2022-01-05

MAÑANA ES NOCHEBUENA EN RUSIA RECORDANDO A GOGOL Y A SUS ÉMULOS

 UN BELLÍSIMO CUENTO RUSO. ¿VALE LA PENA ESCRIBIR?

 

¿Qué es la belleza? Preguntó un día la rosa y el artista respondió y tú me lo preguntas.

Llevo sesenta años escribiendo con poco fortuna soy un incógnito un topo de la literatura pero creo haber alcanzado un grado que se acerca a lo máximo en mi accésit al igual que los místicos hablan de la via purgativa, la vía contemplativa y por último la unitiva.

Con ella acabas juntándote a la divinidad el corazón traspasado de trascendía y gozando de la santa indiferencia. Te sientes por encima del bien y del mal y te ríes con tristeza de esos y esas escribidoras que llaman a las puertas de la fama y trepan por la cucaña para llegar a codazos y zancadillas los primeros a la meta.

Temo confesar que en esta feria de vanidades y de imágenes el buen paño en el arca se vende. Así que todos esos famosos que firman sus ejemplares en las casetas de la feria del libro.

 Perez Reverte el espadachín cuyos libros se me atragantan, la Carmen Navarro que pare bestsellers más que una coneja, hija del Yale cuyo padre el divino cojo periodista a galeradas de Pueblo  quiso tirar a su madre por la ventana pero sólo se atrevió a lanzar a la calle la máquina de escribir me parecen unos diletantes promocionados superventas.

Pero sus libros se me caen de las manos. Sólo escriben refritos de los thriller norteamericanos. Así que  me quedo con los rusos tan despreciables y obliterados por la propaganda del régimen 666.

Ivan Surguchov un autor descatalogado escribió “Las padres”. Es la historia de un rico mercader de provincias que mandan a estudiar a Petersburgo a su unigénito a estudiar leyes. La familia se reunía en la gran casona las noches de de filandón al calor del fuego mientras silbaba el samovar con el té ardiente y hablaban de sus cosas. Ivan Trimomich Egorov un rico comerciante de pieles. Había tenido suerte en sus negocios, su mujer María era analfabeta y odiaba los libros. El amigo de la familia por el contrario careció de fortuna en los negocios estaba arruinado pero era un hombre ilustrado, se sabía al detalle todos los santos del día. Se llamaba Mijail Mijailovih, cantaba como un chantre a duo con el diacono para entonar las letanías. Hablan del hijo Igor que escribía en los periódicos y revistas nacionales. Pero dígame usted, Ivan Ivanovich: ¿escribiendo en esos medios tan afamados se puede ser rico, lograr la cruz de san Estanislao o ganar una sinecura en la Administración?

Una paga del estado es cosa segura, los poetas se mueren de hambre.

La pregunta flota en el aire y se concluye: un escritor no vale gran cosa, por más que sea admirable. ¡Ah la lira es hermana de la pobreza¡ Surguchov termina coincidiendo con Horacio que ya decía un siglo antes de cristo: “carmina aurum non dabunt” (los versos no dan de comer).

En esto llega a la casa un paquete. Dentro viene el libro de cuentos que acaba de publicar el hijo de la familia Teodoro Egorov. Su padre se extasía contemplando las páginas sin abrir y la madre que no sabía leer exclama “esas cosas se las ha sacado Igor de la cabeza”.

Ávidos, empiezan a leer, el viejo le lee a la vieja aquellos cuentos que acaba de publicar el muchacho. Sin embargo a medida que avanza en la lectura se le ponen los pelos de punta.

El protagonista vive una vida disoluta en la ciudad, visita los chigres más inmundos, le hace el amor a las meretrices de la corte, cae abatido en un duelo ¡qué horror!

Entonces, para que la vieja no se entere de que el hijo bien amado es un perdis, que anda por malos pasos empieza a cambiar la nota y leer en voz alta cosas que se le ocurren, historias de santos, aventuras maravillosas de caballeros que luchan por el zar y mueren peleando por la Santa Rusia.

