2015-10-02

el tancredismo a Rajoy se lo endosé yo

Berrean las radios consignas escatólogicas que pasan por información, siendo propaganda cruda, y ahora todos hablan del tancredismo. Me honran como periodista. Aprendí a titular en Fleet street y me gustaban cabeceras como azotes. En España no han aprendido el arte de los bylines. Por ejemplo el New York Post declaraba ayer la guerra a Putin con un rotundo "lick my ass" (limpiame el culo) que le dijo Obamo, pues ahora andamos los españoles con Don Tancredo. Era don Tancredo , maletilla,que actuando en una charlotada en la Ventas, esperaba al toro sentado en una silla y cuando bufaba el eral se subía a una silla batiendose en retirada. Tancredismo es metafora que pasa por escurrir el bulto, no agarrar al toro por los cuernos, desviarse, eludir el problema. Todos sabemos que lo de Cataluña es una cuestión de tres pares de perendengues. Sólo mediante una intervención drástica (suspender a Mas, retirarle la paga y en cualquier caso proclamar el estado de sitio) sería lo congrfuente pero este gallego no sabe no entiende no contesta. Ha optado por los paños calientes y recurriendo a los jueces para curar la herida secesionista, una cornada tan grave que fue el origen de la guerra civil. 
A doña Eperanza Aguirre, doña Hope,  tambien se lo puse el mote un servidor de ustedes.La que está despañolizando las escuelas de Madrid, es una medio tonta, con cara de lista. Tambien la coloqué el título de la Hija del Ganadero. Ya va siendo hora de que se retire. Niños, aprended castellano primero y luego podreis meteros en la garambaina del inglés y es que estos políticos son una calamidad pública. España gracias a ellos e desintegra, se descompone.

AGUSTIN DE FOXA. LA CARMENA QUIERE ECHARLO DEL CALLEJERO DE MADRID. HACE FALTA SER BRUTA Y REVANCHISTA


Agustín de Foxá saludando a Manolete.


AGUSTÍN DE FOXÁ

 

Escribió el cara al sol y puso una letra un vasco, Tellería. A él le debemos la mejor novela sobre la guerra civil. Escrita sin odio bajo el dominio de una prosa esperanzada que han de leer las generaciones del porvenir porque está llena de amor a España y de comprensión hacia los obreros. Padre perdónalos que no saben lo que hacen. Fueron muchos siglos de furor, de opresión de los caciques, mariconeos y manipuleos de los curas que se acostaban con la mejor moza y se llevaban a la cama a los más lindos efebos de los niños de coro. Madrid de corte a checa no solamente es la gran novela de la conflagración hispana sino una de las mejores novelas que se escribieron el siglo XX y que nois perdonen Zola y Flaubert. Pilar Armijo el amor eterno e imposible de José Félix pues está casada supera en emoción y registros literarios a Madame Bovary sólo comparable a la Regenta que a juicio de la crítica es el segundo gran libro en español después del Quijote. Ambas tienen el privilegio de enganchar al lector desde su arranque. Yo me leí las seiscientas páginas del texto de Leopoldo alas Clarín en un par de noche, cuando era moza el año 72. Madrid de Corte a checa me llevó el otro día una tarde de lluvia en Oviedo y parte de una noche. Es la magia del arte un privilegio que otorgan los dioses únicamente a los elegidos.

A través de sus capítulos he visto perfilarse nítida y egregia la imagen de José Antonio, de Onésimo Redondo, de Ramiro y tantos otros que se fueron a montar guardia y nos vigilan desde las estrellas. ¡Qué buen caballero era José Antonio! Si volviera yo sería su escudero, habría que decir plagiando a Dámaso Alonso. En esta novela río en cuyo álveo subyace todo el drama de nuestra guerra civil.

continuará

hans holbein el mozo


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HANS HOLBEIN PINTOR DE CARAS ANCHAS

 

Retratista y pintor de cámara Enrique VIII 1497-1543 plasman sus pinceles euforia del renacimiento fe en la razón y la ciencia nace en Augsburgo maestros alemanes cranach Altdorf Durero pioneros del arte del grabado hijos de Hans Holbein el viejo colaciona el arte de Apeles con la imprenta introduciendo el relieve y entallamiento de madera que hace primores iluminando los primeros incunables 1514 el ayuntamiento Basilea le encarga decore el ayuntamiento allí realiza primeros retratos de virgen María antes de estallar eclosión iconoclasta calvinista.

He aquí al ultimo pintor de madonnas acaba el arte religioso sus mayores composiciones se centran en la maternidad de la virgen. Al estallar la guerra de religión huye a suiza y se instala en Londres avalado por Tomás more en cuya casa de Chelsea se aloja. Hace retratos de su mecenas y de Henry viii al ser introducido como pintor de cámara. Retrata a tomas Cromwell. En 1543 muere en Londres por la peste.

El mejor dibujante orífice sus estudios psicológicos de los personajes de época se encuentran castillo Windsor. Justificación por la fe no hay que huir del mundo sino adaptarse libre examen e interpretación de la Biblia las 97 tesis de Wittenberg. El lema vació los conventos y puso a Alemania patas arriba en Holbein tiembla la conciencia nueva del individualismo brota en su paleta esa sinceridad tan alemana destierra el fatalismo sustituyéndolo por la iniciativa personal saco de roma y novela picaresco el papado una institución demagógica y violenta el pueblo se embrutecía y empobrecía con las guerras de religión Erasmo tiritando de frío en una lóbrega aula de Cambridge atisba una nueva era y le pide a Dios que vuelva a nacer otra vez para contemplar de cerca el cambio que se acerca. Retrata a Erasmo que escribe con los dedos de la mano izquierda llena de anillos el gesto adusto y afilado transmitiendo en el espectador una gran frialdad barbilampiño ojos pequeños cara que inspira escepticismo y desdén `por el borde de la chapela asoma un mechón de cabellos grises que anuncian la llegada de la edad provecta. Se explica por que quería vivir un poco más para dar testimonio de la luz nueva desde la oscuridad monástica de us mesa de escritor trasterrado. La iglesia no podría soportar un segundo proceso a Galileo dijo suenens. El rictus de los labios de Erasmo son mellizos compadres de su amargura interior. Debía de estar malo, cólicos nefríticos, dolor de ijada. Sin embargo la firmeza de su prognato mentón revela una voluntad firmísima no debió ser tipo muy tratable. Holbein lo pinta antipático y algo patético. Era hijo fornecino de un fraile español y de ahí su mala leche contra los españoles “non placet Hispania” en la que se acuña el primer maravedí de la leyenda todas las utopías suelen conducir a realidades infernales. Elogio de la locura. Era un filólogo que quería limpiar la iglesia de superstición y retórica no era un teólogo solo un pesador pero sus trabajos fueron el incendio de una hoguera cuyos rescoldos aun perduran. Durero era por el contrario un caballero alemán que recrimina a Erasmo escúchame jinete cristiano cabalga delante de la cruz no sé donde vas a ir a parar.

En el cuadro de Holbein queda plasmada esa duda entre la realidad subjetiva y las creencias envolventes. Pinta con un pie cabalgando en la edad media realejo del Bosco y otro en la modernidad de la nueva era. Thomas More un hombre destinado a la eternidad con su manto de púrpura y su cadeneta de canciller acabaría en la torre el hombre del deber el humanista de todos los tiempos y de todas las épocas su aspiración a la utopía acabó en la toza del verdugo no supo adaptarse. Holbein hace una pintura psicológica pinta el alma de sus personajes.

