2025-06-22

A Sus 82 Años, Juan Pardo Rompe El Silencio Y Deja Al Mundo Conmocionado

 

ALÁ ES GRANDE Y TRIUNFAL


Viene el apocalipsis y yo con estos pelos, embarrancado en mi Quietorium la novela que empecé para una narrativa del cáncer de próstata. Dos años van a cumplirse el día de San Pedro y estoy como una rosa. Meo a caño roto como un padre de la iglesia sin zambullo y no hay micciones nocturnas; sólo dulces sueños eróticos de la virilidad que perdí. No tengo añoranzas. Me visita cada mañana el ángel del Ayuno que me dice adelgaza y he dejado de hacer el tonto por las tabernas. El mundo vive un Pentecostés, en lugar de un apocalipsis. De los viejos y los eunucos es el reino de los cielos. No hacen mal a nadie. Dios es uno y trino pero Alá akber. Es grande. Irán derrotará a la bestia. Oigo gruñir y berrear al Ojiporcuno el gran matarife que apacienta los puercos y él es uno de la piara. Su compadre el Orejudo que se proclama a sí mismo el elegido ha perecido achicharrado en su bunker y a mí no me duelen prendas. Tengo entre manos una novela que no acaba de arrancar, pero será imposible que pueda ser difundida, los canales de comunicación están ocluidos. Hoy es un día triunfal. Amanece en libertad sin presiones ni coacciones. El destino viene a ser nuestro para los que vivíamos humillados y ofendidos por la estirpe canalla. A lo largo de estos años tú Venmivolans te comportaste como un monje interlocutor de los ángeles. Hablabas con el querubín y el serafín. Por eso estabas siendo perseguido. Mira está loco, decían tus enemigos y tú meteco en tu propia país ibas desfilando por las calles de Madrid vagabundeando con las estrellas. El arcángel Miguel te sacaba de las zarpas del león mientras Apolo y la ninfa Diomeda se hacían el amor causando un gran alboroto entre olas. Afrodita nació de la espuma en un achuchón de esos polvos triunfales de los dioses del Olimpo y acaba de llegar Zvezda la ninfomaniaca rusa quejándose de que ya no hay hombres capaces de satisfacerla. Quiere fornicar en la Red. ¡qué fuerte¡ esta es la jurisdicción de los farsantes pero ¿habrá o no habrá guerra nuclear? Dejemos que gruña el gorrino en su cohorte y que lance postas como misiles por el culo diciendo en inglés:

I am the greatest

dios nos libre de los rubucundos como Judas quienes para asesinar y exterminar pueblos se basan en la Biblia. Son unos genocidas.




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DOMINGO DE GLORIA LAS CAMPANAS DE SAN GREGORIO

Yo conocí a la tía Apolonia ya muy viejecita y encorvada. Al final de la misa se quedaba rezagada haciendo un recorrido por las imágenes de las capillas de la iglesia de san Pedro, gira espiritual que podría alargarse hasta media hora a veces tres cuartos, y a mí me encargó el cura don Frutos cerrar la iglesia. Al no ser mi intención distraerla de sus piadosas plegarias a todos los santos de la corte celestial que a ella bendecían desde su peana: san Isidro Labrador, la Virgen de Fátima, el Resucitado que donó mi pobre abuelo Benjamín cuando sanó aparentemente del cáncer de próstata, san Gregorio papa, la Virgen de los Dolores y sobre todo san Pedro instalando en un trono del altar mayor debajo de la cara excelsa del padre eterno que se asomaba entre nubes de purpurina ostentando la esfera armilar o hacía sonar el manojo de pesadas llaves… Vamos tía Apolonia, vamos. Aquella espera me hacía pensar en un cuento que se dejaba caer en labios de los  atrevidos y salaces en los filandones del invierno. Se trataba de un cura que tenía un lío con la mujer del herrero. Estos se comunicaban por medios de toques de campanas. Un repique de siete badajadas significaba que el campo estaba expedito y que el buen párroco podía acercarse a la herrería a cortejar su dama. Dos toques seguidos que no. Que había moros en la costa. El romance tuvo prosapia y rigor de modo que los toques se convertían en una composición musical. Desde la torre el amante enviaba un mensaje a su adorada en aquellas fechas que no había internet:

─Mariquita mi señora venga que ya es hora.

He aquí que el herrero interceptó la comunicación y descifró el lenguaje críptico de la misma. Así que una tarde que estaba en la fragua afilando una reja candente le mandó a su mujer que se sentase en la bigornia. Al sentir el dolor del hierro candente en sus posaderas pega un brinco que alcanza hasta el techo.

─Ay

─¿Está calentito eh? ─ exclamó el herrero entre carcajadas.

En aquel momento sonó desde la torre la llamada del amor. El párroco se estaba empezando a impacientar. Repique que campanas:

─Mariquita encantadora, ven que ya es hora.

Y desde abajo para que le escuchara todo el pueblo con su vozarrón:

─Tiene el culo quemado no puede ahora

Algunos quieren estar en misa y repicando. No puede ser.

Entonces se me acercó la tía Polonia la hermana del cura don Cirilo. Sus ojos eran muy azules el pelo blanco no tenía dientes y se parecía por la blancura al hopo de algodón que hilaban las mujeres de Fuentesoto a la puerta. Dúctil sonrisa y un lobanillo en la comisura del labio donde le había crecido un matorral de pelos negros.

─Ya es hora de encerrar. Vamos, sí hijo, sí. Tengo tantas obligaciones, tantos difuntos que no doy abasto, tanta gente que me aguarda ahí en eso (miró para el camposanto en el cerro), tanta gente que se me murió que son centenares de padrenuestros de Réquiem. ¿Eres tú el Antonio el nieto del tío Benjamín? ¿El que va para cura?