La madre escucha embelesada. Pero nada es verdad. Saco una moraleja o varias moralejas: los libros buenos levantan sospechas y envidias, descubren los flancos débiles del autor, además esto de escribir para analfabetos no es muy saludable que digamos.

Sin embargo los autores no renunciamos al oficio. Nos calzamos el coturno para hablar con voz profeta y hace estremecer a las gentes con el bronco sonido del isofar de Yom Kippur. Aina más.  No puede ser de otra manera mira por donde. Además esta noche es la Víspera de la Nochebuena Rusa y conviene la lectura de cosas que interesen o embelesen.

Ninguno de esos mendas famosos antes mencionados escritores de aluvión firmantes en la Feria del libro sería capaz de dar a la estampa una obra de arte como este cuento del escritor ruso. Hoy la literatura virtual se ha convertido en afrecho y sucursal del analfabetismo democrático. Los escritores publican los dictámenes del Gran Hermano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 UN BELLÍSIMO CUENTO RUSO. ¿VALE LA PENA ESCRIBIR?

 

¿Qué es la belleza? Preguntó un día la rosa y el artista respondió y tú me lo preguntas.

Llevo sesenta años escribiendo con poco fortuna soy un incógnito un topo de la literatura pero creo haber alcanzado un grado que se acerca a lo máximo en mi accésit al igual que los místicos hablan de la via purgativa, la vía contemplativa y por último la unitiva.

Con ella acabas juntándote a la divinidad el corazón traspasado de trascendía y gozando de la santa indiferencia. Te sientes por encima del bien y del mal y te ríes con tristeza de esos y esas escribidoras que llaman a las puertas de la fama y trepan por la cucaña para llegar a codazos y zancadillas los primeros a la meta.

Temo confesar que en esta feria de vanidades y de imágenes el buen paño en el arca se vende. Así que todos esos famosos que firman sus ejemplares en las casetas de la feria del libro.

 Perez Reverte el espadachín cuyos libros se me atragantan, la Carmen Navarro que pare bestsellers más que una coneja, hija del Yale cuyo padre el divino cojo periodista a galeradas de Pueblo  quiso tirar a su madre por la ventana pero sólo se atrevió a lanzar a la calle la máquina de escribir me parecen unos diletantes promocionados superventas.

Pero sus libros se me caen de las manos. Sólo escriben refritos de los thriller norteamericanos. Así que  me quedo con los rusos tan despreciables y obliterados por la propaganda del régimen 666.

Ivan Surguchov un autor descatalogado escribió “Las padres”. Es la historia de un rico mercader de provincias que mandan a estudiar a Petersburgo a su unigénito a estudiar leyes. La familia se reunía en la gran casona las noches de de filandón al calor del fuego mientras silbaba el samovar con el té ardiente y hablaban de sus cosas. Ivan Trimomich Egorov un rico comerciante de pieles. Había tenido suerte en sus negocios, su mujer María era analfabeta y odiaba los libros. El amigo de la familia por el contrario careció de fortuna en los negocios estaba arruinado pero era un hombre ilustrado, se sabía al detalle todos los santos del día. Se llamaba Mijail Mijailovih, cantaba como un chantre a duo con el diacono para entonar las letanías. Hablan del hijo Igor que escribía en los periódicos y revistas nacionales. Pero dígame usted, Ivan Ivanovich: ¿escribiendo en esos medios tan afamados se puede ser rico, lograr la cruz de san Estanislao o ganar una sinecura en la Administración?

Una paga del estado es cosa segura, los poetas se mueren de hambre.

La pregunta flota en el aire y se concluye: un escritor no vale gran cosa, por más que sea admirable. ¡Ah la lira es hermana de la pobreza¡ Surguchov termina coincidiendo con Horacio que ya decía un siglo antes de cristo: “carmina aurum non dabunt” (los versos no dan de comer).

En esto llega a la casa un paquete. Dentro viene el libro de cuentos que acaba de publicar el hijo de la familia Teodoro Egorov. Su padre se extasía contemplando las páginas sin abrir y la madre que no sabía leer exclama “esas cosas se las ha sacado Igor de la cabeza”.

