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EL DIA DE LA MUJER TRABAJADORA
Entré en la apoditeria donde se desnudaban las secuaces de mesalina y Proserpina. El vestuario servía de masturbatorio general a las toriondas de la red cósmica. Las yeguas preñadas por el viento regaban con sus hipómanes los campos elíseos. Vientres, vaginas, cufros, unos verticales y otros cuadrados por los que asomaba la gaita la lujuria, ventanales cómicos de la dicha y la desdicha, cuevas del placer, carne que se torrará en los infiernos.
Como voy de descubierta y nada de lo humano me
es ajeno escuché una voz que lanzaba contra mi toda clase de improperios en
ruso.
−Durak, zashranets,
ubliodok, bezsilni… y otros peores.
Era una de las yshliokis (putas) la más bella mujer del mundo. No tenía comparación su rostro armónico, ojizarca, pelo color de cobre. Era la Bermeja soltando contra mi sapos y culebras. Ni una palabra había yo pronunciado para que la molestase. Bueno, tengo la desfachatez de entrar en tales salones de gorra y no echo las monedas preceptivas hay quien les regala mil dólares para ver como eyaculan y ponen los paños del pulpito perdido.
Luego enseñan a los clientes el pringue de
sus flujos vaginales en son de triunfo. Mira patescunt; aparecen cosas
admirables de la fisiología femínea.
−Qué asco, Bermeja,
valovoi; una rusa tan hermosa como tú enseñando tus carnes de forma tan salaz e
indecente
−Durak (loco) hoy es
el día de la mujer trabajadora.
−Pues vaya un trabajo,
ganar dinero enseñando el chocho
Hice la señal de la cruz,
la Bermeja montó en cólera y me largó toda una retahíla de insultos.
−Yo no soy rusa, so
mamón, aunque hable ese idioma, pertenezco a la raza elegida
−Eso no te da licencia para que me injuries
espetándome toda suerte de obscenidades.
Se volvió contra mí
hecha una Euménide.
−Maricón, tardón,
impotente
Me dieron ganas de
llorar como lloró Xto a la vista de Jerusalén cuando profetizó que no quedaría
della piedra sobre piedra y canté con Isaias: Jerusalem, reverteris ad Dominun
deum tuum
Apagué el televisor
comprendiendo que aquella fiesta de las Mujeres era hostil a mis principios con
el propósito determinativo de no volver a entrar en estos salones de la
concupiscencia y el libertinaje.
Mañana diré mi misa
por la Bermeja y por todas las pobres mujeres sumidas por el río de Babilonia y
sus afluentes que practican el oficio más viejo del mundo para el cual no hay redención ni otro remedio que la tolerancia y la compasión.
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