2025-10-04

 A CAVA FLORINDA Y EL ORÁCULO DE LA DESTRUCCIÓN DE ESPAÑA

Antonio Parra
La historia del hombre suele ser muy poco original y a pesar del dicho de Demócrito parece que se repite. Va por ciclos, va por rachas, golpes de péndulo, socolladas, naufragios, pecios desastres, reflotes y, una vez la nave sin rumbo recién carenada, otra vez a empezar.
Hoy día todos los españoles que tengamos un dedo de frente, a pesar de lo que digan los “mansos” en su parenética de moderación que nos están metiendo otra vez los pollos en el corral y predican intolerancia,   memoria histórica que no es memoria historia sino un legrado precisamente de esa que dicen memoria historia y que cuentan al revés, o maquillaje de los hechos y retoque de los acontecimientos a petición propia. ¡Fementidos! Que los fueros que juraron o la bandera que besaron algún día se lo demande.
Aquí están, llegaron ya, pues se está muriendo la mamá: el victimismo de recia prosapia, el revanchismo, los poderes del mal y la satánica hueste que se apodera, regresamos al mito del último godo y su llanto por la pérdida de España. Extramuros ruge el león y se buscan cabezas de turco y chivos expiatorios y nos azupan el alano de la islamofobia pero los moros no son los peores como trataré de explicar en otro artículo [ahora resulta que llevaba mucha razón Matías Ros que nos puso en autos de la macabra autoría y pérfida conspiración a la matanza ferroviaria 11M] pero el enemigo peor parece ser que se encuentra dentro del recinto.
 La sombra de don Opas que es en realidad la sombra de Caín en la historia de nuestro pueblo es alargada. Así que volvemos grupas y nuestros pasos nos devuelven a la boca negra de la cueva de la traición donde de acuerdo con la tradición que ha mantenido muy activos  los estros poéticos de las musas a lo largo de la historia de las letras castellanas a la que llaman la “casa candada” porque tenía 24 puertas trancadas con otros tantos cerrojos. Está en Toledo en lo alto del cerro que da coronamiento al caserío empinado y bajo los muros de la iglesia de san Ginés.
 La mandó excavar el propio Hércules que fue uno de los primeros dioses que adoraban los iberos y en lo más profundo del laberinto colocó un arca de ciprés madera incorruptible en los que metió papeles y conjuros. Arriba del todo puso un cartel escrito en hebreo. Danger. Peligro de muerte. Watch out. Mejor abstenerse.  Si alguien un día osara abrir este baúl España sería un reino perdido. Un mal rey un mal día tuvo la osadía de meter las narices en aquel sitio.
 Don Rodrigo al que las guerras con los vascones del Norte - seguimos en las mismas- habían arruinado creía que en tales cofres se ocultaba un tesoro justo el oro que necesitaba para pagar a sus acreedores en las luchas contra los várdulos que nunca quisieron someterse a los godos pues al parecer eran de raíz semita y estaban en colusión fraterna con el Bereber creyó encontrar allí un tesoro. Y no encontró sino huesos fatídicos, la mueca macabra de una calavera y la inscripción fatídica en arameo: quien quinche aquí encontrará bienes y malas. Nos hizo polvo.


