2025-08-23
CONTRA EL CELIBATO Y EL ESCÁNDALO
Una nueva peregrinación a Canosa. El Papa
viaja a Alemania y en Erfurt patria de Lutero se reúne con el gran imán y el
gran rabino, abraza al obispo protestante. Ah Lutero un fraile genial que en su
crítica al papado en sus 99 tesis hincadas a las puertas nieladas de la
catedral de Wittemberg la “clavó” pero estaba poseído del diablo. Su rebelión
hizo correr la sangre por los campos de batallas de Europa en absurdas guerras
de religión. Era verdad: la primacía del obispo de Roma era un convencionalismo
y como tal no está en los Santos Evangelios. Obedeció a las exigencias
políticas de Carlomagno fundador del Sacro Imperio. San Juan de Letrán era una
corte pagana donde pululaban cardenales simoníacos y de donde venían los bulderos
a predicar las Indulgencias. Con dinero podía comprarse vida eterna. Roma nido
de efebos y de meretrices. Este agustino imbuido de esa soberbia típica de los
eclesiástico, ese corazón de piedra ante las miserias humanas, llevaba razón en
el fondo. Erró en las formas. Desnudó los altares y obnubilado por las
epístolas de San Pablo quiso reformar la Iglesia a palo seco. Nuda Escritura.
No sabía que el depósito de la fe es obra de la tradición, de los cantos, de la
belleza, de la arquitectura, de los misales, de las epactas y de los
ornamentos.
CATALINA BORA
Sin
misterio no hay religión. Creía que Dios era alemán y al introducir la lengua
vernácula en el ritual el protestantismo ganó eficiencia pero perdió
universalidad. Hoy arde en el infierno en compañía de Catalina Bora la monja a
la que amó y otros heresiarcas: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII. Alemania otra
vez. Los españoles mandamos nuestros tercios a Flandes y con nuestra sangre
bajo el cetro y la espada de Cesar efundimos con generosidad nuestra sangre
para defender al papa de las rapacidades del elector de Sajonia y aquellos
malditos frailes. Pero Lutero puso el dedo en la llaga. Su orgullo le obnubiló,
desconocía que había otra Iglesia legitima heredera de los apóstoles que
cantaba los kyries en Constantinopla y el turco la degolló. El heresiarca de
Erfurt fue demasiado lejos. Hoy esa Iglesia que está viva en Rusia, en el Este
y en todo oriente medio puede ser la salvación de una Roma que acusa el pavor
de la deserción, de los seminarios vacíos, las feligresías que menguan y de los
jóvenes alejados de la Iglesia, aparte de los escándalos sexuales que vamos a
tratar aquí y que abordo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales
de la Iglesia”. Creo que la primera autoridad del catolicismo me está dando
la razón.
La
solución no está en la infalibilidad papal, el dogmatismo, sino la vuelta al
episcopado, la dirección colegiada, la renovación litúrgica y un acto de
contrición. Volver a la sencillez y grandeza del Credo Niceo. Nuestro símbolo de
la fe. Suprimir las conferencias episcopales y resucitar el concilio o los
sinodales magistral fórmula de administración jurídico que los ortodoxos
conservan al igual que la liturgia en todo su esplendor y de símbolos
sacramentales. Un regreso al protestantismo o la vuelta a la sinagoga que han
preconizado los dos últimos obispos de Roma puede ser un germen de destrucción
ocasionada por la macrocefalia (una cabeza muy grande y un cuerpo pequeñito y
menguante) y es que la Iglesia romana se ha politizado en demasía. Ama
demasiado el poder desde el culto a la personalidad, del rebozo mediático y el
afán de dineros.
