2025-08-25

 

HOMENAJE A PACO UMBRAL ARTICULO RETROSPECTIVO


HASTA LA VISTA, PACO

 

Antonio Parra

 

Madrugada de San Agustín. Una noticia triste me sobrecoge: ha muerto Francisco Umbral o don Francisco como le llamaba Alfonso el Cerillas del Café Gijón. Su nombre me recuerda los días arduos de vino y rosas cuando ametrallábamos la Olivetti y nos sumíamos en la magia de las veinticuatro redondas blancas soñando con ser poetas. Umbral era un escritor químicamente puro que vivió en escritor, pura y simplemente para la literatura, lo que no deja de ser admirable en un tiempo en que ha muerto la literatura  no por falta de ganas sino de quórum ya que apenas quedan lectores ni tiempo, y de gusto y placer estético. En tiempos tan feos como los que corren Paco era un ser bello y nacido para lo bello. El gusto y la magia por la palabra eran dominados por su varita mágica. Sacaba el turbo pues nadie le ganaba en la distancia corta en que los artículos le salían redondos, y nos dejaba a todos bocas

 Hay quien le niega la categoría de novelista – igual le sucedió a Cela- pero pelillos a la mar y una tormenta en una taza de té me parece la polémica que sostuvieron él y Pérez Reverte quien a mí me parece un superdotado en el género narrativo con lo que lleva de constructor de mundos de calafateador de gabarras que naveguen con rumbo propio. Tanto él como el pobre Paco al que hoy lloramos eran dos puntas en el abroncado y yermo panorama de las letras madrileñas y no vamos a entrar tampoco en desinencias políticas que son puro accidente. El arte no es apolítico aunque todas estas diatribas y encono lo han convertido en impolítico cuando prolifera tanto escritor de partidos con el incienso siempre a punto para quemarlo, oloroso, cerca de la casulla y de la tiara de su señorito.

 Umbral era un escritor independiente y ecléctico,  hecho a sí mismo a base de largas lecturas aunque él lo mismo lo reconocía: su escuela fue el “Norte de Castilla” a la sombra de Delibes pero también la Prensa del Movimiento y concretamente las colaboraciones que la agencia Pyresa a la cual yo debo humildemente lo poco que soy [con otros muchos, aunque que lo reconozcan o no es otra historia] que le ayudaban a malcomer y a vivir en aquellas pensiones algo sórdidas pero llenas de vida del Madrid años 60.

 Le conocí cuando estaba a pupilo en una de Blasco de Garay. Desde entonces Umbral que supo captar la vida el aire y la luz maravillosa de Madrid, superando quizás al propio Ramón Gómez de la Serna, fue un inveterado asiduo paseante del barrio de Argüelles, y habitual de las casas con derecho a cocina, los cuartos realquilados muchos sin duchas donde por invierno hace un frío que te cagas.

 Luego fue ascendiendo en la pirámide social y de allí se mudó a otra del Barrio de Maravillas y en último termino, hasta escalar la cucaña, al de Salamanca donde era vecino de Buero. Caerle bien a las patronas es un salvoconducto para llegar lejos y tú a aquellas señoras viudas a las que despertabas el instinto maternal, Paco, les caías de perlas, les recordaban a algún novio que tuvieron en guerra o un sobrino que se había muerto i les hubiera gustado que pidieses la mano de alguna de sus hijas. O que sencillamente querrían acostarse contigo. Por eso tú triunfaste porque te daban mimos las patronas y uno acabó de mala manera tarifando con todas. Tu muerte es un aldabonazo advirtiéndonos que todo aquel tiempo de vino y rosas se nos fue. Casi sin pensar.

 Madrid, aquel Madrid y aquel espíritu, quedaron plasmados en aquellas sus geniales entregas que se titulan por ejemplo El día que llegué al Café Gijón, Mortal y Rosa, Las Ninfas. Donde se convierte en el adelantado o heraldo de una generación. Los libros, originalísimos. Umbral nos enseñó que las verdaderas novelas carecen de argumento, de trama o de plot. He ahí la magdalena de Proust: las palabras y los acontecimientos que se entrelazan como cerezas en una banasta sin una cohesión aparente al azar y sin propósito porque la vida no tiene trama tampoco. Sólo lances. Un pasar el espejo a lo largo del camino flaubertiana pero también  se acomoda un poco all modo de narrar de don Pío Baroja quien consideraba, escribiendo un poco al desgaire y sin preocuparse mucho de donde tiraba la boina, que la existencia es un cajón de sastre lo mismo que Faulkner. Life is a gtale full of sound and fury told by an idiot.

 Shakespeare en su Tempestad ya nos puso en antecedentes de lo que debía de ser este bronco oficio donde pululan tantos mediocres pero sólo unos pocos como Umbral eran maestros. Aunque el terreno donde batía a todos era en el articulo periodístico. Ahí revolcaba a cualquier contrincante. En la corta distancia de los dos folios y medio sin soltar paridas ni adobar tópicos era imbatible. Era consciente a pesar de haber escrito más de noventa libros – el primero sobre Larra un escritor al que considera malo y que la altura de su fama no coincide con la calidad-de que la muerte de la novela era un hecho por la falta de lectores y sobre todo por la falta de tiempo.

 Umbral escribía brillante y acaso fulgurantemente y con un insólito dominio del idioma castellano porque tenía un oído musical para captar la palabra y las innovaciones del léxico (hubiera llevado mejor que nadie lo cheli a la Academia) para lectores con prisa que son capaces de degustar un párrafo de calidad. Desde luego, no era un pensador ni un filósofo. Sistematización no se la pidas a un escritor de periódicos. Y el novelista y el poeta se transforman así en articulista. El articulito de cada día dánosle hoy,  es un genero al que lleva Paco a la excelsitud de la perfección.

 Su punto de referencia eran Cesar Gonzalez Ruano, el propio Gómez de la Serna y a Xenius. Paco hacía fintas con el lenguaje dada su gran habilidad dialéctica. Era un funanbulista nato. Recuerdo aquel hombre prócer, buena espiga, muy cegato, con andares mayestáticos ladeando la cabeza de jirafa para un lado y a otro fijándose bien mirando sin ver. Charlé un par de veces en el Gran Café. Rosalía Dans, la hija de mi amigo Celso Collazo, se lo comía con los ojos y no me hizo mucho caso la verdad. Otra estaba a su lado el pintor Pepe Díaz atiborrándose de guisqui pero en los sesenta cuando era un chico de Valladolid remendado por Donato León Tierno (qué bien escribe este chico y no era broma Paco siempre escribió muy bien lo que ya no se estila pues hay gente en la profesión que hace gala del bodrio mal escrito) coincidimos en varias ocasiones como en la boda de Florencio Martínez Ruiz en Alcobendas.

 Iba con Juby Bustamante la que es hoy mujer de Miguel angel Aguilar y el poeta conquense Diego Jesús Jiménez su amigo del alma en cuya compañía se descolgaba de vez en cuando por el Abra y por Chicote y otros tugurios elegantes aunque lo normal es que el personal se aliviase allá por las encartaciones golfas del Cerro de la Plata. No se lo digan muy alto a Társila Peñarrubia la bibliotecaria que se convertiría en mujer de Diego y un poco hada madrina de Paco. Umbral pese a su estatura prócer y sus trajes cruzados siempre se distinguió por su buen gusto sartorial,  y que compraba en las rebajas de Simago o del Corte Inglés, daba la impresión de ser un ser desvalido como la mayor parte de los que se dedican a esta dura brega de casar palabras, supersensibles, hipocondríacos, exultantes y deprimidos y con más cornadas que muchos toreros porque aquí al que triunfa no perdonan.

Los colegas que no llegan a tu altura te embisten, te machacan. Sobre los hombros de Paco llovieron muchas infamias y hasta en una ocasión un energúmeno le pegó una hostia por haber dicho no sé qué en un articulo difundido por la agencia Pyresa y yo lo presencié en el Café Gijón. Pero tenía anchas espaldas así como una manía por deslumbrar. Epater le bourgoise. Era su sino. Sin embargo tuvo la fortuna de alzarse a lo más empinado de la cucaña. Fortuna te dé dios hijo que el saber no te hace falta y triunfó en este exigente y enconado albero de las justas literarias.

De los aspectos más sórdidos y ruines era capaz de enhebrar un buen artículo rescatando lo cutre y lo más abyecto con su ironía literaria. No era agresivo y esa fue una de las razones por las que perdura sino más bien petulante. A otros les caía gordo por pedante Tenía una virtud Paco Umbral: mirar las miserias humanas por encima del hombro para luego sacarles punta literaria a fuerza de plumazos de su cálamo de avestruz bien tajado.

 Buen golpe de vista el suyo. Pese a sus aires, molestos o antipáticos los que vengan después tendrán que estudiar en los libros y artículos de este madrileño para saber cómo fue el modo de ser de la sociedad española en la transición y pretransición lo que él denominaba el tardofranquismo. Mortal y rosa. Lo de mortal hoy se ha cumplido y lo de rosa seguirá epatando a la afición. Paco era un tío que le caía muy bien a las mujeres aunque le pasaba un poco lo que a Camilo.

 - Me vienen unas jais que no sabe uno qué hacer con ellas.     

  -Paco hijo la edad. Es la edad.

 

 

 Siempre fue aunque un escritor del ayer un hombre de espíritu joven apasionado del vivir. Se mantuvo en el eterno adolescente y andaba por el mundo con algo de complejo de Peter Pan, Creo que a pesar de sus reconcomios y de sus aires acratas en Umbral que no e parece nada a Delibes – dos palos opuestos pese a su inveterada amistad- seguía siendo aquel joven que escribía en periódicos falangistas de provincias prosas entusiastas.

 Se mantuvo en esa impronta de diletante y de recomendado pues fue un autodidacto. Un escritor químicamente puro. Sus vivencias fueron nuestras vividuras y su talante  nuestros talantes, sus fobias, sus amores y sus odios también los comparto: el de la generación del 98. Salieron una lechigada de grandes escritores de periódico: Torbado, Leguineche, Raúl del Pozo,. Amilibia, los Martínez Reverte, Martínez Garrido, Arturo Perez Reverte, Manolo Vicent, Juan Luis Cebrián aunque a ése hay que echarle de comer aparte puesto que nunca quiso ser bohemio.

La razón del éxito de Umbral con las muejres es que las patronas empezaron a encariñarse con él. Les inspiraba ternura de muchacho que creció huérfano y desvalido y sin padre (algunos malvados dicen que en una casa de putas para no ser menos que Cervantes). Luego las estudiantes y hasta las señoras de la limpieza del Arriba que le llamaban don Francisco. Genio y figura.. Descanse en paz. Era uno de los nuestros. Se nos ha muerto esta mañana de verano algo de nosotros mismos. Se nos va no sólo un escritor castizo sino un madrileño de la talla de la talla de Ramón, de Capamany, tal vez de Larra. ¡Paco, hasta la vista!

 

 

Foto de la boda de Florencio Martinez ruiz: de izquierda a derecha: Diego Jesús Jiménez, Juby Bustamante, antonio Parra, autor de estas lineas, Francisco Umbral

 

JOSÉ MAYORAL: ASALTO A LA DESTILERÍA

 

                                                                                  

Pepe Mayoral la primera vez que topé con él en los veladores del Café Gijón, que, ya, por desgracia, no son lo que se dice un Helicón de las Nueve Musas sino varadero de eruditos de aluvión, literatos de acarreo, y alguna que otra niña pija heredera de aquellas chicas “topolino” que yo conocí (¡qué viejos nos hacemos, pardiez!) me impresionó por su porte digno, esa honradez y modestia del intelectual nada vociferante, que siente su compromiso con la verdad y lo asume, y una mirada penetrante, casi de berbiquí, propias de los que catalogan la realidad. Los ojos azules de este rubiales humanista son un parapeto de la inteligencia. Es la mirada de todos los pintores. Como Picasso, como Gauguin, como Cezanne. Mayoral, más que ojos, lo que despliega son dos taladros. De ahí que todos sus libros sean tan “visuales”. En ellas la palabra adquiere un perfil plástico de colores rompedores, que capta cuanto rodea al autor. Cincela y pincela el entorno. Por eso, los mejores novelistas son aquellos que han conseguido imprimir a sus creaciones un tempo cinematográfico. Este extraño “Asalto a la Destilería” es un grito del genio en el que se contiene lo “dejá vu” en narrativa:(Joyce, Beckett, Kafka, Dostoievski, Faulkner) con algo que es completamente nuevo. Mayoral aquí, al escribir este relato mayor, en el cual los paladeadores de la buena literatura pueden advertir retumbos del eco de Baroja, Valle Inclán, al que supera por lo esperpéntico de algunas imágenes, Gómez de la Serna, al que deja atrás al ir devanando sobre la novela escalofriantes greguerías, sólo puede ser igual a sí mismo.

Se trata de lo que llamaría Andrés Gide una sotie o farsa cómica con arreglo al gusto de los hocipoci o malabaristas medievales, bayaderas y prestidigitadores


medievales al estilo Chaucer, y ,si se quiere, un danza de la muerte con ingredientes del género urbano, o de la novela negra.

Ante los ojos perplejos del lector se cruzan agentes del FBI con las vueltas del cuello de la gabardina subidas, el naranjero oculto bajo la chaqueta, pero que, incapaces de matar una lombriz, se nos muestran  completamente inocuos. El asalto a la factoría no se resuelve en resultado de muerte. Es un desiderátum en la novela que nunca se consuma. Nunca tomaremos el objetivo. Seguiremos bebiendo hasta reventar. No somos más que una inmensa cañería.

A lo puro, los disparos de metralleta todo lo más que consiguen es hacerle un agujero a la duela de la barrica de roble de la enigmática destilería o ser la causa de úlcera de estomago de alguno de los personajes, de tanto empinar el codo. Nos encontramos otra vez, como en los mejores textos de Felipe Roth, con la parábola del “santo bebedor”. Mana, en lugar de sangre, alcohol, del alma y del cuerpo de los hombres pero dicen que el vino es sangre de Cristo. Por eso, el libro tiene un no sé qué de eucarístico, de reconciliación con la vida y con el perdón, que puede constituir el mejor conjuro contra este tiempos de augurios apocalípticos, de amenazas y de revanchismos en el que estamos inmersos.

Sorprende la agilidad del dialogo, y el grado de interacción, merced al cual los planos de la realidad espacio/tiempo quedan superados y sobreseídos. En un párrafo nos encontramos en el Shepeherd Bush londinense y al siguiente corretea nuestra imaginación por los desmontes de la Dehesa de la Villa. O sentimos añoranza de Tembleque, donde se sitúa el punto de fuga o de huida.

