
2025-03-02
VERSUTOS ASTUTOS IRRESOLUTOS PROSTITUTOS
Epilogando lo sobredicho
Cabalgo sobre el arcén
Del caballo de mis días
Vade retro Satanás
Cabeza de la serpiente
Madre del cielo
Conculca tus calcaños
Blogodoritsa aplastarás
Versucia es astucia
Sagacidad malicia
Emergen por doquier
Las flores del mal
Los ojos piensan
Las manos hieren la voluntad consiente
La lengua mata
Perversidad en la catedra pestilente de la malicia
Eva lujuria, Adán desobediencia
Caín homicidio
Noe incesto
David adulterio
Jeroboan idolatría
Ahí queda eso
AL SOLITO DE MARZO
Marzo marcito que nos traes el solito
Lluvia y nieve
De todo un `poquito
Cuaresma penitencial
Alargando los días
Sol solito
Quédate acá un trocito
Hoy y mañana
Toda la semana
Ya vienen las monjas
Subidas al carro de los vicios
Traen toronjas
Cantemos al sol
Y al cielo limpio
Renoveros y usureros
Mangantes políticos
Paso a los boticarios
Las puertas del infierno
Abran sus fauces
Quédeme yo tan pancho
Al ábrego del solito
España asiento de la corrupción
Y la mordida
Democracia malparida
Salida de madre de Cabezas de chorlitos
DRAGÓ
DE mortuis nisi bene dice el clásico no se puede hablar mal de un difunto. Sin embargo, Sánchez Dragó se ha ido queriendo vivir cien años siendo inmortal me parecía un tipo odioso repugnante archi machista jactándose de fornicar sin condón y tumbar a adolescentes niponas. La cosa está bien vista en esta época. Aqueronte aguarda. Tengo que confesar y sintiéndolo mucho que no es ira ni revancha lo que siento, pero Sánchez Dragó era un escritor producto de este régimen: chaquetero, pelota, acomodaticio. Blasonaba de su poderío en la cama y de sus conquistas sexuales. Tenía un harén en la provincia más despoblada y altiva de España. Impertinente, pugnaz, petulante y engreído so capa de una humildad con aparente simpatía para querer agradar. Oí decir en el Café Gijón donde aparecía de vez en cuando rodeado de un coro de fámulas ninfas del cantón cultalatiniparlas que habían salido del bar de filosofía que se le notaba que tenía las siete señas del hijoputa la barba en parroquias el mentón saliente etc. Luego dejó de ir porque en aquel local solo había derrumbados y Dragó se desvivía por la pela, en sus programas por la tele quería calzarse el coturno adoptando una pose doctoral de sabelotodo con coz de borracho cascada seguramente por el tabaco o el montón de pastillas que tomaba aburría a la parroquia. El haber estado en Carabanchel quince días lo explotó que tú no veas. Sabía sacarle partido. A veces las mujeres le pagaban. No necesitaba mamporrero todo un chulo de las entrevistadoras a las cuales se trajinaba Nunca me gustó su gesto libidinoso de una alegría fofa. Un halo porno bañaba toda su persona. RIP
JOSÉ DE ECHEGARAY
NUESTRO PRIMER NOBEL
En noviembre 1904 una noticia conmueve a la sociedad española. Al dramaturgo Echegaray le han dado el Nobel. El mundillo literario madrileño se agita. Envidiosos irremisibles Azorín, Pio Baroja y otros escriben a Estocolmo recalcando la escasez de méritos de este autor dramático que acababa de representar El Galeoto. don José perilla de chivo y bigotes largos de espadachín se echa las injurias a la espalda y recoge el premio que le viene bien para su impecunia economía.
El alcalde le dedica una calle la calle Echegaray que no tuvo buena fama porque allí se centraban los burdeles y allí el pobre Villeguillo se estrenó echando el primer polvo. ¿Gozas, vida? Muchísimo pero estoy algo nervioso. Son veinte duros del ala le dijo la morenaza tendida sobre el lecho del amor. Lo lavó, lo acarició y Villeguillo salió del lupanar con una sonrisa de oreja a oreja.