CORRUPTELAS
Nunca
habla de Jesucristo este pontífice, aunque en sus discursos de vez en cuando
suelta caer la palabra dios. ¿Es el bueno de Benedicto 16 un panteísta? Tampoco
ni una mera alusión ni de pasada a los escándalos- en Alemania fueron una plaga
ocasiónate de la gran desbandada precisamente cuando Ratzinger era arzobispo de
Colonia- de los delitos sexuales:Corrupción de menores, homofilia ni al
celibato eclesial que es la asignatura pendiente del clero romano. Que
estigmatizaron a mucha gente, dejaron tarados de por vida a no pocos
seminaristas y monaguillos, sembraron el dolor y la tristeza en infinidad de
familias y fueron circunstancia desencadenante de adulterios y de gestaciones
interrumpidas por parte de los clérigos y sus coimas. La jerarquía a este
respecto barrió debajo de la alfombra y utilizó la táctica del ocultamiento y
del “hush up”. Cuando el cura tenía un lío con una feligresa, sodomizaba al
sacristán o le bajaba las bragas en la sacristía a una monja el obispo
sencillamente se limitaba a mandar al interfecto a otra parroquia. La soberbia,
la hipocresía y la carencia de sentimientos y de escrúpulos, la poca
delicadeza, han sido los pecados mortales de esta poderosa Iglesia tan poco
acorde con las normas evangélicas. Por eso su fundador alternaba con publicanos
y pecadores y detestaba a los piadosos a los que decían Señor, Señor y habló
claro y tajante: “es más difícil que un rico entre en el Reino que un camello
con dos jorobas pase por el ojo de una aguja”.
JERARCAS
De espaldas al Calvario los jerarcas siempre
estuvieron de parte del Gran Poder. Al menos, en la edad media en muchas
diócesis del Sacro Imperio se reclamaba a los curas un “impuesto de putas”.
Todos los curas tenían moza y la famosa ama de llaves cumplía las funciones de
mujer del párroco sin tener necesidad de pasar por la vicaria. Juan Ruiz
arcipreste de Hita estuvo once años a la sombra en el penal eclesiástico de San
Torcaz por alzarse contra la imposición celibataria que incoara un pontífice de
Aviñon. “Monseñor, nos quita las buenas para que nos vayamos con las malas” le
escribió a su obispo.
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, que
miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro”. Todos
recordamos aquel chiste que se contaba en las fiestas de los pueblos. Llegó un
obispo en visita pastoral e inspeccionando la casa rectoral donde vivía el
arcipreste de aquel lugar no vio más que una cama grande de matrimonio. ¿ Cómo
es eso, Dionisio que aquí hay únicamente un lecho para dos? Inquirió el prelado
y don Dionisio con todo su candor le dijo: “No se preocupe su Ilustrísima.
Ponemos una tabla entre medias de separación”. “¿Y qué hacen cuando viene la tentación?”.
“Pues quitamos la tabla. No hay problema”.
Hubertus Mynarek un cura alemán secularizado
cuenta en su libro “eros y clero” la gran desbandada que se produjo en toda
Europa después del concilio. Unos 400000 sacerdotes colgaron los hábitos. La causa
principal, que la mayor parte no pudo atenerse a las leyes de la continencia.
El celibato-declara Mynarek- contradice la ley natural. Engendrar,
procrear obedece al código genético de
las hormonas del hombre pecador. Pero la
continencia impuesta a los sacerdotes-funcionarios es artificial. Una
estipulación disciplinaria convencional. Concretamente el canon 2368 del Iuris
Canonici.
Jesucristo nunca habló del sexo. Sólo condenó
el pecado de escándalo y dijo que el que abandona al padre, a la madre o a la
esposa para seguirle ganaría un puesto en el reino de los cielos.
Castrarse por amor a Cristo y en busca de la
perfección es una virtud heroica asequible a muy pocos. El premio de los que
abrazando la utopía andan a la procura del ideal. Sin embargo, la naturaleza
humana siempre lastrará el peso de la carne. Únicamente suele llegar en la edad
provecta. De ahí la sabia disposición de la primitiva de ordenar presbíteros a
hombres de alguna edad. Es lo que significa “presbíteros” (ancianos) alguien
que está más allá del circulo de las pasiones. Sólo se puede servir al altar
con un corazón puro cuando haya pasado el ardor genésico. Por eso propongo en
mi libro que aquellos seminaristas de entonces pero imbuidos de la juventud del
salmo “Ad Deum qui laetificat juventutem meam” pudieran disfrutar de una
alegre “vejentud”. Sería una manera de devolverles la dignidad y la honra que
les arrebataron.
