….FÁTIMA
Antonio Parra Galindo
Trece de mayo 1917. Cova de Iría. Hubo
muchas canciones y palomas en torno a este nombre de mujer árabe. La
cigüeña sigue machacando el ajo de las membranzas y de los sentires
piadosos y similicadencias en los campanarios vacíos de las
lontanzas. Bueno; no están vacíos sino en proceso de cambio y de
mudanza. Nos hemos cambiado de casa pero seguimos siendo los mismos.
Se cumplen por tanto XC años de aquel evento. Supuestamente, la
Virgen María posó sus divinas plantas sobre una encina del Algarbe.
Tres pastorcillos Jacinto, Lucía y
Francisco, tres pastorcillos como en la edad media – la Virgen no
se aparece a los grandes y los poderosos como a los cardenales y a
los señores obispos, va y les dice a esos niños que no saben leer:
Yo soy la Inmaculada Concepción- fueron los agraciados con esta
visita. Fátima dio muchas vueltas a mi vida. Crecí bajo los
misterios de las supuestas profecías: la conversión de Rusia, el
fin de la primera guerra mundial pero otra mayor acontecería si la
humanidad no hacía penitencia, las grandes persecuciones a la
Iglesia bajo el comunismo, etc. Rusia se convertirá.
Viví mi infancia y adolescencia
atemorizado por el miedo a la bomba atómica y por los secretos de
Fátima que para más INRI contaban con un séptimo sello que no
habían sido desvelado sino a la propia vidente, Lucía, que luego se
metió a monja en un convento de Galicia y al mismo Papa. La sinopsis
ocultaba un cuadro catastrofista. En las pláticas los sacerdotes que
nos venían a darnos ejercicios hablaban de los Arcanos con cierto
retintín. En fin que se iba a acabar al mundo, que se acercaba el
Apocalipsis, que esto era un barril de pólvora, una simple cerilla y
cualquier día... Terror milenarista puro y duro. ¡Cuantas veces me
prosterné ante la imagen de aquella virgen de escayola de ojos fríos
y misteriosos las manos uncidas a un rosario en plegaria todo de
blanco (el manto, la túnica, las palomas que revoleteaban a sus
plantas) excepto la corona que era de oro para cantar la Salve en
aquellas sabatinas doradas de mi niñez lejana!
Dios te salve Reina y Madre de
Misericordia. Y aquella virgen fue la que regaló mi pobre abuelo
Benjamín a la parroquia de Fuentesoto cuando salió con bien o creía
que salió con bien, luego murió en medios de terribles dolores, de
una operación de próstata. Aquel blanco terrorífico y casi funeral
todavía me asusta. El rostro de Nuestra Señora de Fátima me
parecía más pavoroso en su inexpresividad que el de las Dolorosas
patéticas y conmocionadas. Tenía tres años cuando vivieron mis
padres a la gran concentración que se organizó en Madrid en 1947
octubre para recibir a la de Fátima a la que se dispensaron honores
de estado. Se movilizó toda España. La devoción a la Virgen como
todo español integral viene inscrita en mi alma a sangre y fuego.
Un icono de la virgen María cabalgaba
en el arzón de Babieca el caballo del Cid y lo llevaban consigo los
conquistadores a las americas. El escudo del marqués de Santillana
ponía “Dios e vos” y hay en mi lugar de trabajo dos bagoroditsa
que llaman los rusos y del Perpetuo –socorro nosotros – y es la
virgen bizantina que se venera en Santa maría la Mayor de Roma y que
me enviaron mis amigos de radio Moscú. Los tengo por milagrosos. Me
ayudaron y confortaron a salir del paso en tiempos de oprobios y de
la gran tribulación. Siempre que puedo los ilumino con candela y
rezo el Eya velar. Virgen María eya velar, como dijo en la jarcha
antigua del quirógrafo inmemorial.
