nSAN VLADIMIR SERÁ EN RUSIA 28 DE JULIO FIESTA NACIONAL.
Durante el principado de San Vladimir y de su esposa Olga los eslavos fueron bautizados.
La cruz no es tan sólo símbolo de la redención sino también aglutinante de la unidad patria
Corren rumores por Moscú de que el presidente Mevdevev es tataranieto (tras el affaire que tuvo con una bailarina) del último Zar Nicolás II
Antonioparragalindo
Rusia vuelve, frente a la petulancia occidental que mantiene frente a ella un sospechoso complejo de superioridad y de proteicas suspicacias que acaso alberguen envidia y un cúmulo de desconocimientos históricos, surgidos no al albur de la casualidad, sino de un odio cainita y volteriano, a maravillar al mundo, al proclamar que el 28 de julio cuando la Santa Iglesia Ortodoxa memora la fiesta de San Vladimir y de Santa Olga como fiesta nacional. Es el día de la Evangelización o de la cristianización llevada a cabo en el siglo X por ambos príncipes cristianos. Es una jugada sorprendente del presidente Mevdevev el cual, se dice por ahí, es descendiente por línea extraconyugal del ultimo zar Nicolás II. Si se comparan los retratos de los dos personajes se observará entre los dos un parecido sorprendente que inspira bondad, serenidad, y un cierto aplomo. Putin está en la sombra y los dos dirigentes se compenetran como uña y carne.
El príncipe Vladimir es el equivalente ruso a nuestro Apóstol Santiago, el cual no con pocos trabajos y desalientos- la Virgen bajó al Pilar para animarle- predicó la doctrina de Jesús en la Hispania romana y es el referente que congrega a los españoles de todas las regiones, de todos los signos, y de todas las épocas (bueno congregó porque ahora nuestros políticos parecen renuentes a asumir la historia del país que ministran) empuñando el estandarte de la fe contra la morisma primero, luego contra los luteranos y por último en la colonización de la América que habla español. Boanerges, el hijo del trueno, es el símbolo de la España católica como Santa Vladimir y su esposa portan el lábaro de la ortodoxia.
Los dos al bautizarse en las riberas del Dnieper trajeron en pos a la magna caterva de tribus eslavas que moraban en la taiga, en la estepa y a orillas del Volga y del Don, las estribaciones del mar Caspio hasta Finlandia y Letonia, o las márgenes del Mar Caspio y del lago Baikal. Un conjunto de más de 300 pueblos de lenguas y razas diferentes en total. Se calcula que sólo en Siberia existen alrededor de sesenta etnias. Rusia, la santa Rusia, empezó a vivir bajo los palos y la cruz ortodoxa que había llevado desde Tierra Santa por san Andrés campeó como una lunaria en los campanarios con cúpulas de cebolla. “O bona cruz salvum me fac” (cruz bondadosa, hazme salvo) cuando lo asparon en Calcedonia.
Entonces, por la vasta geografía del país más extenso del planeta surgieron los famosos bulbos que se divisan al recorrer la campiña rusa que rematan los tradicionales templos, unos de madera, otros de estuco y la mayor parte de piedra. Las torres resplandecen bajo la luz del sol porque algunos, los más ricos como el San Basilio del Kremlin, llevan láminas de malaquita o planchas de oro macizo como la de las catedrales de Petersburgo y de Kazan.
Un hecho tan señalado nos lleva a pensar que de una forma casi milagrosa ha surgido una renovación del espiritu religioso al cabo de casi nueve décadas de ateismo programado. Un ruso siempre será un ruso. Nunca un comunista. Hace unos años escribí yo un largo ensayo sobre el carácter misterioso y mesiánico de la vida de ese pueblo, El Molde de un Enigma, y los hechos estan avalando mi hipótesis. De forma que muchos creyentes católicos entre los que me encuentro – llevo lustros rezando y padeciendo persecución por esta causa- sintamos el viento de renovación que trae el Espiritu desde más allá de los Urales. Spiritus ubi vult spirat. Sopla como quiere y cuando quiere y yo hago esta reflexión mientras escucho mis cintas y grabaciones diexistas a lo largo de tanto tiempo. La himnodia maravillosa de los coros monásticos de Vologda me dice que comprender es perdonar. Porque en su código de valores la Provoslavia – nunca les llamen cismáticos por favor que los cismáticos somos acaso nosotros- buscan en el evangelio no sólo la palabra de vida sino la aspiración hacia el Bien y la Belleza hacia la cual se orienta toda su liturgia. Percibo en el tintineo de los turíbulos e incensarios y las antífonas de los diáconos la música de las esferas que nos acercan a Dios.
Una cosa muy importante: en sus misas las homilías no duran más de tres o cuatro minutos, nada de largos sermones de campanillas, habituales en el mundo católico y protestante. Para ellos la religión entra por los sentidos. Por los ojos, por el olfato, por el oído. “FIDES ex auditu”, nos recuerda san Pablo. La fe a través del oído. Nada de charlitas, ni de púlpitos y ambones. Dejemos que se nos esponje el corazón. ¿Deberá occidente volver la mirada hacia Moscú, la tercera Roma para salvarse? Lo cercioran algunas profecías. Vuelve a nacer la luz por levante. Ex oriente lux. Los rusos nos están dando una lección. “Slava tibi upabanie nashe. Slava tibie Xriste boshe. Spàsite nas”.
29/07/2010