2021-10-11

LOA Y CONSIDERACIONES SOBRE SAN FRUTOS PROTECTOR DE LAS MAL CASADAS

  

BALADA Y LOOR A SAN FRUTOS PAJARERO

 

Bajo las naves colosales de la catedral más airosa de Castilla (pulcra leonina, dives burgalensis, alta segoviensis; la lady de las catedrales góticas la llaman, el canto del cisne del gótico tardío) sollozan los violines. El contralto ataca un solo allegro ma non tropo. Bordonean los bajos y a mí me parece que todos los 25 de octubre un ángel se nos aparece  a los soñadores como este servidor, católico sentimental feo y algo mayor que subimos a Segovia para cantar el himno de San Frutos nuestro glorioso patrón. Y la amada melodía que tantos recuerdos evoca en lontananza de vida y memoria flota y revolotea sobre los pináculos de la catedral de mi pueblo, se encarama a los empinos, salta a la pídola de arbotante en arbotante, hace un quiebro volandero como una golondrina sobre el carpanel de más arriba o se pone a jugar al tute con las ánimas vestido de sobrepelliz en una esquina del triforio.  

Los muertos  son convidados a la fiesta protagonistas de este concierto allí cuando el otoño por los campos de mi patria viste sus últimas sedas y se disfraza en la naturaleza de los mejores colores del año. ¡Dios cuanta belleza!

Uno piensa que no puede haber religión más hermosa que nuestro catolicismo. Aquí se rinde culto a la perfección. A eso lo llaman filocalía. El culto - razón llevabas Manolo Vicent en tu estupendo artículo sobre la desacralización de nuestra religión que trajo primero Lutero y luego la reforma litúrgica del último concilio pero trataré de probar, querido Manolo, que te equivocas- no puede ser a palo seco. Tiene que estar sujeto a los reverberos más viscerales e íntimos. Cristo era un griego helenizante y debió de amar todas esas cosas que hacen digna una existencia. Haber nacido y haber vivido a la sombra de una catedral siempre imprime carácter. Y yo fui seise en esta catedral y siempre que entro bajo la puerta de San Frutos que es nuestro Sarmental parece que estoy escuchando las queridas voces de los canónigos:

-Niños a coro – tronaba el deán don Fernando Revuelta desde las gradas del presbiterio.

 El pertiguero don Benedicto iba de aquí para allá resoplando con mucho meneo de haldas y de manteo. Le sudaba hasta la muceta con las carreras que se pegaba ¿Dónde iba don Benedicto que estaba muy gordo pero al que le sobraban bríos? ¿A qué todos esos baticores? Sonaban añafiles y timbales, una costumbre de la edad media y el señor obispo hacía el ingreso en su sede.  Aquel obispo ya quedan pocos como él era el último de su generación todo un obispón y los de ahora obispillos nada más. ¿Para qué rezar en la ermita cuando uno conoce la catedral? Tres acólitos arrastraban su capa magna de lo menos ocho metros y el maestro de ceremonias ordenaba a voces al organista don Celso:

-Celso, toca que viene el obispo.

Todos los 25 de octubre los hijos de la tierra nos reunimos en el altar que guarda las reliquias de San Frutos a cantar el himno.

Las notas trepan por lo alto de la bóveda entre vaharadas de incienso al infinito. Es la magia de los misterios eleusinos. El eco de las voces se pierde por los empinos  y va a meterse bajo las alas del serafín que exhibe una batuta de cristal y hace arpegios con las notas de una melodía ancestral que nosotros todos nos sabemos de memoria: “Al siervo bueno infiel que rogando sin cesar consigue bienes eternos, etc”. Aquella estrofa le salía bordada a mi amigo Marianillo. ¿Qué habrá sido de él? ¿Cantaría misa?

El 25 O es en Segovia una fiesta mágica. Del amor y la bienandanza nada de políticas. Nosotros honrábamos a San Frutos con el que llegaban las bandadas del jilguero del malvís y del golorito  porque nuestro patrón es un santo ecológico donde los haya. Es un dies fastus que dirían los latinos. Nada que ver con 11M ni con 11S –una nueva forma de catalogar los zarpazos de la bestia en el calendario-. El 25 de octubre es la fiesta del amor y de los pájarillos. San Frutos Pajarero llega cuando el otoño va de vencida. El vino en el lagar, el grano en la troje, los pámpanos de la vid materna convertidos en mostelas para nuestro calentamiento los días cortos, el mosto nuevo y las primeras nieves que coronan el vértice de las sierras.

