2022-11-18

EL LAUREL LA PLANTA MÁS SALUDABLE

 Preparas una hoja de laurel y bebes una decocción por la noche: el efecto sorprenderá

Pocas personas saben que la hoja de laurel es una de las especias más antiguas del mundo. La composición de estas hojas es muy rica. Tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.


Hoy queremos considerar todas las propiedades beneficiosas de esta planta para comprender cómo es útil para el cuerpo humano.

1. Ayuda a bajar el azúcar en la sangre.

Los científicos estadounidenses realizan constantemente investigaciones durante las cuales descubrieron que las hojas de laurel pueden aumentar la actividad de la insulina.

Esto sucede debido al hecho de que esta planta tiene mucho cromo. Debido a esto, la insulina tendrá un efecto más fuerte sobre los niveles de azúcar en la sangre.

2. Ayuda a reducir el colesterol.

Se ha establecido que si toma un poco de hojas de laurel trituradas diariamente, en 30 días el nivel de colesterol "malo" disminuirá. Especialmente esta hoja debe estar presente en la dieta del sexo fuerte. Además, la planta ayuda a evitar muchas enfermedades cardiovasculares.

3. Ayuda a combatir enfermedades crónicas e inflamaciones.

La inflamación crónica se considera un proceso fisiológico muy peligroso para los humanos. Las personas que comen regularmente hojas de laurel reducen el nivel de marcadores inflamatorios en la sangre.

Se ha establecido que esta planta es similar en sus características a un analgésico.

4. Ayuda a combatir el cáncer.

Los científicos estadounidenses han investigado mucho y han descubierto que las sustancias que se encuentran en la hoja de laurel ayudan a suprimir el crecimiento de las células cancerosas y también previenen su división.

Especialmente probado eficaz en el área de las glándulas mamarias, el cuello uterino, la sangre y el intestino grueso. Pero si hablamos de cáncer de estómago, en este caso esta planta no es efectiva.

5. Ayuda a destruir los patógenos del hongo.

En su composición, esta planta tiene sustancias que ayudan a suprimir la reproducción de hongos patógenos. Muy a menudo, una persona está expuesta a hongos que pertenecen al género Candida. Esta especie es capaz de afectar a todo el cuerpo e incluso al esófago.

El laurel impide el desarrollo de estos hongos. Después de todo, se consideran los agentes causantes de muchos procesos inflamatorios en el cuerpo humano.

6. Promueve la destrucción de microbios patógenos.

Los científicos búlgaros realizaron una investigación y descubrieron que la composición de la hoja de laurel contiene aceites esenciales que ayudan a destruir algunos microbios.

Especialmente se observó que la hoja de laurel es eficaz contra Staphylococcus aureus. Es este tipo de patógenos el que con mayor frecuencia contribuye a la derrota de todos los órganos humanos.

7. Ayuda a curar quemaduras y heridas.

Se ha observado repetidamente que la hoja de laurel ayuda a curar heridas y quemaduras de diversa gravedad más rápido. La gente también se enteró de esto gracias a los científicos que realizaron investigaciones en ratones.

La hoja de laurel contiene una gran cantidad de componentes nutricionales y agentes antibacterianos que contribuyen a ello. Además, esta planta ayuda a reducir el tejido cicatricial. Por tanto, podemos decir que el laurel también tiene un efecto cosmético.

Fuente: Yandex
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Videos of Ukrainian servicemen executing Russian POWs appear on social media

The execution of prisoners of war is not a "tragic exception" for the Armed Forces of Ukraine (AFU), the Russian Defense Ministry said, commenting on the video of captive Russian servicemen being executed.

According to the Russian Defence Ministry, the killing of the captive Russian soldiers was deliberate and methodical.

WARNING: The videos are extremely graphic and disturbing. Viewer discretion strongly advised!

"The brutal murder of the Russian prisoners of war is not the first and not the only war crime. This is a common practice in the Armed Forces of Ukraine. The Kyiv regime supports it, while its Western patrons turn a blind eye on it," The Russian Defence ministry wrote on its official Telegram channel.

The Russian Defence Ministry also said that all captured soldiers of the Armed Forces of Ukraine were being held in compliance with all norms and conventions.

"The Ukrainian servicemen who surrendered this week are being held in accordance with all the requirements of the Geneva Convention on the Treatment of Prisoners of War,” the Defense Ministry said.

Zelensky will have to pay for the execution

President of Ukraine Volodymyr Zelensky will have to answer before the court of history and the peoples of Russia for every tortured and killed prisoner of war, the Defence Ministry also said in the post on Telegram.

Ukrainian soldiers deliberately killed more than ten immobilized Russian soldiers by shooting them in the head.

The videos of a group of Russian fighters being shot in the head by the Armed Forces of Ukraine appeared on the Internet on November 18. It is believed that the videos were filmed in the village of Makeevka, the Luhansk region.

One video shows the bodies of the Russian servicemen who reportedly surrendered and were later shot by the Ukrainian military. It was filmed by a soldier wearing a yellow armband: the footage shows a group of Russian soldiers leaving the house one by one and lying on the ground with their hands up.

The Ukrainian military hold them at gunpoint, one of them has a machine gun. The Ukrainians ask the POWs which of them is an officer, gunshots can then be heard, and the video cuts off abruptly. It is believed that one of the prisoners opened fire on Ukrainian soldiers at that moment.

The second video appears to have been filmed from a drone that was flying over the same yard. It shows the bodies of the Russian prisoners of war lying in pools of blood. Ukrainian telegram channels claim that this video shows the result of the work of a 120-mm mortar.

The Ukrainian side has not officially commented on the videos yet.

"Ukrainians wrote all sorts of excuses in the comments saying that the Russians were killed in a shelling, in a battle and so on. Now we see that the fighters surrendered, except for one who opened fire at the end of the video, and then their lifeless bodies could be seen in the second video," the Russian Spring publication said.

Valery Fadeev, the chief of the Russian Presidential Human Rights Council, said that the videos would be sent to international organisations, including the Office of the United Nations High Commissioner for Human Rights, the OSCE, the Council of Europe, Amnesty International and the International Committee of the Red Cross, demanding investigation.

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Author`s name: Editorial TeamEditor: Dmitry Sudakov

Large-scale rocket attack on Ukraine comes as response to shelling of Russian regions

INCIDENTS

Military observer Viktor Litovkin commented on the rocket attacks on Ukraine.

"I hope that we will strike the Ministry of Defence, the Security Service of Ukraine and government buildings. It's time to do it," the expert said in an interview with Pravda.Ru


See more at https://english.pravda.ru/news/hotspots/154806-ukraine_rocket_atta

Cantos Gregorianos de Protección, Sanacion, De los Monjes Benedictinos, ...

CONSAGRACIÓN SANTOS DONES

Canto Ortodoxo Ruso. "Bajo Profundo"

 

 

 

 

 

CRÓNICAS AL DESGAIRE DESDE MI HELICÓN

 

 

 

 

Por

 

ANTONIO PARRA GALINDO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ANDRES LAGUNA DEFENSOR DE LAS TRES CULTURAS ( Lanza, 13 de noviembre, 1994)

Viaje a Turquía es la novela principal del médico segoviano Andrés Laguna que no por poco conocida es menos indicada para entrar en la problemática del siglo XVI amen de entrañar una actualidad palpitante en grado de profecía. Los problemas abordados entonces palpitan en la Europa y en la España de hoy: el misterio del surgimiento u difícil convivencia de las tres religiones monoteístas con una historia por la cual corre la sangre y que está plagada de suspicacias y de prejuicios.

En el nombre de dios. Se dice que en nombre de dios se han estado matando durante siglos. Esto es cierto sólo en parte. Detrás de las diferencias teológicas subyace un conglomerado de intereses creados de matiz económico. Pero hay sobre todo miedo al otro. Al que es diferente. Al que reza de otra forma, no viste igual, coime diferente y tiene otros hábitos o una pigmentación diversa de la piel. Viaje a Turquía está escrito en una prosa tersa amena y llena de encanto. Rehuye de la retórica en la cual suelen incidir nuestros clásicos. Resuma tolerancia y humanismo dentro de un retablo narrativo en el cual no faltan ni la resignación ni la irreverencia de las gran novela picaresca. Traza una panorámica en la cual los judíos los moros y los cristianos viejos y nuevos a veces se odian a veces se desprecian o se entienden bajo cuerda. Constantinopla (Istambol para los sefarditas) siempre estuvo en el corazón de España. Bizancio es el sincretismo de Mahoma de Moisés y del Nazareno y un salpicón de razas y de culturas. El libro está escrito en plan gran reportaje redactado sobre una prosa amena y nerviosa que refleja el mundo de 1557 y que parece haber sido escrito ayer. Cristóbal de Villalón pseudónimo bajo el cual se oculta el humanista segoviano y médico del emperador Carlos v Andrés laguna hace la relación circunstanciada de la vida de un galeote de su dieta de su higiene precaria que no era óbice para que todos hubiésemos buen músculo.

 Tomaban bizcocho remojado atún fresco aceitunas y miel. Habla de la hedentina y del olor a humanidad sudada y sobada en los sollados malolientes y destilados  de los fayados o salas de maquina de las galeras donde se trajinaba a golpe de rebenque. Los piojos las pulgas y la liendre estaban allá abajo. Era el mundo de galeras. Cada embarcación iba comandada por un patrón o capitán y un comiere un alguacil y un escribano 50 ballesteros y 20 arcabuceros. Todo ellos eran gente de cubierta. Abajo en la mazmorra estaba la chusma 150 forzados bajo la mirada del arraez o capataz al que cumplía la obligación de “arrear” el remo haciendo triscar la tralla o rebenque. A los penados o bogavantes sentados en los bancos de proa se les denomina proeles. A los de popa espalderes.

Tras ser apresada la escuadra del emperador consistente en 37 navíos y más de tres mil cristianos entre marineros y gente de guerra el protagonista pedro de urdemalas relata su odisea y nombra todos los puertos en los que atracan el bajel g. Cárcel del turco: Estambul Patras Lepanto puerto león Gallipoli. Llegados a su punto de destino los cautivos se convierten en esclavos del bajá. A fuerza de ingenio simpatía y derroche de astucia y no pocas dotes de simulación pedro de urdemalas logra abrirse camino y sobrevivir en la Constantinopla de mediados del quinientos. La urbe fue tomada por los turcos en 1453. Al principio los imanes fueron tolerantes con los cristianos que según hace notar laguna en su obra es una religión superior y eso lo decía un converso pero humanista aspiraba a un cristianismo evangélico. Dice que esta religión resulta un verdadero grano de mostaza que crece y arraiga en fortaleza en tiempos de persecución. Es la idea que repetiría después Nicolás Berdiaeff. Es el misterio de la ortodoxia como mansa fuerza de choque contra el hervor de las sectas que subsiguen a los furores luteranos y a todas las herejías habidas y por haber. La idea de defensa de la ortodoxia fue puesta en orbita por un judío como enseñanza moral para un catolicismo demasiado pagado de sí mismo. Andrés laguna constituye una de las grandes torres de la literatura castellana. Era un converso insistimos nada tolerante y dogmático a diferencia de otros que llevados de un futuro de tornachaquetas los arrepentidos los conversos en el sentido peyorativo de la palabra que damos los españoles a aquellos que hacen cursillos de cristiandad y se vuelven más papistas que el Papa o los que dejan de fumar y se trastornan casi maniacos acérrimos contra el encendedor y la cajetilla. Lo dice una de las lumbreras de nuestro siglo de oro y cuya personalidad me atrae cada vez más. Esa ira que alcanza el grado de furibundia donde las ideas alcanzan un grado personal y no hay más que entrar en los chateos de religión y en los foros de ateos sobre cuyas teclas y pantallas se dibuja la nariz corva y las espaldas cargadas de Torquermada.

 Pero ello forma parte del misterio de la historia de España. Tanto Laguna que fue profesor de hebreo y de griego en la universidad de Alcalá de Henares como Cervantes no se cansaron de ridiculizar a los orates pero con la iglesia hemos topado sancho. A causa de estos tornadizos la vida española de antemano siempre precaria a causa de la envida y la emulación debió de volverse difícil. Menudearon las denuncias al santo oficio. Se barrían herejes debajo de la alfombra se vigilaba las costumbres sospechosas y los escritos y las palabras de los dómines eran analizados con lupa. Laguna debió de pasarlo mal y tornó a sus hierbas y a su cirugía. Castilla era un hervidero de fervorines mesiánicos. Las aguas del río se habían salido un poco de madre al cabo de los movimientos comuneros y de las germanías que tenían una raigambre social de denuncia contra los poderosos nobles flamencos como Adriano de Utrecht pero eran de cuño religioso y una maniobra de ida y vuelta que preconizaba el advenimiento de la reforma.

 En el reino de Valencia las germanías estaban impregnadas de una cargazón revolucionaria inusitadas y en Castilla la Gentil se empecinaban algunos exaltados frailes en anunciar la llegada del fin del mundo. Al emperador lo consideraban el anticristo. Cervantes trata de no entrar al trapo con la frase que citamos más arriba. Pero el medico segoviano tanto en el Crotalón como en su viaje a Turquía se muestra decididamente anticlerical. Y apunta una idea que luego habría de remachar el padre Isla en su Fray Gerundio con esta ironía que es una verdadera perla: Necesitamos pulpitos de acero en España que de otra forma los furibundos y malhadados clérigos todos lo hacen pedazos a voces. Parécesele que a porrazos han de defender la fe de cristo. Feijoo trillaría en la misma parva poniendo en ridículo a los escolásticos con un siempre las mismas voces las mismas disquisiciones los mismos razonamientos en los paraninfos.

Y esta postura de profunda religiosidad alegría de vivir y deseos de poner enmienda a los errores de sus contemporáneos le vuelve sospechoso de disidencias y es posible que el lazarillo de Tormes saliera de su pluma. Estamos ante una de las mayores obras de las letras castellanas solo parangonable con el Buscón y el quijote pero ¿Andrés Laguna? No quiso firmarlo. Lógico. Los sabuesos del Santo Oficio andaban a la caza. En el estilo se percibe la donosura y llaneza la campechanía de los segovianos y Laguna era segoviano a machamartillo mucha sorna inteligente buen talante y donoso en el decir y algo redicho.

Su viaje a Turquía  no es sólo una interesante novela de aventuras y un puntual tratado de geografía en un tiempo en que los conocimientos de otros países eran míticos y la noción que se tenía de Bizancio era como referente de los libros de caballerías. Por eso es de una solercia literaria impresionante y magistral su descripción de las costumbres de los monjes del Monte Athos con sus cinco cuaresmas, la vida cenobítica en cavernas escarpados, el rechazo a la presencia de la mujer porque en los monasterios no se admite la presencia de ningún animal hembra. Al propio tiempo indaga sobre el alma humana y retrata la mentalidad de los españoles de su época. Tiene la costumbre el español, observa, de olvidar de su patria, bendecir lo extranjero y tratar mejor a los forasteros que a los indígenas, cuando repasa los Pirineos. En las mismas seguimos y esta observación la hace un autor del siglo XVI.

Torrezneros

La verdad es que somos un poco torrezneros. Por sus páginas desfilan vizcaínos que ya por esa sazón eran los mejores marinos de la escuadra “gente amiga del buen comer que habla mucho y atropelladamente opero que es muy noble. Hablar atropelladamente. ¿No será esa una herencia vasca adherida a nuestros genes? La ponderación y una cierta ternura y compasión ante los pecados ajenos son la mejor cura que propone el galeno segoviano a lo males nacionales. Andrés Laguna no se calla un pelo y canta las verdades del Barquero con ese desparpajo y la franqueza que caracteriza a los hombres de su tierra. Viaje a Turquía fue escrito en 1558 el año de la muerte del Emperador. Su autor combate el oscurantismo y la superstición. Era amigo de Erasmo y de Luis vives y con las hierbas oficinales que conocía bien pues ya desde niño salía a cogerlas a la zona de Tejadilla y que maja con el mortero hace auténticos maravillos. Las enfermedades más difíciles no se le resisten a sus curas homeopáticas a base de centaura y escamonea,  plantas que crecen en los campos de Segovia. La escamonea le fue bien al cesar para su gota pero no tuvo el remedio que éste le pedía para curar la impotencia. Carlos V según sus cronistas acudió a la santería y fue a ver a una saludadora de Cebreros que decía realizar maravillas con los desganados pero el emperador que quería tener hijos y aunque la buena vidente le dijo que viviría treinta años y podría engendrar más niños moriría al cabo de poco tiempo en una húmeda celda del monasterio de Yuste. La medicina a Andrés Laguna le salvó la vida pues estando cautivo en Constantinopla fue requerido por el sultán al que desembarazó de unas fiebres y este en pago le otorgó la carta de la libertad. Curandero de su honra el doctor regresa a España visitando Paris y los Países Bajos. El viaje de vuelta no fue nada sencillo. En Grecia hubo de disfrazarse de monje y visita una de las tebaidas más celebradas de la cristiandad: el monte Athos. Allí recibe protección del idumeo y es el primer español que consigue poner el pie en cada uno de los 22 monasterios que conforman esa laura. Son los “papas” o “popes” los que le libran de otra persecución de los turcos.

Enjundiosas son sus reflexiones sobre las diferencias entre la iglesia griega y latina pues dice:

Ellos viven a la evangélica. Sus iglesias son pequeñas y no tan fastuosas. No hay canonjías ni prestameras o beneficios eclesiales y viven de lo que el pueblo quiera dar. Siempre andan haciendo santiguadas y tocando la tierra con la frente y cantando Kirie eleison. Y sus oficios son muy largos como nuestros maitines en Nochebuena y dicen en todas las misas las oraciones que nosotros sólo decimos en Viernes Santo[1]. Tienen cuatro cuaresmas y a la de la pascua de resurrección llaman gran pascua. Es la mayor y mejor fiesta del mundo. Todos se besan unos a otros y se saludan con la frase de Cristos anesti a lo que responde el otro: alithos anastasi (Cristo resucitó... verdaderamente ha resucitado)”

La obra del inmortal galeno segoviano, entomólogo y botánico aparte de un gran escritor corográfico se puede codear con los grandes de las letras castellanas pese a ser un autor poco conocido. Todo un humanista por lo que su lectura se hace  recomendable. Los tiempos de cambio que le tocó vivir son muy parecidos a los actuales. Este hombre galaxia Guttemberg se convierte en un prometeo de la galaxia MacLuhan. ¿Qué hubiera sido si Laguna llega  a conocer Internet y Aprovechado sus inmensos recursos?

 El viaje a Turquía parece haber sido redactado ayer mismo y haber salido calentito de las planchas que entonces se decían tórculos. Sus libros son una buena página Web. El paso de los siglos no las hizo perder nada de su primitiva frescura. Por su fascinación ante lo nuevo y su tolerancia ante otras culturas su amor por la belleza y la verdad y por el humor casticista que le caracteriza. Es el suyo el humor de los sabios.

 

Jueves, 21 de junio de 2007

 

 

 

 

 

VOLADURA DE SPANDAU

Diario de Burgos 24 de agosto de 1984

 

Todo está a punto para la voladura de la cárcel de Spandau dónde yace en confinamiento solitario el preso más caro y mejor vigilado del mundo. Un nonagenario Rudolf Hess. Está a preparado el ataúd las velas el coche fúnebre para cuando exhale el postrer aliento llevárselo lejos de Berlín y también está lista la dinamita en las bodegas del edificio y las excavadoras en los patios donde ya no quedan presos. Esperan los guardias a godo fuma el alcaide su último cigarro en espera de que fallezca. Es la decoración suprema para una obra de Ionesco. Teatro del absurdo.

 El fantasma de Fran Kafka deambula de incógnito por los pasillos. También dicen haber visto a drácula y a su esposa Némesis diosa de la venganza. Cuando el capitoste nazi la espiche no quedará ni rastro. Sólo la muerte libertará Hess de cadena perpetua. Sus cenizas serán esparcidas por el viento aguas arriba del Spree. Que nadie lo venere. Que no nos vengan a nostgros con urnas. Odio africano venganza judía. Doce hombrees sin piedad y el yo acuso. El penal una vez enterado de incógnito y posiblemente de madrugada en un lugar que no ha trascendido saltará por los aires. De lo que se trata es de borrar la memoria. Que no queden altares para las conmemoraciones las misas y los sacrificios. En Spandau no se creyó nunca en Cristo sino en el talión inmisericorde.

Han pasado 23 años desde que yo esto digo y hoy día de santo mártir que ya no se conmemora sino la fiesta de los maricas una mina israelí se ha llevado por delante a seis soldados españoles en el Líbano no hay protestas la censura borra – es la protervia del sanedrín que me acaba de condenar al silencio estaban el cara de oropéndola y el cara de cojugada israelí que dijeron sea reo y no publique- moral de venganza de todos los calibres. Me han amenazado me persiguen pero yo quiero sobrevivir recordando a Hess que se tiró en paracaídas en especial misión secreta o alta traición sabía muchas cosas y en este mundo no conviene saber demasiado. Dice el times que el bastión el ultimo bastión de la memoria del nazismo será destruido en 48 horas y tan pronto como los facultativos expidan el certificado de defunción firmado por médicos de las cuatro autoridades de ocupación francés inglés americano y rudo será la hora de las grúas y de la piqueta de demolición.

No quedará piedra sobre piedra. Contumacia bíblica. ¿No hay perdón? No. Por eso mismo, Verumtamen, te vigilan y la de los estropajos y la mopa que manda que una ministra mete las narices y sus inmundos dedos en tus cajones. De lo que se trata es de evitar el mito. Que no haya reliquias ni estampas ni fotografías ni huesos santos. Incineración piden los de la mentira del horno crematorio. Un hush up general. Silencio. Se te vigila. Hemos impuesto el carpetazo. Que pasó entre Hess y Churchill eso lo saben solo los ingleses y lo tienen todo muy calladito.

 En boca cerrada no entran moscas pues eso. Londres y la Urss se opusieron a todo conto de clemencia. Capturado en Escocia en 1942 este alemán de los ojos azules y mirada fija se ha pasado casi toda la vida a la sombra. Toda su persona es materia reservada y para los ingleses un autentico secreto de estado. El edecán del Ferrer se llevará todos sus secretos a la tumba sin haber obtenida misericordia de los contumaces británicos que han echado toda la carne en el asador de la perfidia de Albión.

 Apresado en 1941 después de tirarse en paracaídas cerca de aborden lleva en confinamiento solitario desde 1945. Vio subir al cadalso a algunos de sus colegas: Himmler, Goebbels, Doenitz, von Pappen Goering, y otros prebostes del reich condenados a la horca en los procesos de Nuremberg. Todo es como una pesadilla como una historia tétrica un aviso a navegantes que me hace entender muchos por qué de mi vida que ahora no me explico. Fue también el prisionero más caro del mundo. You are  being watched se te vigila esa es la moraleja que  saco de esta historia de hace casi un cuarto de siglos.

No se puede oponer uno a esa fuerza de incongruencia formidable. Se paga o con la muerte o con el ostracismo. No se ha pasado el síndrome tras los múltiples procesos de desnazificación desratización y de democracia al trágala estos judeocracia de los cazanazis como revive el diablo merodeador de cazafantasmas. ¿Qué crimen pudo cometer este hombre para padecer tanto? Me pregunto pero no hay respuesta hoy hay palabras vedadas o impolíticas y temas de los que no se habla pero que son capitales para la historia de la humanidad que nunca podrá construirse sobre el tinglado de una patraña una mentira un millón de veces repetida que se ha convertido en verdad.

 El cara de cojugada el hispido columnista que vigila la parva ha lanzado el mensaje y yo he tenido que hacer mutis otra vez. Dejemos que solo escriba y únicamente publique aquí don cesar Vidal y que don Ismael vea masones por todas partes pero estos son mucho más peligrosos enemigos que los masones odian mi patria ay amigo preponderan mataron con cristo pero no pudieron con Él sí pudieron con  el edecán nacional socialista, que renunció a la tableta de cianuro. Siempre dio la impresión de hombre frágil con aquellos ojos potentes que recordaban a los del actor norteamericano Montgomery Cliff.

 Hess desde hacía ocho años estamos en 1984 era el único inquilino de este enorme fortín prusiano con más de doscientas dependencias convidado de piedra del horror al pasado y el más caro penitenciado del mundo pues para su tenencia en guardia había que habilitar toda una institución. Está enfermo y medio ciego y vigilado por todo un regimentó de soldados y bajo vigilancia electrónica su escapada hubiera sido un hecho contra natura. El prisionero es vigilado día y noche a través del ojo de buey donde a cada hora hace la ronda una centinela. Hay un perímetro de seguridad consiente en un muro de siete metros y una alambrada que llevan cables de alta tensión de más de dos mil voltios. Es como para preguntarle a Herr Hess qué es lo que piensa de los derechos humanos.

Su custodia les sale a las potencias vencedoras por un ojo de la cara. Treinta y cinco millones de dólares p.a. dicen sus vigías que se pasa la mayor parte del día leyendo. Su esposa Ilse y su hijo Wolf le van a ver una vez al mes pero a través de un locutorio con cristales blindados. Tampoco ha lugar el vis a vis. Con los suyos tiene que hablar por telefóno pues la mampara de separación no permite ser atravesada por la voz humana. No es un nombre no es más que un nombre lo que queda de un mito. Su hijo Wolf es acusado de encabezar movimientos neonazis peticionarios de su liberación o la suavización de la condena.

Pero todas esas tentativas cayeron en saco roto. Hess no existe para los activistas de amnistía Internacional. No hay amnistía ni remisión posible para un criminal de guerra repiten a coro los británicos y los rusos que es el único punto en que parecen de acuerdo. La culpa excede al perdón. Pero el prisionero de Zenda se haya convertido en Alemania en un mito rodante que puede abrir  brechas no cerradas del pasado. Tengo medo. En Spandau hay 670 celdas todas vacías menos la suya. Varios centinelas de los destacamentos de los ejércitos de las potencias vencedoras se suicidaron pues no podían padecer el tormento de ver sufrir a este anciano arrojándose al vacío desde la almena del castillo al foso.

 Por sus ámbitos se pasean los fantasmas y las almas en pena de los treinta millones de seres humanos que perecieron en la conflagración universal y dicen por qué su grito es una tortura terrible.

A los dos meses del fallecimiento del  lugarteniente de Hitler la cárcel fue volada y de la misma no quedó piedra sobre piedra. Fue una venganza bíblica verdaderamente y ya aquel viernes de agosto de 1984 el gobierno de Felipe González hablaba de negociaciones con ETA. Eran los prolegómenos de un nuevo orden que padecemos una tiranía contra la que no caben protestas. Ellos son fuertes pero son pocos y tienen miedo por eso manejan a las masas con tanta habilidad. Han borrado la memoria. La historia la escriben los vencedores.

 

26/06/07 4:12:22

 

 

 

MI HIMNO EL CARA AL SOL MI BANDERA LA ROJA Y GUALDA

 

Antonio Parra

 

Gran articulo el de Castro Villacañas que me ha hecho recordar pues había perdido el hilo de las palabras que cantábamos en el patio del colegio, formados, hace ya bastantes años pero no tantos como algunos reputan. Palabras que traen sones de primavera y de olores, auras, y soles antiguos preñados de anhelo de reconciliación de pan justicia y paz, un deseo que ahora los unos y los otros nos quieren quitar: “Viva España. Alzad los brazos hijos del pueblo español. Que vuelve a resurgir… Gloria la patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol… Triunfa España. Los yunques y las ruedas. Canten al compás de un nuevo himno de fe. Juntos con ellos cantemos de pie. La vida nueva y fuerte de trabajo y paz”. Se puede pedir poco más a un cantar tan enardecido que habla de justicia, de pan y de paz, pero su autor el gaditano Pemán nos salió rana. Ahora nos lo han convertido en el chundachunda de marras (pocos pueblos saben tirar piedras contra su propio tejado como el hispano). Cosas que pasan o mejor dicho no pasa nada. Uno más que “combayó” don José María como dicen por mi tierra. Aunque comprendo. Aquí cantas un himno y piensan que estás para marcharte a la guerra.

En mi infancia también vocalizábamos el Oriamendi de los carlistas y, metidos en harina, merece ser traído a colación que todas nuestras canciones vienen del norte. El cara al sol lo compuso un vasco el maestro Tellería y nuestra marcha real esto es nuestro himno es requeté cien por cien que los navarros se lo pasaban por el morro a los peseteros  isabelinos que les soltaban el himno de Riego del otro lado de la trinchera. Putas guerras. ¿Por qué facción tirar? ¡Con lo hermoso que es convivir! Decía así:

 “Alerta, españoles, alerta, no os durmáis para que este nuestro amado Reino no se hunda. Los hombres más perdidos son los jefes que quieren a España aplastarla para siempre” Y la traducción vasca que recojo pues yo siempre fui aficionado a estas coplillas reza así: “Gertu España tarak, ez lo eguin, gertu Geure erenu maite zu eztaiten ondatu fizonik gelduenak dituguz gaur buru España nei debenak betike zapaldu Pues muy bien. Tan rotunda melodía es la madre quizás de nuestro Cara al Sol. Pero también he cantado Ghanesa en mis años mozos, no se crean:

 “Si me quieres escribir ya sabes mi paradero. En el frente de Gandesa primera línea de fuego. Y si quieres comer bien para morir en buena forma. En Gandesa hay una fonda… a la entrada de esa fonda hay un moro Mohamed que te dice pasa, paisa, que quieres para comer… lo primero que te dan son granadas rompedoras... lo segundo de metralla para guardar memoria”.

O la de la XLVI división que cantaron por estos llanos y lomas de Brunete en honor de Valentín González hace setenta años en el lugar donde vivo que era zona de pozos de tirador y de ramales de trinchera:

 La división del Campesino que en la lucha se distinguió vamos juntos a la batalla a derrotar al invasor. Luchamos un día y lucharemos sin cesar hasta que España se haga fuerte y defendemos la libertad”.

Si bien se mira en la letra de estos aires de la tierra, nuestra piel de toro, el patrio solar, los unos y los otros, los que cerraban el puño y los que saludaban a la romana murieron por el mismo ideal: una España mejor que cada uno interpretó a su forma y la guerra se llevó a los mejores. Quedaron los políticos y el eco perdido de nuestras viejas canciones. Pasa nada, hombre. Hay vida después de ZP pero no entiendo por qué la han cogido meona con ese voluntarioso chico de León. España tiene que ser de todos.

 Para himno – y llevas razón, maestro- La Marsellesa. Todos los franceses se ponen eufóricos al entonarla y los ingleses yo les he visto cuando terminaba el cine en Londres levantarse y muy serios cuadrarse cuando sonaban las notas del “God save the queen”. El patriotismo inglés es flemático pero recio e implacable. Los americanos se llevan la mano al corazón al compás del America  The Beautiful y es cuadrado y castrense pero melancólico el Deutschland über alles que también se tararea sin letra, otro chundachunda, porque lo que va dentro ahora resulta de impolítico según van los tiempos y la Hativka israelí es una marcha fúnebre, seguramente por todos los muertos del holocausto.

 En fin que aquí somos mucho más jaraneros. El anda jaleo, jaleo, ya comenzó el alboroto y ahora vamos al tiroteo de los republicanos se contrapone al vino que tiene Asunción de los nacionales. Chimpún. Y el himno de la infantería es una canción guerrera pero a ¡cuanto nos hace llorar cuando la escuchábamos! pues pensamos en los muchos caídos por esa bandera de uno y otro lado de la cerca:

 Ardor guerrero vibre en nuestras voces, y de amor patrio henchido el corazón, entonemos el himno sacrosanto del deber de la Patria y del Honor. De los que amor y vida te consagran, escucha, España, la canción guerrera, canción que brota de almas que son tuyas de labios que besaron tu bandera. De pechos que esperaban anhelantes besar la cruz aquella que forma con la enseña de la patria el arma con que habrán de defenderla. Nuestro anhelo es tu grandeza, que seas noble y fuerte (bis)  y por verte temida y honrada tus hijos valientes irán a la muerte. Si al caer en lucha fiera ven flotar victoriosa la bandera ante esta visión postrera orgullosos morirán. Y la Patria al que su vida le entregó en la frente dolorida le devuelve agradecida el beso que recibió. El esplendor de gloria de otros días tu celestial figura ha de envolver que aún te queda la fiel infantería que por saber morir sabe vencer. Y volarán tus hijos ansiosos al combate, tu nombre invocarán y la sangre enemiga en sus espadas y la española sangre derramada tu nombre y tus hazañas cantarán. Y esos infantes de la raza hispana que sienten se apodera de sus pechos con la épica nobleza castellana el ansia altiva de los grandes hechos te prometen ser fieles a tu historia y dignos de tu honor y de tu gloria”

¿No se les pone la carne de gallina? A mí sí; como cuando escucho el himno de la legión el “Soy valiente y leal legionario”, el “Novio de la muerte” o “Prietas las filas”, “el Camarada”, el “Cubre tu pecho de azul, español”, el “Margarita se llama mi amor” o el “Flecha meón” y sobre todo al compás de las notas del Cara al Sol:

“Cara al sol con la camisa nueva, que tu bordaste rojo ayer, me hallará la muerte si me lleva, y no te vuelvo a ver. Formaré junto a mis compañeros que hacen guardia sobre los luceros, impasible el ademán, y están presentes en mi afán. Si te dicen que caí, me fui al puesto que tengo allí. Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y traerán prendidas cinco rosas: las flechas de mi haz. Volverá a reír la primavera que por cielo tierra y mar espera. Arriba escuadras a vencer que en España empieza a amanecer”.

Eso no quita para que también me “ponga” como a Antonio La Internacional que es un bello himno, pero no reniego de mi fe. La roja y gualda sigue siendo mi bandera y mi himno el chundachunda aunque cantarlo no ha de ser un pretexto para ir a la caza de otros españoles que no piensan lo mismo que un servidor. Tolerancia se llama esa figura o al menos a mí me lo parece porque España es de todos. O al menos a mí me lo parece.

 

Martes, 12 de junio de 2007

 

CUANDO UN NOVEL SE LLAMA VARGAS LLOSA.

 

 

 Íbame yo un poco a la agachadiza con mi flash de dos mil duros de adquisición novísima en noche calurosa de septiembre tan tórrido y tan seco como mayo junio julio y agosto que aquí en Madrid todo es polvo y nada de lodos que casi se nos olvidó como es el agua caediza y de qué color es el barro. Noche de estreno que suele ser noche rumbosa. Se habían prendido las candilejas del Reina Victoria. El flash-caminaba yo pensando para mi capote que no me lo robe  cualquier de estos chorizos hampones que riegan con sus truhanerías y tirones la noche madrileña y sabe dios por donde van a asomar la oreja.

 Luego resulta que esos pobres chavales que tanto miedo infunden a las señoras que van al rosario y de aspecto algo atrabiliario melancólico cual diría el otro no matan una mosca, mal que les pese a su catadura. Se trata de africanos y de tercermundistas en tránsito a los que no alcanza para pagar la pensión y prefieren forzosamente por compañera la luna de Valencia. O de Madrid pero lo malo es tener miedo al miedo. Lo peor, la psicosis. Ningún percance me sucedió entre la boca el metro y la carrera de san jerónimo. Para colmo llegué al estreno con mis aparatos de retratar, hice una reverencia al conserje quien a su vez devolvió me el saludo con otra venia.

-Pase caballero.

Todo era luz. Todo eran alfombras. Perfumes caros y vestimenta chic de la gente importante y nocherniega. Había esa elegante discreción que solo suelen tener los españoles cuando van al teatro. Y lo malo es que me había colado de rondón a la fiesta guiado por mi suerte y mi olfato periodístico de paraparazi.

Recuerdo que una noche como esta por poco lo muelen a palos los Queen Fusilers en Falls Road de Belfast por ir a hacer un reportaje de un atentado con mi aparatoso flash. Es mas a este reportero lo derribaron al suelo y molieron a palos dos gorilas de Kissinger cuando éste se encontraba cenando en una fonda italiana de la tercera avenida. Los zaguanetes de la gente importante creen por lo visto en el dicho que el mejor retratero es el reportero muerto o el retratero deslomado. Sin embargo aquí los guardaespaldas del presidente –se nota que son guardias civiles- se3 abren paso sin brusquedades y todavía sonrie3n. Nunca he trabajado con mi propia policía. La de mi país. Eso es un valor activo de bienes raíces asset. Por otra parte una cámara de fotos sirve para disfrazarse de diablo cojuelo. Pero era la noche de fortuna.

 La verdad es que se me había pasado el atragante de la cena con una noticia que leí en un periódico que aseveraba que en lima mueren deshidratados en verano en los barrios de los bajos fondos una media de 450 personas. Sin embargo este mal regustillo se me pasó pronto cuando empecé a tirar placas como un condenado a la hermosa gente las beautiful the guys and dolls de la noche matritense. Me había colado en el Reina Victoria para ver una obra de Vargas Llosa.

Gran esfuerzo de interpretación y un ambiente chejoviano flotando sobre los diálogos pero sin la dulzura del gran dramaturgo ruso – Vargas no es más que un perulero circunciso al que todo el mundo hace la ola no te fastidia no me descrismes esto lo escribía yo hace 25 años y no suelo variar en mis veredictos. Mucho cholito y mucha guajira silbante del lenguaje del mango y esa verborrea latina que no va a ninguna parte. La Ciudad y los Perros es una novela de aprendizaje mediocre que se nos ha colado como un best seller los hay que tuvieron suerte en la vida y no se a que logia se abrazaron a o que pila bautismal donde no está el bautista por supuesto pero aquí el que tienen padrino se bautiza, ciudad de los perros y mucho perro.

Aquella noche de octubre del 82 yo no sabia que el indito de que bueno que viniste se iba a transformar en el heraldo del intercambiador las arrolladoras oleadas de gachipijos tomando Madrid y que bueno que viniste. La obra se llamaba la señorita de Tacna váyase usted a saber quien era aquella señorita. Recuerdo una frase de esta prójima seguramente una madame Bovary a la peruana: “ante el placer venéreo no hay ni marido ni hijos ni chulos ni dios un poco fuerte no. Mientras los cholitos de lima mueren de inanición aquí tenemos al señor vargas Llosa reflexionando sus propios polvos. Él pertenece a la clase aristoc5rata trasfretada y transterrada, una aristocracia “latino” que juega a la ruleta rusa y sólo parece existir para sus orgasmos. Vino a España a hacer las americas y se quedó.

 Todo un contraste. Me salí de la función. También a la agachadiza. Cuando uno se aburre en un teatro lo mejor es salir a echar un cigarro al vestíbulo o contar los minutos mirando pal claravoyo o ver lo blanca que tiene la cara la señora del guardarropa. Ni siquiera los desnudos de Rosalía Dans fueron capaces de animar la obra que se vino abajo en interés como una melaza. Hace poco más de un siglo a clarín y no le3jos de aquí a Clarín le silbaron un drama en tres actos “Teresa” pero no se puede comparar a Vargas Llosa con clarín con todos mis respetos. Sin embargo como este indito parece que cae bien a la parentela y gusta a las señoras pues dicen que es guapo no le silbaron ni patearon la obra. Antes bien llegaron a saludarle las autoridades. Todo el mundo al besamanos. Todos le hacían la ola. A mi me amostazaba tanto rendibú, el mucho  paripé.

 Por allí llegue a columbrar al Gran Ciprés y su mujer pianista cara de enterrador. Parece ser que al final del drama cunde el aburrimiento o el desencanto. Los espectadores parecían decepcionados de que su ídolo no estuviera a la altura de circunstancias y el papanatismo local hizo sus pros. De contras nada. El señor Vargas que nos parece un mediocre escritor se presentan en esta como si  fuera el embajador de todas las musas del olimpo vivir para ver. En el patio de butacas se había dado cita todo el encanto de la burguesía. Venían a ver al maharajá de los Andes. Don Vargas sonríe falso luciendo su dentadura de brahmán. Parece indio. No un cholito o de barman o un cruce de razas. La obra suya todo hay que decirlo no estuvo mas de dos semanas en cartel. Menos mal

 

 

Mediterraneo 12, 9 del 1982 

 

Friday, 18 de November de 2022

 

LAS CONTRADICCIONES DE TOLSTOI

 

Antonio Parra

 

Tolstoi es el genio egocéntrico alternante contradictorio en cuya persona se alcanza la cima en literatura rusa y acaso también de la novelística de todos los tiempos. Los periodos de fervor religioso los alterna con visitas esporádicas a casas de tolerancia o yaciendo en plan aquí te pillo aquí te mato con las mujeres de sus siervos por lo cual se crea en su espíritu un ridículo complejo de culpa que le conduce a la actitud de poses beatonas y compungidas. Parece que toda su vida estuvo prendiendo una vela a dios y otra al demonio. Todo lo anota.

 Es un autor que suele dejar poco en el tintero pues sabe mejor que nadie escribir largo sin caer en el solecismo farragoso ni en el tópico. Todo lo rumia. Es el típico literato que se autoflagela sin que los hechos y aconteceres de su peripecia vital lo apabullen. Conoce el secreto para sacar la cabeza a flote en medio del torbellino. De su particular autoflagelación salen cuentos y novelas y en su afán de introspección guarda analogías con Fran Kafka. Se entusiasma con el evangelio de San Mateo y con Rousseau. Brujulea entre los fervorines místicos, la lascivia y el complejo de culpa. Sus prosas de exaltación evangélica hasta pudieran resultar nihilistas. Es un iconoclasta a la vez que un esmerado pintor de iconos.

 En sus escritos surgen los cantos de alabanza jamás escuchados hacia la persona de Jesús compaginadas con diatribas hacia los popes y hacia la iglesia estamental. Dice cosas muy crudas y acaso exageradas de la Ortodoxia denominándola lugar sin más alma que el vacío de una mascara. No es un escritor divino a lo Dostoievski de cuya profundidad carece. Vividor y realista, su tinglado se monta de tejas abajo. El más allá le preocupa menos que el dolor y el sufrimiento del ser humano como ser para la muerte. Su religiosidad se convierte así en filantropía. De modo que resulta el más humano y compasivo de los escritores.

Si de tarde en tarde se mofa de Iván Turgeneff y con Turgeneff de toda la escuela occidentalita de Petrogrado, mentores de la idea del cambio y propulsores de la democracia decabrista, Tolstoi se siente desconcertado cuando llega a Londres “una ciudad de autómatas” en la que se percibe la decadencia y el egoísmo de occidente donde todo es tan frío o en Paris donde se indigna ante los despojos de Napoleón el insolente genio de la guerra. Veía en Bonaparte un precursor maligno de Hitler y no toma partido Tolstoi ni por los zapadnietski o defensores de la occidentalización rusa ni de los raskolniki mentores a ultranza del nacionalismo cósmico y de la idea mesiánica de la Santa Rusia.

 El 3 de marzo de 1861 cuando el zar proclama la manumisión de los siervos anota Tolstoi en su diario la grandeza del acontecimiento tan trascendental para los destinos de su patria. Dicho amor y deferencia para con los humildes no obsta para que continúe conservando sus maneras aristócratas de barin rural que con frecuencia utiliza el knyt (látigo) para golpear a los criados perezosos. Cuando era oficial en Sebastopol a su ordenanza también le mide las costillas por el menor pretexto con frecuencia para desahogar su frustración. Tolstoi de baja estatura (media un metro setenta) era sin embargo muy forzudo. Idealista puro y siempre saliendo en defensa de los ideales y aspiraciones más nobles en su vida privada, según sus biógrafos se, distinguía por la tacañería. Contaba hasta la última copeca.

 Y sin embargo gran jugador era capaz de gastarse un millón de rublos a la ruleta durante una sola noche. Carecía de sentido de la medida. Él era grande como su obra misma. No tiene moldes. El conde Tolstoi es occidentalita y rusófilo según que racha o qué viento sople. El mayor de los escritores rusos no pertenece a Rusia ni a sí mismo. Pertenece al alma humana. En su trascendencia se muestra universal. Puede defender con entusiasmo el valor eterno de la literatura sin las contaminaciones espurias de la política para mejorar la vía de conocimiento hacia las verdades inmutables del ser humano.

 Huye del mundo, se refugia  en su hacienda, en su dacha, pero tampoco puede vivir sin la comunicación de las gentes. Es un filántropo  un propedéutico y un pedagogo y al mismo tiempo dentro de su aura de misticismo flota un ambiente diabólico. Su conocimiento se acerca a las verdades inmutables del alma humana pero con frecuencia reniega de su afán esteticista, sale de su torre de marfil y huye a los prostíbulos y las tabernas. Pero también existe otro Tolstoi político que redacta manifiestos que asume posturas y escribe cartas de protesta al zar o libelos a favor de la manumisión de los siervos. Redacta pancartas contra la guerra.

Son interesantes asimismo sus relaciones con Turgeneff al que maltrata de palabrea y de obra llegándole a desafiar a duelo, que nunca se celebró. A pesar de que el autor de Humo fue el que introdujo a Tolstoi en el mundo literario de Petrogrado. Semejante desafección habla de una cierta mezquindad por parte del genio aunque bien puede ser que sus altercados fuesen resultantes no más que de sus celos. Celos literarios. Pasó algún tiempo en una comuna y de hecho fue uno de los primeros autores comunistas que se adelanta a Karl Marx y a los rabinistas ingleses con el evangelio en la mano, lo que implica una crítica demoledora de los principios de la iglesia establecida, pero no es capaz de arrogar los usos y costumbres, hez del decadente occidente, que con la pluma fustigaba pero a los que se abrazaba en la vida real.

Le roía la pasión del naipe. En su vida privada resulta un pedagogo y un inmoralista a la vez.  Magnánimo y cicatero frecuentador de ventorros y lupanares que sabe a la vez desenvolverse como pez en el agua en los ambientes come il faut de los salones peterburgueses. Es sátiro y fauno a la vez que manso galán enamorado y elegante autor de erotismo platónico. Estas son sus contradicciones. En él aletea el espíritu de la objeción. El arte es un perpetuo contraste, un unda maris que carece de ética como la propia historia donde la noción del bien y el mal se pierde en un laberinto de calles sin nombre que vive en perpetua contradanza. Son los movientes de sístole y diástole en los que se teje toda crónica.

 El novelista experimenta  lo mismo que San Pablo del aguijón de la concupiscencia. Hace penitencia, se reprocha a sí propio su liviandad, formula buenos propósitos y establece un esquema de enmienda un plan de vida, pero vuelve a caer. Sus intenciones se desbaratan en un minuto nada más toparse con un bello palmito o con unas garbosas caderas femeninas moviéndose con contundencia. Dijo Lev Tolstoi que el arte es una hermosa mentira una visión espectral que interpone ante nosotros el diablo para que nos dejemos seducir. Menudean entradas en su diario con llamadas al propósito de la enmienda. Anuncia con frecuencia que dejara la literatura para dedicarse a peregrinar y que va a romper su compromiso con las letras pero un poco más adelante este minucioso memorialista dice todo lo contrario.

 Al autor de Ana Karenina el aguijón de emborronar papel le acucia hasta los últimos días de su existencia. Murió a los 82 años después de un berrinche con su mujer en la sala de espera de una estación de ferrocarril en el sector de Astapovo. Huía de los libros y del mal genio de su esposa; fue un vejador eminente este gran conocedor de la condición femenina. Y, ligero de equipaje, quiso ir al encuentro de la muerte. La vida y la obra del genio fueron una contradicción in terminis pero fue un favorito de los dioses. Tuvo suerte con las mujeres. Con los editores. Con el público. A los 24 años hace lo que tantos y tantos aspirantes a los laureles de la fama. Termina un manuscrito va a correos y lo envía a un editor al cual desconoce, cruza los dedos y espera en el maná llovedizo de los aires. Es cuando un escritor juega a la lotería y se marcan los rumbos de su destino. Tolstoi tuvo suerte pero esto no suele ser así en la mayoría de losa casos.

 Semanas adelante, el joven teniente artillero encuadrado en un regimiento de combate de Armenia recaba respuesta satisfactoria del editor. Su texto ha entusiasmado a Nebrashkov dueño de una imprenta en Moscú. Nebrashkov sería fiel a Tolstoi durante la mayor parte de su carrera literaria por encima de las veleidades, demasías y abusos tan  característicos del literato. Aunque con algunas limitaciones, el librero promete dar a la estampa la novela que lleva por título  Infancia.

Se trata de una obra primeriza pero en la cual destellan algunas cualidades del que sería monstruo de la literatura universal como las dotes de observación o el plasticismo de sus descripciones, la soltura de las tramas, o la buena yuxtaposición o ensamble del escenario. En  Adolescencia, que vendría de seguido, Tolstoi tantea el camino. Le falta aun mucho por alcanzar aquel estilo suyo tan peculiar y que es denominado en novela tolstoiana (novela río) que define a la vida y a los hombres a sus pasiones y dolamas. El ser y la nada en el tiempo finito porque en realidad el hombre no es nada.

 De allí en adelante la carrera del joven valor poco a poco y al igual el arroyo de aguas bravas descubierto por Nekrashov pasa a ser una inmensa red fluvial, un río caudaloso de aguas pandas como el Volga. En la inmensa estepa el torrente se calma.

El lecho del río es amplio y hace meandros pero no se saldrá de madre. Tiene un objetivo la gran novela como testimonio de los avatares de la existencia humana (guerras amores, desamores, ascensos, caídas, el rotar de las estaciones bosques- el misterioso bosque ruso (les) y grandes extensiones fincas como Yashnaia Polaina. O  casas que se deshacen, matrimonios rotos, incomprensiones, el valor castrense y la santidad, las rameras, los remeros los borrachos los monjes exclaustrados y esa inmensa población flotante de iluminados o yurodivi que recorre la estepa. Y por ultimo aborda el tema de la muerte. La pluma de Tolstoi transita como a lo largo de un espejo a través de estas realidades. Los tiempos mudan. Las estructuras avanzan o retroceden pero el hombre continúa idéntico a sí mismo. En sus perplejidades. En sus ensueños que el destino se encarga de desenhetrar. Esta es una de las partes del drama vitalista que plantea Tolstoi como Shakespeare, como el Dante, como Cervantes.

 Que nada cambia, que el hombre sigue siendo igual, pese a las redenciones y a los proyectos mediúmnicos, la acción filantrópica de los gobiernos, las predicas de los misioneros y los proyectos de reforma. Domaremos a la naturaleza pero al ser humano no se le podrá domar. Es incontrolable y problemático. La prosa de Tolstoi es plana y de una portentosa sencillez, mas, poderosa en su efectividad. No busca alifafes ni requilorios. La prosa de Tolstoi no es altisonante como la de Pushkin sino llana ni endiabladamente mágica como la de Chejov. Podrá carecer de la ternura de éste pero es más eficaz. Concibe la vida como un inmenso río madre en el que desembocan muchos afluentes y todos ellos van a dar a la mar que es el morir según el concepto manriqueño.

 El tono que elige es a la vez épico y elegiaco. Todo Tolstoi es el Volga. Un remero que cruza. Un batelero que avanza narrando y contando. En el alveo de este caudal fluvial está lo ancho y lo estrecho lo profundo y lo alto. En una palabra asume todas las dimensiones narrativas. Todos los perfiles. Carece de altibajos. Constituye un pavoroso enigma de sindéresis dentro de las fluctuaciones contradictorias del comportamiento humano. Una de sus obras menores pero que mejor definen su carácter y de las menos estudiadas es  la muerte de Ivan Illich. Refleja un gran conocimiento clínico y eso que el autor no era médico. Sólo un profundo psicólogo. Se empapó de vida antes de sentarse a redactar. Extrajo Tolstoi su arte de la experiencia. Su trayectoria como artillero en una de las interminables guerras del Caúcaso fue determinante. Como soldado fue irregular e indisciplinado. Sólo le fue conferida la cruz de santa Ana de segunda clase. Nunca fue un oficial brillante como su hermano Nikolai. Sin embargo, sus aventuras bajo las armas serán el magma que impregne su potencial novelístico.

En Crimea recogió datos para cargar el volcán narrativo que es Guerra y paz. En aquellas cargas de la caballería cosaca, en aquellos lances de honor, el robo, el rapto, la quema de aldeas, las batidas de tierra quemada o la ingesta de vodka siempre copiosa, la holganza con mozas y paseos a escondidas entre el oficial y la chaval que terminaban en el pajar. Amor a escondidas. O las noches enteras ante el tapete verde.

Todo esto impresiona su sensible retina de escritor. Como visor de la vida humana en un par de líneas sabe captar una situación o esenciar a un personaje. En la muerte de Ivan Illich narra el drama de un matrimonio desvencijado de la pareja formada por Ivan Illich y Praskovia Fiodorvna. Él es un brillante magistrado al que le van bien las cosas. Ha triunfado en la vida pero no en el amor. Son frecuentes las riñas  y los altercados con su mujer (quizás un traslado autobiográfico del borrascoso matrimonio del propio novelista). Ella es ambiciosa, dominante. Él es bueno pero débil.

 No obstante, Ivan se desvive por dar un buen pasar a su mujer y a los suyos. No escatima ningún esfuerzo para que a su familia no les falte nada de nada. El juez de distrito, Ivan Illich, consigue un ascenso y es enviado a otra provincia. Tanta es la ilusión que embarga al protagonista que en los trabajos de restauración y mudanza ayuda a los obreros y a los criados pero poniendo una cortina se cae de la escalera. Se lastima una costilla. Un golpe sin importancia; sin embargo aquella lesión intercostal va a degenerar en un cáncer. Para colmo, a su mujer no le gusta cómo Ivan  ha decorado el nuevo hogar. Un drama. Tolstoi lo consigna en una párrafo

“Praskovia Fiodorovna echaba la culpa a su marido de todos los reveses sufridos en la nueva residencia. La mayoría de los temas de conversación entre marido y mujer conducía a viejas querellas y a cada instante estaban a punto de surgir nuevos altercados. Quedaban sólo escasos períodos de amor que se hacían muy breves. Eran islotes a los que aportaban un momento para adentrarse luego en el mar de hostilidad latente en el cual el matrimonio naufragaba”

En este libro plantea Tolstoi la soledad e incomunicación en la cual transcurren las vidas humanas incapaces de franquear las barreras de incomprensión y de egoísmos circundantes. Cada uno vivía en su mundo. Iván en sus negocios curiales dentro del afán de una existencia anodina y de provincias. Creía darle todo a su mujer. Pero todo cuanto le daba no era bastante. Praskovia vivía en su mundo, en sus puestas de largo, en sus trajes de noche. En el fondo se mostraba resentida con su esposo pero disimulaba esta aversión bajo una capa de apariencias y de convencionalismos. No era capaz de entender a su marido a quien el fatal golpe en el costado se le había declarado en un dolor lancinante. Piensa a lo primero que es algo leve un simple mal de ijada. A veces se queja pero su mujer le dice le dice que es un aprensivo y un blando que vaya a un medico en  vez de estarse todo el día lamentándose.

 He aquí otra manifestación de crueldad femenil. Acude Iván a un especialista. Vagas respuestas. Que si el intestino grueso que si el riñón flotante. La enfermedad sigue su curso. Los dolores se hacen insoportables. Pero el hombre no se puede quejar ante su familia o le sale su esposa con cajas destempladas: “no te tomaste las pastillas”. Su único consuelo es leer la Biblia y como Job cae en un letargo que determina  su abandono. Todos lo han abandonado. La referencia tolstoiana es el gran libro de Job. En esta novela magistral no solo se traza un cuadro de costumbres de la época. Se va más allá al establecer un diorama de la soledad del hombre sobre la tierra. El tema no es la enfermad sino la incomunicabilidad de los seres. La soledad ante la muerte. En este retrato se podrán mirarse muchos ivanes Illich. Nadie escucha los lamentos ni se compadece de este Job ruso de provincias. El pobre tuvo una agonía terrible. Estuvo en un grito durante tres días. Sólo Gerasimo su fiel siervo le ayuda a portar la cruz en el último trance. Pasa las noches junto a la cabecera del enfermo sosteniéndole las piernas en alto para hacerle más llevadero los terribles dolores.

 El dolor siempre estaba ahí en las tripas agazapado, sordo, inexorable. La morfina no le hace efecto. Gerasimo con su caridad es el contrapunto al egoísmo de Praskovia. El enfermo aguarda a la muerte tendido en el diván. Tolstoi traza la desesperanza de un paciente terminal que vuelve la cara a la pared que llora en silencio. Los días se parecen a las noches y nunca acaba de amanecer. El paciente no duerme. Está postrado. Solo se amodorra algún rato en que le aquejan pesadillas. Se entretiene midiendo las grecas del techo empapelado de la habitación o contando los boliches del cabecero de la cama.

 Toca anheloso con sus manos flácidas el embozo de las sabanas, un gesto que tienen todos los agonizantes y que anuncia la llegada del próximo final. La sombra del pathos aletea en torno a la trama de esta novela de dolor. Las estrellas callan. La naturaleza se desentiende. Pobre del que se muere. Los deudos no quieren saber nada y las lágrimas de la viuda son siempre aparentes. La viuda rica que con un ojo llora y con otra repica que decía Clarín. Abandono. Infelicidad infidelidad. Fatalismo. Hay observaciones terriblemente proféticas en las que se constata la idiosincrasia de un enfermo terminal a los 45 años. El caso de Ivan Illich agonizante se sigue repitiendo a diario en todos los hospitales del mundo. Se da cuenta de que la mujer a la que ha amado es un ser extraño. Un fantasma.

Hay una idea que salta en esta powesti (narración corta) y que se repetirá como en una caja de resonancia en otras composiciones tolstoianas. Hay una idea que flota sobre el relato pleno de una amargura misógina. Muy sencillo y paradójico. La mujer que da la vida es también símbolo de la muerte. La ardid del diablo y la mujer forma parte del gran diseño diabólico que interviene también en la realización de la Historia. Según Tolstoi, en Eva subyace una voluntad diabólica, un elemento separador, cizañero que aleja al hombre del proyecto de su felicidad- y esto es lo que significa diabolos en griego: el interpuesto. Tolstoi estudió esta lengua durante varios años para obtener un acceso mas profundo al conocimiento de los evangelios y luego a dominar tanto el griego clásico como el coiné perfectamente y solía repetir que todos los cristianos debían de conocer esta lengua de la que dimana la guía de fuentes del cristianismo. Los caracteres femeninos que traza siguen el patrón del NT.

Y para él la mujer es mitad my mitad un amasijo de gracia y de pecado. Los desterrados hijos de Eva estamos condenados a arrastrar el peso de la culpa. En un cuento que titula  El Diablo (chiort) un barin acaba matando a tiros a una campesina. Y en el Padre Sergio, otro cuento maravilloso, basado en la vida de san Hilarión el eremita que reza y aguarda a la muerte en su snik o cueva de eremitas, se le aparece Satanás en forma de mujer. Si tu ojo te escandaliza arráncatelo etc. El siervo de dios sigue al pie de la letra la norma evangélica pero –la historia ofrece a consideración la preeminencia del mal, un arduo problema metafísico- a pesar de haberse yugulado la mano con un destral sucumbe a la tentación. Ese es el tenor de la historia, muy pesimista, de este autor nada espiritualista. Y por consecuencia de una gran modernidad positivista: el hombre es pura fisiología, el amor una cuestión de combinaciones químicas y no hay nada al otro lado de la cerca. Eso lo dice un literato que escribió una novela tan importante como es Resurrección. No se estaba refiriendo a la de Cristo, claro está sino a la de las plantas. Contradicciones señeras del alma rusa.

18/04/2007

 

VOLADURA DE SPANDAU

 

Todo está a punto para la voladura de la cárcel de Spandau dónde yace en confinamiento solitario el preso más caro y mejor vigilado del mundo. Un nonagenario Rudolf Hess. Está a preparado el ataúd las velas el coche fúnebre para cuando exhale el postrer aliento llevárselo lejos de Berlín y también está lista la dinamita en las bodegas del edificio y las excavadoras en los patios donde ya no quedan presos. Esperan los guardias a godo fuma el alcaide su último cigarro en espera de que fallezca. Es la decoración suprema para una obra de Ionesco. Teatro del absurdo.

 El fantasma de Fran Kafka deambula de incógnito por los pasillos. También dicen haber visto a drácula y a su esposa Némesis diosa de la venganza. Cuando el capitoste nazi la espiche no quedará ni rastro. Sólo la muerte libertará Hess de cadena perpetua. Sus cenizas serán esparcidas por el viento aguas arriba del Spree. Que nadie lo venere. Que no nos vengan a nostgros con urnas. Odio africano venganza judía. Doce hombrees sin piedad y el yo acuso. El penal una vez enterado de incógnito y posiblemente de madrugada en un lugar que no ha trascendido saltará por los aires. De lo que se trata es de borrar la memoria. Que no queden altares para las conmemoraciones las misas y los sacrificios. En Spandau no se creyó nunca en Cristo sino en el talión inmisericorde.

Han pasado 23 años desde que yo esto digo y hoy día de santo mártir que ya no se conmemora sino la fiesta de los maricas una mina israelí se ha llevado por delante a seis soldados españoles en el Líbano no hay protestas la censura borra – es la protervia del sanedrín que me acaba de condenar al silencio estaban el cara de oropéndola y el cara de cojugada israelí que dijeron sea reo y no publique- moral de venganza de todos los calibres. Me han amenazado me persiguen pero yo quiero sobrevivir recordando a Hess que se tiró en paracaídas en especial misión secreta o alta traición sabía muchas cosas y en este mundo no conviene saber demasiado. Dice el times que el bastión el ultimo bastión de la memoria del nazismo será destruido en 48 horas y tan pronto como los facultativos expidan el certificado de defunción firmado por médicos de las cuatro autoridades de ocupación francés inglés americano y rudo será la hora de las grúas y de la piqueta de demolición.

No quedará piedra sobre piedra. Contumacia bíblica. ¿No hay perdón? No. Por eso mismo, Verumtamen, te vigilan y la de los estropajos y la mopa que manda que una ministra mete las narices y sus inmundos dedos en tus cajones. De lo que se trata es de evitar el mito. Que no haya reliquias ni estampas ni fotografías ni huesos santos. Incineración piden los de la mentira del horno crematorio. Un hush up general. Silencio. Se te vigila. Hemos impuesto el carpetazo. Que pasó entre Hess y Churchill eso lo saben solo los ingleses y lo tienen todo muy calladito.

 En boca cerrada no entran moscas pues eso. Londres y la Urss se opusieron a todo conto de clemencia. Capturado en Escocia en 1942 este alemán de los ojos azules y mirada fija se ha pasado casi toda la vida a la sombra. Toda su persona es materia reservada y para los ingleses un autentico secreto de estado. El edecán del Ferrer se llevará todos sus secretos a la tumba sin haber obtenida misericordia de los contumaces británicos que han echado toda la carne en el asador de la perfidia de Albión.

 Apresado en 1941 después de tirarse en paracaídas cerca de aborden lleva en confinamiento solitario desde 1945. Vio subir al cadalso a algunos de sus colegas: Himmler, Goebbels, Doenitz, von Pappen Goering, y otros prebostes del reich condenados a la horca en los procesos de Nuremberg. Todo es como una pesadilla como una historia tétrica un aviso a navegantes que me hace entender muchos por qué de mi vida que ahora no me explico. Fue también el prisionero más caro del mundo. You are  being watched se te vigila esa es la moraleja que  saco de esta historia de hace casi un cuarto de siglos.

No se puede oponer uno a esa fuerza de incongruencia formidable. Se paga o con la muerte o con el ostracismo. No se ha pasado el síndrome tras los múltiples procesos de desnazificación desratización y de democracia al trágala estos judeocracia de los cazanazis como revive el diablo merodeador de cazafantasmas. ¿Qué crimen pudo cometer este hombre para padecer tanto? Me pregunto pero no hay respuesta hoy hay palabras vedadas o impolíticas y temas de los que no se habla pero que son capitales para la historia de la humanidad que nunca podrá construirse sobre el tinglado de una patraña una mentira un millón de veces repetida que se ha convertido en verdad.

 El cara de cojugada el hispido columnista que vigila la parva ha lanzado el mensaje y yo he tenido que hacer mutis otra vez. Dejemos que solo escriba y únicamente publique aquí don cesar Vidal y que don Ismael vea masones por todas partes pero estos son mucho más peligrosos enemigos que los masones odian mi patria ay amigo preponderan mataron con cristo pero no pudieron con Él sí pudieron con  el edecán nacional socialista, que renunció a la tableta de cianuro. Siempre dio la impresión de hombre frágil con aquellos ojos potentes que recordaban a los del actor norteamericano Montgomery Cliff.

 Hess desde hacía ocho años estamos en 1984 era el único inquilino de este enorme fortín prusiano con más de doscientas dependencias convidado de piedra del horror al pasado y el más caro penitenciado del mundo pues para su tenencia en guardia había que habilitar toda una institución. Está enfermo y medio ciego y vigilado por todo un regimentó de soldados y bajo vigilancia electrónica su escapada hubiera sido un hecho contra natura. El prisionero es vigilado día y noche a través del ojo de buey donde a cada hora hace la ronda una centinela. Hay un perímetro de seguridad consiente en un muro de siete metros y una alambrada que llevan cables de alta tensión de más de dos mil voltios. Es como para preguntarle a Herr Hess qué es lo que piensa de los derechos humanos.

Su custodia les sale a las potencias vencedoras por un ojo de la cara. Treinta y cinco millones de dólares p.a. dicen sus vigías que se pasa la mayor parte del día leyendo. Su esposa Ilse y su hijo Wolf le van a ver una vez al mes pero a través de un locutorio con cristales blindados. Tampoco ha lugar el vis a vis. Con los suyos tiene que hablar por telefóno pues la mampara de separación no permite ser atravesada por la voz humana. No es un nombre no es más que un nombre lo que queda de un mito. Su hijo Wolf es acusado de encabezar movimientos neonazis peticionarios de su liberación o la suavización de la condena.

Pero todas esas tentativas cayeron en saco roto. Hess no existe para los activistas de amnistía Internacional. No hay amnistía ni remisión posible para un criminal de guerra repiten a coro los británicos y los rusos que es el único punto en que parecen de acuerdo. La culpa excede al perdón. Pero el prisionero de Zenda se haya convertido en Alemania en un mito rodante que puede abrir  brechas no cerradas del pasado. Tengo medo. En Spandau hay 670 celdas todas vacías menos la suya. Varios centinelas de los destacamentos de los ejércitos de las potencias vencedoras se suicidaron pues no podían padecer el tormento de ver sufrir a este anciano arrojándose al vacío desde la almena del castillo al foso.

 Por sus ámbitos se pasean los fantasmas y las almas en pena de los treinta millones de seres humanos que perecieron en la conflagración universal y dicen por qué su grito es una tortura terrible.

A los dos meses del fallecimiento del  lugarteniente de Hitler la cárcel fue volada y de la misma no quedó piedra sobre piedra. Fue una venganza bíblica verdaderamente y ya aquel viernes de agosto de 1984 el gobierno de Felipe González hablaba de negociaciones con ETA. Eran los prolegómenos de un nuevo orden que padecemos una tiranía contra la que no caben protestas. Ellos son fuertes pero son pocos y tienen miedo por eso manejan a las masas con tanta habilidad. Han borrado la memoria. La historia la escriben los vencedores.

 

26/06/07 4:12:22

 

 

 

 

 

 

CONTROLAR LA BICHA, PARAR EL OSO

 

Antonio Parra

 

Un entrañable amigo y compañero, Donato León –Tierno, gran periodista y director de la agencia Pyresa, hacía alusión cierta vez a una frase atribuida a José Solís ministro de Trabajo franquista conocido por su simpatía. Su profilaxis maxilar pues tenía la dentadura perfecta y bien encajada del teclado de un armonio era de anuncio dentífrico. Su sonrisa a lo Carlo Ponti al cual un poco se parecía fue la sonrisa del Régimen y era el único que hacía reír al caudillo con quien el ministro se permitía ciertas confianzas como cuando, titular de la cartera de Educación,- también el turno de grupos “salen los de Arrese, entran los de Solís” fue emblemático del ansias de pacificación entre los españoles y ganas de hacerlo bien- se atrevió a decirle a Franco:

-          Excelencia no sé para que vale el latín.

Él le miró de hito en hito y le espetó:

-          ¿Y tú de donde eres Pepe?

-          De Cabra, señor

-          Pues entonces vale para que te digan egabrense y no te llamen cabrón. Cuestión de topónimos.

En uno de aquellos inesperados reajustes ministeriales tan esporádicos como impredecibles fue cuando se pronunció don José Solís Ruiz en una entrevista por los micrófonos. El país estaba crispado y había enfrentamientos a tutiplé. Broncas e insultos por nada. Pero lo peor de la situación no  es la crispación per se, sino los crispadotes, los que parece que se han comido un tigre y no se desayunan con café con leche, mas con cicuta así se los pone la cara de bilis y los peores son aquellos que andan por la vida como si nunca hubieran roto un plato, no levantan la voz, nunca han hecho nada, nunca dijeron nada, chismosas y chismosos de todo hay en la viña del señor. Fue el Ministro de Trabajo y calándose las antiparras y el fonendoscopio  y tomó el pulso al país.

-          Habrá que parar la bicha, domar el oso.

Solís era un buen corredor de fondo y sabía de la visceralidad nacional – y aquí los peores no fueron siempre los explosivos y los que pegan un taconazo sino los mansos, los bueyes duendos los que navajean con una sonrisa e invocan siempre la constitución, la legalidad, la solidaridad.  Y solidarízate que algo queda. La hiel de estos cetrinos es la que desemboca en las grandes tragedias nacionales: guerras civiles tuvimos tres en siglo y medio y nos cargamos a cinco presidentes de gobierno. Uno saltó por los aires.

Es lamentable que un pueblo tan bien dotado para otras actividades como la música, la pintura, la artesanía o la literatura tenga tan serias dificultades para una sana convivencia en libertad. Los desafueros de la pasada campaña electoral lo han demostrado.

 En nuestros genes prende con inusitado vigor el salpullido de la envidia. Hay frases de este acervo como “no sabe con quien está usted hablando”, · “mala leche” “vaya un pájaro”, “a la salida te espero “ “tomar café en Peñalba”.  O “ya ves” que se han convertido en tópicos  y que son intraducibles a otros idiomas. Joaquín  Costa, todo es cuestión de escuelas, hogar y despensa, lo atribuía a un factor: la estulticia. La ignorancia y el resquemor hacen que algunos vayan por la existencia con la escopeta cargada.

 Todo es cuestión de escuelas como argumentaba Joaquín Costa para el que el problema de España  no era otra cosa que el fanatismo, la mala fe el revanchismo, las actitudes preconcebidas. ¿Quiere esto decir que sin todos esos elementos negativos se podría haber evitado nuestros conflictos armados, nuestras asonadas, nuestros pucherazos, nuestras semanas trágicas? No lo sé pero aquí el guerra civilismo es uno de los dos cañones recortados de la escopeta nacional. El otro es la fatuidad de los cretinos que por otra parte serían perfectamente fusilables, y con un 635 además. El que llevaban las señoritas de Hollywood y las espías de la Gestapo.

      -Oiga no me venga usted con esas destemplanzas que no tengo el cuerpo de gaitas; que a mí me fusilaron a mi padre.

      -Algo haría. Además a su merced le cupo el honor de escribir un libro y nos vino usted a dar la murga con el “yo vengo a hablar aquí de mi libro”. Usted es un intelectual orgánico. Primero con los unos y luego con los otros. Sabe cambiar de chaqueta con celeridad. Husmea a todas horas de que parte sopla el viento de la historia.

-          Sí per a mi padre lo fusilaron.

-          Si era tan insultón y tan vil como vuesa merced no me extraña que lo dieran mulé.

Quizás sea más lo que unos une que lo que nos separa pero lo que nos separa es bastante y ahora hay algunos – de la derecha achicorizada Sarkozy el modelo y la marca de la casa – que se dedican a cavar nuevas zanjas y nos regalan caramelos tan envenenados como la unidad de España. En el fondo don Cesar Vidal con la ayuda de mi vecino mi padre mató un cochino es un ácrata como lo fuera el Dragó auriga en la diligencia de doña Espe. Utiliza un lenguaje viejo de pelucas empolvadas que huele a  olla podrida, cuartos de realquilado con derecho a cocina y tener que romper la hucha de los chicos para llegar a fin de mes y por ultimo – pues estas situaciones de injusticia social desembocan aquí siempre en lo mismo- huele a  cárcel, a palabras en el muro, a pólvora, a fosa común, a trinchera y a polvo de Brunete. Remember Brunete. Se van a cumplir setenta años. Lean mi libro. Yo he venido aquí a hablar de mi libro.

 Hay que contenerlos. Habrá que parar la bicha. Domar el oso. Mientras estos fulanos anden en el machito, uno nos se puede permitir el lujo de la torre de marfil. Volvamos al frente. A la primera línea de fuego de las ideas no de las balas claro está. Aunque a este paso puede que terminemos en ello. No será por nuestro gusto pero si esos se empeñan...

-          Usted está loco

-          Es precisamente de lo que me acusan. Que más quisieran. Ahora es cuando más hace falta un periodista independiente pues la experiencia  me dicen que hay guerras que se han evitado por un buen artículo o se han declarado.

-          Muy incendiario viene vuestra merced esta tarde, don Ejusmodi. ¿No había dimitido?

-          Un escritor no dimite nunca y sólo la muerte lo jubila.

Pero Donato León Tierno razón llevabas. Hay que parar la bicha, contener el oso. Los dos bandos vuelven a atizarse y así se explica la soledad o el missing del Rey que parece que está ausente y como ido. Es que aquí hay que hacer muchos juegos malabares. Tocar algún que otro palillo. El Rey es nuestro mejor embajador y se ha labrado a pulso un buen prestigio en el extranjero. Dentro, no tanto. La monarquía un mal menor ¿Imprescindible? Franco lo dejó todo atado y bien atado teniendo en cuenta los vicios ocultos de nuestra casa común que a veces parece un edificio inteligente. Otras es un torreón medieval de pasillos muy largos y con mucha oscuridad por donde corren unas corrientes gélidas de aquí te espero que paralicen el cuerpo  pero así es el viento de la historia.

El Aquilón desestabilizador sopla con furia por estos solares. Otras parece España un tendejón a teja vana lleno de frías corrientes y con gotera. Nos gusta romper el juguete y a veces romperle la crisma al prójimo. Nos encanta la clastomanía. Somos un pueblo volátil de material algo clástico. A vueltas con el no-te-jode y luego con el nos-ha-jodido. A ver qué va a pasar aquí cuando antes no pasaba nada. Escopeta nacional. Parar la bicha, domar al oso. Y entran los de Solís, salen los de Arrese y aquí paz y después gloria. ¡Ya quisiéramos! Pero no aquí solo se mientan las reglas del juego cuando a nosotros nos da la gana. Si no rompemos la baraja. Hay que escribir. Hay que escribir. No queda otro remedio.(6782)

pulcharaque templa. Hoc tamen egregiis arte prius (Abundan por lo general en España los templos sagrados más hermosos del mundo pero este de León aventaja a todos); por este letrero llamamos la pulcra leonina a la catedral de León.

Siempre que voy a León me pierdo por su torreado recinto a la sombra de los palacios de los Guzmanes y de los Luna. Puerta de Cores abierta en el 907 y junto a ellas otras siete más que se llamaban la del Burgo, Santa Ana, la de San Marcial, Fajeras. Rúas y tabernas donde se escancia buen vino y se come mejor botillo y dicen los asturianos que pué más el guello que el butiello y es lo que me pasaba a mí en aquellos altos cerca de la Virgen del Camino. Que no cruzaba el Pajares, y no pasaba de la Robla, cuando iba a ver a la novia que se me murió.

Este verano, si Dios quiere, haré con los debidos permisos y bulas otorgadas otra de aquellas peregrinaciones de hace cuarenta años. Rezaré a la Virgen Blanca, gótica, a la que le inunda la hermosa cara la luz que de atardecido entra por el rosetón, calidoscopio de colores y luego me prosternaré ante la Virgen Negra de Arbás, románica, – si no nos la han robado los piratas de las obras de arte de nuestro patrimonio- y luego iré a Avilés y en la Carriona depositaré un ramo de guirnaldas ante la tumba de Demetria y,  con las mismas, pa Langreo, a la cuenca minera. Que allí está la sepultura  donde me aguarda y duerme el último sueño mi Demetria, mi ex amada, dulcinea del Sotrondio. Caminante no hay camino se hace camino al andar. “Con mi quiñón de León di a España mi mejor blasón”. Los que vapulean a discreción a este legionense, José Luis Rodríguez Zapatero, víctima de los gusanos goebbelsianos, de los rencorosos, los envidiosos, de los injustos que van de buenos por la vida, que a mí me parece un español de pro no sólo cometen ligereza de villanos cobardicas sino que no saben de la misa a la media de la historia de España.

Por estos ignorantes vesánicos y fanáticos siempre somos aquí  inclinados a tropezar en la misma piedra a cometer los errores del pasado. ¡Oh María mujer de luz yo te amé! ¿Y ahora por donde andarás? Virgen Santa del Camino, sé mi escudo y protección contra tan mala baba, tanta hiel.

 

21/05/2007

 

(I)

 

POR EL CAMINO DE SANTIAGO

 

 

 A PERRO VIEJO NO HAY TUSTUS PERO AUN VALEMOS ALGO

 

 

Antonio Parra

 

Con el Calixtino por libro de cabecera, guía y vademécum de peregrinaciones, un legajo del siglo XII escrito por un tal Américo Picaud, un gabacho que ya nos pone de vuelta y media a los españoles esgrimiendo los antecedentes que esboza la picaresca sobre buen pueblo pero mala gente que dijo el otro cuando se topó con los muros de Benavente (escopeta nacional y España sin españoles sería el paraíso terrenal), mi amigo don Xanti y yo nos hemos echado a los caminos, bordón en la diestra, nuestras recias botas, nuestros buenos peales, buenos propósitos y mejores resoluciones en el alma que pecadores fuimos y pecadores somos. El vino que no falte. Y el breviario de antes de la nueva reforma también iba en la mochila. Para espantar el diablo que no deja de enredar incluso en las soledades cantábamos en latín los maitines y laúdes a la aurora con el preciso himno monacal de “Iam lucis”, la tercia antes de la siesta, vísperas con el primer rayo del crepúsculo y completas al entrelubricán somnoliento. Nos lo pasamos bomba.  Damos grandes rodeos al pisar las ciudades pero los viejos lugares de la Transcantábrica posábamos en veneración. Esquivábamos las carreteras y los farolillos rojos de los puticlubs que animan las cálidas noches agosteñas, cabe el arcén de las autovías, los apartábamos con un vade retro. A estas edades no es para que te den una medalla de condecoración si no te llama la atención la jodienda. A perro viejo no hay tustús. ¡Oh pecadores de la nueva Babilonia!

En una localidad del camino cantamos la  Passio a dúo al pie de un Santo Cristo milagroso y lo hicimos con tanta unción, mi buen Xantipa de grave y yo atacando los agudos del cronista que narra los acontecimientos en la noche del Jueves Santo, un diácono ruso se nos agregó y bordaba los bajos del repertorio de Palestrina, que el cura y algunas beatas nos invitaron a chocolates con churros. Grande es nuestra fe y grande es España por más que me pongan como un trapo.

-Eso no tiene enmienda. A otra cosa mariposa.

Y dijo el Marquillos de Obregón y es a lo que iba pues no puedo desenredar ese enredijo de misterio que me hace tirarme al monte, claro, o buscar el refugio de las tabernas, pues la frase forma parte del laberinto en el que estamos inmersos:

Si eres por ventura español donde quiera que llegues has de ser mal recibido aunque te pongan buena cara. Que aquesa ventaja hacemos a los nacionales del mundo ser aborrecidos de todos; cuya sea la culpa yo no lo sé.

Ni yo tampoco pero vengo empapado del rocío de las veredas, con la música de algún malvís entre las orejas, el rumor del agua cerca de las cárcavas,  la visión edénica de los gollizos y cuchillares, restos de antiguos glaciares que alfombran la manta de los montes de la Robla, el silencio edénico de los castañares ocultos entre las sierras, los cristos rotos y las imágenes venerandas de santos arrumbados que esperan en las iglesias cerradas a cal y canto, el tañer del cimbelillo en las ermitas del monte que a veces nos parecían tocar solas y nos parecía milagro no sé por qué, el donaire de algunas mesoneras que no niegan una sonrisa y un vaso de agua al peregrino, la borrina de los puertos, suspiros de tul en el paisaje de encaje, o el sonido isócrono de las olas sobre la mar de Vegadeo. O los ecos del canto de una salve al atardecer en alguna aldea perdida del Bierzo. O la armonía de la catedral de Santiago que dicen que el que llega allí por primera vez  se transforma; si está triste se alegra y, si enfermo, cura de toditas todas, y si nervioso le penetra en el alma una calma infinita que trastoca el hervor diabólico, el tráfago luciferino de la ciudad hediendo a azufre y a exhausto de tubo de escape. Transpuesto el monte de Gozo, es cosa digna de mención que parece que se te alegran los pies y dejan de protestar como en algún tranco de la ruta en que estuvimos a punto de tirar la toalla. Gracias al vino que es sangre de Cristo y la fe. Toda esa belleza y dolor que trajo al mundo el cristianismo y que para mí sigue siendo la religión alegre y verdadera diga lo que diga don Haro Tecglén. Tachín tachén. Áteme esa mosca por el raro. Y luego en la catedral compostelana estaban los paneles que mezclan el cielo con la tierra del Pórtico de la Gloria. La perfecta caja acústica de la ortofonía con que fueran diseñadas las bóvedas. El canto llano que ensalza con salmos acompañantes el movimiento pendular del botafumeiro. Los miembros cansados, el rostro contento.

 ¿Habremos conseguido la gran perdonanza? No lo sé ni tampoco me importa mucho. Se hace camino al andar y es más importante  Hemos ido por las ranuras de la puerta estrecha pero aquí hemos vuelto con nuevos bríos y con fuerzas de refresco.

No hay no puede haberlo país más bello en la tierra. En mi zurrón, yo hubiera querido meter en mi zurrón de peregrino tanta hermosura. No me cabía  tanto amor en las alforjas. Al volver de Compostela regresaba ligerito y casi repartiendo besos.

-Oye a ver qué hacemos.

-Vamos de correría.

-¿De correría sin la guardia civil?

-De romeros camino de Compostela. A misa no voy porque estoy cojo pero a la taberna poquito a poco.

-Alguna vez habrá que compaginar la religión y la diversión y con esa idea fija en la mente hicimos la salva de los andantes. Una hogaza de pan tierno, algunos torreznos y tajadillas de la olla que saben a gloria en pleno campo y algún  que otro laustibideo con un par de besos al jarro. Y de hoy en un año que el Dios nos conserve en paz y buenos

-Qui multo peregrinanntur paulo minus santificantur (mucho peregrinar y santificarse poco.

-Eso es el del Kempis. Imitación de Cristo. Pero aquel monje flamenco dice que luego se suicidó o que murió mal y por eso no lo canonizaron aunque gracias a su libro- admirable poder de la literatura que una cosa es predicar y otra dar trigo- canonizaron a muchos. Ya ve usted lo que son las cosas. Ese librillo es una fábrica de santos aunque con un poco de oscurantismo, un si es no es misoneísta y sobre todo quietista. Hoy si viviera el anónimo autor lo escribiría de otra forma. En la actualidad los émulos del evangelista actúan de otra forma pero se sigue el modelo copiando. Cristo alfa y omega hoy ayer y siempre. Y lo demuestra el hecho de que siga habiendo tantos crucificados y tantos crucifijos incluso en el canalillo del tetamen de Prosperina. Las nuevas chulas se colocan el símbolo al pecho que no saben lo que es pero que en el fondo las debe de proteger en medio de la hoguera de sus vanidades. Que les sienta como un tiro a tanta paganía.

-Cruz al revés.

-No creo que llegue a tanto. Es la puñetera coquetería. Ya sabe usted que si tres son los peligros del alma mundo, demonio y carne, las mujeres agregan otro que las pierde: el buen parecer. Pero yo quería volver a la Imitación pues de niño lo repasé cien veces.

-No me vaya usía a salir con toda una teología de la peregrinación que ya sabemos por donde va y los sabuesos de la información o de la inquisición andan peinando las Web en pesquisas de sospecha y si con barbas san Antón y si no la Purísima Concepción. Hechos. Y nada de dichos. Facta non verba que dijo el clásico. Cíñase a la banda.

Pues eso mismo. Salimos don Xanti y yo- su nombre de pila es Xantipa- un hermoso día de la transfiguración después de llevarle laureles  a san Salvador cuya talla se venera desde hace siglos en un rincón junto a uno de las responsiones del lado de la epístola en la catedral ovetense. Allí es un día grande el 6 de Agosto y cumplimos la promesa del viejo rito de llevar el ramo y colocarlo a los pies de la imagen en la peana. El que a Santiago va y no visita San Salvador por honrar al siervo se olvida del Señor.  Y tanto.

Por eso, muchos a Oviedo lo llevamos en el corazón. Es la ciudad de siempre, nuestro “oppidum” anímico, un refrigerio de cortesía y de elegancia, oasis en el desierto intelectual que nos aqueja, punto de fuga, venero de dichas y de desdichas, memorial de recuerdos, unos buenos y otros no tanto. Oviedín del alma, sombra de la aceitera donde don Fermín enfilaba su catalejo, plaza del Fontán y fachada de san Isidoro donde jugaba a la pelota Tigre Juan. El cuerpo podrá salir de tus recintos sagrados pero el alma jamás te abandonará. ¿Oviedo? ¡Presente!

A mí me nacieron en Segovia de la misma manera que a Clarín lo parió su madre en Zamora por una casualidad pero es – omnium consensu- que yo me he vuelto pixuetu hasta las cachas y hasta lo dice mi forma de parlar y de expresarme con giros y expresiones de la antigua fabla jovial. Dejamos la Argañosa y el roquedo del Padrún a un lado y a la vera del Nalón río matriz de las Españas con un descansín en Mieres del Camino para yantar dimos vista tras largo trajín a los airosos muros de Santa Cristina de Lena en lo alto de un mogote que fue para los primitivos asturcones monte sagrado  al que escoltan rodales de castaños y un buen manto de abedules de copas esquemáticas y tronco albar.

Dios debiose de echar siesta en el paraíso antes de venirse a fundar por aquí estas encartaciones donde los horizontes son sublimes, buen refugio para el que venga huyendo del moro, o de la quema y quiera vivir a escondido. El oratorio de Santa Cristina joya embelesada del ramirense reina señero en el horizonte. Es la llave de los puertos.

Sacha, nuestro ruso y del que hablaré más adelante hizo la genuflexión prosternada según el rito bizantino ante el altar de la santa. Estaba abierta la ermita  y delante del iconostasio, en pié, como mandan los cánones, entonamos el Akathistos el más antiguo himno a la Madre de Dios que se conoce. Como se nos había olvidado el griego a Xanti y a mí que también estuvo conmigo en el seminario de Comillas, lo tarareábamos dejando que el diácono ruso llevase la voz cantante. Respondíamos a la plegaria con el radesti (alégrate) cuando el oficiante concluía una de las veintitantas estrofas. Ora pro nobis.

Fue emocionante y como se nos hizo de noche allí mismo en aquel Tabor de veneración  de la vieja España cristiana tiramos la boina y acampamos la noche, para, al alba, con el sol ya en las bardas de Campomanes, acometimos la recia subida al Pallares que no es grano de anís.

-Antoñito mucho te pesan las arrobas.

-Más me pesan mis pesares por mis pecados.

-Pero estás aun hecho un recental. Tira palante.

El bordón, la capa de límiste o paño de Segovia de color amusto (pardo), el sombrero capón en son de penitencia, la calabaza que yo sustituí por una cantimplora militar que me legara mi pobre padre recuerdo de los campamentos y las maniobras y todos los arreos del peregrinaje debían de ser un curioso espectáculo para los que pasaban por aquellas soledades. Estampa curiosa que no pertenecía al tiempo del ordenata y del móvil.

Los pueblos están casi desiertos, las casas deshabitadas. Ya no quedan niños y probinos los viellos no pueden ni tenerse pero alguna abuela salió a la puerta para saludarnos deseándonos buen viaje.

-Vayan con Dios

-Y que Él a usted la  acompañe, hermana.

Hace treinta años hubiésemos sido un espectáculo y hubiéramos arrastrado tras nos a una recua de rapaces saliéndonos al camino a pedirnos una estampa o una perra para caramelos.

El peligro de los romeros jacobeos eran los canes. Ahora es la velocidad y hay que hacerse a la cuneta no te lleve por delante un treinta ruedas. Algunos camioneros saludaban con deferencia y otros con compasión al vernos vestidos de aquellos capisayos pasados de moda. Una malos pelos y la cara pintada de daifa que por lo que dijo nada amistoso llamándonos cabrones y del pepe por la ventanilla:

-Relicarios, tenéis más moral que el Alcoyano.

Era una rubia de bote y a mí quedaron ganas de retrucar lo del bueno de Jimmy que ya se sabe rubia de bote el chocho morenote por no caer en su misma falta de decoro y devolverla el corte de manga.

-Andididiai.

Otro motorista nos hizo el signo cabruno. Por lo visto le irritaba nuestra cruz de palo al pecho, la calabaza, la ristra de veneras y la esclavina penitente. Nosotros respondiendo bien por mal contestábamos con el signo apotrocaico o señal de la cruz que es aval de paz, de reconciliación y de volver la otra mejilla. En fin que parecíamos unas antiguallas en este siglo de vórtices y de telediarios para perder el resuello. Les da corte nuestra presencia. Nos persignamos. El paisaje era de auténtico cuento de hadas. Los pueblos de la derecha reclinados sobre el vértigo de la montaña parecían figurillas de un belén. Tanta hermosura quitaba la respiración.

Abandonamos morriñosos Asturias pero respirando a pleno pulmón el aire limpio de las cumbres. Don Xanti que anda un poco frayau con lo del azúcar perdía huelgo en algunos recuestos y hubo que parar varias veces hasta coronar el alto.

Arbás, arriba de las revueltas de Pajares, vino a darnos las tardes. Es también un emplazamiento producto de alguna nuncupativo a Júpiter pues los romanos sabían donde alzar sus piedras y prueba de ello es que en todos los lugares elegidos por ellos uno se siente siempre a gusto. Eran los arva o campos. En este emplazamiento mágico y magnífico se establecieron los cistercienses. Era el primer monasterio de las Monas o Nonas, nueve en total que abrían el paso a los límites astures como un cordón de oración y de trabajo. Fue una de las fundaciones más antiguas de los bernardos. El sitio le encantaba a Menéndez y Pidal, oriundo de Pajares, y todos los veranos se perdía por aquí.

Pero de estos extremos, así como de otros, sobre qué hacíamos tres sexagenarios locos embarcados en la aventura del Jacobeo así como de quien eran mis misteriosos acompañantes, un cura corito al que le habían quitado las letras dimisorias por darle al cristal y un diacono ruso que no sabemos de donde había salido se lo contaré en la próxima entrega, si Dios me guarda alguna semaneja más, sobre mis andanzas por el camino de Santiago, y si vuesas mercedes me dan gracia y un poquito de su paciencia. Por el momento, vale. De regreso saludo a mis lectores que a buen seguro no me habrán echado de menos pero de algo hay que morir y algo habrá que escribir y más se perdió en Cuba y regresaron cantando.  Vueltos a la faena, la verdad es que te añoraba, Madrid, que ya no te quedas sin gente sino más llena a rebosar. Pues antes que te olvide, Virgen de Atocha, se secará la fuente de la alcachofa, que decía  Luis Candelas que tampoco vivir muy lejos de la Mariblanca y fue allí donde le apiolaron.

-          Viene usted hoy de una euforia que lo tira.

-           Pues sí la verdad es que no me puedo quejar de la vida.  Parezco un buque de guerra dispuesto al combate.

-           Hombre, no creo que esto sea la guerra

 

 

 

Me estoy temiendo la fecha de 2009 por algo que diré ayuso  con motivo de la llegada masiva de las pateras y el libro de las grandes reivindicaciones históricas que algunos dedos malignos abren hacia atrás y con tal de causar el mayor daño, con ánimo de injuria y grave daño moral, y de escupirnos en la sopa. Reivindicarán estos la memoria de Miramamolín y los intelectuales del pesebre se entregarán a la disipación y lucubración inteligente sobre el regreso de la algara. Esto de la alianza de civilizaciones no es más que un pretexto para execrar nuestro pasado y volvernos las mangas del revés. Los  moros tuvieron que partir porque, vencidos en el campo de batalla, no quisieron aceptar nuestras reglas. Sencillamente no se adaptaron y picados de su orgullo se mofaron de los usos y costumbres. Han pasado cuatro siglos y seguimos en las mismas.

 Fray Hernando de Talavera a raíz de la toma de Granadas fue encargado por los Reyes Católicos de predicarles el Evangelio, tratarles benigno y con tolerancia pero los imanes reían en las propias barbas del arzobispo y confesor de la reina santa o se limpiaban el culo con las páginas de Marcos y Lucas. Total que siguieron aferrados a sus costumbres y practicando el bandolerismo. Tuvo que venir Cisneros, más drástico y puño de hierro en guante de seda pero menos contemporizador, y devolver el ten con ten haciendo con el Alcorán en la plaza pública una almenara. Lo que ha ocurrido el 7J testimonia que por desgracia el islam aunque predique la paz con la boca pequeña en el fondo es una preceptiva de guerra. Alá es grande. Este grito que entona el almuédano todos los días cinco veces desde lo alto del minarete es una convocatoria en verdad a la yihad.

¿Tendrá que volver a meterlos en vereda don Juan de Austria?

Triste realidad que a los españoles ocho siglos de continuo batallar lo refrenda pero aquí no se quiere ver la realidad, nos  venden humo y lo compramos a toneladas (ay si el humo gravara) con eso de la alianza de las civilizaciones, todo un invento que les sirve a los hijos del Imperio Dañado de antídoto o de pretexto para reconquistar la promisión mientras que para el Occidente será todo una triaca que acusará sus efectos mortíferos no tardando mucho. Nos dan belladona y la ingerimos por esa boquita como si fuese tila o hierba maría luisa. Hemos metido el enemigo en casa y estamos incubando los virus deletéreos que acabarán con nuestro organismo. Lo de esos chicos paquistaníes del Yorkshire y tan británicos que uno vendía fishandchips corrobora tal presunción. Y aquí cuando las morerías tan populosas como las de Barcelona, Valencia, Madrid o el Viejo Reino de Aragón y nada digamos de Murcia porque esta gente no ha venido  a ciegas sino guiados por sus consuetas que les han apuntado el papel de vengadores de Boabdil, la emprendan a hostias con ese furor ciego, ese fanatismo que los caracteriza, veremos grandes motines y convulsiones interétnicas. La secuencia de bombas y atentados terroristas no ha hecho sino comenzar.

-No hay que olvidar tampoco lo que pasa en Yugoslavia.

-Ni en el Bronx.

Esto del melting pot va a causar a nuestros nietos más de un dolor de cabeza. El mestizaje que practicaron los españoles en América, nunca los ingleses ni los alemanes protestantes, fue uno de los regalos del catolicismo a la cristiandad pero está visto y comprobado que sin la cohesión de los lazos  religiosos esto de la mezcla de razas es un wishful thinking... la religión y de ahí religare es lo que más ata y vincula al persona pero los españoles nunca estuvimos tan desvinculados.

Me temo que el 1609 se convierta en una gran vendetta contra el rumbo y el perfil de uno de los aspectos más señeros de la historia: el triunfo de la fe evangélica. Vendrán los comisarios y farautes de los poderes oscuros e intentarán transformarla en el watershed de 1492. Al fin y al cabo todos sabemos que moros y judíos en España siempre se en tendieron bajo cuerda y de hecho Rabat es un gran bastión sefardí. Y ambas creencias participan del mismo odio a la Cruz. Por eso dentro de cuatro años nos invadirán los estudios, monografías, simposia y seminarios acerca de la morisma. A Isabel la Católica que es para los castellanos como nuestra reina madre la volverán a poner a caldo y decir que era una guarra. Ya nos conocemos. ¿Quién erigirá y pondrá de nuevo en su sitio el pendón de nuestros mayores? ¿Quién se prosternará ante la cruz alzada? ¿Cuándo resucitará España? La están repoblando de etnias diversas metiendo en la piel de toro gente a mogollón y haciendo un barrido de memoria de cara a 1609. Es la hora de las tinieblas. Aleve y a la agachadiza pues aquí el pueblo no nos enteramos de nada a través de los surcos oscuros menea sus infames albarcas el sembrador de cizaña.

En ese cantoral se conmemora la expulsión de los moriscos por Felipe III. Ayer una alaroza en el autobús, sayas y mantillas, el velo de los pudores sobre la cabeza, yihlah, y móvil último modelo, me miró con odio, un odio viejo africano. Los ojos de esta muchacha no transmitían curiosidad o coquetería femenil sino revancha. A su manera iba pidiendo guerra. Pedía la mano que le quitara tanto refajos. De la misma manera que muchas esas madrileñas del todo destocadas que nos vienen haciendo un calvo desde sus levis que por detrás allá donde la espalda pierde su casto nombre, descubren el canalillo de la rabadilla y por delante los dulces y amenos recovecos que descienden al monte de Venus. ¿Qué metemos al pájaro en el infierno, niña? Oiga se está pasando usted tres pueblos.

Debía de haberse dado cuenta de mi vista pesquisidora anterior porque dicen que la cara es espejo del alma y yo soy incapaz de engañar y mi rostro debió de expresar involuntariamente la sorpresa del contraste. Mientras las españolas van medio desnudas con esos vaqueros ajustados que abrochan muy por bajo la cintura y dejan al aire el glúteo, nos fotografían el canal de la rabadilla allá por donde la espalda pierde su honesto nombre, insinuando por delante las montuosidades pilosas de la zona púbica., Las tapadas erre que erre  en su numantinismo talar. Son muy suyas estas jarifas.

-          -Parece que las viste una modista enemiga.

-           -Quiá. Estas no van a la moda y gastan poco en ropa.

La insolencia y el gesto de desafío de la morita a mí me dio que pensar y es para que muchos políticos se llamaran a andana  contrasta con la indiferencia y suavidad de nuestras cristianas que salen a la calle prácticamente en taparrabos. Con sus abuelas eso no pasaba. En la Castilla profunda y hasta en Baleares que es más morisca todavía se tapaba a la hembra de los pies a la cabeza.

Mahoma que era un lascivo sabía sin embargo lo que se hacía pues en el juego amoroso loo que se guarda resulta más provocativo que lo que se ofrece al amante. El cristianismo que viene de Roma y de su pasión por el desnudo adora a un Dios crucificado que deja patente bien su humanidad viril velada por un paño de pudores. Toda una lección. Pero nuestros abuelos renunciando a los usos y costumbres quisieron también encerrar a sus mujeres y recatarla y aprendieron la costumbre de los musulmanes de celar la hembra.  Y tanto la celamos y guardamos con siete llaves que de ahí nos vino el renombre de celosos Yo he visto ir en mi pueblo ir a misa a las tapadas. Si se encontraban camino de la iglesia con un hombre que no fuese su marido tenían que hacer la vista gorda.

-Ni tanto ni tan calvo.

   -Pues sí.

   -¿Me permite que le cante una copla de Segovia?

    -¡Mientras no estorbe!

 

    -Allá va:

               Arriba abajo /que a mi novia le he visto el refajo/ abajo arriba que a mi novia le he visto la liga

           Es una  vieja canción mozárabe como lo era el “Me casó mi madre” donde se capta esa doble moral, ese sentido ambiguo de la gente fronteriza.

 Estoy  por cantársela a la alaroza en el autobús de Brunete, que de tanto resayo como lleva en el cuerpo va provocativa y a lo mejor  me entendería. Además hoy me voy de v vacaciones y me importa todo un cojón de Mahoma. Donde las dan las toman. Sí señor.

CRONICA GENERAL: LOOR DE ESPAÑA

 

Antonio Parra

 

He leído los interesantes y emotivos trabajos de mi vecino de página, Félix Arbolí (cada uno tiene su estilo y su manera de hacer y al que Dios se lo dio san Pedro se la bendiga) y he pensado que para los que sentimos el periodismo y vibramos – a veces demasiado- con la palabra este tiempo y esta Web no pueden ser más interesantes. Gracias, José Luis Navas. Los que nos hemos pasado la vida haciendo un periodismo objetivo y estamos un tanto cansados de atenernos a las tres famosas seis W anglosajonas (who, whom, where. what, why, when) de las escuelas de periodismo nos desquitamos con esta visión personalísima del mundo que debe de llegar con los años y es un poco fruto de la edad provecta.

 El egotismo se ha instalado en nuestras vidas. Para eso a los viejos reporteros nos han hecho columnistas y columnista, egotista; acaso en igual medida que lo de “traduttore traitore” o traductor traidor de los italianos. Mas, esto de escribir aparte de un acto de reconciliación con el mundo es como rendir culto a nuestro amor de juventud. Las palabras no envejecen de la misma forma que el buen amor no muere jamás. Ahora bien que cada palo aguante su vela. Uno no es nada untuoso, arrastra una visión satírica de la existencia y a veces caigo en la tentación de dar leña. Un resabio del mundo escolástico de mi juventud. Nadie más ardoroso y vehemente que un clérigo cuando se encastilla en una tesis teológica. Pronto llegan los argumentos ad hominem o los palos; y los circunspectos dómines se llaman de todo. A jesuitas y dominicos les he visto yo en Comillas andar a mamporros por una simple coma o la conjunción copulativa de un silogismo.

 De lo que nadie debe de dudar es de nuestro amor a España, nuestra adscripción plena a la Iglesia y a esa fe que recibimos en la pila bautismal y de nuestra pasión por la verdad o lo que a nosotros nos parece la verdad, caiga quien caiga. ¡Bendito sea Dios! Por mucho que nos desmelenemos el cacúmen, creo que ninguno de nosotros, pobres plumíferos agitados en el egotismo agraz y torcaz, sería capaz de escribir una página tan hermosa y tan limpia como la  que extraigo de la crónica general de Alfonso X el Sabio:

“Pues esta España que dezimos, tal como el paraíso de Dios, ca riégase de cinco ríos caudales que son el Ebro, Duero, tajo. Guadalquivir, Guadiana, cada uno dellos tiene entre sí et ell otro grandes montañas; e los valles et los llanos son grandes e anchos, et por la bondad de la tierra et ell humor de los ríos llevan muchos frutos abondados (abundantes)… España es abondada de mieses, deleitosa de fructas, viciosa (llena) de pescados, sabrosa de leche de todas las cosas que della fazen; lana, venados, caza, cubierta de ganados, lozana de caballos, provechosa de mulos, segura et bien bastida de castiellos, holgada de buenos vinos de abundamiento de pan, rica de metales... briosa de sirgo y cuanto se faze dél, dulce de miel y de azúcar, alumbrada de cera, cumplia de óleo, alegre de azafrán. España, sobre todas, es engañosa, atrevida y sobre mucho esforzada en lid, ligera en afán, leal al señor, afincada en estudio, paladina en palabra, cumplida de todo bien. No hay tierra en el mundo que se le asemeje en abundancia, nin se iguale ninguna a ella en fortalezas et pocas ha en el mundo tan grandes como ella. España sobre todas es adelantada en grandeza et más que todas preciada en lealtad. ¡Ay España. No hay lengua ni ingenio que pueda contar tu bien!… Pues este regno tan noble, tan rico, tan honrado, fue derruido et estragado en una arremetida de desavenencia de los de la tierra que tornaron sus espaldas en sí mismos unos contra otros, así como si les faltasen enemigos; et perdieron allí todos, ca todas las ciudades de España fueron presas de los moros et quebrantadas et destruidas a manos de sus enemigos”

Poéticas palabras del buen Rey Sabio que nos debieran hacer reflexionar en esta solazada mañana de pascua. Una maravillosa prosa que nos invita a la meditación. Entre nosotros el guerracivilismo como denuncia este texto inigualable y profético es rémora antigua. Yo se lo pasaría por el pico a los lendakaris, ibarreches, a los del bloque BNG, a los separatistas mallorquines, catalanes y valencianos, a los cantonalistas del viva Cartagena este pasaje escrito por un rey que escribió en gallego enxeibre las Cantigas allá por el siglo XIV y se puso manos a la obra en romance cuando quiso anunciar a sus súbditos algo de más monto y sustancia. Considero un privilegio rescatarlo de su descatalogamiento y poder colgarlo aquí. Reflexionen, hermanos. Se nos va la fuerza por la boca. Inmersos en  nuestras discusiones bizantinas, el enemigo vuelve a rondar la plaza. Y éste nos divide con fruslerías y disquisiciones inanes sobre si serán galgos o podencos. Importa más que nunca España. El futuro de España. Unámonos. Que la unión hace la fuerza. Un consejo de nuestro gran Rey Sabio.

 

ROMANCE DEL PRISIONERO

 

Por Antonio Parra

 

Se acerca florido mayo, título para una gran novela de un novelista de la escuela andaluza, ahora olvidado siendo valioso, Alfonso Grosso. Unos van con flores a María [es un símil porque los mayos de ahora traen bombas bajo la chilaba, la gente anda aterrada y cuerpo a tierra, y entre flores y rosas Su Majestad es coja, y espían las merdellonas, bajan con los cubos de la calumnia oliendo a sudor y no se cambian la camisa, tusonas y fregatrices, da consignas don Diarrea el de la voz gorda, corren por la TV gigantes y estafermos que vivir es un sinvivir, una eterna paradoja, el personal se vigila a la rebatiña, dietas para adelgazar, buenas andan las comadres] y otros preferimos entonar el romance del Prisionero. Siempre vivimos emparedados en la cárcel del amor y por un supuesto lean:

“Que por mayo era por mayo/ cuando hace la calor/cuando los enamorados van a servir al amor/ y yo triste y cuitado yago en aquesta prisión...la la la larala/ que no sé cuando es de día/ni cuando las noches son/ sino es por aquella avecilla que me cantaba al albor/ Matómela un ballestero/. Dele Dios mal galardón... La la laralalá”

Oigo el crujir de las cadenas. El estallido de los cerrojos. Los manojos de llaves del Cerbero que vigila. Siempre en capilla. Estamos en capilla. Al nacer se nos condena a todos a muerte y eso muchos no lo saben. Pertenecen al cupo de inmorales ilusos que piensan que se van a quedar aquí para simiente. Los vigilantes de la parva nos escrutan con mil ojos de Argos. El personal no hace nada, está desorientado y tales desasosiegos determinan que ande la red cargada de electricidad. Son duros de oreja y el corazón hanlo de pedernal. Les cantas las cuarenta y se cabrean. Se rasgan la vestimenta y exclaman quien yo. Sí tú mosquita muerta. Hay mal ambiente y no debía de haberlo. Echan las culpas a un zapatero pero este hombre en política hace su trabajo. Obra prima. Buen trabajo mientras los otros andan sumidos en la cultura de la queja, quejicas, ¿qué hay de lo mío?, yo me mato por mis garbanzos ¿No serán ellos los remolones? ¿Los sepulcros blanqueados? ¿Los insolidarios? ¡Oh qué tiempos más interesantes!

- Mientras dure, Ejusmodi....

- Sé por donde vas, Verumtamen pero qué bonita canción esa del romance del prisionero. Un poco triste la verdad y melancólica aunque de menos nos hizo Dios. Una pena que los jovencitos de hoy ahora desconozcan el romancero. Eso sí; les atiborran la cabeza de documentos de gestión y del bizantinismo puro y duro que manda en pagina. Anda los tiempos muy alterados con esto de la política.



Serán carne de cañón o usuarios del verdugo que anda por ahí en la ronda de las celdas. Centinela alerta. Literatura carcelaria siempre excita mi compasión y existe una gran novela río de Eduardo Zamacois que cuenta las desventuras de los penados en San Miguel de los Reyes. Eso era un convento del cister y la desamortización del 1833 lo convirtió en uno de los penales más temibles en la Península. Se llamaba la obra que me causó impresión cuando la leía hace como diez años Los vivos muertos. Tomás Salvador escribió otra epopeya memorable en Cuerda de presos” y otra Cabo de Vara. Por temática, el Hacho. No llores niña no llores no llores que yo no lloro aunque me lleven a Ceuta a pelear con el moro. El sufrido pueblo  es sabio y tuvo que sufrir prisiones, tiranías y arbitrariedades. Aquí por menos de un ardite te meten en cintura y acabas arrastrando cadenas entre bretes y grilletes. Dios no lo permita. A veces la cárcel ha sido morada pasajera de todo gran español. Pero ¿a qué no acaban en la trena los mediocres? Pues no. Más bien no. Y los machacantes del esbirro siempre hicieron carrera. Déme usted un cigarro. Ese pensamiento se me atraganta. Quiero pasar humo. Nos vigilamos unos a otros. Hay por ahí esparcida mucha madera de inquisidor y la red es el tornavoz de mucho escritor diletante y deprimido. Se observa al personal pero con eso no hay cuenta, Verumtamen. El arte de contar es la maula de fingir. Uno parece que está detallando su autobiografía y lo que está haciendo es atisbar la reacción del otro por un ventanuco. Buena orina, buen color y tres higas al doctor. Ponemos en pepitoria un corte de manga y parece que acabamos de dejar nuestra alma descubierta y sangrante entre las zarzas. Qué va. Solo es un truco. Escribir es seducir y hasta cierto punto engañar contando mentiras piadosas, En todo escritor subyace un buen impostor. Bonita forma de hacer tururú. No me vengas con monsergas. No me gusta Voltaire pero tiene algunas máximas aprovechables como cuando espetara que las palabras se esgrimen para ocultar los pensamientos. Sirven para esquivar los golpes y  son coselete en la taleguilla para burlar los derrotes de mihuras astifinos que corretean por el albero y andan a cornadas cuando uno menos se lo piensa y ayudadme zancas que en esta vida todas son maulas. ¿Entonces escribes para hacer tururú? A veces. Nada más razonable que un corte de manga a tiempo. Los romanos en estas ocasiones se colocaban un humeral sobre la chepa al que llamaban la indutia.  Los padres conscriptos confiaban a esta prenda talar el cuidado de sus personas contra los gargajos que les escupía la plebe disconforme en el foro. Eso, los senadores que los militares portaban el gladium y  a ellos no les escupían, por si las moscas, pues menudos eran los decuriones, desenvainaban a la primera de cambio y el paludamentum o capote de guerra para arrebujarse contra el relente de las madrugadas, los juegos duraban dos días y hasta una semana. Y con ellas se presentaban en el circo a ver pelear a los hoplomachi o gladiadores. Roma y la vida política eran un espectáculo y lo que la chusma quiere. Panem et circenses. Así no murmuraban ni entraban en contubernios contra el emperador. Hoy Cesar tiene mucho más poder y muchos más recursos, como el control de la información, pero sigue aplicando la formula de Panem et circenses, alguna bacanal de vez en cuando y como ya no hay infierno desde el tornavoz eléctrico se previene a las mases contra la crasitud o contra los malos hábitos que pueden dar cáncer y es así que todo está atado y bien atado hasta la próxima bomba. Cada vez que bajo las escalerillas del intercambiador me entra casi un miedo pánico. Los de Alicaída merodean Madrid. Quieren reconquistar Andalucía. ¿Van de farol? es lo que dicen los papeles, chico y aquí todos que no les llega la camisa al cuerpo. Papá no fumes. Papá ven en tren. Con Iberia ya habría llegado pero para que tomar tantas precauciones y andarse con tantos remilgos si cualquier día de estos disparan la “catapulta” y todos volamos por los aires. El destino está escrito en las estrellas; es inexorable y las balas cuando vienen llevan tu nombre y dirección, te llegan y hay que abrir el sobre, lo decía un capitán mío de cuartel. En el peor de los casos te matan. Y en el mejor, es un tiro de suerte.  La gente como anda bastante desinformada y no se preocupa se merece lo que le pasa y le va a pasar por burra. Y de desagradecidos está el mundo lleno. Y de dureza de corazón. Que algunos parece que lo tienen de hierro. Cuando yo llegué de Nueva York después de haberme partido el pecho por mi país con razón y sin ella fui recibido con un gracias por los servicios prestados y ale usted es uno de tantos, la gente va a su rollo, es insensible para vibrar ante las issues del patriotismo como pasa en Inglaterra, Estados Unidos o Francia y me sentí un poco como aquellos soldaditos de Mola que regresaron a Larache después de resistir diez meses en un blocaos de Dar-Akoba, diezmada la compañía y después de pasar gurruminas, se preparó un desfile militar y no asistió nadie. Los pobres sorches se sintieron desolados ante esta incomprensión de la retaguardia ellos que se estuvieron batiendo el cobre en la vanguardia. No sabe interpretar la actualidad que es tan críptica aun a fuer de apariencia inocente pero los hechos no son tan inocentes. La actualidad según esto se desarrolla con arreglo a un plan previamente diseñado en el encerado por el amigo de la batuta, el gran cofrade mayor corre turnos.   Claro para eso hicimos, Ejusmodi, usted y yo la mili en los servicios secretos. ¿En el SIM? A tanto no llego. ¿En los servicios de Carrero? Pero estuve en el punto de mira de aquellos pelmas. Como espías fueron un desastre porque aparte de que mataron al zángano de la colmena, abejas rábidas, luego no estuvieron dando una a derechas. Que si 20N que si 23F que si 11M. Les han metido todos los goles. Bueno eso es un supuesto. ¿No será que aparentaron que se la dejaban meter doblada? También es muy cierto eso. Para sobrevivir hay que hacer como que no te enteras. Si no quieres acabar cantando el romance del prisionero. Todos a la trena. Paso. Vayamos paso y por parte. Escarbe. Haga memoria. Navegamos ya en aguas válidas. El tiempo anda un poco revuelto. Para esta época vienen fenomenal los cocimientos de genciana. Pueden ayudar a algunos a combatir la depresión. A resultas del gran montaje los destajeros del rumor, la columna inane, llevan chismes al Procurador.

- ¿Cómo se llama ese señor?

- Don Ahímelasdentodas


Pues vale pero no cante usted muy alto ese bello romance no vaya a despertar usted a los carceleros que son legión aunque no lo parezca en esta época de derechos humanos hay manga ancha para algunas cosas pero para otras cosas que uno considera leves o un simple ejercicio de la libertad de expresión son implacables y si las dices puedes acabar en la trena. De hecho no somos muy libres. El andamiaje está montado sobre las varas de medir y las vigas del miedo. Llama a seguridad. Que vengan los lictores. Y es con el látigo del terror con el que se tiene dominados a los pueblos. Es por esto por lo que se les ha declarado la guerra a las ideas y pensar por tu cuenta puede ser un delito. No. No quiero cantar las tristes estrofas del romance del prisionero que yo recuerdo haber oído interpretar a algún rabelista que se acercaba al baile en las fiestas de mi pueblo.

-          A buen entendedor..

-          ¿Cuál es entonces la solución?

-          Fray Jarro

Domingo, 15 de abril de 2007

 

EL PATRIOTISMO DE CAJAL

Vamos a trompa y talega camino del desastre. Un cursi hubiera usurpado el tópico a García Márquez con lo de crónica de una muerte anunciada etc., a qué tanto auto bombo después del boom y el bumbum machen cuando todos sabíamos que es un genio a cañonazos y un novelista a palos poliantea tropical y mucha verborrea como esos bellezones del culebrón que dicen mi amor garlan y garlan y cuento y no acabo sobre esos emplastos de las telenovelas. Pues por eso mismo los hay devotos de San Sandio que no dejan de menear el incensario y darle al botafumeiro troleros sin fortuna y se aprueba la moción. Ya digo que no es para tanto. ¡Viva Cai!

A mí nunca me gustó la prensa del colorín pero cuando nos penaron al silencio exules filiae Evae metecos en nuestra propia patria y condenados al ostracismo interior me agarraba la Pentax y me iba a Barajas. Logré captar algunas caras de la fama en tránsito. Las estaciones de RENFE y los aeropuertos siempre fueron lugares para ver quien sube y quien baja barzoneando por los andenes. A pasar el rato. Y ahora cuando subo a León me encuentro a los jubilatas en la sala de espera de la estación de autobuses de Villalpando una especie de Venta de Baños de la red viaria hacia Galicia y Portugal Asturias y Cantabria mano sobre mano. Todos somos almas en pena y esto no es más que un lugar de tránsito. Viendo quien sube y quien baja espantas la depresión. Y yo recuerdo a primeros de los ochenta ver a la llegar de Miami con la cara despeinada y acudiendo a recibirla su niña Rocíito y Pedro Carrasco. Un par de fotos y me largué. La chipionera empezaba a “vender” pero yo nunca pude ni siquiera sospechar de que el trío aquel iba a figurar en el candelero de la popularidad (el ex boxeador, la folklórica, y la nena que se iba a casar con un guardia civil etc.). Meterme en vidas ajenas siempre me sentó fatal. Profesionalmente me siento un poco en la cresta de la ola del estatuto prostituto. Nunca me incliné por ese periodismo de bulevar y “low brows”. Hay gente que no es merecedora de que le hagas una entrevista pero excitan el morbo nacional y yo pienso que esa curiosidad malsana es una de las causas de nuestra decadencia.

El famoseo inmundo nada tiene que ver con la celebridad. Don Ramón y Cajal hubiera sido uno de los españoles que me hubiera gustado llevarme a las teclas.  He leído casi todos sus libros y de mi biografía me entusiasma aquella época en que fue médico militar en Cuba y que renunció un par de años después del desastre al título de doctor Honoria Causa que le brindara la universidad de Chicago llevado por el patriotismo. Nunca pudo perdonar a los yanquis la judiada del Maine y además decían que era algo germanófilo.

El histólogo fue para mí el verdadero héroe del 98, el prototipo de militar y hombre de ciencia y de letras que trata de alejarse del légamo y la política y todos esos cilancos sucios de la vida nacional para encerarse en su laboratorio y desde la soledad de la torre de marfil tentar a las musas sin profanar jamás el sueño del silencioso templo de Minerva. La adustez y gravedad del rostro de este aragonés contrasta con el histrionismo de máscara de nuestros famosos y nuestros políticos de plazoleta. Vociferantes contorsionistas y saltimbanquis en el ágora.

Lo que nos pasa y ese es el síndrome de la modernidad o debe de serlo que confundimos fama con celebridad. En mala hora se le ocurrió a don Emilio Romero hace ya bastantes años instituir aquellos premios de la F de Famoso. A mí no me dieron ninguno ni falta que hace pero fui con unos a Avilés con la cla viajando en coche cama invitado por Muro de Zaro el creador de ENSIDESA y madre mía qué recuerdos sólo de pensarlo se me alborotan las pajarillas. Nunca volvía a catar vino como aquél ni a comer aquellas fabes con almejas que nos deparó nuestro anfitrión. Después de relamerse unas habas con almejas de aquel calado ya puede uno morir tranquilo que dice un refrán de por las brañas.

Premios Naranja y Premios Limón. Efe de famosos y de famosillos. En todo ese mundo de premiados y agasajados se instalaba el pensamiento poltrón del peor de los franquismos. La ley del mínimo esfuerzo. Y ha salido tele radio oiga. Se hacían llamar rojos y eran más fachas que las águilas del lábaro romano. Los vi viajar de compras a Londres en vuelos charter donde empezó toda esta movida. Iban a Selfridge y a Harrods a comprarle las bragas a sus queridas. Veníamos del aeropuerto Heathrow camino de la city. Rosón fumaba como un carretero y una vez Cebrián y él que le venía acompañando me dejaron a la puerta de mi piso en roland Gardens y todavía le estoy agradeciendo aquel favor a mi colega pues había cogido con lo del miedo a volar y entonces no había tantas restricciones una media tajada.

 Juan Luis sea lo que fuere es un caballero y una buena persona ni quita lo uno para lo otro. Igual que su padre Vicente al que debo muchas cosas. Ya digo viajaba mucho con Rosón a Londres. Iban de bomberos o no sé si calefactores del consenso. Se alzaba el telón. Era un constante ir y venir una ininterrumpida peregrinación a la Meca de la democracia. Yo ya desde entonces pues soy siempre díscolo y difidente también disidente hacía no con la cabeza cuando sobrevolábamos las Vascongadas. Esos de ahí abajo nos van a dar un susto cualquier día. Con el apoyo de los ingleses quieren la independencia. Rosón como buen gallego no dijo ni sí ni no. Sólo que qué se yo.

Y ahí tenemos ahora a Otegi que se da aires de primer ministro. Todos quieren mandar Ibarrere, Imaz, Egibar, Chavez, el Rovireche. Se abrió la veda y tanto cantonalismo nos va a deparar las oposiciones a virreinatos vailías taifas sillas curules y demás garambainas. Seguimos en las mismas. Aquí todo el mundo como con Franco quiere salir en la foto disfrazado de gobernador civil.  De Polanco  don Jesús del Gran Poder caudillo mediático por la gracia de Dios a Franco no hay más que un paso. Creo que si me vaga y si la venia me dan hasta yo podría contraerles la historia de la mayor metamorfosis que vieron los siglos. Cómo Pyresa bajo la égida mágica de una varita de virtudes misteriosa se transformó en Prisa. Salimos del no te jode y entramos en nos ha jodío. ¡Qué jodíos! Nihil novum sub sole. Todo es un poco como deja vu.

 Le canté  pues yo veía la que se nos echaba encima las cuarenta a don Manuel y me quiso echar de la corresponsalía. Pero por sus obras los conoceréis. Ahí está. Más tieso y carcamal que la puerta de Alcalá. Cuando le dicen algo, llora lágrimas de Baoabdil el chico. Así que no me vengan con historias. Esto es el apéndice de todo aquello. Polanco lo controla como lo controlaba Franco. Es una mimesis pero al revés pero la gente no se entera. Yo voy a lo mío.

De padres gatitos hijos michines y de aquellos polvos estos lodos. En la primera Gran Traición nos enseñamos todos los dientes tanteándonos el bulto y dejamos el agua correr pero no lució el brillo frío de los alfanjes ni picaron a la puerta sin ser el lechero el que venía al amanecer. En esta segunda la cosa parece que va más en serio y puede pasar de todo porque este pueblo es imprevisible aunque, quiá, aquí mientras el personal tenga la andorga ahíta seguirá haciendo el rácano y el camaleón. Échame pan y llámame perro. Nos van a sacar los mansos pero como el personal aquí es muy pastueño y acomodaticio oye no te pases le gusta que le pastoree. Con toda seguridad y es la definitiva. Creo que nos va la marcha cantidad. Así que menos quejarse. Vivir en la cultura de la queja y reventar como el lagarto de Jaén todo uno y aquí es lo que les va a pasar a muchos. Que se van a quedar con la ficha en la mano y sus credenciales de haber sentado plaza y estar en nómina. La raposa cuando entra en el gallinero no se anda con chiquitas ni miramientos. Le hinca el [AP1] diente al gallo lo mismo que a la pollita. Pero mal acostumbrados a la norma del fuero, la prerrogativa y el privilegio, la exención etc. el personal piensa que tiene bula. Eso no me va a pasar a mí no me jodas. Pueblo más insolidario no lo habrá bajo la capa de la tierra. España me exaspera. Yo no como se os ocurre. Yo ficho y estoy en nómina. Ahí nos las den todas que nos las van a dar en un carrillo. Todo por mal avisado por tardones del postfranquismo del dejarse llevar y de hablar por boca de ganso. Hay que hablar de famosos, de toreros y de los dientes de Ronaldiño. Balones fuera. Aquí nadie quiere coger el toro por los cuernos ni quiere que le mienten la bicha. Los españoles tenemos la mala costumbre de crucificar a los profetas. Vale lo del Cid que Castilla hace los hombres y los esguardamilla. Los claros varones de Castilla  como el Cid, El Gran Capitán, Colón, Cajal o la Cierva y otros mucho luz bajo el celemín lo pasaron mal. Pero se alzan estatuas a los dioses de barro, se canta la palinodia a las cuatro folklóricas y a las pedorras de siempre.  Se hacen monumentos a Fray Gerundio y se promulgan sesudos artículo ensalzando la prosa y la verborrea de García Márquez y a todos los del boom y los del bluff que siempre tuvimos la manía miope de extasiarnos con lo de fuera no viendo adentro tres en un burro o regateando méritos al compañero de al lado. Al amigo el culo al enemigo por el culo y al indiferente pues le aplicamos la legislación vigente. Ja já que bien me lo paso contando estas historias garbanceras, Es el imperativo de lo light lo que marca pauta. Nuestra hoja de ruta.

 Me aturden esas arpías de la corrala mediática cortándole trajes a los famosos pues con estos programas oceánicos donde birlan la honra se rompen los virgos y el colorín hace caja por lo demás obsesionados con Ambiciones y la boda de Rocito, ahora estamos con la convalecencia de la mamá a la que desde aquí anhelamos recuperación pronta que yo no deseo el mal ni la muerte a nadie pero estamos hasta los mismísimos de viajes a Houston, partes médicos y tragavirotes chupando cámara total para no decir nada. ¡Qué cara de merluzos y sansirolés ponen esos remiendavirgos y entrometidos que se hacen llamar jornal-listos! Y hasta hacen rueda de prensa o comparecen en reuniones tumultuarias erizadas de micrófonos y de paparachis recién salidos de madre y de caza. No nos dejan vivir ni tampoco nos dejarán morir en paz esos necrófagos y necrófilas.

Y es que aquí confundimos el culo con las témporas. Celebre por ejemplo era Ramón y Cajal – se cumple este otoño el centenario del primer Nóbel en medicina para un español- y su patriotismo calado, tenaz, bondoso y con un cierto sentido del humor del que está acostumbrado a pechar con la mierda de la condición humana porque al fin y al cabo no somos más que agua y un montón de células que se renuevan y se disparan luego envejecen. Ìa mater. Algunos y algunas parece que no tienen nada pero eso de la sesera bien encuadrada se lleva poco. Lo que hace falta lo que vende es una chequera hasta los topes. Desfilar por la catasta. Contoneos. Show the flag que dicen en la Royal Navy o lucir palmito. Cuerpos que se tragará la tierra. No somos más que humo. ¿Incluso la Noemía Campbell? Incluso. Dentro de cien años nadie dará un  duro por sus bullarengues ahora tan deseados y bollantes. ¡Qué asco! Pero qué asco más rico. Ciertamente la única democracia que yo conozco es la de los cementerios. Allí todos somos iguales. En la vida no. Aquí todo es estridencia, desnivel. Paradoja y contradicción. Hagan juego. Repantíguese en el butacón y a ver basura por televisión. A los españoles ya digo nos va la marcha.

 

 

16 de junio de 1998

Amerita Merino Redondo:

León

               Querida Amerita:

Paz y Bien. Muchísimas gracias por sus dos postales, sobre todo, la del Pantocrátor Tetramorfos  de la bóveda de la iglesia de San Isidoro, una de las más antiguas de la cristiandad y donde se oficiaba en rito mozárabe, que es el que yo, preferentemente, sigo. Y gracias por acordarse de mí en el día de mi santo, pues que San Antonio Bendito - así se lo pido con denuedo yo, pobre pecador- les ilumine y haga el milagro de la curación de Eusebio.

Pues me había tenido con el alma en vilo, porque no entendí muy bien a la Sra. Tina, que me dijo que se había “ muerto su cuñada “ que me dejó muy preocupado, porque yo no tenía noticia de que Pilar, una mujer relativamente joven y sin noticia de haber estado enferma, no me cabía en la cabeza que su hermano hubiese habido poder quedado viudo de buenas a primeras el pobrecito, y yo duro llamar a su casa, pero no cogían el teléfono, pero cuando he recibido sus bonitas postales, ya sosegué, al saber que la difunta era una tía mayor de su cuñada, pues que Dios la tenga en su gloria y Dios nos dé salud para encomendarla muchos años, como se solía decir por mi tierra.

También tenía noticia de que ud marchaba por estas fechas de Pentecostés, como suele hacer todos los años a Sahagún de Campos a hacer la recolección de un huerto que tiene allí. ¿Qué tal los alcachofales? Pues ese es un fruto que yo conozco poco, porque por mi tierra segoviana no se tenía costumbre de sembrar, aunque los alcachofales son muy saludables y mi madre las ponía con carne de cordero y estaba muy rica.


Ay con lo bien que se debe de estar ahora en el pueblo, en esa bendita tierra leonesa, con este campo tan maravilloso que nos ha regalado el Señor. Este año por toda España debe de haber un cosechón. Si su hermano se determinase acoger el volante e ir a pasar unos días a su pueblo, pues vendría nuevo, pero el pobrecito tiene esas congojas inexplicables. A lo mejor la ausencia de su esposa le ha servido para recapacitar, y usted le cuida, Deci. Que buena persona y qué leal es usted, y qué elegante.

El último sábado me ocurrió en El Escorial un caso, que todavía estoy dándole gracias a la Señora. Tendí como todos los primero sábados, pero recogí pronto, porque no se vendía nada, sobre todo de los libros que yo he editado, que nadie los compra y es casi por lo que voy. Me fui a rezar el rosario al cerco. En esto me vino un francés, que debería de estar borracho, y me quería pegar porque dijo no sé qué que yo había dicho de Amparo Cuevas y yo dije que Dios me libre, Al entrar en el prado de repente se le pasó la neura y cambió totalmente. Luego despareció entre el gentío y no lo he vuelto a ver más a tan extraño personaje. Yo creo que era el Maligno.

En El Escorial pueden ocurrir cosas muy raras.

Pero no quedó ahí la cosa. Al regreso, veo que la guardia civil estaba tomando los datos, nombre, filiación y licencia de vendedor ambulante a todos los compañeros que venden allí estampas y rosarios. De buena me libré. Pobre gente. Les cayó una multa de cien mil pesetas. Por lo visto, los de la Fundación nos habían denunciado porque se les hace la competencia o piensan ellos que les hacemos la competencia. Me sentí muy triste porque esa artimaña me parece anticristiana, pero recuerdo que el primer sábado de mayo yo había escuchado una voz dentro de mí que me había advertido: “no vuelvas”. Yo no hice caso o desobedecí ese mandato, pero Nuestro Señor, que sabe mi rectitud de intención, que no voy allí a ganar dinero, sino que el tenderete es ocasión para hacer apostolado y comunicarme con la gente, se apiadó de mí.

Pero le participo, Amerita, que estoy muy desconsolado y sin saber a qué atenerme. Ruéguele a Dios que me ilumine sobre qué debo hacer. Como sacerdote, odio la superstición y allí hay bastante superstición en especial entre los que manejan ese cotarro que es una fábrica de acuñar moneda y una mina de oro. En teología la vana observancia y la adoración de fetiches y de árboles es un pecado muy grave contra el primer mandamiento de la ley de Dios y, si luego, dices que tienes mensajes y no hay mensajes es una impostura blasfema y una mentira - se peca por partida doble  - y son materia muy grave de condenación por parte de la supuesta vidente o veedora, que no aparece por la pradera y se dirige a sus seguidores por interpuesto. Eso es una solemne estafa por la cual tendrá que dar cuenta a Dios y burlarse de su Santa Madre.


Otro signo muy pernicioso para mí ha sido la muerte del pobre Don Ángel, ese sacerdote de Astorga, al que han encontrado tieso en su piso. El último primer sábado de mayo yo alcancé a verle y a charlar con él unos instantes. Hablamos del oficio parvo y de la Santísima Virgen. Pues qué muerte más terrible ha tenido el pobre. No se sabe si ha sido muerte natural o un asesinato.

Recuerdo que en la conversación a solas que sostuvimos - volvimos a hacer hincapié en la necesidad de que allí se dijese a una misa - él expresaba ciertas reticencias acerca de la vidente y de todo el tinglado que han montado allá el Julián y los otros ¿Conocía al pobre P. Ángel? Iba de sotana con una carterilla deslucida en la cual portaba el breviario y vestía muy pobremente.

Bueno, Deri, le ruego que guarde absoluto sigilo sobre estas cosas que le digo. Yo por mi parte voy a dejar de ir ya definitivamente al Escorial. Tampoco saldré a vender libros. Dios me llama ahora por el camino de la oración y del recogimiento. Se ha acabado una etapa en mi vida y empieza una nueva. No obstante, le doy al señor muchas gracias por haberla conocido a usted en Prado Nuevo y mi consejo es que continúe yendo, pero a los de la fundación ni una perra. Son unos timadores y carecen de entrañas porque no les importa el prójimo.

Me dan miedo.

Bueno, Deri maja, usted no se preocupe, porque Dios no nos dejará de su mano. Estoy seguro de que Eusebio de pondrá mejor. Teresita nunca falla. Además, el mero hecho de que vaya tirando en medio de los espasmos de una enfermedad tan traidora y poco llevadera como la que tiene es un signo de garantía y un aval de curación sino total, al menos parcial. Así podrá vivir muchos años. Quiera Dios que la tenga a usted a su lado, así como a su esposa.

Queden todos con Dios. Aquí le mando estas coplillas

RESPONSORIO DE SAN ANTONIO DE LISBOA


Si buscas milagros, mira muerte y error desterrados; miseria y demonios huídos; leprosos y enfermos sanos. // El mar sosiega su ira, redimánse encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos// El peligro se retira, los pobres van remediados; cuéntenlo los socorridos, digánlo los paduanos// El mar sosiega su ira... etc. // Gloria al Padre. Gloria al Hijo. Gloria al Hijos. Gloria al Espíritu Santo// Ruega a Cristo por nosotros Antonio divino y santo, para que dignos así de sus promesas seamos. Amen.

ORACIÓN:- Haced, Oh Señor, que la intercesión de vuestro confesor Antonio llene de alegría a vuestra Iglesia para que siempre sea protegida con los auxilios espirituales y merezca alcanzar los eternos gozos (cien días de indulgencia cada vez que se reza y una plenaria si se reza todos los días durante un mes).

Le rogaría, Deri, que al menos una vez al día rece esta oración a San Antonio a ver si tenemos suerte en la intención que nos convoca. Un fuerte abrazo y PAZ Y BIEN para usted y los suyos.

 

Antonio 

 

 

 

 

 

 

 

16 de junio de 1998

 

Eva María López del Valle,

Horno del Vidrio 20, Bajos 2ª

08800 Vilanova i Geltrú,

Barcelona.

My dearest Eva María:

Thank you very much for your setter and the photo in which you look beautiful. You have a deep set eyes very expressive and stern and well cut face with very nice features, and intense staring, which reveals intelligence and selfcontrol. First of all, I would like to send greeting on your birthday, the fourth July. Eres verdaderamente una hermosa mujer de caracter o de gobierno. I hope that this letter reaches before that date and before you leave for England.

Many happy returns on youy seventeenth birthday. In the company of your parents , brothers and sisters and the people you really like. I presume that probably you have a boy friend or novio


I am sure you are going to have a nice sejourn in Nottingham. It is an industrial town of the north, drab and flat in the county of Lancashire. The people from the North are renown for its friendship. They are outspoken. At the beggining you will not understand a word they say because the northern accent is very close. However,try to listen to the radio, and watch TV and read as much as you can. Always a dictionary at hand. Carry with yourself a notebook and write down all the words you pick up for the first time and learn by heart ddifferent expressions.

At first, you will find strange the food. People in England ususally make only a meal a day, dinner, but they have a good breakfast. Eva María, perhaps you will miss home, but you have to get over it. To learn and speak English fluently is essential in order to get a good job. I am sure you will realize that and you will end up talking in the language of Shakespeare like you speak Catalan or Castilian.

I pray God that everything goes smoothly for you there. These  are my advices:

       1) Don´t grumble over the food. Take with yourself some chorizo or butifarra because in the first day you will starve. Also take a bottle of brandy or anis for your landlord or landy , since liquors and wine is England quite appreciated

       2) Travel as much as you can while you are there. I suggest spots like York  or the Bronte country which is beautiful. This is the first time you leave home for a long sojourn abroad away from your parents, birthers and sisters. Sometime you will perhaps feel homesick and like crying but it does not matter; we have gone through that all of us.

       3) If you go to a party, do not accept lifts from  strangers. Arrange before hand all the particulars of transportation. No te metas en un coche con un desconocido si no vas acompañada de un amigo o de una amiga

 I assume that you will stay as a guest in a house living with a family. English families are usually very nice. There is a bond  very strange among English families. If you make yourself friend of someone in England , you will have a friend for life. It is like in Catalunya.

I am sure that you will like England and you will fancy return back one day. It will be a rich and unforgettable experience.

 I spent in that country ten years of my life. In a way I am more British than Spanish. It is a place where I was happy. It was hard at the beginning.

Now I am writing in English to you. It is because this was the language of my first and true love. In English I think many a time especially the most tender feelings. I consider you, Eva María like my daughter. I did not have opportunity to write to her much, but I am writing to you now. The idea brings good memories of tenderness.   Affection, compassion. It is as thought as if I went back to my youth, and to those good all days in York.


I am sure that at schools went well and that you passed COU. Please, in your next letter, if you have time, tell me abaot the whole thing. I am just your pen pal, a pen pal who feels for you something very special. Sometimes I think you are my Helen , the daughter I lost and who has come to my life under the name of Eva María from Vilanova i Geltrú. Don´t worry about me, dear. I am alright. I feel a lot of affection for you, and in fact I find your letters fascinating, but I am an old man who happens to be very fond of Eva María but in a platonic way The more pure the realtionships are the more durable. Sex to a certain extent destroys everything but creates un undeleble bond between two people; without it, neither you and me will be here . Sex with the person you really are in love with is the most delightful thing that life can afford to men and women.But it is something holy. Like a sacrament.I dissaprove people jumping into bed easily and that is wrong but I may be antiquated and full of taboos. So much sex in television bores me to death. However, I know that the new generations are more genuine y less hypocritical than we were. Certainly you do not suck the finger. You know what I mean.

I may sound old fashioned but I feel very tolerant in that respect. Try to keep your self for the man you are going to share your life with. But  that is a personal decission You have three dads. Daniel, your daddy in Albacete and poor old me to whom you can talk, and perhaps will be ablo to give you some advice. Although I can see that you have grown up fast and life has taught you a lot. You are a very sensible and responsible girl.

At 17 you have reached a point of maturity. What you say about taht idea that the more you know the more you suffer it is true. According to an old Latin saying Scientia dolorem fertur ( el conocimiento allega dolor ).  To be happy the best thing is not to know. However, the animals also suffer. In the other hand , as the old Greeks used to say knowledge and the thirst for knowledgre prolong life. In order to live longer people ought to do less physical exercise in favour of mental work and learn how to cope with their shortcomings.    Because mind is the best gift God to mankind and also the best regulator of health. We can be our own doctor and our own healers.

 If they want to keep fit men and women ought to use their rational attributes rather than the physical in order to improve themseleves. The human soul is created to high things. Such as Beauty and Truth. Without Beauty and Truth there is not Love ,and without Love happiness doesn´t exist.  You know why our cities are full of walking corpses and of living dead, Eva María ? Because they do not love, because they feel slaves of material things and also they live like pigs. They pass through life without an aim. They eat, sleep, fuck ( excuse the words ) go to work and lead a life without an aim. My council is NE QUID NIMIS, verbigracia: de nada demasiado. And SUSTINE ET ASTINE. Esto es soltar y aflojar, porque vivir es andar siempre en una cuerda floja y la verdad es relativa lo mismo que el Rostro de Dios que es mixtilineo y poliédrico.


However, people are getting more vulgar. The more vulgar the lest suspicious. That is why persons like me feel out of field. We are preachers in the dessert. I am the odd man out. Society considers us marginal, but to hell with that marginality. They, in my opinion. are the outcast. Oh, my dearest and tender catalana, Eva María, how right you were when you pass judgement upon me saying that I am the last of the breed, that I do not belong to this day and age. Certainly, I do not want to be Terenci Moix, netiher do I want to be that primsie good old puff of Antonio Gala.

I do not know whether my writing is good or bad, but I can guarantee that my prose is full of virility, and also I don´t feel a turncoat. I am peace with myself and full of contentement. In spite of all, life has treated me well. I do not publish . I am not famous but you come and say those wonderful things about me and I feeel on the pink, in the top of the world, full of consolation. God is great. He never leaves us.

 I have been saying the same things over thirty years.  It may be that this is the reason why I felt an exile on my own homeland.

 But that is life and life is tough. You are entering the rat race ( la carrera de la competencia )and starting to lead a life which in spite of everything promises to be marvellous. When one door slams another opens. God always helps. The more you live the more you feel that there is a hand which provides and picks you up in the moments of conflict in the real deficcult situations. I have been a man of faith. And that faith kept me up .

That is my my advice: never lose faith. There is always a dawn after sunset. Dusk

comes after sunshire and viceversa. God will provide and he will bless you, Eva María. You just have to work hard and continue as you have done. Be yourself and think that you are going to reach the goal. Certainly I admire you me because being so young you have attained such a degree of maturity.

What you say about my writing flatters me and I am very proud of you compliments. Literature, my dear girl, is a tough business. It is not an easy job to climb to the top but it is also a marvellous vocation. gives a lot of satisfaction but  success is something peripheral to it. People should write to be better people, to be satisfied with themselves and become more genuine. Usually captures the best slides from the inner and the outer self that is latent inside us, and fills a whole life.

Remeber a phrase from the poet Virgil: Audaces fortuna jubat ( la fortuna ayuda a los audaces ). This world belongs to the dreamers because if you don´t dream you are already dead, but I know you are the kind of person who keeps it feet on the earth.

I am very happy to hear that you are working in a restaurant to get enough money for your journey to England. It is very rewarding to come home and feel tired but proud because you earned your money with your own sweat.  It is your effort which counts. Here my son Toñín is helping out in a “ pizzería “ doing the washing up.


Poor me ¿ My writing reminds you of Cervantes ? He is a monster of nature and I am just Antonio Parra, just “ un aficcionado “. However , that is the best compliment that can be adressed to a guy who writes in Spanish, to be like Don Miguel de Cervantes. Those are big words, but I thank you very much , my dear.

I admire Cervantes but, with exception of El Quijote, is much better writer Quevedo. Spanich Literatures is one of the richest of the world. There are a lot in it of hidden treasures, mostly authors unknown to the big public, because in this country fame has been very capricious and venal. If you carry on reading one day you will be aware of the fact that my statement bears the truth.  Spain is a mystery, a laberynth perhaps

Apart from the mentioned my favourite authors are the russians: Gogol, Dostoyevski, Ivan Bunin. Chejov and also the British Somerset Maughan, especially a novel called “ Of humand bondage “ translated in Spanish like “ La Servidumbre  humana “ which I deem a masterpiece. However, I don´t like the Americans writers.

But this is very conventional. For me a letter from yours holds more merit and aesthetic pleasure than, for instance, a novel with the signature of Azorín, a writer I used to admire when I was your age. Now I loathe him. Maeztu is alright but i prefer Ganivet or Marañón. Valle is tiresome. Too many metaphors and brilliant images the same as García Lorca. Machado , excellent but deleterious and devastatingly  sad. You will be much better writer than many of them.

Among my qualities are intuition and certain zest for prophecy ( remember, Eva María, I come from jewish blood ) and this instinct forecasts me that Eva María López del Valle is going to be someone very especial. You are not like the rest of the pupils of your school or instituto. Tú tienes algo , hija, del sagrado fuego, eso que reservan los dioses para unos cuantos elegidos.  This is true and I am not joking. Be sure of that.  The omen I foretell will become real one day, I hope that I can be still alive to witness it.

Anyway, I must put full stop to this letter. I am sure that your level in English is high enough to understand this text. It is also a great practice since you are going to be working with this language in the near future. HAPPY BIRTHDAY MY DEAREST. Look after yourself when you are in England. I assure you that I shall be praying that everything turns up well. When you are back in Barcelona, drop me a line. I am very proud of being your friend and shall be glad to hear form you safe and sound again in Vilanova at the end of the summer. GOD BLESS YOU

PS. If you do not understand this letter, let me know and I will translate it to Castilian. OK ? ( When you get to England you will be saying OK. That is a favourite. OK and sorry

 Yours faithfully

 

Antonio

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9 de julio de 1998

 


Querida Aderita: Las cartas de Vd. Siempre son un consuelo, pues acabo de ecibir la del día 2 del corriente, mes de la Virgen del Carmen, como bien dice, pues yo acababa de venir de Segovia donde voy casi todos los años por San Juan , la fiesta de los templarios, aquellos monjes mitad frailes y mitad soldados, que defendieron a la cristiandad del peligro de la morisma que ahora nos acecha. En Astorga hay también Temple. Todas sus iglesias están dedicadas o a San Miguel o San Juan Bautista el Pluscuamprofeta y tienen algo mágico. La iglesia de la Vera Cruz como está al lado de la de los carmelitas pues siempre me acerco al convento que fue de Juan de la Cruz y le rezo a la Virgen una salve. Tiré una fotografía y no salió del todo clara, pero aquí se la mando, como la del frontispicio o frontón de la Iglesia Juradera de San Miguel donde fue proclamada reina Isabel de Castilla, la madre de la unidad de España, en 1474. Yo hago esta peregrinación a mi pueblo todos los años para rogar a Dios por nuestra patria, tan atribulada , tan partida y tan triste. ya no hay en mi Segovia aquella alegría de antaño ni aquellas ganas de vivir. Parece como si San Frutos, nuestro patrón, estuviese a punto de pasar la hoja.

  Subraya una leyenda que cuando nuestro santo anacoreta se determine a pasar la hoja pues que se va a terminar el mundo. Espero que no sea verdad , pero que Dios se apiade de nosotros, que somos muy malos. Total que aquí le remito estas fotos sacadas por mí el otro día. Pida al Divino Miguel que nos tenga siempre bajo nuestro escudo y que nos infunda alientos a los que batallamos por la Iglesia y estamos siendo perseguidos e incomprendidos, señora Amerita. Yo he sentido muchas veces en este tiempo de atrás el vigor de su poderoso brazo por lo que le doy gracias al Santo arcángel y a Vd. Que sé que ruega tanto por mí, siendo sus oraciones gratas a los oídos del Señor.

  Su carta me ha sacado de un marasmo, pues he pasado un mes de junio muy intranquilo, sin saber qué hacer y algo desorientado porque a veces no sé qué rumbo tomar ni adonde encaminar mis tristes pasos y digo con San Ignacio de Loyola cuando se encontró aquel moro que blasfemó contra la virgen María y el santo quería volverse para atrás y encontrar al moro para cortarle la cabeza. Al fin recapituló y dijo: “ Para donde tire la mula “. Esto es para donde quiera llevarme el Señor.

  Pues lo mismo digo yo.


  Pero ya digo. He tenido unas semanas de sequedad, de dudas y vacilaciones. Rezar se me hacía muy cuesta arriba y andaba algo modorro, con muchas hambres y mucho cansancio, que no hacía sino beber agua y las noches las pasaba intranquilo. Yo lo achaco en parte al ayuno de Pentecostés. Había dejado de fumar en pipa y fijese , Amerita: parece una tontería , pero yo sin mi cachimba soy nadie. Paso muchas horas trabajando y leyendo. Había hecho la promesa por sacrificio de dejar de fumar durante algunas semanas, pero creo que ha sido peor el hambre que la enfermedad. Sentía como angustia y luego mi mujercita estas lunas de verano no la prueban y a veces me saca de quicio, pero yo quieto. Mi cachimba es como mi novia, un asidero. Hoy me he comprado una nueva y he recibido su carta, he largado algunas pujadas y estoy como un chico con zapatos nuevos.

 ¡ Qué débil es la carne ! Señor, ¿ por qué tenemos tanta necesidad de asideros, siendo Tú nuestro sostén ? Ya sé que fumar es un vicio, y yo las cuaresmas - en la Santa Iglesia Ortodoxa tenemos hasta cuatro: el adviento, las dos pascuas, y el ayuno de la Virgen de Agosto, que empieza el 15 de julio como preparación a las fiestas de la dormición de la Theotokos, la Panmakaristos, la Poliarqué, o llena de gracia, bendita sea su gloria siempre, madre de los hombres, intercesora entre el cielo y la tierra - suelo guardar abstinencia del tabaco, pero me dan tentaciones de comer y, si estoy estresado o nervioso me cuesta mucho trabajo. He conseguido vencer a la lujuria. Los fornicadores me parecen los seres más despreciables, pero los placeres de la buena mesa son muy fuertes para mí. La llaman la debilidad de los monjes.

  Ayer día de San Vitorino fui a Arevalo que es el patrón de ese bendito pueblo y me fui a comer a la Pinilla y me puse ciego de cochinillo, que Dios me perdone y que San Vitorino el mártir y subdiácono no me lo tenga en cuenta pero hice honor a su fiesdta, que por cierto, no vendí nada, pero el alcalde de Arévalo que me compró mi libro de Teresita, dijo que le había gustado mucho mi libro. Bendita sea la santita. Sentí mucha alegría. No todo van a ser zozobras y sinsabores. Bien sabe Dios que he luchado como un león para sacar adelante a estos pobres hijos de mi imaginación. Si luego el resultado ha sido muy diferente al proyectado eso no entra en mi incumbencia. No me siento responsable. Si yo fuese el calamita de Antonio Gala o el grosero de Cela a lo mejor salía hasta por televisión y me llamaban a firmar al Corte Inglés, pero como mis libros tienen otro rumbo, pues me tendré que conformar con la voluntad divina. No hay más cera que la que arde.


  Aquí le incluyo también la portada de la Pequeña Flor. Pongasela cerca de la cabecera de su hermano Eusebio haciendo hincapié en un ruego muy especial: dígala “ Teresita, mi hermano padece la misma enfermedad de nervios de la que murió tu padre en Les Buissonières. Ten piedad de nosotros, según lo prometido. Curale, bendita virgen de la caridad y la abnegación. Haz que descienda sobre su pobre mente nublada tu lluvia de rosas, el maná del consuelo, para que recupere la razón “.

  Estoy seguro de que nos va a hacer caso. No seguro. Estoy segurísimo. Ella hará el milagro. Algún día me dará Vd. El alegrón de esa noticia, confío en que no tardando mucho.

  De lo de no ir a Prado Nuevo creo que es esa la voluntad de Dios. Dejemos pasar el tiempo y que se sosieguen los ánimos. Lo único que lamento es no poder encontrarme con Vd. Pero ya sabe que estamos unidos en la oración. Por otro lado, no se me quita del pensamiento. Todos los días pienso en Vd. Lo mismo que en mi hija Helen, y no falla en el memento de vivos ni tampoco sus cristianos y santos padres en el de difuntos.

  De por Madrid, pocas noticias, Mucho calor, yo ,me meto en mi huertecillo y riego los árboles “ suyos “ que no se secaron y andan ya muy frondosos. Las ramas hacen pérgola. Le doy gracias a la santísima Virgen este favor que me hizo al conseguir que ese espacio se cerrase. De momento no han dicho nada los vecinos. He tenido este mes de junio los rosales muy floridos, pues los podé mediado el otoño y dieron flores granas y gualdas. Como la bandera de España.

  Mi hijo Antonio Gabriel no pasó el hombre para la guardia civil. Se lo cargaron en inglés y luego vino la madre a ponerme como un trapo y dijo que es culpa mía. Yo traté de aleccionarle según mi método que nada tiene que ver con la forma con que enseñan esta lengua en los institutos, pero él se me liaba a dar voces y aquí cada maestrillo tiene su librillo.


  El mayor suspenso que tenemos en la España de hoy en día es que la autoridad paterna está por los suelos y eso tiene mala compostura. Hay que callar y aguantar porque de lo contrario salimos por la televisión, porque las mujeres hoy en día tienen la sartén por el mango. En fin, todo se solucionará. No sabe Vd. Aderita de la que se ha librado con esto de no tener hijos ni tener que aguantar a nadie. Actualmente la vida matrimonial es muy dura. Mire cómo están las familias, cuanta violencia, cuanto encono. Falta cariño. Faltan mujeres verdaderas. Hembras siempre las hubo para mucho presumir y aparentar, pero una mujer como Dios manda es sólo aquella que sabe hacer feliz al marido. Yo no he tenido esa suerte en ese segundo envite. A lo mejor es que yo no era para casado. Mi segundo matrimonio ha sido una enorme torpeza, pero me abrazo a mi cruz, la cruz que Dios me mandó por mis pecados antiguos. Lo digo como lo siento: sin ningún remordimiento y en ofrenda de expiación.

  Es un iluso aquel que crea que la felicidad en la tierra se puede conseguir. Yo le ofrezco al señor estas mortificaciones de cada día. Sufro en silencio sus injurias o cuando hace o dice cosas que no están bien y que sólo sirven para conseguir que se venga abajo mi autoestima. No la maldigo pero el día que la conocí hubiese estado mucho mejor en mi casita, porque en veinticuatro años de convivencia no me ha dado ni un día bueno. Una cosa temo que cualquier día me eche a la calle para meter al querido. Pida mucho por mí , querida señora, pero en esta España democrática de hoy en día hay miles y miles de maridos españoles defraudados que se encuentran en mi misma situación. Es un mundo cruel. Hemos sido un pueblo muy católico pero también podemos ser muy malos. Estamos muy solos e indefensos. Nadie nos echa un capote. Bueno, sí. Dios está de mi parte. Sin el auxilio de la consoladora de afligidos ¿ qué hubiese sido de mí ? En mi libro sobre “ LA Mujer Fuerte “ lo digo bien clarito aunque bien sé que es un libro durísimo como durísima es la batalla que se cierne contra la Bestia. En verdad, en verdad, los días de tinieblas de los que hablan en El Escorial para aterrorizar a los secuaces de esa vidente ya están aquí. No son algo físico sino algo inmaterial, algo que se palpa. Es esa nube de odio y de desesperanza que se cierne sobre los corazones, es ese egoísmo, esa falta de entrañas. Es el tiempo bajo el signo de la Bestia . Tiempo de prevaricación y de congojas bajo el dominio de la gran Puta, con perdón - aunque la Biblia la llama barragana -, porque hoy hasta las madres prostituyen a las hijas.


  Me maravilla que siga habiendo personas como Vd, Amerita, que pertenece al restringido cupo de los santos que quedan Israel. Persevere, Aderita. Siga realizando cada día sus practicas piadosas, sufra con paciencia los contratiempos y tribulaciones que cada día la envíe Nuestro Señor no para purgar sus pecados sino para expiar los ajenos, en particular en todo lo relacionado con la enfermedad de su hermano, pues esta es su cruz - recuerde que todos hemos de acarrear una y a veces la nuestra nos parece más pesada que la del vecino, pero ese dolor no es medible ni cuantificable porque cada uno tiene que apencar con lo que le toca- y yo tengo para mí que ese sufrimiento que nos purifica y nos hace crecer es un signo de predilección del Altísimo. A los que se van a condenar parece irles muy bien la vida, pero llega la hora de la muerte y ¿ qué ?

  En fin, espero en que no crea que le digo estas cosas por asustarla ni por la tremenda, Vd.  es un alma justa, a la que quiero y respeto con todo mi corazón, a la que confío todas mis dudas y mis secretos. QUE DIOS TE BENDIGA.

 

 

Suyo seguro servidor que besa su mano ANTONIO

 

 

 

 

5 de octubre de 1998

En la fiesta del glorioso San Bruno. Paz, salud y bien, en nombre de Jesús Bendito y de todos los santos que están a su diestra.

Muy estimada Amerita. Siempre que la veo, me da un alegrón, porque está Vd. llena de paz y de bondad y porta el espíritu de Nuestro Señor Jesucristo, aún dentro de los fallos e imperfecciones que todo ser humano puede tener.

Ahora le pongo estas breves líneas - pues si mis humildes cartas le sirven de consuelo y son acicate de perfección, bendito sea Dios - para que recuerde que la tengo presente en mis plegarias. Esto no es una relación epistolar amorosa al uso, porque el amor de la carne se reviene y es causa de tristeza. No así el amor divino.


Recuerdo ahora mismo cómo San Jerónimo encontró cuando estaba en el desierto una mujer que le cuidaba, Santa Paula. San Froilán, obispo de Lugo , también se apoyaba en la caridad que le brindaba una piadosa mujer por nombre Caya. Lo mismo ha de decirse de San Pablo, al que acompañaban un coro de abnegadas féminas en sus peregrinaciones, como al propio Señor.  Ellas tuvieron el privilegio de ver su cuerpo glorioso, las primeras, en la mañana de la resurrección. San Juan dirige una de sus epístolas a una señora de Efeso por nombre Electa.

Dios me libre a mí de ponerme en parangón con nuestros santos, pero yo le quiero hablar de la pureza de esta relación. En estas misivas yo le confío mi corazón. También me gusta recibir las suyas, que muestran a una mujer fuerte, decidida y muy cristiana. Aunque a veces en lo que yo he escrito pudiera detectarse una especie de misoginia o desprecio hacia la mujer, lo cierto es que no puede haber ser en el mundo que yo más admire. La Virgen  fue mujer y le cupo la grandeza de portar en sus entrañas al Redentor de los Hombres. Me horroriza el trato egoísta y hedonista que está dando a la condición femenina esta sociedad so color de defender y promocionar sus intereses. En verdad , a vuelve un ser degradante, un animal.

No hago estos días más que leer el libro del Apocalipsis. El águila de Patmos, la pluma más inspirada y el escritor supremo de cuantos han sido y serán, nos deja entrever que la destrucción del mundo vendrá por la fornicación, porque supone un desafío a las reglas establecidas por el Señor para la conservación de la especie. La Bestia inmunda es fornicaria. Yo he llegado a la conclusión - se trata de una interpretación subjetiva, tan sólo - de que los Hijos de Dan, la tribu maldita que no se nombra en la Biblia, para no contaminarse, podrían ser los Estados Unidos, y que la sigla del anticristo (666) corresponde a Clinton.

Pero ya me estoy metiendo yo en berenjenales. No quiero aburrirla, ni tampoco atemorizar porque estoy seguro de que la Misericordia divina es infinita y acabará por imponerse a los impíos. En mi carta pasada creo que le hablé de la misión encomendada al Gran Miguel. Que vele por nosotros. Bajo su espada flamígera estaremos seguros. Yo he sentido los socorros de su invencible brazo en múltiples ocasiones. El heraldo supremo me ha librado de la boca del león.

Ayer, cuando regresé de Prado Nuevo, me sentía lleno de gozo. Celebré la misa de Teresa de Lisieux y sentí como su `presencia viva y su calor a la hora de alzar, cuando tuve al Señor entre mis indignos dedos. Esta santa nuestra es un cielo .  Su  fiesta yo la celebro el día tres y no el primero de octubre, pareció querer recompensarme por una humillación que padecí en el prado, cuando el tío Mariano, ese que se sienta a mi lado, y cuando o hablaba con una señoras de Teresa, la dulce y bendita, empezó a pegar voces diciendo:


- Su fiesta no es hoy. Fue el día tres.

Lo decía con malos modos y hasta empezó a pegar voces sobre el capó de mi automóvil. Estuve por decirle que no se metiera donde nadie le llamaba. Callé. Pero él vueltala burra al trigo empezó a echarme en cara eso. 

Para mí este tipo de mortificaciones son un regalo que le hago al Señor, al que pido me dé paciencia. También le digo que en mi celda olía a rosas.

Celebro que la mejoría de Eusebio vaya en incremento. No hago más que pensar en él. Hasta he leído varios libros de psquiatría para estudiar su caso.

Cuando dice que se va a morir, es señal de delirio. Está saliendo a la luz una fobia de su subconsciente.  Es un caso típico de paranoia, una de las enfermedades más difíciles de curar ( Sin embargo Teresa del Niño Jesús estoy seguro que lo conseguirá), porque afecta no sólo a las potencias cognoscitivas sino también a las volitivas. Los facultativos habrán de estudiar cual es el mecanismo de esa reacción delirante.  Tendría el médico qué analizar su pasado. Este tipo de enfermedades mentales se incuban durante la infancia. Habría que estudiar su historia clínica: si tuvo algún catarro mal curado, alguna caída accidente, una posible meningitis, problemas de dentición o de muelas. Y psíquica: las relaciones con la madre o con el padre. Las crisis delirantes suelen producirse en primavera y en otoño para este tipo de pacientes, pero algunos son recidivos en el verano, porque los ardores de la estación seca parecen afectarlos.

Estoy seguro de que la acupuntura le habrá venido bien. Creo que se le ha cogido a tiempo y que Eusebio es recuperable. Una pena que no tenga ahora mismo una terapia de grupo y de que haga alguna manualidad. Lo extraño es que, siendo tan habilidoso y curioso para todo, se haya desentendido de las herramientas. Eso es síntoma de que su sistema psicomotor puede haberse visto afectado. Habría que saber cómo habla y se expresa cuando tiene esas fobias a la muerte.


Había pensado, señora, que estaríamos salvados si su hermano se decidiera a pasar el día atareado con alguna distracción o trabajo, el que fuere. Si Eusebio estuviese en otra familia, y no lo arroparan las solicitudes de Vd o de su esposa, a lo mejor me preocuparía, pero en vista de que está donde está ( el amor y la comprensión de los suyos es los que puede sanarle) no hay cuidado.

La veo preocupada por la casa y no es para menos. Yo habrá pensado que sería aconsejable que Vd. Sacase el carné de conducir - todo s cuestión de proponérselo - y así podría conducir hasta su pueblo. ¿ Por qué no ? Yo le pido al Señor que ese problema se resuelva. Me recuerda un poco a Santa Teresa de

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Querida Aderita:

PAZ, AMOR Y BIEN , Y TODOS LOS CARISMAS DEL ESPÍRITU.

Hoy 30 de agosto de 1998 celebramos la decapitación de Juan el Bautista, víctima de la lujuria y malos modos de una saltatriz - aquella infame bayadera por nombre Herodías que viene a ser la enseña de nuestros tiempos. Es una fiesta cargada de simbolismo. A los sacerdotes el breviario romano nos regala con este maravilloso himno de exaltación del martirio:


 Invicte Martyr , unicum / Patris secútus Fílium, / Victis tríumphas hostibus. / Tui precatus múnere / Nostrum reatum dilue, / Arcens mali contagium, /Vitae repelens taedium./ Soluta sunt iam vincula / tuis sancti corporis:/ Nos solve vinclis saeculi, / Dono superni Numinis./ Deo Patri sit gloria / Ejusqe soli Filio / Cum spiritu paráclito/ Nunc et per omnia saecula. Amen.

Oh mártir único e invicto, que seguiste al Padre y al Hijo, y triunfa de tus enemigos fatídicos. Con la ofrenda de tu cabeza, al se degollado por manda de aquella danzante con contoneos inicuos, tú que  con su sangre desataste del pecado de la carne el compromiso, libranos de la culpa, Juan Bautista  Divino, por tu vestido de marlota, que en el desierto cubrió tu desnudez, y por el cayado de la fe que empuñabas, excelso precursor de Cristo, te lo pedimos. Haz que ardiendo en deseos de evitar el contagio maligno y huyendo del tráfago del siglo, nos libre de las cadenas de este mundo el estro supremo, y ataduras de la carne que sufrimos. Gloria al Padre y a su Único Hijo. Con el Paráclito. Ahora y siempre por los siglos de los siglos. ( Es una traducción no literal, sino libre).

Te aconsejo que la reces este mes de septiembre, porque fue el primero de los mártires, fue enviado a los suyos, y los suyos no lo recibieron.


Gracias por las llamadas telefónicas y cartas. Ya te puse al corriente de lo que me ha sucedido. La víspera de la Virgen, que es para mí uno de los días más hermosos del año, fui despedido de mi trabajo. Ni mi mujer ni mi familia por el momento lo saben. Ha sido un hecho injusto en el que a todas luces estaba la mano del diablo, cuya presencia se ha intensificado en el mundo en las postreras semanas. Sin embargo, va a caer derrotado, aunque nos esperan jornadas terribles, si continúa la prevaricación. Reza siempre a Nuestra Señora. Estoy seguro de que tu hermano curará, pero no desdeñes tampoco el sufrimiento . Acéptalo como un regalo del Señor.

Mi llamada para volver a trabajar en ese centro de mujeres despiadadas, lleno de íncubos y de súcubos fue una trampa. Ahora que me han sido retirados mis honorarios no sé cómo voy a vivir. Hasta es posible que mi familia me eche de casa. Seré vagamundos. Iré por los caminos,  Un pobre de solemnidad. Por el momento me he apuntado al paro. Me corresponden seis meses. Venderé libros. A propósito, si quieres comprarte alguno. Tengo FLORECILLAS DEL PERPETUO SOCORRO, tela, 321 p..- 1000 pts; ILUSTRÍSIMOS SEÑORES, por Albino Luciani, el papa que reinó treinta y tres días en la Iglesia, y dicen que murió envenenado, una maravilla de libro, tela, 326 p., una maravilla de libro. Si  te interesan, Aderita, me lo mandas a decir.

¿ Qué tal en Portugal ? Ya me contarás, Deri, y no te preocupes por mí, aunque lo he pasado muy mal, porque me duelen las injusticias, no el dinero, sino la falta de tacto de todas esas marranas. Le doy gracias a Dios por haber denunciado en mi obra sobre la Mujer Fuerte el feminismo. El papa Luciani - observo con gozo - tuvo la misma preocupación ¿ Por eso lo asesinaron ? Así y todo, la sangre de los mártires es semilla de Cristianos. Pronto vendrá el que ponga las cosas en su sitio. Cuídate. AUDITÓRIUM NOSTRUM IN NOMINE DOMINI. Nuestro Auxilio está en el Señor. Albricias.

Tuyo

Antonio

30 de agosto de 1998


Poscriptum: Estoy pensando que el día de mi pasión, cuando me dieron la mala noticia de que estaba despedido del trabajo era el 14 de agosto, día de S. Eusebio. Yo le ofrezco al señor mis sufrimientos por su curación y también encomiendo a la persona que me hizo mal. Tenía el alma muy negra y en el cuerpo una enfermedad que se llama cáncer de columna. Dios se apiada de la tal Carmen Fernández del Toro. También le pido a Eusebio que encomiende a Dios su alma porque me han dicho que está muy enferma en el hospital. Que Dios se apiade de nosotros. No hagamos el mal, porque el mal siempre se vuelve contra nosotros. El bien en cambio es eterno, nadie lo destruye mientras la iniquidad pasa.

Al cabo de cierto tiempo ¿ quién se acuerda del impío ?

 

 

 

 

CAJA DE AHORROS DE AVILA,

DEPARTAMENTO DE CULTURA,

Plaza de Sta. Teresa, 10,

05001 - AVILA

31 de agosto de 1998

 

 

 

 

    Muy señores míos:

  

 Soy el autor del libro LLOVIENDO ROSAS: UNA BIOGRAFÍA DE TERESA DE LISIEUX.- Millán Sacramenia Artedo, 1997. Madrid. - ISBN.:84 - 605- 6882 - 2. Editorial Fareso, S.A.- p. 205 . - Grab.. - 21 x 15 cm., cuyas pastas les adjunto.

     Se trata de un interesante ensayo sobre el verdadero significado de la mística teresiana en el mundo, y de las relaciones que puedan darse entre Ávila y Lisieux bajo la perspectiva del mundo del mañana.

      Esta obra ha sido editada a mis expensas con una tirada reducida de doscientos ejemplares para celebrar el centenario de la “ Pequeña Flor “ en 1897. Se trata de un libro raro y único, que sería conveniente obrase en los fondos de la Caja de Ávila en su atingencia con la Fundación Santa Teresa

      El precio del tomo es de 1.500 pesetas ( contra reembolso)

     En caso de interesarles uno o varios ejemplares, les ruego tengan la bondad de comunicármelo a M. SACRAMENIA ARTEDO, PIEDRAS VIVAS, 6, VILLAFRANCA DEL CASTILLO, 28692. Tel 91 815 04 59.

     Estoy seguro de que, mediante la intercesión de la Santa, voy a tener pronto noticias de Vds.

        s. s. s.  Millán    

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

30 de septiembre de 1998

         QUE EL GLORIOSO MIGUEL NOS ALBERGUE BAJO SUS ALAS DE FORTALEZA. AMEN

Muy estimada Aderita en Cristo Jesús y Nuestra Madre del Auxilio:


Ante todo, felicidades en el día de su cumpleaños, aunque con retraso. Que me disculpe por no haberle felicitado, aunque por esos días me acordé especialmente, pues no se me va su cara del pensamiento, y no lo digo de cumplidos. Gracias también por la limosna. Cuando todos parecen haberme abandonado, usted no se olvida de este pobre pecador. El sentimiento no puede ser más puro. ¡ Cuán importante es la castidad en estos tiempos que corren! Yo veo en esta piedad que siente Vd. Hacia mi pobre persona el dedo del Altísimo, que me enseña los caminos. Domine, edoce me in vías tuas. De mozo fui yo tan modorro y alocado - quizás soberbio - que no acerté a seguir al Maestro y no supe guardar continencia quebrantando el voto y la palabra empeñada. Ahora padezco las consecuencias, pero sus cartas me sacan de ese letargo, y digo, Señor, qué estúpido fui por no haber sido capaz de seguirte. pero Él, que conoce todos los secretos del corazón, no tiene en cuenta nuestros pecados y sigue derramando su gracia, pese a nuestro despego e ingratitud.

Gracias, Deri, de corazón. Me alegro infinito al ser enterado de que Eusebio siente mejora. Tal vez, ese nieto tan majo es el regalo de Teresita, para volver en su acuerdo al pobre abuelito, que tanto sufre por tonterías. Es muy bonito que tuvieran todos un buen día. Siento yo santa envidia de lo unido que están todos. En mi familia no puede decirse lo mismo. No hay más que enconos. Yo acepto esa cruz tan pesada que el Salvador puso en mis espaldas como expiación de mis muchos pecados, y quiera Dios que no desfallezca ni desespere porque sólo de esa forma mereceré el paraíso.


Hoy es un gran día. A propio intento le mando estas líneas en la gloriosa fiesta del Divino Signífero, pues sé que le profesas una gran devoción. El heraldo de Dios es el mejor valedor de nuestra inocencia, jinete incomparable en las acérrimas batallas por la vida y por el reino que se libran a la sazón. España, veneradora del ángel que se tiró el guante al soberbio Lucifer - cuantos pueblos conozco que están bajo su advocación, casi todas las iglesias y ermitas a él dedicadas suelen elevarse sobre las colinas y los cerros, puesto que el arcángel San Miguel se apareció en el monte Gárgano hacia el año 530- no se merece esta suerte. nos hemos convertido en el escarnio del mundo.Y tantos pueblos y ciudades de nuestra patria honran a Miguel por patrono y abogado - cosa que salta a la vista cuando uno conduce por las tierras castellanas o leonesas: allí, en esa ladera, atalaya impertérrita, pese al paso de tiempo, desvencijada y hundida pero todavía con sus arquerías apuntando hacia el cielo, se yergue un templo al que dijo: Quis sicut Deus ?  Quiencomodios fue el alférez que nos guió en la batalla contra la morisma. Desgraciadamente, los moros han vuelto. No se trata meramente de la reconquista de Ceuta y Melilla. Quieren las llaves de Granada y propugnan un desquite contra Boabdil. Cualquier día de éstos la tumba de los Reyes Católicos la veremos profanada ( yo he tenido esa revelación). Ha habido tercerías de los Hijos de Dan, la tribu maldita,- portan escritos en la frente el “ anosmia”, el guarismo maldito del 666, y sólo ellos `pueden comprar y vender porque acuñan moneda, tienen potestad sobre los códigos de barras y han montado su tingladillo-  que no se menciona en la Biblia porque de ella nacerá el anticristo y hoy son los que mandan en el mundo. Honran a Moloch. Son fornicarios, cínicos y andan muy sedientos de sangre. Se avecina un tiempo terrible.

Pero no quiero cargar las tintas de negro. Soy optimista, porque, Deri, ganaremos.



En las dos últimas semanas ha tenido a bien el señor regalar a este su pobre siervo para que no se enfríe la fe con dos signos. Soy peregrino. A veces me quedo en mi celda, pero la otra noche salió mi mujer con sus amigas y yo sentí una punzada en el corazón terrible, al tiempo que escuchaba una voz de un tono muy dulce. Me llamaba por mi nombre monástico: “ Millán, los lobos han merodeado por mucho tiempo tu casa.  Coge el coche, yo te guiaré”, y me llevó a un sitio que suelo frecuentar, el café Gijón. Me senté en uno de los veladores, pues soy un tertuliano conocido. Una mujer que se llama Margarita entabló conversación conmigo, y no sé por qué pero noté que sentía más que atracción, admiración por mí. Es judía. Hablé de Cristo y del perdón. La dejé sin argumentos y luego vino un joven judío, bien plantado. Es israelí pero habla el español perfectamente.  Conocen al dedillo la Escritura, pero yo les dejé admirados con la sabiduría que brotaba de mis labios - no era yo sino alguien que hablaba por mí - y quedaron muy corridos cuando les advertí que el nombre de la Bestia se llama Clinton.  En hebreo su nombre significa el impronunciable y tiene tres letras que corresponden a los tres números. El miembro del Mossad cruzó una mirada conmigo llena de inquietud y de perplejidad. Luego se acercó a nosotros un hombre muy extraño.  La judía Margarita y el joven marcharon y el hombre extraño - que confesó ser un dominico - reanudamos la tertulia en otro lugar. Era un piano bar. En sitio tan sacrílego nunca pudo producirse una conversación tan piadoso, pero el hombre extraño y yo nos reconocimos porque había en su frente y en la mía un signo, una cruz que en cierta ocasión tú reconociste Amerita. Hablamos y hablamos del síndrome de la iglesia vacía, del torrente de fornicación que se ha apoderado del mundo. En esto, un individuo que nos reconoció y que estaba acodado sobre el piano fumando con indolencia y con el rabillo del ojo. Empezó a insultarme, pero yo me hice el despistado. El dominico se marchó. Al despedirse nos fundimos en un abrazo, pero yo no tenía ganas de regresar. Me picaba la curiosidad y quería saber por qué. El calibre de los insultos subía de punto. Recé al arcángel y pude escabullirme hasta un diván donde tranquilamente empecé a sacar mi pipa. A mi lado había dos mujeres muy morenas. A diferencia del efecto benévolo que había causado mi persona en la Margarita y el agente del Mossad en el Gijón, en el piano bar el efecto había sido a la inversa. No sé porqué adiviné que se trataba de dos marroquíes - la noche de Madrid está llena de corrupción y de espías - y ellas se extrañaron mucho de mi adivinanza. Se liaron a maldecir de los españoles. Yo podía haberles pagado con la misma moneda, pero conozco que el diablo es el que incita a las broncas y , fiado como estoy en las manos de Dios, busco el remedio en la huida y en el desprecio. Entonces, al mirar a los ojos a las melillenses sentí un estremecimiento en mi corazón, vi que las manos de las mujeres, estaban cubiertas de sangre, y que sus ojos de obsidiana eran como los del Basilisco. Porque alertaban de traiciones, venganzas, y de sangre derramada. Porque no tenía escapatoria, ya que las mujeres estaban en conchabadas con el chulo. Hay algo en mi persona, que pertenece al divino Heraldo que hace retorcerse como sabandijas a cierta gente.  Eso forma parte de las miserias y grandezas de ser un luchador contra la Bestia, un luchador sin armas ni bagajes. Él las lleva y yo me siento seguro y bien pertrechado. Se revuelven igual que rabos de lagartijas. A Carmen Fernández del Toro, la funcionaria a la que debo haber perdido mi empleo - era una copia exacta de esa Eva Belcebú que describo en mi libro - le aquejaba el mismo veneno. Por eso, se rebulló contra mí y de ¡ qué forma !

Me dio en aquel instante por cantar una canción que escuché de labios de mi pobre padre militar, que estuvo algún tiempo destinado en Larache:

 Melilla ya no es Melilla. Melilla es un matadero. Donde se mata a los hombres. Como si fueran corderos. Pobrecitas madres que solas quedan. Al ver que sus hijos a la guerra van. Ni me lavo ni me peino. Ni me pongo la mantilla. Hasta no venga mi novio de la guerra de Melilla


Decir yo esto y aplacarse las fieras fue todo uno. Las individúas dejaron de molestar. Eso sí. Al día siguiente, me enteré por los periódicos que el individuo mal encarado se había liado a navajazos. Un muerto. Regresé a casa de madrugada, pero ni mi mujer  ni mis hijos habían regresado al hogar. Eran las fiestas de Majadahonda y se habían ido a la verbena. Me acosté con angustia, pero rodeado de infaustos presentimientos. A la mañana siguiente al despertar pongo las noticias y me entero de la de la caída del avión al aterrizar en Melilla. No hubo tal percance. Fueron tiroteados en vuelo. No lo han dicho porque los medios de comunicación de ahora no son la voz de la verdad sino la de la mentira. Cuentan sólo lo que les parece. Le doy gracias a Dios por haberme puesto en guardia. Aquellas mujeres tan extrañas , que debían de ser espías árabes; aquel monje, con cara de cansancio, que me recordó en todo momento a Cristo bendito y hasta me pagó una copa. El dolor de un padre de familia que ve cómo todo se tuerce y de un patriota español que ve a su querida patria en peligro, y de un sacerdote que ve a la Iglesia en manos de las fieras de rapiña. ¿ Oyó lo de Markinkus, el cardenal vaticano que envenenó al pobre Juan Pablo I ? Por todo eso, sangra mi corazón hasta la muerte.

Para mí es un consuelo que existan personas tan cristianas como Vd. Muchas gracias por haber leído mis libros. Reconozco que el segundo es muy fuerte. Está escrito en forma de parábola. Es lo que se llamaría una “ morality” o “ sotie” con sentido oculto. Si uno abre las páginas del Libro de Daniel, Ezequiel o el Apocalipsis y se encuentra con esa crudeza y brillantez - no parecen de este mundo - del que mueve su pluma bajo el soplo directo de la inspiración divina. Aquí le adjunto las últimas páginas de otro texto que estoy escribiendo. No volveré a publicar en vida, pero gran parte de mis escritos los conocerá el mundo en siglos venideros.  Si es que esto  no ha pegado un reventón , que es lo que yo me temo. Ruego al Padre por las lágrimas y sufrimientos de Jesús que perdone a su pueblo. Hemos pecado tanto que sin duda nos merecemos el castigo. Sin embargo, almas puras como tú, Aderita, impetran el favor celestial, aplacando la cólera divina.

Es una gran idea el haber decidido arreglar la casa y vivir en el pueblo. El maligno es el que está dando largas a ese albañil perezoso para que no cumpla lo prometido. Yo pido al Señor para que se cumplan sus deseos. Y para que puedan irse a vivir temporadas al pueblo, sobre todo en la estación florida. Las ciudades son cárceles de humo y auténticas ratoneras. Cuando se produzca la gran movida, será mejor habitar el campo que los espacios urbanos.


Bueno, Deri. Queda con Dios. Animo. Válete, filiae Ierusalem. Ya sabes que el que tiene a Dios nada le falta. A veces me gustaría poder escribirte con mayor frecuencia, pero tengo el ánimo por los suelos, y creo que lo comprenderás y en esta situación en que me encentro entiendo perfectamente lo mucho que padeció Jesús en el pretorio, llueven sobre mí golpes y salivazos de toda índole y hasta tengo que pagar por pecados que no he cometido, pero sin cruz no hay cristianismo. Hay que amar el sufrimiento y perdonar a nuestros enemigos.  Con todo y eso, me alegra mucho saber que estas humildes cartas mías te son de algún consuelo. Tú te mereces más. Mientras tanto, cuenta con mi adhesión y mi agradecimiento. Espero que nos veamos el sábado que viene, si Dios quiere. Y que Él te bendiga a ti y a toda tu familia. Y a todos nos tenga en su paciencia, en su tolerancia y en la constancia de los mártires.

Antonio

 

 

   

 

 

 

TIEMPO DE ROSAS Y DE CEREZAS

 

Antonio Parra

Pido perdón al lector. Por un lío de epactas y debido a que tanto la fiesta de la Ascensión como la del Corpus Christi de los jueves que relucían más que el sol han pasado al domingo me hice también un embrollo entre el calendario juliano y gregoriano que en el año 2007 ofrecen fiestas coincidentes y la Bozneschenie (Ascensión) cuadraba con nuestra fiesta pero los ortodoxos rusos, y cuyo santoral trato de seguir a través de Radio Blago, una emisora ortodoxa situada en un monasterio (oraciones y salmos, pláticas, hermosa liturgia, las 24 horas del día, gracias, Jesús mío, que sigues presente en la historia a través de este instrumento maravilloso que es el microprocesador Word) lo festejan un miércoles. Gracias también a Paloma Gómez Tablas y mi admirado Miguel Ángel García Brera y el otro amable señor por recordarme el error. No creo que tenga por otro lado mayor importancia. In ascensione Domini, pues, Y ¿varones galileos qué miráis ahí como pasmadotes? Viri galilei, quid adspicitis in caelum? Cristo se fue al Padre. Aquel al que visteis subir al cielo del mismo modo volverá al fin de los tiempos. Se consuma de esta forma la promesa mesiánica. Desde entonces los creyentes nos hemos pasado la vida mirando al Cielo, resignados. Porque creemos en lo perfecto y vivimos en un mundo imperfecto. Es la fiesta que seguía a la de las letanías. Esto es las Rogativas. Cristo se va y deja un campo florido. Sus pies y sus manos llagados de cuerpo glorioso bendicen la tierra. En España ya es primavera..

 El pasado domingo fui a misa a la catedral de Oviedo y acabo de regresar a Madrid. Allí sigue siendo una gran fiesta, tambor y gaita y danza prima a la salida de misa. Danzantes a toda mecha y humor y jovialidad. Esa jovialidad ovetense no la ofrece ninguna otra ciudad española, o al menos así lo creo yo ¿No era el corpus? Le dije a mi santa cuando predicaba el cura su sermón muy de circunstancias. ¿Dónde tienes la cabeza de melón? Hoy celebramos la Ascensión. Pues ciertos son los toros.. Que a veces uno tiene que estar al santo y a la limosna y se nos va el santo al cielo con esto de las nuevas rúbricas del misal, bueno ya no hay misal en realidad.

 Los que ya hemos sumado algunos años acusamos más que nadie estas inconsistencias en las fiestas móviles. En Oviedo cayeron toda la jornada chuzos de punta.  La meteorología, adusta, hasta parece que protestaba por el cambio de horario. Domingo de orballo y borrina pero el campo astur estaba hermoso en sus nueves matices de verde. Y las mocinas de Oviedo que guapes son, Dios. Y la copla seguía sonando al husmo del refrán meteorológico. “Por la Ascensión, rosas en Oviedo y cerezas en León”

Todos recordamos este día nuestra primera comunión, el alborozo de las campanas. En España se solía comulgar en esa fecha y creo que se sigue haciendo gracias a Dios aunque seamos más laicos qué se le va a hacer pero ¿no tendrán la culpa los curas por haber renunciado a una tradición milenaria con tanta alacridad?

 En este día gozoso y triunfal no se puede por menos de recordar la elegía de Fray Luis de León en su oda ¿Y dejas, Pastor Santo? Cristo triunfa sobre la muerte y se va al cielo a prepararnos la morada del Tabor. Es el premio al dolor de la cruz. Y nos deja la potestad de curar, de hablar y escribir lenguas – a muchos no les afecta porque siguen siendo tontos en tres idiomas- y de arrojar demonios y de domar serpientes. Se consolida la Parusía y el Espíritu pentecostal que sopla cuando quiere y como quiere. Hoy cantando esta misa me he sentido con más fuerzas, más creyente. El bautismo nos vuelve inmunes contra la picadura del escorpión y del basilisco. ¿Y las serpientes? Que repten. Que arrastren sus inmundas panzas sobre la tierra. Varones galileos ¿qué andáis mirando ahí al cielo? Estamos curados de espanto. El Salvador nos legó la triaca que contra la picadura de la víbora y de las lenguas venenosas nos vuelve indemnes.

 El evangelio de esta fiesta era uno de los más hermosos del año: “Estos signos serán de los que me sigan: en mi nombre lanzarán demonios, domarán serpientes, hablarán múltiples lenguas y si algún veneno bebieren no les hará daño. Sobre los enfermos e impedidos impondrán las manos y sanarán”.

 En mi pueblo se denominaba el jueves de la ascensión el Día del Bien. Seguramente por aquel  et bene habebunt” que nos promete el Maestro de Justicia y de Misericordia en el evangelio de Marcos. Las abuelas castellanas hacían el tradicional hornazo a base de rosquillas de palo que se repartían por las casas. Se condimentaban con unas hierbas recién nacidas, hinojosas y gencianas- en las parameras por esta época que aliviaban el vientre y curaban la opilación. Así que Xto. se va al cielo pero nos deja a buen recaudo. Todo atado y bien atado. No tengáis miedo. A tanto malvado y malvada pero no es que sean malos es que son gilipollas Él es más fuerte que la muerte y la enfermedad. La ascensión es su apoteosis. El colofón a la resurrección lo que vuelve a nuestra religión – practicada por nosotros hombres de poca fe y pecadores- invencible y superior. Por eso, nos atacan con tanto saña y denuedo. Pero en un plan teológico por lo que toca a los novísimos no hay color ni comparanza con el catolicismo. Nuestra religión es perfecta.

 Las fuerzas oscuras no dejan de colocar chinas en el zapato y una de ellas es esta confusión de fiestas y de epactas, ese miedo que ha demostrado la jerarquía a salir en defensa de su fe, esa contemporización con el mundo y con los ámbitos de acoso y derribo a la gran catedral. Me alegro haber cometido este gazapo para demostrar a quien corresponda que  el traspaso de dos de los grandes jueves del año, Ascensión y Corpus, para muchos fieles católicos de nuestra querida España es piedra de escándalo. ¿Y dejas pastor santo tu grey en este valle profundo? Quizá el otro día por eso en Oviedo y en León llovía a cantaros. Pero las cerezas y las rosas estaban ya en sus cestillos como todos los años. Colige, virgo rosas. Qué solos nos dejas, Señor, pero qué confortados. Pasó ya la Ascensión pero nos queda su octava. Gozoso tiempo de cerezas y rosas y de primeras comuniones.

Domingo, 20 de mayo de 2007

TRES JUEVES HAY EN EL AÑO

Antonio Parra

Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión. Traen auras los recuerdos de olor a romero y a tomillo calles tapizadas con plantas aromáticas y alborozado tañer de campas cantos eucarísticos al amor de los amores gentes apiñadas en las aceras para ver pasar al señor. La carroza pasaba portando el blanco viril testimonio de amor y de perdón estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos hecho pan y convertido en vino. Cuerpo de Cristo. No tengáis miedo. Ñie baiotsa. La frase la escucho por Internet por Radio Blago una estación ortodoxa que emite desde un lejano monasterio ruso perdido más allá de los Urales. ¡Caminos misteriosos! ¡Oh milagro del amor!

 Porque en España este jueves del año que relucía más que el sol es un día de diario salvo en Toledo nuestra nueva Jerusalén. La Jerusalén española que guarda las esencias del rito visigótico. Que siempre será católica o al menos en eso confiamos. La custodia de Arfe asciende gloriosa por las vargas empinadas de la ciudad Imperial, baja las cuestas, en Zocodover los cadetes de infantería le rendirán honores y se interna por correderas misteriosas y empavesadas toldos del amor y del perdón y un alfomar de rosas, por la Puerta del Perdón. Hosanna al hijo de David.

 El corpus a los que los franceses llamaban La Fête Dieu (la fiesta de dios) es un perpetuo domingo de ramos que conmemora la entrada en Jerusalén. La Cruz triunfa en la historia. Extended, pueblos, la alcatifa; que pise la tierra el ángel de bendición. Desenrollad vuestros mantos, tended humildes vuestras zofras para que sirvan de blando tapiz al rey de la gloria. ¿Quis est iste rex Gloriae? Dominus potens Israel, contesta el salmista con inspiración mesiánica.

 Humillad vuestras cabezas. Todo está bien. Canta la golondrina en la enramada y por las veredas nace la flor. No tengáis miedo. No os suma la zozobra. ¿Quién eres? Soy yo. Quo vadis, domine? ¿Adónde vas, Señor? Voy con Vos. No conmigo, no, pero te daré tal don. Eucaristía. Eulogía. Palabras de perdón.

 Pasada la Canaleja donde Segovia es todo un balcón que abre a sus puertas a la luz y las auras guadarrameñas, estaban los soldados del regimiento cubriendo carrera. Firmes. Un teniente abanderado presentaba honores.  Este teniente artillero era mi padre. Los acordes del himno nacional sonaban en la Plaza Mayor Escoltaban el cortejo el obispo con capa magna. Un paje portaba los vuelos y aquel paje con sotana colorada de monago era yo.

 ¡Oh aquel obispo rozagante! Un santo, un verdadero santo (Daniel se llamaba, Daniel Llorente de Federico) que vivía muy pobremente y era austero y la cara demacrada por los largos ayunos, delgado y tieso como un huso, le recuerdo, no escatimaba el boato y el esplendor de la liturgia en las fiestas señaladas. Su entrada en la catedral se efectuaba al son de clarines y timbales. Un añafilero atacaba la caja y el maestro de ceremonias, un cura gordo que se fumaba sus buenos puros en las fiestas de guardar e invitaba a los amigos beneficiados a tostón en el Bernardino pues venía de una casa de labranza rica de Hontanares y además le había tocado la lotería, daba el aviso:

-Celso, toca, que ya está aquí el obispo.

Había un trajín de sotanas en movimiento, prisas y el volar de los faldeos de capisayos en el enlosado de las naves del transepto, allí toda la magia y el arte del gótico tardío de Gil de Hontañón y allá en lo alto de la nave del triforio sonreía maternal el cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro. Al tomar posesión de su cátedra monseñor Llorente (seguía el ceremonial de Toledo, según las rubricas del libro gótico, el cantoral gordo que abría sus paginas de pergamino apoyadas sobre el facistol del coro) y cada una de las rubricas las seguía a rajatabla, la primera mirada era para aquella imagen.

 El maestro de ceremonias le iba señalando con un puntero de plata la oración del misal que tenía que leer o la antífona que cantar. Su primera mirada y su primera oración era para aquella Virgen sobre la predela catedralicia, que ocupaba casi todo el hastial sobre los ánditos del transepto. Yo también llevo desde entonces zurcida a las entretelas de mi corazón el dulce mirar de la Madre de Dios.  Sonaban triunfales  bajo la totalidad de las cúpulas las melodías del órgano. Yo era aquel monaguillo que en la fiesta del corpus y otras solemnidades portaba la capa magna detrás del cortejo episcopal de empuesta al diacono con la cruz alzada y los acólitos y turiferarios. Me halagaba que me vieran y si fijasen en mí las vecinas. Mira el curilla qué majo.

-El cante misa ¿para cuando?

-Pronto, doña Macrina.

Esta señora era amiga íntima de doña Patro. Eran dos solteronas que salían juntas del bracero. No se perdían ninguna procesión, triduo ni novenario. Yo les sonreía con la capa magna del obispo recogida en mi regazo y que abultaba  más que un servidor. La Macrina y la Patro siempre juntitas y del bracero simpáticas beatorras, pero muy tacañas pues no se estiraban jamás cuando yo iba a llevarles la “caja” –un san Antonio o un corazón de Jesús o la Dolorosa- que según piadosa costumbre se iba repartiendo por las barriadas de mi parroquia de Santa Eulalia.

 Todo lo más una perra chica o un bollo cuando había casas donde me regalaban un duro o una entrada para ver una película en el cine Cervantes. Yo no comprendía a aquellas solteronas siempre tan juntitas, tan simpáticas, tan redichas,  siempre de hábito y ceñidas con algún cordón, a misa de doce salían con un devocionario. ¿Serían monjas? No; no eran monjas. ¿Entonces como es que siempre estan juntas y en permanente comunidad? Son dos bolleras, me informó una de mis primas que se enteraba de todos los bulos que corrían por la ciudad.

No sabía lo que significaba bolleras. Lo miré en el diccionario. Tampoco venía. Tortilleras, hombre. Ah. Acabáramos. Pero doña Patro y doña Macrina siempre tan elegantes tan juntitas resplandecientes como dos soles, no se metían con nadie, no dieron ningún escándalo, todo se quedaba en casa, que parecían profesarse tierno amor. Habían nacido la una para lo otra. Y hasta se murieron con más de noventa años casi el mismo día.

 Don Daniel pasaba con gesto fatigoso y una sonrisa bendiciendo a la congregación. Le quedaban dos meses de vida. Había sido un gran catequista y pedagogo. Toda la cuaresma ayunaba y según cuentan debajo de su sotana de cachemir, de las más elegantes que confeccionaba Zurita un sastre de Valladolid dice que los v viernes ceñía sus carnes un cilicio y cuando murió encontraron debajo de la cama al lado del orinal pues murió de la próstata unas disciplinas emplomadas con bolas de acero (el gato).

Este príncipe de la Iglesia murió en la pobreza casi. Todo lo había dado a los pobres. Era un santo y un verdadero padre san Daniel su vida y su personalidad digna de ser talladas por la pluma de un Gabriel Miró. Pero no escatimaba ningún lujo ni esplendor en el servicio de la Iglesia. Por eso aquellos jueves santos en mi Segovia adorada brillaban más que el sol.

Nunca he ido por la vida en plan de recoge-pelotas y bien sabe Dios que nunca le tuve envidia a nadie pero me fijo mucho. Y cuando iba en la procesión detrás del señor obispo examinaba todos sus gestos, escuchaba todas sus frases. Y aquel Corpus de hace medio siglo justo al posar sus cáligas (zapatos de obispo) sobre el enlosado de la catedral donde yacían enterrados todos sus predecesores de aquella diócesis le dijo a un fámulo:

-Pronto estaré yo aquí con ellos.

El familiar, don Fernando Resines,  que así se llamaba el fámulo: un canónigo vigoro y muy sanguíneo, que despertaba la admiración de las beatas por su brioso buen talle y hasta puede que alguna estuviera enamorada de él secretamente, se revolvió como una ardilla:

-Señor obispo, ¿Quién piensa en eso?  Está aun para dar mucha guerra Su Ilustrísima.

Don Daniel que era un santo tuvo aquel jueves que relucía más que el sol una premonición un aviso de su glorioso transito. Moriría en olor de santidad  tres meses más tarde aquel mismo verano del 57.  Fue la muerte del Justo. Se parecía un poco al papa reinante en aquel tiempo Pío XII con sus lentes de concha redondos, su serena altivez de aristócrata de la Iglesia, su calva tallada a cincel. Se sentía muy enfermo pero a pesar de la fatiga ofició con minuciosidad el largo pontifical de casi dos horas. Ornamentos blancos casullas recamadas de oro del siglo XV. La misa del corpus la escribió la escribió nada menos que santo tomas de Aquino en 1264. Sonaron los himnos del Pange Lengua Gloriosa y del Tantum Ergo y la secuencia del Lauda Sión.  No fue una misa de difuntos sino de resurrección y eso que nuestro prelado sabía que le había salido la hoja roja. Tenía el don de profecía y el de la introspección. El bueno cuando llega la hora se alegra. Sin embargo el malo se entristece. Mors impii- del rijoso, del envidioso del que odia, del que se presenta con las manos vacías a la mesa de la eternidad- pessima. Lo dice el Eclesiastés. Y en verdad la muerte del piadoso obispo fue como una eucaristía. Su recuerdo me alienta a preservar la virtud, a perseverar en el bien aun a sabiendas de que existe el mal. El odio y las navajas por detrás y la sombra del mal que acecha. Nunca las tinieblas podrán soportar la claridad. Y esas tinieblas son mis enemigas. Nada personal. Luchamos no contra la carne y la sangre sino contra esos malos espíritus diaños del aire y de las ondas. Corpus Christi custodiat animam meam in vital aeternam. Es la fiesta. La apoteosis del amor. Un amor que existe por más que no lo parezca. No tengáis miedo. Hoy, el Corpus. Engalánese España. Es la fiesta del amor.

17/05/2007 10:41:52

 

ENTRONIZACIÓN DE BENEDICTO XVI, EL PAPA ECUMÉNICO QUE LA IGLESIA NECESITABA

 

Antonio Parra

Il Campanone repicó gordo y el mundo en la misa de entronización del nuevo papa, Benedicto XVI, creo que ha vivido momentos de gloria y de esperanza. La apelación a la unidad del Romano Pontífice así como la presencia de legados del patriarcado de Moscú, Alejandría. Antioquía, del obispo de Cantorbery y de muchas comunidades protestantes amén del mufti de Jerusalén y de imanes de varias mezquitas, ha abierto un pontificado que viene determinado por el signo ecuménico y una carga de espiritualidad y de fundamento teológico que faltó a algunos predecesores, un hecho que desde estas columnas internautas nos encargamos de apuntar con gran escándalo de muchos que se rasgaron las vestiduras y nos tildaron de blasfemos.

A la Iglesia de Cristo, después de un gran tiempo de dispersión y de imágenes arrolladoras le importaba concentrarse más sobre sí misma, reagrupar filas, acercar al hombre del siglo XXI al depósito de la fe y al mensaje del evangelio que es un comunicado de alegría, hermandad, renuncia. Y eso sólo lo podría conseguir un habitual del coro de Montecasino. Nápoles donde está situada la abadía sobre el valle de Nursia que emplaza sus muros sagrados estaba de fiesta al igual que toda Germania que ve sublimar a la cátedra de san Pedro a un bávaro - ojo que no un prusiano como lo fue Lutero- ocupando el puesto número 265 de la lista y con un nombre tan hermosamente limpio y de una gran tradición entre los sucesores de san Pedro como el de Benedicto XVI. Atención que puede ser el papa de todos poniendo a contribución toda la carne en el asador de su peso intelectual para implementar las disposiciones del Vaticano II, sin menoscabo de que proclame un regreso a la ortodoxia liturgia, pero siempre desde el espíritu del amor y de la caridad, nunca desde los apriorismos y las descalificaciones gratuitas, según la regla que siguen algunos de sus detractores que ya los empieza a tener este hombre bendito y se han despachado a su gusto con insultos y bajezas hirientes. Alguna prensa sobre todo la inglesa y la española me hacía pensar en las páginas más burdas de “Fray Candil” y de la inmensa pléyade de libelos anticlericales del siglo XIX.

Pero que nadie espere la canonización de la sodomía, para confusión de Mr. Cobblers. El pecado nefando es una aberración contra natura. ¡Pobrecillos! Merecen nuestra pena y nuestras oraciones, nunca un  sitial de privilegio en la Iglesia, que ha sido siempre cosa de hombres y de mujeres entregadas a la causa del evangelio nunca a la condonación del vicio o a una impropiedad de natura.


En cualquier caso todo esto es adjetivo. Nada tiene que ver con la sustancia. A lo largo de estas tres o cuatro semanas que han conmovido al mundo hemos podido constatar aquellos que vivimos con la antena bien desplegada la mano del Espíritu Santo. La elección de Ratzinger puede ser una de sus dádivas. El primer papa alemán que yo recuerde fue Gregorio V antecesor de Silvestre II, el inventor del reloj y por el cual sienten al otro lado de los Alpes significada reverencia, ya que celebran con más fervor que ningún otro pueblo la “Sylvester Abend”, último día del año.  También hubo otro papa tudesco, aunque en realidad era flamenco, Adriano VI pero que en la cronología cuenta como de tal nacionalidad. Los Estados Pontificios deben su origen y personalidad a Carlomagno y sobre todo a su hijo Pipino el Breve que otorgó a los obispos de Roma el poder temporal sobre territorios hasta que éstos le fueron arrebatados por Napoleón.

Por lo demás la historia del pontificado está íntimamente entreverada con el Sacro Imperio Romano Germánico. La defensa de la religión fu el móvil que puso en pie de guerra a Carlos V en el cenit de la gloria pero hubo también momentos de desdoro como, por ejemplo, la lucha por las investiduras, la huida a Canosa y la abducción a penitencia del propio Enrique IV que se posternó a los pies del papa Gregorio VII, otro monje benedictino que acabó sus días en el destierro y despojado de su silla apostólica por el emperador actuando en rigor de venganza. Cosas de los hombres pero con tales mimbres teje la pleita de su cesto misterioso el Divino Paráclito.

Hemos consultado la relación de nombres papales y el que se ha impuesto Ratzinger y el de Benedicto se distingue por haberlo tomado sacerdotes de una gran espiritualidad, de un fuerte sentido canónico. Son grandes pacificadores aunque no han dado ningún santo, sólo un beato Benedicto XI y sí un antipapa y que era español: Benedicto XIII que por no querer renunciar a su sede en Aviñón se retiró a vivir a Peñíscola permaneciendo en sus “trece” sin corregegirla ni enmendalla hasta su muerte en la localidad castellonense.


Este alemán seguro que hará bien las cosas. Está dotado de un fuerte carisma y tiene una sonrisa humilde y unos ojos claros, descripción muy distante del sambenito de inquisidor o del remoquete de “rothweiler” que le han endosado los ingleses. Ellos la verdad no se distinguen por la elegancia de maneras a la hora de referirse al obispo de Roma al que designan por lo menos el “bloody pope”.

-No bloodys and no fucks, Mr. Parra – me decía a mí el director de un colegio en una escuela del Norte de Inglaterra en la que enseñé castellano.

Y luego de ahí para arriba haciendo caso omiso de las proverbiales reglas de cortesía. Los ingleses siempre tan relamidos y pulidos pueden resultar bastos y lenguaraces. Lo he observado siguiendo los programas de la BBC y del Sky News acerca de la preconización del nuevo pontífice que apenas han tenido cobertura de forma muy desemejante a la que dieron a la muerte de Juan Pablo II, caso insólito y tenido por un santo en las Islas. Pero en ello - y que nadie se ofenda- juegan los réditos creados por la política. Para los ingleses no hay amigos ni enemigos sólo intereses. Polonia ha sido siempre su aliado natural en la balanza de poderes contra Alemania y contra Rusia y Alemania su natural enemigo. Miserias y grandezas de la condición humana. El peso de la púrpura.

Papas ingleses sin embargo, sólo ha habido uno y los alemanes se cuentan con los dedos de la mano. Por lo general el colegio cardenalicio siempre se ha inclinado por los franceses y por los italianos. A pesar de todo, creo que Benedicto XVI parece que lo han vaciado en molde y da justo la medida del papa que todos necesitábamos, el “slandering” y el cachondeo de los británicos y de los españoles miméticos y con complejo de inferioridad frente a los hugonotes de los grandes “trusts”, para los tiempos difíciles de la primera década del siglo XXI. Puede dar la campanada en cuestiones de régimen interior (ordenación de hombres casados y admisión de la mujer al altar en órdenes anciliarias, pero nunca el presbiterado) y sobre todo la reanudación del dialogo con los ortodoxos. Este puede ser el pontífice que haga que Roma y Constantinopla vuelvan a ser una. Lo dice este plumilla que un día soñó entrar en el Russicum donde los jesuitas romanos preparaban sacerdotes para ir a Rusia. El hecho de que el metropolita Cirilo, segundo del patriarca Alejo II, asistiera como plenipotenciario a la pontifical de preconización, es un avance de muchos enteros con respecto a lo que aconteció con el papa Wojtyla. Que tuvo unas relaciones desastrosas con los rusos a pesar de ser un papa del Este.

Llamó a los judíos con frase de san Agustín en sus “Confesiones” los “hermanos mayores de nuestra fe”. Y esta cita la hizo nada más comenzar su apelación ecuménica en la misa de entronización, lo que desbarata ciertos argumentos de antisemitismo que empiezan a sonar por ahí. Sin embargo, se registró en la ceremonia una gran ausencia: la del Rabino Mayor de Roma. Que no pudo asistir pues precisamente hoy celebran los hebreos su Pascua. ¿Una excusa o razón válida?

 El nuevo papa ha recibido palio de cordero pascual inmaculado y el sello sigilar. En sus manos uno de los oficios más duros y con mayor responsabilidad que pueda haber en esta tierra. La gracia del Espíritu suplirá las mermas y limitaciones de la condición humana. Él nos lo conserve en salud muchos años.

Esta tibia mañana de domingo de abril ha sido hermosa. Fui feliz contemplando la pontifical por televisión. Es algo cicatera la vida con nosotros en ocasiones como ésta de suerte que estos momentos, tan escasos,  de felicidad y de elación para los que aman las cosas espirituales tenemos que aprovecharlos.

24 de abril de 2005 


EN DEFENSA DE DON JULITO. PRO DOMO SUA. EL GENERAL FRANCO Y EL PERIODISMO DEL SILENCIO.

 

Antonio Parra

Me afianzo en lo superlativo huyendo de lo diminutivo de nuestra vida venial y gremial y comienzo deseándolo a Julito, al que todos queremos y conocemos de antiguo, y perdonamos sus pecados y sus pedos, sus pecadillos y pecadazos, quien no los tiene, y el que esté limpio de culpa que tire su primera piedra, pero los que sabemos qué es persecución y somos trigo limpio en medio de estos almiares putrefactos, y seguimos, impasible el ademán, (quién no ha tenido alguna bronca con Merino alguna vez, grescas de juzgado de guardia en las que sale a relucir de todo hasta las siete señas del hijoputa, mas luego no era nadie, es incapaz de guardar ningún rencor este egabrense un poco squarehead, un poco loco de Guttemberg, que yo creo que ha leído demasiados libros de Unamuno, es difícil que dé el brazo a torcer, y en él lo malo es ese puñetero pronto que tiene) muchos éxitos le auguramos en la aventura editorial que acaba de emprender. Julio es arisco y a la vez encantador como todos los cristianos viejos. No es un tornadizo ni golpista, ni nada de eso.

 El rigor a sus principios merece todos los respetos. Salta, como todos nosotros, a las páginas de la actualidad desde el Periodismo del Silencio. Ha demostrado que tiene redaños puesto que a un periodista hecho y derecho como él lo metes en galeras, en el limbo del no ser, y eso supone una medio condena a muerte.  Él lo ha aguantado con estoicismo. No en vano es paisano de Séneca.

“El otro Franco” es un buen texto aunque después de leerlo echo en falta el período ovetense del militar cuando fue destinado de comandante al Regimiento Milán. Fue en Asturias donde empezó a estudiar y a entusiasmarse con la idea de España y donde tuvo sus más y sus menos con las fuerzas vivas de la región, quienes le donaron con el apodo del “Comandantín”. Su noviazgo con una Polo también ofreció sus lados problemáticos. En dos ocasiones estuvo a punto de suspenderse el himeneo; una por la oposición de la familia y la otra a causa de la guerra de África. Fue convocado en vísperas de la boda. El lacónico Franquito dicen que dijo:

-Carmencita puede esperar. España, no.


Y así, otra vez a torear. Las balas como las cartas siempre llevan tu nombre y dirección. Cuando vienen no queda más remedio que “abrirlas” en la esperanza de que no sean letales, sólo tiros de suerte.  Las relaciones con Mola también siguen un tanto difusas e inéditas y uno de los grandes misterios de la biografía. Claro que a lo mejor a Merino en vez de un libro de trescientas páginas le hubieran hecho falta mil quinientas.

En Asturias tuvo para sí el descanso del guerrero. Largos paseos por la finca de Llanera y ya de viejo lo que más le prestaba del mundo era marchar a pescar al río Narcea y meter al “Campano” en su retel.

 Nos alegramos del triunfo de su libro sobre el General y se lo pasaríamos por el morro a más de uno, a ver si te enteras Contreras, aunque me temo que estos libros que postulan la verdad, son ponderados, ni hagiográficos, ni puras acrimonias como la de aquel  mal estudiante del colegio de san Antón, flecha de todos los campamentos y becas facilitadas por la OJE, de padre rojo luego enchufado en Sindicatos, al que en el SP llamábamos el Narices y que cuando entró en la redacción con tantos granos y diviesos en la cara pensábamos que su acné era debido a su manía masturbadora, y otros que escupen contra su pasado y las leyes de la gravedad que no perdonan hacen posar el gapo sobre sus hombros, susciten las iras y bilis del personal. En aquel tiempo en este país de carnés y de fichas catalogadas a nadie se le hacía escrutinio de sus orígenes. Una pena que vuelva a haber bandos y se excaven de nuevo trincheras con dos zanjas: ellos y nosotros. Corderos bienaventurados a la derecha y condenados y precitos cabrones y cabritos a la izquierda. Unos al cielo y otros al fuego eterno.

 Ya verás, Julito, que como volvamos a ganar, estos que ahora se desapuntan con tanto desparpajo volverán a hacer oposiciones para ingresar en el cuerpo de profesores supernumerarios con un aval del jefe de Centuria de Falange de su lejana provincia. Por cierto, el flecha del campamento, pajillero y meón, por otro nombre el Narizotas - cualquier día de estos le echan de Segovia que es mi pueblo o los cadetes le pegan una paliza que es lo que traen estas historias de remover el fango de la guerra civil que creíamos enterrada- el otro día desde una columna de la Prensa del Meneo él que formó parte de la prensa del movimiento, con pretensiones de furibundo Sansón quería derribar la cruz alzada de Cuelgamuros con los cuatro evangelistas de Avalos dentro, sus cuatro flancos y todo. Iskra de su furor. ¡Vaya un pión! Que le sirvan dinamita. ¿Volarán la montaña donde está la cripta catedral, sarcófago de tantos muertos? ¿Tendrán cojones?


 El libro suscitará reacciones de todos los colores. Los enemigos de la verdad están que trinan pues es un nombre que aún levanta ampollas y a la culebra le gusta cambiarse de camisa - a sabiendas de que en los disfraces estriba su poder de humo y confusión- y procurarán por todos los medios impedir la difusión del escrito. En otra cosa que son expertos estos manipuladores de nuestra memoria es en colocar mordazas y en tachar nombres. No pueden vivir sin pisar cadáveres y son responsables de la muerte civil de muchos escritores. Cada mañana veo toda una peña de fusilados que hacen cola para tomar el autobús. Son los muertos vivientes de don Dámaso. Pertenecen a una España de medio pelo, la que ficha y está en nómina. Madrid, poblado por siete millones de cadáveres. Una gran mega necrópolis nos espera al bajar la Cuesta de las Perdices.

 Pastueños, sometidos al régimen a éste y al que venga, con tal de conservar  la sinecura. Si les tocasen la cartera, si les echasen del ministerio a lo mejor se tiraban al monte, pero sólo entonces. De momento, estos franquistas espectros de lo que se fue sólo piensan en sobrevivir en la paz de sus adosados. Que no les molesten. Que no les vengan con milongas. Lo único importante es su vida es la hipoteca y poder hacerla frente a fin de mes o, divorciados de tres matrimonios, pasarle a la ex los gastos de alimonia. Católicos, al único santo que ponen velas es a Santa Nómina.

 Y los amigos y franquistas de toda la vida instalados en su comunidad y en sus raquíticas mentes de chorlitos y en su inteligencia minúscula de torzal, a los que la noción de un Franquito juerguista, algo librepensador y con instintos libreros, ellos que se asustan de la letra muerta y que no han leído en su vida, ni falta que les hace, se rasgarán las vestiduras. Dirán lo de te has pasado tres pueblos, majete pues tienen del Caudillo una imagen hierática, descarnada, casi inhumana de aquel gran español que se llamaba Francisco Franco Bahamonde. La utilizan como elemento de acreditación, como hicieron con José Antonio, para tener una ficha e ingresar en una plantilla. España tiene complejo de funcionario cesante.  Que vendió su alma al diablo, que se afilió al Psoe en catarata.


El problema de Franco es que es un coloso, un héroe epónimo demasiado grande para un pueblo tan capidisminuido como el español,  que vive huérfano de su antigua grandeza y al que le están engañando como a un chino desde las instancias del poder mediático e incluso desde algunos púlpitos. Como un Cid que cabalgará milenios por la historia de España Franco ahora inspira miedo. Y a sus enemigos es que les vuelve locos, vaya. Se ponen histéricos, con la sola mención de su apellido, echan espumadas por la boca, se hacen cámaras, o se mean por la pata abajo. Tiemblan a la mención mera de su nombre más que al pedrisco. Por eso despearon su estatua de noche pues descabalgarle de día no se atrevieran, no fuera que el jinete de hierro picara espuela y el general de la estatua desenvainara su espada .y el caballo saliendo de la horma de metal en la que le vació el artista se liase a pegar brincos delante de la guardia mora, como solía.

 La simple memoria les encabrita a estos sepultureros de la historia - les recuerdo que mi gran maestro Rodrigo Royo, un falangista que colocaba a rojos en su periódico,  al que tanto debemos los de nuestra generación escribió una novela bajo ese título - a estos prácticos del exterminio de la “recordatio nostra” en codicilos y libelos, tan en boga. Claro se forran. Parece que hasta que salieron a la palestra los Pío Moa, los Cesar Vidal no hubiera habido historiadores. Son coto cerrado, prestidigitadores del numerus clausus, familia endogámica que no permitirán el acceso a una tertulia, donde mandan las sociologías de don Híspido Estadístico. Con tal de subir y mantenerse en el machito estos fulanos que juegan a la derecha mandarían  a galeras al mismo Larra. Ellos son el gobierno y la oposición. Son el santo y la limosna. La tesis y la antítesis. Si tú te llegas a ellos diciendo que eres un poco la síntesis, te tomarán por un fantasma que les bajó del cielo de sopetón, y que no esperaban porque aquí hay que planificar todo. Hasta las ideas.  Por eso, si les hablas, se quedarán de piedra abriendo la boca tres palmos:

-¡Ah!

 Nuestros anales estuvieron en manos de los que perdieron la guerra civil o en manos de los ingleses. A toda una generación de españoles, la que tiene menos de treinta años, se les ha vedado el acceso a nuestro pasado. Franco- eso fue lo malo- habiendo ganado la guerra real en el campo de batalla, resultó vencido en el campo por la gran parafernalia que le fue adversa del mundo de la información, en manos siempre de los sinabobos a los que tanto admiraba. Candaron con siete llaves el sepulcro del Cid y he aquí que llegan promociones que no saben nada o que les preguntas quién era Isabel la Católica y te contestan que una guarra, que estuvo siete meses sin cambiarse la camisa.


Otra cosa que les falla es su falta absoluta de sentido del humor. Como he estudiado durante estos años los usos, costumbres, atavismos y manías de la serpiente podría volverles locos, si tiro de archivo, sé mucho de sus manías y renuncios. Pero no me da la gana hacerles el caldo. Que se jodan. Un ángel habrá borrado sus nombres del libro de la vida con el mismo afán maligno con que ellos han intentado descabalgarme y suprimirme de la lista. Para mí no existen. Son entes de razón. Entelequias literarias y políticas.

-Rubicundus erat Judas.

- Y yo creo que también mallorquín, una mosca cojonera con pecas y con gafas.

-Habló el oráculo para decir inconveniencias.

-Y ¿qué dijo?

-Chorradas. No sé si salió el chueta que lleva dentro o el subnormal profundo que le habita en el desván de su desvencijada casa.

 Sólo nos salvará la poesía y a mí es lo único que me interesa: el culto a la belleza a través de la palabra. Eso y la Venus de Milo que no era blanca ni indoeuropea sino etiope como la reina de Saba. La diosa la vi surgir entre la espuma, entre la marea humana del Intercambiador. Hermosos muslos de ébano, talle de avispa. Egregia entre todo el oleaje humano de Madrid, el malecón donde se estrellan las olas de las muchedumbres del mundo, los ilotas apátridas. La bomba de Mao nos acaba de estallar entre los dedos, pero no importa, les haremos sitio. Hablan acentos extraños, el color de su piel no es la misma, pero bufan, compiten y corren ya - Gallardón dixit- en nuestra manada. La carrera de ratas está servida. Birds of the same feather- dicen los ingleses- flock together. Pero aquí vuelan plumas muy diferentes en bandas globalizadas. Esta ciudad fue siempre hospitalaria, dura y castiza, muy milagrera, amante de verbenas y botijos y más papista que el papa, aunque ya están celebrando los funerales por España. Han labrado sobre la lápida la inscripción de “hic jacet”. No sirve darle vueltas. Adiós muy buenas y ahí te quedas.

 Ha sido una maniobra perfecta y bien orquestada, de espaldas a la galería. Ya no controlamos las riendas. Los políticos siguen mamando de la teta y a Juan español le engañan contándole cuatro monsergas. ¿Y para qué queríamos tanta información que desinforma? Yo quisiera ser analfabeto, no saber nada de estos tejes manejes de trastienda. El conocimiento allega dolor. Por eso sufrimos tanto los que sabemos.  La revolución silenciosa toca ya a su fin aunque parece que la gente está despertando, tarde y torpemente, y se da cuenta de que le han vendido la burra mal capada. Momento amargo


Míster Cobblers que ha recibido órdenes de arriba y es más acomodaticio de lo que algunos lo suponen al mandato de Supraba yo creo que pertenece al mundo onírico de las pesadillas. Pero no me voy a poner a escribir más sobre ese individuo que me da repelús. Va a convertirse en el Pedro Go de nuestros informativos porque la gente nada más verle aparecer agitando la zocata, mirando con ojos de basilisco y haciendo sonar su voz engolada hace zapping o apaga la televisión y lo dejan con la palabra en la boca. Este sí que tiene verdadera madera de dictador.

No. De nimis non curat praetor. Que lo hagan otros plumillas. Y que le den un jamón con chorreras. Yo no me mancho las teclas de mocos. Mañana más.

23 de abril de 2005

PERVERSIÓN LINGÜÍSTICA

 

Antonio Parra

 

Tenía que evacuar consultas no diplomáticas claro está sino editoriales. Llamo a Barcelona y me ponen un contestador en catalán. Me siento un gilipollas porque no hablo el catalán, lo leo y el lemosín a medias, tal vez por aquello del espíritu de cuerpo filológico que uno lleva dentro y que mis maestros fueron catalanes ( Mariner Bigorra fue el mejor latinista que tuvo la complutense y siempre que he de solventar una duda sobre étimos hay que acudir al Corominas complementario al de maría Moliner  a titulo de referencia porque el que acaba siempre llevándose el gato al agua en cuanto al origen de donde arranca el uso de las palabras es el Casares. Pero, recapitulando, el catalán se me atraganta como a tantos otros españoles. Y ahora el gallego al que siempre sentía una simpatía racial por cuestión de vecindario ya que tengo algo escrito por ahí sobre el bable y gallegos y asturianos primos hermanos, tres pares de lo mismo. Porque no es gallego eufónico y meloso de Puente Denme sino el de los caldereiros de Villalba, el que habla Fraga, que es un gallego castellanizado y algo macarrónico. Telefoneé a Santiago e ídem de lienzo la misma cantinela. El contestador de marras al aparato. Dije:

- Eu. (Yo…)

Y colgué. Pero recuerdo con nostalgia la jerga melodiosa de los afiladores y de los segadores que nos mandaba Rosalía todos los veranos. Venían los coitadiños rosados como ángeles y se los devolvíamos como leños. Ay Santa compaña. Dulce Monforte de Lemos. Prosas de Cunqueiro. Melodías de campanarios que es la música de Mondoñedo. Este no es mi Juan que me lo han cambiado. Nuestra política lingüística desde el 75 para acá ha sido un desastre.

 Pocos españoles sabrán y menos con los nuevos planes de estudios que borrarán del mapa a Isabel y Fernando y nuestros escolares no tendrán derecho a saber quién era el Duque de alba y qué ocurrió en Lepanto (¡cuán triste, ala triste) que el mejor canto a España está escrito en catalán por mosén Cinto Verdaguer en La Atlántida. Al alumno de las 17 taifas se le hará gracia de saber que Cosme Churruca el héroe de  Trafalgar era de Ondarroa y que hubo un tiempo en que se decía que “España tenía las espaldas cubiertas por los pechos de los marinos vascos”.

Antiguamente una de las mayores riquezas eran sus idiomas y dialectos. La unidad dentro de la variedad pero se ha malbaratado el peculio del “ex pluribus unum” lema frontal del escudo de los Reyes Católicos que se han apropiado los norteamericanos. Me acuerdo que una vez en Lieja estuve a punto de perder un tren. Había hablado al aduanero en francés y él era flamenco. Lo tomó como una injuria y me mandó al convoy que salía para Paris cuando yo quería ir a Bruselas. Las lenguas son un bien pero cuando se convierten en boomerang o en dardo, malo. Ha ocurrido en Bélgica y está ocurriendo en Rusia y en los Balcanes o en el Canadá. Pero los franceses que son muy listos han arrinconado el patois y las 27 variantes dialectales del francés que se parlaba en el medioevo.

 Los servicios secretos británicos ingleses pusieron sordina a las reclamaciones de los escoceses e irlandeses por una lengua propia y la lengua del País de Gales que en los sesenta tenía cierta preponderancia no tiene mayor importancia en la Gran Bretaña actual que el castuo la tiene para nosotros. En la democracia más antigua del mundo no se ha dado licencia a los galeses para que tengan una televisión en su jerga materna las veinticuatro horas del día. Sólo media hora antes del telediario. Ocurre también en Escocia. Y el cornish y otras lenguas célticas que se hablaban en el Reino Unido han desaparecido. USA ha restringido a pesar de lo que diga don Luis Maria Ansón y otros optimistas de la cuerda (poco conocen a los americanos) la enseñanza del castellano. Los hispanos si quieren medrar tienen que renunciar a su idioma y adoptar al inglés y hasta se cambian los apellidos como ese candidato a la Casa Blanca que siendo chicano ha adoptado un nombre anglosajón.

 No  seamos ilusos. En Washington siguen creyendo a pie juntillas que la “lengua es la compañera del imperio” importan unidad y exportan división. Es lo que les conviene y aquí desgraciadamente el que ha ganado es don Chorri Puchol en su política de odio al castellano. Para mí ese hombre que tiene muy poco de demócrata ha sido el celador o el sacristán de esta democracia vigilada. Todavía tengo grabada la imagen de don Jorge con los pirreles colgando celebrando una entrevista con el Rey a bordo de un telesilla. Todos con equipo montañeros y botas de esquiar y el bueno de don Jordi en ropa de calle. Hasta los gatos llevan zapatos. La política lingüística de estos últimos lustros no pudo ser peor.  Él tuvo la culpa, él. Encastillado de soberbia y de odio a España furibundo prietas las filas henchidos los pechos furibundos de venganza catalana. Y la vamos a pagar.

 

Miércoles, 31 de enero de 2007

ROUCO PAPABLE, LA MARIOLOGÍA Y LOS RECUERDOS DEL  CAMPUS COMILLENSE

 

ANTONIO PARRA

Rouco se enfrentó a la puta bestia, denunció los males que aquejan a esta sociedad (familias destruidas, aborto libre, los niños de las escuelas sin cristianar y atragantados de laicismo, casamientos sodomitas, la ira que mata, la avaricia que roba, la lujuria que esclaviza y la vida que vale poco en esos barrios donde hay tanta violencia y donde te pueden pegar un tiro o un navajazo a la buena de dios, la juventud angustiada y sin salidas), cantó las verdades del barquero con esa voz joven y esa cara de misacantano - la Iglesia sigue siendo moza, alegre, optimista y esperanzada pues esto entra en el dictamen de la antigua perícope que cantábamos: “subiré al altar de Dios/al Señor que alegra mi juventud”- que sigue teniendo, pese a los años y a los achaques. Puso sobre la mesa la apostasía imperante hablando con la autoridad de un verdadero Primado:

-En Madrid se peca terriblemente.

Cierto. España, la hija predilecta de la Iglesia, y si no la predilecta, puesto que Roma siempre nos ha mirado con reservas, una de las naciones que más hizo en  pro de la implantación en el mundo de la norma evangélica, vive de espaldas a la Cruz y por la ley de los instintos inferiores. Aquí se infringen con tesón, a barrisco, pública y concejeramente los diez mandamientos. Quizá, dando cumplimiento al discurso en el Parque de Comillas- y es a Comillas adonde quiero volver- de don Manuel Azaña, España ha dejado de ser católica.

La puta bestia  no perdona y Anás y Caifás, los sacerdotes del Gran Sanedrín, los que vigilan la parva, los comisarios de lo políticamente correcto, se rasgaron las vestiduras y otra vez han vuelto a sonar las palabras que sonaron en el gazofilacio o patio de las condenas aquella tarde de Viernes Santo, dando vida a secuencias de la Pasión del Salvador que siguen gozando de una perentoria vigencia y actualidad sorprendente.  Todo lo que se dijo y se hizo en aquella ocasión magna es aplicable a la problemática hogaño:

-Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos de testigos?


La entereza de este gallego que tiene una consistencia berroqueña propia del granito que tallan los canteros de su tierra lucense le costó la presidencia de la conferencia episcopal. Su franqueza le colocó sobre los hombros la coroza de impolítico. Y eligieron al tal Blaquez que tampoco es un obispo desdeñable sino un abulense acérrimo, teresiano y bien preparado, que ha logrado domeñar la alborotada colmena de Bilbao. Los caminos del Señor son inescrutables y el Espíritu tiene sus formas incomprensibles de actuación pero de tejas abajo el escándalo está servido y, a mí me parece, Arzalluz y sus muchachos nos han marcado un gol a los que hemos valorado mucho la independencia eclesial del poder secular. En Roma, sin embargo, la cotización de Rouco Varela ha subido. Figura ya como el delfín de Juan Pablo II.

  ¿Pero cómo puede decir tal cosa? Rouco rocoso, dijo Bedoyo desde las páginas de un diario nacional y a Bedoyo le conozco mucho pues era mi amigo en Comillas. Por díscolos e incorregibles el P. Eguillor, prefecto, aquel vasco que era uno de los hombres más perversos que he conocido en mi existencia, el fajín de san Ignacio le sirvió de poco a la hora de la santificación personal, nos colocó en el pelotón de los torpes. El tercer grado jesuítico se llama capelo y a los dos nos lo impuso dos trimestres. Juan G. Bedoya, aquel chico de Potes con el que discutía de literatura en los recreos, no sé si alcanzó el presbiterado pero es uno de los periodistas más respetables del país y corresponsal religioso del periódico donde firma. No comparto yo su visión de los asuntos canónicos pues siempre me ha gustado ir a mi aire pero le respeto y sigo pues está por lo general muy en el cristus de lo que acontece en la cúpula jerárquica.

NOS MANDARON A GALERAS

 Nos mandaron a galeras y en cierto modo en aquella amistad - nos íbamos a leer “La Colmena”, que era libro prohibido a los acantilados de Peña Castillo para estar mejor a nuestras anchas- empezó a fraguarse la reconciliación de las dos Españas, algo que por estos días se está viniendo abajo. A él por rojo, puesto que creo que su padre purgaba condena por motivos políticos en Santoña y a mí por decir que mi padre era militar de Franco durante un paseo. Ya en los cincuenta en algunos seminarios el nombre del dictador no era bien quisto.  Caí en desgracia ya desde entonces, vaya por Dios, y ya digo ando muy curado de espanto; estoy avezado a todo tipo de descalificaciones cuando no a insultos satánicos. Me amparo como puedo de los gargajos. La última vez por lo que salió de las plumas y de las boquitas de algunos era para pedir agua bendita y exorcismo. Padre, perdónalos.

-No te metas en política, Parrita.

-Si yo no me meto, señor. Lo que pasa es que las verdades escuecen como le ha pasado al Cardenal.

-¿Les perdonas?

-Claro que sí. Hay que cerrar heridas. Pero reconozco que el momento es delicado. La bestia cambia de camisa y no se mueve en línea recta al revés que el común de los animales de la creación sino que repta en zigzag.


-Por eso la serpiente tiene entre nosotros tantos seguidores. Se ha instaurado a lo largo y a lo ancho el culto de ofiolatría. Es el nuevo lenguaje ambivalente.

-Ya lo creo. Ahí tenemos al ofidio enroscado al hacha símbolo del terror etarra.

-¿No te gustan los vascos?

-Ni mucho menos. Mis mejores amigos de Comillas eran vascos: Aburto, Arriaza, Arriola, Aramburu, que era hijo de un gudari, lo mismo que Amilibia, uno de los colegas que más admiro. Entonces yo creía que era posible el perdón y la amnistía. Ahora lo veo más difícil.

-Eta nació en un seminario.

-Es posible pero yo barruntando el humo de Satanás y la que se venía con el concilio colgué la sotana. Después Chusmari Amilibia que también estuvo en colegio de frailes cuando llegó a un campamento del Frente de Juventudes definió el estado de la cuestión en sus Héroes de barro: “Esto ya es otra cosa”.

-Ojalá sea Rouco él el próximo sucesor de los apóstoles. Madera tiene. Es una lumbrera teológica, lo justo para la brega de defender a la SRI en su encrucijada. Esta puede ser la hora de los bárbaros. Vuelven a piafar los caballos de Atila y por Europa se cruza la sombra de Almanzor. Se habla del nacimiento de otra cultura, del diálogo de civilizaciones, un eufemismo para acabar con el antiguo statuo quo que suplante a casi tres milenios de cristianismo. Lo que no consiguieron la Toma de la Bastilla y la revolución rusa lo puede implantar de un plumazo el abogado de esa fórmula que supone una auténtica rendición al Islam y una declaración de guerra a los valores cristianos.

Sin embargo, alguien dijo: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos. ¿De qué dudáis, de qué tenéis miedo, hombres de poca fe? El odio y las históricas reivindicaciones revanchistas serán aplastados por el amor.

 Tiene Rouco Varela coraje y mano izquierda. Tampoco le falta ternura y ferrete. Ese sentido del humor con que observan el mundo los suevos. Y sobre todo una amplia preparación teologal. ¿Serán tales avales suficientes para acometer la proteica tarea que le aguarde al futuro obispo de Roma? 

-Las cosas marchan mejor en este país y creo que en la Iglesia Universal cuando mandan los gallegos. Tampoco hay que dejar de mano esa dulzura, ese tacto, de don Antonio María. Eso se llama carisma. Y él es carismático.

-A lo mejor tu artículo sobre Mondoñedo es profético.


- Dios lo quiera. Uno a veces escribe guiado por una mano extraña que le hace plasmar en el papel razones insospechadas y fuera de norma. No hay que echar nunca en saco roto los pensamientos oníricos ni las corazonadas. Creo que esa es una de las razones por las que emborronamos papel.

BUENOS Y MALOS

 Todos aquellos padres jesuitas y había de todo buenos y malos eran muy inclinados al PNV y aliadófilos (Rábago, Cabezas, Eguillor) como bien demostró en su novela, una de las mejores de posguerra escrita por José Luis Castillo Puche Sin camino, una verdadera continuación del AMDG de Pérez de Ayala donde se plasman las aberraciones, injusticias, mariconería y discriminación entre alumnos pobres y ricos y muy pobre me era yo- mi padre un simple sargento del mal pagado ejército de Franco-, de los colegios jesuíticos. Era aquel seminario una iglesia de ricos, si bien el buen Marqués de Comillas la fundó con otro espíritu. Ora por mí desde el cielo, Padre Regatillo que me enseñaste a amar los Canónes y la Moral.  En el claustro únicamente había un germanófilo el P. Martino recién llegado de Munich y éste tampoco nos miraba con buenos ojos. Tampoco me han logrado entusiasmar nunca los alemanes.

 Esta obra del murciano Castillo Puche fue comprada en su totalidad por la Compañía y hoy es raro encontrar ejemplares de la misma. Había puesto el dedo en la llaga tirando de la manta y dejando al descubierto algunos males de la Iglesia y del falso misticismo, todos esos desafueros que hacen difícil la convivencia claustral, abogando por las reformas desde la crítica y la caridad. Cierto, las reformas son necesarias pero lo veo difícil. Es difícil pedir peras al olmo, que los curas se casen, que haya diaconisas, que alguien pida perdón por los vejámenes a los que fuimos sometidos novicios y seminaristas en aquellos años triunfales, los mejores que ha vivido la Iglesia española, para bien y para mal,  desde el siglos XVI. Pero se cometieron atropellos. Estos lodos son consecuencia de aquel barro.

 Me conformaría con que los templos hubiese servicios donde acudir cuando aprieta la necesidad. Es un derecho humano que se nos niega a los fieles cristianos. La implantación de mingitorios en los recintos sagrados sería un triunfo, una conquista social, y no haya que ir a buscar una pared como siguen haciendo desde la edad media los costaleros de las procesiones semanasanteras de Sevilla. El valor divino de lo humano. ¿O es al revés? ¿Qué hago yo en mitad de la misa cuando me dan unos retortijones y he de salir a toda prisa en busca de un bar? A veces un WC puede ser una obra de misericordia.


Ahora volvamos a Rouco al que González Bedoya tilda de rocoso y al que los socialistas acusan de haber sido compañero de viaje de José María Aznar. Eso no es verdad o sólo una verdad a medias. Conozco muy bien al cardenal. He seguido sus pasos y visto plasmado sus espíritu a lo largo de su dilatada y brillante carrera eclesial. Es un adalid en Dogma y un luchador por la justicia social. Estamos ante un cura de cuerpo entero, de los que no se casan con nadie. Me parece que fue una afrenta emparejarlo con los “newcom” (perdón por la palabreja) de la escuela de los economistas de Chicago o de los fabricantes de armas que mandan en el Pentágono como Cheaney. Rouco es un hombre de Dios, un hombre de paz. Ha demostrado que tiene muchas agallas y en Roma se quedaron ante su franqueza pasmados. Hacía mucho tiempo que nadie llamaba a las cosas por su nombre. Y tanto es así que lo hicieron palpable.

-Un papable es poca cosa pues ya sabes el viejo dicho romano: “Quien entra papa en el conclave, sale cardenal”. Suele ser el Espíritu Santo bastante correoso y muy mirado para esto de las fumatas. Sin embargo, monseñor Rouco llega con buenos avales como el haber puesto en pie una archidiócesis tan difícil y llena de problemas como es la complutense. A Madrid la llaman la “nueva Babilonia” donde quieren implantar el diálogo de las civilizaciones. Aquí Mahoma es muy poderoso y la media luna quiere volver a hacer sombra a la cruz. A la vuelta de unos años, España puede sumarse a la lista de países islámicos, de seguir las cosas por ese camino.

PAPA MISTERIOSO

- Pongámonos todos bajo el manto de la Virgen. Rouco es marianista.

-La mujer vestida de sol y calzada de luna que aplastará la cabeza del dragón.

-Totus tuus, sí

-Eso es de san Bernardo pero todos los caballeros de María es un emblema que llevamos marcado a fuego en nuestro corazón.

-Eso es de san Bernardo el cantor de María pero algunos se lo han arrogado como propio. El abad de Claraval llenó Europa de monasterios. Mandaba a sus frailes a fundar conventos de doce en doce. Estos centros de oración, estudio y trabajo fueron el antemural que protegió a Europa de la barbarie del fundamentalismo coránico.

-Así es. San Bernardo fue un enviado del cielo. Tampoco se casaba con nadie. Al propio papa Eugenio III, por sus inclinaciones simoníacas, y que rodeó su corte pontificia de usurarios y renoveros le escribió más de una paulina. Y de ellos queda constancia en sus exhortaciones de caridad y en sus cartas.

-Sus enemigos, que son los enemigos de la mariología decían de él que era poco hombre y un homosexual.


-Cierto era muy guapo, un adonis y sus biógrafos cuentan siempre la anécdota de aquella posadera que se encaprichó de su persona y ella vino en mitad de la noche a meterle mano. Pero él la arrojó de la alcoba con un tizón encendido.

-Eso mismo se cuenta de san Tomás. El Doctor Angélico y el Doctor Melifluo vieron a un buey volar y fueron los acérrimos restauradores de la castidad en Occidente y hoy son víctimas de los argumentos ad hominem. Han salido del armario. Sin embargo, las  Glorias de María ahí están: Ella es la medianera de las gracias, el pilar de la Iglesia, la Cristífera y corredentora, el consuelo de los afligidos, la garante de los carismas y de los milagros. La gran obra mariológica de Rouco bebe en esas fuentes mismas. No se puede entender el Catolicismo sin la Virgen, algo que escandaliza a los protestantes, a los judíos y a los mahometanos. Pero a no a los ortodoxos de donde viene el culto. Los griegos llaman a Nuestra Señora la Odigytria (la que muestra el camino).

-Pero ¿cómo es posible? María de Nazaret vivió una vida oculta, y, después de la salutación arcangélica que la designa bendita entre todas las mujeres, no abre la boca en los Sinópticos más que un par de veces para decir que no tenían vino o “te buscábamos tu padre y yo; ¿dónde te has metido, hijo?”. Con tales elementos se fragua el gran edificio del culto de hiperdulía. Las madonas renacentistas, las vírgenes negras de la antigüedad, trasuntos del culto a la Magna Mater, Cibeles, la madre tierra, la señora de las espigas de la fecundidad,  las inmaculadas de Murillo o las tallas góticas siempre sonrientes vírgenes del pajarito y coronadas; en su regazo, el Niño. Resulta una desproporción semejante tinglado sobre una base documental tan escasa. Sin embargo, en los libros del Cardenal de Madrid se explican algunos puntos candentes del misterio mariologico. Lourdes y Fátima son otra historia sobre los cuales pasa un poco de largo, como buen teólogo, al igual que las profecías de san Malaquías que está claro que son apócrifas y se deben a los bolandistas. De la misma manera, la cuestión tan complicada de las apariciones no constituye para la Iglesia artículo de fe aunque sean piadosas realidades del culto local...


-Precisamente por eso. Porque es demasiado. En este caso sí.  De María nunquam satis. Hablando de la Virgen nunca tendremos lo bastante. Eso también lo dijo san Bernardo. Porque ella simboliza ese deseo de belleza y de amor que colma las aspiraciones del ser humano. Una de las grandes epifanías de Juan Pablo II, este papa misterioso, ha sido decir que la divinidad tiene una fuerte carga de componente femenino, esto es: Dios es mujer. Toda una audacia que introduce un nuevo elemento al intrincado aspecto de la mariología. Hay cosas que ama el corazón y que la razón no entiende. Esas demasías, no obstante, pueden salvarnos. Siempre fue así en la historia de la Iglesia. Too much, desde luego pero de María nunca demasiado porque Ella rompe todos los esquemas. Espiritualmente, va contra el lema de los epicúreos que predicaban que de nada demasiado. Pero en el amor a la Llena de Gracia hay que colmar medida. Eya, velar. Velad aljama de los judíos. Velad, refugio de los cristianos. Pienso en estas cosas ahora que recuerdo las visitas de Roco al campus comillense hará la friolera de unos cuarenta y cinco años. Siempre nos hablaba de la Santísima Virgen.

SEMINARIOS ATESTADOS

Ciertamente en su proyección marianista los autores sagrados se sueltan la melena a contrapelo de la escasez de elementos de juicio con que se cuenta a la hora de alzar un monumento de tanta belleza y de tanta sabiduría como es el culto marial que aprendimos de niño en aquel somo sobre el mar, un verdadero edén  iniciativo sobre los mismos veriles del océano entre los escarpados farallones de Peña Castillo y las dunas de Oyambre. Verdadero promontorio de sabiduría y de piedad  era el campus comillense. Ya no se nos olvidará. La divergencia de acentos, de tipos y de clanes, así como de diversas persuasiones políticas, pues los vascos, como ya he dicho, iban a su aire, y me sorprendió ya desde entonces el antifranquismo que nacía en el seno de la Iglesia. Ellos serían los liquidadores del sistema pero hay quienes cuentan aquellas historias que yo viví y tergiversan las cosas. La sombra del Stella Maris viaja con nosotros hasta la tumba. Rouco que iba y venía y que nos visitó varias veces encargado por el arzobispo arriba y Castro a la sazón de Mondoñedo de ir a ver a los chicos de vez en cuando siempre aparecía rodeado por una turba de gramáticos, de retóricos, filósofos y de teólogos todos ellos provenientes de la nutrida cantera celta que siempre dio muchos curas y militares.

 Algunos como mi amigo Lois que tenía un hermano afilador o el orensano Seoane hablando en gallego cerrado Los seminarios estaban entonces abarrotados y gracias a ellos pudimos estudiar los pobres. De ahí venimos y no nos es lícito escupir sobre nuestro pasado ¿Nacionalcatolicismo? Tal vez. Pero nunca he asistido a mejores debates, a mayores peleas dialécticas que las que se colocaban a la sombra de la Aceitera en aquel viejo salón de grados entre tomistas y suarecianos. La mente y el estilo de la iglesia es elucidaria, discursiva y abominó del pensamiento único tolerando la crítica. Incluso los inquisidores absolvían a los que abjuraba de sus errores permitiendo el paso a la hoguera sólo de los relapsos en herejía, los recalcitrantes. Los debates entre Pedro Abelardo y el melifluo Bernardo de Claraval hicieron época en el pensamiento medieval al igual que los altercados dialécticos entre platónicos y aristotélicos, entre escotistas y lulianos.

SABERES ESCOLÁSTICOS

 Me acusan de pedante y de meter en mis artículos, nada circunspectos ni compendiosos ni cencerrados por cierto que mis razones tengo porque hoy el mundo ha dejado de ser monocromático y bilopolar, ardientes latinajos. ¡Pero si yo he aprendido a pensar gracias al Trivium y al Quadrivium! Yo ese mundo lo he mamado. No quiero dármelas de sabiondo pero ninguna base más sólida ni pensamiento moral más consistentes que el de la Iglesia, madre de la ciencia y paraninfo de libertad. Añoro aquellos quietes caminando de cuatro en fondo unos de frente y otros a reculas. O aquellos paseos de los jueves por las aldeas de la costa. Aquellos baños de mar. En la playa de Oyambre tan abierta y tan peligrosa todas las temporadas se ahogaban algún estudiante o algún maestrillo:

-Rubicundus erat Judas (Judas tenía la pelambrera color de azafrán)- le dijo un jesuita a un dominico, de color encendido como una mazorca durante una de aquella tesis y antitesis a capela con las que los padres nos regalaban algunas veces entre año por Carnavales. Las corridas de toros estaban prohibidas en el seminario y no había carrusel deportivo pues estaban prohibidos los aparatos de radio aunque algún listo se las agenciaba para montarse una radio galena en la camarilla, pero aquellos encontronazos verbales entre escuelas teológicas – se hablaba en latín- ofrecían lances muy interesantes. Al menos se pasaba bien la tarde.

-Sed de Societati Jesu (de la Compañía de Jesús) – le contestaba éste un poco cabreado haciendo frente al varapalo, al argumento ad hominem.

Pronto se metían con los pueblos y el debate terminaría con menciones a la madre, claro está:

-Caifás tenía bigote y era calvo. Había nacido en Medina del Campo.

-Tanto por tanto y letra de cambio.

Entre bromas y veras y a veces algún sopapo pues la gente se calentaba de lo lindo y por menos de nada estas grescas derivaban en luchas campales y Dios me libre de la cólera del clérigo y del furor del casto, tocaba la campana a silencio y en fila india bajábamos al refectorio a cenar.

Rouco viene de aquel mundo y de aquel seminario que yo conocí, lo mismo que la mayor parte de los obispos que integran la conferencia episcopal. Al campus comillensis le llamaban la fábrica de los obispos. No es un integrista sino un gallego cauto que sabe el terreno que pisa y con un gran bagaje intelectual a sus espaldas. Hoy  su nombre ha entrado en el bombo de la quiniela de los papales.

La firmeza de sus quejas contra la  España moralmente desmedulada han sorprendido en Roma donde ha imperado hasta ahora una política de asenso y de convivencia con los poderes fácticos. Es el dilema entro los dos Píos, ambos imperantes bajo el directorio Napoleónico, el VI “por ganar la silla pierde la fe” según un antiguo dicho romano y el VII es todo lo contrario. Per ganare la Fede perdere la sede”. Algo de esto puede ocurrir en el próximo pontificado aunque el próximo sucesor de san Pedro no sea un éxito tan señalado mediático como el actual. Volveremos a la mandorla mítica dejando la cáscara que la envuelve a un lado. Roma- ya era hora- ha condenado el “Código de Vinci” por blasfemo y  sobre la película “El Cuerpo” un ataque frontal a lo que significa el cristianismo, una cinta en la cual trabajaba el hispano Antonio Banderas,  ha expresado sus reservas. Monseñor Rouco ha metido la mano en un avispero. Puede haber perdido la presidencia episcopal pero puede haber ganado la tiara de san Pedro y se sitúa en un lugar muy cualificado para ser el heredero de Juan Pablo II.

¡Qué orgullo y satisfacción para los que le hemos conocido, amamos a la Iglesia y queremos morir, aunque hijos indignos, bajo su disciplina! Está soplando seguramente el Espíritu. Y el manto de la Virgen nos resguarda del frío, de estos huracanes helados, del viento de la historia.  Antonio María puede ser el Papa de todos.

16/03/05

 

 

 

 

 

….FÁTIMA

Antonio Parra Galindo

 

Trece de mayo 1917. Cova de Iría. Hubo muchas canciones y palomas en torno a este nombre de mujer árabe. La cigüeña sigue machacando el ajo de las membranzas y de los sentires piadosos y similicadencias en los campanarios vacíos de las lontanzas. Bueno; no están vacíos sino en proceso de cambio y de mudanza. Nos hemos cambiado de casa pero seguimos siendo los mismos. Se cumplen por tanto XC años de aquel evento. Supuestamente, la Virgen María posó sus divinas plantas sobre una encina del Algarbe.

 Tres pastorcillos Jacinto, Lucía y Francisco, tres pastorcillos como en la edad media – la Virgen no se aparece a los grandes y los poderosos como a los cardenales y a los señores obispos, va y les dice a esos niños que no saben leer: Yo soy la Inmaculada Concepción- fueron los agraciados con esta visita. Fátima dio muchas vueltas a mi vida. Crecí bajo los misterios de las supuestas profecías: la conversión de Rusia, el fin de la primera guerra mundial pero otra mayor acontecería si la humanidad no hacía penitencia, las grandes persecuciones a la Iglesia bajo el comunismo, etc. Rusia se convertirá.

Viví mi infancia y adolescencia atemorizado por el miedo a la bomba atómica y por los secretos de Fátima que para más INRI contaban con un séptimo sello que no habían sido desvelado sino a la propia vidente, Lucía, que luego se metió a monja en un convento de Galicia y al mismo Papa. La sinopsis ocultaba un cuadro catastrofista. En las pláticas los sacerdotes que nos venían a darnos ejercicios hablaban de los Arcanos con cierto retintín. En fin que se iba a acabar al mundo, que se acercaba el Apocalipsis, que esto era un barril de pólvora, una simple cerilla y cualquier día... Terror milenarista puro y duro. ¡Cuantas veces me prosterné ante la imagen de aquella virgen de escayola de ojos fríos y misteriosos las manos uncidas a un rosario en plegaria todo de blanco (el manto, la túnica, las palomas que revoleteaban a sus plantas) excepto la corona que era de oro para cantar la Salve en aquellas sabatinas doradas de mi niñez lejana!

Dios te salve Reina y Madre de Misericordia. Y aquella virgen fue la que regaló mi pobre abuelo Benjamín a la parroquia de Fuentesoto cuando salió con bien o creía que salió con bien, luego murió en medios de terribles dolores, de una operación de próstata. Aquel blanco terrorífico y casi funeral todavía me asusta. El rostro de Nuestra Señora de Fátima me parecía más pavoroso en su inexpresividad que el de las Dolorosas patéticas y conmocionadas. Tenía tres años cuando vivieron mis padres a la gran concentración que se organizó en Madrid en 1947 octubre para recibir a la de Fátima a la que se dispensaron honores de estado. Se movilizó toda España. La devoción a la Virgen como todo español integral  viene inscrita en mi alma a sangre y fuego.

 Un icono de la virgen María cabalgaba en el arzón de Babieca el caballo del Cid y lo llevaban consigo los conquistadores a las americas. El escudo del marqués de Santillana ponía “Dios e vos” y hay en mi lugar de trabajo dos bagoroditsa que llaman los rusos y del Perpetuo –socorro nosotros – y es la virgen bizantina que se venera en Santa maría la Mayor de Roma y que me enviaron mis amigos de radio Moscú. Los tengo por milagrosos. Me ayudaron y confortaron a salir del paso en tiempos de oprobios y de la gran tribulación. Siempre que puedo los ilumino con candela y rezo el Eya velar. Virgen María eya velar, como dijo en la jarcha antigua del quirógrafo inmemorial.

 Y hay sosiego en el espíritu y paz en el trabajo. Convertíos. Metanoite. Asumid vuestra realidad y poner vuestros dolores y traumas a los pies de la cruz de Cristo. Ese fue para mí el principal contexto del legado de Fátima. Y no seré yo el que ponga tachas a este acontecimiento ocurrido hace noventa años en Aljustrel un pueblo del Algarbe. Peregriné a él en el 95 con mi familia y me pareció un lugar terrorífico. Todo de blanco y fúnebre que es el color de luto para los musulmanes.

 La basílica, la escalinata, los Ángeles mastodontitos que guardan la entrada y esos barracones cubiertos de cera y llama donde los devotos colocan cirios en los hacheros. Sus chispotorreos me recordaron las llamas del infierno. Lo encontré un lugar turístico- Portugal y sus tres efes: Fátima, fútbol y Fado- y en cierto modo abominable pues se especula con el fervor de las pobres gentes machacadas por la enfermedad, los desahuciados, que acuden allí como un último remedio. Lourdes igualmente me ofreció esta misma semblanza de fealdad católica y de mal gusto, retahílas obscenas de una religión que sólo piensa en la muerte y que hizo negocio con la muerte, cuando en realidad es el mensaje para la vida y la resurrección. No creo que vuelva.

Acepto mi dolor y mi condición de mortal, asumo el barro del que me fraguaron pero si vuelvo a caer malo no tentaré a dios con nuevas súplicas. Las apariciones de Fátima como las de Lourdes – el dogma de la Inmaculada concepción sí- no forman parte del corpus de la fe. Son admitidas y recomendadas por la Iglesia como lugar de fervor y de peregrinaciones para ejercitar la caridad al prójimo, el consuelo a los enfermos, las prácticas religiosas tan en decadencia hoy. Pero ambos sitios me escandalizaron lo mismo que me escandalizaría el Escorial tiempo adelante. Se comercia con los sentimientos y creencias vendiendo medallas, estampitas, mementos, tallas, ceniceros, saleros y repisas de noche de muy mal gusto y poco arte.

Fátima y Lourdes poco tienen que ver con Chartres, Notredame, Santiago o Toledo. Antes bien tratan de emular en copia sucedánea el espíritu de aquellas catedrales que congregaban a creyentes por millones en la edad Media. Una recuperación del espacio perdido mediante el milagro y la comercialización de las indulgencias que tanto escandalizaron a Lutero y a los padres de la reforma. En cuanto al mensaje de la virgen María también tengo mis reservas.

 Dijo que Rusia se convertirá pero Rusia en verdad nunca dejó de ser cristiana pese a los desmanes de la checa marxista, en las iglesias convertidas en museo del ateismo y en aquellos Trostki, Lenin, Zinoviev, Beria y los grandes agentes de la revolución rusa, la mayor parte de ellos judíos como aquel Abraham Brukosvski que fue el verdugo del zar en la casa de Ipatiev el rico mercader. En Ekateringrad. Precisamente de aquella ciudad en el distrito de Zverdlosk nació Boris Jeltsin el estadista que acaba de morir y recibió en su despedida unas exequias solemnes. No se oficiaba en aquel país una iglesia funeral como aquella desde hacía un siglo. ¿Un milagro? Tal vez.

 No. Rusia nunca dejó de ser cristiana. Stalin venció a los hitlerianos gracias al apoyo de los popes. El patriarca Sergio llamó a la cruzada contra el espíritu del mal. Y es la llegada del espíritu del mal lo que se anuncia en Fátima. La bestia parda. Los ídolos totalitarios. Pero hay también otros caminos por los que la libertad y la dignidad del hombre están a día de hoy amenazadas. Hay el totalitarismo de la globalización que impone el pensamiento único y ataca a la iglesia de Cristo con más saña y procedimientos más filistinos que lo hiciera el Comunismo. O el feminismo troncal y mostrenco que nada tiene que ver con la mujer ni la condición femenina.

 La lucha de clases ha sido reemplazada por la lucha de géneros en nuestra sociedad. Se trata una aberración indigna para el gran papel que tiene la mujer en nuestras vidas y María es la mujer por excelencia, la Madre de Vida y Esperanza nuestra. Hay alusiones a guerras, catástrofes, desgarros pero ninguna a la crisis de fe pavorosa que vive Occidente en su pérdida de valores y a ese laicismo que aquí en España se quiere achacar como si fuera un chivo expiatorio de los males nacionales al presidente ZP. A la incomprensión a las injusticias en el reparto de las riquezas. Al capitalismo que ha entronizado el Divino Negocio, la Santa Moneda, Business is Business. No se menciona tampoco a los cayucos y a los descorrimientos de población en masa o a la efervescencia de las sectas que han tenido su apoyo en los Estados Unidos. Al eje del mal y a todas esas fuerzas oscuras que han metido la mano en el avispero del Islam para proyectarlo en una lucha sin cuartel hacia Europa sobre la cual pesa una consigna: descristianizarla. Hundid al Bismark. Cristo molesta.

Y la virgen de Fátima debe de ser una virgen como muy de derechas siguiendo los convencionalismos del tiempo del pontificado de Eugenio Pacelli que (todo hay que decirlo: fue una de las grandes luminarias de la Iglesia y él también salvó a muchos judíos) de ideas muy conservadoras aferrado a las pautas de un nacional catolicismo que hoy está muy en crisis y que ha vuelto a rebrotar en Polonia. Pero uno sigue en puridad siendo cristologico, cristocentrico, mariologico. Mi fe no es derechas ni e izquierdas, cree en el hombre y en su proyección sobre el siglo futuro. Postula por la causa de la libertad del Gran Eleuterio. El spasiteli o salvador que derribó los tenderetes de los marchantes y expulsó con un roten en la mano a los cambistas del pueblo. La simonía sigue siendo una amenaza para la Iglesia. Cando en época del presidente de Aznar fui desposeído de mi empleo y me tomaron por loco después de padecer  intensa persecución, purgas y cazas de brujas me cogí mis libros y mis grimorios y me planté en Prado Nuevo, esa cerca del Escorial donde dicen que se parecía la Virgen. Lugar extraño pues allí pude observar ciertos fenómenos parasicológicos: Danza del sol, personas en trance, signos en el cielo y después de una tormenta se dibujó el rostro en colores del Perpetuo socorro con el Niño en brazos.

Tomé fotografías y en la corteza de los fresnos salían estampados rostros extraños. Allí acudían las buenas gentes de España, la clase más analfabeta del catolicismo sólido y carbonero con sus achaques, sus problemas familiares y psicológicos, los parados, los desamparados, las mujeres maltratadas y los maridos expulsados del hogar en busca de una luz en medio de tanta tiniebla. Los ochenta y los noventa fueron tiempos en España muy duros. Venían con sus calderillos para llenarlos de agua de la fuente que consideraban milagrosa con ellos rociaban los miembros dolientes de sus enfermos. Allí una buena señora hacía visajes ante el micrófono, hablaba con voz ronca y entre suspiros. Todo algo diabólico y desagradable pero curioso. Muy curioso y como decía san Pablo, nada del hombre me será ajeno, me enfrasqué en el estudio de las apariciones que es algo tan viejo como la historia de la humanidad y que acontecían ya en tiempo paganos. Los dioses romanos no eran sino trasuntos de ciertas apariciones, de los dioses familiares, ciertos diablillos que llamaban manes, lemures y penates, que enredan, desbaratan o protegen según y como.

Allí la gente iba en busca de amparo.

-Tú estás protegido- me dijo una saludadora.

-¿Cómo lo sabes?

-¿No ves esa cruz sobre la frente?

Y efectivamente la vieja tenía estampada una cruz luminosa sobre la frente. Joder. Pero no estaba asistiendo a una aparición marial sino a un tenida espiritista. Los espasmos, las luces, los ensalmos eran del todo diabólicos y la tal Amparo Cuevas no era más que una exhibicionista. Nos estaba engañando a todos, tomando el pelo, con el cuento de que cada primero de mes, hilo directo con las Alturas, recibía un mensaje de la Virgen siempre en tono aterrorizante y apocalíptico. Al lugar venían también muchos portugueses pero estos peregrinos no hacían partija con los españoles. Iban a su aire. Eran los heraldos de Fátima. Gente de buena fe, sencilla, y algo timorata capaz de meterse en un autobús y hacerse más de mil kilómetros para ir a un sitio a rezar el rosario y pedir por sus enfermos. Seriedad y compostura lusitana que nada tiene que ver con la milagrería castellana. Aquí una buena procesión de disciplinantes presta tanto como la mejor corrida de toros.

 Sin embargo, aconteció que me curó de una enfermedad diagnosticada como un mal incurable, desaparecieron los dolores de la barriga y la vidente me anunciaba que un día volvería a ser rehabilitado en mi trabajo y a ver a mi hija Helen Parra-Hugh. Así ha sido. Pero no tengo que darle las gracias a la Virgen María sino a ZP y una ministra como Carmen Calvo clemente señora que aunque se profesen laicos y republicanos tienen más piedad para con el prójimo que algunas Hijas de María. ¡Bendito sea Dios!

Por lo que toca al reencuentro con mi hija perdida, fue un milagro de Internet, de esta página donde escribo o cosas de la vida. Eso de milagros para mí es una palabra muy fuerte. Con respecto a la enfermedad que yo padecía a lo mejor es que hizo crisis o que me fue mal justificada por un galeno dormido o perezoso. Hubo instantes en que creí a pie juntillas en que lo que acontecía en la cerca de Prado Nuevo era cierto. Que la finca estaba bendita y que los fresnos eran árboles celestiales y que las caras que aparecían estampadas en mis negativos eran alas de Ángeles y figuras de las escenas de Cristo. Too much for my body. Pero a estas conclusiones no les avalaba ninguna conclusión científica.

Un día leyendo al gran Cajal me encontré con la respuesta. Decía nuestro sabio histólogo que los santos y los milagros del ayer son nuestros microbios de hoy en día. Y en efecto esas caras extrañas que se plasmaban en mis tomas de los fresnos del Escorial se debían a unos bichitos que son hongos y que en bibliotecnoeconomía se llaman agentes microgenicos que producen figuras extrañas dentro de una imagen por corrosión. Las caras de Belmez por ejemplo. Por otra parte en el terreno de la parpsicología se ha avanzado poco y ahora que lo pienso Lourdes, Fátima, el Escorial, Mendjigore en la ex Yugoslavia etc pertenecen más que al mundo de la fe al terreno resbaladizo de la sugestión parapsicológica. Se trata de lugares extraños emplazados en sitios con un fuerte tirón telúrico a los que hay que acudir con cierta prevención circunspecta y con algún conocimiento de astrología.

Prado Nuevo que en tiempos fue una dehesa por donde paseaba Felipe II, gran aficionado a las ciencias ocultas adivinatorias y nuncupatorios (por eso alzó el Escorial en aquel sitio) a mí no me quitó la fe. Me la devolvió y desde que asistí a tales tenidas en ciertas maneras repugnantes de la Cuevas con sus jipios y gorgoritos mi fe ha salido  fortalecida. Es más esotérica por supuesto. Soy más mariologico. Más cristocentrico. Pero no se trata más que de una vivencia. De una postura personal.

13/05/07                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

 

 

 

 

EL ESPIRITU SANTO SOPLA DESDE MINESOTTA. EN EE.UU LA ORTODOXIA ES UNA MODA RELIGIOSA

 

Antonio Parra Galindo

Celebro Pentecostés en compañía de una radio amiga que accede hasta mi celda via Internet se llama Ancient Old Faith Radio (cantos sublimes y hasta las letanías intraducibles en el viejo eslavónico, en castellano, y en el griego puro no en coiné suenen maravillosas adaptadas con un buen coro en inglés) El Espíritu Santo sopla cuando quiere y donde quiera. Ahora le toca el turno al gran pueblo norteamericano.

 Lo hace desde Minnessotta. Es una estación en la red en antena las 24 horas del día. Son las maravillas de un cántico nuevo gracias a la Red. El cerebro electrónico como útil de gestión y de transmisión. El mensaje es relajante, no estridente, como hacen otras radios del terruño y las comparaciones son odiosas, las veinticuatro horas del día. En las oficinas., en las salas de espera, en las consolas del escritor o del bombero o del policía merced a la magia electrónica es posible escuchar a los coros que escuchaba Musorgsky, el canto del Querubín, las letanías, el Agios –Agios- Agios o tres veces santo, el Akazistos o himno a la virgen. América, pese a las diferencias que puedan tener Bush y Putin, ha encontrado el tesoro escondido de la Ortodoxia una forma de entender el cristianismo donde lo personal a diferencia de lo que ocurre en el catolicismo y sobre todo en el protestantismo en el que prima lo particular en las relaciones con Dios se relega a lo colectivo, donde la liturgia y el canto diaconal nacida del culto a la belleza o filocalía, un concepto sin el cual no se puede entender a los griegos, lleva todo el peso de las invocaciones constantes a la Trinidad. Kyries y santiguadas.

 La oración vocal le gana aquí la partida a la oración mental. Yo rezo.  La adoración ha de ser colectiva. En la ortodoxia se concibe como  un gran templo. Y no me quiero meter en teologías pues ese camino nos podría llevar a falsos  misticismos y peligrosas aberraciones, cada uno modula su aproximación a lo trascendente según sus apetencias y capacidades pero aquellos que cantan y rezan juntos tienen a la postre que amarse pues han gozado en comunión de los dones del eucarístico ágape.

Los oficios religiosos en el rito de Basilio y Crisóstomo suelen ser muy largos debido a esa noción del hesicasmos o repetición continua de las suplicas que vino del desierto y de los mantras hindúes o del tasbib muslímico en el que se invoca el Alá es Grande múltiples veces en las congregaciones de la mezquita. Mutatis mutandis, el Ala akber islámico es un Kirie eleison cristiano, una invocación trinitaria. Algo muy viejo y a la vez nuevo porque lo importante en el hombre en su caminar por las sendas de la historia no cambia. En definitiva, América se ha reencontrado con la ortodoxia. Es un culto que está de moda en Nueva York desde que el Príncipe de Gales Carlos dijo que a él le gusta mucho más el canon basílico que el anglicano. Por otra parte se han cansado de los tele predicadores que durante las pasadas décadas arrasaron pero esos señores que hablan sin parar y dicen que curan y hacen exorcismos –me acuerdo en una misa en una capilla bautista de Georgia donde yo era el único blanco y a las señoras negras no se les caía de la boca la palabra Aleluya y el Gloria a Dios que entraban en trance les daban vahídos y prorrumpían en gritos histéricos cuando les ponía un dedo el ministro en la cabeza pero este ministro era un pájaro de cuenta se hizo millonario- luego resultó que amaban las riquezas más de la cuenta y ya lo dice el Evangelio es más difícil que entre un rico en el reino de los cielos que pase por el ojo de la aguja  un camello.

 Anécdotas aparte, el pueblo americano está todo el imbuido de un sentido mesiánico del vivir. Para ellos Dios es algo muy importante. Ya la revista Time lo anunciaba en una de sus portadas al comenzar la presente centuria que el siglo XXI será el siglo de Dios o no será. “In God we trust” se lee en el exergo de los billetes de a un dólar.

Recuerdo mi impresión primera de la Quinta Avenida y aquellos hombres anuncio que discurrían por la acera de la arteria más animada del mundo con un cartel  por detrás The End is at Hand (se acerca el final) y por delante Jesús I love. In Him we trust (Amo a Jesús en el que todos confiamos) entre la indiferencia de los “conmuters” que tenían prisa. También era frecuente encontrarse con aquellos oradores de guardacantón en cualquier esquina de Manhattan que biblia al brazo comentaban los versículos de la Escritura y que un amigo mío los llamaba orates a lo divino. Un pueblo del Libro hasta la extenuación. No, América no es como la pintan las películas banales, materialistas y descreídas por más que sea el estado más laico del planeta y desde la Primera enmienda a la Constitución se profesa un respeto eximio rayano en veneración con la libertad de conciencia. Allí se reverencia tanto al ateo como al creyente pero nadie se escandaliza porque un sujeto haga profesión de fe desde una publicación que cada uno piense como le dé la gana allá cada cual pero no te rasgues las vestiduras si el otro se exaspera y te contesta como te corresponde.

Pero en España donde residen adherencias totalitarias dentro de ciertos “demócratas ridículos” tomando el rábano por la hojas nos hemos pensado a juzgar de esa mimesis que practica nuestra prensa corazón de las malas cosas y de los vicios ocultos de los EE: UU nos hemos pensado, digo, que todo el monte es orégano y  que esto es Hollywood y que allí se vive en perpetua bacanal. No. Una de las cosas que echo de menos de aquel Nueva York que amé y padecí fue la primera página del New York Times. Tengo mono de aquello como le pasaba a Manolo Blanco Tobío. Era el catalejo para asomarse al mundo mejor. ¿Dónde quedaba España? Un país pequeñito.

Las noticias de Madrid venían en un recuadro pequeñito. A veces los españoles nos creemos el ombligo de todas las cosas. Hay algo de paranoia en la vida española. Pero, en fin, yo recuerdo con fruición aquella ciudad de los rascacielos sede del progreso con complejo de torre babélica. Donde todo era posible encontrarse con un rabino hasídico que caminaba por Brooklyn seguido de su mujer que gastaba peluca y  estaba cargada de hijos y no debía caminar a la par que el marido como manda el Talmud y un poco más allá un hara krishna y en las escalerillas del metro me topé una vez con un gigantesco monje ruso. Vestía parda sotana barba recortada y el pelo largo recogido en una coleta al estilo del monte Athos y en medio de la barahúnda de New York City adonde había saltado a la plataforma del andén metropolitano seguramente desde las páginas de una novela de Antón Chejov parecía un espectro. Aquel monje que se paseaba por el apeadero  del metropolitano neoyorquino al anochecer venía de cantar vísperas de una iglesia del Bowry en la que Dios se apiadaba tal vez de los desamparados y del deshecho de la Gran Manzana y volvía a su convento en Nueva Jersey.

Ya en el siglo XV llegaron a Alaska los primeros misioneros rusos y Alaska que los zares vendieron a los Estados unidos haciendo un mal negocio dependía del metropolita de Novosibirsk.

 A América el cristianismo no lo llevamos los españoles aunque parezca chocante decirlo  sino los rusos y ahí existe toda una maneja por desenmarañar y descubrir del Cristo ortodoxo que suele ser un cristo manso y oculto que habla poco y canta mucho.. La popularidad que encuentra la ortodoxia en los USA, una nueva moda que arrasa en un país imbuido de religiosidad se explica en la historia de la Unión fundado por no conformistas protestantes: Los padres peregrinos del Mayflower más radicales en la interpretación de la escritura que la iglesia oficial anglicana y por los virginianos de profundas creencias medievales en el culto a la Virgen María.

Ellos tuvieron que abandonar su país la Old Merry England donde la mayor parte de los campanarios normandos fueron desmochados o “belfries” y se derribaron las campanas. Asimismo las capillas a la Virgen o las lady Chapel fueron cerradas. Pero todavía un estado de la Unión el más importante donde se encuentra Washington se sigue denominando en honor de la Virgen y son los ortodoxos los que más se distinguieron en honrar a la Madre de Dios. Tienen un himno precioso que se canta de pies todos los sábados y en los días de Cuaresma el Akazistós. Todas las estrofas del quirografo bizantino que data del siglo VI empiezan con la salutación de Alégrate.

 La escuché el otro día por Radio Blago otra emisora de espiritualidad ortodoxa instalado en un monasterio del Caúcaso y me emocioné un poco. Si bien se mira, estamos viviendo tiempos de cambio. Por el ciberespacio cunden las maravillas que transformarán al mundo. Las diferencias entre Roma y Constantinopla son mínimas en el credo pero abismales en el talante. La bizantina sigue la ruta filosófica de Platón y la romana la de Aristóteles. La utopía frente al racionalismo. El alma frente al pensamiento. Santo Tomás de Aquino el gran peripato que sigue la senda marcada por Agustín trata de explicar la existencia de Dios mediante el intelecto. Es un argumento hacia debajo de Dios hacia las criaturas. En los padres orientales es al revés. Un místico español Raimundo Lulio a contrapelo del pensamiento tomista de Bernardo y Abelardo imbuido de este sentir oriental de la presencia de Dios en el mundo creía en la posible reconciliación de las tres religiones.

 El franciscano mallorquín había leído De tribus impostoribus y estaba convencido de que la conversión del pueblo hebreo y de los islamitas era posible no por la espada sino mediante la persuasión. Fracasó en su peregrinación a Berbería donde encontró según lo más probable la muerte a manos de los sarracenos. Es lo de menos. Su proyecto – Lull es el padre de la literatura catalana- queda ahí y escrito en lemusino con letras muy gordas: Dios es amor pero claro está luego los panteístas toman el rábano por las hojas y estamos en lo de siempre: La Iglesia Exterior o iglesia política nada tiene que ver con el tabernáculo interior del testamento nuevo. Lulio era un ortodoxo en el pleno sentido de la palabra. Parecía que había leído a Nicolás Berdiaeff con seis siglos de anticipación. La iglesia rusa que parece haber resucitado al cabo de un tiempo infernal de persecuciones, mártires y acosamientos sin tregua a del materialismo ateo y científico y para los que la no existencia de Dios –esa gente tendría menos porvenir en USA que un espía sordo- es un dogma de fe, parece haber resucitado de forma milagrosa, e insiste en este aspecto: la reconciliación de la humanidad en Cristo

. Sus teólogos la denominan la bolchaaia primierenia (tiempo de perdón y reconciliación) y en América parecen haber recogido el guante captando el mensaje.

Dicen que las comas las pone el diablo para separar el aliento de una frase. También colocó las conjunciones copulativas y si esa conjunción copulativa es enclítica la cosa tiene ya tres pares de perendengues. Y sólo una conjunción copulativa enclítica separa a las dos grandes iglesias católicas la del Este y la del Oeste, una autocéfala y otra jerárquica – los ortodoxos reconocen la autoridad del obispo de roma solo como un primus inter pares pero sus diócesis son autónomas reconociendo la primacía tanto del patriarca de Alejandría de Antioquía de Atenas o de Constantinopla-: el famoso Filioque que para tratar de explicar aquí por menudo había que remontarse a los tiempos de Focio y de miguel Cerulario en el siglo XI sobre la procedencia entre las tres personas del dogma trinitario. Los canónes con la salvedad del celibato eclesial norma que los papas aplican sólo al comienzo de la Contrarreforma y que los bizantinos mantienen ad libitum y salvo en el monacato donde la castidad es preceptiva y el credo son los mismos.

 Ciertamente, ellos guardan las reglas primigenias de un cristianismo antiguo donde es muy importante la tradición. El papado, observa Berdiaeff, es posterior a la institución de la iglesia como institución. Fue una creación carolingia.  El merovingio Pepino el Breve emperador del Sacro imperio confiere al obispo de Roma la potestad de coronar al emperador el día de Navidad y la primacía sobre todos los prelados basándose en la tan debatida potestas clavium que otorgó Nuestro Señor Jesucristo a san Pedro en el cenáculo y que los orientales no admiten o interpretan de otra forma.. En resolución, el tema no puede ser más apasionante y actual. Cuando se habla de una decadencia de Occidente, del nacimiento de una Tercera Roma y del síndrome de la iglesia católica vacía o los escándalos del Vaticano – el ultimo el turbio asunto del arzobispo Markinckus- los templos ortodoxos están llenos y hay que registrar esta nueva pujanza de la Ortodoxia norteamericana que llega precisamente cuando allí el catolicismo está en crisis, los testigos de Jehová o los mormones y los predicadores de ágora ya no son lo que era. Y desde allí el Paráclito nos visita a través de las ondas de Internet a los que creemos en el Salvador y en su Parusía.

 

Friday, 18 de November de 2022

 

 

 

 

ANDRES LAGUNA DEFENSOR DE LAS TRES CULTURAS ( Lanza, 13 de noviembre, 1994)

 

 

Viaje a Turquía es la novela principal del médico segoviano Andrés Laguna que no por poco conocida es menos indicada para entrar en la problemática del siglo XVI amen de entrañar una actualidad palpitante en grado de profecía. Los problemas abordados entonces palpitan en la Europa y en la España de hoy: El misterio del surgimiento u difícil convivencia de las tres religiones monoteístas con una historia por la cual corre la sangre y que está plagada de suspicacias y de prejuicios.

 En el nombre de dios.

Se dice que en nombre de dios se han estado matando durante siglos. Esto es cierto sólo en parte. Detrás de las diferencias teológicas subyace un conglomerado de intereses creados de matiz económico. Pero hay sobre todo miedo al otro. Al que es diferente. Al que reza de otra forma, no viste igual, coime diferente y tiene otros hábitos o una pigmentación diversa de la piel. Viaje a Turquía está escrito en una prosa tersa amena y llena de encanto. Rehuye de la retórica en la cual suelen incidir nuestros clásicos. Rezuma tolerancia y humanismo dentro de un retablo narrativo en el cual no faltan ni la resignación ni la irreverencia de la gran novela picaresca. Traza una panorámica en la cual los judíos los moros y los cristianos viejos y nuevos a veces se odian a veces se desprecian se man o se entienden bajo cuerda. Constantinopla (Istanmbol para los sefardíes) siempre estuvo en el corazón de España. Bizancio es el sincretismo de mahoma de moisés y de Jesús de Nazaret y un salpicón de razas y de culturas. El libro está escrito en plan gran reportaje redactado sobre una prosa amena y nerviosa que refleja el mundo de 1557 y que parece haber sido escrito ayer. Cristóbal de Villalón seudónimo bajo el cual se oculta el humanista segoviano y médico del emperador Carlos v Andrés laguna hace la relación circunstanciada de la vida de un galeote de su dieta de su higiene precaria que no era óbice para que todos hubiésemos buen músculo. Tomaban bizcocho remojado atún fresco aceitunas y miel. Habla de la hedentina y del oler a humanidad sudada y sobada en los sollados malolientes y sudados  de los fallados o salas de maquina de las galeras donde se trajinaba a golpe de rebenque. Los piojos las pulgas y la liendre estaban allá abajo.

El rebenque

 Era el mundo de galeras. Cada embarcación iba comandada por un patrono capitán y un comiere un alguacil y un escribano 50 ballesteros y 20 arcabuceros. Todo ellos eran gente de cubierta. Abajo en la mazmorra estaba la chusma 150 forzados bajo la mirada del arraez o capataz al que cumplía la obligación de “arrear” el remo haciendo triscar la tralla o rebenque. A los penados o bogavantes sentados en los bancos de proa se les denomina proeles. A los de popa espalderes. Tras ser apresada la escuadra del emperador consistente en 37 navíos y más de tres mil cristianos entre marineros y gente de guerra el protagonista pedro de urdemalas relata su odisea y nombra todos los puertos en los que atracan el bajel g. Cárcel del turco: Estambul Patras Lepanto puerto león Gallipoli. Llegados a su punto de destino los cautivos se convierten en esclavos del bajá. A fuerza de ingenio simpatía y derroche de astucia y no pocas dotes de simulación pedro de urdemalas logra abrirse camino y sobrevivir en la Constantinopla de mediados del quinientos. La urbe fue tomada por los turcos en 1453. Al principio los imanes fueron tolerantes con los cristianos que según hace notar laguna en su obra es una religión superior y eso lo decía un converso pero humanista aspiraba a un cristianismo evangélico. Dice que esta religión resulta un verdadero grano de mostaza que crece y arraiga en fortaleza en tiempos de persecución. Es la idea que repetiría después Nicolás Berdiaeff. Es el misterio de la ortodoxia como mansa fuerza de choque contra el hervor de las sectas que subsiguen a los furores luteranos y a todas las herejías habidas y por haber. La idea de defensa de la ortodoxia fue puesta en orbita por un judío como enseñanza moral para un catolicismo demasiado pagado de sí mismo. Andrés Laguna constituye una de las grandes torres de la literatura castellana. Era un converso insistimos nada tolerante y dogmático a diferencia de otros que llevados de un futuro de torna chaquetas los arrepentidos los conversos en el sentido peyorativo de la palabra que damos los españoles a aquellos que hacen cursillos de cristiandad y se vuelven más papistas que el papa o los que dejan de fumar y se trastornan casi maniacos acérrimos contra el e3ncendedor y la cajetilla. Lo dice una de las lumbreras de nuestro siglo de oro y cuya personalidad me atrae cada vez más. Esa ira que alcanza el grado de furibundia donde las ideas alcanzan un grado personal y no hay más que entrar en los chats de religión y en los foros de ateos sobre cuyas teclas y pantallas se dibuja la nariz corva las espaldas cargadas de Torquermada. Pero ello forma parte del misterio de la historia de España. Tanto Laguna que fue profesor de hebreo y de griego en la universidad de Alcalá de Henares como Cervantes no se cansaron de ridiculizar a los orates pero con la iglesia hemos topado Sancho. A causa de estos tornadizos, la vida española de antemano siempre precaria a causa de la envida y la emulación debió de volverse difícil. Menudearon las denuncias al Santo Oficio. Se barrían herejes debajo de la alfombra se vigilaba las costumbres sospechosas y los escritos y las palabras de los dómines eran analizados con lupa. Laguna debió de pasarlo mal y volvió a sus hierbas y a su cirugía. Castilla era un hervidero de fervorines mesiánicos. Las aguas del río se habían salido un poco de madre al cabo de los movimientos comuneros y de las germanías que tenían una raigambre social de denuncia contra los poderosos nobles flamencos como Adriano de Utrecht pero eran de cuño religioso y una maniobra de ida y vuelta que preconizaba el advenimiento de la reforma. En el reino de valencia las germanías estaban impregnados de una cargazón revolucionaria inusitadas y en Castilla se empecinaban algunos exaltados frailes en anunciar la llegada del fin del mundo. Al emperador lo consideraban el anticristo. Cervantes trata de no entrar al trapo con la frase que citamos más arriba. Pero el medico segoviano tanto en el Crotalón como en su viaje a Turquía se muestra decididamente anticlerical. Y apunta una idea que luego habría de remachar el padre isla en su Fray gerundio con esta ironía que es una verdadera perla: necesitamos pulpitos de acero en España que de otra forma los furibundos y malhadados clérigos todos lo hacen pedazos a voces. Parecesle que a porrazos han de defender la fe de Cristo. Feijoo trillaría en la misma parva poniendo en ridículo a los escolásticos con un siempre las mismas voces las mismas disquisiciones los mismos razonamientos en los paraninfos. Y esta postura de profunda religiosidad alegría de vivir y deseos de poner enmienda a los errores de sus contemporáneos le vuelve sospechoso de disidencias y es posible que el lazarillo de Tormes saliera de su pluma. Estamos ante una de las mayores obras de las letras castellanas solo parangonable con el buscón y el quijote pero ¿Andrés Laguna? No quiso formarlo. Lógico. Losa sabuesos del santo oficio andaban a la caza. En el estilo se percibe la donosura y llaneza la campechanía de los segovianos y Laguna era segoviano a machamartillo mucha sorna inteligente buen talante y donoso en el decir y algo redicho.

Su viaje a Turquía  no es sólo una interesante novela de aventuras y un puntual tratado de geografía en un tiempo en que los conocimientos de otros países eran míticos y la noción que se tenía de Bizancio era como referente de los libros de caballerías. Por eso es de una solercia literaria impresionante y magistral su descripción de las costumbres de los monjes del Monte Athos con sus cinco cuaresmas, la vida cenobítica en cavernas escarpados, el rechazo a la presencia de la mujer porque en los monasterios no se admite la presencia de ningún animal hembra. Al propio tiempo indaga sobre el alma humana y retrata la mentalidad de los españoles de su época. Tiene la costumbre el español, observa, de olvidar de su patria, bendecir lo extranjero y tratar mejor a los forasteros que a los indígenas, cuando repasa los Pirineos. En las mismas seguimos y esta observación la hace un autor del siglo XVI.

Torrezneros

La verdad es que somos un poco torrezneros. Por sus páginas desfilan vizcaínos que ya por esa sazón eran los mejores marinos de la escuadra “gente amiga del buen comer que habla mucho y atropelladamente opero que es muy noble. Hablar atropelladamente. ¿No será esa una herencia vasca adherida a nuestros genes?. La ponderación y una cierta ternura y compasión ante los pecados ajenos son la mejor cura que propone el galeno segoviano a lo males nacionales. Andrés Laguna no se calla un pelo y canta las verdades del Barquero con ese desparpajo y la franqueza que caracteriza a los hombres de su tierra. Viaje a Turquía fue escrito en 1558 el año de la muerte del Emperador. Su autor combate el oscurantismo y la superstición. Era amigo de Erasmo y de Luis vives y con las hierbas oficinales que conocía bien pues ya desde niño salía a cogerlas la zona de Tejadilla y que maja con el mortero hace auténticos maravillos. Las enfermedades más difíciles no se le resisten a sus curas homeopáticas a base de centaura y escamonea una plantas que crecen en los campos de Segovia. La escamonea le fue bien al cesar para su gota pero no tuvo el remedio que éste le pedía para curar la impotencia. Carlos V según sus cronistas acudió a la santería y fue a ver a una saludadora de Cebreros que decía realizar maravillas con los desganados pero el emperador que quería tener hijos y aunque la buena vidente le dijo que viviría treinta años y podría engendrar más niños moriría al cabo de poco tiempo en una húmeda celda del monasterio de Yuste. La medicina a Andrés Laguna le salvó la vida pues estando cautivo en Constantinopla fue requerido por el sultán al que desembarazó de unas fiebres y este en pago le otorgó la carta de la libertad. Curandero de su honra el doctor regresa a España visitando Paris y los países bajos. El viaje de vuelta no fue nada sencillo. En Grecia hubo de disfrazarse de monje y visita una de las tebaidas más celebradas de la cristiandad: el monte Athos. Allí recibe protección del idumeo y es el primer español que consigue poner el pie en cada uno de los 22 monasterios que conforman esa laura. Son los “papas” o “popes” los que le libran de otra persecución de los turcos.

Enjundiosas son sus reflexiones sobre las diferencias entre la iglesia griega y latina pues dice:

Ellos viven a la evangélica. Sus iglesias son pequeñas y no tan fastuosas. No hay canonjías ni prestameras o beneficios eclesiales y viven de lo que el pueblo quiera dar. Siempre andan haciendo santiguadas y tocando la tierra con la frente y cantando Kirie eleison. Y sus oficios son muy largos como nuestros maitines en Nochebuena y dicen en todas las misas las oraciones que nosotros sólo decimos en Viernes Santo[2]. Tienen cuatro cuaresmas y a la de la pascua de resurrección llaman gran pascua. Es la mayor y mejor fiesta del mundo. Todos se besan unos a otros y se saludan con la frase de Cristos anesti a lo que responde el otro: alithos anastasi (Cristo resucitó... verdaderamente ha resucitado”

La obra del inmortal galeno segoviano, entomólogo y botánico aparte de un gran escritor corografico se puede codear con los grandes de las letras castellanas pese a ser un autor poco conocido. Todo un humanista por lo que su lectura se hace del todo recomendable. Los tiempos de cambio que le tocó vivir son muy parecidos a los actuales. Este hombre galaxia Guttemberg se convierte en un prometeo de la galaxia macluhan. ¿Qué hubiera sido si Laguna llega  a conocer Internet y Aprovechado sus inmensos recursos. El viaje a Turquía parece haber sido redactado ayer mismo y haber salido calentito de las planchas que entonces se decían tórculos. Sus libros son una buena página Web. El paso de los siglos no las hizo perder nada de su primitiva frescura. Por su fascinación ante lo nuevo y su tolerancia ante otras culturas su amor por la belleza y la verdad y por el humor casticista que le caracteriza. Es el suyo el humor de los sabios

 

 

 

12XI82alerta

 

EL VIOLADOR

 

Antonio Parra.

 

Tarde apacible de domingo en el bloque de apartamentos de una barriada de Madrid. Las gentes de mi ciudad dan cuerda al reloj, miran lo que dan por la tele, escuchan resultados de los partidos o sacan comprobantes de la quiniela. De repente oigo gritos:

-socorro, vecinos.

Alguien riñe. Intento salir al pasillo pero mi mujer me disuade en prevención de que pueda tratarse de un enfrentamiento conyugal. El vecino del piso enfrente también asoma la gaita tras el cuarterón pero solo a puerta semi entornada y con la cadena en el pasador preventiva. En estas situaciones de emergencia la gente tiene miedo, no quiere líos. ¿Dónde está el antiguo genio de los españoles? Se achaca a la incomunicación, a la insolidaridad, a que la gente va a lo suyo y por eso las relaciones de vecindad son de lo más falso(el personal parece que acaba de zamparse un tigre o tiene la sangre envenenada) que hay, tienes la sensación de que te vigilan, te controlan, te envidian y los que siempre nos comportamos espontáneos y no tenemos miedo a nada ni a nadie mostramos nuestro carácter independiente pues por lo visto somos políticamente incorrectos pero cuando escucho la alarma de violador o se meten con el honor de mi madre yo siempre me tiro pa adelante.

Entretanto, los gritos arreciaban y las voces se hacían más estentóreas, había forcejeo, sonaban golpes. No había más remedio que tirarse a la calle. Bajo al primer descansillo de mi bloque. Tres de los inquilinos a los que yo solo conocía de vista – buenos días buenas noches- forcejean con un muchacho de unos 24 años. Un mierda, un gigas, pero iba bien trajeado, la chupa que llevaba encima debía  de valer sus buenos duros, pega puñetazos y trata de escapar, pero entre los cuatro lo sujetamos.

 El fulano no tenía ni media hostia. A mi padre en artillería le llamaban el sargento Fuerzas (no sé si yo heredé la fuerza para amarrar uno en cada mano dos proyectiles del  quince y medio, pero sí el salero).  Así que lo tumbé de un directo. En principio creí que se trataba de un caco pero al reconocer a mi vecino del cuarto Gerardo y su enfurecimiento comprobé que la la cosa pudiera ser más grave. El menda que teníamos acogotado – podíamos haberlo aplastado igual que una cucaracha- no era de los del gremio de la ganzúa de Rinconete y Cortadillo. La cosa era mucho peor. Un violador.

 La pequeña Mabel hija de mi vecino Gerardo y funcionarios de Obras Públicas había bajado a comprar unas botellas de CocaCola cuando fue abordada en el ascensor por un desconocido que a punta de navaja la hizo bajar hasta el cuarto de calderas donde están los mandos de la calefacción y el cajetín de transformadores. La desnudo y le dijo tu túmbate que yo te digo cositas.

 Allí fue sorprendido por otro vecino in medias res que escuchó los lamentos de la niña. Sentí vergüenza ajena y abominación hacia aquel joven pálido bien trajeado y el pelo crespo.  Pensé en mis mujeres y le arrée. Con saña. Además.

-Vale ya, Antonio que lo matas.

-¿Qué lo mato? Este cabrón no se merece vivir.

Mabel tenía las faldas alzadas. Todo su cuerpo temblaba.

-Es que fue como un acto animal – decía el sujeto en medio de una granizada de puñetazos.

-El acto animal te lo van a dar a ti en la capona. Que te van a abrir un butrino en el culo en cuanto pises la reja, payaso, más que payaso.

Dimas el camionero no hacía otra cosa que pronunciar la palabra payaso. Pero aquel que teníamos en nuestras garras no había salido lo que se dice del circo Price. Por lo menos no del escenario donde trabajaban Totó y Fofito. Pero sí de una de las jaulas de los tigres de la Casa de Fieras. A las alimañas hay que cazarlas a lazo aunque vayan disfrazadas de domadoras pidiendo clemencia porque los clowns que en esta vida nunca falta y aquella tarde en mi bloque tuvimos “Fiesta al noroeste”. María Matute volvió a contárnosla con pelos y señales.

La poli no tardó en llegar – esa abnegada y eficiente Policía Nacional-. Al número que le puso las esposas parece que lo conocía o al menos resultaba un héroe para mí. Era un hombre alto el rostro noble bien trabado de hombres. Serrano de Ávila. Recuerdo que dijo:

-Deberían haberle dado más caña porque es reincidente y se merecía una buena somanta. Ahora nosotros no podemos tocarle un pelo de la ropa. Porque nos denuncia y nos lleva a juicio por malos trato y por faltas al Código Ético de los Derechos humanos.

-No te fastidia

Se había arremolinado en el vestíbulo un buen golpe de gente. El rumor de que habían atrapado a un violata corrió por toda la calle. Y venía a ver la fiera como si fuese un número curioso de circo. Otra vez con los clowns a vueltas. Los números de la policía nacional y los guindillas que se presentaron al poco rato impidieron un linchamiento o que le aplicaran la ley de Mahoma de donde dan las toman. Todo el bloque estaba en peso enfurecido contra aquel hombre.

 Hay dos cosas que sublevan a uno hijo de la raza, porque al fin y al cabo somos del país de Fuenteovejuna y es el atropello de una mujer no consintiente -cuando les gusta ya es harina de otro costal y en este caso era una virgencita una niña de poco más de once años- y el que le llamen a uno sin comerlo beberlo hijoputa. El mayor escarnio y algunas domadoras por ahí por foros y por chats se van de la lengua. Otros menazan. Watch out. Menos globitos

A todo esto nos fuimos todos a la comisaría. El individuo que dijo llamarse Fabián siguió repitiendo la cantinela de “fue algo animal ...fue algo animal”. Pero se hace el atestado y en la declaración que ofrece el acusado dice que fue la niña la que le había provocado. Llevaba una falda muy corta y le sonríe cuando salía de la tienda de comprar chuches. Sin embargo reconoce que no estaba en el portal de nuestro bloque de visita. Había ido a conseguir algo dinero pa droga. El inspector no puede ser más eficiente y cabal en la cumplimentación del atestado pero dice que el ladrón-violador se las sabe todas.

 Según el servidor del orden publico, será difícil que puedan aportarse pruebas y  Fabián que fue habido gracias a nuestras feroces e indignados puños salió libre por la puerta grande de la Ley. Sentimos rabia e impotencia. Otro malhechor que anda suelto. En Estados Unidos lo pondrían en la morgue o lo sentarían en la silla eléctrica. América y en eso soy muy pronorteamericano no puede ver a los violadores –tampoco a los envidiosos y a los difamadores- Es la ley del Colt. El que la hace la paga y los policías neoyorquinos lo aplican la ley de fugas. Vd no corra  ni se le ocurra cuando le diga un cop: corre. Porque va a ser cadáver en dos segundos. Aquí en España seguimos siendo demasiado permisivos para estos asuntos graves y muy estrechos de manga en lo que se refiere a parvedad de materia. Y yo digo estas cosas no a título de periodista sino como testigo de cargo a beneficio de inventario. Mabel la pequeña Mabel pudo ser su hija, amable lector o su nieta. Gerardo siempre que me ve me invita a unas cañitas.

-Tómese lo que quiera, Sr. Parra.

-Muy amable.

-Lo que hizo usted por mí no lo olvidaré nunca.

-Hombre se agradece pero no tuvo la menor importancia. Todo el mundo en mi caso hubiera hecho lo mismo.

-No todos no. Los hay que escurren el lomo o atacan por detrás. Vd. no es de esos.

-Por supuesto que no.

-          Ya sabe donde me tiene. Yo también soy valiente y me gustan los valientes.

-          -Gracias, Gerardo.

Dios se lo pague a su agradecimiento que de desagradecidos está el mundo lleno por eso cuando la calumnia aprieta sus tábanos – y la calumnia envidiosa o rijosa, el ultraje gratuito o la amenaza es como una violación, una violación del honor- me acuerdo de mi vecino el papá de Mabel. Y pienso que llamo a mi amigo Gerardo o a mi primo el de Zumosol. No hace faltan. En mi familia hay tres policías, cuatro guardias civiles y mi padre militar. No hace al caso molestar, me puedo valer yo por mi cuenta. No soy un matón pero tampoco un enagüillas. No he renegado de esa bendita bandera que juré en Getafe. Y la defenderé con mi propia sangre pero jamás de los jamás es para matar hermanos. Lo malo es que los ahora se las dan de tanto patriotismo no fueron a la mili porque fueron declarados hijos de viuda, expedientes de cupo, los pies planos o a lo mejor pueden que se declaren  súbditos de otra nacionalidad. Se pasaron al enemigo Entonces sí. Entonces podían convertirse en objetivo. En enemigos de mi patria.

 

 

 

EN DEFENSA DE LA MINISTRA AL HILO DE UNAS FOTOS INFAMES

Antonio Parra

Carmen Calvo no pudo estar más ponderada y senequista – es de la patria de Lucano- cuando dijo que a costa de esas dichosas fotos tomadas por ese Montoya pacense, y que mucho remolino han concitado, que se está dando una publicidad gratuita a costa de esas infernales fotografías, mala pornografía, irreverente coprológica, un experimento de las salas de arte y ensayo de hace más de un lustro, que pasó sin pena ni gloria, el más mínimo decoro pero que aquí un colega currito – andamos un poco con el complejo del Watergate y aquí todos quieren ser Bernesteins y se quiere pegar el pisotón pero aquí no hay YT ni el Post ni un poder detrás que avale a los periodistas menesterosos- quiso equipararlo con el caso de las famosas fotos del profeta Mahoma que puso en pie de guerra a los Creyentes.

 El escándalo, torticera e interesadamente, fue suscitado por un servicio de inteligencia que no nombro al husmo de sus intereses. Y, hala, picaron todos. Con Ben Laden debe de estar ocurriendo cosa parecida. Muy sutiles dedos con sus metadatos andan encriptados en el mundo de la información y hay que hilar muy fino, próceres, porque, de lo contrario, se mete la gamba a discreción y los  maqueteadores de opinión y oráculos de la pluma la antena y el micrófono a unos les hacen bailar la tarara y a otros les desinforman. ¡Cómo se ríen de vosotros! Trágica risa diabólica pero al freír será el reír.

 No dramaticemos. Porque ni el cristianismo tiene nada que ver con el Islam ni el tal Montoya que tiene apellido gitano de signo irreverente como el del chiste  tan viejo de hace unos años y más cara que espaldas y lo otro le opinan como dos ollas  es un crack que vaya a pasar a la historia de la fotografía. Ni hay que tomar tan en serio lo que parece tan en broma. El diablo que enreda tiene todas las dotes menos el sentido de humor y el ridículo.

 Para empezar, comprendo al sentir sarraceno porque no permiten en su religión representación antropomórfica. Consideran una blasfemia (lo han tomado de los judíos) personificar el rostro de dios y adorarlo un gesto idolatra. Es la vieja polémica del culto a las imágenes que arranca de los primeros años del cristianismo. Rivalidades y feudos entre iconoclastas y ortodoxos de la Tradición Atanasiana preconizaban que al rendir culto a la imagen de un santo o una virgen no veneramos un leño, una pintura, un pedazo mármol sino la efigie y el enigma que representa. Si se hubiera impuesto la norma que trataban de implantar los iconoclastas que se hicieron primero arrianos y luego del séquito de Mahoma en las iglesias y catedrales cristianas se hubiera desterrado el gran arte del quinzzento, quatrocento y del barroco. Y nuestros templos estarían desnudos. Solo adornados con esa taracea muslímica que en Segovia llamamos esgrafiado y tomamos de los moriscos.

 A Cristo en la cruz siempre lo representan los artistas desnudo, ocultando sus vergüenzas con un paño de pudor. Era un hombre y era hijo de dios. Esta es la idea que late por detrás de la gran estética católica. Las madonas de Veronés, Rafael,  Leonardo, eran simples cortesanas o amantes del pintor de turno. Rivera, Velázquez, el Greco se complacen en la descripción anatómica del cuerpo humano. El Niño Jesús siempre lo vemos en taparrabos y hecho un sol. Nada irreverente en ello. Y, al efecto, recuerdo una historia que corrió por una convento de tierra de Campos donde unas monjas tenían un san Nicodemos muy viejo y gastado pero representado como su madre lo parió. Entró una madre abadesa  reformadora que quiso por lo menos colocarle unos paños menores  al buen santo siendo sus pupilas refractarias  al cambio y esto es el caso que vino un carpintero para arreglarlo y ya se la llevaba a su taller cuando salieron todas las monjas timándose de la toca y  gritando al buen artesano:

            -San Nicodemus, san Nicodemus que con pingajillo y todo te “queremus”.

Y no hubo reforma. Algo que tenía el cristianismo,  por lo menos, esa fe de los cristianos viejos que nosotros amamos desde niños era sentido del humor. Lo cual es carencia es en estos zoilos y xenones de ocasión. Cara de palo y labio leporino tienen por norma. Adustos e histriones. Que farisaicamente se rasgan las vestiduras. ¡Madre mía como venía la COPE estos días de atrás! Lord Chauchau parecía que ladraba, la Schlichting tan parlotera echaba pestes con su eufónica voz y ese señor de las noches que creo que es luterano o judío que no sé y además me parece bien que sea judío o calvinista o lo que quiera ser pero no me parece que no es de buen tono que trabaje en una emisora de la Iglesia. Don Federico mire- este- chico- no sé si se proclama ateo o agnóstico y la Moneo, la hija del arquitecto del que fue mi vecino en la Waterside Plaza de Nueva York pues no sé que credo practicará pero solo le faltan los colmillos para morder a Zp en la rabadilla y el otro se jarta de llamarle a Carmen Calvo ministra de incultura. El inculto, señor mío, creo que es usted por muchos libros que escriba – tres cada mes- y muchos negros que tenga.

Esta falta de ponderación y de recato sólo contribuye a ahondar el abismo ideológico entre los españoles. Pero siguen la táctica de Goebbels de repetir machaconamente infundios para que la gente se lo crea. Detrás de estas campañas no están desde luego los votantes del pp. Que a mí me parece buena gente (y lo siento por Luis Partida el alcalde de La Cañada, uno de los mejores ediles que tuvo el partido, pero este país es un país de buenos alcaldes y malos políticos y de periodistas muy mediocres por lo general, no me incluyo entre ellos por supuesto, por eso estoy aquí) sino las tercerías del voto y de los intereses económicos.

Los populares están cayendo en los mismos defectos que achacaban a los socialistas y tan viscerales. Como  buenos españoles. Somos un panolis y blandengues hechos una mantequilla de Soria para cuestiones sin trascendencia y exhibimos un corazón de hierro para aquello que importa. España está hecha de pedernal y de pastaflora. Y quizás ellos se deba a que por estas lindes prolifera el farsante. Se escandalizan por unas fotos episódicas, periféricas – piden la dimisión del gobierno-  y se callaron como postes a raíz de una película que a mí me hizo vomitar. Protagonista: Antonio Banderas ese que canta saetas y se viste de nazareno semanasantero en Málaga cada primavera. Lugar de rodaje: Jerusalén. Fecha de proyección: la cuaresma del año 2000. Argumenta: no existió resurrección. Ese Hombre era un impostor.

 La cinta fue un ataque a la línea de flotación teológica del barco de nuestra fe. El más rabioso y terrible que he asistido en mis días. Si Cristo no resucitó, decía Pablo, vana es nuestra fe. Esto es un montaje terrible del Vaticano. El Colegio Cardenalicio –pontificaba Wojtyla a la sazón- no condenó la película o, si lo hizo, fue muy timoratamente. Tampoco lo hicieron, como es natural, los obispos españoles. No había ni una escena fuerte; tal vez los amores de Banderas que trabaja como curita joven con una israelí y cuelga la sotana. Pero emética. Casi echo la pota al salir de la sala. Se ridiculiza y ataca a la Iglesia. Aquí todos mudos como tumbas.

 Empero, se arma todo este cacao a costa de las fotos folclóricas de ese tal Montoya o se da una publicidad inusitada a ese Código da Vinci escrito por un malvado o por un inepto, y acaso las dos cosas [recuerdo a un señor como se puso conmigo cuando dije que era un mal libro]. También se apartan, hechos unas fieras cuando uno habla en castellano plata de ley y le llaman a uno grosero, fudidunculo – que no lo soy gracias a dios menos eso y montar en globo- y otros muchos insultos. Está usted acabado. Bueno. También se lo cascaron a Jesús y a todos aquellos que cantan las verdades del barquero. Estos son de la raza que acantea a los profetas, quema a las putas. Esos tibios católicos de misa de doce. Siempre dentro de lo convencional. Padre, perdónalos...

Por otro lado, los cristianos ya estamos acostumbrados  a que nos escupan. Nuestro Maestro (“Felices seréis cuando os difamen y persigan en mi nombre”) fundó una religión más que humana divina. Humana es la ley del talión y la del ojo por ojo. Aquí hay que volver siempre la otra mejilla. Un cristiano aunque puede defenderse, y les remito a los copiosos tratados sobre la guerra justa e injusta de la escuela de Salamanca, y no creo que la de Irak lo sea, no tiene potestad para tomar venganza.

 Otra cosa es que se cabreé y tome el látigo como lo hizo Jesús ante los mercaderes del templo o cuando los llamó raza de víbora, sepulcros blanqueados. No se lo perdonan. Cuando se acerca la pascua, la navidad o cualquier fiesta importante de la catolicidad ya están soltando por ahí su bilis, la especie venenosa de que se casó con Magdalena – bueno y si se hubiera casado qué no era un hombre; pese a todo yo creo que se mantuvo en las estrictas reglas del nazarí nato de no beber vino ni sidra ni yacer con hembra, y además dulce Jesús, no sabes de la que te libraste de tener que soportar a todas estas arpías) que san José  era cornudo. Bueno. Bueno.

 La tradición es muy antigua. Es la teoría de los escarnecedores de las aljamas medievales donde coincidiendo con las grandes fiestas cristianas se hacía alguna tenida, se practicaban crímenes rituales y conjuros. Lo de los crímenes rituales no parece ser cierto aunque vengo de una ciudad donde se celebró la catorcena lo menos siete siglos a costa de uno de estos actos sacrílegos y lo de la demonización de los judíos tampoco me parece de recibo pues se les pintaba comidos de avaricia y con la nariz ganchuda.  Feos y parientes del diablo. Estuve,  por el contrario, en Israel y no vi gente más hermosa en el mundo ni más tranquila. Nada tiene que ver con el estereotipo.

 Pero Guillermo de Norwich un fraile ingles hizo correr por toda Europa la creencia de que los sanedrines echaban mano a algún niño y lo freían en la sartén. Es la tradición del sacamantecas. Avalada por algunos casos que parecen ser cierto. Santo dominguito del Val prendido cuando ayudaba en la seo cesaraugustana, san Pedro Arbués, el Niño de la guardia, etc. Hay ciertos sectores radicales en la fe mosaica que nunca pronuncia el santo nombre de Jesús. Lo llaman “ese hombre”.

Estas eran cuestiones subyacentes. Las creíamos olvidadas como una reliquia de la Edad Media y a la lucha de las tres religiones. Resurgen ahora. Los escrituras por eso llaman al diablo, o separador de los hombres, el cálido, la serpiente antigua Ahora esas pugnas vuelven a estar sobre la palestra. Para enfrentar a unos con otros. Recuperando viejos agravios. De todas formas es de alabar en medio del furor de la marabunta, la ponderación con habló la bella Carmen Calvo. Por lo que a mí respecta este articulista también ha aducido sus razones. Casi nunca me gusta escribir a humo de pajas.  Ni hablar por boca de ganso.

