2017-07-09

LA HOMOSEXUALIDAD EN ROMA

EL SATIRICÓN
Comamos y bebamos que mañana moriremos. Vuelven al mundo las viejas costumbres incineradas de la gula. Yo era el farolero de la puerta el Sol cojo mi guitarra y enciendo el farol. Y ahora soy masterchef. Las distribuidoras grandes radicadas en una Jerusalén que no existe nos marcan páginas acerca de lo que tenemos que comer, lo que hemos de leer cuantas horas tenemos que correr y a qué horas ir al mingitorio. De grandes cenas están las sepulturas llenas. Las buena cocina es una obsesión de esta tripera sociedad a todas horas mirándose el ombligo. Cagar alegres y jiñar contentos. De acuerdo, tío, pero hazlo dentro. Es obsesión de los nuevos césares la mala literatura. Fui el otro día a la sección´pon de librería del Corte Inglés y allí me encuentro con los autores de siempre. Cualquier pedorra que sale por la tele cinco minutos tiene derecho de pernada en las grandes editoriales controladas por el sionismo cavernícolas. A la venta libros malos de Isabel San Sebastián, Cristinas López Schlichting la cual nació en un cuartel de la Benemérita y parece que se la ha olvidado y otras muchas maripavas. El buen arte de la literatura, el gran discurso, ha sido enterrado a hachazos por estos nuevos tribunos y tribunas de las plebe que nos han impuesto desde arriba los dictadores feministas y hasta estas autoras noveles son entrevistadas por el Dragón de la Tele un tal Sánchez. Así que aburrido y cautivo y desarmado el ejercito rojo, me refugio en los clásicos. He vuelto a leer en su lengua original a Petronio. El Satiricón su obra mayor me reconcilia con la vida y con la Roma. Decía Ernesto Giménez que cuando llegaba a Roma le entraban ganas de imitar madre. Madre, ay madre, no quiero vivir en esta España empedrada de pedos mediáticos. Chicas de la tele muy monas en apariencia y requete-maquilladas pero todas homologadas e iguales. Forman parte de la clonación que propicia el anticristo que habita entre nosotros. Ay Trump esa bestia rubia le cuelgan cada vez más las corbatas se hunden en su bragueta y sobrepasan los cojones que deben de estar yertos, septuagenarios y él presumiendo de hembra una Melania (que por cierto no es negra en contra de lo que canta su nombre) chica judía checa que fue a nueva york a hacer fortuna, meretriz de lujo. Por eso ya digo que le cuelgan. Así que en alas de Morfeo huyo al capitolio. El Satiricón me hace comensal de uno de sus banquetes que duraban dos días y dos noches. Esclavos de Numidia traían el aper atalajado y adornado de pámpanos y cepas toscanas.
El vino de Salerno que se derramaba sobre las togas pretextas corría en grandes jarros por las mesas. Honremos a Baco y después vendrá Venus. Menús de treinta platos un esclavo frigio servía junto a las servilletas y los cubiertos dos ganchos de plata para introducirlos en la garganta camino del vomitorio. Los romanos echaban la pota tras sus grandes trapalladas para seguir tragando.
Rechacé como descendiente de judíos de Asturica el jabalí, el lechón y los chicharrones servidos en una gran lebrillo por una matrona en paños menores. Pero me hinché a garbanzos aderezados con malvasía. Un hondero mallorquín recién llegado de las Galias, y que era centurión de la Legio Septima Gémina, se entusiasmó con el efebo Vinicio lo besaba y manoseaba y yo apartaba la mirada mirabili dictu cuando aquel demonio súcubo lo sodomizaba coram populo. Plauto el de los pies planos prorrumpió en grandes carcajadas cuando ambos amantes salieron de estampida camino del tablinium a seguir haciendo cosas feas. ¡Qué horror! El amor nefando debe de amargar como el pepino.
La bujarronería me pareció siempre digna de lástima, pero no por no ser carne de hoguera y por tener que correr un tupido velo al respecto ha de ser elogiada sino execrada como toda cualquier merma de la naturaleza donde hay tantas cosas mal hechas. Tampoco hay que poner medallas en el pecho a los bardajes.
Nunca fue para mí beneplácito pero nadie puede explicar estas debilidades inexplicables, inversiones de la natura que, trocándose del revés, buscan placer en el caño de la mierda en lugar del conducto de la generación que es lo suyo.
Plauto ya muy borracho no dejaba de darle vueltas a su copa de oro y de decir Numquam satis, numquam satis. Con lo que daba a entender que la pasión esa es insaciable y que el que va no vuelve. Que nunca se sienten satisfechos los que dan y reciben por el culo y es que debe de ser el sexo para ellos algo inagotable.
Costumbres paganas amor de efebos fiestas y banquetes baños y triclinios el cerdo salvaje bocado exquisito aper. A las dos horas de estar tendidos sobre el triclinio nuestro anfitrión Naviecus hizo llamar a las hetairas que entraron desnudas en el impluvio tocando el sistro. Muchos de los comensales que eran libertos y que trataban de ocultar con sus largas cabelleras los orificios que taladraron sus orejas, antes de ser manumitidos, se relamían de gusto y alababan la generosidad del hospede garante de tales dádivas sexuales.
De allí a la orgía sólo hubo un paso. Para no ser la oveja negra del concurso, yo me arrimé a un pino verde, esto es, a una pelirroja de Hibernia, hija de un rey remoto del clan de los picti que había sido arrastrada a Roma por los soldados de Adriano como rehén, que hablaba con la lengua de los pájaros y mostraba dos senos poderosos de los cuales los amantes querrían nutrirse eternamente. Sus besos y sus caricias me supieron a miel.
Mama Roma.
Se fueron las pilunguis y llegaron los balnearii (bañeros) que nos restregaban bien las espaldas y los muslos en el tepidarium. Muchos de estos selectos esclavos eran expertos en actividades masturbadoras. Las paredes aparecían, como en lo lupanares, tiznadas de gargajos y rastros jaculatorios del amor con prisas.
Después de estos masajes en el caldarium nos llenamos de vapores que limpiaron nuestros poros purificando el cuerpo pecador. Algunos culos romanos eran enormes
De esta tarea se encargaba los depilatores algunos de ellos eunucos. Se les encomendaba la misión afeitar el bello púbico de las dominas y era muy placentero sentir por abajo desde los glúteos a la barbilla el calor de la caldera debajo del piso del hipocausto. La tarea concluía en el frigidarium.
Sentíamos el cuerpo fresco como una lechuga. Así que volvíamos al banquete a seguir trasegando el dulce vino de Salerno y de Sicilia para basquearlo después en los vomitorios. Descargado el vientre, regresaban los deseos de más jarana pero Naviecus que era muy creyente en los dioses de su pueblo y que guardaba siempre lámparas encendidas en el lararium doméstico hizo venir a las Moiras de rostro tétrico y cantar lúgubre que se encargaban de recomendarles a los comensales su cuidado cuan presto se va el placer y cuan callando se viene la muerte. Esta procesión duraba unos minutos, las bacantes ocultaban su rostro, los borrachos se dormían arropados por la melopea lúgubre de las nenias funerales. Hay que morir luego comamos y bebamos hasta reventemos. Era la máxima de la Roma a la que hoy las nuevas bacantes de la insulsa Telemierda dan pábulo.
Las cautivas vestiplices que cuidaban de los pliegues de la veste y la toga sus señores y los cuerpos arrugados tras el paso por el unctorium y los sudores del laconicum mientras escuchábamos las charlas sin sustancia de los nugatores troleros y falaces hacían apuestas sobre quien de todos y todas las presentes tenía mejor cuerpo y cuál de los efebos era el más bello y cual de las mozas la más hermosa. Lo destacaba por tener esa vagina en mayúsculas a la que aspira el amor total. Priapo también era muy venerado en lo suyo.
A los sodomitas se les conoce por tener miembros viriles muy alargados algunos casi espantosos que les llegaban a las rodillas. como se empinaban algunos, madre mía, como las varas de una tartana cara al sol. El juego preferido en estas comilonas era sacarla a ver quien era el que la tenía más larga para gloria de Priapo y los penates patrios que le concedieron la gracia de dios.
En Roma todo tenía un sitio y una finalidad práctica. Las alumnas y la familia como núcleo eran guardadas como flores de estufa al calor familiar dentro del valladar de la honra. Intacta tenías que guardar la alcurnia porque esta es un lirio frágil cuando se marchita jamás vuelve a crecer... La palabra clave para entender estas razones de la honra entre los latinos era la palabra “virtus” de la cual tanto gustaban los antiguos romanos antes del imperio.
La capital de la catolicidad que yo empecé a amar desde Urbe condita, cuando traducía de adolescente a Tito Livio y a Salustio, estaba llena de hosterías de tabernas y de nostébulos. Visité una cuantas con gran peligro de mi pellejo. Porque en el Vicus Scelertatus y en el Boarius se arremolinaba toda la gente del hampa. Los gladiadores y andabatas residían en aquellos barrios trastiberinos. Allí la vida de un hombre valía poco. Iban a parar a la Via Asinaria todos los asesinos y mangantes del Ecumene conocido. Procuraba juntarme yo a los griegos que eran gente culta y amante de la belleza.
Prostíbulos tampoco faltaban y algunos eran centros envidiables templos verdaderos de la diosa Venus donde Venus me clavó a mí una flecha irlandesa. En aquella pelirroja soñé toda la vida. Era adolescente cuando la conocí. Llamabase Herminia.
Su cuello aparecía adornado con un anillo de oro macizo: la bulla, que yo besé unas cuantas veces aquel medallón un favor que los dioses conceden a pocos mortales la mayoría de ellos pasa la existencia sin conocer el amor pero a mí el gran Jovis Structor me otorgó ese galardón. Bebí de las aguas del manantial puro.
No había alcanzado Herminia aun la mayoría de edad cuando fue aprehendida por las legiones de Adriano, que no profanaron su cuerpo y la trajeron a Roma al templo de las vestales el anillo que ponían al cuello a los niños y se lo quitaban al alcanzar mayoría de edad. En los barrios bajos como el Boarium se escuchaba el trompeteo de los sistros y sacabuches de las plañideras que ensayaban antes de los entierros. La música se estampaba contra los triglifos de bronce. Los adivinos que embaían al público con sus embustes no paraban de hacer pronósticos y anunciar catástrofes. Un idumeo llevaba una partida de pavos al capitolio.
Los pavos se convertirían en gansos al llegar al Capitolio y empezarían a graznar. Se escuchaba gritar a la sibilas de Cumas, entre música de sistros y sacabuches o flautas de la Hélade.
Se hablaba por las calles tanto en griego como en latín. los charlatanes políticos hablaban, nugaces de democracia y el pueblo estaba rendido y cansado de tanta patraña, desde las tribunas o “rostra”. Aquello parecía Hyde Park una tarde de verano londinense. El gesto tribunicio de Rajoy sólo lo admiraban los judíos de pecho enjuto. Los esclavos se llevaban la mano a la nariz o se acariciaban el lóbulo de sus orejas agujereadas, rastro de su antigua esclavitud.
Los torsos desnudos mostraban las pinturas de inconcebibles tatuajes para anunciar la vuelta de Roma a la esclavitud. tatuajes volvemos a la esclavitud de la isla Pandataria que está en el vicus de Suburra.
Allí los pueblerinos tenían por costumbre de barrio el juego de la morra cerca de los peristilos del templo de Júpiter Stator con su balanza protectora de la república. Dedos de marfil que se introducían en la garganta para poder vomitar en los banquetes. Una urraca encerrada en la jaula me dio la bienvenida
  • Salve, Antoninus.
  • Salve honor et gloria populi romani - repliqué

