AYER LA MAGDALENA
EN el sitio donde vivo
había una iglesia de asilo reclinada sobre el regazo de los montes y bajo la
tutela de un olimpo. Alturas del monte Pascual. El cerro de Santana y las
calellas que conectan Faedo con la carretera general.
Las gaviotas de
atardecida con la pleamar iban cantando el salmo “Phallax est gratia et vana
est pulchritudo” y entre el rumor de las olas me pareció escuchar este aviso
del Eclesiastés advirtiendo a los tiempos que todo pasa la hermosura y la
fealdad, la salud y la enfermedad, la vanagloria y el anonimato.
Las nubes dibujaban
sobre el cielo la hermosa cabellera de María de Magdala y el orvallo de la
tarde astur derramaba lágrimas de arrepentimiento a los pies del Salvador en
aquel banquete fúnebre en casa de Lázaro.
A Judas el de la bolsa no le parecía bien que
se derramase un pomo de alabastro pues era mucho dinero: “Podíamos ahorrar ese
dinero para dárselo a los pobres”. Y Cristo dijo:
─A los pobres los tendréis
siempre con vosotros. A mí no me tendréis.
Ella la mujer pública
estaba ungiendo al Señor para el sepulcro.
Siempre me conmovió
este pasaje del NT. Erat mulier
peccatrix. Había una mujer pecadora esto es una pilungi.
Pero se convertiría mediante sus lágrimas en
una de las santas mujeres al pie de la cruz, la primera en anunciar la
resurrección a los apóstoles en el cenáculo, después de acercarse a la tumba
vacía. No está aquí.
─Resurrexit sicut dixit
Fue una de las grandes
santas acaso, una de las mayores para la iglesia latina, la más venerada en el
Medievo. Patrocinadora del camino jacobeo, invocada para curar la sífilis y
toda clase de enfermedades causadas por el trato torpe.
Europa la dedicó
altares por doquier y este ara sagrada en un paraje paradisiaco fue uno de
ellos. Iglesia de asilo siglo XII o tal vez antes para acoger a los caminantes
que se perdían o enfermos que acudían al lazareto de las Luiñas.
George Barrow en su viaje a Asturias nos informa que había que cruzar desde la Rondiella hasta la Magdalena en chalupa y aquí junto a la ermita debía de vivir el barquero que hacía las veces de sacristán y de pontonero.
Hace unos años yo bajaba a encomendarme,
yo pecador, a la santa peccatrix y a oír misa en este templo de estructura aldeana,
muy exigua como eran los templos visigóticos pero en los que no faltaba una tribuna de madera de castaño y una humilde sacristía. Actualmente ha sido execrada
(faltan curas) y vendida al vecino de la casa contigua, por las paredes asoma
la mirada misteriosa de un tejo que custodia un huerto con árboles frutales.
Se me vienen a la
mente nombres de Manolo Mariño y Santiago, hijo suyo, Nélida, Mario el
madreñero, Benito el guarnicionero del Reyayo y su hijo Moisés que acaba de
fallecer en Canarias, Fredu el del chigre de Artedo. Son mis amigos muertos.
Ojalá María Magdalena
les haya hecho un hueco en el Reino. En estas cosas pienso cuando el verano
alcanzó ya su cenit, los días se acortan, y, el verano va de vencida, sentimos
acercarse las nieblas borrinas del invierno que cubren de nubes y de silencio
el valle y no habrá bañistas caminando sobre el estero
miércoles, 23 de julio
de 2025