2022-01-17
GERARDO DIEGO EL POETA MARAVILLOSO QUE MÁS INFLUYÓ EN MI CONCEPCIÓN DE LA POESÍA YO QUISIERA SER CONVEXO PARA TU MANO CÓNCAVA
GERARDO DIEGO XXI ANIVERSARIO
Antonio Parra
Los poetas son como los profetas. Cuando ellos mueren algo se acalla de la voz de Dios que sigue resonando en la historia. Y yo me acuerdo del cálido día del verano del 87 cuando se fue Gerardo. Estaba haciendo fotocopias y en vez del tajo que se me asignaba fotocopié aquel hermoso libro de la Austral que había comprado con los dineros de la huelga que me dio mi Madre casi entero. No digo mi canción sino al que conmigo va, decía Antonio Machado pero creo que en error. Las canciones de Gerardo como las de Antonio o las de Manuel viajaron siempre con nosotros, hicieron mella, nos ayudaron a vivir. ... Si la palmera supiera vestirse de niña niña como cuando era una niña con la cintura de pulsera... versos más versos para los inversos para los perversos, etc.@ Y aquel romance del Río Duero que nos aprendimos de memoria: Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja... indiferente o cobarde la ciudad te vuelve la espalda. O los poemas del toro. Gerardo era un poeta como recién casado. Versos para adolescentes. Creo que sus poemas eran junto con los de las Rimas de Bécquer a las primeras novias. Fijaba el paradigma, el modelo, del literato que todos nosotros queríamos ser. Marcaba la ruta de los aspirantes a la belleza. Hombre elegante. Iba siempre impecable con su terno y su sombrero y así comparecía hético y ático cenceño por las tertulias del Gijón. Hablaba poco y se fijaba mucho el viejo profesor que vivía en una calle de Chamberí que era una especie de centro de peregrinación para las adolescentes enamoradas de don Gerardo. Sus alumnas decía que era un hombre muy bueno. Por lo que difiero algo del retrato un tanto peyorativo que hizo de él el maestro Paco Umbral al que respeto y quiero como un buey mudo de ojos cansados. (Ah si la palmera supiera! Para mí como para muchos, desinencias políticas, él y Dámaso Alonso marcan el impasse de la generación del 27. Se alzan en el pedestal de aquella generación aunque resuenen más los nombres de Alberti, Guillén o Lorca. Todos fueron grandes pero a Diego le colocaron el sambenito de franquista. Y él no creo que fuera franquista ni nada. Apolítico. Pura estética. En su vida personal, en sus modales, impecablemente siempre vestido de gris, la cara alargada y con muchas entradas (Acada año arrancará un mechón de cabellos de su frente@ y la profecía se cumplió) cortés pero sin llegar al amaneramiento. Desde su cátedra en Gijón y en Soria y en el Instituto Beatriz Galindo entusiasmó con la poesía y con la literatura en general a centenares de españoles. Sabía hacer toda clase de versos. Los clásico y los modernistas y ello se derivan de su gran manejo del castellano. Conocía todos los recursos de esa lengua. Era un filólogo y eso se percibe cuando entras en contacto con autores importantes. El lector avezado siempre llega a intuir quien merece la pena y quien no. Los libros de versos de Gerardo Diego estoy seguro de que volverán a ser reeditados. No sólo los poemas sino también sus ensayos sobre literatura e investigación filológica. A este respecto escribió un libro maravilloso en acendrada prosa sobre la vida y la obra de Manuel Machado. Los dos hermanos fueron amigos suyos y se reunían en un café de la puerta del Sol en tertulia sabatina. Pero más Manuel que antonio. En fin. Han pasado cinco lustros y parece que fue ayer. Gerardo Diego sigue presidiendo los anaqueles preferidos de mis estanterías. Poeta y profeta. Su voz no morirá nunca aunque el hombre muera físicamente. Su arte sigue siendo bálsamo al oído entre tanto desgarro, tanta estridencia. Su eco se repite de generación en generación y pese a los intentos sacrílegos de algunos. A la poesía no hay que acudir con las manos manchadas de sangre menstruante. Gerardo es un vate limpio. Raudal de arte brotando de palabras sencillas a las que el artista imprime su estro ecuménico y maravilloso de español, de montañés total. Eres alta y delgada. Soy de Oviedo y no conozco el miedo. Nadie ni Clarín ha recogido con tanta solercia en un par de páginas ese momento mágico de las lecheras llegando a Vetusta de amanecida con la herrada a la cabeza haciendo resonar por el encintado el choque de sus madreñas. AAquel día-estoy seguro- me amaste con toda el alma. Yo no sé por qué sería. Tal vez porque me marchaba@. O este otro: Estabais las tres hermanas, las tres de todos los cuentos, las tres en el mirador, tejiendo encajes y sueños@. O sublimes hilanderas del eterno filandón tejiendo la pleita que nunca se acaba. Así tampoco Gerardo. Nunca se extinga tu voz. Yo quisiera ser convexo para tu mano cóncava@. ) Se puede explicar de forma más sencilla lo que es el amor? La poesía o el arte de escribir es un arte un donum Dei. Se tiene o no se tiene. Por eso entre tanta hojarasca entre novelista ersatz o entre tanto impostor que maneja la honda de la diatriba o el sucedáneo hay que acudir a las esencias. Y este asturiano de las Asturias de Santillana del Mar posee ese don. El de la esencialidad. Otros no merecen la pena. Por eso hoy me acuerdo hoy de ti, maestro Gerardo, al que contemplé casi con veneración sin atreverme casi a pedirle un autógrafo cuando estaba de tertulia en el Café Gijón. (Bendito sea Dios el Dios de la poesía y el de España mi patria que me permitió conocer en persona a estos grandes mitos!
EL MEJOR JUGADOR DE FUTBOL DE TODOS LOS TIEMPOS FUE GEORGIE BEST NI MARADONA NI HOSTIAS
LLANTO POR GEORGY BEST
Antonio Parra
Oh, Georgy Best, you were the best. Este es mi llanto por el que seguramente ha sido el jugador de fútbol mejor de todos los tiempos. Su entierro ha tenido categoría de acontecimiento nacional. Con él se ha inhumado no sólo al icono de una nueva generación sino también toda una época. En Inglaterra - estuve siguiendo las noticias que llegaban desde Londres después de su muerte a través de la tv y de los tabloides- la figura de este mito destrozado del Ulster encontraría en España un parangón semejante con Manolete y con Joselito. Puro furor celta. Creo que su nombre unido al de la leyenda será esparcido por el viento en baladas y canciones y los bardos le dedicarán composiciones; me imagino a una banda de gaiteros irlandeses dándole el último adiós en una mañana brumosa y gélida del día de San Andrés. El viento de los Highlands guardará su memoria al soplar sobre los acantilados del condado de Antrim.
