
2025-02-12
NIET. NO LANCEMOS LAS CAMPANAS AL VUELO. LA GUERRA DE UCRANIA FUE PROVOCADA POR LOS GRINGOS. RECLAMAN DINERO PERO COMPENSARÁN AL CERCA DEL MILLON DE MUERTOS DE ESTE PICADERO DE CARNE, QUIEN PAGARA A LAS VIUDAD QUIEN ENJUAGARÁ LAS LAGRIMAS DE LOS HUERFANOS. TRUMP ES UN HIPOCRITA NADA FIABLE. SOBRE LA MESA ES UNA CAPITULACIÓN HAN PERDIDO LOS AMERICANOS COMO EN VIETNAM PERO TRATAN DE PRESENTAR SU DERROTA COMO UNA VICTORIA MORAL Y ECONOMICA PERO ESO ME PARECE UNA BLASFEMIA. PUTIN WATCH OUT TEN CUIDADO
HARÁ 20 AÑOS UN GRUPO DE PERIODISTAS FUIMOS A VISITAR LA TUMBA DE LARRA QUE SE PEGÓ UN TIRO UN DIA DE FEBRERO TAL DÍA COMO HOY Y YO ESCRIBÍ ESTE ARTÍCULO QUE AL RELEERLO ME PARECE GENIAL Y NO TENGO ABUELA
LA SACRAMENTAL O EL
CEMENTERIO SIN RELOJES
Don Juan de Mañara reposa la cabeza meditabunda sobre la mano cansada frente a un nicho con nombre de mujer y detrás viene Ciutti el paje portando el brial de doña Inés.
Escenas de amor baldío en el cementerio.
Místicos cementerios españoles embebecidos de romanticismo que no son más que ruina y reliquia del pasado. Majestad solemne y oasis de silencio en medio del crepitante bullicio rodado de la M-30.
Cruces y capillas vacías, aras desplomadas cabe los cipreses. Todos querían que les enterrasen en sagrado y éste es precisamente el origen de la Iglesia Latina y de la Griega: el culto a la otra vida.
Las donaciones pro ánima, libranzas, mandas y bodigos. Otorgo en testamento que me digan misas gregorianas.
De estos sufragios vivían monasterios y parroquias. Oh queridos muertos que fuisteis origen de tanta vida.
Sólo a partir del siglo XIX que fueron prohibidas las inhumaciones en los
recintos eclesiales. Los cementerios que recogieron la tradición medieval del
calavernario cristiano y de la almacabra muslímica son productos de las medidas
higienistas de los enciclopédicos ilustrados. Empezaron a utilizarse cuando son
abatidas las murallas y fueron decretados los ensanches por los concejos
medievales.
-Recalificando estos terrenos al otro lado del río-observa el amigo
banquero de la city que es un púa- para construir pisos de lujo nos haríamos
millonarios, Parrita.
-¿Y dónde echaríamos a los muertos, si se puede saber? ¿Al osario?
- A eso los quemábamos que igual les da. Ya no protestan.
-Pues a lo mejor el Gallardón se lo está pensando. Con sus delirios de grandeza quiere convertir Madrid en una hiper megápolis. Hay que ocultar los muertos a toda prisa pues la muerte, tan humana, a estos mindundis y munícipes les resulta obscena. Fundemos grandes crematorios bajo tierra y en las viejas sacramentales de los barrios “transmanzanarinos” hagamos apartamentos.
Al oro
de este siglo lo llaman poner ladrillos. Con ellos van a construir la torre de
Babel que luego se les quema.
El vivo al bollo. Camino de la huesa los especuladores echaban
cuentas. Nadie guarda luto por el Tenorio en este país de Celestina. Se nos va
la fuerza por la boca y los dineros en putas. Y nos morimos a la californiana.
Anónimos mutis por el foro. Hay que irse sin meter ruido. Ya nos amordazaron
hace tiempo. Oí la siguiente conversación el otro día en el bar de los viejos:
-Parece que Florentino no viene a jugar la partida desde hace unos
cuantos días.
-Anda leche. Como que la palmó el otro miércoles.
Hablando de Roma por la puerta asoma y hablando de Florentino ya está
dando malvas.
-¿Quién fue a su entierro? ¿Quién le cantó el gorigori?
-Nadie. Estaba separado. Su mujer se fue con un negro y no le podían
ver ni los hijos.
Todos nos quedamos un poco de cuerpo presente pero al poco rato siguió el tute y los tahúres continuábamos barajando. PACIENCIA Y BARAJAR. ESO ES LA VIDA
Venimos a honrar a Larra pero no encontramos su sepultura por ningún lado.
