2008-11-28

YO TAMBIÉN ENTREVISTÉ A BARNARD
Barnard era un cirujana Surafricano que hizo el primer transplante del corazón en Ciudad del Cabo a un tal Washkanski. El paciente se le murió a los tres meses pues no pudo soportar la cuarentena. De septicemia. O rechazo. Su intervención causó furor el año 68. El que suscribe también lo entrevisté. Entonces yo era uno de los pocos periodistas en Madrid que hablaba inglés correctamente. Un quiquiriquí. Un scoop. Todos andábamos a la caza de la exclusiva. Pero mi deontología profesional creo que me vedaría un comportamiento como el de algunos buitres de Pueblo en el lecho de muerte de Francisco Franco. Creo que fue Yale o una hija de de Boby Deglané no recuerdo bien. Lo cierto es que el Dr. Martínez Bordiú se enfureció pues era amigo de Barnard y estuvo a la cabecera del Caudillo y se preparó una campaña porque aquellas fotos eran un desacato a la dignidad humana presentando al enfermo enchufado a mil forodos y goteros para mantenerlo con vida. Mira Navas eso no es periodismo. Lo malo es que aquel periodismo vertical es el padre o la madre del amarillismo que nos envenena y nos vuelve patatas mentales a los españoles. Por eso no me parece ético la jactancia y el cacareo. Uno como periodista calla más cosas que sabe que las que publica. La profesión se nos ha llenado de navajeros. Gente con poca dignidad. Y mucho zote. Esto ayuda poco a la convivencia y menos a la democracia. Uno para bien o para mal sabe escribir, como se hace un artículo y como hacer trizas a un personaje con una buena sátira. Mi afán no es el ataque personal sino la didáctica moralizante. “Castigat ridendo mores”. Castigar las costumbres mediante la risa, decía el clásico pero los de “Pueblo” sabías poco latín, amigo Navas. Ahí está la maula. Y en esta vida mortal más pronto o más tarde pronto se paga. Descanse en paz Franco, descanse en paz Barnard, descanse el Marqués, y descanse también Yale, Camarero y descanse también don Emilio Romero. Todos fueron camino de Piñera como iremos todos. Haya paz

milton friedman


BARNARD Y YO

YO TAMBIÉN ENTREVISTÉ A BARNARD
Barnard era un cirujana Surafricano que hizo el primer transplante del corazón en Ciudad del Cabo a un tal Washkanski. El paciente se le murió a los tres meses pues no pudo soportar la cuarentena. De septicemia. O rechazo. Su intervención causó furor el año 68. El que suscribe también lo entrevisté. Entonces yo era uno de los pocos periodistas en Madrid que hablaba inglés correctamente. Un quiquiriquí. Un scoop. Todos andábamos a la caza de la exclusiva. Pero mi deontología profesional creo que me vedaría un comportamiento como el de algunos buitres de Pueblo en el lecho de muerte de Francisco Franco. Creo que fue Yale o una hija de de Boby Deglané no recuerdo bien. Lo cierto es que el Dr. Martínez Bordiú se enfureció pues era amigo de Barnard y estuvo a la cabecera del Caudillo y se preparó una campaña porque aquellas fotos eran un desacato a la dignidad humana presentando al enfermo enchufado a mil forodos y goteros para mantenerlo con vida. Mira Navas eso no es periodismo. Lo malo es que aquel periodismo vertical es el padre o la madre del amarillismo que nos envenena y nos vuelve patatas mentales a los españoles. Por eso no me parece ético la jactancia y el cacareo. Uno como periodista calla más cosas que sabe que las que publica. La profesión se nos ha llenado de navajeros. Gente con poca dignidad. Y mucho zote. Esto ayuda poco a la convivencia y menos a la democracia. Uno para bien o para mal sabe escribir, como se hace un artículo y como hacer trizas a un personaje con una buena sátira. Mi afán no es el ataque personal sino la didáctica moralizante. “Castigat ridendo mores”. Castigar las costumbres mediante la risa, decía el clásico pero los de “Pueblo” sabías poco latín, amigo Navas. Ahí está la maula. Y en esta vida mortal más pronto o más tarde pronto se paga. Descanse en paz Franco, descanse en paz Barnard, descanse el Marqués, y descanse también Yale, Camarero y descanse también don Emilio Romero. Todos fueron camino de Piñera como iremos todos. Haya paz