El eco de las notas retorna por obra y gracia de uno de esos maravillosos misterios de la ortofonía y del Christus Musicus las sonoridades de este himno triunfal a este padre de la patria y a este santo de la tierra cuya existencia real fue una nebulosa pero como fe es creer en lo que no vimos cepos quedos que en mi pueblo no somos luteranos. Santo de casa dicen que no hace milagros. Creo que es erróneo ese aforismo. San Frutos pajarero hizo bastantes. Recuerdo aquellas visitas a su ermita durante mi infancia sobre un alcor en un impresionante risco adonde íbamos a ver la cuchillada de San Frutos el tajo que pegó sobre la roca viva, fe de Moisés camino de la tierra prometida, y se abrió una zanja y los moros que lo iban persiguiendo se los tragó la tierra, quedando todos sepultados en el abismos. Cuchillares y gollizos del Río Duratón donde estableció el campamento aquel glorioso cenobita que huyó al desierto en compañía de su mujer Engracia y de Valentín, su hijo (los cronistas les nombran como hermanos pero nuestro siervo de Dios y que pertenece a los ámbitos de la Leyenda Aurea vivió en un tiempo en que el celibato no había sido implantado entre los clérigos aunque lo hubiera aprobado el concilio de Elvira tres siglos antes) asqueado de la corrupción en la corte del rey godo. El reinado de Witiza vuelve a estar de moda que son los mismos perros con otros collares y regresamos a situaciones parecidas. Confieso que a veces me dan pujos de cerrar la tienda y emular a mi patrón largándome a la pedriza una legua de Sepúlveda a un tiro de piedra de un pueblo que llaman Caballar y cerca de los arribes del Duratón y desparramar mi boina por aquellas soledades en espera del tiempo que me quede en contacto con la naturaleza observando el vuelo del águila, cantando mis letanías. Escuchando el aullido del lobo o el bronco ladrar de los mastines. Villano en su rincón. Yo solo en mi cueva rodeado de mis libros y mis rosarios en compañía de mi perra trujillana. Haciendo penitencia por los muchos pecados de mi vida. Cada día es mayor el saco, Señor.

En aquellas soledades debió de establecerse la primera laura monástica de los visigodos fugitivos. Me refiero a las Cuevas de los Siete altares a las espeluncas de Peña Colgada en Fuentesoto,  cascajares y pobedas de Navalilla, las mastabas de Sacramenia y de Membibre de la Hoz. San Frutos debió de ser uno de aquellos cristianos procedentes del sur que venían huyendo de la quema esto es de la persecución sarracena. Tarik y sus secuaces para que aquellos que sigan creyendo en la tolerancia muslímica –sólo se invade a sangre y fuego- primero segaban cabezas luego hacían preguntas. Los que querían salvar la piel tenían que esconderse. Y a mi que no me digan a estas alturas – el otro día hablaba con un israelí y me confirmaba en mis supuestos- la reconquista fue un guerra justa. Fue una guerra defensiva. Se trataba de salvar una civilización Hay circunstancias en que los cristianos podemos acudir al recurso de la espada en defensa de muestra tierra de nuestras libertades de nuestra forma de entender el mundo. Desgraciadamente, habiéndose dado de mano todo lo que signifique ideal y afanes nobles hoy las guerras han dejado de ser altruistas y estallan por motivos económicos.

En esta hora difícil para estos reinos yo vuelvo a encontrar refugio y amparo en la cayada de San Frutos. La de la cuchillada. La que hendió la peña. Sus perseguidores fueron tragados por la tierra. Yo estoy seguro de que tales valimientos intercesores tendrían una aplicación práctica en estos mementos cuando el cristianismo es atacado desde todos los flancos. Manolo Vicent no parece comprender en su columna este milagro de san Frutos. Invocar a Lutero es como llamar al exterminador y el propio Lutero aquel mal fraile agustino murió empavorecido y aterrorizado con la que se preparó en Europa con sus prédicas de regreso a la estricta disciplina de las Escrituras. Desnudó los altares y combatió la superstición y nos dejó un cristianismo sin fastos ni fiestas a palo seco. No entendió que el mensaje de Jesucristo nada más humano es tolerancia y perdón y un hacer la vista  gruesa ante los errores del ser humano. Las iglesias luteranas con sus altares desnudos y arrebatadas de su hornacina las imágenes distorsionaron el mensaje evangélico. Uno entiende la religión cristiana como algo melifluo. Tiene que haber en él magia y misterio palabras asombrosas que no se comprendan. Ciertas referencias al abracadabra. Que penetre por los ojos y que nos venga por el oído. Fides ex auditu. Y sin tradición no vamos a ninguna parte. Para los protestantes todo es Biblia. Hermenéutica. Tiene que haber un cierto lujo estético. No quisiéramos tener que regresar a Chateaubriand y a su obra vértice El Genio del cristianismo para demostrar que ninguna religión alcanzó ese Súmmum bonum de las grandes catedrales góticas de los misterios eleusinos y del placer estético. San Frutos es un santo adscrito a esa leyenda áurea y su fiesta es para nosotros una un día mágico con connotaciones entrañables y una inmensa nostalgia mientras las notas del himno se esparcen gloriosas por la bóveda en medio de una inmensa armonía y de ese concento gozoso que extasiaba a fray Luis de León cuando escuchaba algún motete de Palestrina o de Salinas noche serena. Un año más y otro año menos. Hubiera querido visitar su ermita en Caballar y volver a ver aquellos exvotos y exuvia (muletas, fotografías de hijo que volvió con bien de la guerra o de la muchacha que salió con bien de la operación, bragueros, alforjas, la navaja de un asesino que no dio en el blanco o la bala del Rif que se presentó sin avisar y san Frutos puso la mano) que se guardan en la sacristía del antiguo monasterio de benitos de Silos. Aquellos aperos y aquellos trebejos testimoniales que tanto me impresionaron cuando era niño. Pero hay que regresar al tajo. Me hubiera quedado en Segovia ensimismado oyendo cantar a los jilgueros como solían allá por Tejadilla en el Campillo por los tajamares camino de Hontoria o por las gargantas del Eresma detrás del Peñascal o las cuestas de La Lastrilla. Un santo local transformado en mito. Les cazábamos con liga – hoy está prohibido – y con qué ganas tirábamos varetas los chaveas por aquellos riscos. San Frutos Pajarero. San Frutos bendito. Nuestro santo titular. Un año más y un año menos. Sus barbas derramadas sobre el libro en el pórtico de la catedral aquel libro que tiene una hoja a medio pasar. Cuando esta hoja regrese a su sitio se habrá acabado el mundo según una tradición. Pero fe vuelvo a insistir, es creer lo que no vimos. Y yo me entiendo y dios me entiende lo que decía Unamuno. Continuamos leyendo en un libro de Piedra. Mientras san Frutos desde su Tebaida no pase la hoja....

