2025-03-29

 La sala numero seis fulgurante, terrible, profético chejov

 

Nuestro destino no está escrito en las estrellas como creían los clásicos. Guardan los designios particulares y generales de la humanidad algunos libros que son más proféticos que los del VT. En sus páginas alienta una pulsión divina a pesar de no estar registrados en la Biblia. Este es el caso de Antón Chejov. He vuelito a releer en una noche de fiebre y de gripe “La sala número seis” y al acabar sus menos de cien páginas al amanecer lo he girado sobre la almohada en medio del desaliento. He visto reflejado en sus 19 capítulos la película de mi existencia: el joven ardoroso que se iba a comer el mundo, el aprendiz de escritor que se fue a Londres, Paris, NY, que amaba la ciencia, el arte, la belleza y a la humanidad que confiaba en la redención del ser humano, que vivió encastillado en su torre de marfil leyendo libros y más libros que atesoraba desde su juventud y los tenía catalogados y numerados en el sancta sanctorum de su biblioteca. Un hombre al tanto y al corriente de las nuevas ideas, suscrito a revistas de vanguardia que cree en la buena fe de sus semejantes, pero pronto se da cuenta de que es un mirlo blanco, una rara avis, que tuvo amoríos apasionantes y maravillosos pero que aquello se convierte en humo; termina casándose con una mujer vulgar, y vive cercado de ramplonería, de zoología, de egoísmo, de esa violencia que siempre genera la política manejada por intereses rastreros y engañosos. ¿No puedo ser yo acaso el doctor Raguin al que sus deseos de mejorar a la condición humana le volvió un incomprendido y al final acabó loco? ¿El sombrerero judío que perdió la razón una noche en que se le incendió su tienda y al que maltrata el guardia de seguridad-conserje-lacayo de la autoridad el bruto de Nikita? ¿Soy el enfermo Gromov que vive preocupado por el tema de la inmortalidad? O soy el usurpador: el sustituto, el trepa el que le quita la plaza al pobre Raguin acusándole de haber perdido el juicio. Chejov traza en estos cuadros un esquema a vuelapluma de la Rusia finisecular y decimonónica pero su diagnóstico es valedero no sólo para aquel país sino para los hombres de todos los tiempos y latitudes. El eximio protagonista de este librito tuvo vocación al sacerdocio pero por mandato paterno ha de abrazar la carrera de medicina. Creo que es el libro más biográfico del autor del “Jardín de los Cerezos”. Su padre, diacono, era chantre en una parroquia de provincias y quería que su primogénito pudiera desempañarse en una carrera más lucrativa que la eclesiástica para poder así contribuir a la manutención de la familia, cosa que cumplió Antón hasta la extenuación porque para pagar los gastos de la numerosa prole escribió tanto que murió extenuado a los 44 años. Un articulo, un cuento, no pagaba la comida pero subvenía los gastos de merendar, y una obra de teatro ayudaba a alquilar la casa durante un mes. En toda la prosa de Chejov perdura, sin embargo, esa majestuosidad, ese tempo, rodeado de grandeza y de sencillez ( v e l i c h a ñ i e) de la liturgia bizantina. Es como algo mágico. Sin embargo, en este libro se nos muestra como un perfecto forense haciendo una bisección del alma humana. El ilustre facultativo, egresado de la Facultad de Medicina de Moscú acaba como director de un nosocomio en un rincón perdido de la Rusia profunda a más de 200 verstas de la estación más próxima del ferrocarril, rodeado de gentes mezquinas “que se pasaba la vida entre la baraja y las pequeñas intrigas y chismorreos, sin interesarse por nada y arrastrando una vida llena de trivialidad… No nuestro pobre pueblo tiene mala suerte” exclama el autor acaso sin ser consciente de que Rusia tiene la suerte de contar con escritores tan enormes como Chejov que pueden hacer autocrítica de su país y que la vida en Tula resulta muy parecida a la de Chester, Tucson, México, Rosario o Zamora y lo que hace grandes y libres a los pueblos es esta capacidad de denuncia y de reacción. De este modo creo que la literatura rusa recoge el testigo de la grecolatina para proyectar problemas y tipos universales. Pero este opúsculo personalmente tuvo su historia. Hace unos meses se lo regalé a un amigo y el otro día me lo encontré en Riudavets desencuadernado y desfondado pero con mi nombre. Volvía a mí. Debo de tener por casa algún ejemplar suplente. No olvidaré que este texto en una edición de la Austral que yo había adquirido en la Casa del Libro en 1964 me acompañó en la noche triste del Parque de San Francisco. Yo me venía a casar con una moza y la pobre no se sintió con fuerzas de aguantarme- ahora la comprendo perfectamente- y ella renunció al altar un día antes de la boda. Dentro de las paginas guardaba una imagen de la Virgen Iverskaya, la santa matrona de Moscú y un fotografía mía de niño rubio con mis padres en la entrega de llaves de una casa en Segovia acompañados por el coronel Tomé. Esta fotografía ya no estaba, la perdí pero la imagen de la Iverskaya se dibujó en la cima de uno de los robles del parque de San Francisco. La Virgen consoladora vino a sumarse a mi dolor cuando había sido abandonado de todos incluso de mis padres, y permitió que, humillado, ofendido y arruinado pudiera regresar de nuevo a mi hogar. Es por esto por lo que tengo esta historia de Chejov por taumatúrgica, reclamo para el humano dolor y la resurrección. Novela redentorista en que se estudia la barbarie y la crueldad de las cárceles.  Dijo Quevedo que toda la vida es cárcel. La vida es cárcel de la muerte. El amor es preso del odio y las instalaciones de la institución psiquiatrita es alegoría de ese barco prisión y manicomio. “Hay dentro del recinto del hospital un pabellón rodeado por un bosque de arbustos y hierbas salvajes. El techo está cubierto de orín, la chimenea medio arruinada, y las gradas de la escalera medio podridas. Un paredón gris coronado por una carda de clavos hacia arriba divide el pabellón del campo que produce a la vista una triste impresión…” el pabellón de dementes es el barco que nos lleva. Acaso la vida no sea más que una locura que nos arrastra. Por eso sufren tanto los hipersensibles, los más conscientes pero Jesús siempre les dirá “bienaventurados los que aman”.

