2021-03-06

 LA NOCHE EN QUE EL DIABLO EN SEGOVIA PERDIÓ UNA APUESTA CON EL AMA DEL CURA

 

 

 

 

 

 

 

Juan de Pacheco el conde de Villena se paseaba por la alameda-yo lo vi- con su casaca verde, jubón de tiras almidonadas la sobrevesta grana para espantar murciélagos calzas de seda rosa almilla de hilo sobre la almilla encarnada, borceguíes de lamé, espada de plata.

 

Estampa de lindo don Gil de las Calzas Verdes la cincha de cuero bien ajustada y sus polvos mágicos dentro de la escarcela.

 

Iba echando humo por los ojos y por la nariz. Fue el primero en fumar cuando aun no se había descubierto el tabaco. Portaba bajo el tabardo hojas disecadas que luego deshilaba y apelmazaba pacientemente con el puño y así liaba sus vegueros de Vuelta Abajo sus, targaninas y sus farias.

 

Me fumo un cigarro puro y que se hunda el mundo. Doy mi palabra que no vale nada. Las palabras son humo que se lleva el viento. Por decir y prometer que no quede. Las obras son otra cosa: obras son amores y no buenas razones. Danos y danos hasta que no te conozcamos, somos la güestia de Fray Jarro. El vino acompaña pero ahí en eso nos mira la Sana Compaña.

 

—Echemos un culín

 

Aficionado a la alquimia, contaban  por Segovia las malas lenguas que resucitó a un muerto en Toledo cuyo cadáver había conservado en formol en su casa de Toledo pero con tan mala suerte que, estando echando al recién resucitado el exorcismo y vertiendo sobre su cabeza el agua de gracia, en ese momento llegaron los mangas verdes. Alto a la Inquisición. Y allí se acabó el invento del quiromántico. El bautismo del resurrecto quedó enmedias res. Alto a la dueña.

 

―Daos preso

 

El diablo se esfumó echando humo por las alquitaras y al marqués metieron preso. Los corchetes miraron por qué Villena que tenía pacto con el diablo no se escapara aunque era hombre gentil y de buenas palabras y por ende decían dél en la corte de Segovia: " el Marqués de Villena ni palabra mala ni obra buena".

 

Tiempo adelante, siguió practicando la magia negra en sus calderos. Con sus adrollas y embustes tenía cautiva la voluntad del Rey Nuestro Señor el Cuarto Enroque. Fue el primer noble en tener tratos con los diablos y concretamente amigo suyo del alma era un diablo cojuelo que era feo y corcovado y que echaba una peste a azufre que tiraba para atrás pero más listo que el hambre lo sabía todo del mundo. La fortaleza de Satanás está en la sabiduría. Es muy viejo y los tratadistas por eso le llaman el cálido y el antiguo. Ha visto mucho al rodar de los siglos.. Sin embargo, el demonio su  punto flaco tambien tiene. Como siempre engaña, se le ve el plumero.

 

Por lo visto fue el marqués de Villena en consorcio con el Heraldo de las Tinieblas el que construyó el acueducto en una noche. Don Juan de Pacheco se había prendado de una moza muy garrida y salerosa cuyo pesar en la vida era tener que bajar al Eresma, atravesando la ciudad, con su cántaro a la cabeza para ir a llenarle de agua a una fuente que llamaban de san Geroteo muy extramuros sita en un calvero del bosque del campillo. Por verano ese raudal se secaba y la moza tenía que bajar hasta las riberas del Parral donde el De Pacheco se estaba construyendo una casa para sus frailes.

 

Águeda se llamaba la interfecta y servía como ama de llaves en cá un cura. Llevaba muy a mal tan trabajoso menester y una noche el diablo disfrazado del marqués de Villena salió a su encuentro y le espetó sin más ni más. Yo te llevaré el agua a la rectoral sin que tengas que ir y venir cada tarde al hontanar. Construiré una larga cañería y podrás tener todo el agua que tú quieras a cualquier hora del día. Aún no se había descubierto el grifo.

 

―Me lo pensaré

 

―Doyte tres días de plazo

 

 ―Al amo he de consultar

 

―A nadie se lo dirás

 

―¿Por qué?

 

―Porque ese cura es andaluz y al andaluz haz la cruz y a mí no me gusta ese garabato, ya sabes

 

―Bueno, bueno ya veremos

 

Sin embargo, allende horas veinticuatro la moza y Pedro Botero concertaron un contrato.

 

―Yo te construyo el albellón que nunca vieron los siglos y a cambio tú me entregas el alma. Serás mía.

 

―Y yo te pongo una condición que la obra esté terminada en una noche.