El estilo está salpimentado de codas en inglés, un idioma que posee el autor, y en otras lenguas. Esta capacidad de adaptación a un castellano que se está transformando a causa del avance imparable del monstruo lingüístico que nos acerca a la realidad de Babel materializada en ese “spanglish” ovante en nuestra conversación cotidiana de unos años a esta parte y que los de la generación del 68 fueron los primeros en captarla, es el sello de un habla viva que se acerca.

La novela está escrita en tono de elegía. Es un treno por una lengua que desaparece y un país que se deslíe en la propaganda consumista de “by lines” como morralla fina que pasan a nuestro idioma y lo contaminan de un virus de muerte.

Para sintonizar esa lengua que nos invade ya tiene Mayoral oído fino, fuera de la común. En todo gran escritor hay un buen profeta, un zahorí y un anestesista.

A veces, podríamos llegar a creer que carga la suerte, y que el autor, rebosante de genio, parece víctima de su propio éxito imaginativo. Pero el tempo no decae en medio del marasmo caótico de imágenes como lava incandescente que se superponen y se suceden vertiginosamente para desembocar en una especie de delta de piedad cervantina donde afluye el gran río de los flujos de conciencia visionaria de este hombre bueno y silencioso al que, cuando uno lo ve acodado en la “burladero” de ese coso taurino, más que café, donde hay tantos que embisten ( Mayoral sólo dialoga) nunca se pudiera llegar a pensar que estuviese penetrado por una imaginación tan volcánica.

Asalto a la destilería”, aparte de una composición que supera las lindes de la novela, es un exorcismo, en el que su autor conjura a todos esos madrigados miuras, que atropan por norma, y que primero disparan y luego hacen preguntas, a que entren al trapo de la razón, y no vayan al bulto del argumento ad hominem. Ya es lástima que hoy, disfrazados de demócratas, pululen y ululen tantos Hijos de Adolfo. Las  viragos, que no vírgenes, de cuerpos gloriosos y de almas en pena (su presencia nos hace pensar en aquel debate medieval sobre si en realidad existe un alma femenina de la misma manera que puede existir un arma canina, caballuna, o felina) con mucho sexo y poco seso, y a lo mejor ninguna de las dos cosas, porque hay demasiado escaparate e impostura, mucho pose, están ahí, haciendo pasarela. Rocíito se ha metido a puta. Todas quieren salir en la prensa rosa. Mira que os lo advertí. ¿qué luego os las mata a golpes alguno de los extremeños celosos? ¿Y qué esperabais, ilusos? El que siembra viento recoge tempestades. Esto de la violencia conyugal forma parte de vuestra demagogia, de vuestro proyecto de dominación universal. Habéis acabado con la palabra. Ahora queréis suprimir el amor.


Quizás sea esta la hora de la bestia. La serpiente transformista que ya no quiere ser artista, ay mamá, sino que se nos alobó en el feminismo

Mucho sexo en apariencia y poco seso. Por eso, hoy los del 68, que nos considerábamos unos tipos bastante inteligentes, no nos comemos una rosca, y es que la verdad ni nos seduce ni nos apetece. Se ha perdido todo interés. Han echado bromuro en el vaso de Cocacola.  El cabrón de la muerte ha intentado ante nuestras propias barbas asesinar nuestros sueños y matar la vida. A las novias que amábamos las ligaron las trompas de Fellopio. Si nos quitaseis de ahí en eso esas esculturales jacas a la hora de comer, si la Campos, menos globos, no se plantase tanto en jarras guarras, y nos dieseis a las modistillas y plantadoras o a las queridas pupilas de la vieja Echegaray o de Ballesta, volvería a nosotros el ahínco del deseo. Quizás sea esta la causa de nuestra baja cota de natalidad. La española cuando besa ya no besa de verdad. Se ha vuelto machorra. Las parideras del redil patrio están vacías. No queremos traer, hijos al mundo. ¿Por qué? Dar a luz nos resulta un tanto  machista, ¿guapo? Ya sé adónde queréis ir a parar, hijas de mi vida: al conde que todo lo enseña y nada esconde. Eso es.

 Era necesario que haya voces disconformes con el “España va bien” y oigan en berlina a los organizadores del pase de modelos; les ha quedado un país como muy coquetón pero sin medula, y no es eso, no es eso.

La vida literaria, reflejo de nuestra anémica vida política, dominado por algunos cuantos caudillos del Palacio de los Leones y de la Media Luna Cibernética -todos se están haciendo a estas horas una gallarda y se masturban irremisiblemente como se masturbaban los del 98, inane ejercicio el de la masturbación como es el de la demagogia- recuerda a esa catasta donde los romanos exponían  a sus esclavos. Viene la Noemí Campiello moviendo el caderamen, rumbosa e imperturbable cariátide y nosotros nos amagamos en un rincón ante el empuje de esas otras hijas mías de mi vida, porque el tronío y la crija de esa inglesa de ébano no hay quien lo aguante, pero no la podemos llamar tía buena sin ser calificados de machistas. Los rumbosos taconazos de las modelos y la cara de acusica de las rubias bustoparlantes que recitan en un tono de voz homologado de plañideras de la información, asomadas a las lúgubres ventanas de los telediarios, que se repiten más que el ajo, y son siempre iguales a sí mismos, son como golpes en la pared que nos avisan de lo que se avecina. Su gesto imperturbable nos recuerda al de los “gauleiter” y al de las valquirias nazis. El ocaso de occidente sólo nos puede llevar y de qué manera a una nueve noche de Walpurgis.

Para evitar esa sinrazón de tanta trampa y de tanto cartón piedra, de literatos de relumbrón, y de periodistas de acarreo, ahí están con esa dignidad de entrega total a la literatura escritores como José Mayoral. El dictamen o casillero en el que son calificados hombres honrados- su rostro recuerda al del Justo de Israel - no les exime de seguir en la brecha, siendo la sal de la tierra, y el antídoto contra la ramplonería y mediocridad ambiente.

No es más que una jugada del sistema, que los prefiere pastueños, mansos, acomodaticios, con poca conciencia y, a ser posible, lerdos; en esta sociedad un inteligente nunca medra. Aquí no hay que pasar de listillo. La cara asnal del amigo Vargas Llosa, un Nobel con mucha trampa y adobo a diferencia de Cela que se lo ganó, es una especie de radiografía de este tiempo de desvergüenza.

Sucede que escritores de una sola pieza como Mayoral tienen dificultades para encontrar editor, mientras que el burro de Balaán sigue viviendo de las rentas, de la paja que arrebató en pesebre ajeno, y a un chisgarabís, con tal que se llame Terencio, se adorne la calva con un bisoñé, se lo jalea y rubrica con contratos millonarios.

Pero la verdad no solamente os hará eternamente libres sino que la encontrareis en la luz que acampa bajo el celemín.


Conozco ese deambular peripatético, que se refleja en la novela del autor novel, y negativas de guante blanco que llenan el alma de desespero y de conciencia de fracaso. Nos consuela que los herederos de los que nos dan con la puerta en las narices ya aserraron a Jeremías, sacaron los ojos a Amós, dilapidaron a Isaías y a Cristo lo clavaron de un madero. La incomprensión forma parte de la lista de los gajes del oficio en un escritor.  Estamos ya curados de espanto; supimos apencar con las consecuencias de la ordalía. El fuego de los inquisidores ya no nos afecta, hemos conseguido cruzar la parva en ascuas a pie enjuto. Nuestro compromiso con la literatura es una perpetua Noche de San Juan, transitada de viejas canciones, porque la música es un manso ruido escuchado a flor de agua. Nuestros pies desnudos huellan las brasas. Y no sólo eso, sino que también somos capaces de cargar con un compañero a cuestas. Uno que escribe siempre ha de sentir ese aldabonazo de conciencia mesiánica. Todos tenemos un poco la vocación de San Cristobalón. Queremos salvar el mundo o justificarlo, desentrañarlos, sin saber cómo.

Un milagro permite que nos lavemos en un charco la cara y que veamos nuestro rostro reflejado en las aguas puras de la Fuente Castalia.

Si Baroja dijo que ya ha pasado el tiempo de los milagros, a mí me parece que al bueno de Don Pío se le fue un poco la mano; los milagros existen. Uno de ellos pudiera ser que Mayoral y otros escritores de raza no se hayan rendido. No han quemado las naves, no rasgaron las filacterias ni se resignan a entregar la cuchara. Al fin y a la postre, el Covenant bíblico es un poco el compromiso de Dios con los desheredados de la fortuna, con los que sufren y son víctimas de la injusticia.

Un día seremos todos rehabilitados. Así lo anuncia señaladamente el canto del “Magníficat”, algunos de cuyos ecos tiene resonancia en este texto, donde los personajes largan parrafadas constreñidas a un rigor de imágenes ardientes como en Carros de Fuego, como si ya Elías estuviese de vuelta entre nosotros. Otra vez se escucha el verso de “et exaltavit húmiles”.

Ojo, que en este asalto a la destilería, hay mucho mensajes en clave. Para descifrarlos, lo mejor es leer este fabuloso caudal de vidas que se entrelazan. Hay veces que una palabra, sobre todo si está transida de aliento profético, puede hacer más daño que el fuego a discreción de la boca de cañón de una metralleta.

¿Qué más? Mayoral, como su mansedumbre ensimismada lo dice, y su apariencia de inquilino recién desembarcado del portal del falansterio de la renta antigua lo corrobora, no haciendo de otro alarde que el de su inteligencia, no tiene esa nuez de Adán tan estragada de esos nuevos D´Artagnan de nuestras letras, con espadachines y mosqueteros saliéndose por los forros y las guardas de su libros, pero ha demostrado que sabe llevar una novela de acción, acción interior, y conducirla a lo largo del relato. No es tampoco maricón, que hoy es lo que más lleva, ni era de los que le arrimaba las putas a Emilio Romero cuando era joven. No; nunca se ha supeditado Pepe a los serviles oficios de mamporrero, ni se ha colocado una” yamulka” en el occipucio el bueno de Mayoral, él que tan judío es - y no hagamos juegos de palabras porque aquí hay algunos muy dados a confundir la velocidad con el tocino, y a judíos con jodíos- carne de dolor, sangre de Israel. Pepe es un tipo normal, con esa normalidad que suele ser albergue del genio, y un genio bueno y civil debe descansar en las recamaras de su imaginación para haberse sabido mantener limpio entre tanta podre. Se gana la vida haciendo transportes con una furgoneta y, de noche, se pone a escribir.

Y es ese ángel bueno que le anima a escribir a Mayoral es el que nos dice a todo que ya basta, que lo que necesitamos es perdón, más alternancia y menos revancha, y, hartos de crispación lo que menos necesitamos son menos insensatos que ahuecan o impostan la voz cuando se dirigen, altisonantes, como esos poetas ripiosos a los que colman de premios cervantes, hacia nosotros. Pero nos tendrán que cortar la mano, si quieren que dejemos de escribir


Seguiremos bebiendo vino - joder el chato se ha puesto a 250 pesetas- y “gijoneando” que viene a ser una forma del hay que joderse madrileño, porque ser cliente de ese club requiere sus buenas dosis de masoquismo, haciendo la vista gorda cuando el camarero creyendo que estamos ya trompas  nos sisa, mentira de monedas en un plato con el vuelto de la cuenta, y escuchando los zeugmas, metaplasmos, metátesis y otras figuras de dicción con que nos dispensa el Cerillero, quien presta el dinero por otra parte sin comisión. Hay que aguantar mecha y padecer los agiotajes de la usura y los sablazos, o las intemperancias del falso amigo que nos pasa la mano por el lomo y luego el canalla nos insulta, pero no va a ser cosa de que por un provocador cualquiera, Adolfo, Adolfo, vayamos a sacar el Mágnum. Prefiero un baño de whisky a un baño de sangre. Pero estamos acostumbrados a sufrir. Somos carne de escritura y carne de dolor y toda esa carne dolorida se cura con vino y con sopilla.

Siempre será mucho más incruento el asalto a una cervecería que a un convento. Al atacar una destilería-ese es el verdadero mensaje de esta novela- lo que se trata de evitar es que lo que en realidad pase, por esa transposición de términos entre cuento y razón, que vuelvan los energúmenos a pegar fuego, pongamos por caso, a una sinagoga. Es lo que verdaderamente puede suceder si no andamos listos. Un escritor de talento como es Mayoral aquí lo que hace es un conjuro contra el “arson” inicuo de los que ya traen la tea en la mano, los apóstoles del odio sistemáticos, los retoños de Adolfo, inútil total y para colmo sifilítico, a los añafileros de Moloch, con puestos relevantes en la Administración, que fichan en algún periódico sacamantecas o salen todos los días a la palestra en la televisión.

Este “Asalto a la destilería”, novela mayor de José Mayoral, que ha publicado ya otros tres libros, porque una novela es como una abrigo de pieles que se compra a la querida, es una purga contra la pedantería, al tiempo que avisa de forma clara a todos los mareantes. ¡Oído al parche! El alcázar no se rinde. Si pensáis que vamos a dejar de escribir, porque a vosotros se os antoje, lo lleváis claro.

 

 

      

 

 

 

       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

avila

   augusta

por

millán sacramenia artedo


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VÍSPERAS DEL CARMEN

 

 

 

Llagas del vivir incandescente

elixir florido

Hojas de almendro en el regazo ingrávido del mundo.

Serás la reflexión de la dulce sonrisa.

Besaré gozoso hoy la orla de tu manto

que guarda las lagrimas y suspiros


De los que se fueron... Animas benditas.

Aquel cromo en la alcoba

Con vistas al campo santo del somo.

Y una oración murmurando entre los labios

pronunciada a toda prisa antes de acostar en la atardecida

tundidos los miembros cansados

y las manos doloridas de arrancar yeros

sintiendo la picazón del tamo de la era

en la cama de hierro donde murieron mis mayores

un rosario colgando sobre el boliche del cabecero

Y el escapulario detentebala, arredro vayas Satanás, cata la cruz, un talismán de todos nosotros.

¡ Oh María, mar amargo, lucero que titila en la noche!

Sensación que endulza la vida, faro y guía del pecador,

unos ojos que cambiaron el mundo

hoy recuerdo quebrantado,

Estrella que no se apaga ni se aleja.

Te busco en las iglesias

y encuentro la difuminada luz de tu callada sonrisa, rezos, lágrimas y esperanza, entre mis iconos.

Bella serás madre del mundo dentro del trono de mil estrellas flotantes

y los planetas fijos bajo tus plantas.


Y el manto cobertor que ampara a perseguidos, Madre Dulce del Amor

 bajo las bóvedas de una nave vacía

Contemplo tu rostro materno en esa estatua.

¿ Volveré a ser lo que fui?

En la catedral de Ávila

mañana de luz y calor intenso agitaban banderas triunfales

En recuerdo de Rizal unos turistas filipinos.

