ANIVERASARIO CUATROCIENTOS DEL
GUZMAN DE ALFARACHE
Barcelona 1615 sale de tórculos
GUZMÁN DE ALFARACHE después del Lazarillo y el Buscón gloria del género picaresco mayor contribución de la
literatura castellana a la narrativa europea.
Esos sí que eran libros y no los
engendros que publicaba la
Carmen Bacells que la convirtieron en mujer rica.
La efemérides desgraciadamente pasará
desapercibida, en medio de esta voragine de autoflagelación y de renegados (el
último ha sido ese cineasta fracasado que no vale ni siquiera para la pornografía
en sus películas al que llaman “Ojo Pipa”) está de moda blasfemar contra la
patria y a algunos le lloverá en los hocicos el propio gargajo.
Se van a bañar en su propia
mierda y hoy se ha muerto la
Barcells esa bruja catalana que se inventó el boom. Fuese y
no hubo nada. Literatura de usar y tirar. Panfletos que no pasarán a la
historia. Cn todos mis respetos para los premios Nobel concedidos a dedo,
mediante enredos de las logias.
El castellano es una lengua tan
poderosa que sobrevivirá a la acción
demoledora de esos latinoches. Nunca conseguí terminar ningún libro de García Márquez
y a Vargas Llosa otro invento de la
leridana se lo regalo a la China
de la que se dice tener música en la crija. El premio Nobel no se acomoda a mi
verija. Su laurel tiene bicho, se lo dieron por pertenecer a la gran
organización demoledora.
Que le aproveche, si es que puede y a los
ochenta todavía se le empina. Que uno está curado de espanto. Igual que la mula
del atabalero, no me asusto por nada.
No es cosa de ahora este
negacionismo. El Estebanillo, el Marquillos de Obregón El Guzman de Alfarache
ya aludían a él Su autor Mateo Alemán un clérigo que se hizo soldados capitán
del tercio de Lombardía que acabó en galeras fue contino o cortesano en la
corte de Su Majestad, caritativo con los menesterosos y beneficiario del
hospital de pobres de Antón Martín, ayudó a las mujeres perdidas de la calle de
Toledo y secundó ciertos movimientos místicoides de su tiempo como el de las
beguinas, monjas seculares o terciarias del beaterio de la Puerta de Toledo. Estuvo
muy en contacto con la miseria humana y las realidades sociales del llamado
Siglo de Oro. Sus mermas le hicieron conocer la vida de los veteranos y el
vagabundaje.
Al final de su libro hace una
reflexión de suprema actualidad a la sazón sobre la hispanofobia “:… y si eres español por ventura dondequiera que
fueres serás mal recibido aunque te pongan buena cara, que aquesta ventaja
hacemos a las demás naciones del mundo ser aborrecidos de todos, cuya sea la
causa yo no la sé”.
Es frase que calca Vicente
Espinel en su Marcos de Obregón, e idea en la que reparan también Cervantes y
Quevedo el cual llegó a escribir su “España
contra todos” en defensa de la hispanidad. Hablase ahora mucho de
antisemitismo islamofobia chauvinismo y cristofobia. Todos estos
sentimientos en parangón se colocan al
mismo nivel que el furor antihispanico que se proyecta con la rabio de un nuevo
negacionismo. Así como algunos niegan el holocausto de algunos judíos, otros
despotrican contra la labor civilizadora y cristianizadora de España, viniendo
sus gritos, ay, del propio seno de la iglesia romana por cuyo lábaro y enseña murieron
miles de españoles en toda Europa. Y todo viene de aquel fraile flamenco hijo
de padres desconocidos que se llamaba Erasmo de Rotterdam. Gue el que dijo:
▬Odiamos a España
Por lo visto los poderes ocultos
del dinero la infamia y tergiversación no perdonan a La hispanidad su talante
independiente.
Gran error de la historia de España
es el haberse salido de los cauces entablillados a la férula del Gran Diseño.
Otro caso de odio atávico feroz incomprensible visceral
podrían ser Rusia y el imperio romano. Lo justifican sus intérpretes porque
tanto en España como en Roma como bajo los zares dominó el imperio de la cruz
constantiniana im hoc signo Vinces. Ese estandarte para sus jerifaltes tan
detestable. Con tal baldón, con ese pasaporte escarlata de la gran coroza hemos
de marchar los españoles por los vericuetos intrincados de la Historia.