NO LO HAN QUERIDO
RECONOCER
La
iglesia católica moderna no ha querido reconocerlo. Por lo que un voto de
continencia a los 22 años en un varón normal representa muchos peligros. En el
caso de los invertidos el sacerdocio siempre constituyó un paraguas bajo el que
se esconden homofílicos, paidófilos, escribe Mynarek. Según este sacerdote
alemán secularizado, el confesionario por desgracia no es el tribunal de la
penitencia sino un rincón morboso donde se cuchichean asquerosidades y una
garita desde la cual ciertos confesores han caído en el abominable pecado de la
solicitación de sus confesadas. Conocí al penitenciario de una antigua
colegiata española cuyas inquisiciones a sus penitentes sobre todo mujeres
bordeaban la delectación morbosa. Porque decía que no se peca en el mismo grado
contra el sexto mandamiento si tu novio te besa a rosca. La gravedad de materia
depende de los centímetros de lengua que el ardoroso amante introduzca en la
boca de su prójima y no es lo mismo un coito que se realiza quitándose el
sostén y el camisón o el acto se realiza a pelo. Aquel confesor se sabía al
dedillo el derecho canónigo pero sus procacidades asustaban a muchas de sus
pupilas. Para evitar el asqueroso morbo que ofenden a la dignidad de una mujer
no sería mala cosa que el sacramento de la confesión fuese administrado por
diaconisas que sólo podrían absolver a mujeres. De la misma manera que un
policía masculino no cachea a una presunta delincuente, tarea que suele
realizarse por policías del genero femenino así grandes males ocasionados en el
confesionario podrían evitarse si los varones “descargan el saco” con
sacerdotes y las mujeres con diaconizas. Ese cajón ha servido no pocas veces en
lugar de solicitación y del reclinatorio a la cama. Los curas polacos para los
que el celibato nunca representó gran problema ya que en aquel país muchas
señoras tienen a gala acostarse con un sacerdote y darle un hijo aunque sea
bastardo había tres palabras que orientaban la vida de un párroco koreck
(el tapón de la botella) woreck (los dineros del cepillo) y rozporek
(mujeres y sexo).
TRAUMAS
Estas deficiencias en la orientación sexual y
psicológica desencadenarían verdaderos traumas en el alma de los que se
educaron en colegios religiosos o seminarios: complejos de culpa, hipertrofia,
inseguridades de todo tipo, una espiritualidad ñoña a fuer de ridícula,
borracheras místicas –no pocos de aquellos ex no pudieron superarlos y se
dieron al alcohol- neurosis eclesiógenas emanadas de la formación recibida en
el que la desviación del instinto generó válvulas de sustitución, señala
Mynarek.
Las heridas dejaron una cicatriz
indeleble. Y todo por esa obsesión sexual que fue el caldo de cultivo de la
mariconería en estos institutos de formación religiosa. Un espacio cerrado con
muchos adolescentes a los que les explotan las neuronas y sus torrentes
sanguíneos son un mar de testosterona al faltar la hembra sienten la atracción
efébica. Es un hecho natural e insoslayable. En la iglesia antigua, dice el
autor, se desconocían tales aberraciones que son endémicas en la iglesia
actual. Y es que los cánones referentes al celibato nunca se incoaron hasta el
Concilio de Trento y aún así la norma fue trasgredida abondo por muchos
cleritos. De la masturbación y el onanismo mejor no hablar.
