LA LOZANA ANDALUZA
OBRA MAYOR DE LA LITERATURA CASTELLANA
Delicado Baeza. La Lozana andaluza
Viernes, 24 de agosto de 2012 parragalindo@terra.es A Lozana no la conocí. Es
un personaje como el quijote, una especie de caballero andante del amor que ha
cabalgado por Europa, una especie de santa Nefixa que lo hacía por caridad y de
balde, ejecutora del amor dulce y venusto, repartiendo sus gracias al prójimo
desde la benevolencia del deleite, retratado con donaire y haciendo gala de un
idioma que revela las interioridades del tesoro de la lengua castellana, venero
irrestañable del ir y venir por los colmados, las casas llanas, mancebías,
burdeles, bochinches del tócame roque, casa con dos puertas difícil de guardar,
por su autor un cura cordobés de origen converso, del que se sabe poco pero que
es la cumbre de la literatura picaresca. A Lozana no la conocí pero la imaginé
y es parte de mis sueños y de mis sonrisas. Los mis pecados perdónelos Dios que
a nadie amarga un dulce. Sin meretrices- comenta san Agustín en uno de sus
opúsculos- grandes daños sobrevendrán a la republica. Ellas son la vida misma
formando parte del oficio más viejo del mundo. Escuadras de soldaderas,
cantineras, monjas profesas de la diosa Venus. Los lupanares de Europa siempre
estuvieron manejados por judíos. Delicado Baeza que antes de recibir ordenes
mayores debió de dedicarse al viejo oficio furibundo y no me digan que todas
esas bellaquerías que sabe y que plasma a lo largo de los 66 mamotretos o
capítulos de su novela que se leen de un tirón por su modernidad, por el
donaire y por el gran aparato paremiológico e histórico que esgrime. Hace un
retrato de las orgías y desacatos de la Roma de los Borgias la del papa
Alejandro VI y de Julio II pontificando sobre un corte corrompida pero llena de
ardor guerrero y de artes. Es un libro moralizante pese sus descripciones del
trato torpe en la lengua del lupanar, pues determina que hay tres profesiones
en el mundo que suelen acabar mal, la de las putas y los soldados y las de los
banqueros en una tumba de oro. Publicado en 1524 anuncia proféticamente el saco
de Roma que sobrevendría tres años más tarde por los lansquenetes hambrientos e
iracundos del Duque de Alba que no habían cobrado sus pagas e irrumpen en la
Ciudad Eterna a sangre y cuchillo. ¿Castigo divino? El nombre de Roma es
acróstico del amor. Lozana aborrece el tocino, no blasfema y se abstiene de
mentar el nombre del Dio, guarda el sabat siempre que puede, trata con clérigos
y con monseñores. Un canónigo al que “curó de lo suyo” y éste le hizo un hijo
era su protectora fue su protector por conducto de un macarra trujillano por
nombre Rampín. Es Rampín el cohén o caudillo de la mancebía típico un bellacazo
desflorador de coños devoto de Santa Nefixa que nos pasma con sus longuerías y
sapiencia lupanaria. Sieneses en Italia y trujillanos en España que a todos
engañan. El tal Rampin debía de ser buena pieza como gran parte de muchas
extremeñas y extremeños que, perseguidos por la Inquisición, se buscaron la
vida en la corte pontificia donde hallaron protección. La cabeza de la
catolicidad paradójicamente estuvo dominada por hebreos de distinta
proveniencia que allí ejercen las profesiones liberales. Los médicos y los
banqueros de los papas, como los de los emperadores (Carlos V, el converso
segoviano Andrés Laguna y los Fuggers o Fucares alemanes de la judería de
Francfort) eran de la rama de Israel. Se calcula que la Roma Meretriz acogía a
más de 50.000 –ya es un numero- provenidas de todos los rincones de Europa y
Berbería y Turquía. Las españolas que ofrecían el grupo más nutrido habían
asimilado de las costumbres moriscas la depilación de sus partes íntimas.
