Don JULIO CASARES
HABLABA JAPONÉS Y 19 LENGUAS MÁS
Tenía yo veinte años
cuando don Julio Casares el lexicólogo (1877-1964) falleció en Madrid calle
Felipe IV. Secretario perpetuo de la RAE. Era un granadino de rostro amable,
aspecto humilde, que vivía el edificio de la Real Academia como un recluso.
Cursaba yo el segundo año de Comunes en la
Complutense.
Tuve la suerte de
asistir a un acto en el paraninfo
Que fue como su
testamento espiritual amonestando a los jóvenes españoles a seguir por el
camino lleno de abrojos de las letras pero capaz de deparar al ser humano la
felicidad.
La filología no es una
ciencia exacta ni tiene una aplicación práctica como la ingeniería, la
medicina, la farmacología y todo el cupo de las artes mecánicas.
Los estudiantes de
letras se nos menoscaba y las chicas no querían salir con nosotros. “Te morirás
de hambre” ese era el axioma, esa era la fija. Sin embargo, mi generación tuvo
la suerte de contar con maestros ilustres, sabios referenciales: en historia
del arte Azcarate y Angulo.
En crítica literaria
Almagro, Narciso Alonso Cortés. En Medicina Marañón, Tamarit, Carballo.
La novelística y la
poemática nunca gozó de plumas tan eximias: Cela, Delibes, Umbral, Zunzunegui,
Tomás Salvador, etc.
El autor del diccionario
ideológico era un verdadero gigante de la paremiología, del buen decir y del bien
pensar.
Hablaba veinte
idiomas, el inglés sin acento, parecía un “don” o domine de Oxford. En uno de
sus artículos de la Tercera de ABC ppor él acerté a saber que existe una gran
conexión entre el refranero castellano “Birds of the same feather fly together”,
o “Dios los cría y ellos se juntan, y el inglés.
También con el ruso: “Metí
un ratón en mi granero hizose dueño del cillero” Había tomado fichas del Webster
norteamericano, del Diccionario de Oxford y conocía a la perfección el Dhal
ruso que tanto entusiasmaba a Solyenitsin.
Para tristeza del humanismo español hoy no
existe ese prurito por buscar la perfección
locutoria.
Al contrario, se lleva
el escribir mal y el hablar mal metiendo de matute solecismos, extranjerismos y gazapos
en la conversación.
Las fuerzas que nos gobiernan se han apoderado
de la frase de Nebrija “la lengua es compañera del imperio” y solmenan a la
lengua castellana con toda clase de exabruptos.
De lo que se trata es
hacerla desaparecer. Hoy la lengua del imperio es un inglés macarrónico que
parla o “espiquea” media humanidad.
Los españoles émulos de
Mefistófeles han vendido el alma al diablo y su alma era el idioma castellano.
Sin embargo, todavía
quedamos algunos que como los últimos de Filipinas no nos rendimos ante los
ataques del agresor anglo que asedia la plaza.
Ni nos rendiremos
jamás y lanza en ristre con las voces del Casares contraatacamos.
sábado, 13 de enero de
2024
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