Son las compungidas fechas del recuerdo del Noventa y Ocho,

pero tenemos paz y luz

y en el altar estaba San Marcial  glorioso triunfante en sus proezas,

soldado de Cristo que persevera impávido el semblante,

El crismón dorado en su galea.  El santo mofletudo y complaciente nos bendice entre las sergas, la causía tocando su rostro sonriente.

la mano episcopal  enguantada en quiroteca, el indice apuntando hacia lo alto

como en las confirmaciones.

Me parece que era un poco como yo: a San Marcial le gustó el vino.

Avila de Lisieux (Lisieux de Avila) tiene mucho de francesa con aires del Rodano y hontanares del Loira de donde llegaron los frailes guerreros con este obispo

a traer aquí la fe de Cristo,


purpurada esclavina y muceta, mocasines plateados

Que no se manchan al hollar los nubosos caminos del cielo. Marcial en su trono y en su críptico cabalgando una leyenda subido en le escoba de la ilusión del menologio, áurea leyenda.

 Campestres escenas que ilustran

el día del tránsito que regaron el vino de Francia y los pecados míos

y vi tumbas de piedra de caballeros

del tiempo del gótico florecido,

Supe que un hombre había muerto el año mil trescientos.

Llevo el cristal de Castilla entre mis venas

Pero no pude tratar libros en el Mercado Chico.

Allí me encontré a mi amigo Epiceyo,

Que vende ajos.

Alcé los ojos y triunfante sobre las cresterías de la pérgola

contemplé tu rostro y tu cuerpo en la cruz,

Jesús mío, que me mirabas.

“ Millán, Millán” exclamaste desde lo alto de la piedra

Y yo dije: “ No sé, señor, cura tú las penas de mi lardoso cuerpo dolorido”.

Y fue así como, por un día, fui curado del vino.

Avila, Avila, mágica ciudad de las transfiguraciones y de los presentimientos.

La de los cantos y la de los santos


La luz de tu mirar en el verano llevo conmigo.

Bronce y reja, pila lustral, donde resplandece un monje, un abad y un obispo.

A la salida admiré a los dos hoplitas de granito, grotescos atlantes el cuerpo papelonado en escamas de serpiente, prestos a la carga, un lance mítico.

Avila de los caballeros, petrera y misteriosa

Taladrados de serenidad entre la paz de los barruecos.

 Abula, Abula augusta, y abuela de los incandescentes perdones

En la resaca después de la fiesta de San Vitorino.

Cerros yermos, parameras.

Y me dije al volver en automóvil: “ esta tierra huele a la huella de Jesucristo “.

 Ávila, andariega y triunfal, doncella clara en la noche, Jerusalén de mi sentir judío.

No cansaré de volver al encuentro de tus piedras

Donde estaba cincelado acaso mi carmelita destino.

Ah “ Panmakaristos “ de la que fui armado caballero

A la sombra de la hiedra.

Ven a mí, taladra mi ánima. Este es un sitio mágico.

Deambulábamos por la pérgola de la iglesia juradera.

En Avila augusta, Avila carmelita y de Teresa, un estertor de Españas y espadañas,


Místico delirio, coral redondez solemne del adarve.

 Ávila magna y madre,

Dulzura berroqueña.

Por aquí ha pasado Dios.

Hizo juntar el cielo con la piedra.

Rapto del ensueño,

Bendito delirio místico.                                                                15 de julio de 1998.

 

 

 

 

 

 

                                                                   ULSTER

 

 

Belfast es una ciudad sin árboles;

El viento de Aquilón los tumba.

Ian Paisley hereje con sotana y leche a las comidas

Me miró con cara de hugonote displicente en aquel restaurante barato.

La hierba crecía en los cerros pelados que coronaba una granja triste


donde pacía cerca del alpende un caballo alnado junto a los muros leprosos de una taberna

sin tiempo en la campiña,

Que al verme se puso a relinchar huracanes de Armagedón. Yo no soy más que un periodista.

Cámara en ristre y libreta de notas.

Entre en la taberna y pedí cerveza: “Pint of bitter, please”.

No hay ventas del viento en el gredal desolado.

La vida vale poco.

Los villorrios, hirsuta glebas del rencor, se tienden por el camino.

En recuerdos a las logias que desfilaban al paso de los pífanos.

Aquí el cuadrante se detuvo en la batalla del Boyne.

Ulster, monstruo, devuélveme tu reloj que se retrasa que marca la medianoche de hace tres siglos.

Yo quiero en su esfera un cuadrante más limpio.

Yo quiero darlo cuerda.

Lo intenté pero no pude.

 

Vine aquí a perder mi amor

Por la honrilla profesional que nunca tuve.

Quería ser reportero de guerra

Y encontré mucho odio antiguo en esas maléficas verdes pupilas.


Marchaba el Anticristo al marcial paso de la oca, el pie valgo y al desgaire,

Los brazos péndulos diciendo:

I am British

Blandiendo paraguas y bombín cual arma arrojadiza

Desfilaba crispando los puños

Actitud chulesca.

Un pope adventista impartía bendiciones al revés

Que luego se transformaban en balas de goma

Y en broncos disparos del M16.

Exclamaba: Madre, yo no quiero ser papista

La beca o “ sash” en bandolera

Ominosa cruz gamada

Monograma de victoria y de venganza.

Belfast, punto de encuentro de todas las pesadillas

El odio en sus nidos de sacos terreros.

Graznó un pájaro de fuego y murió un chaval.

Los pacos (snipers) se apostaban en los tejados al socaire de las balaustradas y los aleros.

 

 

Mother Theresa en una casa cuna de Falls road sin luz eléctrica.

Atardecía.

Para conjurar el miedo había yo bebido aquella tarde cinco pintas de cerveza.

Era una vieja enteca yugoslava.


Casi me dio miedo hasta que la vi sonreír

En un rictus de tristeza y de evangelio.

Entonces sí.

Peregrina de Cristo,

Besé tu sari.

No era una monja triste sino una Virgen Ortodoxa,

Esa imagen que venero.

Aquel beso me dio suerte

Cuando bala silbó cerca del costado.

Había frente de mí muchos soldados fúsiles en ristre.

Me habían tomado por un terrorista.

Allá estabas tú, Madre de las reflexiones, ensimismada en la palabra de Dios.

El mortal acero desviaste con una sonrisa.

Perpetuo Socorro, estuvo de mi parte.

 

 

Ulster, monster, erial de desolación,

Calle real “ business as usual “, pero sin un cristal sano en los escaparates.

Tierra a la que no quiero volver.

Escuché un hablar antiguo en tono monocorde de añejas disputas que no comprendía.

Pero los ingleses ganarán.

Avisté la faz amarga y cruda del catolicismo.

Pero más allá de las barricadas, en estas aceras donde acecha la muerte


estabas Tú, Jesús, el corazón dolorido

Perdonando a hombres que no paran de hablar de batallas, bulas, hegemonías y de obispos.

La sotana blanca del Vicario no se manchará de sangre en Belfast

Que es ciudad prohibida.

Sólo el aire frío se enseñoreaba del malecón y los astilleros.

 

 

Escuché el grito ardiente de reivindicaciones,

Fragor lejano de la noche de los siglos, estruendo de batallas,

Empolvadas guerras de religión.

Hedentina vieja y carroña de los cayeron en defensa de una bandera.

Belfast es una mujer triste y fea con la cara recién lavada,

Chica para todo en el barracón de un regimiento de fusileros escoceses.

Estuve cerca de los pasadizos de la muerte

Y la Parca me hacía señas y visajes

Mientras saltaba la metralla y el polvo de una detonación.

Salí por piernas y me marché del hotel sin pagar la cuenta.

 

 


Ulster, Ulster, monstruo sin respiro. Está piafando el alazán de Armagedón,

ciudadela encanallada del odio absurdo y concéntrico,

“ waste land “ de desolación. 

 

 

            TIEMPO DE FEBRERO

Luce el sol altanero capullos en el jardín.

Un ujier se hizo presente camino de las preces.

Estaba orando en los reclinatorios de atrás

De la iglesia nueva de Santa Soledad.

Tiempo de calma hecho a la medida del aura cuaresmas.

El manojo de azahar ostentaba en sus manos

La estatua de Santa Terecina, enigmática sonrisa que a este pecador protege.

El canto lejano se escondía detrás del salmo responsorio  y un cura mano sobre mano

se sentaba en un confesionario de la iglesia desierta

Aguardando inútilmente penitentes. Se conoce que nadie quiere ponerse de rodillas.

Me recordó vagamente a aquel Fermín de Pas.

Cristo ha huido de vosotros, hierofantes e impostores.

Febrero trae el hervor de días que crecen, de algo que vuelve y se barrunta.


Un solario de lectura he preparado yo en mi coche viejo,

el que está arrumbado en la calle y se resiste

A arrancar para el desguace.

¿Qué fuiste tú sino un recuerdo dulce, una rosa intercalada que guarda el perfume fósil

Entre las páginas de un libro?

Y por la noche recupero aquel prontuario perdido

que trae el afán de antiguas crónicas y de pasados fervores,

Magma incandescente hoy fenecido.

Aquella máquina de escribir

sobre la mesa de un ventanal perdido,

Con vistas a un campo de fútbol.

Edenthorpe, Edenthorpe a la sombra de las chimeneas del alto paraíso,

Del que me expulsó un ángel terrible espada de fuego y cabellos flamígero.

Nunca tocaré la mesa ni el florero que colocaron las manos de la mujer que yo quería.

La máquina de escribir aun llevo conmigo.

 

 

16 de agosto de 1998

 

MUNDIAL FUTBOLERO

Junio es el hermoso mes de las veredas, de la luz que alcanza los sueños largos,


sahumerios y fragancias de rosas y pensiles bañan el campo,

Está la juncia, está el eneldo, está el poleo.

La gualda retama del deseo

Es la reina de las fiestas.

Aromas engalanan el quitamiedos.

Huele bien desde Zamora

y no cesa la fragancia hasta la raya de Oviedo.

El odómetro canta y cuenta la canción de las millas.

La rueda besa los nombres de toponimias que suenan a proeza. Gracias consecutivas de una gesta: Foncalada, el Fontán, Morcín, Mieres del Camino, Campomanes y Pola de Lena;

Arboles y monasterios, canciones, sidra y pólvora para un corazón dinamitero como el mío que se esparce con el canto de las sanas.

Villacastín la encaramada oteando los cordales de los cerros.

En los campos góticos entramos por Adanero, queda Olmedo a la derecha

y es quieto y misterioso con sus siete torres como una galeón incandescente en la noche

mi Arévalo.

Benavente nos recibe con un caballero de piedra, lanza y adarga, gualdrapas sobre el puente.

Antes de León, alguna iglesia mozárabe y en León San Marcos ínclitas mazmorras


donde en blanca amarraron y en blanca dejaron cinco inviernos por un traeme acá esas coplillas al gran Quevedo.

Pajares es un columpio apoteósico casi sobre el cielo.

Quiero echar a rodar.

En la cima que corona la apoteosis triunfal de una naturaleza mítica siéntome  contento, me estalla en los adentros el deje bable, el primer hablar nuestro.

¡ Ah, olorosos retamares, esparto de España!

Su flor también juega al fútbol porque es divisa de los tetra campeones.

Brasil... Brasil... que bailas la samba al son de los tambores

De la torcida con sus mulatas de pelvis perfectas.

El mundial es un carnaval, la consabida saturnal ia de millones y de honrilla, vanidad.

El balón mueve pasiones y ríos de dinero,

acróstico de una nueva religión

Con mitos de Orfeo.

Yo digo que gane el mejor.

“Panes et circenses”.

Las torres argentinas: Caniglia, Verón, Burrito López.

No creo en holocaustos futboleras, ni hecatombes.

En solo Jesús bendito yo creo.

Pero los nuevos sátrapas de los emperadores


mandan adorar a estos nuevos ídolos de una nueva religión sincretista

que oficia sus multitudinarias misas sobre el césped entre transmisiones globales

y yo conduzco por autovías solitarias poquito a poco

hasta mi encartación de Artedo

 

2 de septiembre de 1998

 

PARA DON PEPE

 

Gran Pepe Navarro, chicharrón de golferías.

      Un chinarro en mi zapato

        Dále el trágala, ándele y no se corte

Era la otra cara de la moneda, antifaz desangelado

   De nocturnas pláticas inanes, culo de la impotencia.

Se desazona la patria sin amor.

Oveja que bale, chivo regüelda, aquelarre del sexo y del “ voyeur”

Pedo en boca. Hay pedos en pompa que eructas cada noche por la jeta

Y pedos pintores y pedos espía barritando de la alfarjía de tus desbordantes decorado.

El maricón Crispín tartaja y otro personaje.

Haz el buz, saca la lengua que morirá, Pepe, por do más pecado habías


trayendo a medio par al borde de la alferecía.

Blasfemo, ut nobis parceas. A cup of coffee and tea for two.

Te ríes memo y carraspeas

y pronto vayas al infierno con tus personajes

A dar por el culo a la Veneno y sus comparsas.

Emplazado quedas en quince días.

Aqueronte aguarda y cruzarás el Misisipí a nado.

Tío, estás ahogado.

A fe mía que los diablos ya te hacen corro.

 

2 de febrero de 1997

 

( Aclaración: escribí esta “ sottie” y al buen Pepito le quitaron su programa de travesías y de travesuras nocturnas, como cumple, claro es. Aunque tres mis millones lo indemnizaron

 

 

 

 

16 de octubre de 1998

 

OCTUBRE EN GUADALETE

Llena octubre el corazón de sombras.

Se bañan las rosas

en tu regazo.


Quehacer de otoño en las miradas que metamorfosea preparativos.

Peregrinos caminamos en un viaje.

No haya quejas.

Va a llegar Dios.

Cava Florinda llora el pecado de una noche.

Porfía Rodrigo en las horcas.

Cava de Toledo y Cova” dunga” entrelazas misterios y mitos.

Sólo en la palabra hombre desdichado hallarás salvación.

España muere y resucita.

El reinado de Witiza y don Julián fraguaron pactos

porfiados escondidos en las tabernas.

Españolito que vienes al mundo te parió tu madre conspirador.

La virgen profanada odia y ama al forzador.

A su vez afila Hércules su daga en la espelunca de la traición.

Es el sino de haber nacido perdedor.

Pero ya se perfilan las sombras.

Una esmeralda esconde la paloma entre sus papos.

Quien ama añora y suspira por cuanto perdió.

El pobre rey derrotado marcha al monte de San Miguel

en busca de perdón.

Su manto de armiño por un sayal pardo

y su cetro por un garrote de espino canjeó.

Marcha por el andén enarenado


una cogolla de fraile y un grisgrís morisco.

Las monjas agustinas cantan tercia en el coro bajo.

La virgen en el umbral le entrega una vara de azucenas.

Ya balan los recentales en el aprisco.

Es octubre en Guadalete.

 

 

 

 

 

 

 

EPIFANÍA

Silencio en la mañana de Epifanía

Baten los nueve ordenes angélicos sus augustas alas.