 Y el sucesor de Witiza tuvo la siniestra ocurrencia de abrir los sellos. Opas el obispo traidor era de esta región (¿sería el predecesor este malvado felón prelado con el actual Blaquez al que llaman el “obispillo” no sé si por la voz que tiene algo atiplada o por su corta talla?) Y entró en contubernio con gente del Rif y les entregó la plaza de Tarik esto es Gibraltar. Oye que falta de imaginación. No hay tu tía. Entonces los sarracenos no pararon de venir duro que te pego. En pateras, en cayucos, en almadías. Y resultó lo de Guadalete y todo lo demás, pero al pobre Roderick también le perdió el amor por una mujer: la princesa Florinda - esto pasa con frecuencia- que se resistió a sus requerimientos y la forzó. Ya tenemos el mejor de los condimentos para la truculencia del serrallo en plan novelón sudaca. La Florinda al principio protestaba y pegaba patadas y brincos pero luego acabó diciendo ay, ay, qué gustirrinín. No. Si esto no tiene enmienda.
La violación regia provoca las iras de su tío el conde don Julián que ve su honra mancillada y en venganza, el muy tornadizo y canalla, se pasa al moro reclamando los servicios de don Opas un señor obispo que también estaba en el ajo y entre los dos montan una conspiración. Hay un vino por ahí que se llamaba como el tal don Opas. Debe de venir de Jumilla y a mí que soy de origen godo pero de adscripción mozárabe esto es que conozco bien al moro desde que hice la mili en el Hacho y allí tuve amigos del tabor que gastaban alquicel y chilaba y me profesaban cierto aquel pues decían que yo les daba baraca esto es buena suerte me hizo daño nada más verlo. Debe de ser la maldición de Mahoma.
 Cuando oigo mentar a don Opas yo digo Toledo para deshacer el conjuro. ¿No las pone usted mirando para Toledo Verumtamen? Cuando era mozo. Ya no. Pero total que estuve en la Ciudad Imperial empapándome de  magia y de Greco y ya les conté a ustedes en otro artículo cómo este pintor extranjero fue el caso de inmigrante que sintió el hechizo de esta tierra donde echó raíces hasta los restos. A veces pasa. El que viene ya no se quiere. Le ocurre un poco como al que va a Salamir que dice el refrán que el que va a Salamir es porque no tiene donde ir pero una vez allí ya no sabe cómo salir.
 España es un melting pot de etnias al que perdió la monarquía gótica por su mala cabeza. Por su desunión aquí nadie quiere darse a partido de semejante situación. ¿Quién es tu enemigo? Pregunta un español. Y contestará: otro español. Y eso arranca de entonces. Vierto entonces un poco como Boabdil el Chico mis lágrimas sobre Toledo. La cual siempre atrajo a los quirománticos ya que la edificó Hércules, según la leyenda mítica, mucho antes de que los romanos llegaran al hispano suelo. ¿Y quién era Hércules? Un hijo de Júpiter y de una mortal pecadora. El que descabezó a la hidra de Lerna pero que murió envenenado por una cara bonita. Todo casa al parecer. Consueta vilescunt. El comportamiento humano es siempre igual y el hilo de sus relaciones y acontecimientos personales aburre a las mismas ovejas. Y la historia humana repite más que la cebolla pero el mito de la Cava Florinda está muy relacionado con una de las primeras divinidades a los que adoraron los iberos en cuyo territorio se desperdigan las torres y los monumentos a Hércules. En Cádiz y en Finisterre sin ir más lejos
Su Nuncupatio fundacional fue fatídica. Y desde entonces fue como un imán para los que echan la buenaventura, escudriñan el porvenir y se dedicaron a la ciencia adivinatoria de la estrellería como se calificaba en tiempo de la escuela de traductores que fundara el Rey Alfonso el Sabio. Se decía en la edad media a Paris a aprender Teología y Filosofía. A Bolonia, Leyes y a Toledo, Magia. Bueno pues a siete leguas y media de Madrid como señala la copla todo el camino llano menos las cuestas y aquel carretero, madre tiene un encuarte de cinco mulas, tres y dos son del amo y las demás suyas, se nos da todo esa sortilegio gratis, todo ese misterio que convierte a la ciudad orillas del Tajo el mirlo blanco de  quiromantes, entre ellos al marqués de Villena que ya digo ni palabra mal ni obra buena el gran iniciado en el ocultismo de los tiempos de Enrique IV.
Y no se volvió jigote por chiripa.