 

 


 

















2021-10-10

 HISTORIAS DE FUENTESOTO. EL NIÑO LOCO

 

En la iglesia e Fuentesoto pequeña modesta y con algún desaliño, construida bajo el reinado de Carlos III, antes era románica, olía a flores ahumadas, a retamar pinariego, a humo de las velas cuando se apagaban los hacheros. Había goteras y por un hueco del techo se colaba alguna paloma, también vimos un día una pareja de mochuelos. Por aquel boquete se colaba la lluvia la claridad de los solsticios. Las golondrinas anidaban en lo alto del retablo y revoloteaban en torno la cabeza coronada de espinas del cristo crucificado que remataba la bóveda. Alguno de la parroquia se distraía viéndolas volar y mirando para arriba. Pensaban que era el Espíritu Santo que bajaba a la hora de alzar.

La traza del templo era pueblerina. Imágenes toscas ocupaban los rincones de las capillas. Sumaban casi medio centenar. Las tallas de Nuestra Señora y la de san Antón eran las más importantes. El 17 de enero cuando la iglesia honra la memoria del santo eremita que un cuervo alimentaba trayéndole cada mañana un panecillo era la fiesta de aquella aldea segoviana. Venían los músicos de Peñafiel y los confiteros de Aranda. Había baile y la orquesta tocaba subido a lo alto de un carro del país. El abuelo se ponía la camisa nueva guardada entreaño en el arca. A los chicos nos daban una peseta para comprar garrapiñadas de Alcalá o hacer una puesta en el bote del Tío Bigotes. Los viejos sentados en los chimorretes de la plaza veían partidos de pelota a mano. También se jugaba al chico de a perra gorda. San Antón en lo más álgido del invierno porque arreciaba la cuesta de enero solía traer sol para alegrar la fiesta. Por la noche helaban y los “corines” se calentaban con buen vino de la bodega o con aguardiente.

¿Cómo es que a Antón –pensaba el Maudillo para sus adentros- siendo un santo penitente lo pintan con esa cara de pillo? ¿Con ese escapulario mugriento que parece no lavarse nunca y ese cerdito que lleva del ronzal?

Todos los domingos mientras ayudaba a misa al cura don Saturnino el niño no dejaba de mirar para arriba. Le hubiera gustado hablarle, decirle por lo menos “buenos días” pero san Antón estaba callado como un cartujo. Su indiferencia era casi monacal. Aquel bienaventurado de la Tebaida egipcia no quería saber nada de aquellos chicos que van a melones y a veces les coge el guarda o se dedican a destruir nidos. Para eso su amigo Vicente era todo un experto, se sabía todos los niños de collaba que empollaba la pájara en las suertes viejas. A lo mejor es que piensa que todos somos unos sarnosos decía Maudillo entre si

-Pero cómo quieres que te hable san Antonio, pedazo de adobe. Las visiones de los santos sólo pueden tenerlas aquellas personas que se pasan la vida rezando como tu abuela Rita

-¿Sí?

-Pues claro hombre claro

-A tu abuela rita ya se le han aparecido Dios y la Virgen muchas veces

Quien así hablaba era Elpidio el de la Melania, número uno en la escuela, el hijo del alcalde a quien su padre quería levar al seminario pues decía que era muy listo y valdría para cura.

La abuela Rita es baja y es coja, tiene mal genio. Lleva siempre un bastón de enebro para zurrar la badana a sus nietos que no se reportan o no hacen bien los mandados. A la abuela Rita no le gusta ir a meses porque dice que si las nueras… ella solita, bien solita, bien se vale y cada uno en su casa y Dios en la de todos. No quiere agobios. Ella su misa y su novena y su bastón. Los viernes acostumbra a quedarse en la iglesia un rato más para el Vía Crucis. Por enero empiezan a cacarear las pollitas y va al nidal a recoger los huevos. La víspera de las Candelas los quintos le robaron una gallina clueca para correr el gallo y bien que lo sintió, demonio. El incidente puso a la abuela Rita de un humor de perros. El Maudillo pagó los platos rotos cunado al salir de la escuela se dirigió a casa de sui abuela con la bolsa donde traía la enciclopedia y el pizarrín.