En Cromwell se adivina la tea incendiaria del terror de los monasterios. Es el hic et nunc los protestantes rechazan la trascendencia y se agarran a la inmanencia del siglo algo que vemos en la iglesia de los tiempos de Francisco I . Enrique octavo refleja pasión de mando concupiscencia de su barba rojiza y ciertos rasgos líricos porque el rey en su juventud fue poeta. (1490-1550) y suele decirse que los temperamentos artísticos cuando toman el camino de la política advienen en la tiranía. Claro ejemplo de lo mismo fueron Nerón y Calígula. El rey Enrique último de los Tudor no es una excepción de la regla. La historia reconoce por último a Enrique VIII como “Barba azul”. Tenía un problema con las damas. A las mujeres que amó las mandó degollar. Holbein el primero que introduje la ciencia de la psicología en el arte de Apeles refleja ese ansia de poder y de dominio sobre el bellos sexo (barbitaheño, salientes pómulos, enormes caderas) que transmitía el rey que repudió a la mejor infanta de Castilla y mandó a la torre a Ana Bolena. Por lo visto a partir de los treinta años se le declaró impotencia sexual y la perdida de su virilidad derivó en peligrosa misoginia. Todo acabó en esa violencia de género y en la tragedia de las Seis Esposas de Henry the Eight.

EL GUZMÁN DE ALAFARACHE Y LA HISPANOFOBIA










ANIVERASARIO CUATROCIENTOS DEL GUZMAN DE ALFARACHE

 

Barcelona 1615 sale de tórculos GUZMÁN DE ALFARACHE después del Lazarillo y el Buscón gloria del género picaresco mayor contribución de la literatura castellana a la narrativa europea.

Esos sí que eran libros y no los engendros que publicaba la Carmen Bacells que la convirtieron en mujer rica.

 La efemérides desgraciadamente pasará desapercibida, en medio de esta voragine de autoflagelación y de renegados (el último ha sido ese cineasta fracasado que no vale ni siquiera para la pornografía en sus películas al que llaman “Ojo Pipa”) está de moda blasfemar contra la patria y a algunos le lloverá en los hocicos el propio gargajo.  

Se van a bañar en su propia mierda y hoy se ha muerto la Barcells esa bruja catalana que se inventó el boom. Fuese y no hubo nada. Literatura de usar y tirar. Panfletos que no pasarán a la historia. Cn todos mis respetos para los premios Nobel concedidos a dedo, mediante enredos de las logias.

El castellano es una lengua tan poderosa que sobrevivirá  a la acción demoledora de esos latinoches. Nunca conseguí terminar ningún libro de García Márquez  y a Vargas Llosa otro invento de la leridana se lo regalo a la China de la que se dice tener música en la crija. El premio Nobel no se acomoda a mi verija. Su laurel tiene bicho, se lo dieron por pertenecer a la gran organización demoledora.

 Que le aproveche, si es que puede y a los ochenta todavía se le empina. Que uno está curado de espanto. Igual que la mula del atabalero, no me asusto por nada.

No es cosa de ahora este negacionismo. El Estebanillo, el Marquillos de Obregón El Guzman de Alfarache ya aludían a él Su autor Mateo Alemán un clérigo que se hizo soldados capitán del tercio de Lombardía que acabó en galeras fue contino o cortesano en la corte de Su Majestad, caritativo con los menesterosos y beneficiario del hospital de pobres de Antón Martín, ayudó a las mujeres perdidas de la calle de Toledo y secundó ciertos movimientos místicoides de su tiempo como el de las beguinas, monjas seculares o terciarias del beaterio de la Puerta de Toledo. Estuvo muy en contacto con la miseria humana y las realidades sociales del llamado Siglo de Oro. Sus mermas le hicieron conocer la vida de los veteranos y el vagabundaje.

Al final de su libro hace una reflexión de suprema actualidad a la sazón sobre la hispanofobia “:… y si eres español por ventura dondequiera que fueres serás mal recibido aunque te pongan buena cara, que aquesta ventaja hacemos a las demás naciones del mundo ser aborrecidos de todos, cuya sea la causa yo no la sé”.

Es frase que calca Vicente Espinel en su Marcos de Obregón, e idea en la que reparan también Cervantes y Quevedo el cual llegó a escribir su “España contra todos” en defensa de la hispanidad. Hablase ahora mucho de antisemitismo islamofobia chauvinismo y cristofobia. Todos estos sentimientos  en parangón se colocan al mismo nivel que el furor antihispanico que se proyecta con la rabio de un nuevo negacionismo. Así como algunos niegan el holocausto de algunos judíos, otros despotrican contra la labor civilizadora y cristianizadora de España, viniendo sus gritos, ay, del propio seno de la iglesia romana por cuyo lábaro y enseña murieron miles de españoles en toda Europa. Y todo viene de aquel fraile flamenco hijo de padres desconocidos que se llamaba Erasmo de Rotterdam. Gue el que dijo:

▬Odiamos a España

Por lo visto los poderes ocultos del dinero la infamia y tergiversación no perdonan a La hispanidad su talante independiente.

Gran error de la historia de España es el haberse salido de los cauces entablillados a la férula del Gran Diseño.

Otro caso de  odio atávico feroz incomprensible visceral podrían ser Rusia y el imperio romano. Lo justifican sus intérpretes porque tanto en España como en Roma como bajo los zares dominó el imperio de la cruz constantiniana im hoc signo Vinces. Ese estandarte para sus jerifaltes tan detestable. Con tal baldón, con ese pasaporte escarlata de la gran coroza hemos de marchar los españoles por los vericuetos intrincados de la Historia.

El furor hispanófobo cunde por doquier pero no es cuestión de adentrarse en los misterios de este fenómeno que constituye una de las claves del laberinto español sino solazarnos con un genero que se invento en España (Schelm Literatur de los germanos) y que imitan otras literaturas europeas: Tristan Sandy, Gil Blas, Tom Jones o Rabelais.

Con sus libros en la mano, los españoles dando un ejemplo hacemos autocrítica mirándonos en los espejos ustorios de la sátira.

El Guzmán tuvo una buena acogida, se vendieron sesenta mil ejemplares de un envite hasta el punto de que pronto tuvo émulos. A Mateo Alemán le ocurrió lo que a Cervantes con el Avellaneda. Le copìaron el libro aunque tampoco en cuyo caso segundas partes fueron buenas Causante del latrocinio fue un valenciano, tal Mateo Luján.

Seguramente fue de origen converso como la mayor parte de los literatos de su tiempo pues se ríe de las ejecutorias de hidalguías de todos aquellos que se ufanaban de ser godos de pura cepa y de provenir de la pata del caballo del Cid que se llamaba Babieca “cuando todo sabemos que su abuelo tuvo colgado un sambenito del techo de la catedral de Toledo”… que preparaban la adafina los viernes para ser olla podrida o cocido del sábado… que se santiguaban poco y cuando lo hacían sentían pavor al agua bendita y a la carne de cerdo”, etc.

En esas estamos desde entonces entre Scilla y Caribdis entre estocadas y palenques. Mateo Alemán escribía en estilo gnómico o sentencioso. Tales conversos como Lázaro de Tormes o Rinconete o el bueno de Pablillos poco tienen que ver con los renegados de ahora. Que escupen contra la cruz, ganan millonadas, aparecen a cada hora en TV y sólo creen en los Derechos Humanos con la boca pequeña. Aquellos pobres desgraciados creían en Jesucristo y eran mucho más ingeniosos que estas sotas y bustos parlantes, renoveros y tertulieros del telediario, que trillan la parva de la obviedad y el lugar común en sus comentarios sin chispa ni gracia ninguna.

