¿Caridad o postureo? Los pobres bajo la columnata de Bernini
El Vaticano, con sus majestuosos edificios y su historia de siglos, nunca deja de sorprender. Pero hay escenas que, más que sorpresa, invitan a la reflexión incómoda.
Al caer la tarde, bajo la imponente columnata de Bernini, es habitual encontrar a los pobres pernoctando en tiendas de campaña, con cartones o mantas, claramente con autorización vaticana. Y aquí surge la pregunta: ¿por qué ahí y no en un albergue dentro de los múltiples edificios que el Vaticano posee en Roma?
No faltan recursos. Es un hecho que la Santa Sede ofrece duchas, peluquería y otros servicios para estas personas. Pero, ¿por qué no dar un paso más? Esos edificios vaticanos, muchos de ellos vacíos o subutilizados, bien podrían convertirse en albergues con calefacción, camas limpias y un desayuno caliente por la mañana. ¿No sería esta una expresión más plena de la caridad cristiana, esa que busca dignificar al prójimo?
Sin embargo, la escena tiene algo que inquieta. A simple vista parece un gesto de apertura, de cercanía a los pobres. Pero también tiene un aire de escaparate. Los indigentes están ahí, a la vista de los turistas y de las cámaras, proyectando una imagen de la Iglesia como “casa de los pobres”. ¿Pero es esto realmente caridad en su sentido más evangélico, esa en la que la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda?
La Iglesia siempre ha sido y debe seguir siendo refugio de los desamparados. Pero la caridad no puede quedarse en un gesto simbólico. Si el Vaticano tiene los medios para ofrecerles un techo digno, ¿por qué no lo hace? Es difícil evitar la sensación de que la presencia de los pobres bajo la columnata sirve más para reforzar un mensaje que para transformar vidas.
Así que la pregunta queda en el aire: ¿es esto un acto de auténtico amor cristiano o un ejemplo más de un postureo que busca aplausos mundanos? La respuesta, como tantas cosas, la juzgará Dios, pero nosotros, los simples mortales, podemos y debemos seguir cuestionando.
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