 Pues yo me largo a Toledo no sólo a ver Greco sino para retrotraerse al conjuro de la famosa guarida de murciélagos y de demonios familiares causa de nuestro espanto tan en actualidad en los días que corren. Desde las rocas tajadas que lame el Tajo el Conde don Julián nos echa la guija. Carta en la mesa presa. Gemimos bajo el yugo y el poder total de las sinagogas. La invasión de la Hispania visigótica se produjo de la siguiente manera: los moros aliados de los judíos enviaban a estos a aposentarse. Los rabinos en aquella procesión precedían a los cadíes y a los alfaquíes y luego venían los pobres diáconos mozárabes a la sombra de las mangas parroquiales que sólo podían lucir como enseñas y símbolos de su fe cuando a los imanes en connivencia con los rabíes les daba la gana. Esa fue la España de las tres culturas que ahora tantos invocan para hacer daño todo el que se pueda a la cruz de Cristo: un perenne sobresalto una arbitrariedad sin tasa. Los reyes de taifa sólo eran tolerantes cuando los cristianos sometidos pagaban las pechas establecidas y era tal la desproporción de estos impuestos que a las familias cristianas les reducían a la miseria y les hacían pagar hasta el largo de los caminos como reza la copla. Previamente habían levantado gente en Agar.
 Tienen poca imaginación. La reconquista al revés se esta produciendo siguiendo el planteamiento de hace trece siglos. Con la particularidad de que hoy, mejoradas las comunicaciones y estando España indefensa con los negreros a sueldo de ciertos sionistas globalistas desalmados mucho más activos y con el control de las comunicaciones y de la prensa el finis Hispaniae puede que sea cosa de menos de un lustro de la cruz a la fecha. La relajación de costumbres y ese mal que atrajo de siempre a los visitantes exteriores acerca de los españoles y que da en llamarse morbo visigótico hoy es mucho más grave que en los años de Guadalete. Con el enemigo a las puertas predominan las facciones, el banderismo, los pleitos, el cinismo, la apatía y la poltronería del personal a mí donde den y a ver qué me dan. Mala cosa.
 Todos añascan y uno va con los bolsillos vacíos. La inmoralidad de los trincones y de los adeptos al pelotazo se añade a toda esta gran perjurio. Asistimos mudos e insensibles a las exequias de nuestra patria; así que como decía aquel insigne poeta zamorano muchos monteros la garza combaten, por altos oteros los perros la llaten neblíes muy ligeros sobre ella se abaten malo será no la maten. En este caso el trofeo será España. Pero estaba escrito y esto vuelve a ser la crónica de una historia anunciada en la Leyenda del conde don Julián y la cava maravillada. De ella son los primeros en dar cuenta los propios cronistas árabes y el Romancero nuestra gran épica tradicional la convierte en una de sus fuentes de inspiración. “Vino un águila del cielo que a España vio quemar. Don Rodrigo, don Rodrigo no curaste de tu mal” etc. Incluso Víctor Hugo pone en boca de Esmeralda la protagonista de Notre Dame la letra del famoso cantar de la casa encantada de Toledo a la que el último rey godo no supo guardar.


 ¿Cómo conjurar el hechizo y ese signo trágico de autodestrucción que pesa sobre nosotros? España se pierde por una mujer. Por un obispo libelático y por un mal rey enamorado. El rey moro Abulcasín Traif Abentarique no es más que el ejecutor de un designio lo mismo que los judíos de Gibraltar que dan la señal a las naves invasoras para que atraquen por aguas del Estrecho. Gibraltar. Siempre Gibraltar. Hoy y siempre en manos de los judíos que dicen actuar en nombre de los intereses de la Pérfida Albión. Como ven el tema se las trae. Es como una profecía que se repite de forma intermitente Asunto más suculento no pudo encontrar el Romanticismo y los anglosajones, Irving y Walter Scott, lo explotaron en sus narraciones esotéricas con avidez basándose en los trabajos de autores del XVII español como Miguel de Luna y la gloriosa épica del Romancero donde estas historias de palacios encantados, cuevas montesinas y mastabas donde hay un tesoro obtuvieron rango de privilegio.
 ¿Les suena el estribillo en Madrid hay un palacio de oro con las puertas de oropel donde vive una señora cuyo nombre es Isabel? ¿O el dónde están las llaves matarile? Cervantes también lo trata en aquel pasaje famoso del Quijote que lleva por nombre la Cueva  de Montesinos una versión de esta profecía áurea. La sombra siniestra del maléfico conde don Julián cruza de arriba abajo la historia de España. Es nuestro enemigo de adentro que a lo largo de las crónicas nacionales despliega una incomprensible hostilidad de renegado. Diz que era astuto mañoso ardido y muy recontra jodido. Conocía bien el percal y el territorio y fue debido a esta copiosa información facilitada al enemigo - y los españoles que nos vigilamos unos a otros con tesón somos unos expertos en las artes de disimulo esto es del espionaje mas siempre de puertas adentro nunca de puertas afuera-el hecho en virtud del cual la conquista de Alandalus fue tan rápida.
 Pero también la cueva de Hércules toledana es figura del laberinto español. En tiempos del cardenal Silíceo unos cuantos espeleólogos valientes trataron de explorarla y se encontraron con un enorme sima que medía varias leguas llena de pasadizos de corrientes de aire de tal forma que los hachones y velas se apagaban y de brazales de aguas subterráneas que vedaban el paso. Los exploradores buscaron la salida muertos de miedo. El miedo dicen guarda la viña y hace las leguas más largas. El susodicho cardenal Martínez Silíceo mandó tapiar a cal y canto la entrada que estaba en el callejón de San Ginés y que tenía un letrero a la entrada que ponía: “el que descubre esta cueva encontrará bienes y males” y debajo otra inscripción en la que aparecía un guerrero con turbante y una leyenda que decía: “invoco a los alarbes”.


