SAN PEDRO, SAN PABLO Y SAN PABLÍN Y NO SE VAN LOS DEMONIOS DEL JARDÍN
Antonio
Parra
Ayer
fue san Pedro, mañana san Pablo y pasado, san Pablín. Mas, he aquí que han
vuelto nuestros demonios al jardín interior. Debe ser el calor de junio o que
los muertos están desasosegados y nos llaman, nos conjuran. Disputas vecinales.
La vida española, egoísta y algo sin entrañas, cada cual en busca y procura de
su propio avío, sin tener en consideración ni respeto por los demás y
comunidades de vecinos descomulgadas. Cuiden de la silepsis de esta
concordancia. Ambas palabras poseen un mismo étimo: un vocablo communio
que equivale tanto como a participación en común entre los que obedecen a las
mismas leyes y mantienen un trato en común y profesan la misma convivencia
cristiana pero mantienen una actitud de odio, ajeno a la comunión y viven
descomulgadas por mucho que vayan a misa. Esos son los peores.
Nuestra vieja communitas que vale tanto
como afabilidad, sociabilidad, complacencia, se ha ido al traste por mor de
unos metros cuadrados, un cipo, una esquina. Esta población suburbana que vivió
en un piso y nunca tuvo un jardín se ha vuelto loca por los metros cuadrados.
Que no le hablen de arrimar el hombro, ni del bien común. Luego está el
síndrome de comunidad de vecinos, gente que no se conoce ni te da los buenos
días como en los condominios neoyorquinos pero en la Gran Manzana no detecté
tanto odio ni tanto cotilla como aquí.
Están pendiente de la vida detrás del otro tabique y nunca ha podido
decirse como ahora aquello de Las paredes oyen.
Las
reuniones de estos grupos acaban o en el infarto, si no es en la cabritera. No
hay cosa que más desazone que una reunión de vecinos. Por eso traté de
surprimirla en el pueblo donde vivo.
Ese
serial de Aquí no hay quien viva lo mismo que las recientes estadísticas
del afán de los españoles por los inmuebles - nos hemos convertido en un país
de caseros y de rentistas, quizás lo que hemos sido siempre, y por un metro de
terreno te matan o son capaces de quemar el bosque o provocar cualquier
sabotaje- revela lo mal que van las relaciones entre nosotros. Un almirante de
la armada expresandose con la malicia, codicia y desconfianza de un aldeano de
Lugo - me insultó a mí, insultó a mi mujer, insultó a mis hijas con maneras de
rufián-, el hombre que lleva dentro, y que, ciego de posesión y cegado por la
ganancia, todos queremos más, ha conseguido el jardín más grande de la
urbanización es un espectáculo deplorable. Insultando y amenazando al personal,
hablando desde la prepotencia y la chulería que dan las armas. Simplemente
bochornoso. La avaricia rompe el saco. Se avecina tal vez un verano caliente. La culpa será de los siete pecados capitales
que rondan hasta nuestra, hasta el presente tranquila, urba.
Y el que la hija, fatua y ensoberbecida
funcionaria pues se ha creído siempre superior a las demás, de un chusquero (a
otros no les cupo un tiro de suerte sólo el tiro de gracia y se fueron para
allá con la etiqueta del valor se le supone y no dejaron paga) del ejercito
franquista se crea con derecho de pernada mostrando un desprecio insolente y se
lía a voces como una verdulera con un vecino, dé un escándalo público,
despreciando a todos aquellos otros muertos de bando diferente pero también
españoles, que quedaron aquí enterrados y a los que homenajean mis árboles da
que reflexionar. Esta gente sigue odiando y yendo mucho a misa. Los demás no
fuimos ni caballeros jubilados ni laureados, sólo jodidos cojos. Ella se ha
apropiado de todo el jardín central y me temo que su actitud díscola e
insolidaria vaya a convertir esto en el far west. El diablo cuando no tiene
otra cosa que hacer mata moscas con el rabo.