El nomenclátor o heraldo anuncia a los recién llegados al impluvio que llovía a cantaros. Era la hora de los parabienes y el momento para recoger el agua fluvial en los aljibes. Velarius un ujier del tablinium, al que faltaban dos dientes me condujo a través del atrio. Dijo mientras enseñaba una mella en sus dientes delanteros:
- Me los rompió un bretón de una pedrada
Con todo y eso, allá en Bretaña, los días mas felices de mi vida son los que pasé en aquella provincia entre los galos domus Aurea y el palacio de Nerón también los visité. Uno de mis guías que se llamaba Iacetanius por ser oscense decía que la vida está hecha de aburrimiento, de economía donde el orden es siempre desorden. Método y risa se superponen. La vida es risa. Nos vamos haciendo viejos y a nosotros cada día nos gusta más la paz del hogar . La felicidad consiste en querer lo que quieren los dioses. Tito el hijo de Vespasiano que se enamoró tan perdidamente de Verenice aquella hebrea que dicen que acompañó al cristo camino del Golgota.
Pero el amor aquel por poco le cuesta la vida al conquistador de Jerusalén. Su novia trabajaba para el sanedrín y los judíos escupían al pasar por la columna Trajana donde se esculpía la ignominia de su esclavitud. Trajo a Roma el Candelabro de los Siete Brazos el que lucía en el templo de Salomón a lomos de sus esclavos. El amor nos hace iguales a los dioses ligios pero es peligroso cuando rondan mi tienta las bellas mujeres de Israel las Ester, las Judits las Rebecas y otras mataharis.
Los sicilianos cantan al sol declinante su casa oculta entre verdes arboles y rodeada de colinas. El tema del dios único. Amor pasión cristianismo nerón vida orgiástica dioses en el l a r a r i u m oratorio de o casa de los iconos que guardan los rusos. Ligia estaba en rehenes.
Vinicio muere de amor por ella pero había una dificultad insalvable: era virgen. Y las vestales no podían ser condenadas a muerte. El verdugo las violaba previa la ejecución. Desperté de mi sueño romano entre suspiros de grandeza y baticores. Volvía a mi realidad española condenado a vivir entre la marginación y la escoria recordando los esplendores de aquellos alegres días de juventud que no volverán.