Hay libros que puso Dios en nuestro camino para que reconozcamos nuestra estupidez y miseria y “La sala numero seis” es una de ellas.

 

ANTON CHEJOV

La sala número seis

Editorial Calpe 1919. Madrid

Traducción del ruso Nicolás Tasin

 


 

 

HOJA MARCESANTE

 

Soy una hoja marcesante

Que se marchita sin caer

Hoja del roble

No me rindo

Y me levanto

Después de las caídas

Mirando estoy hacia el futuro

Con mis ojos de papel

El alma me duele

Algunas veces

Por los veranos

Me gusta sentarme

A la sombra de los arces asturianos

perdido por mis calellas

Escuchar el rumor

Apacigüante

De un regato

O una cascada

Que fluye agua

Hacia la mar

Tengo el olfato del murciélago

Y la piel de un elefante

Hago penitencia no obstante

Arrodillado

En la capilla

De mi oratorio biblioteca y fumadero

Hubo un tiempo

Yo pensaba

Que la redención de España

Podría venir por la política

Ahora todo me da igual

Pero no comulgo con ruedas de molino

Pienso que Dios es un designio particular

Con el que hablo

Altas horas de la noche

Arrodillado

Penitente

Marcesante

Y cabal

LOAS AL DIVINO SEBASTOS

 OCTAVIO AUGUSTO

TIEMPOS difíciles mas llenos de esperanza

Tarde triunfal tras las lluvias

Me sumerjo en los Doce cantos de la Eneida

Pax Augusta para estos días

Cuando suenan clarines y tambores de guerra

Paz augusta

Cuando nació Cristo

Y el emperador Octavio

Fue divinizado

Hombre Dios

Los censos imperiales

Y empadronamientos

Calzadas y acueductos

Termas saludables

Construyó el acueducto de Segovia

El mismo año que nació el Mesías en Belén

Mecenas el auriga de la gran cultura

Los espondeos de Horacio

Júpiter en el Capitolio

El Ara Pacis

Y la Lex Julia que prohibía el adulterio

Octavio  fue proclamado el divino Sebastos

Intercesor ante los dioses

Populus et Quirites

Panem et circenses

Et pax augusta

Rfabdología varita de virtudes

Cuando los sacerdotes de Zeus incensaban la Vía Apia

Para prevenir la entrada del diablo

Nunca fue el mundo más feliz y más grande

En esta coyuntura en un diversorio fue nacido el Señor de los Cielos

Del vientre de María

Sin romperlo ni mancharlo

sábado, 29 de marzo de 2025

 