La asistencia a las exequias ha tenido que ser reducida a un cupo estricto de invitados por las autoridades en evitación de motines y avalanchas. Era todo un héroe popular y un mito de la Verde Erín. Un genio del balón destrozado por la bebida al que desgarró la fama y el amor de una mujer. Era también pájaro de un solo nido por lo que se ve por más que todas las minifalderas de mi tiempo lo amaran de consuno.
Todos los rapaces querían darle a la pelota con tanta habilidad como él jugando en la delantera de los Diablos Rojos del Manchester, y las muchachas de Inglaterra hubo un tiempo querían todas ser novias de Georgy Porgy. Georgy Best. Y es que era guapo el tío.
Con su partida también se nos va un tiempo que se fue y que yo viví. El del Swinging London. Los pubs. Las demos. Las primeras discotecas del West End. Había una que frecuentaba y con el que coincidí más de una vez. Era La Balbonne detrás justo de Picadilly Circus. Estaba pedo y rodeado de bellezas. Las groupies no lo dejaban en paz. Esperaban a la puerta de los vestuarios para besarlo, abrazarlo. Your place? My place? ¡Oh que aquellos fueron tiempos de vino y rosas!. Nos habíamos acostumbrado a vivir con la bomba y el mundo estaba dividido en dos bloques pero crea que era mucho más seguro que el actual. Estábamos en pinganitos rozando la cresta de la ola y creíamos controlar un futuro que hoy no existe. ¿Terrorismo? ¿Qué me va a decir usted si largué crónicas y crónicas hablando del IRA, un conflicto el norirlandés que se refería a quitamientos del siglo XVII entre papistas y puritanos de la observancia bíblica de Orwell, y que nunca llegué a comprender? Es el sino de todo periodista: hablar de cosas y fenómenos que no entiende bien, a imperativos de la actualidad. Lo que para unos era movimiento de liberación para otros representaba defensa del Derecho y de la Ley Creo que la mayor parte de los británicos tampoco y George Best era un chaval que había nacido cerca de Falls Road, el gueto de separación de las dos comunidades. El fútbol era lo único que podía unir a católicos y protestantes. Por eso fue grande Georgy Best.
Si subía a alguna de sus admiradores a bordo de uno de sus descapotables - era un maniático de los fast cars- luego contaban su aventura con el futbolero en alguna exclusiva del News of the World o del Mirror. Si les besaba en la cara el ídolo no se lavaban en tres días.
Los reporteros montaban guardia a la puerta de su casa de Marylabone pero el hijo del tornero escocés que trabajaba en el astillero de Belfast se hacía de pencas y muy de desear porque en verdad era el gran deseado de las señoras, el más deseado en todas las Islas como se dice ahora. Con él se inició la caza de famosos. El quinto Beatle con un balón en los pies le llamaban, reconocido no sólo por su habilidad en la cancha sino por su extravagancia fuera de los estadios.
Me reconoció y me invitó a una copa cuando estaba en la barra de la Balbone. Era la segunda y última vez que nos encontramos. La primera, le hice una entrevista con fotos en un hotel de Scarborough. Estaba desayunando después de un partido. Y aún lo recordaba pues para llegar hasta el personaje hube de sortear no pocos obstáculos. Corría la primavera del 72 y Best aunque no tan famoso era una especie el mirlo blanco por lo huidizo de los retrateros. Me colé y Matt Busby el manigero del Manchester United tenía siempre a la figura entre algodones y me consideró un intruso. Nadie podía acceder a él sin su consentimiento. Hubo un par de fotos robadas. Hurgué en mi archivo ayer y con harto dolor no di con ellas pero yo bien guardadas las tenías. Como una reliquia.
Así que llegó un pretoriano de los que llamaban chucker outs y me echó a patadas de la concentración. ¿No ha visto que ha puesto en la puerta del comedor el cartel de dont disturb? Pues no lo vi. No señor. Ni que fuese un cuarto nupcial una noche de bodas o un besamanos. Sorry. Aun me dio tiempo a sacarle un par de placas al futbolista y a hacerle unas preguntas que luego “inflé” en un reportaje. La entrevista se la mandé a un fulano que dirigía una agencia que se llamaba Hispania Press. No me dieron un duro pero el texto anda todavía por ahí guardado en varios periódicos de provincias. Si el lector tiene curiosidad que consulte las hemerotecas.
Me había propuesto hacer lo que se llamaba entonces free lance y establecerme por mi cuenta como reportero en Inglaterra. Yo era un soñador. Le compré una Pentax a un comisionista de York cuyo nombre no se me ha escapado de la memoria, se llamaba Mr. Dixon, y armado caballero del periodismo, henchido de entusiasmo el corazón, y por única acolada mi buena estrella que creo que la tengo pues este toque de varas especial salvó mi pellejo en situaciones comprometidas, me lancé a los caminos a desfacer entuertos, contar historias, hablar con gente haciendo dedo por las carreteras del Norte. Eso que se llamaba antes Periodismo. Me mandaban a subir a la cabina los camioneros que fletaban hierro y carbón hacia Hull. Circunspectos funcionarios del Inland Revenue me ofertaban un siento en su Morris 1100 y me hacían insidiosas preguntas sobre mi suerte y condición de extranjero. En aquellas rutas conocí a verdaderos locos como yo y a veces hasta entablé amistades y aún ligué.
-Where are you going, mate?
-Scarborough. Voy a la feria.
-Jump in.
Pronto me molerían entre sus aspas los molinos de viento de la cruda realidad. Los palos y los huesos me quebrantaron, mas no me apearon del burro. Sigo siendo un soñador quijotesco en busca de la justicia y en rechazo de la iniquidad. Y así me pinta. Pero no por eso daré mi brazo a torcer. Ladran luego cabalgamos y siete tiros en el cuerpo y avanzando que decían los matalotes del Duque de Alba. Ataquemos en columna que si no estamos perdidos. A veces la brega es tan dura que los guerreros que abren brecha y saltan sobre la trinchera enemiga tienen necesidad de los arrimos del saltaparapetos etílico. Y tú. Georgy, eras un fuera de serie. Se te consentía todo. Uno de los de avanzada eras. Los hipócritas que te aplaudían a rabiar cuando corrías la banda luego se escandalizaban porque en un party de los que acostumbrabas te corrieras una de tus juergas. ¿Se te subió la fama a la cabeza? No. Yo creo que el que te dejara la mujer a la que amabas fue el desencadenante de todo aquel precipicio.