Porque en vida y en muerte debió de ser un estoico. Los lances picarescos que relata en los trancos o capítulos de su libro carecen del donaire del Buscón o de las carcajadas del lazarillo. Sin embargo el estilo es depurado y perfecto. En Italia era conocido como el “español divino” príncipe de la elocuencia que sabía escribir diestramente y con elegancia. España mi natura Italia mi ventura. Perteneció a la pléyade de soldados escritores que combinaron a Marte con las musas y cayeron rendidos ante la belleza de la lengua Toscana y la belleza del paisaje y las ciudades italianas. Su descripción de Siena y de Florencia así lo avalan. En ellos las armas y las letras se hermanan en pro de una cultura clásica y humanista que es lo que les falta a los del boom.

No es extraño pues que Mateo Alemán fuese devotísimo de uno de los mayores santos italianos san Antonio de Padua cuya vida escribió. La candorosa devoción de esta hagiografía no es óbice para que despliegue en sus libros un acre conocimientos de las mermas y pecados de la sociedad de su tiempo. El mayor pecado de la catolicidad es la envidia. Alemán ya los catalogó a todos estos vanílocuos falaces desaprensivos “papelistas largos en palabras escasos en verdades”. Apuntaba sus dardos contra los frailes. Siempre tendremos estorbos, decía, y embarazos de los hombres bajos. “nunca faltará otro Gil que nos persiga” y de ahí se puede sacar toda una categoría de gilitos dominguillos. Mateo Alemán fue el primero en describir al perfecto gilipollas, espécimen que tanto abunda entre nosotros y por un nunca faltará in don gil que te persiga. Por culpa de uno de esos se pasó un lustro de su vida al remo ¿Dónde estás Raúl del Pozo? ¿Dándole a la maquina de hacer jabón y cultivando metáforas rimbombantes?

Cómitres, esparaveles, chusma. Pero la mula del atabalero nunca se espanta. No nos pille de sorpresa. Lean el Guzmán de Alfarache y se darán cuenta y razón de lo que digo: Arturo Mas es el reflejo de ese don gilito que nunca faltará que nos persigue y que Mateo Alemán retrata en su magistral libro un verdadero antídoto contra la hispanofobia  

2015-07-11

IGNACIO ALDECOA CON EL VIENTO SOLANO UNA NOVELA PARA CUATRO DIAS DE JULIO LAS MAGDALENA SAN APOLINAR SANTIAGO Y SANTA ANA







IGNACIO ALDECOA UN MAESTRO DEL ARTE DE NARRAR. LOS ESTRAGOS DEL ALCOHOL

 

 

 

IGNACIO ALDECOA. CON EL VIENTO SOLANO

 

 

 

 

“Os castigaré con el viento solano”, se lee en algún libro de la Biblia, en el de Amós. Viento solano. Viento terral. Aires de plomo. Yo lo he padecido en algún lugar de la Montaña. Es un viento que sopla maligno con rachas de inspiración asesina o suicida. Los bávaros le denominan el “Föhm”. Cuando este viento invade las calles de Viena mucha gente se quita la vida.

 

 En verano este viento del sur llega impregnado con las arenas del Sahara, agosta las plantas y hace arder misteriosamente a los chaparros. Ignacio Aldecoa, magistral novelista de la generación de los 50 se sirve de uno de los hijos más aborrecibles de Eolo para dar marco a una de sus mejores novelas. Hoy ya no hay artistas como este vasco que anhelen la excelencia y buscan la palabra encendida que sea candelabro que alumbre a toda una generación, a toda una época. En la actualidad con la involución de valores que hemos padecido bajo el régimen partitocrático toda nuestra vida literaria gira en torno a autores ingleses, americanos, de ínfima calidad y que nada dicen al ser nuestro, pero este supuesto gorma parte del enjuague y de la amenaza.

 

 Así que nuestros jóvenes quizás sepan quien era Milton o las hermanas Bronte pero no sabrán ni media si se les habla de Quevedo o de Ignacio Aldecoa. El escritor vitorino en este drama mete al viento del sur en una botella y lo transforma en alcohol, uno de los mayores enemigos del género humano. Erifos vuelve a la carga. Dos gitanos en un una feria de Talavera se emborrachan. El etílico transforma sus vidas y sus conductas, hieren en la cara a un tabernero y salen huyendo. Perseguidos por la guardia rural, el protagonista Sebastián que llevaba un arma dispara contra el miembro de la benemérita al que hiere de muerte inconscientemente.

 

 Viene el arrepentimiento, el sentimiento de la gran soledad del hombre después de los estragos del vino, el complejo de culpa, los celos. Sigue la huida.

 

 El personaje huye de sí mismo, huye del peñascaró (aguardiente), de la pasma, de sus recuerdos. Con un magistral dominio del idioma, Aldecoa nos traza un cuadro vivo del habla de los calés y de los tratantes que acudían a las ferias principales de Castillas con sus recuas (Medina, Talavera, San Lucas, San Pedro en Segovia y la de Santiago en Alcalá). La mayor parte de los parientes que eran aposentadores y proveedores acemileros del ejército español y en Alcalá estaban los principales regimientos de caballería. Entre ellos el Villaviciosa 14.

 

 Aldecoa pasa revista a un mundo ya fenecido o a punto de fenecer colocando su espejo a lo largo del camino contándonos cómo era el real de aquella feria de Santiago en pleno mes de julio con el patrón de España y de la caballería por telón de fondo. Las casetas de tiro al plato, los malabaristas y saltimbanquis, las carameleras que vendían almendras garapiñadas famosas almendras de Alcalá en todo el mundo.

 

 El aguardiente, las tabernas pues ya se decía entonces de los viejos estudiantes “alcalaino borracho y fino”, es un personaje inevitable que suplanta al hado o al destino, una reata de mulas llegaba a lo largo del camino real y a la puerta del mesón el arriero descargaba un número indeterminado de pellejos de cuero que adosados a la pared de la taberna paredaña a la de un convento, y parecían pequeños hombres panzudos muertos de risa y que se dedicaban a observar al personal que entraba y salía en la ciudad.

 

 Los bocoyes panzudos de piel de cerdo alzaban sus muñones en forma de brazos como haciéndole guiños al sol de la meseta y Baco parecía hablar por sus orificios con lengua de trapo destapando la caja de los truenos. Luego el recuero se alejaba arreando a los machos. Entonaba un viejo canto de ronda como brindis al sol. La filosofía la aprendían los españoles en las aulas complutenses pero también en los muchos figones esparcidos por el campus. Alcalaino borracho y fino.

 

 Aldecoa nos advierte sin embargo en medio del jolgorio de aquella fiesta del patrón de la caballería española que el vino es el peor consejero del hombre. En esta novela me he encontrado con un Alcalá que desconocía pero que presumía: la de los aposentadores de la caballería real y del antiguo cuerpo de la remonta (chalanes gitanos en su mayor parte) que venían proveyendo a nuestros soldados de la montura correspondiente y de la tracción de sangre, desde los tercios de Flandes y desde los caballos y mulos que viajaron a América a bordo de las carabelas.