SINEISACTENTUM
En la
iglesia primitiva, la hispano visigótica, la merovingia y la irlandesa los
sacerdotes no eran solteros y hasta los monjes del desierto para aplacar el ardor de los sentidos, para
no volverse locos y dejar la vida eremita practicaban una especie de amor
platónico el sineisactentum que consistía en permitir que una mujer les
visitase en la cueva siendo su compañera espiritual. San Jerónimo por ejemplo
vivía con una amiga. San Frutos se santificó en la Pedriza segoviana en
compañía de su hijo Valentin y su esposa Engracia. Hasta la fundación de
Montecasino y la llegada de los benedictinos en toda la cristiandad los
monasterios eran mixtos. Ocurrió en los cenobios asturianos y de las Batuecas
de rito hispano mozárabe como en Liébana, Prámaro en San Martín de Luiña, San
Martín de Oscos, Pravia y todos los del “asturianum conventum”. Y se mantienen
aun hoy en Rusia que mantiene comunidades de orantes bastante florecientes y
algunas son mixtas. Y es que el cristianismo no es o no debe ser un asunto de
enaguas o de problemas de bragueta. Ahora bien en sus prevenciones
antifeministas – a la mujer no se la empezó a dar importancia hasta el
Renacimiento, los judíos y los griegos decían que la mujer carecía de alma-
acuñado en la máxima escolástica mulieri non est credendum, la
Iglesia egoísta y sabiamente se curó en salud y se libró de no pocos
pleitos al alejarlas del altar.
San
Pablo el fundador de todo esto mandaba callarlas en la sinagoga, Taceat
mulier en synagoga. Hablaba entonces el apóstol como un hebreo helenizante.
¡Ay Eva! Por ti entró el pecado en el mundo y
ahí tenemos al padre Danielou eminente teólogo que sufrió un infarto el año
1974 cuando subía las escaleras de una casa de cita en el barrio de Pigalle. O
al papa León IX que murió “on the job” como dicen los ingleses. Casados o
solteros la cosa no tiene enmienda. Sólo nos salvará el amor. El amor de
Cristo. Eso es lo único importante. En
esta tesis que le llevó a la justificación por la fe Lutero tampoco andaba muy
descaminado de la verdad. Ojalá hubiese sido italiano en vez de un alemanote de genio diabólico
VALLE INCLÁN
Pontevedra es piedra hecha palabra y paisaje;
amena ciudad que dio al mundo uno de los mayores poetas de la españolía y la
galleguidad. Me retrato con el gran don Ramón en efigie anteojos de concha y
manga vacía, que se yergue ufano en una estatua de una de las rúas cerca de la
catedral.
Este don Manuel de las barbas de chivo que
pasó tanta hambre y fue tan genial. En mi hambre mando yo. Artista de la
palabra. El gran don Ramón Oérez de Ayalka nos lo describe de esta manera en
sus “Troteras y Danzaderas” gran prosista y poeta, había conseguido
maraviullosas sonoridades en párrafo y la estrofa, sensamblando vocablos según
su colior pues cía que la pjtura es `poesía muda y la poesía es pintura
elocuente. Quijote no sólo en la traza corpoiral, sino tambioen en el espiritu
de su arte, maniupuklaba el lenguaje, descubriendo haces de palabras como
ejércitos de señoresd magníficamente aseados allí donde los demás no eían más
que rebaños de borregos. Para él la palabra tenía corazón y abolenfo y en ese
arte de casar palabras se encuentra el hallazgo de la armonía que pocos
alcanzan” el gran pontevedrés se declara monárquico jaimista. Huyó
a Méjico para no ser fusilado por
Serrano el general bonito. Se le documentaba por su pavoroso acervo de palabras
acerbas, y dichos geniales. Había en mucho de poeta y algo de místico. El
misticismo de Valle Inclán era una especie de baile de san Vito de su espíritu
y en ese contexto hay que entender el mensaje de su obra máxima “Tirano
Banderas” una danza del alma y del cuerpo.
Murió, feo, católico y sentimental, poco
antes de estallar la guerra del 36 que predijo en un Madrid de odios y de
asonadas.