─Soy

Salimos al cancel y a la puerta de la iglesia tomándome de la mano me dijo:

─Mira para arriba, Antoñito. Dirasme lo que ves

─La torre de San Gregorio el campanario sin campana. Se las llevaron los franceses para fundirlas y convertirlas en balas de cañón. Ya no la bolean los mozos ni tocan a clamor por los difuntos o  rebato cuando se produce un fuego.

─Así es pero yo te voy a contar un milagro que ocurrió el día de la Pascua de Resurrección. Habíamos venido mi hermano y yo don Cirilo Sanz de Roma en peregrinación de ver al papa León XIII. Era domingo de Gloria. Nos levantamos todos sobresaltados porque escuchamos el sonido de la campana gloria que había mandado bendecir un rey muy antiguo el rey Alfonso VII el emperador. Entonces el pueblo estaba arriba. Era un ribab o fortaleza para defendernos los del sarraceno. Ese rey santo había ordenado construir un cordón de monasterio en número de 24  desde Sacramenia a Osma y Berlanga de Duero. Los musulmanes atacaron y destruyeron el villar, la iglesia quedó destruida pero las campanas seguían tocando a misa. Y tocaban solas.

─No me  diga, tía Polonia.

─Pues sí, hijo, sí. Es verdad

 Cuando los franceses se las llevaron se dejó de escuchar el clamor en toda la contornada. Mi hermano que era muy devoto de san Gregorio le pidió que antes de morir querría oír aquel sonido. El Señor nos concedió esa gracia y aquella pascua de resurrección bolearon a gloria como nunca habían sonado. Mi hermano dijo una misa de acción de gracias y predicó un sermón en el que dijo: el diablo nos arrebató las campanas pero no pudo con nuestra fe. Mientras esté ahí el cementerio de san Gregorio seguiremos creyentes. ¿Te ha gustado, Antoñito?

─Como no tía Apolonia usted lo cuenta que parece que lo ha vivido.

La anciana dibujó una sonrisa y se alejó a paso corto Había sido muy guapa de moza y tuvo muchos pretendientes a los que dio calabazas porque creía que sirviendo al cura era como si profesase de monja y se consagrara a Dios.

Yo tomé el pesado manojo de llaves y los llevé a la rectoral. Don Frutos el cura en mangas de camisa cavaba en la cerca al lado del molino. Sudaba como un pavo.

─¿Quieres almorzar?

─No me vaga. Tengo que hacer un mandado a mi tía Paulina he de ir a la fuente a llenar la botija.

Le conté la historia al párroco según la tía Apolonia me había referido y don Frutos muy gnómico sin dar un cuarto al pregonero pronunció este veredicto cita del padre Astete en su catecismo:

─Fe es creer lo que no vimos

Desde aquel día cada año cuando llega la Pascua Florida dentro de mi alma yo escucho las campanas de Resurrección que bolearon en el campanario de San Gregorio resistente al paso de los siglos. No he perdido el sentido del humor, tampoco la fe en lo que no vimos

 

 

ADVERSO SINO

No mires el brillo fatídico de esa estrella cuyos rayos hieren de muerte al unicornio,

Librete el hado de la luna llena de marzo

Un halo fatal cobró tu mala estrella que anuncia la llegada de un tiempo selenita y tú naciste hijo del sol

Escucha el son de aquella guitarra rajada que compraste a un buhonero de Pearson Park

Tus dedos interpretaban una saga fuga de Bach

Música vital salmodia inacabable de quejas y plegarias

Que sólo escucha el ángel del mal

Reflejando en retrospectiva tu fracaso total

Apura ya el cáliz hasta las heces

Pues te nacieron con mal fario

Eres caballero andante desterrado de la palabra

El mundo futuro hablará, sin embargo, de ti,

Antonio Parra

16-3-1995

ESTRELLA FILANTE

Arde en mi pecho la luz de la lejana estrella fenecida destello de un sol muerto pero que envía sus rayos todavía al cosmos sin confín ni tiempo, la eternidad en sus pupilas, llama argonauta viajando trayectos siderales

Esferas que giran trillones de segmentos meteoro a la deriva que al fin arriba desde cuando dijo Adonai que la luz fue hecha

Lo que no es y fue seguirá ardiendo en el pebetero de mi carne fugitiva

Candil de aceite bálsamo a mi herida producida por el rayo de la estrella matutina

Reverbero de aquel querer incierto

Radiancia fugitiva del ayer

Detonaciones oigo de aquel eco que viaja sin pausa por los siglos espantando a las sombras de Tanatos

Eros aguanta un poco y derriba a Saturno muy asustado

Y vence al tiempo pues son inescrutables las reglas en que gira el universo

Oh luz filante de la estrella tú te vienes conmigo

Oh rutilo despavorido

Que ciega mis pupilas

Reja vertedera de catarsis recuerdos y olvidos

Esta noche la candela votiva de tu rostro, Suzanne, irradia mi memoria

Voz sonando infinita pronunció tu nombre

Estrellando tus versos y tus besos contra el muro infranqueable del callejón

No me dejaban, amor mío, no me fue lícito pisar tu sombra

El hado maldito dijo no

Pero tú sigues morando en esa estrella perdida en cuya luz habito

Proyectando transparente la silueta de la amada

Sus enhiestos pechos

Sus orondos rizos

Y aquella carcajada que me hizo para siempre echar de menos tu ufanía

Yo quiero regresar a ti, estrella de mi vida,

Subiendo por la escala de la luna

Brincando de esfera en esfera

Viaje y gira en clave de do

Porque tú para mí siempre serás música