-¿Abuela usted vio por casualidad a san Antón?

Ante la pregunta la vieja se quedo de un aire y sin saber por donde tirar.

-¿Qué haces tú aquí, modorro, ya te dieron suelta?

-Vine a preguntar una cuestión importante. Elpidio me dice que usted como tanto reza tiene amistad con el cielo y se le aparecen los santos. ¿Y san Antón cómo es?

-Pues como le pintan hijo: la barba larga, la calva patriarcal y el cochinillo que le acompañan como un perrillo de aguas pero tú estás un poco salvaje, Maudillo, dejan los santos que bien están en los retablos. No cumpliste lo que te dije, te olvidaste de una formalidad. Al venir a casa de tu abuelo ¿qué se dice?

-Buenas tardes tenga usted señora Rita

-¿Y después?

-Besar la mano

-Buenas tardes tenga la mi señora

-Ahora ya puedes pasar

El muchacho sigue a través de un pasillo largo camino de la cocina. En ese corredor lóbrego como la cueva de Montesinos le daba la tía Jjuanilla la pobre sopas al Salvita y Pedro el sacristán cortaba el pelo a los hombres porque ejercía ese menester de barbero, hombre de muchos oficios pobre seguro. En aquel tiempo todos éramos pobres aunque felices pues no había otra cosa. La tía Rita estaba haciendo buñuelos y soplillos. Y la Tía Maricruz a la cual llamaban “Nuestra Señora de los Siete Tobillos” por su pie equino echaba de comer a las gallinas. Olía bien y se estaba caliente al lado del llar.

—¿Quieres tomar pan?

―Maudillo dije que no con la cabeza agitando su rubia pelambrera pues entonces date ligero, ve a la fuente a llenar la botija de agua. Después merendarás.

La fuente estaba a unos cien metros de donde tenía la abuela el corral. Era un manantial que escupía un torrente casi una catarata desde el interior de la roca viva. Llenó el cántaro, y ya se iba a volver cuando se escucha un tumulto y ruido de voces y alaridos. Venía la vacada y se había escapado una res pero cómo sería la cara de san Antón. El gañán del Fermín que arreaba a la boyada desde la vega de Pecharromán pegaba grandes voces e iba pegando brincos haciendo mover la tralla con agresivo bagtaneo triunfal:

Apartaisus que va torionda busca el toro padre y es peligrosa; tiene el celo por vez primera vez la novilla que hasta ayer era chota.

A las voces del mayoral la gente que pasaba par allá buscaba burladero en los soportales o se escondía a la puerta de los pajares o debajo de los carros.

El Maudillo que siempre había sido más valiente que nadie se quitó la chaqueta y a modo de capa quiso torear al eral:

― Eh, toro

―Maudillo quitate de hí que te amurca ¿no ves que está torionda y se tira al bulto?

Pero el chaval como si nada… cuando se quiso recordar ya estaba en el suelo derribado más por el miedo que por los cuernos del astado la vaca pasó de largo a toda velocidad. Debía de tener buienas entrañas. En la caída a Maudillo se le quebró el botijo y resultó con un siete en los pantalones. Cuando regresó al hogar la abuela Rita sacó su bastón a pasear y le puso al niño el culo como un tomate. Después de la paliza le dio de merendar. Las barbas de san Antón no eran barbas merovingias de chivo, eran más bien cartoplanas.

Mariano de la Melania que se preparaba para el seminario venía de dar lección con el señor mestro:

―¿Qué, zurraronte la badana?

―Tú eres un gilipollas. Y toda la culpa es tuya

El Maudillo crispó los puños y le largó una patada al Melania para que no se entrometiera jamás en donde nadie le llamaba. El Mariano regresó a casa chorreando sangre por las narices. Pasaba por allí el Tío colodro que se llamaba Nicolás aunque unos  decían Colodro y otros Coñete pues insertaba en sus conversaciones la palabra coño y le gustaba jugar al puño puñete. Todas las tardes iba a la bodega y regresaba a casa hablando con las estrellas y haciendo eses con sus albarcas. Era el borracho de Fuentesoto.

―Cuantos besos habrá dado usted al jarro, tío Coñete

―No muchos pero te participo que me gusta el traguillo. El vino es vida

―Ya, ya

―Tú que sabrás, modorro, de los avatares de la existencia. Yo estuve en la guerra y por poco me matan. En el botiquín el capitán medico me dio un cucuruchito de aguardiente y reviví. Los rojos nos hicieron una emboscada pero yo gracias al vino sobreviví. Saltaparapetos lo llaman

―¿Fue la Virgen la que estuvo de su parte o fue San Antón los agentes de aquel milagro permitiendo que volvieses a Fuentesoto sano y sano, tio Nicolás?

― No sé quío, no sé. Tal vez fueran los dos a la vez. Por eso cada mes les llevo un bodigo y mando decir una misa por el cabo de mi batallón que cayó en la batalla de Brunete.

