elogio do tabaco
DELITESCENTE Delitescens é uma bela palavra latina que significa esconder e em meio a tanto barulho e gritos muitos de nós não temos escolha a não ser nos encontrarmos. Fugimos para o deserto em busca de um apartamento que nos afastasse da horda da mídia. Os falantes de éter continuam se referindo ao vírus Corona. Tornou-se o farelo e a calha da mídia. Não faço essa cataênfase ou afirmação para fumar de canudo, nem sou louco, embora às vezes olhe para trás com raiva e sinta a picada das lembranças que me machucam. Minha alma está crua e é por isso que escrevo deste catálogo ou bloco no porão de minha casa transformado em oratório, sala de fumo, escrivaninha, biblioteca e apiário (apiário) onde bebo a doçura do sótão do mel da palavra. Tudo o que já não serve para nada é do meu agrado. Dizem que sou um homem que vive no ontem e me refugio nas matanças do velho muro de York sentinela em meu vão ouvindo a evolução do rio Ouse que flui até se casar com o Tâmisa, os ventos mudam. Ontem tivemos leite, hoje o terral sopra e você, Etsi, onde estará? O que foi feito da sua vida? Você casou? como eu. E eu passei pelo vicariato novamente. Em mau momento porque minha segunda esposa se tornou minha carrasca. Tornou-se a raiz que açoitou minhas costas com o chicote da ignomínia e tenho remado os sete mares sob a sombra desse chicote que açoita os pobres comedores incautos condenados a galés. É o destino que aguarda os loucos e criminosos. Lamento minha sorte porque longe de você isso não é vida. O destino foi cruel comigo, embora eu ache que mereço por causa dos maus tratos que dei a você, dos ciúmes, das vozes, das recriminações. Vivo cercado de papéis e de palavras escritas. Eu era guloso pelas palavras porque acredito firmemente no axioma de que no princípio era o Verbo e as palavras guardam um pouco desse sopro divino. Estou louco perdido? Todos eles trocaram de pele (versipelis) e eu continuo a aderir aos meus princípios. Sou um diamante bruto ou uma flor vermelha verde? Tranquilo. O peristilo ainda está em sua bainha. Amanhece todos os dias. Meu clamor contra os pregadores de calçada é dirigido a tudo isso. Os emuli de Frei Gerúndio de Campazas voltaram às reuniões. Eles não falam mais da vida eterna, mas dos métodos para manter a saúde. A Rádio Carcamal grita contra as toxinas e Don Rafa faz da sua capa uma túnica gritando contra os perigos do cancro, da grosseria, do sedentarismo e da falta de exercício. O país inteiro calça as sandálias e corre pelas calçadas. Uma enxurrada de informações nos fala sobre os perigos da Covid, que se tornou o eixo do sistema. As páginas da Internet são um obituário perpétuo que nos traz a lista dos falecidos todas as manhãs. Na contramão de seus sermões, não vou parar de fumar, por mais que esses senhores trovejam em minhas meninges, me alertando sobre os perigos do tabaco, sempre haverá um inimigo em perspectiva, alguém contra quem lutar. Uma vez foram os russos. Quando eu morava na Ilha dos Mortos (Staten Island), eu estava sempre no local de trabalho ouvindo as notícias de uma estação de rádio de Manhattan WW700W7. Esta estação de tempos em tempos interrompeu suas transmissões. Uma sirene soou e no final a voz encapuzada de um locutor saiu para fazer uma chamada: "Caros ouvintes, este é um alerta de treinamento." Atenção. Atenção. Se fosse uma emergência real, daríamos instruções sobre como e onde se dirigir a um dos diferentes abrigos desta ilha. Eu estava com medo de sintonizar uma mensagem dessas. Eu estava pensando na guerra dos mundos. Já estão aqui. Os russos estão chegando. Como na Guerra dos Mundos de Wells que fez essa capital entrar em pânico. Pensava que vivemos em um mundo em que a ficção se confunde com a realidade e na supremacia dos meios de comunicação de massa para dominar as massas. Era o discípulo americano de Jimmy Carter na academia de guerra do Almirante Rickover em Annapolis, especializado em ICMs. Eram os anos 70, quando a América estava experimentando a efervescência de Star Wars. Os bandidos eram os soviéticos como agora é o vírus e o tabaco, Ronaldo Reagan venceu e determinaria a queda da URSS. De minha parte, pobrezinho espanhol nascido numa cidade provinciana, uma cidade episcopal como York desembarcou na Big Apple desde a Idade Média, o empório do futuro, a cidade automática que Julio Camba costumava dizer. Ele não era nada mais do que um lambedor de ruínas viajando do humanismo católico sentimental para a tecnologia de design legal dos novos mestres do mundo. Eu peguei o jeito. Custou-me o meu mas aquela mensagem da rádio de Manhattan que transmite notícias 24 horas por dia para a cidade que não dorme e pousa como podes, marcou a minha existência,2022-01-12
