Cuando la religión 'muere' y la fe se renueva
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Por OMAR PERES
Mushtag Ahmed es dueño de una pequeña empresa de importación / exportación en Lahore, Pakistán, donde nació y vive con su esposa, Rafia. Ahmed y Rafia son musulmanes. Tuvieron tres hijos. La mayor, Nadia, se graduó en contabilidad en la Universidad de Lahore, y poco después de recibir su título obtuvo una beca de la Beca Erasmus Mundus, para hacer una maestría en finanzas en Ámsterdam.
Cuando terminó el curso, Nadia fue aprobada para una pasantía en la cabecera de Shell en La Haya, la jefa de la multinacional holandesa. Tres meses después, fue invitada a seguir trabajando en la compañía petrolera y energética más importante de los Países Bajos (y del mundo). Sorprendido por la invitación, le preguntó a su padre si debía aceptar, porque su plan era regresar a Pakistán. El padre, Mushtag, fue objetivo: "Quédate ahí, hija mía. La oportunidad que estás teniendo nunca tendrá aquí en Pakistán".
Asignada al sector financiero de la compañía, Muslim Nadia fue presentada por amigos a Felipe Szajnfarber, un empleado brasileño de Shell en Brasil, transferido a la sede de la compañía en La Haya. Ambos trabajan en el mismo sector financiero. Felipe es judío, nació en Valença-RJ, donde hizo sus estudios hasta que llegó a Río para graduarse en economía en la UFRJ, luego consiguió su primer trabajo en Shell.
Nadia solo informó a sus padres en Pakistán que el novio era judío cuando ambos estaban en el aeropuerto de embarque a Holanda para conocer al prometido de su hija. ¿El motivo? Dales tiempo para "absorber y digerir la novedad", dice Nadia, sonriendo. "Somos musulmanes, pero mi familia nunca ha puesto la religión por delante de los conceptos y fundamentos de la familia. Lo que nos importa a nosotros, a mis padres, es el carácter y la formación", dice Nadia. En la reunión, el tema religión no se incluyó en el menú de presentación. "Mi padre quería saber quién era el novio, qué estaba haciendo y el país, y qué pretendía..."