El diablo es hipócrita y a veces se carga de razones. No en vano lo llaman el Engañador. ¡hipócritas! Por el mero hecho de que hubiera algún cura maricón o deshonesto ello no es excusa para tirar por tierra el gran edificio soteriológico- el evangelio es el negocio de salvación, la promesa de redención- pero estos pensadores abstrusos y diabólicos en su afán de tomar el todo por la parte y la parte por el todo cometen un error de principio como buenos propagandistas que son y tienen a la SRI en su punto de mira.
Quieren hacernos comulgar con ruedas de molino y la circunstancia de que se dieran casos, lamentables, en Irlanda, en Alemania o en España, no quiere decirse con ello que la pederastia fuese generalizada; eso sí, la espiritualidad que se impartía era un tanto blandengue por no decir eunocoide, sin que alcanzasen a la totalidad semejantes aberraciones. Del seminario yo conservo la inclinación hacia una vida interior, o cosas tan maravillosas como la devoción marial y es a Ella a la que imploro y rezo en la seguridad de que La Virgen aplastará la cabeza del Dragón y nos pondrá a buen recaudo de los muchos peligros que cercan a esta humanidad que se muestra confusa y desnortada.
Estoy seguro de que velará también por la Iglesia, esa Iglesia a la que amamos, por más que haya en su configuración cosas que nos disgusten.
Ya lo he explicado en alguna que otra parte: el cristianismo no es un problema de bragueta como algunos pretenden. Es algo más. Mucho más bello y profundo. Ahora bien, la iglesia está constituida por seres humanos y la carne es frágil. Se pide a la iglesia una perfección y un recato que ellos partidarios del destape, abogados de la lujuria, y comerciantes del sexo y la violencia que ellos nunca practican jamás. Quieren hacernos a todos pasar por sus horcas caudinas. Es la ley del embudo. También he expresado en más de una ocasión y así lo expongo en el libro que voy a publicar “El Seminario vacío, la puerta cerrada” que trata de aquella iglesia en la cual yo me formé y aprendí a amar en sus bondades y en sus carencias, en sus aciertos y en sus defectos. Quizás una solución para ahorrarse la piedra del escándalo sería el celibato opcional, lo que acercaría un poco más a los sacerdotes al pueblo y muchos sabrían que el matrimonio no es tampoco ninguna panacea, con frecuencia, una penitencia implacable (abortos, adulterios, desconsideraciones, reproches, faltas al respeto y todo lo que se subsigue de ese anhelo de acabar con la familia y la destrucción de la autoridad paternas, he visto a muchos maridos irse al agua o vivir dentro de estos infiernos portátiles que son los malos casorios) puede a veces ser mucho más duro de llevar que la abstinencia de todo lo que tenga que ver con lo venéreo. Porque pecadora es nuestra condición. Omnes caedunt ultima necat, se decía de las horas que pasan hieren y matan. Igualmente podría decirse de la condición femenina. Agua en un ochenta por ciento y por su culpa el hombre peca y se ahoga. No. No hay soluciones mágicas. Si los clérigos optaren por tomar estado antes de recibir ordenes que la buscan piadosa, nada cerrera y humilde porque la humildad es lo que hoy falta y el sexo que antes llamaban débil anda ahora muy encaramado y bajo los consejos w instancias poco edificantes de esa Doña Bibi que se sienta en la poltrona de la Igualdad. Es la ministra más deletérea y funesta de todo el régimen la que causa más estragos ocasiona en las familias y, si no que se lo pregunten, al Brujo de la Inter., el que anda metido en parlamentos de madrugada y nos quiere vender el piso. Cuanto pecado, cuanta desolación, Dios mío, Dios mío ¿Por qué nos has abandonado?, clamo con Jesús en el Gólgota.
