2016-03-06

ROMANCE DE LA LAVANDERITA MAÑANINCA SANJUANERA


ROMANCE DE LA LAVANDERA

 

Yo me levantara, madre

Mañanica de san Xuan

Vi pasar a una doncella

Riberica de la mar

Sola lava

Sola tuerce

Sola tiende en el rosal

Mientras los paños se enjugan

Canta un hermoso cantar

Las aves que iban volando

Se paraban a escuchar

Peine de oro en las sus manos

Por sus cabellos peinar

Dígame el buen marinero

Que navegas en la mar

Si viste a los mis amores

Si los viste allá pasar

santa indiferencia ignaciana para donde tire mi mula


ESPIRITUALIDAD IGNACIANA EN SEGOVIA. PARA DONDE TIRE MI MULA

 

Envuelto en la ceniza y el polvo a los que revertiré, tiro del cajón de la memoria; Allí están las notas cuaresmales, reflexiones de mi adolescencia, cuando, imbuido del carisma jesuítico, quería ganar almas para Dios. Son reflexiones tomadas al desgaire al pie de la torre Carchena, en la huerta del Judío (la Aceitera, uno de los pináculos del perfil urbano segoviense junto al chapitel de la catedral de san Andrés y san Esteban) mientras meditábamos y sonaban voces dentro del pecho.

La advertencia de Iñigo a Javier “de qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma, hijo mío”. La Compañía, a pesar de que fueron expulsados dos veces de nuestra ciudad, dejaron su fuerte impronta en su espiritualidad. Segovia siempre fue comunera y el Divino Impaciente realista, vasco recriado en Arévalo como “contino” o paje de la segunda esposa del emperador. Bajo las banderas del Duque de Nájera y creo que su espíritu pervive al albur de la Carchena, una de las primeras casas que fundaron en Castilla, como bien ha demostrado el profesor Costa Arribas en su libro.  

Mi formación adolescente tiene la culpa de ese altruismo un poco egoísta que me domina aunque me consuela saber que de los limpios de corazón es el reino de los cielos y Dios se apiadará del pecador en el día de cuentas. Colijo al cabo de muchos años que la clave del éxito ignaciano estriba en el “Gnosce te ipsum” de los griegos, da de lado a las pasiones, refrena tu lengua controla tus ojos, ayuna, calla y reza.

Cuando fue encarcelado en Alcalá bajo sospecha de tener contactos con grupos de alumbrados y acusado por dos mujeres santeras, el santo fundador exclama:

—Jamás hubiera podido creer que fuese motivo de escándalo hablar de Cristo a los cristianos.

Ignacio topa con el oscurantismo popular y con la iglesia oficiosa contra la cual entra en rebelión. Creo que el papa Francisco, pese a su nombre franciscano, es más hijo de  san Ignacio que de san Francisco de Asís. A los dos se parece en una cosa: la austeridad. La espiritualidad jesuítica es un “no frills”. Nada de chorreras ni florituras ni encaje de bolillos pero contumaz en la defensa de la mayor gloria de Dios.

En Salamanca tampoco a Ignacio le fue mejor y tuvo que huir montado en una mula camino de París.

Con este analfabetismo cristológico va a topar otro predicador evangélico George Barrow Don Jorgito el Inglés que denuncia la negligencia e ignorancia de parte del clero sobre asuntos evangélicos.

Ignacio es como buen vasco terco y alienta pensamientos de contrarreforma. Intolerante con el pecado y tolerante con el pecador. In dubio pro reo.

Su objetivo primordial fue evangelizar al clero. Quería una revolución desde arriba.

El Día de la Asunción de 1534 en la basílica de Montmartre se ordenan los primeros jesuitas (Fabro, Aqua Viva, Suarez, Javier y él.)

El programa del nueva milicia es seguir abrazados a la cruz de Cristo, muertos al mundo y a sus vanidades. “Homines mundo crucifixos homines novos qui suis se affectibus exuerint maximam gloriam Dei intuentes”.

La clave del programa es la renuncia a sí mismos y la búsqueda de la gloria del Crucificado. Paradójicamente, el programa de salvación va a ser muy atractivo para las clases poderosas de la España de su tiempo. Las grandes casas ducales siempre tienen a mano a un padre jesuita con quien consultan y con quien confiesan sus pecados. San Ignacio llevó a colmo su obra reformadora bajo la protección de los Borja.

El pensamiento revolucionario se centra como sumario de las constituciones: hombres nuevos, desligados de la vanagloria y corrupción del mundo. Es el objetivo de su camino de perfección o terceronado. Resucita una palabra del latín castrense para formar a los miembros de la Compañía: tirocinio (lat. Reclutamiento.) Forman parte de los nuevos caballeros de la cruz.

Iñigo de Loyola había asimilado en los libros de caballería, tan de su gusto, la filosofía templaria, esto es; la militancia activa. La tolerancia y la morigeración de costumbres les abre las puertas del poder. Son los lansquenetes del Papa. Su guardia de hierro. La escolta de corps.

La base del culto al Sagrado Corazón de Jesús propalado por los jesuitas por toda la cristiandad se compendia en un famoso soneto anónimo escrito por un converso:

No me mueve mi Dios para quererte

El cielo que me tienes prometido

No me mueve el infierno tan temido

Tú me mueves, Señor, muéveme al verte.

Clavado en una cruz y escarnecido

Muéveme el ver tu cuerpo tan herido

Muévanme tus afrentas y tu muerte

Quizá porque fuera un aristócrata san Ignacio no es un santo milagrero ni popular. Sólo promete la cruz y la renuncia a sus seguidores y un cierto desapego a las devociones y practicas del vulgo. En esta antipatía reside la clave de su eficacia. Muestra una adhesión ciega a la soberanía de Dios y frente a las criaturas formula absoluta independencia y libertad de acción.

