PALACIO VALDÉS
Esto parece Villabroncas y mi labilidad o
sensibilidad detectan nuevos nubarrones en el horizonte ¿Más? La calumnia y la
baba del sapo. Vivimos en una redoma de malquerencia. Asi que me calzo mis
gravas de combate la loriga la rodela y huyo de los torneos dela memoria para
refugiarme en la palabra. Don Armandín me devuelve a mis metas soñadas, aquel
mundo jocundo y cabal que yo entreví en sueños (soñar es de balde) en mis
largas lecturas en la camarilla del internado porque soñar no cuesta nada.
Tengo todas sus obras y heraldo del bien no sé por qué misterios desde lo
posible lo real a lo soñado mi vida rodó hacia Asturias hacia ese baño del
Nalón donde escribió aquel cuento grandioso ¡Solo! Un padre de vacaciones
(había estado ahorrando cinco años en una tienda de Madrid para poder
pagárselas) que ve cómo su único hijo se
ahogaba. No es que sea poco enterizo pero sí algo sentimental y a mí estas
historias me llegan al alma. ¡Solo! ¡Estoy solo en medio de la soledad de
España! Sin embargo las novelas de este Tolstoi asturianos me reconcilian con
la melancolía y la añoranza que es wel estado dicen que los dioses conceden a
los que eligen los dioses. Estamos solos en el universo. El personal no se
habla si no es para el escarnio o para sacar la navaja. España siempre fue una
grande y libre pero tuvo un enemigo: la ignorancia. Leyendo las crónicas de los
viajeros extranjeros del XV y el XVI ya se apunta ese dato. ¡Qué mal se llevan
los españoles! El morbo visigótico nos roe los calcaños. España madre benigna
de extranjeros y madrasta de sus propios hijos. En el poema del Mío Cid se
cuenta el problema en esta tesitura: Castilla face los omes e los desface. Y
así estamos muchos de nosotros hechos polv y aguantando mecha.v escucha patria
mi aflicción. A pesar de todo España cuanto me amamos. Y acudimos al arte
novelístico de opalacio Valdés cuyo numen es inimitable. Todos sus libros
tienen esa carpintería narrativa que les falta a la mayor parte de los
novelistas nuestros de tronío. Quiero decir los que viven en la plaza. Baroja,
Azorín Cela el propio Valle del que tanto habla con reverencia el amigo Umbral.
Pero tradúzcame usted al francés al inglés o al sueco a ese don Ramón de las
Barbas de chivo o a Cela que salvo en La Colmena o en Viaje a la alcarria se
nos queda en nada y sin ir más lejos sus propios libros don Francisco. No me
gustan los escritores que impostan la voz y nos estampas en fabardón o en la
octava baja sus parrafadas para epatarnos para que anden por ahí diciendo hay
que ver lo bien que escribe este chico. Pérez Reverte también puede ser
traducido lo que evidencia el valor acrisolado de su obra con la que en parte
no estoy de acuerdo pues son novelas de caballerías modernas pero ahí queda
eso. Resulta que el escritor más traducido a las lenguas extranjeros fue este
avilesino de adopción paisano de juan de Cabaña Quinta y de otros de sus
personajes meritísimos de su aldea perdida. Muchos de sus libros que empezamos
a leer en la adolescencia y releemos en la senectud nos hacen suspirar por los
paraísos perdidos y decir lo de Et in arcadia ego y es que leyendo sus novelas
nos identificamos con sus héroes míticos. Palacio trazó un ideal. Una norma de
vida. Era un narrador omnisciente y
omnipresente que incorpora la técnica narrativa anglosajona y francesa a la
novelística castellana. Cierto es que fue tachado como de derechas pero lo
cierto es que el arte carece de flancos. Es total. Ni derechas ni izquierdas.
Casilleros no admite tampoco. Sólo la imaginación. La sublimación de lo real.