 

 La novela dividida en cinco capítulos cada uno de ellos dedicados al santo del día: la Magdalena, san Apolinar, santa Cristina de Toledo, Santiago Apóstol y Santana (los santos de julio). Con una pericia narrativa inimitable y una fuerza estilística que sobrecoge cuenta los trancos de esta hégira del muletero Sebastián desde Talavera a Segovia y desde Segovia a Alcalá. La acción termina en Cogolludo donde el protagonista después de visitar a su madre, se entrega a la Guardia Civil. Es una suerte haber nacido español y pertenecer a una cultura literaria autocrítica, feroz y tierna a la vez, siempre por los pasos divinos, que es la mejor del mundo dicho sea sin prejuicios y sin chovinismo. El Sr. Vargas Llosa no debe de habere leído a Aldecoa. Se lo recomiendo. Ese perulero es un bluf aunque le hayan dado el Nobel por pertenecer a la francmasonería. Sus libros no los lee nadie pero los de esta vasco no pasarán. Son inmortales. “Gran sol”, y los cuentos admirables, un verdadero tour de forcé de lo que puede dar el decir castellano. Voz del pueblo. Sufrimiento y esperanza.

continuará

 

 

 30 de enero 2011

2015-06-15

TRISTEZA DE VERANO


 

 

 

 

El verano del 66 no fue un verano como los demás. Marcelino había marcado el gol a Yashin el arquero de la selección rusa, veintitrés meses antes. Tanto que fue histórico. Marcó aquel gol y empezó un tiempo dorado. Yo sólo tenía veinte años. Inglaterra ganó la copa Jules Rimet que, todo el estadio de Wembley vibrando al son del himno dios salve a la reina, alzó jubiloso aquel medio volante desdentado del United (se le cayó la dentadura postiza en un encontronazo), Nobby Stiles; las “palomitas” de Bank que perdió un ojo en una estirada, la  crencha alborotada de Bobby Charlton, que le escondía la calva, chuts desde medio campo, la tangana de aquel extremo argentino por nombre Mas (“entré un poco fuerte no más”), las torres platenses en que despuntaba como una barbacana el central Ratin, las internadas de aquel interior izquierdo del arsenal Hearst ▬el futbol era por entonces deporte de caballeros deporte rey sin moros ni mafiosos en la costa▬ y asistíamos emocionados al espectáculo de la TV en blanco y negro en cualquier tupi de la calle Ávila o de la glorieta de Cuatro Caminos, mientras nos minchábamos un bocata de calamares regado con una clara… ¡a ver que va a ser, los señoooores! La Reina de Inglaterra más joven y con un abrigo de entretiempo entregó la copa a los vencedores del equipo inglés.

Un tiempo fascinante una Inglaterra fascinante. Había que saber inglés para llegar a ser algo en la vida. Remigio Bermejo se compró un diccionario de bolsillo e iba aprendiendo palabras en el metro. Tarareábamos canciones de los Beatles y de los Rolling y se organizaban guateques en los pisos. La risa espectral iba por barrios entre comerciales de la Inter y las codas de la copla mañanera resonando en los patios de luces. Olía a pimientos fritos y a verano t a sudor de axilas no depiladas al agarrarse a la barra del autobús, los sobones aprovechaban el traqueteo para arrimar material al culo de una monja o al solomillo de una oronda ama de casa, oiga usted no se pase tío cerdo. Nos enervaban las caderas de las muchachas. La Puerta del Sol amanecía vigilada por el anuncio del Tío Pepe plagada de isidros, llegados al albur del kilómetro cero, de vino y de sol. Muchas ganas teníamos de vivir.

Eran un poco tristes sin embargo las tardes de verano sin amor a ritmo de tonadas del Dúo Dinámico cuando regresábamos a casa después del baile derrengados tras la consumición y los deseos de amar nunca colmados.

▬ ¿Qué tal se te dio?

▬No me he comido una rosca, chaval.

▬Otra vez será. Hay más días de longaniza Terminé la carrera de Periodismo y entré en prácticas a trabajar en RN. La plaza la obtuve sin recomendaciones de ningún tipo. No tuve que tocar muchos palillos. Fui donde me mandaron. Todo estaba más cerca, más asequible, la vida que nos salía al encuentro nos sonreía y todo era más fácil

▬Tú vete para allá. Y ya está. Te presentas y dices que vas de mi parte.

 

En tiempos de Franco todo era más fácil. Los españoles teníamos futuro. No existía castuza y mandaba la regla del trabajo bien hecho, la esperanza, la alegría y la igualdad de oportunidades, lo que quiere decirse que el hijo de un obrero podía escalar los primeros puestos de la administración a diferencia de 2015 cuando todas las vías están taponadas y los cupos están sin excedente, no hay salidas, se obturaron las cañerías, sólo unos pocos, los elegidos que pasen. Coto cerrado. Numerus claussus. Sólo los hijos de los mandamases como los funcionarios del Tribunal de Cuentas en los que se reparten las vacantes de padres a hijos. Es una tradición esta que arranca del tiempo de la Oprobiosa que cundió, acrecentada, en tiempos de Adolfo Suarez cuando todos parecían agarrados al enchufe. Aquel verano fue el verano de los grandes sueños y los suspiros de libertad. Fernando Onega, aquel gallego rubio con acento de Puente Deume joven promesa de aquellos tiempos que escribía editoriales en Arriba metió a la hija en el gabinete de Prensa después de convertirse en el gran valido de don Adolfo y doña Sonsoles que paz descanse. Paco Bartolomé el de Efe enchufó a Macarena su primogénita con ZP. Joaquín Prats dejó a su hijo bien colocado en Telepuñetas y la campos que solo era una mediocre locutora de la cadena Azul nombró a su hija Terelu adjunta al cargo de reina de las mañanas. Momios, dinastías, enchufes, nepotismo, el que venga atrás que arree, y así sucesivamente.

Sin un momio sin un poco de recomendación no vamos a ninguna parte. De lo que se trata es de obtener una granjería, una canonjía, una mayordomía, un beneficio que sea sinecura de por vida. Esto con Franco no sucedía, lamento decíroslo a vosotros, patres conscripti. Tampoco hubo saqueo de las cajas públicas y de ello puedo dar testimonio porque yo vi, trabajando en Archivos con mis propios ojos la última nómina del Caudillo: 275.355 pesetas con 33 céntimos, aunque tampoco faltaran gatuperios como los de Matesa o los enjuagues del Opus. Los socialistas y los peperos, instalados en la pomada o encaramados en la caja tonta, no sólo hicieron mangas y capirotes de ese norma sagrada de la función pública basada en la nitidez y transparencia de los libros de apeos, sino que nos han vendido la patria a trozos.

Ahí tenemos al millonario Felipe, al creso Bono con su trasplante capilar y  su cara de queso manchego hizo un pan como unas tortas, al honorable Pujol con maletas repletas de billetes rumbo a Berna o a Andorra, al multimillonario Alfonso Guerra y todo su clan. Ay, hermanos queridísimos, os subisteis al carro, vuestro padre era un maestro ajustador de la Maestranza y soldado de Franco que hizo la guerra de cabo primera. Aquí todo se queda en casa. Que venga el hermanísimo.

Creo que los que vienen los de Podemos otros lobos con diferentes collares con ansias de poder y pisar alfombra de planta noble en ministerio seguirán el mismo rumbo.

Esa es la fija porque aquí la política nunca se consideró un servicio al bien común sino granjería del lucro y la codicia. La redacción estaba emplazada en el segundo piso de aquel imponente edificio de estilo herreriano que construido por el ministro Arias Salgado en la calle Capitán Haya. Otro que se llamaba Albeniz y yo entramos en prácticas. Nos fogueábamos redactando el Parte de las dos para Radio Gaceta de los deportes cuyo director era un granadino Joaquín Ramos y, su segundo un tal Galende un señor que había sido árbitro, hombre muy bondadoso que liaba densos cigarros de caldo de gallina (en las redacciones de aquel entonces se fumaba sin parar y hasta las mecanógrafas echaban humo) lo hicimos bastante bien. A mí me cupo el honor de entrevistar a Bahamontes la primera y casi única entrevista que hice por radio. Nos ofrecieron entrar en la empresa fijos pero tanto Albeniz como yo acariciábamos otros planes. Se nos metió en la cabeza la idea de que para llegar a ser algo en la profesión había que dominar a la perfección el idioma de Shakespeare, no sabíamos, pobres de nos, que el diablo sacando su larga lengua nos engañaba con semejante traza y un largo calvario nos aguardaba. En mala hora.