He aquí pues un santo de rostro duro pero eficaz. Recomienda a sus discípulos ser dóciles a la llamada del Espíritu Santo y en cuanto a las cosas de la tierra “todo en tanto en cuanto”. Es la famosa impavidez jesuítica que se planta delante de las apetencias de la carne. Lo que no es óbice para que luego sus hijos, indiferentes a los halagos del nombradío, la belleza, la salud, las riquezas o la fama, se infiltren en los sectores del poder y del dinero, jugando a todas las barajas que puedan darse pero teniendo siempre presente el “ad majorem dei gloriam” que acuña el anagrama jesuítico.

Hemos de “vernos libres de los negocios exteriores para vacar de la eterna sabiduría y no busquéis el oro de monederos falsos”. Porque no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.

La espiritualidad ignaciana es una espiritualidad combativa surgida del arrepentimiento de una soldado que fue palaciego y cortesano en la corte de doña Germana de Foix la segunda esposa del Rey Católico, en Arévalo. Está imbuida del espiritu caballeresco que idealiza a la mujer mirando para la imagen de la Virgen María.

Observador minucioso de sus intercadencias todo cuanto se le pasaba por el magín lo anotaba en un papel. Su principal hallazgo a este respecto es la santa indiferencia. Pero no ha de obviarse tampoco otras dos virtudes la obediencia ciega al superior, casi cuartelera, la humildad y la no violencia.

Cuando camino de Montserrat aquel cojo celestial se encuentra con aquel moro que empieza a insultar a la Virgen María, el antiguo mesnadero del Duque de Nájera, herido en lo más profundo, quiere ajustarle las cuentas, vuelve grupas y, desenvainada la espada, se encuentra en un cruce de caminos. ¿Qué ruta elegir?

Hubiera querido cortarle la cabeza al moro, pero reflexiona y dice “para donde tire la mula” y la mula lo condujo a las ermitas de Montserrat donde escribe sus Ejercicios. Es la fórmula de la no violencia, que ha de ser sustituida por la argucia, la cautela y las fórmulas de la política.

Mortifica su orgullo escribiendo que los fracasos se los debe a su incompetencia y que sus triunfos, que fueron sonados, (se apoderó de la Roma corrupta y cortesana) fueron obra del Señor.

Papini señala que la clave de la popularidad de los Ejercicios está en haber construido un mundo que alienta bajo la presencia de Dios.

Esta presencia significa composición de lugar, un artilugio mediante el cual el orante se desplaza a la tierra de Canan, escucha las palabras de Cristo, lo ve. Pegó tan fuerte esta creencia que los grandes pensadores con el mismo Lenin a la cabeza, han utilizado las técnicas ignacianas para la conquista del poder.

El jesuita tiene fama de ser riguroso en la doctrina (esto puede observarse en el papa actual) pero indulgente con las personas. Ello puede derivar en acusaciones de laxismo con que tacharon los frailes a los jesuitas.

La cuestión es: no se puede dominar el mundo para Jesús sin mantener atadas las riendas del poder político. Eso idea fue un vademécum orientador de la S.J. durante varios siglos.

Ahora en un tiempo de materialismo laico a lo mejor el papa Francisco tiene que sacarse de la manga otros procedimientos para dominar a la Bestia, y ganar a la Bestia es vencer la concupiscencia del mundo. Del orgullo, del demonio y la carne.

Iñigo de Loyola viejo soldado de los tercios de Flandes es el adalid de la fuerza de la voluntad. Porque dice que la santidad requiere un gran esfuerzo. Se entra por angosta puerta en el cielo.

Contra la creencia de los luteranos que, falsificando un texto de san Pablo, establecen que la concupiscencia humana es invencible y que sólo se puede redimir el cristiano por la gracia santificante (fe sin obras) el fundador de la Compañía de Jesús  en contra el pensamiento luterano opina que el poder de la gracia, la oración y la mortificación suplen las carencias de la naturaleza. A Dios rogando y con el mazo dando que bien lo decía Santa Teresa.

 

2016-03-05

RUPERT MURDOCH

A LOS 84 ya va por el cuarto matrimonio el famoso "tycoon" del capitalismo salvaje que degolló a Fleet Street. Algunos colegas míos le llamaban por aquel entonces "Rupert the murderer" Ruperto el asesino. Acabó con la independencia, objetividad y rigor de la prensa británica, convirtiéndola en una caricatura. Muchas familias se quedaron sin pan, muchos "breadwinners" (padres de familia) se fueron al paro. Como testigo de aquellos hechos, plasmo esas impresiones en mi novela, una crónica de la caída de la Prensa del Movimiento y don Rupertito el asesino figura como uno de los personajes de aquel mundo de chantajes, involuciones y fórmulas sanguinarias del "I buy you out". Murdoch, judío australiano, era un apátrida. Le vino como anillo al dedo el "mundo global". Todos emprendimos el camino de la utopía profetizada por otro gran periodista George Orwell en su 1984. Dejo constancia de estos hecho en mi libro a punto de salir a la calle "Corresponsal en Londres". en fin, feliz luna de miel Rupertito. Mucha viagra tendrás que tomar esta noche porque la edad no perdona. Y tú ya no puedes ni con los calcaños, hijo. Por mucha cartera y muchos millones que tengas en tus cuentas corrientes de lo que robaste.