Lozana la garrida que adopta este nombre de guerra cuando llega a la Ciudad de
los Césares, la llamaban Aldonza o Alaroza en el perchel malagueño, en las
gradas de San Felipe, en el Zoco de Ver toledano, en el azoguejo segoviano, el
Fontán ovetense y en el Potro cordobés, su tierra natal. Alaroza es nombre
árabe que significa jarifa, bien plantada. Cuando se jubiló y marchó desterrada
a Lipari su ínsula barataria o Sicilia donde acabó sus días muriendo al parecer
de morbo gálico adoptó el cognomen castellano de Velluda (la bien hecha) a fe
que debió de ser un personaje real que conoció el clérigo que la describe
oriundo de Martos en Jaén a lo largo de sus izas, rabizas y colipoterras. Muy
hermosa y afamada debió de ser. También sabia y graciosa. En esta novela
dialogada nos maravilla con sus advertencias y observaciones sobre sí y la
gente de su oficio. Anda puta que no serás buena. Pues que ha de hacer si so de
Llerena. Se siente muy judía pero también muy española. La palabra jodío en
romance no es como algunos piensan el participio pasado de un verbo que los
hispanos pronunciamos cada dos por tres, se refiere al judío y al jodío que es
como designa a sus camaradas esta simpática cordobesa, que si hoy viviera,
ganaría millonadas acudiendo a los programas de la entrepierna o dejándose
retratar en el Hola. Se lamenta de que en Italia ni el hoder ni el comer tenga
sabor que en la mi tierra es más dulce que el cantar de la serena. Su valedor
es otro converso extremeño que se llamaba Trujillo. Cerraba los sábados el
burdel, preparaba la adafina los viernes. Era un varón temeroso de Dios que
explotaba esas debilidades cristianas por el vino, las mujeres y las fiestas
religiosas. Su mancebía se ubicaba en la Vía Asinaria pero luego la trasladó al
barrio de los jodíos catalanes y españoles que son los más letrados y ricos,
pues saben su Ley, a diferencia de los tudescos y franceses que tiran al
gentílico en Campo di Fiori. Sabe que navegante del océano del amor ha de arfar
su nave por aguas ariscas dada su condición de jodía y de puta. Vulto romano y
cuerpo sionés, andar florentino y hablar boloñés. Los italianismos y hebraísmos
plagan esta deliciosa novela que es sobre todo un cuadro de costumbres pintado con
desenfado y al desgaire. En toda la obra medra el ingenio y maravilla el
donaire, trufada de refranes que ofrendan el conocimiento de la sabiduría de la
calle pues quien dice la verdad cobra odio aunque los duelos con pan sean
menos. Y vos, pariente, aparéjame los dientes. Ay tiritin tiritaña soy gloria
de España discípula de aquella doña Violante cordobesa amante de tres reyes
cristianos y dos califas. Dámelo venga que me meo toda. Gallinas y muyeres
todas ponemos. Unas, huevos y otras, cuernos. Ay tiritin tiritañas que soy la
gloria de España. Allá viene la vieja Celestina vieja cargada de cuentas y más
barbas que Ruy Díaz. Todas son putas y mozas de partido, unas de natura, putas
usadas, de puerta cerrada, ninfas del cantón, putas de celosía y putas de empanada.
Así era la vida en los siglos renacentistas. En el Prado de Madrid se
alquilaban coches que bajaban y subían con las cortinas bajadas. Entraban
duques y marqueses en el alquiler, algún que otro obispo y arciprestes a
mogollón. Mira como tengo esto. Alzonza fue muy festejada entre las meretrices
muzárabes de Zocodover. Fue puta apasionada y puta estregada, putas de cabo de
ronda que acudían a los cuarteles y se lo montaban con el centinela en la
garita y putas místicas que captaban clientela en los triduos y rosarios de las
iglesias de Madrid. Hubo siempre putas buenas y putas malas, putas güelfas y
putas gibelinas, putas solteras, putas casadas. Las candiotas – nos asegura-
son muy serias y bien cumplidas. Son de las que no hablan a diferencia de las
malagueñas que son malignas y de mala digestión. Salga pasico su merced y
cierre la puerta. Eh tú, pero ¿cuando acabas? No soporto a los tardones que me
destrozan y me meten dentro las paredes y enfermo del mal de madre. Rampín es
su proxeneta que era discreto nada celoso e hinchaba la medida esto es la
satisfacía en la cama. Lo cogió de quince años y lo guarda consigo. Todo un
perro fiel pero guárdate del mozo cuando le nace el bozo. Si lo sopiera más
presto soltaría las riendas de mi querer. Pasico, bonico, quedito, anda
conmigo, no me la hinquéis… ay que priesa os dais y no miráis que yo no so de
las que se quedan atrás…mira que no por mucho madrugar amanece más ahína.