TORTURAS EN URGENCIAS
MADRID ¿VUELVE A SER ROJO Y FEUDATARIO DE LA CHEKA? HE AQUÍ UN CUENTO QUE PARECE REAL ES LA HISTORIA DEL PADRE ALEJO
LA CRUCIFIXIÓN DEL P. ALEJO EN BLACK FRIDAY
Era epiléptico como Dostoievski. Llevaba con resignación esta enfermedad que llaman gota coral, enfermedad de dioses y escritores. Que según Tácito a Cesar Augusto le afligía lo cual no le impidió pasar el Rubicón pero tomaba otras pastillas para otras aflicciones (prostatitis, arritmia, retención de líquidos, depresiones y neuralgias, cáncer de piel que le provocaba comezón insoportables en la región del perineo y los testículos y un corazón dilatado) total que estaba hecho un cristo, pero como decían en el Tercio los legionarios veteranos a los cuales asistió como capellán:
— Siete tiros en el cuerpo, mi teniente y avanzando — clamaban aquellos novios de la muerte los que, aun copados, jamás se rendían.
Su estancia en la Legión reafirmó su fe en Cristo y en su Patria, pero le gustaba el vino y las cantineras. También aumentó su veneración a Franco.
De remate tuvo que colgar la sotana cuando vinieron las nuevas normas del post concilio por su afición a las faldas y sus discrepancias teológicas con el obispo.
Vivía en un zaquizamí de la calle Leganitos con una imagen de Franco a la cabecera de la cama y una estampa de la Virgen del Pilar. Aquella tarde no sabía don Alejo Black Friday en honor de Frankistein se iba a convertir en un Viernes Santo. Salió a la calle, estaba aburrido.
La radio no paraba de repetir las estadísticas de los muertos por la peste y las faces de Internet un patio de monipodio en el cual toda la alcahuetería más aburrida y venal tenía asiento.
La comezón de la enfermedad de su piel hacía estragos en su perineo y no hacía más que rascarse. Volaban mariposas negras sobre el cuarto aleteando palabras de los diablos cojuelos “satanás tiene muermo, el diablo ladillas, lucifer liendre. muermo, liendre y ladillas su mujer se las quita con tenacillas.
Cuando arreciaban tales dolencias acudía al gin tonic. no podríamos llamarle al ex capellán soldado borracho. únicamente bebedor intermitente afectado de gota coral aunque hacía largos años que no le visitaba su epilepsia. Aquella tarde del Viernes Negro le pesaban los recuerdos.
Comenzó a leer un libro de Gogol que al poco rato arrojó de sí porque la novela traía en la portada una imagen inquietante que le miraba con ojos diabólicos. Musitó la plegaria del Arcángel Miguel pero seguía mirándole fijamente el Pateta en zapatillas. Había llegado a pensar que aquella finca próxima a una comisaría estaba poseída y por la noche no dejaban de sonar las sirenas de los coches celulares y las voces de pobres ciudadanos que habían sido victimas de los carteristas.
Una frase no menos descorazonadora traía como epígrafe dedicatorio a los que empinan el codo la novela de Gogol:
— “Dios perdonará eternamente a los borrachos pero los hombres no”.
Se refería a él y a su condición de epiléptico y beodo. Se lanzó a la calle huyendo de sí mismo y de su obsesión de derrotado en la vida. Anduvo vagando por las calles alrededor de la Puerta del Sol entrando y saliendo de las viejas tascas que estaban iluminadas y llenas de bullicio en sus años mozos y ahora aparecían apagadas. Erifos el dios siniestro dando recias voces le llamaba. Había que terminar con aquella comezón que llenaba sus poros de desaliento y era peor que el dolor. Se entretanto tomó varios gin-tonics peregrinando por los tugurios. Le dejó al principio de picar en sus partes al pobre viejo. Tal vez supuso que el remedio fuera peor que la enfermedad. España nunca perdona a los borrachos. Son más aborrecidos que las putas y que los borrachos. Pensó en Dylan Thomas que murió del etílico en el Lowery de Nueva York.