LUCÍA ECHEVERRÍA

A punto de dar a la estampa mi "Corresponsal en Londres" me encanta saber noticias de Lucía Echeverría a cuyos padres conocí e incluso invité a mi casa. Su padre Jesús hacía un excelente bacalao al pilpil y su madre era una laboriosa ama de casa por nombre Juanita que escribía e incluso llegué a publicar algún reportaje. Eran exiliados vascos de la primera ola y como representante de la Prensa del Movimiento hice lo que pude por ellos al igual que el querido y llorado Gonzalez Aboín. Por su piso de Roland Gardens pasaron Joaquin Merisno el escritor de "Londres para turistas pobres y turistas ricos" toda una saga, actores y actrices del mundo de la farándula, el periodismo y la edición. No sabia decir si Lucía era una superdotada o no, lo que sí puedo asegurar era que hacía su padre un excelente bacalao al pilpil. Buena persona. Con respecto a las novelas de su hija me parece que de modernas se me caían de las manos, pero como decía el gallego "aina más". La fortuna ayuda a los audaces. Muchas cosas sucedieron en aquel edificio de los jardines de Roland habitado por un fantasma que nos conocía a todos los inquilinos. Uno de los moradores de la residencia fue Paul Morand al que De Gaulle quiso dar mulé por colaboracionista con Vichý. Hoy pienso con nostalgia en aquel pasado y pido un memento por Mariano Gonzalez Aboin el generoso anfitrión de los españoles en Londres en la década prodigiosa

una austriaca pone en fuga a unos emigrantes que querian vilolarla y robarle el coche

Woman fights off migrant sex attackers and robbers - then carjacker strikes in triple hit

AN Austrian businesswoman has issued an emotional warning urging women to go on self defence courses to protect themselves after she bravely defended herself a sex attacker and robber, only to then come under fire from a carjacker.

Rosita Kohzina claims she had her handbag snatched, her breasts groped and was forced to fight off a violent carjacker in three separate attacks by migrants in her home country.
In an emotional video she posted online, Ms Kohzina said: “I am really seething.
“And I don't want anybody to tell me I'm making this up and that it never happened.”
Clearly distressed, Ms Kohzina told how she was forced to fight off a carjacker who tried to force her to open her car doors as she stopped at a set of traffic lights on a trip to Vienna. 
Rosita decided to come forward about her experiences to urge other woman IG
Rosita decided to come forward about her experiences to urge other woman
Ladies, I would urge everyone to do a self-defence course, there's a lot being offered at the moment
Rosita Kohzina
The carjacker pounced just moments after she fought off a bag-snatcher and another man who groped her breasts.
Visibly crying, Ms Kohzina says when the man failed to get into her car, he rolled on to the roof and then attacked another woman who was walking down the street, shoving her before escaping.
After parking up, she decided to issue a stark warning to fellow women.
In a furious online rant, she said: “Listen ladies, I've just recently been forced to make the acquaintance of some of these non-Austrians.
“First of all I've had to defend my handbag and my iPad. Fortunately I managed to defend myself, but I still don't find the whole experience cool.
Rosita was visibly distressed and emotional IG
Rosita was visibly distressed and emotional
“And just now, somebody tried to get into my car which fortunately I had locked from the inside.
“He was so annoyed about it that he then trampled on the roof, and it was difficult for me to control myself.
“Fortunately I managed to keep my common sense and stayed seated inside the vehicle.
“He, however, was clearly not content to sit still, and a completely innocent woman who had nothing to do with the incident ended up being flattened.
Woman have been urged to go on a self defence course IG
Woman have been urged to go on a self defence course
Rosita was on her way to Vienna GETTY
Rosita was on her way to Vienna
"That was just because he was angry that he couldn't get into my vehicle. I have to say that was too much – even for me.”
After the distressing ordeal, Ms Kohzina urged women to attend self defence courses because the problem will only get worse.
She said: “Ladies, I would urge everyone to do a self-defence course, there's a lot being offered at the moment.
“It is not the last-chance saloon anymore, at least not for us women.
“We are simply not safe anymore. I am sure that many of you don't realise you can help yourself, many of you are sitting at home worried about going out or travelling in the car

ignacio de loyola una charla cuaresmal


ESPIRITUALIDAD IGNACIANA NOTAS CUARESMALES

 

Envuelto en la ceniza y el polvo a los que revertiré, tiro del cajón de la memoria; Allí están las notas cuaresmales, reflexiones de mi adolescencia, cuando, imbuido del carisma jesuítico, quería ganar almas para Dios. Mi formación adolescente tiene la culpa de ese altruismo puñetero y un poco egoísta que me domina aunque me consuela saber que de los limpios de corazón es el reino de los cielos y Dios se apiadará del pecador en el día de cuentas. Colijo al cabo de muchos años que la clave del éxito ignaciano estriba en el “Gnosce te ipsum” de los griegos, da de lado a las pasiones, refrena tu lengua controla tus ojos, ayuna, calla y reza.

Cuando fue encarcelado en Alcalá bajo sospecha de tener contactos con grupos de alumbrados y acusado por dos mujeres santeras, el santo fundador exclama:

—Jamás hubiera podido creer que fuese motivo de escándalo hablar de Cristo a los cristianos.

Ignacio topa con el oscurantismo popular y con la iglesia oficiosa contra la cual entra en rebelión.

En Salamanca tampoco le fue mejor y tuvo que huir montado en una mula camino de París.

Con este analfabetismo cristológico va a topar otro predicador evangélico George Barrow Don Jorgito el Inglés que denuncia la negligencia e ignorancia de parte del clero sobre asuntos evangélicos.

Ignacio es como buen vasco terco y alienta pensamientos de contrarreforma.

Su objetivo primordial fue evangelizar al clero. Quería una revolución desde arriba.

El Día de la Asunción de 1534 en la basílica de Montmartre se ordenan los primeros jesuitas (Fabro, Aqua Viva, Suarez, Javier y él.)

El programa del nuevo ejército es seguir abrazados a la cruz de Cristo, muertos al mundo y a sus vanidades. “Homines mundo crucifixos homines novos qui suis se affectibus exuerint maximam gloriam Dei intuentes”.

La clave del programa es la renuncia a sí mismos y la búsqueda de la gloria del Crucificado.

El pensamiento revolucionario se centra como sumario de las constituciones: hombres nuevos, desligados de la vanagloria y corrupción del mundo. Es el objetivo de su camino de perfección o terceronado. Resucita una palabra del latín castrense para formar a los miembros de la Compañía: tirocinio (lat. Reclutamiento.) Forman parte de los nuevos caballeros de la cruz.

Iñigo de Loyola había asimilado en los libros de caballería, tan de su gusto, la filosofía templaria, esto es; la militancia activa.