 Y estas palabras las decía un obispo que estaba en inteligencia con el infiel. ¡Pues vaya; ahora sí que apañados estamos! Más ominosa no pudo ser la rueda de nuestros vaticinios. Pero dos leones broncíneos de acuerdo con la crónica mentada “calafateaban” el acceso. Cristóbal Lozano otro autor de la misma época dice que el arzobispo al que aludimos mandó “lodar” y taponar el vano en cuestión. De que unos malos españoles vendieron a España siendo mucho más inanes y depravados que los moros o los judíos que no quepa duda.
 La leyenda de la Cava de don Rodrigo con su soplonería indecente, La homicida envidia, la incomprensión y el más burdo de los cinismos vuelve a estar sobre el palenque. Es por esto por lo que volver a Toledo al que llamaron los antiguos el “Gimnasio de la nigromancia” es como regresar a las raíces más hondas esas que ahíncan sus pilares en lo más profundo de esta sima. Hay preguntas que me hago y que no obtienen respuesta en ninguna parte y que parece que las escucho en esa ciudad donde todo son cuestas, resquicios, puertas, selladas, callejas misteriosas. Dicen que la fundó Tubal el primer rey pero a mí que soy un amante de las palabras me gusta la etimología hebrea que puede haber dado nombre a la sede del catolicismo hispano y la tercera Roma. Es Tholedoth y que en la lengua de Israel quiere decir “generación” o partera. Se trata de uno de los pocos vocablos que nos legara después de Amen y de aleluya nuestro pasado judío. En cuanto a vocabulario el Corán fue mucho más generoso con nuestros diccionarios que el Talmud.
 ¿Por qué será? Eso también es un misterio. Sangre mora y judía todos tenemos pero no nos pongamos excesivamente tiernos ante este dato tratando de sucumbir a nuestra propia identidad de españoles labrado durante casi dos milenios. Somos el resultado de un cruce de razas y la conclusión de una tenaz pelea histórica que no cesa. Duelos y quebrantos. Odios en cantidad pero también amor y libertad. Soy español porque puedo hacer lo que me dé la gana ¿estamos? Caspita, don Braulio, viene Vm. De tiros largos. Tan imponente como clarividente pero esos caveats y apostillas que les coloca a una de nuestras tres estirpes no son de recibo. Pueden acarrearle problemas. Muy bien.
 Yo digo verdades enteras. No a medias como don Cesar Vidal el de la COPE. Claro por eso él tiene abiertas las puertas de las editoriales y usted es un proscrito don Verumtamen. Que se va a hacer. Tras de tiempos vienen tiempos y ese es otro de los legados de la embelesadora leyenda de la cueva de Hércules. Que España volverá a ser nuestra. Que otro Rodrigo el buen Cid ovetense alzará pendones y moverá su hueste. Miramamolín volverá a pasarlo mal. Mucho le gustan a usted los moros. Pues sí qué quiere que le digan. Son raza valiente y estirpe correosa. Hice la mili en Ceuta. Admiro a la gente del Rif. En esta guerra nos fraguamos. Son más de ocho siglos. Peleando y perdonándonos o más que perdonar haciendo la vista gorda. A las taifas volvemos y yo si tengo que renegar me haré moro antes que judío. ¡Qué cosas!


