2020-05-11

GEORGE ORWELL Y EL PROBLEMA SIONISTA

Leyendo un gran libro de Orwell retirado de las librerías  (un sacrilegio porque este escocés de ascendencia india es uno de los más grandes de la literatura inglesa)“Down and out in London and Paris” en el que expresa grandes reservas sobre los judíos a los que acusa de haber perdido la guerra de España y de haber amamantado a la víbora de Stalin, me hecho la reflexión de si El Corona Virus no habrá sido una creación sintética in vitro de los laboratorios de Tel Aviv, en sus ansias de dominio del mundo acabando con el sistema establecido tras la segunda guerra mundial. En su gran novela “1984” adelanta esa precognición sobre la llegada de un estado totalitario. Es lo que proclamaba en un artículo al Wall Street Journal Henry Kissinger el discutido político sionista norteamericano para alcanzar la meta soñada del Eretz Izrael. Una nueva potencia que controle el mundo.
¿Qué pretende Kissinger? dar a Europa el abrazo de la muerte como se lo dio a Carrero Blanco. El crimen se lo arrogó ETA que era una organización incipiente y sin una tecnología suficiente para hacer volar un Dodge Dart hasta el tejado de un sexto piso en la calle Claudio Coello. Por lo cual el magnicidio quedó impune. Es una técnica muy al uso en los servicios secretos: perpetrar un acto y achacárselo al enemigo. Acting by proxy, ceremonias de confusión a rio revuelto  acción directa mediante testaferros, tirar la piedra y esconder la mano. Atiborrarnos de información superpuesta.
  El veterano estadista una mezcla de Tallerand y de Fouché pasado por el Talmud a sus 97 años ─diz tiene pacto con el diablo─ sigue invocando consignas de revolución universal, que es algo inherente al programa mental del mosaísmo: cambiar la faz de la tierra. La letal pandemia que a este paso puede provocar una escalada funeraria mayor que la de los muertos de la segunda guerra mundial les vendrá como anillo al dedo a los demiurgos de ese supuesto Nuevo Orden. ¿Dónde se agazapa la mano que mueve la cuna?
La teología del Holocausto y el fomento de la venganza como ideología letal están pidiendo este corolario de peste global a gritos, diezmar población Ahogar la economía de los goim que es como denominan a los cristianos. A los amos del mundo les conviene una eutanasia programada. Pero esta táctica del contubernio es un “dejà vu”.
El gran escritor inglés ya la puso en solfa en los años treinta del pasado siglo  adelantándose a sus contemporáneos al anunciar el sistema de opresión y de control bajo un gobierno mundialista en “Animales de la Granja” y “1984”. La prelación delata no a Stalin ni a Hitler, como se quiso dar a entender el pasado siglo cuando la crítica literaria se puso a elucubrar sobre qué es lo que quería decir Orwell en su utopía. ¿Adónde apuntaba sis flechas el famoso periodista de la BBC?
Cundió la idea de que el británico se refería a los estalinistas. Pero tanto los fascistas como los comunistas resultan hermanitas de la caridad en comparanza de lo que habría de venir con el mundialismo sionista bajo el dominio de Internet. Si controlas la información lo tienes todo. Está en tu mano el poder de las masas. Por eso y por mucho más George Orwell, pseudónimo de Eric Blair, ha sido descatalogado y perseguido. Es el mejor escritor en lengua inglesa del pasado siglo. Fue el periodista más certero como corresponsal de guerra en Berlin y en la guerra de España desde donde enviaba despachos para el Daily Worker único diario comunista de Fleet Street. Huyó del separatismo y de los esbirros de Companys otro judío amigo de Beria.
 Se han quemado sus libros en pública almenara, se ha tachado su nombre de los anaqueles bibliotecarios, se ha borrado su memoria, algo que saben hacer muy bien estos bestias con su táctica de al enemigo ni agua. Son expertos en la condena y el olvido. Expulsan a los disidentes a la gehena, dan de baja su nombre de las listas. Allanan su memoria. Tildándolo de paranoico y conspiranoico,  lo acusan de ser, por decir la verdad y cantar las verdades al lucero del alba, una amenaza para la democracia… se trata de la ley del embudo puesta en marcha.
El dominio de los medios de comunicación que ha sustituido a la formula marxista de controlar los medios de producción les permite a los organizadores del cotarro, un sanedrín que maneja la cara oculta y que utiliza a los líderes de los estados como marionetas (Ángela Merkel, Macron, los holandeses los belgas, los gerifaltes del Mercado Comían, Boris Johnson, el inepto Pedro Sánchez… gente muy tonta y manipulable, aborrecen a los grandes estadistas) confirma dicha antelación.
En este libro tan crudo en el cual narra sus experiencias personales como clochard  y plongeur (fregaplatos) asegura que el mundialismo quiere esclavizar a la humanidad lavándole el cerebro o matándonos de hambre. Boris uno de los personajes de la novela, antiguo oficial del ejército del zar, y exilado a Francia a causa de la revolución del 17, cuenta con tristeza cómo se ve sujeto a la caridad de un judío al que tiene que besar el culo, que le da trabajo de camarero al antiguo oficial de la guardia. “El judío siempre odiará a un ruso, escupe sobre los iconos que para nosotros es el mayor sacrilegio que cabe”.
 Estos párrafos le costaron al mejor inglés de nuestros tiempos ser descatalogado. Han borrado su memoria. Tienen un arte especial para urdir los hilos de la propaganda. Se inventan escritores (Kafka) como se inventan gobiernos. They are the kingmakers  (hacedores de reyes, a los que destronan cuando no les conviene) mediante el soborno y el agiotaje. Son expertos en el arte de la especulación y la mentira. Ahí tenemos otro ejemplo: Jocklyn el último líder del partido laborista británico fue removido de su cargo por ciertas precisiones antisemitas y su sucesor el día que asumió el cargo compareció con una foto rezando ante el muro de las lamentaciones de Jerusalén.
Acusan a los chinos de haber extraido de los laboratorios el Covid-19 pero bien puede ser que las matraces asesinas salieran de algún laboratorio manejado por científicos israelíes expertos en la guerra química. De ser ciertos tales supuestos, estaríamos a las puertas del Apocalipsis. Ellos están construyendo su propia arca de Noé. Sólo entrarán en ella los elegidos. ¡Qué bien!

