PASCUA DE SAN PEDRO
Celebramos san pedro y san pablo once días después. Resplandecieron las dalmáticas y el Espíritu Santo estaba arriba en el sabaoth en cuyas proporciones reverberaba, milagro de la ortofonía, la voz del diácono.
El patriarca, hecha la genuflexión, salió a bendecir por la puerta de los dones y alguno de los fieles presentes carismáticos pudo divisar las barbas del Altísimo.
Dios Padre se pasea encaramado en lo más
alto de la bóveda de luneto. Una golondrina cruzó rauda los ánditos y por el
portal de atrás se escapó. Bendito seas, Señor, que te manifiestas a los
humildes y desdeñas al poderoso y triunfador. Porque el diablo seguía jugando a
las cartas en Kiev y en Washingtón. Ton. Ton.
De allí llegaban gritos y amenazas que
conminaban a los pobres españoles que no entendían nada a pagar las guerras del
amo gringo norteamericano.
El Zanahorio del
bisoñé triunfal era muy cínico y muy suyo. Os lo vamos a hacerlo comer con
patatas y hubo revueltas por las riberas del río Tajo. Que te lo crees tú. Pero
un holandés risitas y con cara de yesman adulador le sostenía al déspota el
sillico mientras meaba, Donald tú andas mal de la próstata.
El otatonto el que
cambiaba el agua al canario llamase Rute y es un maldito holandés enemigo de
España criado a los pechos de la gran sinagoga de Ansterdam.
Pese a los nubarrones de la política internacional,
por estos tesos, sin novedad en el frente.
El personal hacía las
maletas para irse de vacaciones. La luz del sol brillaba más que otros años y
los expertos erre que erre seguían especulando sobre los riesgos del cambio
climático que traerá a la tierra un deshielo general cuando se derritan los
polos. Pero los campos estaban hermosos. Decían los campesinos:
─Este año de avena,
cebada y trigo habrá un cosechón.
En Torrepacheco se lió
la de dios es cristo entre moros y cristianos. Los judíos no los moros, son los
incitadores, están detrás (a mí me parece) de estos disturbios y del cambio
climático.
Desde la guerra de los
seis días no hacen otra cosa que conspirar. La madre del cordero de las inmigraciones
masivas y del terror del milenario estaba en el sanedrín de Washington.
Aunque nos acusen de conspiranoicos diremos
que esa gentuza vive de hacer la guerra de arruinar países y de poner hermano
contra hermano como en Palestina y en Ucrania. Puesto que son duchos en tirar la piedra y esconder la mano.
Por lo que a mí
respecta yo ya no yago en mi mazmorra. Vino el gran Eleuterio el día de Pentecostés
y quebrantó las cadenas que me amarraban al foso de los leones. Escapé aprovechando
el momento en el cual el Carcelero de la Venganza salió fuera de la Cárcel a echar un cigarro.
Por eso me encuentro a
la sombra pero de un lugar más benigno e idílico que aquel presidio al cual fui
conducido tras una denuncia falsa. Es la sombra del Monte Pinariego no la
sombra del Hacho.
Percibo desde mi celda
monacal el arrullo de las olas al romper contra los recifes y si me asomo al
ventanuco veré a bañistas o a corredores calistenia que hacen futin, la vida es
un maratón, sobre la arena blanca del estero.
Las cornejas siguen
empollando un runrún que no para en todo el día sus huevos sobre la quima del
viejo carvallo del jardín central. Ya va para dos años que me operaron de cáncer
de próstata y a mis ochenta y un años estoy hecho un chaval y con ganas de dar
guerra aunque me cuesta mucho trabajo escribir una novela en la cual el
protagonista y deuteragonista soy yo, porque en la vida me ha gustado siempre
ser Juan Palomo. Yo me lo guiso yo me lo como.
miércoles, 16 de julio
de 2025