08/07/17

2017-06-29

UNA VISITA A LA CARTUJA. "HERMANO MORIR HEMOS". "HERMANO YA LO SABEMOS" SON HOMBRES FELICES Y GOZAN DE LARGA VIDA

































CARTUJA DE MIRAFLORES
 
Les diste, Señor, un vida penitente y suplicante.
Hábito blanco y rosario.
Y el manto de tu Madre virginal
Que a estos frailes acoge y protege
En las lauras de san Bruno
donde campea el silencio
Y la plegaria interior
Eremitas de la Señora
En cada celda un cenáculo
Cada aliento una avemaría
Que se eleva rotunda
Por las arquerías
Pénsil y claustro
Gran cogulla
De la fratría
Quietud impresionante
intramuros
A la puerta el bosque
Piedra gris
y una lápida que recuerda a Enrique II
Aquí vivieron generaciones de frailes
Muertos al mundo
Per solitudinem, visitationem et silentium
Escala viva de Jacob
para subir al cielo
Renuncia a las pompas locas
A los ciegos trajines
del mundo
todo lo encierra (menoscabo de la vanidad)
el cerquillo y la tonsura
de los monjes silenciosos
y por eso y mucho más

Cartussia non reformata

quia numquam defomata
teniendo por norma un precepto


sile et sale

El silencio es una canción

callen las lenguas
para escuchar los oídos la voz de Dios
asilo de pacíficos
y refugio de antiguos pecadores
Decepcionados de las glorias terrenales.
Nunca hubo reformas la Cartuja
Porque nunca relajó
Me apresto a recibir la pescozada
de la gracia
una noche de dolor en Burgos
que el vientre me dolía
y vine a ver los campeonatos
Puede mucho el cucho de la oración.
Ofréndate, Señor mi cruz y el martirio de mis dudas.
A media mañana salió un fraile calvo.
Le dije hermano morir hemos
Y él me contestó; hermano, ya los sabemos.
pasando a mi vera
Como la sombra blanca de la resurrección.
)Era un ángel?
Hago mi norma de vida el motto suyo:
siembra, transplanta, riega, aliña, cava
y en cada florecilla a Dios alaba.
Pasó el día de junio.
Pentecostés se acercaba
por esas fechas andan muy inquietos los diaños
luego las vísperas
y el oficio De Beata a la Virgen Aen recto tono@
un gregoriano medular el suyo
Lo culminó un diacono
Que prosternándose el suelo besaba
Los brazos en cruz
virginidad total
terminó la antífona  y la coral
rotunda voce
cruzó la bóveda un pájaro
y fue a posar en un facistol
No interrumpidnos el rezo, avecillas del Señor


Per intercessionem tuam Virgo Beata

da mihi virtutem contra hostes tuos.

Luego el prior dijo la misa

manteniendo durante el canon los brazos en alto

apagó las velas del altar un donado

y acabó el rezo a media voz

cantan bien los frailes Miraflores

se nota que no comen carne y eso afina las cuerdas vocales

y abrazaron la ley perfecta del silencio

 

Anima mea taceat.

Vida suplicante y vida penitente

Vive y muere por Dios.

Regalo de la escritura anónima

y entre ellos florecieron Dionisio el Cartujano

el Padre Molina y Arias Montano y Surio el doctor extático

autor del Año Cristiano

Los cartujos esperan poco de los recursos humanos

y todo lo fían de Dios viviendo para la eternidad.

Espiritu de san Bruno

Eco de letanías maravillosos y amenes rotundos.

Per intercessionem, silentium et visitationem

Cartussia permanet in vigore

Sedebit solitarius et tacebit.

Cella continuata dulcescit

La vida comprendí es ocio atareado

y aquella noche cabe sus muros

recibí los dones del Espiritu Santo

La verdadera vida empieza después de la muerte

por eso ellos murieron al mundo

el eco de sus salmodias penitenciales

Conmigo los llevo siempre.

 

MADRID CAPITAL DE LO EPICENO. UNA NUEVA RELIGION AL REVÉS. EL PADRE ANGEL OFICIA ESTA MISA NEGRA COMO MAESTRO DE CEREMONIAS

Ay Madrid que te quedas sin gente castillo famoso que al rey moro prendió un día hoy convertido en emporio de la mundial mariconería. Dicen que el que va no vuelve pero yo pienso que la alcaldesa Carmena no se ha cambiado de bragas desde que asumió el bastón de mando tratando de imitar pero al revés a la Reina Católica que no quiso cambiarse de camisa hasta ver flamear el pabellón cristiano en la Alhambra. Esta fulana mundialista haciendo caso omiso de sus orígenes de cuando era de la Sección Femenina no tiene la ropa interior nada limpia y se dedica a poner la cruz inversa sobre la gran vía. Ay Madrid que te quedas sin gente. Te quieren dar por donde amargan los pepinos pero no te dejes. Siempre habrá pervertidos sexuales porque ello va con la naturaleza humana pero convertir esta merma en una nueva religión flameante bajo el arco iris es una aberración mayúscula. Nada tengo contra los homosexuales, de hecho me eduqué en una iglesia española plagada de perversos y de maricones espirituales pero de ahí a que los canonicen no me parece de recibo. Quizá el catolicismo sea una religión de afeminados torturadores y de hipócritas que nada tienen que ver con Jesucristo ni con  TODO ESE BUENISMO inconsistente del papa Francisco que cada día se muestra como un traidor a nuestros principios. La sombra de don Opas el obispo libelático que abrió la puerta al islam en Guadalete flota sobre su persona. Penaremos como don Rodrigo en la horca por causa de este mal cura argentino. Cristo es la verdad el perdón y la vida y nada tiene que ver con estos ácratas que hacen el amor amargo y son amargos como los pepinos como ellos solos. Señra alcaldesa que se cambie las bragas, las lleva muy sucias y el olor llega hasta aquí

LA AMURAVELA DE CUDILLERO. LA VILLA MARINERA HONRA A SU GLORIOSO PATRÓN








LA AMURAVELA EN CUDILLERO

 

Mientras Cudillero viva y mane la fuenti el cantu baxará san Pedro a la ribera con todos los santos.  (Canto litúrgico del pueblo asturiano de Cudeiru) pero el discurso es largo para contar las novedades alternancias e intercadencias de todo un año desde el pasado san pedro al actual.