 Pero todo esto es puro Bécquer, romanticismo neto, la leyenda de Maese Pérez el Organista uno de los primeros cuentos en los que yo me embebí en mi adolescencia tiene por protagonista y marco a la Ciudad Encantada. Chirridos en la noche de cerrojos que se descorren, osarios y difuntos y un piano que suena sus teclas accionadas por dedos invisibles. La cueva donde estaba el castillo encantado es manantial de supersticiones pero el hidalgo del Lazarillo pasea mientras tanto por Zocodover en un plan más realista moteando de migajas de pan los bigotes para demostrar que ha comido. Lucen sobre los tejados grises los jaramagos sus penachos amarillos y clamorean las campanas en lo alto de las torres. Toledo es cristiana desde 1085. Antes fue mora y judía y la huella de Roma domina sus construcciones.  Allí puso su trono de Atlante el gran Hércules y sigiló la entrada con un conjuro.
 Todo el que se atreva a dar un paso suscitará loa cólera de los dioses. Así habló Zaratrusta. Fascina por su soledad y por su silencio enrejado. Unos ojos de mujer pueden estar observándote detrás del ajimez. Hay trasgos y fantasmas y leyendas de aparecidos por los desvanes. Hay referencias a esta cueva mítica en el propio arcipreste de Talavera en el Corbacho: “el que ose entrar en esta espelunca traerá su reino perdido”. La profanación del suelo sagrado se equipara con la violación de la princesa Florinda. Los oráculos parecen haberse cumplido pero el lugar está sellado desde 1546 cuando fue precintado por el arzobispo. Está claro que Rodrigo buscaba dineros para someter a cántabros, várdulos y autrigones y fue entonces cuando su gobernador en Al andalusí Teodomiro le envió un heraldo para anunciarle que España estaba ya en manos sarracenas. Perdimos la batalla de Guadalete. Los montes desparecen y hay civilizaciones que se derrumban ante el empuje de los pueblos fuertes. Sangre nueva que viene arrollando. El pez grande se come al chico pero en la historia de las culturas los pobres se zampan a los ricos. Decadencia se llama esta figura. Pero la decadencia a la sazón no era tan pavorosa como ahora mismo.
Rodrigo viola a Florinda y desata la cólera del conde don Julián. Es la misma trama que desencadena la guerra de Troya: el rapto de Helena, la rabia de Aquiles que lucha con Paris. Esto es mitología pero a veces presupone a los hechos reales y es desencadenante de la evolución de los acometimientos. Bien lo saben todos aquellos que manejan los escrinarios y los biblioratos. La evolución de los sucesos no es una línea recta ni un gramil pero tiene que ver con la estadística. El mito de la Cava Florinda es aretalogía sin más una historia de héroes y la descripción del enojo de un dios forzudo que se ensaña con los mortales. No hay tema, argumento ni períoca pero los sucedidos se repiten a veces sin solución de continuidad. Don Rodrigo en la cava determina la porfía de don Rodrigo en la horca.


 Es el protagonista y don Opas el obispo felón el deuteragonista. Florinda un simple pretexto. No hay antilogía en este mito sino una congruencia absoluta de los textos. No hay más que consultar las epactas y echar un vistazo a los añalejos de lo que ha sido nuestro devenir. Los trasgos revuelven las ajaquecas de los barrios toledanos que siempre fueron morada de duendes. A veces las ciencias ocultas nos conducen a la acrosofía o a la sabiduría de las cosas de dios y esto es un ejemplo real, un barrunto que se ha cumplido, que se está cumpliendo, una parábola. A veces tengo la sensación de que España y los españoles arrastramos por el mundo el mal de ligadura. Alguien nos aojó y la leyenda del último godo subyace en los principios de tales encantamientos. Iban a producirse después más de medio centenar de campañas de Almanzor o expediciones en aceifa contra los moradores del norte. Abajo de la raya del Tajo los templos quedaron desolados, enmudecieron las campanas, las aras sin reliquias y sin santos las columnas. Es en definitiva el síndrome de la iglesia vacía y de los templos con olor a micciones gatunas de las que les he venido hablando. Al parecer, sin demasiada fortuna porque nadie me viene a hacer caso. Aunque el que avisa no es traidor. Lo que ahora vivimos es ya muy viejo. Se reproducen casi de calco los contextos de hace mil años mientras  los “señoritos” dependientes de la zapatería nacional, excrecencias intelectuales del tardofranquismo, orlandos furiosos muy careados la generación del yogurt que se crió en la cultura de la queja han cogido una perra con esto de la II República. Quieren echar al rey que puso Franco pero lo tienen crudo.