Antes, damos vista a la de Zorrilla que es el padre de esta cultura necrófila de nuestra tradición castellana de la cual no quieren saber nada los nuevos españoles tan vitalistas que han optado por ocultar la muerte y maquillar a sus muertos en velorios funcionales.
Comen como cerdos, copulan como simios, utilizan la inteligencia militar para solventar viejas cuentas pendientes entre vecinos, ha vuelto a los patios y a las oficinas el viejo delator de la Inquisición, en vez de parar los pies a los moros y a los etarras con la bomba, se asesinan a la sombra de Caín pues nacimos en país de rencores y mueren como herejes sin dar un cuarto al pregonero.
Y luego nadie les llora. No quedan plañideras de oficio. La muerte no vende excepto para tus enemigos que se mueren de ganas por ver tu esquela en el matutino, o los especialistas en obituarios que forman sección aparte en el nuevo periodismo, según las nuevas modas impuestas por el gusto del imperio y las pautas de la cultura urbana. Don Emilio Romero Maestro nuestro que se murió otro trece de febrero, ya digo, lo mismo que Ramón Gómez de la Serna, no tenía por costumbre ir detrás del coche de respeto en ningún entierro.
“Por no ir no iría ni al mío”, le
escuché decir, y en paz descanse, una vez con esa sorna de las Morañas, capital
Arévalo, que Dios le dio. Tampoco yo, pero a la fuerza ahorcan, Director,
dondequiera que estés.
A todo esto, José Zorrilla se reveló como gran poeta previamente en el sepelio de Larra. Leyó unos versos en los que suena la campana del romanticismo como movimiento literario y algunos entusiastas de la literatura lo pasearon por la calle de Alcalá a hombros.
Aquellos sí que eran tiempos. Un buen soneto te labraba un porvenir. Escribir puede que siempre sea llorar en este país pero don Mariano José Larra creo que se quejaba demasiado porque en contra de lo que suele ser pauta por estos tesos ganó muchos duros con el ejercicio del periodismo.
Supo sacarle partido a la literatura. Un genio precoz y con buen golpe de vista.
Ahora, verdaderamente escribir, siempre para el cajón sí que es llorar. Y a lágrima viva.
Este oficio siempre estuvo en colusión con el de la prostitución. Ya lo decía Romanones: pasen los periodistas y coman.
Pero ahora el correlativo es mayor que nunca. O si no miren para la caja tonta y observen soporíferos el interrogatorio de las anacondas de la alcahuetería nacional que se sientan mesa camilla frente a un famoso previo pago de millones y destripan su vida íntima.
Aquí ya nadie tiene pudor. Se dicen periodistas
todas esas/esos/sexos/epicenos pero no viven del noble oficio de la información
sino de la tercería arrimando putas y violadores mandingas al cajón contando
sus amores con la peluquera del negro que acaba de descender de la patera. Como
se refocilan, como hozan llevados de su morbo. Es febrero y ya macha el ajo la
cigüeña en los altos pabellones.
Navas se echó el enésimo pito y qué bien sabe y huele en un
lugar como éste en medio de los que han dejado de fumar un cigarrito. Brindis
al sol pues se piensan los enemigos de la venganza de los indios, tan repugnantes
en su anti tabaquismo como recalcitrantes antaño en el vicio, que dejarlo les
hará inmortales. Sí. Sí. No cometas, José Luis, la tontería de abandonar el
humo como he hecho yo.
Las que sí que lloran son varias mujeres de piedra que hacen cordón en torno a la sepultura de don Ramón de Campoamor. El autor de las “Doloras” era un caso con las mujeres ¿Qué las daba el vate de Navia? Pues a Castelar le pasaba lo mismo.
Poseía un atractivo especial para las féminas sobre toda ponderación. Debía de ser cuestión de piel. O de centímetros.
Hasta muchos años después de su muerte siempre podían verse flores en el lugar que estaba enterrado. Y este lugar de la sacramental de San Justo podría ser un parnaso o un Olimpo, o formar una tertulia con el maestro de Pombo.
Larra decía que España vive en el café que es el mejor lugar del mundo para perder el tiempo y darse ínfulas. Pues aquí tenemos a todos nuestros ilustres de cháchara en el café de la eternidad donde los pincernas son los verdaderos ángeles de la palabra y cuya única libación es la ambrosía, una borrachera feliz sin resaca.
Las
palabras no suenan, las hojas de los árboles no se mueven, son difuntos, pero
esto es una invitación a que lean por favor a todos los románticos del siglo XIX.