Besaros he. Ansí. Ansí, veis qué bien. Por ahí seréis maestro que aquí se verá
el correr de esta lanza cuando se quiebra… en el coso te tengo, la garrocha es
buena… camino lleváis, no paréis que la liebre ya está echada… daca la mano y
tente a mí que el almadraque es corto, aprieta, cava y ahoya y todo a un
tiempo… a las crines corredor, cabalga caballo mío, mi vida, que me va el
recuero . Ay amores que soy toda vuestra. Quitaos la camisa que sudáis. ¡Cuánto
tiempo que no comía cocho! … en mi vida vi mano de mortero tan bien hecha ¡y
qué gordo que es! parece nabo de Jerez… que la habla me quitó; no tenía por do
resollar… ay qué miel tan sabrosa…dale, dale que le das y a la par, a la para
llegaremos a Jodar” En pocas literaturas se ha descrito con tanta viveza y
donaire el encuentro carnal humano. Luego se va Lozana muy feliz a la plaza Nagoya.
Era día de mercado y va a ver a Trigo el jodío cacereño que la puso casa.
Lenguaraz y vivaracha derrama refranes y sentencias. Ve do vas y como vieres
así haz y como el pandero sonare así bailarás. La visita un fraile que todo lo
toma a tarja pero que tiene vara alta en su orden y llena la despensa de la
atajía o colmenar de las magdalenas que no van a la iglesia a rezar sino a
captar clientes. Pero a santa Nefixa la que lo hacía de balde –un ejemplo que
siguió la princesa doña Urraca con los cristianos, pero, patriota al fin y al
cabo a los moros por dineros- se le ponen velas en los prostíbulos y a María
Magdalena no más. Cristo andaba con publicanos y pecadores y se dejaba besar
los pies por mujeres públicas. Dijo el que esté limpio de pecado que tire la
primera piedra, lo que evidencia la sabiduría del Espíritu Santo pero no fue
demasiado prolijo en esta materia a diferencia de muchos moralistas católicos
que se referían a la fornicación mal de siempre con lengua hipócrita. Contra
las enfermedades Lozana manda untos de friz o flor de haya. El pipo del elaboro
y la mandrágora son buenas para la liendre. Las bubas no tenían cura sino el
hospital de la sabana blanca que llamaban al de san Juan de Dios en Antón
Martin. A los enfermos se les trataba con paños calientes de vapor y
cataplasmas. Las aguas ferruginosas y la ruda era recomendada por galenos y
curanderas para las damas que, quedando preñadas, querían abortar. Es más viejo
que la ruda, se sigue diciendo en Castilla, cuando se recurre a un procedimiento
aparentemente novedoso. Sahumerios por abajo y barbas de cabrón para la
impotencia. Ella vino huyendo de la quema y de los corchetes de la inquisición.
Pretende conservar su dignidad humana en todo tiempo como laborante del amor.