La base del culto al Sagrado Corazón de Jesús propalado por los jesuitas por toda la cristiandad se compendia en una famoso soneto anónimo escrito por un converso:

No me mueve mi Dios para quererte

El cielo que me tienes prometido

No me mueve el infierno tan temido

Tú me mueves, Señor, muéveme al verte.

Clavado en una cruz y escarnecido

Muéveme el ver tu cuerpo tan herido

Muévanme tus afrentas y tu muerte

Quizá porque fuera un aristócrata san Ignacio no es un santo milagrero ni popular. Sólo promete la cruz y la renuncia a sus seguidores y un cierto desapego a las devociones y practicas del vulgo. En esta antipatía reside la clave de su eficacia. Muestra una adhesión ciega a la soberanía de Dios y frente a las criaturas formula absoluta independencia y libertad de acción.

He aquí pues un santo de rostro duro pero eficaz. Recomienda a sus discípulos ser dóciles a la llamada del Espíritu Santo y en cuanto a las cosas de la tierra “todo en tanto en cuanto”. Es la famosa impavidez jesuítica que se planta delante de las apetencias de la carne. Lo que no es óbice para que luego sus hijos, indiferentes a los halagos del nombradío, la belleza, la salud, las riquezas o la fama, se infiltren en los sectores del poder y del dinero jugando a todas las barajas que puedan darse pero teniendo siempre presente el “ad majorem dei gloriam” que acuña el anagrama jesuítico.

Hemos de “vernos libres de los negocios exteriores para vacar de la eterna sabiduría y no busquéis el oro de monederos falsos”. Porque no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.

La espiritualidad ignaciana es una espiritualidad combativa surgida del arrepentimiento de una soldado que fue palaciego y cortesano en la corte de doña Germana de Foix la segunda esposa del Rey Católico, de Arévalo. Está imbuida del espiritu caballeresco que idealiza a la mujer mirando para la imagen de la Virgen María.

Observador minucioso de sus intercadencias todo cuanto se le pasaba por el magín lo anotaba en un papel, por influencia del libre examen protestante, una teoría al que él da la vuelta. Su principal hallazgo a este respecto es la santa indiferencia.

Mortifica su orgullo escribiendo que los fracasos se los debe a su incompetencia y que sus triunfos, que fueron sonados, (se apoderó de la Roma corrupta y cortesana) fueron obra del Señor.

Papini señala que la clave de la popularidad de los Ejercicios está en haber construido un mundo que alienta bajo la presencia de Dios.

Esta presencia significa composición de lugar, un artilugio mediante el cual el orante se desplaza a la tierra de Canan, escucha las palabras de Cristo, lo ve. Pegó tan fuerte esta creencia que los grandes pensadores con el mismo Lenin a la cabeza, han utilizado las técnicas ignacianas para la conquista del poder.

El jesuita tiene fama de ser riguroso en la doctrina (esto puede observarse en el papa actual) pero indulgente con las personas. Ello puede derivar en acusaciones de laxismo con que tacharon los frailes a los jesuitas.

La cuestión es: no se puede dominar el mundo para Jesús sin mantener atadas las riendas del poder político. Eso idea fue un vademécum orientador de la S.J. durante varios siglos.

Ahora en un tiempo de materialismo laico a lo mejor el papa Francisco tiene que sacarse de la manga otros procedimientos para dominar a la Bestia, y ganar a la Bestia es vencer la concupiscencia del mundo. Del orgullo, del demonio y la carne.

Iñigo de Loyola viejo soldado de los tercios de Flandes es el adalid de la fuerza de la voluntad. Porque dice que la santidad requiere un gran esfuerzo. Se entra por angosta puerta en el cielo.

Contra la creencia de los luteranos que, falsificando un texto de san Pablo, establecen que la concupiscencia humana es invencible y que sólo se puede redimir el cristiano por la gracia santificante (fe sin obras) el fundador de la Compañía de Jesús  en contra el pensamiento luterano opina que el poder de la gracia, la oración y la mortificación suplen las carencias de la naturaleza. A Dios rogando y con el mazo dando, que bien lo decía Santa Teresa.

ESCRIBIR DESDE MI TRINCHERA. YO NO SOY MÁS QUE MARCELINO PAN Y VINO

UN PERIODISTA ES UN FRANCOTIRADOR UN FREELANCER APOSTADO DENTRO DE SU CASAMATA QUE DISPARA CONTRA TODO LO QUE SE MUEVE. GANAMOS SIEMPRE LA GUERRA DE LA PAZ, REMEMBER BRUNETE









NUESTRA ÚNICA ARMA DE COMBATE ES LA MÁQUINA DE ESCRIBIR. AMAMOS LA BELLEZA Y LA PAZ DEL MUNDO. PAGAMOS LA RENTA. SOMOS GENTE ENTREGADAS A LA FAMILIA Y A LA CRIANZA DE LOS HIJOS. TAL VEZ UN POCO INGENUOS COMO MARCELINO PAN Y VINO. YO SOY MARCELINO PAN Y VINO

THANKS GOOD MERRY ENGLAND


Gracias, Inglaterra

 

 

Gracias, Inglaterra, pese a Gibraltar, pese a nuestras trifulcas, I love you know. Fue el país de mi juventud y del amor a aquella inglesa y aquella hija que me arrebató el destino pero hay ocasiones como esta noche en que me hubiera gustado haber nacido inglés, y no español.

Los Comunes han revocado la propuesta del premier de ir a la guerra contra Siria. Eso es lo que yo llamo British common sense. Verdaderamente el único país del mundo donde funciona la democracia es en la Pérfida Albión, esta noche no tan pérfida sino la good old merry England de mis sueños. Con su negativa los parlamentarios honorables miembros de la Cámara de los Comunes creo que han salvado muchas vidas y el mundo hoy puede respirar tranquilo.