Y hay sosiego en el espíritu y paz en
el trabajo. Convertíos. Metanoite. Asumid vuestra realidad y poner
vuestros dolores y traumas a los pies de la cruz de Cristo. Ese fue
para mí el principal contexto del legado de Fátima. Y no seré yo
el que ponga tachas a este acontecimiento ocurrido hace noventa años
en Aljustrel un pueblo del Algarbe. Peregriné a él en el 95 con mi
familia y me pareció un lugar terrorífico. Todo de blanco y fúnebre
que es el color de luto para los musulmanes.
La basílica, la escalinata, los
Ángeles mastodontitos que guardan la entrada y esos barracones
cubiertos de cera y llama donde los devotos colocan cirios en los
hacheros. Sus chispotorreos me recordaron las llamas del infierno. Lo
encontré un lugar turístico- Portugal y sus tres efes: Fátima,
fútbol y Fado- y en cierto modo abominable pues se especula con el
fervor de las pobres gentes machacadas por la enfermedad, los
desahuciados, que acuden allí como un último remedio. Lourdes
igualmente me ofreció esta misma semblanza de fealdad católica y de
mal gusto, retahílas obscenas de una religión que sólo piensa en
la muerte y que hizo negocio con la muerte, cuando en realidad es el
mensaje para la vida y la resurrección. No creo que vuelva.
Acepto mi dolor y mi condición de
mortal, asumo el barro del que me fraguaron pero si vuelvo a caer
malo no tentaré a dios con nuevas súplicas. Las apariciones de
Fátima como las de Lourdes – el dogma de la Inmaculada concepción
sí- no forman parte del corpus de la fe. Son admitidas y
recomendadas por la Iglesia como lugar de fervor y de peregrinaciones
para ejercitar la caridad al prójimo, el consuelo a los enfermos,
las prácticas religiosas tan en decadencia hoy. Pero ambos sitios me
escandalizaron lo mismo que me escandalizaría el Escorial tiempo
adelante. Se comercia con los sentimientos y creencias vendiendo
medallas, estampitas, mementos, tallas, ceniceros, saleros y repisas
de noche de muy mal gusto y poco arte.
Fátima y Lourdes poco tiene que ver con
Chartres, Notredame, Santiago o Toledo. Antes bien tratan de emular
en copia sucedánea el espíritu de aquellas catedrales que
congregaban a creyentes por millones en la edad Media. Una
recuperación del espacio perdido mediante el milagro y la
comercialización de las indulgencias que tanto escandalizaron a
Lutero y a los padres de la reforma. En cuanto al mensaje de la
virgen María también tengo mis reservas.
Dijo que Rusia se convertirá pero
Rusia en verdad nunca dejó de ser cristiana pese a los desmanes de
la checa marxista, en las iglesias convertidas en museo del ateismo y
en aquellos Trostki, Lenin, Zinoviev, Beria y los grandes agentes de
la revolución rusa, la mayor parte de ellos judíos como aquel
Abraham Brukosvski que fue el verdugo del zar en la casa de Ipatiev
el rico mercader. En Ekateringrad. Precisamente de aquella ciudad en
el distrito de Zverdlosk nació Boris Jeltsin el estadista que acaba
de morir y recibió en su despedida unas exequias solemnes. No se
oficiaba en aquel país una iglesia funeral como aquella desde hacía
un siglo. ¿Un milagro? Tal vez.
No. Rusia nunca dejó de ser cristiana.
Stalin venció a los hitlerianos gracias al apoyo de los popes. El
patriarca Sergio llamó a la cruzada contra el espíritu del mal. Y
es la llegada del espíritu del mal lo que se anuncia en Fátima. La
bestia parda. Los ídolos totalitarios. Pero hay también otros
caminos por los que la libertad y la dignidad del hombre están a día
de hoy amenazadas. Hay el totalitarismo de la globalización que
impone el pensamiento único y ataca a la iglesia de Cristo con más
saña y procedimientos más filistinos que lo hiciera el Comunismo. O
el feminismo troncal y mostrenco que nada tiene que ver con la mujer
ni la condición femenina.
