2015-11-19

MEMORIAS DESMEMORIADAS DE UN CORESPONSAL EN LONDRES: MANOLO FRAGA (I)


MEMORIAS DESMEMORIADAS DE UN CORESPONSAL EN LONDRES

 

Una mañana desapacible del octubre londinense 1973 llegaba a Heathrow el nuevo embajador español en la corte de san Jaime. Entre temerosos y expectantes se había rehundo toda la tropa, el general pasaba revista. Los periodistas y corresponsales, gente de la embajada y de la empresa, naranjeros de Valencia, zapateros de Alicante, se habían dado cita en la sala vips. Por fin conseguimos estrechar la mano del hombre del futuro.

         Vengo a trabajar – repetía sin cesar don Manuel.

Estaba reflexionando en torno a un libro de memorias, recordando aquel tiempo, que no volverá, de perversiones fabulosas, minuendos y sustraendos, y conspiración a toda mecha. Don Manuel era un heraldo de los del que oficio le daremos, lo que el burro quiera, eso es de cajón.
-- Lo que el burro quiera. Y el burro es España
--¿A quien proclamamos rey de bastos?
-- Oiga no diga eso yo tengo la sota de espadas. Cartas son cartas y triunfos son triunfos.
--Pues, sépalo vuesa merced: pintan bastos
--Hiciste renuncio. Carta en la mesa presa.
-- Ni don juan ni don manuel que se me rompió el cordel.
-- Mira que hay que joderse todo para la banca y carta en la mesa presa; vivan los derechos humanos democracias, plutocracias patriarcados, matriarcados, legiones y potestades y Botin el rey del mambo.
No me hable usted de tal pasiego que murió de una sobredosis de Viagra. Era por lo visto un fenómeno; tenía seis queridas, una para cada día de la semana; los domingos descansaba pero el sábado sabadete tuvo un fallo, se le alteró el pulso, y ya se sabe las consabidas palpitaciones. Infarto al canto. Toma jeroma pastillas de goma, toma y toma para adelante para atrás, lo de siempre ¿Habrá más aburrida cosa que la función reproductiva?  Sobre todo a ciertas edades. Hay que tener ganas. El sexo es tan aburrido como el poder. Como la política.

El magnate expiró cumpliendo con su deber viril de trabajador estajanovista de la banca y del sexo pero la reja se le crispó y cayó saltando para atrás como los conejos. Es que todo esto da asco y el banquero mayor del reino se quedó tieso a pie de obra, muerte súbita y gloriosa.

Fraga fue el nuncio de todo esto. Pucherazos, comicios, estacazos discursos y más discursos prédicas ojo que aquí llega garycooper que estás en los cielos y se desgañita por esos foros. Los tertulieros hacen caja, mientras tanto:

▬¿A cuanto está la colaboración?

▬ A mil euros.

 ▬Salgo pitando para la otra cadena. Había uno de León o no sé si asturiano que se erigió en el más ganancioso. Era  el marido de la Anaconda; también cobraba  el hermano del Maraña.

Se expresaba en un tono doctoral encíclico y enclítico como romanos pontífices. Fraga paz descanses tú les abriste la puerta del duerno y la cochiquera a todos estos. Te engañaron. Ibas de profesor de derecho por la vida y estos son todos unos zoquetes: granujas licenciados en la universidad de la gramática parda, más largos que una cuaresma. Fuiste asaltado por peraíles y  vendepatrias.

A todo esto, recordaba Bermejo aquella mañana desapacible de octubre de 1973 cuando aterrizó en Heathrow el flamante embajador español en la corte de san Jaime. Entre temerosos y expectantes los periodistas y corresponsales los de la tele y los primeros funcionarios de la legación al fin acudieron estrechar la mano del superhombre. Se le comparaba al político gallego con MacMillan y entonces los ingleses no paraban de referirse a aquel astuto y brillante tribuno al que Cummings del Daily Express lo pintaba volando sobre las torres del Támesis a modo de supermac. Don haroldo dijo: you never had it so good, nunca lo tuvisteis tan a huevo, chiquitos.
La sala de personalidades del aeródromo brillaba con el fulgor de los buenos augurios y del comienzo de una nueva etapa. Se acababa de levantar el telón de la transición y allí se hallaba el protagonista del drama. Nunca lo tuvisteis tan a huevo, chiquitos. Sin embargo, el personaje no se daba cuenta de que pisaba un escenario resbaladizo de intrigas espías y micrófonos escondidos por los rincones. Él diría luego la calle es mía y los diarios de Madrid titularían a toda página Fraga naufraga. Náufragos íbamos a ser todos de la democracia mientras los de nuevo régimen se instalaban, rompían los carnés de Falange. acaparaban cargos puestos y momios. Fue con todo un tiempo muy interesante

Acababa de alzarse el telón, con el político gallego de protagonista de aquel drama con mucho de sainete jocoso, ópera bufa, que dejaría tirados en los proscenios una enorme morgue de cadáveres físicos, con los tiros en la nuca del terrorismo en Vascongadas, o morales: periodistas sin periódico, oficinistas sin oficina, militares sin regimiento, monjas sin convento, intelectuales cesantes. Volvían a mandar los de siempre, España predio de las cien familias. Nos íbamos todos a tomar polculo invocando eso sí la constitución. Vayamos todos  juntos y yo el primero por la senda de la Constitución. Así se las ponían a Fernando VII al que llamaron el rey felón injustamente porque él no fue el peor de los borbones. Le seguirían testas coronadas con mentes más sibilinas y con el colmillo más retorcido. Al pobre don Manuel se le jodió el cordel. El memorión el tonto útil lo traerían por la calle de la amargura mediante sus consignas y palabras al oído al grito de la calle es mía. Constitución. Constitución. Sí. Sí constitución. Los de la ceja iban todavía al colegio y Arturo Mas y sus secuaces se preparaban para hacer la primera comunión antes de la grfan apostasía. Don Goyo Pujol, pucha tú, era un medico de escasa consulta pero de comunión diaria que pensaba hacerse rico robando los dineros de España en Cataluña y luego el muy sinvergüenza se iba a hacer alpinismo a las montañas del Canigó de donde regresaba lleno de cansancio blasfemando como un carretero de Reus diciendo España nos roba. Se barruntaban los primeros frutos del Alzamiento Cibernético aunque por entonces eran poca cosa.

