2021-03-25

 HORA 25 DE VINTILA HORIA UNA DE LAS MAYORES NOVELAS DEL SIGLO XX

Martín Ferrad puso este título al programa de la noche en la SER Hora 25 un clarinazo la hora undécima ha sonado el tiempo futuro bajo el imperio de la técnica que echará al humanismo y a los humanistas fuera del campo. Se trata de un libro poético y profético así como noético o rito de iniciación porque el oficio de la escritura se relaciona en sus más excelsos apartados con la Revelación. Pienso que este rumano políglota (hablaba todas las lenguas incluso el yidish el dialecto de los judíos askemazis que aprendió en un campo de concentración húngaro ayudó a fugarse a los de la secta de Moisés pero estos no se lo agradecieron, era un “goim”) escribió una utopía que supera a la de los británicos Orwell y Huxley.

Yo conocí a Vintila lo entrevisté, lo admiré y asistía a alguna de sus lecciones magistrales en la Complutense. Pertenecía a un grupo de intelectuales eximios que

encontraron en España refugio huyendo de la persecución de los soviets. Dios ha nacido en el exilio y traían en el morral una enorme sapiencia. Ovidio Tarlea un gran poeta nacido en Constanza fue compañero mío en el agencia Pyresa, me hacía observaciones y me daba indicios sobre alguna de mis crónicas desde EE.UU. Recitaba los poemas de Horacio pues estaba dotado de una memoria pasmosa. Todo un caballero que se asentó en España y fundó una familia se casó con la madre de Laurita Valenzuela que era viuda de guerra. Me regaló un diccionario rumano con un epígrafe que decía “no desesperes si no te hacen caso yo he vivido esta situación como tú. Llegaron los nuevos amos y trajeron a sus propios escribientes”. Había trabajado en uno de los diarios más importantes de Bucarest, fue purgado y huyó a pie hasta Italia cruzando los Carpatos. Es el drama que pone en escena La Hora Veinticinco: la crucifixión de Rumanía, el ajusticiamiento del protagonista Joan Moritz que muere en el madero de la ignominia perdonando a sus

enemigos. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron. Él no era la luz sino un testigo de la luz que las tinieblas no pudieron apagar. Hay trozos que la novela tiene reminiscencias evangélicas. Sobre todo esa luz resplandece en la figura del padre Coruga el sacerdote ortodoxo para el cual trabajaba el protagonista antes de ser aprehendido acusado de judaísmo por un gendarme corrupto y mujeriego que se había prendado de su mujer Susana. Es enviado a un campo de concentración y allí se encuentra para trabajar a pico y pala al lado de hebreos que no habían realizado trabajos manuales en la vida; eran abogados, comerciantes, financieros. Su degradación llega al sumo cuando el jefe del campo le manda bajarse los pantalones para comprobar si había sido retajado pero él no estaba circuncidado. Era un ario descendiente de una minoría germánica asentada a orillas del Danubio. Este detalle va a ser uno de los lances más sorprendentes cuando internado en un “Lager” su figura sorprende a un gauletier.

Aquí la narración pega un vuelco sorprendente el antiguo presidiario se convierte en soldado de las SS y se le ordena que haga el amor a Hilda para que tenga descendencia y así se conserve la pureza de la raza aria. El inocente sin embargo vuelve a ser crucificado porque se ve en el trance de tener que vigilar a los presos del campo antiguos compañeros de celda. El protagonista no guarda rencor a nadie. Ayuda a los judíos a pasarse, le dan algún dinero pero le dejan abandonado descalzo y sin su maleta en la estación de Budapest. Habrá que fijarse en este detalle: Vintila no niega el holocausto pero nos da un testimonio de lo que su pueblo vivió en las propias carnes. El dinero y el soborno fue el trampolín con el cual los judíos adinerados cruzaron el charco. Fue el trampolín desde donde saltaron a América. Mientras Auschwitz aguardaba a los más pobres: los menesterosos del ghetto, los gitanos, los rumanos disidentes, los rusos y Bielorrusia. Hay un pensamiento que flota como un fantasma amenazante a lo largo delas paginas de esta gran novela río que se lee de un tirón (el autor sabe crear ambiente, pintar personajes y sorprende al lector con los nudos de la intriga): gane quien gane la humanidad se prepara para un tiempo de esclavitud bajo el imperio de la máquina. Seremos robots. Eso ya está pasando en un mundo feliz bajo la mirada escrutadora del Gran Hermano. Serán fotografiados hasta nuestros propios pensamientos. Nadie podrá escapar. La raza será purificada mediante la eutanasia, habrá cortapisas al libre albedrío. Nos espera el totalitarismo cualquiera que sea su signo. Vintila Horia fue acusado de fascista. Se le retiró la concesión del premio Goncourt que ganó en 1960 y hoy es un autor descatalogado. Una injusticia. Los nuevos amos trajeron sus propios coros de rapsodas y cantan epitalamios inmundos porque una mentira repetida hasta la sociedad se convierte en dogma Siempre tuve, sin embargo, en mucho a la cultura y la lengua del Dacio— los rumanos tienen una sorprendente capacidad para la elocuencia y el dominiode idiomas— y Vintila (1915-1992) fue prez y honra de la cultura castellana. Escribía con soltura en francés, inglés, alemán y en su lengua de los Carpatos

un gran articulo sobre el periodismo nini y banal que padecemos tomado de DIARIO DE LEÓN

 


Hay gente que muere huyendo a doscientos por hora del fotógrafo cazabraguetas que llaman paparazzo y hay gente que vive de chupar teleobjetivo como si fuera la tranca de un centauro, felación del famoseo a la poderosa montura que tira del carromato del espectáculo.

