2025-06-26
PEDRO SANCHEZ OLE TUS
HUEVOS
Yo no soy un
periodista de partido político, soy un periodista total al servicio de España y
del bien común. Por eso me congratulo y felicito a nuestro presidente (a quien
le di bastante caña desde estas humildes páginas pero esta vez se ha portado
con la contundencia y valentía de un español) por subírsele a las barbas al
loco que rige los destinos de la casa Blanca. Quiere que más de la mitad de
nuestro presupuesto vaya a sus caudales
y encima tiene la desfachatez por cobrarnos en tasas un huevo de la cara
por los productos que exportamos a USA. Sánchez se ha quedado solo entre los
lameculos de la OTAN que preside ese holandés risitas con nombre de pueblo
sevillano un tal Rute. Los españoles somos expertos en el arte de resistir lo
que llaman los estrategas poliorcética. Y nuestro Sánchez contra viento y marea
se ha portado como el último de Filipinas dando sopas con ondas a los de la
derechona pro yanqui y pro israelí. Pese a la corrupción y a pesar de ese
ministro putero que colocaba en el gobierno a sus meretrices y pese a ese
navarro con pinta de aizkolari que se las arrimaba y de ese otro navarro al que
llaman el chato que metía la mano en el cajón y sacó no se cuantos millones,
vaya lo uno por lo otro, pero Pedro ole tus cojones. Le diste a Trump el autócrata
una lección. El Cid no se abajaba a besar la mano al papa y ese gringo
ojiporcuno, pelirrojo y zanahorio, sabe lo que puede dar de sí un español hijo
de la raza por más que en ocasiones haya querido Sánchez dar la impresión de
negarlo.
2025-06-25
MIS RECUERDOS DE CORRESPONSAL EN
NUEVA YORK. AMERICA HIZO DE MI UN BUEN PERIODISTA
El 30 de noviembre de 1976 enviado como corresponsal de la Prensa del Movimiento aterrizaba yo en en el aeropuerto Kennedy en medio de una gran nevada.
La cellisca fue a más y yo trataba de conseguir un hotel. Trampeando por las calles aledañas a la ONU con nieve hasta las rodillas fui al despacho, que me había legado mi predecesor en la corresponsalía en la planta primera del Edificio Azul y desde allí firmé mi primer despacho. Pero entré con mal pie en la ONU por cuanto diré más adelante.
Un colega indio me miraba de reojo, porque mi llegada había supuesto para él que tenía que compartir despacho y ya no podría colocar las piernas sobre su maquina de escribir en aquella camarilla cuyas ventanas daban al East River donde se veía pasar a las gabarras de la basura y de vez en cuando el cadáver de algún desesperado que se había suicidado bajo el puente de Brooklyn tirándose al agua.
Yo estaba nervioso cigarrillo tras cigarrillo de aquel paquete de celtas cortos. puesto que la crónica no me salía. creo que versaba sobre una disposición de Kurt Waldheim al cual echaron de su cargo los del lobby judío acusado de ser un nazi austriaco.
Fui a cenar y a la vuelta unas gafas bifocales que yo había comprado en Londres y el tabaco habían desaparecido. Me las habían robado y creo que fue el colega indio.
Logré una habitación en un hotel de la Segunda avenida. Estaba exhausto y calado hasta los huesos. Tiempo adelante traté de escribir una novela bajo el título de corresponsal en Nueva York pero la narrativa se me iba de las manos. Aquella megápolis era demasiado grande. Nueva York y América en general es el paraíso de los superlativos: las casas más altas, el puente más largo del mundo, los hombres más ricos y los más pobres.
La gran Manzana, para mi sorpresa, estaba llena de dropouts y de mendigos, las mujeres más bellas y las más horribles, lo más exquisito y lo más vulgar. Todo al de por junto,
Yo no sé cómo conseguí abrirme paso, comprar una casa que al venirme malvendí y de sufrir no pocas incidencias y contrariedades.
Yo cerré el ciclo de los grandes corresponsales españoles que conseguían conjugar la información con la literatura, no estaban mediatizados por los grupos de presión ni escribíamos al dictado.
Al menos yo no era un mindundi pero tengo bien grabada aquella noche toledana en Nueva York cuando me quitaron las gafas, me robaron el tabaco y cogí una pulmonía con la nevada que casi me lleva para el otro barrio. A pesar de todo sobreviví.
En Nueva York aprendí
este duro oficio de periodista, oficio sagrado de compromiso con la verdad, la
tolerancia, el escepticismo y la belleza. De todo eso hablaré más adelante.
miércoles, 25 de junio de 2025