Mirad la puta como es criada y la camisa como es hilada. Las crónicas no dicen
si fue encorozada por el Santo Tribunal muy activo en la ciudad de Córdoba por
tales fechas. Lo más seguro es que sí porque a Roma llegó emplumada y con el
pelo rapado. Siguiendo la suerte de millares de españolas que iban a Roma en
romeraje a alcanzar la gran perdonanza y regresaban en carruaje como matronas
respetables. Roma doma, según dicen. Ellas son como el caracol y las lagartijas
que por donde pasan mojan. Las meretrices que tenían mucha fama por entonces
eran las valencianas y las zamoranas. Para putas, Toro. Allí hacía la carrera
muy discretamente cerca de la colegiata una que llamaban La Siete Coñicos
porque era bella como la Imagen de la Dolorosa. Nuestra Señora de los Siete
Coñicos. O roma meretrice, enjambre y pósito de oficios y beneficios. Ay marica
cuécelo con malvas, pintarlo de verde pues más me sobajáis vos que cualquiera. El que habla es a un cardenal. Sin embargo, esta gran maestra del romeraje y el
rameraje se guarda mucho, vive Dios, de proferir ninguna herejía o razón que
atente contra la fe o lo que nos enseña Nuestra Santa Madre Iglesia y por todo
el libro deja sonar las carcajadas de Israel contra las necedades de la
credulidad pazguata de los simples. Sexo es poder y en la ciudad de los papas
estaba el poder. Tira más coño que soga. Su decepción, el desaliento de esta
mujer se compadece con la que tuvieron otros españoles que peregrinaron allá
como el arcipreste de Hita o Ximenez de Cisneros para apelar ante la curia. Yo
vi allá en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad. Roma la
que a los locos doma, censal de oportunos importunos, alfolí de bulas, despensa
de las indulgencias para ganar el cielo. Al canónigo que acude a visitarla le
lavará lo suyo con vino griego. Ya está al caer mi micer. Vendrá a descargar
sus barriles. Ya está aquí. Ya sube. Hecho es. Allá vienen con él sus
feligresas: la Velasco, la Miramontes y la hija morilla del almotacén que se
llamaba Aixa. Tres moritas me enamoran en Jaén. Al penitenciario que la visita
le gusta hacerlo de varias posturas. Su preferida era la de barbiponiente, esto
es, por detrás o baticulo que es préstamo del idioma marinero por palo de mesana
o cangreja. Imitando el coito de los cangrejos en resumidas cuentas. Mucho sabía
el señor deán. Por las manos o entre las piernas de la andaluza pasan abades
que de lo que cantan comen, peregrinos, soldados con licencia, menestrales,
pajes, caballeros, bulderos, madama Terencia con su escudero Silvano, el Oliva
y la Imperia, un balijero, dos aguadores, algún que otro sacristán al que
pusieron el mote del Alforjillas, y micer Porfirio el bachiller robusto. Un
prostíbulo es como el gran teatro del mundo. Delicado Baeza casi pretende
agotar la materia pero ésta es inagotable. En este libro consigue mucho nivel
dando a la estampa un autentico quijote de la literatura erótica tan abundante
en nuestro siglo de Oro. Los españoles no nos asustamos de nada. Esto es más
viejo que la ruda. Ya quisiera Henry Millar y otros literatos americanos como
el que escribió The Fucking Machine haber firmado si quiera alguna pagina de
esta formidable novela dialogada. El inglés es menos preciso y carece del
donaire con que lo abordan los escritores del XVII castellanos. Francisco de
Quevedo, que posee una obra muy seria y de altos vuelos pues era un místico, era
habitual de aquellas casas llanas que conoció el Madrid de los Austrias todas
de tapadillo pero muy visitadas y conocidas. Y cuando escribía a sus amigos les
informaba de las novedades del lenocinio: “han venido irlandesas que es bueno
que las putas muden de sitio cada tres meses por parecer fruta nueva”. A mí que
conozco a la Velluda por señas, pecador de mí, todas estas izas, rabizas y
colipoterras no encanecieron un adarme mi fe en Jesucristo. Negar o desconocer
esta realidad, como cosa propia de camándulas y de hipocritones tartufos, es
volver la cara a una parte importante de la Iglesia que es también pecadora.