 La campaña contra nuestra religión por mor de unas fotos infumables es una maniobra de ida y vuelta. He dicho. Ahora espero vuestros insultos. No es bueno remar contra la bestia cuando ruge la barahúnda en estos tiempos de la bestia. La ministra tiene cara de Virgen cordobesa. Ten piedad de mí Cristo de los Faroles. Bajo a mi celda y canto la pasión cruzada al pecho la estola de diácono. Me dio cierta angustia pues sentí pasos y risotadas a mis espaldas en el jardín. El interpuesto se erguía de patas a lo macho cabrío detrás de los fresnos. No le hice caso. Seguí con mi lectura. Siempre daré testimonio de Su nombre. Ah y no insulten a Carmen Calvo. Es toda una señora.

22/03/2007

 

 

 

 

 

 

 

ZP HIZO UNA BUENA LEY DE LA FUNCIÓN PÚBLICA

 

Antonio Parra

 

 

El caso es que la ministra queda bien cualquier trapo que se ponga aunque sea un pingo y a Carmen Calvo la otra noche en la entrega de los premios de Teatro le caían pero que muy bien los colores republicanos. Al fin y al cabo yo no pongo excesivos reparos. El morado tirando a carmesí eran los colores de Castilla. Lo adoptaron los republicanos. Yo recuerdo aquel pendón casi tan alto como un árbol que había en el zaguán de la iglesia de Fuentesoto y que tocaba casi el techo con la punta y para sacarlo los días de procesión nos veíamos negros y había que embridarlo a la cincha porque de lo contrario se hacían polvo los riñones del portaestandarte. Era un menester ese de llevar el pendón castellano que se le asignaba al recio Constantino el alcalde. Bueno pues debe de ser por esa impronta comunera que la segunda Republica lo adoptó como enseña. Sea y admitamos la explicación. Los míos siguen siendo los susodichos del rojo y gualdo. Uno es demasiado viejo para cambiar de lealtades y mucho menos de bandera pero entiendo las razones por qué se los enjaretó la ministra. Estaba guapísima. Ella no es de las que tiene que cambiarse todos los días de modelito como  doña Espe con su impoluto peinado de barbie.  Ya se que el habito no hace al monje pero “ex abundantia cordis” y sin perjuicio de partir y aunque ya dijo el castizo que “de gustibus non disputandum” uno tiene sus preferencias y los colores políticos, las banderas, los trapos, la máscara y la cáscara sólo son el accidente y a uno le gusta la pulpa y la Carmen contra la que despotrican algunos tiene una cara dulce de hermosura tras la reja de encalado y florido patio cordobés. Las desinencias políticas que tanto enrabiietan no son de monto. Lo que importa es lo que va dentro y si en la áspera España hubiese más tolerancia más caricias y más cartas de amor a lo mejor no nos hubiéramos estado pegando los unos a los otros que así llevamos varios siglos. A doña Carmen solo le faltaba la carmañola y el epígrafe de liberté Egalité Fraternité  Liberté para plasmar el icono de la revolución francesa porqué doña Carmen a pesar de ser de Córdoba  y ser un bellezón andaluz clásico tiene una cara  como muy francesa y que Dios te la conserve muchos años ministra. Guapa.

-De manera que su bandera es la roja y amarilla.

-Talmente. Por ella han muerto muchos.

-Y por la del moradillo también. Así que estamos en paz y borrón y cuenta nueva

-Es cierto y ya digo no me parece cuestión sustantiva ni motivos de pelea. Es un paño una tela y si fuera para la reconciliación con mis hermanos los del otro lado de la trinchera yo estaría dispuesto a encasquetarme la montera picona con esos colores aunque no creo que proceda. Entiendo a Carmen Calvo aunque no comparta sus ideas.

Ahora resulta que aquellos rojos que me pintaban en mi infancia como el lobo feroz no muerden. Son españoles como yo y carecen de intenciones revanchistas y tienen su razón. Todos tenemos parte de razón. Sigo pensando que Carmen Calvo ha sido una de los mejores inquilinos de la Casa de las Siete Chimeneas, una proposición que puedo demostrar. No es un halago ni un farol. Ha llegado con un buen equipo que ha pacificado las plantas y ha sido una de las mentes grises, ella, una mujer que ha ayudado a la redacción de la  nueva ley de la función publica del 12 de abril de 2007 que servirá para apuntalar el ordenamiento jurídico de una vida en convivencia. Zapatero, que es un audaz y le sobra lo que han de tener los buenos políticos: cintura ha demostrado con esta legislación que no es un rupturista sino un defensor del empleo publico del cual él proviene al contrario que Aznar al cual le debemos el que quisiera cargarse la Administración Central. Haciendo salvedad de pulverizó al ejército y mandó a nuestros soldados a un conflicto cruel y sangriento como es la guerra de Irak, no para salvar una civilización sino alentar el ego de Bush y la camarilla que se alza detrás: los lobbies del petróleo. En esos intríngulis de largo recorrido y de profundo calado no entro. Doña Carmen de carmañola me hace sonreír. Me recuerda a aquellas rojas a las que yo amé tanto.  Una belleza que calma, una gota de miel, una  melancólica sonrisa en la áspera vida política española. Ya sé que con lo que digo muchos se van a llevar las manos a la cabeza. Pero ¿podremos entendernos ya de de una puñetera vez?  Es un error culpar al presidente de todos los males que padecemos. A veces me asusta la Derecha. Sus discursos no vienen cargados de razón sino de intereses espurios. De altanería hipócrita y de una soberbia que no hay por donde cogerla. Zapatero ha hecho una buena ley de la función pública. Pudiera mejorarse desde luego. Pero esto es lo que hay. Estas son lentejas. 

 

 

 

FAULKNER CUMPLE 110 AÑOS

 

Antonio Parra Galindo

 

El 22 de julio de 1962 moriría en Oxford (Mississippi) William Faulkner el novelista estadounidense que mejor supo plasmar a decir de los expertos la realidad del mundo moderno, y un innovador del género narrativo acaso uno de los más imitados junto con Kafka Joyce Dos Passos y Hemingway. Asimismo crece a lo largo de su dilatada una contemplación del mundo muy personal. Otro dato por el que es diferenciado Faulkner dentro de cupo de escritores de Norteamérica es por haberse erigido en rapsoda del Sur profundo y violento, segregacionista y atrasado. Para ello crea un país imaginario que algunos han imitado (estoy pensando en Juan Benet y su región). En el caso de Faulkner es Yoknapatwha – el nombrecito se las trae- y allí desarrolla gran parte de la trama de sus historias. El lugar es una especie de ínsula Barataria de las pasiones con sus crímenes, declives familiares, quiebras de las fortunas, el cierre y decadencia de las antiguas plantaciones de tabacos. El surgir y declinar de la estrella. La creación y profanación del mito porque más que un escritor es un mito. El mito de América. El sueño americano.

Yoknapatwha estaba en alguna parte del estado de Mississippi donde nació el novelista en 1897. Hoy tendría William 110 años. Era hijo de unos colonos tabaqueros y algodoneros procedentes de Irlanda. Su abuelo había sido militar surista. Era coronel. Mandó un regimiento. Mal estudiante y bajo de estatura no daría la entrada para alistarse a filas por lo que expediente de cupo se libró de marchar a pelear a Europa en 1914. Sin embargo lo admitieron en la aviación canadiense. La primera gran guerra es el hecho más importante de su existencia eje de marcha sobre el que gira a veces su novelística onírica hechas de jirones de realidad y de peldaños en la escalera del recuerdo. Otro tanto le ocurriría a sus contemporáneos: Dos Passos, Hemingway y Fitzgerald.

 Su aparato fue derribado en la batalla del Somme. A consecuencia de las heridas tendría muchos dolores y acudiría a las anfetaminas la morfina y al alcohol que lo destruyó para mitigarlos. La metralla se le movía en piernas y brazos al cambiar el tiempo. Por eso bebe. Se matricula en la universidad de Mississippi. Lo echan por borracho. Tampoco era capaz de concentrarse. Recorre toda una gama de oficios: carteros, albañil, maletero de estación, guarda nocturno o lo que se llamaría hoy securata de unos grandes almacenes. Pronto descubre que el escribir sirve de terapia a su cuerpo y calma la sensación de vacío de una vida fracasada. En sus noches de vigilante se entretiene emborronando cuartillas.

Asi surge The Sound And The Fury. Una de las novelas señeras del presente siglo casualmente llega empapada de alcohol y de congoja. El título se lo había tomado al Macbeth  de Shakespeare. La vida es una historia llena de sonidos y de furia contada por un idiota. En este caso la contaba un guardabosque. La crítica acoge la novela con entusiasmo y todos son unánimes de calificarla de hallazgo definitivo. Un cuadro anímico del espíritu de la América de entreguerras. John dos Pasos, Hemingway forman con Faulkner la terna atacante de la generación pérdida. Todos volvieron de la guerra, fracasados. Faulkner está considerado como el de mayor talla. Se había aficionado a las letras al poco de regresar del frente. Su primer trabajo la paga del soldado es de 1926. tres años más tarde y con motivo del hundimiento de Wall Street su humor no puede ser más pesimista: While I lie dying.

Es la novela de un suicida. Posteriormente vienen Santuario, Luz De Agosto, Absalón Absalon y Réquiem Por Una Monja. Ninguno de estos trabajos le reporta ningún lucro. Por lo que decide hacerse guionista de Hollywood. Lo mismo que otros escritores famosos como Aldous Huxley, Woodhouse etc. También sin excesiva fortuna. A la Meca del cine le venían grandes los genios.  Estruja mejor la cabeza de los mediocres. Con lo que en su país sería prácticamente un desconocido hasta los comedios de los años cuarenta. Su prosa era desgarrada, críptica y algo en clave, penosa de leer salvo a los buenos paladares con bouquet para la literatura y a veces ni a estos mismos. Parece que sus novelas están escritas a caballo. No es el espejo que Flaubert larga a través del camino sino crónicas galope. Cabalga entre la desesperación y la esperanza.

 En 1949 le conceden el Nóbel y hace declaraciones. Entre ellas la siguiente: “Creo en el hombre en su nobleza para el sufrimiento y la supervivencia. La raza humana sobrevivirá incluso a un holocausto nuclear. El ser humano es inmortal y esa inmortalidad dimana de su capacidad para adaptarse al medio. En los saltos que da el progreso a lo largo de la historia”.

 Faulkner llega del profundo sur donde el sentido de la existencia es fatalista. El ser humano no podrá escapar a us propio destino. Al Fatum de los romanos y que Nietzsche llama Schiksal. En la vida hay tres vertientes ineluctables: derrota-condena-fatalidad. Estamos sin embargo ante un escritor cristiano. Como la mayor parte de los anglosajones formó su estilo en la Biblia.

Y considera que los Sinópticos es la historia mejor contada. Ningún escritor conseguirá vencer a los cuatro evangelistas en el arte de narrar. Y aplica este cristianismo a su temática. Por ejemplo en Fábula que se desarrolla en las trincheras del Somme cuenta la historia de un pobre soldado desertor que encara la muerte por fusilamiento. El pobre muchacho encarna la pasión de Cristo otra vez y Faulkner intenta abordar el tema como si fuera san Mateo el cronista de este lance. El autor se nos muestra muy antimilitarista lo que no deja de ser parodia. No creo que su paisano Bush otro sureño y un autentico warmonger haya pasado más de cinco minutos ante un texto de Faulkner.

 Con todo, su obra mayor es the Sound And The Fury. La vida no significa nada. Sin la fe todo pierde sentido. Y el ser humano caminará siempre rodeado de sombras. En esta novela el argumento no puede ser más crudo: el hundimiento de una familia en medio del alcohol, la codicia, el incesto, las cálidas noches de sofoco en la veranda entre el aullido lejano de los chacales, el zumbar de los mosquitos y el rítmico balanceo de la tumbona en la veranda. The Sound And The Fury calificada como una de las mayores obras de arte literarias del pasado siglo formula la profecía de un tiempo que habría de venir: la decadencia del sur que es la decadencia de  América en definitiva.

Pero Faulkner sigue vivo campeando el temporal de las modas y de los gustos literarios. La literatura también rinde tributo a la novedad pero los hombres pasan y también las modas. Es el ápice y el punto de referencia del gran friso de la literatura estadounidense. Ha tenido muchos émulos e imitadores pero es un autor inimitable. Como todo aquel que habla con voz propia. Como todo profeta que señala el camino. El pequeño demonio del sur sigue marcando el rumbo y eso que su prosa no es convencional sino muy enrevesada como la  de Samuel Beckett, Kafka, o Proust. Es un escritor de escritores.  Denso y con una protuberante cargazón intelectual, un maestro de lenguaje y así da gusto leer y también escribir. Sus frases siguen retumbando en mi memoria como el eco de los derrubios que se lanzan al vacío desde el cañón del Colorado. Un aviso. “Absalon, Absalon” y que no se os enrosquen los cabellos en la rama de una encina como le ocurrió al fatuo y apuesto personaje bíblico.

 

S18/11/2022

 

 

 

 

 

ATEOS DE DERECHAS GRAFÓMANOS, PARANOICOS Y ORTRAS HIERBAS

 

Antonio Parra

Os curas e os taberneiros tiñen moito parecido, os curas bautizan nenous e os taberneiros o vinho.  Los curas y los taberneros tienen mucho parecido, unos bautizan niños y otros vinos (canción popular, Galicia). En vez de llorar, orillas del mar, es como para ponerse a cantar muñeiras; por ejemplo, el Naveira do mar pues es el caso que como los curas y los taberneros tienen mucho parecido y por aquello de que dios los cría y ellos se juntan.,  aquí estamos hechos todos unos zorros  Mi vida por un plato de lentejas y mi honra por un buen debate en foro de triste aforo.  Preferí yo siempre los cenáculos porque del foro son solo los de Madrid y aquí lo que hay es mucho guiri.  Pues eso. Los ateos y los gays- el que no junta desparrama- tienen una cosa en común: que no se les puede quitar la razón como a los locos.  Ellos erre que erre, que no hay Dios.  Esa idea no se les quita de la cabeza,  y si les dices que no están en lo cierto, se ponen a chillar igual que posesos.  Calma.  Calma, amigos. Asómese a la ventana, querido fray Tomás, y contemple el universo. ¿Nunca ha visto un buey volar?  Esas estrellas del cielo ¿quien los crió? ¿Qué mano ordena el ciclo de las estaciones?  Si se mira a las criaturas, uno puede entrar en éxtasis o en contemplación y prorrumpir en un cántico al hermano sol a la hermana luna o al hermano lobo con Francisco el hijo de Bernardone.

 Pero, si se mira hacia adentro, uno escucha la voz de alguien que es mágica que es nuestra conciencia nosotros mismos - es el argumento probatorio utilizado por Anselmo de Cantorbery- y el hecho de que usted no crea porque se le ha muerto un hijo que andaba metido en la droga no es para ponerse así.  Blasfemos y desesperados los hubo siempre.  Dios es el sumo bien pero también existe el mal en el mundo, el odio la malquerencia la calumnia el pecado de soberbia que es el peor de todos.  Usted señora o caballero no es nada, algo insignificante y contingente, una maleta en transito que se pierde entre el matalotaje  de un tren de largo recorrido, y el que a ustedes les hayan ocurrido algunas desgracias que a otros también nos han sucedido y no la emprendemos a tirar con flecha y con arco contra el triangulo de la Santísima Trinidad, no es para tomárselo por la tremenda.  Somos carne de dolor y nuestro destino es convertirnos en crucifijos. La vida no es más que una mala noche en una mala posada, Teresa dixit. Dios seguirá existiendo y su presencia en las cosas es cosa demostrada.  Seguirá existiendo a pesar de ustedes.  Él no les necesita.  Vds., a él sí. Pero piensen como ustedes le dé la gana.


  Ese ojo mágico que todo lo ve y todo lo sustenta es Dios. El gran arquitecto como dicen los masones pues hasta los masones creen en Él.  Dios, el cristiano, el Mío, es amor pero si usted  va por  esta triste existencia, lleno o llena de odio, no podrá escuchar mi canción, pues  sus ojos no están limpios para ver al Señor.  Vivimos en la cultura de la queja que deriva en blasfemia y a ver si va a tener la culpa ZP de que hayan ustedes perdido la fe.  Se trata de un movimiento que vengo observando cuando recién inaugurado Internet yo me metía en los chatos.  El ateísmo como el porno duro y las viejas canciones de la santificadora ortodoxia todo en totum revolutum todo metido en un mismo saco navegan por Internet pero allí no me encontré a los ateos de toda la vida a los anarquistas anticlericales los torvillos de mis entretelas, puesto que me percaté que los más envenados eran votantes del PP y se hacían lenguas de José María Aznar que para mí es uno de los mayores desastres de esta democracia.

 Observé que estos ateos eran peperos paranoicos y un poco anticristos pues les deben haber lavado el cerebro en una cadena que dice ser lo que no es.  Además, demostraban un ateísmo dogmático y practicante que hiere mi sensibilidad de creyente en Jesucristo no en Mahoma ni en Moisés.  De las tres religiones del libro solamente una puede ser la verdadera pero no se lo digamos al Gordo que va con un sombrero negro y enorme a las manifestaciones y tampoco es él lo que parece aunque se diga luterano pobrecito mío. Son esos ateos una especie de peste que copan todas las tribunas de la red.

 Ello forma parte de toda una estrategia bien diseñada de los anticristos.  Al que dice profesar la religión de Jesús lo arrinconan lo escarnecen y censurarán con ese agit prop en el que son tan expertos.  Ellos solo creen en la banca Morgan en Bush y en Blair. Además, inverecundos, exponen sus taras como si fuese una conquista y así se ufanan de sus mermas.  Si argumentas por ejemplo que crees en Nuestro Señor Jesucristo salvador del mundo y dador de vida o si cuentas una historia de como posesionaste en semana santa detrás de un paso por una promesa ya te azupan los alanos de su intolerancia:

- Mira éste.


Y si eres partidario del amor como vinculo procreador entre el hombre y la mujer y no por mero deleite ya te vienen con monsergas.  Uno comprende sus posturas que a lo mejor resulta de una enfermedad de un vicio de una mala postura  en la cama o de algo genético váyase usted a saber pero amiga mía si usted perdió la fe por hache o por be no es para que la condecoremos.  Es usted digna de lastima.  Y no es que la recomiende yo que escuchara las charlas del P.Venancio Marcos como hacían muchas mujeres en mi infancia porque el pobrecillo ya se ha muerto  y, amén de eso, decía verdaderas barbaridades teológicas pero permítame que la compadezca.   Marcos, por otro lado, también era digno de lastima; era un obseso sexual producto típico del nacional catolicismo que es donde empezaron a quebrar muchas cosas en este país y ya lo vengo diciendo el cristianismo no es un problema de bragueta, mejor me lo pones.  Creer es una gracia.  No es un argumento sino un sentimiento. Nada tiene que ver con la mente. Hay cosas que están próximas al corazón que la razón no entiende.

 Para mí la fe es un don precioso en vasija de barro que nada tiene que ver con mi peripecia personal, puesto que yo no soy importante, sólo barro que se apelmazará en la tierra, lo que no pase o lo que me deje de pasar se irá por la posta, se lo llevará la trampa.  A mí también me ha zurrado lo suyo la vida pero todavía no he quemado las filacterias y suelo rezar todos los días el Domine Jesu Christe que dixisti apostolis tuis pacem relinquo vobis pacem meam do vobis ne respicias peccata mea sed fidem Ecclesiae tuae. Eamque secundum voluntatem tuam pacificare et regere digneris da nobis pacem in diebus nostris ut Ope misericordiae adjuti  a peccatis simus semper libri et a Te nunquam separari permitas (Señor mío Jesucristo, que dijiste a los apóstoles la paz os dejo mi paz os doy, no mires nuestros pecados sino la fe tu Iglesia. Da paz a nuestros días  para que mediante tu gracia seamos libres de nuestros pecados y no permitas que me separe nunca de Ti). Hermosa oración del canon tridentino pero, políticamente incorrecta e incoercible pues para empezar ya no hay pecados ni líneas de separación entre el mal y el bien. Preciso y precioso texto, que algunos orejas les sonará a latinajos y se llevarán la mano a las cartucheras y mira que eran viejos cursillistas antaño y muy de Acción Católica pero que siguen recalcitrantes en el error y yo creo que odian El Mandamiento Nuevo.  Oyen del latín y tiran de pistola. 


Y lo curioso es que todos estos ateos de nueva generación fueron a colegios de frailes o se educaron con las monjas.  Algo ha fallado en esa educación sentimental que les dieron puesto que el péndulo osciló hacia la otra punta.  Toda nuestra pedagogía ha fracasado. Que se han hecho ateos desde luego pero siguen conservando el dogmatismo el clasismo y ese complejo de superioridad y de culpabilidad que les hace ser egoístas y mirar a todo el mundo por encima del hombro.  Hay que darles la razón como a los locos.  Estos ateos de la calle Génova tienen madera de inquisidores.  Exhiben su irreligiosidad, su agnosticismo y su anticatolicismo por más que se escuden al amparo de  intramuros  eclesiales y organizaciones afines próximas a la iglesia.  Tienen una idea fija: Zapatero.  Burro de todas las cargas culpable de todos los males.  Hablan de los años perdidos y se refieren sin alharacas que el problema de este país es ese hombre.  Wrong.  El problema son ellos: su intolerancia, su ignorancia, su vesania.  Son la cara menos amable porno duro en la red. Decir la más atroz de la derecha, esa derecha irresponsable que en parte fue la culpable de nuestra guerra civil es decir poco.

  No quiero hablar aquí de un tipo tan poco presentable y muy golpista él nacido en palma de Mallorca y que dejó sus sesos estampados en una curva de la carretera de la Coruña el banquero de Franco los conciliábulos de Mola.  Lo que yo supe y no supe, y después nunca más se supo, o nadie quiso saber.  Los tapados de las dos esquinas.

  Una buena capa todo lo tapa decían los castizos y el dinero puede mucho, lo puede todo o casi todo, es incoloro inodoro (aunque muchos hablen del sweet smell of money) e insípido pero con él se compran los campos de la sangre para enterrar a los ahorcados. Llevan siglos y siglos así.  No cambiaron de táctica.  Crime does not pay dicen los ingleses.  El crimen no te tiene cuenta pero a ellos les va bien porque esta gente siempre se sale con la suya.  Apostando a dos caballos gana.

- Entonces ¿por qué escribe usted?

- Para que no nos quemen más cenachos en España.  Hablé en un artículo de la palabra clastomanía que es la inclinación mórbida que tienen algunos a romper la baraja.  Y saltó un anónimo - conozco bien su nombre- espetando su iracundia: oiga, esa palabra no viene en el diccionario.  Sin embargo este vocablo ha hecho saltar las alarmas.  Pero yo me apunté otro tanto, les había descubierto sus cartas.

- Los hijos de las tinieblas nunca soportarán la claridad.  La verdad les duele y reaccionan como Satanás cuando percibe el incienso a través de sus fementidas pituitarias.  Él quiere que la humanidad huela a azufre y a sangre para él maniobrar en la oscuridad, vendernos la burra y sus campos de Haceldama.

- Entonces va el Pateta y lanza sus mesnadas por los foros de la red.  El Interpuesto es muy hábil por eso le llaman Príncipe de la Mentira y múltiples son sus disfraces.  A veces pone cara de buen chico/a  Ahora enseña patente de demócrata y una librea de tolerancia aunque debajo de la manga se guarde su temible carta: la de la  tiranía y la guerra, el dolor universal.  Escupe hiel bajo una sonrisa de miel.

- Congruente e irreprochable su razonar.


Estuve cavilando y dándole vueltas ante el acoso de estos prójimos y prójimas y aproveché mis conocimientos de psicología para estudiar a través de sus textos algo que se oculta detrás de su fachada de “buenos chicos” y la verdad es que si ellos son malos ellas son malas malísimas como lo eran las guardesas de los Campos.  Muy cerrados de molleras puesto que desconocen que el fin ulterior de la historia es lograr la fusión de los pueblos y las culturas.  Se dicen hispanos pero son anti españoles.  Si uno estudia un poco a los cronistas de Indias, los españoles fomentaron el mestizaje. El inglés, según nos relata Vasconcelos, sólo se cruzaba con el blanco y exterminó al indígena.  Y todos estos pepitos y pepitas se declaran anglófilos.  Pusieron en un altar a Tony Blair y para ellos Bush y el clan guerrero y armamentista de la actual administración de la Casa Blanca son casi de naturaleza divina.  Y si proferimos alguna reserva al respecto como insurrectos del periodismo y algo contreras que siempre fuimos nos tachan de rojos y de progres y nos echan encima la clámide de albura de los avenates.  Lógico.  También a mi Maestro lo tomaron por loco y le vistieron de la túnica blanca de los orates de Israel. No obstante, y seguimos con los análisis de textos su grafomanía les delata.

  Recuerdo una entrevista que le hice al doctor Vallejo Nájera hace ya algunos años.  El tema de nuestra charla se centró sobre la paranoia.  Y he aquí algunas de las conclusiones que he rescatado de los apuntes de mi archivo:

1. º Esta enfermedad o delirio suele manifestarse hacia los cuarenta

Años en los comedios de la vida y perdura hasta la muerte del  paciente con algunas renitencias y recaídas.

2. º Se manifiesta en el orgullo, egocentrismo, hipertrofia del yo.  Sobreestimación de la propia personalidad, exhibicionismo y engreimiento.

3º Tendencia a imponer las propias ideas.  Nunca aceptan el más   pequeño reparo a sus asertos.

4º Megalómanos y salvapatrias.  Llamados a los altos destinos.  Se creen un poco los elegidos de dios aunque para salvar a la humanidad tengan que abrazar el ateísmo.

5º El paranoico es totalmente crédulo para todo cuanto confirma sus ideas delirantes o de demencia senil y rechaza todo cuanto le contradice.


7º Conserva la lucidez y a diferencia del esquizofrénico no pierde  contacto con la realidad y su memoria es buena pero se falsean sus recuerdos.  Es terco, irritable y sobre todo y ante todo carece de sentido del humor.  Ojo al dato.  Lo que diferencia el texto salido de la mano de una persona cuerda es que en éste se notarán rasgos humorísticos pero en los de un paranoico delirante las notas humorísticas brillan por su ausencia.  Son encefalogramas planas y en consecuencia muy difíciles de hincarles el diente.

8º Son grafómanos.  Escriben constantemente pero su poligrafía les vuelve iterativos.  Se repiten más que la cebolla.  No suelen caracterizarse por aportar algo nuevo.  Su estilo es pesado e insípido sin el salero de los verdaderos profesionales de la pluma a los que ellos roban cancha con sus paridas intrusitas.  Pero estas no son incoherentes por lo que a veces equivocan al lector incauto que quiere haber descubierto a un genio cuando en realidad está ante un caso flagrante de demencia senil o de paranoia sin más.

9º Por ultimo, tienen delirios de grandeza y, tentados de profetismo, se consideran los elegidos de dios.  Creen tener poderes de clarividencia y de adivinación.  Pero el delirio se deriva de choques emocionales muy profundos.


Las aclaraciones del eminente frenólogo no tienen desperdicio y creo que vienen al pelo en abono de mi tesis que no es más que un pliego de descargo contra estos ateos de nuevo cuño, que tienen manía persecutoria con el jefe de gobierno, no creen en dios, tampoco en su prójimo, deforman la realidad con sus patrañas y mentiras peligrosas.  Pero vivimos en una país de grandes paranoicos, émulos de Hitler, sufragáneos de Bush y de las absurdas guerras guarras para cebar el monstruo de su lobby armamentístico, delirios de grandeza.  Me creo en el deber pues a lo largo de mi carrera me los he encontrado por todas partes a estos locos de guante  blanco el desenmascararlos.  Antes de que sea demasiado tarde.  No me duelen los ataques personales.  El que digan que estoy acabado o que no sé escribir - todos un ataque diabólico a mi línea de flotación: llevo más de cuarenta años en el oficio de juntar palabras- o el que sea un hombre acabado o un burnt out case un caso quemado, como el cura de la novela de Graham Green, no me duele tanto como el que traten de negar que Cristo vive y está en la historia.  Doy testimonio de su luz pero estos procuradores del nuevo Cesar pronto desenvainarán la espada pues están dispuestos a todo.  A cortar cabezas.  Con tal de que  su locura heredada de Luzbel el ángel malo prevalezca.  Sin embargo, ahí están las nueve tesis  de Vallejo Nájera para quitarles la máscara a estos pobres enfermos mentales.  Son como una nueva peste parda.  Tienen algo de nazis.  De malsines.  Deletéreos.  Clastomanos.  Enredadores.  Muñidores de conflictos, pleitistas, irreverentes, sacrílegos, envidiosos, talibanes, egoístas, cargados de prejuicios contra la razón, prácticos de la mentira que viven engañados, muy pagados de  sí mismos pero muy aprensivos de su salud y cosas personales, apegados a sus cosas, y fracasados de la escritura a los que recoge el cubo de la basura de Internet. Ellos son el problema.  Ellos con su intolerancia los que han vuelto la vida española tan crispada en el paroxismo de la falta de conllevancia y en su impiedad pagana.  Son mucho más intransigentes que los propios moros a los que critican estos paranoicos afectados por el morbo visigótico, secuaces de don Opas, y en punto a mujeres me quedo con la humilde emigrante rumana o boliviana  pues a estas ex alumnas de colegios de monjas la mala educación sentimental le emponzoñó el corazón de odios y de rencores absurdos hacia el varón, lo que está convirtiendo los hogares en infiernos portátiles donde arde el fuego cruel de la violencia de genero.  Por eso vemos por ahí tanto florero.  Tanta rosa insatisfecha.  Mi propósito, con todo, no se centra en el ataque personal;  es sólo moralista.  Propongo una enmienda a los yerros, no la culpa de las personas, se dice el pecado pero no el pecador,  y marco la herida para el cauterio.  Que se reformen.  Que se conviertan.  Que dejen de incordiar, de  hacer daño.  El problema de España no es Zapatero.  Son ellos.  Y en este pliego de descargo creo que me quedó corto.  Podría aducir contra estos patrañeros muchas cosas.   Sufficit.  Baste por hoy

 

 

AQUÍ SOLO CANTA EL RAITÁN

 

Publicado en sur de Málaga  el 24 de julio de 1982

 

 

De todas las lenguas romanas y románicas, de entre todas las diversas jergas y tonalidades en que se hablan las lenguas de España, creo que los vocablos más hermosos los conservan vascuence y bable. Dos idiomas que fueron hablados por gentes aldeanas que tuvieron un comercio natural y sin mistificaciones de ningún tipo con la naturaleza. Por eso se hablan como susurros en las frondosidades de los bosques del país cuando la brisa besa los árboles o los santigua el viento entre las ramas. Y se refieren a conceptos directos y concretos. No se trata de  hablas especulativas o analíticas. Aparte de eso guardan en ambos casos las esencias entrañables del pasado prerromano (el celta y el ibero) por lo que se refiere al guipuzcoano. En cuanto al bable es lo más parecido al lenguaje de los juglares y de los héroes de los cantares de gesta o al de las legiones romanas que acamparon en el Bierzo, la asturica invicta cuartel general de la Legio VII Gemina. Es nuestro romance más puro al que hay que volver para estudiar la evolución léxica o sintáctica del castellano. ¿Quién no se ha extasiado ante la ternura de una balada en vascuence como el amets egin goitzian? ¿A quién no se le alegran las pajarillas  o se le vuelve el alma de almíbar al escuchar los sones del pericote o de la danza prima? La llingua asturiana guarda asimismo de términos propios de ascendencia celtíbera. Bellos vocablos como cadeixo, enciso, xana, hatores. Los sufijos diminutivos en in parece que endulzan la entonación de la marina y de las brañas cuando risca la luz las entrañas del monte. Hay vocablos como vixu y orballu y en la prosodia juega a la dulcificación general una yod intervocálica. En asturiano no existen las jotas que dcen las trajeron los moros pero que yo creo que son préstamos del habla fuerte de Vascongadas. ¿Anduvo por aquellos montes la Tribu Perdida la XIII? ¿Estuvo de verdad el paraíso en Cantabria? Por Pravia dicen salió la lluna y calentémonos xunto al llar pero un poco más arriba por los concejos de Tineo esta l palatolental se hace explosiva dando lugar a tsuna y a tsar. Hay un bable en cada valle por eso resulta difícil codificar una lengua que fue muy alabada y coloquial pero apenas escrita porque el idioma oficial quedaba para los curas y los escribanos, el latín y el castellano respectivos y dentro del bable existen, como no variantes dialectales entre Occidente, la marina y la braña. Estos detalles son testimonio elocuentes de la riqueza y variedad de una cultura como la española. En Inglaterra, verbigracia, se han sentido orgullosos de estas variantes localistas pero expresarse en slang rural o en la jerga de las grandes ciudades nunca fue bien quisto. Se impuso el modelo de Oxford y Cambridge cuando más pausado y responsable más culto. Los de abajo hablan deprisa mientras los de arriba expresan sus conceptos con mucha lentitud y con prosopopeya en la dicción. De esta forma el inglés resulta una idioma diferente si se escucha en Cornualles o en las parameras de escocia. En la televisión y en las novelas los autores tienen a prurito utilizar estas diferencias acentuales mientras en España se dan de lado y hasta se ridiculizaron a astures y vizcaínos. De un lugar venían las amas secas y de la otra provincia las famosas concordancias. Sin embargo en Vasconia aparte del idioma propio se ha hablado y escrito muy buen castellano y la prueba ahí está en la gran Pléyada de escritores que dieran Guipúzcoa Vizcaya Álava o Navarra. A pesar de las concordancias vizcaínas de las que se mofan nuestros autores del siglo XVII. Aquí hemos tratado de construir una España irreal, etérea, tipo estandarizado pero no lo hemos sabido hacer tan bien como los franceses y los ingleses y nada se diga de loa alemanes. El habla es el alma de los pueblos y aquí la hemos cuidado poco. Se ha copiado en detrimento de los intereses el centralismo de Boileau y las tres unidades pero este país tan variopinto no es ni descartiano ni versallesco. Ahí es donde falló Larra, que es un pésimo escrito, hasta Umbral lo dijo, y con él los afrancesados, que son pléyade. Y a causa de esa cerrazón para respetar a los demás han ocurrido nuestras hecatombes nacionales. Nuestra falta de información interregional nos vuelve aparte de chabacanos chauvinistas y un poco templados hacia la cólera y la verdad que no es para tanto. En madrid no se supo cuidar ese tesoro que son las lenguas periféricas y esta tara ha derivado en separatismos. Mea culpa. Fuimos aparte de tontos un poco ignorantes. Por ejemplo esa imagen de Castillada prefabricada de imperial, apabullante, mesetaria intolerante cuando en realidad el pueblo castellano es uno de los mejor avenidos y tolerantes. Su principal virtud es la llaneza. Del rey abajo ninguno. Castilla es estoica, mesocrática y comunera acogedora a su mido pero también guerrera. Hospitalaria y dogmática. Castilla se estampa en los perfiles de cualquier capitel románico.

El cronista piensa en estos asuntos oyendo esta mañana cantar al raitán pájaro bello y mínimo que se solaza tras los “finxos” de la era mientras la tarde cae son sombras prometeicas sobre los cerros astures. De todas las aves de la creación quizás sea el raitán el de menos envergadura pero su canto es recio y potente como el de una gaita que suena en alborada matinal. Anida en ramas de castaño este pequeño prodigio de la fauna animal y busca a la compañera atrayendola con sus filados bajo los ladizos del hórreo de castaño. El de mi casa es del siglo XVIII. Un epígrafe en el dintel escrito a gubia en letra inglesa dce: Fizolo Lucas Fernández en 1789. Podíamos hablar mucho de esa fecha. Cuando las horcas tomaban la Bastilla aquí estaban tallando troncos para construir cabazos y paneras los carpinteros de ribera. Al raitán no le ve. Es tímido como el ruiseñor y huraño como el urogallo. Sus tonadas, sin embargo, alegran los praos. Atardeceres mágicas. Un ángel de luz nos lleva en volandas por los montes del paraíso allá donde queda la Sierra del viento. Esta región nos prende a los que somos de secano. A Clarín lo nacieron en Zamora pero en su entraña es el mejor asturiano y yo estéticamente me siento astur que lo mejor del mundo España lo mejor de España Asturias y de Asturias Pravia. De la raíz del manzano nació mi madre asturiana. Mientras en madrid hablan de crisis y de la descomposición  hasta el pie de monte no llegan los estampidos de los cañonazos de aquella guerra dialéctica. Ahora canta mi raitan amigo el que viene a visitarme todas las tardes a mi pomarada y me parece que sus gorjeos me dice:

-          Yo quiero a España... Yo quiero a España

Y con la mirada me dice como aquella rapaza que me da su corazón ole ya. Mañanas... mañanitas de llover. De llover. Hoy mi corazón se solaza con las viejas tonadas. Ha pasado una carreta tirada por los últimos bueyes del país lo ejes paez que cantan. Es Pachín que vino de la siega. Hay pocos lugares del planeta donde todavía puedan encontrarse aldeas como este donde se escuche el cantar enamorado del raitan o el sonido lúgubre y pastoral de las esquilas de las vacas que trae de llindar el guaje. Igual que en un cuento de Leopoldo alas. Me parece que estoy percibiendo por sus andares lentos y el son de la esquila amorosa y maternal el regreso al establo de “Cordera” la vaca abuela. Pero no se llama Cordera. Llamase Moruca. ¿Y la otra?

            -Ye xata. Aun no la bautizamos, señor – me dice el vaquerillo muy circunspecto y ceremonioso.

A los animales domésticos aquí los bautizan cuando los fierran. Pero si nos aguardamos un poco a que cierre la noche a lo mejor vemos cabalgar sobre los tejados el espectro de doña Berta. La propietaria de la casona que escribía cartas de amor al carlista habita en mi aldea, el rellayuo. Y la verdad es que estas cosas nos hacen ser un pueblo rico y esperanzado como diría Borges. Debe de haber trasgo en el bayado. Las xanas bajarán a peinarse a la fuente del reguerín. Habrá luna llena

 

Escrito en el verano de 1987 y trascrito domingo, 24 de junio de 2007

 

BORGES SE QUEDA CON NOSTROS

 

 

Sur de Málaga 10 de julio 1982.

 

Apoyado en su cayado de profeta del antiguo testamento – la cachava la compró o se la regalaron en Segovia, era de esas de serpentina ahumada que yo vi tantas veces en mi ciudad natal los jueves cuando venían los paisanos al mercado- parece un profeta mayor de la literatura, de pastor que apacienta los rebaños  de ficciones infinitas. Borges nos recibe en la suite del hotel Palace y habla con la cordialidad de los sabios, su discurso exento de dogma, tartamudea un poco. El argentino tiene algo de carismático y una sonrisa dolorosa con la que estira los labios un poco para evitar se le descuadre el plato de sus postizos. El autor de ficciones con el paso de los años y cuando ya otea el horizonte de la eternidad ha cobrado un aspecto digno de taumaturgo. Hay que ver la suavidad de su tacto al acostar la mano sobre la contera de su bastón celtibero. No le pega este garrote. Me estrella la mano al tacto su mano es suave algo calurosa y hasta sus ojos ciegos puede decir que te ven aunque te miran de otro modo. Es como si esas manos quisieran curar. Arar a un valetudinario con los colirios dulces y tonificantes de la imaginación.

-          Mi oficio es soñar.

El tono de su voz es aquietante y cordial. He aquí un buen compadre rioplatense con porte de británico. Borges ha venido con nosotros. Seguramente se quede a vivir con nosotros. De momento pasará una temporada en palma de Mallorca donde será huésped de su amigo el poeta inglés Robert graves que se afincó en la isla desde el término de la guerra civil. “Pero me costará trabajo desarraigarme de Buenos Aires[3]. No quiere hablar de política. Prefiere como tema de conversación lo que siempre fue suyo: la literatura. Sin embargo no deja de repetir “ha sido algo terrible” refiriéndose al conflicto de Malvinas que acababa de ocurrir. Terrible. A causa del conflicto angloargentino el autor del aleph debió de padecer muchos puesto que sus lealtades estaban algo divididas. De un lado su abuela era de origen inglés. Y del otro su ascendiente judeo español a través de los Acevedo. En el torrente de su sangre se dan la mano y vivieron en armonía Cervantes y Shakespeare. Nos confiesa que a él le enseñaron a pensar y a sentir en inglés para contar y escribir en castellano. De esta combinación de fuentes ha surgido un genial hombre de letras. Borges maestro mayestático erecto muy polito y urbanita como oteando siempre lejanías. Mira hacia adentro una paisaje interior desde que sus ojos se cerraron a la luz desde 1955 lo que es la mayor condena para un bibliotecario. Dejar de leer qué suplicio. Pero pudo así mejor asomarse a los paisajes del alma que son los del laberinto. Pertenece quizás a esta estirpe de hombres señeros siempre en atalayas de vanguardia que vigilan el rumbo del barco del mundo. Son atalayas. Sigue el escritor confesándose anglófilo pero su anglofilia nada tiene que ver con las agarradas jupiterinas de madame Thatcher y sus fulminates actos enérgicos. Argentina crucificada por estos días en la cruz del sur. Allí también trataron de crucificar a Borges y con el a toda una nación. Borges seguirá siendo el chesterton porteño el hombre de la paradoja que nunca abdica de su argentinidad y que la ejercerá entre nosotros mientras habla de Acevedo y del Talmud y de cansinos assens al que él siempre colocó en un altar – aquel sefardí que habitaba el barrio de Chamberí hablaba treinta idiomas y tradujo a los clásicos rusos al castellano bajo el pseudónimo de Nicolás Tasin yo recuerdo bien aquellas novelas suyas de la colección universal que con tanta fruición leía siendo mozo- y al que conoció en la residencia de estudiantes, se apoya en su bastón de sauce y en el hombro de su secretaria de origen japonés Maria Kodama. ¿Las guerras? ah las guerras. Serán siempre necesarias para que luego vengan los petas a cantarlas pero las guerras son todas sucias, entupidas poco heroicas, huele a inmundicia y huele a sangre. Es lo que le pasó a homero. Tuvo que arder Troya para que él se pusiera a escribir la iliada. ¿Ocurrirá lo mismo con la guerra de las Malvinas?

 

 

En un reciente viaje a Londres la pascua pasada con vistas a la publicación de mi “Franco&Sefarad a secret love” con una editorial inglesa cuyo nombre no viene al caso, me di un paseo por Portobello que es una especie de Cuesta de Moyano de los libreros de lance pero a lo bestia. Y en este recreo o paraíso del bobliópola pude solazarme, entre añoranzas, con títulos olvidados o perdidos en los diferentes acarreos y mudanzas por los cuales atravesó mi biblioteca, sobre todo los de la vieja Penguin.

 Cuando era mozo  los adquirí a centenares. El lema con que aparecieron estas ediciones en 1935 era “un libro por lo que cuesta una caña de cerveza”. O  (For a pint a Penguin) Y yo los dos chelines de mi almuerzo los ahorraba muy a gusto para dar satisfacción a uno de mis vicios y pasiones mayores: la lectura y la literatura. Los años 30 a raíz de la depresión económica se popularizaron los libros de bolsillo en Europa. Y lo mismo hice cuando pasé todo el verano en Paris el año 64 trabajando en un andamio. Llegaba la hora de comer y bajaba a un kiosco.

 Compraba un cartón de leche – aquellos cartones triangulares que parecían trípodes, aun no era invento el tetrabrik- y por un franco me compraba un Mauriac, un Maurois, un Zola, o La Nausea de Sartre de la colección j´ai lu, que era homónima de la Penguin en Francia. La posguerra europea significó en Europa el triunfo de la literatura. No se leyó tanto en el mundo como en esta época. Fue la apoteosis de la novela refrendada por los triunfos literarios. Barcelona otorgaba el Nadal y el Planeta. Paris el Goncourt y el Interallié. Londres el Book Prize. Nueva York los Pulliterzs que consagraban. Y en ese marco de sueños de la gloria literaria nos movíamos los jóvenes de entonces. Por tanto nutríamos nuestra vocación cargada de utopía uy de expectativas falsas de escritor a base de colecciones baratas. Cierto que no sabíamos, incautos de nosotros, que los premios literarios estaban dados de antemano y que la literatura del bestseller afila sus armas por lo general en la muela de la propaganda y los intereses crematísticos. Y no suele poner en altar a la calidad. Éramos teorizantes románticos o soñadores camino del final de la quimera pero tampoco pasa nada. Eso hay que tomárselo con deportividad y lo importante de esta partida que se juega uno en la vida no es ganar sino participar y competir.

 Estas colecciones, recapitulando ahora al cabo de muchos años de hispanofiliación literaria, introdujeron a las grandes masas en la gran literatura. En España tenemos el lujo exquisito de la Austral y en Madrid me ocurría lo mismo. La huelga de los domingos que me daba mi madre para ir al cine o al baile lo invertía en un “capricornio” que capricornio era el logotipo de la famosa Colección de Espasa Calpe. El edificio en José Antonio 32 ahora Gran Vía, que tenía esta editorial era para mí una especie de paraíso. Casona, Valle Inclán, Menéndez y Pidal, Cela,  Santa Teresa de Jesús, Baroja, Unamuno, Marañón, Zunzunegui, Gógol, Dostoyevski, Chejov empezaron para mí a ser compañeros de mis viajes al Parnaso pero sobre todo de gira por la arcadia de un mundo feliz (dicho en frase de título del gran Aldous Huxley) del que vive hacia adentro, una especie de staretzi místicos o guías por el camino del Espíritu.

Gracias a esta inclinación, poseo una bien abastada y completa biblioteca que yo quisiera legar a mi hija inglesa Helen Parra-Hugh que es la única que ha salido con una alguna vocación literaria. Pero a lo que voy. La querida Penguin ha sido para mí una casa nutricia de todos los sueños.  Creo que todos los títulos que publicaron en ésa mis dos autores preferidos, bueno tres: Somerset Maughan, T. S Lawrence y Aldous Huxley los tengo todos.  Y algunos hasta “repe” como en las colecciones de cromos de nuestra infancia, aunque no soy fetichista ni acaparador de libros claro. Una vez leídos, los paso, no me interesan gran cosa. Tratando de imitarles, he de decir que en mi modestia tengo alguna novelita inglesa ingresa en mi gaveta y ando en tratos para su publicación; estoy en ello al menos.

Somerset Maughan es para mí el mayor novelista europeo de posguerra y un autentico tour de force para todos los que se dedican a la anglística. Posee una facilidad y un estilo, una carpintería de trama, que son casi inimitables. Cabe recordar “Of Human bondage” (la condición humana)- un título que ha pasado al habla y a la retórica de las gentes puesto que se habla de la condición de la misma manera que se habla de cien años de soledad título de otro gran novelista en castellano o The Moon and Six Pence.

También conocí gracias a aquellos títulos de ediciones baratas tan accesibles para un estudiante pobretón que casi no tenía para la gabardina ni para la abolla académica ni para pagar la patrona en aquellos infames y lóbregos  digs con derecho a cocina, al impresionante Woodhouse (eso sí que es humorismo) un autor que era el preferido de mi maestro Rafael García Serrano, maestro de novelistas y de periodistas. Rafa, yo sigo metido en tu macuto, hoy olvidado pero aquí al que vale, vale, y al que no le dan un premio.

 Pues al igual que él no le hurtaba Woodhouse el cuerpo a emitir algún que otro taco. Claro está sonaban mucho más rotundos los del navarrico Rafael que los del londinense G.P. Y en rústica, llegaron las masas ávidas de leer y de saber al arte de la literatura, y ahora encuentro aquellos títulos tan queridos para mí otrora esparcidos por los tenderetes y el rátigo de Portobello. La última Pascua fue para mí, ávido lector, una fiesta.

 Con respecto a Lawrence diré que su “Lady´s Chatterley Lover”, firmado en 1928, no fue reeditado hasta el año 62 al cabo de una gran polémica debido a las escenas fuertes de adulterio y a las palabras de grueso calibre de esta gran novela, un incipit para la literatura erótica que pocos han superado. Su autor era un maestro del dialogo.

 Pero allí  en fila india esparcidos por los puestos estaban Graham Green y Chaucer y el Beowulf y Prichett y Bernard Shaw con todos los del grupo Bloomsbury. Entre ellos Virgina Woolf cuyos textos no me agradaron tanto porque dicen que la autora era un bicho o bitchy (algo perra) aunque fumase en boquilla y que algunas feministas me perdonen. Virgina  asumió su desesperación y su fracaso porque su literatura era demasiado intelectualoide ahogándose en las aguas del río Ouse.

Encuentro, por mi parte, la literatura de mujeres difícil de entender. Para leer a Jane Austen o a las Brontë no hay solo que ser mujer. Hay que ser también inglés. Las tiradas de la Penguin -la más cortita superaba los cincuenta mil ejemplares- popularizó a las grandes escritoras que siempre dio Inglaterra, no obstante. Pero el Animal Farm de Eric Blair (George Orwell) o Granja Animal, una utopía contra el comunismo pero que en realidad refleja una parodia de la sociedad actual donde todo el mundo es algo masoquista y tiene lavado el cerebro, pero este masoquismo de lo políticamente correcto les viene bien, superó todos los registros. Pasó los tres millones de copias. Pese  a lo cual, los libros millonarios, los más vendidos de la colección Penguin, no son de literatura, sino manuales de cocina, cómo arreglar un enchufe o cuidar rododendros en el jardín. Qué hierbas son benéficas a la salud, etc.

  Palmares de los éxitos que puso en circulación la Penguin fue un libro de la actriz americana Jane Fonda sobre cómo adelgazar haciendo ejercicio y comiendo lo que a uno le pete. Así como, otros libros “know how” o manuales de instrucciones de cómo se hace algo cómo se baila o se presenta uno en sociedad, lo que los alemanes conocen bajo el nombre de Sacherbucher. Omniscientes y sapientes libritos que luego no sirven para nada. Porque ni te ayudan a dejar de fumar ni a controlar tu mente y luego acabas ganando kilos. Pero recuerdo que estos famosos ejemplares con franja naranja y blanca aparecían por todas las partes cuando iba en el tubo – el metro como los llaman los londinenses- el autobús o en el parque en aquellas doradas e indolentes “lazy sunny afternoons” de la balada de los Kinks, no hay placer más grande que baños de sol en Hyde Park con una novela de espionaje entre las manos. En las cómodas y en los muebles que nos alquilaban nuestras caseras con voz carrasposa de tabaco y aguardentosa de gin y que nos aconsejaban tal o cual titulo:

-Did you read the latest of Ágatha Christie, Mr. Normand?

-Oh yes, Mrs. Avisson, a very good read, indeed.

Ha corrido desde entonces mucha agua bajo los puentes del Támesis y mucha tinta por nuestras venas y más letra pequeña sobre nuestros ojos lectores implacables, pero seguimos ilusionados con aquel ardor contumaz de misacantanos.  Continuamos en nuestras trece amando la literatura. Y dándole muchas gracias a Dios por haber podido leer tanto y tan bueno gracias a Penguin Books pues así conocemos mejor el mundo. La Casa cumple este otoño el LXXII aniversario de su fundación. Toda una efeméride. ¡Y que a nosotros que nos quiten lo bailao!

 

CORRESPONSAL DE LA NUEVA ESPAÑA  EN NUEVA YORK. UN MORDISCO A  LA GRAN CAMUESA.

                      Antonio Parra

Con una estampa de la Santina en bolso y bastante miedo en el cuerpo me acuerdo de mi arribada a NY tal que una noche de san Andrés de 1976. Estaba nevando o a punto de hacerlo en honor de aquel refrán que dice: Por los Santos nieve en los altos y por San Andrés nieve en los pies. Cuando en América se acatarran aquí cogemos unas pulmonías de espanto.

 Era una tempestad de granizo casi tropical lo que caía terciada con hampos de una nevasca rusa que descendían perezosos sobre la cima de los rascacielos y el viento huracanado jugando a capricho con la aeronave. Por un instante creímos que nos ibamos a estrellar contra las Torres Gemelas. Allí vi un signo de los días porvenir. El horrísono espectáculo para los hiperestésicos como yo no es nuevo. A  Nostradamus lo he vivido en mis propios huesos. La fatalidad muslímica frente al destino. Makfut. Está escrito.

Desde entonces, y aunque salí de aquélla y de otro accidente que tuvimos en Lisboa, se incendiaron dos motores en pleno vuelo, a raíz de mi accidentado aterrizaje en la Gran Manzana, he tenido pesadillas columbrando aviones caían sobre el World Trade Centre. También la torre Eiffel y el embudo donde se encastilla el Big Ben, torre del parlamento de Westminster, pero sobre todo las torres Gemelas eran el tema recurrente de mis cefaleas oníricas. ¿Occidente en la encrucijada?


 Hasta escribí una crónica y creo haber entregado algún despacho anticipando esa experiencia apocalíptica de las Torres Mellizas derrumbándose que ha puesto al mundo los pelos de punta. Y la obsesión me ha martillado muchos años porque Nueva York es algo que imprime carácter que cambia la mentalidad y el modo de ser de las gentes. Allí mi vida experimentó un giro de varios acimutes. Y silbé sus “blues” bajo la autoridad de Frank Pinatra, un neoyorquino típico: “I love Nueva York. Nueva York”.

En América todo es grande y es extremo. Las montañas. Los huracanes. Los hombres y las mujeres; allí se encuentran los más altos y los más bajos, los más guapos y los más feos, los flacos como leznas y los más gordos pues dicen que Nueva York, donde abundan los “fatis”, cambia hasta el metabolismo y a mí me ocurrió Las ciudades. Los árboles mayores como el alerce de las Rocosas o las secuoyas de California. Se lo pasan allí en grande los estadísticos, los amigos de los contrastes y todos aquellos que sienten pasión por evaluar las contradicciones, sinrazones y a veces maravillas de la raza humana. América casi carece de raseros y de varas de medir. Hasta climatológicamente las subidas y bajadas del mercurio de tan bruscas carecen de parangón. Se pasa sin solución de continuidad de una mañana calma de primavera a una tarde de calígine para luego tener una noche de escarchas. “If you dont like our weather, just wait” (Si no te gusta nuestro clima aguarda un segundo), advierten los castizos de Brooklyn.

Esta volubilidad a mí me parece que influye en la forma de ser de los habitantes con bruscos cambios emocionales que hace que no se asuste el neoyorquino de nada. Y se asusten también de todo. Allí suele tomarse la vida muy a pecho puesto que para sobrevivir hay que ser un adicto del curro. Como aquel Hernie, el transcriptor de mis crónicas en la IT de la Onu, un judío entrañable. El pobre se fue a morir a Miami a un cementerio de elefantes. Que así se llama en el lenguaje coloquial a los que se jubilan y lo peor que le puede pasar a un neoyorquino es jubilarse.

Y es que allá cuando llueve, es el diluvio y si truena o cellisca lo hace a conciencia y de verdad.


Iban a ser cuatro años de experiencia sin precedentes. De calores húmedos en los cuales se podía cortar el aire con una navaja y de hielos espantosos.  Recuerdo la morriña que me invadía todos los veranos al regreso de las vacaciones en Artedo con sus mareas cantábricas, un verdadero servicio de limpieza costero que no existe en la Bahía del Hudson fuertemente contaminadas a causa del carboneo y el intenso tráfico náutico que ha degradado a las playas como las de Long Island consideradas como las mejores del mundo; una vez fui a bañarme a los arroyos de Staten Island, un marasmo de galipote, y por poco perezco, añorando las olas de mi Cudillero, no a causa del agua sino en el cieno de las cloacas y de los vertidos de los basureros oceánicos. De la parte de Nueva Jersey las tardes que cambiaba el aire llegaba una hedentina que quemaba los ojos y las narices. Allí todo era grande y distinto. Hasta el tufo. La naturaleza, más joven que en la vieja Europa, observa un comportamiento más vigoroso e imprevisible. Allí todo es grande hasta los atentados como el que acabamos de presenciar horrorizados a través de la CNN. En los famosos kills se entierran ahora los cascotes del desastre y Staten Island era y lo sigue siendo la isla de los muertos. Gestaten, en alemán y en holandés vale tanto como inhumación.

Habíamos tenido un vuelo con turbulencias. La aproximación a Kennedy la hizo el piloto con mucha cautela. Estuvimos dando rodeos a la vertical del cielo de la Mejana Inmensa que es la isla de Manhattan, a la que llaman cariñosamente Big Apple (la gran camuesa) los neoyorquinos, gentes de todas las etnias y razas que han aprendido a convivir en armonía y sin problemas, dentro de lo que cabe, formando ese caldero o melting pot que demuestra que los caminos del mundo no son los de la xenofobia sino los de la xenofilia y benevolencia hacia el forastero, el meteco o el espaldas mojadas que llega en busca de acomodo y de un futuro mejor. Allí uno nunca se siente de fuera.


Esto no quiere decir que sea una megapolis cómoda o fácil ni el Edén, porque se lleva una vida que no es para llegar a viejo. Es una ciudad bronca donde todo es difícil y  donde nunca hay que bajar la guardia pero allí se percibe un halo de humanitarismo tierno bajo la hosca corteza del neoyorquino quien, cuando habla por cierto lo hace con palabras precisas y como con barbas. Su “slang” o jeringonza es uno de los más interesantes por sus alardes de precisión y de fantasía. Puede decirse que el cheli y el pasota madrileño lo copian. Hasta el punto de que allí la sabiduría se aprende en la calle. La ciencia del albañal o sabiduría de la acera son dos palabras que allí conviene aprender para saber nadar y guardar la ropa. Sin una orientación y una buena aguja de marear te caes pues refiere un viejo dicho local “nice guys here dont last” (los buenos chicos aquí duran poco). Están acostumbrado a las emergencias. Lo que más me sorprendió al principio es que la radio ensayaba simulacros de un posible ataque nuclear y llevaba a cabo pruebas de evacuación a los refugios que terminaban todos ellos con la muletilla: “Esto no fue sino una prueba, de haber sido una emergencia real les hubiésemos facilitado las precisas instrucciones”.

   Es el mejor inglés jamás escuchado y eso mismo me decía el querido periodista y novelista gijonés Faustino G. Ayer, un enamorado de América y de todo lo americano (los dos ibamos a comprar el pan juntos a una tahona italiana de la ciudad baja, dentón) que conocía bien Nueva York, claro dentro de un límite porque en este foro mundial todo se mueve. Todo parece en perpetua catarsis y siempre confunde, siempre sorprende. Con este colega asturiano también tomé copas en el bar cerca de Plaza de la Trinidad donde acostumbraba a beber hasta quedar tendido Dallén Thomas. A veces nos acompañaba el ovetense Delfín García, corresponsal de RNE, bravo carbayón aunque muy cabezota, que tenía un aire inconfundible de Humprhey Bogart siempre con su Pall Mall sin boquilla a flor de labios. Pero en Nueva York la bohemia es mucho más escurridiza y peligrosa que en Europa. He aquí a uno de los máximos poetas en lengua inglesa convertido en difunto de taberna en uno de esos pubs de mala muerte denominados “dives” (inmersiones) o cavernas o “speakeasy” (hablemos paso) que recordaban los tiempos de la Ley Seca. A Dallén que añoraba sus excelsos valles del Principado de Gales Nueva York fue su tumba; lo derrotó.


Así que el Sky line se presentó ante mis ojos como una visión. Pensé en Moisés y Aarón bajando del Sinaí con las tablas bajo el brazo. Una nueva era de mi vida empezaba traumáticamente. Parto acongojado. Yo venía a Nueva York por una de esas carambolas a contar ese periodo de transición que fue la era Carter para los lectores de “Arriba” LA NUEVA ESPAÑA y una cadena de otros cincuenta periódicos y también a entregar la cuchara porque la cadena del Movimiento para la que trabajaba iba a ser pignorada o desmantelada a nostramo, porque dígase lo que se quiera reconozcámoslo o no en España desde el año 45 los que mandan son los americanos y algunos amigos yanquis me han confesado sottovoce de que con Franco les iba mejor. No quedaba más remedio. En aquel puesto había habido predecesores brillantes: Manolo Blanco Tobío, Celso Collazo, uno de los creadores de EFE, Guy Bueno, Félix Ortega, que fue el mejor de todos ellos a mi criterio de todo el cupo iniciado en el 48 por Pepe Cifuentes y Rodrigo Royo, quienes tuvieron que vérselas con una ley tan pistonuda como la MacCarrack, el diplomático de Truman que luchó en Brunete con las Brigadas Internacionales y  que vedaba la entrada en territorio estadounidense a los españoles. El bloqueo estuvo en teoría hasta comedios de los cincuenta sólo sobre el papel porque en la realidad nunca se llevó a efecto.

 Todas esas firmas habían dejado muy alto el pabellón y aunque entusiasta y audaz periodista como se decía en la jerga el momento no me sentía con capacidad suficiente como para hacer sombra a aquellos gigantes. En los primeros días me fumé dos cartones de tabaco pero no fui el único. José María Carrascal que llegó en barco casi como un polizón se había fumado treinta paquetes hasta perder la voz. Y a nadie le extrañe porque Nueva York acojona e impresiona y más si el recién llegado la descubre en medio de una aparatosa tormenta como me pasó a mí. La clemente Santina me echó un capote.   Aquella vez y todas.


Durante la espera para aterrizar estuvimos de circunvuelo. A nuestros pies la postal inconfundible del paisaje urbano: Manhattan con sus dársenas, espigones, grandes buques amarrados. Bocanadas de humo blanco manaban de las fauces de las chimeneas de la central térmica edificio lindero con el de la ONU y se iban a colgar estos penachos sobre los tiesos adarves del Woolworth, el rascacielos más antiguo, y del Empire State.  Es el emporio de la civilización y la impresión que ofrece al viajero es la de algo que arde y echa chispas.  Viviría dos años con mi mujer y mis dos niños casi a la sombra de este mastodonte de hormigón con su chapitel calado donde la inmensa lanza de una antena de radio hace las veces de campanario. Todas las mañanas me despertaba la visión y el espectáculo de la city. Es un paisaje abstracto que no inspira sosiego, que parece que siempre está llamándote a la calle e instándote a la acción y al movimiento pero los atardeceres son verdaderamente apoteósicos.

 El Empire es el palo mayor de esta ciudad con forma y fisonomía de buque de guerra con jarcias de cristal.  Las Torres Gemelas eran las vergas de popa. Cualquier bamboleo, descartado pues el firme de Manhattan no es más que un peñasco yermo vendido por los indios moahawk a los holandeses por veinticinco dólares en 1622; que se derrumbase todo el montaje, simplemente imposible, porque los cimientos son de  sílice.


 La Nueva Roma se funda sobre un plinto granítico y siguiendo las instrucciones talmúdicas trata de imitar a la Roca de Israel a la cual alude Ben Garrón cuando fue proclamado el estado judío en 1948; no mencionó la palabra Dios, sólo la Roca de Zion. Además, los muros de los rascacielos, orgullo de la ingeniería del siglo, estaban diseñados como  soportar la oscilación del mayor terremoto. Por lo que el portaaviones sería inexpugnable. ¿Cómo iba yo a pensar que la Nueva Jerusalén de la Diáspora iba a ser atacada y sus dos símbolos señeros abatidos? Los pilotos kamikazes hicieron blanco no ya sobre las moles simbólicas de la Torres Mellizas sino sobre el corazón que mueve todo el ajetreo de las finanzas. El daño mayor no han sido los muertos, desaparecidas o el destrozo causado, aunque los norteamericanos tengan redaños suficientes como para resucitar de los escombros, sino la afrenta moral a lo que estas dos trípodes de cristal abanderaban.

 Conque no puede ser más símbolo aquello de torres más altas han caído.

 Para mí que conozco Nueva York, amo Nueva York y fui residente allí cuatro años, los más importantes de mi vida, lo ocurrido el 11 martes fatídico de septiembre del nuevo milenio ha sido una señal. Un toque de atención que exhorta al rearme moral más que al físico, una vuelta al pensamiento de la nueva frontera de la época Kennedy. Que América vuelva a ser amada más que temida y odiada. No se aconseja un castigo porque Dios no puede castigar sino que el ataque representa un aviso enviado desde lo alto. Algo no va del todo bien pese a la euforia de los últimos años. Se exige no la guerra de represalias contra la diabólica mente que urdió la infernal hecatombe sino la reflexión meditada y el reposo sobre cómo somos, qué queremos, hacia dónde marcha el mundo.


Y esta idea se me ocurre cuando a mi memoria viene el recuerdo de aquella tarde noche de san Andrés en medio de la tormenta durante la angustiosa aproximación a un aeropuerto congestionado de un tráfico terebrante. Allí oscurece mucho más rápidamente que aquí.  Me impresionó la visión de aquellos dos conos mágicos como una soberbia representación de una ecuación matemática sobre el paisaje. Dos falos erectos encarnación de la potencia genésica de una nación joven ¡qué contraste frente a los aires caducos de Londres! Dos mástiles de un trasatlántico en el que actuaría de timonel, de serviola y de mascarón de proa la estatua de la Libertad apuntando su hachero con la flama perenne hacia Europa. Nunca imaginero tan mediocre como era Bertholdi, aquel escultor que fue contratado por la municipalidad neoyorquina para llevar a cabo el proyecto, tuvo tanto éxito con un molde. Es lo que significa el coloso. Los pobres de la tierra recién llegados a la isla de Elis estuvieron viniendo a refugiarse bajo sus zócalos y ahora el pebetero de la verde dama en cuya cabeza hueca cabe todo un restaurante puede que esté también amenazado. Ha soplado un viento recio en el rebufo de la carlinga y la cola de los dos aviones estrellados contra la fachada de las dos torres. Vesania fundamentalista. Muchos corearán aquella frase del Corán “Alá es grande”. Pero la grandeza divina nunca podrá cimentarse sobre un montón de escombros y una pira de cadáveres.


Sin embargo, yo entonces con treinta y dos años y medio pensaba que estaba llegando al epicentro del futuro. Caía en la forja de una horno donde todo se cuece donde está el crisol del mundo nuevo. La primera impresión fue la de acogotamiento. Nueva York amedrenta un poco cuando se la ve desde el aire y más en las circunstancias de aquel vuelo en medio de una tempestad que hizo que el avión se zarandease como una vaina. En uno de los fucilazos del relámpago quedó diseñado sobre las nubes el cordonazo de san Francisco o la palma de santa Bárbara que decían los pastores de mi pueblo. Me pareció entonces que una mano invisible estaba diseñando el croquis de los tiempos por venir con una anticipación de veintiséis años sobre los acontecimientos. Mi olfato periodístico me dijo que no hay que dar de lado a las corazonadas y yo en aquellos momentos la tuve y ya desde entonces nadie me pisó el scoop y por eso mi corresponsalía fue un poco a la contra de la de los demás. Parece ser que a muchos les supo a cuerno quemado que uno quisiera contar la verdad. Yo a los cables de la AP, de Reuter y  del “Times” les daba siempre la vuelta y al revés te lo digo y acertarás, piensa diferente y acertarás. Hice periodismo de calle. No me limité a pegar telegrama o a refritar el Times como otros becarios de la Fullbright y con master en Columbia que se convertían en amanuenses de los lobbies por los pasillos del Edificio Azul o del Departamento de Estado. Desde el principio tuve muy claro que venía a servir los intereses de mi país. Me dieron por díscolo pero hice bastantes dianas y conseguí moverme con soltura en el laberinto de la política exterior de Cyrus Vance, para mí un auténtico caballero. Los americanos tienen un alto código de valores tanto éticos como morales y eso se nota también en el apasionante mundo político y estratégico de la Casa Blanca y del Pentágono. 

 La verdad tiene muchos carriles y a un periodista se le perdona todo menos el de ser aburrido ni pastueño. La mansedumbre de feligrés da buen resultado en el rebaño y en la manada, nunca en esta bataneada profesión a la vez canalla y sublime. Mi lema era un poco el de la libertad al estilo del fundador del “Manchester Guardian”: Facts, sacred. Opinions, free” (los hechos son sagrados; las opiniones libres). De acuerdo pero existen diversas formas de presentar objetivamente unos mismo datos. A la que descendíamos el avión perdía presión. Vi como el pararrayos de una de las Towers absorbía la descarga de una centella. La gran azotea se iluminó con una luz de espectro. La gran fábrica del rascacielos aguantó impávida. Aquello me pareció el techo del mundo pero yo ya colegí que aquellos prodigios de la ingeniería eran vulnerables. La exhalación había pegado justo sobre la punta de la antena de una de las torres y el firmamento fulguró. Entonces el World Trade Centre estaba casi vacío y en alquiler la mayor parte de sus ciento diez pisos y dependencias. Bajo la borrasca ofrecían estos dos titanes de acrílico un aspecto de desafío a los elementos. Habían sido erigidos a prueba de terremoto. Eran el orgullo de la técnica. Sin embargo, dos aviones de pasajeros una fatídica mañana del final de un verano para olvidar, el del 2001, acabaron con esa suposición presuntuosa. Al verlas por primera vez recuerdo que pensé en Babilonia y en Babel.

-Scary[4]eh? - dijo entonces un puertorriqueño compañero de vuelo empujándome con el codo.


-A little[5] - repuse en inglés y él se puso a jurar entonces en español como suelen hacer los simpáticos de la isla de Borinquen que habían emigrado en oleadas a Manhattan en la década anterior y constituían casi un cuarenta por ciento de la población:

-Manda huevos con el viajecito.

Gran parte del pasaje estaba vomitando en aquel instante de turbulencias y de zarandeos. No pude por menos de reprimir la carcajada que distendió el estado de nuestros nervios. De allí a poco sentimos gañir los neumáticos del Jumbo contra el tarmac de la pista de Kennedy. Todo el mundo empezó a aplaudir.  Y yo a rezar. Recuerdo que en ese instante  apreté contra mi pecho la medalla de la Virgen de Covadonga parte indispensable de mi ajuar.

A lo largo de cuatro años no se me pasó el acojone y creo que todavía me dura pero acabé amando a Nueva York identificándome con su latido. Es el pulso del mundo del mundo. No me extraña que Manolo Blanco Tobío dijese que lo que más extrañaba - para este gran periodista gallego muy habituado a los modos de vida norteamericanos Europa era una especie de exilio- es una ojeada rápida todas las mañanas al Nueva York Times.


El bien y el mal conviven allí puerta por puerta. Ángeles y demonios sentados a la misma mesa. Los rabinos con sus kaftanes y los popes con sus manteos comparten un sitio en el metro. El superfluo y la elegancia de la Madison Avenida entremedias de la cochambre del Bowry. De todo aquel caos que fue mi experiencia neoyorquina saqué la conclusión de que tiene que haber un dios, un demiurgo que ponga orden, que se apiade. Eso. Alguien que se apiade porque Nueva York hace pensar en la famosa frase de san Pablo “nada de lo humano me es ajeno”. No se puede ser ateo en Nueva York. Todo menos ateo. Sientes como una fuerza que te lleva, una especie de protección. De lo contraría te hundirías. La gran manzana, la inmensa colmena, el hormiguero de gentes que se afanan un día y otro y también el avispero y las injusticias. Y como no la mafia. La metrópoli suscita ideas enfrentadas, pensamientos contradictorios de amor y de odio. No es una ciudad para volver porque de ella no se consigue salir nunca. Te atrapa desde el primer minuto y ya no te suelta aunque te alejes físicamente.  Nueva York es una condición mental, estado anímico. Yo diría que es una ciudad mística. He aquí una lectura judía en versión talmúdica de la “Civitas Dei” agustiniana. Que sólo cree en la gracia del esfuerzo y que a Dios lo coloca en otro plano. A él rogando y con el mazo dando. Es una concepción utilitarista de los elegidos llamados a poseer la tierra sucediendo esto acá abajo sin tener que aguardar al más allá. No se conforma con la resignación cristiana ni lo injusticia a la que lucha por atajar en este mundo. Por eso es un frenesí continuo. Arriba y abajo. La ciudad que nunca duerme. La riada humana. El poder automático.

Está tan cargado de voltios el lugar que los picaportes y los pestillos sueltan chispazos. La estática pervade el entorno. Yo viví en el Este hacia la calle 14. Allí todos están juntos, nunca revueltos. Mi barrio era una mezcolanza de judíos y de sicilianos que veneraban la camorra y nietos de Al Capone todavía practicaban ese vudú italiano que es la “jettatura” pero católicos al por mayor ya que en la fiesta de san Jenaro sacaban su imagen por Manhattan en procesión. En la otra manzana había polacos con su manera tan peculiar de concebir el cristianismo y antipáticos. Los  pacíficos ucranianos todos con su peculiar y angulosa cabeza, los húngaros con sus botas de fuelle me gustaban más y me hice amigo de los judíos como mi quiosquero, un bendito de Dios por nombre Samuel, que me regalaba unos puros verdes trapicheados de Cuba y hablaba algo de ladino o judeoespañol. “Aguarde su merced agora un momentico pues vengo al punto” Entre todas las etnias son los más de fiar. Los más caritativos, los que más ayudan, aunque en cuestión de dinero no se casen con nadie.


Luego, hispanos los había por todas partes y ahora creo que son más. No se puede contemplar esta inmensa urbe con prejuicios, nueva York los desborda. Es un mundo que rebasa todas las barreras y trasciende las ofuscaciones y atavismos de la vieja Europa donde se mira con recelo al nacido en el pueblo de al lado. Allí este tipo de resentimientos se desconoce. No hay envidia y si existe por lo menos no se nota. Ni miradas por encima del hombro. Sí tiene que haber un Dios flotante por encima de nuestras cabezas, un Cordero que quite los pecados del mundo. Alguien que se apiade. De la torre herida por el rayo. De la humanidad que palpita y gime desconcertada. De la inconsciencia, la banalidad, la vulgaridad a espuertas, la frivolidad sin limites. Se vive mucho mejor en el Rellayo pero uno no sé por qué termina añorando a la Ciudad Automática. Un mundo sin paletos, sin intereses de campanario y con periodistas e informadores, literatos amantes de su patria y de su país con razón y sin ella, que tienen muy en cuenta la ley del libelo a la hora de sentarse delante del ordenador y que saben como nadie maquillar la información y  autocensurarse mientras que la prensa a este lado del charco da fe de una picaresca en auge y la rosa en su chabacanería procaz parece una corrala.  Aquí todo se ha vuelto un poco peripróctico, ya que la información, anal y asnal, parece girar en torno al mismo cabo. Lo acabamos de ver en la manera que han abordado el choque de los aviones contra el hastial imponente de las torres. Nos han demostrado que entienden el periodismo como una vocación de servicio público, un menester que ha de hacerse con categoría, responsabilidad y serenidad ¿Para eso queremos una Facultad de Ciencias de la Información? 

 

18 de septiembre de 2001

 

Antonio Parra fue corresponsal en USA. Licenciado en Filología Inglesa y Románicas.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SAN FRUTOS, ABOGADO CONTRA LOS MALOS TRATOS

  

                            Millán Sacramenia Artedo

 

Le llaman “pajarero”, seguramente, porque su fiesta, iniciado el  otoño, coincide con la oleada de aves que cursan viaje hacia el sur y lo convierten en  cangreja de  místico velero, donde reposan el vuelo utilizando como  descansadero a la impresionante cofa de este peñasco  yermo que adquiere la caprichosa forma de portaviones inmóvil surcando  la pedriza segoviana. Antes de reemprender el vuelo por el freo paran aquí o utilizan las escotaduras y socarrenas de las paredes cortadas a pico para anidar y quedarse. Abajo se prolonga una sima amenazante, pero por lo alto del risco encuentran posada y cantadero las aves tránsfugas, y sus píos causan embeleso a los ornitólogos.


 Son como partes de una letanía misteriosa repetida cada 25 de octubre sobre la cumbre que acomete el diácono de las silvas con harta solemnidad y empaque. Señor, misericordia, es el grito que entonan el jilguero, la avutarda, la aguzanieves y el monacillo por estos peñascos donde el alma se eleva y Dios parece estar cerca, casi al alcance de la mano, allí por donde las águilas y las vultúridas vuelan haciendo círculo, más que en ningún otro sitio.

San Frutos es un santo que sabe mucho de pájaros y de “pájaras” puesto que conoce algo de las costumbres humanas a redropelo de todo pronóstico, se apartó del mundo no por menosprecio sino por amor a la condición humana cuyas debilidades no le fueron ajenas. Las bodas que se celebran en su altar no terminan en divorcio. Este eremita mozárabe,  que nació en Segovia el año 642 y murió setenta y tres años después de vida penitente en el desierto tierras al norte de Sepúlveda - fue contemporáneo del último rey godo, del traidor obispo Opas y del moro Muza que inicia sus algaradas por el Estrecho a bordo de pateras-, brinda amparo, según cuentan, a los que andan en precario por causa de amores que se acedaron, es baluarte de acogida para las mujeres zurradas por la vida, víctimas de la incomprensión, la sospecha, para todos aquellos que andan en trámites de separación o están a punto de cometer un disparate.  En fin, larga sería la lista de méritos y los prodigios a cargo de su varita de virtudes poderosa. Su venerable aura sigue ahí, encaramada en lo alto de la roca viva para el que se moleste en venir a rezarle salvando las fragosidades de un áspero camino. Por estas cumbres parece que se respira un aire distinto.


 Villa y Tierra lo quieren y se le venera en todos los sexmos de esta especie de confederación de judíos, moros y cristianos que era la zona de la provincia de Segovia, el arcifinio de todas las lindes, campos de pan llevar pendones y merindades, palenque de todas las espadas en los agobiados siglos de Reconquista, zona de frontera entre dos culturas diferentes y dos maneras de ver el mundo absolutamente opuestas. ¿Nos habrá nacido desde entonces este complejo de prevenidos en fronteras, de centinelas observantes del cotarro, siempre al acecho que hizo que el alma del pueblo español, acostumbrado a los palos, saetas y sufrimientos del contrario, tenga algo de aspillera? Es el sentimiento que al viajero le embarga cuando rinde visita a estos riscos.

 La ermita de san Frutos se yergue como un testimonio contra la intolerancia fanática, el desencanto de las cosas del siglo, y una exhortación a los buenos propósitos de la enmienda: lo que acaeció entonces puede volver a repetirse.


Fue uno de los grandes santos intercesores hispanos, muy popular a lo largo de la Edad Media. Así lo destaca el Misal Mozárabe donde la fiesta de su tránsito era un día importante.  La liturgia de san Isidoro, que es mucho más expresiva y poética, menos concisa y circunspecta que el ritual romano, como se sabe, le dedica nada menos que tres himnos de insólita belleza literaria, lo que indica que no es un santo de tantos en la lista de bienaventurados. Las rúbricas del Oficio Divino que acostumbran a despachar en dos líneas a san Acisclo, pongamos por caso, al anacoreta sepulvedano le apropian tres páginas de panegírico en elegante hipérbaton y salmos. La imaginería barroca nos le pinta con barbas apostólicas, una calva a cincel, el cerquillo penitente, en una mano un libro y en la otra, un cayado, la cachava de la cuchillada con que tajó la roca hurtando así su cuerpo de las gumías sarracenas que le pretendían degollar.  Todavía queda la señal. Se abrió una sima entre la hueste agarena y el varón de Dios. Al abismo de san Frutos todavía se podrá asomar el visitante: una enorme garganta, y abajo, las aguas pandas  y trucheras del Duratón, no demasiado profundas sobre el álveo calcáreo. Idóneo emplazamiento para ver nidificar al buitre o para suicidarse.

Su estatua corona la entrada norte que algunos llaman también como en Burgos  la  del Sarmental de la catedral de Segovia, toda en granito y obra de Aniceto Mariñas. El ermitaño embebecido en sus meditaciones pero sin porte adusto y casi diríamos que risueño está mirando para un cantoral. La hoja de su libro está a medio pasar. Cuando esta página que pinga del vacío vuelva con las demás, es que se va acabar el mundo, según es crédito de radicación vulgar. La diócesis le tuvo gran devoción por éstas y otras muchas cosas. 


San Frutos vivió tiempos difíciles de cambios dramáticos y de desasosiego general como son todas las épocas de transición, cuando la historia pasa página. La batalla de Guadalete dio paso a la desbanda del 711. Empezaron las invasiones africanas, los arrasamientos y guerras prolongadas. Aceifas en masa. Venían y venían, cruzaban el Estrecho que desde entonces tan bien conoce el moro en oleadas. Seguramente la peste agarena fue un castigo que nos dio Dios a los godos “por no amarnos unos a otros como Él nos amó”, porque las rencillas, discordias y lo que dieron en llamar los historiadores “morbo visigótico” eran la regla. Ya san Isidoro nos lo advertía, pero no hicieron caso. Crisis de valores en todos los sentidos. Época de conmociones sociales, mudas de camisa y  cambios de chaqueta. Se pasó del aquí no pasa nada al a ver qué va a pasar aquí. Las fuerzas del moro Muza y de Tarik pilló a los visigodos desprevenidos discutiendo sobre el sexo de los ángeles en medio de la gran refriega religiosa entre trinitarios y anti trinitarios, arrianos y católicos. La Media Luna, que no se anduvo con arrequives ni remilgos, irrumpió por el Estrecho aprovechándose de nuestras banderías, sacando partido de la endémica desunión de la grey cristiana.

El lábaro verde del Islam flameó triunfal en los campanarios de las basílicas paleocristianas que fueron asoladas o transformadas en mezquitas. De Despeñaperros para abajo no quedó ni una sola cruz alzada - eso para que ahora digan- y en la Córdoba de san Eulogio y de san Pelayo, éste, el único santo sodomizado de todo el menologio cristiano, por un califa de perversas inclinaciones sexuales, que lo mismo le daba a Abderramán bardaje que bujarrón, pues hacía a pelo y a pluma,  ante su negativa a abjurar la fe y luego tirado a un muladar, las aguas del Guadalquivir fluyeron teñidas de sangre de cristianos, según revela el testimonio del santoral mozárabe y las propias Partidas. Los recién llegados no fueron un espejo de tolerancia. Se comportaron como horda invasora y el que crea lo contrario que refresque su memoria leyendo a don Claudio Sánchez Albornoz, que fue otro san Frutos, pero de Ávila, mártir laico de la verdad y por unos y otros perseguido. Debemos nuestro atávico sentido de la vida política a los taifas. Hay los que olvidan que este pueblo estuvo peleando contra el moro nueve siglos.


Desde aquella ocasión hemos sido, como individuos y al de por junto, de inclinaciones tornadizas con el forro siempre dispuesto a cambiar de chaqueta. Si se quería conservar la piel, había que practicar una moral de conveniencia. Algunos por eso se fueron por aljamía.  Fue el caso de los muladíes cristianos que abrazaban el Islam. O el de los marfuces o renegados muslímicos que se bautizaban. Muchos transigieron aun teniendo que pasar por carros y carretas como aquellos reyes de León compelidos a  pagar a los califas la alcabala del viento o tributo de las Cien Doncellas, el primer caso de trato de blancas que se registra en los anales.

Pero los más hubieron de liar sus petates y enfilar las rutas norteñas. La España de los mozárabes poco se diferencia de la Grecia ortodoxa que describe Kazanthakis cuando irrumpe el turco en sus lares. Cargaron con los huesos de sus muertos y buscaron la desenfilada de las cuevas inaccesibles y de los caminos no frecuentados.

El Poema de Fernán González en dos hemistiquios cuenta cómo fue aquella huida:

               “Tomaron las reliquias - todas las que hubieron.

                Fuyeron por Castiella-así la defendieron”

Este pudo ser el caso de Frutos, de Casilda, de santa Cristina de Lena, y otros muchos otros.

 


 Asqueado de la corte y desilusionado del mundo se apartó de él para mejor servir a sus semejantes y es así que el Señor le otorgó el don de interceder, de curar, de mirar las conciencias por dentro y de profetizar. Es una figura clemente y compasiva,  una especie de Sansón mozárabe que derribó el templo de los filisteos sin perder la compostura  una sola hebra de su blanca barba. Hombre de fe, al fin y al cabo, que es lo que ahora nos hace falta.

Por eso su fiesta, tras una eclipse, y todas estas convulsiones sociológicas que han puesto una interrogante  recia sobre la institución matrimonial, después de la crisis, del Concilio y todo lo demás, se ha vuelto a colocar en candelero.  El pueblo nunca suele equivocarse en sus corazonadas por todo el racionalismo que le echen y los denuestos percheleros de nuestras celestinas hertzianas, y es así que san Frutos el misericordioso está de moda.

No es tan sólo el interés ecologista lo que ha metido a este padre de la patria en los riñones de actualidad sino que también son las vicisitudes que parecen agobiarnos a los españoles de ahora como a los de entonces. Lo que preocupaba a aquellos godos también a nosotros nos preocupa.

Su ermita está situada en un lugar escarpado, la espadaña en forma de cruz  tiende sus brazos desde castillo roquero de clemencia en la cúspide de un farallón y habitáculo de la última reserva de rapaces que quedan en España, por el predio de Caballar, atravesado por la calzada que conectaba  Septem Pública o Sepúlveda con Cesar Augusta.


 San Frutos funge como abogado de las mujeres vejadas, de los maridos acongojados y pone paz allí  donde la celotipia o la infidelidad han instaurado su marca de suplicios. Con su báculo y milagrero, convertido en varita de virtudes, tocará la tierra pedregosa y árida y se abrirá una vía de salida para que lo que humanamente carece de solución -Dios hace otras cuentas- se enmiende o, cuando menos, no empeore, y así seremos salvos. Por una vez vencerá la inocencia y se irán abajo los demonios. Ya era hora de que el mal fracase.

Este Moisés de la Tebaida nacional de los castros apartados, tierra cenicienta donde se yerguen el serpol y el hinojo y hunden sus raíces perfumadas la encina y el junípero protege a los que sufren el desamor, nadie sabe por qué razón, pero también es abogado de las que padecen hernia a los que por allí llaman “quebraos”. Se le invoca contra toda dolencia o malestar, pero, sobre todo, es como una deidad doméstica, un socorrista de  primeros auxilios. En su persona se reúnen todos los manes, lémures y penates de la corte celestial. San Frutos siempre está de guardia tras el mostrador de urgencias. Fijo y perseverante como un tótem de bondad.

-¿Qué te pasa, hija?

-Pues que él me pegó, que no hacemos más que regañar.

-Vaya por Dios. ¿Y eso será irreversible? Un poco de aguante.

-Es que -dice la vapuleada titubeante- ya no nos queremos. Hay otro hombre. Se ha roto la relación.

Cantinelas como ésta las debe de escuchar el bueno del santo casi a diario desde su tronera del Paraíso, un confesonario que le ha asignado san Pedro para que atienda los casos desesperados del servicio de urgencias. En la actualidad con tanta falta de conllevancia, nadie aguanta un pelo y todo son mohatras y requisiciones, inquisiciones de la vida pasada, este departamento tiene tela marinera. Si no fuera así ¿de qué iban a vivir si no los retratistas surales y gacetillas rosa?


La fidelidad, la castidad, la modestia y el contigo pan y cebolla ya no se llevan. Puede que la cosa siempre fuera así porque la condición humana es invariable en sus miserias y cerrera la cabra siempre tira al monte, pero hoy se jalea mucho más. No se barre tanto debajo de la alcatifa como antes ni a las mozas en un desliz les aprieta el guardainfante, pero la mierda sigue escondiéndose debajo del felpudo. ¡Menudas están ahora las prójimas! Hay quienes ven en esta rebelión feminista un signo de inquietud apocalíptica. No se trata ya meramente del sexo, que al fin y al cabo no es más que un instrumento y la función crea el órgano sino de poner la biología patas arribas. La vida va al revés.

Por eso san Frutos, que debió de ser un buen hombre, y ahora es un santo muy majo y servicial, tiene tanto trabajo en el cuartelillo de las desavenencias conyugales donde reside de guardia permanente. Lo que el uno hace el otro deshace.

 Si su colega san Antonio era el encargado de buscarle novio incluso a los casos más desesperados, el pobre san Frutos acomete la desagradable labor de venir con los municipales para recoger los restos de la vajilla que se hizo añicos o hay una mujer tendida en la cocina con diez navajazos en el abdomen asestados por su marido en un ataque de desesperación o de celotipia. Ved cómo terminan las promesas de amor eterno. A veces hasta hace un milagro, resucitando a la víctima o, en particular, evitando que aquellos altercados acontezcan o pasen a mayores.

Es un santo moderno, en pleno vigor, encarnado en una época de empalme de caminos y de paso a la fronteras, cuando se acaba una senda y otra abre surco. El siglo XX cierra sus páginas en medio de muchos estertores de crónica negra.


En esta tesitura global, porque la violencia doméstica no se circunscribe a la península Ibérica sino que es flagelo que azota a todo occidente, es cuando más hace falta una figura que ejerza su autoridad moral y disipe los vapores de la duda y el desconcierto en que parece que nos hallamos. La precaria situación de fuerza bruta y de vejámenes contra la mujer reza para el tercer mundo y es casi endémica entre los mahometanos. Allí no está abolido el harén y es de precepto velarse el rostro o la cabeza con el almaizar, al igual que lo hacían nuestras moritas en los romances fronterizos de la edad medieval. Recato y decoro sigue reclamando el Profeta a las esposas de los creyentes. Las quiere sumisas a sus dueños y hasta se atenta contra uno de los cinco sentidos, el tacto, practicando la crudérrima ablación clitórica para que así no sientan placer en el encuentro carnal.

 No en vano Shakespeare dio vida a este problema que afligirá a los hombres de todas las épocas en su drama Otelo, el monstruo de los celos. Quiso poner a Desdemona, mujer virtuosa e inocente, víctima de las sospechas del marido, en manos de un moro, una tragedia que se sigue representando en vivo y no en el teatro en nuestros hogares con una cotidianidad que empavorece. Sin embargo, a veces debajo de las tocas castas de Desdemona se agazapa el hacha parricida de Clitemnestra, pues aquí todo está muy entreverado y el bien y el mal conviven puerta por puerta. 


En eso que nos llevan de ventaja a los cristianos, en ponerles almaizar para que no las miren a la cara a sus parientas. Si la ley mosaica prescribe la dilapidación para la adúltera y los imanes punen severamente por la misma razón, los cristianos parece que nos movemos en inferioridad de condiciones. Estamos obligados a poner la otra mejilla y hacer la vista gorda a los cuernos, a no vengar las afrentas. Pero no es así. La ley del amor triunfará. Casi por este extremo de devolver bien por mal, un rasgo de entidad divina más que humana, se puede demostrar que el cristianismo es la religión verdadera. Y ahí tenemos a san Frutos salvando a la derrocada y a Jesús dejándose ungir los pies con el alabastro de la dulce y tan pecadora mujer de Magdala.

En este mundo de contrastes entre la opulencia y la privación de lo más elemental la regla sigue en vigor hasta en el atuendo femenino. Lo que les falta a las elegantemente desnudas de nuestras pasarelas les sobra a las señoritas de Bombay que por carencia de medios no pueden ir a la moda. O no llegas o te pasas, o no bebes o te emborrachas, esa es la fija.

El efecto multiplicador del cuarto poder con su arrasadora eficacia haciendo bocina desde los nuevos púlpitos que son las ventanas de los aparatos de televisión sirve de caja de resonancia. Los ojos del basilisco que matan con la mirada tienen hoy pupilas de neón. Salimos a  víctima de la violencia doméstica casi diaria.


Estos males, que siempre tuvieron mala compostura, ahora parecen carecer de remedio. Ni contigo, ni sin ti. La maté porque me pertenecía. Mía o de la tumba fría. Machista. Yo ahora hago con mi cuerpo lo que me apetece, mira éste. ¿Y tú qué me has dado, a ver qué me has dado? Hay algo de luciferino en esta guerra de los géneros que revoluciona los hogares, está poniendo patas arriba las camas de matrimonio y los gineceos en pie de guerra. Fracasada la lucha de clases, ahora a lo que se enfrenta el mundo de los ricos es a la de géneros al grito de “mujeres del mundo uníos”. En lugar de crear un clima de armonía entre el hombre y la mujer lo que está determinando es mayor crueldad, más ira, más esposas victimas de vejámenes o camino del hospital, más maridos y padres de familia que acaban en la calle pidiendo limosna. ¿No nos estaremos pasando?

En desquite de lo morboso, el crimen pasional no pertenece al ámbito perentorio que hoy se le quiere dar. Es más viejo que la ruda porque ya chupaba cámara de actualidad en los tiempos bíblicos y mira que por aquellos días no había micrófonos acusicas ni la gran lente de aumento de los medios de comunicación donde todo se magnifica o minimiza a propia conveniencia para deformar la magnifica presencia de Dios en la historia. Lo quieren desterrar los demagogos y sigue aquí: habitando entre nosotros.

 La flaqueza del barro en que hemos sido fraguados no ha perdido su habitual consistencia; seguimos en las mismas con nuestra querencia a ser carne de cañón, carne de horca y carne de prostíbulo. Puede que san Frutos eche un remiendo, pero esto no lo podrán arreglar nunca ni los moralistas furibundos ni las feministas del moño retorcido. Más valdría morigerar un poco el país, colocar a la mujer en su sitio justo y digno, ni en una hornacina ni en la corrala, y no tratarla como un producto de bisutería o de casquería. El alza de mira de la lente del espejo público no debe estar en la explotación morbosa de los bajos instintos (corruptio optimi péssima), pero hay intereses en juego para que no sea así y esta sociedad recoge lo que siembra: pornografía más violencia. Es un círculo vicioso.

 


El efecto mimético de esta corriente llega a los hogares y los convierte en infiernos. Más que moradas vinieron a dar en campos de batalla, en abrevaderos de imágenes, porque la bicha no deja de escupir basura. Hay poca ética y menos estética, dormitorios en los que tampoco se va a descansar sino a la guerra, refectorios de comida rápida. ¿Qué tenemos a nuestra alcance? Televisión basura y sin gusto, comida basura, una clase política que es una mierda y un periodismo que unos días se hace el Tancredo y otras veces rememora las furias de las venganzas catalanas y de la Campana de Huesca. ¿Te acuerda de lo de entonces? Pues ahora sufre. La máscara plateresca del Arzalluz retador y amenazante se ha convertido en una pesadilla que recuerda que en este país donde existe hoy una paz precaria hubo campos de minas, dinamita y trinchera. ¿Qué es lo que quiere el burro ése?

A este paso no va a quedar títere con cabeza.

La autoridad del cabeza de familia por los suelos y postergados sus derechos, la manumisión de las señoras ha traído un ambiente de agresión y de revancha contra el varón que del gallo de quintana encaramado en su bardal sagrado e intocable ha pasado a criar complejo de zángano de colmena al que las obreras humillan y desalojan de su celda por parásito e inservible. Cuando ya no eres apto para la creación, la patada, y esa calamitosa y precaria situación de marido y de paterfamilias que tuvo descendencia pero que ya conserva poco ascendencia entre los miembros de su corral, donde más se percibe es en casa.


 Como la mujer trabaja fuera y los hijos no se emancipan el hogar ha dejado de ser ese rincón donde el guerrero de todos los tiempos se imponía y se lamía las heridas. Actualmente es un epicentro de borrascas agitado por maremotos y donde suenan las voces, son constantes las fricciones, y las amenazas derivan en reyerta. ¿Qué hacer?

Con tantos problemas y con tan escasas soluciones no es de extrañar que se produzcan uxoricidios y parricidios. El hogar altar sagrado de la vida de un individuo, conforme lo entendían los romanos y lo asimiló el cristianismo, se transforma precisamente en lugar de acampada sin raíces estables, en mansión de las sombras y un pedazo de ese infierno portátil anticipo de las tinieblas exteriores.

Como el mal no presenta visos de desaparecer, la crónica negra irá en aumento. Forma parte de los apeos del tenderete con un sistema de valores mercantilista y venal. Los españoles ahora mismo no somos un pueblo feliz y los vejámenes en el hogar no son más que un síntoma de  infelicidad y de males que enraízan profundos en nuestra psique histórica. Tal vez tengan que ver con el morbo visigótico, ese vil entristecimiento de la dicha ajena que nos predispone a la rivalidad y la discordia. Por fuera se trata mediante la hipocresía guardar las apariencias pero lo cierto es que no hay buen ambiente.


Se dibuja entonces sobre el horizonte el espectro felón y fratricida del obispo Opas, símbolo de lo bajos que podemos llegar a caer llevados de esa pasión cainita que hace aquí a la traición coger patente, y que padecieron los santos mozárabes que buscaron en el desierto y la huida refugio a la incomprensión de sus iguales y la intolerancia mortífera de rivales.  Por eso convivimos amargamente y la falta de conllevancia nos convirtió en un pueblo duro y cruel para con nosotros mismos y blandos y papanatas hacia lo extranjero. Nos damos besos y abrazos al saludarnos pero en el fondo qué poco nos queremos.

La familia refleja ese trasfondo de desavenencia no solidario  y banderizo que nos llevó a cuatro guerras civiles en los últimos dos siglos, y casi una docena de cambios de gobierno y de golpes de estado. Sólo nos queda recurrir a la lotería y al milagro. Los santos, por lo demás, están ahí, forman parte de nuestra idiosincrasia, casi son lo mejor que tenemos. Ellos sabrán marcar una ruta de esperanza. Su ejemplo y su protección nunca nos faltarán.

San Frutos era un cortesano huido de la corte del último rey Rodrigo que nace cuatro años después de que se produzca la desbandada. La corrupción y la desmoralización debió de ser total. Harto de aquel ambiente de intrigas y de revueltas, repartió sus riquezas entre los pobres y se tiró al monte, no para atacar el arma al brazo al invasor sarraceno sino en ansias de buscar la perfección que Cristo predicó a los que buscan la vida eterna. Probó refugio en los inhóspitos páramos más allá de Sepúlveda, la selva de las anfractuosidades y hoces del Duratón, un paraje aun hoy lejos de la civilización y habitáculo de alimañas.


Le tildaron de loco y de tarado pero Dios se hacía otras cuentas. Mediante el ayuno y la mortificación alcanzó tal grado de perfección venciéndose a sí mismo que obtuvo gracias especiales del Señor como la clarividencia profética, la bilocación y el don de hacer milagros. Cuando vinieron en su búsqueda unos pelotones de soldados beréberes que arrasaron la zona del Duero él se deshizo de ellos mediante la famosa cuchillada sobre la roca que le puso a cobro de sus fanáticos perseguidores que fueron a dar con sus cuerpos y sus caballos al foso que se hunde a los pies del alcor. Arriba, la ermita y, abajo, las hoces y cañones que dibuja el afluente del Duero al internarse hacia el terreno llano, en demanda de los arribes del Duero, a través de una vega ubérrima, almendros y buen vino, mamblas peladas y raigones de un castillo, lienzos de muralla o sillares de alguna iglesia desportillada sobre el otero, trazando una curva de ballesta.

 

Los reinos del último godo se vinieron abajo en medio de discordias intestinas que allanaron el terreno al invasor. España se desintegraba en medio de conmociones personales; la corrupción de costumbres, cuando las damas de la nobleza visigótica habían caído en toda suerte de aberraciones, copulaban con animales, el gusto por la riqueza y la molicie se habían hecho endémicas.  Mientras, Don Rodrigo y su Cava Florinda van a ser desde entonces el fantasma misterioso de la traición, la conjura y el asesinato que se cierna amenazante por la historia de España. ¿Y esto por qué? Desconocemos la causa pero fue así.


Hubo miseria moral a causa del lujo y las riquezas y miseria física, plagas y enfermedades y esa congoja apocalíptica que se conoce bajo el nombre de “presura” y que pone a los pueblos en movimiento y a ir de aquí para allá. Por si esto fuera poco luego estaban los trastornos cósmicos y la aparición de signos y símbolos extraños en el cielo esto es apariciones con los que el brazo de Dios intentaba meter en vereda a los recalcitrantes cristianos dados a la molicie y que practicaban el contubernio junto a la conspiración y el asesinato. Una pena que no estuviese allá Chus Torbado para contarlo porque hasta creo que se hubiese mofado de aquellas señales cósmicas que a todos cogieron desprevenidos al cabo de la batalla de Guadalete y sin saber a qué carta quedar.

Por haberse encendido la iniquidad se enfrió la caridad entre las multitudes que prefirieron los torneos y las intrigas y el fútbol en vez de acudir a los templos a suplicar el perdón de la divinidad ofendida.

Por eso baremos puede ser, agrego, que la presencia constante de José María García machacona y hortera tras los micrófonos echando balones fuera o los trapos de la Campos “tele-ubicua” y baluarte del sistema de pan y circo con muchos muertos y muchas putas en el temario  representen un argumento poderoso de que estamos llegando a las puertas de los Novísimos.

España en la encrucijada aguantando el escalpelo de sus propios enigmas y los americanos deshojando la margarita de las idus de noviembre y sin saber a qué carta quedarse. Bush otra vez batiendo atabales y haciendo sonar la trompa de caza nuclear, el lituo del acojone.  Helo por do viene. Si es el Bush - déjenmelo que lo diga en inglés con la venia del querido patrón de mi pueblo- “we will be beating around the bush” (a pegar palos de ciego y que los golpes lluevan sobre tu cabeza y no te enteres pues esto ocurre cuando el poder lo tienen los agentes de la conspiración); caso de que las urnas dictaminen su opción de una maldita vez, pues no me cohíbo en anunciarlo, las riendas del planeta estarán en manos de un subnormal... And a bull shall gore us. Lo que expuesto en cristiano viene a decir que nos pillará el toro a todos. El dragón afianza sus mandibulares sobre las carnes divididas de este planeta. La sámara del abedul está desparramando sus semillas. Llega la hora de la siega.


Convendría en estos tiempos de alteración purificarse bañandose en las aguas pandas del Duratón y de postre cenar “jaroseth”a base de verduras cocidas en vinagre a imitación de nuestros antiguos padres. El divino Frutos nos ampare de las maquinaciones de la infernal culebra que repta por los viales de la España emputecida y sea la triaca contra el veneno que sus babosos colmillos esparcen. Ya creo que se me entiende: preciso es regresar ante los eremitorios tutelares en los que se fraguó el espíritu de este gran pueblo invadido de falsos profetas disfrazados de periodistas que no son sino haraganes en guisa de filósofos y de políticos oportunistas con un ojo pipa que adoran al becerro y se pasean enseñando la foto de los reyes domésticos. Mucho daño nos hizo porque fue maldición bíblica esa fealdad fofa y bobalicona de los retratos goyescos a Carlos IV. Para librarse un poco del fantasma del Fernando VII conviene vestir la marlota del yermo. Alimentaos, hijitos míos, de miel silvestre, bebed leche de camella. Buscad la sombra de la espadaña que al proyectarse sobre vuestras cabezas del todo os librará de la desazón urdida por vuestro pecados. ¡Viva mi sexmo! Peregrinemos a la pedriza.  

 Los godos no pueden resistir las acometidas de las hordas islámicas, austeras, disciplinadas y con una concepción del mundo muy clara y definida. Un sol nacía por oriente, el Islam, y, ya de vencida, el occidente cristiano parecía abocado a hundirse por el ocaso.


Los soldados de Tarik quisieron prender al morabito que hacía penitencia en el yermo de la pedriza. Nada hubiera sido más sencillo porque el eremita no contaba con ningún respaldo de gente de guerra. Sólo otros dos penitentes, que decían ser sus hermanos, Valentín y Engracia, le acompañaban en su vida anacorética. Sin embargo, cuando intentaron agarrarlo he aquí que el justo varón se encomendó a los Cielos y tocó tres veces el firme de la roca con su callado invocando a la Trinidad y en el momento en que se abalanzan sobre él los de a caballo se produce un corrimiento de tierra. Los soldados de Alá se precipitaron al vacío al abrirse una sima profunda que se puede ver en nuestros días, justo antes de subir la pendiente donde se alza la cruz de la ermita que fue un monasterio benedictino durante nueve siglos. La brecha tectónica (se abrieron las fauces de la corteza terrestre) queda ahí como un testimonio de que el Señor no se anda con chiquitas a la hora de brindar protección a los que elige.

No fue molestado más en adelante el eremita por visitantes incómodos que no venían precisamente en son de turistas; se dice que el caíd que lo perseguía, maravillado de aquel estrago, pidió las aguas bautismales y con toda su hueste en peso decidió hacerse cristiano. Frutos pasó en el abrupto lugar el resto de sus días, alcanzó edad provecta hasta que durmió en el Señor a los 73 de su edad. Allí se guardaron sus reliquias, fue canonizado y proclamado padre de la iglesia de Segovia por Calixto II el año 1111 justo el mismo año en el que Pelayo de Oviedo, obispo primado decreta la supresión del rito mozárabe o hispano visigótico.

 


No obstante el culto a las reliquias de Frutos o Fructus (el alegre, el que disfruta, en latín) arranca desde mucho antes. Es uno de los hitos de la leyenda áurea hispana. Junto a la espelunca donde pasó la mayor parte de sus días los monjes de Cluny se establecieron y fundaron un monasterio, directamente dependiente de Silos y que compitió en grandeza e importancia con el de Montecasino.

En este convento llegó a vivir una beguina que huyó de casa a causa de los malos tratos y pidió asilo a los frailes para que la empleasen como cocinera. El marido un día vino a buscarla, la arrancó prácticamente de las manos del abad llamándola puta y toda clase de improperios. La arrastró por los cabellos y la lanzó al vacío justo en el mismo punto donde había dado san Frutos la famosa cuchillada que le puso a cobro de las iras del Islam. La pobre despeñada se encomendó al santo y sucedió que éste vino en su socorro. El cuerpo fue a rebotar contra la rama de un sauce que suavemente se fue desgajando amortiguando el golpe de la caída al vacío por el desfiladero.


Otro caso similar vuelve a repetirse en la ciudad de Segovia con una judía por nombre Esther a la que el sanedrín local había condenado por adulterio al castigo de despeñamiento, cosa que se hizo con todo la minuciosidad de las reglas talmúdicas. La muchacha cayó al suelo ilesa. Se encomendó a la Virgen y a san Frutos y saltó desde las peñas grajeras a una profundidad de unos cuarenta metros sin padecer el menor rasguño a su integridad física. En acción de gracias dejó la fe mosaica, abandonó a su marido, y entró en religión profesando en la Tebaida de la Pedriza, uno de los paisajes más sublimes de toda Castilla la Vieja. Es conocida con el nombre de María del Salto. La fisga popular que no es poca, porque aquí se saca punta a todo y se hace comidilla hasta de lo más sagrado, quiere echar a la provincia segoviana no sin su mucha miga de refitolero en cara su abundancia en hijas pródigas. Parece ser que ni María del Salto liberada por la Virgen de la Fuencisla ni la beguina del convento  donde san Frutos oraba y a la que éste largó su cayado para que aterrizara con bien cuando la tiraron por el terraplén en volandas fueron las primeras. Tampoco serán las últimas.

Sin embargo, el refranero popular sigue adjudicando a las mujeres de por aquí una paremiología nefasta. Los mal pensados dicen que por algo será:

Y de Segovia ni burra ni novia, y a ser posible tampoco la mujer”

 

En Caballar estuvo el desierto por excelencia, la retaguardia del espíritu, se supo que también las oraciones ganaban batallas a los moros, y el peor moro es un enemigo interior que llevamos todos en los adentros, ése es más temible que el propio Almanzor cuya memoria se pudra en los infiernos, como cuenta el Silense. Los pendolistas benedictinos nos advierten del peligro que corremos si no volvemos a nuestras fuentes si abrimos la puerta al enemigo y el peor enemigo de España y de los español podremos ser los españoles mismos en ese prurito inquietante por tergiversar nuestra propia historia.



 El eremitorio  conocido por el nombre de Las Cuevas de los Siete Altares, una especie de catacumbas del primitivo monaquismo mozárabe es un reclinatorio para encontrar la paz del espíritu en estos tiempos que tanto se parecen a aquéllos. El aire huele a fragancias humildes del campo que acarician el olfato, la vista se esparce hacia los horizontes abiertos y a los aires altos de la sierra donde los buitres de la reserva trazan círculos de concordia. Vemos alzarse una nube de traza espectacularmente polimorfa, casi se puede tocarla con la mano, tiene algo de premonición  bíblica.  Sobre el envés de este cúmulo gaseoso puede esconderse la presencia del Padre Eterno. La voz de Dios se percibe aquí con mayor intensidad que en otro lado. Es una voz que habla de misericordia y de perdón. La escuchan siempre aquellos que van huyendo de los ojos furentes del basilisco y escapan al yermo como san Frutos mismo. Estas lomas acercan al éxtasis. Qué pena que la mística hable un lenguaje acrónimo  que el mundo desconoce; no podrán desgraciadamente captar su mensaje muchos hombres y mujeres de hoy, enfrascados en sus negocios, colgados del móvil discrecional, que han transformado la religiosidad en superstición y todo lo relacionado con las cosas del cuerpo en su fetiche. Leviatán asoma su perfil de chistera y pantalón a cuadros por la otra ribera del Atlántico, reclama que se le dé culto. Urnas y hornos crematorios, bambalinas, hombres de paja, de esos que tiran la piedra y esconden la mano, y luego acusan mientras esperan que les riamos la gracia. ¡Pobrecillos, son tan poderosos que reventarán de éxito cualquier día de estos! La algarada que viene es peor que la de Tarik y sus chicos. Va a correr mucha sangre - virtual, claro está- a orillas del Guadalete, pero habrá otro Covadonga y otro Clavijo. En espera de que el anunciado renacimiento se produzca al cabo de esos lustros de negrura, sólo nos aguarda el recurso de la huida al desierto tras las huellas de los santos de la mozarabía, los que no quisieron comulgar con ruedas de molino, se resistieron a las añagazas de la Tierra Prometida y del Paraíso de Alá. O del candelabro judío. Las ramas del crecal todas están secas porque pesa sobre todas ellas la maldición de la higuera. El Salvador no puede faltar a sus promesas.

Por ese cabo - todo habrá que decirlo - los peores fueron muchos curas y algunos obispos  libeláticos que en aquella hora amarga pospusieron su fe a la razón y a los intereses de dinero y de poder.  No fueron capaces de comprender porque se le escapaban las claves. Roma en el siglo VIII también claudicó y ahí están los Papas de la Edad de Hierro para corroborarlo.  Cayeron las testas coronadas, se rindieron las mitras y las tiaras pagaron el tributo al nuevo amo. Cristo se retiró al yermo. Ahora resuena desde allí también su voz. Sólo unos pocos la escuchan. Si entablásemos escuchas en estos paraderos, comprobaríamos que la voz del yermo es renuncia y paradoja. Quien pierde su vida la ganará.  Al fin y al cabo la Misericordia escoge a los perdedores- un pajarero, un mozárabe que abandona la Corte de don Rodrigo desengañado de la existencia, que no contemporiza con semejante estado de corruptelas y, que,  perseguido, huye al yermo para esconderse de la mirada del basilisco- para manifestarse.  Gracias a ellos, los planes siguen adelante, aunque esto no se explique del todo bien. No pertenece a nuestra lógica pero es así de cabal. Por eso nadie entiende el milagro aunque a veces se produzca sin que le veamos.  Su presencia no acabará y seguirá manando el raudal de la fuente infinita. Quedad, pues, a pesar de todo, tranquilos.

 

Viernes, 3 de noviembre de 2000 (0:53 h.)     

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viernes, 24 de noviembre de 2000 (5:32 h.)

 

                             LA PILARICA

En el primer banco se sentaban los doce guardia civiles de guarnición. Era un sargento el jefe de puesto de la comandancia de un pueblo asturiano posado en un valle a la riba de un río. Hay que atravesar un puente sobre el ejido donde pasta alguna que otra “Cordera” maternal y que para mí seguirá siendo vaca abuela con todo lo que digan - el peligro hoy no es el matadero de Noreña sino esa extraña enfermedad que trae a los ministros del ramo de cabeza: vacas locas- y luego se accede a través de una calle larga que se recuesta entre las peñas.


A mano izquierda hay un bar acera por frente del cuartelillo de la Benemérita y otro chigre más que se saltea con un taller de reparaciones de bici y un tercer figón más que regenta Mariano Proficuo dando a la plaza sombreada por la presencia de un carvajal secular cuyas ramas tocan los perfiles del alar de la iglesia y enraman como si fueran una pérgola del laurel de Baco la casa café de la panadera. Ésta debió de ser una mujer de buen ver pues más que comediados los setenta y próxima a los ochenta sigue pechugona ella y tan flamenca. Tiene el pelo rojizo y fabrica unas enfiladas exuberantes y tiernas igual que sus pechos.

Se la podría componer algunas endechas y dirigir unos buenos cantares a esta panadera comprensiva y rumiante que se trae un aire manso y ejemplar con las vacas que pacen en el sel de la entrada pasada la ferretería de Carola  después de virar por la curva y ya estamos en el ojo mismo del valle al que mi vivir o la fuerza del destino me trajo rodando por las pendientes de la casualidad o de un secreto designio que llevamos al nacer todos en la frente  y cuyo sentido oculto vamos desmadejando cada día de nuestra existencia. Nuestro porvenir cuelga de los cuernos enroscados del buey Apis.


Pues era el día de la Columna Nuestra. La Virgen sonreía en su trono de jaspe de su altar lateral en la iglesuca íntima llena de fervores tutelares y el anagrama mariano por todas partes; templo de traza cuadrada muy propia del arte visigótico que no utiliza el círculo para nada. Diseño primitivo y rural, la traza románica conocería siglos adelante las excrecencias prendas y arrequives del barroco. En la nave de la epístola había un altar que representaba con mucho entremetimiento y pompa el árbol de Jetsé todo de colorines, muy rural, primitivo y tosco pero con un resultado que no podía ser más certero porque inducía a centrar el alma en el recogimiento. Un movimiento de piedad al tiempo que una sonrisa embargaba al visitante.  Debajo del coro había un confesionario de castaño de traza cuadrada en cuyo dintel ponía el número de su data. Había sido construido en 1808, fecha evocadora de muchos sentimientos en cualquier español por poco patriota que se sienta un español.  La junta de Asturias fue la primera en alzarse contra Napoleón. Esta comarca verdadero riñón de los concejos y cabildos todavía resulta efervescente en todo a lo referente a nuestro pasado. Por eso aquí se siente con más fervor que ninguna otra parte el sentido de la fiesta nacional. Al menos yo vibré el doce de octubre del 2000 con toda aquella escolta de gastadores rindiendo honores ante el altar mayor.


Tengo que decir que el arcipreste don Quintín pronunció un sermón muy sentido de los que por desgracia no se escuchan en nuestro templos desde que dirige los designios de la barca de Pedro ese polaco tan misterioso y comprometido con los poderes fácticos de la trilateral. Por eso tengo que aducir que la homilía del humilde sencillo cura de aldea me llenó de consuelo. Don Quintín, pequeño, algo calvo y rechoncho al que yo convido a culines o a una pinta en la taberna de la plaza adquirió ante mí una elevada talla moral que sobrepujaba a la del propio cardenal primado o el purpurado de Madrid. Porque si los príncipes de la Iglesia compasan y comanditan, transigen, tragan, ponen el cazo, acepto, lo que tú digas, vamos allá, París vale una misa, etc., con el orden terrenal los humildes clérigos de misa y olla se desentienden de esos planteamientos acomodaticios generales. Se les obliga a vivir hombro con hombro cabe el pueblo, sus problemas reales, sus zozobras, lejos de la retórica curial, los rescriptos y bulas papales; en una palabra, el Jesús de carne y hueso, hijo del carpintero y de María, el que talaba arados, mesas, ventanas, algún yugo de ciprés, la ventana que salía de sus manos no la carcomía la sarcoma, ni se abría con el viento recio de marzo, vedaba entrada a los ladrones.

Pero aquí estamos rozando uno de los enigmas más maravillosos de esta institución de origen divino a la cual los hombres bulderos y boleros han querido transformar a su capricho. Querían una iglesia hecha a su medida como una dulleta de encargo pero lo cierto es que a la institución empecatada y corrupta ya que siguiendo las indicaciones de Montesquieu -¿no fue el que dijo que todo el poder corrompe y el poder absoluto más todavía?- sólo le puede lavar la cara un san Francisco. Así la iglesia quedará a salvo de la ignominia gracias a un diácono.

 

La Tradición puede operar maravillas en misa de doce. En la ceremonia aleteaba un sentir antiguo que conectaba el presente con el pasado y nos colocaba delante de la mirada lo acontecido hacía muchísimos años y es que la memoria puede operar milagros. Es un divino don al que ahora combaten con tanto empeño los que hablan de borrarla en aras de su invento. Está visto que el legrado de memoria es uno de sus objetivos. Quieren convertirnos a todos en sapos y se inventa monsergas y acuñan consignas para que nos convirtamos a sus intereses. Tendrán bastante trabajo si de lo que se proponen es hacer que baje de su pedestal la Virgen del Pilar.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

             CRISTO ES UN ESTORBO A LOS GLOBALES

                                                      Por Millán Sacramenia Artedo.

 

 Yera moru, el cristu  de la iglesia que tiene don Acisclo, habrá que cambialu, porque yé blanco, y ya non val”. La sentencia que profirió Pachu de Mio Pa en el chigre de Alonso tenía toda la categoría de la conclusión de una tesis doctoral. Todos estábamos un poco alarmados porque la andanada era global, de esas que hacen época, pero, como ahora todo lo que traen los papeles se ha vuelto dogma de fe, el pueblo ignaro acepta por ciertas todos estos torpedos a la línea de flotación del barco de la fe.

Otro de los contertulios, Toñín de Ternerona, envidó con una frase que fue lo mejor de toda aquella noche de hierba joven, luna blanca y lejanos ecos del lúgubre canto de la “curuxia” en los humeros del monte, pues el sol ya se había escondido y de las breñas descendían nubes muy negras amenazando  una vigilia metida en agua:

-Tras el carru volcau to son carriles, nin.

-Caguen mi manta quien quitarnus la fe.


Se había entablado una polémica y hubo quién acaloró se.

-Es creer en lo que nos vino, que bien me recuerdo de lo que decía sobre este parecer el catecismo que yo aprení na escuela.

- Y no vimos - precisó Volo Fesorias acordándose de lo que ponía el P. Astete.

-¿Qué tendrá que ver el color de la piel? ¿No dicen ahora que no hay que ser xenófobos?

El color, la raza, la flaqueza o la crasitud, la fealdad o la hermosura no constituyen sino accidente, que no interfieren en la sustancia anímica, la parte más noble de la persona. Lo otro pertenece a la naturaleza inferior. Pero se viven tiempos aparenciales de imagen y de las liviandades de lo light. Nuestro periodismo, el de la “Nueva España” incluso es una caja de resonancia de este espíritu de inversión de la cruz, carrus volcaus, y de esa involución que ya está llegando.

La Summa tomista hablaba del color de la piel como atributo de accidente. Ser blanco o ser negro era como ir descalzo o con botas, estar sentado o de pie, ser miope o tener vista lince, con la espalda tiesa y bien trabada, o cargado de hombros, tener la cabeza en forma de paralelepípedo, cráneo torreado, o de forma alargada y hundida, batiscafocefalia, se decía cuando estudiábamos Prosopografía, ser  braquicéfalo o dolicocéfalo.


Una de las grandezas mayores de la Iglesia es que nunca ha sido racista. Cierto, la más primitiva, la del rito maronita, irrumpió desde Abisinia y hasta san Agustín estuvo enamorado de una nubia a la que tuvo que dar carta de repudio por injerencias de su madre santa Mónica la cual le tenía echada el ojo a una mitra y en aquella época los casados no podían ser obispos. Las mujeres nubias, por otra parte, desde la Reina de Saba a esta parte, pasan por ser las más hermosas de toda la raza humana. “Nigra sum sed phormosa, filiae Jerusalem”, [6]se canta en el Oficio Parvo.

Pero aquí la gente sigue tomando el rábano por las hojas, porque los amos de la rueca informativa profazan que es un gusto enarbolando la cruz del revés y a lo que se aspira es al carru volcau que decía Tonin de Ternerona ante un culín de sidra áspera en el galpón de Alonso al atardecer de un día de manzanos en flor. Cristo bendito el que confundió a los doctores deja los estrados en los que enseñaba en el Templo y regresa, cerradas ya la mayor parte de la jornada las iglesias, a los chigres, porque es la taberna el único lugar donde se puede hablar libre sin miedo a los barandas y a los espías del pontífice. Siempre mostró predilección hacia los pecadores, convivía con pecadores, dejaba que las putas se le arrimasen y le ungiesen los pies. Toda su doctrina es una soflama contra la hipocresía del tartufo. El ariete de la mansedumbre no se dejó encalabrinar por las seducciones del poder. De ahí que todavía le sigan considerando persona non grata las gallinas lluecas que se aselan en el nial de los contubernios y la impostura.


Borran su memoria y siguen aduciendo contra su sagrada persona a los abogadetes y rábulas de la impostura. El sinedrio sólo consiguió condenarlo sin pruebas aduciendo testigos falsos. Ora echan mano del libelo, ora de la soflama, ora del sesudo tratado pseudo científico avieso de malas intenciones, ora envían a sus tribus urbanas para que embadurnen los muros de las catedrales con el dele del diaño. El caso es volcar la cruz para marchar todos juntos por la senda del revés.

Les exaspera la figura doliente del crucificado. Se encocoran y escupen ante la imagen clara del Santo Síndone y una parte de ese lienzo se conserva en la catedral metropolitana de la Transfiguración de Oviedo, dedicada al Salvador. Este paño fue el punto de órbita del tan traído y tan llevado culto a las reliquias, y fue polo de atracción de romeros medievales, antes incluso de que se organizasen de forma estructurada las peregrinaciones a Compostela. Ya Alfonso VI en 1085 acudió al ara mayor ovetense para dar gracias por la toma de Toledo. La reconquista del adarve toledano representaba un regreso al punto de partida, un triunfo de la causa cristiana, que tantas persecuciones costó y tantas lágrimas. Toledo y Oviedo suenan consonantes incluso por lo parecido de su toponimia. Fueron sendos baluartes de los godos.

Hay razones fuertes que inducen a suponer que Oviedo, el antiguo templo de Júpiter, que cambió la advocación de su ara a Zeus por el de Cristo, aglutinó el sentir soteriológico del que está imbuido todo el bizantinismo visigodo. En la recuperación de las ciudades y del territorio de los que fueron erradicados a causa del empuje islamita los herederos de don Rodrigo el carbayón troncal de la estirpe jugó un importante papel.


No hay más que leer a Nikos Kathantakis para reparar en lo que significa esta presión alóctona[7], que hoy se está repitiendo en proporciones casi apocalípticas que nos recuerdan la “pressura gentium”[8] del que nos hablan los sinópticos, con las mismas características que tuvo diez siglos atrás (los problemas se han agrandado tras la caída de Kosovo). Porque Europa fue un laboreo incesante, un ir y venir cargados con los huesos de los santos a cuestas y de los que efundiendo su sangre dieron testimonio del Cordero. Sin culto a las reliquias ni peregrinaciones no hay fe que valga, pero “Cristu yera moru”, nos dicen los expertos anglosajones. En el Beowulf, en la Chançon de Roland y en las antiguas etopeyas europeas hay referencias a esta pressura gentium.  En el Poema de Fernán González, anterior al “Mío Cid” podremos leer:

Tomaron las reliquias/ todas las que ovieron/ cabalgaron por Castiella/ ansí la defendieron.”


Que se cometieran abusos no lo niego y que haya catalogados en todo occidente más de cien mil astillas del árbol de la cruz que supuestamente encontró santa Elena, tampoco. Todos estos vestigios pueden verse en algunas quirotecas catedralicias y algunas aun se veneran. Hay otros más sospechosos aún; el ceñidor de la Virgen, un mechón de los cabellos rubios de Juan Evangelista o la correa de las sandalias del Bautista. Sin embargo, habrá que poner en cuarentena todas esas conclusiones que publican oportunamente, coincidiendo con las grandes fiestas del calendario cristiano y que han sentado precedente de costumbre - una forma como otra cualquiera de amargarnos las pascuas a los creyentes -y airean los expertos cibernéticos, puesto que no suelen servir a la verdad, sino a intereses ocultos. Son la voz de su amo. Y la impiedad está al acecho. Ahora sólo amagan, pero, en cuanto tengan expedito el panorama, darán de veras. Vuelven a anunciarse grandes persecuciones.

En este tiempo de carros volcados y de teleras y ruedas patas arriba, se cambian las tornas; los versutos facense idiotas y estos últimos a la inversa logran el grado de especialistas. Me aferro a la fe del carbonero con que razonaban mis amigos del chigre. Para mí valen mucho más que las conclusiones de los expertos. Los últimos serán los primeros. Prometió Jesús Bendito y él siempre hace lo que cumple, no como los señores del Banco Azul. No es Charlie el del Bigotito con sus monsergas de “España va bien”.


El logogrifo del 666 se estampa en los papeles más insospechados: en las cuentas corrientes del dinero que mandamos a Bosnia y hasta en las citas de un juzgado (me enseña un amigo un exhorto de la audiencia de Pravia para comparecer a un juicio de faltas, que luego resultó ser una infracción de Tráfico, porque el interfecto le había leído la cartilla al número de la Benemérita diciéndole que no toda la culpa de los muchos muertos que hay en las carreteras es de los que se toman un culín de más en las espichas y se van de folixia, huyendo del aburrimiento mostrenco o de las malas jetas de nuestros hogares, donde el odio se condensa, porque el hogar ha dejado de ser sancta sanctórum de la libertad para convertirse en duerno y abrevadero de imágenes, en sede de la insolencia más procaz, sino la violencia, el odio y la mala hostia que se respira en esta España de nuestros pecados, no somos lo que se dice una sociedad relajada y feliz) el número de la bestia aparece allí[9].

La maniobra que se esconde detrás de esta hipótesis sobre la raza negroide del Señor es evidente: acabar con toda una iconografía y estatuaria en la que aparece como un hombre de raza blanca, rubio, con los ojos azules, la barba bermeja. Así es la estampa en los contornos en relieve de la Sábana Santa turinense. Las pruebas del carbono catorce surten evidencias de que no se trataba de un hombre del medievo sino que la fija de su fallecimiento finca hacia el primer siglo. En el sudario se encontraron vestigios de plantas hoy extintas y que se desconocían en Italia porque pertenecían a la flora Palestina. El perfil del amortajado era el de un ario de rostro alargado de miembros proporcionados que recuerdan a los cánones de Filias y Preexcíteles más que a los de un judío típico con ese pabellón nasal que diferencia a los hebreos - no es exactamente una nariz ganchuda sino un perfil que contorna la boca y el arco ciliar coronando la peana de un labio carnoso y sensual-, lo que ha llevado a los antropólogos a conjeturar la posibilidad de que hubiese algo de griego en la estirpe de la tribu de David. A Jesús luego se le tendría al menos como un judío helenizante lo mismo que a san Pablo.


Esto no es la sustancia. Es el accidente, volvamos a insistir. El meollo de la cuestión no descansa sobre su aspecto físico sino en la perduración de sus enseñanzas. Lo que prometió se ha cumplido. La Ciudad Santa fue desolada por Tito así como sus misericordiosas palabras acerca de la mujer pública: “Allí donde sea publicado este evangelio en el universo mundo todos tendrán  noticia de su nombre”. Los griegos dominaban la Decapolis o conjunto de ciudades donde se desarrolló la mayor parte de su vida pública. El Nuevo Testamento fue escrito en griego, a excepción del de Mateo, y hay muchos aspectos de la Palabra que recuerdan las normas de conducta de las enseñanzas de los estoicos y peripatéticos: el desdén de los placeres, el perdón de los agravios, la contemplación de las maravillas de Natura.

En el amor a los pobres y a los oprimidos, en su rebelión contra los poderes fácticos causó revuelo entre los fariseos, los miembros del sanedrín y los pontífices. Es posible que hoy siga siendo el ariete que molesta a los globales. Cristo estuvo entonces contra los pactos sinalagmáticos con Roma, huyó siempre de los honores y de la riqueza. Era un peligro constante para los que se consideraban depositarios de la verdad y el brazo de la ley, celosos siempre de su capacidad de convocatoria ante las masas, y de su atracción mesiánica. Por eso lo enviaron al palo esgrimiendo aquel argumento estremecedor que todavía retumba en los ecos de los siglos caiga sobre nosotros su sangre y sobre nuestros hijos. Era tan arrebatada la incriminación que el pretor romano que desde el principio del juicio lo tuvo por inocente acabó por lavarse las manos desarbolado por la contumacia diabólica de Anás y Caifás. Pilatos irresoluto no tuvo otra opción que acceder a la petición de los pontífices. Cuando escuchó de sus labios que lo denunciarían ante el emperador, sancionó la crucifixión, que era entonces el tormento de la ignominia, la peor forma con que podía acabar un ciudadano romano.


Cristo plantó cara al viejo orden. Estorbaba entonces y estorba ahora. El anatema de crucificale sigue agitándose macabro en los labios de los globales, los cuales - esto no se olvide- so capa de democráticos y librepensadores son totalitarios. Su memoria histórica continúa siendo un estigma que se proponen erradicar la propia memoria porque actúan con vehemencia subjetiva sin darse a razones. Pero en las tácticas con que lo persiguen, más sutiles y de guante blanco, no son más originales que los Herodes y Nerones de antaño y utilizan los mismos argumentos. Loco. Se hizo pasar por hijo de Dios. Rey de los judíos. Visionario. Echaba demonios en nombre de Belcebú. Hoy se le tilda de políticamente incorrectos a Él y a sus verdaderos discípulos, que son los peligrosos, porque se han situado extramuros del sistema de la oportunidad. Ellos harán más pupa que las excomuniones episcopales o el compadreo de las altas esferas ganosas de mantener preeminencias e intacto el poder y la cartera   porque, a diferencia de los malos pastores y de los discípulos de pacotilla, no se han adherido a los pactos sinalagmáticos de la gran movida. Su reluctancia les convierte en idóneos para los quemaderos inquisitoriales que ya para ellos se caldean en estos mementos. Todo por no adherirse a la causa de la bestia. No se crean que es ningún cuento chino lo del anagrama fatídico con los seis números del anosmia[10]. Sus siglas vuelan por el círculo virtual de Internet. El antecristo hará milagros.


No he visto película más alevosa que una protagonizada por Antonio Banderas y que se titula The Body, toda una diatriba contra el depósito de la fe, una negación de la soteriología, de la divinidad de Cristo y de su existencia, un alegato infame contra la resurrección. La daga venía envuelta en guantes perfumados, pero la seda no podía ocultar el brillo del alfanje, puesto que la daga estaba rodada desde un planteamiento inteligente y consecuente desde la primera a la última de las secuencias. Pero, una auténtica trampa saducea toda esta cinta maestra porque saduceos fueron los judíos que negaban la resurrección, siendo escarnecidos por los otros judíos, los de la rama farisea.

Casi desde que inició su andadura esta misteriosa religión que predica olvidar los agravios y querellas, amar a los que nos persiguen, el desprecio a las riquezas y el apego a los valores espirituales sus detractores toparon siempre en la misma piedra de un único argumento: ser esta doctrina un amasijo de patrañas guisado a gusto de mujerzuelas y débiles mentales.

Nietzsche, el cual tal vez había leído demasiado a Lutero, a Loyola y a Calvino, y que había sido capaz de descubrir las incongruencias de san Agustín sobre el celibato - que las tiene como las tiene san Pablo en cuya pluma retumba el eco de la contradicción y en todos aquellos que se han obsesionado con un único tema- blasfema: “Ese conjunto de afeminados son los enemigos de la raza superior, lo ario”. Para el pensador teutón el cristianismo no era meramente un problema de bragueta, sino que su fundador era un invertido.




Pero Arrio, siglos atrás, había sido seducido por el mismo espejismo y pergeñó una herejía a costa de la diferencia de las dos naturalezas que se observan en la segunda persona de la Trinidad en la que se inspiró el esclavo de un rabino judío, que era hombre rico. Me estoy refiriendo a Mahoma. El que había de ser azote de los cristianos tras la muerte de su amo y los desposorios con su viuda llegó a ser un hombre rico. Primera hégira. Un ángel del cielo le trae escritos los capítulos con todas sus suras del Alcorán. Sus seguidores viven en la ceguera siendo su religión un pisto o digesto de noticias y creencias del antiguo y del nuevo Testamento en los que se agazapa el arrianismo que practicaba el monje Sergio uno de los asesores del Profeta como las constantes genuflexiones o prosternaciones que se practicaban en los monasterios de la Tebaida. De los judíos tomaron la costumbre de no comer cerdo y de practicar la venganza y sigue a los nazarenos en sus prédicas en favor de la sobriedad y de la abstinencia de toda bebida fermentada. Hicieron suya la ley del Talión pero hay elementos paganos en este digesto de dogmas y de supersticiones que es la ley coránica, como santificar los viernes. Era el día dedicado a la Venera o diosa Venus. Su culto no posterga la lascivia ni todas las sensualidades del trato torpe por lo que asumimos que el mahometismo es religión cuya puesta en práctica no resulta del todo difícil. Es muy humana porque otorga a los instintos todo cuanto le apetecen, en contra del cristianismo que es ley arduo y fragosa que manda estar en todo vigilante, devolver bien por mal, amar a los enemigos y glorificar y adorar a la Trinidad, algo inconcebible si no se adscriba al código místico de la verdad revelada por la fe. A la legua se nota la vileza de condición de su fundador que era arriero o conductor de caravanas de camellos. En uno de sus viajes el auriga trabó contacto con un rico mercader hebreo al que acompañaba una escolta de renegados nestorianos y arrianos que eran gente versada en cosas de religión. Las escenas violentas que había presenciado durante el tiempo como faetón de camellos en mesones y posadas le hizo aborrecer del vino del que precave a sus seguidores. Él no podía ingerirlo pues era epiléptico y cuando le daba la gota coral quedaba como muerto. En esos trances decían los recueros que le seguía que quedaba como transpuesto y que recibía iluminaciones del cielo y que una paloma, el Espíritu Santo, bajaba del cielo, y, posada en su hombro, le intimaba las suras del libro de los libros. No hay más dios que Alá cantan los santones en lo alto de las torres a partir de entonces. Y no hay más cera que la que arde y si no aceptas pues te pasaré a cuchillo. Lo corean constantemente sus cadíes en una repetición de las cantinelas de los hesicastas; así la melopea sube a los cielos y de los viejos monjes griegos también heredaron el “tasbib” o rosario cuya cuentas se pasan el día entero acariciándolas con los dedos para matar el hambre o acallar la tentación de fumar. En las mezquitas el Alcorán enfundado en un repostero verde colocado debajo de una espada destacan por su sencillez y su decoración aniónica, herencia de la iconoclasia de Constantinopla. Mohamed, dicen, había nacido para profeta por que habló en el vientre de su madre, el arcángel san Gabriel vino a consolarle muchas veces, una burra habló en su presencia y luego la luna la partió en dos, de ahí viene lo del creciente, una higuera le vino siguiendo por todo el desierto de Arabia Feliz para escucharle y no se secó que siempre permanecía verde y daba brevas (éste es uno de los siete milagros) y al final de sus días descendieron los ángeles y depositaron su cuerpo en una zofra de color verde y el cuerpo subió al cielo lentamente.  Mientras, uno de los suyos gritando no te vayas quedó colgado de uno de sus pies quedándose con una parte del cuerpo del profeta. De ahí lo del zancarrón de Mahoma que se venera en Meca junto con la piedra de la Caaba que bajaron los ángeles del cielo cuando vinieron a por él. Todas estas fantasmagorías suenan a secta pero han dado paso a la religión que lleva camino de convertirse en la primera del mundo.

No quería enemistarse con sus paisanos de la Arabia sino halagar los principios y exigencias animales de la condición humana. Les permitió tener cuantas mujeres quisieran. Nueve tuvo él. Vengarse de sus enemigos. Todo con tal de que sus súbditos se prosternaran para adorar a Alá cinco veces al día. Una religión que todo lo que sancionan los bajos instintos permitían y que prometía la arrizafa[11], un jardín de goces sensuales en la otra vida, habría de propagarse rápidamente.  Y así fue. El Corán no es más que una pepitoria donde se condimentan creencias, doctrinas de los dos Testamentos en comandita con supersticiones autóctonas. Cristo había predicado la renuncia, la continencia, que sólo lo bueno es útil, aunque sea tenido en poco a los ojos mundanos, porque el Padre celestial hace otras cuentas. Insiste sobre todo en lo que los peripatéticos consideraban una de las premisas de la felicidad y la paz interior conocerse a sí mismos. Gnosce te ipsum.


Pero tampoco pidió imposibles. El hombre nunca será probado más allá de sus fuerzas. Exhortaba a la perfección a la vez que explicaba en la parábola de los talentos que no a todos se les puede exigir lo mismo. Nunca habló del celibato y siendo casto como lo fue nunca hizo bandera de la gazmoñería. Amonestó a los que querían dilapidar a la adúltera. Los que estén libres de pecado que tiren la primera piedra. Instituyó el sacerdocio. El celibato nunca. Alternaba con alcabaleros y mujeres públicas, para los judíos epítome de  impureza.

Los que han convertido la fe en una obsesión genésica atacan a la jerarquía[12] por el flanco desguarnecido y dan en el hito. Desde el concilio de Elvira en el siglo VI en que se preconiza el canon de la continencia para los clérigos esta disposición fue desatendida y no fue hasta ocho centurias  más tarde en que el cardenal Gil de Albornoz, un reformador, amigo de Benedicto el papa de Aviñón y autor del “Colirium contra haereses” que no la impone en su archidiócesis de Toledo. Aquel guaje que se llamaba Juan  Ruiz, buen galanteador de mozas aunque fuese cura protesta poniéndose al frente de todos los presbíteros y diáconos de Talavera, que estaban en pie de guerra contra el rescripto, solemnemente: “Eminencia, quitaínos las buenas para que nos vayamos con las malas. Cristo no impidió a sus apóstoles que se casaran”.


De poco le valdrían las reclamaciones al Arcipreste. Aquel contumaz cura mozárabe que inserta en sus composiciones algunas palabras del viejo bable (guaje, ome, furaco, garabato, facistelo, etc.) estuvo trece años nada menos en una mazmorra de la cárcel arzobispal de Talavera. Lo empapelaron de cánones. A veces los obispos han mostrado un comportamiento fiero nada evangélico y que no que se lo digan a François Villon, otro clérigo de las mismas características. Sobre ellos cayó el ladrillo de Roma. Cristo los perdonó. Nadie recuerda el nombre del mitrado que envió al patíbulo al autor del “Testamento”, pocos habrían leído los colirios contra herejía del testarudo cardenal Gil de Albornoz, pero las generaciones presentes y las venideras siguen solazándose con la cuaderna vía del arcipreste algo débil habiendo “mozes” por medio y puñetero, o con sus fervorosas loas a la Virgen María.

De lo antepuesto se desprende que esta magna cuestión genésica en la que los curas no han dado ejemplo no embarga el verdadero depósito de la fe. No es sustancia sino accidente, igual que el color de la pigmentación del rostro del Crucificado, varón de dolores, hermoso rostro que veneran los siglos. Tanto da que fuese ario, chino o etíope, como es lo más probable puesto que la estatuaria oriental así lo ha venerado a través de sus iconos que nos lo representa como un abuna abisinio de rasgos majestuosos y ojos penetrados de clemencia. El amor es la esencia de esa religión que tantos predican y tan pocos practican. Sobre él descansa su fuerza y su esencia radica.

Aquí la coartada es perfecta. Todos estos rasgos de naturaleza periférica se nos presentan como la médula y nada tienen que ver con el depósito de nuestro credo. Madre ¿por qué callas?


De lo que se trata mediante la elongación de tanto ánimo confundido y criterio perverso es de invertir los valores, atacar a la Iglesia aparente por la esencial. Se trata de melindres que esconden un anticipo de la persecución venidera. Cristo les estorba a los globales y a las fuerzas oscuras porque Él ya lo dijo: “Todos los que dan testimonio de la luz están de mi parte”.

Ellos, sin embargo, erre que erre. La labor de zapa continúa mientras en el Vaticano no sólo miran para otro lado y como no los pueden vencer se han unido a su facción. El carro volcau y todos son carriles. Pero a pesar de todo cualquier día de esto puede aparecer un diácono como era Esteban o como eran Francisco o era Efrén que haga que las cosas vuelvan por donde solían. Quizás el bueno del curín de don Acisclo tendrá que cambiar la imagen del Cristu. Las cuentas no nos cuadran.

Ahora parece que todo se ha salido de madre. Paciencia y barajar, que diría Cervantes.

 

 

Miércoles, 18 de abril de 2001 (21:22 h.)

 

 

 

 

 

 

 

 

         CAMÓN AZNAR AUTOR DE UNA GRAN NOVELA

       SOBRE   LA VIDA EN ASTURIAS PASADO EL TERROR DEL AÑO MIL.

 

Por Antonio Parra Galindo.

 

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Cosa cierta es que los seres humanos tenemos una querencia espiritual y afinidades misteriosas que nos conducen por una vereda determinada, por unos derroteros tan diversos e inextricables como pueden ser la trasmigración de las almas, las coincidencias en los paisajes, la comunión estética o la participación en unos mismos afanes políticos. Hay que hablar de la polaridad, de la atracción de los cuerpos pero también se da un irrefutable magnetismo entre las almas. Al entrar aquí habría que explayarse en tratar todos esos vértices esotéricos que no explican del todo pero que en cierta manera coadyuvan a vislumbrar algo del misterio del cristianismo, la más verdadera de todas las creencias y la más perfecta dentro del piélago de dioses falsos a los que la humanidad adoró siempre.

Se nos ofrece pues una metempsicosis intelectiva que nos instala en un grupo o en una capilla específica, pero nuestros maestros, nuestros profesores marcan las almas. Ellos fueron la antorcha que guía y su voz resuena en nosotros de por vida porque los ecos de su voz no conseguirá extinguir la muerte.


Camón Aznar fue profesor mío de Arte, recuerdo con fruición y embeleso aquellas clases en la Facultad de Filosofía complutense de ladrillo rojo y de planta funcional en los inicios de la década prodigiosa de los sesenta. El aula donde impartía cátedra este aragonés con aires de despiste nacional daba vistas a la Sierra de Guadarrama so un jardín de rosales y cedros y la diafanidad toda de Madrid envolviéndonos, cobija de amor y de sabiduría, esa luz cruda y entusiasmada, aires cortantes de cuchillo, ese viento de Madrid que mata un hombre y no apaga un candil que tanto miedo en el cuerpo le metía a Clarín al que hoy recuerdo a los cien años de su muerte, se nos fue un día de Corpus de 1901, y un mal aire que se le coló de rondón por la barriga, un mal aire de Madrid, acaso un berrinche, se lo llevó a tumba en Oviedo una mañana en que cantaba el raitán en su pomarada. También Clarín ha sido en literatura mi parangón. Su prosa calada de belleza encuentra un eco en la de este aragonés trasmontano y cuya trayectoria vital tanto tiene que ver con Asturias.

Siempre que bajo a San Martín poso en la tienda de mi amigo M. Méndez Vigo, el hábil Manolín con sus manos que todo lo componen y cualquier artilugio reparan, perito en amistad y sobre todo gran ingeniero del alma, que está frente por frente de la casona que tenía Camón en ese valle de Luiña cuyos paisajes saltan a sus páginas porque se enredaron en sus sueños porque también a él Asturias se le coló de rondón en el alma con la magia indeleble del “culiebre” y quedó prendido de la canción de los labios de una xana.


Es una casa de planta moderna de tres pisos, galerías acristaladas. Palmera real da escolta a su antojana y de estilo funcional.  Cupiera suponer que uno de los hombres que más sabían de arte románico y mejor lo explicaron habitase una de aquellas casas blasonadas con portón y estragal, balcones corridos, hastial de piedra que se dan tanto en el  país, los que describieron nuestros clásicos del XIX. Pero no; prefirió la modernidad y el confort indiano. Él era un hombre austero y de costumbres sencillas, adusto en apariencia como su cara. Tenía un rostro que de tan trágico resultaba lo puramente español y sus ojos delataban a todas horas embeleso y pasmo. Dicen que uno continúa vivo hasta que le abandona la capacidad de asombro, el espíritu de curiosidad y Camón hasta el último huelgo la mantuvo consigo y nos la comunicaba. Su mirada bajo el arcosolio de aquellas cejas tan pobladas y negras, palio de curiosidad y de asombro que se asomaban cada día a un mirador cósmico, estaba siempre como huida pero atenta siempre denotaba esa sorpresa del que descubre e investiga, pescador de belleza en ubérrimos caladeros ocultos a la mayor parte de los mortales. Tenía el alma de llama y las espaldas algo cargadas del hombre estudioso, luego cuando se le trataba al viejo profesor larguirucho resultaba un hombre cordial, algo burlón, daba gusto oírle contar chistes verdes y chascarrillos en la fabla de Aragón. Se podía explicar al Greco mirando para el profesor Camón cuando acometía la exégesis del pintor toledano escanciando imágenes con aquella voz rajada que él tenía y tratando de asir lo inasible con aquellos dedos lardos como flecha apéndices de sus manos enormes, casi de cantero medieval con que accionaba durante la disertación. Algo estevado y con inclinación de hombros. Muchas horas sobre el pretil de un códice asomado a esos ventanales panorámicos de los sueños que son los libros. Nos parecía que el profesor se nos iba por las ramas y que siempre parecía venir a clase con resaca como flotando entre las gasas de una gran borrachera mística. Flotando. Eso. Al andar parecía que flotaba él tan habituado a conversar con los ángeles de piedra y a extasiarse ante las gárgolas habitando la región de los pináculos cósmicos. Sin embargo, conocía muy bien la tierra que pisaba. El Camón íntimo no tenía nada que ver con el Camón oficial, hermeneuta de los ángeles románicos, artista de la palabra, que parecía recién caído de un guindo por sus aires despistados y geniales o escapado de un códice cálamo en ristre.


Había en él como resonancias magnéticas de un trasmundo inabarcable. Era uno de esos hombres a los que encontramos por primera vez y su “cara nos suena” acaso de haberla visto en una existencia anterior. Ese mesmerismo es el fautor del arte, el que carga la turbina de la cultura puesto que la cultura se produce por asociación de ideas y es la resultante de un proceso de bilocación. Dios existe y Cristo está en la historia pero su santidad y su presencia es otra muy diferente a como nos la presentan todos aquellos cuyo todo y único afán ha sido apropiarse de su figura. No conviene darse muchos golpes de pecho ni exclamar “Señor, Señor”. Los fariseos no entrarán en el reino de los cielos. En Camón yo llegué a entrever la existencia de un Cristo que se acercaba a la noción platónica de la divinidad. Todo lo de acá abajo es un calco imperfecto de la perfección que está arriba. Pero como Dios no es unívoco y san Anselmo ya lo definió utilizando un proceso silogístico de exclusión para adecuarlo a nuestra capacidad precario, como lo que no es, ni mortal ni finito ni visible, etc., tampoco a Cristo hay que contemplarlo desde un ángulo unilateral. Por eso hay un Christus “músicus”, un Christus “praedicator” y otro “praedicatus”, un taumaturgo, un demiurgo y un reo, un resucitado y un perdedor, el de la Ascensión y el de la bajada al sepulcro, un sembrador de parábolas que tuvo que emplearse con el látigo contra la “raza de víboras” y otro que fue escupido y azotado, un Cristo manso y un Cristo arquitecto y un Cristo poeta, y otro profeta, pero todos estos conceptos siendo análogos  no son idénticos como tampoco es unívoco ni equívoco ni idéntico a fuer de universales la idea mariológica que viene a concretar y completar la visión cristológica como dos ramas de un mismo árbol, y para entender el arte y la teología hay que estar acostumbrado a moverse por el ámbito de la exposición conjunta.



 La edad media prefiere presentarnos al Mesías como el gran triunfador, el Juez grande que se sienta en la silla de la majestad mientras el barroco se inclina por el Varón de dolores pronosticado por Isaías (otra versión diferente del mismo Dios real). La fe tiene sus lados sombríos. Es una cosmogonía acercándonos a todos estos misterios de lo trascendente de la gracia santificante. El arte en la medida que trata de explicar esa tutela sin tregua de la divinidad sobre el hombre que le sirve de refugio y amparo en su caminar a oscuras por el mundo de esta forma apoda y acoda a la teología. La existencia humana viene a ser como una gran romería jacobea del principio a final. Esta es la idea matriz de esta grandiosa novelita del profesor Camón Aznar. En vida no fue tan famoso como insigne, aunque debemos declarar aquí que eso del “famosus” tiene en Lat. Matiz de deshonra (no van descaminados pues los que usan la palabra con tanto albedrío), este medievalista de talla cuya obra poco conocida rinde homenaje al saber en libertad. Personalidad fascinante algunos de sus artículos de ABC han de considerarse de florilegio. Yo recuerdo aquella tercera del órgano monárquico - nada tiene que ver con el monarquita de hoy-de la calle Serrano en el que escribían mano a mano los Pérez de Ayala con los Azorín, los González Ruano con los Pío Baroja o el Ortega de la última época. Firmas triunfales. Festines auténticos de la literatura. La de Pepe Camón era una estrella con luz propia en aquel firmamento de estrellas del que sólo nos quedan hoy postes de la luz y jarrillas, mucha jácara y mucha paja debajo de nombres promocionados, novelistas de designación reconducidos de lo negro a lo blanco, ha estallado la bomba de mano de la vulgaridad, sus libros se nos caen de las manos de tan políticamente correctos como van. La crítica los acoge con palmas de tango a todos los “hit” y a todos los “must” que en tongo se deshebran pero hoy la crítica está reconducida y manipulada por amiguetes a los que las casas de contratación de la cultura sobornan previamente.  Como van de trapillo a la televisión a comparecer ante el ratón de bibliotecas emblemático tránsfuga que mira por encima de sus lentes de inquisidor y detrás del atril de diserto parece una trinchera a punto de hacer fuego con una de avancarga y luego vaya y sonría con cara de conejo. Pero estos son los toros que hoy hemos de lidiar en este coso. No hay más cera de la que arde. Hay que escribir a cara de perro para hacerle una higa a ese carajo esperpéntico de lo “deja vu”.


Un crítico era Clarín y un crítico como Dios manda era don José Camón Aznar. Prosaba con magnificencia y maneras elegantes de cardenal renacentista, manaba su palabra por aquel chorro de voz baturra y que luego se transformaba en melodía cuyos ecos acariciaban los arcos formeros de un empino de bóveda de cañón. La impostaba porque había algo en su persona de hierático perfil sedente, la majestad del pantocrátor. Nadie  ha explicado el misterio del arte de Jaca en sus boceles, impostas, lucernarios, balistarios, ese mundo fantástico de los bestiarios cincelados sobre la piedra fabulosa con tanta solercia y cacumen como él. Era un especialista inter alia en códices medievales. Los beatos iluminados del arte asturiano nos van a llevar al arte románico que surge como una agradecimiento arborescente hacia la persona de Cristo cuando pasa el terror del milenario. Contrariamente a lo que se ha venido diciendo los capiteles románicos con sus endriagos y harpías, hipogrifos y dragones alados, reflejan ese amor a la vida en el reencuentro con la naturaleza.

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Hay que retrotraerse a la mentalidad del año mil.  Camón era un especialista en el siglo XI. El pavor del milenio igualitario lo refleja en una de las más grandes novelas cortas que se han escrito en los últimos lustros En la cárcel del Espíritu. Es la historia de un monje bávaro que como expiación de un pecado cometido cuya evolución de psicológico refleja el autor con pluma digna de Dostoievski - es un pecado contra la fe, la caída en la sima de la desesperación, la gran aliada de Satanás para penetrar en el corazón de aquellos a los que quiere perder, desesperación que define por otra parte a nuestra época- se embarca en una peregrinación hacia Compostela. No llega a su punto de destino. Fray Lázaro viene a morir en un albergue u hospital de peregrinos en Soto de Luiña y que todavía sigue funcionando.  Miguel Ángel, el del bar de la plaza al que llaman el diácono, sigue examinando credenciales y estampillando avales a los que pernoctan en el refugio con el mismo rigor y sentido de la hospitalidad cristiana con que lo hacían aquellos ostiarios de las posadas del Camino Francés.


El autor parece que tiene delante el hermoso paisaje de las Luiñas a la hora de escribir el libro; en los primeros párrafos habla de un “lugar en la llanura, rodeado de bosques y ceñido por la curva de un río” y trata de reflejar sin entrar en detalle cómo era la vida de un benedictino (¿Benitos o monjes blancos? Los benedictinos hacían vida comunal mientras los bernardos dormían en crujías o dormitorios corridos. Es el único anacronismo que encuentro en la obra, error mínimo).

He aquí una sala hipóstila. Los lechos eran esteras, el refectorio alargado con el púlpito empotrado en el muro. Mística y casta serenidad trasminan las páginas de “En la cárcel del espíritu”. Es un viaje a un claustro donde el tiempo se amansa y donde vemos a los pendolistas de bruces sobre el pupitre del manuscrito en el que laboran con un pincel en la mano “que cae sobre el pergamino con la levedad del copo de nieve”. Describe la sala capitular siempre resonante de discursos y la iglesia como un trasunto de un cielo humano y dialéctico con arcos que son como respiro de los espacios y pinturas que concretan los pensamientos inmutables. Es un lugar habitado por monjes descarnados de grandes ojos redondos que ocupan un espacio pero que no habitan en el tiempo, esqueletos de ideaciones apocalípticas. Cada vez que el sol enrojecía las gentes iban a encontrar refugio a los montes porque detrás de la sombra se percibía la silueta del dragón, observa el escritor corroborando al propio tiempo lo siguiente:

“En la crisis milenaria hasta las iglesias se vaciaron. Cada hombre arrastraba con su sombra su sepultura. En los monasterios sólo se leía un libro el del Apocalipsis y la preocupación de los comentaristas consistía en adatar a su tiempo las páginas descomunales del libro”


Este párrafo tiene hoy plena vigencia porque otro terror del milenario es el que acabamos de vivir o estemos acaso viviendo. Camón, que se nos muestra como eximio novelista, topógrafo del sentir y del latir de una época, describe a estos frailes que escribían e iluminaban y que parecían mojar el cálamo en llama y salían del minio colores que eran como “la cresta de un incendio”, “ojos cuya redondez era la del mundo abiertos con el espanto del que ha visto morir al universo. Sus túnicas se doblan con las mismas curvas contraídas de las hojas secas al quemarse”. Al redactar estos magníficos párrafos parece que tiene delante la talla de madera del Salvador que se venera en la catedral de Oviedo mostrando la majestuosa traza de un atlante que se yergue ante la amenaza apocalíptica y empuña como un cetro de paz la esfera armilar.


Pero el peligro ha pasado ya, los curas volvían a aprender latín y las tierras a labrarse, los antiguos manuscritos a ser copiados. “La pánica alegría de aquel momento se convirtió en gratitud hacia la divinidad. Un inmenso amor de redondez panteísta hacia la naturaleza y hacia Dios impulsaba catedrales y cosechas”. Se vivieron años en definitiva de exaltación edénica.  Lícito es preguntarse si a pesar de todos los pesimismos no estaremos abocados a una de esas grandes épocas de la humanidad cuando acabamos de doblar el cabo de los terrores milenaristas con todo Nostradamus a cuestas, las profecías de Malaquías y las predicciones de todos los estrelleros y magos de la New Age que hemos dejado atrás. El mundo, concluye Camón, volvió a ser de nuevo un paraíso sin serpiente. ¿Se aleja también ahora la tempestad? ¿ O los horrores que describe Juan- “tomó al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y la encadenó mil años. Cuando hubieren acabado los mil años será Satanás soltado de su prisión y saldrá a extraviar a las naciones”Ap.20-7-8- pertenecen al hic et nunc de nuestra sangrienta actualidad? El estado emocional del mundo se parece bastante al de aquel entonces. La clepsidra implacable marca la hora global: tiempo de la Segunda Venida. Hace mil años los monjes de las iglesias asturianas le aguardaban encerrados en una celda construida en lo más alto del templo, en el sobrado mismo a la que se accedía por una tortuosa escalera de caracol.

 

Y a veces por una cuerda como entre los eremitas de la Tebaida, el monte Athos o entre los coptos. Para bajar había que descolgarse de una cesta. La contemplación por aquel entonces demandaba estas truculencias del Estilita encaramado en su columna para no contaminarse, torres de marfil penitenciales. En Santullano y en Santianes parece ser que quedan restos de estas cámaras anacoréticas.  Era el éxtasis del vigía que escudriñaba el horizonte desde el campanario pero el Cordero tardaba en llegar. Oteaba desde las techumbres el monje pero el Amado se hacía de esperar. A la sazón puede que esta guardia se monte desde las páginas Web, aunque no hay constancia pero es suposición plena. Los cistercienses de ahora tienen turbios los ojos a causa del pervigilio doblado el raquis, difícil será encontrar a un contemplativo rectas las espaldas. La guardia sigue en sus diferentes relevos y parece que Dios continúa hablándonos desde el silencio. Hay quien hace la escucha siguiendo su rastro desde la garita iluminada. Abajo se condensan las sombras, los fantasmas nocturnos.


Sabemos que el protagonista era vástago segundón del señor de Klamheim con feudo sobre el castillo de Toeltz. Siguiendo la costumbre de la época sobre la primogenitura ingresó en la abadía. Allí fue feliz fray Lázaro hasta que el diablo vino a visitarlo atosigándolo con el dogal de la duda y la desesperación. Sus años de noviciado tuvieron ese carisma de la ondulación y melisma del canto llano. El cuerpo de los monjes está hecho para la liturgia, la melodía monódica que recorre las bóvedas con la elegancia del cisne en el estanque. El templo románico se convertía en un lago de beatitud donde hasta la estructura hipóstila desempeñaba una función de alabanza a Dios a través de la voz humana. Era un discurrir placentero por el perfil de los días y el turno de las estaciones materia y forma conjuntadas y sin diferencias entre el alma y el cuerpo. La vida monástica es una búsqueda de armonía y un anhelo de contemplación.


Era el cristianismo total a la sombra del Pantocrátor de la mandorla mística antes de la llegada de la peste franciscana, el principio del fin, el primer conato de reforma religiosa que iba a desembocar en las demasías de las guerras de religión. Era entonces cuando Roma no tenía tanta importancia pero la cristiandad era más católica, más universal y más libre. Los ojos se entornaban hacia Jerusalén. “No había fronteras en la fe ni en los pueblos, ni nacionalismos montaraces, ni cismas ni herejías”. Por eso viene a concluir el autor: estos siglos que van desde el terror milenarista marcan el triunfo verdadero de Cristo. Algo que en la historia no se ha vuelto a repetir.  Todos los que amamos a la grandeza de la Iglesia verdadera tendremos que suscribir esta hipótesis que Camón aquí describe maravillosamente. Los tímpanos románicos expresan asimismo esa idea célica del paraíso impersonal y cósmico, un empeño que sólo fue posible mediante el rescate de la sangre de Cristo. Es la ideación pura, el concepto teológico en carne viva lejos de las vivencias personales. El creyente sentía partícipe de una empresa total. A Dios no se le puede ver, tampoco se le puede nombrar. Es lo absoluto e incognoscible. Sin embargo, los que se acercan al arca santa de tapas nieladas, ese cofre de salvación de la fe en español, a contemplar esos ojos  que acechan y perdonan, ojos del mundo redondos y opacos y esa sonrisa de la talla tan dulce como tosca o se prosternan ante el Pórtico de la Gloria consiguen una visión de ese reino futuro que aguarda a los que perseveran siquiera sea a través del ojo de cerradura que abren las arcadas románicas.

El autor va explicando el proceso con acuidad y pluma veloz a través de una prosa en el que el castellano recobra todos los honores de lengua espiritual apta para hablar con Dios y entusiasmarse ante los deliquios de la Virgen María. Entusiasmo es un endiosamiento y sin entusiasmo no puede haber cristianismo ni tampoco buena literatura. Es algo que sólo puede comunicar Dios a través de sus criaturas. Es privilegio del todo no de la parte y es ahí donde fallan algunos de los novelistas de aluvión el colmillo retorcido o que andan de medio lado que escriben en la España de nuestros días sino del todo. Por eso no lucen aunque traten de encandilarnos con sus mejores galas. Para sentar plaza de novelista o de crítico lo que hay que hacer es estar contra lo de entonces. Este sino de los tiempos nos recuerda a las plagas de Egipto y no queremos esta vez dar nombres. Demasiado revanchismo. Respiran por la herida. La cicatriz de la derrota les sigue superando de ahí que sus libros nos hagan recordar a verdaderos manaderos de pus.


En el estilo de Camón Aznar pasa lo contrario. Es una novela de tesis que prende desde el principio. Además, es uno de los cantos más bellos a la mujer que hayan podido escribirse desde la duda y desde los dolores. Lázaro viene a coincidir con el dictamen del protagonista del Nombre de la Rosa que de la misma manera devino en monje giróvago: los momentos de felicidad mayor no fueron los del convento ni los del éxtasis místico sino la noche que pasó en compañía de aquella muchacha a la que llegó a conocer casualmente.  La crisis religiosa que padece hasta su exclaustración y la posterior condena abacial a hacer la ruta jacobea que en muchos casos equivalía a la pena de muerte porque el viaje estaba cargado de peligros y bajo la amenaza del hambre, la peste y los lobos, es una preparación del camino para explicar su estado de ánimo.

 

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El detonante de la crisis viene dado por una experiencia con la que no contaba: la muerte del maestro de novicios. La visión de su cadáver convulso y desesperado le hace reaccionar. El preceptor había practicado la virtud desde que profesó y seguido a rajatabla las constituciones de san Benito pero en el postrer momento, el definitivo, tuvo un instante de debilidad, resbaló en la duda presa de terrores incomprensibles que le acercan a la boca del abismo. La desesperación es un sentimiento específicamente satánico. Esa tentación a punto de expirar cuando más aprieta el diablo la tuvieron muchos santos. No hay nada más allá, el cielo está vacío; ese viene a ser el argumento. Todos los seres de la creación tienen un destino trágico, juegan la baza con las cartas marcadas, de lo que se colige: procede disfrutar aquí todo lo que se pueda porque si no hay otra vida todo estará permitido en ésta.

San Pablo fue acometido muy recio por los espasmos de esta duda pero la venció y fue arrebatado al séptimo cielo del que bajó diciendo que ni el ojo vio ni el oído oyó lo que es aquello pero la serpiente antigua se atrevió a plantearle cara al Apóstol de las Gentes. Le llamó exaltado y lunático utilizando como argumento su gota coral. Parece ser que Saulo se cayó del caballo en un arrebato epiléptico.

 Es una interrogante que parte las carnes de muchos creyentes y pasa agitándose por los cielos de la historia. Algunos la llaman el silencio de Dios. No todos tuvieron el privilegio de ser arrebatados como Pablo de Tarso a las alturas. Porque vio creyó y esta fe le hace increpar con la vehemencia que le caracteriza a la muerte preguntando dónde estaba su victoria y proclamar incluso “culpa feliz” al pecado de Adán factor desencadenante de la redención. Pero hay que insistir que no todos gozan del carisma de la claridad de la trasverberación que arranca las nieblas del error de sus intelectos.


El orante se ofrecen en oblación y ha de cargar con los delitos y lapsos de los otros. A veces la cruz resulta demasiado pesada y viene la duda del sepulcro vacío. He aquí a  Lázaro de Kleimheim copista y amanuense de los libros santos en un monasterio de Alemania sumido en el laberinto. Siente que el cielo se le viene encima, gime y busca sin hallarla la salida a la encrucijada. El tiempo de rezos y el duro trabajo caligráfico que trazaba líneas y colores, rasgos, sobre los preciosos cantorales, no eran más que un alivio pasajero. Cuando en las cortas vigilias antes de Maitines sobre la estera o la yacija de paja que le sirve de lecho en la crujía hipóstila vuelve el gusano a roer y la tentación por sus fueros. El cielo está vacío y con la muerte estalla sobre nosotros la nada. Él no resucitó, los vendajes del sepulcro no eran los suyos y el mito de la resurrección fue un montaje, la fabricación de unas plañideras histéricas que estaban enamoradas físicamente del Galileo. Todo es un invento, una inmensa fábula. Sus torturas y escrúpulos únicamente encontraban una tregua mediante las manualidades de su absorbente labor de miniaturista.

El proceso está perfectamente descrito tanto como el ambiente de la época. La hambruna y la mortandad de la peste van a ser otro emulsivo del entusiasmo con que arranca la undécima centuria. La sociedad feudal hace crisis. La lucha por las indulgencias y las disputas entre trono y altar por la preponderancia vuelven más duro el panorama. Si existe un Padre Célico que ordena nuestros destinos y todo lo dispone hacia el bien para que nos sintamos a gusto y no nos falte de nada ¿por qué entonces permite el mal y la injusticia, el desamparo? El joven benedictino se amarga la vida haciéndose una pregunta eterna. Él pensaba que había un orden en el mundo pero mira alrededor y comprueba que vive cercado por la desgracia y lo diabólico. Hay un desfase entre la idea y la materia. Zumba sobre sus oídos el garrotazo amenazante de la entelequia. La vida del monje se convierte así en una lucha contra la quimera.


“Los hombres andaban como cadáveres a pie por los caminos y e las casas no salía humo”. Esta imagen del hogar frío y la chimenea apagada, el jardín abandonado y la casa cerrada acentúa la sensación angustiosa de ciudad desierta y de país despoblado es de entidad apocalíptica porque nos remite a connotaciones de castigo divino, de manipulación de la descendencia que es en definitiva un atentado contra las fuerzas de la vida. Fue el pecado de Sodoma. La Asturias de diez siglos atrás guarda cierta analogía con la de hoy con un crecimiento demográfico cero atendiendo la llegada de la alfaida, la marea humana,  de hordas en masa que van a constituir una sociedad amorfa y desespañolizada y alóctona. Todas esas contingencias ya se preparan. 

Así fue al despertar del medioevo cuando desde Escandinavia denominada entonces “oficina gentium” se impulsaría la colonización masiva de Europa sobre las ruinas del romano imperio. Los bárbaros del norte llegaron en oleada y de forma sorpresiva. Era una visita que nadie esperaba. Todo descorrimiento de pueblos presenta unas connotaciones apocalípticas que hacen pensar en el castigo bíblico. Lázaro de Kleimheim sentía sobre sus carnes esa presión.


Pero la auténtica crisis de fe va a tener lugar coincidiendo con la llegada de un fraile esquizofrénico, trasunto de Savonarola, al que su soberbia le sume en la herejía, desde otro monasterio circunvecino a predicar una cuaresma. “De la boca de Fray Martín no partían razonamientos sino rayos, nada de adoctrinamientos sino anatemas. Hay en su persona un anticipo de Lutero puesto que en el visitador se plasma la rebeldía diabólica, la cabeza engallada del “non serviam”. Su presencia produce en las aguas tranquilas hasta entonces del monasterio una conmoción. Acusa a los monjes de ser castos y crueles, de predicar la caridad porque no se atreven con la justicia. Roma es el símbolo del engaño, la mentira y la avaricia. Sus sermones atraen la ira de la parroquia. Se le suspende a divinis pero recalcitrante en el error vuelve a predicar contra las Indulgencias y es dilapidado por hereje al pie del altar por la chusma airada. El hermano Lázaro contempla con horror aquel asesinato, ve cómo el cadáver es arrastrado a las tinieblas exteriores para que se lo coman los buitres. Era un blasfemo, un apóstata. Y aquí llegamos al nudo de la trama de esta impresionante novela teocéntrica  en el que se denuncia a una sociedad hipócrita capaz de matar en nombre de Dios y que se atreve a manchar sus manos de sangre porque alguien cuestiona el libre albedrío, el derecho a pecar. La libertad humana es sacrosanta, la propia divinidad la respeta. Por una vez lo infinito se doblega ante el capricho de lo finito. La angustia y grito de fray Martín proyectan hacia el cielo la angustia del hombre contemporáneo.


A un escoliasta de la época no se le ocurriría explicar con tanta clarividencia e interés el proceso psicológico, la dura prueba a la que es sometido este religioso que vacila zarandeado por uno de los problemas más arduos: la presencia del mal. Pronto vemos al protagonista sumido en la soledad del ángel destronado. La Biblia lo recuerda: “Ay de los solos”. El sacrosanto refugio del monasterio es perforado por esa duda caliginosa y a partir de ahí no va a ser un espacio resonante de las notas de la himnodia  gregoriana.  Los turíbulos no sahúman el perfume del incienso sino el humo fétido del azufre al que acompañan las estentóreas carcajadas del ángel caído en su vagar absoluto por los derroteros de la historia. Se ha perdido la inocencia del Edén. El hombre vuelve a su condición de animalidad precedente al génesis, no es más que una fiera que piensa, copula y traga, merodea y caza sin obediencia a otras leyes que no sean los apetitos instintivos. O dicho de otra forma el peso de la novela se apoya sobre el ominoso barrunto de la muerte de Dios. Pero parafraseando a Nietzsche cuya entera obra son las exequias de la divinidad fallecida, ¿existe Dios? ¿Y si no existe cómo podremos hablar de su muerte? ¿No será la idea de la divinidad algo subjetivo, una especie de prolongación de nuestro ego insaciable? El simio se puso derecho y anda ahora erecto, evolucionó como evolucionará algún día su pensamiento hasta conquistas insospechados hasta ser el mismo su propio dios en su proceso de adaptación. La tentación de Babel otra vez bajo los planteamientos seductores de Darwin.

La dilapidación del hereje hace que Lázaro, el puro, el incorruptible entibie su fe desde la base de un razonamiento verosímil: no es lícito asesinar en nombre de la divinidad pero esto fue precisamente lo que estuvo haciendo el ser humano desde las cavernas a través de la práctica de un ritual supersticioso. A Dios había que inventarlo puesto que daba coherencia al grupo porque nos reafirma en lo que pretendemos, nos halaga el oído. De esta forma el concepto del ser supremo pasa a ser algo subjetivo, puro maquillaje para nuestra vanidad intelectiva. Un analgésico para el dolor que comporta el destino de los nacidos para la muerte.


Lázaro había pecado y el pecado es como la rotura de una armonía con el cosmos. Sin embargo, la razón no es más que la tapa de los sepulcros. Un buen día reconoce su culpa y va a caer de rodillas a los pies del abad con todo el monasterio reunido en capitulo. En aquel entonces las penitencias eran públicas. El prelado no puede absolverlo tratándose de tamaño pecado mortal, el de desesperación; es un pecado contra el Espíritu. Lo envía de peregrinación a Santiago de Galicia. A la sazón las autoinculpaciones se llevan a cabo ante el capítulo. Las penitencias también eran públicas. Los pecados, distintos. De una magnitud más solemne si cabe porque diferente era el concepto de cristiandad. Recordad a tal respecto la Huida a Canosa. Todo un emperador prosternándose descalzo ante Gregorio VII. Hasta que no estaba saldada la deuda con la iglesia o con los hermanos, Dios no perdonaba. Era frecuente ver vestidos de saco en el ámbito de las ciudades a los flagelantes clásicos. En realidad las peregrinaciones empezaron a partir de esta noción de culpa que había que expiar mediante el viaje iniciático. Los romeros cuando de personas consagradas se trataba recibían de manos de su abad un bordón, unas veneras de concha y el clásico petaso o sombrero de ala ancha que servía para protección de la intemperie y también para ocultar el rostro. También recibían el ósculo de paz y treinta dineros para el camino. Nada más.

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 No era consciente el Hermano Lázaro cuando se despidió de sus compañeros que la hégira expiatoria que iba a comenzar le iba a llevar más lejos de sus sospechas. Como primera medida tuvo que dejar morir a su yo para empezar a vivir.  Dejó de pensar. El trajín de la andadura le deparaba el robustecimiento de sus miembros corporales. El alma se purificaba. Tenía que aniquilarse y ser semilla que después de caer en la tierra hará que fructifique la espiga. Alguna veces añora la casa matriz y se acuerda de sus frailes con una vida tan reglamentada y tan diferente de la azarosa que a él le persigue, añora los ritos y canta cuando puede el oficio divino o dice misa en plena soledad porque partió con la recomendación expresa de su superior de evitar las iglesias y los poblados. Sin embargo, al llegar a Tarbes localidad de los Pirineos pide al obispo letras dimisorias para poder consagrar la Eucaristía. No ha de olvidarse ese nombre. Tarbes es la diócesis donde se produjeron las apariciones marianas de 1858 a santa Bernardita Soubirous.  Lourdes está en pleno corazón de las peregrinaciones jacobeas. Aunque obtiene la facultad de celebrar y concelebrar pronto olvida su condición de clérigo porque, tramontados los puertos y habiendo dejado atrás el monasterio de San Pedro de Sieresa, una serrana de un valle navarro lo recoge cuando estaba medio muerto y lo lleva a su choza, le da de comer, le venda las heridas de los pies y, cuando despierta escucha hablar en vasco: “gaixo ziñatan, orain zaunde” (enfermo estabas antes, ahora bueno). Se inicia una bella historia de amor pastoral. El protagonista vive los instantes más bellos de su existencia, conoce la plenitud. Ni siquiera se acuerda de los votos arrastrado por su pasión pero un día al salir a arar encuentra el cuerpo despedazado de un hombre por los lobos la noche anterior. Le viene a las mentes el recuerdo de la palabra empeñada al superior. Vence las lianas que le atan a aquel hermoso caserío rodeado de fortísimos montes donde viven gentes sencillas en estado de gracia original anterior al pecado del primer hombre y abandona la vida arcádica. La mujer le sigue durante un trecho pero vuelve a abandonarla.



El cristianismo que encuentra pasada la cordillera es una religión en estado de guerra. “España vive-dice-sólo para vencer a los enemigos de la fe en franco contraste con la mansedumbre y placidez del sur de Alemania. Aquí todo se extrema a punta de lanza. Todo se radicaliza con ímpetu de ataque”. Tampoco el cristianismo es un concepto unívoco. Nunca nos pondremos de acuerdo pero es así. Lo único que le mantiene vivo es lo externo porque lo interno pertenece a algo tan sagrado como es la conciencia y es allí en lo íntimo del alma donde Dios habla al ser humano. Pero los ritos, las oraciones, las fiestas, la letanía, la tradición. ¡Si quitamos eso, en qué queda la fe! ¡En monsergas místicas! ¡En una interpretación del Evangelio ad líbitum! Sólo un monje benito puede entender que el catolicismo consiste en liturgia, en un constante recitar de oraciones con arreglo a los ciclos estacionales. Porque la practica rutinaria de la regla nos libra de nosotros mismos. Ora y labora. No te desesperes. Cumple la norma, únete a la tradición, pero si cambiamos la norma, si introducimos cambios en la liturgia obtendremos una mutación de la esencia y llegaremos al síndrome del templo vacío, a la macrocefalia jerárquica. Tenía que renunciar al amor pero al igual que en el “Nombre de la Rosa” Lázaro reconoce que no hubo instantes más suaves que los que le depararon sus nupcias con la serrana de Arán. Su recuerdo le hace casi enloquecer. Sin embargo, tiene que empuñar su cayado y entonar el  “Ultreya” sin temor a los peligros de la andadura iniciática. Otra vez se pone en ruta. El Salvador le acompaña. Para expiar la culpa, caminar. Tenía psicología de huido y cruza cañadas, desfiladeros. En algunas posadas vuelve a saludarle la tentación, traba conversaciones con otros caminantes hacia Compostela.  Unos perseveran, otros son seducidos por los cantos de sirena, las mesoneras y mozas de partido, que ya entonces el itinerario era ya la ruta de la sífilis, el chancro y las tabes, el perro de san Roque, mal francés y camino francés, otros mueren en los lazaretos o quedan sepultados en los cementerios de peregrinantes, otros mueren devorados por las alimañas, se extravían, enloquecen, se dan al vino o mueren a mano de los bandidos. ¡ Señor, Señor cuanto pecado, cuánta imperfección y cuánta defección! El destino es la tumba.

Alfonso VII el gran rey de Castilla, el repoblador, el que tanto amaba a Oviedo y a los asturianos puso guardia de templarios en la ruta para proteger a los transeúntes. El Hijo del Trueno Boanerges es el símbolo de ese cristianismo prevenido en frontera.

 

 

Que encuentra el monje alemán pasado el fito de Navarra, era casi una fe desconocida que acaba atrapándole, se emborracha, se enamora de España a través de una moza vascuence. Hasta los sarrios y las cabras enarbolan el pendón de la cruz frente a la media luna. Ha pasado el letargo del milenario y la cristiandad empapada de vida quiere liberarse de las cadenas y de los yugos que le uncen a las pechas y servidumbres del califa. Al grito de ultreya y del “Dios lo quiere” de Pedro Ermitaño se llena de actividad, despierta de su modorra y se embarca en la dudosa aventura de las Cruzadas, algo por lo cual nuestra fe ha sido tan vapuleada por sus enemigos. Sin embargo, ahí tenemos a Ariel Sharon una especie de Ricardo Corazón de León Judío y nadie le dice nada.




Fray Lázaro había escuchado de labios de un francés que hacía la ruta de Compostela por la parte más sañuda: la de la costa- curiosamente al remontar Oca dejando a un lado Vascongadas que ya en aquel tiempo seguía sin estar romanizada y sin cristianar- “el que va a Santiago y no visita al Salvador por honrar al criado menoscaba al señor” y opta por el ramal de la derecha el que a través de Arbas enfila la ruta de los antiguos monasterios mozárabes de las Monas o Nonas y cruzando por Mieres desemboca en el Templo de la Transfiguración, verdadero Tabor del arte ramirense y de la fe vieja. Queda prendado de las costumbres de aquellos monjes asturianos que nada se parecen a los de Alemania. Para empezar hacen vida eremítica y algunos viven encaramados en lo alto de una celda incrustada entre las socarrenas de alguna peña tejada o en lo alto de una iglesia prerrománica, aquellos templos de cuerpo tan chico pero  de altos muros. Es así como opta por abrazar la vida contemplativa en San Julián de los Prados. Es izado a lo alto de su cobijo en una cesta. Desde allí ora al Criador y contempla ante un paisaje de montes bellísimos que demuestra ser cierto el aserto del códice “In Asturum conventu dedit Dominus montes fortissimos circuitui ejus et praesidit ex hoc, nunc et in saeculorum saecula” (Dios escogió a la provincia de los astures a los que protege mediante una cadena de montes fortísimos). El paisaje de Asturias, santuario de España, tiene algo de sacramentos. Pero el pobre monje tiene allí que ganar el cielo luchando con la tentación que se presenta unas veces en forma de mujer como le ocurrió a san Jerónimo con la satiresa. Otras quien golpea es el silencio de Dios o el desaliento. Hay pasajes en esta obra tan bien llevados que hacen pensar en Tolstoi el cual de forma parecida describe el proceso de la tentación del cenobita en el “Padre Sergio”. Las fuerzas del bien y el mal se turnan. Ángel y diablo parecen confluir en una batalla sin medida. Es el ritmo sonoro con sus impasses e intercadencias del péndulo. La luz libra una cerrada y sórdida batalla con la oscuridad. Nadie sabe de estas luchas interiores. Por toda la redolada ha cundido la fama de santidad del fraile extranjero encaramado en su celda de estilita. Cuando celebra misa los domingos y las fiestas de guardar el pueblo en masa es testigo de sus trances y al final de aquellas misas largas que duraban casi tres horas en el rito mozárabe algunos feligreses se acercan a tocar sus vestidos para llevarse a casa un trozo del hábito, una hebra de su barba bermeja e hirsuta como reliquia. Una noche de junio el valle resuena con el eco melancólico de los cantos de ronda y el brillo lejano y seductor de las hogueras de san Juan, el aguerrido grito del ijujú de la danza prima cerca de las quintanas. El Padre Lázaro vuelve a sentir la llamada del siglo y sucumbe a la celada de la tentación. Se escapa de su nido de oración y de penitencia en lo alto de san Illán de los Prados por una cuerda y huye a favor de las sombras con la luna a las espaldas. La vida de un peregrino es una huida hacia delante.  Siente la llamada del deber. Tiene que cumplir la penitencia impuesta por su abad. Le sonríe las estrellas como lagrimas de cristal en la Vía Láctea. Ultreya. Ultreya. Le convoca la fuerza del camino. Proaza con su torre quedó atrás y contempla Avilés reclinado en la ría pero no se atreve a entrar. Escucha el sonido espectral de las Tablillas de san Lázaro. Hay peste en el lugar. Siente las arremetidas de la fiebre, pasa la barca de Muros de Nalón y al atardecer da vistas al Valle de las Luiñas que le recibe con sus praderías y cuetos detrás del Monte de Santana, cruza el río Uncín y llega al lazareto de Soto. Su estado de salud ha empeorado y es allí en aquel hospital de pobres donde exhala el último suspiro después de haber recibido la absolución de una abate francés también romero a la Ciudad del Apóstol. El penitenciado no consigue cumplimentar su proyecto, pero Camón observa que lo importante no es la meta. Es la vía lo de más. Los santos pueden alcanzar la cima de la virtud heroica habiéndose quedado a medias, siendo unos perfectos desconocidos. En definitiva se hace camino al andar.

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Es una de las novelas psicológicas encastrada en una trama que nunca decae bien escrito y mejor pergeñada que responde a un conocimiento histórico de la vida de las ideas y de la sociedad visigótica recién iniciada la Reconquista que casi entusiasma. Al profesor Camón se le conocía como crítico, especialista en el Renacimiento pero su faceta de novelista y de dramaturgo pasaron desapercibidas. Su cara era como la de un pergamino y su estilo de hombre pacífico y modesto, aunque tuvimos entendido que fue anarquista cuando la República, atraía como atrae un códice iluminado porque era el espejo en el cual nos miraríamos de  viejos, y es cierto porque al contemplarme a mí mismo en el espejo veo que me parezco algo a mi maestro cuando tenía mi edad. La vida me ha hecho rodar por sendas muy parecidas a las del  profesor de la Central. He seguido la ruta de los entusiasmos y la de los libros hasta dar con mis huesos en una de las hondonadas paisajística mente más sublimes de la península donde fue a morir Fray Lázaro el protagonista de “En la cárcel des espíritu” ¡Qué cosas!. Aquí la tierra nos puede ser más leve al cubrirnos con el manto de eternidad. Tan risueña perspectiva hará seguramente llevadero el  albergue porque es también las rutas que llevan a la Luiñas lejanas donde yo quisiera descansar.


 Siempre que paso por delante de la casona que se encuentra a tiro de piedra de la tienda de Manolo Menéndez Vigo, contertuliano de mis parrafadas y que no sólo me arregla los pinchazos de la rueda de mi bicicleta sino que me da clases de bable, el que hablan en Muros, aunque Manolo provenga de Lugo, y detrás de la de Eloína, otra buena mujer de aquel lugar entrañable, siento la melancolía por aquel tiempo que se fue, por los libros que no se leyeron o de los que apenas hablan pero que son importantes. Solía Camón viajar a su rinconada de este lugar en el concejo de Cudillero con harta frecuencia. Una vez lo vi en Oviedo haciendo tiempo para tomar el tren de Madrid acodado en uno de los veladores de la Mallorquina. Parecía un dios vencido y un centinela a punto de relevo en su garita del Café Peñalba, quizá recordaba a los muchos que cayeron. Era un día de lluvia y llevaba puesto uno de aquellos impermeables de plexiglás a la moda de los sesenta “pluma d´oro” anunciado por la tele de los primeros tiempos por Torre Bruno dando voz a un personaje característico que llamaban “Topo Giggio”, con un gorro para la cabeza. Tenía un aspecto de cansancio y le vi viejo ante una taza de café que se había quedado frío. Acababa de enviudar y ya no había aquel entusiasmo en aquella mirada de figura de arquivolta románica de los tiempos de la Facultad sino la de un senescente abatido y sin curiosidad. Era por el verano del 77 aunque no recuerdo muy bien la fecha exacta. Al poco tiempo murió el profesor Camón Aznar. Quiero con este artículo honrar la memoria de uno de mis maestros. Fue uno de esos intelectuales que habiendo nacido a esta vertiente del Pajares como Claudio Sánchez Albornoz, Ferrandis, Menéndez y Pidal, Alarcos, Azorín o Gustavo Bueno han sentido esa fascinación ineluctable que infunde Asturias sobre los espíritus.  Los amantes de la letras de los tiempos venideros tendrá que hacer justicia a estos prohombres del pensamiento hoy olvidados o ninguneados. Ellos abrieron brecha e iluminaron la paz del sendero.

Antonio Parra.  jueves, 7 de junio de 2001 (2:41 h.)                  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Villafranca del Castillo a jueves, 7 de junio de 2001 (19:31 h.)

 

Amigo don Arturo:

Tengo el gusto de enviarle las fotos del domingo de palmas. Fue un día muy bonito. Espero que sean de su agrado y que se haya restablecido de sus achaques.


En otro orden de cosas, sintiendo una gran curiosidad por el Camino de Santiago, de hecho, estoy escribiendo algo sobre el tema, al que daría cima si Dios me da salud este verano, en mis pesquisas encontré un texto del profesor Camón Aznar que me ha entusiasmado. Es uno de los pocos goces que les están reservados al investigador.

 Me tomo la licencia de remitirles lo que pienso yo acerca de esta novelita corta del querido Camón EN LA CÁRCEL DEL ESPÍRITU.

El protagonista acaba sus días en el lazareto de ese lugar tan entrañable también para mí.

Sería mi deseo que las generaciones venideras supieran de la historia tal y conforme era en el alto medievo. Esta obra de Camón debería estarse en los anaqueles de la Biblioteca.

Yo me encargaría de agenciársela. No creo que valga más de dos mil pesetas.

Así que si Dios quiere cuando vaya por ahí hablaremos.

Pero si le vaga y tiene ocasión de leer esta glosa en que yo explico hermenéutica mente el sentido de las cosas dentro del espíritu del siglo undécimo dígame qué le parece. Este libro jacobeo al que me hace falta dar la última mano aborda la cuestión casi desde el punto de vista del profesor Camón.

Ya tengo ganas de volver al Rellayo y bajar a misa Soto. He vuelto a engordar. La batalla con el tejido adiposo la doy por perdida pero mientras vayamos tirando...   Queden Vd.con Dios. Me impresionó un detalle que me contó Miguel Ángel sobre su antecesor, el cual sólo sabía decir en latín la Misa de Beata, y celebraba todos los días del año con el introito del “Salve Sancta Parens” como el clérigo de Berceo. ¡Qué primor!


Con afecto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

       ARTE RAMIRENSE EN TIERRA SEGOVIA


La iglesia de san Gregorio en Fuentesoto de Fuentidueña apud Sacramenia está en un alcor. Surge a medida que el viajero se acerca como una aparición cabalgando un somo de laderas pardas donde destaca el lomo de algunas bodegas inhumadas taladrando el perfil del monte. Es la que decíamos del Ara Vieja. Tierras de pan llevar. También buen vino cosechero. Zona de castillos y monasterios aprovechando que por esta demarcación fronteriza la orografía ofrecía refugios naturales, en valles recónditos con cuevas en las vertientes. Hubo una Tebaida. Los cenobios diseminados por las estribaciones del macizo de Somosierra atrajeron a muchos orantes y clérigos que venían huyendo de la persecución sarracena cuando la caída de Toledo. Los eremitorios andando el tiempo serían la base de los fundos cistercienses de carácter militar contra aceifas y algaradas por sorpresa en muchas partes.

Hay una serie de rasgos que hacen sospechar de la influencia del prerrománico astur concretamente en este templo de san Gregorio in excelsis, todo un resabio en piedra del antiquísimo culto miguelino de raigambre bizantina. Nos recuerda en cierta forma a San Miguel de Lillo. La traza es cuadrada y rectangular el testero que refuerzan contrafuertes y sillares a hueso. Tiene toda esa solidez áulica y esbeltez con que definía Menéndez Pidal al Arte Ovetense: alma grande y cuerpo chico.


Se pueden rastrear asimismo reminiscencia de esta factura o atavismo en el arte de construir templos en algunos antiquísimas iglesias de Siria y Armenia donde se aprecia la solidez de sus firmes junto a la gracia recoleta. El rito y la liturgia eran similares, calco del bizantino con resabios ambrosianos, las misas cantadas a base de trotarios con un canon esmaltado de invocaciones en griego y en latín, y epiclesis o llamamiento trinitario sobre las especies “en conmemoración de la Cena, más que consagración efectiva, por neta influencia de los monofisismo arriano, tan extendido entre las cristiandades visigóticas hasta Leovigildo.

 Sin embargo, los diseñadores tenían problemas a la hora de voltear las bóvedas y no encuentran el camino de las techumbres de cañón a base de arcos perpiaños. Eso vendría con el románico. Así que muchos techos se desploman por la impericia de los constructores.

El de la nave central y la tribuna del antiguo templo parroquias de Fuentesoto, hoy transformado en camposanto y sus farallones remanentes aprovechados para nichos y enterramientos, cayó, o puede que la iglesia se quedara a medio hacer a causa de una de las habituales correrías de Almanzor, como demuestran las adarajas en el arranque del ala del presbiterio. O hubo un derrumbe o los albañiles tuvieron que liar los bártulos porque los moros venían zumbando.


 No así la parte del cabecero que exhibe su ojiva adosada a la espadaña. Quedan adherencias y desconchados en el techo de algunas pinturas al temple. Las iglesias asturianas estuvieron adornadas con murales policromos que las hacían rutilantes y acogedoras casas de oración. Al lado del evangelio se abre el tiro de una escalera de caracol con los peldaños muy gastados -impresionante detalle- por la que se trepaba hasta la torre. Más de ocho siglos subiendo y bajando por este vano de exiguas proporciones para tocar las campanas determinaron los horadados de la escalinata cuyos tranquillos gastados por las pisadas ofrecen una superficie alabeada, comba de los siglos. Asimismo, lo exiguo del vano hace suponer que nuestros antepasados tenían inferior envergadura que los mozos de hoy puesto que no había hecho acto de presencia la “generación del yogur”. Es una constante que se detecta en todas las excavaciones arqueológicas el porte inferior del español medieval con respecto al de nuestros días. Claro que con su descomunal fémur el esqueleto gigantesco de Sancho el Fuerte de Navarra, hombre de estatura aventajada que pudo sobrepasar a lo que mide hoy un pívot de baloncesto, es excepción que confirma esta regla.

 Parece ser que el monumento fue arrasado por los soldados Murat en una expedición de castigo contra este lugar que había dado cobijo a Juan Martín el Empecinado. Sin embargo, el torreón campanero quedó indemne y señero desafiando a los cierzos y ventiscas y las lluvias de los siglos. Nos observa desde la cumbre con los ojos vacíos, como cuévanos por donde se asoma todo el cielo de estos riscos, de sus ventanas sin campanas ya.


La traza cuadrada y los contrafuertes adosados al muro cimienta la sospecha de su filiación asturiana en esta tierra de frontera, antemural de contención a la presión agarena desde el sur antes de la aparición de Castilla como tal, la de Ferrán González, y con suerte alterna los territorios enmarcados en los arribes del Duero pagaban pechas al rey de León o al califa. Las tornas cambiaban sin interrupción en ese batallar constante en una guerra sin cuartel de sangre y suelo; por las vegas, por las casas, por las dehesas, por las obradas, por los rebaños y hasta por las mujeres como demuestra el ignominioso tributo de las Cien Doncellas[13]. Esta feroz pugna étnica se está repitiendo en Kosovo donde asistimos a los episodios sangrientos de un Reconquista al revés. Es ahora a los cristianos a los que les toca la peor parte y humillar la cerviz ante las presiones de la Media Luna. Los intrusos arriban en oleadas sin que en apariencia exista una mano de contención ni un poder que tapone la sangría hacia dentro que pueden desembocar en verdadera hemorragia social en no tardando mucho. Antes bien, en los medios de difusión pública, debe de ser una antigua táctica bélica que dice que antes de asentar el golpe definitivo al enemigo hay que machacarlo con la propaganda, parece existir una cierta fruición narrativa a la hora de anunciar el goteo que no cesa. Estos juegan fuerte por lo que se ve. Van a por uvas como se dice en argot taurino.

Con tales estratagemas en curso lo que se ha conseguido es retraer Europa a un ambiente que desconocía hace muchos siglos, y que sea verdad aquella frase del Mariscal Göering que cuando escuchaba la palabra cultura se llevaba la mano al cinto. Si sustituimos la cultura por la religión que al fin y al cabo son una misma cosa veremos cómo nos cuadran las cuentas.


Yo he visto tirar de pipa a judíos y a mahometanos, escupir y chillar presas de histeria al escuchar hablar de Jesucristo.  Mientras los palestinos de Arafat llaman a la yihad las huestes del nuevo Josué israelí, Ariel Sharon, parecen definitivamente a punto de embarcar a un revival del espíritu de las Cruzadas en versión judía por recuperar la tierra prometida.

España fue otrora también una suerte de paraíso de las tres religiones, cada una de ellas pugnando por dominarla. Es el mensaje que proclaman las ruinas exaltadas de la torre de san Gregorio. Nunca hubo un verdadero clima de conllevancia entre los tres credos y sería una utopía pensar que hoy cuando reverdecen con más fuerza los postulados, reivindicaciones, nostalgias y hasta un alarmante instinto de desquite al que da pábulo un misterioso y oscuro aliento de discordia, más allá de los comodines de libertad, democracia y carácter etno-centrífugo de composición alóctona, un producto que algunos sectores nos tratan de vender a toda prisa y que aducen como un hecho consumado. Esto hará que pronto o tarde la marmita entre en ebullición.

 

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San Gregorio, iglesia-fortaleza en la cúspide, baluarte templario, refleja el anhelo de defensa de una comunidad asediada. Preside la cima de un páramo donde empiezan a escalonarse las tierras altas de la Pedriza que sirvieron de base a los campamentos romanos (hay tres toponimias castreñas: Castro de Fuentidueña, Castro Gimeno, Castro Sarracín)


Es justo pues alargar la memoria hacia el pasado y añorar con nostalgia aquella batalla de Clavijo en la que el buen rey asturiano Ramiro I exoneró a las cristiandades de la Península Ibérica de la afrentosa gabela de las cien vírgenes. Era un voto a la lujuria y a la salacidad de los monarcas nazaríes. La efigie de Santiago cerró los cielos y España estampándose entre las nubes a lomo de un caballo blanco. Desde entonces el busto y el perfil del Matamoros hoy tan minusvalorada y arrinconada fue elemento de cohesión nacional pertenecen al patrimonio de la historia sagrada de España a la que escupe,  escarnece y pisotea el enemigo [la muletilla que corean hoy los globales con su furia y retorcimiento de mente de siempre es “dónde está vuestro nacionalismo, bien por Cataluña, por Vascongadas, por Galicia, pero ¿ Castilla, dónde te me has ido?”; y replican: “a echar la partida al bar de los viejos”], nos la tienen en el Lithostros, nos la llevan presa su imagen coronada de espinas con una caña por cetro y una manto de púrpura que se echaba a las espaldas de los ajusticiados y de los locos, antes de ser nuestra nación crucificada. Sus verdugos no hacen otra cosa que echar espumarajos por la boca. Su baba nos salpica desde hace cinco siglos.

 Ahora a Ariel Sharon, otro matamoros, nadie se atreve a pararle los pies. Parece un fantasma fugado del sacomano de Clavijo en versión sionista, claro está, sin que persona le llame al orden. Antes bien la opinión internacional chicolea sus incursiones en territorio palestino y hasta lo bailan el agua lo que demuestra que este tipo de zarabandas interconfesionales se ganan alimentando la cadena de agravios y de venganzas, importa dar pábulo al fuego sacro.

Sin embargo, eso es harina de otro costal. Aquí lo que importa decir es que en el 875 en Clavijo empezó a liberarnos de las garras del infiel, por más que muchos historiadores, aun los más sesudos y circunspectos hayan tratado de ponerlo en duda.


Todos estos valles cerrados de Castilla la Vieja cruzando el Duero testimonian aquel empeño de los monarcas de León y de Oviedo por impulsar la tarea reconstrucción de zonas devastadas. La tierra se llenó de torrecillas sagradas luciendo la cruz griega como escudo y pararrayos de clemencia sobre la cofia que desafía a todas las intemperies, adarga que arponea las brisas, cruz en lo alto, cruz de hierro. El tañido del bronce volvió a convocar a las gentes huidas a las montañas. Sus ecos perduran en los cuencos vacíos de los campanarios desmelenados tocando a arrebato desde su silencio impresionante.  Para que los héroes de la estirpe resuciten y vayan a misa. Las ruinas de San Gregorio son un símbolo que se alza en la raya de demarcación de ambas Castillas, aunque en puridad Tierra Segovia cruzaba la sierra y se adentraba a las avanzadas de la ladera de mediodía. Navalcarnero, Navafría y el Escorial caían dentro de la jurisdicción del obispo de Segovia.


Hasta aquí llegaban las mesnadas. Los pendones flamearon sobre estos cerros, ara y guarnición al mismo tiempo, muro de contención contra las invasiones por el sur. Las huestes astur-leonesas de Alfonso III el Magno clavaron las estacas de sus campamentos, los vientos de sus tiendas, tramontando el cauce del Duero, para sujetar al moro que presionaba desde el sur. En la vieja España avezada durante nueve siglos a escuchar el toque de rebato la suspicacia hacia todo lo que suene a benimerines o almohade la llevamos metida hasta los tuétanos. Claro que los demiurgos del cacicato globalización, secundada por un sector importante del alto clero durante más de diez lustros casi se han dedicado a una labor de zapa intelectual, paciente e inteligentemente llevada, con el deseo de  aniquilar - ellos dicen inculturizar como si se tratase de una especie de inoculación del virus anticristiano- de la mente de los europeos esa noción de frontera en la defensa de los valores eternos.

Aquí ya digo andamos un poco curados de espanto y con la mosca en la oreja porque la convocatoria de la yihad “Alá es grande” y “arrasa Arabia” se ha escuchado ya unas cuantas veces por lo que todas esas mohatras de la sociedad multiétnica, apátrida, “tolerante”, va a ser una ley del embudo que beneficiará en detrimento de la catolicidad a los epígonos de Mahoma y de Moisés. La sinagoga trata de vendernos la burra vieja, desempolvando a Voltaire, y a los enciclopédicos, para proponernos un esquema de futuro pintado de color de rosa, basado en una sociedad laica, confesionalmente neutra, étnicamente amorfa, sin lábaros, sin procesiones, sin píxides ni campanas, pero con llamadas a la oración por el almuédano desde el púlpito de la mezquita, y calabazadas del rabino contra los sillares del templo y dejando encargos y notas a Dios en forma de cartitas.

Aquellos rudos mesnaderos del Cid mozárabe fueron un faro de fe y un ejemplo a seguir en estos tiempos en cuarto menguante, tan descreídos. Por todos los rincones resuena la carcajada estentórea del rival. Mediante loores, engaños, chantajes - y yo lo digo en una novela con una frase del caló de los gúrus de la ciudadela del dinero donde se cuecen las ollas de todos los pucherazos, los bizarros lances de la porno-política, la compra de votos y de conciencia “ I´ll buy you out”- el enemigo se ha colado intramuros y ya no hay quien lo eche. Son hechos consumados. No cabe paso atrás, argumentan.


-Pues ahora sí que estamos apañaos. Tanto rosario iluminado y tanta Virgen y ahora lo que se comprueba era que el enemigo pretendía era eso: el coladero de la marcha verde.

-Sí. Nos están solmenando de firme.

-Ya llegaron y han pasao.

-Nos devuelven visita

-Otro Guadalete.

Ante este tipo de diálogos de la gente corriente que se escuchan ahora mismo en el interior de muchas conciencias de españoles honrados o con la boca pequeña, uno no puede menos de acordarse del ovante caballo blanco del Apóstol, ese que vemos alzarse a la empinada en lo alto de un retablo de la catedral de Logroño y con el suplicatorio especial del que era objeto por parte de los romeros en tránsito hacia Compostela: “Herru Santiagu, Gott Santiagu, Ultreya. Iesuseya. Desu, adjuva nos”.

              

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El Duratón es río truchero y cangrejero donde los haya (hasta que vinieron unos malignos y echaron polvos al agua que envenenaron las frezadas) famoso por sus hoces encajonadas. El cauce parece que se intercala sobre cañones profundos y entrega hundido entre los riscos de roca calcárea formando en los afustes y paradas de peña tajada escotaduras y socarrenas, hoy nido de buhardos o por donde el águila planea. Antaño estas anfractuosidades sirvieron de refugio gracias a los afustes y desniveles del terraplén a los eremitas de las cristiandades del Al Andaluz - reparen los etimólogos que Andalucía viene de vándalos, no es nombre, por tanto, árabe sino godo, porque así designaban en el norte de África a los pueblos germánicos del sur) que venían huyendo de las sacas y persecuciones del califato. Para practicar su fe tuvieron que subir a estas breñas, un reclinatorio de oración donde el cielo parece quedar a menor distancia.

Hay tres núcleos dentro del monacato mozárabe. El primero se aposentó en esta franja de la umbría de Somosierra en una línea de enclaves anacoréticos que llegaba desde Sepúlveda hasta Berlanga. Otro grupo era el del Valle de Silencio tierras arriba del Bierzo y cuya cabeza de partido era Samos, donde se formaron Bermudo el Diácono y Alfonso II el Casto, Sila, Mauregato. Siguiendo la tradición carolingia, estos centros servían de acomodo al magisterio y a la enseñanza. De allá imparte la cultura de los Beatos. Alcuino de York, maestro itinerante, da señas de ellos y hasta es posible que impartiera clases en Samos el cual había abierto sus puertas en el siglo séptimo. Encontraba su vértice en Mellid, el punto de encuentro de los ejércitos asturianos y gallegos cuando iban a pelear contra el moro.

Pero existía un tercer eje y era una cadena que iba desde Astorga siguiendo la calzada de Marco Aurelio hasta Pravia, Oviedo, Villaviciosa, dejando a sus espaldas los nueve centros que desde Arbas del Puerto hasta Mieres del Camino orlaban el paso del romeraje jacobeo durante toda la edad media con escala en Santa Cristina de Lena.


Cistercienses y Templarios se nota que aprovecharon su infraestructura, verdadero anillo de oración, que aseguraba y protegía el camino jacobeo, para dar un carácter más castrense y guerrero a estas apartadas colmenas de oración que agrupaban a hombres y a mujeres sin distinción de género y donde el celibato por más que estaba recomendado no entraba dentro de los planes de la regla donde las preeminencias quedaban determinadas por el afán de estudio, la transmisión de la cultura grecolatina y la lectura incesante de los evangeliarios, sobre todo el libro más popular del nuevo testamento de entonces, el Apocalipsis.    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                              

 

 

 

 

 

 


 

   DEDOS LARGOS

 Camara enfocando a un hombre de más de cincuenta años, aunque aparenta más. Sin embargo, hoy va bien vestido. Viene de comprar libros en la cuesta de Moyano que ha metido en una bolsa amarilla. En una de las paradas sube su mujer que a diferencia de Emeterio va muy engalanada y enjoyada a lo joven. Se parece a la reina de Saba. Le cede un hueco en el asiento y comparten banco como compartieron tantas cosas en la vida y tantos sueños que se están viniendo abajo. Le echa la bronca:

-Esa corbata no hace juego con el traje y la bolsa es muy cutre.

-Vaya por Dios.

-Siempre vas hecho un adefesio.

Tantos jarros de agua fría no parecen hacerle mella a Emeterio. Ya está acostumbrado a tales incriminaciones de la parienta bajo las cuales se palpa el desamor. A veces piensa que su esposa es una desconocida y tales razones le han llevado al desaliento del alcohol.  Cuando se habla de violencia de género y de malos tratos a mujeres nadie hace ni la menor referencia a los vejámenes contra el cabeza de familia. El hecho está muy en boga pero los medios de comunicación lo obvian.

-Es que no me di cuenta.


Trata de disminuir importancia al hecho pero a él tan susceptible se le ha amargado el día. Venía contento pero Adriana que no comparte su gusto por la literatura ni por casi nada le ha sentado las costuras a su optimismo de esta mañana de primavera. “Si volviera a nacer-piensa- no casaría con mujer brava, ni española, ni funcionaria, que parece que les rebozaron en pica- pica”.

Sin embargo, a estas alturas ya es demasiado tarde. Hace propósito de enmendar la plana. Sacar el bolso de piel.

Esta decisión le va a traer muy mala suerte como se verá. Su mujer aparte de hacerle un desgraciado le había dado mal fario. ¿Qué será que algunas hembras destruyen al hombre?

Ambos callan aunque para su capote, mientras el autobús sigue pegando tumbos por las calles sin nombre de la urbanización y destruyendo amortiguadores por los montículos y badenes reductores de velocidad que han colocado en la urbanización. Emeterio parece que en vez de regresar al hogar adonde llega es a una trinchera o a la mazmorra de una cárcel.  Eso sí bien ventilada y con la nevera llena. Ha engordado de la bulimia que le causa su destructora esposa. Se siente cansado. Es mayo y Baco con sus ínfulas deletéreas está llamando a la puerta con las insinuaciones a la huida en las haldas traicioneras del tintorro. Piensa que su vida destrozada vale poco. El pre de los campos de la muerte acaso estuviera guisado con más cariño que los guisos de Adriana que acaso le está envenenando poco a poco. Los malos tratos y vejámenes que han encontrado un eco en la prole piensa que esconden el deseo latente de un inicuo `plan secreto de exterminio. ¡Qué infeliz se siente y todo por una cochina bolsa! Mañana llevaré esa de piel de cuero.


Transcurre el día con el martirio de la televisión perchelera con su habitual bazofia de programas sandios donde se hace trizas a la familia y los novelones cursis con acento italiano que a Adriana tanto le gustan. Debe de ser porque es una romántica o tiene un lío. ¿Por qué se arregla tanto? Ella sube y yo bajo, porque así está escrito. Las mujeres tienen la sartén por el mango. Piensa huir pero no tiene trabajo. Está suspendido de empleo, cobra un subsidio y esa circunstancia determina el desprecio de su media naranja. Las mujeres no tienen bandera, sólo se entusiasman con los vencedores. ¡Ah pécora! El mundo está del revés, la cruz inversa, los valores que hicieron grande y significada a esta cultura por los suelos.


Los telediarios han estado vociferando todo el día el caso de un supuesto español- no es español sino a medias- que se encuentra en el corredor de la muerte. ha habido una campaña nacional que ha costado miles de duro para librar a este malandrín que cometió doble asesinato de los ferodos de la silla eléctrica. Insensata y vociferante campaña. Se está comiendo nuestros impuestos. La ola de inmigrantes todo el lumpen del planeta de arribada a nuestras costas. Arzalluz el padrino de eta parece el presidente de la nación a juzgar por la cobertura informativa que recibe su persona en todos los telediarios. Se siente angustiado, aplanado, ante el tropel de injusticia y el cúmulo de despropósitos porque los anunciantes de la caja tonta sobre todo los bustos parlantes de voz homologada que parecen haber ido a la misma peluquería y a un cirujano plástico común para que les infle de silicona los morros y las tetas declaman el estribillo de las desgracias nacionales con voz idéntica y com si nuestros desastres no les afectara para nada, son marcianas recién aterrizadas de otro planeta, hijas mías de mi vida pero de donde habéis salido, ¿por qué os expresáis en esa voz homologada y os expresáis en ese tonillo? Emeterio las considera a todas mujeres clónicas y pánfilas. Trata de pensar en otra cosa, hablar, encontrar cariño, escribir pero ya no puede escribir, se baja a su garita. Su hogar se ha convertido en un abrevadero de imágenes, en un duerno de violencia. Y huye de estampida.

- Me voy otra vez a Madrid.

Su mujer nada objeta pensando que tal vez la no presencia de su incordio como llama al marido le permitirá entregarse a sus aficiones ventaneras. Hay un jovencito en la barriada que la enamora.  Una vez la pilló timándose con él y menudo número montó. Hasta tuvo que venir la guardia civil.

Toma la máquina de hacer fotos, la mete en una bolsa de piel no tan cutre como la que traía a la venida y abandona la salita donde todos están repantigados viendo el novelón lacrimógeno de sudacas con acento italiano. Una trama cursi y pobre que sólo puede satisfacer a las porteras pero exigir más a su mujer sería como pedir peras al olmo.

-A lo mejor vuelvo tarde. Tengo que hacer algunas fotos.

Siente dentro del alma una tremenda desolación interior. Está de un humor de perros.

La cámara avista a Demetrio de nuevo en el autobús, que conduce el Verrugo uno de los conductores más seguros pero más lentos de la empresa de transportes. El coche va lleno de extranjeros, moros y sudamericanos. A nuestro personaje le entra complejo de Doctor Livingston y se le acelera la adrenalina, le sube el azúcar y el mal humor. En una de las paradas sube un matrimonio de peruanos. Entregan al Verrugo un billete de diez mil pesetas.

-No tengo cambio.


Pero los recién subidos viajeros no dan muestras de apearse y se quedan parados en el cancel de entrada. Pasan varios minutos. Hasta que al fin al chófer no le queda otro remedio que encontrar el vuelto de la moneda hurgándose en los bolsillos. Cuando arranca el vehículo otra vez ha transcurrido un cuarto de hora. Demetrio se revuelva en su asiento pero no dice ni mú como también el común de los pasajeros que aceptan la injusta situación con resignación pero los infractores de la norma toman sitio triunfantes entre risas y una sonrisa de oreja a oreja. Es lo que no puede soportar Emeterio pero se aguanta. Sin embargo, el Verrugo va como muy nervioso y están a punto de chocarse con un camión en la carretera de la Coruña. Es un buey mudo pero la procesión va por dentro. Hoy los españoles hemos de aguantar carros y carretas, lo que nos echen. El miedo guarda la viña y engendra mutismo, cinismo y un cierto resentimiento. Nadie sabe se atreve a llamar a las cosas por su nombre. Tiene que andar con rodeos y eufemismos. Cataluña tierra de cogida. Aragón sin barras de libertad. Pamplona sin cadenas y sin mejana.  En Andalucía nos queda el Rocío pero eso no es más que una fiesta pagana, con mucho desplante y vuelos de lagarterana y el calañés de ala ancha. A Castilla le han hecho la manicura a los leones rapantes de su emblema los áulicos que dicen ser monárquicos pero no son otra cosa que monorquidos, en verdad, porque esto de la patria no ha sido para nosotros sino cuestión de testículos.  No hay garra ya.  Al fin Emeterio opta por salir en defensa de la justicia y del decoro.

-La próxima vez cuando volváis a tomar el bus haced el favor de llevar lista la calderilla y no hagáis esta faena al hombre.


Esta advertencia a dos jovenzuelos no les parece de recibo. Ya está liada.

Los chorlitos se quedan de piedra y sin decir nada. Acaba de entrar en ebullición un volcán. Estos indios son de la raza cobriza, el pelo muy negro pero sin accidentes ni curvas en la cintura, amazacotados, petizos, como tapones.

Pero un joven se levanta y se enfrenta con Emeterio. Se han vuelto a enfrentar las dos Españas. Estampa trágica. El padre y el hijo desenvainan los sables y apuntan al corazón sus filos temblantes. La escena es de los aguafuertes de Goya. Se recuerda que uno de los dos son excluyentes. Uno de los dos tendrá que morir por la punta de la espada.

-Aquí se paga como a uno le da la gana, tío fascista.

-Fascista ¿yo?

-Sí, tú.

-Eso no me lo repites otra vez a la cara.

Se levanta como un resorte Emeterio y se encara con el jovencito.

-Clámese.

Una mano intervino e impidió que la cuestión no pasara de las amenazas y que no tuvieran un atestado. Tras una larga serie de peripecias el ómnibus dio con sus hierros y con las humanidades de carne y hueso del pasaje que llevaba dentro en el Intercambiador de Moncloa. Aquella hora la terminal subterránea parecía un aduar y en las escaleras mecánicas para salir a la calle el personal ocupaba los peldaños que les escupían hasta el vestíbulo y luego a la calle.


Los abetos primeros del parque del oeste con sus elegantes ramas dejadas caer al desgaire como brazos de un samurai le recordaban los tiempos de estudiante.  Las idas y venidas con los apuntes bajo el brazo. Este lugar de Madrid a la vera del arco de triunfo en cuya cúspide un centurión romano conducía la cuadriga del saber le traía a la memoria pasajes de victoria. Capas y banderas al viento. Las crines de la yegua de juventud que desafía al rayo del ocaso.

Esta nostalgia le puso en situación de la primera copa. Hay que ir a comer. Perderse por los restaurantes chinos. Acabar en el comedor de Casa Rodríguez cerca del palacio de Santa Cruz. Hacer diplomacia de mantel con uno mismo. Un día es un día. Había sacado de casa la cámara de fotos. ¿A quién quieres hacer reportaje? Al mundo futuro. Esa mente fue testigo de los momentos importantes de tu vida.

-La compraste en York. El óptico que te la vendió se llamaba Mr. Dixon.

-Buena memoria tienes. Sí señor.

 

 

LA VIDA DEL HOMBRE Y EL GURRIATO DE SAN PAULINO DE YORK

“ La vida del hombre en su rápido por la existencia es un azaroso peregrinar - recordaba san Paulino el monje al rey de Northumberland- semeja al vuelo azorado de un gorrión que se extravía del bando y va a dar a un hall entre cuyos machones se encarama buscando refugio; al cabo de unos cuantos revoloteos angustiosos encuentra de nuevo la salida y desaparece para no volver más”.


Con esta parábola consiguió que el monarca, que era refractario a aceptar el cristianismo, recapitulase y aceptara las aguas del bautismo. Se bautizó Edwin con toda su corte la noche de Navidad. Los bancales del río Ouse hicieron las veces de río Jordán y al obispo y a todos los misioneros enviados desde Roma se les cansaba la mano de derramar sobre las rudas testas de aquellos anglosajones las aguas de salvación. Así empezó el cristianismo en Inglaterra en Eboracum, la madre de todas las iglesias de las islas británicas. Evora Magna, la Roma del norte, una visión mística de la ciudad de Dios, vaciada en el marfil de la historia, túmulo celestial en medio de un paisaje de cañadas al amor de las tierras planas de uno de los condados con más personalidad de Inglaterra.

La leyenda piadosa, luego transformada y sujeta a múltiples versiones y conclusiones, la vamos a encontrar esparcida por códices y cartularios durante la alta edad media. Todos hemos oído contar durante los días retiro y ejercicios espirituales de nuestra adolescencia el apólogo de aquel monje que salió a pasear por la huerta de su convento. En dudas su ánimo hesitaba sobre la literalidad del texto que acababa de cantar  a Maitines en el coro: “un día de Dios semeja a un soplo”. Pero el buen religioso se aceptaba a aceptar tal versión. Un día es un día. Lo mismo aquí en las antípodas, conjeturaba para su cogolla el tonsurado. No puede ser y dicese que por sus escrúpulos el Señor lo probó. Cuando regresó a su celda no reconocía las tapias de su monasterio, había cambiado el diseño arquitectónico, ni los árboles ni los hombres eran los mismo; había otra torre y otro abad, ni el hábito ni la forma de hablar que apenas entendía le parecieron igual. Y es que habían pasado mil años. Dicen que la fuga de las horas con los estragos que causa sirven a Dios de correctivo para punir la vanidad humana.


El resto de sus días aquel fraile estuvo llorando su falta. Dios le había abierto los ojos y como Tomás pudo meter el dedo en la llaga del costado y creyó, dejó de ser perezoso y renitente en el cumplimiento de la Regla y fue más piadoso y caritativo con los hermanos. Un día de Dios no semeja en nada al que nosotros tasamos con nuestros propios cálculos. ¿Cómo poner al mismo nivel la habilidad humana con la sabiduría infinita? Velay los misterios de lo que llaman los teólogos economía de la salvación y es que los designios divinos son inescrutables. La ruinas dilapidadas de los monumentos cistercienses, que a lo largo de mi vida tanto encalabrinaron mi curiosidad, me sirvieron de receta para acallar esta desazón. Yo estuve siempre encadenado a la forma de vida contemplativa que fundara san Bernardo. Acaso mi pobre yo no sea más que una reencarnación de uno de sus frailes blancos que purga las faltas cometidas por inadvertencia o desidia a la observancia claustral y ando por el mundo añorando aquel tiempo en medio de cánticos a la Virgen. Todo York y sus valles resulta un tributo al espíritu cisterciense. Los hados me llevaron hasta sus muros blancos. Era un viaje de ida y vuelta el que realizaba desde Sacramenia a Eboramenia[i]. Tortuoso trayecto vital. Pero no era en busca de un hábito ni de un capelo sino detrás de una mujer cuyos ojos iluminaron mis sueños de vivir una amor indestructible.


De este modo se inicia la andadura de la nación inglesa que se mantuvo acérrima e incólume en la fe de Xto. aun en medio de los embates de la Reforma y de la Disolución Monástica hasta bien entrado el siglo XIX donde merced a las intrigas de Benjamín Disraeli se va a convertir en emporio de otra civilización pero ya no bajo el signo de Jesús sino en los brazos del templo masónico y la sinagoga. El York de la Disolución Cenobítica, el de Taulero o el Inconformista del metodismo de Wesley o el de la capilla fundamentada en la biblia a palo seco nada tiene que ver al respecto. El mío cantaba en latín a capela sin órganos clamorosos y tenía un cierta prevención hacia el hebreo. Los himnos del “Prayer Book” con su clamoroso estruendo me dicen poco. Mi añoranza es por la ciudad de los ciento treinta campanarios. Con sus cuarenta y dos parroquias y sus setenta y tantos conventos. Albergo mi esperanza de que algún día vuelva a renacer cuando el arzobispo Hutton que duerme el sueño de los justos en una de las capillas de la pérgola con un libro caído de bruces sobre su barriga se despierte de su modorra. O esa estatua de la diosa Higia que exorna el altar de la Señora son una urna en la mano ceda el puesto usurpado a la Madre de Dios cuya talla fue destruida por otro dignatario de la reforma, monseñor Holgate, sólo para complacer la clastomanía de un Tudor.  


Fue un milagro la conversión de los contumaces “picti”[14]. La catedral de York es piedra angular de una iglesia que se codeó en prosapia con Roma y Bizancio, con Ávila, Tarragona, Hispalis, Toledo o Tours. En Eboracum o York de romanos nació Constantino. Su madre Santa Elena, a la que la iglesia universal debe la invención de la santa cruz, el culto a las reliquias y la liturgia a la Majestad, era una bella eborense, hija de un centurión romano que vivió una villa o quinta en una localidad que se denomina Wilberfoss y en la cual tuve la dicha de residir nueve meses de luna de miel y también luna de hiel porque ya en mi juventud empecé a probar las dulzuras y acedas de esta religión que pone como condición sine qua el dolor, el sacrificio, la abnegación.

York se alza en los montes del recuerdo para mí como una pináculo excelso coronado de alas de ángeles. A veces escucho entre el rumor de sus campanas el himno de las letanías entonada por los coros durante toda la eternidad. Santo. Santo. Canto. De aquellos impresionantes y privilegiados comienzos estriba la grandeza y el atractivo de esta primera urbe a la que llegan todos los años multitud de turistas y de peregrinos: la Jerusalén de Occidente. Todos los jerarcas que recibieron el palium en esta sede primada eran considerados como patriarcas de todas las Inglaterra, mientras que el arzobispo de Cantorbery es primado de Inglaterra solamente.

Y tosamos acá con una cuestión peliaguda que ha sido causa de guerras entre la Casa de York y la de Lancaster. Cantorbery y York han pugnado a través de los siglos por la eminencia. Sólo se puede llegar a una conclusión. Que la heptarquía del sur ostenta la hegemonía política mientras que la relevancia de la norteña guarda sesgo más espiritual.


Una fuerza escondida e incoercible me atrajo un día hasta sus muros y al socaire de sus murallas de arcilla blanca iluminadas en la noche como si fueran el fuerte crenelado[ii] de la Ciudad de Dios me arropo. El rumbo de mi estrella marcaba el septentrión. Viajamos hacia el punto de origen, la casa de Helen la bella y el fulgor de la cruz de Constantino en Puente Milvio. In hoc signo vinces. Este es un lugar como para vivir la esencia del amor que es la fuerza de la institución creada por Jesús. Hay una conexión insondable entre esta ciudad y los santos lugares. La madre de Constantino mandó construir nada menos que más de mil templos en Tierra Santa para conmemorar alguna circunstancia bíblica de interés o algún paso de la vida y pasión de Jesús Nazareno. El nombre de esta mujer es muy a tener en cuenta en los anales de la religión y si bien muchos de aquellos templos mandados labrar por ella están arruinados y perdidos o convertidos en caballerizas o en mezquitas por los sarracenos queda su rasgo impresionante.  Ella puso en marcha todo espíritu hacia la Jerusalén de la que en York se perciben los ecos y que trascendió al mundo caballeresco de las cruzadas.


Toda mi existencia estuvo relacionada con “Helen” y la victoria de Puente Milvio es mi batalla. El nombre de Helen da vueltas al laberinto de toda mi vida. York aparece así ante la vista igual que un sueño. Es un sueño en el bosque encantado de piedra. Ápice del gótico florido o estilo perpendicular hijo del arte normando. Te emborrachas de cresterías al llegar. Su perfil tiene algo de la cerveza robusta que sirven en Whitmawhatmogate donde se encuentra la tasca más vieja del país un publicano que se dirige a la clientela con aires de caballo percherón. “ I am a Yorkshire land”[iii]. Es una casa minúscula como la de los cuentos el hastial que se abomba y se derrienga convexo hacia el exterior como si sus robustos estribos pintados de negro atlantes de roble que sostienen los pisos asimétricos y salientes de un equilibrio difícil pero cuya estabilidad desafía a la acción de los años no pudiesen más. Dicen que en este tugurio fumaba Guy Fawkes, un nativo ilustre, y fumaba su pipa mientras tramaba un complot para subvertir la monarquía. Después de siete pintas un martes de septiembre tomó la decisión de pegarle fuego al parlamento. Para hacer saltar al orgullo inglés. Guy era para mí el verdadero epítome del eborense, pero todos se reían de mí cuando lo mencionaba, me trataban de iluso.

-Entra en la burbuja de los ensueños.

-Llego al país de irás y no volverás. A la Inglaterra de los encantamientos.

-Tu vida será una quijoterías

-Esta ciudad tiene un alma señora y señera.

-Sí es un castillo de marfil. Por cada una de sus siete puertas solo se deja paso a los privilegiados. A los poetas, a los profetas. A todos los que en este mundo han sido.


Todo aquí está relacionado con la belleza en verdad os digo, sus torres y los paneles de las ventanas geminadas rinden culto al dios de la armonía. Es como entrar en un templo sagrado de noche y de pronto las flamas inundan los hacheros, se hace candela y todos son lucernas. La ciudad es el marco perfecto para un auto sacramental como aquellos que estuvieron celebrándose durante los normandos en la “Fête Dieu”[iv]. Todo parece dispuesto como para empezar el rito de misa pontifical. Un eco de antífonas pervade las calles. Quedan las codas de los himnos de resurrección. Sí York es la ciudad de la resurrección. Su escolanía así como la escuela catedralicia adjunta es una de las más antiguas de la cristiandad. Apellidos augustos ocuparon su silla arzobispal y ciñeron su palio de lana virgen con seis cruces negras desde san Egberto que fue el primer metropolita hasta el actual Duncan. Muchos de ellos fueron elevados luego a la silla de Cantorbery como Walter de Gray, Bowet que ocupó el cargo entre 1497 y 1523 y cuya estatua funeraria sedente con un libro abierto en las manos embebido el personaje en la lectura hace pensar al doncel de Sigüenza. Hay que distinguir esta estatua yacente del lector ávido y aplicado de la del lector displicente y amodorrado como es el caso del arzobispo Hutton que arrebujado en su capa pluvial parece echarse la siesta. San Guillermo  patrono de la ciudad que fue canonizado pese a la recia disputa que tuvo con san Bernardo de Claraval por cuestiones prelaticias. Murió en olor de santidad y sus despojos expuestos a la veneración del pueblo durante una semana exhalaban un ungüento odorífero que curaba las enfermedades y hacía otros milagros. Subió a los altares por aclamación popular en 1153.

Luego habrá que citar a san Cuthberto, a san Alberto templario en su día promovido a la mitra  de Jerusalén y fundador de la orden del Carmelo[v] así como san Juan de Beverley. Otros no tuvieron final tan incomible ni murieron con la aureola en la mano. Fueron obispos armados en frontera justicieros o rebeldes, señores de la guerra, según una expresión que está muy de moda por las fechas corrientes, durante la guerra de las dos rosas. Un tal Aldred en 1069 fue descuartizado a instancias de Guillermo el Emperador por oponerse el obispo de canon irlandés a aceptar el rito romano que trajeron los normandos. A Richard le Scrope, titular de la mitra orcina lo mandó asesinar Enrique IV Plantagenet en 1405 muriendo el prelado al pie del altar lo mismo que santo Tomás Beckett, aunque su fama no se desparramase tanto pero evidencia el clima de recelo y de suspicacia que tuvo sumidos a la cristiandad la lucha por la preponderancia entre trono y altar.


Tomás Wolsey, el legado pontificio que había comunicado al rey de Inglaterra la bula papal en virtud del cual se proclamaba a la corona como defensora de la fe de Xto. recibió en pago de su solicitud una mazmorra en una oscura prisión eclesiástica de Leicester y después la visita del verdugo. Murió Wolsey decapitado en abril de 1530. Había criticado la conducta sexual de Enrique VIII, harto estragada como es sabido de todo.

Tales intercadencias en el padrón de preconizados arzobispos hace pensar en la variedad y muchas formas de la iglesia instituida por Jesús. Hay muchas iglesias pero fundamentalmente dos: la de Pedro y la de Juan; una externa con mucho aparato y otra interior que apela a la conciencia misma de los bautizados, pero esta es otra cuestión que cae fuera de las competencias de cualquier historiador que exprime y juzga  por lo que ve. Sólo la superficie (pleitos, casamientos desafortunados, estupros, avaricia, guerras, sentencias y desdichas de varia condición).


Estaba escrito que el ser humano sea hijo de sus pecados. Así, el báculo o “staff” eborense pudo estar en manos indignos de la misma forma que el cayado romano y el anillo y la quiroteca se ciñeron a dedos indignos simoníacos, tiránicos y a veces personajes neutros de aluvión. Sólo tú eres santo, Señor. A la vista de las impresionantes torres cuadradas de la catedral  sentí deseos de arrodillarme y de rezar un confiteor. No hay por qué escandalizarse. De todo hay en la viña del amo. Buenos, malos, regulares, medianos y excelentes. Peccávimus[vi], sí. Los hombres vienen y mal como las olas pero sólo tú permaneces. Somos contingentes y aleatorios como el gorrión que vio posarse san Paulino sobre su alero. De pronto desaparece para no volver más. Volaverunt[vii].  Ya no son.  Pero la grey sigue su marcha camino de no sabe bien de donde. ¿Hacia las praderas celestes? It is the long march of everyman[viii]. La eclesiología, esto es Xto., es lo esencias y lo accidental los individuos que ejercen el mandato del rebaño. En York se materializa este pálpito de eternidad. El deseo de amor transformado en piedra. Uno ante el espectáculo del gótico perpendicular se siente formar parte del cuerpo místico.

Hay rangos y jerarquías individuas pero dentro del conjunto  o ámbito de lo total brota las calidad singular de personas únicas e irrepetibles amadas de Dios desde toda la eternidad. Y de esa invitación a lo total, a lo inalcanzable, nace esa maravillosa utopía que alberga el cristianismo en sus entrañas, encina de Jetsé de la cual brotan muchas ramas, el árbol que vio Habacuc en sus sueños que junta lo negro en lo blanco, lo grande con lo pequeño y reúne en una misma dirección a los cuatro puntos cardinales, coordina las treinta y dos direcciones de la rosa de los vientos. En la cúspide, el Pantocrátor bendiciendo a su rebaño con los dos dedos desplegados en gesto de majestad solemne. El poder taumatúrgico.


El arte gótico no es más que un abraxas, un campo de símbolos que abre las credencias de un portal con vistas a un paisaje de coros y armonías donde el dolor y la muerte no tendrán ya vigor ni cabimiento. Los briosos rosetones y ventaneros - en la nave del transepto- se abre un inmenso óculo global que abarca el espacio de una cancha de tenis todo él de cristal de grisalla. Los maestros de la catedral de York muestran una pericia singular en teñir de colores mortecinos el cristal, de la misma forma que el azul resalta en Chartres o León es la cumbre de otro tipo de policromía más abrasadora. Y esta combinación de matices abre perspectivas inefables. Colores que pueden decirse sólo del alma.


Los británicos con el sentido práctico que dan a su piedad, la celebra “anglicana pietas”, algo que sigue llamando la atención cuando atraviesas el cancel de cualquier templo de las Islas, la gente reza con grave recogimiento, lo hacen todo a su manera y por eso su religión es tan nacionalista. Hicieron la revolución religiosa de Lutero imprimiéndola un sello autóctono sin desceñirse de la majestad litúrgica. Quitaron muchos santos de sus altares ciertamente pero conservaron lo esencial del rito romano que se convierte en el Common Prayer Book y los cabildos catedralicios fueron rigurosos en la guarda de sus prebendas y derechos adquiridos. Por eso entre los anglicanos sigue habiendo canónigos, precentores, sacristanes, deanes, archidiáconos, lectores, magistrales, limosneros, ecónomos. El esplendor litúrgico trató de ser salvado cambiando el latín por el ingles y sustituyendo la plegaria pro papa por la de pro Regina, o pro Rege. El tesoro catedralicio excepto las tecas con los huesos santos no sufrió grandes desperfectos. Siguieron guardadas en los cajones capas pluviales y las dalmáticas de fimbrias de oro macizo, los pectorales de platas con gemas de rubíes, los acetres y los hisopos. Ya se cargaron de esto los tesoreros de ponerlos a buen recaudo cuando la chusma asaltó los templos. Asimismo, la reluctancia que siempre hubo en esta sede a aceptar la primacía cantuariense inclinó a York de parte de Roma durante el grave litigio de la contrarreforma y en la zona pervivió incluso durante lo más crudo de las persecuciones de Isabel de Inglaterra y de Cromwell un importante núcleo católico renuente a abrazar el anglicanismo y de ese grupo de católicos nació Guy Fawkes el conspirador de la Pólvora.

El oficio divino guarda por lo tanto el rancio sabor de antaño. Incluso algunas costumbres a las que ha renunciado el rito romano tras la puesta al día de las normas del Vaticano II la sede de York las guarda como el besar la epacta al final, la bendición con dos dedos, el deseo de paz que se hace con el portapaz. Los incensamientos y los responsos casi son idénticos que en Segovia o en Toledo. York sigue fiel a su primer compromiso y es católica a no poder más.

Hay una tradición de maestros de capilla que se mantuvo incólume prácticamente desde el siglo ocho. Los primeros cristianos supieron a través de Constantino que la fe ha de entrar por el oído. Es palpito del corazón más que raciocinio. Aquella tarde de otoño del 69 cuando llegué a las puertas de York me pareció tener como una visión. El paisaje que contemplaba me estaba acercando a todo aquello en lo cual soñé desde niño y de lo que guardaba una esperanza remota de que de alguna forma se materializase en mi existencia. Estas corazonadas nunca fallan. La mía se cumplió de alguna forma aunque mis imperfecciones y fallos determinaron que no fueran acreedor de todo aquel designio. Algo en mí no estuvo a la altura. ¡Pobre pecador! Tampoco supe retener el amor que allí se me daba y de toda esa culpa habré de dar cuenta un día a mi Criador.


El cristianismo tiene un sentido formal de la belleza del que carece cualquier otro credo. Es algo que sobrecoge y arrasa y no entronca con los subjetivo y pietista sino que revierte a lo general, a lo total y eso se convierte al trepar por los nervios de las bóvedas de las catedrales góticas como estas que vieron mis ojos a los veinticinco años una tarde de amor al catolicismo. Estos templos son el árbol y la mejor presea de su universalidad. Venía a empaparme del rocío de un sabor viejo. El alma se anonada y sumerge y olvidándose de su presente flota por las riberas del tiempo como tratando de regresar a sus orígenes más simples. Entonces dejé columpiar todo mi ser sobre el brocal del pozo de lo inefable. Sentí pues una importante moción mística, volviendo a nacer. Me suspendí en los brazos del destino acatando su ligadura y sometiendo mi voluntad a la suya. Evora Magna resplandecía como el altar de la purificación.

Entré por la puerta del oeste. me sobrecogió aquella solemnidad de la penumbra. El olor a cera y a rezos pero allí no había viejas sino toda una ristra de banderas colgando de las pechinas y laudas sepulcrales. La Desamortización había clavado su huella y la austeridad y acendrada religiosidad del medievo entraba en alianza con el aspecto patriótico ese sello nacionalista que dan los británicos a sus relaciones con la divinidad y que heredaran los americanos hasta el extremo de haber hecho del pendón colchonero de las estrellas y las barras señuelo de una nueva religión.

Un arzobispo Holgate ordenó meter el hacha al altar de la Señora tradicional en las catedrales europeas donde el culto de hiperdulía tuvo rango descollante y sustituyó una talla de la Virgen de orden bizantina por una joven semidesnuda de buenas partes toda ella de alabastro junto a una urna cineraria que representaba a la mitológica Higia patrona de la salud.


Allí estaban las metopas y estandartes de muchos regimientos pues York es plaza fuerte y campamento desde los romanos. Exvotos ganados contra el enemigo y muchas “Union Jack” en sustitución del petaso de los obispos y arzobispos que cuelgan del techo en otras catedrales como Toledo. Una placa conmemorativa rememoraba la gesta de un hijo de la ciudad el capitán Oldfield muerto en combate en la ciudad de Kandahar cuando todo su destacamento fue copado por los afganos. Esta tumba me parece a mí que está hoy muy de actualidad cuando la que está cayendo sobre aquel fiero país de afganos donde los federales buscan la cabeza de Ben Laden y lo quieren vivo o muerto. Acaso los soldados británicos que han vuelto allí a pelear este 2002 estén tratando de vengar la muerte de su camarada.

Un paseo por la pérgola nos llevará a conclusiones interesantes. Siempre desde que era niño he sentido inclinación por descifrar los epígrafes de las laudas sepulcrales en los nichos catedralicios o en otros enterramientos eclesiásticos porque allí se percibe la vanidad de las cosas del mundo. Por dentro la carne se momifica y los huesos se vuelven polvo y por fuera queda el arte estampado en las hieráticas figuras de mármol o jaspe. Algunos están tumbados. Otros hacen que rezan. Otros parecen que se han echado un ratito a dar una cabezada mientras suena la trompeta del juicio final que congregue a los mortales al Valle tras el Torrente Cedrón en las afueras de Jerusalén en las estribaciones del monte Olivete donde Cristo subió a los cielos.


Un arzobispo carilleno y aspecto sonriente parece que duerme la siesta. En sus rasgos aprecié atisbos de mí cuando fuese viejo. El escultor debía de conocer sus costumbres y nos advierte que debió de ser lector contumaz; un libro medio abierto yace sobre la casulla debajo de la cual abulta la barriga. Le gustaba vivir bien, los buenos libros, la buena cerveza, bufar su pipa con labores que trajeran de América los galeones piratas de sir Walter Raleigh. Al lado los símbolos de su dignidad episcopal: la mitra, el palio y los guantes con una cruz guarida de diamantes. Doy en pensar que estas riquezas han de llamar a los ladrones y no voy descaminado en mis conjeturas puesto que hasta poco antes de la guerra cerradas las puertas de la basílica había una ronda de cinco serenos que recorrían las dependencias del templo con perros amaestrados para disuadir a los amigos de lo ajeno. Lo que no fue óbice para que por alguna puerta excusada o por sus vidrieras se colaran estas visitas desagradables. Una noche de 1829 un tal Martín saltó y pegó fuego a la sacristía al tiempo que llamaba cerdos a los canónigos, les acusaba de cobrar las rentas y de comer tocino. Por culpa de este loco gran parte de aquella impresionante obra muerta se perdió. Ardieron las techumbres artesonadas de madera y se fundieron las vidrieras de tan primorosa hechura.


York es lugar con buena castrametación y todo habla de que es plaza fuerte apercibida al combate pero el castillo inexpugnable puede ser asaltado desde dentro. Pululan los caballos de Troya y los demonios interiores contra los cuales nada puede hacer el alcaide de modo que desde aquel “arsonista” [15]dicen los ingleses: “ The city of York, lollipops and lunarios”[16] y también de maestros diría porque allí se forman buena parte de los profesores que imparten clases en esta preponderante nación.

Los ingleses pueden resultar acérrimamente insulares, muy pagados de sí mismos y rematan algunas veces en sanguinarios por la defensa de sus usos y costumbres. A lo que nosotros conocemos como contrarreforma tildan ellos de Disolución de Monasterios. El cierre de todos los conventos fue implementado por Enrique VIII. En algunos casos puede que el monarca llevase razón habida cuenta de la laxa disciplina y la moral disoluta de estos centros que se habían relajado lo suyo pero la circunstancia que determina esta sanción es la codicia de las tierras e inmuebles de las ordenes de clausura. El oro de los templos. La seda y el oro labrado de los ornamentos religiosos. Lutero había llevado a cabo el primer intento de reforma agraria en Europa. Cuando vio que la furia de los campesinos envalentonados por la rapiña y sed de riquezas quería ir demasiado lejos ya era tarde.

Y un poco de eso les pasó a los británicos. Amaban su iglesia como símbolo de poder y de regalía, sus símbolos y el esplendor y la pompa de la liturgia romana pero al introducir la lengua vernácula en sustitución del latín se dieron cuenta que el esquilmo y el saqueo de los bienes eclesiásticos del que sólo los nobles y los judíos salieron gananciosos había minado la autoridad regia aparte de haber empobrecido el esplendor de la casa de Dios. Por eso hubo un intento de frenada. Que los prebostes siguen luciendo sus ternos de gala y capas pluviales durante las fiestas de pascua. Que no se suprima el canon de la misa. Gracias a esta actitud los cabildos de las catedrales no desaparecieron.


En ese sentido la silla de York sacó partido de su oposición a Cantorbery para guardar el acerbo recibido durante casi mil años de romanización y en la ciudad todavía fermento esa espiritualidad católica genuina e inconfundible. Pero la historia está trufada de desencuentros y de malentendidos y los que la escriben ponen a veces pizca de aviesa intención. Por ejemplo, Enrique VIII fue un rey con muchos defectos pero también con bastantes virtudes. Es el tirano que envía a sus repudiadas y validos sospechosos, no importa fueran eclesiásticos de rango o nombrados escritores como Tomás Moro, al cadalso pero el poeta capaz de componer madrigales tan bellísimos como la “Feria de Scabouriugh” y fue tan devoto en sus años mozos que mereció que el papa Alejandro VI le confiriera el título de “defensor de la Fe”, un privilegio que les fue negado a otros reyes católicos mucho más eximios como pudiera ser el emperador o el rey de Francia. Tales preseas no fueron óbice para evitar que fuese enviado a la Torre Robert Wolsey, el que fuera cardenal, legado apostólico y arzobispo de York. A la par los pirómanos del monarca pegaron fuego al anillo de oro de más de setenta monasterios que apretaban sus murallas en círculo de defensa tanto estratégica como espiritual. Quedaron arruinadas las abadías cistercienses de Santa María del Vado a orillas del Ouse y su hermana gemela de Rievaux, que tiene un apellido riente pues san Bernardo emplaza sus conventos en lugares muy buscados donde la naturaleza luciese sus mejores y escondidas galas y fuese en general un canto a la vida y a la fecundidad.


Esta fue fundada por el propio Claraval en 1131 y al poco surge la Abadía de Byland. Más al norte fueron pasto de las llamas el priorato de san Agustín (Austin) y el famoso convento de Whitby que se alzaba en la cúspide de un eminente acantilado desafiando a las galernas del Mar del Norte. Éste era uno de los primeros cenobios fundados según la regla de san Columbano o rito irlandés. Contaba con una comunidad mixta de cerca de más de mil pupilos. En sus claustros profesaron Alcuino de York y Beda el Venerable los dos exegetas más importantes de la espiritual con que cuenta la iglesia del alto medievo. Había padecido el saqueo de los vikingos en el siglo X y estaba en manos de los frailes negros o benedictinos al sobrevenir la exclaustración del primado Cramer. Pese al cambio que supuso el cisma de Inglaterra éste no ha de interpretarse como una quiebra de la trayectoria sino un acicate a la búsqueda de nuevas rutas y otros encuentros en la obra de la evangelización por encima de las diferencias culturales y de la fuerte idiosincrasia isleña, remisa a acatar el yugo extranjero. Los escándalos y malos ejemplos que dieron los papas denunciados por Lutero fueron un pretexto que no una razón justa a la revolución. La furia de Lutero clavando sus noventa tesis sobre las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg revelan el acto de un loco pero sus pretensiones eran del todo cuerdas porque decía verdades de a puño. Sin embargo, los anglicanos siguieron al agustino alemán sólo a medias. Hay un esfuerzo por salvar los muebles y guardar lo que tenía de bello y carismático la liturgia pontifical y ese esfuerzo se aprecia en los vitrales y en los muros perpendiculares que parecen que caen a plomo desde lo alto o se alzan a los cielos en una apoteosis de armonía de la Minister eborense.


Entonces interrogué al viento pero cambiaron de repente las auras y Eolo no supo darme respuesta. Es como cuando preguntas por una calle a una señora que no es de la ciudad en la que tú te pierdes.

-No soy de aquí. He venido a la función.

-Está bien. Todos somos forasteros, pero yo busco el domicilio de mi amada.

-¿Qué fue de ella?

-Es un fantasma.

-Ah qué la vida pasa, señor, y nosotros no sabemos nada, fluye y nos desconoce. Fíjese en los letreros y a lo mejor tiene suerte. Bon voyage.

Allí las grandes verdades de mi vida se me hicieron patentes. En el ochenta y seis fui a buscarla. Compré un ramillete de rosas en un florista. Hay que ver como mudan los tiempos. Falto de Inglaterra doce años y parece que han mudado hasta el lugar de las casas. No es aquí. Busque la ruta.

Llamé a una puerta y salió a recibirme un individuo en bata floreada en la diestra sujetando del ronzal a un perro de ataque y en la otra escondida en el bolsillo una pistola. Había pensado que yo era un ladrón.

-Sorry. Me he equivocado de puerta. ¿No me darán otra oportunidad?

-Get out.

Me fui por donde había venido. Parzena no daba señales de vida y el taxista judío, un buen samaritano de aquellas navidades negras, movía la cabeza assustado y decía para sus adentros “he is a bit nuts, you know”. Siempre me aturullo. No tengo el menor sentido del ridículo.


Ni en Epping, ni en Hull, ni en York ni en Doncaster donde tuvimos morada ya no estabas. Helen is gone. All gone Helen. Mal padre fui para ti. Un loco que te amaba. Dios perdone nuestros pecados. Pero ahora pienso que lo pienso estoy seguro de que todo aquello fue un sueño como una revelación. Este pobre alma de Pablo que alienta en mis huesos no se ha caído todavía del caballo.

Estaba un poeta de nombre Pope Primus Pater escandiando sus versos asomado a la torre de San Martín y era como un farero que guagua a los peregrino que se extraviaban en los bosques camino de Eboracum.  El cuerpo enflaquecido los ojos cansados y la joroba que se había doblado su columna ante los libros no iban en consonancia con la sobrecarga divina y magnifica de su estro pero este es el sino de los grandes profetas que sus conciudadanos no les dan importancia. Pasan desapercibidos. Sus palabras en mi oído sonaban como aldabonazos trascendidos de un vestíbulo donde se recitaban poemas a lo divino en otra dimensión más allá de las nubes.

-He ahí un verdadero hijo del Yorkshire que plantaba viñas en su finca de Twickenham y quiso vivir apartado rendido a su numen lejos del mundo y desengañado  

Domingo, 23 de abril de 2006

 

 

Easter. Cristos anesti. Anbiat. baskriesi, rissen. Gerissen, resurresité. surrexit sicut dixit. Ressurection and Erstehung. That is the cry today in all the languages (Greek, Rumanian, Russian, German, English etc.) I remember one novel of Tolstoi with that title. Was tired after a bad week. Prosecution that never ends at the Archive. El CIDA is like hell. Kafka lives among us. There are more chiefes than indians like in the bad spaguetti westerns. You sahouldnt do that. You shoud do this. You are not a qualified archiver etc. So my fingers become ghosties as we say in old spanish. Mis dedos se tornan huespedes. More than twenty year listening to the same tune. Envy. Rage. The classim and idiocy of the spanish society. After all we are descendent from the Visigoths. The Spanish Laberinth at work. La Fuensanta, la Reme, la Chumillas El Antonio  G. Quintana. Are we heading for another civil war? Going to work for me many afternoons is like marching to the front.

 Why didnt he shoot himslef alter living to the Catalans the Papers from Salamanca? Insted he hostigates me. Mobbing at large. The sexism od the women funcionarias a chip on their shoulder. Envy. All of them have spent lots of euros in crash course to learn English a language that little secrets for me even if I cant get rid of that wqild Çspanish accent but I learnet it by heart and it was the masterpiece of love. When you love your learn. Everywhere jews and turncoats. Los tornadizos de siempre que asoman la oreja siempre a lo largo de nuestra historia. Judas at work.

 Jelousy. They dont know how to draft a comunication official. I know how to draft. I know where are the books. I am aware of the drastic and dramatic history of Spain. I know and I am scared of my people. The rule of fears.  I also know how draw a knife but a follower of my Master I prefer to put down the guns. Mitte gladium in vaginam. I am peaceful and meek. My best altar are the taverns. The good tavern is a good tabernaculum. I am lover of beauty, good feelings, compassion, a bit of laughters, easy going but those ideas dont sell nowdays you have to be on the perpetual watch, suspiocious minded or became a bastard insensible to your neighbours feeeling bloody hell. I am the odd man out. Hangling from a rope never reaching the end like in the nights of white Satin.

 In any case I have been quite worried about my Helen. Has her car dented by a silly old hag. Watch where you are going missus. After all she was honest and left her address recognizing guilt. That shouldnt be  like that in Madrid or New York. England after all is the whole land of gents and ladies. Now my Helen our Helen  she drives at night working the night shift caring for new borns. God bless her. In a world like ours especially in Spain whre the fall of demography is appalling (only parent prio paris parire peperci partum I know how is conjugated that verb from my Latin days the gachupichus, the blacks and the arabs, Europe is going to have a problema but that is none of my business in the same degree as I should not worry because petrol prizes are climbing up in preparations for the next war in Iran ) lady Suzanne your words are always soothing. You are the the only person in the world whom with I can talk. Sometines. They have messed all up, they should put the remedies. Like in the Baske country, like in the fucking Ulster. I spent years of my life writing about the Irish and I dont know a wolrd of it. Even I interviewed Paisley, Faulkner and all those cronies. I dont know a bit. Nor of the basque country.  Now a certain presbiterus called Reid has come here as Mr. Kissinger to make end meets. Oh priests. I dont understand the Catholic Church, Wojtyla, the Pope. All is power. Nothing to do with Christ. That is why I have become orthodox and I pray at home in from of the face of the illuminated ikons. There was a priest in me a seminarian and is sprouting up in my last days. Today is Easter. Christ is risen. Joy to all. Yesterday after talking to you, Lady Suzanne, there was in a Arab station form Aegipt the transmission via satellite – I follow the Germans and the Skynews- of the blessing of the Patriarch of Alexandria. The song to Christ resurrected in Arab sounded also by the Nile margins and for me it was quite emotive because someone has sent to me years ago the photo of this venerable bishop and is with the photos of my Helen and my rosaries in a gesture of adoration of the Bizantine Cross in full gear with all the garments. The tiara, the humeralis covering his head and patriarcal shoulders. Strange signal that mitigates the sadness of my troubles. Oh let us have hope and be joyful. Suzanne do you think I am a marthyr? I have had that feeling in El Escorial.  Will talk to you one day about those awkard and exicing experiences. I knew you were healed. I had the impression also that I made you suffer a lot. Oh Lord forgive my sins.  Good God. Mj thinks that I am useless. Perhaps. A bit unpractical. And Cristina is a sweet. She is very eager to come bak to Madrid. I hope that she talks with her half sister. I know everything will be alright. Trust God. Anyway Suzanne my mind is confussed and happy. I am glad you had a lovely holidays in Wales. The dragon of Wales. Caernavon. There are there your roots arent they? But you also are a bit Irish arent you not? Any way let us keep in touch. Hope you dont mind this epistle. Looking forward for your holidays in Frogland. Have a rouge on me. Or two. But tell you one thing the best wine in the world is  Valdepeñas trust my word of connoisseur. Have a very nice week. Writting for me is a relieve. I think I ll continue a novel I started but I cant find time. When I get back to Madrid I am exhausted.

Have a peacful and joy ful week.

Quinto centenario – el hecho fue en 1506 y a raíz de la concordia de Salamanca- de la asunción del poder por Cisneros y sin mover una “palla”. Lo que aquel fraile francisco al que sus contemporáneos describen siempre con cara de frío (“una galga en pieles parecía”), muerto en Roa de pulmonía cuando iba a recibir a Carlos V, austero y flemático y sin descomponer el gesto ora aferrando el báculo o empuñando la espada. Gloriosa fue su campaña en Túnez contra la morisma pero no lo diga usted muy alto don Verumtamen que le azuzan los dogos de Alicaída. Que nuestra “intelligentzia” se ha pasado al moro. Pero no es ni intelligentzia ni nada. Es como tener un tío en Alcalá. Vanas ilusiones de ahora mismo mientras nuestra nación, nuestra inmensa nación, España, se despendola y descuaja.

La banca hizo flux y no nos vamos a levar ni las diez de monte. Por supuesto que para mí resulta mucho mas sugerente la figura de un Cisneros español de pro que de un Chávez  chien andaluz, el tornadizo, con su cara de brigada de cocina (pues su padre era suboficial de infantería) de igual forma que el de Rovira catalán fue del honorable cuerpo de la Benemérita) y el de tantos otros españoles que han renunciado a la españolidad. Ser del bando de don Opas el que nos traicionó en Guadalete hoy  tiene mucho prestigio.

Acaso por eso sea un personaje sin demasiado ascendiente en la España zapateril y conejil pero que no nos vengan con aquello de que el cardenal era una carca. Al contrario, todo un político del Renacimiento diserto en las artes cisorias que convienen a todo estadista y que había leído a Maquiavelo. Todo un sabio. Fue un eclesiástico que amaba el poder pero concebido éste como un acto de servicio a su patria y a la Iglesia de Jesucristo. De su frugalidad, de su laconismo, de la forma como sofocó la rebelión de moriscos en las Alpujarras mano de hierro en guante de seda y de su temple y valentía mucho tendrían que aprender los políticos de la contemporaneidad.

La unidad que el construyó y alzo hoy se desgarra. Estamos al cabo de la calle.  La gran talla intelectual de este hombre tampoco han de negársela ni sus más recios detractores. Fue el fundador nada menos que de la Complutense.

Ese colegio de San Ildefonso donde todas las primaveras comparece la ministra traba luengas del pixi dixi y los letrados de la orla boyantes y ovantes ufanos – a la mayoría de sus señorías no les cabe un piñón por el culo cuando se sientan el birrete colocado sobre el colodrillo cual si fuera un pavero de ciencia- para conceder galardones literarios que son la tramitación de puro compromiso pues vienen aquí novelistas y poetas que solo los conocerán en su casa y a la hora de comer  es una creación del gran Cardenal  Ximénez de Cisneros fundador de la universidad de Alcalá. Desde sus orígenes a este centro universitario le cumple una tradición de heterodoxia y de liberalidad que no tuvieron por ejemplo Salamanca de inclinaciones más conservadores.

 Las aulas complutenses dieron acogida a los disidentes y a los conversos – Ignacio de Loyola, Quevedo, Cervantes el príncipe Carlos – y a los cachondos mentales como fueron Pablillos y Guzmán de Alfarache. El Lazarillo no. El lazarillo –no hay regla sin excepción- perteneció a la salmanticense.

De Alcalá por contera era Manuel Azaña. Yo no se si esto es para la ciudad un orgullo un titulo o un baldón a secas pero habla de la tradición liberal de esa plaza que desde los romanos pues allá abrevaba la  Legio VII  cuando no estaba operativa en el norte y de su carácter castrense conservó nombradía de lugar de paso y de una gran hospitalidad para el forastero. Trajano la convirtió en un vivaque o campamentos de invierno para su orden ecuestre. Contó hasta hace poco con varios regimientos de caballería. “Tengo un hermano en el tercio y otro en regulares y al mas chiquillo de ellos lo metieron en Alcalá de Henares”, cantaba una copla castellana, muy triste como todas las coplas.

También tuvo penal. La vieja institución erigida por Cisneros es cosa venida a menos ya lo sé y algo devaluada por este batiburrillo de los premios Cervantes. Tener un tío en Alcalá. Por hay va la cosa. Pero allí nació por ejemplo en 1485 la desgraciada Catalina de Aragón de la cual les hable en algunos de mis otros artículos con motivo de mis visitas a Peterborough en el Yorkshire ingles.

Sin embargo los graduados en la complutense solemos ir de humildes por la vida. Aquí el saber nunca ocupa lugar y miramos en nuestro diploma de licenciatura hacia el cerquillo de este fraile que aparece coronando en camafeo con su sayal y su humilde cordoncillo la larga nariz que fue testimonio de la curiosidad intelectual del “galgo en pieles” con un cierto orgullo. También con mucho afecto pues allí esta nuestro nombre estampado en la fachada plateresca con sus ajimeces y botareles del colegio de San Ildefonso de marras con paramento de Tomajón y joya del plateresco que completa Gil de Hontañon.

Como estos dos maestros citados, el intelecto y el perfil cisnerianos son muy plásticos y arquitectónicos; todo como cortado a plomada. De ahí la personalidad de este fraile que oculto tanta grandeza debajo de su cogulla monacal. Sus orígenes humildes no descartaron su ascenso al cargo de heredero de la monarquía de  Isabel y Fernando cuyos reinos administró en el oficio de regente y como reza el emblema de su sepulcro – la frase se me quedó grabada pues es la de un hombre para la eternidad – “en luteam olim, marmoream nunc” (he aquí el rostro de un hombre que fue de barro y ahora pertenece al mármol)

Hizo de España un gran país como artífice de un imperio que hoy pretenden negar y zaherir personajes tan histriónicos, desalmados o canallas como Evo Morales el del Poncho o Chávez el bolivariano. Odio del indio que devuelve con moneda de ingratitud la defensa de ellos que hiciera el P. Las Casas. Todo el derecho de gentes. Ese inmenso orden escolástico que habla de la dignidad y respeto de todo ser humano hecho a imagen y semejanza de su Criador habla la filosofía de estas aulas. Por mucho que quieran no lo podrán mover. No lo conseguirán levantar.

-Guadeamus igitur

-En realidad ese era un canto de estudiantes foráneo. Ese gaudeamus en verdad era un jocoso cantar ruin de borrachos y de giróvagos flamencos. La tonada no puede ser más burlesca y extemporánea a nuestra idiosincrasia complutense donde escribimos mucho mejor latín que parisinos y oxonianos. Lo entonaban en la Sorbona y en Paris pero bajo los techos de los salones de grados de Alcalá otros resonaron. Sin embargo si, en efecto, regocijémonos.

En virtud de la Concordia de Salamanca y de la muerte de Felipe el Hermoso, Cisneros es nombrado regente. Había sido confesor de la reina Isabel la Católica y en la corte tuvo fama de disciplinado y entero porque este madrileño nacido en Torrelaguna debió de ser de armas tomar del todo diferente a Hernando de Talavera al que Isabel de Castilla le consideraba un “santo”. Sin embargo, aquel santito no fue capaz de solucionar la rebelión de las Alpujarras. Cisneros de mucha más mano dura por el contrario sí lo hizo aunque tuviera que emplearse a fondo con medidas drásticas como por ejemplo la quema del alcorán en la Alambra de Granada. Nadie, por lo demás, se lo eche en cara. A fray Hernando que era más bondadoso y tolerante los moros le toreaban.

El prestigio intelectual de Cisneros es enorme: la traducción de la Biblia políglota tarea que acomete en 1502.  Fue uno de los primeros impresores de categoría y una de las primeras estrellas de la galaxia de Guttemberg. Publica el “Misal mozárabe”, “Las epístolas de Santa Catalina de Siena” y la “Vida de Cristo” del Cartujano que precisamente iba a  ser determinante de la conversión al catolicismo del capitán vasco Iñigo de Loyola. Asimismo, y  para que los catalanes no se nos pongan a mal dio a la estampa las obras completas y tratados místicos de Ramón Llull.

Estamos insisto ante un prelado renacentista que movía con igual acierto el cálamo de versado en escrituras como la mitra de obispo o el “galerus” o casco de prelado romano. Recuerdo una emoción suprema que me embargo un domingo cuando fui a misa y en una capilla del citado colegio me tope de manos a boca con el monumento funerario a Cisneros. Su tumba es una maravilla de estatuaria yacente en mármol de Carrara  y figuras de alabastro, obra de Fancelli que también tallo el sepulcro – completado por Bartolomé Ordóñez- del infante don Juan y el de los Reyes católicos en Granada. De estas obras de arte dijo Unamuno que en ellas esta enterrada España. La tumba fue profanada por las turbas marxistas en 1936 y reconstruida durante el franquismo.

El orden universitario español con sus luces y sombras sus grandezas y miserias se cuadratura en Cisneros. En una mezcla de pileo académico garante de libertad y de casco castrense. La tolerancia y espartaquismo. Colegios mayores y menores. Se llegaron a contar hasta treinta y cinco. En siglos anteriores y hasta mediados de 1745 cuando Alcalá deja de emitir títulos las grandes familias españolas mandan a Alcalá a estudiar a sus hijos pero permiten que estos se acompañen de criados o chofistas pues se alimentaban con las sobras de las mesas de sus amos quienes a su vez consiguen graduarse y acceder en muchos casos a ordenes eclesiásticos como Sorbona, Oxford, Cambridge o las universidades italianas pero allí la jerarquía aristocrática es mas rigurosa. Alcalá que siempre fue porcionista y algo medio pensionista en contraposición conserva un carácter de llaneza  comunera desde el principio y esta humildad con que nació la sapiencia se la deba al carácter de este fraile de Torrelaguna que perteneció a la cogulla y al cordón de los Mínimos reformista y reformador como buen franciscano.

Quienes han conocido los rigores de esta hermosa tradición medieval y hemos llevado la beca roja o azul según los colegios y el manto pardo que se convirtió en esclavina no podemos mirar para la efigie de fray Francisco que resplandece en todos los títulos complutenses con una nota de simpatía, agradecimiento y veneración. ¿A que ese afán de tirar por tierra lo nuestro? Nos consta que la Universidad de Madrid ha tenido una de las mejores facultades de Medicina, Jurisprudencia y Lingüística (Latín, Griego, Hebreo) del mundo pero los egresados  según dicen los sudacas en estos claustros apenas lo damos importante. Somos humildes como nuestro fraile fundador. Es ya medio milenio bajo las aulas. Si entrásemos en coloquio con las paredes de esos claustros,  cuantas cosas nos podrían contar. Buenas y malas. Algunas tristes otras tiernas y las más picantes .De fiestas como la del obispillo, las de los soplillos de Pascua o los aguinaldos por Navidad. Los enfrentamientos y reyertas y hasta algún estacazo entre los mozos del pueblo y los estudiantes. En una ocasión por una mora mató un  teatino del Colegio Menor de los Vizcaínos al sobrino de un obispo y hubo desmanes entre los treinta y cinco colegios por discrepancias regionales. Aun no se había inventado la España de las autonomías ni Cartagena era nación.

Todos los primeros de curso se daban sonoros y novatadas y por san Juan había enramadas y rondas de galanes por las mozas del lugar y algunas veces también palos. En el Colegio del Rey estaba media servidumbre de palacio y allá por el mes de julio se veía abandonar la ciudad a verdaderas comitivas de mulas reverendas con las artolas cargadas de libros y los recién graduados con sus sotanas y sus birretes  conseguidos con la orla triunfal y la lectura de la “disertatio” en el paraninfo. Eran los licenciados que acababan. Iban camino de su pueblo soltando latinajos muy pagados con su tonsura y su aspiración a una sinecura como beneficiados o prebendados en la iglesia de su lugar. “Sint ut sunt, aut non sint”. He ahí el gran dilema. La purga de Benito. Ser o no ser. Que las cosas se queden como están o no sean más.

 La formula había que recordarse al señor ZP en este centenario de Cisneros que  contemplará don José Luis  como quien oye llover y que no sé si ha tenido un tío en  Alcalá pero con el de presidente  no tenemos tío ni chá. Todos vamos de curritos. Esto es: de fámulos, según prescribía nuestra rancia tradición escolástica.

 

miércoles, 03 de mayo de 2006

CUADERNOS DE ROTACIÓN

 

#Cuaderno del Maestro. Selección de ejercicios del cuaderno de rotación # Escuela de niños  nº de Arganda del Rey Años 1922-32 # Maestro D. Román Aparicio Pérez # Ayuntamiento de Arganda del Rey. Madrid 2005

ISBN:84-71320-370-7# Papel estucado con atajos e ilustraciones b/n y en colores, apaisado, tela editorial, sobrecubiertas originales, muy esmerada edición.

 

 

El Ayuntamiento de Arganda en colaboración con la Universidad de Alcalá de Henares ha organizado una exposición centrada en material escolar sacado de los fondos municipales de los Archivos de aquella localidad. En los cursos que van desde el inicio de la Dictadura al segundo año de la Republica.

 Un total de unos trescientos cuadernos con  trabajos suscritos  por la firma de niños de aquella escuela por aquellos años, y con los más importantes incorporados en atajos en blanco y negro y en color dentro del texto del libro de la exposición primorosamente editado en papel estucado como un libro mayor, trazan una panorámica social y vital de la vida en la provincia de Madrid  de los años veinte y comienzos de los treinta.

El lector o el visitante puede tener una visión de conjunto y hacerse a la idea de cómo era la cotidianidad en provincias. El niño no miente y cuelga observaciones y comentarios sobre la vida local de los puntos de su pluma.

Redacciones, dictados, sketches, dibujos, al natural, cuentas, mapas, algún aleluya gracioso, con las observaciones y notas al margen del maestro don Román Aparicio. Un gran pedagogo debió de ser aquel maestreescuela humilde, cordial, mal pagado, cargado de hijos. Soñaba en un mundo mejor y en un mañana más justo.  Trata de incorporar a la escuela de Arganda algunas de las innovaciones pedagógicas avanzadas basadas en un desarrollo integral de la personalidad, en el incentivo de la imaginación y la iniciativa personal que se estaban realizando en los Estados Unidos, Francia y Bélgica y aplicando teorías afectas en dicha materia a la Institución Libre de Enseñanza. Todo esto forma el corpus de este diorama de la vida discente y docente en el medio rural visto a través de los cuadernos de campo de niños de corta edad. A juzgar por la letra de pendolista algunos alumnos de don Román hicieron auténticos meritos en caligrafía

La mayor parte de las muestras son entrañables. Hay entradas de un carácter senequista como las reflexiones de un niño acerca de la negativa de algunos vecinos a dar cobijo a un pelotón de soldados que se dejo caer por el pueblo en unas maniobras en contra de las normativas y del bando del alcalde. “A mi no me gustaría que me dejasen tirado o me diesen con la puerta en las narices cuando vaya a la mili”, “allí donde esta la bandera esta España”, etc.

O como era en aquel entonces la Semana Santa. “El Miércoles Santo vamos a la iglesia al oficio de tinieblas, apagan las luces y tocamos la carraca”. Igualmente la apostilla que pone don  Román con respecto a que los niños los más pobres celebran la primera comunión el domingo mientras a los de casa rica  les toca el Corpus. Y eso no es justo pues dice don Román subraya un tal Luisito en su ejercicio- que eso no debiera ser así El carnaval, los juegos mas frecuentes, el sorteo de los quintos y cantar el numero con los que tocaba a África y los que se quedaban en destinos de la península. En fin se trata de una relación circunstanciada del modo de ser y de pensar de los españoles en le período que va desde la dictadura de Primo al advenimiento de la II Republica..

Los progresos en caligrafía se advierten a ojos vistas lo mismo que los resultados excelentes aplicados por el humilde don Román que en pedagogía era todo un gigante y que hace pensar en los versos de Antonio Machado y en toda aquella gran pléyade de maestros de primeras letras que tuvo la Segunda Republica.

Fue su mayor logro el haber abierto multitud de escuelas. La mayor parte de estos edificios académicos rurales fueron inaugurados durante aquel cuatrienio pero estallada que fue la guerra civil la Republica no pudo llevar adelante sus programas en materia educativa. Y don Román aparte de rezumar humanidad debió de ser un hombre tolerante y un gran patriota como demuestra el esmero con que hace dibujar a sus chicos la roja y gualda. Un espíritu abierto y un hombre en el pleno sentido machadiano de la palabra bueno al que le toco vivir un tiempo de convulsiones traumáticas y de enfrentamientos entre españoles. Trató al parecer de reformar y educar a las nuevas generaciones de españoles en la libertad, en la solidaridad y en un mínimo afán de progreso en pugna con el rancio oscurantismo haciendo suya la norma de Joaquín Costa de que el problema de España se resuelve “con la escuela y la despensa”.

Por desgracia,  encarcelado  por los vencedores a causa de su militancia en partidos de izquierda fue condenado a muerte en la cárcel de Porlier aunque no pesaban sobre su causa delitos de sangre y su único “crimen” parece ser el haber sido amigo de don Manuel Azaña. La pena capital le fue conmutada por la de trabajos forzados pero la buena nueva le llego tarde. Porque, en el ínterin el maestro de Arganda, presa de la desesperación y antes de hacerse firme la sentencia, puso fin a sus días en su celda del presidio de Porlier el 23 de noviembre de 1939.

Una publicación y una exposición como la Cuaderno de rotación si tuviéramos que hacer un juicio de valor constituyen un autentico festival que honra a la archivística por haber permitido el acceso al publico de estas fotografías como la que abre en el envés de la guarda del maestro rodeado de sus discípulos y que no faltaba en ninguna casa de la España profunda antaño y era tan importante como la de la boda o la de la mili.

En la instantánea don Román aparece sosteniendo en las rodillas a su hijo más pequeño que aun gasta “cuco” y babero.

Si la historia es la “magistra vitae”, estos humildes trabajos escolares  demuestran el interés que tuvo la Republica por la Educación de sus ciudadanos y el afán de superación.. Al propio tiempo nos exhorta a seguir el ejemplo de la figura señera de don Román Aparicio, un mártir de la libertad.

Este funcionario del Estado fue un caso paradigmático a imitar y un escarmiento en cabeza ajena.  Para evitar que la sangre vuelva a correr entre españoles y se ahorre el sacrificio inútil de vidas valiosas y todo por ese clima de enconos y de odios de siglos. Se trata, pues de un memorable tour de force archivístico a cargo tanto del Excmo. Ayuntamiento de Arganda como la Universidad Complutense para recuperar la memoria histórica de un pueblo en el extremo de la provincia de Madrid famoso por sus buenos caldos y sito cerca de Titulcia por donde pasaba la vieja calzada romana.

 

Me impelo a ver cóccix (las muchachas de hoy en día tienen mucho ringorrango ya no enseñan las pantorrillas como las dulces minifalderas de mi juventud  o los tobillos cuando subían al estribo del tranvía y a nuestros bisabuelos les “ponía” o entrar en manga corta y sin rebeca en la iglesia umbría caballo de batalla de los párrocos años 40) traseros perfectos que los lewis obraron el milagro ya no hay feas y se cinglan se visten o más bien se desnudan que así esta España con el culo al aire las muchachas generosas casi una cuarta mas abajo del “onphelos” que no es lo que ustedes piensan sino el umbilical, sólo el preludio invitando a meter el pájaro en el infierno bocachian y el metro sus escaleras y pasillos  es un festival de las bien ceñidas ausonias Que diría Homero. Esto es Troya.

Lupercales fiestas de rabadillas que cuando se agachan se las ve la raja de la parte donde la honestidad pierde su casto nombre. Tápate un poco Henarcita no nos hagas esas fotos hija. Ya digo esto es para darse un lote de vista que diríamos en mis tiempos. Cóccix ijares cuadriles que invitan al reclinatorio de la mano. Besos y huesos sacros lo de un poco mas para arriba y lo de un poco mas para abajo, todo ese dintorno gozoso de la geografía anatómica de la mujer y nalgas al pellizco o al azote mientras me derrumbo por las primeras estribaciones del monte de Venus. Cinturas y rabadillas navels esa depresión en la mitad del abdomen pero ningún nabo. Recordando una copla, “este rabel pide vino y las cuerdas aguardientes y el mozuco que las toca mozas de quince a veinte tirolariru”

 Venus triunfante.  Ha estallado la primavera. Recoletos es una fiesta nómada de muchachas  en flor. Las mujeres están inmensas. Mating season de perspectiva. Eso de todas todas pero la verdad es que me gustaría que no fueran tan narcisistas porque todas se han vuelto pedorras y a todas menos a la  mi legitima la encuentro su aquel, si a mano viene, para hacerles un favor. Me gustaría que dijesen lo que las indias le dijeron a Colon. Si dios no lo dio y no nos lo quitó es para ponerlo a contribución. ¿Gozas vida? ¿Compartes? ¿Repartes? Pues ya sabes el que parte y reparte se lleva siempre la mejor parte. Mais pas question les samedis. Andamos todos metidos en nuestra propia burbuja. Que si Zapatero, las zarandajas del Cantamañas que cada día me parece mas un histrión un golpe a mis principios ¿es esto la derecha oiga? Y los correveidiles del estatuto Prostituto. No son problemas reales pero estamos siendo invadidos y eso sí es real. Entonces el sexo no es más que hic et nunc una evasión. Dos días postrado y ha sido un alivio no ver televisión. Los gags muy malos de “Aquí no hay quien viva” propalaban el aburrimiento en el cuarto de estar promulgando la incomunicación de las familias.

 Anduve por Sevilla ferias de abril y como a orillas del Guadalquivir no se cortan un pelo la palabra que más escuche en todo el camino “schoscho” y requiebros a las hijas mías de mi vida pero en riberas del Manzanares hemos perdido la capacidad de asombro. No estalla en el aire ni un piropo como antaño. El personal parece como ahíto de beldades. También en esta apoteosis de las formas femeninas existe un no sé que vengativo. Ellas proclaman a los cuatro vientos somos el sexo fuerte. Hemos vencido al maromo y nuestros hombres no son más que esclavos objetos sexuales meramente. Lick up my ass, baby. O yea.

Huyo y me llamo a parte pero no existen refugios ni donde asilarse. El escondite esta dentro de uno mismo en las buhardillas de la fantasía y en los sótanos del sentir y del pensar. A eso lo llamamos exilio interior. En los tiempos de Stalin para librarse de la muerte segura los refuseniki contestatarios se hacían pasar por locos o por borrachos. Y así los guindillas de Beria y del NKVD no les echaban mano.  Evitaban el campo de concentración pero aterrizaban sobre los rastrillos de un nosocomio detrás de los cuales se apartaba a los orates. Hoy para sobrevivir hay que dárselas de salido. De frecuentador de los fogones – enmiéndale la plana y manda una receta a Arguiñano para que haga una fabada como dios manda- o de cachondo.

Si das en pensar o te califican loco de remate o te condenan al mar de hielo. A mí me quitaron el agua y el fuego como se hacia en Grecia con los metecos por la malquerencia de una jefa de inclinaciones tortis y muy tuerta y atravesada de corazón como las gentes bien pensantes de derechas.. Extranjero en mi propio país. Se me parten todavía las carnes y rilan por el miedo a decir la verdad.  Los tiempos de Aznar fueron terribles. Gracias a dios la negra Micaela  un regalo a España del bueno de Fidel me ha libertado de aquellas garras. Nigra sum sed formosa. Morena me llaman y yo blanca nací. El sol del enverano me hizo ser así. Pero mucho cuidado con don Simón. ¿Quién es don Simón?  El enterrador de España. Nos tiene manía y un odio africano y nos ha mandado A Vargas Llosa de escritor delegado ese que está en todas las revistas para que nos entretengamos. Story tellers. Cuentacuentos de peruleros cantamañanas al uso. Contar historias. Los extranjeros que ya son muchos mas que nosotros entonan los blues y estos peruleros a los que los Rochild y el maldito Lord Beaconfield el gran agente de la hispanofobia  envian a barrisco no son mas que un bluff. La impostura habita entre nosotros. Falsos genios a punta pala. Yo conozco al negrero que esta trayendo negros a  esgalla en cayucos. Va a Senegal a levantar gente y nos las envía remesas en manada. Es un  argentino. Pura mafia. Bird of the same feather –diz los ingleses- flock together  dios los cría y ellos se juntan. El negrero argentino es un hermano mielgo de Vargas Llosa. Demiurgos mediáticos, una pasada. Narrar batallitas de lo mal que lo pasaron cuando entonces y que a su padre lo fusilaron algo haría no será el primero ni el ultimo. No nos cuenten más. De Sánchez Drago ¡ jodó! No hablo. Quede para otro día la historia.

 Gestamos jartos de ellas y nos dicen siempre lo mismo. Huele a puchero enfermo. Barrunto judíos. Micaela, de la Habana vieja me has abierto los ojos, y me brindas  tu pezón.  Edoce me in vías tuas. Infancia espiritual. Solo soy un niño de pecho agarrado al cordón umbilical de lo que se fue. Dame de mamar. Todo este fumeque y tener siempre en los labios la boquilla de mi cachimba no es mas que un reflejo condicionado de regresar a la areola nutricia. El psiquiatra me dice que eso os pasa por no tener madre o por haber tenido una que os salió rana ¿España, pues? Tu sabrás. Os destetaron demasiado pronto u os criaron con pelargon pero en realidad lo que os pasa es que no crecisteis de la leche de una mujer ni de una diosa o de la loba capitolina; os amamanto una cabra. No una madre como dios manda ni una oveja ni una vaca. Una cabra. Así estáis todos. Para que os encierren. La leche que nos dieron y que locos nos volvió. El símbolo patrio no debiera ser el toro sino la cabra. Cabras de España, hembras del cabron nuestra preferida palabra.

Todas tales reflexiones e hipocondrías me hicieron caer malo. Estuve tres días con cuartanas. La fiebre me subía a treinta y nueve y medio las tardes. Se me apareció la negra Micaela con su cuerpo de guajira triunfal. No sé por que pero a mí me gustan las negras como en ese cuento de Chejov que narra los delirios de un probo auxiliar de pasante en una covachuela de Petersburgo que planea irse al Congo a echarse novia y romper con toda la parentela de madre esposa suegra su prole. Si pues a mi me gustan las negras que se le va a hacer, nadie es perfecto, no todos podemos vivir en la plaza aunque mis consuelos son los de la imaginación pues me sobra la fantasía y no están los tiempos como para visitar la Casa Campo ni tengo tan buena cartera como la Rigalt que se baja al moro cada vez que quiere echar un “porvete”. A la Gran Carmina le pasaba algo parecido. Ella también nacida cristiana se aljamiaba por amor.

 Voy yo mas por el camino de don Inda, don Indalecio Prieto quiero decir, un asturiano “fartón” y que por menos de nada se nos iba a moces un día si y otro no hasta que una vez  por un casual uno le pregunto: Don Inda ahora le veo poco por el burdel y muy socarrón el gran ministro socialista le contesto: Es que ahora encontré otros procedimientos de desfogue. Un poco pendón si que era don Inda aunque no del todo mala persona un si es no es mocero que para eso había nacido en Cimadevilla aunque no tanto como don Alejandro  Lerroux el emperador del Paralelo. Las secretarias que entraban a su servicio lo hacían en el pleno sentido de la palabra. Azaña por ese cabo era neutro, flexuoso y verrugoso pero si no le dominaba la lujuria lo alienaba el fuego sagrado del odio y del rencor.

Los agustinos sexualmente debieron tararlo –y esas marcas infantiles dejan cicatriz en el hombre de por vida- en el Escorial.  Un fraile debió de querer meterlo mano. A veces pasa pero no es para tanto. Y yo porque no me deje pero aquel maldito P. Manaba me arrimaba el cañón y el aliento en la confesioaria echándome todo el pestazo a tabaco y a cebolla me agarraba por la muñeca y me hacia daño o me pasaba la mano por le lomo grandísimo bujarrón. Hijo mío, ¿ Y cuantas veces? Y a usted que le importa, reverendo, mind your own business? Porque salí corriendo y le dije que se metiera la absolución por sus mismísimos que de no poner pies en polvorosa  allí me la clava. Eso de la mariconería en los conventos es un escándalo, como el diablo meridiano, antiguo. Ahora - bien por Ratzinger cada vez me gusta mas este papa- han  ha tirado de la manta y todo se descubre. Al interfecto lo emplumaron con suspensio a divinis y que el fundador de esa orden místico castrense que también pasaba a sus pupilos la mano por el lomo como el padre Minaba sea anatema. Y haga propósito de la enmienda pero¡ que baldón para esa  que dicen  Legión!

 Lo malo es que el modus operandi y educandi del Opus de los jesuitas y hasta de los paules  carga del mismo costado. Son vicios ocultos del edificio exterior – el interior va por otro camino y alli existen verdaderas moradas de grandeza como demostró Teresa- de la Santa Madre Iglesia. Queremos curas machos y obispos de pelo en pecho como Cisneros.

Esta finura pasada de moda y que calcaba el modelo de un tal san Luis Gonzaga que para mí es un bienaventurado marisco tuvo en un tiempo bastante ascendente dando paso a una espiritualidad enclenque e hipócrita alejada de la misma vida y presentando ante nuestra mirada un Cristo gay fruto de sus meditaciones y hecho a su medida cargada de represiones y de fantasías. Mi fe nunca fue un problema de bragueta. La negra Micaela azúcar de dengue vino a decírmelo. Traiga sus consuelos de amor la frutal magdalena que ungió los pies del Señor. Baja la fiebre y al arregosto de mi debilidad crece mi nostalgia. Pero ahí al otro lado de la ventana y como si la naturaleza ignorase mis desdichas y dolamas ha estallado la primavera con cuerpo de mujer. Es el milagro de las chavalas en flor. Proust en ese titulo creo que estuvo muy logrado y bastante rotundo. La vida  sigue. Y se renueva. Con este mujerío de tronío no me explico como pudo haber tanta mariconería en los seminarios que yo conocí. Quizás la represión. Ahora ya no hay represión pero la inapetencia es flagrante. Las muchachas en flor esperan en el baile. ¿A Godot? Ellas saben que esperan al que no vendrá nunca. Por eso se acicalan tanto. Un ejercicio de vanidad como otro cualquiera.

24/05/2006

 

Y BIENVENIDO MR. MARSHALL. WELLCOME GONDOLEZA

 

Antonio Parra

Cuerpo de gacela y una cierta sonrisa entre las cortinas de unos buenos pìños la cara amable y humana del adusto ceño que frunce Bush y sus señores de la guerra Gondolezza esa...esa digo Rice viene a Madrid. La verdad es que se trae un aire a Loretta King la viuda del mártir de la segregación racial. Mis bondadosos lectores no saben  lo que era aquello. Me estoy refiriendo a Alabama años 60. El ghetto. Escuelas autobuses y hospitales y por supuesto iglesias (allí nacieron los espirituales y los blues del sur). Y, si lo supieran, se iban a enterar de lo que vale un peine. El mundo sigue adelante a marchas forzadas paso adelante dos atrás. A los nostálgicos del aznarismo que están impregnando la vida española de una filosofía de cloaca y de un lenguaje duro de sofismas, entelequias, tautologías y argumentos ad hominem aunque no digan palabrotas pero su corazón es una sentina del revanchismo y el odio convendría recordarles la teoría de Demócrito. Nadie se baña dos veces en el mismo río, la guerra fría del pasado se desvaneció en las brumas del futuro, el general don Vernon Walters que en paz descanse ya no escribe en el NYT pero aquí vuelve no sé porqué la caza de brujas y el deseo de barrer rojos debajo de la alfombra. ¿Dónde están los rojos oiga? Ha caído el muro de Berlín. Otros muros se han levantado, sobre todo, muros y barreras de incomprensión y de estulticia, el peor enemigo el peor de todos, en los corazones






Una vez me hice un costa a costa y por equivocación o porque era mayor mi ingesta de cerveza de lo habitual me equivoqué de puerta en los infames WC de una gasolinera perdida en Dixie Land y fui a exonerar mi afligida  vejiga a un “gents” sólo para negros y por poco me pegan un tiro. O yes I had a dream. Era la frase y el gesto de Martín Lutero King por todo el país en las marchas de los derechos civiles. A él lo asestaron un tiro como se lo dieron a John y a Bob y a Lincoln. Pero dicen que la sangre de los mártires es semilla de cristianos y la de aquellos hombres, americanos de pro, germinó la amapola de una cierta tolerancia. Wellcome Gondolezza (vaya nombre, que suena a góndola y a tarantela de galfonieri enamorado, que fueron a ponerte hija pero es cierto en los suburbios de Chicago los padrinos no se andan con remilgos a la hora de cristianar en la capilla bautista a una cristiana nacida de nuevo, born again). Esta señora es un emblema de los pasos  gigantes que ha dado aquella América del profundo sur.

En las noches de la iguana de calor y desazón un vaso de güisqui al lado de la mecedora y sobre el regazo el Colt para espantar murciélagos o cazar brujas o cazar negros, don William radiografió aquel país, aquella  pesadilla desde su prosa entablillada sobre las cuartillas empapadas de alcohol y desde el bamboleo de la mecedora. Mucho cambiaron las cosas desde entonces hasta este complejo mundo que vivimos recién amanecida la aurora del siglo XXI. Yes, I had a dream.  Y toda esa desazón racista de violencia que dinamizan las novelas de Faulkner vuelve a hacer acto de aparición: las rampas de misiles en Chequia y en Polonia o la amenaza de un ataque contra Teherán o los cadáveres que a todas horas nos ponen sobre la mesa; con tanto muerto de por medio y con tanto cadáver ambulante no se puede seguir adelante pero habrá siempre que buscar una salida, no echarse al surco.

Lenguaje de frontera pero es así como se fraguó aquel país. La ley de la supervivencia y en Nueva York sobrevive sólo el más fuerte o el que consigue adaptarse a los nuevos imperativos del medio. Nadie se baña dos veces en las mismas aguas. No. Después de todo se sienta en el Departamento de Estado una negra. Una tataranieta del Tío Tom, fruto de la manumisión esclavista, preside uno de los mayores centros de poder de la tierra. Verdaderamente, en este caso se hizo carne de profecía el aforismo de que USA is the land of opportunity. La inteligencia y el valer- y dicen que su mente trabaja con tanta rapidez y acuidad como el disco duro de un microprocesador- no hacen distingos de edad, sexo o color de la piel. Algún día podrá alcanzar la Casa Blanca una mujer. Yes I had a dream. Lutero King no derramó su sangre en balde. Habitualmente la cancillería norteamericana estaba en manos de los llamados whiz kids o superdotados. Todos clonados. El mismo rostro, idénticos gestos un lenguaje común, y hasta una misma dieta la del astronauta para deshacerse del tejido adiposo inútil, cuerpos elásticos, talles cenceños (Brown, Weinberger, Schlessinger, Foster Dulles) que parecían hechos a la medida y cortados por el mismo patrón. No parecían humanos sino robots. Aunque hubo algún anglo como Clark el gobernalle del State Department estaba en manos de judíos de origen alemán. Cyrus Vance, un elegante wasp  de Harvard, todos los demás formados en politécnicas, fue una excepción. Kissinger, el más conspicuo de todos, hablaba y pisaba con pies de plomo, paso a paso, step by step, de secretario volante. En sus circunloquios se refería al efecto dominó porque encriptaba la idea de que iba a caer el muro de Berlín y el que avisa no es traidor; y se cabreaba muchísimo cuando le decían que hablaba con cerrado acento alemán, asustado tal vez de su pasado, y la verdad es que pensaba en alemán aunque se expresara en el midwest English con acento bávaro.

  Esta merma le hizo odioso a muchos periodistas pues se decía que el bueno de Henry era algo gafe. Recuerden el abrazo de la muerte a Carrero, de Makarios, de George Pompidou, y el finiquito que supuso su gestión durante el Watergate para Nixon. Hasta tal punto que a veces cuando iba a un país el personal se abstenía de darle la mano por sí las moscas. Sus conferencias de prensa ofrecían claros en filas y bancos pues muchos periodistas nos absteníamos de asistir a ellas por si acaso.

 Ese no parece ser el caso de Gondolezza Rice quien también es el rostro humano con faldas pero no a lo loco de la Administración Bush y su apafuegos oficioso, una cándida paloma en medio de un corral de halcones y ese sector armamentístico en el que Dick Cheaney se sitúa como  gran caporal. Nada tiene que ver con su predecesora  Magdalena Albright  mal hablada y contumaz. Sus cojones, si es que los tenía y no ovarios, poniendo sobre la mesa, estuvo a punto de provocar una guerra nuclear al final de la guerra fría, fue la que dio la orden de bombardear Belgrado. Ni con la Dama de Hierro. Ni con Golda Meir. No. Gondolezza es fina como su tipo, sonríe gélida con esos sus dos paletos de micky mouse y pisa fuerte, una negociadora hábil, pertenece a la gran escuela diplomática  de Columbia, puño de hierro con guante de seda, desde luego.

 Es una máquina fría e impersonal. Nada de gafancias aunque yo que el presidente Zapatero estaría en guardia habida cuenta de lo alborotado que anda este cotarro contra esta jauría de perros rabiosos buscando las partes blandas del presidente, que es un tío valiente, y de León, y todo un líder, precisamente lo que a esa derechona mostrenca le falta y pueden darle una dentellada; al fin y al cabo este es un país cainita no tiene un sentido ni una moral de Estado, ni una leal oposición porque les falla el olfato de la democracia.  Mire, mire, ése es el que no se levantó en el desfile al paso de estrellas y barras, duro con él. Todos estos están llamando a su primo el de Zumosol. Se desgañitan, piden árnica. Profesan un  pro americanismo feroz de palomitas de maíz, del pavo del Día de Acción de Gracias y siguen cortándose el pelo a cepillo por la moda de los sesentas, parece se han caído de un guindo, cornflakes al desayuno y comida rápida. Los corifeos de las ondas se desgañitan en una histérica campaña de insultos contra su señoría que hay orquestada toda una campaña de acoso y derribo. A veces me pregunto si no habrá resucitado Goebbels o si anda por ahí Lord How How haciendo radio desde una emisora clandestina de Londres. Veladas amenazas, bélicas proposiciones. Hay una derecha ersatz - son tapados y sucedáneos que esgrime la razón española en justificación de sus desazones pero está visto que España les importa un ardite- que ha escogido a ZP como cimbel de sus desfogues. Para ellos la política es un duelo entre gladiadores. Por eso tantas cosas en este país andan tan a cara de perro. Echan mano del agravio comparativo, le mientan a uno la madre si no piensa igual que ellos. Vea, compre y compare: Sarkozy. Otro emigrante que ha alcanzado las alturas del Elíseo. Muy bien cuanto me alegro; encantado de haberle conocido pero Francia y España nada tienen que ver. Son la curva y la línea recta en un mismo ensamble. La trigonometría de Descartes y los senos cosenos de Montaigne poco casan con la Metafísica de Francisco Suárez. Aquí somos culteranos, también  conceptistas y vamos a nuestro  aire.

Aquí fueron siempre las tres unidades de Racine  odiosa cosa. Nos repatea la grandeur y cada uno va a su bola hablando mal del prójimo y despellejando  su propio país, algo impensable para un gabacho. Sarkozy. Bien. ¡Pues vaya un modelo que me propone! Tiene un cierto aire de falso Napoleón. Será por la napia, y todo en él es un sucedáneo y Francia es un polvorín, cosa que siembra inquietud entre los politólogos norteamericanos. Y la política, eso lo saben Gondolezza Rice y José Luis Rodríguez Zapatero no es más que el arte de lo posible. Una está haciendo de bombera de las extralimitaciones internacionales de Bush y el otro tratando de encontrar compostura para los desmanes de toda una generación esforzada en el desmembramiento del estado español- mala herencia recoge- evitando corra más sangre en el Norte y de reconciliar a los españoles.

 Zapatero es un soñador. I had a dream pero los sueños pueden venir bien en política. He aquí el tenor de algunas de sus propuestas. Que Miaja aquel jovial general carbayón al que llamaban “Pepín el decidido” porque era un ovetense al que no le faltaran redaños encuentre un lugar al sol en la historia militar española y una vitrina en el museo del Ejercito porque era tan africanista y tan español y tan patriota como el que más o  como los pudo ser Franco, que se repare a todos aquellos españoles que lucharon  por una causa, justa o no, y que perdieron y tuvieron que emprender el camino del exilio, recoger sus bártulos, hacer de tripas corazón y como dice el Clásico  tomaron sus huesos todos los que hubieron y con ellos fueron por Castilla y así la defendieron. Es el lenguaje del Cid. Otro trastejado.

Don Claudio Sánchez Albornoz nos dijo una vez en casa de Mariano González Aboín, su sobrino al que los rojos le fusilaron a su padre militar, y a al historiador y profesor eminente le mandó el Dictador para Buenos Aires Franco, que nunca perdonaría a los azules el que profanaran y destruyeran su biblioteca. Es el santuario de un escritor, sus queridos libros y papeles verlos dispersos le causa un dolor de muerte porque en ellos está enterrado todo su alma y afán. Pues bien yo entiendo las vacilantes tentativas de la memoria histórica de ZP como un acto de reparación hacia todo aquel dolor, todo aquel exilio, toda aquella sinrazón. Es un lenguaje asimismo que entienden perfectamente en el Departamento de Estado. Verbigracia, allí se tributa honores de héroe de la patria al general Lee habiendo sido un rebelde y un perdedor en su guerra civil. Por otra parte, nuestro presidente no le ha dado quebraderos de cabeza a la Administración sin llegar al colaboracionismo servil de su predecesor- el que no se levantara del asiento al paso de la bandera americana no es más que pura anécdota a lo mejor estaba cansado o no se enteró bien del protocolo- en el dialogo entre palestinos e israelíes su alianza de civilizaciones ha servido para tender puentes en lugar de destruirlos sobre todo en el acercamiento del Turco a Europa. Todavía mucha gente se pregunta si será hacedero y viable el dialogo con el islam que ha de hacerse desde parámetros laicos y desde la libertad de conciencia personal y no desde el confesionalismo.

Su política con Marruecos donde los americanos no quieren interferencias -con el reino alauita tiene firmado Washington el más antiguo tratado de amistad estampado por el primer presidente de los Estados Unidos- ha sido equidistante lo que es muy de agradecer porque el país norteafricano donde se ha derramado tanta sangre española es un terreno acotado de la política USA. Los americanos organizan su política en Europa a través de esta lealtad alauita por un cabo y por otro y por otro apoyándose en su bulldog o guardián fiel de sus intereses que son los brits. Inglaterra se ha convertido en su aliado de primer rango. La Casa blanca tiene hilo directo con Downing Street. Blair y Bush han tocado un dueto durante bastantes años. Sin embargo, en esa música empieza a haber desacordes, suenan algunos gallos. Debe de ser que hay alguien que desafina en la orquesta. Por otro lado la gestión de la Administración Zapatero no supuso riesgo a la estrategia occidental. No ha nacionalizado la banca por ejemplo ni tuvo roce alguno con los concernimientos yanquis aquí. El caso Dolphi me dirán. Las reclamaciones al maestro armero. Lo que es bueno para la General Motors es bueno para América. Los trabajadores de esa empresa de fabricación de componentes automovilísticos afectada por el cierre no debieran dirigir sus reivindicaciones contra Chavez ni meter bulla en Sevilla sino de protestar en Madrid. Oiga doña Gondolezza por qué nos deja a más de mil y pico familiar en la calle y casi media Andalucía a la luna de Valencia. Pero aquí como vivimos en la cultura de la queja rebozada en demagogia la culpa de todo lo que nos pasa la tiene ZP. Ya digo lo han escogido de cimbel. Es el chito con que algunos juegan al tango. Irresponsibiliodad y poca reflexión española. Por otra parte la secretaria de Estado llega a Madrid después de un encuentro delicado con Putin en Moscú. La política del actual mandatario de la Casa Blanca hace aguas en Irak y suenan clangores de guerra del clan armamentístico encabezado por Cheaney para bombardear Irán de una forma selectiva como en la crisis de Kosovo. La invasión israelí del Líbano ha llenado el aire de interrogantes en el propio Israel donde se cuestiona la alacridad con que Olmert dio la orden de hacer rodar los tanques y este último país tiene enfuriadas a gran parte de las cancillerías europeas con la judaización de Jerusalén. La Ciudad Santa ha dejado de ser cabeza de las tres culturas de las tres religiones como lo fue Toledo en la antigüedad. El siguiente paso puede ser la reconstrucción del segundo templo con lo que quedarían prácticamente descartadas las otras dos religiones del Libro y que honran por padre a Abrahán. Madrid debía sacar alguna contrapartida de la debilidad de la política exterior por ese cabo. Capitulo de terrorismo. ZP ha sido un negociador brillante por ese cabo aunque con sus mermas y con las interrogantes que pueda plantear el futuro pero el término terrorismo no es unívoco en Washington y en Madrid. Lo que allí significa una cosa. Aquí se refiere a otra. Nada que ver Alicaída ni con ETA ni con el de los provos del Ira quien por cierto acaba de deponer las armas y, salvadas las diferencias, pueden ser un referente de pacificación digan lo que digan las martingalas. Es el signo de los tiempos: la reconciliación. Por ejemplo, la iglesia ortodoxas rusa del patriarcado de Moscú y la del exilio zarista acaban de firmar un abrazo de Vergara habiendo sido irreconciliable. Y aquí nadie lo comenta. No nos enteramos. Vivimos sumidos en nuestras propias broncas y mirándole al vecino su hoja de parra a ver si deja los huevos al descubierto. No es eso. No es eso. Así que bienvenida  Gondolezza. ¿Leche en polvo? Ni hablar. ¿Queso de bola? Tampoco todas las tardes de mi infancia adolescencia los tuve para merendar. Y de antiamericano menos. Todavía recuerdo con emoción a aquel vecino que te llevaba una tarta cuando eras nuevo en una barriada. La buena gente ordinaria que sufre y trabaja y que ignora lo que no le interesa. Que sabe poca geografía. Muchos no sabían ni donde está España. ¿En algún lugar de Europa? ¿Sí? Pero tengo algunas reservas sobre los tan cacareados tratados de amistad. América no tiene amigos vengo a repetir. Sólo intereses. A los dictadores (Somoza, El Cara de Piña-con Fidel no han podido- Strossner, Pinochet, el Sha, Jomeini y el propio Sadam que acaba de columpiarse en la horca y fue su aliado en la guerra contra Irán) luego les dan la patada. Ser amigo de los Estados Unidos a veces no quiere decir nada.

 En mis tiempos, mucha leche en polvo y queso amarillo y armamento viejo de los desechos de la guerra de Corea nos daban estuvimos largas horas esperando a Mr. Marshall pero luego va el tío y cruza el pueblo en aquella limusina de color negro a toda  marcha como en la película de Berlanga. Pasó de largo. Que por cierto algunos panolis quisieron que la censura metiera mano a la secuencia lo mejor de la película: cuando la dichosa banderita se la llevan las aguas de un arroyo abroñigal. Fueron con el cuento al General y éste, que era hijo de un héroe de Cavite donde los gringos nos dieron caña, y que había leído a Insua otro gallego como él y mucha cachaza testigo de cargo del Remember the Maine, y que a estas cosas de las banderas no les daba demasiada importancia les mandó con cajas destempladas. Archivese.

-Aquí somos españoles ¿No? ¿Y con sentido del humor? Pues archivese.

Sabio. Franco con lo que es costumbre en estos y que recomendaba a sus ministros que no se metieran en política, murió en la cama. Pero a su lugarteniente del abrazo de la muerte no le libro ni la caridad. No hay mal que por bien no venga dicen que digo con su clásica mentalidad pragmática.  Así que Wellcome, doña Gondo, nada de gafancias. Como verá. Acá no pasa nada. Viene una negra guapa pero los cayucos con otros negros no tan deseables también andan de arribada. A este paso pronto ocuparán varios campamentos. ¿Es esto fruto del hambre o de la necesidad de la Afrecha irredenta o responde a una geoestratégica de antemano planeado? Las malas lenguas dicen que la VI Flota anda al pairo y ayuda a no perder el rumbo a estas rudimentarias barcazas. No me extraña que exista cabreo entre los militares españoles porque esto tiene trazas de ser una marcha verde una invasión pacifica de las Islas afortunadas y tal vez de la propia España. ¿Y qué piensa la secretaria de estado? ¿Qué se cocina en las ollas de la Casa blanca?

TARASCA DE CORPUS Y VUELVEN LOS DEMONIOS AL JARDIN

Antonio Parra

Clarín creo que titula uno de sus cuentos El Diablo en semana santa cuya temática hace referencia a esa paradójica coexistencia del bien y el mal puerta por puerta. A mí me parece, sin embargo, que junio es el mes del demonio. Largos años de experiencia lo avalan porque de sus tretas y de sus mañas algo sabemos todos aquellos que no sé si por elección, por deformación profesional o por condena, hemos sido signados en la lucha contra la Bestia. Bajo las alas de arcángel san Miguel nos acogemos. El divino Signifero al grito de “Quis sicut deus” opugnó a Luzbel. Hubo una batalla enorme en el cielo etc. Ese es uno de los ejes de marcha temáticos del Libro del  Apocalipsis. No es ninguna broma.

Las tarascas del Corpus, la nit del foc y los ritos sanjuaneros obedecen a una cita anual que tiene la humanidad con sus demonios familiares y sus espectros. Son de origen pagano sincretista y la iglesia trató de reformarlos a golpes de hisopo de agua bendita combinado todo ello con exorcismos. La tarasca – gumia y arpía- una mujer de rostro malvado epitomiza todo el mal, el odio y la muerte que existen en la tierra. Es el símbolo de la serpiente. Va detrás de la custodia de Jesús Sacramentado pero no se priva de nada. Le hace momos a la hostia santa, derriba las píxides haciendo que de repente sople durante la procesión un viento huracanado, hace que un pájaro excremente sobre los ricos bordados del gorjal de diacono o la capa pluvial del preste o se introduce en el interior de los incensarios haciendo que en lugar a olíbano huela a cuerno quemado o a azufre.

 Por eso los monaguillos tienen la obligación de mostrarle siempre que enrede la cruz procesional. Esa era una de las misiones de la cruz alzada que abre carrera en todas las marchas devotas: espantar al maligno. Si no se sujeta, duro con ella, hay que emprenderla a escobazos. De ahí los palos y golpes secos que desentonan en medio de los cantos melifluos y la dulzura de las calles empavesadas de espliego y romero al  paso de la carroza.

De una manera simbólica conjura acechanzas de los malos espíritus en las fiestas de la Minerva y del Cuerpo de Cristo lo que  los franceses denominaban la FEDE Dieu y que coinciden con las noches sanjuaneros. Está claro que se trata de ritos de purificación de origen muy ancestral pues el Antiguo – este es otro de los nombres del demonio, aparte del Cálido y de diablo o separador – es tan viejo como el mismo mundo.

Es precisamente junio en el hemisferio occidental,  el mes de la plenitud y la granazón cuando los días son más largos y las noches cortas y sorprendentemente hermosas cuando él echa la zarpa. Los que tenemos una sensibilidad especial, acaso sinestesia, para detectar mociones especiales no sólo en el alma de los hombres sino también en las profundidades telúricas que a veces emergen a la superficie, podría corroborar esta presencia del mal. San Pablo ya nos lo advierte con palabras que se han unido al enquiridión o formulario de ordenación de diáconos: “no es dado poderes contra la sangre y la carne sino contra los espíritus que vuelan por el aire y saltan desde lo profundo de las olas”.

Dicen que a veces reina sobre los cuatro elementos y por eso mismo son tan frecuentes en todas las religiones los ritos de purificación del aire, el suelo, el fuego y el agua.

Por lo que se refiere a los católicos, estas fuerzas invisibles se vuelven operativas es incluso pugnaces al acercarse la fiesta de Pentecostés y hasta podríamos asignarle un ciclo que va desde la Trinidad hasta el Día de san Pedro. Los fieles por eso mismo invocan al Divino Paráclito – Veni Sancte Spiritus et emite lucis tuae radium; Veni Páter Pauperum, Veni, Dator Munerum, etc.- para que envíe los Siete dones. Pero la efusión de tales carismas no es algo que se otorgue gratis. Es entonces cuando el diablo más se resiste y lucha a brazo partido. El enemigo inveterado de la humanidad por estos días parece que ni da paz a la mano ni descanse.

Y lo que les voy a relatar creo que sirve para demostrarlo. Ya les conté que en el lugar donde resido tuvo lugar en 1937 una de las más cruentas batallas de nuestra guerra civil y precisamente donde se alzan las casas cayeron muchos hombres de uno y otro bando. Al cimentar se han encontrado vainas de ametralladoras, obuses, cintas y cierres de seguridad de bombas de mano Lafitte.  Pues bien, detrás de los adosados acotamos un pequeño jardín. Esta parcela ha dado incontables litigios entre el vecindario que nunca se ponen de acuerdo y hasta llegaron a las manos pues es costumbre muy española esto de los pleitos de linderos, por demarcaciones y fitos.

Tomando una iniciativa que me costó no pocos disgustos y para evitar que aquí se formase una comunidad de vecinos que hay que echarse a temblar y a la que siempre temimos como la bicha de cerrar el jardín y que cada cual cogiese la pequeña porción adlátere a su patio trasero. Bueno no saben las amenazas, malas palabras, malos gestos, etc. Con decirles que a causa de esto no nos hablamos. Esta experiencia me ha puesto en antecedentes e incluso prevenido de lo que representa la codicia y la insolidaridad humana. Pero creo  que en gran parte de las ciudades y pueblos de España pasa otro tanto por estas cuestiones de lindes. Somos u reino dividida condenado a perecer.

Después de cerrarlo con el permiso del Ayuntamiento claro está queda un pequeño pasillo en el que yo había plantado algunos árboles, un cerezo, un almendro, un plátano ornamental, pero un día por junio del año pasado, que es un mes en el cual aquí comienzan siempre las chapuzas, y con amenazas inclusas tratando de sembrar divisiones entre mi mujer yo me reclamó ese pasillo. Bueno, lo consentí, pero en la parte de delante queda todavía un cornijal mínimo de unos ocho metros cuadrados. En uno de los árboles coloqué un icono de la virgen María para que la intercesora de la humanidad mitigase aquellas discordias. Bueno este chopo donde estaba  el plato mariano hubo de ser descuajado. Y es que acá somos todos mu católicos por lo visto.

Yo creía que se acababa ahí el asunto y aquí paz y después gloria pero el vecino a veces dando fuertes y cuando yo sabe que estoy a la escucha se despacha a su gusto con insultos a la Virgen. El otro día se pavoneaba de esta manera:

-Se me ha aparecido la Virgen María y me ha dicho que el cornijal es nuestro.