El meapilas catalanista quería convertir el principado en una axarquía árabe y no ocultaba sus preferencias: antes moro que español, antes muerta que sencilla, e inundó su taifa de gentes venidas de Asia, Afganistán, Kabul, Argel, Marruecos, zulúes del top manta, pakistaníes... Los emigrantes se transformaron en yijadistas. Vendría Paco con la rebaja.

Utilizaba su independentismo de tapadera a sus desfalcos y sus tratas inicuas con los enemigos de la patria. Le nació un hijo fornecino en las sergas de Esplandián de la política y el pelotazo, para agregar a la lista de sus ocho legítimos, (también le salieron finos los gachós pues eran unos manitas para el desfalco de las arcas del Estado) que se llamaba Arturo pero eso es lo de menos aun cuando siempre lo de menos es más.
Doña Ferrusola la matriarca, que se las pinta como ella sola para administrar la casa, mientras tanto, hacía cada vez más honorable y cumplido de dineros su montón. La familia iba y venía a Jerusalén, a Suiza o Andorra con maletines cargados de euros. Hijos sí maridos no. Antes muerta que sencilla. Que vengan a Cataluña marroquíes y gente que no hable español. De esa manera iban a incubar sus huevos las serpientes a la Rambla. Odio, odio, revancha y mala baba. Pero no adelantemos acontecimientos.

▬Tú, Remigio a lo que estás.

▬Hay que andar al santo y a la limosna alteza.

▬¿Que fue antes el huevo o la gallina?

▬Los huevos naturaliter, ¡mira qué pregunta!

▬Pues no. Ahí te equivocas. Aquí no

▬En España todo es al revés- decía El Calceatense a su hermano Remigio, cuando aún no había aterrizado el avión de Iberia en la pista de Heathrow y el Ángel del futuro  con el consiguiente poder del Altísimo que le facultaba para atravesar tiempo, lugar y  espacio, merced al milagroso arte de birlibirloque, les enseñaba a los dos secuencias del futuro. Iniciándoles al periodista y a su amanuense en el arte de inspeccionar conciencias taladrar paredes, sondear pareceres, y conocer secretos adivinar enigmas.
Fraga naufraga decían los del Sexto Poder. Exageraban un poco porque don Manuel pese a sus desplantes y pese a su mal genio que también tenía era una bellísima persona. Todo acabó como sabemos un poco como el rosario de la aurora. El periódico y el partido que él fundó estaban llenos de mediocres dados a la empleomanía y a vivir del cuento. Hicieronle traición. Lo crucificaron. 
Así que ni don Juan ni don Manuel que se me jodió el cordel

 

 Daba vuelta la tortilla, se acabó lo que se daba, no sabía el eminente profesor de Derecho nacido en la hermosa villa lucense de Villalba que él sería una de las primeras víctimas de aquella movida que empezaba, con mucha traqueteo y meneo y con mucha sopa de letras porque debajo de las piedras salía un nuevo partido político. Londres se convertiría en la corte de los milagros de aquella época de renuncios, proposiciones alteraciones marchas y contramarchas, oscilaciones del péndulo bandazos de sístole y diástole. Carillo fuaba suoperlargos y sonreía cruel sonrisa de sapo y daba conferencias sobre el feroz canbio en la embajada. 
España es un país pendular como don Laureano dijo. Iba a dar la vuelta a la tortilla. Siguiendo una vieja tradición, Londres sería el palenque donde se dirimirían las fuerzas centrípetas y centrífugas de las españas y las antiespañas.

Felipe II se había casado con Maria Tudor en la abadía de Westminster. El padre Las Casas pasó temporadas en el convento dominico de Blackfriars del que fue prior antes de convertirse en arzobispo de Toledo y primado fray Bartolomé Carranza. Los exilados de la Constitución de Cádiz residieron en un barrio que llamaban de los hispanos en Putney, el barrio donde por cierto tuvo una novia panadera Felipe II.

Anteriormente misioneros jesuitas que trataban de combatir la herejía anglicana  acabaron ajusticiados en la Torre bajo la acusación de espionaje, o el caso poco conocido de aquella monja beguina extremeña grande de España María de Carvajal que acabó pidiendo limosna por calles de Chelsea habiendo fracasado en sus intentos de hacer regresar a los ingleses al redil del catolicismo.
En esta pleita curiosa, entramada de perplejidades históricas, nos encontramos a los asilados de tiempos de Fernando VII: Quintana, Ruiz de Iriarte, Blanco White, Riego, Lista y otros muchos abates a la violeta Perversos clérigos enciclopédicos. La guerra de España y el vuelo del Dragón Rapide se urdió y financió desde la city. Franco no asistió a sus clases de inglés la víspera del 18 de julio. El caudillo, como buen burgués, amaba la etiqueta y buenas formas de la alta burguesía británica.  No consiguió hablar la lengua de Shakespeare y ello debió de ser para Su Excelencia un trauma. Gibraltar no vale una guerra y con su política de no quito ni pongo rey jugando al despiste ayudó a los aliados, con su galleguismo, a ganar la guerra dándole plantó a Hitler y favoreciendo de tapadillo a los ingleses.

Fraga entró en Belgravia como un ciclón. Aquel palacio de la hermosa plaza construida por Wren residencia histórica de la legación española pasaría a ser foco de atención, germinal de noticias clave y punto de recalada de personajes y personajillos de la política tanto del poder como de la oposición. La áulica sede una de las más munificentes y caras del área de Knightsbridge se convertiría en epicentro de las voces en off. Era la hora del oficio- de- tinieblas 5, secundum Cela, de las asociaciones, de las plataformas y platajuntas con don Manolo asumiendo las funciones de gran sacerdote. Su designación había despertado ciertas rencillas. Se había hecho a dedo para ira del cuerpo diplomático que se atiene siempre a los dictámenes del escalafón y para los que la legación londinense es uno de los puestos más golosos. La corte de san Jaime es el mirlo blanco de nuestros funcionarios de Carrera. Ellos miraban para don Manolo como un advenedizo.