Seminario vacío. Los pecados mortales de la Iglesia. La Lozana planea como un
fantasma sobre la paginas de mi novela o por ahí anda la cosa. TRAE LA VIHUELA
Y TOCAREMOS EL PANDERO. LA LOZANA ANDALUZA La novela de delicado Baeza es
vademécum para conocer el habla y el pensamiento del tiempo imperial. La lengua
castellana se forja en Italia por boca de frailes, soldados y romeros que iban
a visitar la tumba del primer apóstol y ganar la perdonanza en un ir y venir
del convento al cuartel, del burdel a la taberna, de la cárcel a galeras y,
ganada la libertad, a los caminos y a las plazas de las villas. Roma es ciudad
abierta o de acarreo como se decía entonces. Aun no había surgido el concepto
de nación. De reinos y estados y señoríos se hablaba pero nunca de naciones tal
como hoy se conoce. Carlos V adalid del afán del gobierno común, trono y altar
unidos; la cruz al lado de la espada y el idioma compañero del imperio,
pretendió restaurar el sacro imperio germánico y restituir el cetro de los
cesares en el Capitolio. Fue el sueño de Carlomagno el fundador del papado.
Fracasó por las desavenencias y traiciones entre los príncipes cristianos de
Francia, Inglaterra y los mismos papas. Imbuido de la noción de reconquista que
convierte a castilla y Aragón en bastiones contra el Islam Carlos V quería
echar a los sarracenos de Europa pero el turco estaba a las puertas de Viena.
Cansado de aquel sueño europeo que no da fruto Cesar regresa a España y se hace
medio monje en Yuste. Con el desistimiento de la utopía, entre sus vasallos se
produce en una huida hace adelante que redunda por un lado en el misticismo de
una España quijotesca, ensimismada y algo mística que contrasta con la
sanchopancesca del bien vivir, la buena mesa y el goce de los sentidos.
Sobreviene en una relajación de las costumbres sobre todo en el clero que tanto
critican los reformadores que no reformistas como Carranza, Cisneros o fray
Hernando de Talavera. Todos ellos en su mayor parte eran conversos y de estos
españoles venidos de la grey mosaica el exponente de sus críticas a este tipo
de cristianismo es el Lazarillo de Tormes. Delicado Baeza abunda en lo mismo
pero su crítica es aun más feroz porque viene a decir que Roma era predio de
las rameras españolas y de los banqueros hebreos que administraban los dineros
de san Pedro. No obstante tales supuestos, en la península ibérica caen en soco
estas prédicas de los moralistas de nuevo cuño. El vulgo sigue manteniendo sus
fiestas a los santos y mártires muchos ellos dudosos y de origen del culto
sincretista y pagano más de las tres cuartas partes del año. Toros y cañas.
Folixia. Desde san Antón hasta las candelas y desde san marcos hasta san miguel
y san Lucas. La Biblia a palo seco como pretendían los erasmistas sonaba a
herejía. Los sastres seguían invocando a san Homobono, los carreteros a san
Cristóbal y los sacamuelas a santa Apolonia, los músicos a santa Cecilia y
llegado junio por todas partes se glorificaba a san Antonio a san juan bautista
a san pedro y a san pablo y a san pablin. Mientras Lutero desnudaba los altares
y predicaba una religión a palo seco bastando la Biblia para salvarse, aquí se
tejían blondas de oro para las Dolorosas de los Siete Cuchillos y las pobres
mujercillas del oficio más viejo del mundo se encomendaban los 22 de julio a
María Magdalena y a santa Nefixia. Habiendo triunfado en el norte el erasmismo,
por el sur cierran filas contra la heterodoxia, se fundan nuevas órdenes
religiosas, jesuitas, teatinos, carmelitas descalzos, franciscanos observantes
etc. Poco a poco y pese a seguir aferrados a la fe del carbonero y disculpando
los abusos y malos ejemplos de ciertos sacerdotes se va imponiendo la reforma
pero dentro del dogma a cargo de eminencias como San Juan de Ávila el apóstol
de Andalucía. Todos ellos braman contra la forma de vivir disoluta pero los
curas siguen teniendo ama y nadie se atreve a cerrar un prostíbulo. España se
ensimisma frente a Europa, que no la comprende, torna a la vida interior o se
marcha a las Indias. Fue un tiempo de guerras, pestes, hambrunas y otros
flagelos. Cristóbal de Castillejo un cisterciense que cuelga los hábitos para
sentar plaza en el ejército, toma parte en la defensa de Viena contra los
turcos encuadrado en los tercios viejos se hace esta pregunta: -¿Qué viniste a
hacer tú, Castillejo, en Alemania, estando tan bien en España? El poeta se
contesta a sí mismo: -Vine para defender a mi rey y por el amor de una dama.