Yo como el arcipreste gusto de mujer chica, parva  ración y breve sermón, pero el sermón de este marinero encaramado en el puente de su barca proa al viento del futuro no se me hizo largo. Su discurso es mucho más alegre el que nos largan los políticos.

Oigo el “rapapolvo” de la amuravela recitado por un marinero (pañuelo de hierbas moni azul y chapela) en que se cantan con humor y alegría, sin la acrimonia odio y revanchismo, tan de nuestros días todo cuanto ha ocurrido en España y en esta villa.

Sólo ese pixueto desparpajo que he encontrado en algunas villas marineras de levante y sobre todo en el Cantábrico. Es suave lengua que recuerda las cantigas del romancero. El bable es léxico aldeano y marinero y entonación. Por eso no lo saben hablar ni los políticos ni los catedráticos. 

Los coruñeses lo llaman ferrete. Hay que amurar la vela esto es izar  bandera.

Cudillero es un lugar de fuerte tradición católica donde arraigó el cristianismo no exento de ciertas imbricaciones paganas que le vienen de la tradición celta.

El pixueto es uno de los dialectos más cantarines del bable astur que es un poco la madre del idioma castellano. Por aquí hay muchos rubios casi tanto como en Irlanda y a los caízos  (callealteros para diferenciarlos de los ribereños) les dicen descendientes de los vikingos.

En este nido de gaviota he venido a recalar y a dejar tal vez mis huesos Dios quiera que se demore esa hora. Escucho con devoción el sermón jocoso acompañado de mis nietas detrás de una fila de santos y de Laureanín el sacristán que porta la cruz alzada.

El predicador larga su espich subido al puente de la Barca de san Pedro que no es hoy ninguna barca sin pescador porque el anfiteatro anda este mediodía  petado de gente.

Yo recito el verso entrañable del querido Cefas que negó a Cristo por miedo a los judíos del litostrotos y luego lloró lagrimas amargas de arrepentimiento. Flevit amare.

Está sentado en la silla gestatoria dirigiendo una mirada de protección a los pixuetos con su tiara, su capa pluvial porque hoy llueve en Asturias, y sus cáligas o zapatillas  blancas que hay que ir a besar porque al papa se le besa el pie no la mano.

Algunos como el Cid campeador no lo hicieron. El orgullo castellano no se casa con nadie pero aquí son cantábricos menos adustos y un poco más condescendientes; no hay bodegas y hacen espichas, son muy cantarines y alegres como el colibrí y los malvices que se asoman por los tejados de las casas colgantes.

San Pedro baja al agua de la ribera con una reciella de bienaventurados a lavarse los pies. Glorioso patrón también de mi pueblo.

La iglesia de mi pueblo reconstruida en el siglo XVIII es hermana gemela de la de Cudillero. Fuentesoto y Cudeiru anduvieron misteriosamente enmarañados en mi vida. Mientras Cudillero viva y mane agua de la fuenti el Cantu bajará san Pedro a la ribera acompañado de todos sus santos.

Las brisas de la mar algo crespa se llevaron al cielo nuestras plegarias. En cuanto terminó el acto llovía a cantaros y así hasta otro año. Hoy es día de lo folixia sin embargo. Una fiesta entrañable para honrar a Cefas que quiere decir piedra esto es caput Ecclesiae el santo que porta las llaves del paraíso. Con san Pedro comenzó todo.

Ahora anda el rudo marinero galileo encargado de las puertas del cielo sobre las que no prevalecerán las del infierno. Él observa quien entra y quién sale. Dentro no son ni deben de estar los que están ni los que son.

 Por más que en Cudillero pueblo bonito donde los haya no tenga demasiadas cosas que ver. Hoy estaba la mar bella para honrar al patrón glorioso que lo protege. Y subo la varga hacia Oreanda mi aldea entonando aquel verso de los embarcados en las naos del Emperador:

Si la mar fuera de niche

Y las olas de canela

Yo me morirías entero

Por servir a mi bandera

 

2017-06-27

AY MI ALMA SE ESPONJA EN EL RECUERDO DE AQUELLOS SAN PEDROS

Ferias y fiestas de san pedro en Segovia del ayer





Ya vienen las ferias de Segovia y yo con estos pelos, entono uno de mis blues, aquellos romances que cantaba la nieta de doña Aniana la comadrona que me sacó del vientre de la Juani, guapa moza, animadora del mester de juglaría:


Ya se va san juan de junio con todas rosas y flores, ya llega santa Isabel que las trae a cual mejores, arrumbalas allá. Toma los higos verdes que pronto madurarán. La melodía guarda registros tristes como casi todos los cantos castellanos que se quejan un poco de la fugacidad de la vida siendo en sí tan vitalistas. Noche de san juan a coger el trébol. Los mozos colocaban el ramo en la ventana de sus amadas. Danzas en torno a la hoguera.


Yo pisé la brasa y salté la hoguera en san Pedro Manrique Soria el año 72 y no me quemé pues había bebido de lo lindo, tampoco me cogió el toro de calderas pero lo que recuerdo con mayor ahínco son las ferias de mi pueblo que daban inicio en la noche mágica más corta del año cuando veíamos el castillo de fuegos artificiales sentados sobre el pretil del puente Valdevilla la catedral toda iluminada y el cielo de la noche se llenaba de cometas y de estrellas filantes.


 Al día siguiente el pregón del alcalde y la llegada de los muleteros y tratantes al ferial de ganado que se congregaba en la dehesa del rey Enrique IV.


Era cosa de ver a las recuas enjaezadas y escuchar el relincho de los caballos el blusón de los tratantes que sellaban sus contratos con un “choca la pala, cristiano” y un chupito de aguardiente en la taberna de al lado.


Los chalanes se empleaban en peleas dialécticas con los gitanos que con frecuencia daban gato por liebre haciendo pasar por potro a un jumento entrado en años disimuladas con pez sus canas y sus muchas mataduras.