No obstante la gestión fraguista constituyó un éxito de imagen. En su valija el ex ministro había traído de Madrid un cuadro de Felipe III de Juan Pareja. Todo un indicio. Aquel rey fue el más anglófilo de los Austria. Estuvo a punto de consumar una alianza anglo-española mediante el matrimonio de una de las infantas con el príncipe de Gales pero el casamiento del príncipe Eduardo y la princesa María no llegó a colmo. El conde de Gondomar, nuestro mejor legado en Londres, había sido artífice de la frustrada gracias a las intrigas palaciegas de don Gaspar de Guzmán y esa gazmoñería que siempre abunda entre nosotros. ¿Cómo iba a casarse una hija de Su Majestad Católica con un hereje? Eduardo de resultas de lo cual regresó a su tierra compuesto y sin novia aunque colmado de regalos. Corría el año 1623.
En 1973 Manuel Fraga tal vez quería emular las glorias diplomáticas de don Felipe Sarmiento. Casi estuvo a punto de lograrlo pero menudo son los ingleses que no se casan por nadie aunque alabaran la valía y la generosidad de su anfitrión. En   Belgravia  era el sitio donde mejor se comía de la ciudad. Fraga se trajo de su tierra a una cocinera gallega que preparaba un arroz con grelos para chparse. Practicaba como nadie la alternancia. era un trabajador incansable. Se entregó en cuerpo y alma a una diplomacia de mantel sin mirar gastos, dar tarjeta y números de teléfono, sembrar amistades, soldar alianzas.  Realizó un tour de forcé de relaciones públicas.

Por su mesa pasaron prohombres de la política, la empresa, el periodismo inglés de aquellos tiempos: Margarita Thatcher, Jim Callaghan, Harold Wilson, lord Carrington, Reginald Maudling, así como una pléyade de periodistas, escritores y gentes del saber. Consiguió lanzar su imagen. Fraga no naufragaba. Arrasaba. Su agenda era intensa. Visitaba el centro gallego, hablaba con los emigrantes. Tan pronto asistía a un concierto como iba de gira por una fábrica conciertos. Fue a Oxford a estrechar la mano de Salvador de Madariaga. Cenas, rigodones, homenajes, muñeiras, queimadas. Viajó hasta el Lands End para ver el lugar donde naufragaron los galeones de la Invencible y al dia siguiente estaba en la catedral de Peterborough rezando un padrenuestro por el eterno descanso de Catalina de Aragón. Era la fuerza del rayo.
Recorrió las islas británicas. asistía a cacerías; cazó gallinejas en Escocia y urogallos en los desiertos del Yorkshire donde se reunió con una comunidad de benedictinos, la única que había sobrevivido a la desacralización monástica de la Reforma. En medios británicos se le señalaba como el heredero de Franco, el próximo premier pero a él no legustaba eso de premier. él sería presidente. Iba a por todas. No se daba cuenta con lo inteligente que era que en Madrid trepas como Adolfo Suarez sin tanta valía intelectual pero con  más gancho para las mujeres, mayor audacia le estaban segando a don Manuel la hierba bajo los pies. Se le comparaba con Cánovas del Castillo, se le halagaba, se le adulaba (el más pelota de todos era Raúl del Pozo aunque todavía se las daba de comunista) y se pensaba en él como un reformador de una democracia parlamentaria a la inglesa que capitaneara el barco de la transición. Sólo les sirvió de sparring.
Era un  peso pesado en un cuadrilátero adonde sólo saltaban los pesos pluma. Así que ni don Juan ni don Manuel pero hoy yo quisiera en este libro sobre mis memorias desmemoriadas de Londres  hacer un poco de justicia a su memoria aunque en una ocasión me expulsara de la embajada.
-- Tú a la calle, Parra. 
Fue un gigante rodeado de enanos y acorralado por felones. Siento un sabor agriculce al recordarle. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2015-11-12

HIMNO DE LA INFANTERIA ESPAÑOLA

Himno de la infantería española
 
Ardor guerrero vibre en nuestras voces
Y de amor patrio henchido el corazón
Entonemos el himno sacrosanto
Del deber la patria y el honor
De los que amor y vida consagraron
Escucha, España, la canción guerrera
Canción que brota de hijos que son tuyos
De labios que besaron tu bandera
De pechos que esperan anhelantes
Besar la cruz aquella que forma
Con la enseña de la patria el arma
Con que habrán de defenderla
Nuestro anhelo es tu grandeza
Que seas noble y fuerte (bis)
Y por verte temida y honrada
Contentos tus hijos irán a la muerte
Si al caer en lucha fiera
Ven flotar victoriosa tu bandera
Orgullosos morirán
Y la patria al que su vida le entregó
En la frente dolorida
Le devuelve agradecida el beso
Que de ella recibió
El esplendor de la gloria de oros días
Tu celestial figura ha de envolver
Que por saber morir sabe vencer
Y volarán tus hijos al combate
Tu nombre invocarán
Y la sangre enemiga en sus espadas
Y la española sangre derramada
Tu nombre y tus hazañas cantarán
Y estos infantes de la raza hispana
Que sienten se apodera de sus pechos
Con la épica nobleza castellana
El ansia altiva de grandes hechos
Te prometen ser fieles a su historia
Y dignos de tu honor y de tu gloria.

