoops se cuenta el haber destapado antes que la CNN el escandalo de Bin Laden que ahora dicen los norteamericanos que no se casan con nadie y allí todavía quedan reporteros con información de alcance - God bless America- que a ese personaje lo montaron en un caballo blanco y lo hicieron cabalgar por las televisiones del planeta esgrimiento la cimitarra pero que era una imagen virtual, un montaje. Tuve felpeyos pero mi pronóstico queda ahí. Desde el año 89 hemos entrado en una etapa de control por los iluminados del Big Brother. La mentira se ha convertido en arma de disuasión y de combate. levantamos y a la hora del desayuno hemos de sentarnos a la mesa con el cerebro lavado y oliendo bi en, muy fragantes. ¿Es por esto por lo que están cerrando las librerías y cierran las editoriales para que la pornografía y las novelas basura inunden los estantes? Entonemos un canto fúnebre por los trabajadores de "Librería Moncloa" y esta de Benidporm que se traspasa que se van al paro? Será dificil que un bibliotecario encuentre curro pasaada la edad de cuarenta años. Pobrecillos. Por lo visto yo no soy escritor, no soy periodista, no soy nada según ese infame comunicante, en un querido periodico para mí pues fue fundado por falangistas y era el único del mundo donde aparecía mi humilde y esforzada pluma. Aqui adjunto lo que dijo ayer ese caballero en misiva dirigida a la sección de cartas al director.
Dejaré de enviar misivas a esta sección. No me gusta trabajar gratis y encima para que me pongan como un ecehomo. ¿Que dice el ministro de la cosa? Que se vendimie


El último corresponsal

 

11 de Mayo del 2015 - Iván Artaza (Londres), carta a La Nueva España

 

El Sr. Parra Galindo, en su carta publicada el pasado 7 de mayo titulada El último corresponsal manifiesta su pesar por la muerte del periodista Jesús Hermida, al cual dice que conoció en persona en Nueva York.

 

Quiero pensar que lo conoció de pasada, es decir, lo vio, lo tuvo cerca, y Hermida, por su rango profesional, ni le hizo caso ni le presto la más minima atención. La diferencia está en que Hermida era un periodista y un corresponsal, y el señor Galindo era un pseudo periodista, un reporterito sin titulación universitaria, y sí, es escritor, porque ha escrito algún libro poco interesante (algo que cualquier ser humano puede realizar), porque leerle es bostezar y los errores gramaticales de sus escritos son para clamarle al cielo.

 

Señor Parra Galindo, hay periodistas buenos, malos y regulares, hay periodistas buenos cuyos padres o abuelos arreglaban cañerías y hay periodistas que no son periodistas que pasan su jubilación en Asturias en compañía de otros pseudo periodistas hablando de hazañas que nunca existieron y forman parte de su imaginación porque carecen del don de comunicar, de escribir y de contar historias.

 

Usted en su carta habla, ante todo, de sí mismo, y todo lo que cuenta de Hermida, el pueblo ya lo sabe por los medios de comunicación, no aporta nada nuevo que no sepamos, ni anécdota alguna que demuestre que usted fue amigo profesional o personal de Hermida porque Hermida con usted no compartió nada, ni tan siquiera un café.

 

Le aconsejo que continúe dedicándose al cucho, mientras los profesionales de la comunicación ejercemos la profesión para la que hemos nacido, con o sin un familiar que arregle cañerías.

 

Por favor, envíeme usted una fotocopia compulsada de su título universitario, para comprobar en qué año se licenció, por qué universidad, qué nota obtuvo y calificaciones finales en cada una de las asignaturas estudiadas, y luego hablamos de profesional a profesional