Tocan a misa de albores.

Elevan la hostia y el cáliz las caltas en el jardín.

No hay aguzanieves

¿ Dónde estará el avefría ?

Hoy nace Dios en Oriente y en Occidente ya lo adoramos.

Cantará el diácono la pascual calenda en Santa Sofía

y en la celestial Moscú.


Entra el Cristo total.

El sol acaricia las paredes del acantilado y baila el musgo ya su danza de algas y helechos.

Oigo en el jardín el paso de los camellos enfilando la calella de mi helicón.

Este oasis , Señor, que siempre que vengo me transforma.

Incienso macho sea incinerado, alcése el humo del olíbano y de la mirra penitente.

Y la luz de cobre acendrado dora el manto del lar.

Virgen madre, ¿ me detectas ?

Hay un rosario blanco que pende del catre en mi habitación.

Madre de los vencidos, consuelo de los tristes, que velas mi sueño.

Está María presente en esta dulce alcoba a la que yo soñé venir de niño.

El techo es de alfajía y está pintado de azul.

En el arco del camón se atesoran dichas viejas.

Ven en mi socorro, dulce María ven.

Mis muertos no se han ido ni se han muerto.

Están presentes y rezan en el silencio de estos muros

de sus cuerpos transparentes sube esta dulce paz que encampaba la casa.

Útero y claustro mío del Rellayo, astur rincón de paz en las mágicas Españas.


Convento de la vida donde cada año me hago viejo celebrando resurrecciones epifanías y curo mi soledad de desterrado.

Bardanos, lampazos, la ardiente saxífraga, el casto arrayán, guirnaldas de piedra poniendo encajes de espuma vegetal sobre las olas.

Aude et auge, soplo entre las alas.

Cristo, padre de los pobres, librame del mal

25 de enero de 1999

 

 

Dolía la ingle derecha y había regresado del Árbol de los aparecimientos.

Era un sábado.

La tentación, reclinada en el garrafón de plástico, jigote en la redoma, como el quiromántico.

No lo pruebes , no lo pruebes.

Lo caté hasta quedar harto.

Metí al enemigo en la barriga, y él hizo razón de vómito inexcusable,

mientras los monjes por Radio Atenas cantaban la misa en rito alto.

Fue una percepción hermosa,

pero yo quedé derrotado y exhausto.

Es mi última libación, que ya no quiero más en mí, mientras canto el Agios.

Lo peor estaba por venir, al quedar determinado aquel encuentro con las furias.


Ay razón inexcusable, pobre infeliz que tanto me maldices, y que se te encasta el tiempo y nos has podido decir nada.

Mi padre en el filo de los recuerdos y el consejo que me dio aquella vez, Antonio, eso es veneno para ti. Por él, si le quisiera, debería haberle hecho caso, pero el dolor de ijada era tanto que no pude resistir.

Razón de tui y razón de mí, hipotenusa de lo imperfecto, que nada llego,

nauseas y pujos que suben y bajan por la boca. Es absurdo lo que estoy rozando,

y el perfil de los sentidos se embota,

pero marzo, a no dudarlo fue siempre un mes nefasto.

Me echaron del amor, me expulsaron del trabajo, y ahora sólo queda me arrojen fuera de casa, como si fuese un vagabundo.

No puedo proseguir.

Amarga fue la lucha, pero más infame la derrota.

 

8 de marzo de 1999

 

 

 

 

5 de junio de 2000

AÑALEJO


Añalejo parroquial, lengua de dragón celestial,

rozagante ropaje de las alturas,

oculto brial que vuela los oteros del horizonte.

Llora la lluvia en los paramentos y humedece las acroteras;

está de obra el amor y rebrilla el charol de la calzada

bajo los faroles que alumbran otoño.

La nobleza está escrita en el dintel alto.

Suzanne tenía el alma de llama

y los siete cielos cabían en sus ojos.

A nada ni a nadie amé tanto.

Más por mi inadvertencia la perdí.

 

Luarca es un miradero verde en la tarde de abril

que se empina sobre el mar, ya los barquitos van a la altura

y uno grande cabecea en la amarra que hasta ti me llevará,

que bien supe me esperas en la otra orilla, al otro lado del Canal.

Piña de casas blancas y portaladas y blasones

vigilando la ensenada.

Veros y contraveros, cuarteles, roeles, leones tenantes,

el lambrequín y los lambeles de tu noble mirada.

Abajo expectante la mar todo de rodillas sobre la dársena


adorando a un sol que inspira brisas de ocaso.

Pide puerto allá a lo lejos una patera.

Hay un cementerio bonito sobre la ladera.

Severín y Evaristo duermen la paz eterna en la loma aguardando el rebatir de las olas y el despertar de las trompetas.

Subamos la cuesta, amor, que hoy es la Pascua.

Una luz nueva y madrugadora alumbra al Cristo que resucitó.

La casa deshabitada con la higuera en la corraliza mirando al norte otrora fue nido de amor.

El rebalaje de las olas canta canciones de guerra

y al amor del ocaso teñido de oros enfilamos la cinta blanca de la carretera, mientras la mies enyerba. Hipólita.

Todo en redor herbece que viene el capitán de la brisa.

Trisque el amor por los montes de La Caridad y de Ballota.

No los despoje nunca Aquilón de su ornato.

Atrás quedó noble Luarca arrullada y blanca tórtola sobre el arrecife cántabro

que duerme en el zureo de su escuadra y los jaqueles de su heráldica.

No conoció la brisura de los segundones

porque esta villa es vanguardia dura,

serviola de los mares proa siempre hacia el Norte,


y un paisaje que es adehala del peregrino que nunca esperó tanto.

El mar y la roca se entrañan

allá donde Asturias deja de abrazar a Galicia

y hacia Avilés se espadaña. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

10 de diciembre de 1999

PARA TI

Si no es amor lo que en mi alma crece

es un deseo fugitivo,

añoranza de tu piel, el calor de tu regazo y la frescura de tus besos.

Suzanne, amor y albergue en el camino,


funesta incandescencia que abrasa todavía lo que fue y aun pervive.

Y que retorna por las ventanas del recuerdo.

Me asomo y te veo etérea y eterna, espasmo infinito, recorriendo

el trayecto volandero con que tu recuerdo inciensan las vedijas de mi pipa, laxas lisonjas de aquel querer.

Do quiera estés conmigo te comunicas

¿Darás alguna vez respuesta a mi llamada?

¿Qué será de ti, doncella inglesa,

dulce amor por el que vivo?

Gemimos.

Lo hemos perdido todo a esta orilla de la culpa.

Excelsa estás al otro lado como una diosa, en la ribera del Olimpo, tejiendo tu argadillo de memorias,

sabor agridulce de tus besos, ya dardos y rehiletes doloridos

que se clavan en los pensiles acidalios de aquel verano.

¿Dónde están aquellas rosas hoy trillazón del abono animico

que fermenta en la copela de los sueños?

Hubo contrahuellas de una escalera de pesadilla y hubo pasos que nunca di.

Baodicea eterna, tú no podrás morir.


Mi sino derrota ya hacia el Leteo de feroces nieblas.

Bramando voy resistiendo al negro torbellino.

Te añoro el ojo dolorido de llorarte,

mis huellas cansadas de buscarte.

Te convoco, no hay respuesta.

No cabe paso atrás en este laberinto de amor y vida.

La luna brillará a tu lado y el agua de las playas de Gales

se arrodillará en dulces médanos de arena al pie de tu figura,

como en aquella foto de ti cuando pequeña

que yo llevaba en la cartera.

¿Quién rompió nuestras cartas?

¿Quién quiso acabar con nuestros nombres?

Sólo tu imagen alimenta mis recuerdos

y esas memorias me hacen vivo.

Lo he perdido todo al Este del Edén por el peso de la culpa.

Ya no desandaré el camino.

Por besarte y por tenerte daría el resto del tiempo que me queda,

paraíso de caricias.

En cambio yago sepultado en esta ubre inmensa de papeles.

Es la sombra tuya la que busco

prendida entre las hojas volanderas de mis libros.

Mas, callemos y prosternados cantemos el oficio.


Soy yo el monje que entona tus Horas

mientras noviembre  se resuelve en lágrimas de lluvia y alienta los regueros

de mis poderosas quejas.

Ciernáse sobre mí el techo del olvido.

Mi salmodia de Sexta es un treno de hielo dolorido.

Albricias, Suzanne.

Te canto y te recuerdo,

dulce y sonriente en tu trono de dicha como la madona de Arbás.

Madre cisterciense, virgen siempre de mi vida. Amen.

 

 

 

Me odio a mí mismo porque ella todavía me enamora.

Amor de juventud que la senectud profesa.

Me nutro de dolor

y del alto pensamiento.

El sol no regresa.

Muralla del querer,

contra ti no hay bastimento,

ni testuz ni ariete, ni casco ni cohorte, ni galea.

Ay amor, mi mejor rodela, que el dardo sutil de Cupidete todo lo traspasa,

y difumina el aliento espeso de las parcas.


Yo lo declaro aquí y lo confieso

que soy el alter ego de los vates que se fueron.

De Garcilaso y de Petrarca.

Pasame amor con tu saeta y transverbera toda la carne que tu quieras.

Flotaré en el aura de Suzanne

que fue mi Laura.

Nadie lo sabrá pero yo escucho todavía el murmullo de aquel nido.

Soy pájaro que vuela, umbra incandescente que retorna al centro fijo.

Todos los horizontes alzan a mi paso sus querenciosas contrabarreras.

Hoy ceniza, ayer brasa, busco aquel nido.

El rescoldo todavía quema porque fue chispa del eslabón y el pedernal de tanta grandeza.

Oh ardiente virtud engalanada,

alma gentil a la que dirijo toda mi correspondencia.

Linea a linea conjuro a la muerte

y escribo tanto porque tú navegas un mar áspero entre Escila y Caribdis.

Si pronta está el ánima,

el cuerpo va cansado.

En medio del ponto sin fondo también presiento hendir el agua viva

rumbo al viento

y proa al puerto de tus ojos que es mi anhelo.


Nunca podrán trazar sepultureros ni quasimodos beodos la meta del olvido.

Ellos reinan ya en la Tercer Esfera.

Ojos de mi amada Suzanne que en hojas de laurel se han convertido.

Carmín de su boca y su talle un cincel.

De rama olorosa calandria hizo su nido.

Laura laurel, diosa de cuerpo erguido.

Al cielo te alzas alegre y segura. Hermosa del sol inglés.

Suzanne, escucho tu risa desde el hades.

 

LIMONERO DE MI JARDÍN DE ARTEDO

Yo quisiera ser un limonero

de mi casa jardín en la Concha de Artedo,

echar brancas y raíces cerca del muro del viejo gallinero

sentir la caricia del sol de abril

y el rumor del blando céfiro

en las mañanas de amor.

Cantar , llorar, sufrir, gozar, sufrir, soplar y bullir.

Besaré al obscurecer el recuerdo de la mano que te plantó.

Yo quisiera ser limonero

de mi alegre jardín de Artedo

 

 


3 de abril de 1999

 

JEWISH HOLY FRIDAY

Devils are at loose again.

For if it  was not enough Sarajevo, a Kosovo we neeed with a lot of refugees along the line.

We can´t live without the filming of dubious holocausts.

Hitler is alive in Clinton resurrected.

Bloody nazis. Bloody jews.

The question is that history is only what the warmongers make out of it.Wars have to be won, and cannot happen without Kissinger programming global, step by step.  Barbara Walters with her raspy voice  at the scene.Talkers or scribes fodder the drama. Holy fridays of lately lead to bloody Easter Rising. The high priests thrive on denial, and with their plots want us to learn th at He never was. The Antichirst os real, Jesus a myth.

Oh, my Lord, my heart bleeds!

Every day at every hour is for me Gethsemani.

Here come the Bee Fiftytwos dropping bombs, sting of death, and explosions.

CNN reporters lying low in Bagdad, wrapping up murders.

Is the at the new order the the vultures bring ?


A world without love, full of lies with no room for Christ in it. Truly jewish.

Here comes Fulmination.

Devils are at loose. The wireless bark their onesided truculence, the end is at hand, a flood of argument twisted. But this is un upside world

with its own beasts and its own vestals.

Emma Bonino acts and plays as the goddess Semiramis with specs ruling the winds of wraths. She has an obscene mouth

while the jewish pope watch the line, a truly new Judas all holy, but blaspjempous and sarcastic, the bad sheperd who gave its flock to the synagogue.

Good Friday in the jewish tradition bombim Biel gorod the whoite city by stealth.belgrado has becone Getsemani.

A real holocaust of sulp`hur and pfjhopspjptous.

Waters the the damned rain of the drake tale flyind in the wind of sinisters cruise misiles and tomahwaks.

One good friday like today the high priests killed the song of god, a real kews gestures in their tradition of hatred.

 

Bombs over Belgrade and so what the pope says?

Bloody old man th at polish bishop. In Rome pontopjicates the devil


and in Washington commnads a fornicator/Terminator. He is a coward, bombing churches and maternity wards.

Oh Christ. Upu died for all of us

 

4 de abril de 1999, Easter Sunday

 

 

I AM FIFTY FOUR... AND SO?

 

Trae San Antonio del año los días más bellos.

Adornan las flores la lengua de tierra de mi herrén.

La luz de la tarde tamiza melancolía inglesa,

lejano sentir del ayer.

Espira de la catedral de York

al socaire de ti amé yo.

¿Qué habrá sido de la dulce rosa inglesa?

En tus tabernas me embriagué de hidromiel y de cerveza.

¡Ay amor, adónde se fue?

Cruzarán los bateleros por la ribera del Río Ouse.

Estará en su sitio la barbacana de Micklegate.

Y yo ya no estaré.

Ruedan hacia Hull los omnibus de Beverley.

Ya no estaré.

Wilberfoss es ya un nombre lejano.

Acarician los sueños míos la blanca muralla


y vuelan por los postigos donde el arcángel tiene su trono.

Suzanne, siempre en mí, bello vivir del amargo huir

por la perdida herida.

Reina que mandas y gobiernas, corona torreada de la diosa,

blandirás tu hisopo contra el abismo

que de noche y que largo se me ha hecho vivir lejos de ti.

Angeles de Eboracum apiadaos de mí.

Lleva este suspiro de amor a mi rosa blanca emperatriz.

Today I am fifty four and so?

I have reached the age of the Beatles song.

All my sweet yesterdays on my birthday I mourn.

Thanks, God.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

13 de noviembre de 1999

 

Doctor Isherwood

 

Afternoon in Wilferfoss, it was a lazy sunny afternoon and it was hot. The door was open for the breeze and there entered a little gentleman with a briefcase. It was doctor Iserwood from Poxklinton. Suzanne an I were reclined in the grass of

 

domingo, 6 de febrero de 2000

Si no es amor lo que en mi crece es distanciamiento de ti,

sima que ahonda el tiempo,

pero tu cara no se aleja.