Sus barbas fundamentales y aunque no pasaron
de moda, son olvidadas por la inculta chusma del rojerío, que sólo adorna
flores sobre los monumentos a sus poetas oficiales. Un cero al cociente, se
trata de un gobierno de ineptas e
incultas que preside el señorito extremeño de cabeza grande que seguramente no
ha leído Tirano Banderas ni su homónimo profético de Pereda “Pedro
Sánchez”. Un gabinete que recuerda un banquete de catalanes,
vicepresidido por una trotera danzadera cordobesa que por el mundo va meneando
el nalgario feminista, un astronauta,
tres trinconas, la hermana de Diego Carcedo ese periodista asturiano de Falange
que cada vez que iba de enviado especial volvía con un descapotable, y un
mariposón. Y me digo yo qué gente lleva mi carro: tres putas y un boticario
Llego a Pontevedra, entre fusco y lusco
(entrelubricán hermosos atardeceres de las Rías Bajas), despues de haber rezado
a san Amaro, el gran santo de Galicia, para que nos libre de la santa compaña
que se retrepa en las sillas del poder de Moncloa. Preparase para los Santos el
gran magosto. Digo yo; Corazón Santo Tú Reinarás.
En fin es mejor mirar al paisaje que
contemplar el triste panorama político que nos rodea. Vuelan las arceas recién
llegadas de Finlandia. Pontevedra es hermosa y lustrosa como la vaca marela. El
mar rosma a lo lejos. Un guardiamarina de la Escuela naval de Marín iza sobre
el puente de una fragata la Roja y Gualda, he llegado al toque de oración.
Los rosjos (hojas del roble) de la carballeda
son meneados por el aire salobre y las niñeras sacan a pasear a sus rorros,
hogaño como antaño, al parque.
En el viejo recinto pétreo pontevedrés está
vedada la entrada al monóxido de carbono. No circulan automóviles. Debo de ser
por intercesión de ese santo laico el de las barbas apostólicas, tan gallego y
redicho él. Cuando regreso al hotel abro las paginas de “Jardín Umbrío” un libro
que selló mi adolescencia.
Percibo al volver a estos textos, que parecen
plegarias, el aroma olvidado de la gramática del P. Errandonea, aquel calepino
en el que aprendimos don Ramón y yo el latín eclesial. Tendré que terminar
soñando en aquel tiempo que se fue.
CRUELDADES
Y PECADOS DE LA IGLESIA CATÓLICA
Insertamos aquí un texto escrito por nujestro querido compañero,
Tomás Virseda Sanz, en la que se pone de manifiesto la sevicia de algunos
clérigos que nos educaron. Nosotros no padecimos absusos sexuales, aunque el
padre Muñana se arrimaba mucho la carita cuando nos confesábamos. Tuvimos
que lidiar con algo peor: la soberbia y la crueldad inane e inmane, de
inmanitas falta de humanidad. V
irseda vibra en la misma cuerda que yo toco en miSeminario
Vacío Los pecados Mortales de la Iglesia.
Ésta nunca nos ha pedido perdón ni acedió a nuestra
demanda de ser ordenados a pesar de la carestía de sacerdotes. La
diócesis de Segovia se nutre de curas polacos, keniatas, colombianos,
algunos dicen que son curas pero no lo son. El papa Francisco mucho predicar
pero sin dar trigo. Un desastre. En el pecado llevan la penitencia.