Albeniz llegó a ocupar la delegación de Efe en Naciones Unidas pero el pobre, a causa de un problema personal tuvo una depresión y se suicidó tirándose desde el balcón de un sexto piso. No había cumplido treinta años. Era el más joven de nuestra promoción.

 

 

 

 

2015-06-13

estos son los pajaritos de san Antonio, en inefable versión de JOAQUIN DIAZ, el genial poeta vallisoletano


Escuela española antigua. San Antonio de Padua


SAN ANTONIO DE DENIA

Canté mis 69 pajaritos y tomé el pan de los pobres en una iglesia franciscana de Denia. Paz y bien. El lema ha calado en mi existencia desde que fui parido por la Juana seis días más tarde del desembarco de Lombardía

Divino glorioso Antonio suplícale a dios inmenso que con tu gracia divina alumbre mi entendimiento para que mi lengua refiera el  milagro que en el huerto obraste  a la edad de ocho años. Desde niño fue nacido con mucho temor de dios. De sus padres es estimado y del mundo admiración. Fue caritativo y perseguidor de todo enemigo con mucho rigor. Su padre era un caballero cristiano honrado y prudente que ganaba el sustento con el sudor de su frente y tenía un huerto donde recogía cosechas y frutos que el tiempo traía. una mañana un domingo, como siempre acostumbraba se marcha su padre a misa cosa que nunca olvidaba y le dice a Antonio ven acá hijo amado escucha que tengo que darte un recado... mientras que yo esté en misa gran cuidado has de tener mira que los pajarcitos lo echan todo a perder... entran en el huerto pican el sembrado... por eso te encargo que tengas cuidado... cuando se alejó su padre y a la iglesia se marchó Antonio quedó cuidando y a los pájaros llamó... venid pajaritos dejad el sembrado que mi padre ha dicho que tenga cuidado para que yo mejor pueda cumplir con mi obligación voy a cerraros a todos dentro de esta habitación... ya los pajaritos entran en la nava y ellos muy humildes en el cuarto estaban... por aquellas CERCANÍAS NINGÚN PAJARO QUEDÓ PORQUE TODOS ACUDIERON donde Antonio los llamó...lleno de alegría san Antonio estaba y los pajaritos alegres cantaban... ya vio venir a su padre san Antonio les mandó callar... llegó su padre a la puerta y le empezó a preguntar qué tal hijo amado que tal Antoñito ¿cuidaste bien de los pajaritos? Antonio le contestó padre no tenga cuidado que para que no hagan nada todos los hube encerrado... el padre que vio milagro tan grande al señor obispo fue a avisarle... acudió el señor obispo con grande acompañamiento quedando todos confusos ante tan grande portento... abrieron ventanas, puertas a la par por ver si las aves querían marchar... Antonio les dijo a todos señores nadie se alarme los pájaros no se marchan mientras yo no se lo mande, se puso a la puerta y les dice así salid pajarcitos ya podéis partir... abran cigüeñas con órdenes tórtolas grullas y garzas gavilanes avutardas grullas mochuelos y garzas abran las urracas tórtolas perdices palomas gorriones y las codornices... salga el cuco y el milano burlapastor y andarríos canarios y ruiseñores tordos cárabos y mirlos... salgan verderones y las bobadillas y las cogujadas y las golondrinas... al instante se salieron todos juntitos se ponen mirando para san Antonio a ver lo que dispone Antonio les dijo no entréis en sembrado iros por los montes y por los ricos prados y al tiempo de alzar el vuelo cantan con dulce alegría despidiéndose de Antonio y de toda la compañía... el señor obispo al ver tal milagro por todas las partes manda publicarlo... árbol de grandiosidades, fuente de la caridad, deposito de bondades, padre de inmensa piedad, Antonio divino por tu intercesión merezcamos todos un día gozar de la eterna mansión

loores a san antonio








HOY ES SAN ANTONIO BENDITO. EL QUE NOS ENCUENTRA LOS OBJETOS PERDIDOS Y NOS VUELVE AL BUEN CAMINO

SAN ANTONIO DE LISBOA o de Padua - prefiero el primero de los calificativos porque Portugal ese país escondido en la antigua Hispania Ulterior es el país del amor, del señorío y en cierto modo de la inocencia que los españoles perdimos, siempre me fascinó la hidalguía de Portugal- creo que es uno de los mayores taumaturgos de la Iglesia latina. De la misma forma que Teresa de Jesús ponía toda su confianza en San José, el inocente esposo de María y el padre putativo de N.S, algunos más pecadores nos encomendamos a San Antonio al que la iconografía sacra nos lo pinta barbilampiño, con un Niño Jesús en brazos (simbolo de la castidad) y siempre acude en nuestros socorro. Nos encuentra aquello que perdimos. Agarrados a su cíngulo franciscano como un borriquillo que va del ramal nos devuleve al buen camino. Por eso cantemos hoy día de su triunfo sus alabanzas. Sabemos poco de su vida: que era un canónigo de los agustinos recoletos en la ciudad de Coimbra, vinieron a predicar unos frailes francisco italianos y, abandonando la muceta, el roquete y el solio doctoral donde cantaba el oficio allá en la bella Coimbra, se encaminó a Italia y, anhelando una mayor perfección, se hizo discipulo del Pobrecillo de la Porciuncula. Agraciado con el don de hacer milagro, leía las conciencias y era un predicador elocuentísimo. hablaba en portugués y los suecos y los alemanes y los legados enviados por el zar moscovita le entendían, resucitó a los muertos y de un natural tan tierno que al verle se le arrimaban los pajaritos. El milagro es parte de la vida cristiana. Es la potencia del misticismo. Los que no creen en el milagro y se confiesan ateos me dan mucha pena. Yo acabo de ser acreedor de los favores de san Antonio bendito. Una hija, perdida, la hemos encontrado en Londres. Mediante la intercensión de San antonio de Padua o de Lisboa. Gracias Dios mío. Hoy es una gran fiesta en muchos lugares de España donde se reparte el pan de los pobres y hasta las modistillas de Madrid bajaban a su ermita a la Florida a pedirle al santo que les encontrara un buen partido. Regresaban de la verbena con un novio del bracero. ¡No cabe santo más dulce y más tierno y más humano! Sus 33 años de vida en que iluminó al mundo con su fórmula de santificación espiritual: la infancia mística le dieron para mucho. San Antonio continua viviendo en nuestro corazones y que viva por muchos años.

2015-06-05

Calas del pensil trinitario

Estas flores reflejan la belleza, la puresa de la vida y el amor del mundo. Son una invitación a la esperanza, arquetipicas flroes del dogma trinitario

2015-05-26

IMITACION DE CRISTO Y MENOS PRECIO DEL MUNDO


IMITACION DE CRISTO KEMPIS



EL KEMPIS

 

Fue compuesta esta obra por el hermano Tomás de Kempis en el monasterio de santa Inés de Zwole el año 1441”, la frase epilogal del pendolista anónimo que lo transcribió nos hace pensar en el Nombre de la rosa que no nos dice nada de la vida del autor. La imitación de Cristo ha sido uno de los libros más difundidos y traducidos después de la Historia Sagrada. En el grito de rebeldía contra los cánones y la aridez de la Escolástica se atisba el advenimiento del libre examen, y de la mentalidad que llevó a Lutero, aunque parezca paradoja este monje flamenco fue el predecesor de Lutero. El autor era todo recogimiento y debía de andar a mal con la vida de su monasterio por lo que se recoge en su celda y entre los libritos y por los rinconcitos busca el anonimato para esta a solas con Jesucristo. Es el “solo Dios basta" Que preconizaría teresa un siglo más tarde. Algunos lo denominaron el quinto evangelio y al igual que los sinópticos no hay demasiada claridad sobre la pluma que los redactara. Se atribuyó la autoría de la Imitación de Cristo a un inglés John Gerson que era agustino lo mismo que el copista. A un alemán Johannes Busch. Y al cisterciense británico Julián de Norwich. Por último se baraja el apellido de otro alemán: el maestro Eckhart.

