2015-06-13

HOY ES SAN ANTONIO BENDITO. EL QUE NOS ENCUENTRA LOS OBJETOS PERDIDOS Y NOS VUELVE AL BUEN CAMINO

SAN ANTONIO DE LISBOA o de Padua - prefiero el primero de los calificativos porque Portugal ese país escondido en la antigua Hispania Ulterior es el país del amor, del señorío y en cierto modo de la inocencia que los españoles perdimos, siempre me fascinó la hidalguía de Portugal- creo que es uno de los mayores taumaturgos de la Iglesia latina. De la misma forma que Teresa de Jesús ponía toda su confianza en San José, el inocente esposo de María y el padre putativo de N.S, algunos más pecadores nos encomendamos a San Antonio al que la iconografía sacra nos lo pinta barbilampiño, con un Niño Jesús en brazos (simbolo de la castidad) y siempre acude en nuestros socorro. Nos encuentra aquello que perdimos. Agarrados a su cíngulo franciscano como un borriquillo que va del ramal nos devuleve al buen camino. Por eso cantemos hoy día de su triunfo sus alabanzas. Sabemos poco de su vida: que era un canónigo de los agustinos recoletos en la ciudad de Coimbra, vinieron a predicar unos frailes francisco italianos y, abandonando la muceta, el roquete y el solio doctoral donde cantaba el oficio allá en la bella Coimbra, se encaminó a Italia y, anhelando una mayor perfección, se hizo discipulo del Pobrecillo de la Porciuncula. Agraciado con el don de hacer milagro, leía las conciencias y era un predicador elocuentísimo. hablaba en portugués y los suecos y los alemanes y los legados enviados por el zar moscovita le entendían, resucitó a los muertos y de un natural tan tierno que al verle se le arrimaban los pajaritos. El milagro es parte de la vida cristiana. Es la potencia del misticismo. Los que no creen en el milagro y se confiesan ateos me dan mucha pena. Yo acabo de ser acreedor de los favores de san Antonio bendito. Una hija, perdida, la hemos encontrado en Londres. Mediante la intercensión de San antonio de Padua o de Lisboa. Gracias Dios mío. Hoy es una gran fiesta en muchos lugares de España donde se reparte el pan de los pobres y hasta las modistillas de Madrid bajaban a su ermita a la Florida a pedirle al santo que les encontrara un buen partido. Regresaban de la verbena con un novio del bracero. ¡No cabe santo más dulce y más tierno y más humano! Sus 33 años de vida en que iluminó al mundo con su fórmula de santificación espiritual: la infancia mística le dieron para mucho. San Antonio continua viviendo en nuestro corazones y que viva por muchos años.

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