Abad
de Silos
Abadía
Benedictina
09610
SANTO DOMINGO DE SILOS
(Burgos)
Muy
reverendo padre Abad:
Me
tomo la licencia de dirigirme a Vuestra Paternidad para ofrecerle mi
último libro Cela, el Café Gijón”
que reputo interesante por ofrecer aspectos desconocidos de la vida
española y de Camilo José Cela a quien traté de cercas. Sé lo
mucho que hizo esa gloriosa abadía bajo su báculo en pro de la
literatura española. Protegió A Alberti, a Gerardo Diego y otros
escritores y poetas que fueron crisol de Castilla en su calidad de
sede espiritual de nuestra catolicidad y de nuestra lengua milenaria.
Cela pudo pasar en vida por agnóstico pero un creyente a la vieja
usanza de nuestros cristianos viejos.
Estaba
orgulloso de tener como pariente a un franciscano que fue martirizado
en Palestina y de ser paisano de san Pedro Mezoncio que (corríjame
si me equivoco) fue el autor de nuestra amada “Salve”.
Creo
haber escrito un libro importante aunque no políticamente correcto y
por eso se lo envío pues sé que el texto quedará en su archivo y
no se perderá. Asimismo, desde que era seminarista –no alcancé el
sacerdocio pues no fui digno pero los buenos operarios diocesanos
inculcaron en mí la devoción a la Virgen, al latín y a los libros-
he sido un apasionado lector de las obras de fray Justo Pérez de
Urbel (el Año cristiano
una verdadera maravilla, los Mártires
de la Iglesia, un libro importante por
el que fue muy calumniado – fray Justo fue para mí un mártir sin
derramamiento de sangre, un perseguido como lo he sido yo en mi
capacidad de periodista y corresponsal en Londres y Nueva York de la
fenecida prensa del movimiento.
Sus
libros me inspiraron el amor a la liturgia, a la epacta, a los ciclos
estacionales, al canto gregoriano y a esa humildad benedictina del
“Ora et labora”. Yo he sido y sigo siendo un obrero de la palabra
y creo que Fray Justo y san Benito me dispensaron su protección
desde el cielo sin merecerlo.
Este
libro como otros “Seminario Vacío”, “Lloviendo Rosas”,
“Quien encontrará a la mujer fuerte”, “Remember Brunete” y
“Viva Claraval” lo he editado a mis expensas en una edición
corta pero aun así, dadas las circunstancias en que nos encontramos
en España, donde funciona una especie de censura ideológica bajo
apariencia económica, las librerías se niegan a aceptar esto libros
alegando que “no tengo distribuidora”.
Comprenda,
mi reverendísimo padre abad, mi situación: he de promocionarlos yo
mismo perdiendo la mayor parte del dinero de la edición.
Por
esto le pido, si lo tiene a bien y da su anuencia, tenga la bondad de
incluir en el sobre que le adjunto la cantidad de 15€
billete de diez y de cinco y que
Dios se lo pague.
Al
recibirlo yo le haría un recibo como gastos de contabilidad, pero,
si le parece oneroso, o demasiado atrevimiento por mi parte (espero
que no, es una limosna que le dan a este pobre escritor jubilado,
haciendo honor a la tradicional hospitalidad benedictina), pues que
el libro le sirva de lectura alborozada a algún piadoso monje que lo
incluya en los fondos del archivo monacal.
Apelo
a su benevolencia, le saludo, frater in Xto y le deseo mucha salud y
presencia de ánimo a sabiendas de que a pesar de que lo estamos
pasando mal muchos cristianos que nos dedicamos a pensar y a
escribir, exilados en nuestro interior y sin posibilidad de acceso a
los medios de comunicación que están en manos de quienes están,
pasará la nube y se hará la claridad tras las tinieblas del
pensamiento único materialista.
Beso
su anillo pastoral y suplico su bendición abacial.