 Los regatones de Cantalejo que eran gente diserta en esto del trato siempre examinaban la dentadura y picaban en los ijares para conocer la edad del animal. La ciudad se llenaba de forasteros y gentes de los pueblos que se acercaban a la capital a ver los toros.


Mi abuelo para no pagar entrada el pobre me cogió en brazos y yo pesaba lo mío ya por aquel entonces, debí casi de derrengarlo pero recuerdo aquella corrida en la plaza de Segovia que debió de ser en la antigüedad circo romano. No pagaban niños y militares entrada a los espectáculos.


 Recuerdo bien aquella corrida a la que fui de gorra en los brazos de mi pobre abuelo que empezaban a barruntar las flaquezas de una enfermedad que le llevaría al sepulcro, y  en que lidió un mano a mano Luis Miguel Dominguín con Andrés Hernando. Ambos cortaron orejas.


 A la salida se preparó un atasco en la carretera de la Granja, el primer atasco que vi en mi vida. España empezaba a motorizarse. En el Salón montaban los caballitos y el tren de la bruja. La tómbola no podía faltar. A mi padre le tocaron una ristra de cazuelas y tres botellas de vino de Valdepeñas. Volvió para casa el hombre tan contento y nunca me toca un pijo, ya era hora de que la suerte no me diese la espalda. El vino para las comidas. Dio cuenta de aquel caldo en tres semanas porque era muy moderado y frugal, un castellano de temple que sabía beber.


A la  señora Teo le tocó una muñeca chochona y su hija la Vitar que era una niña muy resabiada y con coletas la sacaba a pasear a la tarde en un carricoche. Dice papá y mamá, ¿sabes? Y pide el pis. ¡Qué moderna!


 Pero todo el afán de los chicos de mi pandilla era observar qué es lo que tenía aquella mona entre las piernas – la curiosidad es aliada del morbo sexual- y le bajábamos las bragas pero la muñequita linda no tenía nada, no era más que un amasijo de tronco, brazos y piernas de plexiglás.


 La hija de la señora Teo se plantaba a llorar… guarros, sois unos sinvergüenzas, y unos cochinos.


-Chavales, si os cojo…


 Salía el padre, que era un alférez de la remonta con el cinto de caballería y nosotros duro correr; ibamos a escondernos entre las peñas de la cantera del tío Enrique el que llevaba en la boina un cuervo amaestrado que sabía hablar. Había aprendido a decir fascistas cabrones y Franco hijoputo. El tío Enrique era un poco rojo y no nos podía ver a los de la colonia militar de Valdevilla.


 Tiempo adelante comprendí por qué todas aquellas casitas blancas que tenían a la entrada un edículo con una imagen veneranda de la Virgen Santa Bárbara patrona de los artilleros fueron dinamitadas y destruidas, arrasadas para que no quedase memoria. Habían vuelto a mandar los hijos del tío Enrique el cantero, uno llegó a ser alcalde de Segovia y en el alma de los vencidos quedaría un poso inagotable de rencor revanchista contra los vencedores.


 Subíamos a los caballitos, tirabamos al tiro pichón y veíamos a los forzudos del barrio de santa Eulalia medir sus fuerzas sacudiendo el balón picudo del dinamómetro, con su marcador de cristal… tantos kilos o tantos gramos/fuerza.


Un cabo primero de la Base Mixta, que era pequeñín, pero recio como él solo, muy trabado de hombros, asturiano, de uno de sus contundentes ganchos, hizo trizas la máquina y allí fueron ellas.


El dueño del manubrio que era italiano se lió a dar voces reclamando daños y prejuicios y una indemnización.


- Porca la mía madona… tu spezzare tu pagare. El que rompe paga, pero el cabo primero puso orejas de mercader.


 Caguen mi manto esti aparato ye mu poco para esti asturiano que levanta con el meñique un carro de combate.


 Con que reclamaciones al maestro armero. El italiano no paraba de dar voces y el militronche se escaqueó haciéndole la higa al pobre vendedor ambulante que al año siguiente se presenté en ferias habiendo montado en el real un chiringuito de cervezas y gaseosas. Aquellos días eran muy especiales.


 El personal no paraba en casa. Bajaba a las procesiones o iba a presenciar las carreras de sacos. Con el pino del mayo en el barrio del Cristo había competiciones de estirón un juego al que los ingleses llaman tug of war- consistente en estirar dos conjuntos de muchachos una viga o una maroma y el que desplace a su oponente ese gana.


En los jardines de Villangela tenían lugar los primeros bailes al aire libre de la temporada. Allí fumé yo mi primer Mataquintos.


- Chupa, chupa que se apaga. Si viene tu padre te tragas el humo por los hocicos


 Y allí escuchábamos boquiabiertos los cuentos que nos contaba un tal Crispi que se sabía muchos de jaimito y de ánimas.


Pues había una vez  Zamarramala-nos dijo- una familia que eran muy pobres, tan pobres que uno de sus chicos el Clodoaldo murió de fame. Total que los de su cuadrilla, dichas las misas y las mandas, acordaron, teniendo ellos mismos mucha gazuza, gastarle una treta a los pobres deudos de Clodo y todas las noches se subían al tejado y llamaban por la chimenea a la madre que se llamaba Basílica, como si fueran las Ánima.  Con voz lastimera imitando la voz del Acacio que paz descanse.


-Madre… madre…


-hijo, hijo, pero eres tú… y ¿donde estás?… ¿en el cielo… en el cielo, hijo?…


- síiiii, y qué tal estás…


- bien, lo que pasa es que aquí con san Pedro pasamos mucha hambre…


-pero ¡cómo pues! creía yo que allá arriba se estaba mucho bien sin fatigas ni azares viviendo en un canto perenne como dice el señor cura…


- sí madre, sí, pero no se puede cantar con la barriga vacía, y yo me digo que si usted nos echa algo de compango en este caldero que le tiro ahora mismo… un poco de matanza… unos choricillos, lo que le pete, cualquier cosa nos vendría bien…


- pues claro, hijo ¡qué ha de hacer! Ahora mismo.


 La tía Basilisa colmó el caldero de chicharrones, algo de mondongo y una hogaza de pan recién horneada, y también un pote con calducho.


 Los del tejado izaron tales providencias con tanta celeridad que la vieja, que trasteaba por el cocedero quedó pasmada al escuchar aquella voz invisible que le hablaba de lo alto de la claraboya pensando si no fuese aquella prisa cosa de duendes.


 La visita y la llamada lúgubre- tas tas quien es soy vuestro hijo Clodo, un alma en pena, que os viene a visitar-  se repitieron otras muchas noches.