Risas y enormes risotadas. Y a renglón seguido oigo que llama por teléfono y dice con voces estentóreas:

-Oye que me traigas las armas.

¿Es que me va a pegar dos tiros? No tendré más remedio que denunciarle a la guardia civil.

Como es militar retirado, tiene licencia pero en vez de ir a defender a España, como cumple y bojar el Estrecho, se dedica a vivir de las rentas y amenazar a pacíficos ciudadanos. Su jardín es el mayor de toda la urbanización Mide 180 metros cuadrados. Es casi un campo de fútbol. Sin embargo, le ha echado el ojo al cornijal donde hace quince o veinte años y con el permiso municipal planté yo dos acacias, un níspero y un castaño de indias. El milico quiere agrandar su jardín y no parará en barras hasta que lo consiga. Se trata de un verdadero nazi con toda la barba, pues sus tácticas me hacen pensar en el Anschluss hitleriano. Dicen que es almirante. Yo con todos mis respetos hacia su persona, me parece que este hombre no merece llevar la guerrera que llevaron con tanto honor hasta entintarla con su sangre un Fernando Villamil, un Concas, un Topete, un Eulate, un Cervera. Me causa tristeza que un alto oficial de la armada se dedique con cargo a los presupuestos del estado y con dinero del contribuyente a la especulación inmobiliaria.

Esta chulería y jactancia me hace pensar en los militares golpistas argentinos. Pero lo que más me enerva son esas befas a la Virgen María a sabiendas de que yo soy gran devoto de Nuestra  Señora y me he acogido bajo su mando en mis luchas contra la tarasca. Cierto cuando esta voz habla en la toldilla de su jardín que semeja un barco de asueto parece que la tierra se estremece y por su voz de cíclope se avienta el humo de los fuegos fatuos. Tantos que murieron por España para que este bestia  parda de malas pulgas y que parece un cavador gallego en vez de un oficial de nuestro glorioso ejercito se aprovechen y dedique a su vida a los porcentajes, tenga la hija, funcionaria de Defensa en baja por depresión, y cobrando unos dineros que pagamos todos los contribuyentes. Este individuo es un caso.

Para conjurar los peligros imploro el socorro maternal y entono las estrofas del Akathistos pero hasta mi cuarto paredaño con la propiedad arrebatada y la mota de privacidad que perdí llega el estruendo de los balonazos de los niños de la casa que utilizan el hastial y el trozo de terreno que yo les cedí – conminado por coacciones y amenazas de un militarote que me iba a pegar dos tiros- para jugar al frontón. Todos queremos más. Y está visto que no se conforman. Sin embargo, la Tarasca no tiene poderes contra la el Divino Signifero. Pobre hombre, lo que más me apenan no son insultos contra mí sino las blasfemias contra la Virgen María. Es lamentable que un marino se mofe de su patrona. Pero ojo que esta quiebra de la convivencia entre españoles cabalgando el potro de su egoísmo y dando espuela a la ambición viene a ser un signo apocalíptico de esa Derechona insolidaria y egoísta, pepera, vacía en todos los sentidos. Y mi pobre pegujal que yo sembré y al que tengo cariño aunque no mida más de dos palmos pero que el vecino quiere agregar a sus 180 metros cuadrados el símbolo de esa otra España – la mía – para lo cual los ideales valen más que el dinero de corruptos funcionarios de derechas de toda vida y espadones prevaricadores.

La avaricia rompe el saco.   Cuando le oigo fanfarronear y dar voces desde su puesto de mando, pienso que los pobres soldaditos que dieron con sus huesos en este lugar se revuelven en sus tumbas. Los muertos de la batalla de Brunete quieren pelea. Hay demonios en el jardín.

09/06/05

 

LUIS VIVES DESASNANDO TESTAS CORONADAS

Antonio Parra

Bajando o subiendo de York a Londres –recuerdo bien aquellos viajes en la British Rail- cuando el tren a más de cien millas por hora  se internaba en la planicie de los Midlands umbríos campos de patatas y alguna frisona paciendo en la distancia mientras los quejigos solitarios corrían raudos ante nuestra vista aparecían de repente las agujas grises de la catedral de Peterborough. Los encajes de la piedra disimulaban una oración para el recuerdo de una reina española que vivió prisionera en su castillo y está enterrada en uno de los nichos del testero. Catalina de Aragón. Brutalmente noble y brutalmente desgraciada y honni soit qui mal y pense que rezaba un lema de la Orden de la Jarretera.

Mediante la política de los casorios los Reyes Católicos quisieron urdir las paces y conciertos con las otras monarquías de la cristiandad y, como no se puede conformar a todo el mundo, sólo consiguieron hacer desgraciadas a sus hijas: esta pobre Catherine, María de Portugal que moriría de sobreparto, Juana la Loca. Fueron fieles, nobles y desdichadas infantinas llorando su desconsuelo ante la rueca o asomándose a un alto mirador desde donde reclusas e ignoradas vieron pasar la vida.

Pero sobre todo sentaron pauta de desentendimiento y melancolía en las relaciones anglo españolas aunque yo siempre amé a aquella Inglaterra cuando era un Jardín de María. Vivíamos en un pueblo del sur del Yorkshire. Nombre más bonito no lo habrá. Edenthorpe (la aldea del edén), pero en este mundo traidor resulta que no hay paraísos. Todo resultó ser un espejismo. Luego no pudo ser. Más vale honra sin barco que barcos sin honra y envié a mi escuadra a pelear contra los herejes no contra los elementos. La frase del Rey Prudente marcó mi trayectoria. Los sueños se vinieron abajo I am a dreamer.

 Oxford me entusiasmó. Aquellos estudiantes con sus becas y sus togas cintas de mi capa estudiantil que a lo mejor son ya pasto de las polillas enterradas en un viejo baúl o aquellos birretes que remataban en un cuadrilátero del que pintaba una orla de los graduados (Goodbye, mister Chips) y la chapela enorme de los doctores que daba un aire renacentista a los decanos. Se la ponían sin terciar. Es esa boina humanística que lucía Vives –semper vivas- en los libros de texto sacados por la editorial del mismo nombre de mi primer catón, en la que yo aprendí a leer y a soñar.

También se la vi poner en Oxford en una ceremonia de investidura a Andrés Segovia a Salvador de Madariaga. Con gorra y sin gorra aquel gallego siempre me pareció un tonto en siete idiomas. El humanista valenciano era  otra cosa. Sobre todo un pedagogo, un filosofo de la pedagogía en cuya obra se imparten consejos acerca de cómo aprender lenguas modernas (de viva voz, si es posible), cómo ha de ser la mujer hacendosa buen ama y amante de su marido y de sus hijos en de institutione feminae christianae, y  hasta la forma cómo hay que trinchar un asado o coger con la mano un cuchillo-artes cisorias- si hay que dar azotes y cómo han de ser esos castigos pupilares o el deporte. La proverbial locución de mens sana in corpore sano se la debemos a él. Pues la obra de este autor ha sido una de las más saqueadas por aquellos amigos de lo ajeno que gustan de refreír a los demás. Estamos bajo las alas del cuervo.

Quise, siguiendo la senda de la didáctica, andar tras la huella de Luis Vives en Inglaterra, ser don oxoniano pues yo sabía más latín que muchos de aquellos dómines que a mí traduciendo y escanciando hexámetros de las Geórgicas no me seguían; era un as y  Eneida en mano pocos me ponían un pie delante y acabé de maestro de gaya doctrina en un pueblecito de la cuenca minera del Yorkshire. Todo fue bien en mis clases hasta que un día aquel Payling canijo levantó el dedo en mitad del aula (era una tarde de primavera y yo explicaba a Berceo) y me hizo una pregunta bocajarro please mister:

-Sir, what do I want Spanish for if I am gonna be all my bloody life down in the pit? (Oiga, señor, para qué coños necesito saber yo español si me voy a tirar la puta vida en esa mina de los cojones).

Me llevaron todos los demonios y no supe qué responder.  Recogí mis bártulos, metí mis libros y mi guitarra en aquel mini colorado y me volví a Madrid con aquella frase a flor de labios del Cancionero de Upsala: “que yo no quiero amores en Inglaterra que los tenga yo mejores en la mi tierra”.  Se equivocó la paloma. Se equivocaba. Por ir al norte fui al sur. Creí que el viento era agua. Que la noche la mañana. Se equivocaba pero esta fe de erratas es lo que salpimienta mis textos. Toda mi vida ha sido un error.

Algo tiene aquella isla antigua tierra de Merlín que seduce a los caballeros andantes como yo, pero estos esforzados hidalgos nunca podrán rendir la plaza. Vives fue otro derrotado. Huyó de Londres rumbo a Flandes con los corchetes del rey Tudor royéndole los talones. Nunca es bueno entrometerse en estos líos de alcoba.  Enrique octavo le tomó ojeriza por haber sacado la cara por su mujer Catalina quien al fin y al cabo era casi su paisana.

 Este valenciano que españoleó por las cortes de Europa y enseñó en la Sorbona, Brujas, Lovaina, Oxford fue el paradigma del genio universal tan  sabio como desgraciado e incomprendido. Estuvo al lado de Catalina en su ostracismo lo que le hizo perder la privanza con su marido Enrique VIII del que era también asesor. Se libró de ir a la Torre de Londres por chiripa.

El marido de esta reina inglesa nacida en Arévalo aparte de un poeta más que mediano y de un músico mucho más que aceptable un cristiano ferviente en su juventud hasta el punto de haber recabado el título de Defensor de la Fe otorgado por rescripto papal remató en Barba azul. Sus líos conyugales dieron lugar al Cisma de Occidente. Si por una herradura se perdió un caballo y por un caballo la guerra y así sucesivamente sabe dios lo que se puede perder por una mala mujer – bueno son todas buenas en realidad aunque unas mejores que otras retiro lo dicho-. Acaso el mundo entero.

Un Tudor se encoñó con Ana Bolena que había nacido con Seis Dedos en la mano derecha y un cierto estrabismo visual lo que debió de darle un atractivo sexual más allá de lo corriente y ocurrió lo que tenía que suceder pero Ana no se conformaba con el puesto de barragana regia. Quería ser reina. Ahí empezó todo el rebujo. La mediación del cardenal Wolsey protector de Luis Vives y de  Tomás Moro, los legados papales, los interdictos y por último la excomunión que abría un camino sin retorno en las relaciones de la Iglesia Católica e Inglaterra. A partir de entonces y tomándole a Lutero la palabra para los ingleses Roma sería la Gran Zutana.

A su mujer natural Enrique la hija de los Reyes Católicos la dio carta de repudio desterrándola fuera de la corte. Vivió en  el exilio y en la pobreza a la sombra de aquella catedral gótica que acudía a saludarme  en mis viajes hacia el sur a toda la velocidad por la ventanilla del expreso entre la melancolía y el haze (esa especie de borrina que difumina los contornos del horizonte en el paisaje inglés) y allí murió.

La vida de Luis Vives, preceptor de Catalina y profesor de latín de Felipe II, en términos más modestos fue también a lo largo de sus cuarenta y ocho años una pugna contra la pobreza. Hubo de abandonar su querida tierra de los naranjos (añora siempre a Valencia en todas sus cartas) para convertirse en preceptor o institutor una especie de criado intelectual o profesor particular de los ricos para llevar príncipes por la senda del recto proceder y del buen saber  (desasnar testas coronadas fue su oficio) pero sus amos le pagaban siempre tarde y mal. Esta lucha por la subsistencia del pensador, del escritor, del novelista, del poeta, siempre fue acérrima. Yo la he sentido sobre mis propios huesos pues el amor a las letras supone un estilo de vida equivalente a la precariedad, el vértigo. Siempre a salto de mata con la vida. Los banqueros son los que tienen la pasta y muy volubles y caprichosos los mecenas son. Más agarrados que un chotis. Más tacaños que Paul Getty.

Baroja acumulaba patacones en una caja de zapatos. Dámaso Alonso al que conocí en el bar de Filosofía tomándose una caña preguntaba por los adeudos de la colaboración. Antonio de Olano el otro día en el sepelio de Alfonso el del Gijón el mismo criterio: si me pagan me retrato; de otro modo, mi pluma no entrará en los tratos de la prostitución. Sin embargos las dichosas tijeras del sastre del Campillo aquel que cosía de balde y encima ponía el hilo se ciernen sobre nuestras cabezas. Cervantes ahí lo tenemos palanganero de una mancebía en Valladolid y Quevedo como zaguanete espadachín o “armario” de un príncipe italiano. Tomás Salvador – el mayor novelista de posguerra - era policía de la ronda secreta, Luis Romero corredor de libros. Valle Inclán murió en la pobreza y Rosalía de Castro que vivió en la calle de la Ballesta se metió a puta. Benet ingeniero se ganaba la vida construyendo puentes bastante buenos mejor que sus libros que por lo menos no se caían lo mismo que  los personajes de sus novelas infames. Volverás a región y así sucesivamente.

 El más listo de todos fue Cela que harto de criar hambre, rencores y caspa y de no tener para el café se circuncidó, se puso la hipa viajó a Jerusalén en calidad de preboste de la alianza hispano israelí y mano de santo chico. Murió millonario y le dejó a su viuda joven y rica la Marina Castaño que con un ojo llora y otra repica un buen pico. Hoy es el cadáver más opulento de todo el camposanto de Padrón.

Y ahora al fin de tantos años cuando parezco haber recuperado contacto con lo que más quería mi Picle me pregunta dónde estas, dad, qué has escrito, qué has publicado, y, transfixo en esta cadena de reconversiones, cribas, purgas y excarcelaciones de la literatura y aunque mi compromiso con la verdad de Cristo y el amor a mi patria sigan incólumes y en mis trece, le he de decir, pues acá me ando, mi hija. ¿Y de dineros? Nada. ¿Qué hay de lo mío? Pues la verdad que muy poco, corazón. Como no venda mis favores por la red o me brinde como acompañante maslo de algunas viudas desconsoladas, mal me veo.

 Mis sueños y mis textos duermen en un cajón limbo de los justos seno de Abraham y trabajo emparedado entre dos pibas, tres milanas bonitas y cuatro archivas que vigilan la parva y el ojo del amo engorda el caballo, la Fuensanta, vaya nombre de paleta, los coños grandes de doña Almudena la Mayor y la Reme carcasa de la muerte brujas curujas muevete despacín que ya me viene querida Reme. Pues sí hija sí. Que putas son las que están en la ventana qué putas son las que están por el balcón pero la cosa no tiene vuelta de hoja. Y esos de ahí en eso que no saben escribir pues las nombro escritores. Por decreto.

-¿Nunca callarás, Verumtamen?

-Difícilmente.

Pero a lo que voy. Luis Vives semper vivas fue para mí un paradigma un modelo a seguir por su compromiso con la verdad en tiempos de crisis que emanaba de la profundidad del pensamiento cristiano de este escritor que no se rindió ni ante la insolencia ni la injusticia ni la prepotencia de magnates, reyes y pontífices.

Toda su obra fue una exhortación a la perseverancia en la fe verdadera y una impugnación contra musulmanes y judíos. A Francisco I de Francia le echa en cara fomentar la disensión en el bando católico entablando alianzas con el turco, al Papa de crear ligas con Inglaterra y los venecianos en contra del emperador Carlos V de España y Alemania.  Condena las guerras pero avisa son un castigo de Dios. Tiene tiempo para escribir páginas de oro sobre la mujer cristiana y entregarse a una serie de especulaciones filosóficas que ponen en entredicho a los escolásticos y a todo Aristóteles. Sus choques contra los frailes fueron del mismo tenor aunque no tan rigurosos como las de Erasmo.  Iñigo de Loyola cuando era estudiante en París iba a Flandes a recabar fondos entre los soldados. La fraternidad de armas es la fraternidad de armas y allí trabó contacto con el institutor valenciano que un verano le convidó a comer en su casa de Brujas. Cuentan sus biógrafos que Vives, la cordura personificada, debió de observar en aquel estudiante ciertos signos de la enajenación mental de aquel veterano bajo las banderas del Duque de Nájera. Era un loco de las reales ordenanzas, de la disciplina, del método, de la estrategia y la táctica. Los jesuitas, por ironía del destino, fueron los encargados de llevar adelante la contrarreforma que había preconizado Luis Vives pero por caminos muy distintos (era un impulsor de la paz, de la concordia y de esa libertad que transparentan las páginas evangélicas con esa delicadeza y tersura) y no a mandobles y bayonetazos de los guardias de corps del papa. Salvaron el edificio pero el espíritu se echó a perder. Los jesuitas, grandes educadores, se inspiraron en toda la propedéutica viviana para implantarla en sus colegios y noviciados pero colocaron algunas obras del sabio humanista como el Libro sobre San Agustín en el índice. Vives semper vivas y Vives el divino se le llamaba en los salones de grados de Salamanca y Alcalá.

Si no te gusta Erasmo se decía entonces o eres fraile o eres asno.  Le repugnan los monasterios relajados de media Europa; un avispero de envidia, codicia y malos ejemplos trajeron el Saco de Roma de 1527 y lo que vino después casi se veía venir. Pero desde su cátedra de Brujas y de Oxford la voz de este humanista valenciano que se expresaba en el mejor latín resonó poderosa por todos los ámbitos. Sin llegar al fundamentalismo de los anabaptistas alemanes es un defensor de la pureza evangélica. Propugna  una reforma de la Iglesia desde la libertad y la inteligencia pero sin tocar para nada a la liturgia.

 Sus páginas aun ahora me parecen henchidas de piedad y de caridad cristiana y creo que tienen una relevancia singular cuando nuestra fe católica se siente conminada por amenazas mucho más determinantes que las que afligieron a la cristiandad en el siglo XVI. Detestaba  la superstición tanto como la prostitución (dos males irremediables) y puso en duda algunas hazañas de ciertos santos tal y como vienen descritas en la Leyenda Áurea  de Jacobo de Vorágine obra del siglo XIII y que más tarde acapararía censuras de otro paisano mío el dominico Melchor Cano, o los excesos del culto a relicarios pero sus manuales de oración y algunas misas que compuso motu propio por ejemplo contra el flagelo de la peste que afligió a Flandes en 1529 hoy resultan primorosas y valederas.

No estamos pues ante un hereje. Vives no era un hugonote ni uno de esos conversos con mala leche a los que se les ve el plumero o el Talmud asomando la oreja. No. Él era un humanista cristiano, un europeo y un católico en el primigenio sentido que tenía esta palabra en boca de Tomás Moro. Universalidad. A man for all the seasons. Un hombre para la eternidad. Por eso habrá que decir: Vives semper vivas. El retruécano es adecuado. Sí. Que viva. Que viva Vives eternamente. Si hoy volviera tendría que emplearse muy a fondo para desasnar muchas testas coronadas. Aunque tal vez a estos cetros y tales armiños puede que les quede poco.

Sábado, 04 de marzo de 2006

Antonio Parra

Nueva York transforma, contamina, sublima y a la vez rebaja al estado cero. El hombre se siente hormiga y gigante a un mismo tiempo. Repele y rechaza a la vez. A mí creo que me rechazó pero releyendo algunos de mis apuntes y crónicas de entonces e interesado por los artículos en el “País” de Elvira Lindo, corresponsal allí, la cual hace un periodismo ágil audaz y a la vez procaz que escandalizará a los reaccionarios y los/las que  consideran el oficio de escribir un eterno mirarse en el ombligo y enjabonarse unos a otros –los artículos de la Lindo yo los pondría como paradigma de los ejercicios de estilo y de lo que debe ser esta profesión, si no vale oiga, dedíquese a otra cosa-dentro de la urna de cristal, pues a algunas debajo de la pluma se les notan los correajes de la Sección Femenina disfrazados de un falso feminismo, he descubierto que en verdad tengo nostalgia de Nueva York que fue para mí una especie de tierra prometida. Se asustan de lo estridente pero Nueva York es un sitio estridente como que fue fundada por ex presidiarios y por mozos de cuerda que venían huyendo de la quema de Europa. Volví moviendo la cabeza como Paco Martínez Soria “la ciudad no es para mí” y ahora, al cabo de casi treinta años, silbo por las aceras con Frank Sinatra: “New York. New York”

 La calle allá habla un lenguaje directo, duro y coprológico y en la sartén de la conversación hierven los tacos pero no por soltar algún que otro “caspita” neoyorquino un escritor no es mejor ni peor. El mundo es ansí, ya lo decía Baroja y no como los inquisidores y los zenones de oficio sin beneficio quisieran que fuera. La ternura late en el meollo. Por fuera NY es una ciudad ácida y llena de pinchos. Por dentro dulce almíbar. Profundamente humana. Sofisticada y paleta a la vez. Todo el mundo diciendo fuck, dollar, shit y wuau. Capital de lo in y lo out. Pero allí nunca pasa nada y ocurre todo. Es la capital del mundo.

 Un melting pot que indica el modelo del futuro en el que hay que aprender a vivir y a convivir razas y religiones. Fue toda una universidad la estancia de cuatro años corridos allí. Por lo menos aprendí sabiduría de calle (Street wisdom) ahora un quidam va y me dicen que hay que vigilarme, que me meten en un manicomio y me den jarabe de palo. Ejerzo desde aquí mi derecho de réplica, desde estas hospitalarias páginas donde hay un director que es de nuestra escuela, la vieja escuela del gran Emilio Romero, que nunca te tiraba un artículo, ni se asustaba por nada, sindicalista polémico que venía desde el Falangismo de la libertad Y DE LA PROFESIONALIDAD. Déjalos que se desahoguen. ¿No somos libres como ellos cacarean con tanta prosapia a bomba y platillos desde sus antenas de propaganda?  Pues eso, somos libres, o eso espero.

 Habiendo padecido el acoso de una de esas prójimas que me mandaron al mar de hielo y al regato como aquel que dice por esos convencionalismos de ciertas féminas pacatas (en la era Aznar ocurrieron muchas cosas raras y me siento mucho más a gusto en la España de ZP, pero vuelven a soplar vientos de intolerancia y de caza de brujas) usted sobra, váyase a su casa, y hasta una fulana en un pedido me envió a la Hemeroteca una cuerda para que me suicidada (rechacé el ofrecimiento pues un judío no se suicida jamás pero en vez de balas le devolví la pelota con un ramo de rosas por Interflora), me creo en el deber moral de defenderme con un canto a la palabra, con un “I love New York, New York, amo la libertad”, que me sale del alma. Un aviso a navegantes. Porque aquí la derechota, más papistas que el papa, se sienten tan pronorteamericanos que parecen haber aterrizado en estos predios desde un barrio de Miami donde se practica un anticastrismo de pistola y de cloaca. Vuelven los vigilantes de la playa, los policías del pensamiento, los comisarios de la Verdad, su Verdad. Y es tanta la aversión que nos tienen estos demócratas  de barniz que aquí puede prepararse hasta un magnicidio como hicieron con Carrero Blanco u ocurrir otra hecatombe como el de las idus de marzo.

 Eso no es América oiga, sino una deformación barata de ese gran país. Y yo soy una rata neoyorquina. ¿Epater le bourgoise? Pues sí. Creen vivir en un mundo feliz pero  déjense de hacer palotes y de pintar angelotes, incluso bilingües y trilingües siempre serán tontos como le dijeron una vez a don Salvador de Madariaga, “tontos en nueve idiomas”. Que lean a Huxley un gran escritor británico algo profeta que trató de demostrar a sus contemporáneos el callejón sin salida al que su incontrastado optimismo les había llevado los políticos en entreguerras con su lenguajes prebélico. Luego Bush, Reagan, la Thatcher y Blair volvieron a la carga. Con sus martingalas de armas de destrucción masiva, etc.

 Yo amo a New York y en este amor va incluido el recuerdo tierno de aquellos vecinos que cocinaban una tarta para ti cuando veían aparecer el capitoné de las mudanzas por el barrio y tú estrenabas nuevo hogar o que te entregaban las llaves de su “carro” si a ti se te había roto el tuyo. Gente sufrida, trabajadora, magnánima, cordial, ordinary people, gente corriente de un país en el que nacieron dos de mis hijos y en el que todo es grande: las nevadas, las tormentas, los ríos, las montañas. En Chicago se podía cortar el aire una tarde de calma chica a 47 grados a la sombra y en Staten Island con una ola de viento polar estuvimos a 32 bajo cero. Un país, en definitiva, en el que nacieron dos de mis hijos. Un país cuya lengua y literatura creo conocer bien como anglista pero en el que no me gustaría vivir a no ser que a la fuerza me exilien. Sigo siendo una rata neoyorquina trasterrada a Madrid. New York. New York.

 No trato de escandalizar pero asumo que  veces redacto no para unos lectores sino para poner orden y claridad a mis propias ideas. El que quiera que no me lea (este es, supongo, un mundo libre) pero que no me insulte. Por favor, señora funcionaria, manos blancas no ofenden pero hay que reconocer que usted tiene unas zarpas brutales de felino. Quiso clavarme sus sucias garras pero va jodida.  Llevo dándole a la tecla desde hace más de 45 años corridos. Me han salido y se me han caído los dientes en este oficio. Gozo de una cierta vitola profesional. El hecho de que sea yo un periodista incomodo o que le escandalice a Vd. que vive en una nube y en el dulce encanto de la burguesía no significa que mis prosas que (escribo a sobaquillo de refez, sabe lo que es refez, pues si no, mírelo en el diccionario, y a veces con mala leche) sean tan malas. Que a Vd. no le gusten ese es otro cantar pero no me acuse de acoso que yo no la conozco de nada. Por culpa de prójimas como usted y gente muy engallada de la Cuerpa he tenido yo muchísimas contradicciones y persecuciones.  Quisieron acabar conmigo. A vuesa merced le encantan los mansos, por lo visto, pero yo soy un mihura.

 Bendito sea Dios que no todas las mujeres son así ni padecen homofobia. Respete mi libertad como yo respeto la suya. New York. New York. I love New York.

Y voy con el otro. Debe él ser un gudy y yo un bady y para colmo me cuelga el sambenito de que soy anti-norteamericano. Si esos no son coacciones (encima me llama provocador) y amenazas que baje Dios y lo vea. Me quieren llevar – otra vez- al gulag y por ahí andan hablando tíos de meterme un tiro por picajoso. El presidente Bush me parece respetable pero caudillista en su gestión política y que habla un lenguaje muy “peligroso”. Mucho más peligroso que yo, que no tengo ni pistola ni lanzallamas, ni carros ni aviones supersónicos. Sólo mi pluma y una triste navajilla para cortar el pan. Usted sí que es un peligro en el foro si sigue profiriendo amenazas bajo pseudónimo...

 Cualquier madrugada pueden llamar a la puerta y no va a ser precisamente el lechero. El tal Judex puede ser un golpista disfrazado de cristiano de base o de cursillista de cristiandad y sus malos modos no me gustan  como tampoco sus malos pelos si es que le queda alguno. Sus gestos y sus palabras de topo del Circus o  la Gestapo. Habla una jerga antigua como Humphrey Bogart.

 Y me asaltan estos pensamientos cuando vuelvo a releer una de las grandes novelas del siglo XX: “El Lamento de Portnoy” de Philip Roth un profesor de origen judío, aun a riesgo de perder un poco las formas. Sansirolés, cursis, doctrinos y viejos cursillistas de cristiandad abstenerse. El cristianismo, la literatura, el periodismo son otra cosa. Y al hilo de la glosa de este gran libro he hilvanado un ensayo para mis memorias de la Big Apple. El empiece no puede ser más tremendo porque Roth lo que intenta es romper los tabúes victorianos que tanto daño han hecho a la lengua inglesa y que regresan como vuelven siempre las cazas de brujas y los inquisidores. “Cuando el cuervo vuela bajo  hace un frío del carajo”. “Tu pene  enhiesto y se acabó tu sabiduría” o “cuando las ganas de joder aprietan ni a los muertos se respeta”. Todos estos son refranes yiddish. He encontrado durante los largos años de mis aficiones paremiológicas un sorprendente paralelismo entre las consejas en español y las judías. Eso por una parte.  Por otra, el refranero castellano se parece mucho al ruso.

 En efecto, el aforismo del ghetto “ Wan der putz stehet light der Sechel im pre=(con el miembro en erección la lógica está de más”). Esto es: que somos barro y que el ser humano a través de su animalidad rinde tributo a los instintos. Yo lo escuché en un cafetín del Lower Manhattan (me gustaban los tupís judíos y había uno Staten Island donde yo asistí en los setenta a la llegada de miles y miles de judíos exilados de la Urss, y a la  de las excavadoras de las inmobiliarias, misterios del mundo, y desparecieron más tardes los cilancos y las grandes charcas, el canto de los patos salvajes sustituido por el ronroneo del tráfico). A NY le entró la “cupiditas aedificandi” (el morbo del ladrillo) de los romanos. Levantad casas malditos. Construid una nueva torre de babel. Roth se erigía en heraldo de un mundo por llegar. Se adelantó a su tiempo. Por eso está considerado como un autor maldito que ha padecido en su carne el flagelo de la caza de brujas

El mundo se acelera de una forma imparable. Me invitaron varios veces al templo esto es a la sinagoga pero a mí me daba corte colocarme la yamulka en el occipucio que me sentaba que ni pintiparada y verdaderamente tengo cara, la nariz sobre todo, de judío pero no hacían más que hacerme preguntas y había un paisano que se parecía mucho a mi abuelo Benjamín al que colgaban los flecos de las filacterias (los sefarditas se colocan para orar en los cuadriles una especie de faja) que eran exacta a la largo ceñidor con la que el abuelo Benjamín, un auténtico padre para mí, se “atacaba” para no agarrar frío a los riñones.

Se llamaba Samuel y un día me enseñó emocionado la llave de la casa de un pueblo de la provincia de Segovia: Coca. Sus ancestros debieron de ser, pobres, los protagonistas de aquel triste éxodo hacia Berbería  que cuenta El Cura de los Palacios en uno de sus almanaques, la llave guardaban y algún día regresarían tal vez al hogar del que fueron despojados. Me quedé de una pieza y no regresé al Templo en bastante tiempo pero con motivo de la muerte del generalísimo fue invitado allí a un kadish o responso. Corría diciembre del 75.

¿Franco era judío? Esa era al menos la tesis de un libro que yo tengo inédito Franco y Sefarad un amor secreto. La puesta infurió a tirios y a troyanos. Yo no sé si era o no de origen sefardí el anterior jefe del Estado. Pero hecho ineluctable era que el apellido Franco lo es. Como lo era Cisneros. Fray Francisco heredó el toponímico de un pueblo palentino. Tiene la cosa tres pares de perendengues. Resulta que la herencia que desparramaron los godos entreguistas y corruptos la trataron de recomponer los dos franciscos fautores de la unidad española.

 Los Franco me caen bien. Pero más Ramón el aviador republicano – su mirada llevaban la llama del fuego sagrado- o don Nicolás buen diplomático algo putero y gran vividor lo mismo que doña Pilar que era una cachonda mental. Más que el Dictador al que otro compañero de armas, el inefable Queipo, le llamaba la “culona”. Siempre lo tuve a Francisco Franco en un pedestal y un soldado valiente (innegable) pero mis colaciones últimas sobre la guerra civil dan a entender que en el escalafón había generales mucho más brillantes que él; como Rojo y Casado que hablaban varios idiomas incluso el árabe y Franco nunca llegó a dominar ni el inglés. Todos estos postulados revisionistas, con todo, nunca me apartarán del amor que profeso hacia Pachín y hacia su familia.

 Pero yo en su capote no me hubiera alzado, mediante apoyos y contubernios económicos de don Juan March, el banquero de Mallorca, contra el gobierno legítimo, provocando una tragedia fratricida cuya culpa y estertores aun arrastramos. Asimismo, hizo una guerra “a la africana” con mucha infantería y derroche de hombres. Sus otros compañeros de armas, que conocían bien a “Franquito” y lo despreciaban teniéndolo por un don nadie en el escalafón, respondieron con la misma moneda. Tal cual, el general Rojo, que era un formidable estratega. Eso prolongó la tragedia. ¿Pudiera haberse evitado? No sé. Que la historia lo juzgue pero es irrefragable que Franco amaba a su patria, a lo mejor equivocadamente, tal vez demasiado. Y que le echó cojones. Uno cojones equivocados seguramente.

 Luego en política le dieron resultado sus juegos camaleónicos. Un buen táctico, se pegaba al territorio, arrastrándose bajo las alambradas y guardando un bajo perfil. No nos engañemos. Ganó y su victoria, para bien o para mal, fundó la España moderna y nos legó un estado “social”, el de Girón, ese que hoy disfrutamos y padecemos y que muchos montados en el dólar y que piensan que esto es Hollywood, la cara más impresentable del capitalismo más bronco olvidan. Buena gana de lanzar coces contra el aguijón. Sin embargo, convendría entender a Zapatero: los otros generales merecen una vitrina y su nombre glorioso en los anales. Y un lugar al sol en el Museo del Ejército. Si la memoria histórica se conduce por los cauces correspondientes, y no se convierte en trampolín de odios y de vesanias, esta reivindicación puede ser bálsamo a los costurones desgarrados del alma de España.

 Imitemos a los norteamericanos en eso que también tuvieron una guerra civil. Y en Nueva York se rinde honores al sureño Lee que era de los “malos”. El gran derrotado en la película “Lo que el viento se llevó”.

 Franco no se enriqueció a costa del erario público y llevó vida modesta y familiar, austera, amante de los libros y del campo, y en sus gustos y discreción se reveló como un pequeño burgués judío. Le gustaba Stefan Zweig y Lajos Zilahy.  Disquisiciones aparte, lo que no cabe duda en esta hora en que todo el mundo le calumnia y le insulta, el hecho es su innegable amor a la patria, su austeridad, su distanciamiento de la pasión española y eso que amaba a España con todo su corazón y hay algo mesiánico y misterioso en toda su vida y obra. Y he llegado a la conclusión de que los judíos a los que salvó a miles de las garras del tirano a través de sus embajadores en Atenas. Bucarest, Budapest, Sanz Bricio, [lean un libro descatalogado del gran periodista de “Arriba” Eugenio Suárez. “Corresponsal en Budapest”] le sustentaron en el poder con maniobras ocultas dirigidas desde Wall Street.

Todo eso es impepìnable guste o disguste. Por eso me insubordinan las mentiras propaladas por un menda en una  televisión la otra noche que decía que  el general Franco con una mano mojaba los churros en el café y con otra firmaba las sentencias de muerte. Wrong. La condena a muerte de Grimau le costó dos noches sin pegar ojo. Ese tal Herrera especialista en prensa de la entrepierna dicen que es poeta (¡caspita y pardiez rediez como deben de ser sus versos!) y uno de los más eximios practicantes de lameculismo catatónico-tontonico y de coyundas y de líos de la jet que interesarán sólo a su padre pues yo tenía un capitán que odiaba la pornografía y cuando veía a un guripa con una revista pornográfica entre las manos se la hacía pedazos: “El sexo en directo y en privado, chaval, te van a doler los cojones de tanto mirar esas porquerías”.

Bueno, pues valga esta larga digresión para meternos a analizar una de las grandes novelas del siglo XX “El lamento de Portnoy” de Phillip Roth  un profesor de Columbia hijo de supervivientes del Holocausto. El eje de marcha o argumento de esta novela sin argumento hilvanada a base de calas psicoanalíticas en las que se acomete algo tan moderno como es el rechazo a la figura del padre, la vida paranoica inmersos en el ruido de Manhattan, la gran manzana, la pina cucaña donde solo los mas ardidos trepan al mayo encerado y resbaladizo y los demás quedan tirados, el onanismo, el mironismo, el fetichismo, los complejos de Edipo, los negros, las calles de la urbe huelen a negro,  el racismo, los prejuicios religiosos o étnicos, la equiparación de Eros con Tanatos. Un mordisco a la gran camuesa.

 El libro está contaminado de Nueva York la ciudad automática de Camba trufado de metáforas eléctricas. Las frases son como latigazos de buena literatura pero así es como habla la gente en Nueva York. Las descargas estáticas están por toda la urbe, cuando tocas un picaporte o pisas una alfombra. Allí la eutrapelia a lo Azorín y a lo Miró estaría mal vista. Un año en la ciudad y se te quita la gazmoñería. Se lo recomiendo a esos cursis que hablan de análisis de textos y de pretextos y escriben como si fueran cursillistas de cristiandad. Oiga, váyase usted una temporadita a NY y déjese  de foros y de practicar el autobombo y no nos venga a hablar usted de sus libros que son todos muy malos, que aunque tienen premio  quizás también tengan bicho, un bicho golpista, claro es. Lea a Philip Roth creador de mundos y de personajes como “Bubbles” la Burbujitas, la putita, que no es otra a mi parecer que la gran meretriz onírica del Apocalipsis. Recíclese, póngase las pilas.

 La literatura y el periodismo son algo más que un ejercicio de redacción o una excusa para que a uno le llamen guapo y le lancen, los muy capullos, mensajes de amor o de odio por el foro.  ¡Cuan bien escribe este chico/chica! Tú llegarás… a dar con la cabeza en un pesebre. No han vivido en Nueva York, la ciudad metáfora, no han ido al reencuentro con la metanoia y la paranoia. A mí Nueva York, la ciudad santa y maldita, mitad nueva Jerusalén y mitad Babilonia, me cambió la vida. Sé lo que escuece que te llamaren perro judío, que te marginen, que te pongan, por decir la verdad, contra la pared. ¡Oh, I love New York!

 Y este es el New York que surge en el “Lamento de Portnoyª libro  clave (está editado por Bruguera en castellano), que  hablando de marginales, de negros que huelen mal, y taxistas polacos con cara de buey y apellidos impronunciables y pistonudos, como  Brzezinsky, Wojtyla y Auschwitz, donde abundan las x, las w, las z y las y, son el rostro impresentable de un catolicismo fanático y caballuno.

 Yes. I love New York, pues si sobrevives allá puede decirse que amas y entiendes el mundo. Te reconcilias con él. La novela ya no es la misma desde que Henry Miller y el propio Roth asomaron la gaita en este oficio. Y escribieron “Trópico de Cáncer” y “El Lamento de Portnoy”. Ambos escogieron el pretexto del sexo para hacer balance. Y con tales autores se comprende lo que anunciaba Jeremías sobre el destino final. New York. New York. I love NY. Oh yea

 Los jadeos del orgasmo se parecen a los de la agonía. El protagonista no da paz a la mano y siempre haciéndose pajas. Debajo de la gabardina, utilizando un calcetín y a veces la pulpa de una manzana donde apunta sus dianas (las manzanas tienen cuerpo de mujer, no puede estar más lograda esa imagen), un guante de béisbol.  Se pasa horas en el water. ¿Qué hace ahí tantas horas este chico?, pregunta la mama. Nada, un poquito de diarrea. Y estaba meneándosela, no podía parar. Sus profanaciones poliúricas llegaban hasta la bombilla o estallaban sobre las bragas o el suso de las hermanas y otras prendas femeninas que habían sido puestas a lavar. Quería embadurnar el mundo de líquido seminal. Era incontenible y un obseso sexual. Tenía fijación con el pussy (órgano de reproducción de la mujer y lo que en bable llaman “el ratu” y en castellano de mil y la bimba de maneras). Pero el protagonista no es más que un alma cándida empecinado en ese cherchez la femme o búsqueda del eterno femenino que nos hizo perder tanto tiempo y por el que se comenten tantos disparates: Roth nos muestra que las palabras no son sucias ni limpias per se: la suciedad y el morbo están en la boca del que las pronuncia o en la oreja que las escucha. ¿A qué, por tanto, tanto rasgamiento de vestiduras?

Un adolescente, velay, que nos recuerda al adolescente que nosotros fuimos. Atormentado por la culpa,  el miedo al infierno, la rebeldía, etc. Pero a través de estas, a manipulaciones masturbatorias se puede hacer crítica social y reflejar el estado de cosas de un universo que se fue y en el que nada cambiará porque en la naturaleza todo sigue igual. Soflamas de un judío llenas de ironía y de piedad para la humanidad.

 Yo creo que se trata de un libro místico. Impregnado de ternura y de crudo humor judío en el que no se deja títere con cabeza. Los cromos y los clavos de Cristo. Esa sonrisa meliflua de algunas imágenes religiosas de tan mal gusto. La mula y el buey y el pesebre y sonando en toda la barriada el disco rayado “Noche de paz” como si fuera el himno nacional.  Y en el show de Jimmy Carson altas horas de madrugada escuché  yo unas navidades un chiste de un chouman que anunciaba: Este año no va haber Navidad, troncos, ¿Por qué? La Virgen toma la píldora. Jajaja. Un poco fuerte y crudo la verdad pero hay que recordar que los cristianos no somos fanáticos islamistas, ni empuñamos la cimitarra cuando escuchamos mofas semejantes que en realidad sirven para rebajar un poco la tensión. A  través de esta novela he vuelto a revivir mis vivencias neoyorquinas.

 La Nochebuena solía coincidir con la Janucha y allí teníamos al vecino italiano que montaba un gran pesebre en la antojana con un misterio muy relamido y el Niño Jesús sonriendo entre las bombillas a veinte bajo cero, y al de más allá (protestante) un árbol de Noel mientras los altavoces colocados en el balcón emitían a toda mecha los sonidos de O Tannen Baum en alemán. Los judíos para no quedarse atrás ensamblaban casi con las dimensiones de un andamio el candelabro de los siete brazos. Este absurdo me hizo recapacitar de lo paradójico de nuestras disputas. Y de que ellos, los promotores de la modernidad en el mundo actual y que han sufrido persecuciones por contar la verdad, aunque hay algunos que los encontré fanáticos y muy cabezones, llevan la razón en este absurdo de las creencias y de los mitos y que los cristianos hemos hecho una caricatura de nuestra fe contaminada de aditamentos paganos. Y la llevan más  que un santo y gran parte de ellos eran santos, pero santos laicos, no santurrones ni capullos.

Comprendí – me ha costado años de cavilaciones- la tragedia del Holocausto como apéndice o corolario de la Crucifixión. Son dos acontecimientos históricos que se complementan, no se excluyen por más que algunos traten de verlo así. Dos hechos que han redimido al ser humano con sangre y dolor, el uno en el plano soteriológico y espiritual y el otro en su parte  material porque el Holocausto ha acelerado la Historia que ha entrado en un carril vertiginoso con la era de las comunicaciones. También entiendo a Agustín cuando desde su invitación a leer y meditar (tolle et lege) llamaba a los judíos nuestros hermanos mayores. Que van por delante en la Historia. Por más que dicho camino esté lleno de abrojos, plagado de contradicciones. Y  también entiendo al presidente ZP reatando cabos  y tratando de meterme en los ojos del otro.

Se consuma el mensaje salvífico de Jesús: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Pero la Iglesia institución ha cometido muchos pecados (el poder corrompe y el poder absoluto corrompe más que ningún otro). Por desgracia no ha sido madre sino madrastra para algunos de nosotros. Antes de ayer la Schlichting sin ir más lejos hacía una entrevista con su voz sexy a uno que decía que Cristo nunca existió. ¡Pero coño! Piedra de escándalo para mi y mis convicciones. Aún más escándalo es que esta trola se propalara desde los micrófonos de la COPE. ¡Vaya con los curas! Por lo que parecen siguen estando al santo y a la limosna. En misa y repicando. ¡Qué lío, Dios mío!

Pero yo seguiré aferrado a mi canon muzárabe y a mis salmos en latín. Abrazado al rito ortodoxo más esencial y antiguo que el romano. Se lo debo a mis hermanos rusos Creyendo y amando a los judíos de la misma forma que espero que ellos me perdonen, aunque no puedan amarme, a mí, pecador.

 La mayor parte de mis vecinos y amigos en Nueva York una ciudad dura practicaban la religión mosaica. Muchos me abrieron las puertas de su casa. Otros me seguían considerando como un goy (pagano). Pero en aquella época todo se impregnaba de amor  y de humor judío. Los grandes guionistas de Hollywood eran de este origen y los actores: Jack Lemmon, los Hermanos Marx, George Burns, Peter Ustinov, Polansky Samuel Bronston- todo aquel gran cine que vimos en nuestra infancia que nos hizo reír, llorar, enamorarnos y sufrir- y hasta Charlot. Charlie Chaplin tuvo que abandonar California a causa de la “caza de brujas” del presidente MacCarthy. Lo cierto es que la literatura americana, el cine, las artes, se hubiera quedado en nada sin la contribución de estos autores: Herzog, Salinger otro obseso sexual que psicoanaliza a otro adolescente en “El guardián sobre el centeno”, John Updike, Arthur Miller y Marylin, Norman Mailer etc. A este último nunca le pude sufrir porque me parece algo libelista en sus planteamientos contra Europa.

 Ellos fueron los diseñadores de esa América que yo amé, la de Kennedy, la de la alianza para el Progreso (yo no soy antinorteamericano ni antisemita ni antinada por Dios, que yo soy de Segovia, y mi equipo la Gimnástica desde que era rapaz).

 América en estos años tenía una faz atrayente – las sentadas contra la guerra, los discursos de Martín Lutero King “I had a dream”- que se ha venido al traste con esa derechización ideológica impuesta por Bush y sus aláteres. América se ha vuelto gazmoña, prudish, políticamente correcta y gazmoña. Este victorianismo del nuevo doble lenguaje me saca de quicio; no se puede pronunciar la palabra cunt, prick, shit, sempiternas en el lenguaje coprológico de las tribus urbanas porque te echan del chat o te motejan de machista. Nada de machista. Simples facts of life. Una América que es consciente de que se ha metido en un jardín en el Irak, una guerra que no podrán ganar porque el sofisticado ejército yanqui carece de una básica y leal infantería y tiene que echar mano de los británicos.  O de la catapulta. Eso sería el apaga y vámonos.

 Los ingleses sí que tienen una buena infantería. A veces hasta brutal. O de los hebreos que también la tienen (la mejor del mundo) y así y todo Olmert está pasando por dificultades en el Kenesset donde se cuestiona el fracaso de la última guerra del Líbano. Pero mejor incluso que sus infantes es la inteligencia de los israelíes y el humor de sus escritores y cineastas. Ellos han proyectado la noción de un Daniel en el pozo de los leones. Israel siempre en mis labios que nunca se vaya esta palabra de mi boca. Y así nos hemos sentido algunos, como el bravo Daniel en la leonera, cercados por la calumnia, la frivolidad, las soflamas de los mediocres que no podrán entender ni a América ni a Israel. Reconozco sin embargo que no es fácil y a veces cuesta pero el mundo ira adelante.

 En el Lamento de Portnoy, una cura inteligente contra el antisemitismo de nuestros días y el pesimismo que nos invade, también lo pone. Cuando yo aterricé en Manhattan el 30 de noviembre de 1976 un casero ruso de origen judío me buscó apartamento. Cuando abandoné la ciudad un 25 de abril de 1980 al pasar por Brooklyn escuché el canto de las plegarias sabatinas a un rabí en una yashiva o seminario que alza su mole junto a las pilastras del puente. Ambos detalles fueron en mi vida todo un signo misterioso. Somos carne de dolor. I love New York. Lo cantaba Frank Sinatra el cabaretista neoyorquino italojudio símbolo de estos tiempos. Un judío en el Eliseo. Zarkozy le juif. No ocurría desde Mendes Frances. Zarkozy, derecha maquillada, Ersatz, sucedánea, derecha enmascarada porque aquí nada es lo que parece, viene del Nombre de la Rosa. La Rosa. Siempre la Rosa Recoge el guante en un momento difícil. Francia es un polvorín.

 Veremos a ver qué pasa pero aquí son muchos los que insidiosamente quieren sacar tajada e interpretar su elección como una amenaza para un ZP acorralado por la derechota. Aquí un gobierno de la derecha podría armarla y tendrían que enviar los USA a la 82 división aerotransportada con sus marines. Zapatero resiste. Está muy cargado el ambiente. Nos sobran odio e ignorancia y nos faltan tolerancia e información. España y Francia son países distintos y distantes aunque estén puerta por puerta. Veremos a ver que pasa pero aquí no pasa ná…. Mientras tanto, E la nave va. Yo canto por las aceras de Madrid el himno a la Gran Manzana de Frank : “ I love New York”. Ella me hizo escritor y periodista. Y concebir el mundo de otra forma. Tengan calma. Haya paz y lean esa obra maravillosa que es el Lamento de Portnoy. Se lo recomiendo junto con los artículos de Elvira Lindo.

Miércoles, 09 de mayo de 2007

Antonio Parra

Nueva York transforma, contamina, sublima y a la vez rebaja al estado cero. El hombre se siente hormiga y gigante a un mismo tiempo. Repele y rechaza a la vez. A mí creo que me rechazó pero releyendo algunos de mis apuntes y crónicas de entonces e interesado por los artículos en el “País” de Elvira Lindo, corresponsal allí, la cual hace un periodismo ágil audaz y a la vez procaz que escandalizará a los reaccionarios y los/las que  consideran el oficio de escribir un eterno mirarse en el ombligo y enjabonarse unos a otros –los artículos de la Lindo yo los pondría como paradigma de los ejercicios de estilo y de lo que debe ser esta profesión, si no vale oiga, dedíquese a otra cosa-dentro de la urna de cristal, pues a algunas debajo de la pluma se les notan los correajes de la Sección Femenina disfrazados de un falso feminismo, he descubierto que en verdad tengo nostalgia de Nueva York que fue para mí una especie de tierra prometida. Se asustan de lo estridente pero Nueva York es un sitio estridente como que fue fundada por ex presidiarios y por mozos de cuerda que venían huyendo de la quema de Europa. Volví moviendo la cabeza como Paco Martínez Soria “la ciudad no es para mí” y ahora, al cabo de casi treinta años, silbo por las aceras con Frank Sinatra: “New York. New York”

 La calle allá habla un lenguaje directo, duro y coprológico y en la sartén de la conversación hierven los tacos pero no por soltar algún que otro “caspita” neoyorquino un escritor no es mejor ni peor. El mundo es ansí, ya lo decía Baroja y no como los inquisidores y los zenones de oficio sin beneficio quisieran que fuera. La ternura late en el meollo. Por fuera NY es una ciudad ácida y llena de pinchos. Por dentro dulce almíbar. Profundamente humana. Sofisticada y paleta a la vez. Todo el mundo diciendo fuck, dollar, shit y wuau. Capital de lo in y lo out. Pero allí nunca pasa nada y ocurre todo. Es la capital del mundo.

 Un melting pot que indica el modelo del futuro en el que hay que aprender a vivir y a convivir razas y religiones. Fue toda una universidad la estancia de cuatro años corridos allí. Por lo menos aprendí sabiduría de calle (Street wisdom) ahora un quidam va y me dicen que hay que vigilarme, que me meten en un manicomio y me den jarabe de palo. Ejerzo desde aquí mi derecho de réplica, desde estas hospitalarias páginas donde hay un director que es de nuestra escuela, la vieja escuela del gran Emilio Romero, que nunca te tiraba un artículo, ni se asustaba por nada, sindicalista polémico que venía desde el Falangismo de la libertad Y DE LA PROFESIONALIDAD. Déjalos que se desahoguen. ¿No somos libres como ellos cacarean con tanta prosapia a bomba y platillos desde sus antenas de propaganda?  Pues eso, somos libres, o eso espero.

 Habiendo padecido el acoso de una de esas prójimas que me mandaron al mar de hielo y al regato como aquel que dice por esos convencionalismos de ciertas féminas pacatas (en la era Aznar ocurrieron muchas cosas raras y me siento mucho más a gusto en la España de ZP, pero vuelven a soplar vientos de intolerancia y de caza de brujas) usted sobra, váyase a su casa, y hasta una fulana en un pedido me envió a la Hemeroteca una cuerda para que me suicidada (rechacé el ofrecimiento pues un judío no se suicida jamás pero en vez de balas le devolví la pelota con un ramo de rosas por Interflora), me creo en el deber moral de defenderme con un canto a la palabra, con un “I love New York, New York, amo la libertad”, que me sale del alma. Un aviso a navegantes. Porque aquí la derechota, más papistas que el papa, se sienten tan pronorteamericanos que parecen haber aterrizado en estos predios desde un barrio de Miami donde se practica un anticastrismo de pistola y de cloaca. Vuelven los vigilantes de la playa, los policías del pensamiento, los comisarios de la Verdad, su Verdad. Y es tanta la aversión que nos tienen estos demócratas  de barniz que aquí puede prepararse hasta un magnicidio como hicieron con Carrero Blanco u ocurrir otra hecatombe como el de las idus de marzo.

 Eso no es América oiga, sino una deformación barata de ese gran país. Y yo soy una rata neoyorquina. ¿Epater le bourgoise? Pues sí. Creen vivir en un mundo feliz pero  déjense de hacer palotes y de pintar angelotes, incluso bilingües y trilingues siempre serán tontos como le dijeron una vez a don Salvador de Madariaga, “tontos en nueve idiomas”. Que lean a Huxley un gran escritor británico algo profeta que trató de demostrar a sus contemporáneos el callejón sin salida al que su incontrastado optimismo les había llevado los políticos en entreguerras con su lenguajes prebélico. Luego Bush, Reagan, la Thatcher y Blair volvieron a la carga. Con sus martingalas de armas de destrucción masiva, etc.

 Yo amo a New York y en este amor va incluido el recuerdo tierno de aquellos vecinos que cocinaban una tarta para ti cuando veían aparecer el capitoné de las mudanzas por el barrio y tú estrenabas nuevo hogar o que te entregaban las llaves de su “carro” si a ti se te había roto el tuyo. Gente sufrida, trabajadora, magnánima, cordial, ordinary people, gente corriente de un país en el que nacieron dos de mis hijos y en el que todo es grande: las nevadas, las tormentas, los ríos, las montañas. En Chicago se podía cortar el aire una tarde de calma chica a 47 grados a la sombra y en Staten Island con una ola de viento polar estuvimos a 32 bajo cero. Un país, en definitiva, en el que nacieron dos de mis hijos. Un país cuya lengua y literatura creo conocer bien como anglista pero en el que no me gustaría vivir a no ser que a la fuerza me exilien. Sigo siendo una rata neoyorquina trasterrada a Madrid. New York. Nre York.

 No trato de escandalizar pero asumo que  veces redacto no para unos lectores sino para poner orden y claridad a mis propias ideas. El que quiera que no me lea (este es, supongo, un mundo libre) pero que no me insulte. Por favor, señora funcionaria, manos blancas no ofenden pero hay que reconocer que usted tiene unas zarpas brutales de felino. Quiso clavarme sus sucias garras pero va jodida.  Llevo dándole a la tecla desde hace más de 45 años corridos. Me han salido y se me han caído los dientes en este oficio. Gozo de una cierta vitola profesional. El hecho de que sea yo un periodista incomodo o que le escandalice a Vd. que vive en una nube y en el dulce encanto de la burguesía no significa que mis prosas que (escribo a sobaquillo de refez, sabe lo que es refez, pues si no, mírelo en el diccionario, y a veces con mala leche) sean tan malas. Que a Vd. no le gusten ese es otro cantar pero no me acuse de acoso que yo no la conozco de nada. Por culpa de prójimas como usted y gente muy engallada de la Cuerpa he tenido yo muchísimas contradicciones y persecuciones.  Quisieron acabar conmigo. A vuesa merced le encantan los mansos, por lo visto, pero yo soy un mihura.

 Bendito sea Dios que no todas las mujeres son así ni padecen homofobia. Respete mi libertad como yo respeto la suya. New York. New York. I love New York.

Y voy con el otro. Debe él ser un gudy y yo un bady y para colmo me cuelga el sambenito de que soy anti-norteamericano. Si esos no son coacciones (encima me llama provocador) y amenazas que baje Dios y lo vea. Me quieren llevar – otra vez- al gulag y por ahí andan hablando tíos de meterme un tiro por picajoso. El presidente Bush me parece respetable pero caudillista en su gestión política y que habla un lenguaje muy “peligroso”. Mucho más peligroso que yo, que no tengo ni pistola ni lanzallamas, ni carros ni aviones supersónicos. Sólo mi pluma y una triste navajilla para cortar el pan. Usted sí que es un peligro en el foro si sigue profiriendo amenazas bajo pseudónimo..

 Cualquier madrugada pueden llamar a la puerta y no va a ser precisamente el lechero. El tal Judex puede ser un golpista disfrazado de cristiano de base o de cursillista de cristiandad y sus malos modos no me gustan  como tampoco sus malos pelos si es que le queda alguno. Sus gestos y sus palabras de topo del Circus o  la Gestapo. Habla una jerga antigua como Humphrey Bogart.

 Y me asaltan estos pensamientos cuando vuelvo a releer una de las grandes novelas del siglo XX: “El Lamento de Portnoy” de Philip Roth un profesor de origen judío, aun a riesgo de perder un poco las formas. Sansirolés, cursis, doctrinos y viejos cursillistas de cristiandad abstenerse. El cristianismo, la literatura, el periodismo son otra cosa. Y al hilo de la glosa de este gran libro he hilvanado un ensayo para mis memorias de la Big Apple. El empiece no puede ser más tremendo porque Roth lo que intenta es romper los tabúes victorianos que tanto daño han hecho a la lengua inglesa y que regresan como vuelven siempre las cazas de brujas y los inquisidores. “Cuando el cuervo vuela bajo  hace un frío del carajo”. “Tu pene  enhiesto y se acabó tu sabiduría” o “cuando las ganas de joder aprietan ni a los muertos se respeta”. Todos estos son refranes yiddish. He encontrado durante los largos años de mis aficiones paremiológicas un sorprendente paralelismo entre las consejas en español y las judías. Eso por una parte.  Por otra, el refranero castellano se parece mucho al ruso.

 En efecto, el aforismo del ghetto “ Wan der putz stehet light der Sechel im pre=(con el miembro en erección la lógica está de más”). Esto es: que somos barro y que el ser humano a través de su animalidad rinde tributo a los instintos. Yo lo escuché en un cafetín del Lower Manhattan (me gustaban los tupís judíos y había uno Staten Island donde yo asistí en los setenta a la llegada de miles y miles de judíos exilados de la Urss, y a la  de las excavadoras de las inmobiliarias, misterios del mundo, y desparecieron más tardes los cilancos y las grandes charcas, el canto de los patos salvajes sustituido por el ronroneo del tráfico). A NY le entró la “cupiditas aedificandi” (el morbo del ladrillo) de los romanos. Levantad casas malditos. Construid una nueva torre de babel. Roth se erigía en heraldo de un mundo por llegar. Se adelantó a su tiempo. Por eso está considerado como un autor maldito que ha padecido en su carne el flagelo de la caza de brujas

El mundo se acelera de una forma imparable. Me invitaron varios veces al templo esto es a la sinagoga pero a mí me daba corte colocarme la yamulka en el occipucio que me sentaba que ni pintiparada y verdaderamente tengo cara, la nariz sobre todo, de judío pero no hacían más que hacerme preguntas y había un paisano que se parecía mucho a mi abuelo Benjamín al que colgaban los flecos de las filacterias (los sefarditas se colocan para orar en los cuadriles una especie de faja) que eran exacta a la largo ceñidor con la que el abuelo Benjamín, un auténtico padre para mí, se “atacaba” para no agarrar frío a los riñones.

Se llamaba Samuel y un día me enseñó emocionado la llave de la casa de un pueblo de la provincia de Segovia: Coca. Sus ancestros debieron de ser, pobres, los protagonistas de aquel triste éxodo hacia Berbería  que cuenta El Cura de los Palacios en uno de sus almanaques, la llave guardaban y algún día regresarían tal vez al hogar del que fueron despojados. Me quedé de una pieza y no regresé al Templo en bastante tiempo pero con motivo de la muerte del generalísimo fue invitado allí a un kadish o responso. Corría diciembre del 75.

¿Franco era judío? Esa era al menos la tesis de un libro que yo tengo inédito Franco y Sefarad un amor secreto. La puesta infurió a tirios y a troyanos. Yo no sé si era o no de origen sefardí el anterior jefe del Estado. Pero hecho ineluctable era que el apellido Franco lo es. Como lo era Cisneros. Fray Francisco heredó el toponímico de un pueblo palentino. Tiene la cosa tres pares de perendengues. Resulta que la herencia que desparramaron los godos entreguistas y corruptos la trataron de recomponer los dos franciscos fautores de la unidad española.

 Los Franco me caen bien. Pero más Ramón el aviador republicano – su mirada llevaban la llama del fuego sagrado- o don Nicolás buen diplomático algo putero y gran vividor lo mismo que doña Pilar que era una cachonda mental. Más que el Dictador al que otro compañero de armas, el inefable Queipo, le llamaba la “culona”. Siempre lo tuve a Francisco Franco en un pedestal y un soldado valiente (innegable) pero mis colaciones últimas sobre la guerra civil dan a entender que en el escalafón había generales mucho más brillantes que él; como Rojo y Casado que hablaban varios idiomas incluso el árabe y Franco nunca llegó a dominar ni el inglés. Todos estos postulados revisionistas, con todo, nunca me apartarán del amor que profeso hacia Pachín y hacia su familia.

 Pero yo en su capote no me hubiera alzado, mediante apoyos y contubernios económicos de don Juan March, el banquero de Mallorca, contra el gobierno legítimo, provocando una tragedia fratricida cuya culpa y estertores aun arrastramos. Asimismo, hizo una guerra “a la africana” con mucha infantería y derroche de hombres. Sus otros compañeros de armas, que conocían bien a “Franquito” y lo despreciaban teniéndolo por un don nadie en el escalafón, respondieron con la misma moneda. Tal cual, el general Rojo, que era un formidable estratega. Eso prolongó la tragedia. ¿Pudiera haberse evitado? No sé. Que la historia lo juzgue pero es irrefragable que Franco amaba a su patria, a lo mejor equivocadamente, tal vez demasiado. Y que le echó cojones. Uno cojones equivocados seguramente.

 Luego en política le dieron resultado sus juegos camaleónicos. Un buen táctico, se pegaba al territorio, arrastrándose bajo las alambradas y guardando un bajo perfil. No nos engañemos. Ganó y su victoria, para bien o para mal, fundó la España moderna y nos legó un estado “social”, el de Girón, ese que hoy disfrutamos y padecemos y que muchos montados en el dólar y que piensan que esto es Hollywood, la cara más impresentable del capitalismo más bronco olvidan. Buena gana de lanzar coces contra el aguijón. Sin embargo, convendría entender a Zapatero: los otros generales merecen una vitrina y su nombre glorioso en los anales. Y un lugar al sol en el Museo del Ejército. Si la memoria histórica se conduce por los cauces correspondientes, y no se convierte en trampolín de odios y de vesanias, esta reivindicación puede ser bálsamo a los costurones desgarrados del alma de España.

 Imitemos a los norteamericanos en eso que también tuvieron una guerra civil. Y en Nueva York se rinde honores al sureño Lee que era de los “malos”. El gran derrotado en la película “Lo que el viento se llevó”.

 Franco no se enriqueció a costa del erario público y llevó vida modesta y familiar, austera, amante de los libros y del campo, y en sus gustos y discreción se reveló como un pequeño burgués judío. Le gustaba Stefan Zweig y Lajos Zilahy.  Disquisiciones aparte, lo que no cabe duda en esta hora en que todo el mundo le calumnia y le insulta, el hecho es su innegable amor a la patria, su austeridad, su distanciamiento de la pasión española y eso que amaba a España con todo su corazón y hay algo mesiánico y misterioso en toda su vida y obra. Y he llegado a la conclusión de que los judíos a los que salvó a miles de las garras del tirano a través de sus embajadores en Atenas. Bucarest, Budapest, Sanz Bricio, [lean un libro descatalogado del gran periodista de “Arriba” Eugenio Suárez. “Corresponsal en Budapest”] le sustentaron en el poder con maniobras ocultas dirigidas desde Wall Street.

Todo eso es impepìnable guste o disguste. Por eso me insubordinan las mentiras propaladas por un menda en una  televisión la otra noche que decía que  el general Franco con una mano mojaba los churros en el café y con otra firmaba las sentencias de muerte. Wrong. La condena a muerte de Grimau le costó dos noches sin pegar ojo. Ese tal Herrera especialista en prensa de la entrepierna dicen que es poeta (¡caspita y pardiez rediez como deben de ser sus versos!) y uno de los más eximios practicantes de lameculismo catatónico-tontonico y de coyundas y de líos de la jet que interesarán sólo a su padre pues yo tenía un capitán que odiaba la pornografía y cuando veía a un guripa con una revista pornográfica entre las manos se la hacía pedazos: “El sexo en directo y en privado, chaval, te van a doler los cojones de tanto mirar esas porquerías”.

Bueno, pues valga esta larga digresión para meternos a analizar una de las grandes novelas del siglo XX “El lamento de Portnoy” de Phillip Roth  un profesor de Columbia hijo de supervivientes del Holocausto. El eje de marcha o argumento de esta novela sin argumento hilvanada a base de calas psicoanalíticas en las que se acomete algo tan moderno como es el rechazo a la figura del padre, la vida paranoica inmersos en el ruido de Manhattan, la gran manzana, la pina cucaña donde solo los mas ardidos trepan al mayo encerado y resbaladizo y los demás quedan tirados, el onanismo, el mironismo, el fetichismo, los complejos de Edipo, los negros, las calles de la urbe huelen a negro,  el racismo, los prejuicios religiosos o étnicos, la equiparación de Eros con Tanatos. Un mordisco a la gran camuesa.

 El libro está contaminado de Nueva York la ciudad automática de Camba trufado de metáforas eléctricas. Las frases son como latigazos de buena literatura pero así es como habla la gente en Nueva York. Las descargas estáticas están por toda la urbe, cuando tocas un picaporte o pisas una alfombra. Allí la eutrapelia a lo Azorín y a lo Miró estaría mal vista. Un año en la ciudad y se te quita la gazmoñería. Se lo recomiendo a esos cursis que hablan de análisis de textos y de pretextos y escriben como si fueran cursillistas de cristiandad. Oiga, váyase usted una temporadita a NY y déjese  de foros y de practicar el autobombo y no nos venga a hablar usted de sus libros que son todos muy malos, que aunque tienen premio  quizás también tengan bicho, un bicho golpista, claro es. Lea a Philip Roth creador de mundos y de personajes como “Bubbles” la Burbujitas, la putita, que no es otra a mi parecer que la gran meretriz onírica del Apocalipsis. Recíclese, póngase las pilas.

 La literatura y el periodismo son algo más que un ejercicio de redacción o una excusa para que a uno le llamen guapo y le lancen, los muy capullos, mensajes de amor o de odio por el foro.  ¡Cuan bien escribe este chico/chica! Tú llegarás… a dar con la cabeza en un pesebre. No han vivido en Nueva York, la ciudad metáfora, no han ido al reencuentro con la metanoia y la paranoia. A mí Nueva York, la ciudad santa y maldita, mitad nueva Jerusalén y mitad Babilonia, me cambió la vida. Sé lo que escuece que te llamaren perro judío, que te marginen, que te pongan, por decir la verdad, contra la pared. ¡Oh, I love New York!

 Y este es el New York que surge en el “Lamento de Portnoyª libro  clave (está editado por Bruguera en castellano), que  hablando de marginales, de negros que huelen mal, y taxistas polacos con cara de buey y apellidos impronunciables y pistonudos, como  Brzezinsky, Wojtyla y Auschwitz, donde abundan las x, las w, las z y las y, son el rostro impresentable de un catolicismo fanático y caballuno.

 Yes. I love New York, pues si sobrevives allá puede decirse que amas y entiendes el mundo. Te reconcilias con él. La novela ya no es la misma desde que Henry Miller y el propio Roth asomaron la gaita en este oficio. Y escribieron “Trópico de Cáncer” y “El Lamento de Portnoy”. Ambos escogieron el pretexto del sexo para hacer balance. Y con tales autores se comprende lo que anunciaba Jeremías sobre el destino final. New York. New York. I love NY. Oh yea

 Los jadeos del orgasmo se parecen a los de la agonía. El protagonista no da paz a la mano y siempre haciéndose pajas. Debajo de la gabardina, utilizando un calcetín y a veces la pulpa de una manzana donde apunta sus dianas (las manzanas tienen cuerpo de mujer, no puede estar más lograda esa imagen), un guante de béisbol.  Se pasa horas en el water. ¿Qué hace ahí tantas horas este chico?, pregunta la mama. Nada, un poquito de diarrea. Y estaba meneándosela, no podía parar. Sus profanaciones poliúricas llegaban hasta la bombilla o estallaban sobre las bragas o el suso de las hermanas y otras prendas femeninas que habían sido puestas a lavar. Quería embadurnar el mundo de líquido seminal. Era incontenible y un obseso sexual. Tenía fijación con el pussy (órgano de reproducción de la mujer y lo que en bable llaman “el ratu” y en castellano de mil y la bimba de maneras). Pero el protagonista no es más que un alma cándida empecinado en ese cherchez la femme o búsqueda del eterno femenino que nos hizo perder tanto tiempo y por el que se comenten tantos disparates: Roth nos muestra que las palabras no son sucias ni limpias per se: la suciedad y el morbo están en la boca del que las pronuncia o en la oreja que las escucha. ¿A qué, por tanto, tanto rasgamiento de vestiduras?

Un adolescente, velay, que nos recuerda al adolescente que nosotros fuimos. Atormentado por la culpa,  el miedo al infierno, la rebeldía, etc. Pero a través de estas, a manipulaciones masturbatorias se puede hacer crítica social y reflejar el estado de cosas de un universo que se fue y en el que nada cambiará porque en la naturaleza todo sigue igual. Soflamas de un judío llenas de ironía y de piedad para la humanidad.

 Yo creo que se trata de un libro místico. Impregnado de ternura y de crudo humor judío en el que no se deja títere con cabeza. Los cromos y los clavos de Cristo. Esa sonrisa meliflua de algunas imágenes religiosas de tan mal gusto. La mula y el buey y el pesebre y sonando en toda la barriada el disco rayado “Noche de paz” como si fuera el himno nacional.  Y en el show de Jimmy Carson altas horas de madrugada escuché  yo unas navidades un chiste de un chouman que anunciaba: Este año no va haber Navidad, troncos, ¿Por qué? La Virgen toma la píldora. Jajaja. Un poco fuerte y crudo la verdad pero hay que recordar que los cristianos no somos fanáticos islamistas, ni empuñamos la cimitarra cuando escuchamos mofas semejantes que en realidad sirven para rebajar un poco la tensión. A  través de esta novela he vuelto a revivir mis vivencias neoyorquinas.

 La Nochebuena solía coincidir con la Janucha y allí teníamos al vecino italiano que montaba un gran pesebre en la antojana con un misterio muy relamido y el Niño Jesús sonriendo entre las bombillas a veinte bajo cero, y al de más allá (protestante) un árbol de Noel mientras los altavoces colocados en el balcón emitían a toda mecha los sonidos de O Tannen Baum en alemán. Los judíos para no quedarse atrás ensamblaban casi con las dimensiones de un andamio el candelabro de los siete brazos. Este absurdo me hizo recapacitar de lo paradójico de nuestras disputas. Y de que ellos, los promotores de la modernidad en el mundo actual y que han sufrido persecuciones por contar la verdad, aunque hay algunos que los encontré fanáticos y muy cabezones, llevan la razón en este absurdo de las creencias y de los mitos y que los cristianos hemos hecho una caricatura de nuestra fe contaminada de aditamentos paganos. Y la llevan más  que un santo y gran parte de ellos eran santos, pero santos laicos, no santurrones ni capullos.

Comprendí – me ha costado años de cavilaciones- la tragedia del Holocausto como apéndice o corolario de la Crucifixión. Son dos acontecimientos históricos que se complementan, no se excluyen por más que algunos traten de verlo así. Dos hechos que han redimido al ser humano con sangre y dolor, el uno en el plano soteriológico y espiritual y el otro en su parte  material porque el Holocausto ha acelerado la Historia que ha entrado en un carril vertiginoso con la era de las comunicaciones. También entiendo a Agustín cuando desde su invitación a leer y meditar (tolle et lege) llamaba a los judíos nuestros hermanos mayores. Que van por delante en la Historia. Por más que dicho camino esté lleno de abrojos, plagado de contradicciones. Y  también entiendo al presidente ZP reatando cabos  y tratando de meterme en los ojos del otro.

Se consuma el mensaje salvífico de Jesús: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Pero la Iglesia institución ha cometido muchos pecados (el poder corrompe y el poder absoluto corrompe más que ningún otro). Por desgracia no ha sido madre sino madrastra para algunos de nosotros. Antes de ayer la Schlichting sin ir más lejos hacía una entrevista con su voz sexy a uno que decía que Cristo nunca existió. ¡Pero coño! Piedra de escándalo para mi y mis convicciones. Aún más escándalo es que esta trola se propalara desde los micrófonos de la COPE. ¡Vaya con los curas! Por lo que parecen siguen estando al santo y a la limosna. En misa y repicando. ¡Qué lío, Dios mío!

Pero yo seguiré aferrado a mi canon muzárabe y a mis salmos en latín. Abrazado al rito ortodoxo más esencial y antiguo que el romano. Se lo debo a mis hermanos rusos Creyendo y amando a los judíos de la misma forma que espero que ellos me perdonen, aunque no puedan amarme, a mí, pecador.

 La mayor parte de mis vecinos y amigos en Nueva York una ciudad dura practicaban la religión mosaica. Muchos me abrieron las puertas de su casa. Otros me seguían considerando como un goy (pagano). Pero en aquella época todo se impregnaba de amor  y de humor judío. Los grandes guionistas de Hollywood eran de este origen y los actores: Jack Lemmon, los Hermanos Marx, George Burns, Peter Ustinov, Polansky Samuel Bronston- todo aquel gran cine que vimos en nuestra infancia que nos hizo reír, llorar, enamorarnos y sufrir- y hasta Charlot. Charlie Chaplin tuvo que abandonar California a causa de la “caza de brujas” del presidente MacCarthy. Lo cierto es que la literatura americana, el cine, las artes, se hubiera quedado en nada sin la contribución de estos autores: Herzog, Salinger otro obseso sexual que psicoanaliza a otro adolescente en “El guardián sobre el centeno”, John Updike, Arthur Miller y Marylin, Norman Mailer etc. A este último nunca le pude sufrir porque me parece algo libelista en sus planteamientos contra Europa.

 Ellos fueron los diseñadores de esa América que yo amé, la de Kennedy, la de la alianza para el Progreso (yo no soy antinorteamericano ni antisemita ni antinada por Dios, que yo soy de Segovia, y mi equipo la Gimnástica desde que era rapaz).

 América en estos años tenía una faz atrayente – las sentadas contra la guerra, los discursos de Martín Lutero King “I had a dream”- que se ha venido al traste con esa derechización ideológica impuesta por Bush y sus aláteres. América se ha vuelto gazmoña, prudish, políticamente correcta y gazmoña. Este victorianismo del nuevo doble lenguaje me saca de quicio; no se puede pronunciar la palabra cunt, prick, shit, sempiternas en el lenguaje coprológico de las tribus urbanas porque te echan del chat o te motejan de machista. Nada de machista. Simples facts of life. Una América que es consciente de que se ha metido en un jardín en el Irak, una guerra que no podrán ganar porque el sofisticado ejército yanqui carece de una básica y leal infantería y tiene que echar mano de los británicos.  O de la catapulta. Eso sería el apaga y vámonos.

 Los ingleses sí que tienen una buena infantería. A veces hasta brutal. O de los hebreos que también la tienen (la mejor del mundo) y así y todo Olmert está pasando por dificultades en el Kenesset donde se cuestiona el fracaso de la última guerra del Líbano. Pero mejor incluso que sus infantes es la inteligencia de los israelíes y el humor de sus escritores y cineastas. Ellos han proyectado la noción de un Daniel en el pozo de los leones. Israel siempre en mis labios que nunca se vaya esta palabra de mi boca. Y así nos hemos sentido algunos, como el bravo Daniel en la leonera, cercados por la calumnia, la frivolidad, las soflamas de los mediocres que no podrán entender ni a América ni a Israel. Reconozco sin embargo que no es fácil y a veces cuesta pero el mundo ira adelante.

 En el Lamento de Portnoy, una cura inteligente contra el antisemitismo de nuestros días y el pesimismo que nos invade, también lo pone. Cuando yo aterricé en Manhattan el 30 de noviembre de 1976 un casero ruso de origen judío me buscó apartamento. Cuando abandoné la ciudad un 25 de abril de 1980 al pasar por Brooklyn escuché el canto de las plegarias sabatinas a un rabí en una yashiva o seminario que alza su mole junto a las pilastras del puente. Ambos detalles fueron en mi vida todo un signo misterioso. Somos carne de dolor. I love New York. Lo cantaba Frank Sinatra el cabaretista neoyorquino italojudio símbolo de estos tiempos. Un judío en el Eliseo. Zarkozy le juif. No ocurría desde Mendes Frances. Zarkozy, derecha maquillada, Ersatz, sucedánea, derecha enmascarada porque aquí nada es lo que parece, viene del Nombre de la Rosa. La Rosa. Siempre la Rosa Recoge el guante en un momento difícil. Francia es un polvorín.

 Veremos a ver qué pasa pero aquí son muchos los que insidiosamente quieren sacar tajada e interpretar su elección como una amenaza para un ZP acorralado por la derechota. Aquí un gobierno de la derecha podría armarla y tendrían que enviar los USA a la 82 división aerotransportada con sus marines. Zapatero resiste. Está muy cargado el ambiente. Nos sobran odio e ignorancia y nos faltan tolerancia e información. España y Francia son países distintos y distantes aunque estén puerta por puerta. Veremos a ver que pasa pero aquí no pasa ná…. Mientras tanto, E la nave va. Yo canto por las aceras de Madrid el himno a la Gran Manzana de Frank : “ I love New York”. Ella me hizo escritor y periodista. Y concebir el mundo de otra forma. Tengan calma. Haya paz y lean esa obra maravillosa que es el Lamento de Portnoy. Se lo recomiendo junto con los artículos de Elvira Lindo.

Miércoles, 09 de mayo de 2007

Antonio Parra

Nueva York transforma, contamina, sublima y a la vez rebaja al estado cero. El hombre se siente hormiga y gigante a un mismo tiempo. Repele y rechaza a la vez. A mí creo que me rechazó pero releyendo algunos de mis apuntes y crónicas de entonces e interesado por los artículos en el “País” de Elvira Lindo, corresponsal allí, la cual hace un periodismo ágil audaz y a la vez procaz que escandalizará a los reaccionarios y los/las que  consideran el oficio de escribir un eterno mirarse en el ombligo y enjabonarse unos a otros –los artículos de la Lindo yo los pondría como paradigma de los ejercicios de estilo y de lo que debe ser esta profesión, si no vale oiga, dedíquese a otra cosa-dentro de la urna de cristal, pues a algunas debajo de la pluma se les notan los correajes de la Sección Femenina disfrazados de un falso feminismo, he descubierto que en verdad tengo nostalgia de Nueva York que fue para mí una especie de tierra prometida. Se asustan de lo estridente pero Nueva York es un sitio estridente como que fue fundada por ex presidiarios y por mozos de cuerda que venían huyendo de la quema de Europa. Volví moviendo la cabeza como Paco Martínez Soria “la ciudad no es para mí” y ahora, al cabo de casi treinta años, silbo por las aceras con Frank Sinatra: “New York. New York”

 La calle allá habla un lenguaje directo, duro y coprológico y en la sartén de la conversación hierven los tacos pero no por soltar algún que otro “caspita” neoyorquino un escritor no es mejor ni peor. El mundo es ansí, ya lo decía Baroja y no como los inquisidores y los zenones de oficio sin beneficio quisieran que fuera. La ternura late en el meollo. Por fuera NY es una ciudad ácida y llena de pinchos. Por dentro dulce almíbar. Profundamente humana. Sofisticada y paleta a la vez. Todo el mundo diciendo fuck, dollar, shit y wuau. Capital de lo in y lo out. Pero allí nunca pasa nada y ocurre todo. Es la capital del mundo.

 Un melting pot que indica el modelo del futuro en el que hay que aprender a vivir y a convivir razas y religiones. Fue toda una universidad la estancia de cuatro años corridos allí. Por lo menos aprendí sabiduría de calle (Street wisdom) ahora un quidam va y me dicen que hay que vigilarme, que me meten en un manicomio y me den jarabe de palo. Ejerzo desde aquí mi derecho de réplica, desde estas hospitalarias páginas donde hay un director que es de nuestra escuela, la vieja escuela del gran Emilio Romero, que nunca te tiraba un artículo, ni se asustaba por nada, sindicalista polémico que venía desde el Falangismo de la libertad Y DE LA PROFESIONALIDAD. Déjalos que se desahoguen. ¿No somos libres como ellos cacarean con tanta prosapia a bomba y platillos desde sus antenas de propaganda?  Pues eso, somos libres, o eso espero.

 Habiendo padecido el acoso de una de esas prójimas que me mandaron al mar de hielo y al regato como aquel que dice por esos convencionalismos de ciertas féminas pacatas (en la era Aznar ocurrieron muchas cosas raras y me siento mucho más a gusto en la España de ZP, pero vuelven a soplar vientos de intolerancia y de caza de brujas) usted sobra, váyase a su casa, y hasta una fulana en un pedido me envió a la Hemeroteca una cuerda para que me suicidada (rechacé el ofrecimiento pues un judío no se suicida jamás pero en vez de balas le devolví la pelota con un ramo de rosas por Interflora), me creo en el deber moral de defenderme con un canto a la palabra, con un “I love New York, New York, amo la libertad”, que me sale del alma. Un aviso a navegantes. Porque aquí la derechota, más papistas que el papa, se sienten tan pronorteamericanos que parecen haber aterrizado en estos predios desde un barrio de Miami donde se practica un anticastrismo de pistola y de cloaca. Vuelven los vigilantes de la playa, los policías del pensamiento, los comisarios de la Verdad, su Verdad. Y es tanta la aversión que nos tienen estos demócratas  de barniz que aquí puede prepararse hasta un magnicidio como hicieron con Carrero Blanco u ocurrir otra hecatombe como el de las idus de marzo.

 Eso no es América oiga, sino una deformación barata de ese gran país. Y yo soy una rata neoyorquina. ¿Epater le bourgoise? Pues sí. Creen vivir en un mundo feliz pero  déjense de hacer palotes y de pintar angelotes, incluso bilingües y trilingues siempre serán tontos como le dijeron una vez a don Salvador de Madariaga, “tontos en nueve idiomas”. Que lean a Huxley un gran escritor británico algo profeta que trató de demostrar a sus contemporáneos el callejón sin salida al que su incontrastado optimismo les había llevado los políticos en entreguerras con su lenguajes prebélico. Luego Bush, Reagan, la Thatcher y Blair volvieron a la carga. Con sus martingalas de armas de destrucción masiva, etc.

 Yo amo a New York y en este amor va incluido el recuerdo tierno de aquellos vecinos que cocinaban una tarta para ti cuando veían aparecer el capitoné de las mudanzas por el barrio y tú estrenabas nuevo hogar o que te entregaban las llaves de su “carro” si a ti se te había roto el tuyo. Gente sufrida, trabajadora, magnánima, cordial, ordinary people, gente corriente de un país en el que nacieron dos de mis hijos y en el que todo es grande: las nevadas, las tormentas, los ríos, las montañas. En Chicago se podía cortar el aire una tarde de calma chica a 47 grados a la sombra y en Staten Island con una ola de viento polar estuvimos a 32 bajo cero. Un país, en definitiva, en el que nacieron dos de mis hijos. Un país cuya lengua y literatura creo conocer bien como anglista pero en el que no me gustaría vivir a no ser que a la fuerza me exilien. Sigo siendo una rata neoyorquina trasterrada a Madrid. New York. Nre York.

 No trato de escandalizar pero asumo que  veces redacto no para unos lectores sino para poner orden y claridad a mis propias ideas. El que quiera que no me lea (este es, supongo, un mundo libre) pero que no me insulte. Por favor, señora funcionaria, manos blancas no ofenden pero hay que reconocer que usted tiene unas zarpas brutales de felino. Quiso clavarme sus sucias garras pero va jodida.  Llevo dándole a la tecla desde hace más de 45 años corridos. Me han salido y se me han caído los dientes en este oficio. Gozo de una cierta vitola profesional. El hecho de que sea yo un periodista incomodo o que le escandalice a Vd. que vive en una nube y en el dulce encanto de la burguesía no significa que mis prosas que (escribo a sobaquillo de refez, sabe lo que es refez, pues si no, mírelo en el diccionario, y a veces con mala leche) sean tan malas. Que a Vd. no le gusten ese es otro cantar pero no me acuse de acoso que yo no la conozco de nada. Por culpa de prójimas como usted y gente muy engallada de la Cuerpa he tenido yo muchísimas contradicciones y persecuciones.  Quisieron acabar conmigo. A vuesa merced le encantan los mansos, por lo visto, pero yo soy un mihura.

 Bendito sea Dios que no todas las mujeres son así ni padecen homofobia. Respete mi libertad como yo respeto la suya. New York. New York. I love New York.

Y voy con el otro. Debe él ser un gudy y yo un bady y para colmo me cuelga el sambenito de que soy anti-norteamericano. Si esos no son coacciones (encima me llama provocador) y amenazas que baje Dios y lo vea. Me quieren llevar – otra vez- al gulag y por ahí andan hablando tíos de meterme un tiro por picajoso. El presidente Bush me parece respetable pero caudillista en su gestión política y que habla un lenguaje muy “peligroso”. Mucho más peligroso que yo, que no tengo ni pistola ni lanzallamas, ni carros ni aviones supersónicos. Sólo mi pluma y una triste navajilla para cortar el pan. Usted sí que es un peligro en el foro si sigue profiriendo amenazas bajo pseudónimo..

 Cualquier madrugada pueden llamar a la puerta y no va a ser precisamente el lechero. El tal Judex puede ser un golpista disfrazado de cristiano de base o de cursillista de cristiandad y sus malos modos no me gustan  como tampoco sus malos pelos si es que le queda alguno. Sus gestos y sus palabras de topo del Circus o  la Gestapo. Habla una jerga antigua como Humphrey Bogart.

 Y me asaltan estos pensamientos cuando vuelvo a releer una de las grandes novelas del siglo XX: “El Lamento de Portnoy” de Philip Roth un profesor de origen judío, aun a riesgo de perder un poco las formas. Sansirolés, cursis, doctrinos y viejos cursillistas de cristiandad abstenerse. El cristianismo, la literatura, el periodismo son otra cosa. Y al hilo de la glosa de este gran libro he hilvanado un ensayo para mis memorias de la Big Apple. El empiece no puede ser más tremendo porque Roth lo que intenta es romper los tabúes victorianos que tanto daño han hecho a la lengua inglesa y que regresan como vuelven siempre las cazas de brujas y los inquisidores. “Cuando el cuervo vuela bajo  hace un frío del carajo”. “Tu pene  enhiesto y se acabó tu sabiduría” o “cuando las ganas de joder aprietan ni a los muertos se respeta”. Todos estos son refranes yiddish. He encontrado durante los largos años de mis aficiones paremiológicas un sorprendente paralelismo entre las consejas en español y las judías. Eso por una parte.  Por otra, el refranero castellano se parece mucho al ruso.

 En efecto, el aforismo del ghetto “ Wan der putz stehet light der Sechel im pre=(con el miembro en erección la lógica está de más”). Esto es: que somos barro y que el ser humano a través de su animalidad rinde tributo a los instintos. Yo lo escuché en un cafetín del Lower Manhattan (me gustaban los tupís judíos y había uno Staten Island donde yo asistí en los setenta a la llegada de miles y miles de judíos exilados de la Urss, y a la  de las excavadoras de las inmobiliarias, misterios del mundo, y desparecieron más tardes los cilancos y las grandes charcas, el canto de los patos salvajes sustituido por el ronroneo del tráfico). A NY le entró la “cupiditas aedificandi” (el morbo del ladrillo) de los romanos. Levantad casas malditos. Construid una nueva torre de babel. Roth se erigía en heraldo de un mundo por llegar. Se adelantó a su tiempo. Por eso está considerado como un autor maldito que ha padecido en su carne el flagelo de la caza de brujas

El mundo se acelera de una forma imparable. Me invitaron varios veces al templo esto es a la sinagoga pero a mí me daba corte colocarme la yamulka en el occipucio que me sentaba que ni pintiparada y verdaderamente tengo cara, la nariz sobre todo, de judío pero no hacían más que hacerme preguntas y había un paisano que se parecía mucho a mi abuelo Benjamín al que colgaban los flecos de las filacterias (los sefarditas se colocan para orar en los cuadriles una especie de faja) que eran exacta a la largo ceñidor con la que el abuelo Benjamín, un auténtico padre para mí, se “atacaba” para no agarrar frío a los riñones.

Se llamaba Samuel y un día me enseñó emocionado la llave de la casa de un pueblo de la provincia de Segovia: Coca. Sus ancestros debieron de ser, pobres, los protagonistas de aquel triste éxodo hacia Berbería  que cuenta El Cura de los Palacios en uno de sus almanaques, la llave guardaban y algún día regresarían tal vez al hogar del que fueron despojados. Me quedé de una pieza y no regresé al Templo en bastante tiempo pero con motivo de la muerte del generalísimo fue invitado allí a un kadish o responso. Corría diciembre del 75.

¿Franco era judío? Esa era al menos la tesis de un libro que yo tengo inédito Franco y Sefarad un amor secreto. La puesta infurió a tirios y a troyanos. Yo no sé si era o no de origen sefardí el anterior jefe del Estado. Pero hecho ineluctable era que el apellido Franco lo es. Como lo era Cisneros. Fray Francisco heredó el toponímico de un pueblo palentino. Tiene la cosa tres pares de perendengues. Resulta que la herencia que desparramaron los godos entreguistas y corruptos la trataron de recomponer los dos franciscos fautores de la unidad española.

 Los Franco me caen bien. Pero más Ramón el aviador republicano – su mirada llevaban la llama del fuego sagrado- o don Nicolás buen diplomático algo putero y gran vividor lo mismo que doña Pilar que era una cachonda mental. Más que el Dictador al que otro compañero de armas, el inefable Queipo, le llamaba la “culona”. Siempre lo tuve a Francisco Franco en un pedestal y un soldado valiente (innegable) pero mis colaciones últimas sobre la guerra civil dan a entender que en el escalafón había generales mucho más brillantes que él; como Rojo y Casado que hablaban varios idiomas incluso el árabe y Franco nunca llegó a dominar ni el inglés. Todos estos postulados revisionistas, con todo, nunca me apartarán del amor que profeso hacia Pachín y hacia su familia.

 Pero yo en su capote no me hubiera alzado, mediante apoyos y contubernios económicos de don Juan March, el banquero de Mallorca, contra el gobierno legítimo, provocando una tragedia fratricida cuya culpa y estertores aun arrastramos. Asimismo, hizo una guerra “a la africana” con mucha infantería y derroche de hombres. Sus otros compañeros de armas, que conocían bien a “Franquito” y lo despreciaban teniéndolo por un don nadie en el escalafón, respondieron con la misma moneda. Tal cual, el general Rojo, que era un formidable estratega. Eso prolongó la tragedia. ¿Pudiera haberse evitado? No sé. Que la historia lo juzgue pero es irrefragable que Franco amaba a su patria, a lo mejor equivocadamente, tal vez demasiado. Y que le echó cojones. Uno cojones equivocados seguramente.

 Luego en política le dieron resultado sus juegos camaleónicos. Un buen táctico, se pegaba al territorio, arrastrándose bajo las alambradas y guardando un bajo perfil. No nos engañemos. Ganó y su victoria, para bien o para mal, fundó la España moderna y nos legó un estado “social”, el de Girón, ese que hoy disfrutamos y padecemos y que muchos montados en el dólar y que piensan que esto es Hollywood, la cara más impresentable del capitalismo más bronco olvidan. Buena gana de lanzar coces contra el aguijón. Sin embargo, convendría entender a Zapatero: los otros generales merecen una vitrina y su nombre glorioso en los anales. Y un lugar al sol en el Museo del Ejército. Si la memoria histórica se conduce por los cauces correspondientes, y no se convierte en trampolín de odios y de vesanias, esta reivindicación puede ser bálsamo a los costurones desgarrados del alma de España.

 Imitemos a los norteamericanos en eso que también tuvieron una guerra civil. Y en Nueva York se rinde honores al sureño Lee que era de los “malos”. El gran derrotado en la película “Lo que el viento se llevó”.

 Franco no se enriqueció a costa del erario público y llevó vida modesta y familiar, austera, amante de los libros y del campo, y en sus gustos y discreción se reveló como un pequeño burgués judío. Le gustaba Stefan Zweig y Lajos Zilahy.  Disquisiciones aparte, lo que no cabe duda en esta hora en que todo el mundo le calumnia y le insulta, el hecho es su innegable amor a la patria, su austeridad, su distanciamiento de la pasión española y eso que amaba a España con todo su corazón y hay algo mesiánico y misterioso en toda su vida y obra. Y he llegado a la conclusión de que los judíos a los que salvó a miles de las garras del tirano a través de sus embajadores en Atenas. Bucarest, Budapest, Sanz Bricio, [lean un libro descatalogado del gran periodista de “Arriba” Eugenio Suárez. “Corresponsal en Budapest”] le sustentaron en el poder con maniobras ocultas dirigidas desde Wall Street.

Todo eso es impepìnable guste o disguste. Por eso me insubordinan las mentiras propaladas por un menda en una  televisión la otra noche que decía que  el general Franco con una mano mojaba los churros en el café y con otra firmaba las sentencias de muerte. Wrong. La condena a muerte de Grimau le costó dos noches sin pegar ojo. Ese tal Herrera especialista en prensa de la entrepierna dicen que es poeta (¡caspita y pardiez rediez como deben de ser sus versos!) y uno de los más eximios practicantes de lameculismo catatónico-tontonico y de coyundas y de líos de la jet que interesarán sólo a su padre pues yo tenía un capitán que odiaba la pornografía y cuando veía a un guripa con una revista pornográfica entre las manos se la hacía pedazos: “El sexo en directo y en privado, chaval, te van a doler los cojones de tanto mirar esas porquerías”.

Bueno, pues valga esta larga digresión para meternos a analizar una de las grandes novelas del siglo XX “El lamento de Portnoy” de Phillip Roth  un profesor de Columbia hijo de supervivientes del Holocausto. El eje de marcha o argumento de esta novela sin argumento hilvanada a base de calas psicoanalíticas en las que se acomete algo tan moderno como es el rechazo a la figura del padre, la vida paranoica inmersos en el ruido de Manhattan, la gran manzana, la pina cucaña donde solo los mas ardidos trepan al mayo encerado y resbaladizo y los demás quedan tirados, el onanismo, el mironismo, el fetichismo, los complejos de Edipo, los negros, las calles de la urbe huelen a negro,  el racismo, los prejuicios religiosos o étnicos, la equiparación de Eros con Tanatos. Un mordisco a la gran camuesa.

 El libro está contaminado de Nueva York la ciudad automática de Camba trufado de metáforas eléctricas. Las frases son como latigazos de buena literatura pero así es como habla la gente en Nueva York. Las descargas estáticas están por toda la urbe, cuando tocas un picaporte o pisas una alfombra. Allí la eutrapelia a lo Azorín y a lo Miró estaría mal vista. Un año en la ciudad y se te quita la gazmoñería. Se lo recomiendo a esos cursis que hablan de análisis de textos y de pretextos y escriben como si fueran cursillistas de cristiandad. Oiga, váyase usted una temporadita a NY y déjese  de foros y de practicar el autobombo y no nos venga a hablar usted de sus libros que son todos muy malos, que aunque tienen premio  quizás también tengan bicho, un bicho golpista, claro es. Lea a Philip Roth creador de mundos y de personajes como “Bubbles” la Burbujitas, la putita, que no es otra a mi parecer que la gran meretriz onírica del Apocalipsis. Recíclese, póngase las pilas.

 La literatura y el periodismo son algo más que un ejercicio de redacción o una excusa para que a uno le llamen guapo y le lancen, los muy capullos, mensajes de amor o de odio por el foro.  ¡Cuan bien escribe este chico/chica! Tú llegarás… a dar con la cabeza en un pesebre. No han vivido en Nueva York, la ciudad metáfora, no han ido al reencuentro con la metanoia y la paranoia. A mí Nueva York, la ciudad santa y maldita, mitad nueva Jerusalén y mitad Babilonia, me cambió la vida. Sé lo que escuece que te llamaren perro judío, que te marginen, que te pongan, por decir la verdad, contra la pared. ¡Oh, I love New York!

 Y este es el New York que surge en el “Lamento de Portnoyª libro  clave (está editado por Bruguera en castellano), que  hablando de marginales, de negros que huelen mal, y taxistas polacos con cara de buey y apellidos impronunciables y pistonudos, como  Brzezinsky, Wojtyla y Auschwitz, donde abundan las x, las w, las z y las y, son el rostro impresentable de un catolicismo fanático y caballuno.

 Yes. I love New York, pues si sobrevives allá puede decirse que amas y entiendes el mundo. Te reconcilias con él. La novela ya no es la misma desde que Henry Miller y el propio Roth asomaron la gaita en este oficio. Y escribieron “Trópico de Cáncer” y “El Lamento de Portnoy”. Ambos escogieron el pretexto del sexo para hacer balance. Y con tales autores se comprende lo que anunciaba Jeremías sobre el destino final. New York. New York. I love NY. Oh yea

 Los jadeos del orgasmo se parecen a los de la agonía. El protagonista no da paz a la mano y siempre haciéndose pajas. Debajo de la gabardina, utilizando un calcetín y a veces la pulpa de una manzana donde apunta sus dianas (las manzanas tienen cuerpo de mujer, no puede estar más lograda esa imagen), un guante de béisbol.  Se pasa horas en el water. ¿Qué hace ahí tantas horas este chico?, pregunta la mama. Nada, un poquito de diarrea. Y estaba meneándosela, no podía parar. Sus profanaciones poliúricas llegaban hasta la bombilla o estallaban sobre las bragas o el suso de las hermanas y otras prendas femeninas que habían sido puestas a lavar. Quería embadurnar el mundo de líquido seminal. Era incontenible y un obseso sexual. Tenía fijación con el pussy (órgano de reproducción de la mujer y lo que en bable llaman “el ratu” y en castellano de mil y la bimba de maneras). Pero el protagonista no es más que un alma cándida empecinado en ese cherchez la femme o búsqueda del eterno femenino que nos hizo perder tanto tiempo y por el que se comenten tantos disparates: Roth nos muestra que las palabras no son sucias ni limpias per se: la suciedad y el morbo están en la boca del que las pronuncia o en la oreja que las escucha. ¿A qué, por tanto, tanto rasgamiento de vestiduras?

Un adolescente, velay, que nos recuerda al adolescente que nosotros fuimos. Atormentado por la culpa,  el miedo al infierno, la rebeldía, etc. Pero a través de estas, a manipulaciones masturbatorias se puede hacer crítica social y reflejar el estado de cosas de un universo que se fue y en el que nada cambiará porque en la naturaleza todo sigue igual. Soflamas de un judío llenas de ironía y de piedad para la humanidad.

 Yo creo que se trata de un libro místico. Impregnado de ternura y de crudo humor judío en el que no se deja títere con cabeza. Los cromos y los clavos de Cristo. Esa sonrisa meliflua de algunas imágenes religiosas de tan mal gusto. La mula y el buey y el pesebre y sonando en toda la barriada el disco rayado “Noche de paz” como si fuera el himno nacional.  Y en el show de Jimmy Carson altas horas de madrugada escuché  yo unas navidades un chiste de un chouman que anunciaba: Este año no va haber Navidad, troncos, ¿Por qué? La Virgen toma la píldora. Jajaja. Un poco fuerte y crudo la verdad pero hay que recordar que los cristianos no somos fanáticos islamistas, ni empuñamos la cimitarra cuando escuchamos mofas semejantes que en realidad sirven para rebajar un poco la tensión. A  través de esta novela he vuelto a revivir mis vivencias neoyorquinas.

 La Nochebuena solía coincidir con la Janucha y allí teníamos al vecino italiano que montaba un gran pesebre en la antojana con un misterio muy relamido y el Niño Jesús sonriendo entre las bombillas a veinte bajo cero, y al de más allá (protestante) un árbol de Noel mientras los altavoces colocados en el balcón emitían a toda mecha los sonidos de O Tannen Baum en alemán. Los judíos para no quedarse atrás ensamblaban casi con las dimensiones de un andamio el candelabro de los siete brazos. Este absurdo me hizo recapacitar de lo paradójico de nuestras disputas. Y de que ellos, los promotores de la modernidad en el mundo actual y que han sufrido persecuciones por contar la verdad, aunque hay algunos que los encontré fanáticos y muy cabezones, llevan la razón en este absurdo de las creencias y de los mitos y que los cristianos hemos hecho una caricatura de nuestra fe contaminada de aditamentos paganos. Y la llevan más  que un santo y gran parte de ellos eran santos, pero santos laicos, no santurrones ni capullos.

Comprendí – me ha costado años de cavilaciones- la tragedia del Holocausto como apéndice o corolario de la Crucifixión. Son dos acontecimientos históricos que se complementan, no se excluyen por más que algunos traten de verlo así. Dos hechos que han redimido al ser humano con sangre y dolor, el uno en el plano soteriológico y espiritual y el otro en su parte  material porque el Holocausto ha acelerado la Historia que ha entrado en un carril vertiginoso con la era de las comunicaciones. También entiendo a Agustín cuando desde su invitación a leer y meditar (tolle et lege) llamaba a los judíos nuestros hermanos mayores. Que van por delante en la Historia. Por más que dicho camino esté lleno de abrojos, plagado de contradicciones. Y  también entiendo al presidente ZP reatando cabos  y tratando de meterme en los ojos del otro.

Se consuma el mensaje salvífico de Jesús: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Pero la Iglesia institución ha cometido muchos pecados (el poder corrompe y el poder absoluto corrompe más que ningún otro). Por desgracia no ha sido madre sino madrastra para algunos de nosotros. Antes de ayer la Schlichting sin ir más lejos hacía una entrevista con su voz sexy a uno que decía que Cristo nunca existió. ¡Pero coño! Piedra de escándalo para mi y mis convicciones. Aún más escándalo es que esta trola se propalara desde los micrófonos de la COPE. ¡Vaya con los curas! Por lo que parecen siguen estando al santo y a la limosna. En misa y repicando. ¡Qué lío, Dios mío!

Pero yo seguiré aferrado a mi canon muzárabe y a mis salmos en latín. Abrazado al rito ortodoxo más esencial y antiguo que el romano. Se lo debo a mis hermanos rusos Creyendo y amando a los judíos de la misma forma que espero que ellos me perdonen, aunque no puedan amarme, a mí, pecador.

 La mayor parte de mis vecinos y amigos en Nueva York una ciudad dura practicaban la religión mosaica. Muchos me abrieron las puertas de su casa. Otros me seguían considerando como un goy (pagano). Pero en aquella época todo se impregnaba de amor  y de humor judío. Los grandes guionistas de Hollywood eran de este origen y los actores: Jack Lemmon, los Hermanos Marx, George Burns, Peter Ustinov, Polansky Samuel Bronston- todo aquel gran cine que vimos en nuestra infancia que nos hizo reír, llorar, enamorarnos y sufrir- y hasta Charlot. Charlie Chaplin tuvo que abandonar California a causa de la “caza de brujas” del presidente MacCarthy. Lo cierto es que la literatura americana, el cine, las artes, se hubiera quedado en nada sin la contribución de estos autores: Herzog, Salinger otro obseso sexual que psicoanaliza a otro adolescente en “El guardián sobre el centeno”, John Updike, Arthur Miller y Marylin, Norman Mailer etc. A este último nunca le pude sufrir porque me parece algo libelista en sus planteamientos contra Europa.

 Ellos fueron los diseñadores de esa América que yo amé, la de Kennedy, la de la alianza para el Progreso (yo no soy antinorteamericano ni antisemita ni antinada por Dios, que yo soy de Segovia, y mi equipo la Gimnástica desde que era rapaz).

 América en estos años tenía una faz atrayente – las sentadas contra la guerra, los discursos de Martín Lutero King “I had a dream”- que se ha venido al traste con esa derechización ideológica impuesta por Bush y sus aláteres. América se ha vuelto gazmoña, prudish, políticamente correcta y gazmoña. Este victorianismo del nuevo doble lenguaje me saca de quicio; no se puede pronunciar la palabra cunt, prick, shit, sempiternas en el lenguaje coprológico de las tribus urbanas porque te echan del chat o te motejan de machista. Nada de machista. Simples facts of life. Una América que es consciente de que se ha metido en un jardín en el Irak, una guerra que no podrán ganar porque el sofisticado ejército yanqui carece de una básica y leal infantería y tiene que echar mano de los británicos.  O de la catapulta. Eso sería el apaga y vámonos.

 Los ingleses sí que tienen una buena infantería. A veces hasta brutal. O de los hebreos que también la tienen (la mejor del mundo) y así y todo Olmert está pasando por dificultades en el Kenesset donde se cuestiona el fracaso de la última guerra del Líbano. Pero mejor incluso que sus infantes es la inteligencia de los israelíes y el humor de sus escritores y cineastas. Ellos han proyectado la noción de un Daniel en el pozo de los leones. Israel siempre en mis labios que nunca se vaya esta palabra de mi boca. Y así nos hemos sentido algunos, como el bravo Daniel en la leonera, cercados por la calumnia, la frivolidad, las soflamas de los mediocres que no podrán entender ni a América ni a Israel. Reconozco sin embargo que no es fácil y a veces cuesta pero el mundo ira adelante.

 En el Lamento de Portnoy, una cura inteligente contra el antisemitismo de nuestros días y el pesimismo que nos invade, también lo pone. Cuando yo aterricé en Manhattan el 30 de noviembre de 1976 un casero ruso de origen judío me buscó apartamento. Cuando abandoné la ciudad un 25 de abril de 1980 al pasar por Brooklyn escuché el canto de las plegarias sabatinas a un rabí en una yashiva o seminario que alza su mole junto a las pilastras del puente. Ambos detalles fueron en mi vida todo un signo misterioso. Somos carne de dolor. I love New York. Lo cantaba Frank Sinatra el cabaretista neoyorquino italojudio símbolo de estos tiempos. Un judío en el Eliseo. Zarkozy le juif. No ocurría desde Mendes Frances. Zarkozy, derecha maquillada, Ersatz, sucedánea, derecha enmascarada porque aquí nada es lo que parece, viene del Nombre de la Rosa. La Rosa. Siempre la Rosa Recoge el guante en un momento difícil. Francia es un polvorín.

 Veremos a ver qué pasa pero aquí son muchos los que insidiosamente quieren sacar tajada e interpretar su elección como una amenaza para un ZP acorralado por la derechota. Aquí un gobierno de la derecha podría armarla y tendrían que enviar los USA a la 82 división aerotransportada con sus marines. Zapatero resiste. Está muy cargado el ambiente. Nos sobran odio e ignorancia y nos faltan tolerancia e información. España y Francia son países distintos y distantes aunque estén puerta por puerta. Veremos a ver que pasa pero aquí no pasa ná…. Mientras tanto, E la nave va. Yo canto por las aceras de Madrid el himno a la Gran Manzana de Frank : “ I love New York”. Ella me hizo escritor y periodista. Y concebir el mundo de otra forma. Tengan calma. Haya paz y lean esa obra maravillosa que es el Lamento de Portnoy. Se lo recomiendo junto con los artículos de Elvira Lindo.

Miércoles, 09 de mayo de 2007

En 1928 la madre de Hemingway le mandó a su hijo por correo una tarta de chocolate y un Smith&Wesson del calibre 32, el revolver que tenía su padre cuando se suicidó. Ernesto cogió el arma y la lanzó a las aguas negras de un lago. Cuenta en alguno de sus cuentos cómo vio desaparecer el objeto. Las aguas del Wyoming Lake lanzaron burbujas y círculos concéntricos al sumergirse la pistola. Esas burbujas fueron una premonición. Lo persiguieron al autor de Adiós a las Armas de por vida. Llegaron a ser fantasmas obsesivos en su memoria. Para conjurar esta tortura el escritor acudió a la botella.

Él mismo, hostigado por las aguas negras de aquel lago, se sumergió en otras más tenebrosas todavía, las del alcohol. Hay algo de fluidez líquida en sus novelas. Algo de ahogado. Quizás presintiera cómo iba a acabar. Hemingway escribía como un pez torturado que no encuentra, naúfrago del destino, el banco ictiológico al que pertenecía. O al clan. Fue todos los años de sus días un desarraigado que paseó por el mundo la imagen del buen norteamericano, el buen salvaje roussoniano, caído de un guindo o del paraíso de Walden. Fue siempre un bisonte lejos de la manada. Por eso cazaba, pescaba y escribía una palabra detrás de otra con dificultades, eso sí, como si se tratase de un albañil romano empeñado en pintar un cuadro recomponiendo las piezas de sus mosaicos. Toda literatura tiene algo de enigma. Es un rompecabezas el impulso de escribir.

Los capítulos de sus novelas no deberían llamarse capítulos sino teselas. Hay algo de artesanía laboriosa para analizarse a sí mismo. El recuerdo de la pistola de su padre le persiguió de por vida y fue un presentimiento fatídico. También don Ernesto acabó suicidándose al igual que otros miembros del clan como su sobrina Margot. El suicidio debió de ser cosa de familia. Gracias a esta laboriosidad, su prosa resulta fácil, directa, sin demasiado arrequive, muy periodística pero esta facilidad con tanto trabajo conseguida no responde a los parámetros de su vida siempre torturada. Por eso resulta mucho más fácil encariñarse con sus libros.

 Hemingway no debió de ser muy buena persona. Un tío antipático que empinaba demasiado el codo. Se pasó parte de su corresponsalía en la guerra del 36 rodeado de putas y en la barra del Chicote. Luego en sus crónicas resultaban tan vívidas que surgía la impresión de que estaba en las mismas trincheras. Sender, el gran Sender, uno de los mejores escritores españoles del siglo XX, que lo conocía bien, y que descubre todo el montaje que hay detrás de esta figura literaria, todo el artificio o maniobra de lanzamiento publicitario, dijo cosas muy gordas del bueno de Hemingway. El aragonés escribió novelas más rotundas que este norteamericano sobre la guerra de España. Sin embargo, apenas si son conocidas. Unos crían la fama y otros cardan la lana. Nuestro Sender nunca dejó de ser un 2jodio rojo” que tuvo que malvivir para comer en su exilio en Mexico y USA. Sin embargo, don Ernesto oh milagro de las Public Relations, en los tiempos de Franco siempre tuvo alfombra roja cuando llegaba a Madrid, honores casi de jefe de Estado y una tribuna de preferencia en la plaza de las Ventas o barrera insigne en los Toros de San Fermín, rodeado de guapas manolas y su fama amplificada por su amistad con los Bienvenida y con Ordóñez.

Sender en uno de sus libros descubre que el autor de Death In The Afternoom era un escritor trampa y que en sus textos había mucho adobo. Que era un espía, que despreciaba olímpicamente a los españoles, y que sus aficiones no eran más que una máscara. En resolución, que no era un tipo al que se le podía comprar un coche de segunda mano. Y es que el arte va por un camino y los hechos humanos por otro. Se debería marcar una bisectriz entre el hombre y la obra.

 En la historia universal el hecho se repite: Villon era ladrón y formó parte de una compañía de bandidos. Shakespeare de cuya vida se sabe poco pero se sospecha que estuviera relacionada con los bajos fondos isabelinos no era un dechado de virtudes. Lo mismo que Quevedo, muy pendenciero pues tenía una inteligencia fuera de lo normal y un manejo del castellano como no hubo otro. Mató a un menda por un lance de amor. Cervantes, ah Cervantes, lo tenemos de palanganero en una casa de tolerancia en Valladolid. Hagamos gracia al lector de contarle cómo era Valle Inclán (menuda pieza) o Azorín un tipo muy vehemente que quiso pegarle tres tiros a Ramiro de Maeztu.

Dicen que con buenos sentimientos se suele escribir pésima literatura. Acaso la frase es irresponsable y exagerada pero aquí se suele mentar con frecuencia a la madre y madres no hay más que una, o buscarle los tábanos a un autor que nos disgusta. En España donde cuentan mucho la honra y el qué dirán el cómo es con quién se acuesta con quien se levanta un tío o una tía – y mira que la literatura no es una profesión en la cual se acomoden doctrinos ni candidatos a la hornacina de esos del cuello de medio lado porque la lteratura es un pacto un poco con el barro del que nos fraguaron y un compromiso con la sociedad en que vivimos- el personal se anda con muchos remilgos y no pocos miramientos confundiendo el Qué con el Quién. Este es el país del honor y del morbo visigótico Vg.: La envidia pero en América, en Reino Unido o en Francia o Alemania se separa el cómo es él o ella de lo que hace. El caso del pronombre personal, esté en acusativo o en nominativo, es determinante.

El creador del Viejo y el Mar fue un espléndido contador de historias y uno de los hombres más famosos y ricos del mundo – fortuna que sigue produciendo muchos miles de euros en copy Rights-, paradigma de autor halagado por los medios de comunicación, pero daba el pego. Era un tipo muy aburrido, violento, machista, un mal amante que debía de ser un señor muy aburrido para las señoras debajo de su barba blanca y su orondo aspecto avuncular. Papá Hemingway era el peor personaje de sus libros.

 Sus biógrafos arguyen que este mal carácter tuvo su origen en los 200 fragmentos de metralla de un obús austriaco que le atizó en las piernas el 8 de julio de 1918. Las esquirlas le marcaron así el alma como los testículos. A resultas de la explosión quedó afectado a los genitales. Fue  parcialmente impotente de por vida y algo sordo. Tales complejos lo llevaron a la botella, a la depresión, a las pastillas y al eletrochoque. Finalmente  se pegó un tiro en su casa de Ketchoum (Idaho) Siguió la senda de su progenitor. Estaba enfermo de diabetes, los riñones los tenía hechos cisco.  Padecía depresiones. Era rencoroso, fatuo y algo gilipollas.

El nombre de su arma suicida: una carabina Boss. Mens morbida in corpore mórbido decían los galenos. Quiere decirse que, si estás enfermo, tus escritos adolecerán de la misma enfermad, pero este aserto que vale para algunas cosas de las reglas del clan y es un poco lo que diferencia al hombre de las fieras que se agrupan en mutas y en bandadas. Hemingway supo vivir fuera de clan. Y a la contra. Es un autor que despista. Sus novelas ofrecen la imagen de un hombre feliz, un buen salvaje siempre jocundo, que se divertía con fulanas y todo le sonreía.

La verdad, según algunas referencias de la guerra civil, sus borracheras en Chicote acababan en reyerta y en una ocasión quiso tirar al estanque del Retiro a dos meretrices, consumido por el alcohol, desesperado por la impotencia. Su vida- Paris, Pamplona, las cacerías en el Klimanjaro, Key West, la Habana de Batista- no fue una fiesta. Pero conviene insistir que la magia de la literatura consiste en eso: en el arte de la seducción. Un autor puede aparentar cólera en un párrafo infernal y adornar el siguiente con imágenes beatíficas. Nada tiene que ver el plano real con el plano ideal. Por eso, en muchos casos las broncas literarias son puro teatro, de cara a la galería.  De manera que si el infierno dicen que está empedrado de buenísimas personas en el Parnaso de la gloria se cuentan a puñados los malvados.

Un plumífero determinado consigue dar la impresión de estar de un humor de perros, no obstante ser más felices que unas pascuas. O borracho y está más sobrio que un juez. Papa Hemingway ofrecen la semblanza (desde él los grandes divos de la literatura cuidan la imagen al milímetro, se ponen saharianas de safari y viseras a cuadros como García Márquez) de chicarrón del norte.  Era, con todo  un débil mental,  cobardón pese a su semblante de ir perdonando la vida a todo el mundo, tímido con las mujeres, que amaba la guerra sólo en apariencia, hincha de las armas, con esa paranoia de los norteamericanos por las de percusión que a la larga se convierte en esquizofrenia. De pronto el país se vuelve loco y un francotirador apostado en una escuela se lía a tiros y mata a todo un colegio, ojo con este culto a las armas que nos puede llevar al origen patológico del asesino en serie, que era corresponsal de guerra y cuando bombardeaban Madrid se iba por la pata abajo.

 Nunca estuvo en primera línea de fuego más que de visita pero su descripción del frente de la Granja es magistral. El lector parece que lo vive y empieza a respirar hasta el perfume de los pinos rojizos de Valsaín. Incluso en la actualidad sigue siendo uno de los escritores preferidos de los norteamericanos. ¿Será por el culto que rinde a la violencia aquella gran nación? Por termino  medio son vendidos un millón de sus libros todos los años. Por mimetismo muchos se dejan crecer la barba, se visten de safari y se van a matar ciervos a las reservas de Montana. Es el icono del perfecto Rambo pero don Ernesto era una obra maestra de sus propias contradicciones en la vida real. Nada es lo que parece.

 Su aspecto amable y bonachón, abierto, se compadece poco con la descortesía con que trata a los perros y a los seres humanos y hasta maldad tiene, pues había en su carácter algo de perverso. Se porta mal con Gertrude Stein o con Scott Fitzgerald o Sherwood Anderson, amigos suyos de Paris. Sin embargo, el pego que da es que París era una fiesta: juergas, mujeres, champán, el can-can. Mentiroso compulsivo y algo misógino, vejaba a las mujeres. Profundamente creativo y profundamente destructivo como acaba de decir un crítico.

Nunca resolvió sus contradicciones interiores. Por eso acabó pegándose dos tiros en la boca. Se trata de un caso en que la genialidad despista. El autor nada tiene que ver con sus personajes. A veces con buenas intenciones y creencias se pueden escribir bodrios y al revés. La naturaleza es salvaje. Carece de ética y el arte verdadero de un rigor moral. La historia va a su bola indiferentemente de lo que nos pase, cómo seamos o cómo nos sintamos. Esa es la magia precisamente de la literatura. Hasta los místicos dan el pego.  Así que menos globos. Hay gente que parece anda a la rebatiña con anhelo de provocación y mentándole a uno la madre. A mí plin. Yo me consuelo leyendo el Adiós a las Armas. ¿Y el insulto al centinela? Bueno. Bueno.  Eso es otro tema. Vayamos por partes. De momento válganos decir que en este país se confunden el culo con las témporas; por eso, hay tantos argumentos ad hominem. Y harta mala sangre. No hay que hacerlos caso. Que ladren y si rabian, que les pongan un bozal.

Buenos días nos dé Dios

OLIGOANTROPÍA ESPAÑOLA

 

Antonio Parra

 

“Las indias son lujuriosísimas, paren presto, mucho y bien” dice López de Gomara historiador de Carlos V en su Relación de Indias. Tal perspectiva “animó”, precisamente llaman al siglo XVI el siglo del amor, a no pocos españoles a cruzar el charco y luego corrió el rumor de que los hombres por allá eran algo sodomíticos y holgazanes- mejor nos lo ponen- en el cumplimiento de sus obligaciones de todo tipo y que para colmo practicaban el canibalismo en aquellas caponas que vio una vez Pizarro en un pueblo inca; dicen que la carne de cerdo es parecida a la de hombre. Lo primero que les enseñaban los misioneros era a

 Y ahora en ese viaje de ida y vuelta que es la historia ocurre al revés. Cuando estoy en la cola del Intercambiador me doy cuenta que el aserto profético es casi un dogma de fe. Y Bernal Díaz del Castillo, otro historiador del emperador, con su lenguaje cuartelero, afirma: “las indias nos decían cuando llegábamos a los poblados si dios nos lo dio es para que lo usemos” refiriéndose al sexo.

 La manipulación genética y esas noticias alarmantes que llegan de Mexico sobre la normalización del aborto y la venta a cachos de trozos de feto (¿en qué mundo vivimos?) Precisamente donde los españoles vieron las primeras vacas corcovadas, el árbol del mtl, los cacuyos y el pájaro uncicilín, el más pequeño del mundo, puede suponer el holocausto de una civilización. Desde luego que España es un pueblo viejo que padece oligoantropía, al no nacer niños, pero la avalancha migratoria, de seguir a este paso, va a suponer el término de este país como nación.

 El problema es mucho más pavoroso que el del separatismo o el terrorismo. Mao lo dijo: “la bomba demográfica os estallará en vuestras manos”. O el pez grande se come al chico ¿Será un castigo de Dios? ¿Una de las siete plagas bíblicas?

 Pues parece que se cumple. La doctrina de la Iglesia al respecto que como creyentes, más que por imposición política por responsabilidad moral, hemos acatado me parece congruente: aquí cabemos todos  si se practicasen medios anticonceptivos naturales y no abrasivos y si en este mundo la riqueza estuviera mejor repartida y no hubiera tantas injusticias sociales que es lo que determina la oscilación de la balanza migratoria, aparte de otros intereses estratégicos y geopolíticos de que las razas pujantes, disciplinadas, con un respeto profundo hacia la mujer se erigen en dominantes. El patriarcado romano fue devorado por los matriarcados godos, y Roma tuvo que promocionar la ley Popea para incentivar la natalidad cuando ya era demasiado tarde con los cascos de los caballos de  resonando, Atila cabalgando hacia el Lacio.

 ¿Podría haber lugar para todos? O dicho de otra forma: la mesa de san Francisco donde comen cuatro comen cinco. Ardua solución que se enfrenta con los principios económicos del reparto del papel y de los bienes escasos. Pronto no habrá vituallas. Se desabastecerán las reservas de agua y los pantanos no podrán proporcionar suministro a las inmensas megapolis que crecen sin pausa.

Ciudad de Mexico alcanza ya los 22 millones. Las indias son fecundísimas como observó el capellán de Carlos V aquel clérigo  soriano cuyos escritos releo estos días ojeando por internet el manuscrito que en la pagina de la Biblioteca Nacional y lo sigue siendo. Todas, con bombo.

 Jl Gutierrez me dijo en una ocasión que la mejor forma de combatir al infiel es teniendo muchos hijos. Yo he pagado el bautizo de cinco. Ya he contribuido con mi granito de arena a que no se derrumbe esta civilización. ¡Ah la ley del aborto no la trajo Zapatero! Aquí se abortaba también en tiempos de Aznar.

 

27/04/2007

 

Antonio Parra

 

Tolstoi es el genio egocéntrico alternante contradictorio en cuya persona se alcanza la cima en literatura rusa y acaso también de la novelística de todos los tiempos. Los periodos de fervor religioso los alterna con visitas esporádicas a casas de tolerancia o yaciendo en plan aquí te pillo aquí te mato con las mujeres de sus siervos por lo cual se crea en su espíritu un ridículo complejo de culpa que le conduce a la actitud de poses beatonas y compungidas. Parece que toda su vida estuvo prendiendo una vela a dios y otra al demonio. Todo lo anota.

 Es un autor que suele dejar poco en el tintero pues sabe mejor que nadie escribir largo sin caer en el solecismo farragoso ni en el tópico. Todo lo rumia. Es el típico literato que se autoflagela sin que los hechos y aconteceres de su peripecia vital lo apabullen. Conoce el secreto para sacar la cabeza a flote en medio del torbellino. De su particular autoflagelación salen cuentos y novelas y en su afán de introspección guarda analogías con Fran Kafka. Se entusiasma con el evangelio de San Mateo y con Rousseau. Brujulea entre los fervorines místicos, la lascivia y el complejo de culpa. Sus prosas de exaltación evangélica hasta pudieran resultar nihilistas. Es un iconoclasta a la vez que un esmerado pintor de iconos.

 En sus escritos surgen los cantos de alabanza jamás escuchados hacia la persona de Jesús compaginadas con diatribas hacia los popes y hacia la iglesia estamental. Dice cosas muy crudas y acaso exageradas de la Ortodoxia denominándola lugar sin más alma que el vacío de una mascara. No es un escritor divino a lo Dostoyevski de cuya profundidad carece. Vividor y realista, su tinglado se monta de tejas abajo. El más allá le preocupa menos que el dolor y el sufrimiento del ser humano como ser para la muerte. Su religiosidad se convierte así en filantropía. De modo que resulta el más humano y compasivo de los escritores.

Si de tarde en tarde se mofa de Iván Turgeneff y con Turgeneff de toda la escuela occidentalita de Petrogrado, mentores de la idea del cambio y propulsores de la democracia decabrista, Tolstoi se siente desconcertado cuando llega a Londres “una ciudad de autómatas” en la que se percibe la decadencia y el egoísmo de occidente donde todo es tan frío o en Paris donde se indigna ante los despojos de Napoleón el insolente genio de la guerra. Veía en Bonaparte un precursor maligno de Hitler y no toma partido Tolstoi ni por los zapadnietski o defensores de la occidentalización rusa ni de los raskolniki mentores a ultranza del nacionalismo cósmico y de la idea mesiánica de la Santa Rusia.

 El 3 de marzo de 1861 cuando el zar proclama la manumisión de los siervos anota Tolstoi en su diario la grandeza del acontecimiento tan trascendental para los destinos de su patria. Dicho amor y deferencia para con los humildes no obsta para que continúe conservando sus maneras aristócratas de barin rural que con frecuencia utiliza el knyt (látigo) para golpear a los criados perezosos. Cuando era oficial en Sebastopol a su ordenanza también le mide las costillas por el menor pretexto con frecuencia para desahogar su frustración. Tolstoi de baja estatura (media un metro setenta) era sin embargo muy forzudo. Idealista puro y siempre saliendo en defensa de los ideales y aspiraciones más nobles en su vida privada, según sus biógrafos se, distinguía por la tacañería. Contaba hasta la última copeca.

 Y sin embargo gran jugador era capaz de gastarse un millón de rublos a la ruleta durante una sola noche. Carecía de sentido de la medida. Él era grande como su obra misma. No tiene moldes. El conde Tolstoi es occidentalita y rusófilo según que racha o qué viento sople. El mayor de los escritores rusos no pertenece a Rusia ni a sí mismo. Pertenece al alma humana. En su trascendencia se muestra universal. Puede defender con entusiasmo el valor eterno de la literatura sin las contaminaciones espurias de la política para mejorar la vía de conocimiento hacia las verdades inmutables del ser humano.

 Huye del mundo, se refugia  en su hacienda, en su dacha, pero tampoco puede vivir sin la comunicación de las gentes. Es un filántropo  un propedéutico y un pedagogo y al mismo tiempo dentro de su aura de misticismo flota un ambiente diabólico. Su conocimiento se acerca a las verdades inmutables del alma humana pero con frecuencia reniega de su afán esteticista, sale de su torre de marfil y huye a los prostíbulos y las tabernas. Pero también existe otro Tolstoi político que redacta manifiestos que asume posturas y escribe cartas de protesta al zar o libelos a favor de la manumisión de los siervos. Redacta pancartas contra la guerra.

Son interesantes asimismo sus relaciones con Turgeneff al que maltrata de palabrea y de obra llegándole a desafiar a duelo, que nunca se celebró. A pesar de que el autor de Humo fue el que introdujo a Tolstoi en el mundo literario de Petrogrado. Semejante desafección habla de una cierta mezquindad por parte del genio aunque bien puede ser que sus altercados fuesen resultantes no más que de sus celos. Celos literarios. Pasó algún tiempo en una comuna y de hecho fue uno de los primeros autores comunistas que se adelanta a Karl Marx y a los rabinistas ingleses con el evangelio en la mano, lo que implica una crítica demoledora de los principios de la iglesia establecida, pero no es capaz de arrogar los usos y costumbres, hez del decadente occidente, que con la pluma fustigaba pero a los que se abrazaba en la vida real.

Le roía la pasión del naipe. En su vida privada resulta un pedagogo y un inmoralista a la vez.  Magnánimo y cicatero frecuentador de ventorros y lupanares que sabe a la vez desenvolverse como pez en el agua en los ambientes come il faut de los salones peterburgueses. Es sátiro y fauno a la vez que manso galán enamorado y elegante autor de erotismo platónico. Estas son sus contradicciones. En él aletea el espíritu de la objeción. El arte es un perpetuo contraste, un unda maris que carece de ética como la propia historia donde la noción del bien y el mal se pierde en un laberinto de calles sin nombre que vive en perpetua contradanza. Son los movientes de sístole y diástole en los que se teje toda crónica.

 El novelista experimenta  lo mismo que San Pablo del aguijón de la concupiscencia. Hace penitencia, se reprocha a sí propio su liviandad, formula buenos propósitos y establece un esquema de enmienda un plan de vida, pero vuelve a caer. Sus intenciones se desbaratan en un minuto nada más toparse con un bello palmito o con unas garbosas caderas femeninas moviéndose con contundencia. Dijo Lev Tolstoi que el arte es una hermosa mentira una visión espectral que interpone ante nosotros el diablo para que nos dejemos seducir. Menudean entradas en su diario con llamadas al propósito de la enmienda. Anuncia con frecuencia que dejara la literatura para dedicarse a peregrinar y que va a romper su compromiso con las letras pero un poco más adelante este minucioso memorialista dice todo lo contrario.

 Al autor de Ana Karenina el aguijón de emborronar papel le acucia hasta los últimos días de su existencia. Murió a los 82 años después de un berrinche con su mujer en la sala de espera de una estación de ferrocarril en el sector de Astapovo. Huía de los libros y del mal genio de su esposa; fue un vejador eminente este gran conocedor de la condición femenina. Y, ligero de equipaje, quiso ir al encuentro de la muerte. La vida y la obra del genio fueron una contradicción in terminis pero fue un favorito de los dioses. Tuvo suerte con las mujeres. Con los editores. Con el público. A los 24 años hace lo que tantos y tantos aspirantes a los laureles de la fama. Termina un manuscrito va a correos y lo envía a un editor al cual desconoce, cruza los dedos y espera en el maná llovedizo de los aires. Es cuando un escritor juega a la lotería y se marcan los rumbos de su destino. Tolstoi tuvo suerte pero esto no suele ser así en la mayoría de losa casos.

 Semanas adelante, el joven teniente artillero encuadrado en un regimiento de combate de Armenia recaba respuesta satisfactoria del editor. Su texto ha entusiasmado a Nebrashkov dueño de una imprenta en Moscú. Nebrashkov sería fiel a Tolstoi durante la mayor parte de su carrera literaria por encima de las veleidades, demasías y abusos tan  característicos del literato. Aunque con algunas limitaciones, el librero promete dar a la estampa la novela que lleva por título  Infancia.

Se trata de una obra primeriza pero en la cual destellan algunas cualidades del que sería monstruo de la literatura universal como las dotes de observación o el plasticismo de sus descripciones, la soltura de las tramas, o la buena yuxtaposición o ensamble del escenario. En  Adolescencia, que vendría de seguido, Tolstoi tantea el camino. Le falta aun mucho por alcanzar aquel estilo suyo tan peculiar y que es denominado en novela tolstoiana (novela río) que define a la vida y a los hombres a sus pasiones y dolamas. El ser y la nada en el tiempo finito porque en realidad el hombre no es nada.

 De allí en adelante la carrera del joven valor poco a poco y al igual el arroyo de aguas bravas descubierto por Nekrashov pasa a ser una inmensa red fluvial, un río caudaloso de aguas pandas como el Volga. En la inmensa estepa el torrente se calma.

El lecho del río es amplio y hace meandros pero no se saldrá de madre. Tiene un objetivo la gran novela como testimonio de los avatares de la existencia humana (guerras amores, desamores, ascensos, caídas, el rotar de las estaciones bosques- el misterioso bosque ruso (les) y grandes extensiones fincas como Yashnaia Polaina. O  casas que se deshacen, matrimonios rotos, incomprensiones, el valor castrense y la santidad, las rameras, los remeros los borrachos los monjes exclaustrados y esa inmensa población flotante de iluminados o yurodivi que recorre la estepa. Y por ultimo aborda el tema de la muerte. La pluma de Tolstoi transita como a lo largo de un espejo a través de estas realidades. Los tiempos mudan. Las estructuras avanzan o retroceden pero el hombre continua idéntico a sí mismo. En sus perplejidades. En sus ensueños que el destino se encarga de desenhetrar. Esta es una de las partes del drama vitalista que plantea Tolstoi como Shakespeare, como el Dante, como Cervantes.

 Que nada cambia, que el hombre sigue siendo igual, pese a las redenciones y a los proyectos mediúmnicos, la acción filantrópica de los gobiernos, las predicas de los misioneros y los proyectos de reforma. Domaremos a la naturaleza pero al ser humano no se le podrá domar. Es incontrolable y problemático. La prosa de Tolstoi es plana y de una portentosa sencillez, mas, poderosa en su efectividad. No busca alifafes ni requilorios. La prosa de Tolstoi no es altisonante como la de Pushkin sino llana ni endiabladamente mágica como la de Chejov. Podrá carecer de la ternura de éste pero es más eficaz. Concibe la vida como un inmenso río madre en el que desembocan muchos afluentes y todos ellos van a dar a la mar que es el morir según el concepto manriqueño.

 El tono que elige es a la vez épico y elegiaco. Todo Tolstoi es el Volga. Un remero que cruza. Un batelero que avanza narrando y contando. En el alveo de este caudal fluvial está lo ancho y lo estrecho lo profundo y lo alto. En una palabra asume todas las dimensiones narrativas. Todos los perfiles. Carece de altibajos. Constituye un pavoroso enigma de sindéresis dentro de las fluctuaciones contradictorias del comportamiento humano. Una de sus obras menores pero que mejor definen su carácter y de las menos estudiadas es  la muerte de Ivan Illich. Refleja un gran conocimiento clínico y eso que el autor no era médico. Sólo un profundo psicólogo. Se empapó de vida antes de sentarse a redactar. Extrajo Tolstoi su arte de la experiencia. Su trayectoria como artillero en una de las interminables guerras del Caúcaso fue determinante. Como soldado fue irregular e indisciplinado. Sólo le fue conferida la cruz de santa Ana de segunda clase. Nunca fue un oficial brillante como su hermano Nikolai. Sin embargo, sus aventuras bajo las armas serán el magma que impregne su potencial novelístico.

En Crimea recogió datos para cargar el volcán narrativo que es Guerra y paz. En aquellas cargas de la caballería cosaca, en aquellos lances de honor, el robo, el rapto, la quema de aldeas, las batidas de tierra quemada o la ingesta de vodka siempre copiosa, la holganza con mozas y paseos a escondidas entre el oficial y la chavala que terminaban en el pajar. Amor a escondidas. O las noches enteras ante el tapete verde.

Todo esto impresiona su sensible retina de escritor. Como visor de la vida humana en un par de líneas sabe captar una situación o esenciar a un personaje. En la muerte de Ivan Illich narra el drama de un matrimonio desvencijado de la pareja formada por Ivan Illich y Praskovia Fiodorvna. Él es un brillante magistrado al que le van bien las cosas. Ha triunfado en la vida pero no en el amor. Son frecuentes las riñas  y los altercados con su mujer (quizás un traslado autobiográfico del borrascoso matrimonio del propio novelista). Ella es ambiciosa, dominante. Él es bueno pero débil.

 No obstante, Ivan se desvive por dar un buen pasar a su mujer y a los suyos. No escatima ningún esfuerzo para que a su familia no les falte nada de nada. El juez de distrito, Ivan Illich, consigue un ascenso y es enviado a otra provincia. Tanta es la ilusión que embarga al protagonista que en los trabajos de restauración y mudanza ayuda a los obreros y a los criados pero poniendo una cortina se cae de la escalera. Se lastima una costilla. Un golpe sin importancia; sin embargo aquella lesión intercostal va a degenerar en un cáncer. Para colmo, a su mujer no le gusta cómo Ivan  ha decorado el nuevo hogar. Un drama. Tolstoi lo consigna en un párrafo

“Praskovia Fiodorovna echaba la culpa a su marido de todos los reveses sufridos en la nueva residencia. La mayoría de los temas de conversación entre marido y mujer conducía a viejas querellas y a cada instante estaban a punto de surgir nuevos altercados. Quedaban sólo escasos períodos de amor que se hacían muy breves. Eran islotes a los que aportaban un momento para adentrarse luego en el mar de hostilidad latente en el cual el matrimonio naufragaba”

En este libro plantea Tolstoi la soledad e incomunicación en la cual transcurren las vidas humanas incapaces de franquear las barreras de incomprensión y de egoísmos circundantes. Cada uno vivía en su mundo. Ivan en sus negocios curiales dentro del afán de una existencia anodina y de provincias. Creía darle todo a su mujer. Pero todo cuanto le daba no era bastante. Praskovia vivía en su mundo, en sus puestas de largo, en sus trajes de noche. En el fondo se mostraba resentida con su esposo pero disimulaba esta aversión bajo una capa de apariencias y de convencionalismos. No era capaz de entender a su marido a quien el fatal golpe en el costado se le había declarado en un dolor lancinante. Piensa a lo primero que es algo leve un simple mal de ijada. A veces se queja pero su mujer le dice le dice que es un aprensivo y un blando que vaya a un medico en  vez de estarse todo el día lamentándose.

 He aquí otra manifestación de crueldad femenil. Acude Ivan a un especialista. Vagas respuestas. Que si el intestino grueso que si el riñón flotante. La enfermedad sigue su curso. Los dolores se hacen insoportables. Pero el hombre no se puede quejar ante su familia o le sale su esposa con cajas destempladas: “no te tomaste las pastillas”. Su único consuelo es leer la Biblia y como Job cae en un letargo que determina  su abandono. Todos lo han abandonado. La referencia tolstoiana es el gran libro de Job. En esta novela magistral no solo se traza un cuadro de costumbres de la época. Se va más allá al establecer un diorama de la soledad del hombre sobre la tierra. El tema no es la enfermad sino la incomunicabilidad de los seres. La soledad ante la muerte. En este retrato se podrán mirarse muchos ivanes Illich. Nadie escucha los lamentos ni se compadece de este Job ruso de provincias. El pobre tuvo una agonía terrible. Estuvo en un grito durante tres días. Sólo Gerasimo su fiel siervo le ayuda a portar la cruz en el último trance. Pasa las noches junto a la cabecera del enfermo sosteniéndole las piernas en alto para hacerle más llevadero los terribles dolores.

 El dolor siempre estaba ahí en las tripas agazapado, sordo, inexorable. La morfina no le hace efecto. Gerasimo con su caridad es el contrapunto al egoísmo de Praskovia. El enfermo aguarda a la muerte tendido en el diván. Tolstoi traza la desesperanza de un paciente terminal que vuelve la cara a la pared que llora en silencio. Los días se parecen a las noches y nunca acaba de amanecer. El paciente no duerme. Está postrado. Solo se amodorra algún rato en que le aquejan pesadillas. Se entretiene midiendo las grecas del techo empapelado de la habitación o contando los boliches del cabecero de la cama.

 Toca anheloso con sus manos flácidas el embozo de las sabanas, un gesto que tienen todos los agonizantes y que anuncia la llegada del próximo final. La sombra del pathos aletea en torno a la trama de esta novela de dolor. Las estrellas callan. La naturaleza se desentiende. Pobre del que se muere. Los deudos no quieren saber nada y las lágrimas de la viuda son siempre aparentes. La viuda rica que con un ojo llora y con otra repica que decía Clarín. Abandono. Infelicidad infidelidad. Fatalismo. Hay observaciones terriblemente proféticas en las que se constata la idiosincrasia de un enfermo terminal a los 45 años. El caso de Ivan Illich agonizante se sigue repitiendo a diario en todos los hospitales del mundo. Se da cuenta de que la mujer a la que ha amado es un ser extraño. Un fantasma.

Hay una idea que salta en esta powesti (narración corta) y que se repetirá como en una caja de resonancia en otras composiciones tolstoianas. Hay una idea que flota sobre el relato pleno de una amargura misógina. Muy sencillo y paradójico. La mujer que da la vida es también símbolo de la muerte. La ardid del diablo y la mujer forma parte del gran diseño diabólico que interviene también en la realización de la Historia. Según Tolstoi, en Eva subyace una voluntad diabólica, un elemento separador, cizañero que aleja al hombre del proyecto de su felicidad- y esto es lo que significa diabolos en griego: el interpuesto. Tolstoi estudió esta lengua durante varios años para obtener un acceso mas profundo al conocimiento de los evangelios y luego a dominar tanto el griego clásico como el coiné perfectamente y solía repetir que todos los cristianos debían de conocer esta lengua de la que dimana la guía de fuentes del cristianismo. Los caracteres femeninos que traza siguen el patrón del NT.

Y para él la mujer es mitad my mitad un amasijo de gracia y de pecado. Los desterrados hijos de Eva estamos condenados a arrastrar el peso de la culpa. En un cuento que titula  El Diablo (chiort) un barin acaba matando a tiros a una campesina. Y en el Padre Sergio, otro cuento maravilloso, basado en la vida de san Hilarión el eremita que reza y aguarda a la muerte en su snik o cueva de eremitas, se le aparece Satanás en forma de mujer. Si tu ojo te escandaliza arráncatelo etc. El siervo de dios sigue al pie de la letra la norma evangélica pero –la historia ofrece a consideración la preeminencia del mal, un arduo problema metafísico- a pesar de haberse yugulado la mano con un destral sucumbe a la tentación. Ese es el tenor de la historia, muy pesimista, de este autor nada espiritualista. Y por consecuencia de una gran modernidad positivista: el hombre es pura fisiología, el amor una cuestión de combinaciones químicas y no hay nada al otro lado de la cerca. Eso lo dice un literato que escribió una novela tan importante como es Resurrección. No se estaba refiriendo a la de Cristo, claro está sino a la de las plantas. Contradicciones señeras del alma rusa.

18/04/2007

GRAN HUMOR JUDIO NORTEAMERICANO

 

Antonio Parra

 

Cuando el cuervo vuela bajo  hace un frío del carajo. Cuando el pene está empalmado la sabiduría se va al carajo o cuando las ganas de joder aprietan ni a los muertos se respeta. Todos estos son refranes yiddish. He encontrado durante los largos años de mis aficiones paremiológicas un sorprendente paralelismo entre las consejas en español y las judías. Eso por una parte.  Por otra, el refranero castellano se parece mucho al ruso. En efecto, el aforismo del ghetto “ Van der putz stehet light der Sechel im pre=(con la polla en erección ´la razón está de más”) que yo escuché en un cafetín del Lower Manhatan (me gustaban los tupís judíos y había uno Staten Island donde yo asistí en los setenta a la llegada de miles y miles y miles de judíos exilados de la Urss, y a la  de las excavadoras de las inmobiliarias, misterios del mundo, y desparecieron los cilancos y las grandes charcas, el canto de los patos salvajes sustituido por el ronroneo del tráfico) El mundo se acelera de una forma imparable. Me invitaron varios veces al templo esto es a la sinagoga pero a mí me daba corte colocarme la yamulka en el occipucio que me sentaba que ni pintiparada y verdaderamente tengo cara, la nariz sobre todo, de judío pero no hacían más que hacerme preguntas y había un paisano que se parecía mucho a mi abuelo Benjamín al que los flecos de las filacterias (los sefarditas se colocan para orar en los cuadriles una especie de faja) que eran exacta a la largo ceñidor con la que mi abuelo Benjamín se atacaba para no agarrar frío a los riñones.

Se llamaba Samuel y un día me enseñó emocionado la llave de la casa de un pueblo de la provincia de Segovia: Coca. Sus ancestros debieron de ser, pobres, los protagonistas de aquel triste éxodo hacia Berbería  que cuenta El Cura de los Palacios en uno de sus almanaques, la llave guardaban y algún día regresarían tal vez al hogar del que fueron despojados. Me quedé de una pieza y no regresé al Templo en bastante tiempo pero con motivo de la muerte del generalísimo fue invitado allí a un kadish o responso.

¿Franco era judío? Esa era al menos la tesis de un libro que yo tengo inédito Franco y Sefarad un amor secreto. La puesta infurió a tirios y a troyanos. Yo no sé si era o no de origen sefardí el anterior jefe del Estado. Pero hecho ineluctable era que el apellido Franco lo es. Como lo era Cisneros. Fray Francisco heredó el toponímico de un pueblo palentino. Tiene la cosa tres pares de perendengues. Resulta que la herencia que desparramaron los godos entreguistas y corruptos la trataron de recomponer los dos franciscos fautores de la unidad española.

 Los Franco me caen bien. Pero más Ramón el aviador republicano – su mirada llevaban la llama del fuego sagrado- o don Nicolás buen diplomático algo putero y gran vividor lo mismo que doña Pilar que era una cachonda mental. Más que el Dictador al que otro compañero de armas, el inefable Queipo, le llamaba la “culona”. Siempre lo tuve a Francisco Franco en un pedestal y un soldado valiente (innegable) pero mis colaciones últimas sobre la guerra civil dan a entender que en el escalafón había generales mucho más brillantes que él; como Rojo y Casado que hablaban varios idiomas incluso el árabe y Franco nunca llegó a aprender inglés. Todos estos postulados revisionistas, con todo nunca me apartarán del amor que profeso hacia Pachín y su familia.

 Que no se enriqueció a costa del erario público y llevó vida modesta y familiar, austera, amante de los libros y del campo, y en sus gustos y discreción se reveló como un pequeño burgués judío. Le gustaba Stefan Zweig y Lajos Zilahy.  Disquisiciones aparte, lo que no cabe duda en esta hora en que todo el mundo le calumnia y le insulta, el hecho es su innegable amor a la patria, su austeridad, su distanciamiento de la pasión española y eso que amaba a España con todo su corazón y hay algo mesiánico y misterioso en toda su vida y obra. Y he llegado a la conclusión de que los judíos a los que salvó a miles de las garras del tirano a través de sus embajadores en Atenas. Bucarest, Budapest, Sanz Bricio, [lean un libro descatalogado del gran periodista de “Arriba” Eugenio Suárez. “Corresponsal en Budapest”] le sustentaron en el poder con maniobras ocultas dirigidas desde Wall Street.

Todo eso es impepìnable guste o disguste. Por eso me insubordinan las mentiras propaladas por un menda en una  televisión que decía que  el general Franco con una mano mojaba los churros en el café y con otra firmaba las sentencias de muerte. Wrong. La condena a muerte de Grimau le costó dos noches sin pegar ojo. Ese tal Herrera especialista en prensa de la entrepierna dicen que es poeta (caspita y pardiez rediez como deben de ser sus versos) y uno de los más eximios practicantes de lameculismo borbónico y de coyundas y de líos de la jet que interesarán sólo a su padre pues yo tenía un capitán que odiaba la pornografía y cuando veía a un guripa con una revista pornográfica entre las manos se la hacía pedazos: “El sexo en directo y en privado, chaval, te van a doler los cojones de tanto mirar esas porquerías”.

Bueno, pues valga esta larga digresión para meternos a analizar una de las grandes novelas del siglo XX “El lamento de Portnoy” de Phillip Roth  un profesor de Columbia hijo de supervivientes del Holocausto. El eje de marcha o argumento de esta novela sin argumento hilvanada a base de calas psicoanalíticas en las que se acomete algo tan moderno como es el rechazo a la figura del padre, la vida paranoica inmersos en el ruido de Manhattan, la gran manzana, la pina cucaña donde solo los mas ardidos trepan al mayo encerado y resbaladizo y los demás quedan tirados, el onanismo, el mironismo, el fetichismo, los complejos de Edipo, la equiparación de Eros con Tanatos.

 Los jadeos del orgasmo se parecen a los de la agonía. El protagonista no da paz a la mano y siempre haciéndose pajas. Debajo de la gabardina, utilizando un calcetín y a veces la pulpa de una manzana un guante de béisbol. La palabra joder, coño, te la meto, follame por atrás, el lirio y el basto, duro que te pego, saltan a la escritura cientos de veces. Así y todo yo creo que se trata de un libro místico. Impregnado de ternura y de crudo humor típicamente judío en el que no se deja títere con cabeza. Los cromos y los clavos de Cristo. Esa sonrisa meliflua de algunas imágenes religiosas de tan mal gusto. La mula y el buey y el pesebre y sonando en toda la barriada el disco rayado “Noche de paz” como si fuera el himno nacional. A través de esta novela he vuelto a revivir mis vivencias neoyorquinas.

 La Navidad católica solía coincidir con las de la Janucha y allí teníamos al vecino italiano que montaba un gran pesebre en la antojana con un misterio muy relamido y el Niño Jesús sonriendo entre las bombillas a veinte bajo cero, y al de más allá (protestante) un árbol de Noel mientras los altavoces colocados en el balcón emitían a toda mecha los sonidos de O Tannen Baum en alemán. Los judíos para no quedarse atrás montaban casi con las dimensiones de un andamio el candelabro de los siete brazos. Este absurdo me hizo recapacitar de lo irracional de nuestras disputas. Y de que los judíos promotores de la renovación en el mundo moderno y que han sufrido persecuciones por contar la verdad, aunque hay algunos que los encontré fanáticos y muy cabezones, llevan la razón en este absurdo de las creencias y de los mitos y que los cristianos hemos hecho una caricatura de nuestra fe contaminada de aditamentos paganos. Y la llevan más  que un santo y gran parte de ellos eran santos, pero santos laicos, no santurrones ni capullos.

Comprendí – me ha costado años de cavilaciones- la tragedia del Holocausto como apéndice o corolario de la Crucifixión. Se complementan, no se excluyen, por más que algunos traten de verlo así. Dos hechos que han redimido al ser humano con sangre y dolor, el uno en el plano soteriológico y espiritual y el otro en su parte  material porque el Holocausto ha acelerado la Historia que ha entrado en un carril vertiginoso con la era de las comunicaciones. También entiendo a Agustín cuando desde su invitación a leer y meditar (tolle et lege) llamaba a los judíos nuestros hermanos mayores. Que van por delante en la Historia. Por más que dicho camino esté lleno de abrojos, plagado de contradicciones. Y  también entiendo al presidente ZP reatando cabos  y tratando de meterme en los ojos del otro.

Se consuma el mensaje salvífico de Jesús: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Pero la Iglesia institución ha cometido muchos pecados (el poder corrompe y el poder absoluto corrompe más que ningún otro). Por desgracia no ha sido madre sino madrastra para algunos de nosotros. Antes de ayer la Schlichting, sin ir más lejos, hacía una entrevista con su voz sexy a uno que decía que Cristo nunca existió. Piedra de escándalo para mi y mis convicciones. Pero más escándalo es que esta trola se propalara desde los micrófonos de la COPE. ¡Vaya con los curas! Por lo que parecen siguen estando al santo y a la limosna. En misa y repicando. ¡Qué lío, Dios mío! Pero yo seguiré aferrado a mi canon muzárabe y a mis salmos en latín. Abrazado al rito ortodoxo más esencial y antiguo que el romano. Se lo debo a mis hermanos rusos Creyendo y amando a los judíos de la misma forma que espero que ellos me perdonen, aunque no puedan amarme, a mí, pecador.

 La mayor parte de mis vecinos y amigos en Nueva York, una ciudad dura, practicaban la religión mosaica. Muchos me abrieron las puertas de su casa. Otros me seguían considerando como un goy (pagano). Pero en aquella época todo se impregnaba de amor  y de humor judío. Los grandes guionistas de Hollywood eran de este origen y los actores: Jack Lemmon, los Hermanos Marx, George Burns, Peter Ustinov, Samuel Bronston- todo aquel gran cine que vimos en nuestra infancia que nos hizo reír, llorar, enamorarnos y sufrir- y hasta Charlot. Charlie Chaplin tuvo que abandonar California a causa de la “caza de brujas” del presidente MaCarthy. Lo cierto es que la literatura americana, el cine, las artes, se hubiera quedado en nada sin la contribución de estos autores: Herzog, Salinger otro obseso sexual que psicoanaliza a otro adolescente en “El guardián sobre el centeno”, John Updyke, Norman Mailer etc. A este último nunca le pude sufrir porque me parece algo libelista en sus planteamientos contra Europa.

 Ellos fueron los diseñadores de esa América que yo amé, la de Kennedy, la de la alianza para el Progreso (yo no soy antinorteamericano ni antisemita ni antinada por Dios, que yo soy de Segovia, y mi equipo la Gimnástica desde que era rapaz).

 América en estos años tenía una faz atrayente – las sentadas contra la guerra, los discursos de Martín Lutero King “I had a dream”- que se ha venido al traste con esa derechización ideológica impuesta por Bush y sus aláteres. América se ha vuelto gazmoña, prudish, políticamente correcta y gazmoña. Este victorianismo del nuevo doble lenguaje me saca de quicio; no se puede pronunciar la palabra cunt, prick, shit, sempiternas en el lenguaje coprológico de las tribus urbanas porque te echan del chat o te motejan de machista. Nada de machista. Simples facts of life. Una América que es consciente de que se ha metido en un jardín en el Irak, una guerra que no podrán ganar porque el sofisticado ejército yanqui carece de una básica y leal infantería y tiene que echar mano de los británicos.  O de la catapulta. Ero sería el apaga y vámonos.

 Los ingleses sí que tienen una buena infantería. A veces hasta brutal. O de los hebreos que también la tienen (la mejor del mundo) y, así y todo, Olmert está pasando por dificultades en el Kenesset donde se cuestiona el fracaso de la última guerra del Líbano. Pero mejor incluso que sus infantes es la inteligencia de los israelíes y el humor de sus escritores y cineastas. Ellos han proyectado la noción de un Daniel en el pozo de los leones. Israel siempre en mis labios que nunca se vaya esta palabra de mi boca. Y así nos hemos sentido algunos, como el bravo Daniel en la leonera, cercados por la calumnia, la frivolidad, las soflamas de los mediocres que no podrán entender ni a América ni a Israel. Reconozco sin embargo que no es fácil y a veces cuesta pero el mundo ira adelante. En el Lamento de Portnoy, una cura inteligente contra el antisemitismo de nuestros días y el pesimismo que nos invade, también lo pone. Cuando yo aterricé en Manhattan el 30 de noviembre de 1976 un casero ruso de origen judío me buscó apartamento. Cuando abandoné la ciudad un 25 de abril de 1980 al pasar por Brooklyn escuché el canto de las plegarias sabatinas a un rabí en una yashiva o seminario que alza su mole junto a las pilastras del puente. Ambos detalles fueron en mi vida todo un signo misterioso. Somos carne de dolor. E la nave va.

 

BUENA ORINA BUEN COLOR

 

 

Por Antonio Parra

 

Ya ha florido mayo, título para una gran novela de un novelista de la escuela andaluza, ahora olvidado siendo valioso, Alfonso Grosso. Unos van con flores a María [es un símil porque los mayos de ahora traen bombas bajo la chilaba, la gente anda aterrada y cuerpo a tierra, y entre flores y rosas Su Majestad es coja, y espían las merdellonas, bajan con los cubos de la calumnia oliendo a sudor y no se cambian la camisa, tusonas y fregatrices, da consignas don Bigbroder el de la voz gorda, corren por la TV gigantes y estafermos que vivir es un sinvivir, una eterna paradoja, el personal se vigila a la rebatiña, dietas para adelgazar, buenas andan las comadres] y otros preferimos entonar el romance del Prisionero. Siempre vivimos emparedados en la cárcel del amor y por un supuesto lean:

“Que por mayo era por mayo/ cuando hace la calor/cuando los enamorados van a servir al amor/ y yo triste y cuitado yago en aquesta prisión...la la la larala/ que no sé cuando es de día/ni cuando las noches son/ sino es por aquella avecilla que me cantaba al albor/ Matómela un ballestero/. Dele Dios mal galardón... La la laralalá”

Oigo el crujir de las cadenas. El estallido de los cerrojos. Los manojos de llaves del Cerbero que vigila. Siempre en capilla. Estamos en capilla. Al nacer se nos condena a todos a muerte y eso muchos no lo saben. Pertenecen al cupo de inmorales ilusos que piensan que se van a quedar aquí para simiente. Los vigilantes de la parva nos escrutan con mil ojos de Argos. El personal no hace nada, está desorientado y tales desasosiegos determinan que ande la red cargada de electricidad. Son duros de oreja y el corazón hanlo de pedernal. Les cantas las cuarenta y se cabrean. Se rasgan la vestimenta y exclaman quien yo. Sí tú mosquita muerta. Hay mal ambiente y no debía de haberlo. Echan las culpas a un zapatero pero este hombre en política hace su trabajo. Obra prima. Buen trabajo mientras los otros andan sumidos en la cultura de la queja, quejicas, ¿qué hay de lo mío?, yo me mato por mis garbanzos ¿No serán ellos los remolones? ¿Los sepulcros blanqueados? ¿Los insolidarios? ¡Oh qué tiempos más interesantes!

- Mientras dure, Ejusmodi....

- Sé por donde vas, Verumtamen pero qué bonita canción esa del romance del prisionero. Un poco triste la verdad y melancólica aunque de menos nos hizo Dios. Una pena que los jovencitos de hoy ahora desconozcan el romancero... Andan los tiempos muy alterados con esto de la política. Pero tras de tiempos vienen tiempos y eso es también del romancero



Serán carne de cañón o usuarios del verdugo que anda por ahí en la ronda de las celdas. Centinela alerta. Literatura carcelaria siempre excita mi compasión y existe una gran novela río de Eduardo Zamacois que cuenta las desventuras de los penados en San Miguel de los Reyes. Eso era un convento del cister y la desamortización del 1833 lo convirtió en uno de los penales más temibles en la Península. Se llamaba la obra que me causó impresión cuando la leía hace como diez años Los vivos muertos. Tomás Salvador escribió otra epopeya memorable en Cuerda de presos” y otra Cabo de Vara. Por temática, el Hacho. No llores niña no llores no llores que yo no lloro aunque me lleven a Ceuta a pelear con el moro. El sufrido pueblo  es sabio y tuvo que sufrir prisiones, tiranías y arbitrariedades. Aquí por menos de un ardite te meten en cintura y acabas arrastrando cadenas entre bretes y grilletes. Dios no lo permita. Propugnan la caza de brujas, MaCarthy resurrecto. A veces la cárcel ha sido morada pasajera o definitiva de todo gran español. Pero ¿a qué no acaban en la trena los mediocres? Pues no. Más bien no. Y los machacantes del esbirro siempre hicieron carrera. Déme usted un cigarro. Ese pensamiento se me atraganta. Quiero pasar humo. Nos vigilamos unos a otros. Hay por ahí esparcida mucha madera de inquisidor y la red es el tornavoz de mucho escritor diletante y deprimido. Se observa al personal pero con eso no hay cuenta, Verumtamen. El arte de contar es la maula de fingir. Uno parece que está detallando su autobiografía y lo que está haciendo es atisbar la reacción del otro por un ventanuco. Buena orina, buen color y tres higas al doctor. Ponemos en pepitoria un corte de manga y parece que acabamos de dejar nuestra alma descubierta y sangrante entre las zarzas. Qué va. Solo es un truco. Escribir es seducir y hasta cierto punto engañar contando mentiras piadosas, En todo escritor subyace un buen impostor. Bonita forma de hacer tururú. No me vengas con monsergas. No me gusta Voltaire pero tiene algunas máximas aprovechables como cuando espetara que las palabras se esgrimen para ocultar los pensamientos. Sirven para esquivar los golpes y  son coselete en la taleguilla para burlar los derrotes de mihuras astifinos que corretean por el albero y andan a cornadas cuando uno menos se lo piensa y ayudadme zancas que en esta vida todas son maulas.

 ¿Entonces escribes para hacer tururú? A veces. Nada más razonable que un corte de manga a tiempo. Los romanos en estas ocasiones se colocaban un humeral sobre la chepa al que llamaban la indutia.  Los padres conscriptos confiaban a esta prenda talar el cuidado de sus personas contra los gargajos que les escupía la plebe disconforme en el foro. Eso, los senadores que los militares portaban el gladium y  a ellos no les escupían, por si las moscas, pues menudos eran los decuriones, desenvainaban a la primera de cambio y el paludamentum o capote de guerra para arrebujarse contra el relente de las madrugadas, los juegos duraban dos días y hasta una semana. Y con ellas se presentaban en el circo a ver pelear a los hoplomachi o gladiadores. Roma y la vida política eran un espectáculo y lo que la chusma quiere. Panem et circenses. Y lameculismo. Mucho lameculismo. Halagos. Lisonja y jabón

 Así no murmuraban ni entraban en contubernios contra el emperador... Cuando yo llegué de Nueva York después de haberme partido el pecho por mi país con razón y sin ella fui recibido con un gracias por los servicios prestados y ale usted es uno de tantos, la gente va a su rollo, es insensible para vibrar ante las issues del patriotismo como pasa en Inglaterra, Estados Unidos o Francia y me sentí un poco como aquellos soldaditos de Mola que regresaron a Larache después de resistir diez meses en un blocaos de Dar-Akoba, diezmada la compañía y después de pasar gurruminas, se preparó un desfile militar y no asistió nadie. Los pobres sorches se sintieron desolados ante esta incomprensión de la retaguardia ellos que se estuvieron batiendo el cobre en la vanguardia. Paso y por partes. Escarbe. Haga memoria. Navegamos ya en aguas válidas. El tiempo anda un poco revuelto. Para esta época vienen  fenomenales los cocimientos de genciana. Pueden ayudar a algunos a combatir la depresión. Otros pacientes de estreñimiento crónico se hinchan a evacul pero van al baño y se sorprenden de obrar cagalutas de conejo, el vaso de su dentadura postiza montando guardia toda la noche en la taza del retrete esbozando una sonrisa macabra que anticipa la calavera. Cagan poquito o excretan ladrillos. A esos hay que decirles que si quieren pan vayan al batán que allí un perrito que caga poquito  le alcen  el rabo y le den un besito. La envidia es causa de su estreñimiento mental y  a causa de ella les llevan los demonios. Mas no hay que preocuparse: ya se les pasará.

ROMANCE DEL PRISIONERO

 

Por Antonio Parra

 

Se acerca florido mayo, título para una gran novela de un novelista de la escuela andaluza, ahora olvidado siendo valioso, Alfonso Grosso. Unos van con flores a María [es un símil porque los mayos de ahora traen bombas bajo la chilaba, la gente anda aterrada y cuerpo a tierra, y entre flores y rosas Su Majestad es coja, y espían las merdellonas, bajan con los cubos de la calumnia oliendo a sudor y no se cambian la camisa, tusonas y fregatrices, da consignas don Diarrea el de la voz gorda, corren por la TV gigantes y estafermos que vivir es un sinvivir, una eterna paradoja, el personal se vigila a la rebatiña, dietas para adelgazar, buenas andan las comadres] y otros preferimos entonar el romance del Prisionero. Siempre vivimos emparedados en la cárcel del amor y por un supuesto lean:

“Que por mayo era por mayo/ cuando hace la calor/cuando los enamorados van a servir al amor/ y yo triste y cuitado yago en aquesta prisión...la la la larala/ que no sé cuando es de día/ni cuando las noches son/ sino es por aquella avecilla que me cantaba al albor/ Matómela un ballestero/. Dele Dios mal galardón... La la laralalá”

Oigo el crujir de las cadenas. El estallido de los cerrojos. Los manojos de llaves del Cerbero que vigila. Siempre en capilla. Estamos en capilla. Al nacer se nos condena a todos a muerte y eso muchos no lo saben. Pertenecen al cupo de inmorales ilusos que piensan que se van a quedar aquí para simiente. Los vigilantes de la parva nos escrutan con mil ojos de Argos. El personal no hace nada, está desorientado y tales desasosiegos determinan que ande la red cargada de electricidad. Son duros de oreja y el corazón hanlo de pedernal. Les cantas las cuarenta y se cabrean. Se rasgan la vestimenta y exclaman quien yo. Sí tú mosquita muerta. Hay mal ambiente y no debía de haberlo. Echan las culpas a un zapatero pero este hombre en política hace su trabajo. Obra prima. Buen trabajo mientras los otros andan sumidos en la cultura de la queja, quejicas, ¿qué hay de lo mío?, yo me mato por mis garbanzos ¿No serán ellos los remolones? ¿Los sepulcros blanqueados? ¿Los insolidarios? ¡Oh qué tiempos más interesantes!

- Mientras dure, Ejusmodi....

- Sé por donde vas, Verumtamen pero qué bonita canción esa del romance del prisionero. Un poco triste la verdad y melancólica aunque de menos nos hizo Dios. Una pena que los jovencitos de hoy ahora desconozcan el romancero. Eso sí; les atiborran la cabeza de documentos de gestión y del bizantinismo puro y duro que manda en pagina. Anda los tiempos muy alterados con esto de la política.



Serán carne de cañón o usuarios del verdugo que anda por ahí en la ronda de las celdas. Centinela alerta. Literatura carcelaria siempre excita mi compasión y existe una gran novela río de Eduardo Zamacois que cuenta las desventuras de los penados en San Miguel de los Reyes. Eso era un convento del cister y la desamortización del 1833 lo convirtió en uno de los penales más temibles en la Península. Se llamaba la obra que me causó impresión cuando la leía hace como diez años Los vivos muertos. Tomás Salvador escribió otra epopeya memorable en Cuerda de presos” y otra Cabo de Vara. Por temática, el Hacho. No llores niña no llores no llores que yo no lloro aunque me lleven a Ceuta a pelear con el moro. El sufrido pueblo  es sabio y tuvo que sufrir prisiones, tiranías y arbitrariedades. Aquí por menos de un ardite te meten en cintura y acabas arrastrando cadenas entre bretes y grilletes. Dios no lo permita. A veces la cárcel ha sido morada pasajera de todo gran español. Pero ¿a qué no acaban en la trena los mediocres? Pues no. Más bien no. Y los machacantes del esbirro siempre hicieron carrera. Déme usted un cigarro. Ese pensamiento se me atraganta. Quiero pasar humo. Nos vigilamos unos a otros. Hay por ahí esparcida mucha madera de inquisidor y la red es el tornavoz de mucho escritor diletante y deprimido. Se observa al personal pero con eso no hay cuenta, Verumtamen. El arte de contar es la maula de fingir. Uno parece que está detallando su autobiografía y lo que está haciendo es atisbar la reacción del otro por un ventanuco. Buena orina, buen color y tres higas al doctor. Ponemos en pepitoria un corte de manga y parece que acabamos de dejar nuestra alma descubierta y sangrante entre las zarzas. Qué va. Solo es un truco. Escribir es seducir y hasta cierto punto engañar contando mentiras piadosas, En todo escritor subyace un buen impostor. Bonita forma de hacer tururú. No me vengas con monsergas. No me gusta Voltaire pero tiene algunas máximas aprovechables como cuando espetara que las palabras se esgrimen para ocultar los pensamientos. Sirven para esquivar los golpes y  son coselete en la taleguilla para burlar los derrotes de mihuras astifinos que corretean por el albero y andan a cornadas cuando uno menos se lo piensa y ayudadme zancas que en esta vida todas son maulas. ¿Entonces escribes para hacer tururú? A veces. Nada más razonable que un corte de manga a tiempo. Los romanos en estas ocasiones se colocaban un humeral sobre la chepa al que llamaban la indutia.  Los padres conscriptos confiaban a esta prenda talar el cuidado de sus personas contra los gargajos que les escupía la plebe disconforme en el foro. Eso, los senadores que los militares portaban el gladium y  a ellos no les escupían, por si las moscas, pues menudos eran los decuriones, desenvainaban a la primera de cambio y el paludamentum o capote de guerra para arrebujarse contra el relente de las madrugadas, los juegos duraban dos días y hasta una semana. Y con ellas se presentaban en el circo a ver pelear a los hoplomachi o gladiadores. Roma y la vida política eran un espectáculo y lo que la chusma quiere. Panem et circenses. Así no murmuraban ni entraban en contubernios contra el emperador. Hoy Cesar tiene mucho más poder y muchos más recursos, como el control de la información, pero sigue aplicando la formula de Panem et circenses, alguna bacanal de vez en cuando y como ya no hay infierno desde el tornavoz eléctrico se previene a las mases contra la crasitud o contra los malos hábitos que pueden dar cáncer y es así que todo está atado y bien atado hasta la próxima bomba. Cada vez que bajo las escalerillas del intercambiador me entra casi un miedo pánico. Los de Alicaída merodean Madrid. Quieren reconquistar Andalucía. ¿Van de farol? es lo que dicen los papeles, chico y aquí todos que no les llega la camisa al cuerpo. Papá no fumes. Papá ven en tren. Con Iberia ya habría llegado pero para que tomar tantas precauciones y andarse con tantos remilgos si cualquier día de estos disparan la “catapulta” y todos volamos por los aires. El destino está escrito en las estrellas; es inexorable y las balas cuando vienen llevan tu nombre y dirección, te llegan y hay que abrir el sobre, lo decía un capitán mío de cuartel. En el peor de los casos te matan. Y en el mejor, es un tiro de suerte.  La gente como anda bastante desinformada y no se preocupa se merece lo que le pasa y le va a pasar por burra. Y de desagradecidos está el mundo lleno. Y de dureza de corazón. Que algunos parece que lo tienen de hierro. Cuando yo llegué de Nueva York después de haberme partido el pecho por mi país con razón y sin ella fui recibido con un gracias por los servicios prestados y ale usted es uno de tantos, la gente va a su rollo, es insensible para vibrar ante las issues del patriotismo como pasa en Inglaterra, Estados Unidos o Francia y me sentí un poco como aquellos soldaditos de Mola que regresaron a Larache después de resistir diez meses en un blocaos de Dar-Akoba, diezmada la compañía y después de pasar gurruminas, se preparó un desfile militar y no asistió nadie. Los pobres sorches se sintieron desolados ante esta incomprensión de la retaguardia ellos que se estuvieron batiendo el cobre en la vanguardia. No sabe interpretar la actualidad que es tan críptica aun a fuer de apariencia inocente pero los hechos no son tan inocentes. La actualidad según esto se desarrolla con arreglo a un plan previamente diseñado en el encerado por el amigo de la batuta, el gran cofrade mayor corre turnos.   Claro para eso hicimos, Ejusmodi, usted y yo la mili en los servicios secretos. ¿En el SIM? A tanto no llego. ¿En los servicios de Carrero? Pero estuve en el punto de mira de aquellos pelmas. Como espías fueron un desastre porque aparte de que mataron al zángano de la colmena, abejas rábidas, luego no estuvieron dando una a derechas. Que si 20N que si 23F que si 11M. Les han metido todos los goles. Bueno eso es un supuesto. ¿No será que aparentaron que se la dejaban meter doblada? También es muy cierto eso. Para sobrevivir hay que hacer como que no te enteras. Si no quieres acabar cantando el romance del prisionero. Todos a la trena. Paso. Vayamos paso y por parte. Escarbe. Haga memoria. Navegamos ya en aguas válidas. El tiempo anda un poco revuelto. Para esta época vienen fenomenal los cocimientos de genciana. Pueden ayudar a algunos a combatir la depresión. A resultas del gran montaje los destajeros del rumor, la columna inane, llevan chismes al Procurador.

- ¿Cómo se llama ese señor?

- Don Ahímelasdentodas


Pues vale pero no cante usted muy alto ese bello romance no vaya a despertar usted a los carceleros que son legión aunque no lo parezca en esta época de derechos humanos hay manga ancha para algunas cosas pero para otras cosas que uno considera leves o un simple ejercicio de la libertad de expresión son implacables y si las dices puedes acabar en la trena. De hecho no somos muy libres. El andamiaje está montado sobre las varas de medir y las vigas del miedo. Llama a seguridad. Que vengan los lictores. Y es con el látigo del terror con el que se tiene dominados a los pueblos. Es por esto por lo que se les ha declarado la guerra a las ideas y pensar por tu cuenta puede ser un delito. No. No quiero cantar las tristes estrofas del romance del prisionero que yo recuerdo haber oído interpretar a algún rabelista que se acercaba al baile en las fiestas de mi pueblo.

-          A buen entendedor..

-          ¿Cuál es entonces la solución?

-          Fray Jarro

domingo, 15 de abril de 2007

 

ADIOS A UN “SANTO BEBEDOR”: BORIS NIKOLAYEVICH JELTSIN

 

Antonio Parra

 

Un funeral ruso de rito solemne (pojorovñi) es como una viaje en autopista hacia el cielo. Los popes no se visten de negro sino de blanco y el coro entona, en lugar del Dies Irae o la tremenda como la llamábamos los latinos desde el medievo, cánticos de resurrección. Boris  Nicolaevich Jeltsin fue despedido ayer con los honores de un zar. Vi la impresionante ceremonia por una cadena alemana. Un diacono barbitaheño atacaba las estrofas del “dios dé paz a su alma” mientras el subdiácono lampiño pero con bigote y una poderosa voz de barítono iniciaba el responso de las letanías. Las capas pluviales y tiaras recamadas de oro se confundían en abigarrado colorido con las barbas blancas y negras o rojizas de los popes y el humo del incienso se alzaba hasta las cúpulas entre el fervor de los cánticos del rito solemne y el luto riguroso de la viuda y los deudos.

Oficiaba el archimandrita Cirilo pues el patriarca Alexis II primado de la Iglesia ortodoxa no pudo presidir la concelebración por enfermedad. El obispo Cirilo colocó a manera de salvoconducto sobre las manos exangües del difunto un icono de la Virgen María y le dio la absolución valedictoria según un culto ancestral que tiene un origen griego, donde el icono marial sustituía a la moneda que introducían los helenos entre los dientes del cadáver para pagar la moneda al Barquero.

 Era el portazgo y el salvoconducto a la eternidad. A todos nos llega la hora. Todos hemos de subir a la barca de Queronte. Allí presentes, los viejos “enemigos” (Bush padre, John Mayor, Clinton, Gorbachov) con una vela en la mano como novicias en un entierro siendo los hombres más poderosos del mundo. A Clinton se le vio llorar con el mismo denuedo con que en una ocasión lo vimos reír junto a Boris soltando amarras tras una tensa entrevista en la cumbre en la que se anunciaban grandes nuevas para el mundo: el final de la guerra fría y las superpotencias firmaban el armisticio de la paz.

 Fue al cabo de unos días tensos a raíz de la guerra en Yugoslavia cuando este planeta estuvo a punto de saltar por los aires. La capitulación rusa hizo posible la globalización, la supresión de barreras y la llegada de una era de comunicaciones interactivas de la cual no cabe seguramente marcha atrás. Paradojas y contrasentidos de la Rusia misteriosa y mesiánica. Que un campesino y un oscuro jefe de distrito de los Urales llegase a jefe del Politburó y liquidase a la Urss y que haya  sido sepultado con los honores de un zar. Que los viejos contrarios, reconciliados dentro de lo que cabe, se encuentren presentes en el funeral del padrecito al cual tanto le gustaba el agüita de vida esto es la vodka no es para echarlo en saco roto. Soplen y marchen. Prodaljaet. (marchemos) Gorby, su rival incandescente, al que derribó en un golpe de estado estaba en el banco de respeto pero sin vela en la mano. Putin su sucesor hacía santiguadas cada vez los oficiantes invocaban a la Trinidad (vo imia Otsá i Sina i Siatovo Duja) En el nombre del Padre y del Hijo.... A mi me pareció escuchar el rumor de las alas de un serafín, el ángel de la paz, un mensajero del Espíritu Santo que se columpiaba sobre el sabbaoth del iconostasio y cuando el diacono cantaba la epístola de san Pablo en la cual se afirma “la vida humana no se arrebata sino que se transforma en la resurrección” se escucharon armonías maravillosas. Paradojazas de una nación escarnecida, vilipendiada, la llamada cárcel de los pueblos (tiorma ludei) que padeció la tortura del gulags y de las hambres más atroces en la era de postguerra pero donde las profecías de Dostoyevsky parece que se están consumando.

 Que ha expiado su dolor y que sale adelante con sus dificultades cierto pero Europa necesita una Rusia estable y segura. ¿Dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón? Nos preguntamos alborozados con san Pablo los que de verdad amamos el bien y la belleza y odiamos la iniquidad y la mentira y tenemos fe en la capacidad del ser humano para el amor y para el progreso, no para la guerra. El fin de la era Jeltsin marca un hito en la historia universal. No cabe marcha atrás. Imponderables aparte, se aleja de nosotros el fantasma de una conflagración atómica. Nuestra generación no tuvo infancia pero tuvo Vietnam y nos acostumbraron a vivir con el miedo a la Bomba. El líder ex soviético significó un alivio para tal pavor.

 A lo que se ve, no era un ateo convencido sino un cristianin  o creyente, uno de tantos, en el sentido eslavo de la palabra (como en español se llama cristianos a la gente común) y cuando el coro rogaba al Señor dador de vida personase los pecados de palabra obra y omisión de Boris Nicolayevich, yo me acordaba en esos instantes de una novela de un judío, Philip Roth, que se llamaba algo así como el “Santo Bebedor”. El adalid de la post-perestroika a su modo fue una especie de santo laico.  Que le daba un tiento al jarro de vez en cuando pero ¿qué pasa? Son las inveteradas costumbres del país de los brindis; robándole botellas de gasolina a los depósitos de los gigantescos T34 los “ruski soldati” entraron en Berlín a costa de miles y miles de bajas.  Una carnicería tan atroz no hubiera sido viable sin saltaparapetos porque, también cabe recordar, que las juventudes hitlerianas vendieron cara su derrota. En Rusia, o Rosía mayá, tienes nombre de rosa, pero eres dura como un leño, al que no bebe lo tienen por marica.

 Dios escribe al derecho con letras torcidas porque si aquella mañana de abril ahora hará unos años, cuando Jeltsin se levantó con resaca,  no vuelve a emborracharse, aturdido por lo que acababa de firmar, y le quitan la llaves de mandos del maletín nuclear todos aquellos que ahora le insultan y le llaman borracho – señor Sánchez Dragó un poco de respeto que la televisión en la que usted actúa con trazas de simio la pagamos todos- todos nos vamos con San Pedro. Por eso es verdad el antiguo aforismo que escuché en una taberna cerca de la Piatniskaya ulitsa moscovita a un “cristiano”: Dios perdonará, perdonará eternamente a los borrachos. Misterios del alma rusa.

 Un país que perdió cerca de cuarenta millones de seres y más de cuarenta quedaron mutilados en la guerra contra Hitler y que permitió el resurgimiento de Europa haciendo uno de sus clásicos mutis, ensimismándose, por el foro durante la terrible postguerra estaliniana, es un país al que debemos mucho y dejar de reconocerlo sería necedad... Un país que tiene un sentido mesiánico y redentor de la historia y se sacrifica por todos los pecados de los hombres como un nuevo cordero de Dios. Duro, fuerte, y que sólo puede ser dominado con vara de hierro y que siempre resucita.

 Toda vez que la creen arrinconada y rendida – fue el error de los generales alemanes- de pronto revive. Rusia llena de contrasentidos y de contraste capaz de la mayor violencia y la más suave ternura plasmada en las famosa taská que brota en canciones tristes al acordeón o la mandolina. Pueblo del sufrimiento redentor. Donde todo es posible: el que el hijo de un campesino y nieto de siervos de la gleba llegue a ser considerado el más alto barín (aristócrata) y que haya tenido en sus manos gafas –le faltaba  a Boris el dedo pulgar por un accidente- el destino de la humanidad es un concepto para ser tenido en consideración.

Con Jeltsin desaparece una de las figuras más importantes de finales del convulso siglo XX en su década crucial y la más dura de todas. Paz a su alma y paz para todo el género humano. Descanso eterno a todos los muertos. Ojalá que a mí también me hagan un funeral como a su persona, y  me responsee toda una clerecía de cincuenta popes con sus dalmáticas y sus incensarios. Con unas exequias tales no importaría morirse. Es como tomar un autobús hacia el cielo. ¿Por qué? Porque creemos que después de esta vida haya algo más los que esperamos y aguardamos la resurrección de la carne. Seguro que el “santo bebedor” ya está en el cielo. Niebó que dicen los rusos.

 

Miércoles, 25 de abril de 2007, día de san Marcos rey de los charcos

CALLESE SR AZNAR. CÁLLESE

 

Antonio Parra

 

 

Los jefes de gobierno en Democracia cuando les llega el motorista de las urnas, que suelen ser inexorables en su escrutinio, cierran el pico, o se van a cultivar sus dalias o cabucar sus alcorques a domicilio (tampoco les queda tan mala paga) y tratan de no incordiar o al menos no estorbar. Eso es en Democracia y son las reglas del fair play. Juego limpio, pues. En las repúblicas bananeras no aceptan el veredicto popular y andan buscando justificaciones  leguleyas y llamándose a parte. Andan con bravatas y correveidiles de acá para allá alegando pucherazo. Lo que resulta bochornoso si tales dictámenes de revancha se hacen eligiendo foros extranjeros. Entorpeciendo la gestión exterior de sus gobiernos. Eso no es elegante. No es ético. De mi larga estadía en Londres me impresionó el gesto de Harold MacMillan que volvió a los quehaceres de la prestigiosa editorial  familiar y se retiró a su quinta de Kent, con una buena pomarada de manzanas Cox, después de que las urnas le negaran el beneplácito a causa del escándalo Profumo donde cuidaba de su jardín y contestaba con evasivas a los requerimientos de la prensa para hacer entrevista (conservo una carta suya en que de una forma exquisita me da rotundas calabazas Super Mac como le denominaban los caricaturistas de Fleet Street para los que su rostro anguloso y peculiar era una auténtica mina). Sir Alec Douglas Hume, un aristócrata dignísimo, un superclase y un viejo zorro de la política, se compró una caña y se fue a pescar salmones a los lochs de Escocia. De este líder británico guardo buenos recuerdos y una foto en su compañía con él a orillas del Támesis. Le llamaban sus amigos y enemigos The skull (la calavera) no sé si porque era hético y cenceño y lo más parecido a un cráneo humano o porque jamás descomponía el gesto. Helmut Schmidt, el alemán Helmut Schmidt, un periodista brillantísimo y que de teniente de la Wehrmacht pasó a ser el gran valedor de los intereses hebreos en Alemania en su calidad de director de Die ZEIT, cultivó sus aficiones melómanas y tocaba el órgano o la pianola por las tardes en su domicilio de Hamburgo. En un par de entrevistas que le he visto televisión alemana vía satélite sigue fumando como una coracha, algo más gordo pero dueño de su proverbial clarividencia y de su desencanto, y de su sucesor Helmut Kohl, el gordo Kohl, nunca más se supo. Heath, don Eduardo Heath del que he hablado largo y tendido en mis crónicas fue nombrado director del orfeón de su pueblo. Wilson, don Harold Wilson que en paz descanse, se entretenía cuidando de sus nietos, y aferrado a su proverbial cachimba en la cual encuentra inspiración para la redacción de sus memorias, ayudado por su incondicional secretaria Marcia Williams, aguardó, longánimo, la llegada de las Parcas, ya casi nonagenario. James Callaghan cuando dejó la vida política guardó un bajo perfil. Jimmy Carter del que escribí lo mío durante mi corresponsalía en USA se dedicó a la filantropía y a construir manos a la obra como un albañil cualquiera  casas baratas para pobres en Centro América. Y eso que era un experto en la guerra termonuclear. Monsieur Pompidou, muy francés y un orador cabal, hijo de un hispanista, abrió las páginas del Quijote para encontrar consolación en su retiro cerca de Colombé –les- Deux- Eglises, el sitio de la campiña que vio expirar la grandeur de De Gaulle. Pero Giscard d´Estaign, más puñetero y que nunca me cayó bien pues me caen mal los masonazos y masonazo me era él y enemigo acérrimo de España, tuvo varios amantes, flirteó con la mujer de Pierre Trudeau (otro de mi época que ha dejado de fumar) y algunos avisados amigos que tengo en Paris me informaron que se iba de putas al Bois de Boulogne. Jeltsin se aferró a la botella y de eso acaba de morir. Yo creo que era un buen hombre y pese a sus gestos histriónicos y perestoicos le libro al mundo de no pocos baticores, por lo que me parece una broma el “homenaje” que le hizo el Sánchez Dragó, ese petulante mamporrero y enano encaramado en los informativos, llamándole borrachuzo por Telemadrid cuando el cuerpo del ex dirigente ruso estaba aun caliente (eso no se hace, señor Dragó, siga uzté con su rostro asnal y su rosa y su agua mineral sobre la mesa dándonos más de lo mismo y mucha telebasura, mala critica, peor prosa con mucho refrito y “guns and roses” y a los demás, seltz con soda. Y digo esto porque yo vengo de un mundo elegante de confrontación de bloques pero donde se respetaban las reglas del juego, oiga.  A los presidentes y ex primer ministro de los países importantes les viene la sabiduría con la jubilación y para ellos el retiro se convierte en tiempo de reflexión. Aznar, por lo que veo, sigue siendo tan carpetovetónico hasta en eso. No se conforma, no tira la toalla. Es terco como oriundo de navarricos y asoma la gaita en la Georgetown o se va a Moscú a hablar con los rusos de Gazprom sin previo aviso. Lo correcto es previamente evacuar consultas con el Ministerio de Estado o llamar teléfono al Palacio de Santa Cruz. Cállese, señor Aznar. Cállese. Estaría usted mucho más monín calladico. Sus últimas manifestaciones públicas parecen torpedos a la línea de flotación del gobierno de ZP. Y eso es juego sucio. Me parece a mí. En realidad don José Mari no es más que un chico de los recados (errand boy) de la Fox. Lo tienen de botones y él el hombre se pone finchado como una pava creyéndose una especie de oráculo de los intereses occidentales. A lo largo de mi carrera periodística estudié bien el Departamento de Estado y hasta en una ocasión entré en Pentágono. Allí todo a veces parece lo que no es. Un laberinto en el que confluyen los intereses económicos geoestratégicos tecnológicos y empresas. USA carece de amigos y sólo tiene intereses. Se trata de unos negociadores muy duros y las bandas de actuación tanto del Ejecutivo, del Legislativo los militares o la CIA son vetas separadas y comportamientos estancos. Círculos concéntricos hasta llegar al arcano del poder, el módulo íntimo lo mismo que si se tratase del núcleo de la bomba atómica. En unos sitios te hacen el paripé y en la puerta más allá te dan caña. Luego los del New York Times y el Washington Post tienen la última palabra. Aunque la verdad sea dicha todo el poder reside en Wall Street. Paradojas de la vida americana y  del Departamento de Estado donde siguen si fiarse mucho de Aznar. ¿Por qué causa? Bien sencillo. ¿Recuerdan ustedes la crisis de la Isla Perejil? Bueno pues allí Aznar metió la gamba al introducir la mano en el avispero del Magreb. El más antiguo tratado de Amistad y de Cooperación de la Unión es el firmado por unos de los presidentes norteamericanos con el califa de Rabat. Es zona exclusiva a sus intereses estratégicos. No quieren que se les incendie el polvorín del mundo árabe. En ese sentido, comprendo muy bien a ZP que es un político bastante avisado aunque le lluevan vituperios de tonto por todas las partes, pero sus servicios secretos deben de haberle puesto al loro de que ojo con Marruecos, aunque estando todas mis simpatías con nuestra antigua colonia del Sahara. Que nos quitaron los americanos por una razón muy sencilla allí hay fosfatos y puede haber petróleo. Entonces la Cia organizó la Marcha Verde. Eso puede que le costara las elecciones generales no por su servilismo en Azores sino por algo mucho más grave e indiscernible, críptico y paradójico como es la complicada política exterior Usa siempre a cargo de los “wunderkinder” del Pentágono y del Departamento de Estado, casi todos ellos con apellido alemán, de la escuela del físico Von Braun, o de origen judío: Gaspar Weinberger, Kissinger, Harold Brown, Schlesinger [George Bush al poner una negra, Gondoleza Rice (mucho arroz para un pollo), ha roto toda una tradición y es por lo que la gestión externa, por eso, no porque sea mujer una negra, sino que para dirigir ese barco hay que tenerlo bien puestos, o la propia Margarita Albright la que decía “cojones” con tanto tronío y en castellano que  le dio a Bush muchos quebraderos de cojones por causa de la crisis de Yugoslavia y que por poco estuvo a punto de costarle al mundo una guerra nuclear un día que Boris Jeltsin se levantó con resaca, menos mal que alguien le escondió las llaves del maletín secreto o caja de mandos de los misiles] coparon esos cargos. La norma es que su política sea ambivalente y ambidiestra pero sumamente conjuntada y eficaz. En el State Department mandan los liberales y en el de Defensa los tipos duros.  Los unos tienen los mejores diplomáticos y los mejores espías aunque a veces les falta tacto y son algo manazas. Los otros tienen las mejores armas, los más versátiles aviones de combate, pero les falta infantería y es la infantería lo que gana las guerras y los muchos cojones y no la tecnología. El otro arma poderosa en sus manos es Hollywood el gran altar mediático de donde se oficia un poco la ceremonia de la confusión, se rinde culto a la violencia con películas de buenos y malos, y la bazofia y los líos de cama están a la orden del día para goce de los cotillas de nuestra telebasura española. No es un mito aquello de halcones y de palomas. En cuanto a Aznar, éste ha tenido muchos panegíricos a este lado del charco. Hay quien lo pone por las nubes. El mejor presidente que tuvo España, el que levantó la economía (a base de poner ladrillos y vender parcelas, claro está), el que acabó con Eta (tampoco es cierto) y blablaba. A mí Aznar me pareció un buen alcabalero, un buen funcionario de Hacienda pero un mal presidente de gobierno. Desmanteló el ejercito, quiso liquidar la administración, se llevaba mal con los catalanes, caía antipáticos a los vascos y luego era un señor que hablaba muy serio y se reía con una risita floja de Bud Bunny, el conejo de la suerte. El conejo de la suerte. Sí. Sí. Para mí su mandato coincidió con un tiempo de desgracia y de persecución que no sé ni cómo puedo estar aquí. Tuvo desde luego buenos gestores como Cascos, Rato o superalcaldes como el de Villanueva de la Cañada, Luis Partida en quien yo veo merced a sus capacidades administrativas y dotes de permeabilidad y capacidad para la negociación y los negocios a un buen líder del PP –su figura es más plana y no tan decorativa como la de Rajoy pero hombre eficaz y es eficacia lo que España necesita en estos instantes, no buenos discursos- pero sus chicas a mi juicio no alcanzaron el fiel de la balanza del examen de grado (la Tocino, la de Palacio, la ministra de Insanidad aquella malagueña de cuyo nombre no quiero acordarme, la Espe] Doña Esperanza Aguirre creo que más que ministra de Cultura era la ministra del diseño y de la imagen. Ahora quiere ser reina. Dicen que a su  peluquero lo hizo subsecretario. Premio. Pero en cultura, cero patatero. Aznar no tenía mano izquierda y se hizo antipático al personal. La gota que colmó el vaso fue el hundimiento del Prestige y la explosión de impopularidad estalló con la guerra de Irak. Las bajadas de pantalones con los americanos no suelen ser rentables en la política española. Hay que amarrar y soltar cuerda. Pero Aznar se creyó porque toma una vez el té con pastas en Downing Street que ya era amigo intimo de Tony Blair. No conocía tan bien a la pérfida Albión como creo conocerle yo. Tampoco tienen amigos los ingleses sólo intereses y con su postura en Irak José Mari dio mucho más de lo que recibió. En cuanto a sus manifestaciones patrioteras sobre la unidad de España que todos defendemos y por la cual yo he tanto he sufrido me parecen fuera de lugar haciéndolas desde Washington. Les puedo contar una anécdota de cómo a mi antecesor Félix Ortega, uno de los mejores periodistas que he conocido, nos llamaron al orden porque nos liamos a escribir mucho desde la ciudad de los rascacielos sobre la preeminencia que se daba a los políticos del PNV allá. De hecho el lendakari Aguirre independista recibió asilo en América tras nuestra tragedia civil y se mimaba a los catalanes. Lagarto, lagarto. Bueno pues Aznar es nieto de un exaltado separatista vasco, el simpar don Manuel Aznar el organista y ex seminarista que al final de sus días decepcionados afirmaba que lo que a él le hubiera gustado en realidad es haber sido cura pero fue periodista y de prestigio en el Régimen anterior, amnistiado por Franco de la pena de muerte. Yo creo que era una buena persona pero sin convicciones políticas demasiado estables y un tránsfuga característico. Emilio Romero no le podía ver. Así que Cállese, don José Maria. Cállese. No eche más leña al fuego que están los ánimos confusos y el país muy revuelto. El pueblo desorientado. Y los de la COPE hechos un brazo de mar y todo el país hasta las cejas comiéndose su propia mierda con la telebasura y la pornopolítica. Me hablan de la once eme – once mierdas- y tiro del enchufe del televisor. Escucho la palabra eta y apago el conmutador. Harto de tanto guerra civilismo de tanta ceremonia de la confusión. Por eso a veces me da pena el pueblo español al que suelen engañar con tanta frecuencia los demagogos. Nos la están metiendo doblada unos y otros. Dejen a nuestro presidente gobernar. Sin razón o con ella siempre será mi presidente. Aunque venga de León, no es don Suero de Quiñónes. Se llama tan sólo Rodríguez de primero y de segundo Zapatero. Un chico de otra generación. Y con buenas tragaderas. Vale para político. Todos los días al desayuno, un sapo.

24/04/2007

DEL SALT AL SART Y OTRA VEZ VOLVER A EMPEZAR

 

Antonio Parra

 

La noticia de que los Estados Unidos están tratando de arrimar las bases de lanzamiento de misiles nucleares al limes ruso me parece de un tenor escalofriante. Por lo que merecen toda nuestra aprobación de antiguo politólogo las protestas del embajador de la Federación Rusa en Naciones Unidas desenmascarando un acto hostil que puede encarrillar a este planeta a un conflicto atómico o, en el mejor de los casos, relanzar la carrera de armamentos estratégicos de la guerra fría que todos creíamos aparcada tras la firma de los tres tratado SALT y posteriormente en los 90 de la pasada centuria los START firmados en Viena entre Breznev y Carter. Como periodista que asistió a la conferencia de Helsinki en 1969 y cubrió para la agencia Pyresa de Madrid la era Carter desde Nueva York añoro en parte aquellos tiempos en que el manisero de Plains, una oscura localidad perdida en el inmenso estado sureño de Georgia, nos deleitaba hablando de paz con los soviéticos y hablando de una nueva era de paz y de cooperación entre las superpotencias. Éramos todos unos ilusos. Nos estaba vendiendo la burra mal capada como se suele decir en romance. Pese a su humilde apariencia de cristiano fundamentalista, abstemio morigerado de costumbres,  muy pagado del amor de su esposa Rosalyn y de su hija Amy, Jimmy Carter ocultaba una carta bajo la manga. Era un especialista en cohetería nuclear desde su graduación como guardiamarina en la escuela Naval de Anápolis a las órdenes del almirante Rickover. Mientras hablaban de paz y de lo bueno que era el mundo en el Pentágono estaban preparando la guerra de las galaxias. Los poderosos a veces resultan unos consumados equilibristas en el arte del doble lenguaje. Después de la era Carter que fue el colofón a la era Nixon, a la era Ford y a la era Kennedy, se avecinaban los tiempos duros de Reagan, de Bush padre y de Bush hijo. Las palabras se las llevó el viento y henos aquí todos de nuevo ante el punto de partida. El belicismo se hace notar en el lenguaje aguerrido de algunos políticos. El dúo Bush Blair – ambos apellidos escritos con be de burro y be de bestias- toca el clarinete con tanta solercia y habilidad como lo pueda hacer Woody Allen en ese local del Bajo Maniatan. Y con tanta fuerza que nos aturde pues hay palabras gruesas en el aire y la atmósfera está muy sobrecargada de amenazas. El malo de la película es ahora Irán al que la propaganda belicista culpa de estar armado hasta los dientes de parafernalia atómica de la misma forma que otrora se culpó a Sadam Hussein de contar con el arma letal, lo que desencadenó esa horrible carnecería de la guerra de Irak que día a día contemplan horrorizados por la televisión nuestros ojos. ¿Dónde estan aquellas armas de destrucción masiva  con que contaban los irakíes? Pues en ninguna parte. Todo quedó en agua de borrajas y ardides, añagazas y justificaciones leguleyas para dar soporte legal al estallido de una guerra. Se han esgrimido bastantes mentiras y muy gordas al respecto. Los que confiamos de que en aquella reunión en la cumbre el año 89 entre Bush senior y Gorbachov con los que se sancionó un pacto de no agresión y se firmó el finiquito de la Urss iba a reportar beneficios para la paz mundial. Aquel día de diciembre la mar era arbolada en Chipre donde tuvo lugar el encuentro todo un presagio de las nuevas galernas que habrían de sobrevenir en un mundo multipolar. Asolado por las hambrunas, las injusticias sociales, los desequilibrios económicos, los movimientos en masa de poblaciones, la emigración sin control. El mundo en 2007 es mucho más peligroso e inseguro que lo era en 1989. Todo eso se lo debemos a la caída del muro de Berlín al pacto de amistad y de cooperación sellado a bordo de aquel buque. Sin embargo, el pesimismo no tiene por qué invadirnos. Es preciso hacer virtud de la necesidad. El bien saldrá adelante y los perversos serán confundidos y ahogados en su propia carnaza. No conviene lanzar patadas contra el aguijón ni blasfemar contra el espíritu de los tiempos o lo que un filosofo alemán llamaba el Zeitgeist. Los que conocemos y amamos a rusia sabemos que es un país fuerte de sorprendentes recursos acostumbrado a resistir  y a salir volando como el ave fénix de sus cenizas y de los calamitosos tiempos de ferralla  nuclear de Gorbachov o de Yeltsin en que aparentemente se puso a toda una superpotencia en almoneda han nacido los nuevos modos de la era Putin que da la impresión de ser un hombre fuerte y que no se hará de miel ni le temblará el pulso ante las bravatas de los warmongers de siempre. Desgraciadamente el arma nuclear vuelve a estar en candelero. La creíamos enterrada. Obsoleta o como una herramienta de suicido colectivo para toda la humanidad. Algo obsceno, inmoral que al pobre padre de la bomba atómica Albert Einstein le hizo sonrojarse al igual que a los científicos que apadrinaron el proyecto de los álamos en Alma Gordo. El exterminio puede ser masivo y el grado de supervivencia cero, se decía. Pero también hablábamos por aquellos días los cronistas del famoso “edge” o pequeña ventaja en la contundencia y profusión de la arponería del exterminio.  Hoy se ha suprimido el concepto deterrent o miedo a la bomba. Dice un refrán español que el que ama el fuego en él perecerá y algunos parecen empeñados Vendría el holocausto universal, el verdadero holocausto. Aunque algunos ilusos, iluminados o mentes diabólicas piensan que puede haber algún superviviente para contarlo a bordo del Air Force One. ¡Qué ilusos! Pertenezco a una generación que aprendió a crecer y a convivir con la bomba puesto que se trataba de una amenaza contingente con pocos visos de materializarse pero ahora los viejos demonios familiares vuelven a resurgir. Me llena de terror por ejemplo que Israel se presente al programa de Eurovisión con una canción que se titula así “Vamos apretar el botón”. No se nos pasaba por la cabeza el horror que puede ocasionar al estallar esas ojivas nucleares al estallar. Porque creemos en la paz. En el shalon. En el mir de los rusos. En la pax augusta.  De Roma

LOORES A SANTA MARIA Y ALGO SOBRE EL CIERRE DE LA IGLESIA DE ENTREVÍAS

 

Antonio Parra

 

Reina del cielo, alégrate, porque  Áquel al que mereciste portar en tu seno resucitando cumplió lo prometido. Por todas las iglesias del mundo suenan las estrofas del Regina Coeli y el orbe entero honra al Madre de los creyentes. Laetare, dicen los latinos. Radesti. Los rusos. Este año la pascua coincidió en los dos calendarios litúrgicos que fijan la liturgia de toda la cristiandad, el gregoriano y el juliano. En Madrid llueve. No creo en los neocoms ni en los que están dando vueltas a la historia tergiversando el misterioso mensaje de Cristo. El Evangelio cuenta una historia en clave, lo que sirve para dar vuelo a la cometa del enigma. Las interpretaciones ad libitum y últimamente se trata de obviar a la Virgen y elevar en un trono a Magdalena la pecadora arrepentida, la que dijo una vez “Rabóni”, maestro mío proliferan por doquier pero ya lo hemos denunciado y expuesto, antes de aquí: esto es parte de un juego. Los ateos parásitos quieren fagocitar vendiendo libros que tratan de atacar o poner patas arriba el engranaje de la cristología.

Y hasta tratan de casar a la Magdalena con Cristo lo que es un imposible. El Rabí era un esenio hasta sus últimas consecuencias. Continente y abstinente pero quiso quedarse en la eucaristía transubstanciado en pan y vino. Otra asombrosa paradoja que un abstemio amase la vid y alternase con el personal que vive y bebe en las tabernas. Publicanos y pecadores por toda escolta. La Escritura es lacónica en facilitar datos y sus filiaciones personales. A costa de los del código de Vinci se están escribiendo verdaderas barbaridades. Pero Cristo, el Cristo ortodoxo de Dostoievski, calla. Que cada uno piense como le plazca pero esta actualidad que tiene el personaje y de los que le escarnecen y aprueban cada oportunidad para argüirle de impostura es una prueba de su presencia en el mundo.

 Cristo está vivo. Cristus hieri, hodie et semper. Hasta su segunda venida. Nosotros creemos que nació de madre virgen en el parto, antes del parto y después del parto pero, apasionados de la hermenéutica bíblica, algo que aprendimos en los cabalistas, no nos contentamos con la fe del carbonero y andamos buscando  pies al gato porque Cristo se ha hecho parte de nuestras pecadoras vidas…

 Ahora bien, la Virgen que aparece en el Evangelio es la doncella de Nazaret, la madre solícita en las bodas de Caná  "hijo, no tienen vino” y la aldeana que recibe un varapalo cuando le dicen a Jesús “ahí están tu madre y tus hermanos” cuando querían tirarlo al río en su pueblo – nadie es profeta en su tierra- y Él otorga una contestación ambigua: “¿Quiénes son mi padre y mis hermanos? Los que cumplen la ley” y por último la madre dolorosa al pie de la cruz. A lo largo de los evangelios sinópticos María abre la boca no más de un par de veces. En los apócrifos que cuentan de ella historias maravillosas muchas más. A nuestro entender la apoteosis bíblica de la Virgen tiene por punto de referencia al Libro del  Apocalipsis en el cual se le asigna el papel de Corredentora con Cristo. La mujer que aplastará la cabeza del dragón y conculcará la cabeza de la serpiente. Su concepción inmaculada es un dogma.  Y esta es la Virgen del culto de hiperdulía (tan barroco, tan recargo pero tan cercana al alma de las gentes; hay cosas más cercanos al corazón que al raciocinio y María Madre Nuestra es parte de este misterio designio), algo con lo que nacemos los españoles.

Nos destetan y nos entierran con esa devoción. Al nacer nos colocan sobre el pecho escapularios y nos amortajan con rosarios entrelazados en las manos. Pocos españoles habrá que no la hayan rezado alguna vez. Sus ermitas, sus humilladores están esparcidas por la Piel de Toro y su imagen presente en los edículos, en los vestíbulos de las casas, en las medallas colgadas al pecho bajo las diversas advocaciones. Una imagen suya cabalgó con el Cid y los conquistadoras la portaban en sus monturas; por “Mi Dios y vos” era el lema del marqués de Santillana. Y los pueblos compiten entre sí y andan a palos por demostrar que la Virgen de su pueblo es más guapa y sale más atalajada en las procesiones que las del anejo. ¿Pero cómo puede ser? Repiten los viajeros que nos visitan desde el Calixtino en sus descripciones corográficas de los usos y costumbres hispánicos.

 Virgen solo hay una. Sí y no. Vayamos por partes y para demostrarla en  este marasmo de rivalidades regionales de campanarios –lo de las autonomías puede que no sea más que un eructo de toda esa latencia- la copla: “La Virgen del Pilar dijo a la de Montesarrat si tú eres catalana yo soy aragonesa y con  sal” etcétera... Laetare. Alégrate. Hemos ganado. Resucitó y esta alegría y protección de María se hace notar en las Cantigas y sobre todo en Berceo.

 Estoy pensando en un poema bellísimo. El del cura lerdo y analfabeto que no sabe cantar otra misa que la de la Virgen por sus cortas luces y porque se la había aprendido de memoria: el Salve Sancta Parens. No sabía leer y tocaba de oído. Alguien – soplones y chivatos no faltan en las curias, presbiterios, ministerios, salas de redacción y cuartos de banderas en la vida española, tan rijosa, tan recontrajodida y tan envidiosa- va con el cuento al obispo:

-Ese cura de ahí en eso, eminencia, es un zote. No sabe hacer la o con un canuto.

-¿Cómo, cómo?

Monta en cólera su Ilustrísima y estas gruesas palabras pone Berceo en boca del prelado: “decid al fijo de mala putaña/ que venga ante mí, no lo pare por maña/”

Y el pobre cura ignorante al que su obispo llamó hijo de puta, de cortas luces, pero devoto a ultranza de María acude a palacio y escucha la bronca de su eminencia que le anuncia sentencia firme de quitarle su modus vivendi, sus sopas, sus lentejas, su olla, su misa y su María Luisa, porque a la sazón todos los curas tenían moza igual que ahora. Y así suenan los denuestos en la candorosa cuaderna vía del vate de la Rioja:

- Cuando no has ciencia/nin has seso nin potencia/prohibote que cantes, pongote en sentencia/ vive como mereces por otra conveniencia/”. Ladrillo de Roma. El obispo le aplica los canónes.

Suspenso a divinis y hala a la puñetera calle. El pobre preste desconsolado visita el altar de Nuestra Señora y Ésta toma cartas en el asunto a su favor y ajusta cuentas al obispillo desconsiderado y mal hablado:

-La Virgo piadosa, madre sin polución/ se aparece al obispo luego en visión/Dijole fuertes dichos, en braviello sermón/”.

Esto es la Madre del Triste pone al obispo a caldo perejilero. “Yo nunca te quité valía de un grano/ Tú me dejaste sin capellano/”. Andate con cuidadín, purpurado, le dice la Virgen. El obispo acepta la filípica y determina la rehabilitación del “preste vedado”. Delicioso cuento de Berceo y deliciosa cuaderna vía. María socorre al pobre cura iletrado.

 Que jamás se ha oído decir que ninguno de los que hayan acudido ante su presencia en la tribulación hayan sido abandonado de Vos” canta San Bernardo en el himno del “Acordaos”. Laetare, pues. Alegraos. La Virgen siempre nos echará una mano y bajo su halda nos hemos acogido siempre los desamparados. Esta poderosa señora del Apocalipsis es una metempsicosis de la humilde doncella de Nazaret y la del Canto del Magníficat. Se transforma en la Mujer vestida de sol y calzada de luna que aplastará la cabeza de la serpiente (y el feminismo ultra es una de las siete cabezas, también puede que lo sea el sionismo sin contemplaciones y las otras cinco son el fantasma de la guerra del odio y del hambre que se oponen al reinado de Jesucristo que es el del amor).

De todas suertes María está ahí como nos recuerda este milagro o ensemplo  berciano. María corredentora y mediatriz del género humano. Los líos que ha habido esta semana en la parroquia de san Carlos Borromeo donde mi amigo y condiscípulo Enrique de Castro, el cura de los pobres, de las putas y de los drogatas que evangeliza al poblado de Entrevías ha recibido un réspice o braviello sermón de su ordinario. El purpurado Rouco me hace pensar en el obispo poco condescendiente de los “Milagros de Nuestra Señora” que despidió al buen capellán que no sabía decir otra misa que la del Salve Sancta Parens y ha echado el cerrojo a la parroquia de este suburbio alegando que daban a comulgar rosquillas. Bueno y qué. ¿Es que las rosquillas no son hostias también? Enrique de Castro, vallisoletano, hijo de un coronel de aviación estudió conmigo Retórica en Comillas. Era un seminarista muy simpático y muy guapo de chaval. Creo que siguió su vocación y ha querido vivir su sacerdocio al pie del Evangelio y de la Cruz. Con los pobres y desheredados. Fue el mismo compromiso del Maestro. Y lo malo del caso es que el que le aplicado los canónes, Joaquín Martín Abad es otro comillense y turolense para más señas. Éste era menos accesible y más beato. Acaso por eso, por ser más convencional y acomodaticio, ha hecho carrera en la curia. Enrique, no. Siempre fue un vivalavirgen. Simpático, buen amigo.  Contaba unos chistes en la camarilla que nos mandábamos de risa imitando a los paisanos de Valladolid. Pero sus temas sarcásticos eran los de las criadas y los militares. ¡Que cosas! Ahora le cierran la parroquia. Nunca podré dudar de la ortodoxia de este sacerdote que ha seguido su camino aunque sus métodos de apostolado entren en choque con toda esa camarilla de fariseos que habla por una emisora y no para de hablar.

 Creo que en este caso la Virgen está de parte de Enrique que vive la pobreza y la  marginalidad de un sitio tan heavy como Entrevías y a lo mejor cualquier día de estos le tira un rapapolvo al bueno de Monseñor Rouco. Echar el cierre a una iglesia es un disparate por el mero hecho de que daban rosquillas en vez de hostias para comulgar lo mismo que suspender a divinis a un pobre capellán  algo corto de entendederas que sólo sabía decir en el siglo XIII la Misa de Nuestra Señora. De cualquier manera. Creo que todo se arreglará. Regina Coeli, Laetare, aleluya. Ella nos defienda de todo mal. Así sea.

Bromas aparte, con esta disertación teológica tratando de adentrarme en la sublime maraña de la mariología creo responder a Ancasvil. Espero que mi admirado maestro no dude de mi ortodoxia. Sub tuum praesidium. Y uno de cuyo nombre no quiero acordarme anduvo diciendo por ahí levantándome falsos testimonios de que a mí me echaron del seminario. No, señor. Me salí yo porque a mí me dio la gana. A mí me hubiera gustado ser un curita que predicara el evangelio como Enrique de Castro pero me flaquearon las fuerzas para seguir al Rabí pecador de mí pero no para proclamar sus verdades caiga quien caiga. Y en esa demanda seguimos. Cristo hoy, ayer y siempre y la Virgen nuestra abogada, la que nos echa la mano a los perdedores. Gracias a ella aunque parezca que perdemos luego siempre ganamos. Pascua de Resurrección. Al que matasteis ha resucitado.

 

domingo, 08 de abril de 2007

VIENDO PASAR LA PROCESIÓN

Antonio Parra

 

Era Jueves Santo y en Segovia nevaba. El capirote es un poco cegato y hay tela que tapa el globo ocular. El penitente tiene que saber donde va. De ahí esa mirada de los capuchones de Semana Santa que a mí me asustaban desde niño y podían ser tan amedrentantes como los zangarrones de Carnaval. ¡Uh.Uh¡  Que te asusto.¡ Uh. Uh!  El coco. Luego ese capirote ridículo que no era sino los viejos remilgos del alma colectiva de un pueblo que temblaba a la Inquisición y tenía que hacer muestra y profesión publica de fe en mi Segovia, y eso que allí hemos sido de siempre cristianos viejos. También a los relajados al brazo secular del Santo Oficio lo vestían con una túnica morada, les tapaban el rostro y les subían en un jumento.

A la hoguera se iba siempre cara atrás. Las procesiones son remembranza enigmática de aquel abigarrado mundo. Había triunfado el catolicismo. Casi nadie explica cómo perviven tales representaciones del fervor popular. Por unas horas aquellas masas férvidas quitaban a Dios de las manos de los curas y lo sacaban a la calle bajo estandartes. Era también un mundo gremial. Ciudades divididas en barrios. En el horizonte las cofradías. Las hermandades competían como en un campeonato de mus por exhibir el mejor cristo y la imagen de la Virgen más viva. Nosotros éramos de los Dolores de Santa Eulalia, por otro nombre Nuestra Sra. De los Siete Cuchillos. Antiguamente sector textil, mayormente tintoreros y peraíles. Por las calles de mi pueblo aquella noche que nevaba (era la acción de los vientos exhidras o favonios que para los romanos anunciando lluvia traían primavera) porté mi cruz y camine descalzo y con cadenas por el piso helado. Bajo el capuz sonaban en mis orejas sonaban determinativas las profetas del santo Profeta “Di mi cuerpo a los que me herían y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no aparté mi rostro de los que me injuriaban y escupían. El Señor era mi auxilio” [Isaías 50,5,10]. A lo largo de mi vida he sabido lo que es la calumnia y el gargajo de las bocas purulentas pero mis lomos estaban bien amarrados. Sint lumbi vestri precinti (hay que atarse los machos) otras palabras que recordé al ceñirme el cíngulo o la soga de esparto de cofrade  Ninguna asechanza a mi salud no obstante a pesar de aquella burrada de caminar descalzo y con una cruz que pesaba ciento veinte kilos a la costilla. Sólo agujetas un par de días pero luego como si tal cosa. ¿Milagro?  No lo sabría explicar pero algo hay.

 Uno se siente reo no sabe por quien y con complejo de culpa. La culpa. Oh félix culpa. Luego lo comprendí, era gente menos aficionada a los toros que a los autos de fe. Allí siempre gustaban las procesiones y cabalgatas. Pasos. Carrozas. El Santísimo Sacramento. La tarasca de Corpus. Las fiestas de la Catorcena. La Piedad de  Aniceto Mariñas. El novenario de la Fuencisla. El gallo de san Pedro. La espina de Santa Rita de Casia. Gigantes, cabezudos y estafermos por San Juan de Junio y hasta el brazo  incorrupto de San Antonio María Claret he visto yo desfilar bajo los ojos solemnes y ensimismados del acueducto porque todas las procesiones las de la Semana Grande y las otras confluían en la Plaza del Azoguejo. No había cine, pocos teatros y muchas ganas de aprender y de ver cosa. Los rostros de aquellas grotescas tallas y esos cristos moribundos, sanguinolentos, llagados y con la expresión de la agonía, los pelos lacios, hirsutas barbas y esas vírgenes atormentadas de expresiones compungidas blondas de seda, justillos de encaje, y moqueros de puntilla, siendo así que las lagrimas eran de cristal, arrastrando mucho peplo y mucha joya bajo el palio de brillantes se me metieron alma arriba. Fueron sensaciones perdurables. Que llevo marcadas en lo más profundo de mi ser.

 -¿Por qué suelta usted tanto latinajos en sus escritos, Ejusmodi?

 -  Toma por que va a ser porque parece que retumban en mis oídos los ecos del canto de la passio que hacían a tres voces los chantres de mi catedral –Dimas, Jerónimo y don Bernardino, el bajo Jesús, el contralto, la sinagoga y el tenor, cronista)

 Y aquellas voces, aquella melodía, suenan como un grito inmortal en mi memoria. El ámbito de las procesiones era una plástica de rigor. Sermones tallados en imágenes de cartón piedra o en madera de Espirdo. Una teología que entra por los ojos y de la que a lo largo de tus días no podrás deshacerte jamás. Lo mismo que el sonido lejano de clarines, timbales y tambores. O el silencio vibrante del Cristo de los Gascones. Nos llevaban a todas. Recuerdo un Domingo de Ramos que mi hermano Nano agarró un perra porque quería que los subieran en la borroquilla de Jesús del paso en la que el Señor hacía su entrada triunfal en Jerusalén.

-          Yo quiero ir ahí.

-          Hijo mío que esto no son los caballitos. Es Jesús que pasa camino de Jerusalén; tírale un beso

-           Yo quiero subir al burro. Pues sí, pues sí y sí.

Y el Naneras se revolcó en el barro poniéndose perdido el traje de marinero recién estrenado. Le tuvieron que calentar el canto, mas ni por esas. Él berreaba aún con más fuerza.  Había cogido tal perra que se había puesto muy burrito.

 Estábamos en la acera de la calle de Muerte y Vida viendo pasar la procesión y los berridos de mi hermano que estaba de antojo creo que se escuchaban en la Escarelillas de San Roque a la otra punta. El deán de la comitiva, don Fernando Revuelto, que bien me acuerdo de su nombre y de su prócer figura casi dos metro medía, nos miraba de reojo y un canónigo pertiguero estuve a punto de acceder a los deseos del enano y ponerle sobre los lomos del borriquillo de cartón en lo alto del paso.

            -¿Y ahora qué hacemos, Desiderio?

-  Auparle en lo alto del paso,  don Fernando

-          Y si le seguimos dando el gusto nos pide la luna. ¡Condenado nene!

-          Déjenlo ustedes, señores curas, déjenle que está burrísimo –terció mi pobre padre.

Aquel día  Naneras se acordó de la tunda que le dieron por ser Domingo de Palmas. Y se lo tuvo merecido.

 Las procesiones duraban tres horas y era casi media noche cuando regresábamos a casa, mis hermanos medio derrengados y despeados de tanto estar de pie horas y horas, los pequeños dormidos en brazos de mi  madre. Mi padre nos llevaba a la gigantilla o en cuello.  Papá cógeme que me canso.

En el cielo asomaba solemne y compasiva la luna de Pascua. Sólo comíamos torrijas el jueves y el viernes y los soldados que desfilaban y los que estaban cubriendo carrera con el ánima del fusil mirando para abajo.  Por la radio sólo ponían saetas y canto gregoriano (ojalá volviesen aquellos días) y  las calles se llenaban de un sorprendente mujerío. De las hermosas Manolas con el rosario de cuarzo y la mantilla que iban a velar a Cristo muerto. Los hombres se metían en las tascas a beber una limonada que hacía que se te doblaran las piernas y una cazalla que llamaban los taberneros matajudios, especial de la casa para los días santos.

 Las pítimas que se cogían eran procesionales. En las iglesias el monago no tocaba la campanilla y los santos de los retablos estaban tapados tras un lienzo nazareno.

-          ¿Por qué está triste la luna, papá?

A mí ya por entonces me llamaban en casa el filósofo porque era muy repensado y tenía unas caídas chocantes y se me ocurría lo que no se ocurre a nadie.

-          Porque se ha muerto Dios.

Y las campanas de las catorce parroquias y de los treinta y tantos conventos y monasterios de Segovia estaban toda la noche tocando a muerto. Y hasta el Río Clamores lamía las murallas y la hoz del Pinarillo embebecido de silencio. Toda la ciudad estaba de duelo.

 Ese mundo de mi infancia es el que quise recuperar yo hace unos años cuando me vestí de nazareno. Detrás de la Dolorosa de Santa Eulalia la de los artilleros con las insignias de las lombardas al través sobre el montón de granadas en el peto de la carroza. Los cabos gastadores cubrían armas. Nos habíamos puesto el hábito a la bajada de la cuesta de Cantarranas, enristré las cadenas eslabonadas a un brete que servía de cerco a los pies y yo debía de ser un espectáculo porque el metal al contacto con los adoquines tintineaba que las llevaban los demonios o como si acabasen de aterrizar toda una división acorazada en plena Calle Real. Los grilletes y los golpes de rebenque era una escena antigua de los viejos disciplinantes. Condenados a galeras por Jesucristo. Al fin y al cabo todos somos cómitres y remeros de la vida. Túnicas moradas y hermanos mayores con hábito de galas, muy distintos al de los vulgares nazarenos con aires prepotentes subiendo para arriba y descendiendo para abajo, dándose mucha importancia.

-          Siga la fila, penitente, y ese capirote va de medio lado. – ordenaba el Hermano Mayor como si fuese un mariscal

Estos capuchones impertinentes eran los capataces y comisarios de la procesión. Los que te metían en vereda y hacían guardar la línea. Y te daban un poco de aguardiente de guinda si desfallecías Mi cruz pesaba un huevo. La habíamos traído de Valsaín y las cadenas  eran especiales. No sé cómo resistí en aquella tarde fría de nevasca los pies desnudos detrás de mi Virgen de Santa Eulalia. Cada uno tome su cruz y sígame. Me hacía mucha ilusión seguir al Señor. Le pedía por mi familia. Por mis hijos. Le agradecí haber salido con  bien de una grave enfermedad (había estado dos años con unos dolores tremendos de barriga  y pasaba las  noches en un grito). De vez en cuando mi vista se concentraba en las aceras.

Algunas mujeres me miraban con compasión, los niños, aterrados, y algunos hombres descreídos como si aquello fuera una broma. Inquiriendo con los ojos. Pero tú de que vas tío. Y yo con los míos les respondía: por  una promesa, sí por una promesa. ¿Sabe usted?

 Horas antes de que comenzara el desfile penitencial unos graciosos habían esparcidos cristales y puntas por el firme de la calzada  por donde había de pasar  Dios.  Ninguno de los nazarenos se lastimó, ¡qué cosas!

A la catedral llegamos derrengados pero airosos y con una ganas trágicas de mear. No me aguanto. No me aguanto. Ay que me lo hago. Preguntamos a un canónigo que nos miró de arriba abajo, como si cuereamos la escoria de la sociedad. Con un gesto de superioridad y como diciendo pero mira que chiste (ya sé porque le llamaban el chistoso aquel tonsurado) como si los hombres fuéramos ángeles y no estuviéramos sujetos a las leyes imperativas de la fisiología.

Cuando haya WC en las iglesias, ermitas y catedrales la humanidad habrá dado un paso importante. En la sacristía de la iglesia mayor de Segovia había un triste evacuatorio rudimentario. Nos vedaron la entrada a los nazarenos pues estaba reservado a clérigos, monjas y para personas consagradas y nosotros éramos vulgares penitentes. Pecadores del montón así que buscamos el rincón más oportuno, salimos al enlosado de los autos de fe y exoneramos nuestras vejigas bajo las dovelas de los postigos. Meadas de caballo o mejor dicho de apóstoles. Por debajo del halda de nuestras túnicas de nazarenos. Orinamos junto a la pared de la fachada más impresionante, la del Oeste, de todo el gótico flamígero. Es la puerta de Santa Bárbara una especie de Sarmental en Segovia donde yo he visto lucir las más impresionantes puestas del sol. Que cada uno cargue con su cruz. Que cada palo aguante su vela. Creo que desde su camarín la atalajada Virgen de los Dolores miraba para nosotros con compasión como diciendo: “pobres”.  Los canónigos empezaban ya a cantar el “Stabat Mater” y empezaban las horas santas ante los monumentos. Se había muerto Dios.

 

04/04/2007

 

 

CENTENARIO DE FRANCISCO DE ROJAS. DEL REY ABAJO NINGUNO

 

Antonio Parra

 

El honor, la honra, los celos hasta los cielos, violencia de género, malos tratos, vejámenes, la maté porque era mía etc., un tema actual pero que en realidad es tan antiguo como el mundo y que sería venero de inspiración para el gran teatro de nuestro Siglo de Oro. Lope de Vega lo acomete poniendo a contribución toda su carpintería escénica. Lo perfecciona Calderón pero el género alcanza su apoteosis dramática en un autor que ha pasado por segundón y cuyo cuarto centenario se conmemora este año: Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648). Nacido en Toledo murió en la Villa y Corte a mano airada. Entre medias, una mujer y un marido engañado. Hay un estro profético en la buena literatura. A veces los vagos presentimientos, ese quid divinum e inefable del genio, que se pergeñan en los libros se trasladan a la vida real  en hechos concretos y Rojas Zorrilla perdió la vida de la misma forma que  uno de sus personajes: don Mendo el antagonista de su famoso drama “Del Rey abajo ninguno”. La trama es muy sencilla: el honrado labrador García del Castañar- presentación- que toma parte en el asalto a la plaza de Algeciras es recompensado por Alfonso XI con un mayorazgo.

El rey o alguien que se hace pasar por el monarca va a visitar al vasallo, retirado a sus posesiones, a su aldea donde pasa su modesto vivir, ni envidiado ni envidioso villano en su rincón, en la paz del campo, ajeno a que tan alta visita iba a traumatizar su existencia al completo. El labrador honrado como es natural lo agasaja con hidalguía pero al parecer el invitado abusa de su hospitalidad. He aquí que una noche ve salir de los aposentos de su esposa a un caballero que llevaba la banda (una especie de estola cruzada que era el distintivo de la dignidad real entre los monarcas castellanos) regia. El marido burlado sale en pos del intruso pero no es capaz de alcanzarlo y quiere matar a su esposa que se acoge bajo la jurisdicción de Alfonso XI en Toledo. Aquí viene el nudo de la cuestión: los sentimientos encontrados de Rodrigo entre la lealtad al soberano – y entonces se consideraba a la monarquía institución de derecho divino, por lo que el rey tenía potestad sobre las vidas, cuerpos y haciendas de sus súbditos, el derecho de pernada incluso- y lavar la mancha inferida a su honra pugnan entre sí. Asistimos a la cumbre dramática del “pathos”

Realizadas las debidas pesquisas ( aquí viene el desenlace) , el marido engañado descubre que el burlador de su mujer no era don Alfonso sino un tal don Mendo que se había  hecho pasar por el rey, colocándose su divisa o la insignia real para acceder a los aposentos de doña Blanca. La pobre señora, tratándose del monarca absoluto, no se podía negar a sus halagos. He aquí otro dato curioso: en el paroxismo del absolutismo muchos maridos se sentían halagados en consentir el acceso carnal de su esposa con el soberano y es por esto por lo que a Felipe IV se le llegaron a contabilizar hasta ochenta vástagos naturales. Y estamos en España, la tierra del honor calderoniano, oiga. Un país enigma. Rodrigo va en busca de Mendo lo desafía y lo mata y con la espada tinta en sangre se presenta ante Su Majestad y recita los famosos versos que sirvieron para caracterizar el aferrado temple castellano:

 

-“En tanto mi cuello esté

 Sobre mis hombros robustos

 No he de permitir me agravie

           Del rey abajo ninguno”

Famosa frase que hizo raza pero la honra ¿Dónde la tenemos los hombres? En las partes blandas, por lo visto. No es una creencia cristiana. Se trata de un concepto germánico que imperó entre los pueblos al otro lado del Elba y de ahí pasa a Roma. Los nazis la incorporan a su vocabulario con su Blut und Boden. A fin de cuentas no deja de ser un contrasentido que los hombres tengan que ser responsables de los desvaríos, en cuanto personas libres, de sus mujeres o de sus adoradas, pues son ellas las portadoras de honra y la transmiten a través de la sangre. No es más que una hipótesis pero en muchas partes se admite como un dogma. Va contra el libre albedrío.

Entre los semitas no se puede reparar la ofensa sino meditante la muerte del culpable. Para  los musulmanes mancillar el honor de una mujer se considera una catástrofe familiar y todo el clan  ha de acudir a las armas, un atavismo que se encuentra también entre los gitanos; que sólo saben lavar el honor a puñaladas.

 Los turcos matan a aquellas mujeres que son forzadas, ora consintientes ora refractarias. Y los judíos dilapidaban a las putas. Fue Cristo el que las rescata. El que esté limpio de culpa que tire la primera piedra. Y esta frase pronunciada en latín culmina el apoteósico tercer acto de la tragicomedia Divinas Palabras, todo un monumento a  la literatura castellana de Valle Inclán el as de nuestros escritores modernos –siempre genial y a la contra- y cuya grandeza frisa a la altura de Quevedo y de Cervantes.

 Más moderno, don Ramón el de las barbas de chivo el corazón esponjoso y los ojos miopes pecador y católico se enfrenta a esa idea de la honra y de los crímenes pasionales eje de marcha de gran parte de nuestra dramaturgia y nuestra novelística, cuando hace pronunciar a un ex seminarista, marido engañado y borrachín, y seguramente una proyección biográfica de sí mismo porque Valle llegó a ordenes menores en el seminario de Santiago, una sentencia de absolución a la pecadora aunque en ese gesto le fuese la honra. También don Ramón era aficionado a los vapores báquicos, fue bohemio e infeliz pero nadie ha sabido insultar con tanto garbo a los imbeciles como este gallego maestro de la sintaxis y la cadencia.

 Ceceaba pero su lengua era una auténtica navaja y le dejaron manco por cantar las verdades al lucero del alba. Aquí rebana los clásicos por boca del sacristán engañado, Pedro Gailo que llega a rescatar a su mujer la pobre Mari-Gaila pisándose la sotana (y los cuernos, como alguno canta) de las garras de sus verdugos, el pueblo fiel, la gente decente y de buenas costumbres. Muy católico pero cruel, que tuvo a gala el auto de fe para quemar herejes y esparrancar su saña contra la mujer caída. Siempre pegan en el más infeliz. Las grandes cortesanas del país se van de rositas. Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat. Divinas palabras que absuelven y perdonan. Divinas palabras en latín. Y no son un latinajo, como algún buitre maligno envidioso poltrón y emulador nos pueda echar en cara, sino una frase redentora. Pocos entenderán este lenguaje de perdón. Están encastillados en su insolencia y en su vulgaridad. Por otra parte. Es posible que el centenario del Rey abajo ninguno pase en inadvertencia. Aquí lo que manda es Shakespeare.

 Y el inglés es muy grande pero a veces resulta un coñazo y aburre a las ovejas. Uno personalmente encuentra más solaz en los versos bien cuadrados, de los que dice don Marcelino M. Pelayo que frisan la perfección al borde entre la ternura y el deber trágico, de este Francisco de Rojas Zorrilla que no nació en Strafford upon Avon. Era toledano. Uno de la provincia del bolo y al que pudiera catalogarse por la buena hechura de sus argumentos y la facilidad versificadora el Cisne del Tajo. Los temas de los que escribía hace cuatro siglos mantienen una actualidad perenne: la problemática de las relaciones de hombres y mujeres, el orgullo de casta, la lealtad al rey y a las instituciones. Las lenguas del mundo que cuentan lo que pasa y a veces lo que no pasa, siendo el hilo conductor de muchas tragedias familiares y de que se deshagan  muchas casas.

Y enfoca la problemática desde el ángulo de vista de un español total. Claro. Rojas era de la provincia el Bolo. Y caballero en Madrid al que mataron en una emboscada. Su corta y fecunda vida fue también una comedia de capa y espada. Y su vida y su obra inspiraron a Valle Inclán para llevarle la contraria. “Tendrás honra si la matas”. “Sí, honra y cadena de cárcel”. Pedro Gailo es la antitesis del calderoniano Pedro Crespo. No se considera un alcalde de Zalamea ni un don García de Castañar. Prefiere un caneco de aguardiente y cantar latines a salvar el mundo. No es un caballero sino un pícaro a la moderna que lleva una existencia sórdida entre titiriteros y fue un titiritero el que fornicó con Mari Gaila según el tieso y repulido lenguaje valleinclanesco.

 En cierto modo don Ramón presenta a un héroe mucho más heroico y si se quiere más cristiano en su abnegación que el del cliché calderoniano. Marañón parece darle un poco la razón cuando afirma que el enaltecido don Juan tan señor de su casa e irresistible a las mujeres resulta que era algo marica. Siempre a vueltas sin salir del laberinto. El machismo es una aberración contra la mujer como también puede serlo el feminismo a ultranza de esas reviragos que el otro día coreaban cerca de los leones de las cortes que les miraban un poco asombrados la canción guerrera del “ista, ista”.De donde saldrían las corifeas?

-Ni se sabe. Pero vive dios que eran coro y eran feas.

Y esto, señoras, no es una guerra. El hombre y la mujer no tienen porque enfrentarse en las trincheras ni hacer de los dormitorios un territorio de combate o las relaciones conyugales un campo de batalla, tal vez tengan que complementarse y leer un poco más a los clásicos. Digo yo que soy periodista.

-Ista ista.

-Cállense por favor. Taceat Mulier in sinagoga. El dicho es de san Pablo.

-Pero Emeterio en que país vives. Me parece que no lvan a hacer ni puto caso.

-Todo se quedarían exhortaciones y reprimendas. Por lo menos si repusieran la obra “Del Rey abajo ningún” en algún corral de comedias lo pasaríamos pipa amen de honrar a Rojas en el cuarto centenario de su orto.

DOMINUS VOBISCUM

Antonio Parra

Alguien nada sospechoso de olores a sacristía como un septuagenario, con bríos de misacantano, aunque las arrugas no perdonen ni tampoco el cansancio pero que debe de haber cantado el salmo de Ad Deum Qui Laetificat Juventutem meam, al Señor que alegra mi Juventud, o varios tiros en el cuerpo y avanzando a paso carga, que cantaba nuestra vieja infantería, y que conduce un programa de cierre informativo en la tele metropolita se hacía lenguas antes de ayer del deseo del papa Benedicto XVI (que es un verdadero santo y un hombre de Dios, ni oscurantista ni integrista, simplemente un gran teólogo al que asiste seguramente la inspiración del Espíritu Santo), de la sabia amonestación en un breve reciente ad sacerdotes de programar un regreso escalonado al empleo de la lengua latina en la liturgia.

 Desde luego, el Dragó, especialista en esoterismo, sabe muy que el misterio es parte de la historia de las religiones. Que sin misterios órficos y sin una propedéutica para iniciados no se puede explicar lo que es inefable y abarcar lo que es inabarcable esto es Dios. Que la Vulgata o vulgarización estorba en lugar de propiciar a los ritos eleusinos. En el fondo el actual pontífice esté haciendo quizá una crítica de refez no a las conclusiones del pasado concilio sino a su aplicación práctica que ha ocasionado las aberraciones del clero desorientación en los fieles, un desbarajuste, como nunca se había conocido, y la mutación del ordo misae (consagración eucarística para los Latinos, epiclesis para los Griegos) y que ha permanecido inmutable durante quince siglos, dando paso a un nuevo orden.

 La iglesia oriental en esto ha dado un ejemplo a la occidental,  menos aferrada a las tradiciones. Y nada se diga de lo que es costumbre entre los israelitas. Ellos no modifican una iota de sus legados rituales. Ya ocurrió en el siglo XVI con la divulgación de la biblia en idiomas romances, titánico esfuerzo del cardenal Ximenez de Cisneros, que contribuyera abrir el tiempo del esplendor de Trento por un lado, pero por otro fue piedra de toque de la desbandada de Lutero y del cisma anglicano. Una religión no tiene por qué entenderse y las palabras han de conservar algo de aquel aire mágico del abracadabra de las vestiduras sagradas de los sacerdotes hebreos o los griegos.

Tiene que ser estudiada e interpretada. En esto los judíos que se pasan años y años estudiando la Cabala sientan un precedente a los católicos despondentes en su incuria y aferrados a la fe del carbonero. Porque la palabra de dios es palabra de vida pero a ella hay que ir con tiento. Es el final del camino de una larga ascesis. Y de contemplación. Mejor con el corazón que con la razón.

 Los jesuitas del XVII al tratar de divulgar las conclusiones tridentinas confeccionaron una religión empalagosa y obsesiva con el sexto mandamiento, demasiado pudibunda y predicadora de cristos de alfeñiques y de vírgenes de escayola. Errare humanum est. Somo falibles. Pero ahí están las palabras mágicas de la salutación de oficio entre los latinos que se corresponde con el ruso “Mir Fsiej” o el rumano “Pace tuturo”

Este grito de acogida y deseo de bienandanza volverá a sobar el próximo día 7 cerca de la estatua de Felipe III y de los soportales de la Plaza Mayor de Madrid donde los rumanos que son ingente cantidad celebrarán al aire libre la misa de la aurora conforme al Rito de San Basilio (no se lo pierdan, es todo un espectáculo). Los orientales vuelvo a insistir nos dan una lección a los rubriquistas occidentales que ay hemos perdido el rito muzárabe, o casi, y el cual tanto se parece al de San Basilio el Grande. Pero es toda una señal de optimismo para el Zeitgeist actual preñado de pesimismo de algunos morosos o ronceros a la hora de interpretar la historia. ¿Quién nos iba a decir cuando cayó el comunista y remataron en el suelo nevado de Timisoara al cadáver acribillado a balazos del caudillo Ceaucescu o ”Conducator” que se iba a producir esta floración, 18 años después de aquel magnicidio, de espiritual rumano y precisamente en Madrid (llegan y llegan presidente y cada vez más y Coslada es su territorio comanche) o que el derribo del muro de Berlín iba a galvanizar a la Ortodoxia que se consideraba casi fenecida en la Rusia de los Zares.

 La Iglesia Católica, mientras tanto, languidece a mi juicio en sus templos vacíos de juventud y amodorrada en una celebración litúrgica donde todo al parecer se da mascado por la rutina o se entiende y la gente parece aburrirse más. Han suprimido los púlpitos pero los curas se van por las ramas en sus homilías y sermones y parecen mostrar un cierto miedo a la proclamación del evangelio y a cantar la verdad. Y a este estado de cosas no hemos llegado porque haya habido una conspiración judeo-masónica como piensan algunos que tienen parado el reloj en hace medio siglo. La iglesia se renueva constantemente. Y ex oriente lux. Siempre amanece por el Este. Esperamos la alborada de un tiempo nuevo que remozará pero no suprimirá lo viejo.

Ad Deum qui laetificat juventutem meam, dice el responso (al dios que alegra mi pubertad). El pueblo de dios siempre es joven. Algo está en marcha. Algo nuevo ha nacido. Esta perenne juventud de la iglesia forma parte del conocimiento de que sus cimientos se basan en la acción del Espiritu Santo. Para mí es un timbre de gloria las amonestaciones del querido papa Raztinger, que es ecuménico pero ecuménico en el verdadero sentido de la palabra de católico y universal, a favor del uso del latín. Es la lengua en que hemos rezado y cantado toda una generación de creyentes que pensamos en la venida del Reino de dios y en el siglo futuro y no nos las damos de integristas, retrógrados o renegados, pedisecuos del iluminado Lefevre ni tomamos el pelo a nadie pero procuramos el bien de los hermanos y les damos un consejo cuando desvarían o andan descarriados. Cierto, nos gustan las misas según el canon gótico o isidoriano que todavía se celebra en algunas catedrales españolas. Como esta misa del alba celebrada –aduzco testimonio gráfico- todos los días por un canónigo en la cripta de Compostela ante el lucilo que guarda los huesos sagrados del apóstol y que oímos con gran devoción siempre que a Santiago peregrinamos. Dominus Vobiscum. La paz sea con vosotros. Et cum Spiritu tuo. Y con tu Espíritu. Amén.

 Qué saludo más útil para estos tiempos en que la gente va que pierde el bofe y anda un poco enajenada, y en su clastomanía se vuelve delirante. A mis enemigos les deseo una paz del espíritu que a mí me sobra y a ellos les falta. Haya paz y tranquilidad en medio de las zozobras y borrascas de esta vida. Cristo en todas las almas. Buenos días. Saludé a mi vecina. Es de comunión diaria. Respondió a mis albricias pegando un sonoro portazo. El culo no le cabía por la puerta. Y la cara de bilis. ¿Esta gente es cristiana? Oiga qué está pasando aquí.

CLASTOMANÍAS, INJURIAS, PERVERSIONES E INSULTOS AL CENTINELA

 

Antonio Parra

 

En la parada de mi autobús han vuelto a romper las lunas de la mampara. Es la enésima vez que pasa. Han sido los niñatos de siempre ni golfillos traperos ni pobres emigrantes sino los chaveas de la calle alta. Van al mejor colegio de España, educación bilingüe, tutores, evaluaciones, uniforme y corbata, mil euros por barba, cursos de verano en Dublín, o eventualmente la preparación de un master en estados Unidos. Están salvajes. Una alfombra de duralex por el suelo, la garita donde uno se resguarda de los vientos de Madrid por el invierno desguarnecida. ¡Cabrones! ¡A ver ahora con qué me arropo yo mientras aguardo  al busata que a veces llega puntual pero otras veces parece la manga riega que ahí no llega en las mañanas polares de los cierzos guadarrameños que el aire de Madrid mata a un hombre y no apaga un candil!

 Han manejado hoy el martillo o el hacha pero mañana pueden venirnos con la tea incendiaria o sacar el revolver que estos sollastres ven muchas películas del Oeste, y se han dejado influir por el pensamiento de Hollywood que idolatra la violencia, culto al cuerpo y al vigor físico. Iscra. Iscra revolucionaria. Unos mequetrefes así pegaron fuego al archivo de Alcalá que era el mejor de España al final de la guerra civil. El que rompe paga. Pero hay cosas irreparables como fueron los códices del Ordenamiento de Alcalá nuestro código de libertades (1348). Pero estas nuevas hordas urbanas me dan un poco de miedo. Pertenecen a las nuevas clases pudientes, cachorros consentidos y malcriados de esta democracia, educados en el a que quieres boca y el que te apetece, pero que a lo mejor carecieron del amor que nosotros que, aunque más pobres y humildes, no nos dieron malacrianza. Algunas veces le tengo que estar agradecido a los cintazos que me dio mi abuelo (sólo me solmenó una vez con la correa) y a los zapatillazos de mi madre que era doña María la brava (muchas) pero a golpes la sangre entra y nos enseñaron a discernir un poco el bien del mal. A estos chavales mucha tolerancia y la libertad que se les da la convierten en libertinaje.

 Son nuestros “wasps”, los padres van a lo mejor por el tercer o cuarto divorcio, él, hombre de negocios no para el día en casa, ella, dama-dama de alta cuna, quizás se aburra, citas en la peluquería, cafetín con las amigas por las mañanas. Ladies of leisure que dicen los ingleses, por única lectura el Hola, domingos a misa de doce, sus cuestaciones, el ropero bien abastado y en la despensa no falta nada de nada. Gente rica y guapa y por lo general buena, acomodaticia y reservada, un poco egoísta la verdad. Intrascendencia generalizada. Un ojo en la cuenta corriente y otro en la báscula porque aquí estar gordo y haber perdido la línea es la peor de las desgracias, gente muy preocupada de su cuerpo, y viviendo un poco a la californiana. A la prole no le falta nada de nada.

 Adminículos cibernéticos último grito, un ipod y un güifi, una bici de montaña, patinetes para que machaquen el asfalto a toda caña y se lleven por delante a las pobres ancianas y un quad para que el niño no se fastidie y entre en las viejas trochas y encinares como el caballo de Atila a machacar naturaleza virgen los fines de semana. Y la niña  que estudia en universidad de pago los sábados botellón y acaso píldora del día después. Educación de lo más liberal aunque la familia, eso sí, católica de toda la vida, y diez euros en el cepillo de las ánimas que don Quique es cura y parece que le hizo una boca un fraile y no para de poner el cazo. Cuestaciones y colectas a tutiplé. Les sonríe la vida. Seguramente en las próximas elecciones voten pepe pero en las anteriores votaron socialista. Intrascendencia. Frivolidad. Aquí nunca pasa nada. Já. Já. Jí.Jí.

 Casa con jardín y tres cuartos de baños, un jardinero que se llama Alí, y mucamas filipinas, fregonas del Este y cocineras rumanas. A qué seguir profundizando en el estereotipo. Son los callealteros de siempre. En mi colonia hay dos castas. Uno pertenece a la más humilde pero jamás a ninguno de mis hijos –que uno es pobre pero honrado y no me quejo de la vida aspiro a la áurea mediocritas a ser yo mismo, villano en mi rincón, y que me dejen en paz y hasta he recabado cierto grado de reconocimiento el que da la sabiduría y no es que uno se las dé de sabios sino de experimentado que más sabe el diablo por viejo que por diablo, porque en el bar de la esquina donde tomo mi café con churros toda las mañanas 1.50€ me llaman don Antonio- se le hubiera ocurrido liarse a hachazos con las mamparas del apeadero o incendiar papeleras que lo esguardamillo.

 Claro que reconozco que a mí cuando era de su edad también iba a robar melones a Peñacolgada. Teníamos hambre y sed. Cuando no nos veía el guarda organizábamos campeonatos de tiro al blanco con el tirachinas a las jícaras o jarrillas de los postes del tendido telegráfico a ver quien gozaba de mayor puntería. O en la charca del de Pecha Román que era una poza en realidad nos bañábamos en pelota y hacíamos cálculos los de la cuadrilla a ver quien era el que la tenía más larga. O una carrera masturbatoria a ver a quién le venía más presto. Lluvias de lefa en las tórridas tardes de aquellos farragostos de verano con mucha calentura sexual.

-          Sois unos guarros y os vais a condenar con esas cochinadas-, nos gritó una vez una espigadora desde lo alto de un cotarro.

 Y que nos estaba mirando cómo se desahogaban con lo poco que tenían un tropel de renacuajos. A Elpidio que era más chico no le venía. Seguramente no le había llegado la edad.  Pedrete que era el jefe de la cuadrilla le dijo:

     -    Chaval cuando seas padre, comerás a la mesa.

 Eran los de Tejares los del pueblo de al lado y rival que estaban apartando un rastrojo. Un diluvio de piedras nos  hizo poner pausa a la procesión y tuvimos que salir arreando. En las fiestas de San Mamerto con los de Tejares siempre salíamos a palos y a las mozas las levantábamos las enaguas cuando estaban arrimadas a su maromo bailando el pasodoble o las seguíamos tras la función a los pajares donde perpetraban cochinadas mucho más contundentes que  nuestros juegos de muchachos en la poza del Colorao. A ver no había televisión, los bailes eran de candil y el personal no tenía otra cosa que hacer. A eso de los nueves meses justos de san Mamés una moza traía al mundo algún que otro niño hijo de madre soltera.

Ahora, al cabo de tantos años, cuando veo una poza me acuerdo de aquellas sesiones eróticas que eran test de nuestra hombría y pubertad. En los pueblos de España siempre  se aspira a tenerla más larga que el vecino de al lado. Es el eterno y yo más que la piel  anda más cerca de la camisa que el sayo pero con frecuencia los árboles no nos dejan ver el bosque. Esas bellaquerías las hemos hecho todos. Nadie está limpio de pecado. Sin embargo este vandalismo o clastomanía de romper por romper me preocupa. Al ver esta mañana los cristales de la luna de la parada por el suelo he pensado en la Noche de la Walhalla, la Cristal Nacht. Esa violencia salvaje en los estadios de fútbol revela las carencias de una sociedad que vive en el cuerno de la abundancia. Estamos alimentando el monstruo de las tentaciones totalitarias.

¿Regresan los nazis? El hedonismo rapante y mosqueante, las reinas de las mañanas, la cursilería, la frivolidad, la falta de principios  morales. El todo vale, el aquí no pasa nada, el desdén hacia las personas mayores, el feminismo reduccionzota, está dando pábulo a unas generaciones completamente desnortadas. La crispación. El ole tu madre etc. Es todo una lacra de las sociedades avanzadas. Me acuerdo que en Inglaterra estos actos de gamberrismo estaban a la orden del día en los sesenta. Hubo un debate por la BBC. Pregunta del moderador al hooligan de turno. Un valiente de la manada.

        -Why did you do it, pal? (¿Por qué has hecho eso, chaval?

Respuesta del interfecto:

        -For kicks (para divertirme un poco)

El Día de Jalogüin iba yo en el autobús con mi sobrino Jorgito el guardia y un rastacuero que apenas le apuntaba el bozo le tiró un huevo en to la cara  al conductor y por poco lo deja tuerto. Salió de naja pero mi sobrín que es policía nacional tiene las piernas muy largas y prendió al gamberrete. En la hora que lo hizo. Los pasajeros del autobús empezaron a recriminarle no al delincuente sino a Jorgito, que el pobre era bisoño y acababa de obtener la chapa pero creo yo que cumplía con su deber. ¡Maldito halloween! Aquel incidente nos dio la vara.

-          ¿Por qué lo hiciste?

-          Porque me aburro

-          Y si te aburres ¿por qué en vez de tirar cantos contra el busero, un pobre trabajador, al que pudiste vaciar un ojo ¿por qué no te la machacas, tío

Mi sobrín que es ovetense no se anda con pelos en la lengua. Era la misma respuesta que dio al entrevistador británico el hooligan de hace unos años. Luego en el cuartelillo de la G.C., abierto el atestado, vino el padre y se puso como una fiera contra nosotros. Era un alto ejecutivo. No sabes con quien está usted hablando que si patatín y patatán. Se nos caía a nosotros la cara de vergüenza. Chulo nos salió el tío. Que a ver que hacíamos con su hijo que era menos de edad que iba a interponer querella para que empapelaran a mi sobrino policía nacional.

-          Déjale que él también se la machaque, Jorgito. Apaga  y  vámonos.

-          Es lo mejor que podría hacer este padre gran pijo, tío. Ya me estaba poniendo nervioso ese hijo la gran puta.

Y salimos zumbando del cuartelillo. El comandante de puesto con una mirada de inteligencia nos daba la razón y en un aparte nos dijo que en la zona norte de Madrid el destrozar mobiliario urbano se ha convertido en el pasatiempo favorito de las hordas de bárbaros  fin de semana. Clastomanía es el nuevo deporte nacional. Revierte el atavismo y los demonios antiguos. Los españoles no estamos a gusto si no nos rompemos la crisma unos a otros y cuando no hay cojones pues arrasamos los cobertizos de los apeadores de la parada del autobús. O insultamos al vecino. O le quitamos un cacho de la parcela. Que a él le falta y a nosotros nos sobra. Pa que se joda. Yo la tengo más larga ú. Clastomanía que no cleptomanía que ese es otro deporte nacional (romper por romper, quebrar por quebrar, arramblar con la honra, perforar virgos) y el otro que se chinche. España no es un juguete. Sólo un búcaro de cristal. No como algunos cabrones que parecen de otra pasta. Y yo tampoco soy de lechetrezna. Cuando nos apuran, sacamos la navaja. Menos cachondeo oye que el que rompe paga. Señores no nos rompan otra vez España.

 

GALIMATÍAS LINGÜISTICO EN HESPERIA (un ensayo para salir del laberinto)

 

Antonio Parra

Un amigo desde Santander me llama indignado. Tiene gente en Coruña y hay un contestador que responde en gallego con una muletilla que dice “hable la lengua madre”. No te preocupes, Zeledón, que por lo visto el castellano debe de ser la madrastra. Vivimos en un mundo delirante en que todo está al revés. No sabemos ya quién es nuestra padre y quien es nuestra madre. Y los que no tenemos abuelas porque somos mayores para tenerla pues nos hacemos cruces ante semejantes hilaridades. Mondo cane. Mundo fugaz. La nugación (de nugacitas, oiga, que no es un latinajo) impertinente y la negación de la evidencia. Se politizan las lenguas. Malo. El gallego es un dialecto del bable o la fala asturiana y entre estas dos variantes del Latín engendraron al castellano. El vascuence de los várdulos y vacceos actuó como el padrin de boda. Cosa chusca es que los españoles nos estemos tirando los trastos a la cabeza entre periféricos y mesetarios, otro motivo más de crispación en la calle ¿y van?, por algo tan baladí como es el modo de expresar, la cadencia o los vocablos que utilizamos para llamar a las cosas. In principio erat Verbum.

Todo empieza y termina en la palabra. Nos olvidamos de las Cantigas y del primer Fuero Juzgo escritos en gallego enxebre. No el gallego castellanizado y macarrónico que ha querido imponer Fraga que tan mal le sonaba a mi amigo Celso Collazo que era de las Rías Baixas o al pobre Torrente Ballester que era compostelano.

 La lengua, compañera del imperio, ciertamente, pero también instrumento de libertad se ha convertido en correa de transmisión de la opresión impositiva. Por ejemplo, los catalanes les dicen a los valencianos cómo tienen que hablar y éstos a los mallorquines y los mallorquines a los de las Pitiusas y así sucesivamente. Esto es una cadena. La confusión de Babel unida a ciertos malos modos lingüísticos que los nacionalistas trabucaires han tomado de los nazis tienen muy revuelto el cotarro.

 Es una campaña de acoso y recibo al castellano que ha sido la lengua franca en que nos hemos entendido siempre en Hesperia- ¡qué bella palabra, viene de Vespero, lucero de la tarde!- los unos y los otros, los de arriba y los de abajo, los de ahora y los de antes, centrípetos y centrífugos, los del mar y la montaña, insulares y peninsulares. Esta confusión idiomática es la asignatura pendiente de la democracia. En ella nos jugamos la libertad. 

El castellano en  dique seco, cercado y acorralado en la albarrada de los siglos por aquello de muchos monteros la garza combaten, neblíes muy ligeros sobre ella se abaten, por muchos oteros los perros la llaten mal no será no la maten Cristóbal de Castillejo dixit pero vigoroso y  en plena salud están los muertos que vos matáis. Tiene una frágil salud de hierro. España quiere ser bilingüe; perfecto (acabaremos todos hablando el inglés la lengua del enemigo que así lo mandan doña Espe y otros aburridos políticos ignorantes); pues muy bien. Sea.

- Do you speak English?

-O yea. Aquí espiquea el personal que se mata.

 Para los que escribimos y apoyamos ya nuestra ya larga vividura sobre esta hermosa lengua a la que tanto ignoran los papanatas que la desconocen ello es una afrenta.

 A veces en el afán de buscar la palabra exacta y expresarnos con la propiedad que los conceptos de la vida merecen nos llueven varapalos de cursis y rebuscados. Y yo les contesto que aprendan no sean burros que se den un garbeo por el inmenso jardín del de la RAE con más de un millón de vocablos, rosas del pénsil olvidado esperando la llegada de la ática abeja que libe de sus corolas. [joder que cursi me ha salido esto] Ya sé que esta lucha es un quijotesco torneo contra los molinos de viento. No hay manera. Los escolares no saben quién es el Cid.

CISNEROS, DESCATALOGADO

 Descatalogaron a Cisneros y con él el pensamiento de los Reyes Católicos.  ¿Quién es Nebrija, chaval? Ni pún. Nuestros libros de historia nos lo escriben los ingleses y los norteamericanos. Nos han puesto una albarda a los castizos, nos quitaron el pesebre y sólo nos queda rebuznar. Hoy se tiene a gala escribir mal y si te esfuerzas por borronear con propiedad que es tanto como decir adecuar la palabra precisa a la cosa y al concepto te dicen que no se entiende. ¡Qué palabros! Pero, lengua de Nebrija, cada día me gustas más. Y me acontece lo que a Turguenev cuando venían mal dadas y veía desmoronarse a su patria. Iván Turguenev se refugia en los atrios sagrados del idioma de Pushkin.

 Al castellano le pasa otro tanto que a la ruso. Es una de las lenguas más bellas y con mayor cargazón semántica del mundo pero los cultivadores del feísmo los que quieren pensar en inglés y le pasa lo que a la burra del gitano que sabe hablar pero no sabe pronunciar los zoilos de la modernidad te echan los toros al corral. Asno grande ande o no ande y cuanto más burro y de mayor alzada mejor el penco.

Es la erótica del horror el repetir igual que loritos las frases hechas y los tópicos convencionales o copiar a los grandes pues vivimos en la cultura de la queja y del plagio y sienta jurisprudencia el tópico y la repetición machacona de los consejos del nazista Goebbels. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. El que pretenda salirse del carril palo. Luego están los blasfemos. Los delirantes, los insultantes, los rencorosos y los reconcomidos, los rijosos, los biliosos, los mendaces, los montaraces, los capataces y comisarios, los soplones y melindrosos, las malmaridadas desconsoladas que se retratan en bragas, ponen los dientes largos al personal y hacen cochinadas por los webcams y las mandan a los amigos mira mis redondeles y mis corondeles, chato, verdad que estoy buena, las celestes celestinas, calixtos y calixtas y remiendavirgos, que piden un consolador por el chat,  los zoilos y zenones los destripaterrones de letra muerta, los hipospádicos de precarias micciones, melindrosos, tramposos, los preditos y cabritos que no corderos, y los que parecen borregos y luego dan en lobos, porque alguien los alobó sin remedio, los biliosos, y dolientes con prurito anal toda la vida arrancándose y pegando coces  cargada de bilis la melsa, que a todas horas nos tocan el acordeón.

-          ¿Y con esta caterva qué hacemos, Zeledón?

-          Pues, ponles la collera, únceles a la muela y que muelan, Emeterio. Que muelan. Y que los perdone Dios.

BURRO VIENE DEL VASCO

Quien aspira a un cierto grado de autonomía y de originalidad no es de los nuestros. Está loco o es un borracho. Así que me refugio en el Casares de la misma forma que Solzhenitsyn se atrincheró en las casamatas del Dal y empezó a ametrallar a los lectores rusos con la gran lexicografía de la lengua de Pushkin.

 Las palabras no matan pero llevan una carga de inteligencia y de precisión que irrita al tirano. Lengua vieja el romance asediada y vilipendiada por la revancha de los periféricos por el paleto catalán o los afiladores gallegos o por la petulancia de los vascos. ¡País…..leonés! se hizo reserva de las variantes dialectales y las diversas jerigonzas y gaterías en las cuales coloquiamos los hispanos desde la edad media han conseguido la categoría de idiomas. No importa que estas vernáculas fueran coloquiales y que apenas cuente con una literatura fiable. Han echado la instancia para ingresar en la ONU.

 Mi experiencia de filólogo me dice que cuando los políticos se meten en estos negocios todos vamos a por lana y salimos trasquilados. El modo de hablar de la gente no se puede imponer mediante decreto ni a través de las páginas del Boletín Oficial del Estado. Eso me lo confesó el bueno de Cela cuando en 1972 le hice una entrevista. La confusión de Babel. Reinos de taifas. El ojo del amo engorda al caballo. Os quiere a todos confundidos y divididos el gran hermano. Y para colmo el problema de Eta y del terrorismo, consorte de la ignorancia, se cierne sobre tales supuestos.

Los estragos puñeteros de los ramblizos de la política – aquí todo se politiza- se interfieren con los caminos verdaderos de la semántica y se produce la gran confusión histórica. Y en tal tesitura pocos sabrán que la palabra burro tiene un origen vasco. Lo mismo que corral y los sufijos en arro (cacharro, guijarro, cachorro, pitorro etc) según el gran Lapesa. Y si nos metemos en topónimos sería el cuento de nunca acabar. Aranjuez y Aranzueque están en relación con el vascuence aranz. Y otras concordancias vizcaínas de las que se reían nuestros clásicos de los ultramontanos, de allá pasados los puertos. Daca la cola, asturiano, es el título de un cuento de Cervantes.

 La antigua Castilla para los vascongados era aratoi o tierra de llanuras y así nombraban a Valderaduey. Los lugares que se llaman Egea como por ejemplo Egea de los Caballeros no era sino echea (casa). Javier es Echeverri (casa nueva)) y Javierre (Huesca). Lascuerre (lats corri= arroyo rojo). Estrabón da noticia del vascongado al que adjudica una raíz de los pueblos celtíberos que hablaban muchas lenguas. En el poso de los siglos se decantaron algunos de los términos de aquellos hablantes nuestros prerromanos que pronunciaban la r sonora como en rorro, corro, ronzal, riestra, rasca, carro, perro. Una pronunciación fuerte como las j y las ñ. La fonética vasca se impuso en el castellano (tojo, sarna, nava, breña, páramo y Prámaro, gándara o pedregal, braga y brega, izquierdo, urraca).

COPULABAN CON LA CABRA

Queda la cuestión de la romanización. Algunos historiadores infieren que Vasconia no fue nunca romanizada. A mí me parece falso este supuesto. Fue romanizada y era una provincia del limes cántabro donde operaba desde Asturica la Legio VII, también denominada Victrix. Y Bilbao era un puerto secundario sucursal de la Gijón romana. Marcial era de Bilbao. Dicen los vascos que una pena que Cristo no fuera bilbaíno pero Marcial el mayor poeta del Bajo Imperio sí lo era y cuando estaba viendo los juegos del circo añoraba ya el vino de las Siete Calles, su patria. Los vascones, vacceos y várdulos alaveses mascaron el polvo de los lábaros imperiales. Aunque su trabajo les costó a las cohortes. Tampoco entonces tabernas no faltaban. El latín tenía lo menos quince vocablos para designar a los garitos: cauponae, vinarias, popinas, tabernas, etc.

 La sumisión fue desde luego trabajosa y los naturales de aquel país conservaron sus lenguas y costumbres algunas de ellas muy a lo burro. Por ejemplo, el Código Calixtino aconseja a los peregrinos jacobeos que eviten estas provincias donde las gentes observan tradiciones poco civilizadas como por ejemplo el bestialismo. Por lo visto a los iñaquis de entonces les gustaba darles leña al mono y copular con sus animales domésticos. Se tiraban a la cabra, a la burra y a la vaca de su establo. Y aceptaron a regañadientes el cristianismo renunciando con dificultad a su sincretismo pagano. Estaban un poco salvajes la verdad.

  Prudencio se queja de que le mataron a un diácono de una pedrada cuando iba anunciarles la buena Nueva y bautizarles. Parece ser que la trabajosa cristianización de aquel pueblo se hizo desde Calahorra que era donde estaban los castra romanos. El Padre Mariana, que era algo antisemita, vierte sobre los vacceos y la verdad es que fueron los primeros habitantes de Cuniculandia o Hispania que quiere decir span (tierra de conejos) y extendieron su dominio hasta Iliturgi en Granada, y vaccea o vasca fue por ejemplo Numancia, criterios peyorativos: “los vascos son ferocísimos, orgullosos e independientes, porque son de linaje hebreo”. Ya está el gato en la talega en la tierra de los conejos y las liebres. ¡Anda la osa! Resulta que todos aquí en esto venimos de Israel y somos los judíos del Oeste. Sefarad.

-          ¡Cuánto me enorgullece esa ascendencia, Emeterio: pertenecer al pueblo elegido.

-          No iba descaminado Mariana, Cele, porque la Biblia hablaba de que el rey Salomón cobraba pechas en Tarsis a los fenicios. Y Tarsis era de Cádiz.

-          ¡Andá! Así que los españoles somos de origen judío.

-          Un setenta por cierto.

-          Pero unos más que otros.

-          Por supuesto. ¡Viva Caiz!

-          Lo que no casa en esta historia son los prejuicios del Calixtino contra los montaraces euskaldunes de aquellos tiempos. Si hay un pueblo civilizado que aborrezca la fornicación y el bestialismo, ése es el pueblo hebreo.

-          Moisés tuvo que predicar los suyo para ponerlos en buen camino y apartarles de las costumbres paganas, de los sacerdotes de Baal y del Becerro de Oro.

La verdad es que la filología científica desmiente a Mariana. No se encuentran relaciones terminológicas del hebreo con el vascuence y sí con el indoeuropeo y el de los beréberes que se parecen a los vascos físicamente. También ahora ha salido un profesor de Oxford diciendo que los ingleses descienden de los vascongados. No se sabe. Pero al menos en el País de Gales y en algunas zonas de Irlanda con residuos étnicos iberos (tipos morenos, con el pelo crespo y buen talle) puede ser.

Todas estas hipótesis contribuyen a hacer más complicado el laberinto español. Estamos al cabo de tantos siglos pagando el alajor de la historia. Los gallegos quieren ser celtas e invocan la redola y la cruz gamada. Los catalanes lemosines o descendientes directos de la lengua de Oz. Y los andaluces, moros. Designios bíblicos. España no es un país como otro cualquiera. Más que un país parece una bomba de relojería.

 La serpiente caducea, por ejemplo, emblema del separatismo estaba esculpida en la columna dedicada al dios Iamconquian el dios vasco por antonomasia y que fue encontrada en Córdoba en 1635.

El Camino de Santiago los evitaba dando un rodeo por La Rioja a las encartaciones de estas gentes tan hostiles y rabiscas y se bifurcaba luego en León en dos ramales. El de Asturias que fue la provincia más romanizada de la península y ese peso se nota aún en la historia y el otro hacia Galaecia o pequeñas Galias.

Todos ellos, las palabras que digo, son vasquísimos y los vascos no pronunciaban la f labiodental latina que convierten en h y de ahí farina dio harina y phormosa (hermosa). El vascuence desconoce la f. Y existe como en castellano la oposición r y rr.   Pero es pospositivo y no declinativo. Además nunca estuvo unificado y ha sido homologado a la fuerza en sus diversas modalidades de labortano, guipuzcoano y suletino, la variante del valle del Roncal y otros tantos dialectos navarros. Su primer texto escrito data de 1545, una coplas que escribió un cura erotómano el P. Dechepare. Y su primera gramática El Imposible Vencido: arte de la lengua del jesuita Larramendi es de 1729. Aunque su literatura es muy pobre pues el peso de la historia es llevado por los rapsodas y versolaris de tradición oral que recitan por las aldeas las kopla zarrak (versos viejos) toda lengua es un tesoro que hay que conservar y en las escuelas y universidades debiera promocionarse el estudio de este peculiar idioma único en el mundo conectado con los beréberes, con los celtas y con las antiguas lenguas del Caúcaso.

LAS LENGUAS SON APOLÍTICAS

Las lenguas son apolíticas. Entre ellas no hay separatismos. Sólo mestizajes y parentescos. Entristecen, pues, todas esas historias del RH del que se pavonea Arzalluz alusivas a una superioridad racial de los euskaldunes sobre los demás, etnias. Jactancias nazis. Está visto que no hay pueblos mejores ni peores que otros. Pero nosotros que no queremos meternos en política hemos de manifestar que nos gustaron de siempre las canciones vascas: aquellos zarzicos que nos enseñaron los PP. Jesuitas como el ago guiztian o el amate bi rai zazu etc. Toda lengua es una riqueza. En eso estamos con Unamuno que hablaba y conocía el vasco mejor que nadie. Lo mismo que el castellano. Si viviera ahora los aberztales le parecían algo insólito, esperpéntico, lo más antivasco que se pueda dar. Y por su culpa menudo zurriburri el que aquí se puede preparar,

Prevascuences son las terminaciones en briga = baluarte. Así Segobriga que sería el baluarte de la victoria pues sego es victoria. Con dos fótmulas: el prefijo celta y el latino. Así que sego-via o camino Mi pueblo quiere decir Segovia camino de la victoria.  El nombre de mi pueblo me entusiasma.Y victoriosas serían por esas mismas Segorbe Sagunto y Sigüenza o Segontia. Parece ser que es un prefijo indoeuropeo pues el ruso la conserva en la palabra segodnia (hoy) con otra acepción En filología no excité el separatismo, la trabazón y la unidad y según eso lo vasco no viene de vénganos ni los iñaquis los trajo la cigüeña desde Paris. Se trata a decir verdad de los españoles más genuinos.  Sabino Arana era un iluminado como De Juana Chaos. Los dos están locos. Un nacionalismo de terruño y de campanario hizo que a estos dos personajes se les volvieran los sesos agua.

AMENAZAS EXTERIORES DEL PODER OCULTO

 Aunque sigo pensando que pese a todas estas cosas el castellano minado por amenazas exteriores e interiores como las de esos políticos tan nefastos como doña Esperanza Aguirre que quiere hacer de Madrid una ciudad angloparlante – en las escuelas más horas al inglés que al español- goza de buena salud. El gran peligro y lo que puede hacer periclitar la idea de España es el alud inmigratorio. Llegan en verdaderas hordas cantidad y diversidad de gentes como nunca se conoció. Y en los autobuses capitalinos al menos yo escucho todas las lenguas del mundo menos el castellano. Y ni las autoridades ni los propios recién llegados salvo los latinoamericanos hacen gran cosa por la integración o asimilación, cosa que no ocurre en Gran Bretaña y nada se diga de los USA que en esto del idioma son inexorables y más absorbentes que una aspiradora.

Eso me aterra un poco. Estas invasiones calladas a las que llamamos eufemísticamente movimientos migratorios pueden acabar con todos nosotros. Aniquilarnos como pueblo en nuestro propio suelo. Ellos son más fecundos y sus mujeres paren constantemente. Ahí está el busilis. La horda nos desborda pero ya digo que lo nuestro es la filología y esta ciencia puede demostrar que el independentismo vasco – y también a los vascos se los tragará la trampa de seguir el alud de etnias sobre nosotros y las vascas tomando la píldora o ligándose las trompas- es un absurdo contra natura.

 Esa es la tesis que expuso en un brillante trabajo el profesor Manuel Asensio después de estudiar la Crónica Silense y las glosas Emilianenses. Ambos textos se encuentran en posesión de los ingleses. Las conclusiones de este ensayo paleográfico de ambos libros preliterarios determinan que nuestra lengua romance, aunque derive del latín, tiene  un alto componente eusquera.

EL MARAVILLOSO BABLE

 Los cultos en el periodo visigótico gustaban de expresarse en latín pero el pueblo llano lo hacía en el rusticus sermo.  Y a la gente se le escapaban vasquismos como chorro y gorra o vocablos provenientes del alto alemán: guardia (ward) y guerra (war). Los textos en cuestión datan del siglo X y son anotaciones marginales a sermones redactados en latín La Glosa silense es un penitencial. Su origen un monasterio de Álava. El copista indolente o algo ignaro hace estas anotaciones el margen en el dialecto vasco-aragonés que le resulta más familiar.  En el bable aparte del léxico proveniente del bajo latín en su mayor parte lo importante es la cadencia, la entonación, más melosa y más suave incluso que la del galaico, y con inflexión pronominal con preferencias por el pretérito indefinido sobre el pretérito perfecto y una sintaxis más armoniosa. Se aprecia esto leyendo a Clarín y mucho más a Pérez de Ayala que es el mayor prosista moderno en lengua castellana

Habrían de pasar dos siglos antes de que el castellano hiciese su acto de aparición en la historia con el poema del Mío Cid lo que no deja de ser algo elocuente puesto que nos hallamos en el milenario de Rodrigo Díaz de vivar. La sonoridad y la marcialidad la heredado el español del vascuence que tiene casi la misma fonética.  Los primeros viajeros hacen observaciones sobre este carácter marcial del viejo romance: “illorum lingua resonat quasi tympano tuba” (la lengua de los hispanos suena como un clarinazo). Poseía un dinamismo que le hizo superar los grados de evolución de otras lenguas ibéricas.

 Su fragua fue la j la ñ la ll y la ch. Estas dos últimas letras han sucumbido a los imperativos cibernéticos de los nuevos diccionarios pero nuestra querida ñ que es tan vasca como la ch se mantiene. Hay extrañas fuerzas misteriosas que parecen querer capar al román paladino de su atávica sonoridad. La labiodental l se convierte en ll en los albores del siglo XI y posteriormente deviene en j. Así.: mulier, conellus, filius  devienen muller, coello, fillo  y el grado siguiente es la transformación en j a la que los asturianos en su bable  no acceden al tercer estadio de evolución dicen que trajeron los moros pero que es absolutamente vasca. La l pasa a ll por la regla de la umläut o evolución. Lar da llar y losa da llosa, lagar, llagar y así sucesivamente.

El bable es un viejo castellano sin evolucionar de raigambre vasco-mozárabe. Pero el problema en la vieja fabla romance es sistematizar. Se habla, al igual que el vasco, una lengua forzada, pues hay un vasco en cada bable. Los de Tineo, verbigracia, dicen “tsuna” para nombrar a la luna y los de Llanes “lluna”. Y por ultimo la ñ fue una aportación vascongada a la lengua de Mío Cid. Nada más vasco que chistu y que Iñaqui, pues. He aquí algunos elementos claves para el estudio de un enigma y para adentrarnos en el laberinto español. Y nos ocurrirá lo del gaitero que fue a Salamir, bonito lugar de la costa cantabra, a tocar “pues no tenía donde ir” pero añade la conseja que luego el buen paisanín “no sabía cómo salir”.

 

EL CASTELLANO Y EL VASCUENCE

 

Antonio Parra

Un amigo me llama indignado desde Santander me llama indignado. Tiene gente en Coruña y hay un contestador que responde en gallego con una muletilla que dice “hable la lengua madre”. No te preocupes, celedonio, que por lo visto el castellano debe de ser la madrasta. Vivimos en un mundo delirante en que todo está al revés. No sabemos ya quién es nuestra padre y quien es nuetra madre. Y los que no tenemos abuelas porque somos mayores para tenerla pues nos hacemos cruces ante semejantes hilaridades. Mondo cane. Mundo fugaz. La nugación (de nugacitas, oiga, que no es un latinajo) impertinente y la negación de la evidencia. Se politizan las lenguas. Malo. El gallego es un dialecto del bable o la fala asturiana y entre estas dos variantes del Latín engendraron al castellano. El vascuence de los várdulos y vacceos actuó como el padrin de boda. Cosa chusca es que los españoles nos estemos tirando los trastos a la cabeza entre periféricos y mesetarios, otro motivo más de crispación en la calle ¿y van?, por algo tan baladí como es el modo de expresar, la cadencia o los vocablos que utilizamos para llamar a las cosas. In principio erat Verbum. Todo empieza y termina en la palabra. Nos olvidamos de las Cantigas y del primer Fuero Juzgo escritos en gallego enxebre. No el gallego castellanizado y macarrónico que ha querido imponer Fraga que tan mal le sonaba a mi amigo Celso Collazo que era de las Rías Baixas o al pobre Torrente Ballester que era compostelano.

 La lengua, compañera del imperio, ciertamente, pero también instrumento de libertad se ha convertido en correa de transmisión de la opresión impositiva. Por ejemplo, los catalanes les dicen a los valencianos cómo tienen que hablar y éstos a los mallorquines y los mallorquines a los de las Pitiusas y así sucesivamente. Esto es una cadena. La confusión de Babel unida a ciertos malos modos lingüísticos que los nacionalistas trabucaires han tomado de los nazis tienen muy revuelto el cotarro.

 Es una campaña de acoso y recibo al castellano que ha sido la lengua franca en que nos hemos entendido siempre en Hesperia- ¡qué bella palabra, viene de Vespero, lucero de la tarde!- los unos y los otros, los de arriba y los de abajo, los de ahora y los de antes, centrípetos y centrífugos, los del mar y la montaña, insulares y peninsulares. Esta confusión idiomática es la asignatura pendiente de la democracia. En ella nos jugamos la libertad. 

El castellano en  dique seco, cercado y acorralado en la albarrada de los siglos por aquello de muchos monteros la garza combaten, neblíes muy ligeros sobre ella se abaten, por muchos oteros los perros la llaten mal no será no la maten Cristóbal de Castillejo dixit pero vigoroso y  en plena salud están los muertos que vos matáis. Tiene una frágil salud de hierro. España quiere ser bilingüe; perfecto (acabaremos todos hablando el inglés la lengua del enemigo que así lo mandan doña Espe y otros aburridos políticos ignorantes); pues muy bien sea.

- Do you speak English?

-O yea. Aquí espiquea el personal que se mata.

 Para los que escribimos y apoyamos ya nuestra ya larga vividura sobre esta hermosa lengua a la que tanto ignoran los papanatas que la desconocen ello es una afrenta.

 A veces en el afán de buscar la palabra exacta y expresarnos con la propiedad que los conceptos de la vida merecen nos llueven varapalos de cursis y rebuscados. Y yo les contesto que aprendan no sean burros que se den un garbeo por el inmenso jardín del de la RAE con más de un millón de vocablos, rosas del pénsil olvidado esperando la llegada de la ática abeja que libe de sus corolas. [joder que cursi me ha salido esto] Ya sé que esta lucha es un quijotesco torneo contra los molinos de viento. No hay manera. Los escolares no saben quién es el Cid.

CISNEROS, DESCATALOGADO

 Descatalogaron a Cisneros y con él el pensamiento de los Reyes Católicos.  ¿Quién es Nebrija, chaval? Ni pún. Nuestros libros de historia nos lo escriben los ingleses y los norteamericanos. Nos han puesto una albarda a los castizos, nos quitaron el pesebre y sólo nos queda rebuznar. Hoy se tiene a gala escribir mal y si te esfuerzas por borronear con propiedad que es tanto como decir adecuar la palabra precisa a la cosa y al concepto te dicen que no se entiende. ¡Qué palabros! Pero, lengua de Nebrija, cada día me gustas más. Y me acontece lo que a Turguenev cuando venían mal dadas y veía desmoronarse a su patria. Iván Turguenev se refugia en los atrios sagrados del idioma de Pushkin.

 Al castellano le pasa otro tanto que a la ruso. Es una de las lenguas más bellas y con mayor cargazón semántica del mundo pero los cultivadores del feísmo los que quieren pensar en inglés y le pasa lo que a la burra del gitano que sabe hablar pero no sabe pronunciar los zoilos de la modernidad te echan los toros al corral. Asno grande ande o no ande y cuanto más burro y de mayor alzada mejor el penco.

Es la erótica del horror el repetir igual que loritos las frases hechas y los tópicos convencionales o copiar a los grandes pues vivimos en la cultura de la queja y del plagio y sienta jurisprudencia el tópico y la repetición machacona de los consejos del nazista Goebbels. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. El que pretenda salirse del carril palo. Luego están los blasfemos. Los delirantes, los insultantes, los rencorosos y los reconcomidos, los rijosos, los biliosos, los mendaces, los destripaterrones del periodismo, cargada de bilis la melsa, que a todas horas nos tocan el acordeón.

-          ¿Y con esta caterva qué hacemos, Celedonio?

-          Pues, ponles la collera, únceles a la muela y que muelan, Emeterio. Que muelan.

ORIGINALIDAD

Quien aspira a un cierto grado de autonomía y de originalidad no es de los nuestros. Está loco o es un borracho. Así que me refugio en el Casares de la misma forma que Solzhenitsyn se atrincheró en las casamatas del Dal y empezó a ametrallar a los lectores rusos con la gran lexicografía de la lengua de Pushkin.

 Las palabras no matan pero llevan una carga de inteligencia y de precisión que irrita al tirano. Lengua vieja el romance asediada y vilipendiada por la revancha de los periféricos por el paleto catalán o los afiladores gallegos o por la petulancia de los vascos. ¡País…..leonés! se hizo reserva de las variantes dialectales y las diversas jerigonzas y gaterías en las cuales coloquiamos los hispanos desde la edad media han conseguido la categoría de idiomas. No importa que estas vernáculas fueran coloquiales y que apenas cuente con una literatura fiable. Han echado la instancia para ingresar en la ONU.

 Mi experiencia de filólogo me dice que cuando los políticos se meten en estos negocios todos vamos a por lana y salimos trasquilados. El modo de hablar de la gente no se puede imponer mediante decreto ni a través de las páginas del Boletín Oficial del Estado. Eso me lo confesó el bueno de Cela cuando en 1972 le hice una entrevista. La confusión de Babel. Reinos de taifas. El ojo del amo engorda al caballo. Os quiere a todos confundidos y divididos el gran hermano. Y para colmo el problema de Eta y del terrorismo, consorte de la ignorancia, se cierne sobre tales supuestos.

TERRORES PSICOLÓGICOS

 Es peor el terrorismo psicológico al que nos somete el mundo de la colocación, en fraternidad universal con  los verdugos sanguinarios. Sin embargo una de las demostraciones más evidentes  de que el que aguanta gana y nuestra lengua aguanta y gana de la misma forma que  aguantará y ganará España. Queridos padres conscriptos y muñidores de conflicto con los que engorda vuestro ojo de amos y de caballos, esto no es Yugoslavia. Todavía está el gato en el tejado y la pelota en el alero. Desde luego, lo que está ocurriendo entre nosotros viene en razón a la importancia estrategia que tiene la Piel de Toro para los dominadores globales: España es militarmente una trinchera y geográficamente una tenaza. Pero esta llave de paso –cuidado- esta piel de toro no es una corambre colgada de la percha del batán. Esta nación es tarda a la ira y le lleva mucho tiempo despertar. Cuando despierte, cuando se sacuda de su modorra España..

Los estragos puñeteros de los ramblizos de la política – aquí todo se politiza- se interfieren con los caminos verdaderos de la semántica y se produce la gran confusión histórica. Y en tal tesitura pocos sabrán que la palabra burro tiene un origen vasco. Lo mismo que corral y los sufijos en arro (cacharro, guijarro, cachorro, pitorro etc) según el gran Lapesa. Y si nos metemos en topónimos sería el cuento de nunca acabar. Aranjuez y Aranzueque están en relación con el vascuence aranz. La antigua Castilla para los vascongados era aratoi o tierra de llanuras y así nombraban a Valderaduey. Los lugares que se llaman Egea como por ejemplo Egea de los Caballeros no era sino echea (casa). Javier es Echeverri (casa nueva)) y Javierre (Huesca). Lascuerre (lats corri= arroyo rojo). Estrabón da noticia del vascongado al que adjudica una raíz de los pueblos celtíberos que hablaban muchas lenguas. En el poso de los siglos se decantaron algunos de los términos de aquellos hablantes nuestros prerromanos que pronunciaban la r sonora como en rorro, corro, ronzal, riestra, rasca, carro, perro. Una pronunciación fuerte como las j y las ñ. La fonética vasca se impuso en el castellano (tojo, sarna, nava, breña, páramo y Prámaro, gándara o pedregal, braga y brega, izquierdo, urraca).

COPULABAN CON LA CABRA

Queda la cuestión de la romanización. Algunos historiadores infieren que Vasconia no fue nunca romanizada. A mí me parece falso este supuesto. Fue romanizada y era una provincia del limes cántabro donde operaba desde Asturica la Legio VII, también denominada Victrix. Y Bilbao era un puerto secundario sucursal de la Gijón romana. Marcial era de Bilbao. Dicen los vascos que una pena que Cristo no fuera bilbaíno pero Marcial el mayor poeta del Bajo Imperio cuando estaba viendo los juegos del circo añoraba ya el vino de las Siete Calles, su patria. Los vascones, vacceos y várdulos alaveses mascaron el polvo de los lábaros imperiales. Porque ya entonces tabernas no faltaban. El latín tenía lo menos quince vocablos para designar a los garitos: cauponae, vinarias, popinas, tabernas, etc.

 La sumisión fue desde luego trabajosa y los naturales de aquel país conservaron sus lenguas y costumbres algunas de ellas muy a lo burro. Por ejemplo, el Código Calixtino aconseja a los peregrinos jacobeos que eviten estas provincias donde las gentes observan tradiciones poco civilizadas como por ejemplo el bestialismo. Por lo visto a los iñaquis de entonces les gustaba darles leña al mono y copular con sus animales domésticos. Se tiraban a la cabra, a la burra y a la vaca de su establo. Y aceptaron a regañadientes el cristianismo renunciando con dificultad a su sincretismo pagano. Estaban un poco salvajes la verdad.  Prudencio se queja de que le mataron a un diácono de una pedrada cuando iba anunciarles la buena Nueva y bautizarles. Parece ser que la trabajosa cristianización de aquel pueblo se hizo desde Calahorra que era donde estaban los castra romanos. El Padre Mariana, que era algo antisemita, vierte sobre los vacceos y la verdad es que fueron los primeros habitantes de Cuniculandia o Hispania que quiere decir span (tierra de conejos) y extendieron su dominio hasta Iliturgi en Granada, y vaccea o vasca fue por ejemplo Numancia, criterios peyorativos: “los vascos son ferocísimos, orgullosos e independientes, porque son de linaje hebreo”. Ya está el gato en la talega en la tierra de los conejos y las liebres. ¡Anda la osa! Resulta que todos aquí en esto venimos de Israel y somos los judíos del Oeste. Sefarad.

-          ¡Cuánto me enorgullece esa ascendencia, Emeterio: pertenecer al pueblo elegido.

-          No iba descaminado Mariana, Cele, porque la Biblia hablaba de que el rey Salomón cobraba pechas en Tarsis a los fenicios. Y Tarsis era de Cádiz.

-          ¡Andá! Así que los españoles somos de origen judío.

-          Un setenta por cierto.

-          Pero unos más que otros.

-          Por supuesto.

-          Lo que no casa en esta historia son los prejuicios del Calixtino contra los montaraces euskaldunes de aquellos tiempos. Si hay un pueblo civilizado que aborrezca la fornicación y el bestialismo es el pueblo hebreo.

-          Moisés tuvo que predicar los suyo para ponerlos en buen camino y apartarles de las costumbres paganas, de los sacerdotes de Baal y del Becerro de Oro.

La verdad es que la filología científica desmiente a Mariana. No se encuentran relaciones terminológicas del hebreo con el vascuence y sí con el indoeuropeo y el de los beréberes que se parecen a los vascos físicamente. También ahora ha salido un profesor de Oxford diciendo que los ingleses descienden de los vascongados. No se sabe. Pero al menos en el País de Gales y en algunas zonas de Irlanda con residuos étnicos iberos (tipos morenos, con el pelo crespo y buen talle) puede ser. Todas estas hipótesis contribuyen a hacer más complicado el laberinto español. Estamos al cabo de tantos siglos pagando el alajor de la historia. Los gallegos quieren ser celtas e invocan la redola y la cruz gamada. Los catalanes lemosines o descendientes directos de la lengua de Oz. Designios bíblicos. España no es un país como otro cualquiera. Más que un país parece una bomba de relojería.

 La serpiente caducea, por ejemplo, emblema del separatismo estaba esculpida en la columna dedicada al dios Iamconquian el dios vasco por antonomasia y que fue encontrada en Córdoba en 1635.

El Camino de Santiago los evitaba dando un rodeo por La Rioja a las encartaciones de estas gentes tan hostiles y rabiscas y se bifurcaba luego en León en dos ramales. El de Asturias que fue la provincia más romanizada de la península y ese peso se nota aún en la historia y el otro hacia Galaecia o pequeñas Galias.

Todos ellos, las palabras que digo, son vasquísimos y los vascos no pronunciaban la f labiodental latina que convierten en h y de ahí farina dio harina y phormosa (hermosa). El vascuence desconoce la f. Y existe como en castellano la oposición r y rr.   Pero es pospositivo y no declinativo. Además nunca estuvo unificado y ha sido homologado a la fuerza en sus diversas modalidades de labortano, guipuzcoano y suletino, la variante del valle del Roncal y otros tantos dialectos navarros. Su primer texto escrito data de 1545, una coplas que escribió un cura erotómano el P. Dechepare. Y su primera gramática El Imposible Vencido: arte de la lengua del jesuita Larramendi es de 1729. Aunque su literatura es muy pobre pues el peso de la historia es llevado por los rapsodas y versolaris de tradición oral que recitan por las aldeas las kopla zarrak (versos viejos) toda lengua es un tesoro que hay que conservar y en las escuelas y universidades debiera promocionarse el estudio de este peculiar idioma único en el mundo conectado con los beréberes, con los celtas y con las antiguas lenguas del Caúcaso.

LAS LENGUAS SON APOLÍTICAS

Las lenguas son apolíticas. Entre ellas no hay separatismos. Sólo mestizajes y parentescos. Entristecen, pues, todas esas historias del RH del que se pavonea Arzalluz alusivas a una superioridad racial de los euskaldunes sobre los demás, etnias. Jactancias nazis. Está visto que no hay pueblos mejores ni peores que otros. Pero nosotros que no queremos meternos en política hemos de manifestar que nos gustaron de siempre las canciones vascas: aquellos zarzicos que nos enseñaron los PP. Jesuitas como el ago guiztian o el amate bi rai zazu etc. Toda lengua es una riqueza. En eso estamos con Unamuno que hablaba y conocía el vasco mejor que nadie. Lo mismo que el castellano. Si viviera ahora los aberztales le parecían algo insólito, esperpéntico, lo más antivasco que se pueda dar. Y por su culpa menudo zurriburri el que aquí se puede preparar,

Prevascuences son las terminaciones en briga = baluarte. Así Segobriga que sería el baluarte de la victoria pues sego es victoria. Con dos fótmulas: el prefijo celta y el latino. Así que sego-via o camino Mi pueblo quiere decir Segovia camino de la victoria.  El nombre de mi pueblo me entusiasma.Y victoriosas serían por esas mismas Segorbe Sagunto y Sigüenza o Segontia. Parece ser que es un prefijo indoeuropeo pues el ruso la conserva en la palabra segodnia (hoy) con otra acepción En filología no excité el separatismo, la trabazón y la unidad y según eso lo vasco no viene de vénganos ni los iñaquis los trajo la cigüeña desde Paris. Se trata a decir verdad de los españoles más genuinos.  Sabino Arana era un iluminado como De Juana Chaos. Los dos están locos. Un nacionalismo de terruño y de campanario hizo que a estos dos personajes se les volvieran los sesos agua.

AMENAZAS EXTERIORES DEL PODER OCULTO

 Aunque sigo pensando que pese a todas estas cosas el castellano minado por amenazas exteriores e interiores como las de esos políticos tan nefastos como doña Esperanza Aguirre que quiere hacer de Madrid una ciudad angloparlante – en las escuelas más horas al inglés que al español- goza de buena salud. El gran peligro y lo que puede hacer periclitar la idea de España es el alud inmigratorio. Llegan en verdaderas hordas cantidad y diversidad de gentes como nunca se conoció. Y en los autobuses capitalinos al menos yo escucho todas las lenguas del mundo menos el castellano. Y ni las autoridades ni los propios recién llegados salvo los latinoamericanos hacen gran cosa por la integración o asimilación, cosa que no ocurre en Gran Bretaña y nada se diga de los USA que en esto del idioma son inexorables y más absorbentes que una aspiradora.

Eso me aterra un poco. Estas invasiones calladas a las que llamamos eufemísticamente movimientos migratorios pueden acabar con todos nosotros. Aniquilarnos como pueblo en nuestro propio suelo. Ellos son más fecundos y sus mujeres paren constantemente. Ahí está el busilis. La horda nos desborda pero ya digo que lo nuestro es la filología y esta ciencia puede demostrar que el independentismo vasco – y también a los vascos se los tragará la trampa de seguir el alud de etnias sobre nosotros y las vascas tomando la píldora o ligándose las trompas- es un absurdo contra natura.

 Esa es la tesis que expuso en un brillante trabajo el profesor Manuel Asensio después de estudiar la Crónica Silense y las glosas Emilianenses. Ambos textos se encuentran en posesión de los ingleses. Las conclusiones de este ensayo paleográfico de ambos libros preliterarios determinan que nuestra lengua romance, aunque derive del latín, tiene  un alto componente eusquera.

EL MARAVILLOSO BABLE

 Los cultos en el periodo visigótico gustaban de expresarse en latín pero el pueblo llano lo hacía en el rusticus sermo.  Y a la gente se le escapaban vasquismos como chorro y gorra o vocablos provenientes del alto alemán: guardia (ward) y guerra (war). Los textos en cuestión datan del siglo X y son anotaciones marginales a sermones redactados en latín La Glosa silense es un penitencial. Su origen un monasterio de Álava. El copista indolente o algo ignaro hace estas anotaciones el margen en el dialecto vasco-aragonés que le resulta más familiar.

Habrían de pasar dos siglos antes de que el castellano hiciese su acto de aparición en la historia con el poema del Mío Cid lo que no deja de ser algo elocuente puesto que nos hallamos en el milenario de Rodrigo Díaz de vivar. La sonoridad y la marcialidad la heredado el español del vascuence que tiene casi la misma fonética.  Los primeros viajeros hacen observaciones sobre este carácter marcial del viejo romance: “illorum lingua resonat quasi tympano tuba” (la lengua de los hispanos suena como un clarinazo). Poseía un dinamismo que le hizo superar los grados de evolución de otras lenguas ibéricas.

 Su fragua fue la j la ñ la ll y la ch. Estas dos últimas letras han sucumbido a los imperativos cibernéticos de los nuevos diccionarios pero nuestra querida ñ que es tan vasca como la ch se mantiene. Hay extrañas fuerzas misteriosas que parecen querer capar al román paladino de su atávica sonoridad. La labiodental l se convierte en ll en los albores del siglo XI y posteriormente deviene en j. Así.: mulier, conellus, filius  devienen muller, coello, fillo  y el grado siguiente es la transformación en j a la que los asturianos en su bable  no acceden al tercer estadio de evolución dicen que trajeron los moros pero que es absolutamente vasca. La l pasa a ll por la regla de la umläut o evolución. Lar da llar y losa da llosa, lagar, llagar y así sucesivamente.

El bable es un viejo castellano sin evolucionar de raigambre vasco-mozárabe. Pero el problema en la vieja fabla romance es sistematizar. Se habla, al igual que el vasco, una lengua forzada, pues hay un vasco en cada bable. Los de Tineo, verbigracia, dicen “tsuna” para nombrar a la luna y los de Llanes “lluna”. Y por ultimo la ñ fue una aportación vascongada a la lengua de Mío Cid. Nada más vasco que chistu y que Iñaqui, pues. He aquí algunos elementos claves para el estudio de un enigma y para adentrarnos en el laberinto español. Y nos ocurrirá lo del gaitero que fue a Salamir, bonito lugar de la costa cantabra, a tocar “pues no tenía donde ir” pero añade la conseja que luego el buen paisanín “no sabía cómo salir”

 

domingo, 04 de marzo de 2007

RAMBLIZOS Y RAMBLAZOS

 

Los estragos puñeteros de los ramblizos de la política – aquí todo se politiza- se interfieren con los caminos verdaderos de la semántica y se produce la gran confusión histórica. Y en tal tesitura pocos sabrán que la palabra burro tiene un origen vasco. Lo mismo que corral y los sufijos en burro y en aro (cacharro, guijarro, cachorro, pitorro etc) según el gran Lapsa. Y si nos metemos en topónimos sería el cuento de nunca acabar. Aranjuez y Aranzueque están en relación con el vascuence aranz. La antigua castilla para los vascongados era aratoi o tierra de llanuras y así nombraban a Valderaduey. Los lugares que se llaman Egea como por ejemplo Egea de los Caballeros no era sino echea (casa). Javier es Echeverri (casa nueva)) y Javierre (Huesca). Lascuerre (lats corri= arroyo rojo). Estabón da noticia del vascongado al que adjudica una raíz de los pueblos celtíberos que hablaban muchas lenguas. En el poso de los siglos se decantaron algunos de los términos de aquellos hablantes nuestros prerromanos que pronunciaban la r sonora como en rorro, corro, ronzal, riestra, rasca, carro, perro. Una pronunciación fuerte como las j y las ñ. La fonética vasca se impuso en el castellano (tojo, sarna, nava, breña, páramo y Prámaro, gándara o pedregal, braga y brega, izquierdo, urraca). Todos ellos son vasquísimos y los vascos no pronunciaban la f labiodental latina que convierten en h y de ahí farina dio harina y phormosa hermosa. Prevascuences son las terminaciones en briga = baluarte. Así Segobriga que sería el baluarte de la victoria pues sego es victoria. Mi pueblo quiere decir Segovia camino de la victoria. Y victoriosas serían por esas mismas Segorbe Sagunto y Sigüenza. En filología no excité el separatismo, la trabazón y la unidad y según eso lo vasco no viene de vengános ni los iñaquis los trajo la cigüeña desde Paris. Se trata a decir verdad de los españoles más genuinos.  Sabino arana era un iluminado como De Juana Chaos. Los dos están locos. Un nacionalismo de terruño y de campanario hizo que a estos dos personajes se les volvieran los sesos agua. Aunque sigo pensando que pese a todas estas cosas el castellano minado por amenazas exteriores e interiores como las de esos políticos tan nefastos como doña Esperanza Aguirre que quiere hacer de Madrid una ciudad angloparlante – en las escuelas más horas al inglés que al español- goza de buena salud. El gran peligro y lo que puede hacer periclitar la idea de España es el alud inmigratorio. Llegan en verdaderas hordas cantidad y diversidad de gentes como nunca se conoció. Y en los autobuses capitalinos al menos yo escucho todas las lenguas del mundo menos el castellano. Eso me aterra un poco. Estas invasiones calladas a las que llamamos eufemísticamente movimientos migratorios puede acabar con todos nosotros. Aniquilarnos como pueblo en nuestro propio suelo. Ellos son más fecundos y sus mujeres paren constantemente. Ahí está el busilis. La horda nos desborda pero ya digo que lo nuestro es la filología y esta ciencia puede demostrar que el independentismo vasco – y también a los vascos se los tragará la trampa de seguir e3l alud de etnias sobre nosotros y las vascas tomando la píldora o ligándose las trompas- es un absurdo contra natura. Esa es la tesis que expuso en un brillante trabajo el profesor Manuel Asensio después de estudiar la Crónica Silense y las glosas Emilianenses. Ambos textos se encuentran en posesión de los ingleses. Las conclusiones de este ensayo paleográfico de ambos libros preliterarios determinan que nuestra lengua romance, aunque derive del latín, tiene  un alto componente eusquera. Los cultos en el periodo visigótico gustaban de expresarse en latín pero el pueblo llano lo hacía en el rusticus sermo.  Y a la gente se le escapaban vasquismos como chorro y gorra o vocablos provenientes del alto alemán: guardia y guerra. Los textos en cuestión datan del siglo X y son anotaciones marginales a sermones redactados en latín La Glosa silense es un penitencial. Su origen un monasterio de Álava. El copista indolente o algo ignaro hace estas anotaciones el margen en el dialecto vasco-aragonés que le resulta más familiar. Habrían de pasar dos siglos antes de que el castellano hiciese su acto de aparición en la historia con el poema del Mío Cid lo que no deja de ser algo elocuente puesto que nos hallamos en el milenario de Rodrigo Díaz de vivar. La sonoridad y la marcialidad la heredado el español del vascuence que tiene casi la misma fonética.  Los primeros viajeros hacen observaciones sobre este carácter marcial del viejo romance: “illorum lingua resonat quasi tympano tuba” (la lengua de los hispanos suena como un clarinazo). Poseía un dinamismo que le hizo superar los grados de evolución de otras lenguas ibéricas. Su fragua fue la j la ñ la ll y la ch. Estas dos últimas letras han sucumbido a los imperativos cibernéticos de los nuevos diccionarios pero nuestra querida ñ que es tan vasca como la ch se mantiene. Hay extrañas fuerzas misteriosas que parecen querer capar al román paladino de su atávica sonoridad. La labiodental l se convierte en ll en los albores del siglo XI y posteriormente deviene en j. Así.: mulier, conellus, filius  deviene muller, Coello, Lillo  y el grado siguen es la transformación en j a la que los asturianos en su bable  no acceden al tercer estadio de evolución dicen que trajeron los moros pero que es absolutamente vasca. La l pasa a ll por la regla de la umlaut o evolución. Lar da llar y losa da llosa, lagar, llagar y así sucesivamente. El bable es un viejo castellano sin evolucionar de raigambre vasco-mozárabe. Y por ultimo la ñ fue una aportación vascongada a la lengua de Mío Cid. Nada más vasco que chistu y que Iñaqui, pues. He aquí algunos elementos claves para el estudio de un enigma y para adentrarnos en el laberinto español

PALACIO VALDÉS

 

Antonio Parra

 

Esto parece Villabroncas y mi labilidad o sensibilidad detectan nuevos nubarrones en el horizonte ¿Más? La calumnia y la baba del sapo. Vivimos en una redoma de malquerencia. Así que me calzo mis gravas de combate la loriga, la rodela, y las botas de siete leguas para recorrer el universo de la imaginación. ¿Te apretaste las grevas, nin? ¿Sí? ¿Y el catalejo de doble aumento lo llevas? Pues ale. Y huyo de los torneos de la memoria para refugiarme en la palabra. Don Armandín me devuelve a mis metas soñadas, aquel mundo jocundo y cabal que yo entreví en sueños (soñar es de balde) en mis largas lecturas en la camarilla del internado porque soñar no cuesta nada. Con esto de la dichosa carretera y la perforación del monte de los abedules y la colocación de enormes estaciones eólicas en las cumbres de la Sierra del viento están destruyendo el paisaje. Asturias era un paraíso natural y a este paso las rapaces inmobiliarias llegadas de dios sabe donde y con qué dinero (el dinero no tiene patria y carece de afectos) se puede convertir en un cadalso de cemento. Nos gusta cargarnos naturaleza, talar árboles. Y a mí me parece que lo que están haciendo en toda la marina Satur pero especialmente desde Avilés a Ribadeo es un sacrilegio irreparable. Por una cuestión hace cien años el gran Palacio pergeño las páginas inmortales de la Aldea Perdida. Revolución industrial, llegó el carbón entonces y ahora en la postmodernidad, abocados a la cibernética, ya casi no se puede escribir una novela después de haber dado Orwell a la estampa.  A veces los pronunciamientos y presentimientos de los poetas se tornan profecías. Ese parece ser el caso de Palacio Valdés.  Tengo todas sus obras y heraldo del bien no sé por qué misterios desde lo posible lo real a lo soñado mi vida rodó hacia Asturias hacia ese baño del Nalón donde escribió aquel cuento grandioso ¡Solo! Un padre de vacaciones (había estado ahorrando cinco años en una tienda de Madrid para poder pagárselas) que ve cómo su único hijo  se ahogaba. No es que sea poco enterizo pero sí algo sentimental y a mí estas historias me llegan al alma. ¡Solo! ¡Estoy solo en medio de la soledad de España! Sin embargo las novelas de este Tolstoi asturianos me reconcilian con la melancolía y la añoranza que es el estado dicen que los dioses conceden a los que eligen los dioses. Estamos solos en el universo. El personal no se habla si no es para el escarnio o para sacar la navaja. España siempre fue una grande y libre pero tuvo un enemigo: la ignorancia. Leyendo las crónicas de los viajeros extranjeros del XV y el XVI ya se apunta ese dato. ¡Qué mal se llevan los españoles! El morbo visigótico nos roe los calcaños. España madre benigna de extranjeros y madrastra de sus propios hijos. En el poema del Mío Cid se cuenta el problema en esta tesitura: Castilla face los omes e los desface. Escucha patria mi aflicción. A pesar de todo España cuanto me amamos. Y acudimos al arte novelístico de Palacio Valdés cuyo numen es inimitable. Todos sus libros tienen esa carpintería narrativa que les falta a la mayor parte de los novelistas nuestros de tronío. Quiero decir los que viven en la plaza. Baroja, Azorín Cela el propio Valle del que tanto habla con reverencia el amigo Umbral. Pero tradúzcame usted al francés al inglés o al sueco a ese don Ramón de las Barbas de chivo o a Cela que salvo en La Colmena o en Viaje a la alcarria se nos queda en nada y sin ir más lejos sus propios libros don Francisco. No me gustan los escritores que impostan la voz y nos estampas en fabardón o en la octava baja sus parrafadas para epatarnos para que anden por ahí diciendo hay que ver lo bien que escribe este chico. Pérez Reverte también puede ser traducido lo que evidencia el valor acrisolado de su obra con la que en parte no estoy de acuerdo pues son novelas de caballerías modernas pero ahí queda eso. Resulta que el escritor más traducido a las lenguas extranjeros fue este avilesino de adopción paisano de Juan de Cabaña Quinta y de otros de sus personajes meritísimos de su aldea perdida. Muchos de sus libros que empezamos a leer en la adolescencia y releemos en la senectud nos hacen suspirar por los paraísos perdidos y decir lo de Et in arcadia ego y es que leyendo sus novelas nos identificamos con sus héroes míticos. Palacio trazó un ideal. Una norma de vida. Era un narrador omnisciente  y omnipresente que incorpora la técnica narrativa anglosajona y francesa a la novelística castellana. Cierto es que fue tachado como de derechas pero lo cierto es que el arte carece de flancos. Es total. Ni derechas ni izquierdas. Casilleros no admite tampoco. Sólo la imaginación. La sublimación de lo real. Era un psicólogo porque muy pocos escritores conocían tan bien como él a la condición humana y un filósofo. De su mano me pierdo por los vericuetos de Avilés los chigres de Sabugo y hasta parece que escuchar al ruiseñor del parque de San Francisco subo la cuesta de la carriona o me meto en una de esas confiterías como la de la Morena donde despachaban unos sobaos delicia de manos monjiles. Y Sabugo tente firme. Debía de ser muy goloso don armando según la tradición ovetense donde no hay domingo sin pasteles ni domingo de pascua sin madrina y sin roscón. Y cuando dan las siete en el reloj de la Audiencia me meto en san Isidoro. Hay triduo. Novena y rosario y sermón de campanillas. Me sumerjo en el ambiente. El poder descriptivo de este escritor consigue que el lector se suma en el hilo y el ambiente de lo que cuenta y hasta tome partido. Crea mundos. Un privilegio que sólo les es concedido a los genios. Sus obras no nos cansan. Sus libros no se nos caen de las manos. Valle siempre me aburrió. Pío Baroja cuenta cosas de una forma desordenada y al desgaire. Azorín aburre a las ovejas. Unamuno está supra valorado y es admirado por los que no lo leyeron nunca. Ortega nos está tan gran pensador ni escritor como le pintan. La gran novela española pertenece a la restauración. El 98 es un bogus magnificado y cuantificado por la inercia literaria de la rutina del caciquismo y el mandarinazgo hispano siempre en manos de unos cuantos y siempre los de siempre pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Diré esto aunque me desuellen. Palacio pinta personajes de carne y hueso no proyecciones literarias. Si en la Alegría del capitán Ribot es el optimismo en Tristán o en  el pesimismo todo lo contrario. La novela de un novelista es una autobiografía de ese arte artesanal que se dice escritura. En el Maestrante tendremos el amor de un viejo y en José a Cudillero. Ahí es nada. Las técnicas narrativas nos vienen a persuadir del convencimiento de que la novela no se inventa, se observa. La aldea perdida viene a ser la bandera ecologista de la España verde del ultimo refugio natural de los amantes de la naturaleza. Tanto Palacio Valdés el uno de las Asturias de Oviedo y el otro de las Asturias de Santillana se erigen en sus paradigmas. Vienen a ser una suerte de enaltecedores de la raza de Pelayo. Que hoy dado como está el panorama falta nos hace. Pulsando las teclas de la novela descriptiva Palacio es un heraldo del ecologismo. Nuestro primer ecologiota. Su gran preocupación es la conservación del paraíso natural que le vio nacer. Plantea el problema de la revolución industrial en La Aldea Perdida. Es una especie de guerra de Troya en que aquellos – los mineros Nolo y Plutón- derrotan a Demetria (la Elena de la aldea Perdida) y Jacinto (Aquiles). El verdor de los campos se sustituye por la negrura del carbón. Y este deterioro del medio ambiente va acompañado con la degradación de los protagonistas. En el “Idilio del enfermo” vuelve por donde solía. El campo cura y vivifica. Y en el “Cuarto poder” novela de la corrupción y de la venalidad tenemos un espejo de la España de hoy que es copia exacta de la del siglo XIX en muchos aspectos. Y nos advierte que la trasgresión de la fidelidad al paisaje y la del entorno en que se desarrolla la vida del hombre depara la muerte. Una advertencia que suena fatídica para un mundo que vive horas aciagas de cambio climático. Sus novelas del campo y del medio rural asturiano poseen una categoría homérica. En las novelas de ciudad Palacio se convierte en un pequeño burgués. Es un hombre de las clases medias. Presenta con crudeza los problemas de entonces: adulterio, alcoholismo, mojigatería, politización extrema, desamor pero las dulcifica. Hay en su pluma una profunda compasión hacia el ser humano y cultiva una visión amable y a ser posible optimista dentro del pesimismo de la condición humana de las cosas. Quería entretener. Por eso tuvo tantos lectores y sus libros fueron traducidos al francés y al inglés. Sus novelas infunden una especie de paz melancólica y nos animan a ser mejores. En los propileos de la poesía épica que añora este paisanín de Laviana la verdad siempre avanza delante de la belleza y las dos suelen tener una amiga: la bondad. En el arte de Palacio se encuentran parecidos con el de Henry James. Y de la misma forma que la obra de este autor revierte siempre hacia Nueva Inglaterra la del español torna siempre la mirada hacia Asturias. Que para él significa la vida y su alejamiento la muerte. La acción conserva un carácter secundario y la trama se desarrolla como en un duermevela. El claroscuro es punto de referencia y por lo general cada proyecto de la trama y la descripción psicológica. Envuelve otros plots otras acciones y lo que ahora es bonanza puede pronto convertirse en marejada. Su manejo del lenguaje marino todo hay que decirlo también parece impecable. Sus descripciones no son estáticas sino dinámicas y los personajes buscan cada uno su felicidad aunque rara vez la encuentra salvo en el caso de Riofrío el lugar donde se desarrolla la acción del idilio de un enfermo. Conocía el alma femenina don Armando y de ahí que sus libros fueran muy populares entre el bello sexo. Las mujeres le miman le escriben le animan se le declaran. No son feministas por supuesto. Uno de los temas más recurrentes es su preocupación por el adulterio y siempre suele acusar a los hombres en vez de las mujeres de las catástrofes sentimentales. Por ese cabo se sitúa cerca del movimiento de la liberación. Su esquema de trabajo la carpintería argumental de sus narraciones se mueven en torno a tres supuestos: héroe-antihero-víctima. Sota caballo un poco al estilo de las novelas por entregas y las penny novels  de  bulevard a lo Corin Tellado. Novela popular cuyo  estilo asimila pero por lo que esta  novela popular nunca podrá ser barriobajera. Definir una novela es como ponerse a catalogar el arco pero la buena novela es la que agarra y prende al lector con sus historias de amor de tragedia y de muerte. Nos libera de la monotonía del presente y su autor nos lleva de la mano a un mundo desconcertante pero mágico que constituye en parte la proyección de nuestras propias existencias. Es lo que sabe hacer don Armando. Todos sus libros son transportes y gozan de un pálpito profético. Intuyó como la intuye Tolstoi su muerte desgarrada en circunstancias de hambre y abandono durante la guerra civil aunque hay quien sostiene que pudo ser uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama. Se comporta como un actuario que da fe de aconteceres y narra como en una analecta lo que pasa en España a finales del siglo XIX y pienso yo que adelantando acontecimientos avanza en sus libros lo que ocurrió, está ocurriendo, en el XXI: la destrucción de la naturaleza, el desarraigo social, migraciones desbordadas, desorientación ideológica y el marasmo de los partidos políticos –una novela señera al respecto El Cuarto Poder – enconos enfrentamientos, rivalidades de aldea y ese caciquismo que está volviendo. Los de arriba. Los abajo. Seguimos en las mismas. Y en suma la guerra civil de la cual el novelista asturiano fue víctima (murió de hambre, de tristeza en el mayor de los abandonos o acaso según dicen algunos en una zanja de Paracuellos). Su obra es sumamente grata a los ecologistas pues sabe hacer unas descripciones maravillosas del paisaje. Y del agrado de Las personas con gustos sencillos puesto que toda su escritura es una apelación a los buenos sentimientos. Su pluma cala directo en el corazón de las buenas gentes a pesar de ser Palacio un psicólogo de gran calado al estilo de Dostoievski y de los sentimentalistas ingleses como Galsworthy. No puedo estar de acuerdo con algunos críticos como Gonzalo Sobejano que le acusa de frívolo y de superficial. Este es el país de los sambenitos y de los dictámenes remolones y de gran desconsideración; en su tiempo fue uno de los pocos escritores españoles traducidos a idiomas extranjeros. Al final de la guerra gozó de gran popularidad pero en los 60 se eclipsó. Sin embargo en Asturias y en su querida Villa de Avilés el interés está renaciendo. Gracias a Dios. Lo que me honra en parte pues un servidor ha contribuido a este redescubrimiento de don Armando del que me siento entusiasta con algunos de los muchos artículos periodísticos que le dediqué en los últimos años. Sus novelas, sus cuentos, son un relax.