La estatuaria de algunos sarcófagos está que da pena. Una mujer aparece desnarigada. A aquel ángel le quebraron un ala de un cantazo y esa pobre viuda desconsolada luce el orificio de una bala de máuser que atravesó el moquero con que jugaba las lágrimas por su marido mientras suspiraba con alivio, ya pasó todo, y miraba alegre para el horizonte.
La viuda rica
que con un ojo llora y otro repica. Se parecía un poco a Laurita Valenzuela que
mejoró bastante de aspecto cuando murió el pobre Dibildos y cuyo riguroso luto
la hace más atractiva y lleva ya muchos años sin ponerse de alivio. A los lutos
le saca pelas.
Clarín, que en muchos aspectos supera a Larra que como buen afrancesado era seco, frío y descarnado en acuidad, sarcasmo y ternura, describió la escena del pobre marido que apenas la espicha ya sabe que su mujer se va a ir con otro.
Clarín no está aquí, en este panteón de Ilustres.
Está en un recodo del cementerio de San Salvador de Oviedo. He acudido a ese
triste monte al pie del Naranco un par de ocasiones.
Por este lugar pasó la guerra civil. Algunos salvajes la emprendieron a tiros o a martillazos contra estos solemnes ejemplares del arte de Fidias por inquina a los burgueses.
Pienso en la dama que asiste a su marido en el último momento ataviada a la moda fin de siglo con miriñaque y polisón. El hombre se muere sobre un sofá, reclina su yerta cabeza sobre un almohadón cuyos pliegues recoge el mármol esculpidos casi con mimo, y la escena forma un conjunto de perfecciones esculturarias como no se hayan visto jamás en el vaciado del género fúnebre.
La escena es de un singular patetismo. Es el
instante perfecto de la última agonía, del último suspiro.
A uno se le encoge el corazón ante tanto epitafio pero mientras Navas acaba su cigarrillo y yo canto el responso gregoriano que ha sonado millones de veces, cuando teníamos Iglesia verdadera y no tanto Wojtyla, dentro de este recinto años y años hasta que vino el puñetero concilio, una banda de gorriones juega bajo la sombra de un ciprés y cerca de una cripta cineraria que tiene forzada la verja de hierro y un altar se ve profanado allá abajo, como si tal cosa.
Se conoce que el sitio tiene frecuentadores poco recomendables, los
amigos de lo macabro, los profanadores sacrílegos y aquellos que se ciscan
sobre las lápidas, le dan al botellón, coitan o invocan al Príncipe de las
Tinieblas a lo furtivo. Están muy de moda las misas negras donde se invoca a
Belcebú.
El señor del Bilbao Vizcaya sigue a lo suyo; es el que con buen ojo clínico dice que estos terrenos recalificados valdrían un potosí, y él, que estuvo de delegado en Londres, no habla a humo de pajas. Nos explica cómo él ganó pelas a porrillo cuando la devaluación de la libra esterlina el año 67. Ya ha llovido.
Tuvieron la culpa los gnomos de Zúrich. Muy perspicuo nos salió el
renovero. Cabe recordar que los Rothschild mediante una banda de palomas
mensajeras de la primera agencia Reuters que llevaron a la city la noticia de
la derrota de Waterloo, dándole aviso para comprar a la baja, basó entera su
fortuna.
Hablar de tales menudencias entre gente que ya no cotiza y entre
toda esta panda de millonarios que yacen por estos nichos, es una forma de
espantar el cenizo y conjurar la presencia callada de los “muchos” en esta
inmensa Casa de Todos. Siempre impone ir pegando tumbos sobre las tumbas aunque
sea en una mañana diáfana como ésta que sólo da Madrid cuando se barrunta casi
la primavera y a una hora tan solidaria como es la del vermú.
¿Dónde cantarán a estas horas los gallos de don Emilio? ¿Desde qué bardales del alma alzarán el grito? No pisaba un camposanto jamás. Ya se sabe que por fuerza o de grado todos hemos de asistir a un entierro. Al nuestro. Antonio D´Olano, colega y sin embargo amigo, piensa lo mismo. Como buen gallego también le tiene una cierta prevención a la Santa Compaña. ¿Cómo estás, príncipe? He perdido veinte kilos. ¡Qué barbaridad.
Este paisano de Fraga y del
cardenal Rouco siempre tuvo fama de parlamentar con mucha retranca y
nunca sabes si sube o baja. Ahora siempre que ve a uno le larga qué barbaridad,
su actual coletilla.
Por fin dimos con la dichosa tumba de Larra. Allí nos presentamos con nuestras flores, nuestras cámaras y nuestro silencio.