Los de la cuadrilla del difunto comieron y bebieron a escote varias semanas gracias a las mañas de Tiburcio el hijo del pastor Melares que estaba de borreguero con el hijo del señor alcalde, el autor de la artimaña, hasta que un día la tía Basilisa quiso saber más


-… hijo, hijo, te oímos bien pero no te hemos visto la cara todavía, no sabemos como te sienta el Paraíso si estas gordo o flaco, blanco o moreno, nos gustaría verte aunque sólo fuera por el bujero de la chimenea… -si madre, si, ahora mismo.


Tiburciete que era muy vivo se quitó los pantalones y se sentó de culo en el brocal de la chimenea. La vieja junto a las trébedes del cocedero casi se desmaya al ver la cara del difunto:


-hijo, hijo qué cara tan hinchada y que ojo tan profundo.





Pues la cara hinchada y el ojo tan profundo, ojo del culo, ojo del cíclope es un poco el que nos mira a los segovianos cuando volviendo la vista atrás rememoramos aquellas fiestas de san Pedro, san Pablo y san Pablín, el día del bien, el del alboroque cuando había que rezar por los fallecidos entreaño.


Lo han traído los hijos del tío Enrique que subió de los infiernos con el cuervo parlanchín en el hombro poniéndonos a muchos de hideputas pa arriba. Son la ferias y fiestas del desquite.


- No os pueden ver.


-¿Y eso?


 -Como te lo digo.


- Pues vaya. Que habremos hecho.


- Ser hijos de militares.


- ¿Y eso es un crimen? Si serás capullo…


 Publiqué una novela recordando aquellos tiempos y se la regalé a mis compañeros de terna.


Ninguno, salvo uno. Que por cierto me compró el libro  me llamó para agradecérmelo o decirme qué les parecía mi seminario vacío que se ha publicado en ruso y al parecer es una novela importante, la novela de Segovia.


 Al director del Adelantado tampoco le debo mucho. Me hicieron un reportaje pero no nunca lo editaron. Comprendo ahora perfectamente los cagamentos contra nosotros del cuervo del tío Enrique.


Creo que los que ganaron la guerra fueron demasiado lenibles con los vencidos. Debieran haber fusilado al cantero y echar a la sartén a un pájaro tan procaz y deslenguado como el cuervo parlero.


 Pero eran muy ladinos, se la sabían todas, siempre con el que manda, estos buenos de Segovia que ni la burra ni la novia son falsos que la mula de Judas, más falsos que aquellos machos mohínos que exponían en el ferial de la dehesa del Rey Potente los menestrales de mi tío Secundino el de Cozuelos; cuando llegó el caudillo dejaron de cerrar el puño, saludaban con el brazo en alto y volvieron a cerrarlo sólo para aferrar dineros llegada que fue la tan traída y tan llevada democracia, y ahora que demócratas ya semos vais a saber lo que es bueno, chiquitos. Mano al cajón. Arramblaron con todos los dineros Nadie es profeta en su tierra.


 Demasiado afán de venganza. Uy que carrillos tan hinchados, uy que ojo tan profundo. Ojo de Ra. Ojo del culo hinchado y oscuro como el que se sentó en la chimenea, promulgó un pedo dejando a oscuras a los del cocedero.


 Id preparando el clistel. A este país hay que ponerle un correctivo, una lavativa, dios quiera que no sea de sangre. Aquellas lejanas ferias de san pedro y san juan vuelven a mí con nostalgia y me acuerdo de los caballitos, del tiro al plato, de las carreras de sacos, de las dianas floreadas, de los gigantes y cabezudos, de Agapito Marazuela que tocaba la gaita en el arzobejo y del Tío Tocino el tamborilero menudeando palillos cobre la caja. Ahora va la arrebolada, tú…. Tariri tirri titi…. Taritototititota.


 De las trallas de los muleros de Medina del Campo me acuerdo y me acuerdo también de aquella churrera bonita vendiendo porras y churros en el Salón a la que nos quedábamos mirando con ojos de besugos los de mi cuadrilla, tenía unos senos enormes de matrona valenciana algo de bigote por el bozo y el culo bajo, señor, señor ¡qué prietas debían de ser aquellas nalgas! Se nos ponían los ojos como platos al despertar del primer amor.


 Todavía ibamos de pantalón corto y la guaja era un bombón que les volvía locos a los militares que paseaban por la Canaleja en traje de gala y guantes blancos. ¿Qué habrá sido de ti, churrerita de amor? El polvo del olvido ha reducido tu rostro a silencio y lo que aquí quedara es esta cara tan hinchada y ese ojo tan profundo.


El odio y la revancha forman ahora un tandem pedorro.

EUROPE BURNS DIAS DE FUEGO

Se frotan las manos las maripavas. Ya tienen tema. Arde Doñana, se queman los patos, lloraba una avutarda, un lince apareció achicharrado en una charrasca en la mañana. Fuego. Ogoñiek. Una palabra rusa que trae malos barruntos. Si uno lee a los rusos se cotejarán precedentes nefastos porque el fuego precede a la revolución. En 1917 hace cien años la estepa rusa ardía por los cuatros costados. No quedó ni roso ni velloso de aquellas retamas que describía Turguenev melancólico y en la novela Sacha Yegulev de Andreiev el protagonista es un pirómano. Aquel año crucificaron al zar.
Parece que la historia se repite pero aquí los tertulianos testiculares una patada en los huevos de los que se dicen demócratas y fueron criados a los pechos del franquismo (el Coletas y el nieto del coronel Castejón hay que echarlos de comer aparte)  con su incontinencia verbal ya tienen tema del que hablar y lucirse ante las pequeñas pantallas porque han regresado las maripavas, las anarosas y anacondas. En el plasma celular mantean a la mujer hinchable, la cacereña, a la que sientan en una silla a tomar el fresco mientras cae la cuchilla de la guillotinas en todo su fragor la bestia tiene en España cara de coño roto que nunca hace el amor pero estas siempre nos joden y hay una que o se me despinta sentada toda tiesa en la silla de la mesa presidencial que se huele sus pedos perfumados y esa chica a la que sacaron de una casa cuna de la calle la Ballesta es la moderadora. Buenos estamos. Entre amigas y ballestas y ballesteros. Si parece una hormiguita pero anda, anda... 
Me llama el Romo y dice que soy un poco apocalíptico. Este personaje al que conozco ya hace mucho más años de los que quisiera es un grano florido en el ojo del culo.
A todos el fuego les devora. Y contra lo que explaye el Romo hoy me siento un tanto profeta aunque no en mi tierra naturalmente

2017-05-26

LA INQUISICIÓN TIENE LOS BRAZOS LARGOS. HISTORIA DE UN "PREGONAO" EN TOLEDO QUE ARDIÓ EN LA HOGUERA

AUTO DE FE EN TOLEDO.YENDO DE "PREGONAO" POR ZOCODOVER. UNA HISTORIA QUE ME INSPIRÓ UN CUADRO DEL GRECO



El Cristo Crucificado de El Greco, propiedad del marqués de la...