Otras suposiciones: el verdadero autor aunque vivió en Holanda dentro de un convento agustino era hijo de un herrero que vivía en Kempen en el arrabal de Colonia y se educó en Deventer, Paises Bajos. En España el librito fue traducido al castellano por el jesuita padre Mayor de Villagarcía (debió de ser colega del padre Isla con el que parte al exilio el año 1762.

Partidario de una nueva relación personal con el altísimo o “nova devotio” predica el empequeñecimiento anonadado ante la grandeza de la divinidad. Es la piedra basal del quietismo pietista. Por los rinconcitos y en los libritos es la escuela del misticismo de Windescheim. Fray Tomas tenía un maestro de novicios que se llamaba Fulgentius y firmo otros tratados espirituales con el pseudónimo de “Hemmerchen” (martillito) tal vez para pegar un aldabonazo en las conciencias y es la rubrica que figura en Tratado del Sacramento, Los claustrales y “Huertecillo de rosas”, “De vita monachale et de solitudine. Su prosa es sencilla y rítmica. Se titula así De imitatione Christi porque era la norma de los primeros autores cristianos – titular por los párrafos de encabezamiento- que se conserva ya solamente en las encíclicas papales. A lo largo de los capítulos imparte muchas normas y consejos. Sus aforismos se refieren a la fugacidad de las cosas terrenas y a la volubilidad de la fortuna. Hoy, cuando se quiere vivir mucho, los consejos del Kempis no tendrían quórum cuando dice:

—Vanidad es desear larga vida, sin cuidar que sea buena.

Lo toma del Eclesiastés así como del Libro de los Proverbios. Utiliza recursos retóricos como la aliteración y el apostrofe. En esta sencillez algunos historiadores observan una refutación del sofismo de las escuelas catedralicias. Predica la abstinencia de la carne, la abstinencia de la lengua, el fan de saber y conocer cosas nuevas, el afán de conseguir riquezas y el aniquilamiento del Yo. Cosas de la moral práctica; verbigracia: Refrena tu gula y el vino y dominarás la lujuria… es mucho más sabio tener contrición que saber definirla. Este oscurantismo abriría brecha iconoclasta. Lutero que era agustino parece ser que se inspiró en las fórmulas de su hermano de hábito para clavar las 99 tesis en la catedral de Wittemberg. El progreso del Peregrino de Bunyam y el Leviatán de Hobbes se inspiran en la Imitación de Cristo.

Imaginémoslo al hijo del herrero de Hemmer inclinado sobre su manuscrito redactando con monacal parsimonia su opúsculo plasmando con letra de pendolista y esmero las letras capitulares de su tratado místico. El mismo iluminaba los códices por lo cual en su habitáculo no faltarían ni el cinabrio ni el minio ni el lapislázuli dándose un homenaje en cada sentada de caligrafía gótica. Mal iluminada el escritorio y muertos de frío en la crujía corrida del escritorio donde se aplicaban a la tarea los transcriptores – todo como en el Nombre de la rosa- calentarían sus pies fríos con mantas de melote. De tarde en tarde alzarían la cabeza para cobrar aliento o inspiración y se soplarían los dedos entumecidos y con sabañones. No sabían aquellos frailes que a aquel género de vida le quedaba poco cuando el elector de Sajonia, los hugonotes, los calvinistas y los puritanos de Cromwell arrasarían aquellos conventos reduciéndolos a cenizas.

En mis años jóvenes yo me desayunaba con la lectura de un capitulo de la Imitación que nos leía un lector desde el púlpito refectorial. Sus primeras palabras De la imitación de Cristo y menoscabo del mundo me trae el aroma del café con leches con tostadas un bollo y a veces un huevo frito. Todo pasa. 

2015-05-24

MARIA AUXILIADORA CUYA FIESTA CELEBRAMOS LOS 24 DE MAYO



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A María Auxiliatriz de los cristianos

 

Un día morirán también las viejas palabras

Entregadas al humo de la pira, incienso de la nada

Pero Tú, madre, los 24 de mayo

Sobre los hijos de don Bosco

Derramas la mirada

Cayeron en desuso los usos y las costumbres

Fueron fuego en algunos labios
Las palabras

Hielo luego dentro del corazón petrificado

Ardientes cariños que se esfumaron

Lirios se trocaron amenazas

Corrieron por el cañón del sonido

De estampida

Mis sueños y anhelos se desparran

Brotaron raudas

O prolongadas

Las estrofas  de la Salve

Que te llaman nuestra abogada

En ademan de salmo

Eran  incitación a la esperanza

Oh tu Madre auxiliadora
Olvida mis pecados
perdona mis faltas

2015-05-22

EL ESPIRITU DE TOLEDO CIUDAD IMPERIAL INMERSO EN UN CUADRO DEL GRECO: "TAL GALARDÓN RECIBE QUIEN A DIOS Y SUS SANTOS HONRA"







MEDITACIÓN ANTE EL ENTIERRO DEL CONDE ORGAZ.
“Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”. Esta frase murmurada entre dientes por los prestes que oficiaban las exequias (san Agustín revestido de capa pluvial y mitra episcopal, y san Esteban con la dalmática diaconal,  se ofrece para poner música de fondo a la escena que da marco al entierro del conde Orgaz, lienzo donde se estampa con auténtica veracidad una de las páginas más realistas de la historia de España.
Más que un cuadro, es un mundo y un teatro de costumbres.
El Greco, lo mismo que Velázquez, o Goya es pintor poco decorativo. Todos se dirigen a lo esencial. Van buscando el alma de las cosas y su arte es el arte de la síntesis. Con tales mimbres que servirán de materia prima de lo sublime [una leyenda local, consistente en las mandas que dejara a una iglesia de la ciudad, la de santo Tomé: unas cántaras de vino, varias cargas de leña, tres hogazas de pan. Diez bodigos para los pobres, y algunas monedas para misas gregorianas] se enhebra el enternecedor milagro. El Greco pinta la muerte de una forma cotidiana y sin dramatismo. Los pinceles reflejan la serenidad de un entierro  cristiano. No se muere totalmente para los que creen en el Más Allá.
Existe, de más de eso, una gran familiaridad con la muerte, de acuerdo con la mentalidad de la propia época, y la necrofilia de una monarquía como la de Carlos V quien en los últimos años de su vida en Yuste gustaba de asistir a la celebración de sus propias exequias, sin que el gesto tuviera nada de macabro; antes bien, se veía como lo más natural del mundo.
Allí estuvo, nada más y nada menos que fr. Bartolomé Carranza, dominico, que luego sería primado de Toledo durante un año hasta que le echasen mano en Torrelaguna los corchetes del Santo Oficio, incriminado por herejía a causa de un cierto catecismo que había dado a la estampa en Flandes y por sus conexiones - una pura calumnia- con Carlos de Seso, el fautor del luteranismo en España, un italiano que estaba en posesión de la vara de la autoridad, como corregidor en Toro, y los conventículos reformistas de Sevilla y Valladolid.


