2024-01-08

la navidad es la fiesta de los niños. Rusia honra al Niño Jesus. Su Santidad patriarca Cirilo reparte regalos padaroki

 

El árbol de Navidad patriarcal tuvo lugar en el Palacio Estatal del Kremlin

Un cuento navideño sobre la victoria del bien sobre el mal, regalos, felicitaciones y palabras de despedida del líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Hoy se celebró en Moscú el tradicional árbol de Navidad patriarcal. Al Palacio Estatal del Kremlin fueron invitados los niños de Donbass y aquellos cuyos padres ahora luchan en el frente. 

Informe de  María Saushkina. 

RECUERDOS DE UN NIÑO DE CORO EN LA CATEDRAL DE SEGOVIA

  CANTO GREGORIANO

EL cancel de la catedral de Segovia (aquel armatoste de madera de pino de casi veinte metros de altura y tres de ancho) lo transpuse infinitas veces cuando era monaguillo. Me sabía el confiteor y el suscipiat y el canon del viejo rito. Las palabras en latín suenan dulces y terapéuticas en mi memoria.

Era la magia del Siete, las octavas y neumas del canto gregoriano. Percibo ahora ya viejo en mi memoria los kiries y los gloriapatris conjugadas con el vozarrón del deán Revuelta que nos convocaba:

─Niños, a coro

Y un revuelo de sotanillas rojas y roquetes blancos se abría paso por la vía sacra desde el altar mayor a toda prisa. Venían los turiferarios perfumando la nave de la catedral gótica, detrás los pertigueros seguidos del magistral, el lectoral, el racionero y el fabriquero.

Sonaba la voz profunda de don Quirino el beneficiado que cantaba la Passio los viernes santos interpretando a Cristo, Matesanz el tenor lo bordaba como cronista. Don Macario hacía de pueblo dando voz a las turbas en el gazofilacio.

Recuerdo aquellos veranos de mi infancia en que me nombraron seise y tiple de la escolanía. Bajaba pedaleando en mi bicicleta desde Valdevilla hasta la Plaza Mayor y me introducía por el cancel, casi no tenía fuerza para empujar el portón y salir indemne del capotazo del grueso telón de cuero que ponía al templo mayor a recaudo de los fieros fríos invernales de Segovia.

Allí estaba ya doña Bibi la pobre vergonzante envuelta en un ropón de piel de carnero pidiendo limosna murmurando a través de su boca desdentada la oración del Justo Juez. Una limosnita por el amor de Dios.

Yo siempre daba a la pobre vagabunda una perra gorda aunque sabía que luego se lo gastaba en vino. A su marido y a un hijo suyo los habían matado los rojos en la batalla de Brunete y se dio a la bebida.

 Ya estaba todo el cabildo sentados en sus sillares o apoyando el trasero en las misericordias, dispuestos a entonar el Domine Labia mea Aperies.

Las palabras eran en latín, pero en todas ellas palpitaba el espíritu de Israel. Las laudes eran a las diez más cortas que Prima. Acababan con un una bellos suplica intercesora a la Virgen María. Toda la clerecía entonces salía a desayunar. Muchos eran profesores del seminario o párrocos. Escapaban a decir misa. Nona era al mediodía y Tercia a las tres de la tarde. El oficio de Tercia se desarrollaba a la misma hora en que Jesús expiró en el Monte Clavario.

