Segovia se volcó en las honras al
glorioso San Frutos
Como es ya tradicional los 25/O,
Segovia vibró en su celebración a san Frutos el eremita que huyó del mundo sus
pompas y sus vanidades para encontrar a Dios en los riscos del yermo de la
pedriza sepulvedana arribes arriba del Duratón.
La catedral estaba de bote. Los
coros cantaron el himno y en la misa pontifical escuchó el sermón que les
dirigió el nuevo obispo monseñor Franco que es una gran orador como buen
escritor. La dama de las catedrales lució esa esplendorosa luz de octubre que
acoge vida, tolerancia, solemnidad, y afán de vida. Tamizada su alegría con esa
luz de Segovia que brilla como en ninguna otra parte del mundo. El sol sale con
ganas de hacer algo y festejar. Pese a lo que algunos suponen el cristianismo
católico no ha muerto en nuestra querida ciudad, tan fervorosa de su patrón y
de la Virgen María que tiene un icono bellísimo presidiendo la baranda del triforio de la nave del transepto, imagen
venerando de estilo bizantino a la cual los segovianos invocamos en nuestras
dificultades desde tiempo inmemorial. Día hermoso limpio y memorable sin
política que infunde esperanza. Su simetría y altura deja a los visitantes boquiabiertos
ante tanta belleza. El 25/O marcó siempre un encuentro con la belleza y el
carisma de nuestra Fe. El bendito Jesús nos demuestra que no sólo hacía
milagros con la palabra, también era un geómetra. Sollozaban los violines y
todos cantábamos el himno a este héroe de la Tebaida que huyó al desierto
cuando la morisma cercaba la ciudad. Fueron a por él pero con su cachava trazó
una señal en la roca y los jinetes musulmanes que lo perseguían se precipitaron
al abismo. Fue la famosa cuchillada de san Frutos, que podrá visualizarse en
algunos de los cuadros que adjunto. Dios estaba de su parte. Y como estuvo
entonces lo estará ahora por más que los tiempos sean más difíciles y aflige a
la Iglesia un cierto donjulianismo. No tengáis miedo, no seáis enagüillas, ni
maricomplejines: la verdad ha de defenderse con la sangre o con la espada. Mostrad
vuestra virilidad y antonomasia ante la hueste que ataca.
La grandeza de la iglesia –
cuidaré del esplendor de mi casa- se sentía en los empinos de las bóvedas de
tracería, los macizos baquetones de Gil de Hontañón, el último suspiro del gótico
tardío que nos hace pensar a los creyentes en la grandeza y poderío de
Jesucristo Rey eternal alfa y omega, sustentáculo de la Redención. Yo pensaba
mientras escuchaba el elocuente sermón del obispo en una frase que aprendí de
niño:
- Extra
Ecclesia nulla salus (no hay salvación fuera de la iglesia. La religión
católica es la verdadera sin lñas contaminaciones de la hojarasca con la que
los malvados nos la presentan.
- Bajo
tu cayado, glorioso patrón nos acogemos y buscamos refugio dentro del manto de
la Madre de Dios
- Amen