María Ostiz - Niña Rianxeira

Великий Прокимен "Дал еси достояние" - протд. Роман Мельник

OPTINA PUSTINA FOCO DE LA ESPIRFITUALIDAD RUSA. SE TRATA DE UN MONASTERIO DE EREMITAS DEDICADOS A LA ORACIÓN Y CONTEMPLACIÓN. EL PADRE ELIAS ERA UN STARETZ O CONSULTOR ESPIRITUAL QUE TENÍA EL DON DE PENETRACIÓN DE CONCIENCIAS EL CARISMA PROFETICO Y LA TAUMATURGA O FACULTAD PARA HACER MILAGROS. UN GRAN DEVOPTO DE LA TEOTOKOS SANTISIMA VIRGEN QUE LESALVÓ DURANTE LA GUERRA PATRIA DE SER FUSILADO POR LOS ALEMANESD

 

Óptina Pustyn: lugar de retiro espiritual de Tolstói y Dostoievski

Situado en la región de Kaluga, al sur de Moscú, Óptina Pustyn es uno de los monasterios más queridos y venerados. Parte de su atractivo se debe a su emplazamiento, en un majestuoso bosque de pinos y sobre el pequeño río Zhizdra. Tolstói y Dostoievski visitaron en lugar cuando sufrían crisis existenciales.

Fotografías de William Brumfield

A finales del siglo XIV se formó una pequeña comunidad de ermitaños en el bosque. Posteriormente en el siglo XV acogió tanto a hombre como a mujeres en áreas separadas, guiados por un mismo padre espiritual. Sin embargo, esta práctica se prohibió en el siglo XV. El monasterio sobrevivió durante los siglos XVI y XVII y estuvo cerrado durante algunos años en la década de 1720.

Durante siglos el monasterio era de madera. En 1750 empezaron las obras para construir una nueva iglesia dedicada a las Virgen, aunque estuvo a punto de desaparecer, debido a las orden de 1764 de Catalina de secularizar los monasterios.

Sin embargo, a finales del siglo XVIII, consiguió el apoyo de la jerarquía eclesiástica y tuvo un renacimiento, lo que supuso la construcción entre 1802 y 1806 de un campanario y una serie de claustros adyacentes.

A lo largo del siglo XIX se añadieron nuevas iglesias, capillas y edificios. Una de las ermitas dedicadas a san Juan Bautista, consagrada a una estricta forma de espiritualidad, ganó cada vez más importancia. Está situada a una pequeña distancia al este de la muralla del monasterio.

A lo largo del siglo XIX este lugar se hizo cada vez más conocido debido a los sabios, a los que se les llamaba starets o ancianos. A pesar de que este concepto fue secundado por la jerarquía eclesiástica, originalmente se refería al profundo respeto que el pueblo mostraba hacia determinados monjes de vida ascética existencia y que además de carisma tenían una profunda sabiduría espiritual. En la iglesia se veneran 14 monjes considerados starets.     

Consuelo de Dostoievski  

El monasterio de Óptina Pustyn atrajo a muchas figuras del mundo intelectual y artístico. Nikolái Gógol Iván Turguéniev, Piotr Chaikovski fueron algunas de las personas famosas que visitaron óptina Pustyn. Sin embargo el monasterio es más conocido por haber acogido a Fiódor Dostoievski y Lev Tolstói, ambos fueron allí en momentos de crisis personal.

El primero llegó al monasterio en un momento especialmente difícil en su vida. En primavera de 1878 Dostoievski había comenzado a trabajar en Los hermanos Karamázov, su últma gran obra maestra. Pero a mediados de mayo, su querido hijo Aliosha enfermó gravemente y murió a la edad de dos años y nueve meses.

Al ver la angustia irreversible en la que estaba sometido el escritor, su mujer, Anna Grigorevna Dostoievskaia, se dirigió a su amigo Vladími Soloviov. Ella sabía que Dostoievski había pensado desde hacia mucho tiempo acerca de visitar el monasterio. El momento ya había llegado. Soloviov estuvo de acuerdo en ir con Dostoievski al monasterio a finales de junio.

Dostoievski esperaba llegar el 24 de junio, festividad de san Juan Bautista y el cuadragésimo día tras la muerte de Aliosha. Para la Iglesia ortodoxa rusa se trata de un día de recuerdo especial a los fallecidos. Llegaron el día 25 y Dostoievski pidió una misa en memoria de su hijo el día 26.

