2021-12-27

GETAFE MON AMOUR DE CÓMO ME ENAMORÉ PLATÓNICAMENTE DE UNA PESCADERA YU ABANDONÉ EL SEMINARIO

 

GETAFE, MON AMOUR

Antonio Parra

No sufras vida que esas otras son las ermitas. Tú eres la catedral” le decía el maestro armero Castrillo a su media costilla, la Martina, todos los años por primavera al volver del Desfile. Doña Martina todos los conocíamos en la colonia de las Margaritas - Getafe en el corazón, jardincillos de brezo, cuarto de banderas del regimiento artillería 13 ligero donde yo llegué a servir el desayuno chocolate con picatostes a un teniente de los que llamábamos capaos ,quiero decir, de los que hicieron la guerra con los rojos y luego siguieron con Franco aunque congelados sus ascensos y estáticos en el escalafón, y que había sufrido arresto por poner al Generalísimo a caer de un burro y, claro, una semana confinado en la sala de oficiales- era más inocente que un cubo y más buena que un cacho pan.

Castrillo tampoco era mala persona pero había que atarle corto porque tenía la costumbre de irse de fulanas por menos de nada. Cuando su batería se iba de destacamento o de maniobras, pase de pernocta, cogía la candaja y a los puticlubs. Qué se le va a hacer, nadie es perfecto. No es que, aunque se llevase bien el matrimonio, a las mil maravillas, que por aquellos días era casi desconocida la violencia de genero, hicieran buena pareja porque Castrillo era un bigardo de casi dos metros y la Martina una retaca de Zaragoza paciente sufrida y caritativa buena mujer siempre que ibamos a verla o hacerla algún recado no salías de su casa de vacío: camarelos algún sobao un soplillo toma chaval que tienes que crecer majo muchas gracias señora Martina y usted que lo vea de hoy en un año a su salud. Cuando iba a pasear la pareja parecían la ele y la i. Él la torre de Pisa porque andaba un poco estevado y ella la ermita o humilladero del santo Niño del Remedio. Tan generso como burro y buena persona tan baturro pues solo le faltaba el cachirulo mañico como forzudo (era capaz de levantar en vilo por la cureña una pieza del quince y medio) y buen cristiano todos los doce de octubre hacía una visita a su madre y a la Pilarica. “Así mato dos pájaros de un tiro” ¿Y al barrio húmedo de los trascoros de la seo de Cesaraugusta ? Pues también pero no consta en los anales. Había que atarle corto al Maestro Ajustador. A putero y a generoso a Conrado Castrillo nadie le ponía un pie delante. ¿Que le gustaban las tías? Nada de particular pachasco. Lo malo sería que le gustasen los hombres a aquel bigardo de la misma batería que mi padre en el Trece Ligero de Getafe. Y esta mañana me acuerdo de ellos cuando me entero de que a la iglesia de la Magdalena de Getafe la quieren hacer nada menos que catedral o seo. Madre del amor hrermoso lo que evolucionan los tiempos. Colegiata y vas que chutas pero vivimos en una época sobre toda ponderación en que si no sueltas un palabro no perteneces al clan. Yo conocí Getafe cuando era el comienzo de la Mancha un pueblón manchego de ardientes veranos de sed y de inviernos congelados por el viento colado que allí sopla a discreción pues allí se juntan los cierzos los terrales y los solanos las brisas del Guadarrama las calimas del Henares y toda el aire de la estepa. El sol cuando quiere pega de plano. Grandes casas de labor y labrantines con abarcas blusas menestrales y tralla arreando yuntas de mulas delanteras que viéndolas pasar en cordel eran una bendición he conocido yo.

  • Arre macho.

Camino de la Alhóndiga donde estaban las eras y los trojes. La silla y el freno y a un zagal que de un brinco ágil se encaramaba en los adrales un gallego de los de Rosalía que había venido a segar a tierra Madrid le saludaba cortés:

- Buonos días nos de Deus.