Se lo habíamos pedido a la Virgen Santísima y la Dulce Madre nos escuchó, pero, como ya he manifestado antes, en este cambio de postura se ha significado el presidente Putin. Los que amamos la paz y al mundo pese a los problemas nos regocijamos con esta decisión

 

SEMANA DE PASIÓN



LOS COLORES DE SEMANA SANTA. SAN PEDRO ERA CALVO. LOS RESPONSORIOS DE TOMÁS LUIS DE VITORIA. EL TENEBRARIO

De aquellos días de mi infancia hago memoria que como consecuencia de las veleidades del calendario gregoriano y al no caer la Pascua en fecha fija sino variable el tiempo era frío si la Resurrección era festejada a primeros de marzo y alegre y gozosa cuando la epacta a la semana grande con fechas de últimos de abril. Verdadera pascua de flores. Había que confesar y comulgar para ponerse a bien con Dios. Los campos estaban que daba gusto mirarlos porque no había domingos sin sol ni doncellas sin amor. La efervescencia de la naturaleza se mostraba rotunda en las mieses que encañaban, las ramas de los árboles que abrían sus pimpollos las noches que eran más cortas y las tardes más largas y que las muchachas en flor acusaban esa rotundidad de la naturaleza que pronunciaba las curvas de sus talles, el alabeo de sus senos y la sonrisa de sus rostros. Al regresar de los paseos y de las visitas a los monumentos los seminaristas conocían el cosquilleo del primer amor que había de ser platónico por supuesto y que dejaba en el corazón un poso de dicha y de tristeza. El torrente de la sangre estaba ahí pero la voz de la Teología mandaba callar a las células. Echa el freno, magdaleno, tú vas a ser cura, mantente en castidad. Una mirada, una sonrisa de aquellas muchachas que estudiaban Magisterio o estaban internas en las jesuitinas o en las concepcionistas a más de uno lo volvieron tarumba. La primavera había venido y algunos pensaban haberse vuelto modorros y no es que estuvieran modorros, es que habían conocido a una chica que les hacía tilín. Desconocían su nombre, no habían hablado con ellas. Sólo un encuentro casual en el cancel de una de las muchas iglesias donde se hacía el recorrido habitual de las siete estaciones y los siete padrenuestros. Como mucho el contacto había quedado reducido a ofrecerles el agua bendita al entrar o salir para santiguarse. En el talego de la muda con la ropa blanca venía aparte del condumio (el choricillo del pueblo, una morcilla, alguna que otra lata de sardinas y un poco de queso con un recado de la madre escrito con letra apresurada de la madre: Ten, hijo, para que no pases hambre, hinca los codos, no armes bulla, no te metas en ciscos, reza las tres Avemarías antes de acostarte, los calcetines cámbiatelos todos los días para que no huelan los pinrreles que en eso has salido a tu padre, ahorra y no gastes porque ya sabes como estamos, yo he tenido que coger huéspedes a pupilo para pagarte la carrera, procura no coger frío, etc… mamá no tengo un real, sólo me compro una bamba algunos días cuando viene con nosotros la señá Isabel con el cesto cuando salimos de paseo porque me da mucha pena la pobre, no hablo más que en los recreos, me aplico, soy bueno, etc…) venían las Rimas de Bécquer y algunos los más audaces se atrevieron a Encargar el Decamerón de Bocacho con la posibilidad de que libro tan amoroso y tan procaz pudiera ser confiscado por la autoridad competente.

-Aguado, pero ¿cómo se atreve a leer semejantes porquerías?

-Es que, don Eloy, nos lo ha mandado don Tirso el profesor de literatura para un trabajo.

-Es que… es que. Pero ¿tú no sabías, pedazo de majadero, lo que es el Índice?

-No, señor.

-Pues leer a Bocacho es un pecado gordísimo. Es un libro prohibido. Aguado, estás en pecado mortal. Ya estás subiendo ahora mismo al cuarto del padre Mañanas a confesar tu falta ante el confesor bendito.

Aguado hizo un gesto de contrariedad porque la penitencia que le mandaba superaba con creces el cuerpo del delito y el director espiritual se hinchaba a hacer preguntas, era muy tocón y algunos habían tenido que salir de naja de la celda de aquel jesuita pegando un respingo. El niño empezó a llorar:

-Pero si yo no lo he leído, prefecto, ni siquiera lo hojeé. Mire, está sin abrir

y entre lágrimas le mostró el opúsculo intonso editado por Miñón una casa de Valladolid especialista en libros clásicos.

-Bueno, por una vez pase-dijo el maestrillo no del todo convencido.

Aguado se quedó sin libro. Don Eloy se metió la obra prohibida en el bolsillo de su sotana y mandó al muchacho que aquella noche no bajara al refectorio. A la cama sin cenar.

Los que presenciamos la escena mientras girábamos por el cuadrado de los tránsitos nos reíamos para nuestros adentros pues intonso y todo Aguado había leído los cuentos que ocurren en la despreocupada y nada melindrosa Verona del siglo XIII contándonos de que iban algunos de los chascarrillos sobre todo el del Hortelanillo de las monjas que era mudo. Todas y cada una de las religiosas pasaron por su cabaña incluso la madre superiora. Muchos años más tarde cuando en un cine de Londres vi la película magistralmente narrada por Passolini no pude menos de acordarme de Aguado y sus aflicciones con don Eloy que le había tomado ojeriza y me deleité con la secuencia de la madre superiora que se alza el hábito-uno de los preceptos de la regla clarisa era que las religiosas no llevasen ninguna ropa interior como penitencia debajo de la estameña- y apareció in puribus. El hortelano que supuestamente era mudo y harto de tanto laboreo sexual prorrumpe en un grito:

-No, madre, otra vez no.

