2010-09-20

cansancio de un español, Estará dios dormido, me aflige el silencio de dios

ULTIMOS DE FILIPINAS




No queda nada. Acaso sea yo como aquel teniente López que seguía ostentando la bandera española en un destacamento tagalo cuando se había firmado el armisticio por el ignominioso tratado de Paris 1898 y nuestras fuerzas se rindieron a los americanos. Mi buen teniente no se había enterado. Han ganado los americanos, ya lo ha dicho Bulgakov. Vagabundeo por las tabernas de Madrid y a las puertas del Cortes Inglés piden limosna una jarca bien organizada de gitanos rumanos.

Llegan en unas furgonetas. Les descargan y todos traen en la mano una muleta pero no hay ningún cojo en la cuadrillas, simulan cojera y son unos pedigüeños profesionales. Cuando vienen los guardias corren como diablos. A las ocho termina su jornada laboral, regresan los de la camioneta y vuelven a meterlos en las DKW.

Veo que la gente española es tan boba como misericordiosa y las señoras depositan unas monedas en el jarrillo de los vergonzantes. Acaso lleve razón Zarkossy. Se puede ser caritativo pero nunca tonto. Es más se le han echado a Zarkossy que para mí es un valeroso petit juif que defiende a la gran Francia con un par de cojones. Se me atragantan las escenas, pero yo soy el último de Filipinas, no arrío bandera y derramo lágrimas sobre los muros de la patria mia.

Sopla un terral vespertino que viene a recordarme los pecados de mi vida. Llevo un cristo en el bolsillo y se lo enseño a Santi el zamorano. Contestación del bueno del camarero:

-Ese es un hijoputa.

La blasfemia me hiere las meninges. Me hubiese llevado a la pistola y dejar a aquel menda seco comiéndose su gran bocaza pero hay una fuerza instintiva que me empuja al perdón y a la mansedumbre del crucificado.

-Hombre por qué dices eso?

Santi no contesta pero le recuerdo que si el improperio lo hubiera pronunciado sobre las barbas de un mahometano creo que este Zamorano no se hubiera atrevido porque le hubiesen arrancado su cabeza de garbanzo. Cristo Jesús te escupen en el rostro y tú no dices nada. Esa es la gran diferencia entre ellos y nosotros. Cristo está lleno de dulcedumbre y ellos nos enseñan los dientes cargados de agresividad. Vivimos corderos entre lobos.

- Gospodi pomiluy- murmuro mis kyries en ruso

Ultimo de Filipinas y cercado por los cuatro puntos cardinales de puntos filipinos, deambulo por la ciudad; yo pienso en el teniente López y su amor a España me reconforta. Me arrastro hasta la iglesia del Buen Suceso que es hoy de ucranianos. Me ocurre un incidente a la salida del templo. Y por poco me sacuden. Cristo bendito- hombre por que dijiste eso, por qué me golpeas- me saca de unas garras infernales y con las mismas me voy a ver a Olga, Olionka Romanov, la biznieta del zar y allí encuentro seguro. Paz a esta casa. Hay todavía oasis de paz y de condescendencia en el desierto de Madrid.

A los últimos de Filipinas no nos quieren ver ni en pintura. Llevaba razón Mig-16, ese de Carracillo más listo que el hambre. Me cruzo luego con los de la manifestación picoleta y siento bochorno. Llevo a la GC en el alma y la compostura de algunos miembros de la Benemérita me entristece. Una guardia civil desmilitarizada en manos del Barbas y el Toxo dejaría de ser la GC pero es parte de las desespañolización creciente que algunos nos lleva a la desesperación.

Nos han dejado sin periódicos sin editoriales, nos han dejado sin estado y ahora ahorcan a los hijos del Duque de Ahumada. El Espantapájaros va a ver al califa de Rabat a entregarle las llaves de Ceuta y de Melilla como un nuevo Boabdil el Chico del revés. ZP es un enaciado, descastado, aljamiado o muladí de León que ahora eso se lleva mucho. Ha traicionado a los suyos y es más vil que don Opas. Me empujan en un barullo y estoy a punto de perder mis gafas pero allí está el Teniente López que me tiende la mano.

-Comprenda mi presbicia, mi teniente, pero no he hecho más que leer y escribir en defensa de mi bandera. Los ojos para un corto de vista son como una tercera mano y sin anteojos ando cegato.

El teniente redivivo se cuadra ante mí. Sus ojos bondadosos me miran compasivos y curan mi dolor en esta tarde de San Lucas y este saludo para mí es una bendición del cielo. Me cuadro ante él.

-Muchacho, baja esa mano. Ya van quedando pocos entre los últimos de Filipinas pero con cien como tú, conquistamos un continente.

La ciudad universitaria esta poblada de álamos blancos. El Teniente López se ha ido al cielo a montar guardia junto a los luceros como yo me iré también dentro de poco. Un rumano pedigüeño arquea el lomo y hace que tiene los dedos gafos pero es una simulación perfecta.

Tengo ante mí más que a un pobre de pedir a un artista de la escena. Me arraso los bolsillos y le doy un euro. Ciudad universitaria adelante cuantos recuerdos suena el tartavelo de san Lázaro. Se acerca la peste a Madrid pero yo no tengo la culpa deso. Me hago a una esquina.

Avenida de Séneca, aparece una estantigua de desarrapados que llevan un gran condón en andas y dicen que es San Lázaro, otra blasfemia para el día de hoy. En Filosofía teníamos una imagen de la Virgen escondida entre los setos. Voy a cantarle una salve y le digo cosas bonitas.

-Radesti. Alégrate, reina del cielo, trono de la sabiduría, almena del coraje, jardín de la belleza

y parece que la Señora me sonríe desde sus labios de escayola. Es otra visión que tuve en esta tarde. A sus pies descansan las astas de la media luna, todavía intacta, no harán con esta Virgen lo que yo vi en un lugar de Málaga, una Virgen decapitada por la morisma o la horda roja fanática, y al lado está la baldosa donde se estampó la huella de un ángel que pasaba vagabundo impenitente como yo en esta ciudad. Es el primer peldaño que lleva al cielo, el que nos acerca a la omnipotencia suplicante que contemplan los últimos de Filipinas. El teniente López sigue al frente de nuestras banderas