2024-08-23

COMUNIDADES DE VECINOS A LA GREÑA todos van al copo y a lo suyo caiga quien caiga

 SAN PEDRO, SAN PABLO Y SAN PABLÍN Y NO SE VAN LOS DEMONIOS DEL JARDÍN

 

Antonio Parra

Ayer fue san Pedro, mañana san Pablo y pasado, san Pablín. Mas, he aquí que han vuelto nuestros demonios al jardín interior. Debe ser el calor de junio o que los muertos están desasosegados y nos llaman, nos conjuran. Disputas vecinales. La vida española, egoísta y algo sin entrañas, cada cual en busca y procura de su propio avío, sin tener en consideración ni respeto por los demás y comunidades de vecinos descomulgadas. Cuiden de la silepsis de esta concordancia. Ambas palabras poseen un mismo étimo: un vocablo communio que equivale tanto como a participación en común entre los que obedecen a las mismas leyes y mantienen un trato en común y profesan la misma convivencia cristiana pero mantienen una actitud de odio, ajeno a la comunión y viven descomulgadas por mucho que vayan a misa. Esos son los peores.

 Nuestra vieja communitas que vale tanto como afabilidad, sociabilidad, complacencia, se ha ido al traste por mor de unos metros cuadrados, un cipo, una esquina. Esta población suburbana que vivió en un piso y nunca tuvo un jardín se ha vuelto loca por los metros cuadrados. Que no le hablen de arrimar el hombro, ni del bien común. Luego está el síndrome de comunidad de vecinos, gente que no se conoce ni te da los buenos días como en los condominios neoyorquinos pero en la Gran Manzana no detecté tanto odio ni tanto cotilla como aquí.  Están pendiente de la vida detrás del otro tabique y nunca ha podido decirse como ahora aquello de Las paredes oyen.

Las reuniones de estos grupos acaban o en el infarto, si no es en la cabritera. No hay cosa que más desazone que una reunión de vecinos. Por eso traté de surprimirla en el pueblo donde vivo.


Ese serial de Aquí no hay quien viva lo mismo que las recientes estadísticas del afán de los españoles por los inmuebles - nos hemos convertido en un país de caseros y de rentistas, quizás lo que hemos sido siempre, y por un metro de terreno te matan o son capaces de quemar el bosque o provocar cualquier sabotaje- revela lo mal que van las relaciones entre nosotros. Un almirante de la armada expresandose con la malicia, codicia y desconfianza de un aldeano de Lugo - me insultó a mí, insultó a mi mujer, insultó a mis hijas con maneras de rufián-, el hombre que lleva dentro, y que, ciego de posesión y cegado por la ganancia, todos queremos más, ha conseguido el jardín más grande de la urbanización es un espectáculo deplorable. Insultando y amenazando al personal, hablando desde la prepotencia y la chulería que dan las armas. Simplemente bochornoso. La avaricia rompe el saco. Se avecina tal vez un verano caliente.  La culpa será de los siete pecados capitales que rondan hasta nuestra, hasta el presente tranquila, urba.

 Y el que la hija, fatua y ensoberbecida funcionaria pues se ha creído siempre superior a las demás, de un chusquero (a otros no les cupo un tiro de suerte sólo el tiro de gracia y se fueron para allá con la etiqueta del valor se le supone y no dejaron paga) del ejercito franquista se crea con derecho de pernada mostrando un desprecio insolente y se lía a voces como una verdulera con un vecino, dé un escándalo público, despreciando a todos aquellos otros muertos de bando diferente pero también españoles, que quedaron aquí enterrados y a los que homenajean mis árboles da que reflexionar. Esta gente sigue odiando y yendo mucho a misa. Los demás no fuimos ni caballeros jubilados ni laureados, sólo jodidos cojos. Ella se ha apropiado de todo el jardín central y me temo que su actitud díscola e insolidaria vaya a convertir esto en el far west. El diablo cuando no tiene otra cosa que hacer mata moscas con el rabo.