Amestoy temblando su voz en un papel leyó su maravilloso padrenuestro del periodista.
Sí; que Larra esté en los cielos, que nos aguarde allá mucho tiempo y que nos perdone nuestros plagios. Las nueve musas debían de escuchar con unción la dulce plegaria laica- pues en laicos tiempos vivimos- del querido Alfredo, un seductor de la palabra hablada y del gesto por la televisión. Nadie le ha superado en ese difícil arte de la comunicación a este vasco de la melena rebelde hoy algo canescente pero tan fuerte y tupida como entonces.
Viva la literatura y que sigan volando sobre
nuestras cabezas las nobles becadas camino de Basauri y todos esos nobles
pájaros locos que envió hacia Castilla la noble, la acérrima Vizcaya.
Los del 98 se acercaban hasta aquí con sus versos y nosotros queremos volver por donde ellos solían a suplicar la libertad de España.
Nosotros somos
de una generación más modesta, los del 68, pero tan empecinada o más que
nuestros predecesores los cuales no hubieran de bailar con una tan fea. Somos
los locos chiflados de Larra, los desfacedores de entuertos, los que adarga en
ristre pugnamos contra los zaguanetes malandrines que han tomado al asalto el
templo de la libertad, esos predicadores de la uniformidad del pensamiento
único.
Recordad que no sois más que ceniza.
Aquí yace media España; murió de la otra media. ¡Qué cosas! Esa frase sólo se le pudo ocurrir a un genio que leía el pensamiento encabritado del alma nacional anticipando el futuro guerracivilista y frentepopulista. Ahora, a efectos del pensamiento totalizado, no quedan dos Españas. Están muertas las dos y el Pensamiento Único las vela de cuerpo presente.
Han fusilado unos cuantos millonarios y unos banqueros que traen del ronzal atraillados a iconos de la imagen y los hacen pasar por periodistas a la alegre libertad. Pero de pronto un pajarillo sobre el tejado de un panteón rompió a cantar.
Milagro. Todavía no es primavera. Si yo fuera
Larra - y por poco no lo soy por algo tan baladí como una triste consonante
inicial de nuestros apellidos- escribiría La Nochebuena de 1836 o Día de Difuntos. Me atendría a las enseñanzas que nos legó el maestro: ser liberal, no
vocinglero; literato y no pedante; escritor y no amanuense de las ideas que me
dicta el marketing; seguir el camino de la recta razón y de tu conciencia.
-Pides la luna, Parrita, en estos tiempos que vivimos
-Pura deontología profesional.
-Pero ¡qué dices! Esas palabras largas de raíz greca no las entiende
ni su padre. Hay lectores que se quejan de no saber lo que es la locución
adverbial ad hoc. Eres un iluso. Además, escribes largo y sesquipedal.
-Yo escribo como me da la real gana. Si la gente no sabe castellano, si cree que basta con sacar oposiciones para obtener un curro y tumbarse a la bartola, eso forma parte de la incuria nacional que tanto fustigó Fígaro. Soy un estudiante perenne. La curiosidad me mantiene vivo.
No me preocupa si desean ahorcarse o quieren seguir tirando de la collera. El personal se ha vuelto muy burro. Es su problema. Fuera de eso, vivimos en tiempos complicados y las explicaciones no han de ser sucintas. Puedo hacer entregas más breves, casi mínimas, pero no me lo pide cuerpo. El que me quiera que me compre. Quien me conozca que me siga.
Eso, por contera, era el vicio que me achacaba Luis Foix, ese catalán que se pasó la vida refritando al “Times” y yo no refrito nunca. A lo más, le doy la vuelta a las informaciones.
Desconfía y atinarás. Pero ni Foix, las butifarras, ni todo el Opus ni toda la Escuela de Navarra me enseña a mí periodismo. Yo busco la excelencia. A pulir el idioma me enseñaron los americanos.
Acaso la mejor enseñanza que saqué en conclusión del tiempo de
marjales de Staten Island. En Manhattan aprendí a trabajar la prosa como hace
el New York Times. En aquella orilla me convertí en picapedrero de la palabra,
un oficio que tiene tanto que ver con el de orfebre. Cejas altas soy. ¿Me sigue?
-No. Lo tuyo hubiera sido dedicarte a la filosofía.
-La vacante está cubierta por los hijos de Julián Marías y otros
aristarcos en adobo que tratan de explicar lo que ocurre en nuestros días.
-Pues que le den por el saco. I am number one. El Luis
Miguel Dominguín de este ruedo virtual. ¿Se entera?
-Joder con el tío. Encima de chulo, entrometido.