 

Divna Ljubojevic Singing ;(23:17) HQ


MÁRTIRES DE POZUELO DE ALARCÓN MADRID


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PUBLIO RODRIGUEZ MOSLARES MÁRTIR Y CONFESOR DE XTO MARTIRIZADO EN POZUELO MADRID POR LAS HORDAS de CARRILLO

 

A los santos y a los profetas de Israel Dios les lleva por caminos misteriosos que los hombres no entienden. Conocí la historia de Publio Rodríguez Moslares a través de su sobrino Publio Rodríguez Sanz que fue compañero mío en el seminario de Segovia. Curiosa e interesante historia. En Pozuelo trabajó mu mujer muchos años en la tesorería y yo anduve por allá en mis deambulaciones ciclistas cuando escribía la Batalla de la Sed. Una luz me iluminó. Publio era un seminarista de un pueblo de Valladolid que se preparaba para ser cura y no sé si había recibido las ordenes menores cuando antes de las vacaciones vino desde el convento de los Oblatos de Santander a Madrid donde llegó el 17 de julio de 1936. Era un chaval muy listo y alegre que cantaba muy bien (esta habilidad la heredó mi amigo Publio que era el mejor cantor del curso y sabía cantar los pentagramas al revés) le llamaban el juglar de la comunidad. Fue apresado la noche del 18 de julio y conducido a la cárcel de San Antón. Allí se le `perdió la pista. Su madre en el año 1940 conociendo el lugar donde había sido liquidado en la cárcel modelo fue allí y encontró en las paredes un mensaje para ellas; Madre, me van a matar, me voy con dios. Viva Cristo Rey. En letra casi ilegible y entre restos de sangre había una firmna Publio. El mensaje fue escrito poco antes de que lo llevaran a torturarle a Paracullo del Jarama por orden del director general de Seguridad Santiago Carrillo.

La historia en todo tiempo ha dejado de conmoverme. Me entrevisté con Publio Sanz al cabo de 50 años. El gran tiple de nuestros días, el que leía las partituras al revés era un profesor jubilado que ejerció su profesión De magisterio en Málaga. Había sido operado de un cáncer de colon y curó milagrosamente. No hay secuelas del mal según los médicos. Esto me anima a proclamar que la verdad de la iglesia y la prueba de la eternidad del mensaje evangélico está en sus mártires. La jerarquía nunca debe renunciar a este tesoro de los que dieron testimonio por su fe. Deseo a Publio uno de mis pipis y a su esposa Amaya larga vida paz y contento en la seguridad de que alguien los protege desde el cielo aunque tengamos que morir, no somos eternos, pero la acción de la gracia seguirá operando hasta el fin de los tiempos.



Publio Rodríguez Moslares



Datos biográficosPublio Rodríguez Moslares nació en Tiedra, provincia y diócesis de Valladolid, el 12 de noviembre de 1912. Es el menor de los hermanos. Este detalle será un escollo con el que va a topar su vocación: su madre, muy religiosa, lucha entre la ilusión de tener un hijo sacerdote y el alejamiento del hogardel benjamín de la familia.“Es Dios quien lo quiere, mamá; no sufras ni me hagas sufrir. Sé generosa y dale a Dios lo que es de Él antes que tuyo”, le escribe.
Sus compañeros dicen que “Publio era el juglar de la comunidad: cantaba, reía, hacía versos y refería anécdotas salpicadas de refranes y dichos populares”.
Incluso en la cárcel, recluido en una misma celda con el P. Mariano Martín y tres escolásticos más, “para entretener el tiempo y hacer más llevadera la prisión, empezamos a hacer entre él y yo una comedia en verso”, nos dice el P. Martín.Testimonios Ese mismo Padre añade:“Tenía un carácter simpático, abierto, luchador, proselitista, francote, bueno. Trabajó mucho para llevar a buen camino a dos de sus hermanos que no comulgaban del todo con sus ideas, aunque por otro lado eran muy buenos. Les escribía cartas desde el juniorado y en vacaciones discutía con ellos. Tenía espíritu misionero y suspiraba por las Misiones, espíritu que supo infundir en su casa, sobre todo a su hermana, maestra nacional”.
“Supo soportar con entereza y alegría las cárceles de Madrid y cuando provisionalmente le dieron libertad, fue sobre todo él quien hizo de enlace entre sus compañeros de calvario y sus Superiores, yendo de un sitio para otro”.


Después del martirio, su madre escribió una carta a los Oblatos en la cual dice que al pasar del juniorado al noviciado, fue a verlo a Las Arenas:
“Al despedirme, le dejaron venir conmigo a la estación de Bilbao. Allí me dio el Crucifijo pequeño que le dieron en Urnieta, y me dijo: Bésalo muchas veces y, venga lo que venga, piensa que todo lo que suframos por Él, por mucho que nos parezca, será poco para lo que Él nos ama y sufrió por nosotros”.Martirio Tras ser sacado del convento y ser liberado de la primera prisión, no teniendo a dónde ir, se refugió, con el P. Blanco y algunos oblatos más, en una familia conocida. Dice la hija:“Una noche llegaron a casa buscando refugio, porque no tenían a dónde ir. Mis padres habilitaron una habitación, pusieron colchones en el suelo, les dieron ropa para que pudieran dormir y descansar.
Una noche, hacia las tres de la madrugada llamaron a la puerta unos milicianos con fusiles y pistolas, amenazando, que venían a registrar la casa; como teníamos una tienda de ultramarinos, mi padre, pienso que iluminado por el Espíritu Santo, metió a los milicianos en la tienda y al ver todo lo que había, pidieron por teléfono un camión y lo cargaron de tal forma que no podía arrancar. Tuvieron que descarga parte del camión para poder marchar. A la mañana siguiente mi madre dijo al P. Blanco que tenían que irse, pues si volvían otra vez los milicianos y registraban la casa, los matarían a ellos y a mi padre y que qué iba a hacer ella con cuatro niños pequeños”.Al abandonar la casa, Publio dijo a mi madre: `No sufras, yo voy a volver,
pero si me pasa algo o me matan, piensa que estaré con Dios y te ayudaré’. Publio parece que tenía muy claro que lo iban a matar”. Y así fue.