El escritor y su amigo se quedaron en Óptina Pustyn hasta el 27 y el starets Ambrosio, conocido por su compasión y penetrable inteligencia, lo consoló. El personaje del padre Zosima que aparece en Los hermanos Karamázov tiene sus características. 

El pasaje en el que Zosima consuela a una mujer que ha perdido a su hijo, en el capítulo "Mujeres de fe", es posible que esté basado en su encuentro con Ambrosio, en concreto en la conversación privada que ambos mantuvieron en la humilde casa rústica del ermitaño. Anna Dostoievskaia señaló que su marido volvió de Óptina Pustyn como si fuera otra persona, en paz y ya no atravesado por la pesa. Retomó su trabajo en Los hermanos Karamázov con una nueva fuerza espiritual.

Las numerosas visitas de Tolstói

Por su parte, las visitas de Óptina Pustyn de Tolstói fueron más frecuentes, aunque en última instancia no tuvieron un desenlace espiritual positivo. Tras las visitas en 1877 y 1881, volvió a encontrarse con el starets Ambrosio en 1890, un año antes de la muerte de este. El encuentro fue tenso y difícil para el viejo monje, fatigado por el orgullo de Tolstói.

En este momento Tolstói ya había roto públicamente con la Iglesia ortodoxa y había atacado algunos de los dogmas cristianos. Sin embargo, volvió a Óptina Pustyn en 1896, tras la insistencia de su hermana María, que había ingresado en el convento cercano de Shamordino. Durante esa visita mantuvo un encuentro con el starets Iósif, que tenía una tranquila generosidad espiritual y supuso un cierto remanso de paz para la atribulada existencia de Tolstói.

Pero la turbulenta búsqueda espiritual de Tolstói no paraba. Su última crisis espiritual hizo que abandonase su casa de Yásnaia Poliana durante las primeras horas del 28 de octubre de 1910. Acompañado de su médico Dushan Makovitski, llegaron a Óptina Pustyn a final del día.

Durante el viaje preguntaba constantemente acerca de los ancianos en Óptina Pustyn. A pesar de su rechazo por reconciliarse con la Iglesia, su angustia parece que le llevó a buscar la sabiduría y la calma que estos monjes podían ofrecerle.

Tras pasar la noche en el monasterio, Tolstói se acercó a la ermita la mañana del 29. En este momento crítico dudaba y temía que no lo recibieran. Así que fue a visitar a su hermana María en el convento de Shamordino e incluso bromeó con quedarse allí algún tiempo.

Pero la llegada de su hija Alexandra el día 30 hizo que volviera a partir. Junto con Makovitski llegaron a la estación de Astápovo, donde Tolstói murió una semana después. El starets Varsofoni trató de reunirse con el escritor en Astápovo pero el círculo cercano a Tolstói no lo permitió.

Dificultades durante la época soviética

En enero de 1918, poco después de la revolución bolchevique, Óptina Pustyn cerró y en 1931 también lo hizo la comunidad de ermitaños. El monasterio tuvo diferentes usos.

El periodo más trágico en la historia del monasterio fue en otoño de 1939, cuando internaron a 5.000 oficiales polacos. Durante este periodo era frecuente utilizar los monasterios amurallados como prisiones. En 1940, enviaron a este grupo a Katyn para que fuesen ejecutados.

Tras utilizarse brevemente como hospital militar, el monasterio se utilizó en 1944-45 como un "campo de filtro" para los oficiales repatriados desde los campos de concentración nazis. Posteriormente se convirtió en una escuela de agricultura.

En 1987 el monasterio volvió finalmente a manos de la Iglesia ortodoxa y los oficios comenzaron en 1988. Así comenzó un proceso de restauración que a día de hoy cuenta con unos resultados espectaculares. Al igual que el monasterio Solovetski en el norte del país, que también fue testigo de trágicos eventos durante el periodo soviético, Óptina Pustyn ha experimentado una renacimiento que atrae cada año miles de peregrinos y visitantes.

Cómo llegar

Para llegar a Óptina Pustyn tome un autobús de Moscú a Kozelsk (la terminal de autobuses se encuentra en la estación del metro Teply Stan). El viaje es de aproximadamente cinco horas. También puede tomar un tren a Kaluga (la estación de trenes Kievsky, duración de viaje  - 2,5 horas) y después tome un autobús local a Kozelsk (duración de viaje -  2 horas).

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