PESADILLA EN TOLEDO ENTRE BOBOS Y BOLOS ANDA EL JUEGO


 Se nos hizo de noche y vimos al Hombre del Saco al cruzar el Tajo y allá por el puente de Alcántara se nos cruzó el Ojo Saltones un judío que no sabe pronunciar las erres y habla de garganta. Tercera autoridad en estas mansardas. Se me vino a las mentes la mera efigie de don Opas que iba pregonando calles arriba hasta entrar en la misma plaza de Zocodover paso a la Inquisición. Me subieron en un asnillo y cabalgando cara atrás cubierto el rostro con una coroza cual reo del Santo Oficio y como los penitentes capuchones que van detrás del paso en Viernes Santo. Dos alguaciles infames y mal encarados cutían mis espaldas con golpes de rebenque. Yo maldecía mi suerte y me acordaba de la madre que me parió. Desdichada hora en la hora que nací. ¿Qué mal fice? Preguntaba yo a mis esbirros y ellos en vez de contestar descargaban más fustazos sobre mi cuerpo dolorido. Quieto ahí tú, mostagán, que yo te vamos a enseñar a comportarte, tente derecho y no retruques. Pues vaya-dije yo- pero que mal hice y al fin uno de los corchetes leyó sentencia y dijo que iba al palo por pensar por mi cuenta. ¿Es que escribir es un delito? Sí lo es. Un diacono muy alto y con cara de sátiro al que yo había visto merodear por los puticlubs de la región e iba a rumanas los sábados noche farfulló un responso en inglés. Ya no cantaban en latín sino inglés, la nueva mingua franca los nuevos inquisidores. No se dirigían a la Virgen tiernas plegarias. En lugar de eso invocaban a la Democracia y el nombre de Jesucristo había desaparecido de los anales para dar paso al dios del Consenso. Los obispos y hasta el Papa proclamaron que de allí en adelante sólo había que creer en el Holocausto, como única verdad, aserto e incontrovertible. Todo lo demás eran leyendas, mitos, consejas evangélicas de las que cuentan las viejas al amor del fuego.
La cosa me parecía increíble pues se me hacía duro pensar que con tanta fuerza hubiera calado en el corazón de las gentes la más recia y horrible de la apostasía pero reparé en el hecho de que estaba en la provincia del Bolo, la tierra de los grandes tornadizos y de los conversos. Habían vuelto los rabinos y estos llamaron a los ulemas y en los burdeles los malandrines y los macarras ponían a sus coimas mirando para Toledo, la Jerusalén del Oeste, la nueva Meca de los pactos y los consensos.
En la resurrección no creía ninguno y como no había vida eterna los directores espirituales aconsejaban a sus confesadas y a sus pupilos que lo único que importa es lo de acá abajo. Que se olvidaran de que eran polvo y de las palabras del cura los miércoles de ceniza. Había que hacer más caso al jueves de Comadres y vivir como si fuese todo el tiempo martes lardero. El lunes Corvillo para después. Toda nuestra vida es carnaval, chaval. Y dános y danos. A ti sí que te voy yo a dar. Lo importante es lo de acá abajo.
De lo que haya allí nada sabemos. Lo cual que lo mejor cuadra es la regla de los babilonios comamos y bebamos que mañana moriremos. Muy democráticamente por supuesto. La muerte es el gran rodillo democrático les recordaba yo a mis verdugos aquel jueves de comadres durante mi pesadilla. La víspera había sido miércoles de ceniza, la antevíspera martes lardero que sigue al lunes corvillo. Popping Eyes no dejaba de mirarme. Una pena que tuviera las manos atadas y no pudiera agarrar un morrillo y esputárselo en la calva a aquel infame el que consumó la gran felonía el que cerró las puertas de las catedrales y devolvió la llave a los nuevos invasores para que instaurasen allí sus lugares de rezo mayormente mezquitas y sinagogas cuando no logias donde organizar sus tenidas y conventículos. Traté de beberme mis furias mientras cabalgaba en aquel burro prieto que trotaba por la cuesta entre las miradas airadas de la chusma que decían cosas muy feas.
Acerté a ver entre las turbas a una señora que dicen la presidenta y se ella se dice a sí mismo Omnipresencia porque está en todos los saraos y conmemoraciones chupando cámara que tú no veas. Muy finolis y repeinada pero con una lengua como un carretero. Muevan ustedes el culo hijos de la gran puta. Tenía mucho cabreo porque quiso ser reina y no lo es hasta la fecha. Era una mujer muy deslenguada pero bien calzada de coturnos y vestida a la última porque encarga sus atuendos a Paris y es toda ella una marca pero Dios mío qué lengua tenía la señora. Ella me puso de hijoputa para arriba.
No salía de mi asombro pero un cirineo que se ofreció para aliviar mis suplicios y me tenía al burro del ramal un alma de dios un buen samaritano me dijo no se asuste su señoría ahora todas las hijas de familia hablan así hoy por hoy maxime las que otrora fueron chicas de derecha. Y mira que fueron educadas con monjas y toda su vida fueron muy de derechas pero sacaron los pies de las alforjas y juran beben y fornican peor que zapateros. Para mi desesperanza la presidenta era la que con más vigor decía crucificadle, crucifícale. Lo que exaltó a la multitud y llovieron sobre mi rostro toda suerte de injurias, un par de cantazos y algún que otro gargajo. Échale pan que mañana pía.
Y no se lo tenga en cuenta vuestra merced dijo mi cirineo que también subía el hombre compungido por las pinas y estrechas callejas de la ciudad de Carlos Quinto pero en la fachada del alcázar ya no había águila bicefala. En san Juan de los Reyes arrancaron las cadenas de las Navas de Tolosa y se las devolvieron al rey de Marruecos echando por tierra el lábaro y enseña de la unidad de los reyes católicos, el tanto monta monta tanto Isabel como Fernando, nuestro emblema de la unidad nacional.
La saña deletérea y la clastomanía irreductible de los tornadizos y pedisécuos del Ojo Saltones encontraron su paroxismo en el furor con que echaron debajo de los frontispicios de tan histórico lugar el yugo y las flechas. Se dijo de ahora en adelante ni yugos ni flechas ni leches porque no sé pa qué queremos los españoles el yugo de la labor si aquí nadie pega golpe ni flechas del poderío pues andamos nostálgicos e indefensos. Café para todos.