Ávidos, empiezan a leer, el viejo le lee a la vieja aquellos cuentos que acaba de publicar el muchacho. Sin embargo a medida que avanza en la lectura se le ponen los pelos de punta.

El protagonista vive una vida disoluta en la ciudad, visita los chigres más inmundos, le hace el amor a las meretrices de la corte, cae abatido en un duelo ¡qué horror!

Entonces, para que la vieja no se entere de que el hijo bien amado es un perdis, que anda por malos pasos empieza a cambiar la nota y leer en voz alta cosas que se le ocurren, historias de santos, aventuras maravillosas de caballeros que luchan por el zar y mueren peleando por la Santa Rusia.

La madre escucha embelesada. Pero nada es verdad. Saco una moraleja o varias moralejas: los libros buenos levantan sospechas y envidias, descubren los flancos débiles del autor, además esto de escribir para analfabetos no es muy saludable que digamos.

Sin embargo los autores no renunciamos al oficio. Nos calzamos el coturno para hablar con voz profeta y hace estremecer a las gentes con el bronco sonido del isofar de Yom Kippur. Aina más.  No puede ser de otra manera mira por donde. Además esta noche es la Víspera de la Nochebuena Rusa y conviene la lectura de cosas que interesen o embelesen.

Ninguno de esos mendas famosos antes mencionados escritores de aluvión firmantes en la Feria del libro sería capaz de dar a la estampa una obra de arte como este cuento del escritor ruso. Hoy la literatura virtual se ha convertido en afrecho y sucursal del analfabetismo democrático. Los escritores publican los dictámenes del Gran Hermano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 UN BELLÍSIMO CUENTO RUSO. ¿VALE LA PENA ESCRIBIR?

 

¿Qué es la belleza? Preguntó un día la rosa y el artista respondió y tú me lo preguntas.

Llevo sesenta años escribiendo con poco fortuna soy un incógnito un topo de la literatura pero creo haber alcanzado un grado que se acerca a lo máximo en mi accésit al igual que los místicos hablan de la via purgativa, la vía contemplativa y por último la unitiva.

Con ella acabas juntándote a la divinidad el corazón traspasado de trascendía y gozando de la santa indiferencia. Te sientes por encima del bien y del mal y te ríes con tristeza de esos y esas escribidoras que llaman a las puertas de la fama y trepan por la cucaña para llegar a codazos y zancadillas los primeros a la meta.

Temo confesar que en esta feria de vanidades y de imágenes el buen paño en el arca se vende. Así que todos esos famosos que firman sus ejemplares en las casetas de la feria del libro.

 Perez Reverte el espadachín cuyos libros se me atragantan, la Carmen Navarro que pare bestsellers más que una coneja, hija del Yale cuyo padre el divino cojo periodista a galeradas de Pueblo  quiso tirar a su madre por la ventana pero sólo se atrevió a lanzar a la calle la máquina de escribir me parecen unos diletantes promocionados superventas.

Pero sus libros se me caen de las manos. Sólo escriben refritos de los thriller norteamericanos. Así que  me quedo con los rusos tan despreciables y obliterados por la propaganda del régimen 666.

Ivan Surguchov un autor descatalogado escribió “Las padres”. Es la historia de un rico mercader de provincias que mandan a estudiar a Petersburgo a su unigénito a estudiar leyes. La familia se reunía en la gran casona las noches de de filandón al calor del fuego mientras silbaba el samovar con el té ardiente y hablaban de sus cosas. Ivan Trimomich Egorov un rico comerciante de pieles. Había tenido suerte en sus negocios, su mujer María era analfabeta y odiaba los libros. El amigo de la familia por el contrario careció de fortuna en los negocios estaba arruinado pero era un hombre ilustrado, se sabía al detalle todos los santos del día. Se llamaba Mijail Mijailovih, cantaba como un chantre a duo con el diacono para entonar las letanías. Hablan del hijo Igor que escribía en los periódicos y revistas nacionales. Pero dígame usted, Ivan Ivanovich: ¿escribiendo en esos medios tan afamados se puede ser rico, lograr la cruz de san Estanislao o ganar una sinecura en la Administración?