La lucha de clases ha sido reemplazada
por la lucha de géneros en nuestra sociedad. Se trata una aberración
indigna para el gran papel que tiene la mujer en nuestras vidas y
María es la mujer por excelencia, la Madre de Vida y Esperanza
nuestra. Hay alusiones a guerras, catástrofes, desgarros pero
ninguna a la crisis de fe pavorosa que vive Occidente en su pérdida
de valores y a ese laicismo que aquí en España se quiere achacar
como si fuera un chivo expiatorio de los males nacionales al
presidente ZP. A la incomprensión a las injusticias en el reparto de
las riquezas. Al capitalismo que ha entronizado el Divino Negocio, la
Santa Moneda, Business is Business. No se menciona tampoco a los
cayucos y a los descorrimientos de población en masa o a la
efervescencia de las sectas que han tenido su apoyo en los Estados
Unidos. Al eje del mal y a todas esas fuerzas oscuras que han metido
la mano en el avispero del Islam para proyectarlo en una lucha sin
cuartel hacia Europa sobre la cual pesa una consigna:
descristianizarla. Hundid al Bismark. Cristo molesta.
Y la virgen de Fátima debe de ser una
virgen como muy de derechas siguiendo los convencionalismos del
tiempo del pontificado de Eugenio Pacelli que (todo hay que decirlo:
fue una de las grandes luminarias de la Iglesia y él también salvó
a muchos judíos) de ideas muy conservadoras aferrado a las pautas de
un nacional catolicismo que hoy está muy en crisis y que ha vuelto a
rebrotar en Polonia. Pero uno sigue en puridad siendo cristologico,
cristocentrico, mariologico. Mi fe no es derechas ni e izquierdas,
cree en el hombre y en su proyección sobre el siglo futuro. Postula
por la causa de la libertad del Gran Eleuterio. El spasiteli o
salvador que derribó los tenderetes de los marchantes y expulsó con
un roten en la mano a los cambistas del pueblo. La simonía sigue
siendo una amenaza para la Iglesia. Cando en época del presidente de
Aznar fui desposeído de mi empleo y me tomaron por loco después de
padecer intensa persecución, purgas y cazas de brujas me cogí mis
libros y mis grimorios y me planté en Prado Nuevo, esa cerca del
Escorial donde dicen que se parecía la Virgen. Lugar extraño pues
allí pude observar ciertos fenómenos parasicológicos: Danza del
sol, personas en trance, signos en el cielo y después de una
tormenta se dibujó el rostro en colores del Perpetuo socorro con el
Niño en brazos.
Tomé fotografías y en la corteza de
los fresnos salían estampados rostros extraños. Allí acudían las
buenas gentes de España, la clase más analfabeta del catolicismo
sólido y carbonero con sus achaques, sus problemas familiares y
psicológicos, los parados, los desamparados, las mujeres maltratadas
y los maridos expulsados del hogar en busca de una luz en medio de
tanta tiniebla. Los ochenta y los noventa fueron tiempos en España
muy duros. Venían con sus calderillos para llenarlos de agua de la
fuente que consideraban milagrosa con ellos rociaban los miembros
dolientes de sus enfermos. Allí una buena señora hacía visajes
ante el micrófono, hablaba con voz ronca y entre suspiros. Todo algo
diabólico y desagradable pero curioso. Muy curioso y como decía san
Pablo, nada del hombre me será ajeno, me enfrasqué en el estudio de
las apariciones que es algo tan viejo como la historia de la
humanidad y que acontecían ya en tiempo paganos. Los dioses romanos
no eran sino trasuntos de ciertas apariciones, de los dioses
familiares, ciertos diablillos que llamaban manes, lemures y penates,
que enredan, desbaratan o protegen según y como.
Allí la gente iba en busca de amparo.
-Tú estás protegido- me dijo una saludadora.
-¿Cómo lo sabes?