- Ainda máis. Vai o porco demo

Las mozas iban a llenar el cántaro a unos caños que manaban poco por no decir nada al final de la calle Madrid donde se sentaba a la fresca un padre escolapio con una gran barriga y una cachimba enorme. Recuerdo bien a aquel clérigo sentado en una silla de enea fumando con delectación. Creo que era tío abuelo del actual alcalde Pedro Crespo, una familia muy querida y arraigada en la localidad. Le llamábamos el P. Cachimba para diferenciarle del Padre Pitillo que era jefe de Estudios de los Escolapios también conocido por el “Pajarito”. Éste tenía muy mala leche y un día que se enfadó en la clase de Latín se puso a insultar al personal y llamó a los alumnos todo lo que le dio la gana. De hijoputas para arriba.

-Y que tenga que estar yo aguantando a esta panda de cabrones – decía el Pajarito atusándose el alzacuellos de la sotana y quitándose la correa.

Le entró un ataque de nervios, llamaron al director al que llamaban el Brocha y daba matemáticas, un talayo de tío, de uno noventa y aquel día hubo judo en las Margaritas. Al poco de aquella bronca colgó los hábitos “El Pajarito” cosa que hice también yo. La orden calasancia no le probaba o es que seguramente se había cansado de aguantar carros y carretas. El concilio, la crisis, me lo estoy pensando, es que no sé si tengo o no tengo vocación.

- ¿Ese por qué se salió?

  • El seminario no le probaba. También se puede ser un buen católico en la vida seglar.

  • Tienes que decidirte y tomar estado.

  • Ya

La verdad que el año 60 con el Concilio en pleno hervor comenzó la gran desbandada. La iglesia de la Magdalena Getafense y aquel tiempo (han pasado cuarenta y cinco veranos que recuerdo bien aquella tórrida madrugada de junio cuando pegados a la radio escuchamos el fallo del gol de españa en el último minuto empatamos contra Checoslovaquia y tampoco pudo ser, lo de siempre, una cantada de Luis del Sol) me recuerda el fermento de una crisis de cuestionamientos sin limites. Polvo y sofoco de higueras y acacias en la canícula y llegado Noviembre el pueblo era un lodazal. Getafe de los barros. Tenía cinco o seis ermitas con el convento de carmelitas de la Madre Maravillas allá en el cerro donde está el punto neurálgico de las Españas. Corazón Santo tú reinarás. Lo quisieron fusilar en efigie y no se daba cuentan de que la piedra de una estatua nunca muere. Es un símbolo pero ellos empecinados en querer fusilar al símbolo y a la idea.

Yo he conocido a la iglesia de la Magdalena de Getafe, uno de los pueblos más singulares y autóctonos de la provincia de Madrid, donde corre siempre una sangre municipal, espesa, porque el pueblo ahora convertido en sede episcopal siempre fue a su aire, cuando era un templo destartalado del arciprestazgo de Loeches, posesiones de la casa ducal de Alba, se las cedió –las tierras- el Conde duque de Olivares que era el amo de estos contornos donde procuraba retiro y venía a cazar. En estas aradas que yo tambien conocí y tierras de muchas obradas vendidas para edificar acababa la España montañosa y empezaba la llanura manchega – Mancha en árabe no quiere decir más que planicie-. Era una iglesia desangelada y a media hacer de pueblo grande ande o no ande. Sus naves quisieron ser góticas pero se quedaron en renacentistas o estilo a palo seco de cristianismo nuevo sin nervaduras convertidas por las axilas en bóvedas de luneto.

No sé por qué la villa se empeñaba en tener un templo tan grande al menos por aquel entonces si nadie iba a misa. En su interior me he chupado yo muchas misas y he pelado muchas guardias como aquel que dice porque don Rafael el arcipreste nos traía al hilo a los seminaristas. Si te fumabas la misa o el rosario te ponía falta. Bueno don Rafael traía al hilo a todo quisque. Cosas del nacional catolicismo.

Los hombres a un lado y las mujeres a otro. En las bodas era muy exigente con la preparación prematrimonial de los desposados. Las señoras no podían entrar en manga corta y todas con velo y si una llegaba tarde y dejaba de par en par en par la puerta del alto cancel de madera de pino el cura interrumpía su sermón desde el pulpito o paraba la misa encarándose con la interfecta.

  • Señora que yo no estoy aquí para guardar perros. Tenga la bondad de cerrar la puerta.