Una paga del estado es cosa segura, los poetas se mueren de hambre.

La pregunta flota en el aire y se concluye: un escritor no vale gran cosa, por más que sea admirable. ¡Ah la lira es hermana de la pobreza¡ Surguchov termina coincidiendo con Horacio que ya decía un siglo antes de cristo: “carmina aurum non dabunt” (los versos no dan de comer).

En esto llega a la casa un paquete. Dentro viene el libro de cuentos que acaba de publicar el hijo de la familia Teodoro Egorov. Su padre se extasía contemplando las páginas sin abrir y la madre que no sabía leer exclama “esas cosas se las ha sacado Igor de la cabeza”.

Ávidos, empiezan a leer, el viejo le lee a la vieja aquellos cuentos que acaba de publicar el muchacho. Sin embargo a medida que avanza en la lectura se le ponen los pelos de punta.

El protagonista vive una vida disoluta en la ciudad, visita los chigres más inmundos, le hace el amor a las meretrices de la corte, cae abatido en un duelo ¡qué horror!

Entonces, para que la vieja no se entere de que el hijo bien amado es un perdis, que anda por malos pasos empieza a cambiar la nota y leer en voz alta cosas que se le ocurren, historias de santos, aventuras maravillosas de caballeros que luchan por el zar y mueren peleando por la Santa Rusia.

La madre escucha embelesada. Pero nada es verdad. Saco una moraleja o varias moralejas: los libros buenos levantan sospechas y envidias, descubren los flancos débiles del autor, además esto de escribir para analfabetos no es muy saludable que digamos.

Sin embargo los autores no renunciamos al oficio. Nos calzamos el coturno para hablar con voz profeta y hace estremecer a las gentes con el bronco sonido del isofar de Yom Kippur. Aina más.  No puede ser de otra manera mira por donde. Además esta noche es la Víspera de la Nochebuena Rusa y conviene la lectura de cosas que interesen o embelesen.

Ninguno de esos mendas famosos antes mencionados escritores de aluvión firmantes en la Feria del libro sería capaz de dar a la estampa una obra de arte como este cuento del escritor ruso. Hoy la literatura virtual se ha convertido en afrecho y sucursal del analfabetismo democrático. Los escritores publican los dictámenes del Gran Hermano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

un japonés que vuela sobre la nieve como un angel, felicitaciones al país nipón

 Por supuesto, Ryoyu Kobayashi de nuevo

El japonés también gana el tercer salto del Torneo de las Cuatro Colinas, que se celebra en tres colinas debido al clima. Karl Geiger salta al cuarto puesto y es el mejor alemán.

3 min.

SNevada de Tarker en lugar de viento de foehn tormentoso: El día después del cancelado salto de Bergisel todo estaba en orden de nuevo. Los 50 saltadores de esquí mejor calificados pudieron realizar su trabajo en Bischofshofen, y uno lo hizo particularmente bien: Ryoyu Kobayashi. No es de extrañar que los japoneses también dominaran el tercer salto del Torneo de las Cuatro Colinas y ganaran la competición trasladada de Innsbruck a pongau. Con el equivalente a diez metros por delante de Lindvik antes de la final, Kobayashi puede dejar el champán en un segundo plano: ya había ganado la victoria general en 2018/19 con cuatro victorias de un día.

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Ralf Weitbrecht
Editor de deportes.

Dos veces Kobayashi, que ya había ganado la clasificación al mediodía, entró en el carril de inrun en el Paul-Außerleitner-Schanze bajo los focos a última hora de la tarde, dos veces el primero y probablemente también futuro ganador del tour mostró saltos como del libro de texto, especialmente en el segundo intento, que lo llevó a 137,5 metros. En el Fliegerschanze de Bischofshofen, la colina favorita de Kobayashi, los japoneses, que ya habían triunfado en Oberstdorf y Garmisch-Partenkirchen, impresionaron con su armonioso paquete general. Aproximación, salto, vuelo, aterrizaje: de nuevo encajaba, y de nuevo los jueces sacaron las mejores notas.