 

―Vale. Convenido ―dijo Belcebú

 

―Si en ese plazo la terminas yo me casaré contigo

 

El diablo embutido en el cuerpo del Marqués de Villena ya se relamía de gusto ante la prospectiva de gozarla. La chavala ciertamente estaba como un tren o mejor dicho como la carroza de n rey porque a la sazón tampoco se había inventado el tren. Trato hecho. Vengan esos cinco. Cuando amanezca el día de mañana que es viernes tú tendrás llenas tus tinajas y el agua no te faltará para beber, para guisar, para limpias las letrinas. ¿Y para bendecirla? El diablo se puso frenético, porque su mayor horror era el agua bendita, al escuchar aquello y por eso hay tanta suciedad y roña en las calderas de Pedro Botero.

 

Los inquilinos del Orco no se lavan jamás. O eso no. Nunca mentarás tal palabra. Agua bendita.

 

Águeda entonces se persignó y a don Juan de Pacheco por poco le da el telele. Sin embargo a trancas y barrancas y tras muchos dimes y diretes llegarían a un consenso pues famosas fueron en la Castila de su tiempo las ardides y habilidades del marqués. Era el valido de Enrique IV un experto en la forja de pactos y de consensos. Bien pudiera haber sido militante de la UCD y sacando a plaza toda la artillería de sus persuasivas convenció a la moza del cántaro y alma de cántaro a que formase el papel en el que ponía convengo por la presente a ser tu mujer etcétera… si tu me construyes y elevas hasta mi morada la casa de mi tío el señor deán una acequia.

 

El diablo con las prisas y rebosante de lascivia pronto iba a tener a mano una perita en dulce no había leído la letra pequeña y una cláusula que decía que el acueducto tendría que ser levantado en una noche. Selló y lacró el documento con balduque como si fuera un diploma regio o una carta emplomada.

 

 De acuerdo. Tenemos que darnos mucha priesa. Yo a mi disposición tengo cien mil obreros. Esta misma noche, todos estarán en el tajo. ¿Adonde va vuesa merced ahora? Pues a Arévalo, tengo que ver por allí unos amiguetes que celebran una tenida. Comeremos tostón en un mesón de la villa y después del almuerzo vengo volando. ¿Entendido? No faltaba más. Don Juan de Pacheco, como buen ángel caído, poseía el dote de la bilocación. Podía estar en dos sitios a la vez, trasfigurarse en un instante.

 

 Arévalo era un centro de conspiración. Allí por las artes mágicas de quiromante, el marqués podía volar por los aires.

 

habían montado meses antes de este suceso un tingladillo y pusieron encima de un pavés un monigote que era una caricatura del Rey, colocaron en la tarima un monigote  y lo destronaron y nombraron en su lugar como rey de Castilla a su hermano Alfonso XII.

 

Aquella pantomima conocida en la historia como la Farsa del pelele de Arévalo dio lugar a una terrible y sangrienta guerra civil que terminaría con la abdicación de don Enrique y la cesión del trono a su hermana doña Isabel. No hay mal que por bien no venga.

 

Águeda, estando en estas zozobras, cuando Satanás se fue a hacer sus cosas, quedó un poco aturdida y arrepentida. De vuelta a casa encendió una vela a la Virgen de la Fuencisla. Madre de los cielos que libraste a María del Salto de los infames sacame a mí de este apuro Madre Bendita.

 

Y sucedió que don Juan frotándose las manos, después de su aquelarre en la capital de las Morañas, regresó volando a Segovia en el atardecer y allí estaban establecidas as cuadrillas, los picapedreros, los boyeros que transportaban los sillares desde las canteras de Valdevilla, los barreneros, los del buril y del cincel, los carpinteros fumistas. Toda la tropa del infierno se puso manos a la obra.

 

La impresionante estructura con sus mas de ciento sesenta ojos que serían luego una de las maravillas del mundo iba a ser edificada en una sola noche por arte de magia y las tercerías o malas artes de don Juan Pacheco testaferro de Belcebú pero tambien Belcebú con las prisas puede meter. No se había visto tanto trajín. Nadie oyó hablar de tanta pericia en el manejo de la llana el cartabón de la plomada. Los últimos parroquianos de las tabernas de Segovia que con un jaro entre los labios y una baraja entre las manos se asomaban a la puerta de las tabernas e iluminaban con un candil aquella escena. Eran testigos de la gran azofra. ¿Irían a abrir una brecha en la montaña? Bo, dijo un mesonero que se llamaba Cándido y miraba la obreriza parapetado detrás del mostrador de su figón viendo caer monedas al cajón: maravedíes y doblones que les derramaban los soldados en sus consumiciones.  Segovia fue desde los romanos plaza de asiento de las legiones lo que le da un aire mitad militar y mitad castrense. Nos va a hacer un puente un puente que no necesita río― sólo una acequia que va por arriba― pero será una cosa grande. Así habló el mesonero famoso por el cochinillo que preparaba ak horno. Nunca se había visto tanto trajín Previamente con un berbiquí taladraban los lingotes que quedaban acoplados al salmer y al contra salmer mediante taladros de plomo. La cimbra del arco de medio punto era perfecta. Esto es el no va más. Obra de romanos. El diablo se había propuesto devolver a los segovianos una replica exacta de la fabrica que mandó edificar Augusto.