Siento que tus ojos crecen,

son un deseo fugitivo,

yo siento añoranza de tu piel.

Suzanne, magnífico albergue de los sueños,

fausta mujer incandescente,

visión que se nos viene entre los lirios,

memoria que proyecta lo que se fue y aun pervive,

espasmo infinito,

rosada caricia de tu piel,

vedijas de humo que proyecta al techo el hipocausto de los sueños,


voluta que se alza de la cazuela de mi pipa.

Oh Suzanne, el fuego por ti encendido nunca se apagará,

que es divina almenara que apacigua mi espíritu.

y nadie podrá ya reprimir las brasas de tu alma.

Serás lisonja lasa de mi querer

¿Qué será de ti, hada londinense que por ti he vivido? ¿dónde estarán tus huesos o la esparcida luz tajando la oscuridad de aquellos besos que hoy sois fuego fatuo en el altar del amor? Tuya fue la candela que hoy me alumbra. Mi vida vino de tus ojos.

Lo he perdido todo.

¡Ah este peso de la culpa!

Se han secado la fuente de las lágrimas y el dolor de estanque seco da cauce a mis pupilas, que pronto serán alveolos, cuencas vacías, trono de la muerte al cabo de esta búsqueda sin encuentros agradables, al ser arrojado de tu faz altiva ligaron sobre mí terrible maldición.

No hay paso atrás en el laberinto.

Ya no desandaré el camino. Por buscarte y por tenerte daría el tiempo que me queda.

Sepultado en mis papeles, mulso en la tensión de lo que busco, porque sé que, al final de la huida, resucitará tu rostro;

es la sombra tuya la que busco.

Rezo el oficio.


Noviembre es lluvia.

Se cierra sobre mí el helado cielo del olvido.

13 de noviembre 1999

 

 

 

Me odio a mí mismo mismo y alguien me enamora.

Mirto del dolor que en el arriate reverdeces,

crecal infinito, olivo verdadero,

árbol de Sión que desforesta el sionismo.

Vuelo hacia las altas ramas del encumbrado pensamiento.

El sol no vuelve, muralla de amor, contra ti no hay bastimento,

ni testuz.

Yo me río, alma herida, de la falárica de la suerte que golpea pugnaz el manantial del agua viva.

Seas tú mi adarve, mi casco, mi galea,

pues que ese dardo sublime todo lo traspasa,

difumina el aliento helado de las parcas.

Yo os lo digo y os conjuro, salid demonios de ese cuerpo, que soy el alter ego redivivo de los vates.

Me traspasa la saeta herida el alma de Petrarca

y viene flotando en un aura eterna, perfume de Suzanne que en mi reina para siempre, rostro y rastro de mi Laura.


Nadie lo sabrá, pero yo escucho todavía los murmullos de aquel nido.

Soy pájaro que vuela, sombra incandescente que retorna y el dintel del horizonte que cruza las colinas.

Sombra soy que pasa,

hoy ceniza, ayer brasa pero un rescoldo de grandeza de aquel fuego me quema todavía.

Ya con Laura el sol de aduna catoblepo egipcio, campeón de la cruz ansada, deja ya de apalabrar infortunios, basilisco que occide con la vista, huye o llamo a san Miguel que te ponga en fuga.

 

 

 

 

 

 

 

 

DON DE LA EBRIEDAD

Claudio, antes que tu nombre trajeran y llevaran las gacetas

por renglones de musas avarientas

en aparcería suculenta

fuiste para mí en la barra del Gijón aquellos ojos que observaban con un brillo mortífero y cainita,

dos cuévanos, blandones de mortaja.


Tenías un aura trágica, no te lo dije, y un mirar cansino y a la expectativa de arriero de Zamora.

Vivimos vidas paralelas desde los campos góticos y el vino de Toro a los altares de Freia regados de cerveza.

Hull ribera del Humber, Beverley y sus colinas,

Nottingham poblada de bicicletas.

Andares y cantares en trayecto de ida y vuelta, nómadas por trochas perdidas de la feliz Inglaterra, carcajadas de hilanderas y comadres en los soportales de Windsor.

Nuestra poesía fue peripatética, patética nuestra vida,

de hambres en el cuarto con cómodas de caoba, una carta de amor en el bolsillo

y promesas de bailongo regadas de hidromiel-a veces te ponía el cuerpo nuevo una copa de jerez- en aquellos aquelarres del septentrión incierto

y largos viajes en el tren.

Tú al igual que yo añorabas el verde de aquellos pastos.

Nacer al amor y a la poesía en un jardín es predilección olímpica.

¿Qué tienes, profesor inconstante?

Ganas de beber, págame la última copa.

Because you, too, were a Yorkshireman.

 


Nuestro destino fue la zurra etílica, un estíptico vagar por las tabernas coronadas de laurel con sed y dolor de flato, as beer they said was good against constipation, y el lúpulo diurético todo lo cura incluso el cagalar del mulo.

Al Baco de Velázquez en el trono de serpas y de pámpanos la vera efigie del borracho con cachet me parecías.

A ver que va a ser.

Y demostraste tu casta de beodo no llevando moneda en el bolsillo, dejandote convidar y querer.

!Ah, tunante, no me lo dijiste, portabas el maravedí debajo de la lengua.

Te tienes los ojos triste y saltones de un mosaico romano,

retículos de una pínula enfocando hacia el centro, camino de la enosis.

Unión con Dios, místico vino. Juan de la Cruz también le daba fuerte al moscatel que sacramenta

la tristeza inherente al ser nacido, pues hizonos  de mosto zeus divino y forma de cuba tiene la placenta, sus flejes y dovelas tracería de pámpanos, alcurnia y dicha del pobre.

Claudio, desde entonces me pareciste más genio,

y llevado del ebrio don me pongo a bailar en un pichel de tintorro.

Navegan sicut naves velut umbrae piezgos sobre el Tormes portando en sus panzas oneraria felicidad del jarro que el dolor olvida.


Nadie nos podrá arrebatar el gusto del mosto

 que es ambrosía y remata mis jaquecas,

vayánse los sueños al diaño.

Me asalta de repente en tu capilla ardiente

esa imagen opulenta de jícara de cerveza que al amor de una tarde de otoño en el Gijón nos consumimos, bottoms up, prosit, de hoy en un año, que lo veamos.

En gesto que acredita de ser un hidalgo de gotera.

Tampoco en las tabernas preguntaron nuestros nombres.

Encima, compartimos la desdicha de ser vilmente zurrados por la parienta.

 

Mujer es muerte, zorra y crija, descompuesto componente,

sangre y muchos complicados palillos, red de atarjeas, cloaca y cañería, hartos estábamos de ciruelas claudias.

El mundo no resulta sino una gran taberna, Cayín.

Pero tu has pasado el freo ya va para un verano.

Aguardarme me has en la ribera de la Estigia, zamorano,

y que sea al cabo de muchas vendimias.

Recuerda que me debes una ronda y no te la perdono.

Brindemos, brindemos la escanciada malvasía,


por cuenco la calavera de don Pepito, el amo publicano,

y por cáliz el grial de Jesús en la Última Cena.

Alcemos nuestros vasos por la opulenta vid y la ardiente higuera,

la gaya ciencia y la crin de hiedra agitando las desoladas tumbas y el lúgubre muñón del muro del convento en ruinas,

sólo ya cabelleras de ortiga que peina el viento.

Un haz de luz allá a lo lejos, un túmulo y la credencia de la hostia, un estro que plañía, el incensario y el copón que robaste, chiquillada travesura o gesto profético de la desolación que vendría, de la credencia de un tabernáculo románico.

Estabas predestinado a estar perpetuamente de cuadrilla, asendereado libanomántico y catador, ofrendas de la vid, palabra de vida, dando tumbos a las Siete Calles.

Peores fueron otros sacrilegios.

El estro gruñe y el licor rezuma en la cresta de tus versos embriagados de elegía,

ajustadas las estrofas a este erial que vivimos.

Te has ido y nos dejaste de albacea estas palabras

cuyos ecos retumban, cual doma de lomo del sonido, lastimeros contra las fauces de la gárgola en lo alto del pináculo de la catedral vacía.


Don de la ebriedad es éste, pregonados licnobios que iluminan las sensaciones depuradas , luz  larga contra los muros de la ciudad dormida toda almena  sobre el Duero, el Eresma, el Ivel, el Ouse, manso río de York.

Nuestras aguas van a a dar a todos estos nombres y a otros mares, bañados por un sol de incertidumbre, extensas miradas, siembra de cruces, bajó el poeta al sepulcro, pero en la lengua resucita agitandose en místicas prelaciones antes del sacomano.

Ese fue, amado Cayo, nuestro marbete, código de barras.

Ahora estamos mano a mano tú y yo solos, después de un funeral, en visita por las tascas.

Sirven abluciones en el barrio húmedo, que sólo alcohol es talismán contra la desesperanza.

En tanto que llegan los fosores pico y pala en ristre. Ya sabemos que Acaronte aguarda.

La voz del otoño no comprenderá nunca los brindis de los dioses.

Ya temulentos caminamos por la orilla de la metamorfosis, la canción hecha crisálida.

Ya podemos subir al Olimpo pimplados de catarsis.

Te deseo tuvieses una muerte dulce aunque aquella tarde en el Gijón estuviste a punto de pegarme.

Claro, yo no soy más que un facha.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 11 de abril de 2000

 

ALCOR ARREBATADO

Tórrida mirada, halcón huido por las sendas

de mi pensamiento fugitivo.

En el piano de don Gerardo una estudiante del Beatriz Galindo ejecuta arpegios.

Estalla una eclosión de notas a lo vivo.

Entre Bilbao y Chamberí yo te buscaba,

espiando en las noches de febrero la luz de tu balcón.

Venía a verte todas las tardes disfrazado de profesor.

En la calle Antonio Flores

yo tuve una vez un amor.

De aquello sólo me queda el recuerdo de un ascensor

y misas a la tarde en las clarisas

que ahogo en vino.


¿Amor, por qué te alejas para no volver, voltario insecto de la sinrazón de alas de cínife?

Una efélide de tu carita, niña del norte

que ha desparecido para dar paso al livor de la muerte y del olvido.

Soledad infinita que nos circunda, márfaga de todos mis sueños.

Nunca pude ser el dueño de tu corazón.

Amor que se fue y no vino, despareció en el rostro difuso de aquella a la que yo esperaba.

Soledad de la tarde y de libro abierto sin perspectiva.

Presencia hermosa de un querer que dejó huella.

Por él la vida toda yo te entregué.

 

Soy un saltador, un derviche en la redola.

Gire el cangilón de mi plegaria.

Paravskeia, virgen del viernes noche, ponte guapa.

El viento del deseo viene metido dentro de un piano de cola

que colmó mi deseo más allá del freo

metamorfosis del aire de fronda

rasgando el perfil misterioso de las hacinadas de ilusión.

Pata ti una niara de besos yo te reservo

que susurrará Eolo al oído, ya eres matrona.

¿Fumas todavía ? ¿Con quién te acuestas y a quién haces el amor?


Lapida y epinicio yo me fui a negro sumido en un absurdo de retama y de organdí.

Treinta años pasados y yo soy igual.

El obispo me ordenó diácono, pero no he llegado a nada y menos soy, acaso sólo un relámpago en la tarde de tormenta, acólito únicamente de las nubes,

tibia y calavera en la huesa.

Sobrancero de aquel dulce verano del sesenta y ocho, erigido en mayordomo de tus besos que se almacenan en el desván y el alguarín de los recuerdos.

 

 

jueves, 28 de septiembre de 2000

             A UN CENTINELA

Centinela que reposa en la garita a rayas

del polvorín nuclear,

menos matar.

Escucha mi canto limpio,

el llanto de los marinos hundidos

en el Mar de Murmansk

que tu transfiguras en ojiva que apunta a la muerte

y no al claro amor,

embeleso tardío, molduras y metopas

y entorchados, floreos incandescentes

que traza el sol cada mañana en su aliento fugitivo.


Oh tú sabio que nada sabes y tanto pontificas,

hidrópico de ciencia y empalago.

Estás barajando ascuas, tú lo sabes.

Te tajo las cuarenta cartas

y carga ya el golpe perentorio,

baja del pedestal.

San Ignacio voló en su hornacina, el ojo ardiente, fumarolas al pecho que se vienen renqueando

con un ojo en el cielo y otro en el suelo

y anagrama de eternidad.

Compañía de Jesús, ven a reinar quimeras de imperios.

Roma en nombre de Cristo asumió la carrera del mal.

Un aro en llamas viaja por el horizonte

y en Sidney parva cosechas de medallas.

Me telefonea el maldito Santos Gozalo, escupitajo hitleriano, con su cara de gozque del odio

y entona alabanzas al falso Fascio, su voz de sapo hiere mis oídos falangistas, y la faz de batracio que derrama

baba integrista me asquea al otro lado del hilo.

Los árboles marchan ya al son de la hiedra.

Hay una urraca en el portal.

En vano persigo al coro de cisnes que nadan las aguas pandas del estanque,

pluma blanca de una era que termina.

Viajo a Arévalo y voy en ca el alfayate Manzano.


Ya las becadas acuden a la cita inexorable de septiembre

y vuelan en ala delta sobre mi vertical,

en paso sonoro que lanza al viento mensajes de serenidad.

Solícitos escuadrones de Marte y de Neptuno, columna de abismos,

expugna los adarves interiores del agua;

el pulpo ataca sin fortuna al múrice que se agarra todo veneno y grapas a la socarrenas de una lápida submarina.

El múrice no quiere ser amante de la arena,

desdeña impotente la curvas rotundas de carne de hembra

que palpita todo medano y duna junto a la orilla.

 

 

                    FIN

 

millán s. artedo.

                miércoles, 18 de octubre de 2000

 

 

 

 

 

 

 

 

 

avila

   augusta

por

millán sacramenia artedo


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VÍSPERAS DEL CARMEN

 

 

 

Llagas del vivir incandescente

elixir florido

Hojas de almendro en el regazo ingrávido del mundo.

Serás la reflexión de la dulce sonrisa.

Besaré gozoso hoy la orla de tu manto

que guarda las lagrimas y suspiros


De los que se fueron... Animas benditas.

Aquel cromo en la alcoba

Con vistas al campo santo del somo.

Y una oración murmurando entre los labios

pronunciada a toda prisa antes de acostar en la atardecida

tundidos los miembros cansados

y las manos doloridas de arrancar yeros

sintiendo la picazón del tamo de la era

en la cama de hierro donde murieron mis mayores

un rosario colgando sobre el boliche del cabecero

Y el escapulario detentebala, arredro vayas Satanás, cata la cruz, un talismán de todos nosotros.

¡ Oh María, mar amargo, lucero que titila en la noche!