Para el fuertemente emergente Marius Lindvik, no fue suficiente para adelantar a Kobayashi. El noruego, segundo en la general, saltó dos metros más bajo que el japonés en su intento, y también obtuvo peores marcas. Después de la debacle de Föhn de Bergisel, el Torneo de las Cuatro Colinas se ha convertido así en un Torneo de las Tres Colinas. Tres saltadores también estarán en el podio este jueves por la noche, cuando el verdadero BischofshofenEr Dreikönigsspringen y, por lo tanto, la historia número 70 de la gira serán historia.

"El objetivo es el podio"

La probabilidad de que uno de ellos provenga de Alemania ha aumentado un poco desde el miércoles. Karl Geigers Después del séptimo lugar en Garmisch-Partenkirchen, la curva de forma mostró una clara tendencia al alza nuevamente. Esta vez el clima invernal no le jugó una mala pasada, y ya después de la primera ronda el Oberstdorfer se abrió camino hasta el cuarto lugar en Bischofshofen con un salto a 133 metros.

Cuando los asentamientos se hicieron más tarde, nada cambió. Geiger también se mostró en su segundo salto en una condición pronunciadamente dimensionalmente estable. Cuando aterrizó después de 136 metros, no hubo sacudidas ni bamboleos. El estilista de Allgäu había demostrado en Pongau que es un gran saltador de esquí. "Está avanzando", dijo Geiger. "El objetivo es el podio, el potencial está ahí". En la clasificación general, solo está justo detrás de Eisenbichler en quinto lugar. En la lucha por el Águila Real, sin embargo, los dos alemanes ya no juegan un papel.

Cinco en la segunda ronda

Las cosas no fueron tan bien al principio para Markus Eisenbichler,que entró en la ronda final en el 16º lugar, pero luego mejoró, confió en sus sensaciones, como dijo, saltó 140,5 metros y terminó octavo al final. Cinco del septeto del seleccionador nacional Stefan Horngacher estuvieron presentes en la decisión de los mejores, además de Geiger y Eisenbichler, estos fueron Severin Freund (12º), Andreas Wellinger (15º) y Stephan Leyhe (20º), que cumplieron 30 años el miércoles, con solo nevadas esporádicas.

Para Constantin Schmid y Pius Paschke llegó el final en sus respectivos duelos eliminatorios. El seleccionador nacional Stefan Horngacher se mostró "muy satisfecho" con el rendimiento del equipo tras el tercer salto de la gira. Sin embargo, el tirolés de 52 años tuvo que admitir "que no todo salió a la perfección. Por supuesto, la gira probablemente haya terminado. Kobayashi ya ha vuelto a ganar. Es el mejor saltador absoluto. Estamos tratando de hacer un podio".

Tour de salto en Bischofshofen: esta es una especialidad muy especial para los austriacos organizadores. Porque 23 veces ya ha habido victorias diarias para uno de los equipos de Austrias Adlern. Sin embargo, el último éxito fue en 2015, exactamente el año en que Stefan Kraft, un saltador de esquí de la república alpina, que durante mucho tiempo había sido mimado por el éxito, ganó el tour por última vez. Anteriormente, hubo seis triunfos más seguidos. La anhelante espera de un sucesor de los Super Eagles en torno a Wolfgang Loitzl (2008/2009), Andreas Kofler (2009/2010), Thomas Morgenstern (2010/2011), Gregor Schlierenzauer (2011/2012 y 2012/2013), Thomas Diethart (2013/2014) y kraft continúa sin cesar.

También en la gira del 70 aniversario, el ganador general proviene de otro país, y no de Austria. Después de todo, Jan Hörl tiene lo que se necesita para seguir los pasos de Kraft. Hörl fue el mejor del Team Austria junto a Manuel Fettner. En el futuro, Hörl podría ayudar con gran voluntad y gran rebote para sacar al equipo austriaco de los tiempos de gira una vez más lúgubres.