Se desuncieron las Españas en una amalgama de taifas, autonomías golfas y trinconas donde toda corrupción y prevaricación tuvo asiento, y de cantones y la patria es ya indefensa y sin ejército hasta tal punto que ésta se convirtió en una casa del tócame roque con sucesos tan lamentables como el de los paracaidistas ingleses de maniobras que entraban borrachos en una taberna de Cádiz o en Lanzarote y se liaban a golpes con los pobres españolitos. Los soldados de Su Graciosa Majestad apaleaban a los jueces y sodomizaban impunemente a los números de la Benemerita que iban a deternerlos sin que el gobierno de Madrid osara protestar porque los del FO eran los amos y aquí ya todos hablamos inglés, tomamos el té de las cinco y entonamos el dios salve a la reina, al menos es lo que señalan los poderes fácticos y toda esa tomiza de anglocabrones americanoides desnaturalizados que han renunciado a su historia y a su lengua como el Big Popping Eyes (Ojos Saltones). Átame esa mosca por el rabo. ¿Quien pone el cascabel al gato? Moratinos estaba demasiado ocupado con meter al turco en Europa. Hacía lo que le dijeran siempre los judíos y sus amos de Washington en este país: el contubernio con el sarraceno. Escupían contra la cruz y eso les hacía sentirse fuertes. Ojos Saltones, defensor del aborto, era de comunión diaria pero dicen que se guardaba las hostias en la bocamanga y luego las echaba a un caldero de agua hirviendo y las profanaba. La actualidad se asemejaba a una gran tenida de masones. Cundía la blasfemia y el desencanto. También don Opas era de la raza maldita y tenía el mismo mirar de los ojos salones.
Sin flechas del poderío nos convertimos en la risa de las naciones, campo de Agramante de la emigración. Llegaban en manada a nuestras costas y los españoles de bien tenían que agachar la cabeza, besar el látigo, adorar al dios del Consenso. Paciencia y resignación. Somos extranjeros en nuestro propio país. Tendremos que emigrar de nuestra patria otra vez los buenos españoles
La avilantez de los gobernantes como el execrable embono de los Ojos Saltones que por lo visto era un socialista de padre falangista, un cacique para más señas, de apellido infame. San Homobono era el patrón de los sastres y él era un alfayate, un malabarista de la política que no daba puntada sin hilo. Nada por aquí, nada por allá. Su padre fue gobernador civil y juró los Principios del Movimiento, y tuvo un tío alcalde pero donde dije digo, digo Diego, chiquitos, y esa sí que es gorda. ¿Adonde vamos? Al desastre, según parece pero dicen que sarna con gusto no pica.
En la plaza de Zocodover estaba preparado el tabladillo o picota donde harían con mis pobres huesos lo que corresponde. Había un poste rodeado de retama, el balago de arder, estaba la yesca preparada. Iban a quemar a un cristiano recalcitrante de herejía democrática pero aunque me maten o daré nunca mi brazo a torcer y había que decirle al Ojos Saltones a sus jodíos morros que no era más que un jodío bolo.
Las gentes que se habían vuelto morbosas e insensibles a los males de su vecino, de tanta tele basura como se había comido sus ojos y roído su alma por culpa de las quintanillas y anarosas quintanas, marilós, las reinas de las mañanas y las princesas del pueblo y de ver a todas las horas al presentador de la cabeza grande y los pies planos en soporíferos programas que duraban doce horas, mientras los torticeros manijeros zurcían mentiras a todas horas y no paraban de hablar de la crisis, predicando al pueblo como si fueran ovejas modorras, metiéndoles el miedo en el cuerpo, contemplaban con deleite el espectáculo y se decían unos a otros éste va a arder bien.
El rabino de la Sinagoga del Tránsito Un sacristán del mismo templo trajo eslabón y pedernal e hizo fuego y aplicando tea y prendió la lumbre. A redoble de tambor, un pregonero proclamaba:
-Cristianos a enforzar.
-Hijoputa…Hijoputa. Eres un pregonao
Doña Esperanza para mi desespero se encontraba en el cupo de los que contra mi hicieron causa y allí estaba entre el populacho desgañitándose contra mi persona. Tampoco faltaba la Bibliotecaria de Logroño, una tal doña Planchas Planchitas y con el nombre de Carmina bautizada mas luego hizo renuncio y recobró el de Sara, su primigenio. Ella también se metió con mi alcurnia. Aunque cambió de credo, esa señora como escritora será siempre mala. Entró en contubernios con don Arbolí, otra moneda falsa.
No me quedaba más remedio que admitir la culpa por la que se me condenaba y aceptar mi condición de caganidos. Yo no era más que un “pregonao”.
En un relámpago ardió todo mi cuerpo. Gracias a Dios pues grande era mi fe no flaquee en el tormento porque siendo de la raza ibérica y mi padre aragonés sentí pena de la multitud dirigida por aquel Anás de los ojos protuberantes sudoroso y vaporoso, tercera autoridad del Estado, que no pronuncia las erres con las sietes señas del hijoputa metido a politiquero siendo su distintivo principal la barba en parroquias y los muchos sudorosos que canta todo su cuerpo que no hay quien se le acerque cuando se sienta en su estrado presidencial en el congreso. Arrimaron fuego pero en lugar de llorar me dieron ganas de reír y contumaz igual que don Rodrigo me puse para mi último trance en el pináculo del cachondeo. Pude desligarme de las esposas que me maniataban y, libre de manos, llevándomelas a los genitales exclamé:
- Me la chupáis todos vosotros. Vosotros me la chupais en cuadrilla y al de por junto, aunque muera mártir. El que se sienta en el tribunal no es más que un judío bolo y se lo digo a sus jodidos morros
Y, haciendo las señas del macho cabrío expiré, mártir de la causa. Estoy seguro de que mi nombre enseguida ingresó en la nómina de los santos y mi alma voló derechita al cielo después de haber dado testimonio de Cristo y amado a mi patria desde aquella hoguera de la plaza de Zocodover gobernada por aquel sanedrín toledano encabezado por un felón de los Ojos Saltones como gran sacerdote. Subí a la gloria chutándomela con todos mis enemigos sobre la planta de mis pies. Había ollado la cabeza del dragón en Zocodover. Fue de esta manera gloriosa y terne en mis convicciones como hjice la jera precisamente el día que comenzaba la Cuaresma y las ciudades celebraban el entierro de la sardina