01/03/2007  

POPULE MEUS

 

Adoraban A Cristo muerto tarde de Viernes Santo

Abril sin crespones el luto y el llanto primavera en el aire

El curioso deambular de los pasantes que se hizo turista el antiguo feligrés

Y ya no se canta la “passio”

Drama sublime con representación real

Cruento sacrificio inacabado

Ya no hay decidas que se los llevó por delante la teología del holocausto

De todo lo allí ocurrido un único culpable: Pilatos

Unos dicen que estoico-escéptico

Otros que un buen pretor que puso a Jesús entre los lictores

Aplicando la vara de la ley y al condenarle al palo dijo:

Dura lex sed lex. Yo me lavo las manos.

Popule meus quid feci tibi aut in quo contristavi te?

Anás y Caifás no existen

Borraron su nombre de los libros santos

Mas, encaramados a los solios del Gran Sanedrín

Escribas y fariseos

Sentencias de muerte siguen dictando

Muera Europa abajo cristo

El evangelio una farsa

T la Magdalena una puta

Los apóstoles unos castrados

Pero también para los anticristos murió el Hijo de dios

Un viernes santo

Lancinante corona de espinas

El mal nos cerca

Seguirle por el mundo al Cruficado

Es pisar senda de escarnios

Vía dolorosa vivificante silencio divinal

La talla de Jesús muerto

Paseaba por los claustros

Y un serafín alado

Cantaba trenos desgarrados

Deus meus, deus meus, noster Salvator

Convento de Santa clara

Misterio de belleza y de recuerdos

En el aire embalsamado

Había flores roja y gualda

En la tumba de don Alfonso

A hombros de caballeros de la cruz

Iba portante el féretro

El dulce despojo muerto grito de resurrección

Que la vida nos ha salvado.

Se cimbreaba

Alguien lanzó una rosa sobre el pavés

Hora de tercia

El sol ocultaba su faz por vergüenza

Resistiéndose la gran estrella a alumbrar

La ignominia de la Crucifixión

Las tinieblas se extienden sobre Jerusalén

Llora Madrid

Ah Madrid que el poeta dijo

Poco amor y mucho alguacil

Convento de las descalzas tarde de viernes santo

Justo cordero inmolado

Enterrando están a dios

Mantos de luto nívea mortaja

La campana tañe a clamor en el campanario

Alzan su vuelo las palomas blancas de Madrid

Por encima de los belvederes santos

El aire espuma perfumes de flor

He aquí un drama en tres actos

Y la vida nuestra se renueva

En la promesa segura de que nos

En el morir con Xto. Al final resucitamos

Llevente en andas cuerpo santo

Un retén de gastadores gallardos

Y la imagen en medio del silencio de la Fe

Se remece en estremecimientos de leño

Que un abril fue árbol

Oh madera bendita que de los rigores de la muerte

Nos puso a todos a salvo

Heridas que se abrieron en afrentas de latigazos

La mofa sacrilega de veinte siglos

Aún sobre mi piel sigue retumbando

Te ofendemos Jesús pecamos

Y siguen siendo turbamulta los que te niegan

Mas tus despojos se alzarán en triunfo

El agua de la redención

Mana del divino costado

Y aun llevas la lanza clavada en los divinos ijares

Procesión del Santo Entierro

Avanzan los hacheros

Canta el coro de monjas en lo alto

Hay un silencio de multitud en los claustros

Y escuchamos la voz de la clarisa

Y un repique de campanas un redoble de tambores

El responso se transforma en dulce canción de cuna

Dominus deus, Dominus noster

No es un verso ni un improperio

Es un beso que estalla en la tarde noche

Un grito de dolor contra el dios verberado

Cantando a las espinas y a los clavos preseas de nuestro rescate

Una golondrina en el alero del convento

Gime también por Jesús Crucificado

Sus trinos los pregona fúnebre el aura de abril

Y el mirlo pigardo luce su luto en lo altos

El ciprés claustral depreca dolor

Y el eco de una saeta epinicio cántico

Hiere los cielos de la historia:

Eli Elí lamma sabactaní

Ictus de dolor

Oh Jesús tú penaste

Por homicidas y suicidas

Por impostores liberticidas fratricidas

Por los pontífices máximos

Por las sillas y por los solios

Por los que te arrogan y te derogan

Por lo justo y lo injusto

Por las putas los ladrones y borracho

Por todo cuanto bulle crece y muere

En el hervor de lo criado

Jesús ahuyenta las tinieblas de mi ofensa

Jesús en la cruz clavado

Desde la cumbre de tu gloria

Míranos con piedad

Avierte tu ira

Santos queridos de nuestros viejos retablos

Uncidos para siempre a la eterna claridad

Mártires y confesores presbíteros y diáconos

Ayudadnos.

Apiadaos de la pobre España

Cristo sublime Eleuterio

Libertador de los encadenados

Que pisas la nube de la claridad que viene

 

Antonio Parra

Domingo de Pascua, 3 de abril de 1994

PERVERSIÓN LINGÜÍSTICA

 

Antonio Parra

 

Tenía que evacuar consultas no diplomáticas claro está sino editoriales. Llamo a Barcelona y me ponen un contestador en catalán. Me siento un gilipollas porque no hablo el catalán, lo leo y el lemosín a medias, tal vez por aquello del espíritu de cuerpo filológico que uno lleva dentro y que mis maestros fueron catalanes ( Mariner Bigorra fue el mejor latinista que tuvo la complutense y siempre que he de solventar una duda sobre étimos hay que acudir al Corominas complementario al de maría Moliner  a titulo de referencia porque el que acaba siempre llevándose el gato al agua en cuanto al origen de donde arranca el uso de las palabras es el Casares. Pero, recapitulando, el catalán se me atraganta como a tantos otros españoles. Y ahora el gallego al que siempre sentía una simpatía racial por cuestión de vecindario ya que tengo algo escrito por ahí sobre el bable y gallegos y asturianos primos hermanos, tres pares de lo mismo. Porque no es gallego eufónico y meloso de Puente Denme sino el de los caldereiros de Villalba, el que habla Fraga, que es un gallego castellanizado y algo macarrónico. Telefoneé a Santiago e ídem de lienzo la misma cantinela. El contestador de marras al aparato. Dije:

- Eu. (Yo…)

Y colgué. Pero recuerdo con nostalgia la jerga melodiosa de los afiladores y de los segadores que nos mandaba Rosalía todos los veranos. Venían los coitadiños rosados como ángeles y se los devolvíamos como leños. Ay Santa compaña. Dulce Monforte de Lemos. Prosas de Cunqueiro. Melodías de campanarios que es la música de Mondoñedo. Este no es mi Juan que me lo han cambiado. Nuestra política lingüística desde el 75 para acá ha sido un desastre.

 Pocos españoles sabrán y menos con los nuevos planes de estudios que borrarán del mapa a Isabel y Fernando y nuestros escolares no tendrán derecho a saber quién era el Duque de alba y qué ocurrió en Lepanto (¡cuán triste, ala triste) que el mejor canto a España está escrito en catalán por mosén Cinto Verdaguer en La Atlántida. Al alumno de las 17 taifas se le hará gracia de saber que Cosme Churruca el héroe de  Trafalgar era de Ondarroa y que hubo un tiempo en que se decía que “España tenía las espaldas cubiertas por los pechos de los marinos vascos”.

Antiguamente una de las mayores riquezas eran sus idiomas y dialectos. La unidad dentro de la variedad pero se ha malbaratado el peculio del “ex pluribus unum” lema frontal del escudo de los Reyes Católicos que se han apropiado los norteamericanos. Me acuerdo que una vez en Lieja estuve a punto de perder un tren. Había hablado al aduanero en francés y él era flamenco. Lo tomó como una injuria y me mandó al convoy que salía para Paris cuando yo quería ir a Bruselas. Las lenguas son un bien pero cuando se convierten en boomerang o en dardo, malo. Ha ocurrido en Bélgica y está ocurriendo en Rusia y en los Balcanes o en el Canadá. Pero los franceses que son muy listos han arrinconado el patois y las 27 variantes dialectales del francés que se parlaba en el medioevo.

 Los servicios secretos británicos ingleses pusieron sordina a las reclamaciones de los escoceses e irlandeses por una lengua propia y la lengua del País de Gales que en los sesenta tenía cierta preponderancia no tiene mayor importancia en la Gran Bretaña actual que el castuo la tiene para nosotros. En la democracia más antigua del mundo no se ha dado licencia a los galeses para que tengan una televisión en su jerga materna las veinticuatro horas del día. Sólo media hora antes del telediario. Ocurre también en Escocia. Y el cornish y otras lenguas célticas que se hablaban en el Reino Unido han desaparecido. USA ha restringido a pesar de lo que diga don Luis Maria Ansón y otros optimistas de la cuerda (poco conocen a los americanos) la enseñanza del castellano. Los hispanos si quieren medrar tienen que renunciar a su idioma y adoptar al inglés y hasta se cambian los apellidos como ese candidato a la Casa Blanca que siendo chicano ha adoptado un nombre anglosajón.

 No  seamos ilusos. En Washington siguen creyendo a pie juntillas que la “lengua es la compañera del imperio” importan unidad y exportan división. Es lo que les conviene y aquí desgraciadamente el que ha ganado es don Chorri Puchol en su política de odio al castellano. Para mí ese hombre que tiene muy poco de demócrata ha sido el celador o el sacristán de esta democracia vigilada. Todavía tengo grabada la imagen de don Jorge con los pirreles colgando celebrando una entrevista con el Rey a bordo de un telesilla. Todos con equipo montañeros y botas de esquiar y el bueno de don Jordi en ropa de calle. Hasta los gatos llevan zapatos. La política lingüística de estos últimos lustros no pudo ser peor.  Él tuvo la culpa, él. Encastillado de soberbia y de odio a España furibundo prietas las filas henchidos los pechos furibundos de venganza catalana. Y la vamos a pagar.

 

Miércoles, 31 de enero de 2007

LOOR AL PADRE ZARCO QUE MURIÓ EN PARACUELLOS

 

Antonio Parra

 

Filomela es el ruiseñor y Filomeno colijo pues mi griego está oxidado significativa el pensativo y el que ama la miel. Y María es señora y mar amargo también que el hebreo es lengua dilatada misteriosa y abracadabra. Pues bien agradezco a estos lectores que me siguen y me aguantan como mi santa sus consideraciones y atenciones delicadezas que no me merezco pero que son bálsamo a mis heridas y mi dolor de España sabiendo que ahí al otro lado del ciber hay españoles que vibran piensan y son hombres y mujeres de bien que no queremos la guerra sino la paz el amor la belleza todo eso que nuestra patria a veces nos supo dar y a veces cicatera nos niega porque Castela face al ome y lo desface ya me entiendes, Filomeno, leeré el libro que me recomiendas pray for me at mass et introibo ad altare Dei etc.. En cuanto  a ti fiel  María y casi de mi quinta por lo que veo God bless your son in América. Que españolee por allá y honra merece es tu estirpe. Uno ama y comprende al pueblo norteamericano en su patriotismo en su laboriosidad pero a veces uno denuncia los estropicios de su gobierno. Bush no me gusta ni pizca porque se escribe con b de burro. Yo no escribo para insultar aunque lo parezca sino con un afán moralizante si quiere que les diga hasta me cae bien ZP, me inspira ternura, no es mala persona o no tan malo ni tan fiero como lo pintan los leones de la COPE; es un buen chico de León al que la camiseta de capitán del equipo le viene grande se atusa la manga y tal vez quiera hacer mangas y capirotes de todo esto o a todos nosotros un corte de manga. Hoy ya que estamos aquí quiero añadirle un mote al de bambi como le denomina Alfonso Guerra. A mi me recuerda a Molowny aquel jugador madridista de mi infancia que regateaba y hacía muchos juegos malabares en el césped de Chamartín al que llamaban el mangas bueno pues Zapatero igual Molowny. Alzo la sesión aunque hoy voy a hablar de cosas muy serias desde la sátira y la risa ante lo que nos rodea uno no puede por menos a veces hasta cachondearse de sí mismo y la verdad es que somos tan poquita cosa. Hay pocas cosas sagradas en el mundo. Dios y mi España, mi madre mis hijos mi mujer y pare usted de contar. Y de esa España sagrada, de ese huerto inconclussus, jardín cerrado voy a hablarles esta mañana. Es enero y vamos camino de febrerillo y en la amanecida escuché el canto de un mirlo toriondo en la cerca. ¿Tenía ganas de hembra? Pero esto está cerca del Escorial y allí amanece también la piedra y la bruma del invierno alzará el recuerdo y la imagen de uno de tantos mártires de la guerra civil. Es el P. Zarco un erudito un poligrafo un archivero que se había propuesto rematar la obra que emprendió su hermano de hábito otro agustino el P. Florez treinta y tantos volúmenes editados en 1777 bajo los auspicios mentores de Carolo III  que le dio dispensa de coro para que se encerrase en su biblioteca y una prestamera de cinco mil reales para pliegos tinta y plumas de ave. No acabó y su obra que refiere cómo se implantó el cristianismo en la Bética pasando después a la Tarraconense y la Lusitania. En la España Sagrada Florez se propuso acometer la crónica de todas las sedes episcopales hispanas. Por lo que parece en los primeros siglos godos nuestras iglesias eran autocefalas y autónomas con su propio canon sus misales sus santuarios y santos locales porque la religión católica vino de Constantinopla y no de Roma. España fue tierra de mártires pero herejes pocos – sólo Félix de Urgel, Elipando un obispo de Toledo con ciertas impregnaciones arrianas que llegan a influir en figuras tan importantes como el Beato de Liébana o Prisciliano- y que desde Chindasvinto se mantiene firme y florece. Hasta la irrupción del Islam que llegó como un cataclismo. Los cristianos muzárabes mucho hubieron de sufrir porque con los sarracenos no hay tolerancia que valga y fue así como la primera diócesis en España fue destruida. Es la Iliturgi accitana. Listas de obispos, sillas catedrales, himnarios, aras y una lengua que se impone en el ritual hispano romano sustituyendo al gótico el latín con algo de griego en las ceremonias litúrgicas que se perdieron para siempre. Florez con el olfato de los perros de presa y de esos buenos archiveros les siguió las pistas no pudo dar cima a su empresa. Sus hermanos de hábito que son tenaces y de una capacidad intelectual como ninguna otra orden de la SRI superada tal vez sólo por los jesuitas (antes de que los hijos de san Ignacio se desmandaran) la continuaron. El P. Zarco archivero del Escorial la prosiguió pero tampoco pudo coronarla. Estaba metido de lleno en la redacción de una historia de la Iglesia de Cuenca – fue obispado de abadengo y maestrazgo en zona de frontera pues allí se asentaron el Temple y otras ordenes militares – cuando estalló la guerra. En agosto de 1936 era él uno de  los pocos frailes que quedaron, uno saltó la tapia de la huerta, otro se pasó a los “rebeldes” y otro que era el protegido de Manuel Azaña recibió un salvoconducto para viajar a Francia. Era un agustino pacifico el más joven y desconocía lo que estaba pasando al otro lado del claustro. Creía que aquel movimiento que acababa de estallar era algo pasajero por lo cual acató con buen ánimo la orden de traslado hasta el convento de San Felipe. Allí siguió trabajando ajeno a los sobresaltos traumáticos de una España incendiada. Lo más probablemente es que se le pasara por la cabeza la idea del martirio pero no quiso decir nada a sus compañeros.  Era risueño algo regordete y con gafas de montura de oro. El 30 de noviembre se produce una inspección y orden de requisa por las milicias. Se acerca un comisario político muy amable y le dice al Padre Julián:

-Tenga la bondad de acompañarnos.

-¿De qué se trata?

-Tenemos que completar unas formalidades, Padre. Puro trámite.

-Bien entonces les acompaño.

Creyendo al esbirro de guante blanco el religioso dejó el cuaderno abierto en el cual hacía sus apuntaciones sobre el tema que estaba estudiando e incluso varias carpetas quedaron desparramadas por el suelo desatadas varias ligarzas con memoriales de pergamino. Los archiveros a veces parecen de otro mundo, seres hechos de otra pasta. Seguramente tienen otra idea del tiempo. Zarco pertenecía al cupo. Acostumbrado a escudriñar guerras, pleitos, defunciones, legaciones pro ánima, mamotretos, oficios curiales con su  firma y dele, poemáticas regias sigiladas etc, no creía que todo eso que desparrama la vida en sus alicientes y accidentes fuera con su persona abrazada a la línea recta de la rutina. Pero se lo llevaron y el pobre no regresó nunca a sus queridos papeles. Su cuerpo yace en Paracuellos del Jarama pero su alma y su recuerdo ciernen su mirada propicia por todos los archiveros de España que tratan de guardar los documentos celosos de la verdad histórica garantizar el acceso a los usuarios. Un santo. Otro santo como Huidobro. Al recordar su triste historia bien sabe Dios que no me mueve ningún afán de revancha. Ya todos somos mayor de edad. El archivero del Escorial no volvió más a sus queridos libros. Fue a examinar documentos al cielo.

-¿A qué viene eso? ¿Cómo se le ocurren esas cosas a usted don Verumtamen?

-Simple curiosidad amigo mío. Yo me gasto mis dineros los que no tengo en libros. Y todos estos conocimientos no son míos. Se los debo a Riudavets y a todos sus compañeros del lance de la Cuesta de Moyano. Allí estaban ayer mañana pasando frió pelando guardias por la cultura Conchita, la otra señora, Paco y el señor que está el primero un madrileño de pro que tiende en la primera caseta.

-Ellos son la España real. Pertenecen a la España Sagrada de la que habló Florez.

-Son los mejores.

-Para mí Riudavets es San Alfonso aunque a veces me trate a patadas y me haya dicho cosas que sólo se las he permitido decir a él porque él me quiere y yo le quiero en el buen sentido la palabra y creo que celebro como victoria propia el artículo del P. Huidobro. Al fin la autoridad atendiendo a nuestras advertencias la autoridad retiró la cartela que ocultaba el monolito.

-Bien empleado ese peculio en nuestros libros. España Sagrada. España amor y libertad.

- Cuesta de Moyano lugar bendito. Ningún otro país de la tierra editó tanto. Las fuerzas de las Tinieblas han cometido un error de bulto al creerse que esto es Yugoslavia.

- El pensamiento no delinque.

- España tierra sagrada. Un plantel de mártires nos defiende y nos avala. Gracias a ellos podemos decir estas cosas.

El P. Huidobro, jesuita y el P. Zarco agustino. El uno pereció en el frente sacramentando a españolitos de uno y otro bando. El otro pasado por las armas en las cárcavas de Paracuellos. El premio Cervantes debieran dárselos  a los libreros de Moyano. Ellos hacen más por la cultura que todos esos prohombres de escritura dudosa o perniciosa. Esas firmas del auto bombo. Por ser moros por ser judíos  o por feministas radicales. Muchísimas iglesias no sobrevivieron a la invasión musulmana. Por la crónica del P. Florez yo sé que pertenezco a la diócesis de Peñafiel (que ha desaparecido lo mismo que Miranda Urgel o Valpuerta u otras sedes episcopales que llevan vida anodina: Orihuela o Albarracín) España sagrada tiene algo de laberinto y caminando por sus ánditos uno pierde el huelgo o se sumerge en la perplejidad. Los agustinos continuadores de la obra de Florez  -Risco,  Merino y La Corral- perdieron el hilo. En las Cuevas de Sacromonte estaba la Torre Turpiana y debajo el laberinto. Al P. Julián Zarco Cuevas le pasó lo mismo pero no tuvo tiempo. Lo fusilaron.  Pertenecía a la OSA ese instituto que tanta gloria ha dado a la Iglesia. Fray Luis de León, Santo Tomás de Villanueva y en Inglaterra Wiclif precursor de Lutero que fue su hermano de hábito. Ovejas negras las hay en todas las familias. Zarco dio testimonio con su pluma y con su sangre y es hoy música callada que nos infunde esperanza y nos protege.

Lunas de enero cuartos crecientes en el Jardín de los Frailes, recuerdos de Azaña en Benicarló y sus veladas, vera efigie del demiurgo demagogo timorato que cuando caían las bombas sobre Barcelona -hay un extraño paralelismo de acontecimientos entre lo que pasó hace setenta años y lo que estamos viviendo- se metía debajo de la cama, de la misma manera que el Bambi ese se pierde y anda missing por los bosques de Doñaana cuando le estallan furgonetas en la terminal de Barajas- y que ruede la bola.  Candelabro que alumbra la España Sagrada, no sé si habrán oído hablar del Padre Zarco un agustino del Escorial que aspiró a ese noble ideal de belleza injerto en el pensamiento de la España Sacra, amor a sus semejantes mediante el estudio, un pobre fraile archivero al que fusilaron en la vorágine de Paracuellos. Han pasado setenta años de aquella hecatombe y apenas nadie se acuerda  salvo algunos que amamos los libros y los memoriales y tenemos alma monacal. Vida y muerte y callada. Él vivió enterrado entre memoriales mamotretos y ligarzas buen cantor y voz de chantre maestro de capilla de la Escolanía pues la cosa venía de venirle de sus orígenes conquenses era del mismo pueblo que Salinas y que fray Luis el de la Música Serena. Venía de la Ciudad encantada.

  Pero este hombre pacífico y manso de corazón amigo de la vida serena y de las fuentes calladas del jardín de los frailes acabó sus días en una zanja. Peor que un malhechor. Un mártir.  Pagó el reato de culpas ajenas por pecados que no pecó ¿Que crimen cometió? ¿Qué ley conculcó? Ninguna. Salvó haberse ceñido a los lomos el cíngulo de la sapiencia y el gran silencio de los hijos de San Agustín. Por aquellos días era un delito en España la sotana o ir de corbata.


Apenas salió del convento al que le llevaron de niño. Su vida era la áurea mediócritas monacal y la parsimonia  claustral, la historia y los documentos calígrafos o las partituras de sus pueri cantorum – entre los que estaba un chico de Alcalá al que llamaban Manolito-con los motetes gregorianos o los himnos litúrgicos del santoral. Bueno en realidad un hecho insólito como el de haberle caído mal a Azaña puede que dictaminase la pena de muerte de este justo, según conjeturo yo.  Y tampoco habrá que acusarle directamente a don Manuel (Dios lo haya perdonado, dicen que se llevó las manos a la cabeza cuando se enteró de que las Patrullas del Amanecer de García Sabell o cuadrillas del miedo merodeaban las calles tenebrosas del entristecido y empavorecido Madrid en el otoño del 36 y que un hijo de don Wenceslao todavía vive el cabrito y mira que no le deseo ninguna mal solo vida larga y buenas fumadas de rubio americano pero nadie lo ha sentado en el banquillo de un tribunal por aquel genocidio, exaltado estalinista al frente de la Dirección de Seguridad era como poner a la raposa en guarda de gallinas, organizaba los pogromos en busca de quintacolumnistas) cuando se enteró que los que habían sido sus profesores y maestrillos en el Real Sitio habían sido trasladados al convento de San Felipe. Ay mis frailes, adiós mis pavos dicen que dijo acordándose de la novela autobiografica en la que cuenta su vida de alumno de los agustinos. Pero España había dejado de ser católica. Ya.

 Aseguran sus panegiristas que quiso salvar a todos pero se acordó de una frase pronunciada por él, de que la vida de un obrero no vale la de todas las iglesias de España. Por  influencias de Azaña, sin embargo, consiguió dar un salvoconducto para viajar a Francia al que había sido su prefecto de estudios. Fue el único que se salvó. El resto de la comunidad pereció en Paracuellos. Típico comportamiento del presidente de la republica que era calculador, sigiloso y siniestro en sus obras y deliberaciones, siempre a la agachadiza como buen judeomasón. No es esto. No es esto. Ya pero bajo su férula la España Sagrada se había convertido en la España del Miedo.

 Eran casi treinta frailes. Tres  escaparon, cinco colgaron los hábitos o presas del pánico se agenciaron un mono azul de obrero y se dejaron crecer el bigote y se escondieron como pudieron en casas de Madrid. Cuando venían las requisas y pesquisas criadas y porteras se encargaban de denunciar la presencia del sacerdote oculto pero a la mayor parte se les notaba a la legua que eran curas pobrecillos. El miedo es libre. Algunos apostataban. A otros sus verdugos les encontraban quemando en una estufa en pleno julio sus sobados breviarios. Salía humo negro. Fumata blanca fumata negra. Gritos de al paredón. Llovían las denuncias.

-¿Tienes frío, padre cura?

-Sí. El que me metéis vosotros en el cuerpo, cabrones.

-Estamos en pleno verano.

-Di Viva Stalin y te perdonamos.

-¡Viva Stalin!

-Vengase con nosotros que vamos a dar un garbeo.

-¿Dónde me lleváis?

-Por ahí a tomar cañas


Ardores de agosto y fríos de diciembre en el cuerpo de un pobre clérigo al que iban a fusilar decían que lo perdonarían si apostataba y escupía sobre el crucifijo pero acabaron pegándole cuatro tiros. Odio. Odio terrible y fementido. Odio sagrado de España. Aquel verano unos y otros trataron de resarcirse de viejas cuentas pendientes almacenadas en el debe y el habe de los siglos. Si me la has hecho me las pagas. Las cosas empezaron en broma zamarreándose unos a otros en los escaños del parlamento. Luego el sarcasmo acabó en puñaladas. “Es la última vez que ese hombre habla en esta cámara, señoría”. La Euménide de Derio hablaba sin ambages, era directa en sus palabras, hijos sí maridos no y por esa cuenta siguen todavía algunas “Tengo anchas espaldas- contestó don Joaquín a la tremebunda lamia- y la vida del cuerpo me podréis quitar pero no así el alma. El alma pertenece a Dios”. Gran frase de Calvo Sotelo que  así se enfrenta al basilisco con gran elegancia y citas a los clásicos, orgullo de prócer, casta de la España sagrada y eso que él era gallego de Tuy, mirando con desdén para el tendido, sus asesinos se arrellanaban cerrando el puño en sus butacas. No le perdonaron al ex ministro de finanzas del dictador las fuerzas tenebrosas que diseñan el ecumene a este tan conflictivo el cual en merma de los intereses del gran capitalismo hubiera pretendido nacionalizar los suministros de petróleo. El que se mueva no sale en la foto y Joaquín Calvo  Sotelo se movió. Al enfrentarse a la Bestia Oscura de afilados colmillos. Con su vida lo pagó.

 Aquí los líos sabemos como empiezan pero nunca cómo terminan. Cuidado. Tengamos la fiesta en paz Desde el extranjero también azuzaron los perros pero a los españoles de sangre caliente no hace falta que lo instiguen a la pelea cuando se sabe en manos de una buena causa. El morbo ibero lo que más le va es un buen auto de fe una corrida de toros o los líos y trifulcas de las revistas policromadas con los amores y desamores las preñeces y barrigas de sus serenisimas las infantas las cacerías regias del oso las traiciones y otros crímenes estelionatos gatuperios y peculados adobados en salsa rosa. El país siempre fue una de dos o muy picante y aguerrido o muy papanatas. Aquí las iras tardan en explotar pero cuando la cólera se destapa no hay quien pare a esta máquina. Aquel verano víspera de un otoño ardiente y seco el Manzanares bajaba tan enfurecido que parecía talmente el Mississippi. ¿Y en Alcorcón qué pasa? ¿Se ha levantado la fuerza? ¿Es que se escuchan gritos de “no pasarán”? Alcorcón es pedáneo de Móstoles y no hace falta estrujarse la cabeza mucho para encontrar paralelismo. La culpa la tiene la perversión del lenguaje la nueva semántica... Allí un alcalde se sublevó nada menos que contra el corso. Casi ná. El emperador del orbe.


Móstoles. Aranjuez y el pueblo cortándole los arreos del exilio a la carroza real y ahora enviándose mensajes los jóvenes SM por el móvil. Pero a diferencia de entonces un alcalde socialista diciendo aquí no pasa nada y hablando de un hecho puntual etc. anfibología y nueva semántica. Estos chicos émulos de Voltaire dicen que  el lenguaje sólo sirve para ocultar los pensamientos. Pero el pueblo español cuando se desboca sigue gustando de llamar a las cosas por su nombre. Al pan, pan. El pueblo está harto de tan despotismo ilustrado. Los de abajo siempre cantan la gallina. Por lo menos esos chicos no son esos mansos y cornalones que nos encontramos cada día camino del trabajo que no comen por no cagar, que jamás rechistan o a los que les va la marcha pues está claro que el inventillo democrático nos ha devuelto a los pródromos del romanticismo decimonónico. Frenen esa algarada clamó el prisionero de Zenda desde su castillo de marfil monclovita. Más policía. Den caña. Son españoles presidente. Repelen la agresión del invasor. Porras y botes de humo pelotas de goma. Que traigan las grandes mangueras de dispersión y fuego a discreción. Viva las caenas. Um la cosa se pone fea. Estos nos quitan los pisos, usurpan nuestro trabajo, se acuestan con nuestras mujeres. ¿A qué han venido aquí? A comer el pan y a cagar el morral. ¿No pedíais alianza  de civilizaciones? Casas Viejas quizá no sea Alcorcón pero se parece mucho en las consignas. Los tiros a la barriga de Don Verrugo recuerdan mangueras a discreción pelotas de goma y botes de humo de don Rubalcaba. Reprimir y reprimir .y por supuesto la culpa la tiene la extrema derecha y en diciendo esto se les hace la boca agua. Aquellos obreros extremeños sólo querían pan y estos chicos de Madrid que les dejen vivir trabajar tener una vivienda y un curro y que los  forasteros no se acuesten con sus chicas - es el grito del mocerío de siempre o al menos así siempre fue en España- y no le degüellen por la espalda. Dicen que han venido aquí por el oro que nosotros les robamos hace cuatro siglos. ¿Qué oro? ¿El que cagó el moro? Y esa es otra cosa los agarenos andan por ahí amenazando que también nos quieren echar. Nosotros entramos en patera y vosotros quisió como saldréis. Y a esta invasión que no cesa en almadía barcazas y hasta en canoa cruzando el estrecho ya lo llaman la algarada callada jopé mucho saben esos moritos. Y los Opas de siempre han vuelto otra vez para abrirles la puerta del castillo. Que les den que les den. Que les den la mezquita de Córdoba. Piden árnica y se lo conceden. La historia dicen que no se repite. En España sí. Volvemos a las andadas. Con esto de alianza de civilizaciones y de sociedades laicas mucho ateismo a discreción pronto volverán los comisarios a llamar a nuestra puerta a multarnos porque no tenemos la casa alquilada. Despotismo y terror y qui se hace lo que a mí me da la gana. Y los matacuras de siempre se echarán a la calle y rondarán de noche pelando la pava. Sucedió en el 36 y puede volver a suceder en el 2007¿Quien no se acuerda de aquellas temibles sacas de las que el padre Zarco y otros muchos inocentes fueran presa cándida? al Bambi a veces se le pone una sonrisa de hiena. Don Verrugo tenía cara de palo. Y mutatis mutandis era un intelectual de mucha más talla que este advenedizo de León. Dios quiera que no la emprenda con los clérigos ni con los archiveros. De momento todo hay que decirlo se ha mantenido ZP en la linde los términos correctos y no ha ordenado que fusilen a nadie lo que como demócrata le honra aunque se le ve un manipulado una marioneta del gran guiñol pero puede convertirse en el Kerensky de la segunda transición el precursor de Beria. Siempre estan diciendo una cosa y haciendo otra. Lo mismo pasó entonces.

No cumplieron su promesa. Aquel sacerdote que había venido huyendo de un pueblo de Toledo fue paseado aquella misma noche. No lo había delatado ni la portera ni algún monaguillo rencoroso. Le había descubierto el humo de una estufa donde trataba de hacer desaparecer sus misales y devocionarios. El miedo es libre. Era un hombre. Tenía frío y sed. Entonces sus esbirros lo anduvieron llevando y trayendo por algunas tabernas del Avapies y del Puente -Toledo. Lo emborracharon con cazalla.

- Venga padre cura que esto es más suave que el vino de misa.


Ciertamente aquel arcipreste de Sonseca o de por ahí tenía un miedo cerval a la muerte.  Quiso congraciarse con sus captores riéndoles las gracias (cobardes). Cuando se cansaron y poco antes de llegar a la Sacramental de San Justo pasado el puente lo mandaron correr.

-Corre

Y echó a correr con paso incierto de beodo. El mono le venía grande y estaba claro que echaba en falta los arreos y el vuelo de la sotana. No estaba acostumbrado a caminar sin sus hábitos el curilla. Tropezó

-Ese grajo no irá muy lejos - dijo uno del comité echándose a la cara el arma


En efecto, la víctima atolondrada no pudo avanzar más de unos metros mientras los milicianos le apuntaban con los fusiles. Allí lo dejaron seco. Su jefe se llamaba García Sabell un escritor y periodista fracasado que iba por los cafés con el cadáver de su hijo de un mes metido en una caja de zapatos. Las musas no podían convertir en lirios el aserrín de los ripios. Y para colmo el interfecto del niño muerto era un cheposo y lucía sus jorobas y sus iras probetonas por los cafés madrileños. Toda su frustración y enojo de plumilla fracasado la pagó con las sotanas, mandó a sus milicianas que entrasen en los conventos. Así ocurrió en el de Santa Isabel y el de las cuestas de Atocha que entrasen en los conventos dejasen a las monjas en enaguas y se mearan en las tocas. De contarlo me duele el alma pero así fue. Aquí ocurrieron muchas salvajadas. La España sagrada se fue a negro y se volvió feroz antiespaña. Caín, Caín ¿qué hiciste con la sangre de tu hermano Abel? dios no bajó a Madrid aquella vez y puso a sacrificar en vez de Isaac a un carnero con los cuernos enrevesados en los zarcillos de la cambronera me lo vas a decir a mí.. Y todo se volvió esperpento. Aquel energúmeno se vengaba asesinando curas del cadáver de un infante enterrado en una caja de zapatos con que conseguía alguna limosna de las almas piadosas o que lo convidasen a vinazo. Koestler fue compañero de celda y estuvo con él en capilla en la cárcel de Sevilla. No se comprende muy bien pero fue espantoso. El setenta aniversario de las matanzas de Paracuellos han sido silenciados por una sociedad que vive alegre y confiada y ciertamente será difícil que aquellos malos quereres y rencores históricos se repitan y hasta quiero darle el beneficio de la duda a ZP cuando habla de paz encuentro de civilizaciones no a la guerra y blabla pero la España sagrada puede también depravarse en la vendetta. Creo que hasta percibo aquel mismo odio de entonces. La misma ignorancia que aquella vez. Idéntica bravuconería y babiliconería de entonces escuchando al poli Manolo contándoles el último grito en Tomelloso o al enterrador don simón en mejorándole al “Caso” la plana. Inocentes sonrisas de la Ballester que esconden una daga. Consignas de zp nosotros los demócratas no sigas macho no sigas. Violencia de género. Antes los héroes nacían en Extremadura y ahora son pupilos de la crónica guerra. Ay las sierras de mi pueblo. Yo crecí mirando para el Guadarrama. En el perfil del horizonte de mi Segovia siempre  un monte acariciando la perspectiva detrás el gótico flamígero de la catedral. Lo llamaban el de la Mujer Muerta. ¿Un omen? La maté porque era mía. Consignas a tutiplé y frases hechas. Hijos sí maridos no. El terrorismo venga de donde venga. Y después de los atentados concentraciones y minutos de silencio ante el reloj de la plaza. O todos a la manifestación que aquí hay que ser buen camaleón. Estar en misa y repicando.

-Diabólica retórica.

-Sí son casi invencibles. Han estudiado todas las coartadas.

Pero los que derramaron su sangre y dieron testimonio no ofrendaron su vida en balde. Se enfrentaron con la sangre y con la pluma a esta canalla de contubernios y conspiradores de señoritos  y de locas de la casa que hoy por desgracia parte el bacalao. ¿Volvemos a las andadas? Quiera Dios que no.

 

Domingo, 28 de enero de 2007

 

DE PECIOS  DESPRECIOS Y OTRAS CONSIDERACIONES

 

Antonio Parra

 

 

England made me. Inglaterra me hizo y me deshizo he de decir parodiando a Graham Green y lo que todavía remanece de inglés en mí-muy poquito- se me hizo el encontradizo anoche cuando vi un reportaje increíble por una cadena alemana de la rebatiña de los pecios de un naufragio en las riberas del canal de la mancha. Ha vuelto a relucir el verdadero temperamento inglés que tiene algo de pirata y bucanero. Estos días la costa de Devon se ha convertido en una peregrinación de turistas de lo ajeno. Bueno en realidad cuando un barco naufraga según las leyes del mar  y eso los británicos lo tienen bien claro es del primero que llega y se lo echa a la costilla. Siglos atrás los émulos del Pirata Drake y de sir Francis Raleigh dieron malón y practicaron la rapiña al abordaje sobre los barcos españoles. Los maniobreros y expeditos “man-of-war” que eran una embarcaciones ligeras que siempre tuvo la marina inglesa siempre salían por pies y muy ligeros de vela de su encuentro con nuestras galeras. Y la verdad es que si bien se mira el inglés ha vivido de eso. De la cosa. Britania dio siempre buenos políticos, aves rapaces y excelentes corsarios. Unas veces del cuento de las colonias pues tiene un territorio pobre y otras de lo que arrambla por ahí.

De estas expediciones de castigo y de estas razzias en plan vikingo lo saben muy bien por Galicia y por Cádiz. A veces sus latrocinios eran mucho más infames que los piratas berberiscos quebradero de cabeza de nuestro Mediterráneo durante siglos y siglos. La Navy, baluarte del poderío marítimo, tenía sus propias reglas y su código de justicia. La bujarronería allí era tolerada pero más de un grumete ha sido colgado del palo de mesana por ciscarse en la reina y ay de ti como le robases al cabo un frasco de ron o unas zapatillas. La pena, te cortaban la mano o mil latigazos. Si blasfemabas contra el papa o insultabas al Rey de España o raptabas a una gallega, muchos años de perdón. Y que te aproveches.

Los ingleses son pragmáticos y obsesivamente excéntricos. Les gustan los flea markets o mercadillos para comprar barato y si ven botín a mano se lanzan sobre la presa como buitres. Es lo que acaba de pasar con un carguero que navegando en zozobra a causa de uno de los habituales temporales en el Mar de la Mancha hubo de ser revolcado hasta un abrigo del sur de Cornualles. El “Napoli” llevaba dos mil quinientos contendores a bordo algunos de ellos con mercancía peligrosa.  Con tal de aferrar, algunos hasta un bote de polonio se llevarían a casa. ¿Sustancia radiactiva, tío pero que haces? Ni por pienso. Buena orina buen color y siete higas al doctor. Todo es bueno para el convento. Nosotros somos los hijos de los hijos de la Pérfida Albión.

Unos cincuenta flotaron hasta una playa cercana de Devon. Allí el personal los vecinos y los que no eran vecinos pues bajaron hasta lugar hasta camioneros de Escocia y de Londres arramplaron con todos los efectos. Han echado mano a motos último modelos televisores digitales perfumes caros y se han cargado al lomo armarios y hasta cacharrería. Algunos bajaron en su automóvil otros en un tractor a la arena y otros amarraron los efectos de su pillaje hasta en el transportín de su bicicleta. La mar res generosa dicen los marinos. Todo lo quita y todo lo da. Y pide temerarios, prefiere al que se arriesga. E Inglaterra a lo largo de su historia ha dado una lección de audacia y de visión de conjunto. Estos buscadores de tesoros hurgando entre los pecios que escupían las olas me han recordado ese espíritu emprendedor lleno de audacia y de common sense, ese no tener el sentido del ridículo. Yo he visto a algún Lord of the Seal cuando vivía en Londres hurgando entre los contenedores y bolsas de la basura de mi barrio de South Kensington. No era la enfermedad de Diógenes. Simple incentivo por la economía y el sentido ahorrativo. Otro aspecto que merece recordación y recapacitación: el tratamiento informativo. Hasta los servicios secretos han decantado la información para ahorrar el pánico a los súbditos de Su Majestad pues la sentina de este mastodontico carguero rumbo a Sudáfrica al encallar soltó toneladas de fuel contaminante. Han aparecido cientos de aves marinas muertas. En los acantilados de Dover siempre anida el petrel y el comorán  tiene su casa entre los huecos de los riscos.

Este sentido práctico e incluso impertérrito de los británicos nos ha dado un baño a los españoles. Recuerdan ustedes la histeria y la crónica rocambolesca del “Prestige” que estuvo a punto de  provocar aquí una revolución. Una secesión y hasta la quiebra de nuestro sistema parlamentaria. Los ingleses en esto democracia en esto de democracia nos dan un baño. En lugar de liarse a mamporros unos con otros los ingleses han tratado de apurruñar todo aquello de valor que viajaba en la bodega del “Napoli”. Y aquí paz y después gloria.

 Escribo estas referencias con pena porque no hay otro pueblo en la tierra que sea capaz de automutilarse y clavarse el aguijón con tanta saña como el español. Los ingleses mientras tanto se divierten descubriendo tesoros. Una BMW no se encuentra todos los días en el cubo de la basura. Si los españoles seguimos con la aguijada en la mano para autodestruirnos puede que lleguemos a convertirnos en un pecio histórico. Es lo que quieren los británicos que seamos. Britania rule the waves. Britania gobierna las olas. Han jugado como baza histórica al divide y vencerás esto es la balanza de poderes por aquello de que mi país no tiene amigos ni enemigos sólo intereses que a algunos españoles incluso los más anglófilos y aliadófilos no les cabe en la mollera, y le ha ido bien  con esa táctica aun siendo un pueblo más pobre que el español ciertamente aunque de vida más austera y sin tanto papanatismo como se descuelga por aquí.

 

24/01/2007

EL STRAÑIK  PEREGRINO RUSO

 

Antonio Parra

 

 

Ya hemos dicho que NY es una ciudad mágica donde todo puede ocurrir y una de las vivencias que yo recuerdo es en una estación del metro del Lower East sombría algo mórbida y con esa iluminación de película de terror, pagado el token y habiendo introducido mi talle por el torno, vi por el andén paseando a un monje ruso. El inoj era alto y corpulento vestía una sotana grís sin cordones ni escapulario y una esclavina con vueltas de piel de zorro el pelo recogido atrás en un moño a la manera de los anacoretas del Monte Athos aunque en este las barbas no eran muy largas. Debería de haber llegado de alguno de esos famosos cenobios que conforman el anillo de oro que circunda como en cíngulo de plegaria y adoración a la vieja Moscú o provenía acaso del Caúcaso siendo uno de los famosos eremitas residentes en el Cenobio de Balaam cuyos “staretzs” o idumeos que es como se llamaba a los abades en la ortodoxia inspiraron a los grandes maestros rusos del XIX. Pero el personaje que vi yo en el andén de Wall Street ¿era un monje (inoj) o un strañik (peregrino ruso que hace su ruta)?

 De la misma forma que los literatos anglosajones son hijos de la Biblia y el Bookprayer Book y el Libre Examen los rusos son un producto espiritual de la Parábola del Buen Samaritano y del sembrador en el NT. Por eso, pienso yo, muchos de los libros de Tolstoi Turguenev Dostoyevski Chejov Andreiev o Gorki guardan una perfección melódica que tiene que ver con los trotarios y antífonas de la liturgia eslavónica. Chejov y Tolstoi eran asiduos visitantes de ese monasterio de Vaalam perdido en la estepa. Eran los tiempos del deshielo y no había comenzado la perestroika pero aquel religioso se encontraba allí recién aterrizado llegado desde la Rusia profunda o desde las socarrenas o recovecos de mi imaginación, no sé, porque Manhattan es una ciudad mágica.

 Al verle sentí una sensación extraña como si fuera el resultado de una visión o de un aparecimiento producto de mis muchas vigilias leyendo a los maestros rusos y a este respecto me había entusiasmado una historia corta de Antón Chejov El monje negro. Sin embargo creo que aquel personaje era real. Desapareció en uno de los convoyes y no lo volví a ver más. Seguramente había descendido las gradas del metro neoyorquino desde las cumbres célicas de la Gran Pascua Rusa como una proyección sinfónica del arte  de Rimsky Korsakov. ¿Era el Peregrino Ruso? En las subsiguientes dominicas asistí a la divina liturgia de una de las iglesias ortodoxas de Manhattan pero no encontré con el “padrecito” de aspecto rechoncho y que debía de ser ese diacono de voz maravillosa que hace la octava baja en los coros por ejemplo de la Ópera Boris Godunov de Musorgsky. Ciertamente debería tratarse de ese peregrino ruso protagonista de una de las obras de mística más importantes que ha producido la cristiandad.

El “Peregrino Ruso” es a los orientales lo que el “Kempis” es a los occidentales un instrumento de santificación y una escuela de santos o de personas que buscan la perfección mediante la imitación de Xto. El peregrino ruso como todos los grandes libros de la humanidad es de autor anónimo. Es una autobiografía del perdedor del borracho redimido que cuando le entran ganas de beber abre una página de los evangelios para no caer en la sima del diablo en la botella. Es un personaje que camina por los caminos de la inmensidad rusa cojeando, entra en las isbas, bendice a las balbuzcas (abuelas) y alguna vez hasta hace un milagro pero sobre todo camina por el mundo con una oración en los labios “Jesús misericordia, ten piedad de mí”. Es la plegaria hesicasta. Una misma frase repetida miles de veces. La palabra glorifica a Dios y al hombre lo salva.

El cristianismo ruso se basa en el canto y la tradición no en la especulación teológica. Fides ex auditu. A través de la oreja el mensaje divino entra en el corazón y los pies se ponen en movimiento emulando las gastadas sandalias del pescador y en acatamiento de la norma apostólica “no llevéis saco ni pera ni bolsa, no os preocupéis por el qué se ha de comer o beber; mirad las aves del campo ”. La vida del monje tiene algo de desapropio, de albacea testamentaria, un desasimiento, un defroque.  Igualmente al “strañik” le basta y le sobra un cayado, el libro de los evangelios, un mendrugo dentro del zurrón y unas pocas jaculatorias. Es el modelo del “inoj” o monje itinerante en oposición al anacoreta estático. Tanto el uno como el otro se sienten discípulos de Jesús. Occidente es apología y polémica gran pirámide y obra externa mientras el oriente es una huida hacia la belleza interior.  Por la senda de la filocalía que es una rama de la filosofía de los padres griegos. La exhuberancia y majestuosidad de Bizancio se enfrenta a la sequedad y rigor de los canónes latinos o los áridos manuales de moral. En cada caso una interpretación diferente de la espiritualidad otra manera de concebir el mundo. El peregrino ruso no se cansa de repetirnos constantemente que no dejemos de orar. Los textos sagrados son para él un talismán contra la presencia diabólica e incluso nos demuestra cómo a través de la lectura de pasajes del NT se puede llegar a abandonar la bebida. Radical. Haz el bien. No pierdas nunca la paciencia.

“No bebo ni vino ni sidra no me gusta la cerveza no tengo comercio con mujeres y asumo estas procedencias como fórmula de expiación de mis pecados” nos informa este pobre mendicante del siglo XVII que sirvió al zar como soldado quedó cojo en una pelea en una cantina vinolenta. Debía de ser uno de aquellos “raskolniki” o sectarios de una herejía fundamentalista que se opuso a al autoridad patriarcal moscovita. Iban de aldea en aldea y de isba en isba entonando el Akathistos bellísima himnodia mariana, una plegaria a la Virgen compuesta en Constantinopla en el siglo VII. Se atribuye la victoria sobre los escitas en tiempos del emperador Heraclio a la protección de la Virgen. La plegaria que consta de 24 estrofas se suele cantar de pie (de ahí el nombre de Akathistos) en cada una de las cinco cuaresmas en los templos ortodoxos.

 El peregrino ruso ya digo era cojo y tenía la mano seca pero adonde irá el buey que no are. Sanador misericordioso, imponía las manos, hablaba del Sermón del Monte a los desposeídos de la tierra a los mujiks de la gleba. Cristo se hizo amigo siempre de los de abajo. De los que conocen las adversidades y oprobios. Los que han de ir por la vida besando el látigo (knut) o encadenados a la gran armella de las cuerdas de presos camino de Siberia. De dolores sabe mucho el alma rusa. Que estuvo mirando a Cristo a lo largo de la historia. Se colocó bajo los brazos del crucificado. Lejos de él no hay salvación. Que quede bien nítido el mensaje en estos tiempos de prevaricación y de ataque a la religión predicada por el Galileo sin contemplaciones. Extra ecclesiam nulla salus. Fuera de la Iglesia no hay salvación.

Ni Mahoma ni Moisés ni Buda ni el Are Crisma. Jesús. Jesús. El misticismo del Peregrino inspirándose en la Escala del Paraíso que escribió un santo oriental nos dice que la vida de la santidad es un clímax (peldaño) de la renuncia. “Con frecuencia la infamia se cebará en el maestro y será necesario que soporte dolores y tentaciones en provecho de sus discípulos”. En espiritualidad el grado superior se gana no con lisonjas sino mediante el oprobio. Pero para soportar el sufrimiento que siempre ha de ser aceptado como expiación de nuestros pecados hará falta armarse con el coselete de la longanimidad. Únicamente el sufrimiento purifica y da autoridad.

 Sólo la cruz salva. Ese es el mensaje muy duro de aceptar y más en estos tiempos pero irrefragable. La literatura inglesa cuenta con una obra semejante pero escrita por un protestante, Bunyam. Se trata del Pilgrim Progress. También marca una serie de etapas antes de alcanzar la perfección del conocimiento. El puteschesveñik (viajero) suele dormir donde le pilla la noche. En los pajares o en los cementerios pagosti. Durante las largas jornadas va desgranando cuentas del rosario. Se le amontan en la cabeza los recuerdos de su vida. Hace memoria de su mujer que era algo casquivana e irreflexiva. De aquella noche en una taberna en que le robaron la cartera y el pasaporte. Esto era antes de su conversión. Ya hemos dicho que tenía el vicio de la bebida o aquella vez en que golpeado por un cochero (zvochik) estuvo a punto de perecer bajo las ruedas de un birlocho.

A veces confiesa que le embarga la nostalgia y que sus pensamientos se vuelven sombríos sobre todo desde que el diablo se le apareció un día metido en una botella de vodka. El alcoholismo es el azote del pueblo ruso y este libro ha servido para redimir con la abstinencia a los posesos por el infame vicio de la inmoderación etílica. Es de una sencillez y de una humanidad que estremece este buen muyik: “No sé si mi oración será acepta a los ojos de Dios pero cuando rezo siento una gran alegría y se me van los pensamientos malvados”. Por el contrario si le aflige la melancolía o se siente invadido por el flato de la desgana o el desconsuelo comenta que es una buena señal. El alma se está purificando. Siente una gran alegría al avistar desde lejos la torre de una gran catedral (sobor) con sus cúpulas de cebolla. El papel de la Iglesia ha sido, mírese como se mire, una tarea civilizadora frente a la barbarie. Roma. Bizancio. ¿Habrá una tercera Roma? En cualquier caso la respuesta es convertíos. Metanoite. Emigrantes, bautizaos. Vivimos en un mundo nuevo.

 Así nos informa que en la laura cenobítica de Pereskoia de Kiev, detecta como la presencia de una huella milagrosa. Amar es creer y sin fe ni esperanza la vida resulta muy triste, nos viene a decir. A veces en sus manifestaciones el Peregrino Ruso resulta conmovedor como por ejemplo cuando invoca a la Trinidad y pide a Jesús, hijo de Dios, que cancele sus culpas. Hay en el texto grandiosidad dentro de la sencillez y una gran congruencia así como ilación evangélica. Sus páginas son sencillas y sublimes. Todo lo bello es cristiano nos viene a decir. La belleza es hija de Dios y este es el gran secreto de la Filocalía que ha sido sólo entregada solamente a una de las tres religiones del Libro, al cristianismo. Las otras dos sus hermanas no sé por qué la calumnian y escarnecen tanto. Acaso porque sea la verdadera.

Ahora al cabo de muchos años y hojeando los deliciosos capítulos de este librito me pregunto cómo llegaría aquel monje ruso hasta la Ciudad de los Rascacielos desde las lauras de  los Urales donde se halla el monasterio de Vaalam. ¿Caminando sobre las aguas como buen discípulo de su Señor? No. Desde luego no era un espectro.  A Cristo se le puede seguir de muchas maneras incluso a la pata coja de taberna en taberna y de tugurio en tugurio hablando con las putas y con los borrachos pero abriendo a todos los humanos un horizonte de salvación. Soteriología pura. El monje ruso fue mi alfaqueque que pagó por mis rescates en una ciudad tan laica y entrañable como Nueva York desembarazándome de las garras de mi peor enemigo que soy yo mismo.

 

16/01/2007                  

EL STRAÑIK  PEREGRINO RUSO

 

Antonio Parra

 

 

Ya hemos dicho que NY es una ciudad mágica donde todo puede ocurrir y una de las vivencias que yo recuerdo es en una estación del metro del Lower East sombría algo mórbida y con esa iluminación de película de terror, pagado el token y habiendo introducido mi talle por el torno, vi por el andén paseando a un monje ruso. El inoj era alto y corpulento vestía una sotana grís sin cordones ni escapulario y una esclavina con vueltas de piel de zorro el pelo recogido atrás en un moño a la manera de los anacoretas del Monte Athos aunque en este las barbas no eran muy largas. Debería de haber llegado de alguno de esos famosos cenobios que conforman el anillo de oro que circunda como en cíngulo de plegaria y adoración a la vieja Moscú o provenía acaso del Caúcaso siendo uno de los famosos eremitas residentes en el Cenobio de Balaam cuyos “staretzs” o idumeos que es como se llamaba a los abades en la ortodoxia inspiraron a los grandes maestros rusos del XIX. Pero el personaje que vi yo en el andén de Wall Street ¿era un monje (inoj) o un strañik (peregrino ruso que hace su ruta)?

 De la misma forma que los literatos anglosajones son hijos de la Biblia y el Bookprayer Book y el Libre Examen los rusos son un producto espiritual de la Parábola del Buen Samaritano y del sembrador en el NT. Por eso, pienso yo, muchos de los libros de Tolstoi Turguenev Dostoyevski Chejov Andreiev o Gorki guardan una perfección melódica que tiene que ver con los trotarios y antífonas de la liturgia eslavónica. Chejov y Tolstoi eran asiduos visitantes de ese monasterio de Vaalam perdido en la estepa. Eran los tiempos del deshielo y no había comenzado la perestroika pero aquel religioso se encontraba allí recién aterrizado llegado desde la Rusia profunda o desde las socarrenas o recovecos de mi imaginación, no sé, porque Manhattan es una ciudad mágica.

 Al verle sentí una sensación extraña como si fuera el resultado de una visión o de un aparecimiento producto de mis muchas vigilias leyendo a los maestros rusos y a este respecto me había entusiasmado una historia corta de Antón Chejov El monje negro. Sin embargo creo que aquel personaje era real. Desapareció en uno de los convoyes y no lo volví a ver más. Seguramente había descendido las gradas del metro neoyorquino desde las cumbres célicas de la Gran Pascua Rusa como una proyección sinfónica del arte  de Rimsky Korsakov. ¿Era el Peregrino Ruso? En las subsiguientes dominicas asistí a la divina liturgia de una de las iglesias ortodoxas de Manhattan pero no encontré con el “padrecito” de aspecto rechoncho y que debía de ser ese diacono de voz maravillosa que hace la octava baja en los coros por ejemplo de la Ópera Boris Godunov de Musorgsky. Ciertamente debería tratarse de ese peregrino ruso protagonista de una de las obras de mística más importantes que ha producido la cristiandad.

El “Peregrino Ruso” es a los orientales lo que el “Kempis” es a los occidentales un instrumento de santificación y una escuela de santos o de personas que buscan la perfección mediante la imitación de Xto. El peregrino ruso como todos los grandes libros de la humanidad es de autor anónimo. Es una autobiografía del perdedor del borracho redimido que cuando le entran ganas de beber abre una página de los evangelios para no caer en la sima del diablo en la botella. Es un personaje que camina por los caminos de la inmensidad rusa cojeando, entra en las isbas, bendice a las balbuzcas (abuelas) y alguna vez hasta hace un milagro pero sobre todo camina por el mundo con una oración en los labios “Jesús misericordia, ten piedad de mí”. Es la plegaria hesicasta. Una misma frase repetida miles de veces. La palabra glorifica a Dios y al hombre lo salva.

El cristianismo ruso se basa en el canto y la tradición no en la especulación teológica. Fides ex auditu. A través de la oreja el mensaje divino entra en el corazón y los pies se ponen en movimiento emulando las gastadas sandalias del pescador y en acatamiento de la norma apostólica “no llevéis saco ni pera ni bolsa, no os preocupéis por el qué se ha de comer o beber; mirad las aves del campo ”. La vida del monje tiene algo de desapropio, de albacea testamentaria, un desasimiento, un defroque.  Igualmente al “strañik” le basta y le sobra un cayado, el libro de los evangelios, un mendrugo dentro del zurrón y unas pocas jaculatorias. Es el modelo del “inoj” o monje itinerante en oposición al anacoreta estático. Tanto el uno como el otro se sienten discípulos de Jesús. Occidente es apología y polémica gran pirámide y obra externa mientras el oriente es una huida hacia la belleza interior.  Por la senda de la filocalía que es una rama de la filosofía de los padres griegos. La exhuberancia y majestuosidad de Bizancio se enfrenta a la sequedad y rigor de los canónes latinos o los áridos manuales de moral. En cada caso una interpretación diferente de la espiritualidad otra manera de concebir el mundo. El peregrino ruso no se cansa de repetirnos constantemente que no dejemos de orar. Los textos sagrados son para él un talismán contra la presencia diabólica e incluso nos demuestra cómo a través de la lectura de pasajes del NT se puede llegar a abandonar la bebida. Radical. Haz el bien. No pierdas nunca la paciencia.

“No bebo ni vino ni sidra no me gusta la cerveza no tengo comercio con mujeres y asumo estas procedencias como fórmula de expiación de mis pecados” nos informa este pobre mendicante del siglo XVII que sirvió al zar como soldado quedó cojo en una pelea en una cantina vinolenta. Debía de ser uno de aquellos “raskolniki” o sectarios de una herejía fundamentalista que se opuso a al autoridad patriarcal moscovita. Iban de aldea en aldea y de isba en isba entonando el Akathistos bellísima himnodia mariana, una plegaria a la Virgen compuesta en Constantinopla en el siglo VII. Se atribuye la victoria sobre los escitas en tiempos del emperador Heraclio a la protección de la Virgen. La plegaria que consta de 24 estrofas se suele cantar de pie (de ahí el nombre de Akathistos) en cada una de las cinco cuaresmas en los templos ortodoxos.

 El peregrino ruso ya digo era cojo y tenía la mano seca pero adonde irá el buey que no are. Sanador misericordioso, imponía las manos, hablaba del Sermón del Monte a los desposeídos de la tierra a los mujiks de la gleba. Cristo se hizo amigo siempre de los de abajo. De los que conocen las adversidades y oprobios. Los que han de ir por la vida besando el látigo (knut) o encadenados a la gran armella de las cuerdas de presos camino de Siberia. De dolores sabe mucho el alma rusa. Que estuvo mirando a Cristo a lo largo de la historia. Se colocó bajo los brazos del crucificado. Lejos de él no hay salvación. Que quede bien nítido el mensaje en estos tiempos de prevaricación y de ataque a la religión predicada por el Galileo sin contemplaciones. Extra ecclesiam nulla salus. Fuera de la Iglesia no hay salvación.

Ni Mahoma ni Moisés ni Buda ni el Are Crisma. Jesús. Jesús. El misticismo del Peregrino inspirándose en la Escala del Paraíso que escribió un santo oriental nos dice que la vida de la santidad es un clímax (peldaño) de la renuncia. “Con frecuencia la infamia se cebará en el maestro y será necesario que soporte dolores y tentaciones en provecho de sus discípulos”. En espiritualidad el grado superior se gana no con lisonjas sino mediante el oprobio. Pero para soportar el sufrimiento que siempre ha de ser aceptado como expiación de nuestros pecados hará falta armarse con el coselete de la longanimidad. Únicamente el sufrimiento purifica y da autoridad.

 Sólo la cruz salva. Ese es el mensaje muy duro de aceptar y más en estos tiempos pero irrefragable. La literatura inglesa cuenta con una obra semejante pero escrita por un protestante, Bunyam. Se trata del Pilgrim Progress. También marca una serie de etapas antes de alcanzar la perfección del conocimiento. El puteschesveñik (viajero) suele dormir donde le pilla la noche. En los pajares o en los cementerios pagosti. Durante las largas jornadas va desgranando cuentas del rosario. Se le amontan en la cabeza los recuerdos de su vida. Hace memoria de su mujer que era algo casquivana e irreflexiva. De aquella noche en una taberna en que le robaron la cartera y el pasaporte. Esto era antes de su conversión. Ya hemos dicho que tenía el vicio de la bebida o aquella vez en que golpeado por un cochero (zvochik) estuvo a punto de perecer bajo las ruedas de un birlocho.

A veces confiesa que le embarga la nostalgia y que sus pensamientos se vuelven sombríos sobre todo desde que el diablo se le apareció un día metido en una botella de vodka. El alcoholismo es el azote del pueblo ruso y este libro ha servido para redimir con la abstinencia a los posesos por el infame vicio de la inmoderación etílica. Es de una sencillez y de una humanidad que estremece este buen muyik: “No sé si mi oración será acepta a los ojos de Dios pero cuando rezo siento una gran alegría y se me van los pensamientos malvados”. Por el contrario si le aflige la melancolía o se siente invadido por el flato de la desgana o el desconsuelo comenta que es una buena señal. El alma se está purificando. Siente una gran alegría al avistar desde lejos la torre de una gran catedral (sobor) con sus cúpulas de cebolla. El papel de la Iglesia ha sido, mírese como se mire, una tarea civilizadora frente a la barbarie. Roma. Bizancio. ¿Habrá una tercera Roma? En cualquier caso la respuesta es convertíos. Metanoite. Emigrantes, bautizaos. Vivimos en un mundo nuevo.

 Así nos informa que en la laura cenobítica de Pereskoia de Kiev, detecta como la presencia de una huella milagrosa. Amar es creer y sin fe ni esperanza la vida resulta muy triste, nos viene a decir. A veces en sus manifestaciones el Peregrino Ruso resulta conmovedor como por ejemplo cuando invoca a la Trinidad y pide a Jesús, hijo de Dios, que cancele sus culpas. Hay en el texto grandiosidad dentro de la sencillez y una gran congruencia así como ilación evangélica. Sus páginas son sencillas y sublimes. Todo lo bello es cristiano nos viene a decir. La belleza es hija de Dios y este es el gran secreto de la Filocalía que ha sido sólo entregada solamente a una de las tres religiones del Libro, al cristianismo. Las otras dos sus hermanas no sé por qué la calumnian y escarnecen tanto. Acaso porque sea la verdadera.

Ahora al cabo de muchos años y hojeando los deliciosos capítulos de este librito me pregunto cómo llegaría aquel monje ruso hasta la Ciudad de los Rascacielos desde las lauras de  los Urales donde se halla el monasterio de Vaalam. ¿Caminando sobre las aguas como buen discípulo de su Señor? No. Desde luego no era un espectro.  A Cristo se le puede seguir de muchas maneras incluso a la pata coja de taberna en taberna y de tugurio en tugurio hablando con las putas y con los borrachos pero abriendo a todos los humanos un horizonte de salvación. Soteriología pura. El monje ruso fue mi alfaqueque que pagó por mis rescates en una ciudad tan laica y entrañable como Nueva York desembarazándome de las garras de mi peor enemigo que soy yo mismo.

 

16/01/2007                  

LLANTO POR UN UROGALLO. ESTAN ASFALTANDO TAMBIÉN ASTURIAS

 

Antonio Parra

 

Otro ataque. Por lo visto respiran por la herida. Estábamos condenados al silencio ese silencio espeso y mazorral como la sangre municipal que se enriquece a golpes de ladrillo y de hiladas de plomada. Me hubiera gustado ser albañil más que archivero pues la literatura nos condena a la pobreza pero no a la pereza que nada tengo de haragán y en mi vida en lo mío trabajé una burrada. Ahora después de lo de Marbella le toca al norte y todo son casas. Están construyendo la gran carrilana que perforará el monte de los abedules los maestros del gran diseño cartabón en ristre. Me repliego en mi solipsismo en esta mañana de noviembre dorada cuando después de la cencellada – el rocío posó esmeraldas y diamantes en los tallos de la hierba- cavo en el huerto y tengo una visita.

Primero un malvís y luego una urogallo. Dejo la azada y contemplo a este ave como el que asiste a una visión. Es una hembra. Está a siete u ocho brazas de mí la cresta encarnada el plumaje entre azul y grís y una cola zanquilarga cimbreante y bien señalada. Cacaracá. Cloc cloc. Bajó a comer desde las cumbres del Aramo y picotea entre los valles. La proximidad de la marina no la asusta aunque bien se ve que es bravío y con querencia de montaña. Desaparece y ando tras ella furtivo animalito del Señor. ¿De dónde ha salido la pava? Rara avis. Dicen que está en extinción. Cuando construyan la gran carretera adiós. Me hubiera gustado ser san Francisco para hablarla en su idioma. ¡Somos poca cosa la verdad!

Reparamos ordenadores, hacemos sesudo balances de la situación política, y el teléfono móvil, el vis a vis y el oreja a oreja cual mando a distancia, va por el mundo a mano alzada y todavía no entendemos el idioma de las aves. Hay un acebo cerca de mi casa que lo visitan con frecuencia y a veces tentado el urogallo esplendoroso por la vanidad de toda hembra por la curiosidad o la llamada de la sangre se acerca al nial de las gallinas que Iturripe ha construido en el establo. El gallo se alborota enamorado pues un masto de ese calibre que tiene bien cubierta a su pollada debe de estar harto de todos los días patatas y montar a una urogalla debe de ser para él como cepillarse a Sofía Loren, pero no puede ser. La ferralla metálica impide la componenda de una parada nupcial en condiciones que la pava es bella, casquivana y amorosa.

 El gallo de la quintana de Iturripe se queda con la miel en los labios. No es la primera vez que el gocho baja del monte y cubre en un santiamén a las cinco marranas que a eso de los ocho meses empreñan y paren rayones. Misterios de la naturaleza. El milagro de la supervivencia que se produce ajeno al gorigori del humano vivir sus horas de vanidad. Después se pierde por la trocha y al fin la veo alzar el vuelo detrás de los laureles. Escucho el silencio del campo un silencio musical de orquesta montaraz. La melancolía se me pasa. Sigo apañando los alcorques.

Este año mi ciruelo que es vecero y por julio tocaba nos dio casi dos serones de fruto y casi cogimos una fartura y el castaño secular tampoco le anduvo a la zaga. Buen magosto y castañas para dar y tomar y hasta regoldar. Siento en mi carne la hermosura y opulencia de este paisaje que nos quieren quitar. Si machacan el monte ¿el urogallo dónde vivirá? ¿Adónde irá  a tirar la boina a enramar su nido? Una parada nupcial de estas aves en su cantadero es el más hermoso espectáculo del que un ser humano con el mínimo de sensibilidad pueda gozar. Para mí ha sido un augurio de buena suerte la visión de esta mañana del Día de san Martín llega el Adviento y las matanzas como a todo cerdo y que no se den por aludidos muchos les llegará su sanmartín, ya que este pájaro de gran porte y de la envergadura de una becada  o algo mayor sí es huraño y no se deja ver con frecuencia pues bien Antoñito ya has visto a un urogallo casi el sueño de tu vida.

 Que sigan escupiendo mierda todos esos que nos avasallan en sus asaltos por la espalda. Que por delante no tienen cojones. Y ahora que lo pienso y ya me pongo de mala leche y se me pasa el solipsismo melancólico y la alegría casi el éxtasis de mirón de la naturaleza mi padre que paz descanse decía que era tan observador que miraba casi como un marino pues a lo mejor me compro unas botas de media caña como el maestro Emilio Romero. ¿Y para qué quiere usted esos zapatos tan afilados de lamedme la punta, don Verumtamen? Para atizarle una patada en to los huevos a más de alguno.

 Le condenaron  al de Arévalo al silencio claro está que es lo que más nos duele (el otro día el Bibliopola barriga verde me llamó loco y me cubrió de injurias y de escupitajos sobremanera pero ya ajustaremos cuentas que la navaja me tiembla en bolso aunque por semejante pobre diablo non val la pena, nin, bastante desgracia tiene con tener la mujer que le dio dios) a los hombres de pluma pero él seguía con sus kikirikís proféticos. Era el gran urogallo de este pobre cotarro nacional plagado de gritos y exabruptos de los cantarranas que nos dan la vara y no son el mirlo desde la amanecida y todo el puto día que si zetape los explosivos la kaleborroca o como se llame o los líos de la tonadillera que tenemos un periodismo de mastuerzos el más canalla y sinsustancia de los cinco continentes y nos hemos vueltos muy tercermundistas con complejos de nuevos ricos. Jó. ¿Se lo merecerá España? Pero a lo que iba. Me acuerdo del canto de esta especie en extinción y de la alabanza de España que entonaba ya muchos siglos atrás Alfonso X el Sabio. Y la estamos vendiendo en parcelas a los usureros. Quieren convertir nuestros predios edificables en campos de Haceldama. Esto es nuevos corrales de la sangre para que unos cuantos listillos de la municipalidad se forren. Traidores. Judas sigue habitando entre nosotros. Pese a todo ya con el otoño en puertas escucho el último silbo de este ave mayor de las Asturias entre los árboles que talarán para hacer el túnel de la autopista. Es su canto una elegía a un mundo que se va en medio de la incomprensión e insensibilidad de politicastros venales y de corifeos modorros del cuarto poder. Vale ya. El mundo es ansí que diría don Pío. Pedirle congruencia a la naturaleza humana sujeta a la doblez y a la rapacidad, la codicia y todos los demás pecados capitales es pedirle peras a un olmo. Tampoco pasa nada. Me he vuelto escéptico y el mi escepticismo se trasmina en solipsismo. Melancolía. ¡Ay Dios!

 

Domingo, 12 de noviembre de 2006

 

 

Letter to my ex

 

1 de noviembre de 2006

 

Dear Suzanne, Over dinner today Cris made me cry. We were talking about Helen and she said “poor Suzanne, what did you do to her, dad?” ; she disarmed me. No answers. Yes it was my fault. You impressed Cristina with your conversation over the phone and she said you are very nice and sweet. It is terrible when children ask questions. I was all fidgety all the afternoon and I called twice. I thought something wrong went with the phone but realized you were busy perhaps expecting your prospective buyers never mind. I am sure you sell your property well but of course I appreciate it might me a trauma moving and packing and going to live somewhere else and adapt to a new life negotiating your retirement and pension. Many things at a time, take it easy. My heart is with you in this especial moments. That is why I fell in the temptation of the bloody phone. Sometimes I have physical need to talk to you because it relaxes me and in your mails  you sound so laconic. Of course I want to know more and more about my dear Helen. Forgive this estranged father. I hope that when you change address we not lose contacts please. Now I have been thinking about an idea all the afternoon such is well as I know I have hanged my books in Internet from an international booksellers Abebooks and the business goes well I notice I have more petitions. Today I am sending a book I purchased in London called the “Day s Burden” to Ireland, yesterday dispatched another to California and the day before to Germany. I have about two thousands and odds books in stock and I can conduct this business from home it keeps me entertained and fit and also I liked since I think I am a bit of connoisseur and you know how much I love books and also I know you do as well as you have been quite an extensive and prolific reader. My proposal is this – perhaps books I dont know could unite us again for Helen’s sake if life and events since there is always a gap between expectations and achievements did us part- we could earn money by selling books through Internet. All you have to do is to make a catalogue or put down a list of the books you have read  get rid of and want them on the market and transfer it to me via email and I hanged in my website if I have a petition I mailed you and sent the money of the prize of the book postages and every thing. The description is like this:

1-      Name of the author in capitals

2-      Surname after coma

3-      Title

4-      Publishing House

5-      Year of edition

6-      Some particulars of format like soft or hard cover (skin) characteristics of paper

7-      Conditions of the copy

8-      Prize in dollars or in pounds.

For me it is like manual work. Keeps me out  mischief and of my broodings and also I can earn some money. I remember when I was in London I used to visit often Portobello and the flea markets. Well you told me you have books in cases. Dont dispose of them please. Helen likes books? If she does please tell me. It could be a good business for her spare time. I dont know I hope I have not proposed an infuriating or mad idea. Things here are quite smooth although the political situation is a disaster and very hard for me to put through but we will survive and my taxonomy from now onwards should be never complain I know I am grumbler but very strong and stubborn. They bend me but they might not break me. How sweet Cristina how full of commonsense. I am in a quagmire since I dont know what to do to approach our Helen. Will she like to accept to come over here for Xmas? My wife is better since I have been nearly five weeks in the  band wagon. She didn’t let me to go to Fuentesoto since she knows me and the bodegas or cellars with the good wine of the Ribera del Duero are a danger for me. Poor Silvino I did not go to put flowers in his tomb but I have had him all the day  in my mind and also you parents. They are all together now. Please I am anxious to gather news about Helen and also how is it going the selling of the house. I dont understand why Rog is also packing up. Please dont disaggregate, stay together perhaps you want to be near Helen. The babies ok? Those little things could be nuisance . How maternal she is and professional. Tell me more things about her what she likes how are her friends. I see the telly and London is as bad as here full of aliens and Islamises they might be good people I dont deny it but why they dont adapt themselves to our way of life and drop the chador and the gurka and the veil or what we call here because this country was Islamic for eight centuries and some of the Arabs tradition endure the griñon or almaizar. I hope that this melting pot comes out without conflict but my Henar frightened me when she said  today she wants to give birth to a black baby and better twins gosh I nearly had a shock. I would accept it of course we are all sons of God but it is a pill hard to swallow if she marries a Muslim and takes my child to his harem. If God forbids but I am full of cobwebs and in the doldrums and that is why sometimes I want to talk with you. I cant talk to my wife she says I am burnt out case and she says I look like Buda my looks very deteriorated but I can say I have been a good breadwinner and provider I didn’t keep anything for myself since I am a bohemian and generous coming from a very peasant family but I pushed myself through in life. A pity I couldn’t fulfil my dreams of a literary career. The whole planet has changed and readers are not interested in beauty feelings or aesthetics considerations. Everything has become venal and subjected to market forces. No place to a humanist like me. Still I keep a job and my marriage although it is quite on the rocks had gone to worse patches than now in the past. It was a mistake to get married again out of despite I think sometimes but others seeing the nice family God has given me hold other considerations that I have written a good book with crooked characters and uneven lines. Anyway Suzanne Tony was only a philosopher a dreamer. Should have become a priest but the bishop should have the hell of a job with me always running after the ladies. Please consider my proposal. What do you think about the idea of selling books in partnership with me. That is why I wanted to ring you up. Write as soon as you can and please become a little bit more explicit my lady Suzanne. I always will love you until I pop off. You were a miracle a dream I never thought you were real. That was the trouble. Look after yourself and send my Helen tons of kisses and love and support. I am still scared to talk to her.

 

Your faithfully

Antonio Parra      

 

 

CLARÍN Y LOS ARCHIVEROS

 

Antonio Parra

 

Si Clarín volviera yo sería su escudero qué buen caballero era. Dámaso Alonso me ayuda a definir un tanto mis sentimientos a la hora de marcar mi sorpresa y mi gozo ante la noticia de que un archivero e investigador francés acaba de descubrir mucho de lo que los clarinianos sospechaban mas sin pruebas: que el autor de Vetustas dejó en pos de sí una obra ingente que ha sido rastreada en miles de artículos o paliques – así él los definía- esparcidos a lo largo de  cientos de publicaciones periódicas y papeles volanderos de la época. Esta summa opera omnia ocupa nueve tomos. Ha sido todo un clarinazo valga la redundancia. También se cumplen los pronósticos que me hacía hace veinticinco años Gonzalo Soberano sobre el estado inédito del 75 por ciento de los trabajos.

Don Leopoldo Alas fue un archivo viviente, un espejo do se mira la sociedad de su tiempo. Vivió y murió en periodista. ¿Grafómano? Algo mucho más que eso. Las generaciones venideras debieran imitar su ejemplo, su compromiso con la literatura, con la Patria y la belleza. Hay en todos sus libros esa pulsión o brillo que deslumbra, ese fucilazo de la torre derribada por el rayo, necesaria a aquellos que anden en compromiso y trato con las musas. Aquellos que no posean ese don misterioso fruto del entusiasmo y de la intuición mejor abstenerse. Acabarán redactando prosas embolismáticas, repetitivas, garbanceras.

 Esta recopilación fue llevada a cabo por un equipo de especialistas dirigidos – según leemos en la prensa- por el profesor Botrel catedrático de la universidad de Alta Bretaña. Gracias a ellos se amontonan en parva suculenta más de 15 regentas”. Hoy Calíope musa de la creación literaria y Clío de la Historia creo que están de fiesta. Clarín después de Quevedo [Cervantes, Lope, Tirso, Calderón, Aldecoa, Cela y Tomás Salvador, Palacio Valdés, Pérez de Ayala son punto y aparte] es el gran domador del idioma.

Para mí ha sido no solamente un padre literario y la norma  o taxonomía estética sino acaso también un profeta. He visto retazos de mi existencia reflejados en su Regenta o en algunos de sus maravillosos cuentos morales como el Cura de vericueto, Pipá, El sustituto, Adiós Cordera, etc. Todos ellos piezas maestras y de su mano mi vida rodó hacia Asturias. Me casé con una brava  moza residente en la ovetense calle Leopoldo Alas y he sido feliz en la pomarada de Doña Berta y he recorrido  las sebes y cercas caminos de romerías y aldeas que él describe con pulso certero. Hasta cortejé ambaxiu el horreo y fui a la mar sentado en el carel de una barca sin pescador. Recé con harto fervor en esas iglesias rurales perdidas entre ribazos y somontes de los concejos más lejanos de aquella provincia (qué bonita palabra cuando hoy sólo se habla de nacionalidades) en plena braña.

 En fin que a mí me nacieron en Segovia como a él lo nacieron en Zamora pero me siento astur por muchos costados y puedo decir con Gerardo Diego soy de Oviedo y no conozco el miedo, digótelo yo fiu. Y con mucho orgullo además. Morir quisiera cerca de la corredoria a la sombra de los soportales del Fontán. Clarín amén del asturiano universal es uno de los autores españoles más traducidos a otras vernáculas. Su obra, un tesoro que crecerá con el paso del tiempo, sin dármelas de agorero pero aquellos que me leen saben que soy un poco profeta. No en mi tierra, claro está.

 Este acopio de los miles de artículos periodísticos del profesor Borrel e Ivan Lissourges se suma a los concienzudos estudios existentes sobre la personalidad del autor ovetense: Juan Antonio Cabezas, Posada, Sobejano, Carolyn Richmond y Bugeda. Si los italianos lo he oído esta mañana en la RAI tienen al Padre Pío que incluso supera a san Antonio en protección (escribo esto el Día de todos los Santos del 2006) por santo intercesor los que escribimos en España invocamos a Clarín con ardor. Es nuestro santo laico. Pequeñito y con impertinentes, barbitaheño algo miope, un es no es mala leche pero en el fondo un cacho pan y en el pleno sentido de la palabra  bueno y un cristiano transversal porque el cristianismo impregna sus páginas. Contrario al sambenito que se le achaca de anticlerical en el fondo creo que era un místico. Y un tirillas de pluma temible que decía que la literatura no da para cenar pero puede dar para merendar (ahora ni eso) y que escribió incesantemente. El cálamo clariniano en movimiento, el todo Madrid de los literatos se echaba a temblar. Por eso siempre le llamaron el “provinciano universal”.

Su prosa es una fuente irrestañable de ideas y de hallazgos estéticos, testimonio evidente de lo que puede dar de sí una lengua tan maravillosa ahora mal hablada y mal escrita como el castellano. Siempre anduvo un poco a la contra. Al menos se acreditó con el título del mejor crítico que hubo en nuestras letras y maestro de columnistas. Eso sobre todo: un faro al que hay que mirar. Los que hay hoy ganan mucho más dinero pero son más torpes y ocupan mucho cacho.

Si nuestro don Leopoldo resucitara nos correría a gorrazos al comprobar como el templo de la literatura ha sido profanado por advenedizos y los jóvenes que vienen albergan muy escasas esperanzas. En la actualidad para publicar un libro hay que ser de la cáscara amarga, plagiario o lucir tu palmito en la pequeña pantalla. Pero no pasa nada. Tales rigores -insensibilidad, mala conllevancia, bobería, lameculismo y cursilería- mandan en plaza. La crítica por contera esclava del marketing se nos ha vuelto mercenaria. Mas, ni por esas no cejo yo en mi demanda. Sigamos con viento y marea.

 Émulo de sus pasos vivo en escritor y me siento archivero e investigador y aunque ladren cabalgamos. Un día de estos amanecerá tovarich y se hará justicia. El tiempo pues esto parece una conjura de los necios o un rebaño de borregos al husmo de la cayada de los petrodólares del rabadán que manda los pondrá a todos en su sitio. Por eso si Clarín volviera yo sería su escudero. ¡Qué gran caballero era! Hace un cuarto de siglo con motivo de traducirse al inglés la Regenta este amanuense servidor de Vds. escribía lo siguiente: 

 

“Yo no soy novelista; sólo un padre de familia que tiene todos los días que dar de comer a sus hijos y que no conoce otra industria que la de gacetillero trascendental. Mi única vocación es leer pero por leer no pagan y se estropean los ojos...Es muy poco dinero lo que dan en esta profesión por trabajar mucho”, así se quejaba en una de sus muchas cartas autógrafas a Galdós don Leopoldo Alas “Clarín” una noche de agosto después de venir de una romería donde merendó con un grupo de señores curas.

 En esa misma carta también se quejaba el escritor de ardores de estómago (una dolencia estomacal le llevaría a la tumba). Esta confesión de parte refleja la compleja personalidad del ovetense: don de la humildad y de la sencillez en comunión con el humor y la ternura. En las letras sólo se consideraba uno de a pié que militaba en un batallón provinciano de infantería. Escribía para comer y sus artículos y apliques los enhebraba de una sentada. Hoy al leerlos todavía resuman esa fragancia y frescura que tienen las piezas magistrales.

Escritas en estilo contráctil, vibrante, dechados de perfección y auténticos paradigmas de un periodismo pungente y combativo donde, al igual que Larra, caricaturizó a la sociedad española pero sin el pesimismo ni la acrimonia de Larra. Todo bajo el calidoscopio de la ternura y ese ingenio suyo tan típicamente Satur. En Oviedo todavía se le recuerda. Aquel profesor menudito rubio como una panocha que pasaba apresurado por la plaza del Fontán a las nueve de la mañana camino de la universidad. Don Leopoldo trasnochaba mucho trabajando a la luz del quinqué en su despacho de la calle Campomanes. Ya en el aula se excusaría ante los alumnos por su cara demacrada y su mal cuerpo. Había pasado la noche escribiendo su colaboración para el Solfeo o para el Universal.

“Son cuarenta y tres reales que me vendrán bien este mes para pagar al casero a la modista de mi mujer. Señores, a veces razones demasiado pedestres mueven nuestra pluma. Pero un hombre de letras también tiene que comer... Después de la cátedra todos los días entre semana se pasaba por la casa de su madre “donde rezamos el Ángelus al mediodía y me tomo un caldo”. Llevaba una vida sencilla de hombre modesto y no tomaba la diligencia de la corte más que cuando no quedaba otro remedio. Temía el valetudinario don Leopoldo a las corrientes de Madrid y a esos aires finos del Guadarrama “que se clavaban en el vientre como hojas de navaja”. Madrid por su parte también le temía a él cuando ejercía la crítica y publicaba alguno de sus innumerables paliques en los que el maestro asturiano se ponía el mundo por montera entrando a saco contra la pedantería y estupidez de algunos literatos de la Corte. El prefirió el aurea mediocritas de su Vetusta donde entre clase y clase, entre colaboración y colaboración, escribe la mejor novela del siglo XIX y tal vez de la literatura castellana La Regenta. Clarín es un poco el genio incandescente quien mal a su pesar entre sus pequeñas lacerias corporales entre la caspa y aquellas malas digestiones y estreñimientos que exacerban su hipersensibilidad y sus nervios, el provinciano universal, aportaría al arte de escribir un nuevo concepto estético y legaría a la personalidad un manojo de cuentos insuperables, novelas y sobre todo artículos periodísticos. Todos los que escriben debieran mirarse en el espejo de Alas para verse a sí mismos. En sus frustraciones, en los gozos y las sombras del hallazgo del sentimiento estético, en sus desencantos e ilusiones. Trabajar mucho para que paguen poco y sin embargo el arte de escribir es un oficio maravilloso. Clarín tenía un violín y yo le escuchado sonar muchas tardes en mis atardeceres asturianos de terciopelo. Justamente hoy 13 de junio se cumplen 80 años de su muerte.

 Murió a los 49 Años un jueves de Corpus  de 1901 cuando los huertos y pomaradas asturianas se alfombraban de “cereces”. Los médicos le habían diagnosticado una tuberculosis intestinal en último grado. Esa fue quizás la causa de su muerte física. La espiritual era muy otra. Murió exhausto con la pluma en la mano a causa del mucho escribir y el mucho sentir. Su vida fue corta pero intensa. Al fin acusó el esfuerzo de sus días derramando su vida y su juventud sobre las cuartillas. Dice Adolfo Posada condiscípulo y amigo entrañable y uno de los que le acompañaron hasta la postrer morada en el cementerio de San Salvador que “aquel día de Corpus amaneció esplendoroso y que cantaba un ruiseñor mientras velaban su cadáver sobre la rama de castaño del jardín en su casa de la Cuesta de Santo Domingo pero  luego se puso a orvallar, cesó el canto del golorito y Rosa, Pinín y la cordera desde las cornisas mágicas de ese mundo creado por Clarín se quedaron desolados llorando junto a los postes del ferrocarril recién inaugurado.

 Don Leopoldo se murió sin prever que algún día los críticos tras un periodo de arrinconamiento e incomprensión poco razonables iban a rescatarlo del olvido hasta convertirlo en figura señera de las letras hispanas donde brilla con luz propia en medio de la estrellería de los grandes – Quevedo, Lope, Cervantes, Tirso, Pérez Galdós- a este último mucho admiraba y quería parecerse pero yo pienso que  el asturiano supera la novelística del canario. En el LXXX aniversario de clarín han sido organizados diversos actos de homenaje en su ciudad natal. La publicación Cuadernos del Norte le ha dedicado un número completo y en Madrid el profesor de la Universidad de Filadelfia Gonzalo Sobejano acaba de impartir ciclo de conferencias sobre la obra y personalidad de este escritor cuya figura resplandece más que nunca puesto que vivimos tiempos similares a los de la Restauración un período de crisis y de efervescencia intelectual. En aquel tiempo clarín se mostró el gran liberal de espíritu tolerante que mostraba aversión por todo dogmatismo fuere del signo que fuese. Por eso fue relegado e incomprendido. `Porque iba por la vida sin comodines ni de unos ni de otros. Los neos le acusaban de krausista y anticlerical por su amistad con Giner de los Ríos. Sin embargo esta imagen de Clarín librepensador y descreído cuadra poco con la del catedrático que va a ver a su madre a mediodía para rezar con ella el Ángelus. También confraternizaba con los canónigos y era muy amigo del obispo Vigil que regía la diócesis ovetense. Los acatas y republicanos le denunciaban de carca echándole en cara su tufillo a sacristía.

Contradicciones de la personalidad del literato apasionado de la libertad de conciencia y un apóstol de la ciencia siguiendo los pasos inaugurados en Asturias por Jovellanos. Alas en cuyas páginas brilla un aliento de profecía en uno de sus cuentos El Jornalero con un siglo de anticipación vaticina nuestra guerra civil así como la muerte de su hijo Adolfo fusilado en enero de 1937 por los nacionales. En esta novela corta narra el drama de un pobre intelectual que se pasa el día entre libros consultando libros y legajos en la biblioteca municipal. Una noche al salir del establecimiento una partida de milicianos que iba gritando vivas a la constitución y mueras al rey detiene a este pobre jornalero de las letras. Hombre no hagáis eso. Yo soy de los vuestros. Consigue convencer al jefe de la facción y al fin lo sueltan pero unos pasos más adelante cae en manos de otra manifestación de signo contrario. Era un tropel de soldados encargados de sofocar la rebelión.

Es a su vez habido bajo sospechas de libertario y republicano. En esta ocasión no le valen al hombre sus recursos oratorios y es pasado por las armas ipso facto. “Vidal – así termina la historia- pasaba a mejor vida por la vía sumaria de los cuatro tiritos muy conservadores”. Mesiánico Clarín que desde este cuento parece intuir la tragedia que se avecinaba y en la que sería victima su hijo, su único hijo (es el título de su segunda novela larga). En su día el Diario Ya publicó una tanda de conferencias de Sobejano en la Fundación March. La semana pasada nosotros mantuvimos una larga charla con el erudito que lleva más de cinco lustros estudiando la obra del eximio ovetense y que además acaba de dar a la estampa una nueva edición de La Regenta con notas explicativas y refundiendo las dos versiones que del texto de esta novela hizo en su día el autor. Hemos querido destacar los puntos fundamentales de la visión crítica de Sobejano: 1) Un 75 por ciento de la obra periodística y cuentista está sin recoger. Clarín dotado de una gran facilidad y garra escribió mucho y desparramó su ingenio por mil y una publicaciones hoy pérdidas que fueron periódicas en su día pero hoy desaparecidas y bien olvidadas. 2) Clarín es el autor más moderno del siglo XIX. Tiene percepciones muy certeras sobre el ser de España y los españoles. Por ese motivo su figura y realce anda cobrando una popularidad y un relieve inusitado entre los estudiosos.  En las universidades norteamericanas el interés por Clarín está a punto de destronar a Galdos que era el más leído y reconocido allí. 3) La Regenta va a ser vertida al inglés por primera vez por la Penguin bajo el título de The Judges´wife en otoño. Otros aspectos de la personalidad de Clarín son según Sobejano los siguientes: su estilo terso y transparente, su amor a la naturaleza. De hecho él resulta nuestro primer ecologista. Sabe cantar como nadie a lo largo de sus poemas en prosa aquellas hermosas praderías y sebes de un verde rutilo, esos hórreos y esas casonas blasonadas de la su tierra cuyas gentes aun mantienen en el decir la dulce querencia del bable. Clarín nos contó cómo era ese mundo idílico antes de la llegada del ferrocarril o que lo destruyera la revolución industrial. Hay en el humor tierno y una ironía sagaz que algunas veces llega a ser socarronería del carbayón. Y tuvo convicciones católicas muy arraigadas a pesar de haber sentado plaza de descr4eído. Todos estos atributos le convierten en una personalidad atrayente capaz de codearse con literatos de su tiempo como Chejov o Ibsen. Al menos a clarín siempre hay que volver. Releer sus páginas pues toda su obra es un tonificante contra la vulgaridad y desgana que arrastra la vida moderna. Supo fijarse en lo trascendental del paso del hombre por la tierra y es cifra y compendio de todo ese quijotismo mesiánico que recorre las venas seculares de la vida española. Sus libros acaso sirvan para explicar nuestro propio laberinto.

 

 

TONGO EN EL PREMIO PLANETA 

 

Antonio Parra

 

Dijo la pijota al puerco cierrote en mezquita no vayas a las preces. Ahora que es Ramadán y se escuchan las lilailas a todas por las emisoras árabes del satélite vengan acaso bien estas reflexiones. Me da envidia tanto fervor frente a la rutina y disipación y la desgana del cura de mi parroquia pero no se puede esperar otra cosa de esos obispillos por nombre Cañizares y Blaquez y que no se llaman no  Gil de Albornoz  o don Diego Ximenez de Rada o Francisco de Cisneros que templan gaitas y andan por los cerros de Úbeda muy lejos de su grey tanto como lo están del pueblo los políticos. El que no añasca desparrama dijo nuestro Señor Jesucristo. Sana envidia y miedo me embargan ante el espectáculo de esas mezquitas abarrotadas. La maldición de don Opas se hace presente y llora la princesa Florinda en su cava y aquí cada mochuelo a su olivo y Chacun a son gîte que traducido del gabacho quiere decir yo voy a lo mío.

 Tenemos al enemigo en las eras como aquel que dice y bajo los soportales de la plaza el personal se da de puñadas y de navajazos la maldición del último rey godo sobre nosotros. Aquí nadie se cierra en mezquita ni va a las preces ni extiende la alcatifa para prosternarse y poner el bullarengue en pompa mirando para la Meca. Alá es grande. Salam malikum. Será la segunda gran invasión pero el personal yo voy a lo mío sigue discutiendo si serán galgos o serán podencos. La salada sardina hirió muy malamente a la gruesa gallina. A estas horas ya estarán en Mondoñedo con el engorde de capones que se servirán la cena de Nochebuena en la mesa del señor obispo. España es diferente como apunta muy bien mi colega y sin embargo amigo Pepe Meléndez. Sí, sí pero al freír será el reír.

Ya sé que Zenones y Zoilos como de costumbre me van a azuzar los mastines y voy a correr el gallo y ya siento el aliento del dogo a las nalgas que sí descalificaciones que si insultos oiga usted no puede empezar un incipit con permítame el sufrido lector que le robe su valioso tiempo etc hombre váyase usted a tomar vientos a la farola así no se escribía ni en el siglo diecinueve que esto no es un chat el que venga atrás que arree se me da un ardite de flemones y filomenos a su pesar ladran  mucho pues cabalgamos pero conozco el rostro del que se emboza y al que no le guste lo que digo me la trae floja y no estamos en ello para bailar rigodones ni chaconas –esos que se dicen ceremonioso son los peores me lo dice mi experiencia de tabernas y figones del agua mansa libérenos dios- sino para meter el bisturí.

Escribir se ha convertido en una necesidad física para mí, un paliativo a nuestras soledades pues ya los veníamos advirtiendo desde hace treinta años y los de la derechota nos pusieron la coroza y no nos subieron al asnillo a cabalgar cara atrás para endespués quemarnos y si no lo consiguieron fue porque la Inquisición fue abolida en 1833 oiga.  No está el  alcacer para zampoñas ni el verde para pitos ni el manto de la Magdalena para tafetanes. Si duro es el invierno ruso más recia es mi raza que diría aquel general carabanchelero en una arenga a los de la Blau. Yo soy un español total: soldado injerto en letrado vita militia est que mira a los ojos  furentes del basilisco muy audaz y que como Velarde quiere matar al endriago. I had a dream. En literatura prima lo verdadero y sólo vale lo original la pluma que sale del alma y habla con voz propia. De manera que prefiero lo auténtico: Cervantes por debajo de Quevedo, A Jovellanos por encima de Feijoo. Alejandro Casona del que nadie hoy apenas habla un grandísimo poeta y dramaturgo está muy por encima de García Lorca  del que tanto se habló y no es más que un señuelo político por ejemplo pero que a los buenos catadores de textos sus versos y su teatro nos parece que no pasan de discretos a pesar de las perras que pueda coger al oír esto su adulador burócrata oficial, un tal Gibson (con el de Fuentevaqueros ha hecho ese irlandés pobretón en España mucho dinero) a su costa pero unos llevan la fama y otros cardan la lana y, aunque de gustibus non disputandum est, en literatura mucho de lo que pasa por oro es oropel. Antes bastaba con escribir bien. Lucir ese espasmo de genio como una centella súbita en medio del camino que ilumina un escrito que merezca la pena; hoy ser maricón o tribadita es una carta credencial para el ingreso en el Parnaso. Vanidad de vanidades. Kai panta mataiotá. Y todo vanidad. Era el veredicto de san Juan Crisóstomo sobre lo efímero del mundo.

 El lameculismo siempre me puso de los nervios y en este país abundan soplones y pelotas que no veas. Si hay algo grande en España es su lengua y su literatura que a algunos sufridores nos permite hacer un corte de manga a esos sabuesos de la circunspección y del recato. La cosa comenzó  - ¿quieren hacer de nosotros un cabrito a la estaca?-con aquel mártir aragonés que se cachondeaba de sus verdugos pidiendo que le dieran la media vuelta a la parrilla porque ya se le habían quemado las posaderas pero a algunos siguen teniendo por lo que veo quemadas las entendederas y continuó con las coplas de Mingo Repulgo bien folgabas rey entre los setos con tus mancebos – Enrique IV otro que tal debió de ser marica- y sigue con las chocarrerías del arcipreste yo vi en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad y por tal seguidilla de escarnio contra el papa le metieron en chirona cinco años a la sombra pero ni en la mazmorra se calló el bueno de Juan Ruiz que debía de ser fino.

Señoría ¿por qué nos quita de las buenas para que nos vayamos con las malas?, le dijo al cardenal Albornoz; esto, allá por los tiempos del cisma de Occidente cuando Benedicto XIII también en sus trece moraba en Aviñón a propósito de la problemática sobre el celibato y el de que los párrocos hubiesen moza. Vale, que me den la media vuelta que me torraron ya de un costado y el que los curas hubiesen moza o no poco importa. Lo mío es la mofa. Porque al amigo el culo al enemigo por el culo y al indiferente que se le aplique la legislación vigente.

 En esta profesión a los que llevamos el duende o el maleficio del olor de las imprentas siempre nos darán  de cuchilladas y uno camina con jabeques y costurones en el alma por ahora sólo intelectuales pero cualquiera sabe si un energúmeno cuando menos te lo espera te pega un tiro o te regala una cuchillada. Pasa nada. Hay que andar siempre a la mira y esgrimir la espada. Hecho caso omiso de las grandes trifulcas literarias del XVII Alarcón-Quevedo-Cervantes érase un hombre a una nariz pegado y arcediano todo esquinas amén de bujarrón (decía de don Luis don Francisco), poeta entre dos platos (piropo quevediano a Alarcón), y eres como un par de huevos fritos, los globos blancos de la mujer del gallo (contestación de Góngora a Quevedo)  y pasando por alto las burlas y desplantes de ese maestro del insulto que era Valle Inclán y al que otro colega le rebanó de un tajo la mano siniestra talmente que don Ramón fue de por vida manco, manco de Lepanto, y  es el cuento de nunca acabar  si nos metemos de hoz y coz en el panorama literario de nuestros días.  En concreto este verano con las diatribas entre el hijo de Julián Marías y Trapiello que menos bonito se dijeron de todo  o la de Umbral y Pérez Reverte aquí van estas flores.

Dijo la pijota al puerco mejor dicho dijo El Reverte  al  Umbral: .. Umbral tiene la bajonería de salpicar con su hábito de recordar a sus amantes cuyos maridos están muertos o en la cárcel toda su literatura. Su bello estilo. A todo esto añade su proverbial cobardía física lo que le impidió sostener con hechos los que desliza bajo el cobijo de la tecla. Pero al detalle iremos otro día. Cuando nos responda si tiene huevos”.  Bueno bonito bueno. Aquí tenemos a un alatriste  en plan matasiete.  Puso una pica en Flandes refrotando el libro de Quatrefages pero en eso no vamos a entrar ahora. La azacaneada writers community hispana que a mí me parece todo menos científica porque aquí de lo que se trata es de hacer escritores a dedo según la veleidad de los caciques literarios como Lara y su famoso premio Planeta que al bueno de Pombo sacó la polla que dicen los chilenos porque esto siempre fue una lotería lo de los premios literarios le tocó el premio gordo premiado con muchísimos millones de pesetas pero esta ficha que logró del bombo es un tongo como tantas cosas en la vida española últimamente donde todo está atado y bien atado y convenido y reconvenido con antelación para decepción e ira de los pobres escritores noveles que siguen creyendo en los reyes magos.

 Pese a esas trampas canallas de los concursos nosotros no  nos hemos apartado del oficio qué más quisieran ellos y seguimos escribiendo. A cada uno el tiempo lo pondrá en su sitio pero la salida de tono de ese bravonel  de los tercios viejos – y el que ese fulano sea el que venda más libros en España es un indicio de por donde andan de malparadas las letras castellanas- con más facha que enjundia es un síntoma del malestar creciente porque el marketing ha entrado a saco en el templo de las musas profanando la jurisdicción sagrada del arte de escribir. Aquí cualquier mendrugo se convierte en bestseller. Hasta los gatos gastan zapatos y como no tengas un arrimo mediático – ¿les cuento los plagios de Ana Rosa?- estás perdido. Los signos de los tiempos son los del Usurpador. Los del Interpuesto. El príncipe de la mentira manda en el rebaño y todos a balar o agachando cabeza como un buey duendo. Porque a lo positivo: ¿Quiénes son mis parientes? Mis muelas y mis dientes. Todo es un montaje, un compra-vende un correveidile. Tongo. Tongo ni quito ni pongo.

 El editor Lara ha sido un poco como el demolition man  de la literatura en castellano. Creo que no sale muy bien parado de una de las grandes novelas que se escribieron en España en los sesenta –  la quiso secuestrar- bajo la firma de un peso pesado de nuestra novelística. Me refiero a Zunzunegui que en el Premio una narración atroz donde recuentan las desventuras de un pobre abogado de provincias que sueña con los laureles del Olimpo. En sus páginas el cohecho la corrupción la mordida el engaño y la calidad moral del “Pizquitas” –José Manuel Lara RIP en la vida real porque hasta imita su acento y fala en andalusí y lo retrata de cuerpo entero y de su etopeya sale el ínclito mal parado: Manuel Lara era un mafioso mala persona- tienen su asiento.

Sin embargo los contubernios las mordidas y el lucrarse del sudor de los otros a este cordobés arribista que dijo haber hecho la guerra civil con los legionarios  de Franco le hacen rico después de haber comprado una editorial de medio pelo al falangista Félix Ros. Sus manejos y gatuperios le van a convertir en enterrador y enredador de la vida literaria española. Y en esas sigue su descendiente y heredero y si no les gusta agua y ajo y que lean ese libro descatalogado de Zunzunegui donde se formulan acusaciones muy gordas contra la prepotente editorial de Barcelona una cuadra con escritores a sueldo  como si los novelistas y los poetas fueran caballos– el más peligroso y el más pelotillero Sánchez Dragó un mamachicho de los programas pseudoliterarios de la tele donde únicamente lleva a sus amiguetes-. Ahora la lotería le ha tocado al bueno de Pombo al que yo veo pasear las manos  a la espalda la nariz acaballada los pelos como escarpias sotabarba rala y aires de intelectual de la rive gauche algo más delgado que hace diez años y los andares de jesuita como veía pasear – y por los andares éste no falla debe de haber sido de la Compañía- por las rampas de la Cardosa comillense  a los maestrillos en la gran acera cabe el Intercambiador de Moncloa escoltado cada día por un efebo diferente.

 Es una verdadera tristeza pero resulta que en estas calendas para escribir y publicar hay que  abjurar de tu patria y de tu religión renunciar a la familia, ser de la acera de enfrente y militar bajo las banderas arco iris de Zerolo. O ser tribadita o bollera o darle caña al mono. Eso nunca vive dios como tampoco montar en globo. Maricón no.  El flamante Planeta ¿de qué mansarda nos habrá salido?  Sus libros huelen un poco a gatizo pues conocida es la afición de este santanderino con el que me topé  en Londres en los chupicaldos que daba Fraga en la embajada pasando más hambre que el alcalde de Cork pues conocida es su inclinación por la raza felina, vive en compañía de un gato por nombre Fortunato.

 No es más que un mesnadero de Botín. Pero eso; le ha tocado el bombo y aquí el que más chifle capador. Aunque no me desanima este afán de tener los todopoderosos de la banca y la edición a su recaudo escribidores lacayos políticamente correctos que le rían los pedos al sistema. Ya se lo dirán de misas. Con su pan se lo coman y con su gallofa literaria, yo prefiero otros bocados más exquisitos.  Sigo en el machito emborronando papel. Nulla dies sine linea. Ya le dicho a mi Helen  la hija inglesa a la que hice albacea  de mis papeles y de mis libros que cuando me muera tire de gaveta pues yo siempre fui un escritor para el cajón. You take them all my sweet, que ahí hay mucha enjundia encerrada y de esas carpetas puede salir mucho testimonio. Confieso que he vivido. Y en español total.

Mar gruesa de otoño caliente pero llegaron las lluvias y el Manzanares en alfaida, viento de bolina navegando en zozobra y yo me siento en el carel de mi barca lontananza de recuerdos y me viene a la memoria la ilusión y la aplicación con la que yo escribí en treinta noches del otoño del 70, copié a carboncillo una novela corta “Silvino Lainez”, cuando yo era un teacher en la localidad  inglesa de Edenthorpe. Y la envié a un concurso de Madrid que promulgaba una sociedad teósofa en realidad era una inmobiliaria que se llamaba Ramiro Calle. ¡Qué desilusión cuando regresé  de Londres a recoger el original en una calle del distrito de Salamanca las navidades del 71! No me tocó ni la pedrea. Yo no soy marinero por ti seré. El que salió en el bombo aquella vez fue un colega de cuyo nombre no quiero acordarme. El libro premiado lo compré o me lo mandaron y se me cayó de las manos. Pensé éste solo sabe hacer palotes escriba en portugués en catalán limusino o en aquitano. No mareé en el juicio. El triunfador ahora pinta angelotes. El arte de Apeles tiene poco que ver con el Terpsícore.  Y se lo diré a sus jodíos morros aunque se cabrée. El hecho de que te premien o no me es indiferente. Uno ha nacido y vive en escritor. Es para lo que está en este mundo aunque claro está  escribir en la corte de Doña Ficticia mucho peor que en la de Isabel II –Larra dixit- donde era llorar hoy es gemir a moco tendido y berrear y crujir de dientes toda una gehenna bajo la mampara de cristal. Poco importa, qué más da, de nimis non curat praetor y lo que sea sonará. La mentira va por arriba mientras por abajo el torrente de la verdad circula por veneros soterraños. Nunca fue más cierto el aforismo de que el buen paño en el arca se vende. ¿Y qué dijo la pijota al cerdo? Ya lo saben. Pues aplíquense el cuento. ¡Tongo, tongo pero a Pombo le salió el bombo! O sacó la polla. Ya me dirás.

 

 

Sábado, 21 de octubre de 2006

 

 

 

 

EL ACOSADOR MR. MAILER

 

Antonio Parra

 

Norman Mailer, “La Canción del Verdugo”, recuerdo que cuando yo llegué a Nueva York había un revuelo en América porque iban a sentar en la silla eléctrica a Gary Gilmore un mormón el peor asesino que había violado y muerto a una dama – no eran los veinticinco asesinatos por los que convicto y confeso un tal de Juana purga condena y lleva toreando a la justicia española y nos trae a todos de cabeza ese criminal etarra, en la primera democracia de la tierra no le valdrían maulas- y fue pasado por las armas un gélido día de diciembre en el penal de Utah.  Julito Camarero corresponsal de “Pueblo” y que ya había cubierto la ejecución de otro penitenciado famoso, Gary Chesmann, y estos asuntos de la crónica negra le volvían tarumba me propuso que nos fuéramos los dos en un coche de alquiler hasta Utah. Decliné la oferta.

-Pero ¿tú sabes donde está Utah? Chaval, no llegaríamos ni a las Montañas Rocosas en siete días y menos con estas nevascas.

El bueno de Julito que Dios haya se largó para ya, no sé cómo se las apañó para llegar a tiempo de la ejecución en la ciudad de los mormones, ellos son secretos de un audaz reportero, además el bueno de Julito era de la CIA, y despachó un serial de crónicas tan maravillosas como truculentas sobre el famoso Gary Gilmore que alcanzó a raíz de aquello fama legendaria. A mí me bastó ver las escenas por televisión y las consabidas comparecencias del alcaide, la última cena, el cura asistiéndole en los últimos momentos. Etc. Gary rechazó los consuelos de un pastor protestante y pidió última voluntad bistec con patatas y una caja de botes de cerveza y que no le vendasen. Quería ver el rostro de los del pelotón y dicen que murió borracho, el bueno de Gilmore hizo el cierto el aserto que había en un ventorro que había en mi pueblo ubicado frente al Eresma. Decía “más vale aquí mojarse que en frente ahogarse” Muerte por fusilamiento. Mailer escribió a propó  una novela de mil páginas que fue un best seller. Los libros de Norman son poco compendiosos pero es un clásico de la moderna literatura norteamericana.

Ahora acaba de publicar otro sobre Hitler. Otra canción del verdugo a la manera de Mailer que vuelve por donde solía. Se me pararon los pulsos una vez que cayó en mis manos un libro suyo. Este era el título “Caníbales y cristianos”. En su última entrega  compara Mailer a Jesucristo con Hitler. Según él, dos pájaros de un mismo nido dos ramas de un mismo árbol y según un apotegma que yo aprendí en Doncaster cuando enseñaba castellano a los niños del Yorkshire “birds of the same feather flock together”. Esto es; Dios los cría y ellos se juntan. Pero comparar a Hitler con el Redentor es como meter a la velocidad y el tocino en un mismo saco. No comprendo esta violencia, esta verbalización de una acrimonia satánica que el autor de la Canción  del Verdugo lleva metida en su corazón.

 Se me parten las carnes. Mire, señor Mailer, usted me parece un poco bocazas, y creo que confunde el culo con las témporas. El hecho de que a su señora madre cuando asistía a las clases en una escuela irlandesa de New Jersey le acusasen de deicidio las alumnas –muy mal hecho- no justifica esta inquina que usted viene mostrando contra los que profesamos esta fe que es la de Pablo la de Prudencio la de san Agustín san Ambrosio Tomás Beckett y la de Teihard de Chardin, de la laura de Kiev y de toda la Ortodoxia en conjunto, omisión hecha de san Luis Rey de Francia, de Bossuet, Lutero y Calvino. No puede ser. Somos bastante gente.

Si, con la misma alacridad con que insulta a Jesús, hubiera puesto en solfa toda esa serie de dicterios contra el Corán o contra el Profeta el bueno de Norman se tendría que palpar la ropa a estas horas y lo condenarían a muerte  por blasfemo y tendría que esconderse de la cimitarra de alicaída como al autor de los “Versos satánicos” el tal Rushdie pero ha elegido por blanco al Dios de la Libertad y de la Compasión. El Crucificado. El rey de los judíos y con ese anagrama INRI quiso ser alzado en el palo: Iesus Nazarenus Rex Iudeorum. Pero San Juan nos lo dice vino a los suyos y los suyos no le recibieron. He ahí la gran tragedia de la historia. Pero Mr Mailer, acosando, da palos de ciego, atiza coces contra el aguijón. Profesando una filosofía del odio y la muerte. Con su pinta de carnicero de Brooklyn el pelo crespo los cabellos en corimbo el autor de la Canción del Verdugo es un verdugo. Verdugo de nazarenos. Nunca podrá la noche entender al día.  ¿Muerte donde está tu victoria? ¿Muerte, donde está tu aguijón?  No podrán borrar la memoria de Jesús. Yo estaré con vosotros hasta el fin de la Historia. Y esto no constituye una profecía. Forma parte de un carisma.

 Este anticristianismo beligerante que profesa Mailer se topará siempre con la gracia y el perdón de la Iglesia militante. Aquí no se suele condenar a muerte al que discrepa. Hemos preferido ser víctimas a verdugos y acaso en esta debilidad del cristianismo que nos manda volver la otra mejilla ante el tirano esté su fortaleza y la razón clave que le otorga  existencia de tres milenios.

 No creemos en la violencia como usted señor Mailer que parece ser que atacó a su mujer con un cuchillo jamonero en plan acosador y practicante de la mala prosa y de la violencia de género y estuvo en presidio varios meses a resultas del altercado. En la última foto el bueno de norman Mailer al que recordamos  cuando era joven  con su cabeza escultórica de patricio romano y sus rizos al frente de las sentadas de protesta contra la guerra de Vietnam parecía un anciano decrépito con aires de patriarca al cabo de cinco matrimonios y muchos hijos -el complejo de Barba Azul debe de ser su garra- y su cara recordaba vagamente a la del difunto papa Wojtyla. Los dos son polacos. Nada de particular tiene pero no se comprende esta cristofobia este anticristianismo del midas literario norteamericano. Que se ha hecho bastante impopular en el mundo y tiene una merecida fama de bocazas.

 Pero su acrimonia y su cabezonería quizás expliquen muchos de los aconteceres del panorama actual que rinde tributo a la mentira a la conspiración  al terror informativo y al error. Males endémicos de la época que nos ha tocado vivir. Fue así siempre. La vida humana es un perpetuo trauma. El cambio de la Apocalipsis. Suena el estruendo de las máquinas calculadoras. A todos nos acongojan los recuerdos de Auschwitz. Pero si nos quedamos mirando al pasado nos puede ocurrir lo que a la mujer de Lot. Y mire que le comprendo bien, Mr. Mailer, pues yo también soy un perseguido y vivo como tantos y tantos españoles en el gulag anunciado por Orwell desde que nos amaneció 1984. 

Cristo se definió como el camino la verdad y la vida. Nada tiene de particular el odio que contra Él esgrimen por fas y por nefas Mr. Mailer y sus epígonos abanderados del engaño, filósofos de la muerte y que bombardean puentes las noches de Pascua y derruyen vías de comunicación y de acceso entre los pueblos fomentando entre las civilizaciones la confusión y la división  o la desconfianza muñidores de los grandes enredos internacionales. Únicamente a la luz de tales evidencias torticeras se explica el odio africano de Norman Mailer hacia la figura del Crucificado al que compara con Hitler. Sólo a un descerebrado o a un bocazas puede ocurrírsele semejante símil categorético. Mailer el acosador de mujeres y acosador ahora del Cristianismo. Es posible que muchos al filo de la espada que esgrime contra nosotros este señor perezcamos como Gary Gilmore y hasta es posible que hartos de vino pues humanos somos y el miedo es libre  y vivimos constreñidos a las ataduras del siglo y a la ligazón del pecado que trae la muerte y el miedo a la muerte pero no apostataremos renegando de nuestra fe. Dios nos dará fuerzas como esperamos. Téngalo por seguro, amigo. Mailer, yo te perdono, mas no sin antes decirte que eres un bocazas con cara de caníbal. Pues proclamas cosas que no sabes a trompa y talega. Ello es: sin reflexión

 

domingo, 11 de febrero de 2007

 

Para mí Mailer no hace sino hacerse eco del pensamiento del padre del nazismo- los extremos se juntan- que segrega bilis anticristiana llegando a definir a Xto. Como el summum de la vileza puesto que pretende la desmoralización del ser humano consiguiendo de esta forma su sumisión. La ideal del hombre-dios al creador del mito del superhombre repugna. Hablaba sin embargo para una masa hebetada y embrutecida. Al revés te lo digo para me entiendas si eres de Valtienda el pueblo del vino y de donde viene mi amiga la archivera Nuria. Cuevas de Provanco. Asi que Cristo es poco viril y aspira Nietzsche dijo a la emasculación del mundo. Un evangelio para maricas y a la medida de la gran bollera carmen Fernández del toro que era corta de

 

COLUMNA DE ESPAÑA ¡PILARICA!

 

 

Antonio Parra

 

 

Lo recuerdo como si fuera ayer y han pasado seis años. Don Arturo el probre ya no está entre nosotros. Fiestas de la Pilarica en Soto de Luiña que cuenta con una de las comandancias de puesto de las más antiguas de España y una de las primeras casas cuartel que se fundaron y siete guardias civiles en traje de gala rindiendo honores a la hora de alzar. Iglesia de asilo donde recalan  romeros casi desde que se iniciaron las peregrinaciones en el medioevo. En un lateral el altar barroco un árbol de Jetsé que es una maravilla del tosco ruralismo del arte aldeano donde queda plasmada la exuberancia y prodigalidad de toda esta región y ejemplar con el que hay que quedarse para entender a Jovellanos y el pensamiento del hombre del XVIII por su abundancia y policromía que hacen pensar en la vieja copla de la raíz del manzano nació mi Asturias y yo como fiu de ella broté de la misma rama, sencillez y donosura. Por su singularidad merece visitarse al igual que la casa, aneja a la iglesia, del curato casi un monasterio ¡cuantos bordones de peregrino cuántas mulas profesoras cargadas de libros habrán pisado los morrillos del estragal! Hermosísimo lugar. El románico juega al escondite con el barroco en una pila bautismal que debió traerse del monasterio de Prámaro antiguo cenobio visigótico donde un fraile franciscano algo orondo nos invita a santiguar. ¡Viva la guardia rural porque los hijos del duque de Ahumada empezaron a rondar estos cuetos siglo y medio hará lo que tanto dice en un país donde las instituciones suelen durar poco! ¿No será éste otro milagro de la Pilarica? A la salida le dije al cabo y creo que me pasé sois un poco los arcángeles de la guarda de este país y me miró socarrón con muchas correrías en el talón y bastantes horas de servicio y paso corto vista larga y ojo al Cristo que es de plata como diciendo ya será un poco menos. Nada de bromas con la GC. Pero yo no suelo fingir. Lo sentía en aquel instante y lo he sentido siempre. Así como me causan  cierto reparo esos guardias jurados de empresas o vigilancia particulares por los que me siento a veces a disgusto respiro hondo cuando veo el todo terreno o un tricornio o el antiguo mosquetón que ya no se usas de la Laudable en lontananza.

Son muchos años de brega  y de experiencia con las cosas y con las gentes de este país. Es un milagro que el Instituto con la que ha caído y está cayendo no se haya relajado ni degradado ni resquebrajado. Sirven con tanta eficacia al gobierno de Zapatero como sirvieron al de Aznar. En una nación como la nuestra tan propincua al desmelene y a los descarrilamientos históricos merece subrayarse esa continuidad de los honrados y probos (en todas las ollas siempre habrá algún garbanzo negro) números de la Benemérita con su eficacia y saber profesional.  Es un hecho insólito como tantos y tantos enigmas que celan el rostro misterioso de esta nación a la que llamamos España y que es volviendo a la copla de la raíz del manzano porque Asturias es España y el resto tierra conquistada. Asturias a la que algunos por su carácter risueño y humor tan español conocen como la Andalucía del norte es tierra de María Santísima. Los de Infiesto tan rehechos y tiraos pa lante lo suscriben: “Dos cosas tiene Infiesto que no tiene Madrid: la Virgen de la Cueva Dunga y la sidra Manolín”. ¡Anda! Pues sí.

 La veneración mariana es aquí total poco importan las advocaciones (Sonsoles, Aranzazu, Henar, Hornuez, Fuensanta,  Macarena, Regla, Cortes, Soterraña o del Camino) Recuerdo que don Arturo el pobre – no le había aun agarrado el monstruo de la depresión ni prendido entre sus garfios culín va culín viene Erifos- pronunció un sentido sermón de fervor mariano a puerta gayola esto es sin papeles que a los que nos intrigó de siempre el dogma mariológico y algo habremos leído sobre el tema nos quedamos prendados. ¡Madre mía cuanta elocuencia en los labios de un párroco de aldea! Que se me explique cómo un pobre cura rural en precario y bastante preterido pudo crecerse y hablar con tanta grandeza y propiedad de algo tan sublime y emblemático como  es el arcano de la mujer que aplastará al dragón y conculcará la cabeza de la sierpe. No es Velasco héroe mítico  el que la culebra mató. Es algo más pero la caballerosidad y el culto al bien y a la belleza como principio onírico arranca de este supuesto: María piedra angular de la Iglesia, consuelo de afligidos, protectora de los tristes. Por María empezó Europa y la edad caballeresca pero también concluirá en Ella.

 San Simón de Montfort profetizó que al final de los tiempos la Virgen sería valedora de los cristianos perseguidos y bajo el acecho del islam fundamentalista. ¿Al glosar el oscuro texto de dicho autor no estaría el bueno de don Arturo formulando una profecía de lo que está pasando hoy? Puede aunque sin meterme en camisa de once varas pues doctores tiene la iglesia echen un poco la mirada en torno.

El antecesor de don Arturo un arcipreste al que le llamaban si no recuerdo mal don Santines como ya no podía leer medio cegato decía la misa de la Virgen esto es la Salve Sancta Parens que se sabía de memoria en latín. Esto es Berceo que también nos traza la semblanza de un cura borracho y tosco quien al igual que la abadesa preñada encuentra valimiento y reconocimiento en Ella. Loores de Nuestra Señora y cosas que han pasado en Soto de Luiña. No hallaredes batuda (rastro) No encontrarás rastro de esta malfetría... mas estando en esto vino Santa María... e cubriome con la manga de su almejía (manto)” Y luego lo del clérigo embriago al que reconviene  aunque perdona la Madre de los Pecadores que no puede decir misa porque está bolinga y le dice “con un poco que duermas serás folgado”. Exactamente bajo tu amparo sub tuum praesidium – es la plegaria más vieja del cristianismo- nos acogemos al calor de la manga de su almejía. ¡Que cosas de esta prenda de abrigo del que habla el poeta de la cuaderna vía es un tabardo que llevaban los moros en Castilla! Como católico no puedo aceptar que el culto marial aunque hunda sus raíces en la oscuridad del paganismo sea un simple mito.  Por más que mucha gente pueda encontrar cierto parecido la Virgen no es Cibeles ni tampoco Astarté.

Es un dogma al que hay que tenerse y que hay que guardar dado la crudeza de los tiempos que vivimos. Han pasado seis años de aquella fiesta que llama la liturgia romana de columna pilar roca de España arco sagrado guardia civil psicagoga, puerta del cielo, Miguel pesando las almas. Don Arturo falleció hace dos. Era un sacerdote del siglo XXI al que ya había pintado Berceo en los arranques del castellano allá por el siglo XIII. Esta región como otras muchas españolas siempre tendrá loores para la  Madre de Cristo. Ella estaba aquella mañana durante la misa de doce en la proedia o asiento de honor extendiendo su mano y bendiciendo los tricornios que yo lo vi mientras  Arturín predicaba en un tiempo de general apostasía. Ella le tenga bajo su abolla y enredado en el cielo entre las sedas de su almejía. Ella velar.

            EL VIRGOLERO DE JUANA CHAO Y LOS HEROES DEL IRA, NADA QUE VER ¡VIVA EL ALCALDE DE CORK!

 

Antonio Parra

 

Oída la noticia de que el terrorista etarra de Juana Chao – veinticinco muertes en su hoja de servicios y al que es posible que muy pronto el gobierno lo ponga en la calle- suspende su huelga de hambre me entraron deseos de entonar por lo bajini la copla de Lady Malone que muchos que hayan estado en Irlanda se la sabrán ustedes e identifica el fervor revolucionario de los héroes del Levantamiento de Pascua del Ejército Republicano Irlandés. “En la ciudad de Dublín donde las niñas son tan guapas había una vendedora de percebes que se llamaba Molly etc”. La vendedora de berberechos y mejillones dublinés los tenía mucho mejor puestos que este asesino en serie.

 Pienso que la ETA y el IRA no tienen nada que ver. Son problemas distintos y distantes por mucho que nuestro querido e inefable “Presi” haya ido a Londres a asesorarse sobre el tema con don Anthony Blair. Nada. Un militante del IRA jamás suspendería la huelga de hambre como acaba de hacer el etarra de marras. ¿Ustedes se acuerdan de la frase “pasar más hambre que el alcalde de Cork”? Bien. Se refiere al alcalde de aquella bella ciudad del oeste de la verde Erín muerto en huelga de hambre para reivindicar la independencia de su país. Su nombre es leyenda como la de tantos y tantos mártires irlandeses.  Y corre hoy en boca de baladas.

La dureza con que eran tratados en las cárceles estos activistas por los británicos tampoco encuentra concomitancias con la lenidad y hoteles de cinco estrellas con que purgan condena nuestros asesinos del norte quienes para su tranquilidad no han tenido que pechar con los topos tan duros y correosos como los M05 de los servicios de Inteligencia de Su Graciosa Majestad.

Nada que ver. Comparar a los vascos con los irlandeses es cotejar la velocidad con el tocino. De Valera, Griffiths, Collins, Macistofain y otros tantos sufrieron más u eran más fuertes que todos estos etarras tratados a cuerpo de rey y que actúan con una impunidad que nunca tuvieron sus parangones del Eire. Irlanda. Irlanda.

El fuste intelectual de Sabino Arana, de Irujo y Aguirre, tampoco se puede comparar con políticos y pensadores como Eamon De Valera como sabe muy bien mi admirado colega Pepe Meléndez el cual en aquel Londres de finales de los 60 y 70 tanto tuvo que bregar en sus crónicas y despachos desde la delegación de la agencia Efe en Bouverie Street sobre el tema irlandés, un laberinto que no comprendíamos los periodistas hispanos y que era tan singularmente “Irish”. Una cuestión celta. (Pepe te deseo desde aquí una pronta recuperación de tu hija tras el terrible accidente, también te ha bregado la vida pero seguimos aquí siete tiros y avanzando, fúmate una pipa que no  nos queda otro remedio que tragar y pasar humo)

 Que no nos vengan con milongas. Los independentistas vizcaitarras son gente que han vivido en la plaza. Vasconia tuvo trato preferente con el régimen de Franco que se volcó en ayudas y gangas para ayudar a aquella región española. No se puede comparar Bilbao con Belfast, ciudad en la que estuve unas cuantas veces con peligro de mi vida. Ni el odio religioso allí existente – es un problema que se arrastra desde la reforma protestante- con las reivindicaciones independistas euskaldunas ficiticias y facticias  que tienen mucho más de chulería histórica que de razones valederas porque quieren deshacerse de España siendo ellos los más españoles entre los españoles.

 A lo largo de mi carrera profesional seguí hasta el hastío las evoluciones del conflicto norirlandés un problema del que he escrito mucho sin llegar a entender una palabra, pero vamos aquel Macistofain mítico y cerebro gris de los atentados de Aldershot y de Londres era un tío al lado de aquel Wilson  “acojonado”el que hizo volar a Carrero y al que vi yo un par de veces tomando pintas en un pub de Fulham Road rodeado de tres gorilas de los servicios secretos británicos y que es ahora un jubilata que vive y bebe cerca del ría. De Juana Chaos dice que suspende su astenia y ha pedido una paella a sus carceleros regada con chacolí. El alcalde de Cork nunca lo haría.

Estos asesinos vascos son unos privilegiados y no me parecieron nunca tan valientes y tan tíos como aquellos que cantaban en el presidio vasco la canción de “Molly Malone” antes de morir. Cuestiones distintas y distantes. Para mí aquellos eran héroes y estos vulgares asesinos que han conseguido actuar impunemente. Apenas los etarras han tenido bajas y en prisión se van de rositas todo lo contrario que los  activistas del Sinn Fein hubieron de vérselas con la policía y el ejército británico.

Y la verdad es que para pelear con un inglés hay que tenerlos bien puestos. Allí te aplicaban la ley de fugas por menos de nada. Muchos de ellos acabaron en la horca. En un estado de derecho  De Juana Chaos es donde debiera acabar. Porque si no ¿a esos veinticinco seres humanos que perdieron la vida entre sus garras quién les vengará? Garzón, Zapatero, todos esos jueces son unos “softies”. Blandos para lo que les interesa y berroqueños en las pequeñas faltas.

 Puede que de su mano España se esté acercando a la tiranía.  No sé a que juegan. Pero que llamen al barrachel, al borrero, a los corchetes. Que los cuelguen y viva el alcalde de Cork mucho más valiente y firme en su lucha hasta el final que estos “gudaris”. ¿Nos estarán tomando el pelo?

 

10/10/2006

TODO EL PODER VIENE DE ISRAEL

 

Antonio Parra

Recordad que está escrito ay de aquel que quiera hacer mal a un judío indefenso dice el Señor de Israel.  Ir contra el Pueblo de Dios es ir contra la Verdad la Palabra y la Vida. Luego de gustos y pareceres non disputandum est.  Miruello - en la vía especulativa un hombre de gran talla pero en la vida práctica un pobrecito aunque sabía que en el Reino los últimos serán los primeros- era un veterotestamentario el cual por paradoja siempre andaba enredado en disquisiciones de la Buena Nueva y en Escritura seguidor del Rabí verdadero id est el Maestro de Justicia lo que siempre le acarreó problemas con demás elencos y sinovas pues siempre se dijo que donde hay dos judíos existen tres opiniones y con frecuencia hasta trescientas que está es una forma como el Dios de Abrahán y de Jacob David y Salomón de Jesús María y José, Dios de la Libertad y la Justicia, acostumbra a confundir a los que nos persiguen esos idolatras de los que decía Paulo no encuentran otra razón de existencia que la del vientre y viven en orgías y comilonas hijos todos ellos de la fornicación y adoradores de la Gran Ramera de Babilonia. Miruello que no se llamaba así sino Benjamín como su abuelo y no voy a ofrecer más indicios para no  dar más pistas al goim ni al esbirro ni al inquisidor sobre su ascendencia ni sus genes, el que quiera saber que vaya a Salamanca.

 Ya se sabe que la raza elegida lo es  para el dolor. A Miruello le gustaba siempre vivir en la frontera funambulita de la cuerda floja en avanzadilla  siempre y sobre el filo de la navaja. Pues bien. Somos carne de dolor y de súplica. Sal de la tierra. Una sal la suya que provenía de dos cahíces. De Hervás en Extremadura de la que se dijo los judíos los más pero buena tierra y buen pueblo y seguramente la mejor gente. Y de Sepúlveda en Segovia. Septempublica. Siete puertas como Jerusalén. Una judería muy vieja de saberes y de poderes, familias ancestrales recias que si no salidas de la pata del Cid tataranietos de Raquel y Vidas pagaron al menos los de la estirpe sus correrías contra moros en Valencia habían dado a Castilla individuos que alcanzaron altura en la judicatura el ejército y nada se diga la Iglesia esa iglesia española que se fundamentó en las normas y plegarias  de las enseñanzas de Israel sobre todo desde la Contrarreforma para acá.


 Sin judíos la bendición y la maldición del planeta no vamos a ninguna parte y el que mate o injurie a judío sea anatema con independencia de que luego tenga que vérselas con la espada del Strong Mixail. El que pesa en la balanza a los justos y borra el nombre del réprobo del Libro de la Vida. Pero hay muchas moradas en la casa de mi Padre, palabras acariciadoras del Rabí Maestro de Justicia y flor de la sabiduría, y tantos puntos de vista como pueda tener la condición humana fraguada en el barro inclinada a la ceguera y al pecado. Claro que puede haber el buen israelita y el malo (yo prefiero construir mi Eretz en el jardín de mi biblioteca porque en este mundo quedan ya pocas tierras prometidas y este es un misterio que en mi flaqueza y cortedad no alcanzo a entender) pero la grandeza del arca de la alianza es que en ella caben todos y hasta esgrimirse pueden cualquiera de los pareceres porque nos gusta el discuten y encontrar la razón de las cosas en un conato a veces inane para hilvanarnos hasta la causa primera. Todo buen observante de la Ley conoce que Dios - y este es un nombre que no nos gusta pronunciar con frecuencia para no contravenir los preceptos del Decálogo sobre la blasfemia- que su rostro es polifacético y multifario porque adopta variantes manifestaciones y hasta formas diversas encada época pues cada día tuvo su afán y cada siglo pues también.

 Blanco de las iras del mundo y carne de persecuciones Miruello bendito del Señor era bueno y solidario con los demás no practicaba la usura y ayudaba al prójimo incapaz de hacer mal a nadie se conservaba inocente. Precisamente por eso así le había pintado en la vida. Nunca entró en su corazón la maldición del rabo de lagartija. Había sido un largo y tórrido verano en que Miruello había visto ondear las banderas de la estrella de David sobre las torretas de los carros Merkava. Vio con horror un país pequeño y acorralado trataba de lanzar fuera de sus fronteras a los enemigos eternos. Y miraba con orgullo la bravura con que combatían aquellos soldados, émulos de Josué y Dayan, los mejor preparados del ejercito más poderoso del mundo haciendo mascar el polvo a los descendientes de Jafed fanáticos e iluminados terroristas gente de un solo libro de enrevesada lectura al revés y que creyéndose poseedores de la verdad [es lo malo de muchas religiones y la Ley nos dice que en el nombre del Eterno no se puede matar] actuaban como posesos contra Israel que cree en la libertad y en la democracia el libre juego de pareceres. Aunque como toda cosa humana tenga sus defectos. Yo siempre creo en el buen hebreo en el buen musulmán y en el buen cristiano que va al cielo. Pero de tejas abajo…

Las televisiones de todo el planeta transmitían escenas desoladoras de ciudades arrasadas por la más contundente aviación y mostraban el rostro de niños muertos y de gente afligida. This is an ugly war (es una guerra fea, un mal apaño de los “fontaneros” que cometieron un error de cálculo) pensó Miruello. No hay cosa que más repela a un judío que la efusión de sangre y condenó la acción. Os comportáis, Israel siempre tiene que dar ejemplo, de la misma forma que hicieron nuestros enemigos y lloró cada noche en el muro de las lamentaciones de su celda amarrándose como a un naufrago al cordón de las filacterias.

El Dios de nuestros padres nos defenderá con la espada del divino Miguel. Y aterrado mientras cantaba los versículos de la Shemá meditaba en las verdades del cumplimiento de la promesa. Siempre duda el buen judío y a veces peca porque siete veces peca el justo pero allí estaban aquellos exaltados mulás alzando una cimitarra y un Corán. Las hienas mostraban los dientes. El general Sharon había caído enfermo y Olmert peleó con denuedo aquella operación militar pero cometió errores tácticos y toda la basca se le echó encima. El Mossad y los servicios de información hicieron un bad job y alguien nos segó en el Líbano la hierba bajo los pies aunque potencia militar de primer orden y temible salieran airosos de la empresa que de eso no hay duda.



 Olmert era un general bisoño y Miruello se preguntaba que qué es lo que tendrá que ver Sionismo con Judaísmo por enésima vez. Él pronunciaba la palabra Shalon con reverencia pero esa salutación era una ironía en aquellos tiempos. Nuestro personaje seguía leyendo la Ley y los profetas y acudía a trabajar todos los días a su Banco de Datos donde se le relegaba se le perseguía se le vigilaba y se le escupía llamándole perro judío. Venían tiempos recios no sé si de la consumación de la profecía y había angustia en los corazones y negrura en el camino. La humanidad no sabía por donde tirar. La hora más escura escribió un profeta es la del amanecer. ¿Estaba amaneciendo qué? En el Banco de Datos imperaba la tiranía contada por Kafka en The Trial y la Metamorfosis cuando el ser humano se transforma en cucaracha. Y nuestro personaje émulo de Gregorio Samsa acosado y perseguido se sentía hormiga a punto de ser hollada bajo el calceamento del déspota y de aquel comisario soplón y trepa al que llamaban Longescuarydigibit. Era un personaje típico de chupatintas y de fracasado en la existencia que fue gordo ahora flaco y andaba un poco a la morisca con el pie valgo y cansino pero no era moro sino creo que de la raza calé calvo batiscafo cefálico ojos hundidos de Judas ensayo de sonrisas falsas histéricas - se reía igual que algunas mujeres que la carcajada les brota de lo  profundo del útero a causa de los malos partos o váyase usted a saber pero la histeria es por eso enfermedad de mujer y hoy que tanta gente está saliendo del armario se siente claro que se siente, por más que yo no diría que fuera de la cáscara amarga el bueno de Longesquiredigitbit- que a él le ponía muy nervioso cuando sonaba detrás de la ventanilla y decía pase el siguiente llamando a otro cliente comentando acontecimientos poco sustantivos del partido del día siguiente. La cabeza pequeña el pie grande y los aires deprimidos hipocondríaco siempre tomando pastillas y creyéndose enfermo de todos los padecimientos del arco de la casuística medicinal era ese enano infiltrado de los tiempos franquistas que decía que el jefe siempre lleva razón y le hace le pelota hasta morir y es mal compañero se arrastra ante los de arriba y a los de abajo trata con altanería y desprecio.  Palabras suaves y aires mansos ojos de carnero degollado eso sí pero las dagas florentinas siempre se clavan así aterrizando por la espalda y cuando uno menos se lo espera. Honraba a la gran jefa poniéndola notas breves y billetes que encabezaban “encantadora señora, le comunico por la presente tengo el gusto de etc.” o cosa así formularios muy rimbombantes. Tenía la voz gorda - la voz debía ser lo único que tenía gordo Longesquiredigibit - y sus palabras y sus ojos velados de furia chicos y como encuevados que parecían fingir enfermedades imaginarias me duele aquí me duele allí.

 Sí señor delegado, presente. Como usted guste excelencia. Miruello siempre estaba al verlas venir porque su vigilante en el Banco era un chaperoon  camuflado un zaguanete siempre dispuesto a cogerle en un renuncio. Le solía vigilar  y pasear mirando de medio lado mientras él trabajaba haciendo sus informes redactando sus memoriales y llenando cartapacios con números de cuentas bancarias atestados y altas y bajas de clientes. Los que  palmaban iban a parar a un departamento que llamaban al limbo. El jefe siempre lleva razón. Llegas  hoy tres minutos más tarde. Don Braulio Madrigal de las Altas Torres (así se llamaba el Big Boss) esta tarde no viene. Que seas bueno, decía siempre al despedirse con un gesto de retranca y de desprecio porque era un egoísta y creía que en el mundo no había otra cosa mas que él y el jefe y doña Smotriti Gora-dios-los-cría y ellos se juntan que era la gran secretaria del Jefe. A tal señor tal honor. No iba a tener la secretaria apellidos de mequetrefe. Harto de aquel paternalismo como perdonando la vida y gesto despondente Miruello al que dios no le había dado por lengua sino una espada y manejaba el florete del insulto que no cabe duda que es un arte y no todos lo pueden. Y tú más. Vaya usted por la sombra. Sabía que aquel fariseo que aborrecía el alcohol de boquilla y sólo vino a las comidas se himplaba de birras por las tascas de su barrio como está mandado. Profundamente nervioso andaba invocando por los corredores a la Santa Tranquilidad.  Tranquilidad, tranquilidad pero Longuisquredigibit era un intranquilo. Histérico enfermedad de mujer que ya dijimos pues ya describimos esa risa suya tan falsa que le manaba de las partes blandas.

Hay algunos que practican las artes del disimulo pero no valen para espías. Siempre les pillas en un renuncio. A las espaldas de Miruello solía decir pestes de él y por las mañanas cuando llegaba al departamento miraba en las papeleras para examinar el alforfón de papeles triturados hojas de servicio y borradores que no valían para cogerle en un renuncio. Un día encontró un par de latas de cerveza. Eureka. Mire don fulanito que este niño me ha pegado y bebe en horas de servicio. Hombre por dios Longis no creo que tenga eso mucha importancia, es verano, hace color la gente tiene sed o se aburre y en este Banco de Bancos no tenemos demasiados clientes le dijo Greatbigboss.

 El acusica y el soplón debe de ser su segunda naturaleza yéndole con chismes al jefe. La doblez les puede. Creen que para subir han de pisar cabezas sin reparar que su gesto les hace más abominables a los demás. Tampoco era lo que se dice un fuera de serie más bien cortito de inteligencia la cabeza pequeña los ojos de gorrino y los pies planos, la barba en parroquias que es una de las siete señas del… ya sabes. Como no juró bandera creía que la enseña nacional era sólo un trapo. ¿Sólo? Pero esa bandera por la que murieron tantos, enteraros de una maldita vez vosotros grandísimos pencos, no la defendéis, sirve para pagar las nóminas. El Banco de Metadatos era una sucursal del Banco Central. Los dineros del Banco de Metadatos eran dineros del Estado. No eran dinero real sino en especie. Mala cosa que un hombre a tu edad hurgando las papeleras y, metiendo las narices en las poubelles.


 Los soldados israelíes aquel verano de la sed alzando la bandera azul y blanca con la estrella fueron un ejemplo al mundo. Combatían y morían por sui patria que es la mejor y copados por pueblos hostiles adoradores de un dios falso al que honran con sacrificios y cantan melopeas monótonas y desagradables pero transidas de fidelidad fuera de lo corriente que les impulsa a defender su religión con la espada. Israel ya sabes que somos críticos contigo pero al final cuando las cosas se pongan feas siempre estaremos de tu parte. No nos quedara otra opción. La libertad y la democracia es nuestro único fanatismo. Pero en el mundo queda mucha gente que sigue tomando veronal como Hitler y mirándose el ombligo. Pero en esto hay claves desconocidas, arcanos que no entendemos. Se aproximan los contrarios. Siete veces peca el justo haced lo que yo diga no hacen lo que yo hago en verdad en verdad os digo. Y dejemos al bueno de Miruello en el foso de los leones. Sabe que tiene valedores o en todo caso sabrá defenderse a sí mismo. El mayor enemigo de hombres acorralados como Miruello es la estupidez humana. Los prejuicios. El fanatismo. Y yo como no puedo liarme a estacazos contra los necios pues no nos es lícito derramar sangre a los judíos contra los atropellos las insidias y la calumnia ¿qué hago? Pues escribo. Por favor nunca digan a un judío que es un antisemita y odia a los judíos. Es la mayor ofensa. Sólo a nosotros se nos permite hablar mal y hasta decir pestes dellos para que se chinchen los émulos del fascismo y el comunismo. No te metas con los israelitas. Claro que no. Fuck off.

Israel es eterno y a los zapateristas les quedan tres imaginarias como aquel que dice. Están a los pies de los caballos. Israel siempre será el poder. Ordena y manda aunque con dedos sutilísimos actúa en la historia y hasta vaya usted a saber si fue verdad el infundio  del TNT. No suele haber tontos entre los judíos para que se joda  ese don Longesquirydigibit y toda esa chusma. Tampoco yo no soy un Longis ni un gilipollas.

 

 

08/10/2006

 

BOTELLÓN LA NOCHE DE SAN MIGUEL

 

Antonio Parra

 

Era el día de san Miguel patrón de iglesia y sinagoga y yo quería soñar no sé por qué en el largo de los caminos tépida noche de otoño las aceras de Veláquez alfombradas de las brillantes y rotundas pilongas que por cierto fueron la base del descubrimiento por el israelí Weissemann en 1942 del TNT (no creo ser yo un químico profesional pero tampoco hablo a humo de pajas) ofreciendo su virginidad a los pies de los pasantes urbanos; noches de Madrid en que la ciudad parece que trae música en el aire y nostalgia de juventud.

 Beba, padrecito. Corro de jóvenes del botellón saliéndome al paso por una alea del parque, me vacilaban y chicoleaban desde los jardines de Moncloa. Probé pero no degusté al igual que Xto. en la vía dolorosa. Buenos chavales algo pijos faltos de mili. Un paso ligero os daba yo. Algún que otro refuerzo y veintisiete imaginarias. Lo que ven mis ojos es una tenida triste pero hay noches en que uno no está ni para ver visiones. Te quedas clavado en la albarrada. Bolsas de plástico y ginebra de garrafón risas y carreras todo a favor de muy dolorosa resaca y vómitos al pie de un pino oh divino arcángel resguárdame bajo tus alas. Los setos de circunvalación hacen las veces de columna mingitoria y las muchachas sin ningún pudor acuden a mear en batallón entre risas y chanzas y mensajes SMS con llamadas de móviles. Se bajan los vaqueros y las bragas y hacen un calvo a los viandantes pero no pasa nada. Algún mamporrero debe de haber oculto entre la oscuridad dándose un lote de vista pero no aparece en el horizonte.  Todo es como muy jovial. No hay altercados lo que demuestra que  saben beber si no con moderación al menos con tiento estos chavales que decía ya mi abuelo al agua como rey y al vino como rey.


 Son inocentes y yo diría que hasta puros. Esto no es una orgía sino más bien me parece un libar a la continua sin ton ni son a la sombra de la cuadriga donde un legionario romano arrea corceles más arriba de las ruedas de laureles y coronas de lemnisco. Nos contempla toda esa solidez del arco de triunfo impertérrita que trae una leyenda que se la vi yo componer a don Sebastián Mariner cuando estudiaba clásicas en la Complutenses: Armis hic victoribus mens jugiter victura monumentum hoc (a las armas victoriosas las huestes de la inteligencia que siempre vencerá se dedica este monumento). No se puede expresar con más laconismo romano un pensamiento tan denso para hito de recordación a todos los que arrean los corceles del saber. Cincuenta años viendo pasar estudiantes. La entrada a Madrid no puede ser más solemne a la sombra de esta cuadriga que en bronce inmortalizó un pensamiento y un ademán vista al frente, mirada al futuro. Las letras están algo desteñidas pero me sonríen desde la acrotera que en verdad parece una apoteosis. Gallardón menos mal no se ha cargado en su frenesí constructor, lo que en el Lacio se denominaba cupiditas aedificandi o prurito de alzar obras faraónicas un frenesí que acomete a los dictadores, este bello y austero arco de piedra rectilínea cerca del cual nuestros hijos los sábados noche celebran su botellón haciéndose polvo las meninges y el hígado.

  A esta quinta del biberón les dieron mucho yogur criados a qué quieres boca y algunos fueron niños de la llave. No muestran querencia a la cosa de la estirpe la familia y España para ellos no es más que un equipo de fútbol donde juega o jugaba Raúl desinhibidos sexualmente porque ahora no son ellos los que ligan sino que son ellas las que les ligan guapitos y de más estatura que nosotros y no es que les falte mala leche pero sus corrillos alcohólicos me suenan a atavismo snob, como un deseo de estar a la moda. Hablan y vacilan, fardan de marcas. La priva no es en ellos todavía un vicio, sólo que una excusa para entablar relaciones u orquestar muy tristes y sansirolés romerías urbanas, pero si siguen empinando el codo caerán en la maldición de Erifos.

 Las tabernas donde va a beber el pueblo les suenan a algo cutre y no se irán de mesones a hacer el gilipollas como hacíamos nosotros. En busca de un plan o un guateque que todo se quedaba en whisful thinking y no nos comíamos una rosca. Les han lavado -casi a la vista está- el cerebro y hablan como loritos lo que escuchan en casa y no me parece que estén bien informados ni les interesa lo que ocurre a su alrededor. Hablan en patterns esto es largan lo que les cuenta la televisión. Van por la vida de delegados de algo que ellos no saben a punto fijo en qué consiste. Hasta en su dicción nasalizada no me recuerdan a los mozos de reemplazo de mi juventud y a fe que su lenguaje es muy pobre. También el castellano se ha americanizado en sus giros y expresiones, y entre mi pensamiento y el suyo se alza una barrera infranqueable que hará difícil entendernos y comunicarse por más que en teoría hablemos el mismo idioma. Son muchos años de labor de zapa y de mensajes subliminales. Me siento solo muy solo en la bella noche de septiembre con mi cartera llena de libros y de papeles, textos y proyectos literarios que quizás no fraguarán. Arrastro mi soledad y confundido entono la oración a san Miguel defende nos in proelio contra nequitiam et insidias etc. Bravo Miguel enviado de Dios Fuerte defiendenos en la lucha contra la maldad del mundo y las insidias del diablo. Acabo de perder el último autobús y hago tiempo hasta coger el búho que me devuelva a mis reales.


  Les pregunto a los chavales si saben leer latín y uno me espeta: alea jacta est. Muy bien. Con esa frase a flor de labios Cesar pasó el Rubicón. La suerte está echada para mí y para vosotros y que si tenemos que ir contra el moro o defender la patria más vale plantar bandera blanca desde el principio. Los pueblos pobres acaban siempre merendándose a los pueblos ricos. Creo que lo que estáis celebrando es un fin de fiesta. Estáis entonando los cantos epinicios a una cultura que se va a una forma de vivir a nuestro modo que será sustituido por otro.

 Es la generación en casa hasta los treinta y pico un curro en precario de contrato temporal porque los que mandan han sustituido los convenios colectivos por el trabajo basura. ¿Qué pasará cuando falte el viejo? Me dicen que España es un país muy rico pero yo no veo más que miseria en derredor. Miseria moral y egoísmo falta de sensibilidad. Se acabó lo que se daba. Pajaritos a volar y cada uno que se la pele por sí mismo como dice un amigo mío.

 Desando el camino con paso lento, cruzo el disco a la otra acera del Paseo de Moret. Ya en el búho camino de mi hogar como un soldado licenciado de las levas que acaba de dejar atrás las banderas de Flandes me embargan reflexiones un poco amargas sobre el futuro de mi patria. Noche triste y desarbolada del botellón. Estoy más sobrio que un fiscal noche de san Miguel cuando los buenos servidores cobraban su soldada tras la faena del verano. Eso era antiguamente

 Bajo las ruedas del autobús, efecto TNT, y oprimidas contra el zorrón del erizo vegetal escucho el estallar como una detonación o un disparo de las castañas de Indias. Y a mí ¿qué soldada me aguarda? He cultivado la literatura un menester que tal y conforme yo lo concibo el poder de la belleza y la palabra hoy todo es propaganda no vale para nada. La patria en la que soñé y amé se vino abajo pero antes de dormirme abro el Libro de Job y vuelvo a entonar una plegaria en loor de San Miguel. Hay cosas que la razón no entiende pero que el corazón explaya. Esa es esta noche mi última esperanza.

 

3 de octubre de 2006

EL CHAMBERGO DEL CONDE DUQUE DE OLIVARES

Antonio Parra

Camino de mis pomaradas el día de Santa Ana no paró de llover- Sacramenia honra a la abuela de la Virgen como santa tutelar desde el siglo X- paso por Toral de los Guzmanes pueblo leonés donde los haya, páramos de tierra rodena, verde de las riberas del Esla, tierra de fray Gerundio de Campazas, bodegas de clarete encuevadas en la ladera del pardo mogote León por Castilla fieras torres de los fueros campos góticos. Siempre España. Este pueblo leonés polvoriento todo él de adobe con sus paredes rojizas tiene toda la gracia de las casas deshabitadas. Pasado y presente se dan mano y no puedo menos al pasar de evocar la grandeza del Conde Duque que me mira mefistofélico desde el caballo condescendiente y altanero desde ese caballo que pintó Velázquez y se nos va a la empinada. Y que con su gallarda cabriola y su coqueta mirada cuando le veo en el Prado siempre me dice:

-Arriba España y viva el papel de estado.

Los funcionarios le deben la sinecura a este prócer sevillano nacido en Roma que llevaba al Estado en la cabeza. Mire, las oposiciones. Venga. El conde duque. Danos y danos hasta que no te conozcamos. Ley de las tabernas. Una sinecura. Una cátedra. Un buen y oscuro pasar un puesto inamovible. Ahí está el Conde Duque con su estatua garantizando ese áurea mediocritas al que aspira todo español (el 75 por ciento de nuestros jóvenes quieren ser funcionarios pero España amigos no da para más y los ala tristes no nos la defienden más bien al revés con gran complacencia de nuestros enemigos históricos que pagan estos bestsellers).  Y ahí nos las den todas. Et chacun a son gîte que dirán los franceses. Cada gallo en su quintana y cada mochuelo a su olivo. Noches para destetar hijos de puta y días para que las gallinas no pongan huevos sino cabrones. No está el verde para pitos ni el tafetán de Magdalena para primores y zampoñas. Las nuevas generaciones lo van a pagar caro. No saben historia de España o la aprendieron mal en Oxford  o en Amsterdam. Gibson es un headmaster inglés, sin cabeza porque lo de head es un suponer porque si se la abriéramos encontraríamos su sesera hecha agua y odio con pinta de rabino que habla muy mal castellano y lo escribe peor a pesar de sus muchos años en Madrid que va a utilizar the birch (el látigo) esto es la disciplina inglesa contra todos vosotros. Nunca aprenderéis. Otra de García Lorca.

 Cuando mandaba don Gaspar de Guzmán todavía éramos grandes. Hoy en cualquier momento nos podemos ir a tomar por el culo y algún jefe de negociado de los que ficha y está en nómina se puede quedar con la tarjeta en la mano y la candela al rabo. Pero viva siempre el papel de estado.

Mírala. Es mucho mayor por lo que hizo que la puerta de Alcalá. Lo malo de mucha gente es que desconocen su historia y no sabían quien era don Baltasar de Guzmán. Peor para ellos pero la España a la que él dio fuero y prematica ahí está. Nos miró una mirada de inteligencia desde el caballo y ahí queda eso. Desde entonces los españoles estamos bajo la protección de su chambergo, ese pavero al que Esquilache quiso quitar retal y rebajar centímetros. Al pueblo se le subieron los humos. En España puede estallar una revolución por una cuestión de centímetros. Por el cipo de una finca, por el ceder el paso en una acera, por el quítame allá esas páginas y claro está aquí todos preferimos el embozo y el ala ancha, los alas tristes que se los coman los dragones. Total una revolución contra los masones y  la vieja retórica contra iudeos y pueden arder las sinagogas como otrora prendieron fuego a las basílicas, mucho mondongo, por el fuero y el huebo y aquí todos somos algo taurinos con un si es no de católico y de sentimental. Temo que me lo desgobiernen. La frase de Felipe II se cumplió en aquel Valido.

 El chambergo del Gran Guzmán, Zp oído al parcha y ojos de Argos, un símbolo pero  viene a ser para nosotros aval de libertad. Somos el pueblo más libre de toda la cristiandad. Ah sombrero que significas albedrío pero que no nos hurguen mucho los cojones. El sombrero del Conde Duque luchó contra los nobles y como en su España de entonces nos crecen los enanos. Cada uno quiere ser un cacique y nos quiere gobernar. Olivares desmochó sus torres. No admitía a su vera señores de horca y cuchillo.

-Reverte se ha hecho rico a costa de la derrota pero no da una a derechas. No hay que fiarse nada de los murcianos ni gitanos de mal vivir.  Y las alas de nuestro pavero no son tristes y alicaídas sino enhiestas y bramadoras como el báculo de un garañón en celo. Entramos en Breda y conquistamos Mastrique. Rocroi fue una batalla que perdimos pero con un soldado menos también se gana la guerra.

-Furrieles a la mira. Tercios a mí. Ya lo sé. Nos traicionó la sinagoga de Amsterdam. Inglaterra conspiró en Portugal y Francia en Cataluña. No hubo nación más grande que España. Ni con tantos enemigos tampoco y en ese empeño seguimos y no hay tutía.

-El Conde Duque fue un triunfador. A pesar de todo y muchos españoles le deben la sinecura y el papel de estado, las oposiciones con que siempre nos usan la pluma por el pico a los laborales. Nadie mejor para hacer la estatua. Un gigante en medio de enanos según Marañón. Pero le odiaban las monjas y las mujeres y ello fue causa de su desgracia.. Aquí como caigas mal a las señoras vas de culo.

Y si los funcionarios le deben el puesto fijo, los taurinos le deben todo. El conde duque era un torero. Gallardo y sublime. Muy español, algo putero, muy trabajador al que nada se le ponía por delante. Muy religioso hasta rozar la misma superstición. ¿Qué más se puede pedir?

-La decadencia

-Hombre, no me fastidie. ¿Se puede llamar decadencia a un tiempo en que Quevedo escribía sus maravillosas prosas, Tirso hacía encajes de bolillos con sus comedias de costumbres y Alarcón con las de enredo y en los corrales estrenaba Lope y en el Alcázar pintaba el aire don Diego y en Flandes aun no se había puesto el sol con nuestros navíos bojando la esfera armilar?  ¿Y el pueblo español hizo lo que siempre supo hacer mejor que nadie: vivir de gorra? ¿Un poco exagerado no?

-Cierto.

-Pues sí.  Buen canto a España nuestra natura y a Italia nuestra ventura y a la puta Holanda nuestra sepultura.

Toral de los Guzmanes es el alma mater de la familia goda con más abolengo de las Españas. Junto a los muros del palacio no cabe tanta grandeza deshabitada. Gutte Männer (Guzmán) nos refieren a los hombres buenos,  probos, los leales vasallos del Alto Alemán. Honor y honra como norma. Principio vasallático. El caballo de Carlo Magno parece que pasó por aquí camino de Santiago. ¿Peregrino o un soldado disfrazado? No sé. Niego la menor.

Esta familia dio guzmanes para dar y tomar.  El primero el Bueno el gobernador de Tarifa. Ahí tenéis mi puñal le dijo a los moros. No cabe más orgullo ni más honra en una frase. Cien obispos y treinta santos, entre ellos el inventor del Rosario y más de treinta reinas y princesas desde doña Urraca a Eugenia de Montijo. Siempre que cruzo Toral en la noche me asaltan fantasmas de grandeza y el Conde Duque con su gran pavero se me viene al encuentro. Arriba brilla una estrella y en lontananza adivino las espiras gélidas de la catedral gótica. Romero soy y peregrino de una España sublime a la que algunos historiadores y novelistas a sueldo extranjero hacen astillas.

-Buenas noches, don Baltasar de Guzmán. Chapó. Usía y yo no somos derrotados. Por haber amado y comprendido a este país que siempre da la espalda a sus hijos mejores.

Y que el chambergo del Conde sea nuestro refugio cuando vengan mal dadas. Bajo el ala de su sombrero y al pairo de su espuela y fusta caballista consumado nos colocaremos. En España ya lo sabemos la vida es una perenne lidia, mas velay un español con las virtudes y defectos de la raza. En esta pintura ecuestre don Diego Velásquez no pinta solamente a un jinete magnífico sino que también traza con su pincel la semblanza psicológica de un país que prefirió los torneos y las monterías, los juicios de Dios y las procesiones a los trabajos del día a día, un país heroico y tendente a lo sublime pero haragán y descuidado con esa haronía que mata. El conde duque representa el ansia de poder. Todo para mí. Es un caudillo de la totalidad que aborrece las medias tintas. Ahí le veis con cara de ordeno y mando, muy taurino él, muy putero y tan religioso como fanático. Muy tío y muy viril y amigo de los jesuitas aunque la espiritualidad de éstos por entonces no había adquirido el nimbo ñoño que tendría tiempo adelante. Díganlo si no los deliquios en aquel convento de San Plácido calle de San Roque muy cerca de donde está joy la Ballesta en que don Gaspar en un lateral del crucero se ayuntaba carnalmente con doña Inés su legítima mientras las monjas cantaban tercia en el coro para pedir un milagro al Todopoderoso y que hiciera que su esposa estéril concibiera un heredero. El cielo le negó esa gracia y el valido de Felipe IV tuvo que conformarse con legar a un bastardo toda su fortuna.

Este es el siglo del milagro y a mí no me parece un tiempo de decadencia sino el del triunfo de la fe española pese a nuestros descalabros bélicos en los Países Bajos en pugna con los herejes. Este auriga del cuadro de Velázquez representa para mí la encarnación de ese triunfo. Marañón dijo que se retardó su nacimiento un siglo que hubiera sido un excelente ministro de Carlos V y de Felipe II pero el Conde Duque fue un hombre de su tiempo, un hijo de su época empeñado en defender los intereses de la corona española. A los ingleses los tuvo en jaque y su obsesión y casi un sosias alternativo era Richelieu. La frialdad del francés contrasta con el apasionamiento de este sevillano.

Y las mujeres de palacio le odiaban por eso. Por ser demasiado tío y hay hembras que se sublevan a presencia del macho dominante. Isabel de Valois la esposa del monarca fue su rival durante lustros pero sobre todo su gestión política suscitó la enemiga de una monja milagrera que se carteaba con Felipe IV y tenía fama de milagrera visionaria y hasta gozaba de las gracias de la transverberación y la bilocación según el historiador Seco Serrano. A mí lo que más bien me parece es que fue una amiga platónica y quien sabe si de a hecho pues fue en una ocasión a visitarla a su convento del rey que tenía reputación de galán de monjas, lo de las rejas y los capisayos en encierro le ponía y proclaman los psiquiatras que esto era a causa de su sexualidad insaciable y casi femenina.

Que era un patriota nadie se lo podrá negar. Aunque sin demasiado tacto. Gracias a él se consiguió aplastar la sublevación de los catalanes y a Andalucía que también quería ser independiente la metió en vereda. No vivió para contemplar la secesión de Portugal pero en sus últimas horas de agonía gritaba pidiendo no un confesor sino armas y levas para levantar gente para ir contra los lusitanos apoyados por Inglaterra. “Ah cuando yo era rector de Salamanca”, dijo poco antes de expirar desengañado de las cosas del siglo.

Casi cuatrocientos años después la figura de este personaje uno de los más importantes de la historia española se alza egregia y trágica a la vez. Por su catolicismo lo que no obviaba la crueldad porque ya Quevedo lo expresa muy bien en aquellos versos: “católica y cruel Majestad,…etc” fue puesto en berlina. En ese cuadro ecuestre Velásquez lo retrata de cuerpo entero a lomos de ese caballo de ancas anchas cabeza corta y melena de yegua ojos de ternerita, estampa casi femenina pero era lo que se dice todo un caballo andaluz para un jinete castellano aunque don Gaspar fuese de Sevilla y entonces había una recia polémica entre andaluces y castellanos y hubo un duque que pidió para aquel reino la independencia y el regreso a los taifas. Olivares que tenía un concepto unitario del Estado abominaba de aquella nobleza altanera y privilegiada. Todo su afán fue  preservar la monarquía frente a las acechanzas de la nobleza insolidaria. Ahí está el caballero sujeta bien la rienda la espuela en su sitio y la montura haciendo corbetas. Retrato de cuerpo entero. El pintor vio no solamente una psicología personal sino que plasma a toda una época desde su caballete en uno de los cuartos de Felipe IV. Velay una español con las virtudes y defectos de la raza el ansia de poder y el afán de mando auriga de los destinos por lo visto de nuestra decadencia. Mandaba y alanceaba toros. La burocracia unida a la tauromaquia. El conde dizque sabía halagarle los gustos al pueblo: romerías triduos y fiestas de toros y caña. En todos los labios del pechero y del pequeño terrateniente a la cuarta pregunta siempre una interrogante ¿Llegó la escuadra? Y el oro de Indias que iba a parar a Flandes. Pero don Gaspar no podía tener una estampa más recia y más viril que la que luce en el cuadro.

Por demasiado macho las mujeres de palacio le odiaban. Esta razón o sinrazón puede que fuese la causa de su caída. Una monja visionaria amiga del rey que le escribía cartas desde su convento en Ágreda y la malquerencia o la suspicacia de la reina Isabel de Valois que se esforzó en parir y a veces vanamente principies herederos y le nacían infantinas que se morían antes del destete y basta para ello recorrer el pudridero y esas cruces tumbales del cementerio de párvulos del pudridero escurialense le declararon la guerra al valido. El rey estaba a la suyo con sus cómicas y sus novicias. “Las monjas a rezar y las mujeres a parir” esta frase del de Guzmán le trajo la ruina. Nada que escandalizarse y el condeduque no hizo más que retomar la vieja enseñanza de las epístolas de san Pablo que la mujer se salve mediante la paciencia y la generación de los hijos pero el feminismo le puso la proa y a la cosa no sirve darle vueltas. Se trata de una de las verdades de la biología pero el Cálido sigue ofreciendo las manzanas de la tentación a Eva y ahí siguen muchos queriendo cambiar la historia y devanándose la sesera para descubrir el andao palante. El condeduque era un populista. Hoy en día a lo mejor le caía el sambenito de fascista. Llevaba al estado en la cabeza y en una España de pícaros y apaniguados todos esperando el maná de las Indias y las pagas de la benéfica él estaba en su despacho a las seis de la mañana. Hombre al parecer de conducta intachable y de una sola mujer su doña Inés él se empeñó en mantener la unidad del imperio frente a las acechanzas de la sinagoga de Ámsterdam o la rapacidad de Richelieu o la perfidia inglesa que soliviantó as los portugueses contra los españoles. La secesión de Portugal no la vieron sus ojos pero cuando yacía en su lecheo de muerte en Toros quiso levantar gente de armas para ir contra Lisboa alzada en armas. Los piratas asolaban el Levante y Drake azuzaba sus bucaneros por la costa andaluza. Quiso ser un atlante pero el peso de la carga era demasiado para un solo hombre enfrentado a su destino. Castilla estaba exhausta derrengada. Era un Titán pero España ya no estaba en racha.

Demasiado fue el esfuerzo, Castilla desangrada. Marañón con la acuidad y solercia que le caracteriza y su gran ojo clínico (el libro de este autor sobre el gran valido es una de las biografías mejor escritas de la literatura) descubre el anacronismo de su nacimiento. Olivares vino al mundo con un par de siglos de retraso. Hubiese sido un gran ministro de los Reyes Católicos o de Carlos V. Su mundo no pertenecía al de la Reforma y al de “París bien vale una misa” de Enrique IV sino al del medievo. Su nacimiento en Roma puede que determinase huella profunda en su carácter de católico a machamartillo supersticioso y clericaloide pero nadie le podrá negar la ortodoxia de su fe recia aunque, perdida la privanza, lo acusaron sus enemigos de hereje pero es el axioma ineludible de una país que sabe ser católico pero también cruel y donde no se perdona al que fracasa. El magnetismo de su personalidad tuvo un gran atractivo para los historiadores ingleses. De hecho sus mejores biógrafos hasta Marañón fueron Hume y Arnold Benett más tarde Elliott. Vg.: en Oxford escuché la idea de que omitió craso error al impedir el casorio del príncipe de Gales Carlos I con una hermana de Felipe IV pero lo hizo por convencimientos religiosos. El novio no era católico y así se inclina por un francés. El fantasma de aquel príncipe después desafortunado rey que murió en el cadalso anda vagando por la Casa de las siete Chimeneas en la Plaza el Rey madrileña donde estuvo hospedado mientras cortejaba a una gazmoña infanta. Se le despachó a Inglaterra cargado de un tesoro de regalos. Es posible que aquellas calabazas de no haberse producido hubieran cambiado la historia de España y del mundo. No respondió a la voz del deseo. El alegato para deshacer el noviazgo fue una supuesta razón de estado. El siglo XVII fue un siglo milenarista. La corona de Castilla pelea como un atlante contra las fuerzas oscuras del Averno que quieren echar a pique la Barca del Pescador que por aquellas fechas no era una frágil  lancha de cabotaje sino una enorme urca. En su capacidad de valido o de premier o primer piloto quiere conducir la nave a buen puerto sorteando los escollos. Si bien es cierto que con frecuencia las metáforas nos pierden y la razón da de través encallando contra la sinrazón. El duque se obcecó tal vez. Era demasiado temperamental muy taurino y muy español. Le faltó sangre fría pero es ilícito hablar de decadencia según insiste la leyenda negra alimentada mayormente por judíos y por los perdedores que según un dicho inglés beggars and losers can´t be choosers (mendigos y perdedores no pueden elegir) pero en este caso sí: España era el país más rico de Europa y donde mejor se vivía. Lo que ocurre es que hay  veces en las cuales parece que descarrilla la historia y los comienzos y comedios del seiscientos al menos en lo que a España afecta pudieron ser una de ellas. Había sed de absoluto y de aspiraciones purificadoras pero esta gran utopía luego se transforma en desengaño y consecuentemente en picaresca. Ante los vientos fuertes y portantes y al desarbolarnos el enemigo algún obenque el timonel hubo de navegar en ceñida. Don Gaspar hubo de ahogar en sangre la rebelión de Cataluña. España entonces se ensimisma. Se entrega a sus profundos y vaporosos sueños y se cierra en banda camino de la iglesia. Los días y meses pasan entre triduos y novenas al efecto eran famosas las cuarenta horas que se celebraban en el convento imperial de San Isidro a las cuales asistía el Rey con toda su corte y las fiestas de toros y cañas en el retiro. Majeza y fervor religioso se conjugan. El cesaropapismo está dando las últimas arcadas. Pero la historia de España ronda por entonces su linea asíntota la tangente de la curva del infinito. No hubo días mayores. ¿Cómo van a ser decadentes los cuatro lustros que marcan la apoteosis del teatro español? El reinado del Cuarto de los Felipes coincide con Lope Calderón Tirso Alarcón Mateo Alemán... él mismo fue gran mecenas de las artes y él mismo escritor de un opúsculo El Lisandro un pliego de descargos en el que plasma don Gaspar desde el destierro de Toro su melancolía y su desencanto ante el desasimiento de la idea imperial o aquel España contra todos a los que se refiere Quevedo. Hombre de gabinete y un tanto papelista España le debe al conde ese concepto de unidad que sin llegar a ser centralistas funciona muy bien bajo los Austrias pero que llega a ser siniestra con los Borbones. Fueron dos siglos de esplendor desde el día de Santo Matías de 1500 hasta el de Difuntos de 1700 a la muerte de Carlos II el Hechizado. Dos siglos en los cuales España no ve ponerse el sol bajo sus dominios. Nuestro hombre no sólo inventa el papel sellado y el cargo de primer ministro - ordena a Felipe IV a que asista a los consejos a través de un ventanuco- sino al propio Estado. Su gran afán fue precisamente el desmembramiento de dicho estado. En Barcelona sofocó con mano firme el levantamiento de los segadores el día del corpus y se enfrenta en todo momento a los manejes de la sinagoga que es la que patrocina las guerras de religión. Nuestra derrota en Rocroi marca el principio del fin de nuestra derrota en los Low Landers pero nuestros tiempos siguieron allá batallando. La toma de Ostende y de Fuenterrabía serían los grandes éxitos militares del conde duque mas ya casi en la agonía y desde su retiro toresano escribe una carta al monarca pidiéndole autorización para levantar gente de leva y ponerse al frente de un ejército que fuese contra los lusitanos. El motín lo apoyaba como no la sinagoga de Amsterdam y la corte de San Jaime gran aliada de Portugal contra España. Se exageró la visión derrotista de aquel mundo dada nuestra atávica tendencia al auto flagelo. Cierto que las condiciones de vida en aquella Castilla esquilmada y dominadora eran miserables pero sin duda mucho mejores que las de los habitantes de Paris o Londres. Rusia estaba en aquella época en estado semi salvaje. Cierto que el fanatismo y la superstición la milagrería y la credulidad raíces acaso de muchos vicios nacionales cañaban estragos en los de arriba y en los de abajo pero nunca rayó tan alto la cultura española como en los años del mandato del gran valido de Felipe IV un hombre excesivo dominador visceral y con las virtudes y defectos de la raza por lo que fue tan adulado como odiado. Desconocía los términos medios y su carácter pícnico tendía hacia esa exuberancia del barroco. Por Toral de los Guzmanes y por estos páramos del viejo reino de León cruza su efigie clásica su silueta tan distinguida enigmática y prócer. Los guzmanes eran la cifra y el compendio del señorío. Paradójicamente y siguiendo la tendencia de los Reyes Católicos también quiere desmochar las torres de los castillos feudales y a los que más ataca es a los de su estirpe y a los hidalgos de nacencia. De un golpe de vista comprendió que los males de España arrancan de ese feudalismo que se transforma en caciquismo y en esa tendencia a las taifas (lo vemos en este momento en que escribo 2006) Él quiso cortarles los vuelos a los privilegios porque tenía una idea unitaria de la centralidad del mando. Hubo un tiempo en el que odiado por los de arriba era venerado por los de abajo a los que con temple de dictador trata de hacer concesiones y granjerías para hacerles más llevadera la existencia. Favorece la tutela de los desvalidos fomenta las obras públicas. Quería ser querido pero más que querido fue temido. Era un caudillo un dictador. Nada se hacía sin consentimiento. Su verdadera pasión era el mando. “Ahora todo mío” fue la frase con la que despidió al anterior valido el Duque de Lerma en el alcázar madrileño. El caciquismo y el separatismo son males heredados de la lucha de reinos de taifas y de la guerra civil que enfrentó a la corona y a la nobleza en los tiempos de los Trastamaras. Lo de las autonomías acaso no sea sino el reverdecimiento de aquellos instintos puesto que la cabra tira siempre al monte a los que don Gaspar de Guzmán trató de meter en vereda gobernando por decreto y en centralista. La alcurnia entonces se le subió a las barbas se le puso de manos con el mismo brío que el corcel al que le sube don Diego Velázquez para retratarlo en los encinares del Pardo al fondo el horizonte de las crestas guadarrameñas. El arte de Apeles alanza altas cotas en este cuadro. Los de su clase no lo podían ver. No hay peor cuña que la de la misma manera. De los influyentes nobles - ya se sabe que este tiempo como todos fue gobernado por las dichosas cien familias- no era bien quisto. Tampoco le amaban las mujeres que fueron las artífices de su caída y eso no deja de ser fatal en un político. A Napoleón le ocurría lo mismo. Cuando cruzo en mi automóvil camino de Asturias por este pueblo terrizo de casas de adobe ródeno [el alma mater de los palacios hispanos está construido con paja y barro] orillas del Esla en esa gran recta de cerca de cincuenta kilómetros que va de Benavente hasta León entono una plegaria por su alma. Dios perdone sus pecados que fueron los de ansias de poder y de grandeza. Decía un pasquín de la época: “sisas y alcabalas y papel de estado me tienen desollado”. Pienso que acaso llevara razón Marañón cuando afirma que el favorito de Felipe IV era un gigante entre pigmeos. De Toral de los Guzmanes de ahí venimos. Por ahí empezó la cosa.

 

 

Miércoles, 27 de septiembre de 2006 y escrito el 7 de julio de ese mismo año

 

 

 

Veinticuatro de mayo de mil novencientos noventa y nueve

 

 

El día que cayeron las cariátides y se transformó en carne el mármol de la esfinge sintió como una premonición dentro de sí. El verbo hablaba mayestático e imperioso hacia los redaños una admonición preponderante. Era la voz amada del reina que decía deja a Erifos. Hora es ya de abandonar esos caminos, cena hijo mío no tiembles. Miró para el calendario y comprobó con alegría que era el jubileo de la protectora emperatriz de cielos y tierras. Voy a convertirme en un hombre nuevos. Quizás. Gracias, madre. Tiró el último vaso de tintorro que aún tenía entre los dedos y salió a la calle. Todo el barrio estaba cubierto de fragancias. El sol brillaba alto, abrasador y por las calles de la ciudad pasaba un desfile de púberes canéforas pregoneras del amor. Recordó el título de alguna novela o de algún filme que pregonaba prohibido suicidarse en primavera. Arrasaba la vida con fuerza. Dentro de una hornacina iluminada estaba el rostro de la diosa. Has nacido de la espuma y bendita tú seas entre todas cantaba la himnodia de las vírgenes. Se le ocurrió preguntar a una de aquellas beldades (Madrid ama las procesiones y las corridas de toros sobre todas las cosas) qué era aquello pero nada respondieron. Una de las bien ceñidas que tenía los labios carnosos los ojos rasgados y los pómulos en arista que era un tipazo de repente se vino hacia él y le puso delante de la cámara un micrófono. Es para un reportaje. Quiero tu opinión. ¿Qué opinión? La que tienes de nosotras. Guenadio Arije que era de persuasión antifeminista nada contestó pero quedó desconcertado ante semejante vestal tan despampanante los ojos grandes y los morros gruesos como los de Buda. Le pareció estar delante de una visión pero todas aquellas fantasmagorías tenían poca importancia. Allí estaban los números romanos del carillón del kilómetro cero Puerta del sol de nuestros ocios y de nuestras esperas rompeolas de las Españas en posición de firmes. Sobre los tiestos gigantes crecían los madroños pero los secaron los barzones al apagar contra el tronco las colillas horas indeterminadas. Las manecillas del reloj de Sol seguían girando ajenas a las convulsiones políticas. Una multitud de eclécticos de devotos y de curiosos veía pasar la procesión de la Virgen María. Algunos se santiguaban al paso de la carroza. Otros moraban de soslayo. Unos corros de moros dando la espalda a los procesioncitas fumaba cigarros y discutía de sus cosas en recia algarabía. Con sus ardientes ojos africanos todos recordaban vagamente el retrato de Abdelkrim. Ya no hay moros en la costa. Están lo que se dice tomando todos el sol en Madrid. Y chinos suramericano polacos ucranios somalíes senegaleses. El rompeolas de las Españas se convirtió en abrevadero de la emigración. Era el corrimiento sistemático de los pueblos. Las gentes se ponen en movimiento. Algo va a ocurrir. Tú deliras como todos los fascistas. En los veladores había mantenido discusiones al respecto. Siempre perdía. Una cosa os digo y quiero que la tengáis presente estos no están aquí para hacer turismo. Cállate tragaldabas maldito racista. ¿No hay libertad de expresión? Para esos dichos no. Tenía el perfil de emperador romano y había tomado parte en el reparto de películas cuyos guiones estaban basados en películas de Galdós. Habían sacado a la Virgen por las calles del centro a pesar de las protestas de los periodistas mediocres y de los hijos de Julián marías que escribían artículos incendiarios en las páginas del País. La virgen bendecía las calles cutres y los asoladoras de la droga y el vicio y se tenía costumbre en aquélla ciudad pasear a la virgen cuando se veía peligro de anúteba de pestilencia sequía o avenidas. Allí estaban las letanías y los clamores de Kirie eleison por Bailén Mayor Arenal y la Calle Hileras y aledaños. Todos teníamos en la cabeza la fecha del año dos mil y mirábamos para el calendario con temor. Pero la gente en lugar de frecuentar las iglesias se iba a pasar a las grandes superficies a pasar la tarde. Vivimos en la época de lo banal si no vienes a comprar o vender no perteneces a la raza de los elegidos. Los hervores del Apocalipsis se habían convertido en un reclamo para la venta de productos. Como si no tuviéramos bastante con el paro generacional la violencia hogareña el amor libre el deseo inverso los mulos o los hijos crecidos haciendo el gandul y pidiendo pelas el sabor a ti el sida los teleñecos Chechenia Yugoslavia la frase hecha y la moralidad pret a porter de los políticamente correctos o el cobrador del frac ahora vienen estos y nos quieren encasquetar el fin del mundo. A ver si estalla de una puta vez pues parece que está tardando mucho. Miraba para el reloj de la puerta del sol empotrado en su Belvedere y se acordaba del reloj de Farfax en Oxford el papamoscas burgalés o el peluco que llevaba en la muñeca. Había querido ser escritor y tenía una pluma que había comprado en NY pero ésta ya no servía para nada. Los pilotos americanos acababan de bombardear Belgrado la noche de pascua. Nos domina la tensión de la esfera pero eso no es más que cifra especulativo puro guarismo. A Verumtamen no se le dieron bien las matemáticas pero tenía un don para encontrar música a las palabras. Una pena que los címbralos de bronce ya no retiñían y que la civilización que él amó y en la que esperaba se estuviese acabando. Ya estaba viejo y en aquellos años se llevaba la melothesia o bella disposición de los miembros. Nadie da un duro por mi vida y me voy a tomarpolculo. No éramos más que glándulas y duro darle a la especulación y a rezarle rosarios a la Virgen María... había crecido bastante su hija cristina. Parecía una escofina. Dios mío miraba a mi infancia. Hubo gente que se valió de mi bondad y de mi ignorancia cuando era niño. Ahora en una Sahara de desilusiones muere mi corazón de sed sagrada. Cuando terminó la procesión los vencejos seguían armando bulla en los voladizos de los aleros. Tienes que escribir versos. No me fastidies. La poesía no vale para nada. Ha habido un cambio de sensibilidad. Las fuerzas del Becerro se han vuelto muy poderosas aunque también es verdad puede que estemos equivocado la Iglesia desentendiéndose de los consejos del que la fundó rinde culto al éxito y está siempre con la mayoría pero la voz de Zanny es la voz del sentido común. El obispo de roma con toda la parafernalia y todas las cidarias y arreos que le pongamos no deja de ser más un obispo uno de tantos. Habitamos en la infernal paradoja. Creo que me estaban hablando las piedras tumbales de los sitios y me vi asaltado por la depresión. A year had elapses since the composition of the letter and Again no answer nothing. After all I was always writing the same novel a real queen smiling like a Gioconda in a garden o Essex. Essex the ápex of his life. Pero después de yo muerto ni viña ni huerto. Voy de rocín a ruin dando tumbos por los pecados de mi vida pasada y todo lo que me está pasando me recuerda que todo esto es como una burla pesada y de esto que nada nos cuesta llenemos la cesta y dos tocas en un hogar malas son de concertar. Y el bien no es conocido hasta que no es perdido como me ocurrió a mí. Para el pobre todo son trazas y para el pobre trapazas. Barba non facit philosophun. Intus nero foris Cato. Rosario al cuello diablo adentro. Esto ha sido el trueque del topo. Labrador de capa negra nunca medra. Mas vale un toma que dos te daré. Y así sucesivamente que hoy me cumplen refranes en los que se fijan la concinidad y clarividencia de mi estilo

 

 

 

 

 

LA MONARQUÍA INGLESA EN 1981// ISABEL II LA MUJER MÁS RICA DEL MUNDO// LA ÚNICA INGLESA QUE NO PAGA IMPUESTOS NI NECESITA CARNÉ DE CONDUCIR // SU REINADO UN ÉXITO DE COHESIÓN Y UNIDAD ENTRES SUS SÚBDITOS. UNA PASIÓN POR LOS CABALLOS Y LOS PERROS DE CASTA. LA CLAVE DE SU ÉXITO UNA MEZCLA DE SENCILLEZ Y DE ARROGANCIA Y DE AMOR AL PROTOCOLO

 

 

Antonio Parra.

 

Cada tarde cuando suenan las cinco en el reloj del palacio de Buckingham sube con una bandeja de plata hasta los aposentos reales donde a la reina le hacen compañía sus famosos “corguis”. La soberana inglesa y sus perros juntos toman el té. El nombre de estos chuchos los conoce también toda Inglaterra. Se llaman Sandrigan. Tiny, Sox, Jolly,Pickels. Les gusta la carne enlatada, las galletas y la salsa de perdices. Isabel II ama a los animales y se encuentra a sus anchas. Esta señora que nació para ser reina y aprendió el oficio a las mil maravillas es feliz únicamente entre los caballos de su yeguada y los perros a los que adora. Es un poco el éxito de una monarquía constitucional a la moderna. Le gusta la TV y las novelas de ágata Christie. No bebe más que gintonic en ocasiones y es proverbial su aborrecimiento de las ostras. Tan es así que los cocineros y reposteros de palacio no se cansan de repetir a los pincernas y encargados de la refacción real “nada de ostras por favor” cuando ella viaja al extranjero. La consolidación de l monarquía británica es su gran conseguimiento a lo largo de 28 años de reinado. Pese a los graves problemas con los que cuenta Gran Bretaña en estos momentos (paro obrero, carestía de vida, Irlanda del Norte) parece que los ingleses se sienten satisfechos con su soberna y el príncipe consorte [Brenda y Keith les llama el pueblo]  La clase trabajadora se refleja un poco en ellos en los que ve una especie de linterna moral epítome de los valores tradicionales. Cuando Isabel advino al trono el pueblo inglés hallabas sumido en la más absoluta pobreza tras los años duros de la guerra que Inglaterra ganara pero que marcaría el principio del fin del imperio. Ahora bajo  su cetro está conociendo un período de pax británica conjugado con una racha de progreso económico como nunca había conocido. Desde 1952 a esta parte Gran Bretaña ha experimentado el proceso de la welfare society que trajo Attlee conforme al espíritu y la manera de ser nacional: los ingleses ponen por encima el valor del concepto leisure sobre los bienes materiales porque sí. Ello constituye la esencia de la sociedad próspera. El toque mágico de tan particular idiosincrasia lo impuso esta señora que se viste y se peina todavía a la moda de los años 60 gran amante del protocolo pero con un gusto horrible para los abrigos y para los bolsos. Es al propio tiempo altiva y sencilla. Le apasionan los caballos y los thrillers. Es la mujer más rica del mundo. Pese a la modesta apariencia la fama de su riqueza se ha propagado por todo el mundo. La casa Windsor es sin duda la más cresa y acaudalada de las monarquías con tres castillos ciento cincuenta caballos de carreras los mejores acres de tierra cultivable en Inglaterra fincas en la argentina y las tres cuartas partes de los alquileres (toda la City de San Pablo a Picadilly es de su propiedad)  Los campesinos del condado de Dochester por abril le pagan medio cordero de diezmo. Es una reliquia de viejas tradiciones medievales. También le pertenece un buen pico del fértil condado de Cornualles. Son cientos y cientos de devengos estipendios annatas posesiones y réditos que ha ido dejando como un poso de oro la posesión de la corona más antigua de Europa. Su fortuna está tasada sobre la cifra de alrededor de los doscientos mil millones de dólares y en este arqueo no se incluye ni su pinacoteca una de las mas surtidas del mundo ni tampoco sus colecciones filatélicas. Aparte re3cibe un total de tres mil millones de dólares del erario público para gastos de representación. La reina no paga impuestos ni tiene que examinarse del carné de conducir ni pagar licencia por tener aparato de televisión y perro. Ello le cuesta al contribuyente inglés la suma de dieciséis mil dólares anuales. A pesar de todo la Casa Real ha pedido un aumento de sueldo alegando pretextos de gastos suntuarios y de representación. La última subida fue hace diez años pero ahora en 1981 esta petición de incremento puede ocasionar una verdadera tormenta nacional. El sentir monárquico de los súbditos de su Graciosa Majestad nadie lo pondrá en duda pero los ingleses son muy mirados a la hora de rascarse el bolsillo. En Inglaterra hasta hace poco y yo lo he vivido la sesión de los cines terminaba con el National Anthem. AL público se levantaba de sus butacas y entonaba el Dios Salve a la Reina. Es la figura donde converge el sentir patriótico de los británicos aparte de ser ella la cabeza visible de la Iglesia anglicana. La monarquía es una institución costosa pero compensa. Precisamente qui4en más se opuso al aumento de sueldo de Buckingham Palace fue Richard Crossman amigo de la familia real político socialista fallecido en 1975. Era íntimo del príncipe de Edimburgo y uno de los más asiduos en las reuniones de palacio. Corría el año 1971 y había entonces en Inglaterra un millón de parados. En dos lustros esa cifra se ha doblado con que calcúlese la resistencia que va a ver a la petición al parlamento de subirle a los royals los haberes. Es una patata caliente y un debate que causará furor. El fervor nacional que se vive en estos instantes con las bodas del príncipe de Gales y Lady Di será un paliativo desde luego pero no evitará el desencadenamiento de una tormenta política. Pero eso no quiere decir que vayan a rodar testas coronadas ni que vengan los republicanos. Se trata simplemente de la democracia americana trabajando a tope. En Inglaterra han de producirse siempre dos corrientes de opinión que hagan doblete. Es el juego del contraste que a ellos se les da tan bien clave admirable de la balanza de poderes y razón de la estabilidad política casi berroqueña de aquel país. Isabel II hace el número XLII de los reyes que ha tenido la corte de San Jaime desde Guillermo I Conquistador. Su efigie va estampada en sellos de correo y acuñada en monedas de treinta países adscritos a la mancomunidad. La fotografía de su real persona preside innumerables salas de banderas juzgados escuelas despachaos oficiales no sólo en Inglaterra y en escocia sino también en Australia nueva Zelanda  o Jamaica. La reina es una mujer solitaria cuya jornada laboral comienza a las diez de la mañana tras la llegada de una valija de color rojo con los documentos secretos del gobierno la lectura de lis periódicos y la clásica taza de té. Siempre aparece encorsetada en la rígida etiqueta del protocolo y viaja cada año miles de millas de visita a la Commonwealth. Su visión en el pueblo resulta un tanto estereotipada pero no puede ser de otra manera al encontrarse su vida entera dedicada a la salvaguarda de la tradición y del elenco del pasado como savia estabilizadora que nutre la recia corteza del árbol inglés. Carece pues la reina de vida privada y todo tiene que tener un tinte oficial. Semejante condición de rigor y de marcaje es lo que provocó la salida por la tangente de su hermana quien, harta de protocolo la princesa Margarita, se casó con un fotógrafo y se divorció. Alguien ha dicho que la reina no puede disponer de su persona por encontrarse al servicio de un ideal. Por eso buckingham Palace constituye un mundo aparte cerrado sobre sí mismo. En torno a sus muros pulula una turba de fotógrafos freelance a la caza de cualquier salida o movimiento regio. Es un mundo de muchas traídas y llevadas ahíto de rumores porque en esta corte de la discreción no suele darse un cuarto al pregonero por aquello de la etiqueta. Todas las tormentas familiares que hayan podido haber son un reservado que se canda con siete llaves. La valetudinaria salud de la soberana proverbialmente aventó tolvaneras de rumores. Con lo que se cumple también otra de las reglas de oro de la aristocracia inglesa: tener achaques y una frágil salud de hierro. La figura de Isabel II ha sido señera en el extenso panorama del árbol genealógico de los Windsor pues ella ha sabido dar realce a la dinastía que había llegado a tambalearse a raíz de la abdicación de Eduardo VIII. Han conseguido “Brenda” y “Keith” identificarse con el pueblo dos nombres típicos de matrimonio de la clase trabajadora. Sin embargo aspirar a que la reina sea un commoner una de las muchas Brendas que cogidos los rulos con un cigarrillo en los labios y un pañuelo a la cabeza que se asoman a la puerta de cualquier backstreet de los barrios denominados Coronation Street de Manchester Leeds o Londres suena a pretencioso. Pero es uno de los clichés que los jefes de relaciones públicas de la casa real vienen manejando. No todas las mujeres en Inglaterra tienen el privilegio de mantener haciendo antesala al primer ministro durante una hora porque Su Majestad está acostando a los niños y les está contando un cuento de hadas. Ninguna inglesa se puede permitir el lujo de llevar consigo una corte de 14 damas de compañía ni dormir con un policía siempre a la puerta de la alcoba velando el sueño real. Ostenta el título de Duque de Lancaster (no duquesa) en virtud de una prematica dada por su abuela la reina Victoria que especificó que ese título de nobleza ha de ser siempre duque sea hombre o mujer quien lo lleve. Señora de Normandía y Duquesa de Mann y reina de Irlanda del Norte. Este título de Irlanda del Norte o Ulster lo ha resaltado particularmente la reina quien en diversas ocasiones se ha manifestado en contra de la fusión de esa provincia con Eire y su independencia de reino Unido. Intelectualmente Isabel no es pretenciosa. Chapurrea el francés y muestra inclinaciones a la música de Haendel. Lee biografías sólo pero le gustan las novelas de Ágata Christie. No soporta sin embargo la opera y aborrece las ostras según va dicho. Su pasatiempo predilecto es el teatro. Desde niña y en Buckingham Palace se representan obras de teatro en la que miembros de la familia real participan, nunca la reina ni el duque. Cuando dan por la televisión un programa de imitadores que arriendan sus gestos no se lo pierde. Aunque es monarca constitucional (reina pero no gobierna) su influjo sobre la vida política es poderoso. Isabel II tiene decididamente una vocación política y se interesa por cuanto ocurre en su país y en el resto de la tierra despacha a diario con el premier pero a Isabel no le agrada que le traten como a una niña ni le den conferencias. Su carácter aparentemente apacible nada tiene de acomodaticio. De ahí que a veces hayan surgidos agarradas entre ella y sus primeros ministros. Se dice que no podía ver a MacMillan al que consideraba paternalista en exceso. Tampoco Wilson ni Heath eran su taza de te (¿y que habrá pasado con Toñi Blair que era un seminarista cuando se escribió este artículo?) sin embargo no parece haber problemas entre ella y Margaret Thatcher[17]. Con MacMillan sus relaciones se deterioraron cuando el líder conservador le hiciera la observación de que debiera mejorar sus servicios de seguridad y de protección. Pero ¿va a ir Su majestad a Ghana sabiendo los peligros a los que se expone?, le dijo SuperMac a la soberana en 1959 poco antes de su visita regia. ¿Peligros? , dijo Isabel. Son gajes del oficio. No le perdono su descaro al político. A lo largo de su vida Isabel II ha visto en riesgo su vida 42 veces. La primera siendo niña. La segunda el día de su 56 cumpleaños cuando hacía el trooping of the colour. Un muchacho hizo varios disparos de munición de fogueo contra su persona. Una cierta arrogancia. Este altercado ilustra un poco sobre su carácter en el cual no falta una cierta altanería y arrogancia tan inglesas. Inglaterra siempre acostumbró a despreciar un poco cuanto ignora. Así es conocido el proverbial aislamiento en el que vive la corona inglesa con respecto a otras monarquías a las que no considera de tanto pedigrí y a las que desprecia en el fondo. Por ejemplo dijo que la monarquía noruega era una monarquía democrática en bicicleta criticando su intensa democratización y la ausencia de protocolo. La monarquía inglesa ¿no es cierto? no guarda parangón con nadie. Va a su aire. Es una mezcla de sencillez cromwelliana y de pompa teocrática. Demasiados cetros demasiados peplos demasiados armiños y coronas en las solemnidades de la abadía de Westminster[18] a un extranjero este rigorismo de etiqueta y todo ese boato que sin llegar a ser bizantino resulta muy inglés puede que le resulte algo ridículo pero la grandeza de los ingleses es que a veces carecen de sentido del ridículo. Sienten una pasión por el formalismo y son clasistas pero muy diferentes al clasismo a la española. Por todo ello la monarquía en Inglaterra está más arraigada. El portaestandarte es la unidad. La Reine le Veult frase con la que firma la soberna algunos de los documentos oficiales. Si ella lo quiere es palabra de dios. También la monarquía es un negocio turístico y una forma de deleitar aprovechando. A los británicos les gusta vender pues son un pueblo de tenderos y por eso venden al mundo no sólo su idioma que es una fuente de divisas sino también la imagen de su soberna. Su cabeza viene siempre en el anverso de las monedas de un penique. Una monarquía que parece hecha de dinero de tanners quarters and dimes. Look after the pennies because the pounds know how to look after themselves.

 

 

25 de junio de 1981

 

 

SAN Valentín BENDITO UNA FIESTA QUE VA A MAS/ En América se envían cien millones de tarjetas- coincide con el connubio de los animales o Mating season- corazones rojos besos y abraso pero lo peor del amor es la convivencia

 

A caballo entre las fiestas de primavera y el solsticio de inviernos los romanos destinaban febrero a la expiación y a las purificaciones, después venían las idus en mitad del mes – calendas son al principio- comenzaba la época del connubio. Imitando a las aves y a los ciervos los patricios romanos se dedicaban a buscar novia. Los pájaros regresaban a construir sus nidos. Nosotros busquemos pareja. El calendario gregoriano que sigue al cesáreo celebra con devoción la vieja fiesta pagana bajo la advocación de san Valentín. Un santo del amor por encima de los credos y de las épocas. En Usa se envían cerca de cien millones de tarjetas por esta época. Con el consabido corazoncito algo muy rojo muy carnal sensual y hortera. Y la noche del 14 de febrero si es que no llega antes Alcapone muchos adoradores habrán conseguido lo que deseaban: el amor eterno. Las estadísticas enseñan que a eso de los nueve meses por culpa de san Valentín nacen bastantes bebés. El pobre santo de haber conocido los berenjenales en los que se iban a meter sus devotos a lo mejor hubiera renunciado a la palma del martirio que le fue administrado por los sayones del emperador Aurelio. Sus verdugos le cogieron con las manos en la masa cuando se encontraba en una catacumba casando a dos. Era un patricio romano que había practicado la medicina y la benevolencia. A mi me resulta caro porque yo naci en la calle de san Valentín número 2. El murió en el coliseo pasto de los tigres por no haber renunciado a la fe en Cristo ni haber quemado incienso en honor de los ídolos. Los británicos que forman parte de un pueblo devoto y bastante cumplido se muestran devotos de este presbítero romano. En su día los taberneros los restauradores los tobacconists[19] y papelerías donde se expenden sus felicitaciones hacen el agosto en la época más gélida del año y aunque no vayan a misa ni crean en dios todos creerán en san Valentín. Se trata de una fiesta pagana y comercial tras las rebajas de enero y el debacle de Noel. Los amadores buscan el detalles para sus respectivos y respectivas: el reloj, el anillo los gemelos un pañuelo un bolso y si no da para más el presupuesto un beso de rosca en el callejón que san Valentín aunque santo muy milagrero es de buen conformar. En el amor lo importante es el detalle. Besos y abrazos no forman boda pero tocan a vísperas. Al cabo de unos años a lo mejor si te he visto no me acuerdo cuando llegue la crisis del desencanto el decaimiento físico la incomprensión los celos que se saldara dios no lo permita con la violencia de género o me bajo un momento a comprar tabaco. Mas así es la vida. San Valentín el casamentero tuco la culpa. Para los divorciados y los en desamor para las seducidas y a abandonados para los maridos de las prójimas que se fugaron con el lechero a lo mejor habría que inventar otro santo pero ese no viene en el martirologio romano. De todas formas viva san Valentín

 

 

 

 

LAS DEL CONO SUR NO APAGAN LA LUZ

 

Pasaban aquellas cosas dichas así tan crudamente. Había un componente erótico en toda aquella tramoya un cierto retorcimiento masoquista. Había algo de diabólico en su mirar o en la forma como mecía sus ojos. Salacidad. Te vas a condenar si dices tantas burradas chaval. No es tu incumbencia. Si me condeno es mi asunto-. Entonces le contó la historia de la pescadera de Getafe le hice unos versos a aquella chica: Dame la mantilla, el encaje la peineta y una lagrima de tu mejilla para llorar a Cristo muerto... para un primerizo eso no está mal pero suena a Gerardo diego... yo le mandaba anónimos y versos... creo que le hacía gracia la correspondencia pero acabó casándose con un camionero... Nos veíamos en el paseo los días de fiesta por la Calle Madrid de las Margaritas a la Alhóndiga y volver a empezar calle arriba calle abajo calle de santo Tomás. Así que hablando con un galán y el galán era camionero. Le mandaba cartas de amor y le hacía gracia mi correspondencia pero acabó casándose con un camionero. Nos veíamos en la calle real pero no nos decíamos palabras pues cuando hay amor basta el mirar. Ay y  mucho le duraba el mirar como a aquel rey. Bastante zángano estás hecho tú. Se llamaba Estrellita y yo le decía con los ojos  Estrellita cuando podremos vernos pero ella se echaba a correr. Hice el ridículo como tantas veces en la vida. Mis persecuciones platónicas a la pescadera no dieron resultado alguno. Desde entonces creo que he sido un hombre nulo. Hombre no digas eso. Estas en cuarto de carrera. No sé si me licenciaré de remate. Además el título sólo me va a servir para colgarlo en la pared. Lo más seguro es que vaya al paro. Es el porvenir de todos los licenciados españoles. Tú ante una mujer no te cortes, muchacho. Hazla el amor y recuerda que éste huye a los cobardes. Se excitaba hablando de sí mismo. Tenía un brillo morboso en la mirada y hasta habría quien pudiera preguntarse si no era aquel joven el violador del Ensanche. Debía de practicar el acoso. Era un stalker... la pescadera de la Calle Madrid te dio calabazas pero no se perdió mucho tú no eres lo que se dice una joya... llevas razón. Paso por la vida como una sombra. Si seré gafe? Algo tienes que repeles. Bueno bah no digas eso que te pareces a mi mujer. En el fondo no eres mala persona pero a ti lo que te pasa es que arrastras mal de madre. Tu progenitora te aborreció cuando estabas en el nudo en cañones coritos y desde entonces aunque te crecieron alas no pudiste volar. Mir éste cuánto sabe. Era cierto me pegaba me insultaba me llamaba cosa y es o que era mi madre. Tuve una madre cruel. Contra eso no hay solución. Sólo ajo y agua. Cobwebs. Cierta mente telarañas pero oye tu sabes ingles? Pues claro pasé todo un verano en Londres. Allí conocí a una de Nueva Zelanda. Las del cono sur no apagan la luz. Es que cuando en su país es de dia aquí es de noche y viceversa así que debe de ser por eso. Vivía en un tabuco de Earls Court y me invitaba a te con pastas y después largas tardes de amor. Yo tenía mucho hambre. Y las galletas digestivas me las zampaba. Si me decían another one invitándome por cortesía al carajo las normas de urbanidad y así con todo. Tu en tu vida te has comido una rosca, mostagán. Tú jamás re has tirado a una tía a no ser pagando. Cierto soy el alcalde de la vara. Ese con cara de cipote en las cipotes. Se acabó la discusión. Agur.

 

 

PEDISECUOS

 

 

Escribo un viernes negro de un septiembre más negro todavía aunque el veranillo de san Miguel no pudo ser más benigno en sus bonanzas y su tempero. Harvest time recuerdo los días de dádivas y fruto de una Inglaterra rural en los últimos lustros del pasado siglo y hablo en mi desolación con mi ex. Los británicos saben encontrar el comedio y el commonsense aunque sopla un viento de histeria furibundo por todos los sitios. What do you think, my Lady, of the Pope Benedicto? That he is an idiot. Zanny no tiene pelos en la lengua. Toses al otro lado del hilo. Allá en Cornualles tambien tienen este veranillo de san Miguel que conocen bajo el nombre de indian Summer. Oh my goodness. Los ingleses nos llevan  esa ventaja que desde los tiempos de la restauración han sabido diferenciar iglesia temporal de iglesia espiritual y carismática, se separaron creyendo una aberración rendir culto casi de divinidad a un obispo heredero de la mentalidad pagana latina que consideraba sagrados a los arúspices a los manes y a los pontífices (vistas las cosas desde el ángulo temporal les sobra razón y los ingleses amén de muy suyos por eso los admiro son gente práctica) y para ellos Roma todo es cáscara. Los españoles que nos hemos batido por el papado en incontables guerras tenemos una visión más apasionada y quijotesca. Mantengo pues mis diferencias con mi ex que siempre  acertó a llevarme la contraria sin que yo me sulfurara. Para ti la perra gorda, Zanny amor pero no se a qué viene esta furia de los viernes negro.  El sanedrín parece que se la tenía jurada a este pobre papa alemán que no considero un idiota sino un hombre de bien aunque sin el carisma político de su predecesor polaco que era más manipulable y en consonancia con esas fuerzas oscuras. Al fin y al cabo y glosando a Hamlet life is a tale full of sound and fury told by an idiot. Puede. Hacía lo que el sinedrio universal mandaba y éste no. Parece que nos está mostrando a los católicos la ruta áspera de abrojos y el camino de espinas que conduce al calvario y al martirio pienso yo. Es un templario de sonrisa perenne – la verdad es que físicamente se parece a Pío X- y cuerpo frágil. No lleva razón Zanny. Los idiotas van por otro lado pero su sotana blanca sigue siendo el blanco de los dardos de la gran conjura. La furia de los perros alanos quiere untar de sangre las sandalias del pescador. Escudándose siempre tras la cimitarra del Alarbe. Nos han dicho que las fuerzas del infierno no prevalecerán pero la nave de san Pedro a juzgar por la saña con que se explayan algunos comentaristas y máxime entre españoles ciertamente se cumple la premonición de Azaña de que España ha dejado de ser católica y toda ella judaiza se zarandea. Navegamos con bolina. Me oprime me derriba hasta me pone mal cuerpo tanta blasfemia tanta cobardía y tanto mirar para otra parte cuando estrecha sus lazos el contubernio. Nietzsche y Zaratrusta han encontrado entre nosotros infinitos pedisecuos. La mayor blasfemia la pronunció ese filosofo alemán que acabaría loco no faltaría más. Pero anunció el fin del cristianismo la segunda muerte de Cristo esta vez sin resucitar porque decía que no era Él ni hombre ni dios y por eso la religión que fundó era poco viril. Se proponía la desmaculinización del ser humano. Así habló Zaratrusta. Pues bueno. A ese loco le han salido legión de seguidores que hacen abrenuncio de sus principios y se entregan a la apostasía. La relativización de la moral el expurgo de la teología cristiana con el espurio dogma del holocausto el odio y el rencor como sustituto del amor cristiano la espada de Bagdad etc han deparado este estado de cosas. Y se lo explicaré en parábolas al que quiera escuchar. Verán si algún dia visitan las Azores le explicarán la razón por la cual una de las islas se llama Tercera. La querían ponerla la isla de Cristo pero sus moradores de la raza maldita en su mayoría se negaron en rotundo. Esa vesania sigue vigente hasta la revolución de los claveles el abrazo de la muerte del extraño visitante hasta el punto de que el almirante voló y voló hasta el estallido de los trenes antes de las idus de marzo que también volaron y fueron ellos los autores de la masacre y andan culpando a otros. Son especialistas en el arte del complot y en la ciencia de la alta finanza. Ellos son los que verdaderamente se proponen la esclavización de las naciones. La fuente del odio encuentra siempre el mismo manantial. Sin embargo, Él siendo Dios se hizo esclavo del hombre. Las masas hebetadas y embrutecidas tienen hambre y sed pero sólo piden fútbol y telebasura para que los callos del alma se les agranden. No corren tiempos desde luego propicios al idealismo. La mujer es toda ella de barro. No pidáis maravillas. Todo el material es supererogatorio y aquí sólo quedan los expedientes de cupo. La canallesca no comunica. Al revés embrutece pues Nostramo los quiere sumisos y cuenta sus bendiciones con una masa amorfa de pedisecuos hebetados embrutecidos. Vivimos en tiempos travestidos – Zerolo esa venezolana que hizo en España las Américas- es un ejemplo y se ha travestido evacuado transferido liquidado el poder de las palabras. Nos supererogan nos machacan vienen a por nosotros. A humo de pajas veo la matanza del gocho ay carallo que carallo. Yo me la pido ¿Qué te pides? La cogullada o papada que es con las criadillas y el maslo la parte más sabrosa.  Pienso en el cerdo y en su matanza y me asuelan las mentiras de la raza adámica. Mis males mi melancolía no se curan ni mucho menos con la hierba barrilera  o almarjo. Uno estaba en el centeno. Salutem plurimam que puedo decir tales cosas. Pero aquí nos estamos hinchando a comer jalufo. Y hete aquí que los antiguos címbalos ya no retiñen

TITO EL DE “CUÉNTAME” RIP

 

Antonio Parra

 

Ahora que Gunter Grass hizo su confesión llamándose a andana con propósito de la enmienda haciendo penitencia sobre los capítulos de su último libro (todos en Alemania le llaman ya “wendehaals” esto es chaquetero y todos saben que Grass no se cuida y sigue fumando en pipa y tan pichi) va Tito el de Cuéntame ese sí que se cuidaba y se nos muere. Esa mesa del rinconín en el Café Gijón y tú Raul del Pozo que eres supersticioso mejor que no vayas y por supuesto que Manolo Vicent no portará por allí en medio año parece que tiene la negra. En poco tiempo cuento ya tres que la palman. Tocar madera. El Cerillas fue el primero en emprender la retirada. Pues eso sí coño ¿qué voy a decir? Que os acompaño en el sentimiento y que en el cielo lo vemos aunque no creo que se gaste mucho en tremendas, era ateo. Las Moiras la han emprendido a guadañazos con la bohemia. Tito era un asturiano  inveterado cliente de este cenáculo donde el personal va a ver y dejarse ver que parecía de la cuenca minera pero era de San Esteban de Pravia el pueblo donde tuvo una novia el Presi a la que cortejaba con el mismo tesón con que nosotros cortejábamos a la ginebra en el café de marras. Tito, que escudriñaba más que hablaba y tenía la mirada de fotógrafo, hombre bajito de estatura que solía gastar tacones e iba por la vida como pisando un tablao flamenco, decía que la nebrina o pulpa del enebro con que se fermenta esa bebida era buena para las arterias y se tomaba un sorbete pero si se tomaba uno no se tomaba dos y este servidor se tomaba siete aunque ahora creo que no lo podría hacerlo al precio que se han puesto las consumiciones en ese sitio. El velador de los ventanales del fondo era por las tardes su cuartel general. Veían pasar la vida Manolo Aleixandre el Algarrobo y algún que otro de su cuadrilla. El clasismo es un mandato también en los cafés donde las cuadrillas de tertulianos se organizaban por estamentos: los actores, los cineastas, los poetas, los pintores, los vividores y los sablistas.  Hablaba poco. Con ser asturiano no parecía venir del gran puerto del carboneo que en la era de Franco era el más importante de España y donde se ganaba mucho dinero lo mismo que Tito que lo ganó con el dictador – parece ser que la contracultura de lo camp presente versus Franco no se nos puede dejar solos a que no significa negocio- y luego con la democracia que aquí el que no corre vuela y hay que estar al santo y a la limosna.  Sus obras eran para el gran público y creo que en México hizo las Américas. Yo le había puesto ciertos reparos a su programa y a raíz de un artículo dado a la estampa en estas páginas y que titulaba Cuéntame lo que no pasó se cabreó conmigo y me retiró el saludo. En vida y en muerte sigo en aquellas trece: brillante adaptación de época diálogos con diente y pegada pero los actores sobreactúan y ambientan la versión de una época que no se corresponde con la realidad. Lo que ocurre es que a diferencia de Grass aquí hay muchos “Wendehaals” pero que no lo dicen ni hacen su confesión de parte. Allá cada cual con su vida. Por lo que a uno respecta yo voy a mi guisa no me arrepiento de nada. Sólo de aquella chinita que hacía fru fru en Hong Kong. Aunque la verdad es que Tito hablaba poco y más que asturiano tenía pinta de gallego de las Rías Baixas. De esos que creen en las meigas o poco más. Uno de los mayores guionistas de cine junto con Azcona que dio el franquismo. Ahora bien es todo un reto para los historiadores del avenir que expliquen a las generaciones futuras el singular fenómeno que se está viviendo en la actualidad a la hora de afrontar la narración del pasado. La desfachatez con que mienten – y el antifranquismo se ha vuelto casi un negocio- es para abrumar al más templado.  Es como escudriñar el enigma de las estrellas en las noches de este largo y tórrido verano. Cruzan el cielo los fuegos fatuos de los astros filantes y las liebres no son liberes que se alimentan de buen tomillo y serpol sino ratas de ciudad. Todo ha cambiado. Todo ha cambiado pero los que seguimos holgando la madera ternas en nuestra convicción aunque sin ventaja y hay que tener la inocencia de Santo Tomás cuando el lego vino a su celda a decirle asómese Fray Tomás para ver a un buey volar. Pues eso, Tito. Lo del buey volar se parece un poco al serial de Cuéntame. Es un pepino y hay que decir que es una betarraga. Pase si fuera fe que consiste en creer lo que no vimos pero aquello todos lo vimos y esa zacapela con detrimento de la verdad todos andamos haciéndonos daño, Tito, a nosotros mismos. Que no cunda el pánico pero que corra la sangre del revanchismo. Bien sabe dios que no tengo nada de energúmeno ni de talibán. Soy un ser libre y creo que un sujeto que raciocinio excepto en aquella tarde del 92 cuando estalló la primera guerra de Irak y yo os advertía lo que iba a suceder o cuando cayó el Muro de Berlín que os conté fe por be lo que iba a suceder y a poco estuviste de echarme de la mesa y se rompió la tertulia. ¿Dónde estabais los rojos de entonces? Desde entonces la actualidad parece una película de terror con no pocos gags de ciencia ficción. El Gijón ese valle de los caídos o club de los poetas muertos era un excelente lugar para el toreo de salón para pasar el rato o ver pasar la vida con gente no demasiado zafia y de relumbrón. Tiro Fernández representaba a una generación. De ahí viene todo ese embolismo que nos embarga, tanta confusión, tanto enredo. Claro que un asturianín como él siempre recordaba sentado en las incómodas sillas de pino del establecimiento cerca de los veladores serpentinos las sebes y las calellas de su tierra. Un amigo común teníamos: Manolu el Ferreru el del sindicato de San Martín de Luiña que también dobló la cuchara hace poco, también muy de izquierdas. No sé lo que me pasa pero todos mis amigos son rojos de toda la vida y Manolín era uno de elos. Era el que me arreglaba la bicicleta y siempre que entraba en su chiscón lo encontraba haciendo bricolaje. Se apellidaba Méndez Vigo y tenía algo de almirante. En sus labios eternamente la canción guerrera en plan de plegaria o de amenaza: “Cuando vengan los míos”. Llegó Zp y les ha dado la espalda. Parece ser que ese hombre se ha desentendido de las bases de la misma manera que los de la escuela sevillana le hicieron un corte de mangas al histórico Llopis. Las bases van siempre de culo. Fue Mendez Vigo el que me hizo la confidencia de que Tito quería ser peliculero. Llegaron a san Esteban de Pravia unos cómicos a rodar un largometraje y Tito se subió al carro de Tespis en plan Samuel Bronson y desde entonces no paró de darle a la manivela. Todas sus cintas eran muy taquilleras aptas para los cines de barrio de los sesenta. RIP. Que los dos descansen en paz. Eran amigos a medio gas. De vista o de conocencia. Al menos supimos disimular y conllevar esa malquerencia que parece siempre existir entre españoles.

Martes, 12 de septiembre de 2006 

 

 

 

LA CATORCENA ES ALGO MÁGICO

Antonio Parra

 

Yo te di una espada(I gave you a sword). Gracias  por eso, Señor. The word and the sword. Palabras y espadas y en ese empeño seguimos lansquenetes de la palabra retornando al Alma Mater. Vientos de profecía. Entierrote grano. Mañana serás espiga. El viento de la historia a veces huracán otras brisa pasa página ¿Los ves? En un pocillo les estás dando de comer. Cuando ellos van tú ya regresas. Ponen el grito en el cielo. Nietos de los fariseos se rasgan la camisa, hacen trizas las filacterias. Se proclaman demócratas y abanderados del contraste de pareceres pero la fortuna te guarde de pisarles un callo. Dices que recurres a la descalificación y el insulto cuando son precisamente ellos que carecen del sentido del humor los que te están insultando.

 Otros porque les cantas las verdades del Barquero y tú se las dices al lucero del alba, sin ir más lejos al propio Fraga cuando te vedó prohibir sobre Gibraltar están dispuestos a tirar de navaja. O lo que sea. Insidiosos e instalados. Bueyes duendos de ojos romos más falsos que los denarios de Judas que sirven, están sirviendo, para comprar campos de Haceldama. Don Tarariri que te vi ese que gusta de enfocar el problema vasco y el catalán a su manera, ese don Cómodo de la triste figura y que pluma en ristre la moja no en tinta sino en vesania mejor estaba vendiendo libros en Moyano porque escribir no es lo suyo. Se cree Shakespeare o Dickens pero no es Zola ni Flaubert ni Cervantes ni Palacio Valdés. Es sólo la hermana San Sulpicio. Corniveleto ya digo y mucha leña por la cabeza. Le dicen el buey suelto y es un manso. Sus derrotes son peligrosos. ¿Qué dijo? Dijo:

     -   Ha blasfemado. Es un energúmeno. ¿Por qué? Por defender la unidad de España.

-          Yo voy a lo mío.

-          Ellos a lo suyo. Y nosotros a lo nuestro.

-           Son los de la estirpe tornadiza. Mala raza y peor baba. Se entienden con el bereber bajo cuerda, pero con sus carros de combate arrasan Gaza; pasan mensajes a los gudaris asesinos, sufragan el convite de catalanas   vendettas de la Campana de Huesca y tú, Verum, que siempre  viste crecer la hierba, tiras de la manta y les coges en renuncio, sus improperios se escuchan en San Pedro Abanto, pasada la Fuencisla.

-          ¿Dónde estaba el ventorro?

-          Allí mismo. Donde invocábamos a Fray Jarro cuando éramos guajes y después de la novena entrábamos a tomar unos chatos y allí encontrábamos al Tío Loco con su mandil verde a rayas y cara de palo. En ese lugar bajo la parra que da sombra nos “mojábamos” a gusto viendo nadar a los peces del río creo que fui feliz si es que la felicidad existe en este perro mundo.

-          Pues había un letrero que a mí me hizo mucha gracia: más vale aquí dentro mojarse que enfrente ahogarse. Y enfrente pasaba el  Eresma. No es que llevase mucha corriente pero sí la suficiente para dar la última aguadilla y máxime estando pedo.

-          Mucho os gusta el traguillo a los de Segovia.

-          Sanguis Christi inébriame. Sangre de Cristo. Laus tibi Deo que hace un mes que no te veo.

-          ¿Y el corpus?

-          Eso es otra historia. El Corpus es un monasterio de Claras donde ocurrió el milagro de la Catorcena. Allí estaba la sinagoga y allí fue el sacristán de San Facundo a entenderse con el rabí y le vendió a Cristo por treinta maravedíes de moneda forera.

-          Volver a empezar. Estamos en las mismas.

-          Psé. Bueno pues echaron la hostia a un caldero de aceite hirviendo en son de mofa y de cachondeo sacrílega tenida. Al freír será el reír y algunos se les heló en plena boca la carcajada.  Como era Jueves Santo querían hacer torrijas pero de repente entre el espanto de los presentes la sagrada forma empezó a subir y subir hasta el techo, abrió un boquete en la bóveda y cruzando los cielos las torres los puentes y los acueductos de mi querida ciudad fue a descender por la Costanilla de los Desamparados hasta el convento de Santa Cruz. En una celda estaban sacramentando a un novicio dominico. La hostia se posó sobre los labios del moribundo y le sirvió de viático y tanto le sirvió que a los pocos días aquel enfermito desahuciado estaba como una rosa escribiendo latines y haciendo silogismos.

-          No me venga usted con historias morunas, Verumtamen. El convento de Santa Cruz era el mismo del que fue prior Torquemada. Deberían quemarlo.

-          Tiene un retablo muy bonito y allí han levantando una universidad privada. Cela fue el testaferro pero los dineros eran  de la mafia. La misma que reconvierte nuestras viejas basílicas en  discotecas, los conventos en campus y asfalta la costa al grito de “I ll buy you out” y con una buena mentalidad para los negocios. Jesús Gil cabalga de nuevo. Tiene muchos émulos el uxamense  que así se llamaba en la edad media a los de Burgo de Osma y donde como en Hervás  judíos los más.

-          A este paso las fiestas de Catorcena – el milagro del sacristán traidor y de la hostia por los aires – habrán  de ser suprimidas por políticamente incorrectas. Incitan al odio étnico.

-          Ni mucho menos. Exalta el misterio de la Eucaristía. Cristo se quedó a morar con nosotros. ¿Eso les molesta?

-          No sé pero lo que sí está claro es que harán lo posible por quitarla. Debíamos organizar una rogativa o un acto de desagravio.

-          Ah como recuerdo aquellas verbenas, los bailes de candil bajo los almeces de la Plaza de Muerte y Vida o en los Corrales del Cristo del Mercado. La fiesta iba por barrios y a cada parroquia le tocaba organizarla una vez cada dos septenados. O plazo para renovar las células. A mi que soy bautizado en San Millán me tocó una vez llevar los ciriales. Era un niño cumplidos los catorce. Cuando volvió a pasar la ronda y el pasacalles tachin tacha chundara rá abandonaba la mocedad y emprendía la madurez. Estas fiestas eran el reloj biológico del pulso milenario de una ciudad que siempre se caracterizó por poner los paños al púlpito en loor a Jesús Sacramentado y aquí a la tarasca el Dia de la Minerva que es la octava del corpus la molemos a palos.

-          Bueno pues de hoy en un año.

-          Eso. Corpus Christi salva me. Ya sabes la bella oración que compuso san Ignacio verdaderamente un santo eucarístico para después de comulgar. Y sanguis Christi inébriame. Emborráchame con tu sangre Señor. Pues la verdad que yo pecador de mí la tomé demasiado ad pedem literae. Y a lo largo de mi existencia he atrapado algunas curdas. No me las doy de santo.

-          ¿Conoces la parábola del santo bebedor?

-          No. Ni falta que hace.

-          Y tanto pero quod scripsi scripsi que dijo don Poncio Pilatos. Aquí de lo que se trata es de borrar la memoria o manipularla.

-          Ya.

No hay quien pueda con ellos. Son como gorriones o como trapenses disipados duro cacarear en el coro y picotear en el refectorio. Luego cencerrear por la Misa de Gallo. Han pasado dos generaciones. Seis papas descendieron al sepulcro. La estema de los años arrancó unos cabellos de tu frente y apenas ya te puedes peinar a raya. Eres ya talludito y troncal, la curva de la felicidad  hasta convertirse en la peligrosa protuberancia de la ptosis, doble barbilla y tres papadas, enuncian tu llegada a la linde del carcamal por más que tu espíritu se proclame  joven talmente  como el de un misacantano.

 Ibas para canónigo y mira tú cómo todos estos te bieldan tu parva. Pero poco más. Te dieron una espada y quince talentos. ¿Los has empleado como dios manda? No sé, Señor. Aquí llego con mi barba cana y mi barriga. Algo atolondrado y gozoso pero impasible el ademán. Trato de guardar tus mandamientos. Te sigo en la distancia.

 Cuarenta y tantos años después y la vida sigue igual. Regreso a mi Alma Mater. La puerta verde está cerrada pero por encima del dintel hay un letrero en mármol gris y con caracteres desleídos que dice: “En esta Casa de la Compañía vivió el P. Lainez”. Era el hombre de confianza del Padre General que no se fiaba mucho de Ribadeneira el gallego que le hacía momos por detrás.

      -Había otro en el grupo de los primeros discípulos de San Ignacio:  Polanco.

      -A ese que ni mentarlo. ¿Vale?

 El gran hastial de piedra gris. Por entre las socarrenas del muro de sillares alzan su melena desangelada matas de parietaria y el cardenillo se ceba sobre los tres bolinches que orlan la base y los lados del triangulo de la fachada. Se trata de una iglesia jesuítica no hay más que verla. Tan angular y biselada verdadera roca de Israel. Todas imitan al Giesú de Roma en una de cuyas capillas nuestro padre general decía misas de tres horas y arrobadizo pues Dios le concediera el don de lágrimas se anegaba en llanto y en devoción. ¿Por qué lloras, Ignacio? ¿Por los pecados de la vida pasada: caballero de Olmedo y por cortejar en Arévalo a la reina Germana? No. Lloro porque en este cuerpo pecador se ha manifestado la gracia. Cristo será el campeón. Y este mensaje de esperanza que plasma en piedra el monumento del Jesús romano transmigra a todos los templos que edificara la Orden desde su creación. La acrotera impresionante promontorio tiene una disposición triangular en función de la espadaña que señala la recoleta plaza  tiene una disposición triangular en función de la cruz de la espadaña - estilo herreriano neto y granito escurialense- que señala el cielo de la recoleta Plaza del Seminario que desemboca a través de un callejón frío y batido por todos los vientos en la de los Espejos. Más allá la de San Martín que tiene delante del ábside un impresionante rincón medieval.

 Segovia ciudad mística y guerrera. Al fondo de la exedra se alza la estatua del Comunero  Bravo dando sombra al escaparate de la tienda de Blas Carpintero el alfayate que me cosió la primer sotana. Me retrotraigo a las tardes solaneras del otoño: becas rojas y esclavinas al viento y un chusco bajo la hopalanda que teníamos hambre y cuando nos daban ganas de comer le pedíamos pan en los paseos a uno que llamaban Pénjamo y en lo alto la cabeza el bonete terceronado o juniorado según el curso académico del alumno. Este gorro en determinadas testas era bisunto. ¿Y tú qué me das, Nicolás? Te echarán del seminario y te darán la carta de despido en el trabajo pues no eres archivero colegiado ni tienes oposiciones ganadas ¡Siempre igual! Mucha democracia y muchos derechos humanos para los de fuera naturalmente pero laboralmente he sido siempre un apestado. ¡Dios las que me hicieron pasar! Siempre me he sentido un ciudadano de segunda mano.

 En este país de carnés lo que importa es tener un título. Es clasista como la madre que lo parió. Se iba a estudiar para ser no para saber y mi equivocación máxima que yo me comía los libros con este segundo propósito teniendo en cuenta de que la sangre si no entra con sangre al mismo sirve de purificación. Aprendíamos música coral y canciones viejas al compás de compasillo. No sé si éramos felices pero nos enseñaban el concepto de la disciplina desde un primer momento. El bonete se alzaba a compás manos arriba cuando nos cruzábamos con algún sacerdote. Los canónigos que acompañaban al deán don Fernando Revuelta o el cura de Santa Eulalia que deambulaba solo y era algo zambo quiero decir que andaba con los pies para adentro.

-          Aparca aquí.

-          No me da la gana. Buena la hiciste. Llenaste el tanque de diesel con gasolina y el auto se te quedó en medio de la autopista. Has jodido el coche.

-          De todas formas purgamos el motor y pude llegar a mi pueblo. Cuando vi desde Juarrillos la excelsa mole de la “aceitera” que así llamamos a la torre de la catedral mi alma se iluminó. Al ver esta escalera del cielo. La piedra se hace llama.

-           El cura de Santa Eulalia (y no me entretengas) se llamaba don Benito y caminaba escoltado por su madre, una tía y el ama que era una moza de buenas partes a la cual los coadjutores miraban de reojo y más de un cura la haría un favor por soñar que no quede ¿De pensamiento también se peca? Pues sí parece que sí.

 El ama de llaves del cura de Santa Eulalia se llamaba Cirila y unos carnavales la cantaron la parrala bajo el alfeizar de su ventana. Sin embargo, pelillos a la mar. Recordemos que la iglesia siempre fue tolerante con todas estas flaquezas de la condición humana. Todos estos pensamientos se arremolinan tarde de julio polvareda del tiempo cuando salí a dar un paseo vera de ailantos y bajo la sombra relamida de una sofora bastante escuálida que adorna mi jardín. La mujer me arrancó una zarzamora pretextando ser un arto pero a mí me pone muy nervioso esto de que me arranquen mis flores.

Que en España por dicho de eso nadie puede decir que este cura no es mi padre. Había llegado hasta mi alma mater en una de las muchas peregrinaciones que dan impulso a mis días. No sabía qué hacer en mi urbanización. Tengo la patria dolorida y el alma en vilo. Volvamos a Segovia, me dije.

En verdad toda mi existencia ha sido un largo retornar hacia el pueblo en qué nací pero no me llevaba ningún propósito ni hoja de ruta. Sólo los mal trenzados recuerdos y el deseo del vino. No había perdido la fe en mi dios pero sí en cuanto me rodeaba. El presente y el ayer en mi memoria factual juegan al escondite. Por ejemplo, ahora estoy en Brennen Steinen pero quería retornar a Bridgehead. Más tarde en la oficina sentí el taedium vitae pero sigo teniendo ese amor al estudio, ese entusiasmo por la verdad y por todo lo bello, bueno y santo del mundo que  se me inculcó en estas aulas complutenses. Felices se apiadan den la memoria los Hijos de San Ignacio. Unos recuerdos fueron buenos. Otros, malos. A ellos les debo mi vida y mi muerte. El guaje es “ansí”. Para lo bueno y para lo malo. Per intellectum ad Deum. No hay más cáscaras. Para mí Dios está encerrado en las páginas de un libro.

 Han puesto tras las cristaleras una verja de hierro verde que disuade a los del botellón y un poco más tarde me transfiguro al adolescente que fui. Al curilla retorno que fui. Mediados de los cincuenta cuando el día de San Frutos el sastre carpintero me trajo la primera sotana. La mía me aguardaba en un banco de madera de los tránsitos. Ponerme aquella prenda por primera vez me hizo mucha ilusión creo que no dormí aquella noche y me tiré de un brinco ilusionado al primer toque de campana. Yo me sentía alguien importante. Crecí en medio de una sociedad que consideraba a los obispos y a los generales como el Súmmum bonum. Todo un ideal de vida: o la milicia o la cruz.

 Aquella sotana recién confeccionada por Blas Carpintero, aquel sastre judío que tenía una gran nariz un sello de oro y una manera de tocar que no te molestaba cuando te tomaba medidas por la pernera apunta nene y una mujer gordísima que abultaba por tres de él no sé como se las apañarían en la cama, me puso en el camino de las estrellas. Per aspera ad astra. Un dicho muy cierto porque en aquel caserón del siglo XVII las pasé canutas. Me había propuesto ser santo. En el bolsique del guardapolvos llevaba un cuentapecados  una especie de rosario que servía para contar las faltas o las transgresiones al Reglamento. O las jaculatorias que decías en voz baja por el camino. No resistir a la tentación de beber un vaso de agua cuando se tenía sed por ejemplo era una falta.

Por la Cuesta La Fuencisla bajo los álamos centenarios y cerca del convento de Santa domingo de bella y juvenil labra neogótica nos cruzábamos en aquellos deambulatorios de los jueves por el invierno con el arcipreste de Zamarramala. Parece que le estoy viendo algo miracielos tieso como un palo y morando por lejanías. Le hacíamos el hilo y bonetes arriba haciendo honor a las prescripciones del código de urbanidad eclesiástica que era libro de texto bajo el lema de ad educandos discípulos le saludamos desbocándonos. Algunas de estas prescripciones eran algo rancias pero otras me han servido para demostrar a muchos cafres mi buena crianza. Hoy este convento que yo conocí hospicio es una importante universidad de pago y de mucho tronío. Que Fr. Tomás de Torquemada fuese prior de este convento de dominicos y de que Domingo de soto fuese padre maestro de novicios ya es un tanto. Torquemada no tiene estatua. Domingo Soto, el martillo de herejes de Trento, sí. Pero la han decapitado varias veces. Se conocen que quieren mandarlo a la toza en efigie.

-          Una gamberrada.

-          Ni mucho menos, una judiada. En mi pueblo nos conocemos todos y aquí donde se dijo del judío la maula queda bastante memoria histórica. Así que juntos pero no revueltos. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. ¿Me entiendes?

-          No me digas más.

El bueno de don Jesús que debía de tener lo menos ochenta años pero que se movía con el garbo de un misacantano se fatigaba algo y acostumbraba a descansar en el berrueco que le sirvió de almohada a sus beatas posaderas a san Juan de la Cruz cuando subía a confesar a la Santa en el convento de San José justo por detrás de los Jardinillos de San Roque. Y ésta  decía porque les criticaban y había murmuraciones en la ciudad por tan largo tiempo en el confesionario: “ De Segovia ni el polvo de los zapatos” y se sacudía el calzado al abandonar la ciudad por la Puerta del Sol.

-          Buenas tardes tenga usted.

-          Vayan en paz de buen quiete los seminaristas.

El cura de Zamarramala  hablaba bien y predicaba mejor. Tenía el mirar huido tras los lupos de concha y a veces apestaba a aguardiente que echaba para atrás pero  no las cogía lloronas ni era hombre que tuviera mal vino. Sus cogorzas eran hieráticas y solemnes por lo general. No daba escándalos aunque algunas veces lo vieron acometer la subida a La Lastrilla haciendo eses. Creo que era de un pueblo que llaman San Pedro De Gaillos que guarda entre sus costumbres una danza ancestral ibera que llaman el paloteo. Como el tío Tocino.

-          ¡Cómo atacaba la caja aquel buen hombre! ¡Qué dedos! 

-          ¿Y al Agapito Marazuela lo conociste?

-          Sí, precisamente bajo la sombra de un chaparro que había en la puerta del ventorro de San Pedro Abanto. Estaba tomándose un jarrillo con el padre de Julián un amigo mío.

-          Pues conociste al último juglar de  Castilla la Vieja.

-          Ya lo creo

Tengo grabado el sonar limpio de la dulzaina mora en las mañanas claras de primeros de verano por las fiestas de San Pedro. La arrebolada. Era como un canto sagrado. Algo mágico como las fiestas de la Catorcena que nos arrebataron.

-          El buen tintorro no nos lo quitarán.

-          No sé que quieres que te diga. Esto está cambiando mucho y me parece que para mal.

Pues al querido don Jesús que todos los días se andaba veinte kilómetros asi estaba él delgado como un palo y derecho igual que un huso y se bebía media cantara le abultaba algo siempre debajo de los manteos. Era la botella. Cuando llegaba al Columba a tomar café con unos canónigos ya se había metido un litro entre pecho y espalda y en el viaje de regreso otro tanto. ¡Pobrecillo!  Era un alcohólico. Más. Otro sombrerazo.

-          ¿Qué va a ser, señor arcipreste preguntaba el pincerna del Columba el que estaba en los reales de lo que fue iglesia del mismo nombre a la sombra de los arcos del Azoguejo.

-          Ponme un sol y sombra, hijo.

-          In vino veritas.

Pero ya digo el cura de Zamarramala era un borracho muy digno. Bajaba por la pendiente con la teja de cachemira en su sitio aunque a veces buscase la querencia de las tapias de la Casa de la Moneda para exonerar su vejiga. O lo otro que como dijo el otro el buen morapio te hará cagar y por eso diz que el Vega Sicilia cura todas las enfermedades al llevarse los malos humores para allá. Así y todo era la comidilla de toda la ciudad y en una ocasión cuando su empinar el codo fue a más el obispo don Daniel Llorente de Federico me acuerdo del nombre de mi obispo con el mismo orgullo con que algunos veteranos recuerdan el nombre del coronel de su regimiento cuando eran sorches le retiró las letras dimisorias. Suspensión a divinis y el bueno de don Jesús no podía decir misa ni consagrar a Dios. Se trataba de medidas cautelares que duraban menos de  una cuaresma pues don  Daniel que era recto pero de muy buen corazón siempre le amnistiaba llegada la Pascua de Flores. Tampoco habrá que echar en el olvido que don Jesús era un hombre muy caritativo. Todo lo daba. No vivía con manceba ni ama ni dios que lo fundó y durante los aciagos días de la guerra civil fue el pararrayos de muchos furores. A muchos rogelios les sacó de la cárcel o de la tapia del mismo paredón. ¿Creen que se lo agradecieron? Pues no. Vivimos en un país de rencores decía Unamuno. Era un cura muy servicial pero tenía ese defecto o esa debilidad por el traguillo. Y eso aquí no se perdona.

Su sombra se me aparece cuando doblo la esquina de la Plaza El Seminario. Es un fantasma eucarístico que me recuerda las catorcenas de aquellos días. Verbena y parranda y en la sacristía buen jerez rosquillas de palo y algún soplillos. Entonces al acabar de aquella terrible guerra los españoles éramos como más fraternos y bienquistos. Nos sentíamos perteneciendo a un grupo o dentro de un redil. Verdaderamente aquellas catorcenas de la solidaridad y del paloteo eran algo mágico. Me traen a la memoria tiempos de perdón. ¿Cómo se explica ese trastorno?

 Yo me explico y yo me entiendo y dios me entiende.. Nos hemos vuelto adoradores de Baal. Y hemos cambiado de religión, hemos renegado de nuestra patria, de nuestros valores, de nuestra fe, del amor al hermano y allí donde antes se leía Caridad hemos puesto filantropía o solidaridad. Estamos instalados en la cultura de la queja y en el sofá de don Comodón. Y ahí nos las den todas. Y nos las van a dar y en un carrillo no tardando mucho. Hemos sacado a Jesús del sagrario como a un príncipe destronado y en su lugar hemos puesto grandes carteles de palabras vacías: Derechos Humanos, Solidaridad, Memoria Histórica. La iglesia está vacía y el ara sin los huesos santos y los púlpitos mediáticos se nos han llenado de demagogos. A eso es lo que nos conduce reemplazar el dogma de la crucifixión por el supuesto contendible del holocausto. Y estos demócratas de pacotilla se cabrean y te lanzan anatemas cuando les sacas los colores y les coges en un renuncio. Si no haces nada por defender tu patria y tu nación entonces no tienes derecho a quejarte mamón de que te la invadan los forasteros aunque en Segovia ya digo todos nos conocemos y llamamos a las cosas por su nombre y sabemos por dónde van los tiros y de dónde viene la cosa.

Tarari que te vi. Continuará la historia. Por favor, no se sulfuren.

 

05/07/2006

 

 

Adioforia. La palabra que cuadra mi estado de ánimo es esa. Una indiferencia ante lo que suceda. Me da igual subir que bajar a sabiendas de que todo es aleatorio. Días de San Juan día largos y noches cortas. Sigo con mis hégiras espirituales hacia Toledo. Porque el que no se arriesga no pasa la mar. Tampoco el Tajo el río que he visto yo nacer aguas molineras de la alcarria(Cela el hombre con su macuto y España al hombro metido en la escarcela, ay qué ver, pueden mucho más las palabras que los filos de la espada y morir en Lisboa como un encopetado y amplio hidalgo henchido de petulancia y de saudade lusitana. No somos nadie pero Toledo sigue ahí lazando su aguja señera en lo alto del cotarro  y allí estaba la casa desolada de lo que fue Colegio imperial puertas cerradas a cal y canto. Mi tirocinio que fue. Lo mismo que el seminario de Segovia una de las primeras casas de la Compañía y al igual que el de Arévalo o el Máximo comillense del que ya les he hablado.

Mustio collado. Mis ruinas de la Itálica. Pero estos bardales aun ejercen sobre mi ánimo una corriente de energía a gran voltaje. “Siempre serás un jesuita”. Escucho esta frase del padre maestro entre zozobras y toda mi vida fue un conato de encararme con la realidad. Busqué subterfugios. Pero ahí estaba siempre san Ignacio con su rictus enigmático. En el cuadro que se conserva tiene una sonrisa de Gioconda que ha encandilado a sus blasfemos detractores. A otros, los que hemos crecido al socaire de sus máximas y guías, nos parece la sonrisa de un loco de Cristo que en vida se sintió fracasado pero que murió lleno de esperanza de la victoria final. Las claves del reino. Los poderes terrenales que un buen jesuita por su contemptus mundi o desprecio del mundo que es como un sexto voto. Pero que sabe aprovechar en virtud de la norma del “en tanto en cuanto”. El secreto de esta idiosincrasia espiritual es que exige a sus postulantes obediencia de cadáver mientras permite hacer a cada uno lo que le dé la gana por el bien de la Iglesia et ad maiorem Dei gloriam.

Ese es el secreto de un planteamiento disciplinario diferente. El nombre del Rey tatuado en nuestra carne de igual manera que los centuriones romanos grababan en su piel a sangre y fuego el nombre del emperador. Aquellos períodos de mi vida en que abjuré de este recordatorio fueron los más tenebrosos. Tú siempre serás un jesuita, Parrita. Con todo lo que eso implica: desentendimiento de las cosas del siglo, cierta altivez intelectual que te hace mirar pues tú eres un lancero bengalí un húsar uno de la elite contra la clerigalla ramplona. Ese afán de conocer y de aprender. Ese estar en el mundo y jugar a la no presencia pues no se olvide que la profesión hace jesuita un monje. Ese desorden dentro de un orden. Se suprimió el coro y los padres descubrieron que el mundo es un ara viviente. El gozo de la oración mental. Misas en tu torre de marfil.

Nuestra piedra fundacional fue el combate contra los enemigos de Cristo. En su viaje a Palestina fracasó en su intento de tornar a la religión a los judíos y los franciscanos lo echaron a patadas. El espíritu de Francisco paz y bien con sus Florecillas espirituales y blandura italiana poco tienen que ver con el abroquelado y realista mensaje de los  Ejercicios. Iñaqui todo un vasco pero un españolazo. Fundó una hueste que sigue peleando por el mundo y ganando batallas – estas victorias no se ven pero ahí están- y ya sabía que el mayor enemigo de la Iglesia eran los judíos. En Jerusalén donde lo desterraron y tomaron por demente tuvo esa visión. Cristo se le apareció en Compostela y en Manresa tuvo aquella visión que transformó el mundo. Con respecto al islam cabe remitirnos a aquella anécdota con el moro a las puertas del Pilar. El alauita se burló de la virginidad de la Virgen María y el de Azpeitia se puso a jurar en vascuence. Bueno no lo hizo pues era algo tardo y muy repensado pero cuando se dio cuenta preso de ira volvió grupas. A ese maldito moro le corto la cabeza. Pero este había desaparecido en un empalme de los caminos. Para donde tire mi mula, dijo. Y los hados le llevaron por el camino opuesto al del mahometano esto es hacia la santidad. Nada de iras ni venganzas ni respetos humanos. Estamos todos en manos del Señor. Él proveerá. Cuando me olvidé de mi patrono me hice más carnal y sarcino, menos reflexivo, dejé las prácticas religiosas y dejé de rezar el anima Christi tras la comunión esto es dejé de comulgar del todo. Nada de suspensio mentis ni de pensum. Mi rebeldía contra el mundo se volvió estéril cuando precisamente es esa rebeldía profética ignaciana la que hoy nos vivifica. También los jesuitas parecen haber perdido el rumbo e inclinado sus estandartes pero esto no es más que un espejismo. La orden del Prepósito o Papa Negro por decirlo de algún modo. Omnia mutantur; Christus imanet (todo cambia, Cristo permanece). Desde esa premisa se entiende perfectamente la mentalidad jesuítica de indiferencia espiritual y de adiaforia mística. Es el suspensio mentis. Cada vez que la he practicado me he sentido mejor incluso hasta físicamente, alejados de golpe y porrazo los escrúpulos, y ha sido el remedio ignaciano un bálsamo a la desesperación que de vez en cuanto me acomete. El Iñaqui- le denominamos así cariñosamente los enamorados de este vasco indomable que hablaba el italiano con acento español adobándolo de concordancias vizcaínas- ya se lo empezó a susurrar a la oreja a su compañero de cuarto, Javier de Navarra, en el colegio Montagu de Paris:

-De qué te sirve, amigo, ganar el mundo si al fin pierdes tu alma.

Y su tozudez hizo mella porque ganó para la causa a aquel petulante navarrico en busca del imperio por el dominio de sí mismo, la negación de los instintos, la doma de tu voluntad, hacia Dios. Su paisano le miraba con sus ojillos achispados alegres del vinillo que mandaba tomar con moderación en los conventos de la orden. Debió de ser un vasco muy simpático tan candoroso como jovial. Rivadeneyra en el colegio de roma iba detrás dél haciendo momos e imitando la cojera del santo. Quien desde lo del arcabuzazo de Pamplona tuvo que ir con la pata chula a rastras. Él que era tan presumido y mirado para eso de la apostura cuando le mostraron la herida y después de dos operaciones que fueron un martirio chino se llevó las manos a la cabeza no por la herida en sí sino porque ya no podría bailar zorzicos ni lucir botas de caña alta él al que tanto le gustaban los saraos las fiestas paganas y las grandes cenas que diera en su palacio de Arévalo la esposa del  Rey Fernando ¿Fue esta reina francesa verdaderamente su amante? ¿Es cierto que le diera calabazas a este caballero andante de Aceita leal capitán bajo las banderas del Duque de Nájera y más tarde de las de Cristo? Gutierre de Montalvo era precisamente arevalense y por aquellos días había dado a la estampa el Amadis de Gaula. Sin esta obra quijotesca no se entiende tampoco la espiritualidad ignaciana tan española, tan vasca. La decepción amorosa debió de dolerle más que el tiro en el peroné. ¿Y de qué aprovecha al hombre ganar el mundo si al fin pierde su alma? El quid de la cuestión. Iñaqui fue un fracasado de la vida. Un amante despechado y un soldado derrotado. Luego fue vagabundo, peregrino, un loco de cristo. Cuando entró en Paris los gamines  vinieron detrás de él haciéndole burla. Iba en harapos y en Alcalá lo tomaron por un veterano de los tercios que andaba un poco sonado. La inquisición al acecho tuvo que tomar el olivo. Le encierran en Alcalá y le acantean en Salamanca. Marcha a Paris donde no se le dispensa buen recibimiento. Y en Jerusalén ya lo meos dicho lo echan a patadas. Demasiado radical. Era un perdedor pero a veces Dios labra la fábrica de sus edificios con las piedras rechazadas. Fundó un cuerpo de elite una iglesia dentro de la iglesia para impugnar a los Protestantes. Lutero, un hijo de la Bestia, un monje demasiado pagado de sí mismo rebeldía satánica. Detrás de sus 99 tesis ¡clavadas a la puerta de la catedral de Wittemberg estaban los dineros judíos. Posteriormente las logias iban a tener a la Compañía de Jesús en su punto de mira. ¡Dios como nos odian! ¡Cuánto nos han calumniado! Sin embargo los pabellones de la cruz prosiguen ondeando al viento. Corazón Santo tú reinarás. Compañía a formar y apóstol de la iglesia préstanos tu favor. En fin todo aquello que cantábamos. Fue el instituto que encarnó los principios de catolicidad y de universalidad que conforman el ser del imperio español. Curiosamente los primeros valedores que tuvo el santo en el comienzo de su anábasis espiritual fueron catalanes: el lectoral de la catedral de Barcelona Antonio Pujol y dos buenas mujeres Isabel de Roser e Inés Pascual  a las que escribe desde Tierra Santa algunas cartas. En aquel viaje, curiosa anécdota Ignacio de Loyola para visitar el Monte de los Olivos soborna a los guardianes turcos con una bolsa de dinero y en el Monte de la ascensión estuvo varias días estudiando  la roca donde dice la tradición que cristo subió a la Gloria para ver si quedaron huellas o improntas en la piedra señalada. No encontró nada. Son embargo quería servir cerca del Santo sepulcro y los franciscanos y los griegos lo echaron a patadas. Generalmente las peregrinaciones a Jerusalén resultan problemáticas. Los romeros ven los abusos y disputas entre las diferentes religiones cristianas y se vuelven compungidos. En el caso de Ignacio sólo sirvió para aumentar la fe. Pero regresó a España más pobre que nunca y allí mediante la recomendación de un hermano suyo sacerdote obtuvo la recomendación para ir a estudiar humanidades en Alcalá recién fundada por Cisneros. Allí entra en contacto con grupos de alumbrados y le toman por un iluminado. San Ignacio fue un perdedor. Bajito, cojo, poquita cosa. Su acento vizcaíno suscitaba mofas. Fue un verdadero milagro el que llegara a convertirse en uno de los grandes fundadores de la SRI.  Sus primeras constituciones datan de aquella misa que se celebró en Paris unos cuantos clérigos españoles junto a un portugués y un italiano el dia de la Asunción de 1534. por eso porque representa el cumplimiento de la palabra del grano de mostaza, de lo grande en lo pequeño y por otras cosas personales que obvio san Ignacio de Loyola  es santo de mi devoción. Al fin hicimos las paces. Ad majorem Dei gloriam.

30/06/2006

 

LA MAMOLA DE PEMÁN

 

Antonio Parra

 

La mamola de Pemán como la oreja de Van Gog ha vuelto a temblar en este verano caliente de misiles deletéreos, de rugir de tanques y de malas palabras. Debajo de las ruinas lanzan los guerrilleros bazokas de fabricación casera. Unos atacan con el armamento más sofisticado salido de las cajas de guerras pentágonas y otros repelen la agresión con la navaja o con la honda de David que tumbó a Goliat. Guerra de fuego real, declaraciones y contradeclaraciones, la vida nacional erizada de micrófonos y de batallas. Claro, la barbilla de Pemán un tanto vacilante y quejada de parkinson me remite a aquellos XX años de paz y a aquel ABC de Luca DE Tena que yo compraba con la sisa de tres pesetas de la huelga que me daba mi madre para ir al cine. Pienso que aquellas tres pesetas fueron mi mejor inversión. Yo me hice lector empedernido con el Promotor de la Devoción que editaban unos franciscanos de Palencia, la primera revista que entró en casa; después vendrían Guión y Reconquista dos publicaciones militares que traía mi padre del cuartel y en las que escribía de cine Feliz Martialay. Sin embargo las “terceras” de ABC eran una palestra de plumas galanas, autores de lujo: Azorín, Pérez de Ayala, Fernández Almagro, Cela, Joaquín Calvo Sotelo y hasta Julio Camba al que alcancé a leer. Todos ellos eran una especie de elegancia personificada, de la buena prosa y de la ironía mayestática. Todo un friso de excelencias. Algún día me dije yo por entonces. ¿Seré capaz de enhebrar un articulo como González Ruano?

 Don Cesar era una de las deidades máximas de aquel Olimpo de huecograbado. El rotativo de la calle de Serrano de entonces nada tiene que ver con el que por estas calendas dirige un tal Zarzalejos con sus obsesiones guionistas y con su hermanísima asidua de todas las tertulias con sus participios en “ao” de las siete calles, un indicio que a mí que soy asaz observador me ha puesto en autos de una conjura. El conflicto vasco, dédalo de esta España en carne viva, está siendo alentado por los enemigos de siempre, esas fuerzas oscuras invisibles e inaccesibles y como emanadas del infierno. Alguien mueve los hilos y organiza frenéticas coartadas, ensamblando urdimbre de medias verdades y de mentiras tremebundas que no nos quieren contar. El caso es mantener al pueblo oscuras y a la opinión publica entretenida con la boda de Rociíto o con las prisiones de trincones y de chorizos y los trampantojos del Julián es mi hombre y otras hierbas. Lo que quiero decir es que aquel periódico de don Torcuato albergue de la inteligencia y un si es no es liberal con algún poso de descreído fue la primera oposición al Régimen aunque sin alharacas.

 Porque todos por entonces considerábamos a la guerra civil una cuestión zanjada y se refrendaba a la paz y a la reconciliación, en prueba de ello, que el diario monárquico daba hospedaje a escritores republicanos y de toda laya como el susodicho Pérez de Ayala, Claudio Sánchez albornoz, Max Aub y otros del exilio. Aquel era un periodismo de altura con el coturno alto que nada tiene que ver con las prosas navajeras y perroneras que hoy se estilan cuando lo servil abre sus brazos. Nunca llegué a suponer yo que algún día pudiera firmar en ABC pero el sueño lo alcancé con un artículo sobre Arthur Koestler al que había hecho previamente cuando era corresponsal en Londres una entrevista enterándome de las interioridades de la guerra civil. El Sr. Koestler fue salvado de la muerte seguro por el jefe de prensa de Prensa de Franco, Luis Bolín, quien a su vez era un doble agente británico. Pero ya digo decir eso hoy no conviene a la agitación y propaganda de ciertos intereses creados que es a lo que ha llegado esta profesión bajo la égida de lo global.

La prensa hoy basura más que nunca. Nada de extraño, pues, el que a lo largo de una encuesta entre los jóvenes se diga que el periodismo sea una de las profesiones menos valoradas. Ahora todos quieren ser médicos, enfermeros o funcionarios. Entonces aspirábamos a la gloria literaria y todos queríamos escribir un poco como don José María Pemán. Una especie de gran referente. Ahora al cabo de los años he vuelto sobre el autor que yo idealizaba. Había llenado mi habitación de números de ABC con su firma. Creo que llegué a tener seis años de su vida en artículos. Ya no cabían en los estantes hasta que un día haciendo limpieza mi madre me los tiró. Los enemigos mayores de la letra muerta son la humedad, la polilla, el paso del tiempo y las mujeres sobre todo las archiveras. Haciendo tría infausta de desmarridos papelotes. Todo eso es letra vacua no me empapeles. No me jodas. ¿Para qué? Buena gana.

La palabra es vida que fenece. No nos pongamos tristes pero yo no me desprendo jamás de ningún documento ni de ningún libro por antiguo que sea. Viejo soy pero no canso pero a este afán de acaparar cosas inservibles también libros y artículos lo llaman la “enfermedad de Diógenes” pero les participo que punto a coleccionismo no me dio tan fuerte como a un hermano del pobre González Aboín el cual había reunido en su piso de Argüelles nada menos que cincuenta años de periódicos atrasados y de revistas de cine pues era cinéfilo. El casero protestó porque aparecieron grietas en las paredes y el muchacho hubo de deshacerse de tan valiosa hemeroteca. Valgan estos exordios para explicitar el por qué a mí me fascinó siempre la barbilla de Pemán que le rilaba algo a la vejez por más que su pluma conservase hasta el final su clarividencia y equilibrio. A veces hasta demasiada guasa. Lo recuerdo en aquellos tés del Palace displicente, diserto cansado y encantado y desencantado a la vez de la vida. Su recuerdo me devuelve la imagen del joven que fui: aquel anhelo y en mi aspiración a la tarea de escritor para la que me preparé de firme y le pegué duro en la vida. Si los resultados y en este juego nunca está dicha la última palabra porque al final y al freír será el reír no estuvieron a la altura de mi tesón eso ya no depende de mí sino de los hados.

 Nosotros lo hemos tenido más duro que la generación de Pemán que ganó una guerra y nosotros siendo hijos de los vencedores creo que la perdimos. Esa no es nuestra culpa. ¿No? Creo haber conocido la obra de este autor bastante bien. Por eso me parece que primer Pemán el del Divino Impaciente y el que escribía comedias reivindicando la figura del Cardenal Cisneros  y el que narró la entrada en Madrid de los nacionales días de reconciliación nacional y de paz que pasaron pronto nada tiene que ver con aquel Séneca un tanto escéptico y decepcionado que escribía desde su retiro gaditano. El Pemán de Sevilla se parece poco al de Cádiz. Entre medias debió de haber una evolución. Escribía como un señor pero nunca dejó de ser un señorito y distante para con el resto de los mortales y un poco en plan de amo del cortijo. Su humor también me pareció discutible. Un poco cargado de mala leche pero le caía muy bien a las señoras y sus Terceras eran la comidilla de los ricos que discuten en petit comité. Habiendo sido el niño mimado del Régimen evolucionó hacia la critica del sistema que lo coronó poeta laureado o poco menos. Fue una de las primeras ratas en abandonar el barco. Se llevaba muy mal don José María con los falangistas.

Todo debió de arrancar de sus diferendos con la familia Primo de Rivera. A pesar de ser paisano del dictador dijo pestes de su persona y luego tildó en un artículo a José Antonio como un señorito bravucón amante del champán francés y de las elegantes señoras (por lo menos en eso desmiente al malvado Ian Gibson que acusó de mariconería al fundador de Falange y por esta causa el que esto escribe estuvo a punto de darle entre las orejas al sabiondo historiógrafo irlandés o inglés o lo que fuera pues su madre no tiene la culpa de que él sea tan hideputa) y su hermano Miguel como buen nacido sacó la cara por él desafiándole a batirse. Un duelo entre el hermano del Eterno Ausente y el presidente de la RAE. Aquello fue un escándalo mayor en la España de los cincuenta. Gran escándalo. Hubo que echar tierra al asunto. Para ello Franco se valió de los buenos oficios del general Varela, Valerita, que para eso era paisano al que miró siempre don José María por encima del hombro pues el general era hijo de un chusquero pero Varelita todo lo que tenía de valiente lo tenía de simpático y chapucero. Fue en persona a recibir al escritor a la estación de Atocha que llegaba en el expreso de Andalucía de muy mal humor pero dispuesto a asumir las consecuencias de lo dicho por él en la conferencia y cuando ya los padrinos estaban nombrados y asignado el campo – duelo a primera sangre y a pistola- quedó abortada la situación.

Y si no hubo avenencia porque al parecer el propio Caudillo templó gaitas por lo menos quedó suspendido el encuentro en el campo del honor. Secuelas quedaron. El escritor gaditano nunca fue muy bien quisto en FE pero corramos un tupido velo. Por chaquetero y por algo meapilas no sé si con razón. Lo cierto es que Pemán que había empezado su carrera literaria al halda del cardenal Herrera Oria y del grupo del Debate se convertiría en heraldo del aggiornamiento y un gran propagandista de las “excelencias” del Vaticano II. Con motivo del cuarto de siglo de su muerte se reivindica su figura y algunas obras de Pemán están siendo editadas. Resplandece su aticismo, sorprende su elegancia pero era un artista en el arte de escribir bonito sin decir nada. La consistencia ideológica ni el peso del pensamiento filosófico eran su fuerte. Se consideraba un vitalista. Un vividor. No sé si le cuadra el título de meapilas pero a la iglesia estuvo ligado durante bastante tiempo. Yo recuerdo cuando estaba con los jesuitas aquellas clases de retórica que nos daba el P. Penagos y que nos ponía los artículos de Pemán para estudiarlos como modelos. Sus imágenes sus tropaos superaban a veces en galanura a los del propio Cicerón.

 Yo creo que fue un niño mimado del franquismo que acabó convirtiéndose en enfant terrible pero muy influyente en la elaboración de una mente monárquica en Franco primero a favor de don Juan Y después de don Juan Carlos de quien se sentiría junto con Emilio Romero y acaso con más éxito que el arevalense en preceptor del príncipe. Era muy amigo del grupo de Estoril pero el fino gaditano sabía bien torear y templar gaitas cuando hubo que elegir entre el hijo y el nieto del rey que abdicó. Pedro Sainz Rodríguez otro gran intrigante fue uno de sus grandes amigos. Este verano he vuelto a releer Mis almuerzos con gente importante. Un clásico de la diplomacia de mantel, un Mihura astifino era don José María Pemán. Comensal muy festivo y ameno. Conocía a todo quinqué con peso especifico y como no había parlamento entonces la política solía hacerse de forma más convivial e inteligente en los restoranes de cinco tenedores. En los figones la cólera del español sentado suele mitigarse y de la panza sale la danza. Pero es la tradición de nuestro Decimonono cuando la política solía hacerse en los cafés y en las chocolaterías. De grandes cenas están las sepulturas llenas y las merendolas son del pueblo.

 La aristocracia vuela por otros melindres. Y este es Pemán. Un álgido personaje con aire florentino. Sin embargo en su almuerzo con Calvo Sotelo el que fuera ministro de Hacienda de Primo Rivera calla una de las causas fueron a mi juicio de su asesinato y el desencadenante de la guerra civil: el enfrentamiento de éste con los poderosos trusts de hidrocarburos al negarse a ceder el monopolio de la CAMPSA. No se lo perdonaron. “Es la última vez que ese hombre habla en esta cámara”. La Pasionaria no hablaba por sí misma sino por boca de ganso azuzada por las fuerzas oscuras, los que conspiran en la sombra y muñendo guerras hacen cálculos de ganancia porque lo suyo fue siempre la alta finanza y la revolución mundial. Ese fue en definitiva, según me refiriera a mí el novelista Arthur Koestler en nuestra entrevista de Londres a la que aludo arriba, el origen del gran holocausto del 36, un conflicto que a los trazadores y dibujantes del gran diseño les sorprendió – acaso se les fue la mano- pues no pensaban que fuese a durar tanto ni a costar tantas vidas. Aquella guerra como todas tuvo pues un origen económico. Pemán sin embargo que fue uno de los que con su pluma y su palabra más contribuyó a la victoria se nos fue por las ramas; prefiere la anécdota, el chascarrillo fino, la original combinada con la levedad del ser.  Escribe un poco con mordaza a cencerros tapados espolvoreando de anécdota su discurso. Siempre pienso que al margen de sus testimonios personales toda su novelística peca de light. Y de frase hecha. Cabe recordar que empezó como charlista y orador y su discurso era brillante. Buscando siempre el aplauso. Hoy sus columnas y Terceras de ABC vuelven a ver la luz en forma de libro pero en sus escritos es más importante que lo que Pemán dice lo que Pemán calla. Sus almuerzos con gente de fuste debieran titularse más que mis almuerzos mis silencios y alegorías con ellos.

 Ameno y escritor con tirón es un rato y ahí está una de las claves de su arte que debieran imitar algunos de sus tediosos émulos. Al periodismo español  para ponernos a tono le harían ahora falta cuatro o cinco pemanes. Claro que esta gente ahora no interesa. Le pondrían en un aprieto a Nostramo. No se busca la excelencia y hoy cuanto más chabacano más triunfas. Eso sí; basta con tener un buen look

 

Antonio Parra

 

lunes, 28 de agosto de 2006

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BLASFEMOS

 

Antonio Parra

Desde luego este es un valle de lágrimas donde se escucha perenne el trémolo del gemir. La vida es una canción triste de Hill Street o una sinfonía del llanto y el dolor que no cesa pero eso no les da a algunos bula para blasfemar ni herir lo más sagrado de nuestras sensibilidades y de nuestras conciencias. Hoy se blasfema de a hecho al de por junto y con malicia diabólica. Unos maldicen concejeramente y otros de refez andando al hopo y al copo con su propio gargajo que les pone perdidos cuando la palabra suelta que no tiene vuelta escampa sobre sus propias narices. Cuando alguien maldice a los cielos de las alturas llueven sapos. Los malhablados son otro flagelo apocalíptico otro más como la marea negra de cayucos es presura gentium castigo bíblico por nuestros pecados. Se reduce nuestro léxico hasta el minimum de ochocientos vocablos y entre unos y otros nos arrebatan el pan y la sal y el futuro a nuestros hijos, corrompen a nuestras mujeres envenenan el aire y contaminan el éter que hay que ver amigos como está el patio. No se les ocurra enchufar la tele y la radio que desde el televisor y el guial le asaltará el furor de sus mentiras y escupitajos y échale pan que mañana pía decíamos en mis tiempos. La blasfemia habitó entre nosotros pero todo esto ya es viejo y no me canso de repetirlo.  Obedece a una consigna.

 Antes también se decían palabrotas pero con un poco más de ingenio porque estos políticamente correctos son unos panolis tanto como los guionistas de “La Casa en la Pradera” o los burdos gags sansirolés de “Aquí no hay quien viva” a base de coprología y fornicio.

 Aquellos carreteros de nuestra infancia o nosotros mismos que aquí el que esté limpio de pecado lance su primera piedra que decían caguen dios eran o éramos unos bestias pero se hacía inconscientemente y en mis tiempos si te oía un guardia te ponía a lo mejor una multa de cinco pesetas. Aquella  brutalidad sana pero inconsciente estaba muy lejos de la sevicia y saña con la que algunos se despachan contra el Santísimo Sacramento. Sea siempre alabado para siempre. Amén. Uno de los tesoros – el cristianismo practica la filocalía el culto a la belleza, es la única que lo hace lo que es garantía de que es la única verdadera-de la Iglesia los que la vuelven bella y divina son la eucaristía (estar bien) y la eulogía (hablar bien y con carisma). Ambas cosas referidas al pan bendito que se sigue repartiendo todavía en las iglesias orientales cuyos himnos eucarísticos superan todo lo habido o por haber cuando el sacerdote recita la epiclesis en las misas cantadas: “eto telo moié” “Este es mi cuerpo”. Yo me acuerdo la unción transfixa con que un viejo pope pronunciaba las mágicas palabras en una iglesia ortodoxa de South Kensington en Londres en mis años mozos. La fórmula son el abracadabra de nuestra redención. Es la palabra que salva y trae la luz al mundo la que renueva la faz de la tierra. El arcano de todos los misterios que remoza la promesa de “me quedaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”… en la eucaristía. Por esa idea por esa convicción – le recuerdo a ese inmundo personaje subido a la columna de su trono diario llovido de gargajos ahora que vienen los alatristes y matachines- mataban herejes y los españoles se batieron como jabatos en Flandes. Claro que este sujeto tan bravucón a lo mejor se va por la pata abajo cuando alguien le cierre el paso con un florete. En guardia, villano. Pero no está la miel hecha para la boca del asno y buena gana de perder el tiempo con estos marranos renegados y tornadizos que vuelven su desesperación su inanidad e impotencia oye no saben escribir sin maldecir contra lo más sagrado . Explicarles uno de los puntos clave de la Teología soteriológica sería perder el tiempo

A mí lo que dijo ese punto en letra impresa canalla llamándonos antropófagos a los que creemos en el misterio de la Transubstanciación y asistimos de vez en cuando a la Cena me pareció tan horroroso que cogí su inmundo papel y lo utilicé para un menester que no quiero decir como tampoco el nombre del ínclito que eso sería poner paños al púlpito  y hacerle la corte cuando el malsín lo que merece es un buen corte de manga, que tiene mucha suerte que lo ha dicho en un país cristiano donde se nos manda ser tolerantes y el perdón de los enemigos que de haberse cagado en Alá en tierra de moros ya el filo de la cimitarra hubiera soplado cizallas sobre su calva cabeza. Por lo pronto le hemos hecho una ficha. Creo que se apellida igual que la Doña Ficticia esa. Y recordarle las frases de Jesús: “ el que bebe mi sangre y come mi carne tendrá vida eterna”. Él no. Él es un précito. Está condenado a las calderas.

Vengo de una ciudad donde una profanación blasfema del mismo tenor con la que se ha descolgado este quidam  dio lugar a las fiestas del Sacramento de la Catorcena una arraigada tradición medieval que conmemora el milagro de la hostia por los aires. El sacristán de San Facundo un tal don Cleofás vendió una hostia consagrada a unos sujetos por treinta monedas que intentaron profanarla pero no lo consiguieron y desde entonces los de Segovia a los de esta raza les perdimos un poco el respeto porque de sobra sabemos que las risotadas contra la presencia real en la eucaristía del que ellos prorrumpen es fruto de su odio tribal y justifican en sus mohatras contra Cristo al que llaman Ese Hombre. El asunto se transformó en odio inconcebible y fue su caballo de batalla y la espada de Damocles con la que encendieron desde Holanda Europa con las guerras de religión inspirando a Lutero y a Calvino. El hijoputismo es carne de herejía y en esta instancia me viene una palabra  meshuge (sean malditos) pero de mánceres tornadizos está llena esta nación donde somos hijos de muchas leches y resultado de muchas creencias. La apostasía está a la orden del día. Tal vez sin embargo los dicterios de este facticio ficticio enano de las prensas que nos llama caníbales a los cristianos por comulgar no me ofendan tanto como lo que leí el otro día en otro sesudo periódico sin seso y con poco raciocinio aunque su lema sea la razón.  Este individuo se descolgó con otra parida que a mí se me antoja un pecado que no se perdona pues es ofensa contra el  Espíritu Santo. Dijo glosando al poeta Adorno que el Holocausto ha eliminado a la poesía y todo lo demás y ya no cabe escribir de otra cosa (el monotema). Se acabó la historia. Es el fin de la historia.  Pese a lo cual el mundo sigue dando vueltas. No metamos a Dios en estas cosas o le hagamos testaferro de nuestro ego o proyección de perversos nacionalismo desde la creencia de que pues yo soy el elegido y el bueno los demás son malos. No van por ahí las cosas. Dios elige y eso lo sabe muy bien el pueblo  electo para el dolor.

 A mí esto me parece una blasfemia de corte mayor un reto a la misericordia divina y un desafío al Dios de la Creación que no es El de la Revancha sino el del Perdón y el Amor. A pesar de Auschwitz o Buchenwald y sus horrores el mundo sigue funcionando. ¿Dónde estaba Dios? Inquiere la blasfemia. Si Dios no existe todo es posible era la máxima de Voltaire que hoy tiene tantos seguidores y esto no es más que una excusa para dar pábulo a la moral de situación y a los deseos de venganza. La rabia es mala consejera y puede obcecar a toda una gran nación No el Holocausto no anula  sino que complementa y explica la Resurrección pero este gran tema teológico que domina nuestros tiempos es una de las razones de tantos males con maulas y los que debieran denunciarlo – mis conocimientos teológicos aunque profundos siguen siendo legos y doctores tiene la Iglesia – se cruzan de brazos ya que no hay voluntad ni agallas por denunciarlo. Más bien miedo. La supresión del misterio de la redención permite por ejemplo ese tema tan elástico que llaman “memoria histórica” para volver al odio o las barbaridades que hemos visto en el transcurso de las últimas semanas bombardeando Tiro y Sidón y matando a niños  (horrorosas escenas de crimen ritual a preferencia de Moloch) y arrasando una entera nación. Nuestra época es blasfema y para justificar los horrores se buscan añagazas y pretextos. Todo está permitido y los criminales se van de rositas. Pero el mal es más profundo. Un barrunto acaso escatológico de otra guerra que aguarda.  Y con mayores exterminios. El flagelo de la guerra sigue al de la mentira, la impostura, la fornicación. Et ab spiritu fornicationis- cantábamos en las letanías- libera nos Domine. Amen

 

07/09/2006

EL ÚLTIMO SANTO DE LA CALLE LA BALLESTA

Antonio Parra

Mi amigo Manolo el del “Kiss” murió el 15 de agosto en extrañas circunstancias un eufemismo hoy muy al uso para esconder la pura realidad: me lo han matado. A las mentes se me vienen estrofas del viejo romance que de noche lo mataron al caballero la gala de Medina la flor de Olmedo. Era un tiarrón no demasiado alto pero de un plexo solar  que ya quisieran para sí los que hacen calistenias y maceran su cuerpo en los gimnasios. Duro como el pedernal con que trabajan los trilleros de Cantalejo. Se pasó la vida detrás de una barra peligrosa ayudando a gente albergando arrecogidas y a náufragos de la noche madrileña. Su vida fue un oasis en el desierto del desamor. Un santo laico verdaderamente. El último justo moraba en la calle de la Ballesta. Era uno de los últimos mesoneros de la tradición castellana, regentaba un pub en el distrito centro. Un superviviente de aquellos sesentas los años buenos la cordialidad en el corazón, siempre una palabra amiga. Elegí su establecimiento porque el bar de Madrid donde se podía beber más a gusto y estar más tranquilo incluso hasta altas horas de la madrugada. El barro de la calle de dudoso nombre no nos salpicó nunca las cejas ni nuestros zapatos se contaminaron de mierda a pesar de caminar entre el lodazal por donde ramblan caídas las magdalenas. Éramos  tres espíritus puros: él, “Fosforito” el legionario al que llamábamos el puertas y yo.

 Nunca hubo pub en el mundo donde aquellos que expulsados de todas las sinagogas de todas las iglesias de todos los coros pudiéramos libar nuestras tristezas y apurar el cáliz de la soledad del dolor. Era un tiarrón  cuadrado de poderosa cabeza. El medio en que se desenvolvía no le había corrompido. Si Manolo hubiera vivido en la edad media hubiese sido un caballero prevenido en frontera. Y la verdad es que tenía pinta de templario con su cruz reclinada a lo legionario sobre el vello pecholobo de la camisa entreabierta. Aunque nacido y criado en la calle Ave María provenía de una familia de tratantes de Cantalejo. Entendía la gacería una especie de jerga que se habla en aquel pueblo de avispados corremundos y donde el más tonto hace un cesto.

¿Qué hay paisano cómo lo llevas? Tirandillo. A ciertas edades uno se descarta de Venus y coquetea don Baco. Busco un lugar al sol para tender los trapos sucios de mi dipsomanía. Manolo sub tuum praesidium. Sí bajo tu protección nos colocamos. Ella velar, Virgen María. Yo creo que Manolo era el último santo que amaba al prójimo en el centro de una inmensa ciudad habitada por la hipocresía y los apriorismos asquerosos. En su rostro algo canalla pero insobornable y que nunca salpicó el vicio que lo rodeaba yo he visto escritas páginas del Evangelio. Ayer la luna de septiembre con su menguante falciforme cuando me dieron la noticia de su muerte me preguntaba : ¿Y tú qué hiciste con tus talentos? No los enterré en la arena, Señor. Y de lo más profundo de mi alma salió un Réquiem por Manolo mientras la Miramontes esa funcionaria  esbirra o esbirra funcionaria  me hace la señal del macho cabrío.  Eh tú a la puta calle. Eres laboral. No tienes papeles. No avasalles le recrimino a esta ninfa del cantón con las oposiciones ganadas y muy de comunión diaria. La gente va a lo bestia atropellando. Un moro cuando yo estaba en el Fijo decía hay que saber manera y hoy nadie quiere saber nada de nadie. Se desentiende. España no sabe ni contesta y ahí esa razzia cayucos que asuelan por el sur. Diez autobuses cargados de carne fresca llegan todas las semanas a Coslada desde Bucarest –Moscú-Sofía y Madrid es un barrio de Quito y un extrarradio de Kiev. ¿Mafias rusas decía usted? El enemigo está levantando gente ante nuestros propias narices. Pero se disfraza. Nada es lo es. Sólo apariencias. Presto presto, hay que desespañolizar España. No son rusas en realidad. Vayamos a la cabeza. El enemigo esgrime la bomba atómica de la que habló el tirano Mao en sus tiempos. Bomb people. Nos bombardean con desesperados y el enemigo acecha por todos los pasos de ronda mientras la Miramontes le hace propuestas indecorosas al jefe que llaman el Pulgas en el cuarto oscuro del archivo desparramate venga. Y se lo montaron dentro de un  cardex  fíjate tú cosas del fetichismo nacional. Hay gente que le encanta fornicar dentro de un armario con membrete oficial.

 Uy no me hagas renegrones que no se entere mi marido. Esas sí que son putas follando a calzón quitado en los altos despachos del poder y los favores mujeres que se venden por un plato de lentejas o por un nivel.  Venga, tesorete, le dijo la Miramontes  combleza de los archivos al Pulgas, súbeme un nivel más. Y se lo subió vaya si se lo subió al punto de levantar la falda y desbraguetarse. Eso sí que es corrupción. Eso sí que es prostitución.  Y no las pobres meretrices de la calle la Ballesta sin comerse una rosca que trotan por las aceras ejerciendo el oficio más viejo del mundo como almas en pena.. Corrupsoe otra vez.

Tenían mono de moqueta y muchas ganas de volver a meter las manos en el cajón. El Pulgas entregó el archivo rindió la plaza a los catalanes y no hizo lo que debiera haber hecho un caballero dimitir o el hara kiri de los japoneses o la ampolla de cianuro de los nazis. Le han dado un carguete y se cree el monstruo de la archivística y a costa de los presupuestos mete a los amiguetes.  Archiveros archivística ¿una ciencia o el cuento la vieja? La repelenta Vicenta quiere darles empaque y estatus a los sepultureros de papel. A ver si se muere ya de una vez la puta vieja y deja de incordiar.

El amo está descontento sin embargo. Trotski iba a ser el gran heredero de la revolución rusa pero se cruzó Stalin de por medio que no era del clan y aquello es agua en un cesto pues lo mismo les ha pasado con Zapatero que les ha salido rana. Le criaron a sus pechos le dijeron ala venga – yo sé eso Manolo escúchame donde quiera que estés y ya te lo dije aquel día de muchas copas- tú a mandar nosotros te colocamos la bomba en el tren te ganamos las elecciones. En aquellos comicios sangrientos dejé de ir por el Gijón atestado de espías  y de gente muy desagradable en vísperas de la gran conjura. Más segura la barra del Kiss. Manolo era una especie de ángel guardián en la tribulación. Pasa contigo paisano, no te aflijas déjalo correr que se les coman las pirañas. Pero me olía la tostada desde que viajando en un tren de cercanías desde el Escorial a Atocha un sujeto que hablaba muy bien inglés con acento americano no hacía más que indagar y hacer preguntas sobre la línea y el trayecto e iba y venía por la jardinera de dos pisos. Vamos a iniciar nuestra reconquista. Tuve sed y salí corriendo escaleras arriba me ahogaba en busca de la paz y el aire de las acacias del Paseo de Recoletos. Tuvo una premonición de que algo malo iba a suceder. Mi garganta seca pedía vino de Salerno. Esto de estar atado al espíritu de la profecía no se lo deseo al mayor de mis enemigos; eres carne de dolor eres un elegido pero el Señor te juega malas pasadas. Manolo tuvo problemas desde entonces. Gallardón en repetidas ocasiones le cerró el chiringuito. Doña Aznara no le metió en la caja de los  presupuestos. Lo que queríamos en realidad era cazar alondras con cimbel pero el supuesto era algo difícil. Le precintaron el local lo menos tres veces. Oh Manolo bendita tu rebeldía. Te rebelaste contra tanta bazofia como nos rodea incluso entre la gente del bronce donde tampoco quedan señores. Tú eras uno de esos señores. El último mohicano quizás.

Ya sé que somos pulvis, cinis, nihil. Ceniza, polvo, nada pero yo creo que este asesinato no puede quedar impune. Fonso mi amigo el cerillas murió a causa de un atropello. Ahora me cuentan (lo encontraron frito en su apartamento) que ha muerto Manolo el pincerna del Kiss barra irlandesa psicodélicos decorados algo ajados porque se nos está haciendo vieja la movida. Niñas al salón y las sacerdotisas del gusto mano sobre mano. El Gijón al que un amigo mío tildó de mausoleo y en realidad era una especie de valle de los caídos en pequeño sin los evangelistas cabezones de Avalos y yo, para variar, me arrimé al burladero del Kiss  queriendo ver pasar la vida. Ya sus estores estaban bajados. Unos crian  el agua y otros cardan la lana. La prostitución se mueve por otros ámbitos y Manolo era un san Luis gonzaga en el barrio más golfo de Madrid. ¿Han llegado irlandesas? Malahayan los proxenetas que cargan carne adolescente en los colegios de Moscú y San Petersburgo y las pasaportan gladiadoras del amor acá. Para echarla como carnaza a viejos verdes que toman viagra. Ya te lo dije una vez pero a ti te gustaba la vida en la frontera. Viviste sobre el filo de la navaja. The razor age. Hoy sales a la calle y te encuentras un templario y ni lo reconoces pero hay muchos jóvenes como el pobre Manolo que siguen adorando la cruz de Cristo in partibus infidelium. Cister. Temple y vinillo de la tierra cachis diez.

 Todos somos un poco culpables. Allá al fondo del pub habrá un poli haciendo la vista gorda. El crepúsculo de las ideologías, la muerte de Occidente, derribados nuestros dioses y mirad ahí que los titanes cansados bostezan todo su aburrimiento. Otra cañita y vomítame uno de tus pasodobles. Hago la agachadiza para no pasar por encontradizo a ver si me entono y le caliento a aquel baranda. Estoy seguro de que Dios ayudará Pondré a tus enemigos por escabel de tus pies. De momento sin embargo he aquí una nueva víctima. Y no de la violencia de género precisamente. Manolo era un defensor de mujeres un templario con la cabeza muy gallarda al que sólo pudieron tumbar a traición. Su muerte está pidiendo una investigación. Yo no me creo lo del infarto. Fue el veneno.  

HAN QUEMADO EN SAN PETERSBURGO UNA CATEDRAL

 

Antonio Parra

No han matado a un hombre. No destruyeron un paisaje. Simplemente pegaron fuego al templo más alto y uno de los más hermosos de la Cristiandad. La catedral de la Santa Trinidad de Petrogrado. A la mano incendiaria, porque por todos los visos ha sido fuego intencionado y en Rusia todos los veranos vienen pasando, desde el hundimiento del Kurks el submarino atómico, el otro día cayó un Tupolev en Ucrania, cosas muy extrañas  de año en año. Son el suma y sigue de recientes agostos sangrientos. Hay que recordar que las dos últimas guerras mundiales estallaron en ese mes. En los padres de la Iglesia rusa y en algunos autores como Andreiev cuya novela “Sacha Yegulev” conserva palpitante actualidad, léanla, todos estos “ogoñié” o fuegos estivales, arma revolucionaria, y en 1917 todo el vasto territorio ruso ardió por los cuatro costados, una semántica profética para interpretar la intención diabólica de arrimar la tea al planeta, quizás figura de lo que vendrá el verdadero holocausto esto es el nuclear.

 Tales quemazones de estío quizás preconicen una señal de advertencia de que la humanidad accede a la parusía. Arde el odio y la caridad se enfría. Cristo bendito ya nos pone en guardia en el último evangelio pero también avanzó la noticia de que serán los calcaños de la Mujer precisamente en estos tiempos terribles en los que padecemos a la mujer porque la hidra feminista parece formar parte de los cuatro elementos los que aplastarán la cabeza de la serpiente y desde Fátima puede que Rusia sea depositaria de tales arcanos aunque yo me inclinaría por otra lectura más sofisticada y sagaz del mensaje de Cova de Iría. La gran nación de los zares parece haber vuelto sus ojos a Cristo pero el odio hacia esta religión es más enconado que nunca y acaban de meter candela al primer templo ortodoxo, la gran catedral que se alza en la impresionante cerca de la Prospectiva Nevski y de la gran Plaza de San Isaac. ¿Entonces?

 Quizás Rusia tierra de mártires no haya apurado aun el cáliz de Getsemaní y más dolores aguardan en su vía dolorosa hasta culminar el papel mesiánico que los esotéricos asignan a tan enigmático país. El mensaje de Fátima   quizás tenga una lectura al revés. Los últimos serán los primeros nos recuerda el Maestro y ahora resulta que los buenos eran los malos y los malos los buenos. Si no, no nos salen las cuentas o la aparición fue un embuste, cosa que a estas alturas me cuesta mucho creer. El odio a Cristo a su Iglesia y a la civilización cristiana no viene ya de Moscú. Se esconde en otras conejeras agazapado y con credenciales nada sospechosas. Señor, ayúdame. Danos paciencia. No nos permitas caer en la desesperación ni en la violencia. Guárdanos bajo las niñas de tus ojos. Métenos como al polluelo la paloma bajo sus alas. Todas las oraciones rusas empiezan con una invocación a la Gloriosa Trinidad curiosamente igual que los primitivos reyes  leoneses y castellanos que empezaban todos sus documentos en nombre de la Trinidad lo que refleja el enorme parecido del rito visigótico con el eslavónico. En los dos era muy importante la himnodia y cada monasterio, cada parroquia y cada catedral tenía una melodía característica y original.

 Los agentes del mal, las fuerzas invisibles tan importantes hoy en el mundo y los émulos y pedisecuos del Príncipe de la Mentira, quieren acabar con el último bastión de la cristiandad. Roma ya es suya. Sin embargo, los patriarcados y heptarquías al otro lado del Vístula parece que no se doblegan.

Casi tan grande que la basílica de San Pedro Vaticana o el San Pablo londinense, sede del papa anglicano, la catedral de la Trinidad con sus impresionantes 111 metros de largo, 97 de alto y 101,5 de alto (casi un rascacielos)  y una impresionante fachada de siete columnas que remeda al Partenón estuvo abierta al culto hasta 1928. Stalín la convirtió en un museo del ateismo y no pararon ahí sus males porque la artillería alemana durante el asedio a Leningrado convirtió su airoso campanario el que acaba de venirse abajo como una melaza en blanco de sus disparos. A pesar de todo y esto viene a ser una parábola del mundo ruso: resistió. Reabierta en el 88 por Yeltsin, yo tengo una grabación polifónica de los oficios que en ella se celebro con motivo de la entronización del patriarca de Moscú. Es una de cinta de audio que conservo como un tesoro y que me hace mirar a lo alto y rezar en mis horas bajas. En la ortodoxia el canto litúrgico es una forma de recogimiento y oración y todos los templos de ese credo están construidos con una orientación hacia Jerusalén y gozan asimismo de una serie de rendijas que hace las bóvedas resonantes y contribuye a potenciar el fenómeno de la ortofonía magnificando la voz, son iglesias que no necesitan micrófonos. El sonido se esparce por los ánditos y naves del templo por cuya cúpula parece que vuelan ángeles. Es el denominado efecto sobornosti (catedral). Gloria a Dios. Muchas veces a lo largo de mis días desde que descubrí la Ortodoxia me acompañan las letanías recitativas  del canto diaconal. Bommié. Ciatai iz Ciatiti. (Oremos al Santo de los Santos  Cristo Nuestro Salvador). Estas plegarias han dado a mi existencia una razón de ser. De ahí mi dolor al ver pasto de las llamas a este recinto sagrado edificado c. 1835. Y no digo más.

 El zar Alejandro lo reconstruyó para conmemorar la victoria del pueblo ruso sobre la horda napoleónica. La cruz del alto chapitel resistió a la francesada y a los nazis. Tuvo una vida más larga que los sin Dios que quisieron convertirla un museo del traje y luego del ateismo para demostrar que no hay nada en el más allá. Pero las fuerzas adversas no acabaron con ella. Únicamente esta candela de un incendiario verano como el  presente en que por todas partes se propagan chispas esa iskra revolucionaria a la que se refería Lenin pueden  representar el fin de la magna fábrica en la que se utilizaron 20000 robles como jácenas o machones de sostén del armazón. En Rusia la mayor parte de las iglesias eran de madera. El fuego se apagará y esta “sobor” será reconstruida. Estoy seguro. Las fuerzas del infierno no pasarán. Alma mía, canta las alabanzas del Señor (Blagoslovié duzha moiá Gospodi), la voz del diácono en la pretina de casete no para de cantar. Sublime melopea como sublimes eran estas cúpulas que acaban de caer pasto de las llamas. El culto a la belleza (filocalía eclesial) y el canto, imprescindibles.

26/08/2006

ESCUCHA. ESCUCHA, ISRAEL

 

Antonio Parra

 

Me pilló  en el aeropuerto londinense de Heathrow en tránsito hacia España la alerta bomba o el Great bomb scare. Se hablaba de gas Sharín y también de un atraque combinado de armas químicas y nucleares. Las aleas y crujías los andenes del puerto mayor de Europa era un caos y a mí me parece que hasta los ingleses y ya van quedando menos ingleses en las islas porque el melting pop ha provocado que se vean muchos saris y turbantes y caras color crema de repente parece habían dado de lado a su flema y todo eran prisas baticores anuncios por los altavoces cacheos a honorables ancianos y bobbis impertérritos con metralletas. Siguen sin estar en plena forma pero tan simpáticos y amables como siempre estos policías ingleses exhibiendo su gran cachaza cara de complacencia y orgullo de haber nacido súbditos de Su Majestad Graciosa pero nada que ver con los gendarmes franceses que están cuadrados o los carabinieri verdaderos apolos de Belvedere, los Kippos germanos tan contundentes y más chulos que un ocho  o los antidisturbios españoles que parecen bomberos de puro cachas. El imperio cambia de piel. Ya no se encuentran lanceros bengalíes como aquel apuesto capital que perdió la vida en Afganistán y está enterrado en iglesia mayor de York. En muchos aspectos irreconocible plurirracial multiétnica. Las mezquitas están llenas y las iglesias vacías o son predio apetecido de las inmobiliarias, he ahí una civilización que se derramaba y las congregaciones dominicales se disuelven por falta de quórum.

 Fui a St. Chads la parroquia anglicana de South Kensington – recuerdo una misa del Gallo el pastor allá por el año 73 y yo solo y éste revestido de casulla y de manipulo según el rito católico de antes de la Reforma alzando el sanguis y elevando la eucaristía con cierta tristeza de soledades incomprensibles mientras rayos del sol oblicuo de diciembre besaban los vitrales del mainel jugando a caprichosas crestomatías de colores en las que alguien escribía nuestro destino- y había sido convertida en un bloque de apartamentos de lujo. Dont worry be happy. Inglaterra con otra piel de zapa seguía siendo a pesar de todo el país en el cual viví mis mejores y peores épocas. England made me.

Allí perdido en el caos del aeropuerto tuve la sensación de vivir inmerso en una de las comedias de J.B Priestley que fue mi travelling companion (compañero de viaje) tan preocupado por el paso del tiempo. No había regresado desde 1986. Veinte años y aquella nochevieja me pasó una aventura increíble: estuve a punto de perecer degollado por un individuo que me había dado hospedaje y que de repente en un ataque de celotipia y acusándome – se le fue la pinza- de estar yo montándomelo con su mujer entró en mi habitación y empezó a tirarme navajazos.  Recé la Chemá que aunque no soy judío de religión, por los orígenes quien sabe, todos en mi familia exhibimos buenos pabellones nasales y nos balanceamos un poco cuando estamos en la iglesia, a mí legítima esto le saca de las casillas, los criticas pero tú eres uno de ellos, me espeta y yo no se qué decirla. Shemá Israel. Acuérdate, Señor; la aprendí de labios de don Fructuoso un canónigo de Segovia que fue mi profesor de hebreo una lengua en la que desgraciadamente hice pocos progresos. Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Salté por la ventana y fui a dar con mis huesos a un patinillo de luces y corriendo me dirigí a la comisaría de Victoria Station donde el inspector de registro rompió en carcajadas al verme espantado y en calzoncillos. Más despacio, compañero que hoy no es el primero de Abril- el día de los locos cuando en Inglaterra se dan inocentadas- sino Boxing Day. Vistáse. Le puedo detener por indecencia y escándalo público. De forma entrecortada le expliqué al policía lo que había ocurrido y varios números me escoltaron hasta la vivienda donde pude recobrar mis pertenencias y al menos colocarme unos pantalones y tomar el bus hacia el aeropuerto. Fue la noche más triste de mi vida.

Había ido por una cuestión personal para buscar a mi hija y me robaron. Fui a parar a la casa de un emigrante ruso judío con el que trabé contacto en la sala de espera de la Victoria Station que estaba con su esposa y ni se me pasó por la cabeza ni el peligro que corría al meterme en la boca del lobo, en casa de aquel tío loco, judíos los hay buenos y los hay malos como en todas partes. Pero aunque me quedé sin dinero mi ex  ni la niña a la que no había visto desde el año 72 quisieron recibirme y tuve que regresar a Madrid con las orejas gachas. En el consulado recuerdo que me dieron veinte libras de ayuda de costa. En fin una odisea.

No sé cómo salí ileso pero supliqué al Dios de Israel. Es cosa demostrada el poder de la oración. Fui rescato pues de la boca del león y ahora al cabo de cuatro lustros madre mía como pasa el tiempo  pude realizar mi sueño. Mi Helen está bien. Durante mi breve estancia hemos podido conversar de lo que es solucionable y lo que no encontrará remedio jamás. En los Estados Unidos constituyen un verdadero problema el número creciente de la prole de matrimonios separados. Se denomina el síndrome de Iron side según me han dicho. Los varones se vuelven agresivos y hacen estallar su cólera al grito de por qué a mí. Quieren vengarse de una sociedad que ha cometido la injusticia de una orfandad fatídica y ellas tienen la tendencia a divorciarse o a no establecer relaciones duraderas de pareja  y esto es lo que vino a ocurrirle a mi Helen que plantó a dos tíos a la puerta de la iglesia. Es una mujer muy guapa alta pelirroja y distinguida en lo que se parece a la madre. Del padre creo que ha heredado esos genes rubicundos que vienen de mi rama paterna, el buen corazón y la mala leche aunque el pronto no hay quien nos lo quite, luego no somos nadie. En nuestra estirpe creo que ha habido menos verdugos que víctimas. Siempre nos tocó sufrir incomprensión, intolerancia y envidia. Pero Shemá Israel.

Comprendo ahora perfectamente la actitud de esos cabos de pieza israelíes que embutidos en su tefilá y antes de que empiecen a escupir fuego los tubos del cañón y a llenar el campo los relejes de la catenaria con su estruendo de muerte entonan una oración a Adonai pidiendo su protección. El sionismo es una excrescencia o al menos a mi me parece del verdadero judaísmo pero estos soldados de la Wehrmacht hebrea con unos ojos tan limpios y una aspecto tan de chicos normales y majetes sirviendo a su patria y honorando su quinta me causaban simpatía. Nunca maldigan a un judío, se lo garantiza. Da mala suerte. Este pueblo tiene algo. Conoce cosas que a nosotros los goim los paganos nos son vedadas. Se juegan la vida  y la juventud por defender su país. Aunque el Dios en el cual yo creo no sea violento ni vengativo y me produzca indignación el espectáculo de niñas árabes convertidas en guiñapos y de barrios enteros arrasados. Son las guerras. El flagelo eterno de la condición humana. Estos soldados son también víctimas y ponen los muertos. Merece el pueblo judío compasión y nuestro respeto aunque no cohonestemos la acción de Yehuda Olmert.

Esta guerra de las cuatro semanas me ha recordado la guerra de los días. Era también verano lo recuerdo perfectamente primeros días de julio en Hull y los blindados de Dayan en menos que canta un gallo plantaron la bandera davídica en el Sinaí y dejaron “sentada” y derribada a toda la aviación egipcia.  Esta vez a los carros israelíes le has resultado más difícil penetrar el cerco de sus oponentes pero en círculos de inteligencia británicos y allí la mayor parte de la opinión y con toda la seguridad los periódicos caen del lado de Israel se esgrimía la idea de que había que probar material. Los famosos "Merkava" de los que tan orgullosos están en la infantería hebrea había que echarles a andar Este ha sido el ensayo de una operación de mayor envergadura en espera. Esta claro que sin dármelas de filosemita los judíos van a ganar. Tienen las armas y la preparación y el ejército más preparado de la tierra.

En Heathrow volví a rezar la Shemá. Speret Israel in Domino et judica me Deus et discerne causam de gente non sancta a homine doloso erue me (Ps. XX) pero la oración que salió de mis labios fue de agradecimiento y de tristeza. A mi ex no tuve el coraje de telefonearla. Me derrumbé. Pobre. Ha pasado tanto. Sin embargo, me crecieron alas porque el Señor puso a mis enemigos bajo el escabel de mis pies. Aquel Juan Caño que abortó la operación para que yo me incorporase a la delegación de la agencia EFE o aquel hermano periodista que me traicionó. Fue el golpe que más me dolió dejándome una herida por la cual sangro. O mi propia madre que no pudo ser más atroz y sorda a mis suplicas cuando yo más lo necesitaba. Mundo cane. Madres crueles pero en fin pelillos a la mar. Shemá Israel. Misión cumplida. Me siento  tranquilo y habiendo hecho lo que tenía que hacer por lo menos dar explicaciones a esa hija que tenía por ahí por el mundo y aunque por esta causa el hermano Caín sigue persiguiéndome y la madre insensible al dolor de un hijo atormentándome con sus llamadas telefónicas, les he dicho que no les quiero en mi vida pero no escuchan ni recapacitan para nada. Aquí la maldad siempre tuvo por compañera la ignorancia. ¿Qué nuevas tribulaciones, qué sobresaltos nos aguardan? Viendo la desinformación, la mala baba y la malquerencia que se acumula en nuestras plateas – Zp al condenar a Israel creo que lo va a pagar muy caro porque esa gente tiene mucho poder en una palabra es el poder – la liviandad y la inconsciencia en España vamos a pasarlo bastante mal. Se acabaron los días de vino y rosa. Nuestra alacridad de los pasados lustros pasará factura. Aunque no hay que olvidar que el Dios de Israel nos ayudará si nos enmendamos. Escucha. Escucha Israel.

 

17/08/2006

 

EHUD OLMERT

Antonio Parra

Ehud  engendró a Eleazar y fue uno de los tatarabuelos de Xto. En este caliente verano ya en sus comedios anduvo este nombre  del premier hebreo muy en lenguas por mor de la guerra de las Cuatro Semanas. Todos recuerdan aquella Guerra de los Seis días otro caliente y sangriento verano del 67 cuando los panzers de Dayan y las trazadoras hebreas se abrieron camino por las arenas del desierto. Les bastó menos de una semana para destruir toda la aviación egipcia y plantar la bandera davídica en el Sinaí. Esta vez los bazokas de Hezbolá han traído en jaque a los impresionantes carros de combate Merkava. Yo creo que Ehud o Yehuda Olmert ha perdido la guerra. No seré yo el que juzgue a Israel una palabra santa siempre a flor de labios pero cuando veía a esos piadosos cabos de pieza de la Wehrmacht israelí embutidos en sus inmaculadas tefilich cubriéndolos como un manto y agarrados a las correas de las filacterias, símbolo de la unión de Adonai con sus electos, no podía por menos de enternecerme y de estremecerme ante su shemá rezada a toda prisa antes de desaparecer bajo la carlinga del tanque e ir a fregar con plomo y sangre medio Líbano. ¿Y el quinto mandamiento?El quinto no matar ni arrasar. Zp no andaba en un error cuando dijo que la reacción al secuestro había sido desproporcionada. No podrán creer en la cruz pero semejantes “cruzadas” son peligrosas y minan la moral de todos aquellos que suspiramos por la fundación de Sión y por la llegada del Maestro de Justicia. Ciertamente, el evangelio lleva toda la razón cuando advierte que siete veces peca el justo.  Y hasta setenta veces siete pecan los primeros ministros de Israel pero Dios es tolerante, el del N. T que nada tiene que ver con ese Ser terrorífico que más se asemeja a la idea pagana de Moloch o Marte que a la mansedumbre de Nuestro Señor Jesucristo. Es un error peligroso y pecaminoso mezclar a Dios en las pasiones humanas, en sus reivindicaciones territoriales porque eso don Olmert, cuyos despropósitos han dejado pálidas las matanzas del Carnicero de Sabra y Shatila, también lo supieron hacer los nazis con el famoso Anschluss y las SS llevaban grabada en la hebilla de su cinturón el Gott mit uns. O el grito de Blut un Boden (la sangre y la tierra o la paz y la guerra por territorios) Es decir el Dios lo quiere de Pedro Ermitaño una frase que encendió a Europa del siglo XI en el mito y la utopía de la cruzada. No matarás. Nunca lo harás en mi nombre.  Jerusalén, ciudad santa, Él te castigó por las obras de tus hijos pero volverá a apiadarse del pueblo justo…. Para que Él alegre en ti a todos los desterrados, y ame en ti a todos los desgraciados, por los siglos de los siglos”.La Jerusalén en la que sueño no es un espacio físico ni un territorio marcado y mi Dios, el Dios Trinitario, no puede ser un dios militarista. Padre de todos los pueblos y de todas las razas rescatados por la sangre del Cordero, Jesucristo su Único Hijo. Oscuras son las palabras y poco iluminan en este farragosto de almenaras algunos hemistiquios de la Escritura. Yo pienso que no puede hacer distinguos entre unos y otros. Ahí están para demostrarlo la parábola del Samaritano, la del Buen Ladrón. No matarás. No utilizarás Mi Nombre en vano pero a algunos rabinos que tratan de acomodar mediante la Cábala el idioma bíblico a nuestros días se les ha ido la olla o la mano en su afán de interpretación rigorista de los textos sagrados.  Cabe recordar que la palabra fariseo quiere decir separación. Las palabras van por un lado y los hechos por otro. Una cosa es predicar y otra dar trigo que decía el cura de Fuentesoto. Oralidad y escritura no pertenecen al mismo mundo y sumidos en ese farisaísmo que fue el que condenó a Jesús estamos inmersos. En una dicotomía trágica seguramente porque no conocemos a Dios ni mucho menos sabemos interpretar su lenguaje oculto en la historia.