 

KUPRIN TESTIGO DE LA REVOLUCIÓN RUSA Y DE LOS HORRORES DEL SIGLO XX


 

ANTONIO PARRA


 

 

Cuando vivía en una inhóspita buhardilla de Pigalle se acercaba a la estación de Austerlitz a la hora e3n que salía para Moscú el Transiberiano para ver a quién viajaba a la añorada patria lejana, subía a uno de los vagones y se quedaba allí sentado un rato antes de que el convoy arrancara. Era como si pisara un trozo de tierra rusa. Hijo de un barín o pequeño terrateniente, nacido en 1870, se había mostrado partidario de los mencheviques democráticos y posteriormente de las fuerzas del general Wrangel en contra de Lenin. Tuvo que huir pero los horrores de aquella revolución, aquella añoranza por lo que se fue, esa melancolía tan típicamente rusa (taská) palpita en todos sus libros y es imbatible sobre todo en los relatos impresionistas y en los cuentos.

 Su famosa novela corta “Derebiu” (La aldea) constituye una de las obras maestras de la literatura universal. En 1918 huye a Berlín. Luego recala en París, se divorcia de su mujer, pasa hambre y la lucha por la vida le hace quejarse en carta a su amigo Turguenev de que su existencia se había convertido en una mudanza continua de vivienda a la búsqueda de una chambra más barata. Hasta que no puede más y pide un visado en la Embajada soviética. Contra las suposiciones por sus antecedentes el salvoconducto no sólo se le concede sino que es recibido con todos los honores en el Hotel Metrópoli de Moscú.

 El gobierno le registra en el Consorcio de Escritores y hasta le asigna una dacha a las afueras de su familia. Stalin era por entonces el “padrecito” pues no había empezado aun el Juicio de los Doctores. Alexander Ivanovich Kuprin retornó del exilio viejo y enfermo. Cuando acudía aspirar los vapores de las locomotoras con destino a Siberia sabía aquel asiento del compartimiento que acariciaba como un parte del suelo patrio era la tierra que le aguardaba para morir. Hacía veinticinco años que no había escuchado cantar a los ruiseñores moscovitas. “Las flores de la patria-había escrito en su cuaderno de campo- huelen de una forma diferente a la de otros sitios”.

El gobierno soviético no sólo le alojó en una casita de campo a las afueras sino que también le asignó un médico y una enfermera de la cual se enamoró. Se llamaba Elisabetha y con ella contrae matrimonio poco antes de su muerte el 25 de agosto de 1938. el cáncer de esófago y el Alzheimer hacen que, vuelto del exilio, no escriba prácticamente nada, pero fue bien tratado, contra lo que presumía, en la URSS y se le rindió un funeral de Estado. Su bella esposa, Elisabetha, treinta años ,más joven que él no tuvo la misma suerte. Se suicidaría a principios de 1943, el año del hambre, en pleno cerco de Leningrado.

 La Aldea un libro que leí en mi adolescencia fue uno de los textos que más me marcaron. Aun recuerdo su pequeño formato en octavo de pastas amarillas de la Colección Universal. Su divisa dentro de un círculo era un talante y aquellos autores rusos que empezaba a leer en las ediciones baratas o que prestaba de la biblioteca de Cuatro Caminos y en cuyas páginas me extasiaba, desconectándome del mundo en el trayecto Gran Vía-Estrecho eran verdaderos prometeos. Mi encuentro con la literatura rusa fue una epifanía, trazó rumbos. Y ese Atlante de la Colección Universal es un verdadero destino para ese inmenso país: ser el cristobalón que cargue con el peso de este planeta. En ese sentido los poetas rusos, herederos de la Grecia clásica bajo un prisma de tradición cristiana, se sienten formando parte de una misión mesiánica. Kuprin (por eso lo pondero tanto) fue mi bautismo de fuego. Siguió Gogol con su sentido del humor esperpéntico y funcionaral llamando Gosydar ( Excelencia) a algunos canallas pero con un excelente critico para describir las costumbres delos hebreos y de los antisemitas y catoliquísimos polacos. Con Gogol en “Tarás Bulba” con el que pasé unas hermosas navidades quise ser atamán y volar al Caucaso a defender al zar enrolado en una “sentina” (escuadrón). El cosaco que presenta es tan divertido que confiesa preferir su cachimba a la mujer de uno. Porque de ésta se puede prescindir pero dejar de fumar para un cosaco es algo imposible. Y esto no es el cuento de la buena pipa.