Todas las monjas acudieron al escuchar tan formidable vozarrón. Y creyeron que era milagro. Cachondeos aparte, los seminaristas también tenían su corazoncito y no eran inmunes a los dardos de Cupido en aquellas tardes de domingo sin amor. Muchos empezaron a escribir poemas y a llevar un diario. No sé lo que me pasa. Hoy la he visto. Ayer no me miró. Estoy modorro… En definitiva, es lo que hacen todos los adolescentes del mundo. Pero nosotros éramos diferentes. Teníamos que ser santos y disfrutar de otra clase de bellezas más espirituales. Creo que la Iglesia es sabia al formular tales reconvenciones sobre los peligros de la carne, las veleidades del sexo y del afecto. No escuchéis los cantos de sirena. Oídos sordos. Recordad a Ulises. Una simple falta puede ser una concesión a la fatalidad y el predicador del Sermón de las Siete Palabras era de los que ponían los paños al púlpito, no tenía pelos en la lengua, no paraba en barras. Hijitos míos… para siempre… para siempre. Y describía con tanta viveza y prosapia los terrores del infierno que en los bancos de atrás se escuchaban jipios de almas conmovidas que ante la meditación de las penas del infierno eran incapaces de contener las lágrimas. La pena del fuego era menor según él que el tormento de la sed… esa gota de agua que golpeará la cabeza de los condenados y nunca la podrán beber… para siempre… toda la eternidad… sitio, clamó Jesús en la cruz tengo sed y le pasaron por los labios una esponja empapada en vinagre con hiel. Y todo por unos malos pasados por un pecado mortal que cometí aquel día y el pecado mortal para nosotros en aquellos días sólo tenía que ver con la infracción de un mandamiento el sexo. Obsesión fatal. Un pensamiento impuro y acababas en las calderas de Pedro Botero. Una idea fija que ahora me haría sonreír con melancolía. Nos querían capar sin duda. De eunucos es el reino de los cielos. Era muy duro desatender a la convocatoria de los sentidos cuando todo despierta en tu organismo adolescente y hay añoranza de belleza y de paraíso en aquellas tardes sin amor mientras veíamos pasar a nuestro lado a las muchachas en flor. Sus madres prorrumpían en aplausos:

-Ya estan ahí los curiñas. Pobres que majos.

Había uno muy guapo Montoro que parecía el vivo retrato de Santa Inés o de San Gonzaga y una abuela saltó en medio de la terna y se lo comía a besos. Montoro se puso colorado como una berenjena.

-Quite, quite, señora, que me va a hacer perder la compostura y me piso la sotana.

-Guapo.

Los piropos de la buena mujer no le depararon grandes satisfacciones en nuestros corros. Carrasco le llamó marica pero como era muy inocente preguntó:

-Y eso ¿qué es?

Asi andábamos de inocentes por entonces aquellos pipiolos. No nos había bataneado la vida. Las turbas nos decía el padre Mañanas en sus platicas son volubles de criterio y pronto mudan de parecer. Mirad lo que le ocurrió a Jesús en Jerusalén los hosannas y vitorees del domingo de ramos se transformaron en gritos de crucifícale. Los besos de la anciana llena de ternura que algunos dijeron que era Santa Isabel que había resucitado para ver pasar a los curillas hacia Baterías eran arrebatos maternales que nada tendrían que ver con lo que le ocurrió a Montoro el cual después de colgar la sotana se matriculó en derecho y se hizo de los de la cuadrilla de Felipe González. Seguía teniendo un buen fondo de armario y en una asamblea en la Facultad de aquellas del 68 mientras largaba un discurso se levantó una moza y de buenas a primeras le desencajó una proposición pecaminosa:

-Quiero un hijo tuyo

-¿Ahora?

-Sí ahora. Soy una mujer liberada.

Semejante caso no ocurría ni en las películas de Fellini cuando los locos se subían a los árboles y pedían a voces que les trajesen una señora. Voglio una donna. Montoro era mucho Montoro; se casó con una muy guapa una tal Carmen y tuvieron unos hijos preciosos, los dos eran del PSOE y los dos acabaron divorciándose. En parte llevaban razón nuestros padres maestros al recomendarnos tiento en nuestras relaciones sentimentales. Y uno de ellos don José Pedro Carrero que había leído a Nietzsche nos endilgaba el consejo de Zaratrusta: “Cuando vayas con una mujer no olvides la tralla”.

Aunque a nosotros crédulos e ignorantes y sin saber lo que era el mundo nos pareciese de otra manera la belleza y el amor son otra cosa. Nada tienen que ver con la fuerza del instinto ni la concupiscencia animal. La belleza carece de sexo pero Ulises sucumbió a los encantos de Ariadna y perdió el hilo. Nosotros ¿qué sabíamos? El corazón humano posee una inmensa sed de belleza un anhelo de eternidad, un deseo vehemente de divinidad y eso sólo podía encontrarse en los sueños, en los libros, en el trazado de las catedrales donde resonaban augustas las voces del diacono cantando la Passio o escuchando los motetes de Palestrina y del Padre Tomás Luis de Vitoria que escuchábamos entonces o recitando los improperios e himnos del oficio divino hispanovisgótico llenos de majestad latina y de sentimientos de amor y perdón. Cristo nos había redimido con sus dolores y devueltos a aquella vida y a aquel sol y a aquella luz de Segovia que parecía llenar de claridad el corazón. No podía ser posible que por mirar a una muchacha o tener una polución nocturna te mandasen a los infiernos para siempre… para siempre. Había una desproporción entre la pena y la culpa pero la sed de vivir se manifestaba en aquellos poemas que leíamos a hurtadillas de Juan Ramón o de García Lorca o de Alberti o Gerardo diego. Me metí entre pecho y espalda a todos los poetas del 27 a la luz de una linterna en mi camarilla. Nadie nos había dicho que Alberti o Lorca eran rojos. Asistíamos a los coloquios del cine club y nos convertimos en cinéfilos de las grandes cintas italianas y francesas de los 50 y 60 (Goddard, Aldo Fabrizzi, Totó, Vittorio de Sicca, Antonioni, Trufeau) y fatigábamos el cuerpo en las tardes de paseo pataleando un balón en campos de tierra. Luego bajamos al refectorio a merendar nuestro trozo de queso americano un vaso de leche en polvo y tres galletas. Algunos renqueaban en la fila por las agujetas y se le marcaba la marca del bonete sobre sus melondras rapadas al cero. Pero en Semana Santa no había paseos (deambulatio) pasábamos la mayor parte del día en la iglesia y el Viernes Santo día de ayuno nos daban limonada. Se había muerto Dios. En el cuartel los soldados del regimiento hacían guardia con el fusil a la funerala. Pasaba bien la limonada y la mojábamos con pan. Un jueves santo como tenía sed me bebía cuatro vasos de aquella sopilla. Me entraron risas, me rilaban las piernas pero a pesar del día de luto yo me sentía muy alegre. Sin llegar a la borrachera me puse un poco piripi. A la hora de las preces ya estaba chispa.