 

Subían y bajaban las piedras elevadas por poleas y otros ingenios buscando el garfio que los juntaba a una velocidad de vértigo. Águeda que espiaba la construcción de rodillas mientras rezaba a la Virgen de la Fuencisla orando ardientemente para que se le perdonase su pecado. Ay, madre, buena, la hemos hecho. Prefería ser la coima del deán a la mujer del diablo y virgencita, virgencita, que me quede como estoy, prometió en aquella febril noche de los encantamientos ir descalza a Compostela a arrodillarse ante la tumba del Apóstol, juró hacer mil limosnas, llevar cilicio un mes, pidió que la emplumaron por haber caído en aquella irrisoria tentación, y a medida que avanzaba la madrugada daba ya la apuesta por perdida. El diablo trabajaba a destajo con una febrilidad que Segovia parecía la noche en que los americanos eligieron a Trump. Nadie se lo creía. Imposible que la hueste diabólica saliera derrotada. Todo te lo daré si ante mí te prosternas y me das alabanzas. Recordaba la frase de Cristo apártate de mí Satanás, vade retro. Sólo a tu Señor adorarás. Ella no había tenido la suficiente presencia de ánimo ante la llegada del diablo que incluso lo llevó en volandas al pináculo del templo y desde aquella atalaya le hizo contemplar todos los reinos y las naciones, el devenir del progreso, el avance técnico y todos los inventos que muchos atribuyen al acumen y la magia del Ángel Caído. Cristo fue tentado y venció. No así el ama del cura. La carne es flaca.

 

Mientras tanto se desarrolló una actividad frenética de golpes y voces que alarmaron al vecindario. Las mujeres salían a la calle en camisón y se preguntaban unas a otras qué pasa qué ocurre. ¿Se acaba el mundo?

 

―Qué, bah. Estamos trabajando. Nosotros somos unos "mandaos".

 

Desde los tiempos del moro Almanzor que destruyó el acueducto romano y de él no quedo piedra sobre piedra no se vio cosa igual. ―Deben de ser los del ayuntamiento que como es verano están en obras y quieren poner la ciudad patas arriba- explicaba a su vecina una dueña descreída.

 

Todo la noche se escuchó el lamento de la lechuza, se sentía volar aves hacia no sé donde y los ruidos de las carrerillas y los reniegos de los obreros llegaban mezclados con un olor a azufre. Los entendidos en exorcismos comentaban que era evidente que por allí andaba el Pateta que volvía a tentar a Nuestro Señor Jesucristo... todo te lo daré si te prosternas ante mí y me adoras.

 

Las legiones infernales habían subido a Segovia y se habían puesto manos a la obra. Iban los areneros arrimando material. Los esportilleros porteaban yeso en sus artolas. Los boyeros vascos llegaban de los montes arrastrando piedras.

 

En lo alto del andamio estaban los encofradores del barrio de San Lorenzo muy duchos en albañilerías todos ellos moriscos y que para mayor honra de Alá desobedecían a los maestros de obra y revocaban las fachadas sin colocar jamás la figura humana o animal porque dice el Coran que eso es idolatría y esgrafiaban los muros con gran pericia y paciencia experta poniendo unas simetrías que simulaban los brotes de pámpanos y arrequives floridos, de una geometría esotérica y al revés. Para hacer más llevaderos los trabajos canturreaban lilaila y aires de su tierra que los cristianos no entendían. Eran jarchas. Pero allí osaban los areneros de Tejadilla con sus carromatos, los panaderos de Encinillas con sus bodigos para que comiera el personal. Don Juan había mandado traer tallistas orensanos, rudos mozallones trabados de hombros como bargueños y altos como castillos con la cabeza grande y las narices romas.

 

Ellos hablaban en su fala añorante. Uno le preguntó a otro que cual fue la causa por la cual fue condenado al fuego eterno.

 

-Eu carayu. ¿E tú?

 

Un gallego no cambia su estructura mental e incluso en el infierno; es capaz de responder a una pregunta con otra pregunta. Y el que quiera saber más que vaya a Salamanca. Los dos personajes permanecían subidos a una escalera. Nadie podría saber-así eran de prudentes- quien de los dos subía y quién bajaba. Pero los dos machacaban el canto con suma destreza. Uno de aquellos orensanos debía de ser pariente de Mariano Rajoy con su filosofía de que "el que aguanta gana".