La calle Echegaray era travesera batida por los vientos de Madrid esos que son tan sutiles que no apagan candiles ni tampoco la sed de amar. Se le vino el mundo a los pies al comprobar que el sexo era sexo. Qué asco, Villeguillo, pero vaya un asco más rico. Ya nadie se acordaba del literato que le dio su nombre.
Era el dia de Santiago 25 de julio patrono del arma de caballería. Villeguillo lo recordaría siempre sin comprender cómo un autor mediocre puede suscitar en esta viva memorias tan deliciosas como el de la morenaza suspirando y diciendo gozas vida. Fue visto y no visto. Toda una descarga de caballería al toque de botasillas, cabalga caballo mío. Tararí, tararí. Al galope tendido pronto llegaremos a Madrid. ¿Gozas, vida? Una burrada.
A don José le dieron el premio Nobel un tanto discutido por la peña pero es igual.
Era un neorromántico que escribía durante el azaroso siglo XIX sus prosas y sus dramas plagados de ripio cuando Prim al que mataron en la calle del Turco, echaron a la Isabelona y trajeron a don Amadeo de Saboya.
Tiempo de conspiraciones y de alzamientos de los
espadones de turno. Cuando el caballo de Pavía entró en el Congreso repartiendo
mandobles.
domingo, 2 de marzo de
2025
SEX MY LEX PERO NADA IMPORTA
por Antonio Parra Galindo un gran cuento rusos fruto de mi inspiración
NICHEVÓ SEX MEA LEX ET JUX AMATIVIDAD DE UN GRAN CUENTO RUSO QUE ME ACREDITA COMO UNO DE LOS GRANDES ESCRITORES EN ESPAÑOL NO ME DA PENA EL DECIRLO PERO NO ESCRIBO COMO LOS PENCOS DE HOY SINO AL MODO DOSTOYEVSKY
NICHEVÓ
San Petersburgo siempre habló francés. Es lo más elegante. Y se seguía la etiqueta de los salones. Incluso en los tiempos proletarios la vieja ciudad imperial conservó un aire touch of class. Muchas mujeres se sentían heroínas de las obras de Pushkin y Gogol pero de entre todas ellas la más dramáticamente enamoradizas y soñadoras eran las bibliotecarias.
Nichevo. Nada importa. Todo es frágil, pasajero, quebradizo, como una rama de abedul que se pisa en el bosque, pensó.
Las mujeres están tan pegadas a la tierra, son tan maternales y tan del barro que no suelen entender grandes cosas de poesía. Siempre serán las engorrosas codornices que nunca alcanzarán el vuelo del águila.
Era hermoso aquel espectáculo de ver derretirse la nieve que llega de la estepa por el río madre y desaparecer en los abismos junto con las sirenas cantadoras que se peinaban sus cabellos dorados en el pantalán cerca de los muros del Almirantazgo y con una perezosa sensualidad mostraban sus escamas de pez de cintura para abajo.
De cintura para arriba estaban los senos exuberantes, lujuriosos, las miradas de color azul embaucadora.
Algunas de ellas cabalgaban llevando a Cupido a la grupa como un tótem. Eran más hermosas aun que las muchachas de Petrogrado. Él las contemplaba desde el pretil del puente de los Suicidas por donde pensó una vez cometer una tontería el bueno de Dostoyevsky aunque no era una tontería. Era simplemente un ataque epiléptico.
Los fines de semana él los utilizaba para hacer sus excursiones sentimentales. Al campo. A los almiares en cuya paja amontonada era dulce y prieto amar a campesinas candorosas que se entregaban por unos pocos rublos.
Luego cuando se fue haciendo viejo y su atractivo físico declinaba lo mismo que su amatividad con todas las complicaciones físico-químico-psíquicas del deseo pues el sexo es cuestión de piel hubo de proceder a remedios más caseros y expeditivos.