El tío Colodro alias Coñete bebía sin parar tratando de evitar los malos recuerdos de la guerra. Por su parte el Maudillete estaba obsesionado con las barbas de San Antón. Quería entender qué pasaba allá arriba, quería ver a Dios que dicen que se le apareció a un pastor y le habló desde lo alto de una encina del somo.

De ordinario no suele ir nadie a la iglesia. Por eso el cura cerraba el templo después de misa. Desde muy antiguo desde los tiempos de los moros hubo una batalla en Fuentesoto culo roto siete varas y otro poco (decía el cantar), los sarracenos atacaron aquel recinto, los cristianos  les tiraban piedras desde la torre y no pudieron pasar, pero quedó un hueco en la pared y por esa ranura se introdujo Maudillo con la idea de hablar con los santos a solas. Se conoce que no había ningún bienaventurado de servicio aquel día. El niño llamó y llamó sin respuesta alguna. Toda la milicia celeste se había ido al bar para celebrar cualquier batalla contra la hueste de Luzbel.

― ¿Y a nosotros?

― A vosotros que os den por el ano― dijo san Pedro ― calma, un poquito de calma y esperad. Que habrá para todos.

 ― Esperaremos si es preciso toda la eternidad.

― Uy largo nos lo fiáis. Eso es mucho esperar.

Una urraca afanosamente estaba construyendo un nido en la cima del retablo por encima de la cabeza que representaba al Padre Eterno. Maudillo alzó la vista hacia los ángulos de la bóveda de luneto y observó con gran sorpresa que san Antonio Abad no estaba en su sitio. Había bajado de a hornacina y se paseaba por las gradas del presbiterio.

― Ahí va

Pasó junto a él y llevándose el dedo índice a los labios le dijo a Maudillo

― Chist, vengo de la Tebaida y ya no se puede hablar. Mi regla es más estricta que la de los cartujos. Ni media palabra o te capo, te mando al infierno con Satanás.

Entonces Maudillo, que sólo escuchaba a su cerebro no a la voz del santo, se desató en un largo coloquio, le confió sus planes: quería ser seminarista, que su hermano Crescencio viniese con bien de la mili que pariese un ternero la vaca Marela y unas cuantas cosas más. San Antón seguía de monitor de los misteriosos silencios. Cosas incomprensibles dudas nos asaltan a los creyentes pero hay que seguir en el machito, no desanimarse. Fe es creer lo que no vimos. Las golondrinas alteaban en torno a la cabeza coronada de espinas del Redentor y sus gorjeos un tanto fúnebres eran para recordar aquella tarde en Jerusalén cuando el velo del templo se rasgó y tembló toda la tierra.  Eso que no era Semana Santa ni tiempo de misterios, ello ocurrió por las cabañuelas cuando las lunas de agosto. Vertía lágrimas el cielo a través de las lágrimas de San Lorenzo. Las golondrinas estaban perdiendo la calva del pobre santo pero sus cagamentos eran agradables al Señor, no eran blasfemias como las que lanzaba el  tío carretero al cuadrar el aro de hierro a las ruedas. San Antón la gallina pon seguía dándose paseos patriarcales por los ánditos de la iglesia. Los demás santos de la corte celestial permanecían en sus edículos quietos. El niño no se daba cuenta de que no puede haber ni interacción ni intercambio entre el mundo real y el  trasmundo. Los que zarpaban por el istmo de la laguna Estigia jamás volvían. Era una mañana de primavera y Fuentesoto amaneció pleno de vida. Por las rendijas entraban efluvios dl huerto de don Adolfo el señor médico. Era un perfume que recordaría toda su vida. Los santos no eran de carne y hueso sino de cartón piedra. Maudillo no lo sabía. Así que si con barbas san Antón y sin ellas la Purísima Concepción

 


2021-10-09

FRANCO DEBIO DE FIGURAR EN LA LISTA DE SCHINDLER SALVÓ A MUCHOS HEBREOS DEL CAUTIVERIO

 

A Helen Parra-Hugh, mi hija

 

 (I)

 

TIEMPOS RECIOS

 

 