-Parrita que la coges

-No pasa nada, Valdivieso. Sangre de Cristo.

-Laus tibi Deo- respondió entre carcajadas el hijo del cabo de Vegafría- Hoy vas a dormir bien.

El vino para mí ha guardado desde entonces el secreto de los gozo y las sombras de la vida. Es un anestésico contra los grandes dolores de la existencia pero es un tósigo. Peligro. Viva el vino y las mujeres pero el vino que viva mucho más que las mujeres. Era mi primer contacto con Erifos un dios misericordioso y eucarístico pero traicionero.

-¿Buscas la catarsis?

-Huyo de mí mismo

Judas se ahorcó y en los pasos de la procesión siempre lo pintaban pelirrojo y con barba de azafrán. A San Pedro Calvo y algo tosco a san Juan de verde y la Verónica Maria de Cleofás y a la Virgen María de azul al pie de la cruz. Cristo nuestro salvador iba de colorado como aquel vino tinto de las refacciones de Miércoles Santo que infundía bríos melancólicos. Por Judas siempre sentí compasión. Amaba el dinero y era algo beodo. Su traición estaba escrita por el destino. Cumplía un destino inexorable un papel que se le había asignado. Verdaderamente aquel apóstol que ha venido a encarnar la ira y la abyección que ha sentido la humanidad contra el pueblo judío no era libre. Podía bien haberse ahorcado de una rama del moral centenario que vigilaba nuestros juegos en la huerta cerca de la campana y del frontón a la trasera del cine Cervantes. Al lado de acá estaba un patio semiabandonado donde tenían el convento las monjas que nos cuidaban y llamábamos Carboneras y justo enfrente del refectorio estaba el torreón una de esas torres almenadas que son frecuentes en las ciudades de Castilla la Vieja. Había sido el lugar donde se instalaba el cuarto de guardia que vigilaban por la noche desde el tiempo de los romanos. Era un tétrico lugar. Abajo se situaban unos cuartos oscuros que antaño fueron calabozos y arriba había un secadero para poner la ropa a tender. Era la cárcel del seminario. Los alumnos díscolos e incorregibles los que habían cometido alguna falta grave eran castigados a pasar en una de sus celdas dos días a pan y agua por el rector pero esta serie de castigos no eran frecuentes en el tiempo que yo lo conocí. Sin embargo, siglos atrás los jesuitas lo habían utilizado como cárcel más que para punir a algún postulante como una de las numerosos pruebas para mostrar la verdadera vocación a los estudiantes del noviciado. Lo llamábamos la Torre Antonia.

Las procesiones eran interminables y acabamos rendidos acompañante a los cristos muertos y a las dolorosas de los siete cuchillos. La más popular era la de Santa Eulalia que competía con la de San Millán que era una talla de Aniceto Mariñas de María al pie de la cruz muy valiosa. Nos acotábamos tarde y nos levantábamos al amanecer porque teníamos que asistir al rosario de la Aurora. Veíamos salir el sol por la Mujer Muerta e íbamos en fila india acompañando a los cofrades y a algunas beatas descalzas y arrastrando cadenas otras con los brazos en cruz que cantaban el “Perdona tu pueblo, Señor”, el “Amante Jesús mío” y el “Sálvame, Virgen María. Sin embargo la parte más impresionante de nuestra semana santa eran los oficios de Miércoles Santo en que se celebraban las tinieblas. Se cantaban catorce salmos a cada uno de los cuales correspondía una vela del candelabro o tenebrario con los improperios de Jeremías y las lecciones y la iglesia a rebosar vivía el momento con intensidad en medio de un silencio impresionante interrumpido por el golpeo de los bancos o el sonar de la carraca. Tambien se cantaban los motetes de Palestrina y de Tomás Luis de Vitoria, el “Popule meus”, el “Caligaverunt” con las estrofas de la pasión.

28 de abril 2011

continuará

 

noches del viejo cafe gijon


Son las navidades, me paso por el Café Gijón. Hay una comida de viejos contertulios (profesores, pintores, periodistas, algún escritor, la mayor parte jubilatas y encuentro a Sagrario compañera de banco en aquella Complutense que entonces llamaban Filosofía, una latinista, una nueva Beatriz Galindo toledana; aquellas mozas que amamos tanto hoy van para abuelas pero se conservan adobadas en esa belleza que dan los libros que son la mejor cosmética del alma, ojos claros y serenos pero la vida pasa y el reloj del Gijón con su sonería de plata sigue cantando implacable en su numerología exacta la frase de tempus fugit, abrígame, reina dentro de tu borsalino de garras, es la hora de dar una conferencia o de ir al teatro) nostalgia y frío todo Madrid ciudad airada y congelada -el viento de Madrid mata a un hombre y no apaga un candil- cuando el personal divagador parece echarse a la calle, con motivo de las fiestas y los pascueros gordos enfundados en sayas todo de blanco y rojo con barrigas artificiales tocan la campana del jingle bells, y se arremolina aledaños de la calle Arenal junto al Disneylandia del Corte Inglés y barzonea por las calles atestadas. Es la cultura del ocio y de las luces de neón, esto es, la modernidad.