Aquel poeta galés uno de los mejores de la literatura británica siempre llevaría tal estigma. “Yo no, se dijo, yo soy epiléptico.
Un buen traguillo es el anestésico mejor contra el dolor” Tratándose de justificarse. Cerca de Moncloa por efectos del sus seis consumiciones de ginebra o a causa de las pastillas le vino una de sus crisis epilépticas, perdió el conocimiento y despertó en la cama de urgencias del Jiménez Diaz. Estaba maneado de pies y manos como las acémilas a los que el amo ata las patas para evitar vayan a comer el trigo de la otra cerca.
Rodeado de unos camilleros con caras de esbirros, le pareció escuchar voces y carcajadas. ¿Eran los diablos?
No se podía mover pero uno de los enfermeros le apretaba el cuello, vio en sus ojos intenciones homicidas pero misteriosamente dejó de apretar aterrorizado por la cruz de los Ángeles que llevaba al cuello. Un minuto más y hubiera muerto ahogado. Otro dijo:
—Ahora tiene miedo.
Eran cinco o seis personajes en bata blanca. El de su izquierda que debía de ser el médico de guardia ordenó a una enfermera de porte siniestro con una caballera despeluzada sus cabellos eran las serpientes de la cabeza de Medusa ordenó:
—Pínchele y que venga Franco a rescatarlo con José Antonio y toda la Falange.
Sintió un dolor muy fuerte en la tripa. ¿Le habían puesto una inyección letal, era aquella camilla de urgencias sucursal del corredor de la muerte?
El padre Alejo no podía creer lo que pasaba. ¿Por qué lo torturaban?
A medida que fue recobrando el conocimiento empezó a dar voces:
—Socorro... ayuda. Quítenme estos grilletes.
Una de la pihuela que aprisionaba el tobillo donde estaba su carne atormentaba por varices le dolía muchísimo. Después de muchas voces acudió el enfermero que casi lo ahoga durante su intervención:
—Cállate fascista, nazi.
—¿Yo?
—Si tú
—Yo soy un judío converso que cree en Jesucristo
—Sí, sí. De Guadalajara
—No. De Segovia, señor.
Y desapareció el gañán.
Alejo tenía mucha sed y dijo “sitio” (me muero de sed) como El Señor en la crucifixión. Los dolores eran tan fuertes que pensó que le estaban administrando los rigores del Gólgota. Los peor de todo era el escarnio y la mofa de los esbirros. Sólo encontró cierta humanidad en unos de los guardias de seguridad que vino aflojarle uno de los grilletes que le estaban estrangulando la muñeca.
A medida que avanzaba la noche en medio de los salivazos y carcajadas de aquellos vigoleros con bata de sanitarios empezó a comprender lo que le había pasado. En medio del delirio al perder el conocimiento empezó a gritar vivas a Franco y Arriba España y trató de desasirse de sus verdugos que eran de diferentes ideas políticas. Desde el médico de guardia al último camillero todos socialistas, de Podemos o del Partido Comunista. A la doña con el pelo alborotado la había llamado puta cuando lo amarraba y eso infringía todas las normas constitucionales. Podía costarle un año de cárcel. Pero si yo no hice nada seguía pensando el buen sacerdote mientras apretaba la cruz que llevaba al cuello con la barbilla. Besarla no podía. Tenía las manos atadas.
—Este hospital es un gulag un campo de exterminio— volvió a clamar.
Regresó el siniestro gañán de la Alcarria y con una fusta le crujió de palos. Cayó en un sopor y rezó de memoria la Recomendación del alma. Avanzada la madrugada entró la gran jefa de la institución con malas noticias:
-Va VD a ser denunciado a la justicia por violencia de género. Agredir a un sanitario es como agredir a un representante de la autoridad.
—Señora yo a esa mujer no la conozco de nada. Sólo traté de evitar que me pusiese esa inyección en la barriga y en en el forcejeo pude soltar alguna inconveniencia aunque no me acuerdo de nada. ¿Son cristianos ustedes?
—No
El padre Alejo le miró con ojos compasivos casi entre lágrimas. Y esto debió conmoverla porque ordenó a Seguridad que lo desmanearan.