Este detalle no dejaba de tener cierta sorna diabólica porque en la edad media no eran monasterios en lugar de burdeles los que rodeaban la curva de ballesta que traza el río Moscovia al abrazar al Kremlin. Un círculo de pecado.
Lupanares en los que los camioneros que habían conducido el día y la noche paraban a repostar gasolina y recargar la batería.
Grandes hoteles y centros comerciales alzaban sus paneles de formica o de cemento al lado de las viejas miserables. Pero que se la va a hacer.
Era el signo de los nuevos tiempos. Los capitalistas habían descubierto Eldorado y los magnates del petróleo habían encontrado una mina.
Era consciente Vlad (Blas en español) de que estamos a merced de todos los vientos traídos y llevado por la amatividad capciosa y el deseo animal que disfrazamos de poesía.
De pronto de entraba un hormiguillo por la nuca bajándole hasta la rabadilla y hasta las piernas. Las células madres iban proclamando: “ sex, sex, my lex, my rex” y en tales palabras estaba encerrado el código de valores de la sociedad moderna.
No había vuelta de hoja y, entre tanto, un raudal caliente se precipitaba por el arroyo de la sangre. La fronda del Moscova mecía entre sus brazos las cimas de los pinos. Iba a entrar en el templo cubierto en el manto de silencio de Volutia.
Todo en aquel instante era voluptuoso e irreal de torpes movimientos rítmicos adelante y para atrás lo que hacía la Estrella de Sibir en internet. La gran sacerdotisa iba a persignar tu frente con la cruz de la ceniza.
Las piernas regordetas y ardientes de un moreno sahariano ocultando a medias el vello público y aquella muchacha lo que tenía era una breña montaraz y se lo había teñido de almagre según la moda (otras se lo depilaban y eran sus partes cabales de mortal y rosa).
Ella lo esperaba como una odalisca entre almohadones. Todo pasó muy rápido. Fue visto y no visto y se desarrolló de una manera mecánica y funcional. La muchacha trajo una jofaina y le cuidó con cuidado. Aquel frotamiento le daba un placer hasta entonces desconocido. Después se puso las manos a los cuadriles y le ordenó que la poseyera girados los dos sobre el diván y lo que aconteció después todo fue frotamiento.
Se vinieron abajo todos los andamiajes de los sistemas políticos, las sutilezas escolásticas, los buenos consejos. Una decepción saber que el amor era eso.
Era morena de carnes el culo respingo y los pechos prietos duros y esponjosos como duraznos las piernas eran fuertes de acero y sus areolas rotundas y en erección recordaban dos manchas circulares de café con leche.
Era simplemente una función biológica casi coprológica relacionado más con la función excretoria de los esfínteres que con la noble víscera que denominamos corazón.
Las casuchas siguen ahí desconchadas acusando el paso del tiempo y muestran seguramente la huella de las pisadas por donde se perdió Raskolnikov, lóbregas escaleras, patios de luces y olor a berzas que proviene de los cuartos nauseabundos.
Me calé mi schliapa (sombrero) y seguí caminando por la ciudad dormida sin rumbo fijo. Los perros se habían vuelto locos ladrando a la luna. Por las aleas de la Perspectiva Nevski, había fantasmas acodándose, suicidas, sobre el pretil de los malecones. Mirando para las aguas negras del Neva vertiginosas e infernales con ese hechizo de los cuentos de hadas y cantos de nereidas. Nichevó. No pasa nada. Mañana amanecerá.
Será mi primer día tras mi primera noche. Eros y Tanatos se amaban con furor sobre la barandilla del río deshelándose. Sólo el Neva. Heraldo de Neptuno era testigo. Había en la ciudad un silencio embriagador litúrgico propia del templo de Volutia y las esferas hacían música jugando con las estrellas en lo alto de la creación. Se escuchaban los coros de la gran Pascua rusa
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