EL ARTE ROMANICO CONTRA EL GÓTICO. MUNDO GRAMÁTICO VERSUS MUNDO TEOLÓGICO. MESTER DE CLERECÍA Y MESTER DE JUGLARÍA
Son bellos estos días
de finales de abril. San Jorge mata la mosca.
El papa argentino se
ha muerto, vendrá otro y yo contemplo el florecer del roble, del tamarindo, de
los regoldos y del moral del jardín central desde mi chiscón.
Es la energía y la luz
de resurrección, unas ganas de vivir que siento de año en año. El gozo pascual
baña mi piel de aromas olvidados.
Me hundo en la lectura
de un libro de Apolonio. Es una novela bizantina que estampa en sus páginas los
saberes y quereres del mundo románico que es el de la retórica, cuando la mitad
de las cristiandades de Europas no sabía leer.
Y se empapaba de las parábolas del evangelio
en aquellos libros de piedra que eran los atrios románicos con sus canecillos,
sus esfinges, capiteles y cimacios, de reyes coronados y reinas que muestran sus pechos, frailes
fornicarios[i] que dan
caña a un mono por detrás. De ángeles tocando la vihuela, saltimbanquis que soplan
un adufe, y todo esto que es a la vez divino y humano, al pie de la mandorla mística,
una vagina de mujer desde la cual salta un Cristo triunfante y resucitado.
Yo vengo de ese mundo románico. Miremos a los mapas. Es un rincón de Castilla con forma de esconce, escondite geográfico el cual en la era
cuaternaria fue mar y al retirarse las
aguas emergieron arrecifes de roca calcárea con fósiles, prehistóricos, estalactitas
y estalagmitas.
Roma aprovechó estos cantos rodados para construir sus estradas y templos a Júpiter. Llegado el cristianismo, estas rocas sirvieron de sillares para construir los templos románicos como la torre de san Gregorio de mi pueblo en lo alto del somo. El Somo y el Soto esto es Fuentesoto
El acceso a la torre
subía por una escalera de caracol cuyos peldaños aparecían gastados más de
media cuarta. Huellas centenarias.
Para mí esta fue una
escalera sagrada que me parlaba de un trajín milenario de ancestros míos
cristianos viejos que habían subido y bajado desde el año 1000 cuando la
iglesia fue consagrada. Los sones de las campanas se esparcían por el horizonte.
Algunas noches por el
ventanuco de mi habitación oí bolear las campañas. Creí que tocaban solas como en un cuento de Becquer. Escuché el zapateo de
cientos de sacristanes que habían subido y bajado por el angosto husillo (mis ancestros
eran bajos de estatura pero cuadrados de plexo solar, hombres recios, para la
pelea con el agareno, fueron los que llevaron la cruz a América) repiques de
gloria, boleos de misa de boda, alertando de la anúteba o invasión, del fuego y
de la peste.
Unos calzaban abarcas,
otros las cáligas del calzado de los mozárabes
o babuchas moriscas, o bien alpargatas. Pocos iban de polainas aunque la
mayoría subían y bajaban descalzos.
El tantán de difuntos
era el más lúgubre pues lloraba el bronce la partida de alguien a la eternidad.
¿Quién se ha muerto?
Tierra románica, costumbres romanas y campos
góticos. Todo esto sentí después de abrir las páginas del libro de Apolonio
lunes, 28 de abril de
2025
EL SALTO DEL ROMANICO
AL GOTICO EN EL LIBRO DE APOLONIO y (2)
En
el nombre de Dios y Santa María
Si
ellos me guiasen estudiar quierría
Componer
un romance de nueva maestría
Del
buen rey Apolonio y de su cortesía
Este introito nos conduce al pórtico de la gloria santiaguense. Vernos a los ángeles de piedra que ríen mientras tocan diversos instrumentos musicales la zampoña, el adufe, la vihuela, el rabel hoy extinguidos, pero que son un testimonio de las intrínsecas relaciones de la literatura con la música y la liturgia católica. Si entrares en cualquier catedral de Europa y de Rusia escucharás los coros. El Xto resucitado es armonía y la armonía es belleza siguiendo en música las normas del contrapunto y de la escuadra en arquitectura.
En el Libro de Apolonio Rey de Tiro de la mano magistral del académico Manuel Alvar que fue profesor mío me sumo a las aventuras de Apolonio (el Bien) que vence a Antioco (el Mal), es esta narración de estructura similar a la de la Odisea.
El paso del hombre sobre la tierra es un perpetuo caminar. Una peregrinación constante.
Vamos en romería hacia un más allá, empujados por una mano (el Hado) que desconocemos.
En este ir y venir que llaman acarrear el ser humano se hace muchas preguntas que carecen de respuesta.
Sólo cabe plañir, gruñir, rezar, reír y llorar. El Apolonio es un libro moderno a pesar de haber sido escrito en el siglo V.
Es una obra de arte no por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta en el tránsito de una sociedad feudal a otra gremial.
Son manumitidos los siervos de la gleba. Europa se abre y se pone en marcha con las peregrinaciones a Jerusalén y a Compostela. La Teología reemplaza a la Retórica.
En España el
rito mozárabe es sustituido por el romano. El anacoretismo da paso al monaquismo
de los cistercienses que implantan un arte nuevo y una espiritualidad distinta.
¿Quién vence en esta lucha? ¿El bien o el mal? El autor medieval no da
respuesta pero suponemos que la vencedora es la muerte. Señor, ten piedad de
nosotros.
[i] Este
detalle puede verse en un capitel de la iglesia de San Miguel de la Villa de
Fuentidueña, Segovioa