Al terminar la guerra su familia fue a Madrid.“Mi madre se había enterado que Publio había estado en la cárcel Modelo y quería ir allá. Mi padre intentaba disuadirla porque era la primera línea del frente. No obstante, como ella se empeñaba, mi padre quiso que la acompañáramos mi hermana y yo. Entre aquellas ruinas, ella buscaba en las diversas celdas y corredores. De repente comenzó a gritar: ¡Aquí, aquí! Y se introdujo en un habitáculo pequeño. Entramos con ella y vimos toda la pared escrita. Pude ver cómo en un rincón había unas palabras que destacaban más que las otras, porque estaban escritas en rojo, y que decían: `Madre, me llevan a matar, muero por Dios (…) No llores, me voy con Dios. ’¡Viva Cristo Rey! Y firmaba Publio. Ella se arrodilló, besó la pared, y con una especie de navaja, cortó un trozo de la pared donde estaba la inscripción. Fue entonces cuando me enteré que lo habían llevado a matar a Paracuellos del Jarama.
Mi padre ya lo sabía; pero no había hecho ningún comentario delante de nosotros”.
LA WILIPEDIA DICE SOBRE EL MARTIRIO DE ESTE SANTO LO SIGUIENTE

Publio Rodríguez Moslares

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Publio Rodríguez Moslares OMI (* 12. November 1912 in Tiedra; † 28. November 1936 in Paracuellos de Jarama) war ein spanischer Oblate der Makellosen Jungfrau Maria.
Nachdem das Kloster in Pozuelo am 22. Juli 1936 von bewaffneten Milizen besetzt worden war und Publio Rodríguez Moslares zusammen mit seinen Mitbrüdern von dort weggebracht worden war, kam er zunächst wieder frei. Er wurde aber wieder inhaftiert und am 28. November desselben Jahres zusammen mit zwölf seiner Mitbrüder hingerichtet.
Die Seligsprechung der 22 spanischen Märtyrer der Oblaten, darunter auch Publio Rodríguez Moslares, erfolgte am 17. Dezember 2011 in der Kathedrale von Madrid

 
 

NOVIEMBRE EL TENORIO. TIEMPO DE COMEDIAS Y MEDITATIO MORTIS. ESPAÑA BALUARTE DE LA CATOLICIDAD






DON JUAN

 

Es en España el segundo mes más hermoso del año después de mayo junio y agosto. Es el mes de don Juan. Los bosques se visten de ocre desnudándose de su polisón dorado y en los tabladillos echaban comedias. Algunos hacíamos nuestros primeros pinitos literarios o calzábamos el coturno recitando de memoria los versos del Burlador de Sevilla. En aquel drama hay algo mágico que sobrecoge, lección de moralidad sobre la brevedad de la vida y la caducidad de los amores terrestres. Tirso y Zorrilla en esta obra realizan cargas de profundidad mucho más relevantes que el Hamlet de Shakespeare. Es un drama en el cual la cultura española se adentra en los arcanos más misteriosos de la teología católica. Va más allá del mito del donjuanismo.

En cualquier villa en cualquier ciudad había una representación del Tenorio en versión de Tirso o de don Juan y reverberaban sobre las plateas y los escenarios las palabras del comendador “No es verdad ángel de amor…”. Y España se convertía, horizontal y vertical, en esta meditación de la muerte en Noviembre mes de la granazón, el trigo en el sobrado, la leña en el bardal, trae un poco roñas, chiquitos, tiempo de otoño, al amor del fuego del hogar, un candil para ir por vino a la bodega, cuentos de aparecidos y todos quietos, pronto a la cama que hay que recordar a los que se fueron. Doblaban las campanas y los monaguillos antes de comenzar la misa en alta voz pedían:

——Digan vuesas mercedes la confesión general.

Noviembre mes de difuntos, rogad por las Ánimas Benditas, que Dios se lo pagará. Una calavera en mi escritorio dos velas encendidas y la secuencia del Dies Irae resonando por los rincones. Reivindicamos nuestro españolismo, nuestra Fe, nuestra catolicidad. Somos pecadores que aspiramos a la trascendencia, conscientes de que es efímero lo de acá abajo.

Todos tuvimos en nuestras vidas una doña Inés y hemos marchado por los caminos agitando las plumas del chambergo de don Pedro Mejía y repetimos compungidos los versos inmortales del excelso Zorrilla que murió en la pobreza:

——“Yo a los palacios subí, yo a las chozas y en todas partes dejé memoria infausta de mí”

Desgraciadamente nuestros jóvenes han perdido la hermosa tradición del Tenorio y la han sustituido por la infame fiesta del Jaloguín, un signo de que España se desespañoliza, se desespera, se descristianiza, nos volvemos tontos globales a pasos agigantes por mandato del Gran Diseño.

 

CONVIDADO DE PIEDRA ROMANCE PARA EL MES DE DIFUNTOS. NUESTRO HAMLET HISPANO cantar del folklore popular rescatado y armonizado por Joaquín Diaz

 

Por las calles de Madrid va un caballero a la iglesia

Mas por ver a su dama que por oír las Completas

Se ha acercado allí a un difunto que está en imagen de piedra

Le ha agarrado de la barba, dícele de esta manera:

——¿No te acuerdas, capitán, cuando estabas en la guerra, gobernando tus batallas, gobernando tus banderas?

Yo te convido esta noche a sentarse a la mi mesa.

El difunto que no duerme en olvido no lo echa.

A eso de la media noche llega el difunto a la puerta

Y le baja a responder un criado de la iglesia

——Criado dile a tu amo que el convidado de piedra

Que conoció en san Francisco

Viene a cumplir la promesa

Le han acercado una silla para que se siente en ella

Hace que come y no come

Hace que cena y no cena

——Yo te convido mañana a cenar a la mi mesa

El caballero asustado al confesor le da cuenta

El confesor le responde:

——hijo, comulga y confiesa.

Y lleva este relicario

Que te sirva de defensa

Al toque de la oración va el caballero a la iglesia

Ve dos luces encendidas y una sepultura abierta

——arrímate, caballero, ven acá no temas.

Tengo licencia de Dios pa hacer de ti lo que quiera;

Si no es por el relicario que traes para tu defensa

Te habría de enterrar vida aunque Dios vida te diera

Porque otra vez no te burles de los santos de la iglesia

 

 

CONVIDADOS DE PIEDRA


CONVIDADO DE PIEDRA ROMANCE PARA EL MES DE DIFUNTOS. NUESTRO HAMLET HISPANO

 

Por las calles de Madrid va un caballero a la iglesia

Mas por ver a su dama que por oír las Completas

Se ha acercado allí a un difunto que está en imagen de piedra

Le ha agarrado de la barba, dícele de esta manera:

——¿No te acuerdas, capitán, cuando estabas en la guerra, gobernando tus batallas, gobernando tus banderas?

Yo te convido esta noche a sentarse a la mi mesa.

El difunto que no duerme en olvido no lo echa.

