El New York Times destaca el auge de la Misa Tradicional en Estados Unidos
“Pese a la desaprobación del Papa”, asegura en un artículo el diario de referencia de la prensa mundial laicista, haciendo notar cómo el rito milenario de la Misa está creciendo en asistencia en la primera potencia mundial.
Naturalmente, el New York Times no lo ve con ojos de fe, sino con una visión política, pero no deja de ser interesante esta mirada “desde fuera” de un fenómeno que se intentó frustrar con el motu proprio papal Traditionis custodes y que sigue ganando popularidad entre los católicos norteamericanos.
“La misa tradicional en latín, una antigua forma de culto católico que el Papa Francisco ha tratado de desalentar, está experimentando un renacimiento en los Estados Unidos”, reza el artículo. “Atrae a una mezcla superpuesta de tradicionalistas estéticos, familias jóvenes, nuevos conversos y críticos de Francisco. Y su resurgimiento, impulsado por los años de la pandemia, es parte de una creciente tensión derechista dentro del cristianismo estadounidense en su conjunto”.
El rotativo hace notar cómo este intento de represión, y su reacción paradójica por parte de los fieles adeptos a la Misa Tradicional, está creando una brecha dentro de la Iglesia nacional. “La Misa ha desatado una batalla de poderes en expansión en la iglesia estadounidense no solo por canciones y oraciones, sino también por el futuro del catolicismo y su papel en la cultura y la política”, dice.
“Estados Unidos ahora parece tener al menos 600 lugares que ofrecen la Misa tradicional, la mayor cantidad de cualquier país. Más de 400 lugares lo ofrecen todos los domingos, según un directorio en línea”.
“Este crecimiento se está produciendo después de que el Papa Francisco tomara medidas enérgicas, emitiendo nuevos límites estrictos para el rito el año pasado. Su predecesor inmediato, el Papa Benedicto XVI, había ampliado el acceso a la misa antigua, pero Francisco la caracterizó como una fuente de división en la iglesia y dijo que con demasiada frecuencia se asocia con un rechazo más amplio de los objetivos del Concilio Vaticano II”.
“En un nivel, la división sobre la Misa antigua representa un choque de prioridades y luchas de poder en el liderazgo de la iglesia. En bancas y parroquias es más complicado. Muchos católicos dicen que se sienten atraídos por la Misa por razones espirituales, impulsados por preferencias estéticas y litúrgicas más que por partidismo”.
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