Embelesados en estas consideraciones y tuteos alcanzamos la salida del lugar y otra vez nos perdimos. ¡Vaya un día!
A la puerta intenté restregarme la albardilla de un osario que se me había pegado a los zapatones. Según la ley de Moisés, el que toca un cadáver se vuelve impuro pero yo no toqué un cadáver aunque esté rodeado de cadáveres ambulantes todos los días.
La muerte os hará libres, “Arbeit macht frei” que era lema de los centros penitenciarios nazis. Había un letrero en el dintel que no quieren mirar muchos pero que yo vi y era cifra y compendio del Läger. Al final, siempre nos aguarda un campo de concentración. Tod macht frei.
Un aire colado subió desde la panza oculta del Manzanares. El sabio en su retiro y el villano en su rincón. Nuestra norma de vida. Soy periodista. Paso la mayor parte de mis días escribiendo lo que no pienso y haciendo creer a los demás lo que yo no creo. Haz lo que yo diga y no hagas lo que yo hago. ¡Vaya un cura! Sí, señor. Nuestro oficio tiene algo de sacerdocio pero empezamos a hacer curas que ofician el sacramento de una religión muerta, la de la libertad.
Lo que admira uno en Larra es su
sentido de la anticipación. Dijo que el periódico es el mejor archivo de los
conocimientos y si hay en este siglo un modo de ser ignorante es no leer ningún
periódico. Debería de estar pensando en Internet.
-Un momento. El conocimiento allega dolor.
-Pues también es verdad. Los más felices de este mundo, los analfabetos. Pero, Larra, anduve tus mismos pasos. He ido mucho a misa a la iglesia del Desnudo donde usted se casó con Pepita Wettoret un 12 de agosto de 1829 a la que dejó por Dolores Armijo. Y reclino la cabeza junto a un libro como el Doncel de don Enrique el Doliente una novela autobiográfica que retrata esos amores y que va Leticia y se la regala a Felipe como arras de pedida.
Es lo peor de tu producción porque Larra no eras novelista o al menos
no se te desarrolló el instinto narrativo pues moriste en la mocedad. ¡Qué
cosas! Aquellas guerras carlistas te hicieron suspirar por la dorada edad media
de la misma forma que yo trato de ignorar las bombas de eta y el berenjenal de
la política española con sus farfollas y enrevesamientos que sólo entienden
masoquistas y mentes revesadas. Trabajo entre una víbora y una culebra. Llego a
casa y me ladran las tres trujillanas que guardan mi solitario jardín. Destinos
bien similares, pero te garantizo que por ahora no pienso pegarme un tiro.
-Lo que os pasa es que sois unos pardillos. Que vais para viejos que
vivís una vida indolente y oculta.
-Cuidado no me mientes la bicha, que lo que yo digo va a misa. Después
de tiempos vendrán tiempos. Estamos viejos, achacosos, fondones pero nuestro
espíritu es joven. En la ilusión seguimos siendo misacantanos seminaristas.
-Eres un filosofo. ¿Por qué escribes? ¿Para guardar en el cajón?
-Soy masoquista. Además, en este país nunca se sabe lo que puede
pasar. Cambian muy de golpe las tortillas.
Pusimos fin a estos coloquios y deliquios en una reunión de hermandad
en un chigre del Puente de Segovia y allí iba a saltar una anécdota digna de la
pluma de nuestro homenajeado. Era un bar regentado por uno gallego, no por uno
de esos gallegos finos de Puentedeume o de Mondoñedo como es Olano, sino por un
gallego chambón, de esos brutos afiladores orensanos que luego se metieron a
cantineros del mandilón. Por unas raciones de pulpo, algo de jalufo y unas
cervezas nos clavó 22 euros por barba. Al salir montó en cólera contra nosotros.
-Se estuvieron ustedes riendo de mí.
-¿Por qué?
-Estuvieron más tiempo del convenido y, además, arrimaron las mesas
más de lo conveniente.
- Carallo ¿Y?
-Esta comida en otro restaurante les hubiera salido a más de dos mil
duros cubierto.
-¡Qué barbaridad!
Amestoy, al que todo el tiempo le estuve observando por la elegancia con que sabe tomarse un ribeiro (al vino como rey y al agua como buey y él tiene gestos de señor) de la misma forma que aguanté a Antoñito D Olano hablar mal de todo quisque, una atavismo suyo, miraba para el ventero gallego que nos apostrofaba hecho un energúmeno con cara de circunstancias.
