BUNYAN EL PROGRESO DEL PEREGRINO. RECUERDOS DE NUEVA YORK
Los tres años que viví en los EE.UU determinaron el curso de mi carrera profesional, mi forma de pensar. Con las hamburguesa y la leche de las vacas de Pennsylvania (bebí litros y litros de aquellas ubres norteamericanas tan ricas) engordé veinte kilos. Todas las mañanas me desayunaba con la lectura del New York Times que me inculcó ideas sobre el verdadero periodismo mi deontología profesional está basada en el First Amendement caiga con caiga soy libre y el Cuarto Poder es un reino independiente campo privado donde noi pueden entrar los jueces ni los políticos, poder independiente, la fuerza de la palabra. Leí varias veces la Biblia, comía en restaurante Kosher de la Tercera Avenida, me hice amigo de judíos, hablábamos sobre España, Isabela, el general Franco que salvó de los hornos nazis a no pocos judíos, pero mi versión enteramente libre tampoco se amoldaba a los planteamientos del Shoah como una nueva religión y liturgia del mundo. Los fines de semana viajaba a Massachusetts y en Nueva Inglaterra me encontré con el espíritu de los Padres Peregrinos. El libro de cabecera de aquellos místicos del protestantismo era el “Pilgrim Progress” de John Bunyam (1628-1688). Se trata de la obra más leída en Norteamérica después de la Biblia. En sus paginas aprendía una frase que se me quedó grabada de por vida:
─Live thriftly and think highly (vive austeramente y revierte tu mente a los altos pensamientos)
Es la máxima donde se condensa la metafísica puritana que hizo grande a los Estados Unidos. Yo siempre he sentido una admiración por el gran pueblo norteamericano en su patriotismo pragmático en su anhelo de progreso sin prejuicios pero nunca me fie mucho de su gobierno. Aspiran a un imperio y todos los imperios son totalitarios. Había una ciudad que me sedujo Salem donde quemaban a las brujas y donde Hawthorne escribió la Letra Escarlata una diatriba contra el feminismo y el adulterio. Esa filosofía se estrellaba contra mi mentalidad católica. En su suma Santo Tomás nos aconsejaba “aborrece el pecado y compadece al pecador” pero eso no lo entendían los puritanos que quemaban brujas en Salem. El libro de Bunyan me retrotraía al ambiente psicológico de la Reforma. En España hasta las verduleras discutían de teología y en Boston en las tabernas se hablaba de religión. Luego dudé de mis percepciones eucológicas y las dudas acudieron a mi cerebro al constatar que las religiones dividen y el vaudeville y el sexo los hace iguales,
En el siglo XX lo importante del ser humano era la política. El Progreso del Peregrino es un texto profético que ya nos adelantaba cual iba a ser la conclusión de aquel gran país que nacía entre las convulsiones de un nuevo concepto del cristianismo desde el expurgo de los aditamentos paganos del catolicismo. El siglo XXI vuelve a colocarse bajo las fronteras del fundamentalismo religioso entre el mesianismo judío, la violencia sarracena y la decadencia de los postulados del Nuevo Testamento.
Años después, cuando regresé a España yo entusiasmaría del misticismo ruso, me topé con otro libro “El peregrino Ruso” que es una contestación ortodoxa a las ideas reformistas de los Padres Peregrinos pero un reflejo de mentalidades parecidas. Cuya novela de Bunyan el protagonista lo deja todo ─ familia, trabajo, comunidad, capilla─ para escalar el monte Sión, Monte de la Santidad que alcanza al cabo de no pocos desvíos, sinsabores, decepciones y extravío, en el Peregrino Ruso es un “yurodivi” (vagabundo) que tiene problemas con la bebida y recorre la estepa pidiendo limosnas y viviendo de la caridad, al llegar a un pueblo dice paz a esta casa, si le aceptan es recibido y si lo rechazan la paz vuelve a él y se larga con la música a otra parte; cuando le dan ganas de echarse un traguillo abre unos evangelios que lleva consigo y se le pasa la tentación. Predica también desasimiento de las cosas del mundo al igual que los “dejados” conversos españoles del s. XVI quietistas a lo Miguel de Molinos, como preámbulo para lograr el paraíso espiritual y la amistad con el Señor. La novela del inglés por su parte narra las aventuras de un cristiano que quiere alcanzar la perfección pero que antes ha de pasar por trancos inesperados: el lodazal de la desesperación, el revolcadero del jabalí de la lujuria, la feria de las vanidades, EL Castillo de la duda habitado por el Duque del Temor casado con doña Desconfianza. Otros jalones de esta ruta donde encuentra posada es la Masía del Odio, la Posada de la Intemperancia y la Pensión del Pensamiento mundano. Bunyan se había inspirado en la utopía de Tomás Moro vademécum de los que aspiran a una arcadia y a la prognosis de un mundo feliz que jamás se alcanza. Cuando murió en 1688 se habían venido cien mil ejemplares de su libro. Una copia del Pilgrim Progress no faltaba en ningún rancho ni en ninguna casa de postas junto con un ejemplar del antiguo Testamento en cualquier aldea de los Estados Unidos. Había sido traducido a cien lenguas y dialectos. Fue un texto escrito en prisión. Su autor fue detenido por haber predicado el Evangelio sin licencia y estuvo a la sombra doce años. Redactado en un idioma sencillo y en un inglés candoroso, Bunyan no se calza el coturno y pronostica una era en literatura escrita para el hombre de la calle y nunca para el erudito. El tono didáctico y la llaneza de sus postulados utópicos volverían a producirse con la novela de otros dos ingleses significativos; George Orwell en “Animal Farm” y “A brave new World “de Aldous Huxley.
John Bunyan er ingles, había nacido en un pueblecito del condado de Bedford. Vivió una juventud disipada en el ejército hasta que un día bañándose en las aguas del rio Ouse cerca de York vio una visión y se le apareció Cristo. Entró en la capilla anabaptista y allí el obispo metodista le hizo diácono, se dedicó a predicar el evangelio y al Jesucristo de la Reforma, no era anglicano y por esta causa fue detenido y pasó largos años de su vida en presidio como va dicho. Cierto día de verano cuando viajaba a pie a Londres fue sorprendido por un chaparrón, se mojó y aquejado de pulmonía falleció a los sesenta años el 31 de agosto de 1688. No fue profeta en su tierra Inglaterra pero lo sería en el Nuevo Mundo. América lo convertiría en una de las figuras señeras del puritanismo. Hay muchas moradas en casa del Padre y nadie ha escrito la última palabra sobre la grandeza de Cristo hombre y Cristo Dios como Taumaturgo Salvador y obra del Espiritu
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