Bueno no nos pongamos tristes. Hoy en tu memoria me fui a honrar tu partida en un pub de Majadahonda donde se puede beber verdadera Guinness pero a unas cantidades astronómicas joder que te cobran por una pinta cinco euros y sobre los escaños de madera hice la salva a los héroes. Miles de británicos lo habrán celebrado con el mismo ritual, un desafío a las Moiras. Cheers. Bottoms up (salud y culos arriba) que entre los ingleses es una forma de brindar. En todos los funerales ingleses y en los velatorios irlandeses que estuve la cerveza siempre corrió a esgalla.
Volví a encontrarme con Georgy Best en un partido celebrado en el estadio de los Tigres de Hull entre la selección de España y la de Irlanda del Norte en 1971. Creo que empatamos a uno. Habían venido a presenciarlo muchos emigrantes españoles casi todos gallegos. En ese encuentro fui testigo de la altanería de un famoso actor guapo oficial en aquellos tiempos, Juan Luis Gallardo, que se avergonzaba de pertenecer a la chusma que asistía al partido. No se puede ir de guapo oficial por la vida, chacho. Estuve por darle con mi cámara en los morros. Sin embargo, esa vergüenza de ser y sentirse español de algunos sujetos que no quieren pertenecer al cuerpo ha sido un fenómeno que me llamó la atención sin hallar una explicación viable a tal petulancia. Ocurrió en los tiempos de Flandes y las rivalidades, por ejemplo, entre Pizarro y Ovando acabarían en asesinato y en desastre. Somos gente individualista y muy pagada de sí. Nos queremos poco y, fuera del redil, con harta frecuencia nos convertimos en lobos que merodea el propio aprisco. Se me quedó grabada aquella escena del actor embutido en un abrigo de pieles escupiendo por el colmillo y despotricando contra los galleguiños fregatrices y sollastres los pobres a los que su patrón había dado día libre para ir al partido llevando alguna que otra bandera de España y que olían a fritanga y a aceitazo. Acababan de emerger de las cocinas de hoteles y hospitales y daban rienda suelta a sus desahogos. Por entonces el único destino de la emigración española a Holanda y a Inglaterra era de lavaplatos. La petulancia de aquel tío la tengo aun metida entre ceja y ceja. ¡Qué energúmeno!
El encuentro terminó en tablas y Best no estuvo a la altura de las circunstancias. Parecía un gallo desplumado corriendo por la banda aterido de frío.
Era un futbolista irregular. Nada clásico. Su condición física no era nada envidiable en comparación con esos bigardos que se ven ahora en la Bundesliga o la Champions auténticos gladiadores de la modernidad, andábatas verdaderos que cobran millonadas por exhibirse en calzoncillos cada domingo sobre el césped. Best tenía la apariencia frágil de esa chiquillería todos corriendo detrás del balón tratando de espantar al frío y al hambre que yo veía cuando viajaba en tren en los prados comunales por cualquier lugar de las Islas. El modelismo y la catasta no había entrado todavía en los planteamientos de aquel fútbol británico de pase largo, de confrontación noble, el tackle, pero donde nadie solía lesionarse a causa de una tangana.
Entraban fuerte eso sí pero no a quebrar las piernas del rival, como Goicoechea cuando lesionó a Maradona. Se creía todavía en el fair play. Juego limpio. Y así íbamos entonces nosotros por la vida queriendo jugar limpio, a pecho descubierto y dando la cara.
Tenía el culo respingón y su plexo solar no era muy amplio; daba impresión de fragilidad y eso instigaba el instinto maternal de las señoras siendo esta cualidad una de las claves de su éxito con las mujeres. Su principal virtud era el balance (cuando cogía la pelota ésta se adhería a sus pies y nadie se la quitaba; parecía que se iba caer pero no, mantenía el tipo) y cuando el partido le salía redondo daba espectáculo. Sus jugadas eran determinantes. Siempre ocurría algo después que él la agarraba. Un gol. Un vicegol. A touch of class, a touch of genius, decían los comentaristas deportivos. Y era una delicia leer aquellas crónicas de los dominicales escritas en el mejor inglés que yo he visto.
Creo que Julio Camba y Wenceslao Fernández Flores aprendieron su arte de contar historias y de narrar partidos en aquellos rapsodas del The match of the day de la tarde del sábado que en Inglaterra durante los años treinta reunió a las mejores plumas del país. La tradición se alargó hasta los sesenta y creo que aun sigue esa norma de poner en la sección de deportes a los más talentosos. Sucedió cuando el fútbol era eso: The Game, un juego y no este conundrum de intereses crematísticos y de marcas publicitarias.
Claro que el Quinto Beatle era un delantero de pulso formicante. Tardes gloriosas en las que catalogaba las mejores jugadas y otras en las que no daba pie con bola. Los entendidos decían que era un poco chupón. Individualista que no jugaba para el equipo pero a Best se le consentía todo. Era un futbolista de raza al estilo inglés como Stanley Mathews, Bobby Charlton, Denis Law, Nobby Stiles, Alan Ball. Pura furia que allá llamaban stámina combinada con una gran inteligencia, con una profunda visión de la jugada.
Un sábado en agosto de 1973 cuando la crisis de Chipre. Kissinger, uno de los mayores enemigos que ha tenido la cristiandad, inclinó el peso de la balanza por la Turquía otomana en detrimento de la Grecia cristiana, cuna de la ortodoxia. Creo que ahí empezaron nuestros males y hay que retrotraerse a aquella crisis para explicar lo que está pasando. El trance greco chipriota para mí determinó la caída del imperio británico ante la presión de aquel Metternich moderno que mostró una capacidad insólita para traicionar a amigos y enemigos, que odiaba a Europa y a los alemanes aunque hablase el inglés con acento alemán.
El Pentágono dio luz verde a la invasión de la isla de la misma manera que posteriormente ordenaría el bombardeo de Yugoslavia. Luego matarían a Makarios aunque dijeron que fue un colapso. Yo estaba aferrado al tablero de mi maquina de escribir y hecho un brazo de mar pues no pude comprender cómo los norteamericanos haciendo mangas y capirotes del orgullo inglés jugasen al chito con Callaghan (Big Jim) y se pasasen por el forro todos los comunicados del Foreign Office. Así que un sábado de aquel verano negro para conjurar mis furias me fui al fútbol a Stamford Bridge. Siempre he sido forofo del Chelsea. Mi equipo londinense jugaba contra el Manchester United. Fue uno de los partidos más emocionantes de mi vida. George Best puso las vetustas gradas de Stamford Bridge boca abajo. Cuando regresé a casa encontré una carta de María Martínez Zapico, que fue para mí una especie de madrina de guerra - de aquella guerra ¿qué guerra?- y un paquete de fabes y choricillo en el cual me enviaba las grabaciones música del Presi y una serie de discos y grabaciones de nanas asturianas en la voz de Menchu Álvarez del Valle. Mi madrina - ¡qué madrina!- era muy amiga de los Roca Solano. No había nacido aun Leticia pero aquella maría iba Para reina y de hecho una sobrina suya emparentó con los borbones. ¿Quién me diría a mí que aquella locutora de Oviedo se iba a convertir en abuela de la Reina de España? Lo que son las cosas, Verumtamen. Se mete usted en unos líos. Y a mí ¿quién me mandaría? Pues eso. El destino.