Chejov me hizo amar con desesperanza a inalcanzables Dulcineas. Olga personifica el platonismo químicamente puro que es una forma incorrecta de amar pero recuerdo que la noche más trágica de mi existencia cuando estuve a punto de suicidarme dejé olvidado “La historia de una anguila” en la mesa de aquel restaurante ovetense una noche de San Mateo de 1974. Aquel relato sería una premonición de los rumbos que adquiriría mi existencia después. Testimonio de muerte y resurrección. Lloro por los ojos del alma de aquel “Uncle Vania” forrado en piel que también perdí en la sala de espera de aquel paritorio de Londres donde nacería mi hija en 1976. El tío Vania al llorar empaña el cristal de sus lentes su llanto tiene que ver con las inconstancias del amor, la fugacidad de la vida, lo poco importante que nos sucede, lo poco que somos. Nada se puede hacer.

Y algunas veces escucho atemorizado los demoledores golpes de que dan los leñadores que han venido a talar nuestro jardín de los cerezos. Vienen a expulsarnos  del Eden pero la vida es eso. Mientras a lo lejos se perfila como la columna de fuego que fuió al pueblo de Israel a la tierra de la promesa. Es el Monje Negro que cabalga de nuevo y se acerca atravesando el campo de girasoles. Otro relato impresionante.

Los personajes de Gorki, el  dulce y amargo tísico de los ojos color ajenjo, me invitan a subir al andamio donde pintan las techumbres de las iglesias ortodoxas mientras que me aconsejan que no espere demasiado de las mujeres y que me gane el pan con mis propias manos. Con ellos me hice batelero y navegué con ellos aguas arriba aguas abajo del Volga.

Pushkin, el Homero ruso, es la palabra hecha carne y esperanza. Dostoyevsky me ayudó a hacer examen de conciencia. Y a bucear dentro de mí mismo. Sus libros son casi epilépticos de tan vertiginosos en su acción interior desencadenada. Hay que estar muy atentos para seguir el hilo sin perder el huelgo. Proyectan un mundo de estados de ánimo cambiante ambulando entre ángeles y demonios. Van desde los impulsos de Raskolnikov a asesinar a la viehj hasta los alegatos en defensa de la existencia de Dios que pone el autor de los Hermanos Karamazov en boca del P. Zossima. Desde las páginas de este gran libro misterioso el Cristo ortodoxo extiende sus brazos amor y de perdón y nos alienta a no desfallecer puesto que al final el bien superará a la maldad. Aunque antes tengamos que apurar el cáliz. Somos pecadores y a veces nuestra vida nada tiene que ver con nuestra obra. La gracia presupone a la naturaleza. Fedor Dostoyevsky, por ejemplo, como individuo debía de ser un tipo poco recomendable: algo borrachón pues el alcoholismo fue causante en él de la epilepsia, tahúr, algo maniático y anarquista que quiso matar una vez a su patrona y que estuvo condenado a muerte.

La gran literatura rusa retumba en este eco mesiánico. Es el aliento soteriológico de esos pueblos que se sienten como responsables de las desdichas de los demás. Pero he acompañado a cazar en sus ambulaciones cinegéticas a Iván Turguenev. Donde se nos muestra en todo su poder descriptivo la grandeza de la naturaleza de la estepa  shirkaia priroda”. Es un escritor elegante, enigmático, cerrado. Premier Amour fue un libro que leí en Paris en el verano del 64. la cubierta traía a un garzón luciendo la típica “rubascka” de los aldeanos eslavos cerrada por el cuello.

 Turguenev, al contrario de Kuprin, se movía muy bien en los salones de Paris y se pasó media vida deambulando por los casinos y los balnearios.

 Por último Andreiev es otro gran exponente del alma o el talante del alma rusa. El “Sacha Yegulev” con sus “ogoñi) o fuegos de verano, presentando un panorama de campos arrasados y presentador del sufrimiento de los eslavos del sur, en esa novela parece anunciar la tragedia de Yugoslavia  en el año 95, es el más misterioso y esotérico de los escritores de esta generación. Todos sus libros tienen un sello a la vez realista y místico.