Hemos vuelto sin más a las guerras de religión y el mito de las tres culturas monoteístas. Israel que es según Agustín nuestro hermano mayor para cristianos y muslímicos, los últimos en incorporarse a ese legado de la paternidad de Abrahán en el Dios Único al que invocamos, sienta mal precedente y peor ejemplo pero ya lo decía el pobre don Frutos que era el cura de mi pueblo: una cosa es predicar y otra dar trigo.(Con un bramido, oh Dios de Jacob, inmovilizaste carros  y caballos…..Hirió de muerte a los numerosos pueblos. A Sijón de los amorreos, A Hog, rey de Basán y a todos los reyes de Canáan. Y dio su tierra en heredad a Israel, su pueblo). Duras palabras las del salmo 134 que nos remiten a un concepto de la divinidad xenófoba, discriminatoria y chovinista, pero yo hecho un mar de dudas prefiero el salmo 20 en el que aparece un dios más misericordioso que siempre rescata a los buenos de las garras de sus perseguidores. Para mí – y puede que me equivoque- ese es el verdadero Dios de Israel en el que se rubricaba en el “Judica” de la antigua misa tridentina. Dejemos que Dios obre. Speret Israel in Domino. Y recuerde la exaltación de los humildes del Magníficat. A los rabinos se les ha ido la pinza hasta el punto de que en sus ansias de reivindicación del Eretz Israel han caído en los mismos errores de los enemigos a los que tanto critican: arrasar y política de tierra quemada lo que hicieron los alemanes en los Sudetes y hacernos creer que esta era una guerra santa so pretexto de la autodefensa, un Gott mit uns en el más genuino espíritu de una cruzada. Esto es el doble rasero y comportamiento de doble pauta en un estado que debiera ser modelo de garantías democráticas, de humanidad y sabiduría pero la soberbia y el egoísmo, desencadenante de la mayor parte de las guerras, es un pecado del cual no se libra ni el pueblo elegido. Aducen  los ateos al negar la divinidad que ésta es una proyección del Ego Humano tan fantasioso y pagado de sí mismo y si no fuéramos creyentes habría que darles la razón a Nietzsche o a los volterianos. Pero lo somos y esperamos y alabamos y bendecimos al Dios de Israel que no es el de la guerra sino el de los frutos de la tierra, la caridad y el amor.  Dios es amor, Benedicto XVI dixit. Por sus obras les conoceréis. Por desgracia esta guerra – el estado hebreo pequeño pero poderosísimo está decidido a proseguir la Reconquista lo que no deja de ser contra sentido cuando fenecieron las guerras de religión y en un tiempo en el cual esta palabra ya no se lleva aun a costa de poner el mundo del revés y las cartas boca arriba- la vamos a tener que pagar todos en Europa esa Europa a la cual se permite Yehuda Olmert criticar con tanta prepotencia. Ya sé que nos van a acusar por nuestra franqueza de antisemitas pero de eso no tenemos un pelo. Se lo aseguro. Una cosa es predicar y otra dar trigo. Pues los árabes son también hijos de Dios lo que encabronará a muchos con que puede que tengamos en adelante más pateras, más separatismo (el lema de la involución o la cruz del revés es el “divide et impera”) más poder mediático en manos siempre de los mismos, más confusión, efusión de sangre y más violencia soterrada y hasta puede que más terrorismo un concepto que no es unívoco y en el que no nos ponemos de acuerdo. Tan malo es el terrorismo de estado que practica el estado hebreo como las bombas en los aviones y en los trenes. Es  un galimatías. El punto muerto de la situación en el Líbano, parece que la cosa quedó en tablas, es para meditar sobre el origen de nuestros males y los muchos peligros que nos acechan con ese blabla sin raciocinio. Esto no es más que la punta del iceberg. Esa montaña de hielo está cargada de perniciosidad. Bajo la superficie se esconde probablemente un barril de pólvora que no es pólvora sino TNT un invento judío al fin y al cabo. También lo fue la bomba atómica  Sin Alicaída  empero no tendrían razón de ser y hasta puede que el misterioso y elusivo Ben Laden sea de su propia hechura y un invento que les conviene para justificar lo injustificable.  Ando perplejo y sumido en un mar de confusión. Yo pediría en esta hora sobre todo luz y taquígrafos.

16/08/2006

BOMBAS SOBRE EL LÍBANO

Antonio Parra

Me da estupor y sonrojo lo que veo y escucho en este mes de julio sangriento de 2006. izas, rabizas y colipoterras, descalificaciones y denuestos que demuestran la información desinformada frutos del prurito mediático pero vox populi vox dei que rompen los tiempos de silencio y las claudicaciones ante lo que es evidente y una devastación que mete el miedo en le cuerpo. Sin embargo, nuestra deontología profesional no ha sufrido el menor rasguño. La Luftwaffe Zionista macha objetivos y los panzer de la Wehrmacht israelí súper blindada escupen fuego por sus bocas de muchos milímetros arrasando caminos y pueblos, así como las leyes de la guerra que prescriben la no beligerancia contra objetivos civiles. Estas normas fueron conculcadas y el derecho de gentes está por los suelos. Lo denunciábamos en un anterior papel Cuatro preguntas al defensor del pueblo. A los puntos de mi pluma se nos viene un versículo de Jeremías: Popule meus quid mecí tibi aut in quo contristavi te; responde mihi (pueblo mío dime qué es lo que te he hecho o en qué te contristé; respóndeme). Este verso que cantábamos en la schola cantorum tarde de Viernes Santo nos pone a salvo de las insidias torticeras de los que nos acusan de judeofobos y antisemitas- calumnia que algo queda. Eretz, vuelta al tierra de nuestros padres aunque en ese afán peligroso el espíritu de Josué redivivo tenga que ponerse el mundo por montera. Un trágala ¿Te enteras? No la fuerza de la razón sino la razón de la fuerza. Mr Cobblers se puso el pañuelo palestino en el colodro y la super derecha se rasgó las vestiduras. Ha blasfemado pero a muchos se les vio también el plumero. No tienen idea. A los políticos les patina el embrague y el puebl0- que sigue teniendo muy presentes los consejos del Caudillo hazme caso no te metas en política- recela. A ver qué está pasando aquí. Lluvia de bombas, edificios arrasados, gente que huye, más hambre, más miseria creciente la marea de desplazados y de fugitivos que bogan a la deriva en pateras y almadías, cayucos y pateras. ¿Los recogemos? No faltaría más. Españoles somos hasta la gola que siempre la hidalguía fue española y también gilipollas. Premio ¿Pero no será una treta? Acabo de leer la Odisea y escanciando espondeos me encuentro con Troyanos por todas partes. Equinas monsergas. Achtung. Cuidado. La pescadilla que se muerde la cola. Cuentos de nunca acabar. Don Mariano estuvo muy poco fino. Defender una invasión por un supuesto ultraje que vaya usted a saber si quiere poner el cascabel al gato de la añagaza en la cual esa gente es redomada y solerte en vendernos burras mal capadas pues estuvieron entrando y saliendo por el arco solio de la historia urdiendo conjuras y pagando involuciones. Necesitarán siempre a un enemigo y si no tienen se lo inventan. Es marear la perdiz y en este juego de la confusión pues parece que la perfidia les engorda es España la que pierde. Y aquí hay un gobierno ¿ no? Puyes creo que el presidente reaccionó con perfil de estado. Al pueblo ni le va ni le viene pero parece que hay miedo a todas estas cosas. No quiero darle a usted jabón. Me guía el afán de la verdad. Quiero ser libre. Soy libre pero la inquisición ha regresado a las páginas amarillas y eso no está bien para una profesión a la que amo tanto como a españa. Por desgracia el periodismo se ha vuelto una profesión endogamica de mensajes apostólicos que ligan con mensajes del Corte Inglés. Y si te mueves no sales en la foto. Se cumple pues la profecía del Guerra en esta España que no la conoce ni la madre que la parió. Todo está trabucado y manga por hombro, lo grande en lo pequeño, lo blanco en lo negro lo zurdo en lo diestro. Si a esto se agrega la angustia que alienta en los pechos de las pequeñas gentes tendremos la mejor receta para el Apocalipsis tiempo de cambio ciertamente pero también de vanas esperanzas potros desbocados mares de azufre montañas de lava. Todos a besar el látigo. Quieren que pasemos por sus horcas caudinas nos hacen comulgar con ruedas de molino. ¿No quieres caldo? Tres tazas y mientras cosas tan graves ocurren (donde ellos ponen el culo entra la sedición por la puerta) todo el país pendiente del novio trincón de la Pantoja pero ya lo anunció el pobre vizcaíno en la Boda del señor cura y yo en la de Rociíto juegos malabares maniobras de distracción embelecos a distancias simple punto negros. Estas maniobras le convienen al que manda. Para el sabotaje intelectual ya digo tienen buena mano. ¿De terrorismo me hablaba? Pues creo que lo empezaron ellos con la Iskra de Lenin. La tea en mano. Hijos de rabino y sobrinos de pope. Nihilistas confesos avalados por el oro de la Banca Morgan. Inventaron el agit prop y la lucha de clases la acción directa y el atentado. Alguien voló sobre el nido del cuco y un día de mayo saltó por los aires un hotel de Jerusalén. El culpable un uranio un tal Manahé que llegaría a ocupar el cargo de primer minisro. Todo el estado se cimienta sobre la acción directa y la bomba al descuido el ataque por la espalda y el tiro en la nuca. La ciudad santa – el epíteto más bien parece una ironía- está asentado sobre un mogote de roca basáltica que quizás haya que darle la razón a Voltaire que decía que no hay tierra más inhóspita y pobre que la Judea y empezar a sospechar de ese dios vengativo y discriminatorio cruel que nos trazan los libros veterotestamentarios. Ante la vista ayer del rabí embutido en su efod ante la catenaria poco antes de empezar el combate me preguntaba si el Señor tendrá oídos para escuchar la oración del fariseo doble pauta doble conducta y dupla interpretación de la biblia la textual y la oral. La letra muerta. Es lo que significa la palabra fariseo: ambivalencia leyes del embudo y dos raseros y dos varas de mediar con el que el pueblo judío sentó escuela y ha pasado a la historia. Si dios es padre de todos no puede ser exclusivista. Aunque truene en el Sinaí el dios de Israel no puede ser un sacamantecas. Están las cosas para decir que en ese afán de revancha y de ley del ojo por ojo ese dios judío es ferozmente nacionalista y chovinista una prolongación del ego histórico hebreo en sus ansias de dominar a los demás pueblos. Moloch planea sobre nuestras cabezas. La mitología pagana figuró dioses más humanos más creíbles que este que los rabinos y los sepulcros blanqueados nos presentan como el verdadero. Santo Tomás señala que en este ente inefable  omnipresente y omnisciente no puede haber maldad alguna- en Él no cabrían imperfecciones posibles. Ni torpezas ni avasallamientos. La verdad es que el fulano resulta bastante impresentable y harto canalla.

CARTA A MI HIJO POLICÍA. GUARDAR AL PAPA FUE SU PRIMER ACTO DE SERVICIO

 

Antonio Parra

Querido hijo: No sabes lo contento que estoy de que tu primer servicio, el destino con que recibes el bautismo de fuego en la Policía Nacional, haya sido la vela y la guarda por la seguridad del Romano Pontífice, Benedicto XVI, en su gira a Valencia.  Yo soñé con ser lansquenete, guardia de corps al servicio del Vicario de Cristo, esto es: jesuita. No me llamaba Dios por ese camino pero tras de tiempo vienen tiempos y tú he aquí que  una gracia del cielo tú has tenido la dicha de cubrir carrera y aferrar cordón y me dices que estuviste como a tres pasos de distancia de su sonrisa y de su sotana blanca. Larga vida a Benedicto XVI.

Fuiste uno de los casi dos mil cadetes de la Academia de Ávila que hicieron la rueda velando por su integridad personal en el evento, el primer viaje de este papa a España. Y en Valencia os aclamaron con esa cordialidad y familiaridad que siempre tuvo esa tierra valenciana tan española. Los vítores al sucesor de los apóstoles se confundían con las aclamaciones a la Policía Nacional.

Por lo que parece ha sido un buen servicio con el que te estrenas. Acaso un signo de bienandanza en la dura brega que te aguarda en adelante. Y qué quieres que te diga pues que estoy muy contento. Tu madre y yo fuimos esta mañana a Brunete a comprarme unos zapatos y de paso nos acercamos en acción de gracias a hacer una visita a la iglesia del pueblo que es de 1770 pero que fue devastada en la última contienda. A rezar una salve a la Virgen. Este templo en el enclave de una de las más tremebundas batallas – la de la sed- de la guerra civil tiene como recordatorio junto al dintel del ingreso un monumento a los caídos.

El necio revanchismo de los que quieren trastocarlo todo y de romper la memoria – y acaso la baraja pues no cabe duda de que el juego es peligroso- quiere desmontar estos altares cinerarios. ¿Desmantelarán también éste? Dejen los muertos en  paz. No hurguen en nuestros huesos sagrados. Debe de ser por el odio inconcebible a la fe que alienta en algunos pechos bastante mezquinos. Lo que no es óbice para que, zapatería nacional y esperpento constante en que vivimos, sonrisa sinsustancia que a mí me recuerda a un tonto de baba que había en mi pueblo y que se llamaba el Tonto la Fresneda, aquí los políticos laicistas, aconfesionales y ateos o anticatólicos hayan buscado la foto con el papa. Y allí estaba la del Vogue y la Travelo que se han empachado de proclamar con Azaña, pues los del Corrupsoe hasta en eso son poco originales, que España ha dejado de ser católico; sin embargo, bien que se apuntan al besamanos en busca y procura de la foto. Aquí el más tonto hace un cesto y más listo se apunta a un bombardeo. Mr. Bean por desgracia no es tan inocuo para mi país como era el tonto la Fresneda.

Entre sonrisas y focos quieren desmontar la cruz, romper la unidad de España que se ha fundamentado precisamente en su fe romana lo que siempre sirvió de eje de marcha y de vínculo de cohesión. España no es solamente la más antigua nación europea sino también la que más esfuerzos, no escatimando la vida de la flor de sus soldados,  hizo por defender la religión católica. A veces ni pagados ni agradecidos por los propios papas que siempre miraron hacia los españoles con cierto recelo. Eso ya pertenece a la historia. Las fuerzas oscuras no nos lo perdonan y siguen tramando. Esto es la pescadilla que se muerde la cola y el complot que no cesa.

En nuestra familia de castellanos viejos que no rancios ni tampoco meapilas ni adscritos a una carcundia intemperante y poco dialogadora  sino gente muy ponderada y de mesura mesocrática, hemos sido siempre adalides de esa unidad de la patria y de ese amor a la Iglesia, “spes única”. No hay entre nosotros ningún blando ni tornadizo. Hemos razonado nuestras creencias en la fuente de los libros y en el amor a la tradición, la sencillez, el apego al terruño y las buenas costumbres. La tolerancia, el perdón, el sentido del humor, la buena crianza. La epacta y el calendario católico de los antiguos misales es lo que da un poco sentido a mi vida. No somos muy místicos. Nos ha gustado confesar con penitenciarios de manga ancha pero medulares somos, gente correosa y bragada de Castilla la Vieja que ama a la Iglesia en sus virtudes y en sus defectos.

Fuimos siempre delante de los curas con la cruz y los ciriales no por detrás corriéndoles a estacazos. Y creemos que hay cosas por las cuales merece la pena vivir y morir y una de esas sería precisamente el proyecto soteriológico sobre el hombre que nos trajo la buena nueva evangélica, un afán en cuya causa nuestra querida España ha derrochado energía y derramado su sangre. Estuvimos a las duras y a las maduras. Me dan asco esos chaqueteros que dicen a mí plin yo voy a lo mío y desisten del afán común. Poltrones y arribistas cornalones y consentidos que con tal de medrar sancionarían la secesión de Cataluña y de Vascongadas del tronco común. Esos fulanos son temibles porque no atacan de frente como los mihuras sino que pegan derrotes de rezagados  y atascados como los cabestros de los encierros de Cuéllar. La vida española está llena de cobardía, incomprensión, egoísmo, cinismo,  y son los duendos y no los erales encastados los que mandan en la manada. Y con estos antecedentes te estoy dando pistas de por qué lo he pasado tan mal o por qué se ha perseguido tanto a tu padre. Por decir la verdad. Por defender ese esquema unitario del Yugo y las Flechas que tienen que ver más con el yugo de la labor o espíritu de trabajo que caracterizó a falange y el poderío que en este caso es poderío moral. Ni matonería ni pistolerismo.  Sencillamente, unos currantes. De la gleba, además. Por buscar la concordia entre españoles hemos sido muy lejos rebajándonos incluso y cediendo de nuestros propios derechos. Y también la estética y la excelencia es lo que buscamos, una vida digna de vivirse a la sombra de nuestros ideales pues la ramplonería y mediocridad que nos circunda casi me da tarazón.

 E incluso escriben blasfemias. Amo mucho la vida y cualquier violencia doquiera provenga su signo me parece abominable pero pienso que la vida de un Parra yo la ofrendaría en holocausto por la salvación de mi patria y de mis semejantes. De hecho ya lo hicimos alguna vez. Hemos sido baluartes de la patria con la pluma y con la espada. A las que nunca desenvainamos sin razón ni enfundamos en deshonor. Aplícate el cuento, hijo mío

Precisamente hace sesenta y nueve años por esta tierra hermosa de Brunete en llanada y donde los ubérrimos trigales pronto se van a transformar en cemento pues quieren levantar veinte mil viviendas anduvo tu abuelo perdido por los andurriales y los ramales de trinchera de la batalla de la sed acusando las fatigas de la guerra. Remember Brunete es el título de un libro que yo escribí contando aquella peripecia vivida por mi progenitor y a  la que mentes torticeras y de escritores mercenarios pagados con oro ¿ negro? extranjero quiere dar otra versión.

Pero ni caso. Somos un pueblo recio y con mucha brega hechos a sufrir y a sacar pecho incluso cuando vienen mal dadas. Ser católico es creer en el milagro pero es también encontrar una vocación de servicio para servir a los demás como tú la has encontrado y la verdad es que tu carrera profesional no ha podido empezar bajo mejores augurios. La fe mueve montañas. El tesón obra prodigios. Ahora bien. Estamos lidiando un cornúpeta peligroso con mucha madera en los escaños, corniveleto berrendo al que no conviene perder nunca la cara. Nos aguardan tiempos difíciles pero no olvides nunca que los Parra somos siempre gente fiel. De mucha llaneza y nobleza a pesar de la humildad de nuestra cuna. Pero la meta la hemos fijado muy alta en un afán continuo de superación. Per aspera ad astra.

Por último he de confesarte que este papa al que tantos denigran y han calumniado llamándole incluso Demolition Man a mí que sé algo de teología me entusiasma y en su persona veo un auténtico don del Espíritu que sopla cuando quiere dónde y como quiere. Con su predecesor cuyo pontificado estudié con avidez me pasaba un poco lo que a san Ignacio con Caraffa esto es Paulo IV el cual le abolió la orden, no aprobó sus constituciones, le cerró los colegios. Claro está san Iñaqui estuvo bastante incómodo y su secretario Polanco llegó a afirmar que A Caraffa ni por los pies. Cuando se murió sin desear la muerte a nadie ingresó en la capilla a dar gracias ante el sagrario y cuando salió fumata blanca en el nuevo cónclave empezó a pegar brincos de júbilo y eso que era cojo. Cosas de la humana fragilidad. Imperfecciones de nuestro barro.

No pierdas nunca la fe ni tampoco la cara a ese toro bronco y cachetero – menudo morlaco el de la perfidia etarra asesina del Otegui y su cuadrilla- con el que peleamos los españoles desde hace bastantes años. Estoy seguro de que mientras tú y yo estemos aquí porque ese amor a España lo has mamado de los pechos de tu querida madre España no se hará nunca cachos. Su unidad lo ha dicho un arzobispo, Cañizares, que para mí merece todas las reputaciones, es un valor moral. En consecuencia ¡Viva el Papa! ¡Arriba España! Y buen servicio y ahora descanso. Que dentro de poco jurarás bandera.  Recuerda que Dios ayuda y premiará a los buenos. Un fuerte abrazo de tu padre.

10/07/2006

 

 

 

 

 

 

LA CAVA FLORINDA Y EL ORÁCULO DE LA DESTRUCCIÓN DE ESPAÑA

Antonio Parra

La historia del hombre suele ser muy poco original y a pesar del dicho de Demócrito parece que se repite. Va por ciclos, va por rachas, golpes de péndulo, socolladas, naufragios, pecios desastres, reflotes y, una vez la nave sin rumbo recién carenada, otra vez a empezar.

Hoy día todos los españoles que tengamos un dedo de frente, a pesar de lo que digan los “mansos” en su parenética de moderación que nos están metiendo otra vez los pollos en el corral y predican intolerancia,   memoria histórica que no es memoria historia sino un legrado precisamente de esa que dicen memoria historia y que cuentan al revés, o maquillaje de los hechos y retoque de los acontecimientos a petición propia. ¡Fementidos! Que los fueros que juraron o la bandera que besaron algún día se lo demande.

Aquí están, llegaron ya, pues se está muriendo la mamá: el victimismo de recia prosapia, el revanchismo, los poderes del mal y la satánica hueste que se apodera, regresamos al mito del último godo y su llanto por la pérdida de España. Extramuros ruge el león y se buscan cabezas de turco y chivos expiatorios y nos azupan el alano de la islamofobia pero los moros no son los peores como trataré de explicar en otro artículo [ahora resulta que llevaba mucha razón Matías Ros que nos puso en autos de la macabra autoría y pérfida conspiración a la matanza ferroviaria 11M] pero el enemigo peor parece ser que se encuentra dentro del recinto.

 La sombra de don Opas que es en realidad la sombra de Caín en la historia de nuestro pueblo es alargada. Así que volvemos grupas y nuestros pasos nos devuelven a la boca negra de la cueva de la traición donde de acuerdo con la tradición que ha mantenido muy activos  los estros poéticos de las musas a lo largo de la historia de las letras castellanas a la que llaman la “casa candada” porque tenía 24 puertas trancadas con otros tantos cerrojos. Está en Toledo en lo alto del cerro que da coronamiento al caserío empinado y bajo los muros de la iglesia de san Ginés.

 La mandó excavar el propio Hércules que fue uno de los primeros dioses que adoraban los iberos y en lo más profundo del laberinto colocó un arca de ciprés madera incorruptible en los que metió papeles y conjuros. Arriba del todo puso un cartel escrito en hebreo. Danger. Peligro de muerte. Watch out. Mejor abstenerse.  Si alguien un día osara abrir este baúl España sería un reino perdido. Un mal rey un mal día tuvo la osadía de meter las narices en aquel sitio.

 Don Rodrigo al que las guerras con los vascones del Norte - seguimos en las mismas- habían arruinado creía que en tales cofres se ocultaba un tesoro justo el oro que necesitaba para pagar a sus acreedores en las luchas contra los várdulos que nunca quisieron someterse a los godos pues al parecer eran de raíz semita y estaban en colusión fraterna con el Bereber creyó encontrar allí un tesoro. Y no encontró sino huesos fatídicos, la mueca macabra de una calavera y la inscripción fatídica en arameo: quien quinche aquí encontrará bienes y malas. Nos hizo polvo.


 Y el sucesor de Witiza tuvo la siniestra ocurrencia de abrir los sellos. Opas el obispo traidor era de esta región (¿sería el predecesor este malvado felón prelado con el actual Blaquez al que llaman el “obispillo” no sé si por la voz que tiene algo atiplada o por su corta talla?) Y entró en contubernio con gente del Rif y les entregó la plaza de Tarik esto es Gibraltar. Oye que falta de imaginación. No hay tu tía. Entonces los sarracenos no pararon de venir duro que te pego. En pateras, en cayucos, en almadías. Y resultó lo de Guadalete y todo lo demás, pero al pobre Roderick también le perdió el amor por una mujer: la princesa Florinda - esto pasa con frecuencia- que se resistió a sus requerimientos y la forzó. Ya tenemos el mejor de los condimentos para la truculencia del serrallo en plan novelón sudaca. La Florinda al principio protestaba y pegaba patadas y brincos pero luego acabó diciendo ay, ay, qué gustirrinín. No. Si esto no tiene enmienda.

La violación regia provoca las iras de su tío el conde don Julián que ve su honra mancillada y en venganza, el muy tornadizo y canalla, se pasa al moro reclamando los servicios de don Opas un señor obispo que también estaba en el ajo y entre los dos montan una conspiración. Hay un vino por ahí que se llamaba como el tal don Opas. Debe de venir de Jumilla y a mí que soy de origen godo pero de adscripción mozárabe esto es que conozco bien al moro desde que hice la mili en el Hacho y allí tuve amigos del tabor que gastaban alquicel y chilaba y me profesaban cierto aquel pues decían que yo les daba baraca esto es buena suerte me hizo daño nada más verlo. Debe de ser la maldición de Mahoma.

 Cuando oigo mentar a don Opas yo digo Toledo para deshacer el conjuro. ¿No las pone usted mirando para Toledo Verumtamen? Cuando era mozo. Ya no. Pero total que estuve en la Ciudad Imperial empapándome de  magia y de Greco y ya les conté a ustedes en otro artículo cómo este pintor extranjero fue el caso de inmigrante que sintió el hechizo de esta tierra donde echó raíces hasta los restos. A veces pasa. El que viene ya no se quiere. Le ocurre un poco como al que va a Salamir que dice el refrán que el que va a Salamir es porque no tiene donde ir pero una vez allí ya no sabe cómo salir.

 España es un melting pot de etnias al que perdió la monarquía gótica por su mala cabeza. Por su desunión aquí nadie quiere darse a partido de semejante situación. ¿Quién es tu enemigo? Pregunta un español. Y contestará: otro español. Y eso arranca de entonces. Vierto entonces un poco como Boabdil el Chico mis lágrimas sobre Toledo. La cual siempre atrajo a los quirománticos ya que la edificó Hércules, según la leyenda mítica, mucho antes de que los romanos llegaran al hispano suelo. ¿Y quién era Hércules? Un hijo de Júpiter y de una mortal pecadora. El que descabezó a la hidra de Lerna pero que murió envenenado por una cara bonita. Todo casa al parecer. Consueta vilescunt. El comportamiento humano es siempre igual y el hilo de sus relaciones y acontecimientos personales aburre a las mismas ovejas. Y la historia humana repite más que la cebolla pero el mito de la Cava Florinda está muy relacionado con una de las primeras divinidades a los que adoraron los iberos en cuyo territorio se desperdigan las torres y los monumentos a Hércules. En Cádiz y en Finisterre sin ir más lejos

Su Nuncupatio fundacional fue fatídica. Y desde entonces fue como un imán para los que echan la buenaventura, escudriñan el porvenir y se dedicaron a la ciencia adivinatoria de la estrellería como se calificaba en tiempo de la escuela de traductores que fundara el Rey Alfonso el Sabio. Se decía en la edad media a Paris a aprender Teología y Filosofía. A Bolonia, Leyes y a Toledo, Magia. Bueno pues a siete leguas y media de Madrid como señala la copla todo el camino llano menos las cuestas y aquel carretero, madre tiene un encuarte de cinco mulas, tres y dos son del amo y las demás suyas, se nos da todo esa sortilegio gratis, todo ese misterio que convierte a la ciudad orillas del Tajo el mirlo blanco de  quiromantes, entre ellos al marqués de Villena que ya digo ni palabra mal ni obra buena el gran iniciado en el ocultismo de los tiempos de Enrique IV.

Y no se volvió jigote por chiripa.


 Pues yo me largo a Toledo no sólo a ver Greco sino para retrotraerse al conjuro de la famosa guarida de murciélagos y de demonios familiares causa de nuestro espanto tan en actualidad en los días que corren. Desde las rocas tajadas que lame el Tajo el Conde don Julián nos echa la guija. Carta en la mesa presa. Gemimos bajo el yugo y el poder total de las sinagogas. La invasión de la Hispania visigótica se produjo de la siguiente manera: los moros aliados de los judíos enviaban a estos a aposentarse. Los rabinos en aquella procesión precedían a los cadíes y a los alfaquíes y luego venían los pobres diáconos mozárabes a la sombra de las mangas parroquiales que sólo podían lucir como enseñas y símbolos de su fe cuando a los imanes en connivencia con los rabíes les daba la gana. Esa fue la España de las tres culturas que ahora tantos invocan para hacer daño todo el que se pueda a la cruz de Cristo: un perenne sobresalto una arbitrariedad sin tasa. Los reyes de taifa sólo eran tolerantes cuando los cristianos sometidos pagaban las pechas establecidas y era tal la desproporción de estos impuestos que a las familias cristianas les reducían a la miseria y les hacían pagar hasta el largo de los caminos como reza la copla. Previamente habían levantado gente en Agar.

 Tienen poca imaginación. La reconquista al revés se esta produciendo siguiendo el planteamiento de hace trece siglos. Con la particularidad de que hoy, mejoradas las comunicaciones y estando España indefensa con los negreros a sueldo de ciertos sionistas globalistas desalmados mucho más activos y con el control de las comunicaciones y de la prensa el finis Hispaniae puede que sea cosa de menos de un lustro de la cruz a la fecha. La relajación de costumbres y ese mal que atrajo de siempre a los visitantes exteriores acerca de los españoles y que da en llamarse morbo visigótico hoy es mucho más grave que en los años de Guadalete. Con el enemigo a las puertas predominan las facciones, el banderismo, los pleitos, el cinismo, la apatía y la poltronería del personal a mí donde den y a ver qué me dan. Mala cosa.

 Todos añascan y uno va con los bolsillos vacíos. La inmoralidad de los trincones y de los adeptos al pelotazo se añade a toda esta gran perjurio. Asistimos mudos e insensibles a las exequias de nuestra patria; así que como decía aquel insigne poeta zamorano muchos monteros la garza combaten, por altos oteros los perros la llaten neblíes muy ligeros sobre ella se abaten malo será no la maten. En este caso el trofeo será España. Pero estaba escrito y esto vuelve a ser la crónica de una historia anunciada en la Leyenda del conde don Julián y la cava maravillada. De ella son los primeros en dar cuenta los propios cronistas árabes y el Romancero nuestra gran épica tradicional la convierte en una de sus fuentes de inspiración. “Vino un águila del cielo que a España vio quemar. Don Rodrigo, don Rodrigo no curaste de tu mal” etc. Incluso Víctor Hugo pone en boca de Esmeralda la protagonista de Notre Dame la letra del famoso cantar de la casa encantada de Toledo a la que el último rey godo no supo guardar.


 ¿Cómo conjurar el hechizo y ese signo trágico de autodestrucción que pesa sobre nosotros? España se pierde por una mujer. Por un obispo libelático y por un mal rey enamorado. El rey moro Abulcasín Traif Abentarique no es más que el ejecutor de un designio lo mismo que los judíos de Gibraltar que dan la señal a las naves invasoras para que atraquen por aguas del Estrecho. Gibraltar. Siempre Gibraltar. Hoy y siempre en manos de los judíos que dicen actuar en nombre de los intereses de la Pérfida Albión. Como ven el tema se las trae. Es como una profecía que se repite de forma intermitente Asunto más suculento no pudo encontrar el Romanticismo y los anglosajones, Irving y Walter Scott, lo explotaron en sus narraciones esotéricas con avidez basándose en los trabajos de autores del XVII español como Miguel de Luna y la gloriosa épica del Romancero donde estas historias de palacios encantados, cuevas montesinas y mastabas donde hay un tesoro obtuvieron rango de privilegio.

 ¿Les suena el estribillo en Madrid hay un palacio de oro con las puertas de oropel donde vive una señora cuyo nombre es Isabel? ¿O el dónde están las llaves matarile? Cervantes también lo trata en aquel pasaje famoso del Quijote que lleva por nombre la Cueva  de Montesinos una versión de esta profecía áurea. La sombra siniestra del maléfico conde don Julián cruza de arriba abajo la historia de España. Es nuestro enemigo de adentro que a lo largo de las crónicas nacionales despliega una incomprensible hostilidad de renegado. Diz que era astuto mañoso ardido y muy recontra jodido. Conocía bien el percal y el territorio y fue debido a esta copiosa información facilitada al enemigo - y los españoles que nos vigilamos unos a otros con tesón somos unos expertos en las artes de disimulo esto es del espionaje mas siempre de puertas adentro nunca de puertas afuera-el hecho en virtud del cual la conquista de Alandalus fue tan rápida.

 Pero también la cueva de Hércules toledana es figura del laberinto español. En tiempos del cardenal Silíceo unos cuantos espeleólogos valientes trataron de explorarla y se encontraron con un enorme sima que medía varias leguas llena de pasadizos de corrientes de aire de tal forma que los hachones y velas se apagaban y de brazales de aguas subterráneas que vedaban el paso. Los exploradores buscaron la salida muertos de miedo. El miedo dicen guarda la viña y hace las leguas más largas. El susodicho cardenal Martínez Silíceo mandó tapiar a cal y canto la entrada que estaba en el callejón de San Ginés y que tenía un letrero a la entrada que ponía: “el que descubre esta cueva encontrará bienes y males” y debajo otra inscripción en la que aparecía un guerrero con turbante y una leyenda que decía: “invoco a los alarbes”.


 Y estas palabras las decía un obispo que estaba en inteligencia con el infiel. ¡Pues vaya; ahora sí que apañados estamos! Más ominosa no pudo ser la rueda de nuestros vaticinios. Pero dos leones broncíneos de acuerdo con la crónica mentada “calafateaban” el acceso. Cristóbal Lozano otro autor de la misma época dice que el arzobispo al que aludimos mandó “lodar” y taponar el vano en cuestión. De que unos malos españoles vendieron a España siendo mucho más inanes y depravados que los moros o los judíos que no quepa duda.

 La leyenda de la Cava de don Rodrigo con su soplonería indecente, La homicida envidia, la incomprensión y el más burdo de los cinismos vuelve a estar sobre el palenque. Es por esto por lo que volver a Toledo al que llamaron los antiguos el “Gimnasio de la nigromancia” es como regresar a las raíces más hondas esas que ahíncan sus pilares en lo más profundo de esta sima. Hay preguntas que me hago y que no obtienen respuesta en ninguna parte y que parece que las escucho en esa ciudad donde todo son cuestas, resquicios, puertas, selladas, callejas misteriosas. Dicen que la fundó Tubal el primer rey pero a mí que soy un amante de las palabras me gusta la etimología hebrea que puede haber dado nombre a la sede del catolicismo hispano y la tercera Roma. Es Tholedoth y que en la lengua de Israel quiere decir “generación” o partera. Se trata de uno de los pocos vocablos que nos legara después de Amen y de aleluya nuestro pasado judío. En cuanto a vocabulario el Corán fue mucho más generoso con nuestros diccionarios que el Talmud.

 ¿Por qué será? Eso también es un misterio. Sangre mora y judía todos tenemos pero no nos pongamos excesivamente tiernos ante este dato tratando de sucumbir a nuestra propia identidad de españoles labrado durante casi dos milenios. Somos el resultado de un cruce de razas y la conclusión de una tenaz pelea histórica que no cesa. Duelos y quebrantos. Odios en cantidad pero también amor y libertad. Soy español porque puedo hacer lo que me dé la gana ¿estamos? Caspita, don Braulio, viene Vm. De tiros largos. Tan imponente como clarividente pero esos caveats y apostillas que les coloca a una de nuestras tres estirpes no son de recibo. Pueden acarrearle problemas. Muy bien.

 Yo digo verdades enteras. No a medias como don Cesar Vidal el de la COPE. Claro por eso él tiene abiertas las puertas de las editoriales y usted es un proscrito don Verumtamen. Que se va a hacer. Tras de tiempos vienen tiempos y ese es otro de los legados de la embelesadora leyenda de la cueva de Hércules. Que España volverá a ser nuestra. Que otro Rodrigo el buen Cid ovetense alzará pendones y moverá su hueste. Miramamolín volverá a pasarlo mal. Mucho le gustan a usted los moros. Pues sí qué quiere que le digan. Son raza valiente y estirpe correosa. Hice la mili en Ceuta. Admiro a la gente del Rif. En esta guerra nos fraguamos. Son más de ocho siglos. Peleando y perdonándonos o más que perdonar haciendo la vista gorda. A las taifas volvemos y yo si tengo que renegar me haré moro antes que judío. ¡Qué cosas!


 Pero todo esto es puro Bécquer, romanticismo neto, la leyenda de Maese Pérez el Organista uno de los primeros cuentos en los que yo me embebí en mi adolescencia tiene por protagonista y marco a la Ciudad Encantada. Chirridos en la noche de cerrojos que se descorren, osarios y difuntos y un piano que suena sus teclas accionadas por dedos invisibles. La cueva donde estaba el castillo encantado es manantial de supersticiones pero el hidalgo del Lazarillo pasea mientras tanto por Zocodover en un plan más realista moteando de migajas de pan los bigotes para demostrar que ha comido. Lucen sobre los tejados grises los jaramagos sus penachos amarillos y clamorean las campanas en lo alto de las torres. Toledo es cristiana desde 1085. Antes fue mora y judía y la huella de Roma domina sus construcciones.  Allí puso su trono de Atlante el gran Hércules y sigiló la entrada con un conjuro.

 Todo el que se atreva a dar un paso suscitará loa cólera de los dioses. Así habló Zaratrusta. Fascina por su soledad y por su silencio enrejado. Unos ojos de mujer pueden estar observándote detrás del ajimez. Hay trasgos y fantasmas y leyendas de aparecidos por los desvanes. Hay referencias a esta cueva mítica en el propio arcipreste de Talavera en el Corbacho: “el que ose entrar en esta espelunca traerá su reino perdido”. La profanación del suelo sagrado se equipara con la violación de la princesa Florinda. Los oráculos parecen haberse cumplido pero el lugar está sellado desde 1546 cuando fue precintado por el arzobispo. Está claro que Rodrigo buscaba dineros para someter a cántabros, várdulos y autrigones y fue entonces cuando su gobernador en Al andalusí Teodomiro le envió un heraldo para anunciarle que España estaba ya en manos sarracenas. Perdimos la batalla de Guadalete. Los montes desparecen y hay civilizaciones que se derrumban ante el empuje de los pueblos fuertes. Sangre nueva que viene arrollando. El pez grande se come al chico pero en la historia de las culturas los pobres se zampan a los ricos. Decadencia se llama esta figura. Pero la decadencia a la sazón no era tan pavorosa como ahora mismo.

Rodrigo viola a Florinda y desata la cólera del conde don Julián. Es la misma trama que desencadena la guerra de Troya: el rapto de Helena, la rabia de Aquiles que lucha con Paris. Esto es mitología pero a veces presupone a los hechos reales y es desencadenante de la evolución de los acometimientos. Bien lo saben todos aquellos que manejan los escrinarios y los biblioratos. La evolución de los sucesos no es una línea recta ni un gramil pero tiene que ver con la estadística. El mito de la Cava Florinda es aretalogía sin más una historia de héroes y la descripción del enojo de un dios forzudo que se ensaña con los mortales. No hay tema, argumento ni períoca pero los sucedidos se repiten a veces sin solución de continuidad. Don Rodrigo en la cava determina la porfía de don Rodrigo en la horca.


 Es el protagonista y don Opas el obispo felón el deuteragonista. Florinda un simple pretexto. No hay antilogía en este mito sino una congruencia absoluta de los textos. No hay más que consultar las epactas y echar un vistazo a los añalejos de lo que ha sido nuestro devenir. Los trasgos revuelven las ajaquecas de los barrios toledanos que siempre fueron morada de duendes. A veces las ciencias ocultas nos conducen a la acrosofía o a la sabiduría de las cosas de dios y esto es un ejemplo real, un barrunto que se ha cumplido, que se está cumpliendo, una parábola. A veces tengo la sensación de que España y los españoles arrastramos por el mundo el mal de ligadura. Alguien nos aojó y la leyenda del último godo subyace en los principios de tales encantamientos. Iban a producirse después más de medio centenar de campañas de Almanzor o expediciones en aceifa contra los moradores del norte. Abajo de la raya del Tajo los templos quedaron desolados, enmudecieron las campanas, las aras sin reliquias y sin santos las columnas. Es en definitiva el síndrome de la iglesia vacía y de los templos con olor a micciones gatunas de las que les he venido hablando. Al parecer, sin demasiada fortuna porque nadie me viene a hacer caso. Aunque el que avisa no es traidor. Lo que ahora vivimos es ya muy viejo. Se reproducen casi de calco los contextos de hace mil años mientras  los “señoritos” dependientes de la zapatería nacional, excrecencias intelectuales del tardofranquismo, orlandos furiosos muy careados la generación del yogurt que se crió en la cultura de la queja han cogido una perra con esto de la II República. Quieren echar al rey que puso Franco pero lo tienen crudo.

26 de junio de 2006                                                                                                                                                                                       

PENA DE MUERTE EN AMÉRICA

Antonio Parra

Hago zapping displicente (una de las grandes cosas de la globalización y del satélite es que gracias a una cadena alemana puedo meterme entre pecho y espalda los partidos del mundial que nos niega la zapatería universal, oiga mire uzté que en Caiz ya el honorable gremio de la obra prima se siente avergonzado del pájaro cuyo nombre les representaba y ya no colocan en el dintel de su negocio el título de zapatero, les llaman “al reparador del calzado” a secas, y huyo de la basura y aburrimiento programado del polanquismo sin rostro, y no se crean ustedes que los de la competencia ofrecen mejores perfiles, son los mismos perros con diferentes collares, presentando un mundo inmundo de doble banda porque ni la TV ni nuestros periódicos ni nuestros libros que mangan dictámenes políticamente correctos, hay por donde cogerlos) y me encuentro en la CNN con una entrevista de Larry King que me reconcilian con el periodismo que es mi profesión y mi pasión y acaso mi condena y más ahora para mí que he sentido el oficio como un servicio al Estado. No soy un periodista de partido. La garra de Larry y no quiero hacer un juego de palabras es el periodismo de Larra transfigurado en casi una obra de arte.

¡Oh gran Larry, ese judío californiano que se ha convertido en un icono mediático del éter americano por encima incluso de lo que fueran en mis días Walter Cronkite y la Barbara Walters! La verdad que una de las cosas que más echo de menos en la vida y que me hicieron disfrutar de Nueva York fue la lectura del New York Times a la hora del desayuno. Si lo sabías leer y darle la vuelta - y eso es lo que me hizo a veces sospechoso a los del Pentágono y la Banca aunque recibí alguna que otra felicitación o premios en forma de viaje del Departamento de Estado, pues claro está uno no era Carrascal ni el Hermida, mis admirados colegas contemporáneos a la sazón, en su americanofilia- podías formarte un juicio de valor de por dónde iban los tiros y qué es lo que pasaba en el mundo. En cierta ocasión recibí una llamada ultimátum de Washington dándome un plazo de 48 horas para abandonar el país si no rectificaba el dato una crónica.


¿Y qué había dicho yo en esa información? Pues a lo tonto a lo tonto dejé colar la idea veraz, que no especie, de que un satélite ruso que había caído en las parameras de Canadá no había “muerto de muerte material” sino que lo habían abatido la artillería de costa yanqui. Rectifiqué no faltaba más pues uno no puede ir a coces contra el aguijón pero mi honrilla profesional aquel día subió bastantes enteros. “Joder qué puntería, Antoñito, diste en el blanco; era verdad”. Dos negaciones afirman dicen los escolásticos y una información tapa a la otra que dice Navas que es otro de los grandes periodistas con mucha escuela y sabiduría de calle en el oficio. Reagan no había asomado la oreja por el portalón. Estábamos en la era Carter pero ya el Pentágono aprovechando el “edge” o ventaja geoestratégica preparaba la guerra de las galaxias, un preludio de su victoria total sobre el contrincante que permitiría a los americanos poner a los rusos contra las cuerdas dos lustros más tarde y exigir la claudicación de Gorbachov.¡Vaya, menudo scoop!

Sentí y aunque la crónica fue publicada en el “Arriba” en letra del cuerpo ocho casi ilegible que había hecho diana por carambola. Esperaba que me felicitasen pero en Madrid estas cosas les suelen traer al pairo porque en periodismo y en otras realidades de vital importancia para el porvenir del planeta se las pasan por el forro, estamos los españoles mirándonos al ombligo entregados a nuestras disquisiciones corolarias pues yo creo que la tranquilidad del franquismo malcrió a una parte de la intelectualidad y del periodismo. Les hizo pastueños y mansos y “todos de izquierdas de toda la vida” en un conformismo que me aterra.

 Así que el bueno de Julito Merino en lugar de mandarme una flor se calló como un putas. Broncas sí y palos bastantes arribaban por el télex. Felicitaciones pocas por no decir ninguna. Menos mal que había un océano de por medio y los cabreos se pasan con facilidad y una nota tapa a la nota que dice nuestro director.


Bueno y disculpe el lector tan largo prolegómeno pero es que le quería poner en antecedente de lo que significa el verdadero periodismo y en ese sentido Larry King es todo un mariscal, el gran rebanador de prime time y acaparador del rationis horario en la Sienén. ¿Qué les parece? Allí estaba el viejo gurú con su gesto hosco, antiparras de concha, los tirantes que se apoyan sobre hombreras voladizas como las alas de mariposa, un poco exageradas, cara de palo. Vera efigie del periodismo insobornable y de altura con ese caché, esa seguridad y esa firmeza poco convencionales. La comparecencia ante la cámara del gran inquisidor es un timbre de gloria y cosecha de votos para un político. Se pegan por entrar en “La Hora de Larry”. Su maestro fue un británico, dos británicos, David Frost y Robin Day, a los que también tuve la suerte de visionar en mis tiempos de Inglaterra. En fin Larry que debe de llamarse  Salomón por nombre ce circuncisión  y debe de tener un apellido ruso, algo así como Rabinovich o Aaronovich, que cambió como es habitual  entre los emigrados USA, es el verdadero rey de la televisión norteamericana. Muchas veces al verle me han dado de gritar para que se jodan aquellos que me tildan de anti norteamericano el “God bless América” o entonar el himno de “América the beautiful”. Él representa uno de los valores de “democracy at work” que son el patriotismo y la libertad de expresión premier gran amendement de la Constitución de Jefferson.

Bueno pues el otro día el bueno de Larry se había encerrado en el penal de San Quintín para entrevistar a un grupo de asesinos en serie. Tres eran violadores y asesinos de niñas. Otro, de una adolescente embarazada y por último un negro que había abatido a tiros a un policía. El asesinato de un cop- es una tradición en la justicia anglosajona- se castiga irremisiblemente con la horca o la inyección letal.¡Qué rostro dios mío, el de aquellos fulanos! La mirada de uno de ellos moreno, rechino, con una cabellera espesa y el pelo para atrás se me ha quedado grabada y hasta me perturba en sueños. He was scary, weird (escalofriante y aterrante), como dirían en el Bronx. Nacido para matar. Las facciones del rostro, según los antropólogos donde existe una ciencia que se llama prosopografía que estudia la cara de las personas, pueden ser un condicionante del comportamiento humano y de la inclinación a la criminalidad que tienen algunos sujetos o a la maldad y allí estaba la prueba.

 Había aducido y asesinado a varias niñas, la última preciosa que también nos mostró Larry King en una fotografía parecía un querubín, fiel reflejo del drama de la Bella y la Bestia. Tuvo un mal día y a la salida de una supermercado se cruzó con Satanás - sí era Él; lo decía aquella aterradora mirada- que le ofreció chuches.

En directo y al otro lado de los muros del penal de San Quintín estaban en otro estudio los deudos. Fue una historia de buenos y malos, de verdugos y víctimas de esas historias que nos muestran los guionistas del cine negro americano con esa solercia irrefutable que atrapan la atención y uno no puede abandonar hasta el desenlace. América es pura acción. Un gran thriller.


 El padre de la pequeña asesinada un wasp con pinta de ejecutivo (había que ver la contundencia y elegancia con que se expresaba pidiendo la pena de muerte para el monstruo que abusó de una nena de cinco años) hizo un gran discurso entonando las bondades y garantías de la silla eléctrica al igual que el del policía muerto en acto se servicio por un traficante de cocaína también nos lo mostraron en pantalla y otra vez esos ojos, lo mismo que la esposa del dependiente de una gasolinera y otro padre que tuvo que ver a su niña muerta en las mismas circunstancias. Una tercera señora no se pronunció al respecto. Lo único que pedía era que le devolvieran a su hija, cosa imposible. La ejecución del culpable no iba a resucitar a Jenifer. Sin embargo, otra madre de Texas, la de la adolescente en cinta y seducida perdonó al asesino ya en la galería de la muerte en una cárcel de Houston.  Su voz fue la única que expresó misericordia - un acto heroico y que sólo los cristianos sabríamos entender porque nuestro decálogo del mandamiento nuevo establece incluso que amemos a nuestros enemigos, no maldecir a los que nos persiguen y calumnian- por aquel matasiete un grandullón de Texas que recordaba a John Wayne. Pero en aquel round los abolicionistas perdieron por goleada y ganaron los partidarios de la Ley del Talión. Su postura era un sí rotundo a la pena de muerte. Tema polémico donde los haya puesto a pesar de que sigue sentándose gente en la silla eléctrica, la criminalidad no mengua en aquel país.

 Pasarán muchas generaciones hasta que América cambie su mentalidad de frontera, no olvidemos que fue un país fraguado en la violencia y en el colt, hasta que se suprima de su código penal el máximo castigo. Claro que para  contrapesar la cosa King en este tour de force de periodismo investigación y del cara a cara apeló a los servicios del psiquiatra de la penitenciaría de San Quintín. Éste hizo de abogado de defensor de los pupilos del corredor de la muerte y dijo a la audiencia que reparasen en un dato eximente estudiando el pasado de los asesinos en su mayor parte negros e hispanos que habían tenido una infancia terrible y que habían sido objeto de abusos de todo genero lo que les predispuso a una vida al margen de la ley. Para él no se trataba de parricidas, pederastas infanticidas sino de enfermos mentales. Gran intervención la de este facultativo que demuestra a las claras que América es un país libre y bajo la férula del derecho pero  donde por lo general el que delinque no se va de rositas. El crimen no paga. Esto es, no merece la pena.

Porque the Law is an ass and the rule of the Land  algo sacrosanto, y que en inglés es un coralario del apotegma romano de Dura Lex sed Lex. Allí la cadena perpetua significa cadena perpetua y la cárcel no un lugar de esparcimiento o veraneo como en otros lugares de la tierra sino un verdadero horcus donde los penitenciados arrastran cadenas, han de caminar con un brete o pihuelas a los pies y se encuentran sujetos a una vigilancia acérrima las veinticuatro horas del día. Alcatraz no es un hotel de cinco estrellas ni en San Quintín vis a vis.

 Me dio un poco de sana envidia y de compasión por mi pobre patria a la que la laxitud de nuestro código ha convertido en un Paradiso del crimen y donde campan por su fuero los mangantes y  los asesinos etarras son capaces de celebrar entre rejas con champán los atroces golpes de sus comilitones. Aquí te puedes llevar por delante a un honesto y oscuro servidor del orden, un guardia civil o un policía nacional, un guindilla o un miñón navarro, y que te echen quince años que con los minuendos y gangas legales se pueden quedar en cuatro o cinco. Sin embargo, eso jamás ocurriría en California. Allí si te cargas a un cop no darían dos reales por tu vida. O te aplican la ley de fugas y si llegas vivo a la cárcel acabarás en la silla eléctrica. Esto es justicia y lo demás son fárfaras


God bless América

11 de junio de 2006.  

 

 

                                        

 

      EN LA         CANASTA

                  (Un estudio sobre literatura carcelaria)       

                                     

 

                                                              

 

 


Martín Santoyo, un mozo del salmantino pueblo de Carrascal de Horcajo, de la quinta de 1898, hacía honor a la toponimia del pueblo que lo vio nacer. Era recio y tieso  igual que un quejigo. Terne en su fe y en sus convencimientos. No le dio tiempo a ir a la guerra de Cuba, porque quiso su desventura que antes lo encerrara en un presidio. Había nacido para ser carne de cárcel. Otros españoles lo son, lo fueron y lo serán de horca o de prostíbulo.  La tragedia de este Juan Español profundo, estepario, y de una sola pieza, es el barro de la frágil condición humana con que Eduardo Zamacois (la Habana 1873 - Buenos Aires, 1971) compone una de las mayores novelas del género cautivo que en la castellana lengua han sido. Se trata, sin más, de una obra genial, a todas las bandas. Una narración majestuosa del drama de un campesino que iba para Juan Soldado y se quedó en Juan Conscripto cambiando la muerte en la cárcel por un mal tiro en algún manglar cubano o los delirantes asedios de fiebres  palúdicas. Es otra visión de nuestra indefensión irredenta de una generación inmensamente literaria lo que nos asalta desde las páginas de esta saga encadenada en el Centenario del Noventa y Ocho que ahora concluye. El cierre de la tristemente famosa de Caramanchel pone sobre el tapete de actualidad las cuatrocientas páginas de esta novela - río  Hoy hemos de sacar de nuevo a colación a Los Vivos Muertos según la visión de este novelista de origen cubano, figura señera, porque al instituir en 1907 la revista El cuento semanal abrió las puertas a toda una pléyade de eximios narradores como Pedro Mata, Felipe Trigo, Repide, Emilio Carrere, o el gran polígrafo Cansinos Acianos, el que deslumbró a Borges, y toda una encartación de traductores (Varela Castro, Enco de Varela, N. Tasin, García Morente y otros). Este grupo concentra su mira en la nueva novela social y psicológica cuyos más altos cultivadores, a finales de la pasada centuria, encuentra un faro de guía en  los maestros rusos.

La gran escritura de Occidente, un hecho indeclinable del que abominan hoy muchos furibundos críticos, arranca de los evangelios sinópticos, pese a quien pese. Por eso, toda gran novela es un remedo lejano del inefable  carisma que brota en torrente de agua viva y fuente de inspiración revolucionaria desde los textos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. A través de la palabra, se pulsan las fibras más tiernas del corazón humano. Tendríamos, entonces, filomanía (gusto de lo bello) y una gran compasión misericordiosa hacia el hombre caído y redimido.

Son réditos literarios que no solamente entroncan con la revelación sino que purifican el alma humana haciéndola mirar a las estrellas con ahínco de esperanza, siquiera sea a través de la celosía enrejada de un módulo celular. Por ese resquicio entra también la luz de resurrección. Se escribe, por ende, a la sombra de la cruz, emblemática ineluctable del dolor y del amor. ¿Quién dijo que la literatura como diorama de todo el dolor y el ensueño humano obvia los buenos sentimientos? Cristo en su sermón del Monte tiene palabras de misericordia, no de castigo, para aquellos que mete presos la desventura de un mal momento. O porque son víctimas de testigos falsarios. De la ignorancia, de la injusticia, o del despotismo.

La estética de la modernidad, si es que cabe hablar de belleza en un arte que pretende borrar la memoria y auspicia la inversión de valores,  intentando premeditadamente acabar con ese predicado. Sonó la hora de los blasfemos detrás de la máscara progresista. A un paso de la tiranía, y recurriendo a tretas que recuerdan antiguos vicios inquisitoriales, los “neos” nos están dejando sin argumentos. De ahí que yazga en el baúl del olvido tanto genio. Son los mediocres a los que se asigna, en artera maniobra de intereses políticos, la entorcha del fuego sagrado. La verdadera luz duerme sin solución debajo del celemín. Pero algún día bien puede ser que toda esa serie de tesoros escondidos salte a la luz. Parece ser que dentro de la gran carga soteriológica y esotérica del Nuevo Testamento se adscriben a esa área de ocultos, anónima, vetas escondidas del valor despreciado a ojos del mundo, pero a los que amó Dios y seguirá amando por toda la eternidad.

En el reino estará la revancha de los “perdedores”. De tejas abajo, para ellos se escribe. Es más: serán los destinatarios del mensaje 

 Hay tres maneras de purificación o de catarsis. La una gira en torno al dolor moral y físico del ser humano. El sufrimiento viene a ser el agua lustral del alma, una suerte de  alambique donde se acrisola y se acendra lo más puro que llevamos dentro que es el sentimiento. Lástima que esta sociedad deshumanizada y hedonística esté empecinándose en  huir de todo lo que comporte renuncia al placer y  al bienestar físico. Pegan coces contra el aguijón. Tratan de acabar con su propia sombra. Por mucho que lo intenten, empero, nunca conseguirán abandonar la  horma en la cual se nos ha vaciado.


 La otra fórmula con que los místicos buscan su vía purgativa que les lleve a los otros dos estadios superiores, donde estarían la contemplación y la unión con el rostro de Dios, fuente de la que mana toda dicha, sería a través de la ejercitación de la memoria, la mayor de las potencias del alma. Martín es a la inversa. La memoria de su ofensa se aviva. Es una fuerza que le hace crecer. Vive en el pasado. Un pasado de expiación.

Es merced a esta fuente de conocimiento (aprendemos por asociación de ideas, a partir de la fuerza del símbolo) que el hombre encuentra consuelo en la filosofía y en el cultivo de las bellas artes. Si borramos la memoria, nos quedaríamos a oscuras, sumidos en un apagón horrísono. Sin ese refugio altruista, el ser humano se envilece. El hombre, que no sepa leer ni escribir, es un esclavo y su analfabetismo, a par que lo embrutece, lo transforma en el ser más desgraciado de la tierra. La escritura y la lectura son un acto liberador. Redimen y alivian  al que está empalado al duro brete de sus propias pasiones. El oficio de la literatura navega -porque la vida es una extraña y misteriosa singladura en la que se nos embarca al nacer, por supuesto- íntimamente conectado a la memoria. Solamente desde ella seremos capaces de proyectarnos hacia el futuro. Ser libres. Porque todo cuanto nos rodea está a la sombra de un presidio y un patíbulo.

Por eso se escribe en esta huida, o en esta búsqueda de lo inasible: para dar caza al recuerdo vivo de algo mejor; y por ello se pinta y se canta o se componen sinfonías. La memoria tiene efectos terapéuticos sobre el corazón. Es un reto en el cual se convida al alma a viajar hacia la parte de las estrellas. El arte, sublimando lo ya vivido, aprehende lo que fue y ya no es, pero que vuelve a ser y revierte a nosotros en forma de espíritu puro. Se capta de esa forma el pasado redivivo.  Espiritualizando el pasado, estamos a un paso de la inmortalidad. El pecado, por así decirlo, no nos alcanza. Encuentra acomodo fuera del yo.

Un segundo procedimiento de catarsis, acaso menos recomendable, pero que siempre estuvo a nuestra disposición desde los griegos,  derrota por el sendero  dionisiaco. Creían los primeros dramaturgos - Sófocles, Esquilo,  Aristofanes, etc. - que para entrar en el jardín de Apolo antes había que pagar portazgo en el corral de Baco. La verdad reposa en el fondo de un vaso de alcohol.  Y el  peñascaró,  (vino) que no falte, por ser la triaca que redime del olvido y abre a los mortales la puerta excusada del paraíso. El recurso al estupefaciente es tan antiguo como la humanidad misma.  

Siempre se dijo: vinum bonum laetificat cor hominum (el vino es talismán de bondad y alegría para el perdedor). Et in vino, veritas...  Pero la deidad báquica, artera y descomedida,  nos ofrece con frecuencia  una distorsionada visión de la realidad, en diplopía - esto es: el doble ojo que ofusca y hace perder el equilibrio, como el de los beodos - de pasos inciertos y de tanteos, llena de peligros y acechanzas para la razón. Baco no es buen consejero, no obstante ser un certero remedio por lo que tiene de calmante  contra el dolor. Los narcóticos pueblan las cárceles, y a ellas conducen al pobre ser humano, que suele cometer la mayor parte de sus delitos en un acto de enajenación. Resulta la droga un buen salvoconducto para acabar en el penal, aunque muchos de los enganchados dirán que el chute forma parte de su existencia; no pueden vivir sin ella.

 Pero aun hay más causas determinantes y que se atisban de modo borroso o con explicitud más o menos diáfana, de la condena a presidio a medida que uno se adentra en ese laberinto que es el alma humana. La prava condición o la perversión de inclinaciones, según aducen los criminalistas, pueden servir de salvoconducto de condena, pero no son únicas. También la bondad tanto como pueda serlo la integridad moral o el sentido del deber y de la justicia puede convertirte en una inadaptado. Un rapto, un momento de mala suerte, sella una vida para siempre. Pero ellos serán los renglones torcidos de Dios con los que incluso se puede escribir al derecho.

Por lo mismo que el infierno está empedrado de buenas intenciones, las bonísimas personas suelen convertirse en carne de horca, de presidio o de manicomio. Ser calificado de buena persona viene a ser un insulto, un sinónimo de fracaso y de desdicha. Desgraciadamente, las púberes canéforas descienden a los prostíbulos. La vida no suele ser compasiva ni lógica. De nada ni de nadie hace acepción. No hay en ella un renglón seguido. Tampoco un patrón. Sólo entiende la razón inconsecuente de la violencia emotiva y del cambio. Pero es lo imprevisible lo que da valores mágicos al hecho de la redención. No se podrá vivir sin esperanza. Hay que tener fe en el ser humano.


El protagonista de esta novela no sabía que nada conduce tan fácilmente a presidio como un deseo excesivo de justicia. Se hizo acreedor de cadena perpetua por su ética acrisolada en los cristianos principios. La propia deontología le condujo a empuñar la navaja, cometiendo una atrocidad. En la naturaleza hay afinidad de contrarios, pero resulta impensable la generación espontánea ¿Cómo puede ser que el bien engendre un mal o que una bellísima persona se trasmude en asesino?  He aquí uno de los soportes sobre los que se perfila el “pathos” del drama del reo de Zamacois.

Habría una tercera vía de escape, la que practicaban los idólatras, que, al comerse la imagen del ser amado o adorado, creían poseerla. Es el principio en el cual se basa toda la teología de la eucaristía (εuxαρiσθαi, mostrar favor) que acaso haya sido exagerado en el cristianismo latino. Se corresponde con eulogía (bien hablar). El protagonista de esta cruda novela manduca literalmente el órgano bucal de su agresor, creyendo que, al hacerlo,  borraba para sí la horrible culpa. Entiende que, al arremeter de tal forma de alguna manera se purificaba de la blasfemia de su primo. Está en un error.  Cae en la antropofagia y en el asesinato. De hombres es errar. Hasta siete veces cae el justo. No ha de perderse de  vista este concepto de memorial que nos libere de una fe encorsetada en puerilidades y en retórica. La religión de Jesús encuentra fundamento en dos elementos tan humildes y sustantivos como pueden ser el pan y el vino.

                                                                   

                                                                

                                                                     

 

                                            II

 

       No fumaba ni bebía nuestro personaje. Nunca había estado en una taberna, desconocía la timba o la chirlata de los tahúres; no honraba como dios al naipe y carecía de vicios. Pero eso tampoco fue óbice. Precisamente fue esa integridad moral de este Quijote Encadenado, luchando contra los molinos de viento de la sinrazón - hay tanto de grandeza en el personaje  de Zamacois como en el hidalgo manchego - la circunstancia que iba a buscarle la ruina. Hoy ya casi nadie se acuerda de este escritor hispano cubano, autor de novelas con una carpintería perfecta, que parecen tiradas a cordel guardando una simbiosis rotunda entre continente y contenido como Incesto, Tico Nay, Punto negro, Memorias de una cortesana, etc. Su obra mayor a nosotros nos parece, por estar mejor lograda, que es  Los Vivos Muertos.   Por el mensaje y el entramado ofrece un grandioso paralelismo con El Ingenioso Hidalgo cervantino. Sin embargo, fue tachado por alguna crítica de su tiempo por hacer concesiones a lo truculento. A Felipe Trigo, compañero de terna de Zamacois, se le ha llegado a calificar de “pornógrafo“. No están en el círculo dorado de los grandes pensadores que tuvo esta generación. Se limitan a hacer correr el espejo por el camino. Y el espejo es la trama endemoniada del laberinto poblada de fantasmas.

 El paisaje que se proyecta refractado sobre el cristal de aumento del novelista adquiere perfiles de aguafuerte, escrito a pinceladas impresionistas sobre un lienzo viscoso. El panorama es aterrador. Una nación encadenada, amarrada en blanca por el peso de su historia, maneada por el grillete de sus angustias y pasiones, se alza a ojos vista. España, cárcel. España, inmensa celda de monje o de convicto, donde los hombres y las mujeres viven y mueren entre las rejas de los propios principios seculares. ¡España, tan católica, pero bronca, difícil, acérrima, y tan lejos de la ternura  del mensaje de Jesucristo!


Todo buen novelista - escribir siempre es una elección de procedimiento- ha de ser un buen arquitecto para construir con solercia y materiales adecuados, a la busca y procura del ángulo exacto, para dar resaltes, habiendo seleccionado bien los elementos de su mampostería y sus sillares, sobre el soporte sólido de armadura o trama (hay que saber colocar jácenas, basas y estribos, buscando el ángulo recto de la simetría); y ha de ser un demiurgo, un dios creador de mundos,  inventor de espacios vírgenes y selectos,  por más que esos espacios sean la tarbea pestífera de un penal o la crujía de un lazareto. Sopla con el aliento de su palabra y allí nace una situación, una vida literaria banal y etérea  pero imperecedera con su sello y personalidad propias que todos recordarán porque el arte presenta la peculiar característica de traspasar la retina del lector y quedarse en ella grabada para siempre. Por eso, los grandes libros suelen ser grandes desconocidos, escritos por autores incómodos a los que la critica, tan mundanal y, mediatizada ahora mismo, descalifica. Es una industria como otra cualquier con su fábrica de novelas en serie, en la que el morbo de la sangre o del semen es el principal ingrediente. La literatura acabará expulsando a las nueve musas del Olimpo para instalar en su cima al pseudo, al sucedáneo, manejada por los nuevos Midas de la comunicación y el pelotazo. El mercado está aniquilando el arte, convirtiéndose en aceptador de lo que vende, esto es: el escándalo. Todos los autores que escriben con un afán artístico siguen siendo ninguneados o situados en el índice de los tachados. Hoy hay  una censura subliminal, puesto que nunca fue tan férreo el encorsetamiento económico, que controla todas las palancas actuando certera y contundente. Vigilan la parva los grandes capataces de la ingeniería propagandística, una especie de tribunal del Santo Oficio que sienta las pautas de lo que hay que leer y lo que no hay que leer.

Ha sido inventada una nueva profesión: la del agente literario, y un nuevo calificativo: “políticamente correcto”. El que no está con el Mercado se sitúa extramuros. Jerusalén sigue maltratando a sus profetas y colocando la túnica de los locos a los genios. ¡Ah, Jerusalén!

 Con todo y eso, la luz se despabila debajo del celemín. Son entes autónomos los grandes libros. Gozan de vida propia. Siempre hará falta un pensador para u pueblo: alguien que se niegue a comulgar con ruedas de molino. He aquí la causa primera por la cual el verdadero arte es indestructible.

 También ha de ser el novelista de raza un mago en quien la potencia verbal y la capacidad de seducción para atrapar la atención imaginativa en las redes de la trama nunca se restañe. Si un libro se tira de las manos, habrá fracasado su autor. Los Vivos muertos - y casi lo que menos gusta es el título- sin embargo, se lee de un tirón.

Por si esto fuera poco, Zamacois agrega a sus encantos la grandeza de un lenguaje que atrapa y hace maravillar de las posibilidades inagotables tanto filosófico/semánticas como estéticas o castizas que tiene la lengua de Cervantes. El buen decir es un regalo que reservan los dioses a unos pocos, que no lo derrochan y saben dosificarlo. Hablar con propiedad idiomática -algo costoso y difícil- tiene algo de neuma divino, que alumbra la expresión exacta, labra de cincel. Por ese cabo hay que proclamar que al exhumar esta obra olvidada de un oscuro autor del noventa y ocho hemos rescatado un libro inolvidable, escrito desde la melancolía y de la compasión hacia nuestros semejantes. No es un melodrama. Podía haberlo sido, dada la escabrosidad del tema y la facilidad con que los autores de su tiempo - Pedro Mata y Felipe Trigo junto con el autor que nos ocupa serían las plumas más significadas de esta generación poblada por enanos y por gigantes pero que constituyen ejemplos representativos de la pléyade que emborronaba cuartillas por  allá por los albores del presente siglo- se daban a la truculencia del lacrimoso folletón por entregas, si al otro lado del  papel y de los rastrillos no hubiera estado un genio como el de Eduardo Zamacois para adentrarnos en esa selva  impenetrable, abismo de la desesperación  y escuela de picardías como es una cárcel española. En ella se vive despiadadamente para la venganza. La cárcel nunca regenera. Martín, este gigantesco personaje por él creado, fue una rara excepción. Entre barrotes encuentra su propia vida y un género intransferible de purificación.

 Auténtico Prometeo encadenado, un hijo de la sociedad hispana fin de siglo, con sus miserias y sus grandezas,  Zamacois en paralelo con Cervantes y su “Caballero de la Triste Figura”  hace a la vez reír y llorar. Las similitudes son desconcertantes. Dos héroes  van por la vida luchando contra los molinos de viento de la injusticia de los  desalmados, defendiendo inocentes y poniendo una pica en Flandes en favor del que ha caído. Empeño inabarcable porque la naturaleza humana es así de caprichosa. La única utopía es que no hay utopía. El absoluto no se transfunde con el relativo, aunque siempre quepa aspirar hacia mediante el esfuerzo, la comprensión, el amor a la libertad y a la dignidad del hombre. Erradicar el sufrimiento y la injusticia de este planeta resulta imposible. No hay  vías de comunicación entre los de arriba y los de abajo. Sin embargo, este mundo avanza gracias a los utópicos y a los que se embarcan, por más que naufraguen en empeños quijotescos, en la aventura de escribir por caminos no trillados. Ambos, personajes - el hidalgo de la Mancha y el triste labrantín charro- fracasan. Son dos perdedores empedernidos. No les arredran ni los golpes, ni los escarnios, ni las celadas ni los malandrines ni las algaradas de la gallofa y el hampa. El uno campea por los villorrios manchegos. El otro se erige en valedor trasnochado de sus propios compañeros de infortunio por esos penales y esas “quintas galerías de Dios “pero a los dos anima el mismo genio libertador de los idealistas que sueñan con una justificación redentora para todo el genero humano. En uno y otro caso, por la misma causa, en todas las partes son recibidos a palos.  Mirados con suspicacia por los poderes fácticos o manteados por sus congéneres, se acreditan como candidatos al patíbulo o al manicomio.


Por lo general, y, aunque esto sea lo de menos, los redentores acaban siendo crucificados. Mal oficio. Gracias a estos sublimes visionarios, que siguen las huellas mesiánicas, el mundo es un lugar más habitable y la historia sigue su curso inalterable entre lágrimas y sonrisas. Los hombres suelen cambiar poco. Los avances de la ciencia y los adelantos mecánicos no los reforman de forma significativa sus conductas. En todo caso, las consecuciones técnicas del Progreso incrementarán la sofisticada  capacidad, que parece una segunda piel en el ser humano,  de infligir daño a los demás. Se volverá más letal la sociedad bajo la apariencia de los magnos postulados y de la filantropía que confunde y avasalla la mente del hombre de hoy.

Siempre habrá pirómanos, violadores, ladrones, adúlteros, sádicos, afectos al uranismo, ese mundo equívoco de valores inversos poblado por servidores del dios oscuro y del vicio secreto (hay que recordar aquí que la inversión calamita conserva la gravedad de pecado reservado y no es una virtud como pretenden algunos “ vendérnosla “ en este verano “encloquecido “ y enloquecido por tanta Maripava mostrenca y locuaz, en plan niña tonta, tan española por lo demás con un puñal secreto bajo la liga del 98, sino una merma o desviación de la naturaleza, digna de compasión más que de vituperio pero no habrá aquí que condecorar con ramos de laurel y del aurum coronatum de los vencedores, a estos casos esquinados por la naturaleza, por el mero hecho de serlo, a sabiendas de que siempre estarán con nosotros. En suma, no hay razón para volver la oración por pasiva ni hacer un mundo de la superabundancia actual de seguidores del pecado impronunciable casa gloriosa ¡Pobrecillos!  Ellos representan un renglón torcido de Dios, una anomalía que se dio siempre y se seguirá dando mientras el sol alumbre. Hermafroditas siempre les hubo, como hubo mentirosos, calumniadores, dipsómanos y nazis a lo Arzalluz - Quevedo lo llamaría “loco repúblico “- esgrimidores de pancartas nacionalistas que permiten matar en nombre de una idea, una lengua o de un pasado. Siempre estarán cerca los opresores del pobre, las putas, las adulteras y los maniáticos. Desde lo alto del monte del perdón, Cristo convoca al arrepentimiento, la esperanza, la remisión. Toda literatura ha de ser partícipe de un mínimo de soteriología en grado de denuncia del mal o de un afán de mejora por más que este anhelo sea tan sólo utópico delirio.  Porque la humanidad no cambia.

Cristo, paciente y manso, los perdona y los aguarda en la escarpada colina del Monte de las Bienaventuranzas porque por ellos vertió su sangre. Sin embargo, siempre quedará enarbolada su pancarta a favor de los oprimidos. Hay muchos que han vivido al socaire de su inmensa figura y viven de las rentas de las enseñanzas de Jesús. Se han hecho compromisarios acomodadizos, sancionadores de la impostura bajo cuerda e hierofantes de una religión sin alma.  Todo su porte supone  una afrenta al Dios vivo contraria a su testimonio.

Estos locos incorregibles “a lo divino “no pertenecen a la mesnadería de los consensos ni de los trágalas. Sueñan, inconformistas, con un mañana mejor al erigirse en excepción confirman esa regla. Tiran para delante.  Y, de paso, nos reconcilian con la realidad tan áspera y falta de entrañas  que se abre ante nuestros ojos.  Nos recuerdan que, para que esto siga funcionando, hacen falta menos máquinas de guerra y más piedad y misericordia. La democracia ha de perfeccionarse no de cara a la galería del rally, del número y la masa, sino profundizar en los valores personales, únicos e intransferibles del individuo. Según Berdiaeff, eternos. Algún día tendrá que acabarse tanta demagogia. La democracia ha de desembocar en una  mística del libre albedrío.

                                                           

                                                         III

 

El carácter intachable y justiciero o tal vez el ventalle de un enloquecedor día de marzo dieron con los huesos del reo en un calabozo de la penitenciaría de San Miguel de los Reyes (Valencia). Zamacois nos hace la composición de lugar. El recinto fue antes de cárcel un monasterio cisterciense. Después sería alcazaba y subsiguientemente plaza fuerte de una de las grandes órdenes militares, la de Calatrava, que, a diferencia de las otras reglas del Temple que tienen por patrono a San Juan Bautista dependía directamente de San Miguel arcángel. Tras la disolución de las órdenes militares en 1325, pasa el edificio a depender directamente de la corona de Aragón y allí mora durante algún tiempo y está enterrada la segunda mujer de Fernando el Católico,  Doña Germana de Foix. Quien casó en segundas nupcias con el duque de Calabria, propietario que fue a su vez de una de las bibliotecas mejor abastadas del orbe cristiano, la cual pasaría con el correr del tiempo a manos de Antonio Pérez, secretario de Felipe II, un perjuro y hombre siniestro, padre de la “ leyenda negra “. Libros. Rezos. Himnos. Palacios. Rejas. Detrás de sus muros, la historia tiene secuestrado el vivir secreto de muchos encarcelados.


Nos fiamos tanto de nuestros semejantes que no construíamos ninguna ventana sin verja o sin celosía para mirar sin ser mirado. La grandeza española se fragua sobre tres pilares: convento, cuartel y presidio. Germana de Foix tuvo fama de mesalina en su juventud. Luego profesó afición al lesbianismo y a los placeres de la buena mesa. Llamaban en Arévalo a esta francesa “pingues et bona pota”, esto es: La bien comida y bien bebida y sólo su regusto por  las artes cisorias y por  empinar el codo acabaron con la fortuna del Contador Mayor de los Reyes Católicos, Don Juan Vázquez de Cuellar, que buscaba privanza en su corte y nunca la  consiguió.

Por todas estas cosas San Miguel de los Reyes era un lugar maldito y con duende que a la fuerza tuvo que acabar, después de la desamortización de los monasterios en penal. Allí remataron sus días grandes jaques de la causa carlista y tuvo al “Pernales”, famoso bandolero y salteador de caminos por la sierra de Alcaraz entre sus huéspedes. San Miguel de los Reyes, el sitio maldito donde recala el protagonista al cabo de una azarosa cuerda de presos por esos andurriales perdidos de la España incógnita entre dos números de la Benemérita de a caballo. Este tipo de conducciones de penado era un triste espectáculo en España durante el siglo XIX. Lo retrata perfectamente el pintor romántico López Mezquita. He ahí una escena de dolor humano. Entre dos mangas verdes con cara de frío, los vuelos del cuello de la guerrera levantados, el “chopo” al hombro, avanza un grupo de presos en fila india. Los dos números de la Benemérita  no expresan crueldad, sino indiferencia o compasión. Una mujer, de aspecto gitano, con un niño en brazos, se acerca al que parece ser su hombre al que llevan preso, cubierto con una enorme bufanda y una chapela, uno de los agentes del orden, con delicadeza y casi compasión, trata de disuadirla de que no rompa el cordón celular de la rueda carcelaria. Delante de él avanza otro individuo con bigote, muerto de frío y hambriento, tocado de un hongo y mirando cabizbajo para el pavimento de la calle mojada, las vueltas del cuello del abrigo subidos. A su lado se perfila una anciana. El hombre del hongo y los bigotes sucede a otro conscripto cuya cara no nos la revela el maestro López Mezquita. Sólo se ve el hato del pobre penado con sus humildes y precarias pertenencias. Todo cuanto tenía en el mundo, que era bastante poco. Abre paso otro guardia civil que es tan sólo una silueta desenfocada. A prudencial distancia un matrimonio de burgueses, entre curiosos y afligidos, mira para los forzados. La composición, en el que es un elemento de fuerza el diseño de los zapatos de cada personaje hollando el barro de la calle, casi charolado, se desborda en melancolía y patetismo. El artista consigue captar el silencio de los pasos de este cortejo lúgubre, verdadera estantigua de Viernes Santo, que atraviesa por la Puerta del Sol un día de febrero.

 El viejo cenobio del Cister constituye un patético punto de destino donde recala una de esas cuerdas de presos que durante siglos cruzaron la Piel de Toro. Iban a cumplir con la justicia entre las risas burlonas, la seca piedad, o la curiosidad morbosa de los moradores de aquellos pueblos donde posaba la columna de forzados. Su presencia movía a veces a compasión. En este país no hay espectáculo más apetecido que las procesiones de penitentes. Otras, eran acanteados, escupidos e injuriados. El paso de la comitiva con sus cabezas rapadas a lo motilón, el tabardo marrón, esposados o maneados al brete por los pies, siempre era un acontecimiento entre estas gentes de cultura pasionaria, amiga de nazarenos y de  cristos ensangrentados. La columna se movía cansina desde la estación de ferrocarril hasta el recinto celular  en viaje a ninguna parte.  Muchos de los encadenados no llegaban a su punto de destino.  San Miguel de los Reyes viene a ser algo así como el Alcatraz ibérico, nuestra enorme casa de los Muertos a lo Dostoievski.

 A Martín Santoyo en Carrascal de Horcajo le llamaban el “aceñero “porque su familia regentaba unos molinos en la ribera del Tormes. Era un joven abierto de espaldas, cordial y serio; famoso no sólo a causa de su extraordinaria musculatura y fuerza física sino también por su piedad mariana. Era el primero en el juego de pelota, a echar una mano a un carretero en dificultades. A la hora de cargar un costal de doscientos kilos a la espalda nadie le ponía un pie delante. A misa los domingos tampoco faltaba pero no era ningún “beato “; su pasión por la Virgen conservaba  esa impronta viril del hombre de fe que no ha experimentado desengaños y no ha pisado todavía el nido donde puso los huevos la serpiente. Este fervor era comparable, mutatis mutandis, al amor que profesaba a Águeda, su novia, la moza más guapa de la aldea. Había quien por eso le tenía envidia y uno de ellos era precisamente su primo de la misma edad, Cayetano Arionda, que se había ajustado con la familia del eventual homicida como gañán el año de autos.


Un día con viento enfurecido de marzo salió con éste a la arada. Los bueyes de yunta se hacían los  ronceros,   negándose  a labrar, como si los pobres cornúpetas,  barruntándolo, se espantasen del mal que rondaba. El aire de marzo - según creencia por algunos pagos castellano leoneses - trae consigo malas ideas. Es el ventalle del diablo. Los surcos salían torcidos indómitos al trazado de la besana. Tiraba el auriga  de los gavilanes, pero el barzón y la mancera no querían responder. Era aquel furibundo ventalle. Los diabólicos aires del marzo que soplaban con su fuelle maldito sobre la desolada arada, sembraban el barbecho de pasión. Hay vientos de cólera que casi hacen enloquecer.

 El boyero nada conseguía a fuerza de palos y de tanto tirar del ramal. Los cabestros se habían quedado quietos, como inmovilizados. Cayetano era un sujeto mal encarado y cruel. Descargó su saña y su impotencia contra los pobres animales. Cuando la aguijada y la tralla no fueron suficientes  para meter en vereda a la yugada, rompió a blasfemar. Los improperios contra lo más sagrado daban la sensación que confirmaban en autoridad y respeto al deslenguado arriero. El “plaustrum” de la gamella  quedó fijo. Era el carro de heno de las vanidades humanas. El destino se enroscaba para la pobre víctima y su verdugo (Martín no quiso cometer nunca aquel asesinato horrendo) de forma aciaga e inexorable. Una interrogante. ¿Verdaderamente existe el albedrío?, ¿es el ser humano señor de sus actos o  mero resultado de una serie de combinaciones químicas que enajenan su voluntad de forma inapelable?

 Señor, líbranos de mal.

Martín miraba para su compañero primero con gesto de desaprobación; luego casi aterrorizado le rogó que dejase de insultar a la Virgen de la Peña, santa de su devoción y objeto de sus amores. Su rostro lívido se había vuelto yeso.

 - Hombre de Dios, tampoco es como para ponerse así. Calca el estribo y sosiega un poco. Vale ya. Por favor. Vale ya.

En esto el viento de marzo gañía con toda la violencia espectral de la que es capaz.

Lejos de reparar en las consideraciones de su primo carnal, el yuntero parecía como poseso. Blandió amenazante la aguzadera contra Martín e intensificó el tempo de sus porfías. Ya no se conformaba con Dios y con los santos sino que profería maldiciones  intransferibles acerca del sexo de la virgen María, a la que calificaba de ramera.

 Ya Cristo puso en guardia contra el pecado del escándalo. No reprobó el acto sexual, aunque se mantuvo célibe para siempre, porque la impureza de la coyunda carnal es  aparatosamente cierta. Sin embargo, no ahorra anatemas contra sus efectos colaterales.”Ay de aquel por quien vienense el escándalo. Más le valdría que le atasen una rueda de molino al cuello y lo lanzasen al mar “. Porque el espíritu de fornicación conduce al crimen y al llanto. Sus consecuencias a veces son imprevisibles. Todas esos tristes episodios de asesinatos a causa de la violencia doméstica - el ofidio feminista ha inoculado su dosis de veneno en la voluntad de las casadas insuflándoles al oído: rebélate contra tu hombre y serás como diosa - tienen que ver con el espíritu de fornicación que se ha adueñado del país provocando auténticas tormentas de arena en las relaciones conyugales que concluyen en hecatombes. Las cárceles están llenas de las consecuencias del aforismo “la maté porque era mía “o “quiero realizarme porque yo soy dueña de mi cuerpo, he de vivir mi vida, obrar a mi antojo “. El macho siempre controla su territorio en todas las especies animales. Hará falta que pasen muchos siglos para que se borre el estigma de creer que la honra de una persona se encuentra en las partes menos nobles.

 - La culpa la tienes tú, cabrón. Y yo me cago en la puta Virgen María y en tus rezos.

  Martín el Molinero era un mozo tranquilo. Nunca hasta entonces había estado en una pelea. Era paciente y difícil de enojar, pero aquel día con viento solano algo se alborotó en su cerebro hasta perder la sonrisa imperturbable. Sufrió un ataque de enajenación transitoria, según expondría luego en el juicio el informe pericial forense. Oídos los horribles juramentos del yuntero que  se venía  hacia él como una fiera amenazándole con el palo y esgrimiendo una navaja, saltó como un resorte. Los hombres buenos suelen perderse de la manera más estúpida. Un segundo de irreflexión puede cambiar el rumbo de toda una vida. Era mucho más fuerte que su oponente. De un puñetazo, Cayetano rodó por tierra. Le quitó la faca y con su misma arma le dejó sitio.  Más de veinte puñaladas. Asestada la primera, no hubieron hecho falta ninguna más pero hubo ensañamiento con la victima, lo que siempre a efectos penales resta eximente y agrega agravantes. Le arrancó la lengua por blasfemo. La hizo cachos en mutilación horripilante. Se la comió.

 Lo que allí aconteció en aquel barbecho  fue algo más que un asesinato. Fue una auténtica carnicería o crimen ritual, pues, no contento con finar a su agresor, le cortó la lengua, se sentó en la linde y empezó a comérsela cacho a cacho. Parecía un caníbal.


El viento del sur seguía mientras tanto proclamando su feroz  desolación sobre la adrada. Toda España se estremeció ante el crimen.

  Basada la novela  sobre un suceso real, que conmovió a la sociedad castellana al doblar el pasado siglo y  que acaparó el interés de la crónica roja, los autos del proceso fueron celebrados en olor de multitud en la audiencia de Valladolid. Alienistas, psiquiatras y reporteros no salían de su asombro ante aquel caso de antropofagia parcial. Se sacaron cantares. El drama tenía todos los ingredientes para la elaboración de un truculento, complicado y lleno de primitivismo  drama rural, en el que el tremendismo, la ignorancia el fervor religioso rayano en el fanatismo jugarían sus bazas. Al reo se le tomaron las medidas antropométricas, llegándose a la conclusión de que su fisonomía - cejijunto, poca frente, ojos hundidos y orejas exentas, formando asas (orejas voladoras) como adosadas a un pabellón craneal de muy exiguas medidas - daban el fenotipo de un sujeto destinado a matar.

El fiscal pidió que se le diera garrote vil, pero una buena defensa pericial del forense consiguió demostrar que Martín Santoyo no estaba en sus cabales. Se le diagnosticó falta de discreción. En aras de una supuesta enajenación mental,  el abogado defensor consiguió a todo trance y en contra de las protestas del público que abarrotaba la sala que la pena capital le fuese conmutada por la de cadena perpetua. El acusado porfiaba en que no estaba loco en medio de abucheos y protestas de los asistentes a la vista oral que se agolpaban para pedir su cabeza, y lo hubiesen linchado de no haber estado custodiado por la Guardia Civil.

 Su fe en la Purísima Virgen de la Concepción -observa Zamacois en la página 47 del libro -a la que sacrificó su libertad, le prestaba ayuda“.

Se apunta aquí hacia la posibilidad de un milagro, porque la Deípara no acostumbra a mandar de vacío a todo aquel que con fervor la invoca por muy difícil que sea el trance. Vino a salvar, no a condenar a los pecadores. Había utilizado el hierro por salir en defensa de su honor y la Señora acude en su socorro, un socorro que le brinda al mutilador de su pariente no sólo cuando se sienta en el banquillo sino también a lo largo de los treinta años en los que purgó condena en la siniestra penitenciaría valenciana ¿Fue el diablo que cabalgaba metido dentro de aquel mal aire? ¿Fueron los propios genes patógenos del pobre acusado lo que le impulsaron a Martín a matar y a merendarse la lengua de su víctima? De todas suertes, aquel día en aquella huebra lejana, la bondad y la nobleza de un alma quedaron confundidos, se conculcó el derecho y triunfan los instintos indómitos. Había ganado la batalla la Serpiente y el señor del Mundo se retiró victorioso a sus cuarteles de invierno.

Todos seguimos gimiendo bajo el peso de la culpa.

 

                                            IV

 

 Fue un preso ejemplar Martín El Aceñero. Su pundonor y su sentido de la justicia no vacilaron cuando tuvo que salir en defensa del desvalido poniendo en juego su fortaleza física y sus contundentes puños. Era un hombre que no sabía mentir. Sombra y figura...

Al día siguiente de emitirse el veredicto, la  sentencia fue firme y el reo, convicto y confeso de los hechos imputados y demostrados  (muerte dolosa de un semejante en riña, con intención dolosa, sin agravantes y con el eximente de enajenación mental pasajera) empezó a cumplir condena en el referido presidio del antiguo Reino de Valencia, al que quiso volver para morir. Satisfecha su deuda con la sociedad, fue liberado, pero el mundo que había dejado atrás casi ocho lustros antes le resultaba inhóspito y desconocido. Era ya un viejo que no servía para nada. Optó por volverse a la cárcel, su lugar de refugio. Es el desenlace a esta gigantesca crónica de desamor que se transfunde en caridad y redención cósmica, piedad para todo el género humano. Su gran fracaso, el olvido de su novia Águeda a la que busca por todos los prostíbulos de la Villa y Corte, recién cumplido del penal, para comprobar que ya era tarde: su amada había fallecido poco antes, seguramente de sífilis. La caída de Águeda empezó cuando entró a servir en casa de una persona de viso. Fue violada por el señorito.


Zamacois nos muestra a su personaje  paseando por el patio con las manos a la espalda, la camisa de retor, y una sonrisa taciturna a flor de labios. Martín se atuvo a todos sus principios. Su presencia en aquel lugar infame resultó ser como la de la campanilla que brota sobre el muladar. Gano su independencia y prestigio enfrentándose a los grupos rivales, y a las mafias regionales que mandaban dentro de la clausura. Los internos nuevos tenían que pagar el portazgo de una cruel novatada, cuando no algo mucho peor, como era el concúbito y la algolagnia sádico masoquista y sistemática de los más jóvenes y  efébicos. Se nos hace ver que una de las más duras cargas de la condena solía ser la ausencia de hembra. El  instinto genésico, para paliar tales ansias, derivaba hacia los desahogos homosexuales. La mariconería oprobiosa era moneda corriente. Con la fuerza de sus puños, Menoyo dio más de alguna lección a los que se propasaban.

En las cárceles huele de una forma inconfundible. Es un olor parecido aunque diferente al de los hospitales. Es un aura, un fuego fatuo como el de los cementerios, apesgado de sensaciones y de influjos magnéticos. Los cautivos transmitieron su congoja a las paredes del encierro y en los poros de la piedra se albergó su cuita. Al principio, cala los huesos. Luego ya no lo percibes. Pero aploma este ambiento denso. Es como una segunda piel. Al pasar bajo el dintel, se tiene una sensación caliginosa que  advierte que se está tramontando el umbral de un mundo diferente. Es el plus ultra, la línea de demarcación entre la vida y la muerte, la libertad y los cerrojos. La noción del tiempo y de la distancia se pierden, o se avivan, según y conforme cada caso. Dentro de sus muros, hay cuerpos y almas en pena. Tuvieron la mala suerte de cometer un delito o ser llevados ante los tribunales por testigos falsos. Mas no por eso dejaron de ser hombres. Con sus virtudes y sus defectos. Con las miserias y grandezas. Este libro es no sólo una buena novela sino un tratado de psicología antropológica. La galería de personajes que desfila por sus páginas es un enorme retrato de la sociedad de su tiempo. En este abismo de horror, de crueldad y de injusticia donde yacen varadas las vidas ensabanadas de forzados  se dibuja la silueta de personajes como Constantino Sánchez, alias “Tafallés”, o “ El Rasilla”, Iñigo Bustamante, Casiano Ortiz, el “ Migas Gordas “, “ Cien Gramos”  y otros.

 El relato de una fuerza sin igual y de un interés creciente cobra alientos de verdadera epopeya. Por su grandeza de miras y la precisión con que retrata a sus personajes algunas de sus páginas recuerdan lo mejor de Tolstoi, Dostoievski o Solzhenitsyn. Es una zambullida en el  gulag hispano. El mundo no es más que un campo de concentración, un valle de lágrimas. Esta línea motriz es el gran eje de marcha sobre el que circula no ya meramente los grandes libros profanos, sino la misma piedad. Es un pensamiento místico. Estamos aquí de paso y, como subraya el Kempis, “comprende, hijo, que la perfecta seguridad y la paz completa no son posibles en este mundo”. Hay que meter el hacha a la raíz del árbol. Esta vía del desistimiento o desencanto de las cosas que nos rodean constituye una piedra angular de la ascesis.  En la parte, mediante la expiación de la culpa, somos capaces de alcanzar las bodas del alma con el esposo. El Quijote fue escrito en la cárcel, y Quevedo perfiló sus grandes sonetos estando preso en San Marcos de León. Autores como Tolstoi, Pasternak o Tomás Salvador, en su Cabo de Vara, esgrimen ese mensaje.

  Una buena novela ha de tener como una vibración especial; es la moción reveladora,  descubrimiento o tránsito hacia un mundo virgen.  Tiene algo de epifanía.  Es también como el martillo pilón  de un brazo mágico que da mazadas sobre el yunque y saltan a cada instante chispas deslumbrantes. Gira y se derrama el agua de la noria y la vida a través de los arcaduces, a medida que gira el inmenso rodezno de la noria del tiempo. Se sube o se baja pero la rueda de la fortuna nunca para. Se produce un encantamiento de ida y vuelta entre el escritor y el lector. La gracia de todo relato subyace en ese entusiasmo o endiosamiento, verdadera substancia de vida. Estamos inmersos en la enorme fragua de Vulcano. De la tobera incandescente saltan brasas que llenan de fumarolas maravillosas las lóbregas tinieblas de este mundo que no es más que un inmenso penal, pero esta luz que salta de los libros nos permite soñar y tener esperanza.

No todo está perdido. Las novelas excelsas, al reflejar un poco el eco de las consoladoras palabras del Evangelio, se mueven por ámbitos de lo divino. De aquí que quieran sustituir ahora el testamento nuevo por el anti evangelio, el amor por el odio, la esperanza por la desesperación. Por eso estorba tanto Rusia. Y en definitiva, se esfuerzan por poner en órbita la anti literatura. El imperio de las nuevas comunicaciones electrónicas subliminalmente propende además de  a borrar la memoria, a  descuajar la misma cepa de la cruz.  Quieren arrebatarnos cualquier precio ese resquicio de esperanza. Por fortuna en el majuelo de Jesús (recordemos la parábola de la vid y los sarmientos) los tallos están bien amugronados. Cada primavera florecen y en el otoño vienen las vendimias. Brota el mosto de vida eucarística de los lagares sempiternos. Esa es la verdadera iglesia viva, que nada tiene que ver con la jerárquica. La integrada por los pobres y cuanta sufren por la verdad y la justicia:


Multiplicati sunt qui tribulant me. Multi insurgunt adversus me. Paraverunt sagittas suas in pharetra , ut sagittarent rectos corde. Deficit in dolore vita mea, et anni mei in gemitibus. Fuerunt mihi lacrymae panes die ac nocte

  Asimismo, la fuerza narrativa se sustenta sobre esa capacidad del sobresalto, la pulsión concéntrica, el humor, la anagnórisis que sirve de cemento para reconocer por medio de una simple palabra o un gesto típico a cada uno de los personajes. A partir de ahí el éxito está servido. La capacidad admirativa se transforma muchas veces en éxtasis. Todo eso lo tiene y más Zamacois en la que fue su obra cumbre: “Los Vivos Muertos “. Desciende al infierno de nuestros demonios familiares y a los diablos, mediante su poder taumatúrgico y premonitorio, los transforma en ángeles. El fuego sagrado es lo que caracteriza a un escritor de casta. Cuando lo enciende el mundo se transforma y sobreviene la catarsis. Todo lo envuelve la llama de la purificación iluminativa. Cada página deja el listón cada vez más alto; es un  citius, fortius, altius. Muy pocos lo logran. Por desgracia el oro acendrado se oculta arrumbado por el empuje de costales de calderilla. Los mediocres se empeñan en ocupar el sitio de los genios y de los santos en el Parnaso. Ya no reinan los gigantes. Mandan los enanos.

 

 

                                             V

Conmueven las historias que sirven de cañamazo o de relatos paralelos al eje central. Todos arrastran cadenas de forma gratuita, por uno de esos caprichos del destino que ponen tantas existencias del revés. En la cárcel también hay castas, reglas del juego, y escaques, como en el ajedrez, donde cada cabecilla alza el hito que demarca el propio territorio. Traspasarlo supondría una lucha fiera, porque también en las penitenciarías se establece el predominio del más fuerte. Hay verdugos y víctimas. Algunos capitostes  se muestran como señores de horca y cuchillo feudales que ejercen a cambio del vasallaje el derecho de protección, e incluso el de pernada.

Deja de un aire, por su patetismo y la tristeza con el montanero Cosme Pacheco, un guarda jurado de Pereña, una localidad salmantina, el relato de las circunstancias con que fue obligado a delinquir. Cosme Pacheco era un hombre cabal, de una sola pieza. Se ajustó como vigilante de la dehesa de un ricachón, al que juró lealtad hasta la muerte.  En cierta ocasión tuvo que enfrentarse a unos furtivos que habían entrado  a cazar a la finca. Los intrusos lo atacaron y el servidor de la vigilancia rural tuvo que echarse la tercerola a la cara. Cosme utilizó su arma reglamentaria en legítima defensa y  en resguardo de los intereses de su amo. Había sido un percance, pero no le remordía la conciencia. Creía haber cumplido con su deber. Fue detenido acusado de homicidio. No obstante, en la vista oral, el hombre que lo ajustó como guarda jurado le dio la espalda. Ante los magistrados se achantó y dijo no conocer a aquel hombre. No haberle dado nunca aquellas instrucciones tan rígidas que derivaron en tragedia. Le cayeron treinta años, pero el lugareño de Pereña sólo vivía ya para la venganza. Esta se había convertido en una idea fija. Cuando lo soltasen, regresaría a su pueblo y -ahora me las pagarás, tít for tat- le metería un torrente de plomo a aquel cacique que le había ajustado para después dejarlo en mal lugar. No había sido un hombre de palabra.

La venganza es la musa de los forzados. Sólo el instinto de revancha les hace a algunos confinados  resistir. Aprietan los dientes y claman para su capote: “Un día me las pagarás todas juntas “. El otro anhelo, siempre vivo, entre los pupilos de una penitenciaría, anhelo que se convierte en obligación, el de escapar. Por las galerías y por los patios se perfila la figura entusiasmada del infatigable especialista en desbandadas. Hay que decir que los recursos y triquiñuelas de la sapiencia humana son incontables. Se socavan túneles y atarjeas utilizando los métodos más inverisímiles (en la cárcel quedan muchas horas para pensar), como punzones, almocafres, o incluso tenedores afilados, y hay reclusos que se valen de la estratagema de orinar contra los barrotes del ventano para conseguir así una lenta pero eficaz oxidación de las rejas.


Pasan como sombras, como nubes y como naves en la oscuridad dentro de los espacios cerrados. En una cárcel se condensa el símbolo y la figura  de la existencia humana. Ese anonimato de horda indiferenciada que aploma con su peso la tierra y en el subir y bajar de los peldaños de la escalera de caracol del recinto carcelario, cuyo husillo  enseña  horadada la piedra, marca la impronta de sus abarcas sobre la grada, que va adquiriendo con el paso de los siglos una forma convexa por el desgaste, pero nada más. No deja firma ni nombre, salvo en contados casos, la humanidad ascendente y descendente por la escala de la torre. Se pierde la cuenta. Es un bataneo lento e implacable que abre la bocamina en el suelo. Luego cesa el batallar inane. Hay que decir con el poeta, que veía llegar al puerto de Ostia a los barcos del imperio romano, en la mejor comparación que se ha hecho de la vida humana con una cárcel, que es en verdad un navío con rumbo seguro hacia la muerte en su derrota por los mares del espacio y del tiempo:  Sicut naves, sicut nubes. Velut umbra.

Dentro, se percibe el aliento de carne viva y hacinada. Es médula, carne y sangre. Un presidio impregna de su olor característico a todos cuantos se acerquen a él. El hedor corrompe. La gallofa forma parte del entramado de la desdicha. Así, Orencio Pérez, el falso violador, cansado de que lo llamasen marica (había nacido con una mal formación de los genitales en un pueblo de Cuenca) acabó en San Miguel de los Reyes por salvaguardar su hombría. El tremendismo de su caso pone los pelos de punta.

- Madre ¿por qué se ríe de mí la gente?

- Hijo, tú no hagas caso, y a lo tuyo.

A veces hay consejos, incluso los de una madre que se dicen sólo para espantar las moscas y salir del paso.

A Orencio Pérez le horadaba el alma su minusvalía. Era en verdad un inocente. Una tarde, cuando tenía nueve años y fue a melones con los de su cuadrilla, le dio ganas de mear al que más  galleaba de la banda, y todo el séquito hubo de hacer lo mismo. Cada cual, como el que desenfunda una pistola, hubo de sacar lo suyo para medir y compararlo con el de al lado. Está visto que era costumbre en España antes de la invasión del conde Lequio con sus supuestos atributos descomunales, que han dejado lelo al Mariñas.

 El pobre Orencio, carente de prótesis, sólo sabía que aquello servía para evacuar la vejiga. A él apenas si le había nacido un colgajo. Era un trozo de piel indiferente y casi neutra, ni vulva ni pene, ni galgo ni perdiguero, algo epiceno, ni vida, ni muerte,  por una de esas crueldades casuales de Madre naturaleza, que a la que le toca le toca. Miraría  al cielo el infeliz en sus horas de  angustia, suplicando favor,  y éste le seguiría negado en medio de la más espantosa indiferencia. Al profeta Moisés recién parido lo echaron al río Nilo en un canastillo, el buey Apis mugiría con regocijo avisando a la faraona de un negocio urgente y cuando bajara  a bañarse encontraría allí al expósito más famoso en los anales, un mimado de los astros. Orencio Ortiz no tuvo esa misma ventura. En lugar del Cairo, lo llevaron a nacer en un pueblo de la serranía conquense donde el personal es bastante despiadado con los lisiados de mal de Pott, con los perros vagabundos y mucho más con quienes vinieron al mundo sin un certificado acreditativo de virilidad.  Si Dios no existiera, habría que inventarlo, porque, de otra forma no cabe explicación a tanta desproporción y desequilibrio. Si son garantías los avisos del Galileo de que el reino futuro pertenece a los crucificados, y de que los que sufren serán consolados, tiene que haber otra vida mejor que contrapese el dolor y la ignominia del presente.

Entre tanto se acerque esa hora tan esperada de los que confían en el Maestro de Justicia, hay que constreñirse a los datos circunscritos al triunfo del mal y de la muerte, a la carcajada o a los cantazos que se estrellan contra los poco avisados, los que van con la verdad del Evangelio por delante. Sufren sobre sus espaldas los revolcones, las risas forzadas - esa mueca burlona  de funcionarias listísimas, experimentadas en cibernética avanzada, triunfadoras en todas las oposiciones a jefaturas de negociado y que son un pozo de insatisfacción y de reconcomio, como sólo puede serlo una española con carrera universitaria, pero descarriada en el amor, y desquiciada en su  trasto con los demás, pero de ese cupo no hemos hablado aún- y los palos. Es verdad. El catolicismo ha sido un fracaso, una traición al cristianismo. Hora es ya de quitarse la máscara.

A este pobre tarado Orencio Ortiz le mandó al  calvario un sanedrín aldeano. Los hospitales y los manicomios guardan en sus archivos incontables secuencias de pasiones anónimas como la suya.  Tuvo que escuchar las morbosas carcajadas en su entorno, que lo marcaron para toda la vida, un latigazo en pleno rostro para su ánima ultrajada e hiperestésica. Quiso resarcirse de aquella humillación vengándose de la naturaleza. En esos burgos podridos de la España profunda e irredenta las vidas ajenas son como libros abiertos.

- El Orencio no tiene bálano. Es invertido.


El  día de la patrona, por la Virgen de agosto después de una tienta de bravos, había corrido mucho vino por los gañotes. Ya se sabe que después de Baco, viene la lujuria de la orgía y acto seguido, la sangre. Brillan las navajas. Se rasgan las faldas, se manchan algunas enaguas y corre junto al rumor del arroyo el llanto de las vírgenes regando con sus lágrimas un momento de debilidad o de coerción externa. El acto sexual en sí mismo es desasosiego turbio y traumático.

Sucedió una desgracia. Una mujer casada, volviendo de un lugar que llamaban la Cruz del Redondillo fue asaltada y forzada por varios mozos y apareció su cadáver al pie de unas zarzas. El crimen causó conmoción por la avilantez y alevosía de los ultrajantes, pero el paroxismo llegó, cuando se dio a conocer le nombre del implicado en el ataque a la romera. Orencio Pérez aquel mismo día se presentó en el cuartelillo de la Guardia Civil.

- He sido yo.

Las cosas se salieron de madre. El personal dejó de reír y hacer chistes. El Orencio no era corito, sino un tío mejor armado que un carabinero.

Perdió la libertad el joven, pero su fama le fue restituida a costa de un martirio a la sombra. El fiscal pidió para él garrote vil, pero hubo ciertos alegatos que no pudieron ser demostrados ante el tribunal y, en definitiva,  firmaron los jueces cadena  perpetua. Excusése decir de la clase de jurisperitos que entendieron del caso, de su falta de perspicacia, de sus irrisorios criterios científicos sobre toda ponderación. No fueron dignos ni de proceder a un examen urológico del acusado. Se decía que aquello fue una ensabanada de los caciques que mandaban en el pueblo y que el que había tomado la iniciativa en la violación y asesinato de la señora era un pez gordo. Fue archivado el caso. Se echó tierra al asunto.

Él creía que iba a lavar su nombre y lo manchó porque la cárcel corrompe. Es el lugar  más parecido al infierno, y  el que sale no entra. La justicia es un ente de razón. No se da entre los hombres. Lo absoluto corrompe.

 A pocas horas de su ingreso, Orencio Pérez fue objeto de abusos deshonestos por uno de los cinco cabos de varas de servicio en aquella ocasión. La vergüenza y el espanto han de ser la antorcha que guíe al lector  acompañándolo en este descenso a los infiernos que lleva a cabo Zamacois. Quiere convertir a su héroe en un caballero andante, un  Billy Bud, incorruptible a lo Hermann Melville, pero las rejas de la quinta galería, por decirlo en el lenguaje de los que se jactan ahora de haber pasado quince días en Carabanchel durante los años oscuros, como un sello de confianza y aval de garantía que les abra las puertas de todo en los años claros. Aquí siempre se está tratando de justificar el personal y de avalar ejecuciones de hidalguía. Debe de ser porque el pasado inquisitorial pesa bastante sobre nosotros ¿Será porque ni la sangre ni la conciencia la tenemos bastante limpia?

Menoyo defendió a puñetazos la “virtud” del débil Orencio Pérez, pero se estrelló contra los molinos de viento de la sinrazón. Debe de ser que el mal fecunda todas las reglas de comportamiento humano. El que va no vuelve. El que consintió ir a prisión por desmentir a los detractores de su hidalguía acabó en puto.  Aquí se dan la mano lo patético y los sublime. Orencio bajó a un infierno fuliginoso no de azufre, ni de reptiles emponzoñados, sino de bujarrones detestables, más que por una perversión de la enigmática  naturaleza sino por  vicio. El bien es anabólico, porque se diluye y transforma en energía a todo cuanto toca - debe der por osmosis del amor-. El mal, catabólico. Cuanto toca lo transforma en podredumbre. Su simbiosis acarrea la muerte. No se adhiere ni se integra con aquello que convive. No se transfunde. Si el poder corrompe, la cárcel, el hacinamiento confinado corrompen más todavía Después, forzosamente, ha de encenderse el blandón de la fe. Hay que elevar los ojos a lo alto, impetrar el favor de los cielos ante la pobre carne despojada. Tiene que haber un Cristo que redima y recompense, por tanto, atropello y castigue en la otra vida tanta infamia. Orencio Pérez se avillanó. Lo trataban como un perro. O peor.

- Baja, Cristo Bendito, a entender de nuestras causas. Resárcenos de la felonía. Confunde a los hipócritas. Desenmascara a los impostores que se callan.

- ¿Qué dice a todo esto la Iglesia?

- No dice nada. Silencio administrativo.


En San miguel de los Reyes oficiaba de capellán don Froilán, un cura metido en carnes, que impostaba la voz en los sermones. Andaba espetado. Y estaba dominado por esa altanería y soberbia de los que creen tener la razón e instrumentan esa razón no como llama que alumbre sino a beneficio de inventario. La sotana los convertía en personajes. Es una investidura para tapar al pobre diablo que llevan dentro. Los meneos de su manteo, el vozarrón autoritario del capellán de prisiones, más que un reclamo a los arcanos carismáticos de la Redención, disuadían.  No se puede predicar el Evangelio desde el plural mayestático pero sin convencimiento, o sintiéndose como una oráculo y una fuerza viva. En ese atropello, en la invasión de un espacio que no le compite, como es el territorio de lo divino, cohonestando lo que es temporal por lo que pertenece al ámbito de la soberbia, la ambición, el despotismo, radica uno de los pecados de la jerarquía a través de todos los tiempos. Se arroga competencias de la divinidad.

- No puede haber vicedioses, ni Vicecristo. Hacerse pasar por el plenipotenciario de sus intereses, amén de fatua presunción y de una arrogancia imperdonable, entraña una blasfemia satánica - pensaba para su coleto Dimas Arije.

Y, como lo pensaba en alta voz, así lo proclamaba.

- Con estas cosas hay que tener mucho cuidado. Por expresar sus convicciones ingenuas muchos han acabado en el poste. Estas cuestiones conducen al saladero. Te pudrirás en un calabozo de la Inquisición, Arije.

- Esas son cárceles del alma. ¿No?

- Cualquier día te fusilan.

- Pues que lo hagan. Tengo la conciencia tranquila. No puede ser de Dios un establecimiento que ha velado por la pureza de la fe- o de sus intereses - a través de una institución tan demoníaca como el Santo Oficio.

- Mira que te llamarán hereje.

- Pues bendito sea Dios.

Padecemos empacho de una vida perenne de “statu quo”. El español en su terruño no se siente a gusto si no le dan una barrera para ver los toros. Todo vale con tal que no le tiren al ruedo, porque así puede resarcir su, tan traída y tan llevada, cólera de español en cuclillas, que todo lo entiende, todo lo juzga, mientras a él no lo comprometan demasiado. Luego, como es algo masoquista, le gusta ser arreado, con tal que este servilismo nada ataña ni merme a sus devengos. Aquí la Santa Nómina es la única patrona digna de crédito. No pertenece a las oscuras nebulosas de la leyenda áurea. No es un santo mitológico que se hayan inventados los hagiógrafos, dígase lo que se diga y se mire por donde se mire. Poco importa que la denominen Nuestra Señora de las Inmensas Caricias, San Sobre o Santa Congrua, que va alhajada con una manto de billetes verdes, codiciado peplo de su carroza que sacamos en procesión todos los días treinta o treinta y uno, veintinueve, si es bisiesto, de los años del Señor. La gente llena el depósito de gasolina hasta los topes, acude a rastrillos y mercadillos, se va de putas o de mancebos, ahora lo hacen las cuarentonas y cincuentonas de buen ver, hartas de cariños impotentes y de hijos y de hijas de plantón, que ya no se van de casa, porque no hay trabajo. España va bien. Contento me tienes, pero el capitalismo y la ola de materialismo que nos invade, representa un salto regresivo en la conquista de las metas sociales, de los derechos adquiridos, aunque, por si acaso le pone perejil a San Pancracio o velas a Santa Rita.

 Dáme pan y llámame perro. Esta tendencia innata explica el caudillismo. He aquí un pueblo de capillas y de toreros, que inventa héroes y luego los destroza, o los  olvida, llaméense éstos Francisco o Felipe. La eterna disputa entre aragoneses y andaluces no para nunca. Somos individualistas furibundos, incondicionales del cantón, pintorescos malabaristas de la política de campanario, que por perjudicar al vecino o al hermano, nos avenimos con el turco, como buenos descendientes de Ulfilas y de don Opas. Se somete con facilidad al caudillo, o al marqués, pero este acatamiento o vasallaje no es nada desinteresado  ¿Qué serían los pueblos sin sus fuerzas vivas: el cura, el boticario, la maestra, el médico? Esta idea evidencia un reflejo condicionado de la inferioridad que se acata y se somete, o se siente deslumbrado por sus caciques, por su señorito, por el señor marqués, aunque por detrás lo envidie y lo critique, y, llegado el caso, en un cambio de tornas, lo asesinaría. Pero de momento, al muy ladino le encanta adularlo.


 El español, amen de tornadizo, y superficial en sus convicciones políticas o religiosas,  es algo lamerón. Tiene un esquema mental retorcido que dimana de su cristianismo mal asimilado a través del papismo que degenera en papanatismo. Sin esta predisposición a la banalidad de un pueblo que le gusta tener su torero o su cupletista particular no se explica el éxito de la prensa rosa donde se desfoga ese temple criticón, o se da pábulo  a la envidia y murmuración, a la cólera del “español sentado “. Las revistas color revelan un ansia subliminal insaciable de héroes de quita y pon. Antes eran el cura, el maestro y el boticario. Ahora son el conde Lequio o la Campos. Aquí se envidia al que está en la pomada, pero se le necesita, aun para mitigar las propias carencias y la sed de ser un “hijo de algo”. El masoquismo nacional tiene que echar mano del que triunfa, aunque ese triunfo resulte un imponderable, quier de la sinrazón, quier de la casualidad. Tenemos el alma colectiva un poco enferma. Todos los días hay que cebar al monstruo - o masturbarlo - con la avidez de protagonismo, cada día de peor tono y de gustos más plebeyos. Se nos hace la boca agua hablando de Londres y de la familia real inglesa. Cuando el huracán “Mich” azota Centro América, nos volcamos en generosa prodigalidad. Pero no nos hablamos con el vecino de enfrente. Somos solidarios, quijotes. Ahí queda eso, pero nuestra alma colectiva va de tumbo en tumbo. Antes, éramos en la elección de nuestros héroes más selectivos y aristócratas. Actualmente la chabacanería se ha vuelto la niña bonita.

Y por eso a veces los curas dan la sensación de ser los hierofantes de un credo que se ha perdido, o de una religión sin alma.  La dureza de corazón del Froilan encontraba una exégesis no ya tanto en la glotona aplestia o en la convexidad de su abdomen, como en su castidad fingida. No era más que un funcionario. Otro cabo de vara.

 

                                       VI

 

La venganza es la musa de los forzados; ella les lleva a esas universidades del rencor que son los presidios, pero no todo está perdido. El mal no dura eternamente.  Se suceden los patios encalmados por el patio. Las conversaciones, de celda a celda, utilizando el lenguaje telefónico de los golpes en la pared o las fórmulas heliográficas desde las ventanas. Los presos se distribuyen por paisanajes y aquerencias. El regionalismo y las diversidades de zona en las variopintas Españas pronto salen a relucir por obra y gracia de los enfrentamientos de campanario. Allí está, a través de sus hijos encarcelados, la Andalucía ocurrente y decidora, dueña de la hipérbole y de la desbordada imaginación midiendo sus fuerzas con la Castilla grave, unilateral y austera. O las vascongadas adustas y enigmáticas, en su orgullo secular, en apasionado coloquio sobre las grandezas de su terruño con los valencianos cachazudos y burlones o el murciano calado de imaginación, o el gallego, siempre autónomo o condescendiente, o el catalán emprendedor. La escena en que Araújo, un gitano sevillano, hace como que chalanea para vender un asno a un imaginario comprador es página maestra.

Todos los presos tienen la obligación de abrir una caleta en el muro y escaparse. La figura del “caballista” que cobra el barato de la cárcel, ejerce el poder subterráneo o se convierte en jaque,  es indefectible. Pero esa aspiración raramente se consuma y la carne se vuelve ascética, amancebada voluptuosamente con el dolor y con el escarnio, asfixiada por un ambiente frío, delator y hostil. Aprieta el hacinamiento, la sicalipsis del deseo, o el anhelo de zafarse de la vigilante opresión. Todos andan tramando una argucia, un socaliño, para salir adelante. La celda deja muchas horas para pensar. Dentro del “casto” o cesto - así se llama a los calabozos de amarrados en blanca- hay mucho tiempo por delante.- pare pensar en la “pestañí” o “gumia” en el “peñascaró”, el aguardiente que es el único bálsamo del angustiado, en la madre que se dejó en el pueblo, o en la novia que quedaron atrás. Desgraciadamente, para siempre. Vae victis. Las mujeres no tienen bandera. El juego terrible del amor no admite sino vencedores. Los muros del presidio lacran de olvido. Enseguida les ponen cuernos. Águeda, el amor eterno y puro del aceñero, terminará sus días en un prostíbulo. La infidelidad y el desarraigo de cualquier afecto hermoso son otro eslabón a la cadena, un candado de propina que aísla al condenado de la otra parte del mundo. Pero sin esa defección no hubiese habido cante jondo, ni guitarras, ni bureo. El flamenco más puro, todo ese folklore, que fue fuente de divisas y contraseñas de identificación turística o cultural de todo un pueblo, tiene como alma mater ese peñasco misterioso, que en un cerro de Ceuta mira para Algeciras y la Bahía de Cádiz. Toda la poesía y el arte nacional encuentran un surtidor incomparable en las cadenas. Es nuestra fibra más colorista. Somos hijos de la chusma. Parece que nuestro destino, aherrojados la mayor parte de las veces por nosotros mismos, descansa sobre el punto de apoyo del baño o del saladero, que es como nombraban los antiguos a la cárcel. En ella se escribió el Quijote Y en un calabozo de san Marcos de León, donde amarraron en blanca a Quevedo, fueron compuestos los mejores sonetos. Toda nuestra historia es un intenso ir y venir de cosarios, galeotes, cómitres, rondas y cuerdas de presos. Por la religión. Por la política. Por el amor o simplemente por un régimen de cantón. 

Nada en el mundo mejor que una carcelera, esa copla que ahoga el aire con su pena encerrada al son de las palmas, como un martinete detrás de los barrotes, como un manantial virgen que suelta el agua bravía de la quejumbre, para penetrar en esa ingratitud que siente el convicto sobre sus huesos lejos de la hembra, que lo traicionó. Losas de olvido pusiste tú en el altar de mis sueños.


Carcelero, carcelero (bis)

          Abre puertas y rastrillos

          Que no quiero ahogarla(bis)

          Con la trenza de su pelo.

          Ay, ay, ay.

 Y esta otra dirigida a la Madre de Dios, y que demuestra cómo de alguna manera el patrocinio de Ésta va más allá de lo que pueda abarcar la humana razón, porque el cariño y predilección de la augusta señora se centra sobre los que sufren.

          Señora de las miserias,

          Madre de los presidiarios,

          Yo te buscaba por el patio.

         Era una tarde de mayo

         Cantando.

         Y te encuentro en la noche oscura.

         Eres el lucero que alumbra

         Tras las rejas de mi ventana

         Mare de la hermosura,

         Consuelo del desterrado.

Por fuerte que sea el amor, más fuertes sentimientos son el baldón y el infortunio. La vida se desliza ajena e impertérrita ante nuestras convicciones y sentimientos. El hombre nació para ser derrotado por el desamor, por la muerte. El recluso se siente como esos bagazos o borras que vierte el agua sucia por la atarjea ¿Tiene que haber un lugar por donde escalar los postigos y encontrar los ambages o la aleya que libere el cuerpo encadenado? El alma es libre. Nadie podrá aherrojar a la imaginación. Deberá de existir un procedimiento de resarcirse de tanta afrenta. Salir de aquello.

Existe  un mínimo de solidaridad en el presidio, que facilite un poco de asueto. La vida del penal también conoce las pausas y las treguas, pasadas las tormentas, cuando el ambiente enrarecido hace estallar el motín o las peleas entre los internos. Entonces, éstos aparcan sus rencillas y se ponen a jugar a la brisca tranquilamente.  Como los naipes están prohibidos, ponen en un lugar determinado de la crujía a una canario previamente amaestrado. Su canto les avisa a los tahúres de la proximidad de moros en la costa. Si es de una manera el trino embelesado, hay vía libre. Si es de otra, agua. ¡A recoger que viene el guardia! La habilidad humana es inagotable a la hora de su inventiva. Los pájaros brujos son los animales de compañía de los internos, pero también hubo quienes consiguieron amaestrar a un gato, al que previamente habían desgarrado y descolmillado como instrumento de placer sexual. Enseñaban al desdentado felino, con mucha paciencia y esmero, las técnicas de masturbación bucal mediante succión. Los gatos tienen el gañote profundo y la lengua, libidinosa, la utilizan en su aseo personal, pero el micho debía de ser iniciado desde muy pequeño. Había un preso que conocía  las costumbres de la raza. Permanecía atento cuando a las hembras les veía la época de celo, que suele ser muy intenso a lo largo de los cuatro primeros meses del año, y, cuando una paría, violando la camada, se apoderaba de sus hijos, les rebanaba los columelares de recién nacidos. Incontinenti, poníalos en venta. Dos perras gordas por cada gazapillo. Era una mercancía muy solicitada en los patios. He ahí la razón o una de las razones por las cuales se codicia a estos mamíferos como animales domésticos en algunos estamentos de la raza humana, particularmente entre las solteronas incorregibles y las funcionarias expertas en ordenadores y que se proclaman amigas de Safo y del amor lésbico. Ya sabemos ahora porque al maestro Umbral le priva con locura micifuz. El domador, si las camadas eran buenas, por el mes de enero, cuyas lunas, tan fuertes y con unos rayos lumínicos que suelen ser como imán de apareamiento - es un tiempo en que se preparan esos conciertos de maullidos por tejados y corralizas y se escucha por doquier la berra de la lujuria - podía sacarse un buen sobresueldo.


Parece que se escucha el estruendo fisiológico de los zambullos. El golpeo de los inodoros y letrinas. Los presos que van camino de la enfermería con los brazos péndulos, o camino de la célula de castigo donde les aguarda un tiempo de confinamiento en incomunicado que empavorece incluso al más fuerte psicológicamente. Al otro lado de los rastrillos  encalabrina el fulgor especial de la plata. A través de la mirilla de os atisbaderos se escucha el rumor de la calle. El presidio es como un reloj roto, pero Cronos, por una gracia especial a sus prometeos encadenados, consigue que cada uno de ellos lleve la cuenta exacta del día, la hora y hasta el segundo y todos los años que faltan para la redención. Esta esperanza de salir algún día les infunde fuerzas para arrastrar cadenas. La noción del tiempo que queda para cumplir.

Los celos y la defensa del honor también están en la lista de uno de los motivos más frecuentes de encadenamiento. ¡Pobre humanidad, que basa el epicentro del honor y de la fama en sus partes menos nobles, los genitales de un hombre y una mujer! ¿Fue siempre así?  ¿Cuando nos libraremos del todo de ese demonio verde, que tortura en silencio, consume y destruye, esa obsesión por la virginidad y la pureza que en sí no son bíblicos, sino una excrescencia dormida en el alma humana, que instiga a matar? Cristo mandó perdonar a la mujer pública y a la adúltera a punto de ser dilapidada, pero nadie le ha hecho caso. Un momento de debilidad es saldado con la muerte.                                                         

                                         VII

                                                                 

La triste historia de Iñigo Bustamante se suelda con las arriba mencionadas.

- Vigile Vd. A su mujer porque este chico no es suyo.

- Eso es imposible, doctor.

Iñigo Bustamante era un carpintero que vivía en Santander con su esposa y sus nueve hijos. Se sentía un hombre feliz. Al nacer el décimo, ciego de nacimiento, lo llevó a un médico. El diagnóstico dio sífilis. Iñigo se preguntó cómo podía ser aquello, si él jamás había padecido tal enfermedad ni había andado con nadie, pero el dictamen facultativo no dejaba lugar a dudas. La enfermedad había sido transmitida por el amante de su mujer. Los vigiló durante algún tiempo y un día, habiéndolos sorprendido en plena coyunda, los dejó en el sitio. Iñigo, primero desde Santoña, más tarde, desde san Miguel, para lavar su culpa,  lo que ganaba trabajando de carpintero en los talleres del penal, se lo enviaba al ciego de nacimiento, fruto de aquella relación adulterina, que a él le costó la libertad.  Aunque no fuese suyo, llevaba sus apellidos. Era al que más amaba.

La jerga de los presos es un vocabulario aparte.  Es una germanía con terminología propia. Se escuchan a lo largo del relato voces características como la de los condenados a muerte o las alusiones a la llegada del verdugo. Cuando veían mucho ir y venir al páter por las galerías o correr por el patio, malo. Mucha estola y mucho crucifijo avisaban de olor a muerto (muló).  Alguna ejecución se tramaba. Se escuchaban incluso los martillazos con que el ebanista enclavaba el próximo ataúd.

- Si deseo la libertad es para perderla- declaraba sin más contemplaciones uno que había matado a su mujer por culpa de su cuñada.

Era un manchego que se entretiene en contar aquello que más le obsesiona. Su vida parece haberse detenido en aquel día exacto en que estando mi “Társila de meses mayores, la felicidad huyó de nosotros”... “Mi cuñada la mal metía y aconsejaba en contra mía y ella se dejó convencer “.  Brilló una navaja y una pobre mujer cayó de espaldas sobre el fregadero de la cocina, una escena harto común. Pasa tantas veces. Machaconamente el triste acontecimiento se repite en las páginas de sucesos y los espacios dedicados a la crónica negra, cada vez en aumento, de las cadenas televisivas.

En las cárceles se vive primero para la venganza. O para la huida. La soledad hace que ambos deseos no encuentren compuerta ni sean rebasados jamás por una orilla. La estrechez del aprisco despierta la potencia imaginativa y las capacidades de inventiva. Después de alguna ejecución o una revuelta, la charca carcelaria  agita un poco sus ondas. Después las aguas regresan a su cauce. El tiempo cura las heridas. Se lleva los recuerdos, aunque casi nunca los remordimientos que se agrandan hasta alcanzar formas desproporcionadas y gigantescas. El   remordimiento,  otro personaje al cual no hay que perder de vista. El dolor de corazón y la atrición diz que son el molde en el cual se compactan los buenos cristianos. No así al tener una perpetua por delante.  Esa agua lustral del alma se volvía hiel y vinagre en el escocido recuerdo del alpargatero Inocencio Tornés. Había violado a su hija de trece años. La vio una vez desnuda sobre la cama y el espectáculo agitó el incestuoso deseo ¿De cuántos desvaríos y sufrimientos no será madre la temible lujuria?

-¡Si no la hubiese visto! ¡Si no la hubiese visto! - repetía sin cesar.


El bochornoso recuerdo le agitaba día y noche. Acabaría sacándose los ojos. Lo hizo para no verla jamás, ni sentir la comezón del apetito vitando. Se vació las cuencas, igual que Cayo Mincio Scevola. Lo hizo para no verla más, pero continuaba viendo a la pequeña con los ojos de la imaginación que también arrastra cadenas. No expió la totalidad de su condena. Se ahorcó con una manta hecha jirones que amarró al barrote del ventano - esa pupila alternativa que retrata una porción de cielo y por donde se escucha el rumor de la tierra girando alrededor de su eje en circunvoluciones fijas, que llega con el canto de la avecilla que canta al albor, como en el “Romance del Prisionero”-. Seguiría siendo perseguido al otro lado del río de la eternidad por el espectro de aquella menor, la niña violada, su propia hija?

De ese pormenor no entienden los novelistas, pero cabe suponer que sí. Existe una desproporción entre el delito y el castigo ¿Cómo es que de un acto finito e insignificante como puede ser el cometido por un hombre rastrero, pecador y mortal, se haya de seguir un fallo  judicial emitido por el divino tribunal que obliga a expiar  condena infinita? Ese desvarío, un devaneo de un cuarto de hora, concita las fuerzas cósmicas y ha traído siempre de cabeza a los teólogos. Hay una asimetría poco lógica entre el sujeto y el predicado de la oración. Entre la ofensa inferida y el recudimiento expiado. Sólo queda la confianza en un Dios justo, misericordioso, y con otra forma de actuar diferente a la de los hombres. Que perdona y perdonará eternamente a los borrachos y a los asesinos.

 

                                                          VIII

Menoyo escribía cartas a Águeda ungidas de resignación y de afecto. Su ex novia era la única que se preocupaba algo de él. Sus hermanos se desentendieron. No quisieron saber. Esta relación epistolar fue espaciándose con el correr de los años. Luego cesó por completo. Los internos acaban muriendo, como los místicos, a los ojos del mundo. Se opera con su existencia una “execración de la memoria”. Su nombre es borrado, por decirlo así, del libro de la vida. Los parientes del molinero lo habían dado por muerto.

El presidio es un lugar donde las horas se coagulan. El hilo del tiempo, que muestran los cuadrantes del reloj de sol, se tuercen, se niegan a avanzar en línea recta y todo queda apesgado en ese  embotamiento celular que todo lo aplana. Es otra dimensión.  Cronos trabaja de otra manera.

 Sin embargo, los años enseñan a saber esperar y uno vuelve la cara a los hombres para contemplar el rostro del Señor. Martín Menoyo pronto se encontró practicando una vida de piedad y de ascetismo. Habituado al desdén de la carne, entró en la morada interior, experimentó las alquitaradas sensaciones del yo místico que ponen al que las tiene en contacto con lo inefable. La Omnipotencia Suplicante, la Madre del Aviso, cuya honra inmaculada él defendió hasta el delirio, y hasta la torpeza de derramar sangre por su causa, la Deípara benedicta, recompensó al pobre reo con las glorias a la que va sujeta toda experiencia mística. Su corazón y su alma se elevaban a ras del suelo. De repente se encontró con que hubo vencido toda concupiscencia. Quería emular ya los santos, ya los mártires. Entró en ese túnel maravilloso donde queda aparcado todo apetito y se escucha sólo una voz que incita a la subida al monte santo.

- Davai. Davai. Citius, fortius, altius.


Es Dios, es Dios, el que pronuncia este aviso y pone las almas de los hombres en incandescencia. Su espíritu  rutila como la concha de una aerolito. Estaba llegando, al cabo de trepar por la senda purgativa e iluminativa. La criatura en completo abandono se echa en el regazo de su criador. Es la cumbre, la última morada, la verja que abre el cancel del mundo futuro, el clavo del abanico, la piedra de toque y la razón de la existencia cristiana, el punto de mira al que apuntan los gritos de los cabos de vara terrenales: “davai, davai”, mientras chasca la tralla de la incomprensión y las tribulaciones sobre los lomos del afligido. En verdad, los justos poseerán la tierra. La vida pertenecerá, por herencia natural, a los crucificados. Es un sentimiento que pone al que lo experimenta a las puertas de lo inefable. Cristo Jesús estaba al otro lado de los rastrillos. Hace sentir más vivamente su presencia en las celdas de los condenados a muerte, porque así lo prometió en el Sermón de las Bienaventuranzas. Ejerce su presencia viva,  invencible. Son los suyos. Fuera de los muros de la cárcel quedan los fariseos, el mundo con sus afanes, con sus prejuicios, sus convencionalismos levíticos, las mitras, las tiaras, los códices y pandectas a las que se atienen los tribunales. ¡Es muy corta esa vara y muy ruin para medir tantísimo! Ya se sabe: summa  lex, summa injuria. Ontológicamente es un estado de cosas en las que manda la ley del más poderoso, del señor del mundo, del príncipe de las tinieblas, al que denominaban los padres griegos Cosmócrator (amo del mundo; el demonio, que sienta jurisprudencia de tejas abajo). Sin embargo, en lugares de dolor como puedan ser  cárceles, hospitales, manicomios, Dios vuelve a asumir su papel de protección y se transforma en  Pantocrátor  (el que manda en todos los mundos visibles e invisibles, lo descubierto y lo por descubrir). Es Cristo, es Dios que clama: “Estuve preso y me vinisteis a ver y consolar “. Y con este clamor desata los vínculos del pecado, derrota a la muerte a los prejuicios de clase o de casta, a los criterios mundanales. Es una victoria, tras largo combate, del Pantocrátor sobre el Cosmócrator. Ante su poderío la infernal hueste humilla la cerviz. El diablo es puesto en fuga.

Muy pocos los comprenderán y lo aceptarán. Pero es así. El Maestro de Justicia, al nacer en Belén, vino a proclamar la gran “yihad contra la injusticia. Se rebeló contra lo establecido. Metió en cintura a los fariseos con su hipocresía y su montanismo (sólo se salvan los puros y unos cuantos elegidos) y sus patentes exclusivistas de la interpretación de la palabra. Dejó en ridículo a los pontífices con su sabiduría, sus taras y sus tiaras. Esta rebelión le hace estar siempre vivo al lado de los que sufren, aquellos a los que los criterios humanos consideran perdedores, hasta la terminación de los siglos. Su actitud exalta a la humanidad doliente y encenagada por el pecado, proclamando su compromiso libre, pero lleno de amor, con el que sufre. Sobre este misterio la clave del arco del inmenso y sublime cristianismo. Algo en sí contradictorio y absurdo. Para muchos, piedra de escándalo. Ya San Bernardo de Claraval, dominado por el espíritu profético hace una amonestación ejemplar al Papa Eugenio III, a la sazón imperante, en su libro  De la consideración, y con suma libertad de espíritu le dice que por su innata constitución es igual a la de todos los hombres:   Papa sois, mas, polvo vilísimo”. Este réspice, tan cristiano y tan lleno de amor a la Iglesia, porque el Doctor Melifluo fue el primero en darse cuenta de los peligros que puede acarrear a éste el prurito de macrocefalia, el culto a la personalidad que se suele dar en las dictaduras, porque el medio no ha de guardar prelación con el fin, sino estar sujeto a él en perfecta simetría subsiguiente, podría venir a cuento en la hora en que las cristiandades aguantan el peso de un Papa muy político en su silla gestatoria. La macrocefalia vaticana puede anular el verdadero rostro del Cristo vivo. Su vicario no tiene derecho a convertirse en lacayo de los intereses en el mundo de los Estados Unidos y en definitiva del clan sionista. Pero es  un tema que no nos incumbe. Wojtyla tendrá que rendir cuentas a Dios cuando exhale su último suspiro.  Con ser el ayudante de campo de Cristo en la tierra, un adjetivo de contenidos ambiguos, en boca del Salvador cuando legó a Pedro como albacea de su Iglesia, pero que se ha utilizado como pretexto para el fanatismo y el anatema, y dio pie a exclusividades que rompían el principal mandamiento del amor, debe de quedar muy claro que no es Cristo, sino un hombre como los demás, polvo vilísimo, aunque sus asesores de imagen pretendan presentárnoslo casi como inmortal, una especie de deidad cibernética. Como el heraldo del tercer milenio ¿Vivirá para   el año Dos Mil?

                                                               

                                                         IX

Atemperada su alma por el sufrimiento, este hombre íntegro, loco de la Madre de Dios, como empezaron a llamarle en san Miguel, deviene insensible a la triste realidad por la que deambula. Un escalofrío divino lo transforma de arriba abajo, y no es oscuridad el terreno que pisan sus pies encadenados sino la luz de la visitación. Se opera, entonces, una catarsis que le permite a Martín respirar el aura de la santa indiferencia. Tener que no tener, vivir que morir, penar que gozar ya lo mismo da. Alcanza la adiaforia del contemplativo, un estado de gracia que permite a un tiempo la abulia y el entusiasmo y permanecer ajeno a los cuidados terrenales y sumirse en el profundo torrente de lo divino. Es como una borrachera espiritual en la que el organismo deja de tener hambre o sed en su carne anestesiada.

Formalmente, es un interno como los demás, que sale a la huerta a respirar el aire, de conformidad con el reglamento doméstico, sujeto a un horario (por aquellos días, el régimen de prisiones se acercaba bastante a la disciplina castrense y los actos eran regulados por un cornetín de órdenes), que manduca el pre en el antiguo refectorio de los cistercienses habilitado casi sin reformas para comedor general y vela sus sueños en el catre de la crujía corrida. Vierte sus excrementos en la letrina o en los zambullos. Ríe las bromas de Araujo. Escribe cartas a la novia lejana, una correspondencia llena de gallardía y buenos sentimientos, pero que se espacia con el correr de los meses y de los años. Águeda - luego lo sabría - entraría a servir en casa de un rico, que la dejó encinta. Seducida y abandonada la futura del presidiario acabó en el arroyo, pero este dato, que le infunde alientos para llevar adelante la cadena, no lo descubre hasta el final del libro. Es lo primero que hace de que sale absuelto: prosternarse ante el altar de la Virgen de su pueblo y buscar a su novia.


Cordial con todo el mundo, pero sabiendo mantener las distancias, este feroz ibero - su rostro tenía esa dureza que dan a las facciones las ideas fijas y la unilateralidad de pensamiento - participa en la calicata de los trabajos de evasión,  pero desde un primer momento manifiesta a los interesados que él, aun colaborando en la fuga, no participará en la misma y empieza a cavar el terreno con un almocafre, que había sido pirateado al jardinero por uno de los presos. Pero no suele participar en las juergas. Se mantiene mudo y distante, a sabiendas de que la familiaridad excesiva suele ser la puerta por la cual gatean las discordias y enfrentamientos personales. Tampoco delata ni difama. En boca cerrada no entran moscas.

Llegada la ocasión se erige en defensor del débil ante las intemperancias del prepotente. Lo mismo que hizo Jesús. Una noche, cuando un grupo de desalmados se divertía a costa de una de las “marionas” del penal, lo tenían acorralado en semicírculo, frustró el linchamiento de Casiano Ortiz al que rescató de las fauces de Capricho, la perra loba que habían azuzado una cuadrilla de presos.

- Venga con él,  Capricho.

El aceñero se lanzó sobre la jauría. Consigue dominar a la perra y mantener a raya a patadas y puñetazos a los que habían preparado aquella juerga cruel.  Por dicha pelea es amarrado en blanca y confinado tres meses en la mazmorra de castigo, pero queda señor del campo. El que decían meapilas y beato, porque se le había aparecido la Virgen sabe demostrar su hombría y consigue hacer llegar su mensaje haciendo profesión de fe en el único lenguaje que entiende la gallofa: la fuerza de los puños y los alardes de la astucia. Nadie volvió a ponerle la mano encima al desgraciado grimoso. El aceñero no acostumbraba a meterse en las frecuentes peleas, pero, si entraba al envite, siempre  ganaba. Fue así como fue barriendo uno a uno a los distintos jaques o cabecillas de las diferentes bandas mafiosas.

Durante su larga estancia en la celda de castigo consigue entablar un diálogo por señas con su vecino, Sabas Platero. Hablan de lo divino y lo humano y hasta llegan a entenderse por medio de aldabonazos en el hostigo o simples golpes por el barrote de la ventana. Sabas era un fuguista incorregible. Había intentado la evasión treinta y tres veces, todas fallidas, porque tomar la puerta de los carros en un penal español y mucho más en aquellos tiempos de primeros de siglo, era cosa ardua. El alcaide nuevo, un funcionario de prisiones que llegó con ganas de introducir algunas reformas humanitarias (puso campos de fútbol, gimnasio, enfermería y talleres), con su aire tan despistado sabía más de lo que daba a entender.

Este tranco del relato nos muestra a un Zamacois maestro en el arte de narrar; el autor consigue con infrecuente pericia  meter a su personaje dentro del lector, revelando el temple místico del Aceñero. También los asesinos pueden llegar a santos. Flota en la atmósfera la grandeza y el pathos de Dimas, el buen ladrón. Hoy estarás conmigo en el Paraíso. El estilo, siempre magnifico y sin decaer, se mantiene en la cumbre literaria. La reclusión viene a ser como una huida del mundo y el encuentro consigo mismo en la Tebaida penitencial. La Biblia dice que el hombre es un beduino, un peregrino que va de paso, cruzando las arenas de un dilatado desierto.  Los oasis representan un alto en la extensa travesía y permiten una mirada a lo alto. Dios ha solido hablar al hombre en los solitarios yermos o desde las escarpaduras de los picos inaccesibles. También por los corredores fríos del penal se escucha su voz. A veces es un susurro. Otras, como un rugido. Un recluso tiene la suerte de encontrar abiertas  las antenas casi siempre. La reflexión y la calma de sus horas muertas lo tornan receptivo a ciertas comunicaciones insólitas de la gracia. Eso que el Talmud denomina “emunáa”.  Lejos del tráfago mundano donde la gritería y la disipación entregan el alma a cosas inanes, y  a solas consigo el emparedado se encuentra a sí mismo... La corrección puede resultar una universidad donde se enseñan las malas artes del odio, pero también muchos encuentran el camino de la justificación. Oran. Martín se volvió un cartujo sin votos.  Llevó el alba de los profesos de dicha orden sobre los hombros. Nunca perdió la inocencia. Puede decirse que el fango de la cárcel ni lo salpicó.

“El penal dormía lleno de carne  triste.  Su aletargamiento era un aletargamiento de osario, anegado de tinieblas. Todo allí se pudría despacio. Arriba, las estrellas eran como pupilas abiertas sobre el silencio funerario de los patios, donde la vida seguía latiendo irreductible, los ojos vueltos a la libertad “.


Transcurrían los días, lentos, anodinos. Una ola que va y otra que desaparece, pero todas son idénticas.  Bañan las playas del océano de la cadena perpetua. En las penitenciarías no hay reloj. El reloj lo llevan los propios forzados en sus cerebros. Este reloj parece haber sido fabricado de una mecánica inexorable. Sus manecillas acarician siempre la hora exacta, pero, transgredidos sus muros, la horología es otra. Los cuadrantes de este reloj del penal se precipitan sobre el umbral de un silencio sin confines, análogo con el concepto de la eternidad.

 De tarde en tarde, llegaba hasta alguna de las galerías el bataneo lejano y pertinaz de los excavadores del butrón que brindaría pasaje a la vida libre. La obra se preparaba durante las horas que transcurren antes de los recuentos, previos el toque de oración, justo bajo un tapial recostado sobre los adarves del muro de circunvalación, y cabe el gran ciprés. Su espesura brindaba alguna custodia contra el ojo implacable de los centinelas, pero al pie de la bocamina camuflada había siempre dos “fuguistas” a la mira oteando el panorama como leones. Aparecido algún peligro en lontananza, sonaban los timbres de alerta:

- Agua. Agua. Que viene Saborido.

Saborido era uno de los cabos de vara. Andaba siempre como medio despistado por todas las dependencias, repasaba una y otra vez las plantas, se presentaba en las crujías de improviso, con su roten de palo santo. Hacía como que no se enteraba pero se percataba de todo. Como había sido sargento de Milicias durante la segunda república, estaba acostumbrado a lidiar con la tropa. Era un tipo cari hondo, de andares rápidos y algo espetado, una señal psicológica de sentirse a gusto dentro del uniforme. No como otros que caminaban estevados, los brazos péndulos, y hundida la barbilla, fijos los ojos en el suelo, señas evidentes de inadaptación al medio o de falta de entereza. Con los andares y modo de moverse se puede catalogar un comportamiento.

La tierra removida era arrojada a las conducciones de la atarjea o sumida por el lavabo. No había que dejar “cuerpo del delito “ni atraer las sospechas de los centinelas. El túnel lo habían perforado a la sombra del gran ciprés, justo detrás de los gallineros. Durante los paseos, cada cooperante debía de meterse un puñado por entre la camisa. El uniforme de los internos suele venir sin botones y sin bolsillos. Día a día, paseo va y paseo viene - la gatera tardó en estar lista más de un lustro de trabajos mineros interrumpidos - se consiguió dar cima a la obra. Es así como laboran las hormigas para quienes no cuenta el tiempo. Sólo el número es lo que priva. De forma análoga fueron erigidas las pirámides egipcias y las catedrales medievales.

Era horadado el suelo con un almocafre requisado y los terrones porteados en el interior de calcetines o de pañuelos anudados. En la zapa se utilizaron leznas, destornilladores y cuchillos de cocina. A cinco años corridos de iniciada la mina, paralelo a los desagües se había perforado una oquedad de cincuenta metros de largo por uno de diámetro.

Por el mes de mayo, don Froilán pedía voluntarios para construir una gruta con piedra en honor de la Virgen María. El mes de María solía tener visos de rumbo en el penal. Aunque, perdida la fe en Dios y en la justicia de los hombres, muchos no se perdían las flores, que les recordaba alegres tiempos de la infancia, emociones maternales, y sensaciones primeras de la naturaleza en plena eclosión. Estaba ya la primavera valenciana luciendo sus mejores galas y fastos. Allí nos encontramos a Carrión, un bandolero palentino, asesino confeso, que se había cargado a tres hombres en una riña, porque era un auténtico Sansón de extraordinarias fuerzas, cantando como un niño el “Venid y vamos todos “. Algo tiene la Virgen para que, con tan sólo mencionar su nombre, muchos caigan de hinojos, o afloren las lágrimas en las mejillas de hombres rudos y curtidos. No es un mito. No es algo que los católicos españoles tengamos únicamente en nuestra cabeza. A este desventurado país, verdadero jardín de María, le salva su devoción a la Inmaculada.

Al oficio del mes de María no faltaba nunca Martín. Hacía las veces de acólito, tarea compartida con Casiano Ortiz. Ambos lucían en la ceremonia un sobrepelliz almidonado con vuelos y mangas ridículas, que les quedaba pesqueras. Delante de roquete, en la procesión del día treinta y uno, con la cruz alzada marchaba Orencio Pérez moviendo el incensario. A Iñigo Bustamante le gustaba encargarse de las tareas de sacristán. Todos los años construía un monumento que daba la hora. El montañés era un manitas. También tenía un arte especial para colocar en buena disposición los claveles reventones, los ramilletes de azucenas, caltas de una blancura especial, nardos y rosas, muchas rosas. Todo el recinto se llenaba de la fragancia del azahar. No era lo mismo decirlo que verlo. El monaguillo Casiano, como no tenía manos, juntaba los muñones y ofrendaba así a la Señora, que comprende los dolores y los pecados de los hombres, el recitado de su oración especial. Cerca del altar, revestido de acólito, parece que volvía a él a los pies de la Virgen, la dignidad perdida. Se transformaba en otro hombre.

                                                                         

                                                          X


 

Otro mes que encuentra una significación particular dentro de los muros de un presidio es  noviembre. El recuerdo de los muertos agitaba muchas conciencias y se ofrecían sufragios, no sólo por los parientes fallecidos, sino también por las víctimas de los encarcelados. Muchos tenían pesadilla. Decían haber visto en sueños a la esposa que arrebataron la vida por celos, o el dueño de la finca al que asesinaron para entrar a robar. El ciclo de difuntos era un tiempo de melancolía. La inquietud y el desasosiego roían por dentro y en el resquemor  algunos llegaban al borde de la desesperación, pero eran los menos. Por lo general, un asesino contempla a los muertos de mano airada hasta con ternura. Los rostros y la voz de sus víctimas bajarán con ellos al sepulcro. Se convierten en un amigo que llama desde el más allá. A ratos, a gritos. A ratos, estas voces lejanas se transforman en susurros para las conciencias poco en paz. Sin embargo, la nostalgia estaba ya casi desvanecida por navidades, cuando con motivo de la nochebuena se preparaban rifas, bailes y Baco vuelve por sus fueros. El alcohol se convierte en amigo y confidente. Muchos bebían para olvidar. La bebida es una modalidad de lento suicidio. Aunque prohibido, el licor solía entrar camuflado por los registros del rastrillo. Las cogorzas que se cogían por estas fechas eran olímpicas lo mismo que los enfrentamientos personales. Esta alegría  postiza no era del todo injustificada. Durante la Pascua del Natalicio o en Semana Santa por lo común solía caer algún indulto. Las amnistías, aunque raras, no faltaban en determinadas ocasiones: jubileos, años santos, la boda del Rey, etc. Todo pasa. El bien y el mal.   El ser humano es un animal de costumbres. La verdad absoluta es que no hay verdad absoluta, que, de tejas abajo, todo se relativiza. Tendemos a la verdad y a la belleza, pero pronto nos encontramos atrapados en la tela de araña que nosotros mismos nos hemos fabricado por el pecado original, y hemos de convivir con la fealdad, el marido alcohólico, la mujer ruin, el vecino de al lado al que no soporto y esta ciudad enigmática, fría, alegremente falsa, que siempre tuvo una población flotante de porteras y de lacayos, con la que tengo que verme las caras todos los días. Han echado el pestillo a Caramanchel, pero Madrid sigue siendo más cárcel que nunca. Una jaula de oro, pero jaula al fin y al cabo. Émula  de la podredumbre de Nueva York, la cual, aunque ni el arquitecto Moneo ni el psiquiatra Rojas Marcos estén de acuerdo conmigo, sigue siendo el “gulag” del mundo, un campo de concentración de mucho lujo en cuyo espejo degradante se miran las demás aspirantes a Babilonia del planeta. La “gran manzana” es una megapolis de gran cabida para paletos. El papanatismo sigue siendo su gran coartada. Cualquier día de estos el Empire State puede venirse abajo y la gran torre de la Pan Am estallar. Cuando llegue ese fracaso, todo el tinglado de la antigua farsa puede estallarse. Pero, mientras tanto:

- Davai. Davai. 

 

 

 

                                                       XI

 

Transcurrido el invierno, casi con la primera flor de almendro, las espalderas de los geranios aparecían en todo su esplendor. Eran  formateados los alcorques emparrillados de verjas epicíclicas, se hacía la poda de cerezos y un mundo, como aletargado y dormido, durante el periodo hiemal, salía de su sopor. A finales de abril era la época de los traslados. Iban y venían nuevas conducciones. Estas se llevaban a cabo sin previo aviso. La población convicta formaba abajo en el saladero (patio), donde les esperaban algunos números de la Guardia Rural, de aspecto entre adusto y resignado, encargados de organizar los convoyes. Aparecía el director impecablemente vestido en uniforme de gala color gris plomo (chaqueta de dos filas de botones plateados, con solapa de vueltas de seda, hombreras doradas con cordones trenzados, gorra de plato con el vuelo forrado también de seda, la visera con barboquejo mostrando, en el frontis, bordado en oro el emblema del Cuerpo de Prisiones, una espada en posición vertical con punta hacia abajo orlada con hojas de palma y de roble, todo un homenaje a la Justicia ejecutiva) los bolsos de la guerrera de fuelle, con bocamangas y hombreras dobles, zapatos de charol y guantes de piel color de avellana, y leía la lista de los que habían de evacuar. No se especificaban a donde Lo sabrían en su llegada, o bien de por el camino.  Se les llamaba por su nombre y apellidos:

 - Longinos Murrias Castropol.


- Aquí.

- Con todo.

- Sí, señor.

- Y a la puerta principal.

 El alcaide solía agradecerles por su presencia, les exhortaba a la conformidad y se despedía con un lacónico:

- Que haya suerte.

Los rostros de los encartados algunos mostraban desagrado o despreocupación. Otros, curiosidad. La mayor parte, la más augusta indiferencia. Santoña era temido por su humedad. Chinchilla, por sus inviernos infernales y sus veranos tórridos y el penal de Santa María traía a la imaginación de los pobres presos nociones de muerte, porque allí serían muchos confiados a la mano del verdugo. El penal de Santa María sonaba a garrote vil. A Cuellar iban los enfermos de pecho y los locos acababan en Chinchón o en Alcalá de Henares. Temible era el Hacho, pero un sitio oreado, el más sano de todos, con vistas al Revellón de la antigua fortaleza. Otros nombres que causaban angustia eran los de San Agustín y san Antón. Antes de cárceles fueron conventos. El  de Mahón se pronunciaba con voz  velada y empavorecida. Pero eran prisiones militares donde la triste tropa iba a dar con sus huesos. Los más veteranos, con larga experiencia en el trullo, al haberlos recorrido todos, se tomaban la licencia de dejar caer consejos y admoniciones a los que estaban a punto de partir. Eran las suyas avisadas advertencias del escarmiento.

- En Santa María, tengo yo un hermanito. Dale recuerdos.

- Vale.

- Ojo, en Chinchilla con un rijoso mal encarado. Tiene mala sangre. Estuvo con la partida del “Pernales”. No tengas ninguna familiaridad con ese gachó.

El funcionario iba repartiendo una bolsa con bocadillos y refrescos a los itinerantes. Previamente, los citaba por sus nombres.

- Alfonso Castrillón.

- Presente.

- Generoso Mañas.

- A la orden.

El celador decía entonces que debía ir a recoger sus pertenencias. Todo lo que puede poseer un encadenado en este mundo cabe en un petate.

- Con todo.

En ese “con todo” (el petate o el morral peregrino) se cifraba toda la fortuna personal de aquellos que yacen en prisión.

Se suponía que cada corrigendo debería cargar con sus escasas pertenencias: viejas maletas de cartón anudadas con atillos, maquinas de afeitar, algún libro o devocionario, los retratos de los seres queridos, pero había algunos que tenían la manía acaparadora, definida por los psiquiatras como el inicio de la demencia senil y otros trastornos del alma, y metían en la escarcela cuerdas, clavos, espejos rotos, una par de mudas. Así y todo, lo acaparado, aunque había entre los incluidos en el convoy un hombre ya provecto que arramblaba con un colchón de borra, que había conocido los camastros de todos los centros de internamiento de la península (San Agustín de Sevilla, el penal de Santa María y el Hacho ceutí donde su propietario pernoctó casi dos lustros en trabajos por forzados) y salía con todo en todas las conducciones que hubo padecido.

- Hombre, Aquilino, ¿por qué viajas con el colchón a cuestas? Con esa traza pareces San Cristobalón.

Y Aquilino, otro gallego, que había sido cuatrero y contrabandista de Lugo, contestaba con mucha circunspección y en un inglés de Oxford, a los apostrofes entrometidos:

- Mind your own business, will you?. If I sit on prison, that´s not matter of your concern, mate, do you hear me? After all, we travel in the same boat. (Algo así como: no te metas donde no te llaman  o, no tires cantos contra el tejado de tu vecino, si el tuyo es de cristal).

- ¿Qué nos ha dicho?

- Pues que te vayas con viento fresco a la farola.


Aquilino Carballeda Heaney tenía todo el aplomo y la facha de un lord británico. Hablaba seis idiomas y era lo que se dice un señor. Sangre irlandesa corría por sus venas.  Pero tuvo un percance con un compinche en una fiesta salvaje que llaman “A rapa das bestas”. Corrió el orujo y el ribeiro. Su víctima le debía unos dineros y no había saldado la deuda. Los potros ya habían sido enchiquerados en sus correspondientes tenadas. La ceremonia había quedado vistosa y hasta emocionante hasta que a los chalanes les dio por beber más de lo que corresponde. El sembrador de toda cizaña, como ya va dicho en esta relación de galeotos, suele acurrucarse entre los cristales de una botella de licor. Por eso lo llaman el Diablo Rojo. Encarnada es la sangre lo mismo que el mosto.

 Aquilino era uno de los équites que con una pericia atávica, porque se trata de un encuadramiento de la yeguada que se hacía ya en tiempo de los celtas, en este trajín por demás violento y peligroso, más casi que una doma, se tiró para delante.  Que sí, que no. Que tú, que yo. Que me dijiste. Que me prometiste. A que no tienes redaños. Eu carallo. E tou maix, ome do demo. Echa. Tira. Para. Alto ahí. Toma. Daca. El agujero del que saliste estaba podrido. Por eso tienes tan malas entrañas. La zalagarda, que comenzó con las palabras melosas de saudade y acentos a orillas del Sil y del Eo, cambió al tono aguerrido del hablar cerca del Tajo y del Ebro. Las voces suben de tono y hay un crescendo de los timbres. El pecho se abomba. La mirada se encampana. Se transforman en gritos para dar paso al alarido y al golpe seco como cuando un toro embiste contra el burladero. El tema podía ser zanjado con unos cuantos sopapos, pero aquí no. Aquí hay que echar mano de la escopeta o la navaja. Luego la malquerencia durará para siempre. Irá a parar al archivo imborrable del odio secular. La enemiga no conoce remisión entre las familias enfrentadas.

 Estas historias se saben como empieza, pero cómo termina es asunto mucho más aleatorio de determinar. Dan principio las hostilidades  por una palabra descomedida o por una inconveniencia pronunciada sin demasiada mala fe. Por una mirada que roza el insulto. Siguen con la mención de la madre e injurias a los ancestros. A mí esos no me los retruquen para nada. La majeza, el orgullo hace el resto. El encuentro amistoso acaba en tragedia. Se produce al cabo  el consabido homicidio en una fiesta. Las carcajadas y apuestas se vuelven lágrimas. De estas reuniones trágicas lleva la culpa en parte Baco. Un mal beber. Un mal rollo. Pero hay que remontarse más lejos en estas indagaciones de los motivos de un homicidio rural. Es un atavismo telúrico. Esa mala sombra de Caín que rige nuestras vidas. No importa quién mande, cualquier que sea el régimen político, dictadura, democracia, anarquía o autonomía, este país está enfermo.

 Los males se ahíncan en las profundidades de un subconsciente semi religioso, cuasi místico, que vuelve a los españoles unos inadaptados para la convivencia. Mucha de la culpa la tienen la hipocresía y el jesuitismo. No somos un pueblo orgulloso y envidioso, como se ha dicho. Participamos de la soberbia que acarreó la ira divina, según lo relata el Génesis, en forma de doblez moral. No fue la lujuria ni la gula lo que expulsó a Adán y Eva del Paraíso fue la soberbia. Seremos como dioses. ¿Tú, qué te has creído? ¡Estás tú bueno! ¡A mí con esas! ¡No sabe con quién está usted hablando, oiga, pero vamos!  Esta ojeriza secular, y casi endemoniada, se compatibiliza con la adulación lamerona más  detestable, con el vivan las cadenas. Arriba mi dueño. ¿Dónde está vuestra ética? Nosotros no tenemos ética. Somo chaqueteros. Vamos a las procesiones y a las novenas y despellejamos al prójimo. Hay que pagar el tributo de las cien doncellas. A rey muerto, rey puesto. El lema es la hipocresía, esas dos caras, que responden a una insatisfacción interior, un no saber aceptarnos a nosotros mismos, lo que expulsará a los españoles de este Edén, país privilegiado por la mano de Dios que es la maravillosa tierra en la que han nacido. No se la merecen.

Luego, los guardias civiles organizaban la recua. Aquellos pobres presidiarios el pañuelo a la cabeza, y el hatillo con sus escasas pertenencias al hombre, flanqueados por los agentes del orden, se ponían en marcha. Era un viaje a lo desconocido. Tras la rueda de identificación, la cuerda de presos. Con frecuencia, se registraban escenas conmovedoras, porque dicen que del roce, aunque sea el de una cárcel,  nace el cariño. Para allá marchaban compañeros de infortunio a los cuales ya no se volvería nunca a ver. Un cabo de la Benemérita volvía a hacer recuento y, cuando ya estaba el cupo completo, las puertas del penal se abrían para dejar paso a la fila de los conducidos. Por los caminos de España aquellas figuras tétricas de forzados se convertían en una procesión de espectros. Estantigua de cadáveres ambulantes en viaje a ninguna parte.  Muchos cambiaban de penal para mejorar poco de fortuna. En el nuevo destino les aguardaba el collarín de hierro del esbirro o la guadaña de la muerte natural.

El cabo de la Benemérita saludaba militarmente al alcaide.


- A las órdenes de Usía. Pido la venia para proceder al viaje.

- Orden concedida - farfullaba el alcaide, en tono formulario y de trámite.

- En pie. Con todo. Guarden la línea. De frente. Queda prohibido detenerse o mirar para los lados. Si alguien no puede seguir que me lo diga- concluía el comandante de la conducción.

Un enfermero acostumbraba con un botiquín de primeros auxilios a formar parte del convoy, pero en la mayor parte de los penitenciados  tales socorros no servían d sino para firmar el acta de defunción. No pocos de la cuerda fallecían a causa del vómito, las fiebres, la insolación los relentes y el barro de los malos caminos.

 Todos estos ritos formaban parte de una liturgia especial. Los traslados con frecuencia resultaban dramáticos. Con la libertad casi a un paso, a alguno le daba la tentación de saltar, y moría acribillado por los disparos de sus custodios, o perecía durante el viaje víctima de las fiebres, del cansancio, el frío, o las enfermedades. Un traslado tenía connotaciones de fiesta fúnebre dentro de la mentalidad y el régimen de los penitenciados, porque marchar es morir un poco aunque siempre revistiera carácter de gran novedad, como novedosos eran los domingos y fiestas de guardar.

                                                             

 

                                                             XII

El presidio en peso solía asistir por el verano a las misas cantadas en la explanada o en el recinto de la iglesia, donde se estaba calentito, durante el invierno. A algunos les encalabrinaban los cantos. A otros el aroma del incienso o los gestos de las rúbricas de solemnidad. Antes de la ceremonia se procedía al rutinario recuento. Los presos se encaminaban de tres en fondo en estricta formación castrense.

- Firmessss. Derivación derechaaaa.  Arrrr.

 Entraban en la iglesia cantando el himno de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los cautivos. Si no os volvéis como niños, no entrareis en el reino. Estar preso significa en algunos casos regresar al estado de semi inconsciencia y expectación de la infancia. El capellán de prisiones no era lo que se dice un dechado de mansedumbre. Por esa boca de clérigo vomitaba azufre y excomuniones. Le privaba hablar del fuego eterno, la cárcel de donde se sale nunca jamás. En sus homilías daba rienda a su frustración demoníaca y a la capacidad para la invectiva. Gritaba como un poseído. Mas lejos de ablandar los corazones de su parroquia “ pecadora “, estos no se sentían ni conminados ni amedrentados por las fumarolas de la puerta del infierno, ni de las torturas del purgatorio. Adormecidos por el calorcillo de la estufa y el vaho humano. Otros se miraban unos a otros con ojos burlones como diciendo: “¡conque esas tenemos! Este cura ¡debe de haberse desayunado un tigre!”.¡Y para siempre jamás, hermanos! En el gigantesco reloj de arena de la cárcel  de la eternidad cabe toda la arena de las playas del universo. Cuando ésta haya pasado por le cedazo, se da vuelta a la tolva y otra vez a empezar. Las parábolas que se gastaba Don Froilán en sus homilías no les cabían a muchos internos en la cabeza.

 Su mensaje evangélico no podía llegar a la audiencia ataviado de esas crueldades. Sin embargo, flotaba sobre la iglesia un aire de misterio. Cristo estaba allí y se dejaba entender mucho mejor a través de los cantos del coro. Los presos escuchaban al páter como quien oye llover. Una mañana un irlandés, faceto y muy chulo él, soltó a bocajarro:

- I am only here for the beer, mister (yo estoy aquí por la cerveza tan sólo reverendo)

Menos mal que, como hablaba en inglés no se le entendía lo que decía, pero un celador, el que había sido sargento de milicias vino hacia el osado y lo echó a patadas del templo.

- Oye, Patrick, como sigas diciendo gansadas e inconveniencias mientras rezamos, te voy a echar cinco meses en prevención. En la casa e Dios hay que estar callados como en misa ¿Es que no eres católico, pedazo de tuero?

- Sí, don Camilo, pero no de esta cofradía.


Patrick, un tipo celta, pecoso, con el pelo rojizo, y ojos muy azules y burlones, escuchó los rapapolvos como quien oye llover. Ya va siendo hora de que los curas dejen de mirarse el ombligo y piensen un poco más en su grey. Se explican con la prepotencia insolente de funcionarios. Pontifican y anatematizan. Hablan mucho y luego hacen cuanto les viene en gana. Sinceramente, no creen en lo que predican. Algo vale que la fe de los que sufren trasciende las prerrogativas y privilegios de unos cuantos cretinos absurdos y encaramados en su prebenda. Sin embargo, la capilla era un lugar agradable. No resulta extraño que el irlandés echase de menos la “guinness” y los pubs de su verde Erín. Se trataba de uno de los sitios del edificio claustral ajenos al mal fario o que no estaban gafados. Allí no solían ocurrir peleas. Uno estaba seguro y, además, se estaba tan ricamente y calentito oliendo a incienso o escuchando cantar a un grupo de vascos, miembros del coro. Uno había estudiado solfeo con el tenor Gayarre. Se llamaba Lecumberri y era político. Encuadrado en las filas del carlismo, había estado con la facción.  Porque pertenecía a ese cupo de gente noble que nunca cambia de ideas. Odiaba a los constitucionales y  peseteros y “guiris”. Era un chapelgorri de cuerpo entero, que defendía, la Tradición  y el Rey Absoluto. En su castellano balbuciente cuando le imputaban su terquedad: “Hombre, Lecumberri, mira qué hacerte mala sangre por un Borbón”, él contestaba tajante:

- La que yo decía, pues, ¡Viva Carlos séptimo, rey y señor! Quier que no ame fueros, de Euskalerría no podrá ser.

Su voz era un ijujú, una aguerrida contraseña telúrica plena de concordancias vizcaínas. Un redoble de tambor. Carlistas, cantonales, rojos y fachas perdidos, alevosos etarras, idealistas, españoles trasnochados, gente buena y noble, lo mejor de las Españas ¿por qué será que siempre acabareis en el trullo?

- Eso es una burrada. Aquí lo único que cuenta es ser libres, Lecumberri.

- Libertad del mal no deseo yo. Quiero libertad para el bien. Para ser todos buenos y felices - contestaba tajante.

Pertenecía al último de una saga. Pero en las cárceles hispanas nunca han faltado presos de conciencia. Primero, los judíos y herejes. Luego, los carlistas. Después, los anarquistas de la “Mano Negra “. Para acabar en los etarras y los GRAPO. Esto no tiene arreglo.

 No hablaba  más que vascuence. Lo encerraron por haber dado muerte al gobernador de ideas isabelinas de una provincia del Norte. Tenía la pinta de bruto, pero cuando se ponía a cantar se transformaba en ángel órfico. Tan popular llegó a ser que entre los reclusos se decía:

- Vamos a escuchar a Lecumberri, el gran maestro de capilla.

En lugar de decir: “vamos a misa y a ver cómo se explicotea don Froilán, qué gargajos infernales nos lanza, qué amenazas esgrime contra nosotros”.

 Su intuición les persuadía en su convencimiento, de forma innata, y acaso por uno de esos soplos inefables que responden a la acción del Espíritu Santo, que Cristo no puede tener el rostro con que lo pintan los jesuitas. Lecumberri, aquel gañán vasco navarro, era un heraldo del mensaje. Dios es músico. El convertirá el Cielo en un perpetuo sonido del arpa, una interminable polifonía, un inmenso orfeón. En cambio, el infierno es la privación de todo lo que es armónico. Los diablos no pueden cantar. Después de la rebelión de Luzbel, Miguel les quitó de la mano las cítaras.  Los que antes tenían la voz del querubín y del serafín quedaron reducidos a pululantes hoci poci  de guitarras estridentes, juglares  indomésticos. Dejaron de tener oído y les crecieron las orejas como a Mike Jagger, ese morritos berreador. Satanás, que lo sabía, no por demonio sino por viejo, se metió en el concilio de padres de la Iglesia e hizo firmar a los obispos la abolición del canto gregoriano, la supresión de los motetes. Ítem más, inducidos por el Malo suprimieron la oración a San Miguel y el último Evangelio de Juan, la página más excelsa salida de la pluma y la inspiración humanas.

- ¡Que bien canta ese Lecumberri! ¡Tiene una voz maravillosa de tenor! Podrá ser más burro que un arado, y su madre lo parió trabucaire, pero sus filados me emocionan. Me entra morriña y echo de menos  de mi siringa - decía Galo Viqueira, un orensano de ojos soñadores.

 Su caso era muy frecuente y vulgar en los tendidos del albero enrejado de San Miguel. Mató a la mujer porque la encontró con otro. Galo Viqueira era afilador.  Mala suerte. No cesaba de repetir en los días de su cadena:

- ¡Si no lo hubiese sabido! ¡Si las cosas hubieran ocurrido sin que yo me enterase...!

Pero la cosa ya no tenía remedio.


Esta apelación a la santa ignorancia, porque el saber nos vuelve infelices, era la misma, cambiando el entendimiento por el órgano de la vista, angustia que aquejaba al hombre que violó a su propia hija. Si no la hubiese visto... Si no la hubiese visto. Lamentaciones a posteriori que no van a ninguna parte. El orensano, que echaba de menos su siringa - tocando aquel humilde instrumento había recorrido la mayor parte de las ciudades de España - también terminó de mala manera. Se saltó la tapa de los sesos con un punzón. Quería marcharse a las regiones maravillosas evocadas por el canto de Lecumberri. Trató de encaramarse a las nubes asido a las notas de un Kirie de la misa de Ángeles. Vivir lejos de la belleza era una idea que el gallego se sentía incapaz de soportar. Y todo por una mala mujer. A cuantos de los inquilinos de aquel penal les ocurría la misma tragedia. Lecumberri había sido un tenor de fama y Galo un afilador de los buenos. Les sacaba punta a los cuchillos botos y movía con suma pericia dándole la aceleración requerida con el pedal a su rueda de amolar, mientras su arpa de David mantenía en atención y contraseña a las barriadas. La melodía de su siringa sacaba a las mujeres de los balcones.

- Afilador, ¿adonde vas?

- Eu - murmuraba el humilde menestral quedamente - O mundo es grande. Ainda mais carallu. Rico non me fago. Por minha nai

 

                                                            

                                                          XIII

 

El conato de fuga fue desbaratado in medias res. El alcaide, que sabía más de lo que aparentaba.

- El capellán no predica. Predica y escupe. Sus alaridos se clavan en las bóvedas de luneto. No se puede amenazar de esa manera a la pobre gente. Si después de pasarnos media vida a la sombra, nos cae otra perpetua en la eternidad, no sería justo. Ese sacerdote, que dice hablar en nombre de Dios, tiene que mentir como un bellaco.

- Y por toda la barba. Es un hierofante. Un impostor.

- Pero Lecumberri canta como un ángel.  Ese tchapelagorri tiene ese don, aunque sea un fanático de la monarquía absoluta, deteste la Constitución y llame peseteros y guiris isabelinos a los que no comulguen con la Santa Tradición. La cosa tiene tres pares de perendengues. Que haya muerto tanta gente en este país por quimeras. Por un Borbón. Por un pontífice que se sienta tan ricamente entre sedas, quirotecas de filadiz, púrpuras y obras de arte.  Bien les ha ido un negocio que empezó en un muladar donde nació un niño pobre, hijo de vagabundos, para que una serie de creencia hayan generado tanto fasto y riqueza. ¡Viva la Constitución! - exclamaba Sabas Platero, recalcitrante en sus ideas republicanas y progresistas.

- Precisamente, por eso mismo.  Y al revés te lo digo para lo entiendas. Algo tiene que tener un sistema cuando el edificio, a pesar de tanto escándalo, se sostenga a lo largo del tiempo. Es que los fundamentos, firmes, resisten.  Los colocó una mano divina. No se deben a la arbitrariedad humana. La Madre de Dios es también la Madre de la Iglesia y vela por ella - replicaba Menoyo con sagacidad y discreción.

Sus palabras ahora ya estaban exentas del fanatismo de sus años mozos. Creía en la Virgen María, baluarte de su fe, pero para el conscripto número 743 del penal de San Miguel de los Reyes la noción de la Señora había dejado de tener esas connotaciones de diosa pagana, atalajada de joyas con que la representan en efigie, más por exceso de cariño que a causa de una avisa intención, algunos creyentes,  y la pasean en carroza sus cofrades en las fiestas patronales. No era una nueva Mita sino una sencilla hebrea elegida para la misión de convertirse en la omnipotencia suplicante y de acueducto que afuera el agua de las gracias y de las oraciones, un puente entre el cielo y la tierra.

Ahora el Aceñero no sería capaz de matar ni de cortarle la lengua al agnóstico Platero por profesar creencias diferentes, como había hecho con su primo. María, madre de Un Condenado a Muerte, sentía una especial predilección por los presos. Era una mujer real que sufrió mucho en su paso por la tierra. Era la doncella del canto supremo del Magníficat. ¡Ella supo tanto de cárceles, cóleras, ingratitudes, destierros!

 A Martín Santoyo su vida encadenada lo había transformado. Había dejado de ser fanático.

- A mí me ha dicho una tía monja - dijo uno que había nacido en la provincia de Segovia - que nosotros tendremos prelación en el reparto.

- Que quiere decir eso de prelación.

- Pues ni más ni menos que lo que oyes. Que los últimos serán los primeros.


Ciertamente, que se criticaba al padre Froilán, un cura de misa y olla, hombre de pocas luces y de posaderas vastas. Aunque no era malo, se arrogaba unos derechos que no le correspondían. La fuerza motriz de la Iglesia no tiene su epicentro en los palacios vaticanos. Tiene que ver bastante poco con el dogma de los prelados. Encuentra su punto de apoyo en el dolor y el amor de los que sufren. La Iglesia es eterna porque la portan a cuestas los crucificados de todas las latitudes y todos los tiempos. Sin embargo, a los pobres, a los que no nos ensartan en los cuatro ases de los cuatro palos de la baraja, porque nunca cuentan con nosotros para nada, aunque todos nos lo han quitado, hasta la esperanza, pero jamás la fe en Nuestro Señor, nos toca achantar la muy. Todos nuestros movimientos se gobiernan por el sonido del cornetín de órdenes que distribuye los horarios del día: fajina, retreta, diana. Poned la tele. Es la hora del telediario. Hay que ahuecar el ala. Tomar el autobús. Viajar hasta la oficina y encontrarse con los otros presidiarios de la vida civil. Hay que bailarle el agua al jefe. De él depende nuestro empleo. Que se nos rebaje la condena y luego volver a casa cansados. La radio repite siempre las mismas consignas letárgicas. Se acabó el amor. Podemos entrar y salir, pero vivimos amarrados en blanca. En la cárcel huele mal. Los cagaderos están demasiado cerca. En el metro le canta el ala a esa jarifa tan despampanante. Detrás, sin dejarla a sol ni a sombra, un hombrecillo insignificante parece que se recrea arrimando su pierna a las nalgas de la moza con olor de sobacos. Empieza el toqueteo del transporte. También huele que apesta en los vagones de la Línea Uno. Van los trenes atestados. Bajo las luces de neón que sacan un brillo frío al pavimento de los andenes los trenes asemejan a expediciones celulares. Presumen de libertad, pero ellos  también mueren encadenados. El final de su cadena será el umbral de un nicho en la Almudena o una urna con sus cenizas que aventarán en honor de Tanatos. No llevan el traje presidiario, pardo con vivos amarillos, pero tienen los pies sujetos al brete de un reglamento inexorable. La libertad no es más que un saldo. Nunca podrán alejarse demasiado de la cárcel que llevan dentro, del hospital inmundo de sus células que se gastan, o del manicomio que necesitan para dar rienda suelta a sus desvaríos. Habitamos todos en un espejismo. En realidad no somos más que una caravana de beduinos que cruza el desierto, una conducción de presos mínimos. Grita el capataz con voz rajada:

- Con todo.

Y tenemos que liar los petates. En pie. Con todo. La muerte y la vida al hombro, hay que ponerse en marcha. Afuera el relente de la noche aguarda. Se transforma en un viento de pesadilla, que se lleva los tricornios de la pareja, pero las cadenas a las que al nacer se nos liga nadie las arrastra por nosotros. La naturaleza enigmática y ensimismada en su trajín perenne muestra una cruel indiferencia hacia nuestros estados de ánimo. El viento de la desilusión hace chocar su cabezota contra los hierros arrancando las notas de un canto funeral. Es demasiado consistente la argolla. No se funde el hierro tan fácilmente. No se ganó Zamora en una hora. Por eso, la llaman la “bien cercada “. En ese instante de abandono, cuando avanzamos los brazos péndulos por caminos desconocidos marchando hacia un objetivo donde nadie nos aguarda, no cabe otro asidero que el de la fe.

- Davai. Davaite. Davai.

Los jefes de escuadra de las brigadas de sección gritan como posesos. 

 

                                                             XIV

 

In medias res los cabos de vara desarticularon la fuga.


 El alcaide, que no se chupaba el dedo, estaba en autos de lo que se tramaba. Alguien había ido con el chivatazo. La cárcel es un lugar inhóspito por tres razones: la hedentina, la incomodidad de la vida hacinada, y los soplones. El mal olor y los trabajos de la alimentación y el vestido precario, la vida a toque de campana y que otros decidan por ti se convierten en rutina. A lo que no se acostumbra uno es al ambiente de delación y de sospecha. Es una sentencia suplementaria que te endosan sobre los cerrojos. Muchos de los internos cometían faltas para que les metiesen en celdas de aislamiento para no tenérselas que ver todos los días con el hampa carcelaria. Santoyo, aunque no se adhirió a la causa de los caballistas, participó en todos los trabajos de desescombro sigiloso y acarreo del balasto en esteras, serones y todo lo que encontraron a mano. Incluso diseñó el esquema de huida, sin participar en ella. Cuando un sábado de madrugada poco antes de las Fallas de San José empezaron a colarse hombres por la gatera, ya estaban los cabos de vara aguardando a la otra orilla de la cueva. Daban acolada a los prófugos con sus trallas. Con las primeras claras del día, la luz primero gris y luego rosada, ya estaban apostados centinelas en el sitio preciso. Llovían bastonazos por todas partes. En los brazos, en las piernas, en el rostro, en la cabeza. De la cárcel no se deserta. Ella puede cansarse de ti. Tú nunca de ella. Entre la chusma cundió la consternación; enseguida, el espanto. Los volantes iban de un lado a otro del patio, repartiendo leña sin miramiento de donde daban. Los cabos de vara cruzaban por entre los presos con sus perros atraillados, unos mastines con carlanca que con sus fauces disuadían de cualquier intento de revancha, mientras gritaban:

- Quieto todo el mundo. ¿Cuándo escarmentareis de una vez, morralla? De San Miguel nadie se escapa si no es con los pies para adelante y en una caja.

El comandante seleccionó  de día seleccionó a un grupo al azar (al que le toca, le toca) y ordenó a los listeros que procedieran a un recuento. No faltaba nadie. Al cabo de un rato, apareció el alcaide que a su vez ordenó mantener a la gente formada en el patio. Todos, en posición de firmes. Así los tuvo tres horas. La medida punitiva se prolongó hasta oscurecido. Los ayudantes, los listeros, los capataces, cuando al señor director le dio por levantar el castigo, condujeron a cada una de las brigadas - cada brigada estaba integrada por un total de cien reclusos - hasta sus pabellones. Era un triste espectáculo. Como la vuelta de un rebaño al aprisco. Una punta de aquel ganado humano fue conducida, atados los pies y las manos de una cadena, hacia las ergástulas.

 Entre ellos iba Martín Santoyo, el gesto altivo, la mirada serena y mansa. Recordaba en parte por su hieratismo el rostro de Cristo atado a la columna. Su serenidad contrastaba con la de otros cabecillas desesperados por el fracaso de su tentativa. Habían sido más de cinco años de trabajos para horadar una galería. A su lado Sabas Platero lloraba y gritaba como un niño al final de una paliza. Los cabos habían corrido la baqueta a modo sobre las espaldas y posaderas de los supuestos conductores del complot de fuga. Los habían zurrado a su gusto con un inusitado sadismo. Ay de los vencidos. La ley de la cárcel también rechaza a los perdedores.

- Esta noche no se cena. Buenas noches - dijo el alcaide.

Pero, antes hizo señas a un ayudante para que instruyese a los rancheros de que volcasen los gabetones con el pre humeante sobre los morrillos del patio. Un voceador llamó a unos cuantos para que, armados de escobas, cubos y bayetas, y retirasen el rancho. Se trataba de una humillación más. Sólo cuando los restos de comida fueron barridos en condiciones, pudieron irse todos a dormir. Pagaban justos por pecadores.

Se enrareció harto el ambiente al cabo de aquellas medidas de represalia

Menoyo, por vez enésima, fue metido a la prevención. Le cayeron seis meses en blanca. Al resto de los cabecillas, cuatro.

- Tú planeaste el golpe, pero tú no te fugas ¿Por qué?

- Va contra mis principios.

- El encubridor del delito tiene tanta culpa como el delincuente.

- Sea.

El aislamiento en el pabellón de castigo puso en pie de guerra a todas las galerías. Sabas Platero organizó un plante de solidaridad con el Aceñero. Se produjo un motín que arrojó un balance de treinta muertos. Tuvo que intervenir el Ejército. Varias baterías del regimiento artillero de Paterna acudieron a sofocar la rebelión. Se desencadenó una crisis entre los mandos y fue sustituido el director.

Con el alcaide nuevo entraron en el penal nuevas ideas liberales. Los presos tuvieron piscinas, campos de fútbol, canchas de baloncesto, un frontón y hasta se tiró una hoja en la cual algunos de los internos hicieron sus primeros pinitos literarios. Entre los ripios y la morralla en aquella revista aparecían poesías de depurada calidad.

La figura de Martín Menoyo, como héroe epónimo de San Miguel de los Reyes, y héroe ejemplar, bastión contra la injusticia y más valiente  que el Cid, se fue difuminando. El eje de marcha del elán narrativo no es un individuo concreto sino la comunidad de forzados. En los cuarteles (de preventivos, homicidas, delincuentes contra la propiedad, políticos, y sádicos sexuales, que conforme a la categoría en que se englobara su crimen así eran distribuidos por las distintos sectores del presidio) y galerías pronto se le fue olvidando.


Otro suceso que vino a conmover la frágil tranquilidad de San Miguel - un presidio es como un mar, que ahora está con las aguas en calma y al momento siguiente sopla la galerna - fue la orden que dieron de arriba de talar un ciprés centenario, so pretexto de que la corpulencia y la frondosidad de aquel árbol habían servido de añagaza para ocultar a los guardianes los trabajos de excavación del túnel de escapada. Era un hermoso ejemplar de conífera. Medía casi setenta metros y su tronco no podía ser bardado por cinco hombres. Debió de haber sido plantado por uno de los primeros cistercienses que habitaron el cenobio de San Miguel de los Reyes. Había escuchado durante siglos las plegarias de los frailes. Sus hojas apuntaban hacia arriba en son de éxtasis. Después de la desamortización de aquel judío y masón que llamaron Mendizábal dio cobijo a una de las cárceles de régimen más severo en la peninsular. Aquel ciprés litúrgico sabía de todo el dolor de los angustiados. Contra su cima cimbreante con el viento de Levante se quebraron los alaridos, las blasfemias, y las preguntas sin respuesta lanzadas desde detrás de las verjas:

- ¿Por qué, Señor? ¿Por qué?

Había sido el emblema tutelar de aquel lugar maldito. Sabía muchas cosas, pero se alzaba mudo e inescrutable en su silencio. En cierto modo velaba por los que se fueron al más allá y también por los vivos muertos, de aquel lugar de ignominia que antes había sido sagrado. Su derribo, arbitrariedad de la tiranía, fue considerado por los internos como un verdadero sacrilegio. Y, como consideraban tan medida arbitraria una ofensa personal, organizaron un plante. Porque un ciprés acompañaba en la condena.  No lo derribó el hacha de un Nerón con ínfulas reformistas. Lo había tumbado el viento del mal. Ese que sopla sobre los muros de la patria brutal, enfurecido. Cuando corre por la llanura, tiene la fuerza de un huracán. Dos angustiados se abrieron las venas con una lima cuando corrió la noticia de que iban a talar al gran ciprés.

                                                                    

 

                                       XV

 

 Si lo acaecido a Orencio Pérez resulta espeluznante, el caso de Casiano Ortiz  se transforma en pavoroso. Por la ferocidad de la que fue víctima. Y de la propia madre que le dio el ser. El autor se muestra despiadado en esta zambullida que realiza a los infiernos de un penal cualquiera y cuenta patéticas historias a barrisco, para dar testimonio del desviacionismo de la conducta humana. Esta patética novela es un repaso a la patología clínica más sórdida. Es una saga de ilusiones rotas, vidas chascadas, a causa de traiciones, adulterios, robos ¿El criminal nace o se hace?  ¿Hay en el alma humana una tara psíquica oculta, desencadenante de las furias que llevan a un ciudadano cualquier a perpetrar asesinato? En el fondo de la charca en la cual nunca se hace pie queda un piélago de barro. Infunde espanto por la regularidad axiomática de las atrocidades. La inclinación a matar es la resultante de un porcentaje. Cada mil, tantos. La cárcel, prueba fehaciente de esa constante imparable, es la nave, la nube y la sombra de la aberración potestativa, el alud que no podrán contener los pedagogos, ni los reformadores filántropos. Manda la estadística inexorable. La barbarie se encastilla en el alcor inexpugnable. La teología, la moral, el constitucionalismo y la filosofía de los Derechos humanos pusieron cerco al castillo. El asedio dura ya muchos siglos y la plaza no se rinde. El maquinismo y los nuevos inventos han mejorado y facilitado hasta cierto punto las condiciones de vida, pero axiológicamente no han representado un salto cualitativo. Antes bien, un retroceso. Paz y piedad son un concepto vacío que pulen el discurso, pero que tan sólo sirven para decorar las tablas de los diccionarios.

Sin embargo, la raza humana se aclimata a todo. Incluso a lo irremediable de sus desdichas, porque en ella el instinto de superación se ha constituido en fuerza operativa.

A Casiano le amputó su madre sendas manos con un destral. Ocurrió el suceso en uno de esos días breves que caen alrededor de santa Lucía. Las tinieblas del solsticio de invierno pueblan el ambiente, pero una luz interior, como de regocijo, luz esperanzada del Adviento, baña de esperanza y de apresuramiento las almas. Pero este es un tiempo neutro, peligroso, porque acendra el poder de los diablos. El “Cosmócrator “(señor del mundo) regresa a la tierra a favor de la oscuridad impenetrable. Son largas las noches. Júpiter se aleja con su benevolencia y Saturno ocupa el puesto. Por esa razón se celebraban en Roma las saturnales. Para alejar al dios oscuro, el de las ideas lóbregas, y el de la crueldad sin ton ni son.

Habían desaparecido unos pelucones, que estaban guardados en un calcetín bajo la cómoda. Madre echó en falta aquella calderilla e hizo las correspondientes averiguaciones. El niño, que entonces carecía de la noción del dinero, los había tomado de su escondrijo para dárselos a un pobre. Inocente, creía que las monedas aliviarían el hambre, la sed y el desvalimiento de aquel afligido. Pero iban sólo a ser la semilla del mal, que sembraría su existencia encadenada de dolores, oprobios, infamia.

- ¿Fuiste tú, Casiano?


La criatura hizo un gesto con el hombro llegándose a su madre de costadillo, y rompió a llorar y murmuró un débil:

- Sí. ¡Yo qué sabía, mamá! 

- Yo no quiero en mi casa un hijo ladrón. Antes muerto. Daca acá.

Destazaba en aquel instante aquella Euménide la pierna de un cordero lechal para la cena de Nochebuena. La mujer, fuera de sí, cogió a su hijo y le hizo colocar las manecitas sobre la toza y con las mismas, zas. Dejó manco al hijo de sus entrañas. Ya no le quería. Casi lo había aborrecido en la misma cuna. Casiano era gordito, un niño reconcentrado y pensativo. Le llamaba “raro” y le acostumbraba a castigar con violencia, metiéndole en el cuarto de las ratas o golpeándole muy severamente tundas inmisericordes con un roten largo de las que se utilizaban en las casas de labor para beldar, castigos desproporcionados al delito cometido, pero esa conducta materna suele ser una especie de losa de desamor que pesa sobre el ámbito de muchas existencias maltratadas. El romancero ya aborda el tema espeluznante en aquella composición de la “Mujer del Comerciante de paños y sedas “. Debió de ser un hecho real ocurrido en una aldea próxima a Burgos. El marido parte a lejanas tierras. La mujer se amanceba con el alférez de una leva que va de paso camino de Flandes. Un niño párvulo parece ser que molesta a estos amores. La despiadada mujer acaba descuartizándolo y metiéndolo en una artesa. Cuando el marido regresa del viaje, el niño le cuenta todo a su padre de aquella relación. El padre disimula lo oído y la madre perpetra aquel increíble asesinato. Luego se lo sirve haciendo pasar aquel guiso por cabrito, pero el marido repara en la ausencia de  su pequeño y se da cuenta de que está comiendo a su propio hijo. Los cielos claman justicia contra aquel atropello, fruto, como tantas veces, de la lujuria y del adulterio. Murmura con olímpico desdén una frase:

- Lo que salió de mis entrañas no es lícito que a ellas vuelva.

Saturno devora a sus hijos. El mito saturnino, añagaza de dolor y de destrucción irreparable, convivirá por siempre en la naturaleza humana. El marido traicionado, remata el cantar, se vengó de la infame “arrastrándola por los cabellos de la cola de una yegua”.

Nadie sabe cómo pudo desembocar en la cárcel un pobre manco como Ortiz que nada malo sería capaz de  hacer, al haberle sido desmochadas por un hacha que empuñaba su propia madre sus extremidades superiores. Zamacois nada dice al respecto pero su pluma se detiene compasiva en la descripción de la penuria de aquellos dos seres desgraciados, que sólo parecían haber nacido para cumplir una misión de agravios y de destierros en su terrenal existencia: materia del deseo invertido, carne de prostíbulo entre rejas. Los alienistas describen este mal como la fiebre carcelaria.  La ausencia de hembra hace desviar el instinto libidinoso. El sexo es implacable. Esta tendencia a la inversión pecaminosa - hay que recordar que la sodomía sigue siendo un pecado reservado, que únicamente puede perdonar el obispo - solía darse con harta frecuencia en espacios cerrados donde solían convivir personas de un único género (seminarios, cuarteles, cárceles, conventos). Los vis a vis modernos han servido para mitigar esa plaga de bujarronería irredenta. Haber nacido sarasa es una desgracia como otra cualquier, una carencia de la imperfecta naturaleza resabiada por el pecado originario. No un alarde. Algunos se empeñan en presentarnos como un triunfo o una presea de grandeza moral. La historia de las penitenciarías ofrece siempre el espectáculo del pecado nefando a escondidas. Dos cuerpos que agitan debajo de la manta cuartelera. El bujarrón con su ligado. Los cabos de vara tenían que hacer la vista gorda, porque barro somos, pero no dejan de inspirar compasión o asco, según se mire, estas amistades particulares y dantescas relaciones de incubos y de súcubos. Un cuco de imaginaria se veía en la obligación de mirar para otra parte.


Otros, sin ese mecanismo de defensa, se derrumban. Pero ¡qué complicada es la psicología humana! ¡Un pozo sin fondo no puede esconder tantos entresijos o recovecos como es este barro animado y sorprendente en el que nos han fraguado! Si bien se dijo antaño ser Rusia la cárcel de los pueblos, España que presenta una mentalidad y una literatura, tan rica y parecida a la rusa - son sin duda de las mayores de Occidente- tampoco le anda a la zaga. Nuestra vida ha sido y sigue siendo un inmenso penal. Nos empeñamos en fabricar para nosotros mismos nuestras propias jaulas. Unas veces son cárceles del alma. Otras, nos encanta eso de vigilar y de ser cabo de vara del que tenemos al lado. Al que incordia lo enviamos a galera, lo tachamos físicamente o lo condenamos a una muerte civil para que purgue su desfachatez por pensar por cuenta propia amarrado en blanca, sujeto a la argolla y al brete que nosotros queramos. Es una forma mucho más sibilina de dar garrote vil. Recorre la piel de toro el fantasma de los galeotos, aquellos seres vestidos de colorado que hacían funcionar las naves del Rey con su sangre, sus sudores, sus lágrimas. No eran más que chusma, pero desde entonces no puede zafarse el país de la sombra de tan lastimero fantasma del bogavante amarrado al duro banco de la vida española, bajo la tralla amenazante del espalder, o el rebenque del cómitre. Nuestro destino es ser chusma, carne de galeras. Por ellas anduvo  Lazarillo. Tanto bogó que su destino amenazaba en convertir al pobre pícaro en bogavante.  Se volvió azul como el atún.

- Lázaro, sal fuera.

 

 

                                                       XVI

Cerraron la “burda” a cal y canto. Pero no se produjo el prodigio. Cerraron la burda o puerta del penal a cal y canto. No se permite jugar con las cosas de comer. Anteo regenta sus esclavos como le viene en gana. Chafa las gateras. Los barrios cristianos los trocará en ghetos o en prostíbulos. Yo hago lo que me viene en gana. Para eso soy el supremo. Haré un fuego con vuestros cantorales y vuestras biblias. Me llaman el profeta del auto de fe. La raza y los genes me inclinan hacia la inquisición y la perquisición. Ay de vosotros incautos, que os voy a encontrar desprevenidos. Os haré mascar el polvo de la derrota. Exclamareis el guay de los vencidos.

 Hemos estado esperando tanto tiempo a esa metamorfosis que nos transforma en ángeles y somos tan sólo desesperados náufragos, amigos de los delfines, menestrales de la gallofa. Nadie nos protege. Dios le ampare. Una mujer nos echó a los caminos. Pero otra nos protege. Yo he sentido su virginal aliento sobre mis pasos descaminados por las aceras sin rumbo, bajo las luces de neón, en el frío de las madrugadas de diciembre, cuando la ciudad duerme. Un gato pisa un bote y se produce un estallido. Parece el estampido del cañón del Hacho que saluda al día o saluda el cierre de la noche. Es un ronco rugir metálico de león lúgubre.

- Madre, ¿dónde estabas? Nunca viniste a mi lado. Yo lloraba. Era un niño y tú siempre estabas lejos. Al regresar del colegio, encontraba la puerta cerrada, aquella puerta de madera pino, pintada de verde, con un Corazón de Jesús metálico por encima de la aldaba, bendiciendo desde el atisbadero,  y te aguardada sentado en el borde del escalón. Pasada la hora de la merienda (aquel medio chusco con una tableta de chocolate), se acercaba la noche.  El machacante del brigada Tinaquero se alejaba camino del polvorín con las sobras del rancho para los cerdos. Pasaba el carromato de los traperos. Yo le veía acercarse y pasar sin detenerse. Luego unos obreros en bicicleta y el alférez de la remonta, el padre de mi amigo Alfonso, cabalgando sobre un potro ruano que domaba.

- Niño, ¿qué haces ahí solo?

- Es que no ha venido mi mamá en todavía.

 Mi padre estaba de semana o se había de maniobras con su batería. Tal vez anduviera por campamento.

Y el domador de la remonta, el alférez del Fijo, el padre de mi amigo Alfonso, me recomendaba que pasara a su casa. Pero a mí me daba miedo aquel hombre, tan alto, con la voz rajada y una cara ovalada, enorme. A veces llegaba ebrio del cuartel y se liaba a golpes con la mujer, con los hijos, y soltaba sapos y culebras del ejército por su enorme bocaza que apestaba a alcohol.  Fuera de eso, tal vez fuese tan solo un buen hombre. Su esposa, doña Carmen, era una señora muy alhajada y jacarandosa. Morenaza que parecía de la raza calé. Venía todos los días la peinadora a hacerle la manicura y la permanente. Ella tan ricamente en casa y su pobre marido domando potros, herrándolos en el ecúleo, organizando él torneos hípicos y ella llevando sin que se enterara su marido vida aparte. Entonces, no lo comprendía pero de mayor entendí el por qué los maridos de estas señoras tan despampanantes se dan a la bebida. Y es que lo que no puede ser no puede ser. Cuando cruzaba la calle doña Carmen, paraba la circulación. Los obreros desde los andamios la decían de todo. A ella debía de halagarle incluso las burradas en forma de piropo. Papá solía decir:

- ¡Pobre Alférez! Los lleva bien puestos.

- El ¿qué? - Preguntábamos mi hermano y yo.

- Esas cosas no tienen por qué saberlo los niños.

Pero sus cabalgadas por la pista de instrucción me parecían impresionantes.

- Ya sabes, Arije. Si tarda en regresar, vente con nosotros. Puedes hacer los deberes en compañía de Fonso y de Taíto.


- Sí, señor. Eso haré.

Nunca aceptaba la invitación. Me daba coraje. Entonces, empezaba yo a sentir la diferencia sobre mis huesos. Yo no era un niño como los demás. No tendría derecho a llevar una vida normal. A pedir las mismas cosas.

- ¿No tienes la llave?

- No me la dejaría.

La vida iba a ser más dura de lo que yo me imaginaba. Detrás de los pretiles del puente romano, la torre gualda de la catedral alzaba su lomo imponente. El sol declinante arrancaba unos destellos maravillosos a la linterna del chapitel. Sonaba el tañido de vísperas en la campana gorda. Un día yo oficiaría aquellos cantos. Sería sacerdote. Llegaría a canónigo. A lo mejor a obispo. Eso Dios diría. Por el momento, me sentía un niño desdichado.  El cansancio me podía y así permanecía acurrucado, la cabeza apoyada sobre los sardineles de la verja del jardín donde crecían los rosales que plantó papá, justo delante de la acacia a la que a mí me gustaba agarrarme y oscilar. De tanto meneo, la madre acacia se dobló pero sin quebrarse. Crecería torcida. Un poco como mi vida y ahí está. Cuando regreso al barrio del Puente Romano, allí donde estaba nuestra colonia, aquellas casas militares, con jardín delantero y unos rodales de setos, ahí sigue. Derribaron las casitas baratas porque por lo visto habían sido levantadas en unos terrenos pertenecientes al Ayuntamiento. Fue una excusa porque la voladura de aquellos queridos muros constituía una de tantas manifestaciones del “execrativo memorial” a la que nos tienen acostumbrados los convulsos tiempos que vivimos. También se cargaron aquella imagen de Santa Bárbara. Todo lo talaron y arrasaron menos la acacia, que ahí sigue algo inclinada. Como yo, pero resiste.

 Más de una noche me quede dormido contra las tapias, arrullado por el murmullo de los grillos. La luna, más maternal que tú, madre que me despreciabas, y hasta creo que me odiaste, porque sentí aquel barrunto de desdicha, barrunto de calabozos, turbios instintos del asesino que mata por sentirse rechazado y preterido, que no me querías, que me aborreciste en el nido, como a un gorrión que se descasta de la camada y aparece al día siguiente aterido, todavía en cañones, al pie del árbol, que debió de ser su cobijo, me cubría con sus rayos. Nacía para ser un hijo de la noche. Pero los rayos de la luna cubrió mis rostro de los besos que me faltaban. Mi madre del cielo tiene por divisa un creciente de luna a los pies y un techo de estrellas.

- Quitáte de ahí ser inútil, canijo.

Como soy algo convexo de espaldas, me llamaban el “ Chepas”. Ese mote me lo puso mi propia madre. Aquello me dolió tanto que me marcó para toda la vida. Ahora comprendo, madre. Tú me azuzaste los perros. Tú me echaste a los caminos. Algo vale que siempre Dios protege y remedia a cuantos los hombres descalifican. Mi infancia fue luego espantosa, casi increíble. Tú querías que fuese carne de cárcel, pero la Madre que tiene en su rozagante peplo una estrella que luce en las tinieblas, y aparta a los hombres del conjuro de la adversidad, evitó esos derroteros. Por eso creo en Ella. Y cada vez con más solicitud.

- ¿Cómo es posible, madre santa, que se pueda insultar de esa manera a la carne que se formó en tus entrañas?

Y tu odio hacia mí llegó al paroxismo. Me arrebataste a la mujer que amaba. Dijiste a Esaú, que era tu favorito.

- No conviene que Fredo se case con ella. Vale más que él. No sería justo.

Aquella fue una escena desgarradora, semejante a

¡Qué infeliz me hiciste. Pero te he perdonado. No te guardo ningún rencor, aunque fuiste insidiosa, rastrera, despiadada. Encontré otra Madre mejor. Sus caricias celestiales llenaron el hueco de aquel espantoso desamor. Ella me aconsejaba. Me consolaba. Me infundía fuerzas, algo que tú jamás fuiste digna de hacer. Tu aborrecimiento me aplanaba. Era como un angustia, un nudo en la garganta que aun llevo dentro y que no se diluye. Porque, desde que nací, tú me odiabas. Con ese odio implacable, casi africano, e inexplicable de una madre hacia su propio vástago, me estabas preparando un lugar al sol en el presidio, el banco de la galera, un hueco en el saladero y la gusanera. Todavía no me explico, ni acabaré entendiendo, hasta el final de mis horas, esa enemiga visceral y casi telúrica. ¿ Qué te había podido hacer yo? Sin embargo, no te guardo ningún rencor. Es un trauma que arrastro, pero no te guardo rencor. Tú me echaste a los caminos. Sin embargo, Ella pagó por mis rescates. Llevo su estampa siempre conmigo. Por eso me dicen loco y hacen mofa de mí.


- Ese es un hijo de puta. Un hijo de la Virgen María. Él dice que se le aparece.

Tan desgarradores insultos me han hecho un hermano de angustia de Martín Santoyo. Pero la tromba de apostrofes no ha parado desde entonces:

- A ti la leche que te dieron era de víbora. Por eso has sido tan malo.

Arrastro cadenas. He conocido la maldición del infierno, pero estoy seguro de que ella pagará todas las fianzas, hará todo lo posible por mi rescate.

- ¡ Si te murieras! - me dijiste un día.

¿ Por qué me dijiste aquello?

- No te quieren, no te quieren.

Únicamente, las palabras dulces de Mercia botan en mi cerebro. Fue el único ser en el mundo que me amaba. Tú hiciste los posible por destruir aquella felicidad encauzando las intrigas para poner en brazos de mi hermano a la mujer que amaba. He perdonado, madre, pero esa herida no cicatriza jamás. Es una auténtica amputación. Me troceaste el alma. Querías desmedularme los tuétanos. Yo, Winifredo Arije, hago esta confesión voluntaria, porque Martín Santoyo, ese personaje creado por la imaginación de un genio es una prolongación de mi yo real. Me querías muerto y entre rejas. Ella me ha resucitado y me liberó de madre infernal. Tú fuiste mi verdugo. Tú me pusiste las dos manos en la toza y me las tronzaste agitando el hacha sobre la toza. Estaba mal que yo lo diga, pero las cosas como son: no digo más que la verdad. Si hay algo después de la muerte, si hay un Dios que vele por nosotros, tendrá que haber justicia.

Para Arije aquella burda(puerta) verde que encontraba cerrada al regresar de la escuela se convirtió en símbolo y presagio de su infortunio. La puerta de aquel seminario en la que le metieron preso doce años también era verde. Y verde la del calabazo lóbrego aquel de Oviedo adónde le llevaron preso una noche de septiembre del 74 por haber dicho las cuatro verdades a una novia que tuvo y que le dejó plantado la víspera de la boda. Vino un comisario de policía y lo detuvo. Le mostró la chapa y la pistola. Eran su sino: las puertas pintadas de verde. Inescrutables, misteriosas infranqueables, como una prolongación de su ineptitud. Ella, sin embargo, lo sacó de presidio.  Aquella noche pasó su Getsemaní, su noche más triste.

- Acompáñeme, por favor.

 

                                                         

                                                       XVII

 

La literatura cautiva es algo ¡ tan nuestro! Por doquier se escucha en nuestros libros el lamento del prisionero. Uno de los primeros libros que se publican hacia 1501 lleva por título Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro ¿ Habrá una palabra más rotunda y más española que la palabra calabozo?  Por eso, nos ocurre lo mismo que a aquel pobre conde metido en prisiones por una  malquerencia.

  Este tema no es otro que el del romance del Romance del Prisionero que yo escuché tararear - sus estrofas son impresionantes- a los niños cuando en las tardes de mayo jugaban al corro o cantaban en rueda. Luego se convierte en motivo central de otras grandes creaciones literarias donde retumba el fragor de los cerrojos o de los pies que arrastran cadenas, como los Baños de Argel, o la familia del Pascual Duarte o esa inmensa novela de Tomás Salvador que lleva por título Cuerda de Presos, por sólo citar a una pocas, que la crítica y el público, aviesamente, da por olvidadas.


 Nuestros oídos parecen acostumbrados al eco mórbido de esa resaca penitente sobre los bordillos procesionales al son de las cadenas, al batir de los rastrillos o a los golpes del rebenque y a las quejas de aquellos enterrados en vida y que no son otra cosa que Vivos muertos, parodiando el título de la obra de Zamacois. “ Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres “, decía Dámaso Alonso. La España oficial parece siempre empeñada en dar muerte civil o condenar al silencio de las tumbas, ahogando sus voces y sus pensamientos, a la otra España que es la España real. El triunfo del consumo con su aparente régimen de tolerancia(en realidad, una autocracia feroz) que exalta el hedonismo visionario y a golpes de puño americano regenta las cámaras, las prensas, dentro de los parámetros del nuevo ministerio de Agitación y Propaganda, y que ha puesto de rodillas a la Iglesia, en pactos y componendas de tramoyas oscuras y consensos diabólicos, empeora las cosas. Espiritualmente, vivimos un clima irrespirable de violencia soterrada. La Iglesia católica, elemento galvanizador de la vida nuestra y en  defensa de cuyos intereses fuera vertida tanta sangre española, no existe. Se ha convertido en una reliquia folclórica, vaciada de contenido real. No quedarán asideros. Únicamente, el dinero que impone su férula. Manda el más fuerte.  Los españoles nos acabaremos despedazando unos a otros. Con la particularidad de que en esta ocasión ya no hay bandos en los que enrolarse, ni unos ideales que defender. Sólo, intereses. Suena la hora del “ todos contra todos”.

 Existe entre nosotros un cierto furor liberticida, herencia de Caín. Cuando asoma la oreja hay que echarse a temblar. Los mejores libros castellanos fueron escritos en la cárcel como el Quijote o en las galeras en las cuales bogan Lázaro de Tormes cuya obsesión era convertirse en atún y el locuaz Estebanillo, aquel gallego que con voz melosa dijo las verdades más tremendas contra la corrupción, la ignorancia y la arbitrariedad que nos son endémicas, y se pasó siete años bogando la mar océano, cargando en España para descargar en Flandes.

  Desde el fondo de  un insalubre sótano a orillas del Órbigo se alza la voz inconfundible, el treno valiente de Francisco de Quevedo denunciando al déspota que grita desde los muros de San Marcos de León, otro antiguo monasterio trocado en ergástula del penar contra el déspota de turno los versos famosos:

          No he de callar por más que con el dedo

           Ya tocando la boca, o ya la frente,

           Silencio avises o amenaces miedo

          ¿ No ha de haber un espíritu valiente?

          ¿Siempre ha de sentirse lo que se dice?

          ¿ Nunca decir lo que se siente?

  Tales versos, inspirados a su vez en otros de Tácito, que parecen una apódosis a aquellos otros de “ católica y cruel majestad “, son un reproche contra la intolerancia endémica, una especie de alergia espiritual, que vuelve tan difícil y quisquillosa la vida comunitaria entre españoles, y que a veces es proclamada entre nosotros so color de libertad de suerte que los “ególatras del trágala demócrata”  resultan aquí tan peligrosos como los absolutistas.  Ambos partidos gozan del mismo prurito totalitario, pues salieron de una misma vulva y los parió el mismo coño. Por desgracia. El maniqueísmo integrista está pared por medio del libertario. Parecemos condenados a vivir bajo el espectro de Tadeo Calomarde.  Existe, ciertamente, un humor liberticida en el “ país de la real gana ”, “ a mí me toca Vd. los testículos “  y  no sabe con quien está hablando “.   En recapitulación, aquí sobran cabos de vara. Resulta familiar el sonido de la chaveta al cerrar sobre el brete con que uncen al forzado. En las noches de insomnio escuchamos los gritos del cómitre: “ cia, cia “ que es un equivalente al “ davai... davai (adelante) que se repite en el “ gulag “. Tolstoi y Dostoievski por eso resultan tan familiares. España lo mismo que Rusia tiene mucho de cárcel de los pueblos. Pero no se os ocurra buscar la salvación en los Estados Unidos. Aquella sociedad es un inmenso campo de concentración. La zahúrda final, cerco inviolable, un Alcatraz perenne donde no cabe la posibilidad de escapar. Al nacer, a todo español lo debieran enseñar a cantar las estrofas dulces y a la vez llenas de congoja del romance del prisionero. Definen a un pueblo.

Que por mayo, era por mayo,

Cuando hace más calor.

          Yo, triste y cuitado, yago en aquesta prisión.

          No sé ni cuando es de día.

          Ni cuando las noches son.

          Si no fuera por la avecilla

          Que me cantaba al albor.

          Matómela un ballestero.

          Dele dios mal galardón


  Y lo peor - Faulkner y Hemingway no existen, son dos invenciones de valor muy discutible - es que no tendrán a un Cervantes o a un Gógol para que les cuente a los pobres e ignorantes yanquis la historia de sus presidios. Sólo les quedan los reportajes de mal gusto de la CNN para asistir a cualquiera de sus ajusticiamientos en alguna de sus penitenciarías, crudo espectáculo  de la nueva ética multimediática. De aquellos lodos, estos barros, y de tanta chabacanería y ordinariez tanta dicharacha “ maripava “ apareciendo a la hora de la merienda en bochornosa tenida televisiva que pontifican y trivializan lo más sagrado de la vida humana. Las gentes han perdido el pudor. No les importa convertirse en un espectáculo pero ¿ acaso no es éste un nuevo procedimiento de purificación? De la mano de las maripavas, en apariencia, sansirolés, pero por dentro recomidas de un odio y de una franqueza brutal, émulas de Mariana Pineda, poco escrupulosas o tontas simplemente, llegan los Ángeles exterminadores de Polanco y que imparten cada tarde un mensaje escatológico de destrucción y de descomposición a la sociedad española. Se dicen locutoras/ periodistas pero hacen las veces de pitonisas que nos acercan a un tiempo terrible: el de la llegada del ángel exterminador. La serpiente antigua habla por sus bocas. Esas bocas tienen un colmillo retorcido [estas sotas televisivas tienen pese a su candidez muy poco de inocentes] que inocula el veneno feminista en las conciencias. La americanización absoluta de España nos llevará a su destrucción. Lo que no consiguieron los bombardeos ni las trincheras de tres años de guerra civil (que perdieron los enemigos de la idea patria) son sopas y pan pringado para los debeladores de toda esperanza. Unos insulsos programas de  TV. Contando todos los chismes y “ chismes” - es el nombre del presentador de uno de estos programas en que toda la médula consiste en ir cortando trajes y meterse en vidas y honras ajenas - han bastado para minar su hasta ahora berroqueña moral. España se descatoliza en tanto en cuenta se americaniza. Se ha vuelto un país cursi bañado en la doble moral y el doble rasero de los “Pilgrim Fathers”.

Nunca tendrán el consuelo de una gran literatura. La castellana, la que se escribió al frisar el nuevo siglo y antes, incluso, es un tremendo canto diaconal de múltiples y maravillosos registros que queda ahí como legado a las generaciones venideras. Por eso tienen “ prisa” esos heraldos del furor anti castellano por desespañolizarnos. Es la inversión de valores. La cruz al revés del revuelo que viene. Mala cosa es cuando los maricas han tomado la madrileña calle de Pelayo o hay comisarios de policías que se convierten en “ chamanes “ de la carnaza feminista. Todo está vuelto del revés. Los “ maderos “ ocupan la plaza de los periodistas y éstos a su vez se meten a polizontes. He ahí la logística de los ulteriores planteamientos de la involución en ciernes. Y cada año que pasa, se siento que esto va a peor.

Hiela casi el alma pensar en el futuro. Antiguamente se estudiaba el pasado para entender lo que ha de venir. Ahora eso es imposible,  porque todo se ha vuelto imprevisible y, además, existe un tenaz y obcecado movimiento de borrado de memoria de cara al año 2000. No tendremos un poeta para contar la amargura de los encerramientos a la vuelta de la esquina. La posterioridad adquiere de día en día un cuño cada vez más totalitarios como ya adelantaron las previsiones de los utopistas ingleses, Huxley y Orwell. ¿ Quién nos quitará de encima los cerrojos

 

                                                          XVII

 

Alrededor, la vista no atisba más que inspectores del fisco, comisarios, mamporreros y soplones. No tendremos ya como alfaqueque al heroico fraile mercedario que ocupe el puesto de nuestro cautiverio como ocurrió con Cervantes en Argel, aquel Juan Gil  arevalense, sin cuya abnegación no hubiese sido posible la escritura del Quijote. Tampoco tendremos el consuelo de los libros. La centuria que se aproxima será ágrafa y maleante. No podremos conjurar nuestro destino del burdel, el regimiento, la zanja, el penal o el patíbulo. Hay hoy muchos adelantos y no pocos inventos pero la pasión humana sigue lo mismo: gobernada por el instinto.

  Lo que hace grande a la literatura castellana y a la rusa - la francesa, la inglesa y la alemana, mucho menos - es su sugerente poder de denuncia y contestación, un poco como si nuestro reino no fuese de este mundo. Esta estética idealista tan propia del Quijote parece mirarse en el cristal de las aguas límpidas del lago de Tiberíades por las que anduvo Cristo sin hundirse. Hay una tensión taumatúrgica por mejorar la condición humana desde dentro. No desde afuera, porque para lo de afuera ya tenemos la frase de Unamuno famosa que inventen ellos haciendo valer la calidad única e intransferible de cada individuo como acreedor de la sangre del Cordero, esto es: del hombre redimido.  

   Sólo la palabra con su carga enriquecedora nos reconcilia con la existencia por más que esa realidad se halle trufada de encarcelamientos infames, oprobios sin cuento. Nuestra literatura  es un desfile incesante de corchetes y alguacilillos, de temibles inquisidores lanzando excomuniones y de ese catolicismo retórico y a veces cruel que se inventaron los jesuitas y que poco o nada tiene nada que ver con el genuino cristianismo. Por salvar la idea hemos destruido al hombre. Todo lo contrario de lo que predicaba el Nazareno.


   Uno asiste a las patéticas ruedas de identificación a las conducciones carcelarias o escucha el llanto de los condenados al amanecer. Está vuestro nombre temblando en un papel... El drama del Gólgota se repite en cada ejecución en cada comparecencia ante el pelotón de fusilamiento. Hemos manducado la bazofia o el pre (rancho) carcelario, hemos compartido el aburrimiento, el espíritu de venganza, la desazón sexual que representa la ausencia de la mujer, lo duro que resulta la convivencia en estos recintos a pesar de que lo que se diga por ahí “ cárcel y camino hacen amigos “, pero también “ a la cárcel ni a por lumbre “. Aún las autoridades de Instituciones Penitenciarias no habían permitido la vis a vis.

   Dios alberga designios diferentes. Escribe al derecho con renglones torcidos, como decía Teresa. Los guijarros rechazados por los arquitectos, de acuerdo con los planteamientos mundanos, por su mano son transformados en piedra basal. Por esto mismo, el Salvador, en contra de esa misma creencia de las cosas vistas a partir de la carne y abundando en su mensaje soteriológico, diseña un proyecto de justificación universal que cubre a todos los nacidos de mujer a partir del hombre caído. La Gloria será no para unos cuantos elegidos sino para todos cuantos crean en Él.

   Habló de que “ los últimos serán los primeros “. Tiene palabras de perdón y dirige sus bendiciones hacia los hambrientos, los desnudos, los enfermos, los que arrastran cadenas, sienten angustia y piedad por sí mismos. Su mensaje será principalmente comprendido por los perdedores, por “ los que han hambre y sed de justicia “. Un lugar privilegiado de su corazón lo ocupan aquellos que pertenecen al cupo marginal o son catalogados como el desecho de la Humanidad doliente.

   Está en su papel mesiánico al hacer pasar su rodillo igualitario que allana las cabezas, exaltando al humilde y deponiendo de su lugar preeminente al poderoso. Esto es lo verdaderamente judío. La esencia sustantiva del pacto de Yahwé con el pueblo que eligió para llevar adelante sus planes de salvación al crear al mundo. El proyecto no puede ser más impenetrable, pero queda así consignado en la Revelación: “ Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: Venid benditos de mi padre a tomar posesión del reino celestial que os tengo preparado desde el principio del mundo. Porque yo tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me hospedasteis. Estando desnudo, me cubristeis, enfermo me visitasteis, encarcelado y vinisteis a verme y a consolarme” ( Mat. XXV, 34- 36).

  De antemano sabía el Mesías que el mal le tomaría siempre la delantera. Imposible, convertir la tierra en un Paraíso, aunque su doctrina lo que pretende es hacer de este planeta un lugar más habitable. Dos milenios de cristianismo demuestran que en parte lo ha conseguido. Porque cala más hondo y va más allá de las interpretaciones y exégesis a conveniencia que de la misma han tratado de hacer sus discípulos, a los que continúa llamando Jesús “ hombres de poca fe “, porque lo miran todo bajo el rasero de la materia, cuidan de su honra y tratan de ganar los primeros puestos en el banquete.  De lo que se trata aquí es de guardar cada uno su propio gavilla de centeno, velar por su mojón. “Yo voy a lo mío “.  Hemos dejado de ser hermanos. La verdadera fraternidad encontró frágil y etérea sustituta en una solidaridad cursi. Nuestro prójimo ya no es el vecino, al que ni se saluda, se le hace la puñeta o se le impropera en las juntas de la comunidad. Ha tomado el relevo ese bosnio que aparece huyendo del Ejército serbio en su carreta tirada por un caballo famélico con todas sus pertenencias a cuestas, o el niño senegalés con el abdomen abultado por el hambre. Aquí nos rebanamos el cuello y enviamos dinero a los damnificados por los contiendas e injusticias sociales provocadas directa o indirectamente por el gran sobrestante o capataz que abre una cuenta corriente de socorro. La caridad se ejerce en plan de “ soap opera”. Es una resultante de la explotación cínica del horror del “ quien sabe donde”.  Esto de las “oenegés”, que han aflorado como hongos, se organizan como un negocio redituable.

   Su imperio no pertenece al “ aquí y ahora “. No es de este mundo, pero en él tendrán cabida los pecadores y todos aquellos que, al creer en su palabra, reconocen su propio abatimiento. No se trata de ganar sino de perder y ahí estriba el predicado más sublime de su grandeza soteriológica para plantar ante los poderes infernales cuyos criterios mandan en este mundo. La tierra seguirá siendo un punto de encuentro de los hambrientos y desnudos, de los prisioneros y de los sin techo. Es algo irremediable, inherente a la condición humana. El legado de salvación formulado por el Hijo del hombre se circunscribe a lo que está dentro. No se refiere a lo de afuera. Cristo no fue otra cosa, desde el punto de vista de las miras humanas, que un perdedor. Precisamente su gran triunfo está en su derrota. Ello convierte su mensaje mirífico en algo no ya meramente coyuntural sino eterno.


   En dicha visión profética cristológica no se oculta que los presidios, los hospitales, los manicomios y casas de lenocinio o los hospicios estarán atestados hasta el final de los siglos. “ No penséis que yo he venido a destruir la ley de los profetas: no he vendo a destruirla sino a darle su cumplimiento “ ( Mat. V. 17). La carga revolucionaria de su misión obvia un enfrentamiento el enfrentamiento con el poder temporal, al que desprecia y considera algo así como un mal necesario - dad al cesar lo que es del cesar- y va dirigida prelativamente a los arrogantes y encaramados en las ínfulas y el efod, que ostentan la hegemonía religiosa. Aun no se lo han perdonado.

   Pero, al sentenciar que ha de volverse la otra mejilla y al que te pide la túnica, dale el manto( Mat. V. 40), cambia la historia de por dentro. No es un testamento de grandeza temporal el que lega a sus escogidos sino la gracia y la esperanza para poder sobrellevar las cargas y sufrimientos de este destierro. Por todas las partes esparce la luz del perdón y del consuelo y antes de resucitar al tercer día baja a los infiernos. Para redimir a los que estaban dentro. Cristo es el supremo y glorioso amparo de todos los cautivos, el gran alfaqueque. Al juntarse con gente impura - publicanos, putas y pecadores - reta a los hipócritas y lanza un grito en favor del decoro y de la dignidad de toda la vida humana de cualquier clase, color, sexo condición, en cualquier estadio que esté. A causa de todo eso, no faltan todavía quienes le siguen creyendo un “ borracho “ y un “ maricón “. De “loco” lo tachan a cada hora. ¡ Ah, las cogorzas benditas de la eucaristía, ah la sublime demencia del divino amor, que todo lo perdona, incluso el pecado nefando!,( “Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros”; Juan.  XII. 8).

  Se distinguen dos planos estancos: el de Dios y el de los hombres. Rara vez convergen. Es vana observancia pretender entreverarlos. Tanto la Teología de la Liberación como la del Holocausto son manifestaciones de la urdimbre temporal, contingente, no sustantiva, de la vida de la Iglesia, que proclaman algunos de sus muchos errores en el pasado y no pertenecen a la economía de la salvación ni al depósito de la fe. Se trata de materia opinable pero aquí hay muchos que pretenden hacérnoslo pasar por dogma.

 No prevalecerán los poderes del infierno contra ella. Sin embargo, la labor de zapa de los enemigos de Cristo no ceja. La cuestión recuerda algunas de las espinosas cuestiones que le planteaban ante las turbas los sacerdotes de Israel sobre si es lícito hacer caridad en sábado o si  el vínculo matrimonial seguirá vigente en la vida eterna. Pretenden darnos gato por liebre al poner de sopetón y sin las comprobaciones oportunas tantos muertos sobre la mesa. Exaltando el holocausto, que pudo ser o no haber sido -tendrían que ser juzgados los verdaderos responsables de aquella catástrofe; el mundo está pidiendo a gritos otro Nuremberg  para depurar responsabilidades de una vez por toas -, pero que se debe a la torpeza de los hombres con sus ambiciones, intrigas, temperamento belicoso y afán dominador, no se hace otra cosa que manipular el mensaje de la Redención.

Sin más ni menos, esa creencia reivindicativa del “ Schoah “ sitúa a la Cruz en penumbra. Auschwitz nunca podrá igualar en altura al Gólgota. Porque el Calvario es el arca de la fe y los campos de concentración, un macabro exponente de las miserias de la condición humana en este azacaneado y violento siglo XX que expira entre angustias, temores y deseos de vindicta. La ley del Talión fue abolida y estos monolitos de recordación instigan al rencor o, en cualquier caso sirven de señuelo a los que están manipulando la historia para entregarse a su tarea de censores de los hechos objetivos pero inoportunos. En esto consiste la estrategia de “ borrar la memoria “.

   Jesús, no obstante haberla emprendido a latigazos contra los escribas y fariseos que profanaban la casa del Padre, era un pacifista convencido. No utilizó la violencia ex profeso. Nunca quiso ser un pistolero.


 El más judío entre los judíos de esta forma sutil y sublime de abanderado de la no-violencia desafía a los poderes del infierno enarbolando el pendón del amor y del perdón - sus detractores diz que forzando las leyes de la naturaleza basados sobre los principios del más fuerte y la hegemonía de la selección natural- inexorables. Que el pez grande se coma al chico es un axioma biológico. Cristo predica la “ divina indiferencia “ y tranquilizando a los que se preocupan por el futuro: “ ni un pelo de vuestra cabeza se tirará sin el consentimiento de vuestro Padre Celestial. Invita a sus coevos a practicar la mansedumbre que es extraña a los planteamientos de cara a la supervivencia y a no preocuparse por el “ qué comiereis y qué beberéis “ ya que la Providencia vela por nosotros. Recomienda lanzarse a la palestra a pecho descubierto.”  Contemplad los lirios del campo cómo crecen y florecen. Ellos no labran ni tampoco hilan. Sin embargo, yo os digo que ni Salomón, en medio de su gloria, se vistió con todo primor como uno de estos lirios” ( Mat. VI. 29). El amor a la naturaleza y la confianza en la Providencia que transmiten estos consejos recapitulan una vez más la visión revolucionariamente esperanzada del Maestro al tiempo que evidencian un poder que nadie ha tenido al filar de las centurias. Ni reyes, ni emperadores, ni pontífices, ni caudillos. En suma, he aquí una prueba - ese apasionado fervor que ha suscitado Jesús en las multitudes - de que sus palabras no pasarán.

 Su lucha no fue contra el imperio romano sino contra la soberbia y la doblez humana encarnada en el sanedrín. Para los levitas la mera presencia de este conductor de masas reviste un peligro. Contra ellos van dirigidas las palabras más duras de todo el Evangelio, pronunciadas casi sin reservas.  Los descalifica por “ sepulcros blanqueados” y por “ raza de víboras “, desleales y traidores a su sagrada misión y cometido:

 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis diezmo hasta de la hierbabuena y del eneldo y del comino, y habéis abandonado las cosas más esenciales de la ley: la justicia, la misericordia y la buena fe!  Estas deberíais observar sin omitir aquéllas. ¡ Oh, guías ciegos, que coláis cuanto bebéis, por si hay un mosquito, y os tragáis un camello! ¡ Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por defuera la copa y el plato, y, por dentro, en el corazón, estáis llenos de rapacidad y de inmundicia! “ ( Mat. XXIII. 23 -25)

  Este versículo deja pocas dudas de cuál es su plan soteriológico, contenido en el   Magníficat, que es una glosa a la carga mesiánica esbozada por los profetas del Viejo Testamento. Jesús no hace otra cosa que dar cabo a esas felicitaciones.

Advertencias de parejo tenor lanza contra los ricos. En su corazón redentor tienen un puesto perenne los pobres de Israel con todos los que sufren o son sojuzgados a manos de los poderosos. Cristo está de parte de los perdedores: los encarcelados, los relegados y marginales, los tullidos y leprosos. Se alza contra todo aquello que es obra de la maldición del pecado.

XVIII

 

   Desgraciadamente, el antisemitismo perenne y del que se ha servido el diablo para hacer tanta bulla, dando la vuelta a estas duras palabras contra la clase dominante en Jerusalén al tiempo de la primera venida, las ha presentado como cebo y carnaza para hacer prevalecer ese espíritu inmundo que hace responsable al pueblo elegido de la muerte del Justo. Una burda patraña. Sobre esa especie injuriosa y falsa se fundamenta toda esta inmensa teoría sobre el Holocausto.

  Con ella no sólo se desacredita a la Iglesia y paga sus pecados históricos, los privilegios jerárquicos, por los que los responsables en su día habrán de entonar su “ de Profundis “, sino que supone una auténtica involución al socavarse sus cimientos. Se trata de una manera indirecta y sibilina de decir que el cristianismo ha sido un fracaso a todas las bandas, mientras las otras dos religiones del tronco de Abrahán supusieron un triunfo clamoroso. La tesis del holocausto  vuelve a abrir al Turco las puertas de la ciudadela europea. Por lo que se ve, el credo de Nicea se bate en retirada puesto que carece de las ventajas de sus otros dos contendientes. No le cabe el recurso de la guerra santa o “yihad“ y abomina del  ojo por ojo y diente por diente.

   Se trata de un sofisma a nuestro juicio porque detrás de este marasmo de confusión se esconde el dedo de Dios. Roma tendrá que huir a Canosa, pero el final de Roma no supondrá el fin del cristianismo. La ruta de salida al marasmo en la paulatina desobstrucción jerárquica eclesial. Los tiempos que vienen pide más poder para los diáconos, que secularizar no tiene por qué ser el equivalente de desacralizar. La Cruz sólo podrá vivir cumpliendo el Mandato Nuevo y volviendo la otra mejilla; de tales postulados hicimos hemos  caso omiso hasta el presente. La solución, puestos en ello, puede que estar en el fomento del mozarabismo, una riqueza litúrgica y doctrinal que mantiene intacto y en la reserva. Se mantiene en las iglesias de oriente; en occidente sólo cuenta el dogmatismo. Hemos sido culpables de categorizar como divino lo que es terrenal, humano y contentible.

   Armarse de paciencia y de comprensión y estar preparados para una nueva oleada de sangre, porque se acerca un tiempo nuevo en el cual la cruz será exaltada entre los ríos afluentes del martirio que tal vez supongan un nuevo Jordán es el consejo a dar en estos azacaneados y confusos tiempos imperantes,  en los cuales, a pesar de todo, reina la esperanza. La bestia sigue conduciendo el agua a su molino y uno de los procedimientos más sibilinos para consumar sus planes secretos de acabar con la religión de Cristo, una religión que a veces ha sido defendida espada en mano y de ahí sus resultados. A Cristo se le defiende mediante la oración y a través de los libros.


   Holocausto nos revierte a situaciones del pensamiento bíblico, pero, en recapitulación de lo señalado, Dios que ama a su pueblo, no puede estar haciendo otra cosa que escribir al derecho con renglones patituertos. No se puede execrar a los judíos, en abstracto - cuando algún bilioso habla así en general para echarles la culpa de todos cuanto nos sucede está incurriendo en la tentación ofrecida en bandeja por la serpiente antigua, aparte de hacer ostensión de su incapacidad imaginativa - porque es una blasfemia contra el pueblo que ha actuado en imperio y con conciencia histórica, sabiéndose llamado a un destino mesiánico o soteriológico para el común de las naciones. Los judíos en abstracto constituyen una entelequia. Cabe hablar sólo de judíos determinados. Unos serán buenos y otros malos.

   Semejante creencia no hace sino dar pábulo a ese antisemitismo feroz y traicionero, causante  de tantos desmanes y dificultades. Con él vuelve el aura siniestra de la inquisición. Verdaderamente, lo ha debido de inventar el diablo.

   En el mismo pecado incurren los que se han adueñado de la imagen del Salvador convirtiéndola en un ídolo a su imagen y semejanza. Aspiran a extender su reino y no han hecho otra cosa que desamarrar sus ambiciones, sus instintos de revancha, el afán de poder y dominación inherente a la condición humana. Fue el error aparente de las Cruzadas. En ese garlito cayeron las guerras religiosas desbordadas sobre el corazón de Europa siglos atrás y los desafueros de las contiendas carlistas y los pintorescos entre los partidarios del Pretendiente (carlistas, jaimistas y alfonsinos). España está pagando los excesos de aquellas aspiraciones decimonónicas a clavar en plenas Provincias Vascongadas un “islote vaticanista“ con ríos de agua bendita romana corriendo por las calles de Pamplona y de Bilbao y los cipayos de Arzalluz haciendo de acólitos en la gran misa negra oficiadas por los hierofantes de la Eta.

   A diferencia del Islam o del Judaísmo, la religión de Jesús no propugna una forma de vivir en lo exterior - Cristo aborrecía a los fariseos con sus abluciones y su estricto cumplimiento de la letra pequeña de la ley - pasa por alto la norma estricta y concentra sus miras en aquello que dignifica  al hombre y a la mujer. Es algo que fluye de adentro. Su código es, pues, intimista, aplicable y valedero para los pecadores redimidos por el pecado de toda laya, sin distinción de matices ni fisonomías.

   Toda la hojarasca jerárquica es, asimismo,  adjetiva, que estorba en lugar de facilitar el acceso a ese gran nirvana a que invita el Evangelio a los hombres de todos los tiempos. De ella tendrán que despojarse los altos cargos si quieren sobrevivir. La política y la cruz trazan trayectorias paralelas, nunca convergentes.

   Corre un peligro latente: que, so pretexto de una convivencia o cohabitación más o menos ficticia, se haga dejación de las tareas de guía y faro espiritual a los creyentes. De ahí a la reconversión de la Barca de Pedro en una ONG o en una multinacional de las cosas del más allá - bodas, entierros y bautizos - hay un paso. El imperio hitleriano, que salió derrotado del Holocausto, es una obsesión del capitalismo selvático que conduce los designios de la humanidad (habría que hablar del sanedrín de Washington) que imita sus planteamientos y procederes. Es una fuerza que arrasa ¿ Habrán comprado al Vaticano bajo el pontificado de Wojtyla? Es la pregunta que muchos nos hacemos en esta instancia cuando vemos que por doquier se cambia de página. Los americanos, socavando los cimientos de la vieja cultura, en su perenne inquietud por borrar el pasado. Su fijación con el tema del Schoah no tiene otro objeto que llevar adelante los planes de la subversión mundial, fomentando una sociedad controlada bajo el yugo materialista.

   Por esto verdaderas obras de arte, auténticas joyas bibliográficas se venden en este segundo noventa y ocho por veinte duros y hasta por cinco en el ratigo de libros de la Cuesta de Moyano ¿ Qué esta pasando?, nos preguntamos. Ya no lee la juventud. No le interesa el pasado. En plena revolución desde arriba se está fomentando una sociedad ágrafa. Pero en estos tenderetes, arrimaderos de la cultura, en revoltijo, aparece de tarde en tarde la perla de algún que otro novelista olvidado. Este es el caso de la gran novela de Zamacois que tan poderosamente suscitara la atención y  estamos comentando. Dios ha castigado nuestra soberbia. Se han venido abajo nuestros ideales. Ya nadie habla en conceptos sino en dólares, pero el mundo sigue. Rusia ha capitulado y su autoinculpación ha permitido - autentico milagro de la virgen María - que en adelante no sean factibles ulteriores holocaustos como el de Hiroshima y Nagasaki. El gobierno del mundo está en una solas manos. Con todo, el miedo a la bomba está atenuado.


   Traemos a colación estas impugnaciones no como divagaciones a la exposición de la idea que nos ocupa: la literatura cristiana, desde las epístolas de San Pablo, debe muchas de sus aportaciones y logros al haber sido escrita en cautiverio. La sociedad de un mundo feliz a lo Huxley y Orwell no quiere oír hablar ni por pienso de cadenas, porque está siendo esclavizada por un tipo determinado de supuestos consumistas, multimediáticos, etc. Y en ese albur de idea que se proyecta a partir del nuevo Testamento entran los modos de escribir de estos dos pueblos, el español y el ruso, acrisolados en el sufrimiento y en la esperanza de la cruz. Dichas estas cosas, se puede comprender mejor la tesis que plantea Zamacois en su novela de “Los Vivos muertos“ como lucha del hombre por su libertad siguiendo los pasos del bendito Galileo, que todo lo perdona y comprende y que se sitúa por encima de los convencionalismos, aberraciones y privilegios de grupo.

   La fe nació en las catacumbas. Un ángel quebró los grilletes con su luz de Pedro, aherrojado en Jerusalén a causa de un pleito entre gentiles y judaizantes. Pablo caminó por las calles de Roma durante dos años,  maneado con un brete  a los tobillos y las manos uncidas por las esposas a las de un guardia de seguridad. El Bautista, al que la Biblia define como el más santo entre los hijos de mujer, languideció en una mazmorra de Herodes Antipa hasta ser decapitado como colofón sanguinario a una orgía. En realidad este mundo no es sino una cárcel en expectación de la vida buena, esto es de la “ parusía “. Aquellos pueblos que no creen en el evangelio inventaron por eso una literatura mitológica o de evasión. Los errores históricos en los que haya podido incurrir el catolicismo, seco, jerarquizante y con sobrepelliz almidonado, y todos los deliquios del oscurantismo  retórico del pasado siglo(parece ser que hemos sido esclavos de la confusión y el Maligno ha enredado a sus anchas) no desvirtúan ni desdoran su magnífica carga de redención atañedera al hombre de todas las edades. Hemos tomado el rábano por las hojas.  Henos aquí, dicen, perfectamente instalados en la cultura de la queja. No se quiere participar de lo que no se conoce. El rodillo “socialista “ dio cabo a todo aquello en lo que creíamos, pero ellos nos siguen tomando por faltos y por acusicas. Han nombrado a sus propios novelistas y autores a dedo. Lo llevas claro para publicar si no eres hijo de Julián Marías o relatas la cara amable, muy en plan Vizcaíno Casas del franquismo sociológico. Gala arrasa en la feria del libro, Umbral cuenta y no acaba sus experiencias con el “Viagra “, ese especifico contra el síndrome de Enrique IV que ha empezado a arrasar entre el macho ibérico en este verano del 98. El “ rojo” Raro Tecglén, que ya no es de Lenin sino Planco, un espadachín exhibicionista del odio inveterado, desde sus columnas incendiarias, del órgano del Partido de la Oportunidad sigue vertiendo soflamas envenenadas al grito de “ no pasarán “ y de “ a por ellos “. Sus arengas incendiarias son una “ cremá”. Ese señor no se ha enterado de que aquí hubo una guerra civil.  Después de franco él no hubiera sido capaz lo que escribe. La memoria del antiguo dictador - ya entonces nos indigestaron de García Lorca y nos aburrimos a morir  con Machado - los justifica. La estirpe de los inquisidores gusta de quemar en efigie a sus relajados históricos. Luego, cuando alguien les retruca, se quejan de la cultura de la queja. España va bien, pero con ellos podía haber ido al desastre.

   ¿Quién piensa en literatura? Como han ganado los americanos...    

 

                                                         XIX

                                                                                      

   El soniquete del barrenillo midriático sigue sonando. Cada día ración doblada de lo mismo. Yunque y pedernal golpean unísonos en un compás de uno y otro. La tarasca va avanzando, pero hay noticias que le llenan a uno de alivio y esponjan el corazón.

   Me han hecho archivero precisamente en los ardores del farragoso verano. Un archivero en el tiempo que corre de los hombres tachados, cuando se incentiva tan profusamente los borrados de memoria (sólo lo que el burro quiera igual que en la pídola y a su discreción del cómo, donde y cuando, y en qué condiciones) es un cero a la izquierda. No tan cero. Detrás de tal jugada he llegado a colegir yo que están unas manos llenas de Misericordia. Tuve una madre mala en la tierra, pero la Madre del cielo, que es reina poderosa, ha entendido de mis desvelos por conservar la memoria, por llegar a eso que llamaba elocuentemente Castelar la “razón universal“, que es la democracia - y a ella vamos aunque muy a trancas y a barrancas - pero a la razón universal no se llega desde las siete colinas de Roma sino desde las cúpulas de Bizancio.


   Dios hará todos lo que resta. Se nos caerán las costras de los ojos. Por lo demás, contra esa ceguera mental condensa aquello contra lo cual he venido luchando. He aquí que me han hecho archivero en un tiempo en el cual Jano se dispone a echar el cierre y todos el tráfico rodado va en derechura a las cocheras ¿ Está vendido todo el pescado? El supremo Hacedor no facilita respuestas. Quiere que nosotros vayamos al encuentro de esas contestaciones, conforme a nuestro leal saber y entender, entregados a una búsqueda personal responsable dentro de los cuadros de una iniciativa íntima en la cual no valen intermediarios.

   Por eso me han hecho archivero. Regreso en triunfo a la oficina de los palimpsestos mientras mis labios murmuran agradecidos el salmo de acción de gracias: “ pondré a tus enemigos bajo el escabel de tus pies “. La vida es irónica. Dejo a otros llevar a cabo con ahínco el legrado de memoria. Borra. Borra. Quieren perpetrar el sacrílego auto de fe que nos deje vacías las estanterías. Aquí los cuerpos que valen son los de las “ top” y no esos cuerpos hechos de papel, de cantos dorados y tejuelas sin cuya compañía no era capaz de retratarse Quevedo. ¡Que viva el sexo sin amor, y muera el seso y el discernimiento! Todo sean cuerpos, pero no los cuerpos de los libros, sino los de esas tías de alto copete, putas de lujo y que viva el que lo trujo. Esos volúmenes le ayudaban a “ vivir en conversación con los difuntos y a escuchar con los ojos a los muertos”. Los cuerpos de las Nueve Musas y los ángeles mofletudos haciendo sonar el adufe de la inspiración, el despejo, la ocurrencia, no van para nada con estos tiempos desangelados donde se imponen los cuerpos mareantes de las modelos de alto bordo. La libido anda por los suelos y muchos tienen que tomar reconstituyentes genitales. Los antiguos curaban la sífilis con salversan. Hoy todos lo arreglan con viagra, pero el alma no lo curan.

  Tengo los ojos húmedos en este momento ¿ A qué ton cargarse el imperio de la fantasía y dejarse llevar por el de los sentidos? Nuestra Gran Dama ha venido a hacerse un raspado de matriz. Los designios me llaman a pelear ardidamente contra los contubernios del borrado de memoria. Sé de mi soledad y de la flaqueza de mis fuerzas, aunque la gracia faltará. Estoy solo en esa soledad que bien conoce todo escritor y que crea ansias mortales. A veces se convierte en vórtice de impotencia.

   El combate va a ser muy duro, pero desde el lugar donde estoy sentado atisbo las cumbres guadarrameñas y pienso en que Zamacois, al instituir el “cuento semanal“ en 1907 daría salida a una pléyade de narradores que con el paso de los días adquirirían tablas y contarían historias con soltura y con despejo. El poder imaginativo, la capacidad de seducción que tiene el contador de historias falta en cualquier otro medio expresivo. Pero esto se va. Me aferro al ordenador como un naufrago a la estacha que le lanzan desde el buque salvador. Mi tumba son los libros y en ellos estará en igual medida la posibilidad de resurrección. Lázaro, sal fuera.

   La literatura española hasta estos autores se encuentra deslucida por las malas hierbas y lampazos de la retórica. El mismo quijote es un buen libro de caballerías pero una novela mal construida y mirándonos en el espejo equivocado se ha ido generando no pocos vicios en abono de nuestra vagancia mental y de los muchos convencionalismos. Nuestra espiritualidad y nuestra mística adolecen del mismo defecto: retórica artificiosa que en lo que atañe a las sendas del espíritu no nos ha llevado tampoco por demasiado buen camino. Hasta Balzac y Sthendal nadie construye. Después de los franceses, serían los maestros rusos los que llevarían a la novela universal al registro de las perfecciones y tantos unos como otros se inspiran en el relato de novela picaresca, o las invenciones de la caballería con su trazo mareante de auténticos cuentos del nunca acabar.

                                                               

                                                              XX

 

   Hoy he sido feliz. Las noticias que llegaban de San Petersburgo me han libertado de mis obsesiones. Soñaba que estaba asistiendo a los funerales del último zar. He sido arrebatado en espíritu y portado hasta allí cual el ánima del sastre. Y no queráis saber más. El ángel que me llevaba era un serafín. Estaba facultado de seis pares de alas. Su  cuerpo era radiante y su luz es la llama del espíritu que vive. Su alma era musical, porque con el batir de sus alas se desplegaban las sinfonías por todo el fuego, y su pecho era de cristal bruñido. Más puro nunca habitará este valle de lágrimas.


   En la sacristía de la catedral de San Isaac el día 17 de julio de 1988 la cuadrilla de sacristanes estaba muy atareada sacando las vestiduras litúrgicas de armarios y cajones. El recinto olía a naftalina. Todo estaba encendido y preparado: las candelas de los iconos, en particular, el de San Nicolás Taumaturgo, su barba en abanico, la melena de cabellos grises cayendo sobre el humeral, la tiara bruñida de oros, los ojos dulces y clementes y la expresión hierática y antigua que tienen los santos míticos. Debía el antiguo obispo de Mira estar muy alegre, ya que un pupilo onomástico que había llegado a zar y murió mártir de la Ortodoxia hacía ochenta años había recibido la palma del martirio. La justicia del Dios de Abraham y de Jacob, el de los patriarcas y de los apóstoles vuelve al cabo del tiempo. A los que ha señalado con su dedo misterioso en los designios imponderables que derraman el torrente de gracia sobre los vasos de elecciones no los olvida. A través del tiempo, atando y desatando. Alejándose y acercándose, desapareciendo o haciéndose presente se consuman sus planes.

   El heredero del emperador Constantino, el “basileus“, monarca sagrado, legatario del depósito de la fe simbolizada por la cruz en lo alto que vio la Legión Tebana cuando combatían a los bárbaros en Panonia y antes de trabar batalla se santiguaron negándose a rendir culto a los ídolos, el centurión Mauricio y sus dos edecanes Euterio y Cándido  contestaron la orden del emperador Maximiano de rendir culto a los ídolos, y el propio Cesar en Puente Milvio, había derramado su sangre por todo aquel conjunto de valores que representaba. Lo mandó ejecutar un comisario algo neurótico y azacaneado, que se llamaba Yurovski, que había pasado varios días esperando un telegrama desde Moscú.

   - ¿Qué hacemos con este pez gordo, camarada, símbolo de nuestros males, amo y déspota de la vasta Rusia?

   Como en la muerte de Cristo, aquel judío no fue responsable de la inmolación del Justo. En  cierto sentido y como cosa personal, ejecutaba los designios de la divinidad, pero en aquella hora aciaga no actuaba en representación de la grey elegida, sino que se situaba como mero ejecutor de un diseño que pertenece al arcano de los planes secretos de Dios para con la humana condición. El último de los Romanov había sido sacado del redil de los corderos para inmolarse y servir de ofrenda, expiando de esa forma la culpa colectiva. Un pueblo en bloque -ese es el gran sofisma, la añagaza diabólica- jamás podría ser calificado de deicida. No obstante, y como explicitaremos a seguido, hay vetas oscuras en la conducta del Israel de la tribu de Dan, que pueden transformar a todo el conjunto en “ pueblo aborrecido, escupido de la boca del Señor”    En todo grupo humano, los hay mejores y peores. La maldad y la bondad nunca pueden ser categóricas. Yurovski, el antiguo aprendiz de fotógrafo y ex enfermero, un hombre sin entrañas, y después de Judas uno de los especimenes de la raza humana más inhumanos y protervos que salió de vulva de mujer a la expectativa de órdenes decisivas, ejerció funciones de Pilatos en aquella hora triste y crucial. No le imputéis la muerte del justo, aunque de los labios de sus comilitones partió el grito estridente que ya sonó otra vez en el Lithostros: “caiga su sangre sobre nosotros, y nuestros hijos”, pero Jesús volvió a la carga y repitió la frase de misericordia y de perdón:

   - Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.

   El mensaje de perdón resonaba nuevamente al cabo de siglos, de crímenes, depravaciones de la carne desolada en la melopea monódica entonada por los oficiantes - seis popes y seis diáconos- y así el símbolo áureo en el número quedaba repetido. Doce grandes ventanales tiene la “ Petropavloski sobor” emplazada en el recinto de la fortaleza del mismo nombre y doce curas eran los que oficiaban el funeral. El mundo del pecado sigue así participando en el ágape de la esperanza. No nos queda más remedio que indultar y perdonar, a favor de las enseñanzas del evangelio, e imitar en su mansedumbre al Cordero que cargó con el peso de la culpa a sus espaldas. La voz de los sacerdotes, tremolando magnifica, resonaba cerca de  las cimbrias de las bóvedas. Tenía el ceremonial todo el empaque y solemnidad de una coronación.

   Las casullas de los oficiantes recamadas de oro y de pedrería emitían irisaciones de madreperla. Una esmeralda,  engastada en el báculo del obispo de san Petesburgo que asistía a las honras fúnebres desde su trono de honor bajo un baldaquino de damasco, brillaba de una forma característicamente simbólica acercando el mundo militante al de la iglesia triunfante y coronada. Rutilaba igual que un sol azul, diminuto.


 Estaban las naves de la basílica, una de las siete catedrales con las que cuenta la antigua sede imperial(Ismailovo, San Nicolás, Nuestra señora de Kazán, la de San Isaac macedonio y la de la Transfiguración) atestada de creyentes. Su cúpula mide ciento veinte metros de alta y enseña una veleta de oro macizo, la cual durante el cerco de Leningrado tuvo que ser tapado con una funda porque el bastión encandilaba a los apuntadores de la artillería germana.  En estilo alejandrino esta joya del barroco ruso del Domenico Trenzzini, ocupa una eminencia. Desde su aguzado campanario se puede dominar una panorámica de la corte de los zares. En días soleados, la vista alcanza las planicies de Finlandia. Por su trazado dieciochesco, recuerda a San Pablo de Londres de Christopher Wren y al Vaticano. Pedro el Grande mandó colocar en lo alto del chapitel una flecha apuntando hacia Europa. Fue un gesto admonitorio, porque aquel gran zar creía que, cuando Roma y Londres, otrora bastiones de la cristiandad, cayeran en manos de los enemigos de la Cruz, todavía quedaría la Ortodoxia. Una fuerza diferente, telúrica, alienta dentro de sus muros construidos en granito rosado finés. Es una energía que traspasa y conmueve.

   En el mausoleo de los Romanov por fin iban a descansar si no sus huesos al menos la memoria del zar de los ojos soñadores, callados introspectivos. Tenía una mirada líquida. Como de aguamarina. La singular apostura de este varón de deseos era una belleza profética. Supo desde un primer momento cuál sería su destino. Dormiría por fin al lado de Pedro el Grande, de Catalina , y junto a la sepultura de su padre, Alejandro III, también asesinado por una anarquista.

   El incienso que flotaba sobre las cabezas del gentío premiaba a los que asistían al espectáculo, tan impresionante, con la visión por un pequeño agujero y por unos instantes del canto incesante de la eternidad. La antífona del Querubín se daba la mano con la oración de los difuntos que en la Iglesia bizantina carecen de  ese aire tétrico y de desgarro ahogado plañidero que los occidentales solemos dar. El rostro de Nicolás II es el que más se parece al que conocemos por el Santo Síndone. Transpiraba serenidad y majestad y una hermosura augusta teñida de timidez y de melancolía.

  ¿Era Cristo un griego? Esa es una pregunta que me hago últimamente. Desde los Urales parece sentirse su presencia y desde los montes que circuyen al Ararat resuena el grito del arca Perdida, cuyos ecos se escuchan por el orbe entero. La cámara de resonancia es las cúpulas del Cuerno de Oro, los bulbos sagrados que muestran al mundo las cruces en Constantinopla, patinados de la luz misteriosa de los iconos. “ Ex oriente, lux”: de allá  llega el  grito, como una taladro de misericordia, de comprensión y de bondad. ¿ Habrá empezado el siglo futuro a partir de las exequias, diferidas durante tanto tiempo, del último zar, cuyos hermosos ojos tan humanos y comprensivos coronan las divinas techumbres?

   Desde los últimos cuadros que quedan poco antes de su cruento martirio miran sus ojos de un azul esmeralda. Parecen decir comprensivos y sumisos acatando la divina voluntad: “Rusia, yo te perdono”.

  He ahí una bella familia acribillada a balazos una madrugada en los sótanos del caserón de una vivienda de campo, la casa de Ipatiev, el rico mercader, que vivía en el antiguo monasterio del mismo nombre desamortizado por el soviet. Se da la coincidencia trágica que en el claustrillo de Ipatiev los boyardos elegirían emperador a Miguel Romanov, el primero de la dinastía; allí vendría a morir de una manera innoble y a traición sin juicio previo el último de todos ellos. Se completó la saga y se cerró un círculo. Un periodo que abarca de 1613 a 1917. Diez monarcas absolutistas ciñeron sobre sus sienes la corona de todas las rusias.  ¿Cuales fueron las claves de esta muerte por fusilamiento? ¿Qué queda detrás de aquel magnicidio de la  hermosa familia: Olga, María, Tatiana, Anastasia, las princesas? Alejandra, la zarina? Los esbirros no perdonaron ni al zarevich, hemofílico, con las piernas llagadas, que compareció ante la boca de los fusiles llorando; estaba sentado sobre las piernas de su progenitor. Tampoco hicieron gracia del médico de cabecera de la familia imperial, el Dr. Brotkin y el aya Demisova. Rusia, yo te perdono ¿Se perfila algún remanente de futuro para la humanidad gobernada ahora mismo por los herederos de aquel esbirro por nombre Yurovski y en Babilonia el nuevo Nabucodonosor- todo el mundo repite hasta la nausea sus amores expeditivos con una becaria, historia escandalosa, propia del mas gusto, y de la zafia vulgaridad con que conculcan todos principio moral y toda norma de Justicia el Ogro Universal de Quitaipón: Daniel, profeta del Altísimo, ¿donde estás? Ven a leerle la cartilla a éste, que ya hay síntomas de escritura en la pared, pues su reino será dividido y él pesado en la balanza y no dará la talla, aunque dé otras, que la más importante, no, para su condenación y desgracia- y entregada a los dislates de la Cena de Baltasar?

   El pelotón de fusilamiento lo mandaba el propio Yurovski. Pero a última hora tuvo que sustituir a los rusos del piquete por mercenarios húngaros a los que se obligó a ejecutar la orden firmada por Lenin  a culatazos y doblada la ración de aguardiente. Los rusos se negaban a disparar contra el emperador. Estaba considerado como un dios.

  Yeltsin dijo”: Todos somos culpables”. Saldaba de esa forma una vieja cuenta pendiente con los anales no obstante haber quedado impune aquel crimen para siempre.

Los acontecimientos me han trasladado “ ad unguem” y a lomos de la perspectiva otorgada por los sueños del mucho leer- a espaldas queda toda una larga vida de contemplación estética de lo ruso. Fui elevado cogido por los cabellos de las manos del ángel que transportó al profeta Habacuc a Babilonia para llevar al profeta Daniel, preso en la cueva de los leones, aquel potaje eucarístico, o como el diacono Felipe en Azeto. De la misma manera he sido yo transportado yo hasta Petrogrado en las alas del divino Miguel de la literatura en este caliginoso y extraño verano del 98. Huía de las soflamas de mis enemigos, del tedio y el encono o la injusticia o el instinto de revancha de un mundo que rueda hacia el abismo.


                                                              XXI

 

   Aterricé en las riveras del Neva una soleada mañana de julio, cuando las campanas de todas las iglesias de la vieja ciudad imperial repicaban a misa. El sol radiante daba esplendor a los chapiteles en bulbo donde campea la cruz del Redentor coronando el “ mound “ esférico que significa que Cristo es rey del globo terráqueo. A pasos veloces y escoltados por mi poderoso valedor a lo largo de los bulevares y prospecta que confluyen en la gran plaza penetré en la enorme catedral de san Isaac. La misa había hecho que comenzar.

   - Bendito sea el Señor Dios nuestro. Ahora y siempre.

El precentor (recitador) invocaba a la Santa Trinidad y el coro entonó las letanías de la misericordia, que son más solemnes y hasta resulta electrizante en las misas de difuntos. Acto seguido, se cantó el “ Otse Nash”(padrenuestro). Mi ángel velador a todo esto iba y venía del trascoro a la bóveda y de la pérgola del iconostasio hasta las capillas auxiliares casi a la velocidad de la luz, su cuerpo radiante brillaba como un crisólito y tenía todo él la agilidad y hermosura de la exhalación. Su sola visión causaba confianza y a la vez pavor.

Era el mismo personaje que librara a Daniel del pozo de los leones, burlando las acechanzas de los enemigos del profeta y liberándole de las cárceles de Nabucodonosor. El hizo volver a cantar a las gentes.

    - Bendito sea el Señor ahora y siempre - repitió el diácono iniciando el responso con una santiguada.

    - Por los siglos de los siglos. Amen. -, atronó el coro.

    Las cúpulas de la catedral de San Isaac resonaron como si quisieran venirse abajo. En vez de un responso, aquello parecía un canto triunfal. El ángel que transportó al profeta Habacuc desde los cabellos hasta el pozo, y el que libró a Ananías, Azarías y Misael del fuego me había llevado a un lugar del mundo donde yo sería capaz de mirar el cielo a través de una rendija. Portaba en la diestra una espada de fuego y en la siniestra la copa ritual del vino nuevo. Era la sangre derramada del cordero, la sangre de los mártires, la del último de los Romanov. En ellas latía el alma imperecedera de todos los acogidos al sermón del monte. Era la sangre de las víctimas de la intolerancia, el fracaso y el desamor, la infamia. Comparecieron ante mí - fue una visión terrible y a la vez beatífica - los rostros de prostitutas, de borrachos. Gabriel les había franqueado las puertas del Paraíso.

    Allí estaba Martín Menoyo con sus ojos de calma y de sufrimiento ostentaba los bretes de su infortunio. Las cadenas que arrastró en vida en el penal de los Reyes y la blanca a la cual fue amarrado se habían convertido en enseñas de triunfo. Eran de oro rojizo. La cárcel, pensé, puede ser purgatorio, pero algunos lo convierten en Monte Carmelo. Peldaño a peldaño, se alcanza la unión mística con el Esposo.

  ¡Han sido tantos los presos, los hospitalizados, los que pasaron su existencia en manicomios y casas del dolor! Todos ellos estaban ahora a la derecha del Padre!

  Yo vi a Juan de la Cruz con un ceñidor de guirnaldas y el alba de lino impoluto, sacerdote de Jesucristo y a las tres Teresas. Estaban con muchísimos otros. Tantos que me parecieron innumerables. Se habían dado cita allí en la mañana de julio. Podían ser miles de millones y todos cabían en la inmensa “ sobor”. El ángel de la dicha les abrió los postigos y el cielo y la tierra en aquel punto y sazón quedaron comunicados a lo largo de una larga escala de Jacob, cuyos peldaños no eran sino cabos de estrellas. Paz a los hombres de buena voluntad... No tengáis miedo.

  El coro había vuelto por sus fueros. La masa de voces acometió un responso maravilloso. Dirías sentirse el batir de las alas del serafín. Toda la melodía se desarrollaba en eslavónico litúrgico alguna de cuyas estrofas llegué a entender perfectamente. Eran gritos de misericordia y de perdón. Ayes ante el dolor y la fugacidad de la existencia humana. Da la paz a tu siervo, Salvador. Coronalos de la palma del triunfo, por tu amor al hombre... Conduce a nuestro llorado zar y a su familia al paraíso, donde el alma de los justos y de los santos padres resplandece como luminarias, perdónales sus pecados.


   En aquel momento toda la congregación en peso, los miles y miles de creyentes, visibles e invisibles, que poblaban las naves de la “ sobor” y las aleyas de la fortaleza de Pedro y Pablo, hincó la rodilla en tierra. Es la única ocasión en que se arrodillan los ortodoxos. Por lo común, los oficios, a los que diariamente asistía el zar con fervor en los postremeros días de su existencia, porque acaso notara que el espíritu le ayudaba a sobrellevar los trabajos con presencia de animo. El mártir, apoyándose en el don de la gracia, suele arrostrar la prueba con una fortaleza interior que suele espantar a los propios verdugos. Éstos en la hora final suelen mostrar más miedo que las propias víctimas.

    Los doce oficiantes, símbolo de los doce apóstoles, se persignaron varias veces al tiempo que doblaban el torso hasta la cintura. Sólo quedó erguido ante la cruz el deán igual que un huso. Engastada en su tiara pontifical con toda la plenitud y la inocencia de su sacerdocio, también su majestad, una esmeralda emitía fulgores. Su luminosidad parecía potente y lejana lo mismo que la de una estrella.

    El salmista repartió velas entre los fieles. El templo iluminada por millares de cirios y las lámparas que colgaban de las pechinas, los arcos formeros y el triforio aparecía cual  ascua incandescente, formando una especie de  lago de luz sin espacio y sin tiempo. Infundía todo eso la percepción de lo infinito. Pero los rayos que más brillaban eran los que salían de adentro. Cada rostro era un espíritu puro. El alma humana es esencialmente musical. Sinfónica. Así lo quiso el Consolador. A través de la armonía llegamos al conocimiento del Padre. El diablo odia la música. En el infierno no se canta, al no existir armonía. Sólo estridencia. Por ende con toda la razón se ha temido que el destierro de los coros a capella y la proscripción del gregoriano y del latín, que han dado paso a lenguas vernáculas y a instrumentos populacheros y estridentes como la guitarra tabernaria, de acuerdo con las nuevas rúbricas liturgias del segundo concilio Vaticano, han significado un triunfo del maligno. Por suerte Bizancio siguen sin reconocer tales estipulaciones cultuales con arreglo a los cánones de su tradición.

La ceremonia, los cantos, las reverencias y el dúo  de las letanías con sus melismas y contrapuntos acotados de réplica y de queja, para impetrar el favor divino, que  hacen pensar en el batir de la marea indómita sobre los rompientes de una playa infinita, no parecían de este mundo. Yo estaba protegido por las alas del serafín contemplando el rostro de Dios. No era el anciano que retrata Daniel sino una fuerza que adopta todas las formas, olores y sabores de su creación. El legado de los Cielos salvó a los Tres Jóvenes de Babilonia soplando con sus fauces y creando una corriente de aire fresco en medio del fuego abrasador. Verdaderamente, Cristo es inmenso.

Se acercó a mí el querubín y me dijo:

    - No sufras más varón de deseos. Tus plegarias han encontrado oídos adeptos en Quien me envía. No tengas miedo.

   Una paz infinita se apoderó de mi persona. Con todo el brío de mis pulmones deshechos exclamé:

     - Mira, Señor, mi cuerpo lacerado por la enfermedad y mis pies hinchados por la podagra y la uremia. Tengo el paso torpe y vacilante. Mis enemigos se ríen de mí. Apiádate de mis pecados. Acaba con las angustias que me afligen.

     Volví a sentir la palpitación del ala del ser celestial que guiaba mis pasos. Era como el sonido de una inmensa bandada de palomas. Mi cabeza parecía que iba a estallar. Jesús, hijo de David, apiádate del que te sirve y te confiesa ante los hombres. Se posaron sobre mi cabeza unos ojos cuajados de mansedumbre. Como aquella vez, en la catedral de Ávila, cuando alcé la mirada al techo y vi a Cristo agonizante reclinar su mirada sobre la mía... Vengan a mí los tristes y lacerados. Todos aquellos que sufren persecución por la justicia.

    Ya no habrá catedrales vacías solo frecuentadas por curiosos miracielos y por turistas japoneses ávidos de copiarlo todo. El efecto “sobornosti” es una experiencia única e intraducible. Ya no habría más abandono. Me llegó el convencimiento y la persuasión aquella mañana radiante del 98 que en adelante sería así, mientras asistía en espíritu a los funerales del Zar. Se anunciaba un tiempo de visitación, aunque yo siguiera repitiendo con Agustín la plegaria del abandono del justo que acepta su dolor y abatimiento para expiación de la culpa: Hic ure, hic seca, hic non parcas, ut in aetérnum parcas (quema aquí, corta lo que sea necesario, y no me perdones en esta vida para que en la eternidad me perdones).


- Cristo libertador, rompe nuestras cadenas. Seas nuestro alfaqueque. Ven a reinar sobre Occidente en majestad. Rescátanos de las garras de los modernos Nabucodonosor. Ellos, para espanto y risa de las gentes, no son más que estatuas de barro. El ángel de la venganza les convertirá de nuevo en bueyes, en mulas o en serpiente, en justo premio a su bestialidad ¿ No dicen que el hombre viene del mono? Pues aquí a los poderosos del orbe andando a cuatro patas. Su zoantropía- pues es la querencia de su habitud - hará que se transformen en los animales que tienen por dioses: imitarán las ancas de la yegua, rebuznarán como el asno, silbarán cual la serpiente, saltarán como el gamo, pacerán como el ternero, graznarán como el cuervo. Libranos de los espantosos legados de la ignominia y de los que blasfemos contra tu santo nombre quieren que todos volvamos a ser alimañas del campo. Destruye su reino que es de cartón piedra. Mira, señor, que no somos más que polvo, pero polvo enamorado y redimido de las cadenas del pecado que es la muerte. Pues Tú dijiste: quien crea en Mí será participe del reino futuro y le alumbrará la luz que nunca se extingue.

 

                                                            XXI

 

 La voz de los seis diáconos coreó mis pensamientos. Atronó bajo las excelsas bóvedas de la catedral de San Isaac la secuencia del “ Dies Irae “. El preste alzó las manos para bendecir. El coro entonó “Paz eterna al alma del justo”. Se extinguieron los cirios, que elevaron en el aire azulado por el incienso hilos de humo gris. De los pabilos al apagarse brotó una insólita fragancia. Me dio la sensación de aquella fragancia súbita y sacra provenía no del humo de las velas al extinguirse sino de los propios restos humanos en el relicario de los féretros. Dentro de la urna no quedaban vestigios, porque los cadáveres habían sido incinerados con gasolina, ácido sulfúrico y cal viva en la famosa fosa común de “ Los Cuatro Hermanos”, aquella afanosa noche de pesadilla del verano siberiano del año diecisiete. Así y todo, podía decirse que olía. Era ese aroma de santidad del que habla la Biblia.

   La exhumación de los despojos humanos de la familia Romanov había suscitado una enorme polémica. Algunos arguyeron que no eran los de Nicolás II, pero arqueólogos ingleses cotejando el ADN de los fallecidos con el del Duque de Edimburgo habían establecido que pertenecían verdaderamente al grupo genético de los Romanov.

  Un pelotón de gastadores del Regimiento Preodbrayenski (Transfiguración), o de la guardia regia, que milagrosamente no había sido disuelto durante los años que duró la Unión Soviética, estaba cubriendo carrera y dando escolta de honor junto al catafalco. La divinidad actúa de manera misteriosa. Sus enemigos delante acabarán humillando la cerviz.

  “Lavaron sus estolas en la sangre del Cordero”, se oyó cantar al salmista. Una encorvada anciana de ojos azules y rostro complaciente me sonrió. Pese a la edad, su cuerpo baldado conservaba un aspecto de juventud. Podía haber sido tiempo atrás una de aquellas heroínas de las novelas a cuya lectura me había entregado durante los años de juventud, cuando empecé a frecuentar las librerías de lance y descubrí en toda su grandeza atesorada en  la gran literatura rusa. Pudiera ser Olga, la del Jardín de los Cerezos o la patrona de Crimen y Castigo. Los que hemos soñado, amado, odiado o rezado a través de la literatura sentimos un complejo de deformación profesional, que nos hace ver el mundo a través de un mundo diferente. Pero la novela rusa siempre ha tenido para mí un contexto profético. Avanzó las pautas fundamentales de mi existencia antes de empezarla a vivir. Que tendría un gran amor desgraciado. Que me casaría luego con una rufiana. Que todos me traicionarían, pero que al fin encontraría a Cristo, el Jesús encarcelado de los que tienen una visión espiritual del mundo particularísima. Hasta creo que fueron los autores rusos los que me han dicho cómo iba a ser mi funeral en medio del abandono de todos.

   Voy contra corriente en este afán. El mundo de hoy (q.v.) mira para otra parte cuando se le habla de entornos profundos o de calados proféticos. El contenido de gran parte de los autores eslavos se mueve en la dirección del oráculo evangélico y muchos de sus libros son una glosa del Nuevo Testamento estampada desde los bajos fondos y desentendiéndose de florituras jerárquicas. Por suerte, los popes han sido gente del pueblo. A Rusia, galardonada por Dios con las dádivas de muchos y de santos monjes, le ahorró el suplicio y la tiranía espiritual de los jesuitas o el escándalo de la gran sopa de letras que han sido en la Iglesia Latinas las innumerables órdenes monásticas y la pléyade de cofradías y de capillas.

   Cada fraile un escapulario y cada escapulario, una camándula. Por eso han sabido retener mejor que nosotros la esencia del Cristo vivo. Y, para colmo, la sede de Pedro ha sido usurpada por un infame polaco, que selló pacto con Mefistófeles. Los polacos en varias ocasiones arrasaron a sangre y fuego Moscú, debelaron sus monasterios, violaron a las doscientas monjas de Novodievichi. Pertenecen a una raza infernal, como los irlandeses, aunque se digan católicos, del anticristo. Rusia se fraguó en la lucha contra el mongol y contra el polaco. Está escrito que de ella ha de nacer quien traiga paz a las naciones.

   “Tsar bascriesse (el zar ha resucitado para vivir eternamente). Las notas del canto de resurrección se me clavaban en el alma. Avanzaban sobre las bóvedas a ritmo certero y solemne. Brotaban como de un pozo de gracia y de misericordia. El timbal de los tenores y contraltos alternaba con el murmullo potente de los bajones.


   Era el grito más augusto y solemne que jamás podrá ser escuchado en la Tierra. Un verdadero pregón de bienaventuranza al que nada es comparable. Todo lo domeña. Algunos se santiguaban. Otros se restregaban los ojos porque tampoco podían aguantar la visión.

   ¿Dónde había visto yo a aquella dama? ¿ En algún relato de Pushkin?

Leyó el sacerdote la oración postrera. Acto seguido, el cortejo de clérigos detrás de la cruz alzada y de los ciriales se dirigió en procesión  hasta la capilla lateral donde iba a erigirse el emplazamiento definitivo de la tumba con los restos, un lugar humilde sin monumento enrejado. Allí una simple lápida de mármol negro advertiría al visitante que allí había sido inhumado el último zar bajo un icono de la Dormición y una gran cruz de roble iluminada por la luz de un pebetero permanentemente encendido. Llegados al sitio, un diácono, cogiendo de un acetre una paletada de tierra rusa, la fue desparramando sobre el ataúd en forma de cruz, mientras pronunciaba las severas palabras que encierran toda la clave severa y fatal del misterio del breve paso del hombre mortal por esta vida: “ La tierra, y cuanto de ella salió, y en ella vive, pertenece al Creador. De ella saliste, Nikolai; de ella, salisteis Olga, Tatiana, María, Anastasia, Elena. Alexei, y a ella habéis vuelto ya”.

   El  chantre, al cerrar el libro de rituales o “ cinerarium”, hizo un ruido sordo, bronco y terrible, todavía más trágico que el emitido por las paletadas de tierra sobre el catafalco. Era el signo de que las exequias habían llegado a su fin. La vieja dama a mi lado se prosternó sobre las frías baldosas de la catedral de Petrogrado haciendo alarde de una agilidad semi angélica, hundió su frente en la tierra y la besó.

   - Se acabó - escuché gritar a alguien

   Pero otra voz misteriosa desde el otro lado del templo apostrofó en tono contundente:

   - No. El zar vive y vivirá, como el justo, eternamente.

  Una multitud empezó a desfilar ante la grada del cenotafio. Pronto, éste aparecía cargado de ramos de flores. Las guirnaldas, las azucenas, los gladiolos, las rosas, las siemprevivas, los crisantemos formaban un segundo túmulo hasta cubrir por entero toda la altura de la capilla, llegando hasta la ventana geminada por cuyas vidrieras penetraba un sol de resurrección. Su luz refundía los colores de las flores allí depositadas. El relicario estaba llamado a convertirse en lugar santo, en centro de peregrinación.

A la salida del templo la multitud abucheó al presidente que desaparecieron en sus lujosas limusinas de color negro a toda carrera enfilando la avenida Nevski. Yeltsin, que había derramado lagrimas de cocodrilos en un breve discursillo durante la ceremonia, diciendo aquello de “ todos somos culpables “, había sido juez y parte de aquel hecho. Siendo gobernador de la lejana provincia de Yekateringrad, sector de Zverdlosk en los Urales, ordenó exhumar los restos de los fusilados y embarduñar los huesos de cal viva para conseguir así que no quedase ni rastro. Otro legrado de memoria. Sin embargo, podrá oponerse a la acción del Espíritu santo. La gran pascua aguarda a todos aquellos que dieron su vida por la verdad y la belleza del Evangelio y los enemigos de la Cruz, que siempre fueron sagaces y disertos en las cosas mundanas y en recursos leguleyos, nunca lo podrán comprender. Son bastante lerdos.

   - Tsar baskriese s Xristoi ( el zar resucitará con Jesús).

   La antena de resurrección volvió a soplar inconfundible y magnífica.

   Desde la otra parte del coro matizaban:

   - Poistini baskriese (verdaderamente resucitará).

  Era el grito más impresionante y solemne - el grito de resurrección - que podrá escucharse en toda la liturgia cristiana. Un terremoto que hará retemblar toda la tierra para escarnio de los impíos. Es el pregón de la bienandanza que se acerca. Nada podrá comparársele. Entre la multitudinaria congregación de feligreses que había asistido al acto y avanzaba a cada una de las cuatro salidas, las cuatro puertas que en la catedral de San Isaac miran para los cuatro vientos, unos se santiguaban con unción, como hicieron el zar y los suyos delante de la boca de los fusiles cuando fueron sacados del lecho para ser fusilados.

   La Cruz había ganado la partida y aquella mañana el mundo podría gritar con el apóstol: “¿Muerte dónde está tu victoria?¿Muerte dónde está tu aguijón? Otros sonreían con la misma unción que el ángel de oro encaramado en la veleta. Los más lloraban de gozo, conscientes de haber sido testigos de un hecho insólito, irrepetible: la exoneración del inocente. Dios había por fin acabado de justificar al varón de deseos. Todo allí había tenido un sello profético.

 

                                                              


 XXII

 

   El tiempo había aclarado. En el parque de Máximo Gorki unos niños con el pelo color de avena desplegaban sus birlochas y lanzaban al viento la cometa bajo la mirada cercana vigilante de madres y niñeras. Gruesas matronas de rostro complaciente saboreaban uno de esos deliciosos helados que son exquisitos en toda Rusia y concretamente en esta ciudad. Era una placentera mañana de verano en que todo parecía en calma. La salida de misa es una hora de ilusión y de sosiego en todas partes. Las gentes se muestran contagiadas de esa paz eucarística y eulógica (euλoγεiα = bien hablar) del que participa de algo divino

   La flecha del chapitel donde hace equilibrios el querube que porta la cruz tiene siete metros de alzada. Cuenta la leyenda que un rayo  derribó la estructura en mil ochocientos treinta. Hubo de ser reemplazada, pero a ver quien era el majo... Un pizarrero especialista en el sollado de techumbres y la artesanía rusa cuenta con buenos especialistas en el trabajo de cubiertas, porque con el frío que hace por el invierno allí las casas no pueden tener goteras) se brindó voluntario trepando hasta lo más alto del pináculo. Para recompensar el arrojo del valiente y temerario menestral, Piotr Teluchkin, por un ukase especial, otorgó al ciudadano un fuerte suma de rublo, así como el “ cubilete de oro”, esto es: el privilegio de poder beber en todas las tabernas del imperio de balde. Se hizo borrachín el antiguo equilibrista y su inmoderada afición al vodka hizo que acabaran prematuramente sus días. Petersburgo es el sueño de la razón enciclopédica reconvertido; la combinación de dos mundos. La teología se amalgama con la ciencia en pomposas fachadas de estuco, avenidas de una tracería perfecta, que parecen tiradas con plomada y cartabón. Aquí resplandece el misticismo ruso conjugado con el esfuerzo liberador del hombre que piensa en el progreso. El Hermitage y las atarazanas de la Escuela Naval viven a la sombra de las cúpulas en bulbo rematadas por la cruz constantiniana. Esta ciudad encarna la apoteosis del cosmopolitismo cristiano. Vibra en una cuerda particular de la que carecen otras metrópolis donde se palpa un aire de mayor gentilidad. Petersburgo se alzó a favor de la voluntad de un déspota ilustrado - Pedro el grande - que trató de hacer un tipo de capital distinta, una nueva ciudad de Dios en que se conjugara la fe con la razón.

   El ángel me llevó a mostrar la ciudad. En la Plaza del palacio (dvortsovota plotshad) contemplamos la columna rostral de Alejandro que da entrada a la exedra del Palacio de Invierno. En ese enclave fue asesinado el zar - pervive en todos los Romanov una especie de maldición  que aboca a la mayor parte de los miembros de la dinastía a un destino trágico - por el hermano mayor de Lenin, al que luego ahorcaron, allí mismo dio principio la revolución del diecisiete. En la cima del obelisco, de granito rojo de Finlandia, la figura de una ángel alza la cruz, mientras sus pies descabezan a una serpiente. El monolito, de treinta metros de alto y con epígrafes en relieve, posee un aspecto impresionante.

   - Esta ciudad nos pertenece - comentó mi excelso acompañante, quien me traía de acá para allá agarrado del brazo. Su mano infundía en todo mi cuerpo un calor saludable.

“Al zar Alejandro I, la patria rusa en prenda de gratitud” reza la leyenda que da motivo a las secuencias en relieve de la columna rostral. Sobre dicho emperador corrieron creencias de un mítico sebastianismo. Aquel zar no ha muerto. Vive escondido en alguna parte del inmenso territorio y viaja de incógnito bajo el nombre de Piotr Kazmitch. Al final de los tiempos vendrá con Jesucristo a rescatar a su pueblo de las garras de la serpiente. Al igual que la mayor parte de los Romanov, a los que persigue un destino trágico, Alejandro I fue un adalid representativo de la lucha contra el dragón.

   Frontero al Palacio de Invierno ya admiramos la amplia exedra del Gran Estado Mayor (Glavni  Schtabe) cuyos pretiles dan a la Perspectiva Nevski, auténtica arteria de la ciudad imperial, toda ella bordeada por los dos ramales del Neva. Hay que cruzar el río y sus canales de continuo. Por eso Petersburgo con un número famoso de puentes, casi setecientos. La silueta del Almirantazgo también resulta impresionante.

    El motivo, casi obsesivo, y que sella el destino del pueblo ruso, del duelo a muerte que ha de sostener la nación contra los poderes infernales,  vuelve a repetirse en la estatua de Pedro el Grande. Desde su caballo de bronce mira el rey pensativo para las aguas del Golfo de Finlandia, la testa coronada de hojas de laurel, y las patas traseras de su montura acoceando un áspid.


   Siguiendo el hilo de las claves mágicas y de la semántica esotérica, hay que ponderar en el iconostasio de jaspe de la “Kazanski sobor” la presencia de treinta y tres estatuas de santos, representando cada una los años que, de acuerdo con una tradición apócrifa, pasó Jesús en este mundo. En el de la fortaleza de Pedro y Pablo este número se amplía a diez más, cifra correlativa a la de arqueros (steltzi) o centinelas que vigilaban día y noche las entradas apostados en los matacanes de las murallas coronadas de almenas con puntas de diamante.

   - Todo es aquí rojo y azul. Hasta las piedras y los colores transpiran unción sagrada - exclamé embelesado, pero mi divino tutor apenas profería palabra.

   Como el grumete vigía que descubre nuevos mundos y hace caer de los ojos de los hombres las costras que le mantienen ciego a las cosas sagradas y a la vida de la gracia - eso mismo le había hecho a Tobías - me conducía por un dédalo de calles y de plazas, bulevares rimbombantes, bibliotecas, museos, y jardines, y todos aquellos elegantes edificios cabe el agua de las mejanas y de los canales que hacen a la vieja ciudad hanseática. Era, sobre todo, incontable la copia extrema de iglesias. De alguna manera, a través de aquel cicerone, legado del Ser Supremo, yo me estaba iniciando en los misterios de una vida nueva.

   Por fin el ángel habló de esta manera:

   - Cristo Salvador reinará. Su memoria no podrá ser borrada hasta el final.

   Y, como para dar crédito a su firme sentencia, sucedió que ibamos dejando a nuestro paso un reguero de aromas y de fulgores. Era como la cauda de un cometa. Aquellos portentos ya no me inspiraban recelo. Porque la primera vez que vi a este ser celestial, que me cogió por los cabellos igual que al profeta Habacuc, sentí pánico y me desmayé de terror. Todavía, sin embargo, sus ojos me seguían pareciendo enigmáticos y sus palabras oscuras. ¡ Ah, aquellos ojos, sobrecargados de fuerza y de expresividad, un pozo de saberes, punto de encuentro de toda la ciencia gnóstica!

   - ¿ Quién eres?- inquirí.

   - Soy Miguel, el defensor de los pobres y de los perseguidos. No tiembles. Sígueme. Yo te portaré entre mis alas a los palacios. Te enseñaré cosas recónditas. Vas a aprender un cántico nuevo, el que cantamos en el cielo continuamente los nueve órdenes angélicos. Dios me envía a ti para que goces de las notas de su música. Gloria a Él.

 - Por los siglos de los siglos.

 - Amén. Los hombres viven de espaldas a su verdad y a su belleza. Adoran al becerro de Betel y pronto serán castigados. Pero escucha esos coros.

Efectivamente por toda la ciudad resonaban cantos de majestad. La música sagrada es el medio más rápido para acercarse al rostro de Dios.

Obedeciendo el mandato del arcángel, mis pasos, antes vacilantes e inseguros, se hicieron más firmes. El divino heraldo me hacía pisar fuerte. Había desaparecido de mi rostro ese halo de temor y de confusión nerviosa de los que van por el mundo a la agachadiza, porque volví a pensar que mi confianza estaba depositada en el Señor. Hasta creo que por un milagro se irguió mi espalda y desapareció la chepa que tanto me aflige y es la culpa de que yo vaya por la vida sin aplomo y sin confianza.

 Miguel había bajado a hacer desaparecer mis zozobras. Sus gestos y ademanes eran mis propios gestos y ademanes, y por primera vez en mi existencia supe lo que es andar derecho y sin miedo a nada. El brazo esforzado del Señor era quien me infundía valor.

Una brisa procedente del estuario acariciaba los cabellos de su melena rojiza. Tenía un rostro alegre y casto, de facciones armoniosas, en el cual lo más destacable  -ya digo- eran sus ojos omniscientes y penetrantes.

Nuevas cúpulas doradas se abrían sobre el horizonte. Más iglesias, catedrales y monasterios. Las grandes ciudades rusas imitan a Kiev, madre de la ortodoxia y todas ellas aparecen rodeadas de un cíngulo de campanarios y de muros sagrados. Es lo que se conoce “ El Anillo de Oro “. Estas bóvedas presentan un aspecto inconfundible entre abigarrado, íntimo y grandioso, en el que se presenta en toda su grandeza el sentido verdadero del cristianismo.

   Aquellas torres que se alzaban ante la mirada eran los cimborrios de la catedral de Kazán. Yo ya los había columbrado de antemano. Había asistido a las vísperas cantadas por algún diácono de gestos como absortos y fugitivos y me había prosternado ante el altar de la Madre de Dios y de todos los hombres acompañando en sus plegarias a los héroes y heroínas de las múltiples novelas de ambiente peterburgués que había leído. Kazán es un paso honroso y un punto de referencia semi mesiánico en la literatura rusa.


   Durante siglos fue centro de peregrinaciones marianas. Desde el rumbo los cuatro vientos fieles cristianos venían a honrar a la Madre del Verbo, representada no de una forma antropomórfica sino ideográfica. Era el rostro abstracto de todas las madres que se ven en los reflejos de esa hebrea simbólica que inclina hacia un lado la testa mostrando en brazos el fruto de sus entrañas, el velo y el manto incrustado de estrellas. Sólo es una mujer que todo lo comprende, todo los sufre y de todos se apiada.

    Por los batientes de la Puerta del Paraíso se escuchaban las sublimes estrofas del “Akathistos”, el himno más antiguo a la Deípara, que ya se cantaba en Efeso en el siglo Quinto. Es todo él una glosa del “Magníficat”. Lo ejecutaba con voz perlada y emocionante un chantre con la barba nevada en forma de hacha y una larga melena recogida atrás en un lazo. Aquella voz de barítono que salía desde lo más profundo de la tierra y del “ sancta sanctórum”de un templo ortodoxo, conjuraba los poderes infernales que nos rodea, y recogía todas las súplicas, todos los ayes impetrando la intercesión marial. Nuestra Señora toda tocada de un manto de terciopelo en el cual hacían aguas los reflejos de una estrella extendía su mano, que curaba las llagas, aliviaba los sufrimientos, dando socorro al prófugo y albergue al desamparado.

   La estrella filante de ocho estrellas en el ápice de la toca de la Virgen Madre brillaba sobre el mar de perfidias humanas (cárceles, persecuciones, calumnias, imposturas, homicidios, estupros) regenerando la oscuridad de la noche lóbrega. La sublime doncella y su nombre bendito estarán yugados al dolor humano, oh Virgen nuestra del Perpetuo Socorro, ayúdanos. Mis afanes, mis luchas, mis idealismos e incluso mis desolaciones pertenecían a aquel templo. Me parecía que la catedral de Kazán representaba el cenit y el nadir de mi existencia.

  Un reverbero del sol matinal, rutilando sobre las cúpulas doradas y yendo a arrumbarse sobre los frisos de los pórticos para ir después a besar las campanas, puso una senda de fulgores en nuestro camino. Hacíamos una ruta de purificación emblemática.

   Me tiré al suelo cuan largo era, y en esta postura de cúbito prono lloré de alegría ante las gradas del altar de la Kazanskaya. Adoré al Dios de Israel. Mi ángel tutelar, que parecía tener prisa en mostrarme más glorias aquella mañana inolvidable, vino a sacarme de mis embelesos. Había mucho que recorrer todavía, más que admirar y era aun más lo que había que sentir, en esta peregrinación singular. La antigua capital es un entramado complejo de contradicciones. Junto al palacio del Santo Sínodo y la escuela naval, estaban también los museos de la ciencia, la casa donde vivió el Dr. Pavlov. Estaban los cirujanos y los médicos de la Isla de los Apotecarios. Petersburgo es la meca de las ciencias empíricas y también de la trigonometría y de la matemática.     No es sólo el Hermitage y el Palacio de Invierno sino que también su espíritu está presente en los sublevados del crucero “ Aurora”, los ensayos en la Aptekarski Ostrov del físico Roentgen con los rayos X, donde se encuentra la “ Strelka”, cuna radial y aprisco de geómetras. Pedro el Grande se rodeó de una corte de músicos, poetas, legisladores, químicos y físicos. Odiaba la superstición. En la mejana de los Boticarios así denominada porque entre sus marjales se recolectaban hierbas curativas por el verano nunca oscurece. Sobre su superficie se desparrama el sol de medianoche, un fenómeno físico que inspiró a Dostoievski sus “ Noches Blancas “. Sobre la boca del delta eleva su perfil siniestro el bastión Trubestkoï, donde aún se escucha cuando la mar está en clama el fragor de las cadenas de los forzados y el grito fantasmal de las almas en pena. Este baluarte, siguiendo las pautas de las comparaciones de Londres y de Ciudad de Vaticano, a las que quiere imitar la ciudad imperial, trae a la memoria los muros impenetrables del Castillo de Sant Angelo o el cono fatídico de la Torre de Londres.

 - Davai... Davai.

 

                                                    XXIII

La catedral de Kazán es un edificio de frontón griego, con un estilóbato o peristilo de columnas dóricas, que recuerda al Panteón parisino, a San Pedro y San Pablo de Roma y al Saint Paúl´s londinense. Coronando el tímpano el Ojo Supremo de Dios Padre irradiando los rayos de vida concéntricos se hace triángulo escaleno. Esta mimesis de las otras grandes capitales de la cristiandad refleja las obsesiones de Pedro el Grande con la europeización del pueblo ruso y el deseo de convertir a sus súbditos en reserva espiritual de Occidente. Se trata ni más ni menos del mito de la Tercera Roma, una preocupación constante del misticismo ruso del siglo pasado, que alienta en las páginas de Tolstoi y de Soloviov. Cuando Roma caiga en los brazos de la prevaricación y de la apostasía, Moscú quedará como depósito y baluarte de la prístina fe de Nicea.


  Se cree que los tiempos finales será la era de Acuario, el tiempo de la Mujer que aplastará la cabeza del dragón y por ende la importancia del Santuario de Kazán como centro del que irradia el culto marial. La Deípara salvará a la Iglesia, pondrá avenencias al cisma y asumirá su papel de corredentora con mayor fuerza. Los caminos del Señor son del todo misteriosos ¿ Quién iba a decir que una simple talla de madera policroma  que apareció en un lugar del Caucazo en mil quinientos setenta y nueve al cabo de una batalla de las huestes zaristas contra los tártaros y que resultó ser una copia de la imagen de María de Nazaret pintada por San Lucas en los tiempos apostólicos pudiera ser el epicentro de tanto arcano simbólico?

   Sin embargo, lo es. Se ve claramente este papel medianero de la Madre de Dios entre el cielo y la tierra, cuando el icono cientos de veces robado o enterrado volvió a parecer, o en la fuerte resistencia que opuso Leningrado al cerco de la Wehrmacht.  Novecientos días de asedio y la plaza no cayó en manos alemanas. Algunos lo atribuyen a la intercesión de la Señora.

   Ochentas años de revolución que convirtieron el santuario en Museo del Ateísmo y en el noventa y cuatro ha vuelto a abrir las puertas al fervor popular. Para confusión y sonroso de los antropólogos y de los que se empeñan en predicar la religión del tiempo nuevo: que el hombre proviene del mono, Kazán vuelve a tocar las campanas, en el interior del templo vuelve a oler a incienso. Se percibe el brillo de las casullas recamadas de los popes. Se oye el himno de exaltación del “ Akathistos”. La Unión Soviética se ha derrumbado, huyeron despavoridos y sin conseguir pasar los hitlerianos. El pueblo ruso, que es un especialista en la guerra de resistencia, se defiende ahora numantinamente contra el zarpazo filisteo de los corredores de Bolsa y de todo ese conjunto de valores que se engloban bajo el título genérico del Mercado. Han ganado sin duda los norteamericanos pero las torres de Kazán - cinco bóvedas doradas- son el faro señero  de advertencia a las fuerzas que propugnan una sociedad sin Cristo, y sin ley. Los cambistas y mercaderes acabarán viendo desmantelados sus tenderetes.

   Petersburgo, la otrora Leningrado, y antes Petrograd, es un baluarte inexpugnable, que lanza el aviso a los navegantes desnortados o demasiado pretenciosos que navegan con la protervia y la blasfemia de Babel a flor de labios.

   Cuando llegamos el ángel y yo, los oficios estaban en todo su apogeo. Sonaba un “ Te Deum”. Veinticuatro popes, el doble de los que celebraron las exequias por el zar. La melopea estallaba triunfal y monódica sobre los arbotantes y vitrales. Habla el Señor y al hombre no le queda otro  remedio que enmudecer. Tendrá que acatar aunque no le gusten sus designios inexorables. La recitación del cántico más excelso del Nuevo Testamento. Se escuchó en todas las iglesias de Rusia el día que las huestes napoleónicas sucumbieron en Borodino. Stalin, el “ descreído”. Mandó recitarlo al patriarca Sergio el día de la victoria sobre los hitlerianos; volvía a sonar ahora, cuando el zar, exonerado de sus crímenes, encontraba descanso definitivo a sus despojos en el mausoleo de los Romanov, en medio del clamor y la exaltación popular.

   La composición poética había nacido en una laura de Yugoslavia hacía más de catorce siglos:

Te Deum laudamus * te Dominum confitemur.

Te eternum Patrem* omnis terra veneratur.

Tibi omnes angeli* tibi coeli et universae potestates.

Tibi cherubim et seraphin* incessabili proclamant:

          Sanctus, Sanctus, Sanctus*Dominus Deus Sabaoth.

          Pleni sunt coeli et terrae* maiestatis gloriae tuae.

Te gloriossus apostolorum chorus* te prophetarum laudalibilis numerus.

Te martyrum candidatus* laudat exercitus.

        Te per orbem terrarum*sancta confitetur Ecclesia,

        Patrem inmensae maiestatis;

          venerandum tuum verum et unicum filium; Sanctum quoque Paraclytum Spiritum.

          Tu Rex gloriae, Christe.

          Tu Patris* sempiternas es filias.

          Tu ad liberandum suscepturus hominem*non horruisti Virginis uterum.

          Tu ,devicto mortis aculeo,*aperuisti credentibus regna coelorum.

          Tu ad exteram Dei sedes*in gloria Patris.

          Iudex crederis*esse venturus.

          Te, ergo quaessumus, tuis famulis subveni*quos pretiosa sanguuine redimisti.

          Aeterna fac cum sanctis tuis* in gloria numerari.


         Salvum fac populum tuum, Domine*et benedic haereditati tuae.

         Et rege eos*et extolle illos usque in aeternum.

         Per singulos dies*benedicemus te.

         Et laudamus nomen tuum in saeculum*et in saeculum saeculi.

         Dignare,Domine Die isto,* sine peccato nos custodire.

         Miserere nostri, Domine* miserere nostri.

Fiat misericordia tua, domine, super nos* quemadmodum speravimus in te.

In te,Domine, speravi*non confundar in aeternum.   

   Y Dios seguía en verdad bendiciendo a su heredad, salvando a su pueblo y poniendo las cosas en su sitio. En su calidad trinitaria de tres veces santo, una procesión indeterminada de identidades cada una de ellas en una labor soteriológica oculta a los impíos, a los necios, y a los que de dejan llevar por ese espíritu burlón y meticón, huella indeleble de la acción satánica en nuestra era. En esta composición, auténtico eje de marcha de la liturgia bizantina, se encuentran las claves del amor redentor de Dios por sus criaturas.

El ángel se colocó delante mía, junto en el umbral de una de las cuatro puertas de la catedral de Kazán, la llamada del Paraíso, decorada con viñetas historiadas en relieve; eran escenas alusivas a la Pasión y Resurrección del Salvador, así como a importantes hechos de armas en los anales patrios, a lo largo de las múltiples contiendas con sus dos grandes enemigos: el turco y los polacos.

Los tártaros solían venir a incendiar Moscú. No faltaban a la cita. Pero más que al Tamerlán de Crimea, los rusos temían a los papistas. En sus arremetidas, solían ser mucho más intolerantes y sanguinarios. He aquí que ahora un polaco, desmitificando y reduciendola a la categoría de bulo la creencia de que al sucesor de San Pedro lo elige el Espíritu Santo (él saldría gracias a los buenos oficios de incalificables organizaciones internacionales en las que hay metidos muchos enemigos de la Iglesia), detenta la Sede apostólica. Dominguillo de los intereses vicarios de los conventículos masones y gran amigo de la sinagoga, odia todo lo ruso como buen polaco. Por su aquiescencia y su mutismo ante la injusticia, el mundo es hoy mucho menos cristiano. No se puede servir a dos señores. Es imposible cohabitar con la Bestia. Los monseñores de Markinkus lo han conseguido. Una vela a Dios y otra a Satanás. Vivimos en tiempos de los consensos y de los grandes pactos.

 Intrigó para que cayera el muro de Berlín y una de sus consecuciones fue el rescripto que prohibía el uso del rito greco ortodoxo en el Vaticano. Dios se lo demande.

¿No veis lo mucho que tarda en morirse? Corren rumores de que anudó pacto con el diablo; Gracias a esa sanción surgió ave Fénix de sus cenizas. Verdad es que ha hecho mucho daño este Nerón del pontificado.

   El ángel me taladró con su mirada porque con su don de introspección de conciencia sabía lo que estaba pensando en ese instante. Lleno de pavor caí rostro a tierra. Cecidi in faciem meam. Caí de hinojos como el profeta Daniel. Me recordó que la protección de Iglesia y sinagoga corrían a su cargo. Velaba por la seguridad del verdadero Israel, el que no tiene nada que ver con el poder encaramado sino con los humildes. Ellos eran los auténticos elegidos por más que los grandes de la tierra sigan sin entenderlo. Mandó, haciéndome un gesto de calma con el dedo índice, pasar adelante:

- Davai. Davai.

  Las espiras de la iglesia de San Pantaleón y los encalados de azul purísimo de la catedral de la Trinidad eran columnas del humo del incienso petrificadas por las plegarias de los siglos. El porte elegante de líneas verticales de la santa Chesma no parecía de este mundo. En sus trazos esbeltos como queriendo sostener el peso ágil de la fe sobre sus arbotantes góticos que hacen pensar -otra vez - en la catedral de Milán son el anhelo de eternidad conculcado en el alma rusa. La Chesma que fue lugar de recreo de Catalina la Grande tiene un cementerio circundante, que da sepultura a los caídos durante el asedio de Leningrado.

Llama sobre todo la atención al visitante el bonito colorido de las fachadas. Cada una es de color distinto. El azul y el blanco. El amarillo y el malva. Los ocres y los oros. La ciudad se nos muestra recién pintada como una novia casta que brinda al peregrino su vara de azahar. Los colores de la bandera de Rusia, blanco y azul, son los del manto de la Virgen. Regresaron triunfales a la enseña nacional.

                                                             

                                                            XXIV

 


  Por eso, la fecha del 17 de julio en este verano del 98 de tantas pruebas y desgracias fue una jornada de exaltación incomparable. La caridad se tomaba el desquite de tanta infamia, perversiones y risas diabólicas. El “ maestrillo” insolente y bribón ensancha su pupilaje entre las urracas de la Administración, las que se quejan de haber perdido a la amiga del alma y hostigan al justo con palabras soeces. Reina la terrible insolencia y el desmadre. Guardad silencio, porque, si alguna vez se os ocurre abrir la boca, sólo recibiereis replicas de malos modos... No procede. Hay que cargar la base. Tú aquí no perteneces. Este no es tu lugar... La bollera mitómana, experta en ordenadores, cargaba la base y me miraba con aires autosuficientes que yo calcificaría de odio sexista. Como era algo tortillera, me cobró odio cerval desde que llegué. España tiene mal de madre. El gran problema del país consiste en hallarse en manos de estas daifas. Cambian los gobiernos, dan la vuelta los sistemas. Ellas querrán siempre mandar, ora como superioras, ora como jefas.

   La comisaria dijo que yo no valía para bibliotecario. Como el que no quiera la cosa, me acaban de hacer archivero precisamente cuando cunde el pánico en la Bolsa. Borrando la memoria, resulta que te has quedado con las ganas de ser escritor. Se venden al peso y por menos de cuarenta duros arramplas con las obras de Santo Tomás en el tenderete del amigo Alfonso Riudavets, uno de los personajes más tiernos (también puede ser pijotero y cascarrabias) e inteligentes que viven y beben en este Madrid aburrido, monocorde, algo encanallado y sin saber adonde dirigirse en este centenario del noventa y ocho, base de nuestras angustias y de nuestra tristeza. Podía ser más adorable el librero Riudavets si dios no lo hubiese hecho tan visceralmente chaquetero.

    De no ser por el librero de lance, entre cuyos clientes más acreditados me cuento, lo más probable es que a estas horas me hubiera tirado por el viaducto. En su puesto me he surtido de todos los libros de literatura rusa que gloso. Moyano se ha convertido, pues, en varadero de mis ilusiones, pero también una razón para ir tirando, para continuar en la brega. A veces, ciertamente, sigue tentándome la idea de un vuelo sin retorno y sin paracaídas por el viaducto, pero han colocado allí los barrenderos del Excmo. Ayuntamiento guarda miedos suasorios contra el suicidio. Quitarme de en medio es un sueño que acaricio, pero me faltan arrestos. Mucho más cómodo matarse lentamente aferrados a la botella. Su cuello largo es sugerentemente erótico. Es la única amiga en estos instantes que no me ha traicionado.

   Ha dado la vuelta al aire y lo que antes era resulta que ya no es, pero las bazas se han jugado a favor de la destrucción de una cultura. Convendría que la intelectualidad asumiese su papel de defensa de los valores y no se dedique a realizar juegos malabares ni a contar batallas desde las columnas de papel, donde hozan los de siempre. Hay desbandada en el horizonte. Hoy, 26 de agosto de 1998 ha vuelto a caer la Bolsa.

   ¿Se estarán cumpliendo mis aprehensiones hace unos años cuando yo escribí aquella novela  La hora occidua del coronel Gomezov, que ninguna editorial se atrevió a dar a la estampa, y en la cual se advertía respecto de la caída del comunismo, que arrastraría en su onda expansiva al capitalismo? Estoy hecho un mar de dudas, pero mi obsesión (no esté poseído ni endemoniado por la idea que se perfila en algunos libros de Dostoievski, por más que más de uno me lo haya dicho) sigue adelante.

  En Roma se han unido al carro de los vencedores. Bien que lo lamentarán. El afán de sustituir la teología del holocausto por la de la crucifixión puede situarnos en los antípodas de un cristianismo hecho a la medida de los deseos de un Eliseo de amañadores de la historia que tienen miedo a contarla según y como en verdad sucedió.

  Confiemos en que a pesar de estas fragilidades humanas el espíritu Santo continúe haciendo su labor, pero mucho nos tememos que otro papa tendrá que desandar el camino andado por Wojtyla al que bien puede haberle guiado en su labor pastoral intereses humanos y prejuicios antirrusos. Él ha sido uno de los principales de la fobia anti eslava que vivimos por estos pagos. Dios le perdone. Ha confundido el espíritu de Israel con ese sionismo anticristiano, cargado de soberbia y revanchista. La teología del Holocausto ha puesto contra las cuerdas a la teología de la Resurrección.

   El ángel volvió a asentir con la cabeza. Me dijo que estaba en la razón. Estaba contento por más que era consciente de que la hora del sacrificio se acercaba. No puedes hacerle frente a una fauces tan afiladas que muestran en la enorme maula tras hileras dientes como el oso monstruoso del sueño de Daniel sin que te marches sin un rasguño. La verdad muda de piel cada veinticinco años. Hay que buscar acomodo al rumbo de los tiempos. Los que se duermen quedarán engullidos por la corriente. Tienes que saber adaptarte. No existen verdades absolutas ni puntos de referencia fijo.


   Me había perdido en el torbellino, pero el Acérrimo que me daba escolta y, prendido por los cabellos - de esa guisa somos más fuertes- en circunvalaciones matemáticas alrededor de los castillos a los que se iba por caminos enarenados, plazas fuertes que escondía a título de feudo propio el tupido bosque, arcanos de la historia rusa defendidos con murallas prolongadas en cuyo vértice, semejante al almete que utilizaban los almogávares, estaba siempre la almena lisa y limpia, la punta del diamante, creo que comprendía la desazón y la añoranza de mi ánimo en aquel viaje por los aires.

   El mes de julio es un mayo florido, estallante de verdor y de promesas, en la ciudad hanseática. Tú no perteneces a un lugar; simplemente pasas por encima. Observas desde arriba la magnificencia de sus cúpulas. Te quedas de una pieza cuando todo lo dominas: los parterres de los setos que enmarcan el palacio de Catalina la Grande (allí amarraron los alemanes sin poder pasar adelante; les cortaron el paso los organillos de Stalin, mi padre, que fue combatiente por estos parajes me hablaba de las caltas y de los nenúfares de los estanques y de la majestad e imperio de una reina que cada semana cambiaba de amante), levitas sobre las antenas parabólicas y observa todo lo que pasa adentro y afuera.

   La visión había puesto patas arriba. Una hermosa rubia los senos al aire tomaba el sol sobre la azotea del Hermitage. Era una náyade. Se había tomado de un cuadro de bacantes de un lienzo de Rubens y se oreaba en pelota picada en lo más alto. Quería vivir su propia vida. Se había rebelado rompiendo con los convencionalismos, contra el maestro que la plasmó sobre el  lienzo. Ahora era una ninfa real. Dos sátiros retozaban cerca. La función iba a comenzar. Es sólo un ratito y ya verás como te place, prenda. Lo que se dice siempre. La maquinaria del ardor genésico se pone en movimiento a base de los convencionalismos. El sexo es una trampa. Alguien había dejado por allí una corona de pámpanos. Un eunuco se había quedado dormido con la gasa de tul del vestido de la princesa en la mano.

   Un poco más allá un oficial de la guardia consumaba otro rapto parecido y abandonaba a su amada que, despechada por su amante, optó por arrojarse a la glauca superficie del Neva. Sus aguas misteriosas ejercen una profunda fascinación sobre todos los ahogados. ¿ Gozas vida? La pareja había acabado por construir el castillo de naipes. Pronto se derrumbó. Penélope unas cuadras más adelante tejía su pleita. Para entretener los ocios de la espera de la llegada del esposo sobre el bastidor entonaba viejas canciones con una hermosa voz.