 Por Sol no se puede dar un paso. Las loteras en sus sillas de los años cuarenta y tapadas con cien ropones venden el número de la suerte pregonando el "gordo" de mañana. Madrid tiene por estas fechas un aire de manada y por la cañada de la Castellana discurren los rebaños humanos.

El pelo de la dehesa no lo hemos perdido gracias a Dios pese a la globalización, y una copa de ginebra siete pavos no está mal pero el viejo establecimiento me acoge con hospitalidad innata que se dispensa a los náufragos de la letra herida, (previo pago claro está, porque en el Gijón no se fía ya como cuando entonces), y de las canciones que nadie canta, los versos que nadie escribe; siento cierto calor y en sus sillones donde  vuelvo a posar, me refugio del frío de Madrid ciudad helada; el frío peor es el de los huesos del alma.

Me acojo a altana. No soy más que un "irmandiño", un comunero de la palabra, al igual que aquellos herejes que se refugiaban en el sagrado de una iglesia huyendo de los corchetes de la Inquisición. Los mangas verdes acechan por todas partes en esta hora rara de extraño silencio y de aparente libertad.

Por fin, y mira que nos lo temíamos, no cerraron el establecimiento más famoso de Madrid. De momento la alcaidesa Botella, que se parece al de Arrigorriaga pero sin tanta ilustración, no se sale con la suya.

Detrás de las puertas volvederas los poetas podrán seguir haciendo botellón porque este lugar es como mi casa vierte una energía positiva una cierta protección que no sabría explicar pero anduve estos días morriñoso tras releer la gran novela reportaje que el querido Umbral con su garbo inimitable dedica a este Partenón sin cariátides, varadero de ilusiones, fracasos y esperanzas. Y sonreí con melancolía ante la fugacidad de las cosas que tanto nos preocupan y entusiasman.

Hagamos con la letra muerta a la crueldad del destino un corte de manga; sólo perdura la literatura que es el alma de las cosas y tal vez ni eso, quizás porque la literatura tenga que ver tanto con el amor. También con el odio y el esplín, cerezas de una misma banasta. ¿Será verdad aquello de que sólo nos salvarán la poesía y el amor al que cantaron los vates que nos precedieron y se sentaron en estos veladores: García Nieto, Ramón de García Sol, Eladio Cabañero, Luis López Anglada, José Hierro, Pérez Creus, Garcés, Gabriel Celaya, Dámaso Alonso que jamás pagaba un café porque era tan ahorrativo como magistral lírico y tantos y tantos otros cuyos  rostros evoco pero cuyos nombres no acierto a decir ya. Su sombra pasa de vez en cuando por los magníficos espejos al fondo que son el armario donde se guardan nuestros fantasmas.

Paco era un inmortal, un Beaudelaire a la española que espiga en sus rimas y sus prosas las flores del bien y del mal: la vida misma a brochazos como un Picasso al que se le entiende o un genio al estilo de Dalí, al que se entiende más por su caligrafía fina, que sabe distorsionar la realidad sin cargar la suerte ni marchitarla.

 Su pluma es un pincel. Por eso, sus libros son plásticos, entreverados de calle y de clasicismo a la vez. Adalid de la frase corta y contundente, palabras que retumban y sorprenden.  A lo largo de sus páginas (más de cincuenta libros) exhibe una prosopografía exacta, de modo que sus novelas resultan cuadros al temple y a la vez verdaderos tratados de psicología para una sociedad pero también un soñador para un pueblo. ¿Qué se hizo de nuestros sueños, Paco Umbral? Todo aquel embeleso ¿adonde iría a parar? Los libros de Cela son geniales pero diferentes. Cela iba por otro camino. Él era la filigrana literaria. Umbral, el brochazo incontestable.

 Sin saberlo, ni comerlo ni beberlo, era don Francisco Umbral un falangista a la contraria, un niño de derechas jugando a rojo. Fue precisamente el Arriba de Rodrigo Royo el que le abrió sus puertas de la calle Larra y donde comenzó a colaborar, algo imposible a día de hoy si tu apellido no está en la lista del sionismo internacional que arroja a los castizos a las tinieblas exteriores.

 Desde Quevedo nadie había descrito también como son los rostros por fuera y las almas por dentro. Jamás se queda su frase en el sobrehaz del tópico. Umbral calaba.

 La "Noche que llegué al Café Gijón" retrata aquella sociedad del adolescente que fui con sus noches blancas, el anhelo de leer, de comprar libros y de soñar y de aspirar trotando por los caminos de ese Madrid incierto que va desde la plaza Castilla a Bilbao, a las Ventas del Espíritu Santo y de Chamberí a la Arganzuela, como cantaba el cuplé, cuando recalábamos en Chicote admirando pero sin derecho a consumición a aquellos señorones que se llevaban aquellas putas de lujo sentadas a pie de obra luciendo su hermosura a pie de obra, mujeres caras, aquellas mujeres yeguales, de piernas despampanantes y senos exuberantes como la rubia de Almacord de Fellini. Para, después, a la trasera de la moto de un amigo circular por Atocha a toda velocidad bebiendo el viento.

Esta novela es un relato de pensiones de estudiantes melenudos y no del todo amigos del jabón que trataban de abrirse paso en una España que iniciaba la modernización pero sin renunciar a las grandes cosas del pasado. Teníamos el destino en nuestras manos y las contestación a flor de labios porque la réplica al poder aun era posible y no estaba dirigida por el marketing que todo lo controla tanto la revolución como la involución. Hoy ya no. Sociedad del dinero que sólo sabe reír con carcajadas en lata.

 ¿Te acuerdas de cuando entonces, Paco Umbral?

Por las páginas de este libro mágico y fundamental circulan a toda mecha, desparecen, suben y baja, rostros y nombres de gente que conocí: Julián Ayesta, Dolores Medio, Carlos Oroza, Jesús Revuelta, Buero, Fernán Gómez. Los dioses del parnaso a los que desemboza el vallisoletano mostrando la cara oculta para que no parezcan tan dioses

ha de continuar