Sensación que endulza la vida, faro y guía del pecador,

unos ojos que cambiaron el mundo

hoy recuerdo quebrantado,

Estrella que no se apaga ni se aleja.

Te busco en las iglesias

y encuentro la difuminada luz de tu callada sonrisa, rezos, lágrimas y esperanza, entre mis iconos.

Bella serás madre del mundo dentro del trono de mil estrellas flotantes

y los planetas fijos bajo tus plantas.


Y el manto cobertor que ampara a perseguidos, Madre Dulce del Amor

 bajo las bóvedas de una nave vacía

Contemplo tu rostro materno en esa estatua.

¿ Volveré a ser lo que fui?

En la catedral de Ávila

mañana de luz y calor intenso agitaban banderas triunfales

En recuerdo de Rizal unos turistas filipinos.

Son las compungidas fechas del recuerdo del Noventa y Ocho,

pero tenemos paz y luz

y en el altar estaba San Marcial  glorioso triunfante en sus proezas,

soldado de Cristo que persevera impávido el semblante,

El crismón dorado en su galea.  El santo mofletudo y complaciente nos bendice entre las sergas, la causía tocando su rostro sonriente.

la mano episcopal  enguantada en quiroteca, el indice apuntando hacia lo alto

como en las confirmaciones.

Me parece que era un poco como yo: a San Marcial le gustó el vino.

Avila de Lisieux (Lisieux de Avila) tiene mucho de francesa con aires del Rodano y hontanares del Loira de donde llegaron los frailes guerreros con este obispo

a traer aquí la fe de Cristo,


purpurada esclavina y muceta, mocasines plateados

Que no se manchan al hollar los nubosos caminos del cielo. Marcial en su trono y en su críptico cabalgando una leyenda subido en le escoba de la ilusión del menologio, áurea leyenda.

 Campestres escenas que ilustran

el día del tránsito que regaron el vino de Francia y los pecados míos

y vi tumbas de piedra de caballeros

del tiempo del gótico florecido,

Supe que un hombre había muerto el año mil trescientos.

Llevo el cristal de Castilla entre mis venas

Pero no pude tratar libros en el Mercado Chico.

Allí me encontré a mi amigo Epiceyo,

Que vende ajos.

Alcé los ojos y triunfante sobre las cresterías de la pérgola

contemplé tu rostro y tu cuerpo en la cruz,

Jesús mío, que me mirabas.

“ Millán, Millán” exclamaste desde lo alto de la piedra

Y yo dije: “ No sé, señor, cura tú las penas de mi lardoso cuerpo dolorido”.

Y fue así como, por un día, fui curado del vino.

Avila, Avila, mágica ciudad de las transfiguraciones y de los presentimientos.

La de los cantos y la de los santos


La luz de tu mirar en el verano llevo conmigo.

Bronce y reja, pila lustral, donde resplandece un monje, un abad y un obispo.

A la salida admiré a los dos hoplitas de granito, grotescos atlantes el cuerpo papelonado en escamas de serpiente, prestos a la carga, un lance mítico.

Avila de los caballeros, petrera y misteriosa

Taladrados de serenidad entre la paz de los barruecos.

 Abula, Abula augusta, y abuela de los incandescentes perdones

En la resaca después de la fiesta de San Vitorino.

Cerros yermos, parameras.

Y me dije al volver en automóvil: “ esta tierra huele a la huella de Jesucristo “.

 Ávila, andariega y triunfal, doncella clara en la noche, Jerusalén de mi sentir judío.

No cansaré de volver al encuentro de tus piedras

Donde estaba cincelado acaso mi carmelita destino.

Ah “ Panmakaristos “ de la que fui armado caballero

A la sombra de la hiedra.

Ven a mí, taladra mi ánima. Este es un sitio mágico.

Deambulábamos por la pérgola de la iglesia juradera.

En Avila augusta, Avila carmelita y de Teresa, un estertor de Españas y espadañas,


Místico delirio, coral redondez solemne del adarve.

 Ávila magna y madre,

Dulzura berroqueña.

Por aquí ha pasado Dios.

Hizo juntar el cielo con la piedra.

Rapto del ensueño,

Bendito delirio místico.                                                                15 de julio de 1998.

 

 

 

 

 

 

                                                                   ULSTER

 

 

Belfast es una ciudad sin árboles;

El viento de Aquilón los tumba.

Ian Paisley hereje con sotana y leche a las comidas

Me miró con cara de hugonote displicente en aquel restaurante barato.

La hierba crecía en los cerros pelados que coronaba una granja triste


donde pacía cerca del alpende un caballo alnado junto a los muros leprosos de una taberna

sin tiempo en la campiña,

Que al verme se puso a relinchar huracanes de Armagedón. Yo no soy más que un periodista.

Cámara en ristre y libreta de notas.

Entre en la taberna y pedí cerveza: “Pint of bitter, please”.

No hay ventas del viento en el gredal desolado.

La vida vale poco.

Los villorrios, hirsuta glebas del rencor, se tienden por el camino.

En recuerdos a las logias que desfilaban al paso de los pífanos.

Aquí el cuadrante se detuvo en la batalla del Boyne.

Ulster, monstruo, devuélveme tu reloj que se retrasa que marca la medianoche de hace tres siglos.

Yo quiero en su esfera un cuadrante más limpio.

Yo quiero darlo cuerda.

Lo intenté pero no pude.

 

Vine aquí a perder mi amor

Por la honrilla profesional que nunca tuve.

Quería ser reportero de guerra

Y encontré mucho odio antiguo en esas maléficas verdes pupilas.


Marchaba el Anticristo al marcial paso de la oca, el pie valgo y al desgaire,

Los brazos péndulos diciendo:

I am British

Blandiendo paraguas y bombín cual arma arrojadiza

Desfilaba crispando los puños

Actitud chulesca.

Un pope adventista impartía bendiciones al revés

Que luego se transformaban en balas de goma

Y en broncos disparos del M16.

Exclamaba: Madre, yo no quiero ser papista

La beca o “ sash” en bandolera

Ominosa cruz gamada

Monograma de victoria y de venganza.

Belfast, punto de encuentro de todas las pesadillas

El odio en sus nidos de sacos terreros.

Graznó un pájaro de fuego y murió un chaval.

Los pacos (snipers) se apostaban en los tejados al socaire de las balaustradas y los aleros.

 

 

Mother Theresa en una casa cuna de Falls road sin luz eléctrica.

Atardecía.

Para conjurar el miedo había yo bebido aquella tarde cinco pintas de cerveza.

Era una vieja enteca yugoslava.


Casi me dio miedo hasta que la vi sonreír

En un rictus de tristeza y de evangelio.

Entonces sí.

Peregrina de Cristo,

Besé tu sari.

No era una monja triste sino una Virgen Ortodoxa,

Esa imagen que venero.

Aquel beso me dio suerte

Cuando bala silbó cerca del costado.

Había frente de mí muchos soldados fúsiles en ristre.

Me habían tomado por un terrorista.

Allá estabas tú, Madre de las reflexiones, ensimismada en la palabra de Dios.

El mortal acero desviaste con una sonrisa.

Perpetuo Socorro, estuvo de mi parte.

 

 

Ulster, monster, erial de desolación,

Calle real “ business as usual “, pero sin un cristal sano en los escaparates.

Tierra a la que no quiero volver.

Escuché un hablar antiguo en tono monocorde de añejas disputas que no comprendía.

Pero los ingleses ganarán.

Avisté la faz amarga y cruda del catolicismo.

Pero más allá de las barricadas, en estas aceras donde acecha la muerte


estabas Tú, Jesús, el corazón dolorido

Perdonando a hombres que no paran de hablar de batallas, bulas, hegemonías y de obispos.

La sotana blanca del Vicario no se manchará de sangre en Belfast

Que es ciudad prohibida.

Sólo el aire frío se enseñoreaba del malecón y los astilleros.

 

 

Escuché el grito ardiente de reivindicaciones,

Fragor lejano de la noche de los siglos, estruendo de batallas,

Empolvadas guerras de religión.

Hedentina vieja y carroña de los cayeron en defensa de una bandera.

Belfast es una mujer triste y fea con la cara recién lavada,

Chica para todo en el barracón de un regimiento de fusileros escoceses.

Estuve cerca de los pasadizos de la muerte

Y la Parca me hacía señas y visajes

Mientras saltaba la metralla y el polvo de una detonación.

Salí por piernas y me marché del hotel sin pagar la cuenta.

 

 


Ulster, Ulster, monstruo sin respiro. Está piafando el alazán de Armagedón,

ciudadela encanallada del odio absurdo y concéntrico,

“ waste land “ de desolación. 

 

 

            TIEMPO DE FEBRERO

Luce el sol altanero capullos en el jardín.

Un ujier se hizo presente camino de las preces.

Estaba orando en los reclinatorios de atrás

De la iglesia nueva de Santa Soledad.

Tiempo de calma hecho a la medida del aura cuaresmas.

El manojo de azahar ostentaba en sus manos

La estatua de Santa Terecina, enigmática sonrisa que a este pecador protege.

El canto lejano se escondía detrás del salmo responsorio  y un cura mano sobre mano

se sentaba en un confesionario de la iglesia desierta

Aguardando inútilmente penitentes. Se conoce que nadie quiere ponerse de rodillas.

Me recordó vagamente a aquel Fermín de Pas.

Cristo ha huido de vosotros, hierofantes e impostores.

Febrero trae el hervor de días que crecen, de algo que vuelve y se barrunta.


Un solario de lectura he preparado yo en mi coche viejo,

el que está arrumbado en la calle y se resiste

A arrancar para el desguace.

¿Qué fuiste tú sino un recuerdo dulce, una rosa intercalada que guarda el perfume fósil

Entre las páginas de un libro?

Y por la noche recupero aquel prontuario perdido

que trae el afán de antiguas crónicas y de pasados fervores,

Magma incandescente hoy fenecido.

Aquella máquina de escribir

sobre la mesa de un ventanal perdido,

Con vistas a un campo de fútbol.

Edenthorpe, Edenthorpe a la sombra de las chimeneas del alto paraíso,

Del que me expulsó un ángel terrible espada de fuego y cabellos flamígero.

Nunca tocaré la mesa ni el florero que colocaron las manos de la mujer que yo quería.

La máquina de escribir aun llevo conmigo.

 

 

16 de agosto de 1998

 

MUNDIAL FUTBOLERO

Junio es el hermoso mes de las veredas, de la luz que alcanza los sueños largos,


sahumerios y fragancias de rosas y pensiles bañan el campo,

Está la juncia, está el eneldo, está el poleo.

La gualda retama del deseo

Es la reina de las fiestas.

Aromas engalanan el quitamiedos.

Huele bien desde Zamora

y no cesa la fragancia hasta la raya de Oviedo.

El odómetro canta y cuenta la canción de las millas.

La rueda besa los nombres de toponimias que suenan a proeza. Gracias consecutivas de una gesta: Foncalada, el Fontán, Morcín, Mieres del Camino, Campomanes y Pola de Lena;

Arboles y monasterios, canciones, sidra y pólvora para un corazón dinamitero como el mío que se esparce con el canto de las sanas.

Villacastín la encaramada oteando los cordales de los cerros.

En los campos góticos entramos por Adanero, queda Olmedo a la derecha

y es quieto y misterioso con sus siete torres como una galeón incandescente en la noche

mi Arévalo.

Benavente nos recibe con un caballero de piedra, lanza y adarga, gualdrapas sobre el puente.

Antes de León, alguna iglesia mozárabe y en León San Marcos ínclitas mazmorras


donde en blanca amarraron y en blanca dejaron cinco inviernos por un traeme acá esas coplillas al gran Quevedo.

Pajares es un columpio apoteósico casi sobre el cielo.

Quiero echar a rodar.

En la cima que corona la apoteosis triunfal de una naturaleza mítica siéntome  contento, me estalla en los adentros el deje bable, el primer hablar nuestro.

¡ Ah, olorosos retamares, esparto de España!

Su flor también juega al fútbol porque es divisa de los tetra campeones.

Brasil... Brasil... que bailas la samba al son de los tambores

De la torcida con sus mulatas de pelvis perfectas.

El mundial es un carnaval, la consabida saturnal ia de millones y de honrilla, vanidad.

El balón mueve pasiones y ríos de dinero,

acróstico de una nueva religión

Con mitos de Orfeo.

Yo digo que gane el mejor.

“Panes et circenses”.

Las torres argentinas: Caniglia, Verón, Burrito López.

No creo en holocaustos futboleras, ni hecatombes.

En solo Jesús bendito yo creo.

Pero los nuevos sátrapas de los emperadores


mandan adorar a estos nuevos ídolos de una nueva religión sincretista

que oficia sus multitudinarias misas sobre el césped entre transmisiones globales

y yo conduzco por autovías solitarias poquito a poco

hasta mi encartación de Artedo

 

2 de septiembre de 1998

 

PARA DON PEPE

 

Gran Pepe Navarro, chicharrón de golferías.

      Un chinarro en mi zapato

        Dále el trágala, ándele y no se corte

Era la otra cara de la moneda, antifaz desangelado

   De nocturnas pláticas inanes, culo de la impotencia.

Se desazona la patria sin amor.

Oveja que bale, chivo regüelda, aquelarre del sexo y del “ voyeur”

Pedo en boca. Hay pedos en pompa que eructas cada noche por la jeta

Y pedos pintores y pedos espía barritando de la alfarjía de tus desbordantes decorado.

El maricón Crispín tartaja y otro personaje.

Haz el buz, saca la lengua que morirá, Pepe, por do más pecado habías


trayendo a medio par al borde de la alferecía.

Blasfemo, ut nobis parceas. A cup of coffee and tea for two.

Te ríes memo y carraspeas

y pronto vayas al infierno con tus personajes

A dar por el culo a la Veneno y sus comparsas.

Emplazado quedas en quince días.

Aqueronte aguarda y cruzarás el Misisipí a nado.

Tío, estás ahogado.

A fe mía que los diablos ya te hacen corro.

 

2 de febrero de 1997

 

( Aclaración: escribí esta “ sottie” y al buen Pepito le quitaron su programa de travesías y de travesuras nocturnas, como cumple, claro es. Aunque tres mis millones lo indemnizaron

 

 

 

 

16 de octubre de 1998

 

OCTUBRE EN GUADALETE

Llena octubre el corazón de sombras.

Se bañan las rosas

en tu regazo.


Quehacer de otoño en las miradas que metamorfosea preparativos.

Peregrinos caminamos en un viaje.

No haya quejas.

Va a llegar Dios.

Cava Florinda llora el pecado de una noche.

Porfía Rodrigo en las horcas.

Cava de Toledo y Cova” dunga” entrelazas misterios y mitos.

Sólo en la palabra hombre desdichado hallarás salvación.

España muere y resucita.