En verano un horno y en invierno una nevera. De grandes hechuras aquella fabrica del siglo XVII. Muy grande y muy vacía y un retablo enorme pero de muy poco valor salvo un cuadro de alonso Cano. Recuerdo que en la sillería del coro algún miliciano cuando el templo fue requisado había dejado aleluya soeces que nadie había tenido tiempo de borrar. Lo más resaltante, los poderosos cilindros pétreos de la nave central, una escolta de cíclopes, un cuerpo de atlantes para sostener ¿ qué? En algunas zonas del muro zaguero y en los laterales quedaban las marcas de los costales- durante la guerra fue silo y no ardió por mera casualidad-. Un anarquista y jefe de milicias se opuso pistola en mano. Getafe podrá ser laico, ateo o librepensador pero que a ningún Getafense le mienten a su Virgen de los Ángeles que se pone a llorar igual que un niño.

La talla de la patrona del pueblo y su santa tutelar más arraigada la escondieron en el interior de una tinaja cuando vinieron aquellos milicianos al Cerro del mismo nombre a fusilar la imagen del Sagrado Corazón ( la escena ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en un ideograma de nuestra guerra civil: un grupo de descamisados con boina y con correaje apuntando hacia lo alto su fusil; era como escupir al cielo para luego te caigan en la cara tus propios gapos). Getafe fue un pueblo muy duro y muy castigado por la guerra, rojo por los cuatro costados y hasta el regimiento artillero profesó inclinaciones hacia la republica.

Tierra de misión. El arzobispo Eijo Garay puso al frente de la parroquia a un asturiano de Llanes, don Rafael, que era de armas tomar pero en mi vida he visto un cura más austero, solo una sotana muy gastada para el entreaño y en su cuarto una mesa una, una cama sin dosel bajo el crucifijo, una silla y un botijo por todo ajuar. Cuando murió pues hizo no pocas caridades a los pobres dijeron que era un santo y hasta han querido canonizarlo pero regía la parroquia con guante de seda puño de hierro.

Se hinchó a expedir certificados de buena conducta y a “tapar” rojos pero la bronca si no cumplían el precepto pascual o no bautizaban a los hijos no se la quitaba nadie. Daba limosnas a las mujeres de los presos en el penal de Cuellar o el de Ocaña de tapadillo cumpliendo la máxima evangélica de no conozca tu mano izquierda lo que hace la derecha. Vivía en una casa muy pobre un bajo de grandes ventanales con reja con vistas a la calle Madrid sombreado por una acacia, con su ama de llaves, una hermana muy flamenca y pechugona y que mandaba tanto como el párroco y un hermano tonto que no mandaba ná y al que recuerdo siempre con un fardo de llaves en la mano y proclamando desde el coro con su voz gangosa y nasal:

  • Señoras vamos a encerrar

Y esos son los recuerdos que tengo de Getafe de esa iglesia tan querida para mí que ahora han convertido en catedral y adonde a lo mejor el año que viene se casa mi hijo Toñón. El maestro ajustador Conrado Castrillo los paseos por la calle Madrid las fiestas de la Virgen de los Ángeles cuando bajaban los legionarios de Leganés con sus cantineras y siempre había bronca con los mozos locales, o las de Santa Barbara cuando siempre el subteniente Toro, un extremeño al que yo quise mucho, la apañaba llorona y había que llevarle a casa. En fin los paseos de las tardes de domingo interminable por la calle Madrid. Aquellas modistillas que iban al corte. El escolapio orondo la vera efigie de Falstaff fumando en pipa, los aguadores y porteadores que carretaban agua. La crisis. El primer amor. Aquella pescadera que me sonreía al pasar. Las acacias. Y al acabar cada verano se me hacía más cuesta arriba volver al seminario. Getafe has dejado de ser ermita e iglesia destartalada bajo la advocación de la pecadora arrepentida para convertirte en catedral. Quizás llevara razón el maestro armero. Aquel buen baturrico que tenía una mujer casi enana como la de “voglio una donna” de Armacord. Fellini. Oh Dios. ¡Cuantos recuerdos! Tan muchísimas cosas. Confieso que he vivido.


30/01/2007

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