Más o menos la hora de comer y a la tarde cuando el sol se hundía tras el horizonte Vísperas. Y así día tras día durante casi nueve siglos. Una melodía que no cesa y atraviesa el tiempo dejando aparte las guerras, la peste, el hambre, las secas, los terremotos. Esta continuidad de la iglesia de Segovia es una de las grandes tradiciones del depósito de la fe cristiana El canto gregoriano es todo él un fulgor de belleza contemplativa. El hombre se abstrae de sus miserias y se eleva. A Dios deben de complacerle las alabanzas y derrama sus gracias sobre la tierra. Es otra de las grandes virtudes del catolicismo. No lo toquéis más que así es la rosa. Cuando empezamos a razonar y cuestionar con innuendos, minuendos y sustraendos y pegas, la flor se marchita. Cristo es el Amor y la Belleza. Permite salir la voz del amor desde sus cuerdas vocales. Gallo que no canta algo tiene en la garganta. Las secuencias y antífonas gregorianas son gritos del alma remedio de la tristeza, acicate de la alegría. En e seminario aprendí yo a amar el canto coral y lamento que Novo Ordo haya obviado al canto gregoriano dando paso a instrumentos musicales como la guitarra o la trompeta que fueron prohibidos en las misas por Pío X. el diablo debe de estar contento por este cambio. Dicen que el mejor instrumento musical es la voz humana. Únicamente los rusos han conservado tan gran acerbo que data de los primeros siglos de la cristiandad. Los troparios bizantinos abren la puerta de los misterios. El ser humano ha cantado siempre en las bodas, en los entierros, en las faenas del campo, en las del hogar, en las tabernas, en el amor. Los guerreros iban a la batalla cantando. ¿Dónde ha quedado el arte del contrapunto? ¿Qué se hizo de las antiguas melodías? Comprenda el lector el desencanto de este viejo que aprendió a rezar y a cantar el oficio divino en la catedral de Segovia


antonio parra galindo


GRANMA LAHABANA CUBA SIEMPRE CUENTA LO QUE OTROS CALLAN

 

Los bombardeos en Gaza tienen la huella de bombas no guiadas, armas «inteligentes », municiones con fósforo blanco, proyectiles de artillería, tecnología de última generación proporcionada por EE. UU. Foto: Ilustración

En estos días la humanidad contempla con horror la masacre israelí en Gaza. El ejército sionista no respeta hospitales, ambulancias, escuelas, ni distingue entre mujeres, niños y ancianos. En la medida en que la resistencia golpea a los agresores, la rabia homicida se desata con más furia sobre la población indefensa.

Recientemente, más de cien miembros de una familia palestina fueron sepultados bajo los escombros de un edificio, en un ataque sin sentido, realizado, como todos, para demoler las viviendas, matar civiles y borrar un pueblo de la faz de la tierra.

Las atrocidades cometidas por el ejército israelí resultan inauditas; el asedio y el bloqueo provocan una grave escasez de alimentos, recortes de suministros médicos y electricidad, así como falta de agua potable. La enfermedad y la muerte se ciernen sobre una pequeña franja de tierra que, a pesar de la atrocidad, no alza bandera blanca.

La dignidad de las víctimas asombra al mundo, un pueblo entero mira de frente a la muerte, convencido de que vencerá.

¿Pero quién arma a los asesinos? ¿Quiénes fabrican las bombas, los aviones, los proyectiles de artillería que incineran a hombres, mujeres y niños palestinos?

Los aviones militares de carga C-17 estadounidenses trasladan toneladas de armamentos a Israel, bombas no guiadas, armas «inteligentes», municiones con fósforo blanco, proyectiles de artillería, etc.

Si buscamos en la historia, veremos que, a pesar de lo escalofriante de la masacre, los alumnos apenas superan a sus maestros.

El uso de violencia indiscriminada contra civiles y niños, por las fuerzas militares de EE. UU. y sus aliados, no es una práctica novedosa: por desgracia, abundan los ejemplos.

A las 21:51 horas del 13 de febrero de 1945 sonó la alarma antiaérea en Dresde, Alemania. Solo en la primera oleada se lanzaron 525 toneladas de explosivos y 350 de bombas incendiarias.

Poco después, a la 1:05 de la mañana, 529 Lancaster británicos lanzaron 650 000 bombas incendiarias sobre la ciudad. Se sabe que la gran cantidad de incendios provocó una terrible tormenta de fuego.

Hiroshima y Nagasaki, ciudades japonesas sin valor militar alguno, fueron quemadas literalmente por armas nucleares, en un acto criminal innecesario, que nada puede justificar.