A eso de la media noche llega el difunto a la puerta

Y le baja a responder un criado de la iglesia

——Criado dile a tu amo que el convidado de piedra

Que conoció en san Francisco

Viene a cumplir la promesa

Le han acercado una silla para que se siente en ella

Hace que come y no come

Hace que cena y no cena

——Yo te convido mañana a cenar a la mi mesa

El caballero asustado al confesor le da cuenta

El confesor le responde:

——hijo, comulga y confiesa.

Y lleva este relicario

Que te sirva de defensa

Al toque de la oración va el caballero a la iglesia

Ve dos luces encendidas y una sepultura abierta

——arrímate, caballero, ven acá no temas.

Tengo licencia de Dios pa hacer de ti lo que quiera;

Si no es por el relicario que traes para tu defensa

Te habría de enterrar vida aunque Dios vida te diera

Porque otra vez no te burles de los santos de la iglesia

 

2015-11-10

TARDE DE PASEO (PARTE DE UN CAPITULO DE MI LIBRO "SEMINARIO VACÍO")


 

 

 
 


 

   

 

 

 

 

TARDES DE PASEO

 

 Ir y venir que llaman acarrear, las tardes de paseo (jueves y domingos y fiestas de guardar) eran imprescindibles. La alegre muchachada iba por la ciudad, bajaba las escarelillas del Consuelo, o devanaba los peldaños de granito, ternas de tres en fondo, becas rojas al viento el bonete de cuatro picos en la molondra, las sotanillas negras de un luto riguroso, que cortó el mejor sastre de Segovia: Blas Carpintero.

Todo para indicar que habíamos muerto a la carne para nacer a las cosas del espíritu. Transpuesto uno de los siete postigos que guardaban las viejas entradas de la ciudadela, las voces de la chiquillería llenaban de alegría y de juventud las calles de la ciudad en ternas de tres en fondo. Yendo en las primeras filas los pipiolos, y a retaguardia iban los gastadores, los que estaban pegando el estirón y el hábito talar, quedándoseles corto, mostraban los bombachos de pana, y a la legua se notaba que iban a ser altos. Como Pénjamo, el pobre al que el desarrollo le había llegado más temprano, su madre María la Viuda no ganaba para sotanas. Uy pero cómo creces, hijo. Los pantalones algo remendados le quedaban pesqueros y le subía como una flor de girasol el alto cogote desde el vértice del alzacuello que también le quedaba grande e iba siempre desabrochado y con la tirilla a medio salir. Tosía y adelgazaba. Se llamaba Enrique Gudiel pero todos lo conocíamos por uno sus motes: “Penjamo”, “Zurdo”, o el “Despensa”, porque era nuestro panadero, el que nos suministraba pedazos de hogaza a perra chica la ración cuando nos entraban a media mañana ganas de comer.

Traía una alcancía bajo la pechera del guardapolvos. Siempre se le veía comiendo a dos carrillos pero por aquello de que no sólo de pan vive el hombre no engordaba ni a tiros. Algunos creían que podía tener la solitaria pero tan sólo era el desarrollo que le vino tempranillo a los once años y le hacía alto y desgarbado. Pronto le cambió la voz.

Cantaba rancheras y el sobrehúsa le vino porque imitaba muy bien a Jorge Negrete y su tonada popular por aquel entonces de “Ya estamos llegando a Pénjamo”. Caminaba algo estevado porque con el crecimiento le nació una cifosis.

Gudiel, crías chepa.

Porque soy un animal vertebrado-contestaba Nunca habrás visto a una lombriz que tenga joroba. Ni a ningún gusano.

 Sí. El caracol.

 Anda la osa

Pues es lo que tú eres un caracol. Y, como  sigas metiéndote con mi giba, no te doy pan. Se cierra la despensa ¿estamos?

Se sabía unas cuantas rancheras y silbaba muy oportunamente de las diversas maneras. De la forma tradicional o bien o introduciendo sus dedos finos y largos de tuberculoso, como hacen los pastores que chiflan con los dientes, los dos dedos en la boca con tanta fuerza y solercia como que ninguna oveja se descarría ni se desmanda ningún mastín.

Y yo que nunca supe silbar admiraba sus habilidades. En la clase de solfeo, por su buen oído, era el primero de la clase. Cuando salíamos de asueto o quiete porque habíamos heredado muchos términos que sólo utilizaban los jesuitas allí en la última terna y andando con ciertos movimiento de jirafa venía el bueno de Pénjamo cerrando carrera. Seguramente que cuando fuese a la mili lo elegiría el sargento para cabo gastador pero Gudiel no era muy aficionado a la milicia. Su vocación era la de tendero y pensaba que con un poco de suerte el obispo podía pedirle que se hiciera cargo del economato diocesano o hacer unas oposiciones a racionero catedralicio o servir como canónigo fabriquero porque las cuentas se le daban tan bien como la música.

Iba el pobre esperanzado con su futuro en estos paseos en los que por su egregio talle destacaba pero ignorante de la desgracia que le aguardaba pues un jueves de primavera lo alcanzó una moto con sidecar al pasar cerca de la estación cuando teníamos que pasar por la angostura del puente romano. El que guiaba no vio a nuestro compañero o no le dio tiempo a frenar. Aquel suceso nos impresionó a todos. Velamos su cadáver en el paraninfo que se utilizaba como cámara mortuoria cuando fallecía algún alumno, cosa infrecuente, o alguno de los padres, un hecho bastante normal. En turnos de tres durante el día y la noche. Durante la hora y pico de vela se rezaba el rosario, se recitaba el oficio de difuntos y se entonaba un responso. Enrique Cudiel tendido sobre una mesa de escritorio que servía de catafalco tapada de bayeta negra estaba muy guapo. La expresión de su rostro expresaba dulzura y serenidad. Vestido con sotana y de sobrepelliz, tenía a su lado entre los cuatro blandones el bonete, la beca roja y un devocionario, también un cilicio que por lo visto llevaba colocado en la rodilla cuando ocurrió el percance. Este detalle por lo inesperado, pues nunca hubiéramos pensado que el Zurdo fuese tan piadoso, dadas sus apariencias de tibio y de vivalavirgen, nos dejó lelos.