El reinado de Witiza y don Julián fraguaron pactos

porfiados escondidos en las tabernas.

Españolito que vienes al mundo te parió tu madre conspirador.

La virgen profanada odia y ama al forzador.

A su vez afila Hércules su daga en la espelunca de la traición.

Es el sino de haber nacido perdedor.

Pero ya se perfilan las sombras.

Una esmeralda esconde la paloma entre sus papos.

Quien ama añora y suspira por cuanto perdió.

El pobre rey derrotado marcha al monte de San Miguel

en busca de perdón.

Su manto de armiño por un sayal pardo

y su cetro por un garrote de espino canjeó.

Marcha por el andén enarenado


una cogolla de fraile y un grisgrís morisco.

Las monjas agustinas cantan tercia en el coro bajo.

La virgen en el umbral le entrega una vara de azucenas.

Ya balan los recentales en el aprisco.

Es octubre en Guadalete.

 

 

 

 

 

 

 

EPIFANÍA

Silencio en la mañana de Epifanía

Baten los nueve ordenes angélicos sus augustas alas.

Tocan a misa de albores.

Elevan la hostia y el cáliz las caltas en el jardín.

No hay aguzanieves

¿ Dónde estará el avefría ?

Hoy nace Dios en Oriente y en Occidente ya lo adoramos.

Cantará el diácono la pascual calenda en Santa Sofía

y en la celestial Moscú.


Entra el Cristo total.

El sol acaricia las paredes del acantilado y baila el musgo ya su danza de algas y helechos.

Oigo en el jardín el paso de los camellos enfilando la calella de mi helicón.

Este oasis , Señor, que siempre que vengo me transforma.

Incienso macho sea incinerado, alcése el humo del olíbano y de la mirra penitente.

Y la luz de cobre acendrado dora el manto del lar.

Virgen madre, ¿ me detectas ?

Hay un rosario blanco que pende del catre en mi habitación.

Madre de los vencidos, consuelo de los tristes, que velas mi sueño.

Está María presente en esta dulce alcoba a la que yo soñé venir de niño.

El techo es de alfajía y está pintado de azul.

En el arco del camón se atesoran dichas viejas.

Ven en mi socorro, dulce María ven.

Mis muertos no se han ido ni se han muerto.

Están presentes y rezan en el silencio de estos muros

de sus cuerpos transparentes sube esta dulce paz que encampaba la casa.

Útero y claustro mío del Rellayo, astur rincón de paz en las mágicas Españas.


Convento de la vida donde cada año me hago viejo celebrando resurrecciones epifanías y curo mi soledad de desterrado.

Bardanos, lampazos, la ardiente saxífraga, el casto arrayán, guirnaldas de piedra poniendo encajes de espuma vegetal sobre las olas.

Aude et auge, soplo entre las alas.

Cristo, padre de los pobres, librame del mal

25 de enero de 1999

 

 

Dolía la ingle derecha y había regresado del Árbol de los aparecimientos.

Era un sábado.

La tentación, reclinada en el garrafón de plástico, jigote en la redoma, como el quiromántico.

No lo pruebes , no lo pruebes.

Lo caté hasta quedar harto.

Metí al enemigo en la barriga, y él hizo razón de vómito inexcusable,

mientras los monjes por Radio Atenas cantaban la misa en rito alto.

Fue una percepción hermosa,

pero yo quedé derrotado y exhausto.

Es mi última libación, que ya no quiero más en mí, mientras canto el Agios.

Lo peor estaba por venir, al quedar determinado aquel encuentro con las furias.


Ay razón inexcusable, pobre infeliz que tanto me maldices, y que se te encasta el tiempo y nos has podido decir nada.

Mi padre en el filo de los recuerdos y el consejo que me dio aquella vez, Antonio, eso es veneno para ti. Por él, si le quisiera, debería haberle hecho caso, pero el dolor de ijada era tanto que no pude resistir.

Razón de tui y razón de mí, hipotenusa de lo imperfecto, que nada llego,

nauseas y pujos que suben y bajan por la boca. Es absurdo lo que estoy rozando,

y el perfil de los sentidos se embota,

pero marzo, a no dudarlo fue siempre un mes nefasto.

Me echaron del amor, me expulsaron del trabajo, y ahora sólo queda me arrojen fuera de casa, como si fuese un vagabundo.

No puedo proseguir.

Amarga fue la lucha, pero más infame la derrota.

 

8 de marzo de 1999

 

 

 

 

5 de junio de 2000

AÑALEJO


Añalejo parroquial, lengua de dragón celestial,

rozagante ropaje de las alturas,

oculto brial que vuela los oteros del horizonte.

Llora la lluvia en los paramentos y humedece las acroteras;

está de obra el amor y rebrilla el charol de la calzada

bajo los faroles que alumbran otoño.

La nobleza está escrita en el dintel alto.

Suzanne tenía el alma de llama

y los siete cielos cabían en sus ojos.

A nada ni a nadie amé tanto.

Más por mi inadvertencia la perdí.

 

Luarca es un miradero verde en la tarde de abril

que se empina sobre el mar, ya los barquitos van a la altura

y uno grande cabecea en la amarra que hasta ti me llevará,

que bien supe me esperas en la otra orilla, al otro lado del Canal.

Piña de casas blancas y portaladas y blasones

vigilando la ensenada.

Veros y contraveros, cuarteles, roeles, leones tenantes,

el lambrequín y los lambeles de tu noble mirada.

Abajo expectante la mar todo de rodillas sobre la dársena


adorando a un sol que inspira brisas de ocaso.

Pide puerto allá a lo lejos una patera.

Hay un cementerio bonito sobre la ladera.

Severín y Evaristo duermen la paz eterna en la loma aguardando el rebatir de las olas y el despertar de las trompetas.

Subamos la cuesta, amor, que hoy es la Pascua.

Una luz nueva y madrugadora alumbra al Cristo que resucitó.

La casa deshabitada con la higuera en la corraliza mirando al norte otrora fue nido de amor.

El rebalaje de las olas canta canciones de guerra

y al amor del ocaso teñido de oros enfilamos la cinta blanca de la carretera, mientras la mies enyerba. Hipólita.

Todo en redor herbece que viene el capitán de la brisa.

Trisque el amor por los montes de La Caridad y de Ballota.

No los despoje nunca Aquilón de su ornato.

Atrás quedó noble Luarca arrullada y blanca tórtola sobre el arrecife cántabro

que duerme en el zureo de su escuadra y los jaqueles de su heráldica.

No conoció la brisura de los segundones

porque esta villa es vanguardia dura,

serviola de los mares proa siempre hacia el Norte,


y un paisaje que es adehala del peregrino que nunca esperó tanto.

El mar y la roca se entrañan

allá donde Asturias deja de abrazar a Galicia

y hacia Avilés se espadaña. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

10 de diciembre de 1999

PARA TI

Si no es amor lo que en mi alma crece

es un deseo fugitivo,

añoranza de tu piel, el calor de tu regazo y la frescura de tus besos.

Suzanne, amor y albergue en el camino,


funesta incandescencia que abrasa todavía lo que fue y aun pervive.

Y que retorna por las ventanas del recuerdo.

Me asomo y te veo etérea y eterna, espasmo infinito, recorriendo

el trayecto volandero con que tu recuerdo inciensan las vedijas de mi pipa, laxas lisonjas de aquel querer.

Do quiera estés conmigo te comunicas

¿Darás alguna vez respuesta a mi llamada?

¿Qué será de ti, doncella inglesa,

dulce amor por el que vivo?

Gemimos.

Lo hemos perdido todo a esta orilla de la culpa.

Excelsa estás al otro lado como una diosa, en la ribera del Olimpo, tejiendo tu argadillo de memorias,

sabor agridulce de tus besos, ya dardos y rehiletes doloridos

que se clavan en los pensiles acidalios de aquel verano.

¿Dónde están aquellas rosas hoy trillazón del abono animico

que fermenta en la copela de los sueños?

Hubo contrahuellas de una escalera de pesadilla y hubo pasos que nunca di.

Baodicea eterna, tú no podrás morir.


Mi sino derrota ya hacia el Leteo de feroces nieblas.

Bramando voy resistiendo al negro torbellino.

Te añoro el ojo dolorido de llorarte,

mis huellas cansadas de buscarte.

Te convoco, no hay respuesta.

No cabe paso atrás en este laberinto de amor y vida.

La luna brillará a tu lado y el agua de las playas de Gales

se arrodillará en dulces médanos de arena al pie de tu figura,

como en aquella foto de ti cuando pequeña

que yo llevaba en la cartera.

¿Quién rompió nuestras cartas?

¿Quién quiso acabar con nuestros nombres?

Sólo tu imagen alimenta mis recuerdos

y esas memorias me hacen vivo.

Lo he perdido todo al Este del Edén por el peso de la culpa.

Ya no desandaré el camino.

Por besarte y por tenerte daría el resto del tiempo que me queda,

paraíso de caricias.

En cambio yago sepultado en esta ubre inmensa de papeles.

Es la sombra tuya la que busco

prendida entre las hojas volanderas de mis libros.

Mas, callemos y prosternados cantemos el oficio.


Soy yo el monje que entona tus Horas

mientras noviembre  se resuelve en lágrimas de lluvia y alienta los regueros

de mis poderosas quejas.

Ciernáse sobre mí el techo del olvido.

Mi salmodia de Sexta es un treno de hielo dolorido.

Albricias, Suzanne.

Te canto y te recuerdo,

dulce y sonriente en tu trono de dicha como la madona de Arbás.

Madre cisterciense, virgen siempre de mi vida. Amen.

 

 

 

Me odio a mí mismo porque ella todavía me enamora.

Amor de juventud que la senectud profesa.

Me nutro de dolor

y del alto pensamiento.

El sol no regresa.

Muralla del querer,

contra ti no hay bastimento,

ni testuz ni ariete, ni casco ni cohorte, ni galea.

Ay amor, mi mejor rodela, que el dardo sutil de Cupidete todo lo traspasa,

y difumina el aliento espeso de las parcas.


Yo lo declaro aquí y lo confieso

que soy el alter ego de los vates que se fueron.

De Garcilaso y de Petrarca.

Pasame amor con tu saeta y transverbera toda la carne que tu quieras.

Flotaré en el aura de Suzanne

que fue mi Laura.

Nadie lo sabrá pero yo escucho todavía el murmullo de aquel nido.

Soy pájaro que vuela, umbra incandescente que retorna al centro fijo.

Todos los horizontes alzan a mi paso sus querenciosas contrabarreras.

Hoy ceniza, ayer brasa, busco aquel nido.

El rescoldo todavía quema porque fue chispa del eslabón y el pedernal de tanta grandeza.

Oh ardiente virtud engalanada,

alma gentil a la que dirijo toda mi correspondencia.

Linea a linea conjuro a la muerte

y escribo tanto porque tú navegas un mar áspero entre Escila y Caribdis.

Si pronta está el ánima,

el cuerpo va cansado.

En medio del ponto sin fondo también presiento hendir el agua viva

rumbo al viento

y proa al puerto de tus ojos que es mi anhelo.


Nunca podrán trazar sepultureros ni quasimodos beodos la meta del olvido.

Ellos reinan ya en la Tercer Esfera.

Ojos de mi amada Suzanne que en hojas de laurel se han convertido.

Carmín de su boca y su talle un cincel.

De rama olorosa calandria hizo su nido.

Laura laurel, diosa de cuerpo erguido.

Al cielo te alzas alegre y segura. Hermosa del sol inglés.

Suzanne, escucho tu risa desde el hades.

 

LIMONERO DE MI JARDÍN DE ARTEDO

Yo quisiera ser un limonero

de mi casa jardín en la Concha de Artedo,

echar brancas y raíces cerca del muro del viejo gallinero

sentir la caricia del sol de abril

y el rumor del blando céfiro

en las mañanas de amor.

Cantar , llorar, sufrir, gozar, sufrir, soplar y bullir.

Besaré al obscurecer el recuerdo de la mano que te plantó.

Yo quisiera ser limonero

de mi alegre jardín de Artedo

 

 


3 de abril de 1999

 

JEWISH HOLY FRIDAY

Devils are at loose again.

For if it  was not enough Sarajevo, a Kosovo we neeed with a lot of refugees along the line.

We can´t live without the filming of dubious holocausts.

Hitler is alive in Clinton resurrected.

Bloody nazis. Bloody jews.

The question is that history is only what the warmongers make out of it.Wars have to be won, and cannot happen without Kissinger programming global, step by step.  Barbara Walters with her raspy voice  at the scene.Talkers or scribes fodder the drama. Holy fridays of lately lead to bloody Easter Rising. The high priests thrive on denial, and with their plots want us to learn th at He never was. The Antichirst os real, Jesus a myth.

Oh, my Lord, my heart bleeds!

Every day at every hour is for me Gethsemani.

Here come the Bee Fiftytwos dropping bombs, sting of death, and explosions.

CNN reporters lying low in Bagdad, wrapping up murders.

Is the at the new order the the vultures bring ?


A world without love, full of lies with no room for Christ in it. Truly jewish.

Here comes Fulmination.

Devils are at loose. The wireless bark their onesided truculence, the end is at hand, a flood of argument twisted. But this is un upside world

with its own beasts and its own vestals.

Emma Bonino acts and plays as the goddess Semiramis with specs ruling the winds of wraths. She has an obscene mouth

while the jewish pope watch the line, a truly new Judas all holy, but blaspjempous and sarcastic, the bad sheperd who gave its flock to the synagogue.

Good Friday in the jewish tradition bombim Biel gorod the whoite city by stealth.belgrado has becone Getsemani.

A real holocaust of sulp`hur and pfjhopspjptous.

Waters the the damned rain of the drake tale flyind in the wind of sinisters cruise misiles and tomahwaks.

One good friday like today the high priests killed the song of god, a real kews gestures in their tradition of hatred.

 

Bombs over Belgrade and so what the pope says?

Bloody old man th at polish bishop. In Rome pontopjicates the devil


and in Washington commnads a fornicator/Terminator. He is a coward, bombing churches and maternity wards.

Oh Christ. Upu died for all of us

 

4 de abril de 1999, Easter Sunday

 

 

I AM FIFTY FOUR... AND SO?

 

Trae San Antonio del año los días más bellos.

Adornan las flores la lengua de tierra de mi herrén.

La luz de la tarde tamiza melancolía inglesa,

lejano sentir del ayer.

Espira de la catedral de York

al socaire de ti amé yo.

¿Qué habrá sido de la dulce rosa inglesa?

En tus tabernas me embriagué de hidromiel y de cerveza.

¡Ay amor, adónde se fue?

Cruzarán los bateleros por la ribera del Río Ouse.

Estará en su sitio la barbacana de Micklegate.

Y yo ya no estaré.

Ruedan hacia Hull los omnibus de Beverley.

Ya no estaré.

Wilberfoss es ya un nombre lejano.