Era una supina contravención de la ley de las tabernas, tan importantes entre nosotros, las normas de la hospitalidad y las reglas de urbanidad que mandan dar de comer al hambriento y de beber al sediente y reparar las fuerzas de los que acaban de venir del funeral por aquello del muerto al hoyo y el vivo al bollo.
Como para partirle la cara, vamos. Pero en vistazoalaprensa.com siempre tan altruistas dimos callada por respuesta, pero el tipo en otro figón hubiera sido acogido en sus monsergas con otro tipo de respuesta más contundentes. No se puede pisotear el derecho de los que van a los figones de esa forma. Y Larra, cuyo humor satírico revoloteaba por los alrededores, se hubiera despachado con uno de sus certeros artículos a la media vuelta. Esto no cambia.
Seguimos viviendo entre
mesoneros, mozos de cuerda y ninfas del cantón me refiero a las televisivas
inalcanzables claro está pues las otras hacen siempre la vida más llevadera.
¡Qué país! Volveremos a vernos el año que viene otra vez en Jerusalén digo en
la sacramental transtiberina. Esperemos no perdernos por entre los arriates de
cipreses y las hileras de nichos.¡ Viva Larra! A la pocilga del jalufo y del
gallego mal encarado y transmanzanarino fronterizo no volveremos. Nunca mais.
Por estas.
Entre candar el sepulcro del Cid con siete llaves y abrir la tumba de
Larra pienso al revés que Ernesto Gimenez Caballero que lo que cumple aquí es
levantar la losa de los dos sepulcros. La España heroica y la liberal. A ver si
así dejamos correr un poco el aire. Falta nos hace.
Antonio Parra
26 de febrero de 2005
Antes de una
venganza, cava dos tumbas
17 de Diciembre del
2019 - José Antonio Coppen Fernández
Nos lo advirtió Confucio: “Antes de empezar un viaje de venganza,
cava dos tumbas”. Por eso, no se debe dudar, la forma más sutil de la venganza
es el desdén, o sea, la indiferencia, el desprecio. Cuando alguien nos causa un
daño lo mejor es huir de proceder a la revancha. Y nada de pensar en esa cita
de la que tanto se abusa: “La venganza es un plato que se sirve frío”, que
proviene de una novela del siglo XVIII titulada “Las amistades peligrosas”,
escrita por el oficial francés y general del ejército Pierre Choderlos de
Laclos. Hemos de reconocer que, con el paso del tiempo, la reacción suele
apaciguarse y, aunque no todo el mundo consigue perdonar a sus agresores, son
la distancia, la resignación o la inteligencia las que ponen de su parte tierra
para enterrar el daño infligido. “Si murmurar la verdad aún puede ser la
justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de
los cobardes”, así nos lo dejó escrito Jacinto Benavente.
Hay que decir sin más dilaciones que la venganza ha formado parte
del comportamiento humano desde sus orígenes. La literatura la ha usado a lo
largo de su historia, de las tragedias griegas al Hamlet de Shakespeare. En la
historia hay muchos ejemplos de venganza. Uno de ellos lo encontramos en la
ópera de Giuseppe Verdi “Un baile de máscaras” ("Un ballo in
maschera"), siendo el autor del libreto Antonio Somma, que hay que tener
muy en cuenta. El caso es que el rey de Suecia, o sea, el rey Gustavo, se niega
a tomarse en serio las advertencias del conde Anckarström, su confidente más
cercano, sobre el complot de asesinato que se cierne sobre él. Pero el
descubrimiento por parte de Anckarström de que es el rey el amante de su
esposa, Amelia, hace que el conde se una a la conspiración. Otro caso de
venganza los encontramos igualmente en el argumento de otra ópera,
"Rigoletto".
Perdón por desviarme, advirtamos que si nos encontramos con un ser
vengativo, debemos tener muy en cuenta que no olvida, ya que son muy dañinos,
rencorosos: “Esta se la guardo”, es una de las expresiones habituales. Está
dicho que la venganza es una justicia salvaje, pero no solo por las tragedias
que provoca, sino por los efectos destructivos que causa en sus agentes, porque
persigue un objetivo injurioso antes que reparador. Es claro que ese ejercicio
simultanea las condiciones de víctimas, de juez y verdugo, porque pierde el
rumbo. Es mucho más juicioso y rentable invertir todas las energías en el
cultivo del perdón o de ese eficaz sucedáneo que es el olvido.
GRIMORIO
RIMORIO ASTURIANO
Un antiguo manuscrito
encontrado en un hórreo de Cudillero. (E-book)
Antonio Parra
ISBN: 978-84-95679-97-0
pedidos@editorialmanuscritos.com
PVP: 7€
(E-book)
pedidos@editorialmanuscritos.com
Hay dos clases de magia la negra que llamaban los latinos
"defixio", condenada por la Iglesia, y la blanca, que tuvo una gran
tradición entre los escolásticos.