 Luego podríamos trae a colación el general Krasnov, el Tolstoi de la guerra civil, o Soloviev al que tengo por maestro. Pasternak Sholojov, Navokov, el que más suena en occidente por suhistoria de Lolita pero que a mí me parece el más mediocre del grupo. Y sin echar al olvido el gran Ivan Bunin,el mejor para mi gusto de la literatura rusa a principios del siglo XX. Gracia a él Rusia se ha convertido para mí al igual que para otros muchos en una especie de patria espiritual. Gracias, Señor

CASAS MILITARES Y LA TABERNA DEL TIO LOCO LA ACACIA

 Acacia


 

A la entrada de Segovia según se va por la carreta de Madrid bajando la cuesta de Baterías hay un puente romano, el de Valdevilla por el cual las antiguas cohortes y clades de Augusto vadeaban con su impedimenta el río Clamores que hace dos milenios debía de llevar mucha más agua pero que a mediados del pasado siglo fluía sin apenas caudal. Mucho puente para tan poco río, la verdad, pero cuando se construyó el Acueducto era un flumen que juntaba sus aguas con el Eresma.

 A la otra orilla estaban las casas militares: unos chalecitos con  pequeño jardín delante y un corral detrás en el que mi padre cebaba al marrano dentro de la cochiquera y mi madre salía todas las noches a encentar esto es a meterle el dedo por el culo a las gallinas para ver si podríamos comer huevos fritos al día siguiente. Dentro de este cobertizo guardé yo unos cuadernos de traducción de las obras de Tito Livio y me los comieron un día los ratones.

A la sombra de la acacia transcurrió mi infancia.

La colonia inaugurada por el coronel Tomé, que era un catalán bondadoso y pequeñín, en 1951 (guardo una foto de la ceremonia de la entrega de llaves, yo estaba de buces sobre el pretil de ladrillos sardinel, muy rubito y con mi traje de marinero).

Aquellas casas militares habían sido edificadas por presos de guerra que en régimen de redención de penas por el trabajo trabajaban para Regiones devastadas. Cuando llegaron los socialistas el alcalde del PSOE mandó volar aquel complejo de casitas blancas del puente de Valdevilla. Hoy ha sucumbido a la recalificación de terrenos –esto no era más que un peñascal▬ y a la reconversión urbanística.  O a la revanchista de algunos que se liaron a derribar lo que había construido el anterior régimen. Se cerraron cuarteles y se ha dejado prácticamente indefensa a la nación o sin paraguas estratégico (es como tener un tío en Alcalá) de la OTAN porque el ejército era la espina dorsal de la nación... Y su destrucción, o la desmilitarización llevada a cabo por José María Aznar, el inepto al servicio de los judíos de la Trilateral, constituye hoy por hoy una de las grandes amenazas al porvenir de la unidad nacional. En esta monarquía falta un militar republicano como Godet para ponerle las peras al cuarto al demente de Arturo Mas. El general Godet, un catalán leal que luego sería fusilado en Burgos por su adhesión al orden constitucional, sofocó el alzamiento separatista de Companys.

Sin conscripción y sin levas o la mili, que era una escuela de hombres de ciudadanía y de valores, España ha dejado de existir o puede porque este viejo país, que derrotó al Islam y puso freno al dominio sionista tiene otros muchos recursos y la liebre siempre suele saltar.

El puente Valdevilla posteriormente sería cegado para canalizar al Clamores que desde hace bastante tiempo era un río subterráneo, Guadiana bajo los arcos del acueducto. Pero aun quedan los apeos y el balaústre.

 En el lado de allá y en la curva que hace la carretera sigue la acacia plantada por mi padre en la esquina del patinillo del sargento Casado. Más allá vivía el brigada Vences, un poco más el teniente Ricardo y un maestro ajustador de Zamora que tenía un hijo que se llamaba Pedrito que jugaba conmigo al gua. Siempre andaba con mocos.

▬ ¿A qué Virgen alumbras, Perico?

▬ A la que me dé la gana.

La acacia ha crecido tumbada porque  a los de mi cuadrilla nos gustaba zarandearla por el tallo como si fuese una muchacha. Y digo la acacia sigue floreciendo y tiene 56 primaveras poco menos de un lustro que yo. Siempre que vuelvo a mi pueblo me fijo en ese detalle y paseo mi melancolica rodada por lo que fue mi barrio que de  Valdevilla-▬ Castrobocos donde estaba la taberna, pasado Villangela, del Tío Loco▬, adonde mi padre me mandaba a por vino y gaseosa para el gasto. Allí con Taito, el Cipri y Recellado jugamos a las tres en raya.