En el fondo el seminario nos marcó de por vida y en el fondo
seguimos siendo curillas. Et qui potesta capere capiat que
dijo Nuestro Señor Jesús. Ningún rencor guardamos pero nos quedan en el alma
cicatrices
LA
CICATRIZ
....y la adolescencia trajo consigo el infortunio al corazón de
aquel muchacho. El despertar de sus sentidos imponía su ley acrecentando cada
día sus dudas y vacilaciones; el acoso
de la "carne" ejercía tal presión que comenzaba a ser insoportable;
el "demonio" siempre alerta urdia sus redes y propiciaba acciones
transgresoras como naturales o las dulcificaba con ardides aduciendo que en el
"mundo" esos "tres enemigos del alma" no eran tales sino
que formaban parte de su vida, de todas las vidas. Semejantes maquinaciones
reforzaban su atractivo ante la posibilidad de transitar aquellas "sendas
prohibidas" que
lo embelesaban ....... a la par que resolvían, bajo su particular modo de interpretarlas, la
necesaria liberación del superávit de testosterona que acumulaba; al fin, lo
doblegaron y claudicó.
Deambulaba ya por
una de aquellas "veredas" sin que la VERDAD la BELLEZA o la FELICIDAD
a las que su naturaleza propendía , le fueran reveladas. Pronto, sin embargo, los
vestigios de inocencia que aún retenía en su espíritu y su candidez despertaron
los recelos de aquellos centinelas de la pureza del sistema y de la castidad
obligatoria quienes, con argucias y subterfugios, detectaron indicios e identificaron a los "senderistas"
verificando en tiempo récord con su proverbial perspicacia aquellas excursiones
y la "carga pecadora" que transportaban en sus
mochilas.
Y el desenlace fue traumático.
Un día de primavera de aquel imborrable tercer curso académico, asistía
a clase cuando entró en el aula el jefe
de estudios quien en voz baja se dirigió al profesor; éste hizo un gesto de
asentimiento y pronunciando su nombre lo miró y dijo: "salga y
acompáñelo". Enfundada su ya espigada figura en un exiguo y raído
guardapolvos beis, caminaba en silencio tras el supervisor.
¿Adonde vamos? -Preguntó.
Pareció no haberlo oído pues continuó su marcha sin ni siquiera
mirarlo. Era un hombre de mediana edad, receloso, de actitud inquisitiva y
gesto severo, nunca se le vió reír; vestía una sotana impoluta con botonadura
forrada y alzacuellos muy blanco, las manos siempre ocultas en las bocamangas
que solo extraía para reprobar, advirtiendo con su amenazador dedo índice, las
impulsivas travesuras de los alumnos; impecablemente afeitado se peinaba con
raya a la derecha y andaba despacio, como si contara sus pasos, inaudibles
gracias a las suelas de goma de sus brillantes zapatos negros. Siempre aparecía
cuando menos se le esperaba.
Te llama el Rector-dijo al cabo secamente.
La respuesta lo dejó atónito y presintió que algo grave iba a
ocurrir. Avivó el paso para ponerse a su altura y acongojado y con voz trémula,
insistió:
¿ ...y para qué me llama?, suplicó.
Lo miró con displicencia y, sin detenerse, respondió:
Ahora lo vas a saber
La puerta estaba entreabierta, llamó tímidamente rozando apenas
con los nudillos Se
oyó decir "adelante", puso una mano en su hombro y con un leve
impulso dijo: "entra"; y se marchó.
La tensión e incertidumbre que soportaba trocó en angustia al ver a su padre,
de cuya presencia no había sido advertido. Estaba sentado frente al rector, se había descubierto y sujetaba
la boina que colgaba de sus manos encallecidas. Lo saludó con un beso pero en
aquel rostro curtido por mil inclemencias solo apareció una desgarradora mirada
de reproche.
Mecánicamente se acercó a la silla vacía de madera labrada y apoyó
una mano sobre el respaldo.
Permaneció inmóvil, expectante. Mientras el rector, obviando su presencia, rasgaba
con parsimonia un sobre con su abrecartas refulgente y mango marfileño. Le
atrajo su atención el portalápices de cuero repujado con el escudo
episcopal que tenía sobre la mesa de caoba junto a un breviario impecable,
primorosamente encuadernado en piel, con titulares y canto dorados.