 

Una meiga se acercó entonces al grupo de los gallegos y les entregó una orza que más bien era un cántaro llena de ribeiro. Tras algunas libaciones los galeotes de la galaico cornisa empezaron a parlar a puñados y se mostraron dicharacheros y amables los que antes anduvieron reservones. No hay nada como una buena jarra del de Rivadavia y una empanada de hojaldre para hacer decir a un gallego lo que piensa. Ah la mia mai, so fillodo demo... El gallego preguntado subió al patíbulo condenado a muerte por un juez eclesiástico. Había matado al obispo de Compostela por haberle encontrado encamado con su mujer. El preguntante había sido cuatrero pues procedía de la zona donde se celebra la rapa las bestas. Lo pescaron en una feria de Medina con una partida de cien acémilas robadas. Fue sometido a tormento de amputación de las dos manos por amigo de lo ajeno. Con tal de tomar un poco el aire y respirar los vientos de Segovia que le recordaban los airiños verdes de a sua terra no les importó tomar parte en aquella magna obreriza aunque el Marqués de Villena les estaba haciendo trabajar como burros. Eso de construir el acueducto en una sola noche, tela marinera. ―Largo me lo fiáis. Eu carallo.

 

Las cuadrillas de vizcaínos también eran muy interesante y aunque no armaban tanta bulla como los de las Rías Bajas, pues es su costumbre hablar bajo y cantar alto se distinguí por el esmero que ponían con sus yuntas de bueyes en el acarreo de las moles de granito. Cruzaban apuestas sobre cuál era la mejor yunta de bueyes y a ver quien llega antes. Hablaban entre ellos su gacería sin que les entendiese nadie. Venida la alborada, estuvieron ya casi todas las arcadas dispuestas. Y sólo faltaba un arco cuando el sol empezó a lucir por las quebradas de la cordillera. El diablo perdió el pleito y la dama del cura se puso tan contenta que decidió como agradecimiento abandonar el mundo y profesar en  Santa Rita. Llegaría a ser tutora de la Reina Isabel de Castilla y fue nombrada abadesa. Todos en Segovia contaban como una hermosa leyenda la historia de aquel milagro y cuando oían hablar del Marqués de Villena escupían para arriba. Ah el Marqués de Villena ni palabra mala ni obra buena.

 

suspiros de España

 Javier PUERCAS SOLDADOS DE CALAMINA

 

Yo había oído hablar de los soldaditos de plomo y los de verdad los ue iban a la guerra marcando el paso, nunca de los de calamina. Javier Cercas propulsor de la anti memoria se regodea en su libro algo blasfemo y henchido de revanchas en esta novela que guarda el interés de los que dieron la vuelta a la tortilla y narran lo que no fue. ¿A quien se le ocurre pensar que José Antonio Primo de Rivera tuvo la culpa del millón de muertos, de la quema de iglesias, de las checas, las torturas. Los “paseados” y los miles de curas y monjas fusilados, violados, emasculados con un tiro en la nunca yacentes en la cuneta? Pues se le ha ocurrido a este extremeño un poco borracho y baboso criado a los pechos de Juan Luis Cebrián y de Juan Cruz el canario infame que va por el mundo torciendo las botas de la literatura y luciendo en su testa asmática la estrella de cinco puntas. Rafael Sanchez Mazas cuyo hijo acaba de fallecer, Sánchez Ferlosio, el del Jarama, fue un buen escritor falangista que escapó de la embajada de Chile huyó a Barcelona y aprehendido por el SIM fue fusilado junto a otros nacionales en un paredón de un seminario de Blanes. Milagrosamente escapó haciéndose el muerto cuando le iban a far el tiro de gracia, se arrastró entre las zarzas y herido y cegato alcanzó una masía donde los buenos payeses le ocultaron en un pajar. Eran los últimos días de la guerra civil… a 30 de enero. El Puercas se inventa la historia imposible del soldado republicano que ve al amigo de José Antonio y grita a sus compañeros aquí no hay nada. Sánchez Mazas al que yo entrevisté cuando hacia practicas en el Arriba el año 64 no habló nunca de los amigos del bosque ni del miliciano que le permite huir. “Me hice el muerto y esperé a que cayera la noche”. Al amparo de la oscuridad se arrastró por un camino helado. Esa es la historia que me contó el superviviente, uno de los muchísimos fusilados por los rojos, pero el incidente le sirve a Cercas, que trabajó en un periódico de Gerona que fue de la Falange, “Los sitios” para enhebrar la peripecia de un tal Miralles el soldadito de Lister en desbandada al que visita en una asilo en Dijon. Mientras tararea aquel pasodoble fin de fiesta que cuando le oímos a muchos de nosotros se nos saltan las lágrimas:

quiso dios con su poder fundir cuatro rayos de sol y hacer con él una mujer… al cumplir su voluntad en un jardín de España nací como la flor en el rosal… tierra gloriosa de mi querer, tierra bendita de mi pasión… España toda a mis pies suspira mi corazón… ay de mí, pena inmortal porque me alejo de España y de ti… porque me arrancan de mi rosal”.