Los
demonios en el jardín han mostrado su faz hosca de odio de la derechona
comodona que no se da a razones, indecorosa en su actitud hacia el buen
común. Esta gente tiene a gala el no
haber ido a votar en la puta vida. ¿Qué mal ejemplo esta energúmena para esos
que se dicen falangistas y seguidores de una fuerza vieja que está para el
arrastre? Gentuza, malos compañeros, peores vecinos y gente que difama, pues la
adulación y la soplonería o mal de los godos va en su estirpe. No sabrían
ganarse la vida de otro modo que mediante la sopa boba de los Presupuestos.
Llevan una vida sedentaria y parasitaria. Zánganos. Lo que ocurrió en
Paracuellos no justifica el que se líen a puñetazos con un anciano de noventa
años aunque le imputen los crímenes. En aquella guerra civil que aun pesa sobre
nosotros todos matamos.
Después de muchos años he empezado a apearme
de mis convicciones ante el presentimiento de que la España que he defendido
siempre no podía ser la de estos mendas. Sino otra más digna, más alta. No
meramente el duerno ni la nómina.
He
amado a Falange y me identifiqué con sus ideales en lo que tuvieron de amor a
España, de fe en el progreso, de socialismo y de amor por la cultura. Sin
embargo, ahora, sin haber renunciado a aquellos ideales, esta gentuza no son
más que obra muerta y lo que me da pavor es la idea de que la próxima guerra
civil va a ser un todos contra todos, un andar a trabucazos. ¿Regresan los
nazis, los de la patada en la puerta en el jardín, los delatores de judíos, los
cabezas rapadas, y aquellos que se han convertido en lacra parasitaria de la
Administración española? Esta ha sido una sociedad de derecho. Luego se pasaron
al pepe pero esta gente de maneras tan trogloditas y antidemocráticas. Si yo
fuera el alcalde del municipio - y el que tenemos me parece un hombre de bien-
yo pediría que los echen. Y que vuelvan a los puños y las pistolas, que los que
cuadra a sus escuadras, el lema con el que fueron baldón para el mártir, uno de
tantos mártires, de nuestra guerra incivil, José Antonio. Creen que España es
su finca. Han hecho con su ignorancia, cortedad de miras y egoísmo, todo el
daño que han podido. Por eso me temo que la próxima guerra civil entre nosotros
sea a garrotazos, un insufrible todos contra todos, pues la violencia y el odio
es algo que aquí se mascan. Eso pasa cuando se suprimen los ideales y se deja
paso a los instintos inferiores. Esta vez quisiera equivocarme pero yo soy de
los que ven crecer la hierba. Por desgracia, tengo algo de profeta y quisiera
desde aquí lanzar una aviso a navegantes. Guay de mi España.
Cerrando
el jardín central libré a la comunidad de muchos robos, de los intrusos de la
nocturnidad y de las incomodidades del botellón, aparte de que el espacio era
un cagadero y eso no lo quieren ver ni la hija del almirante ni la del
general. Obré con miras al bien común y
en demanda de la tranquilidad de todos. Ningún afán de lucro me guiaba y no me
he extendido en el reparto comunal más que
los metros que me correspondían. Y estamos en 2005, no en 1940.
No aceptan los hechos consumados. Sueñan con
dar vuelta a la tortilla estas ancianas huestes de don Cohombro Manzano Peral.
Quieren revancha de bravatas y privilegios. Por fortuna la bestia está
controlada aunque dormida. Tampoco es cuestión de bajar el perfil. Sigue
existiendo la amenaza de los putos demonios del jardín. Pero si intentan
arrebatarme mis árboles (dos sóforas, un
níspero, un castaño y un rosal) tendré que gritar no pasarán por más que
lord Chaucha no cese de ladrar. Este es un país crispado y las radios van de
furibundas por la vida y la matonería y el desplante afecta a más de un
espiquer, pero esta vez como me tiren la valla me van a escuchar hasta en la
Cope. No tengo puños ni pistolas. Pero
soy peligroso detrás de un ordenador. Mi pluma es afilada y con ella puedo
hacer más de un jabeque, sólo moral nada físico, en más de alguna cara dura con
esa chaima pugnaz que me regalaron los dioses.
Zapatero,
sálvanos y Santiago cierra a España, librandonos de la peste nazi, de los malos
cristianos y de los peores fachas. Eya velar.
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