   - No te distraigas, amigo mío. El amor humano es el resbaladero de todas las tristezas. No sufras ni te desazones ante estos espeluznantes espectáculos. Aspirarás a cosas más altas. - volvió a observar el hombre de luz.

   - ¿ Qué fue de mi amor, di? - inquirí ávido -. Me has traído a un lugar demasiado hermoso, una ciudad de registros perfectos, pero ni fu ni fa. La devanadera mágica me ha puesto delante de los más impresionantes decorados, pero no me dicen nada. Yo en verdad a quien quiero es a ella. Y ella no está en Petersburgo. Vive en Londres mi amada.

   Ante mi requisitoria el hombre de luz hizo un mohín de desdén. Era el mismo gesto solemne con que miró para Adán y para Eva el día que tuvo que cumplir la poco grata misión de tener que expulsarlos del Edén.

   - Enciérrate en la literatura. Baja a los abismos de la palabra.

   - Todo me duele. ¿ Así que no cabe ninguna esperanza?

   - Pasó tu hora. Desaprovechaste lo que se dio. Mal hiciste.

   - ¡ Qué estúpido fui!

   Me sentía un encadenado. Mi vida era lo más parecido a Martín Menoyo, un personaje fruto de la imaginación de un artista he aquí que había pasado a convertirse en mi “ alter ego “. Todo en mí revertía hacia esa prisión que es la moldura que contornea el sentido de una existencia, el bocel y el prisma de un sino.

   - Ahora es el tiempo de rechinar los dientes.


   Los encuadres perfectos, el diseño ortogonal de los jardines románticos de Petersburgo eran un toque de advertencia de que los arquitectos del mundo muestran una pequeña debilidad por plasmar la línea recta. El supremo demiurgo, en cambio, prefiere lo curvo. La vida misma evoluciona en crecientes. Se le pierde el hilo a la creación. En los rayos de sol se observa la congruencia absoluta de la geometría, pero el fulgor que irradia la luna parece que se dobla al bajar sobre la tierra. La línea se corta y muda el rumbo para querer dar a entender que en la naturaleza la escuadra no es más que un ente de razón, y que la realidad es un combinado de ángulos y círculos. Aprendida está la lección cuando en noches claras miramos par las dos osas trazadas sobre el empíreo con compás y cartabón. Sólo es cierta en parte la ley inexorable de la gravedad. Porque en el espacio los rodeos y circunloquios se admiten. Nada tiene, pues, que ser tajante. Se trazan polígonos, pero estos trazados no son más que puro convencionalismo. Como si dijésemos, una manera de hablar.

 

                                        XXV

 

  Yiuesé Nome Guan debía de estar contento. La cosa va que chuta. Llamas a la becaria. Oye tú, judía, a joder se ha dicho. Es la historia poco edificante, como la de los tristes sucesos de Archidona, la del presidente Nome Guán, al que en los anales llamarán el presidente Follador.

 “Follador, for presidente, oh yea. Gar it?”. Los campos de ajenjo, las aguas amargas. Un fornicario en el solio. Rubio Agadón. “Apollonoi” zanahoria. Yiuesé Nome Guán, que, para como, diz tiene sangre española. Llamad al Exterminador. Mientras la meritoria cae de hinojos ante mis piernas, yo aprieto el botón. Como sirvió en submarinos, cuando se le alza el cipote, parece un periscopio. Según testigos presenciales e informes confidenciales, un poco ladeado, eso sí, como si fuese bizco y sin una proyección en línea recta sino levemente sesgada a la izquierda. Es que también Su Merced es zocato. ¡Qué gusto más rico!. Hostigamiento erótico y los pájaros cantando en las ramas afuera en el jardín contiguo al Salón de recepciones. Serás receptiva, becaria, vamos a hacer todas las porquerías que nos den la gana. Así, tú y yo juntitos revolcándonos en el sofá. Puerco, más que puerco. ¿ Quieres que te baje los pantalones, Yiuesé? Es sólo una mamada, lo que decimos los ingleses “ a whack”, pero acabaron sacudiéndole el polvo a las alfombras. Tú las bragas no hace falta que te las quites. Esto es un aquí te pillo aquí te mato. Bueno mejor sí. Quiero ver qué tal crica tienes y cuál es la verija que Dios te ha dado. A mí siempre me han gustado las llenitas. Me privan las jayanas de culo bajo. El pompis respingón que quieres que te diga; no me da más por las negras.

   Ínterin, Nancy estaba en las propias nubes. El sexo es poder. Y sexo y poder hacen un mixto inextricable. ¿Cómo la tenía Yiuesé Nome Guán? Un poco desviada, pero resultona. Se dejaba hacer y la becaria saltatriz quitándose el sujetador y las bragas tomó la iniciativa y sobre las rodillas del héroe total empezó a cabalgar. Lamentable espectáculo. Aquí no hay más ley que la de la entrepierna. Esta es la moral de la democracia, he aquí los nuevos aires trasatlánticos. Sopla un simún y los maridos calderonianos la emprenden a golpe con las parientas. La Campos que dice que folla todo le da la gana (se tira, pues es ya gallina vieja, por los jovencitos) cuenta y no para de estadísticas de violencia doméstica. Las funestas consecuencias de tanta maripava locuaz y abierta de piernas para lo que ellas quieren, porque, para otras, son más estrechas que una almeja, se dejan apreciar. La sociedad española huele a sangre y huele a mierda. La cosa está que arde y en el feudo del Gran Filipo hablan nuevamente de las dos Españas. De otro modo, no podía ser, Gran Filipo. Pero ya sabes lo que se dijo: del judío la maula. Y vais a perder. Una pena que haya reaccionado tarde la Iglesia. Los obispos estuvieron lentos de reflejos. Ved a que sendas no lleva y a qué desgalgaderos la Teología del Holocausto. Ha puesto un abismo e odio en nuestras vidas.


  Siempre pasa igual: la ramera escarramada que viene con sus contoneos e insinuaciones ondulantes de odalisca, la noche de vino y rosas. Más zurronas, mucho tablao flamenco, y más cubatas. Y se acaba solicitando la cabeza del Bautista. Que me lo traigan. Ahora mismo hay que dar orden de bombardear. La golfa tuvo la culpa de todas las guerras del golfo. Chicas a gogó y bayaderas. A mí nadie me rechista, soy el mandamás. Desplieguen la flota. Bombardero invisibles a sobrevolar Bagdad. Arrójense botes de leche en polvo y canastas de napalm. Lo que tú quieras, Yiuesé. Vivimos en un mundo de solidaridad. Hitler, un invento que nos hemos sacado de la manga, no era más que el heraldo de lo que estaba por llegar. Yiuesé tenía un rancho los fines de semana en las Montañas Rocosas y una furcia que se la meneaba cuando él quisiera en la Sala Oval. La gran prensa se entregaba a discusiones bizantinas - esas que son tan del gusto de Sandullo Calcamonías, filósofo los más días de guardar y padre espiritual y físico de los novelistas de la modernidad, y sobre las cuales enhebra “ El País” editoriales de alto coturno, que los redacta en estilo plúmbeo y tributario de la santimonia yanqui (esa doble ética) y factual otro que fue paniaguado y mediopensionista y vendedor de naranjas valencianas - acerca del hecho. ¿Quién abusó de quién? ¿ Hubo o no hubo penetración? La palabra clave que envuelve en dudas de niebla a los peritos del jurado de acusación es “ sexual intercourse”. Un atestado de cinco mil folios ahí los tenéis. Jamás un mal polvo fue objeto de tanta literatura. Mórbidos. Una felación, para más señas, no viola artículos cualesquiera de la Carta Magna que-el-pueblo-se-dio-a-sí-mismo-al-pie-de-un-manzano y refrendó con un plebiscito. No se consumó la coyunda de forma integral. Dejad que las niñas se acerquen a mí. Quiero trotar en su compañía. Fornicar alivia tensiones. Nieves, cariño, ese micrófono toda la tarde ante tus labios, no es un alcachofal al uso, sino un instrumento de tortura y de placer. Os coloca en el ecúleo, pero al propio tiempo, ay, es un lecho de rosas. Para una larga felación vespertina de tres horas. Póntelo, pónselo. Hay que prevenir la enfermedad. A las maripavas post meridianas, (subisteis encaramadas al arrimo del tupé de Hermida) hablar por la radio o comparecer ante las cámaras reviste una trascendencia fálica. Pues muy bien, a joder se ha dicho, capricho. Pero no todo el monte es orégano. No hay jaujas eróticas sino infiernos del deseo. Esto hacen los rabadanes. Los pastores ídem de lienzo, con la venia de Sandullo Calcamonías. Esos son los registros. Imitad en todo los patronos de la modernidad. Nuestro gran dios es Noma Guán. Periscopios arriba. Que vengan todas las becarias al salón oval. Yo soy el presidente Follador, el Gran Yiuesé Nome Guan. A joder se ha dicho y hay que joderse. Hacer el amor es bueno para el corazón. ¿ Dónde está el Hermida? Le ha llegado la hora. Tiempo. Cabrón, ya vas a dejar de mover la cadenita y en el infierno vas a moderar todos los espacios que se te antoje, prenda. Los retransmitiremos en vivo. Palabra.


Esto parece una novela por entregas. El pecador quiere hacer penitencia y se asesora con los rabinos, por tanto, no ha lugar el delito de alta traición. Ha pecado, sí, pero su pecado no es mortal sino un pecadillo. Nos encontramos ante un caso de parvedad de materia. ¿ Revocación de la autoridad presidencial, “impeachement?” No ha lugar. Dejemos cargar la base de datos. Que las becarias vengan a arrodillarse ante mí anhelantes. Al mandatario no se le puede procesar criminalmente. Pelillos a la mar.  Pero ha mentido. El muy cerdo ha mentido. ¿Y qué?. Era tan sólo una mentira piadosa. Si yació con ella y hubo acoplamiento de cópula carnal ¿ por qué nos viene diciendo que sólo la metió mano? Muy bien, míster. Que le aproveche y a la próxima ocasión cumpla aquello de si no puedes ser casto, guarda cautela. Buenos días. Esto sólo le importa a esa caterva de  periodistas judíos que mosconean por los garitos y aleas del poder y parece que sólo han nacido no para escribir una novela, sino para ser carne objetiva de las temibles ruedas de prensa. “ Press conference”. He ahí el ejemplo de un vocablo con todas las características de palabra fea y malsonante. Que Yiuesé haga todas las bellaquerías detrás de la puerta con cuantas becarias se le pongan a tiro de bragueta. Sandullo Aporías matizaba desde las columnas de la “ Revista de Occidente” con ese hipérbaton cargante y un si es no es laica - lo que se dice un plomo - de los sesudos epígonos de la Institución Libre de Enseñanza. Ahora decretamos, porque así nos place y esto es el resultado de nuestra real gana que en la guerra civil española sólo hubiera un fusilado: el romancero gitano. Aquí lo que hay que hacer es un legrado de memoria para que se vayan ustedes enterando. De un muerto a otro va un abismo. No es lo mismo García Lorca que los que cayeron en la zanja de Paracuellos del Jarama. Si Yiuesé no puso a su jodida judía mirando para el Potomac en puridad no cabe hablar de dimisión global. Eso sí. Saquemos las cajas de munición. Vengan  libros y trallas de hazañas bélicas. Vamos a hacer del planeta un cuento de dibujos animados. Inversión de valores: que Caperucita se lo monte con el lobo feroz. La ochenta y dos aerotransportada, en alerta, y todos los bes cincuenta y dos en el aire. Carguen las baterías de misiles. Orden de inmersión a los submarinos nucleares. Dejad que las niñas se acerquen a él lambisqueando un caramelo. Inocentes juegos de cama. Va a caer el rublo. Tú mandas, presidente. Tú eres el mejor. El mundo se arrastra ante tus plantas. Miras con el mismo imperio que Iván el Terrible, pero sin “ mound” y sin la cruz que todo lo redime y justifica. Tu manto de armiño n es más que una nube tóxica. Tu cetro, una obscena rampa de lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales. Ah, que tú guardas en el pecho la llave de esa cureña maldita. La orden de disparo nos ha convertido a todos en esperpentos. Hablas de paz (ya lo vaticinó Isaías) pero te sitúas en la trastienda de todo aquello que signifique violencia, incluso la doméstica, porque tu mal ejemplo cunde y andan las mujeres que arden, y te haces rico aventando las brasas de rencillas particulares, fomentas el nacionalismo. Por donde tú vas, allá nace una flor negra. Estás llenando el mundo de desolación y de miseria. Eres el imperio del mal ya anunciado. Nos traes a todos en ascuas, les diste como un juguete fálico ese micrófono de las tardes insulsas con que nos aturden las maripavas y cuando te refieres a la democracia, que no es más que el culo de una tía en las portadas de una penthouse, a la solidaridad y al progreso, desperdigas la simiente de la revancha, porque sólo creen en la teología del holocausto, chochos monstruosos que fecundarán en espigas de emulación, y hay que analizar tus discursos y ponerlos del revés, porque no nos hablas en parábolas ni en el sí, sí, o no, no, sino en la ambivalencia del “ doublé walk”. Rusia se ha convertido en una de vuestras obsesiones manifiestas porque fue vuestro tubo de ensayo, una alquitara magnífica y grande para expedientar el proyecto del gran diseño, fracasado el comunismo, se os avinagró y la cruz vuelve, por eso estáis que os llevan los demonios, o que os lleváis a vosotros mismos en volandas, muy bien Yiuesé. Copula. Copula. Mónica, que me la chupes, he dicho que me la chupes, lo quiero en la Sala Oval con moros en la costa y todos, una felación pecado nunca será sino una inocente forma de expansionarse en el “ horse playing”. No cobramos el servicio, presidente. Gratis et amore. Lo hacemos porque nos gusta.

Pero han empezado a sonar todos los timbres de alarma. Mofa de toda conducta moral. Sólo un fusilado: el romancero gitano. Bien canta Marta después de harta. En la recepción, parecía que se lo comía con los ojos. “ Oh, yea. Bill. Oh Billibull, great”. La Nancy los lleva bien puestos. Se los ha colocado morrocotudos, pero ella, como es présbita, ve de lejos poco; de cercas algo mejor. Que no se entera, vaya. Hay que ver: ese Yuesé Nome Guán tiene toda la pinta de un chalán. Su aire es totalmente de macarra. Pero he aquí que es el que empuña las riendas. Quien vale, vale. El que manda, manda. Si esto hace el rabadán ¿ qué no harán los pastores?, metete bien en la mollera ese refrán y vete preparando a escuchar la lira de Horacio. El vate latino decía: “ Prevaricant reges, plectuntur Achivi”. ¿ Por qué los pobres tendrán que pagar el pato de los vicios y fornicios de esta gentuza? O lo que es lo mismo: “ corruptio optimi, pessima”. Pero aquí todo andamos un poco corrompidos, que esto de la putrefacción viene de largo. El mundo es un asco. Viva la Democracia. Arriba la norma que el pueblo se dio a sí mismo. Vayamos todos juntos y yo el primero por la senda de la constitución. Como borregos. Oh, yea.

Nancy, te compaño el sentimiento, y a ver si te fijas, hija. Que no te enteras, pero ese viene a ser siempre el sino de los pobres cornudos. Hay violencia, mentira, emulación. Nadie se fía de nadie. Que Fallador se compre un masturbado electrónico. Tanto da. ¿A qué razón tanto sexo? La posesión del espíritu de fornicación viene a ser un heraldo del fin del mundo. Retozos en la sala ortogonal, filaterías meridianas de las maripavas post meridianas. El honor del ser humano nunca puede estar situado en las partes pudendas, allí donde es patente su bestialidad y las reglas del instinto.

Y Yuesé estaba a punto de aterrizar en Moscú. Venía a pedirles pechas a sus vasallos. Balbino Lomonosov, al que llaman el Cuervo Blanco ya estaba pedo cuando vino a estrecharle la mano del omnipotente en plena recepción. A Cuervo Blanco le faltaba un dedo. Se le había congelado durante una borrachera. Hubo un mar de reverencias en agosto.

En tales consideraciones sobre nefandas y veniales prolegómenos de la casuística estábamos, y sus muchas pullas e indirectas (ayudadme, zancas, que en esta vida todo son trampas) y considerándoos poco potables acerca del malhadado “zippergate” porque Yuesé en cuestiones referentes a la bragueta es un poco como Billy el Niño, esto es: “triggerhappy”(que se le ponen a punto unas bragas y él no se lo piensa dos veces) cuando he aquí que vemos venir a una arpista de túnica blanca, muy larga y con los cabellos de oro encendido con reflejos rojizos que la llegan hasta los pies y prácticamente va barriendo la calle al amor de su peplo, un peplo que era de lo más parecido a la “ barba” que arrastraba majestuoso y temerarios por los pasadizos abovedados del Kremlin Iván el Terrible. Una música celestial se alza al aire de las cuerdas de la citara de la mujer, a quien acompaña un violinista vagabundo con ojos muy grandes, tristes y expresivos, el pelo levantisco y ensortijado en crenchas.

Eran el compositor Mussorgsky y Asia, su amor fatal. Ella le llevó por los derrumbaderos de la desesperación y del alcohol a los campos sin confines de la sinfonía, pálpito de la serena belleza, donde la eternidad se renueva, renace y estalla.

Nadie, pues siempre se dijo que debajo de pobre capa puede ocultarse buen bebedor, hubiese sospechado que en aquel desharrapado pudiera morar el alma de un genio.

En uno de los bolsillos de su gabán junto a una botella de vodka despunta lo que tiene todas las trazas de una partitura musical. Se sujeta los vuelos de su capote que le viene grande y desproporcionado con un atillo. Estaba borracho a una hora tan temprana. Una cuadrilla de gamberros hacía corro a la pareja de desgraciados músicos. Blasfemias y salivajos caen en mordaz salva. Asia, ¿ cómo es posible, Asia? Si tanta belleza cupiera  en el mundo!


 Vi reflejarse en los ojos grandes como alejados y conmovidos por un lejano estertor de Modesto Petrovich Mussorgsky el hálito de los escogidos, una gracia indefinible. Él pertenece al “  montoncejo”, esto es: los cinco grandes de la composición musical rusa ( Cui, Borodin, Rimsky Korsakov,Balakiev). Murió alcoholizado el 16 de marzo de 1881 en el hospital de marinos pobres de la isla Nikolaevski. Pero estaba allí tocando eternamente, arrancando sollozo a su violín, cerca de los arcos de la Estación del Báltico.

Me llamó la atención la hermosura de sus grandes y distraídos de un azul purísimo de los que se descolgaba una especie de resplandor. En cuanto a su amada tenía todo el encanto y la magia de un hada.

 Ínterin, un grupo de rabinos marchaba hacia la logia con torvas miradas de conspiración. El que parecía decano se unió al coro de increpadores mozalbetes:

- Jé, mirad en lo que se entretiene el oficial de la guardia... Serenando a su pelandusca. Aún no es medio día y ya está más borracho que un zapatero... Dile a tu Cristo que a ver si hace un milagro, envía un ángel del cielo, te da a beber su sangre y se te pasa la resaca.

  - De nada le valieron sus esperanzas, ni sus rezos a la Virgen para acabar como acabara. En el regato. Le tuvieron que coger medio helado después de una nevasca - saltó el otro de los hebreos circulantes con un deje más diabólico todavía.

   Pero el gran Mussorgsky y su arpista seguían arrancando acordes maravillosos a los instrumentos de cuerda, ajena a los dicterios pecaminosos del Sanedrín ambulante.

   - Oid los coros.

  Y de repente empezó a sonar por los cielos peterburgueses el “ Belichjañie” o “ Gran Zar Celestial que diste la paz al mundo”.

  - Bah, paparruchas cursis de cristianos y de popes borrachos.

    La madre que los parió ¡ qué malos eran los de aquella cuadrilla! Un odio satánico, atávico, como una segunda naturaleza se pintaba en sus rostros.

El más rezagado espetó contra el pobre músico y su novia angelical el mayor de los insultos:

  - ¡Goy!

  En esto, los mancebetes, como amansados por aquel torrente que saltaba de las cuerdas, habían despuesto su actitud insolente y escuchaban embelesados. Únicamente, los sanedritas se emperraban en sus abyectas abjuraciones y reniegos de todo lo más sacro. Padre, perdónalos, que nunca supieron lo que hacen. Gran emperador de los cielos, que diste la paz al mundo como pudiste llegar a nacer entre esa gentuza.

   Sonaban los coros. Millones de bocas de Ángeles llevaban el compás. Los hebreos seguían con sus mofas, con sus carcajadas.

  - Rusos, ya veréis cómo cae el rublo. Vais a ver lo que hagamos de vuestras rusas.       Hemos ganado. Venimos a pegar fuego a vuestras iglesias. Pueblo cristiano, pueblo de esclavos. Ahora sí que no os valdrán maulas. Nosotros matamos al zar. Violamos a las grandes duquesas, el trabajo con la emperatriz ya estaba hecho. De ese menester se encargó vuestro maldito Rasputín.

  Estalló una carcajada malévola, pero los coros de Mussorgsky seguían sonando impertérritos. Esto les sacaba de quicio pues no lo podía soportar su soberbia.


   Uno de ellos, el que parecía más pérfido y recalcitrante en su actitud, y el que tenía el perfil más ganchudo y los ojos de búho, se agachó para tomar una piedra y arrojársela al violinista borracho, pero el ángel envió uno de sus rayos que fueron una certera llave para evitar que el desalmado pudiese consumar su inicuo propósito de apedrear a un santo bizantino. La mirada de Mussorgsky era translúcida y serena como la de un icono. Ya lo dijo el apóstol Pablo. Hay un cáliz del señor y otro del diablo. A través de las notas de un violín suelen escanciarse las gotas del vaso del perdón y  de la infinita misericordia. Los signos del pentagrama representan la fusión del ser humano en el punto más alto de su destino trascendente. Se produce un combate entre las sólidas sombras del caos y los rayos vivificadores de la creación. El sol gana la guerra a la noche. Vida en progresión, aléjense las tinieblas. La música representa una vigencia perenne: el eterno triunfo de la claridad de Dios sobre el mal que ronda. Cui, Borodín, Vivaldi, Tchaikovski, Sibelius. Suena alborozada o melancólica esa claridad de los arpegios infinitos  y se vierte el remedio que cura todos los dolores, la cordial epítima, el socrocio que nos reconcilia con nuestro desgraciado sino mortal. Estamos metidos los pies hasta las orejas en el charco; aun podemos mirar a las estrellas, de allí viene el eco de la melodía que no cesa.  Pero el diablo odia la armonía. En el averno no hay canto sino estridencia. Por eso, tentados por el perverso antiguo, muchos párrocos y monjas engañadas se han comprado una guitarra eléctrica. Bajo las bóvedas de las basílicas cruje la estridencia del heavy metal, los vociferantes y gesticulantes hocuspoci del rock, los morros abotargados de silicona de Mike Jaeger, que cantan a lo obsceno, lo degradado, juglares de lo que es torcido, dicen que han ganado la partida, echaron a los ángeles de las iglesias, que se han convertido en espacios vacíos, hangares derelictos, ya no baten bajo las cúpulas los espíritus del amor y del entusiasmo sus apéndices recordatorios de la armonía y concordia que ha de presidir las relaciones con el mundo y con los otros. El Santo Sínodo es una congregación geriátrica, los carcamales vaticanos barren las alfombras de los garitos del poder y se mueven con tino cauto y silencioso del áspid. ¿Cristo donde te has metido? Silencio de Dios, las estrellas han dejado de moverse, no estaría mal meterse una raya, bajate al moro o mejor entra en el corte inglés y te compras una botellas de vino, la envuelves en una bolsa de plástico con el epígrafe asendereado de la firma, esos triángulos en verde y te la zurras sentado en un banco de piedra frente al convento de las Descalzas Reales, escuchas el tañer de la campana monjil llamando a vísperas, la vida es eso, verano, sol y vino, una señora que pasa, una pareja que se amartela, las palomas de la jungla urbana. Tan resabiadas y con tanta sabiduría de calle como los propios habitantes de la selva de hormigón, que defecan sobre la estatua pensativa y broncínea del canónigo que abrió el primer montepío en Madrid, no hay que sufrir demasiado, aguanta el dolor de las cartucheras, ésta va a ser una que te cagas, ya no controlas tus esfínteres, es más poderoso el vino, es una pena haber llegado a degenerado, pero a ti te ha gustado empinar el codo, eres de la cofradía de Sta. Bibiana, soplen y marchan, vida dionisiaca, ungüento etílico para aplacar el dolor y haciéndote el loco y el borracho, verdad sea dicha no te ha ido del todo mal. La Virgen está de tu lado, pone su manto para que no te la pegues cuando empiezas a darle y no sabes dónde estás ni qué hiciste en una tarde noche y puede conducir tu talega hasta casa. Es un alamud divino que atranca las puertas de tu alma para que le maligno no pase, ella era judía, bendita judía, como tú, y vio su hijo crucificado por la veleidad de un sanedrín, poco más o menos como tú, pero no quemes los libres santos, no tires al horno crematorio tus filacterias, allá ellos y sus holocaustos. Madre de misericordia, cuanto me duele, y tu te pones al volante cuando regreso bebido, claro que a veces no puedo controlar los esfínteres y mi suegra se pone que para qué, pero tú regresas en mi socorro, el alamud, el velo que permite la huida, el pavés que desvía la contundencia del golpe inicuo, el paraguas que te pone a cobro de la palabra injurioso. Grande eres Cristo, detecto tu presencia, salva a mis hermanos, descorre la venda que vela sus ojos ante lo evidente, yo me uno a tu dolor, haz que vuelvan a cantar los angeles y que su fon resuene por la ortofonía de las catedrales atéstales, como estas que acabo de ver en esta ciudad mágica, haz callar a ese batería melenudo.

 

                                          XXVI

 

   El rabino se guardó el guijarro en el bolso de su gabán, pero escupió contra el bordillo, el salivajo se conoce que rebotó, maldición, y regresó al blasfemo como un boomerang, le puso perdido la camisa. Por las retículas del imbornal sacó la cabeza una rana algo filosófica que se lió de repente a hablar y a contar cosas que daba gusto oírla. Hijos de la perdición, no toquen al santo, dijo con voz augusta de sibila, un poco parecido a ese mago de tele el que lee  la mano a los famosos. Vas a encontrar trabajo, te van a llamar de un “ pograma”, de salud bien, pero tiene que cuidar las piernas. El niño da guerra por las noches, pero bien puede berrear, hemos cobrado diecinueve millones por la exclusiva de la boda, habéis comprado un coche nuevo, un todoterreno, para que quepa el perambulador y la cunita. Era cosa digna de oír el apostrofo de la ranita habladora ahora que las televisiones, un rostro nuevo cada otoño para decir las mismas chorradas, devanaban la tela de Penélope con sus polianteas y brocárdicos axiomas sobre los índices en bolsa, el nuevo marido de la duquesa, la boda del torero, los turnos del funcionariados, las comisiones de servicio en Bosnia, los abdómenes abultados de los niños en África, la expresión de la hambruna. Si callaron los púlpitos, o dieron carpetazo a sus evangeliarios los papas, y se han quedado mudas las sibilas casandras, alguien tendrá, digo yo, que recuperar la voz señera del profetismo. Hablarán las ranas. Bien oiréis lo que dicen en anuncio de la cólera de Dios. Yo soy el que soy. Estoy bastante irritado. Mandaré el castigo.

- Hijos de la perdición, sepulcros blanqueados. Ay de vosotros, escribas y fariseos que reclamáis el diezmo hasta de la hierbabuena y el eneldo, y habéis abandonado las cosas más fundamentales de la ley, ay de vosotros, hipócritas, que devoráis las casas de las viudas con el pretexto de hacer largas oraciones: por ello recibiréis una sentencia más rigurosa.


  La maldición de Cristo formulada con palabras recias e inexorables no había sido revocada. El calificativo de raza de víboras significa lo que significa. No cambiéis ni una tilde, al ser texto inamovible, ora en hebreo ora en ruso, no os será levantada la excomunión que crepita sobre vuestras testas duras como la piedra, os rasgasteis las vestiduras y clamasteis enfurecidos”: caiga sobre nosotros su sangre y sobre nuestros hijos, pues caerá, no tengáis pena. La culpa será un estigma indeleble sobre los sacerdotes y los escribas y todos aquellos que a lo largo del tiempo mostraron un amor descomedido hacia la letra muerta, exigís y nada dais a cambio, en la frente portáis escrita la sentencia.

   Por el enrejado de la alcantarilla hizo acto de presencia una enorme rata calva de color gris, abrió sus fauces y devoró a la pobre rana, pero en la boca misma del león el anuro seguía profiriendo el conjunto de verdades inexorables. La vida del cuerpo me podréis quitar, pero no así el alma, que pertenece a Dios. ¿Dónde se encuentra  verdaderamente el alma de un roedor? Tú me devoras, tú me trituras ahora con tus dientes, eres más poderoso, pero no podrás acabar conmigo, proclamaba la rana contestatariamente evangélica. No habré de callar por más que trucides, verdugo, ya podrás. El Super Filipo salió de la alcantarilla y mostró sus monstruosos tres órdenes de dientes, pero nada le valieron, porque, al igual que el gigante que vio Daniel en su visión, era un gigante con los pies de barro. Todos los tiranos, por más que se jacten de demócratas, acaban en chirona. Al freír será el reír. Ninguna fuerza cósmica será capaz de sofocar la voz del canto de los Tres Jóvenes en el Horno de Babilonia.

  El grupo de sinagogos - a la legua se notaba que eran del tribu de Dan, la innombrable oír que de ellos nacerá el antecristo,- que caminaban embutidos en sus gabardinas de fieltro y en sus calientes pellizas de piel de castor contemplaban la aterradora escena sin pestañear. Al grito de “ vienen, vienen, presidente “, todos echaron a correr que parecía que los diablos los portaban en volanta como al ánima del sastre. Quien más corría era precisamente el que parecía más jactancioso, el que tenía pintas de matasiete, a ése no le llegaba la camisa al cuerpo. Ya dijo el clásico que de dinero y santidad la mitad de la mitad y lo mismo ha de decirse en punto a valentías, los más bravucones ante el peligro son los que con mayor facilidad reculan y se rajan. Nadie los perseguía pero por la hedentina que iban alzando tras sí en el desenfreno de la huida habría de ser inferido que aquellos gallos de pelea se habían cagado de miedo. Porque aquello de que una humilde rana perseguida rompiese a largar profecías y a corear la retahíla del Pretorio se salía como poco de lo corriente. Ellos pidieron a voces el holocausto del Justo y ahora querían escurrir el bulto. Trataban de lavar la mancha de aquel crimen inventándose  múltiples holocaustos. Los crótalos proféticos de la ciudad imperial romperían todas a parlar en ensordecedora algarabía. A los inmundos roedores de la mala hueste, los que perdieron en el magno golpe de revirada y nuevo aliño de fuerzas que nació del ochenta y nueve, no les agradaba el canto de las ranas evangélicas y subieron cloaca arriba para ajustarles las cuentas.

  El Magno, grande entre los grandes, vivía en su solio sin mancilla alumbrado por la candela que no se extingue, el manto de armiño que jamás será pasto de polilla. Cuando se apaguen sol y luna y ya ninguna estrella alumbre, la luz de su rostro no cesará de emitir reflejos.

  Al ser arrebatado por el ángel en espíritu, me había sucedido que escuche el sonido magnifico de los timbales y clarineros y ante mis ojos se agolpó una multitud de rostros, algunos conocidos y otros desconocidos. Los que nacieron antes y los que nacieron después. Los que vendrían y los que nunca podrían ser logrados pero que estaban presentes en el corazón del señor:

Post haec vidi turbam magnam,quam dinumerare nemo poterat ex ómnibus gentibus, et tribubus, et populis, et linguis: stantes ante thronum, et in conspectu Agni, amicti stolis albis, et palmae in manibus eorum .   

            (Apoc. VII. 9) “ Después de estas cosas vi a una gran multitud incalculable de gentes de todas las tribus y pueblos, de todas las lenguas: estaban de pie delante del trono, a la vista del Cordero, revestidos de blancas estolas y portando en sus manos ramos de palma.

  El espíritu me había transportado al gran sueño. Me dio a leer las grandes palabras, a escuchar la melodía que no cesa. Me inundé del sentir de Dios en medio de fumarolas de incienso

- ¿Quiénes sois?, pregunté a uno de los extraños personajes que desfilaban por la calzada ante mis atónitos ojos, vestidos de harapos, pero con los bolsos cargados de lingotes de oro fino.

- Somos los hijos de Dan. Los partidarios de la Gran Sinagoga.

- ¿ Adónde os encamináis?

- Ha nacido un niño. Los herméticos le han puesto un nombre: The Baba of the two thousand birthdays. Nosotros le llevamos presente.


El rostro de mi interlocutor era más negro que la pez, su alma torva más que la de Herodes, pero, a una indicación de otro que se parecía a Barrabás, guardó silencio. No es lícito parlamentar con los cerdos. Salieron llamas de los ojos del basilisco, pero el ángel que estaba de mi parte me puso a cobro de aquella mirada con lanzallamas.

- No me gusta ese croar incesante - agrego quedo el de los ojos fulgurantes -. Así es como se derrumban nuestros proyectos. Nunca podremos con ese nazareno. Cuando ya creemos que lo hemos metido en vereda de pronto resurge. ¿Quién será capaz de aniquilar su memoria? Esa voz de la charca me recuerda a los trenos de cuando entonces.

Quedé maravillado de sus razonamientos y me dije a mí mismo: yo también quisieran acudir a adorar al Niño de los Dos mil Días, si es verdad que ha venido, si es cierto que existe. Las ranas no mueren por la boca como el pez sino por las ancas. Ésta debía de ser una excepción. Se mostraba más irónica y locuaz que el diacono en la parrilla.

- Huyamos -, atajó rotundo el que parecía el amo, que iba encobertado en un caftán con vueltas de marta cebellina. Por los bajos, empero, alumbraba el arambel de sus andrajos. Se conoce que, habiendo vivido entre la mugre, no era más que un sepulcro blanqueado. El gorro cónico  enseñaba algunos desgarros, pero era de rico brocado. Yo con vosotros quiero ir a adorar al Baby of the Thousand Days. Me encanta escuchar llover, pero el lúgubre croar de esa rana hiere mis orejas. ¿ A qué escribes? Ya nadie lee. No quieras tundir las olas con el mensaje dentro de la botella. En este mundo todos somos náufragos.

- Dejad a los energúmenos que hilvanen sucintos epicedios al zar tenebrario.

- Sí, huyamos; pies para qué os quiero. No hay cosa más deplorable que cuando esos rusos empiezan con sus letanías y sus coros que entonan la melodía de sus glorias nacionales. La patria no es más que una engañifa sujeta a lucubraciones etílicas. Conduce al delírium tremens. Las retahílas de ese Pushkin me fastidian. Oye, nosotros somos apátridas. Somos ciudadanos del mundo. Ve a contárselo a los americanos. Cuando ven la bandera, las estrella y las barras sufren  como un espasmo. Es una religión que aniquilará a todas las religiones. Un sentir místico.

Se largaban los hijos de Dan a toda priesa moviendo sus posadeñas babélicas. Eran la espiga del centeno que se agita y sus tocadas con el solideo sobre el occipucio asemejaban campos de alforfón. El ángel reluciente ya empuña la foz. Pronto será tiempo de siega. Movían los arreos y sus capisayos talares. Un grupo de cardenales vaticanistas, mira por donde, se hicieron los encontradizos con aquella cuadrilla de desharrapados [siendo los amos del mundo, su aspecto de usureros no podía ser más deplorable] y pegaron hebra. Otro contubernio. Rutilaban las túnicas de sus eminencias reverendísimas, y hacían agua sobre el aire embalsamado de la mañana de verano.

Los principotes de la legación cari erguidos, ampulosos, venían muy conscientes de desempeñar su papel. Nunca han creído en lo que predican. Esa es su baza secreta, la fórmula para enriquecerse y salir a flote en medios de los supremos maelstroms del devenir humano. Eran tretas del dogo del engaño. Arda la tierra por los cinco continentes. No queremos jefes, que nadie nos hable de naciones, ni de lindes, ni de fronteras. Todos los pueblos, esclavos bajo nuestra égida. Triunfaban sólo porque carecían de escrúpulos. Por no tener conciencia.

 

                                                       XXVII

 

  Rutilaban los cráneos de sus eminencias. Todos eran calvos y habré aquí de citar sus nombres: Bea, Cushings, Suenens, Leger, Lienart, Köenig, Podestá. Todos habían desempeñado un papel estelar en las ponencias de esa gran hecatombe, o golpe de estado contra sí mismo, en que los jerarcas llevaron a efecto a efecto una especie de autoinmolación en aras de la supervivencia de la Institución que se llamó Vaticano II. Si no les puedes ganar, únete al coro. Se puso en práctica el adagio maquiavélico. Otro cardenal, al principio vacilante, pero que luego acataría el principio, terminó siendo víctima del veneno. Pontificó treinta y tres días. No son judíos ni representan la santidad de Israel. Son hijos de Can, la tribu que no nombraron nuestros padres por miedo a contaminarse los labios con la sola mención.


   Venían con escoltas o fámulos un grupo de jesuitas al que se unía otro de seglares de la Obra. Como hacía bastante calor, escondido en un cartapacio de cuero uno de los administrativos llevaba una botella de coñac y otra de kvas para aplacar la sed de los purpurados al tiempo que con un abanico espantaba a los mosquitos que circunvolaban molestos alrededor de su encarnado petaso de camino. Sólo les faltaba la mula hacanea para responder al clisé típico del arzobispo medieval que recorre sus parroquias en visita pastoral o  liminar.

   Acemileros del oro, anchos de hombros y cargados de cintas, se les veía inquietos y excitados. Está claro que algo tramaban con tanto ir y venir. Las orlas y pectorales testimoniaban que eran gente rica. Su aspecto sibilino y engañoso, avalado por una sonrisa mefistofélica, las suaves maneras curiales, les daba aspectos de capo de la mafia, pero no se trataba más que de abunas abisinios, gente maleada. Ellos se unieron a los descendientes de Ahasvero para no perder su condición maldita y errante, que profesa una ética de situación y una moral sometida a la férula de sus iniciativas particulares. Dios sólo podía formar parte de un complot crematístico.  Por las columnatas y pedestales que diseñara Bruneleschi se pasea la sombra magnífica e imponente de Markinckus Mercancías, dueño de la bolsa de Judas, el tapado de las logias. La verdad no es algo fijo sino una veleta que marca el rumbo con arreglo a la dirección de los cuatro vientos y según convenga a la andamiada de los tinglados de la economía y de la política. Se habían unido al coro de los rabinos en desbandada y no hacía otra cosa que proclamar su victoria. El ángel exterminador no era un personaje concreto sino todo un conglomerado de intereses, actitudes, películas. Estoy solo contra ellos, enfermo, cubierto de oprobios, blanco de los escarnios.

  El divino Miguel se movía a lo ancho y a lo largo, a lo profundo y a lo alto yendo y viniendo con la “ estatera”. Estaba claro que en el sistema de pesas y medidas del más  allá poco tenían que ver con el que ellos determinan de tejas para abajo para ir a su modo y perpetrar todo género de fechorías. Cuando él los pese en la balanza se hundirán a causa del gravamen de sus culpas en la divina romana. Poco les importaba a los monseñores tal contingencia a juzgar por el vuelo ufano de sus manteos y de sus capas. Divino Miguel sea mi baluarte contra los impíos el filo de tu espada. Se unían a los del bando del maldito Ahasvero, aquel judío que desaprovechó la gran ocasión de su vida, cuando pudo ocultar a Cristo camino del Calvario en su casa. Se negó y el ángel condenó a él y a los suyos a marchar errante por el mundo, picados del bicho que les corroe por dentro. Nunca podrán tener paz. Por eso son gente inquieta.

  Los cardenales - hecho bien bochornoso - a juzgar por la flexibilidad de sus inclinaciones y reverencias tenían una espalda dócil y la mente harto olvidadiza. El contubernio tuvo un final terrible y descorazonador: la claudicación de la cruz ante la sinagoga. La risa estremecedora de Anas se oía por todos los rincones. Hemos ganado. Mirad cómo se rinden. Hasta nos besaran el culo si les dejásemos. Hay que mirar en dirección del sol que más calienta. En este mundo todo es relativo ¡ Pobres de aquéllos que sean incapaces de cambiar de chaqueta!  La verdad ha sido la primera víctima de esta guerra. Ha dejado cual carnero despavorido sus cuernos enroscados entre las zarzas.


   Las columnas del templo lloraban de rabia. Sobre la acrotera allí donde estaba el pedestal con su correspondiente estatua de la fe pusieron el ídolo de la justa razón democrática y prosternados los antiguos meapilas, los torturadores de conciencia, a esta nueva diosa con los pechos al aire la adoraban. Iban tras las tetas ubérrimas de Nefertiti. Hay que decir que se trataba de un gachí imponente por lo bien formada, los apetitoso de sus curvas, la redondez de sus caderas y aquel torso que remataba en una crica o cofre de Venus que era de por sí una tentación. Imponente matrona de la solidaridad, bella vestal de la razón democrática, mala hembra con visos de honesta doncella, ven a nosotros. No nos importa que tu llegada al mundo haya sido anunciada por los padres del desierto como un disfraz o añagaza de la serpiente antigua. Hay que adular. Hagamos mal. Humillemos al justo. Borremos la memoria. La iglesia ha dejado de ser la gran barca de la confianza para pasar a ser una gabarra que navega a la deriva por la superficie de la ría con su cargamento de chatarra. El oro se convertirá en calderilla. De remate, la lancha se irá a pique. Era el dinero de la “ corbona “, los saldos de sus compraventas, de las liquidaciones y devengos, de los corretajes. Espabilaros jodidos bobos. Eran los capitales remanentes de la esclavitud, los réditos del narcotráfico, los intereses de la puesta en el mercado de los vasos sagrados y del arca de la alianza, transacciones con la sangre y el dolor de los pueblos. Viva el agio. Honremos a Shylock, el mercader de monedas y entronicemos a Ashevero, la prez de todo judío errante. Cualquier moneda  forera, incluso la que engorda nuestras cuentas bancarias después del narcotráfico, la trata de blancas, los puticlubs, la catasta de las pasarelas, es de curso legal, aunque su grafila sea un triangulo. “Dominus mihi adjutor, et ego discipiam inimicos meos”. Ya tengo en la mano el agnusdéi con el globo crucífero. Nuestras cecas no paran de trabajar, recuerda hermano especulador, que nosotros inventamos la letra de cambio. Nuestra diosa goza de una enorme verija en la cual todas vuestras vergas caben, incluso la de ese Yuesé Nome Guán ¿ Verdad que tiene cara de marrano jaro, algo híspido, con pintas de galán de Huélete, pero destroza su imagen cuando lo vieras correr. Torrente de divisas y la Cleverinsk, esa puta polaca, que succiona y no para ¿ Con qué esas tenemos? ¿ Montando numéricos en la sala ortogonal? Quiero que el mundo deje de tener conciencia. Hemos hecho trasgresión del código de valores. Todo se ha vuelto a pedir de la boca de nuestra conveniencia. Todo es de ahora en adelante adiáforo; esto es, nada es ni bueno ni malo per se, sino según y como, en tanto en cuanto. Indiferencia total a los valores. Ya no hay mujer del cesar. A los poderosos se les condona la deuda de los grandes pecadillos, pero ay de aquel que salga a la calle a defender la honra de su mujer con una navaja. Le caerán años a la sombra. Tengo que darte dos noticias: una buena y otra mala. Mientes, bellaco, heraldo del presidente Fallador. Ya no hay noticias buenas. Todas son malas. Cleverinsk, Cleverinsk, do me . Whar yia sé ? No seas cerdo Nome Guán. Dos noticias, una buena y otra mala. No me las des. Ya me las sé de corrido. En vísperas de la llegada del gran heraldo, Fallador imperante, el mundo toleraba todo menos la santidad. Cleverinsk era la saltatriz pecaminosa que permitió el asesinato del Pluscuamprofeta y el Nome Guán un gran hijo de la gran sota, concebido a escote. Su madre se desparramó en la hierba y se dejó hacer por todo un pelotón de marines de Fort Braga sin demasiadas cosas que hacer en aquella noche de iguanas. Cleverinsk, Cleverinsk, do me. Tu nombre, Nome Guán está escrito en el agua con letras negras. Es el “ anosmia” de los tres números y de las tres letras. Bajará del cielo quien tenga que bajar y te ajustará las cuentas. Tu risa se trocará en llanto y tu pueblo va a sufrir.  Y en el averno podrás gritar hasta que te empapices: “Cleverinsk, Cleverinsk, do me“. En tu grito fornicario de placer te sumergirás. El dogal de la muerte te tensará el gañote.

  Sacristanes con los cepillos rebosantes de los ochavos de las colectas eran sorprendidos los lunes de mañanita camino de los bancos y montepíos. Caiga sobre nuestras cabezas la fecunda lluvia dorada y millonaria. Cruzaban el puente con sus andares suaves en dirección del Transtevere. Iban a  hacer el asiento de los dineros en las cajas de ahorro y telonios de la Vía Venetto, el paso seguro y la sonrisa blandengue pero el corazón afianzado en el oro. Todo ha de valer, si suben los números de nuestras cuentas corrientes ¡ qué terrible fiasco! ¿ Hay o no hay vida después de la muerte?

   Era el oro del altar el precio de la sangre, estaba contaminado con la sangre y el sudor de los pobres. Poco importaba. Los millones no tienen padre ni filiación y son la resultante de montañas de calderilla amontonadas. Asco es lo que siento, Señor, al escribir la crónica de todas estas iniquidades.

   Aguanta, que ya queda menos. Esto dijo el señor. Ínterin, continuaba el ir y venir de curillas jóvenes, unos con sotana, otros de sobrepelliz y otros como si fueran a la ópera o a un baile de disfraces con sus elegantes attachés de piel de cocodrilo bajo el brazo. Cleverinsk, Cleverinsk, do me. Merecías ser violada por un gorila. Vais a tener un mundo horrible, si se permite que la única ley vigente sea la del instinto. Un mono no peca, ni trasgrede el decálogo, el hombre, que es deiforme, creado a la imagen y semejanza de dios, sí. Los políticos, los vendedores de pornografía , mucho hablar de la dignidad humana, pero nos tratan como si fuéramos cerdos de su piara. Al “ pontéelo, ponselo “ de aquella doña Matilde de infeliz memoria , ha sucedido el “ si te lías, úsalo” de Ruiz Gallardón, que nos ha salido también gallardo, como buen hijo de un trepa y de un masón.

Pecador, pues ¿ qué querías ?

   No se os vaya de la cabeza este consejo. Tenerlo muy presente y poner en práctica el adagio jesuítico: un ojo en el cielo y otro en el suelo. Es preciso manejar para los tiempos que corren con tanta habilidad el hisopo lustral de agua bendita como la colanilla que abre los batientes de las cajas fuertes. Evangelio y Carlos Marx, y no le hagáis ascos a las prédicas de los economistas de la escuela de Chicago. Ese es ahora el símbolo de nuestra fe. Instalados en la prevaricación, ya lo mismo daba, elaborando sobre Isaías hablaban de paz pero en la paz no creían. La guerra cunde por doquier.

Uno de los cardenales - mirabile dictu- se prosternó ante el rabino. Besó la punta de sus sandalias. El homenajeado no sabía que hacer ante tales muestras de sumisión cardenalicia. Sus labios en cambio esbozaron un amago de sardónica sonrisa. Estamos llegando al final de la historia, Kundera avisaba. Hemos ganado, se acabó el partido. Traedme la trituradora de papel y las maquinas de reciclamiento. Divino Miguel, déjame tu romana.

    -Alcese su eminencia reverendísima que va a pillar un catarro. Estas ranas rusas me causan espanto.

   - Señores, con vuesas mercedes vayamos, y en paz.


   Los carillones melodiosos de las torres de los palacios y de las iglesias emitían sonidos de esperanza, ecos de esa mansedumbre del cristianismo, al aire embalsamado de la antigua corte. El divino Miguel, como un ingeniero de las almas, hacía los comprobantes corrientes en un sistema de pesas y medidas infalibles. A Dios nunca se le engaña. Señor, aparta de mí este cáliz. Ortiga, la mujer que me diste por esposa, es una hembra mala. Vive obsesionada por las consignas feministas. Dáme fuerza. Pero en lo alto de las cornisas otros espíritus puros llevaban y traían los pozales de la maldición. Cuando uno se derramase sobre el mundo, habría peste. Si el otro rebosaba, habría guerra. De repente, todos los males del mundo se ciernen sobre mi cabeza. El más formidable, al que más temo, es al de la vida encadenada ¿ Habré de seguir la senda que condujo a presidio al pobre Martín Menoyo? Señor, revísteme de la loriga de tu paciencia. No quiero participar de los banquetes impuros de Ortiga, que han hecho de mí un varón inmundo y un marido desdichado. No permitas que engruese yo la abultada lista de los cabezas de familia, que, hartos de escarnios y de infames atentados a la autoridad paterna, cometen la torpeza del uxoricidio. Por ahí Satanás me tienta y por ese cabo saldrá  derrotado. ¡ A príncipe de la noche, somete al veredicto del adarve de las almas, nuestro valedor Miguel!  No permitas que me haga daño ninguno; confieso que de ahora en lo sucesivo andaré vigilante.

   El anuncio que enviaban al éter las campanas de Petersburgo era el mensaje de resurrección, el que nunca se acaba, pero ni que decir tiene que resultaba destemplada estridencia en los oídos de aquel extraño sanedrín ambulante. Los dignatarios de la delegación de purpurados permanecían impasible, pues se habían oscurecido sus ánimas. El corazón de pedernal era poco receptivo a la llamada del amor. Estaba claro que habían vendido su alma por un plato de lentejas y que habían dejado de creer en la eternidad. Habían apostatado del sacerdocio eterno. Los ojos los tenían lacrados por la soberbia y la inteligencia entumecida por enconos y `prejuicios seculares. Nunca sabrían comprender.

  - Nosotros no nos contaminamos de esos sonidos. ¡Muera el zar !

  - Abajo los tronos y los altares. Hacha a los iconos. “ Iscra” y cabeza de llamas a los santuarios. Me cago en las barbas de Constantino.

  Traían un odio con polvos y telarañas de siglos sobre sus tiznados rostros. Su ira encendía a las masas, pero una pobre “ babucha” hizo la mejor apología del cristianismo que se podía hacer en tales casos.

  - ¡Concho, como vienen éstos! No conformes con lo que pasó en el 17 ahora vuelven a las andadas.

   Era una pobre vieja enlutada de esas innumerables ancianas que pueblan las ciudades rusas, un bastón y un serillo en la mano, las espaldas convexas, la resignación en el rostro de vieja mujer arrugada. Su observación en aquellos instantes era para dejar sin habla a la mayor parte de los hermeneutas y de los teólogos.

   Empieza el ayuno. Guarda abstinencia de toda carne. Huye de Ortiga, la mujer impura. Reza a Dios para que se convierta, perdónala, pero bien sabe Dios que ya la queda poco. No puedo hablar. Se me echan sobre mí como lobos. Todo lo que he realizado en la vida no ha sido más que un desastre. Quiere la vindicta. El ángel exterminador (enconos, discordias, infelicidad y lágrimas) se ha hecho presente en mi hogar. Veo ascender a tropel de gusanos por la pata de la cama. Han ocupado mi lecho nupcial.

 La encorvada “ babiushka”, para confusión de la inicua procesión de judíos admonitorios, exhortatorios, implorantes, y que reconvenían con mirar tan solo, se persignó. Uno se llevó mano a la pistola. Era el que debía de ser el comisario. Fue un amago de sierpe antigua. El mundo se repite. Volvían a pasar la película como si se tratase de una trillada cinta de Spielberg. Habían colocado en adobo la mentira y vuelta a resucitarlo. Eran obsesos, mono temáticos, aunque contundentes.

  El capitoste, el que llevaba colocada una birreta coronando su pabellón craneal dolicocéfalo era el espectro del comisario del zar. Abraham Litvoski había resucitado. Hasta en eso revelan los miembros de la tribu de dan su carencia de imaginación. En todas las circunstancias de cambio sacan a la palestra a los mismos tipos.

La mano sacrílega de aquel judío fue la que empuñó el revólver e hizo el disparo contra  Nicolás II.

 - Nicolás Alexandrivich Romanov.

 - ¿ Qué?


 - Te declaro culpable de crímenes contra la humanidad. Has sido condenado a muerte.  De nuevo aquel indefinido remoquete de “ crímenes de lesa humanidad “. Se había escuchado primeramente al redoble de los tambores anunciantes de las ejecuciones de la guillotina. Sólo se juzgan aquellos atropellos que interesan. Son silenciadas en evidencia aquellas que tienen que ver con los desafueros y motines de la chusma. El sanedrín, caricatura de la injusticia a lo largo de la Historia, se limita a cumplir con su papel fiscalizador. ¿ Crímenes de lesa humanidad? En esa palabra caben los cristeros asesinados en México; los pieles rojas exterminados por el hombre blanco; las bombas que borraron del mapa Hiroshima y Nagasaki, y de otros muchos holocaustos de los que los rectores del gran contubernio global no gustan de hablar.

   El emperador no perdió la calma. Miró para aquel gusano. No podía creer a sus ojos.  El momento había llegado.

- Esto - clamó el sicario.

   En los sótanos de la casa de Ipatiev, el rico mercader judío, y antiguo monasterio de San Sergio sonaron tres disparos. El zar y el zarevich, que habían recibido a la muerte de frente y sentados se desplomaron hacia delante. Los cuerpos del último de la dinastía  Romanov y su heredero agonizaron abrazados. A causa de la hemofilia, el pequeño Alexis durante los días de su último cautiverio era porteado en brazos por su progenitor. El zar era todavía un hombre fuerte. Es singular que como particular quehacer para entretener el aburrimiento de la vida carcelaria picaba leña. Incluso llegó a ser un buen “ aizcolari”. Por las tardes asistía al oficio de vísperas y escuchaba misa y recibía la comunión, contraviniendo la costumbre en la iglesia ortodoxa no es costumbre comulgar con la frecuencia que entre los católicos. Se hizo muy piadoso y murió perdonando a sus enemigos. El gran prisionero ofrendó su vida en holocausto por su patria.

    El extremo de fusilar a un pobre niño desvalido no movió a misericordia a los esbirros. Hombres de la clase de Litvoski no suele tener entrañas. Pertenecen a la estirpe de los que no perdonan, porque el odio forma en ellos una especie de segunda naturaleza.

A la zarina y a las grandes duquesas les cupo una suerte más trágica y vergonzosa a cargo de aquellos chacales. ¿ Les podremos perdonar? No. Jamás habrá absolución para la blasfemia contra el Espíritu.

  En el gran legrado de memoria que vive estos días nuestro planeta, cuando la inconciencia, el descaro y el cinismo - se da una importancia a cuestionales banales y, sin embargo, se condonan los crímenes de lesa patria - se ha tratado de borrar aquel apellido y aquel nombre: Abraham Litvoski.

   Nosotros, en cambio, lo seguimos teniendo bien presente. Sabemos que aquel hijo de Judas se ahorcó y a Imre Nagy el húngaro, uno de los participantes en la atrocidad, sería más tarde fusilado por los rusos. Violaron a la zarina y a las grandes duquesas. Eso un ruso nunca lo podrá olvidar.

 - ¿ Cómo es posible?

 - Verdad fue -.

  Al ángel del señor se le velaban los ojos de tristeza, porque al brazo de Dios porque le había sido asignada la tarea de defender por los siglos de los siglos a iglesia y sinagoga. Pero Luzbel interfería en tal misión arrojando puñados de arena a los ojos de los creyentes. El combate sería acérrimo y sin cuartel.

 - Yo seré el valedor del verdadero Israel- declaró enérgico -. Sin embargo, las treinta monedas de Judas suscitarán la codicia de los enfeudados por la bestia, dejando regueros de sangre por el camino, abriendo los boquetes de odio de las grandes guerras. ¡Ay de ti, Jerusalén!

  Su mirada y su voz eran proféticas, al escandir cerca de mi oído aquellas palabras. Colegí que maldecía a los que asesinaron a Cristo. El fusilamiento del zar no sería otra cosa que el epílogo de aquel otro gran sacrilegio escrito con tinta bermeja en el libro de la infamia.

  A continuación me mostró san Miguel un inmenso manuscrito enrollado sobre un soporte de cobre.

 - ¿ Qué es eso?

 - El Libro de la Vida. Muy pocos son los que están escritos en él. Es corta la lista de los justos. ¡Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos serán llamados a la Cena!-

Y volvió a clamar “ ay de ti Jerusalén “. El eco de su grito resonaba por toda la cornisa celeste.


   Había en su rostro una luz conminadora. Sus cabellos parecían haberse erizado. Eran de oro y flamígeros igual que espadas. Nada se olvida. Dios no puede dar carpetazo. El espíritu de fornicación que en el umbral del tercer milenio parece haberse adueñado del planeta nos está alejando a todos de la infinita misericordia. En la perversión del instinto sexual que todo lo domina puede subyacer una de las razones del silencio divino. Comamos, bebamos y hagamos el amor. El alma de los hombres se revuelca en el vicio. Dios se aleja. “ Follo todo lo que me da la gana “ ha declarado hoy en una entrevista a una compa la gran menstrúa monstruo televisivo, la estrella de las mañanas. Es una de las pervertidas heroínas de mi primera novela - mejor que novela es una “sotie”, una “morality” o farsa del milenio. A esta mesalina, pluriempleada de las ondas hertzianas, reina madre  de las mañanas, y reinona de todas las fiestas, es el “ tour de force”, el espejo en el que se miran todas las españolas entre los cuarenta y los sesenta. Han llegado tarde al sexo y lo reivindican con furia. Mi país, por estas y otras razones, es una nación enferma, casi putrefacta, donde se ha perdido el interés por vivir. No tardará en llegar el castigo. Allí será el crujir de dientes. La víbora ibérica aun no corre peligro de extinción, pero ya la queda poco.

“ Aquí lo que importa es pasarlo bien “. Fue la respuesta de la funcionaria tortillera, a la cual debo estar en paro. Se persigue a Cristo. Se le difama, pero sin perder los vicios inquisitoriales del pasado. La fornicación ha enrarecido el ambiente, creando la disensión en las familias, la decadencia de los valores del espíritu y ha traído la moda del lenguaje soez. Nos miramos en los modelos de la pasarela Cibeles, que van marcando el paso  por la alfombra con gesto provocativo de panteras. Así y todo, sus cuerpos han dejado de ser deseable. Todo el país se asoma a este mercado de ganado (culos, tetas, bodies y perendengues) de la catasta. Los ingleses, más razonables, desprecian a tales pibas  que llaman “ catwalkers”. Entre figurín con cuerpo de alquiler para la alta costura y la prostitución de lujo no puede haber más que un paso. Abres el canal de cualquier TV. Lo que sale por esa boqueta en el doblaje de las series violentas, vulgares, desmarridas y sin el menor gusto es un chorro de palabrotas a granel: hijo puta, mierda, joder, mamón, cabronazo. Acto seguido tiran los personajes de pipa y empiezan a sonar los tiros. El bueno es tan mal hablado y tan macarra como el malo. Pero siempre gana, no porque sea mejor, sino porque suele ser más audaz e incluso violento que su contrincante. Se ha pasado de esta forma la línea de demarcación ética.

   La muerte del zar y el rapto de sus hijas por mercenarios beodos abrió la puerta triunfal a estos mangantes de Hollywood. El espíritu jacobino buscó en América sus cuarteles de invierno y desde allí opera como una cuña contra el cristianismo. Es lástima que en el Vaticano jugando a dos barajas no se hayan percatado de la jugada que prepara el sionismo contra la vieja fe. Hollywood es su gran invento, el caballo de Troya. Los hechos trágicos de la noche de verano de 1917 en una remota ciudad siberiana abrieron la puerta a las dos guerras mundiales, la liberación de la mujer, el terrorismo psicológico instaurado en las mismas pautas de la convivencia democrática. En el revolver de Litvoski sonó el primer cohete del Ángel Exterminador.

Sentí pavor y asco al ver venir por la avenida de Maschenkaja a aquel maldito asesino. Avanzaba con paso autoritario y firme. Su gesto era divertido como si fuese por ahí pregonando lo que suelen decir todos los judíos: “ hemos ganado “. Harto de carne dicen que el diablo se metió a fraile. Y en América tenía el diablo su “ hinterland”, la guarida del lobo, “ die Wolveschanze”, el parapeto. Por eso, venía Yiuesé Nome Guán en plan tan voceras. Porque bajaremos a ajustarles cuentas. Hemos ganado. Tatachín. Tatachachán, y los comisarios y sabuesos de la policía social franquista se hicieron periodistas. Son los escoltas de la Campos, la estrella de las mañanas españolas, esa de caderas de asas de botijo, a lo que más le gusta es fornicar con jovencitos. Soy erotómana ¿ qué pasa? Y mueve el dengue la Campos y sus caderas de asa de botijo. El comisario en cuestión es un soriano que hace a pelo y a pluma. Desde las cámaras rodeado de porteros y de ciudadanos de la tercera edad amenaza. Os voy a meter a todos en vereda. Vais a saber lo que vale un peine. Blandea los puños y llama a su edecán particular, la amiga de la pipa para que le esclarezca el crimen. La vida cotidiana española es una secuencia truculenta de navajadas, aburridas comparecencias de políticos ante las cámaras en los que se multiplica el gesto de aquel carituerto que condenó a muerte a Jesucristo. Anás y Litvoski han encontrado bastantes adeptos.

Todo empezó aquella noche de demonios empapada en vodka en los bajos de la casa de Ipatiev.

Fue un crimen limpio. Silenciaron estratégicamente el estruendo de la bulla de la soldadesca que gozaron del cuerpo de las mujeres acolchando las paredes, pero al zar y al zarevich no los amordazaron. Vieron llegar a la muerte de frente. Los edredones de espumillón insonorizaron la estancia. Aparcada a la salida había una camioneta estaba una camioneta con teleras de lona y con los motores al ralentí. No había luna. El cielo encopetado amenazaba lluvia. Estaba la noche cual boca de lobo, como si la luna, las estrellas y luceros no quisieran participar de la horrísona escena del sotabanco conventual donde se llevó a e efecto la inmolación, el sacrilegio. Asimismo, y según cuentan los evangelistas y los historiadores, el sol del Calvario se negó por espacio de media hora o algo más el fulgor de sus rayos. Fue terrible el frío que padeció el mundo durante aquella hora de tinieblas. Vellum templi scissum est, et omnis terra tremuit. Tremuit. Latro de cruce clamabat dicens: memento mei , dominé, memento mei, dum veneris in regnum tuum “. Aquellas palabras cantadas en una catedral en mi adolescencia han hecho de mi existencia un perpetuo recordatorio de aquel viernes santo. No lo sabré nunca olvidar. Es más fuerte que yo.


Los mismos cataclismos naturales sucedieron a raíz de los hechos de la tahona de Ipatiev. Dios quiso de esa manera mostrarse. Mandaba el aviso. Algunos montes en los Urales y en el Caúcaso se derrumbaron. En varias partes se registraron temblores de tierra y el velo del templo también se rasgó, porque todas las campanas de la Santa Rusia empezaron a tocar a clamor coincidiendo con el momento en el cual los Romanov eran pasados por las armas. Nadie las voleaba. Más de repente, como indignadas por lo horrendo del crimen, accionaron sus badajos. Tocaban solas. Muchos creyentes las escucharon tañer en la lúgubre duermevela. Fueron el llanto indoloro y sonoro de la estepa.

-Mascha, ¿ cómo es que tocan a muerto en plena noche, si es así que todavía no la palmó el sastre, que yo sepa? En nuestra alquería de Tchernikiovo no suelen tocar a clamor de esa manera y a hora tan intempestiva las campanas de nuestra iglesia del Salvador. ¿ Serán ladrones? Aquí somos cuatro gatos. Todos nos conocemos. Además, acabo de venir de la taberna y allí el sacristán estaba de juerga. Había bebido más de la cuenta. Estaba más borracho que de costumbre. ¿ Habrá estallado la revolución? Nadie puede fiarse de esos malditos judíos comunistas. He sentido agitarse en el establo a nuestra yegua “ Lumia” y, al sonar las doce, hora asaz temprana, ya estaban cantando todos los gallos. Por el amor de Cristo, Mascha, asómate al tendejón, no hayan vuelto otra vez los amigos de lo ajeno. Andan las cosas muy revueltas en nuestra amada Rusia.

El ebanista Anisim se había despertado sobresaltado aquella noche de julio. Creíase víctima de una pesadilla en lo mejor del sueño. Empujó con el codo en la barriga a su mujer, María, que estaba en el primer sueño.

La obediente esposa hizo lo que su marido le pedía y bajó hasta el estragal desde la alcoba que estaba situado en la primera planta de la isba. Los mastines ladraban con ladrido extraño, como cuando olfatean la muta. Sin que soplase el viento un aliño de abedules y de alerces plantados junto a la casa meneaban sus quimas como agitados por  fortísimo airón. Oscilaban con fuerza y cabeceaban igual que naves en derrota. Un naufragio se acerca; quizá estas sean las señales del fin del mundo, pensaba la pobre masovera de la aldea de Tchernikiovo. Aún había rescoldos bajo la campana del llar, pero el fuego se había extinguido. Aún dentro de las mismas brasas se escondían presagios tristes y ominosos. Hubo una importante cosecha de setas ese verano. En Rusia tal abundancia de micosis se interpreta como un mal augurio.

Al abrir los postigos, la noche que horas antes se había mostrado cetrina y encapotada, mostraba un paisaje de una intensa claridad. Un sol de media noche hacía distinguir perfectamente el perfil de los collados, de los árboles e incluso de los tejados de las casas.

 -“Chudá... Chudá ( milagro, milagro)- gritó la mujer del ebanista al ver tan extraño fenómeno.

Los cielos se abrían y entre las alturas y la tierra se proyectó algo semejante a una infinita escalera, que cubría el horizonte. Cada uno de los peldaños era una estrella. En cada escalón cubría carrera un ángel guerrero. Iban tocados con casco de acero, espada de fuego y el atelaje y las cartucheras eran de oro. Por esa escalera subían y bajaban las almas. Estos seres celestiales eran del color de la brasa de los rescoldos del último fuego de la chimenea. Sus vestidos eran níveos y los cabellos blancos como las cenizas del fuego de la purificación. Las hiladas de estos bienaventurados exploraban tumultuosamente las cimas nunca pisadas por el ser humano, los campos nunca descubiertos. De los cuerpos se desprendía como un aroma de incienso. Por millones debiera de contestarse el número de todos estos espíritus puros. El camino se proyectaba hacia arriba en una vertical ingente, al final de la cual el Padre eterno, sedente en un trono de soles, con Jesucristo a su diestra. María, la Virgen pura, madre de todos los hombres con gesto benevolente y magnífico, ocupaba los lugares de la izquierda al frente de una multitud de apóstoles, mártires, confesores. Era un ejército abigarrado y selecto.


La cruz campeaba por doquier. El Gólgota se había transformado en montaña preciosísima. Debajo quedaba el abismo y el lugar de las maldades. Allí iban a parar todos los precitos. El tártaro era como una guarida de azufre. Los diablos se encargaban de cardar la lana y atestados en espuertas los lanzaban por el terraplén. Esta es la casa donde no se come ni se bebe, el país adonde irás y no volverás. Sin remisión posible. En estas carretadas del lumpen de la depravación y la maldad llegué a ver a no pocos personajes de la vida pública española al doblar el milenio. A la Campos la desgarraba un súcubo superdotado. Ella al principio creía que era uno de sus programas donde iba a gozar de las caricias de algún “boy” y en esto hacía dengues, visajes y carantoñas, propias de esa hembra de buenas caderas y mejores partes, definida como un auténtico animal televisivo, pero no era placer lo que le daba el diablo encargado de martirizarla sino un tormento peor que el potro y los garfios. Ella pedía a voces que la sacasen de allí.

El infierno estaba lleno de actrices, actores, papas, presidentes, y gente guapa. Si bien te fijas, sería el punto de encuentro de los triunfadores. Los perdedores  - a fortiori - tendrían que ir al cielo derechos. Únicamente así podría hacer Dios justicia.

El matrimonio formado por Anisim y su mujer María vieron el tránsito al cielo del zar Nicolás, dos almas incardinadas en el registro de una lejana provincia en el corazón de la Rusia profunda. La estola de lino purísimo de los mártires ceñía sus pechos. Era el signo que se otorga a los que derraman la sangre por el Cordero. Aquella noche de julio fue también una noche de prodigios.

 

                                                            XXVIII

 

 Se excusa hablar de que la extraña visión que les fue otorgada a los dos granjeros ruso fue obviada por los telediarios de aquel tiempo. No hubo registros de tal noticia, ni la hubiere habido aunque hubiese estado allí presente Walter Cronkite y la batahola de sus secuaces “hombres áncora y hombres pulpo de la actualidad”. El relato de la historia ha de tener sus propias impasses. La hueste periodística sale de sí misma. Esos bustos parlantes a quienes pagan miles de millones por un contrato suelen ser lacayos de sus vaivodas ocultas. Con la clonación macrobiótica, que ha sucedido, los rostros que hablan a una hora señalada para dar el parte se parecen unos a otros. Igual que un huevo de gallina. Hemos tocado techo. He aquí el invento conseguido: que la emulación se dispare, ha llegado la hora de la gran mimesis. Se copian no sólo los gestos, las corbatas, el ademán, el tonillo de voz y las muletillas. También se fabrican los hombres en serie. Las almas se han hecho clónicos. Es la diversidad de lo mismo. “Prime time “ para servir al mismo amo.

Nunca contarás, Buruaga, verbigracia, que el avión que acaba de caer en Melilla en el monte de las Tres Forcas el último fin de semana de septiembre de este aciago año de 1998 fue abatido por un misil alauita. Se han llevado la caja negra a Washington y no nos la devuelven. Ha relinchado el caballo. Está entrando el moro en España. Dinero judío sufraga los costes de la razzia. Treinta monedas. Nuevos campos de Haceldama. Los impostores arropan a los asesinos. Detrás de esa capa se esconde un puñal traidor. España, tus esbirros de siempre te rematarán por la espalda Vuestro amo norteamericano os hace gestos de silencio. La televisión es un invento diseñado para ceporros o para parados con resaca que hacen “zapping” en las noches de insomnio y se sienten abrumados por el torrente de vulgaridad y de evasión que nos circuye. ¿ Y para eso tanto dinero? ¿ Para qué sirven los burros parlantes? ¿ Para andarse mirándose al ombligo? O contar lo que pasa de a hecho? Nunca caerá tal breva.

Desperté de bruces en España, la patata caliente. Madrid me pareció una ciudad insulsa, deshabitada de sí misma y repleta de fantasmas y de fantasmagorías. No sabría cómo expresarlo, pero el término de aquella visión fue una especie de trauma. Les ocurre a todos aquellos amantes que, al cabo de los años, no reconocen a la mujer que ama. O bien porque ha dejado de ser dueña de sus pensamientos o porque se sienten defraudados ante la diferencia de lo soñado y lo conseguido.

El ángel me había puesto de bruces en el pretil de la gloria. Mussorgsky, aquel vagabundo que hacía sonar el violín, mientras su amada Ana interpretaba canciones al arpa. Me sentí atraído por el halo mágico de los clavicordios, de las voces solemnes y maravillosas, del batir de las alas de los serafines. Indudablemente el alma del hombre es algo musical, porque la música es la cifra y el compendio del ansias que sentimos todos de eternidad. Con ellos oí los coros ortodoxos que resuenan en el cielo eternamente. Ser arrebatado en espíritu no deja de ser una dádiva divina, pero ha sucedido con frecuencia a lo largo de mi existencia. Una providencia especial me toma por los cabellos y me transporta por los aires como a Habacuc. Ha sido - lo ratifico - la experiencia de este verano amargo.  Mi amor por la verdad, el país real que es Rusia - América no resulta más que un conglomerado virtual, la patria sintética en la que recalan todos los merluzos - ha salido fortalecido de esta experiencia. Ver el rostro del ángel sin caer fulminado por el rayo de la muerte fue otro agasajo de la gracia, que quizás no mereciera yo, pero que acaso mitigue mis múltiples sufrimientos y me haga mirar esperanzado hacia lo alto. Del cielo viene lo grande y lo bueno y el poder contra Satanás y la hueste que hoy domina y controla los más encumbrados resortes.

Entre los que cantaban cerca del trono estaba Juan con un cálamo de oro. La caña volaba veloz sobre el pergamino, del cual brotaba la sangre.

   - Juan, predilecto de Cristo, tú eres palabra viva.


   - Aguantad y sufrir a los malos. Les queda poco tiempo.

 El sagrado evangelista se dirigió hacia mí en hebreo y yo le entendí el coloquio. Había escuchado la voz y la palabra por excelencia. Me ungió y me honró sacerdote con su mirada, que me hizo fuerte en la vez.

  - ¿ Qué significa esa sangre que brota de la piel misma del becerro?

El becerro era un toro adolescente, como un choto del color de la miel, y estaba vivo. La punta de su pluma hería, por decirlo así, el cuero sagrado, y brotaba sangre cual fuente que alumbra. Por la apertura de cada letra manaba una fuente de vida que la muerte rasgaba con violencia. Juan dijo:

   - Sé fuerte y tendrás constancia y fortaleza.

Ambas virtudes adornan a los mártires. Adiviné rápidamente el sentido del mensaje que el santo evangelista quería transmitirme. Iba a derramar la sangre por el cordero, porque estaba escrito en los altos frisos del empíreo mi nombre en la lista. No me asustó la idea ni me dio pavor; antes bien, noté  dentro de mí una alegría infinita, porque las elevadas puertas sólo se conquistan con violencia. Un pecador como yo, un borracho y un deprimido, únicamente por la puerta del martirio tendría acceso al codiciado galardón de la vida eterna.

   - Jesús, hijo de María, ten piedad de mí.

 El ángel me entregó al punto la palma de los triunfadores. De siempre he sentido una innata querencia hacia las palmeras. Todas las que planté, después de recoger las semillas de las grandes palmeras que flanquearan nuestra casa de Asturias y que fueron derribadas por el antojo de un vecino diabólico arraigaron en mi jardín. Oh Jesús, que hasta de esa forma, por medio de signos augurales, has hablado a este pobre pecador durante toda la vida. Me quejé de mi suerte.  Resulta que maldecía de mi fortuna cuando he aquí que reservabas tú la palmera para mis sacrílegas manos, cuantas veces te tuve entre ellas indignamente y te manduqué sin miramientos o indigno, y he aquí que tú perdonas.

Pero mis conmociones y sorpresas no acabaron ahí. En aquella visita que giré a la ciudad de Dios fue testigo y partícipe del llamamiento al reino del músico vagabundo y su amada la prostituta. Porque el Hijo les habló a ambos desde el alto trono con un tono dulce y lisonjero y le dijo que gozarían para siempre de la música, en el lugar a ellos designada desde toda la eternidad. ¿ Veré yo también a mi Ania, la dulce Suzanne - la luz de su cuerpo en aquel despertar de Hull bañe para siempre mis ojos, Señor?. Ya la verás muy pronto, porque el amor no se extingue jamás.

En esto la cuadrilla de judíos mandó parar a un”fiacre” (coche de punto)que pasaba en aquel instante por la Mashinskaya ulitsa. Se metieron todos - con los vaticanos - en el fondo del pescante.  Y - milagro - todos cogieron, pero discutían con el “ vienka”, el cual hablaba con ese lambdacismo tan característica de los fineses, en patente contraste con los sonidos roncos, guturales y algo silbantes de la lengua hebrea. Discutían de dineros. No faltaría más tratándose de judíos. Los rabinos regateaban el precio de la carrera.

   - Tres rublos hasta la estación de Finlandia ¿Hace?

   - El viaje no se lo haré por menos de diez. Con un suplemento de peso excedentario de ochenta y tres copecas.

   - Andále. El otro día pagamos rublo y medio por el mismo trayecto.

   - No discutamos por eso. Hoy es un gran día para los cristianos ortodoxos. Nuestro paciente zar Nicolás ha sido inscrito en el registro de los bienaventurados. Estoy por eso tan contento que hasta para vosotros, hermanos, lo haría de balde.

   -Vale ya de sentimentalismos. Todos los que aquí van no creemos. Déjate de historias y llevamos a donde te hemos mandado.

 El vania que estaba ya algo bebido a esas horas de la mañana por un momento pareció indeciso entre empuñar la tralla o dejar a sus clientes en tierra. Su ingratitud era execrable. Pero recordó que es deber de todo cristiano no responder a las injurias y en un acto de heroísmo hizo renuncia a la cólera. Ni que decir tiene que con aquella clase de gentuza sólo se podía lidiar a golpe de “ knut”. El palo y la violencia es el único idioma que entiendan los violentos y problemáticos judíos, pero lo dejó estar.

   - Suban Sus Excelencias.

   - Menos pamplinas. Como no conduzcas con cuidado, te vamos a denunciar.

   - Arre. Vamos allá.


El cochero aguijó a la reata con tanta viveza que la “teleiga” (carromato) arrancó a una velocidad insólita. Uno de los caballos se desbocó y todo el carruaje fue a parar al Neva. No lo hubieran contado, de no estar los bulevares a aquella hora atestados de gente. La proximidad del parque de bomberos, que acudieron al socorro, remató su fortuna. Ninguno de los hebreos ni los de su corte sufrió merma de su vida ni de sus pertenencias. Tampoco pereció el cochero, buen nadador, pero maldecía de su suerte.  La destrucción de su taxi significaba que perdería el empleo y se quedaría en la calle.

   - ¿Y ahora qué va a ser de mi mujer y de mis hijos?

 - Nada. Te está bien empleado por borracho. Mereces ser escupido.

  -Mal día amaneció para mí, señores rabinos. Van usías vestidos de negro. Los cuervos no dan buena suerte.

   - Jodete, goy (cerdo). Así revientes con tu marrana.

   - No insulte, señor, a mi Asia. Que será gorda, pero es una mujer decente.

Sin embargo, el contumaz hebreo no paraba mientes ni hacía distingo. Cuando tienen la sartén por el mango, se crecen los abanderados de la ley del talión se crecen. Pueden llegar a ser déspotas y crueles:

  - Nosotros haremos vestidos de brocado para que adornen los cuerpos de las putas en los prostíbulos con las sotanas, las capas pluviales y las casullas de vuestros popes. Las estolas de vuestros diáconos nos servirán de calzoncillos.

  - Un poco fuerte, ¿ no? ¿ Qué pretendes? ¿ Besar mi látigo? - replicó el taxista siniestrado. Toda paciencia tiene un límite.  La suya se estaba agotando. Todos estaban algo excitados, pero quienes más alzaban el gallo eran los rabinos. El pobre cochero cristiano, a quienes los muy sinvergüenzas no fueron dignos de abonar la congrua tarifa, el canon a pagar, porque aquí está resucitando el moro Almanzor y se habla ya sin tapujos de que os españoles tendremos que volver a pagar el tributo de las cien doncellas, se movía a la defensiva. ¿Quién ha vuelto a meter el moro en España? Ay de aquellos que han pecado contra el pasado! Su crimen nunca ser perdona. Es equiparable a los que blasfeman del Espíritu Santo. Las voces llamaron la atención de los mozalbetes errabundos que se llegaron al grupo de hebreos y los dispersaron a golpes. Ahora corrían que perdían el culo y no pararían hasta alcanzar Jerusalén.

Indirectamente, el Defensor y Baluarte de toda inocencia fue el que envió a los jóvenes camorristas en ayuda del pobre cochero siniestrado. Mientras tanto, sonaban en todo Petersburgo los coros religiosos de Mussorgsky. Los judíos huían despavoridos. No siendo suficientes todos los “ migs”  y “ phantons” de Aeroflot vinieron las brujas y les prestaron las escobas para que llegasen cuanto antes a Jerusalén, donde aterrizaron en unos pocos minutos. En un pesebre ha nacido el Niño de los Mil Días. Acudid a adorarle, pueblos del planeta. Su llegada será el orto del imperio de la justicia. Ya piafan los alazanes. Lanzan fumarolas de fuego por los ollares. Las piernas robustas y recias de los jinetes negros abrazan ya los ijares de los briosos corceles. Sólo hará falta una orden de espuela y se pondrán en marcha los escuadrones de la milicia celeste.  Caerán sobre el horizonte plateado como un torrente.

 

                                                          XXIX

 

   En ansias de la verdad ardía mi ser entero, arrebatado en espíritu hacia la ciudad de mis sueños - miro a Petesburgo como miro a Jerusalén, y esta mirada no es más que el deseo de quebrantar las cadenas que me atan a la carne, y siento que el alma no es más que un vuelo - por el gran psicagogo (el que lleva las almas sacándolas del profundo lago), el heraldo del Señor en toda la tierra de Israel, no podía creer a mis pupilas, pero todo esto me sirvió de consuelo. Era bálsamo a mis aflicciones el invencible caballero andante, el adalid de los pobres, alférez de la hueste blanca. Su presencia me reaseguró en el convencimiento de que el verdadero israelita es aquél que en todo momento dirige sus suspiros hacia el cielo. Pertenece a la heredad del reino y su albacea será la tierra prometida: una luz que sale de adentro y no se circunscribe a ningún punto concreto, sino que es un gozar de la intimidad del Verbo. La torre excelsa del Prepósito de las Milicias Angélicas se alza señera en el monte Gárgano contra la impostura, el demonio de la apostasía y de la fornicación.


No lo duden los descendientes de Moisés. Adonay envió su mensajero cuando, Moisés, recién fallecido, los judíos prevaricaban disputándose los despojos del profeta para adorar las reliquias, haciendo de esta forma renuncio a su fe. De nuncio celeste hablaría el profeta Daniel, puesto que fue merced a las intercesiones arcangélicas que el pueblo elegido se libró del dominio babilonio. Habacuc fue arrebatado en espíritu por el edecán de la milicia eterna y traído de los cabellos hasta la espelunca donde vegetaba el profeta rodeado de leones hambrientos. Los enemigos de la profecía y los que se oponen a la venida del Reino que estos cuentos de la Biblia son historias de psicópatas. Luego Juan, al que yo había visto en el antedía revestido de la alba veste sobre los cielos de la capital de los zares, lo transforma en eje dominante de su Libro del Apocalipsis.

Nuestro Hermes celeste será el valladar donde se estrellen los golpes del enemigo. Él nos sacará de atascos. Conjurará cualquier contratiempo. Asilo de los pobres y valedor de los que padecen persecución por la verdad y por la justicia, los conducirá al paraíso al cabo de haber pesado sus actos, sus palabras, sus pensamientos. “Vidi turbam multam quam dinumerare nemo poterat “. He ahí el mensaje central de la criptografía cristiana: el anónimo y la cantidad, la libertad y el canto. Todos a la sombra de su espada  flamígera adorarán a la Majestad. Su himno de alabanza no tendrá final.

 El código de valores que representa el arcángel Miguel se opone al sueño sionista. No propone la dominación del mundo por la espada y el imperio de la fuerza bruta que avasalla sino que es la conquista del amor y del bien encarnados en la persona de Cristo que derogó la ley del Talión. Triunfará al fin la palabra. Miguel tijereteará y hará retales de la lengua de los impíos ( Martín Menoyo purgó condena por un signo y un gesto   de aviso a los hijos de las tinieblas que se burlan del rayo radiante que traspasará los confines) y sus cuartos troceados y blasfemos serán colocados en una peña del desierto para afrecho de buitres y chacales. Ese es el destino que aguarda al áspid y a la sibila. Yo os mandaré arrancar la lengua. Divino Miguel, que siglo tras siglo deshaces las conjuras satánicas contra la Iglesia, debelador implacable de los poderes del mal. Ahonda tu lanza en las fauces del dragón.

  Ven en esta hora , portaestandarte celestial, “ summus nuntius”, caballero andante de los que sueñan y de los que aman todavía, psicagogo, aplasta bajo la sandalia a la Víbora de Iberia, que confrica a todos los relapsos en su protervia, los que oprimen el corazón.

 -No tenemos a otro dios que al vientre. Nuestra morada es el vicio. Hozamos la podredumbre, manchamos el agua y nuestro único líquido elemento es la suciedad - proclaman con jactancia-. Vamos a dar la vuelta a la cruz y verán cómo de ese mito escatológico no queda nada. Hay que pasarlo bien. Lo que importa es follar. Acabemos con esa pléyade de maniáticos sexuales y de impotentes que es el catolicismo. Pon punto y final a tales parlamentos.

 Se acercó a nosotros un cuerpo radiante, como un crisólito. Traía en la mano la espada desenvainada y, en la otra, las pesas de la gran balanza del juicio final. Todo será medido y escudriñado. Nada será pasado por alto en el día de la ira, pero sobre todo las víboras de Iberia serán descabezadas. Allí es donde esta especie de ofidios posee unas características biológicas más interesantes. La lengua de estos reptiles es más larga y viperina que en otras regiones.  

Bien. Se acabaron los parlamentos. El crótalo quedó a merced del destral. Estáis liberados. Una caravana de espectros sale de las cavernas. Abandona los recintos de las ciudades, que no son más que prisiones ahumadas. El hongo tósigo se disipó. Sus tiradas y aviesas amenazas han quedado en nada. Dáles caña, Santi, dáles caña. Con un buen rumbo se puede llegar a cualquier parte.  Pero, con estos en el poder no hay refugio ni abrigo seguro. Han minado las playas. Qué cosas, mi comandante. Qué cosas. Basta ya de maripavas. La voz de esas arpías se apaga. Santiago estaba en los cielos de Brunete y de Clavijo, a lomos de su caballo blanco. Sus corcovas eran tal que el avión de combate que se apodera de los cielos abiertos, evoluciona sobre sí mismo, realiza rizos en vuelo, se deja caer sobre el ala, se yergue y se tumba, y, cuando parece que va a estrellarse sobre los tejados de la ciudad que contempla la batalla desde abajo, se empina de forma sorprendente.  Arriba. Arriba. Davai. Davai. Fulano de tal y tal, con todo. En marcha. La Orden de la Caballería andante no sabe lo que es un paso atrás.

- Miguel, trae la báscula que el dedo de los pretextos y de las excusas no podrá amañar donde duelan prendas. Lucifer dejará de hacer chanchullos. No habrá componendas que valgan. El fiel de la romana será inexorable. Apuntará hacia arriba en busca de la vertical justiciera. A cada cual según sus actos. Se acabaron los trucos. Tu espada flamígera, la que traspasa los cuerpos sin derramar sangre, sembrará la tierra de clarividencias, con lo que la hueste infernal quedará al descubierto. Ha llegado la hora del bieldo. La sentencia será inapelable.  El grano será separado de la paja. Pondrás en fuga a la hueste maligna. Serán sumergidos en el profundo lago todos aquellos que sembraron de cizaña los surcos.

- Son muchedumbre, mi capitán.

- No importa. ¡ Perderán!


  De un salto se encaramó a la grupa de una impresionante yegua torda. Nos cruzamos la mirada. Aquellos ojos despedían el calor de un aerolito. No es Ceuta y Melilla lo que queremos. Que nos devuelvan Granada. La roca de Calpe se yergue soberbia y desdeñosa. He ahí un farallón de ignominia contra el orgullo herido de la patria. En  tardes de caliginoso bochorno resuena por entre sus clavijeros y fisuras, horma y espanto de la oquedad del peñón, polvorín de muerte y de amenazas, la risa furibunda de Israel, que no reconoce sujeción ni reglas fijas y unas veces forma liga con la media luna y otras con Lutero. Su sombra se cierne siniestra sobre la piel de toro. Acaba de pasar el cuervo de San Antón. Los “bififtytús” sobrevuelan el territorio las panzas cargadas de muerte.  Miguel, defiéndenos en la lucha. No tengáis miedo. En un bar del barrio de Maravillas convidé a vino a dos moros terribles. Me pidieron dinero y se lo di. Tú, Miguel, no sólo pesas las almas, sino que velas por ella. Me duelen los calcaños a causa de la podagra. Obeso, desganado, barzoneo por un Madrid que se ha vuelto agresivo y extraño en vísperas de lo que puede resultar una gran matanza. En el vértigo de su endiosamiento, Luzbel alzó el pendón de rebelión (las feministas copian las tácticas de la serpiente mamaria, porque su voz y sus maneras son algo muy viejo dentro de los contextos de la iniquidad) contra Dios. He ahí el desafío de la criatura contra su creador. Se miraron en el espejo de Narciso y el cristal les devolvió una imagen complaciente de sus gracias naturales. Fueron los precursores del hedonismo y ese culto a la juventud y al cuerpo en el que se basa la gran prensa de bulevar. Y tú te alzaste contra la perniciosa facción y de ahí recibes el nombre victorioso de Quiencomodiós que tendrá en los labios por los siglos de los siglos la Caballería Andante.

   Sin caballeros andantes no se puede dar un paso. Esta vida sería un asco. Pero ellos están situados en la cultura del engaño. Aporrean nuestros meninges con sus proclamas. Hay que pasarlo bien. Dios no existe.  Sólo existe la ley del más fuerte.  Sin embargo “Quis sicut Deus”. Estamos hartos de repetir los ramplones argumentos. El “agitpro” forma parte de nuestras vidas. Nadie se atreve a ponérseles en medio del camino. Hay miedo, mucho miedo, y ya quedan pocos audaces dispuestos a  recoger el guante.  No comemos otra cosa que el veneno del áspid. Habremos de sucumbir víctimas del arsénico informativo y la nuez vómica. Jamás en la historia del hombre se dijeron tantas mentiras, tan constantes y tan gordas.  Se llena su boca de blasfemia y no se arrepienten. Luzbel reina en las ondas.

   El psicagogo seguía atento a las reflexiones que le formulaba. Yo le pedía que diera un puñetazo en la mesa para restaurar la palabra de verdad y le confié mis planes secretos de crear editoriales, emisoras de radio y estaciones de televisión donde se sirviera a la verdad y a la justicia en lugar de a los magnos intereses de la Banca Morgan.

-Siendo el heraldo de la verdad y el nuncio supremo de los mensajes del Padre a los hombres, el plenipotenciario invisible que observa cuanto acaece entre nosotros para despachar los partes facultativos a lo alto ¿ por qué estás callado ante la injusticia?

-En el Reino del que vengo no hacemos alardes. Nadie necesita justificaciones leguleyas, porque todo es vivo y transparente, varón de poca fe- prorrumpió casi con un estallido de cólera.

-Perdóname, Señor. Perdón.

-No eres malo, pero estás todo el día lamentándote.

-Me ocurre como a muchos españoles. Vivimos en la cultura de la queja. Lo reconozco. Este ha sido un río revuelto, donde no conviene mostrar excesivos desafectos al tetrarca. La mejor táctica viene dada por esconder la cabeza bajo el ala y a cobrar.

-Go and do something, then. Stop moaning- habló en inglés moviendo a sendos lados su cabeza.

 A cada inclinación de su testa, como la aguja magnética del radar, oscilaban desplazandose por los cuadrantes del cielo rebaños de estrellas.

   Los coros celestiales se escuchaban en la distancia. Mussorgsky atacaba todavía con mayor inspiración la romanza del “ Zar Boris”. Ambas armonías, la que resonaba en el empíreo y la que se esparcía magnífica al lado de los canales del Neva, se refundían de forma magnífica y solemne. De esa forma los cielos se juntaban con la tierra y lo invisible y lo invisible se refundía en un estrecho abrazo. Diríase que aquella música nacía del rodar de las esferas. Las notas del decacordio del querubín y del serafín iban mostrando el camino del éxtasis. El arcángel, al pronunciar aquella frase en la lengua en la cual yo amén, me pareció más hermoso y acaso más implacable que nunca.

-No tengas en cuenta mi vileza, Signífero.


San Miguel me sonrió. El caballo blanco que cabalgaba, piafaba nervioso, como anheloso de campos y de verstas, ávido de leguas y leguas.

-Vamos, sube. Te llevaré a la grupa.

- Muy alto honor me haces, capitán, del que no me siento digno - contesté.

-He dicho que montes. Vamos. Pega un brinco.

 -Peso bastantes kilos, Majestad. No estoy ágil.

- Yo te ayudaré.

Pasó por mi memoria el recuerdo de aquellos veranos. El polvo de la trilla. Los senderos de arena roja camino de la huebra que llamaban la Pedriza, donde estaban los majuelos. Escuché al abuelo cantar. Iba cabalgando en el macho rodeno. Se protegía del sol con un pañuelo de hierbas, que protegía el pescuezo a manera de orejeras. Entonaba el presagio jocoso. La vida era maravillosa. Ven sube. Arrea. ¡Que el Agustín te dé el pie. De la huerta del boticario venía un perfume de manzanas y de grosellas. El sudor  animal del cuerpo de mi abuelo y de la caballería destilaba un olor acre, pero nada desagradable al olfato. Todo olía entonces: La soga, las gavillas de espiga, el pan en el arca. Era la primera vez que montaba en un mulo. No se me ha olvidado aquella tarde de siega. El abuelo ya no trabajaba, aunque su asesoramiento de labrador curtido se derramaba con sabiduría entre los agosteros y la cuadrilla de gallegos, aunque a estos no había que andarles con muchas recomendaciones. Sabían bien el oficio y eran bastante taciturnos. Había uno de entre ellos por nombre Lois, quién para hacer valedero el adagio de que la excepción confirma la regla, hablaba por los codos. Le habían puesto el mote de “Parlapuñados”.  Tenéis que manejar la hoz a derechas. El prefacio jocoso sonaba bien en la era. España dejó de cantar cuando llegaron los televisores. Parlapuñados siempre iba adelante en la hilada. Hablaba y trabajaba más que nadie al propio tiempo. Yo tuve un abuelo que se llamaba Miguel al que quise mucho. Fue un poco como mi segundo padre. Murió de cáncer de próstata. Él me contó la historia de la parición del Divino Arcángel en el monte Gárgano.

Y apareció envuelto en una nube. Era el excelso Miguel.  El supremo caballero andante.  Habrás de rezarle cuando alguien te moleste o avasalle y te sacará de cualquier peligro.    Al encaramarme al mulo, me trompiqué y caí de bruces por el otro costado.

-Abuelito.  Abuelito, ayúdame.

 Fue el primo Agustín, que era un vaina y que quiso que me estrenara haciéndome blanco de una de sus gracias. El mulo, aunque manso, se espantó y por poco me cocea. San Miguel estuvo al arrimo. Agustín se cascaba unas risas tremendas al verme en el suelo.

-¿ Qué pasa? ¿ Qué pasa? Pero, hombre, yo de tu tiempo montaba de un periquete. Parece mentira. Eres algo torpe.

-Eu carallu. O neno- oí que decía Parlapuñados en su jerigonza de orillas del Sil.

 Todos los de la cuadrilla que meneaban el bálago arqueados sobre el surco detuvieron el trabajo unos momentos. Los rostros de aquellos operarios morenos y renegridos por el sol bajo el sombrero de paja quien los contemplara en la calorina del véspero de primeros de julio suscribiría que eran ciertos los versos de Rosalía. Los quince segadores forasteros al unísono empezaron a reírse de mí. Y lo malo no era - así yo lo creía por entonces- que no se reían en romance. Sus carcajadas tenían la cadencia y la tonalidad melosa del astur-galaico. Por aquellos pagos, la risa y la gente eran un punto más feroz. Aquella mofa la tengo clavado entre los tuétanos. Vida dura e implacable la de aquellos años tremendos. Corrí a refugiarme en el rodal de zarzales que separaba las eras del ejido, mientras mi primo, que tenía algo de envidia, no paraba de decir:

-Sopazas. Sopazas, mira que caerte del mulo.¡Oy!.

¿Sería verdad que yo era torpe ? No vales para nada, hijo. No sé lo que va a ser de ti en la vida. El divino Miguel vino en mi auxilio. Siempre has estado al quite.  Pero, mira lo que escupen por el colmillo los filósofos debeladores de nueva floración, los gran mistagogos del laberinto español, donde unos tocan la flauta, otros bailan el rigodón y los más escuchan con ojos ovejunos, porque la mayoría silenciosa vive en espera de que pase todo y que volvamos a poder ir tirandillo: los que rezan están tocados del bicho de la paranoia. La plegaria es un inquietante remanente del pasado. El cristianismo es una religión de locos. Todos los años aparecen por Jerusalén tres o cuatro centenares de tipos que se creen Jesucristo. Conclusión: habrá que encerrarlos. El gran enemigo de la religión ahora resulta que va a ser el psicoanálisis. El cristianismo es para ellos una idiocia sobrante.   Las monsergas sobre la caridad están de más.


-Eres superferolítico en tu actitud vital. Cada mañana te das unas cuantas carreras terrestres por Retiro Park. Controlas tu cuerpo. Lees literatura “ knowhow” y “ sacherbucher” para hacerte dueño de tu propio destino. No eres un paranoico, sino un triunfador.

-Todos los que rezáis el rosario y os encomendáis a santos de existencia dudosa, sois unos perdedores, dementes. Vuestro problema es la locura: un desfase entre el yo real y el yo anhelado.

-¿ Me quieres decir que la religión cristiana es una resultante de esquizofrenia y de paranoia a gran escala?

- Sí.

Pues, asunto concluido. Hemos terminado.

Lo dicen y se quedan tan panchos. Cristo era un paranoico irrecuperable. Sus teorías han sucumbido bajo el martillo implacable.  terribles en esa tesitura no son los horribles postulados de la masonería al uso sino que el legado del Averno cuyas posaderas han manchado la sede apostólica no lanza excomunión alguna contra los zelotes criados a los pechos de la Revolución Francesa y de la idea del triunfo final de la sinagoga sino que les bendice hisopo en ristre. Esa es la tragedia de muchos católicos que asistimos con perplejidad a este cúmulo de imposturas que llueven sobre nuestras cabezas en el verano profundo de 1998, a las puertas del tercer milenio. De la impostura del gran jerarca proviene tanta desazón. La fe se descompone. Los templos son guarida de murciélagos. En sus ventanas anida la paloma torcaz. Cristo era un paranoico irrecuperable. Dijo llamarse el Hijo de Dios. El argumento de incriminación saturó la causa del tribunal canguro que alzaron los judíos ante el pretorio. Ha blasfemado. Se cree un enviado. Un hijo de Dios. Es un paranoico. Fuera. Al manicomio. Colocarle la túnica de loco. Así echaron al rey de la Gloria a las Tinieblas Exteriores. Cada año llegan a Jerusalén peregrinos extraños. Los sucesores del Sanedrín los internan en instituciones psiquiátricas. El veredicto es inapelable: “ Se cree la reencarnación de Jesucristo. Es un paranoico peligroso”. La torre del presidio vuelve a alzarse ominosa a sus espaldas y la consigna, al tiempo que llueven sobre las testas desenliadas de los discípulos de Emaús los escupitajos y escarnios del presidio, hay que acabar con Él. Nada quede de su memoria. Borremos sus memoria. Apartadlos al “ gulag “ o - más refinados y sibilinos- hacen reclinar sus cuerpos troceados por el estigma de la insania en un confidente.  Freud es su gran confidente, porque se erigió en padre putativo de Hitler. Nos gusta mentir por toda la barba y la añagaza se encuentra tan sutilmente planteada que os va a resultar difícil atar cabos. Hemos soltado por toda la tierra, igual que perdices chorreadas, grandes bandadas de alibis.

¿Cristo, un orate?¡ Qué duro resulta vivir en el seno de tanta impiedad!  A los que le amamos nuestro único horizonte será la cárcel, el manicomio, el hospital. A pesar de todo, será imposible que renunciemos a ti, abogado de los locos arrebatados. Ciertamente, el Evangelio es una locura. Tú respaldas al humilde y nos rescatarás de la mano inicua de los perseguidores. Este es el pensamiento - la idea del pobre exaltado a la dignidad de la Gran Cena y del humilde ensalzado, en una implacable invasión de valores del mundo contra los valores de Dios - sustenta todo el Nuevo y el antiguo Testamento. Freud no era más que un farsante, un reprimido de coña, que da la vuelta al legado del Cenáculo .

Nadie podrá redargüir la Palabra sin caer en perjurio. Aunque - a la vista está - menudean los osados. Arriba, envuelto en una nube de paciencia y de misericordia inagotable, el Padre calla. Mira con ceño a la impiedad pero se muestra tardo a la cólera. Quizá esta parsimonia de monje que muestra Dios en las alturas frente a los inicuos, blasfemos y perjuros, y todos los que , pagados de sí mismos, siguen los dictados de la concupiscencia de la carne regoldando en deleites, se revuelcan en su propia horrura y bascosidad. Son cosa sucia donde la superfluidad pulula, como debajo del nicho del Elidio, cuya sepultura yace por encima de la de mi padre, allá en el cementerio de San Miguel, el que está en el somo, habilitado justo en aquel templo prerrománico.

El día de sus exequias, aquella ventosa tarde del primero de junio, se desató la venganza sobre nuestros pobres huesos.

Entoné un responso y cuando iba por la segunda estrofa del “ Liberame”, se acerca el Donato, el que está casado con Honorina, la hermana de mi madre, y me llamó la atención, por indicaciones del propio párroco.

- Aquí no se canta. Esto es sagrado.

- ¿Quién lo ha dicho?

- El cura y el señor alcalde.

Interrumpí la súplica y en mi vida me sentí más desairado.

- Bien que responseas. Como se nota que fuiste sacerdote.  No se te olvida lo del cantamisa - apostrofó cachazudo el Agustín.


Se me revolvió la bilis en el estómago y estuve por contestarle con morros porque me acordaba, cuando de chicos ibamos a por la botija de agua y él me insultaba y de qué forma. Se metían conmigo. Me hacían llorar.

- Esta es el antiguo templo de San Miguel donde están enterrados nuestros muertos. Los ojos de esa torre os miran desde una altura de trece siglos. Es como si nos mirase una estrella perdida en las galaxias a mil trescientos años luz. Y tú me vienes con esas. ¿Sabes qué te digo que yo canto lo que me sale de las narices? Así de claro.

El año del noventa y dos fue un tiempo de venganza. Los judíos regresaron a España a pedir cuentas. El templo miguelino estaba en alto. Yo elegiría un verbo latino para describir aquella majestad de la piedra de sillería remírense: “ supersedebat”. Los cuencas vacías de aquel campanario, uno de los más antiguos de España, son una talaya de la eternidad. La noche de Animas, aún desprovistas de campanas ( éstas fueron desmelenadas para hacer cureñas de cañón y balas durante la guerra de la Independencia) algunos las escucharon tañer a clamor.

Pero si terrible fue el noventa y dos, cuando la patria se pobló de acreedores de la patria que no hacían sino entonar la monserga reivindicativa de “ os acordáis de cuando entonces” y ahora “ vais a saber lo que es bueno “, mucho peor a efectos de la disolución de este proyecto de futuro que se llamaba España está resultando el fatídico guarismo del noventa y ocho. Ruede la bola.

El Donato, el que estaba casado con mi tía Honorina, se puso como una fiera al escucharme cantar en latín. No sé lo que les pasa a la gente de mi tierra. Inoculado el veneno de la sierpe ibérica en los corazones han rebrotado los viejos odios. Es un furor africano, fratricida. Una lucha en la cual no hay cuartel. “ Quitáte tú para ponerme yo “.  Se nos viene abajo la pella y esto no hay quien lo pare. La democracia ha parido monstruos que nos devorarán. El polvo de los caminos era blanco. Los álamos de la pobeda oscilaban su fronda con tristeza y los ailantos del borde de los majuelos no querían dar sombra, pero el escaramujo y las roderas de zarzales seguían expeliendo un odor acre e intenso. Cástulo, uno de los hijos del Elidio, que es fraile de San Juan de Dios, volvió a recriminarme en son de venganza por haber cantado en latín. Era un curita nuevo de esos que ha sacado la horma del concilio, de los que hablan de solidaridad, compartir, pero que andan tan pagados de sí mismos, pues en su corazón cuajó la soberbia. Haced lo que os pete.  Por mí que se vendimie.

El día que dimos tierra a mi difunto padre, el alacrán de viejas contiendas y de pecados que yo no había cometido me picó en los tuétanos. Aquel pueblo mío que yo amaba dejó de ser mi pueblo y la patria había desaparecido para siempre entre las mezquindades y las reivindicaciones ruines. Todos habían mudado la camisa y se habían hecho socialistas. Seguían la pauta del hermano de San Juan de Dios, el hijo del Elidio que paz haya, enterrado entre la horrura hedionda, “ subter me scateat”. ¿Resucitará algún día con Lázaro? Lo hemos perdido todo, Señor, por seguirte.  Hemos procurado la santificación de tu nombre y aquí nos tienes: lamiéndonos nuestras llagas.

El mundo ha descaminado -lo dice el apóstol - por la senda de Balaam, hijo de Bosor, el cual codició el premio de la maldad. Su asno fue quien le echó en cara la sordidez de su mal designio. Fue la propia burra del profeta la que puso de manifiesto la necedad del profeta. En tales cosas estamos. Discursean mucho sobre la justicia y se hacen pasar por heraldos de la libertad cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción. He aquí que el perro vuelve a engullir sus propios vómitos y la marrana recién lavada quiere revolcarse en el fango. Son palabras bíblicas.

Al fraile de san Juan de Dios, que era algo comunista, haciéndose pasar por hombre de la grey de Israel, estuve a punto de mandarle con cajas destempladas la tarde que dimos tierra a mi difunto padre, pero escuché una voz que hablaba para mi coleto:

- Déjalo estar.

Era la voz del excelso y caritativo guía de los ejércitos celestiales.

Bajamos por la senda del calvario, donde se erguían las cruces de piedra, cubiertas de cardenillo y en la bodega del Corentino mojamos el duelo.

- De hoy en un año.

- Que en el cielo lo veamos.

- ¡Y que allí nos aguarde bastantes años!

- El muerto al hoyo y el que queda para contarlo que pague una ronda de chatos.

- ¡Asco de vida!


- Pero aquí nadie quiere morirse.

Nunca he trasegado el fruto de la vid y de las manos del hombre con tanto empeño. Algo de mí se quedaba para siempre debajo del cadáver del Elidio, un rojo mira tú por donde, y mi difunto padre de los nacionales. Las familias se van a tomar viento a la farola, se deshacen las casas. Ya no queda cariño entre los hermanos. Campea la envidia, la emulación y el recelo por todas partes.

Excomulgué para mi capote al hijo del Elidio, por la faena que me hizo estando mi difunto progenitor de cuerpo presente.  Pero son los predicados fatídicos de la nueva iglesia. El polaco ha entregado la Iglesia de Jesús a los judíos. Yo me moriré con ese reconcomio. Nadie me hará caer del burro. Por cuya causa sufrimos persecución de los malvados los que amamos la justicia. Algo vale que me consolé con la lectura de la Epístola de Pedro a los Partos. Y en el ventorro de Magullo, a la que veníamos, invité a merendar a toda la familia huevos fritos y torreznos. El mesonero, como estaba en plena temporada taurina, tenía prisas por acercarse a Madrid a ver la corrida de la feria de San Isidro. Uno de junio. Hay que ver. No somos nadie. Unos a la huesa y otros a los toros. La sombra negra de la desesperación pasó por delante de mi ánima. Mi madre con rabia y casi con furor tiraba - y en su rostro nunca llegué a ver tanto furor - la gorra de plato de mi difunto padre, el capote y las estrellas. No era rabia, sino una especie de rebelión casi blasfema, queme daba miedo. Asco y miedo era la sensación que me embargaron en la torre de San Miguel.

- Que no es san Miguel. Que esta ermita se llamaba san Gregorio - el fraile de San Juan de Dios no perdía ocasión de humillarme.

- Pues lo que tú digas, chiquita. Para mí este templo es el templo de Miguel y yo me encuentro circunscrito a su presencia. ¡Él nos valga en esta hora terrible!

Y yo vi que el alma de mi pobre padre había dado la marca ideal que pasaporta al paraíso. Sobrepujaron sus virtudes a sus faltas. Bajo las alas del arcángel entró en la morada eterna. Tuvo una prerrogativa el viejo teniente de Caballería. En la hora de su muerte le envidiaban y seguían sin perdonarle los rojos. Dios, sí. Nada de particular tuvo aquella movida. La gente de mi pueblo ha sido socarrona, falsa, hipócrita. Mala gente.

Eché una ojeada a mi pueblo antes de partir para no volver más. En lo alto del somo se erguía nuestro antiguo “ mixailón”, remedo y acaso temporario del que se construyó en Constantinopla. Miguel y la virgen María serán el baluarte de la Iglesia en estos momentos de inquietud. Padre mío, a la sombra de la torre del inexpugnable miguelete, aguarda la resurrección. Al celestial jeliz no se le escapaba una.

 

                                     XXX

Singular cosa era en este paso honroso que yo hubiera sido testigo, de golpe, de tantas visiones, pero el espíritu, que me arrebatara, tuvo a bien llevarme y traerme por el mundo, de tal manera que pudiese recabar yo, no con mis propias fuerzas, sino merced del impulso del brazo omnipotente del que me portaba, los que se conoce en Mística como “ la triple aureola” o victoria sobre las potestades infernales enemigas del alma ( mundo, demonio y carne). Me proyectaba por los caminos de la luz infinita que surcaba quebrantando las reglas físicas, trascendiendo cualquier convencionalismo de espacio y tiempo. Para mí aquella mañana no se había inventado el reloj ni el cuentakilómetros;  los capítulos de los libros de historia los tramontaba sin romper ni manchar a la velocidad del rayo, sin regolfos ni pasos en falso. Se me había concedido por la virtud del legado que me amparaba deambular por lo visible y lo invisible. Contra lo habitual, no estaba borracho. La fuente de la inspiración fluía impertérrita. Desde las cornisas del porvenir daba un salto atrás hacia las cumbres de mi niñez. Estaba siendo testigo de cargo de grandes cosas, algunas de las cuales revelaré aquí. De  otras haré reserva. El amparo y guía del supremo jeliz que pesa la seda fue la experiencia más dichosa que he podido experimentar a lo largo de mis días. Aferraba entre sus dedos la devanadera de los siglos pasados y los futuros. ¡ Yo, pobre de mí, me sentía gusano!

- Divino Miguel, nada se te escapa.

- Eso tenlo por seguro 

- Tú me has librado de ir a presidio. Espantaste a los que me quisieron dar caza. Desviabas la saeta que iba justo en dirección de mi pecho.

- ¿ Acaso no estoy aquí para prestar ayuda al inocente? Siempre.  Es parte de mi   trabajo.

- ¡ Ah, aquella santa mujer! ¡Aquel serafín!. No me la merecía.


El ángel guardó silencio, pero de buena gana le hubiese pedido que me llevase a esta ella ¿ Por donde andará? ¿ Será feliz?

Toda mi existencia pivotaba alrededor de aquellas ruinas de la iglesia alto medieval en la colina porque habría de reposar mi cuerpo, que eso lo tengo casi por seguro, aunque mi alma acampaba muy lejos, al otro lado del mar. He ido buscando la estrella del norte. Eran las ruinas arcangélicas mi punto de partida. Algo vivificante. En la cumbre del antiguo castro celtíbero, donde acampó una legión romana y después hubo un monasterio, moraban mis lémures, manes y penates. Los lienzos de pared, la sencilla verticalidad de la argamasa y los contrafuertes hacían pensar en el San Miguel de Lillo de mi Oviedo del alma. La llama de la fe nunca se apaga. Por un proceso de metempsicosis el Destino me había hecho nacer allí en aquel pueblo, lleno de bodegas y de tinajas, mezcla de razas. Alfonso VII el Emperador repobló el páramo con moros manumitidos después de la toma de Jaén. Se fundieron las estirpes, pero nosotros no pertenecíamos a los gavilleros. No éramos del cupo de advenedizos, sino a los que profesaban el culto a Miguel y cantaban la misa según el rito griego. A la legua se nota que esta es tierra de vientos y de intemperies. Por el norte, los cistercienses y por el sur la “razzia” islámica dieron a estos tesos un equilibrio para la convivencia difícil. Cuando cruzo Pajares, empero, me siento como en mi casa. ¿ Qué secreta coincidencia, qué fatalidad determina que las piedras de una iglesia semi derrumbada nos hagan pensar en una vida anterior que tuvimos en otra época? Los iconostasios y la pila bautismal del arte asturiano son mi punto de referencia.

- Esta iglesia es visigótica - dije en una conferencia que di en mi pueblo (me mandaron decir el pregón de las fiestas).

Al mi pueblo lo dicen Harijas. No sé por qué. No me hicieron caso. Murmuraban por detrás. “ Ya está el nieto de Sardón con sus monsergas...  Cantó misa y colgó los hábitos. Conoció a una francesa cuando fue a París y se salió. Era muy listo pero salió corredor. A los renegados les persigue la siniestra sombra de Judas. O se ahorcan. O se dan a la bebida. Más vale que no hablase tanto. Y mira que lo hace divinamente.  Una cosa es predicar y otra...”

Les alegraba que fuese un mendigo fracasado. La gente de Harijas, por su talente envidioso, no es de muy buena condición. Siempre andan a la lumbre que más calienta y al sogato de la solana.

- Puede ser, pero no es un templo miguelino. Estaba dedicada a San Gregorio - dijo el fraile de  Juan Ciudad.

- A San Miguel - afirmé tajante.

Me tacharon de majadero. Llevaba, sin embargo, razón.

Un par de arpilleras que quedaban en la torre testimoniaban el carácter estratégico de la fortificación. Siempre me ha gustado pararme largas horas y contemplar el campanario desde lo hondo del soto por ver si acertaba a devolver a la vida a los que pasaron por el lugar y poder así revivir las escenas que se desarrollaron en los contornos.

 Al lugar lo llaman “ Torreón de Mayores”. Es a todas las claras una iglesia visigótica, como  yo descubrí, aunque los de mi pueblo no hicieron caso. De traza cuadrada y curvilínea por dentro.

- Sí, de acuerdo. Esas ruinas tienen mucho valor, pero en dinero contante y sonante ¿ qué nos van a dar? Aquí lo que se necesita es candela.

- Eres una analfabeto.

- Yo lo que me han dicho. Que vale mucho. Pero no nos han dado ni una perra.

Por aquí la gente, amén de desconfiada y de rastrera, es bastante bruta. Poco queda de aquella raza de gigantes. Hemos degenerado  biológicamente.

Trepaba por la cuesta, anegado en mis pensamientos. La furia se volvía bilis en mi cerebro. No había nada que hacer. Se mueren las piedras. Se derrumban los arcos. Los pueblos ruedan por la pendiente viniéndose abajo. Esta gente ya dio de sí todo lo que tenía que dar. Sólo no queda un poco de harto mala leche.  No hacía más que pensar en tales melancolías. Se me iba el santo al cielo y nunca coronaba la cima. Había reunión de demonios en la cúspide y parlamento de gitanos, que se  han atrincherado en las escuelas y a ver quien es majo que los echa. Como han canonizado a García Lorca, los calés han dejado de robar gallinas. Se hicieron los amos.

- Ahora mandamos nosotros. ¿ Os acordáis de cuando entonces?

- ¡Qué hacer!.

- Pues os las vamos a dar todas por un carrillo.

- ¡Ah! ¿Sí?


- Ea.

- Se han cambiado las tornas.

Némesis se llama tal figura.  La venganza la llaman el “placer de los dioses”. Hasta las fiestas patronales habían cambiado de santo tutelar. Ya no era a San Gregorio al que honramos sino a la propia Adstrea.  Que la casta e implacable Ramnucia nos proteja. Han tomado el barrio de abajo. Ay, amigo, se hicieron fuertes. Medio pueblo ha emigrado. Las casas están vacías. Crecen las malas hierbas en los umbrales de las moradas. El pueblo se muere. Sin embargo, por los veranos esto se llena de gente que viene de Getafe y de Móstoles. Regresan a la querencia del impresionante cementerio del somo. Hay un retorno paulatino tras la desbandada general de los sesenta. Ley de vida.  

La diosa nueva con mucha mano izquierda, en cuyo corazón convergen nuestras plegarias y nuestras miradas se ha vuelto razón suprema en esta España endemoniada del noventa y ocho.  Némesis es la novia de cronos y terminará devorando a sus hijos. Ahí lo tenéis zampándose el fruto de sus pardos costillares en los esperpentos de Goya. Las  gentes no parecen sino vivir ya más que o, para la revancha, o para el estúpido jolgorio de los veteranos de la tercera edad que tratan por todos los medios de resarcirte por lo que no tuvieron.  A la vejez viruelas.  Malas deben de andar las cosas cuando esos carcamales, en lugar de estar a lo que están y hacerse cargo de que ya no son muchacho, quieren echarse novia.

- Me siento, Señor, extraño entre los míos. Desprecian el idioma. Agachan las orejas. No se defienden. Ha cambiado el centro gravitatorio del poder. No tienen un pelo de tontos. Lo intuyen. Las normas de la moralidad arcaica han prescrito. Pero éste ha dejado ya de ser mi país.

- Es provisional. Pronto volverá a dar vuelta la tortilla y otra vez a empezar.

Caminaba jadeante cuesta arriba. Me parece que nunca acabaré la ascensión al monte sagrado. Me causaba cierta zozobra y como aprehensión ver las inscripciones de las lápidas y las cruces en forma de rosa de los vientos formando círculos geométricos y escaleras me hacían pensar que me encontraba en lo más hondo del laberinto. Aquellas piedras, aquellas cruces, escondían para mí su sentido iniciático. Lo críptico tiene entronques con una divinidad telúrica. La muerte es la condición inexorable de las cosas, pero la rosa de los vientos quedó impresa en la piedra y en la cerámica “ silligata”. Sus aspas deshojan la flor de la fortuna. En lo que me afecta, este viaje por los caminos que no conocen la erosión ni la acción violenta del viento. El lugar estaba - así, al menos, me lo pareció a mí siempre - en perfecta comunión con el universo. Repleto de la luz lejana y misteriosa de las estrellas que comunican sus influjos subrepticios generación tras generación a los antepasados y a los hombres venideros. Al traer a colación estas razones o sinrazones, siento, la verdad, un poco de vértigo.

Lo llamaban el Castro de los Difuntos, pero también podía ser el monte de la vida, un remedo por aquellos tesos de la cima del Gárgano, donde tú, Miguel hiciste acto de aparición para dar paz y consuelo a las víctimas de la culpa de Adán. Su diseño era como el de un túmulo, porque presentaba un aspecto de dolmen nodal. Un sitio de intersección por el cual transitaban a sus anchas todas las coordenadas de mi existencia.  Sobre el vértice lleno de una energía misteriosa cada vez que peregrino a este lugar vuelvo nuevo. Todo mi ser parece sometido a las corrientes de un río atávico. Volvía nuevo. Aquella torre deshabitada  - los grajos y las palomas torcaces anidaban en los clavijeros, mientras era curioso ver cómo planeaban sobre la veleta enmohecida los días claros familias de buitres leonados - representaba para mí el mito del eterno retorno. Vuelvo al polvo donde salí. Allí están los huesos que me engendraron.

 

 

                                             XXXI

 


Si Winifredo Sardón hubiese sentido en la niñez los arrullos del calor materno, a lo mejor  no hubiese sido un perdedor. Pero la razón de su inseguridad y de sus torturas tenían que ver con aquella infancia plagada de desdichas y abandonos. Hay seres humanos a los que se escucha gemir en el vientre de la madre. Serán profetas, adivinos, videntes. Los hay a los que se persigue, vapulea y menoscaba dentro del útero. Andando el tiempo se convertirán en resentidos, tarados. Algunos llegarán a ser asesinos. Muchas veces a lo largo de su vida, había tenido la sensación de haber venido a través de un orificio poco adecuado a esta perra vida. Ethelburga, quizás representase las virtudes de la raza: hacendosa, limpia, casta, y muy lista, pero dominante, tirana para con su marido, católica de devociones externas, muy pagada del trato con los curas, pero una mujer sin entrañas. La perfecta loba capitolina que no sabe lo que es querer.

A lo largo de su existencia había llegado a ese convencimiento: la razón de sus fracasos y taras fue el haber sido aborrecido en el nido. No lo podía razonar. Era una intuición atroz, la más palmaria verdad de su existencia, un trauma con el cual no se puede hacer literatura, porque era de una naturaleza tan desbordante y tan aplastante que remover semejante herida le causaba un dolor tremendo. ¿ Puede una madre odiar a su hijo? Por mal que les pese a los pazguatos, en España esta monstruosa anomalía suele darse con frecuencia. Duele decirlo, pero es así.

Tenía el presentimiento de que los hados no le preparaban nada agradable. Lo había adivinado desde niño y, cuando uno nace perdedor - ya se sabe - parece que lo barrunta. Al subir por la ladera del campo santo, flanqueada por las cruces de piedras, corría delante de él la estantigua de sus remordimientos y fracasos.

- Todo lo que tocas se vuelve hiel. You bring the bad luck.

- He destrozado demasiadas vidas a mi alrededor, pero no es culpa mía sino del gusano que llevo dentro. Soy una manzana con bicho. Ese bicho no me deja vivir ni sosegar. Me obliga a comer o a fumar constantemente o a tener algo entre los dedos. Quizá se deba todo a mi inseguridad, pero yo te pido perdón. ¡ Ah, Armentia, dulce himno de mi vida atormentada!, ahora ¿ por dónde andarás?

El silencio dominaba la ladera. La procesión de los fantasmas de su pasado avanzaba penosamente cuesta arriba, como si temiera coronar la cima del somo, coronado por el campanario de la tierra que miraba para el vacío con los ojos huecos. Podía ser un monje petrificado o un obispo que se sentaba en su gremial elevado sobre los sepulcros, al amor de la roca viva que celaba los despojos de gente conocida, a la que se había acercado y contemplado - algunos le habían gastado bromas pesado o medido los lomos con la tralla, cuando trillando se dormía y la yunta se salía de la parva o el ganado comía el pienso, algo que le sacaba al abuelo de las casillas, y mira que el abuelo Toribio era un hombre sereno y terne para perder la compostura - o exactamente besado el día de la primera comunión, y ya sólo servían para abonar los cardos y las malvas. En esta vida no está dicha la última palabra. Tiene que haber un más allá. De lo contrario, el Manantial de la Luz cometería una injusticia.

Los paredones conservaban una pátina leonada, pero el aire era tan puro que hasta la cal del enfoscado de la piedra, tarea realizada hacía diez siglos, conservaba el trazado de cal blanca sobre las cuadrículas de la sillería. Aquella torre, fuerza telúrica de su naturaleza, seguía ejerciendo sobre su imaginación influjos extraños. Sus angulares le habían marcado de por vida. El aire era tan puro que había contribuido a conservar con sus auras la virginidad de aquella arquitectura, donde aguzando un poco el oído, podía escucharse el canto mozárabe de los monjes caballeros que habitaron el teso hacía muchísimos años. Los peldaños de la escalera de caracol por donde se trepaba a tocar las campanas presentaban una huella alabeada por el centro. Las zancas en el estribo era indicio solemne del paso de las generaciones. La curvatura aquella de la piedra gastada y bruñida podría, si se abriesen de repente las fauces del rapsoda invisible, repetir historias infinitas de cristianos que por allí subieron y bajaron.  Calculados los pasos y sumados los ascensos y descensos de tanto sacristán premioso y de casiller fugitivo seríamos capaces de izar, haciendo trabajar a la imaginación, una escala que llegase hasta el cielo. Aquella era la algorfa del espíritu, un granero de recuerdos bajo el sol de Harija. Y un dato a destacar: la estatura de los españoles ha ido aumentando con el tiempo. En la edad media los hombres eran canijos. El vano que abre el tiro de la escalera es tan enjuto de proporciones que hoy uno de talla normal ha de entrar de lado y agachando bastante la testa. El dintel lo pulieron los muchos coscorrones de azacanadas carreras. Habían voleado frecuentes las campanas tocando vísperas y a la hora del ángelus pero el bronce sabía la historia de Harija al dedillo con sus alegrías y sufrimientos. Tocaron a guerra. A clamor. A fuego. Proclamaron victorias.

El cristianismo, con todo -pensaba Sardón-, hubiera atemperado el genio belicoso de los de Harija, pero no fue capaz de redimirlos. No entendía, por ejemplo, la ferocidad de sus paisanos. Eran almas frías como el hielo. O bien, reaccionaban a la contraria y se mostraban tercos y apasionados, casi siempre por cuestiones de dinero. La ardiente lava del volcán se derramaba por la ladera. Esta avalancha nadie lo podría detener a excepción del musculoso brazo del arcángel imbatible, con el cual sí que puede decirse que no valen maulas.


Parece ser que Dios tiene la vista larga. Echa otras cuentas. Aquí hay algunos que marchan divinamente, mientras otros sufren lo indecible por culpa de los poderosos. Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Esa es la fija. Pero que no echen al vuelo los badajos con tanta alacridad, porque al freír será el rey y a todo cerdo les llega su sanmartín. Unos, gélidos como témpano y a otros no les cabe el corazón en el cuerpo de tanto fuego. A los ricos todo lo que cae bajo su pulpejo se transforma en diamantes. Sus dedos malabares todo lo convierten en fama, mientras tú, alma de cántaro, engordas a ojos vistas. Estás cada vez más fuera de cacho y ni para delante ni para atrás. Venga paseos camino del frigorífico, y duro darle al fumeque y al trigémino. Con tanto pipar su cuerpo va a transformarse en humo.

- Eso quisiera yo.

- ¿Cuánto pesas?

- He dejado de ir a controlarme. Para mí la báscula como si no existiera.

- Pues no te lamentes, que no haces más que protestar como un modorro. Vives instalado en la cultura de la queja, como diría cualquier editorialista de dos al cuarto del diario “ El País”.

- Yo me quejo y luego me hago el Tancredo. Tiro la piedra y escondo la mano y no me va del todo mal, las cosas como son.

- Si no hubiese democracia, y se hubiese proclamado el régimen de libertades ¿ dónde estarías tú? Nunca te viste en otra más gorda y luego no haces más que darle al cuerno de las lamentaciones.

- No te quito la razón.

- Porque la llevo.

Sardón se quedó en silencio. Había escuchado el oráculo de la sabiduría. Aturdía en lontananza un clamor campanas. Tocaban a muerto por los caídos del noventa y ocho,  era el día de difuntos de la España. Al cadáver de la patria lo llevaban enterrar, los despojos habían sido amontonados sobre unas andas pobres pero con gualdrapas. Un guardia ruso no dejaba de proferir muy algarero él su grito preferido:

- Davai. Davai.

Acto seguido, desgolletaba una botella de aguardiente y bailaba el “ trepak” hasta caerse rendido sobre las tumbas.

- Cosaco, Tarás. Nunca te olvides de tu látigo.

- Ni de mi pipa. Para mí mi cachimba es algo más importante que la mujer. Una me abandona y la mando al diablo. A por otra, pero una pipa es algo más. Es el arca que contiene los sueños y los pensamientos. El querer también se vuelve vedija de humo, buen símbolo de la vida y del amor. Mi cachimba y yo somos  inseparables.

- Razón llevas, capitán, que con tanta valentía conducías tus escuadrones por la estepa. Te echaron mano los polacos a orillas del Dnieper. Ya estabas a bordo de la barca y a poner agua de por medio entre tú y tus perseguidores cuando te diste cuenta de que te había dejado olvidada tu cachimba y regresaste a por ella. En ese instante, bravo atamán, los polacos te echaron mano.

- Un buen cosaco sólo tiene tres amores: su yegua, la estepa y la petaca para echar un cigarro. La mujer queda en segundo lugar. Es un divertimiento como el “vodka”.  


 Pero aquel Aquiles de la estepa, que amaba a la religión del Galileo y la Ortodoxia, tanto como aborrecía al infiel tártaro y al hereje jesuita había quedado vencido. Los polacos lo echaron mano - mala suerte - porque tenía ganas de fumar y se volvió en busca de su pipa. Lo ataron a un árbol y lo crucificaron.  Murió profiriendo alabanzas a la Trinidad. Curiosa historia. Con Tarás feneció el último caballero andante de Europa. Las guerras han dejado de ser proféticas sin escuadrones y sin relinchos. Pero en este húsar, producto del genio rotundo de Gógol, llevaba dentro del alma una fuerte carga profética. El vaticinio ahora se está realizando. El hebreo al que él salvó la vida cuando los zaparogos de Sieh orquestaron una de las habituales orgías de polvo y de sangre, que se convirtió en “pogrom”, y que montó un tenderete debajo de un carro, hoy manda en el mundo. Éste era Yako, un hombre que desconoce el agradecimiento y la piedad. Se ha hecho dueño del orbe porque no cree en los valores cristianos de su antiguo valedor (amor a la bondad y a la belleza, la tolerancia, el perdón y la reconciliación) y por el contrario proclama la filosofía de la venganza, el interés, y su fe en la guerra no como palenque del honor donde un grupo de caballeros litigan sus diferencias con el sable y con la espada sino con las bocas de fuego de inventos mucho más poderosos y terribles que la de aquel cañón francés de la cual, tú, maestro Gogol, hablas en tu novela, imbuida de clarividencia futura, de majestad profética y de grandeza épica, porque tú fuiste en verdad el Homero de la estepa. Hoy esos instrumentos de matar hacen mucho más daño. Cual sombra siniestra en torno a tu pluma revoloteaba son sus alas negras que agitaban clamores de luto y de llanto, parece que llegaste a ver el fantasma siniestro de los campos de ajenjo apocalíptico (Chernobil) en el campo del honor, sino como inmensa maniobra de apetencias económicas en juego y dispositivo de control demográfico y poblacional.

Por último, el polaco maligno, que le arrebató su fortuna y sus hijos, a uno por el amor de una princesa de Liublin que hadó mal al muchacho y el otro ajusticiado por profesar  la fe ortodoxa en la plaza pública de Varsovia ante los ojos camuflados del pobre Tarás que había llegado hasta allí camuflado en una carreta de ladrillos, protegido por los amigos de Yako, a los cuales hubo de pagar toda sus fortuna a cambio de la ayuda hebrea para consumar dicho deseo de ver morir al hijo amado, hoy imparte cátedra desde la silla gestatoria en la corte de San Dámaso. Se ha consumado así la conspiración universal contra la cual cabalgó con todo su brío el valeroso caudillo atamán.

- Ahora ya puedes fumar todo cuanto gustes.

Sin embargo, pronto escucharán tus enemigos el galopar intrépido de tu caballo. Sonará de nuevo el cornetín de llamada a los “ kurenes “ esteparios y tú regresarás. Tremolando sobre los crines de tu yegua el pendón de san Jorge, la espada de San Miguel.

Taras, tú no podrás faltar a tu cita.

 

                                           XXXII

 

Yo vengo de la lección extensiva, robada al sueño y en los lugares más insólitos de los rusos. De la lectura, que es un horno candente de sueños donde crepitan las llamas del amor a la verdad incombustible. Amo el canto de las letanías. Señor ten piedad. Cristo, muéstranos tu misericordia. Divino Espíritu que arrasa y transforma el mundo, derrama  sobre nuestras cabezas la flama de la sabiduría eterna. Gloria a Ti, Trinidad excelsa. Soy un ruso tras terrado, un esclavo de la palabra escrita, amante de las letras eslavas. Pronto empecé a leer y releer a los maestros rusos. En las pensiones del Madrid algo canalla. En los románticos lucernarios y sotabancos de South Kensington, donde tuve contacto con la belleza y con los fantasmas. Uno de mis hermanos al que tuve de huésped con el Mole, aquel hippy al que recogí en mi casa y los dos, el hermano y al que recogí bajo mi techo, me robaron una novia neozelandesa, antes de despedirse una mañana fría de marzo, me regaló los dos tomos de los “ Hermanos Karamazov”. Cría cuervos. Algunas veces los escuché a los dos moverse y  espiarme detrás de la puerta, mientras hacía el amor con alguno de mis casuales encuentros femeninos. El punto de recalada de mis devaneos era un bailongo sito en Picadilly; lo rotulaban el “ Empire”, porque, en verdad, era un hermoso lugar con cornucopias victorianas, forjas y sillones de rep, paredes de raso, y un proscenio en el que solía tocar una orquesta del mejor “ brass” inglés, y sirvió de punta de lanza de lanza de un imperio de juventud. Fue abrevadero de mi sed de conquista. Cuando Modesto me regaló aquella novela  de Dostoievski publicada por Penguin, se me pasó el enfado que tenía contra él y contra su amigo el hippie, aunque desde entonces he procurado restringir mi generosidad hospitalaria para con desconocidos que acaban echándote de casa.

 Allí está uno de los pasajes cumbres de la literatura mundial (el discurso del monje Zossima). Luego se largaron, pero de estos extremos creo que tendré ocasión más adelante, si Dios me da alientos y no se han secado mis pulmones de tanto pipar y añorar. No soy capaz de escribir sin el canuto de la cachimba, amiga del alma y único consuelo para un escritor cerril, entre los labios.

Recuerdo, asimismo, que poco antes de cumplir los veinte años me había leído traducidas por la Editorial Prometeo la mayor parte de los escritos de Gorki, Chejov, Andreiev, Nicolás Garín. En estos encuentros literarios, al viajar en el metro o sentado en algún banco del parque o de la calle de García Morato o en préstamos de la biblioteca pública de Cuatro Caminos hubo un lanzamiento hacia los ámbitos de la ensoñación.  Aquellos escritores, fallecidos ya, de pronto en el ir y venir de las paginas y de los vagones y trasbordos, resucitaban. Se convertían en guardianes de mis esperanzas. Algún día yo sería capaz de escribir con la maestría y pericia con que ellos lo hacían pero lo que yo no sabía entonces era que aquel género de vocación inasible en nuestra época, con lo que ha llovido desde entonces, era un pasaporte para vivir sepultado en vida. Entre libros.


 Recuerdo mi figura, hética, por aquel entonces, deambulando por las calles madrileñas, con un paquete de celtas cortos en el bolsillo o fumando desasosegadamente, obsesionado por ahorrar y por adelgazar. El real que costaba el tranvía lo guardaba hasta reunir las cincuenta pesetas que costaban a la sazón un tomo de la Austral en la colección de bolsillo. El chivo y las estrellas consteladas, como puntos de luciérnagas, me hacía pensar para mi capote: “ Algún día, yo seré escritor”; y me reclinaba sobre la barandilla de hierro que tenía el escaparate de la famosa librería, para apoyarse, cual si se tratara de la cubierta de un trasatlántico. La luna del escaparate brindaba infinidad de descubiertas espirituales, y me adentraba en el mundo maravilloso de sueños que no se han podido concretar nunca. “ Yo firmaré mis obras. Ganaré el Nadal o el Planeta. Seré famoso”.

Iluso de mí e ignorante.  No sabía que esto de la literatura es como una lotería y que los dioses de la nombradía son aceptadores y muy caprichosos. Únicamente, unos cuantos elegidos coronan la cúspide. No obstante, tengo que confesar que para mí los libros, en particular, los de los maestros que consigno, brindaron para mí una segunda vida. Fueron un encuentro conmigo mismo. Con mi propio devenir y la misma historia de mis pasos y de ambulaciones por ciudades como Madrid, Londres, París, Nueva York, que he recorrido como un soñador maldito, sin entrar en el juego. Las musas me mantenían a raya. Sin embargo, aquellas lecturas constituyeron el fuego sagrado en los que alentó toda una existencia tan chocante y contradictoria como la vida. Luego de ordenarme presbítero, porque me había enamorado perdidamente de Armentia, la mujer que yo había soñado a través de mi intrigante comercio espiritual con los escritores rusos - ella fue como una ondina en algún cuento de Turgeneff, el ideal remoto e inaccesible - una noche de eucaristía literaria que a duras penas seré capaz de escribir se presentó como en una película lo que habría de ser mi pasado: la muerte de cáncer de Armentia, mi triunfo literario como corresponsal en Londres, donde llegaría a ser un periodista que despuntaba y prometía, y, por último, el despeñadero de un casorio malavenido. “ Los hombres sensibles y geniales, desgraciados en el amor,  suelen unir sus destinos con alguna mujercilla a la que encuentran debajo de una escalera. Este choque marca para siempre su vida”.

Si Armentia representó para mí el cenit, porque el amor es omnipotente y salva todas las barreras, Nettle marcó el punto de inflexión de aquella felicidad “ too good to be true”, el nadir, las voces, las infidelidades, las mentiras, la sigilación, los despropósitos, los enconos, las mentiras y las humillaciones que no cesan. Si aquella bendita inglesa, que murió en la flor de la edad, significó el cielo, la española ha deparado un infierno de torturas infinitas, podagras, desavenencias. No sé ni como estoy vivo para contarlo a estas horas. Debe de ser que Nuestra Señora, a la que he venerado tanto y sentido una devoción especial, desde niño, se interpuso ante la fiera tendiendo su manto de salvación. Hubo unos años en que estuve a punto de cometer una locura y convertirme en el nombre de cualquier vulgar asesino que sale en las crónicas negras de los medios comunicativos a diario, contada de forma parcial y torpe con voz de acusica por la vocecilla o el plumilla de punto de esos ídolos de cartón piedra, meticones sabelotodo, chamanes, hermeneutas de lo evidente, “ great big teasers “, truchimanes y espoliques del vicio, ulteriores hierofantes y oráculos de la vulgaridad que nos ahoga,  heraldos del fango (parece que se recochinean en el dolor ajeno; al no haber ley, la prensa y las estaciones de emisión electrónica que se proponen un bombardeo concienzudo de boñigas espirituales, ramplones, con algo de sacamantecas, han erizado las puntas de diamante de sus almenas babilónicas de malandanza, desesperación, pujos coprófagos, y malditos traidores por mucho que se les llene su empalagosa boca de invocaciones a las libertades y a la Constitución.

 ! Dios cuánto anhelan revolcarse en la basura, pues han encontrado en tales percances un negocio, medran a costa de la infamia, la locura sexual, pero no hacen sino seguir las pautas trazadas con arreglo al diorama siniestro de don Segismundo Freud,  para quien la vida no es más que un sueño de delirios sexuales, o don Carlos Marx, onírico personaje, y una inmensa testa vacía pseudo  filosofo que sigue vendiendo a los ilotas de la tierra instinto de venganza, mucho odio y más aire, o doña Simona de  Beauvoir, escritora “ bollera” que no oculta en sus libros su inclinación por los pecados reservados contra natura y enhiesta el pendón de las reivindicaciones del sexo hembra, las feministas trasnochadas, más o menos epicenas, que no merecen el digno calificativo  de ser mujeres, porque, serlo implicaría una grandeza de alma, y ellos todo lo tienen estrecho y pequeño, excepto la vagina de enormes tragaderas. Son la pesadilla de Lisistrata en nuestra desventurada época, porque por ellas puede venir el percance.  Se pasan la vida haciendo cábalas y micrófono en ristre se convierten en inquisidoras de la felicidad ajena. Hay demasiado dolor en el mundo y mucha basura, pero ellas continúan empeñándose en untar a sus audiencias de mierda.


La Virgen me ampara de estas hienas corrupias y nos da alientos para vivir en un mundo sin amor y que no cree en el dolor, crisol de las almas, escoplo que moldea al hombre, lo forja haciéndolo recapacitar sobre su propio destino a la luz de la insignificancia efímera de su naturaleza contingente.  La Virgen es la castidad, la sencillez, la belleza del alma sin complicaciones narcisistas de la anatomía cultual humana. Propone un nuevo camino de amor y de paz para estos tiempos vacíos de malandanza final. Pronto la Lisistrata atormentada la veremos envuelta en los anillos de la serpiente, de la hidra que mató al Laoconte.

                                                            

                                          XXXIII

 

Cuando Cristo hizo patente a sus discípulos su preocupación por los profetas falsarios, estaba poniendo el dedo en la llaga sobre los malos que aguardaban a la humanidad tras la venida de Carlos Marx, cuya figura sigue perfilandose mesiánica abanderando las huestes de la anti cruz. Caído el muro de Berlín, naufragado el soviet ismo, el materialismo dialéctico ha mostrado la ferocidad de su verdadero rostro. Marx no era más que un señuelo, la voz de su amo. Ahora se ha descubierto que no era más que un abanderado de la gran banca, un agente encubierto del supercapitalismo. Sus modos y maneras de perfiles destructivos perviven al otro lado del charco desde donde llegan hasta Europa. Era la comparsa que necesitaban los sionistas para jalearse. Se da la situación inaudita de que aquellos a los que perseguían y de puertas afuera profesaban odio eterno eran los que le pagaban.

Ha quedado bien patente que la liquidación por derribo de la Urss no ha sido más que una maniobra pactada. En la treta se perciben convenios urdidos entre bambalinas por el Super Cofrade. Todos creíamos que después de Gorbachov Rusia regresaba al redil de la antigua fe ortodoxa. Eso es lo que anhelábamos aquellos que creímos en esa fuerza mesiánica que irradian los patriarcados de Kiev y de Moscú, pero hubiera sido demasiado para la Bestia Sin Rostro. Equivaldría a enterrar a Marx y en Wall Street no están por la labor del sepelio de la sardina. Descubiertas las cartas,  han  comprobado que la Unión soviética, la poderosa superpotencia nuclear etc. no tenía otra misión que hacer de cimbel para que hiciese músculo el otro gran coloso. Dios bendiga a América. Moscú [nunca se olvide el origen de la Revolución de octubre  y quiénes fueron sus padrinos] no era más que un tigre de papel.   Ni Marx ni Freud, los dos grandes heraldos sobre los que gravita el nuevo orden mundial, han muerto en la hoguera. Sus mandatos y teorías filosóficas, que se oponen en todo al legado evangélico, siguen frescos. Las llamas del auto de fe en que han quemado a Marx los norteamericanos no eran más que una farsa.

Por el juego de oposición de contrarios, capitalismo y socialismo representan dos piezas  en el engranaje del inmenso rodezno de la modernidad. Pero habrá que guardarse de los falsos profetas, que predican la llegada de un reino mesiánico. Ese tiempo nuevo en el que ellos insisten, plagado de sofismas y de lugares comunes, es el mejor caldo de cultivo para meter en adobo su mentira satánica. Para que la injusticia, el desconsuelo, la angustia, el encono y los odios se instauren en nuestras vidas. No es el Mesías el que llega. Esta es la hora de los vampiros.

Con clarividencia profética el polígrafo ruso Nicolás Berdiaeff hace sonar su voz de alarma. Nadie ha desenmascarada las argucias del Nuevo Orden como este escritor. Su pensamiento diáfano descubre las añagazas y peligros  que afligen a las sociedades en puertas del siglo XXI. “ En los últimos días - dice- las gentes se verán inmersas en un torbellino de angustias y de violencias. Será llegado un tiempo de agitación interior y de lucha acérrima. Conflicto sórdido y despiadado sin tregua ni cuartel.   Esto dejará desgarradas las almas en jirones”. Capitalismo y Comunismo no son más que la pescadilla que se muerde la cola. Comparten un mismo todo. Utilizan la misma dialéctica de la guerra de clases. Hemos ido a dar desde el materialismo dialéctico al materialismo consumista.  El concepto altruista de la lucha de clases ha sido sustituido por una violencia subliminal, dentro y fuera del hombre, bien administrada.

Al dúo, agotada la utopía marxista, se ha unido un tercer elemento: el Feminismo, que exhorta a la guerra de clases. El lema mutatis mutandis sigue respondiendo al mismo imperativo del odio: parias del mundo uníos, mujeres de la tierra estrechad los vínculos y haced campaña contra el varón dominante. Es posible que la condición femenina fuera objeto de un so juzgamiento sistemático en pasadas culturas, pero ninguna filosofía hizo tanto por defenderla como el cristianismo.

Si a ello se agrega el control de los medios de producción por el de los medios de comunidad tendremos la receta para la utopía perfecta: una sociedad dominada y teledirigida. A sus ordenes, Gran Capataz e la Urna y el Voto, de lo que usía piense, de lo que diga y de lo que nos mande. Dice Berdiaeff:

La lucha de los guerreros, a pesar de ser cruel, era franca y honrada, mientras que la que emprende la sociedad capitalista es una lucha secreta, disimulada, escurridiza [la de la Bolsa, la Banca, la de los partidos parlamentarios, la de la Prensa]. En esta sociedad todo tiende a adquirir un carácter complejo, de un simbolismo en clave, en el que se pugna al albur del poder fantasmagórico del dinero. Los bancos dirigen el mundo de una manera invisible”


Por si esto fuera poco, tenemos ante el palenque los conflictos étnicos enmascarados bajos las tensiones de las antiguas guerras de religión. El de los nacionalismos retrógrados, como el catalán o los vascos, y que no son sino una manifestación poderosa de las teorías raciales de Gobineau, de la exaltación de la tribu en guerras locales. En un mundo tan nivelado, donde el papel higiénico es el mismo en todas las partes surgen las voces de aquel ultra nacionalista que piensa que su ADN desde el punto de vista racial está más aventajado que el de aquél al que llama su opresor y su oponente. Tan raquítica mentalidad de la superioridad de una raza determinada que es como para abrir otra vez los manuales de aquel judío alemán que se llamaba Rosenberg, padre del nazismo alemán, convive con la televisión a escala planetaria, el teléfono móvil y las comunicaciones por satélite. Mamón y Moloch son dos hermanos mielgos.  Se han puesto a jugar a las cartas. Mancomunados, hacen el buz, juntos, se pusieron a trillar la parva. Las dos frentes de la cara de Saturno se estudian mutuamente. Cualquier síntoma de debilidad puede costaros la piel. El personal tiene tanto miedo como poquísima vergüenza. Cristo nos enseñó el autocontrol de los héroes. A no tener miedo a los que son capaces de arrebatarnos la vida del cuerpo, pero que carecen de jurisdicción sobre la del alma.

Por desgracia, nadie parece hacerle caso. Se vive furiosamente el momento en un inmanentismo casi trágico que está sacando de quicio las cosas.

Para consuelo de aquellos que desdeñan el lenguaje de la carne hay que tener muy en cuenta que el dios con dos caras sempiternas es muy dado a la mudanza. Con él nunca se sabe. Tan pronto se está arriba, como abajo. El tipo de conflictos restringidos o regionales al que nos tiene acostumbrados cada ocho o diez semanas constituye la válvula de escape de un sistema que guarda ciertas características de los chupasangres, a la vez que da pie a toda una parafernalia tecnológica que sirve de cimbel a sus ansias de violencia, a la agresividad injerta en ese sistema de valores que llamamos democráticos. Un sistema que no cree en sí mismo a la fuerza tiene que ser un campo de Agramante en constante preparación para la guerra. Hay que producir y ensayar nuevos inventos. Estirar hasta el máximo la capacidad de exterminio.

Berdiaeff demuestra por su parte que esta capacidad auto innovadora junto con la potencialidad del desarrollo científico nunca entró en los cálculos del padre del materialismo dialéctico. Sin embargo, tiene en cuenta el filósofo ruso que Marx aceptó en su genial explicación el axioma mesiánico de que todo cambio implica violencia y toda violencia supone a la vez un cambio. A la par, tampoco tuvo en cuenta la presencia de Dios en la historia, ni el aspecto soteriológico de la persona de Cristo, que es y está ahora siempre. El misticismo ruso vio en Él la fuente de todo progreso. No es ya meramente una fuente de gracias espirituales, sino también de bienes materiales, una dinámica de perfección, el gozne sobre el que gira la historia misma. Yerran, pues, todos aquellos que piensan que a partir del bien, de la bondad, los altos sentimientos y la belleza se puede componer buena literatura.  El “ Germinal “” de ola cuenta con innumerables adeptos entre las sectas feministas más iracundas, pero hay muchos que ignoran el lado esotérico de Zola, un hombre que contó mejor nadie el primer milagro que se produjo en Lourdes.

Mal que les pese a muchos, la palanca que pone en marcha el arcaduz de la noria de los siglos es el pensamiento. No es el rasero igualitario ni la razón utópica [a través de la maldad nunca podremos acceder al bien] sino en el logro de las promesas evangélicas, o “ xαiρωσ”. Cristo es el alfa y la omega. El principio y fin de todas las cosas. A este devenir histórico en virtud del cual la hora presente se transfunde en tiempo futura, el punto de encuentro del presente con la eternidad, lo llama el alemán Tillich “ kairos”, aplicando a este predicado la teoría que conocen los padres de la Iglesia Griega con el nombre de “schiliasmos” (un tiempo nuevo de redención y de misericordia que se alza a nuestro alcance). Por desgracia, los comunistas no creen en más que en la materia. Un punto en el que concuerdan con el capitalismo. Materialismo dialéctico y materialismo consumista o capitalismo salvaje forman yugo perfecto para uncir a la humanidad entera y crear una generación de esclavos. Sin embargo, los planteamientos de la Revelación se mueven en perfiles antípodas. Cristo trazó las lineas cruciales o cimientos del mundo futuro sobre el plano de la eternidad, de su rango o dignidad, deiforme. Mucho cuesta admitir este planteamiento, ante la ingente masificación de las costumbres, el poder y la fuerza del número, o la anulación tecnológica, el tedio, la vulgaridad y a esa cura de caballo de hedonismo al que se ve sometido el hombre del siglo XXI.  Se ha hecho muy difícil ser cristiano. Sin embargo, por la naturaleza de la gracia y por el bautismo, el ser humano se encuentra llamado a muy altos destinos.


En la otra vertiente, se ve que el determinismo, la lucha de clases, o la masificación de la vida social obra a los efectos de una cáscara de huevo vacía. Marx se equivocó, acaso de mala fe, pero, porque propaló una mentira, aparentemente atractiva aunque cargada de un odio satánico, el mundo tendrá que pagar la culpa de sus excesos mentales durante bastante tiempo. Relativizó al hombre. Marx dijo que no hay verdades absolutas. La única verdad absoluta es que no hay absolutos en esta vida. Era la voz de su amo. Pretextando favorecer a los pobres, a quien en verdad servía este judío alemán era a la causa del supercapitalismo. Lanzó las masas a la calle y del enfrentamiento de nazismo y comunismo el sistema que saldría fortalecido sería precisamente el que él intentaba socavar. Solamente una mente diabólica podría desempeñarse y evolucionar con tanta perfidia. Pese a la sesuda seriedad alemana “ Das Kapital” con su sintaxis invertebrada y enojosa tiene algo de libro humorístico. Su autor, consciente de que estaba tomando el pelo no sólo a los lectores sino a media humanidad, produjo un libro indigesto. Hoy su teoría ha arraigado muy particularmente en el mundo de la comunicación y entre las feministas. La lucha de clases reducida a la mínima expresión se ha convertido en guerra de sexos. Se han conflagrado los hogares. Los hijos se rebelan contra los padres y las esposas maltratan groseramente a los maridos. El lenguaje del amor y del perdón, como recomendaba Marx para llegar a la utopía, se ha convertido en odio, competitividad, garra, ley y supervivencia del más fuerte. Si el protegido de los Rothschild se proponía conseguir que esto ardiese, se ha salido con la suya. Paradójicamente el mejor barbecho a sus teorías no ha sido ni Inglaterra ni Rusia, donde mayor calado tiene sus proyecciones endemoniadas es en Estado Unidos, que de una manera macabra, y de rebote, está tocando con la punta de los dedos esa sociedad igualitaria de lucha de clases, perfectamente controlada por un estado que se ha hecho con el control, dejando pálidas las previsiones de Huxley y de Orwell. En el país más capitalista del mundo se encuentra el temible Animal Farm[20] entrevisto por los utopistas. ¡ Simplemente, cómico!  Una broma pesada es la que nos ha gastado este apóstol de las barbas fluviales.

Debajo del magno tinglado, como cuando Einstein sacaba la lengua, haciendo burla a las leyes gravitatorias diciendo que el mundo es curvo, resuena la carcajadas hueca de Israel. El mundo se tomaría demasiado en serie las propuestas del pensionista de la gran Banca. El había cumplido la consigna que le dieron sus jefes a rajatabla. Querían que inventase una vacuna contra el escorbuto y el hambre. Los  plutócratas, tratando de pasar por altruistas, querían repartir algunas migajas, para, de esa forma, prevalecer, adquiriendo visos de respetabilidad. Es la filosofía en que se fundamenta todo ese gran tinglado de las Oenegés, el que van de comparsas, desde el Vaticano hasta la última enfermera de Móstoles que hace las maletas para el Congo, y se expone a que la violen, a adquirir el tifus exantemático y la malaria, pasando por Mendiduce, que de cooperante ha pasado a ser escritor de relumbre galardonado con el Planeta. Su piedra de toque es la mala conciencia y la reflexión sobre la existencia de la injusticia en el mundo, generada por los gnomos de Zurich o los fakires de Wall Street.

Lo que se saca de la manga es un híbrido sistema filosófico a la larga servirá para ensanchar la clientela de los fabricantes de navajas, los consorcios armamentísticos y los que siempre se han lucrado con el negocio sustentado por la agresividad humana. Parias de la tierra, uníos. Alzaos para combatir. Marx se inventa una retórica y está retórica parece calcada de las constituciones ignacianas, porque el insigne, al igual que el padre de los jesuitas en que el fin justicia los medios para alcanzar la utopía. Mas, ¿ cómo es posible - reflexiona Berdiaeff- que de las tinieblas se alcance la luz? Se salta la valla de los principios de la Física, que atribuye a todo principio una causa. ¿ La fraternidad universal, la equidad y armonía habrán de nacer de la envidia, el odio, el enfrentamiento, la venganza? Como todo judío, Marx es pesimista, misántropo y enemigo de la condición humana, pero parece ser que con este silogismo cornuto el terco filosofo alemán recabó ganancias. Vino a escarbar en la antigua creencia de que la violencia es la partera. Es un dicho que está en el Talmud, pero pasando por alto la existencia de una Trinidad bondadoso y vivificante. Hay un apotegma inglés indefectible: How two wrongs can make a right ?[21]


Calca, asimismo, en sus teorías los postulados de los que hizo lema la norma jesuitina en su especulación sobre las dos banderas o los dos señores a los que se aplica la solución salomónica del todo en tanto en cuanto, preconizando de paso la depauperación progresiva del proletariado,  (“ Verelendungstheorie”). Pero bajo la máscara de gran revolucionario se esconde un demagogo. Marx era un tapado, que, servil a las consignas propaladas por sus amos, no hace sino prevenir la ciudadela y dotarla de defensas convincentes para el cerco que se aproximaba. Se lanzó a defender el “ statu quo 2 por la vía contraria. En resumidas cuentas, protege a solapadamente a la que aparentemente intenta impugnar,

¿ En que cabeza cabe que, a partir de un estado de necesidad pueda alcanzarse un estado de libertad? Axiológicamente, esa norma contraviene los procedimientos racionales. El relativismo marxista obliga a anteponer los intereses de clase, aunque ésta sea clase trabajadora, a los intereses del individuo. Este es un rasgo del que participa la psicológica católica y en parte el funesto sentido de las relaciones del hombre con Dios que impuso la Contrarreforma, la cual en muchos casos bebe mas en las fuentes de la Cabala y en el pensamiento judío que en el Evangelio.

¿ Trabaja sobre el principio de la unión de contrarios? ¿ Es hacedero descubrir la libertad a partir del estado de necesidad? Axiológicamente esa norma contraviene los métodos de la razón, pero toda la tramoya ideológica del prócer libertario está montada sobre un silogismo cornuto. Su relativismo le obliga a antecoger o triar  los intereses de clase, aunque sean los de la clase trabajadora, a los del individuo. Justo lo contrario de lo que predicó Cristo y de la doctrina que profesa un cierto catolicismo para el cual lo más importante es preservar la armadura, la cercha del arco ojival, que funcione el papado y los privilegios de casta. Buscan la masa global. Este es un rasgo muy característica de la fría espiritualidad jesuitina, responsable de tanta fraseología vacua, sucedánea de una santidad difusa y como emasculada.

Hemos escuchado la frase muchas veces: Extra ecclesiam nulla salus... Tu es Petrus et super hanc petram aedificabo... etc.[22] es invocado como máximas exclusivas de una verdad y de una primacía en propiedad para salvaguardar las miras particulares de un grupo eclesiástico, que forma parte de la Iglesia, pero que no es toda la Iglesia. Berdiaeff, por ende, entra a saco contra el cesaropapismo, pero sin apartarse ni un ápice de las convicciones propiciadas por su fe ortodoxa. Es un defensor del carisma del espíritu y un profeta del triunfo de la cruz. Para él la Iglesia, depositaria del acervo común, de la herencia indivisa de la Tradición y de la norma apostólica, que nunca estuvo sometida al escrutinio de la Inquisición, ni se vio implicada en las habituales guerras de religión medievales, encara la legitimidad y la continuidad.

No vayamos a creer a Berdiaeff un retrogrado. Piensa como un ruso ortodoxo. Sus clarividencias son mesiánicas. Se mueve a caballo entre la tradición del misticismo ruso, para el que una mejora de la condición humana sólo puede llegar a partir de una renovación espiritual, intimista, libre, autentica, nunca basada en las mentiras o las medias verdades oficiales u oficialistas. El progreso tecnología y los inventos han estar en función del hombre, y no al revés. Si éstos sirven para acrecentar el entendimiento y hacer la vida más tolerable entre los hombres, ¡ en buena hora! De lo contrario, sólo servirán para un momento programado de la esclavitud. Serán un factor alienante de la condición humana:

La transmutación del trabajo en mercancía, la transformación del hombre en objeto; el egoísmo de la competencia implacable debe ser ajeno a la conciencia cristiana.

Es lo mismo que opinaba Tarás Buba, el Cid ucraniano, que se lanzó a los caminos de la estepa rusa a ganar el pan en lucha contra el tártaro y el polaco. El piadoso y sencillo, a la par de valiente, atamán tendría que presenciar la horrible escena del ajusticiamiento de uno de sus hijos en la plaza pública de Varsovia en un auto de fe a cargo del cerril gutman de Varsovia, muy católico, muy apostólico y muy romano, pero terriblemente  sectario y fanático. Gogol pone el dedo en la llaga cuando descubre que las diferencias entre la Ortodoxia griega y el catolicismo romano son insalvables. No se puede luchar contra la soberbia y los perjuicios de los que se cree en posesión de la verdad, y mira al resto de los mortales por encima del hombro. Es como acocear el aguijón.


Las lágrimas de Tarás ante el cadáver de su primogénito ajusticiado fueron vertidas no sólo por un mártir de la ortodoxia, sino también quiso que su llanto sirviera de bálsamo a las heridas causadas en el Cuerpo Místico por los enconos, las mezquindades, los perjuicios humanos, con esa mala costumbre a hacer bandera de lo más sagrado para salir en defensa de intereses espurios.

Nos topamos aquí otra vez con la idea del mal, que es una constante en los pensadores  eslavos: ¿ por qué se encarama a lo alto de los pináculos de la fortuna y brilla con luz propia en los faros del gran mundo, mientras los limpios de corazón, pero emotivos, pueblan las cárceles y los pabellones de la muerte?, ¿ por qué la virtud parece condenada a estar en capilla?

A criterio suyo, los hombres se dividen en dos categorías: la de aquellos que son capaces de crear, y la de los gregarios. Una mayoría aplastante ahoga dentro de sí toda su capacidad creadora para no vivir más que hacia adefuera. Son los hombres sarcinos , según san Pablo, los que se administran de acuerdo con los principios de la prudencia de la carne. Estas ingentes conglomeraciones de seres humanos v han dado lugar a un tipo de ser amorfo, lleno de convencionalismos. La burguesía no cree sino en aquello que tiene delante de los ojos, o lo que le resulta palpable. Y esta grey burguesa  suele vivir aplastada bajo el yugo de la mediocridad. Berdieaeff insiste en que la religión no es el opio del pueblo, sino el único camino para satisfacer sus anhelos de libertad y de trascendencia.

Por desgracias, concluye, también la religión ha caído en manos de los leguleyos. Es víctima de los intereses de partido y vive sujeta a los impostores que, so capa de predicar a Cristo, han vuelto a clavarlo en una cruz.

Llega por ese camino a dar la razón a Lutero que veía en el papado una anticristo. Al molde de la prevaricación suprema. No obstante, si sus condenas y descalificaciones a los usurpadores del mensaje evangélico parecen a veces algo duras, su esperanza, sin embargo, en el futuro de la Iglesia - entendida no como jerarquía roana - no puede ser más esperanzado. El Cristo ortodoxo es un Cristo obrero, que vive del trabajo y del sudor de sus manos: el hijo del carpintero, el impugnador de todo fariseísmo. Es el Señor de los pobres. Se mezcla con la gente. Nada de montanismo. Sus elegidos provienen de los grados ínfimos de la escala. Cristo no ha de pertenecer nunca a una “elite”. Es el redentor cósmico. Lo que sucede es que muchos han tratado de apropiárselo en todo este tiempo. La Iglesia verdadera pertenece a los santos, a los que dan testimonios, baluarte invisible de la fe, torres de reparación. Es la legión inmensa de los elegidos innominados.

Está claro que su reino no era de este mundo. Por eso fue tan sañudamente perseguido por las fuerzas seculares, porque mostró una divina resistencia a moldarse a sus deseos. Huyó al desierto cuando le fueron prometidas congruas, cargos, que trataban de acreditarla de la fama de los grandes profetas de Israel. Renunció a los honores e increpó al diablo, cuando éste le pidió que se arrojase de lo alto del pináculo del templo. La grandeza de Cristo es interior y, en su mayor parte vida oculta. En esta vena oculta han sabido recalar todos los místicos. Pero también hay rebelión contra los poderes fácticos, renuncia, desdén a la vana gloria. Humildad de Dios.

 

 

No quedará completamente realizado el mundo futuro en este erial. Cristo expresó sus reticencias ante aquellos que querían investirlo de una realeza material. Se muestra escéptico, consciente de lo difícil tarea de los apóstoles, a los que previene de las dificultades, de tener que remar siempre contra corriente, contra el Príncipe del mundo. Reta a Satanás a un combate sin fin hasta los últimos tiempos. Pero el tenor de tal lucha es del todo esotérico. No quiso prosternarse ante él, ni besarle las posaderas, como han hecho algunos de los que se dicen sus vicarios - Wojtyla cuando arrecia todavía la tormenta del asunto Lewinski no ha dudado después de darse un baño de multitudes en ese país misterioso y maldito que es Mexico, donde se ha derramado mucho más sangre de cristianos que en las nueve persecuciones de los emperadores romanos, para así aplacar su ego de “ papa sol “ de todos los pontificados, de ir a estrechar la mano del fornicario Clinton[23]. Al acercarse la consumación de los siglos - nos lo advierte el Salvador- la fe se entibiará, vendrán falsos profetas a apacentar la grey; como consecuencia de estas artimañas, se enfriará la caridad entre los hombres. Habrá que volver a preguntarse si no será 3esto lo que está pasando.


Parece que los demonios de la confusión histórica han hecho acto de presencia. El que se dice su legado se ha unido a la hueste de quienes le persiguen. La contemporización de la Iglesia con las fuerzas operativas del anticristo, radicadas en la Sinagoga, que se ha operado durante este pontificado, pone a la Iglesia en un clima parecido y enrarecido, de dos obediencias como el acontecido con Clemente V, responsable del Cisma de Occidente, con el traslado de la corte pontificia a Aviñón en 1307, y que estuvo enteramente  sumiso a los caprichos de Felipe el Hermoso, uno de cuyas primeros actos de gobierno fue suprimir a los templarios y quemar a su maestree, Jackes de Molay, en la cárcel del Temple[24].

Ahora ¿ no habrá hecho dejación de sus poderes, en su capacidad de pastor del rebaño para adoptar una bandera de conveniencia y cómoda para los intereses del amo del mundo, pero no conforme a las estipulaciones del Maestro de Justicia? ¿ Yéndose a Mexico no estará intentando este senil prelado quemar las naves como cortés? A la Iglesia jerárquica le queda poco porvenir, por más que esos asesores de imagen que rodean a Wojtyla, en su mayor parte españoles y del Opus, Navarro Valls y A. Gómez Fuentes. ¿Están maquillándolo a la perfección para copar las primeras planas de los periódicos y captar unos espacios halagüeños en la hora punta televisiva? Un vicario de Jesús no tiene por que está sometido a esa manipulación informativa que no tiene fin.

Venía de la llamada iglesia del silencio y ninguno de los sucesores de San Pedro ha tenido la habilidad de meter tanta bulla como este polaco. Compite en la pugna por el “ prime time” con los escándalos de la Lewinski y Clinton, los bombardeos de Bagdad, los rebuznos de Arzalluz, etc. ¿ Es esta la verdadera tarea de un pontífice echado de manos a boca en los brazos de la publicidad y de los asesores de imagen? El ciclón de Cracovia todo lo arrasa, pero es un viento que pasa pronto, una lluvia que no cala. Un golpe de efecto publicitario.

Razón llevaba Tarás Bulba al hablar mal de los polacos. La devanadera de la historia se perfila impenetrable en sus circunvoluciones y raptos. Sin embargo, en el fiel de la balanza del cielo la aguja se empina hacia arriba. Las sentencias de Berdiaeff ofrecen lucidez profética, descubriendo el autentico rostro que está detrás de la máscara. Marx y Engels se constituyeron en los peones de brega de una dominación del mundo programada desde Londres, desde Francfort, y, posteriormente, desde Wall St., Y al albur, últimamente se ha unido el Vaticano. En el crepúsculo del siglo XX ha habido dos años clave: 1989, con la capitulación de la URSS, servida en bandeja, como un rey chico cualquiera, por M. Gorbachov ante George Bush y 1992, un año mucho más terrible, porque la Iglesia de Cristo, presionada por el clan judío, cedió a la presión. Todavía recuerdo a aquel grupo de zionistas desplegando en la plaza de San Pedro la bandera con la estrella davídica y proclamando la victoria de Israel o a aquel grupo de exaltados activistas anti castristas cubanos que, estando Juan Pablo II en Covalonga, le increparon con insultos acusándole de haber sido miembro de la KGB. Queda aun por esclarecer el atentado sufrido por Alí Agca. Personalidad misteriosa. ¿ Iba realmente a matar al papa? ¿ Disparó con balas de fogueo? ¿ Fue un aviso de que la próxima vez se actuaría más de firme? En cualquier caso, hay que contar el escándalo de las finanzas de San Pedro y un cambio de rumbo, una perdida de la clásica imparcialidad de la Sede Apostólica a partir de esa fecha.


Esta postura de doblez ante el chantaje del poderoso está en contrasta con la dignidad del primado ortodoxo de Constantinopla o la del patriarcado de Moscú. En la silla de San Andrés y en la de Cirilo y Metodio el servicio a Cristo se interpreta de otra manera menos servil. Un papa muy político puede acabar convirtiéndose en un lacayo de los intereses creados. Gogol ya lo advirtió en esa deliciosa novela, cargada de ternura y sufrimiento que fue “ Tarás Bulba “, que murió mártir del fanatismo polaco y de los monederos falsos de la casa de Levy que lo exprimieron el jugo. El viejo Tarás vivió para la estepa. Amaba el aire y los horizontes sin confín. Murió al querer ir a rescatar la pipa que se le había olvidado. Un buen cosaco siempre fuma. Vive para la sentnia y para la defensa de sus semejantes. No es nada egoísta. Fuma y bebe pero, con sus defectos y pecados, siempre estará dispuesto a morir por el Cristo ortodoxo, por la salvaguardia de una civilización, hoy tan en entredicho. Sobre Europa se baten los tártaros. Mandan mucho los polacos y por si fuera poco los judíos son amos de la bolsa. Me he acercado con estremecimiento acongojado a las deliciosas paginas de este libreto. Alta y sublime literatura como la de la “ Iliada”.

 

 

 

                                     Fin

 

      EN LA CANASTA

(Ensayos sobre literatura carcelaria)

 

 Por M. SACRAMENIA ARTEDO

 - se prohíbe la reproducción

         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


                     MI SACERDOCIO

Aquella puerta verde de nuestra casa en Valdevilla se abriría para no cerrarse nunca más. Cayeron los cañizos de la techumbre del sobrado. Los gitanos arramplaron con las cañerías y la cocina de hierro de la cocina a cuyo amor de lumbre pasamos las veladas del invierno. Venían los hijos de Froilán el maestro y de Micaela, su mujer, que era algo pariente de mi madre a merendar. Mi madre hacía tortillas de patatas y soplillos. Se extendían los vuelos de la mesa grande y allí había un hueco para todos. En aquellos años primeros de mi vida yo creía que el mundo era recto, depositario del bien y de la belleza. Por el puente de Valdevilla no había pasado aun el carro de la muerte y del dolor. A mí me fascinaban mis primos los hijos de Froilán. Uno de ellos me hablaba en aquellas interminables de holgorio de la vida sacerdotal, pues era seminarista y me convenció de la idea de hacerme sacerdote. Por aquellas fechas jugábamos a decir misa cantada. Desde entonces no he sido capaz nunca de desprenderme de la fascinación del latín. Pero también me fascinaba aquel aparato de radio que había en un rincón de la cocina vestido con unos faldones y aparejado de forma muy coquetona. Con los encajes y cortinillas asemejaba a un tabernáculo misterioso. Era el sagrario de las ondas hercianas. La voz iba y venía como por arte de magia, como consecuencia de una mezcolanza de imanes, tubos catódicos, condensadores y lámparas una fascinación fundamental. Desde el rincón de la cocina yo era capaz, mediante un giro de la rueda del dial, de moverme hacia los anchurosos mundos de lo irreal.


Escuchábamos Radio España Independiente, las charlas del P. Venancio Marcos por Radio Nacional y el carrusel deportivo. El aparato de radio era casi lo único que echaba yo de menos de la vida seglar durante mis años de seminario. Solamente el rector y los superiores tenían un aparato, que se encendía exclusivamente los domingos para escuchar a través de Radio Vaticano el Ángelus del Papa. El invento de Marconi me parecía algo mágico. Mientras yo bregaba con Platón y Cicerón durante los cinco  años de Humanidades, y con la Historia de la Iglesia y con Aristóteles durante los tres de filosofía y me transformé en un ser diferente después de estudiar a Sto. Tomás - el mundo ya dejó de ser el mismo después de entrar en contacto con el Doctor Angélico - a lo largo de teologado, aquella radio seguía funcionando. Cuando seas cura, te den una parroquia, no te será lícito dormir con una mujer, pero podrás siempre tener una radio. Las hay a barrisco en las casas curato. No podrás conocer las caricias de la hembra, ni oler su carne, ni acariciar su piel. El diablo me tentaba con el pensamiento de que la vida no es vida sin el conocimiento carnal. No es bueno que el hombre esté solo. El día que ingresé vino a casa un maletero con gorra de plato. Manejaba una carretilla muy larga en la cual cupieron el baúl, las mantas, el colchón y todas las humildes pertenencias. ¿Te vas? Sí. Me voy para no volver más al mundo. Quiero ser cura. Me ha entrado la vocación. Eso es imposible. ¿ Cómo imposible? Algún día lo sabrás. Ahora eres muy pequeño, tienes tan solo once años. El mismo maletero, un poco más viejo y cansado sobre la esteva de la carretilla, fue el que hizo la conducción de mis libros y de todo mi ajuar hacia la estación de los coches de líneas. Habían pasado doce años justos del día de la fecha y yo era un misacantano. Seguía sintiendo ese fervor por la radio. Me fascinaban las misas cantadas que retransmitían desde lugares lejanos, el boato de la liturgia magna, los cánticos en latín, las rutilantes casullas empedradas de oro, todo ese depósito de la fe engalanada que refleja la vida en el paraíso concebida como una perenne eucaristía. Dios me hablaba desde los micrófonos. La voz del serafín sonaba a través de los himnos. Para mí el misterio inefable de la retransmisión sin hilos era un testimonio evidente de que Dios se encontraba en el cosmos. Me acababan de ordenar sacerdote según la orden de Melquisedec. Yo estaba lleno de proyectos y de entusiasmos de apostolado. Acababa de cumplir veintitrés años.

- Bueno, señor cura

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 PUSHKIN, MESÍAS RUSO

     O EL CARISMA DE LA PALABRA

 

                               

 

                                 Por ANTONIO PARRA

 

 


Está claro que la historia de nuestra evolución espiritual pertenece a las páginas de los libros leídos o adquiridos, guía de nuestro acervo anímico, círculo mágico en el que nos resolvemos o revolvemos, y, acaso, línea que nunca podremos cruzar sin desventaja, o sin hacer traición a nuestro espíritu. He hurgado en los fondos de mi bien abastada y anárquica biblioteca, donde los clásicos rusos ocupan un sitio de prelación. Había un lomo, ya lacio y amarillento, con empellones y desconchados en la cubierta, que al punto me ha traído a la mente imágenes de un fondo retrospectivo y sin cálculos. ¡ Densos y ajados afanes de juventud! He sentido, de repente, como un latigazo y la pregunta retrospectiva de Horacio: ubi sunt? ¿Qué fue de todo aquello? ¿ Dónde está lo que amábamos entonces? Esta inquietante interrogante horaciana es ya, de por sí, un surtidor de  fuerza literaria, motivo de inspiración a lo largo de la historia de la literatura mundial. Quizá, se escriba para conjurar ese enigma de la existencia humana, abocada a un final inexorable, el de la muerte.

 Al verlo los ojos, el alma se me ha hundido en una sima de añoranzas. Hay libros, por aquello que decía San Juan de “ in principio erat verbum “, que fijan el cipo del arranque vital, o comienzo de nosotros mismos. Un título: La dama de los tres naipes y otros cuentos, por Alejandro Pushkin, en traducción de Félix  Díez Mateo, Buenos Aires, 1952. Y una fecha escrita en tinta azul, ya muy buida, porque la tinta es sangre del alma, que también ha envejecido, igual que el propietario, acusando las devastaciones del paso de los años, pero que trae imágenes y rostros borrosos a la memoria. Debajo una fecha: primero de junio de 1963. Seguramente, fue adquirido en alguna de las casetas de la feria del libro que se celebran en Madrid cada primavera.

Desde las paginas desfondadas de esta novelita, sucinta, concisa, llena de una prosa misteriosa que ilumina, muy pujada y repujada, como todo lo de Pushkin, pero el lector nunca es consciente del esfuerzo del autor, según suele ocurrir cuando estamos en presencia de un genio, mi propio pasado me estaba haciendo guiños. Hay en la literatura un propósito angélico que es trasegado por el ala mucilaginosa del olvido. Retumban las carcajadas del serafín negro en la tumba de los sueños. Lo inane acaba por imponerse a lo bello. La cosa no tiene vuelta de hoja.  Este cuento, sacado del natural, donde Pushkin, en el origen genial del escribir moderno, afronta, con pluma vívida y  velocísisima impresión del elán vital de cuanto le rodea, refleja lo inane de la vida de un tahúr. Pero detrás de todo esto, se esconde la idea de un destino (sudba) inexorable e invencible, que es aquí una mujer: la dama de picas. Es la historia mefistofélica, del pacto con el diablo, a la que sucumbe la vanidad o la impericia de la humana naturaleza.

El mensaje claro, pero lleno de piedad, que proyecta Pushkin aquí, podría cifrarse en que todo es vanidad, parodiando al mataoites mataiotés del Crisóstomo: el amor, la belleza, la salud física, el relumbre y el decoro han de tenerse por espejismo. Siempre acabamos doblando la raspa. El bien y el mal se acaban.


Yo no había cumplido aun diecinueve años. Seguramente, se trata de una de las primeras adquisiciones de mi biblioteca, porque el sueño de mi vida lo configuraba ser escritor. Sabía que mi proyecto existencial se encontraba unido a los libros, fuente de felicidad, supremo y dogal de mis castigos, como así ha sido. El autor ruso hizo las veces de maestro de ceremonias, y en sus páginas, leídas apresuradamente, en largas vigilias de café y tabaco y sueños de grandezas ineludible[”algún día podré yo escribir algo como esto, seré publicado y reconocido”] me hizo la acolada. Con él velé mis primeras armas. Recibiría el grial del ideal caballeresco literario, me abrió el iconostasio de un concepto estético en el cual fui ahondando y adentrandome con los años. Toda la literatura rusa me ha hecho vibrar. La Dama de picas era el primer guiño seductor de la femme fatale.

 Después de Pushkin, vendría Gorki, cuyos relatos me harían llorar, y que devoraba mientras viajaba en el metro. O Chejov, Dostoievski. Andreiev, Ivan Bunin.  Era consciente de que me enfrentaba a un reto difícil. En la Biblioteca Publica de Cuatro caminos me engolfé en la lectura de mis amados maestros rusos. Allí trabé contacto con la literatura en sumo grado. Este primer contacto me llenó de prejuicios hacia otros autores o hacia la novela de otras literaturas, porque pienso, y sigo pensando, que sólo la rusa ha tocado techo desde el punto de vista novelístico. Dostoievski, el gran buceador del alma humana, que acomete sus empresas de imaginación como si fueran paseos psíquicos en el laberinto del corazón del hombre, es el no va más. De esta manera, creía yo haber dado mi primer paso en la gran promenade. ¡Iluso de mí!. Desconocía que el mundo estaba abocado a una tremenda movida, con la inversión e involución de los conceptos estéticos. El canon de belleza iba a ser defenestrado a manos de otros intereses más espurios que concurren al hecho literario. El mercadeo estaba a punto de hacer acto de presencia.  Las etéreas e inasibles musas dependían no tanto de un acto de inspiración sino del determinismo de las cajas fuertes.

Los americanos han creado el éxito de ventas. Inundaron las pantallas de cine y de televisión de basura e implantan en el mundo un sistema político que no tolera la contestación, habida cuenta de su totalitarismo político. En ese mundo de violencia primaria el único héroe sería Buffalo Bill. Un cuatrero nunca podría entender la inteligencia, la sensibilidad, el humor, por ejemplo, de Eugenio Oneguin. Antes de emprender mi andadura, me di cuenta de que mis visiones teológicas y estéticas me situaban al margen de este mundo de pistoleros de la lechigada de Jefferson y Washington, en lo marginal.

Al sentarme frente a un tapete verde en el que habían naufragado al poker las mejores fortunas, sabía de antemano que me lo jugaba todo a una carta. Enfrente de mí se encontraba un ser de rostro sombrío, hocico cabruno y ojos de buey, y una cabeza poderosa como el cimacio de un capitel granítico, peana de las cumbres y de los derrumbes. Era el jefe supremo  de toda la timba, el baranda  del mundo. Ponerse a escribir una novela o a componer un poema entraña este enfrentamiento con las fuerzas oscuras. Uno intuye que va a perder la partida, pero se arriesga. Toda literatura, por humilde que sea e inane a los ojos del lector, pero nunca del autor, es un conjuro contras las fuerzas oscuras. El que escribe asume el papel de demiurgo.  Lo envida.

Para semejante tarea hay que tenerlo bien puestos. Uno sabe de antemano que se compromete a una lucha sórdida y feroz; en muchos casos, sin espectadores. No estoy de acuerdo con la creencia de que la vocación literaria tenga que ver con el deseo del renombre, sino que responde a un anhelo íntimo e irrefrenable de compromiso consigo mismo.

Sin embargo, el lance es fútil. Todo termina siendo un encuentro de whist ante un rival que es un coloso y que, además, juega con las cartas marcadas. Uno querría saber el secreto de esa combinación que nos hiciera invencibles. Esa combinación mágica que se guarda bajo la manga  para ganar cualquier albur la condesa, personaje gigantesco y espectral de este denso y breve cuento del genio ruso, en que se resume el teatro del mundo, y se hace un diagnóstico inmejorable de la vida humana, no es otra cosa que el tres, el siete y el as de corazones.

El relato plantea del dilema eterno de amor y juego. La cruda realidad siempre acaba por desbancar a los buenos propósitos. No entiende de afectos, ni se anda con muchos miramientos en sus actuaciones la madre naturaleza, cuyas pautas de conducta actúan de una forma impávida y sin que el hombre vencido sea capaz de contenerlas ni acelerarlas. Entran  luego en liza el azar. Eso que llamamos fortuna no es más que un capricho de los factores al albur.


Las mujeres de las que me enamoraba yo por entonces tenían que ver con las heroínas soñadas en estas novelas. Al  respecto, recuerdo un despecho amoroso que me acaeció en Oviedo el año 74. Mis velaciones matrimoniales fueron canceladas la víspera de mi boda. No pudo haber fortuna más desastrosa en aquel embate. Sota, caballo y rey. As tres y siete de corazones. Flotaba en la neblinosa madrugada de un domingo otoño el perfil misterioso de la Sota de Picas. La ciudad se desperezaba de su letargo, dispuesta a empezar un nuevo día, cuando yo regresaba vencido. Tuve la desgracia de emborracharme y de haber acabado en la comisaría. Pero esa peripecia la narré en mi novela, crasamente relacionada con esta novelita de Pushkin, Señora Blanca. Todas las obras geniales se caracterizan por esa fatalidad inapelable y profeta. Los grandes poetas no son más que heraldos de ese demiurgo al que tira el guante aquel que comete la imperdonable audacia de escribir, para conjurar sus propios fantasmas y los de los demás, o echar un exorcismo frente a las fuerzas oscuras.

Había sido derrocado por la condesa inescrutable. Vi flotando sobre la mañana, cruzada por las nubes raseras que descendían del monte Naranco la sonrisa aterradora de Gioconda de la Dama de Corazones. Lo que había leído mucho antes había cobrado   carta de naturaleza en mi pobre existencia.

 Recuerdo que en una cafetería elegante de la vieja Vetusta, ciudad clariniana y una de las más literarias de España estaba yo aguardando a mi adorada, cuando esta llegó y vino a decirme que de lo dicho nada. Tenía entre las manos “Historia de una anguila “ de Chejov, en el que premonitoriamente se narraba un caso parecido al que me conmovió hasta los cimientos: una historia de desamor.

Casi no pude creerlo. ¿ Pero cómo es posible Masha - la protagonista de la novela se llamaba como mi desdeñosa dama -¿ Cómo es posible? Abandoné el establecimiento de estampida, dejando atrás el libro en el cual había dejado metidos unos poemas y una de las pocas fotografías que conservaba de mi infancia. Esta pérdida de dos objetos entrañables, aquel libro de Chejov y la fotografía en la cual aparecía yo, niño rubito vestido de marinero, al lado de mi madre y de mi padre, en traje de gala, junto al coronel del Regimiento, en el que servía mi artillero progenitor, la soleada mañana en que se nos concedió una vivienda de protección oficial en la barriada de Valdevilla, la sentí más que las calabazas de aquella ingrata. La suerte se empeñaba en cerrarme el paso. Pero todo estaba escrito con antelación en los libros de mis rusos preferidos, a la vez amados, y a la vez malditos: Chejov. Pushkin, Gorki, Dostoievski.

Aquella mañana había visto dibujada sobre el vaso de la última tónica con ginebra esbozarse el  rictus burlón de la dama de picas, clavándose como un cuchillo en mi memoria. Luego   escuché el golpeo sórdido del destral del leñador que asesinaba al último árbol del Jardín de los cerezos. Regresé a Londres a la mañana siguiente en el primer avión, el alma llena de congojas, y la mente embotada bajo los efectos de la resaca. Un escritor sabe que es muy poquita cosa: un dipsómano de la palabra, o un jugador al que el destino no perdona nunca sus osadías. Con las cartas que barajaba - la más señalada, la de formular preguntas que no son de su competencia y sí de la divinidad, ese misterio cósmico que nos envuelve- reconocía haberme puesto a jugar un tute a la baja. Tenía todas las bazas perdidas.  Pensaba  que los grandes libros trazan la ruta de nuestros caminos, porque están empedrados de mensajes crípticos sobre  porvenir que aguarda a cada cual, y vienen envueltos en un halo de piedad y de ternura infinita. Se trata de una pugna sin cuartel contra el destino. Hay un poder premonitorio en toda gran poesía.

La ironía que despliega Pushkin en esta zdacha, o novela corta, apunta a desenmascarar ese rostro insensato, cruel y antojadizo con el que nos encontramos al nacer. Saturno, la deidad infanticida, devora a los vástagos de sus entrañas.

 La Dama de las Tres Picas es un “thriller” en el que se conjugan el amor, el odio, la madre que rechaza a su propio hijo, cruel veleidad, que contemplamos a ojos  vistas desde el absurdo de la desdicha. Relata en esta obra del género negro la vida tal cual es, lejos del mesianismo, la aureola que caracteriza a la mayor parte de los escritores rusos. Así y todo, este cuento está rodeado de misterio. Si Pushkin no tuviera ese estilo inconfundible, podríamos creer estar ante una obra firmada por Edgar Alan Poe.


 En la literatura rusa, toda ella cargada de mesianismo, esta particularidad es mayor que en otras. Estudiando a los grandes maestros como Dostoievski, Gogol, Andreiev, Bunin, y demás, se puede casi determinar de forma matemática el hado de los pueblos, porque han sabido calar en el alma humana a la luz de un cierto designio divino. En buena parte, el Cristianismo encuentra en ellos sus profetas mayores, de la misma manera que el Antiguo Testamento recala en Jeremías, Ezequiel, Amós, Isaías o Daniel. Sin embargo, Pushkin, dando de lado a esta veta mesiánica, tiende a la universalidad por encima de credos o de convencionalismos religiosos. Los escritores geniales muestran esa inclinación a la clarividencia, como si recogiesen, por designio divino, el testigo de la profecía.

Nunca tendremos que perder de vista esta configuración del profetismo ruso. A través de algunos de muchos de sus autores (en ninguna otra literatura se registra una pléyade tan vasta y varia como la que presenta el panorama de la escritura rusa a lo largo del siglo XIX), Dios está mostrando a la humanidad sus planes sobre el mundo. Hay quien menoscaba este misticismo alegando que el alma rusa es triste.  Esto resulta, amen de una injuria, un lugar común que pocos de los que la califican a la ligera serán capaces de demostrar axiológicamente.  Pushkin, por ejemplo, es todo ironía y delicadeza. Y el humor compasivo para con las debilidades de la fragilidad humana elevado a la enésima potencia.

Volvamos a la Dama de Picas. He aquí a una octogenaria condesa, que en sus días de emigrante París rompió los corazones de grandes personajes, como Richelieu, jugando a la brisca. Es una consumada jugadora, y posee una combinación avasalladora para ganar al jeu de la reine. Es la dama de corazones que irrumpe con la fuerza de una diosa mitológica. Pushkin en unas pocas líneas nos cuenta la historia misteriosa de esta antigua beldad, que envida y sale victoriosa. Era el socorro de tahures desesperados como Chaplitski, quien hizo caso a la condesa y en una sola noche desbancó los trescientos mil rublos de una puesta.

Vestía a la moda de setenta años atrás, pero, como quien tuvo retuvo, según va el dicho, era todavía coqueta. En escena, y tras el bastidor aparece un joven oficial de la guardia. Está ocultando sus cartas el autor para que el lector en el transcurso de la novela vaya recomponiendo el rompecabezas de la trama. Al final salta la sorpresa. El cañamazo argumentativo nos presenta también a Lisaveta Ivanova, institutriz de la condesa. Hay trazos de descripción homérica, rápidos, certeros. Lisaveta era una criatura atormentada, porque amargo es el pan ajeno y enojoso el camino, cuando hay que subir y bajar escaleras extrañas. Tenía que aguantar a un ama despótica, que era terca y caprichosa, y se rodeaba de una corte de aduladores que engordaba y encanecía a su lado. Tenía que servir el té con arreglo a las normas de la etiqueta, ser para ella señorita de compañía. Para colmo, la condesa, una casa venida a menos, no le pagaban nunca sus honorarios. En Rusia ocurría en la era zarista lo que ahora con los funcionarios de la administración estatal. Pasan meses y meses sin que estos  reciban un sueldo.

La Dama de Picas, orgullosa, fascinante, faceta y acostumbrada a los fulgores del gran mundo, aparece con el papel de madrastra. A Lisavetha le toca desempeñar el de Cenicienta. Espera  la llegada de un príncipe azul, de su libertador. Es Germán, un joven teniente de húsares, y luego se descubre, hijo secreto de la Dama de Picas. De ella ha heredado su afición a las cartas y la fatuidad gloriosa. Seducido por el tapete verde  y por la belleza de la azafata de la condesa. Estamos a las puertas de un romance en el que un hechizo que va a desarrollarse en un ambiente entre aristócrata y diabólico. El mozo había sido arrastrado hacia la casa por una fuerza desconocida. Es el tirón de la sangre, pero en este amor filial hay algo más: una especie de hechizo, y hasta un pacto mefistofélico. Le entrega un billete a Cenicienta. Ella lo guarda.. Era una declaración de amor. “ Era tierna, afectuosa y tomada directamente de una novela alemana, pero Lisabeta no sabía alemán y quedó muy satisfecha con ella”


La pluma de Pushkin es como un mazo en la diestra. Mefistófeles hace acto de presencia tras el biombo del dormitorio de la condesa por medio de Germán, el oficial de la guardia. Está claro que el protagonista es el diablo con su tremenda fuerza que avasalla el libre albedrío y el afán humano. Esta idea va a repetirse a lo largo de la literatura desde Lamertoff hasta Bulgakov y sobre todo en Hermanos Karamazov. Los hombres no somos más que fantoches en la mano del destino, se mire como se mire, te pongas como te pongas.

Germán seduce a la infeliz institutriz. La pobre doncella tenía la cabeza a pájaros. Es víctima de su propia fantasía. Había leído demasiadas novelas alemanas.  Cae entre las garras del don juan pequeño burgués. Éste a su vez, comido por la avaricia, está claro que se había propuesto por objetivo no los favores de Lisabeta. Lo que quería era conocer la combinación mágica de la condesa X, de quien desconocía que era su propia madre,  mentor y verdugo a la vez, porque, al revelarle un secreto del juego de cartas, va a introducirlo en los caminos de la perdición. Concibe una treta con su novia para acceder a los aposentos privados de la aristócrata. Se presenta allí una noche después de un baile y le pide la combinación mágica. La pobre vieja, al verse delante del joven, padece un sincope mortal.

Parece ser que hubo un malentendido. El audaz húsar sólo había pretendido asustarla. Pero tiene remordimientos. Sin embargo, una noche de verano, una de esas típicas noches hiperbóreas peterburguesas, cuando el sol nunca se pone, y  que volveremos a encontrar en “Crimen y Castigo”, está triste y desvelado; ve aparecer una sombra detrás de la ventana. Creía que era su asistente que llegaba de la taberna, siempre como una cuba, pero fue a mirar y vio que éste dormía ya la borrachera en el diván del zaguán contiguo. No, no era Nikita. Era un fantasma.

 El espectro de la dama blanca era real y le comunicó su secreto: el as, y el siete y el tres eran la contraseña mágica. Con esa clave podría siempre ganar cualquier partida. Sin embargo, le pide que se case con Lisabeta y que abandone sus costumbres de tahúr y la vida de crápula. Estamos de nuevo ante el famoso pacto del Dr. Fausto:” yo te doy riqueza, belleza, dinero, poder, y a cambio, tú me entregas el alma”. Es un asunto recurrente en todas las literaturas.

 Sólo podría el joven hacer uso de esta combinación recomendada  una vez. Puesto que le puede la codicia, no Germán obedece al espectro y se convierte en una victima de su madre, la Sombra, la Dama de Picas. La idea de aquellas tres cartas del abracadabra pasa a ser en él una idea fija. El húsar, obsesionado por el juego, y por estas tres cartas de triunfo, enloquece.

 Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo sitio a la vez, nos advierte Pushkin, remedando las palabras de Cristo acerca de los dos señores. Hay que poner todos los huevos en un mismo cesto.  No se puede servir al bien y al mal.

Su inadvertencia o su desobediencia al espectro, tras una peripecia por los mejores casinos de la Ciudad Imperial, le llevan a la bancarrota y termina en un nosocomio. En su delirio infernal, Germán  no dejaba de repetir el nombre de las tres cartas: el as, el siete y el tres, y con este nombre a flor de labios murió, pobre y olvidado de todos.  Por lo que respeta a Lisabeta a la que había dejado encinta de una hija pudo casarse con el mayordomo de la condesa, y Polinskiy, que hubiera sido el pretendiente ideal pero al que rechazó por Germán - el amor es ciego- se casó con una princesa y llegó a capitán de húsares. De la timba a la tumba. Siempre rendimos viaje de la misma forma. Acabamos todos en ese metro cuadrado del osario. Al nacer participamos todos de un destino común. ¿ Qué fue de ti, Lisaveta? ¿ Cómo es posible, cómo es posible, Masha? La belleza se nos escapa. No resulta factible responder a tantos interrogantes. Sin embargo, la vida es tan bella...   

Pushkin, genio de mi destino, nos ha introducido a todos en el laberinto.

 

 

En el Negro de Pedro el Grande, obra inconclusa, y acaso de  autobiográfica urdimbre, aborda de una forma tajante el racismo, la volubilidad amorosa de las mujeres y la difícil aceptación por los boyardos de un árabe (es posible que Pushkin fuese un abisinio de origen copto) favorito del monarca; estamos ante una historia de amor, lealtad y de celos. Ibrahim, un tártaro,  es enviado a París por el emperador. Allí conoce la vida de los salones y traba contacto con una condesa de la que se enamora. Fruto de estas relaciones es un rorro. Para que el escándalo no se propague y el marido de la dama no se entere urden los amigos del plenipotenciario ruso una estratagema. En el momento del alumbramiento, el niño que es negro es sustituido por otro de blanca tez. Apremiado por el zar, Ibrahim ha de regresar a Petrogrado. El propio Pedro el Grande sale a recibirle en su regreso de París y lo hace hospedar con él y su familia en Zarco Seló. Y, no contento con eso, Pedro lo nombra su favorito.


Ibrahim pasaba los días con monotonía , pero la actividad dio como resultado que no se aburriera. Cada día se unía más al soberano y comprendía mejor su grandeza de alma. El seguir los pensamientos de un gran hombre es ciencia especialísma. Ibrahim vio a Pedro en el senado, tratando con Buturlini y Dolgorgki, juzgando las grandes cuestiones legislativas; en el colegio del almirantazgo , fijando la grandeza marina de Rusia; lo vio con Taphon, Gabriel Budnski y Kopievich, y en las horas de reposo examinando traducciones de autores extranjeros, o visitando fábricas . Rusia representaba para Ibrahim un taller inmenso..

Con ello alude al carácter emprendedor y gigantesco del gran atlante de la historia rusa, Pedro I, y sitúa al protagonista en su verdadera perspectiva del ambiente de época, como privado del arquitecto de la Nueva Rusia. Pushkin nos retrata a un emperador magnánimo, tolerante, entusiasta con las cosas que llegan de Francia, pero consciente de su papel de impulsor de la gran resurrección de su patria, que está, empero, rodeado de una corte de boyardos, que intrigan entre sí.  Debió de vivir el autor intensamente la vida de los salones, puesto que mucho y bien conoce el carácter femenino. En su afición a las modas, en su trivialidad mundana.

Con mirada de águila parece intuir la debacle de lo que se llama en occidente la “prensa rosa”, basada en el cotilleo y los convencionalismos y los últimos romances cortesanos. Es pesimista acerca de la mujer, siempre tan cambiante en cosas relacionadas con el afecto, y de una gran capacidad para el disimulo. Pero esta misoginia no le impide decir que estas cabecitas locas sean la sal y la pimienta de la vida. Sólo por amor merece vivirse.

La acción se nos queda in medias res, cuando el moro Ibrahim, un personaje que nos hace pensar en Otelo, regresa a Petesburgo y a propuesta del propio zar pide la mano de la hija de un boyardo, en el cual encuentra reticencias.¿Qué pasó de la condesa X? Al principio, llegan de París cartas apasionadas, pero el gran incendio de pasión en esta relación adulterina poco a poco se va enfriando, hasta no quedar ni siquiera rescoldos. La condesa , y esto lo sabe a través de su amigo, Korsakov, encontró a otro.

Aborda, asimismo, con esa clarividencia del genio para intuir problemas universales de monto, como es el de la paternidad biológica. ¿Qué hacer si nuestra mujer da a luz un hijo negro ? Parece ser que debió de haber sufrido esta tragedia el propio  Pushkin, muerto en un duelo por salir en defensa de su honra, una honra y un honor que, para desgracia nuestra, emplazamos los hombres de la cintura para bajo, en las partes menos nobles de nuestro cuerpo, a los treinta y ocho, sobre sus propias carnes. Siendo él de raza bereber, estuvo relacionado con dos mujeres. Una le dio una hija de color trigueña y la segunda - esta sí - parió ocho mestizos o cuarterones, que llevaban la firma genética  del padre. En el primero de los casos, las dudas, conducentes a la irrisión, son flagrantemente  espantosas. Pero así es la condición humana.

No podemos cotejar este dato del todo, porque la vida sentimental del autor fue siempre turbulenta, pero lo que sí se puede garantizar que esa mezcla de razas y de colores en el tálamo nupcial fue el problema de uno de sus abuelos. Hoy se habla de “melting pots”, de “limpieza étnica” y del “juntos pero no revueltos”. La raza blanca, predominante en las diferentes culturas que conocemos, ¿ está llamada a desaparecer?


Como procedente de origen africano al gran escritor ruso no se le podía ir de las manos esta interrogante. Hay que decir que su visión acerca de este contencioso de tanto momento no se parece al de ningún autor eslavo. El enciclopédico ilustrado ya estaba dando las pautas del acontecer en las relaciones inter étnicas. Es una pena que no le diera tiempo a terminar esta novela, tan trabajada y pulida no solamente desde el punto de vista literario, sino también histórico. Se documentó en un antepasado suyo, un esclavo egipcio que manumitido por el zar fue enviado a Paris. Allí participa en la guerra de Independencia de España al lado del invasor francés. Vive en París una gran aventura con una dama noble. El marido nunca llegó a enterarse de esa relación que dio su correspondiente fruto, pero la pericia de ayas y de amas de cría hizo que se permutara al hijo del negro con otro de color huerito, y aquí paz y después gloria. Regresa a Petrogrado, pero su nombramiento como privado del monarca parece ser que despierta envidias y recelos entre los boyardos. Ahí concluye la novela.

 

 

 

Si las novelas de Dostoievski son como peregrinaciones al mundo del subconsciente, y de la misma manera que Gogol fabrica esperpentos, o de la pluma de Gorki surgen salmos sin parar, y Chejov compone sonatas, las obras de Pushkin asemejan oberturas, que conducen a la gran sinfonía total. Su prosa y su poesía rezuman una magia iniciática, algo inasible, que es música, pero también especulación profética. Su palabra se cumple y es por esto por lo que sus escritos no han perdido lozanía y se muestran vivos y palpitantes. Están de plena actualidad al cabo de dos siglos. Esta preeminencia, en virtud de la cual los poetas gozan en cierto modo de la sabiduría divina, avizorando el porvenir y los arcanos de la historia y de la psicología humana, es algo que las musas reservan a unos pocos elegidos.

Él mismo debió de pertenecer a alguna sociedad secreta. Esta filiación masónica sale a la palestra en otra extraña composición corta, El Ataudero, una especie de danza de la muerte dieciochesca, o sottie medieval, al estilo de François Villon, o de los laberintos de fortuna de Juan de Mena, en el que el humor de un fabricante de catafalcos, un oficio en el que no suele haber paro, triunfa sobre el macabro espectáculo de los muertos resucitados. Este cuento sigue la línea fantástica de la novela gótica. Adrián Pjorov es invitado a la fiesta por su vecino, un zapatero alemán, por nombre Schultz. Al pobre fabricante de cajas le falla sólo una cosa: su falta de sentido del humor, pero los muertos parece ser que gozan de excelente salud y  tienen buena memoria. Así el primer usuario de uno de esos pijamas de madera que él fabricaba, un sargento de artillero al que vendió un féretro de pino haciéndolo pasar por uno de roble, acude a echarle en cara su ingratitud.” Remuérdame: soy tu primer cliente. Me enterraste en 1799 en una caja de pino y me hiciste pagar una de roble. ¿Por qué lo hiciste, Adrián Pojorov, bribón? Eres un bellaco”. Todos los muertos que se daban cita en aquel corro secundaron las palabras del sargento, recriminaron terminantemente al ebanista de la última manda  su mala acción He  aquí que éste perdió su presencia de animo ante la demanda del sargento Kirikuñin, su primer cliente, al que recordaba al cabo de tantos años.  El fabricante de ataúdes se siente confundido y humillado, para, al despertar, darse cuenta de que todo no había sido más que una pesadilla que aquejaba al buen artesano de últimas voluntades. Un sudor frío bañaba sus sienes.

Sucede con frecuencia: a veces la realidad supera a la fantasía. Los muertos que nunca se quejan pueden rebelarse ante la avaricia, la cólera y la crueldad de los vivos. Saldrán de sus sepulcros para zarandear por la solapa a los asesinos y gritarles:

- ¿Por qué lo hiciste, hermano? Ningún mal te inferí y tu viniste a derramar mi sangre inútilmente.

Es la eterna queja del justo Abel ante Caín, el homicida.

 Ojalá, voto a bríos, que ese desvarío onírico que aqueja al personaje de Pushkin la tengan hoy en mente los gerifaltes otanianos que están dando tanto trabajo a los enterradores de Belgrado, Kosovo y Metopia, para que sus crímenes  de lesa humanidad pesen sobre sus conciencias. ¡ Así revienten los tiranos!

De ordinario, Pushkin escribe con un guiño pícaro en los ojos para el lector, que refleja su gusto por la vida al tiempo que trata de presentar una visión irónica del mundo. Al igual que Cervantes, al que imita en su tolerancia y en su compasión, su objetivo no es la carcajada, sino la sonrisa. Para reír a mandíbula batiente, hemos de acudir a Quevedo o a Gogol.  Entrambos ofrecen un inquietante paralelismo, que merecería el interés de los especialistas en literatura comparada.

Sin embargo, reiteradas veces remonta el vuelo, alzándose hacia las cimas proféticas del Águila de Patmos. Los grandes escritores no solamente saben definir el carácter de una raza o de un pueblo, sino que también atisban su porvenir. Modulan estereotipos universales. Sus hormas valen no solamente para un solo país sino para la humanidad entera.


En tal sentido, no deja de ser reconfortante a la vez que misterioso releerlo en estos tiempos de guerra, cuando, con un empecinamiento y tesón de pesadilla, los aviones otanianos martirizan Yugoslavia. Hay que volver a inventar palabras en el diccionario, porque la escena de la capital Serbia bajo las bombas  recuerda el rostro crucificado de Coventry. El coventrizar de 1941 se parangonan con el “belgradizar” de esta ultima primavera del milenio, colofón de un siglo cruel. ¿Se dieron cuenta ustedes que el fin de este siglo consta en sus siglas de un 666 al revés? Hay funesto en el guarismo. Han llegado los apóstoles de la cruz invertida. ¿Será esta la hora de las tinieblas que nos anticipó Jesucristo en el Huerto de los Olivos?

 El cuatrero Clinton asesorado por esa nueva Semiramis de la venganza, que se llama Magdalena Albright, y el manso y tornadizo Solana, con la asistencia de ese acólito con cara malvada, presente en las comparecencias y ruedas de prensa, ya tan rodadas de Bruselas, que se llama Jaime Shea, y al que yo llamo el chusquero de Dagengham, pues su acento no puede ocultar que debió de nacer en Romford o en alguna ciudad dormitorio al Este de Londres, nos asedian y entristecen con sus eufemismos y patrañas sobre bombardeo filántropo, guerra humanitaria, escudos humanos, paz armada, fuego amigo, solidaridad encarcelada, refugiados, que, como no son personas sino cifras para un suma y sigue macabro o pretextos para cebar una causa descabellada, y todo ese doble lenguaje anfibológico, lleno de trampas y de añagazas, que, en boca de los aliados revalida los principios de Goebbels, ministro de propaganda hitleriano, de que una mentira repetida mil veces se convierte en dogma de fe, y que la maldad puede llegar a ser bondad axiomática. Me abruma esa continua y descarada distorsión de los hechos objetivos, y el cínico doble lenguaje de los esbirros de Yugoslavia.

 A los que han violado el derecho de gentes, y bombardean Prístina, la suerte de los kosovares, por la que dicen haberse alzado en armas, les importa un ardite. Es a hundir Europa y a convertirla de nuevo en campo de Agramante, mediante el enfrentamiento de Rusia y Alemania, a lo que juegan. Su coartada es la idea de vengar a unos pocos turcos cuyos fueros dicen haber sido conculcados por Belgrado. Pero el objetivo más allá: la destrucción de Europa. Para ello han recurrido a la alquitara de las luchas étnicas, los nacionalismos, la creación de un estado de tensión general que degrade la convivencia entre las regiones. Hay mucho de alambique sociológico de recetas preparadas de antemano por el Pentágono. Dentro de esa envoltura triunfal se esconden muchos caramelos envenenados.

 Los que exterminaron a todos los sioux y a los apaches de América del Norte se alza ahora en campeones del mestizaje cultural a través de un vocablo tan malsonante como apocalíptico: la limpieza étnica. Que suena a detergente ,a camara de gas y a morgue. No pueden sosegar. Tienen que estar todos los días poniéndonos cadáveres sobre la mesa. La muerta está servida, mi general Clark.

¿Nunca sabrán entender que Pushkin era un criollo y fruto serondo  de la cultura del mestizaje o fusión de razas, que ha sido la característica del cristianismo ? Rusia y España, dos naciones acostumbradas a vivir en la frontera, situadas frente al islam y frente al turco, y que forjaron su destino mirando hacia la cordillera del Atlas o hacia el Caúcaso, saben muy bien que esta es una cuestión delicada en la cual ciertos errores o condescendencias se suelen pagar con alto costo de sangre. Sin embargo, los hijos de Buffalo Bill se empeñan en balcanizar el Viejo Mundo. Un antiguo  refrán español enseña que conviene la armonía y que “hay que vivir juntos pero no revueltos” y los españoles sabemos por excepción que el musulmán no se integra y que trata de imponer su religión y sus costumbres adonde quiera que va. Acaso de lo que se trata es no ya meramente de conseguir que Europa sustituya los minaretes de las mezquitas por las espiras de las catedrales góticas sino de tornar la cruz del revés.

Estamos a las puertas del siglo XXI en los preludios de nuevas y terribles guerras religiosas. 


¡Oh, Jimmy Shea, deja de atormentarme con tus frases que son pedruscos, y tu retórica encendida, de una contundencia tabernaria ¡Oh, William Clinton, macarra de Kansas City, en vez de hacer una guerra lo que en realidad te convendría es una visita al urólogo!  ¡Oh Magdalena, la del culo en pompa, la nariz ganchuda, la pierna garrida y toda la saña del sanedrín en la mirada, aunque digas haber venido al mundo en Checoslovaquia, ya se te pasó la edad de lucir escotes y pasearte por el Pentágono en minifalda, porque nunca dejarás de ser una paleta de Praga, Mesalina insatisfecha, cruel, ninfómana. No alces tu mano cainita contra la cara del pueblo serbio, que es también pueblo de Dios, y que es también Israel, ¿oíste? Échate a temblar ante el brazo del Todopoderoso. Te quedan pocos meses. Un cáncer te roe la matriz. Dos pólipos enormes te están royendo las entrañas. Arriba se está preparando para ti, ramera malvada, la hora de la venganza. Has de hacer penitencia. 

 A Solana ni lo miento, porque es el hombre gris, el perrillo de aguas que ladra bajo las patas del dogo, manso, traidor, tornadizo, una peligrosa insignificancia, cumbre de la ambición, y sobrino de aquel eminente don de Oxford al que llamaban “tonto en siete idiomas”, pues su tío abuelo, don Salvador de Madariaga, era la vera efigie de don Opas, un verdadero judas a la hispana.

Ninguno de estos  personajes de la trinca infame, que golpea con nubes de fósforo y trilita, y suelta de las panzas de los B52 cargas radiactivas sobre guarderías, manicomios, escuelas, hospitales e incluso cárceles, o destruye los hermosos puentes sobre el Danubio, debe de haber leído una novela tan impresionante, por el lenguaje, o las matizaciones psicológicas sobre todo en lo que se refiere al corazón de la mujer ( y en él late el corazón de los pueblos, aunque se diga que las damas no tengan bandera) como Eugenio Oneguin. Los matones no leen. Sacuden, matan, bombardean, pero creo que cometen un error de bulto al menoscabar a Rusia y a todo lo ruso.

Tal vez estén hipotecando su propio futuro con tanta jactancia, pero les convendría enfrascarse en la lectura de este gran escritor que sólo vivió desde 1799 hasta 1837 y murió en un absurdo lance de honor. Nacido  tal día como hoy, un 26 de mayo, de hace dos siglos[25] pero que, pese a lo corto de sus días ,vivió muy intensamente y su pluma y su mirada entendieron el mundo y supieron calar hondo en los misterios de la condición humana.

Con no ser un escritor político, ni patriotero, es la esencia del patriotismo, aunque para entenderle del todo quizás tenga que ser ruso y habitar esa maravillosa lengua por él inventada y recreada, porque fijó con la calidad de su estilo lo que hoy se considera ruso moderno. Bajo sus auspicios llega a alcanzar una perfección homérica. Tampoco conviene dar de lado al poder premonitorio de su escritura. La escritura pushkiniana está trascendida de esa clarividencia, que  debería llamar la atención de los que pierden la piel del oso antes de cobrarla.

Mejor que nadie Nicolás Pushkin supo penetrar en el enigma del alma eslava. Rusia es como una “matrioska”. Debajo de una figura se esconde otra, y otra, y otra. Es el misterio de la Dama de Picas. Nunca se llega al fondo. En Roslavlev, un cuento ambientado en las guerra napoleónicas narra la historia de una jovencita afrancesada de Petesburgo  admiradora de todo lo europeo, que lleva una vida disipada de modas, saraos, bailes y salones, amoríos. Sin embargo, cuando las tropas del general Bonaparte entran en la capital, se apresta a la defensa contra el invasor gabacho -un caso muy parecido al de Agustina de Aragón- y se enamora de oficial caído en Borodino. Son los propios moscovitas los que prefieren la muerte en holocausto antes que rendirse ante el sitiador extranjero y son ellos mismos los que pegan fuego a su querida capital. La historia de Polina, que así se llama la heroína, concluye con una advertencia profética sobre la capacidad de sacrificio del pueblo moscovita, aparentemente indolente y derrotado, pero que, de repente, espoleado por alguna causa exógena, se crece como enardecido y transformado por la llama de un fuego sagrado:

Es posible -dijo ella-que Sinecure tenga razón, y que el incendio de Moscú sea obra de nuestras manos. En tal caso, yo me enorgulleceré siempre de llamarme rusa.¡Todo el mundo quedará atónito ante la magnitud del sacrificio! ¡Jamás Europa se atreverá ya a luchar con un pueblo que se desgarra con sus propias manos e incendia su ciudad!”  


El párrafo tiene una vigencia perentoria en el día de hoy. Si volvemos la oración por pasiva, Moscú puede ser perfectamente mañana lo que hoy es Belgrado. Las enseñanzas de esta pieza narrativa del vate  debieran de disuadir a los Napoleones y Hitler de turno a cualquier despropósito o aventura militarista. Que se aten los machos, que se lo piensen dos veces. Rusia posee un alma fuerte y robusta, y Rusia es Pushkin, un inmenso Volga cuya navegación no encuentra confín. Se sabe depositaria del destino de la humanidad, porque siempre fue guiada por un afán mesiánico y redentorista. Sabe que la violencia y la fanfarronería no es más que un síntoma de debilidad (los americanos se han dedicado a hacer la guerra y molerle las costillas al prójimo porque son un pueblo sin apenas historia y con demasiados complejos y tratan de disfrazar en matonería su flaqueza). Suelen actuar con nocturnidad y alevosía, llevando la guerra siempre lejos de sus fronteras, para que no les salpique la sangre de sus propias víctimas. Es la enseñanza que se saque del análisis de su cobarde y maquiavélica conducta en las dos conflagraciones mundiales del siglo que acaba.  En esta de Yugoslavia parecen haber cometido un error de bulto al precipitarse.

No convendría tampoco exasperar a Rusia, porque el tigre en letargo puede  despertarse y sus garras son poderosas y su casta tan valiente que no vacilará en desgarrar su propia piel antes que entregarse.

El arte de la novela rusa, de la cual Pushkin es el puntal señero, parece en desacuerdo con aquella teoría de que la literatura ha de encauzar sus pasos por un trazado previsto, convencional y escéptico, distanciado de su objetivo. Ha de ser la literatura mansa y subsidiaria del poder, ora mediante el panegírico a los valores del sistema o mediante la evasión, y, en último término,  pesimista sobre la condición humana y su futuro.

En los rusos, por el contrario, palpita un aliento espiritual, profético, algo relacionado con el carisma divino y el Evangelio. De ahí que autores como Pushkin, de escasa raigambre o convicción religiosa en apariencia, resulten antenas señeras del pensamiento  cristiano, optimista, regocijado y lleno de alientos. No se propone en sus libros ser mesiánico, y, sin embargo, nunca deja de serlo. Propone al mundo un programa de salvación mediante la palabra.

 

Antonio Parra Galindo

23 de mayo de 1999

 

Escrito en Madrid, en homenaje al gran autor, con motivo de cumplirse su bicentenario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

27 de mayo de 1999

Sr Doña Asia Safina, periodista y escritora, Radio LA VOZ DE RUSIA, Moscú.

Muy estimada Asia:


Con motivo de celebrarse hoy dos siglos del orto del gran Pushkin, me he atrevido a componer este ensayo, en el que abordo la figura desde un ángulo personal. Es un capitulo de un libro sobre autores rusos, en el que estoy enfrascado, y que espero pronto poder terminar.

No se si habréis recibido una carta que envié el 24 de marzo. De cualquier forma, esta guerra en Yugoslavia está siendo una pesadilla para mí al igual que para muchos de nuestros compatriotas, que amamos la paz y la tranquilidad. Rezo para que concluya pronto.

Su Santidad el patriarca Alexei ha definido esta campaña como el deseo de unos pocos de “imponer su voluntad a muchos”. Esa afirmación muy cierta es.

 Convertir Belgrado en polígono de tiro y alegar que se está defendiendo la vuelta a casa de los kosovares me parece, amén de un atropello de la verdad y de la justicia, conculcando las normas de convivencia internacional y el derecho de gentes, un acto monstruoso. Pido a Cristo bendito que se acabe el sufrimiento de la mártir y admirada Yugoslavia.

Según expongo en mi humilde artículo sobre Pushkin, sentí un estremecimiento interior cuando en una de sus obras analiza el carácter heroico de los moscovitas, quienes , para derrotar al Corso, no vacilaron en pegar fuego a su ciudad. De esta actitud numantina participa el pueblo serbio. ¡Que Dios les proteja!

Son mis hermanos ortodoxos los que sufren el acoso de la belicosidad y la tiranía arbitraria e hipócrita. Ellos no son los agresores sino los agredidos.

Por lo demás, yo estoy mejor de salud, gracias a Nuestra Señora, a la que he honrado todo este mes de mayo con el rezo del rosario y el canto del “Akathistos”. Me impresionó mucho lo que me cuentas de que un icono santo ahí llora lágrimas de mirra. Quizás nos encontremos en los pródromos de la segunda Venida del Señor, pero de cierto no sabemos nada, aunque estoy seguro de que los impíos serán castigados. También me conmovieron unas imágenes que pasó nuestra televisión de un soldadito ruso caído en Kosovo. Mostraron sus pertenencias personales y eran una imagen de la Virgen María y otra de Cristo en que se leía “Cpasitely”.  Quiera Nuestro Señor que la sangre de este mártir sirva de abono de victoria de los que pelean contra la injusticia y maldad.

Escucho vuestros programas todas las noches. Quisiera felicitar a María Ivanova por su cumpleaños que cae el primero de junio. Os deseo, paz, salud y alegría en medio de los tiempos tan poco pacíficos, ensangrentados por la prepotencia, la amenaza y la desdicha, que nos cercan. Y os envío un abrazo . Queden todos con Dios. Y confío que mi colaboración, que os remito, sea de vuestro agrado. Gracias , hermana Asia, ya sabes que oro con fe y esperanza por Rusia y por la salvación del mundo. Ojalá que el duro corazón de los gerifaltes se ablande a la vista de tanto sufrimiento. La injusticia de los que avasallan no podrá triunfar.

Vuestro afectísimo

Antonio Parra Galindo

 

 

7 de julio de 1999,

Dia de San Fermín


Asia Safina,

Redactora y coordinadora del programa MOSAICO,

Radio LA VOZ DE RUSIA

Moscú

Querida Asia Safina:

Muchísimas gracias por haber insertado algunos párrafos de mi pobre homenaje al Gran Pushkin. Con sumo gozo escuché tu voz, porque los viernes, ya desde hace unos cuantos años, siempre me habéis tenido entre vuestros entusiastas escuchas. Este maravilloso invento que es la onda corta, en la que el sonido es llevado por las alas del serafín, es algo que Dios nos da para mantener comunicados a los seres humanos, sin diferencia de razas, ni de color, de latitud o de idioma.

Os felicito a todos porque habéis hecho una gran labor al servicio de la verdad y de la justicia durante esa pesadilla que ha durado 72 días del ataque contra Yugoslavia. La multitud de cartas que han inundado vuestra redacción demuestra que la mayor parte de la humanidad no está por la labor de la guerra. Los que amamos la paz mucho nos hemos honrado con vuestras audiciones. Una vez más, gracias Rusia, puesto que gracias a ella se ha evitado estas semanas de atrás el estallido de una guerra nuclear.

Jeltsin, por el que este pobre pecador elevó sus oraciones y pidió a Nuestro Señor que nos le conservara ya hace más de un lustro( mis plegarias fueron atendidas y que Dios le guarde muchos años), se ha portado como lo que es: un gigante político. Y lo mismo digo del admirable canciller vuestro de Exteriores, Ivanov, que es un sabio y al que he admirado desde que era embajador en Madrid. Ha demostrado su gran talla de estadista, pues no ha actuado como un simple ministro de Exteriores que defiende los intereses de su país , sino en nombre del globo terráqueo. Incluso la jugada de meter a un contingente de paracaidistas rusos en Pristina antes que llegasen los aliados ha sido un golpe de efecto maestro, que avala  genialidad y sabiduría casi divina. El bendito Arcángel Miguel inspiró esa movida, porque, de lo contrario, humanamente es imposible. A veces Dios confunde a los soberbios y exalta a los humildes. Los petulantes británicos se quedaron con un palmo de narices.

Rusia ha sabido estar a la altura de lo que es: una gran potencia de la paz.

Quizás estemos aun muy lejos de alcanzarla en los Balkanes, quizás, mediante las insidias y las presiones, consigan derrocar a Milosevic y poner allí a un “quisling” serbio.

Sin embargo, ello no es óbice para que yo siga pensando que tanto Solana como Clinton y sus comparsas han cometido una torpeza incalificable al violar el Derecho de Gentes.

El mundo, después de esto, tendrá que abrir los ojos. Las masas, intoxicadas por la feroz propaganda, tendrán que aprender a pensar por sí mismas.

Estos días cantaba yo muchas noches ante el icono de San Nicolás y el del Santo Rostro, que gentilmente recibí de vuestra generosidad el himno del Magnificat que brotó de los labios de la BOGORODITSA y que reza así:

Magnificat anima me Domino. Et exultavit cor meum in Deo Salutari meo. Quia respexit humilitatem ancillae suae. Ecce enim ex hoc beatem me dicent omnes generaciones. Quia fecit mihi marabilia qui potens est et sanctum nomen ejus.


Misericordia ejus a progenie in progeniem timentibus eum.  Fecit potentiam ex brachio suo et dispersit superbos mente cordis sui. Deposuit potentes de sede et exaltavit humiles. Esurientes implevit bonis et divites dimissit inanes. Suscepit Israel puerum suum recordatus misericardiae ejus.  Sicut locutus est ad patres nostros, Abraham et semina ejus in saecula.

_

Blagoslovie duscha maia Gospodii y moi tsertse radiltsa na Bogy moi spasitlei. Potamusta On rasmatribal skromnosty rabia sibiá. Bot cichas chto vcia pokolenia vznalsaia minia Bogodoritsa. Pottamys ta delal na miñié zamechalnia dela.  Costradanie yevó y va vieki vekov. On kriopki i c ryko yevo delal cily i obratil po pobegy moguchie. On razryschal visokomerniee i ponialsia scromniee. On pital golodix i otpravialtsa kormivnniiee. Izrael poluchil sbin sebia potamuchto on vminial sostradanie Bogy. Kak on obeschal naschami otschamy, Abraam i bcie pokolenia yevó. Amin. ( He intentado traducirlo al ruso, excusen las concordancias vizcaínas)

El versículo que dice “depuse a los poderosos de su trono y exalté a los humildes” se ha cumplido por estos días.

¡Qué grande y que bueno es Dios, Asia Safina! Nunca falta a su palabra.  Por mucho que nos empeñemos los hombres en desbaratar su obra, nunca irán las cosas más allá de lo que Él quiera. Nunca puede ser el cuervo más negro que sus alas. Sirva esto de aviso para los impíos que alientan la construcción de una nueva Torre de Babel. ¿No es esto a lo que aspira el Nuevo Orden otaniano ?

Hágase su voluntad.

En este canto de la Santísima Virgen está condensado todo la esencia mística de Israel de la que comulgo y me siento participe, pues  hay dos clases de elegidos, los que ven a Dios y los que luchan contra Él. Humildemente, yo quisiera estar en el primer cupo de judíos, de los que glorifican a Cristo. La humanidad no puede caminar de espaldas al Calvario ni al Sinaí. Nunca renegaré tampoco de mi raza. Y es precisamente por eso, por lo que a los ojos del vulgo soy un perdedor. Porque siempre denunciaré la injusticia, porque me gusta la paz y el perdón de los santos de Israel. detesto el odio y la revancha tanto como me veo en obligar de denunciar la iniquidad. Creo que a la luz de esto comprenderás la cólera de mi anterior carta. Soy incapaz de transigir con la prevaricación, y es que estas semanas de atrás vi surgir la torvo rostro de la Bestia. Ahora ha vuelto a hundirlo, pero, descuida, que volverá a levantarlo, el Ángel de Tinieblas odia a los Hijos de la Luz.

En fin, entrañable señora, me huelgo mucho con poder escribiros. He seguido los últimos mosaicos y su descripción de las lejanas tierras del extremo oriente. Cuanto me gustaría poder visitar algún día en el monasterio de Valaam. Tengo algunas grabaciones religiosas de aquella comunidad, porque los monjes tienen un rito distinto y una forma de plegaria especial, muy sentida y solemne.

Fue para mi una sorpresa conocer de tus orígenes tártaros. Debe de ser por esto, por lo que eres  tan entrañable, tan cordial, y tan eximia amazona. Los calmucos es la raza que mejor monta a caballo. Eso lo llevas tú en el torrente de la sangre. Habrás probado la leche de yegua y sabrás hacer el” kfir”, secreto de la salud y de longevidad de aquellos pueblos que están a la otra orilla del Volga. También mis felicitaciones por tener un nietito de seis años. Nos vamos haciendo viejos, Asia. Pero , que importa, el corazón sigue siendo joven.

Beso tus manos y deseo que haya paz en el mundo y mucha salud y amor para todos. Es lo que os desea este oyente español.  Que el verano sea mejor que la primavera a causa de la funesta guerra que nos ha sacado a todos un poco de quicio.

Vció Xaroshevo os desea Antonio Parra, entusiasta de la Voz de Rusia

 

            CORRESPONSAL   EN NUEVA YORK 

                     

por Antonio Parra.

 

                                               XXX

Para Félix Ortega Muñoz, que fue el maestro de todos. Él monta guardia ya más arriba de los rascacielos destruídos.  Los grandes periodistas como él nunca morirán. Se desvanecen, se desciñen, se desentienden.

 

Con una estampa de la Santina en bolso y bastante miedo en el cuerpo me acuerdo de mi arribada a NY tal que una noche de san Andrés de 1976. Estaba nevando o a punto de hacerlo en honor de aquel refrán que dice: Por los Santos nieve en los altos y por San Andrés nieve en los pies. Cuando en América se acatarran aquí cogemos unas pulmonías de espanto.

 Era una tempestad de granizo casi tropical lo que caía terciada con hampos de una nevasca rusa que descendían perezosos sobre la cima de los rascacielos y el viento huracanado jugando a capricho con la aeronave. Por un instante creímos que nos ibamos a estrellar contra las Torres Gemelas. Allí vi un signo de los días porvenir. El horrísono espectáculo para los hiperestésicos como yo no es nuevo. A  Nostradamus lo he vivido en mis propios huesos. La fatalidad muslímica frente al destino. Makfut. Está escrito.

Desde entonces, y aunque salí de aquélla y de otro accidente que tuvimos en Lisboa, se incendiaron dos motores en pleno vuelo, a raíz de mi accidentado aterrizaje en la Gran Manzana, he tenido pesadillas columbrando aviones que caían sobre el World Trade Centre. También la torre Eiffel y el embudo donde se encastilla el Big Ben, torre del parlamento de Westminster, pero sobre todo las torres Gemelas eran el tema recurrente de mis cefaleas oníricas. ¿Occidente en la encrucijada?


 Hasta escribí una crónica y creo haber entregado algún despacho anticipando esa experiencia apocalíptica de las Torres Mellizas derrumbándose que ha puesto al mundo los pelos de punta. Y la obsesión me ha martilleado muchos años porque Nueva York es algo que imprime carácter que cambia la mentalidad y el modo de ser de las gentes. Allí mi vida experimentó un giro de varios azimutes. Y silbé sus “blues” bajo la autoridad de Frank Sinatra, un neoyorquino típico: “I love New York. New York”.

En América todo es grande y es extremo. Las montañas. Los huracanes. Los hombres y las mujeres; allí se encuentran los más altos y los más bajos, los más guapos y los más feos, los flacos como leznas y los más gordos pues dicen que Nueva York, donde abundan los “fatis”, cambia hasta el metabolismo y a mí me ocurrió Las ciudades. Los árboles más grandes como el alerce de las Rocosas o las secoyas de California. Se lo pasan allí en grande los estadísticos, los amigos de los contrastes y todos aquellos que sienten pasión por evaluar las contradicciones, sinrazones y a veces maravillas de la raza humana. América casi carece de raseros y de varas de medir. Hasta climatológicamente las subidas y bajadas del mercurio de tan bruscas carecen de parangón. Se pasa sin solución de continuidad de una mañana calma de primavera a una tarde de calígine para luego tener una noche de escarchas. “If you dont like our weather, just wait” (Si no te gusta nuestro clima aguarda un segundo), advierten los castizos de Brooklyn. El viento te zarandea y no hace música con las hojas de las parras como el viento de mi pueblo.  Tiene algo de fetichista. Nueva York es un amor y un odio a la vez. Sin tasa. A palo seco. Se colma el vaso. Se dobla la medida.

Esta volubilidad a mí me parece que influye en la forma de ser de los habitantes con bruscos cambios emocionales que hace que no se asuste el neoyorquino de nada. Y se asusten también de todo. Allí suele tomarse la vida muy a pecho puesto que para sobrevivir hay que ser un adicto del curro. Como aquel Herbie, el transcriptor de mis crónicas en la ITT de la Onu, un judío entrañable. El pobre se fue a morir a Miami a un cementerio de elefantes. Que así se llama en el lenguaje coloquial a los que se jubilan y lo peor que le puede pasar a un “newyorker” es jubilarse.

Y es que allá cuando llueve, es el diluvio y si truena o cellisca lo hace a conciencia y de verdad.


Iban a ser cuatro años de experiencia sin precedentes. De calores húmedos en los cuales se podía cortar el aire con una navaja y de hielos espantosos.  Recuerdo la morriña que me invadía todos los veranos al regreso de las vacaciones en Artedo con sus mareas cantábricas, un verdadero servicio de limpieza costero que no existe en la Bahía del Hudson de aguas contaminadas a causa del carboneo y el intenso tráfico náutico que ha degradado a las playas como las de Long Island consideradas como las mejores del mundo; una vez fui a bañarme a los Kills de Staten Island, un marasmo de galipote, y por poco perezco, añorando las olas de mi Cudillero, no a causa del agua sino en el cieno de las cloacas y de los vertidos de los basureros oceánicos. La costa era hermosa con una de las panorámicas más excelsas que cautivaron a los padres pioneros y hacían alegrarse a los piratas que hostigaron a la escuadra española a barlovento y sotavento de las Antillas. Hoy no hay ningún recodo practicable a causa de la polución fabril. Un indicio de lo que puede venir porque hay que considerar a la Gran Manzana un laboratorio del futuro. Es una prolepsis, no una analepsia. La historia sirve de poco. Es mucho más esta ciudad de aristas y de cuchillos de cemento y fibra acrílica de su perfil proyectado hacia lo alto en un afán misterioso de rabia y de desesperación de la técnica para vencer la ley de la gravedad y ganar la del más allá en un citius, altius, fortius en desmesura, que anales. Allí no hay cronicones pero durante cuatro años yo iba a ser cronista de un tiempo crítico y de catarsis, entrado el último cuarto del segundo milenio y asomandose al tercero con la globalidad en puertas, la crisis del petróleo, la era Carter y la supremacía total de una américa prodigiosa capaz de vencer a todos pero incapaz de explicarse a sí misma y con telones de Aquiles como aquel que yo atisbé en aquellos dos tolmos desafiantes al cielo y en el que yo detecté ya barruntos de inestabilidad babélica.

 De la parte de New Jersey las tardes que cambiaba el aire llegaba una hedentina que quemaba los ojos y las narices. Allí todo era grande y distinto. Hasta el tufo. La naturaleza, más joven que en la vieja Europa, observa un comportamiento más vigoroso e imprevisible. Allí todo es grande, vuelvo a repetir, hasta los atentados como el que acabamos de presenciar horrorizados a través de la CNN. En los famosos Kills se entierran ahora los cascotes del desastre y Staten Island era y lo sigue siendo la isla de los muertos. Gestaten, en alemán y en holandés vale tanto como inhumación. Yo estuve allá. Allí viví entre las barcazas onerarias con cargamento basurero y los estridentes gritos de esas aves inquietantes, como mujeres fuertes del aire, estragadas, insaciables con picos como fórceps, las gaviotas.

 


Habíamos tenido un vuelo con turbulencias. La aproximación a Kennedy la hizo el piloto con mucha cautela. Estuvimos dando rodeos a la vertical del cielo de la Mejana Inmensa que es la isla de Manhattan, a la que llaman cariñosamente Big Apple (la gran camuesa) los neoyorquinos, gentes de todas las etnias y razas que han aprendido a convivir en armonía y sin problemas, dentro de lo que cabe, formando ese caldero o melting pot que demuestra que los caminos del mundo no son los de la xenofobia sino los de la xenofilia y benevolencia hacia el forastero, el meteco o el espaldas mojadas que llega en busca de acomodo y de un futuro mejor. Allí uno nunca se siente de fuera. Pero convertirse en un vagabundo es cosa fácil. Ser un “dropout”[26] en el gran rompeolas del capitalismo, marcada por los abruptos contrastes, representa un riesgo muy a tener en cuenta en estas calles que sólo dejan paso al más fuerte y al más audaz. La visión de los rascacielos con calles a sus pies heridos por la sombra, desgalgaderos a los que no llegan rayos solares en invierno, esos crómlechs de la nueva edad de piedra que aguarda tras un holocausto nuclear, evoca esos diagramas de fiebre a los pies de la cama de un enfermo grave, con sus subidas y bajadas, pico y valles de la fiebre. ¿Estará la humanidad enferma de muerte?

Sentí claustrofobia, agobios. No se me ha pasado desde entonces el síndrome de Estocolmo. La primera impresión es la de una ciudad terror, capital de un estado terrorista con complejos de Babel. El que ama el fuego se quemará.  El cine ha presentado una versión vía Frank Sinatra de paraíso del que trepa, ganga de los nuevos buscadores de oro. Y una verdadera Arcadia de semblante cosmopolita.

Esto no quiere decir que sea una megapolis cómoda o fácil ni el Edén, porque se lleva una vida que no es para llegar a viejo. Es una ciudad bronca donde todo es difícil y  donde nunca hay que bajar la guardia pero allí se percibe un halo de humanitarismo tierno bajo la hosca corteza del neoyorquino quien, cuando habla por cierto lo hace con palabras precisas y como con barbas. Su “slang” o jeringonza es uno de los más interesantes por sus alardes de precisión y de fantasía.


Puede decirse que el cheli y el pasota madrileño lo copian. Hasta el punto de que allí la sabiduría se aprende en la calle. Street wisdom y street wise[27] son dos palabras que  conviene aprender. Sin una orientación y una buena aguja de marear te caes pues refiere un viejo dicho local “nice guys here dont last” (los buenos chicos aquí duran poco). Están acostumbrado a las emergencias. Siempre están pasando los bomberos. El caldo de cultivo es el ruido y las sirenas de los apaga incendios constituye un señuelo de la urbe bajo el dominio de la alarma y la contaminación acústica. Lo que más me sorprendió al principio es que la radio ensayaba simulacros de un posible ataque nuclear y llevaba a cabo tests de evacuación a los refugios que terminaban todos ellos con la muletilla de un locutor con tono de voz casi apocalíptico: “Esto no fue sino una prueba. De haber sido una emergencia real, les hubiésemos facilitado las precisas instrucciones”. Me dio la impresión de estar aterrizando en un país que vivía en estado de guerra y la primera es la impresión que más vale. Los americanos conciben la vida como eterno combate haciendo suyo el aforismo paulino de que la vida es milicia y siempre tienen que tener un enemigo delante o estar haciendo la guerra a alguien. Probarse a sí mismo. Demostrar que más valen. Y su cultura no es una cultura humanista, sino de gags y de consignas.

   Es el mejor inglés jamás escuchado y eso mismo me decía el querido periodista y novelista gijonés Faustino G. Ayer, un enamorado de América y de todo lo americano (los dos ibamos a comprar el pan juntos a una tahona italiana de la ciudad baja, down town) que conocía bien New York, claro dentro de un límite porque en este foro mundial todo se mueve y cambia de sitio casi de una semana para otra.

 Todo parece en perpetua catarsis y siempre confunde, siempre sorprende. Con este colega asturiano también tomé copas en el bar cerca de Trinity Place donde acostumbraba a beber hasta quedar tendido Dylan Thomas. A veces nos acompañaba el ovetense Delfín García, corresponsal de RNE, bravo carbayón aunque muy cabezota, que tenía un aire inconfundible de Humphrey Bogart siempre con su Pall Mall sin boquilla a flor de labios. Pero en Nueva York la bohemia es mucho más escurridiza y peligrosa que en Europa. He aquí a uno de los máximos poetas en lengua inglesa convertido en difunto de taberna en uno de esos pubs de mala muerte denominados “dives” (inmersiones) o cavernas o “speakeasy” (hablemos paso) que recordaban los tiempos de la Ley Seca. A Dylan que añoraba sus excelsos valles del Principado de Gales Nueva York fue su tumba; lo derrotó. Y en la resaca de su inspiración cantó como T.S. Elliot a Nueva York como epicentro del inmenso saladero que aguarda al mundo si sigue habitando las grandes urbes.


Así que el skyline[28] se presentó ante mis ojos como una visión. Pensé en Moisés y Aarón bajando del Sinaí con las tablas bajo el brazo. Una nueva era de mi vida empezaba traumáticamente. Parto acongojado. Yo venía a Nueva York por una de esas carambolas a contar ese periodo de transición que fue la era Carter para los lectores de “Arriba” y una cadena de otros cincuenta periódicos y también a entregar la cuchara porque la cadena del Movimiento para la que trabajaba iba a ser pignorada o desmantelada a nostramo, porque digase lo que se quiera reconozcámoslo o no en España desde el año 45 los que mandan son los americanos y algunos amigos yanquis me han confesado sottovoce de que con Franco les iba mejor. No quedaba más remedio. En aquel puesto había habido predecesores brillantes: Manolo Blanco Tobío, Celso Collazo, uno de los creadores de EFE, Guy Bueno, Félix Ortega, que fue el mejor de todos ellos, a mi criterio, de todo el cupo iniciado en el 48 por Pepe Cifuentes y Rodrigo Royo, quienes tuvieron que verselas con una ley tan pistonuda como la MacCarrack, el diplomático de Truman que luchó en Brunete con las Brigadas Internacionales; él se opuso la entrada en territorio estadounidense a los españoles. El bloqueo estuvo en teoría hasta comedios de los cincuenta sólo sobre el papel porque en la realidad nunca se llevó a efecto.

 Todas esas firmas habían dejado muy alto el pabellón y aunque entusiasta y audaz periodista como se decía en la jerga el momento no me sentía con capacidad suficiente como para hacer sombra a aquellos gigantes. En los primeros días me fumé dos cartones de tabaco pero no fui el único. José María Carrascal que llegó en barco de polizón ( “I jumped ship”[29], me confesó una tarde en el bar de la Onu) se había fumado treinta paquetes hasta perder la voz. Y a nadie le extrañe porque Nueva York acojona e impresiona y más si el recién llegado la descubre en medio de una aparatosa tormenta como me pasó a mí. La clemente Santina me echó un capote. Aquella vez y todas.


Durante la espera para aterrizar estuvimos de circunvuelo. A nuestros pies la postal inconfundible del paisaje urbano: Manhattan con sus dársenas, espigones, grandes buques amarrados. Bocanadas de humo blanco manaban de las fauces de las chimeneas de la central térmica edificio lindero con el de Naciones Unidas y se iban a colgar estos penachos sobre los tiesos adarves del Woolworth, el rascacielos más antiguo, y del Empire State.  Es el emporio de la civilización se presenta al recién llegado como una pira en combustión, la gran mejana arde y arde. Día y noche la impresión que ofrece al viajero es la de almenara que echa chispas.

 Viviría dos años con mi mujer y mis dos niños casi a la sombra de este mastodonte de hormigón con su chapitel calado donde la inmensa lanza de una antena de radio hace las veces de campanario. Todas las mañanas me despertaba la visión y el espectáculo de la city. Es un paisaje abstracto que no inspira sosiego, que parece que siempre está llamandote a la calle e instándote a la acción y al movimiento pero los atardeceres son verdaderamente apoteósicos. Por lo abrupto de su luz tajante de sombras y fulgores en el desfiladero. Boca de noche en estado de emergencia. Se escucha el carro de los bomberos. Cada cinco minutos, uno que queda atrapado en un ascensor, una cañería que revienta, el loco que amenaza con suicidarse desde un piso alto. Y un promedio de quince asesinatos al día.

 El Empire es el palo mayor de esta ciudad con forma y fisonomía de buque de guerra con jarcias de cristal surgiendo en el casco como viga hendida del bauprés.  Las Torres Gemelas eran las vergas de popa. Cualquier bamboleo, descartado; puesto que el firme de Manhattan no es más que un peñasco yermo vendido por los indios moahawk a los holandeses por veinticinco dólares en 1622; que se derrumbase todo el montaje, simplemente imposible, porque los cimientos son de  sílice. Eso decían pero la gran roca se ha descubierto que era vulnerable cuando un topo se esconde y estrella un avión al amanecer.

 La Nueva Roma se funda sobre un plinto granítico y siguiendo las instrucciones talmúdicas trata de imitar a la Roca de Israel a la cual alude Ben Gorrión cuando fue proclamado el estado judío en 1948; no mencionó la palabra Dios, sólo la Roca de Zion. Además los muros de los rascacielos, orgullo de la ingeniería del siglo, estaban diseñados como  soportar la oscilación del mayor terremoto. Por lo que el portaaviones sería inexpugnable. ¿Cómo no se me ocurrió  pensar que la Nueva Jerusalén de la Diáspora iba a ser atacada y sus dos símbolos señeros abatidos?


 Los pilotos kamikazes -jinetes apocalípticos ellos mismos transformados en saeta de fuego con su montura de hierro, el terror y el miedo y el espectáculo cabalgando a las ancas- hicieron blanco no ya sobre las moles simbólicas de la Torres Mellizas sino sobre el corazón que mueve todo el ajetreo de las finanzas. El daño mayor no han sido los muertos, desaparecidas o el destrozo causado, aunque los norteamericanos tengan redaños suficientes como para resucitar de los escombros, sino la afrenta moral a lo que estas dos trípodes de cristal, estos prismas amachambrados increíblemente a la Gran Roca, abanderaban.

 Conque no puede ser más simbólico y sintomático en esta hora aquello de torres más altas han caído. Un ángel exterminador en forma de comando suicida rebajó los humos a la soberbia babélica.

 Para mí que conozco Nueva York, amo Nueva York y fui residente allí cuatro años, los más importantes de mi vida, lo ocurrido el 11 martes fatídico de septiembre del nuevo milenio ha sido una señal. Un toque de atención que exhorta al rearme moral más que al físico, una vuelta al pensamiento de la nueva frontera de la época Kennedy. Que América vuelva a ser amada más que temida y odiada. No se aconseja un castigo porque Dios no puede castigar sino que el ataque representa un aviso enviado desde lo alto. Algo no va del todo bien pese a la euforia de los últimos años. Se exige no la guerra de represalias contra la diabólica mente que urdió la infernal hecatombe sino la reflexión meditada y el reposo sobre cómo somos, qué queremos, hacia dónde marcha el mundo.

Y esta idea se me ocurre cuando a mi memoria viene el recuerdo de aquella tarde noche de san Andrés en medio de la tormenta durante la angustiosa aproximación a un aeropuerto congestionado de un tráfico terebrante. Allí oscurece mucho más rápidamente que aquí. La luz se esconde de modo abrupto y trepan las sombras sobre estos cuchillares de cemento que son los rascacielos como apiñados y casi congestivos.


 Me impresionó la visión de aquellos dos conos mágicos como una soberbia representación de una ecuación matemática sobre el paisaje. Dos falos erectos, encarnación de la potencia genésica de una nación joven, y llena de tabús[30]y de prejuicios que recuerdan el calvinismo fundamentalista de los fundadores de la Unión ¡Qué contraste frente a los aires caducos de Londres! Dos mástiles de un transatlántico en el que actuaría de timonel, de serviola y de mascarón de proa la estatua de la Libertad apuntando su hachero con la flama perenne hacia Europa. Nunca imaginero tan mediocre como era Bertholdi, aquel escultor que fue contratado por la municipalidad neoyorquina para llevar a cabo el proyecto, tuvo tanto éxito con un molde. Es lo que significa el coloso. Los pobres de la tierra recién llegados a la isla de Elis estuvieron viniendo a refugiarse bajo sus zócalos y ahora el pebetero de la verde dama en cuya cabeza hueca cabe todo un restaurante puede que esté también amenazado. Ha soplado un viento recio en el rebufo de la carlinga y la cola de los dos aviones estrellados contra la fachada de las dos torres. Vesania fundamentalista. Muchos corearán aquella frase del Corán “Alá es grande”. Pero la grandeza divina nunca podrá cimentarse sobre un montón de escombros y una pira de cadáveres.


Sin embargo yo entonces con treinta y dos años y medio pensaba que estaba llegando al epicentro del futuro. Caía en la forja de una horno donde todo se cuece donde está el crisol del mundo nuevo. La primera impresión fue la de acogotamiento. Nueva York amedrenta un poco cuando se la ve desde el aire y más en las circunstancias de aquel vuelo en medio de una tempestad que hizo que el avión se zarandease como una vaina. En uno de los fucilazos del relámpago quedó diseñado sobre las nubes el cordonazo de san Francisco o la palma de santa Bárbara que decían los pastores de mi pueblo. Me pareció entonces que una mano invisible estaba diseñando el croquis de los tiempos por venir con una anticipación de veintiséis años sobre los acontecimientos. Mi olfato periodístico me dijo que no hay que dar de lado a las corazonadas y yo en aquellos momentos la tuve y ya desde entonces nadie me pisó el scoop y por eso mi corresponsalía fue un poco a la contra de la de los demás. Parece ser que a muchos les supo a cuerno quemado que uno quisiera contar la verdad. Yo a los cables de la AP, de Reuter y  del “Times” les daba siempre la vuelta y al revés te lo digo y acertarás, piensa diferente y acertarás. Hice periodismo de calle. No me limité a pegar telegrama o a refritar el Times como otros becarios de la Fullbright y con master en Columbia que se convertían en amanuenses de los lobbies por los pasillos del Edificio Azul o del Departamento de Estado. Desde el principio tuve muy claro que venía a servir los intereses de mi país. En eso siempre coincidí con el gran Felix Ortega, al que la historia del periodismo español, tiempo adelante, tendrá que proyectar como una de sus máximas figuras. Le han negado el pan y la sal pero eso siempre resulta un halago en nuestro país. Castilla “face los omes y los desface”, que decía Mío Cid. Me dieron por díscolo pero hice bastantes dianas y conseguí moverme con soltura en el laberinto de la política exterior de Cyrus Vance, para mí un auténtico caballero. Los americanos tienen un alto código de valores tanto éticos como morales y eso se nota también en el apasionante mundo político y estratégico de la Casa Blanca y del Pentágono. 

 La verdad tiene muchos carriles y a un periodista se le perdona todo menos el de ser aburrido ni pastueño. La mansedumbre de feligrés da buen resultado en el rebaño y en la manada, nunca en esta bataneada profesión a la vez canalla y sublime. Mi lema era un poco el de la libertad al estilo del fundador del Manchester Guardian: “Facts, sacred. Opinions, free” (los hechos son sagrados; las opiniones libres). De acuerdo pero existen diversas formas de presentar objetivamente unos mismos datos viciándolos, que la objetividad en estas cosas del trajín humano no es más que una entelequia.


 A la que descendíamos, el avión perdía presión.  Vi como el pararrayos de una de las Towers absorbía la descarga de una centella. La gran azotea se iluminó con una luz de espectro. La gran fábrica del rascacielos aguantó impávida. Aquello me pareció el techo del mundo pero yo ya colegí que aquellos prodigios de la ingeniería eran vulnerables. La exhalación había pegado justo sobre la punta de la antena de una de las torres y el firmamento fulguró. Entonces el World Trade Center estaba casi vacío y en alquiler la mayor parte de sus ciento diez pisos y dependencias. Vi un inmenso cartel que decía “To let: Salomon Brothers”. No encontraba arrendador y se discutía sobre la rentabilidad de sendos colosos que como Castor y Póllux tuvieron muchos detractores, incluso el “New York Times” en uno de sus macizos editoriales, tan sesudos, rezumando cordura y “matter of fact” [31], ya recomendaba su demolición por considerarlo un nido de ratas y de “derelictos”[32].Su construcción por un arquitecto japonés había suscitado polémica con dos magnitudes en pugna: lo vertical contra lo horizontal, pero se impuso el criterio de los primeros que fomentaban el crecimiento hacia arriba y el aprovechamiento de cada metro cúbico. No hay que olvidar que Nueva York es el templo sagrado de la especulación inmobiliaria.

  Bajo la borrasca ofrecían estos dos titanes de acrílico un aspecto de desafío a los elementos. Habían sido erigidos a prueba de terremoto. Eran el orgullo de la técnica. Sin embargo, dos aviones de pasajeros una fatídica mañana del final de un verano para olvidar, el del 2001, acabaron con esa suposición presuntuosa. Al verlas por primera vez recuerdo que pensé en Babilonia y en Babel.

-Scary[33]eh? - dijo entonces un portorriqueño compañero de vuelo empujándome con el codo.

-A little[34] - repuse en inglés y él se puso a jurar entonces en español como suelen hacer los simpáticos de la isla de Borinquén que habían emigrado en oleadas a Manhattan en la década anterior y constituían casi un cuarenta por ciento de la población:

-Manda huevos con el viajecito.

Gran parte del pasaje estaba vomitando en aquel instante de turbulencias y de zarandeos. No pude por menos de reprimir la carcajada que distendió el estado de nuestros nervios. De allí a poco sentimos gañir los neumáticos del Jumbo contra el tarmac de la pista de Kennedy. Todo el mundo empezó a aplaudir.  Y yo a rezar. Recuerdo que en ese instante  apreté contra mi pecho la medalla de la Virgen de Covadonga parte indispensable de mi ajuar.

A lo largo de cuatro años no se me pasó el acojone y creo que todavía me dura pero acabé amando a Nueva York identificándome con su latido, el verdadero esfigmógrafo del planeta. Es el pulso del mundo nuevo, y uno no puede vivir de espaldas a él por más que te anegue en la contradicción. NY es un mar aparte, que rechaza la historia y sólo cree en el futuro. Too much. Demasié.

 No me extraña que Manolo Blanco Tobío dijese que lo que más extrañaba - para este gran periodista gallego muy habituado a los modos de vida norteamericanos Europa era una especie de exilio- es una ojeada rápida todas las mañanas al New York Times.



El bien y el mal conviven allí puerta por puerta. Ángeles y demonios sentados a la misma mesa. Los rabinos con sus kaftanes y los popes con sus manteos comparten un sitio en el metro. El superlujo y la elegancia de la Madison Avenue entremedias de la cochambre del Bowry. De todo aquel caos que fue mi experiencia neoyorquina saqué la conclusión de que tiene que haber un dios, un demiurgo que ponga orden, que se apiade. Eso. Alguien que se apiade porque Nueva York hace pensar en la famosa frase de san Pablo “nada de lo humano me es ajeno”. No se puede ser ateo acullá. Todo menos ateo. Sientes como una fuerza que te lleva, una especie de protección. De lo contrario te hundirías. La gran manzana, la inmensa colmena, el hormiguero de gentes que se afanan un día y otro y también el avispero y las injusticias. Y como no la mafia. La metrópoli suscita ideas enfrentadas, pensamientos contradictorios de amor y de odio. No es una ciudad para volver porque de ella no se consigue salir nunca. Te atrapa desde el primer minuto y ya no te suelta aunque te alejes físicamente.  Más que una ciudad, es una condición mental, una actitud frente a la vida, un estado anímico. Yo diría que es una ciudad mística. He aquí una lectura judía en versión talmúdica de la “Civitas Dei” agustiniana. Los que la  diseñaron, los parias de la tierra, los filibusteros irlandeses, los sefardíes de la diáspora holandesa, los protestantes fundamentalistas, quisieron llevar la contraria a Aristóteles y a Platón y a todos los maestros del medievo que impartían cátedra desde Oxford, Alcalá, La Sorbona. He aquí otra concepción diferente del mundo. Money. Money. Money. Que sólo cree en la gracia del esfuerzo y que a Dios lo coloca en otro plano. A él rogando y con el mazo dando. Perpetua volición. Mente en ebullición. Se siente a Lucifer volar por las recortadas cornisas. A él se encomiendan los azotacalles de este vasto emporio del dinero y todos aquellos que sólo acarician una idea fija: medrar, ser ricos. Oro. Oro y oro. Tenemos que empezar a escribir la palabra dios con minúscula. Él es un buddy[35], como tantos y nosotros, siempre a dos velas. Además sólo habita en nuestra imaginación. A lo que se ve el ángel caído encuentra en este recinto un campo abonado para hacer prosélitos a su causa y aquí parece que sólo se sobrevive con el instinto de conservación. Mejor que la oración es el espíritu de rebelión. Es la conclusión que pude extraer. Pero es una deducción capciosa porque entré en la gran ciudadela rezando a la Virgen y la abandoné un viernes de oscurecida. El taxista que me llevó a Kennedy tenía enchufado una emisora que retransmitía los oficios sagrados en una sinagoga de Brooklyn.

 Es una concepción utilitarista de los elegidos llamados a poseer la tierra sucediendo esto acá abajo sin tener que aguardar al más allá. No se conforma con la resignación cristiana ni lo injusticia a la que lucha por atajar en este mundo. Por eso es un frenesí continuo. Arriba y abajo. La ciudad que nunca duerme. La riada humana. El poder automático.

Está tan cargado de voltios el lugar que los picaportes y los pestillos sueltan chispazos. La estática pervade el entorno. Yo viví en el Este hacia la calle 14. Allí todos están juntos, nunca revueltos. Mi barrio era una mezcolanza de judíos y de sicilianos que veneraban la camorra y nietos de Al Capone todavía practicaban ese vudú italiano que es la “jettatura” pero católicos al por mayor ya que en la fiesta de san Jenaro sacaban su imagen por Manhattan en procesión. En la otra manzana había polacos con su manera tan peculiar de concebir el cristianismo, y, por cierto, antipáticos. Los  pacíficos ucranianos todos con su peculiar y angulosa cabeza, los húngaros con sus botas de fuelle me gustaban más y me hice amigo de los judíos como mi kioskero, un bendito de Dios por nombre Samuel, que me regalaba unos puros verdes trapicheados de Cuba y hablaba algo de ladino o judeoespañol. “Aguarde su merced agora un momentico pues vengo al punto” Entre todas las etnias son los más de fiar. Los más caritativos, los que más ayudan, aunque en cuestión de dinero no se casen con nadie.


Luego, hispanos los había por todas partes y ahora creo que son más. No se puede contemplar esta inmensa urbe con prejuicios, nueva York los desborda. Es un mundo que rebasa todas las barreras y trasciende las ofuscaciones y atavismos de la vieja Europa donde se mira con recelo al nacido en el pueblo de al lado. Allí este tipo de resentimientos se desconoce. No hay envidia porque no existe casi tiempo para ello, y, si existe porque la condición humana rige para todo lugar y allí también se utiliza mucho la regla de oro del afán de emulación y de superación con un “keep up with the Jonses”[36], por lo menos no se nota. Ni miradas por encima del hombro. Sí tiene que haber un Dios flotante por encima de nuestras cabezas, un Cordero que quite los pecados del mundo. Alguien que se apiade. De la torre herida por el rayo. De la humanidad que palpita y gime desconcertada. De la inconsciencia, la banalidad, la vulgaridad a espuertas, la frivolidad sin limites. Se vive mucho mejor en el Rellayo pero uno no sé por qué termina añorando a la Ciudad Automática. Un mundo sin paletos, sin intereses de campanario y con periodistas e informadores, literatos amantes de su patria y de su país con razón y sin ella, que tienen muy en cuenta la ley del libelo a la hora de sentarse delante del ordenador y que saben como nadie maquillar la información y  autocensurarse mientras que la prensa a este lado del charco da fe de una picaresca en auge y la rosa en su chabacanería procaz parece una corrala.  Aquí todo se ha vuelto un poco peripróctico, ya que la información, anal y asnal, parece girar en torno al mismo cabo. Lo acabamos de ver en la manera que han abordado el choque de los aviones contra el hastial imponente de las torres. Nos han demostrado que entienden el periodismo como una vocación de servicio público, un menester que ha de hacerse con categoría, responsabilidad y serenidad ¿Para eso queremos una Facultad de Ciencias de la Información? 

 

18 de septiembre de 2001

 

Antonio Parra fue corresponsal en USA. Licenciado en Filología Inglesa y Románicas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

NOTA PARA LUIS MARÍA ANSÓN:

8 de enero de 2002

Con este artículo creo contestar al señor A. Muñoz Molina por su moralina contra los españoles, que a mí me recuerdan las sesudas advertencias y los caveats del Times de Londres cuando titulaba sus artículos de fondo con apostillas como una que me impresionó en  plena transición: “Is Spain democratic enough?”.

Este señor habla por cartapacio y paga servicio de labio  al que le publica las novelas. Yo creía que era morisco y ahora nos salta con un “Sefarad” en el que encuentro algunos párrafos de mi “Franco y Sefarad un amor secreto” que no pudo llegar a ser publicada, salta que es judío.


En aquel texto yo decía algunas verdades que algunos han aprovechado, pero quiero declarar aquí que yo no soy ni moro ni judío sino cristiano viejo. Abrazado estoy a la cruz de Cristo que nada tiene que ver ni con el Opus, ni con Wojtyla ni con Sánchez Dragó, ese bufón de la literatura con madera de inquisidor. De estos abundan muchos en el mundo de la comunicación que han establecido el santo oficio de lo políticamente correcto. El cristianismo es algo más que una ONG y la corona de España algo muy serio en el que nos va el porvenir a todos los que amamos esta gran nación para dejarla en manos de los monárquicos de toda la vida. A veces dudo si en tu periódico no os habréis aljamiado y adoráis al Zancarrón de Mahoma. Subió el profeta a los cielos pero quedó acá abajo para consuelo de creyentes una de sus nalgas que era tan grande y prodigiosa como el anca de un camello. ¿Para ese viaje  hubieran hecho falta nueve siglos de reconquista? Dicen los enemigos que la cruz con Voltaire que ésta sólo ha servido para injertar odio y oscurantismo en el corazón humano. De este sofisma se alimenta la filosofía de los enciclopédicos. Se trata de una hábil añagaza para dominar el mundo. Uno que también es enciclopédico observa con pavor cómo estos años de democracia han servido para dar vuelta a los argumentos, para volcar la cruz y acrecentar el rencor y el instinto de vindicta. Lleva razón Muñoz Molina pero al revés se lo digo para que me entiendas. Los novelistas de aluvión, los plumíferos y turiferarios de la new age han conseguido que cibernéticamente hablando el español de a pié sea más bruto, más inculto. Tal vez materialmente hablando  hayan mejorado las cosas pero aquí la gente escribe con la andorga llena con miedo a perder la prebendad adquirida como un derecho, lo que en conciencia no me parece de recibo. ¿Nos habremos prostituido? Yo creo que no. Por eso yo acuso. Soís vosotros los responsables de haber invertido la cruz. Os habéis pasado al enemigo con armas y bagajes y en ese sentido os hacéis acreedores de que el pueblo os lo demande

 

 

 

 

 

 

 

 

 

WATERSHORTAGE Y OTRAS CARESTÍAS

Antonio Parra

“Tronó desde el cielo el Señor y el Altísimo dio su orden: y aparecieron las fuentes de las aguas salvas” Ps 17, 14-16

Pasó la fatídica fecha del anosmié, hablo con mi ex, how is England nowdays? Not too bad, Toni, just ploughing along, you know, the same as you. Zanny estaba que la llevaban los demonios. Era la final de la copa y el Arsenal, su equipo favorito y el de su familia, todos de la Royal Navy, que en el árbol genealógico hay varios comodoros, había perdido con el “bloody Bacerlona”. A ella, que es historiadora y especialista in Spain y en Felipe II esto del separatismo no lo entiende ni los catalanes tampoco le caen muy bien. Sin embargo el mundo se ha ido a “global” y el efecto mariposa hace que el aletazo en Madagascar de una avispa provoque un terremoto en la Martinica. “Here is the same, good old Toni”.

 En la distancia me llevo bien pero si saliéramos juntos a cenar ya tendríamos la primera trifulca a causa de una fruslería o por la forma como se coloca la cubertería en la mesa ya habríamos tenido una discusión, decirnos unas cuantas insolencias desagradables tirándonos los platos a la cabeza y tú con tu madre y yo con la mía. Sin embargo en el entrelubricán de mis días he aprendido las dulzuras de un sentimiento que desconocía: olvidar agravios comparativos y llevarte bien con tu ex dentro de lo que cabe, un sentimiento teñido de nostalgia y de melancolía y la melancolía lo dijo no sé quien es el nirvana de los elegidos y el sacramento con que los dioses signan a sus elegidos.

 Sin embargo, de nimis non curat praetor. El tiempo suele curar todas las heridas incluso las más que parecen más terribles que son las del amor. Así que Barcelona did you say? Pues sí va de fringes y de márgenes. Yo recuerdo repasando en la hemeroteca algunas crónicas que yo escribiera allá por los setenta narrando el efecto “schmetterling” - esa mariposa global de la que les hablaba antes- que determinaba el caso curioso de que los parlamentos regionales de Stormont en Ulster y en Edimburgo o el Cymry galés dictasen la política a los honorables padres conscriptos de Westminster.

 No puede ser decían muchos ingleses pero así era y es que entonces asistimos al alzamiento de las regiones por mor del efecto centrípeto. Los británicos que son muy hábiles supieron reconducirlo y hoy las autonomías históricas - el dragón galés y el león escocés tanto como la lira celta son el origen de la monarquía inglesa- carecen de importancia significativa y han vuelto a ser nada más que la orilla y a ocupar el lugar que les corresponde como provincias del imperio. En España a lo largo de los últimos cuatro lustros se ha producido el movimiento contrario pues siempre cabalgamos un poco caratrás y de espaldas -cosa misteriosa- al rumbo de la Historia.


 El Zapa una buena capa todo lo tapa país leonés es rehén de Rovireches y de Otiguechis váyase usted a saber pero los españoles estamos hasta la gorra y los ingleses ídem de lienzo por lo que me cuenta Zanny que en la antesala de las vacaciones estivales corrige sus últimos cuadernos y prepara las fiestas fin de curso good old Mrs. Parra mientras cuida de Mischa el gatito de Ancora, corta los setos y riega los geranios y rosales de su casa en Cornualles y se cuelga al telefóno esperando una llamada de nuestra Helen que anda ahora de vacaciones por Palma de Mallorca.

 En el fondo somos como una sagrada familia en el exilio que no se ve pero que marcha junta camino de Belén siempre amándose pero también con más regaño del que pretendiéramos... And this is the long march of every woman and every man. San José la Virgen y el Niño. A la mitad del camino pide el niño de beber. No pidas agua mi vida, no pidas agua mi bien que las aguas bajan turbias y hay sequía y escasez. La gran preocupación en esta Inglaterra milenarista no es la política ni los movimientos sectoriales independistas ni siquiera la guerra de Irak. A los británicos les empavorece algo que ya se está dando aquí y es el watershortage. Esto es la sed. Cada vez más bocas que alimentar y sobre todo dar de beber. El mundo a corto plazo, agotadas sus reservas de agua que son más importantes que las del petróleo, va a tener un problema de cañerías. Todo cañerías vaya.

 Hay un ministro al que las iras populares han puesto en berlina y todo porque en colusión con las inmobiliarias ha dado el visto bueno a la construcción de un millón y medio de viviendas al sur de Londres. A los ingleses que no caben en la Isla y tienen un problema inmigratorio grave aunque no tanto como el nuestro no les cabe esto en la cabeza. De seguir las cosas a este paso pronto no tendrán campo. El Reino Unido va a ser una larga urbanización de concreto, cemento armado y de bloques de hormigón. Todo bajo las garras de una gran inmobiliaria. Los del mandil, la plancha el cartabón y la plomada como son los grandes constructores y bajo la obediencia del Great Master y del Big Wizzard que yo creo que es anticristo y llevado de su furia vengativa no hacen sino elevar bloques de viviendas mientras “desconstruye” catedrales no caben de gozo en sus enaguas. La masonería triunfa en todo el mundo pero es en España y en Inglaterra donde de una forma especial ha plantado su zarpa. Efecto Rochild.


 En el fondo una verdadera pesadilla. Esto sí que es el Apocalipsis. Aquí en España donde estamos siendo invadidos y no para de entrar gente lo del estatuto prostituto o lo que diga ese “asesino” Otegui me trae al fresco el problema real es el que nos está creando Gallardón tanto como ese John Prescott  Minister of Road Works que creo que es o del Interior no sé con sus constructivismos insensatos. Tanto Gallardón como doña Espe - señora mía usted me recuerda un poco a Hitler que parece haber venido al mundo con una misión exclusiva la de ser retratada para lucir en cada toma de fotógrafo un modelillo- intentan construir en Madrid una gran mega polis  sin tener en cuenta los recursos naturales olvidando los acuíferos mediante procedimientos populistas que son tan aquilinos como sibilinos. Claro que Gallardón, la Aguirre, el Prescott no son más que la punta de un iceberg de burdos intereses creados y de contubernios que se sumergen en las aguas profundas bajo el iceberg. Tanto como los negreros y esas mafias que están levantando gente de los que todo el mundo habla pero a las que nadie señala con el dedo porque este negocio es el de la pescadilla que se lame la cola. Yo barrunto quienes son, qué pretenden, y desde donde trabajan pero no puedo demostrarlo más que por deducciones y por conjeturas. Al fin y al cabo la Iglesia de Jesucristo se ha convertido en una ONG. Desgraciadamente.

Así que ha pasado el día de la ira.666. No era más que un guarismo y unos datos para contemplar una fecha pero el anosmia y el gran tiempo de desamor donde tanto la caridad se enfría sigue entre nosotros. Apocalipsis es un proceso lento y largo. Estamos viéndolas venir y uno de sus síntomas será la sequía y el agotamiento de los acuíferos. El watershortage que aflige a los ingleses que han declarado la guerra a las manga riegas que aquí no llegan. Entretanto, no sé lo que hará mi ex con sus rododendros ni siquiera si será capaz de ir al grifo y abrirlo para darle sopas a Misha nuestro gatito en la sartén. En espera de que todo vaya bien y dios se apiade yo entono el salmo del ofertorio del martes de pascua. El de las aguas pandas y salvas. Unas rogativas a la vieja usanza después de todo nos vendrían a todos bastante bien.

6 de junio de 2006  

 

 

 

 

 

 

 

 


OLÍA A CADAVERINA EN LA FERIA DEL LIBRO

Antonio Parra

Garbeo por la Feria del Libro matritense y me tuve que tapar las narices. Olía talmente igual que por el tanatorio de la M30. Así dicen también que olía, yo no lo viví afortunadamente, en Auschwitz. A chamusquina de quemadero. Están exhumando cadáveres, fosas comunes de la guerra civil, algunas, las que les interesa y “canta” que tú no veas. Son cosas de la coprología y la necrofilia hispana saltando a nuestras letras de molde. Nos gusta regodearnos en nuestras cazcarrias y por ese camino, escucha, oh  patria mi aflicción, nos podemos ir todos a la mierda.

Estaban los de siempre. Los que tienen bula para publicar. Sus paridas. Sus refritos. Ofuscaciones. Liendres morales. Las telarañas de su pasado, cobwebs. Las plumas que mojan en un viejo rencor. Pero el nombre es el que vale. La firma es la que sale al mercado. Algunos por prurito de lucro o deseos de aparentar y meter bulla no vacilan en destazar el cadáver de su propio padre. Nosotros nos regodeamos en la casquería y ellos se embolsan veinte millones.

El ex flecha y el exfalangista ex comunista ex anarqujista ex samurai y ex lama , el yin y el yen, el pelota de Lara, el comisario político, tertuliano del todo y la nada, de lo blanco y lo negro, y del azul al rojo, una vez yo tenía un camarada, allí, metido como el publicano en su telonio, en una de las muchas casetas firmaba libros sin parar. Una novela por entregas  en la que cuenta cómo a su progenitor se lo cepillaron los nacionales. Hecho confuso y una de tantas felonías con que nuestra avilantez cainita se despachó a sus anchas durante el 36. Falta sacar algunas muestras de ADN para cotejar datos y probar la mayor y la menor. De momento nego minorem subsumptam, Pero ni son todos los que están ni están todos los que son.  Un poco más allá el hijo de otro novelista del exilio  sumido en esta búsqueda por el corral de los huesos guerrrero-civilista trataba de encontrar el cadáver de  su madre fusilada. Aventaba cenizas.

 Siento verdadero pavor pues me temo que  en este ejercicio lucrativo mirando al tendido y tratando de encontrar a los que moran en la nada no existe ánimo de hacer justicia ni de condenar los atropellos sino de condonar el espíritu revanchista. Puro esperpento. Volviendo a las andadas nos podemos convertir en estatuas de sal.

A mis muertos no me los toqueis. Dejadlos ahí. Descansen en paz. Son muertos del otro bando y, por lo tanto, de segunda fila. Sin relieve y de poca sustancia. Aquel cura de Soto al que fusilaron a las puertas de la rectoral. Aquel pariente lejano víctima de una saca en Madrid y al que “dieron el paseo” no sabemos dónde ni en qué tierra yace. Aquella Herminia de la que en mis días adolescentes tanto escuché hablar monja carmelita en Guadalajara befada y maltratada y seguramente violada a la que fusilaron y enterraron en cal viva. De todos esos muertos no quiero hablar. Son muertos de segunda categoría. ¿Por qué? ¿Quién tuvo la culpa? ¿Murieron en el nombre de España? Que va. Muchos de aquellos pobrecitos no sabían por qué morían. Tuvieron la mala suerte de encontrarse en el bando equivocado cuando estallaron los odios. Eran gente bien pensante, que llevaban corbata y a lo mejor iban a misa pero más por costumbre que por otra cosa. Gente conformista que entendía poco de política. Fueron víctimas del odio,  vesania y la avaricia. Alguien que le tenía tirria. Eso es muy común en  España, Por una linde. Por una novia o por un despecho amoroso o por una palabra mal dicha o alguien al que no dieron los buenos días una mala mañana.

Eran muertos del otro lado. Gente anónima. No se llamaban ni García Lorca, ni Machado – este no murió a mano airada pero fue un mártir de la causa y su tumba fue objeto de peregrinaciones programadas a Colliure durante el franquismo- o José Antonio. Una historia un poco exagerada. Buen poeta, eximio prosista y algo zaleo. A veces acudía al “insti” (llegué a conocer a una alumna suya a la que le dio clases de francés) con la bragueta desabrochada y las solapas de americana cubiertas de ceniza. Don Antonio, mire qué… Ah sí hija, sí.  Pues no me había dado cuenta, mecachis.

Vivía en la plaza de los Desamparados barrio de San Esteban donde estaba a pupilo y una patrona le mataba de hambre y para ir a sus clases tenía que enfilar por las Canonjías la calle Escuderos lóbrega y muy ventilada con portales que exhibían piedras heráldicas. Y donde vivía en un palacete del siglo XIV mi amigo Nani el medio volante de la Gimnástica Segoviana. Que también lo conoció. Iba al Columba en el azoguejo a tomar café. Por los adoquines de mi ciudad paseó su desaliño indumentario, su tristeza proverbial y su sentido del humor. Esta es una de las facetas que se le desconocen. Es uno de los mayores humoristas en nuestro idioma. Tuvo algunas novias. José María Moreiro nos ha descubierto quién era Guiomar (María Zambrano) pero parece ser que hubo otra que era también profesora. En fin un hombre como los demás. Con sus virtudes y defectos y al que ahora intentan “colosalizar” hinchando un poco el perro.

¿Señorito? Pues sí amigo Umbral. Don Antonio era un señorito en el mejor sentido de la palabra bueno pues fueron señoritos, como usted, don Francisco que gasta chalina y a veces foulard, los que trajeron la republica y que no hay que adscribir a los de un bando solo porque señoritos no fueron sólo los fachas. Azaña, Macía, Companys, Aguirre, don Miguel Maura, Lerroux,  los hermanos Franco, Ortega eran todos unos señoritos. Fueron un poco los responsables del fregado y el pueblo del procomún el Juan Español tuvo que pagar los desperfectos de aquel desaguisado republicano que algunos invocan y que, si las cosas vuelven a ponerse feas, se largarán al extranjero murmurando la frase aquella de no es esto, no es esto.

Así que este exhibicionismo de la última feria del libro me empavorece. No me parece cabal hurgar tanto en el pudridero. Dejemos a los muertos que entierran a sus muertos,

01/06/2006

CUIDADO QUE LLEGA EL AÑO 2009

 

Antonio Parra

 

Me estoy temiendo la fecha de 1609 por algo que diré ayuso  con motivo de la llegada masiva de las pateras y el libro de las grandes reivindicaciones históricas que algunos dedos malignos abren hacia atrás y con tal de causar el mayor daño, con ánimo de injuria y grave daño moral, y de escupirnos en la sopa. Reivindicarán estos la memoria de Miramamolín y los intelectuales del pesebre se entregarán a la disipación y lucubración inteligente sobre el regreso de la algara. Esto de la alianza de civilizaciones no es más que un pretexto para execrar nuestro pasado y volvernos las mangas del revés. Los  moros tuvieron que partir porque, vencidos en el campo de batalla, no quisieron aceptar nuestras reglas. Sencillamente no se adaptaron y picados de su orgullo se mofaron de los usos y costumbres. Han pasado cuatro siglos y seguimos en las mismas.

 Fray Hernando de Talavera a raíz de la toma de Granadas fue encargado por los Reyes Católicos de predicarles el Evangelio, tratarles benigno y con tolerancia pero los imanes reían en las propias barbas del arzobispo y confesor de la reina santa o se limpiaban el culo con las páginas de Marcos y Lucas. Total que siguieron aferrados a sus costumbres y practicando el bandolerismo. Tuvo que venir Cisneros, más drástico y puño de hierro en guante de seda pero menos contemporizador,, y devolver el ten con ten haciendo con el Alcorán en la plaza pública una almenara. Lo que ha ocurrido el 7J testimonia de que por desgracia el islam aunque predique la paz con la boca pequeña en el fondo es una preceptiva de guerra. Alá es grande. Este grito que entona el almuédano todos los días cinco veces desde lo alto del minarete es una convocatoria en verdad a la yihad.

¿Tendrá que volver a meterlos en vereda don Juan de Austria?

Triste realidad que a los españoles ocho siglos de continuo batallar lo refrenda pero aquí no se quiere ver la realidad, nos  venden humo y lo compramos a toneladas (ay si el humo gravara) con eso de la alianza de las civilizaciones, todo un invento que les sirve a los hijos del Imperio Dañado de antídoto o de pretexto para reconquistar la promisión mientras que para el Occidente será todo una triaca que acusará sus efectos mortíferos no tardando mucho. Nos dan belladona y la ingerimos por esa boquita como si fuese tila o hierba maría luisa. Hemos metido el enemigo en casa y estamos incubando los virus deletéreos que acabarán con nuestro organismo. Lo de esos chicos paquistaníes del Yorkshire y tan británicos que uno vendía fishandchips corrobora tal presunción. Y aquí cuando las morerías tan populosas como las de Barcelona, Valencia, Madrid o el Viejo Reino de Aragón y nada digamos de Murcia porque esta gente no ha venido  a ciegas sino guiados por sus consuetas que les han apuntado el papel de vengadores de Boabdil, la emprendan a hostias con ese furor ciego, ese fanatismo que los caracteriza, veremos grandes motines y convulsiones interétnicas. La secuencia de bombas y atentados terroristas no ha hecho sino comenzar.

-No hay que olvidar tampoco lo que pasa en Yugoslavia.

-Ni en el Bronx.

Esto del melting pot va a causar a nuestros nietos más de un dolor de cabeza. El mestizaje que practicaron los españoles en América, nunca los ingleses ni los alemanes protestantes, fue uno de los regalos del catolicismo a la cristiandad pero está visto y comprobado que sin la cohesión de los lazos  religiosos esto de la mezcla de razas es un wishful thinking.. La religión y de ahí religare es lo que más ata y vincula al persona pero los españoles nunca estuvimos tan desvinculados.

Me temo que el 1609 se convierta en una gran vendetta contra el rumbo y el perfil de uno de los aspectos más señeros de la historia: el triunfo de la fe evangélica. Vendrán los comisarios y farautes de los poderes oscuros e intentarán transformarla en el watershed de 1492. Al fin y al cabo todos sabemos que moros y judíos en España siempre se en tendieron bajo cuerda y de hecho Rabat es un gran bastión sefardí. Y ambas creencias participan del mismo odio a la Cruz. Por eso dentro de cuatro años nos invadirán los estudios, monografías, simposia y seminarios acerca de la morisma. A Isabel la Católica que es para los castellanos como nuestra reina madre la volverán a poner a caldo y decir que era una guarra. Ya nos conocemos. ¿Quién erigirá y pondrá de nuevo en su sitio el pendón de nuestros mayores? ¿Quién se prosternará ante la cruz alzada? ¿Cuándo resucitará España? La están repoblando de etnias diversas metiendo en la piel de toro gente a mogollón y haciendo un barrido de memoria de cara a 1609. Es la hora de las tinieblas. Aleve y a la agachadiza pues aquí el pueblo no nos enteramos de nada a través de los surcos oscuros menea sus infames albarcas el sembrador de cizaña.

En ese cantoral se conmemora la expulsión de los moriscos por Felipe III. Ayer una alaroza en el autobús, sayas y mantillas, el velo de los pudores sobre la cabeza, yihlah, y móvil último modelo, me miró con odio, un odio viejo africano. Los ojos de esta muchacha no transmitían curiosidad o coquetería femenil sino revancha. A su manera iba pidiendo guerra. Pedía la mano que le quitara tantos refajos. De la misma manera que muchas esas madrileñas del todo destocadas que nos vienen haciendo un calvo desde sus levis que por detrás allá donde la espalda pierde su casto nombre, descubren el canalillo de la rabadilla y por delante los dulces y amenos recovecos que descienden al monte de Venus. ¿Qué metemos al pájaro en el infierno, niña? Oiga se está pasando usted tres pueblos.

Debía de haberse dado cuenta de mi vista pesquisidora anterior porque dicen que la cara es espejo del alma y yo soy incapaz de engañar y mi rostro debió de expresar involuntariamente la sorpresa del contraste. Mientras las españolas van medio desnudas con esos vaqueros ajustados que abrochan muy por bajo la cintura y dejan al aire el glúteo, nos fotografían el canal de la rabadilla allá por donde la espalda pierde su honesto nombre, insinuando por delante las montuosidades pilosas de la zona púbica., Las tapadas erre que erre  en su numantinismo talar. Son muy suyas estas jarifas.

-          -Parece que las viste una modista enemiga.

-           -Quiá. Estas no van a la moda y gastan poco en ropa.

La insolencia y el gesto de desafío de la morita a mí me dio que pensar y es para que muchos políticos se llamaran a andana  contrasta con la indiferencia y suavidad de nuestras cristianas que salen a la calle prácticamente en taparrabos. Con sus abuelas eso no pasaba. En la Castilla profunda y hasta en Baleares que es más morisca todavía se tapaba a la hembra de los pies a la cabeza.

Mahoma que era un lascivo sabía sin embargo lo que se hacía pues en el juego amoroso loo que se guarda resulta más provocativo que lo que se ofrece al amante. El cristianismo que viene de Roma y de su pasión por el desnudo adora a un Dios crucificado que deja patente bien su humanidad viril velada por un paño de pudores. Toda una lección. Pero nuestros abuelos renunciando a los usos y costumbres quisieron también encerrar a sus mujeres y recatarla y aprendieron la costumbre de los musulmanes de celar la hembra.  Y tanto la celamos y guardamos con siete llaves que de ahí nos vino el renombre de celosos Yo he visto ir en mi pueblo ir a misa a las tapadas. Si se encontraban camino de la iglesia con un hombre que no fuese su marido tenían que hacer la vista gorda.

-Ni tanto ni tan calvo.

   -Pues sí.

   -¿Me permite que le cante una copla de Segovia?

    -¡Mientras no estorbe!

 

    -Allá va:

               Arriba abajo /que a mi novia le he visto el refajo/ abajo arriba que a mi novia le he visto la liga

           Es una  vieja canción mozárabe como lo era el “Me casó mi madre” donde se capta esa doble moral, ese sentido ambiguo de la gente fronteriza.

 Estoy  por cantársela a la alaroza en el autobús de Brunete, que de tanto resayo como lleva en el cuerpo va provocativa y a lo mejor  me entendería. Además hoy me voy de v vacaciones y me importa todo un cojón de Mahoma. Donde las dan las toman. Sí señor.

 

   

  

 


 


 


 


 


 


 

   

 

TÚ,

TODA REINA.

 

 

           ALL QUEEN HELÉN

               


Novela corta

 Por Antonio Parra



 A él le tocó poner colofón al segundo millar de aquella civilización y cuando cayese la bola del reloj de Gobernación declarar oficialmente abierto el siglo XXI. Era un hombre de gestos abúlicos, un arribista y un patricio del dinero. Podía llamarse Koch, Calle, o Patroclo. El burgomaestre de aquel mandato tenía un nombre muy  botánico y su ascendencia hortelana revelaba un origen oscuro, nada de preclaras exquisiteces ni linajes godos. Llamabas Frutos Cohombro Perales, pero viéndole en las procesiones del Sacramento, ostentando su vara pulimentada con herretes amarillos en la contera, cómo miraba, el aire altanero, para el concurso desde la terna de autoridades, escoltado a dos flancos por los gonfaloneros de pelucas empolvadas, o  por los maceros de gesto solemne y funcional, entre el obispo y el jefe de la guardia urbana, parecía recién caído de un guindo.  Muy en su papel y saboreando las auras. El viento de Nix Rasilis, el que azota las cambroneras y los retamares que la circundan en una verdadera corona de lemnisco que brota en las parameras, donde crece el esparto, llamazares y margas que fueron campos pero donde ya la mies no se siega, sólo se especula con la tierra y los huertos y llosas donde se plantaron higuerales  habían de morir para dejar sitio a los bloques de pisos en colmena, que todo el país vivía en la plena borrachera, cuando quebró la bolsa, de la cupiditas aedificandi, porque había que colocar los ahorros en sitio seguro y vengan misas, caigan ollas y duro fabricar pisos y más pisos, oye. Importaron mano de obra barata del Perú. Por todas partes de Nix Rasilis, peruleros. Avalancha de emigración vengativa y manipulada desde los centros de poder. Berkeley, Oxford, Cambridge y Bolonia se había hartado de, émulos del P. Las Casas, decir infamias contra los españoles a costa de la destrucción de las Indias. Ahora los indios sojuzgados devolvíamos la visita. Las fuerzas ocultas habían orquestado la gran invasión.

 De Rumania, de Bulgaria, y de otros países del este y de todas las partes del mundo venían.  De Marruecos. El primer mancipe había mandado sustituir el Arco de Triunfo en cuyo podio un auriga romano agitaba el látigo en son de triunfo y libertad arreando los caballos de su cuadriga o decemiugalis por una réplica de la estatua de la libertad, monumento infame y ridículo a los parias de la tierra. ¿A qué venís?, le preguntaron a un gachupichu. A cobrarnos en carne lo que nos quitaron. Están buenas las españolas. ¿Con que a violar a nuestras mujeres? Pues toma. Y el de Vallecas le asestó al trasandino tres navajazos bien cumplidos que interesaron sus partes blandas y vitales.

Así estaba Nix Rasilis por aquellos calendarios. La llamaban la  ciudad sin ley.

Sus alrededores eran un dogal de campos purísimos que se socarran al agosto y tiritan bajo el helor algente de las noches de febrero, es un aire tan sutil que tumba a un hombre y no apaga el candil. Fue tierra de moros a los que atrajo y sigue atrayendo su castillo famoso. Pero los árabes fueron derrotados y expulsados de su alcazaba por valerosos alabarderos castellanos que trepaban como gatos por los adarves de sus murallas. Algunos incautos alegaban toponimias equivocadas. Sacando un poco las cosas de quicio como viene ser costumbre de últimas en esta patria nuestra descepada. Y no es Magerit sino Matritum, esto es: Matri Templum.  Templo a la Madre. Desde los romanos por estos pagos se honró a la virginidad de Minerva. Pero los muy ladinos les ibas con estas papeletas y no hacían caso. La cultura era otra cosa desde que Picasso se puso a tapizar los muros de mamarrachos. Noté que habíamos perdido. Portaba el círculo en los zancos. Era un haz de luz surtiendo el foco de un iluminado concepto. Se nos había echado la noche encima y había que buscar antorcha. Había un ciego de gota serena pidiendo a la puerta de una iglesia y era la imagen judicante del verdadero pantocrátor. Vaciaba confidencias y cantaba aspérrimos romances. El tiempo se cerró en agua y había sus descargas pluviométricas. La lluvia charolaba los bordillos con lo que las calles de Nix Rasilis cobraron un aspecto fantástico a tiempo parcial de melancolía gallega . Los vagabundos buscaban refugio de la lluvia por las rúas charoladas de agua que conducen hasta el Obradoiro.



 Y San Isidro Labrador alza la pata y se caga en todos. Dios, olla y Nix. A él hemos todos de ir, que es la mar del morir.  Lo lamentaba Cristóbal de Castillejo elegíacamente allá por el 1606 cuando Felipe III decidió de nuevo trasladar la corte. Y a Madrid hemos de ir que es el morir. Esa ecuórea superficie que nos acabará zampando a todos. Los esloganes publicitarios siempre serán vulgares pero eficaces. Nos llaman los gatos porque trepamos la muralla con la agilidad propia de este felino, aunque esto, a estas alturas del siglo futuro, anda muy revuelto y manga por hombro con tanto forastero que llega a hacer las hesperias. Volverá la ciudad a ser castillo moro, o una sucursal de Pekín. De todas las maneras, a lo que más se parece este cajón de zapatos, capital de los reinos de sus majestades, Gaón y Leda, es a un rompeolas del Rif, varadero de todos los indocumentados que cruzan la mar tirrena a bordo de fustas, saetías, pateras, fueraborda, catamaranes,  y todo el cabotaje agareno de Berbería. Ya sé que nos llamarán xenófobos por designar a las cosas por su nombre, pero esa es la realidad pura y dura. Serán temibles las consecuencias de la operación Alforza, un eufemismo que esconde las verdaderas intenciones de una invasión callada de Hesperia, mi país, decretadas desde los altos despachos de Sede Baldeo, uno de los tronos del poder grande donde tiene su silla curul, una de las visibles, el Consejo supremo, el que ordena desperdigar sus manípulos periodísticos y el lábaro de las nuevas legiones y testudos, mientras sus submarinos atómicos bojan las costas periféricas y las fragatas de la sexta Flota hacen la aguada, y para colmo tienen el terrorismo de los puños y las pistolas vizcaitarras, y el de las conciencias, para disparar desde las emisoras propias propalando mentiras en las treinta y dos direcciones de la rosa de los vientos; no tienen, pues, que molestarse, ca atacan en horda pero sin disparar una saeta, sin un mal golpe de ariete contra las puertas de la ciudad sitiada a la que minan y desbaratan, sembrando el desasosiego en los adentros, esparciendo la cizaña de la rebelión en el seno de las familias .  Lo de poner una manzana en manos de las hijas  de Eva es treta antigua, que nada nuevo han inventado las feministas, ya utilizada por aquel al que llaman los exorcistas el Callidus con sus retintos cabellos, que quiere decir el astuto, el práctico y con experiencia, más por viejo que por diablo; no inventan nada, pero venden la mercancía por novedosa, o colocar entre las líneas enemigas ingenios de cartón piedra que son reclamo de incautos, y toda esa calderilla de la red de redes, con la que se proponen no ya meramente entretener aprovechando, sino informar desinformando. El lema era café para todos, pero previamente lo habían faltado con los polvos finos de la querencia rosa y los figurantes de la prensa de la rabadilla y la región anal. Había que absorber, consumir, gastar. Van al anzuelo como truchas al cebo, y abejas al apiarium, rico panal de rica miel caen en el garlito y se les engaña como ya engañaron a los troyanos con el famoso caballo teucro.  Nos hemos quedado sin morueco. Por si esto no bastase, han inventado a Freud para mandar a todos los santos al manicomio.

Se celebraba un alarde militar por las calles céntricas en loor de la Patrona.

-Ese lo mismo que para el verano acaba por dar ciruelas claudias. Lleva andares de majestad. Parece que ha nacido para ir siempre en la procesión.

Hablaban del primer edil.

-Unos ensillan y otros cabalgan.

-Buena frase, jefe. Choque esos cinco.

Este exabrupto lo pronunció un hombrecillo insignificante, los brazos péndulos, las piernas algo cortas, alto de caderas, ancho de rodillas, el rostro alongado, malos dientes, boca ardiente, pies planos, labios sensuales, y dolicocéfalo. De un tiempo a aquella parte le dolían algo los cuadriles. No andaba bien de las cañerías. El pabellón craneal haciendo bóveda ojival que daba la sensación de llevar encima, ovalada, una cabeza de pato. Sus enemigos políticos le habían puesto por mote “cabeza de garbanzo”, pues era un poco cicerón. Como se estaba quedando calvo, se hacía más patente esa carencia natural de miembros desproporcionado, algo estevado de hombros puesto que tuvo infancia difícil y fue niño despreciado, ancho por abajo y estrecho hacia arriba. Su nariz era carnosa y potente, a la vasca. Le crecía bajo el mentón la magra de la papada, pero no le habían aflorado todavía perigallos a la sotabarba en su mamola algo caída y tirante como la de los viejos. Su molledo se alargaba hasta tener por remate la alcuza o el pitorro de un embudo. Era aquella particularidad heredada de su pobre padre lo que más le enojaba de su persona, pero los genes son los genes, amigo mío.


Entre los suyos había una tendencia al prognatismo, pero esa mamola en espolón, a causa de sus carnes, aun no se le notaba. Mirándose al espejo enhoramala, reparaba en que no podía poner en práctica las chulas consignas programáticas de la nueva era de amarse a sí mismo por encima de todas las cosas, de rendir culto al cuerpo, profesando una sola religión, la de la juventud eterna, que se habían puesto a pedir peras al olmo los charlatanes predicadores de la modernidad y ya no hablaban de la conquista de la vida eterna o de las penas infernales, sino del Dorado, vivir mil años, destruir a la muerte, curar el cáncer, la piorrea y la impotencia masculina. Más viagra. Dale que dale, venga pastillas mágicas. Él sentíase viejo y  se odiaba a sí mismo, y no es que no amase a sus semejantes, como esperaba, es que estos no correspondían a sus halagos. Ni falta tampoco que hace. Sería bueno que te apuntases a un gimnasio a ver si te baja la panza. Hombre, ya; un poco tarde a estas alturas, ¿no te parece? A veces pensaba que Cristo al proponer esa fórmula de redención, desconocía a la condición humana, o no se había dado una vuelta antes de resucitar por Nix Rasilis, antes de darnos  el mandamiento nuevo. Si el redentor hubiera experimentado el odio de aquella madre que él tenía, un odio rancio, plagado de prejuicios, ignorancia y de desprecio, a lo mejor no hubiese prescrito tal fórmula de entendimiento. Durante más de cincuenta años de su vida había tratado de ponerla en práctica, cosechando sólo fracasos, desabrimientos. Hasta conseguía que le dijesen que estaba grillado.  Demasiadas telarañas, pero la intervención materna o las leyes de Mendelsohn tenían solamente culpa de una cuarta parte de aquel destino. Su vida la percibía como un cúmulo de errores, una parva de torpezas, dentro de un suma y sigue infinito de desatinos. El resto se lo había labrado él solito. No, con esa inocencia no se puede ir descuidado por la vida. Te comen. Así que, consciente a carta cabal de haber nacido en tierra de rencores, como decía Unamuno, sin poder llegar a decirse que aborrecía a su prójimo, estaba siempre en guardia contra los gariteros que detrás del sollado atresnalan la soberbia, el desacato a la norma, los bajos instintos. Los donilleros del gran visir pueden hacerse presentes en carne mortal en cualquier momento. Y siempre que alguno habrá que se apunte a hacerles momos o a reírles la gracia.

-¡Cómo está el paño!

-Sí, señor, pero el limiste lo siguen haciendo todavía en Segovia. Lo que mueve la vida es la ley del Talión. Sólo te tendrán en consideración si pegas palos. El que me la hace la paga. Beldar agravios, reclamar cuentas pendientes, querellarse con tu vecino y llevarle a los tribunales de Mostotes, sentarlo en un banquillo ante una jueza, para que se le caiga la cara de vergüenza, entona.

-Hay que volver la otra mejilla Gnadio.

-El anacoste cuesta un poco más caro.

-¿Pero tú qué dices, Agapita? ¿ Estás modorra o qué? 

 Sus ojos eran inteligentes, pero se le habían quedado pachones de tanto leer, así como las vértebras de la espalda. De ellos emanaba una fuerza especial que compensaba la debilidad de su carcasa. Ese fuego como el de un aura lo comunicaba a sus oyentes. Por eso le habían dicho más de una vez: “Tú, Verumtamen, tienes un no sé qué”. Una gracia, un poder, y la verdad era que lo tenía.

Él entonces se ponía muy serio y mostraba sus manos ungidas.

-Soy sacerdote. Sacerdote según  Melquisedec, administrador de la paciencia de Dios. Traigo en las palmas  el crisma con que me ungió mi obispo.

- Productos tósigos.

-Deja de atosigarme con tus advertencias. Ya lo sé, no me lo repitas más. Estoy un poco loco.

-Tú estás igual que todos.


Y esto no era ninguna broma. Había sido cura durante un año en una parroquia del Este de Londres. Fue ordenado in sacris por una tal monseñor Callaghan al cabo de una peripecia larga de explicar y después de haber sido expulsado de varios seminarios de la Galia y de su diócesis en Hesperia.

Se había casado tres veces. Había sido profesor en Oxford, corredor de Bolsa, camarero, cohen en un lupanar de la Armbruststrasse berlinesa, jefe de imagen de un afamado político, periodista francotirador, fotógrafo, correveidile de un mandamás, perista, “negro” y aprendiz de poeta. Pero, aparcados sus proyectos de grandeza y algo caprichoso el destino, aunque brillante en sus revesas y contragolpes para con él, lo iban echando poco a poco de todas las partes. Así y todo, no se daba por vencido. Todavía me queda mucho tiempo por delante. Ahora se dedicaba a la venta de libros de lance por esas calles de Dios, frecuentador de los hospicios  y de los comedores de auxilio social, un hombre al agua, que llevaban hacia el desagüe los imbornales de aquella ciudad petrificada. Había dado con sus huesos intelectuales en el colportage. Soy colporteur o vendedor de misales y libros de oración ya cuando no reza nadie. Uno más.

-Volverás a región. Ese es tu hado fatídico.

-¡Toma ya! A esa parte iremos todos como buenos compañeros.

 El caballo de un coracero se detuvo justo al lado de la carroza de la Imagen Soberana, y, abriéndose de ancas, encorvando un poco el lomo, se puso a exonerar la vejiga; luego, lo otro. Vino un barrendero armado de escoba y badil y se llevó las boñigas que el noble bruto tuvo a bien excretar a hora tan intempestiva.  Y como  la cosa más normal del mundo a los efectos de su puntual  reloj biológico, se hizo mayores mirando para el tendido. Esto de cagarse los équidos en medio de la procesión viene a ser como una rebaja impuesta por los imperativos inapelables de la sangre a esos humos jerárquicos y a esa necia pretensión nuestra de trascendencia y de solemnidad. Por eso se dice de los hombres que van bien de la tripa cagalar lo de “giñas igual que ganado  caballar” y “como come el mulo así caga el culo” con perdón. El percherón quería ponerles los dientes largos a tanto enfermo de estreñimiento como habitaba en Nix Rasilis. Había muchos en aquella ciudad. No había más que mirarle a algunos de los barzoneaban bajo el sol de primavera a la cara. Era una yegua gateada, de alto borrén, fina de agujas, de raza árabe,  buena montura para un alabardero, tan pronto hacía corbetas o caracoleaba con elegantes evoluciones en diagonal por la calzada como se arrancaba al paso, al trote cochinero o a los cuatro pies; era apta para sacar a vistas en un alarde religioso como aquel de las tardes de Jueves Santo. Unos ensillan, y otros cabalgan, pensó otra vez. No se puede estar a la vez en la procesión y repicando No todos podemos vivir en la plaza, ni caminar detrás del paso. Al final todo se deshace en ceniza. En ceniza y humo. Tú no has nacido para ir en la procesión, a ti te tocaría hacer de mirón. No seas gilipuertas. Unos a la plaza y otros al balcón, a ver si me comprendes. Gnadio Verumtamen estaba muy mal. Había perdido el sentido del ridículo.


La ciudad parecía nueva, como de fiesta, tenía un aire sacralizado por las emanaciones de las flores, lirios y azucenas, sobre todo, que atestaban la carroza del Desprendimiento, a hombros sobre los esforzados y voluntariosos costaleros. Lo que yo desearía en verdad sería vestirme de nazareno, arrastrando cadena, con una cruz de doscientas libras en bandolera, al son de la música, pero, como estoy excomulgado, he de conformarme con ver pasar la comitiva desde un bordillo. Le tengo ofrecido al Moreno una promesa. Si me quita de beber, salgo con los cofrades de Puerta del Cielo. No caerá esa breva ni nos revestiremos mañana de pontifical. Apartarte del vino es una resolución que has hecho infinidad de veces. Alguna tendrá que ser. Sí, cuando te entierren. Erifos era un dios violento, el demonio que lo tenía sojuzgado, y, en cuanto tal, de un carácter venal, avenate, poco sujeto a  pronósticos. Hubiera deseado -lo que más en la vida- haber conseguido ganar el lauro de la fama, pero las musas, refractarias a su deseo, le habían desde bien pronto vuelto la espalda. Los enigmas de su pasado pertenecían tan sólo a las impertinencias de esa divinidad oscura que le parlaba desde la acidez de una botella. Si todos se alegraban de la llegada de la primavera con sus románticos y dorados ensueños, a él por único consuelo le quedaban los imponderables caprichos de su amo. Le era adicto de por vida.

-Alguna vez me rescatará alguno de tus garras, Erifos. Entonces empezaré a ser libre, sin sentir tu yugo ni el aguijón de los puñales.

-Castrate, serás por amor a mí un palomo blanco.


Escuchó entonces la voz como una caricia muy baja acoplada al trajín de la brisa, mientras por toda la campiña sonaba la estridulación martilleante de los grillos, que se esparcía como un susurro de rama en el bosque. Aquella llamada era capaz de hacerle enloquecer, inyectándole hebras de misticismo. Hubiera saltado toda la noche y hubiera bailado como un derviche hasta exclamar no puedo más. Sólo se preservarían aquellos que fuesen en la nave de salvación conducidas por el piloto que empuña la caña del leme del experto bajel. A los demás cuculatos o sin cogolla pronto se les daría el finiquito. Estarían condenados a permanecer en su aristocrático aislamiento. Tocaron a  rebato. El señor de la leude convoca a sus merinos. Las fronteras volvían a ser elásticas y permeables a todo tipo de gente. Nostramo - no confundir con el viático de los catalanes-, maestro de la tolerancia y de las malas artes quería un melting pot. Era el precio que el mundo tendría que pagar por la erección del gran Israel. Empieza un tiempo inestable, de correrías y de incursión. Otra vez la amenaza de los piratas berberiscos. Pero al rey y a la inquisición chitón, aunque no faltará a estas alturas quien le tiente el vado. Siento ya la llegada de todo un cortejo. De mayordomos, pajes, maestresalas. Había acudido a ruedas de iniciados, pero sin demasiado éxito. Erifos era el responsable de que no madurase en sus propósitos durante mucho tiempo. Las mujeres acababan llamándole “Mariona” o diciéndole otras cosas feas, pronto se cansaban de él, extinguido el deseo. Pero vio a algunas que daban señales de locura y en su embeleso pronunciaban nombres que no eran de este mundo. Una de bustos muy poderosos le tomó por mesías o enviado del Altísimo y todo su afán era tener acceso carnal para que le diera un vástago. No cesaba de repetir aquella frase de “Ha llegado, ha llegado. Él ya habita entre nosotros”. Y tuvo tanta congoja dentro que le resultó de todo punto en aquella ocasión en que Cupido le había sido tan propicio de consumar el trato torpe. Señales primeras alarmantes del miedo a la impotencia. Luego estaba aquel picor que enrojecía sus partes blandas. Llegó al convencido de acabar convirtiéndose en un palomo cojo, en lugar de sus pretensiones a alcanzar el grado de palomo blanco, precisamente a estas alturas de la misa, cuando ya, perdida la libido, fracasaba en todas sus aproximaciones a hembra; algo le funcionaba mal, las partes elásticas no se estiraban. En las plantas de los pies también surgió el sospechoso enrojecimiento aliado de un sarcoma. Lo malo de aquellas tenidas en que se cantaba la llegada del Paráclito era que todas ellas derivaban en orgías. El fervor religioso de los ungidos abría la puerta del desenfreno. ¿Es que a los santos ha de estarles todo permitido? Esa era la regla sublime del pelagianismo, secta española, que los elegidos por mucho que se esfuercen no podrán hacer agravios al Señor. Hay barra libre y amor a todas horas.

-Ya lo sé. No me hace mucha gracia narrarlo, hermanos, pero tengan en cuenta que yo únicamente escribo con un propósito vencer al vicio del tabaco y a Erifos, que es el que más me cuesta. Lo demás me es indiferente.

-El cuerpo se hunde en el pecado y de esta forma el alma se purifica.

-¡Serán tus cálculos porcentuales !

-Es mi embriaguez numérica.


-¿No conoces las costumbres de la Parasceve o pascua judía que en realidad es un préstamo de las costumbres griegas? “Parasceve”(viernes) es la preparación de la pascua sabatina, y “parasceves” eran llamadas las veinte vírgenes que saltaban en las redolas o aquelarres, donde yacían con los sicofantes. Si después de las bacantes nacía algún niño al cabo de nueve meses, éste era considerado por profeta. Por eso el Profeta, que captó onda, oía campanas y no sabía dónde, ordenó santificar ese quinto día, el de Venus, a sus pupilos. No era tonto que digamos. Se lo puso fácil a los creyentes y por tal crecieron las huestes agarenas como las arenas del mar en apenas pocos siglos en detrimento de los seguidores del Crucificado que tienen más áspero el negocio de la otra vida, donde, para colmo, se les recompensa con salmos y con liras, santo aburrimiento y eterna quietud. Nada de manjares ni de huríes. A san Agustín le regalarán con sus himnos los serafines llevándolo en volandas de un lado para otro pero le negarán permiso para entrevistarse con lo que más quiso en el mundo: aquella esclava nubia. Porque en aquel reino empíreo habrá cesado de todo punto la llamada del deseo. Lo dijo Cristo no habrá ni mujer ni marido.

Habían desaparecido las chicas de tarifa- lo de chicas es un decir porque en aquella hueste de izas y rabizas con más historia en la villa de Nix, y que se resistían a jubilarse, porque las cantoneras, como el obispo de Roma, no se jubilan nunca, de su esquina, aunque nunca la prostitución tuviese una aspecto más sucio y desagradable. Entre ellas, las sufridas jornaleras del amor airado  había tres abuelas y una bisabuela- no perdían el tiempo pensionistas ociosos que cobraban el retiro en la capital, estaban cerradas las puertas del Corte Inglés, no se veía a moros ni a polacos recostados sobre el alfeizar de las jardineras de los tiestos gigantes del área peatonal junto a la fuente central, retumbaban los tambores de Calenda. La escena tenía un aire como muy surrealista. Un policía disfrazado de centurión romano guardaba la entrada de un edificio de la calle La Cuesta. Velaba la tumba incierta de los que asesinó aquella bomba poli-etarra. Un penacho de plumas de avestruz coronaba el almete, su galea de hierro fundido de Arabia, y en la loriga ostentaba las fasces y la bipenna de la divisa de su cohorte, con una leyenda que ponía en latín: “Harolianus comes Longini, legio póntica, manipulus quatordecim ex Panonia” (Soy el centurión Hariolano, acompañante de Longinos, incardinado en la legión del Ponto, número catorce, oriundo de Hungría). No era una de esas muchas pictografías obscenas de las que empavesan nuestros muros sino una epigrafía de innegable valor histórico. Había muchas nubes de variación diurna aquella noche en el firmamento. Yo me sentía una hormiga a la entrada de un rascacielos. Iban subiendo por toda la calle faroleros con tanta prisa como si al día siguiente el profeta Halley fuese a estrellarse contra la tierra. ¿A qué tanto azacaneo si todos los días son iguales y el turno de la vida es siempre afín a sí mismo?  Por muchas alharacas el mundo seguirá girando sobre su eje. Le faltaba decir que fue testigo de la muerte de Jesús en la cruz por todos los pecadores. Sí, la lanza en el costado. Adoramos te, Cristo, y te bendecimos, que por tu muerte redimiste al mundo.