Eran los tiempos recios a los que alude santa Teresa en sus escritos elípticos, y los difficilia habemus témpora de Luis Vives. Toda esa reciedumbre, esa tortura de una época cuando temas como la existencia del purgatorio y la teología de la justificación por la fe eran de tanto monto, pues hasta las verduleras en Covent Garden y en Zocodover, duchas e teología, debatían con tanto ahínco esos temas como ahora lo hacen nuestros contertulios de la radio sobre la guerra en el Golfo Pérsico, el sexo con garantías o la violencia de género, sujeto muy del agrado de los articulistas en sus coloquios tribunicios.
Al socaire de estas cuestiones sobre la vida futura, el fin del hombre, sus relaciones con la divinidad, plasmadas en las fimbrias de esas casullas que, con exquisito gusto, dibuja el Greco. Era una apasionado de la liturgia coral como buen griego. Había aprendido  el trabajo de los pintores de iconos.
En su obra los cuerpos pierden peso para  alzarse hacia arriba, la mirada transfigurada, los espíritus. Son en él recios los trazos, espectaculares las caras iluminadas por una luz que emana de adentro.
Parece extraño que en tiempo tan iconoclasta como el nuestro pueda ser entendida y admirada la iconodulía del Cretense, que, a contrapelo de sus delicadezas y exquisiteces formales del pudibundo recato en que va a caer la sociedad de su tiempo, sabe interpretar en sus briosos desnudos las donosuras del cuerpo. Esos fornidos legionarios romanos de la Legión Tebana o del martirio de San Mauricio
El candiota vive este tiempo 1541- 1614 a caballo de los reinados de Carlos V y de Felipe II. Es contemporáneo del concilio de Trento. Ahora se trata de relacionar su pintura con el modernismo. Incluso, con motivo de su exposición en la National Gallery, se ha propalado la nueva de que su “Visión del Apocalipsis” inspirara a las “Señoritas de Aviñón”. Ya es mucho pedir pero todo lo que sube el Greco de cotización va en desdoro y menoscabo de la de Velázquez. Y eso, tampoco. Vaya lo uno por lo otro pero esta prelación del chipriota con respecto al sevillano quizá tenga que ver con los tiempos que corren, más relacionados con las angustias y torturas, la luz fantasmal y los desnudos deformes y hasta homo, que con la placidez de don Diego que no se busca complicaciones  mentales, escaso dramatismo, en su pintura.


 Al fin y al cabo era pintor de corte, una aspiración que Domenico no alcanzara nunca porque sus desgarradas visiones no encontraron plácida acogida en la retina del monarca, y mira que Felipe II era un experto en el Arte de Apeles. Pero el rey no llegó a entender al griego, que se adelantó a su tiempo. 
Y no es reivindicado hasta los románticos del siglo XIX. Es sólo a principios de 1900 cuando empieza a ser conocido y hablar los críticos de su peculiar macropía que le hacen ver, por defecto de visión, caras alargadas a través de un mundo irreal.  
 Que dos bienaventurados ausentándose por unos instantes del paraíso bajasen a Toledo, la capital del imperio([1]), para dar sepultura a un difunto, entra dentro de esa cotidianidad ante la presencia de la muerte según la mentalidad de entonces. Tratábase de un noble y cristiano caballero, hidalgo toledano: el conde Orgaz. 
Y  se concibe como un hecho corriente y moliente esta intervención celestial: que bajasen los ángeles y los santos a recibirle en la eterna morada.
En el Greco hay algo de órfico;  la pintura se hace música y es imposible entenderla sin el acompañamiento de esa gran polifonía, como reverberando en el fondo, que engozna sus composiciones. No hay que perder de vista este carácter que tienen sus cuadros de troparios o himnos litúrgicos de la melodía bizantina.
El pintor en este cuadro, que supone el triunfo de la misericordia y del amor, esenciales al cristianismo, pinta dos cuadros; el superior y el inferior. Los cielos y la tierra se dan cita en el acontecimiento. Ambos planos son estancos y, para bien, o para mal no llegarán nunca a juntarse.
Paradójicamente el plano terrenal gana la batalla al celestial. El Greco pinta las cosas como son o debían ser según los cánones del ideal platónico pero se cohíbe ante los tremendismos y las ficciones de lo ultraterreno. En eso se parece a Velázquez, quien tampoco sabe pintar a los dioses. Y hasta supo reírse dellos como demuestran su fragua de Vulcano y el Baco figurativo. Uno y otro, empero, saben dislocar el dibujo para transmitir el movimiento de las cosas, dando espíritu al leño y vida al lino, que diría Góngora.


En el Entierro lo que está arriba es inferior en calidad a lo que está abajo. Es mucho más desdibujado e imperfecto. Pues para él lo que acontece de tejas abajo es mucho más importante.  Sin embargo, la moderna crítica  (me refiero a un artículo de John Updike) dice que es al revés. Todas una galería de rostros comparece haciendo corro ante los dos insignes fosores quienes sujetan por los sobacos y las piernas al difunto amortajado con toda la regalía. ¡Cómo brillan los aceros de su armadura!
A la vista está que por una vez el espacio tridimensional gana la batalla al tiempo continuo. Los ojos posan ante todos y cada uno de los asistentes al duelo. Afloran una serie de personajes que, tristes y enlutados, hacen rueda de respeto. Muy engolados, y melancólicos pero serenos.
El blanco de sus gorgueras rizadas contrasta con el negro de sus tiesos jubones. En la capa llevan algunos bordados la cruz de la Orden de Santiago. Admirable es la técnica de paños mojados, que acentúa la trasparencia, con la que está bordado el sobrepelliz de uno de los oficiantes, mientras un franciscano y un dominico rezan los responsos, y un monaguillo, el hijo del propio Doménicos Theotocopoulos, Jorge Manuel, mira “para la cámara”. Hay un cierto exacerbamiento de la silueta a lo que se une el proverbial estrabismo estético de este autor. La vida no es más que un perenne destello.
Hace de preste oficiante don Diego de Covarrubias. En la pechera de la pañosa de los circunstantes se borda la cruz colorada de los maestres de Santiago. Ni que decir tiene que estamos entre caballeros.


¿Podrá haber en el mundo algo más melancólico que un entierro?  Los dos frailes explican a la posterioridad el augusto suceso sin parar mientes en lo que acontece sobre sus cabezas, puesto que, ya va dicho, el Greco, pese a ser un pintor virgíneo, lo es más de la tierra que de los cielos.
Toda su vida fue una ascensión incandescente hacia ese plano superior, fue un regusto por la quimera. Plasma el maestro con mayor acierto el cielo en la tierra que al revés, pues su realismo no le permite transubstanciar lo que sus ojos, poros del alma, no visualizan.
De esta manera el ángel de la guarda llevando al cielo el alma del conde Orgaz, representada en la forma de un niño, es mucho menos creíble que las caras de los caballeros que asisten impertérritos al desarrollo del milagro. No cabe cosa tan extraordinaria en medio de un hecho paranormal.
Tanta familiaridad ante lo que es poco consuetudinario resulta francamente portentosa como si los circunstantes estuvieran habituados a vivir con el prodigio. Ninguno de ellos muestra ni sorpresa ante la presencia de los dos santos bajados del cielo para hacer las veces de enterradores. Estos son dos aparecidos y, sin embargo, su aspecto no puede ser más real. Acaban de irrumpir en escena un anciano obispo y un joven misacantano. Sosegaos.
Aquí el artista está trasladando al lienzo la España de Felipe II en plena apoteosis de una ciudad: Toledo. El pintor, que borda primorosamente las fimbrias de sus ornamentos, pues ni la capa pluvial de san Agustín ni la dalmática del primer diácono dan pasmos, tampoco se sobresalta al narrar los acontecimientos. La piedad melancólica es el hilo conductor del suceso narrado con toda la majestad pero sin drama. El Greco es el pintor del catolicismo universal al que aspiró España en su siglo de oro, en el que cupieran bajo la vara de Cristo sin exclusiones nacionalistas o chovinismos todos los pueblos. No puede haber entonces pintor más insigne de la ortodoxia. Que dos santos bajen del cielo para dar sepultura a un caballero que era legatario de esos ideales de universalidad nada tiene de extraño.
La sociedad española a la sazón estaba acostumbrada a vivir con el milagro. El Entierro es la faz emblemática de todo aquel pensamiento. Ni ante la vida ni ante la muerte un hidalgo español ha de perder la compostura. Dicen que el enlosado de Santo Tomé, al recibir la visita de los dos santos, se llenó de fragancias celestiales pese a lo cual todos los que asistían a la ceremonia permanecieron impertérritos.
Entre los figurantes estaban don Juan de Austria, Góngora, los hermanos Covarruvias, el hijo del artista y el propio Greco que deja su firma estampada en griego en los vuelos del pañuelo de uno de los personajes, cabe la hopalanda.