Un día de noviembre de 1976 pocos días después de mi llegada a Nueva Cork para hacerme cargo de la corresponsalía de la agencia Pyresa en Estados Unidos me telefoneó Bill Stricker jefe de prensa de la US Information Agency para darme cuenta de una noticia curiosa: En la Sinagoga Central de Manhattan iba a tener el 20 de noviembre un responso o kadish en sufragio del alma de Francisco Franco Bahamonde. Mr. Stricker me dio instrucciones para que no dejase de asistir pero que me tocase la cabeza con un sombrero y a ser posible con un solideo o kippa como manda la liturgia hasídica y que vistiese de negro. La noticia no dejó de sorprenderme. La noticia no dejó de sorprenderme por lo paradójica. Resulta que el a la sazón tan vapuleado jefe de Estado cuando soplaban los vientos huracanados de la transición y todo eran movimientos de acoso y derribo contra su figura (el año anterior habían quemado la embajada de España en Lisboa y trataron de asaltar la de Londres) tenía amigos y padrinos ocultos. Un cabo de año poco predecible – pensé- pero ajenos a la campaña de improperios e injurias contra su persona los fieles de la religión que nunca olvida, el pueblo más viejo y más zurrado de la historia y que al igual que Francisco Franco había sido objeto de persecuciones y escarnios, guardaba su memoria con veneración y responseaba por su alma. Aquel 20 N en los bancos austeros y la atmósfera impresionante de la sinagoga más rica de  las Américas, todo recogimiento y de una gran solidez – era la parroquia de los Rockefeller- sentí una especie de iluminación. Al igual que Saulo camino de Damasco. El rito hebreo es hermoso pero muy sencillo. Algunos de los sufragios fueron pronunciados en ladino, el viejo castellano con resabios cervantinos que han logrado conservar los sefarditas de la diáspora. El emotivo kadish me pareció un acto de reparación a uno de los hombres más escarnecidos por aquellos días y aun lo sigue siendo y uno apenas acierta a comprender cuál sea la razón de tanta ira. Israel siempre fue una caja de sorpresas. Lo blanco y lo negro. Lo alto y lo bajo. La luz y la oscuridad a un tiempo. El culto al libro y a la ágrafa anarquía. Algunos judíos no le olvidaban. Otros lo quemaban en efigie. El New York Times por ejemplo. Sorpresas de América. Dicterios y soflamas con la boca grande y susurros y suspiros bajo cuerda. Nunca entenderé a los judíos. Sin embargo, aquellos hijos de la diáspora le estaban agradecidos al general por haberles echado una mano en una de las épocas más duras que atravesó el pueblo de Israel en su peregrinar por la historia. Es un hecho cierto que los embajadores en Berlín, en Budapest y en Atenas, salvaron a muchos pobrecitos de las cámaras de gas. El hecho resulta incuestionable y no me queda sino preguntarme (lo trataré de explicar a lo largo de estas paginas) si Francisco Franco no fuera judío. El apellido al menos lo es como el de tantos y tantos españoles. Somos un pueblo mestizo y mucha sangre hebrea pulsa nuestro torrente sanguíneo. Y para convencerse de eso mismo no hace falta recurrir a Américo Castro que a lo largo de su historiografía explaya este concepto muy profusamente otro tanto que Menéndez y Pelayo, quien, aun católico a machamartillo, siempre siente una simpatía bajo cuerda hacia los heterodoxos hebreos perseguidos pero dominantes en el pensamiento católico de la Contrarreforma. Viene a parar en que toda la Mística castellana está en deuda con los conversos si no es que es del todo conversa. Esa veta oculta del marranismo la plasmó Cervantes en su frase célebre: “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”. La gran literatura castellana del Siglo de Oro y el mesianismo que llevó a los conquistadores y encomenderos a América se resiente de esta tendencia. Pero no nos apresuremos a entrar en las tortuosas veredas del laberinto español. También España, como Rusia, es el molde de un enigma. Por otra parte, al escuchar aquellos improperios desgarrados que me recordaban las lamentaciones de Jeremías reparé en el hecho de que a veces la religión y la política aunque vayan juntas son cosas muy distintas. Sobre la procedencia del apellido Franco (así llamaban losa sefarditas a los godos y a los judíos procedentes de otras juderías de Europa) un tema en el cual no entro ni salgo, ni tampoco en su fisonomía del todo semítica que a los moros causaba respeto y simpatía pues decían éstos que poseía baraka. Lo que sí es destacable es el aspecto carismático de aquel hombre que consiguió sobrevivir a un tiro en el vientre, a varios atentados y a los proyectiles de unos disparos que una mano invisible parecía desviar en su trayectoria. Tenía un don que electrizaba a sus secuaces y enervaba a sus detractores. Sin un término medio. Sin ser apasionado no parecía ser hombre de medias tintas. Su concepto de la vida como milicia y no hay que negar que fue un buen soldado por más que la critica reciente le tache de general incompetente nos acerca a compararle con aquellos caudillos bíblicos enviados por Jehová para salvar al pueblo de Israel: Josué, Moisés, Absalón, David. Para Franco España era Israel. En su juventud parece que fue agnóstico y no muy religioso. Al menos no se le consiguieron fervorines de este tipo puesto que su padre al que llegó a aborrecer por el trato a su madre perteneció a la masonería como tantos y tantos militares en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. De viejo acabó en gran rezador por influencia de su esposa, Carmen Polo y se hizo muy católico. Devoto de Santa Teresa cuyo brazo portaba siempre consigo, cuando era teniente en las avanzadillas del Rif portaba al cuello una medalla del Rey David. Decía que le daba suerte. Con motivo de aquel funeral en la Central Synagogue envié una crónica a mi agencia. El despacho aunque publicado en los diarios de provincias