Era un psicólogo porque muy pocos escritores conocían tan bien como él a la
condición humana y un filósofo. De su mano me pierdo por los vericuetos de
Avilés los chigres de Sabugo y hasta parece que escuchar al ruiseñor del parque
de San Francisco subo la cuesta de la carriona o me meto en una de esas
confiterías como la de la Morena donde despachaban unos sobaos delicia de manos
monjiles. Y Sabugo tente firme. Debía de ser muy goloso don armando según la
tradición ovetense donde no hay domingo sin pasteles ni domingo de pascua sin
madrina y sin roscón. Y cuando dan las siete en el reloj de la Audiencia me
meto en san Isidoro. Hay triduo. Novena y rosario y sermón de campanillas. Me
sumerjo en el ambiente. El poder descriptivo de este escritor consigue que el lector
se suma en el hilo y el ambiente de lo que cuenta y hasta tome partido. Crea
mundo. un privilegio que sólo les es concedido a los genios. Sus obras no nos
cansan. Sus libros no se nos caen de las manos. Valle siempre me aburrió. Pío
baroja cuenta cosas de una forma desordenada y al desgaire. Azorín aburre a las
ovejas. Unamuno está supra valorado y es admirado por los que no lo leyeron
nunca. Ortega nos está tan gran pensador ni escritor como le pintan. La gran
novela española pertenece a la restauración. El 98 es un bogus magnificado y
cuantificado por la inercia literaria de la rutina del caciquismo y el
mandarinazgo hispano siempre en manos de unos cuantos y siempre los de siempre
pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Diré esto aunque me
desuellen. Palacio pinta personajes de carne y hueso no proyecciones
literarias. Si en la Alegría del capitán Ribot es el optimismo en Tristán o
en el pesimismo todo lo contrario. La
novela de un novelista es una autobiografía de ese arte artesanal que se dice
escritura. En el Maestrante tendremos el amor de un viejo y en José a
Cudillero. Ahí es nada. Las técnicas narrativas nos vienen a persuadir del
convencimiento de que la novela no se inventa, se observa. La aldea perdida
viene a ser la bandera ecologista de la españa verde del último refugio natural
de los amantes de la naturaleza. Tanto palacio Valdés el uno de las Asturias de
Oviedo y el otro de las Asturias de Santillana se ereigen en sus paradigmas.
Vienen a ser una suerte de enaltecedores de la raza de Pelayo. Que hoy dado
como está el panorama falta nos hace. Pulsando las teclas de la novela
descriptiva Palacio es un heraldo del ecologismo. Nuestro primer ecologista. Su
gran preocupación es la conservación del paraíso natural que le vio nacer.
Plantea el problema de la revolución industrial en La Aldea Perdida. Es una especie de guerra de Troya en que kis
aquellos – los mineros Nolo y Plutón- derrotan a Demetria (Aquiles) y Jacinto
(Aquiles). El verdor de los campos se sustituye por la negrura del carbón. Y
este deterioro del medio ambiente va acompañada con la degradación de los
protagonistas. En el “Idilio del enfermo”
vuelve por donde solía. El campo cura y vivifica. Y en el “Cuarto poder” novela de la corrupción y de la venalidad tenemos un
espejo de la España de hoy que es copia exacta de la del siglo XIX en muchos
aspectos. Y nos advierte que la transgresión de la fidelidad al paisaje y la
del entorno en que se desarrolla la vida del hombre para la muerte. Una
advertencia que suena fatídica para un mundo que vive horas aciagas de cambio
climático. Sus novelas del campo y del medio rural asturiano poseen una
categoría homérica. En las novelas de ciudad Palacio se convierte en un pequeño
burgués. Es un hombre de las clases medias. Presenta con crudeza los problemas
de entonces: adulterio, alcoholismo, mojigatería, politización extrema, desamor
pero las dulcifica. Hay en su pluma una profunda compasión hacia el ser humano
y cultiva una visión amable y a ser posible optimista dentro del pesimismo de
la condición humana de las cosas. Quería entretener. Por eso tuvo tantos
lectores y sus libros fueron traducidos al francés y al inglés. Sus novelas
infunden una especie de paz melancólica y nos animan a ser mejores. En los
propileos de la poesía épica que añora este paisanín de Laviana, la verdad siempre
avanza delante de la belleza y las dos suelen
tener una amiga: la bondad. En el arte de Palacio se encuentran parecidos con
el de Henry James. Y de la misma forma que la obra de este autor revierte
siempre hacia Nueva Inglaterra la del español torna siempre la mirada hacia
Asturias. Que para él significa la vida y su alejamiento la muerte. La acción
conserva un carácter secundario y la trama se desarrolla como en un duermevela.
El claroscuro es punto de referencia y por lo general cada plot. Envuelve otros
plots otras acciones y lo que ahora
es bonanza puede pronto convertirse en marejada. Su manejo del lenguaje marino
todo hay que decirlo también parece impecable. Sus descripciones no son estáticas
sino dinámicas y los personajes buscan cada uno su felicidad aunque rara vez la
encuentra salvo en el caso de Riofrío el lugar donde se desarrolla la acción
del idilio de un enfermo. Conocía el
alma femenina don armando y de ahí que sus libros fueran muy populares entre el
bello sexo. Las mujeres le miman le escriben le animan se le declaran. No son
feministas por supuesto. Uno de los temas más recurrentes es su preocupación
por el adulterio y siempre suele acusar a los hombres en vez de las mujeres de
las catástrofes sentimentales. Por ese cabo se sitúa cerca del movimiento de la
liberación. Su esquema de trabajo la carpintería argumental de sus narraciones
se mueven en torno a tres supuestos: héroe-antihéroe-víctima. Sota caballo un
poco al estilo de las novelas por entregas y las penny novels de bulevar a lo Corin Tellado. Novela popular cuyo
estilo asimila pero pjop que esta
novela popular nunca podrá ser barriobajera
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