Parece ser que el cultivador primordial de
este género en literatura castellana fue el Marqués de Villena del que se decía
que ni palabra mala ni obra buena. Esta magia natural está relaciona con la
filosofía a y es acaso el comenzar de la Ciencia. Este antiguo texto olvidado
fue escrito por el P. Castillo del Colegio de San Isidoro - un tirocinio para
la formación de aspirantes al sacerdocio- y fue revisado por un padre jesuita
anónimo que hizo alumbradas o notas al margen que son más interesantes que el
propio libro y que son un testimonio de la época y de la Asturias de mediados
del XVIII. Magia Natural y Filosofía Oculta no
pasó el escrutinio del censor, que debió de ser un hombre de humor.
Lo encontré en el hórreo de la casa de mi
mujer. Carecía de portada y de la página de respeto por lo que en un principio
lo di cómo anónimo, pero tras largas pesquisas di con el autor. Existe un
ejemplar en la Biblioteca Nacional pero es de edición posterior. Con respecto
al mío he de confesar que lo perdí o me lo robaron. Sin embargo, me honra haber
tenido la suerte de ser el descubridor de una joya literaria tan desconocida y
que pongo ahora, lector, en tus manos en la seguridad de que podrás pasar un
buen rato. ¿Pudo ser el padre Isla? Tal vez. El estilo de sus
"perdigonadas" hace pensar en el insigne autor de "Fray
Gerundio". Ustedes juzguen.
Por mi parte, basta pero por mi parte me
enorgullecer la honrilla de haber puesto un granito de arena en la historia de
la literatura castellana. La edición es de 1733 pero las apuntaciones fueron
redactadas en 1789 un año determinativo para la Humanidad. Lo que realza el
posible interés de mi ensayo.
..........
ANTONIO PARRA (Segovia, 1944)
LA GRAN BIBLIOTECA
QUEMADA POR LAS HORDAS MARXISTAS DEL Seminario ovetense Posted: 18 Dec 2019 10:32 PM PST Don Antonio Viñayo González o el hombre de
la biblioteca del Seminario (III)
8 de Diciembre del
2019 - Agustín Hevia Ballina Por hoy, pongo fin a mi visión enaltecedora de la figura eximia
del profesor y bibliotecario don Antonio Viñayo, ayudada por la del profesor
Fernández Cardo. En el Seminario, rezumante de cariño y afecto, quiero dejar
constancia, de que a la labor callada y perseverante de don Antonio Viñayo se
debe la Biblioteca del Seminario, iniciada por el P inefable profesor don
Rosendo Riesgo Flórez, a cuya labor dio continuidad don Antonio, mimando a
aquella incipiente y naciente criatura, como a la niña de sus ojos y a la que
se entregó, con alma vida y corazón, superando en unos cientos de volúmenes a
la Biblioteca seminarística que había perecido en el Seminario de Santo
Domingo, posesora en aquel vetusto Seminario, de unos diez mil volúmenes,
cuya enseña y bandera ostentaba un ejemplar de la Biblia Políglota
Complutense, que había sido encomendada en su confección y labor imprentaria
por Felipe II, el Rey de las Españas, en cuyos dominios “no se ponía el sol”,
al ilustre filólogo y eminente hebraista don Benito Arias Montano. Aquella rica Biblioteca, que había sido enriquecida con la
Librería Personal del Obispo ovetense, nacido en Tiñana y trasladado en sus
primeros meses a Laviana, don fray Ramón Martínez Vigil. Allí se custodiaban
hermosas fuentes para el estudio de las Humanidades, la Filosofía y la
Teología. Allí habían encontrado cálido cobijo libros que habían acompañado
desde su estancia en Filipinas, los andares del Obispo Fray Ramón, a la que
acompañaban ricos gabinetes de Historia Natural, venidos también de
Filipinas. Aquella Biblioteca había corrido el tristísimo sino de ver cómo
las llamas calcinaban los venerandos volúmenes, que, en sus anaqueles
encontraban cobijo, recuperaba, en los ámbitos más lucidos del Convento de
Santo Domingo, en las inmediaciones del Claustro dominicano, la vocación y
tradición bibliotecarias de la Iglesia Asturiana, contemplándose como en un
espejo, casi con envidia, en la Librería Capitular o en la del Benedictino
Monasterio de San Vicente o en la Jesuítica Biblioteca de la Compañía de
Jesús o loslibros valiosos de las conventos Franciscanos de Tineo, de Avilés,
de Oviedo o del Colegio villaviciosino de San Juan de Capistrano o en la