Fui la última vez que vi a la figura en un estadio. Hace poco la Sky News me trajo la imagen de un anciano decrépito después del transplante de hígado. Se le habían caído los papos. Tenía un aspecto maganto, mal color pero sus ojos eran lo mismo de indecibles y penetrantes que cuando mozo y pelo seguía siendo negro entreverado de gris. En su semblante se reflejaba ya el final del partido. Fue incapaz de dejar el alpiste incluso cuando le transplantaron la víscera más importante que tenemos después del corazón. Pero George era así. Todo se lo perdonaba. Típicamente Irish. Brilliant but hopeless. Irlanda en el corazón. La mujer que yo amé era una inglesa de estirpe irlandesa. Pertenecía al clan de los Heagerty. No sé donde duerme el último sueño pues no me lo han dicho. ¡Ah si yo no hubiera comprado aquella Pentax a Mr. Dixon! Pero era el destino. La fatalidad. Yo también he recorrido las tabernas de Londres y pintado la ciudad de rojo más de una vez en lo que llamaban drinking bouts. No me gusta el alcohol pero ha sido para mí una talanquera de supervivencia. Por amor a Marte y a Venus acabo en los brazos de Baco y Morfeo. Beber para olvidar toda aquella grandeza, todo aquel tiempo que se nos fue de las manos. Suzanne encontraré tu tumba para llevarte un ramo de guirnaldas. Buscaré de nuevo ese jardín de Essex que yo soñé donde está enterrada. Fue un privilegio haber visto jugar a Georgy Best, haberse tomado una copa en su compañía. Fue sobre todo un privilegio del Altísimo haber amado a aquella inglesa gloriosa de madre irlandesa y de padre galés. Celta y católica por los cuatro costados. Suzanne del alma mía. Dios me perdone y a ella la bendiga o la tenga junto a sí en su seno pues en el más allá la espero ver. El amor es eterno.
-Cheer us, Georgy Best. You are for ever.
Hoy me he tomado una pinta a tu salud. La santa espuma o broth que ha de rebosar sobre el borde de una buena pinta de mi jarra de cerveza negra sean lágrimas de mi llanto por ti. Y por Suzanne y por todos los santos de la glera fornida céltica. Oh when the saints go marching in. Les veo llegar y desfilar. La tropa está ahí. Se me amontonan los recuerdos. Son ya demasiados mis amigos muertos.
30 de noviembre de 2005
VENDER BIBLIAS A GENTE QUENO SABE LEER LA PROEZA DEL INGLÉS GEORGE BARROW ¿UN ESPÍA DE LOS ROTHSCHILD?
GEORGE BARROW Y SU PASO POR ASTURIAS
He vuelto a leer la “Biblia en España” al cabo de tanto tiempo. Lo leí primero en inglés en mis años londinenses. Creo que gracias a la magistral versión al castellano de don Manuel Azaña— un gran escritor al que la historia no ha tratado como se merece, si dejáramos a un lado la política— este extraño y denso libro mitad de aventuras y mitad corográfico, siguiendo la gran tradición inglesa de buenos memorialistas y de excelentes relatores de viajes, realiza un cuadro al temple de la España de 1838 en medio del furor y la tragedia de las guerras carlistas.
George Barrow nacido en Cornualles hablaba sánscrito, hebreo, alemán, árabe, castellano, catalán, gallego, ruso, vasco y gaélico. Es uno de esos tipos que con frecuencia vienen al mundo en Reino Unido y se sitúan entre la clase dirigente o elite de Oxford y Cambridge aula magna de la “elite”. No es fácil encasillarlo. Aparentemente hay en él algo de misionero, de pícaro aventurero y de espía. Resulta casi milagroso comprender cómo un extranjero consigue a lomos de un mulo recorrerse la península ibérica tratando de vender biblias a gente que no sabía leer ni escribir, parando entre infectos mesones teniéndoselas que ver con huéspedes poco afables y atravesando montañas llenas de bandoleros que atacaban las diligencias y desvalijaban a los viandantes.
Él dice que no fue su mérito sino el de la Providencia, sin que fuera óbice el haber llegado a España bajo la protección de Lord Beaconsfield (Benjamín Disraeli) y con el respaldo del gobierno británico que tampoco era grano de anís.
El embajador de Su Majestad gozaba de gran predicamento en aquellos gabinetes turnantes de los Isturiz los Mendizábal los Espartero. Deja constancia de su amor a España, una España en ruinas, y dice que el español es la lengua más sonora de la tierra hablando con ese respeto que yo encontré a lo largo de mis siete años en las Islas acerca de España, el empaque, la majestad, la flema, Felipe II, la Armada Invencible. Fuimos su rival histórico: dos poderes que se enfrentan.
A pesar de todo, un “gentleman” es lo más parecido a un hidalgo y entre ellos por encima de la oposición geopolítica debe de presidir el “fair play” aunque claro está no todo es trigo limpio en la obra de este gran autor.
A mí me descorazonó y me sigue descorazonando su anticlericalismo visceral, el odio a los curas y a los frailes (himno de Riego, era el espíritu de aquellos tiempos de lucha a trabucazo limpio entre cristinos y carlistas, cuando muchos curas se tiraron al monte escopeta al hombro para defender la santa tradición) así como la enemiga que le inspira el obispo de Roma al que llama “batiuska” (padrecito) utilizando un diminuto ruso porque don Jorgito el Inglés también anduvo por las estepas del zar distribuyendo ejemplares del Nuevo Testamento.
En algunas cosas lleva razón. En muchos pueblos nunca habían leído la Escritura ni se consolaban con la lectura sedativa e impresionante de los santos evangelios. Sin embargo, en todos los hoteles, pensiones y hospederías tanto de Reino Unido como de América en la mesilla de noche siempre te encuentras con una Biblia. Al menos esto era en mis tiempos hasta mediados del pasado siglo.