Esa misma cuestión la encontramos, aunque no expresa sino tácita, cuando leemos
las Moradas de santa Teresa o la mística ciudad de dios de sor maría Agreda.
España contra todos, nos refiere Quevedo. Se enfrenta a los poderes infernales
de mundo, demonio y carne alzando el perdón de la cruz. Ah pero la carne es
débil y los españoles frágiles. Se busca un punto de fuga, una evasión que nos
libere de la ingrata realidad. Peguemos de calabazadas contra los molinos de
viento. Busquémonos en nuestro interior. Es el sentimiento trágico de la vida
del que habla Unamuno y que vemos alzarse en el siglo XVI en plena apoteosis de
la idea imperial. La carne es débil. El convento es la prolongación de la
taberna, el cuartel o del prostíbulo. En todos estos sitios se juega a las
cartas. Al tute, a la brisca, al cinquillo. Los españoles, seguros de poseer la
verdad católica, adictos a la fe del carbonero, dejan de un lado los libros
religiosos – somos la Biblia en verso- habiéndose escrito tanto en nuestra
patria (España es una nación grafómana, primera potencia mundial de la edición)
y se escuchan los gritos de envido, arrastro, mus por cárceles, conventos,
sacristías, audiencias, patios como el de la universidad de Alcalá, escuela de tahúres,
y hasta en los hospitales de san Juan de Dios. En el de la sabana blanca de
Antón Martin se espantaba a la muerte con los dados. La baraja tenía que ser
después descontaminada. País militar y religioso. Se escucha por las ciudades
el arrastre de las cadenas de las procesiones penitenciales acompañando a los
cristos yacentes que ofrecen gracias al buril de los imagineros una viveza y
sensualidad al límite. El español tiene que tocar y ver en lo cree. Su
catolicismo es tan apasionado como dolorista y colorista, por lo mismo,
masoquista, ay Señor, Señor. En las villas con el volteo de las campanas se
escucha el clarín castrense de las levas de los tercios que eran enviados a
Flandes. Delante iban los guiones y las banderas con la cruz. Detrás con la impedimenta
y las mulas reverendas de los clérigos las soldaderas. La soldadesca entraba a
saco en algunos pueblos robando, matando o forzando mozas. Contra ellos se alza
la vara de Pedro Crespo contra esta vorágine. España ya está acostumbrada.
Conoció múltiples invasiones desde la de las legiones romanas y la francesada,
los cien mil hijo de san Luis, las guerras de Cataluña hasta los furores
cainitas de 1936 cuando nos alzamos contra la masonería y el anticristo hoy
triunfal en este acosado planeta Tierra. La horda marxista fue un primer aviso
del actual acontecer. La serpiente cambia de camisa y hoy se ha hecho liberal
capitalista. Europa a las órdenes de esa zarrapastrosa alemana con cara de
pepona, hija de un rabino, llamada Frau Merkel. Volvamos a la Lozana pariente
lejana de estos reviragos que hoy nos imponen su Ley, que tenía la crija rajada
en su sitio y que triunfó y fue famosa en la corte de los papas. -Mira cómo
tengo esto -Subamos un ratico. ¿Tú qué me das? No hay coño de balde. -Dos
ducado. -Viene bien prevenido vuesa merced -Vamos. -¡Ay Nicolás otra vez más¡
Con sus ojos de alinde bruñidos como un espejo escruta la realidad. No se la
escapa una. Así se somete a la concupiscencia de sus johnies humillándose para
triunfar. She stoops to conquer, según el título de la obra de Marlowe. Hay que
tener mucha mano izquierda. Metamos el pájaro en el infierno. Sus clientes
marchan contentos. Con una sonrisa de oreja a oreja. La vida airada tiene
lindes propios con puertas que dan al campo del misticismo. Esa es otra. La
prostitución fue la primera forma de liberación de la mujer e influye en ese
misticismo castellano de signo hebraico. Cuando Teresa de Jesús describe su
transverberación- un ángel rubio la entró en el cuerpo hiriéndola con un dardo
de fuego que metía y sacaba quedando yo llena de paz, dice la santa- nos