Univesitaria que, exhibía, entre otras, las joyas bibliofílicas del Mariscal
Solís, de Murias de Aller, pilares de la bibliofilia de la Iglesia asturiana. De aquella Biblioteca y su vacío, generado por las horribles y
estremecedoras llamas, que han dejado reducidos a cenizas libros que
resultaban gloriosos, que, en los nuevos recintos seminarísticos del Prado
Picón habían, cual mítico Ave Fénix renacido en la novísima Biblioteca, cuya
herencia asumía y en ella, una persona ilustre en los ámbitos astures, la
figura prócer de don Antonio Viñayo González, de quien no es posible otro
reconocimiento más que el loor y alabanza suma, por haber asumido los
sacrificios, que traía consigo la formación el nuevo recinto seminarístico
del Prado Picón, donde el Obispo Arce Ochotorena había hecho colocar, por el
año 1942, la primera piedra del renaciente de sus cenizas del Seminario de
Santo Domingo, para albergar a cientos de expectantes clérigos, que abrían
sus almas a la vocación sacerdotal. Lugar de privilegio en el nuevo Seminario lo ocupó la
Biblioteca. Un grupo de seminaristas, incipientes voluntarios, a la sombra de
don Antonio, asumieron cometidos de dar vida a la nueva Biblioteca, aplicando
los más estrictos criterios de la moderna biblioteconomía, sobre las bases de
la nueva fundación y organización de este como templo del saber y de las
ciencias. La labor de los seminaristas vino a cundir en la más cumplida
recolecta de grandiosos frutos. La inauguración de la Biblioteca en 1948 fue
el premio reconocido a una labor ímproba, a un trabajo esmerado, a unas
consecuciones de frutos, que nadie habría podido imaginarse, siquiera
posibles y, por ende, llevadas a culminación. Hemistiquios de versos isidorianos ornarían las paredes
grandiosas de la Biblioteca, donde constituyen reclamo para la filosofía de
este ámbito del saber: “Traté de reunir tantos miles de libros como las
legiones tienen de hombres enviados a las armas” y esta constatación de
impactante verosimilitud: “Miente quien diga que te ha leído toda”. “Aquí
irradian fulgor los venerandos volúmenes de amadas leyes”. El bibliotecario
Viñayo pone el énfasis de su cariño por la biblioteca en este como poema en
prosa, en que las figuras retóricas se sustentan en la personificación y en
la prosopopeya, punto de partida y, a la vez, meta de una labor de gigantes
subyacente a la acción de don Antonio Viñayo y al equipo de Bibliotecarios,
que tan la letra absorbían en sus ilusionadas mentes las orientaciones del
maestro. Agradezco a don José María, que, entre tantas perlas referidas a la
Biblioteca del Seminario, haya resaltar esta loa o alabanza de la Biblioteca,
tan querida y amada por don Antonio Viñayo. En estos términos cifra la
entrega de su alma a su Biblioteca el tantas veces mentado y eximio don
Antonio: “Y tú, Biblioteca del Seminario de Oviedo, a quien va confiada la custodia del manuscrito de estos apuntes, sigue tu marcha ascendente. Tú, como nadie, sabes guardar secretos y leer sentimientos. Amor primero de los años mozos de quien todo quiso ofrecértelo, conoces, tú sola, los sacrificios que costaste, el corazón que exigiste y las pruebas que demandaste; desde los treinta mil kilómetros de peregrinación, hasta doblegar los hombros, que tú cargabas con pesos no siempre livianos; desde la incomprensión hasta el insulto y el desprecio. Exigente te mostraste y no te lo reprocho, quien solo quisiera junto a ti vivir, y a tu puerta reposar cuando sus ojos se cierren para siempre y no puedan leer tus tesoros, cuando sus manos se vuelvan rígidas e incapaces de cuidar tus volúmenes, y, arrebujado en el manto de las losas, desde la cátedra del polvo y del olvido, ejercer el último y más eficaz magisterio, y señalar el Santo Crucifijo que te preside y gritar silenciosamente en el cuenco del corazón de todos los lectores: ¡Jesús, Maestro!, mentitur qui te totum legisse fatetur; (Miente quien proclame haberte leído entera) y, desde allí, escuchar el ángel de la trompeta, recoger los pedazos de vida y de piel que en tus anaqueles dejó, y entrar con Cristo en la Gloria a leer eternamente el libro, que nadie en la tierra fue hallado digno de abrir”. ESPAÑA MI NATURA |