2008-10-09

CARMEN CHACON UNA BUENA MINISTRA DE LA GUERRA PARA LA PAZ

CARME CHACÓN
España necesitaba una pasada por la izquierda. Era evidente. ¿Quién encontrará a la mujer fuerte? Pues bien Carme Chacón Piqueras es una de ellas. La ministra de Defensa da la imagen de accesibilidad de nuevo cuño, algo de los que carecían los ministros de antaño. Pudiera pasar por la hija de la vecina de al lado, la farmacéutica que nos expende los medicamentos en la farmacia, la funcionaria que nos ayuda a rellenar las pólizas, o la médico que nos atiende en el hospital. Un nuevo estilo, otro “approach”. Tiempos de la mujer. Paso a la juventud desinhibida que no pasó por los traumas y encorsetamientos de los que crecimos bajo el franquismo. Ella nació en la Libertad
Cuando fue designada para esa cartera , todos nos miramos con asombro. ZP el audaz, sin embargo, consumó de esta suerte uno de sus envites maestros. Esta bella e inteligente catalana ha demostrado que no solamente estaba a la altura de esa mujer fuerte por la que suspira el Eclesiastés sino que ha superado la medida del celemín. Lo está haciendo bien al frente del Ministerio del Ejército, lo que antes se llamaba el Ministerio de la Guerra, y ahora se decanta por la Paz.
Todos mis amigos militares que cuando llegó su nombramiento se preguntaban si el “presi” no estaba de cachondeo al elegir para comandar a tanto tío a una señora que para colmo estaba de ocho meses ahora se están apeando del burro y hacen un signo de afirmación con la cabeza.
Doña Carmen lo está haciendo bien al igual que los otros ministros catalanes que apuntalan el gabinete Zapatero –Corbacho y Solbes- y yo que siempre he sido un freelancer, un llanero solitario del periodismo que siempre fui por lo libre [digo lo que pienso] y no me crecen pelos en la lengua o mejor dicho en los puntos de mi pluma, y no me mueven los afanes de lucro o el vaivén político, sino los intereses de mi patria- amo a España ¡qué se le va a hacer- me quito el sombrero ante esta charnega que es capaz de poner firmes a toda una compañía con garbo y pasar revista con aires de mando en plaza a todo un regimiento en formación. Sí; hay que quitarse el sombrero. Chapó, señora minista.
Vivimos en la era de Acuario. El tiempo de Saturno quedó un poco lejos. Hemos salido indemnes de los terrores del año 2000.
Es la época y la oportunidad de la mujer. El espíritu de los tiempos es líquido y rompe aguas una nueva era, por más que el parto haya sido difícil y hemos tenido que apearnos de viejos dogmas antiguos.
Fui un escéptico ante la idea de que las mujeres- vengo de una familia de militares- vayan al frente y estén en primera línea de combate. Sigo albergando mis dudas al respecto. El sitio de una muchacha no son los parapetos pero los tiempos han variado mucho y hoy las armas son tecnológicas. Se han plantado nuevas trincheras. Afrontamos nuevos retos.
Me conmovió ver llorar a la ministra en los funerales del brigada Conde de la Cruz y escribí un artículo en estas mismas páginas.
Las lágrimas de una mujer siempre conmueven. Pero también las ministras lloran y las reinas. Se lo mandé junto a una carta y ella me contestó a vuelta de correo. Tuvo la deferencia de responderme de su puño y letra a este pobre plumilla y se lo agradezco. Lo tengo muy a honra pues este plumífero importa algo y alguien aún me escucha y me tiene en cuenta. Las ideas cabalgan a cien por hora y el mundo se mueve. Nunca se está quieto.
Esta es una Administración moderna determinada por el espíritu de transparencia y de contacto con el ciudadano. Así que la misiva de la señora ministra de la Defensa me ha llenado de orgullo, emoción, y de esperanza en el futuro de España… pese a la “crisis”. Y de este ejercito que tenemos que está diseñado para la paz, aunque a primera vista ello pueda parecer una contradicción in terminis.
Sin embargo, si se estudian un poco nuestros anales castrenses, que arrancan de la tradición de los lansquenetes y de los Tercios de Flandes, se constatará que el ejército del reino de España sirvió a dos objetivos: el contacto con el pueblo y la promoción social de los quintados, aparte de la defensa de la corona y del territorio nacional. Por es cabo lo tienen bien los emigrantes enrolados en nuestros regimientos como profesionales de la milicia.
Yo vengo de la idea de la mili y de la conscripción por leva pero quizás se tuviera que sacrificar los beneficios del viejo sistema en aras del abaratamiento de los costes y la profesionalidad de los cuadros. No podemos seguir mirando atrás. Si no queremos convertirnos en estatuas de sal.
Los que miran para atrás los que están anquilosados en un tiempo que se fue para no volver son los sanguinarios matarifes de ETA que acabaron con la vida de un pobre suboficial al que yo conocía y que era de mi pueblo. Posiblemente no será la última vez que cometan semejante tropelía. Nunca habrá que bajar la guardia.
A los asesinos, a los que destruyen la convivencia sólo les espera el brazo de la ley. El crimen no paga dicen los ingleses y a la larga su saña y malevolencia serán inútiles. La sangre inocente que derraman se volverá contra sus personas.
El futuro va por otras sendas. Además a estos valientes del separatismo les están pisando los talones los sabuesos de los servicios de inteligencia que ha galvanizado y promocionó la ministra Carme Chacón Piperas, con sus gafitas de empollona y su sonrisa de chavala maja y buena. Gracias por tu carta, ministra, y gracias también por estar cerca de la gente y gracias aunque me da un poco pena decirlo, por no poder contener las lágrimas el otro día en Segovia ante los despojos mortales de un humilde suboficial servidor de la patria.
Ya sé que no llorabas de rabia, sino de dolor y de determinación para que evitar que los aleves nos vuelvan a golpear –que golpearán pues nadie puede evitar que los lobos aúllen en jauría en las noches de luna y hagan presa sobre el redil de la libertad cuando menos lo esperes-, pero no van a ganar.
Gracias, Carme, de todo corazón, este corazón de viejo escribidor muy acostumbrado a verlas venir sin asustarse de nada y que ya lleva muchos años en esta brega, soy un espadachín de las ideas, por tu carta y por estar ahí, artillera al pie del cañón, empuñando el bastón de mando con energía de general y con la suavidad y tacto de mujer. Te tenemos por capitana de cuartel durante nuestras largas imaginarias y las interminables vigilancias.
Estás siendo una buena ministra del Ejercito. Toda la gran familia militar te lo agradece. Siempre a tus ordenes, jefa.
¡Viva España!
Antonio Parra
09/10/2008