No oculta tampoco sus fobias hacia los lusitanos y hacia los gallegos (estuvo a punto de ser fusilado en Finisterre) y dice que ni entre ellos mismos se entienden, porque en cada comarca hay una jerga diferente y a los catalanes creo que les injuria acusándoles de peseteros (eran carlistas) y dice que el catalán era un dialecto provenzal… trágame tierra, menudo se pondría don Arturo Mas al oír esto.
En cambio, Asturias le enamora. Entra por Navia y a través de los montes que él denomina las “Siete Bellotas” ¿desde Ballota? (no sé donde están tales cumbres), llega a Muros pasando por Artedo que atraviesa en barca y se hospeda en el Palacio de Santa Cruz, La Casa de la Rúa, y allí recibe la visita de diez extraños caballeros que se muestran muy agradecidos de que haya traído a la ciudad los Evangelios. Uno de ellos le encargó el Viejo Testamento.
Aduce entonces el autor, después de mentar al P. Feijoo, que entre el clero asturiano debía de haber muchos sacerdotes de origen converso que practicaban en sus casas la Ley Antigua y muchos de ellos eran liberales aunque agrega que la ciudad estaba tomada por los carlistas.
En Oviedo entra en contacto con el librero Longoria que se convierte en uno de los colaboradores más entusiastas de la Sociedad Biblia que financiaba a Barrow desde Londres.
Hay algunas ucronías como el confundir el nombre de Avilés por Velez pero su relato, impresionante en que la novela gótica comparte lugar con el libro de aventuras en el más genuino talante cervantino y con un tratado de gramática parda o de psicología:
“Oviedo tiene unos quince mil habitantes, entre dos montañas: el Morcín y el Naranco; la primera es muy alta y escabrosa y está cubierta de nieve la mayor parte del año; las vertientes de la otra están cultivadas y plantadas de viñedo (sic) pag. 393. No sabía yo que en el país de la sidra hubiese majuelos por aquel entonces… el interior de la catedral de Oviedo es sencillo y apropiado. Una de las capillas es cementerio donde descansan once reyes godos. ¡Paz a sus almas! Ninguna alusión al ara santa de San Salvador, porque Barrow como buen protestante maldice de las peregrinaciones que a la sazón estaban muy en decadencia.
Según él, en Compostela no se veneran las reliquias del Hijo del Trueno sino las del obispo de Ávila, Pelagio, mártir e introductor de la secta que quiso compaginar el culto a los antiguos dioses con el de Jesucristo. Es una idea a mi juicio sectaria, porque don Jorgito en su afán pseudo misionero (creo que lo de apóstol del Testamento era un disfraz; en realidad venía de descubierta pagado por los poderosos servicios secretos de su país) confunde la Iglesia Esotérica propia del Espíritu Santo (el misterio trinitario de la Redención, ese río que corre subterráneo a lo largo de la historia hasta la consumación de los siglos) con la Exotérica (curas, frailes, cánones, canonjías, estipendios, simonías, abusos, annatas, holgazanería etc) obra de la carne y dirigida por hombres que son pecadores.
Cuantas veces despotrica contra el culto marial y sus despropósitos contra la Virgen María (los asturianos llevamos a la Santina en el corazón), estuve a punto de lanzar el mamotreto a la chimenea. Con todo y eso, creo que este inglés cervantino, aunque se deje arrastrar por su iconoclasia, escribió un primoroso libro sobre las cosas de España y sus gentes.
Nos la descubre en sus miserias y en sus grandezas. Aunque no creo que lo más fuerte de Barrow fuera la teología (y así lo deja entrever don Manuel Azaña en el prólogo) sino el arte de la narrativa en su amor hacia los campesinos asturianos y de las dos Castillas.
gente QUE CONOCI. ME IMPRESIONÓ GOLDA MEIR PROFETISA DE LOS NUEVOS TIEMPOS PERO DESPUES DE AQUELLA CONFERENCIA DE PRENSA TUVE LA IMPRESIÓN DE QUE ESPAÑA TAL Y COMO LA CONOCEMOS ESTÁ LLAMADA A DESAPARECER
Gente que conocí. Vivencias de un corresponsal. Golda Meir
Habéis sufrido trabajos y persecución de los judíos vuestros conciudadanos, los cuales dieron muerte al señor jesús y a los profetas y me han perseguido a mí, y desagradan a dios y son enemigos de todos los hombres… la ira de dios cayó sobre ellos hasta el fin [epístola de san pablo a los tesalonicenses, 2,13-16]
1
En una conferencia de prensa en el Dorchester, multitudinaria, en la primavera de 1973 y ante más de dos mil periodistas de todos los países, tuve la osadía o la majeza de preguntarle: cuando piensa la señora Meir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la España de Franco. Ella hizo un mutis, bebió un poco de agua mineral que había en la mesa del rostrum, encendió un cigarrillo y contestó:
España para nosotros los hebreos no es un país como los demás sino todo lo contrario. Un día regresaremos a España.
-¿con el generalísimo en el poder?-insistí
-No
Sus palabras fueron titular al día siguiente del NYT y causaron revuelo en Madrid. Eran muy medidas y guardaban una semántica oculta. La apertura de relaciones se llevó a cabo el año 89, un tanto a la agachadiza y en medio de gran sigilo en un hotel de Ámsterdam. Obedeció al planteamiento del gran diseño que albergan las autoridades sionistas para el dominio del mundo. Se auspiciaba el implante autonómico, licenciar al ejército de tierra que contaba con un numeral de más de medio millón de hombres, algo de lo cual hablaba constantemente la prensa inglesa y a mí me costó más de una polémica con el corresponsal del Times a la sazón Harry Debelius y con el del Telegraph, Harold Sieve que nos trataba a los españoles a batacazos y eso a mi me enervaba. Otro postulado eran el desguace de los medios de comunicación franquistas. El Financial Times ya había entrado en tratos con Juan Luis Cebrian y a mí me hacían ir todas las tardes desde mi casa en South Kensington hasta Fleet Street- tres cuartos horas de metro- a por un servicio que teníamos que dar desde nuestra oficina en Londres a través de la cadena de periódicos y emisoras de la Prensa del Movimiento. Ruperto Murdoch que irrumpió en Fleet Street como un elefante en una cacharrería también nos había echado el ojo. El proceso de enculturación y de asimilación no había hecho más que comenzar. Fue muy lento y obedecía a los planteamientos del Gran Diseño. A la muerte del dictador España era un guirigay. Surgieron tantos partidos políticos que el panorama semejaba a una sopa de letras. Londres se convirtió en el epicentro de aquella movida. Iban y venían desde don Juan que siempre se alojaba en el Claridge hasta Carrillo, Pepín Fernández, Jordi Pujol y los catalanes de la Vanguardia que contaban con el incensario de Luis Foix. Fraga templaba gaitas desde la embajada de Belgravia Square. Incluso llegué a encontrarme en un pub de Fulham Road con el etarra Wilson que fue uno de los que pusieron la bomba en Claudio Coello haciendo volar por los aires al Dodge Dart de Carrero Blanco. El tal Wilson gozaba de la protección de los servicios secretos británicos y yo siempre dejaba caer en mis crónicas que en el terrorismo de las provincias del Norte estaba metidos el Mossad israelí y el M05. No me lo creyeron aunque mis intuiciones y premoniciones suelen ser certeras. El paso del tiempo creo que me dio la razón. Esos pistoleros del norte a los que la BBC no paraba de dar coba, esgrimiendo ikurriñas y entrevistando a sus sicarios, precisamente cuando ellos tenían en su propia casa un terrorismo acaso más sanguinario y más valiente porque los del IRA actuaban a cara descubierta y tenían que habérsela nada menos que con el ejercito británico que ocupaba el Ulster, ahora enfundaron sus parabellum y cobran de la nómina del estado español. Obedeciendo una señal impartida desde las fuerzas ocultas. En mi vida periodística he tenido que pelear contra el argayo de la conspiración. La que se nos venía encima. No dejé de clamar contra esto y aquello pero mis gritos no eran más que voces en el desierto.