de la cadena no apareció en Arriba, el buque insignia de aquella Prensa del Movimiento en la cual aprendí todo lo que sé de este oficio y donde no había censura. Jamás me tacharon una línea. ¡Ah como añoro aquellos tiempos dorados de profesión! Hoy cunden los vigilantes del pensamiento por doquier. El periódico falangista en su última etapa se había convertido en una caricatura de sí mismo. Seguramente al redactor jefe le escandalizó o le desconcertó aquel hecho. En el diario de Castellana 142 había una corriente de pensamiento pro árabe. Las aguas estaban revueltas con el tema de la “Marcha Verde”. Los editorialistas hacían encajes de bolillos para no irritar a los moros con inclinaciones porcionistas porque el Magreb con Cubillo y compañía era un polvorín. Es lo que nos contó en una ocasión el actual primate de la Casa Real, Alberto Aza, uno de los fontaneros de UCD: “Hassan si no andamos listos nos quita no sólo Ceuta y Melilla y las Chafarinas sino las Canarias”. Desde luego, España por suerte o por desgracia ocupa una zona estratégica de privilegio. A veces es mejor hacerse el loco pero mi experiencia de politólogo me obliga a afirmar que algunos de mis colegas no saben por donde se andan o no se quieren enterar. Desde luego, en algunas situaciones mejor hacerse el loco porque el saber allega dolor. Por otra parte, España se estaba cerrándose sobre sí misma. Otra vez a mirarse el ombligo. Un redactor jefe que yo tuve, Julio Merino, me decía que no le interesaba ninguna noticia que no tuviera nada que ver con España. La gente de la profesión andaba como despendolada. Además nunca se ha tenido aquí una conciencia de patriotismo a la americana o a la británica. Ni siquiera supimos ser chovinistas como los franceses. Todo lo más masoquistas cuando no ilusionistas creyendo que todo lo extranjero es mucho mejor que lo autóctono. A esos los respondía yo con un tipo de crónica de circunstancias etiquetada en un cupo que decía “en todas partes cuecen habas”. No hay manera. Parece mentira que los descendientes de aquellos porquerizos extremeños que se lanzaron a la aventura de América lleno de curiosidad y de afán de conocer se hayan replegado en su concha del verso machadiano de esa Castilla que desprecia cuando ignora. La transición comenzaba en medio de aborrascadas nubes. El consenso evitó la guerra civil a la cual los españoles somos tan propincuos. Todo se quedó en batallas de papel y parlamentos de palabras para medro y lucro de la profesión periodística. Los españoles estábamos en agraz en cuestión de democracia. Y no es que no seamos demócratas pero quizás el excesivo interés de mimesis nos llevaba a remedar una democracia a la anglosajona de la cual no existe en verdad tradición por estos pagos. De modo y manera que se confunde la velocidad con el tocino. Los árboles no nos dejan ver el bosque y acabamos todos tirándonos los trastos a la cabeza o lanzando piedras contra nuestro propio tejado. A mí me parece que la figura de Franco aunque hombre de exigua talla física es toda egregia. Pragmático. Cauto. Astuto. Sagaz. Podía tener todos los defectos que sus enemigos que le siguen insultando pero en su poder resplandecía una virtud que eclipsaba cualquier sombra de su conducta o su personalidad: su amor patrio, su rectitud de intención. Quería el progreso económico pero sobre todo el intelectual y la mejora moral de su pueblo. A su régimen le cupo la gloria de haber llevado a cabo la revolución industrial. Creó universidades, primó la investigación, propuso los polos de desarrollo. Quiso llevar a los españoles a la reconciliación. En público se manifestaba pro árabe – entendía aunque no hablaba el chausa del Rif- pero en secreto yo pienso que Sefarad era su pasión secreta en lo que tiene esta idea de concepto mesiánico y aunque denunciara la conspiración judeomasónica amaba a ese Israel que es reino de justicia y de paz. Hay que insistir otra vez en que la religión no tiene nada que ver con la política. La Iglesia esotérica o interior camina a la inversa de la Iglesia exotérica o apariencial. Zion imperio difiere del Israel interior y místico que pronuncia muchas veces al día esa bella palabra: shalom. Él se había formado como soldado y curtido  guerrero en el Atlas, en aquel Marruecos que recordaba al Toledo de las Tres Culturas de Alfonso VI donde brilló la tolerancia y frisó alto el espíritu de Sefarad. El de la tolerancia y la convivencia. Puede que fuera una utopía pero a comienzos del siglo XIII en España estuvo a punto de ser alcanzada la utopía. Pero el concepto de  Sefarad es un proyecto a medio hacer. Algo que nunca acabó de fraguarse. Que pudo ser y no fue. Esto es cifra y compendio del mesianismo judaico en su mentalidad de peregrinación y de esperanza. Al final de la cena de la noche de Pascua los comulgantes de la religión de Moisés no se despiden con un “nos vemos. Adiós”. Dicen: “Hasta el año que viene en Jerusalén”. Todo un misterio como envuelta en un halo de misterio, secretismo y de contradicciones fue la personalidad del general Franco.  Caminó hacia la Jerusalén celeste despreciando la terrestre. Condena de palabra la “conspiración judeomasónica” al tiempo que se muestra amigo de árabes y de judíos al tiempo que su ayuda al pueblo judío cuando el Holocausto, un reconocimiento que se le sigue negando, fue primordial. Como también fueron los judíos y los masones los que le auparon hacia la jefatura de Estado. Al menos de su banquero balear salieron los dineros para ayuda de costa en los gastos de la cruzada. El Movimiento pivotó en torno a tres ejes o capitales que patrocinaron la conspiración: Mallorca, Lisboa y Londres. Y del aeropuerto de Croydon es donde despega el Dragón Rapide. Las guerras según decía Napoleón se hacen con dineros. En ellas tan importante como el valor y la estrategia es la caja.