Tendido allí cuan largo era parecía incluso más alto que en vida. Hasta puede que a la muerte creciese algunos centímetros. Su cara rebosaba beneplácito y no quedaban señales de magulladuras, sólo un poco en una ceja, del accidente pero el golpe de la moto lo había reventado por dentro, dijeron los médicos. Todo el seminario con sus cuatro colegios de latinos retóricos filósofos y teólogos quedó muy triste.

No acertábamos a explicarnos la razón por la cual había sido llamado tan pronto el compañero, pero el padre maestro en sus pláticas hizo hincapié en la idea de que los designios de la providencia son inescrutables. Al paso, nos hizo recapacitar sobre la brevedad de nuestra existencia; de lo fácil que es padecer una muerte repentina y adujo el ejemplo de aquel seminarista santo y sabio al que le preguntaron qué es lo que haría si supiese que a la hora siguiente iba a tener que rendir cuentas al Altísimo:

Pues seguir haciendo lo que estoy haciendo ahora mismo. La muerte no es más que un paso a la bienaventuranza.

Y nuestro predicador insistía en la moraleja aduciendo palabras del papa Pío X: “Dadme un seminarista que cumpla el reglamento y lo subiré a los altares ipso facto”.

El suceso había conmovido a la ciudad y la prensa local dedicó a nuestro compañero páginas y páginas. Nos enteramos que su madre había quedado viuda después de perder a su marido que estuvo preso por sus ideas políticas en el penal de Ocaña. El padre de Gudiel ¿moriría de muerte natural o fue uno de los muchos represaliados de la guerra civil? La pobre mujer asistía por las casas para costear los estudios de Enrique. El bien va por abajo y no se ve, decía el padre Mañanas, el mal es mucho más jacarandoso y alarmista. Lo que es una verdad como un templo. La bondad pasa a nuestro lado sin rozarnos, sin que nosotros nos demos cuenta. Estos casos de heroísmo callado aplacan la cólera divina y gracias a estos justos de Israel el mundo sigue caminando.

Por su parte el padre rector nos recomendaba que anduviésemos con siete ojos cuando saliéramos por la carretera de Madrid porque el tráfico es “cada vez más intenso y algunos van como locos”.

No os preocupéis por vuestro amigo agregó Porque está ya al lado del padre. Lo acabo de sentir en mi oración. Ha ido derechito al cielo. Palabras misteriosas del Rector el cual se pasaba horas y horas delante del Sagrario. Algunos hasta le vieron en un trance, le vieron levitar durante los largos ratos de oración. ¿Entraba en éxtasis?  Se decían cosas raras como que le habían visto en dos sitios a la vez y levantarse dos palmos del suelo en el momento de la consagración. Seguramente había tenido una visión. Ello nos tranquilizó a la vez que asustaba un poco, pero aquel óbito tan súbito e inesperado nos desubicó y la gente no hacía más que hacerse preguntas. ¿Por qué Dios permitiera aquello que el Zurdo pereciese de una forma tan estúpida? ¿Estaba acaso en sus infinitos e inescrutables designios el que muriera en plena adolescencia? Los ojos de la carne no alcanzan lo que divisa la inteligencia divina.

Era el primer muerto que yo veía en mi vida. Al correr de los años, algunas noches cierro los ojos y le veo allí tendido a mi amigo que no pudo ser misacantano con su bonete y su bufanda estudiantil el impoluto sobrepelliz con gesto sereno y apacible como diciéndome como me ves te verás pero no tengas cuidado. La muerte no es el final. Es sólo un paso. Durante unos meses me di a pensar en cosas lúgubres y se afianzó mi vocación sacerdotal y mi deseo de servir a las almas, todo muy etéreo, muy vacuo y como prendido con alfileres, porque en un seminario sólo se aprenden ideas generales de  lo espiritual, que luego te quedarán para toda la vida, a la vista de la inconsistencia e inconstancia de las cosas terrenales y de lo poco enteriza que es la sabiduría del mundo. Sic transit gloria mundi. Fue mi primer velatorio y mi primera meditatio mortis. Hasta entonces la muerte había sido un hecho lejano. Ahora cobraba carta de naturaleza. Durante las semanas que siguieron nos volvimos más fervorosos, menudeaban las visitas a la capilla y algunos se quedaban sin merendar ofreciendo el postre a los pobres o dejando sufragios en el cepillo de las ánimas que estaba cerca de la sala capitular. La noche que falleció a mí me correspondió ir a rezarle con otros dos de mi curso, Dionisio Fenogreco y Chus Peralta, quienes a consecuencia del suceso que voy a relatar hicieron un extraño pacto a imitación de Santo Domingo Savio, del que hablaba con mucho fervor nuestro querido padre Mañanas por entonces.

Era el turno de medianoche, el paraninfo estaba en semipenumbra sólo alumbrado por un farol y el resplandor de los cirios mortuorios. Llegaban de la calle, donde otrora había un mesón famoso y ahora era un bloque de viviendas protegidas de Falange, voces estentóreas de los últimos borrachos. Tengo que decir que el paraninfo o salón de grados, también aula magna, era un cuarto impresionante el más distinguido y adornado de todo el recinto. En él se leían las tesis doctorales, antaño se celebraron concilios provinciales. Allí tuvieron lugar las oposiciones a canonjías de la catedral. Sobre un estrado sobre el que se alzaba el baldaquín del obispo forrado de damasco y con un cristo con los ojos bajos a las espaldas yacía una clepsidra. Era una especie de botijo de cristal con dos compartimentos estancos. Este reloj de arena medía el paso del tiempo con una precisión mayor que la de un cronómetro suizo y el rato que tardara en pasar la arena en la parte superior a la de abajo era el que cumplía al examinando para exponer su tesis y responder a las preguntas del tribunal, durante hora y media. A cuatro calles se levantaban las tribunas o palenque gradual los escaños todos ellos de madera de pino crujiente y resonante, convergiendo en semicírculo sobre una especie de ruedo en el que esgrimía sus razones o sinrazones el ponente.