No es un cuadro lo que pinta, sino una idea, un estado de ánimo. Estos caballeros, que se apiñan circunspectos con sus rostros ligeramente buidos por la tristeza colmada de serenidad asisten ensimismados al portento. Héticos, silentes, con una punta de desequilibrio en el mirar. ¿Para dónde miran esos ojos que parece que están viendo lo que acontece más allá?
Los personajes que retrata este mural bien pudieran ser alguno de aquellos hidalgos que vagaban por la Imperial Ciudad arriba y abajo de Zocodover y que, para disimular el hambre, publicando que habían comido, salpicaban la barba de unas migajas de pan. Almas ardientes embutidas en estómagos vacíos vivían una segunda vida interior de absoluta indiferencia frente a las cosas de este mundo. El autor se desentiende de su obra y el Greco tiene poco que ver con esta austeridad.
Sus biógrafos afirman que, gracias a sus cuadros, nadó en la abundancia y se condujo munificente como  Creso en una Toledo empobrecida y demacrada pese a ser la corte imperial.
 Es el pintor de cámara de la “dives toledana[i] llevando una existencia regalada en aquel palacio de alquiler, que contaba con veinticuatro estancias, propiedad del quiromántico marqués de Villena, del que decían las crónicas que ni palabra mala ni obra buena. El tren de vida y la fastuosidad del candiota, que ganó muchos ducados con el arte de Apeles, casan poco con la  frugalidad de los personajes a los que traslada al lienzo. Todo arte emboza ya de por sí una contradicción.
Aunque el Greco se asimiló plenamente a las costumbres y al espíritu de Toledo, identificándose con él, vivía como un veneciano. Incluso, contrataba músicos para que le amenizasen las comidas. Insistimos: la música es muy importante en la pintura solemne y celeste de este genio del cristianismo.
No hay según eso una identidad plena entre retratista y retratados. Su forma de pintar es una manera diferente de entender el mundo, a través de esos semblantes con traza de llama, dotados de un singular dramatismo escénico.


El estrabismo estético del autor les confirma una alargadera que algunos atribuyen a determinado defecto óptico del propio Theotocopoulos quien, según referencias, en los últimos años de su vida cayó en la locura. Pero tal extremo no ha podido ser  probado y contiende con la envergadura de este griego trasterrado y trastornado por Castilla, que pintó Toledo como un verdadero sueño lunar bajo una luz lívida de ocres. Parece ser que la tesis sobre la enajenación mental del Greco se sustenta por el hecho de haber pasado por la casa de locos del hospital del Nuncio, de donde extrae los modelos para perfilar sus doce cuadros sobre el apostolado, cuadros conservados todos ello en el monasterio de las Pelayas de Oviedo.
El Greco es un pintor de las almas y en todo alma hay un eco del infinito que se plasma en un cierto grado de enajenación.
Tuvo infinidad de detractores. El más insigne fue el propio Felipe II, todo un conocedor, y, en lides pictóricas, peritísimo, pero que nunca llegó a entender su manejo de los colores. Tuvo un pleito con el cabildo de Toledo porque en el Expolio, inicio de la pintura de la edad moderna, se resiste a pintar a las tres marías a longe, como nos relata el Evangelio.  De hecho, el propio monarca, que entendía de pintura, pero de gustos absolutamente convencionales, que no le permitía entender ni su estrabismo ni su tendencia a descoyuntar las figuras, como tampoco el áspero colorido con que formula las escenas de sus personajes atormentados - el Greco es una sabia combinación de lo ponderado y de lo desmedido-, mandó que fuese colgado en la sacristía del Escorial el famoso  martirio de san Mauricio y la Legión Tebana encargando otro lienzo sobre el mismo tema y del que ahora apenas se habla a un tal Cincinatti.
Este fracaso yuguló las aspiraciones del candiota a convertirse en pintor de cámara.
Pero él, pintor de eternidades, nunca podría ser un pintor de cámara al uso. No han comprendido sus detractores que era un pintor de eternidades. Su obra permaneció minusvalorada sin un reconocimiento categórico hasta bien entrado el siglo XX.


Domínicos Theotocopoulos ( lit. El muy hijo de la madre de Dios) nacido en Candía en 1541 hace honor al título de su apellido. Rompe con los moldes clásicos y ya en Castilla abjura de su romanismo y de su helenismo para erguirse en portavoz del tétrico y a la vez sereno misticismo hispano. En su obra se presenta una antinomia entre lo real y lo ideal. Y pinta a base de crueles borrones impresionistas, muy poco convencionales pero que son de un gran efecto sobre todo en los paisajes de Toledo bajo la luna, cuando la luz circunfleja y espectral se derrama hasta derrumbarse sobre lo gollizos y cuchillares del Tajo.
El Greco es poesía marial, el triunfo del bien sobre las fuerzas oscuras. Manuel B. Cossío, su indiscutible biógrafo, señala que en el Expolio nace la pintura moderna. Hay en él un exacerbamiento de la silueta, por lo que resulta uno de los tres grandes retratistas de todos los tiempos junto a Leonardo y Velázquez.


Exegeta de los paraísos perdidos viene de la filocalía de los bizantinos. Es su obra de un platonismo excéntrico y de un cristianismo melancólico. El Greco en España  se desentiende de sus maestros venecianos y queda transfijo ante los iconos fanariotas que lo vieron nacer. El resultado de esta mezcla de sangres es algo profundamente español: sus cuadros se entienden mejor mientras se escucha en lontananza a los coros del monte Athos. Carece por ejemplo de la desesperación y pathos del arte protestante. De Rembrandt pongamos por caso. Desconoce, asimismo, las estridencias de los bufones. Es un arte enteramente aristócrata, pero de un exotismo criollo, por lo de mezcla de credos, cuasi abrasador. Hasta en los locos del Apostolado se deja traslucir un poso de cordura. Supo pintar a los locos de Cristo.

El Caballero de la Mano en el Pecho y el busto de san Juan de Ávila refrendan ese supuesto. Arte incorrecto que rezuma corrección. Pinta las esencias, va al grano. Por eso se denomina pintor de pintores. De la vida del greco-chipriota poco es lo que se sabe. Que provenía de una familia de recia estirpe cristiana que huyó de Constantinopla el año de la invasión de los turcos, 1453. Que antes de afincarse en Toledo, donde se casó y tuvo un hijo, Jorge Manuel, anduvo por Italia aprendiendo dibujo del Tizziano y de Rafael. Que supo transmitir al lienzo toda la carga de grandeza del alma de Castilla. Que tuvo muchos pleitos con el cabildo de la catedral,  o con la dirección del Hospital de Illescas por cuestiones que no hacen al caso y que murió en Toledo en 1616.

 

 

 

 
 



[1] hasta que Felipe II en 1561 decide trasladar la capitalidad a Madrid



[i].Dives toletana, sancta ovetensis, pulcra leonina, fortis salamantina, ebúrnea burgalensis. Un adagio que se atribuía en la España medieval a a las antiguas catedrales.