Melancolías aparte, uno entiende porque estos vaivodas del nuevo poder, los sátrapas literarios como Cercas, Trapiello, el Cruz y toda esa patulea de comisarios de la literatura española que solo sirve ahora para fregar suelos porque está por los suelos, uno entiende repito porque dicen que los rojos perdieron la guerra y ganaron la batalla de la propaganda. Es posible que sea así pero he sentido sobre mis carnes de escritor preterido sus dentelladas cainitas. Estos fulanos no juegan limpio, la historia está demasiado reciente; espero vivir aguardando una revancha para ajustarle las cuentas al Puercas y toda esa marranería de gochos moratos de la escritura. Ahora no soy más que un despreciable bloguero pero el fuego sagrado de la verdad arde en mí.

1871-1919 ANDREIEV

  

 


ANDREIEV

Leonidas Andreiev nació en Orel en 1871 y murió en noviembre de 1919 en cerca Helsinki a causa del hambre. Fue una de las primeras victimas de la revolución de octubre que él incoó pero Trotski, Kamenev y toda la banda de judíos que se puso al frente de la revolución rusa le condenaron a muerte, hubo de exiliarse. El cristianismo que profesa en sus escritos este ruso blanco no se compadecía con las creencias del materialismo dialéctico. En toda la obra admirable y, por dicho de eso, profética, se escucha el eco de las siete Palabras pronunciadas en el Golgotha entreveradas con las enseñanzas del Sermón de la Montaña: Sacha Yegulev anuncia la guerra en Yugoslavia, “Los espectros”, “Dies Irae”, “Diario de Satanás”, “La Risa roja” “Judas Iscariote” y “El Océano” anuncian la venida de un mundo nuevo pero Cristo estará siempre en la historia hasta el final de los tiempos.

Andreiev es un escritor impresionante al que empecé a leer en mi juventud cuando bajaba todos los sábados a José Antonio 32 hoy Gran Vía sede de Espasa Calpe, la gran librería de Madrid, y adquiría los textos del escritor ruso traducidos al español por 25 pesetas.

Entre el desconsuelo, la desdicha, la esperanza y ese fucilazo genial que sólo se atisba en algunos escritores rusos se me anunciaban misterios de la existencia que de mozo no entendía y ahora entiendo: el terrorismo, la quema de los montes, las nuevas armas de destrucción masiva, el envenenamiento de los océanos, la deforestación, el hacinamiento de las megapolis, la corrupción política ─vemos al diablo bien trajeado vestido de demócrata acudiendo a votar en las elecciones generales─ y la incomunicación creada por la irrupción de los nuevos inventos, son algunos de los temas que aborda. 

Andreiev es un escritor moderno pero al propio tiempo profundo creyente ortodoxo, cuyas páginas nos invitan a abrir capítulos del Evangelio.

 

Para él la tierra es un gran templo donde se consuma el misterio de la eucaristía base de nuestra redención. Sus personajes preferidos son seres marginales: borrachos, prostitutas, grandes propietarios en quiebra, campesinos que viven en  la miserias de isbas apartadas, estudiantes sin colocación y bellas princesitas enamoradas que mueren de consunción o de sífilis después de haberse dedicado al oficio más antiguo.

 

2021-03-05

silencio de dios silencio de cristo reflexiones sobre una semana santa en segovia hace muchos años

 CRISTO CALLABA (semana santa en segovia, apendice del SEMINARIO VACÍO

SE RASGÓ EL VELO DEL TEMPLO Y TREMÓ LA TIERRA




Un ángel bajaba del cielo y se paseaba, galán, por los andenes del triforio-unos decían que era un querube, y otros un serafín pero los más avezados en la difícil ciencia de la angelología aseveraban que pertenecía al grupo de las potestades y de los tronos- cuando la schola cantorum daba respuesta a la narración dramatizada de la pasión según San Mateo:

- Vellum templi scissum est et omnis terra tremuit 

El velo del templo se rasgó, el mundo se cubrió de tinieblas y toda la tierra tembló. Hubo un terremoto en Jerusalén aquel viernes que debió de ser del grado 8 en la escala de Ritzer de intensidad pareja al que acaba de ocurrir en Japón. Las sepulturas se abrieron y los huesos empezaron a caminar. Lo había profetizado Ezequiel. Muchos justos volvieron a la vida con los mismos cuerpos que tuvieron. Pero el pueblo judío no creía. El velo del sancta santorum del templo que edificó Salomón quedaron patentes y derribadas las arcas de la alianza como un testimonio de que quedaba abolida la Vieja Ley y un pronóstico de su inminente destrucción por las legiones de Tito cuarenta años después. Los mandamases seguían empecinados en su aversión cristo-fóbica pero el eje de la tierra se hizo cristo-céntrico. “Cuando yo muera todo lo atraeré hacia mí”. Y esa saña, esa aversión típica del sanedrín fluye por la historia como un torrente de agua negra. “Crufige, crucifige eum”. Matarle vosotros, dijo el pretor. 

-Nobis non licet interficere quemquam 

-Regem vestrum crucifigam? 

Y la respuesta del populacho fue rotunda:

-Nosotros no tenemos más rey que a Cesar

-Pero es un justo.

-Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

La naturaleza me ha dotado de ciertas percepciones ultra sensoriales y aquella hora de tarde mientras se celebraban los ritos exequiales por el Señor muerto vi en lo alto de las cúpulas a un grupo de ángeles de luto. Las santas mujeres se habían hecho a un rincón de la nave del transepto afligidas entre los penitentes que aguardaban la salida de la procesión cerca de los pasos. La Verónica ostentaba el pañuelo en el que se había estampado el rostro coronado de espinas y lleno de llagas del Rey de Israel. Pepín del Moral lo bordó con la batuta y el chantre Dionisio, un beneficiado muy corpulento, que poseía una hermosa voz y solía interpretar el papel de Jesús en la narración cantada de la pasión de san Juan rizaba el rizo cantando las palabras del divino redentor en la octava baja:

-Quem quaeritis? (¿A quién buscáis?

-Ego sum (soy yo)

-Amice, ad quid vinisti (a qué has venido, amigo)- le dice a Judas

Accipiter luego andando el tiempo sería consciente que el eco de aquel canto se había estampado en su pecho como el anagrama de una fe inconmovible y duradera. Le tatuaron el rostro de Cristo un viernes Santo. Había montones de piedras sobre las tumbas y era consciente de que todos los hombres han de morir pero el drama de aquel viernes santo había traspapelado los dictámenes de la naturaleza. Aquel sepulcro en el huerto de los olivos que pertenecía a Nicodemus en el girar de la gran piedra abriría la puerta de la esperanza y de la resurrección en la vida futura. Al que buscáis no está aquí. Ha resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros a Galilea. Y al decir estas palabras el ángel terrible que escribía la espada flamígera que hizo tumbar de miedo a la guardia romana que mandó de custodia Pilatos intentó calmar el pavor de las Santas Mujeres. Fue aquel ángel el que entonó la antífona del Vexilla Regis y desde entonces los estandartes de la cruz cruzarán todos los caminos de la historia:

Victimae Paschale laudes inmolent Christiani.

Agnus redemit oves. Christus innocens Patri reconciliavit peccatores.

Mors et vita duello conflixere mirando: Dux vitae mortuus regnat vivus.

Dic nobis Maria quid vidisti in via? Sepulcrum Xti viventis et gloriam vidi resurrentis, angelicos testes, sudarium et vestes.

Surrexit Xtus spes mea: praecedet suos in Galileam

Scimus Xtus Surrexit a mortuis vere: tu nobis victor Rex, miserere. Amen.



Claro que era muy difícil entender aquello. Cristo rey victorioso de la muerte. Accipiter había escuchado muchas veces aquella monserga:

-Ninguno volvió de allá para contárnoslo.

Revierte el polvo al polvo y la carne se pudre dentro de la tierra. Sólo a esta gran pregunta guarda la fe sus misteriosas respuestas.










 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


CRISTO CALLABA

 

Cuando el diácono cerrando el misal casi con furia anunciaba la muerte del Señor (et emissit Spiritum), un silencio espeso se apoderaba de las tres naves de la iglesia mayor. Los fieles caían de rodillas a indicación del subdiácono:

 

-Flectamus genua.

 

-Lévate

 

el señor obispo oficiante musitaba al punto en voz baja y para su casulla de fimbria recamada de oro una oración puntual:

 

-Adoramus te Christe et benedicimus te quia per sanctam crucem et resurrectionem tuam redemisti mundum

 

Las gárgolas por sus fauces abiertas vertían agua hacia los canalones de la calle. Las harpías de piedra chorreaban lágrimas. Viernes Santo era el día del Perdón. Todos participaban, compungidos, de aquel silencio de Dios que ocultaba su rostro. Jesús autem tacebat. Jesús callaba. Los ojos del profeta se nublaron.