recuerda a la narración de La Lozana Andaluza con sus habituales. Si santa
Teresa tuvo dificultades con el Santo Oficio- aquel nuncio que la definía como
monja inquieta y andariega y algo arrobadiza-, el personaje de Delicado Baeza
anduvo bajo el escrutinio de los inquisidores que quisieron apiolarla no por
puta sino por nigromante y por bruja practicante del arte adivinatorio y de los
ensalmos. Tuvo la suerte de hallarse en Roma y tener en la curia valedores
importantes, que la frecuentaban en su piso de la vía Asinaria que si no… Sus
críticas a la religión del crucificado no son grano de anís. Decía que sus
seguidores andaban de fiesta las tres cuartas partes del año y no practicaban
la caridad que tanto predicaban. Festejan a los santos y a las doce fiestas del
calendario, confían sus secretos a los escribanos y dan sus dineros a los
usureros jodios que les despellejan. Y aquí la caridad es sólo de oficio o de
boquilla. Nunca de ejercicio. Oímos hablar della siempre por escrito y pintada
et neque si Spiritus Sanctus esse audivimus Mujer festejada de galanes que
atracó en puertos notables como los soportales de Toro, el Arenal de Sevilla,
en que ejerció el amor dulce a las ordenes de una madama por nombre
Sietecoñicos, el Perchel malagueño, el puente de Rialto en Venecia y el barrio
judío de Nápoles, etc debía de tener buen tiento para contentar a sus amantes
de ocasión. Aquí te pillo y aquí te mato. En la Ciudad Eterna fue su protector
un cardenal por conducto del jodío extremeño Julián Trigo (el buen judío hace
de la paja oro), nos dice. Tal personaje arrimaba el género a eclesiásticos
importantes por lo que parece. Se le confirmaba como el gran cohén o barrachel
de todos los prostíbulos transtiberinos. La andaluza reina de la colmena fungía
como el no va más de aquel enjambre. -Pellejame el cojón. -Señor. Sí. - Hecho
es La segunda dama era la Galinda una asturiana que siguiendo el ejemplo de
santa Nefixia lo hacía por caridad. Luego cambió de idea. En una ocasión a un
perusino le urdió una treta. Le dio un brebaje que le descompuso el vientre,
fue a hacer de cuerpo, con tan mala suerte que pisó una tabla mal colocada y se
sumió en una letrina. Esta historia de la privada la tomó el autor del Decamerón.
Huyó despavorido oliendo a mierda y fue a bañarse al Tiber un río muy
traicionero tanto como el Tormes. Estaba el pobre hecho una melcocha. Tomado
por la corriente se ahogó en un bodón. -entren mis feligreses todos con orden y
no digan mal de mí si quieren joder de balde. Hoy me siento generosa Y entró
toda una compañía de soldados españoles. Si alguno presentaba signos de alguna
enfermedad la andaluza no le hacía ascos pues así acabó como acabó. -Esto no es
nada, compañero. Sólo que llevas la cara hinchada. Gonorrea al canto. A las
bubas las denominaba frejolón. Ella que aborrecía el tocino curaba la orquitis,
no sin mucho asco, restregando los dídimos con unte de cecina. -Bueno. Pecado
callado, medio perdonado. Vengan los polvos de la madre Celestina. La sombra de
la vieja alcahueta influye en los retraeres, dichos y sentencias que aduce en
su novela Delicado Baeza. Es el desparpajo, el donaire. -Semen a la settimana
nunca hizo daño a nadie. Las frases circulan con el desenfado y la desvergüenza
de la vida airada. - Se ve que su mercé lo tiene grueso que el otro día me
metiste las paredes adentro. Pero quedé contenta. -Dámelo de argento, Lázara
-Lo mío de oro es. Soy vuestra hasta las trencas. El dialogo ágil, presto a la
facundia hace que la Lozana Andaluza sea obra llena de modernidad. Máximo
exponente de la literatura crural que debió de ser abundosa en su siglo. Muchos
de los textos se han perdido o no se dieron a la estampa por temor a la censura
eclesiástica. La única debilidad es la monotonía de situaciones y caracteres.