 

 

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UN REY SUPERDOTADO PARA EL AMOR DECIAN QUE POSEÍA UNA SEXUALIDAD CASI FEMENINA PORQUE ERA INSACIABLE

 

AL REY DON FELIPE IV NUESTRO SEÑOR CUATRO SIGLOS DE SU CORONACIÓN EN 1621

 LOA A FELIPE IV CUATRO SIGLOS DE

SU ENTRONIZACIÓN

 

Cuatro siglos

Han pasado

Cuando en tus dominios

No se ponía el sol

Augusto, dubitativo,

Maneras de gran señor

Católica majestas

Gran cazador

Monterias en los predios del Pardo

Esforzador amador

Cerca de cien hijos naturales

Y diez infantes

Parieron tus esposas

Que morían agotadas

De sobreparto

Sonaba a todas horas

El campanillo del escurialense

Osario

Angelitos al cielo

No estuvo entre tus virtudes

La castidad pero muy compungido

Te arrepentías

Después de novenas triduos y las siete

Horas eucarísticas

Mucho andar bajo palio

Inciensos y procesiones

Y luego ibas a visitar

A tu novia

La priora del convento de San Plácido

Galán de monjas

Y sopas bobas, picarón

dicho y hecho aquí te pillo aquí te mato

libido insaciable

bien dotado garañón

Penúltimo de los Habsburgo

La historia te envidia

Oh felix Austria

que sofocaste la rebelión de Cataluña

Lusitania se dessgajó

No pudo ser

España alcanzó bajo tu cetro su cenit

Velázquez pintaba el aire

Don Baltasar Carlos

El Conde Duque a caballo

Fulgieron las lanzas en Breda

Apoteosis del idioma castellano

Medio mundo parlaba el romance

Y todavía nos temían en Europa

Dejó correr a Rocinante por las campas

De la Mancha don Miguel de Cervantes

Quevedo derrotaba cojitranco por mancebías y tabernas llorando el desden de su amada Lisi

Abocado a ser polvo el amor

Gongora hacía bellaquerías

hermana marica hoy no hay escuela

tras de la puerta

Y era un hombre a una nariz pegado

Felix Austria Felix Hispania

Siempre a caballo toros y cañas

Y de lo que te di con putas y rufianes

Te lo perdí

Pelillos a la mar

Grandioso don Felipe

Que has sido carne de la leyenda negra

Blanco del odio de genoveses, flamencos y judíos

El que te fuese  de putas randy king

pues quien pudiera

               no es baldón que merme tu grandeza

AL REY DON FELIPE IV NUESTRO SEÑOR CUATRO SIGLOS DE SU CORONACIÓN EN 1621

 LOA A FELIPE IV CUATRO SIGLOS DE

SU ENTRONIZACIÓN

 

Cuatro siglos

Han pasado

Cuando en tus dominios

No se ponía el sol

Augusto, dubitativo,

Maneras de gran señor

Católica majestas

Gran cazador

Monterias en los predios del Pardo

Esforzador amador

Cerca de cien hijos naturales

Y diez infantes

Parieron tus esposas

Que morían agotadas

De sobreparto

Sonaba a todas horas

El campanillo del escurialense

Osario

Angelitos al cielo

No estuvo entre tus virtudes

La castidad pero muy compungido

Te arrepentías

Después de novenas triduos y las siete

Horas eucarísticas

Mucho andar bajo palio

Inciensos y procesiones

Y luego ibas a visitar

A tu novia

La priora del convento de San Plácido

Galán de monjas

Y sopas bobas, picarón

dicho y hecho aquí te pillo aquí te mato

libido insaciable

bien dotado garañón

Penúltimo de los Habsburgo

La historia te envidia

Oh felix Austria

que sofocaste la rebelión de Cataluña

Lusitania se dessgajó

No pudo ser

España alcanzó bajo tu cetro su cenit

Velázquez pintaba el aire

Don Baltasar Carlos

El Conde Duque a caballo

Fulgieron las lanzas en Breda

Apoteosis del idioma castellano

Medio mundo parlaba el romance

Y todavía nos temían en Europa

Dejó correr a Rocinante por las campas

De la Mancha don Miguel de Cervantes

Quevedo derrotaba cojitranco por mancebías y tabernas llorando el desden de su amada Lisi

Abocado a ser polvo el amor

Gongora hacía bellaquerías

hermana marica hoy no hay escuela

tras de la puerta

Y era un hombre a una nariz pegado

Felix Austria Felix Hispania

Siempre a caballo toros y cañas

Y de lo que te di con putas y rufianes

Te lo perdí

Pelillos a la mar

Grandioso don Felipe

Que has sido carne de la leyenda negra

Blanco del odio de genoveses, flamencos y judíos

El que te fuese  de putas randy king

pues quien pudiera

               no es baldón que merme tu grandeza