2025-08-23

 

VALLE INCLÁN

 

 

Pontevedra es piedra hecha palabra y paisaje; amena ciudad que dio al mundo uno de los mayores poetas de la españolía y la galleguidad. Me retrato con el gran don Ramón en efigie anteojos de concha y manga vacía, que se yergue ufano en una estatua de una de las rúas cerca de la catedral.

Este don Manuel de las barbas de chivo que pasó tanta hambre y fue tan genial. En mi hambre mando yo. Artista de la palabra. El gran don Ramón Oérez de Ayalka nos lo describe de esta manera en sus “Troteras y Danzaderas” gran prosista y poeta, había conseguido maraviullosas sonoridades en párrafo y la estrofa, sensamblando vocablos según su colior pues cía que la pjtura es `poesía muda y la poesía es pintura elocuente. Quijote no sólo en la traza corpoiral, sino tambioen en el espiritu de su arte, maniupuklaba el lenguaje, descubriendo haces de palabras como ejércitos de señoresd magníficamente aseados allí donde los demás no eían más que rebaños de borregos. Para él la palabra tenía corazón y abolenfo y en ese arte de casar palabras se encuentra el hallazgo de la armonía que pocos alcanzan” el gran pontevedrés se declara monárquico jaimista. Huyó a  Méjico para no ser fusilado por Serrano el general bonito. Se le documentaba por su pavoroso acervo de palabras acerbas, y dichos geniales. Había en mucho de poeta y algo de místico. El misticismo de Valle Inclán era una especie de baile de san Vito de su espíritu y en ese contexto hay que entender el mensaje de su obra máxima “Tirano Banderas” una danza del alma y del cuerpo.

Murió, feo, católico y sentimental, poco antes de estallar la guerra del 36 que predijo en un Madrid de odios y de asonadas.

Sus barbas fundamentales y aunque no pasaron de moda, son olvidadas por la inculta chusma del rojerío, que sólo adorna flores sobre los monumentos a sus poetas oficiales. Un cero al cociente, se trata de  un gobierno de ineptas e incultas que preside el señorito extremeño de cabeza grande que seguramente no ha leído Tirano Banderas ni su homónimo profético de Pereda “Pedro Sánchez”. Un gabinete que recuerda un banquete de catalanes, vicepresidido por una trotera danzadera cordobesa que por el mundo va meneando el nalgario feminista,  un astronauta, tres trinconas, la hermana de Diego Carcedo ese periodista asturiano de Falange que cada vez que iba de enviado especial volvía con un descapotable, y un mariposón. Y me digo yo qué gente lleva mi carro: tres putas y un boticario

Llego a Pontevedra, entre fusco y lusco (entrelubricán hermosos atardeceres de las Rías Bajas), despues de haber rezado a san Amaro, el gran santo de Galicia, para que nos libre de la santa compaña que se retrepa en las sillas del poder de Moncloa. Preparase para los Santos el gran magosto. Digo yo; Corazón Santo Tú Reinarás.

En fin es mejor mirar al paisaje que contemplar el triste panorama político que nos rodea. Vuelan las arceas recién llegadas de Finlandia. Pontevedra es hermosa y lustrosa como la vaca marela. El mar rosma a lo lejos. Un guardiamarina de la Escuela naval de Marín iza sobre el puente de una fragata la Roja y Gualda, he llegado al toque de oración.

Los rosjos (hojas del roble) de la carballeda son meneados por el aire salobre y las niñeras sacan a pasear a sus rorros, hogaño como antaño, al parque.

En el viejo recinto pétreo pontevedrés está vedada la entrada al monóxido de carbono. No circulan automóviles. Debo de ser por intercesión de ese santo laico el de las barbas apostólicas, tan gallego y redicho él. Cuando regreso al hotel abro las paginas de “Jardín Umbrío” un libro que selló mi adolescencia.

Percibo al volver a estos textos, que parecen plegarias, el aroma olvidado de la gramática del P. Errandonea, aquel calepino en el que aprendimos don Ramón y yo el latín eclesial. Tendré que terminar soñando en aquel tiempo que se fue. 

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