Pero es casi desconocido que, en las noches del 9 y el 10 de marzo de 1945, se llevó a cabo la denominada Operación Westinghouse, según la cual 334 bombarderos b-29 sobrevolaron Tokio y dejaron caer 1 665 toneladas de bombas, el más letal bombardeo de la historia. En algunos puntos de la ciudad la temperatura alcanzó los 1 800 grados.

El 24 de marzo de 1965, aviones Skyriders, protegidos por cazabombarderos a reacción de la Fuerza Aérea estadounidense, lanzaron un ataque con bombas de fósforo blanco contra poblaciones indefensas de Vietnam del Norte, convertidas en un verdadero infierno.

En la jerga militar, al fósforo blanco se le nombra como WP, acrónimo en inglés de white phosphorus. Durante la Guerra de Vietnam, el fósforo blanco fue bautizado por los militares estadounidenses con los alias Willy Pete o Willy Peter.

Las municiones que contienen fósforo arden en contacto con el oxígeno, agua y material orgánico, e incineran el tejido humano hasta dejar el hueso limpio, sin destruir la ropa.

Willy Pete fue utilizado indiscriminadamente contra la ciudad iraquí de Faluya, una urbe de 350 000 habitantes, en el centro de Irak, que sufrió dos meses de bombardeos indiscriminados. Las fuerzas estadounidenses usaron, además, un arma conocida como Mark-77.

Las Mark-77 evolucionaron a partir de las bombas de napalm, usadas en Vietnam y en Corea. Contienen combustible jet para avión, queroseno y poliestireno. Al igual que el napalm, este agente forma una gelatina que se pega a las estructuras y a los cuerpos de las víctimas.

La humanidad debe poner fin al etnocidio sionista, manifestación brutal del doble rasero en las relaciones internacionales. Los pretendidos sheriffs del mundo actúan con impunidad, ante lo cual el resto del planeta debe unirse, para evitar el crimen y proteger el futuro de la especie humana.

EL CAFÉ CONTRA EL MATE DE CLARIN BUENOS AIRES

 


Café Cabrales: cómo cambiar sin perder la mística familiar: "entre nosotros el apellido genera más obligaciones que derechos"

Desde Mar del Plata provee, entre otros, a McDonald's. "No hacemos locuras", dice Martín Cabrales, su presidente.

Café Cabrales: cómo cambiar sin perder la mística familiar: "entre nosotros el apellido genera más obligaciones que derechos"Martín Cabrales, actual presidente de la empresa.

En 1926, con 18 años, Antonio Cabrales abandonó Asturias y se embarcó hacia la Argentina.

En Buenos Aires comenzó a trabajar en “Al Grano de Café”, una firma en el centro porteño, elaboradora, importadora y exportadora de café, té y otros productos. Al tiempo, la empresa lo envió como encargado de su sucursal en Mar del Plata. Allí se quedaría para siempre.

Con el oficio aprendido y mientras fundaba una familia marplatense, en 1941 Antonio se convirtió en emprendedor: abrió un local en Rivadavia casi Independencia, que bautizó La Planta de Café. Allí vendían café tostado y molido a la vista a clientes particulares, junto con otros productos importados. Pero el objetivo principal era atender hoteles, confiterías y restaurantes, es decir, el mercado “de pocillo”, o canal Horeca, como se denomina hoy.

Sus hijos Antonio “Quique”, Jorge y José Manuel “Coco”, se fueron sumando al negocio en los '60. “Éramos una familia muy unida, y el café estaba siempre presente”, recuerda hoy Martín Cabrales, hijo mayor de Quique y actual presidente de la compañía. “Yo nací en 1962 y me acuerdo de chicos jugar con mis hermanos a trepar las pilas de bolsas de arpillera de café verde de 60 kilos. El café era el tema en la familia”.

El emprendimiento se convirtió en una empresa familiar y comenzó a expandirse. En 1965, en una Mar del Plata más grande y populosa, la familia compró un terreno en la calle Talcahuano al 600, para armar un depósito. Allí envasarían el té en hebras Tellevo y el té en saquitos Big Ben, y también emplazarían la máquina de torrado (un proceso de tostado con agregado de azúcar que permite suavizar defectos y estirar la vida útil del café. En la Argentina es el más consumido en los hogares).