-¿No ves esa cruz sobre la frente?
Y efectivamente la vieja tenía
estampada una cruz luminosa sobre la frente. Joder. Pero no estaba
asistiendo a una aparición marial sino a un tenida espiritista. Los
espasmos, las luces, los ensalmos eran del todo diabólicos y la tal
Amparo Cuevas no era más que una exhibicionista. Nos estaba
engañando a todos, tomando el pelo, con el cuento de que cada
primero de mes, hilo directo con las Alturas, recibía un mensaje de
la Virgen siempre en tono aterrorizante y apocalíptico. Al lugar
venían también muchos portugueses pero estos peregrinos no hacían
partija con los españoles. Iban a su aire. Eran los heraldos de
Fátima. Gente de buena fe, sencilla, y algo timorata capaz de
meterse en un autobús y hacerse más de mil kilómetros para ir a un
sitio a rezar el rosario y pedir por sus enfermos. Seriedad y
compostura lusitana que nada tiene que ver con la milagrería
castellana. Aquí una buena procesión de disciplinantes presta tanto
como la mejor corrida de toros.
Sin embargo, aconteció que me curó de
una enfermedad diagnosticada como un mal incurable, desaparecieron
los dolores de la barriga y la vidente me anunciaba que un día
volvería a ser rehabilitado en mi trabajo y a ver a mi hija Helen
Parra-Hugh. Así ha sido. Pero no tengo que darle las gracias a la
Virgen María sino a ZP y una ministra como Carmen Calvo clemente
señora que aunque se profesen laicos y republicanos tienen más
piedad para con el prójimo que algunas Hijas de María. ¡Bendito
sea Dios!
Por lo que toca al reencuentro con mi
hija perdida, fue un milagro de Internet, de esta página donde
escribo o cosas de la vida. Eso de milagros para mí es una palabra
muy fuerte. Con respecto a la enfermedad que yo padecía a lo mejor
es que hizo crisis o que me fue mal justificada por un galeno dormido
o perezoso. Hubo instantes en que creí a pie juntillas en que lo que
acontecía en la cerca de Prado Nuevo era cierto. Que la finca estaba
bendita y que los fresnos eran árboles celestiales y que las caras
que aparecían estampadas en mis negativos eran alas de Ángeles y
figuras de las escenas de Cristo. Too much for my body. Pero a estas
conclusiones no les avalaba ninguna conclusión científica.
Un día leyendo al gran Cajal me
encontré con la respuesta. Decía nuestro sabio histólogo que los
santos y los milagros del ayer son nuestros microbios de hoy en día.
Y en efecto esas caras extrañas que se plasmaban en mis tomas de los
fresnos del Escorial se debían a unos bichitos que son hongos y que
en bibliotecnoeconomía se llaman agentes microgenicos que producen
figuras extrañas dentro de una imagen por corrosión. Las caras de
Belmez por ejemplo. Por otra parte en el terreno de la parpsicología
se ha avanzado poco y ahora que lo pienso Lourdes, Fátima, el
Escorial, Mendjigore en la ex Yugoslavia etc pertenecen más que al
mundo de la fe al terreno resbaladizo de la sugestión
parapsicológica. Se trata de lugares extraños emplazados en sitios
con un fuerte tirón telúrico a los que hay que acudir con cierta
prevención circunspecta y con algún conocimiento de astrología.
Prado Nuevo que en tiempos fue una
dehesa por donde paseaba Felipe II, gran aficionado a las ciencias
ocultas adivinatorias y nuncupatorios (por eso alzó el Escorial en
aquel sitio) a mí no me quitó la fe. Me la devolvió y desde que
asistí a tales tenidas en ciertas maneras repugnantes de la Cuevas
con sus jipios y gorgoritos mi fe ha salido fortalecida. Es más
esotérica por supuesto. Soy más mariologico. Más cristocentrico.
Pero no se trata más que de una vivencia. De una postura personal.
13/05/07