 

-Caligaverunt oculi mei

 

Se llenaron de tierra mis ojos, esa era la letra de uno de los motetes de Palestrina que entonaba la liturgia del impetratorio, no queriendo ver la espantosa escena del Gólgota.

 

-Eli, Eli, lamma sabactani

 

Padre mío, padre mío ¿por qué me has desamparado

 

Y uno de los sayones comentó en tono jocoso.

 

-Che, a Elías llama éste. Veamos si baja Elías a salvarle… si fueras el hijo de Dios, baja de esa cruz.

 

Jesús callaba. No quería responder al reto y a la provocación ni en la hora suprema pero antes de expirar obró su último milagro y perdonó a san Dimas el buen ladrón:

 

-Antes de una hora estarás conmigo en el paraíso.

 

De allí a poco sonó el grito final (cum voce magna) del Crucificado:

 

-Consumatum est.

 

Y entregó su espiritu. Rindió viaje terrenal. Únicamente el centurión Cornelio, el capitán romano que mandaba al pelotón de la ejecución, un gentil, creyó en él. Fue la primera conversión:

 

-Verdaderamente, éste era el Hijo de Dios.

 

en los labios de aquel rudo mílite que había pertenecido a la Victrix que conquistara Judea se proclamó el primer acto de fe al pie de la cruz en aquella amarga hora de las tres de la tarde de un Viernes de Dolor. Y cuando se derramó el cáliz de su sangre quedando desangrado le dieron a beber hiel mezclada con vinagre. Lo había pedido a sus ejecutores:

 

-Sitio .

 

Sólo siete veces interrumpió el Mesías su silencio. Jesús autem tacebat. Callaba en el pretorio, sufrió en silencio las afrentas azotes y salivazos que siguieron a la pantomima del Lithostros, guardó silencio en la casa de Anás, se estuvo quieto en el gazofilacio y delante de Herodes no dijo ni mu. El tetrarca entonces lo vistió de la túnica blanca con que se envolvía a los locos y se lo devolvió al pretor. En el camino fue la irrisión de los jerusalemitanos. Los que le había aclamado triunfante sobre la borriquilla el domingo de ramos ahora lo abucheaban. No puede haber sido escrito en el mundo otra crónica más fascinante que la narración de la Passio en los cuatro sinópticos. En sus párrafos late la inspiración divina. Juan, Mateo, Marcos, Lucas se comportan como notarios de la actualidad o periodistas que dan testimonio de un suceso que iba a cambiar la historia del mundo de manera concisa. Este laconismo de los evangelistas hace más creíbles los hechos narrados.




30 abril 2011

 

EL PROGRESO DEL PEREGRINO JOHN BUNYAN





 BUNYAN EL PROGRESO DEL PEREGRINO. RECUERDOS DE NUEVA YORK

 

Los tres años que viví en los EE.UU determinaron el curso de mi carrera profesional, mi forma de pensar. Con las hamburguesa y la leche de las vacas de Pennsylvania (bebí litros y litros de aquellas ubres norteamericanas tan ricas) engordé veinte kilos. Todas las mañanas me desayunaba con la lectura del New York Times que me inculcó ideas sobre el verdadero periodismo mi deontología profesional está basada en el First Amendement caiga con caiga soy libre y el Cuarto Poder es un reino independiente campo privado donde noi pueden entrar los jueces ni los políticos, poder independiente, la fuerza de la palabra. Leí varias veces la Biblia, comía en restaurante Kosher de la Tercera Avenida, me hice amigo de judíos, hablábamos sobre España, Isabela, el general Franco que salvó de los hornos nazis a no pocos judíos, pero mi versión enteramente libre tampoco se amoldaba a los planteamientos del Shoah como una nueva religión y liturgia del mundo. Los fines de semana viajaba a Massachusetts y en Nueva Inglaterra me encontré con el espíritu de los Padres Peregrinos. El libro de cabecera de aquellos místicos del protestantismo era el “Pilgrim Progress” de John Bunyam (1628-1688). Se trata de la obra más leída en Norteamérica después de la Biblia. En sus paginas aprendía una frase que se me quedó grabada de por vida:

Live thriftly and think highly (vive austeramente y revierte tu mente a los altos pensamientos)