Por las trazas podía ser un parlamento pero a mí me recordaba el sitio aquel no sé por qué al concilio de Trento. Bajo sus artesonados de atauriques arabescos habían resonado  las plegarias del Veni Creator y se había hablado a voces en latín defendiendo la purísima concepción o la infalibilidad pontificia. Allí los filósofos innúmeras veces se habían hecho perplejos la misma pregunta de siempre la que formula Pilatos antes de su lavatorio de manos:

Quid es veritas? ¿Qué es la verdad?

Buena pregunta.

Ante, el cadáver sin embargo, de aquel niño, nuestro compañero, no habían respuestas. El silencio de aquel rostro espantaba los gritos de los teólogos que allá disertaron sobre las súmulas tomistas y Aquino podría haber esgrimido su dictamen:

Conclussus es contra maniqueos.

De ahí que el paraninfo fuese llamado la sala del Rey de Francia. Los tomistas se zurraron de lo lindo con los suarecianos explayándose en frases y nomenclaturas. Sobre los estrados se tenían la tea los más avezados silogismos. Las disputas medievales conservaban algo de las antiguas ordalías o juicios de Dios.

Allí podría, incluso, probarse que la tierra era cuadrada y lanzar anatemas contra el pobre Galileo Galilei hijo de Galileo. Allí podría haberse descubierto el movimiento continuo. Lógica. Mucha lógica. Pero siempre los mismos gritos, las mismas voces, la vacuidad de una exultación retórica. Cánones. Disposiciones de los concilios. Tuve la sensación de que todo aquello que estudiaba no me serviría para nada pero eran tan hermoso que me ha estampado de por vida contra el frontón de la utopía.

Con todo fueron aquellos estudios escolásticos una buena gimnasia mental aunque sufriríamos lo nuestro cuando al correr de la vida descubrimos que la tierra es redonda, da vuelta sobre su eje, que la historia tiene tres marchas (primera, arranque, directa) mas, nunca reversa y en este mundo no cabe marcha atrás. Enseguida, sonaba el estampido de “licet” (con la venia) “nego minorem sed concedo maiorem subsumptam” y nos empapábamos de los universales aristotélicos. Más tarde en la universidad central nos hablarían de las mónadas kantianas que eran más o menos lo mismo y parece que aún estoy viendo a don Fausto meneándosele un poco la cabeza por lo del parkinson mientras se fumaba un cohiba antes de empezar la lección: Dicas, dicas, Gregorie, in sermone latino… Dicas.. Dicas enim.

Y había que responder a lo primero: Domine…. (señor)

Y después continuar con lo que habías memorizado en la lengua de Horacio. Aquello ahora puede sonar extraño pero entonces no dejaba de tener su encanto. Por lo demás, todas estas razones se quedaban mudas ante el cuerpo presente de nuestro amigo al que había matado una moto.

El que le guiaba estaba borracho. Nuestro profesor de Lógica se quedó mudo y siguió fumando su habano:

No. No hay respuesta. Sólo la fe, hijos pero la fe es un regalo de Dios dijo nuestro profesor.

Al poco, el capellán de las monjas, quedándose muy pensativo nos miró con angustia a todos nosotros.

Era Gudiel el primero que se iba. ¿A quién le tocaría el turno la próxima vez?

Los blandones ardían lentamente y con tristeza iluminando u oscureciendo el misterio de la eternidad. Empezamos a rezar el rosario. Tocaban misterios gozosos.

Por la señal de la santa cruz líbrenos el Señor de todo mal en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu.

A Enrique no le había valido la invocación. Se lo llevaron los ángeles que viajaban en el sidecar. Eran unos ángeles malos y su ángel de la guarda les increpaba a grandes voces y lamentos que podían ser escuchados en el barrio de Jauja y llegaban hasta la estación confundiéndose con los pitidos del mixto que llegaba a aquella hora de Santander. Sobre el zócalo un pintor con mucho alarde el que había aderezado aquella casa c. 1595 había estampado escenas cinegéticas de la antigüedad clásica. En un escusón aparecía Diana Venatrix disparando su arco contra dos rebecos que se alejaban. En la siguiente escena Neptuno soplando por su cabeza monstruosa y poblada de barbas mojadas. Más allá estaba Apolo y en otra Venus semidesnuda. No te creas que mucho lo pasábamos mal al mirar para el techo. Porque en el paraninfo vi yo a mi primer muerto y también la primera mujer en cueros. A más de uno le debieron de entrar pensamientos escabrosos y algunos directores espirituales protestaron ante lo que ellos consideraban una falta de recato propios de la paganía pero el Rector que era un humanista amante de los autores latinos y de la mitología ordenó dejarlas como estaban:

Esas figuras del peralte, padre Mañanas, no son más que símbolos. No tienen nada de pecaminosos.

Así y todo el jesuita del que hablaremos más tarde largo y tendido era muy escrupuloso en tales cuestiones y ordenó a sus pupilos que cuando entrasen en el aula magna jamás mirasen para arriba y que dijesen una jaculatoria al trasponer el umbral: “Señor, antes morir que pecar”.

Se me ha quedado la oración y la repetía yo con harta frecuencia, a veces inconscientemente. Eolo manejaba los vientos. Nosotros manejaríamos las conciencias. Jano abriría las puertas del infierno a los que se suben a la barca de Queronte, y nosotros les abriríamos las puertas del cielo. A Venus había que verla como emblema tutelar de la vida y de las cosechas. Estos eran los argumentos del Rector que no acaban de convencer a Mañanas. Pero allí el cristianismo se respaldaba en lo que había antes que era la mitología. Y los dioses y las diosas olímpicas compartían sitio junto con el crucifijo y presencia en las sesiones escolásticas. Allí tenían lugar los plenos diocesanos, las lecciones magistrales, allí se sentaba el tribunal de la Sangre, allí se votaba la terna para elegir a los obispos. Era el salón de actos de las sesiones inaugurales y de la concesión del titulo de Magíster Artis y de Bachellor Artis el MA y el BA. Igual que en Oxford porque todo hay que decirlo en muchas de sus costumbres disciplinarias los ingleses se inspiraron en los jesuitas a los que admiran y fruto de tal admiración nos vino de las Islas el bueno de Chespi al que cantábamos el Iste Confessor por las fiestas del obispillo.

La sala de deliberaciones olía a moho y humedad. Un día era aula magna y al día siguiente tanatorio. No somos nadie