El germen de este cambio total se hallaba en las palabras de aquella señora gorda de costumbres austeras, un bolso de escay en el que guardaba los cigarrillos, el pelo rizo ya encanecido que otrora fue pelirrojo, la nariz voluminosa y los ojos bellos, gesto maternal y que en su rostro no celaba las arrugas de tantos y tantos sufrimientos. A Golda Meir uno no podía menos de quererla o, si no quererla, al menos admirarla. Impresionte mujer, esta abuela judía, una de las estadistas más importantes que produjo el siglo XX, pionera, que no se casaba con nadie, ni con Ben Gurion. Bueno se casó una vez pero se divorció. Transcurridos muchos años de aquel encuentro, cunde en mí la idea de que los judíos avanzan por la historia guardando la llave que abre los secretos de la caja de Pandora. A lo mejor ellos son los que llevan la razón y el apóstol de los gentiles con los que abro estas membranzas mentía. Por lo menos ahora tras el vaticano segundo no creo que en las misas se lea esta carta a las tesalonicenses por ser un texto impolítico. En ella San Pablo se nos muestra antisemita. El porvenir del cristianismo que se plantea de cara a la eternidad y a la vida futura está en juego a causa de este sistema de valores democráticos que sólo cree en el hic et nunc. Un nuevo materialismo que trajo aparejado la lucha de clases (todo el poder para los soviets sustituido por todo el poder para los bancos y la oligarquía política) y la lucha de géneros desintegrando a la familia como núcleo social, el poder de la imagen y la propaganda, las consignas. Han callado los púlpitos y sólo se escuchan lemas comerciales instándonos a consumir y a asumir lo políticamente correcto. El que piense diferente habrá de enfrentarse a cadena perpetua o vivir en el limbo del ostracismo del silencio e incomprensión. Pero ¿Dónde está Dios? ¿El dios de Israel? Los padres fundadores que cantaron la hativka con Bengurion aquel mes de mayo de 1948 eran ateos procedentes de la diáspora. Golda Meir no era creyente sin embargo la nueva Palestina funciona siguiendo las pautas de las antiguas teocracias. Es una teocracia laica que no contó con el beneplácito de insignes escritores de origen hebreo como el anglo-húngaro Arturo Koestler. Muchos dirán que son contradicciones del pueblo elegido que contiene en síntesis todo lo humano habido y por haber: lo grande en lo pequeño, el bien y el mal, lo demoníaco y lo angélico, la tecnología más avanzada y esos hassidim con tirabuzones que visten dulleta y guardan la ley, se pasan la vida estudiando el Talmud y viven como en la edad media. Tal vez sea algo prelaticio al pueblo de la Vieja Alianza entender el lenguaje divino, algo que nos está vedado al resto de los mortales.
En cualquier caso siempre me sentí muy atraído por la señora Meir cuya biografía estudié cuando era mozo. Era ucraniana de Kiev. De su infancia recordaba en sus memorias aquellos sábados que se pasaba su padre cantando salmos en la sinagoga. Era un bendito de dios, un inocente que creía en el mundo y el ser humano. Trabajaba como carpintero como San José. Aprendió el ucraniano y hablaba el ruso perfectamente lo que fue aliciente de su nombramiento como primera embajadora de Israel en la Urss. Antes la familia había emigrado a América. No basta creer es preciso solucionar y enfrentarse a los problemas fue la idea motriz de su alejamiento de la ortodoxia hebrea. Asume el inconformismo porque venía de un pais donde los nihilistas rusos se pasaban horas charlando de política ante tazas de té con limón. Estaban tuberculosos y yo tenía que desinfectar los vasos y el samovar cuando se iba. Quería ser maestra. El idioma inglés era un idioma hermoso pero en el gueto de Chicago se hablaba el yiddish y algunos decían sandeces (shandeh, una palabra hebrea que pasó al castellano como sandio que era un judío ignorante y pobre. Sólo su propio trabajo podría liberar a los judíos del gueto. Tradicional casamiento o shadacha en 1922. Golda se colocó sobre el rostro la chuppah o velo de desposada. Habían fundado Tel Aviv en 1909 poco más de medio centenar de familias judías. Luego llegan las aligah u olas de emigrantes. No vale con rezas. A dios rogando pero mediante el esfuerzo el judío puede hacerse dueño de su destino. Hemos sido hasta ahora victimas de la fatalidad pero tenemos que luchas contra esa fatalidad teniendo en cuenta que el judaísmo como religión siempre se refiere a cosas pragmáticas. Aquí salta el pragmatismo de este gran personaje. Su matrimonio dura sólo seis años. Se separa de su marido Morris en 1928. Cuando llegó a Jerusalén a pesar de haber perdido la fe colocó una kritlach o recado escrito en un papel como una carta a Jehová en una socarrena del muro de lamentos. Nunca fue una feminista como esas exaltadas que queman sostenes, odian a los hombres y hacen campaña contra la maternidad y piden el aborto. Se nos muestra gallarda como un turdión en estas aseveraciones. Los judíos aunque enfadados con Adonai siguen buscando al Mesías y buscan las fuentes que manan leche y miel en la tierra prometida. Aprendió oratoria subida a los cajones donde largaba impresionantes discursos. Decían que era el único hombre en el gabinete de Ben Gurion. Este por el contrario era la única mujer. Pero Gurion es la personificación misma del estado recién fundado. Estaba escoltado por judios la mayoría de origen ruso. Otro misterio. Cuando Gorbachev viajó a Tel Aviv no necesitaba hablar el inglés y el yiddish. Todos le encendían en el idioma de Pushkin. Sólo había un sefardí David Remez que era de Constantinopla. Este ministro impulsa el establecimiento del kashrot o kosher que en judeo español es alimentación trufa sin sangre o animal de pezuña. A Golda Meir no le gustaban los ingleses. Nunca quedé prendada por ellos a diferencia de otros colegas que sentían admiración por sus instituciones y por el sentido de la convivencia pero Inglaterra fue el pueblo que más dolor causó a Israel. En sus memorias elogia a Franco por el amor mesiánico con que amaba a España, algo que para nosotros resulta comprensible porque él se