-Flectamus genua, - gimió un diácono.


-Levantaos- volvió a consignar el preboste y por la extensa cúpula del cielo de aquella ciudad descreída y un tanto paniguada, pero que tuvo un pasado muy grande, de sede de la cristiandad, resonó un motete, el mejor de la polifonía del padre Vitoria. Era exactamente el de “Caligaverunt oculi mei”. El llanto verdaderamente fue como tierra a nuestros ojos. Entre la multitud flameaba el penacho de otro centurión: Cornelio al que Jesús curó a la hija y también estaba Jairo el hombre muy agradecido. Una mujer, que iba detrás de la Verónica con el sudario en que se estampó un bello rostro varonil, portaba un arca de plomo guarnecida de rubíes. Caminaba rozagante con gran esmero y parsimonia mirando para los lados orgullosa de su trofeo. La carne sellaba así el pacto de la alianza. Dentro del cristal había una cosa colorada y carnosa. El prepucio de la Circuncisión Santa. ¿El auténtico? Sólo Dios lo sabe pues a los hombres hijos de la mentira su piedad o su interés les traiciona en estas cosas. Buscan el Grial acaban estampándose contra los diablos de la red propalando mentiras cálidas en su lenguaje de perversidad. Yo ni afirmo ni niego por lo que me toca pero son ya muchos trompazos y traspiés en las tinieblas y tú, esperanza de mi vida, amor que tuve y llamó a mi puerta, no has venido, rota ya la promesa, y viejo y gordo y sin arrimos, acabé en ludibrio de mis enemigos. No te has presentaste Alquinnhelén. No se ofreció ocasión de milagros ni se multiplicaron panes ni peces. Sólo el pan amargo que me da mi mujer. Aunque convengo que en estas costumbres supersticiosas que nos sorprende en el bajar y subir por la rúa del pasmo que es pina y con bastantes baches mueven a devoción a los ignorantes, la grey simple. Dan un poco de belleza y de ilusión en medio del charco. Buscan el mar de Galilea y la piscina probática y acaban en una playa de Marbella con poco horizonte donde hacen nudismo las matronas madrileñas y los recién casados de medio pelo vienen de luna de miel desde el brumoso Manchester o la atascada Liverpool y se emborrachan con coñá barato. Ya nos quedan pocos horizontes. Pero Dios te ama. ¿Quién te lo ha dicho? Filaterías por la red. Pláticas y disquisiciones que no llevan a nada. ¿Cómo lo sabes tú?

Pero mi infancia fue una bella procesión alfombrada de aroma y pétalos que caían desde los balcones al paso de la custodia portando el Sacramento. Escucho con el oído los himnos de Epifanía. Ahora en la edad provecta conozco las espinas de aquellas rosas de antaño. La vida ha pasado factura. Perdió la honda el vaquerillo, madre y el peregrino su senda por andar a claveles. Se apagaron las lumbreras de JHS. Ya es de noche y se acercan horas profundas de tinieblas. Suena el gemido en la pared de los lamentos. Dios nuestro, Dios nuestro, ¿por qué nos abandonaste?  Lo del prepucio era una impostura. Lo mismo que el portal y el pesebre. La fuente donde la Virgen lavaba sus paños. Sólo nos queda el desfiladero por donde quisieron despeñar al santo de los santos sus propios compatriotas después de un sermón en la sinagoga pero el cronista nos dice que yendo entre medias de ellos logró ponerse a salvo. En cierta manera se hizo invisible. Único procedimiento de salvación para tu padre, Alquinnhelén, que es un perseguido, un topo en su guarida para los tiempos que corren, amor. Hasta podría demostrar que él fue el mesías echando la vista atrás y viendo lo que ha sido mi vida que tiene tantos puntos de contacto con la suya por el lado de la pasión, persecución y taumaturgia.


Pero en aquel momento rechinó la voz atiplada casi de eunuco de un príncipe de la Iglesia reconviniendo al coro por haber cometido semejante atrevimiento. La Pasión de Cristo, dijo el gerifalte en italiano, caía en lo políticamente incorrecto, un hecho tan lamentable como impresentable, aparte de confuso e incierto. Su parlamento entristeció no poco a un sacristán de Burgos, quien se limitó a exclamar en medio de la resignación:

-Vamos, que todo fue una fábula, que nos encariñamos con el invento, pero en todos estos siglos no hemos estado haciendo otra cosa que adorar al santo por la peana.

-¿Y vos qué hacéis aquí?

-Guardar el sepulcro de los Caídos. Porto la entorcha.

-¿Me das fuego?

-Hoy no se fuma. Se ha muerto Dios.

Al poco rato, vino un relevo y cambió la guardia. Lo curioso del caso era que estando allí de centinela un centurión romano, testigo de la muerte del Señor en Tierra Santa, no merodeasen a su vera los reporteros ñoños del Canal Metropolitano para hacerle una entrevista. Esos se enteran de todo. Por lo visto, los milagros ponen muy nervioso al gran jefe y no interesan.  Añafiles y tambores por la calle Igual y Ferreteros sonaban con más fuerza. Las ratas gringo- etarras, dirigidos por Pólux y Castor con chapela y de la casa de los Aizgorris (el uno, un leñador que profesó en un convento de fraile, colgó la sotana, y se metió a agitador de  masas, y el otro un banquero, con conexiones oscuras en el estado de Idaho, que no tenía agallas para admitir su calvicie y acaudillaba la tropa de insurrectos y de mambises por los predios várdulos, bien arropado por el oro que manaba por las atarjeas del Capitolio allá en Sede Baldea, donde se encuentran los libones  o manaderos de toda el agua sucia que corre por las alcantarillas del mundo, una versión moderna de los campos de Haceldama y de los treinta denarios del Judas) huían despavoridas al fondo de las cloacas.  Mujeres con velo, muy enlutadas, cubiertas la cara con una gasa, el gesto compungido, con pintas de señoras del ropero, y ahilando sus trenos de comadres climatéricas entonaban el “Amante Jesús Mío” y un orate dando muestras de evidente regocijo pasaba los callejones, dandose golpes de pecho y no dejando de repetir con voz opaca: “Ya vienen, ya vienen, ya está entrando la fuerza. Iba siendo hora de que nos liberaran”. No era más que un vagabundo, un hijo de la intemperie, pero “ex ore infantium et lactantium”...

-¿Por dónde?

-Están en Gamboa.

-¿Y a ti quién te lo dijo?

-Yo, que lo he visto.

-¿Cuál es tu nombre?

-Me dicen “Sciuta”, por ser italiano, como la pasta boloñesa, pero yo me llamo Nicomedes Alarma para servirle.

-A ver el bando.

-Yo no tengo bando, soy de los buenos.

-¿Quieres decir la contraseña, Sciuta?


-¿Y te parece poca tema lo que está pasando? ¿No es signo lo que ven nuestros propios ojos?

Quedó maravillado Verumtamen de la sabiduría de aquel azotacalles. Y convencidos de que no todos los que dicen “Señor, Señor” entrarán en el reino, pero lo que más le indignaba en aquel instante era la falta de decoro de las monturas de los escuadrones corporativos, cagando espeso en plena calle. Las boñigas descendían desde su cagalar cárdeno sobre los adoquines con lentitud solemne. Al ver aquella emanación de excrementos no resultaba difícil imaginarse como caerían las almas de los condenados en el infierno. Como boñigas a puñados.

- A un papa acaban de llevarselo consigo los corchetes de Pedro Botero.

-No será ni el primero ni el último, que de ese oficio están repletas las zahúrdas de Lucifer.

-¿Es que no hay presupuesto en las arcas municipales para que a los caballos de la escolta de honor les den un mal astringente con todo lo que roban los de la gorra de plato? Y ese va con la vara de alcalde ahí tan pancho y tan beato más que nadie.  No hay modo. Para laxante ya tenemos la televisión o las parrafadas que se marca el bueno de Walabonso Hache Aspirada, que no quiero la jota que trajeron los moros, y otros periodistas del ramo.  Los moros de la costa seguían arribando en las naves onerarias fletadas por los negreros de Sede Baldea los que trafican con esperanzas humanas.

 Don Walabonso, muy dado a las tercerías, era el gallo de aquel corral de alcahuetería de pleno derecho. Sciuta no se cansaba de anunciarle desastres múltiples.

-Al plato vendrás, arvejo. A todo cerdo le llega su san Martín con su respectiva martiniega. ¿Pagaste el diezmo?

-Ya ves.

-Ya me dirás, Colás.

-Te pongas como te pongas, es así la cosa y veremos en qué para,

Era la hora de los peregrinantes que querían salvarse. Se echaban a los caminos por todo bagaje un ejemplar de los evangelios de san Juan y se dispersaban como la fuerza absoluta del viento que arrastra el vórtice de la historia a través de todas las rutas. No se consideraban esto vagabundo marginales de la ley, ni perseguidos por sus ideas políticas sino que iban y venían porque creían en Cristo redentor. Sus recorridos se llevaban a cabo en demanda de una verdad suprema.

 


Los castizos nunca se cansan de protestar. Pero no había que fiarse mucho de esa verborrea, algo corusca y como hecha para pasar por altoparlante, de los nixrasilianos, donde llevamos siglos pensando una cosa y diciendo otra. Además los castizos en su parla vulgarota y asentada hablar como ir pisando huevos separando bien las palabras. A la señora la convertían en señá..

-Ez que...

Se disculpaban con eses aspiradas y el esque era como un comodín en todas las conversaciones, un latiguillo que denunciaba la procedencia del hablante. Entre Gamboa y el Lavatorio, esto es Nix Rasilis. Dios, olla y Madrid.

 Tiene tendencias adulonas el chulapo. Mucho cacarear y el chotis no es más que un baile de importación. Se vive hacia el interior. Nix Rasilis es un saco sin fondo, pero en eso se diferencia poco de París, de Berlín, Roma o Nueva York. El chotis es escocés.

La llegada de los ramiros estaba cargando el aire de paradojas. Dicen que le sufragan las potencias invisibles. Ello fue que aquel día de procesión en el que el pueblo devoto (que la devoción, si da la vuelta a la tortilla, es susceptible de trocarse en furia desatada, y la multitud en turbas; ay de vosotros si el populacho brama inducido por los eversores de nuestra tranquilidad, que han iniciado una revolución en marcha, y los evasores de los dineros públicos  que malogran en la trastienda, los plumíferos venenosos, y los pisaverdes delante de una cámara) veneraba a Nuestra Señora, La Dorada cuya talla había aparecido misteriosamente en el resquicio de unos lienzos de muralla que quedaron indemnes a la piqueta del ensanche y a la debeladora acción de los gabachos, el personal empezó a darse cuenta de muchas cosas. Don Walabonso no sólo era un burro de carga, sino también caballo de Troya, dentro, en su panza se ocultaban agazapados fuerzas de desembarco, ya están los teucros aquí otra vez, con armas automáticas dotadas de lentes de infrarrojos para la visión nictálope tropas de asalto nocturno pertrechados con el último grito de la parafernalia. Asistía a los saraos catecúmenos  escoltado por Columba la Currada y lo retrataban los niños de la prensa rosa y otros seises de la gallofa luciendo su tonsura de camándula. Podía ir a misa como acudir a una danza de los siete velos.

Se iba quedando calvo ende detrás, por la corona, pero de fraile tenía muy poco, aunque decían que era Miembro de la Obra. Doña Columba la Currada le preparaba trajes de adefesio para asistir a los desfiles de la catasta, las copas de vino español y fiestas de gala. Vista por televisión, la corte de sus majestades era una fiesta, pero cuando apagábamos el receptor, no era más que un valle de lágrimas. La tristeza y la depresión afloraban en las esponjosas confesiones por el móvil a la Escofina Morenaza, que conducía una programa sólo para miembros de la Tercera Edad por La Voz de la Espiral, que los castizos habían empezado a llamar Radio Vela Larga Macabra. Allí las abuelas iban a contar cómo se lo montaban con sus novios después de la guerra debajo de los chaparros. Se iba al huerto más que ahora. Decía una gorda: a mí marido es que cuando me toca la mano es que me excito mucho, sabes maja.

-Es que... es que. El hombre yesca y la mujer estopa. Ya ves.

 Escofina Morenaza aguzaba las orejas como un pertiguero y otra señora amenizaba la charla. Pues anda que si llega a tocar un poco más abajo, so guarra. Su éxito de programación se sustanciaba en explotación de los instintos inferiores por la mañana; por las tardes, morbo y violencia desangelada y sexo a todas horas. Los que pudieran, claro es. A este paso nos vamos a volver locos, impotentemente locos. Que lluevan no chuzos de punta sobre Nix sino grajeas de viagra. Ay qué coño tienes, Claudia.

-Tía buenorra.

-Arsa.


Aquella ventana iluminada de la Espiral de Horrores había penetrado en todos los hogares. Se hacía eco de la eversión con mando a distancia. Era su objetivo que se rindiera el alcázar. Ya en las mejores familia no se dialogaba.

El hache aspirada pronto nos transformaría a los currinches en jota. Tendríamos que ponernos a correr por la pista de los diccionarios. Anda. A ver. No podríamos a hacer aquí una etopeya de su semblante, porque la prosopografía nos conduciría a establecer un parentesco entre la delicada situación política por la que atravesaba la nación con la conciencia chirle de aquellos venados. Era la vera efigie del cara dura. Cualquier día de estos le van a soltar los mansos. Nos pasarán a todos la pluma por el pico, como es natural. ¡Y que lo digas!

- Acabarán todos en la cárcel. Ya verás cuando se les baje. Dudo que nuestros políticos, buena parte del clero y sobre todos nuestros plumíferos infames y con garras de cuervo, sean personas normales. ¿Por qué no sacará Zeus Mavorte el rayo que los fulmine para librarnos de tanta canalla? Mírale que repantigado va el muy cojonudo. Parece un mirlo blanco y tiene ánima de quebrantahuesos. Ordeno y mando, sí señor. Tú enviaste a la calle a tus verdugos y diste a los municipales y a los jueces de primera instancia a que llevasen a todos los vendedores ambulantes a la canasta. Toda una compañía de guindillas me rodeó impunemente y no pude saltar el cerco. Adiós mis libros, adiós mis estampas. Se lo llevaron todo, oye. Lo sentí por el icono de la Virgen de Kazán que me había enviado Asia Safina en una de sus cartas. Monté en cólera y casi me pego con un guardia. Pero la Grande y Bella consiguió hacer un milagro. Ella está muy por encima de los funcionarios madrigados, los políticos de relumbrón y mantiene a raya a las fuerzas oscuras. Si Ella no lo permite ningún guindilla se le subirá a las barbas, porque aplastará la cabeza de la serpiente. Que no se me ponga ningún mal alguacil a tiro. Yo les pido a los corchetes por Dios que no me toquen. Y no me tocaron ni un pelo de la ropa. A mí también me cupo un día la suerte de sentir la presencia invisible de la mujer de blanco. No dormí en toda la noche pensando en el desafuero del que había sido objeto. No dejé de rezar encorajinado. Madre del amor hermoso no permitas que se rían de nosotros.

 


 A la madrugada siguiente amaneció un hermoso día  fresquito de mayo. Cogí el primer autobús, que es el mejor caballo que nos queda a los que somos de infantería y no me fui a pasear; me fui a reclamar lo que era mío a la casa consistorial, entrando por la puerta falsa la que hace chaflán con la calle Tirocinio y va a desembocar a la plaza del Desdén, muchos soportales, tiendas de souvenirs, restaurantes donde te atracan y bares con fritangas de calamares a dos pesos el bocata, filatélicos, alguna tienda de boínas en lo que otrora fueran caballerizas, y en el centro la estatua ecuestre del gran monarca.   Su montura, al no ser tracción de sangre, sino de bronce fundido en fraguas italianas, no vertía aguas mayores ante el concurso de los múltiples turistas que a todas horas lo fotografiaban. La maldición de su padre parecía lanzar latigazos fulminantes contra el plinto. Temo que me lo gobiernen y los gobernaron como les dio la gana. Era demasiado pío, demasiado crédulo. Quizá medio tonto. Pero de ellos es el reino de los cielos porque no responden a la provocación ni dan respuesta de fuego o espada a los agravios. Los mártires no entran en la gloria por la puerta falsa. Tienen que trabajarse la entrada.

 Conseguí mi propósito sólo a medias, pero no hice mi viaje en vano, ya que si no saqué un alma del Purgatorio, a Prisciliano Consorcio, alias el “ Sietecartas”, que era por aquellas fechas hombre de al lado de la Gran Concejala, le dieron un importante cargo en el Ente. El bueno del muchacho que tenía una caída de ojos ni siquiera me lo agradeció. Pero de ingratos está el mundo lleno. La Virgen de La Dorada hizo un milagro, que estos rosarios blancos que yo reparto son una verdadera bendición. Vamos, hombre, que no hay derecho, que me confisquen a mí mis estampas y mis rosarios de forma tan aleve. Media Nix Rasilis y casi estoy por decir que las tres terceras partes de aquel país llamado Istolacia se dedicaba al estraperlo, a la venta ambulante o trapicheaba con las repúblicas hermanas. Era la voluntad de Sede Baldea, que no nos quería muy bien, el poner de rodillas a los nuestros. Estábamos perdiendo áreas de libertad a marchas forzadas pero ese había sido un poco el destino de los istolacios.

 Cuando abrieron los portones de la calle del Desdén y ya estaba yo contraatacando y haciendo pasillo. Inicié mi contraofensiva celestial, girando los goznes de la pesada máquina burocrática del Prytaneum Consistorial, pero aquel oscilatorio movimiento de libración no surtió efecto alguno, camaradas. ¡Dios mío, nunca me sentí yo peor! Mira que caer tan bajo. ¡ Poner los libros en la acera en espera de que lleguen compradores! ¿Qué desea? Tal y tal. Eso no es aquí. De una ventanilla me mandaban para otra. Había una lista de espera de tres kilómetros que aquel zaguán parecía la cola del Cristo de Medinaceli. Un pirulero al que le habían confiscado un carromato decía con su melodioso deje transandino:

-A no preocupar, señores, que no nos lo quitan todo. Sólo el veinticinco por ciento del alijo confiscan.

-Menos mal.

- A lo mejor devuelven algo. Por ejemplo, si se te han llevado el carro, luego te restituyen las ruedas o las teleras por ejemplo.

-¿Y el motor?

-Motor no llevaba, señor. Yo voy todavía por la tracción de sangre.

-Hablas, cholito, justo como un personaje de una telenovela de Vargas Llosa.

-Ese tiene mucho más dinero que un servidor, aunque viva del cuento.


 Más pólizas, más burocracias, más papel de Estado. Me cisco en el que lo inventara. Pues hazte la cuenta de que fue el conde duque de Olivares, el que encerró por un mal soneto  a todo un Quevedo en San Marcos, y el San Marcos de entonces no es lo que es ahora, un hotel de siete estrellas, con una sesión a la semana de frente a frente y comida a la carta sin un calabozo con mancuerdas, pihuelas y todo. Pues un autor de Oxford le sube por las nubes. Está visto que para ser historiador y que a uno le nombren y le den premios hay que llamarse Eliot, chapurrear algo de castellano y decir que los validos istolacios son los precursores de los primeros ministros británicos. Para surcar esta mar arbolada, para transfretar el piélago de pasiones hay que ser un azor. Olvidemos de las cándidas palomas. ¡Valiente cosa!

-Escribame un pliego de descargos.

 Lo escribí.

-¿Y ahora?

-Se le contestará por escrito y en su día.

- ¿Y no me van a devolver mis pertenencias? Eran iconos, objetos religiosos, rosarios blancos fluorescentes que irradian una luz tenue de fuego errante en la oscuridad y que protegen.

-Hable con el alcalde. ¿Es verdad lo que dicen: que ha visto a la Virgen?

-Sí.

-Y ¿era guapa?

-Sí.

- ¿Y lo del fuego fatuo?

-Usted sí que un es fuego fatuo, mi sargento. Sólo le hace falta la sábana y una cabeza de pulpo para hacer el fantasma.

-¿Tiene poderes de adivinanza? ¿Lee las cartas del taró? ¿La ahigada hizo a alguien alguna vez?.

-Higos tiene la parra del cura. Higos tiene pero no maduran.

-Déjate de falordias y de pampiroladas y responde a la demanda. ¿Sufrió su madre de eso que llaman los galenos agalaxia? ¿Retuvo mientras criaba la leche en las mamilas? ¿Hablaste igual que Mohamed en el vientre de tu madre y ya en el claustro materno empezaste de repente a cantar lilailas?

-No, señor, que de Tetis y de pornografía explicita estamos ahítos en este país, pero los senos son estériles. Están ahí para aparentar y para que la Lebruna los luzca cuando canta, y todos estemos pendientes de su pechera y de ese pródigo canalillo con que la dotó Dios (¿será todo suyo o los habrá reforzado con ayudas de silicona?) Y que exhibe en las galas benéficas a favor de los hambrientos de Eritrea. Por lo demás, en la maléfica ligadura tampoco creo. Lo que hice fue poner un tenderete en plena calle, repartir de limosna estampas y rosarios. Eso no es acatar ni pedir limosna, ni creo que me apliquen la ley de vagos.

-La venta ambulante la prohíben taxativamente las ordenanzas municipales.


-Pues yo lo hice sin mala intención. Soy creyente.

-¿Y no le da vergüenza? Parece mentira de ti, un hombre con dos carreras y que habla cinco idiomas. Mira que ponerse a vender en plena calle. ¿No le da vergüenza? ¿Con dos carreras?- insistía el suboficial, aquejado de titulitis, uno de los prejuicios sociales y manías de grandeza, secuela del morbo de los visigodos, más frecuentes y con el que desde niño nos marean, hasta convertirse en tormento endémico, a causa de los intereses de casta  por estos pagos pecadores, pero “colorada es toda sangre, hidalguillo”, adveraba el Caballero de las Espuelas de Oro, recalcando sus palabras con morbo.

Me dieron ganas de liarme la manta a la cabeza y empezar a romper diplomas. Si no es por la literatura y porque la utilizo para juntar cargos contra los prevaricadores me vuelvo loco. Palabra.


-Eso exactamente es lo que dice mi señora, pero yo no la hago caso. Es muy temperamental. Hay días que se pone contra mí como una energúmena, una Euménide. Yo tengo que morderme la lengua, aserrar los puños y hasta me acobardo, porque, de súbito, se me suben a las mentes todas las amenazas y lutos de la crónica negra que cuentan casi regodeándose los frecuentes asesinatos de mujeres a manos de sus costillas esas lenguas en forma de tijera de las cotarreras del programa insustanciales que garlan sin parar. Sábados de tele aburrida. Rueda de inquisidores, aquelarre de honras. El morbo vende. Y sacaron a un bastardo de Alfonso XIII, bigotes a los Felipe IV y toda una máquina sexual que se llevaba a bailar a sus chicas al “Rancho Criollo”. ¡Qué tiempos! Estos bombones, todos iguales, algo rubiáceos, estirados de cuerpo, largos de canillas, altos de borrén y labios gordos muy sensuales. Los rojos le perdonaron la vida por ser el hijo de puta, vástago de un rey habido no en morganático como el de Doña Stiva, sino en el camerino de un cupletista. Su madre era una corista danzadora que hizo virguerías en  al cine porno. Sale por esas boquitas enjalbegadas de maquillaje toda la freza de esta sociedad faramallera. Quiero apeldarlas, tomar el tole, pero, desde que cayó el muro, las huidas son a ninguna parte. Lo global ha suprimido la condición de refugiado político. A lo mejor resulta que soy un terrorista y vienen a por mí los gendarmes y me pasean en helicóptero. Vagar y vagar como un vulgar zampalimosnas.  De esta manera de las crónicas de sociedad hemos pasado a las falordias del monte de Afrodita, a los chisguetes de discoteca y a los polvos de la movida. Bajo el alar de esta masada, antiguamente denominada Jáquima, la patria mía (el nombre viene del vascuence, dicen), ya sólo cuecen desdichas y desfalcos. El azote de Dios no tardará en llegar. Tan infaustos acontecimientos son cantados casi con un cierto refocilamiento macabro por las gumías del panel informativo. No quisiera, señor guardia, que mi nombre se viese involucrado en ese estadillo tan frecuente en nuestros días como lamentable. Soy Gnadio Verumtamen, latinista,  filólogo, hombre de bien. Mis manos nunca se han manchado de sangre. Y aparte de eso están ungidas.

-Pues no para de meterles en la mierda- dijo el comisario mostrándome una larga lista de papeles, registro de mi acostumbrado paso por comisaría.

Cuando a las gentes les llevan por vez primera al cuartelillo, a unos les da por llorar, llamando a su mamá, llevarse las manos a la cabeza o por contar sus hazañas. Al bueno de Gnadio se le soltó la lengua. Era de estos últimos. De remate, a todo acaba por acostumbrarse uno.

-No se ponga tan dramático.

-La vida es trágica.

-Hombre. Tampoco es eso.

-¿Cómo que no si Agapita Quinccoces chilla y chilla,  me trata con el desprecio que toda hembra siente hacia el castrado? La tengo miedo. No por ella, sino por mí mismo, no vaya a ser capaz de cometer un acto punible. Sus malos tratos, sus vejámenes me sacan de quicio. Ya sabe, señoría, que una malcasada es una herramienta de muerte, un infierno portátil. Y, si un día me calzo con el pie izquierdo, acabaré poniéndome el coturno de la ira asesina.

-Irá Vuecencia a la cárcel.

-Ya. A la tiorma. A la gefangis, a la gaol, a las catacumbas. Mi vida son las cadenas por eso me he aprendido el nombre de cárcel en todos los idiomas del mundo. Bajo ese signo nefasto me parió el destino.

-En ese caso, puerta. Dejéla. Tiene dos carreras, habla varias lenguas, es hombre de mundo.

-Qué más quisiera yo, señoría. ¿Adónde voy a ir yo a mis años, con estas carnes partidas, con este dolor de ijada que a veces me llega desde la cintura a la rabadilla? Amén de eso, se me inflaman con frecuencia los tobillos. Estoy para pocos trotes. En serio, me causan pavura las noches al raso. Ya no puedo hacer lo mismo que cuando a los veinte años me fui a París a la aventura cargado con un macuto de infantería que merqué en una tienda de efectos militares.

Se le subía el gallo. Se conoce que al muy cabrito le estaba yo sacando de las casillas. Se encaró conmigo furioso.


-No me llames señoría leñe. Yo no soy un juez sólo un humilde suboficial de la guardia urbana. Esto no es una sala de audiencia, ni las cortes generales. Compareces ante un guindilla y a lo mejor antes nos hemos visto las caras. A lo mejor estamos los dos en el mismo barco, pero lo que pasa es que yo me aguanto, mientras que tú con tus dos licenciaturas a cuestas te has convertido en un baldón para todos nosotros.  El sargento  debía estar obsesionado por esa pasión hacia los titulillos y diplomas demoledora, (she was a career woman) resabio de las cuentas pendientes de la inquisición y el forcejeo entre cristianos viejos y nuevos que puso en movimiento nuestra mentalidad sui géneris encastilladas en los principios de un catolicismo barroco en el que las máximas evangélicas andan prendidas con alfileres. Al pobre vagamundos y vendedor ambulante le recordaba un poco a la tozuda de su madre a la que le gustaba mucho hablar de carreras y de embelecos, y de licenciaturas con matrícula de honor y toda esa inclinación facultativa de la que hablamos, no para saber sino para ser más que los demás y para colocarse. ¿Por qué? Porque ella quería ser más. Orgullo e casta se llama esa figura o tal vez simple y pura comodidad, pero nunca jamás afán de progreso. Y todo para acabar sin oficio ni beneficio. Si quieres ser algo en la vida, haz oposiciones. Tú serás un buen funcionario en prácticas.

-Vapula (así llamaban a la mujer que me parió), eso no está bien. Creo que es poco cristiano la forma como tratas a tu hijo. Dios te castigará. Ya te pasarán la pluma por el pico.

Madre  Vapula a Verumtamen lo tenía muy aborrecido, desde niño. Se pasó toda su vida haciéndole la puñeta, rebajándole ante los ojos de las gentes, y el pobre aguantaba su acción implacable con mansedumbre y gesto pío. Iba diciendo: “Con madres de esa calaña como la que a mí me ha tocado en suerte sobran las madrastras” y luego, sacando el rosario blanco, pasaba los dedos por los abalorios de nácar.  Cuando terminaba se quedaba dormido, y en su letargo, en el pasmo de la soñarrera, se acercaba a su Madre del Cielo que le había dispensado todo el cariño y ternura hacia él de los que no fue digna la mujer que le parió por una de esas carambolas de la biología.  Pero tú tienes mal de madre; a ti té pasa algo con las mujeres, tío. Los desengaños y golpes de su vida le enseñarían que las mujeres amamantan, rompen la vajilla, recriminan, hacen gorrinadas con quien les pete, atendiendo a la llamada del deseo, carecen de lógica, son todo tubos de complicadas reacciones químicas, pero ya lo de querer es mucho más difícil. Es para lo que están hechas. Verumtamen con los padres medievales se preguntaban si tenían alma las mujeres. En caso de ser cierto, ésta debía consistir sólo en un orificio. Su conclusión predilecta al respecto se tasaba de esta forma: “Nos dan de mamar, pero no nos quieren y nos mal gobiernan. Para ellas nunca dejaremos de ser sólo niños de teta cojones, llorones, no nos zafaremos nunca de esta maldición de oralidad que nos persigue”.

- Yo, señoría, no soy más que un pobre alcohólico, un autor fracasado. Un dipsómano con la tres letras- divorciado, deprimido, derrengado-. Pongo mis libros al borde del camino. No pido limosna, pero todos me pisan y parece que quieren humillarme. Si no me hubiese protegido la Virgen María, ya me habría muerto. Pertenezco a una orden mendicante en estos tiempos de derroches, desigualdades e injusticias, que es la de la cultura. Me cago en la leche, yo pago mis impuestos, y el edil me viene con esas martingalas.

-Reportese, oiga. Pida audiencia con el alcalde.

Fui a hablar con  Cohombro, pero estaba reunido.

-Entonces pida audiencia con la concejala.


-Uy, esa. A buena parte fuiste a dar. Esa sólo da mercedes catalanas. Cortesías y buenas palabras. ¿Qué hago?

-Pues, nada. ¿Qué vas a hacer? Pues, nada. Joderse, como está mandado.

Me aplicaron el artículos tantos, barra cuantos de una ley que no me acuerdo  de enjuiciamiento criminal. No me daba por conforme. Estos tíos no se quedaban con mis rosarios.

 Había una paloma, la primera de la mañana columpiándose en la barbilla de bronce de la estatua ecuestre del tercero de uno de los Felipes, hombre corto de alcances, “temo que me lo desgobiernen” pero muy devoto y propulsor en Jáquima del culto a la Purísima Concepción, “palma sois excelsa, Oh virgen triunfadora”. La guinda andando los siglos la pondría el Generalísimo Franco quien consiguió de Pío XII el Breve que proclamaba la Asunción Gloriosa de la Madre de Dios a los cielos. Me tomé un par de cazallas en una bodega que hace esquina a la Plaza de Decanos con la calle Salsipuedes. Valor, hijo, me dije. Te enfrentas a todo el aparato administrativo. Do not take a no for an answer. No te rindas. ¡Qué más quisieran ellos que verte hecho picadillo! Cuélate por la puerta falsa como cuando ibas al campo de las Margaritas en Getare y te hiciste amigo del conserje Pirulo que te dejaba pasar, y así diquelabas a placer cada una de las jugadas. Goles y los del equipo visitante les llamaban de todo, y a veces a los de casa. El furbo es la válvula de escape por el que el pueblo sencillo. treinta veces la palabra hijoputa, marica y cabrón es que te encuentras entre españoles. Todos los encuentros gratis.

-¿Cómo lo ves?

-Mucho sombrero. Cigarros puros que la gente fuma y fuma que hay que ver y veintidós tíos en calzoncillos sudando la camiseta. El personal se pone con el fútbol que yo que sé. La cosa no es para tanto.

-Los españoles estamos locos. Al fútbol nos tiramos en plancha. Es una forma de escapismo. Rueda de vanidades. En los estadios hacemos la encorvada. Nadie se atreve a hablar mal de los americanos. Es políticamente incorrecto.


  A mí siempre me han parecido todos ellos personajes dignos de Dostoievski. Muchos de ellos traen mirada de asesinos. Una enorme estantigua de locos repúblicos se había metido a la procesión a acompañar el paso. Está claro que lo importante es que te retraten. Chupar cámara, ser caldo de cultivo del “Haronía” (revista ilustrada que no ilustre), o del “Matarrotos para tarados” pura pornografía mental cuyo redactor jefe es un amigo mío que se llama Paco, y vender como alcahuetería tu propia carnaza. Cinco millones del ala por presentar un coñac de marca. Cuando parla Coruña Betanzos ha de guardar silencio. Y en Puente Deume, chist. He dicho que te calles, Laural. Que te calles tú, Alicantinas. Ya es oficio muy redituable por cierto a la sazón fiscalizar honras y ser indagador de vidas ajenas, y ahí los tienes a todos y a todas garlando embelecos por la caja radiante heridos y como traspasados por el rayo de un cierto fulgor monaguesco, lenguas descosidas. Por la boca muere el pez.  Ahí está esa redola de tíos y tías, brujas con su cofrades, dándole que te pego igual que las brujas de Monte Pejín, lunes y martes, miércoles, tres, colocándole chepas a los enemigos, y aguardando a los jueves que salen las revistas. No paran las lenguas viperinas. Juliano el Apostata, sentándose en la plataforma rodante de los videoadictos, ha devuelto las antiguas basílicas a los herejes y los templos de Júpiter al demonio aunque no pudo devolver según sus pretensiones el de Jerusalén a los hebreos aquejado por el mal de Babel. Venciste, Galileo. Han instaurado otra vez el culto al cuerpo, sumidos en los blandos halagos de la carne perversa.

 

Don Frutos y Don Walabonso eran lobos de la misma camada. Toda la cuadra está con cagalera y el capitán de Dragones lo mismo. Un húsar se cuadró marcial ante el burgomaestre que se llamaba Cohombro y que verdaderamente tenía la cara de pepino.  Nunca alzaba la voz, hablaba sibilante  expulsando el aire a través de su boca muy pequeña y como encajonada, sin mover un músculo, sin descomponer el gesto, como aquel prefecto, un tal don Marciano Monroy que tenía la mano tan larga y que le propició tantos sopapos cuando era seminarista. ¿De donde salió ese carbón? Creo lo trajeron de Valladolid. Pero cuanto más  callado más temible. Metía unos puros que aquí te espero. ¿Quién lo iba a decir con esa cara de rey del pollo frito y de mosquita muerta? Le salía un tonillo de pito, pero hay que andarse con tiento y no fiarse de las apariencias, que son tataranietos de los inquisidores. Su mala leche y el mismo orgullo de tecnócrata habían hecho de su mandato un tiempo eficiente. Nada de insinuaciones lascivas o revolucionarias aconsejando a sus pupilos el estar al loro, o cualquier otra ordinariez que se le parezca. Don Frutos Cohombro Perales no se andaba por las ramas. Había inundado la ciudad de inmobiliario urbano, había hecho peatonales algunas arterias viarias que estaban muy congestionadas. Activó  los arbitrios municipales de toda índole y la grúa y el cepo, terror de los conductores, fueron, más que nunca, una amenaza.

Sin embargo, la oposición se tomaba a broma los desvelos del burgomaestre. “Ese no es un cohombro, sino un nabo; no es un peral, es un camueso”. Escuchar tales impugnaciones, a su juicio injustas, le cabreaba. Había pensado en huir, marcharse al desierto como los conversos, y encontrar un agujero, una socarrena en la pared, donde meterse allá en el nido de los silencios.  Pero se constreñían las esperanzas. Para tipos como él no quedaba ni un clavijero. Me da coraje lo que me dicen, oye. Hay que ver lo injustos que son, pero a cada vaca su cencerro, que decía Salomón. Eso me suena a colección de cromos. Ése lo tengo repetido. ¿No habrá pasado por aquí la reina de Saba? No, señor. Su majestad la emperatriz no viene en mi libro y vete tú a saber si en realidad de verdad siquiera existió. A mí me ocurre lo que al primer munícipe en la coyuntura del último otoño del milenio, que bebo los vientos por la verde Erín.


 En Irlanda me amaron y allí fui alguien. Todo lo contrario que en mi país que para mí tuvo mal fario y es gafe. Cambiaría todo el oro del mundo por un rincón para dormir en Derry por los alrededores de la taberna de Sean MaCarthy, que era muy amigo mío allá por los felices años sesenta. En cada hoja de los robles del jardín de mi barrio veo un ángel blanco. En aquel tiempo yo iba por los pueblos irlandeses con una guzla y todo el mundo me creía un fantasma que había brotado del fondo de las aguas del Canal, trepando por los formidables acantilados de Limerick, que se alzan a doscientos metros sobre el océano, alma de viejo galeón rescatado  de entre los pecios de la Armada Invencible. Se me escuchaba atentamente y algunas mozas de pelo encendido y de ojos verdinegros suspiraban de amor por mí.

- Ah The Spaniard! He is nice, isn´t?

Algunas veces depositaban en el cuezo algunas monedas. No soy un fantasma, ni siquiera el Monstruo de Lago Ness, les decía, sino un amanuense de la vida que con la aplicación que le permiten sus borracheras y a intervalos, escribe sobre el aire palabras que son como torres sobre el viento, que luego se derrumban. Aparentemente carecen de sentido, pero,  luego me las traduce un serafín. Cuando el ángel les da la vuelta, se transforman a letras de oro y quedan grabadas para siempre en códices miniados. Hago constante la glosa del Apocalipsis. Con  cítaras de oro los citaristas citarizaban. ¿Tú crees que de literatura contigo pan y cebolla serás capaz de vivir?, decía la voz de la razón yendo a lo positivo y al grano, pero como yo por aquellos días era un romántico trasquilado no me hacía cargos de tan saludables advertencias, tenía la cabeza a pájaros, era joven y estaba enamorado. No es que crea en que esto pueda, ni mucho menos, dar resultado, más ¡en lo que durara!


 Carmina aurum non dabunt”(oros y versos son enemigos), asmaba el clásico y no asmaba mal porque a Horacio no se le escapa una, pero me lo paso bomba escribiendo tan pulido y aseado. Ya he terminado de esta forma varios cantorales. El ángel que me acompaña dice que son valiosísimos. Es tan bueno y comprensivo este ser celestial que muchos días, cuando el lúpulo de las tabernas de MaCarthy o de O´Duffy (todos los chigres de ese país tienen nombres muy líricos, y un arpa por enseña) se me había subido a la cabeza, se hacía cargo de mi rabel.  Empezaba a tocar solo ante la estupefacción de los viandantes que no podían dar crédito a sus ojos, aunque Erín sea un país mágico (lean a Cunqueiro). Caían más monedas al cepillo. Los lirios del campo no se cuidan de qué comerán o conque se taparán. Evangélicamente los imito. Me conformo con la parte alícuota de niebla en mi redondel La vida no es más que un poco de humo que se disuelve en el aire. Esto me parece que nos sirve de consuelo a los que lo pasamos mal en este mundo, pero garantía absoluta nunca tendremos de que existe un plus ultra no la tenemos. Ya no tengo otro remedio que machacar a Shakespeare: “Life is a tale full of sound and fury told by an idiot”. Esto es: el ruido, la furia y el tonto del pueblo. A eso se reduce el argumento de esta paráfrasis absurda. A veces vienen parafrastes hinchando el perro- el que más ladre, Vargas Llosa y maricón el último- pero todos estos cholitos grafómanos vienen a decir lo mismo, aunque les den el Cervantes, oiga.

 Aquí nadie tiene derecho a estar seguro de nada. Júpiter de vez en cuando me bombardea con su mirada y envía a Erifos el de los pelos ensortijados y los ojos de avena. Con sus embustes y haciendo caer sobre la tierra a una lluvia dorada (nada tiene que ver esto con un anuncio porno en las páginas del “Cosmos”, órgano de la desinformación y el desenfreno patrio, ese del que es director Walamboso Hache Aspirada, amigo del Gran Sobrestante, ese que no da la cara, capullos) sedujo a la virgen Dánae. En penitencia, el amo de los vientos les puso el castigo de Sísifo, colocó a Iction en una rueda radiada de serpientes, y a cambio nos dio contiendas, enfermedades, moscas y plagó la tierra de mujeres. Ya está visto que hasta los dioses -randy buggers- no son lo que se dice un modelo ejemplar que debamos imitar los humanos. Empezando por Júpiter, Zeus, el gran dios falso que ha dado por lo menos el título al verdadero, que como al falso llamamos Deus, y Quis sicut Deus, proclama el arcángel, pues tenía un comportamiento de cretino machaca arras, digno de aparecer en un programa de tarde con Alicia la Vasta, esa personalidad mediateca que basa sus morbosas intervenciones televisadas en preguntar a los españoles que cuantas veces, y cómo y dónde su parienta se la jugaba, pues Júpiter se lo montó con Alcmena, mandó a su esposo Anfitrión a la guerra y el muy bellaco la hizo suya en su propio tálamo mediante un engaño, a los nueves meses nació Hércules. No fue un comportamiento muy razonable que digan, digamos. Ellos en el Olimpo practican el acoso sexual. Y si esto hacen los rabadanes, el gañán no se va a quedar cruzado de brazos. A veces escucho gritos demoledores en el subconsciente. Braman las Euménides, se afanan las danaides. El tronido de la diosa hace tambalearse a los propios alcázares del Pentágono.

 

 Papá, ven en tren. No tienes que probar ni una gota de alcohol, Verumtamen. Eso es veneno para ti. Tienes que combatir con razones las injurias. Y a ti te han puesto de pus y de sangre. Para sobrevivir tuviste que hacerte pequeñito y arrimado a los pasamanos de una tasca ya no tenías ningún peligro. Dejaste de ser un enemigo y una amenaza. Si asomas el colodrillo por entre los resquicios de la tapia, con toda seguridad te cazan. Lo hemos silenciado. Que coma hierba, que sea un nombre nulo. Su imaginación era un volcán efervescente.

-Eres un primavera. You think too much.

-Really?

-Pues, sí. Lo mejor en verdad para ser feliz es vivir y no pensar.


Quedó exhausto y maravillado de su parlamento, pero cuando cogía carretilla se embalaba.

Aunque no era demasiado creyente, las procesiones no se perdía una. ¡Qué alcalde más figurante, válgame Dios!

-Dicen que es sevillano fíjate.

-Como el Conde Duque, y por eso aspira a dominar al  mundo.

-Tiene una mujer muy guapa de ojos grandes, preciosos y la cara triste como vaciada en porcelana, que recuerda a la Macarena.

-Pues mira tú por donde a ver si va a ser la misma

-El potro de tu imaginación desbordante ya se va a la empinada. ¡Qué cosas! ¿Tú ya sabes a quien me recuerda la señora del burgomaestre?

-No me lo expliques. Lo conozco. Sé que eres pájaro de un solo nido. Sólo se ama una  vez.

-Marañón sostiene que eso es síntoma de virilidad. Y que el Tenorio era marica, un impotente que tenía que resarcirse de su impotencia haciendo cada noche una conquista. Amaba para la galería. En realidad se amaba a sí mismo tan solo.

-Pues la ciudad se debe de haber llenado de maricas con arreglo a eso que dice el insigne doctor.

Se puso a recitar unos versos del drama de Zorrilla:

Yo a los palacios subí; yo a las chozas bajé y en todas partes dejé memoria infausta de mí.

Don Juan de Mañara, contra lo que piensan muchos, llevaba dentro de su ampuloso chambergo rozagante de plumas de avestruz. En realidad de verdad, tan sólo era un ala triste, un mercenario de capa caída, cañón sin afuste. Pólvora en salvas. Eso les pasa a muchos. Se les ha caído la carrillera.

-¿Que se le veía el plumero me quieres decir? ¿Un tenorio con plumas como Doña Bibí?

-Justamente.  No en balde llaman a Marañón el “Salomón de nuestra medicina”. No se le escapaba una. Para diagnosticar una enfermedad se fijaba en la configuración de los rostros. Cejas muy juntas, loco. Frente ancha, inteligencia despierta, pero hombre engañador. Descubrió las relaciones de la sífilis con la diabetes insípida, y la forma en que le crece al varón el vello pubiano entre las ingles para determinar los grados de masculinidad de un sujeto. Si esa mata se desparrama hacia arriba en forma de vértice, señal de potencia sexual; en cambio, si forma como la base invertida de un triangulo isósceles, afeminado al canto.

-¡Ya me estás preocupando!


Había dejado Verumtamen de tener relación con mujeres, y vivía lejos del baticoleo de la cosa pública, ese poso de amargura que siembra de inquietud y de tristeza tantas vidas. No es más que la sombra del instinto reproductivo, el cepo que lleva a hombres y mujeres al garlito. La castidad que le parecía inconcebible en la juventud le había venido sola. Llegó a ella sin esfuerzo por un proceso natural. Si tú la dejas un mes, ella te deja un año. Los gallos habían dejado de cantar en los almiares, el tábano del deseo había perdido su aguijón y, muerto el perro se acabó la rabia. Aquella inapetencia prenunciaba, sin embargo, el gélido sepulcro.

Habitaba un cuarto en una pensión de la calle Marilén y era feliz. Había vuelto a decir misa en latín en aquel altarcito del aposento que la señora Amelia le había preparado con rosas de plástico y un mantel muy limpio, sobre el que se alzaba un crucifijo de calamina y la talla de una Virgen románica que se encontró en una poubelle  o pábulo (los franceses son finos y relamidos hasta bautizar las cisternas y contenedores de la basura con un nombre tan pulcro) de la calle Lignitos.

-¿Y estas misas valen, don Gnadio?

-Sí, hija. Como otra cualquiera. Yo soy sacerdote según la orden de Melquisedec, por mucho que no le guste al obispo. 

-¿No será usted hereje?

-No, hija, no. Que voy a ser. Pierde cuidado. Cuando yo consagro hago la eucaristía con tanta validez como el Papa. Otra cosa es que esta consagración sea lícita.

-Pues consagre bien. Sus misas gustan a la gente.  A las de las otras iglesias no van. Poco a poco tendrán que ir echando el cierre. Además, este barrio ha dejado de ser cristiano, padre Gnadio. A Cristo lo dejan solo, adoran al dinero, y tienen por sacerdotisa a Hécuba Piños, la que oficia todas las mañana ante el ara de Afrodita.

-¿Y esa quién es?

-¿No la conoce? La Turquesa del Encuadre. Lo del encuadre debió ser porque es toda una real hembra por lo bien plantada y lo de Piños por sus protuberancias odónticas. Además, tiene el culo en pompa y mediatiza, vaya si mediatiza. Es todo un veneno de mujer. Cuando se pone los puños en los cuadriles y se cierra en jarras, no hay chulapo que la tosa.

-Muy echada para delante, querrá decir, usted, y muy señora de su casa. Hécuba Piños, la verdulera médium aunque tenga a su disposición toda una caterva de los mejores alfayates parisinos, loba capitolina a cuyas ubres maman Rómulo y Remo, Pólux y Castor y toda una cuadrilla de princesas y de actrices descolgadas a cuyas hijas procura colocar lo mejor que puede,  va de reinona por la vida, astro rutilante, que se muere por el bien parecer.

-Eso es, pero un diablo de mujer. Se ha cargado ya a siete maridos sin contar al primero que, sabiendo de cuernos, se tiró por un balcón. El pobre prefirió la tumba fría al corral de bueyes de cualquier vacada andaluza. No consintió que le echasen los mansos porque era un eral con casta.

-No fastidies. Esa historia me recuerda a la de la bíblica Sara.


Doña Amelia le trataba con harto respeto y miraba para él con ojos soñadores como si estuviera viendo a un profeta salvador que anuncia calamidades y redención.

-¿Tú sabes bien lo que significa la palabra profeta, mujer?

-No, señor, pero dígamelo v. m. que sabe tanto.

-Pues quiere decir profeta el que está mordido por la inteligencia divina y el espíritu de Dios hace que rabien los corazones. Por eso, los profetas siempre hablaron en nombre suyo. Hoy sigue habiendo muchos, aunque no se ven.

El pueblo estaba cansado. Mostraba en el rostro la tristeza de aquellos que se sienten conscientes de haber sido engañados.

Sobre los veladores del Estibadio o Café de la Pompa había sostenido largas discusiones acerca de este fenómeno, de la tolerancia que es tiranía disfrazada, de la mentira sistemática que utilizan como un arma arrojadiza los que ostentan el poder, pero ya le aburrían aquellas discusiones de poetas muertos. El único personaje digno de confianza era el cerillero y así y todo también debía de tener su ventanuco al cierzo.

-Esto no es un  Estibadio sino un humilladero laico. Debieran de rebautizarlo o colocarlo el nombre de Valle de los Caídos. El dueño debería de cerrar el negocio y sustituir la cervecería por una tienda de ataúdes.

-Tú deliras, Verumtamen.

-Hombre, muy bonito. Pero ¿no habéis traído vosotros la libertad de expresión? ¿No se puede decir lo que uno buenamente piensa?

-Para algunas cosas no- decía tajante uno que era actor. Tenía el perfil de romano. Había trabajado en el reparto de algunas adaptaciones de novelas de Galdós y de Gabriel Miró para la televisión.

-Si tú lo dices, pues estamos listos. Apaga y vayámonos.

-Te voy a decir lo que tú eres -proseguía el cómico bastante cargado de punto-. Tú eres un “lebensracher”, un enemigo de la vida como todos los de tu calaña, aborrecedor de la especie humana.

Vio que era inútil discutir con semejante personaje y se alejó.

 

Sacar a la patrona en procesión era un acto cargado de simbolismo. Iba por las calles céntricas del casco viejo bamboleándose (bajo las andas y ocultos entre el paño y la cenefa se afanaban los palafreneros penitentes que cargaban con la carroza sobre los hombros por promesa) entre ramos de flores y exhalando un perfume de bendición sobre los muros leprosos de los barrios derrotados, allí donde el lujo, el comercio y la mendicidad compartían espacio.

-Mírala que guapa va. Tira para ella un beso, corazón.

Una madre aupaba en brazos a un niño de cuatro años al tiempo que formulaba un deseo. El pequeño miraba en  redor con ojos asustados. Acaso no cupiera en la mente por sus cortos años todo aquel ambiente cargado de simbolismo.


Pasear a la Virgen se hacía ya en la edad media, si sus moradores atisbaban algún peligro de invasiones, pestilencias, sismos, o advertían ese clangor como de hojarasca pisada por los bosques del otoño que siempre se escucha cuando Dios está disgustado con nosotros. Siempre se hicieron aquí rogativas para impetrar la clemencia del Todopoderoso. Todavía han de resonar los ecos de las místicas imprecaciones por las rúas de Areneros, la Concepción y El Igual.

Ciertamente, el tiempo no es sino algo convencional, como un verso de Neruda, que habita tan sólo en la imaginación, pero la fecha del año dos mil la teníamos todos en la cabeza. Cristo, escúchanos. Dios Padre Celestial, atiende nuestros ruegos. Virgen Poderosa... Estrella matutina... Espejo de Justicia... Trono de la Sabiduría... Ora pro nobis... Ora pro nobissss.... El clamor del silabeo ritual se perdía en el albeo de la calle. La diosa fortuna iba a parir a un hijo muerto y ese niño que se asfixió en la placenta no era más que el símbolo del término. Ha llegado el tren a la estación de su destino. Los viajeros embarcados en una goleta adonde les subieron sin pedirles parecer van a rendir viaje.

Pero, también, el clamor de aquel milenio recién nacido y recién trucidado por Herodes era como un día de Inocentes. ¿Quién sacaba partido de cuanto se propalaba en los mentideros de la corte de sus majestades, Gaón y Leda?  Las grandes superficies, las firmas publicitarias y la Cisura Hécuba, una de las danaides comerciales, adonde van a par todos nuestros ahorros, pero también Júpiter condenó a morir a Creso haciéndole comer sus mismos tesoros. A algunos incautos de nuestra época, sin saberlo, les espera el mismo castigo que al rey de Lidia: reventar ahítos de riquezas. Que se sepa, el oro siendo tan apetecible no representa un manjar comestible.

-Vivimos en una era de lo venal. Aterriza de una vez. Si no sabes comprar o vender no perteneces al supo de los elegidos.

-Por eso hay tanto venado a las puertas de las comisarías- dijo la voz del espíritu tratando de hacer un molinete literario,  una metonimia sin demasiado acierto.


Los pavores del Apocalipsis se habían convertido en reclamo para la venta de productos. Como si no tuviéramos bastante con el paro generacional, la violencia hogareña, el amor libre, el deseo inverso, las madres solteras a las que ya no cabe recetar la píldora del día después, los hijos ya crecidos haciendo el gandul en casa, donde se han hecho los amos, el sabor a ti, los títeres animados, el Sida, la guerra de Chechenia (Grozni, por haber petroleo, destapó la codicia de Hitler y fue la roca Tarpeya donde se descalabrara su régimen que la codicia rompe el saco, sépanlo los informantes desinformados que nos atiborran de noticias desde las páginas de “Cosmos” dirigidos por los babosos de Walamboso y de Columba la Currada, téngalo presente los gerifaltes de Sede Baldea) y Superrabia, ETA a todas horas, la frase hecha, la mentalidad pret a porter redí made, los dramones cursis del Ginés Garfios, alias cara de palo, antiguo director al que le condecoraron con un óscar, the winner is, ora pro nobissss, cría fama y echate a dormir, la verdad es que está uno hasta los felpos de tanta estatuilla, de tanto ir haciendo el ridículo por ahí, con tanto autor internacional, tanto Tony Flag, me da un soponcio cuando canta ese mafioso de Miami de voz tontorrona pero de oro al que llaman Coco Churches, tan carpetovetónico que bebe la coca con cola por el piporro de un botijo  pero al que se le ha acabado el carrete y ya sólo vale para ceroferario adulador del Cine Matón con grandes repartos, lo políticamente correcto, el cobrador del frac, la bulimia que nos devora y que no es más que una manifestación de nuestro propio fracaso en la vida. Curamos las depresiones camino de la nevera. Nos quieren encasquetar  la idea del fin de los tiempos. Nos quieren vender la burra un operador turístico anuncia viajes en vuelo chárter rumbo a las almarchas de Jerusalén, al Valle de Josafat para coger  sitio de privilegio y presenciar el espectáculo del Juicio Universal. Por una localidad de tribuna en los balates del Jordán se pueden pagar hasta cien millones de pesetas. El dinero es muy laminero y hoy  televisar en directo tu propia muerte o tu  ejecución se cotiza a peso de oro. Las leyes del mercado todo lo arrasan. Ni a la muerte ni a las creencias respetan.

-¿Se va a acabar el  mundo?

A esa pregunta contestaba nuestro personaje con otra ídem de lienzo:

-¿No le parece que está tardando mucho?

-Pues a ver si explota esto de una vez y nos vamos todos a tomar viento bajo las farolas de algún encalve de Sirio, Andrómeda o de cualquiera de las dos Osas, que cuanto más lejanas sean las constelaciones, mejor. Así os pierdo a todos de vista. Creso murió del atracón de sus propias joyas y a Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba le mandó Baco  que se bañase en un  regatillo, el arroyo Pactolo, que desde entonces porta arenas argentíferas. De la misma forma, las Pléyades se convirtieron en luminarias del firmamento después de suicidarse. No hay muerte que pueda llorarse tanto a lo largo de los siglos como la de dos diosas. Todas las noches caen sobre el mundo en forma de luz muerta las lágrimas de las dos hermosas olímpicas condenadas a llorar sobre las cabezas de los hombres.

-Tú no eres más que un misántropo, hijo mío. Arisco, desecha tu atrabilis. Cuida tu aflicción.


Pensaba que el reloj de la plaza el Amparo  empotrado en su bonito mirador a cuatro aguas no era más que un ente de razón. Tenía la misma caída de ojos, si los relojes  pudieran mirar, que aquel al que le regaló el rosario blanco y le dio suerte y  le nombraron Super director. Tenía la cara recién lavada. Había conocido bastante relojes testimoniales a lo largo de su vida (el Reloj de Fairfax en Oxford,  el Papamoscas burgalés, el Big Ben y la torre Eiffel, los relojes de arena en los exámenes de oposiciones a canonjías) pero aquel era el que le resultaba más familiar. Ninguna sonería en los cuartos de esfera mejor que aquél. Su libración era de las más perfectas.  El centro topográfico peninsular, la vieja Dirección General de Seguridad. Todos los relojes de su vida. Todas y cada una de las cárceles y destierros. En eso pensaba en aquel instante.

Ajena a sus memorias y  remordimientos, la orquesta de la Guardia noble seguía marcando el paso y atacaba “Marcial tú eres el mayor”. Un sargento mayor barrigudo y petizo que apenas se podía acordonar los botones de la guerrera ponía mucho esmero en la interpretación, aplicación y discernimiento.

El alcalde del pelo engominado seguía tan sonriente y diserto. Su cariz anunciaba que era hombre satisfecho de la existencia. No hay que fiarse mucho de las apariencias. A lo mejor, el hecho de que encabezase aquella manifestación de fervor popular no sería óbice para que la procesión fuese por dentro. “Ganaremos las elecciones”, iba pensando el doctor Cohombro en el crítico instante en que zas, el caballo se puso a mear. Miró para el tendido, pero tanto los espectadores como los procesionarios no pudieron disimular un gesto de fastidio. Una niña de tres años agitaba alborozada las manitas y con lengua de trapo chicoleaba la necesidad fisiológica del noble bruto:

-Mira, mamá. Está haciendo caconas.

Venían por detrás cubriendo carrera dos hileras de seminaristas, unas con roquetes y otros con sobrepelliz. Un subdiácono haciendo de fámulo episcopal traía recogida entre los brazos el halda del señor cardenal, un purpurado de buen bife y una sotabarba espesa y profesoral. Era procesión de capa magna. A renglón seguido, un clérigo de capa pluvial rociaba agua bendita sobre las cabezas de la plebe devota. En el cielo no se puede entrar de otra manera: a hisopazos. Del acetre se proyectaba una agua lustral refrescante.  Muchos los que lo sabíamos entonamos el “Asperges” recordando los buenos tiempos de las misas mañaneras. Y el recuerdo sobrecogía el alma de efectos inefablemente terapéuticas. Necesitábamos esa abstersión.

Varias beatas recibieron la unción lustral con mal disimulados aspavientos de fervor y se persignaban devotamente como si aquello fuese la rociada que les abriese la puerta del castillo de las Bienaventuranzas. Sin embargo, un estudiante de Económicas observaba al pope con gesto mohíno.

-A ver qué va a pasar con esta burla. Padre, a mí no. Yo no creo en Dios. No me bautice.

-Pues por eso mismo.

-Basta ya de exorcismos. Bien común.


De poco le sirvieron sus repulsas. Le cayó en plena cara un cubo de agua bendita. El eclesiástico, exasperado por las intemperancias del hereje o del cara dura, volcó casi encima de la comba de las cejas todo el acetre. Las beatas llevándose los dedos a sus labios macilentos le ordenaron silencio:

-Chist, joven un poco de respeto. Dios va en ese trono.

-Yo no veo a Dios por ninguna parte.  Soy luterano. Vuestros cristos no son más que madera de pino y vuestras vírgenes lindas las putas que sirvieron de modelo a los artistas salidos.

-Pues está ahí- le increpó un teísta con cara de pocos amigos. Iba subiendo el tono de la conversación. Pronto tendríamos el lío. Todos sabemos cómo acaban siempre los litigios de fe.

-Si tú lo dices. 

El estudiante de Económicas era de los tenían alergia al agua bendita. Los sietes sacramentos le parecían una engañifa y se pasaba los exorcismos por la taleguilla. Sin embargo, se había chupado todas las procesiones. Las de la Semana Grande, las del Corpus, las de la Paloma y las de la Purísima. Todas eran lo mismo, pero daban espectáculo de balde y no había que sacar entrada como para ir al fútbol. En Nix Rasilis siempre tendrás toros y cañas y procesiones, muchas procesiones. La plebe brama por el espectáculo.

-A mí lo que más me gusta es cuando pasan las manolas. Esas señoronas tan dignas, castas esposas. Alguna de ellas tiene más de un revolcón.

-Ya están aquí las manolas, niños.

Con peineta y con mantilla el rosario con abalorios de plata y el corpiño están como muy masoquistas. Humor negro. Carne de deseo a la española. Parecen sacadas de un libro porno de esos del arte de la disciplina inglesa. Les cuadra guiñar un ojo.

-Eres un guarro y un blasfemo.

Pero el estudiante seguía erre que erre, y cada loco con su tema.

-Que te aspen.

-En esta vida ha de haber de todo. Menos mal que salió de naja perdiéndose al doblar una esquina de la calle La Cruz. Tenía una cita en la Plaza de las cortes con su novia que pagaría con carne todas aquellas emociones místicas.

 


Recordaba sus procesiones, las de Jueves Santo, bajo la luz de la luna, asomada al balcón de la Canaleja, como queriendo aspirar el aroma de las guirnaldas que alfombraban las andas de los pasos y escuchar el lancinante quejido de las saetas, pasión honda entre el rumor del río Rasemir.  La ciudad, vestida de luto y una siembra de cruces ante las murallas vigiladas por esas pupilas de la noche constelada, que son las estrellas, enjarjes iluminados en la bóveda celeste, balcones al infinito que trascienden los planos reales de espacio y tiempo, montaba la guardia de torres como enhiestos lábaros alzados a la cima de los cipreses encaramados y atentos vigilantes en las colinas. Al pasar sobre los adoquines las cadenas emitían un sonido penitencial, brumosa letanía de culpas inconfesables. Desde las aceras los mirones fijaban sus ojos en los nazarenos de los pies desnudos arrastrando bretes, pihuelas y eslabones. En sus rostros se pintaba la conmiseración, la duda, la incredulidad y el deleite. Los conventos abrían sus puertas y por el rastrillo de las tres cárceles abandonaba un preso su celda camino de la libertad. Amaba la Jáquima errante, poblada de castillos encantados, de minaretes con perfiles de media luna coronando el chapitel y de ínsulas  baratarias, que de esta forma resultaba el país del irás y no volverás, pero siga la linea, penitente, vamos en que estás pensando, zoquete, continuidad. Pues es verdad, señor capataz. No me había dado cuenta. Se me iba el santo al cielo. El Hermano Mayor agitaba el borde de su manto con mala leche como si fuese una fusta y golpeaba los adoquines con su bordón de plata como advirtiendo a todo el mundo aquí estoy yo. Parece que vas en Babia. Nada de miracielos. Los ojos bajos, el gesto compungido y remiso. El cofrade mayor mandaba con la insolencia de un arráez. Los penitentes no eran penitentes sino condenados a galeras. Pues vaya un tío. Parece una pulga  subida a un elefante. No hay cornacas más temibles y fastidiosos. La fusta, hijos. Latrasto no trajo los lirios acostumbrados sino el cachetero, las tenazas, el pilori y los cepos envenenados. Subete al monte y escampa bonanzas sobre nosotros, Dios clemente y encumbrado.

-Y con ella arriba. Hasta el cielo. Vamos.

-¿Puedes con tanta cruz?

-Puedo.

-¿No necesitarás un cirineo?

-Ayudantes por ahora no. Gracias. No soy un marginal, ni un perseguido. Hago todo esto por amor a Cristo.

-Pero la chola no te rige.

-Prosigo en la demanda de la verdad suprema.

Cada Semana Grande trataba de poner en práctica las enseñanzas evangélicas. Es una filosofía donde las medias tintas no caben. Si quieres conseguir la vida eterna, abraza tu cruz y sígueme. Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así de drástico. Los pulsos de la ciudad se paraban por completo cuando aquel nazareno clavado al madero la melena caída sobre las sienes doloridas y faldellín al viento subía las bargas de acceso al casco urbano, por la ronda de la Muerte y la Vida. Era una sensación indescifrable como fuera de contexto.

-Tú no eres secta, ni te muestras doctrinario, pero posees un sentido estricto de la moral cristiana.

Subía por las dos Castillas, bajaba por Despeñaperros. Aragón  le acogía en sus yermos de trapa con los brazos abiertos y recalaba en todos y cada uno de los monasterios fantasmales, cubiertos de hiedra. Los tambores de Calanda tocaban a muerto. Todos le tomaban como un santón. Entraba en las moradas y dirigía a los que le acogían siempre con el mismo saludo.

-Paz a esta casa.


Si no os quieren recibir que aquella paz que dais vuelva a vosotros. Algunas buenas mujeres, las amas del cura, las monjas clarisas le atendían solícitas, y Verumtamen les regalaba rosarios, imponía sobre sus cabezas las manos y las enfermedades abandonaban al punto sus cuerpos doloridos, entraba paz en sus almas. Una de ellas, la hermana Popada, llegó a enamorarse de él platónicamente pero nunca lo dijo. Era una abadesa que vestía con una manto azul color Grozni, los ojos muy separados y los pómulos  angulosos como los de una calmuca.

-Popada, reza por este pecador.

Sus plegarias, que la religiosa dirigía constantemente a las alturas, debían de ser agradables al Celador supremo, porque el pobre peregrino salía a flote en medio de sus naufragios, las celliscas y los truenos pasaban sobre él como si nada, no representaban ninguna amenaza las visitas a las tascas donde siempre hay un filo de navaja cabritera que se agazapa, y el ir y venir de los burdeles hebetados de miasmas y del muermo del mal francés o las cagaleras de la sífilis le permitía entradas y salidas indemnes. Un hombre que permanecía unido a Dios las veinticuatro horas del día mediante la oración hesicasta (una frase constantemente repetida: “Kyrie eleyson”) se sentía con fuerzas suficientes como para bajar a los infiernos y no quedar atrapado en el fiemo de viscosidades del Leteo. Sus niveles de conciencia que giraban desde el punto alfa a la purificación del karma lo mantenían en un trance. En cada una de las personas que encontraba en su camino veía un aura.

A unos les recomendaba el ayuno. A otros la peregrinación porque en toda peripatesis está el anagrama de la accesit.

-Arroja la toxina que constriñen de venenos tu organismo, suelta el ataharre de las riendas que tiranizan tu espíritu, abre las cajas de los nidales y surgirá la paloma blanca. Nada de drogas, ayuna, hijo.

Pero con otros era distinto y prescribía como remedio el vino que cura las enfermedades del psique. Conservaba un magnetismo su mirada, tenía poderes, veía por fuera y por dentro. Era el karma, algo que se desprendía de su ser, dejando colgados como en las redes de una telaraña invisible aquellos a los que miró.

Popada se convirtió pronto en valedora celestial de aquel mendigo de las parameras, un mendrugo en el zurrón, las Escrituras a mano, un rosario con los dijes de pétalos de rosa, y un frasco de agua bendita contra la tentación y los ojos fijos en el horizonte, porque la verdad es única. Para acceder a ella hay un solo camino que muy pocos conocen. Era consciente Verumtamen de que Dios se alza como valedor de la inocencia. Podía convocar a los muertos, tenía el don de hacer milagros. Se escabullía de los perseguidores.

Al llegar a un lugar decía: “Paz a esta casa”.


Si ellos la recibían, el amor descendía sobra la morada hospitalaria en la cual era acogido. Mas, si de lo contrario, se lo desdeñaban, el buen deseo regresaba al bendito, que se sacudía allí mismo el polvo de sus sandalias y proseguía su camino sin más alharacas. Unas manos invisibles pulsaban las cuerdas de ese insólito instrumento que es el alma donde se toca día y noche el preludio de nuestro destino.

-Mi paz os doy, mi paz os dejo...

-Paz a esta casa.

-¿Adónde vas?

-Marcho sin un objetivo real, pero quiero rendir viaje en Samarcanda.

-Eso está lejos.

-En el Caúcaso. Voy camino de Grozni, el refugio final de los viejos creyentes.

-Hay guerra allí.

-Yo haré enmudecer las bocas de los fusiles. El armisticio no está lejos, pero antes tendrá que venir un tiempo de expiación. Cuando se termina una ruta, esto quiere decir que otra está a  punto de comenzar.

Hablaba en clave, utilizando los ambages de los staretz predicantes de la verdadera Ortodoxia. Guardaba su pecho como un viejo talismán que a su vez le servía de defensa un texto de los evangelios sinópticos, pero sus niveles de percepción no estaban en conflicto con los arcanos de la sapiencia hermética. Thoth, el dios egipcio con cabeza de ibis y cuerpo de hombre, inventor de la escritura, y actuario del pensamiento olímpico, pues era el escribano de Zeus que levantaba acta   de sus reuniones con las demás divinidades, y que escribió el libro más antiguo que se conoce, el “Papiro de Thoth” donde yacen las claves que explican el universo, eran uno de los puntos de referencia.

-Tiene -tronicaba para sus adentros- que haber un punto donde se reconcilien los saberes prohibidos y la Vulgata. El Galileo fue el enjarje de la bóveda abismal del edificio trinitario que construyó Hermes Trimegisto. Sus enseñanzas trinitarias ya estaban catalogadas treinta siglos antes del alumbramiento de Belén. El anuncio de su venida estaba escrito en las estrellas. Y fueron tres magos caldeos los primeros que vinieron a prosternarse ante él, si bien los suyos no le reconocieron, y Herodes quiso matarlo.

 Se había emasculado por amor a Cristo como los buenos “skopzi” del misticismo ruso, como el monje Sergio que retrata Tolstoi quien prefirió cortarse el muñón de la mano con un destral antes que consentir.  Los pájaros del camino gritaban “amen, amen, amen” y en las quintanas y alquerías se escuchaba como una detonación triunfal, un grito de resurrección, el canto del gallo. Era el anuncio alectórico de la llegada del peregrino. Soy un cristiano viejo, un antiguo creyente, pertenezco a la Hesperia de antaño. La sociedad me declara ahora mismo material sobrante.


Entrada la tarde, vio un petirrojo que a su lado le seguía posándose de rama en rama y cantaba en inglés algo que le era entrañable.  Proyectando en sus vibraciones telúricos aquel torzal encaramado sobre el real laurel de Oreanda, proclamaba al viento la nostalgia del amor infinito que sintió por aquella mujer que llevaba el cielo en los ojos y toda la seda de Arabia en su piel:

- “I am a robin. I am a robin from Hornchurch. And I bring you news from your girl”

“Where is she?”

“She is dead, I am afraid”

-¿Y los muertos dónde van, eh?

-I don´t know, good pilgrim. No sé.

En los corrales de las Luiñas anunciaban con poderío los gallos asturianos, los más bravos y solemnes maslos de las Españas. Mediante su algarabía de triunfales quiquiriquíes llegaban vibraciones de otro plano muy superior. ¡Oh amables espectros que llenan de sentido la vida de un hombre olvidado! Una voz le anunciaba secretamente al peregrino que los que mueren en el Señor no mueren eternamente.  El canto del gallo le afianzaba en tal convencimiento. Promesas del credo que no permitirán la engañifa y las trampas saduceas. Todas esas tahurerías de las novelas de los nuevos autores. Avanzaba con él una muda procesión de guerreros de piedra.

-Tu perteneces al mundo de antaño. Llevas en el alma el divino caos del que todo surge y se entrelaza como la trascoda del arpa o del violín.

-Oigo sones.

-Así tendrá que ser.

Un mirlo se había posado en las quima de un enebro. A lo lejos  se divisaba la ruinosa atalaya sobre el cerro y el camino que serpeaba en su demanda.

-¿Cómo se llaman esos raigones de muro?

El sol de la tarde jugaba a emitir lucero desde las torres desvencijadas. El porte de la cruz seguía siendo de oro macizo y tan escarpada que a ella no podrían acceder nunca los ladrones. Ni los furtivos cazadores de almas, ni los pastores lobos disfrazados con piel de cordero.

-Fueron parte del claustro de un monasterio dedicado a Santa María.

-Cisterciense, por supuesto. Un verdadero bastión de la cristiandad. Se han derrumbado antes de que lleguen a él las reformas pero un día resurgirá.

-Nuestra fe no es tiránica, pero los periódicos están haciendo una caricatura de ella. Es un acto libre que respeta la razón. Los libelistas al uso la están dando, en cambio, la vuelta.

Sobre una piedra le llamó la atención el texto de una inscripción vieja en latín: “Hispanos Deus aspicit benignos”. Era una frase de Prudencio el panegirista.


-Por desgracia, la Iglesia de hoy entregada a sus enemigos por un primer páter que vino del frío y es un caballo de Troya en lugar de baluarte ha dejado de ser pósito de la sabiduría. El síndrome del templo vacío... que no era un padre primero sino el último de los padrastros y le seguían llamando pepe, esto es papa.

-Ya. Quizás sea todo eso porque ha llegado la hora de las tinieblas.

-Ahí está el verdugo con su cachetero. Viste todo de blanco, pero debajo del manto oculta el mandil verde del matarife. Se mofa de lo más sagrado, hace causa con el enemigo. No es que el que se mueva, no sale en la foto, sino que aquel que bulla lo envía a salud mental. ¿Dónde se ha visto un papa feminista, un pontífice romano que haya dicho que Dios es hembra, y que se haya arrodillado ante el Muro de las Lamentaciones para pedir perdón a los judíos por haber matado al Salvador? Está loco. Por condescender con los Rosacruces de la familia Escudo Púrpura, muñidores de todas las guerras, declara abolida la crucifixión, y proclama dogma de fe al “Shoah”. Trata de congraciarse con los vencedores. Voló a Jerusalén para impartir sus bendiciones urbi et orbi al nido de las víboras.

-Han acabado con el hilomorfismo. El mundo ya no se compone de materia y forma. Es sólo materia.

Aun quedaban muchos rabos por desollar, pero ya entonces presentíamos que la concepción del mundo que no se enseñaron estaba próxima a rodar. El sistema ya no correspondía a la realidad de aquel momento. Nuestra forma de pensar se estaba haciendo añicos. Habíamos sacrificado la horizontalidad a la verticalidad. Sin embargo, yo me sentía por aquel entonces vencedor de nubes y de brumas. El jefe de avanzadilla me advertía contra los postulantes, pero yo me preocupaba por aquel entonces de minucias. Meaba igual que un padre de la Iglesia.

-Os educaron mal. Te decían: “Para una buena educación sexual nada mejor que el miedo al infierno y una alimentación a partir de féculas. ¿Pureza en los seminarios? Nada mejor que el terror al infierno, judías verdes y sopa de fideos, pero me parece que esta educación tenía poco que ver con el Espíritu Santo. ¿O sí?

-Eran una corolario de nuestra imbecilidad dogmática.

-Ahora todo ha cambiado.

-Hasta el concepto del pecado. Y la estupidez es como el gas. Ocupa todo el espacio disponible. Ahora por el contrario nos encontramos frente a un ambiente pan sexual y sicalíptico. Allí me hicieron alcohólico. Un año más y hubiera acabado en marica. Sin embargo, fue mi lote elegido.


Caminaba, ya rebasado el ribete que separa a las Luiñas del Uncín y no hacía más que recordarme de aquel primus pater de la esclavina blanca, buen actor de gestos maximales pero con una voz como con ronquera y de timbre muy desagradable. Sobre todo cuando decía aquello de “queridos hermanos y hermanas”.  Este no quiere a nadie. He sounds funny and he sounds phoney. Definitivamente, de la piel del diablo, no es más que un farsante. Intrinsecus sunt lupi. Flaverunt venti,  y las hierbas de los prados recién segadas alzaban sobre sus regazos maternales la copa prodiga y trinitaria del trébol, mientras los maizales de la llosa contigua a la casa empezaban a enverar bendiciones de granazón en verdes y amarillos excelsos. La peregrinación le curó a Verumtamen sus langores. Et inimici hominis domésticus ejus.

Iba por el mundo con la mano seca y arrastrando su cojera de místico bordeando los caminos ígneos, enfrentándose a la incredulidad de sus paisanos (ese era el drama) que al verlo al frente de las masas, haciendo milagros, se preguntaban si no se llamaba María su madre y eran sus hermanos Jacobo, José Simón y Judas. Tuvo que pechar contra los prejuicios de los nazarenos. Et sores ejus nonne apud nos sunt?

Hubo que pasar el freo. Haberte fiduciam, ego sum, y apareció de pronto Jesús caminando sobre las aguas, y no se cansó de repetir durante aquel tiempo: “guardáos de la doctrina de los fariseos y de los saduceos”. El pp viajaba al frente de ellos. Era el jefe de su facción que no pretendía volcar la cruz y poner la religión del revés auspiciados por sus judigüelos marchantes y asentistas de medio pelo, sus ministros todo terreno y sus sátrapas, salpicando la inocencia de culpas postizas, llenando la imaginación de simulacros, trayendo el  fiemo (que a todas horas, el postre; a la bestia le gusta regoldar calamidades y revolcarse en el fango, porque lo que aquí más vende es el morbo) y cerrando las puertas del cielo a cal y canto y abriendo por el contrario las del infierno.

-Él va a Jerusalén a pedir perdón a los fiscales que otorgaron el deicidio, y tú marchas camino del Oeste.  Busca el canto de los ángeles del pórtico de Compostela.

-Es lelurión, falso arcipreste, enfrascado en copas.

-Dirás Don Opas.

-¿Y a qué va el obispo de Roma a todos esos sitios?

-A retratarse. Sólo a retratarse a tocan. Es la hora del lobo. Con él viaja una escolta de rabinos, de obispos libeláticos y de cardenales impostores de la curia.

-A mí más que sicofantes lo que me parecen son capones recién salidos de la jaula de un corral de palomos blancos. Queda mucha tela por cortar ya que sobre ese gallinero que es el Vaticano no está dicha la última palabra. Muchas sorpresas se llevará más de uno el día del juicio universal.

 


Tuvo que pensar en Ivan Ibañez, aquel pobrecito habitante de una ciudad dormitorio, ilota en la casa de la que no era sino señor y de la que entraba y salía con las orejas bajas, expuesto a los improperios de la Euménide, los insultos de las hijas o los palos del primogénito. Aquella esperpéntica familia era un auténtico modelo paradigmático del extremo al que habían ido a parar las cosas por conducto del parlamentarismo guirigay, mentiroso, truculento y cañí. El esposo y marido maltratado, lleno de agobios, vivía encerrado en una mazmorra en el garaje rodeado de sus queridos libros, esa galaxia de papel que nos lleva siempre por la vía láctea de los sueños hacia el infinito rescatándonos de esa maldita mujer con la cual, convertidos en letra muerta, ofuscados o sonámbulos, nos casamos. Nos podréis insultar, traidoras, poner nuestra honra al retortero, decir que somos flojos o borrachos, y protestar acerca de cuanto sufristeis, pero esta escala de Jacob de la literatura nos lleva al cielo rescatándonos de las llamas de estos infiernos portátiles en los que queréis chamuscarnos, los hijos crecidos y en casa, bien alimentados, que le han cogido el gusto a la nómina. Ellos se quedan y nosotros nos vamos. Lo que ocurre bajo el cetro del rey Gaón y de la reina Leda por estos pagos no se vio jamás. Esto se ha convertido en el país de las maravillas, del irás y nunca volverán, donde amamantamos a la prole hasta pasados los cuarenta. Vosotros, duro quejaros de la prensa del meneo y disteis en el bulevar del cotorreo. Camándulas, así no se pueden vivir. Raza de víboras.

Mientras Gaón HI y Leda, la Gálata, moraban en sus palacios, el sanedrín emplazando las baterías y eligiendo lo mejor de sus  destacamentos aptos para la guerra psicológica mandó sacar a las liebres encamadas. Eran tan fieras que en defensa de sus lebratos que hicieron frente a los galgos y hasta les acogotaron incluso. Detrás de él siguieron los perdigueros, pronto perdieron el rastro. Los hierofantes del Consejo Oculto no pusieron a parir a las mujeres, sino todo lo contrario: las ominaron con la peor de las condenas, esa que desparrama la función genésica impidiendo concebir, con la ligadura- hasta la misma palabra tiene mal fario- de trompas, pero mientras las mujeres de las Esperadas mandaban hacerse por los tocólogos raspados de matriz, las lechigadas de las conejas, por lo innumeras y frecuentes, pronto llegaron a ser temibles. No dejaban de crecer. Se consumaba así un castigo bíblico.  Nos abarrotan, nos invaden. Ya llegan, presidente, y esa fue otra. La explosión demográfica se convirtió en la octava plaga que sufrieron los súbditos del faraón, en este caso, los vasallos de sus majestades don Gaón y doña Leda. Un correctivo divino a vuestro egoísmo. Para que os vayáis preparando.

-Y ¿cómo están tus harenes?

-Colmados de esclavas recién llegadas del tercer mundo (colombianas, centroeuropeas, rusas) pero hay mas oferta que demanda en esta tierra de pecadores. Muchas de ellas, esterilizadas y ellos, eunucos.

-Malo.

-Según y como. Aquí nos lo pasamos a lo grande. No hay más que escuchar a ese escritor de “trillar”.

-¿Pues qué dijo?

-Que hay que follar todo lo que se pueda.

-Muy moralizador ese chico.

-Es millonario. Gana dinero a espuertas, pero esos son los que triunfan en esta corte llena de gente vasta. Cuanta más grosera más la encumbran.

-¿Y tú por qué no haces lo mismo, nostramo? Deberías tomar la iniciativa, en lugar de pasarte la existencia lamentándote.

-No puedo. No puedo.

-¿Chino de la Gallina que canta después de asada? ¡Bah, paparruchas! No me vengas tú ahora con que eres impotente.

-Media Hesperia se siente impotente de la otra media. Por eso acaso nos matamos. Por rencor.

-Sois cristianos.

-Eso nominalmente, pero aquí nadie cree ya en nada.

El eretismo del hermeneuta, así como su curiosidad, por una vez estaba tocando fondo, lo que no fue óbice a que con mayor denuedo siguiera la cadena de sus razones.

-Desde ahora ya no os declaro marido y mujer.  Este es mi veredicto: vosotras seréis machorras, y vosotros, impotentes.

De las profundidades del Leteo y de las cavernas de la laguna Estigia no pararon de saltar liebres hasta tal punto que la tierra de los conejos pronto empezó a repoblarse de estos mamíferos lepóridos que, a diferencia de sus hermanos de especie, no vive en madrigueras sino que se encama a la buena de Dios.


Como las mujeres no parían, tendrían que hacerlo las liebres y las conejas. Por el sur, cruzando a nado el Estrecho, o en almadías arribaban todos los días a las costas centenares de rifeños huyendo del sol y el hambre africanos, decían los escoliastas, pero traían oculta en un armadijo de proa la bandera verde de Mahoma y un retrato de Abdelkrim y otro de Almanzor.  Somos los sucesores del almorávide. El moro sabe esperar. Un joven político de Nix, que se llamaba don Porcionero Porción, de bien pobladas cejas, cantaba las delicias del mestizaje. Aquí lo que conviene es mezclarnos unos con otros. ¡Viva don Porcionero Porción, tribuno de la patria, el hijo de ser quién vos quien sois, acogedor de calamitas, que abría la puerta al moro de rondón! Hécuba Piños Puños, la bien puesta y plantada, y Columba la Currada jaleaban su proposición.

-Y ahora que estamos todos reunidos viva la madre superiora.

Dicho esto, Porcionero Porción se lió a construir mezquitas como un descosido. Las iglesias católicas quedaron desiertas. Cristo fue declarado persona non grata a efectos de un bando del Sanedrín que obtuvo el nihil obstat de Roma. Era una invasión perfectamente preparada desde las covachuelas del Departamento de Estado, con visos de maniobra filantrópica, y un castigo por los pecados de una nación aquejada del morbo visigótico, que se acordaba de don Rodrigo, su cava y su sombra, traicionado por aquel obispo felón llamado don Opas, el papa de los españoles en aquella aciaga hora, que también condenaba en sus sermones la xenofobia y el racismo, pero resulta que por dineros y presiones se entendía con el agareno bajo cuerda. Fue merced a su perfidia, a su perjurio, a su inadvertencia, o lo que fuera que empezó el sacomano. No se podría rechistar. Un grupo de ciudadanos beneméritos tuvo la osadía de presentarse a parlamentar con el delegado gubernamental, virrey de pacotilla, espantapájaros federal, en su palacio virreinal recién inaugurado y que le había costado al contribuyente sus buenos táleros, que a ver qué pasaba con tanto guiri, don Porcionero Porción les dio a los que protestaban en to los morros con el libro de la Constitución.

En efecto, era tan avieso que permitió que se repartieran entre todas las vírgenes y mozas en edad de merecer de aquestos reinos un pirulí con radio galena a pilas para que por las mañanas escucharan a la reina fondona, buenas cachas, bien se conserva aunque hay días que no está tan radiante, le salieron perigallos por el pescuezo, madama Cuadriles, Hécuba Piños (que se escribe con hache de how are you) y así todas, a chupar del bote.  En un apuro, podían utilizar dicho objeto de consolador. Todo con tal que no quedasen encinta. Si tras algún desliz daba en preñada una, se la enviaba a abortar a Londres.

-¿Y ahora qué?

-¿Es que no os gusta chupar del bote?  Todas con buenas pagas, hasta un maromo y una opción de cambio de sexo a cargo de los presupuestos y aun así no os veo muy conformes.

-Pues no. Aquí lo que queremos es uno como ese que dicen que es conde.

-Y a fe mía que nada esconde.

-Sea él quien nos acueste y nos levante. Queremos un hijo suyo, que venga el conde y nos dé el chupa chips. Pague el gobierno. Que haga con nosotros lo que quiera, incluso madres.

-Oye rica que madre se escribe con m de mierda.

-Y eme de muerte y de matrimonio.  Pero por favor no te pongas a esgrimir tus facultades. Podrás ser manca de las trompas de Falopio, que te las has ligado a que sí, pero la lengua la tienes muy larga.

-¿Más larga que el pene de ese novio italiano con el que sueñan las viciosas españolas este verano?

-Tres centímetros, serrana.

-Barrunto que os va a poner perdidas, hijas de mi vida.

-Con barretas, boceras y todo seremos capaces de alzarnos con la exclusiva. Ahora mandaremos nosotras.


-La madre que os parió. No tenéis remedio.

-¿Parir dices? Esa palabra ni por pienso. Dar a luz no se estila. Es peligroso para la salud. Hijos los que nos permita la nómina y todos en adopción.

Por tales denuestos se colige que se habían vuelto infames las españolas. ¿Quién era la que a estas mujeres tan pudibundas y castas, antiguas alumnas de las Teresianas o de las Damas Negras, que fueron educadas en colegios de pago, y eran como muy tímidas y modositas, les había comido el coco? Iban para santas y acabaron en mesalinas. ¿Cómo pudo suceder en el curso de tan pocos años ese vuelco en la mentalidad y en las costumbres?

-Hécuba Piños, eres toda una circe. Un día las vas a pagar todas juntas. Te las darán todas en un carrillo por guarra y jacarandosa.

-Por mí que se vendimie - contestaba aquella Agustina de Aragón de los platos, comisaria del nuevo orden.

Verumtamen sólo se lo explicaba mediante la parábola del sembrador. Salió un hombre al campo y sembró trigo, pero luego vino el enemigo y desparramó cizaña y la cosecha se malogró.

Con su amigo Ivan Ibañez habían discutido sobre el tema arrellanados detrás de los veladores del Estibadio, de la Taberna de  Agustinos, o en el Café de la Pompa, de los que eran asiduos contertulios, sin llegar a una conclusión evidente al cabo de consumir jícaras enteras de calimocho y  jarros de esa cerveza infame que se despacha en las tascas de la ciudad de Nix, cuyo viento, siguiendo el dictamen de la paremia al uso, es lo que dice la gente, que no sabemos si será verdad, tumba un hombre y no apaga un candil, lo mismo que su morapio alborota el cerebro y deja los higadillos hechos polvo, y más de una frasca, y más de dos, de tintorro nos habíamos echado al coleto él y yo. Queríamos arreglar la patria y acabamos todos igual que piezgos. Nada, que no hay salida. Esto no tiene solución.

Por todas las barriadas, los centros de acogida, los estudios de grabación, que habían sustituido a los púlpitos vacíos, los estados mayores, sólo se escuchaba una frase que cual grito de guerra sonaba en lo alto y en lo profundo, en lo ancho y en lo largo, por tierra y por mar, fuera, en los corrillos, y dentro de las conciencias: “Hijos sí maridos no”. Subía por la calle mayor toda una turma escogida con lo mejor de cada casa y yo en mi ardura veía de nuevo a mi patria bajo el yugo extranjera, las aras de mi iglesia profanadas y todo aquello por lo que luché y todo cuanto amaba puesto del revés, mi arca de Noé flotando en aguas válidas. ¿Durará mucho la fiesta de las encenias? Tanta vacación cansa.

-Todo se hizo por su orden, todo quedará bien. Vivimos en una sociedad lúdica.


  Era, pese a las seguridades oficiales, una exhortación a las barricadas, a una lucha interior, calzada de guante blanco, que nada tenía que ver con los descamisados de antaño. Representación simbólica de aquel estado de cosas prenunciando un mundo nuevo eran los cuadriles de Hécuba Piños, hercúlea, bien pagada de sí misma, todo en su sitio, porque, aunque pequeñita, era hembra bien plantada: las mamas, los ovarios y los colmillos, todo a la vez, una asidua de las pasarelas donde la moda de temporada hace sus exhibiciones estacionales -en todo tiempo, incluso en invierno, pasaban maniquíes en bañador- y desfilaban cimbreándose juncal por las catastas aplaudidas por la jet, contaba con un ropero que nada tenía que envidiar al de la reina de Saba y más cajas de zapatos que la Imela Marcos, pero su elegancia retaca maravillaba a los cronistas, que una buena capa todo lo tapa. Bajo color de esas apariencias de diva se ocultaban los bajos instintos de las barricadas. El alma  la reinona de las tardes y las mañanas la tenía de miliciana vulgaris, y las inclinaciones, hetairas. En un pase de modelos una comadre la llamó bruja curuja. Dios la que se armó. Las dos se enzarzaron por el moño, ocurrió en el revellín de Ceuta o en el Alpichel de Málaga, que no estoy seguro dónde fue, pero lo que sí me consta es que ambas comadres se zurraron de lo lindo. A la Piños le libró de perecer abucheada uno de sus escoltas. Porque su asaltante, una baturra, por poco la arranca las dos tetas de un mordisco.

 La corte de los milagros del rey Gabón y de la reina Leda era albergue de meretrices camufladas. Un inmenso burdel bajo cuerda, un baile de candil de llamas apagadas. Con decirte que el propio monarca tuvo de mantenida a un tal Bárbara, la domadora la llamaban, porque domaba leones, claro está, y tigres y pardos, todo lo que la echaran. En uno de los juegos de cama cometió la osadía de meter a su regio amante en una jaula de donde tuvo que ser liberado por los zaguanetes de la Guardia Mora. Vino su marido de trabajar, los cogió en faena y se preparó un buen cristo, no creas que no, pero como dice el refrán allá van leyes do quieran reyes, llegaron manitas de los servicios secretos y como los fontaneros del Watergate aniquilaron todas las pistas. Nada de tales escándalos palaciegos los recogió la prensa de bulevar, tan gárrula y parlanchina para otras cosas.

-¿Y eso cómo lo sabe, cortesano, si aquí se guarda una discreción supina y todo se hace a cencerros tapados? Todas las noticias que salgan de palacio han de ser blancas.  

-¿Es que no lees los periódicos? Esta democracia se soporta sobre una estípite de vanidades, cotilleos, fútbol y toros. Pan y circo.

-Caria con los Borbones.

-Ya los males con los Austrias empezaron; también entonces era la cosa por el estilo.

 

Decían todas -ya digo- ahora mandamos nosotras, y miraban para el tendido con un golpe de cadera muy coquetón, como el maestro de lidia que reta de lejos al eral de la suerte.  Encerraron a los maridos en las tabernas para que se muriesen de cirrosis y ellas buscaban macho entrando en los nidales desprovistos de vigilancia y se aselaban, gallinas cluecas y viciosas, con los maslos de las mejores polladas. Fuera sacramentos. Y al marido, palo y mala vida. Eso, como mal menor, puestos que no pocos desdichados eran puestos de patitas en la calle, o, emasculados las vergas en rodajas, acababan hechos cuartos en frascos de formol.  Querían convertir al varón en jigote.  Una vez en la redoma no podrían llamarse a parte en la tan traída y tan llevada violencia hogareña.

-Mirad esa piltrafa. Un día fue hombre. No sé para qué lo queréis.

-Hay que ver cuanta carnaza nos echan en el duerno de la tele.


Pero esto formaba parte del gran diseño del nuevo orden. Las herederas de las milicianas anarquistas de las barricadas hoy eran palmitos lindos vestidas de abrigo de visón, mujeres de rumbo, muy atalajadas, conductoras de mítines anti masculinos, siempre dando el sonoro y escandalizando a la población con los mismos casos de violencia junto al fogón. Pues en Lebrija uno troceó a la parienta y los cachos los metió a enfriar en la nevera, y en Palencia, otro cornudo se llevó por delante a toda la familia. Un ataque de enajenación mental. No me vengas con historias. Oído al parche, cuando aquí a uno le mientan a la madre o le ponen en duda la contundencia de su virilidad, que aquí, aunque nos cuelguen, todos de compañones andamos muy holgados y llevamos como el que más. Eso siempre lo ha habido y lo habrá. Se notaba que al propalar por el efecto de la carambola mimética, sucesos tan lamentables se buscaba un punto de mira: dinamitar la familia y a las urracas que los cantaban complacidas desde la fascinación y hechizo del glamour (la palabra la puso en circulación Julián Marías, hasta la brutalidad convicto y confeso anglófilo, y un sofista con pujos de filósofo, trasnochada carroza krausista) que era un gusto, pero a todas ellas se les veía el plumero, o, mejor dicho, les asomaba por entre las enaguas el gorro frigio, el píleo de antiguos esclavos, la horca y el falce revolucionarios el mono y el máuser de milicianas o nietas de aquellas anarquistas trotaconventos.

-¿Dónde están vuestros esposos?

-Hechos trizas- contestaban a una- Los abrimos en canal. Hemos consumado así un plan de venganza. Es barato el escabeche hogaño aunque las criadillas de gocho estén por las nubes. No pocos en su infortunio acuden a todos los remedios incluso a electuarios preparados con colmillo de rinoceronte y toda clase de potingues, y ni así se les despalma.

-Necias. A vosotras mismas os estáis haciendo daño.

-¿En qué nido desovó la caracola? Digánnoslo.

Se hablaba mucho por aquellos día de ingeniería citológico  y de partenogénesis, de unidades familiares en singular, donde no hace falta el concurso masculino para la transmisión del esperma. Un visita al tocólogo, una simple inyección y ya está. Las feministas, con tal de dar guerra, su manía, tirar cantos contra su tejado, desmangar la naturaleza y separar lo que Dios ha juntado, y, sobre las lomeras de éstos, tristes los hastiales y desvencijados los aleros, voznaban los cuervos y los ánsares sapienciales crascitaban, estaban haciéndole un flaco servicio a ese odio a la vida, por otra parte, tan moderno, que arranca del grito de rebelión proferido por aquel ángel que dijo: “non serviam”. La táctica era, ya digo, desuncir yuntas y quemar yugos o dejarlo sin gamellas, mandar al matadero a los bueyes, quemar el carro, y, desjarretando a los aurigas, sumir en la indigencia a medio mundo, licenciar soldados, convertir en esquineras a nuestras vírgenes. 

Pero eran cucos. Todas estas viguerías las hacían bajo cuerda, porque la norma del sistema era, insisto, informar desinformando, crear angustia e incertidumbre entre la gente ignorante mediante la manipulación a rajatabla de lo divino y de lo humano.

- Se están enconando los ánimos. No me moriré sin ver en llamas las grandes sinagogas. El sanedrín les manda las teas. Quieren pegar fuego al mundo y ellos terminarán victimas de su propia sarracina. Por lana irán y piden que se les trasquile a estas malas ovejas de Israel.

 Se acabó lo que se daba y todos a acaptar  por esos caminos de Dios, mientras el mapamundi se llena de nuevos estados fantasmas como Sealand, que no existen sino por añagaza y reclamo de evasores de impuestos, envenenar las mentes de las buenas mujeres por nuestra prensa cotarrera y cursi, como  el “Matarrotos” auténtico matarratas del espíritu, “Haronía”(revista ilustrada que no ilustre) y otras prensas de subido abolengo amarilloso, pedestre narcisismo que eran testimonio claro del encanallamiento de toda una sociedad que trataba de copiar modas anglosajonas con fantasías monaguescas y otras perversiones que me reservo. El resto es todo sin sustancia: bardanza y holganza. Una pena que su amigo Paco, un buen periodista, hubiera ahorcado sus saberes profesionales en aquel sumidero de carnaza envuelta en fina lencería, que no es perversa, es peor que perversa, es cursi, aunque él dijera que le daban a cambio una pasta gansa.

-Nos envían al asilo, nos rompen los carnés, nos mandan a pedir limosna.

-Sí, hijo, sí. A este paso pronto arderán muchas sinagogas. Iskra a los conventículos del anticristo.

-¡Viva Sealand! Y salga el sol por Antequera. No es más que una plataforma derelicta en el mar del Norte, pero cuenta con un nutrido cuerpo diplomático. Balcanizaremos Europa, aviso.

-Ya. Sus majestades (hasta el nombre lo pronuncian con unción los pelotas) Gañón y Leda han pignorado la herencia de unidad conseguida a base de tanta sangre por dos antecesores suyos en el trono. Costó tanto llegar a esa unidad, que ahora nos desbaratan. Dios se lo demande.


-A mí, cuando lo pusieron una yamulka sobre el occipucio y lo sentaron en el banco de una sinagoga, ya me dio en las narices un tufo de adafina, pues este rey me recordaba otro de triste memoria en nuestra historia al que también emplumaron la nobleza castellana por conducto de los judíos y cubrieron de burlas con un pelele de carnestolendas.

-Pero todo eso tiene un precedente en el Atrio del Pretorio en las voces que clamaban: “¿No eres tú el rey de los judíos?”  Todo los alardes que realizan en plan de mofa tiene una lectura diabólica. Anás es Aniñas y Caigas es Caigas, su edecán y su diácono, como Dios es Dios.

-¡Jesús, con quién nos estamos jugando los cuartos! Mal está la cosa, pero no pierdas comba. Escucha lo que dicen las comadres.

Una decía a la vista de los maridos convertidos en jigotes dentro de la redoma, colocándose en jarras mientras apretaba sus puños amenazantes.

-Exigimos nuestros derechos y no nos dan. Queremos que nos den.

-Danos y danos hasta que no te conozcamos.

-¿Por donde?

-Por los diez orificios del cuerpo humano. Por delante por detrás, por arriba te mamamos y por el culo te cagamos. Que nos la metan por el ombligo hasta donde llegue, por la nariz y hasta por las orejas.

-Vicio es lo que tenéis. Sois unas perdidas y unas crápulas.

-¡Toma ya! ¡Putas en Toledo, ensaladeras de Valladolid y pucheros a la luna de Valencia! El mejor invento, la máquina de follar.

-Callen las perversas.

-Eso es; queremos que nos den y que nos pongan.

-¿Para atrás y en borrica como a los reos?- soltó un chistoso de fácil carcajada rufianesca.

-Te equivocas. Queremos un piso en Nix, apartamentos con ventanas al océano y salir todas las semanas en las páginas del “Haronía” a todo color. No nos importa lo que digan de nosotros y si nos ponen o nos dejan de poner cual digan dueñas, el caso es copar las portadas de la prensa sural.  Sexo es poder. 

Y coreaba la otra, una Melpómene atalajada de un terno de una blancura deslumbrante, que en su día debió de pertenecer a un ángel malo antes de la caída, y que no era otra que la verdulera que pasó a dominar el ámbito de las comunicaciones radiales, Hécuba Piños, sacerdotisa y médium del feminismo para andar por casa  con más furia:

-Desde hoy, igualdad en todo.

-¿Y qué demandáis, si se puede saber?- inquirió un pobre viejo atemorizado que debía de ser el fideicomiso.

-Que las vergas se vuelvan en cricas y al revés.

-Un cambio de sexo, vamos.

-Eso es.

En todo lo que decía la secundaba a la comadre otra de las de su calaña, a quien llamaban Montserrat la Regalada, y que ni decir tiene que era catalana.

-¿No os conformáis con las películas de Atresnalar, al que acaban de dar un Iscar y mira que hizo el ridículo en el rostrum de los galardones, ni con la melena al viento de la Gran Bibí? Todo me huele a maricones en este país. La badajearía no tiene fin, ay Dios mío, ¿qué será de nos?

-Nosotros hacemos lo que nos pide el cuerpo. Unos súcubos y otros incubos. El uno bardaje, y el otro bujarrón. Arriba y abajo. El uno da y el otro toma. Para delante y atrás. Es la vida sexual un juego de mete y saca, pues así está escrito.

-Todo vale. Robar, matar. Sois deterministas.


-Deterministas o voluntariosas lo mismo da. Vivimos a la sombra del Gran Bibí, queremos nuestros derechos puntuales.

- El erostratismo os pierde. Dais años de vida por salir en los periódicos.

- Si no eres famoso, si no hablan de ti, aunque sea mal, es que estás muerto, cariño. Y nosotras no queremos criar moho. No valemos para monjas.

-Lo que os haría falta, bigardas, sería una buena doma de lomo.

-Una doma de lomo ¿y qué es eso?

-La albarda y la cincha, el pretal y la tarria. Sobre eso, una buena fusta.

-Bah, que anticuado eres. A eso lo llamaban disciplina inglesa nuestros mayores y a nosotras no nos va la marcha.

-Tratáis de enmendar la plana a la naturaleza, desuniendo lo que unió el creador, poner contra las cuerdas a la biología. No sabéis lo que hacéis, insensatos, blasfemos.

-Violento. Machista. Fascista. Pinchen.

Le habían llamado de todo en esta vida pero “pinchen” nunca. Pinchen, pinchen, picha brava, leches fritas, pollas al churrasco.

-Era lo que faltaba. Cuando no coinciden los pareceres en este país, que es de estirpe inquisitorial, siempre acaban llamándote eso, y eso no es lo que significa, sino lo diferencial.

-Para vosotras el que proclama la verdad es un arrebatado, un impolítico, un forajido. Tenéis buenas tragaderas. Refutáis la autoridad. ¿No reparáis en la gravedad de los hechos?

-No reparamos. Tú no andas bien de las cocochas; lo que necesitas es que te operen, un cambio de sexos, jolines, y todas juntas y unidas abrazaremos el camino de la inseminación. Te haremos madre, al prorrateo.

-Me parece que estáis buscando bronca, machorras discípulas de Safo. Ya me estáis cansando con cantinelas, boyeras de mete y saca, y tortilleras de quita y pon.  A mí marica no me lo dice nadie, te enteras

-Eso es- conminó desde lo alto de la corrala hertziana una antigua buscona, muy dada a las manifestaciones cotarreras, a la que acababan de dar el velo de sacerdotisa feminista- lo que queremos: que las vergas se hagan cricas y las vaginas  carajos. Te advierto que ahora tenemos la sartén por el mango. Llevamos los pantalones. Hemos ganado. Hasta el obispo de Roma nos es adicto. Además, Dios es hembra.

-Ese papa chochea y judaíza, pues, no contento con ir a besarle la mano al Protocanalla en Sede Baldea, se ha prosternado ante el Gran Rabino. ¿Dónde se ha visto una bajada de pantalones semejante en un padre de la iglesia?


Era un canto de guerra, el ijujú de Semiramis. Fuego al muñeco. Jaque mate al macho. He aquí a la sinagoga volviendo por sus fueros, y decían que estaba vencida. El rencor estallaba en la calle, ríos de bilis anegaban las plateas, y los cuartos de estar se convertían en infierno, el odio reconcentrado marca, cual agujas de un reloj infernal, la hora  de todos. No hay más cera que la que arde. La abeja ática “señorona” y regenta, gobernanta y gran jefa mañanera domina los intelectos con sus escuadras de perailes. Me queda, la verdad, como algo jamona. Le sobran modelitos.   Debe tener buenas aldabas, mira que escupe odio la tía por su boquina de pichón, por esos labios de silicona, y aparte de aferrada está forrada, sólo firma contratos blindados, pero al enano aragonés tampoco hay que perderle de vista, pues va de listo por la vida, se las sabe todas. La actualidad se ha convertido en el gran carnaval de la revancha. Se vive no ya sólo para recordar sino para odiar lo recordado. He aquí que un enano y una jamona son las piedras basales del régimen. Si ponemos en medio de los dos a Zocodover gran cineasta patrio, matachín tayacán, tendremos cama redonda. Ellos son los únicos con derecho a opinar de lo divino humano en esta nación triste y desgañitada, quizás con derecho a voto, pero que ha perdido, pues se la arrebataron, la voz recia y sonora de Juan Español.  Cuando no nos llega con monsergas ese várdulo que no tiene salero ni para aceptar su propia calvicie, pero es capaz de amargarnos la velada con toda una secuencia de explosiones a cámara lenta, pues aterriza en Nix con ínfulas de plenipotenciario del poder cosario, porque está en nómina de los herederos de la voladura del Maine. Los que hicieron saltar aquel acorazado por los aires y colocan bombas lapas en los bajos de automóviles de ciudadanos indefensos son lobos de una misma camada. ¿Cómo es que tuvo continuidad el tupé de Sagasta en el recorrido de don Castor o la desvergüenza inmoral del presidente Simpson en las catilinarias jesuíticas del ex cura  cutre Pólux, al que apodan  Terminamos de todo el invento clamando una vez más aquello de “delenda est Hispania?” Amenaza con exterminarnos. Sólo se las da de valentón porque está bajo el halda de los americanos, que andan preparando por aquellos montes una guerra parecida a la de Supravia.

Los que hundieron el “Maine” aquí siguen teniendo bula y ejerciendo de matarifes jiferos, encuentran corifeos, delegados y subdelegados aduladores por todas partes. Han apostado soplones y submarinos en las cantinas, en las redacciones y en los consejos de administración. Siguen empleando la misma táctica de tierra quemada que emplearon en el noventa y ocho. Parece ser que les surtió efecto, aunque no puede decirse de ellos que sean muy originales. Pero como llevan la voz cantante lo que ellos quieren que sea será. Nuestra brújula se ha vuelto loca. Le pasa lo que a la paloma borracha de Alberti, que se equivocaba. Por ir al norte fue al sur. Creyó que la mar era tierra, y montaña, la hondonada. Así estamos desatinando de por vida. Estáis todos trompas. You are wrong. Vous êtes trompés”,  advierte Ariadna desde su bastidor.

Estampaba su rabia contra las paredes. La sensación de impotencia lo embargaba. Todo me sale mal. La desdicha se cobija bajo mis alares, pero nada puedo hacer. Sin embargo, ahí tenéis a Pol Pit, el comentarista del quinto, caldo de todas las salsas que se han cocinado por estas lumbres, ese que pinga de una acrotera, a convertido en genio por una de esas veleidades que con tanta frecuencia se dan en la vida. Era el que le arrimaba las putas a Serafín Pérez Plumero y por eso le dieron un puesto en el panel hertziano. Tiene derecho a opinar, a escribir donde le dé la gana, pagándosele a precio de oro las colaboraciones. Y ahí lo tenéis con un puesto de contertulio en el espacio de Hécuba Piños, reina de las mañanas, un espacio en esta galaxia, que le reditúa sus buenos devengos y, además, le da un nombre. Antes, estaba enchufado en otro programa que llamaban “La Voz de los Pajares, propietario el ciudadano Pío Lesmes, esto ya es el colmo”, pero surgieron sus más y sus menos con el caudillo de ese espacio que suena de costa a costa y de arriba abajo, y que empaña el ánima de tarazón entre los radioescuchas y a su teniente de dólares mondos y lirondos, pues está visto que está es la hora de la confusión y de las tinieblas, pero también la de los Midas que informan y desinforman, que cabrean y acojonan, aburren y entretienen gracias al morbo sin ser graciosos.


Ya peina canas el tal Pol y conserva su viejo aspecto de león de la Metro. Le miras y te recuerda el maquillaje de los protagonistas de aquellas películas en los que el paso de los años se signa con una pasada vertiginosa con la cámara sobre los tacos de un calendario o unos polvo de talco o una miaja de bicarbonato junto a las sienes, y el pelo negro de una escena se trueca en barbicano en la siguiente, pero no está encorvado y sigue siendo un hombre elegante.  Al tiempo que bazucaba el moyuelo a don Serafín, para tenerlo satisfecho, mientras hacía de mesnadero y de correveidile en París del Asesino del Piles. Se le iba la fuerza por la boca en lagoterías pero a todos les caía simpático. En cambio tú, ñiquiñaque, no has hecho otra cosa que quejarte y viltrotear como un arlote, siempre cogiendo el tole, como los inadaptados, los descontentos. La razón de tu fracaso la tienes tú, que estás enfermo, no eches la culpa a nadie. En todos los sitios donde has trabajado nunca caíste en gracia, te rodeaste de enemigos, y siempre te despiden.  Metértelo bien el molledo esto que te digo. No eches balones fuera. La culpa es tuya. No busques pretextos en que esto va muy mal ni en los judíos. Déjate de lilailas y entra en razones. Cesa de tus engurrios. Sé flexible, diserto, sagaz. Cada mañana al salir de casa ponte un abrigo o despojarte de la chaqueta, y mira con atención para la veleta para saber de qué lado viene el aire. Pol Pit mudó de traje a modo y conveniencia cuando le apetecía. Este es un país de oportunistas, los lamerones hacen chazas. No hay que creer en nada, pero hay que aparentar tener fe, estar a la última, disfrazarse e imitar al camaleón. Tu amigo está donde está porque carece de escrúpulos, por haber hecho la higa a todas las ideologías. Fue anarquista y comunista, cantó la palinodia de los maquis en la serranía de Cuenca, y sin solución de continuidad entró en la nómina de sindicatos, quemó incienso en su loor y fue turiferario del dictador, dijo que Londres era un campo de concentración. Luego fue demócrata y millonario. Sin embargo, tú eres un muerto de hambre. No te quiere nadie. Ni tu madre, ni tu mujer, y tus hijos te escupen a la cara.  No te rindes. Te cobijas en tu casamata donde se agazapan tus ideas y tus recuerdos. Pol se solidarizaba con Pólux.  Pedía la independencia de los asesinos, colocándose de la parte de los pistoleros. Lo que le pasa es que la camisa no le llega al cuerpo. Tiene más miedo que vergüenza. En punto a vergüenza, no se puede decir que fuera su punto fuerte. ¡Bah, qué más da! Todo se perdona excepto la insolvencia. Todo cabe. Tenemos todos buenas tragaderas.

La clave del éxito de Pol Pit y de tu fracaso es que siempre hay que estar con el poder, aprovechar las ocasiones, la contestación sistemática nos lleva al exilio y al extrañamiento. Por eso, porque sabe manejar el cubilete, viste la camisa adecuada haciendo juego con el color de la corbata, se busca sus apoyos, sus tanganillos, Pol Pit se ha convertido en la vera efigie del triunfador. Eso sí, tan canalla como siempre. Ha traicionado y vendido a sus amigos, pero ahí le tienes. Por lo visto le hizo mucha gracia a la señora del presidente, Doña Carmen Collares a la que colmó de adulación, siempre se descuelgan con retahílas que gustan a las damas, y a la mujer del Carlitos, como todas, le privan que la laman el culo, pero las cosas le van bien, le sobran colaboraciones, lo llaman para presentar libros de autores que empiezan, suena su nombre en las revistas, su mujer no le es infiel, y le sobran muchas tardes veinte mil duros para ir a jugárselos al casino de Torrelodones.

 

Por la pascua, las noches que Cristo resucitaba, no se hacía conmemoración significativa. Bramaban las radios, cual vírgenes necias, porque aquí la prudencia se reserva sólo para lo política, en otras esferas se implanta el todo vale, de la Hesperia de la Vuelta de la tortilla y de la sartén por el mango.  Sólo nos mueve un deseo: volcar la cruz.

-Pues ahora sí que estamos listos. Aquí se deshará la herencia de Isabel y Fernando.

-Gol en Mendizorroza, penalty en Las Gaunas,  zanganea Redondo,  galopada de Roberto Carlos

Y en las tardes domingueros cundía por el país el grandes aburrimientos.


Habíamos aprendido la lista de todos los campos de fútbol, cuando proscribieron por decreto se enseñara en las escuelas la retahílas de los reyes godos que ya no servían para nada pues dejamos de cruzar apuestas con nuestro orgullo nacional.  Hespéride ha dejado de ser católica y algún listo apostillará por lo bajo aquello de “afortunadamente y con fundamento”. El régimen democrático se consolida a base de patadas millonarias al balón, pan y circo, prensa de bulevar, bailes de candil. Los embarques de la jet en el reactor de la noche de liviandades, faz cansina y casquivana. El siglo futuro. Esa rubia de las dos está bien de ancas, pero me parece que tiene los ojos un poco fríos. No es mi tipo. Hay beldades que no me dicen nada. Todas ellas son mozas escogidas. Desterradas las vestales, ocupan el Partenón de las vírgenes, son las nuevas diosas, culto al cuerpo. Debes de ser tú, que estas para pocos trotes.

Aquel año una leva de descamisados del Ejido se desplazó a Sevilla para causar tumultos durante las procesiones.  La autoridad  salió por peteneras alegando no sé qué historias acerca de un juego de rol, pero los verdaderos alborotadores eran topos que pagaron las sinagogas yanquis, como que ese día se cumplían poco menos de veinte siglos de que mataron al Señor. Ahora volvían con sus alegatos, sus mohatras, el eterno “¿quién yo?”, sus coartadas. Al amo de Sede Baldea, que había declarado al Galileo persona non grata, y políticamente incorrecto, para transformarlo en un Jesús gringo, hecho a imagen de sus gustos tele predicadores, de adventistas del séptimo día y de parrafadas bahiítas y estudiosos de Isaías  a lo Bullí Gras que propugnan una conversión de los cristianos al mosaísmo, no le gustaba la superstición ni los aspavientos macarenos. Brillaban los alfanjes. Debajo de la chupa estaban escondidos los filos de la cimitarra. Abajo las procesiones. ¿Juegos de rol dice? La prensa tan bien informada desinforma y sólo habla de las cosas que no interesan, crispan o aburren. Los costaleros abandonaron los pasos, dejaron por el suelo los penitentes tiradas las cruces y los acólitos, turiferarios con el incienso y ceroferarios con los blandones tomaron el olivo y algunos cofrades se desprendieron de sus cíngulos, y tiraron el capuchón al Guadalquivir en una madrugada de pavor. Muchos pensaron “esto es la guerra, ya están aquí” y no era cuestión de dejarse el pellejo por una mala saeta y no estar presente en la feria de abril. El ambiente de confusión que sobrevino recordaba la misma noche del prendimiento que el pío alarde rememoraba al  lanzarse a la calle con sus cristos  dolorosos al hombro. A Cristo volvían a dejarlo solo, como los apóstoles en Getsemaní cuando se presentaron las turbas. Todo el mundo cogió el tole.

Estaba escrito. “Omnes fugerunt”. Los acontecimientos de la madrugada hispalense en contra de los que aseguraron los medios, no fueron del todo fortuitos ni el resultado de una alborada loca de cuatro mozalbetes aburridos que habían abusado de la manzanilla o fumado unos canutos de más; respondían a una intención premeditada y aviesa, aunque la maripavas con un guiño de ojos y una leve insinuación a la sonrisa tratasen de matizar la levedad del suceso. Estaba claro que semejantes manifestaciones pasionistas a estas alturas del tercer milenio estaban fuera de órbita. Las procesiones pertenecían al ámbito de un pasado negro, los penitentes recordaban al Ku Klux Klan, qué miedo, según decía una crónica de la corresponsal del New York Times, apellidada Fucus (zorra en judeo alemán). Quien manda, manda.

En Madrid pasó algo parecido. Algunas cofradías no se atrevieron a salir o acortaron el trecho de su recorrido por miedo al ambiente enrarecido. Bandas de chinos y magrebíes se enzarzaron a palos, mientras desfilaba uno de los pasos, por el control de la Gran Vía. Un moro empapado en cerveza, irreverente y poco comedido, por no decir fanático con todo aquello que no está en el Corán -¿es esta la tolerancia que nos quieren meter por los ojos las altas instancias?- se acercó a una fila de nazarenos y le metió mano por debajo del hábito para ver qué había. Era una señora y empezó a dar gritos. Nadie de los que presenciaban el alarde de disciplinantes desde la acera movió un dedo para ayudar a la pobre mujer ni defenderla de su atacante.  El mismo pánico que en Sevilla. Menos mal que había policía por allí cerca y se lo llevaron al cuartelillo donde lo soltaron al cabo de dos horas, cuando se le pasó la mona.


Una retención hubiera sido ilegal. Se hubieran echado encima los periódicos esgrimiendo alegatos xenófobos y los cantamañanas y corifeos del sistema se hubiesen rasgado las vestiduras. El Umbral, sin ir más lejos, aunque ya está viejo y le rila la mano del tembleque, hubiera enhebrado uno de sus panegíricos progres y media nación se habría tenido que tragar los libelos de un tal Pimpollo Hijo de Tal, campeón de los tránsfugas. Al pobre guardia se le hubiese caído el pelo, después de que sonasen por todas partes gritos habituales contra la superstición, el nacional catolicismo y contra el Gran Almocadén, baluarte de la fe de un pueblo que, por lo visto y a decir de los consabidos zoilos y aristarcos que reparten el juego en nuestra cultura, tuvo la culpa incluso de las procesiones. Estaban los ánimos de los indígenas por los suelos y la moral del enemigo, fuerte, ad utrumque paratus.

Si un cristiano hubiese hecho lo mismo en la Meca, el resuello en sus pulmones no hubiera durado ni tres minutos. Habría caído víctima de un linchamiento muriendo en manos de los seguidores del profeta que no soportan este tipo de bromas con su religión. O sino que hable Istmo Margrave, el Hijo del Mal.

Sin embargo, según Carlitos Bigote, en las Hesperias todo iba a pedir de boca.  España va bien.

Cada vez se le iba poniendo más cara de payaso. Sólo le faltaba la caña para ser una perfecta réplica de Huta el Montero Mayor. ¿Moros en la costa? Ni mucho menos. Ya vigilan nuestras procesiones, consumados los objetivos de la operación “Sweep in”, un barrido demográfico, un movimiento de pueblos, cáfilas étnicas. Cada vez, más demócratas. Ladraba bien el perro chico debajo de las patas del mastín de dientes en fila. Nos apuntábamos a todas las movidas y siempre estábamos con el atillo preparado para mandar a nuestros a engrosar misiones de paz armada.

En esto, cuando, tras aquel incidente de las pandas infieles y pasado el revuelo que con el sofaldar a la pobre nazarena se preparó, más impresionante era el silencio de los fieles que iban en pos de la imagen del “Moreno”, volvió a sonar una estentórea carcajada, al pasar cerca de las puertas del Corte Inglés. Fue como un estruendo. Otra vez los ánimos volvieron a encogerse.

-No si de remate no nos van a dejar que paseemos al Cristo en paz. ¿Qué fue eso?- exclamó un vejete.

-Mahoma que peyó- le contestaba un chistoso por fuera- a lo mejor es que acaba de hablar en el vientre de su madre la mora Aixa.

Al jefe de los anderos le dio un ataque de risa. Un hermano mayor haciendo sonar su vara de cofrade sobre el pavimento pidió recato.

-En fila, penitente.  No te distraigas, sigue la linde. Un poco de respeto, por favor.

Una moza que en aquel momento había mandado parar la comitiva para entonar una saeta hubo de abandonar el encaracolado del balcón en cuya barandilla apoyaba las manos. El profeta se había ido de bastos. Había vuelto a levantar su pendón verde por las estrellas calles del viejo Magerit que no era sino una corruptela cacofónica del Matritum o Templum Matri romano pero ahí nos las den todas que la mentira se acoge y a la verdad se la destierra, que ahora se llamaba Nix Rasilis, pedía las llaves del castillo famoso que por lo visto un día le pertenecieron.  Quería vengar a su antepasado Boabdil. Iba otra vez de taifas. Volvíamos a estar en las mismas. Buena pascua te dé Dios, Madrid, que te quedas sin gente, de cristianos, quiero decir, aunque sigas siendo acogedor y hospitalario con el extranjero.


Los pedos del profeta son un signo que anticipan siempre la llegada de una nueva guerra santa. Aquí seguimos mientras tanto nosotros con nuestras cuestiones acidalias que recogen las horruras y miasmas de las tómbolas. Cien mil duros por salir en pelota viva ante las cámaras y cincuenta millones de una sentada por hacerlo con el conde que todo lo enseña y nada esconde. Fue la guinda, el ápex, la coronación de un ambiente sicalíptico, de un país gusanera con macas en la piel cancerosa, el no va más del erostratismo venal. Se nos subió de pronto la eretina morbosa y todo acabó en eretismo y en ergasmo, que nada tiene que ver con orgasmo. Nos han envenenado. Hemos de beber en una copela nuestras propias cenizas, si queremos purificarnos que lo veo difícil.

Por el otro frente la tamborrada seguía su curso impertérrita y algunas buenas mujeres se santiguaban mirando con ojos anhelantes para el Jesús, vestido con una rica túnica violeta, con bordados de oro, luciendo una impresionante peluca que perteneció a un hombre, en el que se le veían caer los rizos cubriendo el rostro macerado y que no era por lo menos sintética. No bendecía, pues llevaba las manos atadas con un cordel.  Sus ojos se ensimismaban contemplando una distancia que sus devotos de los Primeros Viernes dicen que es el recorrido del gran perdón.

Empezó a llover. El cristo quedó quieto en medio de una estampida de gentes que se esparcían en todas las direcciones como impelidas por una carga de caballería. Lo taparon con un plástico. Rayos de granizo que caían oblicuos habían iniciado los primeros movimientos de una danza a partir de carreras y de pedriscos. Algunos de estos meteoros eran del tamaño de huevos de golondrino.

Una paisana de mediana edad quedó agarrada a los faldones de la carroza, gritó:

-Ya veo, Jesús mío.

Se había producido un milagro. El Señor acababa de pasar dejando una estela de sanación y bienaventuranza.

 

 

 

 

Sin reparar en ello, y menos pensarlo, eran de arribada los días soleado de la Bestia. Con enojo soplaban las furias del averno. Ahí las tenéis en acies instructa las escuadras formidables, las formaciones compactas. Se muestran arrolladoras. Serán implacables. En plena sobrevienta del Paráclito, nada queda en pié porque el Espíritu todo lo arrasa y los transforma. Construyen una armada sin fisuras y su ariete golpea las puertas de bronce de la ciudad alegre y confiada. La fuerza del bezón, que bate nuestros muros, rompe ya los ataires. Vivimos bajo el signo de Aries. No hay socarrenas ni credencias en la pared, ni un triste clavijero al que agarrarse, un urce colgante que asir en la caída; vamos donde la ley de la gravedad nos lleva. Llegan, ya llegan, presidente.  Por todas las partes se cuela un viento de liberación. No tenemos estribos en que posar nuestra invalidez. A pesar de todo, no permitáis que esas merdellonas os llenen del pringue lascivo. Mantened a raya vuestra castidad, fieles servidoras y sacerdotisas del templo de Vesta. Vigilad y orad.

En marzo del año dos mil, año infausto del triunfo de la Bestia, después de los comicios en los que Bigotito Cornejo, que habíamos criticado mucho al Gran Filipo, ese que se nos presentó con aires de gañán y que recordaba un poco a los vándalos enarbolando amenazante el pavés como un gran puño que descargaría sobre nuestras cabezas hasta que a Hesperia no la conociera la madre que la parió, pero Bigotito Cornejo era mucho peor porque consumó la obra de desmontaje de la catedral que el otro iniciara, revalidó su mandato- reapareció en el balcón con su mujer Carmen Collares, y por detrás Pol Pit bailándole el agua, hemos ganado, y a buenas horas mangas verdes, lo próximo se heló en ciernes, americanos os recibimos con alegría, Psicosis. Bigotito Cornejo sonreía con cara de liebre, tenía la gracia y la habilidad del perrillo de aguas ladrando bajo la barriga del dogo- empezó a gestar un plan de escapada, buscaba ya la querencia del norte.


 ¿Una depresión? ¿El desamor? Quiá. Sólo se puede hablar en puridad de depresiones barométricas. Así se llama a los valles en artesa, a los desniveles y a los hundimientos de terreno, según se entiende en pedología y en topografía. Esa maldita expresión es un anglicismo que cubre de enojo y de engurrios la vida moderna. No hay tal.

En cuando a amores y desamores, desengañate, Gnadio, pues visto lo que le sucedió a Ivan Ibañez en un bar de carretera, habrá de sospecharse que es tan ya vacuo concepto la palabreja, vago comodín de nuestros desencantos.

No sabremos nunca lo que le pasaba puesto que el alma de Verumtamen era cosa hermética, pero habría de sospecharse que se trataba de acidia primaveral. La tristeza viene y se va como la alergia. El alguarín tras el garaje que había habilitado de escritorio, oratorio, fumadero, biblioteca, garita de escucha, y observatorio astronómico para contemplar las estrellas, recibía la luz rastrera del alba a través del montante de un ventanuco que daba al jardín central de la urbanización, donde ya entramaban las ramas de los chopos y campeaba gloriosa la enredadera sobre los sauces.

En el centro del corral volvía la primavera también al tronco del abedul totémico y era talismán de veneración este arbusto, porque habiéndolo tomado de uno de los bosques sagrados que hay en Asturias, entre los gollizos del monte Pascual y las breñas de San Agustín, que dan la última escolta al Uncín antes de su abrazo con el océano por la mar de canchales de Artedo, siendo no más un exiguo renuevo, una tarde de agosto de los ochenta, lo transplantó a la Despernada y embarbó como por milagro sin acusar merma por  los calores y el cambio de terreno. Ahora exornaba el muro de la pared que mira al jardín. También agarraron dos laureles y un castaño del Cantábrico. Las tapias se emboscaban en una guarnición de jazmín y madreselva.

Anclados en aquella habitación en los bajos del edificio tenía caminos y puertas, miradores, atalayas, que llevaban al plano infinito, la heredad inalienable de un alma, una razón de ser y de existir. Aquel era su universo y su medida, las glorias, memorias de una existencia recatada, su divertido titirimundi, el cosmorama panóptico que le acercaba una visión de las cosas a través de los libros, las radios portátiles, los retratos amados y los objetos acaparados que le ayudaban a recordar instantes y personas. Era de inclinaciones fetichistas, creía en el poder que despiertan los objetos conservados como reliquias de un tiempo que no volverá.

 La onda corta y los varios receptores licitaban el acceso a otras atmósferas transformándose en ecos de una caja de resonancias maravillosa. Abría las cancelas de la fase alfa. No era el cascarón vacío, sino la vivificante cámara donde se produce en cada ocaso y en cada madrugada unos particulares oficios de sus propios fatamorgana. No hacían falta otros sacramentos. La administración de los sagrados dones corría a cargo de una singular eucaristía interior.

  Por allí entraban las ideas de la estepa y alzaba el gallo un ruiseñor maravilloso políglota y multiforme. Si el ojo es el sentido más rastrero y cabal que tenemos, el de lo pecaminoso y el de los espejismos, a través del oído se abren de par en par las puertas del adentro. Uno de sus efectos más significativos es la psicorracia (liberación del alma), como resultado de esa agonía que libran en el éter las ondas hertzianas, el universo por el que vagan los espíritus, allá donde el amo americano no mandan, ni tampoco el anticristo, pelleja blanca y quiroteca de piel de cordero, pero colmillos de jaguar, nos causa bochorno, porque anuncio a toda la cristiandad que en el Vaticano ya no son de los nuestros, se pasaron a Clinton con armas y bagajes.

Crecían allá afuera los rosales y hasta un lilo que compró en el vivar de la Despernada el año 85.


Los transistores para la escucha de estaciones lejanas conectaban con una realidad que se acercaba al mundo de los sueños, alejando de aquel ambiente chato, carnavalesco y ágono de ilusiones, de la hostilidad decepcionante y amedrentada de lo que denominan democracia, que no es sino un totalitarismo.  Pólux, tratando de esconder su calvicie y Castor arengando a las mesnadas yanquitarras, clamaban por la independencia y el fuero. ¡Insensatos trabucaires vaticanistas, hijos todos del Pretendiente, peseteros del dólar, así os sepulte en el infierno un diablo que tuvo por nombre Carlos séptimo!

Todo aquello con sus novedades, alifafes y garambainas, como las urbanizaciones, y la píldora mágica, el viagra, habían sido implantados por el Nuevo Orden. Siempre debería ser así la vida del topo, del exilado interior. Sin embargo, el apóstol nos exhorta a vestirnos de la armadura de dios. Hemos de aguantar contra los adalides de las tinieblas del mundo, y que su grata misericordia recobre la delantera. Per orationem et obsecrationem, orantes in omni tempore in spiritu et in ipso vigilantes omni instantia. Obsecración, bella palabra. Invócame y yo te liberaré. Orad sin intermisión, recapitulaba siempre el salmista.

Verumtamen iba escalando por los abrojos la senda del monte de la perfección, su honra y su buen criterio enterrados bajo los basilares del antiguo amor, que también se llamaba María.

Infinitas veces había tratado de huir, agotadas las posibilidades de solución, para llegar al mismo punto de partida. Tú no tienes solución, vete a un médico. Morirás como un perro. Tenía que subir la cuesta amarrado a frases que eran pinchos y clavos, al fin y al cabo el cerco de su corona de espinas. Su Gólgota se llamaba la muerte civil, pero allá estaba el espíritu que lo ataba como una argolla circular a sus propias rejas. Mira, no te me despistes, bordonero.

-¿Qué hay de cenar?

-Gallofa.

Tenía que entablar palique con su propia conciencia, y de estos soliloquios sin hilván están naciendo estas analectas, mosto pasado en el trujal de mi memoria. Los cuévanos de la vendimia de mi vida no son capaces de abarcar ni de contener tanta malparanza y fastidio en los alijares y campas del desamor. Un hombre solo escribe. Cuando hay dos hacen la guerra o el amor y gritan.

-Soy bordonero y ¿qué pasa? Voy camino de Santiago de Galicia, retaguardia de las Españas, punto de arranque de la cristiandad. No sé si creo ya. Señor, que crea. Revuélveme la antigua fe.

Era aquel alguarín cárcel de sus libros, paraíso de sus sueños, sagrario de sus manuscritos literatos y gaveta de autor siempre en ciernes. Nunca llegarás a misacantano. No pasarás de seminarista, camarada.

-Tuve mucha vocación, pero me rechazaron.

Se quejaba de la esquivez del destino y de la incomprensión de los suyos pensando que sólo en el cielo, o en el infierno, podría dar a la estampa sus obras completas.

-La vida te ha jugado malas pasadas, pero que conste que no eres el primero ni el último. Publish and be damned, frase hecha que nos define quizás a los periodistas y a los escritores de a montón.

-Eso lo decía Lord Thompson de Fleet Street, uno de los hombres más ricos del mundo.

-Y también de los más tacaños.

-Creó un imperio en Canadá, llegó a poseer la cadena más importante de periódicos de habla inglesa. Su heredero es Rupert Murdoch, ese judío australiano.

-¿Lo enterrarán también en el monte de los Olivos como a Maxwell, el otro gran midas de las comunicaciones?


-Esa viene siendo la costumbre.

Las lomeras de los libros con su voz callada (a ratos carcajadas y a veces gritos desgarrados de dolor, quejas del desengaño) intentaban disuadirlo de lo absurdo de la peregrinación.

-Entra en razones, no seas bobo. Si te largas lo perderás todo y ¿adónde vas a ir tú a tus años? No tienes la piel para sopista. Que se vaya ella.

-Soy un zángano.

-Ya lo sé pero tu paga no hay quien te la quite y, además, a ti te ocurre lo que a tantos y tantos españoles: no dan un palo al agua.

El milagroso icono de san Nicolás, enviado desde Rusia, un Pantocrátor así como el retrato de la Madre del Verbo Encarnado, la que fue en la tierra humilde esposa de un carpintero nazareno, tallada por un yurodivi de Novogorod, y tenida por milagrosa puesto que fue el rostro que él tuvo la gracia de contemplar a través de los fresnos borneados, en el firmamento de la montaña de los Abantos una tarde del trece de mayo del 95, le empujaban a perseverar. Ten fe. Dios te protege. Aquel atardecer de primavera se te dio una señal. Eres un monje y ésta es tu celda. Aquí se reclinan tus oraciones y de este altar parten tus himnos de expiación.

Una lamparilla perenne lengüeteaba en la penumbra al pie de las sagradas imágenes. Sentía él su protección, la de la dulce señora. Aquel suceso lo trataba de olvidar pero pesaba siempre sobre sus actos. Se había enquistado cual auto reflejo en su memoria.

San Nicolás bendecía a la bizantina con dos dedos extendidos. En su mano izquierda, sostenía la bola del mundo. Brillaban los rubíes en su casulla de oro macizo.

En una bolsa de deportes guardaba las grabaciones de las misas ortodoxas celebradas durante los ochenta en Atenas, Kiev, Moscú, Helsinki, Belgrado, como un troje sagrado, cuyas emanaciones sonoras hacían descansar el alma haciéndola vagar en noches triunfales de Pascua, cuando apunta ya la primavera. Torrentes luminosos, como una catarata de energía beatífica, brotaba de las cintas que eran la exaltación  clamorosa de la polifonía. Sonidos que restañan las heridas del alma y transfiguran al henchir el corazón de anhelos de eternidad.

¿Por qué sufro? ¿Cómo es que moro en esta tierra de rencores y vivo inmerso en la monotonía rutinaria? Habiendo soñado tantísimo y buscado la cumbre, me hundo en la sima. A esas preguntas aquella música daba una respuesta en claves mágicas. Eran la proyección de su vida idealista enterrada entre libros que ya no leía nadie. Crepitaban sobre el raso de aquel sotabanco, la buhardilla del poeta, la torre de marfil donde se acogía a sagrado, alientos de trascendencia.

Oía una voz que dijo:

-Yo te rescataré de las garras de Erifos.

Un ángel de blonda caballera y rastro dorado pintó de nubes la pared. Vio una niña el rostro cubierto de efélides. Ya sabes quién es. Te llamarán por siempre All Queen Helén. La faz luminosa que ahuyenta las tinieblas.


Violines de ausencia lloraban aquel rostro. Era una sinfonía en tres dimensiones que conjugaba los tres tiempos. Entre vayas y veras sentía Verumtamen una dicha embarbar como el esqueje de una árbol transplantado en la almáciga, un ejido de sueños que riegan por privilegio las lágrimas de la añoranza. Yo temía un amor, All Queen Helén, por el cual me sentía participe del cosmos, y coadjutor en la tarea de crear el mundo todos los días. Todo aquello me brindó un ojo mágico para mirar a través de la cerradura de la ilusión la tarbea iluminada por una tarbea incombustible donde crece la dicha y no cabe el llanto, ese lugar que el Redentor tiene aparejado para los que portan su cruz allá en las moradas celestiales. Sólo eso me sostiene aunque hay días en que dudo. No sé. Todo me parece un absurdo, incluso mis propias creencias. En el término de la Despernada, surcado por dos cauces fluviales y un paisaje tapizado de encinas y de carrascas, se eleva un castillo roquero del siglo trece, estilo mudéjar, desde cuyo torreón se otea un paisaje de dehesas encendidas de una luz interior como en la pintura de Velázquez, adusto cinturón de Madrid que inspira canciones báquicas. Todo tiene un color ópalo. Aquí en dos semanas del mes de julio quedaron sepultados setenta mil hombres. Quizás a esa causa infausta se debe que la configuración de la contornada posea un aspecto lúgubre y fantasmal. A veces a través de los trigales y de los escalios, a punto de dar su última cosecha, porque estos terrenos están siendo sujetos a la presión calificativa de las inmobiliarias, algo en el aire recuerda a los muertos. Es una presencia callada, pero densa que impla las colinas que hace gemir el viento. Las encinas, los añojales entonan un responso por los caídos. Los caballones parecen túmulos y las antiguas parideras que pasaron a ser luego casucas de los chatarreros que durante  años se ganaron la vida a la busca, requisando el metal de las espoletas, parecen túmulos. Recoger plomo y metralla y hacerse con las helgaduras y miasmas de cobre que suelta la munición destrozada fue lucrativa profesión en  posguerra, aunque peligrosa. Algunos chatarreros dejaban la vida en el intento, o una mano, una pierna, un ojo.  Brotando del interior llega una voz lúgubre como el de un canto epicedio. Desde los surcos se elevan jarchas silenciosas y espectrales. Es lo que sintió muchas veces Verumtamen y lo que siento yo que me pateado de cabo a cabo las mochas. Hay la mocha grande y la mocha chica y en el comedio de ambas suertes una loma donde se alza una atalaya y un repetidor de televisión, así como la alberca y los pozos de los antiguos depósitos del agua. En este lugar se riñó la más encarnizada   de las batallas al transcurso de la ofensiva sobre Brunete. ¡Dios mío, cuántos muertos! Nada menos que dos centurias de Falange, una bandera de la legión y varias unidades de blindadas de las brigadas internacionales y una sección de guardas de asalto perecieron en vísperas de la fiesta del Apóstol de 1936.

 

La faz de Floro Sanz, que apareció en su carricoche accionado  por pilas - se lo habían traído expreso desde Alemania y era muy cómodo, no tenías que empujar las ruedas, pulsar un botón a manera de timón que el beneficiario de aquel invento último modelo para ambular y desplazarse- parecía la de un espectro. La plaza del Arrabal se nos brindaba como un inquietante escenario mágico con sus soportales, la acera amplia y los morrillos, impresionante escenario en el cual todo lo llena la fachada del templo de santo Domingo de Silos. En Arévalo nunca hubo dominicos, explicaba el cura don Serrano.

-Yo me llamo Florentino, pero me dicen todos el Cojo de Mamblas. Soy mutilado de guerra.

El pelo echado hacia atrás, todavía espeso y entre cano, la mirada de águila caudal, de ojos vigilantes, el continente adusto y pirrónico. Se le podría tomar como un severo Licurgo, seco más que un cuáquero, si desde que dejara de fumar, no tuviese por costumbre chuperretear caramelos, no hacía otra cosa en todo el día. Los dulces los mascaba, los ronchaba o se los daba a los chiquillos.

Un obús le segó la pierna izquierda a cercén el primer día de la batalla de Brunete.  Casi ni me di cuenta.  Recién desplegada toda la centuria, andaba como despistado y falto de sueño, porque había pasado una noche de traqueteo. Nos llevaron al frente desde un camión. Hoy va a hacer calor, Floro. Sí, pero es lo suyo. En plena siega estamos y aquí por lo que se ve- dijo echando un vistazo de forastero a los campos de Quijorna- se les encamó la mies. No les ha vagado a segar ni a recoger. Este año se pierde la cosecha. Si sólo fuese la cosecha...


Fue en ese momento cuando escuchó el grito de un cabo: “cuerpo a tierra, todos al suelo”. Sentí primero calor, luego un frío algente envolviendo todo mi cuerpo, y algo que se tronzaba, que, habiendo estado regado por el río de las arterias, quedó desvinculado y yerto. En un instante se me apareció como en un fucilazo toda mi vida pasada. Vas a morir, Florito, me dije. Sólo me atreví a proferir un grito: “Ay, Virgen de la perpetua angustia”. De pronto me vi izado por los aires. La explosión fue tan violenta que se llevó por delante toda la albarrada de adobes y de sacos terreros que habíamos construido. Disparan los ribadoquines escoceses. Es la columna Walter de los internacionales. Hijos de mala madre.

No me enteré de más. Cuando desperté, estaba en la camilla de un hospital de primera sangre en Talavera y al lado de mi estaba el páter del Regimiento de San Quintín:

-Ha sido un tiro de suerte, hijo mío, pero a lo mejor hay que cortar.

-El ¿qué, padre?

-La pierna.

Lloré a lágrima viva maldiciendo mi suerte.  Si me hubiese estado quieto cuando vinieron los de reclutamiento pidiendo voluntarios para el frente, si me hubiese llamado a parte sin dármelas de macho, a lo mejor hoy no era cojo, pero estaba escrito. Aquella bochornosa mañana de julio marcó para mí el principio y fin de la contienda. Había una gran desorganización y en medio del jaleo muchos no sabíamos adónde ibamos. En la vida habíamos visto un fusil ni una triste escopeta y las armas que nos dieron, o era de la guerra de la Independencia, de aquellas de avancarga o carecían de munición. Luego vinieron tres años de peregrinaje por hospitales. Del que me acuerdo bien era el de Ávila. Había una enfermera muy guapa que me hacía las curas. Nada más tocarme aquella moza con sus lindas manos acariciadoras y mirarme de soslayo con sus ojos celestiales, el sexo apagado resucitaba, se me levantaba todo mi cuerpo hasta la propia pierna que me segó en el obús, quería latir, echar para delante. Gracias a ella no me vine abajo, pero nunca e vuelto a Quijorna, que es para mí un lugar maldito. Los hados aquella mañana no me confirmaron en la dicha de los escogidos, sino todo lo contrario; a partir de ahí se desencadenó sobre nuestras cabezas la malandanza.

Los senderos de la mística, al igual que los de la milicia, son escabrosos, pero cuando se tienen veinte años casi se desconoce la ruta y el camino que sólo se intuye. Uno es inconsciente del precipicio sobre el que se ciernen nuestros pasos. En tiempos del almocadén victorioso recibí todos los honores de caballero mutilado y hasta me dieron un empleo: factor del tren metropolitano y fui puesto al frente de una garita donde se expedían billetes. El almocadén no tenía que haberse muerto nunca. No me importó servirle ni derramar la sangre por la causa que defendía nuestro jefe, el cual, desparecido, mudó nuestra fortuna con la llegada de los renuncios y los cargos de vindicta. Los derrotados pasan factura. Entonces no tuvieron cojones, perdieron, y ahora nos vienen con reclamaciones y monsergas.

De caballero mutilado, fíjate, he pasado a ocupar el puesto de odio cojo. Nos han rebajado de categoría. Nos degradaron sin respetas ni alcurnia ni méritos de guerra, derechos adquiridos,  tienen sartén por mango, se han arrogado la ley, aunque todavía su ver sucia no les aconseja alacridades y andan con tiento para con nosotros, conscientes de que, si otra vez nos liamos a tiros, otra vez perderían el sombrero y saldrían de naja, con el rabo entre las orejas. Deben de ser los hados hespéricos los que están de nuestra parte aunque nos hagan sufrir.


Florentino era un místico en realidad y esa santidad suya, de la que no hacía alardes, lo había convertido en un gran intuitivo. Conservaba toda la hiper lucidez de la iluminación interior. Me llaman el cojo de Mamblas pero yo nací en Ontiveros como el fraile reformista, a veinte minutos de acá en el coche de línea. La Dorada tendió los pliegues de su manto tejido en los batanes célicos con tisúes de misericordia y quedé a salvo, pero no es que se lo tenga que agradecérselo mucho, la verdad; mejor hubiera sido que el tiro me hubiese dejado seco, la vida que he vivido no se la deseo a nadie.

Hombre, no te quejes. Tu buena paga, y tus buenos cigarros puros hasta que te dejaste la cigarra, de tarde en tarde una visita a los monumentos.

-No, señor. Yo nunca lo probé. Muero cojo y virgen.

-¿Qué cosas tiene Vm, Florentino?

-Pues si te digo que es de lo único que se me va algo de ansia, y ahora me arrepiento. Tenía novia para casarme y con lo de la pierna también la perdí. Luego me acobardé. Yo no estaba en condiciones para apeldar con responsabilidad semejante. Soy muy mirado para estas cosas.

Su aspecto era el de sacerdote, pero había perdido la fe. Su usura le llevaba a decir verdaderas barbaridades de la monja que lo cuidaba. Yo luché por defenderlas, yo perdí la pierna por su causa y ahora he descubierto que todo es una engañifa. Sólo tienen un altar para el dinero y profesan la avaricia por religión. Ojalá aquella bomba me hubiera cercenado no ya la extremidad inferior, también el cuajo.

-¿Cuántos años tienes, Florentino, cuanta luz ha caído derramada sobre esos ojos de autillo?

-Ochenta serán los próximos que cumpla.

-Hay que tener resignación. Ya sabes: el dolor purifica.

-Esos son bobadas. Las penas te vuelven o más gilipollas o más hideputa. Yo soy conozco, lo reconozco, pero la pata chula me ha convertido en un cabrón con pintas. La acera a las que nos sube la desgracia a los imposibilitados no es un coche de punto. Cuanto más viejo, más pellejo, y cuanto más lacerias, peor. Nuestras mermas y nuestra llagas van en contra de la armonía natural. Está claro que cuando era joven e idealista no pensaba así, pero una vida arrastrándome con muletas o  sobre una silla de ruedas me hicieron cambiar de opinión.

Hablaba las cosas como son con la impasibilidad objetiva del profeta que se ve a sí mismo como un pelele y su acento rotundo de perdedor era apodíctico y convincente.  Mi pierna quedó enterrada en un trigal de la Despernada, caray con el nombre, pero en la teología hay númenes y claves que explican el decurso de los acontecimientos, era un aviso, me la arrancó mi infortunio o los espedidos dioses vengativos. O, a lo peor, porque así estaba dispuesto que pasara a expensas de la pura casualidad. El sol de aquella llanada azotando de firme los caballones, los surcos y las tenadas, habíamos ido a guarecernos a la querencia de una paridera, y fue allí donde nos cascaron los artilleros de la columna Walter, qué vendrás a tomar el té con la reina, quiá, y el vino de Navalcarnero tampoco me peta, desde entonces no lo pruebo nunca y cada vez que se cruza un inglés en mi camino me pongo malo, ¿qué vinieron a hacer aquí aquellos valentones brigadistas? ¿Qué se les perdió en nuestro suelo, me cago en su  reina? Después me dieron la laureada. La gloria sucede a las cenizas y mi pierna la enterraron en el osario del cementerio de Brunete, según me dijo uno de mis camaradas que de aquella salió teniente.  Era mi quinta angustia. No he nacido para otra cosa que para ser cojo ¿qué te parece? Vivo una residencia del Barrio Húmedo pero un día fui un héroe. Florentino, tú dispara, decía el compañero. Ya vienen, ya vienen. Joder, ¿por donde? No los he visto.  Malditos rojos. Hablan el Chauchau pero cuando tenían que decir un taco blasfemaban en romance. Así eran de pistonudos. Los moros, en cambio, nunca juraban. Se limitaban a sonreír o lamentarse sentados en cuclillas aferrados a la “novia” (el mosquetón), aceptando, fatalistas la voluntad de Alá.


Me llevan en la acera como llevaban a los sacerdotes de Júpiter ya ancianos, envueltos en su laticlavia, y paso los puertos en mi  carruaje de lisiado y las montañas. Cruzo los gollizos de la paramera con sus gargantas allí donde el paisaje se descuelga con trazas de cíclopes y atlantes, que un día fueron colonos de este mundo, sus cuchillares y sus gargantas. Me atizaron en Brunete, me dejaron renco, lo mismo da, y ahora queréis que yo sea amable, que os sonría a todos al pasar. En la iglesia me sentaba en el banco de las autoridades, y el monaguillo, nada más pronunciar aquello de “digan ustedes la confesión general” me venía a darme a mí el primero el agnusdéi de plata y luego la epacta. Yo creía que los curas incluso me iban a donar a perpetuidad una hornacina en mi parroquias de Mamblas como mártir de la causa, pero me engañaba. A nuevos añalejos, otros trebejos, y otra iglesia, otro santoral. He dejado de ser caballero mutilado para englobar el suerte de los jodidos cojos que arrastran su pata de palo por los caminos de la patria. Me han bajado a tercera división. Pero los santos estamos en la obligación de ser amables, en la vida quejarnos. ¿Me escuchas, te estoy hablando, librero de los cojones?

-Te escucho, Florito, aunque tengo que estar al santo y a la limosna. Ya vemos lo ingratos que somos, los libros en los que tus gestas se propalan no los quieren nadie.

-Toma porque no es más que literatura. Mentiras y gordas.

-Mucho más mienten los de la política.

-Pero ahí están. Siguen haciendo el despeje plaza. Carlitos el del bigote y la sonrisa de conejo ha nombrado nuevo gobierno. Tres ministras van a tres carteras ministeriales. Evacuó consultas con  Hécuba Piños. Sería impolítico no ser feminista.

-Vanidad de vanidades. Aquí no superamos el atasco de la frase hecha: “entran los de Arrese, salen los de Solís”.

Hablaba con convicción aunque sin apresuramiento. Le resultaba difícil entender el por qué de su abandono. Buscaba el hilo de Ariadna entretejido en la caótica pleita de las vidas de cada cual y allí se perdía al no encontrar sino absurdos.

Su pierna quedó enterrada en un llamazar de la Despernada. Nada tenía ilación ni lógico, nada en su vida casaba con nada, al echar la vista atrás, que el futuro no le asustaba; no le quedaba futuro. Había nacido para renquear y ahora vivía en una residencia de las hermanas de los pobres cerca del barrio húmedo. La muerte no tardaría en llegar.

Cada vez que iba a Arévalo me abría las puertas de su corazón de par en par, antes de echar la cortina para siempre.

-No puedo ver a la puta monja.

Su salud física había entrado en barrena de resultas de un accidente que tuvo en el seiscientos tras el cual quedó averiado de la pierna sana. ¡También es mala pata! Como le dijeron que a lo mejor se la tenían que apuntar nuestro amigo se lió a juramentos, no como un silla ruedas de la tercera edad sino con la vehemencia de un recién entrado en quintas.

-Cago en tal, yo no paso por la toza otra vez más. Antes me mato.

No eran bravatas aquellas palabras sino ciertas amenazas de suicidio. Al poco la emprendió con la novicia que le cambiaba los apósitos a la que acosó sexualmente e hizo proposiciones deshonestas:

-No hay infierno, sor Dominga, y, como el cielo está vacío, quien nos priva a usted y a mí de pasarlo bien. Mire cómo tengo el cacharro, hermanita.

-Muy ruin, Florito.

-¿Es que los ha visto mejores, tía zorra?


A sor Dominga se le subieron los colores a los mofletes, miró para el techo con un gesto de resignación. Cuidar a los viejos rebeldes se había convertido en la más dura prueba de toda su carrera religiosa, una prueba que le deparaba el cielo. Estuvo por contestarle que si seguía con sus tercas guarrerías le iba a limpiar el culo su madre, pero, en vez de tal exabrupto, siguió con la tijera, la gasa y la pomada.

-Los he visto- repuso la religiosa, que era de armas tomar y muy desenvuelta, ya que tras lo del concilio en las congregaciones cortaron la tela del hábito hasta la rodilla, y sustituyeron la cariñana rigurosa por una simple cofia. Resultado: quedaron más feas y las abadesas dejaron de gozar de aquel atractivo sexual de los evos pasados, aunque se cuenta que en ciertos conventos progres la religión no es lo que era, y se alza la mano para que algunas claustrales utilicen la píldora anticonceptiva y puedan ir a las discotecas.

-Vaya, vaya, así que tú también te diviertes y le sacas partido a lo que de bueno nos da la vida.

-Soy enfermera, pero la mujer se queda en esa puerta y aquí sólo pasa la monja. Tendría que tener cuajo.

-Haga su labor, hermana, pero le ruego que no se le vaya la mano con las tijeras. Aunque desvencijada, no me queda otra.

Era el más díscolo de toda la residencia y habían amenazado con expulsarle del centro, pero él decía que si no lo hacían no era por caridad sino por dineros. “Me dejo aquí todos los meses mis buenos miles de duros”. Chocheces de Florentino.

Yo veía en sus ojos color tabaco una tristeza destructiva y a través de los bifocales la mirada del mutilado enfocaba hacia un punto inconcreto de una desesperación antigua, algo que no tendrá solución mientras el mundo sea mundo, porque esto no se arregla. ¿Adónde se habrá metido el maestro de justicia? Era una desesperación que yo también compartía. Sin reparar en ello, me estaba convirtiendo en el hermano de aquel veterano de una guerra en que se proclamó vencedor pero al que una postguerra larga, tediosa y envenenada de odios, había señalado como perdedor al albur de aquella bramadera infernal. Yo también era un vencido cuando cada martes metía en mi coche un par de maletas de libros de  calidad, colocaba los apeos o burros para montar el tenderete y los exponía bajo los soportales de la plaza. Me daba cierta vergüenza al principio pero luego al caer de las pesetas -tan sólo en una ocasión no vendí ni un ejemplar- me desembaracé de ese reparo.

“Aquello ya pasó, tuvo su tiempo, era bueno para entonces, pero ya nada”. Y se presentaba Florentino en el carrito de su derrota, mirando para mí con ojos observadores, casi amenazantes de mochuelo de las encinas, como una especie de arcángel maléfico, heraldo de la desdicha y de la nada que nos circunda.

-Libros ¿para qué? No hacen ninguna falta. De grado los quemaría todos.

Había en sus gestos una grandiosidad trágica, algo que recordaba al panteón de los Inválidos de París o a las murallas de Ávila. “A través de esa mirada con que bieldas mi nostalgia por algo que no pudo ser”.

-Tu fracaso es mi fracaso. Yo también he sido como tú un soñador, un falangista.

-¿A qué vienes a este pueblo?

-A reclinar mi alma. Es la que más amó, nuestra reina, la reina de España. Aquí se fraguó la unidad nacional que intentan malograr los de la infausta clase política. Si te cuadra, puedes entender que no me mueve a subir hasta aquí el ánimo de ganancia ni el lucro. Esto es el principio de una hégira, de una peregrinación cargada de simbolismo místico.

Se cuadró ante mí incorporándose sobre el hule de su silla de ruedas automotriz, finchó un tanto los carrillos y en ese momento mi interlocutor dejó de ser un autillo que yo conocía para adoptar el careo y las maneras de una clueca. Parecía una fantasmal nave romana que surcara los océanos sedimentados de la meseta (otrora Castilla fue mar) dejando un surco rozagante de espumo tras el aplustro de popa:


-Aquí no hay nada. Sólo retórica. El sepulcro de María de Guevara está vacío,  la casa de doña Germana de Foix, hundido, lo mismo que el palacio del contador Cuellar, donde vivió el alcalde Ronquillo y que estos legaron a los jesuitas para que estableciesen su primera sede central en la tarraconense.

“Pingües et bona pota”. Me imaginé a la segunda mujer de Fernando de Aragón de banquete en banquete y con tanta inclinación al traguillo que dormía con una jarro de mosto entre los dedos y la tenían que recoger por los pasillos, estaba como una cuba y a aquel joven vizcaitarra algo inquieto que fue del cortejo de los seises, una recomendación del duque de Nájera lo trajo a la corte de Isabel de Castilla, fue pendenciero y algo enamoradizo, nada comunero y caballeresco de mentalidad. Conseguiría por su carácter escasas amistades, ya que era retraído, orgulloso y pagado de sí mismo.

“Tú tienes la cifra que me clava a estos tesos circundados por la tristeza clara de las vegas de dos ríos, Arevalillo y Adaja. Me llenas del ansia de España”. “Bah, retóricas que pierden mi alma”.

-Mi lesión fue un sacrificio baldío. -dijo el Cojo de Mamblas- ¡Mira que haber ofrendado yo mi vida para esto! Pero la culpa la tienen los curas. José Antonio, que fue mi líder, vio el peligro y ya postulaba una iglesia nacional, independiente de Roma.

Sus palabras de un brío lapidario  expresado en un tono de voz angustiosas valían tanto como el vaticinio de un profeta del desencanto y yo venía a la villa de los siete linajes a perderme en su historia empapado del espejismo de una gran danza heráldica de boceles, riostras, barras siniestras y lambeles de bastardos y segundones, roeles y escusones, emblemas de la guerra, el coraje y el valor. Sin darme cuenta me dejaba abrevar por una quimera. Con mis libros a cuestas volvía a la caza de seres fantasmagóricos: el águila de dos cabezas, la hidra, la sirena, la arpía, el unicornio, el ave fénix, la esfinge y el centauro.

Las baladronadas de aquel pobre mutilado, de una residencia de la tercera edad, eran las voces, la prosa sin peinar, el trasfondo de la poesía que otros proclamaron, de los caídos por Dios y por España. Todos mis blasones se derrumbaron con lo que me dijo Florentino. Sin embargo, aquel paisaje berroqueño que rodea a la plaza, y que nunca me cansaré de mirar, deformado por mi entusiasmo por la arqueología y mi vocación romántico por el pasado, sin lograr abarcarlo plenamente.  El emanantismo castellano, esa constante advertencia trascendente, se nos escapa, aunque nuestra religión tapizada por encima de catolicismo barroco encubra las verdaderas adherencias ancestrales del culto sincretista y pagano.

En el antiguo emporio de los arévacos he sentido con frecuencia que mi verdadero dios no es el que es grande en el Sinaí sino Baco, puerta de Júpiter, y mis constantes visitas a las Angustias, abuela venerable atalajada de rico manto y siete cuchillos de oro al pecho, eran una excusa para venerar a Cibeles, pero no lo encontré de aquella endecha: mi amigo Floro el falangista acababa de matarse.          

 

 

 

Querida Pickle: Ya  ves. No sabía como llamarte, hija donde quieras que estés. En cualquier caso, me dispongo a realizar este ensalmo epistolar en la esperanza de que por un milagro de la telepatía, o una de esas casualidades, de esta sociedad confluente, afluente e interactiva, que nos embarga (verdaderamente, nunca ha estado la gente tan lejos y tan sola en medio de tanta comunicación) escuches las notas de este clarín desafinado o melodía sin compás   con que convoco a las fuerzas telúricas. Siempre tiene esperanza el naufrago al arrojar a las olas la botella. ¿O  no?


Yo te saludo desde el umbral de mi senectud. No quiero un campo epinicio pues lo de “morituri” se lo dejo para mis enemigos, sino una loa a la vida, y un canto al amor, que quede para la posterioridad, aunque, sin alharacas, ni excesivas pretensiones. No he sido un hombre acomodaticio, ni poeta laureado, ni ando con las camisas y los vuelos de los capotes del

 

-¿Te acuerdas cuando ibamos a bailar al “Rancho Criollo?”

-Quien me iba a decir a mí que por ese lugar habría de pasar yo todos los días camino del trabajo. Aquel lugar tan exótico y macanudo me parecía el Finisterre de la civilización. De joven uno tiene corazonadas que luego se cumplen.

-Muchos pecados cometiste.  Tienes un buen saco. De ellos habrás de dar razón.

-¡Misericordia, Díos mío! Miro hacia atrás y no hay más que borracheras, humo, cigarros a medio apagar. Rimeros de libros leídos y por leer.

-Y no has llegado a nada. No eres más que un vagabundo, aunque te des ínfulas de hombre respetable en la trasera de la guagua del trayecto Moncloa-Brunete.

-Pero ¡que cosas dices! Esta tarde te ha dado llorona. Te voy a contar cosas un poco más alegres. Al “Rancho Criollo” traía yo a bailar en mi 600 recién comprado y que era de un pálido color verde botella mis primeras novias. Una se llamaba Milagritos, la otra Bumelia, que era una placentina hermana de un jesuita, y otra se llamaba Mariascen. También creo que llevé a tu madre, cuando vino a Madrid. En la pista llamábamos la atención. Hacíamos buena pareja. Radegunda se traía un aire con Petula Clark. Verdaderamente era una rosa inglesa. Ay si pudiesen hablar las techumbres de bálago de aquel local construido al estilo de una estancia en plena pampa.

-Hoy te dan calor los recuerdos.

-Años que no volverán. Pero a lo largo de este tiempo he visto crecer a la ciudad. Se ha transformado en un monstruo desconocido que ya no me pertenece.

 

 

Aquel diccionario te lo envié por correo, Helen, aunque no sé si llegaría a tus manos puesto que de últimas un duende se ha colocado en mi existencia y me está haciendo pagar todas juntas por la que hice entonces. Parece como si la Providencia me hubiese retirado su favor.

He de comulgar con las ruedas de molino de la desgracia y del deshonor y no tengo ni un día bueno. Ni empresa que acometo se concluya. Ni sueño que acaricie que no se vuelve dinamita contra mí. Tras de tiempos vinieron tiempos y estos son más amargos que aquellos años de  vida dulzura cuando todo salía a pedir de boca.

Hasta el extremo que a veces pienso que el diablo viene detrás royendo los calcaños y hay una voz incriminatoria que me dice muerete, no te queremos, pasó tu hora, ya no perteneces a este mundo. Y hasta hay ahí en eso extraños duendes postales que impiden que mis cartas lleguen a su destinatario porque hay alguien que pone las señas del revés.

Sin embargo ahí están estas benditas palabras para recordarme el ardor de mi juventud. Me traen la llama de aquel verano estelar que cruzó igual que un soplo mi existencia alzándose desde las premisas trinitarias de tres sustantivos. Hops, plums, strawberries.

Pertenezco, Alquín, a una generación obsesionada con el conocimiento para la cual las palabras son algo muy importante. Y en esas palabras mágicas vivo enfrascado que son atolón de mis recuerdos. Bufa el humo de mis hipadas. Existe siempre una sensación de hambre y de cansancio y un complejo de culpa ante la báscula.


-Desparramate en el sillón y toma el mando. Hacer el zapping se ha convertido en tu distracción favorita. Que no se diga con lo bonica que tú eras y lo guapa que tú estabas.

Ah Nix Rasilis la ciudad donde la juerga no se acaba. Esto es Jauja pero no te creas. Puede que las paguemos todas juntas. Este es el llanto de don Rodrigo en su Cava y llegan sin cesar chicas con la maleta, mujeres extranjeras a parir. Oye, nada podemos hacer. Beber chiquitos y quedarnos metidos en el banco, acudir a la manifestación a gritar basta ya y levantando las manos blancas. Gracias a que tenemos democracia y libertad ese Idígoras ha podido morir en la cama y no con un tiro descerrajado en la sien. Los gudaris saludaban la entrada de su cadáver puño en alto y rostro enhiesto. Hay que ver que poco me gustan estos gestos. Las sacatacos ponen música ligera. Todas estas pegadizas canciones son una birria pero nos ayudan a seguir tirando. ¡Oh, tú, Nix Rasilis! ¡Oh, bendita negra de san Francisco. Hay que ir con el caos. Dejar que la ola te surmonte para que no nos arrolle el torbellino. Ser literato confeso es una de las pocas cosas obscenas que se puede ser en el siglo XXI cuando las tablas de la ley han saltado hechas pedazos, las multitudes nos desbordan pues ha estallado en alguna parte la bomba de Mao y cunde el efecto llamada cruel eufemismo que se han desenfundado los repipis para no llamar las cosas y evitar pronunciar la palabra maldita: invasión en toda la regla.  Nos desborda un aluvión de chatarra humana y se cuestiona en verdad algunas de las enseñanzas evangélicas que el hombre vale mucho que está hecho a imagen y semejanza de dios y que es templo del espíritu santo. Esto no es mi juicio sino un poco tartarinesco. Hay quien nos desborda la página pero la verdad subyace, ínclita, al resguardo del morrillo de los diccionarios como un tesoro escondido. En sus páginas estudiaba yo las lascas astrales. Todas las paganías. Todas las skepsis que nos brindaron los intelectuales de poca monta. Sin embargo, todo hay que decirlo: fueron los intelectuales los que sirvieron en bandeja la masacre. Desde entonces siempre pegando volantines la vida española. Yo te haré partícipe de mis tesoros.¿De veras? Después de la contienda se nos quedó el mundo hecho un retrete.  Olía mal por todas partes. El hambre, el robo, el adulterio, la promiscuidad, el hedor de los rapaces abandonados sin hogar, secuela de las bombas, los gamines que siempre aparecen después de las fiestas, entre las ruinas de las bombas y los solares arrasados. No fui puro, me quedé agazapado en un rincón de la taberna. La verdad es que siempre fuiste un valentón tabernario, algo tartarinesco. ¿Qué podíamos hacer? Se nos llegaba el ruejo de golpe. Joven, estos tíos nos machacan. Y allí estaba la tríbada sentada en lo alto de la planta noble. Era una bollera pepera, católica y cruel mentira de las Españas ensangrentadas. Me sumí en la sima de las reflexiones y noté el pasar de borrasca.

 

  CISNEROS A LOS ALTARES

Antonio Parra

Clama no ceses dice el salmista y el que tenga oídos para escuchar que esté atento nos dijo Jesucristo.¡Con la que está cayendo! Pero el oficio de présago y agorero está en decadencia. La historia de los acontecimientos humanos es un perpetuo cambio, una transformación incesante. Quiero decir Apocalipsis. Bella palabra griega que corresponde a uno de los libros más difíciles de comprender y que hay que leer con tiento. Con el apoyo de las andaderas que brindan los textos de los Santos Padres o la hermenéutica magistral que ha caracterizado la sabiduría de la Iglesia Católica que en este caso es legataria de la verdad. Una interpretación ad líbitum de los oscuros versículos joánicos nos puede conducir al desastre. Porque también los cabalistas y esa es mi convicción al cabo de más de tres lustros de estudio y hubo un tiempo en que creí en apariciones y en saludadoras marran el golpe. Humo de Satanás. Nadie sabrá por muchos acrósticos y muchas carteles al revés que quiera interpretar con soltura de prestidigitador y se devane los sesos cuando vendrá la Parusía.

 Por eso me gusta Francisco de Cisneros porque fue un gigantesco guardián de la fe española en un ámbito de libertad y de contraste de pareceres a la luz de la Revelación un venator scientiae (cazador de sabiduría) que decían los antiguos. Un escudriñador de la Escritura desde la custodia de la ortodoxia. Los libros sagrados necesitan estudio y vela con el asesoramiento de las exegesis autorizadas. Sin un bagaje mínimo de conocimientos nadie puede erigirse en heraldo de la palabra de Dios.

 La polémica que sostuvo con su colega y sin embargo amigo y compañero en el confesionario de la Reina Hernando de Talavera la ganó. Éste propiciaba la utilización de la lengua vulgar en los oficios divinos para dárselo mascado al feligrés  y Cisneros le contestaba que no que para eso ya estaban los catecismos y que había que guardar celosamente las tradiciones mistéricas y la parte de magia que corresponde a toda religión y de rito. En el Gólgota por ejemplo se habló mayormente griego pues Cristo era un judío helénico a lo que parece con un poco de latín por los soldados de Pilatos y también hebreo.

La experiencia de los acontecimientos que son de nuestros días parecen haber dado la razón al insigne franciscano de Torrelaguna. La lengua vulgar a veces no guarda la fe sino que la destruye. O si no miren el desarreglo y mar de confusión en que ha quedado la liturgia tras el Vaticano II y a las que Ratzinger quiere poner coto.


Talavera era un buen monje jerónimo con fama de santo decía y cuanta verdad es “la fe de los cristianos y las obras de los moros”; llegaba el tiempo de las grandes contiendas religiosas y ese pensamiento fue la chispa que encendería la hoguera luterana años más tarde con la teología de la justificación por las obras. Y de política entendía muy poco y donde fracasó él en la pacificación de la Alpujarra pues en sus gustos y costumbres hasta puede que el arzobispo de Granada se aljamiara un poquillo; Cisneros que era un galgo corredor para el gobierno de los estados y no un softy (compadece al pecador y fustiga siempre su pecado era su norma) a partir del conocimiento que tenía de los hombres decía que nuestra religión es letra pero no letra muerta y hay que asesorarse e instruirse especular. Por eso fundó la Complutense y se puso al frente del proyecto de versión de la Políglota. De modo que su estatura dentro de la Iglesia Católica resulta de una talla prócer y nadie se explica cómo es que no ha subido a los altares este fraile mendicante que fue tan limosnero y al que la mitra no se le subió a la cabeza. Utilizaba el poder al servicio de la causa de la justicia y del buen gobierno nunca por el medro propio ni el personal interés.

Su causa lleva incoada desde siglos atrás - y una idea que brindamos al actual sucesor de Pedro Benedicto XVI próximo a venir a España- pero ha encontrado una sorda oposición en un pasillo vaticano que todos sabemos quienes son pero que fue el mismo que profanó la tumba de Paulo IV el papa Caraffa con inscripciones groseras y ha dado carpetazo al proceso de beatificación de Isabel I de Castilla .

Fray Pedro Quintanilla OFM encauzó las oportunas diligencias para abrir la causa de canonización tras su muerte en Roa el 8 de noviembre de 1517 a los 82 años en olor de santidad. Todo el pueblo lo aclamaba como santo y pasaba sobre su catafalco tratando de obtener alguna reliquia. Durante el reinado de Felipe IV en 1655 dio instrucciones a su embajador ante la santa sede para que moviera el asunto y escribió varias cartas al papa pontificante Inocencio X. Buenas palabras pero sin resultado. Alguien movía los hilos cortocircuitando las propuestas. En la actualidad sigue aparcada. Lo mismo que la de Isabel. Se han obtenido pruebas inconcusa de práctica de la virtud en grado heroico por sendos augustos personajes del plateresco hispana y hasta algún milagro se ha conseguido por su intercesión pero alguien se opone ¿Por qué? Pues que lo explique Paloma Gómez Borrero


 Ambos personajes para nuestra desgracia han sido el eje central de la hispanofobia. Todo un fenómeno histórico. Odio satánico a la manera de ser y a la concepción del mundo de los españoles auténticos paladines de la defensa de la religión católica. De poco nos ha servido. Con la iglesia hemos topado Sancho. Les sigue un poco más detrás Cristóbal Colón cuyo centenario celebramos lo mismo que el acceso de Fray Francisco a la Regencia del Trono en virtud de la Concordia de Salamanca en 1506 un hecho que no se celebró en Salamanca sino en un humilladero del pueblo de Villafáfila cerca de las charcas y camino de Puebla de Sanabria.

. Interlocutores de este conciliábulo Fernando de Aragón, Felipe de Austria y el arzobispo de Toledo. Don Fernando, que era muy voluble e inconstante como buen político, engañó a su yerno y puede que de aquel conclave surgiera la decisión de acabar con el petulante flamenco. El joven moriría dicen que envenenado al cabo de aquel verano. La reunión tuvo lugar en junio y el príncipe fallece a últimos de septiembtre ; Colón  en noviembre. Pero hay también una boda. La de Germana de Foix un princesa gala de 18 años con el viuda de Isabel de Castilla. Fernando tenía 54 años y no andaba ya muy bien de las cañerías por lo que el matrimonio no tuvo descendencia y hasta hay duda de que llegase a consumarse. El Rey busca el asesoramiento de curanderas y pide yerbas. Se le había acabado la munición después de los cinco hijos legítimos y otros tantos naturales a los que dejó bien colocados. A uno en la Silla arzobispal de Zaragoza a las restantes monjitas de Santa Clara en Madrigal.

Por entonces los frailes sobre todo los franciscanos predicaban cosas horrendas contra los alemanes. Se está gestando la revuelta de los comuneros que tiene un caracter religioso. El libro de referencia de toda esta parenética el Apocalipsis. Porque también a principios del quinientos creía la gente que se iba a acabar el mundo. No se acabó. Lo que vino fue el siglo del amor que es como conocen los historiadores al XVI. Bien tiempo de apocalipsis. La b de Pony Blair y la de Bush de la que uno de esos terroristas de la web en tono de amenaza dice que da mala suerte.  Pero tengo que escribir de eso. Contar cómo una gorda en la playa se la estalla el bañador y cae redonda sobre la arena y tienen que venir los bomberos a tapar el agujero con una leyenda que dice quam terribilis est locus iste (que terrible es este lugar) no me apetece. Tiempo de cambio. Apocalipsis a todo meter.

 El origen de esta caústica narración atribuida al Discípulo Amado autoría que los últimos escrituristas ponen en duda es una incógnita que toda su vida tuvo con el alma en vilo a Francisco de Cisneros [Gonzalo en el siglo, y que hijo de un hidalgo pobretón y muy probablemente de ascendencia conversa originaria de ese insignificante pueblo de los Campos Góticos en León alcanzó la silla toledana la segunda Roma] y fue una de las razones que le movieron a la titánica empresa de hacer imprimir la biblia políglota cotejando los textos más antiguos de los Evangelios, las epístolas y el viejo testamento. Ardor de intelectual mesiánico.


Partía de una premisa que el reino de Dios el verdadero Israel y el tiempo de la promesa se había refundido en la idea imperial del trono español pueblo elegido como albacea del legado veterotesmentario davídico y brazo de la ley del heredero de las apóstoles esto es el pontífice romano. Trono y altar. Salvación de los pueblos y que todas las naciones de la tierra conocieran a Jesucristo. Ese era el sueño por lo que los motivos que le indujeron a la acción y este fraile menor era todo energía no podían ser más altruistas ni quijotescos.

Sólo por la Biblia Políglota - seis cumplidos y densos tomos en folio mayor con la yuxtaposición de textos- le hubiera hecho acreedor del mérito de subir a los altares. También tuvo otros. Su sencillez de vida. La morigeración de las costumbres y su práctica incesante de la penitencia que le dieron ese aspecto de eclesiástico enteco austero y de facciones demacradas con las que aparece en los retratos. Debajo de la rica seda de los atavíos episcopales (se cuentan hasta diecisiete ornamentos que van desde las cáligas la quiroteca escarlata con labores de hilo de oro el anillo y el pectoral de diamantes) llevaba el habito de estameña y el cordón de San Francisco. En su palacio de Toledo había un lecho de maderas preciosas con dosel de blondas y reposteros de seda con repujados de oro pero él no dormía ahí. Se echaba en un jergón de paja en un tabuco adyacente de cuya pared desnuda colgaban unas disciplinas y un cilicio y en las cuaresmas dormía en el santo suelo. Sus ayunos hicieron época y or eso le llamaban la galga en pieles por lo enteco y demacrado de aspecto..

 Dormía sólo cuatro horas y se afeitaba de noche para no perder el tiempo con la luz cenital. Tan singular austeridad monástica llegó a oídos del papa. Y Alejandro VI en 1495 le envía un breve para que suavice sus penitencias y viva con forme al decoro y los fastos de un príncipe de la Iglesia. Le obedeció pero debajo de la púrpura llevaba siempre el escapulario franciscano de tela áspera.

Siendo canónigo en Sigüenza estudió la Judiciaria pero abominaba que le echaran las cartas y esto no tiene nada particular cuando precisamente hasta los mismos papas consultaban oráculos y tenían su propio astrólogo. Señalan algunos biógrafos que el espíritu de la profecía no le abandonó en sus días. Adelantó el día, la hora y la fecha de su muerte y predijo el estallido de la guerra de las Comunidades. Padeció persecuciones y calumnias por amor a la justicia.

 El iracundo y temperamental arzobispo Carrillo primado de Toledo lo tuvo entre rejas seis años por haber antepuesto la potestad papal a la autoridad del metropolitano a causa de una sinecura o nombramiento parroquial lo que a este eclesiástico que era soberbio y un producto típico de la mentalidad episcopal del renacimiento le sacó de sus casillas. Estos trabajos los soportó con longanimidad y buen talante. Era manso nunca iracundo pero tenaz.


Un hermano suyo Bernardino también canónigo seguntino y al que protegió de por vida quiso asesinarlo ahogando a monseñor con una almohada. Del cainismo hispano por lo que parece no se libraban las curias ni los conventos. Tampoco entonces pero en lugar de enviarlo a galeras o dejar que se pudriera en una mazmorra de la cárcel de Orense donde se enchironaba a los tonsurados que hubieran cometido crímenes le asignó una annata de ochocientos ducados. También fue casto a la manera del Povrello de Asís “mi padre san Franciso” decía y no se le conocieron escándalos ni bastardos en contra de la norma habitual de aquel tiempo. Su predecesor en la prelacía primada de Toledo Mendoza, el cardenal de España y también el tercer rey de España le llamaban tuvo hasta diecisiete y un dia se los presentó a la reina que por todo comentario repuso “Ya veo ya los bellos pecados del cardenal”. Incluso ordenó labrar un sepulcro para uno de sus hijos naturales cerca del altar mayor. Cisneros cuando le sucedió lo mandó colocar en un lugar oculto pero perdonando siempre los “pecadillos” del arzobispo que había sido su mentor cuando entró a formar parte del cabildo catedral de Sigüenza. Este perdón es un indicio de que el para nosotros “santo” arzobispo regente de que practicó las virtudes teologales en grado heroico el principal prerrequisito de un candidato a los altares..

Luego está el hecho de que en la persona del Cardenal convergen algunos relatos proféticos. El fraile que salía con él a pedir por los campos de la alcarria una noche tuvo un sueño en el que vio cómo su pobre y hambriento compañero sería elevado a la Silla de Toledo o una mujer que se le apareció en Gibraltar cuando estaba a punto de embarcar hacia Berbería para predicar la buena nueva a los musulmanes disuadiéndole de su decisión al tiempo que le anunciaba “Convertirás a los infieles de otra manera. Entrarás con la cruz triunfal en la tierra de Agustín y romperás  cadenas y grilletes libertarás cautivos”.

Efectivamente en 1509 caían los muros de la ciudad de Orán bastión del turco y los postigos de aquella ciudad se abrían en un “attolite portes príncipes capita vestra” de caracter milagroso - los agarenos por lo general y desde la reconquiste española en sus guerras con los cristianos siempre han llevado las de ganar- mientras una escolta de clérigos del acompañamiento del cardenal entonaba ese gran himno de nuestra de que es el Vexila Regis prodeunt (adelante los estandartes de Rey). Dirán que no es bueno que un obispo se cale la celada y se vaya a combatir a la morisma. Sin embargo, aquel buen fraile había leído mucho la Biblia y se había empezado con las campañas bélicas que hicieron contra los enemigos de Israel Josué o el Santo Rey David. Además heredaba la tradición, estricta para la mentalidad de la época, de los obispos prevenidos en frontera. Sus antecesores en la sede primada fueron nada menos que un carrillo, un Gil de Albornoz o el obispo don Jerome del Cid de las Victorias. Fueron tiempos en que había que blandir la espada siguiendo el consejo paulino Vita militia est. Y en verdad la vida es batalla. Además no hubo papas más belicosos y guerreros que casi todos los de la Edad Media y del Renacimiento.


  Sus panegiristas consideran al Cardenal un benefactor de la humanidad. Fue recio en la lucha pero magnánimo en el perdón con los vencidos. Al rescatar el misal mozárabe que se había utilizado en las iglesias españoles supeditadas al califato quiere creo yo tener un gesto de reconciliación con los musulmanes a los que invita a abrazar el catolicismo empleando prácticas, abluciones y rezos que están más próximos a la mentalidad coránica. Los cristianos de esa norma no sólo pagaban pechas al cadí sino que incluían el nombre del sultán en sus letanías pidiendo para él la gracia de Dios, la paz y la concordia junto con la bendición de los frutos de la tierra. Y gracias a él se conserva el rito visigótico en la catedral de Toledo en una capilla a la que están afectos quince beneficiados.

Durante el Califato se oficiaban misas en seis iglesias de Toledo y otras tantas en  Córdoba. Los templos quedaron cerrados con las persecuciones de los almorávides pero la mozarabía seguía bautizando a sus hijos y enterrando a sus muertos de ocultis conforme a los rituales visigóticos. El cardenal regente los saca del olvido como un símbolo de la supervivencia de la Iglesia en medio de tiempos extremos pues creía firmemente que fuera de ella no había salvación y se compadecía de los “pobrecitos” que no conocían a Jesús. Esta tolerancia y magnanimidad la pone en práctica desde su puesto de Inquisidor General. Durante su mandato no hubo quemaderos a diferencia de lo que ocurre bajo su predecesor Too quemada que era de origen converso por cierto y a Antonio de Nebrija al que formaron proceso inquisitorial por su libro Lebrija le nombra su asesor en lengua latina y hebrea y le nombre catedrático de castellano en la universidad de Alcalá. Su condición de marrano no fue óbice. Ahí lo tenemos: un judío que abre con su llave maestra los tesoros de la lengua castellana.

Todo este cúmulo de pruebas le conceden un aval más que suficiente para que su causa de beatificación sea incoada pero ya digo tales iniciativas chocan de frente con las maquinaciones vaticanistas de un lobby poderosísimo, el que promocionó la causa de Escrivá de Balaguer por la vía expeditiva y anda en los mismos pasos con la de Wojtyla [¿se podrá reemplazar la teología de la Crucifixión por la del Holocausto? Yo me pregunto. La cosa tiene su intríngulis y en la elevación de los tales a los altares, el uno un héroe nacional polaco pero que con su empecinamiento en abatir el Muro brindó la piqueta a los enemigos de la fe para que destruyeran a una Europa cristiana y milenaria, sigo pensando humildemente a la vista de los resultados que se equivocó. Y el otro un prelado muy discutido en la propia España. La cosa tiene su miga] , el que se ha opuesto con ahínco al de la causa de la Reina de Castilla y el que profanó la sepultara en san juan de Leerán de Paulo IV. Quizás no haya peor cuña que la misma madera. Pero en fin dejémoslo todo en manos del Señor.


Hombre de estado y la energía andando embutida en una piel tan correosa y tan frágil quiso hacer la reforma monástica adelantándose a los protestantes que la precaria situación del clero regular estaba pidiendo a gritos. Guerras, pestes y la emigración a Indias que comenzaba eran elementos determinantes de que la vida religiosa atrajera a los más indeseables y a los más iluminados que no buscaban el camino de perfección sino la sopa boba y los garbanzos asegurados motivo de escándalo porque había cenobios convertidos en lupanares y picaderos donde los frailes y los señoritos del lugar se corrían las grandes juergas. Las disputas entre conventuales y observantes franciscanos le trajo por la calle de la amargura y fue la causa de las muchas calumnias que contra su persona de condición recta magnánimo pero autoritario se fraguaron. A los canónigos de Toledo que no querían coro ni estar encerrados trató de meter en vereda. Todo el cabildo acostumbrado al relajo al absentismo y al nepotismo de sus predecesores se puso en pie de guerra contra Cisneros. Al obispo de Zamora que alzó pendones contra él amenazó con arrasarle la catedral arrasar la ciudad y sembrar ala “bien cercada” de sal. Se rindieron. Luego, indulgente, perdonaba a los infractores y echaba en el olvido las injurias y afrentas personales pero de primeras era un disciplinario austero incoercible. Justo el prelado que la indómita iglesia hispana en aquellos tiempos de cambio necesitaba.

También le llamaron el “obispo edificante” porque tenía esa sed insaciable de reforma indulgencia y beneficiencia para sus semejantes que algunos denominan “faraonismo” (creo que Gallardón cojea del mismo pie) y para los romanos era meramente “cupiditas aedificandi” una manía por construir como otra cualquiera pero que gracias a ellas Castilla se inundó de templos y colegiatas de buena labra, colegios y hospitales y otras muchas obras pías. Y de universidades. Concebía el ejercicio del mando como un servicio público y a este propósito no le animaba la filantropía o el deseo de perpetuar su nombre el amor a la Iglesia de Jesucristo y el amor a España..

LUCHA CONTRA EL TERROSIMO Y LA PIRATERÍA islámica

Es por ello que no vacila en trocar el pileo cardenalicio por el casco de soldados y ya anciano y mermado levantar gente y prevenir una escuadra contra el Sultán (Marruecos, siempre Marruecos) y embarcarse en una aventura militar que permitió a los cristianos la conquista de Orán con suerte alterna puesto que si bien redimió muchos cautivos con la toma de aquella plaza luego su hueste cayó en una celada agarena en la isla de Gelbes. Cuatro de mil de sus hueste pereció de hambre y de sed. Su visión de las cosas era la de un estadista moderno que tuvo que vérselas  al principio de la edad moderno con ese fenómeno tan contemporáneo que se da en llamar terrorismo fundamentalista.


Y terrorista fundamentalista era Barbarroja quien en sus incursiones contra el Levante español con sus lanchas y cayucos sembraba el terror de sus habitantes. Éste que perdió un brazo en la toma de Orán juró odio eterno contra el Cardenal Regente. El famoso pirata del turbante cuya mera mención nos aterrorizaba ya desde niños era un español de pro converso a la fe del Profeta y que había nacido a unos pasos del lugar donde yo escribo esta semblanza en Villafranca del Castillo dentro de los muros de esa fortaleza que fue escenario de una de las peores batallas  de nuestra guerra civil Brunete y donde un tabor de regulares se hizo fuerte contra los infantes de Líster y los internacionales. Cuando paso por allí y contemplo los matacanes y almenas de la fortaleza me hago cargo de una realidad: los moros son valientes y aguerridos. Barbarroja bautizado con el nombre de Rodrigo dio en llamarse Horuc de Mitilene cuando se pasó al Turco.

Cisneros fue el primero en darse cuenta de que la pugna contra los profesos de Mahoma será una lucha apocalíptica hasta el fin de los tiempos pero no le animaba en esta dura brega ningún afán de revancha o enemiga personal sino su fe ferviente y la creencia de que el islam es una secta pero era magnánimo en sus conquistas y victorias contra los moros. Nunca arrasaba sus campos y perdonaba a la población instándoles a bautizarse y en todo caso si este extremo no era hacedero permitiéndoles el uso de sus ritos y la practica de la religión en la clandestinidad. No sabemos si se equivocó en la idea de que el cristianismo tiene prelación sobre las otras dos religiones monoteístas pero a ese afán dedicó todo el cúmulo de sus energías. Lo creía sin dubitaciones y anhelaba ver a todos los pueblos de la tierra unidos bajo el estandarte de la cruz. He ahí otro considerando que debiera ser un tanto en su haber para promocionar su canonización.

Ciertamente no tratamos de enhebrar en estos puntos el arquitrabe de una hagiografía. En su biografía, qué duda cabe, hubo miserias que eran la de los egoísmos y apetencias humanas pero nuestro buen fraile pasó sobre ellas como de puntillas y sin contaminarse del barro al pisar el lodazal. A Germana de Foix les privó de sus villas de Santa María de Nieva, Olmedo y Madrigal y le deja sólo en posesión de la de Arévalo en razón de sus dispendios. Se gastaba todas las rentas  que le legó Fernando el Católica en bailes saraos y banquetes y por eso la llamaban la pinguis et bona pota. Debió de empinar bien el codo la francesa y sus amoríos en Arévalo hicieron época. Después de fallecer Fernando vuelve a contraer nupcias con el duque de Brandenburgo y más tarde con el de Calabria. Tal disipación al buen fraile no le pareció bien. Soportó con longanimidad los despechos y menoscabos del señor al que servía. El Rey Católico tuvo celos de él y su nieto Carlos en manos de sus validos flamencos le trata con despecho. Todo lo soportó la “galga en pieles” el hombre más calumniado de Castilla. Los oprobios u cainismos no le abandonaron hasta la misma hora de la muerte acelerada por una carta injuriosa y desconsiderada del emperador Carlos V pero él la recibe con entereza murmurando el salmo Domine in te speravi.

            A FÉLIX ORTEGA DONDE QUIERA QUE ESTÉS

 

 

            ¡OH JERUSALÉN, MI VIDA Y MI MUERTE!

 

 

 

 

Por ANTONIO PARRA GALINDO.

 

 

“Ofrezco a san Salvador de Oviedo, Gormaz y Almazán con todas sus pertenencias. Lego también a Santiago de Galicia Calahorra, Cervera y Turtulón. Asimismo para después de mi muerte, dejo por heredero y sucesor al Sepulcro del Señor, que está en Jerusalén y a los que lo guardan y conservan y allí mismo sirven a Dios. Y al hospital de los pobres que hay en Jerusalén y los que lo guardan y conservan; y a Templo del Señor con los caballeros que allí vigilan para defender el nombre de la cristiandad”[de las mandas que mandó facer en su testamento el rey de Aragón Alfonso I el dicho Batallador en 1134 poco antes de morir].

 

 

 

 

 

 

 


8 de mayo de 2002

PRÓLOGO.

                          EL SITIO DE LA  IGLESIA DE BELÉN

Por la suave pendiente que baja desde la Basílica de la Natividad de Belén descienden, los brazos en alto, un grupo de frailes menores. Les han ordenado que avancen despacio. Llegan al término del recuesto donde empieza la explanada de la plaza Pesebre. Les aguarda un pelotón de soldados flanqueadores que les encañona con el arma. Les exigen no hagan  movimientos extraños. Son punteros de marca mayor y los centinelas tienen orden de hacer fuego contra todo lo que se mueve. Sin contemporizaciones, según la norma del Far West, “Shoot first, then ask questions”. Any questions? No questions”.[ix] Es la razón de la violencia frente a la fuerza de la razón. Resulta difícil a la vista de estas secuencias dar vado a los sentimientos que me cercan: indignación, perplejidad, acaso cólera. Esta tropa de elite instruida en las mejores academias de tiro al blanco, apostada en las azoteas de las casas circundantes, abatió a un moro que salió al patio para recoger algunas hierbas con que comer y a un sacristán armenio que asomó la jeta detrás de un muro. La desdicha del héroe de todas las guerras es ser alcanzado por el acero enemigo cuando fue a la privada a hacer cualquier necesidad física y luego tengan que decir sus biógrafos una mentira, que murió matando o diciendo frases magníficas de encendido patriotismo que entusiasmarán a las generaciones por venir.

 Bajo el hábito de brial y el cordón blanco de los mendicantes puede esconderse un hombre bomba. Es lo que suponen los señores de la guerra. Ese es el argumento de pretexto para cebar el monstruo de una pesadilla, que es a la vez pescadilla que se muerde la cola, pues a toda respuesta armada sigue otra réplica del mismo tenor. Es la ley del ojo por ojo y diente por diente.  La noción de este delirio televisado urbi et orbi me ha puesto sobre las teclas de mi ordenador. Tengo el alma en ascuas. Coincide el sucedido con un libro antiguo que relata las peripecias de los peregrinos a Jerusalén. Pero lo que tengo delante de la pantalla de los informativos es mucho más irreal que lo que aciertan a colegir los ojos del alma a través de las quinientas y pico páginas del relato de Fray Antonio del Castillo que leí la pasada Nochebuena. Los villancicos que cantaba en mi niñez han sido ahogados por el estridor de las ametralladoras y la luz de la estrella de Belén sustituida por el rayo bisectriz de las trazadoras a la busca de blanco. ¡Muy fuerte!


Han de llevar los monjes las manos arriba y atravesar el gálibo de seguridad con un arco de detección de metales. A un campanero mataron y hubo varios muertos y heridos que fueron sacados en bayartes o parihuelas de difunto o en una camilla de la Media Luna. Así es la vida. Como mucha gente de mi época he vivido treinta y ocho días, los que se prolongó el cerco, en estado de shock emocional. El miedo se advierte en sus rostros pero un oficial de las fuerzas especiales del poderoso ejército israelí que dirige el asedio trata de tranquilizar a uno de ellos, el que parece más frágil y asustadizo. Abandonan el templo donde se han hecho fuertes y vivaquean una partida de milicianos árabes que al acogerse a altana en uno de los enclaves señeros de la cristiandad, lo que seguramente les ha salvado la vida. A cambio quedó este templo con columnas de jaspe y que por dentro remeda a pequeña escala la traza bizantina de Santa Sofía de Constantinopla convertido en un campamento militar. Los de la partida fumaban y arrojaban las colillas a las lámparas colgantes, orinaban en la pila de agua bendita o extendían sus esterillas para dormir en la nave del transepto. No queda un solo cristal en los vitrales y un grupo de pacifistas de una inquietante ONG que se adhirió a los encerrados, grupo de chicos y chicas, andaba haciendo inconveniencias y cosas poco decorosas en la bajada a la gruta. La cosa tuvo los visos de una profanación en toda regla. Han convertido la casa de Dios en una cueva de ladrones y terroristas.  Un verdadero pesebre, vamos. Que es lo que fue. El diablo  ha debido de estar frotándose las manos todo este tiempo. Por la bóvedas de tracería gótica no se escucha el eco de los cánticos sino el estruendo de las risotadas estentóreas de los espíritus malignos. Se ha dejado al Niño Jesús en ridículo para nuestros aleves y poco halagüeños designios.

 La maniobra de descrédito al cristianismo ha sido perfecta a lo largo de las semanas que durara lance tan extraño y surrealista. ¡Si nuestros abuelos levantaran la cabeza! Curiosamente, vienen siendo frecuentes las ocupaciones de iglesias cristianas por los seguidores de Mahoma que eligen estos recintos sagrados para reivindicar sus derechos, en lugar de encerrarse, a efectos de sus reivindicaciones contestatarias, dentro de sus mezquitas donde se muestran tan rigurosos con los infieles, atentos a cualquier profanación, y a las que no es lícito el acceso sin descalzarse. Yo me fijé bien en la azalá con que se arrodilló mirando para la Meca uno de los resistentes cuando se vio libre de sus asaltantes y dispuesto al cautiverio. Había salvado el pellejo. Pero el azalá prosternada sobre la quibla de aquel espontáneo sucesor de los mamelucos que dieron siempre mala vida a los custodios de los santos lugares dice mucho en estos momentos de globalización con la campaña contra la Iglesia en pleno auge. Es casi un desafío a mis convencimientos.


 Pero sea. Allí estaban los frailes mendicantes para ofrecerles albergue y un plato de sopa caliente. Y también algunos monjes griegos y armenios que han tenido varias bajas y hubieron de someterse a los vejámenes de la soldadesca. Ya estaban acostumbrados a este tipo de desconsideraciones. Los mamelucos les daban el mismo trato de disfavor. Una mente profundamente diserta en el conocimiento de los líos de las tres religiones pero inicua hasta lo diabólico ha preparado la trama de este drama del absurdo. ¿Qué querían? ¿Pasarnos la pluma por el pico?

El material en el asedio y los oficiales al mando de la operación eran yanquis. Se estrella el círculo. Aprieta contra la Cruz sus arillas la sierpe. Esto no era la toma de Granada ni el asalto a la Bastilla. Era mucho más. Un símbolo. Un gesto y una amenaza. Corre, corre, que té pillo. La demostración de fuerza tiene una didáctica apodíctica. Es una bengala de aviso a Roma de que acabó su tiempo. Los judíos han ganado y hacen valer sus reivindicaciones históricas. Podrán haber vencido pero ¿ han convencido?

 La condescendencia y mansedumbre de los pobres monjes podría ser una prueba irrefutable de que la de Xto es la fe verdadera, puesto que otras religiones que mandan la venganza y la razón del ojo por ojo hubieran denegado la entrada a estos prófugos.

El copo ya dura varias semanas en el momento en que me pongo a transcribir estos folios.

La circunstancia desencadenante - como ocurre tantas veces en mi pasión literaria - ha sido la glosa de un libro olvidado de un franciscano granadino El Devoto Peregrino y Viage de Tierra Santa, un clásico del  XVII, Fray Antonio del Castillo. Del autor se sabe poco aunque en lo pretérito debió de ser muy popular la narración de su itinerario piadoso ya que tuvo más de veinte ediciones. La primera de 1664 salió de los tórculos parisinos de Antonio Mureto y la segunda veinticuatro meses más tarde en la imprenta real de Joseph Bro. 1666 es el año de publicación del “Paraíso Perdido” de John Milton y el vulgo pensaba que se iba a acabar el mundo. En verdad, desde las apariciones del Corazón de Jesús a santa Brígida el nombre de Jerusalén a oídos cristianos suena pleno de connotaciones apocalípticas pero  para el judaísmo, todo lo contrario. Es el quiliasmos. El regreso a la Tierra de la Promesa. El símbolo que prefigura la materialización del pacto sellado. Cristo entró en Jerusalén a lomos de una pollina entre cantos y aclamaciones pero la paz de aquel acto fue única en la historia. Las testuces de Tito lo hicieron a sangre y fuego después de diezmar por hambre a sus moradores. Godofredo de Bouillon escaló los adarves de su alcazaba perdiendo cantidad de la hueste y lo mejor de sus ballesteros que tuvo que versela con unos ardidos defensores que hostigaban desde barbacanas y matacanes con flechas envenenadas y cubos de aceite hirviente.  Mucho saben los merlones de las murallas de la Ciudad Santa de estos delitos e impureza. La sangre derramada mancha al hombre más que cualquier otra cosa. Y todo en nombre de Dios.


 Sólo estuvo un siglo en manos de los seguidores del Crucificado y volvió a manos de Aladino de la misma forma que un milenio antes, cuando fuera feudo de los filisteos y campo de Agramante de los asirios y persas. El nombre de Jerusalén va asociado a la noción de la santidad pero también a la efusión de sangre. En su memoria se entreveran el monte Moira con Jesucristo. Las legiones de Tito con los sayones de Herodes. Ha sido cantada por los poetas y ensalzada por los salmos. Es el lugar adonde los ojos humanos revierte.  Una idea fija en el alma de los místicos y pintada mil veces por los grandes artistas del Renacimiento. Fuente de inspiración inagotable.

 Por eso la visión de sus piedras hizo llorar al Mesías que delante de sus almenas pronunció aquella queja de “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas que te son enviados”.

Nosotros manejamos - seguramente- la edición del librero madrileño, Manuel Martín, que las dio a las prensas en 1769. Menos lujosa y sin las estampas ni planimetría y grabados de otras entregas de este texto cargado de enjundia y que invita a la reflexión tanto topográfica como mística en pos de las pisadas del Salvador por aquella rica provincia que fue una verdadera encrucijada de pueblos y de creencias.

De del Castillo sabemos que en su calidad de predicador apostólico, de comisario general de Jerusalén en los reinos de España y guardián del Convento de la Natividad de Belén cruzó varias veces el Mediterráneo. En aquellas travesías tuvo naufragios y peligro de piratas y otros azares que sobrellevó con longanimidad y paciencia franciscana.

El P. Nisseno en el nihil obstat que encuadra la edición de mil seiscientos cincuenta y cinco confiesa que siente santa envidia del diligente, curioso y devoto autor que ha podido ver, tocar y durante tanto tiempo lo que otros, aun siendo príncipes, cardenales o reyes, nunca pudieron llevar a cabo su sueño con los pulsos del cuerpo. Los bautizados llevan la visión de Jerusalén en los mejores registros de su nostalgia. Es el punto de partida en torno al cual gira el proceso de la santificación y toda la dinámica litúrgica en cuyos misales, añalejos, devocionarios y cantorales se repite todos los años. La ciudad santa es el punto de partida y el de retorno del ciclo.

Hay que subrayar que este texto ha movido a piedad sino que ha sido fuente de limosnas y España entre las naciones cristianas después de Grecia y de Rusia tal vez ha sido la más generosa en la conservación del decoro y el rescate. Los franciscanos, si no los liberadores materiales, fueron los alfaqueques más significados. Aunque en el empeño mucho han tenido que padecer en su demanda de redención de cautivos. Conocen muy bien al moro desde que san Francisco en una peregrinación a los Santos Lugares que acabaría en desastre por una de esas casualidades del destino o por ocultos designios del juicio de la Providencia, tan diferente a las veleidades y golondros del factor humano. Las “Legendae” otorgadas en la Porciúncula rezan textualmente:


Los frailes que van de misioneros entre infieles por amor a Xto pueden portarse con respecto de ellos de dos maneras: la una es no discutir de palabra con los infieles, sino mostrarse siempre humildes, cariñosos y sumisos, por amor a Dios, y atestiguar de esta manera que son cristianos; la otra consiste en que los frailes, una vez seguros de que con ello agradan a Dios, prediquen a los infieles la divina palabra para persuadirlos a creer en la Trinidad Santa, a recibir el bautismo, a entrar en la religión cristiana. Pero en todo caso es menester que los frailes se acuerden de que sus cuerpos pertenecen a Nuestro Señor Jesucristo y se guarden de ceder, por amor de sus cuerpos, a sus adversario visibles o invisibles, porque el mismo Señor ha dicho que el que pierde su vida por mi causa ganará la vida eterna[x]

Es una exhortación pues a aceptar la Palabra con todas sus consecuencias: la no violencia, el martirio, a sabiendas de que el Dios que defienden ante aquellos que lo niegan les defenderá el Día del Juicio. No obstante, viene de muy antiguo la desfachatez y la intolerancia muslímica a aceptar el mensaje.

El fundador de los Hermanos del Cordón Blanco estuvo con los cruzados en 1219 en la toma de San Juan de Acre y ayudó a bien morir a los soldados heridos en el asalto a la plaza egipcia de Damieta. Quedaron tendidos sobre el campo de batalla cinco mil cristianos hostigados por detrás por las fuerzas del sultán Melek el Moadden. Francisco y otro hermano fray Iluminado cruzaron las lineas como legados del sultán. Fueron duramente tratados por los infieles, según refieren las crónicas, pero Melek el Moadden al verle que no respondían con enojos a los insultos de sus soldados se compadeció y dejó que el dulce diácono predicase varios días en el campamento mahometano de Damieta aunque con muy escasos resultados. Esta constante de terquedad mahometana va a producirse otra vez en el caso de Raimundo Lulio algunas décadas más tardes que el santo de Asís. El cadí de Bujía al verle tratar de razonar la prelación y preeminencia de la fe de Jesús sobre la de Macometum[xi]mandó que lo encerrasen en un calabozo por loco.  Y es que los seguidores del alcorán son recalcitrantes supersticiosos de nada como lo suyo. Porque para ellos su religión es más que una fe. Es una norma de vida. Defienden acérrimos sus valores, cosa infrecuente entre los cristianos donde brilla con luz propia la figura del renegado y del tornadizo.


Poco después el campamento sería asaltado por ingleses y alemanes que causaron una gran matanza. Esto horrorizó a san Francisco predicador del amor, la paz y el bien, que huyó a Belén donde celebró allá la Navidad. Estuvo a punto de caer cautivo pero una fuerza misteriosa impidió que fuera aprehendido por sarracenos y pudo regresar a Italia donde montó el primer Belén en el paroxismo de sus desposorios con la Hermana Pobreza. El de Greccio. Con sus pastores. Con sus corderillos. Con las humildes lavanderas arrodilladas de frente al molino harinero que está detrás de la gruta. Con sus mendigos. La mula y el buey que debió de copiar de una cita de una cita de los Apócrifos.  El puente flanqueado de palmeras sobre el río de plata donde van a beber los dromedarios adoradores que llegan cargados de presentes. El Niño Jesús luciente y sonriendo sobre un carretón de pajuelas. Y san José con barba guardando las espaldas de la Virgen pura vestida de túnica blanca y manto azul. El pajarillo que se asoma a la Gruta y la hermana golondrina que se anticipa con su vuelo anunciando una temprana primavera.  Todo ese sentir de veneración a la naturaleza. Amor lo más humilde de la tierra. Hasta 1223 la Nochebuena no se había celebrado nunca en occidente ni solemnizado el misterio que ocurrió otros tantos años atrás en la Ciudad de David.

Los discípulos del humilde diácono lombardo han sido junto con los mercedarios los que más mártires han dado a la iglesia en sus relaciones con el Islam que siempre fueron difíciles y desequilibradas. Los musulmanes - insisto- no se convierten. A no ser coaccionados por circunstancias políticas y económicas. Han tenido una actitud de desprecio y de odio, inficionados por el Alcorán, hacia la Cruz. Luego están los rencores históricos que el enemigo de los hombres se encarga de aventar en estos instantes. La confusión y el maremágnum en el que se presentan los acontecimientos inducen casi a pensar ante la enigmática personalidad de Arafat de si el rais no le estará haciendo el juego al nostramo. Sea a la vez un cimbel y un confidente de los planes ocultos que se albergan para la descristianización mediante la introducción masiva de musulmanes en las naciones del Viejo Continente para regresar a la situación de los tiempos de Carlomagno. Otra vez está el turco a las puertas de Viena y el rifeño al pie de las murallas de Tarifa. ¿No será el líder palestino un agente sionista? Eso serviría para coadyuvar a la confusión. “To rule by división”[xii]   es el axioma de los grandes servicios secretos. La incoherencia y desconexión, la desorientación, la flaqueza del enemigo les vuelve fuertes. La confusión es su caldo de cultivo. Esa es una de las normas de los sistemas de inteligencia: el dominio mediante el fomento de la facción en territorio contrario, las insidias, el separatismo, los nacionalismos trasnochados que ahora tanto se llevan. Cuando quieren enfrentan a Hamás con la OLP. Les sirve de tiro al blanco y ellos no pueden vivir sin fuego. La pólvora les purifica la sangre como el alcohol a un dipsómano y tienen mono de violencia igual que el fumador ante la nicotina. Esto no es más que un supuesto, una sospecha, acaso una premonición. Mas ahí quede el dato.

 De lo escrito por el mendicante granadino se desprende que sabía cómo lidiar con los otomanos que a veces eran insolentes, descomedidos y en punto a dineros poco fiables ya que reclamaba constantemente las avanias o alcabalas y otras penalizaciones que los custodios de los Santos Lugares tenían que aportar a la potencia ocupante, o por bando, mandato o insolencia del cadí, del rajá, del virrey o de sus tenientes.


Hace relación de estas nada compendiosas comisiones y relaciones que eran las pechas y tributos que habían de conferir los franciscanos en especie: pan, azúcar, aceite, velas, clavos, calabrote.  En definitiva, son las cuentas del Gran Capitán. A todas las horas tienen que estar los frailes apretandose el cordón y aflojando el bolsillo. Por cada una de las tres pascuas - los ortodoxos más pues en su liturgia hay siete - y por las fiestas del Ramadán y del Castrón que así se denominaban entre los islámicos las Solemnidades del Cordero.

Los dos trienios que cumplió como guardián de aquel convento debieron de ser nada fáciles a juzgar por los sobresaltos y percances que detalla. En 1655 el convento de Nazaret fue saqueado y 40 de los nuestros perecieron.  El convento, que estaba emplazado en la sinagoga donde predicó Jesús a sus recalcitrantes paisanos, que quisieron tirarlo por un barranco, se nominó a partir de la fecha como “De los cuarenta mártires”. “El lugar donde pasó el Señor su vida oculta es pequeña villa y no hay defensa ninguna ni quien ampare a estos religiosos. Ejecutan en ellos el odio que les inspira nuestra Fe y el aborrecimiento que nos tienen y fomenta su codicia”. Sin embargo, ¡qué maravilloso es el espíritu del Hijo de Bernardone! En la primavera del 2002 cuarenta de estos frailes han jugado su pellejo al tablero por defender la vida de los descendientes de sus asaltantes. Devolviendo bondad por maldades antiguas.

 Los franciscanos no llevaron allí vida cómoda pero contaban en todo el valimiento con la Reina de los Ángeles como ellos gustan de llamar a la Virgen siguiendo la tradición de la Porciúncula y de la Devoción de Loreto que ellos propalaron por Italia.

La primera edición está dedicada a Fray Bernardino Cárdenas, misionero de los Observantes que alcanzó el obispado de Paraguay, y que fue consejero de Felipe IV y de su hijo Carlos II. Dice el censor que firmó las cartas dimisorias del “Devoto Peregrino”:

 Este escrito enseña y entretiene. Enamora y mueve la voluntad a la devoción. Servirá de espuela a los pasos de uno y a las limosnas de otros. Sus líneas seducen al tiempo que nos sirven de matemáticas a nuestra fe. Las propuestas y observaciones del santo itinerario no pueden ser más edificantes.


Por su parte el autor agrega de su cosecha en el exordio que lo escribió “para el desengaño de algunos y la devoción de todos”. Recomienda al lector que, si busca curiosidades, no pase adelante, pero que prosiga en buena hora si lo que desea es empaparse de piedad y de fervor. El estilo es llano pero defluye con gran interés y está troceado en catorce capítulos con un sumario topográfico de los “caminos, millas y pasos que dio Cristo nuestro Señor, según lo que los evangelistas refieren”. Y describen sin saltarse ni uno cada uno de los trancos. Algunos poco conocidos, como la Iglesia del Pasmo en Cefora que es la ciudad de donde era oriunda María o la devoción de Loreto que irradia de un hecho milagroso y sin precedentes en la historia y es el traslado de un edificio con cimientos, paredes, platos, escudillas, y hasta una pequeña alhacena donde la Virgen guardaba los trastillos de cocinar y todo, por los aires, en manos de los ángeles el año de 1201 pontificando Nicolás IV. A diez de mayo, a la hora de romper el alba “apareció esta casa donde vivía la Sda. Familia en Dalmacia, vulgarmente llamada Esclavonia, en la diócesis de Modrusia, distante del Mar Adriático mil pasos geométricos. Los naturales vieron la casa en forma de iglesia. Era de antiguas pizarras de color olivastro sin pulimento y tenía una ventana y una puerta y el techo estaba adornado de estrellas pero carecía de pavimento ni suelo. Un canónigo de Tersato en su agonía vio el traslado del edificio por la guerra que había en Palestina, y curó de su enfermedad incurable. Era muy devoto de Nuestra Señora. Los condes de Tersato en Bosnia Herzegovina[xiii] hicieron averiguaciones y notaron que faltaban las escudillas y un ángel se les apareció diciendo que Bosnia Argentina y Croacia habían de caer en poder del Turco. Un sábado de mayo de 1294, poco después de la reconquista por los otomanos de San Juan de Acre, despareció de allí la casa y fue a dar en Ancona y en la localidad de Loreto donde se guardan hasta hoy tan venerables reliquias”.  Loreto es una alegoría de la Jerusalén espiritual que puede cambiar de sitio. No es un espacio físico sino psíquico. Refiere fray Antonio el acontecimiento que tiene todos los visos de un cuento de las Mil y Una Noches con objetividad pero sin apelaciones a la cursilería y más por obligación que por devoción. Pero en Emaús donde estaba la casa de Cleofás- esto es más creíble- había una iglesia muy buena “pero de un tiempo a esta parte la han deshecho los moros”. La  fe nada tiene que ver con la superchería o con lo truculento. Así el pasaje en que narra con toda su sencillez franciscana el primer baño que se dio en el Jordán.

“Después de media noche tocaron a leva, nos levantamos y nos fuimos al Jordán a tres millas de Jericó. Allí al reír el alba nos bautizamos unos a otros. Todos desnudos. Algunos peregrinos cortaban bandas y juncos de la ribera para llevar a sus padres. Otros escogían cantos rodados que por la margen abundan los canchales. Aquí es donde subió Elías al cielo dejando su capa al profeta Eliseo”.

Nos informa que cuando Cristo hizo la inmersión sobre el agua sagrada el río se dividió en dos ramales por respeto a sus divinas carnes. El Jordán nace en Cesarea de Filipo.


La donosa semblanza que hace de la problemática en torno a los Santos Lugares desde la caída de Jerusalén en manos de Aladino a fines del XII para los cristianos divididos y alejados de este epicentro de la fe como por una maldición bíblica (“pecados nuestros son”) recobra una pavorosa actualidad transcurridos más de tres siglos. Ya no hay templarios y los arbitrarios venales, corruptos, súbditos del Sultán han sido reemplazados por los militares de Sharon.  Un hombre muy audaz y un general que conoce bien las reglas de la estrategia psicológica y orquestó su golpe de mano contra la ribera de poniente del Jordán de forma fría y calculadora. Pero ¿quién podrá cohonestar las inmolaciones suicidas de los niños bomba? Bárbaros actos de tal laya no contribuyen sino a quitar la razón a los que aparentemente la tienen. Oriente Medio como consecuencia sigue sumido en una espiral de violencia. Este festival de disparos se ha convertido en un  espectáculo. Más de cuarenta años en candelero. Casi los mismos con que cuenta el estado de Israel.  Bombas y guerras. Operaciones y cadena de represalias. Esta locura nos dice que el mundo está enfermo.

En otros tiempos semejante tropelía hubiera suscitado en occidente una nueva llamada a la cruzada.

Mas, como digo, no hay templarios. La gente se queda en su casa mirando cómodamente la guerra por televisión y el copo judío contra el lugar donde supuestamente nació el cristianismo les resbala. Una actitud que refleja la frivolidad, el cinismo y la impotencia ante el cotidiano baño de sangre. El terrorismo no sirve más que para hacer el caldo a los halcones del poderoso gabinete israelí. Están pasando cosas inexplicables y paradójicas que convierten a los descendientes de los gaseados en vigoleros de un ejército de represión y de ocupación.

Por tanto, no he podido resistirme a la tentación de analizar la situación presente al trasluz de la historia y enfrascarse en el enigma que entraña el mismo nombre de Jerusalén, manzana de discordia de las tres religiones que en el nombre de Alá, de Adonai o de Jesús el Cristo ha servido de pretexto para el desencadenamiento de matanzas y de atropellos.

Y uno se siente abrumado por la impresión de que no es Dios el que fracasa sino que somos los humanos omnicidas, deletéreos, vengativos, que hemos tratado de crear y de invocar a un Dios a nuestra imagen y semejanza. ¿Alguna vez Él nos podrá perdonar? Los enfrentamientos causan bochorno pero son una repetición mutatis mutandis de la situación que se vivía en tiempos de las Cruzadas y del dominio otomano durante el siglo XVII.

Como invitación a la reflexión, he incluido en esta glosa algunas observaciones de mi cosecha. Y experiencias personales como fue la entrevista que tuve en Londres con Golda Meir.  Aquella impresionante mujer. Pienso que de haber vivido unos años más hubiera corrido la triste suerte de su ahijado político, Isaac Rabin. Golda era la cara amable y tierna del sionismo laborista. Los que han venido después se muestran más intransigentes y actúan de forma implacable y brutal. Todo desde ella se ha vuelto como más bronco. El riesgo que corre Israel al asumir el papel de estado laboratorio del futuro es convertirse en una sociedad elaborada en la probeta que a sus creadores se les puede escapar de las manos.


Las viejas reliquias han perdido el valor que se les concedía en centurias pasadas. Han hecho efecto las pertinaces campañas para desacralizar la sociedad. Sin embargo, y, desceñidos del cíngulo de las antiguas creencias carismáticas, lo que está aconteciendo en Jerusalén puede ser un símbolo sintomático que prefigura  un nuevo quid pro quo en las relaciones internacionales y en los mismos estados de ánimo. Los experimentos, mejor que con seres humanos, con gaseosa.

El cristianismo triunfó en la era de los mártires cuando éstos se negaron a adorar al emperador y se enfrentaron al imperio romano.

Ahora no se vislumbra ni de lejos este ambiente de enfrentamiento con los poderes fácticos. Al contrario, lo que hay son pactos y consensos en la trastienda.

El papa romano que en realidad de verdad es el albacea de esas ínfulas imperiales que lo equiparaban con un dios a ojos del vulgo en las dos orillas del Tíber, amén del Vicario de Jesucristo en la tierra, ha mantenido un extraño sigilo al respecto. ¿Será porque guiado del Espíritu Santo no ha querido molestar susceptibilidades en las alturas porque en realidad de verdad condona la acción contra la basílica donde supuestamente se esconden terroristas árabes?

Al correr de estos párrafos el lector encontrará muchas interrogantes como ésta. Es que no me lo explico.

Pero me sorprende la presencia heroica de esos frailes que han resistido numantinamente el cerco haciendo valer uno de los principios sacrosantos de la Iglesia tradicional que era el derecho de asilo. Son los representantes de la corriente mistagógica que se centra en la concepción de la comunidad de creyentes o iniciados de los misterios en un círculo (kirkos) espiritual y no en una condensación de adeptos en una asamblea (ecclesia) como circunstancia material y física. Para la primera de las acepciones es el espíritu lo importante sin cortapisas canónicas, estatales o prejuicios y limitaciones de tiempo, lugar, género, raza. La segunda, por contra, tiene un declinable sesgo político que mira más hacia el accidente que hacia la esencia. Se trata de la parte sujeta a las contingencias y avatares.  No del todo infalible.


Es lo que diferencia al cristianismo primitivo de la capilla protestante o de la asamblea hebrea que no consideran sus centros de reunión como morada eucarística de Dios o templo sagrado. La iglesia se toma en la acepción de círculo divino. Ara fundamental. Santo de los santos. Los judíos sólo tenían un templo pero fuera destruido. De ahí su tendencia a ser raza errante y a cambiar de casa. La adoración no se lleva a cabo en ningún lugar mágico, por decirlo así, sino que está en el corazón del hombre. El templo judío copia concepciones extraídas de la antigua mitología pagana. A la entrada del Partenón había un epígrafe que decía: “gnete se autón” (conocete a ti mismo) lo que en Los Proverbios se interpreta como “El temor de Dios es  principio de sabiduría”. Para ingresar en el recinto sagrado era menester quedar libre de cualquier inmundicia. De ahí los complicados protocolos del ritual de purificación. Y todos eran redondos dando la idea de centro, de círculo mágico. Los templarios sustituyeron la basílica paleocristiana de planta de cruz por el “tolos” místico de los griegos pero la Contrarreforma jesuítica volvió a poner las cosas como al principio. El mito del eterno retorno. Es que allí donde habita la divinidad está el trono y la esfera del tabernáculo, que en Templo de Salomón era también redondo.

 Esa es herencia gnóstica asimilada de los griegos en su catarsis, y tal vez al catolicismo formal no le quede otra salida que volver al desierto despojándose del aparato burocrático. Eso.  O las catacumbas.

No quiere esto decir que el espíritu divino siga operando de forma imperceptible a través de corrientes subterráneas. La gracia tiene estos antojos caprichosos y prefiere ocultarse. Es lo que se denomina silencio de Dios. Como si prefiriera el escondrijo de la bodega que la luz de la azotea.

El kirkos condujo a los que creían en el poder soteriológico de los objetos y lugares santificados por la presencia de Jesucristo a los peregrinajes a Tierra Santa. Al culto a las reliquias incoado por la madre de Constantino. A la expectación mesiánica por la segunda venida y en parte a las revelaciones, no concretadas de santa Brígida, abadesa del convento de Wadstan en Suecia, ya muy tardías pues son del siglo XIV. A la catedrales como recintos irradiadores de la antigua  χαρις (gracia)[xiv]. Por eso los cabildos se pertrechan de reliquias, cuantas más mejor, para convertirse en centro de atención de la ruta de las romerías medievales.

En el presente caso los sucesores de este monje granadino que fue guardián del Convento del Sacromonte de Sión y cantó la Pasión y ofició las misas de Nochebuena que en aquel recinto por privilegio especial se celebran  entreaño me parecieron los verdaderos sucesores de ese espíritu renovador y carismático que tiene la Iglesia esotérica en los momentos difíciles y que demuestra que responden al entendimiento divino más que a la voluntad humana.

La curia mientras estos frailes menores aguantaban el fuego graneado de los blindados y de la artillería de línea permanecía a la expectativa. Aunque el 10 de mayo del año 2002 fue levantado el cerco. Con la salida de los doscientos milicianos que se habían atrincherado en el reducto la cristiandad parecía dar un respiro pero la pasividad e impotencia con que se ha contemplado el episodio no deja de ser preocupante.


 Unos por su propio pie y otros en parihuelas fueron abandonando el lugar del copo.  Replegaronse las compañías de asalto y los informativos dieron cuenta de un convenio rocambolesco entre la Cia, los saudíes, el gabinete Sharon y un representante del Vaticano para conceder salvoconductos al exilio. El lugar ha quedado destrozado. Los sitiados comían, bebían y hacían sus necesidades en el presbiterio cerca de la Cueva de Belén. Vi a uno de los liberados prosternarse y adorar a Alá y una panorámica de la nave central mostró las yacijas, botellas de agua mineral y trozos de pan que les sirvieron de sustento. Era como una obra de Ionesco. Más que el cerco a unas piedras sagradas estas cinco semanas han sido el asedio judío a los textos de los cuatro evangelistas. Por la antigua Efreta del profeta derruida por los bombardeos reiterados cundía la carcajada terrible de la risa de Israel. Sin embargo allí estaban los franciscanos que se han batido bien. Sin armas. Sin cañones ni metralletas Uzi. Las Florecillas han sido su valladar frente al ímpetu satánico de los asaltantes

No dan una últimamente.  Encajan los goles de tal manera que incluso a los de fe acérrima les hace vacilar esta sorprendente capacidad para el compromiso y la prudencia exquisita, trufada de miramientos humanos y considerandos, sobre los Siete Dones del Paráclito.

Desde luego, más que del lado de los purpurados y de los revestidos de armiño el “neuma” pentescostal, la “dinamia” o fuerza y el efluvio o aporrea que asiste a la Iglesia hasta las postrimerías se derrama sobre el cordón y el hábito de brial pardo de los herederos del Testamento de la Porciúncula.

La contemplación y análisis de estos acontecimientos así como las claves en torno a Jerusalén que pertenecen al hermetismo judaico me han llevado a la escritura de este texto que tiene su cuota de novela, de ensayo con un poco de catilinaria y de panegírico.

Vivimos tiempos en que la ficción supera a la realidad y por ende vana pretensión sería escribir siguiendo los preceptos de Boileau. El mundo gira sobre su órbita pero a veces nos domina la impresión de que sus circumrrevoluciones van sin ton ni son.

No existe perístasis. Tampoco unidad de tiempo y de espacio. He aquí por tanto esta entrega mía a la buena de  Dios en que se vuelve a hacer hincapié en la obsesión moderna: la religión que divide. Cada etnia parece empeñada en crear un dios a su propia imagen y semejante.  La religión, no nos engañemos, viene a ser un resabio patriótico, un vínculo de identificación nacional. Ese nexo es espectacularmente vigoroso tanto en el monismo judaico como en el muslímico.

Las guerras de religión pueden conducirnos a los campos de exterminio y el oficial que cubría la retirada de los pobres frailes fugitivos con su cazadora con vueltas de piel de cordero me recordaba a los oficiales SS y los tanques apostados en un callejón recordaban a los de la Wehrmacht con sólo sustituir la enseña gamada por el broquel davídico que llevaban pegados a los rastrales.

En lo alto de la torreta y guardandole las espaldas al automedonte ondeaba la bandera albiceleste.

Del Castillo cuenta cómo los mamelucos les pedían exorbitadas sumas de dinero, alcabalas de viento y otras exacciones variopintas por residir en la Ciudad de los Profetas. A veces asaltaban el convento sin otra mira que beberles el vino de consumir.  Se emborrachaban y perseguían a los frailes transgrediendo la clausura por patios y celdas del convento.

Ahora es el polvo de la metralla sionista.


No sé si al hablar tan espontáneamente y contar la verdad de esta novela sin perístasis y al allá que te ve habré hecho oposiciones a casarme con la viuda como dicen los franceses de los suicidas y de los candidatos a la corbata de hierro. Literariamente se entiende. Por supuesto. Pero conviene la provocación a estos tiempos recios cuando los mansuetos de la pela y la fama empuñan la pluma con tanta servidumbre. Si no te abates ni rebajas a los que ellos dicen serás expulsado de la tierra de promisión. Nunca hubo en el mundo tantos propagandistas.

Mi fe se ve amenazada por la colusión de una serie de entramados que responden a un plan de globalización totalizadora. Mi pluma denuncia estos atropellos con el mismo tesón con que Antonio del Castillo se dirigía a los monarcas de occidente para que postergaran sus rencillas y acudieran al rescate de los santos lugares.

Que el Cenáculo donde se fundó la eucaristía estuviese convertido en un muladar a los propios turcos no les cabía en la cabeza. Ni al autor del “Devoto Peregrino” que se devana en la transmisión de cartas y mensajes a Felipe IV y a Carlos II, al papa, al rey francés, para que devuelvan el decoro a estos enclaves bíblicos.

En su lucha el blanco armiño hace frente al negro escorpión y, por los vislumbres, todo apunta a una victoria del arácnido sobre el mustélido. El escorpión tiene la ventaja de que mata con la cola y el roedor es demasiado narciso para mancharse  su reluciente piel de barro y sangre. Luego le falta la proverbial insolencia de su contrincante.  En los capiteles historiados del románico, verdadera pedagogía religiosa para un pueblo que no sabía leer, se solía representar al pueblo hebreo como el escorpión. El blanco armiño, ese que vemos en los mantos regalados de los monarcas y en la esclavina de los papas, representaba al príncipe cristiano.


Esta periégesis topográfica y casi reticular de los sitios en los que vivió Jesús, datada de mediados del XVII, mantiene una actualidad eximia en el albor del XXI. En Ramala el cuartel general de Yasser Arafat, por ejemplo, nos dice su autor se veneraba la cabeza de san Jorge que estuvo custodiada por los caballeros de Montesa. Y todas las caravanas emprendían la marcha hacia el oriente extremo desde Gaza, un toponímico que resuena a todas las horas en los telediarios. Le sorprende la inactividad de los musulmanes, la visita a ciudades superpobladas como el Cairo de la que dijo que tenía - quizás fuera hipérbole- cuarenta mil mezquitas y que en la calle siempre hay gente desocupada día y noche. Observa el gusto de los partidarios del profeta por ir descalzos y hasta desnudos. Pero siempre tapan la cabeza. Y a sus mujeres nunca se las ve. Deben de estar demasiado ocupadas en parir “pues son raza fecundísima y salaz puesto que rinden culto a Venus a la que dedican culto y así los viernes son para ellos disantos”. Da cuenta de las profanaciones y arbitrariedades de los turcos cuyas reacciones eran imprevisibles y tan pronto podían mostrarse cordiales como asesinos. En el convento de san Jeremías entraron una noche y mataron a todos los frailes. Estas referencias del ayer en el presente son de una perentoriedad portentosa que invita a la reflexión cuando las tres religiones monoteistas se disputan unas piedras, los brocales de unos cuantos pozos, las hiladas del templo salomónico o los farallones de las construcciones constantinianas. Uno acaba preguntándose sobre las incompatibilidades étnicas o las convicciones de esta peculiar filiación que hace que cada una de ellas se halle en posesión de la verdad. Y las reclamaciones al maestro armero. Jerusalén dista de ser como la vieron los profetas: la fuente sellada, el “hortus conclussus” al pie de la Puerta Speciosa, de la que habla Ezequiel en una de sus visiones.

Podrán vivir juntos pero no revueltos. Las hazañas bélicas que tienen por teatro de operaciones la patria de Nuestro Señor hacen mover con tristeza la cabeza a los ilusos que creían que lo de las Tres Culturas era factible y se quedaban en éxtasis mirando para Toledo. A santo Dominguito del Val, a san Pelayo y a san Pedro Arbués, cuyas beatitudes parecen descabalgadas, les dieron ración doblada de tres culturas. Sus martirios fueron testimonio elocuente de su actitud aunque los que borran la memoria se esfuercen por poner sus nombres fuera de catálogo.

Juntos pero no revueltos. Ya me parecía a mí.

Todas estas movidas por otra parte recuerdan algunas variables del apocalipsis y es preciso tener en cuenta que de esas mociones quiliastas se desencadenó la ruina del imperio romano a instancias de las predicaciones apostólicas. Fueron la puntilla de los cesares.

En la actualidad la Iglesia ante los nuevos amos agacha la cerviz. La jerarquía a muchos nos está dejando más solos que a Romero Robledo. Los que seguimos en la persuasión de que al pontífice reinante le han entrado pujos consensuales a lo Adolfo Suárez y no le importa firmar el acta de defunción de la institución que él preside. ¿A cambio de qué?

Para encontrar la verdad y no las hipótesis nos hemos enfrascado en la confección de este manuscrito que no nos disgustaría que fuera libelo, novela, o panfleto con tal de ensalzar al divino JHS. Aunque no por eso nos vamos a poner de los nervios. Los predicables que lluevan sobre mi testa, o lo que digan los que están en la pomada poco me preocupa. El Maestro políticamente fue incorrecto. Eso que no les quepa la menor duda a sus asesinos. Lo crucificaron precisamente por eso. Por ir contra corriente.  Aunque, por fortuna, sigue contando con seguidores. En los lugares más dispares e insospechados  a lo que se ve. Mientras que los que tenían que defenderle no se atreven a decir esta boca es mía. La época de los mártires ha pasado y ya sólo se lleva y se cultiva la especie de los supervivientes.


El cristianismo fue desalojado de Palestina porque la religión se mezcló con la política. El drama parece que se repite pero desde 1190 hasta 1947 el problema fueron los árabes. Para hacer frente a su persecución la Iglesia Romana tuvo allí una liturgia autóctona y un motu propio en la que se podían celebrar los ritos de Semana Santa y de la Natividad todos los días del año convirtiendo a Belén en un perenne villancico y a Jerusalén en un Oficio de Tinieblas ininterrumpidos.

De ello es un ejemplo la oración expiatoria que solían proferir los franciscanos, con dispensa papal, al final de la misa, aunque no la decían en árabe, como los templarios, sino en latín. Se llamaba Oratio contra Turcas y decía así:

Señor, Dios, que manifiestas tu omnipotencia perdonando y mostrando clemencia a los que te ofenden, hemos pecado y nuestra conducta fue improcedente para contigo. Multiplica, sin embargo, tu misericordia. Mira el oprobio de los cristianos. Esta tierra santa la cual a través la predicación de tu Hijo fue iluminada y adornada con muchas gracias y especiales. Que guarda los vestigios de sus pasos. Y ahora yace opresa. Santificada con la preciocísima sangre del Redentor ahora ha sido entregada al extranjero. Los criados mandan y dominan en la casa del Señor. Las piedras del santuario aparecen derribadas. Pero Tú eres el Dios de todos y no hay nada ni nadie que resista a tu majestad. Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no des tu heredad a la deshonra para que los agarenos nos dominen. Convierte nuestro luto en gaudio y devuelve Jerusalén a su Señor  el Santo, el Fuerte, el Inmortal. Defiendenos de los peligros y vuelve a tu redil a los infieles. Amen.

Esta plegaria también se rezaba todos los días en el Monte Athos. Con las letanías y el Trisagio de san Atanasio.

Uno de los aspectos menos positivos del libro - y dada la coyuntura histórica en que vivió su autor no podía ser de otra manera- es la poca consideración que le merecen a este monje latino los cismáticos y ortodoxos. Quizás sea un prejuicio que arranca de las Cruzadas del que tengamos tal vez que arrepentirnos. Porque los griegos son en definitiva los guardianes de la pureza de la sagrada fe, los propulsores del monacato y la devoción a las reliquias que compartieron los trabajos y tribulaciones que los franciscanos mismos llevan sobre los hombros.

Esta mañana, 10 de mayo del 2002 cuando la televisión daba la noticia de la salida de los sitiados que llevaban encerrados en la basílica desde el 2 de abril, hubo un detalle que me inquietó. Al abandonar el atrio uno de los moros liberados en el mismo patio se prosternó en azalá e hizo la adoración de Alá olvidándose del Dios cristiano. Luego dirigiendose a la cámara con los dedos de la mano derecha, índice y anular, realizó el signo de la victoria, lo mismo que los refugiados indocumentados que cruzan el Estrecho cuando les detiene la Guardia Civil.


Detrás quedaba una iglesia profanada por la soldadesca genízara y llena de inmundicias de un centenar de activistas de grupos radicales que lo convirtieron en su campamento y hospital.  La gruta de Belén volvía a ser el muladar de la primera noche de nuestra era. Pero en este lugar se posó la estrella. No hay que perder de vista tal considerando. Quizás se avecinen días de desolación pero la religión del Salvador saldrá a flote frente al fanatismo y la intemperancia de otras convicciones. El Guardian de este convento anunció que tendrían que purificar la cuna del Redentor. ¡Y tanto!

  

Antonio Parra   

 

 

 

 

 

             JERUSALÉN: UN CORAZÓN PARTIDO EN TRES

1Las noticias de la guerra entre hebreos y palestinos se suceden a un ritmo de vértigo y mi corazón está dividido hoy en tres. No es que viva en la nube del no saber y el no entender. Es que todo rezuma a misterio. La actualidad se ha embarrancado en un callejón sin salida. Un abismo de profundidades insondables se hiende dejando a cada lado dos bandos, dos trincheras, dos formas de ver la vida. Los altos montes de la incomprensión se miran unos a otros desafiantes mientras por el lecho del valle corre un río surto en medio del pando encajonado, cuyas aguas llevan sangre. Resulta imposible mantener la cabeza al pairo de las pasiones que concita todo conflicto armado. Mi alma y mi amor están por ti, Jerusalén, un nombre de plegaria, musitado tantas veces y que ahora se convierte en marasmo de zozobras. La semántica de este topónimo se ha convertido en un sarcasmo. No es la ciudad de la paz la que se alza en aquel barbecho de Judea sino de la guerra. Surge el recuerdo de los memoriales de Flavio Josefo y los que aducen que siempre fue así. Porque el ser humano es conflictivo y ha hecho de la noción de la divinidad un concepto bélico. ¿Siempre fue así?


¿Guerra de religiones o duelo de intereses políticos que deparan encontronazos? ¿Se invoca a Adonai y a Alá para blandir la espada? Un rabino de Lisboa a tal respecto decía ayer que son los motivos económicos y las miras geo-estrategias al amparo de pretextos históricos el elemento desencadenante: la recuperación de unos territorios que pertenecían a los hijos de Moisés antes de nuestra era aunque para ello tengan que desalojar a un pueblo de origen beduino allí establecido desde el principio de la primera Hégira. No hay que meter a Dios sino a ciertos dioses de la sinrazón, la codicia, y la soberbia humana en este compromiso. Ariel Sharon ha lanzado a sus tropas blindadas a la reconquista de la ribera derecha del Jordán. Quiere construir el “Eretz Israel”. Un sueño de grandeza sionista donde sólo se hable hebreo. “Yeber ibrit”*. El gran estado bíblico. Sus pretensiones y alegatos cimentados sobre un soporte mesiánico a unos les suena a exorbitancia mientras otros, los más fuertes, los que tienen la sartén por el mango del dinero, el gran aparato de propaganda con base en la difusión instantánea, la algoritmia del cálculo monetario y de la expresión cibernética, aplauden la arrolladora incursión en Cisjordania de los carros de combate, desplazándose airosamente por las callejas de las villas y ciudades palestinas, que llevan estampados en la cureña y en el peto la Estrella de David, y arrollando todo lo que encuentran a su paso. Luego llevan las excavadoras y hacen su trabajo de demolición, de acuerdo con la tradición de la venganza bíblica de arrasar de sal las tierras del enemigo y echar al suelo las paredes de sus moradas.

Es un impresionante ejército, apercibido y entrenado durante estos años de atrás para la guerra de guerrillas. Tanto como para la ocupación.

 Ínterin, la mitad de las fuerzas armadas de otros países de la zona y de la misma Europa eran licenciadas o simplemente desmanteladas, un error que podemos pagar bastante caro y que uno en su modestia de periodista y de observador imparcial vino denunciando con la voz que clamaba en el desierto. Hoy la honda del niño pastor de Judea se ha convertido en imbatible potencia nuclear y guerrera. Se consuma así el sueño de grandeza que albergaba aquel periodista vienés, Teodoro Herzl, que murió tuberculoso. Al igual que su augurio profético que glosando el canto del Magníficat afirmaba, categórico en 1905, que la nación hebrea se convertiría en el centro de atención del mundo.  No sólo el eje sobre el que gira toda la política internacional sino que también por allí todos los problemas y dolores del mundo. Es como una pesadilla que no cesa. ¿La llama del fuego sagrado? ¿Los coletazos de la acción directa y del terrorismo puro y duro que precedió a los dolores de parto del nacimiento del pequeño estado? ¿Apocalipsis now o el inicio de una nueva era?

Mi corazón está dividido y el aire que respiro llega cargado de amenazas, mientras contemplo al primer ministro Sharon, gordo como yo y con unos ojos profundos que me recuerdan a los de mi abuelo, defender su intervención manu militari- el pretexto es el terrorismo y ahí no le falta su razón al ir contra los niños y adolescentes bomba o a la caza de los pilotos que se hicieron dardo volador- en un inglés vacilante y con errores, la voz insegura y el aspecto cansado, pero el tenor firme. Ha lanzado a sus tropas de elite a la busca y captura de lo que ellos consideran terroristas en sus propias madrigueras. Todos sabemos quien va a ganar esta guerra. Palabra de militar. Un halcón en el gobierno. La verdad nunca debiera ser hija de asentamientos afectivos o inclinaciones personales. Mis simpatías hacia el “gordinflas” de Jerusalén al que llaman el carnicero de Sabra y Chatila no le hacen por eso menos aborrecible. Su política de exterminio de sus vecinos levantinos lo equipara con Hitler.


Por otra parte, ahí están las imágenes de la pira de muertos, ocultos en camiones frigoríficos o enterrados de mala manera en osarios multitudinarios, y de la destrucción pavorosa de Ramala, Belén, Naín, Nazaret, nombres sagrados para los creyentes de la tres religiones. Nazaret, aparte de ser la cuna del Hijo del Carpintero era, en la ruta de Esdrelón, el lugar de paso de las legiones romanas en ruta hacia Siria y Arabia. Los cipos del amillaramiento de la calzada que lo partía en dos están teñidos de la sangre de los esenios que formaron partidas en tiempo de Tiberio para hacer frente al invasor. Era el punto neurálgico del sentir nacionalista fomentado por una secta de judíos enfrentados a los fariseos y a los sacerdotes que se llamaban los esenios. Esenio era Juan el Bautista primo carnal de Jesús. Lo mismo que José. Y que Elías, Eliseo y Jeremías. No bebían ni vino ni sidra ni se manchaban con el trato torpe con mujeres. Carecían de parentela y llevaban los cabellos largos. Vestían de morado que era el color de la luctuosa penitencia. Todo aquello empezó en Nazaret. Su posición estratégica convirtió a esta ciudad, una de las más antiguas de la humanidad, en una de las mansiones o puntos de recalada de las caravanas que hacían la ruta de la seda. Comercio y guerra van de consuno. Si se liga todo esto con religión, tendremos una buena bomba de relojería. Contrariamente a la noción que se tenía dellos, los judíos son un pueblo guerrero, uno de los primeros que introdujo el servicio militar a los veinte años, y de buenos  agricultores. La dispersión les hizo banqueros, tablajeros y tratantes pero su verdadero talante no pertenece a Mercurio sino a Hera. Hasta hace poco era un paisaje sin bosques pero el esfuerzo pionero de los fundadores está consiguiendo la transformación de un yermo en vergel. Están transformando, verbigracia, las riberas del Lago de Genesaret, un mar azul, en forma de sillico[xv] que ocupa el óculo de un valle. Más que a la meditación invita al placer. Cafarnaúm era un balneario y Magdala un gran casino para los romanos donde practicaban su deporte nacional: los naipes y los dados. Todo lo que era aleatorio y supersticioso. Paganos en definitiva pero no tan crueles como los que convierten a la religión en casus belli. El evangelio de Marcos habla de la escuadra de demonios que ingresan en el cuerpo de la piara y se precipitan sobre los altos y ariscos acantilados del mar de Genesaret. Al hacer aquel milagro acaso Jesús se estaba refiriendo a las generaciones que vienen. Levantando el dedo contra los endemoniados de todos los siglos. Se ven desde allí las cumbres del Tabor o Carmelo donde un cruzado desengañado por nombre Bertoldo fundó la primera comunidad cenobítica. En esto llegaron los carmelitas. Los echaron en el nombre de Alá. Como tantas veces en aquella tierra llamada tierra sagrada. Se invoca el nombre de Dios para hacer negocios o para desenvainar la lanza.

 El padre Abrahán debe de revolverse incómodo a estas horas en su tumba. El vulto aparente de un genocidio consumado ante la indiferencia, el horror y la impotencia de muchos a los que el nombre de estos sagrados lugares nunca debiera dejar impávidos.


Si Ariel Sharon -nombre de arcángel exterminador y apellido de vergel- representa la congruencia, la determinación, el valor, la audacia y la falta de miramientos a la hora de actuar del poderoso, Arafat con ese gorro de beduino tan histriónico y que recuerda el atuendo frigio de los Sans culotes, paño de lágrimas, reivindicaciones y movidas libertarias de todos estos años de atrás, nunca fue santo de mi devoción. Sus enemigos lo acusan de invertido sodomita y hay por lo visto unas fotos tomadas en un hotel de Bucarest que podrían probarlo. Está vivo gracias al Mossad y acaso, mira tú por donde, sea uno de sus agentes más distinguidos. Nadie lo nota y eso es el mejor aval para un espía. Nunca me pareció un moro al que se le podía comprar el trigal. Lleva razón en algunos de sus postulados. Ciertamente es una injusticia el hostigamiento y desalojo al que se ve sometido su pueblo, victima del expansionismo sionista y de esos gritos de algunos ultra ortodoxos que recuerdan al Dios lo quiere de Pedro el Eremita hace nueve siglos, lema de las tan denostadas cruzadas que nos depararon las guerras de religión de toda la edad media. Resulta que tanto Teodoro Herzl como Eliezer Ben Yehuda, los padres del estado judío, junto con Ben Gurion, todos ellos periodistas, animan el mismo propósito que buscaban Bernardo de Claraval y Ricardo Corazón de León cuando predicaron la reconquista del Santo Sepulcro y cabalgaron aguas abajo del Danubio a la búsqueda del Santo Grial. El Dios lo quiere y volvamos a la tierra de nuestros padres son dos epígrafes que se compadecen al unísono. Cuidado. Quererse o creerse intérpretes y depositarios de la voluntad del Altísimo siempre condujo a cruentas estacadas, como demuestra la experiencia secular.  Por otra parte, según un autor ruso, en estos tiempos que corren, el diablo se ha hecho periodista. Cierto que el periodismo, ejercido en libertad, es alma del progreso y un vector de adelantamiento para las masas irredentos pero puede convertirse en el canto del cuco y en la voz de su amo, si rinde vasallaje al comercio.

 ¿Es de fiar Arafat sin embargo? ¿No habrá estado actuando de cimbel y de comparsas a juego de ciertos intereses de grupo que no dan la cara?  Los propios judíos, sus enemigos implacables, lo tienen cercado en su residencia de Ramala habiendole perdonado la vida. Eliminarlo sería tan contraproducente como matar a la gallina de los huevos de oro. Es la norma de los últimos tiempos para el poderoso que para justificar sus andanzas y hazañas bélicas ha de tener un adversario más o menos cualificado. Uno de los cargos que le arguyen al palestino es  haber estado en la nómina de colaboradores de la CIA. De ser así la tramoya de desta tragedia a dos bandos sería un burdo montaje a cargo de los que quieren mantener viva la llama del fuego sagrado. El sistema para seguir funcionando necesita encontrarse con un enemigo que le haga la cama y la cuña y sirva de cimbel para probar la contundencia de sus golpes. La provocación es la “mathesis”[xvi] del mundo moderno. Una forma de intimidación. Para tener las mentes controladas y a la gente atrapada por el cuello.


El rabino de Lisboa que menciono al dirigir la plegaria conjunta de las tres religiones monoteístas por la paz hacía una exposición muy peculiar de la crisis aseverando que más que de una guerra religiosa lo que está sucediendo en Palestina es un choque de matiz político. Parece ser que vuelven a darse discrepancias entre los dos brazos del crecal mosaico que escindió a las trece tribus en askenazíes y sefardíes. Estos últimos han convivido con el Islam y han colaborado fuerte por lo que se muestran críticos a la acción emprendida por la otra rama dominante, que procede de la diáspora de la Europa oriental, y que no son sabras mayoritariamente integrados del todo en el nuevo estado hebreo. Hablan de un Israel sin territorios construidos en el corazón de los que profesan la fe mosaica.

Ni entro ni salgo en los postulados del pápaz lisboeta en su intento por la coexistencia pacífica de los miembros de los otros creyentes confesos de la Cruz y la Media Luna. El logro de esa meta pese a su nobleza de miras únicamente cosechara frutos ruines. Una cosa son las intenciones. Otra, los resultados. Consciente de que el ruido de los tanques contra Palestina metió en erupción volcanes de indignación en todo el mundo, hizo una llamada contra el antisemitismo y el racismo.

A todo esto lo que más sorprende ha sido el mutismo del Vaticano y la falta de reacciones ante los atropellos cometidos en el cerco a la basílica de la Natividad de Belén, cuna de la fe y una de los primeros templos cristianos, entre los más de quinientos que en Tierra Santa mandase labrar Santa Helena, la madre del emperador Constantino, y de los que por desgracia no quedan más que ruinas.

¿Es este silencio un mea culpa? ¿Un síntoma de debilidad? ¿O es una muestra de que Roma se ha dado por vencida y cohonesta las aspiraciones expansionistas del nuevo Josué que mandó plantar cerco y cañonear sin escrúpulos a uno de los bastiones de nuestro credo que ha venido siendo custodiado por los hijos de san Francisco desde el año 1205? Todos los santos reformadores de la SRI desde Ignacio de Loyola a Charles de Foucauld pasando por el mencionado Francisco el cual asistió a la toma de San Juan de Acre y fue testigo del sacomano y excesos cruzados en Spadeta, fueron a prosternarse ante el Santo Sepulcro. De alguna manera estos conatos de recuperar la Jerusalén física han fracasado. ¿Estará Dios enojado con nosotros?

En este enojo divino pensaban los judíos pero la deuda debió de quedar saldada hace poco. Hasta el Vaticano II y los augurios proféticos de Teodoro Herzl.



Mi corazón está dividido ante el nuevo furor apocalíptico. Los hechos y los datos objetivos pugnan con mis sueños de adorador de la Cruz. Acaso piense con el rabino de Lisboa que lo mejor que conviene en estos casos es una huida hacia adentro. Hacer de tripas corazón. Ingresar en mis recintos y tratar de construir el reino de Israel en el interior de mi corazón, para no caer en la diabólica tentación de la cólera, el antisemitismo barriobajero y la desesperación. Los mitos deforman la historia y corren por el espíritu de los pueblos a causa de un extraño fenómeno que yo contemplo y que me persuado de su certidumbre cuando mira para la cara numismática y la palabra en acción del jaque Arzalluz. Eso se llama en filosofía histórica “the overblown ego”[xvii]. Todos sabemos que el montaje del gran sistema esconde un poder oculto. Nunca te mostrará las cartas. La fuerza de los más canallas reside en el embuste. Lo importante es tener ferrocarril, vías de acceso. Más que saber hacer o ciencia infusa, construir. Se acabó el discurso especulativo. El overblown ego todo lo acapara. Si los legisladores romanos se negaron a otorgar capacidad jurídica a la mujer el nuevo statu quo nacido de la revolución rusa, del psicoanálisis y de los movimientos ad lib de los sesenta que hizo cundir por las aulas el grito de fuera sostenes y prometió un paraíso de libertades a las muchachas púberes canéforas que acudían a las manifestaciones y tenidas con las bragas en la mano, como un estandarte de rebelión, las guerras constreñidas a una zona vital del mapa estratégico de los noventa, las nuevas desamortizaciones y encadenamientos de la jerarquía eclesial, la robotización, la inter culturización y la globalización totalizadora de los noventa, abocaron a un precipicio mesiánico sobre el cual nos columpiamos ahora mismo. La nube parlante del ojo que todo lo ve, del Baffamot moderno, acerca a la humanidad a la quimera. Se acabó el tiempo de los fusiles, hay aviones capaz de soltar cinco mil bombas por minuto desde su panza. Trubia, lo percibo a la que el tren cruza el ameno valle del Nalón donde hay sitios tan empapados de historia de España como el predio de San Pedro de Nora, se acabó. Es un pueblo fantasma. Sobre las techumbres de los hangares de la fábrica de armas crece la parietaria y el bromo del silencio que todo lo embalsama, el cardo borriquero de la ignorancia, la festuca del olvido. Meted la espada en su vaina. El apóstol que cortó la oreja a Malco lo hizo recalcitrante pero sus hermanos de raza no siguieron el consejo del sumiso discípulo. Están desenvainandola constantemente y con el riesgo que ello comporta. Ahora las bombas van dirigidas por láser. El piloto las dispara y se olvida, certero de haber conseguido su blanco. Eso es el gran triunfo mesiánico de Israel, que cuenta con las mejores fuerzas armadas, la mayor capacidad estratégica, y su tremante voz en los periódicos y cadenas televisivas mundiales que han dado en la diana. La ingeniería genética por otra parte conducirá a la selección y mejora de la raza humana. Siempre se buscó el superhombre del cual hablaba Nietzsche. Estamos a dos pasos de recabar ese objetivo. Nos la han metido doblado. El mundo al que pertenezco y desde el cual escribo lo han convertido en una antigualla. Ved y compadeceos pues el planto y la desolación profética del que esto escribe. Nos han vendido monedas falsas. Por ejemplo, lo del telón de acero. Nunca hubo telón de acero. No era más que una cortina de humo para separar dos mundo. La teología del holocausto ha venido a sustituir la oposición de los bloques que se hacían la guerra fría por arriba mientras se entendían bajo cuerda por abajo. Estoy tan pasado de moda como los convencionalismos numismáticos de la vexilología o tratados de heráldica pero aquí sigo con mi escudo en campo de sinople, mamposteado de azur. A ratos tengo que hacer el oficio de aprendiz de brujo. Los suspiros me conducen a Jerusalén. Allí está mi reclamo. Un sorguín mal encarado me hace guiños. Quiere que equivoque el camino. El alcohol de forma casual e intempestiva me hizo bajar a los infiernos. Ahí he pagado tributo a la mentalidad de mi generación que ha visto bailar a los vampiros en noches de luna llena. El pasado mío me inspira cierta repulsión y el porvenir miedo. Perseguido por el infortunio, aguanto los chaparrones con espaldas de acero y habito una ciudad que es vivero de signos. Cada vez hay más maricones. Hacen grandes manifestaciones y desfiles rococó por la fiesta de san Pelayo, uno de los pocos mártires sodomizados por los moros de los que guardan memoria los anales y desde que Hardy Benjamín - otro judío - incorporó el término transexual a los diccionarios la cosa va a más, querido público, que cada vez hay más personal saliendo del armario. Nuestro morral casuístico se va llenando de fantasías. Cosas veredes. ¿Qué sentido de faro de fe puede tener Jerusalén en estos instantes cuando hay tanto malo que nos llega de allí? Los verbos siguen sonando incómodos para afrontar las nuevas situaciones, o no llegan y se quedan cortos o trascienden el objetivo, suenan alto pero parece que quieren decir poco.

En días de tripulación “non fagas” mudanza, aconsejaba Iñigo de Loyola. Hay dos terminologías para definir el concepto Iglesia. Uno como asamblea material(ecclesia) y otro como círculo (kirkos con que en griego se denomina al halcón que vuela trazando círculos). Esta acepción, más espiritual -son muchas vueltas las que han de dar las almas hasta alcanzar la perfección- me parece de mayor empaque. El círculo de los creyentes se remonta hacia vuelos más tendidos alzándose sobre la tierra. Esta es la Iglesia esotérica en la que yo creo. Está más en el pensamiento y en los libros que en las piedras y en los arcos. Define mejor a la Ciudad de Dios que describe san Agustín y es la que saldrá triunfante de los debates. Los católicos carecemos de esa fuerza del libro, lo que nos sitúa en desventaja contra las otras dos religiones que emanaron de la simiente de Abrahán: Torá y Corán. Ese “kirkos” lo abarcará todo en su alzado vuelo. A los unos y a los otros. Por ese concepto podremos comprender a los que se rigen por el canon de Moisés y de Alá. No conviene perder de vista que nuestras fuentes, tanto las muslímicas como las cristianas, son una versión de las enseñanzas del Libro de los Libros, confiadas a los hebreos, incluso no hay texto tan judío como El Apocalipsis. Es pensamiento y poesía hebrea en estado químicamente puro. ¿Cómo reunir a los tres credos? Mi respuesta viene a ser a través de esa Iglesia del Círculo pero sin perder de vista que las pasiones ciegan a los hombres y que el seductor ronda al acecho igual que el león hambriento. Así pues, para entender el futuro debemos alzarnos de la realidad que nos circunda. De la obsesión sionista, de la intemperancia sarracena o un catolicismo belicista.


Esta resignación a los hechos consumados no estorba reconocer la existencia de una verdadera campaña anticristiana. Se trata de un humo invisible cuya acción sólo detectan aquellos que tenemos los globos oculares algo delicados y la sensibilidad a flor de piel.  La denuncia de la presencia de este humo que no es precisamente de incensario nos convierte a cuantos la formulamos en aguafiestas y melindrosos. Viene la sinusitis y es lo que pasa. Que te llora el lagrimal y es como su tuvieses tierra entre los ojos. Eres un loco. No vives en la realidad. Y todas esas cosas que te dicen.

Por lo visto, la realidad en nuestros días no es plana sino poliédrica y la verdad cabal constituye la suma de todas las verdades parciales. El trompo da vueltas y más vueltas hasta alcanzar el infinito. Siempre fue igual. Haz el favor de callarte.  No retruques. Obediencia de cadáver. Sumisión al jefe. ¡Firmes!

Pero hay falta de sindéresis. La visión de esos franciscanos sacados a la fuerza de los santos lugares, así como el Cenáculo convertido en mezquita, me llena de espanto. Pienso que Sharon ha conseguido lo que nadie, cargarse el culto a las reliquias. Todo empezó el año 2000 con una película, The Body, en la cual trabajaba Antonio Banderas y cuyo mensaje venía a ceñirse a una conclusión: que no hubo resurrección, ni cuerpos santos. Que todo lo que han predicado los curas durante veinte siglos no es más que un disparate.  Allí no hay nada. El síndrome de la tumba vacía. La entelequia. Las retóricas de los salmos y de los himnos. La espectacularidad de una religión que es pisto o caldereta de viejas creencias judías y paganas solemnizado por el ritual de los antiguos misterios órficos y de los ensambles eleusinos. Leyendas y mitos. Tergiversaciones e interpolaciones. Pensamientos que convergen y divergen. Plegarias y turíbulos.



Atónito y estremecido, asistí al pase de esa cinta. Por toda la sala de proyección resonaban los ecos de las carcajadas de Israel. Esta risa de Israel que nos ridiculiza se basa en hecho aparentemente ciertos. Y es temible porque proviene de la piedad hebrea, tan cargada de misticismo, y que se ha pasado siglos y más siglos estudiando la palabra de Dios. Ellos saben cosas que nos están ocultas a nosotros los profanos cristianos, los “goy” como ellos nos llaman basandose en nuestras costumbres y nuestras divisiones. El cristianismo nunca fue un elemento unido. El judaísmo, sí. No es un yo histórico sino un nosotros que salta a la palestra cuando hablas con cualquier judío ¿Quién tiene la última palabra? Nadie en el Vaticano, por el momento, descompuso el gesto ni protestó ante el ultraje con visos de sacrilegio. El pretexto del gobierno ha sido que allí entre los frailes se esconden terroristas. ¿Qué fue del derecho de asilo? En la edad media los muros de los templos cristianos eran inviolables. Los mismos judíos disfrutaron de fuero y derecho de acogida en determinados recintos sagrados de Castilla como es el de Santiago de Villadiego. Allí se salvaron incontables con motivo de los desmanes acaecidos en la aljama de Burgos en 1398. Se les acusaba de insidiosos a favor de don Pedro el Cruel y de usureros. Dentro de los muros del recinto en cuestión que sigue siendo una de las estaciones del camino jacobeo en las actualidad recibieron salvoconducto para huir a otras juderías, más apaciguadas como la de Segovia o la de Medina donde no había disturbios. Esta granjería se les deniega a los palestinos. Y  en Roma dieron la callada por respuesta mientras un pontífice babeante y senil que resiste a dejar vacante el solio daba a entender que no se puede poner a Dios como bandera de litigio de los intereses humanos. Eso es tanto como el todo y la nada, subirse a las barbas de la razón o escaparse por la tangente olvidándose que el cristianismo, como dejó patente con su vida y con su obra el beato Ramón Lulio, es un compromiso con la evidencia. No metamos a Dios en nuestras batallitas y lucros o medros personales. No se puede sacar la espada en nombre del Todopoderoso pero el sionismo y los adictos al Corán no hacen otra cosa. Tenemos que ser buenos. No se puede hacer la guerra alzando como pendón de batalla su santo nombre. Lo cual es verdad pertinentísima y congruente. Solamente si los otros hicieran lo mismo y decidieran convertir las espadas en rejas siguiendo el consejo de Isaías. ¡Qué va! Voces en el estado hebreo se alzaron diciendo que el cristianismo no tiene nada que hacer. Que es una cuestión entre Mahoma y Moisés. Al Nazareno hay que dejarlo a un lado. No hubo protestas donde las tuvo que haber. Y esto me escandaliza y me subleva. La grey de la cristiandad bala despavorida y pega tumbos desconcertada y a merced del lobo como oveja sin pastor. ¿Quién empuña el cayado del redil en estos críticos momentos mientras juventudes se entretienen con las astracanadas y vulgaridades de Gran Hermano y sueñan ser émulos de la Operación Triunfo? Todos aspiran a ser artistas. Hace unos años querían ser mártires o misioneros pero ahora en este mundo de reconvertidos y de reconversiones lo que se lleva es el cambio de chaqueta. Varió el patrón. Se desiste de los antiguos módulos principales. Cunde el espíritu de revancha y de deserción del pasado. Al Evangelio, palabra de verdad que manda perdonar a los enemigos y predica la renuncia a las cosas terrenales, no se le permite el peligroso juego de la conciencia histórica. Todo lo contrario que al Talmud. Para eso ellos son portadores de la llama del fuego sagrado. Ciertamente.  Y la tea de la revolución. Todos sabemos que el temple ascético de esta raza aspira a la sumisión de todas las naciones de la tierra. ¿Qué otra cosa es el mesianismo? Por eso son peritos en estos legrados de memoria que con frecuencia acontece, a compás de los vaivenes de los tiempos. Su audacia y su falta de escrúpulos no les frena. A ello se une una inteligencia profunda y de clase que ha dado a la condición humana los personajes más maravillosos y los pésimos. Preciso reconocerlo: como enemigo son temibles, pues nunca paran en barras. Pueblo correoso y sufrido, estaminal. Nada más venerable y santo que un hasídico, la castidad y la mansedumbre en persona, lo antípoda a un banquero neoyorquino. O a uno de esos aprendices de brujo que controlan los hilos de la política y la economía mundial en la trastienda del gran guiñol.  Son los tramoyistas perfectos para montarte a cualquier hora y en cualquier punto del planeta una situación de conflicto. El negocio de negreros, de los que traficaron con carne y esperanzas humanas, estuvo en Amsterdam y en Londres. ¿Dónde radican las mafias que siembran el pavor en el siglo XXI? Estupefacientes, crimen organizado, pateras, invasiones, acciones desestabilizadoras y permeabilización de fronteras, volcar la cruz. Desarmar al potencial enemigo mientras se arman hasta los dientes ellos.

   Sólo les une a unos y a otros la guarda del sabath y sin embargo ambos son judíos y se sienten depositarios de la alianza. Es fenómeno que permite verbigracia que vuele todo un país, que la balumba del carro de heno se entorne y todo dé de través. Son las aspas del molino, como tú bien dices. Me estoy acordando de lo que pasó en la ciudad de Yekateringrado una noche de julio de 1916. De la imagen del Salvador que llevaba el zar colgado a su cuello que dio a besar a sus hijos. De cómo sus esbirros, todos judíos, Yurovosky, Judanovsky, Yerzhinski, Sverdolf, Golobrachekin, dieron la orden de disparo que puso en marcha el Drama de los Urales. También el gran magnicidio fue un hecho consumado al que se interpreta, se malversa o se falsea con excusas y pretextos o se le corre un tupido velo. Los fontaneros de la historia hoy tienen bastante trabajo. Para tildar al “basileus” cristiano, el único defensor de la fe que quedaba de autócrata y para fomentar un conflicto de proporciones apocalípticas entre Rusia y Alemania cuyos fautores no eran más que muñecos al servicio de un amo sin rostro. Se destruyeron las pruebas. No dejaron los asesinos las rayas de la mano plasmadas en el cuerpo de sus víctimas porque contaban con un alibi extensivo. Quemaron las huellas dactilares. Aventaron las pruebas. Los grandes peruleros se fueron de rositas a base de golpes de efecto de una gran maquinaria propagandística.

  A los críticos de este estado de cosas de la “realpolitik” se les tapa la boca con argumentos a pie de obra. Son siempre los mismo tópicos. El Holocausto. El fascismo, el antisemitismo, el racismo, el estalinismo, etc.  Aquí lo que impera es el “fait accompli”. El terrorismo es un arma arrojadiza dicen los que lo inventaron enarbolando su patente de corso para fomentarlo allí donde les conviene o mirar para otro lado cuando las bombas machacan a los estados que ellos consideran enemigo históricos en la vieja Europa y no explotan en California o en New York, pongamos por caso. Falta univocidad de los términos. A esos pistoleros que andan de partida por las Vascongadas descerrajando tiros por la espalda se les requiebra en Idaho como héroes de la causa. Ben[xviii] Laden- al que ellos entre los proscenios de la política mundial miman pues lo criaron a sus pechos-, sin embargo, es Satanás. No lo niego que lo sea pero sus alevosías son equiparables y tamañas a esos asesinatos sin avisar. Liquidación de inocentes en guerras no declaradas. La serpiente sigue avanzando dejando a su vera montones de cadáveres. ¡Estema maldita! El mundo huele mal. A espalmadura o boñiga de caballo pero todos no hacen creer que es un lecho de flores. El aire infla las pancartas de la gran manifestación pero ahí están las madres que a pesar de todo aborrecen a sus hijos, una estampa evangélica de Jerusalén. A la vista de este pecado sobre sus muros derramó lágrimas bíblicas el buen Jesús. El fue el primero de una larga lista a los que fusilaron por decir la verdad. Y detrás de él vendrán muchísimos.


Los padres del estado de Israel, ya lo he dicho, eran todos un grupo de periodistas y de visionarios mesiánicos que habían leído demasiado a los nihilistas rusos expertos en  el cerrojazo al pasado, la negación de la tradición, y la utilización de la violencia como elemento de contrrol y acceso al poder de las masas, síntesis de la filosofía revolucionaria. Inspiraron sus poderosos servicios de espionaje, el Mossad, de la Ojrana zaristas, experta en coartadas tan espectaculares como el autogolpe[xix]. La acción directa fue inventada por los seguidores de Bakunin y por los hijos eclesiásticos de los diáconos esparcidos a lo largo de las heptarquías y archidiócesis de la Rusia profunda.

  A los pocos días del canto de la Hativka (esperanza) y el desfile de los pioneros por la principal avenida de Tel Aviv un científico del Desierto del Nevguev inventaba la acetona[xx], liquido explosivo que sale de la fermentación de la madera y materia prima de la gelignita, la goma dos, el TNT y otros fulminantes dinamiteros, todo un anticipo de los tiempos que habrían de venir.  Poco antes se había inventado la radiodifusión a gran escala que tuvo por base Nueva York como Meca. Millones de oídos a la escucha de un altavoz que permitía transformar las ondas hercianas, mediante una combinación de silicatos y de otros minerales voltaicos, en sonoras. Lo importante en el nuevo estado no era el saber hacer sino el transformar y fabricar. La potencia se hizo acto. Los ingenieros y matemáticos se convierten en albañiles y jardineros. Aquí en España queremos que los hijos tengan todos carrera y se mira con desprecio al pobre electricista. Esta tara obsecuente de muchos siglos de prejuicios nos convierte en un país de servicio, lo que revalida la frase unamuniana del que inventen ellos.


El fundador de aquel estado en su discurso inaugural nunca se refirió a Dios sino a la Roca de Israel en demostración de la índole laica del nuevo imperio. Otro signo. Pero más que un imperio la nación hebrea iba a ser el detonante de las grandes contradicciones existentes de la raza humana. Los ingenieros de Tula se iban a trabajar de pico y pala a un kibutz, lo mismo los profesores universitarios de Columbia dejaban Nueva York para irse a vivir como colonos a comunidades de base que desconocen el uso del dinero donde se compran las hogazas de pan con tarja y se paga con cupones y bonos del estado en el restaurante. Viniendo de la Meca del dinero eso sí que era un contraste.  Todo empezó como una lluvia de enigmas. Por lo ecléctico de su base social. Los hasidim se hicieron amigos de muchos sionistas ateos convencidos para los cuales el milagro no existe - el misticismo judío es de otra clase diferente al católico-, los partidarios de que el fin justifica los medios y de que Dios sólo ayuda, según el viejo proverbio hebreo, a los que se ayudan a sí mismos. Por otra parte, Eliazar Ben Yehuda dio cima a un gran empeño que tuvo de por vida de convertir el idioma de los profetas y de la Tora en idioma de la era atómica. Los hebreos dejaron de considerar la Biblia como libro exclusivo, habida cuenta de sus contradicciones y repeticiones confusas . Por lo demás, había que sustituirla por la Cabala que es la interpretación mística del libro sagrado conservado en grafía masorética, esto es, un lenguaje de consonantes sin vocales ciertas. Jerusalén se convierte en polo de atracción de la aleya(peregrinación). Para conseguir dar acogida a los que emigrantes que llegaban a bordo de barcos atestados hubo que llevar a cabo acciones poco decorosas como fue la voladura del Hotel David de Jerusalén a cargo del Irgún una organización armada y secreta a las órdenes de Manahén Beguino, antiguo militante otrora de organizaciones similares: Hagana y Stern. Sin embargo, se sentían los ejecutores materiales del cumplimiento de una profecía de los tiempos bíblicos: la congregación de las doce tribus de Israel en el viejo solar de los padres. Para esa tarea sólo fiaban en sus fuerzas: el clásico tesón judío, su inventiva u una inteligencia que parece superior a la de los demás pueblos.

La violencia, la gran partera de la historia, estuvo presente en el alumbramiento de esta pequeña y contradictoria nación que vino al mundo entre convulsiones y dolores, patrimonio de la acción directa y que tuvo el terrorismo, que ahora sufre sobre su propias carnes, como súmula. En este contrasentido uno no puede menos de detectar atisbos de envergadura apocalíptica.

Pero ya estás tú con el mono tema. ¿Cómo puedes sentirte tú capaz, pequeño pigmeo, mente desvariada y dada a la embriaguez adentrarte en los penetrales y arcanos secretos de los designios de Jehová para con su pueblo? Lo mejor es no pensar. Si no los puedes vencer únete a ellos. ¿A qué hacerte mala sangre metiendote en lo que no te importa? Vamos a ver. ¿Y a ti quien te ha dado vela en este entierro? Pues también es verdad. En castigo achanta la muí. Acataré tus dictámenes, gran demiurgo, mas ello no me libra de poner en solfa las apostillas que pienso. ¡ Ah, pecador, osado e ignorante!  Por mis venas corre algún flujo de sangre marrana y eso significa que tampoco voy  tan descaminado al desvariar contra las exorbitancias y blasfemias que se formulan al socaire de la razón imperiosa. A mi maestro lo motejaron igualmente de loco. Y era Hijo de Dios. ¡Oh cristiano, sinónimo de majadero, tienes plaza en la jaula de los gladiadores y puedes  terminar en el circo devorado por algún león rugiente! Dios lo quiere. El gran pápaz no ha dicho oste ni moste a este respecto y hete aquí que tú no haces más que pegar voces estentóreas defendiendo con tesón quijotesco a los partidarios de las causas perdidas. Llueven los enigmas. El estado de Israel es un estado - y que no nos tomen por antisemitas por favor- retorta donde se ensayan todas las fórmulas del futuro. Su aleya ha dado lugar a las oleadas de emigración masiva que asuelan los muros de la Europa envejecida y acomodada que creía que el mundo era como una estrella fija. Por lo que se ve debe de haber habido una revolución en las galaxias porque muchos astros abandonando sus pedestales se han puesto a hacer higas a la ley de la gravedad. No se anticipa nada bueno. Así y todo la palabra que más se escucha en Jerusalén es la de “yehezquele”(felicitaciones).


Pues bien, esto se mueve y de qué manera. Ay Dios. A lo mejor es que verdaderamente Él los protege. Quizás los sionistas sean el brazo ejecutor de un designio para todo el genero humano. Y tú, necio, abroquelado en tus críticas. Todo eso me vendría de perlas si verdaderamente reconociese al Mesías en la persona de Jesús. Pero parece ser que esperan a otro. Y, si no te convences, date un paseo navegando por los chats religiosos de Internet. Allí la reflexión por ellos postuladas es la que sintomáticamente pervive. ¿Me he equivocado? Siete veces al día cae el justo. Lo que tú necesitas es mente abierta. Despojate de las vestiduras de tus antañones prejuicios. Permite que te arranque la costra que nubla tu vista.

 

 

LAS DOCE PUERTAS DE LA ENCRUCIJADA

 

 


2Jerusalén, la ciudad tres veces santa, entablada sobre unos fundamentos de sílice sin fisura, preside la encrucijada del litigio.  Sus doce puertas, una por tribu, que glosa también el Libro de la Revelación, para hacer más incomprensible el galimatías, abren la entrada a un laberinto. ¿Fue por la del Estercolero o Starquilina por dónde condujeron al Señor camino del Gólgota?¿Fue por la de los Caballos? ¿La de Eliasib? ¿La de los Veteranos? ¿La de las Aguas? ¿La de Efraín?¿La Puerta speciosa o la de la Belleza? No los sabemos. Todos estos enclaves sucumbieron al cerco de Vespasiano y a las legiones de Tito. Pero es hacia ellas donde revierten todas las miradas y se orientan las plegarias. Allí subió al cielo el Profeta Mahoma. Allí selló Moisés el pacto, cuna de la tierra prometida, y allí pronunció Cristo las Siete Palabras. ¡Cuanta santidad para tanta guerra en tan poco espacio! Su aspecto, vista desde el Torrente Cedrón, es a la vez febril y seco. Una muralla la circunvala y pone el acento a los cimborrios y belvederes de algunas iglesias. Brilla cual pavesa la bóveda de la Mezquita de Omar. Se perfila el campanario con ojos huecos de la torre ojival de la iglesia del Santo Sepulcro donde viven y se relevan custodiando cada uno su parte de la herencia los cristianos de todos los ritos. Los monjes coptos viven en el ajarafe del triforio, allí rezan y responsean, allí malcomen o ayunan a la usanza de los anacoretas del Nilo o como lo hacían sus predecesores en el Yermo de san Sabas. Los judíos, los dueños por así decirlo, carecen sin embargo de templo a no ser por el Muro de los Lamentos, lo que queda del que construyó Salomón, el “Ha-Kotel-Ha-Maaraví, y para los islámicos Haram Al Sarif. Una pocas alidadas de vastos bloques de piedra. Los nombres pesan y suenan mucho. Se trata de una fila de pared con trece mazas de piedra sin curtir, con miras a poniente, lo que queda de las reformas introducidas a la fundación salomónica. Dos templos destruídos no sumarán un tercer edificio. Seguramente en este enlosado fue donde un Cristo enojado se lió a linternazos con los cambistas. Pocas murias[xxi] entabladas, pocos talayotes espirituales habrá que a la diáspora de la trece tribus les diga tanto. Es el corazón de Israel. Es el punto de convergencia de todas las plegarias y saludos. “Al año que viene en Jerusalén”, dicen algunos cuando se despiden. Todos los judíos han sentido su llamada envuelta en el sonido lúgubre del azófar o isofar[xxii] que retumba al atardecer de la víspera de Yom Kipur[xxiii].  Por las helgaduras de los sillares donde crece el jaramago y la parietaria como una advertencia de olvido o cercén de la soberbia - ved en qué paran las cosas del mundo- introducen sus mensajes y peticiones mientras oran con grandes meneos de balanza dándose de cabezadas y golpes de pecho. Se escuchan los guays y las súplicas por el regreso de los dispersos al redil antiguo. Sin embargo, a lo largo de mis dilatadas lecturas e investigaciones sobre la cuestión ya de muchos años, me asaltó la duda de si este pueblo tan teocrático cree verdaderamente en Adonai o lo tiene amaestrado, como una proyección de su propio ego. ¿Es este dios un reflejo de sí mismos y de su nacionalismo indómito y apaleador? Judea en los tiempos bíblicos era feraz y estaba teñida de prados y de vegas fértiles. Hasta 1948 era un desierto. En la actualidad se aspira a convertirla de nuevo en vergel.  No creen en los milagros, dicen, pero suena a portento el que los hijos del gueto se hayan hecho campesinos y soldados. Tan pronto empuñan el azadón como el subfusil “Uzi”[xxiv] que tiene una cadencia de  mil vainas por minuto y abulta menos que un naranjero. Antes de emigrar a la tierra sagrada ocupaban tabucos de sastre en Varsovia, eran zapateros en Berlín o boticarias en Kiev.  Los sabras de ahora en nada se parecen a sus abuelos. Tienen un aspecto sano y bronceado habiendo perdido para siempre aquel color típico del judío de piel clorótica y cara sumida que reflejó Shakespeare en Shylock.  Vuelven a ser guapos como Absalón y el cruce de sangres ha hecho proverbialmente hermosas a las israelíes. Pero para este pueblo la belleza va unida siempre a la castidad proverbial de los hasídicos.


Allí, en esta ciudad sin bares y sin discotecas, la presencia cristiana está reducida a la mínima expresión a no ser por las oleadas de turistas de todos los rincones del orbe católico, protestante y ortodoxo. Se ven muchos yurodivi y monjas rusas. Sus prosternaciones ante la tumba del Señor son rasgo propio y causan la hilaridad de los hebreos. Por las calles de la ciudad aparece de vez en cuando algún avenate que se cree la reencarnación del Nazareno. Esta presencia a los piadosos seguidores de la regla mosaica parece ser que les disturba. Para los rabinos Jesús era un personaje histriónico, majareta y borracho perdido, un “bogéd”[37], un meshuge[xxv]. Se da mucho entre los peregrinos orientales y entre algunos sectarios del círculo minoritario de las religiones adventistas. Acuden los piadosos “_________[xxvi] al monasterio de la Magdalena donde está enterrada la hermana de la zarina Alejandra y viuda del Gran Duque Sergio que murió en olor de santidad después de haber profesado como religiosa. Sus restos después de la masacre de Yekateringrad fueron trasladados por el Caúcaso hasta Tierra Santa para ser inhumados cerca de la Iglesia de la Resurrección.

Los musulmanes son mucho más respetuosos con el Salvador al que consideran un verdadero profeta del Islam. Le llaman “Ruh Allah” (espíritu de Dios). El buen creyente considera a los judíos responsables de un deicidio y su regreso a Palestina representa un acto de rebeldía contra el pueblo errante.  Considera las reivindicaciones del Hogar Judío en Palestina un primer acto del drama del apocalipsis.

Toda esta afluencia de visitantes es un troquel de moneda para las arcas del gobierno judío. Ahora ha menguado la corriente de turistas pero éste ha dado a entender que poco le importa haciendo caso omiso a las llamadas a la internacionalización de la emblemática ciudad. Cristo para muchos sionistas no significa más que un perturbado mental que se hizo pasar por hijo de Dios. El mito de la resurrección es tratado con burla por los masoréticos que la equiparan con la ascensión de Mahoma a los cielos, precisamente, desde el  monte de Sión. Allí uno de los discípulos del profeta, cuando éste subía a las alturas, movido por una fuerza gloriosa, se agarró a sus zapatos con tanta fuerza que se quedó con una pierna entre las manos mientras el resto del cuerpo se perdía entre las nubes.

Por eso se dice por sus enemigos - las religiones pueden ser tema fácil de mofa y barro maleable para esculpir siniestras caricaturas- a cargo de los incrédulos- que los musulmanes son los adoradores del Zancarrón de Mahoma, una reliquia santa que se venera en  Meca junto con el teodolito o piedra de la Kaaba donde el arcángel Gabriel dejó escritas algunas de las suras del Corán. Casi un tercio de la humanidad cree en este “absurdo” tan imponderable y extraño como “la locura de la cruz”.

Sin embargo, hubo un tiempo en el cual Jerusalén estuvo bajo la hegemonía cristiana totalmente.  El quince de julio de 1099 a la hora de tercia las tropas de Godofredo de Bouillon hacían su entrada en el recinto. Era como la consumación de un sueño que duró poco más de un siglo. Porque fue reconquistada por Aladino y en manos sarracenas estuvo, quizás debido a las discordias y a los pecados ce los cristianos, hasta 1948 en que definitivamente cambió a poder de sus dueños prerromanos.

En el siglo XVII un español por nombre Joseph Nassi (dicen que era un antepasado de Pío Baroja) quiso fundar un estado independiente a orillas del Lago de Tiberiades, pero la idea no dio fruto y el buen señor tuvo que volverse para Constantinopla donde estaba empadronado en el barrio del Fanar.

Los judíos han estado yendo y viniendo de acuerdo con su tradición errabunda. Tan pronto servían al sultán como al rey de Francia como a los venecianos. La proclamación del estado de Israel daba toldo a una idea acariciada durante siglo por la judería: acabar con su condición de raza itinerante.


Según una vieja creencia de los suyos cuando Jerusalén regrese a la propiedad del pueblo elegido acabará la diáspora y vendrá el Mesías que deparará la tierra prometida con los ríos que manan leche y miel.  La vara de Jetsé será el cetro al que se someterán todos los pueblos. Pero entretanto se consume la utopía los judíos tendrán que seguir yendo y viniendo asumiendo las cargas y responsabilidades de su encargo divino.

Analizando los hechos a la luz imprecisa y sesgada del candil de la historia, que es como la luz de un candelabro que parpadea incandescente, unas veces tenue y dando la impresión de que el “Menorah”[xxvii] está a punto de extinguirse, cuando de improviso resurge fiera y triunfal, habría que concluir que la metáfora del fuego sagrado más que un símil refleja un hecho real. Es como si Israel conociera de antemano secretos que no le fueron revelados a los gentiles.

 A este respecto cabe recordar una frase de Jesús: “Vosotros sois la sal de la tierra”. Pero también les llamó “raza de víboras y sepulcros blanqueados”, y poco antes de su pasión y cruz lloró sobre Jerusalén “que matas a los profetas que te son enviados”. Los que cargamos con la cruz, tan pesada, que todo nuestro cuerpo sufre bajo su alzada y la Vía Dolorosa se nos hace tan cuesta arriba hemos llegado a pensar que todo el dolor y el goce es judío. Que el bien y el mal viene de allí.

¿Siempre fue así? Sea como quisiere, en cualquier caso la única solución que cumple es seguir aguardando la llegada del Mesías. Aquí hay muchas piezas que no encajan. Dios no puede tener preferencias ni prejuicios ni muestra su especiosa imagen con tanta frecuencia como han querido verla los delirantes y arrobadizos. Puede ser que los judíos conozcan mejor a este Ente al cual no se atreven ni a mencionar  por temor a la blasfemia mientras que a nosotros su nombre no se nos cae de la boca.

Se percibe que el cristianismo va chupando rueda. Ya se habla a las claras de la cultura judeocristiana. Sin el soporte de nuestros “hermanos mayores” como gusta llamarles Agustín toda nuestra liturgia, nuestra teología, nuestra moral y nuestros cánones quedarían reducidos a la nada. Por eso alguien dijo que el código de valores y actitudes que sacó Pablo de Tarso es plagiario de toda la mentalidad hebrea. Él acaso no pudo remediarlo. Era un fariseo, hijo de fariseos, a los que tanto fustiga Jesús en sus alocuciones al pueblo. Por ende, tantas complicaciones, lapsus y contrasentidos.

A pesar de esta procedencia ineludible, en el catolicismo se trató con poca consideración a los orígenes. Algunos textos no ahorran descalificaciones y poco gratos epítetos. Se les moteja de prevaricadores e incluso de “inmanes” (inhumanos) y hasta en las colectas y letanías de la Semana de Pasión hay para ellos una reserva de palabras malsonantes como el apodo de “pérfidos” que fueron subrepticiamente suprimidas por el Papa Bueno[xxviii] del misal. Alguien diría que tales adjetivos atientan contra el mandato nuevo pero el propio fundador de nuestra religión tampoco anda a la zaga de estas descortesías ni para con ellos se anduvo con remilgos.


Los primitivos cristianos creyendo que no tardaría en regresar el Resucitado esta vez en calidad de maestro de Justicia - los musulmanes consideran que en el día del Juicio Jesús se sentará con Mahoma a su izquierda en la Puerta Áurea ocupando sendas piedras desde donde subieron al cielo y que todavía se muestran a la piedad del visitante allí con la huella de dos pies impactada en la superficie de la roca- y mal interpretando el texto milenarista de la II Carta de san Pedro, abandonaron sus hogares y menesteres y marcharon a Jerusalén en espera de este retorno triunfal. El Crucificado vendría con la vara de justo juez. Y a no tardar mucho. Sin embargo, como apostilla este comunicado apostólico, un día de Dios equivale a mil años de los hombres y mil años de los hombres pasan en lo que un suspiro para el Hacedor. Echaron mal las cuentas.

Este error de cómputo ha dado paso al compás de espera que dura ya muchos siglos pero aquellos buenos creyentes del circulo de Sta. Elena consideraban que la Parusía estaba al caer. Palestina se llenó de iglesias mandadas labrar por la emperatriz y el desierto de eremitas que anhelaba la vida perfecta. Ven, Señor, ven. No te retardes. Nunca en la historia de la humanidad hubo noticia de un estado de expectación tan general ni se había registrado una “cupiditas aedificandi”[xxix]tan puntual. Era la directa consecuencia del celo pagano al convertirse al cristianismo. Los textos bíblicos son difícil de entender, porque la semántica varía con el paso del tiempo y el tránsito de los hombres. De ahí que su interpretación literal, como es el caso de los Testigos de Jehová y otras sectas, conduce a no pocas aberraciones. La profecía de Xto sobre la segunda destrucción del templo se cumplió. Faltaba la segunda parte. De buena fe muchos creyeron que el fin de los tiempos estaba a la vuelta de la esquina. Hay que hacer al respecto que Palestina a ojos cristianos era la tierra del milagro, de las indulgencias, de los dones y poderes mágicos que restituyen al hombre al estado de gracia y a su reconciliación con Dios. Entretanto, los israelitas sólo la consideran como un lugar de regreso cuando se levantara el enojo de Yahwé con el pueblo elegido. Es un punto de referencia de dones materiales y de paraíso en la tierra prometida. El mesianismo hebreo nada tiene que ver con el cristiano. El uno es material, el otro espiritual. Para los musulmanes que la han poseído desde el siglo IV Jerusalén es lugar santo porque allí está enclavada la mezquita de Omar desde donde subió el profeta a los cielos y donde se sentará a juzgar a vivos y muertos junto con Cristo en la Puerta Áurea el Día del Juicio Universal. He aquí, pues, dos visiones encontradas para tres religiones que amparan algunas concomitancias en medio de palmarias diferencias. 


 Había un anhelo popular de búsqueda de huellas y de vestigios de la redención. Fue encontrada la cruz cerca del monte Olivete y sus maderos troceados se repartieron las astillas por todo el orbe. Mala sería una colegiata de occidente que no conservara una viruta, el hueso de algún mártir, algún objeto personal, como las sandalias, el báculo, el pelo de la barba, el manto o el anillo, de un apóstol.  Pronto se vio que esta veneración cayó en superchería. Las gestantes y paridas iban a bañarse en la fuente de Siloé donde María lavaba sus paños. Un artesano aseguraba que una vara pulida que había sido tratada por el carpintero de Nazaret de pronto mientras dormía empezó a echar y se convirtió en cerezo. Los evangelios apócrifos, con su candor e ingenuidad congenial, inspiraron este reguero de fieles peregrinos. Sus textos traen cosas maravillosas rayanas en la extravagancias. Así, por ejemplo,  la puerta que pulía el hijo del carpintero nunca sería derribada por los vientos ni por ella entrarían los ladrones. Mesa que hacía nunca estaría desprovista. Cuando salió camino del destierro la sagrada familia las fieras salvajes les seguían. Los tigres les lamían los pies. Los buitres venían a comer en la mano. Las hienas les hacían reverencia y los pavipollos la rueda. La calandria les alegraba con sus trinos y los ruiseñores sacaban su mejor melodía para que el niño se durmiera. Camino de Egipto, cerca de lo que es hoy Ramala, abordó a  la Sagrada Familia una partida de bandoleros cuyo jefe era S. Dimas, el buen ladrón. No causaron mal alguno a los viajeros. La Virgen hizo oración por él y tuvo una revelación pavorosa. Aquel malhechor sería crucificado con aquel infante que llevaba en su enfaldo camino del exilio y a él sería el primero confiada la promesa del siglo futuro: “Hoy estarás conmigo en el paraíso de veras te lo digo”.

¡Oh Jerusalén, patria de toda la santidad pero asimismo guarida de chacales. Fuiste el epicentro de todo el fervor litúrgico de una serie de comunidades congregadas en la espera del Mesías! ¡Oh paradoja de las paradojas! No vino el que había prometido un segundo regreso triunfal. Lo que llegó fue la cimitarra del Islam. Toda aquella efervescencia de muros sagrados, de fervientes antífonas e iconostasios quedó convertida en muladar. El de Arriba pareció desestimar o, si no escuchó al menos se desentendía, todo aquel hervor de genuflexiones, cantos sacros, ayunos y fervientes vigilias.  Los seguidores de la cruz no debieron encontrar en los oídos rectos y justicieros del Padre favorable acogida y “pecados de los cristianos son” permitió que Tierra Santa fuera arrasada primero por los persas en 443. Incontinenti  por los árabes. Poco antes, una mística española, la monja Egeria, amiga de Pablo Orosio, el discípulo de san Jerónimo, había viajado desde Córdoba hasta Jerusalén y levantó acta de aquel esplendor efímero. Su testimonio es muy importante ya que da pautas de por qué aquel anhelo de espera milenarista que tuvo lugar en los primeros siglos del cristianismo cabe los muros de la Ciudad Santa. Lo que cuenta Egeria en sus escritos  vino a ser el molde donde se vacía esa tensión mística que recorre la edad media. Un impulso que hace escribir códices miniados, beatos, y que impulsa la erección de las catedrales. Esa milagrosa concentración de fuerzas del alma que se transforma en “cupiditas aedificandi”. De hambre de reliquias y testimonios de veneración.


 A pesar de tanto esfuerzo y la larga vigilia aguardando la segunda llegada del Salvador, pronto los creyentes se cansaron y como los judíos de Moisés empezaron a murmurar. Las miras humanas, los recelos y la desunión entre los reinos que profesaban la adhesión a la cruz (la espada de Santiago contra la de san Dionisio y la de san Andrés contra la de san Juan) determinó nuestro el fracaso de las Cruzadas. Volvamos a insistir en lo ya señalado: Dios posee otros baremos. Sus días no son nuestros días a decir del Eclesiastés y sus cábalas son diferentes. ¿Entonces cuál es el sentido de aquella promesa que se nos dio: “El cielo y la tierra pasarán mas mi palabra no pasará?”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UN FRAILE DE GRANADA SE PONE EN CAMINO. ERA EL DÍA DE LAS LLAGAS DE 1626

3Estamos en  convento franciscano de santa Isabel de Granada una radiante mañana de mayo de 1626. El guardián ha llamado a capítulo para anunciar la llegada de una cédula real que recoge un rescripto pontificio. Se piden frailes voluntarios para ir a Tierra Santa en poder de los sasánidas a fin de reforzar la comunidad de frailes que tiene la Orden en el Sacro Monte de Sión. Del convento de la Natividad de Belén han llegado noticias nefastas. Los infieles han entrado a saco en el recinto, mataron a algunos religiosos y se llevaron presos a otros a Estambul.

Los monjes franciscos que a diferencia de los templarios no portan armas y siguen cantando al hermano sol, a la hermana luna y al hermano lobo lo reciben como si fuera un perrito faldero y profesan un cristianismo de quintaesencias de paz y bien y perdón para todos - algo que desarmaba a los turcos y hacía caer de rodillas a los indios de California y abrazar la fe de Jesús en masa- no se dan por vencidos.


Había que seguir en la demanda abrazados a la encomienda papal a los hijos del Povrello de Asís los cuales por su espíritu ecuménico inclinado a la tolerancia y a la supresión de uno de los instintos más sañudos de la condición humana: la cólera.

El cometido es difícil. Muchos murieron mártires. Los árabes estaban maravillados ante la falta de resistencia a la opresión. Unos los consideraban santones. Otros los miraban como eunucos o como meros locos. Locura de la cruz. Demencia staurológica[xxx]. El norte del que practica la religión del Nazareno es una cruz ¡Divina insania!

“Mitte gladium in vaginam” comandó Jesús al impulsivo joven hijo de Malco al ser habido en el Huerto por los vigoleros del pontífice. Alma adentro todos podemos llevar a un sacristán o a un ayudante de verdugo.

Las partesanas y adargas de los templarios habían quedado enmohecidas. No se puede ganar por el cuchillo lo que se ganó por amor.

Mal que bien los súbditos del pachá a cambio de onerosos tributos habían tolerado la presencia de aquellos locos de Cristo. Los confederados del pardo sayal y el cerquillo mendicante. Esta presencia siempre difícil estuvo sujeta a las veleidades del sultán y a las vicisitudes de los enfrentamientos de los reinos cristianos entre sí. El turco  dominaba media Europa. Sus jenízaros montaban guardia en las plazas fuertes de Esclavonia y de Viena y las goletas corsarias de la Media Luna dominaba el Mare Nostrum.

Europa andaba sumida en contiendas de religión. Era el reinado quijotesco del Cuarto de los Felipes, rey de España por la gracia de Dios. De las dos Sicilias. De Flandes y de Jerusalén y de la mayor parte del Nuevo Mundo. He aquí una nación que agotadas sus fuerzas daba señales de cansancio y de ensimismamiento.

Felipe IV representa a uno de los más simpáticos y contradictorios autócratas que se sentaron en el trono de Fernando el Santo y de Isabel la Católica. Licencioso en punto a costumbres pero sólida roca en lo que toca a la fe.

Por entonces peleaba la espada de Santiago contra la de san Luis. El dragón de Gales y la crucífera de san Andrés y de san Jorge se había pasado a los luteranos. Alemania era un campo de Agramante y Francia oscilante entre noches de san Bartolomé y adhesiones inquebrantables a Roma hostigaba a los tercios españoles. Paris siempre bien vale una misa. Cataluña se levantaba contra el mando de Castilla.  Los lusitanos se habían separado del tronco común. Todo eran secesiones y conjuras.

El rey, desanimado y harto, torna sus ojos a Jerusalén. Parece ser que albergó el secreto de un nueva cruzada escandalizado por las noticias que llegaban de Tierra Santa. Pero no pudo prevenir una escuadra. Entonces mandó a unos pocos y desvalidos  francos[xxxi]. El mandato de los franciscanos que había sido importante bajo el cetro de Felipe II vuelve a registrar un punto de inflexión al alza décadas más tarde ocupando su nieto el trono. Aquel mozo rubiales algo desgarbado y jarifo con los rojos bigotes de guías en punta, muy erecto y afilado en su real persona, amante de la caza y de los torneos galantes, tan pecador como acendradamente piadoso.


Rey de Jerusalén era uno de los títulos honoríficos inherentes a la corona castellana desde Alfonso el Sabio. El monarca de las Meninas en el fondo era un místico. Debía de sentirse desbordado y perplejo por la utopía que soñaba y la realidad que veía. Esa sima insalvable entre la identidad mesiánica y los datos objetivos. No podían en Madrid comprender los coqueteos y antojos del Vaticano con Paris. Hay que tener en cuenta que los españoles siempre fueron mirados de reojo desde que un vasco fracasado en sus pretensiones instituyó allí una quinta columna de alabarderos del papa dispuestos a conspirar si a mano viene. La Compañía que él fundó este veterano de las guerras de sucesión entre el bando realista del Duque de Nájera y los Comuneros se propuso el restablecimiento de los poderes del pontificado inspirándose en la norma maquiavélica de la justificación del fin por los medios. Él que hablaba de la dicotomía entre lo temporal y los espiritual - un “ojo en el cielo y otro en el suelo”, decía- es el responsable de ese aura de misterio y de conspiración, sagacidad de serpientes, que hicieron famosos a los jesuitas aduladores del poderoso y desdeñosos con el pobre. Llegaron a constituirse en el instituto religioso más rico y ríanse de los tesoros de los templarios. Nada en comparación con los caudales jesuíticos que llegaron a ser dueños de países enteros como Paraguay al que explotaron  y establecieron un sistema económico con moneda propia a lo largo y a lo ancho de sus reducciones y misiones fundacionales. En menoscabo de las otros órdenes religiosas durante el reinado de Felipe IV cobraron auge y  respetabilidad. ¿Fueron los responsables de la decadencia de Castilla? ¿Conspiraron a favor de los Borbones franceses estando Carlos II en su lecho de muerte?

Roger Peyrefitte en su libro “Los Judíos”[xxxii] sostiene que el apellido de su padre Recalde lo mismo que el de su madre Sona eran hebreos por partida doble y que los primeros prepósito de la compañía Salmerón, Laínez o Gómez de León, Francisco de Borja, Polanco, Suárez, Alfonso Rodríguez, Aguaviva, también provenían de familias retajadas. Y en soporte de su testimonio apela a la autoridad del “Semi-Gotah” tratado de vexilología, uno de los de más prestigio, aparecido en Weimar en 1912 donde se da un a lista de la nobleza europea con apellidos de extracción aristócrata.


El mismo autor hablando en favor de los judíos agrega una lista de santos execrables a los que había que destronar de la hornacina quitar la corona o poner en duda la virtud de su heroísmo pues atentaron contra una de las normas básicas de los principios evangélicos. Al menos faltaron a la caridad contra los hijos de Israel.  San Juan Crisóstomo, el gran defensor de la ortodoxia, decía que la vida de un cristiano valía por la de siete judíos. En sus sermones definía a la sinagoga como caverna de ladrones. San Ambrosio decía que era un pecado mortal dirigirlos la palabra. San Nilo, anacoreta de Calabria, consultado sobre el suplicio que había de darse a un cristiano que había asesinado a un judío contestó antes de someter a tormento al asesino habría que matar a otros seis judíos.

San Juan de Capristano compuso una misa especial para pedir por la conversión de los pérfidos y descarriados talmudistas. San Bernardino de Siena se pasó cuarenta años predicando contra la usura manifiesta. Ese fue un poco el mono tema del dominico Vicente Ferrer así como las incendiarias prédicas de Bernardino de Fieltre contra los judíos de Trento a los que se atribuía el crimen ritual de un monaguillo de aquella catedral.

Esto dice al menos Roger Peyrefitte, el conocido polígrafo francés.

De nuestra cosecha podremos añadir que el crimen ritual fue una de las causas del antisemitismo rapante contra ese pueblo en toda la edad media. Se les acusaba de envenenar las aguas de los poblados y llevar a efecto en la clandestinidad misas negras en que mezclaban con el pan ázimo la sangre de algún cristiano.

Este pudo ser el caso de Sto. Dominguito del Val acólito de la Seo. Del Santo Niño de la Guardia. De san Hugo de Lincoln. La profanación de la hostia en una misa negra en la iglesia de san Facundo de Segovia el 1475. Y así sucesivamente.

Hay datos que no casan en estos crímenes que se les imputan de holocaustos rituales actos satánicos que siguen estando de moda y que no cometen precisamente judíos habida cuenta del aborrecimiento que sienten éstos hacia la sangre y el respeto a la vida que preconiza el Talmud. Mezclar con ázimos, lo más puro y sagrado que hay en la naturaleza, con la sangre o el esperma y el cadáver que son los elementos más impuros, no se compadece con las normas estrictas de la liturgia rabínica.

A causa de estas leyendas y de fantasiosas calumnias las relaciones entre las dos comunidades siempre fueron tensas. Pero como sostienen muchos autores, el catolicismo viene a ser una rama escindida del judaísmo sobre todo en España y en Portugal donde los conversos siguen ejerciendo notable hegemonía al configurar y consignar una religión casi a medida de visión algo caótica y extremosa en su visión mística del mundo. No se puede separar nunca el tronco de la axila. Aquí las sangres andan muy mezcladas haciendo honor al atávico mestizaje hispano.

En recapitulación, esa nostalgia que hemos tenido los españoles por Jerusalén al igual que el mesianismo es un resabio de las actitudes hebraicas frente a la vida que aun manan por nuestra sangre. Es la herencia. Por eso se hace tan difícil establecer una raya de separación en estos embrollos donde se mezclan las creencias y los genes. Todos tenemos algo de moros de cristianos y de judíos sin solución de continuidad. Nuestras reacciones psicológicas son resortes que se alzan desde la cueva de un laberinto. España es país de todas las encrucijadas. Un laberinto como lo llama Brenan.

Somos a la vez las tres cosas juntas como buenos y contradictorios españoles de las tribus dispersas.


Pero volviendo al buen rey cuarto de los Felipes nuestro señor cuyo reino estuvo sometido a las influencias ejercidas por antiguos conversos por vía de sus validos el duque de Lerma y el Conde Duque y a las injerencias de los jesuitas que tenían una corte paralela en su casa de la Calle de Toledo donde la familia real en peso asistía a oficios tan prolongados como las Cuarenta Horas sin moverse del reclinatorio y se celebraban las famosas misas para rogar a Dios por la preñez de la reina y el envío de un heredero. No debieron de entonarse las letanías conforme a los cánones o quizás fuera porque el Señor estaba disgustado con los Austria porque doña María de Austria parió al enclenque Carlos II.

Su tiempo fue un tiempo de efervescencia religiosa y exaltación católica. Ninguna otra nación contribuyó tanto a la cátedra de san Pedro. De esta forma se entiende la favorable y pronta respuesta que hubo al llamado papal de guarda de los Santos Lugares. Una guarda sin armas, valiéndose de la caridad como elemento de disuasión. Y de los dineros de los cepillos de las limosnas que uno ha visto desde niño en todas las iglesias católicas.  Junto con el pan de los pobres o el óbolo de santa Rita y otros cultos allí estaba la ranura destinada a ayudar a los franciscanos de Palestina.  Las guerras se hacen con oro en decir de Napoleón y también las cruzadas. Las causas justas y las injustas. Aquí se mezclan balas y misiles de largo alcance con dólares y dolores. A los americanos no se les cae la palabra de los labios porque en su terminología de aguerrido y acérrimo imperio (por el dólar hacia dios) se confunde la palabra “war”(guerra) con la palabra “monea” que se pronuncia mané aunque en algunos dialectos como el yorquino digan munei que es como ellos pronuncia su moneda única”. Por eso son tan escatológicamente belicistas.

Obsecuentemente, me parece nada decorosa el asedio, en el que han intervenido infantes no sólo israelíes sino también yanquis e ingleses, a la Basílica de la Natividad ordenado por Sharon y por sus generales. Los hebreos han vuelto a faltar a la palabra empeñada. Suenan por todas las partes las carcajadas de la risa macabra de Israel.  Ese jejé sardónico que hemos escuchado más de una vez en Simón Pérez el Mefistófeles del Régimen Sionista me parte las carnes.

Cuando en 1918 una delegación del gobierno británico, encabezada por Solokov y por Weizzmann  se encaminó a Roma para entrevistarse con Benedicto XV pidiendo su aprobación para el establecimiento de un Hogar Judío en Palestina el papa puso como condición el que se respetasen los  enclaves de la tierra sagrada que quedan como testimonio de la presencia humanada de Jesús durante los treinta y tres años que pisó este mundo. La respuesta a esta condición han sido los tanquistas hebreos hostigando a esos pobres frailes que siguen allí atrapados a la hora de escribir este monográfico. ¿Querrán borrar la memoria?

  En el convento de santa Isabel se presentaron voluntarios para atender la solicitud regia todos los treinta religiosos que la integraban excepto los más viejos y enfermos. Doce fueron seleccionados en una primera criba.

Posteriormente -infirma mundi elegit Deus- quedaron tan sólo el citado fray Antonio acompañado de otro monje, fray Francisco de Solís:


“Salí de Granada el martes 11 de julio de 1626, el Día de las Llagas llevando por todo equipo una mudas, hábito y manto y unas alforjillas con paños menores, túnica, pedernal y yesca y otras cosas para el viaje. Caminábamos descalzos y a pie enjuto”.[xxxiii]

Recomienda a los viajeros piadosos que nunca hagan noche bajo las estrellas puesto que pasado Alcoy fueron sorprendidos por un salteador que se vino a ellos con la espada. El facineroso al ver que eran frailes metió el arma en su tahalí y les perdonó la vida.

Se dirigían a Alicante pero en ese lugar no encontraron una embarcación que zarpase. Con una sencillez y candor que enamora va contando fray Antonio cada una de las vicisitudes y trabajos de un peregrino por aquellos azarosos días de poca seguridad en ninguna parte.  La tierra estaba infestada de malhechores que atracaban y la mar de piratas. A lo largo de cuatrocientas páginas a doble columna y en cuarto menor va a rendir cuenta de unas odiseas piadosas más entrañables que se registran en nuestro idioma. Más valioso cuanto más oculto y desconocido es este libro que he tenido el privilegio de que llegase a mis manos.

Se hicieron a la vela en Barcelona el siete setiembre 1626. A la altura de Rosas ya divisaron turcos. Había firmado un pacto de amistad Enrique IV el Sultán contra España que daba garantía para navegar a los otomanos por sus aguas territoriales e incluso para saltar a tierra. “Pues allá son libres”.

El Peregrino a Jerusalén y Viaje de Tierra Santa vierte información circunstanciada de lo que ve y narra la peripecia con tono resignado aunque alegre. Es el testimonio del sentir y de la mentalidad de los españoles en la segunda mitad del siglo de oro. Su tono trae a la memoria aires cervantinos. Parece la declaración de un caballero andante redactada  desde el abatimiento, perdón y comprensión de los contrastes de la vida humana de un fraile menor.

“¿Adónde irá el buey que no are?”, se preguntaba resignado el evangelizador de California fray Junípero Serra el cual imbuido por este mismo entusiasmo misional y celo de almas recorrió a pie desde Cuernavaca hasta el Alto Oregón. A la pata coja pues al cruzar el desierto de Arizona se le clavó una espina en el talón. Herida que nunca cerró. Bien saben los mendicantes de ulagas y de noches al raso, de privaciones, ultrajes y malandanzas. Pero el fuego del Espíritu que les asiste supera tales inconveniencias de la carne.


Sólo en virtud de un milagro de estos locos del Señor, sembradores de prodigios -recuérdense al respecto los escritos de sor María de Ágreda profesa en las concepcionistas recoletas que también ciñen el cordón de san Francisco que creyó por dote de bilocación asistir y convertir a los indígenas que bautizaban sus hermanos en un amplio radio de la Baja California- se explica el fenómeno, poco probable con la mera asistencia de las fuerzas humanas de los continentes, así como la guarda del Santo Sepulcro, el Pajar de Belén o la Casa de Nazaret y otros enclaves ubicados in pártibus infidélium, aguantando naufragios, vejámenes y hasta martirios pues fueron incontables, y el autor da relación holgada, los que perecieron a manos del sarraceno. A sus espaldas reventaron igualmente las carcajadas estentóreas de la risa de Israel. “Pues los judíos no se acercan a la Tumba del Señor ni por asomo y la gruta del huerto aunque convertida en muladar sigue ahí, por cuantos esfuerzos hicieron los judíos por borrar esa memoria. El sepulcro es de maravillosa hechura. En Jerusalén no hay cosa que no esté publicando prodigios y aclamando misericordias”, escribe.