—Denúncienme, llévenme a la cárcel pero no me maltraten, quiero volverme a mi casa, yo los perdono. Maltratar a un pobre ex cura viejo y franquista que no valen para nada no es una obra de misericordia.
Al punto la médica le dio a firmar un papel, se vistió pues todas las noches había permanecido desnudo sin siquiera con el paño de pudores como el de los crucifijos. Se había meado en la cama al negarse el esbirro de Guadalajara a servirle el sillico.
Firmada el alta acompañado por uno de los securatas que a él le recordaba al Cireneo—fue la única persona que mostró cierta compasión humanitaria— abandono aquel lecho de Procusto que había sido su cruz en aquella noche del Black Friday cuando las gentes acuden a las tiendas a comprar y a tirar la casa por la ventana imbuidos del vendaval del consumismo y la publicidad, le acompañó hasta la puerta del hospital.
Ya había amanecido cuando regresó a su tabuco juntó las manos el ex sacerdote y se puso a rezar. En alguna iglesia del viejo Madrid sonaban campanas de Resurrección.
30 de noviembre 2021 Dia de San Andrés
DOÑA NIEVES CONCRUSTINA MODERESE
NIEVES CONCRUSTINA UNA BLASFEMIA EN EL AIRE DE LA S.E.R
Me tumbé la siesta con el receptor en la oreja y en los brazos de Morfeo como solía, mas de pronto pego un brinco cuando durante la duerme vela escucho una blasfemia, que me hace saltar de la cama, en la cadena de los rojos pues me gusta más que los de la derechona tragaldabas y hay una buena señora que se descuelga con este dicterio:
—Pues ese Jesús que dicen el Mesías era hijo de la Virgen María una chica de alterne de Nazareth y de un Palomo.
Pego un brinco despavorido. Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa barbaridad aunque leyendo el Talmud se afirmaba que Nuestra Señora era una azotacalles cualquiera que plantaba su tienda tugurio para yacer con peregrinos que iban a Jerusalén. El palomo que dice la Concrustina es el Espiritu Santo pues así lo representa la iconografía cristiana. ¡Joder, que tía más bestia es la tal Concrustina que debe de ser una conversa de Segovia que estudió con las jesuitinas colegio de pago y la tiene tomada con los curas, con los borbones y con la historia de España en general que ella explica para sus oyentes en forma de comic!
Me acordé de su madre y de sus parientes y si la hubiese tenido cerca la hubiese tirado mi receptor de radio a la cabeza.
Los coños grandes han saltado a la palestra en esta España nuestra aterida y acojonada ante tanto feminismo reivindicativo. Por eso las matan, claro. Así se explica lo de la violencia de género pan nuestro de cada día. Se arrastran ellos como sierpes y traen en los dientes la sonrisa de Lucifer. Zorras. Hijas de la gran puta.
Las pobres meretrices que hacen la carrera por la Ballesta en Internet mostrando sus sucios squirt y eyaculaciones masivas tienen mucho más dignidad que estas projimas que hablan por la radio, se retratan con una cartera de cuero a las puertas de la Moncloa hechas unas ministras, y aparecen por la tele haciendo señales de su bollerismo pues son bolleras y tortilleras de toda la vida, su tialismo y sus sonrisas verticales, unas son de cufro grande de buen tamaño y otras pequeñito... a mí me la crujen.
La Concrustina lo debe de tener enorme de tanto consolarse. Pero tú de qué vas, tía. Diciendo burradas contra la Paloma en los techos del tornavoz de los púlpitos toda pintada de blanco.
El pecado contra el Espiritu Santo es el único que no se perdona. ¿A ti qué te enseñaron las monjas? Metete con los borbones todo lo que quieras en eso estoy de acuerdo contigo. Todos ellos tienen bicho y han gafado la historia de España.
Sagrados son empero los dogmas de nuestra religión.
De ahí a meterte con el Espiritu Santo y contra la virginidad de Nuestra Señora va un rato. Mereces ser emplumada como hacían los protestantes de Belfast con las chicas papistas. ¡A qué contra Mahoma eso no lo dices ni te atreverías a largar semejante burrada so pena de decapitación!
Tú sigue ladrando tus proclamas en la SER pero que sepas que eres una gritona sin gracia, tortillera de los cojones.
LA GRAN BALLADERA FABULOSA