Los demonios en el jardín han mostrado su faz hosca de odio de la derechona comodona que no se da a razones, indecorosa en su actitud hacia el buen común.  Esta gente tiene a gala el no haber ido a votar en la puta vida. ¿Qué mal ejemplo esta energúmena para esos que se dicen falangistas y seguidores de una fuerza vieja que está para el arrastre? Gentuza, malos compañeros, peores vecinos y gente que difama, pues la adulación y la soplonería o mal de los godos va en su estirpe. No sabrían ganarse la vida de otro modo que mediante la sopa boba de los Presupuestos. Llevan una vida sedentaria y parasitaria. Zánganos. Lo que ocurrió en Paracuellos no justifica el que se líen a puñetazos con un anciano de noventa años aunque le imputen los crímenes. En aquella guerra civil que aun pesa sobre nosotros todos matamos.


 Después de muchos años he empezado a apearme de mis convicciones ante el presentimiento de que la España que he defendido siempre no podía ser la de estos mendas. Sino otra más digna, más alta. No meramente el duerno ni la nómina.

He amado a Falange y me identifiqué con sus ideales en lo que tuvieron de amor a España, de fe en el progreso, de socialismo y de amor por la cultura. Sin embargo, ahora, sin haber renunciado a aquellos ideales, esta gentuza no son más que obra muerta y lo que me da pavor es la idea de que la próxima guerra civil va a ser un todos contra todos, un andar a trabucazos. ¿Regresan los nazis, los de la patada en la puerta en el jardín, los delatores de judíos, los cabezas rapadas, y aquellos que se han convertido en lacra parasitaria de la Administración española? Esta ha sido una sociedad de derecho. Luego se pasaron al pepe pero esta gente de maneras tan trogloditas y antidemocráticas. Si yo fuera el alcalde del municipio - y el que tenemos me parece un hombre de bien- yo pediría que los echen. Y que vuelvan a los puños y las pistolas, que los que cuadra a sus escuadras, el lema con el que fueron baldón para el mártir, uno de tantos mártires, de nuestra guerra incivil, José Antonio. Creen que España es su finca. Han hecho con su ignorancia, cortedad de miras y egoísmo, todo el daño que han podido. Por eso me temo que la próxima guerra civil entre nosotros sea a garrotazos, un insufrible todos contra todos, pues la violencia y el odio es algo que aquí se mascan. Eso pasa cuando se suprimen los ideales y se deja paso a los instintos inferiores. Esta vez quisiera equivocarme pero yo soy de los que ven crecer la hierba. Por desgracia, tengo algo de profeta y quisiera desde aquí lanzar una aviso a navegantes. Guay de mi España.

Cerrando el jardín central libré a la comunidad de muchos robos, de los intrusos de la nocturnidad y de las incomodidades del botellón, aparte de que el espacio era un cagadero y eso no lo quieren ver ni la hija del almirante ni la del general.  Obré con miras al bien común y en demanda de la tranquilidad de todos. Ningún afán de lucro me guiaba y no me he extendido en el reparto comunal más que  los metros que me correspondían. Y estamos en 2005, no en 1940.


 No aceptan los hechos consumados. Sueñan con dar vuelta a la tortilla estas ancianas huestes de don Cohombro Manzano Peral. Quieren revancha de bravatas y privilegios. Por fortuna la bestia está controlada aunque dormida. Tampoco es cuestión de bajar el perfil. Sigue existiendo la amenaza de los putos demonios del jardín. Pero si intentan arrebatarme mis árboles (dos sóforas, un  níspero, un castaño y un rosal) tendré que gritar no pasarán por más que lord Chaucha no cese de ladrar. Este es un país crispado y las radios van de furibundas por la vida y la matonería y el desplante afecta a más de un espiquer, pero esta vez como me tiren la valla me van a escuchar hasta en la Cope. No tengo puños ni pistolas.  Pero soy peligroso detrás de un ordenador. Mi pluma es afilada y con ella puedo hacer más de un jabeque, sólo moral nada físico, en más de alguna cara dura con esa chaima pugnaz que me regalaron los dioses.

Zapatero, sálvanos y Santiago cierra a España, librandonos de la peste nazi, de los malos cristianos y de los peores fachas. Eya velar.

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