Fue la misma fuerza que elevó al hijo de Bernardone a las alturas transfiguradas del monte Auvernia. Y esa misma energía anima a la confianza del creyente.

La fe mueve montañas y España a la sazón pobre y diezmada por las pestes y por las guerras era rica por ese cabo como demuestran los escritos del seráfico fraile granadino.

No se olvide el carácter mestizo y poligenista de aquellos reinos. En el alma española se dan cita el fatalismo muslímico, la mística judía y el heroísmo godo. El resultado: una raza llena de bríos aunque poco disciplinada. Del cruce de estirpes y religiones va a surgir un quijotesco proyecto de poner al mundo a los pies del papa como vicario de Xto en la tierra.

Sin embargo, y como descubren bien nuestros soldados y sufren sobre nuestras carnes pronto ese mundo ideal se viene abajo. ¿Será que no lo tenemos todo muy claro y que el emunáa judaico de relación coral del Dios de los ejércitos con su pueblo elegido es superior a la “pistis” de griegos y romanos, que basan esta relación en algo personal como proclaman algunos judaizantes de la hora undécima en los papeles y panfletos que nos asaltan a los lectores madrileños en este turbulento 2002? ¿Tendremos que agachar la cabeza los monoteistas de los otros dos cupos y admitir que el Dios de los judíos es el verdadero y el de más fuste? ¿ Será cierto que los judíos al cabo de dos milenios de sufrimiento han expiado la culpa y se han reconciliado con Adonai disponiéndose a la construcción del Tercer Templo, que no será de oro ni plata ni jaspe ni de cristal sino que está en íntima relación con el control del planeta mediante los ordenadores? Dos papas anteriores sellados con la divisa de Malaquías de “Pastor et nauta” (Juan XXIII) y “Flos Florum”(Pablo VI) les alzaron la excomunión que pesaba sobre ellos y se ha borrado la palabra “deicidas” de misales y cantorales eclesiásticos al paso que se consumaron sus pretensiones de poner a Roma de rodillas y la SIR boca abajo.


El siguiente de la lista de los 111 duró poco. Su anapesto era “De medietate lunae” alusivo al resurgimiento del Islam en medio de un breve pontificado. Y tan breve. No llegó al mes. Por lo que respecta al inmediato “De labore solis” surgen dos interpretaciones. La que alude a los trabajos del astro por resplandecer por una parte. Por otra, la condición idiosincrásica del polaco que quiere ser el Luis XIV de toda la nómina desde san Dámaso para acá. Un sol que quiere brillar solo. “L´Eglisse c´est moi”. Pero mientras las divisiones blindadas ponen cerco a la Natividad este buen obispo de Roma al que se le cae la baba y le rila el pulso en sus comparecencias pontificales está más preocupado por los escándalos que están dando en Norteamérica clérigos pederastas y obispos de la cáscara amarga. “Es preciso que venga el escándalo pero ay de aquellos que lo cometan. Más valdrían que lo ciñeran una rueda de molino al cuello y lo arrojaran al mar”, dijo el Maestro. Un consejo que la iglesia latina, obstinada en el celibato a todo trance, no ha sabido guardar.

Comprenderán los lectores el por qué he firmado por los ortodoxos griegos y la razón por la cual no me siento identificado por una jerarquía que no da una a derechas por respetos humanos o por herir las susceptibilidades del amo del mundo ante quien el que se dice albacea de la voluntad del crucificado venera. Ante él se prosterna. Lo primero que hizo recién proclamado fue ir a Washington y a Nueva York. Tampoco ha ejercido presiones ante el régimen de Sharon para obviar el sacrílego asalto al primer baluarte de nuestra fe. No se puede servir a dos señores. Por lo visto este papa sí. Tiene bula para todo. Su actitud servil cabe los norteamericanos recuerda la sumisión de Pío VI ante el Corso al que rinde vasallaje.

Un verdadero creyente no tendría que andar contemplaciones o remilgos pero hoy se guarda mucho la mira de lo políticamente correcto. Por las cumbres se practica el pasteleo y los cambalaches. Decididamente el Vaticano se ha convertido en una sucursal oculta de los predicamentos sionistas. La liturgia surgida a raíz de los estatutos del Concilio recuerda a las congregaciones sinagógicas. En lo único que sigue siendo igual de mirífica y cerrada a los postulados de la secularización es en lo referente al celibato. Y en ello no sólo hay motivos altruistas. Lo hacen por comodidad, cerrazón mental, por soberbia, por economía pues de paso se evitan así los líos de las herencias, y algunas veces por algún que otra razón inicua y salaz como lo explicaba un cura californiano acusado de la violación por la CNN: “ La sotana es sexy, da morbo, y a todas las mujeres les gusta lo prohibido”. Es casi el mismo argumento utilizado por el arcipreste de Hita en su petición al cardenal Gil de Albornoz a fines del siglos XIV: “ nos quitáis las buenas para que nos vayamos con las malas, mi señor”. Pero de este asunto del que escrito mucho largo y tendido no quisiera extenderme. Quiero volver al buen fray Antonio que recorre las provincias levantinas acompañado de un lego terciario en busca de una nave que haga la carrera de Estambul.  No hay ninguna surta en los puertos de Cartagena ni de Alicante que eran bocado preferido de los piratas berberiscos. Y han de subir hasta Cataluña donde les dejamos apalabrandose con un consignatario que pensaba navegar hasta Mesina. Pero antes en la ciudad de Valencia hacen una visita al Santo Grial. El copón de la Ultima Cena que se venera en su catedral. Paran en Tarragona. En Vinaroz les ocurre otro lance poco digno de mención y sin más novedad arribaron a Barcelona donde tuvieron que aguardar una semana para embarcarse.


Este va a ser un viaje también a la búsqueda de reliquias. Los franciscanos tuvieron la prerrogativa que otrora había sido exclusiva de los templarios de traer piedras de allá, hierbas, agua del Jordán, ramas de olivo y polvos de la cueva de María que luego se administraban a las parturientas para que tuvieran una hora corta.

El proposito de la peregrinación - somos advenedizos o forasteros de paso por este mundo a decir de la Biblia- era tanto la expiación de las culpas como la búsqueda de tan sagrados restos. Algo de lo que se mofan los judíos. Sus carcajadas siguen siendo atronadoras como demuestra el artículo de un digno columnista de La Razón que niega la gracia de Cristo y que la fe de los judíos basada en obras es la que vale. La nuestra, basada en la veneración de palos, estatuas y demás. Son los pretextos de los iconoclastas. El argumento de la película ya citada, The Body. Resuenan las carcajadas de mofa por doquier y lo vienen a recoger los columnistas con cara de poker de un diario de nuestras mañanas. Dicen que su director está loco y que es un criptojudío que acude todos los sábados a orar a la sinagoga de la calle Balmes. La risa y la furia, pues.

Castilla se ha cansado de su batalla ascética. Preconiza lo de pájaro en mano. Ha habido un vuelco. Las iglesias se quedan solas, los cenobios vacíos y para cubrir las bajas que va dejando la Pelona en sus comunidades algunos conventos de clausura han de reclutar neófitos en países atrasados del tercer mundo para llenar el hueco de sus noviciados vacíos.

En el siglo XVII era al revés. Había una superpoblación de curas y de monjas y por toda la península se encontraban frailes para dar y tomar. Sobre todo, franciscos. No era una regla muy intelectual y para recibir el cordón no se necesitaban grandes requisitos. Las costumbres mendicantes les permitían estar en contacto con el pueblo del que reciben sus virtudes y sus defectos. La figura del fraile cabalgando en su mula cargada de libros y de ornamentos para celebrar era tradicional por el camino real. Salían a pedir de dos en dos. En algunas partes se les conocía “por los del cordón”. Eran los administradores de la sopa boba y del pan de los pobres. Los primeros en ir a América y a los que se requería para que ayudasen a bien morir a los condenados a muerte.  Asistieron a más de uno y más de dos autos de fe. Ellos sabían mejor que nadie de los trabajos, agobios y penalidades de las cristiandades. El talante libre y el hecho de que no se les tomase declaración de su ascendencia permitió que en la regla entrasen no pocos candidatos de origen hebreo o morisco. Este parece ser el caso de fray Antonio del Castillo el cual sabía “alarbe” y chapurreaba un poco el turco.


La nao que les conducía a Italia dio de través pero los naúfragos pudieron ganar la playa de Rosas. Tuvieron que regresar a su convento de Granada semidesnudos. El guardián los recibe con un buen réspice porque habían perdido la bolsa con los que auxiliarían a sus hermanos del Sacro Monte de Sión. La expedición estuvo a punto de ser desconvocada pero de nuevo en marcha accedieron andando hasta el lugar de la costa donde habían sufrido el  percance por la mucha mar de un día de todos los vientos y allí en un bajío entre los restos del mismo esquife que les salvó la vida milagrosamente encontraron la cartera con los dineros intactos. El portento lo atribuyeron a la intervención misericordiosa de su padre san Francisco aunque no se les pasó el susto del regaño de su prior que les había llamado al orden por haber perdido aquellos dineros tan importantes.

De nuevo embarcados por miedo a las galeras de Bizertta rumbo a la península italiana bojaron la costa francesa y después de quince días de navegación consiguieron atracar en Gaeta. Allí se prosternaron en adoración y gracias ante la imagen del famosos Niño Jesús que se venera en aquel lugar y que dijo que salió del sagrario cuando un cura borracho y descreído pronunciaba la fórmula de la consagración. En Catania vieron el cuerpo incorrupto de  Sta. Águeda. Indemnes y salvos y con la escuadra berberisca siguiendo el rastro a esta embarcación pilotada por venecianos llegaron a Alejandría. Relata entonces las impresiones de un turista de aquellos años que entra en las mastabas de las pirámides “donde está la carne momia”, un mercader griego les recomienda que se pongan siempre un gorro y que no traigan nada verde en su ropaje so pena de ser acusados por los moros de renegados. Lo que más le extraña es ver tanta gente y a todas horas en todas las partes. El ruido y la algarabía de los zocos. Prácticamente las escenas no han cambiado en El Cairo donde se aprecia hervor de vida. Allí los sitios están colmados con ancianos, jóvenes y hombres de mediana edad mano sobre mano. Pero le choca ver pocas mujeres en la calle. Y esas  nunca se paran. Siempre parecen llevar prisa. “Tapadas con un griñón desde la cabeza a los pies que sólo se les ve los ojos centelleantes y misteriosos como las de nuestros encapuchados de la penitencia”.

Observan palmas altísimas cubiertas hasta arriba por montañas de arena que nos veían sino los pimpollos sacando la cabeza.


Haciendo el trayecto a pie por miedo a embarcarse penetran en el Sinaí y visitan el sepulcro de Sta. Catalina y la piedra de S. Atanasio. En el Nilo contemplan las cañafístolas y el autor analiza algunas costumbres de los habitantes que evocan su asombro. Cómo crían pollos con estiércol de buhardo. Dice que el Cairo hay nada menos que cuarenta mil mezquitas y no usan campanas porque dicen que las almas están como abejas entre las flores y en oyendo la campana se inquietan, caen al suelo y pierden la contemplación. ¡Ridículo dislate!, anota. Hacen la azalá cinco veces al día. Y la voz de los santones que llaman a la oración “a mí me causa espanto”. Pero dice que los musulmanes son deshonestos y lujuriosos. Su día santo es el viernes día de Venus.  Unos cristianos coptos le mostraron la casa donde vivió la Virgen transformado en oratorio. “Bajo este techo moraron los tres mejores personas que nunca hubo en el mundo”, observa de nuevo. A la puerta hay una piedra donde se sentaba san José y los mismos turcos la veneran pues exhala fragancias y hay una higuera llamada del Faraón que emboscó a los tres miembros de la Sagrada Familia cuando eran buscados por los soldados que iban en su búsqueda y pasaron de largo. Se pregunta asimismo cómo no siendo Egipto país pedregoso pudieran labrar unos túmulos tan soberbios como las pirámides tan encumbradas cuya  solidez espanta. “Aquí es donde se hace la carne momia y los cuerpos se conservan en buen estado gracias a los vientos y a la sequedad de aquel paraje”.

Optaron por no seguir a pie siguiendo la ruta que hicieron María José camino de Egipto y la de los tanques de Dayan en la “Guerra de los Seis Días” al ser apercibidos por un armenio de los riesgos que entrañaba tal travesía volviendo de nuevo a Alejandría donde subieron a bordo de un caramuzal[xxxiv] griego que no se gobierna por aguja. “Para entrar en Jerusalén hay que hacer muchas ardides y ocultar lo que llevas no te lo quiten. Cada uno hace lo mejor que sabe para que no le vean nada. Hay que pagar siempre el cavaro (portazgo) y probar el kefir de camella que ofrecen los hospitalarios nómadas. Aprende a decir buen viaje en turco: “rúa-ma-za-lehem” y hace la siguiente observación: “Allí no es deshonestidad ir desnudo con tal de llevar tapada la cabeza”. Chocantes hábitos de los sarracenos que no tienen el mismo concepto de la moralidad masculina que en Castilla aunque son muy celosos y guardan a sus mujeres siempre en sus casas.  Aunque entre ellos quepan toda suerte de tocamientos y donaires. Está dando a entender el viajero que no dan importancia a la sodomía.

Tan sólo por estos precisos datos que aporta en su bizarra descripción sería una obra importante.  No se trata de un libro de las maravillas ni un farragoso y empalagado texto de lleno de retórica que vuelve plúmbeos y poco aseados esta clase de tratados espirituales aunque nos consta que debió de ser un libro muy popular en España durante tres siglos.

El buen conventual declara que no quiere sermonear y en cuanto a asuntos y devociones particulares de elenco dudoso se confiesa: “¿Es esta cosa cierta? Ni afirmo ni niego. Sólo Dios lo sabe”. Dando a entender que hay veneraciones discutibles y reliquias inexactas. Para él lo importante es la huella de la fe. Tanto como el abandono y la soledad en que se encuentran los custodios de estos bastiones de la cristiandad.  Prevenidos en frontera y tan lejos de una retaguardia regalona y ensimismada con sus problemas y ambiciones de la lucha política europea, pavorosa durante los últimos trancos del s. XVII.


Todas sus observaciones, amen de atinadas, son insoslayablemente deliciosas. Así, en el Monte de la Cuarentena, un lugar apartado y escabroso donde se encuentra la cueva habitada por María de Magdala durante más de medio siglos de penitencias, allí mandó erigir santa Elena madre de Constantino un cenobio. Es la cuna de la vida eremítica pero quiso Dios por nuestros pecados que “este lugar esté abandonado”. Se yergue en tal sitio una piedra redonda  desde donde la vista domina un paisaje de más de cincuenta leguas a la redonda y es la peña donde posó sus plantas el Salvador cuando fue tentado por el diablo cuando le dijo la famosa frase de todo te lo daré si prosternándote ante mí me adoras. “Omnia tibi dabo”. Los que nos hemos pasado meditando la vida y pasos de Jesucristo nuestra adolescencia y parte de la juventud agradecemos muy de grado al autor estas observaciones que fijan la composición lugar y son de una viveza digna de una diapositiva.

“Esos vestigios dicen que existen. Yo no les he visto”, se permite intercalar.

¡Ah qué bien huelen las rosas de Jericó carnosas y fragantes, tamañas como biznagas y que con la variación de noche al día mudan de color! Son las más coloradas del mundo, regalos de la ferviente aunque corta primavera de los valles de Cafarnaúm! El autor nos las describe con fruición embelesada, lo mismo que los higos del sicomoro más dulces que la miel y que se brotan del tronco en lugar de las hojas.

Y ante el Monte del Sermón de la Buenaventura este mochilero de Jesucristo se prosterna y prorrumpe en sollozos.

En el siglo XVII la literatura europea no suele brindar paisajistas pero fray Antonio del Castillo es gloriosa excepción anticipandose a los naturalistas decimonónicos. Por la casta sensualidad y precisión augura las delicias panorámicas de un Pereda en el Sabor de la Tierruca o el Buey Suelto sin dar de lado en sus notas a la descripción de los tipos que encuentra. A los palestinos frugales de piel tostada y cara de halcón descendientes de los filisteos. A los otomanos venales y descreídos “para con nuestra religión” y algo estúpidos.  Para sobrevivir entre ellos hay que ser sagaz y marchar siempre a su vera con pies de plomo. Los árabes, comunica, son buena gente pero supersticiosos y fanáticos. Hablando con ellos no se puede discutir de creencias y es su postura “o crees o mátote”. Son hospitalarios pero prontos a sacar el alfanje. Tanto unos como otros les agobian a los hijos de san Francisco con sus exorbitadas alcabalas y requisitos déspotas. “Aquí hacen falta dinero puesto que nos tasan el agua que bebemos y nos cobran hasta por respirar”.

No ha cambiado mucho el panorama en aquella tierra a juzgar por las últimas noticias. El ser humano no cambia. Convertir a un mahometano sigue siendo asunto poco menos que utópico.

Pero qué bien huelen las rosas de Jericó, la ciudad de la mujer cananea y de donde irradió el culto a Astarté, la equivalencia a la impetración de hiperdulía a la Virgen María entre los cristianos. Tienen poderes milagrosos. Metidas en agua y colocadas a la cabecera de las parturientas más pronto abren las carnes y dan a luz. La noche de Navidad - siempre según el informe del autor- a la hora en que la Virgen estaba en labor despliegan sus pétalos los capullos que es cosa de ver. Su recolección es por Agosto “ y nosotros se las compramos a los árabes pagando buenos reales”.


Acto seguido relata la forma cómo las remesas de estas plantas que se hicieron por vía marítima a Italia, España, Francia y hasta otros lugares de la Hibernia nunca se amustian, el bajel que las transporta tiene buena singladura y arriba feliz a puerto, no hay pendencias entre la chusmas ni cosarios, conservando los ramos su aroma y color.

Por lo visto, en el convento de capuchinos de Valencia aconteció la sanación inexplicable de una señora a punto de morir del mal de parto. Le fue llevada una rosa de Jericó al aposento, y tuvo una hora corta saliendo la parturienta feliz del trance que un hermoso rorro alumbró. En Roma se tuvo noticia de que un suceso similar ocurrió con la sobrina de un eminente cardenal.

El acopio de datos precisos da al relato la viveza y el interés de un reportaje novelado. Y es de gran actualidad porque los problemas, los pelajes, los personajes y paisajes, con tanta historia y tanta geografía de por medio, permanecen invariables a como él los encontró.

Redactado en 1650, El peregrino a Jerusalén y Viaje de Tierra Santa en el mismo convento de Santa Isabel donde sigue obrando prodigios Fray Leopoldo para con los estudiantes en época crucial se lee de un tirón. Es una odisea espiritual con todos sus pormenores sin caer en los defectos ni fervorines de los libros de meditaciones al uso. Las meditaciones del P. La Palma, Vilariño, Nieremberg y otros biógrafos ascéticos podrán tener un gran valor prosístico y contenido teológico pero son divagantes. No nos cuentan un país real.

La mayor emoción del provincial del convento del Sacro Monte Sión fue decir misa en la Basílica de la Natividad, la misma que está hoy sometida a un asedio que no ha terminado a la hora de redactar estas líneas. Y cantar asistido por dos diáconos la Passio en el Santo Sepulcro en latín. “Me cupo la suerte de consagrar muchos días entreaño en este lugar de la Redención”, se jacta orgulloso y como recompensado por todas las fatigas que hubo de pasar por su causa.

Intenta reflejar la indefensión de sus hermanos de cordón, muy lejos del hogar, incomunicados con el resto de la cristiandad, teniendoselas que ver con efendis fanáticos y agobiantes, oficiales del sultán corruptos e impertinentes como ellos solos, con judíos burlones pero dispuestos a hacer favores a cambio de un buen talego de monedas, y con cristianos de otras confesiones y procedencias, malquistos incomprensiblemente con los latinos. A este respecto da una idea terrible la carta que escribe en marzo de 1653 el guardián del Sacro Monte de Sión, P. Mariano  Maleo, al ministro general de la Orden Seráfica en Roma, fray Pedro Manero “ a cuenta de lo acaecido por causa de los griegos cismáticos que con sus informes irritaron al Gran Turco para asolar nuestra santa casa y acabar con los religiosos que habitan aquellos santos lugares”.


A este tiempo levantaron los griegos una gran persecución contra los nuestros, pobres Catholicos a los que iban prendiendo, y los flagelaban, procurando con rigores y alhagos diesen la obediencia al Patriarca Griego; pero con robusto y exemplar valor confesaban su Fe como buenos Catholicos, y ofrecían sus vida por esta verdad. Muchas Familias[xxxv], atemorizadas de las molestias, dexando sus casas han huido a los Montes; y en fin salimos a su defensa exponiendo nuestras vidas por defender las suyas: y así en esta ocasión muchos religiosos fueron ligados en sus gargantas con sus propios cordones, y atados, y arrastrados por aquellos suelos. Pasó esta borrasca como las demás haviendonos saqueado el Convento, y emborrachandose con el vino que teníamos para las misas[xxxvi] y necesitados y enfermos de las enfermerías. Salieron borrachos por aquellas calles e hicieron algunos males a la gente. Fueronse à Gerusalèn muchos griegos de Belén instruidos del Obispo de su Nación, y se querellaron contra los Frayles, diciendo, que por haverlos emborrachado nosotros forzàron a sus mugères e hicieron otras insolencias; que asi, aquella culpa la debiamos pagar nosotros. Y viendo el Patriarca Griego, que esta querella no conmovió á mucha irritación el animo de los Ministros Turcos, salió en persona acompañado de su gente de Gerusalén y muchos que vinieron de Belén, y alegó que él y sus súbditos eran fieles Vasallos del Gran Turco; y que nosotros eramos sus enemigos, gente advenediza, hombres de mucha industria y muchas máquinas; y que no era otro nuestro fin residir en aquellos países, sino reducir los Vasallos del Gran Turco a nuestra devoción, y modo, y embiabamos a sus hijos a Malta y Candía a ser guerreros, y manteníamos correspondencia con los Corsarios Christianos y dió tantos clamores sobre esto que el Baxá llamó al Padre Guardián, y, hechos los cargos, aunque supuestos, huvimos de asegurar el riesgo, contribuyendo al Baxá, y Cadí, con alguna cantidad, y renovamos la permisión para la libertad de nuestros probres Catholicos, que estaban arrojados en las Mazmorras. (Versión literal).


Fray Antonio por su parte denuncia estos atropellos interpretándoles como un castigo de la Providencia por las miras humanas, “que pecados nuestros son”. Y no se cansa de repetir ayuda y avenencia a los monarquías de Europa para que aúnen esfuerzos mancomunados al objeto de convertir a Jerusalén en ciudad abiertas a los tres credos monistas. El llamado no es de 2002 sino del año 1650. A los propios otomanos no les cabía en la cabeza esta incuria de los occidentales por los testimonio físicos en los que se fundamenta su religión. Y en el capítulo X formula un lamento que todavía debiera estar resonando por las galerías vaticanas. Es una denuncia en que se critica no ya meramente a los príncipes cristianos por su desunión y egoísmo sino en conjunto a la autoridades eclesiásticas. ¿No tendrá el Spéculum[xxxvii] de San Juan de Letrán la culpa de tantos desastres y desacatos? Por aquellos días el dogma de la infalibilidad pontificia no había sido promulgada pero en el fondo de las cartas de los provinciales y guardianes de Tierra Santa late un fondo de amargura del que no se libra ni el propio solio papal:

Para los Frayles de Gerusalén no es el mayor trabajo los tormentos, ni la muerte el mayor dolor, ni los mayores tyranos los turcos; los ojos que atormentan mas vivavente, mirando la profanidad en que están los Santuarios, donde se celebró la Redempción del mundo: el lugar donde fue Christo azotado y rogó con tanta abundancia de su preciosa Sangre, es cavalleriza del Baxá: el Pretorio adonde fue coronado de espinas, es cocina del Baxá: el lugar adonde nació la Reyna de los Angeles MARIA, vivían en ella turcos: el lugar donde se celebrò la Cena, se instituyò el Santísimo sacramento, y baxó el Espiritu Santo sobre los Apóstoles, es Mezquita: la cueba donde Christo oró a su Padre, y sudó sangre, está profanada, pues meten alli los animales, y la ensucian: y finalmente, todos los lugares donde se celebraron tantos Mysterios, están profanados, menos los que poseen los Religiosos, que son, el Monte Calvario, el Santo Sepulcro, Belén, Nazareth, y el Sepulcro de la Virgen. Este espectáculo hiere más vivamente el corazón de los Religiosos, que el cuchillo; porque estas irreverencias miran a la sangre de Dios, que fue en sus martyrios ensalzada. Y algunos turcos han pensado, que los Principes Christianos (que tienen por muy valerosos) no tienen Fè, porque no les cabe en el entendimiento, que se estén despedazando unos a otros rabiosamente, sin otro interès que el pundonor de las cortesia, y que no traten de limpiar la Casa donde nació, y los redimió Dios, de quien dice los ha de juzgar de sus obras, para condenarlos eternamente. Para aquellos Barbaros no hay cuento mas fabuloso, que la creencia de los Principes Christianos; porque les parece que el que adora verdaderamente no da en el desprecio la honra.”(Pp 440- 442).

“De Sion exivit Lex et verbum domini Jerusalem”. Palabras de verdad que cobran una vigencia palpitante en el hic et nunc de nuestros días cuando parece que todo se vuelve contra lo que uno ha tenido por sagrado y todos los valores aun los más sacrosantos han caído en barrena. Cada titular, cada telediario, se vuelve contra nos porque la manipulación y el maniqueísmo hasta ahí abarca. El periodismo se ha vuelto el género más rentable de provocación.


Al contemplar días atrás, después de haber dejado caer el libro que leía, Así habló Zaratrusta, harto de la burradas de Nietzsche cuyo centenario de su muerte algunos celebrarán a bombo y platillo, enchufé el receptor de la caja transparente, ventana atroz al mundo de hoy de hoy, y asistí a la intervención de una enviada “especiala” que con su voz de pito y su semblante de sibila mostraba como victoriosos a los tanquistas israelíes asediando al santuario del Pesebre donde hace 350 años ocurrió un zafarrancho parecido.

El edificio ha sido desde el siglo XIII casa profesa de los conventuales franciscanos.

Yo pensé en el Anticristo del cual nos habla el loco filosofo nazi en sus tiradas y provocaciones. En la serpiente antigua que, recién soltada del abismo, emerge al cabo de mil años y se retrepa en los sillones de la sala de estar donde miramos tele con displicencia. Y me acordé de este escritor poco conocido pero como siempre pasa en la literatura castellana los de poco nombre te deparan más sorpresas agradables que los monstruos sagrados y que hizo esta entrega fehaciente que es un testimonio de fe y de cristianismo. ¿Cómo es que lo tienen arrinconado? Yo adquirí el Peregrino en Villanada una sábado de mercado entre papeles viejos. La denuncia que formuló en su entrega vale tanto para aquellos abasidas del bajá de Constantinopla como para las secciones de asalto del ejército israelita.

Fray Antonio fue prior de aquella comunidad durante sus tres mandatos en diversas fratrías franciscanas de Palestina que se prolongaron durante cuarenta años. No sé donde murió ni donde está enterrado. Seguramente en España adonde regresó un par de ocasiones para costear limosnas para sus frailes en la vanguardia de la cristiandad. No sé si tuvo más naufragios que el que relaciona al principio o fue hecho cautivo por los corsos en alguno de sus periplos. Me es igual. Lo importante es el espíritu. Esa literatura que se va devanando al correr de la pluma apresurada y nerviosa por las diminutas cuartillas y a veces los escritores que se consideran diletantes son los más interesantes.

No sé nada. Sólo que la situación por él vivida la estamos viviendo ahora mismo ante la indiferencia general de los príncipes y reyes cristianos - ¿queda alguno?- y la indignación de la prensa sionista porque en Europa han quemado unas pocas sinagogas. Es lo que buscan secretamente estos medios tan sibilinos y que cuentan con tantos recursos y con tanta capacidad de maquinación. Que se levante otro Hitler. Eso serviría a los intereses yanquis.


En la corte pontificia, mientras tanto, un papa valetudinario y anciano llamaba a los obispos estadounidenses a capítulo por las tendencias pederastas de los curas allá y sus inclinaciones por la mujer del prójimo. ¿Pero acaso no fue así toda la vida? ¿de qué se quejan? ¿A qué viene tanto rasgarse las vestiduras? Esta insensibilidad de la Curia o acaso sea simple miedo de no despertar a la bicha me parece que es crasa evidencia de dejación de poderes y de negación de auxilio. ¿Qué tienen que ver unos cuantos fulanos con sotana que les ha dado por el vicio nefando, licenciosos e mojigatos con el Maestro al que han defraudado? Los enemigos de la Iglesia la atacan por el blanco débil. La Iglesia Poder se convierte así en un problema de bragas y de braguetas pero la Iglesia Verdad es algo muy diferente.  Y hoy por hoy está en Jerusalén en esos frades de la OFM que como buenos discípulos del Señor y del amado Francisco resisten frente a los tanques guardando las reliquias sagradas. Más que en esos relamidos purpurados que se tiran a todo el coro de monaguillos o le meten mano a sus  postulantas, mientras el marido piensa que su mujer, encargada del ropero, ha ido a una reunión de padres. El tema de los confesores atrevidos es tan antiguo que de ellos ya protestaba Sta. Teresa. Y la jerarquía sigue mirando para otra parte.  La reforma de costumbres pretendida por el concilio de Trento ha fracasado. No se entiende por qué la curia no admite el matrimonio de los clérigos dejando el celibato riguroso para las ordenes monásticas.

Eso no tiene remedio. Lo que está pasando con los Santos Lugares parece un torpedo contra la línea de flotación de la Barca de Pedro y un anticipo de que se avecinan tal vez tiempos recios pero esto no habrá que achacarselo a los judíos, como siempre, sino que pecados nuestros son.  La institución se bambalea por causa de nuestros propios delirios, insensateces, sacomanos a la verdad. Pese a todo es un signo de esperanza en medio de los barruntos de persecución que vienen esos hermanos del cordón plantando cara a los blindados poniendo la vida al tablero y defendiendo el derecho de asilo que ha sido una de las grandes cosas del Derecho Canónico.

Los soldados de Sharon con su almete característico me recordaron a los sicarios de Herodes entregados a la matanza de Inocentes. El oficial que pedía los papeles a un grupo de tres o cuatro frailes que abandonaban el recinto alzando pañuelos blancos y bajando la cuesta con las manos en la nuca, enfermos, cansados y crispados por el miedo, era la vera efigie de cualquier impávido SS la noche de los cuchillos largos. Y los carros de asalto, mutatis mutandis, sustituyendo el anagrama nazi de la cruz gamada por el broquel davídico y la V de la victoria que llevaban estampados en el peto pudieran pasar por una sección de asalto de la Wehrmacht a punto de entrar a saco dentro del gueto de Varsovia. Otra vez el ruido de cadenas. Desde luego, jamás podrá compararse el régimen de Sharon, democrático a fin de cuentas, con tales emblemas totalitarios pero a veces los extremos se tocan y la historia enseña que uno puede pasar de santo a asesino en cualquier instante.


Los comandos de infantería que iban registrando hogares palestinos pegando un patadón a la puerta y volcando cajones y armarios ante la mirada asustada de mujeres y niños eran la viva estampa de los  SA (Sturm Abteilung) secciones de asalto utilizados por la Gestapo. Otra vez creí percibir la carcajada de Israel encañonandome por la espalda. Pero no podía ser Israel.  Era el diablo. El enemigo de los hombres que ciega a los que quiere perder. Cuando menos, éste no era el pueblo que tiene la palabra shalom siempre a flor de labios. Las imágenes que llegaban desde la orilla oeste del Jordán donde un esenio vestido de marlota bautizaba y predicaba penitencia se compadecía escasamente con la noción del judío inteligente, humano, sagaz, paciente y buen amigo y siempre a punto de echarte una mano, en las circunstancias más penosas de mi existencia, como así ha sido. Esto no es el ideal que yo admiraba. La sal de la tierra. El pueblo elegido. El Israel de los salmos y de los santos. De los uncidos a la divinidad por el carisma y por los genes. El de Isaías, Daniel y Ezequiel aunque reconozco que en un augurio de este último se basa toda la filosofía del regreso a la tierra antigua: “Os recogeré en un solo haz do quieras que estéis y os traerá a la ciudad de la paz”.

Pero nunca así. Esas no son formas de consumar la promesa mesiánica ni de volver al redil. A cañonazos. ¡Qué penoso resulta a veces interpretar la biblia un libro de tantas lecturas e interpretaciones como creyentes han existido, aunque reconozco que los judíos tienen una gracia ingénita para interpretar el saber de Dios y conocer la voluntad y el signo de los tiempos.

Trance tan desagradable como el cerco a Belén no es nuevo como decimos para los heroicos monjes católicos custodios de los Santuarios. Parecen hechos de un material distinto. Están acostumbrados a pasar calamidades. A los mojicones y malos modos de la soldadesca turca. De manera que los improperios judíos tampoco les cogen de nuevas. Los genízaros entraban en su oratorio a robarles sus pertenencias y a beberles el vino de consumir.  Se emborrachan y luego ocasionaban desmanes, forzaban a las mujeres de los cristianos griegos y corrían a estacazos a los franciscanos por sus celdas.

El Dr. Laguna, autor del Viaje a Turquía, arriba consignado, refiere que los muslímicos no suelen consumir alcohol pero cuando lo hacen tienen muy mal beber. Son los peores borrachos.

En ruta por los caminos tampoco estaban libres de sus acechanzas y oprobios. Con los beduinos las relaciones no eran tan problemáticas aunque dice que por toda Palestina se encontraban moriscos o descendientes de aquellos que fueron expulsados en 1612 después de la rebelión de las Alpujarras y eran algunos paisanos suyos, granadinos, los que mayor resentimiento mostraban hacia la comunidad pero los frailes tratando de ganar su amistad y devolviendo bien por mal los ajustaban de truchimanes e intérpretes. Aunque, en definitiva, la consideración que encontraban en unos y otros estaba muy mermada por los prejuicios. Se creían en jurisdicción de sus personas. Les daban palizas y hasta intentaron profanar a algún novicio sin ningún respeto al hábito ni al cerquillo. Para los árabes aparte de extranjeros, metecos, eran infieles de poca confianza. Y este es precisamente el argumento que exhiben los cismáticos que rinden pleitesía al sultán contra ellos. Amargo es el pan en tierra extranjera y el imperio siempre sabe que para regir hay que tener enfrentados a los súbditos si estos pertenecen a religión distinta o diferentes etnias.


El recuerdo de las Cruzadas estaba vivo en muchas memorias y los francos, nombre genéricos con que conocen los orientales a los cristianos occidentales, en su comportamiento habían dejado mucho que desear.  Habían comportado violencias y sacomanos. Las diferencias y recelos entre Roma y Bizancio era materia de escándalo. Sólo hubo un intento por mejorar aquella impasse y fue la presencia de san Francisco de Asís en los Santos Lugares y al pairo del recuerdo de este bienaventurado que nunca irritó a los árabes con su estilo de vida y su entendimiento  con los paisanos el instituto por él fundado gozaba de cierto reconocimiento. Es por esto que los papas confiaron a esta orden la vela y guarda de los vestigios de Tierra Santa.

Sin embargo, las relaciones con los griegos amén de piedra de escándalo nunca dejaron de ser difíciles. Los curas griegos se casaban y ellos no. Además se les acusaba de proselitistas. El contencioso acaba de saltar en las diferencias de la sede romana con el patriarcado de Moscú que acusa a los papales de ingerirse en los asuntos autóctonos y de ganar prosélitos en las heptarquías ortodoxas de la Rusia de Putin.

Duro es proclamarlo pero por ese cabo, el de la caridad, que es piedra angular de la fe cristiana todos estos cismas que no reflejan sino una lucha por la preponderancia en el seno de la Iglesia las cosas no son ejemplares.

De los papaces griegos, antioqueños, abisinios y melquitas hay anécdotas interesantes a lo largo del libro y la mayoría poco edificantes. Se resalta su afición a la bebida, la ignorancia y sus oficios larguísimos con las luces de la iglesia apagadas que ellos “afirman que baja un ángel del paraíso a darles candela y esto es un embuste porque es uno de ellos mismos el que guarda un cirio oculto y les da a los demás y con estos falsos milagros se aseguran buenas limosnas de los peregrinos que llegan incesantes a Jerusalén desde el país de los tártaros, Armenia y el reino de Moscovia”.

Sus liturgias le parecen muy prolongadas. De pie. Y las misas cantadas con muchos golpes de incensario. Nunca se arrodillan. Se prosternan o hacen una inclinación de medio cuerpo y se persignan al revés y muchas veces con gran reverencia. Una simples vísperas les pueden durar la noche entera. Pero obvía que el esplendor litúrgico resulta magnífico sobre toda ponderación con respecto a los canónes occidentales.

Es la misma afirmación que efectúa el autor del Crotalón el cual un siglo antes había estado también por aquellas tierras. La descripción que hace de la vida de los monjes  en el Monte Athos es una página impresionante y concuerda con la versión de fray Antonio del Castillo quien constata, a su vez, la estrechez en la que viven los eremitas del desierto de san Sabas, asceterio antiguo donde todavía en 1630 se congregaban más de dos mil solitarios. “Uno de ellos habitaba una torrecilla alta y angosta y estaba incomunicado desde hacía veinte años”. Es la imagen del verdadero estilita que pasó la vida atado a la columna. Una pierna se le gangrenó pero todavía le quedaba otra sana y a los incomodos huéspedes les pedía que consumasen su obra e hicieran lo que les mandaba Dios.

Éste del cenobio de san Sabas no salía para nada de su lugar. ¡Cómo olería!

Con una que él echaba desde arriba le subían la comida, un poco de pan y una jarra de agua. Por mucho regalo unas aceitunas. Y eso el día la Pascua.


Fueron ilustres miembros de esta comunidad san Cirilo primer obispo de Jerusalén y san Juan Crisóstomo. “Allá no comen sino habas, ayunan siete cuaresmas entreaño - el mismo dato que aporta Cristóbal de Villalón- y hacen colación sólo al ponerse el sol y lo que comen están poco que es penitencia probarlo”.

Sin excesivas preocupaciones canónicas y sin caer en los ambages y rodeos que hacen algunos exégetas nuestro peregrino rastrea en las fuentes de los Apócrifos cuyas bellas y un tanto increíbles historias completan cuanto callan los Sinópticos sobre la vida del Divino Jesús. Estas leyendas forman parte del corpus de la tradición piadosa y tuvieron una fuerte impronta en los católicos. Desde la edad media hasta el barroco. Son materia prima de la Leyenda Áurea. Y subministraron tema de inspiración a pintores y artistas centrados sobre todo en la humanidad del Salvador. En el detalle. En las cosas nimias sobre las que los cuatro evangelistas pasaron de largo. Pero esta amalgama de cuentos entreverados con la verdad se miran siempre bajo el punto de vista europeo, tan diferente al levantino, y con la mira de conseguir algunos de estos objetos que guardarán para siempre poderes de curación.

De esta forma la cueva de Belén donde pernoctó la Sagrada Familia en su viaje a Egipto conserva una arena blanca que es muy solicitada incluso de los árabes. Es el caso que estando la Virgen dando de mamar al Niño un chorro de leche brotó de sus senos y cayó sobre el terrado. La tierra entonces se volvió blanca como la cal y a partir de entonces los betlemitas van a por ella y la recogen en serones. Se la ponen a sus enfermos en aquella parte del cuerpo donde está el mal y sanan de repente.

Esta arena blanca es un paliativo infalible contra la fiebre, mitiga el dolor de muelas. “No hay lugar en la tierra que tenga tantas indulgencias como éste”.

¡Oh zancadas maravillosas de este fraile menor, vagabundo del buen consejo, que le llevaron a bañarse a las aguas del Jordán. Al epicentro mismo desde donde empieza la peregrinación de los redimidos! De lo que trasciende de sus escritos mucho quería este hombre a Belén, la ciudad del pan, la Efrata, donde naciera David.

No se conseguirá nunca comprender el cristianismo sin ese concepto de advenedizos, de pasajeros en tránsito por este valle de lágrimas. El viaje purifica y expía las viejas culpas pues la posesión del reino implica la renuncia, el desprendimiento de lo material, una noción radicalmente opuesta a los criterios del mundo, que estimulan a poseer y a acaparar. La tierra prometida por el Mesías verdadero poco tiene que ver con los idearios de riqueza, belleza, salud física y poder tan ambicionados ahora mismo.

Es ahí precisamente donde radica el choque entre la “pistis” griega y el emunáa judaico. La peregrinación, la hégira, el desasimiento se hallan profundamente enclavadas en las veras esencias tanto del corán como del evangelio.


No se podrá evaluar ni entender el comportamiento radical de los que renuncian a todo por seguir este aviso del maestro interior: los monjes contemplativos, los cátaros, los yoguis y hasta los morabitos del Rif semi ocultos en sus rábidas espirituales.  Para subir hay que bajar y para tener despojarse.

Entonces las sandalias de este mochilero de la fe se impregnan del polvo de sendas místicas. Proyecta el espejo fatigado a lo largo del trayecto. Aparentemente todo es el mismo camino pero de tarde en tarde salta la chispa de la genialidad. De lo inaudito. Cuenta bizarras y hasta grotescas historias donde se conjugan el Nuevo y el Antiguo Testamento con algún aditamento de las suras coránicas tan bellas como imprecisas cuando hacen referencia a algún paso de la vida de Jesucristo o de Mirián.

Refractario al sermón, vicio en el que suelen caer los manuales de devoción, que suelen subirse a la parra y confundir las churras con las merinas originando un sucedáneo de piedad tan recargada como intimista, recoge hasta los más humildes ruidos de la vida cotidiana allá en Palestina. Roma. Con ese sesgo individualista que se percibe en todo, desde el derecho hasta las devociones particulares, nunca ha llegado a entender ese sentido coral y viril que tiene la plegaria en oriente.  Y se nota que el descubrimiento de esta forma de entender la religión le hace vacilar un tanto, pero sin dejarse llevar por las dudas. Por eso suspende todo juicio de valor cuando le presentan una reliquia o un lugar venerando.

Sus trancos a lo largo y a lo ancho de Palestina unas veces son a paso corto y a otras a paso largo pero sin perder nunca de vista el rastro del rostro de Cristo. ¡Con cuánta humildad este minorista acaricia el polvo que besaron las pisadas del Mesías prometido cuyo reino dijo no ser de este mundo.

Y esta viene a ser un poco la explicación a tanta ruina santa que le anonada por el camino al cruzar la mirada. No somos de esta tierra. Nuestra meta es el cielo porque acá abajo todo pasa. Pero contempla con fervor los mismos árboles que dieron sombra a Jesús. Siente en su piel la caricia del mar de Tiberíades y sube a la higuera de Zaqueo para probar los sabrosísimos frutos. No hay higos más dulces que los de los sicomoros de Israel. A la vera del camino se lanza cantar el oficio divino según las prescripciones de san Francisco pues esta norma es “buen salvoconducto para la felicidad” en compañía del lego que le escolta. Recorre las provincias de Judea, Galilea y Samaria. Para un cristiano estas sendas conducen siempre a la ciudad de dios, la Jerusalén del alma que carece de espacio y de fronteras limitadas.


Fides et Veritas. Lumen et Charitas. La fe se bate cuerpo a cuerpo con la razón. El paso de todo hombre es un estado permanente e apocalipsis, de aprendizaje, de revelación. Es como el descorrerse de una cortina que abre vistas a un horizonte infinito cada mañana. Shema Israel. Mas el nuevo estado surgido tras el mandato británico a raíz de la Declaración Balfour es un borrón y cuenta nueva que se desciñe de ese proyecto taumatúrgico con que tienden vuelo los bautizados hacia la Roca Santa, fuente de la Redención. La luz pugna con la oscuridad. Hay cosas que no casan. Aspectos poco afortunados que empañan el proyecto divino por causa de las mezquindades de los hombres. A los que veneramos a Israel y luchamos por el reino de su justicia en la tierra nos parece sacrilegio que lo hayan convertido en un vulgar estado policía tan cetrino como los demás. Tan digno de menoscabo como las naciones árabes que hicieron del terrorismo salvaje un arma y un pretexto. Dan casi ganas a la vista de eso de cerrar la tienda. Se comprenderá entonces por qué Job se dio a la bebida.

Nos envuelve una nube de enigmas. Todo lo humano es un tobogán de contradicciones. Una pelotera de recriminaciones. Manzana de discordias, sarcasmos, matanzas, pero también melodía de antífonas de son antiguo y de bellísimos himnos a los pies de ese serafín de seis alas tan alto que no puede un hombre abarcarlo con la mirada y que para recorrerlo de la cabeza a los talones haría falta un día entero de caminata y que según los creyentes musulmanes está guardando la entrada a la mezquita de Omar.

Bajo los arcos de Jerusalén resonaron las melodías aladas del arpa de David o se escuchó la coda vibrante de los Coros en sus alabanzas bajo el gran Sabaoth de la Jerusalén celeste.  El destino de la Humanidad que brilló humilde pero definitivo en los filamentos de la estrella del portal cuna de la paz atraerá siempre a los corazones de buena voluntad. Pero a veces parece que la luz se oculta y en el orfeón que entona la melodía, en lugar de concento, hay voces que derivan en desafino. ¿Dónde andará el director de orquesta?

El provincial granadinos que celebró muchas veces la Misa del Gallo en el altar de la Natividad y cantó la pasión del Señor ante la cueva de Getsemaní trata de intimarnos en su relato el mensaje vivo de las nochebuenas betlemitas.

Allí hasta el aire cuaja bálsamos de azahar de los que se desprende una aroma de resurrección perenne. De purificación que no cesa. Los muros del antiguos templo destruido donde los piadosos de Mea Sharim hacen sus encargos por escrito (jrilev) que introducen por los huecos de la pared pidiendole a Dios gracias de toda laya para hacer frente a las necesidades y terrestres del humano vivir son un ejemplo de fe milenaria. Jerusalén es un invitatorio al recogimiento. A la oración. Pero no hay que olvidar tampoco que fue allí donde Cristo precisamente empuñó el látigo contra los profanadores de su casa y lloró a la vista de su perfil urbano antes de que se consumase el augurio de la destrucción de aquel suntuoso edificio por las legiones de tito.


Fue aquel uno de los momentos más terribles que registran los anales. Más de un millón de muertos en su mayoría por hambre y otros tantos conducidos al cautiverio como muestran los bajorrelieves del Arco de Triunfo capitolino. ¿Podrá Dios sentirse orgulloso de esa inmensa pira de cadáveres? El castigo fue terrible. Digno de un Iahvé. Pues terrible es el Dios del Sinaí en palabra de Emilio Castelar. Sin embargo, los judíos siguen ahí. Son una raza correosa que ha sobrevivo agarrandose a la Escritura. “ La Biblia tiene cosas que no nos gusta - decía Golda Meir- pero gracias a ella estamos todavía aquí”.

Cualquiera que sea la respuesta a esta interrogante, denominar a Jerusalén como emporio de la paz, que es su verdadero étimo, no deja de sonar a sarcasmo en oídos de mucha gente.  Y la Biblia, para más inri, tiene como colofón un libro vehemente de poesía incomprensible: el Apocalipsis.

Señor, que yo vea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENTREVISTA A LA MUJER DE HIERRO GOLDA MEIR O LA GLORIA DE UN SCOOP

       


4Su rostro era un pergamino. Un mapamundi de penas y de ensueños. El aspecto cansado. Harta de mirar y de ver siempre lo mismo pero los ojos que tenía grandes y que un día fueron los de una mujer bella y de ellos se desprendía un atractivo poderoso. Quien alguna vez hubiera visto a dos pasos a Golda Meir nunca la olvidará. Los ojos se quedaron dentro. Se parecían un poco a los de mi abuelo Benjamín y ella por su halo, por su manera de mirar y conocerlo todo, que no necesitaba ni preguntar para ver cuál pudiera ser el problema de la persona que tenía delante. ¿Qué me vas a decir?  Era como una de esas santas que van poco a la iglesia, a la sinagoga en este caso, pero que inspiran seguridad y que su oblada deberá arder, buena oblada, en los pebeteros del Altísimo.  Pero de niña, allá en Kiev, tenía fama de chica terca. Tan inteligente como hermosa y no daba fácil su brazo a torcer, pero todo cuanto hacía, hasta el amor, las reprensiones, lo hacía con amor. Fue para mí uno de los puntos álgidos de mi vida profesional el poder hablar con la mujer fuerte. Poderla mirar de cerca. Te hacía pensar en Judith. En Esther. En Rebeca. Los judíos son una raza de acero porque cuentan con estas mujeres berroqueñas. Ellas son las que transmiten la llama del fuego sagrado. Quizás tenga también dicha peculiaridad que les convierte en vaso de elección, en garantía de la famosa castidad judía. Es una de las religiones que da instrucciones muy precisas sobre lo que se ha de ser y no ha de ser con el cuerpo, habitación del Espíritu de Adonai. Y no sé por qué digo. Porque la vida es un tesoro en una vasija de barro. Frágil. Muy frágil todo ello. Se trataba de un ser humano impresionante.  El pelo lo llevaba recogido atrás y vestía de negro una falda y una blusa de mangas cortas. Sus miembros inferiores y superiores pero tenía los tobillos hinchadas. Mala circulación. Y un bolso de skay comprados en Woolworth o Mark Spencer, que no se distinguían en aquel entonces por el acabado del refino y acogían la clientela más proletaria de la población londinense. Ella con este gesto que no era un golondro de ese simbolismo tan judío estaba dando a entender que el mundo corre a ser masa. Se acabó el tiempo de las elites. El consumo devorará al arte y la cantidad a la calidad. Su bolso de abuela pobre estaba dandonos pistas acerca del porvenir.

“La vida del buen judío es leer y leer”, fue una de las confesiones que me hizo aquella tarde.

Ellos vienen al mundo uncidos al yugo de la palabra y rotas las cadenas de la tiranía cuando lo dejan un poco más asequible y cómodo, aunque plagado de dramas, traumas y trampas. Es la misma comezón que salpican a los que sienten pasión por la literatura y que son un poco judíos en el fondo. Es una norma entusiasta y demoledora. Exigentes consigo mismos. Masoquistas. No se parecen a los demás mortales. Es como si llevasen el globo de Prometeo a sus espaldas. Hay que dejarlo todo. Ceñirse la correa de la castidad. Ponerse el amito de la misericordia y acariciar el manípulo de los escogidos.

Por eso se vuelven tan odiosos a las personas corrientes y vulgares que tampoco ni poco ni mucho los comprenden.  Pero esa incomprensión constituye un gaje del oficio. Grandezas y miserias de la profesión mesiánica.

Y esta pasión por la palabra la lleva inscrita en su frente Golda Meir.  La Mujer de Oro. Todas las frases que pronunció en la suite del Hotel Claridge donde me recibió retumban en mi memoria. Eran aldabonazos proféticos. Todo su discurso fue un sapiente atentado contra el tópico. El ser humano está obligado a pensar por sí mismo. No que se lo den todo hecho.


La Mujer de Oro, la Mujer Fuerte, consiguió transformar en grandeza todo cuanto tocaba. Cual una nueva reina Midas pero el oro de su palabra no era sino metal metafísico. Su cara era como una roca. Ya algo metida en carnes y haciendo gala de esa modestia y austeridad que sólo se encuentra entre los verdaderos seguidores de la Torá para quien vivir no sino un desvivirse hacia adentro porque esta vida es lugar de paso, centro de acogida. Una trabajosa pascua ininterrumpida de Cabañuelas en espera del Sábado que no cesa. Es la razón de la gnosis que invocan los perfectos. Pero ella, agnóstica, se me presentaba con rostro humano y comprensiva con las carencias del prójimo. De abuela metida en años y en carnes era la imagen. Que fumaba sin parar, pues era una mujer- mujer como el café -café, muy real y liberada aunque para la Meir la libertad no se compadecía con la emancipación sexual, algo sumamente candente y problemático para la hija pudorosa de un rabino observante de la ley, y tenía los tobillos hinchados. Era de carne y hueso y no una efigie de madera o escayola a la que los prejuicios idólatras de algunos quieran entronizar en los altares con nimbo y aureola. Y era una “turris ebúrnea”, una “domus áurea”, y una “mater castissima”, inviolada al desaliento. Se parecía un poco en el rostro a esa Virgen que invocamos los católicos en las letanías loretanas.  Con una espina de cambronera en medio de la frente como Rita de Casia:

-Yo tengo mis defectos- aclaraba-. Amé y desamé como todas las mujeres. Fui mejor madre que esposa. En mis tiempos las divorciadas no eran bienquistas de la sociedad y más aun en Chicago.

Apenas parecía dar importancia aquello que para los paganos tanto cuesta que es la imagen exterior. Desde niña rehuía de lo postizo.

Sin maquillaje y nada atalajada ni llevaba un solo anillo en ninguno de sus dedos. La única concesión que hacía a las pompas y vanidades del mundo era el vicio de las hojas del tabaco pues la venganza de los indios es un compañero de la soledad de los que sienten responsables y como pegando brincos por la sinrazón de la vida misma.

Se había hecho fumadora en los años de la clandestinidad para entretener las esperas y escoltar a sus pensamientos. Fueron recios lustros de mucha brega.

I have had not had what you might call an easy life[xxxviii]. Extraía los cigarrillos de una pitillera con una inscripción, regalo de uno de sus nietos, metida aquel bolso tan hortera que la acompañaba a todas partes. ¿Lo habría comprado en las rebajas? Sobre su brazo aquel objeto práctico recordaba un poco a la Reina Madre. Isabel de Inglaterra, con aquellos abrigos color verde de felpa y aquellos bolsos horroroso, vestía con el mismo gusto de una sirvienta en su tarde libre.

Quien lo lleva y quien lo sabe a veces no lo demuestra. La una era la hembra más rica del planeta. La otra una de las más poderosas a pesar de representar a una nación pequeña, casi insignificante, pero todo fuerza. Todo medula. A Israel la plantaron en medio del desierto como una enigmática columna.

Su aspecto era hombruno. Se llegó a decir que era la que estuvo llevando los pantalones en el gabinete israelí pero la mirabas al rostro y te dabas cuenta de que en verdad esas habladurías no reflejaban la imagen exacta. Seguramente era de lo más maternal. Lo decían sus senos poderosos y era un símbolo de esos generosos regazos de las abuelas judías.


¿Será Israel desde Judith y Esther para acá un matriarcado o más bien una anfictionía de guerreros, banqueros, químicos, matemáticos, ingenieros y sabios que han patentado los ordenadores, la bomba H, las ametralladoras Uzi, el riego por goteo, el music hall, la reacción Wasserman, Lombard Street y Wall Street, el New York Times, la revolución rusa, la biblia, Hollywood, la letra de cambio, el psicoanálisis, los oráculos, el pan sin levadura, todas las pascuas por su debido orden: florida, granada, la del Seder, las Cabañuelas, la de la expiación, la música de Mendelsohn, Spinosa? Lo grande en lo pequeño. Los montes serán aplanados y los valles nivelados. Lo izquierdo en lo derecho.  Resucitarán los gigantes y el león se apareará con el cordero. He aquí a los profesores de Berlín y a los radiólogos de Praga que se van al desierto a trabajar de pico y pala, convocados por la profecía de Ezequiel: “He aquí que yo abriré vuestros túmulos y os sacaré de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os introduciré en la tierra de Israel”. Pero esta resurrección de los elegidos acarreará una danza de la muerte macabra para otros pueblos que habrán de ahuecar el ala y tender el huelo para dejar sitio a los elegidos. ¿Cómo podrá ser dios tan caprichosamente injusto?

Era una hermosa mañana de primavera. Afuera rugía la marabunta del tráfico rodado por la bajada de Regente Park y en el parque de al lado lucía ya sus galas la primavera londinense, larga, fría y con intercadencias. Los castaños regoldones se ponían su casulla verde de flor. Las raspillas y miosotas alegraban las platabandas y los macizos de las mejanas de tráfico en todo el perímetro de Hyde Park. Los fantasmales robles que crecen en manípulos se revestían de polen para una inmensa celebración y los coris hacían cola para bañarse cerca de las aguas pandas de la Serpentina. Ya abrían sus yemas abullonadas, anticipo del primer fruto de las excelentes avellanas inglesas.

Los narcisos que allí dicen dafodilos celebraban con parrandas de cromáticos colores su himeneo con Dafne. Los gorriones de triste pelaje pero bien alimentados y acostumbrados a sobrevivir en las adversas condiciones del hiemal británico, que tanto deprime a los humanos, preparaban sus estridentes conciertos desafinados en la copa tupida de los magnolios como ajenos a las cuitas de los humanos. A las noticias en la BBC-2 que contaba, impoluto y atildado, siempre con trajes cortados en Savile Row, Roger Baker o a las fiestas de sábado noche que conducía Cilla Black.

Todos los que vivíamos y escribíamos en el Londres de  los albores de la movida o swing de aquellos años en minifalda, ropa casual y una taza de café en tu casa o en la mía, vida mía, después del baile, eramos conscientes de estar asistiendo al nacimiento de algo nuevo.

Sabíamos que estos interregnos de bonanza en la historia son infrecuentes. Por eso apuramos con avidez la copa de la felicidad que nos tocara en suerte.


Al atardecer nos encaminábamos al pub. Una cuantas libras y un amor en el bolsillo, acaso una cita, un número telefónico o la seguridad del venador de ciervas montesinas propia del macho que ha comenzado su berra y se siente seguro y potente.  En aquellos años no era problema la cuestión de la virilidad que ahora la tenemos todos tan flotante como la libra esterlina bajo el mandato de Haroldo Wilson. Nunca parecía que iba a sonar la campana y el aviso fatídico que a mí me recordaba al tercer ángel pregonando aquello de “last order please”. Por lo menos habíamos llegado a la última ronda. Tengo grabada en la memoria la aparición de aquellos hosteleros angélicos en mangas de camisa que accionaran con fuerza el badajo y apagaban algunas luces del local para anunciar el final de la velada a las once en punto de la noche, las diez en Canarias. Apurábamos sin saberlo nuestras últimas rondas.

A todos nos entraba una extraña sed que a lo mejor no era física en cuanto tal sino el triste presentimiento de que aquellos días de vino y rosas, de Beatles, y de novias en barrios apartados al otro lado del Támesis que ibamos a buscar, tendrían su punto y final.

Estábamos abocados a algo muy distinto. Era el final de una era. Hasta a la cazuela de la pipa del bueno de don Haroldo, siempre tan bien abastada, le faltaría el tabaco. La hoguera se apagaba. A mí de mayor lo que me hubiera gustado, por sentimiento premonitorio, era se Haroldo Wilson.  Fumador de múltiples cachimbas. Ser un buen laborista y tener una secretaria tan eficaz como Marcia Williams.

La canción del verano otoño anterior había sido: “We are the union men”. Aquí somos el poder del sindicado. No había aparecido aun el trasnochado oso buco con su escolta del más largo que un ocho. Allí el sindicalismo era algo muy respetable pero se lo cepilló la Thatcher. Un Vic Feather o un Jack Jones con un Cándido Méndez o el Fidalgo Largo ese, nada tiene que ver. Los sábados por la tarde en las concentraciones de la plaza Trafalgar arengaba a las masas el viejo brigadista Jack Jones y yo vi a Isabel Allende subirse a una de aquellas plataformas improvisadas cabe los leones de ciclópeas melenas de bronce y de las estatuas fundidas con los cañones de las guerras de Afganistán.


El gran debate nacional por aquella calendas previas a Yom Kippur y la guerra que desencadenaría la primera crisis del petroleo era sobre si el Servicio Nacional de Salud o Seguridad social británica debería facilitar a los registrados en sui larga lista de pacientes lentes y dentaduras postizas. “Dentures & specs”, era el anapesto  que explicaba el dilema por aquellos días. Estado nodriza para todo. Ser o no ser. Y los británicos no habían llegado a los grados de comodidad y de ventajas de los suecos en esto del estado de bienestar pero se sentían muy orgullosos de proclamar las bondades de su well fare state.  Los Beatles colocaban sus últimas novedades en los primeros puestos del hit parada y todas las niñas del Reino Unido se desmayaban al ver a Ringo con sus melenas al entrar en escena. Era el mejor batería del mundo y John Lennon uno de los mayores genios de todos los tiempos, pero todo pasó. Ya. Aquella movida la había iniciado un judío, un tal Epsein, el apoderado o mayoral del gran grupo, que acabaría zampandose un frasco de barbitúricos como le ocurrió al Dr. Ward el proxeneta de Cristina Keller. En España mientras tanto estaban por la lucha política, aquí era sólo electrónica o fantasmal y estaban cantando a todas horas el “no nos moverán”. Vivíamos muchos en lo alto de una nube parlante y veíamos el mundo a través de un ventanal gótico - oriol windows- cuya convexidad nos acercaba al bromo, a la festuca y al trébol del jardín. Teníamos complejos de invitados a la gran fiesta. No cesaban los cantos del gran musical. Nuestra vida era un sueño de Top of the pops. Un guateque que nunca se acababa. Para nosotros el primer puesto de tiro al blanco, ganamos en las apuestas de las carreras de hemionos, las muchachas de cuerpo gentil nos decían “I love you” y en nuestros oídos no sonaría tan estúpido como a lo que nos acostumbrarían los años. Ayunábamos en nuestros lofts yorquinos y en nuestras buhardillas o en los tuneles con derecho a cocina pero a nosotros nos parecía que cada día en nuestro hogar se extendía la perezosa y no nos tratarían tan bien en Buckingham Palace donde viven con tanto lujo y lacayo.

Las huelgas mineras habían dejado el invierno anterior a las islas a oscuras en lo que algunos dieron en llamar glosando el título de un drama shakesperiano The long winter of discontent.

Luego cambiaron las tornas. Los ingleses deshojaban la margarita del to be or not to be. De si Europa o el aislamiento dorado. Heath les iba a meter en Europa por la puerta falsa un primero de enero de 1973 que bien me acuerdo yo de aquellas navidades, pero los ingleses no se sentían plenamente europeos a pesar de haber renunciado a su antiguo sistema de pesas y medidas y de haber adoptado el sistema métrico decimal.

En el fondo querían seguir jugando a gran potencia y eso iba a inclinar el platillo de la balanza del lado de los americanos. Sus aliados tradicionales.

Pero cumplir esa tarea que no era más que una idea en ciernes no le tocaría a Wilson ni a Heath. Ni a Callaghan. Sería un predicable llevado a cabo por la Thatcher. Reforzado más tarde por Tono Blair. Sosias de Bush.

Siguen contando de diez en diez en vez de doce en doce pero al euro ni le miran.

Por aquellos días parecían salir del gran letargo en que se movía el país desde el Festival de la Luz de 1956.

Despertaron.  Subió la gasolina y ello significó el principio del fin del laborismo de Clemente Attlee y de Ernesto Bevan.

-Time is up - proclamó el cancerbero.

-Last orders, please - coreó el tercer ángel, el que tiene su aposento en lo alto de las campanas de las tabernas británicas. Es un cuchitril misterioso al cual sólo unos pocos hemos tenido la suerte o la desgracia de descubrir.

Se terminaron las valquirias. Nos pedían que dejásemos de acariciar sueños oníricos bañados en cerveza.

-Dad por concluido el tiempo del amor. Dejaos de romanticismo. Ahora lo que aguarda es una brega más dura.

-Last orders please...   Last orders- el pincerna había cambiado su tono de voz suasorio en amenazante.


Yo viví aquellas últimas rondas. Los elegantes y lujosos pubs se convirtieron en pizzerías. Y en MacDonalds. Había comenzado la gran reconversión de la modernidad.

-No vendrá mi amor nunca más.

-Abandona tus sentimentalismos trasnochados. No tendrás amor pero sexo todo lo que quieras- insinuaba machacón el Tercer ángel castigador que blandía un látigo desde el umbral de mis quejas.

Siempre llego tarde a todos los sitios al humo de las velas. De todas las partes me echan.

Y en dicho cambio tuvo bastante parte activa aquella mujer que tenía yo al alcance de mis ojos en la suite de lujo del hotel más aristócrata de la Milla de Oro. Era la primera ministra de un gabinete socialista y toda aquella riqueza del entorno parecía venirle grande a la heroína de los kibutz. Me había convocado porque unas declaraciones suyas favorables a Franco habían levantado cierto revuelo en los sectores izquierdosos del pasillo sionista británico. De hecho el New York Times abrió con uno de los titulares de mis crónicas lo que no dejaba de ser paradoja porque el gran rotativo no suele prodigarse en las noticias referentes a nuestro país que hay que encontrar con lupa en algún rincón perdido de sus extensas galeradas. A muchos desconcertó la quiebra básica de este sigilo normativo con respecto a España. Spain is for us an especial case. Hay que echarla de comer aparte porque suscita sentimientos enfrentados de amor y de odio en el corazón de todo judío. Lo grande en lo pequeño y en lo que a mí respecta lo tengo a honra, este gacetillero intrépido tuvo el honor de romper aquel limbo de los justos a los que nos habían destinado los intereses creados del gran capital. Vivíamos en la oscuridad y en el ostracismo. Muchos no se habían sacado la espina de la guerra civil. Aquella maniobra les salió mal a los Rothschild porque precisamente, otro chueta mallorquín por nombre March había apostado por el mejor caballo de aquella cuadra. Yo rompí el statu quo siendo primera página del sesudo New York Times. En cierto sentido les volví locos. Claro que fui el primero que aquel télex que guardaba yo en la bodega de mi hura con fantasmas templarios acompañantes era un arma cargada de futuro. Más poderoso y contundente que todo un silo nuclear. Bastaba con utilizar inteligentemente la dialéctica y para reconducir la información, siempre manipulada y parcial, a qué engañarnos. Lo del novelista omnisciente y objetivo sólo se les puede ocurrir a ciertos críticos cursis. En periodismo no existe tal asepsia. Hay de por medio muchos intereses creados. Entonces las prensas, sin embargo, hasta la llegada del Cebrián, las prensas eran nuestras.


Golda Meir que era un animal política de casta y con mucho instinto no calló lo que otros silenciaban ya por conveniencia ya por respetos humanos. Y fue la ayuda y el asilo que recibieron del Caudillo muchos judíos que venían huyendo de los nazis. Hoy los periódicos jalean el derrocamiento de su estatua en la plaza del Caballo de su Ferrol natal. Esto es el comienzo de un vendaval que puede acabar con el desarbolamiento de todo lo que creíamos sólido. Muchos que viven alegremente y despreocupados ya que ven las barbas de su vecino debían poner las suyas a remojar. El fin de la monarquía y la llegada de la tercera república puede estar a punto de comenzar.

No tenía pelos en la lengua. La Meir era la Meir.  Iba a su aire a sabiendas de que iban a caer en algunos sectores como puñados de picapica. Pero el compromiso con la verdad de esta señora estaba por encima de los intereses coyunturales. Hoy aquellas loas a un personaje que está tan vilipendiado y al que se arguye de todo pecado deberían ser analizadas y sopesadas.  Era el testimonio de agradecimiento a un hombre por una de las primeras feministas aunque el feminismo que profesaba la mujer fuerte nada tiene que ver con el de nuestras sacerdotisas laicas que rinden culto al cuerpo. Ellas repican a Fascio bajo la guisa de la progresía alentando, igual que todas, el pensamiento único.

Ella siempre soñó con poder ayudar a cambiar el mundo. Por eso fumaba. Porque no las tenía toda consigo. Los grandes lectores suelen sentirse abrumados como naúfragos de los libros en cuyas páginas brotan ideas encontradas. Un libro contra otro. La vida que subyace en la literatura es como un crucigrama. Pero vas poniendo las palabras una vertical y otra horizontal y luego resulta que encajan. Sólo la paciencia judía es capaz de engarzar tanta vedija de humo como nos circunda.

Y, como esos personajes de Felipe Roth que estampara en una de sus novelas la noción del santo bebedor, el que bebe y reza a la vista del “medinesh” de oro, Golda Meir  diagramó en la prática la utopía que anhelaran los Weissmann, los Ben Gurion los Ben Leví. Israel fue un sueño de humo elevado del fuego de la cachimba de un tuberculoso: Teodoro Herzl.

Pocos sabían que ella era rusa o ucraniana mejor dicho. Había nacido en Kiev.  La hija de un carpintero, un hasidim piadoso. Un inocente marginado por su pobreza. Había días que en casa no quedaban para comer más que unas gachas. Antes de emigrar conocieron los pogromos cosacos antes de que los hornos crematorios fueran encendidos. La canción y la película del Violinista en el Tejado describe el tenor de la existencia de aquellos guetos  en los tiempos del zar. Topol pudo ser su padre.

Rezaban en hebreo pero sólo sabían hablar yiddish. La vida en el gueto debía de ser terrible pero el judío está hecho de una materia especial que lo convierte en superviviente.  Carne de cañón y carne de diáspora. Y a pesar de todo sobrevive. Esta fuerza es su salvoconducto.

Hay que ser pacientes y esperar los buenos tiempos, decían los seminaristas de la yashiva de Minsk a la hora del rezo de la Shema.

El señor está con nosotros. Es lo que canturrean mientras pasan los dedos por las páginas gastadas de los familiares “siddur”. Porque no duerme ni sosiega el que guarda las ovejas de nuestro redil.


En 1948 fue designada embajadora de Israel ante la Urss. Fueron los años duros del estalinismo, ya abocado a su final, el de los Procesos de Moscú. Concejeramente, en aquel país cuyo régimen empezaron a gestar fue donde toparon con mayores dificultades.

-¿No se lo esperaban?

-No. Nosotros fuimos creadores de la Unión Soviética. Siempre hemos sido los primeros. Nos domina un afán pionero.

-Los primeros serán los últimos, premier.

-Esos son juegos de palabras. Pero si usted se fija no se nos puede argüir del pecado de cobardía.

-La audacia es judía.

-Como la sabiduría. Pero nos dolió también la traición británica y en América del Norte no corrían tiempos muy favorables, había sonado la hora de la caza de brujas. Se nos tachaba de comunistas. Pero Israel sabe esperar. Su capacidad de aguante taladra el muro de cemento de los siglos. ¿Somos comisarios de un plan divino que a otros pueblos menos perspicuos o más holgazanes se les escapa porque desconocen que Dios no es más que la potencia del destino?

Todo eso me dijo.

Perpleja por sus propios soliloquios que la conducían a conclusiones tan lejanas como imprevisibles encendió otro cigarrillo.

A un judío no le gusta pronunciar la palabra Dios ni lo hace tan a la ligera como los cristianos. A ellos el mismo concepto les llena de terror. Por eso lo designan como eufemismos como el Agente Supremo, la Vía más Alta, la Inteligencia Determinate, etc.

Entonces se me ocurrió a mi echar agitar las aguas de aquel monologo.

-¿Y si Dios no fuera una prolongación angustiosa de nuestro propio ego? El Génesis enseña que Dios hizo al hombre a nuestra propia imagen pero es verosímil que fuera al revés, que hagamos hecho los hombres a nuestra medida. Atribuimos a la divinidad predicables humanos. Vamos por ahí colocando etiquetas a nuestros sermoneos teológicos. De suerte que transformamos en algo ilógico y descabellado el Logos.  Dioses de barro que equivalen a mitológicos espasmos. Uno siente escalofrío al pensarlo. Detrás suena la carcajada. Esténtor por estos días tiene hartos trabajos. Sus pulmones homéricos abarcarán cincuentas voces de hombre y se ríe. Se ríe. Más que reír lo que hace es cachondearse pero con tales fábulas nos damos por conformes. Que asi se llena el hueco de nuestra certidumbre de la muerte.  En ese Dios pensamos queremos encontrar la inmortalidad que nos falta y en su omnipotencia la capacidad de fuerzas limitadas.


-Eso mismo creo que pensaba el padre del estado de Israel. Tenemos que rezarle cada día a la aurora y al ocaso, pero luego actuar como si no existiera. No basta creer. Es preciso buscarse la vida y agenciarsela. Porque Adonai. Únicamente ayuda al que se ayuda a sí mismo. La fe sin obras equivale a una campana rajada.

-Iñigo de Loyola profesaba el mismo criterio.

-Es verdad. El pueblo hebreo no se justifica por la fe. Ni cree en vanos paraísos. Su noción de la vida de ultratumba se concretiza poco. No piensa en el cielo ni el hades. Esos lugares habrá que buscarlos en el interior de uno mismo. El dolor y el deleite se combinan en nuestra vida. El triunfo es la puerta excusada de la casa de los fracaso. Tampoco conviene fiarse mucho de las apariencias. Todo es peligroso y puede volverse contra ti al iniciar la andadura del eterno peregrinar. Por eso hemos tenido tendencia a acaparar dinero no por avaricia sino porque pensamos que el único pasaporte cuando vienen mal dadas.

Y lo que decía era cierto. Los judíos suelen ser a veces tacaños pero no por el dinero sino porque en una circunstancia determinada esas onzas de oro que guardan en la alcancía puede salvarles la vida.

Tampoco se podrá encontrar en el mundo ni más dadivoso ni más soledoso. La mujer me miraba con la angustia de la cuartilla blanca, esa diosa que auspicia y maldice el destino de todo escritor. Ante ella hay que estrujarse el cerebro cada mañana. Los pueblos ágrafos o analfabetos no sentirán ese comején que empaña de cardenillo nuestras almas. Es la mirada de Hécate.  Roberto Graves la conocía bajo el nombre de la diosa blanca y debió de aparecersele con sus tres cabezas: Artemisa en la tierra, Selene en el espacio supra lunar y Perséfone, la hija de Zeus y de Deméter que guarda la caverna de las sombras, en el inframundo gritando a grandes voces:

-Aguija, escritor. Pon sobre el papel lo que te mando.

Todos los que consultamos al oráculo de Delfos y vivimos entre los demonios de la literatura sabenos bien de esos impulsos. Llevamos el mundo a cuestas y entre ceja y ceja un psicógrafo. No somos otra cosa que titanes de la palabra. Albañiles de los diccionarios, no tratantes de piedras preciosas o entrefinas aunque algunos se atrevan con pulir el diamante que es materia dura. La aguja del psicógrafo registra los sismos de la mente de los pueblos. Todos son lo mismo. Masas sin peinar sedientas de gritos y de puñales.

-Ya machaco el hierro. No me oprimas más, funesta diosa. Hago lo que puedo.

Se me ocurrió que en esto de las religiones nadie tiene en definitiva el cabero definitivo. Hasta Israel reza con ideas prestadas al Yao de los egipcios. La biblia es un libro a veces poco recomendable. Escabroso hasta lo pornográfico. Plagiario y reiterativo. Ambivalente y confuso. Sus héroes cometen adulterios y asesinatos  a destajo y hasta realizan sacrificios humanos como los etruscos. 

-Pero a nosotros nos vale para vivir y luchar y ser nosotros mismos - insistió.

Y yo pensé que los judíos eran los inventores del apocalipsis. Escuché en los pozos anímicos otra gran carcajada homérica.


Recordaba su primer viaje a América. La travesía la hizo en el barco de linea entre Amberes y Nueva York. Al desembarcar estuvieron retenidos cinco meses en la isla de Elis. ¿Qué pensaría el carpintero Meir al contemplar por primera vez la estatua de la libertad al pisar la tierra de la oportunidad? El coloso la verdad es que no tiene nada de artístico. Es más bien repelente. Se alza como un mascarón de proa que mira hacia Europa con cierta altanería.

Aquellas emigraciones en masa preconizaron el gran éxodo de los pueblos que ahora vivimos.  Gran mercancía humana desplazándose de sitio. Luego vendría la “Hativka” en que llegaron a Tel Aviv los supervivientes del holocausto que abrió la compuerta a la migraciones en masa con que ha comenzado el siglo XXI. Las pateras que llegan a las costas de Tarifa son la mimesis de aquella travesía sin rumbo definitivo que resultó ser el primer viaje a la libertad.

El mundo ha perdido verticalidad y horizontalidad. Se ha vuelto menos estable pero de todo esto tal vez tenga la culpa la profecía de Ezequiel sobre los huesos abandonados que de pronto echan a andar insuflados por un extraño viento del Espíritu que recorre la tierra.

Golda cambió el chital de Kiev por el de Brooklyn. Comienzos durísimos. La tierra de la oportunidad no era la prometida. Hubo que trabajar firme y dejarse el aliento en los sudaderos de las fábricas de corte y confección (sweat shops) del Bajo Manhattan y soltar al final de la jornada aquella muletilla de “another day, another dollar”. Los inviernos era crudérrimos y la joven para poderse comprar un abrigo tuvo que estar casi un año yendo a pie camino del trabajo. Para ahorrarse el billete de tranvía.

Quería ser maestra, pero su padre se opuso y dijo que carrera no. Que el lugar de una buena hija de Israel se hallaba en la cocina al lado de los niños, junto a la cocina y no muy cerca de la sinagoga. Le leyó la cartilla de las tres famosas K germanas: Kinder, Kirche, Kuhe. Lo que se traduje en romance como la mujer la pata quebrada y en casa. El pueblo judío siempre fui mirado para estas cosas de la patogénesis y sus cánones en materia sexual rondan lo sibilino pero es la Ley. Halaká. Un rabino nunca dormirá con una menstruante y siempre que llegas a la casa de un hebreo lo primero que te enseñan es la puerta del retrete para el lavatorio de manos y son muy estrictos e insistentes en los pediluvios. Su experiencia les dice que hay que guardarse de todo lo impuro

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

UN PASEO DESDE PICADILLY A SOUTH KEN

 

Londres era una ciudad gris que se agazapaba bajo la lluvia. Las gotas caían con sabor a sal y charolaban las techumbres de los autobuses rojos de dos pisos. A mí me gustaba viajar en el sollado superior al que llaman rotonda como en las antiguas diligencias. Se trepaba por una escalerillas de caracol algo parecida a las de la torre de mi pueblo cuando acudíamos a tocar las campanas la Noche de Ánimas y allí se te mostraba el paisaje urbano todo un espectáculo de abigarramientos y vidas que se entrelazan con la mecánica. La gente iba con mucha prisa pero los ómnibus británicos eran lentos. La flema no es un lugar común sino una idea emblemática del Londres que yo conocí. Toda la ciudad posee un olor especial. Que te asalta sobre todo cuando te encaramas a la rotonda del Nº 69 que era el de mi barrio. Yo estaba predestinado a llevar la vida que llevé pero ésa es otra historia. La gente si decías que viajabas en esa línea ya empezaba con la chirigota, pero no había que tomarselo tan a broma. A veces los números no sólo cantan sino que definen la realidad. Predestinado. Desde entonces era un guarismo de suerte. Nunca viviré un tiempo tan caprichoso.

El olor de Londres es una mezcla poderosa de desinfectante y de cosmético. Tampoco es que los ingleses se lavaran mucho. Dos veces por semana. El agua caliente de una bañera costaba doce chelines, media libra, en el contador del gas. Era un aroma agrio y montaraz. Lo bravío del cemento y del hollín acumulado durante generaciones enteras. Y  a jazmín sintético y a junco artificial y a cáñamo indio. A veredas inexploradas que conducen al reclamo de toda esa braquiología iniciática de aquellos tiempos. Haz el amor y no la guerra. We shall overcome one day. Etc.  Es lo primero que se notaba al llegar.

El tabaco rubio también colocaba un poco. Era de origen turco. Los cigarrillos que yo fumaba por entonces se te subían a las meninges y te raspaban las tragaderas. El conde Kelly mi predecesor en la vivienda que alquilaba a la viuda Misia Avisson en el 41 de Roland Gardens y donde tuvo el escritor Paúl Morand su residencia, aquel Buda francés que tactó el perfil moderno de una ciudad antes de la hecatombe y que barruntó el primer conato de la globalidad totalizadora había muerto de cáncer de pulmón. Era como entrar en un cosmos diferente. Allí reinaba perenne la armonía cósmica, la eficacia irreprensible.


Era un templario y la guardesa del edificio la dulce Gal decía que si una noche escuchaba rumor de espadas y otros ruidos extraños era porque aquel buen contramaestre de la Orden de San Juan de Jerusalén regresaba nostálgico a sus aposentos.

Tuve el privilegio de alquilar un cuarto con fantasma y mis manes resulta que me estaban conduciendo al mismo sitio. A Jerusalén. Fui feliz durante tres años hasta que fui expulsado como Adán por el paraíso por el primer intento de reconversión industrial.

Cuando tomé posesión era como si el entorno me fuese familiar aunque yo no hubiera estado allí jamás. La escalera, el rellano con su pasamanos, las ojivas de la bodega donde los amos guardaban los vinos de cava y que fue el cuarto donde yo instalé el télex y hasta el mobiliario que dejara el anterior teniente que moriría solo de una metástasis galopante hubieran tenido que ver en un lejano tiempo pasado.

Era la querencia templaria que me persigue y estuvo a punto de acogotarme en aquel sollado rodeado de una verja negra y reluciente.  Retorno a las mansardas. El tragaluz es mi sino. Ver el mundo a través del ojo de buey del montante de un desván o de una mazmorra. ¡Qué cosas!

Algunas mañanas el dispositivo de la tetera empezaba a soplar sin que hubiera mano que lo encendiera y una noche al regresar de un cumpleaños en que había corrido la cerveza me encontré a mi alter ego vestido de caballero de la edad media ataviado en ajuar de combate: peto, espaldar, grebas, guantelete, guardabrazo, avantal o visera de los normandos, espuelas de plata, hombreras, brazales, y un lambrequín tremolante de plumas de avestruz por contera sobre el casco. A su lado, sobre la alfombra, la espada y un broquel en el que con tinta roja o con sangre había inscrita la cruz del Temple. Se había echado para atrás la visera del yelmo y leía con suavidad casual las esquelas del “Times” que como se sabe se publicaban antes en primera página. Fumaba con unción uno de aquellos aromáticos cigarrillos de factura ovalada que le llevaron a la tumba.

El aparecido me contempló de arriba abajo con ese aire de desdén típico con el que los británicos suelen mirar para los extranjeros que no entran por el aro o se aferran a sus bárbaras costumbres y me aconsejó que dejase de empinar el codo. De lo contrario una cirrosis acabaría conmigo en dos días.

El conde era un templario como aquellos que de vez  el 24 de junio veía yo bajar por la alameda o el pinarillo camino de la iglesia octógona de la Vera Cruz. Ocho lados determinan el símbolo del camino de las siete esferas que ha de atravesar el alma unida a Cristo para llegar al término definitivo de su hégira donde se abren las puertas del paraíso.

Desde aquel día sus comparecencias fueron habituales. Una vez me dio a leer los estatutos de su Regla que eran una copia de la cisterciense puesto que el Temple que tanta preeminencia gozar an Inglaterra y en Castilla nació al socaire de la de San Bernardo.


Sus hábitos eran blancos y la ceremonia en que los profesos  lo recibían tras una vigilia de tres noche de ayuno y cánticos recordaba a la investidura de seda blanca y el manto de armiño, símbolo de realeza y de pureza, de los caballeros de la Tabla Redonda.

-You drink too much, boy. Go to sleep[xxxix]- me dijo.

Hice como el patrón me dijo pero a la mañana siguiente fui a su dormitorio y vi que no estaba. Había dejado los ceniceros impolutos. Tenía la manía por la limpieza y yo todo lo contrario. Era un desastre de desorden. Pero me apliqué al estudio de aquellos misterios que tuvieron relación con el entramado gnóstico de los primeros años de la cristiandad.

Ellos veneraban a san Juan Bautista. El precursor era el esenio de los esenios. El gran nazareno.

Y me apasioné tanto con estas casualidades de que yo habitase la misma celda del antiguo señor de Kelly, el misterioso irlandés, que llegué a la conclusión de que yo era la reencarnación de un templario pues mi vida estuvo anudada a lugares en los cuales la orden de Jack de Molay tuvo tanto que ver (Segovia, York, Ponferrada, pues también siento un no sé que cuando mi cuerpo ocupa físicamente algún lugar cerca del viejo Bierzo) que he llegado a la conclusión de que en la existencia de todo mortal hay designios misteriosos que escapan a la ponderación racional pues pertenecen a otro elenco. A un plano diferente.

Mis suspicacias hacia el papado quizás vengan de ese lejos. El último maestre murió en la Bastilla al cabo de un enjuague bajo cuerda entre el papa y el rey de Francia. Aquel ajusticiamiento puede que fuese una abominación que la iglesia formal esté pagando en la actualidad. Algún día todo se sabrá. El entusiasmo por la defensa y el rescate de los santos lugares es otra característica.

Los templarios oraban siempre mirando para la Ciudad Santa y en los votos que juraban cuando eran inducidos del manto blanco, la cruz de cuatro brazos iguales, el coselete o la espuela, luchar sin tregua en la conquista de la Jerusalén terrena, escalón seguro y senda de luz para la Jerusalén celeste, al tiempo que prometían obediencia ciega al maestre y castidad perpetua.

Al propio tiempo tenían un cuarto voto que era el de sigilo. No podían estos caballeros de la Cruz y señores revelar a los no iniciados algunos de sus usos y costumbres. Uno de ellos y por el que fueron muy calumniados les mandaba escupir ante un santo cristo en la ceremonia de investidura como desagravio a las injurias que se hacían al Salvador en Palestina. Tales gestos no fueron suficientemente comprendidos o mal interpretados. Era algo parecido a las tablillas de execración que se encuentran en las tumbas de algunos paganos profiriendo conjuros y deseando males a los enemigos de la estirpe. También se les arguyó del pecado nefando pero mi conde Kelly estaba divorciado. Su esposa, una irlandesa, se había fugado con su mejor amigo.


¡Oh Jerusalén! ¡Oh boy! En el 41 de Roland Gardens tuve un anticipo de lo mucho que acontecería después. Yo estaba metido en la rueda y el mazo. Era imposible desenganchar mi persona de todos aquellos engranajes fatídicos. La cinta de rotación era un convector de todos los conocimientos aprehendidos en otra existencia anterior de la que fui beneficiario. Tendría que soportar virilmente los golpes del destino que algún día podría entrar en la ciudad soñada a través de alguna de sus doce puertas. Asumir su ειμαρμεvη (destino).  A sabiendas de que el ser humano redimido por la sangre del Emmanuel no es un producto de la τυχη (casualidad).

- El cister es lo ontogénico, la pulpa y el meollo del mensaje. El primer intento por desvestir al papado de su hojarasca exógena. Pero en el vértice de la cruz ambas realidades viven en interacción complementaria. Temple no hace sino recoger el testigo de la tradición de lo que estaba antes y después. Meter dentro lo que estaba fuera. Aunar voluntades. Transformar en pando toda una cordillera-. Kelly se expresaba de una forma magnífica en un inglés rápido y nervioso con todas las sonoridades de su Dublín nativo.

-Entonces los templarios fueron - me atreví a decir - el primer intento de behaísmo religioso.

Aquella sugerencia mía provocó el entusiasmo de mi fantasmal huésped.

-Eso es. Se anticipó a Lutero y a los reformistas pero sin abandonar el redil. Fueron cazados por eso. Por decir la verdad. Por atenerse a la norma estricta del evangelio de san Juan. Ahora ya puedes emborracharte lo que quieras. El justo no peca.   

Referí lo acontecido en la extraña visita y mis conversaciones con el antiguo morador del sotabanco que yo alquilaba, por poco dinero, ciertamente, a la guardesa que era de origen escocés. Para ella el regreso del espectro resultaba un hecho acostumbrado. Aquella casa gozaba de la presencia de duendes. Eso le sirvió al fondista para subirnos a todos los  inquilinos el alquiler.

No me privé de nada. Hasta tuve la suerte de tener a un soldado del ejército de Godofredo de Bouillon por vecino que debió de ser testigo ocular de algunos de mis pecados porque aparte de mis crónicas tuve una vida galante intensa que hasta a mí mismo me extrañó pues no había tenido mucho éxito con las mujeres hasta entonces.


También- todo hay que decirlo- el Conde Kelly no debió de estar satisfecho con mi hospitalidad pues daba techo a muchos españoles que no tenían donde pernoctar. Y bajo aquel techo entre aquellas cuatro paredes que tenían una dependencia de traza octogonal que hizo función de capilla y donde quedaban algunos antifonarios y el enchiridion de la Calatrava con algunas fórmulas y oraciones mágicas en latín, hebreo, griego y árabe, debiera ser territorio vedado a los profanos. Yo había sido escogido por el destino para suceder en el cargo al viejo caballero a resultas de la configuración de mi personalidad iniciática y contradictoria. Di albergue a los necesitados y mi ensabanado me intimaba en sus mensajes que desistiese de ese propósito.

-Nosotros somos una orden hospitalaria pero nunca mendicantes.

Por la vivienda pasó un montón de gente.  Estuvieron mis primos. Algunas primas. Varios periodistas de paso. E incluso todo un presbiterio de la diócesis de Accidonia que había llegado en visita turística a ver la catedral y la abadía de Westminster. No sé que pintaban tantos curas en el barrio de Chelsea. Luego acogí a uno de mis hermanos y a uno que se llamaba El Mole que era un colega del barrio madrileño de Prosperidad.

Londres, ya digo, fue el primer laboratorio mundial de la globalización. Los primeros chupinazos cosmopolitas sonaron en South Kensington donde estaban representadas todas las etnias del mundo por aquel entonces y nada se diga de Earls Court el recinto variopintos de los “aussies” australianos y neozelandeses.

A todo esto no puedo por menos de acordarme de aquel hidalgo caballero del Santo Sepulcro que murió como consecuencia de aquellos mataquintos sin boquilla que traían estampados en el resguardo la cara de un vellido marinero inglés musculoso igual que Popeye en tonos muy vivos con la efigie del timón y el ancla y de un salvavidas. Ironías del destino. Pues el tabaco para lo que sirve aparte del voluptuoso placer que depara a los fumadores es echarnos una estacha para arrastranos al Hades, figura de lo supernumerario e inútil de esta vida. Kelly por lo que yo comprobé con mis propios ojos aun no había conseguido abandonar el vicio y de tarde en tarde venía a sentarse en un sillón preferido del cuarto de estar para echarse un pito.

-Es que ¿sabes? A la mujer de san Pedro le saca de quicio eso de vernos prender a hurtadillas. Se lía a linternazos con toda la hueste de aspirantes al reino, hay que hacer cola y para entretener la espera y conjurar el aburrimiento, pues a fumar se ha dicho. Formamos una larga lista de espera y nos amenaza con dejarnos en el limbo si no rompemos con esta maldita costumbre de echar humo.

-¿También se cabrea con Su Reverencia?

-De vez en cuando. De vez en cuando, hijo. No creas que por haber llevado una vida esforzada, de penitencias y de sacrificios me da cuartelillo en atención a mis méritos bien ganados en el campo de batalla. Petronila como todas las pelirrojas a veces tiene muy mal genio. Pero dicen que van a poner un salón de fumadores en la Jerusalén celestial.


Pobrecillo. Murió de un cáncer de pulmón en el hospital de san Stephens. El día anterior había estado lavando su coche y dando de cera toda la carrocería. Sintió disnea. Vino una ambulancia pero la falta de oxígeno fue fatídica. Nadie le lloró. Y todos le olvidaron menos yo que aunque no lo conociera sentía su presencia rondar las habitaciones. ¡Qué cosas! El imán de una preexistencia ciertísima me había hecho rodar a aquella mansarda en cuyo cuarto de estar había un ventanal que daba a la acera de unas mews o caballerizas. Cuando estaba triste me quedaba mirando para arriba contemplando el desfile de las piernas de los viandantes. Allí estaba el correcto gentleman camino de Lombard st. Con su traje impecable a rayas y el bigote. El clérigo de pasos largos o la hetaira que hacía la carrera embutida en sus abrigos de cordero afgano y los zapatos de charol con altos tacones o la quinceañera de piernas esculturales en minifaldas que enseñaba trozos generosos de su anatomía. La anciana de tobillos torados y mocasines y abrigos azul cobalto pasados de moda. Todas, aunque no las viera más que de medio cuerpo, traían un sombrerito con canastilla de flores y a veces redecilla. Todas las viejas de Inglaterra se parecían un poco y en cierta medida a la Reina Madre. Queen Mom. Un amigo mío, el teniente Rogers, las definía a la perfección: “They go on for ever these little old dears”. Parecían la llama de la vida perdurable. Inglaterra, creo que pasa lo mismo en otras muchas partes, era un país de viudas.

Allí en aquel chiscón viví yo mis años dorados de bohemia convertido en un personaje de Haroldo Pinter. La visitas del más allá no consiguieron ponerme en el buen carril. La conversión vendría después. A más años más desengaños. Pero Count Kelly estaba un poco actuando para mí de profeta personal. Yo me resistía a la llamada pero la protección de la Gran Madre minorasiática como la conocían aquellos padres galantes que han cantado a la mujer con preciosos himnos (no hay más que darse un paseo por los himnarios, las cantigas y los virolays provenzales para reparar en ello) fue el detonante que conjuró tantos pasos de perdición y la mano femenina que me sacaría de las torcas en que caí por mis zozobras. Me aferré a su toquilla. Y sus trenzas fueron las amarras de mi salvavidas. ¡Bendita!

Londres era la nueva Jerusalén y yo la contemplé aquellos años encaramado a la baca de un autobús de doble puente. Mi encuentro con la simpar Golda Meir me hizo ver el mundo de otra forma.

Llevaba una blusa estampada y poseía una mirada vencedora en la cual el poder se mezclaba con la resignación. Como los desengaños de las canas de su cabellera que un día debió de ser pelirroja.

-¿El fin de la Europa, señora?

Mi pregunta tenía un tono de irrelevancia casual. Aquella mujer, que se parecía un poco a mis abuelas y tenía el perfil de mi gente, rostro buido, las cejas anchas, como la Tía Juliana, la madre de Gregorio Val, uno de mis parientes, me inspiraba una confianza que dejaba al lado las reglas del protocolo.

Ella dijo entonces una palabra en hebreo que entendí a pleno por ser uno de los pocos hebraísmos que quedan en la recia y sonora lengua de Castilla.

-¡Oh shandeh[xl]!

¿Una sandez pensar que nos estábamos subiendo a la barcarola de un tiempo nuevo, Mrs. Meir? El hecho de que sienta una profunda irreverencia y amor hacia su persona no significa que tenga que creerla. Oiréis lo que se dijo antiguamente: del judío la maula.


Sonó a mis espaldas una sonora carcajada que rebotó dentro de las paredes de mi alma. Los lacayos con librea y el cuerpo de guardia de los zaguanetes de los dispositivos secretos ni los camareros del Claridge que subían y bajaban por la escalera imperial entre candelabros y pisando mullidas alfombras persas de cinco dedos pudieron escucharla porque los decibelios eran interiores. Se encendieron las luces rojas. Se dispararon todas las alarmas.

La mujer muerte abrió su bolso hortera comprado en las rebajas. Encendió el enésimo cigarrillo. Sus hábitos de lectura habían sido el detonante de aquel vicio. Un intelectual angustiado ante la tortura de la página en blanco sabe lo que es desabrimiento y vivir en soledad. Y el tabaco acompaña. Es la boya para asir a los naúfragos de la palabra. Escribir es un estado de enervamiento y leer al destapar las claves del Gran Abraxas Gnóstico nos sume en el asombro. ¿Qué importan los pulmones para el que vive cazando invenciones?

Me ofreció uno de aquellos petardos metidos en su bolso de rafia (creo que eran Celtas largos).  Rehusé no por falta de ganas sino por las exigencias del protocolo. Seguía pareciéndoseme a mi abuela o a la Tía Juliana, la madre de mi primo Gregorio. En mi familia, plena de nombres bíblicos había un Benjamín, un Manahén, hermano de mi pobre padre, y un David. La primera dama de uno de los países más pequeños de este planeta, pero acaso el más importante, y el que más da que hablar, en su desaliño exterior exhibía un perfil ideológico en el que cada cosa en su sitio. Era la anti retórica ambulante. Cada oveja con su pareja. Nada de elipsis ni malabarismos. Así y todo, llevaba medias de lana tejidas a mano por su hija desposada con un kibuttzim pues ella no tenía tiempo para hacer punto de cruz o no sabía. Quería ocultar las varices de sus piernas hinchadas.

 Estaba yo petrificado por la naturalidad con que se desenvolvía aquella relevante figura de la política internacional años setenta. Henry Kissinger no lo hubiera hecho pues no fumaba pero dicen que también era generoso. Aunque menos espontáneo. Henry Kissinger sí que era un malabarista de la palabra, un inventor de jeringonzas diplomáticas como el paso a paso, desenganche, etc.  Creo que la palabra globalización y global partieron de sus labios. Golda Meir era todo lo contrario. Se expresaba con los toscos modales de una campesina rusa.


Habría que deshacer el injurioso sambenito de tacañería que se achaca a los hebreos. Pueden ser la gente más esplendida de la tierra aunque no dilapiden nunca sus dineros al que dan siempre un objetivo honesto o deshonesto ya que dineros quebrantan peñas y mercan reinos. Pero Shylock les hizo muchos y el Scrooge de Dickens, legendario personaje victoriano, jamás existió. Más avarientos de lo que parece pueden resultar con frecuencia los cristianos. Y desde luego más envidiosos y cotillas como tagarotes y dados a los prejuicios de mirones con afición a la sopa boba. Aunque los tiempos de la cultura de la queja estuvieran por venir.  El oro como el poder corrompe. Y si es dinero negro de las absoluciones generales y del cepillo de las obras pías al que se puede dar el uso que el cura quiera mucho más aún. Y esa corriente de divisas moviéndose de un lado para otro sería una de las claves para entender el nuevo rapto de los europeos.

Ellos nos han demostrado que nuestra vida era una farsa. Una entelequia. Nos tenían ganas. Artificieros de la historia, saben mejor que nadie cómo se monta una bomba que haga saltar por los aires los convencionalismos del statu quo. Tenían gente metida en Almagordo. Sabían de los coqueteos de Hitler con la banca Rothschild. Y lo utilizaron como un esperpéntico reclamo porque la política se rige por los códigos binarios del movimiento del péndulo como las combinaciones de un ordenador. Y al oficio de plañideras y a la hora de rasgarse las vestiduras no les ganan nadie. No les quedó nada por inventar. Hasta la misma inquisición de Torquemada lleva su sello. Esas monedas del ahorro de las aljamas que subyacen en el fondo de las arcas son dinamita pura para pagar la revolución. Verdaderos artefactos de relojería plástica. Cargas de fragmentación. Y nadie se moverá sin su permiso. Todos estamos a sus órdenes.

Los gobernantes necios como el Bigotitos, el papanatas Twist, Herr Alcachofa, los jefes del Castrón, y todos los que por su mediocridad nunca pasarán de meritorios de la gran banca, o burlescos caballeros de las multinacionales, mesiésdames y los caciques del Peloponeso, cayeron en la trampa. Aquí no se mueve nadie. Aquí estamos para lo que tengan a bien mandar.

-Concedido. Ustedes dominan. Son los depositarios de la llama del candelabro. Conocen los designios del plan divino. No tiene la cosa vuelta de hoja - observé.

Ella entonces se me quedó mirando de hito en hito

Sin demasiados remilgos hacia el protocolo la Meir era la misma humanidad en ebullición. Su aspecto avellanado engañaba. En el fondo seguía siendo una niña. En su pecho alentaban los mismos bríos mesiánicos de su juventud. Se los había contagiado el Abuelo como gustaban de llamar los israelíes a Ben Gurion.

-Mire la mayor tontería en que puede caer el ser humano es este antisemitismo incorregible que es el aliento fétido de la boca del mal fario. Precisamente él nos hace fuertes. Nos dan sentido de grupo. Ahorman nuestra identidad étnica. We think big and long[xli]. El antisemitismo no es sino una odiosa trampa y algunos caen en ella como moscas.

-Como tantas cosas de cuanto nos rodea que no son lo que parece sino algo más. Pero ustedes al que estorba lo proscriben o lo degüellan.

- Pero nosotros no hemos inventado los campos de concentración. Yo he sabido de mucho judíos que perecieron deportados a estos centros de ignominia.

Hablaba un inglés de Oxford con la leve gradación tonal de los yanquis. Eran sugerencias lejanas de su paso por los barrios bajos de Brooklyn y de Chicago.


Aspiró una bocanada de humo y me miró con compasión como si pensara para sus adentros: “Buen preguntón me ha tocado; éste sí que es un cabeza de chorlito”. Y prosiguió hablando como en un monólogo:

-Cuando yo era niña venían a casa exilados rusos. Todos, nihilistas. Mi padre, que era un inocente, les daba de comer. Charlaban de política. Estaban desesperados de como iba el mundo pero no hacían nada. Sólo quejarse contraviniendo uno de los preceptos rabínicos: “never explain, never complain”. Yo les servía té con limón. La mayor parte estaban tuberculosos y acabaron en el asilo o se pegaron un tiro. Cuando se marchaban, tenía que desinfectar la vajilla y abrir la ventana para que se marchasen los microbios. Sin embargo, aquellos desesperados me causaron una fuerte impresión. Eran el resultado de una forma de vivir y de concebir el mundo erróneamente.  Desconocían que de tejas abajo cabe la construcción del cielo en la tierra. No habían leído bien lo que pone la Biblia.

Pulsó un timbre y entró un lacayo con librea azul y galones dorados portando una bandeja de plata. El té de las cinco que Golda, la querida Golda, a la que todo el mundo tuteaba tanto en el Mea Shearin jerosolimitano como en los elegantes distritos de Tel Aviv, seguía tomándola a la rusa. Cuando viajaba artículo indispensable de su valija era el samovar.

Y entre sorbo y sorbo tal vez pensase en aquellos revolucionarios con malas pintas y ojos febriles que visitaban la casa del carpintero Meir. ¿Qué habría sido de ellos? Saltaron desde las páginas de algún libro de Gorki para perderse en el infinito mar del olvido.

Todos sabemos que odiaba a los comunistas. Stalin era para ella la oveja negra de la familia. Algo se les fue de las manos. La utopía que quisieron fundar en el antiguo de los imperios se les fue de las manos. Por eso tornaron la mirada hacia Jerusalén para dar cauce a sus sueños de una sociedad igualitaria. Sin clases que viviera del trabajo de sus manos con una cierta decencia. Los pioneros pusieron en práctica las prédicas de Marx y Lenin aunque sin hacer demasiado aspaviento.

-Por favor, no vaya usted por ahí diciendo que nosotros somos comunistas. El comunismo es equiparable al fascismo.

La idea que pronunció la premier aquel día de abril de 1973 ante mi humilde bloc de notas es uno de las que están en boga. De lo que hoy va a misa. Que enmarca la corrección política al haber sucedido el crepúsculo de las ideologías.

Mientras, en África y en América española el hambre de los irredentos decalvados se multiplica. Argentina es hoy un ejército de descamisados. Cruel ironía. El triunfo de Israel con sus ideas socialistas ha deparado el auge de la injusticia.

Sus hábitos alimenticios eran de una gran parquedad. Y a pesar de todo había perdido la batalla con la báscula. Varias tazas de tisana o infusiones de hierba eran muchos días su dieta de rutina.


Esta austeridad de costumbres en poca sintonía con el ambiente de lujo y de poder que la rodeaba en sus viajes  como ministra de Asuntos Exteriores de Ben Gurion y más tarde en capacidad de jefa de gobierno era un detalle que destacan todos los que la conocieron. Era un ama de casa de gustos sencillos. Pero a pesar de su aspecto tan doméstico y sus aires de matriarcas, que tanto llegaba a la gente corriente - era la imagen de esa santidad laica que posee el judaísmo como una de las claves de su éxito-, Golda carecía de vida privada. Estaba dedicada a la causa. Se debía a su pueblo. Seguramente hubiera preferido una decoración de muebles espartanos y ese mal gusto con que decoran las casas los judíos de Golders Green[xlii]. Los cuales por muy ricos que sean le dan poca importancia a esas fruslerías a las que los occidentales damos tanta importancia.

Los judíos. Pasan por la existencia como consciente de su interinidad. Siempre de paso y dispuestos para el camino. No quieren echar raíces. Todo lo contrario que los cristianos que somos gente del terruño y de la finca con valla. My home is my castle[xliii].

Esto les hace ser más versátil y ver las cosas de la vida bajo otra óptica. La judía. La clave de su éxito es acoplar su ego colectivo al tránsito de las épocas. Pueden también cambiar de país como de camisa.

El hijo de la Meir le salió rebelde. Se marchó de Israel y se instaló en Nueva York y consumado virtuoso del violoncelo que aprendió a tocar guiado por Pablo Casals, se hizo músico.

-Yo como muy poco. No se como estoy tan gorda.- dijo en castellano haciendo un retruécano- Pero ya así de chica. Golda la gordinflas me llamarían en su país. No frills[xliv]. Sans blagues, que dirían los franceses

Se andaba poco por las ramas hasta en eso, hablando de sí misma. Debía de pensar que los seres humanos no se catalogan por su aspecto exterior. Hoy hubiese tenido problemas de imagen o hubiera sido víctima de algún exaltado como le pasó al pobre Isaac Rabin, otro ruso y afín a las ideas proferidas por la Meir. Pero ahí está también don Ariel Sharon el cual tiene también perdida la batalla contra el tejido adiposo. También los judíos son seres humanos.

Por su incardinación mental se adscribía a lo heavy. Era una mujer de peso. Supo envejecer bien. A los setenta años cuando yo la conocí era una rosa fresca. Los lutos, las persecuciones, los largos pervigilios y las penalidades parecían haber hecho escasa mella en su persona. Tampoco las turbulencias de la política consiguieron expulsarla del ring.

Las faldas de Mrs. Meir -Ben Gurión así lo reconocía- eran los pantalones del naciente estado. “El único hombre en el gobierno”. El look, la imagen, la cáscara externa teníalas en mengua y menosprecio. ¡Vaya una sandez! Lo importante es la pulpa. No lo que parece sino lo que subyace. Lo que es.


El “chuppa”[xlv] de las velaciones hebreas cayera sobre sus hombros en 1922. En el matrimonio no le fueron las cosas bien y se separó de su marido por incompatibilidad de caracteres. No volvió a casarse. Se dedicó a la política después de conocer a David Ben Gurion.  La mujer fuerte he aquí que carecía de sexo. Vivía entregada a la sacrosanta utopía de traducir a realidad el sueño sionista. Fallidos los intentos de alojar a las trece tribus en un espacio físico (se había hablado de Chechenia, de Uganda y de Argentina), los judíos regresaban a la tierra de sus antepasados bíblicos.

Golda empezó a ver las cosas de otra manera encaramada como estaba a la imperial de aquel ómnibus blanquiazul que haría tanto ruido al circular, blanco de todas las invectivas, teniendo en cuenta de que la devolución de Palestina a los judíos supondría la deportación y el desalojo de los árabes, y áncora de salvación a multitud de esperanzas, símbolo de la vida futura como aquel barco, la “Hativka”, que llegaba a Haifa cargado de emigrantes. En el vientre de la ballena se escondía la voz resucitada de Jonás cuando miles de desclasados echaron pie a tierra.

El desembarque de los colonos se alzaría como un símbolo de los movimientos migratorios que ahora vivimos.

-Era nuestro último tren. La última nave que zarpaba.  No teníamos que dejar pasar aquella oportunidad.

Hija de un judío piadoso y observante de la Ley sabía que el matrimonio canónico no es una banalidad. Ata de por vida. Las normas relativas a la paternidad, la transmisión de la especie y hasta el mismo ritual de la fecundación es sagrado para un judío, proscriben cualquier signo de liviandad. Se toca aquí un tema tabú: el de la castidad judía que tiene que ver poco con la mojigatería a la cual nosotros estamos acostumbrados.

Para Golda Meir la liberación de la mujer no implicaba el reduccionismo luciferino de los movimientos ad lib tan populares en aquella época. Sabía que había sido elegida por icono de todo aquel grupo tan ruidosa pero lo que pretendían las feministas a ultranza tenían que ver muy poco con la mama israelí.

No estaba por la labor de las barricadas ni la quema de sostenes, la inseminación artificial, ni el amor libre. Aunque defendía la igualdad de derechos y oportunidades. Ella propugnó la idea de que las chicas hebreas debieran ir a la mili. Pero para estar en servicios auxiliares, nunca en primera línea. El creador hizo a Eva de la costilla de Adán y eso no tiene vuelta de hoja. Una guerra de géneros sería un absurdo. Ambos se complementan en la natura. No era nunca la Meir una exaltada sino una mujer que sabía el terreno que pisaba. Con pies de plomo y la cabeza en su sitio.

-Me recuerda Vd a Dolores Ibarruri.


-¿No lo dirá porque ambas llevamos moño? Hablé con ella em Moscú. No me parecía una mujer feliz pero nadie era feliz en la Rusia de aquel entonces en plena efervescencia de los Procesos. Vino varias veces a nuestra embajada. Me dijo que su familia provenía de Elizondo, un pueblo de descendientes de los marranos. Quería emigrar a Israel.  Sé que sufrió mucho con la perdida de un hijo suyo en la batalla de Stalingrado. Me pareció una persona que se encontraba fuera de su órbita y a quien el soplo del destino había convertido en estereotipo de revolucionaria. Yo también soy una persona hogareña y familiar.

-¿Mataría en defensa de un ideal?

-Odio toda efusión de sangre pero la guerra forma parte de la condición humana.

-¿Y la acción directa?

-Nunca la secundé y por eso tuve ciertas diferencias con los “chavarim”[xlvi]del Irgún y del grupo Stern. Yo siempre seré una socialista a la inglesa.

-¿Una opinión sobre Ben Gurion?    

-La personificación misma del Estado de Israel y uno de los hombres de talla que haya podido producir la condición humana. Un genio. ¿Sabe que aprendió español sólo para leer el Quijote?

-La literatura castellana no se cifra en un sólo libro. ¿Ha leído a Quevedo? Es más judío.

-No, pero el castellano lo hablo un poquito - la vi reír por primera vez- pues mi familia procedía de judíos asentados en Constantinopla después de nuestra expulsión. Creo que eran de Segovia.

-¡Andá! La ciudad donde yo nací.

-¿De veras? Pues a lo mejor lleva algo de nuestra sangre.

Casi lloré. Era la primera vez que me emocionaba en una entrevista. Algo de eso había yo barruntado rastreando en los archivo. Pero sobre todo participaba de ese amor a los libros tan común a los judíos. El cordel de siete nudos con el que yo vi amortajar a algunos de mis difuntos me ataba a aquella estirpe misteriosa. O el besar el pan cuando éste cae al suelo. Vi morir a algunos de los míos y al exhalar el último suspiro se quedaron con los ojos fijos en la pared como si en ese lugar vieran algo. Tal vez la luz que llega. Todos rezábamos el padrenuestro meneándonos mucho balánceandonos para adelante y para atrás. Algunos de los Parra y de los Galindo recibieron nombres bíblicos en la pila del bautismo: Manahén, Benjamín, Elías. La sed de saber y una tendencia a la plegaria son intermediarios recitando jaculatorias aprendidas de coro de los misales en latín pueden ser resabios de las viejas costumbres. Hemos sido una raza que reza mucho que aprendió a andar e inicia el día con la Shema al tirarse de la cama. Iam lucis orto sidere. Pero todo aquello se perdió camino del río de la historia. Tejer y destejer. Pero estas pérdidas irreparable advierten indicios de los compendiosamente contradictoria que es la existencia individual. El alma de los pueblos es otra cosa. Tendrá que serlo. Aunque los genes tiren, la realidad se impone. Sin embargo desde que conocí a aquella impresionante mujer busco en los libros mi propia tierra de promisión.

Jerusalén carece de murallas y de adarves. Es música de las esferas, la transubstanciación de un sueño. Cada uno la ve y la entiende a su forma. Debiera ser una ciudad abierta a todos. Libre de las exigencias de los estados soberanos. La imaginamos sin compartimentos estancos ni rastrillos. La meta de la peregrinación constante que nunca se alcanzará.


Por lo cual todos los creyentes nos sentimos apátridas del espíritu. Un poco mahometamos, un poco judíos y un poco judíos. Es la convergencia de nuestras divergencias en Jesucristo.

Está claro que Dios protege a Israel. ¿Podrá entonces condonar la lucha armada?

Esta pregunta no se la hice yo a mi interlocutora pero en el transcurso de diz lustros cunado me han puesto los avatares de la vida de cara a la pared y he visto girar la actualidad de Oriente Medio en torno a la peonza infinita de la discordia, el giro sin confines, la vuelta de tuerca en ese juego de espiral del tornillo que apalanca hacia adentro y de la espiral que sube hacia afuera, la obsesión eterna, el callejón sin salida, el laberinto, me la he formulado muchas veces.

Me parecía entonces que a juzgar por la melancolía de su rostro cruzado de patas de gallo - era una vieja con el espíritu joven- y de esa tristeza que le llega al judío a través del conocimiento, que los que más saben más sufren, ella tampoco tener una respuesta en la mano.

-Estamos tratando de crear algo diferente.  Sólo se entenderá al Eretz si se tiene alma de profeta.

Misteriosas palabras. Las mujeres fuertes también sienten el peso de la fragilidad biológica. Alientan dudas. Se entregan a soliloquios desmayados. Es el peso de la púrpura. El fatalismo.

-¿Se sienten ustedes los instrumentos de una voluntad oculta allá arriba?

-Yo no diría tanto. Hay gente que nunca podrá comprendernos porque están cargados de prejuicios y nos auscultas bajo miras muy estrechas. Ahí tenemos el caso de Leví Eshkol, otro hasídico ruso. Cuando llegó a Israel, a él que era un místico, no le interesaba otra cosa que los bulldozers, la tierra, el agua, la defensa.

-¿Es cierto que Ben Gurion suprimió la palabra Dios de la ceremonia fundacional?

-A los que tienen alto trato con la Soberanía Poderosa no les gusta abusar de su mención. Sería como contaminarse meter a Dios en nuestras propias ruindades. Pero es cierto. Sólo hizo alusión a la Roca de Israel y ahí queda englobado todo.


El mosaísmo no es una religión mistérica, un código de valores. Una ética sin sacramentos pero con normas muy estrictas. He ahí los 126 preceptos y las 243prohibiciones del Torá. Pautas de conducta para pasar la vida en el temor de Dios. Y un manual contra la hipocresía porque el justo de Israel no desdeña la riqueza. He ahí la gran diferencia con las otras dos religiones que predican la renuncia. Por eso mismo, los judíos no se explican el afán de oro y ostentación de la Iglesia medieval. Les parece una contradicción in terminis y un desacomodo grave entre lo que predican algunos eclesiásticos y su comportamiento en la práctica. Para ellos, por el contrario, hay una ecuación entre saber, riqueza y devoción. No son milagreros. Para un practicante de la Ley hay tres pecados que no perdonará la muerte: el asesinato, la lascivia y la hipocresía. Por ende su intolerancia a cuestiones relacionadas con el adulterio y a los mánceres nacidos fueran del tálamo, algo que hemos heredado los españoles en nuestra obsesión por la genealogía, la limpieza de sangre, las castas, que curiosamente son una obsesión judía entendida del revés. Aquí todos quieren venir de los godos al igual que para los de Tribu de Leví es prez incomparable ser descendiente del Rey David.

Son embargo no puede haber planteamiento más contrario a las miras que se propone la religión de Jesús: el amor, el perdón de los enemigos, la caridad y la gracia que tan especificado está en el evangelio de san Marcos. Las cuatros ces, baluarte que consolidan la fe: Credo, Cruz. Caridad, Carisma. No es que sea una institución milagrera aunque no pocos la hayan deformado bajo ese aspecto, pero los milagros y esa es la fuerza básica que tanto teme la sinagoga. Son los principales reparos que pone a la Iglesia[xlvii]. La capilla protestante recogió el testigo y asumió el mismo planteamiento. Los milagros existen. No hay que dudarlo y ese es el drama de los no creyentes que no pueden tener la gran cariocinesis[xlviii] que experimentó la Iglesia primitiva. Esto lo convierte en la gran religión mistérica. Una religión de religiones que poco tiene que ver con las prédicas de Moisés a las que transforma y reforma sino lo que había mucho antes. Me estoy refiriendo a las creencias esparcidas por la mitología grecolatina. Pero participan de la dualidad crucial que convierten la existencia en una alternancia de Némesis e Hybris[xlix]. El pago a la altanaría y la soberbia se corresponden con el horror de la venganza divina. Sendas deidades controlan los impulsos de la historia. Némesis es algo más que el título de una novela de Agatha Christie. A la impureza del barro se le compensa con la inmaterialidad del rayo de Júpiter. Y la centella acostumbra a acertar sus golpes sobre los árboles más altos y los edificios más suntuosos. La referencia se hace ineludible. Todos asistimos asombrados a la caída de los dos rascacielos simbólicos del capitalismo a merced de dos aeroplanos convertidos en venablo incandescente.  Los griegos no se cansaba por eso de mirar al cielo. Dios nos libre del día de las alabanzas, según un refrán castellana. Por eso en los dos testamentos se entiende como un mal presagio la adulación. El encumbramiento llamaba al trueno de la envidia, la ojeriza, la perversidad, la calumnia, la maledicencia. Es origen de toda vesania (βασκαvία).La palabra bascas viene de ahí y también quizás el de los vascos.  

-Einstein puso en órbita el famoso apotegma de que nunca Dios concibe ponerse a jugar con el hombre a los dados.

-El judaísmo consiste en cosas prácticas. Nuestra Constitución inspirada en la de Jefferson dice que es importante la libertad, la vida y la búsqueda de la felicidad. Con ello se daba a entender que queríamos empezar de nuevo. Lo que quería decir Einstein que la Providencia divina no lleva al mundo de la mano. Deja hacer. No es más que la voluntad del destino.

-¿La democracia ?


Esbozó entonces una sonrisa de amargo sarcasmo la mujer fuerte del gran tinglado israelí. Sabía seguramente que demos y demonio tienen una raíz idéntica. Demos era un río de Grecia. Con este hidrónimo se han logrado hacer muchas cosas. Todas las cosas que se quiera. Hasta justificar la impostura. Los aqueos le dieron culto asignandole un lugar preeminente en su religión. Uno se religa a los dioses por patriotismo y por cánones. Pero la denominación de democracia de corte occidental de la cual tanto hablábamos a la sazón haciendoles la boca agua a no pocos jornaleros del oportunismo no podía ser patrón de un estado que hacía tabla rasa de lo antiguo. Invocan a esa palabra como si mentaran a la bicha. Luego se sienten muy holgados. Pagados de sí mismos. Políticamente correctos. Pero demos era demonio. Uno de los muchos que importunaban a las deidades del Olimpo. Zeus de vez en cuando se bajaba del pedestal y les daba de comer. Montaba un circo para que se divirtiesen. Todos se acercaban a comer de su mano. Grande es Júpiter tonante que nos hace holgar en el teatro. Pero ellos sabían de sus sofismas. Se convirtieron en hermeneutas del fuego sagrado. Profesionales de la argumentación. Eso estaba a la vuelta de la esquina.

A mis espaldas en todo el día no pararon de sonar carcajadas. Esténtor se había emborrachado en uno de aquellos bares tan pulidos detrás de Picadilly donde los miércoles daban barra libre. All the food you can take. All the beer you can drink. Luego se iban camino del estadio. Jugaban el Arsenal y el Chelsea la final de la Copa de la Reina. Los pobres se conformaban con poco. Unas cuantas bufandas con los colores de su equipo. Sobre las gradas daban rienda poseídos por la fuerza de Demos a sus frustraciones. Se sentían turba y carne de cañón, de prostíbulo, cantaban el himno nacional henchidos sus corazones de patriotismo. Para curar las heridas recibidas en la gran final acudían al día siguiente al altar de Esculapio. Le ofrecían velas y acaso un par de gallos. Pues Asclepios es el dios bueno y sanador que paga los platos rotos infligidos a la multitud por el infausto Demos que en aquellos encuentros no dejaba títere con cabeza. Era la personificación de la Némesis. La multitud quería gratificaciones y recompensas. Los santos cristianos tomarían el relevo de esta deidad benigna. Algo que a los judíos les parecía idolatría.

Me hubiera gustado hacer la observación del millón pero desistí, vida, felicidad, búsqueda del confort eran apartados en los que no se incluía a los poseedores de aquella tierra. Pero en la versión de los pioneros ello no era así. Únicamente, la detentaban. Para sus dirigentes los árabes no existían. Era una raza descendiente de los filisteos. David se aprestaba al combate contra el gigante.

-Estábamos copados y cercados de enemigos.

La aviación de Golda en unas pocas horas redujo a añicos  al poderoso ejército egipcio y lanzó contra las montañas del Golán a los sirios. Israel ha ganado todas las guerras en el campo de batalla. Menos la psicológica. ¿Quién no recuerda el éxito fulgurante de Dayan en la guerra de los Seis Días? ¿O el arrollador empuje de los tanques de la señora Meir en la de Yom Kippur?


A diferencia de otros epígonos del Movimiento en pro del Hogar Judío, como Aba Eban, Moisés Dayan o Ramir Shamir que provenían de las aljamas inglesa internacionalistas, la carismática Golda nunca se dejó impresionar por el hechizo británico que consideraba postizo. Ella se decantaba por la energía norteamericana y el talante construccionista de los emigrados rusos.

Londres por aquella coyuntura seguía una política independiente con respecto a Washington en la arena mezzoriental. No habían olvidado todavía los ingleses que  los mapai de Ben Gurion les habían hecho mascar el polvo de la derrota mediante la acción directa contra el Mandato Británico. Ni el famoso libro blanco de Ramsey MacDonald o el documento Passfield

-En la patria de Disraeli nos sentimos defraudados por la perfidia de los ingleses. A los judíos nos duele la traición de los ingleses más que la de ningún otro pueblo puesto que aquí nos sentimos como en nuestra propia casa.

Llevaba razón. Ellos fueron los creadores del imperio británico. Roberto Maxwell, el rey del café en polvo, un refugiado húngaro que llegó a Londres desde un campo de concentración, estableció en Lombard Street y en Fleet street el gran emporio periodístico financiero. Rupert Murdoch, un judío australiano, desbancó a Lord Thompson. Charles Chaplin nació en el East End. Otro judío se inventó el fenómeno de los Beatles. Era el tiempo de los grandes meteoros. La revolución moderna empezó en Carnaby Street Meca de un nuevo culto. El pop. Y las carteleras del Strand estaban llenas de directores que se llamaban Leví y Samuelson. La humanidad debe a los judíos, inventores de la modernidad, el music hall. Y no quiero dejar pasar por alto la cita a las famosas series populacheras de los “carry on” con los que el público londinense se desternillaba de risa y en los que llevaba la voz cantante un actor italo judío por nombre Sid James, con una enormes narices aplastadas, feo como un demonio pero epítome del cockney y al que quería toda la gente.  Su compañero de reparto era un ventrílocuo, Kenneth Kendal, que padecía una extraña enfermedad, atresia, imperforación de los orificios nasales. Se las operaron pero los dejaron mal.  Yo no he visto hoyos de la nariz tan descomunales. Parecían cavernas.

A principios del año 73 los ingleses hacían reír al mundo y eran un modelo resonante a seguir en el mundo por su desenfaldo elegante.  Nunca alcanzó la civilización tan alta cima. Pese a las zambullidas de la libra esterlina que tanto escandalizaban a Capmany, la serpiente monetaria, las conferencias de valuta en Brenton Woods. A las huelgas del carbón que dejaron a medio país a oscuras en aquel invierno miserable que llamaban los críticos The Winter of discontent parafraseando a Shakespeare. Muchos ingleses emigraron a Australia pero tampoco es menos cierto que se cumplió el análisis del premier MacMillan que les contaba a sus paisanos desde los sillones del banco azul que nunca lo habían tenido tan a huevo. You never had it so good.


Y era cierto. Fueron muchas las clases medias que salieron de la cartilla de racionamiento y empezaron a motorizarse. Por las carreteras del país siempre circulando por la izquierda hicieron acto de presencia los tradicionales Morris a la puerta de los semi adosados. Después llegaría el Mini. La comida era la más barata de Europa y la fruta y el té seguía llegando desde las colonias. No. Nunca los habían tenido tan bien los británicos. Pero todo aquello lo contó mejor que nadie el pobre José Antonio Plaza. Era imposible a aquella gran raza llena de inventivas y de recursos en su feudo. Para adorar a los dioses en su nueva ara llegaban caravanas de peregrinos papanatas. Todos miraban para el obelisco de Nelson cuando saltó por los aires el coche de Carrero. Némesis se había cobrado su revancha. ¿Quién perpetró aquel gran magnicidio ? Horas antes el almirante acababa de entrevistarse con el Secretario Kissinger y de recibir el abrazo de la muerte.  Se rompía así la cinta de transmisión de un sistema al que se cerraron las puertas del futuro. Las columnas del templo se vinieron abajo y Sansón pereció rodeado de filisteos.

Yo estaba empapado de teología pero a pesar de eso nunca  me resigné a dar de mano a mis estudios helenísticos que había emprendido en aquel seminario de Segovia alma mater de mis designios para bien o para mal. Aprendí a interpolar conexiones y a extraer consecuencias deductivas del misterioso entramado de las religiones que tanto nos atan a Dios pero que a veces tanto nos alejan de Él.

Inglaterra pese a la niebla, el puré de guisantes, la flema de sus habitantes, el Peñón de Gibraltar, el que siempre nos ganaran al fútbol y que siguiesen siendo tan suyos, seguía siendo un país adorable donde la vida era relativamente fácil.

Los jóvenes universitarios que querían aprender lo empezaron a tener en su punto de mira. Se apuntaban los veranos a los campos de trabajo. Allí aprendían algo de la lengua que hoy tanto nos encandila y a pasar privaciones. Había quien a la semana emprendía el camino de retorno hacia Dover pero no faltaban aquellos a los que les entusiasmaba y luego regresaban a España para contar sus ligues.

Gran Bretaña aunque declinante era una gran potencia que podía caminar a su aire y no se había inventado la simbiosis con América. Cierto que la debacle terrorista era una sangría y que el poder de los sindicatos tenía aterrorizados a mucha gente de bien pero nunca se conoció otra nación con la solidez y estabilidad democrática de aquel país, pavimentada sobre el respeto mutuo, un cierto sentimiento de indulgencia para sí mismos. Sabían que el parlamento era un teatro, nunca una trinchera, ni un campo de batalla y que la sangre nunca debiera llegar al río.

Podían los ingleses mirar por encima del hombro a los norteamericanos y darle lecciones de civilidad. Jóvenes yanquis morían a puñados cerca de los marjales de Hanoi.


Mucha agua se ha deslizado por los tajamares bajo los puentes del Támesis. Tony Blair se ha convertido en acólito de George Bush a todos los efectos. Washington y Londres que van a su aire y a las ancas de su antigua colonia el poder británico ha vuelto a cobrar parte de su prestigio. El imperio ha vuelto por donde solía siguiendo la tradicional política de balanza de poderes que tan buenos resultados les diera en el mundo. Regresan a la talasocracia. Britania quiere volver a dominar las olas y puede que lo esté consiguiendo bajo el paraguas del otro país anglosajón, que es su mejor aliado y del único que se fía y Londres más que nunca ha venido a convertirse a expensas de Bruselas en la Jerusalén del norte.  La capital de la globalización. No han querido entrar en el euro. Sabia medida. Puede que vuelvan a poner a Europa de rodillas y en esta ocasión sin disparar un solo tiro.

La altanería e independencia de un Wilson o un Callaghan  o el mismo Heath no tendrían cabida en la actualidad con un Tony Blair que contrahace todos los gestos de Blair. Se ha convertido en edecán del gran gendarme. Bush y él recuerdan cada vez más a los dos hermanitos a lomos de un mismo caballo. Cástor y Pólux. Controlan las riendas. Al diestro la fusta. En el talón la espuela y so es preciso soltarán el látigo. Mientras, Europa vive horas de gran confusión.

El gran debate entonces era entre los británicos ser o no ser europeos. Nunca se han sentido como tales, pero entonces, aunque no hubiesen horadado los ingenieros el túnel bajo el Canal, las Islas estaban más cercas del continente.

Londres seguía una política autóctona con ideas propias en Oriente Medio. Había un sector del parlamento capitaneado por Carrington favorable a los árabes. Claro que en este trato de favor no mandaban criterios altruistas sino razones del vil metal.

Teniendo que dar salida a su poderosa industria armamentista la parafernalia militar armó hasta los dientes a Sadam Husein. A Siria e Irán. Kuwait y Arabia Saudí eran los mejores clientes. Se construyeron varias fábricas en los Midlaands para suministrarles rifles de asalto, cañones y carros de combate. La casa Land Rover gracias a tales pedidos consiguió salir a flote.  En Bristol se construían fragatas, en medio de grandes protestas de los israelíes para la armada egipcia. Los ingleses vendieron a los países productores de petroleo todo lo que dispara, detecta o hiende. Desde bayonetas de punta acanalada hasta cartucheras, pontones y estaciones de radar.

Los clubs de alterne del Soho y las tablajerías y garitos de Park avene se disputaban los clientes y contendían fletando incluso aviones chárter a Ryad para traer jeques que venían a la metrópoli a girar visita turística. A veces a echar una canita al aire. Tales pendoneos, como consta en las elegantes crónicas que publicaba por entonces Alfonso Barra en ABC, resultaron agua de mayo para las exhaustas del Inland Revenue.


Los almacenes Harrods eran el gran poder y a este fenómenos lo denominaba The Gulf golden Stream. La corriente de los golfos de oro. Por aquellas calendas los chistes de Cummings en el Daily Express eran sencillamente geniales. Con sus abuelitas sin dientes, de sombreros y pompones floreados, obreros de la construcción que se pasaban todo el día en el pub parodiando a Snoopy, amas de casa chaparras, que no miraban con cara de mucha paz a sus consortes cuando llegaban al hogar.

Pero donde Cummings rizaba el rizo era cuando se ponía a dibujar hurís entrando en manada por la puerta de un lujoso establecimiento de alterne en el West end. En la acera esperaba aparcada todo una caravana de Rolls con sus cocheros galoneados. Tampoco las chicas de la vida alegre lo tuvieron tan a huevo como diría el clemente y paternal premier Mr. MacMillan. A los amantes meridionales de las Mil y Una Noche les gustaban las nereidas del norte. A ser posible, rubias.

Corrían los años de las call girls[l] que a muchos nos hizo pensar que se acercaba la época de la Gran Meretriz del Libro de los Libros que corrompía con su prostitución la tierra. El sexo trae detrás una secuela de llantos y de sangre. Al estado laboratorio le correspondería acelerar aquel designio por lo que seríamos todos las víctimas de su destino. Las rameras se apoderaron del mundo y la gran introductora de la democracia española sería precisamente una que llamaban la bastarda, hija de un gran gerifalte el que clamó desde los balcones de una calle madrileña “Rusia es culpable”, amigo de Hitler, y de una novelista por entregas. Estábamos en los pródromos de la enorme novela rosa y la gran cantonera traería la inquietud a los corazones. Mi inquietud no podía ser apocalíptica. Yo vi desatarse las nubes que desencadenaron aquella tormenta desde la imperial del ómnibus que hacía la ruta entre Picadilly y los barrios marginales del Castillo y el elefante al otro lado del río. La embajada nuestra en la Corte de San Jaime se había convertido en un lugar de destino para los peregrinos de la conspiración. El Super Embajador los recibía en medio de gran aparato mediatizo y de muchas bendiciones. Por allí pasaban individuos de todos los pelajes.

 Todos recordamos el asunto Profuso, el espía Ivanov y aquellos dos ministros del gabinete conservador que fueron cogidos in medias res por la indiscreta camara de un periodista en retozos expansivos con jovencitas. Empezaron a tener vara alta los proxenetas. Los hubo siempre en la historia pero nunca me parece fueran tan importantes.

La modelo Twiggy cobraba cien guineas la hora por posar solamente en un estudio. Estaba en los huesos. Pero si se querían más rellenitas y los artistas deseaban ganar menos dinero podrían contratar los servicios de la Gamba (The Schrimp). Un carro de huesos que parecía una tabla abrió el portón de la anorexia hasta la tumba. El heredero del Gran Condómino al que conocemos por el sobrehúsa del CEJAS CIRCUMFLEJAS todavía no había venido al mundo porque su madre no lo había parido.


Todos los líos de cama de estas personalidades de la imagen y la pantalla eran tema suculento de la prensa amarilla llamada de cejas bajas. Lo que pasa que en Fleet street estos discreteos se hacían con más elegancia y había más variedad y alternancia de protagonistas del escándalo. Un fotógrafo por nombre Anthony Armstrong casado con la princesa Margarita era el gran preboste de aquel mundo de los retratos artísticos. La prensa del cotorreo no había hecho su irrupción nefasta y sus filtraciones se mantenían en un perfil de aristocracia sin pasarse a mayores. Hoy, cuando los corondeles cayeron tan bajo, quizás no se puede decir.

Pero la mujer no deja de ser un enigma. El sexo es un trágala, pozo sin fondo y laguna negra de los enigmas.

Nunca se llegaba a la danza de los siete velos. Sadam Husein era uno de los que se dejaba ver con mayor frecuencia. No había sido sabatizado todavía ni le habían colocado detrás de la chilaba el rabo maligno. He was just a good friend of Great Britain and we in foreign policies we pursuit our interests. Sabia medida. Regla que no falla. El corazón del león británico tiene a la derecha un código de barras. Fundamental, querido Watson.  Las guerras fomentan la fraternidad de armas amén de ser un buen negocio. Además, con estos dictadores siempre jugamos al tiro al plato y podemos probar nuestro material. No tiene porque ser en la actualidad el teatro de las hazañas bélicas el campo del honor. Eso era antiguamente. El Gran Condómino iba quinchando la geografía del globo terráqueo y a los más muertos de hambres era a los que les vendía los rifles más potentes, la artillería de mayor cadencia, los aviones de combate con mayor versatilidad en defensa y en ataque. Estuve seis años componiendo despachos para mi periódico desde las cancillerías más importantes y llegué a darme cuenta de que toda esa cachaza sesuda de los artículos de fondo no eran más que puro camelo.

El periodismo moderno es un buen duerno y abrevadero para los sofistas modernos y la política recicla a desaprensivos y malvados. Dios los cría y ellos se juntan. Pero no vayáis a buscar ética en el New York Times. América sólo tiene intereses. Lo han proclamado. Su religión es el Almighty Dollar y eso lo aprendieron de los ingleses para los cuales la sola mención de la libra esterlina en sus conversaciones (Pounds) sume a los que lo pronuncian en levitaciones y fotismos. La Bolsa es un camino místico.

 Tenía fama de cliente serio, bien plantado, moreno. Parecía una encantador de serpientes y por aquel entonces estaba en la nómina de los servicios secretos, esos que compran voluntades y esquematizan contiendas donde convenga. El sueño de muchas jovencitas y valientemente munífico y elegante como un caíd de Bagdad. La valuta se desplomaba pero llagaban los árabes y la ponían a flotar.

Insistiendo en el líder irakí, tenía por costumbre llegar al Savoy escoltado por una corte de gorilas y la mitad de sus concubinas. Compró medio barrio de Kensington Sur para alojar a su harén. Lord Carrington en honor al ilustre huésped mandaba desenrollar la alfombra roja. La reina le invitaba a tomar el té con pastas. Aunque todos estos cumplidos no se podían ni comparar con los tributados al Rey Faisal.


Se trataba de un personaje mítico por aquellos días cuando muchos cinéfilos andaban bajo la impresión de la fantástica interpretación que hizo Peter O´Toole de Lawrence de Arabia, aquel escritor británico que cayó bajo la fascinación del desierto, que trabajaba para los servicios secretos y escribió un libro nada desdeñable como son “Los siete pilares de la sabiduría”.

Fui testigo de aquellas movidas porque un amigo mío de  Ferrol que trabajaba como portero principal y jefe de zaguanetes en una de las timbas detrás de Picadilly a los que el regio personaje solía acudir me daba cuenta y razón de las idas y venidas de aquellos árabes. Nada de moros. Árabes. Llegaban como maná del cielo y todos ponían el cazo y mucho se holgaban los camareros, los lacayos, los pincernas, los marmitones y cocineros y hasta las chicas conejito. Verdaderas bacanales, oiga. El vino y la cerveza corrían sin tasa. Aunque Mahoma prohibió a sus partidarios degustar el fruto de las uvas, debían de pensar que un día es un día. Se encargaban a España y a Italia los caldos más generosos. Las destilería escocesas se ponían las botas pues por lo visto los beduinos estaban hartos de lo mismo todos los días: leche de camella. Con lo que se olvidaban de las suras coránicas y caían rendidos a los pies de Baco. Le daban al güisqui que era una bendición y luego se mostraban muy largos en propinas.

- Los días que viene el King no me bautizo por menos de cien quid. Una noche me puso en la mano un fajo de billetes. Metilos en bolso, abrile la puerta del Jaguar que traía y cuando llegué a casa conté el montón y vi que me había dado nada menos y nada más que mil libras esterlinas. Aquel hombre no sabía lo que hacía. Me puse a pegar brincos.

-¿No sería un farol, Benitiño?

- No lo creo pero si lo fue, bueno para mi bolsillo.

A veces pasaban cosas maravillosas. Era la era Cáncer y la conjunción del astrolabio marcaba tiempos rumbosos para nosotros. Época abierta y competente.  La de los cuatro puntos cardinales de la Cruz. Saturno espectral no había asomado la oreja para nosotros. Por eso aquel inefable premier, que había sido librero, les había intimado a sus patriotas la frase célebre: “You never had it so good”.

Jerusalén estaba en la memoria y Golda era la embajadora más que de una tierra de una idea. Sus miembros cansados no dejaban por eso esconder aquel entusiasmo bíblico que era dinamismo y energía. El resultado patente ante mis ojos de más de tres mil años de judaísmo. De observancias alimentarias. De obstetricia.

La barca de Israel puede ir dando tumbos y a veces amenaza con encallar pero es una nava indestructible.

Me dieron ganas de entonar un salmo y que lo cantaran todos los camareros del Claridge, aquellos mayordomos estirados que recordaban a Hudson el personaje de una celebre serie que pasaba la televisión en aquellos meses: “Upstairs, Downstaris”. Arriba y abajo. Ganaba la partida el estado probeta. Pero seguía esperando al mesías con insaciable sed de verdad.

-¿Qué opinión le merece el general Franco?


-Existe en él un amor mesiánico hacia España. Igual que el de los primeros sionistas hacia Israel.  Él intentó hacer una rebelión total y desgarrada con una España desgarrada, enferma de su calamitosa historia. Abriremos relaciones diplomáticos. Los buenos judíos tendrán que estarle muy reconocidos el general por lo que hizo por algunos de nosotros durante la segunda guerra mundial. No podemos decir lo mismo de Chamberlain que cedió al chantaje árabe.

 

 

 

 

 

 

EL ILUMINISMO LULIANO Y LA RECONQUISTA DE JERUSALÉN

 

 

7“El hombre si desea acceder al conocimiento de la trinidad tiene que renunciar a la carne y desentenderse de las evidencias que le brindan los sentidos”. Sobre tal premisa se centra la filosofía de uno de los grandes pensadores católicos del otoño de la edad media. Raimundo Lulio, y con ella justifica la preeminencia o excelencia del cristianismo sobre el mahometismo o el judaísmo.

La irrupción de este fervoroso mallorquín. Que cultivó todas las artes (astrología, medicina, física, teología, gramática, patrística y filología pues era políglota) va a ser un hito cuya altura no ha sido superada. Él es una figura central para todos aquellos pensadores que piensan que Xto es el alfa y omega, el principio y fin de la historia sin concesiones fáciles a la aljamía conversa.

No renegó de su fe. Antes bien, por ella padeció cárceles y persecuciones (el cadí de Bugía lo metió en una mazmorra por poner en entredicho determinados pasajes de la teología coránica, que es, como se sabe, menos especulativa que positiva, todo un ejemplo de tolerancia a la andalusí; al santo le aplicaron no una de populo bárbaro, simple y llanamente “una de tres culturas” y en ración doblada) y como consecuencia de estos vejámenes cayó gravemente enfermo muriendo en alta mar en el viaje de regreso a su tierra natal[li].

Su postura cobra un singular relieve en la actualidad porque Lulio estudió a fondo y se empapó de la cultura árabe llegando a la conclusión de que el cristianismo ofrece un cuadro de valores superior al islam. Ese fue su mensaje, un mensaje que firma con su sangre y que adquiere relevante interés cuando se está operando en nuestra Europa siete siglos después una trayectoria inversa.


Lo andalusí y el Andalús, como dicen los repipis, encuentra adeptos entre los intelectuales de mesnada, los escritores de aluvión y los mamporreros del régimen. Quienes se hacen lenguas de la filosofía coránica mientras fustigan al Galileo. Todos sus elogios son para la media luna, que si fuese ad invicem aguantaría menos que un vendedor de catecismos de la doctrina cristiana a las puertas de una sinagoga. Pero venga una de tres culturas. Otra más.

Su vida da un vuelco al cumplir los treinta años cuando decide abandonar la vida galante que llevaba y hacerse monje y apercibirse para una larga peregrinación tanto psicológica como física.

El fuego que le quemaba era la conversión de los judíos y de los mahometanos al redil de la verdad. Mas, por lo visto, aquella era una idea a la sazón también políticamente incorrecta. Los papas, los cardenales y los prebostes de las grandes ordenes religiosas estaban a lo suyo. Que eran las intrigas, la pugna por el poder político, las riquezas, la soberanía, el predominio y el cisma.

La verdad - dice en uno de sus libros más característicos, el Breviculum y uno de los incunables más valiosos que fue ilustrado por un pendolista de categoría, un canónigo de Chartres por nombre Le Mesyer a finales del s. XIII, pasa por uno de los manuscritos más bellos de la órbita- está encarcelada en un calabozo y hay que ir a rescatarla. Languidece en prisiones, cativa de moros y de judíos sin que aquellos que en la iglesia tienen en mando y jerarquía se dignen mover un dedo por conseguir su libertad. Mientras esto no suceda, el pueblo de Dios seguirá en manos de charlatanes y esbirros.

Del pensamiento revolucionario luliano, inflamado de un fuego abrasador, participan los grandes santos y místicos de aquella centuria :Catalina de Siena, Francisco de Asís, Gertrudis la Magna, así como algunos de los “pequeños maestros alemanes” que derivaron en heterodoxia.

El franciscano mallorquín es uno de los mayores pensadores escolásticos. Todo sus sistema teosófico representa una refutación de la sensualidad muslime, basada en el principio aristotélico de “nihil est intellectum Quod prius non erit in sensu”[lii]. De este principio hace bandera el cordobés Averroes. Sin embargo, para la teología católica los sentidos jamás podrán ver a dios. En todo caso, la máxima aristotélica es inútil a la hora de exprimir las complicaciones teológicas de la procesión trinitaria.

Para comprender este misterio no bastan las meras fuerzas humanas ni las potencias del alma - memoria, entendimiento, voluntad - alcanzan la cúspide de la contemplación sin la iluminación específica que el todopoderoso otorga cuando, donde, cómo y en qué m medida a quien quiere. Es hora de enumerar los complementos circunstanciales del accidente modificador de la sustancia que en latín rezan: utrum, quid, de quo, quare, quantum, quale, quando, ubi, quo modo, quocumque. Estos diez predicables se convierten, según lo que explican las escuelas de periodismo en las famosas siete W de la noticia: who, where, whom, with what, with whom, what y when.


Para acceder al conocimiento trinitario hace falta un tercer ojo. Allí donde se sitúa el Finisterre de la razón se abren las puertas del paraíso cristiano que a diferencia del que predicara el Profeta es puro gozo intelectual. No el que deparan los goces carnales ni las orgías. Sino la simple y pura contemplación de la verdad infinita. De la belleza sin trueque. Es la música que no se acaba porque los instrumentos no paran en lo que sigan girando las esferas. Una música callada. Una melodía secreta. Sin espasmos ni intermisiones. El alma en estado de gracia dará de lado a las tristezas que son recua de todas las lascivias. Amor trae consigo desengaño. El amor humano se acaba pero el divino no tendrá nunca fin. Los cuerpos gloriosos carecerán de apetencias y de necesidades físicas en contra de las prédicas del filosofo de la Córdoba califal cuyas obras dieron la vuelta al orbe haciendo caso omiso de que el padre del personaje hubiese sentado plaza como verdugo oficial del rey Abderramán III quien como se sabe aplicó el rasero de las tres culturas a innumerables mozárabes que fueron degollados bajo su califato por no querer renegar de la fe de Cristo. Era la tolerancia según la entienden los discípulos de Mahoma y algunos muladíes de la acera de enfrente como Muñoz Molina, Gala, Goytisolo con sus pipiolos. La destrucción de todos los monasterios que como un anillo de oro cercaban a la capital de los omeyas y la decapitación de sus nutridas congregaciones fue un caso típico de “tolerancia sarracena”. Sarajevo, un nombre que ha dado pie y sirvió de pretexto para el estallido de una guerra de desquite, no existe.  Es una nefasta entelequia en la mente sanguinaria de algunos príncipes.

En la actualidad cuando el hedonismo impera y el culto al cuerpo mueve ríos de dinero y suscita verdaderos movimientos de fervor en las plateas midriáticas y los grandes serrallos de la publicidad, poblados de huríes y de eunucos, para los que la salud, la belleza y la potencia sexual son un valor absoluto mecanicista y funcional, el averroísmo vuelve por donde solía haciendo tambalearse a los valores cristianos de la existencia y mientras España se desespañoliza y descristianiza a marchas aceleradas. Parece ser que sus enemigos históricos a los que secundan los aqueos surtos en el fondo de las tripas del caballo de Troya que nos vigila amenazador vienen metiendo prisa. Una de tres culturas y diecisiete de autonomías.

Pero ésta no es desde luego una idea original del mundo árabe, el cual absorbe como una esponja de forma avasalladora todo aquello que le salta al paso o donde impone su ley, en contra del criterio que vienen sosteniendo los mencionados Gala, Muñoz Molina y otros incondicionales de Ben Laden, muladíes de la hora undécima. Los musulmanes copian a los griegos. Averroes  no es más que un intérprete parcial de Aristóteles quien le inspira no sólo en el cuadro de las artes liberales sino en los tratados de mecánica, medicina, botánica, para componer sus tratados.


La sombra de don rodrigo vuelve a planear, funesto fantasma, por los horizontes españoles. La machaquería e insistencia, verbigracia, con que ensalzan los quintacolumnistas de Polanco a todo lo andalusí (el verbo no puede ser más cursi), sin reparar siquiera de donde viene la palabreja que no es otra que una derivación de vándalo. Y los vándalos, que yo sepa, eran godos, tribus venidas con los bárbaros del norte y que ocuparon el sur. Pero nos hacen creer que eran bereberes y, oh locura de las locuras, relacionan a éstos con los vascos, que eran los iberos de pura cepa y que por supuesto no tienen nada ver, aunque algunos lo pretendan con la decimotercera tribu perdida de Israel.  Pero hoy está todo manga por hombro. Hasta la historia se vuelve contra nosotros y es un instrumento de venganza como una clava que se vuelve con nosotros. ¿No decías que entonces aquello? Pues ahora lo otro y lo otro es justamente lo contrario. Venga otra de tres culturas. ¿Y Boabdil el Chico no lloraba al salir de la Alhambra? Ni mucho menos. Iba bajando la cuesta crispados los puños y no dejaba de repetir su frase preferida, aquello de ya volveré y os vais a enterar de lo que va a valer un peine.

Estaban desconformes con la lectura que se hizo de la historia de España y ahora están aquí los escribas para borrar los pasajes aquellos en los que no se encuentran agusto. ¿Y la objetividad? ¿Y la verdad? Esa no interesa. La verdad la escriben los vencedores. Boabdil vuelve a lomos de su mula muy enjaezada y atalajada. Lleva por palafreneros a Muñoz Molina y a Salmón Rojo que van delante al frente de un grupo de músicos que tocan chirimías y zampoñas, flautas traveseras, oboes, etc. el que parece su capataz acciona en lo alto la batuta y va repitiendo sin parar: Tocala otra vez, Sam. ¿Que me la toque ? ¿Pero que dices? No, home, no que tu no sabes inglés. Lo que yo quiero decir es “play that again, Sam”.

Y el dulzainero empieza otra vez. Y nosotros en esas estamos. Angustiados, asqueados, con ganas de emigrar, pero para nuestra desdicha no tenemos un lugar adonde ir.


Pero de la misma forma que Malen tiene nombre de tango, Averroes suena a error y a plagios descañados. A huríes y bayaderas danzando el contoneo de los siete velos. A guerreros del Profeta caídos en acto de servicio y a los que por su buena lid se reserva en el jardín de Alá un lugar de preferencia. Si perdieron un brazo o una pierna los valerosos combatientes, éste les volverá a nacer, pero no así si se trata de los genitales porque abomina Mohamed de los castrones y les veda la puerta de la vida eterna. Por ende todos los soldados del Profeta se guardan muy bien sus partes pudendas antes de la refriega. Un tiro en los cojones puede significar para ellos, que son de talante supersticioso, la caldera de Pedro Botero. La parusía del islam es lo más parecido a una interminable ruta del bacalao con interminable estaciones en las que se promete sexo del mejor, alcohol y pastillas para aguantar. Es para hacer la contra al cielo que se tiene prometido a los cristianos demasiado aburrido e intelectual. El jardín de alá es todo sensualidad y sentimiento. El edén cristiano concepto y categoría. En uno manan ríos de leche y miel, se comen frutas tropicales, melones y sandías y los usuarios contarán para su disfrute con una buena provisión de las mejores esclavas aprehendidas en alguna razzia framontano en el Caúcaso o cerca de las montañas de León. En el otro nadie hará esas porquerías ni se entregará a la gula ni a la borrachería, el goce consistirá en la eterna contemplación del rostro del Señor.

La resurrección de la carne que canta el credo niceno va por otro lado diferente al que predican los imanes, aunque no cabe duda de que sea muy atrayente prospecto este jardín de Alá para los jóvenes incautos de los zocos musulmanes. Lo sufre Israel en sus propias carnes. Por todas partes en Palestina corren candidatos a kamikaze , los que recurren a la inmolación por una causa. Justa o injusta. A ojos cristianos esto no deja de ser un antenado contra la propia vida y contra la de los demás, pero la religión de los sunníes y sufíes no fue nunca una religión pacífica porque tan guerrero es Alá como el que emana de todos los libros del Antiguo Testamento. Recurre a la amenaza y al fanatismo y apoda a muchas de sus guerras santas.


El martirio cristiano es de otra manera. Jesús nunca enseñó el camino del verdugo. Escogió ser víctima y ahí puede que resida una de las claves de su indestructibilidad porque esta máxima más que humana es garantía de orden divino. Tampoco cabe, a diferencia de los judíos, entre nosotros la ley de la venganza, sino la del perdón y el olvido de las ofensas, un consejo que desestima, a lo que se ve la sociedad española del verano del 2002, cuando andan por las montañas de León desenterrando cadáveres de fusilados por los nacionales. Por lo visto los rojos fueron mancos y no hicieron ninguna judiada. Tengo para mí algo muy presente que para nosotros los que vivimos la dura postguerra resulta casi una idea fija que todas las cunetas de las carreteras asturianas están sembradas de cadáveres. Por lo visto, esos muertos no se cuentan. Son fallecidos por las armas que no tienen el galardón de ser recordados como muertos de primera, sino de segunda o de tercera categoría, porque fueron víctimas de la gran represión organizada por las hordas rojas de un gobierno judeo masón como el de Azaña[liii]. Sin ir más lejos el otro día el tabernero Fariño, que tenía quince años en el verano del 36, me contó como mataron a dos curas de Soto de Luiña en el prado boyal del pueblo anejo, que se llama San Martín. Uno se llamaba Vicente y el otro Dámaso. A Vivente le propusieron sus esbirros que si gritaba viva Rusia y arriba el comunismo que lo perdonarían la vida. Él se nego y murió profiriendo vivas a Cristo Rey y arribas a España. El otro que era el coadjutor también ante la misma zanja recibió la misma proposición. Atemorizado y lleno de pánico por las escenas que acababa de presenciar, el fusilamiento de su hermano en la fe, se avino a las conminaciones de sus esbirros y proclamó su adhesión a la república. De nada le valió aquella renuncia in articulo mortis porque lo mismo que el otro sería pasado por las armas. Nadie se ha interesado por sus cadáveres ni hay arqueólogos que busquen sus restos debajo del bromo y la festuca y los tapines de los cernidos prados de aquella verde provincia cuyas cercas recuerdan a muchos creyentes la existencia del paraíso. Ahora al cabo de casi tres cuarto de siglo yo me hago la pregunta si Dámaso, vacilante en sus convencimientos en el último instante, se le debe honrar como mártir igual que a Vicente su compañero y yo pienso que pese a la hesitación, tan humana por otra parte, del último momento, recibiría la orla de los que mueren en comunión con la palabra eterna.

En abono de lo antedicho, el Beato Ramón Llul trató de combatir con su cálamo incandescente, inflamado de caridad y de perdón - lo llaman Doctor Illuminatus los escolásticos- expugnando con sus huestes dialécticas las cohortes de sus ideas, los manípulos de la exposición clara y contundente, los muros del castillo del error del que es alcaide Averroes con toda su recua. Porque su conocimiento no viene apoyado en la razón sino en la apariencia (phantasmata).

Los embaucadores cultivaron a los incautos de todas las épocas. A lo que se ve, a las proposiciones averroístas no les falta clientela, ya que tanto el positivismo como el materialismo dialéctico, que entroncan directamente con la filosofía del erudito califal, se basan en lucubraciones. La fe cristiana no es susceptible de pruebas causa efecto igual que una ley física. Convenido. ¿Mas, no podrá decirse lo propio del mahometismo o del mosaísmo que arrancan de las corrientes egipcias y de los grandes mitos griegos sobre la interpretación del mundo? Hay historias que cuenta la Biblia que están calcadas de algunos cuentos populares de la tradición oral de Tracia. El corán, que es un salpicón de varias tendencias donde se dan cita tanto Jesús como Moisés y que sus seguidores tienen por tan cierto que dicen que fue escrito por inspiración angélica y hasta serían capaces de matar a todo aquel que ponga sus puntos en dudas se retrotrae a ciertas aberraciones de los maniqueos y de la heliolatría persa. Dicen que fue redactado por un rabino que odiaba a los cristianos y mediante la inserción de gran copia de patrañas, apólogos, consejas y dogmas que se repiten una vez en los hemistiquios de este extraño libro dio vado al desprecio que sentía hacia la persona de Jesús.

Averroes arrastra detrás de sí a toda una corriente de ateos y agnósticos, verdadero caballo de batalla contra la iglesia romana, puesto que sostiene que fe y razón circulan por vías opuestas.

Dice que la naturaleza carece de ética y que Dios no podría meterse nunca en nuestras batallitas.

Era lo mismo que sostenía Einstein: que Dios tiene sus reglas y que no se pondrá a jugar nunca con nosotros a los dados, puesto que se reserva el derecho de admisión.

El no tiene necesidad del mundo por Él creado. Aquí viene el matiz supremo de divergencia. Averroes enseña que Alá está lejos, parece como dormido. Es una blasfemia querer tratarlo de tú a tú.


Se trata de una deidad ordenancista que cobra su canon mediante la plegaria colectiva y a ciertas horas determinadas del día. Nadie puede alegremente dirigirse a él porque sí. Justo lo contrario de lo que enseña la norma calvinista y luterano de un dios particular, amigo, al que se ha de acudir en caso de necesidad o para hablar sin más. Los islamitas desconocen y desprecian la oración mental. Es una reminiscencia persa de la oración comunal, cubiertos todos los creyentes la cabeza. Señal de sumisión a su voluntad. Sus designios no podrán alterarse porque todo está escrito en un código de rigurosos caracteres fatalistas. El corán desconoce el libre albedrío pero en sus suras acomete la unión con alá mediante la guarda de los preceptos, que son la oración diaria, la peregrinación a la meca, el ayuno y la limosna y la guerra santa contra los enemigos del profeta.

Fanatismo y proselitismo asi como una fuerte imaginación y un estilo poético del todo innegable se reparten el espíritu de las suras. No hay más dios que Alá. No hay más libro que el corán.

Este oscurantismo quizás haya precipitado a los pueblos que lo siguen en el retraso tecnológico rayano en la barbarie. Pero el islam es la fuerza del número. La multitud convertida en masa. Ha surgido para avasallar.

Alá. Punto en boca. Es el ojo que todo lo ve y todo lo dispone. Viaja en su carro dorado y visita una por una todas las galaxia aventando en su discurrir el tamo de las estrellas. Ese polvo cae a la tierra convertido en polvo de los siglos.

A dios no se le puede catalogar ni conocer o contemplar de la misma manera que se observa un paisaje con unos prismáticos.

El sorprendente cuadro de valores del hijo del cadí, tan impregnante como sugestivo, hizo que sus ideas fueran muy difundidas en el otoño de la edad media. En las aulas de la Sorbona se explicaba a Averroes largo y tendido. Pero hablaban de oídas aquellos dómines. En toda la universidad parisina no había ni una sola cátedra de árabe, lo que indignaba al humilde franciscano recién llegado de las Baleares. Ramón dominaba ese idioma a la perfección como muchos de aquellos caballeros catalanes adscritos a la leude de los grandes reyes de Aragón. Su padre, un burgués fronterizo, había tomado parte en la conquista de Palma por las huestes de Jaime I el Conquistador.

Un empeño tuvo Lulio: meter en el índice al autor de los “Comentarios”, el “Tratado de la Triaca” y del “Discurso acerca de si Dios se ocupa de nuestras cosas particulares”, y que quedase proscrito en las cuatro grandes universidades del medievo (Oxford, Paris, Bolonia, Salamanca).

Considera que Ben Rashid Averroes era responsable del letargo intelectual en el cual vivía la Escolástica donde muchos maestros se pasaban horas y horas mirandose el ombligo y debatiendo el sexo de los ángeles, desconociendo la categoría y virulencia del enemigo que se cernía sobre la cristiandad.

Él lo conocía. Por eso su obra infatigable (265 títulos) está impregnada de ese tesón misionero y catequista. Acaso fue un pretexto - los puntos de vista que sostiene son contendibles- para escribir bellísimos libros en un catalán rutilante. ¡Cómo no entusiasmarse con la prosa de un Libre de Meravelles que es un verdadero tratado psicológico para conocer la mentalidad del hombre que vivía en Europa el siglo XIII!


A Paris le conduce el afán de una entrevista con el papa al que visita en Aviñón ya casi al final de sus días. Su propuesta es la constitución de un colegio de estudios orientales para la formación de misioneros franciscanos que fueran a predicar a los mahometanos y a los judíos el Evangelio.

En la corte pontificia recibe buenas palabras pero, para su desesperación, el papado en aquellos instantes era un avispero de intrigas. Se da carpetazo a su proyecto. Los papas que reinaron durante la dilatada vida de este singular catalán y español universal, mente preclara, y cristiano ardoroso, no supieron dimensionar el calado de la magna empresa luliana.

Se proponía un cristianismo vivido desde el ejemplo y pudo demostrar, para dejar en mal lugar a los averroístas, que esta religión podía ser demostrada y catalogada de una forma congruente pero Roma siempre ha solido mirar con recelo a los entusiastas. Nicolás IV, Celestino V, Bonifacio VIII y Clemente V pusieron oídos de mercader a los requerimientos de aquel vagabundo de barbas patriarcales, un iniciado en las ciencias esotéricas, nigromante y mago, que vestía el brial de la Orden Tercera y de fijo que era un exaltado en la más genuina onda de los “fraticelli” y “caterinati” que recorrían los burgos y villas predicando un regreso al catolicismo genuino.

Ellos se movían contra corriente.  Predicaban la pobreza cuando la jerarquía y los obispos absentistas sólo anhelaban poder y preeminencia política. Los mismos papas nadaban en la opulencia.

Lulio hablaba de renuncias e imbuido del Espiritu esenio de san Juan Bautista predicaba la cruzada. No una cruzada militar sino espiritual.

Preconizaba en consecuencia la fusión de todas las órdenes de caballería en una sola y escribió al papa para que desautorizase la disolución del Temple. Tampoco le hicieron caso. Su último maestre, Jackes de Molay, moriría en la hoguera. La caballearía andante por la que abogaba el beato mallorquín no eran las espadas, ni las lanzas, la cimera y el morrión sino la paciencia, el perdón, el buen ejemplo y la cordura, unido todo ello en el amor al estudio.

Jerusalén se había perdido para siempre con la capitulación templaria en San Juan de Acre que pasa a manos turcas en la primavera de 1291. El cerco y la rendición de este bastión de la cristiandad va a ser motivo de inspiración de algunas de sus novelas alegóricas y tratados místicos.

Saca virtud de la necesidad y del fracaso afina los instrumentos de una elocuente alegoría. Los escritos de este catalán melifluo y prolífico suenan como el ensamble de un coro ilustre que canta las excelencias de Nuestro Señor Jesucristo.

Lulio fue el primero que comparó el objetivo de la perfección a la toma de una bastilla en la que hay que derrocar las pasiones, el propio yo. Hace una alegoría muy congruente y pertrechada de la renuncia y de la abnegación cristiana.


Las Moradas teresianas son feudatarios de esta visión de la virtud reconquistada por los santos. Son un reclamo que guía a los que anhelan la perfección mediante el voluntarismo y la sumisión de la naturaleza inferior. La edad media como dejan bien reflejado los cuentos analógicos de Calilla e Dimmna, los “ensiemplo” del Conde Lucanor, los denuesto entre el agua y el vino, las danzas de la muerte, y las rimas de Berceo o los corridos  y letrillas del Libro del buen amor reflejan una tensión entre lo racional y lo animal.

Nadie ha podido resolver tal antinomia pero los autores se esfuerzan por aclarar que el dominio de las pasiones es posible y depara la felicidad a aquel que lo consigue.

Lulio, hijo de su siglo, también participa en este albur y juega sus bazas. En el tablero hay grandes contrincantes. Se llaman Bocacho, el Dante, Petrarca, Piero de la Francesca, Siger de Brabante, Ibn Gabirol.

La polémica promete convertirse en el mayor espectáculo del mundo. La conquista del castillo interior la granjea la lucha ascética, la escalada por el husillo de la escalada interior. Esta simbología mística va a ser un concepto determinante del que echan manos los grandes hombres y mujeres que han querido santificarse. Desde san Pedro Alcántara hasta Teresita del Niño Jesús y otros titanes de la fuerza de voluntad.

Pero una cosa es predicar y otra es dar trigo. Ni en Roma ni en París se toman demasiado en serio las ideas que trae bajo el brazo aquel iluminado de Pollensa, que había renunciado al mundo, a su mujer, a sus hijos, a los placeres y las riquezas, por seguir la llamada del Salvador.

Pese a los fracaso y a la renuencia de los eclesiásticos a aceptar, porque acaso no lo entendían, sus sistema de raciocinio, expreso en su Ars Deductiva y que en parte recuerda a los Principia Mathematica de Descartes, Lulio no tira la toalla.

Tampoco los despechos merman un ápice el entusiasmo que siente hacia la ortodoxia, la veneración por el papa, y su rigurosa interpretación jerárquica de la iglesia como reflejo de las categorías aristotélicas.

Lo toman por loco y le echan en cara sus detractores no saber latín, de ser un advenedizo. Que se vuelva para su pueblo. Que lo encierren. Esas órdenes las escuchó con harta frecuencia. Una vez eran los moros los que lo tenían en menos. Otra, los cristianos, pero él no se desanimó y continuó confiando a la pluma los secretos de su corazón y las iluminaciones de su mente que él, en lo más profundo de su alma, creía que venían de dios.

Esta idea fija le animó a continuar su empresa sin apenas desfallecimientos. Antes de sentarse al pupitre invocaba al Espíritu Santo y permanecía en el estrado horas y más horas, hasta noches enteras.


Las carencias de la iglesia que le tocó vivir son un acicate a su celo apostólico y aúpan sus convicciones de que la Barca del Pescador, pese a sus singladuras en zozobra y travesías azarosas por los mares aborrascados a lo largo y a lo ancho de la historia, cabeceando en medio de súpitas e incontenibles borrascas que amenazan con romper la roda y desarbolarla, seguirá impávida su navegación bajo la asistencia del Espíritu Santo.


Aun zarandeada y en situaciones límite - he ahí el mensaje luliano en toda su cruda perentoriedad y actualidad de ahora mismo- la iglesia es arca de salvación universal. Aunque sus gobernalles y timoneles no estén a la altura de la responsabilidad y pericia que la situación pide, puesto que son hombres falibles, y dando por sentados que en las cumbres del mando eclesial hay campo abonado para el cohecho, la rapiña, el despotismo, la delirante vanagloria y el culto a la personalidad ello no empece su sello de origen divino. Estaba convencido de que cuanto más asamblea terrenal y mayor poder temporal menos aureola del círculo místico. Los hijos de la luz son menos diligentes que los de las tinieblas. Eso lo tenía muy claro el venerable catalán. Quien, al igual que Juan el Bautista, vino a los suyos y los suyos no lo recibieron por haber adoptado una actitud que ya en aquel entonces se consideraba impolítica, o contra las normas de lo viable. El quería una aproximación de musulmanes y judíos a la cruz de Cristo mediante el entendimiento, el dialogo, la tolerancia y creía en la posibilidad de una eventual convergencia. Le daban pena los árabes, pobres gentes que se agolpaban en torno a las fronteras de la cristiandad en multitud amenazante y avasalladora - la fuerza del número- de la misma manera que los bárbaros ceñían los  confines del imperio romano. Era imposible evangelizarlos a diferencia de los paganos porque viviendo en la penuria y la esclavitud, tiranizados por sus cadíes e imanes, consideraban una fórmula mejor de existencia a su religión que al cristianismo. Odiaban a la cruz. Esta misma impresión de carestía espiritual y de indigencia física en la que vivían los “alarbes”, a los que ve trepar con horror semidesnudos por los montes de Judea, también la denunciaría otro insigne franciscano, fray Antonio del Castillo, también arabista, al que nos referíamos por extenso arriba, pero, como tantos otros hijos de san Francisco, se siente inerme y desolado. Era un enfoque franciscano del problema. Esta orden, que predica la humildad, la paciencia y la bondad de trato es la única que ha tenido algún ascendiente por más que mínimo con el islam. Lulio se adelantó a todos ellos. En calidad de profeso de la orden tercera - no está claro si llegó a recibir el sacerdocio aunque es posible que fuera minorista - Lulio se adelantó a su tiempo. Pero el iniquísimo las prepara buenas. Es una flor negra que abre sus tallos en las platabandas de los pensiles más escogidos. Crecen rodeados de cizaña. Donde está el bien está el mal. El diablo tiene la costumbre de introducirse tanto en las humildes celdas como en los altos estrados.  Por la vía de servicio. Tiene que cumplir su oficio de tentador. El beato Ramón Llul puso en suerte a su enemigo y lo venció a costa de no pocas incomprensiones y despechos. Todavía no se comprende cómo uno que sufrió pasión y muerte (parece ser que su tránsito en olor de santidad tuco que ver con los vejámenes que padeció en Túnez después de ser azotado y encarcelado por el cadí de Bugía) no haya sido inscrito en la nómina de los santos, conservando sólo el título de beato. Su canonización es una cuestión pendiente porque todas las normas de la iglesia, que dice que quien  vierta su sangre en defensa de su fe sube automáticamente a los altares sin más preámbulos. ¿Cómo es que le falta aun la aureola y la hornacina y su día señalado en el cantoral? Tal vez fuera un rebelde, un impulsor de lo políticamente incorrecto para los tiempos que le tocó vivir. “El clero cristiano - anota al cabo de su primera incursión misionera a berbería en 1294- debiera enrojecer de vergüenza al ver cómo los sarracenos vilipendian a la santa fe católica. Nos califican de fatuos y generalizan que ésta no la podemos defender con argumentos sólidos sino con argucias”.

Bizarra sentencia, cabría deducir preguntando a su vez a mano contraria: ¿Y la fe de las personas que adoran a un zancarrón y tienen por artículo de fe la hégira o peregrinación a Meca una vez en la vida, estarse sin probar carne de marrano (jalufo) y mantienen toda una serie de creencias más o menos absurdas cuando no lascivas sobre el más allá?, apostillaríamos nosotros de nuestra propia cosecha.

Hubo de volverse oír dinde había venido, desatendidas las propuestas por los funcionarios del palacio de Letrán donde se vivía una situación cuando menos incómoda con dos papas reinantes legalmente constituidos después del cisma de Aviñón, y a pesar de contar con la mención propiciadora de la reina de Francia que costea la edición de su “Ars deductiva”, la cual había compuesto durante su estancia en París debatiendose Lulio con los averroístas y hasta llegando a fundar su propio partido escolástico. El de los iluministas. Su caballo de batalla era la demostración del complejo misterio de la Trinidad. Igualmente, fueron épicas sus intervenciones acerca del pecado original y las concernientes al debate sobre si hay o no ingerencia de la divinidad en las cuestiones particulares del ser humano.

Estas decepciones no merman su ánimo enterizo. De regreso en su isla funda el colegio de Miramar al pie del monte Randa en medio de un paraje solitario y bellísimo que tanto conmovía al poeta inglés Roberto Graves el cual , otro iluminista, atraído por la magnética presencia de Lulio, vivió también cerca de cuarenta años en la isla. La verdad os hará libres. Fracasada la utopía de los cruzados, confía reconquistar Jerusalén. No al filo de la espada sino al hilo de la discusión y del debate.  Estaba en un error. Para tarifar con aquella gente hacen falta armas de otra clase. La conversión de un mahometano - tal es el odio y el menoscabo en que se les educa desde niños para con el catolicismo- es poco menos que un milagro. Nostramo lo sabe y aquí lo tenemos como problema. La caída del muro de Berlín, las equivocaciones del pontífice polaco, las insidias de ciertas ramas secretas y la última guerra de Oriente Medio con la toma de Belén que encortinó este libro va a ser un problema terrible para nuestros hijos.


Las fundaciones que fabricara el cardenal Cisneros al norte de Marruecos hubieron de ser evacuadas. Los franciscanos y algo los dominicos han nutrido su cupo de mártires gracias a los miembros de estas comunidades que se atrevieron a cruzar el estrecho para ir a predicar a los infieles sin apenas resultados dignos de tener en cuenta. Charles de Foucauld, cuya vida y obra hemos abordado en alguno que otro libro, también fracasó y fue martirizado en un aduar en pleno Rif.

¿Convivencia pacífica de las tres culturas? ¿Tolerancia? ¿Ecumenismo? Acaso sueñen los que se han expresado a lo largo de los últimos lustros, y bien que les hemos oído, en el mirlo blanco. Y eso lo sabe de sobra el poder oculto que rige nuestros designios. Su hegemonía y fortaleza se alimenta de nuestra debilidad, nuestra anemia ideologías, nuestras rencillas a navajazos, nuestras cuestiones nacionalistas encima de la mesa. La norma es divide e impera (the rule by division) que han tratado de poner en efecto los británicos en todas las zonas de su imperio. El gran jefe ha tirado de archivo y regresando a las luchas feudales del medievalismo ha dado en resaltar que la religión puede hacer que engorde la cartera de pedidos. De lo que se trata es de acabar con Europa. Se hizo memoria y se borró la memoria. Todo empezó en Kosovo. La Otan fue allá en auxilio del turco frente a los cristianos serbios, oh paradoja de las paradojas. ¿ De qué se queja entonces la Fallaci? Todo lo que está pasando se veía venir.  Las carambolas del efecto dominó en lo futuro no dejarán de sorprendernos. ¿Y qué está ocurriendo en Chechenia? ¿Qué pasó en el Ulster ? Por el mes de julio en los aledaños de Portadown, con lo de la marcha de los aprendices y el recuerdo de la batalla del Boyne, siempre hay palos. La vieja religión les ha servido a los yanquis para crear focos de tensión en el mundo. Lo maravilloso del caso es que los americanos parecen un pueblo profundamente religioso pero a su manera. Al adherirse a  su bandera un católico americano deja de ser muy diferente a uno de Sevilla. Usa va a ser no sólo la lengua del imperio sino la religión del futuro. Que se eche Europa a temblar.

El próximo foco de conflicto armado pueden ser las vascongadas. Allí nostramo con todas las bendiciones del pontífice reinante se propone la creación de un Gibraltar vaticanista. A nuestro modo de ver, lo más indignante, como venimos insistiendo en nuestros ensayos, en los que pretendemos contra el pasado relacionándolo con el acontecer actual, pues, a nuestro modo de ver, la Humanidad está atravesando por circunstancias cruciales, es la indiferencia o desidia con que se abordan estas cuestiones sangrantes para la iglesia desde el vértice de su cúpula jerárquica, pero eso ya pasaba en los tiempos del beato mallorquín en las postrimerías del s. XIII.


En Berbería se echaban otras cuentas de modo que aquel dulce panegirista franciscano va a experimentar en sus propias carnes, que los moros verberaron con saña, la acogida de sus propuestas. El mensaje evangélico en Túnez sonaba a música celestial. No entienden otra concordia que la que brinda un buen mandoble de cimitarra. A diferencia de algunos cristianos ilusos o francamente clarividentes y heroicos, no soñaban en el mirlo blanco. Eran realistas. Estaban muy resentidos por haber sido desalojados del castillo de Bellver por los almogávares. Hebreos y mahometanos, acérrimos en sus principios, tuvieron a gala mirar por encima del hombro a los cristianos, lo que en punto a creencia les vuelve prácticamente inabordables puesto que una de las premisas del credo cristiano es la humildad. Pero a Lulio el dominio de la lengua hebrea y árabe le permitió disertar de cuestiones teológicas, como era la del jardín de Alá, idea que toma Dante como arranque de su Divina Comedia, vedadas a los occidentales y que sólo utilizaban el latín, lengua de la razón y el derecho, frente al idioma bereber que es lengua de los sentidos. Él pudo expresar sus opiniones sobre la trinidad y la encarnación ante los imanes, empleando no poco esfuerzo, gastando mucha saliva, mas sin fruto. La diferencia entre el Evangelio, el alcorán y la Torá es que cada uno mantiene conceptos diferentes acerca de la divinidad. Para las tres religiones monoteistas que encuentran en el patriarca Abrahán un tronco común éste no es un término unívoco sino equívoco. Iahvé y Alá encuentran escasos puntos de contacto con el Zeus griego, origen del Dios cristiano, con sus planteamientos trinitarios, otra herencia griega pues fue Trimegisto, con toda su carga hermética, el primero en plantearla: el misterio de la procesión trinitaria en el amor del Ser Supremo hacia el hombre. Fue tuvo tal el afecto que tenía hacia la criatura por Él creada que hubo de enviar a su Hijo primogénito para salvarnos ( aspecto soteriológico, y por tanto activo, no pasivo, como pretende el quietismo cabalístico o el fatalismo coránico) y esta idea que sabe interpretar el sabio de Mallorca con una especie de iluminación especial, un carisma que le fue dado, a lo largo de folios y de infolios, no es un concepto hueco, ni una simple retórica sino algo vivo. O mejor dicho, sí es retórica pero por la palabra se llega hacia el ser infinito. In principio erat Verbum et Deus erat apud Deum et Deus erat Verbum.  Vibra todo su pensamiento ante esta entimema divina que presenta Juan en su Último Evangelio. El misterio de la procesión trinitaria es por entero el del amor divino hacia el hombre, donde se funde el ser con el existir, la potencia con el acto. Para los cristianos Dios no solamente está arriba - he aquí la principal variante teológica- , sino que participa, intercede, nos mira, nos protege, se preocupa. Para los islámicos esta planteamiento suena a blasfemia y los judíos prorrumpen en carcajadas. El misterio de la trinidad, alegan, está en el amor. Bien. ¿Y dónde está el amor?


Para el Doctor Fantástico, como gustaba llamarse el sabio catalán, que fue un verdadero sabueso de la verdad - venator scientiae- Dios es el sumo bien (summum bonum) ontológicamente, pero es también tácticamente el ejecutor de todo bien (bonum operativum). Acto y potencia enigmática. Principio indivisible. Lo cual entraña nunca quedarse quieto en su Olimpo o en su hornacina. No aguarda sino que se anticipa. Baja del altar. Se compromete.  Se encarna. Quiere estar con nosotros y comunica todo cuanto salió de sus manos para que se desarrolle, evolucione y crezca. “Bonum est diffusivum sui”. El bien, como manantial sin restañarse, se comunica y se expande.  La vida evoluciona. El proceso de conversión de R.L. y su llamada al desierto tiene algo de viñeta literaria, para orlar algún camafeo de la Leyenda Áurea. Cuando tenía treinta años, casado con dos hijos, pero enamorado de otra dama, estaba una noche en su aposento componiendo una trova a su nueva adorada, se le apareció el mismo Jesucristo que iba con la cruz a cuestas y de esta manera le hablara:

-Ramón. Ramón. Son muchos los que se pierden por no conocer la luz.

Creyendo que se trataba de una fantasmagoría, obra del pervigilio o de la violenta pasión que lo envolvía, no dio crédito a sus ojos ni a sus oídos, pero a la noche siguiente de nuevo se le aparecía Jesucristo. No le dejó terminar la composición en la que estaba embebecido el poeta. El Señor le hablaba envuelto en una nube parlante exhortandole a dejarlo todo para vivir según su palabra, una vida real, sin las ficciones engañosas del mundo con sus pompas y vanidades.

-Ven en pos de mí.

Y esta vez el joven cortesano no pudo resistirse. Todo lo que tenía lo repartió a los pobres dejando un tanto de su hacienda para la manutención de su familia. El día de san Juan Bautista de 1263[liv] un obispo vino a predicar a la capital de la isla. Entre los numerosos oyentes de aquel sermón estaban Raimundo y la dueña de sus pensamientos (lo refleja una de las solemnes y maravillosas miniaturas del “Breviculum”) la cual también debió de decidir su ingreso en un convento aunque della no se volvió a saber. Debió de ser un caso sonado y con ciertas concomitancias con la Laura de Petrarca. El siglo XIII fue el de la galantería. Ausias March dedica cantilenas a Teresa Bou pero la dama en cuestión, objeto de los requiebros de Lulio, permanecerá para siempre en el anonimato. Nada aclaran al respecto los biógrafos. Vivió el tiempo de la consolidación del erotismo platónico. Toda la obra luliana está traspasada de ese estro amoroso que imbuyó a sus coetáneos.

Luego de velar las armas, es investido caballero de Xto en la fiesta de san Pedro Apóstol.  El obispo que con tanta elocuencia predicara en la catedral de Palma le dio el hábito de terciario franciscano. Se retira al monte Randa donde pasa largos años de su vida, pero le quema una especie de fuego, pide consejo a su amigo y tocayo Raimundo de Peñafort le tiene que cortar los vuelos en más de una ocasión moderando sus ímpetus penitentes[lv].

Pero al fin vence el celo a la prudencia. Quiere imitar a san Francisco de Asís y decide hacer una peregrinación a Compostela. Embarca en Barcelona y a través de Jaca enfila el camino francés. Desde León cruza la montaña por Arbás, Pajares y Mieres y se prosterna en Oviedo siguiendo después ruta por el camino de la costa. De este viaje sabemos poco lo mismo que acerca del que lleva a cabo al País de Oc cerca de las Landas.


El Languedoc contaba entonces con una importante tradición esotérica. Allí se veneraba en una cueva cerca de Rocamour una imagen milagrosa de la Virgen María. A ella se encomienda el beato antes de acometer cualquier tarea. La tradición provenzal es de la más pura estirpe. Tradición galante con sus inspirados lais marianos y virolays. Pero hay que tener en cuenta otra corriente.  La de los cátaros, los puros, los que no quieren contaminarse con las impurezas carnales y derivan en herejía. El hito de separación que discierne el bien del mal es super tenue. A veces resulta imperceptible. Y esto vaya en abono del recuerdo de las luchas y matanzas que ocasionó el cisma de los albigenses cuyas viviendas fueron mandadas a arrasar a fuego por Inocencio III.

Las confrontaciones dan vado a muchas bajezas humanas y terminan en la efusión de sangre. Nada gusta a los seres humanos el matarse tanto como cuando se hace en nombre de dios.

Por ese cabo, el que dijo que las religiones debieran estar prohibidas no andaba descaminado.


Al santuario de Rocamadour no muy lejos de donde está hoy Lourdes lo que demuestra que las apariciones marianas no son un fenómeno reciente sino que eran muy frecuentes en la edad media endereza sus pasos vacilantes el devoto peregrino. Ofrece su vida por la conversión de los infieles. Al regreso de este su primer periplo por el mediodía francés parece ser que recibe las ordenes menores. Al igual que francisco al que imita en todo no pasa del diaconado. De nuevo se entrega a la contemplación y al estudio en las soledades del monte Randa no lejos de Alcudia y de Benisalem a mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Alli funda el primer colegio de escuelas orientales.  Quería convertirse en caballero anda dante de Xto a imitación del estigmatizado de la porciúncula cuyos discípulos iban y venían por los caminos de Europa en casas de acogida y conventos de tradición itinerante que no tenían nada que ver con las abadías de carácter estable. Toda la cristiandad simula ponerse en movimientos. Fue el legado de las cruzadas ese azacaneo de aca para alla. Se da al traste con el modo de vida feudal de bienes raíces y de siervos de la gleba. Los burgos son ya ciudades libres. Aumenta el intercambio de ideas, surge el comercio y las preocupaciones sociales que derivan en revueltas y desmanes. No estaba aun fraguado el concepto de nacionalidad. El elemento de cohesión era la iglesia pero esta iglesia con sus inmensas riquezas y bienes en manos muertas era blanco de críticas por parte de los descontentos que eran los menestrales y pecheros. La revolución franciscana vino a ser un paliativo a ese malestar. En el fondo las ordenes mendicantes son los portadores del fuego nuevo y encienden la llama de la gran conflagración espiritual que pervade al siglo XIII. Duns Scotto es uno de los representantes de esa nueva teología. Los francisanos querían poner el mundo del revés. El único medio a su alcance es el amor, la humildad, la pobreza y el desasimiento de las cosas terrenales. De este espíritu candoroso participa el movimiento lulista. Pese a sus apariencias de ortodoxia en el trasfondo late un cierto resquemor, fundado, contra la actuación insolente del alto clero pero es tan tenue que resulta imperceptible el malestar. Lulio quiere ser otro loco de Jesús. Predica la cruzada. La recuperación de Jerusalén mediante el diálogo inter confesional del que es su primer fautor y precursor. Para atraerse a los catecúmenos basta el buen ejemplo, la caridad, la humanidad y la abnegación. Es insuficiente el orgullo y el engolamiento del que se siente en posesión de la verdad. Lo mejor es ganarse su familiaridad hablandoles en su propio idioma y conociendo sus costumbres.

Él mismo iba a caer víctima de sus propias redes, presa de sus utópicos sueños. La primera regla de la caballería andante reclama el amor a la verdad. La segunda, la defensa del oprimido. La tercera, una veneración quasi idealista de la mujer que proyecta a la hembra a la categoría de diosa. El ideal será una dama a la que muchos habrán visto una sola vez y de lejos, pero por la cual están dispuestos a morir en defensa de su honra como don Quijote con Dulcinea. Lo mejor de esta vida es lo inútil. El arte y la filosofía no valen para nada pero acaso no podríamos vivir sin ella. ¿ Sería volvible una vida sin este ideal de mujer? Ah que no.

No se trata más que de una sublimación del acto de la vida. En la edad media y ya mucho antes se veneraba a la madre tierra representada por figurillas de fecundidad y el culto a artemisa no es más que una proyección del culto a la madre minorasiática, el útero húmedo y germinal. Todos esos ídolos tienen aspecto fusiforme como el de una espora. Como el de una vagina que a la larga se convertirá en reclamo de los caballeros. El comunismo soviético intentó a acabar a hachazos con esta representación de la mujer misericordiosa y poderosa representada en la Madre de Dios diciendo que ese hieratismo de virgen negra era un insulto a la mujer pues establece dos planos, dos clases de mujeres, las que se contemplan y se miran y las de usar y tirar. Es llevar un poco las cosas demasiado lejos pero toda esa clastomanía de Lenin y sus compadradas no ha servido de nada. El pueblo ruso sigue venerando a su Bogoroditsa y sus representaciones bizantinas se encuentran ahora en todas las partes: en las celdas de un condenado, en los asilos y junto a la cabecera de los hospitales y hasta en la mesa de algún funcionario. Fracasada la revolución marxista, ahora en una segunda ola se dispara la cresta de la ola feminista, no menos furibunda contra los valores marianos, furibunda de materialismo y de teología protestante. El todopoderoso Bush no sabe la fuerza que tiene el encender una vela a la Virgen. Así luego le pasa lo que les pasa a los más fanfarrones que en los momentos de peligro se meten debajo de la cama. Le ocurrió al perdonavidas de Azaña y le ha ocurrido ahora a este. ¿Dónde estaba el presidente yuesei cuando se estrellaron los aviones contra el Pentágono o el hastial de la mellizas ? Mr. Bush was missing. He ran for cover like a chic[lvi]. Creía que se había producido un ataque nuclear y buscó  regaifa, lo que llamaba Hitler el Wolfschanze[lvii]. He aquí pues una realidad que los más bravucones se hacen cámaras cuando ven su vida en peligro. En la filosofía marial se nos dice que es Ella la que salva. Contra su manto se estrellan todas las insidias y embates de las furias del Averno.  Los creyentes lo cantamos en el Akathistos[lviii].


El romanticismo de los templarios y de los cistercienses, verdaderos impulsores del culto de dulía, no ha sido bien entendido por la esfera de pensamiento luterano calvinista, causa irritación entre los muslimes y entre los judíos sarcasmo, pero fue un hecho que configuró la mentalidad de Europa. Sirvió por lo pronto para abrir, poniendo bajo los pies de la mujer una pedestal, un sitio de honor. Hasta que no la cantaron sus romanzas y trovas los provenzales ni se embelesaban con el dulce pensamiento de su amada los caballeros andantes la mujer era considerada como un ser inferior a medias entre el animal y el varón. Hasta el siglo XII se pensó que no tenían alma. Bocacho la trata como una yegua, un instrumento de servidumbre y cabalgada en sus cuentos.

Y eso no hay quien lo mueve porque fue asi.

Claro está que esta pleitesía indignará a las feministas más lanzadas pero cabe recordar que la Mujer que aplastó al Dragón y acabó con las predicas infernales de los comunistas soviéticos dará un tumbo a las insidias de los movimientos ad lib que tanto afloran a nuestra superficie virtual: los clubs de lesbianas y mariquitas y furibundas platabandas de otras flores negras donde se inserta el Women power a ultranza y otras trayectorias de pensamiento salvaje que no han deparan a nuestra sociedad odio y lagrimas, reivindicaciones absolutas, demandas de separación, carreras obstáculo, lanzamiento de botijos, la manumisión de la esposa para que los maridos se conviertan en hombres objeto de quita y pon.  Malos tratos y vejámenes, ni contigo ni sin ti. Esta incógnita tiene harto difícil solución.

La pleitesía y pedestalización de la Virgen ha puesto en pie de guerras a las feministas que ya no quieren ser hijas de María. Han roto el carné. Que no les hablen de cuando estuvieron en un colegio de monjas. Faltaría más. Pero ellas tampoco, pese a sus soflamas - el furor que les atenaza no es sino revancha- creen en la igualdad de sexos, que según la naturaleza no es más que equiparación funcional, al igual que los caballeros andantes.

Claro que esta visión de la nube por peana y el cuarto creciente a los pies - figura de estos tiempos de imperiosa influencia del islam y del mujerismo vindicatorio- cuadra poco con la prevención que tuvo la iglesia hacia ella como herencia del mundo semita y del clásico. Esta imagen encantada tampoco es real sino un delirio que deforma a las mujeres de carne yu hueso. La defenestración del espejismo va a conducir al pesimismo misógino y picaresco de las chanzas giróvagas de François Villon, los “”stramps” catalanes o las esparsas provenzales.


Su lira entona himnos epicedios al desengaño y a la traición de la ingrata cuando comprueban que sus Lauras y sus Beatrices no existen o se comportan igual que todas. Al fin y al cabo la mujeres son como Dios las hizo y como él quiso que fueran, están también hechas a su imagen y semejanza pero salieron de la costilla. Los escolásticos hacen lo que pueden por deificar el amor carnal en amor triunfal por encima de la miasma corruptible. Su tesis es que sólo cabe una mujer, la que aplastó al dragón y la que nos resarce de la caída original de Eva. Y esa es la Theotocos modelo de perfecciones para una humanidad imperfecta.

Cabe tener en cuenta que la conversión de Lulio, ese gran genio hispano, impulsor de las ciencias y de las artes, quien compuso uno de los libros más bellos del mundo, el creador de la prosa catalana en su novela Blanquerna de cariz autobiográfico aunque sin salirse de la tendencia bizantina con loor a santidad y a fuego sagrado traído por los peregrinos de tierra sant. “Blanquerna” es una composición peregrina en todo el sentido de la palabra pero una defensa del cristianismo en forma dialogiza y tratado místico, libro de reglas de urbanidad, código filosófico - en la novela cabe todo- contra los infieles que tienen por dios cosas absurdas como el zancarrón que se venera en Meca convertido en jaspe. Blanquerna es  fruto de un desengaño amoroso, una decepción de las cosas del mundo. En esto Lulio es hijo de su siglo cuando vuelven a prender con fuerza las ideas platónicas y aristotélicas - bien ponderamos llamarlo la centuria filósofa- que dé prelación al intelecto sobre la fuerza de los instintos y se procura un camino de elevación hacia arriba. Eso es arte gótico. Eso es también novela gótica y Blanquerna uno de los mayores exponentes de esta tensión gótica hacia lo alto. La muerte llegó por la mujer pero también por ella la salvación. El sexo tiene una fisiología afín a la última agonía. La mujer por tanto es portadora de destrucción y llanto. Está demasiado adicta al baro pero para compensar ese desequilibrio en el campo Dios creó también a María como espejo de todas las perfecciones y resarcimiento de la quebrantada naturaleza femenil. Su dedo indice que alza la mano hacia arriba en todas las imágenes y estatuas que se figuraron y fraguaron apuntan al ser mortal después del pecado el verdadero camino.


Eugenio D'Ors dijo dél que era el divino impaciente de la unidad de las tres ramas abrahamitas. En apariencia fracasó en su intento pero nadie podrá conocer los designios de la Providencia al respecto. Fue un cultivador de la esperanza cristiana en estado puro. Su obra constituye un desiderátum limpio- por lo pronto, el beato con su mente encumbrada tenía una noción  diferente de la realidad y se adelantó a su tiempo. En sus escritos se percibe una tenue desconfianza hacia Roma. Este mediterráneo contemplaba la vida con “seny”. No era partidario de los dogmas ni las excomuniones. Prefería debatir. Precisamente, la mesura y la ponderación siempre resultan un estorbo a los fanáticos de ambos bandos. Los suyos no le entendieron acusandole de escaso fervor romanista mientras los moros a los que pretendía convertir  y amaba lo recibieron a cantazos para luego encerrarlo en un inmundo calabozo donde se tiró dos años sin ver la luz del día y a pan y agua. Lulio había optado por el martirio como una decisión personal. Jerusalén estaba en su mente y en su corazón. Era el anhelo y el consuelo de este cruzado nacido en 1235 cuatro años después de la toma de Baleares para las barras de Aragón. La conquista de la ciudadela de Palma 1228 supuso para Jaime I un primer paso en el objetivo de dominar el Mediterráneo. El objetivo a largo plazo era desalojar a Aladino de Jerusalén. Mas él nada personal tenía contra los árabes. Les compadecía, se apiadaba de sus sufrimientos, aprendió su lengua gracias a la tutoría de un esclavo morisco que era de Alcudia que en árabe significa bahía. Pensaba que los musulmanes y los judíos al negar a Xto  van contra la historia y se sitúan en una vertiente peligrosa de la misma, quizás el apocalipsis. Repetidamente e refiere a Macometum en sus escritos como al antecristo. Lulio temía y predijo una segunda invasión islámica de Europa susceptible de provocar a la larga un ulterior terror milenarista más espantosa que el que vino planteado para la Castilla del siglo XI por los almetes y adargas del moro Almanzor. Mahoma no pudo ser de dios puesto que predica el imperio de los sentidos, la aniquilación de todo vestigio cristiano. Y eso es muy fuerte.  Abundando en lo cual tenía por cierta la prelación ético teológica del catolicismo porque sus mandamientos rebasan la linde de la ley natural para remitirse a otra que por lo incomprensible e inalcanzable es de origen deífico. No entra en nuestros códigos volver la otra mejilla, tener a raya a las pasiones, equiparación del hombre con la mujer, con los mismos derechos y deberes, algo que no admiten ni el corán ni la Torá. Predica la esperanza de la eternidad. Sus miras no son terrenales sino que apuntan hacia el más allá. Pero -ojo- el amor evangélico es ka enigmática sonrisa que se dibuja en los labios de los santos cuando sus caras son representadas por nuestra imaginería religiosa. Nada tiene que ver con lo útil. Lo necesario. Lo agradable. Lo bello. Es amor del alma. Por consiguiente no pesa. Esta dicotomía de lo físico y lo psíquico le va a llevar a Lulio lejos en sus conclusiones a la hora de ensalzar la primacía de lo racional sobre lo irracional. Mediante el ejercicio de las tres potencias del alma puédese someter a férula a los apetitos hasta lograr el gobierno no sólo de su vida material sino que incluso es vía a la vista para alcanzar la regencia del propio destino con el concurso de la gracia, claro está. No somos por tanto pura química ni una cuestión de piel fruto fortuito  del acaso. El primer predicable de los estoicos era el conocerse a sí mismos y en ese dominio se encerraba la clave del control del destino mediante la voluntad sumisa. Aquí el psicoanálisis que es determinista y fija la conducta humana de la dependencia de una serie de factores que concurrieron en la infancia no pinta nada. El segundo predicable nos revierte a la tesis del libre albedrío que fuera formulada por san Agustín. Los mayores goces los proporcionan el entendimiento y la virtud. Eso nunca lo entenderán los hombres sarcinos que define san Pablo. La renuncia evangélica será para ellos como un mensaje de extraterrestres. No conocen los códigos, perdieron las claves. Lo plantea en su “Ars Deductiva”: el viaje del alma es una escalada. Hay que subir peldaño a peldaño camino del monte Sión. La ascensión por camino de abrojos se presenta dificultosa. Conviene pertrecharse de botas recias y de un buen bastón. Antes de llegar a la cumbre recomienda pensar en lo dicho por Isaías. Si no creyereis nunca encenderéis.




También este viaje hacia la descubierta del monte de la santidad se asemeja a la singladura de un barco a la deriva. Nunca sabemos qué vamos a encontrar al llegar a puerto. Y si hay puerto siquiera detrás de los celajes de la niebla que encortinan el campo de visión del futuro. Hay fuerzas que tiran desde nuestra obra muerta hasta el abismo pero hay otras que la sacan a flote impulsándola hacia arriba. Jesús acude en nuestro socorro y nos larga el bote salvavidas. La estacha de la gracia. Coronar el monte de la perfección se asemeja a la expugnación de una alta muralla con almenas y matacanes tan empinados que parecen inaccesibles. Son los pináculos de la torre albarrana de la verdad. Los caballeros andantes de la palabra y del raciocinio acuden a rescatar a la justicia  que la malicia y el error metieron presa en un castillo. Rehén de moros y judíos y avasallada de cristianos tornadizos, de obispos libeláticos, de papas indignos - Lulio vivió los tiempos en que pontífices como Martino IV excomulgaban a los reyes aragoneses, tan terribles que a instancias de la suprema jerarquía de la iglesia se organizaban actos tan cruentos como las denominadas “Vísperas Sicilianas”- que la encastillan en la alcazaba del egoísmo y la falsedad, la verdad languidece en prisiones y lleva una existencia problemática. Está claro que la lucha se presenta desigual al contar los sitiadores con armas de escasa eficacia, como son el sermón, la plegaria, los actos de caridad mientras que los defensores opugnan con más brío como es la blasfemia, el yihad, el fanatismo, el odio a la cruz de Cristo. La persuasión solícita sirve de poco ante los guardias que vigilan desde la almena y lanzan venablo ardiendo, pesadas moles y a veces calderas de aceite hirviendo . Sin embargo, Dios está siempre de parte del débil y desdeña al poderoso. Al final y `por más que los testimonios de la historia sean del todo adversos a la causa del crucificado posará su vara de medir sobre los impíos. Lulio prevé que el enfrentamiento con las fuerzas de la oscuridad dudará hasta la consumación de los siglos y que a veces - esta es una interesante visión profética que apronta del choque entre las tres religiones - dará la impresión de que la verdad es arrinconada y acorralada no tardará en caer en el precipicio. Cuanto más vivaces sean las llamas que broten del as fauces del dragón más próximo se encontrará el fin. Los creyentes no tendrán que desfallecer y les exhorta a la perseverancia fiados de la palabra empeñada a los apóstoles antes de ser entregado. Si bien se fija uno, esto se está cumpliendo al milímetro. Macometum y sus socios con el apoyo de los hijos de la sinagoga porque detrás del moro esta siempre el judío - así sera eternamente - han asumido el papel de antagonistas de este drama y siguen pertinaces en sus perjurios. Pero al final el bien se abrirá paso. No faltarán las sorpresas que nos depare el Día del Juicio y habrá muchos que queden confundidos cuando venga el que ha de venir con sus angeles a apartar los corderos de los cabritos. Al que perseverare le aguarda el lauro y la palma del reino prometido pero bien entendido que este imperio triunfal no pertenece a esta vida como pretenden los utopistas de Teodoro Herzl sino que se instaura en el más allá (fatalismo). Los judíos siguen esperando la llegada del mesías pero ven en su persona a una caudillo nacionalista que les vengue de todas las afrentas recibidas como pueblo y declare el reino de la justicia. Los cristianos sólo vemos en lo mesiánico una liberación del yugo del pecado. Ahí está la gran diferencia. Bizarro consuelo pensarán algunos, pero ese y no otro es el pregón que vino a esparcir a la tierra el hijo de dios como aguacil de la promesa del reino futuro. De lo que no pasará. En este vale de lagrimas no siempre son los más felices los más poderosos y ricos sino los que hacen la voluntad divina y viven conforme a sus mandados de los que son nuncios los profetas y los santos. Todo un ejército se puso en movimiento para recapitular el mandato de filiación divina que dejara tras sí el misterio de la Encarnación. Va delante una cuadrilla de añafileros los cuales al grito de Te Deum laudamus et Xtum Dominum nostrum diligamus, cognoscamus, recollemus[lix] llenan el espacio de ecos de vibraciones de gran trompetería y fasto. A estas consignas  contestan los guerreros que guardan el castillo, los que tienen encerrada la justicia en una mazmorra, los moros y los judíos, con un grito antitético: “Cristo es un impostor. No hay otro dios que Alá y Mahomed es su profeta”.  La lucha no ha hecho sino comenzar a pesar de que venga desarrollándose desde el hontanar de los siglos este cuerpo a cuerpo de la cruz con la media luna. Bien lo sabía Ramón Llul, que era un catalán prevenido en frontera, que nació en un tiempo de grandeza y de exaltación de la fe de carácter hospitalario. Cuando se decía que hasta las ballenas llevaban las barras de Aragón inscritas en el lomo y losa peces del Mediterráneo en sus escamas. Este es el siglo en que la cristiandad tuvo su hora mayor. También conocía al moro puesto que venía de una familia de guerreros de Gothalandia (Cataluña, tierra de dios, goda de pura cepa, lo mismo que Andalucía es vándala, Galicia, sueva. Castilla. Ibera y Asturias, romana) que entró en Mallorca con las mesnadas de Jaime el Conquistador. Sabía de su fanatismo y correosidad y su incapacidad para el debate de sino religioso desde que los ulemas les obligan a aprender de memorias cada una de las suras. Ese sí que es fanatismo y mucho más que el de los curas y los frailes católicos. El islam es el pueblo de un solo libro. Para lectores tan eclécticos y empedernidas como el que esto suscribe, al que acucia la necesidad de leer en todo tiempo y en todo lugar, la vida en berbería sería punto menos que imposible. Me moriría sin libros.  Yo me paso la vida fumando en pipa y leyendo.  El narguile es una forma del vicio de echar humo - vapor en este caso- que no me seduce y frente a todo libro que cae en mis manos siempre tengo a gala adoptar una postura critica que no podría ejercer con el corán que es la verdad revelada. Me gusta leer entre lineas y debatir pero mi experiencia me dicta que no todos tienen esa misma actitud frente a un hecho exterior contentible y sujeto a interpretaciones. En mis años no he encontrado más que fanatismo y prejuicios.  Sólo en Xto hallé la libertad y la comprensión pero es un Cristo que nada tiene que ver con el que nos imponen desde arribalos telepredicadores. Que tiene más que ver con la experiencia intime que con el dictamen o los fallos de los otros. Me seducen poco los panegíricos jesuitas o esos sermones interminables de los impostores bíblicos que llegan desde arriba y que descubrieron en la biblia un negocio. El cristo que yo llevo en mi corazón es dulce y armónico como un trotarios bizantino. Está en los ojos del pobre, del mendigo. Huye y espera con el corazón partido de los que soportan con longanimidad las intemperancias del tirano, los exabruptos del siglo. PROCLAMO QUE EL CRISTIANISMO ME HIZO LIBRE. Y más que libre libérrimo . Porque ninguna otra doctrina ha roto tantas cadenas como pesaban sobre nosotros. Cristo nos ha rescatado de las garras del dragón y nos sacó de entre las arillas asfixiantes de la serpiente antigua. Soy católico y pecador. En mi vida existe un hiato insalvable entre lo que pienso y lo que hago ¿Cómo salvar esta sima? A veces me domina la impresión de que mi fe se alimenta de retórica, que todos son frases, que las vidas de los santos se copian unas a otras y por su factura estilística semejan al estilo neutro y algo romo de los que escriben en los diarios de gran calado. Lees un artículo pues como si leyeras el otro. Asistes a la recitación de un telediario, pues preparate porque en el siguiente va a haber más de lo mismo. Pero, a pesar de todo, si algo conserva de óptimo la religión instituida en el Sermón del Monte, es esa capacidad de entusiasmo, esa aspiración a la utopía. Somos por eso idealistas y complicados. Quizás nuestro credo al purificar nuestra alma la volvió más difícil . Lulio se encontró con esa dicotomía en su visita a Aviñón.  Allí no entendieran el entusiasmo que produce siempre el desierto. Los dómines sorbónicos lo miraban por encima del hombro.

- Nuestra fe es indestructible por más que tú no seas más que un pobre lego que especula de trinitate.

Lo que vio en la corte pontificia debió de descorazonarle. Allí el evangelio no aparecía por nenguna parte. Sólo las intrigas. Él propuso la fusión de las órdenes de caballerías en los hospitalarios y en los alfaqueques que acababa de fundar su amigo y tocayo Ramón de Peñafort. Pero no le hicieron caso. Pudo más la avaricia y el deseo de rapiña de hacerse con las limosnas y granjearías que dejaba el Santo Sepulcro y para el cual se realizaban las donaciones pro ánima en toda la cristiandad. A cambio de misas perpetuas, los ricos dejaban sus ducados y señoríos a la iglesia. Esta codicia dicen fue el móvil que instigó a Felipe el Hermoso para pedir la disolución de los templarios. La caída de San Juan de Acre en 1291 supuso el primer mazazo. Los cruzados habían cometido demasiados errores. Jerusalén quedaba más lejos en la distancia física pero a partir de ahora más cerca del corazón y como se escribe el Devoto Peregrino la perdida de los santos lugares y el derrocamiento de los templos “pecados nuestros son”. Demasiados escándalos y abominaciones que no se podrán abarcar a lo largo de este humilde codicilo que, si mis dolores y angustias ante el desencanto que me rodea, y los descalabros de mi vida personal me lo permiten, intento poner en mira. Que a todos nos perdone Dios.


Los libros lulianos, por último, parecen escritos siguiendo un patrón acendradamente arquitectónico. Sus obras son un paramento de arriba abajo siguiendo la plomada jerárquica. Desde la cúpula a los cimientos hay anhelo de simetría. Las ramas del árbol de Jetsé enlazan sus tallos en lo alto. Todo es noble, elevado, concéntrico. La pirámide se construye siguiendo la plomada del silogismo y la clave de todo yace en Jerusalén. Unos nombres nos llevan a otros y unas ciudades son calco de la siguiente. Hay una inter teatralidad semántica que nos lleva, vuelvo a repetir a la añoranza de la Jerusalén conquistada. Con el corazón y con la cruz. Nunca con la espada.

 

 

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EL MAESTRO DE LOS PROFUNDOS PENSARES




El bus estaba dando la vuelta a la glorieta de Picadilly. Sobre las gradas del monumento a Cupido tomaba el sol un contingente de jóvenes melenudos. El grupo era ecléctico. Se hablaban todos los idiomas pero todos les había guiado aquel lugar de la superficie londinense como si fuese el epicentro del planeta. Iban acudiendo con flores en el pelo y las guitarras al hombro. Peregrinos de la amistad y de la no-violencia. El aspecto de algunos era sucio y las muchachas se aderezaban con estudiado desaliño que otorgaba a sus personas un aspecto franciscano de atuendo policromo. Los ceñidos vaqueros acentuaban sus curvas, preludio indudable de que se acercaba la apoteosis del hedonismo o que al menos en sus pródromos estábamos. Los comparsas de la operación triunfo y el declinar nacional del rosa rosae granadino hasta el delirio con la repetición incesantes del la sesenta y ocho, el contoneo de Salomé y la virginal voz de Carina saben que aquellos dimes y diretes festivaleros mellaron a una generación que quería ser europea a toda costa. Eso y las melenas de Eva que les descendían hasta los hombros y el cuello donde se ensortijaban amuletos les hacía más deseables. He aquí un tiempo sin afeites. Esto es llamar a las cosas por su nombre. No tanto. Es una retórica y ciertamente todo aquello era una retórica. Las ansias de cambiar el mundo dieron con algunos de sus líderes como Cohén Benditu y Rudo El Rojo en simples ejecutivos de la casa Bearne. Otros se hicieron chupatintas y algunas profesoras o entraron en el bombo de la gran lotería de la política que repartió en tan poco tiempos tantos premios gordos. Pero pro aquellos días de inconsciencia se tumbaban a la bartola gozando de las últimas caricias del sol del enverano u prolongando las horas de miel del dulce summer británico antes de que se atrasaran los relojes y empezase los días sombríos del otoño. Había una canción que definía a aquellos romeros del dolce fare niente: “in the lazy sunny afternoon”. Mis labios la tararearon múltiples veces . Nos habíamos disfrazado de candor que parecíamos frailes franciscanos pero no eramos tan inocentes. Nuestra frase preferida era haz el amor y la guerra pero teníamos nuestras peleas. Nos disputábamos alguna chica y en los bailes cundían los botellazos. Nos acucurrucábamos en cualquier sitio, pues cualquier parte era buena en tales tiempos para arrojar la boina, y entonábamos las estrofas del No nos moverán o el Blowing in the wind. Pero semejante liberalidad sólo se la podían permitir los ricos, los hijos de papá. Para los currantes no se trataba más que de un espejismo. Joan Baez era mi diosa. No answers, my friends. La vida nos dan a palo seco. Estaba bella en verdad y lejana en los recitales la norteamericana con cara y apellido española. Fue para mí el gran ídolo de aquellos tiempos junto con el gran Joaquín Díaz cuyas canciones y el vino me han ayudado a sobrellevar los tragos amargos de la existencia. Ay aquellas canciones que se plasmaron en mi corazón como Bangladesh o el Arriero de Bembibre. El romance de la Loba Zarda. Enzarzábamos nuestra alma en la garganta maravillosa de aquella angloamericana y dejábamos que sus trinos soñasen por nosotros. Cantautor pinciano resucitó las viejas consejas del cancionero sefardí que habían sido excarceladas por M. Pidal y nos identificamos con aquel guay de Israel.  El de las endechas de ronda y saludos a la parida que nada ha de ver con el de las catenarias de los tanques por los recuestos de Belén o las encrucijadas que conducen a la tumba del Profeta. Rodaba la gran piedra de Mich Jacer el Morritos cuyos labios y golpes de cadera y los gritos berreones eran como una floración de rocas volcánicas. Todo él melenudo y menudito era como si se te hubiese aparecido en una noche loca el fantasma de un condón. Alguien dirá que estoy divagando pero al observar aquella cuadrilla de hippies haciendole un corte de manga a la ley de vagos y de maleantes buscando un lugar al sol y gozando de la caricia de las auras otoñales, desde la imperial de mi doubledecker, el departamento que en las antiguas diligencias se denominaba rotonda, se me esponjaba el corazón.  Sus insinuantes e incitantes melodías tenían algo de admonición diabólica. Movíamos el esqueleto incitados por la enorme piedra que rodaba y que había sido lanzada por aquellos muchachos del bajo pueblo londinense: los Rolling Stones. Palabras mayores. Unos escarabajos con cara inocente, pantalones y chaquetillas que les quedaban pesqueros, y zapatos de lameme la punta encendían pasiones por todo el sector. Mientras en el Capsulado, en el Rex y otros bailongos del gran Madrid otros emulos melenudos de los grupos británicos empuñaban escobas y daban brincos por toda la habitación. ¿Para barrer qué? Cualquiera lo sabe pero lo cierto es que había em aquel mundo perverso que nos tocó balear y desempolvar muchas cosas. Señor, apartáme de la tentación de fray Jarro que conduce a las puertas de la locura. No mires mi pecado, ni la mala mujer que me tocó en suerte y de los hijos que me escupen y me insultan, apiadate de la interinidad en la que vivo y de la soberbia e ignorancia que me circunda, cuando las palabras son dagas y los recuerdos torturan y la madre que me parió sin haberme querido nunca sigue fomentando insidias en mi propio hogar. Por ella he comprendido la frase del salmista “ et in peccato concepit me mater mea”. Sólo te suplico un don el de la paciencia para hacer oídos sordos a la mano que estrella su dogal y al verbo que hiere como un venablo. El papa no se retira nunca. Le dicen que abdique pero él como un antecesor suyo, aquel Benedicto, propulsor de un cisma. En sus trece. La gama de papamóviles ha sido ampliado al carretón con el que es propulsado a las audiencias. ¿Es que Jesucristo bajó acaso de la cruz? Esa es la excusa para aferrarse al poder que dejó tras de sí la fe. Es una hora difícil la nuestra. Apocalíptica. Dicen que Dios acortará estos días para ahorrar sufrimientos a todos aquellos que todavía confían en su palabra. Pero por aquel tiempo Karl era un oscuro obispo de Cracovia y el que pontificaba era Montini. Una vez en la redacción del periódico Félix Ortega me mostró una foto de aquel Pablo VI. ¿No has visto que cara de mala leche que tiene? Aquel pobre era un poco más sensible. Tenía más dignidad y era un verdadero demócrata, no al igual que el autócrata polaco. Por lo general, excepto Luciani, y el papa Pío tenían pinta de esa mala leche que comentaba mi amigo Félix Ortega. Sus veredictos no fallaban nunca. Lo que pasa es que entonces teníamos ilusión y ahora estamos todos de vuelta. Dame una escoba para barrer las inmundicias del mundo, quitar todas las telarañas de los rincones. En Londres los jueves a la tarde veíamos nuestro programa favorito los veinteañeros que habitábamos las islas. Top of the pops que mi cuñado Roger decía dando un poco la vuelta a las cosas que no debería llamarse así sino Top de Cocks que en buen cockney significa otra cosa. Así que el pop, el top y lo cock. Yo no me acoquinaba pero empezaban a hacer estragos mis congojas. Derivarían en debilidad mental por mor de aquel juego de palabras de una lengua tan sutil y delicada plena de matices imprevisibles como es el inglés[lx]. El conductor de aquel programa era un yorkshireman (los hombres del norte se habían afianzado frente a los del sur en la arena política, mediánica y hasta en lo económico) que se llamaba Jimmy Savile al que le gustaba disfrazarse de trajes laminados de oro como si en vez de una emisión de radio fuese el arzobispo de Cantorbery dispuesto a oficiar los maitines pontificales llevando los ornamentos recamados de piedras preciosas, el báculo y la cruz alzada. Los ingleses, esta era su rara virtud, sabían conceder ritual a los actos más insignificantes. De ahí las casacas del eminente comunicador quien se expresaba con un marcado y casi incomprensible acento de los moors que lo vieron nacer. La iluminación del estudio psicodélico desde donde era emitido el programa buscaba los contraluces de su rostro alargado. A Jimmy la melena le llegaba hasta los hombros, blanca de bote.  Fumaba panatelas, nunca porros, aunque en la parroquia el uso del cáñamo indio fuese cosa frecuente y hasta bien vista y al final de cada canción el presentador transmitía una coletilla que era su signo de presentación. Jo. Jo. Jo. Todo esto le daba un aspecto de papa Noel. Savile no era de la acera del frente por más que tuviera pinta de pájaro loco. Siempre se retrataba rodeado de inglesitas de alegres piernas y mirada inocente.


Los pichones grises y el torso pavonado con sus andares  ondulantes y torpes se paseaban por en medio de la mugre de las acampadas beatniks. Aquellos habían encontrado su lugar al sol.  Les tuve envidia. Ellos no tendrían la obligación de escribir.  De marcarse una crónica. A veces de enviar hasta tres despachos a Madrid. No sentían la comezón creativa o destructiva, según se mire, del arte, ni el deseo de pasar a la historia poniendo su nombre en la órbita de letras de molde. A los pichones de Trafalgar, de Picadilly Circus y de las rotondas del Mall había siempre viejecitas - omnipresentes en toda la geografía del gran Londres que uno no sabe de donde afloran, ejército de viudas de las dos últimas guerras mundiales y de solteronas sin clasificar- les llevaban de comer migas de pan, copos de maíz y hasta comida especial para pájaros que vendían en las grandes superficies. Los pájaros domésticos de estos alrededores estaban gordos y buchones a causa de la buena pitanza de sus protectores misericordiosos. Ser palomo de uno de estos barrios del centro aunque pusiéramos a caer de un burro la solemne estatua vigía de Nelson no era una mala idea. Uno tendría comida y cama gratis y cuantos dineros me habría gastado yo, madre mía, en bed and breakfast porque nada más aterrizar en aquella ciudad la idea que te domina es encontrar cobijo para pasar la noche con los caudales necesarios para pagar la manutención y tenerselas que ver constantemente con landladies y landlores que así se llaman los caseros y que en aquella ciudad tan distinguida donde desde siempre se ha pronunciado con unción especial la palabra property.   Mantienen siempre subida la guardia. Son el ojo vigilante que todo lo ve sin que les escape. Es una de las cosas más difíciles de este mundo burlarles. Son como los capitanes de un destructor. Como la marinería de un barco pirata. Como los oficiales del fisco. Siempre al pairo. Las risotadas del pájaro loco me sacaban de mis cavilaciones. Para colmo los palomos azulones de la Plaza de Trafalgar, que cantalean y zurean al pie de la estatua del más elevado patriotismo carecían de esos vicios menores que forman parte de la vida londinense: fumar y trincar. Su abstemia les mantiene alejados de los estancos y de las tabernas. Por lo que toca al sexo, lo tienen fácil y a la vista está. Me hubiera gustado haber nacido gorrión para poder vivir gratis pero como esto ya no podía ser, lo de volver al huevo, tendría que escribir aquella tarde la crónica. Fumarme unos cuantos panatelas delante de la consola del télex. Cuando estaba inspirado lo podía hacer traqueteando sencillamente sobre el salpicadero de mis teclas, en la fianza de las notas y el dictamen de mi inspiración pero cuando el tema era ingrato o resbaladizo tenía que pasarlo primero por el rodillo de la Underwood o de la Olivetti con su oferta despampanante y triunfal de las veintinueve grafómanas de padre desconocido y filiación diversa. Las otras tantas redondas blancas que dijo el poeta. Londres ya se sabe es una ciudad colombófila. Las palomas allí son las únicas que no se pierden. Gozan de fuero. Le dieron el imperio al Rothschild estableciendo los fueros del periodismo, un arte en el cual la velocidad es la primera de las garantías. Saber es poder pero el saber veloz, más poder todavía. Cabe recordar que allí nacieron las sociedades protectoras de animales que son el antecedente de los ecologistas en boga y una paloma mensajera le dio el imperio del mundo a un Rothschild que supo de la derrota napoleónica antes que nadie lo que le permitió comprar todas las acciones que le viniera en gana y así hacerse millonario. Un primer testimonio del poder de la información en el que hoy nos movemos. El que sabe siempre gana por lo general. Es por esto acaso por lo que la paloma londinense con su aspecto característico y hasta diríamos que sucio goza de fuero por aquellos cotarros. Pone perdidas las cornisas y los paramentos del Arco de Mármol, el monumento a los héroes incógnitos sin que nadie profiera una sola queja por los estragos que causa el palomizo de sus deyecciones incesantes. El obelisco donde se yergue altivo el  paladín de Trafalgar cuando yo vivía allá estaba que daba pena verlo. Eran como las golondrinas poéticas de la balada de Cárcel de Reading. Oscar Wilde y su retrato de Dorian Gray fue para mí una idea fija. Las hijas de Albión que tan rigurosas son en lo que atañe a su dieta y de costumbres tan frugales, pues media onza de queso les dura tres semanas y un sombrero con flores toda una existencia, cuando envejecen certificando el dicho popular de que comes menos que un pajarito ceban a los pichones que andan tan orondos y mansos por entre las piernas de los viandantes con su plumaje de color apizarrado con todos los problemas de subsistencia y de generación de la especie del todo resueltos. Moraleja: amemos a los animales.

En Londres la mejor vida es la del palomo incluso la del cojo. Con mi indómita constancia estudié el alma de la gran urbe que tanto recordaba a Jerusalén por su melancolía y por su capacidad de seducción misteriosa. Lo que ocurre es que la tristeza londinense es distinta con el avance de las agujas del reloj. No hay dos horas iguales y los días muy distintos excepto los domingos que se parecen de una forma increíble. Yo soñaba en la dulce AGLA. Quisiera volver a verla siquiera unos segundos pero era consciente porque así el oráculo que llevo dentro me lo advertía que tal deseo nunca llegaría a cumplirse. El bello amor de mi existencia nunca escribiría. Iba huyendo de mi presencia. Se cambió de casa y no dejó señales de vida. No sabía que cuando las mujeres dan la espantada es para siempre. Pero yo entonces tenía menos años y no tantos desengaños y pensaba que el bien y la justicia triunfarían sobre sus enemigos. Se trata de una entelequia que nos transforma en ilusos y miserables a no pocos cristianos. Los judíos, más realistas, no se despachan con tanta alacridad acerca del tenor de la condición de nuestra especie distorsionada por la depravación y la maldad.


Agla nunca  escribiría. Quiero que lo sepas. No la busques ni la incomodes. Eso está penado por las leyes. Hostigamiento lascivo.  Cacería y cerco amoroso en plan la persiguió hasta el catre y la mató porque era suya. Las concejalas con el busto apretado y el culito tieso y luego pasa lo que pasa que no somos de piedra, señor alcalde, no requiebre de amores a la dependienta Rebenca. Caza de rececho o rondar la reja de la dulcinea de nuestros pensamientos, un vicio o una manía denominada stalking. Todas esas porquerías de la hembra en el celo y del macho celoso, supercherías, engaños y lacerías para dar vado a las instancias del apetito y todos acabamos asqueados. Si mucho hubiéramos sabido de antemano que el amor eso, no se nos hubiera pasado por la mente colgar los hábitos. Dejar a dios por un triste jeme. Ah la depravación y la tristeza que depara la carne al ser humano. Pero yo no era un superman sino un poeta. Hablaba con ella muchas noches como en sueños. Mira Agla, he vuelto. Ya tengo un trabajo. ¿Por qué no os venís a vivir conmigo tú y la niña? Os espero. ¿No decías que no tenía nada que ofrecer? Pues mira una corresponsalía en Londres y toda la ilusión y el anhelo de comerme el mundo. Triunfaré en esta ciudad.


Mi triunfo fue de otra forma. Tuvo que ver más bien con el reconocimiento de la verdad. Con la entrada en el portal de la sabiduría. Mi yo judío, resignado y fatídico, se sobrepuso. Seguí bebiendo el agua contaminada de mi sótano y viendo a los viandantes desfilar como a través de una linterna mágica o el trailer de una película de misterio por el montante del tabuco que tuve alli por morada. Mochuelo en mi olivo. Morabito en su ajarafe. Era la columna del estilita, el propio desierto de san Sabas que yo me había construido en aquel alquiler. Llegué a conocer a la gente por sus zapatos porque en la forma de pisar y el diseño del calzado caben muchos tratados de psicología. Tantos como manuales de gramática parda y había día que tentado por el diablo yo también daba malos pasos y me entregaba a los devaneos de la edad perseguido por el comezón de buscar pareja. Los tiestos que ponía en la ventana todos se secaban. No era por la escarcha que al atardecer de las noches frías cubría los jarrillos con un plástico. Gal me explicó que las fuentes del Támesis afloran gran cantidad de cloro y robín lo que determina que los geranios se amustien con harta facilidad. Agla, ¿habré muerto yo para ti? Viví en medio de la expectación porque aquel proceso de separación abortara el día menos pensado pero ella ya había iniciado las gestiones ante el tribunal de la Rota.  Vivir lejos de Agla me pareció una condena a muerte.  Desiste, alma mía. Tú no vales para el amor. You cant cope with life. You cant cope with people. Un canonista con cara de gorrión me llamó a declarar varias veces. Aquel clérigo tenía la pinta de los verdugos del paso de los azotes que salían en procesión en la ciudad de Segovia los jueves santos. En mi vida había topado yo con unos ojos tan sañudos y tan lascivos. Creo que en el ínterin se estaba beneficiando a mi mujer. Desde entonces nunca he podido consentir con estos tiranos. Mi fe pertenece al kirkos no a la ecclesia manierista y pecadora, cargada de prejuicios que ha tenido por costumbre y tradición engañar y burlarse del pueblo. La church es la quintaesencia del poder. Ego te absolvo a peccatis tuis. Oiga, penitenciario, métase su absolución por donde le quepa y déjeme a mí vivir mi vida. ¿Cómo podría definir por locura un amor tan profundo que rompió todo vínculo incluso el de la unción sacerdotal? Aquel monseñor no sabía lo que se hacía. Señor, perdonale. Ya le habrás perdonado. Claro. No soy más que un tragaldabas, no me hagáis paso, un emulo de los pasos de don MANCIPO.

La obtención de aquel puesto lo consideré yo como una dádiva especial de la dulce Teresa. La virgen des convento de Normandía había hecho un milagro y cuando llegué a Londres un día de octubre del 72 estaba persuadido de que no podía ser de otra modo, pero Dios se echa otras cuentas y yo no soy más que un pecador. Fue el reato que hube de pagar por haber quebrado mis votos. El vehículo prosiguió en su ronda a la emblemática glorieta. Londres no es una ciudad de traza reticular ni de línea recta. Resulta fácil perderse en alguna de las evoluciones de sus crescentes, las innumerables plazas llamadas squares pero que no son cuadros sino esferas. El caminante se siente perdido y nuevamente sobre el punto de partida, y vuelta a empezar. Por toda su arquitectura y trazado se siente la querencia de los caballeros del Temple que montan guardia en la city vigilando los muros zagueros de la catedral de san Pablo.

La cobradora trepó al piso superior de la imperial picando billetes. Tickets, please. Tickets, please. Ta. There you are. Tenía una voz melodiosa y unos ojos bellos que contradecían un poco la dureza de sus facciones y sus andares estevados. Debió de ser hermosa en su juventud pero estaba mal hecha. Extraía el vuelto en monedas de vellón con una habilidad de experta en equilibrios. Alegre como un colorín y fresca como un pepino, no paraba de cantar dejando al pasar una estela de perfume barato. Yo no sé de dónde la London Transporte reclutaba sus operarias. Todos tenían pinta de adefesios y como recién seleccionados entre el reparto de actores de una película de miedo. O iba directamente a los hospitales donde convalecían los enfermos de quimismo o directamente de los nosocomios. El agua de la ciudad era rica en plomo lo que determinara que estuviera arraigada la esquizofrenia. En ninguna otra ciudad del planeta, teatro de operaciones de las novelas de intriga y los filmes de Hitchcock, se encontraban cobradores de autobuses con esas pintas. Por lo estrafalarios y desgarbados. Por la flacidez de sus rostros. Por la exorbitancia o deficiencia de alguna de las partes de su cuerpo. Y es que tres siglos de revolución industrial siguiendo las leyes de selección natural y de adaptación al medio deben de dejar sus secuelas.

Y heme aquí que mi pasado templario me había llevado a morar en aquel subsuelo, en la añoranza de Jerusalén, peregrino de mis propias culpas. Virgen Madre, nos has de proteger.


Alguna noche en medio de alguna de mis pesadillas, mientras quedaba amodorrado viendo el trajín de piernas sobre el montante, pues el pulso de la gran ciudad y los constantes pasos no se terminaban nunca, Londres no duerme nunca, escuchaba el volear de campanas en la torre de la iglesia de mi pueblo. Inquirí a Fray Millán, el quiromántico cuyo espectro me acompaña siempre cualquier pudiera ser el significado de mis impasses oníricas:

-Las campanas tañen para ahuyentar las tormentas. Detente, nube. Más puede Dios que tú.

A pesar de ello, no faltaron contratiempos. Mi existir constituía una brega afanosa, un caminar perpetuo contra el pedrisco.

¡Ah dulce Virgen de Bendueños, a la que yo había venerado en Lena cuando yo era un diácono mozárabe adscrito al coro de la Basílica de Santa Cristina y a la que había cantado algunas tardes el Akathistos. Ella borraría las letras del quirógrafo antiguo dando a nuestra vida una nueva dimensión. El culto a la Virgen los trajeron aquellos monjes adopcionistas consagrados por Elipando y que huyendo de las persecuciones de una sultana maléfica enfilaron las rutas del norte.

Una copla resonaba en mi cerebro:

En Quirós la virgen del Alba, en Lena la de Bendueños y en el concejo de Riosa la Virgen de los Remedios. Las estrofas del canto sublime a Nuestra Señora resonaron, afán y huelgo viejo, entre la paja de las cuadras y el humilde albergue de los aposentos.

A San Salvador de Oviedo íbamos todos. Mancos, lisiados, perturbados mentales, endemoniados y hasta el cojo de Calanda[lxi] batiendo los tambores de la peregrinación. Todos somos en la vida romeros. Queremos con el andar y desandar de nuestros pasos encontrar sentido al laberinto. Buscamos la flor del agua dentro de la barca de san Juan que no es otra cosa que la barca de Queronte.  El rocío de la noche de san Juan cura las heridas. Por eso son muchos los que se descalzan al ir a pasar el vado. Y yo me descalcé en el número 41 de Roland Gardens. Allí tuve trato con las xanas y vi sus cadeixos o flecos de oro brillar entre las ramas en el contraluz del solsticio de verano. Después me comí un bullete y ese trozo de pan, oblea o farinato de castaña no era otra cosa que la hostia sagrada.

La prensa seguía mientras emborrachandonos con sus argumentos de catástrofe pero yo tenía por aquel entonces una fuerte vida interior que me daba una razón fruitiva de la juventud que pasa sin sentirse.

Llamaba todos los días a la muerte, oh Jerusalén, y ésta no me quiso.

Sonaba incesante la voz de la cobradora Brenda en su demanda de taladrar billetes. Tickets, please. Era una letanía monocorde que recordaba el ininterrumpido trajín de la ciudad amada en su ir y venir inundando las plataformas. Gracias a esta melodía resultaba hacedero no sólo darse una vuelta por Londres sino pasar a través de todos los memoriales de la historia de aquel país. Desde la Batalla de Hastings hasta el último elepé de Paul Macarney. Britania se llenaba de sonidos y canta bastante bien. Le han surgido no pocos imitadores.


-Brenda, hay que ver la agilidad con que subes y bajas por la escalera de caracol.  Todos estamos sometidos a tu vigilancia incansable.

-Es un orgullo haber nacido inglés. -  declamó la muchacha- Mi padre era un sargento mayor de los Highlanders y mi marido pereció en Palestina durante las revueltas de la independencia. El estado se hizo cargo y a mí me han dado este cargo de revisora de la linea que va de Picadilly a Elephant and Castle.

-¿Going out tonight?

Aquella voz era tan bella que había que cortejarla. She gave me her telephone number.


Brenda siguió subiendo y bajando las escaleras con más empeño y su vigilancia sobre el sector se hizo más llevadera. Fue para mí la buena samaritana. A toda mujer, sobre todo, si ha nacido en las Islas, le halaga ser cortejada por un extranjero. Brenda dijo yes. Fue así como me eché una novia, ticket conductor, como la de la canción de los Beatles. Salimos juntos algunas tardes. Cantamos la canción de moda por aquellas días que batían los primeros lugares de los hit parada como “Querida, esta mañana no dejaré la pinta de leche en tu cancel, mi amor está lejos”, “Winchester the Cathedral”, “Lazy sunny afternoon” y nos besamos en la trasera de un mini que yo tenía, azotamos las mejores pubs del sector con nuestra insaciable sed, caminábamos de la mano por las oscuras esquinas. Unas noches la fiesta acababa en mi cava o en su casa de alquiler en un lugar al otro lado del río. Heads or tails. La vida amorosa de grandes y pequeños personajes tiene bastante relación con el azar. Se tira la moneda al aire y sale cara o sale cruz. A pocos les cae de canto. Estos últimos serán condenados a ir de nones de por vida. Sería indecoroso por mi parte declarar que este fue el fallo que ha perseguido mi desdicha. La madre se agazapa y telefonea. Yo tuve una madre cruel.  Ella ha sido el martirio de mis días. Debió de ser que me aborreció en el nido. He tratado de pedirla que por favor no se inmiscuyera en mis asuntos pero ella, cerrera y adamantina en depararme tragedias, sigue telefoneando y hasta haciendo tercerías, pues al fin y al cabo hemos venido al mundo en el país de celestina, para casar a las mujeres que he querido con alguno de mis hermanos. Madre ¿por qué me avasallas? En vez de un hogar y un corazón me brindabas caños de agua helada y abría cada vez que te besaba la espantosa losa de un sepulcro. Mi huida a Albión fue una liberación pero al despertar a la realidad hube de caer de nuevo entre sus redes porque ella siempre fue mujer mala, a pesar de las misas continuas, las visitas al santísimo y la comunión diaria. Madre cruel ¿por qué me maltratas con tanto encono? ¿Cuál será la causa de que nunca he sido capaz de escapar al jofor de tus sangrientas garras? No has traído a mi vida más que desdichas y discordias. Incluso, has tramado contra mí, que digo ser tu hijo, poniendo a los frutos de mi carne en una adversidad constante que me deparas. Ah, Dios mío, si supieras cuanto sufro a causa de esta madre nefasta. No he sido un asesino como los mejores personajes de Dostoievski aunque más de una vez se me ha pasado por la mente la idea de matar a la vieja.

-Esto no tiene solución. Huye a Londres pero incluso allí te perseguirá. Te destrozará entre sus garras.

Algún turista poco avisado y como quien no quiere la cosa pudiera toparse con alguno de los spiritus de ajusticiados que pueblan la Torre pero yo de esos sufrimientos sé bastante porque como trato de esclarecer en esta crónica estuve encarcelado en esta London Tower donde los míos fueron mis verdugos. No me asusta la voz de los espectros sino los telefonazos fiscalizadoras de SOLAPIA. Con ochenta años a sus espaldas sigue estando en todo. A mi pobre padre lo mandó para la tumba. Ahora yo soy el próximo. Ha conseguido lo que se preponía que me aborrecieran todos mis hijos. Lo digo y no me creen oye. Tengo una madre por verdugo. Ana Bolena seguía atizando con sus encantos la pasión del ogro.

Brenda tenía tres hijos varones. Cada uno de un padre distinto y mientras duró todo aquello fue bastante hermoso. Algunas veces me permitía subir a su autobús de gratis y llegó a confesarme entre arrebatos de pasión que yo era un gran tipo, “a nice bloke but somewhat lonely”. Un corazón solitario. Mi desvalimiento y mi incompetencia debió de despertar en su corazón no sé qué instintos maternos.

Nunca he sido más feliz que a bordo de la imperial de aquel doble decor de color Borgoña. Era como si tuviese a todo el mundo a mis pies flotando en una nube de amor acariciada por los susurros de mi cobradora recitando la canción dineraria. Conmigo va aquella entonación.

-Tickets, please. Ta, luv. There you are.

Repicaba la campana de su voz, tañidos sonoros que me convocaban a una misa iniciática, la del amor, que todavía acaricia mis tímpanos al cabo de tanto tiempo. Se perfilaba el domo de la catedral de san Pablo y al poco descendíamos por el recuesto de Fleeet Street, pasado Old Bailey donde iban y venían abogados con peluca. Mis primeros negocios con la justicia fueron blancos a costa de mi divorcio con AGLAE. También entonces hice el tonto y el sólo recuerdo de aquella vez que estuve sentado en el banquillo por no pasar la alimonia, con mis protestas y comentarios, se volvieron del todo ridículos. Todo aquello se perdió. Había que seguir caminando. Dejábamos a la derecha una de las librerías más antiguas de Londres y en el que compré no pocos textos de poesía así como de periodismo.

Mis preferencias de ocio se han alternado entre los buenos restaurantes y los vinos caros con los buenos libros. Esas dos tendencia que parecen algo incompatibles constituyen el ying y el yang que hay en mí.

A mano izquierda quedaban las sedes en mármol negro del Express y del Daily Telegraph edificios que inspiraban consistencia y a la derecha el callejón de Bouberie Street tan querido para mí por razones que me reservo. Allí estaba la delegación de Efe. Olía a tinta y a papel por todas partes.



Si tuve una novia revisora fue para este pobre pecador que anda por la existencia con el hígado averiado a causa de los excesos de aquellos días, he de aducir que fue un honor haber libado en abundancia cerca de los mostradores y veladores de The Chedar and the Cheese que es una de las tabernas más ilustradas y con más abolengo de todo el oeste europeo. Sobre sus bancos el gran Samuel Johnson, polígrafo, lexicógrafo, periodista, autor de libelos y de tratados de jurisprudencia. Inglaterra era un galeón, una nave oneraria, cargada de libros y de galones de cerveza. Sobre ellos se cimienta la firmeza de su gobierno que no es democracia sino talasocracia. Es así como Britania reina en medio de las olas arboladas. Y aquella taberna desde donde me guiñaba sus ojos literarios, asaz cansados de tanto mirar y de tanto leer para ver siempre lo mismo, era como el reclamo de un participio o de un predicable distintivo que conectaba con mi manera de ser, más inclinada a la sesudez ampulosa del verbo latino. Johnson y el johnsonismo eran la garra clásica que nos conecta con ciertos paraísos perdidos. “The Cheddar” era el santuario de todas aquellas creencias que profesarán siempre los amantes de los libros: el mundo redondo, la música de las esferas, perpetuo girar haciendo caso omiso de nuestros devaneos y las intercadencias del avatar personal. Lo exacto. El tiempo que huye pero hay tardes que pueden ser atrapadas delante de un vaso de buen vino conversando y arreglando el mundo desde los pupitres de nuestras almas madres que son la Rotonde parisina, el Café Gijón o este insigne pub inglés donde sentó cátedra la gran erudición de Samuel Johnson[lxii].  Él al pasar me lanzó algunas miradas desde su tumba. Está enterrado en la bodega de esta famosa casa pública. Era tan grande y voluminoso de cuerpo que hubo de ser inhumado de pie y mirando hacia Jerusalén. Vestía mi espectro - Londres es una ciudad de ensabanados en la cual los fantasmas hacen acto de presencia cuando uno menos se lo piensa- un jubón de terciopelo, el rostro alargado y con notables papos caídos sobre el ferreruelo pero su peluca algo pringosa y estrafalario denotaba el desaseo de los que viven una vida hacia adentro preocupandose poco por las cuestiones de apariencia. Hasta casi me pareció escucharle respirar en su tronera con esa pesadez y sonoridad de los asmáticos. En mi primera juventud estudié con aplicación sus aforismos que llegaron a entusiasmarme y traté de imitar a conciencia. Fue sin duda el primer ensayista y periodista de Inglaterra. El primer bohemio. Era un embajador de la sabiduría descendido del cielo con pase de pernocta a los infiernos  y lo estaban viendo mis ojos durante aquel paseo en autobús al ramblar de mis pensamientos y el merodeo de mis sentimientos que jamás en mi vida se habían puesto de acuerdo. Dicen que este abogado de la literatura y santo sin aureola pero con un sitio especial en el rincón de los poetas en las laudas cinerarias de la catedral de san Pablo se aparece en cuerpo y alma a todos los alevines de la literatura, a los que desean con todo el ahínco de su corazón y sus mejores propósitos ser investidos caballeros andantes del altruismo utópico de los libros que acuden a la gran ciudad atraídos por el reclamo de la gloria. Pobres.  Desconocen el futuro que les aguarda. En cualquier caso le vi sonreír y lanzarme un guiño desde uno de sus ojos que eran de acero elevando por mí la jarra a los cielos en un brindis de latón. Estaba ingiriendo su enésima pinta de cerveza.

-Cheer us, mate.

-Long life to you, great master of the deep thoughts. You taught me to live thrift and think highly. Ese ha sido mi empeño y mi fracaso. Sigo sus huellas, don Samuel.

El Támesis entonces al pasar por uno de los mayores templos de la cristiandad (creo que es el segundo después de la catedral de san Petersburgo) insinuaba un giro o arco de ballesta.

-Vista a la derecha - gritaba uno de los caporales que conducían la gabarra en que viajaba con gran pompa y magnificencia de espuma en su trono blando de algas la diosa madre de todos, Baodicea, escoltada por uno de los centuriones de su guardia por nombre EPLOCEUS (el rubio).

-Paso a la reina.

-En su jubileo. El mundo hinque la rodilla ante el cetro y la corona inglesa.

Estuve por ponerme a cantar lo de un inglés vino a Bilbao pero seguramente a los tragavirotes del espionaje británico que carecen del sentido del humor no les haría ni la menor gracia. Inglaterra es la única monarquía donde los republicanos de toda la vida se sienten a sus anchas. En mi país, por desgracia, esto no es posible ya que lo tuercen, lo ponen perdido todo con su saliva mal gastada, las babas de los aduladores áulicas. Hay un ánsar que grazna incansable revanchas desde las columnas de su periódico. Guay de mi España. Allá estaba entre otros el cardenal Wosley mirandome desde arriba con sus ojos de carnero degollado. El buen purpurado desde su augusto palacio en Lambeta hasta la oscura celda del verdugo tendría seguramente escasos metros que recorrer. Aunque en realidad de verdad Tomás Wosley, legado papal, fue asesinado en Leicester en 1530 y había sido un simple clérigo de Ipswich que llegó a limosnero de Enrique VIII. Aficionado a las mujeres y a la música era también inclinado a las bellas artes, sobre todo, a la arquitectura, gustos que compartía con el soberano a cuyas expensas fueron edificados el palacio episcopal de Lambeta, el castillo de Hampton Court y las corralizas de Whitehall donde ahora viven los primeros ministros del Reino Unido. Fue una de las personalidades eclesiásticas más interesantes de la historia. Estuvo a punto de ser elegido cardenal pero el sagrado colegio cardenalicio, a la muerte de Alejandro VI, era un piélago de intrigas y los patricios de la sede apostólica optaron por un Medicis. De no haber sido así, la historia hubiera sido escrita de muy diferente modos


Apareció entonces un alabardero como esos que ilustran la portada de las buenas botellas de ginebra que iba cabalgando sobre los lomos de una sirena. Le seguía un pelotón de infantes de marina que cabeceaban asidos al pescuezo de una familia de hipocampos. La visión no podía ser más fantástica. En la otra orilla se alzaban los tubos de los telescopios del Observatorio de Greenwich.

-Mi yugo es suave y la carga de mis obligaciones ligera. Tengan a gala haber nacido ingleses - iba pregonando desde su trono de olas la insigne Baodicea.

Y Neptuno mandó a lo mejor de su escuadra para cubrir carrera. Se anunciaban en el mundo grandes acontecimientos. Un cambio traumático se acercaba y nosotros hurtábamos el cuerpo a aquellos quebrantos de la curva emblemática alzando nuestras jarras en los innumerables pubs del Reino Unido en brindis incesantes por la venida del tiempo nuevo.

Londres ofrece estas sorpresas. Estos cambios de luz y variaciones traumáticas. Cuando vas de una parte a otra de la ciudad es como si te encontraras en una parte diferente del globo. Por eso las giras turísticas en aquella capital pueden tener su miga de periplo iniciático. Es un viaje a las profundidades del corazón en el cual yo trataba de ir al encuentro con mi pasado y no encontré más que disgusto, recriminaciones, recuerdos lancinantes. En una palabra, sólo sombras. Sombras lancinantes. Estibarlas ahora, al cabo de más de un cuarto de siglo es tarea que sobrepuja a las meras fuerzas sobrehumanas. Pero estas nubes de pesadilla que se guardan en los reclinatorios de las frustraciones terrenales me hablan todavía en la distancia mientras trato en vano resucitarlas. Percibo su presencia enigmática y llegan hasta mí con escoltas de voces de mis difuntos. El bronce de la campana humana no muere nunca. Mediante ella el verbo habita entre nosotros.

 

                  

                              EL DESEADO        

“Si no eres partidarios de Antero, o eres bobo, o fraile puñetero”. Era lo que se decía en aquellos tiempos. Yo conocí al Deseado que por entonces ejercía de fámulo, meritorio, correveidile y pelotillero de un famoso santo laico, el cual nos hizo la santísima a los de Pertunda, pues decía desde su cátedra de Preterera que Canis Gallicus o el Galgo tenía que morir. ¡ Pobre! Mucho lo odiaban con una inquina que jamás comprendí en aquellos días risueños del entusiasmo y la gracia y menos ahora en los  tiempos decrépitos cuando todo el mundo parece dispuesto a agujerearme a golpes. Pese a mis decepciones y agravios, sigo terne en la idea dandole cebas a mi utopía. Han ganado.

Nunca pudo catalogarse tanto odio junto dentro del un catedrático. La cosa tenía su busilis y se remontaba a viejas guerras del pasado. Se llenan los vasos y las cráteras con toda la hiel del orbe, el saín de todos los muertos reales o imaginarios dejaba en los zócalos de los sarcófagos manchas sospechosas, delatoras de una corrupción descomedida. Las naciones se han puesto de un humor de perros. Esto a lo que más se parece es a un funeral de tercera. ¡Um! ¡Atisbos de un mundo feliz!


Su rostro se me ha representado estos días en que el monotema se hace más recio. Lo recuerdo imitando los gestos, los andares y hasta la manera de terciarse la capa

La babosa arrastra en la panza el veneno del rencor. Es de la familia del caracol, un molusco que porta en su corazón las inmundicias y defecaciones diferidas.

-Un día las pagaréis todas juntas.

-¿Conque de vomitiva?

-No hay perdón, chiquitos.

Hablaba don Deseado cerrando los puños y disparando perdigones de saliva a su interlocutor a oste y moste.

Su mujer, una señora pequeñita, con ojos como puntos filipinos y que se expresaba en un desagradable tonillo nasal, le tiraba de la capa bajo las arcadas del claustro. Le acababan de nombrar doctor honoris causa. ¿Era él o un famoso músico? No lo recuerdo muy bien pero don Eraso  estaba de muy malas pulgas. Tenía una cabeza muy gorda y casi no le cabía la funda de su capillo que remedaba al gorro de los talibanes, el tronco escaso, las piernas cortas y toradas.

-Yo sé bien lo que me digo- continuaba en su letanía de amenazas.

El odio suyo hacia nosotros era casi fundamentalista, un odio africano y eso que había nacido en una bonita ciudad atlántica para ser ciudadano del mundo. El día que murió El Proditor agarró una curda importante.  Se descorcharon en el humilde habitáculo que ocupaba en Sábula Sciencia, la ciudad profesoral y científica que habitaba en compañía de su mujer vieja, la que justamente tiraba de su toga, cuando lo de la recepción en la alcaldía lo menos diez botellas de cava del Penedés encargadas de ocasión.

-Yo no bebo nunca pero un día es un día. Cayeron los baluartes.

Y al decir la última frase al gran experto de las relaciones internaciones se le puso una cara mirífica de hechos consumados. Era una fecha añorada en sus días. Había visto diñarla a un enemigo. Le tenía ganas. Era el ser humano más abominable. Para combatirlo había largado multitud de

Mandó que tocasen las campanas por todo el recinto 

-No hables con esos. Son los legados del asesino.

Pese a la oposición de la parienta, que tenía los zapatos rotos y al homenajeado, al insigne dómine, le sonreían las coderas por debajo de la toga.

-Señora, que yo no he matado a nadie.

-Venga, Anselmo, no hables con esa gentuza.

Anselmo era el nombre de pila de don Erado.

Quedé más confundido que un obispo en una mezquita,  pero logré sobreponerme a la descortesía de la vieja, que a mí me recordaba a uno de esos estrafalarios personajes que arrastran sus complicaciones mentales a lo largo de las novelas de Dostoievski.


Era una hermosa atardecida de otoño. Las cigüeñas de las torres de aquella ciudad universitaria empezaban a abandonar los nidos y emprendían el vuelo hacia el sur, acompañados de las golondrinas de Oscar Wilde. Era uno de mis primeros reportajes y pese a las recepciones en el vestíbulo en aquel paraninfo cuajado de banderas y oriflama que rendían honores a las personalidades que subieron al estrado, no lo iba a tener fácil.

Todos hablaban de la salud del Camnis Gallicus. Estaba deseando que se muriera. Lo llamaban asesino, impotente, retrasado mental, enemigo de la humanidad. Ahora de forma impostergable escribe este antiguo dominico cortos en el periódico de Walamboso donde tiene una columna cortos de una hondura escueta y antropológica. Ya se le debe de haber acabado el gas. ¿Tomará viagra? Su viagra tendrá que ser erasmista de ahí para arriba  porque aquel fraile que metió cabeza en Oxford era el meritorio del intelectual más bochornoso que ha producido la historia de España, pues era tonto en siete idiomas y lo que hablaba estaba emponzoñado del veneno del áspid. Su mujer paría como una coneja. Había sido monja dominica y creo que aprovechó el tiempo.

- Con mirarla ya la preño - decía fray Castigador - toco el órgano y la hago un chico.

-¡Caramba! Estos frailes trabucaires no se chupan al dedo y cuando se juntan con una monja pues familia numerosa. Creo que le salieron siete, todos de comunión diaria, y algún etarra. De comunión diaria, oye.

Era católico y cruel.  El hombre más malvado tuvo que acabar de antropólogo. Dicen que su padre era un callista que fusiló a muchos rojos. Por eso sus cortos parecen balas. Un mareo de mal café. Pero esto es España envenenada por los cucarros que llevaron tonsura y ahora dicen ala, ala. Los malo es que esta gentuza ha sentado plaza de periodistas y no son más que comisarios políticos. Nunca te llegarán a los zancajos a ti, Feliz Ortega. ¿Te acuerdas de aquel Kondo que teníamos en SP? Pues nos salió etarra y este al que me refiero lo mismo. Un caso acabado de furor uterino. No podía dejarla quieta. Creo que se ha casado tres veces  y ahora tienen una orquitis cancerosas. Estaba predestinado. Que Dios le perdone, que dios me de fuerzas para seguir aguantando a los trepas, pero al maestrillo de Oxford a ese sí que no le perdono la ofensa de lesa patria. Estará ahora en el infierno torrentoso con ancones y masones. Graznando con los ancares del capitolio. A todo cerdo le llega su sanmartín.

Era un tipo vomitivo, un advenedizo, pero con fuste. Le llaman EL DESEADO. Pobres ilusos. No saben con quien se juegan los cuartos.

 

 

 

 

 

 

 


                    FÉLIX ORTEGA COMO EPÍLOGO. FIN DE UNA ERA

   Era su anagrama. Con él firmaba sus crónicas, aquellas crónicas densas, casi oceánicas, pero siempre exactas, que eran leídas con avidez en el Palacio de Santa Cruz, y hacían coger unos cabreos moros de aquí te espero al embajador de Marruecos, el astuto y sagaz Filalli, y que él mandaba desde la planta tercera del edificio de la ONU, desde el habitáculo compartido con un indio con turbante, familia del Marahá de Capurtala, y que nunca escribía nada pues se pasaba la vida sin pegar golpe. Desde la mesa que yo heredé se veían subir aguas del East River arriba las barcazas onerarias del desescombro con toda la basura de la Gran Mejana a bordo, con todos los desperdicios de las vanidades humanas el alma al hombro. Su paso tan trivial desentonaba con lugar tan importante donde se pronunciaban discursos y más discursos y se dejaban caer personajes de rumbo.

Lo mismo en el fuliginoso julio que en el helado marzo allá estaban las gabarras.

Félix Ortega al que acabamos de perder los españoles hace unas semanas, durante las peligrosas calmas de enero, esa famosa y siniestra Doce Noches de las que habló Shakespeare, y el interregno maldito que hacía temblar a los romanos, tan sanguinarias en este año capicúa del 2002, que arrastraron a las aguas negras de la Estigia a Cela, a Pedro Pascual, a Adolfo Marsillach, era un hidalgo del periodismo. O un viejo zorro, como lo queráis llamar. Seguramente el numera uno de la generación del 68. Escuela SP. Con un gran maestro, además: Rodrigo Royo.

La maldita noticia de su óbito me llega con algo más de un mes de demora, desapercibimiento del que yo mismo me espanto, aunque no quisiera estarme sin recapitularla. La figura y la obra de FO, desparramada en miles de artículos, reportajes, ensayos, que al correr de los años habrán de ser exhumados del polvo de las hemerotecas, no pasará de largo. A Félix no había que perderlo nunca de vista. Quienes deseen iniciarse en esta profesión antes denominada infantería de las letras y ahora mundo de la comunicación tendrán que tener a este hombre en cuenta.

Era un periodista científico. Químicamente puro. De raza. Se salía del cuadro. Debido en parte a su humildad y llaneza de campurriano. Era accesible y sin ringorrangos al igual que todos los genios pero sin las manías. Podías contar con él en cualquier apuro. Hasta darle un sablazo. Sólo le indignaba la estupidez, la ramplonería, la falta de sensibilidad. Nunca le vi hablar mal de nadie aunque, astuto, se guardaba siempre bazas desconcertantes y apabullantes para los mediocres. Su estatura de gigante suscitaba, por ende, envidias en la tribu. Maestro en el arte de abordar los temas más escabrosos con la habilidad y el despejo de un Alistair Cook o de un Walter Lipmann, al que se parecía físicamente un poco, era un experto de abrir nuevos enfoques, creando corrientes de opinión.


Corresponsal atípico dentro de lo que estamos acostumbrados, no se consideraba un literato de campanillas y con pretensiones a la galería. Más bien se mantuvo siempre dentro de una línea gris de escritor riguroso que manejaba con elegancia, solidez, sobriedad y dignidad el castellano no dejandose llevar por los barbarismos y solecismos de los amaneramientos acostumbrados de los que pensando en español quieren escribir en inglés pues su lengua nativa les parece poco.

Narraba superior. Y no contaba batallitas. Cotejaba dos o tres fuentes antes de ponerse a redactar aun cuando ello le deparara disgustos. Más de uno y más de dos que yo me sé. Hubo de poner la vida al tablero y jugarsela a la taba en más de una ocasión. Su nombre habrá de estar, sin desmerecer, junto a los grandes cronistas del exterior que ha dado este país: Julio Camba, Bonafoux, Augusto Asía, Valentín Massip, Ismael Herráiz, Manolo Pombo Angulo, Celso Collazo.

Había aprendido su oficio en la vieja A.P.[38] Pero, indomable en la defensa de los intereses de su patria, a Félix no había quien lo sobornase.

Sus textos - era un experto en aeronáutica, y creo que dejó aparcado el ingreso en la Academia del Aire de San Javier cuando ganó una beca Fullbright para ir a estudiar a Nebraska, renunciando así a su primigenia vocación: quería ser piloto de combate- eran examinados con lupa por los gurús del Pentágono. Sabía mucho de cazabombarderos y de misiles de alcance.

Nadie ha sabido contar con tanto rigor, solercia e incluso alborozo la era Johnson, la era Nixon, la era Ford.  Éste último, uno de los presidentes más torpes y anodinos pero de los más simpáticos que hayan pasado por la Casa Blanca.

Aquella América de entonces era un país nodal. O diametralmente opuesto a aquél al que rigen los designios de George Bush el Mozo. ¿Fue una cortina de humo el Watergate para tapar los trapos sucios? ¿O más bien una verdadera conspiración para hundir al mejor emperador con que haya contado la República: Richard Milhous Nixon?  Nunca acertaré a responder.

Sólo FO como un verdadero maestro a los iniciados en estas lides de los “lobbies”, “caucus”, y otros tremedales del régimen interior de la clase política en Washington supo contarselo a los españoles, poniendo tesón, pasión, muchas horas de trabajo y su miaja de refitoleo en cada crónica.

En ellas había que encontrar siempre una clave. Un trasfondo. Él como escritor era hábil y hasta puñetero. Sabía poner una vela a Dios y otra al diablo, pero sin decantarse por ninguna versión, como en el caso de los “fontaneros” del Asunto Watergate.  Supo dar otra lectura del caso diferente a Woodward y Bernstein en el Washington Post. Jamás se contradecía pero nunca le veías venir.  Y eso que no había nacido en Puente Deume sino en Palencia.


¡Con qué orgullo hablaba de su padre, un factor de Renfe en la estación de Venta de Baños!

Me cupo el honor de relevarle en la corresponsalía neoyorquina a la que acudí un poco anonadado pues él había dejado el listón imposible de subir. Aunque hice lo indecible de acomodarme a sus consejos, no supe cumplirlos a rajatabla, aunque me parece que a mí tampoco me fue mal del todo.

Tampoco llegué a entender por qué abandonaba la Ciudad de los Rascacielos. Me dio a entender que lo quería era vivir con Dulce en una casita en el campo en compañía de sus hijos.

Nuestras relaciones, sin embargo, arrancaban mucho antes de aquella coyuntura. Habría que remitirse a los días de vino y rosas del Diario SP allá por 1967.

La relación se ubicaba en una nave frente a una paridera antigua que había sido convertida en almacén por unos chatarreros allá en los confines de los Cuatro Caminos proletarios. Fue la primera redacción libertaria y ecléctica surgida en pleno franquismo. Apiñados al pie de Rodrigo Royo hacían cama redonda comunistas, ácratas, socialistas, anarcos, economistas, un jesuita, un guerrillero de cristo rey y hasta uno que es hoy famoso bailarín. Y todos comiendo en el mismo plato.

Cerrada la edición, nos largábamos a tomar una copa a un pub, El León Rojo, regentado por un inglés que estaba casado con una catalana. FO sorprendía a todos por la elegancia y fluencia de su inglés de “wasp”. Como aprendido en West Point.

Y por su aguante del güisqui y la cerveza. Nunca lo vi borracho en aquellas noches de humo y alterne. Algunas de ellas para olvidar. La prestancia de Félix era la de un hidalgo castellano con porte y dignidad suficiente como para pasar por en medio de un charco sin salpicar los zapatos.

Nuestras rondas por el Red Lion no eran óbice para la gran profesionalidad de Félix y su admirable capacidad de concentración y de trabajo.  Podía escribir sin tachaduras y casi sin alzar la mirada tres horas seguidas. Y de corrido. Consultando únicamente con el archivo que tenía metido en la cabeza. Un verdadero superdotado. Un número uno.

En abril de 1973 recuerdo que Tomás Cerro Garrochano, a la sazón mi redactor jefe en Pyresa, me puso un flash urgente a Londres:

-Espera, Antonio. Te va a hablar un amigo.

Todos los timbres de alarma sonaron como campanas alborozadas en la quietud gris de la atardecida londinense. Estuvimos una hora de palique a través del télex. Por aquellos días era el gran instrumento de trabajo de los periodistas en el extranjero y un anticipo de lo que son ahora mismo los chats de Internet. Maquinas prodigiosas, misteriosos inventos que acortan distancias y parece que han acelerado el ritmo trepidante de la historia.


Me comunicaba que había sido nombrado corresponsal en Nueva York. Tuve el honor de ser uno de los primeros en saberlo. Félix iba a relevar a Guy Bueno, otro histórico del periodismo, que, cansado de la Gran Mejana, se retiraba a Palma de Mallorca, donde moriría al cabo de poco de un cáncer de piel, lo mismo que mi antecesor en Londres, Antonio Avendaño. Entre medias, estuvo Manolo Adrio.

Después quedó patente que la elección no había podido ser más afortunada. El gran Félix Ortega se convirtió en la estrella de la cadena. Le aguardaba un cuatrienio frenético donde brillaría con luz propia aquel fenómeno de un periodismo nuevo, experto en comunicaciones. Oí decir a Vicente Cebrián que lo sabía todo que  lo conocía todo.

Fue un pionero de un género difícil y en el que hay que hacer tantos equilibrios como es el de corresponsal diplomático a la usanza anglosajona. En España sólo tenían derecho a esmerarse los curas vaticanistas y los monárquicos y los que iban de plumas galanas. FO, hijo de un republicano que no lo pasó del todo bien con Franco, pero también producto de un sistema de igualdad de oportunidades en el que se trató de orillar las diferencias que habían dado pábulo a la pugna fratricida, no era ciertamente un meapilas. Del ABC o del YA lo hubiesen echado a gorrazos, lo mismo que del DEIA. Sólo tendría cabida en un periódico falangista en el cual los que trabajábamos eramos mayormente rojos. No era ni de unos ni de otros. Pertenecía al futuro aunque sin desdeñar el pasado.

Habituado a medir la realidad con ojo americano, andaba por encima de las rivalidades de campanario y no llegaba a comprender los enfurcios de la política carpetovetónica, eso que nos acerca tanto al esperpento valle-inclanesco o a la olla podrida de Galdós.

-Pero ¡qué burros! ¡qué burros, oye!

Y cogiendo una lata de cerveza vacía, de marca nacional, una Mahou, trató de aplastarla entre sus dedos. Su liga metálica era lo suficientemente rica y consistente como para no combarse al primer envite.

-¿Qué me quieres decir, Felisín?

Íbamos caminando por el Paseo de Recoletos.

-Nada que si hubiera sido el encase hecho en Milwaukee ya estaría hecha un acordeón. Y aquí no quieren darse cuenta. Creen que todo lo extranjero es lo mejor.

Se salía del cuadro. Por eso les resultaba tan repulsivo a los mediocres. No le perdonaron ser despertados a las cuatro de la madrugada por un timbrazo de teléfono desde Madrid a causa de una de sus habituales exclusivas. Los pisotones de Félix Ortega eran tan tremebundos como implacables.

Puso a España en pie de guerra con lo de la “Marcha Verde”. Él fue el primero en descubrir las verdaderas intenciones de Hassan II con respecto a Ceuta y Melilla primero y después el Sahara Español.  La diplomacia alauita se vio desenmascarada en el primer caso y hubo de dar paso atrás.


Poseía una agenda de buenos contactos y era un tipo valiente y audaz que vivía sin las alharacas de otros en un cuchitril de treinta metros cuadrados en el Midtown y por el que pagaba un montón de dolares en compañía de Dulce. A veces su cuñada Chiqui pasaba con ellos temporadas. Ahorraban para comprarse una casa en España.

Nos volvimos a ver en la primavera del 97. Comimos juntos un par de veces. Se le notaba mucho las tablas y el despejo con que se desenvolvía en la diplomacia de mantel.

Unos le acusaron de pertenecer a la CIA, otros al KGB pero él era Félix - FO para los amigos, ni del Foreign Office, ni del M15 tampoco- sino el hijo de un ferroviario de Palencia. Trabajaba por entonces como jefe de prensa de la Compañía Iberia, empresa en la cual demostró su competencia y profesionalidad, haciendo frente a los retos del desmontaje, la reconversión, las múltiples intercadencias de todo cambio de fase en un país, en una familia, en una firma comercial que era llamado el buque insignia de la tecnología española.

Creo que a este halcón que se había codeado en sus rasantes vuelos espectaculares con las aguilas calvas de las Rocosas y con los buitres del Pentágono le daban un poco de risa los pardillos y garrulerías de nuestros gorriones. Él sonreía con algo de tristeza y condescendencia en vista del panorama. Me pareció que vivía enclaustrado en su mundo de grandes temas. Avances tecnológicos y científicos. Como encaramado en la nube del no saber jugaba a la no presencia, que es lo que hay que hacer por estos pagos cuando las pulgas quieren convertirse en elefantes.

Y recuerdo aquella comida con dos coroneles del CESID en un restaurante de la carretera de la Coruña a los que tuvo Félix dos horas sin pestañear enterándoles de asuntos que ellos no sabían. Sólo un gran profesional como Félix Ortega era capaz de eso: tener con la boca abierta a dos oficiales con tres estrellas de ocho puntas del gran estado mayor de la inteligencia militar española. De lo que se trato en aquel almuerzo hago gracia al lector habida cuenta de ser materia reservada. No bebió ni una gota de alcohol.  Las viandas ni las tocara. Eso sí. Se fumó un pitillo tras otro.

  Despedidos que fuimos de nuestros anfitriones, me pidió que lo acercase en mi coche a Madrid. Ibamos charlando de nuestras cosas, cuando al llegar a la altura de Moncloa me pidió que parase frente al edificio de la Fundación Jiménez Díaz, como al desgaire y casi distraídamente, puesto que su aspecto era magnífico, pese al cansancio que detecté. Había hablado noventa minutos ante los interlocutores haciendo uso de su facundia magnífica, matemática y brillante. Escribía como hablaba.

-Déjame aquí.

-Pero, hombre, si esto es el Clínico. ¿No te apetece que tomemos una copa como en los viejos tiempos?

-Otro día. Ahora voy a que me implanten en la pierna un by pass.

-¿Qué me dices?

-No tiene la menor importancia. Saldremos de esta, Parrita, ya lo verás.


Y salió pero no volveré a verle más. Se perdió por el paso de cebra de la Plaza de Cristo Rey debajo de los regoldos y los plátanos que nosotros vimos plantar cuando eramos estudiantes.

Félix me saludó desde el otro lado de la calle mientras encendía el enésimo cigarrillo. Aquellos “Kent” mentolados light que él fumaba, el bronco tabaco que fumábamos todos en Manhattan y que nos ha ido matando a todos poco a poco. Nunca hubiera podido imaginar que a mi amigo, tan pronto, y tan joven le hubiera salido la hoja roja.

Siento su muerte como una anticipo de la propia. Se ha ido a la chita callando. Sin demasiados aspavientos. Con elegancia. En la sencillez. Como era él. Sin grandes alharacas. Aunque a Félix nunca había que perderlo de vista. Trabajaba sin dar cuartos al pregonero. Era un gran español y también una de las primeras plumas que tuvo la Transición. Con hilo directo al Palacio de la Moncloa donde el presidente Suárez le consultaba. Quizás muchos no sabrán agradecerselo pero él era así. Good soldiers never die.

25 de febrero de 2002

 

 n      LOS TEMPLARIOS Y LA RECONQUISTA IMPOSIBLE

Cuando en el mes de marzo de 1214 moría frente a las torres de Notre Dame Jackes de Molay, el último maestre de la Orden de los Caballeros Pobres de Cristo, condenado a la hoguera bajo los delitos de sacrilegio, sodomía y avaricia, se ponía término a una de las grandes utopías que recorrieron el pulso de Europa durante la Edad Media: la recuperación de Jerusalén, el triunfo de la cruz sobre sus otros símbolos rivales.

La condena a muerte del famoso Jacobo de Molay tuvo unas consecuencias mortuorias para sus propios verdugos. El postrer de los grandes abades que tuvo la cristiandad latina, en una arranque de presciencia ante el patíbulo, había vaticinado que tanto el papa que lo condenó, Clemente V, como el monarca francés que se apoderó codiciosamente de todas las propiedades de la Orden confiscadas por la Corona tendrían que enfrentarse ese mismo año con él ante el juicio de Dios.

Efectivamente, a los pocos meses, unas fiebres acaban con la vida del pontífice en Aviñón. Los galenos recetaron un emplasto de esmeralda molida que aceleró su muerte. Felipe el Hermoso sufriría un accidente de caza que le haría descender al sepulcro.

El último de los grandes caballeros antes de expirar formuló otro vaticinio que nos resistimos a transcribir aquí a causa de su duro contenido contra las manipulaciones y calamidades que causaría a la cristiandad, con una recua de escándalos, la gestión de los herederos de los Honorios, los Bonifacios, los Clementes.

A dí de hoy puede que las ultimas palabras del mártir se estén cumpliendo a rajatabla. Basta con alzar la mirada en torno y hacerse cargo de los males que afligen a la catolicidad.


Con él fueron ajusticiados unos quince mil religiosos profesos en dicha Orden entre postulantes, sargentos[lxiii], hermanos legos y sacerdotes. El rey de Aragón también confiscó las posesiones templarias en Cataluña. Monasterios como el de Monzón, Peñíscola, Horta, Alfambra, Villel, o el de Carracedo en tierras del Bierzo quedaron disueltos.

Los hechos y conclusiones que nos confía la historia del Temple que no es sino la crónica del impulso por buscar la reconciliación con Dios a costa de atropellar al prójimo y el derecho a la primogenitura con el Todopoderosa malquistandose con los semejantes. Es la descripción de una muerte anunciado. El gran fracaso. El supremo baldón.

Son episodios para dejarnos intranquilos y escépticos ante tales denuedos que han convertido la Ciudad Santa en tramoya de odios y de rivalidades viscerales. Sus piedras, manzana de discordia y ocasión de lucha, peligros y sangrientos crímenes contra la humanidad como el que perpetraron los cruzados al alimón con los venecianos dentro del recinto de Constantinopla en el verano del 1202. Ocho siglos después los israelíes practican las mismas masacres en Cisjordania. ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no levanta la cabeza y se pronuncia ante la secuencia de desmanes que conforman nuestra actualidad diaria?

“Adoran a un ídolo, escupen y mean sobre un crucifijo, en los capítulos y reniegan de Dios. Sus sacerdotes no consagran en la ceremonia eucarística, limitandose a imponer las manos” fue lo que adujo uno de los acusadores, un tal Equius, en su deposición contra la Orden.

La delación un día de otoño de 1307 con las primeras heladas en Paris echó a temblar todas las hojas de este vergel florido, del jardín de María, que había sido esta milicia de caballeros románticos que habían puesto su espada y su fe a los pies del papa para el mejor servicio de Jesucristo. Muy mal fueron pagados. Pero hay muchos contrastes y no pocos contrasentidos. Caballeros pobres, caballeros ricos, por amor a Jesucristo.

Con ello se pone en marcha uno de los procesos más afrentosos y sanguinarios que registran los anales para sonrojo del papado y vergüenza de la delicada Flor de Lis. La Inquisición de la Soborna - la más temible - mandó a la hoguera o a languidecer hasta las muertes en las mazmorras eclesiásticas a cerca de cincuenta mil varones religiosos. Puede hablarse de un verdadero genocidio y de asesinados en masa de la más aviesa índole.

De esta forma se reconocía el mérito y la labor de los que defendieron los muros de Jerusalén: haciendoles escalar los peldaños del cadalso.


Asimismo, se dijo que durante sus tenidas se entregaban a toda suerte de licencias carnales y que la practica de la homosexualidad era habitual en los castillos del Temple. Besos en las nalgas y a veces en los labios y en el pene. Pero ¿de donde han podido salir tales infundios? Tenían dinero y la envidia posee inclinaciones asesinas.  El populacho suele ser voluble de criterios. En Madrid hubo una revolución durante una pestilencia. Decían que eran los frailes los que envenenaban las aguas con el morbo colérico. Y los templarios a fuer de ricos estaban en la obligación de ser maricones.

 ¡Como si sólo fuera en estos sitios! Los moralistas la denominan la polilla de los conventos y ese es una de las pestes que no ha conseguido erradicar la iglesia latina a lo largo de más de mil años de historia.  Meter mano a un monaguillo o violar a una novicia debe de ser lo más natural del mundo habida cuenta del ambiente de encerramiento.

No hubo testigos en este juicio en el que la tiara y la corona de San Luis trataron de barrer para casa en una simiesca pantomima que remedaba las sutilezas y sobresaltos del tribunal del canguro. La lista de cargos a ojos vista era del todo gratuita. En ella jugaban al tute el escarnio, la contumelia y la delación más deplorable. Se pisoteó el derecho pero tanto la curia como el tribunal regio cohonestaron con visos de honorabilidad esta farsa sangrienta. El objetivo final era el famoso tesoro de los templarios que se guardaba bajo la críptica de la mezquita de Omar que sería su casa madre durante más de un siglo.

Lo de las micciones y salivajos sobre el crucifijo puede que tuvieron connotaciones simbólicas de aborrecimiento de todo aquello que determinó la crucifixión y muerte del Salvador. En el anverso de la cruz gloriosa, dicen, yace el anticristo. Los templarios buscaban por todos los medios el triunfo de la cruz y el aplastamiento de los enemigos del Símbolo de Nicea aunque para ello tuvieran que orquestarse en ceremonias y ritos de carácter iniciático.

En cuanto a que no consagraban puede que hubiese a ojos vistas una notable influencia en ello de los popes con los que convivieron durante tanto tiempos y a cuyos protocolos y rúbricas rindieron pleitesía en la pompa y riqueza de sus ornamentos. Para más parecerse a ellos se permitía a los freires llevar barba, por dispensa especial, aunque el cabello lo traían corto y en tonsura a diferencia de los bizantinos.

En las iglesias de Oriente la transubstanciación no tiene el mismo sentido riguroso que entre los latinos. Es epíclesis o invocación al Spiritu. Los padres griegos hablan de eucaristía pero también de eulogía. Los bulos tenían por tanto una base real pero habían sido manipulados o tergiversados a gusto del consumidor.

Con prelatura personal y bajo la obediencia solo del papa los templarios habían ideado un ritual propio, muy solemne y cargado de símbolos, como diría el propio Jacques de Molay en uno de los raros momentos en que rompe el silencio contra el cerco de calumnias y falsedades que los enemigos de la iglesia propalan contra la orden durante una de las sesiones de la causa.


Dijo que pocos institutos religiosos se había preocupado tanto del esplendor de Su Casa, esto es: del culto católico. Su rito, más ecuménico, se parecía al bizantino y al final de la misa, cuyo canon era sensiblemente largo que el carmelitano, el cartujano o el dominico, que también tenían dispensa de la Silla Apostólica para hacer sus modificaciones, insertaban oraciones en hebreos, en griego y en árabe. Tampoco hubo nadie que se preocupase tanto por la limosna y por socorrer al pobre. Y en el mismo orden de cosas ningún otro consorcio en el seno de la iglesia había derramado con tanta profusión la sangre de sus hijos en defensa de la fe.

  Esta autonomía o prelatura personal fue el desencadenante de la envidia y emulación que marcó la existencia del consorcio y es un morbo del que nunca estuvo exento el clero por naturaleza envidioso y puntilloso. A los diferentes se les suele aplicar la legislación vigente de la murmuración y aquí a quien descuella se les trata por todos los modos de segar las piernas o  descabezarlo. Es el pecado de Judas latente en los estamentos más encaramados del apostolado y la jerarquía y que torna la vida de los eclesiásticos en verdaderas cámaras de tortura. ¡Camándulas!

Tales especies contra los Caballeros Pobres de Xto tenían que venir por fuerza de algún clérigo. Partieron de la boca de un tal Equius, escribano del arcediano de Notre Dame, un tal Guillermo de Nogaret. Éste, seguramente un criptocátaro,  se avino a explotar su enemiga contra los templarios, profesores y difusores del culto a la Virgen que habían traído de Oriente por toda Europa, y algo que repugnaba a la naturaleza de los albigenses, amigos de lo concreto y que no concebían la sublimación de los afectos, quienes veían en toda mujer una suerte de consolamentum o viatico para sobrellevar las tristezas terrenales, nunca una diosa, para dar vado a la codicia y al orgullo del monarca francés. En el odio anti virginiano se anticiparon los cátaros a los protestantes más de tres siglos.

La revuelta de los cátaros que conmovió a la iglesia occidental hasta sus cimientos a comienzos del siglo XIII encontró en el Temple un antemural de contención. Frente al consolamentum, el amor libre y el comunismo albigense ellos predicaban la devoción marial, la rectitud de conciencia, el individualismo. La disciplina. La comunidad de bienes y de intereses pero nunca la comunión de las vidas. Odiaban algo que estos monjes tenían muy a gala y era el ritual, el culto externo, los sacramentos, la jerarquización. El movimiento herético que había sido sofocado a sangre y fuego por Simon de Montfort había supuesto una verdadera guerra civil, por lo que tenía de igualitario y de revolucionario. Por primera vez Francia intenta sacudirse el yugo de los abates. No sería por supuesto la primera vez pero aquello traería estigmas y algunos viales del protestantismo cátaro atravesando las rutas de la edad media y del renacimiento llegaron casi hasta la edad moderna donde propician tensiones como las que depararon el galicanismo, algo tan francés, o el jansenismo.


Nogaret cuyos abuelos habían perecido en la hoguera vierte su veneno contra Jacobo de Molay, un auténtico caballero a la usanza cristiana. No se sabe la causa de porqué el último maestre había despertado en la curia papal tanto veneno. Acaso hay veces que analizando lo que ha sido la historia de la iglesia comprobamos con tristeza que acaso sea el diablo el que tenga la última palabra.

Es la casuística contra el dogma. Las concretizaciones de los “consolados” de Albi contra los partidarios de la gran teología. Se recuerde que san Bernardo había escrito la regla a los templarios para convertirlos en baluarte de la fe y los mandó desplegarse allí donde ésta más en peligro, que eran España y Palestina. Que marcharan de dos en dos. Caballero y su escudero, remembranza ecuestre de Castor y Pólux, jinetes a pelear por la causa justa, que se abstuvieran de la frecuentación del trato torpe con mujeres, que se abstuvieran de los placeres de la caza y que no perdieran  sus “horas en la vanidad del ajedrez y del juego de damas”. Que no comieran carne los viernes y ayunaran el Adviento y la Cuaresma.

Felipe el Hermoso tenía fama de justo pero engreído. Es una versión medieval del primer chovinismo francés. El estado soy yo. Y Dios no es inglés ni romano sino que habita bajo el cielo de las Galias. Puso en práctica una política de “grandura” para someter a los estados pontificios a férula. Este sentido del patriotismo le condujo a no pocos excesos porque entre otras cosas a él se debe el Cisma de Aviñón cuyo chupinazo de salida serían los ignominiosos procesos contra el Temple. La noción de que no hay vino como el borgoñón y que Francia es la medida de todas las cosas junto con un papa débil - Beltrán de Got que subió al pontificado con el nombre de Clemente V y que para colmo era gascón - fue una de las causas determinantes de aquel drama que cambiaría para siempre la historia de la iglesia porque de haber seguido los templarios es casi seguro de que las cosas hubieran seguido rumbos diferentes.

En nombre de esa idea de la monarquía heliocéntrica se escribió una de las paginas más bochornosas de la historia del pontificado con la persecución y eliminación de uno de los baluartes más sólidos del sistema. La jerarquía haría el haraquiri un poco de la misma forma que lo haría siete siglos y medio más tarde. Se anuló, se automutiló a sí misma. ¿Cómo puede ser esto la obra del Divino Paráclito? Los inquisidores que prenunciaron la sentencia de la hoguera y el pontífice máximo que los condonara parecen imbuídos de un alma diabólica. Pero, alto ahí. Razón llevan los que dicen que la barca del Pastor se renueva constantemente y adopta los contrarios cada equis tiempo para sobrevivir.  En el intervalo de dos generaciones, menos a veces, no son los mismos ni el cuadro de mandos, ni la marinería, ni el rumbo.


Los templarios habían sido el surtidor que eleva a la iglesia medieval sobre todo con las manifestaciones catalogadas del arte románico a alturas insospechadas. Se les considera como los albañiles del misterio. Querían que la Iglesia surgiese sobre las cenizas del templo de Salomón cuyos tesoros ellos llegaron a acaparar al tomar posesión de la mezquita de Omar poco después de que Godofredo de Bouillon entrase triunfante en Jerusalén. Un edificio circular de planta octogonal fue su residencia en la Ciudad Santa y su casa madre.

Aquel templo salomónico tenía ocho ábsides y ellos trataron de imitar ese numero áureo en las fundaciones que esparcen por Palestina y por el Occidente.

Del Oriente trajeron los grandes misterios y se consideraron herederos de un patrimonio católico universalista, abierto a todas las tendencias incluso a otras religiones con las que intentan fomentar el diálogo. Cristo a pesas de que sus enemigos dijeron que escupieran sobre su imagen se alza como una verdadera rosa de los vientos de los destinos de la humanidad. No es un concepto unívoco sino equívoco. Hay muchos cristos.

Por eso quemaron en la hoguera al maestre Molay porque era una caballero andante que iba tras las huellas del mayor y mejor de los caballeros andantes que han existido: Jesús de Nazaret.

Su cruz roja - símbolo apotrocaico de salvación- que llevaban bordada en la pechera de sus hopalandas los monjes soldados proclamaba una idea general que entraba en conflicto con el orgullo y particularismo francés.

La caída de San Juan de Acre y la pérdida de Jerusalén a manos de Aladino en 1191 fue para ellos el principio del fin. Sin esas dos mermas, porque todo hay que decirlo, los templarios en lo externo fracasaron, aunque su espíritu interior siga siendo una garantía de éxito para lo porvenir porque será la orden que vendrá a sacar , cuando renazca, a la iglesia de esta impasse, no se hubieran producido los procesos inquisitoriales de París.

Algunos de los inculpados aceptaron los cargos bajo el gatillo de la amenaza y el halago pero esta prueba testifical carece de valor jurídico. Las confesiones que son arrancadas mediante tortura carecen de todo valor. Pero algunos pobres encausados anhelosos de salvar la piel admitían haber tenido contactos pecaminosos y besos en la rabadilla a otros miembros de la fratría, que los sacerdotes no consagraban, que se adoraba a un ídolo que llamaban bafomet, una especie de cabeza parlante, algo así como la “caja tonta” de ahora misma que les tenía a los hermanos al corriente de todos los sucesos que acontecían en el mundo. Le preguntaban algo y la cabeza le respondía. Tenía los verdaderos efugios y atributos de una Sibila.

En el potro y a la sombra de la catasta para conjurar la amenaza del suplicio acabaron confesando todo lo que querían sus esbirros.


Pero en contra de tales deposiciones arrancadas ante el tormento lo cierto es que no hubo orden más limosnera, ni que hubiese proporcionado a la iglesia tantos mártires en defensa de la fe ni que hubiere practicado tanto la caridad pues nacieron para defensa del peregrino. Tampoco hubo dentro del culto latino otro rito más excelso que el templario. Las misas eran larguísimas y todas ellas cantadas, plenas de simbología y de belleza. No hubo ninguna otra orden en la iglesia a la que respetaran tanto los musulmanes puesto que prevenidos siempre para la guerra - que es la misión de un soldado- ellos se decantaban en todo momento por la paz y sabían pelear lo mismo que respetar las treguas con los árabes. Además los templarios, precursores de los jesuitas, eran una clase de frailes muy inteligentes aunque no tan taimados como los de la Compañía, pero, eso sí. Amigos de los pactos y las componendas, y muy pleitistas. Allá donde veían ganancia no vacilaban en embarcarse en un largo proceso con tal de conseguir los objetivos.Hasta incluso admitieron en el seno de la orden conversos muslímicos y turcoples[lxiv].

Así que lo que se decía contra Molay y su visitador general o senescal, Geoffrey de Charnay, no podían ser otra cosa que fabricaciones y bulos. Pero a veces son la calumnia y la maldad los que mueven la rueda de la fortuna.

El ascenso y la caída de esta institución semeja en todo caso a la crónica del fracaso que retrata en sus páginas el buen franciscano en el Devoto Peregrino por cuanto que refleja el fracaso de un decamerón[lxv] místico al incompatibilizar el deseo con la realidad. Palestina es la tierra del derrumbe de muchas ilusiones ultra terrenas.

La fenomenología templaria refiere un desastre religioso y bélico que acarrea por paradoja una apoteosis espiritual sin más preámbulos. Este triunfo es el que condice al desplome de forma inexorable.

Entre medias hay, como es natural, un asunto de intereses crematísticos porque ninguna religión puede evaluarse sin interés y sin doblones. Los freires se juramentan para velar por los accesos peregrinos a los santos lugares. Y de paso asegurarse la apertura de nuevas rutas comerciales. Lombardos y venecianos, no se olvide, jugaron un papel primordial en esta aventura mesiánica.

Los mercados se consolidad en retaguardia a fuerza de mandas y de donaciones pro anima. Dichas legaciones testamentarias van a parar todas a las arcas de las ordenes religiosas y son de las albaceas que se genera una copiosa riqueza.

Pero - insistimos pues es la historia de todas las grandes ordenes religiosas de la iglesia latina - el éxito crematístico depara la desintegración espiritual y la ruina en suma.

Cuando se viaja a Londres en pleno corazón de la city y en una calle llamada Lombard st. Todavía los turistas podrán considerar el ámbito de lo que fue una ermita románica de estructura octogonal y orientada hacia el Santo Sepulcro. Allí precisamente los freires del normando Hugo de Payns empezaron a ejercer como prestamistas y banqueras.

Esta consideración hecha en pleno corazón de la ciudadela donde se auscultan las finanzas del mundo es importante por lo que tiene de signo. Los Caballeros Pobres por amor a Cristo en poco más de dos siglos de vida institucional devinieron riquísimos gracias a las herencias, compras, traspasos, cesiones, mandas, beneficios, alodios, mayorazgos, transacciones, usufructos, bienes relictos, hijuelas, últimas voluntades, etc. Del control de Jerusalén, pulso del mundo, se pasó a la tenencia de fincas y a ser sus monasterios latifundios en ejercicio.


A resultas, se hicieron riquísimos. Las encomiendas era el maná que llovía del cielo pero trajo como consecuencia la envida y la disipación. No podía ser de otra forma. Iñigo de Loyola leyendo la “Vita Christi” escrita precisamente por un templario, el Cartujano, se convirtió a la fe verdadera mientras alentaban en su pecho raudales de entusiasmos de un belicismo espiritual que luego haría verdaderos estragos no sólo en el seno de la iglesia católica también de las protestantes. La edad moderna es una autentica milicia a lo divino que nos llevará a las guerras de religión: la noche de San Bartolomé, la batalla del Boyne, etc.

Unos y otros aun diciendose cristianos y seguidores del manso cordero no paran de desenvainar la espada. Los jesuitas vinieron a ocupar el lugar que habían dejado los templarios. Con una diferencia los hijos de san Ignacio fueron siempre más sibilinos y contundentes que los de Hugo de Payns y de Godofredo de Saint Homer.

Aunque los jesuitas no se acercan al remoto ideal caballeresco de sus modelos en su retórica están admitiendo intrínsecamente que para acceder al Rey Espiritual se llega mediante la lucha y con el respaldo de la riqueza, pues la pobreza no es más que un ente de razón y sólo se habla de ella en los votos que harán a los jesuitas, otros caballeros pobres por amor a Jesucristo en cresos terratenientes en la Patagonia y beneficiarios de vastas propiedades en todo el orbe, a pesar de la dicotomía de valores a los que alude el fundador de la Compañía de reino espiritual frente a reino temporal sin aclarar que ambos pueden ser una misma cosa.

Desgraciadamente, las cruzadas como todas las guerras sólo se llevan a buen puerto mediante una buena logística. Esto es caudales bien administrados. Así que de cara a los loables fines soteriológicos de salvación universal es conveniente tener una buena bolsa al alcance. Y un ojo en el cielo y otro en el suelo según decía Aguaviva[lxvi].

El fraile que escribe el “Devoto Peregrino” no se cansa de emitir llamadas angustiosas a la compasión y la limosna de los buenos cristianos cuyos sufragios podrán conservar el decoro de los buenos lugares. Ese empeño es identico al de todos los maestres que tuvo la regla cuando ocupó la mezquita de Omar y después desde la fortaleza de San Juan de Acre. No hay que pasar por alto ese aspecto financiero que tiene la iglesia. Bajo este afán de dineros lo se esconde es el deseo de lucro. Así, la riqueza de la iglesia viene a ser el producto de dos sumandos: la inversión en la bienaventuranza eterna y un cierto anhelo de reconocimiento temporal.


Con sendas variables tenidas en cuenta la pluma se aventura por los recovecos de todas esas perplejidades de la edad media que fue la hora dulce del poder eclesial. Tal vez los franciscanos desplazados a Tierra Santa desde España que al igual que  el Temple se ligaban por obediencia a un cuarto voto - la vigilancia de los Santos Lugares- pagaron con sus vidas los despropósitos cometidos por sus antepasados cruzados. Siempre fue así, aunque esto no exime a la jerarquía de la búsqueda de soluciones. El poder romano sigue prisionero en su torre marfileña y no se allana a ver la realidad.

Hoy cuando ya no hay quejada o bofetón simbólico, puesto que el golpe de acolada lo da la televisión con sus prorrateos fantasmales, a la hora de investir caballeros, se abre sin embargo un horizonte de esperanzas, pueden volver a cabalgar de nuevo los caballeros pobres de Xto. Y vendrán flotando al viento la estola de los diáconos hasta nosotros. La diaconía puede resolver los males del clericalismo que padecemos como una herencia del legado medieval y ser la solución a múltiples cuestiones e interrogantes que plantea la realidad pero sobre todo el síndrome de iglesia vacía. Hacen falta nuevos sacerdotes pero otros sacerdotes, no los que ya había.

¿Qué importa la cuestión del celibato? De nada sirve volver a las antiguas máximas nicolaístas que permitían a los clérigos casarse con varias mujeres. Lo importante es Jerusalén. Allí nuestro anhelo y nuestro consuelo. Mi vida y mi muerte.

Pedro el Venerable y Bernardo de Claraval sostuvieron una polémica en pleno siglo XII sobre quien es mayor en el reino de los cielos el que sirve o el que reza. ¿Obras de beneficencia u oficios divino? El primero se decantaba a favor de María mientras el segundo pensaba que para santificarse y para más gratulación con la divinidad la postura de Marta es más egregia. Es la pregunta del millón. ¿Qué preferís? ¿El pomo de alabastro o los cuatro tenedores? Judas y los fariseos escandalizados del derroche y del dolce fare niente de la mujer se decantaron por los tenedores y declinaron el perfumador pero hay quienes pensamos que en el llanto y las lagrimas de la Magdalena a los pies del Salvador, al que ungía para la crucifixión estaba la solución a muchos enigmas que nos afligen. La controversia planteada en casa de Simón el Leproso en Betania en tan crudos términos sigue siendo de perentoria actualidad. Sin contemplación difícilmente puede haber acción y a la inversa. Están los tiempos cambiados y hoy se reza poco. El temple se hundió porque en su afición por arrollar a los enemigos de la fe y su anhelo de ganancias y de encomiendas se olvidó de la tarea primordial de todo monje que es la recitación de las Horas canónicas.

Hombres de poca fe, nunca conoceréis que todo lo demás se os dará por añadidura. He ahí por lo tanto una buena conseja.¿A quien soltamos? ¿A Jesús o a Barrabás? ¿Marta o María a quien elegís? Fue la respuesta de Judas: “Hubiera sido mejor con lo que cuesta ese frasco darselo a los pobres? Pero Cristo le respondió: a los pobres los tendréis siempre con vosotros. A mí no. Y aquí seguimos todos rezando muy poco. Y así nos va.

 

 

 

SE TERMINÓ DE COMPONER  ESTE CAPÍTULO EL DÍA DE SAN BENITO ABAD PATRÓN DE EUROPA  11 de julio de 2002

 

 

    LAUS DEO ET AD MAIOREM DEI GLORIAM ET VIRGINI MATRI

 

 

ANTONIO PARRA GALINDO ME REDIGIT

 

 

 

 

TERMINOSE ESTE LIBRO

“HELICÓN: BAJO EL ALERO DEL HORREO CRÓNICAS AL DESGAIRE”

 EN SU TOTALIDAD EN LA FESTIVIDAD DE SAN PEDRO APOSTOL EL DIA 29 DE JUNIO DE 2007-06-

 

Y fue revisado y corregido el 31 de julio de 2007, en la fiesta de San Ignacio Loyoleo. ANTONIO PARRA GALINDO martes, 31 de julio de 2007

                                                     J

 

 


          AD MAIOREM DEI GLORIAM VIRGINISQUE MATRI

 

 

 

 

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NOTAS DE PERSPECTIVA LÉXICA Y SEMÁNTICA.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

                                                                            

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Se refiere al Agios O Zeos, agios Iskrios, agios azanatos ( Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal) o trisagio atanasiano que en Occidente sólo se cantaba en la liturgia de Viernes Santo. Las observaciones de Laguna no pueden ser más actuales.

[2] Se refiere al Agios O Zeos, agios Isskrios, agios azanatos ( Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal) o trisagio atanasiano que en Occidente sólo se cantaba en la liturgia de Viernes Santo. Las observaciones de Laguna no pueden ser más actuales.

[3]  En realidad Borges  nos estaba contando una trola. Nos dijo que se quedaría en España. Mentira. Y que no tenía miedo a la muerte. Que su familia era longeva y que no había cancerosos en su estirpe. Tampoco fue cierto. Moriría de cancer y con gran pavor a la muerte al poco tiempo de aquelñla entrevista.

[4]¿Acojona eh?

[5]Una miaja

[6]Negra soy pero guapa, hijas de Jerusalén.

[7] Alóctona: de “allos”, otro y “ktonos”, tierra, el que no es originario del país que habita.

[8]Es una de las señales del fin de los tiempos, las migraciones en masa, junto con la oclusión de los manantiales, la resurrección de los gigantes, los cataclismos naturales, junto con la vuelta de Enoj y Elías que regresarán a la Tierra para contrarrestar a las fuerzas del Anticristo el cual será tan poderoso que hará incluso milagros en apariencias. ¿Y la expansión de las ondas electromagnéticas no han influido en esta congoja que se advierte en el rostro de las gentes, en el odio y el malhumor ? ¿No somos más esclavos en nombre de la libertad ? ¿Estuvo alguna vez el hombre tan solo rodeado de electrodomésticos y cuando la capacidad de los medios de comunicación se han multiplicado por un millón? ¿Nos hemos sentido tan inermes ante una situación de pressura que ya nos desborda?

[9]ZCZC WMJ750 KXF649 OVPRO 666. Son las siglas bajo cuyo amparo se convoca a un juicio de faltas

[10]Anosmia: el número de la bestia, el 666 pertenecía a la categoría de lo innombrable y de lo blasfemo por atentar contra el nombre del Santo de los Santos.

[11] Arrizafa o ruzafa era un jardín cercano a Córdoba, del ar. arriçafa.

[12]El error viene dado por confundir a jerarquía con Iglesia, la parte por el todo, el medio con el fin. A la luz de la historia por desgracia el balance para los clérigos es bastante desfavorable. Sin embargo, la Iglesia esotérica, institución humana, llena de fallos garrafales, nada tiene que ver con la otra, la exotérica, instituida por Xto e irreprensible en su conducta llena de santidad y de santos.

[13] La costumbre estaba muy extendida en el Islam. De hecho los turcos iban de razzia al Caúcaso y arrasaban las aldeas cristianas donde tomaban rehenes a niñas de corta edad para llevarlos a Estambul a los serrallos como huríes y eunucos. Estas expediciones eran financiadas con dineros judíos. Por eso el Cid se vengó llenando de arena los cofres de Raquel y Vidas. Sus sucesores se vengaron del caballero diciendo que el buen vasallo castellano no era “sino un mercenario”. Sin embargo, esta idea de vengar afrentas, desfacer entuertos y restituir el honor de las doncellas es algo que va con el carácter caballeresco español y forma parte del talante del Quijote. Tanto el Islam como el judaísmo, este último por un odio de raza al gentil. respetan mucho menos a la mujer. De ahí que las grandes mafias de negreros de la prostitución que manejan los jeques del petroleo con el respaldo encubierto de los zionistas hagan suponer que los descalabros del Tributo de las Cien Doncellas no sean cosa de ayer.

[14] Tribus bárbaras aborígenes del norte de Inglaterra y de Escocia.

[15] Arson de ardeo, arsi arsum o arder, un delito muy típico durante la edad media infectada de piromanos y que en el Dooomsday Book ya se penaba con la pena de muerte.

[16]York, bueno para dulces y lunáticos.

[17] Creo que esto que dijera yo entonces no podía ser más falso

[18] Curiosamente el primer libro que yo compré en el seminario año de 1960 era la abadía de Westminster. No estaba pensando lo que se dice en la reina ni en Jane Austen sino en los templarios me aburrió un montón pero aquel libro iba a ser detonante de mi vida-

 

[19] El de tabaquista o tobacconist es un oficio a extinguir en las Islas. La gente está dejando de fumar

[20] “Animal Farm “ ( La granja de los cerdos ) famosa novela antimarxista del britanico , George Orwell.

[21] No es posible que dos pecados hagan de padre y madre de la virtud

[22]Fuera de la Iglesia no hay salvación. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.  Con este lenguaje parabólico y místico de Jesús algunos tratan de defender la prelación del dogma católico, anulando y descalificando a todos aquellos que no piensen igual o tengan una versión y una visión de Cristo diferente. aquí se palpa la frialdad de Roma, que utiliza un lenguaje muy poco evangélico. Al fin y al cabo la tiara papal con la triple corona estaba inspirada en el albogalero ( albus, blanco y galerus, bonete), un gorro sacerdotal con que oficiaban los sumos pontifices etruscos.

[23] Se calcula que durante la revolución de los “ cristeros “ perecieron en Mexico más de un millón y medio de cristianos.

[24] Jacques de Molay, al morir, formuló una maldición contra la dinastía de los Borbones. Su palabra profética llegó a cumplirse sobre la cabeza de Luis XVI que rodó por la guillotina montada en la bastilla, lo que antes era la sede del Temple

 

[25] El 26 de mayo del calendario gregoriano corresponde al 6 de junio del juliano, en que los rusos conmemoran el natalicio del genial poeta.

[26]Marginal.

[27] Sabiduría y sabios de la acera.

[28] Linea del cielo.

[29]Brincar por la borda, esto es, viajar de polizonte en un navío. José Mari vino desde Alemania atraído por la magia de este ciudad, que ha sido tan aireada por las películas del cine negro.

[30] Por aquellas fechas estaba prohibido el bikini en las playas de Long Island. Los resabios puritanos aparecen por doquier. Los exhibicionistas van a chirona a veces con largas penas de cárcel como aquella entusiasta de los Meds que quiso celebrar la victoria de su equipo de béisbol desnudándose en la ventana de un edificio durante el alarde que se celebró en la Quinta Avenida.

[31]Sensatez.

[32]Nombre que se da en NY a los vagabundos sin techo.

[33]¿Acojona eh?

[34]Una miaja

[35] Mindundi, quídam, tipo corriente.

[36] Hay que estar al nivel de los Jones. Si tu vecino tiene un coche, tú has de comprarte un último modelo. Y si el compra un frigorífico el tuyo ha de ser uno de mayor voltaje y graduación. Esto es lo que significa el famoso aforismo.

[37]Traidor

[38] Associated Press una de las grandes agencias de prensa, famosa por su celeridad y oportunidad ante la noticia.



[i]. Eboramenia, murallas de marfil.

[ii].de crena , muesca, aspillera abierta en las murallas.

[iii]. Soy un chico del condado de york.

 

[iv].Corpus Christi según los franceses. Las fiestas del Corpus fueron proverbiales con su correspondiente feria y bohordos durante la edad media.-

[v].Es muy fuerte la conexión inglesa entre estos dos institutos, carmelitas y cistercienses, los más importantes de la catolicidad.

6. Hemos pecado ciertamente.

[vii].Se han volado.

[viii].Es la larga marcha de todo hombre.

[ix].Acciona el gatillo primero y después preguntas. ¿Alguna duda? No hay preguntas.

[x].Legendae Antiquae, Regula Secunda, c. XII.

[xi].Nombre que daba la Escolástica al profeta Mahoma.

[xii].Enfrentalos unos con otros y ganarás.

[xiii].Sarajevo en la actualidad.

[xiv].Y también caridad

[xv].Bacín o palangana.

[xvi].Μαθεσις información, pauta de conocimiento.

[xvii].El crecimiento por superfetación del yo onírico.

[xviii]. Ben o ibn, pero nunca Bin, como dicen los anglosajones, en árabe y hebreo es un patronímico que significa el hijo de tal o cual.

[xix].

Un pope, el P. Gapón, agente de la Ojrana, dirigió a las turbas de trabajadores contra el palacio de Invierno de Petesburgo el 22 de enero de 1905, el domingo sangriento dejando una balance de 200 muertos en la explanada.

[xx].

En realidad esta sustancia, denominada científicamente como “trinitrotoluol” o TNT que se extrae de la harina de las castañas pilongas, fruto del castaño de Indias, fue patentado por Jaim Weizzmann, eminente politólogo británica en los días de la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército inglés carecía de bombas para hacer frente a los prusianos en Alemania. Este servicio del eminente hombre de negocios judíos fue la base de la Declaración Balfour por la que Inglaterra, a la sazón país mandatario de Palestina, accediera a la formación de un Hogar Judío en Tierra Santa. Ante la falta de pólvora el gobierno abrió una campaña para que todos los escolares del Reino Unido se dedicasen a recoger castañas pilongas por la campiña.

 

[xxi].muria, montón de piedra, palabra de origen vascuence.

[xxii].Cuerno que llama a la oración.

[xxiii].La fiesta del perdón.

[xxiv].Es un arma de repetición, una de las grandes conquistas tecnológicas del Estado de Israel, y que suelen utilizar los escoltas de la CIA.

[xxv].Perjuro

[xxvi].Peregrinos.

[xxvii].Candelabro de siete brazos.

[xxviii].Juan XXIII.

[xxix].Deseo de construir a todo trance obras magníficas.

[xxx].Todo lo que tiene relación con la cruz.

[xxxi].franco es para los orientales todos aquellos cristianos del occidente.

[xxxii].Flammarion 1965, París, colección “J´ ai lu”, 626 pp.

[xxxiii].esta afirmación que no era tanto el desamparo pues llevaban una colecta de limosnas para los Santos Lugares que milagrosamente recuperan después de un naufragio como se demuestra después.

[xxxiv].Embarcación turca a remo con la popa muy alta.

[xxxv].Utiliza el término familia en el sentido de comunidad religiosa o convento.

[xxxvi].Se está refiriendo a los turcos y a los genízaros del Baxá.

[xxxvii].era la habitación con vistas a la basílica de San Juan de Letrán edificada por Constantino antes de que fuera destruída y sustituida por la de San Pedro y San Pablo. Desde allí se gestionaban los asuntos de la catolicidad antes de formarse los estados pontificios esto es el Vaticano.

[xxxviii].No tuvo lo que se dice una vida fácil.

[xxxix].Le das demasiado al mosto, vete a la cama.

[xl].Sandez. Y los sandios eran los judíos en razón no a la falta de inteligencia sino a su sencillez y modestia.

[xli]. Sabemos plantear las cosas an ovo porque desde la persecución estamos acostumbrados a pensar largo y tendido.

 

[xlii].Barrio al norte de Londres con un amplio sector de población hebrea que guarda las esencias de la tradición y la cultura judía.

[xliii].Mi casa es mi fortaleza.

[xliv]. Sin arrequives ni ringorrangos. Es una expresión que se utiliza mucho en la compraventa en los Estados Unidos.

[xlv].Velo nupcial en el rito de casamiento.

[xlvi]. Camaradas.

[xlvii].Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura; el que creyere y se bautizaré se salvará; mas el que no creyere se condenará. Y estas señales seguirán a los que creyeren en mi nombre: lanzarán demonios y hablarán lenguas desconocidas, cogerán serpientes, y si bebieren cosa mortífera no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos y les sanarán. Dicho esto, el Señor Jesús subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. (Mr., 16, 14-20) que se lee en la fiesta de la Ascensión.

[xlviii]. Transformación, impulso.

[xlix]. υβριζω,υβρισμα , insolencia, ultraje, altanería.

[l].Visitadoras. Chicas llamadas (ad lit).

43. Pocos datos fehacientes se tienen acerca del beato. Se cree que nació en 1235 y que murió en 1315

[lii]. Nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos.

[liii].Su sobrino Isabelo asi me lo lo hizo dar a entender en nuestras conversaciones en el Café Gijón a últimos de los 80. “Somos judíos de raza y de nación”. Isabelo era un eminente profesor de Matemáticas de la Universidad de Barcelona. Le guardo afecto y respeto.

[liv].ca. esa fecha dan por segura los autores y biógrafos el encuentro que tuvo con dios.

[lv].Fundador de los mercedarios, orden destinada a la redención de cristianos hechos cativos por los musulmanes, y fallecido en 1275, trabajó al lado de Jaime el Conquistador. Fue asesor de varios papas. Intervino en la codificación de los decretales de Gregorio IX, su fiesta se celebra el 2r de enero

[lvi]. Estaba desaparecido. ¿Donde está el presidente de los USA? Corriendo hacia el refugio nuclear igual que un pollo sin cabeza al escuchar los primeros disparos. Pues vaya un ejemplo para su país. Luego en sus pláticas por la radio resulta tan amenazador contra las bribonadas del movimiento Alcaidía que desde el once setiembre trae al mundo de cabeza con sus alcaldadas.

[lvii]. Guarida del lobo, una camara secreta que tenía en Birchtesgarten y en la cancillería de Berlín.

 

[lviii].loa oriental a la Madre de Dios que data del siglo VI cuando la Virgen conjuró el peligro de los persas que acechaban Constantinopla. Son salutaciones que se cantan de pie.

[lix].A dios alabamos y en la persona de Jesucristo su hijo le adoramos, le amamos, le conocemos y le adoramos.

[lx].Cock significa gallo pero en germanía se entiende como miembro viril.

[lxi].un hombre al que amputaron una pierna. Fue al Pilar y al cabo de un tiempo le volvió a crecer, caso único en la historia de ortomorfosis y sublime milagro.

[lxii]. Samuel Johnson 1709 -84 fue la autoridad de la lengua después de haber compuesto por encargo de varios libreros de Fleet Street del primer Diccionario Inglés. Su gran preocupación fue el lenguaje no sólo como baremo del modo de ser de un pueblo sino como puente que conecta a unas naciones con otras.

[lxiii].Sergent, sargento, de serviens, subalterno. En las ordenes militares eran los auxiliares del maestre.

[lxiv].Turcople, hijo de turco y griega o al revés.

[lxv].Decamerón, obra que narra los acontecimientos en diez dás.

[lxvi].Segundo prepósito general de la Compañía de Jesús.


 [AP1]nt