Es la máxima donde se condensa la metafísica puritana que hizo grande a los Estados Unidos. Yo siempre he sentido una admiración por el gran pueblo norteamericano en su patriotismo pragmático en su anhelo de progreso sin prejuicios pero nunca me fie mucho de su gobierno. Aspiran a un imperio y todos los imperios son totalitarios. Había una ciudad que me sedujo Salem donde quemaban a las brujas y donde Hawthorne escribió la Letra Escarlata una diatriba contra el feminismo y el adulterio. Esa filosofía se estrellaba contra mi mentalidad católica. En su suma Santo Tomás nos aconsejaba “aborrece el pecado y compadece al pecador” pero eso no lo entendían los puritanos que quemaban brujas en Salem. El libro de Bunyan me retrotraía al ambiente psicológico de la Reforma. En España hasta las verduleras discutían de teología y en Boston en las tabernas se hablaba de religión. Luego dudé de mis percepciones eucológicas y las dudas acudieron a mi cerebro al constatar que las religiones dividen y el vaudeville y el sexo los hace iguales,

 En el siglo XX lo importante del ser humano era la política. El Progreso del Peregrino es un texto profético que ya nos adelantaba cual iba a ser la conclusión de aquel gran país que nacía entre las convulsiones de un nuevo concepto del cristianismo desde el expurgo de los aditamentos paganos del catolicismo. El siglo XXI vuelve a colocarse bajo las fronteras del fundamentalismo religioso entre el mesianismo judío, la violencia sarracena y la decadencia de los postulados del Nuevo Testamento.

Años después, cuando regresé a España yo entusiasmaría del misticismo ruso, me topé con otro libro “El peregrino Ruso” que es una contestación  ortodoxa a las ideas  reformistas de los Padres Peregrinos pero un reflejo de mentalidades parecidas. Cuya novela de Bunyan el protagonista lo deja todo ─ familia, trabajo, comunidad, capilla─ para escalar el monte Sión, Monte de la Santidad que alcanza al cabo de no pocos desvíos, sinsabores, decepciones y extravío, en el Peregrino Ruso es un “yurodivi” (vagabundo) que tiene problemas con la bebida  y  recorre la estepa pidiendo limosnas y viviendo de la caridad, al llegar a un pueblo dice paz a esta casa, si le aceptan es recibido y si lo rechazan la paz vuelve a él y se larga con la música a otra parte; cuando le dan ganas de echarse un traguillo abre unos evangelios que lleva consigo y se le pasa la tentación. Predica también desasimiento de las cosas del mundo al igual que los “dejados” conversos españoles del s. XVI quietistas a lo Miguel de Molinos, como preámbulo para lograr el paraíso espiritual y la amistad con el Señor. La novela del inglés por su parte narra las aventuras de un cristiano que quiere alcanzar la perfección pero que antes ha de pasar por trancos inesperados: el lodazal de la desesperación, el revolcadero del jabalí de la lujuria, la feria de las vanidades, EL Castillo de la duda habitado por el Duque del Temor casado con doña Desconfianza. Otros jalones de esta ruta donde encuentra posada es la Masía del Odio, la Posada de la Intemperancia y la Pensión del Pensamiento mundano. Bunyan se había inspirado en la utopía de Tomás Moro vademécum de los que aspiran a una arcadia y a la prognosis de un mundo feliz que jamás se alcanza. Cuando murió en 1688 se habían venido cien mil ejemplares de su libro. Una copia del Pilgrim Progress no faltaba en ningún rancho ni en ninguna casa de postas junto con un ejemplar del antiguo Testamento en cualquier aldea de los Estados Unidos. Había sido traducido  a cien lenguas y dialectos. Fue un texto escrito en prisión. Su autor fue detenido por haber predicado el Evangelio sin licencia y estuvo a la sombra doce años. Redactado en un idioma sencillo y en un inglés candoroso, Bunyan no se calza el coturno y pronostica una era en literatura escrita para el hombre de la calle y nunca para el erudito. El tono didáctico y la llaneza de sus postulados utópicos volverían a producirse con la novela de otros dos ingleses significativos; George Orwell en “Animal Farm” y “A brave new World “de Aldous Huxley.

John Bunyan er ingles, había nacido en un pueblecito del condado de Bedford. Vivió una juventud disipada en el ejército  hasta que un día bañándose en las aguas del rio Ouse cerca de York vio una visión y se le apareció Cristo. Entró en la capilla anabaptista y allí el obispo metodista le hizo diácono, se dedicó a predicar el evangelio y al Jesucristo de la Reforma, no era anglicano y por esta causa fue detenido y pasó largos años de su vida en presidio como va dicho. Cierto día de verano cuando viajaba a pie a Londres fue sorprendido por un chaparrón, se mojó y aquejado de pulmonía falleció a los sesenta años el 31 de agosto de 1688. No fue profeta en su tierra Inglaterra pero lo sería en el Nuevo Mundo. América lo convertiría en una de las figuras señeras del puritanismo. Hay muchas moradas en casa del Padre y nadie ha escrito la última palabra sobre la grandeza de Cristo hombre y Cristo Dios como Taumaturgo Salvador y obra del Espiritu