Media España (la de Mediaset: la otra media atiende solo a lo ruin y desesperada que se está poniendo esta vida) está mirando con morbo vicioso el lodazal de chismes y mierda del asunto Rocío Carrasco y las tormentas donde naufragaba esta pobre mujer como víctima de un piconavaja y chulito con cátedra en todos los platós y cuchés de los que ha estado viviendo del cuento de contar lo que le conviene a la industria de las cuentas... y a su propia bragueta. De Podemos a Vox no hay mujer ni alma sensible que viendo este espectáculo no se impactara con las confesiones de «la hija de la Más Grande», a la que podría cantarse «la hija de don Juan Alba dicen que quiere meterse a monja», aunque aquí Rociíto cambió el convento por pastillas para despacharse apeándose del mundo que la parió y arrulló solo por ser «hija de» sin más título, obra o habilidades por las que ser noticia, despertar interés o ser ejemplo de nada, mundo a olvidar al no soportar ser diana de un acoso exmarital y mediático que la desquició. Y verla así produce en todo corazón una pena y una solidaridad automática por lo que tiene de víctima injuriada, de modo que la media España mayormente mujer llora con ella y se enfurece, apuntándose a ello también de mil amores (electorales) las dos Españas, las de Irene Montero y Rocío Monasterio, mientras la Tercera España no alineada se levanta del sofá (su escaño parlamentario), va al frigo, saca picoteo y refresco, pone la tele y se sienta en las gradas de este circo donde puede ser juez de la horca con solo voltear la manita del like con su pulgar hacia abajo: que se la corten, sentenciaron. Y en el acto, después de haber creado al monstruo y el negocio de emporcar, Tele5 despidió al exmarido. Toma ética. Mandan al tipo al abucheo, pero el negocio se queda.

HISPANIA DESOLATA EST ya lo anunció Jeremias

 MEMORIA Y RENCOR  “¿QUOMODO FACTA EST MERETRIX CIVITAS FIDELIS” 

Hay quien se jacta de tener memoria. Lo que tienes, tío, es mucho rencor y mala sangre. Se pasan la vida editorializando y especulando. Sí controlan la historia pero en ella narran parcialidades porque la historia está escrita por los supervivientes esto es por los vencedores y al final les aguarda el ataúd de tres cavidades: Porfirio, plomo y cinz. Estas cajas ralentizarán la descomposición de la mugre pero a la postre vencerán los gusanos. Estas consideraciones me conducen a dejar la bitácora de Internet que venía yo rellenando desde el 2007, yo estaba orgulloso de este prontuario que me ha convertido en un escritor apasionado. Uno de los pipis dijo en plan de sorna en la comida que celebramos: “y tiene un blog”. Era Remondo. Remondo se murió. Queda dpm Petate el del saco y toda esa cuadrilla de chisperos que siguen son soltar el pelo de la dehesa del seminario. Me quieren poco. Le he dicho a Medel el charcutero que no vuelvo más. Son todos ellos hijos entenados del Furor una deidad peligrosa en esta España 2020 año de la gran peste que nos ha deparado una revolución. Todos se meten en el cuarto oscuro de la Cava Florinda para llorar con don Rodrigo la pérdida de España. Fuimos engañados y emponzoñados por los mentirosos medios de comunicación. Me asomo al hontanar de las penas y mi alma se deshace en lágrimas. No volveré más al club. Ellos nos martirizan con redes y vergas como en el Circo Máximo y es caer en las redes del círculo vicioso. Nos azotan y quiebran las costillas en el potro, vierten plomo hirviendo sobre nuestras cabezas y todavía resistimos aunque esto sólo sea un decir para salir del paso. Porque ahora no veo testigos de la fe por ninguna parte. Todos se arrugan pancho Bergoglio se unió a su facción y la grey anda despavorida entelerida oveja sin pastor. Sin saber qué decir ni qué hacer invoquemos a san Timorato. Vemos pasar al jabalí de san Antolín y al lobo de san Froilán que le llevaba los libros a la cátedra o al pez de san Atilano que le escupió el anillo que se le había caído al Duero después de muchos años. Bellas historias apócrifas que nada valen ya. El anticristo está en el ajarafe dominador, vestido de escarlata y señero cual violinista sobre el tejado dominando la parte alta de la vivienda y haciendo señas para que penetren los ocupas pues cantemos con el salmista las desdichas de la Ciudad Santa que se emputeció. “¿Quomodo facta est meretrix civitas fidelis?” El pueblo elegida se ha vuelto homicida. Nos hemos quedado huérfanos y a pupilo y todos nos arguyen de error y estamos a tragar las uvas labruscas de todo el majuelo. Pero el mugrón de la vid está seco y los pámpanos fenecieron con la cencellada de madrugada. ¿Quedan redrojos? Nadie nos conhorta ni conforta, el vulgo nos desprecia. Vimos arder quimeras en la gran almenara del desengaño