El furor hispanófobo cunde por
doquier pero no es cuestión de adentrarse en los misterios de este fenómeno que
constituye una de las claves del laberinto español sino solazarnos con un genero
que se invento en España (Schelm
Literatur de los germanos) y que imitan otras literaturas europeas: Tristan
Sandy, Gil Blas, Tom Jones o Rabelais.
Con sus libros en la mano, los
españoles dando un ejemplo hacemos autocrítica mirándonos en los espejos
ustorios de la sátira.
El Guzmán tuvo una buena acogida,
se vendieron sesenta mil ejemplares de un envite hasta el punto de que pronto
tuvo émulos. A Mateo Alemán le ocurrió lo que a Cervantes con el Avellaneda. Le
copìaron el libro aunque tampoco en cuyo caso segundas partes fueron buenas
Causante del latrocinio fue un valenciano, tal Mateo Luján.
Seguramente fue de origen
converso como la mayor parte de los literatos de su tiempo pues se ríe de las
ejecutorias de hidalguías de todos aquellos que se ufanaban de ser godos de
pura cepa y de provenir de la pata del caballo del Cid que se llamaba Babieca
“cuando todo sabemos que su abuelo tuvo colgado un sambenito del techo de la catedral
de Toledo”… que preparaban la adafina los viernes para ser olla podrida o
cocido del sábado… que se santiguaban poco y cuando lo hacían sentían pavor al
agua bendita y a la carne de cerdo”, etc.
En esas estamos desde entonces
entre Scilla y Caribdis entre estocadas y palenques. Mateo Alemán escribía en
estilo gnómico o sentencioso. Tales conversos como Lázaro de Tormes o Rinconete
o el bueno de Pablillos poco tienen que ver con los renegados de ahora. Que escupen
contra la cruz, ganan millonadas, aparecen a cada hora en TV y sólo creen en
los Derechos Humanos con la boca pequeña. Aquellos pobres desgraciados creían
en Jesucristo y eran mucho más ingeniosos que estas sotas y bustos parlantes,
renoveros y tertulieros del telediario, que trillan la parva de la obviedad y
el lugar común en sus comentarios sin chispa ni gracia ninguna.
Porque en vida y en muerte debió
de ser un estoico. Los lances picarescos que relata en los trancos o capítulos
de su libro carecen del donaire del Buscón o de las carcajadas del lazarillo.
Sin embargo el estilo es depurado y perfecto. En Italia era conocido como el
“español divino” príncipe de la elocuencia que sabía escribir diestramente y
con elegancia. España mi natura Italia mi ventura. Perteneció a la pléyade de
soldados escritores que combinaron a Marte con las musas y cayeron rendidos
ante la belleza de la lengua Toscana y la belleza del paisaje y las ciudades
italianas. Su descripción de Siena y de Florencia así lo avalan. En ellos las
armas y las letras se hermanan en pro de una cultura clásica y humanista que es
lo que les falta a los del boom.
No es extraño pues que Mateo Alemán
fuese devotísimo de uno de los mayores santos italianos san Antonio de Padua
cuya vida escribió. La candorosa devoción de esta hagiografía no es óbice para
que despliegue en sus libros un acre conocimientos de las mermas y pecados de
la sociedad de su tiempo. El mayor pecado de la catolicidad es la envidia. Alemán
ya los catalogó a todos estos vanílocuos falaces desaprensivos “papelistas
largos en palabras escasos en verdades”. Apuntaba sus dardos contra los
frailes. Siempre tendremos estorbos, decía, y embarazos de los hombres bajos.
“nunca faltará otro Gil que nos persiga” y de ahí se puede sacar toda una
categoría de gilitos dominguillos. Mateo Alemán fue el primero en describir al
perfecto gilipollas, espécimen que tanto abunda entre nosotros y por un nunca
faltará in don gil que te persiga. Por culpa de uno de esos se pasó un lustro
de su vida al remo ¿Dónde estás Raúl del Pozo? ¿Dándole a la maquina de hacer
jabón y cultivando metáforas rimbombantes?
Cómitres, esparaveles, chusma.
Pero la mula del atabalero nunca se espanta. No nos pille de sorpresa. Lean el Guzmán
de Alfarache y se darán cuenta y razón de lo que digo: Arturo Mas es el reflejo
de ese don gilito que nunca faltará que nos persigue y que Mateo Alemán retrata
en su magistral libro un verdadero antídoto contra la hispanofobia
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