De nuevo buscó refugio con su mirada en la de su padre y solo
halló enojo y amargura. Y se sintió confuso y desorientado. El rector,
impasible y ajeno al drama que se estaba viviendo al otro lado de la mesa,
depositó al fin la
plegadera sobre el tapete y con voz engolada y tono petulante que evidenciaban sin disimulo
su altivez, ordenó, sin ambages, con cruel condescendencia:
-"Se va Vd. a casa, recoja sus cosas y preséntese
en portería, donde le esperará su padre".
Lívido y asustado, sumido en un estado de terrible
confusión, miraba
alternativamente a
éste que, cabizbajo y abrumado, lo rehuía y al rector que lo observaba
hierático e imperturbable. Quiso decir algo y solo pudo balbucir "¿por
qué?" .....la respuesta fue el silencio, un silencio opresivo, asfixiante,
podía oír los latidos de su corazón.....él sabía que con su conducta había
quebrantado un precepto que proscribía una realidad a la que, en su criterio, muy pocos o ninguno, en aquella etapa de
sus vidas, podía
sustraerse, pero nunca fue consciente de las secuelas de la catarsis que
sobrevino.
Aturdido, reparó un instante en el magnífico crucifijo que,
enmarcado sobre terciopelo,
pendía de la pared,
tras el rector; impulsivamente
imploró su intercesión; estaba convencido de que Él lo hubiera escuchado con
indulgencia, benevolencia y tolerancia. Y sobre todo con amor.
"Puede retirarse", ordenó el rector autoritario
mirándolo con dureza; "pero es que..." logró articular con voz apenas
audible, "salga, por favor" , reiteró con acritud. En silencio, dio media vuelta, miró a su padre
que, confundido, callaba y salió.
Caminaba con pasos desmayados mientras se dirigía a la planta
superior, donde se ubicaba el dormitorio general, con las manos en los bolsillos
del guardapolvos, sin poder apartar de su mente la decepción y frustración que había visto
reflejadas en su padre. Un gran dolor y un atisbo de orfandad, que ya no
olvidaría, se adueñaron de su ánimo. Y se sintió solo.
El
claustro por el que discurría enlazaba con el corredor de las aulas;
maquinalmente, se desvió de su trayecto y se acercó a la suya; trataba de escuchar
desde fuera, junto a la
puerta de cristales translúcidos, a su profesor, que tanto le apreciaba,
impartir su lección de geografía e historia; oía con dificultad retazos de la misma, mientras con el dedo índice dibujaba
arabescos en el tabique; la lección versaba sobre el inicio de la Reconquista;
giró sobre sí mismo y con la espalda pegada a la pared cerró los párpados mientras
rememoraba entre murmullos: "Cangas
de Onís , Batalla de Covadonga, D. Pelayo, su hijo Favila, despedazado por un
oso en una cacería, Alfonso I......", abrió los ojos y reanudó su camino; recogió sus libros en la gran
sala de estudio y ya en su dormitorio extrajo la vieja maleta de madera de
debajo de su cama; con una leve presión lateral hizo saltar cada uno de sus dos
cierres metálicos, se despojó del guardapolvos, retiró las sabanas y la funda
de la almohada plegándolas sobre
la cama para no arrastrarlas, colocó todo sobre sus escasas prendas de quita y
pon y volvió a cerrarla; se
sentó sobre el colchón de borra mientras deslizaba una mirada errática por la gran
estancia-dormitorio que debía abandonar.....tres camas más allá vio, colgado de la barra del catre, un minúsculo y
desportillado muñeco de pelo rubio vestido de futbolista en cuya camiseta se leía
"kubala"....se sintió muy desdichado y le entraron ganas de llorar; al fin se
incorporó, cogió la
maleta y, entre sollozos, agobiado por su peso, tomó el camino de la
portería.....
Erró sin rumbo por muchos caminos durante el viaje de su vida y
estos fueron los primeros pasos que lo llevaron a la soledad pero también al
encuentro consigo mismo.
TOMAS VIRSEDA SANZ
Creo que este texto lo dice todo. Chapó, querido compañeros. No te
rindas




