DIMOS CRISTIANA SEPULTURA A MI AMADISIMA TIA PAULINA
Mariano tomó la
azadilla, la que usábamos para escardar, y abrió un pequeño agujero en el
enterramiento junto a la blanca cruz de mármol que preside la tumba de mi
abuelo Benjamín y depositó allí las cenizas de su madre.
Vuelve el polvo al
polvo, estábamos devolviendo a la tierra lo que es suyo pero Paulina vivirá
eternamente.
Mientras el preste el
Padre José María, hospitalario de san Juan de Dios, que pronunció en la misa de
exequias una homilía que nos emocionó a todos, hacía las abluciones, yo creía ver a un serafín que se
llevaba en volandas el alma de nuestra tía, nuestra madre, nuestra consejera,
al Paraíso y las piedras de las paredes de esa torre que tienen más de diez
siglos lloraban al unísono.
Y preguntaban con san
Pablo: “muerte ¿Dónde está tu victoria, dónde está tu aguijón?”; la tristeza se conjugaba con la
alegría entre las buenas gentes de Fuentesoto.
A mí me pareció sufrir
un ataque de Eulogía (hablar bien) y me puse hablar con lenguas de fuego como a
los apóstoles en el cenáculo.
Paulina se marchaba en paz dejando tras sí una
reguero de amor y de paz. La fragancia de su partida inundaba a todos los presentes.
Algo de mí fue
enterrado entre esas cenizas que esperan la resurrección las del querido abuelo
Benjamín mi segundo padre y de Paulina mi segunda madre.
¿Muerte donde está tu victoria?
Preciosa es la muerte del justo a los ojos del Señor y yo hablaba y parlaba por
los codos y discurría ante mis primos carnales unidos como una piña a los que
no veía en muchos años.
Estaban Juan José y su esposa Alicia, Mariano
mi ahijado Mariano Benito Galindo que seré su padrino hasta la resurrección de
la carne (no sé cuántos telediarios me quedan no pueden ser tampoco muchos) y
sobre todo a mi dulce y querida Yolanda que ayudó a portar la cruz de su madre
en sus últimos día con una entereza pasmosa.
Ya no quedan en el
mundo hijas así. Honrar padre y madre es un mandamiento divino y ella lo ha
cumplido a rajatabla.
Y que diré de mi prima
Leonides, la más tiesa, creo que es la que más se parece a Paulina y porta el
fuego sagrado de nuestros genes, alta y delgada como su madre y mi abuela cuyo
nombre romano lleva.
Eutrapelia ante las nuevas generaciones: Jaime el primogénito de Juan José y su bella prometida la rusa Cristina, así como la hija de Mariano y su pareja. Eutrapelia ante lo que viene pegando fuerte, yo no cabía de gozo ante estos dones que nos da el Espíritu Santo a los españoles,
Dentro de mi dolor mucho gozo yo sentía y fue
un día eucarístico que en griego significa sentirse bien y eutrapélico hablar
bien sin rencores sin odio, con humor y recordando como viejo que soy aquellos
tiempos de nuestra generación.
Mi tía y yo conocimos
los últimos de la edad media: segar, trillar, escardar y arrancar yeros siempre
mirando para el cielo no llegase el pedrisco que arruinaba las cosechas y condenaba
al hambre.
Se cerró un ciclo, vino la tecnología, los nuevos
inventos que arrinconaron a los viejos aperos.
El gario, las horcas, el bieldo de las parvas, las hoces y los rastrillos con sus zoquetas, la tabla de heñir, la guadaña, las alforjillas, cabezales y trillos fueron como reliquias inútiles al sobrado o desván.
Pero la fuerza de aquellos labriegos que
optaron por la emigración subsiste incólume.
Dieron a sus hijos buenas carreras y les
hicieron hombres de provecho. ¿Nostalgia? Tal vez pero hay que acomodarse al
sentido de los nuevos tiempos.
El Zeitgist, pero sin desarraigarse de lo que
dejamos atrás, de nuestras raíces profundas clavadas en la entraña de los
siglos y no deprimirse ni acojonarse ante el nuevo semblante de las Españas, yo
me quedé pasmado ante la milenaria pila bautismal (debió de estar en la vieja
iglesia de san Gregorio hoy cementerio) donde recibió mi tía y muchos de los
que allí estaban las aguas de gracia.
Es un recipiente de
piedra labrada que debe de pesar más de un quintal y prueba un dato importante
de la tradición cristiano-visigótica mozárabe:
el sacramento del bautismo lo realizaba el sacerdote por inmersión no por
ablución. Pienso yo.
Y me detuve a rezar un
padre nuestro ante el altar del querido san Antonio del cual tanto mi tía como
mi madre sintieron profunda devoción. Que Antonio divino y santo las acompañe
en el cielo, pedí a Cristo con fervor. Paz y bien.
domingo, 11 de mayo de
2025