rebeló contra la desgarrada historia de España y crear un país nuevo. Sin embargo, su camino no fue fácil. Hubo escisiones internas. El Hadas acusaba a Mrs. Meir de ser una apoderada de la burguesía capitalista cuando entre los pioneros lo que abundaban era gente de la izquierda anarquista, comunista o socialista. Se produjeron asesinatos como el de Jaim Aerlossof un emigrante de origen alemán muerto a tiros por el polaco Stravsky. El violento revisionismo chauvinista- escribe en sus memorias- va causar estragos entre el ala izquierda y la derecha del sionismo. Aparecen como movimientos como el Irgum que se propone echar a tiros a los ingleses de Palestina. Méname Beguin el que había de ser en los 70 primer ministro organiza el atentado contra el hotel David de Jerusalén con más de cuarenta fallecidos. El bien y el mal está en manos de Israel. El nuevo estado judío se edifica sobre planteamientos de la acción directa. Ellos crearon los movimientos de liberación y la fórmula del terrorismo como sustituto de las confrontaciones globales y de las guerras.
2
Ante una estadista de categoría universal como la Señora Meir no es fácil emitir un juicio de valor porque en el mundo judío hay muchas cosas que se nos escapan a los que carecemos de la visión de futuro y la eficiencia de muchos de ellos: grandes matemáticos, físicos, filólogos, inventores que desde pequeños en las yasivas aprenden a polemizar y se entrenan en la dialéctica del Talmud. Por lo pronto ahora mismo dominan el mundo de la comunicación. Internet es su parcela y como diría el clásico “multa me efugiunt”. Sin embargo no puede por menos ante la nueva Teología del Shoá uno de reflexionar si esa forma de ver el mundo no acabará con la soteriología cristiana basada en el más allá y en la resurrección de la carne en la cual no creen los sionistas. Golda acusaba a los británicos de haber chantajeado a los pioneros que llegaron a Palestina favoreciendo a los a los árabes. El rostro de la premier reflejaba el sufrimiento y el cansancio de una raza acostumbrada a la persecución y a la diáspora. En Auschwitz hicieron pantallas para lámparas y peines con la piel de los nuestros. En Ucrania y en Bielorrusia conocimos la afrenta de los progroms. Los cosacos entraban en los shtle cabalgando con el látigo y el sable desenvainado. Nosotros sólo queríamos cambiar el mundo. Convertirlo en un lugar más amable y habitable. Pero no vinieron a traer la paz sino la guerra como evidencian los conflictos continuos mesorientales. El nuevo estado nació el 14 de mayo de 1948, mes de Iyor año 5708 de la creación del mundo. En una sencilla ceremonia y en un lacónico discurso Ben Gurion no aludió a Dios. Sólo a la Roca de Israel para testimoniar el sesgo laico y aconfesional que se emprendía. Un rabino, no embargante lo cual, entonó la Shemá. Usa y la URSS fueron las primeras naciones en reconocer al nuevo país. Elías Ehrenburg un personaje importante en la guerra de España y que entonces estaba en amistad con Stalin figuró en la legación rusa. Era un día importante para la humanidad y se cumplía el sueño de Teodoro Herztl de vuelta a la Tierra Prometida. El ejecutor fue Benjamín Gurion que hablaba doce lenguas, entre ellos el castellano que aprendió únicamente para leer el Quijote. Ese mismo año empezaría la primera guerra contra los árabes. Después vendrían la del 56, la del 67 de los Seis Días y la de YOM Kippur en el 73. Israel las ganó todas.
Gurion había nacido en Plansk Ucrania en 1886 el mismo año que Alfonso XIII y que mi abuelo Benjamín. Tras su estancia en America emigró a Tel Aviv en 1906 cuando funda los primeros kibbutz o comunidades agrícolas que viven en régimen socialista. No existe propiedad privada. Lo único que no era común eran el marido y la mujer. La idea era convertir al desierto del Negev en un vergel. No fue una iniciativa del líder porque en 1870 se establecieron los primeros campesinos israelitas en granjas que compraron a los beduinos para la explotación agrícola. Paradójicamente desde el siglo primero el pueblo elegido había dado de lado esta actividad, dedicándose a los negocios, al comercio y a las profesiones liberales. La medicina y las ciencias matemáticas les resultaban familiares dado su entrenamiento talmúdico. Surgen pues los cabalistas y los físicos medievales. Destacaron en todo suscitando tal vez recelo en los villorrios europeos por considerar que sus habilidades eran patrimonio de magia diabólica. Fueron calumniados y perseguidos pero no hay que negar que gozaron de la protección de los monarcas cristianos y del papado. Si en Roma quedaron a cargo de las finanzas del palacio de San Juan de Letrán en Castilla el patrocinador de las guerras de Granada fue el prestamista catalán Isaac Abraham y el que sufragó la construcción de las tres carabelas de Colón fue otro potentado catalán Diego de Santangel el banquero de los Reyes Católicos merced a la intercesión del arzobispo Hernando de Talavera, uno de tantos conversos (su hermana Esther estuvo procesada por la inquisición de Córdoba). Este prelado al que los moros granadinos llamaban el alfaquí divino quiso atraerlos al redil del cristianismo mediante un catecismo en algarabía escrito por él. Fray Hernando fue el primer introductor de la liturgia vernácula. Era muy evangélico pero como los musulmanes después de bautizados seguían ternes en su religión que practicaban de oculto fue sustituido por Cisneros que utiliza tácticas menos caritativas pero más contundentes para conseguir su asimilación. También Cisneros era de origen sefardita. Fue una especie de gran sionista a lo católico. Creía en la monarquía absoluta y en la convergencia del poder temporal y el espiritual en un solo cetro y un solo altar. Carlos V le daría de lado. Su carácter flamenco se resistía a entender el fundamentalismo religioso al principio. Una vez que maduró cambió de idea. Al fin de sus días decepcionado por las guerras de religión que empezaban a asolar a Europa se retiró a morir al monasterio de Yuste. La idea de un poder universal que alcanzase la armonía y la