En aquel centro no se dieron escándalos pederastas que yo sepa. Sólo un padre espiritual, un jesuita semi exclaustrado tenía la manía de sobarnos un poco cuando ibamos a confesar. Nosotros por supuesto tratábamos de no arrimar demasiado la carita. Creo que aquel pobrecillo lo que estaba era falto de afecto y toda su labor pastoral se centraba en los niños porque ya lo dijo Jesús dejad que los niños se acerquen a mí. Ahora bien el despertar de la pubertad siempre es una fase crítica en todo ser humano. Nos recomendaban duchas de agua fría etc. Creo que éramos unos tíos muy normales y que ninguno salió con ningún trauma por ese cabo.
Eso sí, existía el peligro de un desvío de la sexualidad cosa que ocurre con frecuencia en sitios donde existe una gran aglomeración de personas de un solo sexo. En los cuarteles se recomendaba echar bromuro en el agua. Y esta tendencia a los abusos constituyen un mal endemico en las escuelas inglesas de alto prestigio como Eton y Harrow. Gtambién lo eran en la Brtisih Navy por lo marina inglesa como demuestra esa excelente novela que se llama Lord Jim. Creo que desde que las muchachas se alistan en el ejercito y van a la guerra ha bajado la tasa de homosexualidad. Loado sea Dios pero no nos escandalicemos. Nuestra naturaleza, imnperfecta, a veces muestra tendencias aviesas.
No sé si aquella práctica la pusieron en práctica en ningún seminario. Los prefectos andaban muy vigilantes cuando aparecía un grupito que hacía rancho aparte en los recreos, en los paseos, en el comedor o en la misma capilla. Cuando había algún signo de amistades particulares cortaban por lo sano a fin de evitar casos de mariconería. Creo que sexualmente no salimos pervertidos, eso sí. Aquella obsesión quizás a lo largo de nuestras existencias fuera a lo mejor problemático en nuestro trato con las mujeres. Un párroco amigo mío me contaba su táctica para someter a férula sus deseos genéticos. Si la dejas tres días quieta ella te deja quince y si un mes ella te deja un año. Me consta que muchos de mis compañeros consiguieron guardar el celibato.
Otros les pesaba demasiado la carga y colgaron la sotana. Han pasado muchos años y ya en la madurez de la edad suscribo el planteamiento de la iglesia con respecto a la mujer. Un padre de la Iglesia llamaba a las mujeres escuelas del diablo y el aguijón del escorpión, y que me perdonen las feministas pero así están establecidas las difíciles reglas de la procreación. Al renunciar al matrimonio los célibes se libran de ni pocos problemas derivados de la fragilidad del bello sexo, los desamores, los adulterios, los crímenes, las pasiones, y todo esa infinita perdida de tiempo que estraga al ser humano en ese cherchez la femme o lo que calificaba el arcipreste de Hita muy crudamente, es cierto. Por dos cosas labora el hombre por haber mantenencia y por haber ayuntamiento con fembra placentera.
Y esta es una trampa que nos tiende la naturaleza y volviendo a las mismas vuelvo a pegar carpetazo con aquel diacono que se levantó un día con resaca y le tocaba cantar la epístola de mulierem mortem Quis inveniet? Pero duro pasar hojas al Libro de la Sabiduría y no encontraba el pasaje ni a la mujer fuerte, así que ni corto ni perezoso proclamó desde el ambón ego autem no invenio. Yo no lo encuentro, y todos contestaron deogratias y se acabó. La secularización, el deseo de tener contentos a tirios y a troyanos, el aggiornamiento y todo eso que ha venido con el concilio y con Wojtyla han dejado a la SRI a los pies de los caballos.
Tal vez haga falta la convocatoria de un tercer concilio que vuelva a poner las cosas en su sitio. Pero ya digo son unos ilusos todos aquellos que reducen el mensaje de Jesús a un problema de bragueta. El pecado de la iglesia no es ese. El pecado mayor que han cometido los clérigos es la soberbia y puede que estos escandalos pueden ser una ayuda a recapacitar en las altas esferas vaticanas y aplicar el remedio o el correctivo oportuno porque todo tiene solución menos la muerte. A ver si por una vez se caen del burro algunos jerarcas. La iglesia no suele pedir perdón pero esta vez lo ha hecho a través del propio papa y eso al menos honra a la Institución. Todos somos pecadores.
lunes, 22 de marzo de 2010