Así, a la venta de café tostado y molido a la vista sumaron, con la marca La Planta de Café, el torrado en un envase dorado y con logo. “Fue una idea de mi padre, que tenía un gran sentido comercial. Mi tío Jorge manejaba la venta a los locales gastronómicos, y Coco los supermercados”, cuenta Martín Cabrales. “Pero la cabeza era papá”.

Antonio Cabrales inició la compañía en 1941.Antonio Cabrales inició la compañía en 1941.

A principio de los ’80 la familia había tomado otra decisión trascendente: darle su apellido a la empresa, Cabrales S.A., aprovechando que así se la conocía en los restaurantes, bares y confiterías.

Quique captó las posibilidades de expansión que abrían los incipientes supermercados, con su sistema de autoservicio en grandes superficies, formato que empezó a difundirse en el país en los ’60 (El Hogar Obrero, los Minimax del grupo Rockefeller, Tanti, Norte y Gigante), y que desde mediados de los ’80 y en los ’90 tendría su apogeo, de la mano de los hipermercados de las cadenas internacionales.

“Primero crecimos hacia el sur del país, con un local en Ushuaia. Después vinimos a Capital Federal con una oficinita. El supermercadismo empezaba un desarrollo muy fuerte, y nos subimos a ese crecimiento. Disco, Jumbo, Norte y Carrefour nos ayudaron mucho”, cuenta Martín Cabrales. Gracias a los supermercados, La Planta de Café se convirtió en el caballito de batalla de la empresa, empujado por la publicidad en los medios masivos, con el jingle Arriba Cabrales, cantado por Julia Zenko, sonando en todas las radios a mediados de los '90.

Como algunos supermercados eran regionales, la empresa pudo aprovechar para vender en Uruguay, Chile y Paraguay. “Fuimos abriendo mercados de a poco. Las posibilidades se dan porque estás todo el día en el tema. No fue que hicimos un estudio de mercado, mucho fue prueba y error”.

Con la tercera generación a cargo de la compañía, la marca encaró otra innovación: lanzó el primer café tostado para consumo hogareño, con la marca Cabrales. “Hasta ese momento, el tostado sólo se encontraba en los bares. Nosotros lo pusimos en las góndolas, con la certificación de Colombia de Juan Valdez”. Luego siguieron con Brasil, Perú, Costa Rica y otros. “Hicimos toda una línea de tostados certificados por el país de origen”.

De la familia a la empresa profesional

Desde el comienzo, la empresa también importó marcas internacionales, que hoy ofrece en sus cinco locales en Mar del Plata, dos en Buenos Aires y uno en La Plata. “Mi abuelo trajo el cognac Osborne”, dice Martín. En los ’90 fueron representantes, entre otras marcas, de Jack Daniel's, Vat 69, Dewars y Budweiser: “Fuimos los primeros en traer la cerveza en lata”. También trajeron las conservas españolas Albo, el té inglés Twinings, las pastas Cipriani y Barilla, los edulcorantes Splenda, los filtros Melitta, las especias McCormick y otras. Lo importado puede conformar el 15% de las ventas de la compañía, pero con altibajos que dependen de la época y la política nacional.

Desde el local inaugurado por Antonio hasta la sociedad anónima actual, Cabrales pasó por diferentes etapas. “Con mis hermanos iniciamos un proceso de profesionalización”, explica Martín. Para eso, manteniendo la mística de la empresa familiar, desarrollaron con el IAE (Instituto Argentino de la Empresa) un protocolo que establece las reglas de participación de los familiares y parientes políticos “antes de que empiecen los problemas”. Los socios acuerdan las reglas de incorporación al trabajo, las remuneraciones y vacaciones, entre otras cosas. “Se trata todo el tema familiar, se lo detalla en un protocolo y, si bien no tiene fuerza de ley, se lo respeta de esa manera”.