Acarician los sueños míos la blanca muralla


y vuelan por los postigos donde el arcángel tiene su trono.

Suzanne, siempre en mí, bello vivir del amargo huir

por la perdida herida.

Reina que mandas y gobiernas, corona torreada de la diosa,

blandirás tu hisopo contra el abismo

que de noche y que largo se me ha hecho vivir lejos de ti.

Angeles de Eboracum apiadaos de mí.

Lleva este suspiro de amor a mi rosa blanca emperatriz.

Today I am fifty four and so?

I have reached the age of the Beatles song.

All my sweet yesterdays on my birthday I mourn.

Thanks, God.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

13 de noviembre de 1999

 

Doctor Isherwood

 

Afternoon in Wilferfoss, it was a lazy sunny afternoon and it was hot. The door was open for the breeze and there entered a little gentleman with a briefcase. It was doctor Iserwood from Poxklinton. Suzanne an I were reclined in the grass of

 

domingo, 6 de febrero de 2000

Si no es amor lo que en mi crece es distanciamiento de ti,

sima que ahonda el tiempo,

pero tu cara no se aleja.

Siento que tus ojos crecen,

son un deseo fugitivo,

yo siento añoranza de tu piel.

Suzanne, magnífico albergue de los sueños,

fausta mujer incandescente,

visión que se nos viene entre los lirios,

memoria que proyecta lo que se fue y aun pervive,

espasmo infinito,

rosada caricia de tu piel,

vedijas de humo que proyecta al techo el hipocausto de los sueños,


voluta que se alza de la cazuela de mi pipa.

Oh Suzanne, el fuego por ti encendido nunca se apagará,

que es divina almenara que apacigua mi espíritu.

y nadie podrá ya reprimir las brasas de tu alma.

Serás lisonja lasa de mi querer

¿Qué será de ti, hada londinense que por ti he vivido? ¿dónde estarán tus huesos o la esparcida luz tajando la oscuridad de aquellos besos que hoy sois fuego fatuo en el altar del amor? Tuya fue la candela que hoy me alumbra. Mi vida vino de tus ojos.

Lo he perdido todo.

¡Ah este peso de la culpa!

Se han secado la fuente de las lágrimas y el dolor de estanque seco da cauce a mis pupilas, que pronto serán alveolos, cuencas vacías, trono de la muerte al cabo de esta búsqueda sin encuentros agradables, al ser arrojado de tu faz altiva ligaron sobre mí terrible maldición.

No hay paso atrás en el laberinto.

Ya no desandaré el camino. Por buscarte y por tenerte daría el tiempo que me queda.

Sepultado en mis papeles, mulso en la tensión de lo que busco, porque sé que, al final de la huida, resucitará tu rostro;

es la sombra tuya la que busco.

Rezo el oficio.


Noviembre es lluvia.

Se cierra sobre mí el helado cielo del olvido.

13 de noviembre 1999

 

 

 

Me odio a mí mismo mismo y alguien me enamora.

Mirto del dolor que en el arriate reverdeces,

crecal infinito, olivo verdadero,

árbol de Sión que desforesta el sionismo.

Vuelo hacia las altas ramas del encumbrado pensamiento.

El sol no vuelve, muralla de amor, contra ti no hay bastimento,

ni testuz.

Yo me río, alma herida, de la falárica de la suerte que golpea pugnaz el manantial del agua viva.

Seas tú mi adarve, mi casco, mi galea,

pues que ese dardo sublime todo lo traspasa,

difumina el aliento helado de las parcas.

Yo os lo digo y os conjuro, salid demonios de ese cuerpo, que soy el alter ego redivivo de los vates.

Me traspasa la saeta herida el alma de Petrarca

y viene flotando en un aura eterna, perfume de Suzanne que en mi reina para siempre, rostro y rastro de mi Laura.


Nadie lo sabrá, pero yo escucho todavía los murmullos de aquel nido.

Soy pájaro que vuela, sombra incandescente que retorna y el dintel del horizonte que cruza las colinas.

Sombra soy que pasa,

hoy ceniza, ayer brasa pero un rescoldo de grandeza de aquel fuego me quema todavía.

Ya con Laura el sol de aduna catoblepo egipcio, campeón de la cruz ansada, deja ya de apalabrar infortunios, basilisco que occide con la vista, huye o llamo a san Miguel que te ponga en fuga.

 

 

 

 

 

 

 

 

DON DE LA EBRIEDAD

Claudio, antes que tu nombre trajeran y llevaran las gacetas

por renglones de musas avarientas

en aparcería suculenta

fuiste para mí en la barra del Gijón aquellos ojos que observaban con un brillo mortífero y cainita,

dos cuévanos, blandones de mortaja.


Tenías un aura trágica, no te lo dije, y un mirar cansino y a la expectativa de arriero de Zamora.

Vivimos vidas paralelas desde los campos góticos y el vino de Toro a los altares de Freia regados de cerveza.

Hull ribera del Humber, Beverley y sus colinas,

Nottingham poblada de bicicletas.

Andares y cantares en trayecto de ida y vuelta, nómadas por trochas perdidas de la feliz Inglaterra, carcajadas de hilanderas y comadres en los soportales de Windsor.

Nuestra poesía fue peripatética, patética nuestra vida,

de hambres en el cuarto con cómodas de caoba, una carta de amor en el bolsillo

y promesas de bailongo regadas de hidromiel-a veces te ponía el cuerpo nuevo una copa de jerez- en aquellos aquelarres del septentrión incierto

y largos viajes en el tren.

Tú al igual que yo añorabas el verde de aquellos pastos.

Nacer al amor y a la poesía en un jardín es predilección olímpica.

¿Qué tienes, profesor inconstante?

Ganas de beber, págame la última copa.

Because you, too, were a Yorkshireman.

 


Nuestro destino fue la zurra etílica, un estíptico vagar por las tabernas coronadas de laurel con sed y dolor de flato, as beer they said was good against constipation, y el lúpulo diurético todo lo cura incluso el cagalar del mulo.

Al Baco de Velázquez en el trono de serpas y de pámpanos la vera efigie del borracho con cachet me parecías.

A ver que va a ser.

Y demostraste tu casta de beodo no llevando moneda en el bolsillo, dejandote convidar y querer.

!Ah, tunante, no me lo dijiste, portabas el maravedí debajo de la lengua.

Te tienes los ojos triste y saltones de un mosaico romano,

retículos de una pínula enfocando hacia el centro, camino de la enosis.

Unión con Dios, místico vino. Juan de la Cruz también le daba fuerte al moscatel que sacramenta

la tristeza inherente al ser nacido, pues hizonos  de mosto zeus divino y forma de cuba tiene la placenta, sus flejes y dovelas tracería de pámpanos, alcurnia y dicha del pobre.

Claudio, desde entonces me pareciste más genio,

y llevado del ebrio don me pongo a bailar en un pichel de tintorro.

Navegan sicut naves velut umbrae piezgos sobre el Tormes portando en sus panzas oneraria felicidad del jarro que el dolor olvida.


Nadie nos podrá arrebatar el gusto del mosto

 que es ambrosía y remata mis jaquecas,

vayánse los sueños al diaño.

Me asalta de repente en tu capilla ardiente

esa imagen opulenta de jícara de cerveza que al amor de una tarde de otoño en el Gijón nos consumimos, bottoms up, prosit, de hoy en un año, que lo veamos.

En gesto que acredita de ser un hidalgo de gotera.

Tampoco en las tabernas preguntaron nuestros nombres.

Encima, compartimos la desdicha de ser vilmente zurrados por la parienta.

 

Mujer es muerte, zorra y crija, descompuesto componente,

sangre y muchos complicados palillos, red de atarjeas, cloaca y cañería, hartos estábamos de ciruelas claudias.

El mundo no resulta sino una gran taberna, Cayín.

Pero tu has pasado el freo ya va para un verano.

Aguardarme me has en la ribera de la Estigia, zamorano,

y que sea al cabo de muchas vendimias.

Recuerda que me debes una ronda y no te la perdono.

Brindemos, brindemos la escanciada malvasía,


por cuenco la calavera de don Pepito, el amo publicano,

y por cáliz el grial de Jesús en la Última Cena.

Alcemos nuestros vasos por la opulenta vid y la ardiente higuera,

la gaya ciencia y la crin de hiedra agitando las desoladas tumbas y el lúgubre muñón del muro del convento en ruinas,

sólo ya cabelleras de ortiga que peina el viento.

Un haz de luz allá a lo lejos, un túmulo y la credencia de la hostia, un estro que plañía, el incensario y el copón que robaste, chiquillada travesura o gesto profético de la desolación que vendría, de la credencia de un tabernáculo románico.

Estabas predestinado a estar perpetuamente de cuadrilla, asendereado libanomántico y catador, ofrendas de la vid, palabra de vida, dando tumbos a las Siete Calles.

Peores fueron otros sacrilegios.

El estro gruñe y el licor rezuma en la cresta de tus versos embriagados de elegía,

ajustadas las estrofas a este erial que vivimos.

Te has ido y nos dejaste de albacea estas palabras

cuyos ecos retumban, cual doma de lomo del sonido, lastimeros contra las fauces de la gárgola en lo alto del pináculo de la catedral vacía.


Don de la ebriedad es éste, pregonados licnobios que iluminan las sensaciones depuradas , luz  larga contra los muros de la ciudad dormida toda almena  sobre el Duero, el Eresma, el Ivel, el Ouse, manso río de York.

Nuestras aguas van a a dar a todos estos nombres y a otros mares, bañados por un sol de incertidumbre, extensas miradas, siembra de cruces, bajó el poeta al sepulcro, pero en la lengua resucita agitandose en místicas prelaciones antes del sacomano.

Ese fue, amado Cayo, nuestro marbete, código de barras.

Ahora estamos mano a mano tú y yo solos, después de un funeral, en visita por las tascas.

Sirven abluciones en el barrio húmedo, que sólo alcohol es talismán contra la desesperanza.

En tanto que llegan los fosores pico y pala en ristre. Ya sabemos que Acaronte aguarda.

La voz del otoño no comprenderá nunca los brindis de los dioses.

Ya temulentos caminamos por la orilla de la metamorfosis, la canción hecha crisálida.

Ya podemos subir al Olimpo pimplados de catarsis.

Te deseo tuvieses una muerte dulce aunque aquella tarde en el Gijón estuviste a punto de pegarme.

Claro, yo no soy más que un facha.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 11 de abril de 2000

 

ALCOR ARREBATADO

Tórrida mirada, halcón huido por las sendas

de mi pensamiento fugitivo.

En el piano de don Gerardo una estudiante del Beatriz Galindo ejecuta arpegios.

Estalla una eclosión de notas a lo vivo.

Entre Bilbao y Chamberí yo te buscaba,

espiando en las noches de febrero la luz de tu balcón.

Venía a verte todas las tardes disfrazado de profesor.

En la calle Antonio Flores

yo tuve una vez un amor.

De aquello sólo me queda el recuerdo de un ascensor

y misas a la tarde en las clarisas

que ahogo en vino.


¿Amor, por qué te alejas para no volver, voltario insecto de la sinrazón de alas de cínife?

Una efélide de tu carita, niña del norte

que ha desparecido para dar paso al livor de la muerte y del olvido.

Soledad infinita que nos circunda, márfaga de todos mis sueños.

Nunca pude ser el dueño de tu corazón.

Amor que se fue y no vino, despareció en el rostro difuso de aquella a la que yo esperaba.

Soledad de la tarde y de libro abierto sin perspectiva.

Presencia hermosa de un querer que dejó huella.

Por él la vida toda yo te entregué.

 

Soy un saltador, un derviche en la redola.

Gire el cangilón de mi plegaria.

Paravskeia, virgen del viernes noche, ponte guapa.

El viento del deseo viene metido dentro de un piano de cola

que colmó mi deseo más allá del freo

metamorfosis del aire de fronda

rasgando el perfil misterioso de las hacinadas de ilusión.

Pata ti una niara de besos yo te reservo

que susurrará Eolo al oído, ya eres matrona.

¿Fumas todavía ? ¿Con quién te acuestas y a quién haces el amor?


Lapida y epinicio yo me fui a negro sumido en un absurdo de retama y de organdí.

Treinta años pasados y yo soy igual.

El obispo me ordenó diácono, pero no he llegado a nada y menos soy, acaso sólo un relámpago en la tarde de tormenta, acólito únicamente de las nubes,

tibia y calavera en la huesa.

Sobrancero de aquel dulce verano del sesenta y ocho, erigido en mayordomo de tus besos que se almacenan en el desván y el alguarín de los recuerdos.

 

 

jueves, 28 de septiembre de 2000

             A UN CENTINELA

Centinela que reposa en la garita a rayas

del polvorín nuclear,

menos matar.

Escucha mi canto limpio,

el llanto de los marinos hundidos

en el Mar de Murmansk

que tu transfiguras en ojiva que apunta a la muerte

y no al claro amor,

embeleso tardío, molduras y metopas

y entorchados, floreos incandescentes

que traza el sol cada mañana en su aliento fugitivo.


Oh tú sabio que nada sabes y tanto pontificas,

hidrópico de ciencia y empalago.

Estás barajando ascuas, tú lo sabes.

Te tajo las cuarenta cartas

y carga ya el golpe perentorio,

baja del pedestal.

San Ignacio voló en su hornacina, el ojo ardiente, fumarolas al pecho que se vienen renqueando

con un ojo en el cielo y otro en el suelo

y anagrama de eternidad.

Compañía de Jesús, ven a reinar quimeras de imperios.

Roma en nombre de Cristo asumió la carrera del mal.

Un aro en llamas viaja por el horizonte

y en Sidney parva cosechas de medallas.

Me telefonea el maldito Santos Gozalo, escupitajo hitleriano, con su cara de gozque del odio

y entona alabanzas al falso Fascio, su voz de sapo hiere mis oídos falangistas, y la faz de batracio que derrama

baba integrista me asquea al otro lado del hilo.

Los árboles marchan ya al son de la hiedra.

Hay una urraca en el portal.

En vano persigo al coro de cisnes que nadan las aguas pandas del estanque,

pluma blanca de una era que termina.

Viajo a Arévalo y voy en ca el alfayate Manzano.


Ya las becadas acuden a la cita inexorable de septiembre

y vuelan en ala delta sobre mi vertical,

en paso sonoro que lanza al viento mensajes de serenidad.

Solícitos escuadrones de Marte y de Neptuno, columna de abismos,

expugna los adarves interiores del agua;

el pulpo ataca sin fortuna al múrice que se agarra todo veneno y grapas a la socarrenas de una lápida submarina.

El múrice no quiere ser amante de la arena,

desdeña impotente la curvas rotundas de carne de hembra

que palpita todo medano y duna junto a la orilla.

 

 

                    FIN

 

millán s. artedo.

                miércoles, 18 de octubre de 2000