buena conllevancia entre las gentes que pueblan este planeta es un concepto aportado por los conversos españoles quienes se mostraron más papistas que el papa y esta idea de cambiar el mundo para mejorar es la que explaya la gran primera ministra israelí a lo largo de su intensa actividad como estadista. Era una gran luchadora pero aquella tarde de primavera en el Dorchester yo la vi cansada. Le quedaban pocos meses de vida. Moriría el dos de diciembre de 1973 de un ataque al corazón. Fue discutida y discutible incluso entre los suyos. La mujer fuerte, la que llevaba los pantalones en el primer gabinete de David Ben Gurion. Había pasado dos semanas en una celda zarista. La Ojrana o servicio secreto ruso definía a esta ucraniana como uno de los mayores peligros para el estado. Sobrevivió a los progroms, a la tos ferina, a los ingleses que también la tenían fichada y en su vida particular era una verdadera mamá, una abuela tierna que preparaba la adafina del sabatt para sus nietos. Fue una mujer grande que conocía de antemano por qué derroteros se iba a encauzar la vida de los mortales condenados a vivir en democracia. Ella misma declaraba que no es un sistema perfecto, el menos malo en un mundo mejor de los mundos posibles y en el que el poder conserva una cara oculta. Era el mundialismo, la globalidad de la que mucho escribieron los consiliarios asesores del Emperador Carlos V cuyos herederos detentan ahora el ministerio de la verdad oficial y programada. Israel iba a comenzar su propia reconquista. Yo sabía que aquella señora guardaba muchas sorpresas en aquel modesto bolso negro con las tapas de hule y un cierre de calamina (parecía una criada en su salida de los domingos) y que mucha gente iba a padecer las consecuencias del nuevo invento. Nacía el milenio igualitario pero no para los pobres sino para los ricos y que muchos de nosotros ibamos a acabar en el agujero, pero quien tenía razón: ¿San Pablo o los patrocinadores del artefacto? A los creyentes en Jesucristo sólo nos queda volver la otra mejilla y confiar en la gracia divina.
2022-01-16
TIEMPO DE SICOFANTAS
EVARISTO CASARIEGO
Me lamo mis heridas en este tiempo de sicofantas cuando la verdad causando baja fue sustituida por la propaganda y rezo en el reclinatorio mullida la almohada mis huesos están cansados castigados por el reuma y la artritis, herencia de mis antepasados que todos murieron de dolor de costado o de ijada. Mi consuelo son esas voces lejanas de monjes recitando salmos en conventos de la santa Rusia que por el aire vuelan hacia mi recinto y presidio. Milagros de Internet.
Leo a Evaristo Casariego aquel asturiano de Luarca que tras la victoria de Franco no quiso ponerse al pecho medalla ni participar del botín; todo lo contrario de Martin Vigil que después de haber luchado como alférez provisional y cazar rojos por las montañas de Piedras Blancas y burlado mozas en Cataluña se desquitó de lo dicho se hizo jesuita vaticanista y describió sus pesadumbres en el arrepentimiento de las “Flechas de mi Haz”. los oportunistas siempre se suben al carro del triunfador.
Cambiar de chaqueta en España es lo habitual. Por eso me admira Casariego en este tiempo de sicofantas. La impostura se ha hecho también normal. Siempre visito su tumba en el aireado cementerio luarqués mirando a la mar. Es el camposanto más poético de España. En las paredes lucen unos murales de un poema escrito por Casariego contando la lucha de la Villa Blanca contra los viquingos.
Está enterrado junto al doctor Ochoa el gran histólogo y premio Nobel. Cosas del paisanaje. Son los rojos que perdonó Franco. Que mientras aborrezco de Vigil me maravilla la consistencia ideológica del escritor Casariego y del sabio mister Ochoa una eminencia en el comportamiento de las células cerebrales, y de los entresijos de las pía mater sin renunciar a su socialismo. Debe de ser bello dormir el suelo eterno mirando a las olas desde el cerro de la Villa Blanca.
Casariego fue un carlista fin de raza que bogaba de proel en las aborrascadas mares cantábricas. A babor carlistas, falangistas y los de la Ceda y a estribor la CNT y la Fai. La “guerra e bella ma incomoda” dicen los italianos pero el luarqués era germanofilo. Había avistado un tiempo nuevo (Weltanschaung) que se vino abajo cuando los rusos entraron en Berlín. Su protagonista fue de los últimos resistentes que salvaría de milagro.
En Berlin descubrió un mundo erótico de las mujeres alemanas muy desenvueltas en sus costumbres sexuales. Nada que ver con el recato y la gazmoñería carpetovetónica y el honor calderoniano.
Quico el protagonista de esta novela escribe el testamento de un derrotado. Morir por nada, luchar en balde. No oculta la incuria y corrupción que ve en Madrid y regresa a Asturias. El libro es un trasunto de “Menosprecio de corte y alabanza de aldea” de aquel obispo de Mondoñedo fray Antonio de Guevara y escribía muy bien. He aquí una soflama contra los traidores y sicofantas.
La novela tiene su parte autobiográfica, describe a algunos personajes: “Ramiro de Ledesma era un hombre que tenía muy buena cabeza, pero se hacía antipático a la mayoría que no entendía sus planteamientos filosóficos en política”.
Asistió a las tertulias de la Ballena Alegre en los bajos de un café en la calle Alcalá e hizo peña con Jose Antonio, Moulane Michelarena, Agustin de Foxá, Agustin de Foxá, Manuel Aznar, Montes Echarri y el Maestro Tellería que compuso el Cara al sol, son vivencias de una época. Luego se iban a cenar en el mesón del Segoviano en la Cava Baja.
Es todo un libro de abordo para conocer los entresijos de las circunstancias en que vivieron aquellos jóvenes intelectuales antes de la guerra civil y el libro tiene su moraleja porque nos advierte contra los desastres de la guerra ahora cuando se ha puesto en Europa la rusofobia y nuestros periodistas se han vuelto belicistas contra Putin. Hoy la información por desgracia se ha convertido en provocación. Ahí queda empero este límpido testimonio de un combatiente en el frente del Este que hizo fuego con otros muchos con su vida ¿Y para qué?