Ahora les toca ver cómo se incorpora la cuarta generación. "Ya está mi sobrino Manuel, pero debemos profesionalizar todas las gerencias”, dice Martín. Los accionistas son los miembros de la familia. “Algunos integran el directorio y otros no tienen obligación de estar en la empresa, cada uno elige su destino. Para ocupar un rol gerencial hay que ser un profesional capacitado. Es decir, la portación de apellido genera más obligaciones que derechos y, para ocupar una gerencia, un Cabrales tiene que estar más profesionalizado o especializado que un tercero”.

El local de La Planta de Café en Mar del Plata.El local de La Planta de Café en Mar del Plata.

En el mundo, el café es la bebida más consumida después del agua, dice Cabrales. En la Argentina, si bien el café y los bares pueblan el imaginario porteño, no hay un alto consumo. “Aquí está muy impregnado en la cultura, en lo porteño, en el encuentro con amigos. Y entonces se supone que el consumo es mayor de lo que en realidad es”. El café se toma en las grandes ciudades, dice, pero a nivel país apenas roza el kilo por persona al año, contra cerca de 11 kilos de los países nórdicos.

Aunque el mate le saca varias cabezas (se consumen unos 6 kilos anuales de yerba por persona), para Cabrales no es la única competencia. “Antes el café competía solamente contra el mate, que tiene la ventaja de tener materia prima nacional. Cuando eramos chicos a la mañana nos daban café con leche con pan y manteca. Ahora son cereales, lácteos, jugos, y también el té… Contra todo eso compite el café”.

Que, entonces, debió aggiornarse. Al público joven había que captarlo. Así nacieron las cadenas y el café de especialidad. “La tendencia a degustar el café es muy buena para nosotros, porque nos empuja a estar cada vez más arriba en calidad, a ofrecer distintos blends. Y obliga también a nuestros clientes a dar una buena bebida”.

Y agrega: "Hay que trabajar en los nichos, saber leer al consumidor y aprender lo que quiere y necesita. A mayor grado de crisis, el que sufre más suele ser el consumo del medio. Tenés que ver las necesidades de cada consumidor. Una cualidad nuestra es tener en góndola todas las variedades, para distintos bolsillos".

En esa tendencia, la empresa lanzó “Familia Cabrales”, una línea de café de especialidad o de autor. “Empezamos ahora porque trajimos a Mar del Plata Mumac Academy, la primera academia de café de Sudamérica, del grupo Cimbali. Somos representantes de sus máquinas, que son las mejores del mundo”.

La planta de Cabrales en los primeros años de la compañía.La planta de Cabrales en los primeros años de la compañía.

La academia apunta a un público diverso. Consumidores que quieren profundizar sus conocimientos, gente que busca una salida laboral como barista, o que planea viajar y quiere la certificación que les permita preparar café en cualquier ciudad del mundo, aficionados gourmet. “Arrancamos hace poco más de un mes con nuestros clientes en Mar del Plata. Se empieza de cero, la molienda, el grano crudo, la preparación, la bebida lista para consumir. Requiere de toda una práctica”.

A diferencia de otras bebidas, el café no solo depende de un buen producto de origen, sino también de la preparación. Incluso la humedad del día puede impedir un grado de molienda perfecto. “Es decisivo el resultado final. En una comida, el café es lo último, por eso es importante que esté bien”.

Para acompañar la exigencia, la empresa formó un equipo de apoyo para sus clientes de hoteles, restaurantes y bares. Un coffee master capacita a quienes lo piden, y una decena de maestros cafeteros recorre la calle. “Chequean cómo sale el café en los distintos locales, le enseñan al que trabaja en la máquina cómo va la taza, cómo tiene que ser la molienda, la temperatura...”.

Para ubicarse mejor frente a la competencia, Cabrales también desarrolló distintos productos, algunos asociados con grandes empresas. Una fue Philips: “Con ellos desarrollamos Senseo, una cápsula grande y redonda con papel filtrante para unas máquinas de Philips que ya no se fabrican. Pero nosotros seguimos haciendo la cápsula, hasta que se rompa la última máquina”, dice Martín Cabrales.