continuará







ARCIFICINIO
Bebo el agua fresca saludable
De la fuente Colorada
En el arcifinio de Peñacolgada
Donde estaba el límite y el termino
Hoy de aquí no se puede pasar
Sin cedula municipal
Para bajar a Tejares
Vuelven las fronteras, hay controles
A mi patria la han maneado como a una mula en el barbecho
Se abrió la veda
Regresan los polizontes a los caminos
A ver documentación
De Sacramenia a Valtiendas
Para que me entiendas
Sacar es menester pasaporte
Certificada de limpieza de sangre
Y de pandemia
Ponen multas de mil euros al salteador de cuarentenas
Se ríen los rabinos
Y los imanes del Redondillo
Se descojonan
Oyense sus carcajadas
En el hoyo Castrillo
Donde llevamos a enterrar
A los asnos muertos
Un bando de buitres vuela lo alto del circulo la ensenada
Se escuchan por doquier las mandíbulas del quebrantahuesos
Moviendo el trigémino
Todo fluye se ataranta y se atraganta
Entre disquisiciones pamemas y pandemias, monsergas y baticores

Sánchez va de pinche al gran funeral
Y don Simón el sepulturero
Camina pala en ristre
Somos el risum teneatis
De los pueblos
Irrisión y humillación
De mi España
Sometida por sus enemigos al tercer grado
La Oneguita reina de las mañanas maneja el látigo que trajo de Ávila su papá
El gallego falangista
Los buitres vuelan en circulo
Ojos clavados en la tenada
Barruntan reses muertas
Se abaten sobre la presa las vultúridas
Cantando aquello del judío la maula
Somos los elegidos Hosanna
Lanzamos contra la cristiandad la bomba del virus
Moloch pide sangres y nuevos holocaustos
Entre estrofas del Dies Irae
Se dan un gran festín
Se escuchan por la radio
Los cagamentos de los taifas
Sus palabras se convierten en pedos del diablo
Cada lobo a su senda
El separador clavó las estacas
Del arcifinio
Oye soy vasco tengo salvoconducto
De esta raya no pasar
Es nuestra frontera
Sabe amarga el agua
La envenenaron los judíos
Que reclaman montañas de cadáveres y venganzas
Regreso a mi casa llorando
El romance de don Rodrigo
Por la pérdida de España