No hay trama. Todo es lo mismo. Nada más aburrido que el folleteo. Ahora la
pornografía corre por las televisiones de banda ancha, los circuitos
integrales, las sacerdotisas de lo inane y las revistas en cuatricromía. España
es el país del quijote pero también de celestina y de ahí que tengan tanto
arraigo los programas de la Campos y de Ana Rosa que se han hecho millonarias
descorriendo la cortina de la alcoba de los famosos. Se trata de una
pornografía de guante blanco pero mucho más deletérea, cursi, y peligrosa que
el sexo duro. Nuestro país en manos de estas discípulas de Celestina se ha
convertido en un tendido de mirones y un coso de acusicas hedonistas y
bobalicones. Ningún valor añadido. Deja vu. Consumado el acto viene la tristeza
postcoital. Ay si hubiéramos sabido que el amor era eso. Con frecuencia la
sensación es de asco y de melancolía. ¿Somos verdaderamente libres? El amor
dicen que es química los sabihondos y se sujeta a las normas biológicas
ineluctables del apetito. Desde los tiempos de Cicerón las soldaderas que
acompañaban a las legiones recibían un beneficio o sinecura. El estado les
ponía las famosas tabernas tributarias. En España a las viudas de guerras se
las colocaba en una expendeduría lotera o un estanco. Lozana no lo consiguió
pese a sus influencias. El canónico que la hizo un crío se desentendían y la
antigua cortesana hubo de mudar de aires. La novela se termina cuando llega a
Sicilia. No pierde su desenfado contándonos cosas de su tiempo. Por ejemplo, no
aguantaba a los catalanes decían que era un pueblo duro de cerviz, más que los
judíos. Más tacañotes y mirados del dinero que no convidaban más que dos veces
una en vida y otra en muerte. De ahí debe de venir la proverbial sentencia de
que esto es un convite de catalanes o merienda de negros por lo escaso de la
comida y por el desbarajuste en esos velatorios que se preparan entre los
lemusinos cada cap d´anni. Y como conoce a las mujeres dice de ellas que están
muy pegadas a la tierra, no entienden de brillantes ideas y de grandes
propuestas. “Ellas en política y en religión carecen de banderas. Los ojos de
las mujeres se hicieron para la bragueta del hombre. Siempre miran para allí
donde se sentirán dominadas”. Amarga verdad que echa por tierra tanto la castidad
de las vestales como la idealización del matrimonio como estado paradisíaco.
Quevedo da razón a Lozana y dice que los casamientos que empiezan en besos y
abrazos acaban en golpes. Él los llamaba infiernos portátil. La mujer a decir
de los padres de la iglesia medievales carecía de alma. Era todo carne. Una
visión un tanto extrema que de forma tácita pregona una gran verdad. Aviso a
navegantes y mareantes ilusos que piensan que en el matrimonio van a encontrar
la vida perfecta y la felicidad. Cuando doña Aldonza se retira del oficio
tomando por nombre el de Velluda se hace del gremio de la guija, echa las
cartas, hace el corro de los conjuros: Yo sé ensalmar, encomendar y santiguar,
se quitar ahítos y aojamientos, que una vieja me vezó que era saludadora, sé
encontrar remedio para cuartanas y hacer que no duelan los riñones, sé sonar
renes, sé cortar frenillos de bobos , sé la quiromancia de la mano. Echo
agüeros, domo serpientes porque para ganar de comer he de decir que no sé mucho
más de lo que sé que unos crían las gallinas y nosotros comemos los pollos sin
perjuicio ni fatiga” Ella se siente un poco como la hierba canilla que crece en
los tejados (parietaria) y con ella curaba el estreñimiento. Un albollón de
ingenio lo que surge por esa boquita de la grandísima alcahueta, émula de
Celestina a la que supera. La grandísima gran puta que tuvo a Rompín por
macarra que también era bueno y barato
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